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COMER INSECTOS: EL GUSANO DE LA HARINA AVANZA COMO NUEVO

ALIMENTO EN EUROPA

Los insectos como alimento dieron un salto importante en Europa en 2018, cuando
entró en vigor el reglamento 2015/2283. Con unas pocas palabras, la normativa
que regula la autorización, distribución y venta de nuevos alimentos en la Unión
Europea (UE) impulsó la investigación científica de estos animales para su
consumo: “Procede revisar, clarificar y actualizar las categorías de alimentos que
constituyen nuevos alimentos. Esas categorías deben incluir los insectos enteros y
sus partes“. Desde entonces, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria
(EFSA) ha recibido infinidad de solicitudes para aprobar nuevas fuentes
alimentarias. Y este año, por fin, ha publicado la primera evaluación completa de
un insecto como nuevo alimento: la larva Tenebrio molitor, más conocida como “el
gusano de la harina”.

 
Insectos comestibles en Europa
La noticia de que podremos comer insectos en la Unión Europea se ha hecho
popular estos días, pero lo cierto es que la posibilidad de incluirlos como fuente
alimentaria, la investigación sobre los mismos y su presencia en los países de la
UE existen desde hace tiempo. De hecho, uno de los hitos más importantes en
esta historia tuvo lugar hace años, cuando la Comisión Europea solicitó a la EFSA
que revisara los riesgos microbiológicos, químicos y ambientales asociados con el
consumo de insectos y su producción para la alimentación humana y animal. Tras
hacerlo, la EFSA publicó su opinión sobre el tema en octubre de 2015.

2015: ¿qué decían las autoridades de seguridad alimentaria?


El informe presentaba los potenciales riesgos biológicos y químicos, así como la
potencial alergenicidad y los posibles riesgos medioambientales asociados a los
insectos «de granja» usados como alimentos y piensos, teniendo en cuenta toda
la cadena alimentaria, desde su cría hasta el producto final. Por ello, el dictamen
de la EFSA tenía el formato de un perfil de riesgo e incluía consideraciones de
riesgos asociados con insectos si se usan con fines alimentarios.

Entre los potenciales peligros derivados del consumo de insectos, se


mencionaban las resistencias antimicrobianas, las reacciones cruzadas con
crustáceos de tipo alérgico y la transmisión alimentaria de patógenos víricos,
bacterianos, hongos, parásitos e incluso priones. Así, la recomendación primordial
de la EFSA en 2015 fue que se debían investigar los aspectos que generaban
incertidumbre debido a la falta de información, tales como consumo humano,
consumo animal, bacterias, virus, parásitos, priones, alérgenos, riesgos químicos,
impacto del procesado así como impacto medioambiental de los sistemas de
producción de insectos.

Pero, además de una mayor investigación, la EFSA proponía medidas para


controlar los riesgos microbiológicos; unas pautas orientadas a las empresas y los
particulares para garantizar la higiene, la correcta manipulación y conservación de
los insectos destinados a consumo humano. Este es un detalle importante
porque las normas vigentes permiten la venta de algunos insectos en la UE
mientras se analizan para su aprobación definitiva. Las medidas
transitorias establecidas en el reglamento 2015/2283 contemplan la
comercialización de los siguientes insectos hasta que se llegue a una decisión
firme sobre su inclusión o no en la lista de nuevos alimentos de la UE:

 Acheta domesticus
 Locusta migratoria
 Grylloides sigillatus
 Schistocerca gregaria
 Alphitobius diaperinus
 Apis mellifera
 Tenebrio molitor
2021: el año del gusano de la harina
El gusano de la harina, Tenebrio molitor, es el primer insecto que ha evaluado la
EFSA de forma completa para consumo humano. Cuando se trata de nuevos
alimentos, como es el caso, estas evaluaciones de seguridad son un paso
fundamental: el asesoramiento científico respalda la toma de decisiones que
autorizan estos productos para el mercado europeo. Como apunta la Agencia
Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición (AESAN), «las aplicaciones de los
nuevos alimentos son tan variadas que es necesario disponer de experiencia
científica en numerosos campos tales como la nutrición, toxicología, química y
microbiología». Y esto se nota especialmente en el caso de los insectos porque
son organismos complejos. «Comprender su microbiología es primordial,
considerando también que se consume todo el insecto».

¿Y qué dice la EFSA sobre este insecto en particular? Que su consumo es seguro,
aunque puede causar alergias. En efecto, la investigación concluye que
el Tenebrio molitor es seguro «bajo los usos y niveles de uso propuestos por el
solicitante», si bien «es probable que se produzcan reacciones alérgicas», como
sucede, por ejemplo, con el marisco. Por ello, recomienda «que se realicen
investigaciones sobre la alergenicidad al gusano de la harina amarillo, incluida la
reactividad cruzada con otros alérgenos». De esta forma, y aún con estas
precauciones, la máxima autoridad de seguridad alimentaria en Europa avala el
consumo de este insecto como alimento.

¿Tiene beneficios comer insectos?


Los insectos, como el gusano de la harina y los otros de la lista, ganan terreno en
el mercado alimentario de Europa, donde aún son percibidos como una novedad.
En países como México, Colombia o Tailandia, por poner tres ejemplos, su
consumo es mucho más habitual; son parte de la gastronomía tradicional de
ciertas regiones, al igual que aquí lo son unos langostinos, unos percebes o un
plato de caracoles. Sin embargo, los insectos como alimento llaman la atención en
nuestro entorno y, para muchas personas, la idea de comerlos genera rechazo o
repulsión.
¿Tiene algún beneficio incorporarlos a nuestra dieta? La producción sostenible y
su perfil nutricional son los dos argumentos más conocidos para darles una
oportunidad. Según afirma la Organización de las Naciones Unidas para la
Alimentación y la Agricultura (FAO), algunos insectos aportan la mitad de su peso
en proteínas de alto valor biológico, además de vitaminas, minerales, grasas y
agua. Esto los convierte en buenos candidatos como opción alimentaria.

Pero ¿son realmente necesarios en nuestro entorno? «Tenemos a nuestro


alcance las legumbres, fuentes proteicas de buenísima calidad y con un bajo
impacto medioambiental. Por lo tanto, en este momento los insectos no son
necesarios como una alternativa a otras proteínas de origen animal», explica la
dietista-nutricionista Beatriz Robles, aunque matiza que «sí es interesante que los
tengamos en cuenta porque ofrecen algunas ventajas importantes«.

¿Cuáles son, en su opinión, esas ventajas? «Pueden ser una línea de negocio
para dinamizar áreas rurales, son muy sostenibles (necesitan doce veces menos
alimento que una vaca para formar la misma cantidad de proteína), ocupan poco
espacio, y nutricionalmente son una buena fuente de proteínas, vitaminas y
minerales…», enumera Robles. Y añade que, del mismo modo que sucede con
otras fuentes proteicas novedosas, como la carne cultivada, los insectos son «una
buena alternativa si los tomamos como una oportunidad para reducir el consumo
de alimentos de origen animal. Si, por el contrario, no los comemos como
sustitutos de otros alimentos de origen animal sino ‘además de’, no tiene mucho
sentido».

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