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Os damos la bienvenida al podcast ‘Aquí, la vida’ que nos permite conocer la vida
de personas adultas a través de su relato en primera persona. Escucharemos la
voz de Mercè, una mujer de 50 años que, aunque tiene una familia numerosa, se
quedó sin padre y madre cuando era muy joven. Ella dice que este hecho le ha
convertido en una mujer luchadora y resiliente.
Hola, me llamo Mercè, tengo 50 años y soy mujer. Crecí en una familia numerosa
y estoy divorciada. Tengo dos hijos de casi 17 y 19 años, con los que convivo en
Vallirana. Terminé el BUP y, desde hace 25 años, trabajo en una compañía de
seguros. Me gusta mucho disfrutar de la naturaleza, tanto haciendo senderismo
como en la playa. También estoy muy a gusto bailando o haciendo cualquier
actividad al aire libre.
Como os he dicho, tengo 50 años y, para mí, hacerse mayor significa desgastarse
físicamente, envejecer, ya no tienes la resistencia de la juventud, notas el
cansancio, ves que la piel cae, que te arrugas, que la cara va hacia abajo, que
no ves muy bien y, en mi caso, incluso he perdido audición. En el transporte
público, me han llegado a decir señora, y me cae como un jarro de agua fría,
porque soy de espíritu joven y no me siento mayor. Tengo muchas ganas de
hacer cosas nuevas. Una gran ventaja de hacerse mayor, para mí, es la
experiencia en todos los aspectos. Aunque estaba convencida de que, a los 50
años, o a mi edad, la madurez, ya tendría la vida solucionada y que tendría una
vida tranquila y serena. Y no es así. Siempre tienes que estar luchando por todo.
Supongo que veré que me hago mayor cuando tenga nietos, cuando me pueda
jubilar, y quizá me sentiré retirada de la actividad. Espero que me falte mucho
para eso, aunque espero encontrar aficiones adecuadas para mis condiciones
físicas.
Pero, bueno, que hemos llegado hasta aquí. Emocionalmente, no sé qué decir.
Quizá lo debiera decir quien me conoce. Yo, sinceramente, no sé de dónde saqué
el coraje para llegar donde estoy y ser como soy. Supongo que tengo buena
resiliencia y que soy muy luchadora. Los tengo bien puestos. De hecho, recuerdo
que algún padre desgraciado arrugaba el morro porque su hija se juntaba
conmigo, porque pensaba que sería una mala influencia. Y, que quede claro, ni
mucho menos. No tengo ni he tenido vicios como beber o fumar, o jugar con
sustancias, nada, nada. Así que estoy muy orgullosa de mí y muy agradecida con
la educación que mis padres me dieron, porque, gracias a ellos y a la base que
me dieron, aquí sigo, luchando. Yo sola tuve que madurar a golpes, he aprendido
a ser autodidacta, independiente, a no esperar mucho de nadie, a ser
autosuficiente, a resolver yo las cosas, a sacarme las castañas del fuego yo y no
esperar nada de nadie. Porque, bueno, por eso, porque me siento como un barco
a la deriva y no tengo a nadie que me apoye. Soy yo y yo, y punto. Aun así, en
cuanto a las relaciones, no he tenido nunca ningún problema. Soy muy abierta,
muy sociable, extrovertida, creo que buena compañera, muy solidaria. Soy buena
gente. Está mal decirlo, pero lo soy. No me gustan los conflictos y, desde
siempre, veo y busco la parte positiva de las cosas, que todo la tiene.
De hecho, me casé. Ahora estoy divorciada, ya hace diez años, y tengo diez
hijos… Ay, diez hijos no, perdón, dos hijos de 19 y 17 años, estupendos. Tengo
un trabajo estable, ya llevo 25 años en una compañía aseguradora, donde entré
a trabajar por un anuncio en “La Vanguardia”. De 300 personas que escribieron,
quedamos 30, y de las 30, pasamos seis la entrevista, así que estoy muy
orgullosa.
Y si tengo que decir qué significa para mí ser feliz, después de lo que os he
contado, de lo que he vivido, para mí, ser feliz es ver crecer a mis hijos sanos y
felices, que puedan cumplir sus expectativas, acabar los estudios, poder trabajar
de lo que les guste y, si quieren, por qué no, formar una familia. También, para
mí, sería genial que me hiciesen abuela. Por otro lado, ojalá tenga salud durante
mucho tiempo y la cabeza bien centradita para poder ser consciente de todo.
Ahora mismo, no tengo pareja, pero, para mí, no es prioritario, aunque no me
importaría encontrar un compañero de vida con quien poder compartir todas las
aficiones que os he dicho que me gustan. Sobre todo, vida al aire libre y alegría.