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EL MICROONDAS ES SEGURO, PERO HAY QUE USARLO BIEN

El microondas es, sin duda, el electrodoméstico más temido de la casa, o al


menos el que despierta más desconfianza. No es de extrañar, teniendo en cuenta
la cantidad de mitos y rumores que circulan por todas partes y que advierten sobre
su supuesta relación con dos cosas que suelen darnos mucho miedo: radiación y
cáncer. En realidad el horno microondas es seguro en este sentido, aunque
deberíamos tomar ciertas precauciones en otros aspectos que resultan menos
pomposos, pero que pueden ser importantes.

Microondas: mitos y bulos a montones


A pesar de que su uso está ampliamente extendido, el microondas suscita mucha
desconfianza (e incluso miedo) debido sobre todo a los mitos y bulos que corren
como la pólvora por Internet y que hasta tienen cabida en conocidos programas de
televisión.

Si nos creemos todos esos rumores, es en gran parte por el desconocimiento que
existe en torno a este electrodoméstico. Por un lado, nos parece un aparato
desconcertante porque funciona como por arte de magia, ya que solo calienta el
alimento, sin aumentar la temperatura del interior del horno ni de los utensilios. Por
otro, nos genera desconfianza porque pensamos que funciona con radiación
peligrosa para nuestra salud.

Y estos temores no acaban ahí: también se extienden a otros aparatos que


asociamos a la radiación electromagnética y su supuesta peligrosidad, como los
teléfonos móviles o los rúteres. De hecho, circulan vídeos donde se muestra cómo
supuestamente se cocinan palomitas de maíz con la energía que emite un móvil
cuando recibe una llamada, aunque tienen más truco que una escopeta de feria.

Hay muchos tipos de radiación


Esa radiación electromagnética que a veces nos da tanto miedo puede ser de
muchos tipos. Por ejemplo, la luz visible, es decir, la que nos permite ver el mundo
que nos rodea, no es más que radiación electromagnética. En concreto, es una
pequeña parte de todo el espectro electromagnético que hay a nuestro alrededor.

Existen otras formas de radiación que no somos capaces de ver, pero que están
ahí, como las ondas de radio con las que funcionan los aparatos de radio y los
teléfonos móviles o los rayos X, que se utilizan para hacer radiografías.

El espectro electromagnético se ordena según la longitud de onda de la


radiación (que es la distancia entre dos picos consecutivos de la onda) y también
en función de la frecuencia (que se relaciona inversamente con la longitud de
onda).

Así, por ejemplo, la luz visible tiene longitudes de onda comprendidas entre los
380 nanómetros (que corresponden al color violeta) y los 750 nm (que
corresponden al color rojo). Por eso la radiación que se encuentra por debajo del
espectro visible (su frecuencia es menor) se llama infrarroja (con longitudes de
onda entre 750 nm y 1 milímetro) y la que está más allá del violeta (con una mayor
frecuencia), se llama ultravioleta (con una longitud de onda de entre 100 y 380
nm).

La frecuencia de una onda electromagnética es el número de repeticiones por


unidad de tiempo; así, una onda que se repite 20 veces por segundo significa que
tiene una frecuencia de 20 ciclos por segundo, lo que equivale a 20 hercios (20
Hz). Esto nos permite conocer el tipo de radiación electromagnética y la energía
que aporta.

Por ejemplo, los rayos X tienen una frecuencia muy superior a la luz visible y esta
a su vez, muy superior a las microondas. Esto es fundamental para tener idea del
efecto que pueden ejercer sobre nuestra salud.

 Las que tienen altas frecuencias (es decir, las que son muy energéticas)
son capaces de arrancar electrones de los átomos o de las moléculas; por
eso se llaman radiaciones ionizantes. Estas son las que preocupan, porque
son capaces de alterar nuestro ADN. Entre ellas, se encuentra la radiación
ultravioleta que nos llega del sol (sobre todo la luz UVC, que es la más
energética), los rayos X (por eso se toman precauciones cuando se hacen
radiografías) y los rayos gamma (que son los que emiten los materiales
radiactivos, como el uranio).
 Las microondas son mucho menos energéticas (su frecuencia es baja), por
lo que son radiaciones no ionizantes, así que no son capaces de dañar
nuestro ADN (concretamente los hornos domésticos funcionan con una
frecuencia de 2,45 GHz, es decir, del orden de 10 9Hz; por ejemplo, la de los
rayos X es del orden de 1019).

¿Por qué calienta los alimentos un horno microondas?


El horno microondas está constituido básicamente por un magnetrón, que es el
dispositivo que transforma la energía eléctrica en microondas, y por una caja
(donde depositamos los alimentos) dotada de un blindaje para conseguir evitar
que esas ondas escapen al exterior (ni siquiera pueden hacerlo por los agujeros
que presenta la rejilla de la puerta, que miden tan solo unos milímetros, mientras
que las microondas miden 12 centímetros).

Si el horno microondas es capaz de calentar la comida es porque las microondas


emitidas por el magnetrón consiguen que las moléculas de los alimentos se
muevan. Esto ocurre porque muchas de ellas son dipolos eléctricos, es decir,
tienen una carga positiva en un extremo y una carga negativa en el otro, como
pasa con las moléculas de agua. El roce entre ellas es el que provoca el aumento
de la temperatura.

¿Cómo deberíamos calentar los alimentos en el microondas?


El grado de calentamiento depende de varios factores, como el tipo de
alimento (sobre todo de su cantidad de agua), el estado en el que se encuentre (si
el agua está congelada las moléculas se mueven muy poco y el calentamiento es
menor), la forma (si es muy grueso las microondas penetran menos y se calienta
peor) o la intensidad del campo electromagnético (que podemos regular con la
rueda del horno: descongelación, cocinado, etc.).

Por lo general, el calentamiento en el horno microondas no es uniforme debido a


que los alimentos suelen tener una composición heterogénea (pensemos por
ejemplo en una paella o en un guiso) y porque las microondas no llegan a penetrar
en todo el alimento. Además, el calentamiento es más intenso en las zonas que
coinciden con las crestas de las microondas; por eso este electrodoméstico cuenta
con un plato giratorio que tiene la función de conseguir que ese calentamiento sea
más homogéneo.

Por todo ello, para lograr un calentamiento más uniforme, conviene hacerlo por
fases; por ejemplo, si necesitamos tres minutos para calentar un guiso, es mejor
hacer tres calentamientos de un minuto, parando en cada intervalo para remover
bien el alimento.

❗ Precauciones: recalentar y cocinar en el microondas


La temperatura que alcanzan los alimentos en el horno microondas no suele ser
muy alta, debido sobre todo a que no aplicamos mucho tiempo para no tener que
esperar a que se enfríen. Y en caso de que esa temperatura sí sea alta, no se
mantiene durante mucho tiempo y no suele estar repartida de forma uniforme por
todo el alimento, es decir, hay unas zonas más frías y otras más calientes.

Es importante que tengamos todo esto en cuenta porque en caso de que el


alimento esté contaminado con bacterias patógenas (por ejemplo, si se trata de un
guiso que no hemos conservado de forma adecua), es muy probable que el
calentamiento en el microondas no acabe con ellas. Por eso, lo más
recomendable para recalentar los alimentos es utilizar el método tradicional, es
decir, ponerlos al fuego hasta que hiervan durante unos minutos.

Pero esto no es lo más práctico y además no siempre es posible, ya sea por el tipo
de alimento o porque no contamos con una cocina completa o tiempo para hacerlo
(por ejemplo, en una oficina). De ahí que sea fundamental conservar
adecuadamente los alimentos (en recipientes limpios y herméticos y a
temperaturas de refrigeración) para evitar el desarrollo de patógenos.

Sin duda, el principal uso que le damos al horno microondas es el de recalentar


los alimentos, pero también puede utilizarse para cocinar. En este caso es aún
más importante tener en cuenta lo que acabamos de comentar: el calentamiento
puede no ser suficiente para eliminar las bacterias patógenas. Por eso:

 en general no es buena idea cocinar alimentos de origen animal en un


horno de este tipo.
 si optamos por hacer lo propio con alimentos de origen vegetal, es
recomendable lavarlos bien previamente (a no ser que ya lo estén, como
los que se venden listos para consumir o para cocinar en el microondas).

❗ Precauciones: ¿el microondas destruye nutrientes?


Uno de los temores que habitualmente se asocian con el uso del microondas es
que los alimentos pierdan nutrientes. En este sentido no hay por qué preocuparse.

Recordemos que el aumento de la temperatura del alimento se produce sobre


todo por el roce de las moléculas de agua, así que difícilmente se superan los 100
ºC. Es decir, la pérdida de nutrientes que se puede producir es equiparable a la
que podría ocurrir en un calentamiento tradicional al fuego; por ejemplo, cierta
proporción de vitaminas termolábiles, como la vitamina C, dependiendo del tiempo
y la temperatura aplicados.

❗ Precauciones: no valen todos los utensilios


Otro de los temores que se asocia con el calentamiento en el microondas es el
uso de recipientes de plástico, porque se dice que desprenden sustancias tóxicas
y cancerígenas. En este sentido es importante observar que los utensilios que
empleamos son aptos para este fin, lo cual se indica con iconos o palabras. Si es
así, significa que están constituidos por materiales que pueden estar en contacto
con los alimentos porque no ceden sustancias tóxicas, ni a temperatura ambiente,
ni a las temperaturas que se suelen alcanzar en un microondas (y mucho menos a
temperaturas de refrigeración o congelación).

También es importante evitar el uso de utensilios que no son aptos para el


microondas porque algunos pueden estar fabricados con metales, lo que puede
hacer que se formen chispas y se estropee el electrodoméstico o que incluso se
produzca un incendio.

❗ Precauciones: agua sobrecalentada


No es buena idea calentar agua en un microondas sin tomar antes algunas
precauciones. Cuando hacemos esto (por ejemplo, para prepararnos una
infusión), es posible que el agua alcance una temperatura superior a su punto de
ebullición (100 ºC) sin que se produzcan efectos visibles de esa ebullición. En este
caso puede ocurrir que el agua salga despedida violentamente del recipiente
cuando la levantemos o la movamos, lo que podría producirnos graves
quemaduras en la mano y en otras partes del cuerpo.

Esto ocurre cuando no hay burbujas de aire porque no hay perturbaciones físicas
(por ejemplo, porque el recipiente no tiene irregularidades). En circunstancias
normales, en un calentamiento al fuego, esas burbujas sí se forman y sirven como
puntos de nucleación, desde los que se inicia el burbujeo que tiene como
resultado la ebullición a borbotones.

Podemos evitar ese fenómeno de sobrecalentamiento si en la taza o el vaso


donde tenemos el agua introducimos un utensilio apto para microondas, por
ejemplo una cucharilla (que incluso puede ser de metal, porque al tener esa forma
redondeada y sin salientes, no se forman chispas).

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