Está en la página 1de 25

Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

Tesis de Licenciatura en Psicología


“El lugar del analista dentro del hospital frente a
pacientes psicosomáticos”

Alumna: del Mármol, Pilar

LU: 37641520-0

Correo electrónico: pilardelmarmol@gmail.com

Tutor: Moure, María del Rosario

DNI:16.891.951

1
Índice

Agradecimientos …………………………………………………… Pág. 3

Introducción ………………………………………………………… Pág. 4

Planteamiento del tema …………………………………………… Pág. 4

Marco teórico ………………………………………………………. Pág. 5

 Interconsulta …………………………………………………. Pág. 5


 Lo psicosomático ……………………………………………. Pág. 5

Estado del Arte…………………………………………………….... Pág. 8

Metodología………………………………………………………….. Pág. 9

Objetivos……………………………………………………………… Pág. 9

 Objetivo general…………………………………………….... Pág. 9


 Objetivos específicos………………………………………... Pág. 9

Desarrollo……………………………………………………………. Pág. 11

 ¿Qué es lo psicosomático? ………………………………… Pág. 11


 El cuerpo para la medicina y para el psicoanálisis………. Pág. 13
 Interconsulta psicoanalítica ………………………………… Pág. 15
 El lugar del médico y del psicoanalista dentro del hospital Pág. 18

Conclusión………………………………………………………….. Pág. 21

Bibliografía………………………………………………………….. Pág. 23

2
Agradecimientos

A la Facultad de Psicología, perteneciente a la Universidad de Buenos Aires


por permitir que reciba una educación de calidad y gratuita.

A mis padres y hermanos por apoyarme durante estos años de estudio.

A mis amigas de Capitán Sarmiento por estar siempre alentándome a ir por


más. A mis amigos de la facultad por acompañarme durante la carrera y hacer que
la cursada y el estudio sea más ameno.

A mi tutora de tesis, Lic. María del Rosario Moure por su tiempo y


dedicación en cada corrección.

3
Introducción

La presente Tesis de Licenciatura corresponde a la alumna del Mármol


Pilar, estudiante regular de la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos
Aires. La tutora a cargo de dicho trabajo es la Lic. Moure María del Rosario,
docente de la materia “Fisiopatología y Enfermedades Psicosomáticas” y de la
práctica profesional “Orientación Psicosomática. Hospital Durand”

La temática que se abordará en la presente Tesis de Licenciatura en


Psicología comenzó su gestación a partir de interrogantes que emergieron luego
de mi paso por la materia “Fisiopatología y Enfermedades Psicosomáticas” a
cargo del profesor Dr. Ulnik, Jorge y de la práctica clínica “Hospital de niños Dr.
Ricardo Gutiérrez” a cargo de la Lic. Frankel, Andrea.

Aquí se indagará acerca del lugar que ocupa el psicólogo frente a aquellas
enfermedades con posible origen emocional. Para ello se abordará lo
psicosomático desde una mirada psicoanalítica resaltando el valor de la
interconsulta dentro de la institución hospitalaria e intentado desarrollar las
competencias que debe tener el psicólogo para abordar este tipo de pacientes.

Planteamiento del tema

Partiendo de la idea de que el enfermar no se reduce solo a lo orgánico,


sino que cualquier enfermedad puede presentar una carga emocional que influya
en su origen, desarrollo o tratamiento, en el presente trabajo se intentará
responder ¿Qué lugar ocupa el psicólogo en la interconsulta dentro del hospital
general? y ¿Cómo lo psicosomático desafía el Rol del Psicólogo?

4
Marco teórico

Los conceptos fundamentales que se van a trabajar a lo largo de la tesis


son aquellos que hacen referencia a la temática de interconsulta y lo
psicosomático. Se tomarán en cuenta en el desarrollo textos de S. Gamsie, J.
Raimbault, J. Ulnik. Courel, R. D, Liberman entre otros.

Interconsulta

El acto de interconsulta dentro del marco hospitalario refiere a la


convergencia de dos disciplinas que presentan diferencias en cuanto a sus
criterios de salud, ideologías, lenguaje técnico, modos de actuar, encuadre, etc.
Esta convergencia se produce cuando el médico intuye que hay síntomas o
elementos importantes que resultan llamativos en el paciente y reconocen que la
evolución adecuada no depende exclusivamente del conocimiento médico (Ferrari
& Luchina, 1980, p 16)

Silvina Gamsie plantea que dentro la institución hospitalaria se despliega la


práctica de interconsulta entre distintas especialidades médicas cuando hay dudas
respecto al abordaje de un paciente y el curso de su enfermedad. El
“psicopatólogo” es convocado para dar un diagnóstico diferencial, ayudar a
construir un diagnóstico o cuando el diagnóstico médico resulta dudoso. La autora
considera de suma importancia cómo se posiciona el psicoanalista frente a ese
pedido y qué respuestas ofrece, debiendo escuchar en primer lugar quién, qué y
para quien demanda. (Gamsie, S. 2009)

La interconsulta sería la práctica que enlaza psicoanálisis y medicina dentro


del marco hospitalario.

Lo Psicosomático

Existen muchas concepciones de lo psicosomático, por lo que puede ser


abordada desde distintas corrientes. En el presente trabajo referiré a la
psicosomática desde un abordaje psicoanalítico.

5
A lo largo de la obra de Sigmund Freud pocas referencias específicas se
encuentran sobre lo psicosomático, pero a pesar de ello pueden detectarse
algunas pistas relativas a dicho tema. Freud describe el origen de las neurosis y
las divide en Neurosis Actuales (Neurastenia, Neurosis de Angustia e Hipocondría)
y Psiconeurosis de defensa (Histeria, Obsesión y fobia).

Buscando la etiología de las Neurosis Actuales llega a la conclusión de que


éstas se producían por una descarga inadecuada o una falta de descarga en la
tensión sexual somática. Es decir, no era a causa de la represión sino por
acumulación o una descarga inadecuada de la tensión sexual. Planteado en
términos económicos, un cúmulo de libido era descargado directamente en el
cuerpo sin elaboración psíquica. En estas neurosis el mecanismo por el cual se
forman los síntomas son somáticos y no psíquicos, por lo que a nivel terapéutico
las neurosis actuales se presentan para Freud como un límite al psicoanálisis
debido a que de ellas no se puede extraer una significación oculta.

Mientras que en la neurosis de transferencia la libido era reprimida, lo que


evidencia la participación del Inconsciente, en las neurosis actuales la libido era
puramente acumulada.

Sin bien Freud deja planteada la problemática, se evidencia un vacío al


respecto en el saber por lo que será necesario tomar autores posteriores que
hayan desarrollado el tema.

El Dr. Ulnik y López Sánchez plantean que la psicosomática desde el punto


de vista psicoanalítico es una disciplina dedicada al estudio de los factores
psicológicos, conscientes e inconscientes, que intervienen en la etiología,
desencadenamiento, evolución o tratamiento de las enfermedades somáticas,
buscando describir cómo interacciona lo somático y lo emocional, permitiendo al
terapeuta interrogarse por la relación que hay entre la enfermedad, el momento y
lugar de aparición.

Según el Dr. Ulnik, es tan grande la variedad de enfermedades somáticas


que existen y de personas susceptibles a enfermar que no podemos denominar

6
“pacientes psicosomáticos” aludiendo a un tipo particular de enfermedad o
estructura, debido a que pacientes psicosomáticos podemos ser todos. (Ulnik,
J.2008)

Courel plantea que el término psicosomática tiene lugar en un terreno poco


explorado por lo que su delimitación resulta insuficiente. En la actualidad se
califica de “psicosomático” a toda dolencia o enfermedad a la cual no se le ha
podido atribuir un componente orgánico en su etiología lo cual evidencia una
insuficiencia o fracaso del saber de las ciencias. Desde la perspectiva lacaniana
se alude a lo psicosomático en términos de fenómenos. Lo psicosomático no
representa una estructura en sí misma - como las neurosis, psicosis o perversión-
sino que serían fenómenos que irrumpen en el funcionamiento de la estructura.
Hay una inscripción en el cuerpo, producto de una falla a nivel simbólico. (Courel,
R. 1996)

Liberman plantea que hay ciertas características de personalidad que


podrían aumentar la vulnerabilidad a contraer enfermedades como forma de
responder a una crisis. “Son personalidades con un self ambiental sobreadaptado
en desmedro de un self corporal sojuzgado y repudiado” (Liberman, D. 1982, p
13). Es decir, se sobreadaptan al ambiente, privilegiando la realidad exterior, el
rendimiento y las exigencias del ambiente, dando por resultado una desconexión
de los mensajes emanados del interior corporal. Son personas que padecen de
cordura, “la sobreadaptación formal a las exigencias, sin cuestionamiento, unido al
hecho de que estos pacientes constantemente estimulan a que los demás
descarguen responsabilidades sobre ellos, es el primer vector y en el que recae el
nódulo de la enfermedad”. (Liberman, D. 1982, p 26).

El autor plantea que estos pacientes seríanincapaces de registrar estados


corporales de tensión-relajación, placer-displacer, malestar-bienestar, etc. Y a su
vez presentan un sentimiento inconsciente de culpa acompañado por una
necesidad de castigo manifestada a través del self corporal sojuzgado, mientras
que el self ambiental sobreadaptado muestra el sometimiento a las reglas. Son
personalidades que subestiman la patología somática y concurren a análisis por

7
insistencia del médico y porque creen que les resultará útil para aumentar su
rendimiento laboral.

Estado del arte

En el artículo “Modos de Intervención desde el Psicoanálisis en un Servicio


de Urgencias Hospitalarias” (Prado Rivas, 2014), el autor se interroga por la
función del psicoanálisis dentro de las instituciones hospitalarias. Centrándose en
el concepto de urgencia, describe la labor médica apuntalada en operar
directamente sobre lo que acontece en contraposición al analista que pone una
pausa, intentando ubicar en el discurso o silencio del paciente el origen de su
crisis y lo invita a reconstruir su relación con la palabra. El psicoanalista daría
apertura al inconsciente a partir de hacer hablar al síntoma.

Según el autor, el psicoanalista es llamado a asistir cuando algo que se


presenta en el paciente escapa al saber médico. Y al recibir un pedido de
interconsulta es importante que el psicoanalista determine quién demanda y qué
demanda. Por último, plantea que el trabajo del psicoanalista dentro del hospital
no responde a universales, sino que está sujeto a lo particular de cada institución.

María Soledad Pintos en “¿Qué lugar para el psicoanálisis dentro del


hospital general?” se pregunta si es posible realizar psicoanálisis dentro del
hospital. Relata un pedido de interconsulta realizado desde el servicio de pediatría
por un posible caso de depresión. Pintos describe la interconsulta como un
llamado del médico al psicoanalista cuando su saber flaquea o resulta insuficiente.

La autora concluye que medicina y psicoanálisis se interpelan mutuamente


y donde la medicina se ocupa de la organicidad, el psicoanálisis se interesará por
un cuerpo atravesado de significantes.

En relación a la atención de pacientes con trastornos somáticos, otra


investigación (Vitulli, M. 2015) plantea ciertos obstáculos que presentan estos
pacientes a la hora de ser atendidos: escasa percepción del sufrimiento psíquico

8
lo cual provocaría una llega a análisis por indicación del médico y no una demanda
genuina, tendencia a pensamiento concreto con escasa capacidad metafórica y
dificultad en la capacidad de representatividad.

La autora resalta la importancia que tiene en el tratamiento la acción


conjunta de médico y psicólogo, permitiendo crear una relación estrecha de
contención, escucha y sostén, ayudando al paciente a enfrentar su diagnóstico y
tratamiento, y a disminuir las exigencias de sus ideales que los someten a
autoexigencias destructivas.

Metodología

En la presente tesis, la investigación tendrá un marco general cualitativo


descriptivo. El enfoque general del trabajo será una articulación teórica, utilizando
una metodología cualitativa, la cual implica un análisis de bibliografía de
orientación psicoanalítica, con la finalidad de abordar los objetivos propuestos y
responder a las preguntas que operan como guías de la presente investigación.

Palabras clave: Interconsulta – Lo psicosomático - Lugar del analista

Objetivos

Objetivo general

 Dar cuenta de la importancia que tiene la presencia del psicólogo


dentro de la institución hospitalaria frente a aquellos pacientes donde
se desconoce la etiología de su enfermedad

Objetivos específicos

 Dar cuenta de cuando una enfermedad puede ser considerada


psicosomática
 Determinar cuáles son las competencias que debe tener un
psicoanalista frente a pacientes con fenómenos psicosomáticos.

9
 Determinar el rol del psicoanalista en la interconsulta
 Determinar los espacios de inserción posibles dentro del ámbito
hospitalario y establecer actitud o respuesta del analista frente a la
posible demanda de los médicos.
 Qué lugar ocupa el psicoanalista dentro del hospital

10
DESARROLLO

La institución hospitalaria recibe a diario cientos de pacientes con distintos tipos de


dolores, heridas, malestares, que buscan ser curados. El hospital general se
presenta como un lugar en el que conviven discursos heterogéneos donde se
privilegia por sobre los demás el discurso médico hegemónico, que, a pesar de ser
un saber abocado sólo al conocimiento del cuerpo biológico, ubica al acto médico
de curar como saber máximo, y si bien este discurso es el que reina, es limitado,
ya que en ciertas ocasiones requiere de la intervención de otras disciplinas, como
por ejemplo del psicoanálisis.

¿Qué es lo psicosomático?

De acuerdo con el planteamiento que realiza el Dr. Jorge Ulnik, no habría


enfermedades o pacientes a los que se los pueda etiquetar o catalogar como
psicosomáticos, sino que cualquier persona en determinado momento de su vida,
ante algún evento inesperado puede reaccionar con alguna manifestación
psicosomática. Al no poder poner en palabras lo que le sucede se produciría una
descarga directa en el organismo, dando como resultado el desencadenamiento
de una enfermedad que lo comprometerá a nivel físico y psíquico.

Lo psicosomático, entendido como un modo de funcionamiento donde


aquello que no es puesto en palabras repercute en el cuerpo, desafía el rol del
médico y también el del psicoanalista.

Por su parte, el médico tiene como práctica identificar síntomas,


diagnosticar enfermedades y seguir protocolos de tratamiento. Sin embargo,
ciertos pacientes no siempre responden del modo esperado por la medicina y esto
lleva a que el médico encuentre un límite en su función y convoque al analista.El
médico se enfrenta con un paciente que, además de necesitar una cura a nivel
físico, requieren de un tratamiento psíquico que sirva de sostén mientras transita
la enfermedad y que a su vez los ayude a mejorar sus síntomas.

11
Del lado del psicoanalista, éste está obligado a trabajar dentro de un marco
conceptual distinto del que fue preparado en la universidad. Se ve compelido a
familiarizarse con términos propios de la medicina, que ahora también el paciente
adoptará en su discurso. Esto le permitirá poder comprender más al paciente
cuando hable de sus molestias y entender a qué efectos se somete con la
medicación que se le ha indicado. En el trabajo dentro del hospital deberá
abandonar su técnica clásica, consultorio, diván y tiempo prefijado. Y, por otra
parte, deberá tener en claro que paciente y médico, buscarán y esperarán de él
soluciones a corto plazo, pero esto no será tan fácil de lograr desde el
psicoanálisis, ya que los tiempos de trabajo estarán marcados por el paciente y
por las posibilidades que brinde cada institución hospitalaria para trabajar. Por lo
tanto, el psicoanalista no podrá garantizar soluciones inmediatas. A su vez, el
psicoanalista se enfrentará a pacientes con escasos registros de sus malestares
debido a la excesiva adaptación al ambiente que experimentan, por lo que parte
del trabajo con el paciente será que este pueda reconocer sus malestares,
apropiarse de su cuerpo y no referirse a él como algo extraño. Así mismo, estos
pacientes vivenciarán su cuerpo de un modo particular que los diferenciará de
otros pacientes. Rodolfo D’Alvia plantea que los pacientes psicosomáticos
desestiman el síntoma somático y carecen de empatía corporal. El cuerpo aparece
en desconexión con la mente y poseen fallas en el intento de ligar la
representación pulsional con la palabra. No es frecuente que el paciente hable o
pueda hablar de su cuerpo. Entonces propone que “el paciente con síntomas
corporales debe encontrar en el psicoanálisis un método de investigación y de
diagnóstico diferencial, que permita definir un pronóstico y facilitar un abordaje de
acuerdo a la patología predominante” (D’Alvia, R. 1995. p 127). Teniendo en
cuenta que la mayoría de estos pacientes acuden al psicoanalista por pedido del
médico, y que poseen una escaza percepción del sufrimiento psíquico, será
primordial que el psicoanalista genere demanda genuina de análisis. Según
Liberman (1982) la eficacia que presentan estos pacientes para adaptarse al
ambiente los desconecta de sus necesidades y limitaciones, por lo tanto, el
psicoanalista deberá trabajar para que este sistema de vida tan arraigado se

12
vuelva egosdistónico para el paciente y que el código visceral pueda convertirse
en mensajes con significados.

El cuerpo para la medicina y para el psicoanálisis

Así es como dentro de un mismo espacio institucional pueden convivir dos


disciplinas que se abocan a la enfermedad, pero dominan distinto marco
conceptual, por lo que centradas ambas en el cuerpo, hallaremos diferencias.

El médico trabaja sobre el cuerpo como lugar donde se despliega la


enfermedad. Esta será su objeto de estudio. De este modo el saber del médico se
centrará en la enfermedad y no en el hombre, ya que este no le interesa más que
como terreno en el que evoluciona cada enfermedad (Clavreul, J. 1983). La
medicina se ocupa del cuerpo biológico, concebido como un organismo con leyes
que lo rigen, posible de ser descripto y centrará su atención en el conjunto de
signos para poder establecer un diagnóstico y su tratamiento. Según Ulnik (2012)
esto se debe a que, desde sus inicios de formación, el médico se ve obligado a
trabajar con preparados y cadáveres, que lejos de inquietarse por averiguar a
quién pertenecieron o quienes eran, lo llevan a dejar de lado su sensibilidad y
tratar a ese cuerpo como un objeto. De este modo, el médico se limitará a estudiar
la enfermedad y solo se dirigirá al sujeto para que siga sus indicaciones y
asegurarse de que toma la medicación, quedando el paciente como un mero
observador y portador de la enfermedad (Ulnik, J. 2012).

Por su parte, el psicoanálisis se ocupa del cuerpo como representación.


Fischbein (1960) plantea que al hablar del cuerpo en psicoanálisis podemos
encontrar acepciones que van desde el soma en su extremo biológico hasta el
cuerpo como una construcción de la fantasía. Así es como este autor propone
que:

Las primitivas experiencias vitales son somáticas y generan vivencias


emocionales que son parte de la prehistoria del sujeto y de la
protohistoria de su organización mental. Cuando el soma deviene en

13
representación, las descargas frente a los estímulos son contenidas por
el símbolo (Fishbein, José E. 1960. p 131).

De este modo el soma se verá atravesado por estímulos que hallarán


contención en la psiquis de cada persona. Sin embargo, este psiquismo en ciertas
ocasiones puede encontrar un límite en su posibilidad de resolver tensiones, y lo
que no ha sido contenido por el símbolo puede verse traducido en un
acontecimiento psicosomático. En pos de preservar al psiquismo de su
desorganización, se producirá una descarga directa en el cuerpo sin mediación
psíquica (Fischbein, 1960).

Concibiendo al cuerpo como una unidad integrada por lo biológico y lo


emocional y, donde el símbolo tiene relevante implicancia en el cuerpo, podemos
observar como dentro del hospital encontraremos pacientes que a raíz de fallas en
la simbolización enfermaron a nivel físico.

Esto nos permite evidenciar cómo el cuerpo interpela ambas disciplinas y


las convoca a trabajar en conjunto. Pero para que esto suceda será necesario que
el médico, a través de una interconsulta, convoque y dé espacio al psicoanalista.

El acto de interconsulta que se efectúa dentro del hospital es definido por la


Real Academia Española como: “Reunión clínica para discutir el estado de salud
de algún enfermo.” La interconsulta supone la comunicación entre dos disciplinas
de la salud o dos especialidades que son distintas, en donde el solicitante de una
de ellas requiere la opinión de otro profesional sobre el estado de salud de algún
paciente. Generalmente la interconsulta se realiza sin la presencia del paciente,
mediante cualquier sistema de comunicación. El profesional responsable busca en
otro profesional, información referente a un problema concreto del paciente, bien
por complejidad, severidad o especialización. El “experto” en dicho tema responde
al solicitante emitiendo el juicio y las recomendaciones sobre la asistencia y el
tratamiento a seguir respecto al problema consultado. La interconsulta se utiliza
para ofrecerle al paciente una atención más completa y abarcativa tanto para
su diagnóstico, su tratamiento como su rehabilitación. La más frecuente es entre

14
los médicos de cabecera y los médicos especialistas, pero también se puede
establecer con los enfermeros, los farmacéuticos, los fisioterapeutas,
los podólogos, los odontólogos, los ópticos, o los psicólogos.

Luchina (1971) propone establecer una diferencia entre “consulta” e


“interconsulta”. El término “consulta” apuntaría a aquellos pedidos de ayuda que
realizan especialistas que se mueven dentro de un mismo marco referencial. Por
su parte el término “interconsulta” indica “la convergencia de dos disciplinas que
presentan importantes y sustanciales diferencias en cuanto a 1 criterios de salud;
2 ideologías; 3 lenguaje técnico; 4 modelos de acción; 5 objetivos; 6 encuadre”
(Luchina, N. 1991. p 16). De este modo, observadores provenientes de diferentes
disciplinas, ante una misma situación, actuarán de forma distinta en la
interpretación de datos, en el registro de síntomas y tendrán sus prioridades
específicas. La Interconsulta no solo supone dos disciplinas con conocimientos
diversos, sino que además poseen esquemas referenciales distintos. La autora
agrega que habitualmente lo que sucede es que el médico se encuentra con
síntomas o elementos que no son completamente atribuibles a su profesión y que
la adecuada evolución no depende solo de su conocimiento por lo que es
pertinente la interconsulta con un psicopatólogo. (Luchina, N. 1971. p 16)

Interconsulta psicoanalítica

En el presente trabajo nos vamos a abocar a la interconsulta médico-


psicológica desde un enfoque psicoanalítico. Al decir de Gamsie, la interconsulta
será definida como

un recurso habitual entre las diversas especialidades médicas del


Hospital General, sostenida fundamentalmente para agotar las dudas
diagnósticas que se van presentando respecto de un paciente, o para
realizar un diagnóstico diferencial, o cuando algo en el tratamiento de
ese paciente no responde de la manera esperada. La diferencia entre lo
que sería la Interconsulta a la especialidad de Psiquiatría o al Servicio
de Psicopatología, y lo que consideramos como característico de

15
nuestro accionar, no radica tanto en los términos en que ésta
estaríaformulada sino en cómo ubicarnos nosotros en relación a ese
pedido y en el tipo de respuestas que ofertamos. (Gamsie, S. 2009. p
51)

El acto de interconsulta con el equipo de psicología sería, en este caso, el


enlace que une psicoanálisis y medicina dentro del hospital general. Según
Gamsie “La práctica de la interconsulta se evidenciaba como un ámbito
extremadamente propicio para sostener una oportuna y necesaria interlocución
entre la medicina y el psicoanálisis” (Gamsie, S. 2009.p 7). Distintas cuestiones
invitan a solicitar una interconsulta. Entre ellas encontramos: cuando la relación
médico-paciente se ve dificultada, cuando el paciente no adhiere al tratamiento,
cuando el médico necesita comunicar algo al paciente o su familiar y la
comunicación es engorrosa o cuando el médico se encuentra frente a pacientes
que no puede determinar su diagnóstico. A diferencia de la consulta donde
generalmente son los pacientes mismos o sus padres (en caso de que se trate de
niños) los que solicitan alguna opinión al psicoanalista por un determinado
problema, en la interconsulta el pedido se plantea de manera diferente: son los
médicos quienes solicitan la intervención del psicoanalista al ver que hay algo que
se escapa de su accionar o notan angustia en el paciente. En palabras de Gamsie
“El pedido del médico es el de que ayudemos a precisar si un fenómeno es de
orden conversivo u orgánico, si pertenece a su competencia, o si, de lo contrario,
debe abandonarse el caso y remitírnoslo a nosotros” (Gamsie, S. 2009.p11) Dicha
intervención aportará un punto de vista diferente, no solo por no abocarse
estrictamente al conocimiento del cuerpo biológico sino porque de él se esperará
algo que va más allá de lo generalizable. En tanto psicoanalistas, nos ocupamos
de la singularidad de cada caso, del sufrimiento subjetivo, tomando en cuenta
quién padece. Mientras que el médico se ocupa de aplacar los síntomas, el
psicoanalista permite dar paso a que se despliegue el discurso del sujeto en
cuestión, el cual siempre es singular, no generalizable e incomparable con otros,
posee sus coordenadas específicas que determina el sufrimiento del sujeto.

16
A propósito, Raimbault nos dice

El hecho de que los médicos formulan la demanda de tener junto a si a


un psicoanalista, hay que ponerlo en relación con la creciente eficacia
que la ciencia médica está llegando a tener. En nuestros días, cuando
el cuerpo biológico se va conociendo –y reparando- cada vez mejor, los
médicos se dan cuenta que el sufrimiento del paciente escapa a sus
posibilidades terapéuticas (Raimbault, G.1985.p7).

La enfermedad somática, cualquiera fuese, produce un encuentro entre lo


psíquico y lo somático dentro de un sujeto singular, con una historia de vida
compleja, dentro de una trama discursiva, familiar y objetal que lo trasciende y lo
determina. Y a su vez, en este encuentro, uno se ve modificado por lo otro dando
como resultado una nueva unidad más compleja que no permite aislar una de la
otra ya que esta nueva entidad será más que la suma de las partes. (Ulnik, J,
2011)

Hallamos en el mismo cuerpo un sufrimiento psíquico diferente al


sufrimiento físico, por lo tanto, es menester que ambas disciplinas (medicina y
psicoanálisis) trabajen en conjunto para lograr un tratamiento más acabado.
Mientras que los médicos se ocupan de aplacar el sufrimiento físico, los
psicoanalistas estaríamos convocados a trabajar con el sufrimiento subjetivo del
paciente, cómo lo afecta esa enfermedad, a qué lo convoca, dando lugar a que, en
el despliegue de la palabra, emerja el sujeto del inconsciente.

Según Gamsie la particularidad que poseen las interconsultas médico-


psicológica, que la diferencian de otras interconsultas que se pueden dar dentro
del hospital general no solo radica en el aporte de los aspectos psicológicos que
puede dar este profesional sino en la forma en que este se posiciona ante el
llamado del médico. A propósito, Ulnik (2002) plantea que cuando una enfermedad
no se cura, el poder del médico se ve cuestionado y éste espera del psicoanalista
un añadido de poder. En palabras de Gamsie (2012), sería resituar al médico en
su función. Sin embargo, esta autora manifiesta como primera tarea escuchar

17
quién, qué y para quién demanda (Gamsie S. 2009). Estas preguntas permiten
reflexionar sobre nuestro accionar ante el pedido inmediato que recibimos ya que
no siempre vamos a estar compelidos en el tema. La autora nos propone aceptar
que no todo lo que no corresponde al campo de la medicina corresponde al campo
de la psicología, evitando de este modo caer en el lugar de “salvacionistas”, “no
precipitarnos a tomar cualquier pedido de “es de ustedes, no tenemos nada que
ver”, sin antes considerar todo lo que nos haga pregunta respecto de las
condiciones clínicas del paciente” (Gamsie, S. 2012).

Según Raimbault, lo que se podría obtener del trabajo en conjunto del


analista y el medico es que este último no tome al saber científico como única
forma de leer las coordenadas de la patología, y que le dé lugar al poder de la
palabra, a aquella palabra que tiene efectos sobre el cuerpo (Raimbault, G. 1985)

El lugar del médico y del psicoanalista dentro del hospital

En la interconsulta el médico habilita al psicoanalista a contribuir en el


abordaje del paciente. Sin embargo, la posición que ocupa cada profesión
dentro del hospital es completamente diferente. Al decir de Raimbault el
resultado del trabajo en conjunto del psicoanalista con el médico es que este
último no dé por cierto que el saber científico es el único involucrado en la
patología, y que le de valor al poder de la palabra reconociendo que esta tiene
efectos sobre el cuerpo (Raimbault, G.1985.p8)

Sin embargo, el psicoanalista no siempre es posicionado por el médico


en ese lugar. Entonces… ¿Qué lugar para el analista?

Raimbault desarrolla los distintos lugares que ocupa el psicoanálisis


dentro del hospital y ubica cómo los médicos lo posicionan. El psicoanalista,
dentro del hospital, puede ser ubicado por el médico como un especialista o
como el cubo de los desperdicios en el que caen aquellos enfermos que no
tienen nada que la medicina pueda modificar, curar, tratar. También el
psicoanalista puede ser tomado como especialista en las relaciones
interpersonales y ser convocado para que realice un examen de dichas

18
relaciones y su mejora (relaciones entre médico-paciente-familia). A su vez el
psicoanalista como colega de los médicos puede ser llamado a participar de
tareas de producción e investigación y dictar cursos. Por otro lado, el
psicoanalista, dentro del hospital lo que hace es escuchar a un sujeto. Así, éste
será convocado por el médico para que le brinde ayuda para una medicina
ideal, aquella que siempre puede hacer algo con el síntoma, y el médico
esperará que éste lo ayude a ser obrero ideal de la medicina, de una medicina
tan avanzada en lo que respecta al cuerpo biológico, pero desconociendo aquel
cuerpo que habita el lenguaje y que posee coordenadas específicas y
particulares en las que se inscriben sus posibilidades de placer y sufrimiento. Es
aquí donde encontramos la tarea principal del psicoanalista dentro de la
institución hospitalaria: devolverle al paciente, al que sufre, el uso de la palabra,
escuchándolo y a la vez haciendo que esa palabra sea escuchada. Habilitando
a que el paciente hable y que sea escuchado por alguien que le de valor a lo
que tiene para decir. (Raimbault, G. 1983).

A si mismo Raimbault sostiene que el psicoanalista entre médicos ocupa


el lugar de la nada: En primer lugar, el psicoanalista es llamado ante la falta de
esperanza en la curación que hace tambalear el deseo de curar del médico. En
segundo lugar, cuando hay malestar, pero no se encuentra nada orgánico o
ausencia de etiología, es decir cuando se desconoce la etiología de la
enfermedad el médico acude al psicoanalista y en ese mismo acto deposita la
responsabilidad de la cura en manos de este. En tercer lugar, el psicoanalista
es llamado cuando el médico no puede determinar el diagnóstico y queda
posicionado en un lugar de saber limitado. Y en cuarto y último lugar, el
psicoanalista es llamado cuando el médico ya no tiene nada para hacer. Aun
cuando el pronóstico es favorable y la enfermedad se cura sola el paciente se
queja, lo cual provoca en el médico que pierda claridad en su función y derive al
paciente al psicoanalista (Raimbault, G. 1985).

El psicoanalista pasa a ser un cubo receptáculo de todos aquellos


desperdicios de la medicina. Allí donde la medicina no puede responder, no

19
tiene nada para curar, reparar o modificar, se lo deposita al psicoanálisis
(Raimbault, G. 1985.p 23). En este sentido, el psicoanálisis, en la medicina,
ocupa un lugar de marginalidad, refiriendo a que los médicos admiten al
psicoanalista “como una suerte de ayuda externa, comparable a la de los
psicólogos y a la de otros asistentes terapéuticos.” (Lacan, J. 1966. p 8).
Podríamos entender que se lo convoca cuando la medicina no encuentra nada
para hacer, allí donde los médicos no encuentran respuestas se convocaría al
psicoanálisis.

Sin embargo, es importante tener claro cómo responde el psicoanalista


cuando el médico acude a él y cómo se posiciona frente a esto. Ante el llamado
del médico:

El psicoanalista no responde aportando un saber más, ni un


excedente de poder. Lo que intenta, lo que sí puede hacer, es aportar al
médico un esclarecimiento diferente en ese callejón sin salida.
Mostrarle que no se trata de aumentar su poder sobre el cuerpo del
sujeto, sino de articular de manera distinta la relación del sujeto con su
cuerpo (Raimbault, G. 1985.p 28).

El psicólogo dentro del hospital no vendría a completar el saber del


médico sino a complementarlo. Sin ubicarse en un lugar de “especialista”, el
psicoanalista procura hacer una lectura diferente, sin aspirar a suplir una falta
de la medicina, busca ver la relación que hay entre el sujeto y su cuerpo
biológico.

El trabajo in situ de ambas disciplinas permite que mientras el medico


examina al paciente y el paciente hace comentarios, el psicoanalista
escuche, y en esa escucha pueda inferir acera de los diversos factores que
intervinieron en el motivo y momento de consulta, si hay, conductas que
empeoran la enfermedad, quejas o sufrimientos que el paciente va a
privilegiar, si acepta o rechaza algún medicamento/tratamiento y donde se

20
localizan las lesiones. Todo esto permitirá evidenciar fantasías conscientes o
inconscientes que interactúan con la enfermedad (Ulnik, J, 2011).

CONCLUSIÓN

A partir del desarrollo expuesto he llegado a la conclusión de que, para este tipo
de pacientes, la posibilidad de ser derivados a un tratamiento psicoanalítico
estaría indefectiblemente relacionado con la presencia del analista dentro del
hospital.

Las quejas que parten de sus malestares orgánicos los llevan al hospital a
consultar con un médico. Sin embargo, una vez allí, el encuentro del paciente con
el psicoanalista dependerá en gran medida del médico. Este último profesional,
por virtud o defecto, aceptará que hay algo en el paciente que va más allá de su
accionar o ante la falta de eficacia en su tratamiento, se verá resignado a
depositar al paciente en manos del psicoanalista, habilitándolo a que este
despliegue su trabajo. Ya sea por un motivo u otro, el medico será quien le dé
lugar al psicoanalista para que este entre en escena, y, para ello, será
fundamental que haga uso de la herramienta de la Interconsulta, que habilita a que
los dos profesionales se vinculen y comprometan en el abordaje del paciente
psicosomático que presenta desafíos nuevos en el trabajo de cada uno.

El medico aceptará que no toda enfermedad requiere absolutamente de su


profesión, dejará de lado cierta omnipotencia, la cual irá cediendo con el tiempo, y
acudirá al psicoanalista. Este último, no dejará de prescindir de la medicina, sino
que acoplará su trabajo al tratamiento médico ya que el psicoanalista tampoco
podrá abordar sólo al paciente. Trabajando dentro del hospital y a la par del
médico, el analista se verá destinado a familiarizarse con los términos propios de
la medicina y abandonar su técnica clásica. Sin embargo, su mayor desafío,
posiblemente, sea el de generar una demanda de análisis en el paciente, ya que
estos pacientes están lejos de percibir un malestar psíquico. En este camino
intentará devolverle la palabra al paciente, brindándole un espacio para que hable
21
y realizará una escucha analítica que le pueda dar valor y sentido a aquello que el
paciente tiene para decir. En este sentido Ulnik propondrá que el analista actuará
como mediador entre el cuerpo y el lenguaje intentando devolverle la palabra al
paciente (Ulnik, J. 2002).

Sin caer el en lugar de salvacioncitas, en la interconsulta, el psicoanalista


procurará aportar un punto de vista diferente al del médico, ya que su interés
estará puesto en la historia singular de cada sujeto.

Por último, luego de haber planteado todo el desarrollo concibiendo al cuerpo


como una unidad compuesta por lo psíquico y lo somático, integrado e irreductible,
pienso que quizás utilizar el término “pacientes psico-somáticos” no resultaría del
todo acertado. Las enfermedades tienen lugar en el cuerpo, por lo tanto, siempre
lo físico y lo psíquico entraría en juego; así considero que quien recibe al paciente
dentro del hospital, ya sea médico o analista, debe considerar el todo, escuchar la
queja orgánica pero también la historia que trae consigo. Un tratamiento
exclusivamente médico o exclusivamente psicoanalítico no alcanzaría por lo que
sería interesante que, aprovechando que en una misma institución se encuentran
ambos profesionales, consideren la alternativa de realizar tratamiento
interdisciplinario en pos del beneficio del paciente. En palabras del Ulnik, “A los
caminos de influjo recíproco de lo psíquico y lo somático, les corresponde la
influencia recíproca de médico y psicoanalista, cada uno en lo suyo, pero
trabajando en conjunto, para que “la otra parte” deje de ser para cada uno lo que
no sabe” (Ulnik, J. 2011.pp 268).

22
BIBLIOGRAFÍA

-Clavreul, J. (1983). El orden médico. Edición: Barcelona: Argot, 1983.

-Courel, R. (1996). La cuestión psicosomática. Buenos Aires: Edición


Manantial.

-D’ Alvia, R. A (1995). El cuerpo en psicoanálisis.

-Española, R. A. (2008). Sitio Oficial del Diccionario de la Real


Academia Española.

-Fischbein, J. E. (1960). Cuerpo y acontecimiento somático.

-Gamsie S. (2009). El cuerpo en juego. En Gamsie, S. G (2009) La


interconsulta. Una práctica del malestar. Buenos Aires, Argentina: Ediciones
del Seminario, Colección Filigrana

-Gamsie, S. (2009). La demanda del enfermo y la medicalización. En


Gamsie, S. G. (2009) La interconsulta: Una práctica del malestar. Buenos
Aires, Argentina: Ediciones del Seminario, Colección Filigrana

-Gamsie, S. (2009). La interconsulta. Una práctica del malestar. En


Gamsie, S. G. (2009) La interconsulta. Una práctica del malestar. Buenos
Aires, Argentina: Ediciones del Seminario, Colección Filigrana.

-Gamsie, S. (2009). Responsabilidad e interconsulta, En Gamsie, S.


G. (2009) La interconsulta. Una práctica del malestar. (pp.78-81). Buenos
Aires, Argentina: Ediciones del Seminario, Colección Filigrana

-Gamsie, S. (2012). Entrevista a Silvina Gamsie. Entrevista:


Psicoanálisis y hospital. Clínica psicoanalítica con niños en interconsulta.
Recuperado de: Elpsitio. Sociedad Interamericana de Psicología.
http://www.elpsitio.com.ar/Noticas/NoticiaMuestra.asp?Id=2295

23
-Intersecciones Psi, Revista digital de la Facultad de Psicología UBA
(2016), año 6 N° 20, Ciudad de Buenos Aires. Recuperado el día 27 de
noviembre de 2017 en el link
http://intersecciones.psi.uba.ar/revista_ed_num_20.pdf#page=23

-Lacan, J. (1960). “Psicoanálisis y Medicina”, Intervenciones y Textos


1- Bs. As. Edit. Manantial.

-Liberman, D. (1982). Observaciones psicoanalíticas y


consideraciones metapsicológicas acerca del paciente sobreadaptado que
somatiza. En Del cuerpo al símbolo. (pp.13-53). Buenos Aires: Ediciones
Kargieman.

-Luchina, I. L. (1971). La interconsulta medico-psicológica en el marco


hospitalario. Buenos Aires: Ediciones Nueva Visión. Colección Psicología
Galerna.

-Prado Rivas, L (2014). “Modos de intervención desde el psicoanálisis


en un servicio de urgencias hospitalario”. Recuperado el día 4 de diciembre
de 2017 en el link
http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2071-
081X2014000200003&lang=es

-Raimbault, G. (1985). El psicoanálisis y las fronteras de la medicina.


Clínica de lo real. Barcelona, Editorial Ariel S.A

-Ulnik, J. C (2008). “El médico, el psicoanalista y lo psicosomático”


http://www.redalyc.org/html/3396/339630250010/

-Ulnik, J. C. (2002). Psicosomática: Definiciones, la formación del


Médico y el lugar del Psicoanalista. En Monografía de la medicina
psicosomática. Pp. 123-142 y 146-151 Vol. 8. Ed. Fundación Virgen de la
Nieves. Unidad de Docencia y Psicoterapia del hospital universitario Virgen
de las Nieves. Granada, España.

24
-Ulnik, J. C. (2011). El psicoanálisis y la piel. Buenos Aires: Edición
Paidós, 2011.

-Ulnik, J.C. (1996). Psicosomáticas y neurosis actuales. Ficha del


CEPA

-Vitulli, C (2015) “Análisis de tratamiento de un paciente con sintomatología


psicosomática cardiaca y su motivación para el comienzo de un análisis
psicoanalítico”. Universidad de Palermo, Ciudad de Buenos Aires. Recuperado el
día 4 de diciembre de 2017 en el link
https://dspace.palermo.edu:8443/xmlui/bitstream/handle/10226/1641/Vitulli,%20Ca
rolin a.pdf?sequence=1

25

También podría gustarte