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Sousa Santos
diferentes, una diferencia que, con todo, no configuraciones de poder social, político y cul-
puede ser captada en sus propios términos. tural, no solo en las colonias sino en el seno
La segunda hipótesis de trabajo es que esta de la propia sociedad portuguesa. Si el poder
compleja condición semiperiférica se repro- capitalista moderno fue siempre colonial, en
dujo hasta muy recientemente con base en el Portugal y sus colonias este fue siempre más
sistema colonial y se reproduce, desde hace colonial que capitalista. Esta impregnación co-
dos décadas, en el modo como Portugal está lonial del poder, lejos de haber terminado con
inserto en la Unión Europea (UE). De esta hi- el colonialismo, continuó y continúa reprodu-
pótesis se desprenden tres sub-hipótesis. La ciéndose. En otras palabras, tal vez más de lo
primera es que el colonialismo portugués, sien- que en cualquier otro colonialismo europeo, el
do protagonizado por un país semiperiférico, fin del colonialismo político no determinó el fin
fue el mismo semiperiférico, un colonialismo del colonialismo social, ni en las ex-colonias
con características subalternas, lo que provocó ni en la ex-potencia colonial. La tercera sub-
que las colonias fuesen colonias inciertas de un hipótesis es que el proceso de integración en la
colonialismo cierto. Esta incerteza partió tanto Unión Europea, a pesar de su cortísima dura-
de un déficit de colonización —la incapacidad ción, comparado con el período colonial, pare-
de Portugal para colonizar según los criterios ce destinado a tener un impacto tan dramático
de los países centrales— como de un exceso en la sociedad portuguesa como la que tuvo el
de colonización, el hecho de que las colonias propio colonialismo. Está abierta la cuestión
hayan estado sometidas, especialmente a par- del sentido y contenido de ese impacto. Por
tir del siglo XVIII, a una doble colonización: por ahora, parece ir en el sentido de la reproduc-
parte de Portugal e, indirectamente, por parte ción, en nuevos términos, de la condición semi-
de los países centrales (sobre todo Inglaterra) periférica, lo que significa que, durante muchas
de la que Portugal fue dependiente (en ocasio- décadas, Portugal acompañará el desarrollo
nes de modo casi colonial). medio europeo a alguna distancia. Los proble-
La segunda sub-hipótesis es que, por sus mas teóricos y analíticos son, en este campo,
características y duración histórica, la rela- muy complejos. ¿Es legítimo continuar desig-
ción colonial protagonizada por Portugal im- nando como semiperiférico a un país que se
pregnó de modo muy particular e intenso las integra de pleno derecho en un bloque regional
de los países centrales? ¿En qué medida y bajo hegemónica. Según ellos, la teoría del sistema
qué condiciones es que tal integración puede mundial presuponía la coherencia interna de
reproducir la condición semiperiférica al tiem- las economías y sociedades nacionales inte-
po que la injerta de características centrales? grantes del sistema en una gran estabilidad,
¿Puede Portugal, en lo sucesivo, ser considera- si no es que incluso rigidez, de las relaciones
do para ciertos efectos semiperiférico y, para de jerarquía entre ellas (centro, periferia y
otros, central o, por el contrario, periférico? semiperiferia). De acuerdo con estos auto-
¿La ampliación y profundización de la Unión res, la globalización destruyó la coherencia
Europea hará que las relaciones en su interior interna de las economías nacionales y es tan
sean más importantes para los países integran- dinámica, en los flujos de interdependencia
tes de lo que la posición de ellos en el sistema que crea, que deja de haber jerarquías rígidas,
mundial? Y si tales relaciones produjeran jerar- mucho menos entre países. Contra esta po-
quías del tipo de las que se alientan en el siste- sición, defiendo, como hipótesis de trabajo,
ma mundial (centro, semiperiferia y periferia) que nos encontramos en una fase inestable
¿cuál será la posición de Portugal en ellas? caracterizada por la sobreposición entre dos
La tercera hipótesis general que, en tiempos formas de jerarquización: una, más rígida, que
más recientes, viene informando a mi investi- constituye al sistema mundial desde su inicio,
gación, tiene algo que decir respecto a estas entre el centro, la periferia y la semiperiferia;
últimas preguntas y, específicamente, respecto y otra, más flexible, entre lo que en el siste-
al valor analítico de la teoría del sistema mun- ma mundial es producido o definido como
dial en las condiciones de globalización en que local y lo que es producido o definido como
hoy vivimos. Este tema fue tratado por mí en global (Appadurai, 1997). Mientras que la pri-
otro lugar (Santos, 2002a), por lo que aquí me mera jerarquía continúa fortaleciéndose en
limito a enunciar la hipótesis de trabajo que las relaciones entre sociedades o economías
sobre él desarrollé. nacionales, la segunda jerarquía ocurre entre
Varios autores como, por ejemplo, Manuel campos de actividad, prácticas, conocimien-
Castells (1996), han cuestionado la exis- tos, narrativas, sean ellos económicos, polí-
tencia de un sistema mundial en las nuevas ticos y culturales. La sobreposición de estas
condiciones establecidas por la globalización dos formas de jerarquía y las interferencias
recíprocas que generan explican la condi- estos papeles, por lo que, como consecuen-
ción paradojal en que nos encontramos: las cia, la cultura portuguesa tuvo siempre una
desigualdades dentro del sistema mundial (y gran dificultad en diferenciarse de las otras
dentro de cada una de las sociedades que lo culturas nacionales o, si preferimos, una gran
componen) se agravan y, no obstante, los fac- capacidad para no diferenciarse de otras cul-
tores que las causan y las acciones que pue- turas nacionales y, por otro lado, mantener
den eventualmente reducirlas son cada vez hasta hoy una fuerte heterogeneidad interna
más difíciles de identificar. (Santos, 1995a: 150-153).
Finalmente, la cuarta hipótesis general En este texto, pretendo definir un progra-
de trabajo es que la cultura portuguesa es ma de investigación en un campo analítico
una cultura de frontera. No tiene conteni- específico: las prácticas y los discursos que
do. Tiene, sobre todo, forma y esa forma es caracterizan al colonialismo portugués y el
la frontera, la zona fronteriza. Las culturas modo como estos impregnaron los regíme-
nacionales, en cuanto substancias, son una nes identitarios en las sociedades que de él
creación del siglo XIX, el producto histórico participaron, tanto durante el período colo-
de una tensión entre universalismo y particu- nial como después de la independencia de
larismo generado por el Estado. El papel del las colonias, con especial incidencia en Áfri-
Estado fue difícil: por un lado, diferenció la ca y en América.3 Este programa de investi-
cultura del territorio nacional relativamente gación se traduce en el deslinde analítico de
al exterior, por otro lado, promovió la homo- una serie de proposiciones que presento a
geneidad cultural en el interior del territorio continuación.
nacional, muchas veces a costa de la destruc-
ción de culturas más refractarias a la homo-
geneización. Mi hipótesis de trabajo es que, 3 Los territorios de la llamada India Portuguesa
en el espacio europeo de Portugal,2 el Estado (Goa, Damán y Diu) fueron incorporados a la India
nunca desempeñó cabalmente ninguno de en 1962. Timor del Este fue ocupado por Indonesia en
1975, cuando el proceso de descolonización estaba por
comenzar y solo se tornó independiente en 2002. Macao
2 Esta cuestión no se ubica en el espacio no europeo, donde los portugueses se establecieron en 1557 fue de-
colonial. vuelto a la China el 31 de diciembre de 1999.
no confirmen la posición de subalternidad que colonial? ¿O será que, por el contrario, el pro-
la representación colonial le atribuyó. El carác- blema de auto-representación del colonizador
ter casi dilemático de este problema está en que portugués crea una disyunción caótica entre
la inversión de esa posición puede subrepticia- el sujeto y el objeto de representación colonial
mente confirmar la subalternidad en el propio que, a su vez, crea un campo aparentemente
proceso de superarla. Así habrá, quizá, aconte- vacío de representaciones (pero, de hecho,
cido con el movimiento de la negritud, lanzado repleto de representaciones subcodificadas)
por Leopold Senghor y Aimé Césaire, que las que, desde el punto de vista del colonizado,
connotaciones racistas negativas de lo “negro” constituyen un espacio de maniobra adicional
contrastan con la celebración del orgullo y de la para intentar su auto-representación más allá
dignidad y la exhaltación de los orígenes africa- o afuera de la representación de su subalterni-
nos de la raza negra. dad? En otras palabras, la cuestión es saber si
Aplicado al colonizador portugués, este el colonizado por un colonialismo subalterno
problema se traduce en la necesidad de defi- es subcolonizado o sobre colonizado.
nir el colonialismo portugués en términos de La especificidad del colonialismo portugués
especificidad en relación al colonialismo he- se basa, pues, básicamente en razones de eco-
gemónimo, lo que significa la imposibilidad o nomía política —su propia condición semiperi-
dificultad en definirlo en términos que no re- férica—,5 lo que no significa que esta se haya
flejan esa perifericidad o subalternidad, o sea, manifestado solo en el plano económico. Por el
en términos de lo que fue y no en términos de contrario, se manifestó igualmente en los pla-
lo que no fue. Un tema de investigación parti- nos social, político, jurídico, cultural, en el pla-
cularmente complejo es el de saber en qué me- no de las prácticas cotidianas de convivencia y
dida este problema del colonizador portugués de sobrevivencia, de opresión y de resistencia,
repercute en el colonizado por Portugal. ¿Será de proximidad y de distancia, en el plano de los
que el colonizado por Portugal tiene un doble discursos y narrativas, en el plano del sentido
problema de auto-representación, en relación
al colonizador que lo colonizó y en relación al
5 Sobre la inserción de Portugal en el ciclo colonial
colonizador que, no habiéndolo colonizado, es-
africano ver, por ejemplo, Boxer (1963), Alexandre
cribió, no obstante, la historia de su sujeción (1979; 2000); Fortuna (1993); Chabal (2002).
común y de los otros haberes, de las emocio- ciencia racista, el progreso y “la carga del hom-
nes y de los afectos, de los sentimientos y de bre blanco”, etcétera —7 y el colonialismo por-
las ideologías. Cada uno de estos planos creó tugués las adoptó según modos y grados que en
su materialidad propia, una institucionalidad y buena medida están por investigarse.
una lógica de desarrollo propias, y estas actúan La verdad es que, por ejemplo, en el caso
sobre la condición semiperiférica, confiriéndo- del colonialismo portugués (tal como en el
le la espesura sociológica que ella no tenía en del colonialismo español) había una realidad
cuanto referida solo a una posición en el siste- multisecular precedente, la cual, al estar suje-
ma mundial. Con esto, la semiperiferia dejó de ta retrospectivamente a los nuevos criterios de
ser el eslabón de una jerarquía global para tor- análisis y evaluación, fue reducida a un parti-
narse un modo de ser y estar en la Europa y en cularismo desviante (colonialismo predador,
ultramar. La captación de esta realidad socioló-
gica, sicológica, intersubjetiva, emocional y de
las escalas en que se cristalizó (local, nacional,
global) está por hacerse. La dificultad, como re- contrastaba, a mediados del siglo XIX, con la ocupación
ferí, está en estudiarla a modo de captar lo que agresiva del continente africano por las potencias euro-
peas imperiales. En 1890 y en el auge de una crisis de
ella fue y no lo que ella no fue. Pero, más allá de disputa de espacios coloniales en la región oriental de
las razones que aduje más arriba, hay todavía África, Inglaterra formuló un ultimátum a Portugal. Re-
otra, el hecho de que el ciclo colonial portugués conociendo la fragilidad de su situación periférica, Por-
haya sido, de todos los colonialismos europeos, tugal, frente a las presiones inglesas, retiró su preten-
sión sobre varios territorios. Esta decisión del gobierno
el más largo, habiendo precedido en tres siglos
de Portugal fue muy contestada en el país, suscitando
al colonialismo capitalista central del siglo XIX. un fuerte movimiento nacionalista.
Este último, una vez consolidado, definió las re-
7 Alusión al poema de Kipling “La carga del hombre
glas de la práctica colonial —dramáticamente blanco” publicado en 1899. Esta obra constituyó un
afirmadas en la Conferencia de Berlín (1884) y llamado a la intervención imperial de Occidente en el
en el ultimátum—6 y del discurso colonial —la mundo. Para Kipling la expansión de las conquistas de
la civilización occidental era una misión moral que to-
dos los hombres blancos debían asumir como una car-
6 El concepto colonial basado en la historicidad de ga, una obligación para con las regiones y los pueblos
una “larga” presencia en África, defendido por Portugal, del mundo considerados salvajes o bárbaros.
las relaciones entre los portugueses y las po- el sistema colonial, las relaciones con la ex
blaciones locales no pudieron, en términos potencia colonial y la cuestión del neocolo-
prácticos, reivindicarse respecto a cualquier nialismo, las alianzas regionales, etcétera. En
vínculo jurídico-político exterior a ellas o a los la segunda acepción, el poscolonialismo tiene
encuentros que las originaran o que de ellas re- un corte culturalista, se inserta en los estudios
sultaran; más allá del vínculo político jurídico culturales, lingüísticos y literarios y usa privile-
colonial, porque la colonialidad de las relacio- giadamente la exégesis textual y las prácticas
nes no terminó con el fin del colonialismo de performativas para analizar los sistemas de
las relaciones. Esta cuestión suscita, todavía, representación y los procesos identitarios. El
otra más amplia, sobre la naturaleza del bino- poscolonialismo en la segunda acepción, sin
mio colonialismo/poscolonialismo en el espa- todavía excluir muchos de los motivos de la
cio de la lengua oficial portuguesa. primera acepción, contiene una crítica, implí-
cita o explícita, a los silencios de los análisis
El poscolonialismo poscoloniales que la primera acepción normal-
El poscolonialismo debe ser entendido en mente contiene. Por centrarme en este texto en
dos acepciones principales. La primera es la de los sistemas de representación y los procesos
un período histórico, el que sucede a la inde- identitarios, me dirijo al poscolonialismo en la
pendencia de las colonias. La segunda es la de segunda acepción, aunque los análisis propios
un conjunto de prácticas (predominantemente del poscolonialismo en la primera acepción
preformativas) y de discursos que deconstru- sean traídos recurrentemente a colación.
yen la narrativa colonial, escrita por el colo- La hipótesis de trabajo en este dominio es
nizador, y procuran sustituirla por narrativas que la diferencia de colonialismo portugués
escritas desde el punto de vista del colonizado. no puede dejar de inducir la diferencia del
En la primera acepción, el poscolonialismo se poscolonialismo en el espacio de la lengua
traduce en un conjunto de análisis económi- oficial portuguesa. El poscolonialismo toma,
cos, sociológicos y políticos sobre la construc- inicialmente, como realidad fundadora, el co-
ción de los nuevos Estados, su base social, su lonialismo británico. Pretende crear el espacio
institucionalidad y su inserción en el sistema intelectual para el crítico poscolonial, sin em-
mundial, las rupturas y las continuidades con bargo, el modo como lo hace diverge de autor
a autor, siendo, pues, identificables posiciones los Subaltern Studies dirigidos por Ranajit
muy distintas en el campo de los análisis que Guha (Santos, 1995b: 506-518; 2000: 367-383)
se reclaman del poscolonialismo. Me limito no siempre son debidamente acreditados por
aquí a identificar lo que de común puede exis- los críticos poscoloniales.
tir entre ellos, ya que solo eso interesa para la La idea central del poscolonialismo cultu-
tesis que presento. ral es, precisamente, reclamar la presencia y
El poscolonialismo es un producto del “vi- la voz del crítico poscolonial, las cuales, se-
raje cultural” de las ciencias sociales en la gún Bhabha, fueron usurpadas por los críti-
década de los ochenta, teniendo como pre- cos occidentales (1994: 26). Aunque corrien-
cursores a Frantz Fanon (1961; 1971) y Albert do el riesgo de simplificar en exceso, juzgo
Memmi (1965). Inspirado en los trabajos pio- que de los debates poscoloniales pueden ex-
neros de Edward Said sobre el Orientalismo traerse las siguientes orientaciones temáticas
(1978), de Richard Werbner (1996) y de Stuart y analíticas.
Hall (1996a; 1996b) sobre las culturas diaspó- El intelectual poscolonial. Es necesario
ricas, vino a consolidarse a través de los tra- repensar la posición del intelectual y de la
bajos de Partha Chatterjee (1986), Paul Gilroy crítica: los discursos poscoloniales procuran
(1993), Homi Bhabha (1994) y Gayatri Spivak superar la distinción entre crítica y política.
(1996), así como de los debates que ellos sus- El lugar del crítico poscolonial tiende a ser
citaron. Si inicialmente fue considerada una construido de modo que pueda interrumpir
corriente animada fundamentalmente por eficazmente los discursos hegemónicos oc-
intelectuales diaspóricos, con raíces en los cidentales que, a través del discurso de la
países colonizados por el imperio británico y modernidad, racionalizaron o normalizaron
por trabajar en occidente, hoy en día la pers- el desarrollo desigual y diferencial de las his-
pectiva poscolonial está presente en muchos torias, de las naciones, razas, comunidades o
de los análisis que inciden sobre el impacto pueblos (Bhabha, 1994: 171). Esta mezcla de
de las relaciones imperiales modernas. Las crítica y política revelará una práctica y una
contribuciones decisivas de los estudios rea- temporalidad discursivas marcadas por la
lizados en estos países en el período poste- negociación, traducción y articulación de ele-
rior a la independencia como, por ejemplo, mentos antagónicos y contradictorios. Aquí
reside la “tercera vía” o el “tercer espacio” pensables uno sin el otro.9 La influencia de Fa-
ocupados por el crítico poscolonial, la vía o non y Memmi es decisiva en este punto. Según
el espacio de la cultura. Spivak considera que Memmi, así como el propio Fanon, influencia-
la función del crítico poscolonial consiste en do por Freud,10 el vínculo entre colonizador y
contribuir a destruir la subalternidad del colo- colonizado es dialécticamente destructivo y
nizado. Dado que la condición del subalterno creativo. Destruye y recrea las dos partes de la
es el silencio, el habla es la subversión de la colonización en el colonizador y en el coloni-
subalternidad. Tornar posible el habla exige, zado. El primero es desfigurado, convertido en
por ejemplo, un trabajo político que va más un ser opresivo tan solo preocupado por sus
allá de la discursividad académica. Así, según privilegios y la defensa de estos. El segundo es
Spivak, la responsabilidad del crítico posco- desfigurado, convertido en una criatura opri-
lonial para con los subalternos es muy clara: mida cuyo desarrollo es interrumpido y cuya
derrota se manifiesta en los compromisos que
trabajar en pro de los subalternos consiste en acepta (Memmi, 1965: 89). La corriente que une
traerlos hacia adentro del circuito de la demo- al colonizador y al colonizado es el racismo,
cracia parlamentaria, no a través de la benevo- aunque este sea para el colonizador una forma
lencia cultural, sino más bien a través del trabajo
de agresión y para el colonizado una forma de
extra académico. […] Trabajar en pro del subal-
terno contemporáneo significa invertir tiempo y
capacidades […] para que el subalterno sea inte-
9 Uso en este texto los nombres de Próspero y Ca-
grado en la ciudadanía, independientemente de
libán de la pieza La tempestad de Shakespeare (1611)
lo que esta signifique, deshaciendo así el espacio para significar que la zona de contacto colonial se cons-
subalterno (Spivak: 1996: 307). tituyó como una zona de contacto entre el “civilizado” y
el “salvaje”. La idea de hibridación entre el colonizador
Hibridación en los regímenes identitarios. y el colonizado no es original de los estudios poscolo-
En tanto el discurso colonial construyó la po- niales. Fue formulada, tal vez por primera ocasión, por
Gandhi, que en muchos textos llamó la atención acerca
laridad entre el colonizador (Próspero) y el co- de la continuidad entre el opresor y la víctima. Sobre
lonizado (Calibán), el poscolonialismo resalta esta cuestión, ver Santos (1995b: 506-518; 2000: 367-
la ambivalencia y la hibridez entre ambos ya 383).
que no son independientes uno del otro ni son 10 Véase, por ejemplo, Freud (1984a; 1984b).
defensa (1965: 131). La construcción de la dife- el salvaje y el criado más digno y obediente, es
rencia exigió la creación de un estereotipo del la encarnación de la sexualidad descontrolada,
colonizado como salvaje, animal. Como escri- pero es también inocente como un niño, es un
be Fanon, acerca de la situación colonial: místico, primitivo y pobre de espíritu, y al mis-
mo tiempo es ingenioso, mentiroso y manipula-
A veces este maniqueísmo lleva su lógica hasta el dor de fuerzas sociales (Bhabha, 1994: 82).
punto de deshumanizar al colonizado. Más pro-
piamente, lo deshumaniza. Con un efecto, cuando La traducción, que posibilita la comunica-
se refiere al colonizado el lenguaje del coloniza-
ción cultural, mina toda la idea de esencia-
dor recurre a la zoología. Se hace alusión al ras-
lismo de una cultura original y pura, y es por
treo de lo pálido, a las emanaciones de la aldea
indígena, a las hordas, a los olores fétidos, a las eso que el concepto de hibridez inspirado en
pululaciones, a los alaridos, a las gesticulaciones. Bajtín, asume una posición tan central. Lo mis-
Cuando pretende la palabra adecuada para así mo acontece con el concepto de imitación. La
mismo describir, el colonizador se socorre cons- ambivalencia de la imitación está en que ella
tantemente del bestiario (1961: 54). afirma la diferencia en el proceso de identifica-
ción del otro. En el contexto colonial, la raza
Para Bhabha, la ambigüedad de las repre- es el símbolo de esa diferencia y, en el fondo,
sentaciones colonizador/colonizado se eviden- la causa del fracaso de la imitación, ya que
cia también en el estereotipo. La construcción no permite más que una presencia incomple-
de las diferencias, sobre todo de la diferencia ta. Como dice Bhabha, refiriéndose a la India,
racial y sexual, encuentra en el estereotipo la “ser anglicizado significa enfáticamente no ser
estrategia discursiva colonialista más destaca- inglés” (1994: 87). En el contexto portugués,
da, una forma profundamente ambivalente de podría igualmente decirse que ser asimilado
conocimiento y representación que engloba significa enfáticamente no ser portugués. De
elementos de fobia, miedo y deseo (Bhabha, todos modos, al subvertir los esencialismos,
1994: 67). La ambivalencia más notoria del es- la hibridez puede alterar las relaciones de po-
tereotipo es el hecho de que los reversos de sus der entre los sentidos dominantes y los senti-
elementos negativos sean también sus elemen- dos dominados. El espacio híbrido crea una
tos constitutivos: el negro es simultáneamente abertura por el modo como descredibiliza las
sean enseñados con total desconocimiento de Partha Chatterjee (1986) muestra también
los contextos históricos y políticos en que fue- el carácter contradictorio y ambivalente del
ron producidos (1996: 237-366). En el fondo, nacionalismo en los países orientales que estu-
tanto la diversidad cultural, como la diferencia vieran sujetos subrayadamente al colonialismo
cultural, se confrontan con los límites de la am- británico. Es que estos países son forzados a
bivalencia ante la posibilidad de la inconmen- adoptar una “forma nacional” hostil a sus cul-
surabilidad y, por tanto, de la intraducibilidad turas para luchar contra el nacionalismo oc-
entre culturas. cidental de las potencias coloniales. En este
Nacionalismo y poscolonialismos. La cues- contexto, el conocimiento del “atraso” o del
tión del nacionalismo asume varias dimensio- “subdesarrollo” de los pueblos colonizados es
nes en el discurso poscolonial. La más impor- siempre amenazador en la medida en que su-
tante es la de la resistencia anticolonial. Los perar ese atraso o ese subdesarrollo significa
estudios poscoloniales contemporáneos se necesariamente tener que adoptar una cultura
distancian de la concepción del estereotipo ce- extraña. De otro modo, Chatterjee ve esa am-
rrado que subyace al Orientalismo de Said. Si bivalencia en el interior de la propia idea occi-
el otro es tan profunda y completamente cons- dental de nacionalismo y la formula a través de
truido como un objeto descualificado, no le es lo que designa como dilema liberal del naciona-
dejada ninguna posibilidad de ser recualificado lismo: el nacionalismo como historia de libera-
por la resistencia. Bhabha y otros muestran que ción y de progreso, conduce al mismo tiempo
la filtración del estereotipo a lo “nativo” nunca a los regímenes más opresivos e irracionales
es completa, que la ambivalencia está precisa- (Chatterjee, 1986: 2). Esta cuestión es impor-
mente en las disyunciones, zonas de sombra, tante y apunta hacia otra todavía más amplia:
que crean espacios de maniobra para contes- ¿Qué es lo que distingue al nacionalismo oc-
tar las relaciones hegemónicas en nombre de cidental de los nacionalismos anti-coloniales?
otras más justas. La resistencia poscolonial ¿En qué medida la distinción puede ofrecer
reside sobre todo en la “descolonización de la pistas para una concepción progresista del
imaginación imperial” de la que habla Ngäugäi nacionalismo, tanto en occidente como fuera
wa Thiong’o (1986), Valetin Mudimbe (1988) y de él? La verdad es que en el mundo no euro-
Achille Mbembe (2000). peo, la cuestión nacional está históricamente
en las diferencias. Fue este el desafío que en- tentación endémica en el Occidente (Balibar &
frentaran intelectuales como Leopold Senghor Wallerstein, 1991), pero igualmente presente
(1964; 1977), Aimé Cesaire (1955; 1983), Frantz en otras regiones del globo. Solo así el naciona-
Fanon (1961), Kwame Nkrumah (1961; 1965), lismo evita proyectar la identidad de un grupo
Julius Nyerere (1966), Eduardo Mondlane étnico como identidad nacional, produciendo
(1969), Amílcar Cabral (1974; 1976), aposta- situaciones de colonización interna (Cornell &
dos en la construcción de una cultura nacio- Hartmann, 1998). Solo así también, el naciona-
nal entendida como derecho del colonizado a lismo puede evitar la tentación de la discrimi-
la auto-significación. La literatura es, tal vez, nación sexual. De hecho, como muestra Nira
de entre las creaciones culturales, aquella en Yuval-Davis, el discurso nacionalista tiende a
que mejor puede obtenerse el equilibrio diná- reproducir las representaciones tradicionales
mico entre homogeneidad y fragmentación. No de la mujer: la mujer como reproductora bio-
sorprende que algunos de estos intelectuales lógica de los miembros de la comunidad étni-
y, sobre todo, Fanon hayan atribuido a la lite- ca; reproductora de las fronteras entre grupos
ratura el estatuto de instrumento privilegiado étnicos; transmisora de la cultura; significante
en la construcción de la “conciencia nacional”. de las diferencias étnicas y nacionales. Solo
Y aquí el papel de los estudios poscoloniales excepcionalmente la mujer surge como partici-
puede ser decisivo en el sentido de debatir y pante activa en las luchas nacionales, políticas,
ampliar esa “conciencia nacional”, colmándola militares y económicas (1989: 116-117).13
de múltiples voces que las élites nacionalistas Poscolonialismo y diáspora. El tema de las
(para ya no hablar del poder colonial) oculta- migraciones y de la diáspora ha venido a ganar
ron o excluyeron. El Grupo de Estudios Sub- creciente actualidad y ubica nuevos desafíos a
alternos, fue constituido exactamente para dar la problemática de las identidades culturales y
voz a las clases populares y al papel de estas en de los procesos de auto-representación. Robin
la construcción de la nación.12 Solo así el na-
cionalismo evita la tentación del racismo, una
13 Debe, sin embargo, tenerse en cuenta que las mu-
jeres fueron a veces importantes actores económicos
12 Sobre el Grupo de Estudios Subalternos, ver San- y políticos. Es este el caso de las mujeres de Zambézia
tos (1995b: 515; 2000: 377-378). (Capela, 1995). Ver también McClintock (1995; 1997).
Cohen define la diáspora como el acto de vivir John McLeod habla de las diásporas como
en un país y en el seno de una colectividad, “comunidades compuestas”, espacios diná-
pero con la vista siempre perforando el tiem- micos de construcción y reconstrucción de
po y el espacio a la búsqueda del otro país o identidades que desafían, tanto el modelo de
lugar (1997). Las diásporas son casi siempre el identidad nacional, como la noción de raíces
resultado de migraciones que ya ocurrían hace (McLeod, 2000: 211). Identidades de diáspora
algún tiempo y cuya violencia continúa dolo- caracterizan igualmente aquello que Stuart Hall
rosamente marcada en el imaginario social designa por “nuevas etnias” (1996a, 1996b). Se
(Anderson, 1983; Harris, 1993; Lovejoy, 2000). trata de grupos diaspóricos que se oponen a
Este elemento de transnacionalidad en las co- la rigidez de las representaciones que le son
munidades diaspóricas es el tema central del impuestas (por ejemplo, negros), en nombre
análisis del tránsito atlántico de los negros a de sus diferentes experiencias sociales y posi-
partir de la esclavitud, “a middle passage” y ciones subjetivas, y buscan formas propias de
su impacto, tanto en las representaciones de organización alternativas a las comunidades ét-
las comunidades negras como en la idea de nicas apadrinadas por la sociedad dominante,
la hegemoneidad étnica y racial de occidente más para su legitimación que para resolver los
(Gilroy, 1993). Para Gilroy, el Atlántico Negro problemas reales de los inmigrantes.15
y la metáfora del navío que lo complementa En verdad, la celebración de la condición hí-
dan cuenta de comunidades negras, móviles, brida diaspórica como condición que permite
transnacionales, dentro y fuera de Occidente una infinita creatividad ha sido frecuentemente
siempre en contacto con comunidades dife-
rentes, modernas, capaces de “solidaridad en
15 En un trabajo reciente, Gilroy (2000) propone un
la diferencia”, forjada en posiciones diferentes
abordaje más abarcante de la cuestión de la diáspora.
que, sin embargo, rebaten formas de opresión Para este autor, la identidad de la diáspora tiene en las
común (discursos colonialistas, nacionalistas migraciones una dimensión crucial, responsable de la
y racistas).14 producción de una “conciencia doble” que resulta del
hecho de que la nueva identidad no asimila totalmente
la cultura del país de inmigración, ni consigue preser-
14 Un buen análisis crítico de la perspectiva de Gilroy var en la totalidad los referenciales culturales de ori-
puede leerse en Almeida (2000: 234-237). gen.
utilizada para ocultar las realidades inmedia- dominante, que designo como posmodernismo
tas, económicas, sociales, políticas y culturales celebratorio, reside en el hecho de retirar del
de los inmigrantes o de las comunidades dias- diagnóstico de crisis del paradigma de la mo-
póricas. El aura poscolonial, la celebración de dernidad, que yo comparto, la conclusión de
la diáspora y el enaltecimiento de la estética que las aspiraciones de transformación social
de la hibridez tienden a ocultar los conflictos modernas (libertad, igualdad, solidaridad, dig-
sociales reales en que los grupos inmigrantes nidad), deben dejar de ser un problema central
o diaspóricos están envueltos, y siempre en de las ciencias sociales. De esta conclusión
posiciones de poder que le son desfavorables, arranca una serie de orientaciones teóricas y
como es el caso tangencial de la diáspora mu- epistemológicas: total desinterés por las cues-
sulmana en occidente.16 tiones del poder, por las desigualdades estruc-
Esta enumeración selectiva de las ideas cen- turales y por la exclusión social en las socieda-
trales del poscolonialismo permite una evalua- des capitalistas contemporáneas; reducción de
ción crítica de esta corriente de estudios acerca la realidad social a su discursividad, dejando
del tema del que me ocupo en este trabajo. En de lado las prácticas no discursivas, subraya-
publicaciones anteriores, exploré la relación damente las prácticas de silenciamiento de la
entre lo que designo como posmodernismo de discursividad de las clases populares y de los
oposición y poscolonialismo (Santos, 1999). grupos sociales oprimidos y silenciados; recur-
De hecho, algunas perspectivas poscoloniales so obsesivo a la desconstrucción textual, de lo
—con énfasis en la textualidad o discursividad, que resulta la imposibilidad de formulación de
en la hibridación, en la fragmentación, en la per- la resistencia por estar ella misma también en-
formatividad—, tienen afinidades significativas trampada en la desconstrucción del poder que
con un cierto tipo de posmodernismo, y son los constituye en cuanto a resistencia al poder.
mismos autores que sirven de inspiración a am- De algún modo, me sirvo del poscolonialis-
bos (Nietzche, Bajtín, Lacan, Barthes, Derrida). mo para criticar al posmodernismo celebrato-
Mi crítica al posmodernismo en su acepción rio y ofrecer una alternativa: el posmodernismo
de oposición. El recurso al poscolonialismo se
justifica por que coloca en el centro del campo
16 Sobre este asunto, ver, por ejemplo, Dirlik (1997). analítico una relación de poder particularmente
asimétrica —la relación colonial—. Siendo así, e invención.18 En suma, vivir en la frontera y vi-
sus análisis podrían ser relevantes para otros ti- vir en los márgenes sin vivir una vida marginal
pos de relaciones sociales asimétricas y para su (Santos, 1995b: 496; 2000: 352).
análisis fuera del canon analítico modernista. El El concepto de barroco, más allá de otras vir-
cruce que intento en este texto con la perspecti- tualidades analíticas respecto al espacio colonial
va poscolonial busca precisamente fundar prác- ibérico, me permite profundizar el concepto de
ticas y subjetividades emancipatorias utópicas mestizaje, con un significado semejante al de hi-
fuera del canon modernista. Usando un recurso bridación, entendido como la “creación de nue-
caro tanto al posmodernismo como al poscolo- vas constelaciones de sentido que, a la luz de sus
nialismo, fundar las utopías emancipatorias en fragmentos constitutivos, son verdaderamente
tres metáforas: la frontera, el barroco y el Sur irreconocibles y blasfemas” (Santos, 1995b: 503;
(Santos, 1995b: 475-519; 2000: 329-383). 2000: 362). La metáfora de lo barroco me permi-
Uso el concepto de frontera más en el sen- te, además, discutir la construcción de la sub-
tido de extremidad (frontier) que en el senti- jetividad utópica a partir de la “extremosidad”
do de zona de contacto (borderland), pero, en barroca, sobre todo el extremismo de la fiesta
todo caso, procuro con el concepto de frontera barroca basada en la desproporción, en la risa y
significar la des-locación del discurso y de las en la subversión (Maravall, 1990: 421). Finalmen-
prácticas del centro hacia los márgenes. Pro- te, recurro a la metáfora del Sur como metáfora
pongo una fenomenología de la marginalidad del sufrimiento humano sistémico causado por
basada en el uso selectivo e instrumental de las el capitalismo global. Con esta metáfora quiero
tradiciones;17 en la invención de nuevas formas significar, por un lado, la dimensión y el carác-
de sociabilidad; en las jerarquías débiles; en la ter multifacético de la opresión en las socieda-
pluralidad de poderes y órdenes jurídicos; en la des contemporáneas y, por otro, la capacidad de
fluidez de las relaciones sociales; en la promis-
cuidad entre extraños e íntimos; entre herencia
18 Uso, sin embargo, el concepto de frontera en el
sentido de zona de contacto o borderland cuando defi-
17 El carácter instrumental de la tradición ha sido ob- no la cultura portuguesa como una cultura de frontera.
jeto de varios estudios. A título de ejemplo, véase Nan- Para un análisis de esta forma cultural, véase Santos
dy (1987), Ranger (1988; 1993) y Bazin (1990). (1995a: 150-155).
creación, innovación y resistencia de los oprimi- McClintock (1995), una de las autoras que se
dos cuando se liberan del estatuto de víctimas. han distinguido en la reflexión sobre el sentido
En esa capacidad están latentes posibilidades in- del poscolonialismo, llama la atención acer-
sospechadas de emancipación. De ahí que haya ca de las aporías del concepto. Distinguiendo
propuesto una Epistemología del Sur basada en entre la teoría poscolonial y el término que la
tres orientaciones: aprender que existe el Sur, designa (poscolonial), McClintock advierte
aprender a ir hacia el Sur, aprender a partir del acerca del hecho de que no obstante “la teoría
Sur y con el Sur (Santos, 1995b: 508; 2000: 369). poscolonial haya procurado poner en cuestión
Mi relación crítica con el poscolonialismo la gran marcha del historicismo occidental y sus
está pautada por tres ideas. Por un lado, con- oposiciones binarias (nosotros/otros; metrópo-
cibo la relación colonial como una de las rela- li/colonia; centro/periferia), el término posco-
ciones de poder desigual fundantes del capita- lonialismo continúa reorientando el globo a la
lismo moderno, pero no como la única, no es vuelta de una única oposición binaria: colonial/
posible tener una comprensión posible de ella poscolonial”. El término “poscolonial”, insiste
sin articularla con otras relaciones de poder, McClintock, si bien es concebido para oponer-
tales como la explotación de clase, el sexismo se a la noción de tiempo lineal, está a final de
y el racismo (lo que el poscolonialismo apenas cuentas, “ensombrecido” por ella, y confiere al
en parte ha considerado). Por otro lado, pre- colonialismo el prestigio de marca predomi-
tendo reforzar la idea de que el análisis de la nante de la historia. Para la definición histórica
cultura o del discurso no dispensa del análisis de los colonizados, queda solo una concepción
de la economía política.19 En la segunda mitad “preposicional” o pre o poscolonial. (McClin-
de la década de los noventa, los silencios del tock, 1995: 10-12). También Stuart Hall, que fue
poscolonialismo se tornaron más estridentes. uno de los inspiradores del poscolonialismo,
teme que el prefijo “pos” pueda inducir la idea
de ruptura con el colonialismo en detrimento
19 En este mismo sentido, consúltese la interpelación de la idea de continuidad que, sin embargo,
que Miguel Vale de Almeida hace al poscolonialismo a parece merecedora de atención subrayada,
partir de la antropología (2000: 230). Desde mi punto de
dada la notoria persistencia de los efectos de la
vista, la interpelación no sería diferente si fuese hecha
a partir de la sociología. colonización y la difícil deslocalización de las
representaciones en que ella cristalizó (Hall, estructura contingente y relativa de nuestra exis-
1996b). Del mismo modo, McLeod problemati- tencia contemporánea. […] Miramos hacia el
za las confusiones a que el prefijo puede con- África no tanto porque nos interese comprender
ducir: después del colonialismo; después de el África sino porque mirar hacia África es una de
las formas en que nos definimos a nosotros mis-
la independencia; después del fin del imperio
mos (Chabal, 1997).
(McLeod, 2000: 5). Otros autores cuestionan el
verdadero sentido de la experiencia vivida por
Como ya referí, omitir la economía política, el
innumerables países en África. Patrick Chabal,
poder económico y clasista es endémico en los
por ejemplo, habla recurriendo a la metáfora
estudios culturalistas. Como dice Ahmad, el pos-
de los espejos:
colonialismo carece de una posición sobre el ca-
Si es verdad que las palabras que empleamos
pitalismo mundial y por eso no se detiene en las
[nosotros, los occidentales] para describir el transformaciones recientes del capitalismo que
atraso de África recuerdan a las usadas hace ya vienen a profundizar o crear nuevas situaciones
cien años, el significado que les atribuimos hoy de neocolonialismo. Según él, la escandalosa
es completamente diferente. El entendimiento ausencia de los problemas de clase en la crítica
de que la gran “oscuridad” de África es recono- poscolonial deriva del hecho de que los estudios
cidamente exótica, otra y distante desapareció poscoloniales son producto de una clase inte-
hoy en el mundo globalizado. Las “tinieblas” de lectual y académica que ignora los problemas
África están hoy aquí expuestas todos los días sociales reales y no está interesada en ellos (Ah-
en nuestras televisiones. Ella es también nues- mad, 1995). A mi entender, el descuido respecto
tra “oscuridad” y alimenta muchas de nuestras
del neocolonialismo es una de las limitaciones
indecibles pesadillas –de la misma forma que
alimenta la llamada amenaza islámica. Del mis-
más incapacitantes del poscolonialismo.
mo modo, nuestras certezas imperiales y nuestra Finalmente, mi relación crítica con el posco-
presunción de superioridad fueron gravemente lonialismo se basa en la idea de que el posco-
afectadas por los acontecimientos del siglo XX. lonialismo, a pesar de su adepción a la crítica
El debate sobre lo posmoderno y lo poscolonial de la homogeneización y su apología de la frag-
es, de este modo, una de las múltiples maneras mentación y de la diferencia, acabó por homo-
que tenemos para buscar ajustar cuentas con la geneizar la relación colonial, esto fue a causa
los estudios poscoloniales, el colonizador surge colonizado fue, en algunos períodos, por lo
siempre como un sujeto soberano, la encarna- menos, construida a partir de un doble otro,
ción metafórica del Imperio. Ahora, en el colo- el otro del colonizador directo portugués y el
nialismo portugués, esto no puede presuponer- otro del colonizador indirecto británico. Esta
se sin más. Solo durante un corto período —en duplicidad se transformó incluso en elemento
África, a partir del siglo XX— es que el coloni- constitutivo del mito de los orígenes y de las
zador encarna al imperio, e incluso así solo en posibilidades de desarrollo del Brasil, como ve-
circunstancias muy selectivas. Fuera de eso, el remos más adelante. Esta duplicidad instauró
colonizador apenas se representa a sí mismo. Es una fractura que hasta hoy es tema de debate y
auto-Imperio y, como tal, tan libre para el máxi- divide a los brasileños entre los que se sienten
mo exceso como para el máximo defecto de la orgullosos por el exceso de pasado y los que se
colonización. Más precisamente porque esta sienten orgullosos por el exceso de futuro.
identidad imperial no le es otorgada por ningu- El colonialismo portugués acarrea consigo el
no más allá de él, es de hecho él mismo un suje- estigma de una indecidibilidad que debe ser ob-
to tan desprovisto de soberanía como el propio jeto primordial del poscolonialismo portugués.
colonizado. Por eso, la autoridad no existe más ¿La colonización por parte de un Próspero in-
allá de la fuerza o de la negociación que es posi- competente, reluctante, originariamente híbri-
ble movilizar en la zona de encuentro.20 do, redundó en subcolonización o en hiperco-
Esta doble ambivalencia de las representa- lonización? ¿Una colonización particularmente
ciones afecta no solo la identidad del coloni- capacitante o incapacitante para el colonizado?
zador sino también la del colonizado. Es posi- ¿Un Próspero caótico y absentista no habrá
ble que el exceso de alteridad que identifiqué abierto el espacio para la emergencia de Próspe-
en el colonizador portugués, sea igualmente ros de sustitución en el seno de los Calibanes?
identificable en el colonizado por el colonialis- ¿No será por eso que, en el contexto del poscolo-
mo portugués. Sobre todo en Brasil es posible, nialismo portugués, la cuestión del neocolonia-
como hipótesis, imaginar que la identidad del lismo es menos importante que la del colonia-
lismo interno? No deja de ser significativo que
las independencias tanto del Brasil como de los
20 Ver el proyecto sobre los juegos identitarios entre
Portugal y Mozambique referido en la nota 1. países africanos, hayan ocurrido en el contexto
de transformaciones políticas importantes y de monarquía. Con ella estaban creadas las con-
signo progresista en la metrópoli colonial: la diciones para que al colonialismo externo le
Revolución liberal de 1820 y la Revolución del sucediera el colonialismo interno, para que al
25 de abril de 1974. Este hecho, combinado con poder colonial le sucediera la colonialidad del
la posición semiperiférica del país en el sistema poder. En el caso de Angola y Mozambique, por
mundial, contribuyó a que el neocolonialismo el contrario, el desvío de la norma fue en el sen-
no siguiese de modo significativo las huellas tido de que los nuevos países independientes
dejadas por el colonialismo, al contrario de lo adoptaran regímenes revolucionarios que, en
que sucedió, específicamente, con el colonialis- el contexto de la Guerra Fría, los colocaban del
mo británico o francés. Esto no significa que no lado opuesto a aquel en que Portugal los había
haya habido (o vaya a haber) neocolonialismo. mantenido en cuanto colonias. Las vicisitudes
Pero parece que hasta hoy él solo existe en re- por las que atravesaron estos países en los últi-
lación a los países en que es viable un neocolo- mos treinta años (fin de la Guerra Fría, guerra
nialismo a la medida de las insuficiencias del ex civil, procesos de paz) no nos permiten evaluar
colonizador, los pequeños países de Cabo Verde, en qué medida el colonialismo interno irá a ca-
Guinea-Bissau, Sao Tomé y Príncipe y Timor. El racterizar a los nuevos países.
exceso poscolonial de las grandes ex colonias La indecidibilidad y la fuga hacia los patro-
no deja de estar relacionado con el déficit de co- nes que caracterizan al colonialismo portugués
lonialismo del que se liberaron. suscitan todavía otra cuestión que debe ser
Ese déficit de colonialismo y de neocolo- fuente de reflexión para un poscolonialismo
nialismo ayuda a explicar la especificidad de situado. La pregunta es: ¿por qué duró tanto,
las formas políticas que emergieron con la in- mucho más allá que el colonialismo hegemóni-
dependencia de las grandes colonias. En sen- co, y por qué razón, en el caso de las colonias
tidos opuestos, esas formas divergirán de la más importantes, su fin exigió una prolongada
norma de descolonización establecida por el guerra de liberación? Mi hipótesis de trabajo es
colonialismo hegemónico. En el caso del Bra- que aquí también operó el otro colonizador, el
sil, tuvo lugar una de las independencias más colonialismo central que, a partir del siglo XIX,
conservadoras y oligárquicas del continente acompañó de cerca al colonizador portugués.
Latinoamericano, y la única bajo la forma de la Tanto en la conferencia de Berlín como en el fin
de la Segunda Guerra Mundial, fueron los con- diferencias del colonialismo portugués en re-
flictos y las conveniencias recíprocas entre los lación al colonialismo hegemónico. Caso con-
países capitalistas centrales los que dictaron trario, unos apenas verán semejanzas y otros,
la continuidad del Imperio colonial portugués. diferencias, y entre unos y otros la indecidibili-
En el último caso, el de la posguerra, la Gue- dad se les escapará como un inferior objeto in-
rra Fría, combinada con el hecho de que África conmensurable, invisible para sí mismo como
haya sido un Continente no repartido por los el mirar. En el actual contexto, el poscolonia-
acuerdos de Yalta, permitió a los países capita- lismo situado presupone cuidadosos análisis
listas centrales usar el colonialismo portugués históricos y comparados de los colonialismos
como dique contra el peligro soviético. Dadas y de lo que les siguió. Es crucial responder a
las debilidades del Próspero portugués, pudie- la pregunta sobre quién descoloniza y cómo.
ron usarlo para controlar al África y sobre todo Solo así el discurso poscolonial puede hacer
protegieron al África del Sur del apartheid sin justicia a la diseminación que Bhabha propo-
la carga del colonialismo. Así, bajo nueva for- ne, un discurso que se mueve entre diferentes
ma, la identidad colonizador-colonizado pudo formaciones culturales y procesos sociales sin
reproducirse hasta el final del Imperio. El pro- una causa lógica central (1990a: 293). Sin tal es-
blema es ahora el de saber si y bajo qué bases o pecificación histórica y comparativa, el posco-
formas esa identidad continúa reproduciéndo- lonialismo será más una forma de imperialismo
se, ahora que Portugal paso a ser de pleno dere- cultural, y una forma particularmente insidiosa
cho la periferia de Europa, o sea, una periferia por creerse anti-imperialista.
con el derecho a la imaginación del centro.21
La indecidibilidad del colonialismo portu- Juegos de espejos, I:
gués constituye una fuente de investigación un Calibán en Europa
para el poscolonialismo situado, contextualiza- Las identidades son el producto de juegos
do, o sea, para un poscolonialismo que no se de espejos entre entidades que, por razones
deja entrampar por el juego de semejanzas y contingentes, definen las relaciones entre sí
como relaciones de diferencia y atribuyen re-
levancia a tales relaciones. Las identidades
21 Sobre el concepto de imaginación del centro, ver
Santos (1995a: 53). son siempre relaciones, pero raramente son
antiguas, en la antigüedad clásica y en la edad la unidad que los europeos habían perdido y
media, y esta presente en la propia teología que, a sus ojos, los indios conservaban.
cristiana donde la eucaristía representa la Sobre los juegos de identidad en el espa-
unión de principios irreconciliables: “Mientras cio-tiempo portugués adelanto las siguientes
los caníbales devoran a los extraños para rees- hipótesis. En primer lugar, estos juegos son
tablecer la unidad del sujeto y del objeto, los particularmente complejos por el hecho de que
cristianos comen el “cuerpo” de Jesús en cuan- los portugueses hayan estado a lo largo de la
to unidad utópica entre los hombres y su Dios” historia de los dos lados del espejo, en cuan-
(Klarer, 1999: 395). to Próspero visto en el espejo de Calibán, y en
En su ensayo De los caníbales de 1580, Mon- cuanto Calibán visto en el espejo de Próspero.
taigne (1965) fue el primero en analizar estas La segunda hipótesis, que se desprende de la
dos imágenes, la de la utopía y la del caniba- anterior, es que la ambivalencia es potenciada
lismo, aparentemente contradictorias, como en este espacio-tiempo por el hecho de que el
mecanismos interdependientes. A partir de sujeto de deseo haya sido también objeto de
Bajtín, es posible ver la articulación entre los deseo. La tercera hipótesis es que la identidad
juegos de contradicciones e inversiones y la dominante en este espacio-tiempo produjo
celebración del cuerpo en el carnaval europeo solo muy tardíamente (y nunca de modo conse-
medieval, por un lado, y la imaginería del nue- cuente), la negación total del otro y, tal vez, por
vo continente, por el otro (Klarer, 1999: 401). eso tampoco supo confrontarse políticamente
El “realismo grotesco” que Bajtín identificó con las identidades subalternas. En esta sec-
en el carnaval medieval —las desfiguraciones ción y en las siguientes aduciré alguna prueba
físicas y la verdad carnavalesca como poten- de estas hipótesis.
cialidad de un mundo acogedor y una edad de Las características con que los portugueses
oro— está también visible en la inversión utó- fueron construyendo, a partir del siglo XV, la
pica de lo social y de lo político en la América imagen de los pueblos primitivos y salvajes de
de la antropofagia. El nuevo continente es el sus colonias son muy semejantes a las que le
carnaval diaspórico de los europeos. Por eso, son atribuidas a partir de la misma altura por
la repulsión del canibalismo es el otro lado del viajeros, comerciantes y religiosos venidos de
deseo de unidad con la naturaleza y el cosmos,
la Europa del Norte:22 Del subdesarrollo a la Esta ciudad densamente poblada es un antro de
precariedad de las condiciones de vida, de la judíos, alimento de una muchedumbre de indios,
indolencia a la sensualidad, de la violencia a la una mazmorra de los hijos de Agar, un reservorio
afabilidad, de la falta de higiene a la ignorancia, de mercancías, una hornaza de agiotistas, un es-
tablo de lujuria, un caos de avaricia, una montaña
de la superstición a la irracionalidad. El con-
de orgullo, un refugio para fugitivos, un puerto
traste entre la Europa del Norte y Portugal está
para franceses del catastro (Bronseval, 1970a:
también patente en el relato del fraile Claude 329).
de Bronseval, secretario del abad de Clairvaux,
sobre el viaje que hicieran a Portugal y a Espa- Castelo Branco Chaves reunió en “Portugal
ña entre 1531 y 1533. Se quejan recurrentemen- de D. Joao V visto por tres forasteros” tres re-
te de los pésimos caminos, del carácter rústico latos de extranjeros escritos entre 1720 y 1730.
de las personas, del alojamiento y del trata- Según él:
miento paupérrimos tan “a la manera del país”
(Bronceval, 1970b: 577). De los hábitos extra- el aspecto general del país que se aprende es el
ños como, por ejemplo, el de que los nobles u de una tierra fértil, rica pero desaprovechada,
hombres honrados reservaran para albergar a viviendo casi exclusivamente del oro de Brasil.
los extranjeros las casas más miserables para Parte de lo que comía, de lo que vestía, las ma-
no ser vistos como estrafalarios (Bronseval, deras para sus construcciones urbanas y navales,
1970a: 431). En cuanto a la educación de los la mayoría de lo necesario para vivir, todo venía
de afuera, de Inglaterra y de Holanda, particular-
frailes, “son pocos los que en estos reinos his-
mente comprado con el oro brasileño. El portu-
pánicos gustan del latín. Ellos no gustan sino
gués es ocioso, nada industrioso, no aprovecha
de su lengua vulgar” (Bronseval, 1970a: 461). las riquezas de su tierra, ni sabe hacer vender las
La descripción de Lisboa no podría ser más sig- de sus colonias (Chaves, 1983: 20).
nificativa de la actitud general de los viajeros:
Con excepción de la referencia final a las co-
lonias, esta caracterización corresponde punto
22 Por “Europa del Norte” se entiende aquí a los paí-
ses de la Europa considerada “civilizada” —Inglaterra,
por punto a lo que entonces y desde hace dos
Francia y Alemania— que más tarde van a tener un pa- siglos se decía de los pueblos indígenas o nati-
pel decisivo en la colonización. vos de América y del África. Los portugueses
son celosos hasta las mayores crueldades, ven- que ella es simétrica de la que fue atribuida a
gativos, disimulados, motejadores, frívolos y los negros africanos a partir del siglo XIX como
tontos. Crueldad, espíritu de venganza, disimu- siendo señal de una pretensión de asimilación
lación, frivolidad y torpeza son parte constitu- inconsecuente y tonta.
tiva del estereotipo de los europeos al respecto Pero como afirma Castelo Branco Chaves,
de los africanos o de los pueblos amerindios. es a partir de la segunda mitad del siglo XVIII,
Esta asimilación está muchas veces implícita y por invención sobre todo de los ingleses, que
en los propios relatos cuando el color de la piel la “leyenda negra” de Portugal y de los portu-
de los portugueses es invocado para confirmar gueses como pueblo decaído, degenerado, im-
la veracidad del estereotipo. Según uno de los becilizado, se profundiza más. En diciembre de
relatos, los portugueses son “altos, bien pareci- 1780, Richard Crocker, capitán inglés, escribe
dos y robustos, en su mayor parte muy more- de Lisboa:
nos, lo que resulta del clima y aun más del cru-
zamiento con los negros” (Chaves, 1983: 24). Al Los hombres portugueses son, sin duda, la raza
mismo tiempo que los portugueses proclama- más fea de la Europa. Bien pueden ellos consi-
ran al mestizaje como un triunfo humanista o derar la denominación de “ombre blanco” (sic)
—hombre blanco— con una distinción. Los por-
un expediente colonialista ingenioso, el mismo
tugueses descienden de una mixtura de judíos,
mestizaje les era inscrito en la piel como una
moros, negros y franceses, por su apariencia y
carga por el mirar del Próspero europeo. cualidad parecen haber reservado para sí las
En este juego de espejos, es aun relevante peores partes de cada uno de estos pueblos. Tal
recordar que en muchos relatos de la época como los judíos son mezquinos, engañadores y
se nota la profusión de miradas sobre el Por- avaros. Tal como los Moros son celosos, crueles
tugal que hacen mofa de él: “la nación parece y vengativos. Tal como los pueblos de color, son
faltar en la vista [...] los padres benedictinos en serviles, poco dóciles y falsos y se parecen a los
Coimbra se consideran reparables, pues nin- franceses en la vanidad, artificio y arrogancia
guno deja de traer anteojos propter farsolam” (Pires, 1981: 112).
(Chaves, 1983: 112-113). La relevancia de esta
característica en la composición del estereoti- En el mismo tono escribía de Lisboa a un
po sobre los portugueses está en el hecho de amigo, el 11 de septiembre de 1808, el oficial de
la Marina inglesa, Charles Adam: “voy a hacer distancia que va de él al esclavo portugués, el
lo posible por disponer de tus libros españoles, último de los esclavos” (1881: 37).
me dicen que no hay libros portugueses que Al final del siglo XVII, el reverendo anglicano
valga la pena leer” (Pires, 1981: 85). John Colbatch, que ocupó el puesto de capellán
En el estudio que hizo sobre las impresiones de la British Factory en Lisboa, dejará una opi-
recogidas por el comisario alemán alistado en nión en general más favorable de los portugue-
el ejército inglés, August Schaumann, durante ses (pueblo poco “dado a la embriaguez”), no
su estadía en Portugal entre 1808 y 1814, Maria dejando al mismo tiempo de denunciar el “odio
Teresa Byrne describe como los portugueses mortal” que “[alimentaban] hacia los extranje-
son en general descritos como campesinos, ros” y de lamentar su poca gratitud para con
algo primitivos. “De todo mi corazón tengo los ingleses que tantas veces fueron sus “sal-
pena por estos pobres diablos”, escribe Schau- vadores” (Macaulay, 1946: 224-225). Un siglo
mann, al lamentar la situación de un pueblo que y medio más tarde, el reverendo J. M. Neale,
se ve invadido, no por uno, sino por dos países, que viajó ampliamente por el país, da una ima-
uno que lo ataca (Francia) y otro que lo defien- gen angustiosa de las miserables condiciones
de (Inglaterra) (Byrne, 1998: 108). Por la misma de vida en Portugal y desde arriba apunta que:
época, Lord Byron visita Portugal (1809) y es- “cuando exaltados, los portugueses se tornan
cribe su famoso poema Peregrinación de Chil- peligrosos” (Macaulay, 1946: 207-208). Robert
de Harold: “Nación desbordante de ignorancia Southey, que Zulmira Castanheira considera es
y orgullo [...] Palacio y cabaña son igualmente el primer lusófilo inglés, visito Portugal por pri-
inmundos; sus morenos habitantes educados mera vez en 1796 y, a pesar de pretender mos-
sin aseo; y ninguno, hidalgo o plebeyo, cuida trar admiración por los portugueses, no deja de
de la limpieza del calzado o de la camisa [...] los hilvanarlos como pueblo retrógrado, supers-
cabellos sin peinar, mal aseados, indiferentes” ticioso, sucio, prejuicioso, celoso, vanidoso,
(Byron, 1881: 30-31). ignorante, deshonesto, atontado por la tiranía
Y para no dejar dudas, está la comparación del Estado y de la Iglesia, ambos corruptos e
que hace Byron con respecto a los españoles: ignorantes y servido por instituciones insólitas
“por cuanto al campesino español es tan sober- y chocantes como, por ejemplo, la justicia, “ge-
bio como el duque, pero noble y conoce bien la neralmente ignorante o precipitada, que dejaba
los animales del continente americano y de dialéctica tiene igualmente paralelo en las re-
la relación de los indios con ellos, es también presentaciones de los extranjeros al respecto
identificable en los relatos de los viajeros ex- de los portugueses. Al lado de las representa-
tranjeros en Portugal. Es lo que escribe una ciones “negativas”, que ilustré arriba, hay igual-
viajera inglesa en la década de 1890: mente representaciones “positivas”. De otro
modo, tal como aconteció con las narrativas
No obstante nuestro puerco mascota fuese un coloniales al respecto del colonizado, la disputa
puerco muy bonito —un chino extranjero— los sobre “el perfil del portugués” fue en ocasiones
puercos de esta región son terriblemente feos. acalorada entre los observadores extranjeros.
Son unos animales enormes con grandes orejas
Los estereotipos negativos pasan a dominar en
alargadas, lomos inmensos, irguiéndose en el
la segunda mitad del siglo XVIII a medida que
centro como un arco, costados hoscos y cubier-
tos de una especie de pelos cortos y macizos pero se profundiza el dominio de Inglaterra sobre
tan ralos que se ve diferente al pelo negro de aba- Portugal, pero a lo largo de toda la época mo-
jo. A pesar de eso, los aldeanos consideran estas derna, son frecuentes las narrativas que procu-
criaturas como animales domésticos que respon- ran poner en cuestión y ofrecer alternativas a
den a los nombres que les ponen y vienen cuando las narrativas anteriores consideradas falsas.
los llaman, como los perros, y gustan mucho que Algunos adeptos de la representación buscan,
les hablen y los acaricien (Pires, 1981: 40). incluso, reconstruir la historia de las represen-
taciones de los portugueses al modo de subra-
La dialéctica de la representación del co- yar su lado positivo, como es el caso de Rose
lonizado hace de este, como vimos, un ser si- Macaulay en dos libros sobre relatos de viaje
multáneamente atractivo y repulsivo, un ser a Portugal (1946 y 1990). El estereotipo de las
dócil y amenazador, leal y traicionero, un ser bondadosas costumbres es, tal vez, el más con-
utópico y diabólico. De ahí que los estereotipos sistente de todos los estereotipos positivos, a
no sean unívocos ni consistentes. Acorde con pesar de ser muy reciente. Esta en la base de
las necesidades de la representación del colo- otro aun más reciente, el de luso-tropicalismo.
nizador, predominan estereotipos negativos, o, Lo que pretendo mostrar es que tanto la car-
por el contrario, estereotipos positivos, aunque ga positiva como la carga negativa de los este-
unos y otros se pertenezcan mutuamente. Esta reotipos tienen paralelos a veces sorprendentes
con los estereotipos coloniales. En un trabajo las narrativas colonialistas, incluso las portu-
importante sobre el sistema de representacio- guesas atribuían al negro africano, al esclavo
nes sociales identitarias de los portugueses, americano o al indio americano.
Pereira Bastos reconstruyó así el perfil de los
portugueses salido de los estudios del sociólo- Juegos de espejos II:
go francés Paul Descamps, que hizo investiga- un Próspero calibanizado
ción en Portugal en los años de 1930 a invita- Mostré en la sección anterior que los portu-
ción de Salazar: predominio del amor sobre los gueses nunca pudieron instalarse cómodamen-
intereses materiales; sadoquismo y propensión te en el espacio-tiempo originario del Próspe-
para la melancolía; exagerada molestia de ca- ro europeo. Vivieron en ese espacio-tiempo
rácter; desvirilización e hipersensibilidad; tem- como internamente dislocados en regiones
peramento nervioso, emotividad y compasión; simbólicas que no les pertenecían y donde no
espíritu poético, amabilidad y docilidad; “alma se sentían a voluntad. Fueron objeto de humi-
femenina”, amabilidad y simpatía; propensión llación y de celebración, de estigmatización y
para la simulación; deseos ilimitados, ilusión y de complacencia, pero siempre con la distancia
apego a lo irreal; espíritu aventurero; falta de de quien no es plenamente contemporáneo del
perseverancia, de capacidad empresarial y de espacio-tiempo que ocupa. Forzados a jugar el
conducción; ausencia de la noción de impor- juego de los binarismos modernos, tuvieron
tancia del tiempo y de la puntualidad; incom- dificultades en saber de qué lado estaban. Ni
prensión de las consecuencias sociales de las Próspero ni Calibán, les correspondió la limi-
acciones (Bastos, 1995a: 144-147).23 En esta lis- naridad y la frontera, la inter-identidad como
ta, es importante la compleja ambivalencia de identidad originaria.
la atracción y repulsión. Pero más importante Acontece que, en aparente contradicción
aún es que, en pleno siglo XX, muchas de las con todo esto, Portugal fue la primera potencia
características atribuidas a los portugueses europea occidental en lanzarse hacia la expan-
tienen semejanzas sorprendentes con las que sión ultramarina y fue la que mantuvo por más
tiempo su Imperio. Si el colonialismo jugó un
papel central en el sistema de representaciones
23 Ver Descamps (1935). de la modernidad occidental, Portugal tuvo una
participación pionera en la construcción de ese crear una realidad nueva. Dos construcciones
sistema y, por lo tanto, en el juego de espejos creíbles a la luz del desconcierto y del caos de
fundador entre Próspero y Calibán. El enigma las prácticas a que quisieron poner orden. Esta
es pues: ¿cómo es que el Calibán europeo pudo indecidibilidad es la señal de vigencia reiterada
ser un próspero de ultramar? ¿O será que, por- de un régimen de inter-identidades. Los portu-
que nunca asumió ninguna de esas identidades gueses, siempre en tránsito entre Próspero y
en pleno y exclusivamente, pudo asumir las Calibán (y, por lo tanto, inmovilizados en ese
dos simultáneamente? La hegemonía de Portu- transcurrir), tanto fueron racistas, violentos y
gal en el sistema mundial moderno fue de corta corruptos, más dados al pillaje que al desarro-
duración y al final del siglo XVI los significan- llo, como fueron mestizadores natos, literal-
tes de Próspero y Calibán circulaban por fuera mente país de la democracia racial, de lo que
del control de los portugueses. Las inscripcio- esta revela y de lo que esta esconde, mejores
nes de esos significantes en los sistemas de que ningún otro pueblo europeo en la adapta-
representación de los portugueses fueron de ción a los trópicos.
tal modo complejas y se hicieron durante un En África, en Asia y en Brasil, ese régimen de
período tan largo que acabaron por dar origen inter-identidades, tuvo infinitas manifestacio-
a estereotipos y mitos contradictorios, cada nes. Entre ellas sobresalen la “cafrealización”
uno de ellos sobrecargado de medias verda- y la “miscigenación”. Los dos fenómenos están
des. Hasta hoy, la construcción histórica de los ligados, pero se refieren a procesos sociales
descubrimientos y del colonialismo portugue- distintos. La cafrealización es una designación
ses está ensombrecida por mitos que se perte- ochocentista utilizada para caracterizar de una
necen y se anulan mutuamente. De un lado, la manera estigmatizante a los portugueses que,
construcción de Charles Boxer (1963, 1969): los sobre todo en el África oriental, se desvincu-
portugueses como un Próspero incompetente laban de su cultura y de su estatuto civilizado
con todos los defectos de Próspero y con pocas para adoptar los modos de vivir y pensar de los
de sus virtudes. De otro lado, la construcción “cafres”, los negros ahora transformados en pri-
de Gilberto Freyre (1940; 1947; 1953; 1958): mitivos y salvajes. Se trata, pues, de portugue-
los portugueses como un Próspero benevolente ses atrapados en las redes de Calibán y de he-
y cosmopolita capaz de aliarse a Calibán para cho calibanizados, viviendo con mujeres e hijos
calibanes, según las costumbres y lenguas loca- cafreal. La designación “cafre”,24 no tenía, has-
les y en total ruptura con su cultura de origen. ta los siglos XVIII-XIX, la connotación negativa
Esta designación surge con esta connota- que pasó a tener después de esa fecha. Servía
ción en un momento preciso de la historia del apenas para distinguir los negros (cafres) de
colonialismo portugués, un momento que más los negros que hablaban árabe y estaban, por
adelante designaré como “momento de Próspe- eso, envueltos en el comercio que los pueblos
ro”. La relevancia de esta designación para la de tradición islámica y swahili mantenían des-
argumentación desarrollada en esta sección es de hacía siglos en esos parajes. Esta inmersión
que, con ella, el discurso colonial pretende re- en las redes sociales locales, esta interacción
significar una práctica anterior que se difundió fácil entre los portugueses y las poblaciones lo-
entre el siglo XVI y el siglo XIX, sobre todo en cales y las prácticas cultural híbridas a que dio
la costa oriental de África. Consistió en la inte- lugar están documentadas desde el siglo XVII
racción prolongada de los portugueses con las (Prestholdt, 2001). Los relatos, muchas veces
culturas y los poderes locales, una interacción de religiosos, critican estas prácticas, aunque a
en que los intereses de comercio no podían ser veces muestren comprensión hacia las dificul-
respaldados por cualquier poder imperial dig- tades enfrentadas en aquellas tierras por aque-
no de nombre y que, por eso, tendía a ser carac- llos que no tenían el poder colonial para su de-
terizada por la reciprocidad y por la horizonta- fensa. Escribe Fray Joao dos Santos en 1609 en
lidad, cuando no incluso por la subordinación la Etiopía Oriental.
y el cumplimiento de vasallaje respecto a los
reyes y autoridades locales. La reiteración de
esas interacciones llevó a que ellas sobre lle- 24 El término “cafre” deriva del árabe kafir, término
que designa al no-musulmán, al no creyente en Allah.
varan la actividad comercial hacia esferas de
“En Melinde [antiguo puerto de la costa oriental de Áfri-
relacionamiento más profundo que envolvían ca] son los moros más amigos de los portugueses y no
frecuentemente la constitución de la familia, el difieren nada en las condiciones y la filiación de nues-
aprendizaje de las lenguas y de las costumbres tros rostros y hablan mucho muy bien el portugués por
locales, en suma, la adopción de la práctica ser aquí el principal trato nuestro con ellos, y el asiento
de la capitanía. Los Moros de aquí se confinaron hacia
tierra adentro, una tierra de los Cafres extraña de los
otros y de toda la costa” (Monclaro, 1899: 167).
Un portugués llamado Rodrigo Lobo, era señor vida hasta que la muerte llega la cual ignoran que
de la principal de estas islas.25 De la cual le hizo existía por falta de memoria (Miranda, 1954: 64).
donación el Quiteve [rey], por ser muy su amigo,
y junto a ello le dio el título de su mujer, nombre En 1844, João Julião da Silva escribió en su
con que el Rey llamaba a la capitanía de Mozam- Memoria sobre Sofalla, donde refiere:
bique, y a la de Sofala, y a los demás portugueses
que mucho estimaba, significando con tal nombre La Civilización en esta Villa (Sofala) en nada se ha
que los ama, y que quiere que todos le brinden separado de su primitivo estado por lo que desde
cortesía, como a su mujer, y realmente es así, que aquellos tiempos en que tuvo la denominación de
todos los cafres veneran mucho a los portugue- Presidio, sus habitantes eran en cantidad de los
ses que tienen títulos de mujeres del Rey (Santos, mayores criminales, e inmorales, que eran remi-
1999: 139). tidos para cumplir sus sentencias de por vida, y
aquí se establecieron y, como el país era próspero
En 1766 escribe Antonio Pinto Miranda: adquiriendo haciendas, eran de los primeros so-
lamente en representación: estos tales individuos
[Los europeos en Mozambique] despreciaron a luego buscaban familiarizarse, en todo y por todo
sus oficiales cuando con ellos podían pasar ale- con las costumbres, y el modo de proceder de los
gremente la vida; Casaron con algunas Señoras cafres, que los rodeaban y para allanarse el apo-
naturales y otras que de Goa descendían. [...] yo de estos, y obtener un mayor espacio para sus
También se olvidaron mucho de la Creación Cris- perversidades, se casaban cafrialmente con las
tiana que en sus principios tuvieron, razón por negras de los cercamientos y generaban mulatos:
la que ni sus propios hijos acostumbraron a dar, estos criados en la misma libertad y costumbres
por la que fijaron a estos con los pésimos proce- cafriales, seguirán el mismo modo de proceder
dimientos que de los Patricios relaté. [...] Más allá de sus padres y hasta el presente son raros los
de las propias mujeres no dejaron de procurarse que saben leer y escribir: esta es la causa prin-
otras. [...] Caminan siempre en “manxilas” que cipal por la que las supersticiones, los prejuicios
tienen semejanza con las hamacas de América y costumbres bárbaras están arraigados en ellos,
[...] De esta suerte Ociosos pasan los días de la que les es imposible abandonarlas ignorando
hasta los primeros rudimentos de nuestra Santa
Religión, el idioma portugués y las costumbres
25 Localizada en la actual región de Sofala, al centro europeas (Da Silva, Felicia & Nicoalu, 1998: 36).
de Mozambique.
Del mismo tenor es el lamento de Ignacio origen de los portugueses que poblaron los te-
Caetano Xavier a mediados del siglo XVIII: rritorios. Como dice Marc Ferro, “los portugue-
ses fueron los primeros que quisieron librarse
Hablando en general puedo decir sin faltar a la de los criminales, de los delincuentes, mandán-
verdad, que parecen más [los moradores sujetos dolos a cumplir pena muy lejos —ejemplo que
a la corona] fieras que hombres, por estar opues- la Inglaterra imitó en escala gigantesca con los
tos a la vida civil y a la sujeción política, sin ha-
convictos que a partir de 1797 fueron a poblar
blar en el caso de la Religión, porque teniendo el
Australia—” (1996: 179). A partir de 1415, cada
nombre de cristianos parece que todavía están
por escoger la Ley (Xavier, 1954: 174). navío que partía a explorar la costa de África
llevaba su contingente de deportados. Muchos
La descalificación de los indígenas como de los portugueses de que hablan los relatos,
primitivos y salvajes es una constante de es- eran desterrados. Al referirse a ellos de modo
tos relatos y, como ella, la descalificación de tan despreciativo, Xavier denuncia en su relato
los portugueses que se mezclaron con ellos de 1758-1762:
y adoptaron sus modos de vida. A lo largo de
Llega todavía más allá la insolencia de estos mo-
un vasto período el estereotipo portugués que
radores [...] porque después de atropellar las con-
domina no es el de Próspero es, antes bien, el sideraciones humanas, también se han atrevido
de un proto-Calibán, un cafrealizado. A medi- muchas veces a perder el decoro de las Casas de
da que se vayan conociendo las narrativas de Dios con sacrílegos insultos, de muerte, heridas,
estos portugueses cafrealizados, será posible bullas, etcétera. llegando al extremo su bárbara
obtener una idea más compleja de los proce- ceguera de cometer los mismos desacatos delan-
sos de hibridación y ciertamente diferente de te de los Sacramentos expuestos, como sucedió
la que nos es dada por las narrativas de los que hace pocos años en la Iglesia de los dominicanos
los visitaran en apariciones meteóricas del po- en Senna, que hoy está reducida a cenizas. Y ahí
der imperial, de la Iglesia y de la Corona, por lo parece que se halla el motivo por el que han sido
demás siempre ausentes. castigados y lo son repetidas veces desde el cie-
lo, pues, por medio de los cafres que dominaban
Para la descalificación y estigmatización del
y podían dominar han visto restringida su orgu-
Próspero cafrealizado contribuyó también el
llosa vanidad, pues más allá de haber perdido en
muchas ocasiones el crédito vidas y haciendas, África durante este período. El hecho de que
perdieron [...] ricas poblaciones [...] y hasta sus el colonialismo portugués en África, haya es-
hijos sirvieron de esclavos de dicho Rey (Changa- tado durante varios siglos más interesado en
mira), y estos son tal vez nuestros mayores ene- controlar el comercio marítimo que en ocupar
migos en la guerra y en la paz (1954: 175-176).26
territorios, combinado con la debilidad político-
administrativa del Estado colonial, provocó que
El subtexto de estos relatos es que el origen
los portugueses que comerciaban en esas tierras
social de los portugueses en África reclamaba
fuesen colonizadores sin Estado colonial, y por
una presencia más fuerte y estructurada de la
eso fuesen forzados a practicar una forma de
autoridad colonial. Ahora, como vimos, esta era
autogestión colonial. Esta autogestión colonial
tan débil y tan inconsistente que mejor podría
si, por un lado, permitía la identificación discre-
caracterizarse como un poder aparicional.27
cional de cada uno con el poder del Imperio,
El carácter aparicional del poder colonial
por otro lado, no les facultaba dicho Imperio
es, a mi entender, fundamental para que enten-
sino con el poder para que pudiesen movilizar
damos los caminos de las inter-identidades en
sus medios propios. Como esos medios eran
exiguos, el portugués tuvo que negociarlo todo,
26 En el mismo sentido, Marc Ferro afirma que el Go- no solo su comercio si no también su propia so-
bernador de Angola tenía tal desconfianza en relación brevivencia. Fue un “colonizador” que se vio fre-
a los deportados que “no [les] quería confiar armas en cuentemente en la contingencia de prestarse al
caso de guerra con los indígenas –al punto de preferir vasallaje como cualquier nativo a las estructuras
servirse de tropas africanas, tanto para dar combate a
políticas (reinos) locales. Como el colonialismo
las tribus insumisas, como para, eventualmente, mante-
ner a buena distancia a los delincuentes. De cualquier casi no existía como relación institucional,28 la
modo, estos desertaban tan pronto como se aprovisio- disyunción entre colono, por un lado, y Estado
naban con armas” (1996: 179). colonial e Imperio, por otro, era total. Es todavía
27 Un aparato administrativo colonial, bajo la forma Xavier quien relata a este respecto:
de Estado, surgiría tan solo a finales del siglo XIX, ini-
cios del siglo XX, en los espacios coloniales de Portugal
en África, situación que contrasta con la presencia de 28 En las regiones costeras había cuando mucho un
estructuras estatales organizadas en el Brasil y en la In- régimen de soberanía compartida entre la administra-
dia Portuguesa. ción portuguesa y los reinos locales.
[Los habitantes de la zona mozambiqueña que- “Noticias de las islas de Cabo Delgado”,29 del
rían] hallar el modo como obstruir al gobierno, siglo XVIII: “quedando estas tierras solamente
y dominarlo sobre manera. [...] Son todos enemi- habitadas por los moros nacionales que viven
gos del Gobernador. Está tan envilecida la cos- en la mayor obediencia, y son toda la fuerza
tumbre en ellos, que aún los primeros habitantes
que defendió nuestras fronteras de los insultos
portugueses, por no querer vivir dominados por
de los Cafres de Macao, siendo para Mozambi-
ningún gobierno, y sujetos a la justicia nunca
quisieron estar encerrados en lugares, ni consin- que imposible en aquel tiempo el mandar auxi-
tieron que se hicieran Plazas o se amurallaran lios por la falta de tropa que experimentaba”
las poblaciones, para que así a rienda suelta, pu- (Portugal, 1954: 276).
dieran continuar con sus atrocidades, morando También la legalidad colonial, no disponien-
dispersos en lugares abiertos, no fue fácil conte- do de un Estado colonial fuerte para imponerla,
nerlos por parte del gobierno y hacerles conocer quedó menos en las manos de quien la emitía
la justicia como hasta ahora sucede. Esta vida que en las manos de quien le debía obediencia.
disoluta y sin subordinación que ellos tuvieron La autogestión colonial llevó a la constitución
por libertad, y tienen los que hasta el presente de una legalidad paralela que combinaba la apli-
habitan estas tierras por felicidad, han concurri-
cación altamente selectiva, y solo cuando fuera
do antes y la conducen ahora hacia su total ruina
conveniente, de la legalidad oficial con otras le-
porque solo se encuentra en la isla de Mozambi-
que cuatro moradores que pudieran alcanzar el galidades locales o adaptadas a las condiciones
nombre de ricos y de la misma manera en los ríos locales. Habrá sido este, el primer ejemplo mo-
de Senna, Sofala, Inhambane y las islas Quirimba derno de pluralismo jurídico.30 Desde el punto
(Xavier, 1954: 174-175). de vista de los portugueses en las colonias, la
condición jurídica de sus actividades no era ni
La misma ausencia del Estado colonial hizo legal ni ilegal, era “alegal”. Desde el punto de
que las tareas de soberanía como, por ejemplo,
que la defensa de las fronteras fuese frecuen-
29 Estas islas, situadas en el extremo Norte de Mo-
temente “subcontratada” a las poblaciones zambique, son hoy geográficamente conocidas como
locales. Es esto mismo lo que es narrado en “Archipiélago de las Quirimbas”.
30 Sobre el pluralismo jurídico, véase Santos (1995b:
112-122; 2002b; 2006).
—la asimilación—.31 Ella es un doble no-dicho. siglo XVIII a quienes la porosidad de las prácti-
Es un no-dicho de la asimilación porque es una cas identitarias de los portugueses no les pasó
asimilación invertida, asimilación de Próspero desapercibida.
por Calibán. Pero es también lo no dicho de la El Capitán Costigan, irlandés, que estuvo en
imposición cultural que caracteriza a la colo- Portugal en 1778-1779 y para quien, como nota
nización, sea ella asimilacionista o no, porque Rose Macaulay, la perversidad de los portugue-
es una identidad negociada. Curiosamente, en ses era una obsesión, se declaraba espantado
más de un juego de espejos, esta lectura es con la familiaridad agradable de los portugue-
consonante con algunas de las lecturas de los ses hacia sus criados, algo inimaginable en In-
viajeros extranjeros en Portugal a partir del glaterra (Macaulay, 1990: 193).
Por el contrario, la lectura de la necesidad
tiende a ver en la cafrealización la debilidad y
31 En Mozambique, la política de asimilación está la incompetencia de un Próspero que no pudo
asociada al sistema de administración colonial efectiva
desde inicios del siglo XX. A partir de entonces, la di-
o no supo escapar a ella. La estigmatización de
visión entre nativos y no nativos será reforzada. Como la cafrealización —cuando es asumida como
ciudadanos de estatuto inferior, los asimilados —aque- incapacidad colonial— es expresión de la de-
llos que deseaban “asimilar” los valores de la civiliza- generación que arrastró en su atraso el atraso
ción portuguesa (negros, asiáticos, mixtos), y ser con- de los colonizados. Es esta, en buena medida,
siderados ciudadanos—, tenían cartillas de identidad
que los diferenciaban de la masa de los trabajadores la lectura de Charles Boxer. Es también la lec-
no asimilados, los indígenas. Estos últimos, la mayoría tura que subyace a las políticas coloniales de
de la población, no poseían ciudadanía, no tenían de- finales del siglo XIX en adelante, no obstante,
recho alguno, eran mal pagados, explotados, sujetos a en este caso la lectura buscase exclusivamen-
una enseñanza rudimentaria, al trabajo forzado, a regí-
te justificar la ruptura con las políticas colo-
menes penales de deportación, etcétera. Por ejemplo,
cuando, en 1950, Eduardo Mondlane llegó a Lisboa para niales anteriores, a que haré referencia en la
matricularse en la universidad, la aceptación de su can- próxima sección.
didatura no fue inmediata. Su gran problema consistía El mestizaje es la otra manifestación de la
en el hecho de que, siendo “indígena” natural de Mo- porosidad de los regímenes identitarios de los
zambique, no tenía el estatuto de asimilado, lo que lo
portugueses. Se trata de un fenómeno diferen-
imposibilitaba para su identificación como ciudadano
portugués (Manghezi, 1999). te de la cafrealización y puede ocurrir sin esta.
Pero la verdad es que, en los momentos de in- opresión y se dispuso a luchar contra ella, la
tensificación de los discursos colonialistas y connotación social de los mulatos bajó. Y, por
racistas, los momentos de Próspero, que men- el contrario, subió en los momentos, inmensa-
cionaré más adelante, la estigmatización de la mente más duraderos, en que ni Próspero ni
cafrealización arrastró consigo la del mestizaje Calibán sintieron necesidad o tuvieron la posi-
(la “miscigenación” como cafrealización del bilidad de afirmarse como tales. Expresión de
cuerpo). No es posible tratar esta cuestión en la “democracia racial”, los mulatos contribui-
el ámbito de este texto. Que la miscigenación rán, sin querer y contra sus propios intereses,
fue la “excepción portuguesa” en el colonia- a legitimar la desigualdad social racista. Al des-
lismo europeo (Ferro, 1996: 177) tiende hoy a racializar las relaciones sociales, permitirán
tener consenso, no obstante, también lo sea el al colonialismo des-culpabilizarse de su modo
hecho de no haber sido el colonialismo portu- propio de producir inequidades sociales. “Es
gués el único en practicarla. negro porque es pobre”, pasó a ser la coartada
La porosidad de las fronteras entre Próspe- creíble para quien actuaba en el presupuesto
ro y Calibán atingió a su expresión identitaria de que “es pobre porque es negro”.
máxima en las figuras del mulato y la mulata. Puede, pues, concluirse que el debate so-
La ambivalencia de las representaciones a este bre el valor sociológico político y cultural de
respecto es bien ilustrativa de la naturaleza el mestizaje es indecidible en sus propios tér-
de un pacto colonial tan abierto como despro- minos, ya que él es uno de los debates-ersatz
visto de garantías. Ahora vistos como seres del ajuste de cuentas histórico entre Próspero
degradados genéticamente, expresión viva de y Calibán, entre el colonialismo europeo y los
una traición a Calibán, ahora vistos como se- colonizados por él, que por mucho tiempo aún
res superiores combinando lo que mejor había se verá aplazado.
en Próspero y Calibán, los mulatos fueron, a lo En este contexto, solo quiero registrar una
largo de los siglos, una mercadería simbólica más de las astucias del régimen identitario de
cuya connotación varió con las vicisitudes de los portugueses, una trampa adicional para
los pactos y de las luchas coloniales. En mo- los que piensan que los juegos de espejos re-
mentos en que Próspero se quiso afirmar como flejan algo que se encuentra más allá de ellos.
tal y en que Calibán tomó conciencia de su Se trata de la posibilidad de que el portugués
incido sobre la primera posibilidad, el momen- Para garantizar su presencia en África, Portu-
to de Próspero. gal se vio obligado a actuar como las restan-
Distingo dos momentos de Próspero: al final tes potencias imperiales, como si el desarrollo
del siglo XIX, primeras décadas del siglo XX y interno del capitalismo portugués colocase
el 25 de abril y la adhesión a la Unión Euro- exigencias comparables, lo que no era el caso.
pea. En cualquiera de estos momentos, la as- Este hecho no escapa a la historiografía ingle-
censión de Próspero en el magma identitario sa, al servicio del imperialismo británico y, por
portugués, se hace bajo la presión de factores lo tanto, hostil al imperialismo portugués. Tho-
externos, siempre bajo la forma de la Europa mas Pakenham, en su libro The Scramble for
capitalista desarrollada. El primer momento de Africa, 1876-1912, es ejemplar a este respec-
Próspero ocurre en el período pos-Conferencia to: “y estaba Portugal medio senil y aún más
de Berlín, en que la ocupación efectiva de los arruinado, agarrado a sus posiciones en África,
territorios bajo dominio colonial se torna una Angola y Mozambique, más por soberbia que
condición para el sostenimiento de ese domi- por la esperanza de lucro (Furtado, 1997: 77).
nio.34 Hecha la repartición de África, los países No es mi pretensión analizar aquí este pe-
industrializados dan a la empresa colonial una ríodo.35 Pretendo apenas apuntar las metamor-
forma imperial que vincula estrechamente a las fosis identitarias que en él ocurren. La más
colonias al desarrollo capitalista. La explota- importante de ellas, es la polarización entre
ción capitalista de las colonias, que presupone Próspero y Calibán. Es verdaderamente en
un estrecho control político y administrativo, ese momento que surge lo indígena primitivo
se torna el otro lado de la misión civilizadora. y, en contrapunto, lo portugués colonizador,
representante o metáfora del Estado colonial.
El proceso que hace descender lo indígena al
34 Entre otras disposiciones, la Conferencia de Berlín estatuto que justifica su colonización es el mis-
decidió que un Estado-nación solo podría tener dere- mo que hace subir lo portugués al estatuto de
cho a determinada parcela ultramarina desde que la colonizador europeo. La dicotomía entre los
ocupase efectivamente y la administrase en forma y
garantizara en ella los derechos individuales, la libertad
de comercio y de religión y el establecimiento de esta-
ciones civilizadoras. 35 Véase la nota 1 y el proyecto allí citado.
de la tierra africana [...] Es una afirmación de vive; no tiene enraizada en el alma el amor de la
presencia necesaria” (Júnior, 1955: 19). Una familia y de sus semejantes (Barradas, 1992: 124).
tarea ingente dado el carácter despreciable de
la materia prima. El negro surge ahora animali- Pero la demonización del colonizado atinge
zado y apenas susceptible de ser domesticado al paroxismo cuando está referida a la mujer.
por vía del gesto imperial. La violencia de este Es que esta es considerada responsable por
gesto, la brutalidad del trabajo forzado es el el mestizaje que ahora es estigmatizada como
otro lado de la animalidad del negro y es esta siendo el gran factor de degeneración de la
última que justifica a la primera.37 Sobre las difi- raza. En 1873, Antonio Ennes escribe:
cultades de llevar a los negros a trabajar, se lee
El África encargó a la negra el vengarse de los
en una publicación oficial del Ministerio de las
europeos, y ella, la hedionda negra, —porque no
Colonias de 1912:
hay negra que no sea hedionda— conquista la
sensualidad de los macacos, los celos feroces de
Es el indígena dado a la embriaguez por atavis-
los tigres, las costumbres torpes e inhumanas de
mo de muchas generaciones; es rebelde al traba-
los esclavistas, los delirios del alcoholismo, to-
jo manual, al cual esclaviza a la mujer; es cruel y
dos los embrutecimientos de las razas inferiores,
sanguinario porque, así lo educó el medio en que
y hasta los dientes de las quizumbas [hienas] que
excavan los cementerios, los altivos conquistado-
res del Continente Negro (Ennes, 1946: 192).
37 Según Santos Júnior, “no hay duda de que el blanco
no puede ejercer, en África, determinadas funciones.
Su resistencia física no soporta, por ejemplo, la vio- Entre el hombre blanco y el hombre negro se
lencia del trabajo de la azada” (1955: 22-23). Citando erige una barrera intraspasable que es al mis-
a Marcelo Caetano, el autor afirma que “lo negro tiene mo tiempo el trazo de la unión entre ambos. En
condiciones de resistencia natural y una adaptación al este juego de espejos, el negro es salvaje y por-
medio que le permiten trabajar en los climas tropicales
en ciertas actividades en mucho mejores condiciones que es salvaje tiende a pensar que “nosotros”
que los europeos [...] Es necesario forzar [al negro] a la es que somos salvajes. En 1911, escribe José
contribución que tiene que dar para el desarrollo de la Firmino Santa Anna, un médico que trabajaba
riqueza pública; es preciso obligarlo a producir [...] Se en el valle del río Zambeze:
trata de proteger al negro, de integrarlo en el sistema
económico de Mozambique (1955: 22-23).
Su carácter del indígena desconfiado y egoísta no los pueblos que estudió, la siguiente narrativa
le permite comprender el interés que el europeo acerca del canibalismo de los portugueses:
tiene en cuidar de su salud sin hacerle cualquier
exigencia, y entonces avienta a este respecto las La Gungunhana (Nghunghunyane) murió. Los
hipótesis más inverosímiles. Nosotros para ellos portugueses comiéronla.
somos los salvajes, nos atribuyen los peores ins- ¿Qué es lo que tú dices?
tintos y tratan de acautelar, tanto cuanto les sea Con certeza. Los portugueses comen carne huma-
posible su estupidez peligrosa, ávida, mujeres y na. Toda la gente lo sabe. No tienen piernas, son
haberes. Estos prejuicios sobre el carácter de lo peces. Tienen cola, en vez de piernas. Y viven en
europeo son la principal razón de la desconfianza el agua.
con que acogen al médico. El indígena no com- Entonces, si ellos son peces y no tienen pier-
prende los motivos de orden abstracto ni las ra- nas ¿cómo es que pueden combatir con usted y
zones altruistas; así, no pudiendo explicar de otra vencerlos?
forma la colecta de muestras de sangre destinadas ¡Oh! Los que combaten reconozco que son nue-
a examen, supone que es para comer. El médico vos, ellos tienen piernas. Nosotros los agarramos
que procede a este servicio es mirado por la ma- y los metemos en un navío a vapor que va lejos,
yoría como antropófago y es curioso que hasta los muy lejos. Este navío acaba por llegar a un pe-
individuos que de cerca me servían, suponían que ñasco todo cercado de agua. Es el país de ellos.
la sangre era el vino que yo consumía (1911: 22). Nosotros tiramos del navío y los metemos en una
isla, en cuanto los soldados disparan los arcabu-
El canibalismo es un tema recurrente en ces, para anunciar a los grandes blancos peces
momentos de espejos polarizados entre Prós- que llegamos. Escogen a uno de nosotros y le dan
pero y Calibán. Y también aquí el vínculo que un golpe en el dedo mínimo, para ver si está bas-
separa abismalmente es también lo que permi- tante gordo. Si no, lo encierran en un gran cesto
te la más íntima reciprocidad. Por eso, la atri- lleno de almendras y le dan orden de comerlas,
bución de canibalismo a los africanos surge para engordar; cuando gane bastante gordura, lo
encierran en una gran olla alargada del tamaño
frecuentemente articulada con la atribución
de un hombre y preparada para el propósito. Co-
de canibalismo a los colonizadores por parte nocemos estos pormenores, porque uno de noso-
de los africanos. A inicios del siglo XX, Henry tros, Ngomogomo, nos explicó todo esto. Había
Junod recoge en el Sur de Mozambique, entre sido hecho prisionero, pero durante el viaje, sus
antepasados fueron en su auxilio: él se cubrió de Por eso, la colonización constituye para los
una erupción de burbujas tan repugnantes que lo Estados civilizados un deber de intervención.
dejaron en la isla y lo trajeron de nuevo para acá. Es también en estos términos que Ruy Ennes
El vio todo. Al principio no queríamos acreditar- Ulrich la justifica en 1909:
lo. Ahora sabemos que es la verdad (Junod, 1996:
299-300). La colonización constituye para los Estados civi-
lizados un deber de intervención. No les es licito
En camino de la polarización, la coloniza- acumular en un espacio exiguo todas las maravi-
ción efectiva es un derecho-deber. Para Hegel, llas de la civilización dejando tal vez a la mitad
el África no es una parte histórica del mundo: del mundo entregada a poblaciones salvajes o
abandonadas de los hombres. La propia natura-
Tanto como podamos remontar en la historia, el leza impone a los pueblos superiores la función
África propiamente dicha permaneció cerrada a de guiarle e instruirle a los pueblos atrasados, en
todas las relaciones con el resto del mundo; ella que la civilización parece no poder brotar espon-
es la tierra del oro y descansa sobre sí misma, la táneamente y que, por lo tanto, entregados a sí
tierra de la infancia, oculta en la oscuridad de la mismos, quedarían eternamente en su estado na-
noche lejos del día de la historia consciente de sí tural (Ulrich, 1909: 698).
misma (1970: 120).
En el mismo espíritu, afirma Henry Junod:
En otro pasaje, Hegel concluye: “pertenezco a aquel grupo de hombres que,
como los administradores y los colonos de es-
Dejamos así el África y no volveremos a mencio- píritu largo, sienten que tienen un deber que
narla. Es que ella no es parte del mundo históri-
cumplir para con las razas más débiles” (1946:
co, no revela ningún movimiento o evolución, y
18). Sin embargo, para los administradores co-
lo que en ella, esto es, en su parte norte, pueda
haber acontecido pertenece al mundo asiático loniales, este deber no debe ser cumplido sin
o europeo [...]. Lo que verdaderamente entende- violencia. Escribe Alberto d’Almeida Teixeira
mos por África es lo a-histórico y lo cerrado, aun en un Relatorio de las operaciones realizadas
preso por entero en el espíritu de la naturaleza con el fin de prolongar la ocupación hasta el
(1970: 129). río Cuilo, datado de 1907:
Es convicción mía que, siendo la idea de la in- Indigenato)38 y pasa a ser regulada por leyes
terdependencia intuitiva en los pueblos salvajes, generales del Estado colonial. El asimilado es,
como es innato en ellos el odio a la raza superior, así, el prototipo de la identidad bloqueada, una
los procesos de persuasión y de catequesis serán identidad entre las raíces africanas a que deja
de principio casi siempre estériles y necesitarán
de tener acceso directo y las opciones de vida
del apoyo y de la manifestación previa de la fuer-
europea a que solo tienen un acceso muy res-
za para producir frutos (Barradas, 1992: 128).
tringido. La asimilación es, así, una identidad
A partir de la polarización dicotómica en- construida sobre una doble desidentificación.
tre el hombre blanco y el negro salvaje, esta El aislacionismo, combinado con el mesti-
misión civilizadora impone al colonizado una zaje, es lo que confiere a la sociedad africana
doble dinámica identitaria: la antropología co- su distinta heterogeneidad. En 1952, cuestiona
lonial y el asimilacionismo. La antropología Alexandre Lobato:
colonial busca conocer los usos y costumbres
¿Y qué se observa en la población de Mozambi-
de los pueblos indígenas de modo a controlar- que? Unos millones de negros en estado primiti-
los mejor políticamente, administrándoles y vo, unos millares de blancos civilizados y euro-
extrayéndoles impuestos y trabajos forzados. peos, algunos millares de mulatos semi-europeos
Las diferentes formas de “gobierno indirecto” y semi-indígenas en su mayoría; unos millares de
que fueron adoptadas al final del siglo XIX en indianos divididos en dos grupos muy diferencia-
África se sustentaban en la antropología colo- dos por motivos ancestrales y unos cuantos ne-
nial. El asimilacionismo es una construcción gros asimilados, civilizados, europeizados [...] no
identitaria basada en un juego de distancia y
de proximidad del colonizado en relación al
colonizador en los términos del cual el coloni- 38 Ver el Estatuto Político, Civil y Criminal de los
zado —mediante procedimientos que tienen al- Indígenas de Angola, Mozambique y Guinea (pro-
guna semejanza con los de la naturalización— mulgado por el Decreto Nº 12.533, del 23 de octubre de
1926) y el Estatuto Político, Civil y Criminal de los
abandona el estadio salvaje. Su subordinación Indígenas de las colonias Portuguesas de África (De-
deja de estar inscrita en un estatuto jurídico creto Nº 16.473, del 6 de febrero de 1929), que extendía
especial (como, por ejemplo, el Estatuto del el régimen segregacionista del indigenato a todo el es-
pacio africano del Imperio Portugués.
hay pueblo mozambiqueño en el sentido en que retiran y se disuelven dejando aquí y más allá un
se habla del pueblo portugués. No hay en Mozam- pequeño fuerte mal pertrechado y peor guarne-
bique un pensar colectivo (1952: 116-17). cido, que el gentío en breve considera como in-
ofensivo. La ocupación militar intensa durante un
El máximo de conciencia posible del pen- largo período (cinco años por lo menos) seguirá
samiento colonial es lamentar que los pueblos a la acción violenta indispensable del combate,
colonizados sean aquello en que las políticas de la destrucción de culturas y poblaciones, del
coloniales los transformaron. aprisionamiento y del fusilamiento de los jefes
indígenas, teniendo por fin la elección y el man-
El momento de Próspero de los portugueses
tenimiento de jefes nuevos que sepamos trans-
en el cambio del siglo XIX al siglo XX fue un
formar en criaturas absolutamente nuestras, el
momento excesivo en relación a sus condicio- desarmamiento general, la obligación de trabajos
nes de posibilidad. Fuertemente condicionado remunerados en obras del Estado, la facilitación
por las presiones internacionales del reparto del reclutamiento de trabajadores, bien pagados,
de África, el colonizador portugués no podía, para trabajos particulares y el reclutamiento mili-
con todo, romper internamente con la larga tar, el desarrollo agrícola y comercial de la región
duración histórica de la inter-identidad entre ocupada, la cobranza de impuestos por estable-
Próspero y Calibán. Se reveló, así, un Próspero cerse y la transformación necesaria del régimen
inconsecuente y subdesarrollado. Escalofrian- de administración militar o de capitanía —en un
te fiereza colonialista, escribe Norton de Ma- régimen de circunscripción civil—, constituye un
sistema racional de ocupación apenas iniciado en
tos, entonces gobernador general destituido,
los últimos años (Barradas, 1992: 132).
en un relatorio confidencial, fechado el 6 de
marzo de 1915:
Algunos años antes, Oliveira Martins mani-
No hemos sabido ocupar y dominar Angola.
festó la misma preocupación, señalando que
Nuestras compañías se han limitado aquí a la “con libertad, con humanidad, jamás se hicie-
organización de columnas que infligen al gentío ron haciendas coloniales” (1904: 234). El des-
revelado, al que se quiere ocupar, castigo más o ánimo de Oliveira Martins frente a la falta de
menos severo y que, terminada su misión militar, condiciones del colonizador portugués para
ganados algunos combates, tomados algunos pri- colonizar con competencia es notorio en otro
sioneros, muertos o fusilados algunos indígenas, pasaje:
Estar de arma —sin gatillo— al hombro, sobre los disponer del sustento para sí mismo (Tomkinson,
muros de una fortaleza arruinada, con una adua- 1964: 4-5).
na y un palacio donde vegetan malos empleados
mal pagados, el asistir de brazos cruzados al co- Otro testimonio interesante en el mismo
mercio que los extraños hacen y nosotros no po- sentido surge, unos años más tarde, en 1823, en
demos hacer; esperar todos los días los ataques una carta del Capitán W. F. W. Owen al respecto
de los negros y escuchar el escarnio y el desdén de los portugueses presentes a lo largo de la
con que hablan de nosotros todos los que via-
costa de Mozambique. Después de estigmatizar
jan al África —no vale, sinceramente, la pena—
a los portugueses con la indolencia, Owen con-
(1904: 286).
cluye: “que la decadencia persiga a los portu-
Esta incapacidad de Próspero para asumirse gueses por donde quiera que van es consecuen-
como tal, es testimoniada, no solo por los ad- cia natural de su política estrecha y mezquina,
ministradores coloniales, sino también por los sus mercaderes armados de autoridad militar y
extranjeros y por los asimilados. En 1809, el arbitraria, los extranjeros con que ellos desean
capitán Tomkinson informa al Vice-almirante comerciar sujetos a toda especie de grosera in-
Albermarble Bertie sobre los portugueses de dignidad e impertinencia” (1964: 34).
Mozambique: Por la misma época, en 1815, los naturalis-
tas alemanes Spix y Martius, en visita al Brasil,
Subí hasta el continente por un tramo marítimo contrastan a los europeos con los portugueses,
de cerca de diez millas al noroeste de la isla Mo- estos más vulnerables a la “degeneración mo-
zambique. El suelo parecía fértil, con abundante ral” del colono en los trópicos, revelando “falta
fruta tropical. [...] Las casas bien construidas y de diligencia e indisposición para el trabajo” y
bien adaptadas al clima, pero las plantaciones manifestando una decadencia general, muestra
más parecen pertenecer a pobres nativos no civi- de la “falta de educación y respeto en el trato
lizados que a europeos. No obstante, la tierra sea de los esclavos de la casa, no estando habitua-
buena para el cultivo del azúcar, del café y del al-
dos a ellos en Europa” (Lisboa, 1995: 182-183).
godón, ellos solo se ocupan de la fruta y cultivan
mijo y arroz suficiente para su sustento. [Cada]
plantación tiene un número increíble de esclavos Igualmente cáustica es la evaluación del co-
tan mal vigilados que su principal actividad es el lonizador en el momento de Próspero hecha
por los asimilados. João Albasini escribe en coloniales, casi tres décadas antes. El fin del
1913 sobre el blanco de los suburbios: colonialismo europeo fue un momento de
Próspero en la medida en que las potencias
Un caserío oscuro y mal oloroso, un balcón se- coloniales, frente a los costos políticos excesi-
boso, algunos barriles semejantes, latas de sar- vos del mantenimiento de las colonias, busca-
dina, bancos sebosos, moscas viajando y basura, ron en el reconocimiento de la independencia
mucha basura. Para el lado del balcón, un ser
de estas, una nueva y más eficiente forma de
cabelludo y barbado se mece con alguna dificul-
reproducir la dominación sobre ellas, que fue
tad, dando aquí y más allá una mirada distraída a
la sordidez de las cosas que le garantizan a él la conocida como neocolonialismo. El Calibán
bienaventuranza, la pasta, el dinero. Es el mulun- colonizado se transmutó en el país subdesa-
go [blanco]; es el alma gentil de la colonización rrollado y en desarrollo. Con esto, el régimen
(Albasini, 1913). identitario se alteró significativamente, pero
la economía política subyacente casi nunca se
Como una maldición, el Calibán portugués alteró con igual intensidad. Por el contrario, la
persigue al Próspero portugués, le sigue las pi- vinculación económico-política a las antiguas
sadas, carnavalizando su postura como hacien- potencias coloniales continúo siendo decisiva
do una imitación grosera de lo que pretende ser. para los países ahora independientes. Parado-
El segundo momento de Próspero ocurre jalmente dejo de haber Calibán para que Prós-
en el contexto de la revolución del 25 de abril pero sobreviviese.
con el fin de la guerra colonial, el reconoci- Mas de una vez, el momento de Próspero
miento de los movimientos de liberación y la descolonizador portugués se distingue en as-
independencia de las colonias y se prolonga pectos significativos del equivalente momento
en el establecimiento de relaciones de coope- de Próspero europeo. Antes que nada, los dos
ración con los nuevos países de lengua oficial procesos históricos de descolonización, la in-
portuguesa y con la creación de la Comunidad dependencia del Brasil y la independencia de
de los Países de Lengua Portuguesa (CPLP) las colonias africanas, tuvieron lugar conco-
en 1996. Se trata del momento de Próspero mitantemente con profundas transformacio-
anti-colonial o descolonizador, un momento nes de señal progresista en la sociedad portu-
semejante al de las otras potencias europeas guesa, la revolución liberal, en el primer caso,
y la revolución del 25 de abril, en el segundo dominan está en las manos de los extranjeros”
caso. Esto significa que habrá en ambos pro- (Ferro, 1996: 180).39
cesos de descolonización un sentido compar- La debilidad e incompetencia del Próspero
tido de liberación, tanto para el colonizador, colonial portugués, si, por un lado, hiciera in-
como para el colonizado. Esta comunión de viable el neocolonialismo, por otro, facilitaba,
sentido creó alguna complicidad entre la nue-
va clase política portuguesa y la clase política
de los nuevos países, sobre todo en el caso de 39 A su vez, Mozambique era, hasta el siglo XVIII, de-
pendiente del Vice-Rey de la India. Como consecuencia,
las independencias africanas. el sistema económico era largamente dominado por
La consecuencia más decisiva de las rup- hindúes, por conforme reclama Antonio Lobo da Silva
turas simultáneas fue que, combinadas con en 1679: “Estos canarins (Portugués de Goa, nota del
la posición semiperiférica de Portugal en el autor) de la India han sido causa de muchas ruinas en
sistema mundial, ellas permitirán minimizar estas tierras, y en arriendo, porque, a donde llegan todo
dañan y tienen dañado y no supieron más que robarnos
las secuelas neocolonialistas en el período nuestras haciendas que les dábamos fiados y manda-
pos-independencia. En el caso del Brasil, la ban el dinero hacia la India; Yo, Señor, era del parecer,
incapacidad neocolonialista del Próspero pues no son de préstamo ninguno, salvo mejor juicio,
portugués se manifiesta en el pánico ante las que los mandase Vuestra Excelencia hacia afuera de los
consecuencias de la pérdida de Brasil. De otro Ríos, porque aquello que les agencian, y adquieren en
contrato, lo agenciaron y adquirieron los portugueses
modo, el Brasil desempeño el papel de “colo- que el Príncipe nuestro señor manda para poblar estas
nia colonizadora” como lo llama Marc Ferro, tierras de su real corona y de sus conquistas, porque
al enviar hacia Angola fuertes contingentes quiso Dios que el príncipe nuestro Señor se allegase de
de inmigrantes blancos (1996: 179). Angola, ellas, sin mandar, a vuestra excelencia, a ver el mise-
rable estado en que ellas están y permita el mismo Se-
por lo demás, estaba desde hacía mucho en
ñor conservarle a Vuestra Excelencia la vida y salud y
dependencia económica de los brasileños. traerlo con muy buen viaje a salvo a los Ríos para que le
Como refiere también Marc Ferro, el minis- sea presentado el miserable estado en que ellas están, y
tro portugués Martinho de Melo e Castro, se aún cuando esto no fuese posible entiendo que en poco
quejaba ya en 1781 que el comercio y la na- tiempo acabarán por estallarlo todo” (Carta de Antonio
Lobo da Silva para el Vice-Rey de la India, escrita en
vegación estaban por escapar internamen- Zimbaboé el 15 de diciembre de 1679, Lisboa, Archivo
te a Portugal “pues lo que los brasileños no Histórico Ultramarino, Caixa 3, Documento 77).
sobre todo, en el caso del Brasil, la reproduc- que de la especificidad de las relaciones socia-
ción de relaciones de tipo colonial después del les prevalecientes en el mundo agrario, donde
fin del colonialismo, el colonialismo interno. una clase aristocrática rural funcionaba como
Al hacerlo, suscitó entre las élites, que conti- un poder agregador particular (Vianna, 1997:
nuaban ejerciendo la dominación en nombre 162). Por el contrario, Tavares Bastos veía en
propio, una división sobre sus responsabilida- la herencia de la cultura política ibérica y de su
des históricas y el modo como las compartían atávico anti-individualismo el fundamento del
con el colonizador, entre tanto, salido de esce- oscurantismo, autoritarismo y burocratismo
na. Fue, en el fondo, una división sobre si la del Estado brasileño, siendo preciso romper
incompetencia de las élites para desarrollar el con ella y crear un modelo social nuevo yankee
país era o no un producto de la incompetencia hispano-americano, teniendo como referencia
de Próspero del que se habían liberado. ¿Se- la sociedad norteamericana, la industria y la
ría la incompetencia de Próspero una pesada educación. En otras palabras, la incompetencia
herencia, un constreñimiento incontrolable del Próspero ibérico es explicitada por Tavares
de las posibilidades de desarrollo poscolonial, Bastos cuando afirma que, por no detentar la
o, por el contrario, constituiría una oportuni- fuerza característica de los países del Norte,
dad insospechada para formas de desarrollo Portugal permitió que “la general depravación
alternativo? y bárbara aspereza de las costumbres brasile-
Así debe ser leída la polémica entre iberis- ñas [acabasen] por vengarse de cara a la impo-
tas y americanistas en el Brasil (por ejemplo, sición cultural portuguesa” (Vianna 1997: 157).
entre Oliveira Vianna y Tavares Bastos). Para En otras palabras, fueron las deficiencias de
los iberistas, el atraso de Brasil podría ser con- Próspero las que tornaron posibles los excesos
vertido en una ventaja, en la posibilidad de un de Calibán.
desarrollo no individualista y no utilitarista ba- En el caso de África, está por hacerse el
sado en una ética comunitaria de la que el mun- juicio histórico del Próspero colonial por-
do rural podía dar testimonio. Según Oliveira tugués. Por otro lado, no es todavía posible
Vianna, en el análisis de Luis Werneck Vianna enjuiciar la fuerza y persistencia de las secue-
(1977), la singularidad brasileña era menos las neocolonialistas, sobre todo después de
un producto de la historicidad de la metrópoli la adhesión de Portugal a la Unión Europea.
Las vicisitudes por las que ha pasado la Co- Albasini, J. 1913 “Amor e Vinho (idílio pagão)”
munidad de los Países de lengua portuguesa en O Africano (Lourenço Marques) 11 de
son ilustrativas de las debilidades del Próspe- junio.
ro colonial portugués. De hecho, este último Alexandre, V. 1979 Origens do Colonialismo
no ha conseguido imponer su hegemonía, al Português Moderno (Lisboa: Sá da Costa).
contrario del Próspero inglés y francés en sus Alexandre, V. 2000 Velho Brasil, Novas
respectivas commonwealths. No solo tiene Áfricas. Portugal e o Império (1808-1975)
en disputa la hegemonía con su ex-colonia, (Porto: Afrontamento).
el Brasil, tampoco ha podido impedir que Anderson, B. 1983 Imagined Communities.
algunos países integren otras comunidades Reflections on the Origin and Spread of
“rivales” como es el caso de Mozambique, en Nationalism (Londres: Verso).
relación a Inglaterra, y el de Guinea-Bissau, Appadurai, A. 1997 Modernity at Large:
en relación a Francia. Como la hegemonía en Cultural Dimensions of Globalization
este tipo de comunidades ha significado la le- (Minneapolis: University of Minnesota
gitimación del neocolonialismo, la debilidad Press).
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si el antiguo colonizador es capaz de trans- Higgs (ed.). Portuguese Migration in Global
formar esa debilidad en fuerza (traspasando Perspective. Toronto: The Multicultural
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