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0. INTRODUCCIÓN.
I. LOS ALUMNOS Y ALUMNAS CON DEFICIENCIA AUDITIVA.
A. DEFICIENCIA AUDITIVA: CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN
B. ASPECTOS DIFERENCIALES EN EL DESARROLLO
II. NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES
A. N.E.E. DE DOTACIÓN DE RECURSOS EXTRAORDINARIOS
B. N.E.E. DE ADAPTACIÓN DEL CURRÍCULO
III. IDENTIFICACIÓN DE N.E.E.
A. REGULACIÓN EN LA NORMATIVA ANDALUZA
B. ASPECTOS ESPECÍFICOS EN EL ALUMNADO CON D.A.
IV. SISTEMAS DE DETECCIÓN DEL DÉFICIT AUDITIVO
A. MÉTODOS CLÍNICO-MÉDICOS
B. OTROS MÉTODOS COMPLEMENTARIOS
V. BIBLIOGRAFÍA.
0. INTRODUCCIÓN
Como en los demás ámbitos de la Educación Especial, cuando nos referimos a las per-
sonas con deficiencias auditivas es posible adoptar diferentes perspectivas, y así ha ocur -
rido a lo largo de la historia, en un proceso en que se ha ido pasando del predominio de
una visión organicista hacia otra de naturaleza más psicosocial y educativa. Como señala
Valmaseda (1995), se ha ido pasando de una concepción médico-audiológica rehabilita-
dora, en donde se trata de determinar lo más exactamente posible la etiología, el tipo y el
grado de la pérdida auditiva para, a partir de ahí, tomar decisiones sobre la rehabilitación
del órgano dañado y sus repercusiones lingüísticas, a una perspectiva más sociolingüís-
tica, que ofrece otra manera de interpretar la sordera y de entender a las personas sordas
poniendo el acento, más bien, en sus características culturales:
«La diferencia entre las personas sordas y las oyentes no estaría en el hecho de que unas
oigan y otras no, sino en las consecuencias culturales que ello provoca» (pag. 224).
Dicho de otro modo, hemos ido pasando desde una concepción basada en la deficiencia,
entendida como anomalía de un órgano o función biológica, a otra en donde las claves se
interpretan más en términos de funcionamiento y discapacidad, conceptos que hacen ref-
erencia a las posibilidades de actividad y participación del individuo, tal y como éstas son
definidas por la OMS (2001) en su actual “Clasificación Internacional del Funcionamiento
y la Discapacidad”.
Desde el punto de vista educativo, este cambio de orientación ha venido a concretarse en
un concepto relativamente reciente, el de N.E.E., que enfatiza justamente la interacción
que, desde el punto de vista del desarrollo, se produce entre la persona (con un hándicap
sensorial, en este caso) y las características concretas de la ayuda educativa que su
medio le ofrece para ayudarle a «capacitarse» para desempeñar los roles que la sociedad
le demanda.
Teniendo en cuenta esta perspectiva, comenzaremos describiendo las características del
alumnado con deficiencia auditiva y, en particular, sus n.e.e. más frecuentes, para ex-
poner a continuación tanto las características del proceso de identificación de esas n.e.e.,
tal y como se determina en nuestra normativa autonómica y los sistema de detección del
déficit auditivo.
I. LOS ALUMNOS Y ALUMNAS CON DEFICIENCIA AUDITIVA.
La audición normal es un proceso sumamente complejo, pese a su aparente sencillez, por
la cantidad de procesos, estructuras y otras variables implicadas. Desde el oído, que
recibe las ondas sonoras y transforma su energía mecánica en impulsos bioeléctricos
(amplificando la presión sonora y la potencia de las frecuencias entre 2000 y 3000 htzs) a
las estructuras nerviosas que procesan éstos últimos, pasando por las vías auditivas, que
los conducen hacia ellas.
Gracias a esta dinámica funcional del sistema de audición, la intensidad y la frecuencia se
constituyen en variables significativas que, junto con la duración, hacen posible interpretar
los estímulos sonoros. Concretamente, nuestro sistema auditivo procesa estímulos de en-
tre 1 y 120 o 130 decibelios (dB) y de entre 20 y 20.000 hertzios, si bien el área conversa -
cional oscila entre algo menos de 500 y algo más de 5000, tal y como se refleja en la
clásica curva de Wegel:
A. CONCEPTO Y CLASIFICACIÓN DE LA DEFICIENCIA AUDITIVA: El problema es
que este sistema tan complejo y eficaz puede sufrir daños a muchos niveles diferentes,
dando lugar a distintos tipos de deficiencia auditiva, es decir, a pérdidas sensoriales de-
bidas a la afectación de uno o más de los órganos y estructuras que permiten la percep-
ción de los estímulos sonoros, que disminuyen la cantidad y, eventualmente, la calidad del
sonido percibido.
No obstante, las estructuras afectadas y el grado de afectación no son las únicas vari -
ables que influyen en cuáles sean las consecuencias de la deficiencia auditiva sobre el
desarrollo, por lo que es común describir este tipo de deficiencias sensoriales atendiendo
simultáneamente a varios criterios:
1. Clasificación según las estructuras afectadas. Debido a lesiones, agresiones bio-
químicas, infecciones, anomalías genéticas u otras causas, el sistema auditivo puede
verse alterado en cualquiera de sus tramos funcionales (oído externo y medio, oído in-
terno y vías auditivas o estructuras cerebrales de procesamiento del sonido), dando lugar
a los siguientes tipos de DA:
Deficiencias conductivas: Son las debidas a una obstrucción del conducto auditivo,
que dificulta el acceso de los estímulos sonoros al oído interno. Puesto que el oído in-
terno y las estructuras nerviosas que se ocupan del procesamiento fisiológico y neu -
rológico de los estímulos sonoros están en perfecto estado de funcionamiento,
aparece una curva aérea patológica y una curva de transmisión ósea normal, con pér-
didas auditivas fluctuantes y en ocasiones reversibles, susceptibles a menudo de
tratamiento médico y/o quirúrgico. Se trata de pérdidas en la “cantidad” de audición,
pero no tanto en su calidad, no superando por lo general los 60 dB.
Deficiencias neurosensoriales, o perceptivas: Se deben a una afectación del oído
interno y/ o de las vías neuronales de acceso de la información auditiva al cerebro. Por
lo general, son pérdidas estables que afectan tanto a la cantidad como a la calidad del
sonido percibido. Como señala Valmaseda (1995, pag. 227), “no se trata únicamente
de que la niña o niño oigan menos, sino de que su audición residual es selectiva;
tienen restos auditivos sólo en ciertas frecuencias, que no siempre se encuentran com-
prometidas en la comunicación hablada”. En estos casos, la curva de transmisión ósea
se presenta tan dañada como la aérea, con una diferencia de unos 10 dB entre am-
bas.
Deficiencias mixtas: Son aquéllas en las que están afectados tanto la conducción del
sonido como su procesamiento por las vías nerviosas y/o el oído interno.
Sorderas centrales: Resultan como consecuencia de una lesión cerebral que afecta a
las áreas auditivas primarias de la corteza, aunque por lo general están también
dañadas otras áreas corticales, dando como resultado no sólo la pérdida auditiva, sino
un síndrome neurológico complejo.
2. Clasificación según el grado de pérdida. Siguiendo la clásica descripción del doctor
Lafón, atendiendo al nivel de pérdida auditiva podemos diferenciar entre:
D.A. Ligera: Pérdida de 20-40 dB. Permite captar el habla conversacional y aprender
a hablar espontáneamente, aunque la voz débil o lejana no siempre es oída y el indi-
viduo tiene a veces dificultades en la exploración de segundos planos. Puede benefi-
ciarse del uso de audífonos.
D.A. Media: Pérdida de 40-70 dB. El umbral se encuentra en el nivel habitual de la
palabra, pero para que ésta sea bien percibida se requiere una voz de cierta intensi-
dad y cercana, de modo que el niño no percibirá bien la conversación normal ni el
ruido ambiente. Como consecuencia de todo ello, se apoyar mucho en los datos vi-
suales (sobrecargando el sistema atencional) y suelen aparecer retraso en la adquisi-
ción del lenguaje y dislalias audiógenas, que afectan especialmente a las consonantes
más agudas. Requieren uso de audífonos y apoyo para la corrección de los problemas
de articulación.
D.A. Severa: Pérdida de 70-90 dB. En este caso sólo se oyen ruidos y voces fuertes
y, cuando la pérdida se acerca a los 90 dB, ni siquiera se perciben muchos sonidos
consonánticos (cuáles sean, depende de las frecuencias conservadas). Consecuente-
mente, el lenguaje sólo puede adquirirse con ayuda especializada: la situación equiv-
ales funcionalmente a una sordera profunda.
D.A. Profunda: Pérdida mayor de 90 dB. Los niños con esta pérdida no captan el
lenguaje conversacional y con audífonos sólo podrán tener una audición parcial y,
además, con una capacidad pobre de discriminación, por lo que la vía auditiva no es
suficiente para el aprendizaje del lenguaje: tan solo percibirán ruidos muy intensos y
algunos de ellos solo percibirán vibraciones. Todos los problemas del grupo anterior se
presentan aquí aumentados.
Cofosis: Pérdida absoluta, más allá del umbral del dolor. Los niños con esta per-
dida no captan el lenguaje conversacional ni con amplificadores. Han de aprender el
lenguaje a través de la visión o el tacto.
Dada esta clasificación, podemos hablar de sordera en sentido estricto cuando la pérdida
auditiva impide una audición funcional incluso con prótesis, mientras que cuando la audi -
ción es deficiente, pero funcional, hablamos de hipoacusia. No obstante, es común la uti -
lización del primer término para referirse a todos estos casos.
3. Clasificación según el momento de la pérdida. Una dimensión también de la máxima
importancia para comprender la deficiencia auditiva es el momento en que se produjo.
Desde esta perspectiva, absolutamente fundamental desde el punto de vista del desar-
rollo personal, las pérdidas auditivas se dividen en:
Prelocutivas: es decir, sobrevenida antes de la adquisición del lenguaje. Puesto que
esta adquisición sigue un proceso dilatado en el tiempo y dificil de delimitar, conven-
cionalmente se fija entre los 2 años y medio y 3 años el límite para considerar una defi-
ciencia como prelocutiva o no; esta en general, ya que lo cierto es que habría que de-
terminar la cuestión en cada caso particular.
Postlocutivas: Las D.A. postlocutivas, lógicamente, son aquellas que sobrevienen de-
spués de poseer ya un lenguaje mínimamente estructurado y consolidado.
B. ASPECTOS DIFERENCIALES EN EL DESARROLLO: Dada esta variedad de situa-
ciones, el desarrollo del niño y la niña con deficiencia auditiva no es en absoluto algo ho-
mogéneo, sino que depende de muchos factores diferentes, entre los que cabe destacar
los siguientes (Marchesi, 1990; Torres y otros, 1999):
1. Diferencias asociadas al grado de pérdida auditiva. Al definir los diferentes niveles
de pérdida hemos apuntado ya algunas diferencias asociadas a ellos, que podemos re-
sumir como sigue:
a) Hipoacusia leve. Permite captar el habla, por lo que se aprende a hablar espon -
táneamente. Aunque es fácil que aparezcan leves dificultades de aprendizaje (so-
bre todo en el área de lengua, en la lectura y en los aprendizajes derivados de la
lectura) y el alumno suele precisar de prótesis auditiva, el proceso de desarrollo y
de aprendizaje es prácticamente normal.
b) Hipoacusia media. Supone mayores problemas en la percepción del habla, si
bien el desarrollo lingüístico es, con una mínima estimulación, casi normal. Con
prótesis auditiva y reeducación logopédica, incluyendo a veces un somero refuerzo
pedagógico de los aprendizajes escolares, el desarrollo y el aprendizaje serán
prácticamente normales.
c) Hipoacusia severa. Supone ya hablar de sordera e impide una adquisición
espontánea del lenguaje oral. Se precisan, pues, recursos de amplificación del
sonido, una reeducación logopédica en toda regla, intensiva y extensiva, un re-
fuerzo pedagógico bastante prolongado durante la escolaridad obligatoria en su
conjunto y modificaciones significativas del currículum.
d) Hipoacusia profunda. Supone la inexistencia de restos auditivos aprovechables
incluso con amplificación y afecta de forma muy importante al desarrollo en su con-
junto. La persona sorda precisa un sistema de comunicación alternativo al código
verbal oral, así como asistencia educativa especializada y una modificación muy
significativa del currículum ordinario, en especial en la Educación Infantil y Pri-
maria.
Este conjunto de diferencias debidas al grado auditivo (que se definen siempre teniendo
en cuenta el mejor de ambos oídos) interactúa además con las bandas de frecuencia que
son accesibles a cada sujeto, pues no son igualmente restrictivos los efectos de una pér -
dida de 50 dB cuando se está impedido de percibir frecuencias entre 200 y 500 hzs que
cuando esta banda de frecuencias es accesible.
2. Diferencias asociadas al momento de la pérdida. De acuerdo con la investigación
psicoevolutiva, que ahora se comentará, uno de los factores más determinantes del tipo
de consecuencias subsiguientes a la deficiencia auditiva severa y profunda es si el sujeto
poseía ya un lenguaje antes de perder su audición; en consecuencia el tratarse de una
deficiencia auditiva pre o postlocutiva es una variable diferenciadora fundamental. Por
supuesto, esta circunstancia se deriva de dos hechos básicos:
El lenguaje es el instrumento básico a través del cual se vehicula la comunicación en
los contextos naturales de interacción y, dado el papel que la interacción social juega
como motor del desarrollo infantil de acuerdo con las actuales teorías al respecto,
parece claro que la ausencia de este instrumento de intercambio interfiere de manera
fundamental con el conjunto de actividades compartidas necesarias para alcanzar
nuevas habilidades, conocimientos, destrezas, actitudes....
En el curso del desarrollo el lenguaje llega a interiorizarse y a convertirse en un «medi-
ador» del pensamiento, que juega un papel crucial tanto en los procesos de interior-
ización y auto-dirección del propio comportamiento, como en buena parte de nuestros
procesos cognitivos elementales. Por ejemplo, al procesar la información interviene de
manera directa la denominada «memoria operativa», siendo el lenguaje uno de los re-
cursos básicos para el funcionamiento de este mecanismo.
En definitiva, el disponer o no de un lenguaje termina por mediatizar de manera radical el
curso general de nuestro desarrollo psicológico y, muy en especial, de nuestro desarrollo
cognitivo.
3. Diferencias asociadas a la localización de la pérdida. Mientras que las deficiencias
auditivas conductivas afectan sólo a la percepción de la intensidad del sonido, las pérdi -
das neurosensoriales suelen suponer un deterioro concurrente de la calidad de los estí-
mulos auditivos a los que se tiene acceso, de modo que la eficiencia auditiva se ve aun
más empobrecida. El efecto principal de esta diferencia es que las personas con deficien-
cia auditiva neurosensorial se encuentran siempre con una mayor dificultad a la hora de
interpretar la información auditiva y, por tanto, en situación de mayor desventaja social.
4. Otros factores de diferenciación entre individuos. Para terminar este apartado
debemos señalar que existen numerosos factores relevantes de diversidad entre individ -
uos que no están vinculados a la deficiencia auditiva en sí, sino a otras circunstancias so -
ciales y personales que juegan un papel importante en el desarrollo. En otros términos,
factores que no afectan a la deficiencia, pero si a la (dis)capacidad y, por ello, a la posibili -
dad de desempeñar los roles sociales pertinentes. Sin ánimo de ser exhaustivos, pode-
mos citar los siguientes, además de las diferencias educativas:
Detección del déficit y tratamiento educativo. Una variable de gran importancia en la
variabilidad interindividual de las n.e. en las personas hipoacúsicas es la precocidad
con que su déficit fue detectado y tal detección dio lugar a un tratamiento, destacando
entre los factores del tratamiento el haber dotado al niño o a la niña de un sistema de
comunicación efectiva lo más pronto posible. De igual modo, según avanza la escolari -
dad es cada vez más importante el que se haya recibido una educación socializada.
Aceptación y afrontamiento familiar del déficit. De igual modo, importa el clima emo-
cional que haya generado en el hogar el nacimiento y la presencia de un niño o niña
hipoacúsico, la aceptación o no del problema por parte de la familia y el pronto
afrontamiento positivo del problema, sin hiperpro-tecciones ni abandonos efectivos ni
de atención igualmente a niños.
Existencia o no de un lenguaje alternativo. Aunque el lenguaje oral resulta insustituible
para una normalización de la comunicación en la mayoría de los contextos, poseer un
lenguaje alternativo crea al menos esa posibilidad en algunos; si estos son el hogar y/o
la escuela, la diferencia es notable. Pero es que el lenguaje, aun no siendo oral, es un
sistema de símbolos que cuando se posee hace posible esa medición instrumental del
pensamiento a que antes nos referimos.
Clase social. Cada vez son más numerosos los estudios que ponen de relieve que la
clase social es un factor de diversidad determinante, hasta el punto que pueden existir
más similitudes entre hipoacúsico y oyente de la misma clase que entre oyente-oyente
o hipoacusico-hipoacusico de clases sociales diferentes.
A partir de la adolescencia podemos incluir, además, ciertos factores adicionales que
tienen que ver con el bagaje experiencial acumulado y con ciertos aspectos propios de
este momento evolutivo:
La pérdida o disminución significativa de un canal sensorial de la importancia de la au-
dición suele llevar aparejada una limitación mayor del caudal de experiencias e infor-
mación con el que el alumno llega a la Secundaria, por comparación con sus com -
pañeros, lo que debe tenerse en cuenta al plantear su tratamiento educativo en la
etapa.
Del mismo modo, es posible que esa pérdida de información y experiencias pueda
haber condicionado un menor nivel de madurez personal en aspectos que pueden ser
vitales en la adolescencia: información sexual, habilidades sociales, conocimiento del
mundo vocacional etc.
Recordemos que el pensamiento formal, sobre la suposición de cuya existencia des-
cansan muy a menudo los contenidos de la Secundaria, tiene un carácter básicamente
proposicional, es decir, que se basa de manera importante en el lenguaje como ve-
hículo y herramienta del pensamiento, por lo que también pueden darse ciertas dificul-
tades en este terreno, aun cuando el alumno disponga de un sistema de comunicación
alternativo (lo cual, sin duda, reduce el problema).
La motivación es también aquí un problema cuando consideramos la cantidad de
tiempo que en Secundaria puede verse obligado un alumno a atender a explicaciones
verbales: es enormemente tedioso y agotador atender a la lectura labial incluso
cuando uno posee esta habilidad bien desarrollada, ya que exige un gran coste aten-
cional. Así, no es raro que el alumno hipoacúsico tienda a desmotivarse en relación
con las materias más "teóricas", mientras tiende a sentir mayor agrado por las activi-
dades más practicas y manipulativas.
Como adolescentes, el alumno y la alumna hipoacúsicos pueden sentir una mayor an-
siedad, dadas las habituales dificultades de comunicación, frente a los adultos y a las
personas desconocidas y de sexo contrario, lo que puede redundar a su vez en una
alta inseguridad y en una menor autoestima, si no se atiende a ello. Del mismo modo,
no es rara la susceptibilidad, como no lo son la timidez ni la impulsividad, como conse-
cuencias del sentimiento de aislamiento que puede llevar aparejada una hipoacusia
severa o profunda.
Teniendo esto en cuenta, parece claro que no podemos hablar con propiedad del desar-
rollo psicoevolutivo del niño y la niña con deficiencia auditiva en general, por lo que hemos
optado por centrarnos en el desarrollo del alumnado con sordera prelocutiva.
Por otra parte, hemos de tener en cuenta que la sordera influye en la personalidad del in -
dividuo en su conjunto, afectando al desarrollo de todas las áreas. Así, aunque en el
enunciado del tema se nos pide exclusivamente referirnos a los aspectos diferenciales en
el desarrollo de la comunicación y el lenguaje, creemos necesario referirnos también,
aunque sea brevemente, a su desarrollo cognitivo y socio-afectivo.
II. NECESIDADES EDUCATIVAS ESPECIALES.
Cuanto se ha expuesto acerca de la deficiencia auditiva nos permite comprender que son
muchas y muy diferentes las n.e.e. que pueden presentar estos niños y niñas en función
del grado de deficiencia auditiva, del momento de aparición, de las experiencias famil-
iares, escolares y sociales vividas... Dejando de lado estas muchas diferencias interindi-
viduales, no obstante, podríamos describir las más frecuentes y relevantes, agrupándolas
de acuerdo con el criterio expuesto en su momento por Mary Warnock, es decir, distin-
guiendo entre las n.e.e. de dotación de medios extraordinarios de acceso al currículo y de
adaptación del currículo escolar.
A. NECESIDADES DE DOTACIÓN DE RECURSOS EXTRAORDINARIOS: Como es
conocido, las necesidades de dotación de medios extra de acceso al currículo se dividen
en necesidades de recursos personales (servicios educativos especializados) y necesi-
dades de dotación de recursos materiales.
1. Servicios educativos especializados. Comenzando por los servicios educativos,
podemos destacar los siguientes:
Maestro o maestra de Audición y Lenguaje. El especialista en ALE constituye uno de
los elementos básicos en la adaptación de la respuesta educativa frente a la deficien -
cia auditiva, no limitándose su intervención al tratamiento directo del alumno o alumna.
De hecho, una parte esencial de su tarea consiste en promover y coordinar las medi-
das de respuesta normalizada a nivel de centro y aula, así como en promocionar y ori -
entar la acción tutorial dirigida a la familia del niño con pérdida auditiva. Sus princi -
pales funciones serían:
- Diseño de actividades de formación continuada del claustro en esta materia, así como
de actividades dirigidas a los alumnos normoyentes para potenciar el conocimiento y
comprensión de la hipoacusia, además de sus habilidades de comunicación con per-
sonas sordas.
- Llevar a cabo, con las colaboraciones precisas, tales actividades.
- Colaborar con los tutores en el diseño y desarrollo de las medidas de atención a la di -
versidad estructurales y de las adaptaciones curriculares inespecíficas.
- Ídem de las ACI para alumnos hipoacúsicos.
- Llevar a cabo los tratamientos especializados pertinentes con estos alumnos.
- Coordinar la actuación de los profesionales del centro y de los servicios externos impli-
cados en relación al tratamiento y la orientación de los alumnos y alumnas con defi-
ciencia auditiva.
- Colaborar con los servicios de salud en los programas de detección precoz y preven -
ción de la deficiencia auditiva.
Asesor psicopedagógico (orientador u orientadora). La intervención educativa con
alumnos con déficit auditivo requiere también de la intervención de un equipo psicope-
dagógico en relación con la evaluación psicopedagógica y el asesoramiento al profe-
sorado en el diseño, desarrollo y seguimiento del programa educativo adaptado.
Maestro o maestra especialistas en “pedagogía terapéutica”. En caso de proceder a la
escolarización del alumno en CEEE, este especialista realiza las tareas propias de la
tutoría, mientras que en la escolarización en centro ordinario se encargaría de las tar -
eas de refuerzo pedagógico, tratamientos curriculares especializados y apoyo al
equipo docente en materia de adaptación no significativa del currículo ordinario.
Intérprete de lengua de signos. Como hemos señalado, un alto porcentaje de alumnas
y alumnos con deficiencia auditiva precisan de sistemas alternativos o complementar-
ios de comunicación, siendo la lengua de signos el sistema preferente en los casos de
sordera, como señala la Ley Orgánica de 2006 por la que se reconoce la Lengua de
Signos y se regula el derecho a su aprendizaje, conocimiento y uso. Tal y como se es-
tablece en el artículo 13.1 de dicha ley, “los usuarios de lengua de signos española po-
drán beneficiarse de los servicios de intérpretes de lengua de signos española” en el
ámbito educativo.