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Parlett, M. Reflexiones sobre la teoría de campo.

Una conferencia plenaria dada en la Cuarta Conferencia Británica de Gestalt en Nottingham, en julio de 1990.
Presento las características básicas y la historia de la teoría de campo y sugiero que ésta proporciona un fundamento
para la teoría y práctica de la terapia Gestalt. Exploro cinco principios básicos de la teoría de campo. Después
argumento que los modelos del conocimiento y del conocer considerados desde la teoría de campo forman parte de
la epistemología emergente que caracteriza muchas de las nuevas áreas de búsqueda, por ejemplo, la medicina
holística y la ecología. En la segunda parte de la conferencia aplico el pensamiento de la teoría de campo al debate
sobre el Self en terapia Gestalt y a los efectos mutuos de una sobre otra cuando dos (o más) personas se relacionan.
Me centro en algunas nuevas formas de pensar sobre el campo psicoterapéutico de terapeuta y paciente y finalizo
hablando sobre la importancia de la presencia.
“Mapas” gestálticos.
Hay varios mapas aplicables a los que nos podemos referir para dar sentido a lo que nos encontramos en el
territorio. Hay formas alternativas de caracterizar o de dar sentido a su experiencia y al encuentro. Así, podemos
estar pensando en términos del equilibrio entre, por un lado, el apoyo y, por el otro, el reto o contacto.
Un mapa alternativo, el ciclo gestáltico de la experiencia, fue desarrollado originalmente en el Instituto Gestalt de
Cleveland. Daría sentido al territorio describiendo lo que ocurre en la experiencia de la mujer como una secuencia de
pasos en la autoregulación organísmica, como una gestalt que se despliega en el tiempo.
Al hablar sobre teoría de campo estoy llamando vuestra atención no hacia un mapa específico sino hacia la sección
completa del atlas. La teoría de campo no es simplemente una abstracción, un conjunto de ideas que existe en los
libros y en las mentes de unos pocos teóricos, sino que es la base de un modo de percibir, y de conocer y de
entender que puede ser asimilada, como lo fue, en nuestra visión y nuestras sensibilidades como terapeutas
gestálticos cuando trabajamos. Los mapas de la teoría de campo dibujan bien el territorio de los seres humanos en
sus contextos, es decir, de gente en relación, en comunidad. La esencia de la teoría de campo es que una perspectiva
holística hacia la persona se amplía para incluir el entorno, el mundo social, las organizaciones, la cultura. Cuanto
más asiduamente podamos navegar con los diversos mapas de la teoría de campo, más probable será que podamos
realmente percibir y reconocer la indivisibilidad de las personas con su entorno y situaciones de vida.
“La teoría de campo no puede fácilmente ser llamada una teoría en el sentido usual” (Lewin 1952, p. 45). Más bien es
un conjunto de principios, una mirada, un método y una forma completa de pensar que tiene que ver con la íntima
interconectividad que hay entre los acontecimientos y los marcos o situaciones en las que éstos tienen lugar.
La idea de “el campo” viene de la de campo eléctrico o magnético, originalmente en sí misma una metáfora. Lo que
ocurría a algo colocado en este campo de fuerza es una función de las propiedades globales del campo tomado como
una totalidad dinámicamente interactiva. El campo como una totalidad es también cambiado como resultado de la
inclusión de algo nuevo.
Cuando la gestalt se completa, es decir, se vuelve una gestalt bien formada, fuerte, el campo se equilibra.
Mientras que la teoría de campo es discutida en los escritos de los primeros psicólogos de la Gestalt, especialmente
Kohler (1969), su más famoso exponente fue Kurt Lewin, cuya contribución a la psicología rivaliza con la de Freud en
su impacto a largo plazo en la psicología del siglo XX.
Es considerado el fundador de la moderna psicología social y una influencia importante en la formación de directivos
y el desarrollo organizacional. Mucha gente identifica a Lewin como un psicólogo de la Gestalt, aunque, como Kurt
Goldstein, él nunca se describió a sí mismo como tal.
El pensamiento de Lewin ha sido extensamente infravalorado en la terapia Gestalt. Una de sus más famosas citas es
“No hay nada tan práctico como una buena teoría”, que yo creo que es lo que es la teoría de campo: una buena
teoría que, una vez entendida, nos proporciona un lenguaje conceptual muy adecuado para toda la práctica de la
terapia Gestalt.
El sello distintivo esencial de la teoría de campo es “hay que mirar la situación total”. En lugar de reducir los
fenómenos complejos interactivos separándolos en partes, el cuadro general o la situación total son apreciados
como una totalidad, con sus aspectos total-ísticos reconocidos como tales.
Durante el mismo período, los años 30 y los 40, la teoría general de sistemas estaba evolucionando también, con
muchas aplicaciones bien conocidas, por ejemplo, en terapia de familia y en organizaciones.
Son compatibles teóricamente, y sobre si ambas pueden ser igualmente válidas en la Terapia Gestalt. Ambos
enfoques proporcionan formas útiles de representar holísticamente los fenómenos complejos, esto es, no
tratándolos aisladamente sino en sus contextos, situaciones, entornos.
Sin embargo, como entre dos conjuntos cualesquiera de mapas, hay diferencias en énfasis y en detalles.
Cinco Principios de la Teoría de Campo.
Caracterizan esta forma general de percibir y de pensar sobre el contexto, el holismo y el proceso, y que yace en el
centro mismo de nuestro punto de vista y trabajo como terapeutas gestálticos.
1. El principio de Organización
2. El principio de Contemporaneidad
3. El principio de Singularidad
4. El principio de Proceso Cambiante
5. El principio de Relevancia Posible.
(I) El principio de organización
El significado deriva al considerar la situación total, la totalidad de factores co-existentes.
Que ocurra o no un cierto tipo de conducta depende no de la presencia o ausencia de un hecho o un número de
hechos vistos aisladamente, sino de la constelación (estructura y fuerzas) de un campo específico como una
totalidad. El “significado" de un solo hecho depende de su posición en el campo (Lewin, 1952 p. 150)
Todo está interconectado y el significado deriva de la situación total. Si, mientras hablo, una bomba explotara a
doscientas o trescientas yardas de esta sala de conferencias, habría una importante perturbación del campo.
Vosotros os levantaríais y yo pararía mi charla. Nos reorganizaríamos completamente. Todo adquiriría un significado
diferente.
Por supuesto, durante la mayor parte del tiempo, el campo, tal y como está estructurado ahora, permanece
invariable: la sala de conferencias mantiene sus funciones cotidianas de sala de conferencias. Los campos, por tanto,
difieren a lo largo de un continuo entre si su organización es familiar o novedosa. En cualquier caso, "estructura" y
"función" no están rígidamente separadas, sino que ambas son intentos de expresar cualidades de la totalidad
interrelacionada.
Unas palabras sobre la aleatoriedad. Sabemos que mucho de lo que puede parecer aleatorio o inconsecuente está,
de hecho, organizado; es decir, tiene sentido en algún contexto del que podemos no ser conscientes en parte o
completamente.
El significado del pequeño acontecimiento se revela conforme se aclara el contexto más amplio o la situación total. El
comportamiento y la experiencia fenomenológica que son vistos como parte del campo total, o que son
contextualizados, se perciben como organizados, como dotados de significado.
(II) El principio de contemporaneidad.
Apunta al hecho de que es la constelación de influencias en el campo presente la que “explica” la conducta presente.
Lewin señala que “el carácter de la situación en un momento dado” debe incluir el-pasado-como-es-recordado-ahora
o el futurocomo- es-anticipado-ahora, que formarán parte del campo experiencial de la persona en el presente. Así,
el individuo no solo ve su situación presente, también tiene ciertas expectativas, deseos, miedos, ensoñaciones
respecto a su futuro, y estas nociones, junto con sus conceptos sobre el pasado, constituyen parte de su realidad
presente:
El pasado psicológico y el futuro psicológico son partes simultáneas del campo psicológico en un momento dado. La
perspectiva temporal está cambiando continuamente. De acuerdo con la teoría de campo, cualquier tipo de
conducta depende del campo total, incluyendo la perspectiva temporal en ese momento, pero no, además, de
cualquier campo pasado o futuro y sus perspectivas temporales.
Como terapeutas gestálticos, con nuestro foco en la experiencia presente, no explicamos los fenómenos haciendo
referencia a “causas” pasadas o futuras. En lugar de ello nos concentramos en “lo que es” más que en “lo que fue” o
“en lo que será”. Nuestra atención se dirige, en el caso del abuso, en primer lugar, a cómo es recordado o evitado o
se le quita importancia o es magnificado ahora y, con sus planes de boda, estamos interesados no tanto en los planes
en sí mismos sino en la manera global en la que forman parte de su realidad presente, o, utilizando otro término de
Lewin, de su “espacio vital”.
En la terapia misma que lo que también forma parte del campo presente es la persona y la presencia de su
terapeuta. El recordar o el anticipar (el abuso pasado y el futuro casamiento respectivamente) están teniendo lugar,
por lo tanto, en un contexto humano cotidiano donde habrá un mayor o menor grado de confianza en el terapeuta,
mucho o poco apoyo ofrecido, y en el que el terapeuta puede tener claras o no las fronteras. Afectarán a cómo el
pasado o el futuro se recuerdan; así como su recuerdo presente, a su vez afecta a la situación total (quizás al futuro
curso de la terapia) conforme va evolucionando posteriormente. La terapia Gestalt, como un enfoque
fenomenológico, examina por tanto los acontecimientos reales presentes en la situación de terapia en sí misma.
(III) El principio de singularidad.
Cada situación, y cada campo persona-situación, es único. Las circunstancias nunca son exactamente las mismas, y
diferentes personas tienen inevitablemente diferentes perspectivas o puntos de vista, incluso aunque parezca que
están localizadas en el mismo tiempo y lugar. Todos nosotros escuchamos juntos esta conferencia, pero nuestras
experiencias fenomenológicas reales son todas distintas. Los significados serán construidos individualmente y las
conclusiones que se extraigan no van a ser idénticas.
Las generalizaciones son, por lo tanto, sospechosas. Implican un orden y una predictibilidad que a menudo no se
mantienen cuando atendemos a “lo que es”. “¿Cómo trabajas en TG con la cliente que padece de anorexia?" No hay
un procedimiento general que se derive de una noción fija de anorexia; sino que, en su lugar, el terapeuta atenderá a
las circunstancias individuales, al nivel de auto-apoyo de la cliente, al grado de consciencia inmediata, [Traducimos
awareness por consciencia inmediata e
implícita del campo presente o consciencia inmediata. Además, siguiendo el planteamiento de Carmen Vázquez en la
traducción de Terapia Gestalt, de Perls, Hefferline y Goodman, el término consciousness lo traduciremos por
consciencia reflexiva cuando haya lugar.] al tiempo disponible, a la naturaleza de las resistencias, a la urgencia de la
necesidad presente y a las formas en las que la persona interrumpe el contacto, por mencionar unos pocos de los
muchos aspectos de 94 la situación total presente que pueden influir.
Las generalizaciones, que implican similitudes inherentes, pueden llevar a estructuraciones de la realidad percibida
prematuras o apriorísticas, que pueden fácilmente llevarnos, después, a encontrar en la situación presente lo que
uno está buscando.
No estoy queriendo decir que no haya continuidades, similitudes y consistencias en absoluto, ni que lo prudente
sería evitar toda la masa de generalizaciones teóricas que se relacionan con la psicoterapia. Sin embargo, si nuestra
atención se concentra en ellas como pasa tan a menudo, en un intento de explicar o dar cuenta de algo en términos
de cómodos parecidos, bajo leyes y verdades generales, entonces la realidad de la situación presente puede no ser
apreciada en toda su especificidad. Estamos siempre tratando con una “multitud de factores coexistentes e
interdependientes”, así como con “condiciones que influyen en la conducta en una dirección o en otra” y
necesitamos una mirada y un método que cubra “lo excepcional” y también el “caso habitual”.
(IV) El principio del proceso cambiante.
Se refiere a que el campo sufre continuos cambios: “uno nunca se mete en el mismo río dos veces”. Mientras el
principio de singularidad enfatiza la necesidad de perspectivas únicas para acontecimientos únicos, el principio del
proceso cambiante se refiere al hecho de que la experiencia es provisional más que permanente. Nada es fijo ni
estático de un modo absoluto.
Incluso con el mismo individuo, el campo es nuevamente construido momento a momento; no podemos tener dos
veces la misma experiencia.
“El momento oportuno lo es todo” es un axioma terapéutico en el trabajo gestáltico.
Considerando un marco temporal más amplio de una relación en curso, existe la misma necesidad de permanecerse
“actualizado”. La realidad se despliega de formas que nunca pueden ser predichas del todo, y lo que pensábamos
que era conocido, con certidumbre, puede ya no ser aplicable. Hay una inevitable e inherente falta de certeza sobre
cómo la gente se adapta a nuevas circunstancias, se acomoda a los cambios en su situación y aprende nuevas formas
para manejarse con los problemas en curso.
La teoría de campo es, por lo tanto, relativista. Si el campo es un flujo, si nuestras percepciones de la realidad están
siendo recreadas continuamente, y la estabilidad y el equilibro del campo son restablecidos momento a momento,
no hay, obviamente, puntos de corte absolutos (p.ej., “aquí termina la percepción y empieza la proyección”) ni
dicotomías fijas de tipo "o esto o lo otro" (“o eres una persona asertiva o no”). Tienen lugar forzadas y rápidas
distinciones como resultado de la conceptualización y de la clasificación, por la naturaleza del lenguaje, y no a partir
de la experiencia fenomenológica en sí misma.
De forma apropiada, los gestálticos son cautelosos con las categorías. y Así, en lugar de dividir a la gente, digamos,
en "retroflectadores" y "no-retroflectadores”, nosotros preferimos pensar el retroflectar como un proceso, y uno en
el que todos entramos alguna vez, dadas ciertas circunstancias.
Un estado dado de una persona corresponde a una variedad de comportamientos y puede ser inferido solo a partir
de una determinada combinación entre la conducta explícita y la situación. Vamos, por lo tanto, a ser cautos con la
tendencia a sistematizar, hacer permanente y fijar en categorías y definiciones. Al mismo tiempo permitámonos
también ser cautos en la creación de una gestalt fija o nueva dicotomía en la que nosotros “nunca utilizamos
categorías diagnósticas”.
(V) Principio de posible relevancia.
Ninguna parte del campo total puede ser excluida de antemano como inherentemente irrelevante, por muy
mundana, omnipresente o aparentemente tangencial que pueda parecer que es. Todo en el campo es parte de la
organización total y es potencialmente significativo. Los terapeutas gestálticos están interesados en “lo obvio”, en
volver a convertir en novedad lo que se ha vuelto invisible y automático, o está siendo dado por supuesto o
considerado irrelevante.
Por ejemplo, una arraigada gesticulación, una forma de moverse. En terapia Gestalt y en la teoría de campo nada
puede ser excluido a priori de la investigación.
El campo está organizado y lo que es más relevante o que presiona se descubre con facilidad en el presente. En lugar
de documentar exhaustivamente lo que hay en el campo, se atiende a lo que es momentánea o persistentemente
relevante o interesante, y esto va a mostrar cómo se organiza el campo en ese momento. La clave es, sin embargo,
que la gama de lo posiblemente relevante no esté restringida sólo a algunas partes del campo total.
El observador, o el comentarista, o el investigador, siempre es parte de la situación total y, con seguridad, no puede
ser excluido de ella. El principio de posible relevancia nos recuerda que tener en cuenta la situación total sólo
requiere hacer precisamente eso.
Formas de conocimiento.
Los principios son intrínsecos a la práctica de la Terapia Gestalt, incluso si los profesionales no se han dado cuenta
antes de que estos insights podían ser descritos en términos de la teoría de campo.
La teoría de campo intenta captar el flujo interrelacionado de la realidad humana sin desplegar, impregnada como
está con nuestros significados e importancias personales. No hay un punto de corte claro entre “interno” y
“externo”; el campo unificado es el lugar de encuentro de los dos.
Como tal, como un sistema global de conocimiento, puede decirse que es una “epistemología” (Bateson 1979,
Berman 1981) que no concuerda con la epistemología general o predominante de la ciencia normal, con la actual
psicología académica y clínica, y con muchas formas de psicoterapia distintas a la Terapia Gestalt.
La epistemología dominante de nuestro tiempo.
La epistemología dominante es tan poderosa y está tan difundida, que las formas de pensamiento que están basadas
en un conjunto de principios y presupuestos fundamentalmente diferentes, como la teoría de campo, lo tienen muy
difícil para ser aceptadas generalmente, de manera especial en círculos que han invertido mucho en la preservación
de los presupuestos y puntos de vista del statu quo epistemológico.
Antes del año 1500 la visión dominante del mundo en Europa, así como en la mayoría de las civilizaciones, era
orgánica. La gente vivía en pequeñas comunidades cohesivas y experimentaba la naturaleza en términos de
relaciones orgánicas, caracterizadas por la interdependencia de los fenómenos espirituales y materiales y la
subordinación de las necesidades individuales a las de la comunidad...
En los siglos XVI y XVII “la noción de un universo orgánico, viviente y espiritual fue reemplazada por la del mundo
como una máquina, y el mundo-máquina se volvió la metáfora dominante de la era moderna”. Los seres humanos
también podían ser considerados como máquinas, y su experiencia personal presente puesta a un lado y relegada a
favor de “medidas objetivas” de conducta en condiciones de laboratorio.
Así podemos empezar a ver cómo la epistemología que representa la teoría de campo tiene un largo pedigrí. La frase
“Conciencia participante” es una buena forma alternativa de describir el campo unificado en el que no hay una
radical ni rápida división entre el observador y lo observado, el sujeto y el objeto.
Berman: La conciencia científica es una conciencia alienada; no hay éxtasis fundiéndose con la naturaleza, sino más
bien separación total de ella. El sujeto y el objeto son siempre vistos cada uno en oposición.
La perspectiva de la teoría de campo reintroduce el sentido de una totalidad unificada en la que el sujeto y el objeto
dejan de estar en oposición; mi campo experimental incluye los significados que encuentro en mi entorno.
Para resumir: con el crecimiento de la perspectiva científica, de la mecanización, y la importancia dada a los enfoques
cuantitativos, la objetividad y la racionalidad, tuvo lugar una separación fundamental entre el mundo como yo lo
experimento de forma natural y “el mundo como realmente es” (supuestamente), es decir, como es descrito por la
ciencia. Y es esta separación, o alienación como Berman la llama, la que se ha vuelto sagrada en la epistemología
dominante de hoy en día y la que la teoría de campo, que viene de una perspectiva totalmente diferente, sustituye
para contrastar.
Nuevas direcciones.
La epistemología dominante es ahora atacada desde muchos frentes, no únicamente por los teóricos del campo. Lo
que Donald Schon (1988) llama “racionalidad técnica” ha tenido un éxito estupendo en la promoción del mundo-
máquina.
Vivimos en un tiempo de una actividad e innovación sin precedentes. Hay movimientos hacia enfoques más
holísticos.
Mucho de lo asumido y las creencias de trabajo intrínsecas de la terapia Gestalt, como el holismo y la auto-
regulación organísmica y el centrarse-en-el-presente, entrelazados todos juntos en el enfoque de la teoría de campo,
están siendo descubiertos independientemente y el pensamiento de gente como Lewin reconocido por estar por
delante de su tiempo. El movimiento Gestalt tiene que desempeñar un papel importante en la nueva era que
emerge.
Teoría de campo en la práctica.
Habiendo planteado la teoría de campo como una perspectiva para la terapia Gestalt, es necesario considerar
primero qué idea del “self” es compatible con esta perspectiva.
El self.
En Perls Hefferline y Goodman (1973), el self es “el sistema de contactos en cualquier momento... el self es la
frontera contacto en actividad. Su actividad consiste en formar figuras y fondos”. Joel Latner (1986) se refiere al self
como “nuestra esencia, (el self) es el proceso de evaluar las posibilidades en el campo, integrándolas y llevándolas
hasta su formación según las necesidades del organismo… el self trabaja por su completamiento....el self es nosotros-
en-proceso (p. 38-39). Goodman otra vez – el “self es el integrador… el artífice de la vida”. La mejor descripción
fenomenológica: Sonia Nevis: “El self es la masa vibrante de nuestro potencial”.
Hunter Beaumont (1990): “Gestalt” no sólo como nombre y adjetivo sino también como verbo. Así, gestaltear algo es
crearlo o constelarlo en un patrón global y comprenderlo dentro de una configuración. Intento seguir esta práctica y
utilizar Gestalt como verbo y como sustantivo.
Podemos pensar en el self como el que configura el campo. Hago esto constelando u organizando (o configurando) el
campo de acuerdo con significados específicos, un proceso personal en el que ciertas partes de mi experiencia global
se vuelven figuras y otras partes se organizan alrededor de ellas, como fondo. Y este proceso puede ser considerado
como el self en acción. El self es un proceso y no una entidad mental abstracta y estática.
Dos personas, dos “selves”
¿Qué pasa cuando hay dos personas, relacionándose juntas y ambas configurando sus campos al mismo tiempo? Lo
que ocurre entre ellos es una función de ambos juntos. Es una realidad co-creada (Beaumont 1990) que
potencialmente incluye todo lo que está en el campo de la experiencia o espacio-vital de cada uno de los dos
participantes, pero no son, simplemente, dos conjuntos de experiencias añadidos juntos. Más bien hay un campo
compartido, una tierra común de comunicación que es mutuamente construida.
Cuando empiezan, el campo compartido o la realidad común es informe e indiferenciada. Con el contacto, con el
encuentro o la interacción, el campo empieza a estructurarse. Esto empieza a estructurar el campo, empieza a
organizar esta realidad particular.
A medida que el campo se vuelve progresivamente más diferenciado, más organizado, más estructurado, el giro
inevitable se da cuando el campo mismo, como si dijéramos, empieza a determinar lo siguiente que ocurra, las
posibilidades, las partes de la relación dependen ahora de lo que ha ocurrido antes. Damos forma a nuestras vidas, a
nuestras actitudes, a nuestros hogares, a nuestras carreras, a nuestros caracteres, a nuestras organizaciones, y de
vuelta, ellos nos dan forma a nosotros. Cuanto más fija es la configuración del campo en un momento cualquiera,
más difícil se vuelve el disolver el patrón existente o hacer algo enteramente nuevo o fuera de él.
Por lo tanto, el self es la función de hacer gestalts, el proceso de crear nuestro espacio-vital individual en el
momento, el construir nuestra realidad personal. Dos individuos, relativamente libres de neurosis, pueden
aproximarse a la creación de una realidad compartida con mucha creatividad disponible. La danza, la gestalt co-
creada, puede ser divertida, puede ser jugar.
Vamos a suponer, sin embargo, que una o ambas partes de esta actividad tienen unas formas especialmente
estereotipadas en las que configuran sus campos. En estos casos él está introduciendo dentro del campo mutuo co-
creado un elemento significativo de inflexibilidad.
El acontecimiento común, será llevado hacia una dirección de ser fijo y estereotipado, incluso si solo una parte de las
dos está configurando su campo de una forma auto-limitante.
Nosotros ayudamos a crear la realidad de los otros.
“La situación terapéutica está caracterizada por el interaccionar del terapeuta y del paciente y el co-influenciarse
cada uno simultánea, continua y consistentemente”.
Nosotros ayudamos a crear la realidad de los otros a través de la creación de un campo mutuo.
Así, cualquier sugerencia de que el terapeuta puede actuar más o menos como si él fuera un observador objetivo,
“meramente” un intérprete de lo que está ocurriendo en la terapia, sin ser un participante al completo, se vuelve
altamente sospechosa.
Argumentaría que los intentos de los psicoanalistas de “acotar” (por utilizar una expresión bancaria) la relación
terapéutica completa, estableciendo fronteras tan inflexiblemente que, por ejemplo, no hablan si se encuentran por
la calle, y no hay auto-revelación por parte del terapeuta excepto en circunstancias extremas, son tan absurdas como
los intentos de la socióloga para tratar de no influirme. El paciente del analista, respondiendo al campo total, a todas
las circunstancias, no puede ser sino afectado por ellas; “no hablar” es, por lo tanto, un mensaje tan significativo
como el hablar más naturalmente. Esto no implica que las fronteras no sean importantes, que no ayuden a
estructurar el campo mutuo de formas que puedan ofrecer seguridad y construir confianza.
Ignorando lo obvio.
Todos nosotros algunas veces no contamos con algunos aspectos de la situación total en la que estamos metidos,
otra vez como si, o con el supuesto de que no importan. Cuando hacemos esto estamos ignorando lo que he llamado
el Principio de Posible Relevancia y muestra que no tenemos totalmente asimilada la perspectiva de la teoría de
campo.
Ejemplo de ignorar aspectos de la situación total se refiere a la amplia y continua persecución, dentro de algunas
partes de la Terapia Gestalt, de un estilo de liderazgo de grupo en el que el trabajo del proceso grupal es
deliberadamente excluido. En su lugar, el formador o terapeuta trabaja con los miembros individuales de forma
secuencial y no hay un tiempo dado para trabajar lo que está ocurriendo de forma simultánea en la vida del grupo
como una totalidad.
Es como si algo del campo fuera considerado simplemente como “dado”, tomado por supuesto y asumido como que
es irrelevante. El concepto de campo unificado significa que todas las influencias interdependientes actúan juntas: la
gente responde al campo unificado, no a partes aisladas o a factores separados; éstos son, por decir algo, solo
conceptos.
Si la perspectiva de la teoría de campo se ha entendido plenamente e integrado en la práctica, entonces todos los
aspectos de la situación total están abiertos, por así decir, al escrutinio y a experimentar.
El campo terapéutico.
Como individuos, entonces, quienes estamos también inevitablemente en relaciones y comunidades de un tipo u
otro, experimentamos un doble proceso: tenemos efectos sobre nuestras relaciones y comunidades y somos
también afectados por ellas. Ayudamos a crear u organizar la realidad mutua o el campo compartido y a su vez
somos creados y organizados por él. La influencia recíproca de este tipo, como hemos visto, tiene importantes
implicaciones para la práctica profesional.
Noción de influencia recíproca, es decir, que el cambio en el cliente se puede conseguir por el cambio del terapeuta.
Dado que es un campo co-creado, una función de lo que el terapeuta trae a él así como de lo que el cliente trae, un
cambio en la forma en la que el terapeuta actúa o siente hacia su cliente y se interrelaciona con él afectará al campo
mutuo y tendrá consecuencias para el cliente. La terapia Gestalt tiene que haber un lugar central para la supervisión
continua, así como una atención diaria a nuestra preparación-para-la-práctica.
La terapia Gestalt no es algo que utilizamos simplemente, como un conjunto de vestidos que nos ponemos
temporalmente y después nos quitamos. No es solo un puñado de técnicas, ni es ninguna clase de equipamiento
terapéutico que empujamos hacia un propósito clínico específico y después lo substituimos rápidamente por otro
tipo de equipo para otra meta. Es una forma de estar-en-el-mundo. Tenemos que reconocer que la forma como
somos, el modo en el que vivimos, no puede estar separado, de ningún modo, de nuestro trabajo como terapeutas
gestálticos profesionales. Cualquier cosa en nuestro campo fenomenológico se vuelve parte de la matriz desde la que
nosotros co-creamos campos con los otros.
La danza terapéutica.
Otra implicación del pensamiento de la teoría de campo se relaciona con cómo “la función de crear gestalts” puede
en sí misma volverse estereotipada: el campo de un individuo o un grupo puede configurarse de una forma fijada,
familiar, incluso, a menudo, auto-punitiva.
Si yo soy el terapeuta, necesito, por lo tanto, estar atento a lo que está ocurriendo, y reconocer en qué “baile” estoy
siendo invitado a participar. Si me doy cuenta de lo que está ocurriendo, puedo elegir cómo respondo.
Naturalmente la realidad del cliente también cambia constantemente: el campo está siendo constantemente re-
configurado.
Puede haber muchas danzas diferentes. Estas diferentes configuraciones del campo representan diferentes estados
del ser: implicando quizás cambios en la postura corporal, la voz, los patrones de pensamiento y el modo de
relacionarse conmigo como terapeuta; todos éstos pueden cambiar con cada “secuencia de baile” diferente. Y
necesito reconocer estos cambios y también el hecho de que estoy observando diferentes “selfings” (o selves).
Estos diferentes estados del ser corresponden, de alguna forma, a los estados del yo en Análisis Transaccional o a
subpersonalidades en Psicosíntesis (Rowan, 1990). La cuestión es que, con cada clase de danza, con cada forma de
configurar el campo, la realidad que es conformada por el individuo y que me incluye a mí como terapeuta, está
pidiéndome que adopte una parte diferente de mí. Así, puedo ser, como si dijéramos, creado como un “perseguidor”
por alguien que tiene una forma paranoide de conformar su campo o (por otros) como un “ayudador potencial”, o
como un “experto que me dirá que hago”.
Si soy seleccionado en el rol de, o juego parte de, uno que escucha paciente, o un confrontador y establecedor de
límites o, una presencia apoyadora, soy inextricablemente parte del baile, parte del campo co-creado, la tierra
común interpersonal.
La terapia Gestalt como una terapia verdaderamente contextual.
Los gestálticos necesitan estar abiertos a áreas de búsqueda que indaguen dentro de fenómenos que han sido, a
menudo, notados y se ha informado de ellos de forma anecdótica pero que lo que sucede es que caen fuera de la
realidad de la ciencia “respetable” o al menos no parecen tener una explicación sencilla.
Algunos ejemplos.
Primero, en supervisión, muy fácilmente puede ocurrir que lo que está pasando en la sesión de terapia que se
discute resulte re-hecho y representado en la misma sesión de supervisión. El terapeuta/supervisado puede ser
excesivamente pasivo en el vis-a-vis con el paciente y de pronto, el supervisor se da cuenta de su propia respuesta
pasiva al supervisado. Este fenómeno es bien conocido, y a menudo es atribuido a “procesos inconscientes” por
aquellos que hablan de inconsciente. Bien, parece posible pensar en el campo co-producido que está siendo
configurado en un determinado patrón, y esto estar siendo transferido a otra localización/período de tiempo, quizás
(en la supervisión) porque están dándose características comunes en las dos situaciones. Y podemos ver aquí, en
miniatura, el mismo proceso, que implica transferencias masivas de configuraciones-de-campo, como puede ocurrir
cuando se extienden por todo el globo habilidades, actitudes y modas, o cuando una “atmósfera” se comunica
rápidamente por toda una organización.
Segundo, hay un fenómeno a lo largo de un período de tiempo específico, en el que todos los pacientes parecen
estar comentado temas similares que les ocurren y que son similares a los que le preocupan al terapeuta en su
propia vida, actualmente. En el tiempo en el que un familiar mío estaba muriendo de cáncer, había tantas referencias
al cáncer por parte de mis pacientes. Pero ¿les “sugerí” yo de alguna otra forma que hablaran de cáncer? ¿Había
algún proceso de configuración mutuo? Aunque estos problemas son difíciles para ser investigados, merecen ser
examinados cuidadosamente, si es necesario por otros métodos de investigación distintos a los normales (p. ej.
investigación co-operativa, Reason 1989).
Tercero, a menudo hay referencias informales de cómo niños pequeños, especialmente en la etapa pre-verbal,
pueden ”captar” el tono emocional y los sentimientos no hablados de sus padres y de la vida del hogar. Seguramente
lo que debe estar ocurriendo aquí es algún tipo de reacción general sensorio/afectiva al todo, a la cualidad holística
del campo total. Hasta ahora, ha habido una escasa investigación, especialmente debida a los gestálticos.
Estos fenómenos no se pueden entender, salvo reconociendo el pleno alcance de la interacción organismo/entorno,
y el extraordinario número de formas en que somos influidos por lo que nos rodea.
Cuarto, más directamente evocativas de la teoría de campo, con la metáfora científica del “campo de fuerzas”, están
las sugerencias de que existen realmente campos electromagnéticos alrededor y entre los humanos; hay quienes se
atribuyen que pueden ver auras.
Sospecho que muchos de nosotros podemos haber tenido la experiencia de haber sido afectados marcadamente
solo por estar en presencia de alguien con una conciencia altamente desarrollada. Y esto hace surgir la pregunta
sobre nuestra propia presencia como terapeutas. Algunas veces pienso que la función más importante que podemos
tener como terapeutas es estar plenamente presentes. Podría decirse que, simplemente por estar plenamente
presente, ya estamos ayudando a conformar el campo mutuo de una forma más vital. Y estando "plenamente
presente" es, desde luego, otra forma de hablar de “presencia”.
Joseph Zinker (1987): Presencia, (escribe), sugiere un estado especial de estar plenamente aquí con todo uno mismo,
el propio cuerpo y el alma. Es una forma de estar con, sin hacer a. La presencia implica estar plenamente aquí,
abierto a todas las posibilidades. La presencia del terapeuta es fondo contra el que la figura de otro self (o selves)
puede florecer, brillar, distinguirse completa y claramente.
Para el cliente, para el otro, “el intrínseco-estar-aquí del terapeuta conmueve las partes más profundas del propio
ser”.
Zinker sigue para decir lo que no es presencia: Presencia no es una forma de poner posturas o un posar auto-
consciente o luciéndose ante otro. La presencia no es estilo. La presencia no es carisma. El carisma pide atención,
admiración. El carisma se llama a sí mismo mientras que la presencia “llama al otro”. El carisma es una figura
compitiendo con otra figura, mientras que la presencia es fondo, “pidiendo que se escriba sobre”.

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