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¿Sirve de algo leer libros de

autoayuda?

La popularidad de los libros de autoayuda no deja de crecer. Ya no son sólo libros,


proliferan blogs sobre desarrollo personal, programas de radio, podcast o canales
en Youtube que pretenden ayudarnos (otra cosa es si lo consiguen) a ser más
felices, más conscientes y vivir mejor.

Cuando he asistido a alguna reunión o evento y he comentado que trabajo como


coach personal, algunas personas se apresuran a decirme lo que les interesa el
tema y todos los libros de autoayuda que han leído. Yo, que soy una persona
bastante analítica (no observadora porque estoy muchas veces “en mi mundo”
pero cuando me enfoco en algo tengo una percepción afilada) me doy cuenta
de cómo los ojos de estas personas brillan con orgullo mientras me cuentan las
maravillosas lecturas que supuestamente “les han cambiado la vida”. De
hecho, percibo que algun@s se sienten realmente mejores personas y más
evolucionadas que el resto porque han leído ciertos libros o siguen en las redes sociales
a expertos en temas de desarrollo personal.

Como estarás intuyendo, hay algo que hace saltar mis alarmas cuando me
encuentro con esta actitud. Me pregunto… ¿En serio sirve de algo leer libros de
autoayuda o escuchar cada día una charla TED? ¿Nos hace esto mejores
personas, más conscientes, más en contacto con nuestro verdadero ser?
¿Nuestras vidas cambian realmente (es decir, objetivamente) si dedicamos años a
ciertas lecturas, eventos y a seguir a líderes “de la felicidad” en Internet?
Se puede contestar a esa pregunta con un ejemplo. Imaginemos a una persona
que tiene afición por la cocina y desea convertirse en cocinero profesional. Lee
libros de chefs famosos, investiga sobre técnicas culinarias, se pasa las tardes
viendo el canal cocina, embobado, receta tras receta… Un día, en un evento
de networking con chefs profesionales y aficionados, nuestro amigo hace gala
orgulloso de todos los libros que ha leído sobre recetas culinarias de los cinco
continentes y lo entendido que es en las propiedades de los alimentos. Los demás
le mirarían con cierta extrañeza y quizás algún atrevido sería capaz de preguntar:
“Eso está muy bien, sin duda, pero a todo esto… ¿has cocinado alguna vez?”

Porque una cosa es leer libros, asistir a seminarios, ver vídeos de cocina y
codearse con la crème de la crème de la alta cocina y otra muy distinta es saber
cocinar. Empaparse de la realidad del asunto y aprender a base de práctica, reflexión,
prueba y error.

Volviendo al tema de la autoayuda, adquirir conocimiento mediante libros, blogs y


canales de vídeo es muy útil, yo nunca negaría eso. La teoría es necesaria en
cualquier aspecto de la vida. Pero esa teoría necesita después de una práctica en
la que apoyarse. Ningún chef (o mecánico de motos, o artesano, o escritora, o
comercial, o jefa de producción de una industria petrolífera) se origina a base de
leer y leer durante años…

De la misma manera, tampoco surge una persona madura, íntegra y


consciente de sí misma a base de libros de autoayuda y asistencia a
seminarios.

En el ámbito del desarrollo personal es que la parte de práctica no es tan


visible como en los ejemplos que he puesto. Para la persona que lee autoayuda, el
trabajo a realizar es primero con la mente y las emociones, y eso no es tan
concreto como mezclar alimentos o mancharse las manos de grasa de un motor.

Por ello, he querido resumir aquí cuatro cosas que se podrían hacer para pasar de
la teoría a la práctica en el tema del desarrollo personal y estas son:

Uno. Ser críticos con lo que leemos o los seminarios que


asistimos
Esto implica descartar todo aquello que es muy bonito pero que no dice nada en
concreto. A veces las palabras son el mejor refugio. Uno puede no saber muy bien
de lo que habla y refugiarse en frases grandilocuentes y en ideas abstractas que
parecen muy ciertas, pero que si las miramos con lupa no se sabe muy bien a qué
se refieren y cómo podrían aplicarse a la vida real. De hecho, yo he asistido a
conferencias que eran todo un despliegue de medios, de oratoria, de dinámicas,
de frases inspiradoras, pero de las que he salido sin ninguna idea concreta o sin
más conocimiento de mí misma o del mundo que cuando entré. De la misma
manera, he leído libros de autoayuda tan vacíos de “sustancia”, tan aburridos y
llenos de tópicos, que me han hecho lamentar la inversión de tiempo y dinero
depositada en ellos.

Para mí hay una regla de oro para diferenciar una lectura de autoayuda útil de una
inútil (llena de palabras bonitas que no dicen nada): tiene que ayudarte a conocer
más de ti mism@ o a ver de forma ligeramente distinta un problema específico de tu
realidad. Los consejos, recomendaciones o frases bonitas que no te tocan, que no
vibran contigo, que no te hacen cuestionarte ni cuestionar tu relación con otras
personas, con el trabajo, con el tiempo, con el dinero o con lo que sea, no sirven.
Bueno, sirven para pasar un buen rato (como la persona que ve el canal cocina
por placer) pero no para creerte una persona mejor y más consciente por ello.
Es decir, que en primer lugar elige bien tus lecturas, porque no todo vale si
realmente deseas hacer autoterapia.

Dos. No basta con leer, hay que escribir.


Hay una forma muy fácil de hacer tangible lo intangible del desarrollo personal y
es escribir. O dibujar, o hacer poesía, o comunicarse a través de la fotografía o el
cine. Tenemos que interiorizar las cosas que leemos y darles una vuelta en
nuestra cabeza si perseguimos un cambio real. No basta con “memorizar teoría”
hay que pasar esta teoría por nuestras propias ideas y creencias construidas en el
tiempo. Para mí, una forma maravillosa de hacerlo es a través de la escritura o
un trabajo creativo consciente.

Y es que cuando uno escribe, está obligado a organizar su pensamiento. La mente lo


soporta todo, pero el papel no. Cuántas veces pensábamos que teníamos una
idea maravillosa y al escribirla nos hemos dado cuenta que “tampoco era para
tanto”. A mí me pasa con los artículos: a veces me parecen increíbles en mi
cabeza y cuando me pongo a redactarlos veo todos los flecos que tengo que
repensar y corregir…

Como sugerencia concreta, si hay un libro, artículo o programa de radio que te ha


encantado, escribe sobre él. Escribe sobre las conclusiones que has obtenido,
sobre los recuerdos que ha despertado, sobre nuevas ideas de cosas concretas
que podrías hacer a partir de ahora. Para conocerte más a ti mism@, también
puedes proponerte escribir diariamente acerca de tus sentimientos para ponerlos
en orden (en mi “curso de 21 días” escribir un diario emocional ha sido el proyecto
de varias personas, lo cual me parece precioso y profundo, la verdad). Si quieres
solucionar tus problemas u obtener claridad acerca de ellos escríbelos, redáctalos,
y seguramente mientras lo haces alguna solución o nueva visión de ese problema
viene a tu cabeza.

Tres. No basta con escribir, hay que observar la realidad


Aunque escribir está bien, la mayoría de nosotros estamos tan inundados de
juicios morales (esto está bien, esto está mal, esto es lo correcto, esto es
incorrecto) e interpretaciones erróneas de lo que nos pasa, que la escritura puede
convertirse en otro refugio para pensar en bucle las mismas cosas. Por ello, el
siguiente paso es adquirir una mirada realista y desapegada sobre nosotros y lo que
hacemos.No hay nada más liberador que observar nuestro comportamiento de
forma objetiva, sin juzgar, sólo intentando registrar qué hacemos, qué sucede en
nuestra vida, cómo “atraemos” o favorecemos que sucedan los acontecimientos y qué
patrones se repiten en el tiempo.

A veces responsabilizamos de nuestros problemas “esta sociedad capitalista y


deshumanizada”, a que “los demás se portan mal conmigo” o a que “tenemos muy
mala suerte”. Por supuesto que la sociedad y el ambiente en que nos movemos
nos influyen, pero si uno quiere crecer de verdad, tiene que ver hasta qué punto está
contribuyendo al problema. Por poner un caso, es cierto que la publicidad y las
modelos “photoshopeadas” no nos pone fáciles a las mujeres reconciliarnos con
nuestro cuerpo, pero no es justo echarle la culpa SÓLO a la publicidad. Si
odiamos nuestro cuerpo también es por nuestra débil autoestima, los valores con
los que hemos crecido y nuestra falta de aceptación de lo que somos.

Por lo tanto, si quieres hacer un trabajo de desarrollo personal interesante, no te


quedes en la lectura o en la escritura de tus pensamientos. Observa la realidad
desde fuera. Mira qué dicen de ti tus enemigos o las personas que te critican (sé
que esto es duro, pero llevan parte de razón). Entiende que tienes una parte de
responsabilidad en los eventos desagradables que te han sucedido. Registra
cómo te comportas habitualmente, qué tareas esquivas porque te dan miedo, qué
personas te hacen sentir mal y sigues en contacto con ellas, cuándo actúas de
forma noble y cuándo actúas de forma mezquina o cuál es tu relación con el tiempo o
con el dinero.

Cuatro. No basta con observar, hay que cambiar la forma de hacer las
cosas

Finalmente, la última etapa en el proceso de pasar de la teoría a la práctica es


actuar sobre la realidad. Todo eso que lees, que escribes, y que reflexionas, tienes que
aplicarlo para mejorar pequeñas cosas de tu vida. Este es el paso más importante,
pero hay que tener paciencia porque no es inmediato. Antes de que se produzca
un cambio visible en la realidad, tal vez tienes que pasar muchos meses, o años,
trabajando en una idea a nivel intelectual y emocional.

Por ejemplo, si quieres mejorar la relación con una persona, tienes que revisar
mucho de ti mismo y de tu comportamiento antes de que se produzca “el milagro”
de que esa relación sea saludable. Hay mucho trabajo profundo, que no se ve,
hasta que una relación mejora visiblemente.

Lo mismo pasa en el caso de que quieras cambiar un trabajo que no te dice nada
por dedicarte a algo que es tu pasión. Primero tienes que pensar mucho sobre qué
quieres hacer, qué cosas te gustan y cómo podrías hacer de eso un proyecto
laboral. Tendrás que enfrentarte a tus miedos y tus ideas preconcebidas sobre el
mundo. Posiblemente empieces con un emprendimiento a tiempo parcial de esa
pasión. Y si todo va bien, llegará el momento en que te lances a dejar tu trabajo y
empezar con otra cosa, pero este proceso no habrá sido cosa de un día (eso lo ve la
gente desde fuera, pero nunca es así), sino de muchos meses profundizando en ti
y tomando la decisión.
Aunque este proceso de pasar de la teoría a un cambio tangible no es inmediato,
como digo, todos sabemos que debería ser el objetivo final de cualquier proceso
de desarrollo personal. Porque ¿de qué sirve leer cientos y cientos de consejos si
luego no vas a hacer nada?

¿Qué te aporta leer artículos como “50 cosas para ser feliz” o
“El secreto para que tu relación funcione” si no cambias
nada dentro de ti?

¿Qué utilidad tiene empaparte de libros sobre “cómo organizar eficientemente tu


tiempo” si no te organizas para llevar a la práctica al menos una de todas las ideas
que leas?

No basta con leer, reflexionar y tener muy buenas intenciones, en algún momento
hay que trasladar todo eso que está en la mente (y quizás también en el corazón)
a la vida real. La única que nos hace felices de verdad, por cierto.

Conclusiones finales
Para todos aquellos apasionados de la cocina o del mundo del motor los libros son
un excelente material de partida, pero ambos tienen claro que no se pueden
quedar sólo en la fase de lectura. Que tienen que mancharse las manos en la
realidad, observar, anotar resultados y así ir aprendiendo a través de
la experiencia.
Este proceso es el mismo para todas aquéllas personas interesadas en su
desarrollo personal. Está muy bien leer blogs y libros de autoayuda pero no podemos
quedarnos ahí… Ese es un nivel de aficionados. El siguiente paso ha de
ser ampliar el pensamiento, escribir, observar lo que sucede y finalmente cambiar
poquito a poco ciertas rutinas de nuestra vida.

Y ahora es tu turno de pensar y compartir, si te apetece qué opinas de este tema.


¿Eres un ávido/a lector/a de libros de autoayuda? ¿Qué haces para sacar
provecho de tus lecturas? ¿Tienes alguna otra sugerencia para pasar de la teoría
a la práctica?

Resumiendo:

 Sé crític@ con las lecturas y seminarios (no todo es útil)


 Escribe y saca tus propias conclusiones
 Deja de escribir y observa la realidad como es (y lo que te dicen)
 Traslada alguna pequeña conclusión que obtengas al mundo real

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