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Concepto de procedimiento administrativo

El derecho procesal es una rama del derecho público que contempla el conjunto
de normas, códigos y formas del proceso judicial, es decir, que ordena y regula los
requisitos, efectos y métodos en que el Estado imparte la justicia.

El derecho procesal contempla los mecanismos, modos y procedimientos que


estipula la ley para resolver correcta y formalmente los litigios planteados por las
partes en disputa, mediante un método y una decisión que se atengan a los
hechos afirmados y probados y a lo contemplado por el derecho aplicable.

La diferenciación entre procedimiento y proceso administrativos. Elementos


esenciales.

Un proceso es un conjunto de actividades relacionadas entre sí que se llevan a


cabo para generar un resultado o producto.

Un procedimiento es un método compuesto por pasos claros y objetivos que


deben seguirse para completar la tarea.

La diferencia entre proceso y procedimiento radica en que los procesos son


actividades generales para lograr un objetivo y los procedimientos son pasos
puntuales que se deben seguir para completar una tarea.

La actividad administrativa como objeto de regulación del procedimiento


administrativo

La actividad administrativa de regulación presenta una excepcional


discrecionalidad que debe ser contrarrestada con un específico régimen jurídico
de garantía. Una más clara definición legal del interés general y una motivación de
la proporcionalidad de la intervención reguladora permitirían un más efectivo
control jurisdiccional de la actividad administrativa de regulación. Se
incrementarían así la seguridad jurídica y la protección de los derechos de
empresas y usuarios

La consolidación de la actividad administrativa de regulación no solo ha generado


el interés de la doctrina, sino que ha dado paso a una visión más crítica del nuevo
modelo y a la identificación de sus puntos débiles. Se identifican la gravedad de la
deslegalización en la que se funda el modelo, el riesgo para la seguridad jurídica
de la extraordinaria discrecionalidad de la que se benefician los reguladores, y el
insuficiente control jurisdiccional de la actividad administrativa de regulación. Se
advierte el riesgo que implica una acrítica aplicación del modelo sin los
correspondientes contrapesos y cautelas.
El proceso administrativo y sus componentes, planeación, organización, dirección
y control, resultan de la mayor importancia para la empresa dentro del sistema de
toma de decisiones.

Funciones del derecho administrativo

La planeación es la primera ficha de este rompecabezas, dentro de ella se siguen


los siguientes pasos: investigación del entorno e interna, planteamiento de
estrategias, políticas y propósitos, así como de acciones a ejecutar en el corto,
medio y largo plazo.

La organización, la segunda ficha, es un conjunto de reglas, cargos,


comportamientos que han de respetar todas las personas que se encuentran
dentro de la empresa, la función principal de la organización es disponer y
coordinar todos los recursos disponibles como son humanos, materiales y
financieros.

La dirección es la tercera ficha del rompecabezas, dentro de ella se encuentra la


ejecución de los planes, la motivación, la comunicación y la supervisión para
alcanzar las metas de la organización.

El control, la ficha de cierre, es la función que se encarga de evaluar el desarrollo


general de una empresa.

Principios aplicables

1. Principio de legalidad de la actuación administrativa

El principio de legalidad es, sin lugar a dudas, el principio más importante del
derecho administrativo, puesto que establece que las autoridades
administrativas - y en general, todas las autoridades que componen el Estado -
deben actuar con respeto a la Constitución, la ley y al derecho, dentro de las
facultades que le son atribuidas y de acuerdo con los fines para los que fueron
conferidas dichas facultades Esto implica, en primer lugar, que la
Administración se sujeta especialmente a la ley, entendida como norma jurídica
por quienes representan a la sociedad en su conjunto, vale decir, el
Parlamento. Sin embargo, la evolución del principio de legalidad lo ha llevado a
incluir no solo a las demás normas con rango de ley (como son en el caso
peruano los decretos legislativos, los decretos de urgencia y las ordenanzas)
sino además a la Constitución y a las demás normas de rango inferior a la Ley
2. Control de la Administración Funciones de la Administración. Control. Es
el proceso que usan los administradores para asegurarse de que las
actividades realizadas se corresponden con los planes, el control también
puede utilizarse para evaluar la eficacia del resto de las funciones
administrativas: la planeación, la organización y la dirección.
3. Principio de objetividad
Uno de los principios que la Defensoría Penal Pública más exige que sea
respetado en la persecución penal es el denominado principio de
objetividad, que consiste básicamente en la imposición legal que recae en
el órgano persecutor de investigar y recabar -con el mismo celo- tanto los
antecedentes de un hecho delictivo que conduzcan a establecer la
culpabilidad de un imputado como aquellos que puedan probar su
inocencia.

Ahí radica su importancia, ya que pretende asegurar los derechos y


garantías de todos los ciudadanos, incluso de los imputados, a que se
descarte su participación en un delito determinado. Lo anterior está
directamente relacionado con otro de los principios que es piedra angular
de nuestro sistema, el principio de inocencia de toda persona y por ende de
todo imputado.

4.principio de imparcialidad
IMPARCIALIDAD. CONTENIDO DEL PRINCIPIO PREVISTO EN EL ARTÍCULO 17
CONSTITUCIONAL. -El principio de imparcialidad que consagra el artículo 17
constitucional, es una condición esencial que debe revestir a los juzgadores
que tienen a su cargo el ejercicio de la función jurisdiccional, la cual consiste
en el deber que tienen de ser ajenos o extraños a los intereses de las partes
en controversia y de dirigir y resolver el juicio sin favorecer indebidamente a
ninguna de ellas. Así, el referido principio debe entenderse en dos
dimensiones: a) la subjetiva, que es la relativa a las condiciones personales
del juzgador, misma que en buena medida se traduce en los impedimentos
que pudieran existir en los negocios de que conozca, y b) la objetiva, que se
refiere a las condiciones normativas respecto de las cuales debe resolver el
juzgador, es decir, los presupuestos de ley que deben ser aplicados por el
Juez al analizar un caso y resolverlo en un determinado sentido. Por lo tanto,
si por un lado, la norma reclamada no prevé ningún supuesto que imponga
al juzgador una condición personal que le obligue a fallar en un determinado
sentido, y por el otro, tampoco se le impone ninguna obligación para que el
juzgador actúe en un determinado sentido a partir de lo resuelto en una
diversa resolución, es claro que no se atenta contra el contenido de las dos
dimensiones que integran el principio de imparcialidad garantizado en la
Constitución Federal."
5.principio de eficacia
El principio de eficacia de la administración pública, impide a las
autoridades administrativas permanecer impávidas o inactivas frente a
situaciones que afecten a los ciudadanos; además de configurarse como un
fin hacia el cual deben tender dichas autoridades.

Así estuvieron las cosas en nuestro país cuando desde diferentes polos y
respondiendo a iniciativas de lo más variadas empezó a incorporarse en el
Derecho español el "derecho a una buena administración" que se contiene en el
artículo 41 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la Unión Europea. Se
trata ésta de una Carta de Derechos que aunque de data muy anterior ha sido
dotada de fuerza jurídica por el Tratado de Lisboa de 13 de diciembre de 2007.

La recepción en el artículo 41 de la Carta de los Derechos Fundamentales de la


Unión Europea del derecho a una buena Administración es el fruto final de un
conjunto de iniciativas que se venían ya sucediendo en el seno de dicha Unión. La
más llamativa puede ser precisamente el Código de Buena Conducta
Administrativa, generado en el seno de la institución del Defensor del pueblo
Europeo, y cuyo fundamento anterior reside en el Libro Blanco sobre la reforma
administrativa adoptado por la Comisión Europea el 1 de marzo de 2000.

Ese "derecho a una buena administración" ha sido incorporado a diversas normas


españolas. Los concretos contenidos que forman parte de él son:

a. El derecho que toda persona tiene a que las instituciones y órganos de la Unión
traten sus asuntos imparcial y equitativamente y dentro de un plazo razonable.

b. El derecho de audiencia,

c. El derecho de toda persona a acceder a un expediente que puede afectarle,

d. La obligación de motivar las decisiones administrativas

e. La garantía de la responsabilidad patrimonial

f. El derecho al uso de sus propias lenguas.

Bueno, pues observando ese relato de derechos compartimentados, que juntos


conforman la "buena administración", llegamos a la conclusión de que no es que
estuviesen presentes en nuestro ordenamiento jurídico, con mucha mayor
extensión y suficiencia que en el caso indicado, es que ya formaban parte de
nuestro ordenamiento administrativo desde 1958, fecha de promulgación de la
vieja Ley de Procedimiento Administrativo.
Y así, la garantía de imparcialidad administrativa ya se tutelaba a través de la
abstención y recusación, el derecho de audiencia venía configurado por la
posición de interesado, por el acceso a la documentación y, de modo mucho más
claro, por los actos de instrucción o de audiencia. El derecho de acceso al
expediente se garantizaba bajo el epígrafe de instrucción y documentación.

La responsabilidad patrimonial administrativa estaba recogida en dos leyes: en la


Ley de Régimen Jurídico de la Administración del Estado de 26 de julio de 1957
(artículos 40 y 41) y en la Ley de Expropiación Forzosa de 16 de diciembre de
1954 (artículos 121 a 123).

¿Bajo qué régimen jurídico se rige?

El procedimiento será así el camino que las Administraciones Públicas recorren en


su diario actuar. Es, como todo procedimiento, un elenco preestablecido de
actividades y trámites secuencialmente ordenados y destinados a producir un
resultado final. En nuestro caso ese resultado final es frecuentemente una
resolución administrativa .

En nuestro Derecho, y en especial por referencia a la Administración General del


Estado, la regulación de ese procedimiento en las leyes se produce actualmente
de manera desdoblada en otra realidad diferente de la puramente procedimental y
que llamamos "régimen jurídico del Sector Público".

Las leyes a las que nos referimos son la Ley 39/2015, de 1 de octubre, del
Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas (en
adelante, LPACAP) y la Ley 40/2015, de 1 de octubre, de Régimen Jurídico del
Sector Público (en adelante, LRJSP).

Se trata pues de dos realidades jurídicas diversas, cosa de la que da prueba la


Constitución, que en su artículo 149.1.18.ª CE distingue con claridad entre ambas
cuando asigna competencia exclusiva al Estado en materia de "bases del régimen
jurídico de las Administraciones públicas"; y "el procedimiento administrativo
común", sin perjuicio de las especialidades derivadas de la organización propia de
las Comunidades Autónomas.

Diversas sentencias del Tribunal Constitucional han concretado qué debemos


entender por ese procedimiento administrativo común. Entre ellas una de las más
llamativas es la STC 227/1988, de 29 de noviembre. Según ésta el adjetivo
"común", que la Constitución utiliza, lleva a entender que lo que el precepto
constitucional ha querido reservar en exclusiva al Estado es "la determinación de
los principios o normas que, por un lado, definen la estructura general del "iter"
procedimental que ha de seguirse para la realización de la actividad jurídica de la
Administración y, por otro, prescriben la forma de elaboración, los requisitos de
validez y eficacia, los modos de revisión y los medios de ejecución de los actos
administrativos, incluyendo señaladamente las garantías generales de los
particulares en el seno del procedimiento".

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