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Universidad Tecnológica de Santiago

(UTESA)

FACULTAD CIENCIA DE LA SALUD

ASIGNATURA:
Fundamentos Medición SIC-780-004

NOMBRE Y MATRICULA:
Franny Mabel Hernández 1-20-4034

PROFESOR (A) :
Eladio Hernández De La Rosa

Lunes 01 de Agosto del 2021, Santo Domingo, Rep. Dom.


Resumen
CAP.13
Una actitud es una predisposición aprendida para responder positiva o negativamente ante un
objeto, una situación, institución o persona en particular. Como tal, consta de componentes
cognoscitivos (de conocimiento o intelectuales), afectivos (emocional y motivacional) y de
desempeño (conductual o de acción). Aunque el concepto de actitud es similar en ciertos
aspectos al de interés, opinión, creencia o valor, hay diferencias en la forma en que se usan estos
términos. Un interés es un sentimiento o preferencia relativo a nuestras propias actividades. A
diferencia de una actitud, que implica aprobación o desaprobación (un juicio moral), estar
interesado en algo simplemente implica que una persona dedica tiempo a pensar o a reaccionar
ante ello, sin importar si estos pensamientos y comportamientos son positivos o negativos.
Medición de actitudes
Pueden usarse distintos métodos para obtener información concerniente a la actitud de una
persona hacia algo, incluyendo la observación directa, las técnicas proyectivas, los indicadores
fisiológicos, las mediciones de las asociaciones implícitas y los inventarios o escalas de actitud.
Tal vez el procedimiento más inmediato sea la observación directa, es decir, observar cómo se
comporta la persona en relación con ciertas cosas.
Técnicas proyectivas, fisiológicas e implícitas
La observación directa del comportamiento es informativa, en particular con niños pequeños o
cuando otros métodos se consideran una intrusión. No obstante, obtener una muestra
representativa del comportamiento a través del tiempo y las situaciones puede requerir un
periodo prolongado y resultar costoso. Asimismo, las mediciones conductuales de las actitudes a
menudo producen resultados de técnicas proyectivas y cuestionarios o escalas de actitudes. Por
varias razones, una persona puede desempeñar un papel o comportarse de otras maneras
engañosas y sugerir así actitudes diferentes de las que en realidad posee.
Técnicas proyectivas. Las actitudes pueden evaluarse de manera proyectiva mostrando un
conjunto de imágenes ambiguas a las personas e indicándoles que inventen una historia sobre
cada imagen. Debido a que los dibujos pueden interpretarse de diversas formas, las historias que
relatan las personas deben revelar algo sobre sus actitudes hacia los personajes, escenas o
situaciones de las imágenes.
Técnicas fisiológicas. Otro procedimiento que se ha empleado en ocasiones para medir las
actitudes hacia diversos estímulos consiste en vigilar las reacciones, tales como los cambios en la
conducción eléctrica de la piel del individuo (GSR o respuesta galvánica de la piel) o las
modificaciones en el diámetro de la pupila del ojo en respuesta a estímulos relacionados con
actitudes.
Asociaciones implícitas. Incluso cuando las actitudes, o bien otros pensamientos y creencias, no
se revelan explícitamente en el comportamiento de una persona, pueden estar implícitas en lo
que dice o hace. Métodos tales como la Prueba de Asociación Implícita de ventana de respuesta
(Greenwald, McGhee y Schwartz, 1998), una tarea de reacción automática en el tiempo que mide
el sesgo evaluador, puede revelar prejuicios implícitos u otras tendencias de respuesta negativa o
positiva, aunque no se manifiesten explícitamente en los actos de la persona (por ejemplo,
Rudman, Grenwald, Mellott y Schwartz, 1999).
Escalas tradicionales de actitud
El método más popular de medición de actitudes es aplicar una escala de actitudes consistente
en un conjunto de enunciados positivos y negativos concernientes a un concepto específico (un
grupo de personas, una institución, un concepto). La calificación total de una escala de actitud se
determina a partir de las respuestas agregadas de los examinados a los enunciados, con el método
específico de calificación que depende del tipo de escala.
La escala Bogardus probó ser útil en la investigación sobre diferencias regionales y otras
variables relacionadas con el prejuicio racial, pero permitía la medición de actitudes sólo en una
escala ordinal y era más bien cruda considerada según parámetros actuales. Se originaron
mejores mediciones de actitud a partir de la investigación de Louis Thurstone, Rensis Likert,
Louis Guttman y otros expertos en mediciones psicométricas.
Escalas tipo Thurstone. Hacia finales de la década de 1920, Louis Thurstone y sus colegas
intentaron medir las actitudes con una escala de medición de intervalo, en la cual las diferencias
iguales en los valores de la escala corresponden a iguales diferencias en la fuerza de la actitud,
usando los métodos de comparaciones de pares e intervalos de igual aparición. La elaboración de
una escala de actitud mediante cualquiera de estos métodos empieza por recopilar un gran
número de enunciados que expresen un amplio rango de sentimientos positivos y negativos hacia
un tema dado. El siguiente paso en el método de comparaciones de pares es que muchos expertos
comparen los enunciados entre sí e indiquen cuál enunciado de cada par expresa una actitud más
positiva hacia el tema.
Escalas tipo Likert. El más popular de todos los procedimientos de escalamiento de actitud, sin
duda debido a su sencillez y versatilidad, es el procedimiento diseñado por Rensis Likert. Al
igual que con el método Thurstone de intervalos de igual aparición, el método de rangos
sumarizados empieza con la recopilación o elaboración de una gran cantidad de reactivos de
enunciados que expresen diversas actitudes positivas y negativas hacia un objeto o
acontecimiento específico. En la tabla 13.1 se presentan sugerencias para elaborar enunciados de
actitud.
Escalas tipo Guttman. De menor popularidad que los procedimientos de Thurstone y de Likert,
un tercer procedimiento de escalas de actitud es el análisis de escalograma desarrollado por
Louis Guttman. El objetivo de un análisis de escalograma (Guttman, 1944) es determinar si las
respuestas a los reactivos seleccionados para medir una actitud dada fallan en una dimensión
única. Cuando los reactivos conforman una escala unidimensional verdadera, el participante que
elige un reactivo en particular también está aceptando todos los reactivos que tienen un valor de
escala menor. Es más probable que ocurra esta situación con los reactivos de pruebas
cognoscitivas que con enunciados de actitud u otros reactivos sobre afectividad.
Otros procedimientos de escalamiento de actitud
Varios procedimientos más se han aplicado al proceso de elaboración de escalas de actitud,
incluyendo la técnica del diferencial semántico, la técnica Q, el cálculo de magnitud, el
escalamiento de expectativa de valor, y el análisis de facetas.
Cálculo de magnitud. En este método, que se basa en un procedimiento psicofísico para escalar
intensidades de estímulos, el participante asigna un valor numérico a cada una de las series de
estímulos que varían a lo largo de un rango de intensidades. Las respuestas de una muestra
representativa de personas se promedian entonces y se calculan contra las intensidades de
estímulos reales. Se ha empleado un procedimiento similar para escalar las percepciones de
acontecimientos sociales y políticos, tales como la gravedad de ciertos actos criminales (Sellin y
Wolfgang, 1964). Las clasificaciones promediadas otorgadas a cada uno de los acontecimientos
se calculan contra una medida de valores reales, tales como el costo monetario de un delito.
Fuentes de escalas de actitud
Una gran variedad de inventarios y escalas para evaluar actitudes se describe en una serie de
libros publicados por el Instituto de Investigación Social de la Universidad de Michigan (por
ejemplo, Robinson, Shaver y Wrightsman, 1991, 1999). Otras fuentes incluyen el American
Social Attitudes Data Sourcebook, 1947-78 (Converse, Dotson, Hoag y McGee, 1980) y A
Sourcebook of Harris National Surveys: Repeated Questions, 1963-76 (Martin y McDuffee,
1981).
Confiabilidad y validez de las mediciones de actitud
Debido a la homogeneidad de su contenido, la consistencia interna de los coeficientes de
confiabilidad de las calificaciones de escalas de actitud publicadas e inéditas a menudo están en
el .80 o incluso en el .90. Las confiabilidades test-retest tienden a caer un poco más abajo, pero
con todo son bastante altas para las escalas tipo Thurstone y Likert.
Otro factor que puede influir en la confiabilidad de una escala de actitud es la cantidad de
categorías de respuesta. Las calificaciones de los instrumentos con un mayor número de
categorías de respuesta de reactivos tienden a tener varianzas mayores y, por ende, confiabilidad
más elevada que las calificaciones de instrumentos con cantidades menores de categorías de
respuesta. Ésta es una de las posibles razones de que las calificaciones de las escalas tipo Likert
con seis, nueve e incluso más categorías de respuestas no tengan coeficientes de confiabilidad
perceptiblemente mayores que los correspondientes a las cinco categorías tradicionales. Cuando
una escala de clasificación tiene una cantidad de categorías mayor, parece que los clasificadores
son incapaces de realizar las discriminaciones precisas requeridas y, por lo tanto, sólo usan
algunas de las categorías. Una posible excepción de esta regla ocurre cuando el rango de
actitudes hacia un concepto específico es pequeño, en cuyo caso aumentar la cantidad de
categorías de respuesta a seis o siete puede tener un pequeño efecto sobre la confiabilidad
(Masters, 1974).
Inventario Bem sobre el Papel del Sexo
El desarrollo de varias mediciones relativas al papel del sexo durante los últimos 30 años,
aproximadamente, fue impulsado en gran medida por el interés sobre discriminación de género y
por el carácter y origen de las diferencias de sexo en las características psicológicas. Uno de los
instrumentos de este tipo más prominentes es el Inventario Bem sobre el Papel del Sexo (BSRI)
(Bem, 1974; publicado por Mind Garden).
Inventario de Orientación Personal
Este inventario de amplio uso (por E. L. Shostrom; EdITS) fue diseñado para medir valores y
comportamientos importantes en el desarrollo de las personas autorrealizadas. Dicha gente
desarrolla y usa todo su potencial y está libre de las inhibiciones y agitación emocional que
caracteriza a las personas menos autorrealizadas. El Inventario de Orientación Personal (POI)
consta de 150 reactivos de elección forzada adecuados para estudiantes de bachillerato,
universitarios y adultos. Se califica primero en dos proporciones de orientación principales:
Proporción de tiempo (Incompetencia de tiempo/Competencia de tiempo) y Proporción de apoyo
(Apoyo externo/Apoyo interno). La Proporción de tiempo indica si la orientación de tiempo del
participante está sobre todo en el presente, el pasado o el futuro.

CAP.14
El término personalidad tiene muchos significados. Para algunos se refiere a un carisma
misterioso poseído por las estrellas de Hollywood y por otras personas populares e influyentes,
pero no por cualquiera. Para otros, personalidad es lo mismo que temperamento —una
predisposición natural, basada en lo genético, para pensar, sentir y actuar de cierta manera—.
Todavía para otros, la personalidad consiste en la mezcla única que una persona tiene de rasgos
emocionales, intelectuales y de carácter (honestidad, valor, etc.). Para los psicólogos de
orientación más conductual, la personalidad no es algo interno, sino más bien un patrón
observable de conducta organizada que es típico de una persona.
Quizá una convención aceptable sea definir la personalidad humana como un compuesto de
habilidades cognoscitivas, intereses, actitudes, temperamento y otras diferencias individuales en
los pensamientos, sentimientos y la conducta. Esta definición enfatiza el hecho de que la
personalidad es una combinación única de características cognoscitivas y afectivas que puede
describirse en términos de un patrón típico y bastante consistente de conducta individual.
A partir de la última definición se desprende que los métodos para evaluar la personalidad
deberían incluir una gama amplia de variables cognoscitivas y afectivas. Entre esas variables se
encuentran las medidas de aprovechamiento, inteligencia, habilidades especiales, intereses,
actitudes y valores analizadas en los capítulos 6 a 13. Otras características emocionales, de
temperamento y de estilo, a las que por tradición se ha denominado variables de personalidad,
también son importantes en la comprensión y predicción de la conducta humana.
Pseudociencias y otros antecedentes históricos
Como sucedió con las pruebas de inteligencia, la evaluación de la personalidad se desarrolló en
parte desde la investigación sobre las diferencias individuales y de grupo. Muchos antecedentes
de la evaluación contemporánea de la personalidad pueden encontrarse en la historia de la
psicología anormal y la psiquiatría. La historia de la ciencia está repleta de ejemplos de creencias
o doctrinas que en una época tuvieron muchos seguidores, pero que luego se demostró eran
parcial o totalmente incorrectas. Entre esas doctrinas pseudocientíficas se encuentran la
frenología, la fisionomía y la grafología.
La frenología, en la cual muy poca gente cree en la actualidad, era vista con seriedad por muchos
hombres y académicos famosos a finales del siglo XVIII y principios del XIX. Según los
defensores de la frenología, el desarrollo de áreas específicas en el cerebro humano está asociado
con ciertas características de personalidad y trastornos mentales. Entre los rasgos de personalidad
que se suponía estaban relacionados con protuberancias localizadas en ciertas regiones del
cerebro están la afabilidad, la combatividad y la codicia.
La fisionomía, otra pseudociencia, se interesa en determinar el temperamento y el carácter a
partir de rasgos externos del cuerpo y en especial del rostro. Es posible advertir vestigios de la
fisionomía en la selección del personal y los procedimientos de evaluación contemporáneos, por
ejemplo, en el requisito de que una fotografía del solicitante acompañe a la solicitud de empleo.
Otro instrumento de evaluación de la personalidad asociado con la fisionomía es la Prueba
Szondi. Esta prueba consta de seis grupos de fotografías, cada grupo con ocho fotografías, de
pacientes mentales con diferentes diagnósticos (por ejemplo, histeria, catatonia, paranoia,
depresión o manía). En cada grupo los examinados seleccionan las fotografías que más les
gustan y las que más les disgustan.
Teorías de la personalidad
Casi todos tenemos alguna teoría de por qué la gente se comporta como lo hace. Esas teorías de
la naturaleza y la conducta humanas consisten, por lo común, en generalizaciones excesivas o
estereotipos, pero sirven como guías aproximadas a las expectativas y la acción. En ocasiones la
misma supervivencia de una persona depende de su capacidad para entender y predecir la
conducta de otra gente.
Al percatarse de que todos somos diferentes de los demás y que la conducta humana puede ser
muy compleja, los teóricos de la personalidad han aprendido a mostrarse suspicaces ante las
explicaciones de sentido común. Ciertos psicólogos, impresionados por la individualidad y lo
intrincado de las acciones humanas, han abandonado la esperanza de encontrar principios o leyes
generales para explicar la personalidad. Rechazan el enfoque nomotético, la búsqueda de leyes
generales de la conducta y la personalidad, como irreal e inadecuado para la tarea de comprender
al individuo.
Existen muchas otras diferencias entre las teorías de la personalidad, siendo una el énfasis
relativo que se pone en la herencia y el ambiente como moldeadores de la conducta. Los teóricos
también difieren en el grado en que enfatizan las características internas individuales, o rasgos,
más que las variables situacionales, como determinantes de la conducta. Como sugieren esos y
otros puntos de debate entre los psicólogos, no existe una teoría de la personalidad que goce de
aceptación general. Por el contrario, continuamente emergen y se modifican teorías y hallazgos
de la investigación concernientes a los orígenes, la estructura y la dinámica de la personalidad.
Teorías de los tipos
Uno de los enfoques más antiguos para la comprensión de la personalidad es la noción de
categorías o tipos fijos de gente. Galeno, un médico que vivió en la antigua Roma y estaba de
acuerdo con la doctrina de Hipócrates de cuatro humores corporales (sangre, bilis amarilla, bilis
negra y flema), sostenía que existen cuatro tipos de temperamento correspondientes. Se decía
que el tipo sanguíneo, con un exceso de sangre, era vigoroso y atlético; el tipo colérico, con un
exceso de bilis amarilla, se enfurecía con facilidad; el tipo melancólico, con un exceso de bilis
negra, era por lo general depresivo o triste, y el tipo flemático, con un exceso de flema, se sentía
crónicamente cansado o perezoso. Al igual que la frenología y otras nociones pseudocientíficas,
la teoría humoral en la actualidad es sólo de interés histórico (pero vea la figura 14.3). Las
teorías de los tipos corporales de Ernest Kretschmer, Cesare Lombroso y William Seldon, se
basan con algo más de seguridad en datos observacionales, pero siguen siendo muy tentativas y
generalizadas en exceso.

Teorías de los rasgos


Los rasgos de personalidad son menos generales que los tipos de personalidad. Gordon Allport,
uno de los primeros teóricos de la personalidad, empezó su investigación sobre los rasgos al
elaborar una lista de 17,953 palabras que en inglés se refieren a características de la
personalidad, y al reducirla luego a una lista más pequeña de nombres de rasgos (Allport y
Odbert, 1936). Allport definió el término rasgo como una “estructura neuropsíquica que tiene la
capacidad de traducir muchos estímulos funcionalmente equivalentes, y de iniciar y guiar formas
equivalentes (significativamente consistentes) de conducta adaptativa y expresiva” (Allport,
1961, p. 347). Para Allport, la personalidad consistía en la organización dinámica de esos rasgos
que determinan el ajuste único de una persona al ambiente.
Teoría psicoanalítica
Sigmund Freud y otros psicoanalistas veían a la personalidad humana como una especie de
campo de batalla donde tres combatientes, el ello, el yo y el superyó, contienden por la
supremacía. El ello, una reserva de pulsiones instintivas de sexo y agresión, albergado en la parte
inconsciente de la mente, actúa de acuerdo con el principio del placer. Entra en conflicto con el
superyó (la conciencia), que actúa de acuerdo con el principio moral. El ello es innato, pero el
superyó se desarrolla a partir de la interiorización de las prohibiciones y sanciones establecidas
por los padres sobre la conducta del niño. Mientras tanto, el yo, que funciona de acuerdo con el
principio de la realidad, actúa como mediador entre las presiones implacables del ello y el
superyó por el control. El ello dice “¡Ahora!”, el superyó dice “¡Nunca!”, y el yo dice “¡Más
tarde!” a los deseos básicos del individuo. Los impulsos y el conflicto del ello con el superyó y el
yo tienen lugar a menudo en la mente inconsciente, pero se expresan en pensamientos y
conductas disfrazadas de varias formas.
Freud también creía que la personalidad humana se desarrolla a través de una serie de etapas
psicosexuales. Durante cada etapa, una región diferente del cuerpo (zona erógena) es el centro de
estimulación y gratificación sexual, y en esa etapa predominan los conflictos que corresponden a
la región corporal particular. La etapa oral ocurre desde el nacimiento hasta el año y medio de
edad; en esta etapa el placer se deriva sobre todo de la estimulación de la boca y los labios, como
al succionar, morder y tragar. Durante la etapa anal, desde alrededor del año y medio hasta los
tres años, el interés y el conflicto se centran en la retención y expulsión de las heces. El
negativismo, manifestado por el desafío a las órdenes de los padres y asociado con frecuencia al
entrenamiento de control de esfínteres, es más pronunciado durante la etapa anal.

Freud fue uno de los primeros teóricos de la personalidad en reconocer que “el niño es el padre
del hombre”, que la privación y el conflicto en la niñez pueden tener efectos persistentes en la
personalidad. Su teoría de las etapas psicosexuales sostiene que la frustración y el conflicto en
una etapa particular afectan la estructura del carácter adulto ocasionando fijación (fracaso para
progresar psicosexualmente más allá de una etapa particular) o regresión (regreso parcial o
completo a un patrón de conducta típico de una etapa anterior del desarrollo). Por ejemplo, se
dice que una persona que queda fijada en la etapa oral se caracteriza por la dependencia
excesiva, la gula y la pasividad; una persona que está fijada en la etapa anal es excesivamente
ordenada, obstinada y avara.
Teorías fenomenológicas
Producto de una tradición filosófica que enfatiza el análisis de la experiencia inmediata, personal
y subjetiva, los teóricos fenomenológicos (humanistas o “del yo”) sostienen que los teóricos de
los rasgos y otros que intentan dividir la personalidad en un conjunto de componentes cometen
una injusticia con su organización integrada y dinámica. En consecuencia, los teóricos
fenomenológicos han sido críticos de los enfoques psicoanalítico, de rasgos y factores, y
conductual para la comprensión de la personalidad. En contraste con el psicoanálisis tradicional,
que enfatiza la importancia fundamental de los impulsos sexual y agresivo, el inconsciente y las
etapas psicosexuales del desarrollo, los teóricos fenomenológicos subrayan las percepciones, los
significados, los sentimientos y el yo. Ellos consideran que la gente responde al mundo en
términos de sus percepciones únicas y privadas del mismo. Esas percepciones están
determinadas por experiencias y los significados atribuidos a esas experiencias en un esfuerzo
por realizar de manera plena el propio potencial.
Teoría del aprendizaje social
La teoría de Rotter. La primera teoría del aprendizaje social expuesta como tal fue la de Julian
Rotter (1954), quien intentó integrar la posición conductista tradicional sobre el papel del
reforzamiento en el aprendizaje con las conceptualizaciones cognoscitivas de Kurt Lewin y otros
teóricos del campo. Rotter no fue el primero en advertir que la mayor parte de la conducta
humana se aprende en un contexto social, pero hizo un esfuerzo más consciente que sus
predecesores por desarrollar una teoría sistemática sobre la forma en que se lleva a cabo este
proceso. Rotter distinguió entre reforzamientos y cogniciones: los reforzamientos producen
movimiento hacia o lejos de una meta, mientras que las cogniciones son estados internos como
las expectativas y el valor del reforzamiento.
Teoría del aprendizaje por observación de Bandura.
La teoría del aprendizaje social de Albert Bandura (1977) es más importante para el desarrollo de
las técnicas destinadas a la modificación de la conducta inadaptada que para influir en el diseño
de instrumentos de evaluación de la personalidad. Al conceptualizar el funcionamiento
psicológico como interacciones recíprocas de variables conductuales, variables de la persona
(cogniciones y otros estados internos) y variables ambientales, Bandura enfatiza que un ser
humano no es un autómata pasivo (“push button”) que sólo actúa cuando se actúa sobre él. Las
personas influyen y son influidas por el ambiente social, en el cual tiene lugar el aprendizaje por
medio de la observación, la imitación y el modelado. A diferencia de conductistas más
tradicionales, como Clark Hull y B. F. Skinner, Bandura sostuvo que buena parte del aprendizaje
tiene lugar sin reforzamiento, en ausencia de recompensas y castigos, pero que el reforzamiento
es importante para determinar cuándo ocurre la conducta aprendida.
Problemas éticos
Entre los métodos usados en la evaluación de la personalidad se encuentran las observaciones,
las entrevistas, las escalas de calificación, las listas de verificación, los inventarios y las técnicas
proyectivas. En ocasiones esos métodos han sido mal aplicados por personas no capacitadas o sin
ética, lo que resulta en una marca negra para las pruebas psicológicas como un todo. No es difícil
que una persona, habiendo leído un poco sobre psicología, obtenga unos cuantos instrumentos de
lápiz y papel y pretenda ser un analista de la personalidad. Al igual que los adivinos y otros
charlatanes, estos supuestos diagnosticadores de la personalidad manejan generalidades,
trivialidades y otras afirmaciones que parecen específicas para un individuo, pero que en realidad
se aplican a la mayoría de la gente.

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