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Experimento: El arte de la doble disponibilidad

Jan Roubal1
Trad. Belinda Cornejo

Resumen
En la terapia Gestalt el experimento es una intervención terapéutica en la cual el terapeuta
transforma la situación terapéutica activamente. Permite al cliente obtener de una manera
holística un nuevo awareness que incluye no sólo sus pensamientos, sino también sus
sentimientos y experiencias corporeizadas. A través del experimento, el cliente se encuentra
con la oportunidad de comenzar a aprender cómo usar su potencial no reconocido, así como
con la experiencia directa de ser capaz de realizar el cambio por sí mismo, a partir de sus
propios recursos. El experimento se integra al todo del proceso psicoterapéutico y su uso sólo
es efectivo sobre la base de una relación terapéutica segura, apoyadora y plena de confianza.
También se presenta un estudio de caso para plantear al experimento como un viaje conjunto
pleno de aventura tanto para el cliente como para el terapeuta, que comienza en la situación
aquí y ahora, continúa a través de la indiferencia creativa y se dirige hacia un descubrimiento
no planeado.

Palabras clave: Terapia Gestalt, experimento, diálogo, relación terapéutica

Introducción

Una y otra vez las personas se encuentran cotidianamente con situaciones que los invitan e
incluso empujan a probar algo nuevo y no explorado y así tratar de entrar en un proceso que
es impredecible, y que no puede planearse con anticipación. Ese paso arriesgado que se debe
dar en dichas situaciones parece ser necesario para su crecimiento, a veces incluso para su
supervivencia. Necesitan “dar un paso fuera del propio self” para descubrir una perspectiva
clara y fresca. (Yontef, 1993)

1
Jan Roubal, MD, PhD. Es Profesor Asistente de Psicoterapia en la Universidad Masaryk en Brno, República
Checa, donde también participa en el trabajo dentro del Centro para la Investigación en Psicoterapia. Trabaja
como psicoterapeuta y psiquiatra. Fundó y dirige actualmente el Entrenamiento en Psicoterapia Integral y el
Entrenamiento en Estudios Gestálticos en República Checa. Así también labora como formador en psicoterapia y
supervisor a nivel internacional. Preside el Comité de Investigación de la Asociación Europea de Terapia Gestalt.
Ha coeditado los libros Terapia Gestalt en la práctica clínica. De la psicopatología a la estética del contacto y
Hacia una Tradición Investigativa en Terapia Gestalt.
La terapia Gestalt ofrece un apoyo en este proceso natural de crecimiento que es necesario
para el contacto con el medio ambiente, que evoluciona instantáneamente y se ajusta
creativamente. Lo que es más, sobre la necesidad humana natural de actualización, la terapia
Gestalt ha construido uno de sus principios básicos. Invita activamente a los clientes a adoptar
una actitud experimental hacia la vida, a probar nuevas conductas y aprender de lo que
sucede. (Perls, Hefferline & Goodman, 1951) Con ese fin, en la terapia Gestalt se usa la
intervención específica del experimento como un desafío planteado activamente por el
terapeuta, y es parte integral de una relación terapéutica segura y apoyadora.

La dimensión experimental se encuentra en los mismos cimientos de la terapia Gestalt. Según


Laura Perls (en Amendt-Lyon, 2003a), los terapeutas Gestalt puede incluir en su trabajo una
gran cantidad de intervenciones terapéuticas, siempre y cuando éstas sean existenciales-
fenomenológicas, experienciales y experimentales. Miriam Polster (Polster, 2005) percibe al
awareness, el contacto y el experimento como los tres instrumentos terapéuticos
fundamentales del acercamiento Gestalt a la terapia. Malcolm Parlett (2003) describe cinco
habilidades creativas: responder, interrelacionarse, reconocer al propio self, corporeizar y
experimentar. Melnick (2001) considera al concepto de experimento como un ingrediente
esencial tanto de la creatividad como del método de la terapia Gestalt. Amendt-Lyon (2001a)
considera que la búsqueda de novedad mediante el uso de la creatividad, y especialmente de
los métodos creativos, es algo fundamental al enfoque de la Gestalt. Así también, sería posible
citar a muchos otros.

Por otra parte, en el desarrollo de la Gestalt también hubo un importante alejamiento del uso
de los experimentos. Burley, Resnick & Resnick (2005) no consideran al experimento como
parte de las bases filosóficas de la terapia Gestalt, sino simplemente como una de muchas
intervenciones posibles que se usan al servicio de la creación de awareness que, como tal,
puede ser desechable y reemplazable. Resnick2 establece una distinción entre la “estrategia”
general de la terapia Gestalt, que es la restauración de la autorregulación dentro del campo
organismo/medio ambiente, y las “tácticas”, que son las tecnologías que generan la diferencia.
La diferencia permite awareness, que plantea para la terapia Gestalt la metodología principal
usada al servicio de la estrategia general. Además del experimento, hay muchas “tácticas”,
como son las técnicas de la relación dialógica, las polaridades, la respiración, la voz, los

2
Comunicación personal, septiembre de 2017.
sueños, las fantasías, las imágenes, etc. Los experimentos pueden ser congruentes con -y dar
apoyo a- la terapia Gestalt, pero no se les considera como uno de los principios básicos de
este enfoque.

Independientemente de las diferencias en cuanto a la concepción teórica de la terapia Gestalt,


los experimentos son claramente observables en la práctica cotidiana de los terapeutas Gestalt
en general. Al experimento se le describe como una de las intervenciones clave en las
Competencias Específicas para Terapeutas Gestalt desarrolladas por la Asociación Europea de
Terapia Gestalt (Zeleskov-Djoric, Roubal, Baalen, Francesetti, Wimmer, 2015). También, por
consenso de especialistas internacionales, se ha identificado al experimento como uno de los
ocho conceptos clave (junto con los comportamientos del terapeuta que reflejan estos
conceptos) que caracterizan a la terapia Gestalt y que pueden usarse en una escala de fidelidad
para identificar la aplicación del enfoque Gestalt para la investigación. (Fogarty, Bhar,
Theiler, O’Shea, 2016) El uso del experimento representa un rasgo característico que
distingue el estilo de trabajo de los terapeutas Gestalt, de otros enfoques como el psicoanálisis
o el enfoque centrado en la persona, y también ha servido de inspiración para otros
acercamientos como el de la terapia enfocada en las emociones.

Durante los años sesenta y setenta del siglo pasado, cuando se estaba popularizando y
codificando la terapia Gestalt, las originales expresiones creativas de la percepción
momentánea de Fritz Perls (p. Ej. silla vacía, dos sillas, perro de arriba/perro de abajo)
comenzaron a aplicarse como técnicas rígidas. Posteriormente hubo críticas a Fritz Perls por
contribuir a esta distorsión del enfoque Gestalt (p. Ej., Melnick, 1980; Yontef, 1993;
Greenberg, 1997; Spagnuolo Lobb, Amendt-Lyon, 2003; Bowman, Nevis, 2005; y otros). En
las últimas décadas el enfoque ha enfatizado el acercamiento dialógico en la terapia Gestalt, lo
que puede considerarse como una reacción de péndulo necesaria ante el riesgo del uso
excesivo de las técnicas. Sin embargo, es posible que el péndulo haya ido demasiado lejos. El
acercamiento dialógico atrajo honores, y a veces el acercamiento experimental es descartado
comentándose que todo es un experimento. Dicho acercamiento inhabilitaría la oportunidad
de explorar y desarrollar al experimento de manera sistemática como una intervención
específica dentro del enfoque Gestalt. Este artículo está basado en una amplia base de
bibliografía sobre los aspectos creativos de la terapia Gestalt en general, y sobre el potencial,
límites y reglas generales para el uso del experimento en particular (p. Ej. Zinker, 1977;
Melnick, 1980; Mackewn 1999; Philippson, 2001; Amendt-Lyon, 2001a, 2003a, 2003b;
Melnick, Nevis, Shub, 2005; Joyce, Sills, 2006; Frank, 2003; Roubal, 2009; Yontef, Schulz,
2016; y muchos otros). Se propone a su vez, complementar a la bibliografía con un intento
pragmático y práctico de explorar y cultivar al experimento como una forma específica de
intervención que puede integrarse a la totalidad del proceso de terapia de una manera
significativa.

El experimento como intervención específica

La dimensión experimental de la terapia Gestalt en general, con su curiosidad y apertura


sistemáticas ante las respuestas únicas de cada cliente en cada momento, es parte del
acercamiento fenomenológico (Joyce, Sills, 2006; Yontef, Schulz, 2015) de tal modo que
constituye uno de los recursos básicos en la terapia Gestalt. Sin embargo es importante
distinguir la dimensión experimental general de un enfoque Gestalt, del enfoque
metodológico experimental. (Melnick, 1980). Si nos quedáramos con la actitud experimental
general, con la idea de que cada intervención del terapeuta es en cierto modo experimental,
nos perderíamos de la oportunidad de desarrollar la metodología del experimento como forma
específica de intervención. Al identificar claramente las intenciones, indicaciones,
procedimientos, así como los riesgos y límites del experimento, creamos una base para el uso
sistemático y la evaluación investigativa para este aspecto específico del enfoque de la terapia
Gestalt.

En la terapia Gestalt un experimento es una intervención activa que lleva más allá la
exploración colaborativa de la experiencia del cliente. (Yontef, Schulz, 2015) Es una
intervención utilizada sistemática y apropiadamente, que puede ofrecer la oportunidad de
desbloquear procesos rígidos y fortalecer la sensación de elección del cliente. (Joyce, Sills,
2006) El experimento se integra a la totalidad del proceso psicoterapéutico y sólo puede
usarse de una manera efectiva cuando está basado en una relación terapéutica segura,
apoyadora y plena de confianza. El procedimiento básico para utilizar el experimento consiste
en explorar y aprender haciendo; el punto de partida básico cuando se está creando un
experimento es que esté dirigido al proceso. Metafóricamente, puede considerarse al
experimento como un viaje, una aventura conjunta tanto para el cliente como para el
terapeuta, comenzando en la situación del aquí y el ahora, que continúa a través de una
indiferencia creativa y que está orientado hacia un descubrimiento no planeado.
Vista desde otros enfoques terapéuticos, la terapia Gestalt aún tiene la reputación de ser un
enfoque terapéutico que está basado, en gran medida, en el uso de técnicas. Esto se trata de un
malentendido, ya que se confunde a los experimentos descubiertos creativamente con una
especie de procedimiento para la modificación de la conducta. Para los terapeutas de otros
enfoques psicoterapéuticos puede ser difícil entender el proceso para la creación de los
experimentos dentro del campo de una relación terapéutica. Ellos quizás vean el trabajo del
terapeuta Gestalt desde la lente del modelo médico, donde se prescribe una técnica para curar
un síntoma. Sin embargo, también señalan un punto que es importante para nosotros, los
terapeutas Gestalt, ya que si vemos al experimento mismo como una cura (Stevens, 2004),
siempre tenemos presente el peligro de que un experimento se “congele a modo de técnica”
(Melnick, 1980). Para nuestro enfoque es esencial distinguir entre la rutina y el estilo creativo,
entre la técnica y el experimento. (Amendt-Lyon, 2001b)

Para desarrollar la metodología del experimento, es necesario distinguir entre técnica y


experimento. Una técnica es un ejercicio preparado por adelantado que pueden usar los
terapeutas para inducir un estado en particular, o para dirigir al cliente a un objetivo en
particular. Por ejemplo, un ejercicio de relajación al inicio de una sesión terapéutica de grupo
con el objetivo de relajar físicamente a los clientes y enfocarlos en la experiencia presente. En
contraste, el experimento es una aventura creativa. El terapeuta le sugiere al cliente: “Haz esto
para ver cuál es tu experiencia”, y no “haz esto para cambiar”. (Greenberg, 1997) El
experimento no se aplica como un procedimiento para la sanación del cliente. Aunque en
general hay intenciones como las de generar awareness o activar recursos no utilizados, el
contenido concreto de dicho nuevo awareness o el tipo específico de recursos a activarse se
desconocen, y sólo se pueden descubrir durante el proceso del experimento. Nuestra actitud
básica es la de recibir la incertidumbre, y ser incesantemente curiosos. (Melnick, 1980). Al
usar el experimento, la capacidad fundamental del terapeuta es abandonar los esfuerzos para
dirigir el experimento hacia un resultado deseado en particular, ya que las metas del
experimento son esencialmente del proceso (Joyce, Sills, 2006) y no se pueden planear. El
terapeuta permite que lo que surge entre el cliente y el terapeuta sea lo que guía el proceso de
terapia. (Yontef, Schulz, 2015) La creatividad de los terapeutas Gestalt no depende del
cliente, o del terapeuta, sino que plantea un proceso novedoso, atrevido, valiente e intuitivo;
es un fenómeno de campo. (Amendt-Lyon, 2001a). De manera conjunta, tanto el terapeuta
como el cliente dan un paso valiente en un intento por ampliar las posibilidades del contacto y
el awareness, para aportar activamente algo novedoso, para enfocarse en algo que los atraiga
a ambos y que cree algo que los trasciende; a este paso se le llama experimento. (Spagnuolo
Lobb, 2017)

Aquí aparece otro rasgo sustancial que distingue al experimento de la técnica. La técnica suele
prepararla el terapeuta por adelantado, mientras que el experimento es una creación conjunta
del terapeuta y el cliente en la situación aquí y ahora. Aunque el terapeuta estructura el
proceso de terapia activamente y le ofrece al cliente una tarea en particular, el desarrollo
gradual del experimento es flexible y no lo controla ni el cliente, ni el terapeuta. El
experimento nace del proceso de la relación terapéutica (Amendt-Lyon, 2003a), la relación
mutua se vuelve un laboratorio donde el experimento se forma orgánicamente.

El experimento creativo emerge del contacto del terapeuta con el cliente y no se elige a partir
de una serie de intervenciones estandarizadas que se sepa producen una reacción estándar
(Philippson, 2001), sin embargo pueden usarse las técnicas como inspiración para un
experimento. Un terapeuta puede tener almacenada una serie de técnicas útiles, como
exteriorizar el diálogo interno mediante el uso de dos sillas, repetir una oración deflectiva
comenzándola con un “yo”, o muchas otras. Cuando el terapeuta no está aplicando una
técnica preparada de antemano para resolver un problema, sino que se queda abierto en la
situación terapéutica aquí y ahora con el cliente, y surge la idea de una técnica a modo de
inspiración, una técnica “congelada” puede “descongelarse” nuevamente y volverse un
experimento creativo.

La naturaleza existencial del experimento

Gracias al experimento, el cliente puede tener una experiencia de su self que es nueva,
emocionante, pero que a menudo también causa temor y vergüenza. Esta clase de experiencia
evoluciona ante la presencia aceptante y apoyadora del otro, abriéndose así a una nueva
manera de ser en el mundo para el cliente. Los experimentos abren nuevas posibilidades y la
relación segura permite al cliente ponerlas a prueba. Ante la presencia del terapeuta puede
nacer por vez primera una manera muy nueva de existir. Conjuntamente crean y son testigos
de cómo esta nueva manera comienza a florecer, lo que genera una cercanía humana
conmovedora. Así, el uso de experimentos contribuye a crear el fondo para un encuentro
existencial “Yo-Tú” entre el cliente y el terapeuta.
El terapeuta acepta la unicidad del ajuste creativo del cliente en el contexto de su historia de
vida. El ajuste creativo plantea un punto de partida para desarrollar un experimento.
Simultáneamente, el terapeuta invita el potencial no utilizado del cliente, y lo desafía. En el
cliente hay una tensión existencial entre la polaridad de “quiero transformarme, porque no
estoy satisfecho con la manera en que vivo” y la otra polaridad de “no quiero transformarme,
porque la manera en que vivo es la única que conozco”. El terapeuta logra sostener esta
tensión sin identificarse con ninguna de las dos polaridades. Simplemente permanece
disponible y, al proponer el experimento, expresa a la vez su respeto por la experiencia de
vida única del cliente y su confianza en la capacidad del cliente para encontrar maneras de
vivir nuevas y más satisfactorias. El experimento fortalece la oportunidad de desarrollar el
“awareness no dual” existencial. (Williams, 2006)

La invitación existencial del experimento es: “Acepta tu experiencia” (Greenberg, 1996), lo


que cuenta tanto para el cliente como para el terapeuta que se encuentran juntos en la
situación terapéutica. El experimento es situacional, lo que significa que no es controlado ni
por el terapeuta ni por el cliente. Lo que impulsa la dinámica del experimento es la
intencionalidad de la situación; a veces el terapeuta lo apoya, y otras veces simplemente
intenta no estorbar. Confiar en el proceso, que se desarrolla de manera natural durante el
experimento, también incluye la experiencia de la ansiedad existencial que va aunada al
awareness perturbador de que nosotros mismos somos parte del flujo de la situación, somos
una de sus funciones. Esta ansiedad existencial es parte natural de usar un experimento, es una
experiencia tanto del cliente como el terapeuta, y al usarse un experimento la habilidad
terapéutica específica consiste no en calmar la ansiedad, sino en transformarla en excitación.
El terapeuta apoya el proceso de la formación de una Gestalt que permite que la excitación
bloqueada producida por la ansiedad se convierta en una excitación activa. (Robine, 2013)

Experimento y diálogo

La terapia Gestalt se ha basado en la tesis sintética de la existencia dialógica desarrollada por


Martin Buber (1958), y utiliza los principios de la relación dialógica de Buber dentro de la
terapia. (p. Ej. Yontef, 1993, Jacobs, 1995) Al mismo tiempo, la terapia Gestalt trabaja con
intervenciones más directivas, orientadas a tareas, y arriesgadas, donde el terapeuta le ofrece
al cliente una tarea particular, más o menos estructurada, y deja abierto el resultado. Este
delicado equilibrio creativo es lo que caracteriza al enfoque de la terapia Gestalt; el equilibrio
entre el encuentro dialógico de dos seres humanos únicos y un estilo más activo, orientado a
tareas y arriesgado mediante el cual el terapeuta influye de manera más directa en el proceso.
Dicho enfoque incluso puede ayudar a trascender la dicotomía histórica/teórica entre el
enfoque relacional y el conductual. (Yontef, Schulz, 2015). Aunque la terapia Gestalt ha
desarrollado este enfoque de una manera específica, generalmente no la adopta por sí misma.
Actualmente hay todo un grupo de terapias experienciales que se caracterizan de esta manera.
(Elliott, Greenberg, Lietaer, 2004)

En el enfoque Gestalt se puede ver a las dimensiones dialógica y experimental como


polaridades. En cierto momento, una polaridad puede estar más al frente y la otra más al
fondo, al siguiente momento pueden cambiar de posición dentro del proceso de la relación
terapéutica. La contribución especial del enfoque Gestalt consiste en la flexibilidad del
terapeuta para el uso diferenciado de las polaridades tanto dialógica como orientada a las
tareas, en el continuo movimiento creativo entre ellas que depende de la situación aquí y
ahora en la relación terapéutica. En el enfoque de la terapia Gestalt, las dos polaridades
siempre están presentes, creando una viva tensión entre el “ser y el hacer” (Greenberg, 1997),
entre el enfoque oriental en el awareness de estar en el aquí y el ahora, y el énfasis occidental
en actuar y hacer. (Melnick, 2005)

Joseph Zinker (1977) habla de estirar el concepto del self durante el desarrollo individual.
Cuando se acepta y honra a una de las polaridades, eso también permite la exploración y el
desarrollo completo de la otra polaridad. Podemos ampliar este concepto al desarrollo de la
terapia Gestalt en su conjunto. Los enfoques dialógico y experimental no se cancelan el uno al
otro; al contrario, se fortalecen mutuamente. El uso de experimentos puede verse incluso
como una habilidad específica de la terapia Gestalt para trabajar con la relación
psicoterapéutica, donde el terapeuta puede apoyar la intencionalidad del contacto mediante
experimentos hechos a medida y creativos. (Vidakovic, Zeleskov-Djoric, Roubal, Baalen,
Francesetti, Wimmer, 2015)

En toda la Gestalt del proceso psicoterapéutico, las actitudes dialógica y experimental se


complementan una a la otra como dos manos trabajando juntas. En el enfoque dialógico, el
proceso de cambio se basa en la transformación del “selfing” (Parlett, 2005) mediante un
contacto seguro y aceptante con el terapeuta, a través del estar juntos sin dirigirse en una
dirección específica. (Yontef, 1993) En el momento en que se sugiere el experimento, la
dimensión dialógica del encuentro se mueve al fondo y la dimensión experimental, orientada
a la tarea y arriesgada, se mueve al frente. También cambia la tarea del terapeuta. Durante la
duración limitada del experimento, aceptan una mayor responsabilidad de dirigir el proceso de
terapia, estructurando activamente la situación presente. La asimetría (siempre presente) de
los roles de terapeuta y cliente se hace momentáneamente más visible. Por supuesto, el
componente de riesgo está presente en cada encuentro terapéutico, pero en la terapia Gestalt
se enfatiza con intenciones específicas en ciertos momentos del proceso terapéutico. La tarea
desafiante y emocionante para el terapeuta Gestalt consiste en utilizar estos cambios de
actitud con awareness y en beneficio del cliente.

El interés sincero en el cliente como ser humano único, combinado con la construcción de un
contacto auténtico con él, crea la base necesaria para el uso de experimentos que orienta al
proceso terapéutico hacia la experiencia nueva y fresca del cliente. Dicha experiencia ofrece
aún otra oportunidad para un encuentro personal genuino dentro de la relación terapéutica,
porque aparece en la presencia del terapeuta y es creada conjuntamente por el cliente y el
terapeuta. Con la experiencia nueva, y a menudo sorprendente, que se descubrió a través del
experimento, el cliente puede sentirse aceptado y aprender a aceptarse.

Este artículo está dedicado al experimento y se enfoca intencionalmente en una polaridad. Sin
embargo, debe leerse con awareness de que la dimensión dialógica también es un componente
siempre presente del enfoque terapéutico Gestalt, aunque a la hora de usar un experimento, se
retira al fondo.

Intenciones para el uso de un experimento

¿Cómo puede ser útil un experimento para el cliente? ¿Cuándo es útil y cuándo no? Como
terapeutas, estamos en una situación paradójica. Por una parte, no empujamos el experimento
hacia un resultado preconcebido, por otra parte, no usamos el experimento de una manera
incidental, sino con nuestra intención consciente. No dirigimos el experimento hacia un
contenido en particular (que el cliente debe descubrir), pero sí dirigimos el experimento hacia
metas del proceso, descubriendo nuevas maneras en que puedan abrirse a través del
experimento.
Una investigación sobre el enfoque de factores comunes a la psicoterapia (Rosenzweig,
1936/2002; Frank & Frank, 1993; Garfield, 1995; Goldfried, 1980; Grawe, 2004;
Lampropoulos, 2001a; Prochaska & Norcross, 1999; Wampold, 2012) ayudaron a identificar
factores que pueden utilizar intencionalmente los terapeutas a modo de estrategias clínicas
generales. (Goldfried, 1980) Lampropoulos (2001b) resumió las estrategias en ocho
categorías: (1) la relación terapéutica, (2) la catarsis y el alivio del estrés, (3) infundir
esperanza, (4) la autoexploración, el awareness y el insight respecto a los problemas, (5)
ofrecer una explicación teórica, (6) enfrentar los problemas, (7) adquirir y poner a prueba
nuevos aprendizajes, y (8) el logro del control y el dominio. Con la excepción de los puntos 1
y 5, para todas estas estrategias generales pueden usarse experimentos directamente.

Generar awareness. En la terapia Gestalt el experimento es una intervención terapéutica


donde el terapeuta transforma activamente la situación terapéutica. En el enfoque de la terapia
Gestalt, el experimento se usa al servicio de una intención general de crear awareness y
ampliar la libertad de elección del cliente. Al usar un experimento, el terapeuta acelera el
proceso de generar awareness y permite al cliente lograr el nuevo awareness de una manera
holística, que incluye no sólo sus pensamientos, sino también sus sentimientos y sus
experiencias corporeizadas.

La manera única de contactar de cada persona está regulada por una combinación de
awareness habitual/implícito y un awareness focal. (Yontef, 1993) Los modos habituales se
actualizan en la situación de terapia presente. Se vuelven más claros mediante el uso de
experimentos, y tanto sus valores como sus limitaciones resaltan para el cliente de una manera
más clara. La terapia Gestalt se enfoca en la inmediatez de la experiencia, que es traída al
awareness para desafiar los patrones preexistentes (Yontef, 1993) y utiliza experimentos para
apoyar este proceso. Por sí misma, la creación de awareness respecto a las maneras en que los
hábitos del cliente lo aprisionen, aunada al apoyo y la seguridad de la relación terapéutica, ya
crea una situación desafiante para el descubrimiento de nuevas maneras [de actuar]. Se abre
para el cliente la opción de salir de los patrones fijos a través de los cuales percibe y se
relaciona consigo mismo y lo que le rodea. Al crear awareness a través de una experiencia
percibida holísticamente, el experimento crea la oportunidad de salir de estos patrones fijos y
fortalecer las opciones percibidas por el cliente.
Actuar distinto. Crear awareness no es la única intención al usar experimentos. A través de
un experimento el cliente también se encuentra con la oportunidad de entrar en contacto con
su potencial denegado y comenzar a aprender a utilizarlo. Esta segunda intención del
experimento es para crear un lugar seguro donde el cliente pueda aceptar su ansiedad respecto
a salir de lo familiar y arriesgarse a actuar de una manera diferente. (Philippson, 2001) Al usar
el experimento, el mensaje implícito del terapeuta al cliente es: “Intenta algo nuevo cuando
tengas el apoyo para ello”. (Greenberg, 1997).
En la terapia Gestalt el experimento puede verse como una integración de la fenomenología y
el conductismo (Zinker, 1977) que utiliza el aprendizaje experiencial en la situación aquí-y-
ahora de la terapia para un cambio de comportamiento. El cambio no sucederá al nivel de un
recuerdo explícito cuando en la terapia sólo se habla sobre contenido. (Staemmler, 2002) El
terapeuta se enfoca en la experiencia realmente presente, ya que sólo es posible cambiar el
patrón repetido cuando se activa en la memoria implícita procesal. Gracias al apoyo del
terapeuta, el cliente puede atreverse a salir de su comportamiento fijo. A través del
experimento, su propia creatividad se vitaliza y se convierte en un recurso para poner a prueba
nuevas maneras [de actuar].

Fortalecer la agencia
Además de crear awareness y actuar de una manera distinta a lo acostumbrado, el
experimento también le ofrece al cliente una experiencia directa con la capacidad de cambiar
por sí misma, a partir de sus propios recursos. Los clientes no son sujetos de cambio, son
“agentes activos” (Bohart, 2000) quienes, gracias a la terapia, movilizan su agencia, su propia
capacidad de actuar de una manera distinta a lo acostumbrado, su capacidad de encontrar su
propio camino. En su investigación acerca de la manera en que terapeutas conceptualizan a la
agencia dentro del proceso de cambio, Williams y Levitt (2007) describieron ciertos
principios en los distintos enfoques, diseñados como pautas para el proceso de toma de
decisiones del terapeuta de momento a momento para fortalecer la agencia del cliente. Uno de
ellos, el de “desafiar y confrontar para fortalecer el awareness, la reflexión y la agencia”, al
aplicarse a la terapia Gestalt identifica la manera en que el experimento contribuye al proceso
de cambio. A través de la experiencia de que “yo puedo hacer el cambio”, el cliente siente
más motivación y autoapoyo. Aumenta su sensación de que “mi vida está en mis manos”; con
el experimento su agencia se ve fortalecida a través del trabajo desafiante.

Los riesgos de usar el experimento


El experimento necesita crecer desde un fondo seguro y estable. Cuando este fondo hace falta,
el uso del experimento resultará no sólo poco productivo, sino también arriesgado. La
seguridad y estabilidad del fondo dependen del terapeuta, del cliente, y de su relación. En
general, cuando el terapeuta adopta una perspectiva individualista, y crea el experimento con
base en la sensación de ‘haber entendido’ o de ‘saber’, existe el riesgo de retraumatizar al
cliente. (Francesetti, 2015) Estar bien arraigado y permanecer abierto a lo que suceda, reduce
el riesgo, ya que entonces la creatividad puede aparecer como un fenómeno de campo, y el
terapeuta puede permitir que sus intervenciones sean guiadas por su intuición formada a partir
de lo estético.

Por la parte del terapeuta, el riesgo principal es cuando el terapeuta sugiere el experimento
como una manera de escapar de su propia ansiedad, impotencia o sensación de urgencia. “¡No
sé qué hacer con el cliente! Quizás un buen experimento sería de ayuda…” El uso seguro y
efectivo del experimento depende de dónde se origine el impulso en el terapeuta. El terapeuta
primero necesita arraigarse bien a través de su postura corporal, su respiración y/o un
entendimiento conceptual de la situación. También deberá establecer un buen contacto con el
cliente a través del diálogo sobre los detalles de la situación o historia del cliente. Sólo
entonces podrá emerger el experimento creativa y libremente como un modo de exploración y
no como una solución. Hay una regla general que es útil: Cuando no tengas nada que decir, no
digas nada. Eso es muy válido también para el uso de los experimentos. Cuando al terapeuta
no se le presenta la idea de un posible tipo de experimento por sí misma, por el momento no
debe plantear ningún experimento.

Antes de plantear un experimento mayor deberá establecerse la rutina de la relación


terapéutica. Aún recuerdo cómo, cuando era un ávido estudiante de la terapia Gestalt, perdí a
mi primer cliente tras plantear un poderoso experimento desde nuestro segundo encuentro.
Cuando hay mucha novedad y descubrimiento en la relación misma, no tiene caso crear aún
más incertidumbre planteando un experimento. El terapeuta puede simplemente seguir la
dinámica natural de figura/fondo. Hasta que el aspecto dialógico del trabajo sea figura y
resulte vívido, no hará falta un experimento y quizás sólo podría servir como una manera de
evitar algunos temas relacionales desafiantes.

Hay algunos clientes, comúnmente aquellos con experiencias traumáticas, psicóticas o


limítrofes, que acuden a terapia con una carencia básica de un fondo seguro. Con ellos se debe
prestar especial atención a los riesgos de usar experimentos. Pueden usarse experimentos pero
se debe prestar mucha más atención a la hora de evaluar la situación y planear el experimento.
El terapeuta debe tener una intención clara para plantear un experimento con base en una
formulación del caso. El proceso (no el resultado) de un experimento deberá ser más
controlado por el terapeuta.
Aquí puede servir como ejemplo el trabajo con clientes con experiencias traumáticas, donde
con el experimento hay un riesgo elevado de retraumatizar al cliente, que en el experimento
puede volverse a encontrar con la experiencia traumática. El riesgo de retraumatizar está en
repetir la experiencia de la pérdida de control y de abandono. Es crucial que el terapeuta
ralentice el proceso del experimento y modere la intensidad de la experiencia, de modo que,
cuando lo desee, el cliente tenga la oportunidad de controlar el proceso del experimento y
terminarlo. Esto por sí solo ya le presenta al cliente una nueva experiencia sanadora. La
descripción verbal de las experiencias (ya sea por el cliente o por el terapeuta) ayuda a
ralentizar el proceso, incluye el procesamiento cognitivo y reduce la intensidad de la
experiencia. También le permite al cliente sentir la presencia apoyadora del terapeuta en la
situación experimental de la “emergencia segura”.

Incluir el experimento en el todo de un proceso de terapia

Anteriormente se describió al experimento como un modo específico de intervención que usa


el terapeuta con intenciones especiales. Sin embargo, obviamente un experimento no es un
suceso aislado en el proceso de psicoterapia. Sigue siendo un suceso colaborativo, creado
conjuntamente dentro de la relación dialógica. Es más, el experimento mismo es una función
del campo de la situación terapéutica presente. Emerge de ese campo, que a su vez lo forma e
influye en él. Puede verse al experimento como algo formado por la intencionalidad de la
situación. Tanto el cliente como el terapeuta pueden hallarse siendo guiados por el flujo del
proceso, que sigue su propio rumbo significativo, a menudo de una manera que permanece
oculta para las partes involucradas en el momento. Puede considerarse que el proceso mismo
del experimento es dirigido por la ‘ley de Prägnanz’3.

Durante las distintas fases del proceso del experimento, el terapeuta explora su propio
awareness respecto a las dinámicas del campo relacional. Aquí resulta útil una supervisión

3
También conocida como la ley de la pregnancia o ley de la buena forma que consiste en la tendencia a
encontrar la forma más simple o consistente de unidades de significado. N.del E.
enfocada específicamente en el uso del experimento. El terapeuta puede explorar cómo inició
el experimento, cómo el experimento surgió gradualmente de la situación terapéutica y cuáles
fenómenos relacionales estaban presentes: ¿Cuál era el awareness que tenía el terapeuta de la
situación cuando sugirió el experimento? El terapeuta reflexiona acerca de cuándo y para qué
sugirió el experimento, así como del rol que puede jugar el experimento en la dinámica de la
relación terapéutica. Puede suceder que al sugerir un experimento el terapeuta esté atendiendo
sus propias necesidades.

Por ejemplo, al sugerir el experimento ¿estaba el terapeuta evitando involucrarse de una


manera más personal en la relación con el cliente? De ser este el caso, no es algo que deba
criticarse. Al contrario, este awareness puede ser información valiosa que sugiere que en esta
fase del proceso terapéutico el aspecto dialógico de la terapia debe ser más figura (con lo
experimental volviendo a segundo plano).

O bien ¿el terapeuta sugirió el experimento en un momento en el que estaba sintiendo


ansiedad por no saber qué hacer con el cliente? Desde la perspectiva de campo, la ansiedad no
le pertenece sólo al terapeuta, sino que es una función del campo presente. Nuevamente, dicho
awareness puede utilizarse como información importante que sugiere que el fondo de la
relación necesita más apoyo, ya que aún no ofrece suficiente seguridad como para plantear
nuevos descubrimientos desafiantes (mediante el uso de experimentos).

Sin embargo, el terapeuta no está interesado en la manera en que el experimento surgió del
campo relacional de la situación terapéutica. También exploran cuál era su propio awareness
durante el proceso del experimento. Por ejemplo, el terapeuta puede experimentarse a sí
mismo como demasiado directivo y controlador durante el experimento o, al contrario, como
demasiado indeciso y cauteloso. Al cobrar awareness sobre esto, el terapeuta lo explora como
un fenómeno del campo, como información acerca de un patrón de este estilo, ya que su
experiencia, los impulsos y las necesidades son una función del campo relacional durante todo
el proceso de la terapia, así como en el experimento.

Y, finalmente, ¿cuál fue el awareness del terapeuta al final del experimento? ¿Qué
experiencia tuvo en ese momento con el cliente? Por ejemplo, ¿hubo un momento de alivio y
proximidad compartidos? A través de un diálogo con el cliente, el terapeuta presta atención a
la manera en que dicha experiencia, generada por el experimento, ha influido en la relación
terapéutica y cómo puede integrarse a la totalidad del proceso psicoterapéutico de una manera
significativa. O bien, por ejemplo, ¿tuvo el terapeuta awareness de su frustración a raíz de que
podría haberse logrado más a través del experimento? De nuevo, este awareness es
información valiosa (quizás sobre sus expectativas elevadas y un patrón orientado a las
metas), y el terapeuta puede explorar cómo puede integrarse de nuevo en la dinámica
relacional entre el cliente y el terapeuta. El siguiente ejemplo ilustra la integración de la
experiencia relacional de un experimento a la totalidad del proceso terapéutico.4

Estudio de caso: El experimento como intervención específica

Hana, una clienta de 50 años de edad, entró a terapia por la muerte repentina e inesperada de
su marido dos años antes. Seis meses de terapia le dieron a Hana un espacio para el duelo y
para compartir su dolor y tristeza. El aspecto dialógico de la terapia Gestalt había estado en el
primer plano en nuestro trabajo, y naturalmente el plano experimental estaba en segundo
plano. La sesión real aquí descrita sucedió al regresar Hana de un descanso de un mes de
duración durante las vacaciones de verano.

Al inicio de nuestra sesión pasamos un tiempo hablando sobre las vacaciones de


Hana. Nuestro diálogo fluyó de manera natural y discutimos lo que había sucedido
durante el tiempo en que no nos habíamos visto, y cómo había sido eso para ella.
Hana dijo que dentro del periodo sin terapia, le había ido bastante bien en general.
También describió un par de momentos difíciles, pero en términos generales se había
sentido competente. “Me di cuenta de que puedo arreglármelas sin esto”, dijo. Al
decir esto, Hana miró hacia arriba, me miró brevemente y después siguió mirando al
suelo.

En ese momento, mi percepción estética de la situación fue que era un buen momento para
explorar. Se basó en la impresión percibida holísticamente de varios comentarios pequeños de
Hana y también de mi propio awareness. Noté un leve cambio en la postura corporal de Hana:
estaba sentada más derecha y al mismo tiempo de una manera más relajada. Lo entendí como
un autoapoyo corporeizado. También noté en su manera de hablarme y mirarme, un cambio

4
Esta es una versión corregida de una descripción de caso que ya he usado en mis otros textos . (Roubal, 2009,
en imprenta)
pequeño pero importante en contraste con el “¡Ayúdame por favor!” que había percibido
durante nuestro trabajo anterior, que se convertía en un “quiero compartir algo contigo”. Mi
experiencia fue que el contacto con Hana era menos exigente y urgente, más energizante y
despertando curiosidad.

Con base en este “diagnóstico intrínseco” (Roubal, Gecele, Francesetti, 2014), valoré que su
autoapoyo ya desarrollado, así como nuestra relación ya bien establecida, podrían soportar
una intervención más desafiante. Percibí la situación como un tanto distinta de nuestras
sesiones anteriores, donde hacían falta seguridad, apoyo y contención de modo que el aspecto
dialógico del enfoque Gestalt naturalmente era el que hacía figura. Ahora sentía que podía ser
un buen momento para que cobrara relevancia el aspecto experimental.

Decidí ofrecerle a Hana un experimento que nos ayudara a cobrar más conciencia del proceso
que se estaba dando en nuestra relación aquí y ahora. Al tomar esta decisión, activamente y
con awareness cambié mi rol hacia Hana de compañero a guía. Para eso establecí una nueva
mentalidad, distinta a la dialógica anterior. Me volví enfocado y sensible a los aspectos de la
situación aquí y ahora que me invitaban a una mayor exploración y descubrimientos. Me
preparé conscientemente para dirigir y sugerir activamente un experimento. Me permití sentir
fascinación del proceso creativo y permití a mi intuición seguir la inspiración para un
experimento. Al mismo tiempo, me preparé para sostener muy suavemente mi intención en
cuanto al experimento y estar preparado para ajustar o hacer de lado el experimento, si a Hana
no le parecía.

Usé la oración que la misma Hana había dicho espontáneamente (“puedo


arreglármelas sin esto [la terapia]”), y le sugerí que cambiara un poco la oración y
me dijera, “puedo arreglármelas incluso sin ti”.

Mi intención era hacer notar la silueta de la figura que estaba emergiendo del contacto entre el
cliente y el terapeuta. La figura aún no estaba clara pero su característica parecía ser la de
avanzar hacia una relación más igualitaria y de menos dependencia del cliente con el
terapeuta.

Hana accedió a intentarlo. Se inclinó hacia adelante y agarró firmemente los


apoyabrazos de la silla. Siguió mirando al suelo Cuando se lo señalé, lo volvió a
intentar, esta vez mirándome a los ojos: “Puedo arreglármelas incluso sin ti”. Se
ruborizó. Nos quedamos un rato en la experiencia presente, y después hablamos de
los sentimientos que surgieron. Dijo que había una combinación de sentimientos muy
fuertes: alegría, tristeza, impotencia, y también una sensación agradable al sentir su
propia capacidad.

Creé el experimento a partir de los fenómenos que estaban apareciendo de manera natural en
la situación aquí y ahora, usando la misma frase de Hana, notando y describiendo su
expresión corporal y explorando su experiencia. Al hablar con ella de su experiencia, se hizo
más figura el aspecto dialógico de la terapia, y el experimento pudo terminarse ahí. Sin
embargo, al usar el criterio estético para una imagen diagnóstica momentánea, me pareció que
la intensidad de su experiencia superaba por mucho lo que se aplicaba a la situación aquí y
ahora. Esta discrepancia me dio curiosidad y me dejé guiar por mi curiosidad. Al mismo
tiempo, me tomé un rato más para darle forma a un entendimiento de la situación. Me basé en
la hipótesis de que no todos los sentimientos fuertes de Hana tenían que ver únicamente con la
relación entre nosotros dos, sino que también me sugerían algunos asuntos inconclusos
respecto a las otras relaciones de Hana. Con base tanto en mi intuición impulsada por la
curiosidad como en mi conceptualización cognitiva, decidí sugerir otro paso del experimento.

Le sugerí a Hana, “¿A quién más te gustaría decírselo?” Ella respondió, “A mi


madre que siempre me tiene lástima y me trata como una niña”.

Hana parecía cautivada por este descubrimiento pero, por otra parte, no expresó ninguna
emoción fuerte. Me pareció que su nuevo awareness era a un nivel más cognitivo. Entendí
que Hana se estaba acercando a un nuevo awareness, pero se quedó en una postura más
segura al repetir el tema de su relación con su madre, que ya habíamos discutido. Por mi
parte, yo estaba consciente de que la excitación de nuestra experiencia compartida estaba
disminuyendo, lo que para mí era señal de estar “trabajando en territorio seguro”.

Entonces, Hana agregó: “Y, de hecho, [me gustaría decírselo] también a mi esposo”.

La excitación aumentó de inmediato. Para mí fue señal de que estábamos tocando una nueva
experiencia. Hana presentó la oración por impulso propio, lo que para mí era señal de su
necesidad natural de ampliar su conciencia sobre el tema. Ahora, para mí el desafío era apoyar
este impulso aparentemente natural de Hana y al mismo tiempo no llevarla demasiado lejos
hacia el territorio desconocido, donde la excitación podría congelarse en ansiedad.

Le pregunté a Hana si quería explorar más este tema con su esposo. Ella accedió.

Se me ocurrió la idea de un experimento de silla vacía. La idea no había estado en mi mente


como una intención preparada de antemano, apareció espontáneamente en el proceso del
momento, de modo que confié en esa inspiración. Sin embargo, dudé antes de sugerirle a
Hana un experimento tan demandante. Iba a ser la primera vez durante nuestro trabajo en que
usaba un experimento de una manera tan explícita. No estaba seguro de que fuera una buena
idea. Exploré mi awareness y descubrí que lo que me detenía era la sensación de vergüenza al
ofrecerle la silla vacía a Hana. Mi posición ante ella era la de alguien tranquilo, estable,
receptivo. ¡Ahora tendría que abandonar esta posición (que era bastante cómoda) y
arriesgarme a sugerir la loca idea de que hablara con una silla! Entonces me dije: “Bueno, si
la vas a invitar a hacer algo que está afuera de su zona de confort, tú también debes salir de tu
propia zona de confort”.

Le sugerí que se imaginara a su esposo sentado en la silla vacía frente a ella. Hana
pareció sorprendida, y asintió. Coloqué una silla frente a ella.

Ese fue el momento en que el experimento adoptó una dinámica propia. Estaba consciente de
que ahora podía simplemente guiar a Hana hacia un nuevo descubrimiento. Permití que mis
intervenciones fueran impulsadas por la dinámica del experimento en sí mismo, sin controlar
ni el proceso ni los resultados. Para eso tuve que depender de mi creatividad y confiar en mis
experiencias previas con los experimentos.

Hana me miró de una manera expectante y divertida.

Consideré varias posibles maneras de armonizar la intensidad del experimento. Podía dejar el
experimento más abierto y sugerirle a Hana que visualizara a su esposo en la silla vacía y me
lo describiera. Podíamos entonces explorar cómo sería para mí conocer a su esposo,
desarrollándose el diálogo de la silla vacía a partir de ahí. O podía conservar el vínculo más
enfocado que se había desarrollado con el experimento, puesto que todo comenzó con la frase
“Puedo arreglármelas sin esto”. Incluso entonces podía yo decidir disminuir el nivel del
experimento: “¿Te imaginas diciéndole una frase así a tu esposo?”, o elevarlo, que fue lo que
finalmente hice:

“¿Podrías decirle la misma frase [que antes] directamente a él?”


Hana dudó y consideró la propuesta. Después miró hacia la silla que estaba frente a
ella, se ruborizó, su respiración se hizo más pesada, pero guardó silencio.

Me surgió una imagen: Vi a Hana como si se estuviera preparando para saltar. Me concentré
en respirar libremente y mantener una postura corporal de autoapoyo en mi silla. Murmuré
algo así como: “Vas muy bien”, pero las palabras no eran importantes. Con mi postura
corporal y mi tono de voz le di a Hana apoyo para superar el impasse.

“Puedo arreglármelas sin ti…”, le dijo Hana a su esposo en la silla vacía. “Sí, es
verdad. ¡Puedo arreglármelas sin ti!”, repitió. Hana sonrió a través de sus lágrimas.
Hubo un largo momento de silencio.

En ese punto podría haber aumentado un poco la intensidad del experimento. Podría haberle
preguntado lo que le hubiera respondido su esposo. A partir de ahí, hubiera podido apoyar el
desarrollo de un diálogo entre ellos. Sin embargo, mi sensación estética de la situación me dio
claramente la información de que eso sería demasiado, hubiera sobrecargado la situación.

En lugar de eso, guardé silencio también, consciente de la elevada intensidad de la


experiencia presente, arraigándome en mi cuerpo y mi respiración, permaneciendo presente y
disponible. Hana estaba inmersa en su nueva experiencia y simplemente esperé señales de una
nueva experiencia y sólo esperé señales de una integración experiencial de su nuevo
awareness.

Finalmente, la postura corporal de Hana se relajó. Entonces, tras un momento, volteó


hacia mí.

Pude percibir claramente que ese era el momento de cerrar el experimento. La emoción había
sido reemplazada por alivio y cansancio, que podía sentir en mí y también observar en Hana.
El aspecto experimental del enfoque Gestalt se retiraba al fondo y el aspecto dialógico volvía
a ser figura. Mi postura cambio de ser guía a ser acompañante y mi tarea era ayudar a Hana a
asimilar el experimento.

Al reflexionar sobre el experimento, Hana descubrió que a través del diálogo con su esposo
había logrado un nuevo awareness de su propia capacidad. Conocer su capacidad
cognitivamente le generó una sensación emocional y corporal de ser capaz de vivir su vida a
solas.

Al hablar de su experiencia del experimento, Hana dijo que ella de hecho sabía que se
las estaba arreglando sin él, pero decírselo directamente a la imagen de su marido fue
una nueva experiencia para ella. “De hecho lo sabía, pero ahora pude sentirlo”.

Estudio de caso: El experimento como parte del todo

Aquí se ilustró cómo el experimento surge creativamente de la formación figura-fondo real.


El proceso de creación del experimento se desenvolvió de manera gradual, comenzando con
la oración: “Puedo arreglármelas sin esto”, pasando por dirigir esta oración al terapeuta, hasta
llegar al diálogo con su difunto marido en la silla vacía. El experimento comenzó en la
situación aquí y ahora, creció a partir de la dinámica de campo y le dio forma a la figura
emergente.

Sin embargo, ésta es solo una parte de la historia. La terapia Gestalt presenta la combinación
única de un acercamiento experimental enfocado en las tareas con el acercamiento dialógico,
enfocado en la relación terapéutica. Los beneficios de dicha combinación están en la
posibilidad de procesar la experiencia relacional a partir de un experimento como información
de los patrones relacionales fijos y también como la oportunidad para una experiencia
relacional nueva y correctiva.

Ya que se acercaba el final de la sesión, era necesario terminar el experimento, volver


a vaciar la silla simbólicamente ocupada. Sin embargo, a Hana le costaba trabajo dar
ese paso. Cuando lo verifiqué, me di cuenta de que ella aún veía a su marido sentado
en la silla frente a ella. No quería decirle ese adiós simbólico.
Me encontraba en una situación bastante difícil. Me resultaba claro que Hana
necesitaba más tiempo y apoyo, pero esperaba la llegada de otro cliente en un par de
minutos. Decidí compartir este dilema con Hana. Lo discutimos juntos y finalmente,
ante la presión del tiempo, ideamos una solución provisional. Hana se imaginó que se
llevaba con ella al esposo que estaba en la silla. Lo hizo simbólicamente con las
manos, poniéndolas en su pecho. Se sintió satisfecha, ya que así estaba acostumbrada
a vivir, siempre acompañada por él.

Sin embargo, me quedé con una sensación de insatisfacción, de algo incompleto después de la
sesión. Quedaban en mi mente muchas dudas y preguntas. ¿Qué sucedió? ¿Por qué el
experimento, que había emergido tan fluidamente desde una situación en el aquí y el ahora, no
había formado una Gestalt completa? O, al menos, yo no lo había percibido así.

Al reflexionar sobre la sesión estaba consciente de dos niveles en el proceso terapéutico. El


primero tiene que ver con la metodología del experimento. El problema estaba en los tiempos
y la gradación de la intensidad del experimento. Hasta cierto punto había descuidado el
aspecto colaborativo al desarrollar el experimento. No preví el riesgo con el suficiente
cuidado de modo que resultó de un grado demasiado elevado para el cliente y para el tiempo
que teníamos disponible. La pura experiencia de decirle a su terapeuta: “Puedo arreglármelas
incluso sin ti” quizás hubiera sido suficientemente fructífera para Hana. Hubiéramos podido
usar el resto de la sesión para permitir más awareness y para su asimilación. Quizás durante
algunas otras sesiones Hana hubiera estado más lista para dar otro paso.

Me temía haber sobreestimado la capacidad de auto-manejo de Hana en la sesión que describí.


Me involucré de más en el experimento y me fascinó su progreso dramático. Mi deseo para
Hana era que llegara a una buena resolución de su duelo. Sólo después me di cuenta de que yo
tenía la agenda oculta de que ella “debía” despedirse de su esposo. Eso me hubiera hecho
sentido y me hubiera hecho sentir como un terapeuta exitoso. Quizás incluso anticipé el uso
de este experimento como una ilustración a la hora de enseñar sobre el uso de los
experimentos en la terapia Gestalt. De todos modos, aparentemente estaba respondiendo a mis
propias necesidades sin darme cuenta de ello, por lo que dejé de ser adecuadamente
perceptivo en cuanto a las necesidades de mi cliente. Fui demasiado demandante con Hana y
ahora, en mi pensamiento, me disculpaba con ella por ello.
Sin embargo, al reflexionar sobre todo esto, debo estar consciente de que el experimento
siempre es una aventura cuyo final es indefinido, de modo que inherentemente no puede
resultar mal. Por lo tanto, procuré tratar de no evaluar el resultado de este experimento como
bueno o malo, como éxito o como fracaso. En lugar de ello, al explorar fenomenológicamente
el final de la sesión, pude descubrir ahí información valiosa para el diagnóstico. Hana no fue
capaz de separarse simbólicamente de su esposo. Era evidente que aún seguía procesando
activamente la muerte de su esposo, y su duelo aún no había llegado a la etapa en que pudiera
enterrarlo a un nivel emocional para vivir una vida independiente. Resultaba claro que el
experimento sacó a relucir la fase real de su proceso de duelo. Ella aún necesitaba que su
esposo fuera parte de su vida y por lo tanto no podía deshacerse de él, ni siquiera de manera
simbólica en la terapia. Quizás ella incluso decida nunca deshacerse de él. Yo no estaba ahí
para decidir por ella, sino para apoyarla aquí, donde ella estuviera.

Aún queda un aspecto más del proceso en el que quiero enfocarme con más cuidado. Para este
segundo nivel de evaluación del proceso terapéutico se debe considerar al experimento como
un fenómeno del campo. Cada resultado de un experimento, incluyendo los “errores” del
terapeuta, es una función del campo compartido entre el cliente y el terapeuta. Los “errores”
son fenómenos del campo y ofrecen información valiosa sobre los patrones relacionales fijos.
Para poder examinar de cerca el proceso de mi relación con Hana durante el experimento
desde esta perspectiva, necesito explorar mi propio awareness y también mis contribuciones
activas a la organización del campo.

Después de la sesión, me sentí decepcionado de mí mismo y también molesto con Hana.


Consideré que yo había sido demasiado demandante con ella al darle la carga de una tarea que
rebasaba sus capacidades reales. Mi impresión era que ella podía arreglárselas sola, pero
empujé demasiado, y demasiado rápido. Era la primera sesión después de sus vacaciones, y
evidentemente Hana necesitaba más tiempo para estabilizarse. En lugar de eso, le ofrecí,
demasiado pronto, un experimento demasiado poderoso. Al mismo tiempo estaba consciente
de mi enojo con Hana. Yo quería lo mejor para ella y me estaba esforzando mucho por ella.

Me doy cuenta de que al final de la sesión me sentí enojado y menospreciado. Fue desafiante
no seguir el impulso inmediato de criticarme. En lugar de ello, puedo tratar de observar mi
propio awareness con curiosidad como un fenómeno del campo. Debo recordarme a mí
mismo que dentro de la terapia el terapeuta es una función del campo, y las palabras e
intervenciones que usa también son funciones del campo. El modo de intervención del
terapeuta representa una fuente valiosa de información sobre los patrones que organizan al
campo, así como de la manera en que contribuyen a él tanto el cliente como el terapeuta.

Lo que es más, aparentemente estas situaciones en que la terapia de algún modo no procede
como el terapeuta espera y prefiere, ofrecen información especialmente valiosa. En estos
momentos, las gestalts fijas dominan la organización del campo. El terapeuta puede usarse a
sí mismo en este sentido, ya que todo lo que experiencia y hace es una función del campo y
puede usarse como información diagnóstica.

Por ejemplo, al calificar el experimento le pregunté a Hana, bastante directamente: “¿A quién
más te gustaría decirle esto?” ¿Por qué no hacer una pregunta más abierta como, “quizás hay
alguien más a quien te gustaría decírselo”? Creo que pensé que sabía qué era lo mejor para
ella y trabajé en lugar de ella. Cuando examino mi awareness como fenómeno del campo, esa
fue mi contribución a la Gestalt fija. Estaba imponiendo una agenda oculta y supuse que sabía
cómo completaría Hana su asunto inconcluso con su esposo. De nuevo, intento no criticarme
por ello, sino observar mi awareness con curiosidad. En mi opinión, ¿cuál fue la Gestalt
completa? Yo deseaba que ella se despidiera de su esposo y que comenzara a vivir una vida
independiente, quizás incluso lista para conocer a alguien más. Pero ella no cubrió mis
expectativas, logró terminar la sesión a su manera y a su ritmo.

Durante la siguiente reunión con Hana, reflexionamos sobre el proceso de la sesión


anterior. ¿Cómo había sido para ella hacer el experimento?
“Fue verdaderamente poderoso y útil para mí. Después de la sesión la experiencia
resonó bastante en mí…”
¿Y cómo se sintió conmigo al sugerir el experimento y guiar la terapia de esa
manera?

Volví a la experiencia de la sesión anterior para reflexionar acerca de cómo había influido el
uso del experimento en nuestra relación y lo que podíamos aprender de ello. Pasé del enfoque
unipersonal (¿Qué descubriste acerca de ti?) al enfoque dual (¿Qué descubriste de nuestra
relación?)
“Bueno…” dijo Hana, “en la última sesión me sentí contigo… no realmente como
una adulta… como si fuera incapaz de ser totalmente responsable de mi vida…”

Al escuchar esto, compartí con ella mi awareness antes descrito. Le dije que en
realidad había estado tratando de ayudarla y que fue sólo después de la sesión que me
di cuenta de que tenía una agenda oculta, el deseo de que ella terminara su duelo y
pudiera seguir adelante. Le dije que lo lamentaba al darme cuenta de que la estaba
empujando hacia mi propia intención.

Hana se conmovió. Se dio cuenta de que lo que describí era muy similar a la manera
en que la trata su madre ahora después de la muerte del marido de Hana. Su madre la
trata como a una niña, la empuja implícitamente hacia otra unión, es demasiado
demandante…

Hana siguió culpando a su madre por un rato. Dijo que se sentía impotente, atrapada
en un patrón fijo con su madre.

Al tener awareness de que los dos campos, el de su relación con su madre y el de la relación
terapéutica, podían estar organizados por un patrón fijo similar, le ofrecí a Hana la posibilidad
de explorar más el aspecto relacional de la última sesión.

¿Cómo se sentía ella conmigo? ¿Pudo ser parte de la co-creación del patrón
relacional fijo? En primer lugar fue difícil para Hana volver a reflexionar sobre los
detalles del proceso, así que comencé con mi parte. Le compartí que al inicio había
sentido mucho entusiasmo por ayudarle, y que después me sentí confundido y al final
decepcionado porque ella no usó totalmente la oportunidad que le ofrecí. Entonces me
di cuenta de que la había estado empujando hacia mis buenas intenciones y me sentí
apenado y avergonzado.

“¡Ahora puedo verlo!”, exclamó. Ella comenzó a explicarme lo que había


comprendido respecto a cómo ella contribuye a la Gestalt fija conmigo, y también con
su madre. Se da cuenta de que se resiste pasivamente, y entonces al final, como
sucedió también al final de nuestra última sesión, de algún modo sabotea el esfuerzo
de la otra persona, lográndolo al no cubrir las expectativas del otro, ya sea yo o su
madre.

Ella explicó cómo, en consecuencia, ella no se siente como adulta, sino que se siente
incompetente e impotente. Hana dijo que este patrón describe bien lo que suele
suceder entre ella y su madre y le ayuda a entender por qué su madre se siente
menospreciada, y a veces se irrita, reprochándole, ya que ella quiere lo mejor para
Hana, lo ha intentado mucho y se ha esforzado mucho por ella.

Sugerí nuevamente que Hana regresara a la última sesión y que explorara cuáles
habían sido sus necesidades en esa situación. ¿Qué habría necesitado de mí para
sentirse más adulta, más competente?

Me dijo que necesitaba que yo le hablara como lo estaba haciendo en la situación


presente. ¿Podía ser más específica? Sí, ella necesitaba que respetara su propia
sabiduría, su propia visión del futuro, sus propios tiempos.

Hana dijo que a ella le había parecido bien que sugiriera el experimento. Le resultó
de ayuda y útil de varias maneras. También necesitaba que le hablara más
abiertamente acerca de mis intenciones en el proceso de evolución del experimento y
que consultara más con ella la intensidad del experimento. Al decir esto, se dio cuenta
de que, de hecho, necesita que su madre haga exactamente lo mismo.

Después de explorar conjuntamente la emocionante aventura del experimento también nuestra


relación se transformó. Se volvió más colaborativa y más abierta al nivel personal. El
experimento abrió nuevas rutas para nuestro trabajo en común y fortaleció nuestra alianza de
trabajo. La terapia ya no estaba tan enfocada en “sanar las heridas pasadas”, sino que ofreció
un espacio de encuentro para “descubrir nuevas maneras significativas de vivir”. También
cambió mi posición en la terapia con Hana. De ser un profesional de ayuda, me volví más
presente como una persona viviente que puede cometer errores.

Al aprender de este caso, pude ver al experimento como una flor que crece a partir del fondo
de la relación terapéutica. El terapeuta siembra la semilla, y después el cliente y el terapeuta
crían juntos a la flor a través del proceso de colaboración creativa. Posteriormente, la flor del
experimento vuelve a dejar caer semillas en el fondo de la relación terapéutica.

Conclusión

Hace poco vi en la calle a una madre con su hijo de cinco años. Iban tomados de la mano, de
regreso a casa. Pude oír al pequeño hablar de lo mucho que ama el kínder. Estaba explicando
algo con gran pasión y la madre lo escuchaba atentamente. Me sentí conmovido, y con interés
profesional también pude observar lo que hacía la madre. Estaba escuchando a su hijo con
todo su cuerpo, inclinada hacia él, totalmente en sintonía y presente. Le respondía, lo animaba
con preguntas, reflejaba su emoción de manera no verbal. Sin embargo, también me di cuenta
de que al mismo tiempo estaba haciendo otra cosa, cumpliendo otra tarea en paralelo. Estaba
monitoreando los autos en la calle y, cuando resultó seguro hacerlo, instó a su hijo a que
cruzara la calle. Ella saludó brevemente a alguien distante. Estaba observando los letreros de
los camiones que pasaban, esperando el correcto.

Esta imagen ofrece una metáfora (con todos los límites que tiene el uso de una metáfora) que
ilustra el trabajo del terapeuta durante el experimento. Su mente está cumpliendo con dos
tipos de tareas distintos a la vez; está disponible para el cliente de dos maneras paralelas.
Mediante la inclusión corporeizada, está experienciando cómo es vivir la vida como lo hace el
cliente. Al mismo tiempo, el terapeuta está arraigado en sí mismo y en el contexto más amplio
de la situación terapéutica. Esto le permite explorar la intención que puede tener el
experimento en el momento, cómo acomodar los tiempos adecuadamente y graduar la
intensidad del experimento, o bien saber cuándo es el momento correcto para cerrar el
experimento.

Es probable que esta doble disponibilidad siempre esté presente en el trabajo del
psicoterapeuta. Sin embargo, es útil que el terapeuta le preste una especial atención al uso del
experimento para evitar el riesgo de caer en la mera aplicación de una técnica con el propósito
de cambiar al cliente. Guiar siguiendo, el principio Tao de un liderazgo al servicio [del otro],
que puede aplicarse al trabajo dialógico de un psicoterapeuta, que va siguiendo los temas que
plantea el cliente y entra en sintonía con el cliente en un diálogo genuino y único de tal modo
que el cliente es llevado a nuevas experiencias relacionales.
Al usar el experimento, el terapeuta decide cambiar temporalmente este acercamiento y toma
el mando de una manera explícita. Sin embargo, al mismo tiempo, para crear la tarea sigue la
intencionalidad de la situación presente. Le sugiere al cliente la tarea y sigue el proceso
ajustando el nivel de desafío a las capacidades del cliente y equilibrándolas con el apoyo.
Permiten que su sugerencia inicial sea guiada por la situación aquí y ahora con el cliente. El
terapeuta guía siguiendo.

Nota: Se usaron y alteraron para este artículo algunas partes del texto original en Inglés
titulado An Experimental Approach: Follow by leading (Roubal, en imprenta) .

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