Está en la página 1de 4

Cuando menos te lo esperas

Os damos la bienvenida al podcast ‘Aquí, la vida’ que nos permite conocer la vida
de personas adultas a través de su relato en primera persona. Cuando eres
joven, crees que encontrar trabajo será algo rutinario; lo que no se esperaba
Ricardo es que, a los 50 años, le costaría tanto encontrar un trabajo teniendo en
cuenta su trayectoria profesional.

Hola, me llamo Ricardo, tengo 51 años, soy de género masculino, diplomado en


Ciencias Empresariales y licenciado en Administración y Dirección de Empresas.
Estoy divorciado, tengo dos hijas que viven conmigo. Vivo en Barcelona, que es
donde trabajo. Me gustan los deportes, más verlos que practicarlos, la verdad, la
fotografía, el mar, salir a pasear por la montaña…

Como he dicho, tengo 51 años, y para mí, hacerse mayor significa percibir que
las cosas cambian. No me refiero a madurar, no me refiero a evolucionar, a
pensar de otro modo, a tener responsabilidades… No, no, no me refiero a eso.
Me refiero, sobre todo, a que cambian las percepciones de cómo nos ven los
otros. Por ejemplo, aquel niño que te trata de usted por primera vez al salir de
casa: “¿Cierra usted la puerta?”. O cuando te encuentras con compañeros,
amigos que hace tiempo que no ves, aquel compañero del colegio, de la
universidad, que te lo encuentras y dices: “Uy, ¡cómo ha envejecido Joan!,
¡Carme ha engordado!, ¡si yo estoy fenomenal, ¡qué bien estoy!”. Pues no, la
percepción que tú tienes de ellos ¡es la misma que tienen ellos de ti! Pero tú no
eres consciente de ese cambio, tú no te das cuenta de que te has hecho mayor,
quizá. Bueno, te puedes dar cuenta con pequeños hechos. Cuando, por ejemplo,
vienen tus hijas y te llevan una fotografía, un escrito, las notas del colegio, y tú
no tienes suficiente brazo para alejarlas y leerlas bien, porque ya has llegado a
los 40 y pico. La presbicia, que es muy mala, ha hecho su efecto, y a ti te falta
brazo.

Bueno, con este último ejemplo, sí que puedes ser consciente de que has ido
cambiando. Pero muchas veces, los cambios, hacerse mayor, es más fácil que
lo vean los otros o que tú lo veas en los otros que tú contigo mismo. Nosotros
nos vemos igual de jóvenes e igual de atractivos, capaces de hacer lo que hemos
hecho siempre. Bueno, pues no, no es así. Me imagino que el siguiente paso
para darme cuenta de que todavía me he hecho más mayor de lo que me he ido
haciendo hasta ahora es que, no lo sé, al subir a un autobús, me cederán el
asiento: “Siéntese usted, siéntese usted”. O cuando, por desgracia, que aquí sí
que te das cuenta de que, en muchos casos, ya te has hecho mayor de verdad,
cuando fallecen tus padres y tú eres el siguiente en la línea. Ya estás en primera
línea y sabes que, dentro de unos años, te tocará a ti y serás tú el siguiente.
Quizá, en aquel momento, sí que te das cuenta de que te has hecho mayor, o te
pasa de golpe. Bueno, no lo sé, así es como lo veo.

Hay un aspecto que ha sido y es importante en mi vida, al margen de la familia y


los amigos, que es el trabajo. Muchas veces, cuando hablamos de trabajo,
pensamos en trabajar en un sitio que nos aporte, que nos guste, un sitio que esté
relacionado con lo que hemos estudiado, con la formación que hemos tenido, con
coger responsabilidades, con mejorar, con ser valorado. Y es verdad, todo eso

Cuando menos te lo esperas pág 1


es ideal. Dicen que, quien trabaja en lo que le gusta y disfruta, no trabaja.
Normalmente, cuando hablamos de trabajo, hablamos del trabajo que tenemos,
pero pocas veces pensamos en la ausencia de trabajo, no hablamos de no tener
trabajo. Cuando eres joven, normalmente te preocupa cuál será tu primer trabajo,
qué trabajo conseguirás, pero no piensas más allá, porque muchas veces vives
con los padres o vives en pareja, tienes unos gastos limitados y, más o menos,
la subsistencia, la comida y el techo donde vivir están cubiertos. Pero,
lógicamente, a medida que vas creciendo, que te vas haciendo mayor, son otras
las obligaciones. Decides emanciparte de tus padres en el momento que sea. Y,
si te compras un piso, adquieres la obligación, por ejemplo, de una hipoteca. Si
tienes hijos, adquieres el compromiso, la voluntad y la obligación de cuidarlos,
darles unos estudios, alimentarlos, vestirlos, proporcionarles el ocio que, en
mayor o menor medida, puedas, darles una calidad de vida. Que eso puede variar
en muchos aspectos, pero necesitas unos gastos y dinero para hacerlo.

¿Qué pasa si, de repente, te quedas sin trabajo? Si la empresa donde trabajas,
por unas decisiones políticas, decide irse y tú te quedas sin trabajo, como fue mi
caso. En un momento dado, me quedé sin trabajo, y coincidió con un divorcio.
Como tenías unos ahorros, pensabas que eso era temporal, que no tienes un
problema…, no ves un problema relativamente grave y urgente. Te centras más
en el tema de la separación. Incluso me digo: “Pues cojo… como tengo derecho
al paro, cojo un período de seis meses, de un año o un poco más de tranquilidad,
voy solucionando las otras cosas y no tendré problemas para volver a ponerme
a trabajar porque soy una persona válida y seguro que encuentro algo”. Pues,
bueno, debido a una crisis, los trabajos disminuyen, los sueldos bajan y cuesta
más encontrar trabajo. Lo que pensabas que sería rápido, te das cuenta de que
no lo es. Tú sigues teniendo unos gastos y ves que tus ahorros van
disminuyendo. Empiezas a preocuparte de otra forma, empiezas a pensar que lo
que preveías que podría ser rápido o no muy problemático quizá no lo es. Por
tanto, cambian tus percepciones, tus estados de ánimo. Tienes que ser fuerte
para darte cuenta de que sigues siendo válido y que eres una persona efectiva,
aunque no tengas trabajo. Eso no es fácil, porque, muchas veces, valoramos, y
nosotros los primeros, a los otros en función de lo que se prevé, su éxito, su
estatus o lo que tienen.

Y no tener trabajo se puede percibir como: “Ostras, soy un fracasado, no


encuentro trabajo porque no soy válido”. Sí, quizá es verdad, pero también
pueden ser las circunstancias de ese mismo momento, o que se estén dando,
que dificultan la incorporación al mercado de trabajo. Entonces, socialmente,
cambias, tú intentas reducir gastos e intentas salir menos, por lo que, quieras o
no, te relacionas menos con cierta gente que antes veías. Haces menos cosas,
por tanto, tampoco ayuda a tu estado de ánimo. Porque, cuando uno se va
cerrando, y si ya tienes dificultades y además te cierras, aunque parezcan
mayores y parezca que se agraven, tu conducta cambia y cambian muchos
aspectos, aspectos emocionales y aspectos, lógicamente, de intenciones. Es
decir, quizá en un momento dado tú buscabas trabajos que estuvieran
relacionados, más o menos, con tus expectativas o lo que tú has ido haciendo.
Pero, cuando ves que tienes unas necesidades, ya no discriminas, cualquier
trabajo es bueno. Entonces, eso hace que envíes a trabajos que están… El que
sea, no importa, cualquier trabajo es bueno, como he dicho. ¿Qué pasa? Que
quien recibe el trabajo, muchas veces, ni te contesta, porque le envías el
currículum, y lo que has hecho en tu currículum, en lugar de hincharlo como se
hace en determinados momentos, lo deshinchas y le quitas importancia, le quitas

Cuando menos te lo esperas pág 2


cargos, le quitas funciones, lo suavizas.

A veces, haces entrevistas y, quieras o no, se percibe tu formación, y terminan


por no cogerte. Hasta te lo dicen: “Das la sensación de que… No buscamos un
director financiero si queremos cubrir un lugar de técnico”, por ejemplo. Claro,
eso es complicado, eso es duro, emocionalmente, cuesta digerirlo. Por suerte,
siempre hay familiares y amigos que están a tu lado para echarte una mano y
ayudarte. Entonces, cuando todo te parece que va mejorando, llega una
pandemia mundial y nos encontramos en la situación en la que estamos ahora.
Entonces, aunque ahora tengas trabajo, eso hace que te plantees si la empresa
donde estás podrá subsistir mucho tiempo o no podrá subsistir mucho tiempo,
porque ves que tus clientes…, perdón, que los clientes de la empresa tienen
problemas. Bueno, eso, cuando tú eres joven, o muy joven, te preocupa menos.
Pero cuando ya tienes una edad, como la mía, 50…, a partir de los 50 años, la
cosa se complica, porque quedarte sin trabajo o estar sin trabajo con esta edad,
en una época de crisis o en una época de pandemias que conllevan mucha
inseguridad, te genera inseguridad, te genera problemas y te genera un cierto
estrés en un momento dado, te genera angustia. Y más cuando no estás tú solo,
porque si tú estás solo, de algún modo, vas haciendo. Pero cuando tienes unas
responsabilidades, como son los hijos, y eso lo tienes cuando ya eres mayor o
tienes una cierta edad, quedarte sin trabajo, quedarte sin ingresos te preocupa
mucho más. También te preocupa una cosa en la que, normalmente, no piensas
y no pensamos, que yo no pensaba cuando era más joven. Son las pensiones, o
cómo podrás sobrevivir cuando seas mayor si no tienes ahorros y si no tienes
unos ingresos que te permitan… Bueno, que no sabes qué ingresos tendrás. Y
eso es peor, esa inseguridad y esa incertidumbre, que saber qué pasará. Porque
si sabes qué pasa, le puedes poner remedio. Y, muchas veces, cuando no sabes
algo, es lo que te genera más inquietud. Y una inquietud, cuando eres mayor, es
un problema. Para mí, ser feliz significa estar tranquilo, conforme, que no quiere
decir conformarse, sino disfrutar de lo que tienes. Con esta pandemia y con la
situación que he pasado, me he dado cuenta de que no necesitamos muchas
cosas para ser felices, para disfrutar. Lógicamente, cuando las necesidades
básicas ya están cubiertas. Otro tema es determinar las necesidades básicas de
cada uno...

Para mí, la felicidad es un sentimiento que ha ido cambiando a lo largo de los


años. Si buscáramos “felicidad” en el diccionario, veríamos que nos dice que es
“el estado de ánimo plenamente satisfecho”. Y, si buscamos qué es “satisfacer”,
nos dice que es “llenar la medida de un deseo o de una necesidad de alguien”.
O “hacer que alguien esté contento o cumplir lo que desea o espera”. Pues,
bueno, para mí, la felicidad, como he dicho, es un sentimiento que ha ido
cambiando a lo largo de los años, ya que, cuando era adolescente, por ejemplo,
la felicidad podía consistir en aprobar unos exámenes, sacar buenas notas o
encontrarme con la chica que me gustaba. Más tarde, la felicidad la podía vincular
con alcanzar metas, por ejemplo, en muchos casos, laborales, como
promociones o mejoras de sueldo. En definitiva, el reconocimiento, seguramente,
o metas personales, como una mejor moto o una casa más grande, ir a
restaurantes importantes con estrellas Michelin. En definitiva, cosas materiales.
Ahora, por el contrario, me hace feliz tener trabajo, tener un hogar donde estar
con la familia y los amigos, ir a comer fuera, donde sea, pero con gente, y disfrutar
del momento. Si puede ser, si puede ser, tener nuevas experiencias, es decir,
cosas menos materiales y más sentimentales o emocionales. Pero, sobre todo,
me hace feliz ver sonreír a mis hijas y disfrutar de ellas. Simplemente, disfrutar

Cuando menos te lo esperas pág 3


de ellas haciendo lo que sea.

Mis proyectos no los tengo nada claros si hablamos desde el aspecto material,
ya que lo que espero es poder tener un trabajo mejor que me permita tener unos
mínimos vitales cubiertos, tener los mínimos vitales cubiertos, los mínimos de
alimentación, de vivienda, de estudios para mis hijas. Esos mínimos, pero no
necesariamente materiales. Eso no significa que no quiera tener una casa mejor,
un coche mejor o poder ir a mejores restaurantes. Sí, pero, para poder disfrutar
de esa casa, para poder disfrutar del coche o ir más seguro, más cómodo, pero
no por el hecho de tener un coche mejor. Por todo eso, actualmente, y digo
actualmente porque quizá, de aquí a un tiempo, la cosa sea diferente,
actualmente, para mí, la felicidad significa tener esos mínimos cubiertos y estar
tranquilo y conforme conmigo mismo, con uno mismo. Disfrutar del momento y
disfrutar de lo que estás haciendo en cada momento. Me imagino que, de aquí a
un tiempo, cuando sea más mayor, para mí, la felicidad será lo mismo que pienso
ahora, actualmente, y añadiremos tener salud. No es que ahora, para mí, tener
salud no sea importante o no me haga feliz, claro que me hace feliz. Pero, como
tenemos salud y es una cosa que se espera que tengamos, es posible que no le
des el valor que quizá, cuando eres más mayor, le das.

Cuando menos te lo esperas pág 4

También podría gustarte