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0. INTRODUCCIÓN
Las alteraciones del habla constituyen el grupo de trastornos de la audición y el
lenguaje más frecuente en la edad escolar, ya que pueden aparecer tanto de
forma primaria y específica (por ejemplo, en el a veces denominado retraso del
habla) como en el marco de otros trastornos más generales del desarrollo
(síndrome de Down, Parálisis Cerebral Infantil…) y a consecuencia de una
insuficiente o inadecuada estimulación social del lenguaje.
Son, por tanto, el área que mayores demandas genera al maestro o maestra de
Audición y Lenguaje, pero el tipo de intervención a realizar en cada caso es
muy diferente, según se trate de alteraciones del ritmo y la fluidez del habla o
de alteraciones de la articulación y, dentro de éstas, de si estamos ante
alteraciones orgánicas, de las funciones práxicas o del aprendizaje de la
fonología.
Para algunos, junta a las alteraciones citadas, deben considerarse dificultades
del habla las disfonías y afonías, aunque desde nuestro punto de vista esto
supone un error conceptual: el concepto de habla se refiere al uso concreto que
un hablante hace del sistema de la lengua y, evidentemente, la “fonación” (el
proceso alterado en disfonías y afonías) es un fenómeno distinto a dicho uso.
Partiendo de estas consideraciones hemos organizado nuestra exposición
comenzando con una clasificación y descripción básica de las diferentes
alteraciones del habla en la infancia, no de la voz, aunque incidiendo más
específicamente en las necesidades educativas especiales (n.e.e.) que dichas
alteraciones implican.
Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
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Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
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Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
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Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
fonología, sino que la mayoría de ellos implica algún tipo de déficit o anomalía
en el procesamiento de la fonología (Acosta y Ramos, 1998).
Para diferenciar entre estas dos posibles formas clínicas del trastorno,
especialistas como Dodd proponen distinguir entre un trastorno por retraso
fonológico (el clásico retraso del habla, con un simple desfase cronológico con
respecto al desarrollo normal) y un trastorno fonológico desviante (en
donde al retraso se une la presencia de anomalías en el procesamiento de los
sonidos del habla).
Tanto en el retraso fonológico como en el trastorno desviante, el alumno con
estas alteraciones presenta procesos fonológicos naturales retrasados, es decir,
utiliza estrategias de simplificación del habla propias de edades menores a la
suya, que pueden consistir en la simplificación de estructuras silábicas, en la
sustitución sistémica de fonemas en la producción de asimilaciones (Bosch,
1983, 2002; Acosta y otros, 1998).
En algunos casos de retraso fonológico y en todos los de trastorno desviante se
da, además, una alteración de la discriminación auditiva de los fonemas,
asociada a fallos en la representación mental de los mismos en la memoria
auditiva a largo plazo del niño.
Finalmente, en los casos de trastorno fonológico desviante se da también la
presencia de procesos fonológicos “no naturales”, es decir, estrategias que
deforman las formas fonológicas que perciben, pero que no sirven para
simplificarlas, sino que se derivan de fallos en la representación fonológica de
las palabras en la memoria y de un aprendizaje deficiente de las llamadas
reglas fonológicas, es decir, reglas que rigen la selección de alófonos (reglas
alofónicas), las combinaciones de fonemas (reglas fonotácticas) y los contextos
concretos en que un determinado contraste fonológico puede dejar de aplicarse
(reglas de neutralización).
Podemos, pues, resumir las principales n.e.e. de estos alumnos como sigue,
teniendo en cuenta la diversidad de casos que nos podemos encontrar:
Reeducación específica de la percepción auditiva y, en especial, de la
discriminación auditiva de fonemas.
Refuerzo sistemático de los aspectos fonológicos del input oral, con el fin de
lograr la formación de representaciones mentales estables, claras y
diferenciadas no ya de los diferentes fonemas, sino de las palabras.
Entrenamiento en habilidades metafonológicas de análisis y de síntesis del
habla, tanto a nivel de sílabas como de fonemas.
Enseñanza específica relativa a la percepción y producción de las
transiciones entre fonemas tanto en palabras como en pseudopalabras y
secuencias silábicas.
Refuerzo específico del vocabulario básico de comunicación oral propio de la
edad del alumno y del aprendizaje de las reglas fonológicas propias de la
lengua materna.
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Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
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diferentes ritmos, con soplidos fuertes y débiles, etc. A partir de esta toma de
conciencia, se puede ya iniciar el entrenamiento con ejercicios específicos, que
deberán incluir la espiración nasal (con la boca cerrada), la espiración bucal
normal y sibilante, el control de la respiración mientras se realizan movimientos
amplios de brazos y ejercicios de control del soplo.
En cuanto al control de las praxias segmentales, la intervención tiene como
objetivo lograr el mayor control posible de la motricidad fina de los órganos
articulatorios, lo que implica que debe entrenarse de forma específica el control
de la movilidad de la lengua, los labios, el velo del paladar y la mandíbula.
Las actividades de movilización de estos órganos deben combinarse en cada
sesión de ejercicios con actividades de aprendizaje del control de la tonicidad
de los mismos, que suelen organizarse como un entrenamiento de la relajación .
Dicho entrenamiento debe realizarse con una combinación de dos técnicas
complementarias, como son los ejercicios de relajación pasiva (en los que el
MALE proporciona masaje y movimientos de distensión en los diferentes grupos
musculares implicados) y el procedimiento de relajación activa de Jakobson,
basado en las sensaciones que produce la alternancia de la tensión y distensión
del mismo grupo muscular.
2.2.3. Refuerzo de la percepción auditiva.
(A) Objetivos y contenidos de la intervención
La percepción auditiva no es un proceso “periférico” simple. Requiere de un
adecuado funcionamiento de los procesos sensoriales de la audición, pero esto
es sólo un primer paso, ya que la información acústica así recabada debe ser
luego procesada a nivel central, lo que exige el mantenimiento del estímulo
sonoro en la memoria auditiva a corto plazo y su categorización, mediante la
comparación del input analizado con las representaciones que el hablante tiene
en su memoria, ya sea de palabras, sílabas o de fonemas. Consecuentemente,
en el tratamiento de las dificultades de percepción auditiva hay que determinar
previamente si el alumno presenta alteraciones en ambas fases del proceso
(análisis auditivo o sensorial y procesamiento fonológico del estímulo) o en una.
Con carácter general, si no hay déficit auditivo, el refuerzo del análisis auditivo
propiamente dicho sólo lo precisan los niños de entre 3 y 5 años y los mayores
con un problema perceptivo generalizado (niños que confunden categorías
completas de fonemas). En los niños mayores de 5 años y con problemas más
limitados, en cuanto a las categorías de sonidos afectados, el tratamiento debe
centrarse en la reeducación y refuerzo del procesamiento de la fonología.
En el refuerzo de la primera fase del proceso perceptivo, el entrenamiento debe
basarse preferentemente en estímulos auditivos no verbales (sonidos de
máquinas y objetos, sonidos de la naturaleza, voces de animales, sonidos
musicales…), como se hace en el conocido programa de Inés Bustos, y atender
especialmente a la discriminación basada en el timbre, dado que en última
instancia lo que se trata de reforzar es la percepción del lenguaje. El enfoque
de programas como Mundo sonoro (Muscarel, Ed. CEPE), que trabajan todas las
cualidades acústicas (altura, intensidad, duración y timbre) sólo se justifica, si
no hay deficiencia auditiva, en retrasos muy graves.
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Tema nº 22: Criterios para adaptar el currículo en los trastornos del habla.
no tiene otra referencia que su memoria a largo plazo, ésta puede considerarse
la tarea de reconocimiento más difícil.
- Presentamos al niño un conjunto de imágenes (por lo general, entre 4 y 8) y
le indicamos que va a escuchar el sonido correspondiente a una de ellas. Tras
dejarle que las observe unos instantes, presentamos el sonido (este estrategia
se denomina tarea de decisión limitada). Una variación de este modelo es decir
al niño que va a escuchar una serie de sonidos y debe indicar cuáles de ellos
pertenecen a una categoría determinada (ruidos de animales, nombres de
niñas, etc.).
- Una modalidad diferente es la tarea de reconocimiento de imágenes, en la
que se presentan al niño láminas de tipo Loto Fonético y se le pide que
identifique la imagen o imágenes cuyo nombre se dice (deben ser nombres muy
parecidos, preferentemente pares mínimos), que empiezan por tal sílaba o
fonema, que riman con un estímulo dado, etc.
- Una cuarta modalidad es decir al niño una palabra concreta y decirle que a
continuación vamos a decir una lista de palabras y que debe levantar la mano
cada vez que la vuelva a oír en esa lista.
3. Tareas de repetición. En estas tareas el niño debe oír un determinado
sonido o secuencia de ellos y, a continuación, se le pide que ejecute el mismo
el sonido o secuencia.
En el caso de usar estímulos verbales, lo que le pedimos al niño es se
reproducción oral, mientras que, cuando se emplean estímulos no verbales, lo
que suelen presentarse son estructuras rítmicas basadas en el test de
Stamback, como las utilizadas en el programa de reeducación de I. Bustos:
producimos una secuencia de golpes con un determinado ritmo, ocultando la
mano a la vista del alumno (por ejemplo, • •• • • ) y le pedimos que
reproduzca esta secuencia sonora.
Para dar mayor variedad y aliciente a los ejercicios, pueden utilizarse también
programas informáticos en los que es el propio ordenador el que ofrece los
modelos a reproducir. Por ejemplo, podemos empelar programas de enseñanza
de idiomas que incluyen modelos de pronunciación y una herramienta para que
el alumno imite esos modelos, dando ayudas progresivas en caso de una
reproducción imperfecta. Igualmente, podemos utilizar programas con un
enfoque lúdico, como Razonamientos y Deducciones (Iona Software), en donde
un personaje llamado Orangután ejecuta secuencias sonoras de entre uno y
doce golpes en una batería, combinando hasta 8 timbres diferentes, y pide al
niño que reproduzca la secuencia ha tocado.
(C) Procedimiento de trabajo
Sean de un tipo u otro, en las tareas de reeducación auditiva existe un
procedimiento básico con cuatro etapas:
1. Escucha atenta. Para conseguir la atención selectiva del niño a los
estímulos sonoros que le presentamos debemos inhibir su atención para el
resto de sonidos presentes en el ambiente además de, si le presentamos varios
sonidos, mantener esa atención durante el tiempo de presentación.
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Para que esta fase llegue a buen puerto es, pues, preciso reducir al máximo los
distractores sonoros del entorno y, si empleamos grabaciones, contar con un
sistema de amplificación del sonido y con auriculares. Igualmente, es
importante situarnos de modo que haya un contacto ocular directo con el
alumno, para asegurarnos el control de su atención, y trabajar en sesiones
cortas, de no más de diez minutos.
Un tercer factor de gran importancia en esta fase de la actividad es el tiempo
de escucha de que dispone el niño para procesar los inputs que le
proporcionamos, por lo que debemos adaptarse siempre la velocidad con que
se presentan a la capacidad y situación del niño, así como emplear
preferentemente estímulos cortos.
2. Fase de ejecución mental de la tarea. Todas las tareas que hemos
descrito con anterioridad requieren un entrenamiento previo para comprender
su ejecución.
Dicho entrenamiento se debe realizar con estímulos que no supongan ningún
tipo de problema perceptivo para la situación de partida del niño o niña y
utilizando estrategias de ayuda que incluyen la explicación y, sobre todo, el
modelado, de modo que podamos volver a estas experiencias previas cuando
sea necesario para ir moldeando poco a poco su ejecución a lo largo del
programa.
3. Fase de emisión de la respuesta. Dado que el proceso perceptivo no
puede ser observado directamente, necesitamos que el niño responda con una
conducta observable que nos indique si el procesamiento perceptivo ha sido
correcto o incorrecto, pero no podemos olvidar que a veces la respuesta que
pedimos puede implicar habilidades o conocimientos que “contaminen” nuestro
juicio sobre la ejecución del niño. Por ejemplo, como antes señalamos, las
tareas de discriminación peden verse afectadas por la falta de claridad acerca
del concepto de igualdad entre palabras, del mismo modo que en las tareas de
reproducción de palabras un defecto de dicción puede hacernos creer que
hayan fallo perceptivo donde no lo hay.
4. Fase de feed-back. Con respecto al feed-back, es esencial no
olvidarnos nunca de proporcionárselo al alumno, ya que su aprendizaje
dependerá en gran medida no ya de hacer las cosas bien o mal, sino de captar
por qué sus respuestas son adecuadas o no. Por este motivo en el
entrenamiento auditivo es difícil dar recetas generales sobre la actuación del
maestro de audición y lenguaje, que debe ir ajustándose a la ejecución
concreta que va observando en el alumno.
En este sentido, Cervera e Ygual (1998) proponen una estrategia de ajuste que
denominan “escucha adaptativa”.
Cuando el niño falla en un ejercicio dado, o ensayo, le decimos que su
respuesta ha sido errónea y volvemos a repetir el mismo ejercicio; si la nueva
ejecución fuera correcta, se informa al niño y presentamos el ítem dos o tres
veces más (“¿Serás capaz de hacerlo bien otra vez?... ¿Seguro?... ¡Muy bien”),
hasta comprobar que la respuesta es correcta de forma estable, y presentamos
el mismo ejercicio modificado para que ahora la respuesta correcta sea la
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