Consideraciones acerca de los Procedimiento Administrativos Sustanciados por la
Contraloría General de la República
Rafael Badell Madrid
Profesor de Derecho Administrativo Universidad Católica Andrés Bello Universidad Central de Venezuela
Presentación
I. La nueva Constitución.
Distinción inicial: principios generales y principios especiales
1. PRINCIPIOS GENERALES
1.1. PRINCIPIO DE LA LEGALIDAD
1.2. PRINCIPIOS ARTICULADOS A LA PRESERVACIÓN DE LAS GARANTÍAS JURÍDICAS DE LOS INTERESADOS
1.2.1. Principio de participación intersubjetiva
1.2.2. Derecho de acceso al expediente
a. Derecho de revisión de las actas del procedimiento
b. La reserva de las actuaciones administrativas
1.1.3. Derecho a una decisión motivada.
1.2.4. Principio de imparcialidad.
1.2.5. Derecho a impugnar los actos administrativos.
1.2.6. Principio de flexibilidad probatoria
1.2.7 Principio de notificación
1.2.8. El principio de la buena fe
1.3. PRINCIPIOS DE EFICACIA DE LA ACTIVIDAD ADMINISTRATIVA VINCULADOS A LA PROTECCIÓN DE LAS GARANTÍAS JURÍDICAS DE LOS INTERESADOS
1.3.1. Principios sobre el recibo y registro de documentos
1.3.2. Principio sobre la formación del expediente
1.3.3. Principio de economía procedimental.
1.3.4. Principio inquisitivo
1.4. PRINCIPIOS ESPECIALES
1.4.1. Principio de legalidad de las penas y sanciones
1.4.2. Garantía de la irretroactividad y de preexistencia de las sanciones
1.4.3. Culpabilidad
1.4.4. Principio de los previos cargos
1.4.5. El Derecho a la presunción de inocencia
1.4.6. Prescripción
2. LA RESPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA Y EL PROCEDIMIENTO DE AVERIGUACIÓN ADMINISTRATIVA
2.1. NOCIONES GENERALES
2.2. HECHOS GENERADORES DE RSPONSABILIDAD ADMINISTRATIVA. EL ARTÍCULO 113 DE LA LEY DE CONTALORÍA
3. PROCEDIMIENTO DE AVERIGUACIÓN ADMINISTRATIVA.
3.1. ORGANO COMPETENTE
3.2. APERTURA O INICIO DEL PROCEDIMIENTO DE AVERIGUACIÓN
a. Modos de proceder
b. Participación a la Contraloría por los órganos de control interno
3.3. Sustanciación.
a. Lapso
b. Citaciones y declaraciones.
c. Surgimiento de indicios contra las máximas autoridades jerárquicas.
d. Formulación y contestación de cargos
e. Suspensión del funcionario
f. Acumulación de autos
g. Auto de "abstención"
h. Responsabilidades civiles y penales.
i. Avocación de la Contraloría General de la República.
3.4. DECISIÓN
3.4.1. Lapso para que se produzca la decisión.
3.4.2. La terminación del procedimiento.
Absolución
Sobreseimiento
Responsabilidad administrativa.
a. Requisitos de la decisión
b. Procedencia del sobreseimiento
c. Órgano competente para decidir la averiguación.
d. Control sobre las decisiones de sobreseimiento o absolución dictadas por las entidades y organismos a que se refieren los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5 de la LOCGR.
3.4.3. Efectos del auto de responsabilidad administrativa
a. En el ámbito adjetivo
b. En el ámbito sancionatorio
i. La sanción de multa.
ii. La sanción disciplinaria y la responsabilidad civil y penal.
iii. La sanción social: la publicación del auto de responsabilidad administrativa.
Quiero agradecer la gentil invitación que nos ha formulado esta Contraloría General de la República para realizar algunos comentarios en relación con los principios rectores de los procedimientos administrativos que le corresponde sustanciar y decidir.
El profesor Silva Cimma expresa que el ejercicio de la función contralora es de la esencia y está íntimamente vinculado a un régimen democrático de gobierno. Sin control no hay responsabilidad y no puede haber responsabilidad pública sin fiscalización eficaz de los actos del Estado. En ese sentido, cuando en ejercicio de potestades de control, la Contraloría determine que algún funcionario o particular ha incurrido en ilícitos administrativos, procederá la imposición de sanciones a que haya lugar.
Parte importante de las funciones de la Contraloría se despliegan, precisamente, mediante la tramitación de procedimientos sancionadores: la imposición de reparos en materias no tributarias, el régimen de la responsabilidad administrativa, el sistema de sanciones pecuniarias previstas en la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República e, inclusive, el régimen disciplinario de los funcionarios de ese organismo.
Por ello la primera parte de nuestra exposición estará dedicada a formular algunos comerntarios referidos a la nueva Constitución, luego al examen de los principios generales del Derecho sancionatorio: de una parte, los principios generales rectores de toda la actividad administrativa y, de otra, los principios especiales que atañen directamente a los lineamientos de la potestad sancionadora del Órgano Contralor. Finalmente realizaremos algún somero examen del procedimiento de averiguaciones administrativas, a la luz de los principios precedentemente explicados.
I. La nueva Constitución.
La nueva constitución de 1999 regula de manera generosa y abuntante distintos pricipios del procedimiento administrativo sancionador. En especial merece ser comentado lo previsto en su artículo 49 cuando prevé que el debido proceso se aplicará a todas las actuaciones judiciales y administrativas y, en consecuencia:
Prohibición de torturas
Ninguna persona puede ser sometida a penas, torturas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda víctima de tortura o trato cruel, inhumano o degradante practicado o tolerado por parte de agentes del Estado, tiene derecho a la rehabilitación.
Respeto a la persona detenida
Toda persona privada de la libertad será tratada con el respeto debido a la dignidad inherente al ser humano.
Prohibición de realizar examenes médicos sin el consentimiento
Ninguna persona será sometida sin su consentimiento a experimentos científicos, o a examenes médicos o de laboratorio, excepto cuando se encontrare en peligro su vida o por otras circunstancias que determine la ley.
Responsabilidad de los funcionarios
Todo funcionario público o funcionaria pública que, en razón de su cargo, infiera maltratos o sufrimientos físicos o mentales a cualquier persona, o que instigue o tolere estos tipos de tratos, será sancionado o sancionada de acuerdo con la ley.
Distinción inicial: principios generales y principios especiales
Los principios que regulan la potestad sancionadora de la Contraloría, pueden ser estudiados desde dos perspectivas: los principios generales, que corresponden a los fundamentos del procedimiento administrativo regulado en la propia Ley de Contraloría y la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, y los principios especiales, relacionados directamente con el ejercicio de potestades sancionadoras.
1. Principios generales
En relación con los principios generales, debe tenerse en cuenta que el procedimiento administrativo se ha concebido como un mecanismo que tiende a garantizar, de una parte, el actuar eficiente de la administración, y de la otra, la seguridad jurídica de los administrados cuyos derechos e intereses puedan verse afectados como consecuencia de la actividad de esa Administración. Es precisamente, esta segunda característica, la que impone como una ineludible obligación, el cumplimiento de un procedimiento administrativo destinado a la formación de la voluntad administrativa requerida para la ejecución de una norma atributiva de competencia.
Que el procedimiento administrativo sea un instrumento para garantizar la eficiencia del actuar de los órganos de la administración impone, igualmente, que dicho procedimiento se lleve a cabo con arreglo a una serie de principios rectores que ordenen la actividad administrativa. En concreto, aludimos a tres categorías de principios: (i) en primer lugar, el principio de legalidad; (ii) en segundo términos los principios articulados a la preservación de las garantías jurídicas de los interesados y, por último (iii) principios de eficación de la actividad administrativa.
1.1. Principio de la legalidad
El principio de legalidad es la regla común a toda la actividad administrativa. Su vigencia y concreción se manifiesta en el sometimiento de la Administración al ordenamiento jurídico. Dicho principio comporta un largo alcance, y no se agota en el estricto apego a la Constitución y las leyes, antes por el contrario, la Administración está vinculada por el denominado "bloque de la legalidad", este es, el conjunto de disposiciones constitucionales, legales y sublegales que integran el ordenamiento jurídico. La sujeción de la actividad administrativa al principio de legalidad encuentra su expresión en el desarrollo del procedimiento administrativo con estricto apego a las normas jurídicas preexistentes y aplicables al caso concreto y, en ese sentido, no le está dado a la Administración actuar de manera arbitraria en desconocimiento de lo dispuesto en el ordenamiento jurídico.
1.2. Principios articulados a la preservación de las garantías jurídicas de los interesados
Estos comprenden el conjunto de principios dirigidos a asegurar o salvaguardar los intereses de los administrados durante el procedimiento. Entre estos se distinguen:
1.2.1. Principio de participación intersubjetiva
Llamado también "principio del contradictorio" o "principio del audire alteram partem", alude al derecho esencial que tiene todo administrado de participar en el procedimiento. Opera como una garantía en la fase formativa del acto y garantiza, en definitiva, la tutela de los derechos e intereses de los administrados y permite que cada uno defienda su posición jurídica y pruebe sus alegatos. Este principio adquiere mayor significado cuando estamos en presencia de procedimientos administrativos sancionatorios, como los recogidos en la Ley de Contraloría, en los cuales debe permitirse al interesado exponer los alegatos que estime pertinente en aras de su defensa. En los diversos procedimientos regulados en la Ley de Contraloría aparece reflejado este principio a. En el procedimiento de formulación de reparos
Encontramos manifestaciones de este principio cuando se prevé que en el caso de las auditorías o del examen de cuentas en las que surgieren objeciones que pudieran dar lugar a la imposición de reparos, éstas se harán del conocimiento de los interesado para que exponga los alegatos constitutivos de su defensa en un plazo de quince (15) días hábiles más el término de la distancia.
Asimismo, en el caso de los reparos que surjan de inspecciones y fiscalizaciones, el interesado también tendrá un lapso de quince (15) días hábiles, contados a partir del levantamiento del Acta correspondiente, a los fines de exponer su defensa.
b. En las averiguaciones administrativas
Aparecen varias manifestaciones del principio en comentario, como lo son el deber de iniciar el expediente mediante un auto de apertura motivado, la sustanciación del procedimiento, y la obligación de citar a las personas contra quienes hayan surgido indicios en el curso de una averiguación para contestar cargos.
c. En el caso de sanciones pecuniarias
El principio de participación intersubjetiva queda de manifiesto cuando el artículo 130 de la Ley de la Contraloría, prevé que la multa no será impuesta sin que previamente se haya instado al funcionario a que subsane la falta, sin perjuicio de que pueda presentar escrito con los alegatos constitutivos de su defensa.
1.2.2. Derecho de acceso al expediente
El derecho de acceso al expediente esta comprendido dentro de del principio de publicidad del procedimiento administrativo.
El citado principio se desdobla en dos aspectos: en primer lugar, la denominada "publicidad relativa" y la "publicidad absoluta". La primera se refiere a la posibilidad de que los interesados que participan en el procedimiento puedan revisar el expediente administrativo y obtener copias del mismo. El segundo, por el contrario, se revela en la disponibilidad al público de documentos oficiales de naturaleza no confidencial.
a. Derecho de revisión de las actas del procedimiento
El interesado en todo estado y grado del procedimiento debe tener acceso a los documentos, escritos y pruebas que sirven de fundamento a la administración para tramitar el procedimiento. De allí la imposibilidad de la Administración de sustraer del conocimiento del interesado el expediente contentivo de procedimientos sancionadores.
El acceso al expediente o vista de las actuaciones comprende el derecho a la formación del propio expediente administrativo. En ese sentido, por ejemplo, el artículo 115 de la Ley de Contraloría prevé que "En las averiguaciones administraivas que realice la Contraloría se formará expediente [...]". Sin embargo, no basta con una mera formación del expediente: éste debe ser adecuadamente foliado y que la documentación sea archivada en el orden consecutivo en que fue consignada; asimismo, es necesario que sea debidamente archivado a fin no sólo de facilitar su ubicación cuando sea solicitado por el particular, sino también para su preservación en buenas condiciones.
Al derecho de acceso al expediente, es inherente también el principio de transparencia o "acceso constante". El expediente debe ser de fácil acceso para los interesados; debe proveerse al interesado de un lugar adecuado para su consulta (i.e. sin perturbaciones ajenas que puedan impedir el ejercicio efectivo del derecho de acceso); de igual forma es necesario que se le facilite al particular tomar notas, sacar copias, simples o certificadas, totales o parciales del expediente, sin dilaciones innecesarias.
El derecho de acceso al expediente está consagrado en el artículo 91 de la Ley de Contraloría, sólo en materia de formulación de reparos y haciendo una remisión al artículo 59 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos. No obstante, si bien no aparece regulado este derecho para los otros procedimientos, es lo cierto que tratándose de una manifestación del derecho a la defensa, éste siempre tendrá cabida.
b. La reserva de las actuaciones administrativas
El secreto o reserva en el procedimiento administrativo, es una facultad de interpretación restrictiva; no se trata de una actividad discrecional, antes por el contrario, la declaratoria de reserva o secreto debe fundarse en "regímenes de hecho jurídicamente determinados". Debe entonces ajustarse a la tutela de los superiores intereses del Estado y no a la conveniencia personal del funcionario; se trata pues, de guardar el secreto del Estado y no el secreto del funcionario.
En todo caso, la declaratoria de confidencialidad del expediente no puede tener ningún efecto respecto los interesados, esto es, aquellos que -conforme el artículo 22 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos- tienen respecto la averiguación administrativa, un interés legítimo, personal y directo, o un derecho subjetivo. Tal sería el caso del sujeto que es investigado en un procedimiento concreto, el cual tendrá el derecho a examinar libremente el expediente que en su contra se instruye, sin ningún tipo de restricción.
En todo caso, para un efizcaz control por parte del interesado de la actividad administrativa, y un ejercicio pleno del derehco a la defensa y, en concreto del acceso al expediente administrativo, la declaratoria de confidencialidad de un documento debe estar sujeto a algunos requisitos y formalidades de indispensable cumplimiento, de conformidad con los artíuclos 75 y siguientes de la Ley Orgánica de Administración Central:
- Primeramente, debe tenerse en cuenta que el procedimiento para declarar confidencial un documento es independiente del procedimiento que debe llevar a cabo el interesado para ejercer el derecho de examen: la Administración no requiere de una solicitud expresa del interesado con el propósito de examinar el expediente, para determinar si va a declarar confidencial algún documento. Lo más recomendable en estos casos, es hacer la declaratoria de confidencialidad del documento antes de que pueda ser agregado al expediente, pues, de lo contrario, se alteraría la foliatura y el orden cronológico que este debe llevar.
- La declaratoria de confidencialidad debe hacerse mediante acto expreso y motivado. Igualmente, debe hacerse en forma individual, no pudiendo versar una misma declaratoria sobre varios documentos o sobre la totalidad del expediente.
- La motivación dada para declarar confidencial un documento debe ser específica para éste. En consecuencia, la Administración no podrá acudir a fórmulas vagas e imprecisas. En ese sentido, en razón de su naturaleza discrecional deberá mantener "la debida proporcionalidad y adecuación" que ordena el artículo 12 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
- De igual forma, debe tenerse en cuenta que la declaratoria de confidencialidad es un acto de trámite y, en consecuencia, será impugnable en la medida en que imposibilite su continuación, cause indefensión o prejuzgue como definitivo, cuando dicho acto lesione los derechos subjetivos o intereses legítimos, personales y directos de los interesados (art. 85 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos).
1.1.3. Derecho a una decisión motivada.
Esencialmente, la motivación tiene por objeto garantizar la seguridad jurídica de los interesados que se puedan ver afectados por los actos adminsitrativos, permitiéndoles conocer los motivos que sustentan la decisión de la Administración. Ello comprende una consideración expresa de todas y cada una de las cuestiones propuestas en el curso del procedimiento.
Así, la Ley de Contraloría prevé, a texto expreso, la necesidad de que el auto de apertura de los procedimientos de averiguación administrativa este "debidamente motivado". Igualmente, dentro de las indicaciones que deben contener los reparos, el numeral 3 del artículo 90 de la Ley de Contraloría dispone "la determinación de la naturaleza del reparo, con indicación de sus fundamentos".
El derecho a una decisión motivada esta íntimamente ligada a otro principio sobre el cual debemos hacer mención, este es, el principio de congruencia, el cual supone una decisión conforme a los alegatos y pruebas que se hubieren propuesto.
En ese sentido, los actos que resuelven un procedimiento administrativo deben contener decisión expresa sobre todos los asuntos que se hubieren planteado tanto inicialmente como durante la tramitación, guardando correspondencia entre lo alegado y probado en el curso del procedimiento. No obstante, el principio de congruencia no se agota en una decisión ajustada a lo alegado y probado por las partes, sino que comprende, adicionalmente, cualesquiera otras cuestiones que se hubieren planteado durante la tramitación del asunto; sin embargo, ello exige el cumplimiento de dos requisitos esenciales: en primer lugar, es necesario que esas cuestiones resulten directamente de las actuaciones, es decir que estén dentro de los límites objetivos del procedimiento. Por ello, no puede la autoridad administrativa decidir cuestiones que -aun siendo susceptibles de ser sancionadas mediante acto declaratorio de responsabilidad administrativa- no se hallan ventilado en el curso de la averiguación.
En segundo lugar, para que la decisión pueda entrar a conocer cuestiones accesorias del procedimiento, es necesario que el indiciado haya tenido oportunidad de oírlas y defenderse, so pena de incurrir en el vicio de indefensión.
De manera que, en conclusión, la decisión que resuelva un procedimiento administrativo no debe agotarse en el examen de los hechos, pruebas y alegatos, antes por el contrario, debe haber un pronunciamiento en relación a todos los asuntos que se hubieren ventilado en dicho procedimiento y sobre los cuales aquel haya tenido oportunidad de defenderse.
1.2.4. Principio de imparcialidad.
Es un principio general de derecho administrativo formal que exige la independencia y objetividad en el órgano que pueda dictar un acto capaz de alterar la esfera jurídica de los administrados. La administración, no debe estar predispuesta, ni a favor ni en contra de ninguna de las partes que intervienen en el procedimiento administrativo, por razones ajenas a la esfera de los intereses que se debaten en el marco del procedimiento.
La imparcialidad supone que el órgano sustanciador o el que decide el procedimiento, no esté vinculado a los interesados en el procedimiento, o no este dirigido por intereses personales o ajenos que puedan desviarlo de un recto cumplimiento de sus funciones. Así, el principio de imparcialidad produce un doble beneficio: para el administrado, constituye una garantía de que su caso fue tratado con objetividad y para la administración, quien puede resultar perjudicada cuando sus órganos deciden con arreglo a consideraciones extrañas al interés general.
Como principio aplicable a todas las actividades que desarrolle la Contraloría General de la República, el artículo 4º de la Ley de Contraloría dispone que las funciones que la Constitución y las leyes atribuyen a es organismo deberán ser ejercidas con objetividad e imparcialidad.
Asimismo, el artículo 50 del Reglamento de la Ley de Contraloría y, específicamente en materia de averiguaciones administrativas, ordena a los titulares de los órganos de control la adopción de las medidas necesarias para que los procedimientos de averiguación administrativa sean tramitados conforme a los principios de economía, eficacia, celeridad e imparcialidad.
El principio de imparcialidad, se encuentra íntimamente vinculado con el principio de igualdad, que prescribe una participación en condiciones de igualdad para todos los interesados que intervienen en el procedimiento administrativo.
1.2.5. Derecho a impugnar los actos administrativos.
Este derecho es desarrollado en el régimen de recursos administrativos que prevé la propia Ley de Contraloría. Éste implica la posibilidad de que los interesados puedan impugnar los actos dictados por la Contraloría General de la República, cuando dichos actos afecten sus derechos subjetivos o sus intereses legítimos, personales y directos.
1.2.6. Principio de flexibilidad probatoria
Se refiere esencialmente a la posibilidad de que los interesados puedan servirse de cualquier medio probatorio, no prohibido por la ley, para demostrar sus afirmaciones en el procedimiento. Dicho principio aparece establecido en el artículo 58 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, cuando se prevé que los hechos que se consideren relevantes para la decisión de un procedimiento podrán ser objeto de todos los medios de prueba establecidos en el Código Civil, Código de Procedimiento Civil y otras leyes. No obstante, por la naturaleza de la materia sancionadora, deberían ser aplicables preferentemente, las normas adjetivas penales.
Este principio aparece también recogido en el artículo 115 de la Ley Orgánica de la Contraloría, al establecer que en el expediente se recabarán los documentos, declaraciones, experticias, informes y demás elementos de juicio que se estimen necesarios para esclarecer la verdad de los actos, hechos u omisiones que se investigan. Se utiliza una fórmula similar en el parágrafo primero del artículo 126 de ese instrumento legal, al expresarse que los órganos de control interno podrán "[...] recabar todos los elementos de juicio que sean necesarios para esclarecer los hechos [...]", cuando detecten alguno de los hechos u omisiones a que se refiere el artículo 114 de la Ley Orgánica de la Contraloría.
1.2.7 Principio de notificación
La eficacia de los actos administrativos, está sometida -por lo general- a su notificación a los interesados legítimos, lo que se encuentra regulado de manera general en los artículos 72 y siguientes de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos. Pero en la Ley Orgánica de la Contraloría, existen normas específicas que también establecen ese principio: el artículo 91, relativo a los reparos, y en las disposiciones finales, en el artículo 142, se regula de manera bastante similar la notificación de los actos administrativos en general.
La particularidad de tal norma, es precisar no sólo el contenido de la notificación -texto íntegro del acto, e indicar si fuere el caso, los recursos que procesan, con expresión de los términos para ejercerlos y los órganos o Tribunales ante los cuales deban interpretarse- sino además, señalar que tal notificación se entregará al interesado o a su apoderado. La condición de este último -que debe constar suficientemente en el expediente administrativo- provendrá no sólo de un documento poder autenticado, sino además, de las otras formas de representación aceptadas en los artículos 25 y siguientes de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos.
Finalmente, la omisión de cualquiera de estas formalidad, no incidirá en la validez del acto que se pretendió notificar, más si en su eficacia, pues prevé el artículo 74 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos que "las notificaciones que no llenen todas las menciones señaladas se considerará defectuosas y no producirán ningún efecto".
1.2.8. El principio de la buena fe
Se entiende por buena fe "La creencia o persuasión de que el acto realizado es lícito y justo. La certeza o verdad de un acto o hecho jurídico". La buena fe es un principio que informa e integra el ordenamiento jurídico con el valor ético de la confianza que gravita en la conciencia social, por lo cual la doctrina científica lo ha considerado con acertada razón, como la base del tráfico jurídico y el principio supremo y absoluto que domina el derecho de las obligaciones.
La buena fe tiene un contenido ético que incorpora a las relaciones jurídicas ciertos cánones morales. Uno de esos cánones lo constituye el valor de la confianza que es la base de las relaciones jurídicas. El principio de la buena fe administrativa no es una creación del derecho, sino un presupuesto de este, con existencia propia e independiente de su reconocimiento normativo, que introduce en el orden jurídico las exigencias morales de conducta imperante en una comunidad.
Es por ello, que al recoger el valor ético de la confianza, el principio de la buena fe se aplica para valorar el comportamiento de los sujetos de derecho en el ámbito de sus relaciones jurídicas. La buena fe impone unas reglas de conducta a los sujetos en la formación misma de la relación jurídica, en el ejercicio de los derechos, en el cumplimiento de los deberes que ella genera y en la extinción misma de la relación jurídica. Por tanto, la buena fe como principio general del derecho aplicable al comportamiento humano, significa el conjunto de normas éticas recogidas en el ordenamiento jurídico que enseñan a observar una conducta ejemplar en las relaciones recíprocas como la honestidad, la lealtad, la cooperación y la solidaridad.
Aún cuando en nuestro derecho positivo es de reciente consagración expresa el principio de la buena fe aplicable a todas las relaciones jurídicas, ha sido siempre una máxima reconocida tanto por la doctrina como por la jurisprudencia patria el ejercicio de los derechos y el cumplimiento de las obligaciones bajo el imperio de los valores éticos y de la mutua confianza. Dicho principio ha sido recogido en nuestra legislación positiva en la nueva Ley de Simplificación de Trámites Administrativos de fecha 22 de octubre de 1999. Dicha Ley prevé que las relaciones entre la Administración y los administrados deben sujetarse al principio de la buena fe del particular. En efecto, el artículo 9 de la mencionada Ley reza:
"Artículo 9. De acuerdo con la presunción de buena fe, los trámites administrativos deben mejorarse o rediseñarse para lograr el objetivo propuesto en la generalidad de los casos y no para cubrir las posibles excepciones al comportamiento normal del ciudadano. En consecuencia, en todas las actuaciones que se realicen ante la Administración Pública, se debe tener como cierta la declaración del administrado, salvo prueba en contrario."
El principio de la buena fe implica para el interesado el deber de adoptar un comportamiento leal en toda la fase previa a la constitución de sus relaciones jurídicas (diligencia in contraendo) con la Administración y comportarse lealmente en el desenvolvimiento de las relaciones jurídicas ya constituidas entre ellos. Este deber de comportarse según la buena fe se proyecta a su vez en las dos direcciones en que se diversifican todas las relaciones jurídicas: derechos y deberes. Así, los derechos deben ejercitarse de buena fe al igual que las obligaciones.
1.3. Principios de eficacia de la actividad administrativa vinculados a la protección de las garantías jurídicas de los interesados.
Bajo esta categoría ubicamos todos aquellos principios que garantizan la racionalidad de la actividad administrativa vinculados con la protección de las garantías jurídicas de los interesados.
1.3.1. Principios sobre el recibo y registro de documentos
De conformidad con el artículo 82 de la Reglamento Interno de la Contraloría, los funcionarios de la Unidad Centralizadora de Correspondencias y demás funcionarios que tengan a su cargo la recepción de documentos velarán por el cumplimiento de las disposiciones de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos y la Ley de Timbre Fiscal, y advertirán a los interesados las omisiones que observen, sin que puedan negarse a recibir ningún documento y dejarán constancia en el registro de los siguientes datos: 1. Identificación del interesado o del representante.
2. Objetivo del escrito, recurso, petición o comunicación.
3. Número de documentos presentados y de sus anexos.
4. Número consecutivo de registro.
5. Fecha y hora de presentación.
En el acto de recepción se dará recibo de todo documento presentado y de sus anexos, con indicación del correspondiente número de registro, lugar, fecha y hora de presentación y de las omisiones o irregularidades observadas. Podrá servir de recibo de copia fotostática de los documentos que se presenten, una vez estampada en ella la nota de recibo, previo cotejo con los originales.
Asimismo, de acuerdo con el artículo 85 del RICGR, en toda correspondencia recibida se estampará constancia de la fecha y hora de recibo, tanto en la Unidad Centralizadora de Correspondencia, como en la dependencia a la cual corresponda su conocimiento. Los documentos originales aportados por los particulares para la tramitación de algún asunto, se devolverán a sus representantes, si así lo solicitaren, en cuyo caso se dejará en el expediente copia certificada del documento.
1.3.2. Principio sobre la formación del expediente
La formación del expediente ya fue examinada anteriormente al revisar el tema del derecho a la vista de las actuaciones. Sin embargo, debe resaltarse que en el expediente administrativo se materializa el procedimiento y para que este sea eficaz, es necesario que contenga todas las actuaciones, escritos, pruebas y demás documentos vinculados con la tramitación. En ese sentido, el artículo 115 de la Ley de Contraloría, dispone que de toda averiguación administrativa que se inicie, deberá formarse expediente. En un sentido mucho más general, el artículo 90 del Reglamento Interno prevé que de todo asunto que se tramite en las dependencias de la Contraloría se formará expediente, en el cual se insertarán, por orden de fecha de recibo, los documentos respectivos, aún cuando sean producidos por otras dependencias.
1.3.3. Principio de economía procedimental.
Es equiparable al principio de economía procesal que rige en el proceso civil. Se expresa fundamentalmente en la concentración de las pruebas y en la resolución ordenada y rápida de los expedientes.
En materia de averiguaciones administrativas, el artículo 50 del Reglamento de la Ley de Contraloría ordena a los titulares de los órganos de control la adopción de las medidas necesarias para que dicho procedimientos sean tramitados conforme a los principios de economía, eficacia, celeridad e imparcialidad. Sin embargo, no cabe duda de que el principio de economía resulta aplicable a todos los procedimientos por aplicación del 30 de la LOPA, que establece dicho principio como regla general de la actividad administrativa.
1.3.4. Principio inquisitivo
La administración, de oficio o a instancia de parte, esta facultada para buscar los elementos de juicio necesarios para dictar su decisión y, en tal sentido, puede realizar todas las diligencias necesarias para formarse un mejor criterio respecto del asunto sometido a su consideración.
Encontramos manifestaciones de este principio en materia de formulación de reparos, en el artículo 89 de la Ley de Contraloría, al disponer que la Contraloría podrá practicar todas las actuaciones necesarias para el esclarecimiento de los hechos. Asimismo, en los procedimientos de averiguación administrativa la Contraloría puede ejercer potestades inquisitivas en el esclarecimiento de los hechos (art. 115 de la Ley de Contraloría).
El estudio de las potestades inquisitivas de la administración nos lleva al principio de la verdad material. Dicho principio impone a la Administración la obligación de decidir conforme a la verdad material. Debemos tomar en cuenta que la Administración, como conglomerado de organismos y entidades destinadas a tutelar el supremo interés público, debe atenerse a la verdad formal, por cuanto esta ejecutando una actividad dirigida a satisfacer un interés cuyo titular es la colectividad.
Es allí, precisamente, donde radica la importancia de las facultades inquisitivas de la administración, como medio para procurarse elementos de prueba que la conduzcan a resultados veraces, es decir, que se correspondan con la realidad de los hechos.
1.4. Principios especiales
Antes de la entrada en vigor de la Constitución de 1999 era ya aceptado por la doctrina y la jurisprudencia que los principios del Derecho administrativo sancionador son los mismos que los principios del Derecho penal. Esto fue definitivamente establecido en el artículo 49 de la Constitución de 1999 al establecer la aplicación de todos los principios que informan el debido proceso "a todas las actuaciones judiciales y administrativas".
En razón de ello, en los supuestos para imposición de sanciones administrativas consagradas en la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República, privará el principio de tipicidad exhaustiva: las normas contentivas de sanciones deben establecer, claramente, el hecho generador de la responsabilidad, y las consecuencias jurídicas.
También regirá el principio de interpretación restrictiva, por cuanto: los supuestos generadores de responsabilidad administrativa deben ser analizados e interpretados literalmente, y, en caso de existir alguna duda, deberá favorecerse siempre al indiciado (in dubio pro reo).
1.4.1. Principio de legalidad de las penas y sanciones
Dispone el numeral 6, artículo 49 de la Constitución, que "Ninguna persona podrá ser sancionada por actos u omisiones que no fueren previstos como delitos, faltas o infracciones en leyes preexistentes".
Estos principios, que conforman la legalidad de las penas y sanciones, tienen plena aplicación respecto las averiguaciones que adelante el máximo órgano contralor, y se materializan en la imposibilidad de aplicar sanciones distintas a las consagradas expresamente en la Ley Orgánica de la Contraloría.
Ya en 1990 el Máximo tribunal había dispuesto que las sanciones o penas administrativas o disposiciones administrativas penales, contenidas en leyes reguladoras de la actuación de los órganos de la administración pública "...deben ajustarse al principio constitucional de la legalidad de las infracciones y de las penas...". Asimismo, en decisión del 23 de febrero de 1995, precisó que el principio de legalidad no se extiende únicamente a las sanciones relativas a la libertad, sino que abarca también a cualquier sanción "... que recaiga a título de pena como consecuencia de una infracción sobre un sujeto del ordenamiento jurídico...".
El principio de legalidad de las infracciones y sanciones se desdobla en dos garantías sustantivas, y una garantía adjetiva. Como primera garantía sustantiva, señala que necesariamente la sanción debe estar contenida en una norma con rango de ley, aunque se admite cierta atemperación en este sentido, pudiéndose así precisar, a través de un reglamento, el ilícito administrativo regulado de manera amplia en la Ley. La segunda garantía sustantiva, se refiere a la atribución legal de la competencia específica para imponer la sanción.
Pero también el principio de legalidad se traduce, según la opinión que se comenta, en la necesaria existencia de un procedimiento administrativo previo, tramitado de conformidad con los principios precedementemente expuestos.
Sin embargo, puede ocurrir también que la norma legal sea tan amplia y genérica, que no regule, en realidad, ningún ilícito administrativo, otorgándole así a la Administración una potestad irrestricta para imponer sanciones. Se ha señalado por ello, que l anorma legal no sólo debe tipificar el ilícito, sino que además, debe hacerlo exhaustivamente. El principio de la tipicidad exhaustiva protege la integralidad del principio de legalidad de las infracciones, pues de lo contrario, sería la Administración la que, discrecionalmente, decidiría cuando resulta aplicable el supuesto sancionatorio "abstractamente" regulado.
Sentencia de principio, en este sentido, es la decisión de la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, ya comentada, del 9 de agosto de 1990, en la cual se señaló que las sanciones administrativas "... deben ajustarse al principio constitucional de la legalidad de las infracciones y de las penas. En efecto, conforme a dicho principio, no se admite en nuestro régimen jurídico para que proceda la aplicación de la sanción o pena, que el legislador en el olvido de las garantías constitucionales y de la obligada sujeción de la norma legal a la Constitución, jerárquicamente superior, deje mediante una formulación genérica a discreción de la autoridad administrativa la determinación de la correspondiente figura delictual, puesto que ello envuelve, sin duda, el quebrantamiento del rígido principio de legalidad ...".
1.4.2. Garantía de la irretroactividad y de preexistencia de las sanciones
Regulada en el artículo 24 de la Constitución, garantiza que ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando imponga menor pena. Esto es, que las sanciones administrativas no sólo deben estar establecidas legalmente, sino que además, la Ley deberá ser anterior a los hechos constitutivos del ilícito administrativo. En ese sentido, sólo podrá aplicarse la ley penal vigente al momento de ocurrir los hechos incriminados. La aplicación de la ley posterior solo es permitida de alguna manera, se beneficie al sujeto indiciado.
1.4.3. Culpabilidad
La imposición de sanciones por parte de autoridades administrativas presupone la culpabilidad del sujeto sancionado, es decir, la existencia de un vínculo de causalidad entre un ilícito administrativo y dicho sujeto, un incumplimiento general de los deberes jurídicos del administrado frente a la Administración. La doctrina y la jurisprudencia venezolana, no han dudado en reconocer la importancia de este principio, en el campo de las sanciones administrativas. Toda sanción presupone comprobar fehacientemente la voluntariedad del sujeto indiciado a través del dolo o culpa, esto es, la prueba de que se ha incumplido una obligación o un deber jurídico.
La culpabilidad no opera como fundamento de las sanciones administrativas, antes bien, se trata de un requisito indispensable para exigir la responsabilidad por el ilícito cometido. La culpabilidad resulta un elemento imprescindible para que la Administración ejerza sus potestades sancionatorias; resultaría incomprensible que se impusieran sanciones a aquellos que no han actuado de forma dolosa, ni siquiera negligente.
En ese sentido, la Contraloría, para imponer las sanciones contenidas en la Ley Orgánica que regula su funcionamiento, debe comprobar no sólo la existencia del ilícito administrativo, sino además, el vínculo de causalidad entre éste y el sujeto indiciado, esto es, su culpabilidad.
Manifestación del principio de culpabilidad lo constituuye el artículo 119 de la Ley de Contraloría, que dispone que:
"... si en el curso de la averiguación surgieren indicios de responsabilidad contra alguna persona, la Contraloría procederá a citarla conforme a lo dispouesto en el artículo 117 de esta Ley, y le ordenará comparecer dentro de los 810) días continuos ssiguientes a la fecha de la citación, en cuya oportunidad le tomará declaración sin juramento"
En virtud de tal declaración, la Contraloría podrá formular los respectivos cargos, iniciándose así el procedimiento. Esto es, que toda averiguación supone, por parte del órgano contralor, la delimitación de los sujetos que serán investigados. Ello –denominado el principio de personalidad de las sanciones- implica entonces la individualización de la potestad sancionadora frente a determinados sujetos que, eventualmente, podrían haber cometido alguna infracción voluntariamente. La culpabilidad entonces, exige también una individualización de la sanción, pero igualmente, una individualización de la potestad.
1.4.4. Principio de los previos cargos
El derecho a no ser sancionado sin antes haber sido notificado personalmente de todos los cargos y oído en la forma que indique la Ley, está consagrado en el numeral 1° del artículo 49 de la Constitución, conforme al cual "...toda persona tiene derecho a ser notificada de los cargos por los cuales se le investiga, de acceder a las pruebas y de disponer del tiempo y de los medios adecuados para ejercer su defensa...". La Administración está obligada a notificar al sujeto indiciado de los hechos que está investigando, y de las sanciones que podría aplicar, de comprobarse la comisión de tales hechos. De allí que los "cargos" a los cuales alude la norma constitucional, se refieren a los fundamentos de hecho y de derecho de los ilícitos imputados al sujeto indiciado.
Podría entonces establecerse, que los principios inherentes a todo procedimiento administrativo derivan directamente del numeral 1° del artículo 49 de la Constitución, en el sentido que (i) la Administración deberá notificar todos los cargos que imputa al indiciado, (ii) el cual tendrá el derecho a alegar y probar en su defensa, conforme al procedimiento legalmente establecido, y (iii) si la Administración comprueba la comisión de los cargos imputados, dictará las sanciones respectivas. De allí que la garantía analizada, también podría ser formulada en el sentido que no podrá aplicarse ninguna sanción, sin que previamente se hubiere notificado al sujeto indiciado de todos los cargos respectivos.
Tal principio igualmente, está regulado en la Ley Orgánica de la Contraloría, cuyo artículo 119, parágrafo segundo, señala que dentro de los seis meses siguientes al acto de comparecencia, el órgano contralor valorará la declaración del iniciado y, de considerarlo procedente "le formulará los cargos al término de dicho plazo".
La exigencia de los previos cargos se refiere a todos los elementos objetivos y subjetivos que integran el procedimiento administrativo sancionador, esto es, los sujetos indiciados, los hechos investigados, los ilícitos presuntamente cometidos, y las sanciones aplicables. La ausencia de cualquiera de esos elementos, constituirá una clara violación a la garantía constitucional analizada.
Igualmente, el principio de los previos se relaciona con el derecho a la defensa -principio de participación intersubjetiva- dado que éste sólo pod´ra ejercerse plenamente, si el investigado conoce de antemano, los cargos que se le imputan.
La jurisprudencia ha destacado este principio; así en sentencia del 1° de octubre de 1996, la Sala Político-Administrativa de la Corte Suprema de Justicia señaló que "... la Administración está en la obligación de comunicar a los interesados la apertura de un procedimiento -más aun cuando es de tipo sancionatorio o destinado a imponer gravámenes- para que previamente a la emisión del acto definitivo, las partes puedan tener acceso al expediente y así alegar y probar lo conducente ...".
Por lo tanto, si la Administración aplica una sanción, sin previamente haber iniciado el respectivo procedimiento sancionatorio mediante una notificación al particular de los cargos que se le imputaban, se estaría produciendo una clara violación al derecho a la defensa y al debido proceso.
1.4.5. El Derecho a la presunción de inocencia
El derecho a la presunción de inocencia está consagrado en el numeral 2° del artículo 49 de la Constitución, el cual prevé que "Toda persona se presume inocente mientras no se pruebe lo contrario". Aun cuando la Constitución de 1961 no consagraba este principio, ello no era óbice para que no se le reconociera protección.
La presunción de inocencia es un derecho fundamental reconocido en el artículos 11 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, según el cual "toda persona acusada delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se compruebe su culpabilidad, conforme a la Ley y en juicio público en el que se hayan asegurado todas las garantías necesarias para su defensa". Asimismo, se encuentra previsto en el artículo 8, numeral 2º, de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos, norma que postula que "toda persona inculpada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se establezca legalmente su culpabilidad".
En ese sentido, al ser un derecho inherente a la persona humana, se le había reconocido protección judicial efectiva y rango constitucional, con base en el carácter enunciativo que se reconocía a los derechos y garantías constitucionales en el artículo 50 de la Constitución de 1961. Así lo entendió la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo en decisión del 16 de marzo de 1998, al señalar: "... estima la Corte que la presunción de inocencia de las personas, es inherente a todo procedimiento de naturaleza sancionatoria tanto en el orden administrativo como judicial, en razón de lo cual, los hechos imputados al encausado, deben ser plenamente probados en orden a establecer la sanción que pueda corresponder conforme a la Ley. Es decir, que el derecho a la presunción de inocencia se circunscribe a la garantía que debe tener el administrado de que, antes de iniciarse la tramitación, o durante la sustanciación de un procedimiento no puede el ente público emitir pronunciamientos dirigidos a evidenciar la culpabilidad de las personas investigadas...".
En sentido similar ya se había pronunciado la Sala Político-Administrativa del Máximo Tribunal en sentencia del 1° de diciembre de 1994 (cas: Beba Flor Morán Marval), cuando al referirse a la presunción de inocencia señaló que "...esta garantía requiere que la acusación aporte la prueba individual de culpabilidad, más allá de la duda (...manteniéndose la inocencia del indiciado, mientras no exista una sentencia condenatoria.....se vulneró también, consecuencialmente, el derecho fundamenal a la tutela judicial (artículo 68 de la Constitución y el artículo 8 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, Pacto de San José, entre otros) pues extra iudicem y con anterioridad al juicio se considerá condenada penalmente a la indiciada"
El principio de la presunción de inocencia tiene una especial connotación, este es: la inversión de la carga de la prueba: corresponderá a la Administración probar, sin ningún tipo de duda, la culpabilidad del sujeto indiciado. Si todo sujeto sometido a una "investigación sancionadora", se considera inocente hasta tanto no se demuestre lo contrario mediante una providencia definitiva, es lógico concluir que en el curso de la averiguación iniciada, la carga respecto las razones y pruebas de su culpabilidad, corresponderá exclusivamente a la Administración.
1.4.6. Prescripción
La prescripción comporta la extinción, con el transcurso del tiempo, de la Potestad Sancionadora respecto supuestos específicos, esto es, que ante la comisión de un ilícito administrativo, la Administración deberá iniciar el procedimiento respectivo, y aplicar la sanción del caso, pues el transcurso del tiempo producirá la extinción de la potestad. Parejo Alfonso estudia, de manera similar, la caducidad, pues la inactividad administrativa determina la caducidad de los procedimientos, con la consecuencia de la imposibilidad ulterior de la persecución de la sanción.
La institución de la prescripción supone el reconocimiento por el ordenamiento jurídico de los efectos que ocasiona una causa natural: el transcurso del tiempo. En el ámbito represivo son los efectos destructores del tiempo los que se tienen en cuenta al consagrar la prescripción de los delitos y las penas, institución que puede definirse como la extinción por el transcurso del tiempo del derecho del Estado a imponer una pena o a hacer ejecutar la pena ya impuesta. El principio de la prescripción para el ejercicio de las acciones administrativas que suponen cargas en cabeza de los administrados está previsto en el artículo 70 de la LOPA y es recogido por algunas leyes administrativas especiales (por ej. arts. 76, ord, 3ro. y 77 del COT).
Constituye entonces un principio, la prescripción de las sanciones previstas en la Ley de Contraloría. Sin embargo, dicha dicha Ley nada regula sobre el particular. De allí que deba acudirse a las disposiciones generales que, sobre prescripción, prevé el Código Penal; específicamente, el ordinal 6° del artículo 108 de tal Código, según el cual las penas – sanciones- que sólo impliquen arresto por tiempo de uno a seis meses o multa mayor de ciento cincuenta bolívares o suspensión del ejercicio de la profesión, industria o arte, prescribirán por el transcurso de un año.
Existe un derecho a invocar la prescripción, ya que "....la acción administrativa destinda a imponer cargas y obligaciones debe desarrollarse dentro del ámbito temporal específico, pues así lo reclama el principio general de la seguridad jurídica. Constituye un derecho inviolable del administrado, la posibilidad de saber por cuanto tiempo puede estar sujeto al cumplimiento de una obligación o a la imposición de una sanción. Lo contrario supone un estado de incertidumbre insoportable qu eno puede ser tolerado en un estado de derecho..." (Fraga Pittaluga)
2. La responsabilidad administrativa y el procedimiento de averiguación administrativa
2.1. Nociones Generales
La responsabilidad en derecho supone la existencia de una relación de causalidad entre la actuación o hecho del funcionario y la consecuencia que la norma considera generadora de la eventual responsabilidad.
En nuestro país la responsabilidad de los funcionarios públicos asume tres tipos: civil, penal, administrativa y disciplinaria. Así pues, el incumplimiento de los funcionarios públicos a los deberes de su cargo pueden ser sancionados judicialmente, mediante sentencia, cuando se dan condiciones para que proceda la responsabilidad civil o penal; o puede ser sancionado administrativamente, esto es, mediante un acto administrativo. El acto administrativo sancionatorio contra el funcionario público puede ser pronunciado por el superior jerárquico a quien corresponda, cuando se dan los supuestos de la responsabilidad disciplinaria o puede emanar del órgano contralor, cuando se configura la hipótesis para que ésta se haga procedente. En ambos casos la responsabilidad proviene de una acto administrativo, pero la naturaleza, los efectos, las vías de impugnación de ambos actos es diferente, así como también son distintos los órganos jurisdiccionales a quienes corresponde conocer de los recursos respectivos.
En ese sentido, y a los efectos de materializar la responsabilidad administrativa, el artículo 112 de la LOCGR atribuyo a la Contraloría la competencia para realizar averiguaciones cuando surgieren indicios de que funcionarios o particulares que tengan a su cargo o intervengan en cualquier forma en la administración, manejo o custodia de bienes o fondos públicos de las entidades sujetas a su control, hayan incurrido en los actos, hechos u omisiones generadores de responsabilidad administrativa establecidos en la LOCGR o la LOSPP.
Asimismo, debemos advertir -desde ya- que la apertura y sustanciación de averiguaciones administrativas no corresponde con exclusividad a la Contraloría General de la República, antes por el contrario, los órganos de control interno tienen atribuciones para tramitar dichos procedimiento en los entes y organismos a que estén incorporados. Por tanto, al examinar las disposiciones atañederas al procedimiento haremos mención de las particularidades y excepciones derivadas del órgano que tramita el procedimiento.
2.2. Hechos generadores de responsabilidad administrativa
2.2.1. El artículo 113 de la Ley de Contraloría
La LOCGR, en su artículo 113, tipifica los hechos que, en adición a los establecidos en el Título IV de la Ley Orgánica de Salvaguarda del patrimonio Público, son generadores de responsabilidad administrativa, independientemente de la responsabilidad civil o penal a que haya lugar.
Ahora bien, algunos de los supuestos de responsabilidad administrativa contemplados en la Ley de Contraloría y en la Ley de Salvaguarda son objetivos o simples, en el sentido que bastará con el cumplimiento del supuesto de hecho tipificado, para que opere así la aplicabilidad de la sanción. Otros ilícitos, por el contrario, serán subjetivos o complejos, desde que, además de configurarse los supuestos de hecho tipificados, se requiere el cumplimiento de otra condición adicional. Así sucede, por ejemplo, con el supuesto de responsabilidad administrativa prevista en el numeral 4° del artículo 113 de la Ley de Contraloría, ya que para su procedencia se requiere que además del no otorgamiento de garantías, o haberlo hecho insuficientemente –cuando así lo exigiere alguna norma jurídica. Se requiere que tal conducta ocasiones algún perjuicio al patrimonio público.
La responsabilidad supone la existencia de una relación de causalidad entre la actuación o hecho de una persona (natural o jurídica) y la consecuencia que la norma considera generadora de la eventual responsabilidad. Es pues, una verdadera sanción, no en el ámbito penal, sino en el ámbito administrativo. El auto de responsabilidad administrativa debe estar fundamentado, por lo tanto, en la infracción de un deber genérico, previamente establecido en una Ley formal, para garantizar así el derecho constitucional a la preexistencia de las penas, regulado en el numeral 6 del artículo 49 de la Constitución. En tal sentido, el artículo 113 de la Ley Orgánica de la Contraloría General de la República tipifica los hechos generadores de responsabilidad administrativa.
3. Procedimiento de averiguación administrativa.
Como punto previo, es importante acotar que las presentes consideraciones no se refieren a las averiguaciones y a las declaratorias de responsabilidad administrativa que puedan efectuar órganos diferentes a la Contraloría General de la República u otros órganos de la Administración descentralizada. En efecto, las contralorías de los Estados y de los Municipios, de acuerdo con las normas que las rigen, pueden efectuar averiguaciones y, eventualmente, declarar la responsabilidad administrativa de los funcionarios sometidos a su control, en atención a su propia normativa.
3.1. Órgano competente
La apertura y sustanciación de averiguaciones administrativas, puede corresponder a las Direcciones Generales de Control de la Contraloría General de la República o a los órganos de control interno, según lo antes expuesto.
3.2. Apertura o Inicio del procedimiento de averiguación
De conformidad con el artículo 115 de la Ley Orgánica de la Contraloría, deberá formarse expediente de los procedimientos de averiguación administrativa, los cuales se iniciarán con auto de apertura debidamente motivado. Esta disposición resulta aplicable tanto para las averiguaciones que sustancie la Contraloría General de la República como para aquellas que decidan iniciar los órganos de control interno.
Es clara la norma al disponer que dicho expediente deberá iniciarse con el auto de apertura debidamente motivado. En tal sentido, tal auto deberá contener claramente señalados dos elementos fundamentales, a saber: indicación cara y precisa de los hechos imputados al indiciado, con expresión de la norma en la cual estos hayan sido tipificados como generadores de responsabilidad administrativa y, el señalamiento de los elementos indiciarios y pruebas que sirvieron de base para decidir la apertura de la averiguación.
La ausencia de alguno de los elementos antes enumerados viciaría ab initio el procedimiento de averiguación, desde que se estaría impidiendo a los interesados el conocimiento de las razones de hecho y de derecho y las pruebas que sirvieron a la administración de fundamento para iniciar la averiguación. Ello no es más que la regulación específica del principio de culpabilidad, analizado ya, que impide a la Contraloría iniciar averiguaciones administrativas, sin antes individualizar la investigación.
a. Modos de proceder
El artículo 44 del Reglamento de la Ley de Contraloría dispone los modos de proceder para el inicio de las averiguaciones administrativas. En tal sentido, dichos procedimientos podrán iniciarse: de oficio, por denuncia de particulares o a solicitud de cualquier organismo o empleado público. Se prevé así, una legitimación amplia para el inicio de los procedimientos de averiguación administrativa.
En caso de procederse por denuncia, el denunciante deberá exponer verbalmente o por escrito lo que estime necesario y el funcionario que tome nota podrá hacerle las preguntas que estime pertinentes para obtener informaciones adicionales (art. 42 de la Ley de Contraloría).
b. Participación a la Contraloría General de la República por los Órganos de Control Interno.
Los respectivos órganos de control interno, deben participar a la Contraloría de toda decisión de dar inicio a procedimientos de averiguación administrativa, dentro de los cinco (5) días siguientes a la fecha de su apertura. Dicha participación deberá hacerse mediante oficio suscrito por el titular del órgano de control respectivo, acompañando copia del auto de apertura respectivo (art. 126 de la Ley de Contraloría en concordancia con el art. 49 de su Reglamento).
3.3. Sustanciación.
El auto de apertura del procedimiento de averiguación administrativa abre el paso a la fase de sustanciación. En tal sentido, el artículo 53 del Reglamento de la Ley de Contraloría establece el lapso para la sustanciación de dichos procedimientos en los siguientes términos:
"La sustanciación de las averiguaciones administrativas tendrán una duración de seis (6) meses, contados a partir de la fecha del respectivo auto de apertura, ése término será prorrogable por un período máximo de seis (6) meses, siempre que exista causa grave, sobre la cual el funcionario competente hará declaración expresa en el auto de prórroga."
Se prevé en los términos precedentemente transcritos, un lapso de seis (6) meses para la sustanciación de un procedimiento administrativo de averiguación administrativa, contados a partir del auto de apertura, prorrogables por un período máximo de seis meses más, si existieren causas graves que ameriten la prórroga y sobre las cuales el funcionario sustanciador dejará constancia en el respectivo auto de prórroga.
La norma que comentamos opera como una garantía para los indiciados por cuanto limita en el tiempo la fase de sustanciación de la averiguación y obliga al funcionario sustanciador a motivar una prórroga a dicho lapso, so pena de incurrir en responsabilidad de conformidad con el artículo 100 de la LOPA y sin perjuicio de las acciones civiles, penales o administrativas a que haya lugar, a tenor de lo previsto en el artículo 101 de ese instrumento legal.
En relación con la posibilidad de una prórroga debemos hacer también algunos comentarios. Se establece un límite máximo de seis (6) meses para extender el lapso de sustanciación y se condiciona su procedencia a la existencia de una "causa grave". Tales causas no fueron señaladas, dejando un amplio margen de discrecionalidad al órgano sustanciador para determinar en cada caso las causas que podría ameritar una prórroga.
No obstante lo anterior, creemos que a los efectos de prorrogar la sustanciación de un procedimiento de averiguación administrativa, debe entenderse por "causa grave" todas aquellas circunstancias ajenas a la voluntad del órgano sustanciador que impidieron una adecuada sustanciación del expediente. En ese sentido, no habría cabida en ese amplio margen de discrecionalidad para fundar una prórroga sobre hechos tales como, "la acumulación excesiva de trabajo" o "la existencia de casos preferentes".
En el marco de la sustanciación pueden producirse diversas actuaciones.
a. Citaciones y declaraciones.
Así, en primer lugar, cuando en el curso de una averiguación administrativa, el sustanciador del procedimiento requiera tomar declaración a cualquier persona, se expedirá el oficio de citación correspondiente, y se seguirá el procedimiento de citación conforme a las disposiciones del Código de Procedimiento Civil.
De conformidad con el artículo 46 del Reglamento de la Ley de Contraloría, en toda declaración se permitirá al deponente hacer exposiciones espontáneas y se le formularán los interrogatorios tendientes al esclarecimiento del caso. La declaración deberá extenderse por escrito en acta que, una vez leída, será suscrita por el funcionario y el declarante. En caso de que este se negare a firmarla, el funcionario dejará constancia de tal circunstancia.
b. Surgimiento de indicios contra las máximas autoridades jerárquicas.
Puede ocurrir igualmente que en la tramitación de una averiguación administrativa sustanciada por un órgano de control interno surgen indicios que comprometan la responsabilidad de Ministros, Directores de ministerios, Presidentes y miembros de juntas directivas de institutos autónomos, establecimientos públicos, sociedades y fundaciones estatales, que se encuentren en ejercicio del cargo; en tales casos, deberá remitirse el expediente a la Contraloría General de la República, mediante auto suscrito por el titular de dicho órgano de control interno (art. 51 del Reglamento de la Ley de Contraloría).
En dicho auto deberán relacionarse las actuaciones cumplidas, las irregularidades detectadas y el nombre de los presuntos responsables, y se participará al Ministro o a la máxima autoridad jerárquica del organismo o entidad de que se trate la remisión de dicho expediente
c. Formulación y contestación de cargos
En caso de que hubieren surgido indicios de responsabilidad contra alguna persona se procederá a citarla para que comparezca dentro de los diez (10) días contínuos siguientes a la fecha su citación a prestar su declaración, la cual le será tomada sin juramento (art. 119 de la Ley de Contraloría). Ello, deriva del principio constitucional conforme al cual nadie puede ser obligado a declarar en su contra; en ese sentido, la Constitución de 1999 ha establecido claramente que "La confesión solamente será válida si fuere hecha sin coacción de ninguna naturaleza".
Dentro de los seis (6) días siguientes al acto de comparecencia la Contraloría valorará la declaración del indiciado y si lo considera procedente, se le formularán cargos al término de dicho plazo (artículo 119 de la Ley de Contraloría).
No obstante, deben hacerse varias consideraciones:
A. En primer término, el lapso máximo para la sustanciación de seis (6) meses establecido en el artículo 53 del Reglamento de la Ley de Contraloría, además de constituir una garantía para el particular indiciado, establece un elemento de naturaleza temporal que condiciona la competencia del funcionario sustanciador.
En ese sentido En efecto, estimamos que una vez concluido el referido lapso de seis (6) meses, sin que se le hayan formulado cargos al indiciado o sin una prórroga del lapso debidamente motivada, se producirá ope legis el decaimiento del procedimiento y el funcionario sustanciador habrá perdido su competencia para continuar con su tramitación, viéndose obligado, en consecuencia, a iniciar nuevamente la averiguación.
Trátase de una competencia temporal, susceptible de ser ejercida sólo por un tiempo determinado. En ese orden de ideas, la doctrina (Araujo Juárez) sostiene que los plazos previstos para la emisión de un acto administrativo, son considerados en principio como indicativos -conminatorios- y excepcionalmente imperativos -de rigor-, lo cual inicialmente comporta que su transgresión no vicia el acto de incompetencia. En este caso, precisamente, siendo un procedimiento administrativo de naturaleza sancionatoria, y en resguardo de los derechos del indiciado a que se dicte una decisión en el lapso establecido, debe interpretarse que la competencia del funcionario está limitada en el tiempo y la actuación del funcionario fuera de esos límites vician al acto de nulidad.
B. Otro punto que debe resaltarse, es la valoración que, necesariamente debe preceder a la formulación de cargos. En efecto, la Ley obliga al órgano contralor a valorar la declaración del sujeto investigado, y si así lo considerase, formulará los respectivos cargos, de estimarlo conveniente. De allí que el acto administrativo que contenga los cargos impuestos, deberá ser exhaustivamente motivado, y en él, la Administración deberá indicar cual fue el contenido de las declaraciones rendidas, y por que motivo no consideró justificada las razones expuestas.
Tal exigencia, derivación del principio de motivación, impide que el órgano contralor pueda imponer cargos ignorando los alegatos y razones expuestas en la declaración rendida. Por el contrario, si se omite tal formalidad, y el acto contentivo de los cargos simplemente ignora las declaraciones rendidas, se estaría produciendo en nuestra opinión, una clara violación al derecho constitucional a la defensa.
C. Cabe también destacar que el acto contentivo de los cargos, no puede ser variado sobrevenidamente por la Administración, constituyendo así una situación intangible. Los cargos son, en definitiva, los límites subjetivos y objetivos de la averiguación administrativa; subjetivos, pues no podría el órgano contralor aplicar la sanción a quienes no se les formularon cargos. Objetivamente, ya que no podrá modificar (i) los hechos investigados ni (ii) la determinación de las infracciones presuntamente cometidas por el indiciado.
Por ello, si una vez formulados los cargos, la Contraloría comprueba la falta de fundamentación de los hechos e ilícitos investigados, pero por el contrario, se percata de la presunta existencia de nuevas infracciones, deberá declarar terminada la primera investigación, e iniciar desde el comienzo, otra averiguación para los nuevos hechos detectados. Si por el contrario se incumple con esa exigencia, y el órgano contralor sobrevenidamente le imputa al indiciado nuevos hechos y nuevas infracciones, dejando sin resolver la averiguación inicialmente aperturada, se produciría igualmente violación al derecho a la defensa, y al derecho a no ser sancionado sin previos cargos.
D. Otro aspecto que conviene tratar, es lo dispuesto en el segundo párrafo del artículo 119, según el cual "no se admitirá ningún recurso contra la decisión de formular los respectivos cargos".
El acto de formulación de cargos es, orgánica y funcionalmente, un acto administrativo, y como tal está sometido al principio de universalidad de control que informa a la jurisdicción contencioso-administrativa, según dispone el artículo 259 de la Constitución. De allí que si la norma comentada consagra un acto administrativo excento de control jurisdiccional, sería a no dudarlo, abiertamente contraria a la Constitución. Estimamos entonces, que la norma consagra la irrecurribilidad en sede administrativa, del acto de formulación de cargos, sin perjuicio de las acciones y recursos que, en sede judicial, puedan interponerse.
E. Una vez que se hubieren formulado cargos, el indiciado podrá contestarlos mediante escrito razonado en un lapso de cuarenta y cinco (45) días contínuos siguientes a la fecha de formulación de tales cargos (artículo 120 de la Ley de Contraloría). Vencido dicho lapso, el procedimiento entrará en la fase de decisión.
No obstante lo anterior, debe advertirse que aún en el evento de que el indiciado no hubiere contestado al acto de formulación de cargos, los lapsos del procedimiento no precluyen por lo que atañe al derecho a la defensa. Ciertamente, en obsequio del principio de informalidad o flexibilidad del procedimiento administrativo, recogido en el artículo 62 de la Ley Orgánica de Procedimientos Administrativos, y a los efectos de servir más útilmente a la investigación de la verdad real y la defensa del interés general, implicado en la tutela del principio de legalidad, el indiciado puede introducir escritos o producir pruebas en su defensa antes de que se produzca una decisión en el procedimiento.
d. Suspensión del funcionario
De conformidad con el artículo 116 de la Ley Orgánica de la Contraloría, el Contralor podrá solicitar la suspensión del funcionario en el ejercicio del cargo, mientras dure la averiguación administrativa. En tanto medida disciplinaria provisional, estimamos que la suspensión del cargo deberá ser dictada por el jerarca del ente u organismo en el cual se tramita la averiguación.
Opinamos que la solicitud por parte del contralor de suspender al funcionario de su cargo NO ES VINCULANTE, pues la suspensión del cargo es un acto disciplinario para el cual el contralor no tiene competencia.
e. Acumulación de autos
De conformidad con el artículo 52 del Reglamento de la Ley de Contraloría, dispone la acumulación de autos, en los casos que legalmente proceda, de conformidad con la legislación procesal común, estos son los artículos 77 al 81 del Código de Procedimiento Civil.
f. Auto de "abstención"
El artículo 125 de la Ley de Contraloría, prevé la posibilidad de que la Contraloría se abstenga de seguir conociendo de averiguaciones administrativas, cuando en el curso de ésta se determine que el monto del presunto perjuicio causado es inferior a cincuenta salarios mínimos urbanos, caso en el cual se remitirán las actuaciones a la practicadas a la autoridad que sea competente para proseguirlas. Igualmente, se faculta a la Contraloría para que -a su discreción- pueda continuar la averiguaciones ya iniciadas en aquellos casos en los cuales aun cuando no haya perjuicios pecuniarios, fuere necesario establecer la responsabilidad administrativa o reunir indicios de la responsabilidad de la responsabilidad penal de las personas investigadas.
g. Responsabilidades civiles y penales.
El procedimiento de averiguación administrativa se tramita sin perjuicio del ejercicio inmediato e las acciones civiles y penales a que hubiera lugar ante los Tribunales competentes. Los procesos seguirán su curso sin que pueda alegarse excepción alguna por la falta de cumplimiento de requisitos o formalidades establecido en la Ley en relación con el procedimiento de averiguación.
Por tanto, si surgen indicios de responsabilidad civil o penal en el curso de una averiguación, se remitirá copia certificada del expediente al Ministerio Público, a fin de que tome las acciones pertinentes, y se continuará el procedimiento a los fines de la determinación de la responsabilidad administrativa.
h. Avocación de la Contraloría General de la República.
La Contraloría puede avocarse a las averiguaciones administrativas que se tramiten por ante los órganos de control interno o continuar las ya iniciadas. En tal caso, cuando la Contraloría reciba la participación de la apertura de las investigaciones, podrá solicitar la remisión del expediente cuando haya decidido realizar directamente las averiguaciones o asumir las ya iniciadas por aquéllos.
Cuando el Órgano Contralor decida ejercer tal facultad, el órgano de control interno que hubiere dado apertura al procedimiento, dentro del plazo que aquel le indique, deberá remitir el expediente administrativo acompañado de un informe con una relación detallada de las actuaciones practicadas, los hechos objeto de la averiguación y la identificación de los presuntos responsables con indicación de los fundamentos para considerarlos como tales (art. 59 del Reglamento de la Ley de Contraloría).
3.4. Decisión.
3.4.1. Lapso para que se produzca la decisión.
De conformidad con el artículo 55 del RLOCGR, la averiguación administrativa deberá decidirse en un plazo no mayor de tres (3) meses, contados a partir del vencimiento del último lapso de contestación de cargo, el cual podrá prorrogarse por una sola vez y hasta por igual término, mediante auto debidamente razonado.
Así, de conformidad con la norma antes citada, el procedimiento de averiguación deberá decidirse en un lapso no mayor de tres (3) meses, contados a partir del vencimiento del lapso de cuarenta y cinco (45) días para la contestación de cargos, de acuerdo con lo previsto en el artículo 120 de la LOCGR. En caso de que existieren varios indiciados, dicho lapso se contará a partir del vencimiento de los cuarenta cinco (45) días del último de los indiciados que hubiere concurrido.
Dicho plazo, será prorrogable por una sola vez y hasta por igual término, mediante auto debidamente razonado. En todo caso, valen a este respecto las mismas consideraciones que formulamos en relación con la prórroga del lapso de sustanciación, por lo que se refiere a su motivación.
De otra parte, debe advertirse que si bien la falta de decisión dentro del plazo o prórroga correspondiente no causa el decaimiento por incompetencia del funcionario (como ocurre con el lapso de sustanciación), es posible que tal conducta pueda acarrear la prescripción de la averiguación administrativa, quedando extinguido, en consecuencia, el procedimiento.
Como señalamos anteriormente, la Ley de Contraloría no prevé nada en relación con la prescripción de los procedimientos administrativos sustanciados de conformidad con dicho instrumento legal. De allí que deba acudirse a las disposiciones generales que, sobre prescripción, prevé el Código Penal; específicamente, el ordinal 6° del artículo 108 de tal Código, según el cual las penas –sanciones- que sólo impliquen arresto por tiempo de uno a seis meses o multa mayor de ciento cincuenta bolívares o suspensión del ejercicio de la profesión, industria o arte, prescribirán por el transcurso de un año.
3.4.2. La terminación del procedimiento.
Las averiguaciones culminarán con una decisión de absolución, de sobreseimiento o de responsabilidad administrativa, según el caso; pudiéndose imponer multas -si se hubiere determinado la responsabilidad del inculpado- de doce (12) a cien (100) salarios mínimos, de conformidad con el artículo 121 de la Ley de Contraloría.
a. Requisitos de la decisión
El artículo 58 del Reglamento de la Ley de Contraloría detalla cuáles son los requisitos que debe contener la decisión que resuelva un procedimiento de averiguación administrativa, estos son:
la identificación del investigado;
una breve relación de los hechos que se le imputan;
una síntesis del resultado de las pruebas evacuadas;
las razones de hecho y de derecho en que se fundamente la decisión; y
la declaración de responsabilidad administrativa, de absolución del investigado o de sobreseimiento.
b. Procedencia del sobreseimiento
El artículo 57 del Reglamento de la Ley de Contraloría prevé en forma taxativa los supuestos para que se produzca la decisión de sobreseimiento:
cuando al momento de iniciarse la averiguación, hayan prescrito las acciones que pudieran derivarse de los hechos que le dieron origen;
cuando haya fallecido el indiciado; y
cuando los hechos investigados no revistan carácter irregular a la luz de los previsto en le artículo 112 de la Ley de Contraloría o cuando existan otros motivos legales que justifiquen no proseguir la averiguación.
De manera que, en definitiva, cualquier decisión de sobreseimiento que se produzca, deberá estar fundada en algunas de las circunstancias enumeradas precedentemente.
c. Órgano competente para decidir la averiguación.
El artículo 126 de la Ley de Contraloría prevé que la decisión de las averiguaciones administrativas sustanciadas por los órganos de control interno de las entidades y organismos a que se refieren los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5º de dicho instrumento legal, corresponderá a las máximas autoridades jerárquicas de dichos ente u organismo
En los procedimientos sustanciados por ante la Contraloría General de la República, la decisión culminatoria del procedimiento corresponderá a la Dirección de Averiguaciones Administrativas respectiva.
En el caso de las averiguaciones administrativas sustanciadas en el seno de la Fuerza Armada, la decisión corresponderá al Contralor General de las Fuerzas Armadas.
d. Control sobre las decisiones de sobreseimiento o absolución dictadas por las entidades y organismos a que se refieren los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5º de la LOCGR.
El primer aparte del parágrafo cuarto del artículo 126 de la LOCGR, reconoce a la Contraloría General de la República facultades de control sobre las decisiones de sobreseimiento o de absolución que dicten las autoridades jeráquicas en las averiguaciones administrativas sustanciadas por los órganos de control interno por ante los órganos de control interno de las entidades y organismos a que se refieren los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5º de la Ley de Contraloría. Tratándose de decisiones que liberan de responsabilidad a los indiciados, la Contraloría puede tener interés en ejercer algún tipo de control sobre estas decisiones.
A los efectos de permitir el ejercicio de ese control, de conformidad con el artículo 59 del Reglamento de la Ley de Contraloría, las decisiones de sobreseimiento o absolución que dicten los órganos de control interno deberán ser remitidas a la Contraloría General de la República dentro de los cinco (5) días hábiles siguientes a su emisión, acompañando copia certificada del expediente.
La Contraloría podrá ejercer sus facultades de control dentro de los treinta (30) días hábiles siguientes a la participación; transcurrido este lapso sin que dicho control haya sido ejercido, la decisión deberá ser notificada a los interesados y la Contraloría habrá perdido sus facultades para ejercer cualquier intervención o actividad de control (parágrafo cuarto del artículo 126 de la Ley de Contraloría).
En el caso de que la Contraloría decida asumir la averiguación, en ejercicio de la facultad de revisión sobre las decisiones de absolución o sobreseimiento que le confiere el referido artículo 126, la máxima autoridad jerárquica del organismo o entidad de que se trate lo hará del conocimiento de los interesados dentro de los diez (10) días hábiles siguientes de haber recibido la participación.
3.4.2. Efectos del auto de responsabilidad administrativa
a. En el ámbito adjetivo
El artículo 61 del Reglamento de la Ley de Contraloría establece que las decisiones de responsabilidad administrativa dictadas por los organismos y entidades a que aluden los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5º de la Ley de Contraloría, serán enviadas dentro de los diez (10) días hábiles siguientes a la Contraloría General de la República, una vez que hayan quedado firmes en vía administrativa.
Así, la decisión que pone fin al procedimiento de averiguación administrativa y contra la cual no se haya opuesto, oportunamente, el recurso administrativo correspondiente, deberá ser remitida a Contraloría General de la República dentro del lapso indicado de diez (10) días hábiles.
Sin embargo, debe advertirse que hay situaciones en las cuales puede no quedar abierta la vía administrativa, por no existir un jerarca por ante el cual ejercer el recurso jerárquico, tal es el caso de las decisiones de responsabilidad dictadas por empresas, fundaciones y asociaciones civiles del Estado y el Banco Central de Venezuela. En tales supuestos, y sin perjuicio de que el interesado pueda ejercer los recursos jurisdiccionales correspondientes, el acto deberá ser remitido a la Contraloría en el lapso indicado.
b. En el ámbito sancionatorio
El auto de responsabilidad administrativa tiene tres efectos fundamentales, a saber: (i) la sanción de multa; (ii) la sanción disciplinaria y la responsabilidad civil y penal y (iii) la sanción social: la publicación del auto de responsabilidad administrativa.
i. La sanción de multa.
De conformidad con el artículo 121 de la Ley de Contraloría, cuando la decisión de la Contraloría fuere de responsabilidad administrativa, el inculpado será sancionado con multa de doce (12) a cien (100) salarios mínimos.
Por la redacción de la norma antes citada, se infiere que el órgano que impone la sanción de multa en todos los casos en que declare la responsabilidad administrativa de un funcionario. Dicha multa se aplicará de conformidad con el régimen de las sanciones pecuniarias que establece la propia Ley de Contraloría, el cual será objeto de examen en el capítulo que sigue.
En los casos de imposición de multas por parte de los entes u organismos a que aluden los numerales 1, 3, 4, 5 y 6 del artículo 5º de la Ley de Contraloría, que hayan quedado firmes en vía administrativa, se hará participación al Ministerio de Hacienda a los fines de que se expida la planilla de liquidación correspondiente y se proceda a realizar la gestión de cobro.
ii. La sanción disciplinaria y la responsabilidad civil y penal.
Una vez firme la decisión de responsabilidad en vía administrativa y sin perjuicio del recurso jurisdiccional que pueda interponerse contra esa decisión, la Contraloría remitirá el auto correspondiente y demás documentos al organismo donde ocurrieron los hechos irregulares o en el cual esté prestando servicios el funcionario, para que la máxima autoridad jerárquica le imponga en el término de treinta (30) días contínuos, le imponga, sin otro procedimiento la sanción de destitución (art. 123 de la Ley de Contraloría).
Obsérvese entonces, que nos encontramos frente a dos actos distintos: el auto de responsabilidad y la destitución.
El acto destitutorio es una consecuencia del auto de responsabilidad. En ese sentido, el numeral 5º del artículo 62 de la Ley de Carrera Administrativa prevé como causal de destitución la imposición de un "auto de culpabilidad administrativa de la Contraloría General de la República".
La destitución, en este caso, no viene precedida de un procedimiento previo, pues se trata de una causal objetiva, no sujeta a apreciaciones por parte de la autoridad que impone la sanción y cuya procedencia viene determinada por la existencia o no de un auto de responsabilidad administrativa contra el funcionario. Sin perjuicio de la independencia entre ambos actos, es posible afirmar que la relación entre el auto de responsabilidad y la destitución viene a ser de causa a efecto.
Ahora bien, además de la sanción disciplinaria cuya imposición es obligatoria, el funcionario declarado administrativamente responsable puede, eventualmente, ser objeto de procesos judiciales con vistas a determinar su responsabilidad civil o penal.
En efecto, las actuaciones habidas en el procedimiento de averiguación administrativa pueden obrar en contra del indiciado en juicio. En ese sentido, el artículo 124 de la Ley de Contraloría dispone que las diligencias efectuadas por la Contraloría, incluida la prueba testimonial, tienen fuerza probatoria mientras no sean desvirtuadas en el debate judicial y, en el caso de que pedida la ratificación de la prueba testimonial, esta no fuere hecha, dicha prueba podrá ser apreciada en su conjunto como un indicio.
Al respecto, es conveniente advertir que la norma sólo se refiere a las diligencias efectuadas por la Contraloría y las pruebas testimoniales; en ese sentido, debe advertirse, que no se trata de cualquier testimonial o instrumento que se agregue al expediente, sino de las actuaciones, investigaciones, experticias o informes que, en ejercicio de sus poderes inquisitivos, haya efectuado la Contraloría General de la República durante la tramitación del procedimiento de averiguación.
Dichos instrumentos tendrán el mismo valor probatorio que la doctrina y la jurisprudencia a los documentos administrativos, es decir, el de instrumento privado reconocido o tenido legalmente por reconocido. El artículo 1.363 del CC, atribuye a esos instrumentos, entre las partes y respecto de terceros, la misma fuerza probatoria que el documento público en lo que se refiere al hecho material de las declaraciones. Dichos instrumentos hacen fe únicamente, hasta prueba en contrario, de la veracidad de las declaraciones y, por tanto, tendrán fuerza probatoria mientras no sean desvirtuados en el proceso judicial.
De otra parte, los testimonios rendidos por ante la Contraloría, no ratificados en juicio, podrán ser apreciadas por los jueces, pero su valor será el de un simple indicio y, por si solos, no resultaran un medio probatorio suficiente para demostrar hechos alegados.
Finalmente, se prevé que las confesiones rendidas ante la Contraloría tendrán la misma fuerza probatoria que en juicio, es decir, que harán plena prueba, siempre que concurran las circunstancias del artículo 247 del CEC, estas son: 1º. Que se haya rendido libremente y sin juramento; 2º. que el cuerpo del delito esté plenamente comprobado y 3º. que conste en el expediente al menos un indicio o presunción contra el indiciado.
iii. La sanción social: la publicación del auto de responsabilidad administrativa.
De conformidad con el artículo 63 del Reglamento de la Ley de Contraloría, una vez concluida la averiguación y firme la decisión de responsabilidad administrativa, ésta se publicará en la Gaceta Oficial, acompañada del auto por el cual remita al Ministerio Público el expediente cuando ello fuere pertinente.
Si la decisión fuere de absolución o de sobreseimiento, la referida publicación se efectuará luego de notificada tal decisión a los interesados.
En todo caso, es pertinente observar que dicha publicación deberá efectuarse una vez que la decisión de responsabilidad haya quedado firme, es decir, cuando hayan transcurrido los lapsos para la interposición de los recursos contra dicho acto o cuando habiendo sido ejercido estos, hayan sido resueltos en forma distinta a la solicitada.
No cabe ninguna duda sobre los efectos morales desencadenados por la decisión que declara la responsabilidad administrativa de un funcionario. La imposición del auto de responsabilidad administrativa, por tanto, no puede obedecer a motivos baladíes, ser desproporcionada en relación con la falta u obedecer a fines diferentes a la protección y salvaguarda del interés general.
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