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ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 1

Alejandro Solís Espinoza

PSICOLOGÍA
JURÍDICA
2 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 3

Alejandro Solís Espinoza


Doctor en Derecho y Psicólogo
Profesor Emérito de la U.N.M.S.M.

PSICOLOGÍA JURIDÍCA
Psicología Criminal y Judicial
4 PSICOLOGÍA JURÍDICA

1ra. edición, enero de 2007


2ª. edición, marzo 2022

C Psicología Jurídica
Alejandro Solis Espinoza

C FFECAAT
Jr. Ilo 283 - Cercado de Lima
RUC: 20543016692
Telf.:933419575
Editorialffecaat@hotmail.com

Tiraje : 500 ejemplares


Hecho el depósito legal en la Biblioteca
Nacional del Perú : 2022-03810
* Derechos de Autor, reservados conforme a Ley.
* Prohibida la reproducción de este libro, sin previo
permiso del Autor y la Editorial.
Impreso en Perú Printed in Perú
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 5

PRÓLOGO

La segunda edición de esta obra ha sido ampliada y actualizada, con


el objetivo de ofrecer a psicólogos y abogados interesado en esta
temática una visión integral de la psicología jurídica, desarrollando el
capítulo de la psicología criminal así como el análisis psicológico
forense de los textos legales, sobre todo penal y civil y de algunas
otras normas, en su vinculación con los aspectos psicológicos y
psicopatológicos.
Asimismo de acuerdo a la CONVENCION SOBRE LOS DERECHOS
DE LAS PERSONAS CON DISCAPACIDAD, aprobada en Nueva York
el 13 de diciembre de 2006 y que entró en vigor el 3 de mayo de 2008,
nuestra legislación civil a partir de setiembre de 2018 reconoce plena
capacidad de ejercicio a las personas naturales con discapacidad
mental, las mismas que en la regulación anterior eran consideradas
“incapaces absolutos”, repercutiendo en la perspectiva de la psicología
forense civil.
En el ámbito forense penal se presenta un análisis psicológico amplio,
sobre todo de la inimputabilidad y su compresión bajo los criterios de
la psicopatología contemporánea, así como de otros aspectos
concomitantes. Igualmente dentro del derecho de menores, diversas
normas además del Código de los Niños y Adolescentes, como el nuevo
CÓDIGO DE RESPONSABILIDAD PENAL DEL ADOLESCENTE
promulgado el 6 de enero de 2017, contiene diversos aspectos
relacionados con la psicología forense o judicial y que son materia de
revisión.
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En esta oportunidad agradecemos la colaboración del profesor


Manuel Frisancho Aparicio en la elaboración de los cuadros
psinópticos y enriquecimiento de la bibliografía.
También agradezco el apoyo del Sr. Teófilo Ojeda Guerrero para
que se haga realidad esta obra.
Finalmente esperamos que esta nueva edición pueda contribuir a
un mayor desarrollo de la psicología aplicada al ámbito jurídico.

Lima, marzo de 2022

Alejandro Solís Espinoza


ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 7

Primera parte

LA PSICOLOGÍA Y EL DERECHO
8 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 9

CAPITULO I

PSICOLOGIA Y DERECHO

1.1. PANORAMA DE LA PSICOLOGÍA

1.1.1. ANTECEDENTES: La configuración de la psicología ha tenido un


largo periodo de desarrollo (Ardila, 1971; Sahakian, 1982; Hothersall, 1997), y
actualmente es un saber científico cuyo aporte es importante para otras
disciplinas, entre ellas el Derecho, sin embargo no se debe olvidar que el hombre
constituye una realidad socio-psico-biológica.
1.1.1.1. La etapa precientífica de la Psicología: El desarrollo de la
psicología como ciencia ha sido paulatino, habiendo pasado por diversas
concepciones precientíficas durante un largo periodo de la humanidad.
En la Edad Antigua del mundo occidental, algunos filósofos y médicos
griegos comprendieron la importancia de la unidad material del mundo, entre
ellos Alcmeón de Crotona (S. VI a. n. e.), que fue uno de los primeros en señalar
las vinculaciones del “alma” con el cerebro. Sin embargo este enfoque de la
psicología humana se vio postergado por varios siglos, debido al dominio de la
filosofía idealista y a la religión que interpretaban la conciencia del hombre, como
manifestación de una vida espiritual ajena a las leyes de la naturaleza. Platón
(427-347 a.n.e.), siguió una visión tripartita de la personalidad, caracterizada por
el intelecto (cabeza), la voluntad (corazón) y el apetito (estómago). Al respecto
Aristóteles (384-322 a.n.e.), que seguía en parte las tesis de Platón, estudio el
alma en su obra De Anima, considerando tres tipos de alma: vegetativa, que se
encuentra en las plantas, un alma animal y otra racional que sólo se hallaba en
los seres humanos, con el nous o mente que caracteriza al alma humana.
Tambien las ideas del médico Hipócrates (460-370 a.n.e.) fueron influyentes,
quien habló de cuatro humores como elementos del ser humano: la flema, la
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bilis negra, la bilis amarilla y la sangre, y que según el predominio de alguna de


ellas se expresaba, según Galeno (S. II d.n.e.), en los temperamentos flemático,
melancólico, colérico y sanguíneo.
En la Edad Media, el psiquismo humano se estudió como un fenómeno
de índole especial, es así que los filósofos interpretaban la vida consciente como
expresión de la “razón divina” o como resultado de sensaciones subjetivas, en
las que se apreciaban los más simples “elementos” que constitutian la conciencia,
siendo escasos los desarrollos basados en otros fundamentos. En este periodo
Aurelio Agustín (354-430 d.n.e), obispo de Hipona, bajo la influencia de Plotino y
Platón, siguió una visión dualista antropológica, considerando mente y cuerpo,
pero no obstante que alma y cuerpo estaban unidos, consideró que el alma no
necesitaba del cuerpo para su existencia, por tanto definía a la persona “como
un alma racional que usa un cuerpo mortal y terreno” (Sahakian, 1982).
En la Edad Moderna (1492-1789) ocurrió un avance de la Psicología aun
precientífica; al respecto Philipp Melanchthon (1497-1560), erudito alemán acuñó
el término psicología, como la disciplina que estudia el alma. Asimismo, con la
teoría dualista de René Descartes (1596-1650) en el siglo XVII, se afirmó aún
más la división de los fenómenos en dos grandes categorías: físicos, que eran
pasibles de una explicación causal, y psíquicos no accesibles al análisis científico
objetivo, porque eran expresiones del espíritu asequibles sólo a la razón o la
intuición.
1.1.1.2. Inicios de la Psicología como ciencia: En el siglo XIX surgieron
dos investigadores alemanes importantes, Ernst Weber (1804-1891) y Gustav
Fechner(1801-1887), quienes estudiaron las sensaciones, lo que sirvió de base
para el estudio experimental psicofísico posterior. Sobre tales antecedentes,
Wilhelm Wundt (1832-1920) avanzó en dicha línea de estudio, y estableció el
primer laboratorio de psicología experimental en Alemania en el año de 1879, en
la universidad de Leipzig (Ardila, 1971), considerándose consensualmente este
hecho como el inicio de la psicología como ciencia (Morris y Maisto, 2005), aunque
cinco años antes, en 1874, ya había publicado Principios de psicología fisiológica
en la que afirmaba que la mente debía ser estudiada con objetividad y métodos
científicos. El sistema psicológico desarrollado por Wundt fue conocido con el
nombre de “Estructuralismo”, por cuanto su objetivo principal era descubrir la
“estructura” o anatomía de la “conciencia”. En ese aspecto guardaba cierta
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 11

semejanza, en cuanto al objeto de estudio, con los filósofos del siglo XIX, con la
diferencia que estos usaban los métodos tradicionales de la filosofía, y los
estructuralistas emplearon principalmente la introspección objetiva. En realidad
el sistematizador del estructuralismo fue el británico Edward Titchener (1867-
1927), discípulo de Wundt, quien lo divulgó en Estados Unidos. Estos psicólogos
estaban interesados en averiguar que es lo que sucedía en la “conciencia” y
cómo sucedía, pero no en saber porqué sucedían los fenómenos que ellos
estudiaban.
El “Funcionalismo” fue otra corriente de esa época que surgio como
reacción contra el estructuralismo, bajo la orientación de William James (1842-
1910) en norteamérica, quien desde 1875 impartía clases de psicología en
Harvard, y en 1890 publicó Principios de psicología, obra en la que cuestionó al
estructuralismo. También a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, se hallan los
orígenes de diversas corrientes psicológicas actuales, como el psicoanálisis, la
corriente pavloviana, el conductismo y el gestaltismo.
1.1.2. TENDENCIAS DE LA PSICOLOGIA EN EL SIGLO XX: La psicología
ha alcanzado en la segunda mitad del siglo XX un alto grado de consolidación y
desarrollo, si lo comparamos con sus etapas iniciales. Sin embargo no podemos
dejar de señalar que aún en nuestros días, debido a la difusión de tendencias
muy variadas en la teoría y en la práctica, no existe todavía una visión consensual
de esta ciencia, y aún subsisten diversas concepciones que le dan una imagen
todavía no decantada totalmente, aunque tienen mayor desarrollo los enfoques
experimentales, por ello veremos en una sumaria revisión a las tendencias de
mayor difusión, y más adelante el valor y aporte de ellas en el ámbito judicial y
delictivo que son los capítulos centrales de la psicología jurídica.
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Cuadro 01. Escuelas Psicológicas

Temas Año de
ESCUELA Principales METODO INICIO AUTOR
- Estructuralismo Conciencia Introspección 1879 Wundt
Sensación Experimental Titchener
- Funcionalismo Adaptación Introspección 1890 James
aprendizaje Observación Dewey
- Psicoanálisis Inconsciente Asociaciones 1892 Freud
Neurosis Libres Clínico
- Reflejo Condiciona- Experimental 1902 Pavlov
condicionada miento
- Conductismo Conducta Experimental 1913 Watson
Skinner
- Gestaltismo Percepción Introspección 1912 Wertheimer
Memoria Observación Koehler
Koffka
- Humanismo El hombre Clínico 1961 Maslow
(Existencial) Total Rogers
May
- Cognitiva Procesos Experimental 1956 Bruner
Mentales 1960 Miller
1967 Neisser

De la variedad de tendencias actuales de la psicología, la mayoría deriva


de escuelas de fines del siglo XIX o inicios del siglo XX (Ardila, 1972; Bleger,
1973; Mayer, 1985; Morris y Maisto, 2005), tales como las vertientes renovadas
del psicoanálisis y el gestaltismo, así como el conductismo en sus versiones
neoconductistas y las últimas orientaciones cognitivas, salvo los aportes más
recientes de la visión neurobiológica debido sobre todo al avance de la neurología.
Tales corrientes han alcanzado diverso grado de aplicación en el campo jurídico
o legal, de acuerdo también a la especialidad jurídica que ha requerido el aporte
de la psicología, lo que ha dado lugar al desarrollo de diversas áreas particulares
de la psicología del derecho, de las que revisaremos brevemente algunas de
ellas.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 13

1.1.2.1. Psicoanálisis: Es la teoría más conocida y acogida aún como


válida en el campo del derecho, sobre todo en las ciencias penales, debido a
razones muy variadas y quizá porque la literatura especulativa y fantasiosa de
esta corriente fue de más fácil acceso para los juristas, teoría que a su vez tuvo
muchos representantes que lograron prestigio internacional y aceptación del
público, aunque valorada en su consistencia científica no responda a las
exigencias de la ciencia actual (Bunge, 1969; Wells, 1965; Heysenck, 1985; Meyer
et al. 2007). Sigmund Freud (1856-1939) padre del psicoanálisis, después de
años de estudio estableció diversos principios de su escuela psicológica:
A. Estructura de la personalidad: El aparato psicológico se halla integrado
por tres componentes: El Ello (Id), el Yo (Ego) y el super Yo (Super-Ego). El
Ello comprende todo lo que se hereda o se posee al nacer, y son cualidades
inconscientes dominadas por el principio del placer. Los instintos integrantes
del Ello comprenden principalmente el “eros” (sexo) y el “thanatos”(muerte)
o instinto destructivo. El Yo que surge después, debido a la influencia de la
realidad o mundo externo, es el ejecutor consciente de la personalidad. En
otros términos el Yo responde al principio de la realidad. El Super Yo se
estructura por la identificación con el padre considerado como modelo en
la vida infantil y representa la instancia moral de la persona, controlando
los impulsos del Ello
B. Topografía de la mente: Considera tres dimensiones, la consciente,
preconsciente y la inconsciente. La mayor parte es de carácter inconsciente,
incluso sectores importantes del Yo y Super Yo son subconscientes,
mientras que el Ello es totalmente inconsciente. De acuerdo con esta
tesis, el psicoanálisis considera que es importante penetrar en el oscuro
mundo del “inconsciente” para conocer las causas de nuestras acciones y
de nuestras patologías mentales. De este modo, la neurosis es producto
de la demanda del Ello y debilitación del Yo; asimismo las exigencias
morales del Super Yo contribuyen a la neurosis; a su vez cuando el Yo se
separa de la realidad se desliza hacia la psicosis.
C. Desarrollo libidinal: Freud consideró varias fases en el desarrollo
psicosexual humano: 1) Fase oral, desde el nacimiento hasta el año y medio;
2) Fase anal, del año y medio hasta los dos años y medio aproximadamente
3) Fase fálica (3-6 años), 4) Fase de estado latente (6-11 años), con su
etapa edípica en los niños y de electra en las niñas, y 5) Fase genital.
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D. Métodos y técnicas de estudio que emplea: principalmente son las


“asociaciones libres”, “interpretación de los sueños”, la “hipnosis”, entre
otros.
La influencia del psicoanálisis ha rebasado las fronteras de la psicología
hasta llegar al público común y corriente, que muchas veces identifica la psicología
con el psicoanálisis. Sin embargo esta difusión y aceptación no le da validez
suficiente, planteándose objeciones a esta teoría, desde diversos puntos de vista
(Wells, 1965; Bunge, 1969; Bassin, 1977; Eysenck, 1985, Meyers, 2007).
1.1.2.2. La Escuela pavloviana o reflejo-condicionada: Sus
antecedentes se hallan en el fisiólogo ruso I. M. Sechenov (1829-1905), quien en
su libro “Reflejos del cerebro” enunció la idea de que también los más
complicados procesos de la vida psíquica han de considerarse en el sentido
materialista, como reflejos complejos, y que el pensamiento no es más que ese
mismo reflejo (Luria, 1977). Iván Pavlov (1849-1936), también fisiólogo ruso,
estudió la actividad nerviosa superior al descubrir los reflejos condicionados que
son reacciones (respuestas) adquiridas ante determinados estímulos
condicionados. Dentro de esta línea de estudio, Sergei Rubinstein (1889-1960)
decía que la “actividad refleja de la corteza cerebral es, al mismo tiempo, actividad
nerviosa (fisiológica) y psíquica (dado que se trata de una misma actividad inserta
en diferentes relaciones)” (Rubinstein, 1974, p.38)), de este modo lo psíquico
refleja la realidad objetiva que existe fuera e independiente de él. Asimismo, el
objeto principal de estudio para los representantes de esta escuela, lo constituyen
los fenómenos psíquicos, que serían los reguladores de la conducta manifiesta,
entendidos como función de la actividad nerviosa superior y reflejo de la realidad
objetiva.
La concepción “refleja” del fenómeno psíquico, entiende que ésta es una
actividad de respuesta externamente condicionada del cerebro humano. Por
ello es importante estudiarla en primer lugar como actividad nerviosa determinada
por las leyes fisiológicas de la dinámica nerviosa, y en segundo término como
actividad psíquica (Rubinstein, 1965, 1967, 1974).
El psicólogo ruso Aleksandr Luria (1902-1977), impulsor de la
neuropsicología, considera que la psicología se ocupa del análisis de las múltiples
formas de reflejo de la realidad que se han formando en la historia social humana
y que el cerebro las hace cristalizar. “Tal es, pues, la misión de la ciencia
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 15

psicológica, que ha de establecer las leyes de la sensación y la percepción


humanas, la regulación de los procesos de la atención y la memoria, el curso
del pensamiento lógico, la formación de las necesidades complejas y de la
personalidad, considerándolas como productos de la historia social y sin
desvincular ese estudio del análisis de los mecanismos fisiológicos subyacentes
a las mismas..” (Luria, 1977, ps.14-15).
1.1.2.3. El Conductismo: Esta corriente si bien tiene sus antecedentes
iniciales en períodos cercanos al desarrollo del psicoanálisis, no logró sino mayor
difusión y aceptación en años posteriores, siendo su influencia en el campo
criminológico y judicial aún más tardío, y no con la acogida entusiasta que
despertó el psicoanálisis.
John Watson (1878-1958), creador del conductismo sostenía que el estudio
básico de la psicología era la conducta observable y no los procesos mentales
inasequibles a la investigación. Consideraba además que el comportamiento
humano era principalmente aprendido. Más tarde dichos planteamientos fueron
desarrollados por diversas subtendencias neoconductistas, en las que en forma
esquemática podemos apreciar dos modelos o corrientes representativas: E -
R (estímulo-respuesta) y E - O - R. (estímulo-organismo-respuesta)
A. Neoconductismo modelo E-R: dentro de esta orientación destaca
nítidamente el psicólogo estadounidense Burrhus F. Skinner (1904-1990),
el creador del Condicionamiento operante o instrumental, quien partía del
estudio de la conducta operante que no es refleja, sino que es aquella que
se emite espontáneamente, sin relación precisa con algún estímulo externo.
Las conductas operantes son la base del condicionamiento operante, y
éste es un proceso que requiere una secuencia de estímulos y respuestas:
un estímulo discriminativo (luz, sonido, etc), la respuesta operante (conducta
específica emitida por el organismo), y el refuerzo o estímulo reforzante.
Es mediante el condicionamiento operante que los organismos aprenden
las diversas conductas que van a formar su repertorio conductual, y
mediante el cual también se puede modelar o modificar o eliminar conductas.
Para los psicólogos de esta tendencia, el refuerzo es un elemento clave,
ya que el refuerzo o recompensa aumenta la probabilidad de que se repita
la conducta reforzada. Además el estímulo reforzante para que tenga valor,
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debe ser adecuado al motivo que interviene y presentarse inmediatamente


después que se emite la conducta que se desea reforzar. Si se trata de un
animal hambriento, el alimento será reforzante, si está sediento será el
agua; para un niño puede ser un dulce, etc. Aparte de tales refuerzos que
son llamados primarios y que reducen directamente ciertas necesidades
vitales, existen también los refuerzos secundarios, que son aprendidos
por medio de la asociación con un refuerzo primario, tales como fichas,
monedas, aplausos, entre otros muchos. Mediante el condicionamiento
operante ocurre gran parte del aprendizaje humano y animal. El refuerzo
según la secuencia de su presentación, puede ser diferenciado en diversos
planes, como Plan continuo cuando se presenta en todos los casos en
que se emita la conducta que se desea reforzar, Plan intermitente o de
refuerzo parcial cuando el refuerzo se presenta en algunas conductas y en
otras no, el que a su vez puede adoptar distintas presentaciones: Plan de
relación fija, plan de relación variable, plan de intervalo fijo y plan de intervalo
variable. Actualmente se dice que en el condicionamiento operante como
en el respondiente o clásico (pavloviano), intervienen los siguientes
principios: el refuerzo, la extinción, la generalización y principio de la
discriminación.
B. Neoconductismo modelo E-O-R: Se considera a Edward. Tolman (1886-
1959) como uno de sus primeros exponentes. Los partidarios de esta
orientación interpretan la conducta no sólo en su aspecto observable
directamente, sino que consideran también una serie de variables entre
los estímulos (E) y las respuestas(R), a los que llaman variables
intervinientes o intermedias. Según este modelo, tanto la naturaleza del
organismo (O), sobre todo la percepción, como los motivos suscitados,
las experiencias previas, entre otros, participan en la producción de las
respuestas o conductas, las mismas que son diferentes en cada individuo,
aunque estén sometidos a una misma estimulación.
Para esta tendencia, la psicología tiene también como objeto de estudio a
la conducta, pero la diferencia con el modelo anterior está en la noción de
conducta que cada uno maneja. Para los neoconductistas del modelo E-
O-R, además del comportamiento que es observable externamente, se
incluye la llamada conducta cognitiva que no se observa directamente, así
como los diversos procesos motivacionales entre otros. Algunos como
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 17

Donald Hebb (1904-1985) hablaron de los “mediadores centrales”,


refiriéndose a los procesos cognitivos o el pensamiento que otros llaman
actividad psíquica, estableciendo a su vez los correlatos neurofisiológicos
de dichos “mediadores”.
1.1.2.4. La Psicología de la Gestalt: Surgió en Alemania por los años de
1912 con Max Wertheimer (1880-1943) y sus colegas Kurt Koffka (1886-1941) y
Wolfgang Köhler (1887-1967). Esta corriente estuvo concentrada en el estudio
de la percepción y del movimiento, pero desde una perspectiva opuesta al
conductismo. Ofreciendo explicaciones del aprendizaje, memoria y resolución
de problemas centrados en la percepción, siguiendo la tesis de la totalidad.
Derivaciones posteriores de la tendencia gestáltica, tanto en psicología social
como clínica, son respectivamente la dinámica de grupo sobre todo con León
Festinger (1919-1989), Ronald Lippitt (1914-1986) y Dorwin Cartwright (1915-
2008). Asimismo la terapia gestáltica desarrollada por Fritz Perls (1893-1970).
1.1.2.5. La tendencia cognitiva: Sus antecedentes más lejanos vienen
del estructuralismo de Wundt, de la tendencia gestáltica e incluso del conductismo
intencionista de Tolman. Su configuración en forma más o menos precisa y con
autonomía propia, se ubica por diversos autores, entre la década de los años 50
y 60 del siglo XX. Al respecto se considera a Jerome Bruner (1915-2016),
conjuntamente con J. Goodnow y G. Austin, con el libro A study of thinking (El
proceso mental en el aprendizaje) del año 1956, como los primeros
representantes de esta tendencia; asímismo los trabajos de George A. Miller
(1920-2012), E. Galanter y K. H. Pribram, denominado Plans and the structure
of behaviour (Planes y Estructura de la Conducta) del año 1960, y sobre todo la
obra de Ulric Neisser (1928-2012): Cognitive psychology (Psicología cognoscitiva)
del año 1967; habiendo logrado un mayor desarrollo en las décadas posteriores.
Respecto a la Psicología cognitiva, Richard Mayer (1985, p. 17) dice que “es el
análisis científico de los procesos mentales y estructuras de memoria humanos
con el fin de comprender la conducta humana.”. Asimismo la corriente Racional
Emotiva, un enfoque dentro de la psicoterapia constituye un desarrollo afín, ya
que el mismo Albert Ellis (1913-2007), su creador, la llama “Terapia conductual
cognitiva..” (Ellis, 1981).
18 PSICOLOGÍA JURÍDICA

No obstante la variedad en la teoría y en la práctica del desarrollo psicológico


actual, algunos autores consideran que en los últimos años ya no se da esta
diversificación de concepciones, sino más bien una confluencia (Ardila, 1972),
pero ello es más una esperanza que una realidad.
1.1.3. CONCEPTO DE PSICOLOGIA: A la par que las diversas corrientes
doctrinarias, las ideas conceptuales de la psicología no son ni fueron uniformes.
Sin embargo de esta variedad de tendencias precisaremos por lo menos dos de
ellas respecto al concepto de la psicología. Una que pone el acento en la conducta
y otra que pone énfasis en los procesos psíquicos.
La mayoría de textos de psicología de orientación conductista y
neoconductista se inclinaron por conceptuarla como a una ciencia que estudia
la conducta humana, o en términos más latos, la ciencia que estudia el
comportamiento de los organismos, tanto animales como humanos (Geldard,
1971; Hilgard, 1973; Whittaker, 1971). Sobre este concepto es importante hacer
algunas precisiones, según el ámbito en que se emplee el término de conducta.
Quizá por ello tengamos que recurrir a las variantes neo- conductistas en sus
dos grandes modelos: el llamado E-R y el E-O-R. Para el modelo E-R, estímulo-
respuesta, cuyo exponente más notable es F.B. Skinner, la psicología tiene como
estudia a la conducta observable, esto es el comportamiento expreso o manifiesto
y no los procesos psíquicos o la “vida mental”, ya que estos no son aspectos
cognoscibles directamente o controlables por el psicólogo científico. Desde el
punto de vista del modelo E-O-R, expresión del conductismo cognitivo, se
considera que es objeto de estudio de la psicología, no sólo los aspectos
conductuales observables, sino también las manifestaciones internas o procesos
cognitivos. Desde este punto de vista se incluye dentro de la acepción de
comportamiento humano, además de los aspectos observables directamente,
como son las conductas psicomotoras, también los procesos cognoscitivos y
los afectivos. Es por ello que la psicología entendida como ciencia de la conducta,
según esta tendencia, constituye una conceptuación más amplia, no obstante
las limitaciones que se pueden considerar en todo concepto.
La vertiente reflejo-condicionada sigue un concepto con énfasis en los
procesos psíquicos internos y su correlato neurológico, por ello señalan que la
psicología es el estudio de los procesos psíquicos como reflejo de las condiciones
externas, sin dejar de tomar en cuenta el valor de las manifestaciones
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 19

conductuales del sujeto. Dentro de esta corriente, Anatoli Smirnov (1894-1980)


y otros (1960, p.13) señalan que “la psicología es la ciencia de los fenómenos
psíquicos, o sea de las funciones cerebrales que reflejan la realidad objetiva”;
ideas similares plantean Artur V. Petrovski (1924-2006), Piotr Y. Galperin (1902-
1988), Jean Le Ny (1924-2006), (Le Ny, 1974; Galperin, 1979; Petrovski, 1980)
entre otros.
La llamada Psicología cognitiva, considera que el objeto central de esta
disciplina constituye el estudio de los procesos mentales, así como de sus
repercusiones en el comportamiento humano. En suma, entre las variantes
centradas en el estudio conductual (observable), o el estudio de los fenómenos
psíquicos con sus correlatos neurofisiológicos y las tendencias cognoscitivas,
si bien existen claras diferencias, se aprecian también confluencias en cuanto
todas están orientadas al desarrollo de la psicología empleando métodos
científicos claros, teniendo como preocupación el comportamiento humano. De
este modo consideramos que el encuadre sobre todo experimental de éstas
tendencias, con las diferencias particulares propias, le dan un perfil de mayor
rigor científico a la psicología. Por ello podemos diferenciar dos opciones
conceptuales de esta ciencia desde la perspectiva de la conducta como su objeto
de estudio: una en la que el término conducta es concebida como una expresión
amplia, que incluye la actividad psicomotora, cognitiva y afectiva; en
consecuencia, definir o entender a la Psicología como la ciencia de la conducta
humana supone abarcar un contenido integral. La otra alternativa conceptúa el
término conducta en un sentido restringido, relativo al comportamiento observable
no considerando la vida mental. Frente a esta segunda opción, un concepto
más integral y aceptable sería entender que “la psicología es la ciencia de la
conducta y los procesos mentales” (Morris y Maisto, 2005, p. 4), y que sigue
también Gross (2000), entre otros autores; comprendiéndose entre los procesos
mentales a la memoria, razonamiento, creatividad, percepción y otros aspectos.
1.1.4. LOS METODOS Y TECNICAS DE EVALUACIÓN PSICOLOGICA:
La investigación científica en la psicología se vale de un conjunto amplio de
procedimientos, desde los más generales hasta técnicas más específicas que
no es del caso analizar. Asimismo, en el campo de la aplicación psicológica
ligada a la praxis profesional, como en los casos concretos de análisis forense
y delincuencial, tienen importancia operacional una variedad de métodos y
técnicas especiales, orientadas a la evaluación psicológica o el diagnóstico
20 PSICOLOGÍA JURÍDICA

individual, siendo los más usados la entrevista, la observación, los tests mentales
(Pérez, Sáiz y Sáiz, 2005; Soria, 2006; Arce, 2007; Echeburúa y Muñoz, 2011;
Seijo, Fariñas y Vilariño, 2014), entre otros:
1.1.4.1. La entrevista psicológica: Es una de las técnicas de diagnóstico
más empleada por el psicólogo, aunque también la usa el médico, el sociólogo,
el antropólogo social, entre otros.
La entrevista puede ser definida como una forma de diálogo estructurado
entre el psicólogo y el entrevistado. Se dice que es estructurada porque ella
sigue determinados criterios sistemáticos y planeados previamente, que permitan
obtener la información o datos de los aspectos psicológicos que le interesan al
psicólogo. Para ello debe manejar adecuadamente el proceso de la entrevista,
la misma que estará encuadrada por el propósito previsto de antemano. También
es importante señalar que en el inicio de este proceso, el psicólogo debe propiciar
un clima de confianza, alcanzar un “rapport” o estado de diálogo positivo y
empático, que permita la desinhibición del entrevistado y una comunicación
adecuada y fluída. Se puede diferenciar entre una entrevista libre, que es de
bastante uso, y una entrevista estructurada, mediante un cuestionario elaborado
de antemano que contiene un conjunto estándar de preguntas para la obtención
de la información requerida.
Asimismo se considera diferencias entre la entrevista narrativa y la entrevista
interrogativa, habiéndose generado en las últimas décadas por Ronald Fisher,
R. Edward Geiselman y Michael Amador la entrevista cognitiva en 1989, que es
considerada como la más adecuada en la práctica judicial o forense, y cuya
primera versión consta de cuatro técnicas de recuperación de la memoria
(Ibáñez, 2008; Arce y Fariñas, 2014; Novo, Velasco y Arce, 2014 ):
. La primera técnica se orienta a la reconstrucción mental de los contextos
físicos y personales que se dieron en el momento del hecho delictivo,
teniendo en cuenta:
a) Los elementos emocionales. Como pedirle que trate de recordar como
se sentía.
b) Los elementos secuenciales: por ejemplo pensar en lo que estaba
haciendo en ese momento.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 21

c) Las características perceptuales: Decirle que se ponga de regreso


en la escena del crimen y que haga un dibujo de la habitación o lugar,
además cómo olía, qué oía.
. La segunda técnica: El recuerdo libre, que narre todo lo sucedido,
absolutamente todo.
. La tercera técnica: El “cambio de perspectiva”, animar al testigo que se
ponga en el lugar de la víctima o de otro testigo o del sospechoso, e informe
que se puede percibir o hubiera percibido bajo esa perspectiva.
. La última técnica: Se le pide al testigo que trate de recordar los hechos
desde diversos puntos de partida, siguiendo un orden inverso. Por ejemplo
desde el final al principio, desde el medio hacia atrás.
La entrevista cognitiva mejorada por Fisher y Geiselman en 1992, consta
de once fases, que en resumen son las siguientes:
Fase 1. Presentaciones y personalización de la entrevista
Fase 2. Establecimiento de la comunicación
Fase 3. Explicación del propósito de la entrevista
Fase 4. Reinstauración de contexto
Fase 5. Recuerdo libre
Fase 6. Preparación para el interrogatorio
Fase 7. Interrogatorio compatible con el testigo
Fase 8. Recuerdo desde diferentes perspectivas
Fase 9. Recuerdo en orden inverso
Fase 10. Resumen
Fase 11. Cierre.
Existen diversos trabajos con este tipo de entrevista, los que han
desarrollado algunas modificaciones que pretenden mejorarla, como el modelo
PEACE que surgio en Inglaterra en 1993 (Schollum, 2005; Rey, Pedroche y
Martínez, 2017). La sigla PEACE corresponde a los pasos de la entrevista:
22 PSICOLOGÍA JURÍDICA

P.- Preparación y planificación


E.- Establecimiento del rapport
A.- Aplicación de técnicas cognitivas
C.- Cierre
E.- Evaluación
1.1.4.2. La Observación psicológica: Es otra técnica utilizada por los
psicólogos y también por otros científicos sociales. Asimismo, en todo caso la
observación sistemática debe seguir determinados criterios que le permitan un
mínimo de validez y confiabilidad de los datos obtenidos mediante este
procedimiento. Por ello se dice que la observación metódica tiene que cumplir
una serie de requisitos mínimos, como los de tener en primer lugar un propósito
o fin claro, proceder de un modo organizado, delimitar el periodo o lapso de
observación, entre otros aspectos. Considerando el grado de estructuración de
esta técnica, la observación puede ser también estandarizada y no estandarizada.
Asimismo según el tipo de participación del observador se puede optar por una
Observación no participante o bien por una Observación participante.
1.1.4.3. Los tests mentales: Llamados también pruebas psicológicas, son
los procedimientos o técnicas más típicos de la psicología que han logrado gran
difusión, así como un mayor perfeccionamiento. Sus antecedentes se remontan
al siglo XIX, habiéndose desarrollado hasta el presente un gran número de pruebas
muy variadas (Anastasi y Urbina, 1998; Mora y Martin, 2007). Se dice que el
psicólogo norteamericano James M. Cattell (1860-1944), discípulo de Wundt,
fue el primero en usar el término test mental en el año de 1890. La prueba
psicométrica más antigua, de renombre mundial, fue elaborada por Alfredo Binet
(1857-1911) con su colaborador Theodore Simon (1873-1961), en el año de
1905, y es conocida como test Binet-Simon que tuvo mejoras y ampliaciones en
1908 y 1911. Esta prueba de inteligencia fue adaptada en Estados Unidos por
Lewis Terman (1877-1956) en el año de 1916 (Escala de inteligencia Stanford-
Binet), la misma que tuvo una segunda revisión por Terman y Merril en 1937,
posteriormente en 1960 se hizo una tercera actualización por Maud Merril (1898-
1978), luego en el año de 1986 se efectuó una cuarta revión a cargo de Robert L.
Thorndike (1910-1990), Elizabeth Hagen (1915-2008) y Jerome Sattler (n. 1931),
y en el 2003 se efectuó una quinta revisión (SB 5) por Gale H. Roid.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 23

El concepto de test mental o prueba psicológica no es unívoco y existen


definiciones diversas. Para Pierre Pichot (n.1918), el “test mental es una situación
experimental standarizada que sirve de estímulo a un comportamiento. Tal
conducta se evalúa por una comparación estadística con el de otros individuos
colocados en la misma situación, lo que permite clasificar al sujeto examinado,
ya sea cuantitativamente, ya sea tipológicamente” (Pichot, 1960, p.11). Por su
parte el psicólogo soviético Petrovski (1980, p. 72) dice que el “test es una tarea
breve, cuyo cumplimiento puede servir de indicador de la perfección de algunas
funciones psíquicas. Con la ayuda de los tests se trata de mostrar la presencia
o ausencia de determinadas aptitudes, hábitos, habilidades, caracterizar lo más
exactamente posible algunas cualidades de la personalidad, aclarar el grado de
aptitud para trabajar en una u otra rama o profesión, etc.” . Según Anastasi y
Urbina (1998, p. 4), “la prueba psicológica es una medida objetiva y standarizada
de una muestra de conducta”, añadiendo que con tales prueba se realizan
observaciones sobre una muestra pequeña y cuidadosamente elegida de la
conducta del individuo. Sobre la base de dichos conceptos, podemos precisar
que lo común a todos los tests mentales es que constituyen un sistema o conjunto
de estímulos organizados, para ser aplicados a determinadas personas que
tienen características comunes (por ejemplo niños, adultos, entre otros), y que
provocan reacciones o respuestas, las cuales pueden revelar ciertas
características psicológicas de los individuos que se someten a ellas. Asimismo,
un test debe acreditar, antes de su difusión, los criterios de confiabilidad, validez
y fineza: La confiabilidad se refiere al hecho de que la prueba mental, al ser
aplicada en dos oportunidades diversas al mismo sujeto, presente resultados
similares. La validez es una cualidad de la prueba psicológica por la cual ésta
mide lo que pretende medir. El test será válido cuando mida la función para la
cual ha sido construida. La sensibilidad o fineza se relaciona con la extensión de
rasgos o características que puede medir la prueba. Cuando el número de
aspectos o rasgos que pretende medir es amplio el test será menos sensible en
cada rasgo.Las pruebas mentales son múltiples y su clasificación puede ser de
acuerdo al proceso o habilidad que explora, ya sea la inteligencia, personalidad,
intereses vocacionales, entre otros aspectos.
A. Pruebas de Inteligencia: En estos tests, si seguimos el criterio de su
administración podemos considerar dos subgrupos.
24 PSICOLOGÍA JURÍDICA

1) Tests individuales: Se aplican a una persona por vez, lo que significa


que el examen se efectúa individualmente con cada sujeto estudiado.
Entre las pruebas más importantes están el Test Stanford-Binet
(revisiones 1986 y 2003); la Escala de inteligencia de Wechsler (WAIS-
IV revisión 2008 para adultos, WISC-IV revisión 2003 para niños,
WPPSI-IV1963 pre-escolar), elaborados por el psicólogo rumano-
estadounidense David Wechsler (1896-1981); test de Peabody de
vocabulario en imágenes (PPVT-III, 1997), construido por Lloyd Dunn
(1917-2006) con su esposa Leota Dunn; Test de Slosson de
inteligencia (SIT-R3), elaborado por Richard Slosson; el BAS-II, 1997
(British Ability Scales), que es una prueba de inteligencia individual
británica más reciente, diseñada por Colin D. Elliot (1937-2016) y
colaboradores; entre otras prueba de inteligencia.
2) Tests grupales o colectivos: Son pruebas que se pueden aplicar en
forma simultánea a un grupo de examinandos, porque sus
características lo permiten. Entre estas destacan el test de Matrices
Progresivas de Raven, escalas de adultos y escala para niños, creada
por el psicólogo británico John C. Raven (1902-1970); test de Dominós
elaborado por el psicólogo inglés Edgar Anstey (1917-2009); test
colectivo de Terman; test de Otis-Lennon de habilidad escolar (OLSAT-
8) hasta grado 12, elaborada sobre la base del test de Otis de Arthur
Otis (1886-1964), con la participación de Roger Lennon (1916-1986);
test de factor g de Cattell, que tiene tres escalas: escala 1 para niños de
4 a 8 años, escala 2 para 8-14 años, escala 3 para mayores de 14 años,
elaborado por Raymond Cattell (1905-1998); entre muchas otras pruebas.
B. Pruebas de Personalidad: Dentro de estos tests podemos considerar
dos variedades según su grado de estructura: los inventarios y las pruebas
proyectivas.
1) Inventarios de personalidad: En este grupo están el Inventario
Multifásico de la personalidad de Minnesota (MMPI-1943), de Starke
Hathaway (1903-1984) y John Mckinley (1891-1950), que ha sido
revisado posteriormente (MMPI-2, MMPI-2 FR); Cuestionario de los
16 Factores de personalidad de Cattell, del psicólogo ingles Raymond
Cattell; Inventario de Preferencias Personales de Edwards (EPPS)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 25

elaborada por Allen Edwards (1914-1994); Inventario de Personalidad


de Eysenck (EPI 1964, EPQ 1975, EPQR 1985), desarrollada por
Hans Eysenck (1916-1997); el Inventario de Configuración Psicológica
Individual o Inventario psicológico de California (CPI 1956, CPI 1987),
elaborado por Harrison G. Gough (1921-2014); Inventario de estilos
de personalidad (MIPS), así como el Inventario Clínico Multiaxial (MCMI-IV)
de Millon, elaborados por Theodore Millon (1928-2014); entre otros muchos.
2) Técnicas proyectivas o sincréticas: Caracterizadas porque los
estímulos que usan no tienen una configuración precisa, destacando
el test de Rorschach que consta de diez láminas de manchas de tinta
ya estandarizadas, creada por Hermann Rorschach (1884-1922) en
1921; son técnicas afines el Z Test y Holtzman Test; el test de Wartegg,
creado por el psicólogo alemán Ehrig Wartegg (1897-1983) en 1930;
el T.A.T. o Test de Apercepción Temática, desarrrollado en su forma
definitiva en 1943 por Henry A. Murray (1893-1988), posteriormente
Leopold Bellak (1916-2000) y Sonya Bellak crearon el CAT infantil;
test de colores del psicólogo suizo, Max Lüscher (1923-2017)
presentado en 1947; test de la figura humana diseñada en 1949 por
Karen Machover (1902-1996); test de frustración de Rosenzweig,
desarrollado por Saul Rosenzweig (1907-2004); test del Arbol del
psiquiatra suizo Karl Koch, presentado en 1957; Test de Frases
Incompletas de Joseph Sacks y Sidney Levy, entre las mas conocidas.
C. Pruebas de intereses ocupacionales o vocacionales: Existen una
gran variedad, generalmente en forma de inventarios, como: el
Inventario de Intereses de Strong de 1927, preparado por Edward Strong
(1884-1963), con varias revisiones y actualizada en la forma Strong-
Campbell (SCII) en 1974, la misma que ha tenido nuevas revisiones
(SVIB-SCII); Inventario de intereses Ocupacionales de Kuder (OIS),
elaborado por Frederic Kuder (1903-2000) en 1939, con varias
revisiones posteriores; Inventario de Intereses ocupacionales de Lee-
Thorpe, desarrollado por Edwin Lee y Louis Thorpe; Inventario de
preferencias vocacionales (VPI) preparad por John Holland (1919-
2008), entre otras diversas pruebas.
26 PSICOLOGÍA JURÍDICA

D. Otras variedades de tests: Como los llamados test de Perfomance


o ejecución, las Escalas de actitudes, entre otros.
En la práctica del diagnóstico psicológico mediante tests, se emplea lo que
se llama una “batería de pruebas”, que es un conjunto de tests que incluye
por lo menos una prueba de inteligencia y una o dos de personalidad y
alguna de intereses si es necesario. Entre las pruebas de inteligencia, las
más confiables son las de aplicación individual, como el de Stanford-Binet
o la Escala de Wechsler. De los tests de personalidad, en el caso de los
inventarios, existe una gran variedad, teniendo mayor uso el M.M.P.I-2
actualizado, en base a los estudios realizados por Hathaway y Monachesi
sobre predicción de la criminalidad mediante dicha prueba, así como para
detectar ciertos rasgos característicos del delincuente. También el Inventario
de H. Eysenck, por cuanto este autor ha efectuado estudios sobre la
personalidad y delincuencia, tomando como base su teoría de la
extroversión-introversión, que en alguna manera se puede delimitar con
dicho inventario y otros procedimientos adicionales. Del grupo de las
proyectivas, en gran parte se emplea el Test de Rorschach, así como el
T.A.T. y la Prueba de la Figura Humana, entre las más difundidas.

1.1.5. AREAS DE LA PSICOLOGÍA: La psicología constituye un sistema


de conocimientos ampliamente ramificado en diversas áreas, en relación con el
desarrollo social y las tareas que los diferentes campos de la actividad humana
les han ido planteando. Por ello la psicología científica tiene dominios múltiples
que estudia los aspectos psicológicos en las variadas esferas del quehacer
humano. Estas ramificaciones se pueden esquematizar, según un punto de vista
tradicional, en el cuadro siguiente:

. PsicologíaGeneral
. Ps. de la personalidad
. Ps. del Desarrollo
PSICOLOGIA . Ps. Experimental
BASICA o PURA . Ps. Anormal (psicopatología)
. Psicofisiología
. Etc
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 27

. Psicología Clínica
. Ps. Educacional
. Ps. del Trabajo
PSICOLOGIA . Ps. Comercial
APLICADA . Ps. Médica
. Ps. Social
. Ps. Jurídica o Legal
. Etc.

La subdivisión en Psicología Básica o “Pura” y Psicología Aplicada se


presenta con fines didácticos y de mayor comprensión, pero no porque en si el
conocimiento científico tenga una nítida bipartición, ya que todas las áreas
psicológicas están vinculadas en la realidad concreta. Es por ello que algunos
autores contemporáneos, sólo ofrecen la relación de las diversas ramas
especializadas de la psicología, sin diferenciarlas en pura y aplicada.
1.1.5.1. La Psicología básica estudia las formas esenciales de la actividad
psíquica, examinando las condiciones en las que ocurren. Algunos consideran
que ésta área “pura” constituye el eje de todo el sistema de disciplinas psicológicas
debido a que todas ellas estudian las bases científico-naturales de la actividad
psíquica del hombre. Asimismo otros afirman que esta psicología persigue el
conocimiento por el conocimiento, sin ningún interés pragmático inmediato.
1.1.5.2. La Psicología aplicada: En la psicología actual, un área muy vasta
es la psicología aplicada, cuyos conocimientos se emplean con fines
pragmáticos en diversas situaciones de la actividad o vida real (Goldstein y
Krasner, 1991), siendo uno de ellos el campo jurídico o del Derecho.
Para algunos autores, el año de 1890 es el punto inicial de la psicología
aplicada, año en que James Cattell (1860-1944) creó el término test mental
(prueba mental) y publicó los resultados del primer programa de pruebas
psicológicas. Sin embargo Hugo Münsterberg (1863-1916), psicólogo de origen
alemán, que trabajó en la universidad de Harvard desde las últimas décadas del
siglo XIX, fue quien impulso esta tendencia, habiendo publicado Psychology:
General and applied, en el año de 1915.
28 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Actualmente la psicología aplicada está constituida por las áreas


especializadas que estudian los aportes del conocimiento psicológico en los
diferentes campos de la actividad práctica del hombre, contribuyendo a la solución
de diversos problemas en la variada actividad humana, por ello las diversas
áreas de la psicología han crecido notablemente, de las que nos interesa
principalmente la Psicología Jurídica o legal y sus diversas vertientes específicas:

1.2. LA PSICOLOGIA Y EL DERECHO

La aplicación del conocimiento psicológico en el campo jurídico o mundo


del derecho es bastante amplio y heterogéneo, dado el vasto campo que abarca
el quehacer jurídico, disciplina legal que está vinculada a la regulación de la
conducta humana, comportamiento que también tiene una dimensión psicológica
innegable. Es por ello que se ha generado el desarrollo de la psicología jurídica o
legal, la misma que actualmente tiene un contenido muy grande dada la
heterogenidada del campo jurídico o del derecho. Ademas tiene especial
importancia dentro de este aborde psicojurídico la psicopatología, otra rama de
la psicología, razón por la que se revisá en este capítulo ambas áreas del saber
psicológico.
1.2.1. LA PSICOLOGIA JURIDICA: La relación de la psicología con el
derecho, teniendo en cuenta el actual y heterogéneo campo jurídico, abarca un
amplio ámbito de estudio no desarrollado suficientemente hasta el presente.
Dentro del universo multivariado del derecho, tanto de tipo penal, civil, laboral, de
menores, entre otras áreas, la psicología aplicada a tal mundo jurídico (psicología
jurídica, psicología legal o psicología del derecho) ha tenido un desarrollo
diversificado desde sus primeras manifestaciones en Europa ( Fariña, Arce y
Seijo, 2005), conjuntamente con el avance del saber psicológico como disciplina
científica.
No obstante debemos anotar que mucho tiempo antes que surgiera la
psicología como ciencia, simbólicamente en 1879, hubieron diversos estudios
precursores vinculados con el tema de la psicología criminal desde épocas
anteriores al siglo XIX, sobre todo en Alemania. Sin embargo, con el desarrollo
de la psicología como ciencia autónoma, la preocupación inicial de los psicólogos
fue el tema de la psicología del testimonio, que hoy es un capítulo muy puntual
de la psicología judicial o forense, y posteriormente otras áreas de interés. Todo
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 29

esto ha dado lugar a que las denominaciones que se han venido empleando
dentro de esta temática de la psicología jurídica o del derecho también sean
diversas, y en ciertos casos no guardando relación entre el título de las obras
que se escriben y el contenido que abarcan, lo que se observa dentro de la gran
cantidad de publicaciones sobre esta materia.
1.2.1.1. Aproximaciones a la psicología jurídica en el siglo XIX: En la
primera mitad del siglo XIX destacan los trabajos de dos autores alemanes,
Johann Ch. Hoffbauer (1766-1827), filósofo preocupado por temas psicológicos
y jurídicos, quien en 1808 editó: Die psychologie in ihren hauptanwendungen auf
die rechtsflege… (La psicología en sus principales aplicaciones a la administración
de justicia..); y años despúes el médico psiquiatra Johannes B. Friedreich (1796-
1862), que publicó en 1835: Systematisches handbuch der gerichtlichen
psychologie für medicinalbeamte. (Manual sistemático de la psicología judicial
para…). Asimismo, a fines del siglo XIX, el jurista italiano Giovanni Vaccheli (1866-
1940) editó en 1895 el libro: Le basi psicologiche del diritto pubblico.
1.2.1.2. Publicaciones con la denominación de psicología jurídica o
legal en la primera mitad del siglo XX: En los albores del siglo XX, uno de los
primeros intereses de la psicología del Derecho vinculado al capítulo judicial o
forense, fue la psicología del testimonio, señalándose a William Stern (1871-
1938), psicólogo alemán, como uno de sus propulsores, al iniciar en 1903 la
publicación de una revista de psicología aplicada concerniente al testimonio:
Beiträge zur psychologie der aussage (Contribuciones a la psicología del
testimonio), así como otros estudios afines. En cuanto al nombre, parece que
fue el jurista italiano Vincenzo Miceli (1858-1932) quien primero habló de psicología
del derecho, al publicar en 1902: Studi di psicología del diritto. Studio primo, le
basi psicologiche del diritto. Asimismo el psicólogo suizo Edouard Claparede
(1873-1940) fue probablemente el primero en emplear el término de Psicología
legal en un artículo publicado en 1905 (“La psychologie judiciaire”), señalando
que la misma abarcaría dos ramas:
Psychol. Judiciaire
Psychologie LÉGALE
Psychol. Criminelle” (1905, p.276)
30 PSICOLOGÍA JURÍDICA

La denominación de psicología legal que empleó Claparede, es a nuestro


parecer similar al de psicología jurídica, habiendo considerado dentro de ella
dos ramas: la psicología judicial y la psicología criminal. Sin embargo el autor
hindú Prabodh Chandra Bose, en al año de 1917 habría empleado también un
término próximo al de psicología jurídica, al editar en Calcuta (India) la obra titulada:
Introduction to juristic psychology.
Años después, en la literatura norteamerican va a tener difusión la
denominación general de psicología legal, es así que Marion Ralph Brown publicó
en 1926 la obra: Legal psychology: Psychology applied to the trial of cases,..;
posteriormente, Dwight G. McCarty (1878-1974) en 1929 editó un extenso libro
titulado: Psychology for the lawyer. Sin embargo en la literatura internacional no
hay un consenso respecto a una nomenclatura uniforme (Novo, Arce y Fariña,
2003)
En los años treinta, Harold E. Burtt (1890-1991) publicó el libro Legal
psychology en 1931, denominación que tuvo acogida en la psicología anglo
norteamericana (Geldard, 1971), aunque posteriormente alcanzó mayor empleo
el término psychology and law (Griffith, 1934; Spurgeon, Davis y Chapman,
1994). Al respecto, según Thomas Grisso (2018) la era de la psicología legal
duró de 1890 a 1930, posteriormente desde los año sesenta domina la era de la
Psychology and law. Sin embargo, en los demás países se emplea con más
frecuencia el nombre de psicología jurídica, es así que en España, Emilio Mira y
López (1896-1964) escribió en 1932 una obra sobre esta temática, bajo el rubro
de Manual de psicología jurídica, la misma que tuvo amplia difusión y diversas
ediciones. En la década siguiente, en Brasil, Angelo Guarinello publicó también
un libro titulado Psicologia juridica en 1944.
1.2.1.3. Obras sobre psicología jurídica en la segunda mitad del siglo
XX: En Norteamérica, James Marshall publicó en 1966 la obra Law and psychology
in conflict. Una década más tarde, en Italia, Guglielmo Gulotta (n.1939) dio a
publicidad la obra de Psicologia giuridica en 1979. En ese mismo año, el psicólogo
inglés David P. Farrington (n.1944), Keith Hawkins y Sally Lloyd-Bostock, editaron:
Psychology, law and legal process.
En 1980, en España, salió a la luz el libro Introducción a la psicología jurídica
escrita por Lluis Muñoz Sabaté, R. Bayés y F. Munne, aunque el contenido de la
obra no cubría lo que planteaba el título. En Inglaterra, también en 1980, Robert
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 31

L. Schwitzgebel y Ralph K. Schwitzgebel publicaron Law and psychological


practice; igualmente en el mismo año L. C. Parker publicó: Legal psychology:
Eyewitness testimony-jury behavior. En 1981, Sally M. Lloyd-Bostock publicó en
Inglaterra el libro: Psychology in legal contexts, aplications and limitations. Años
después, D. J. Müller, D. E. Blackman y A. J. Chapman editaron la obra
Psychology and law, en 1984; igualmente en el mismo año: Irwin Horowitz y
Thomas Willging publicaron en el Canadá la obra The psychology of law:
Integrations and applications
En los años noventa del siglo pasado, en 1991, Leopoldo Ortega
Monasterio y colaboradores editaron en España: Psicopatologia jurídica y forense.
En Norteamérica, Dorothy K. Kagehiro y William S. Laufer editaron en 1992 el
Handbook psychology and law. Igualmente en 1992, James R. P. Ogloff editó
Law and psychology: The broadening of the discipline. Dos años después, en
1994: Curl Bartol y Anne Bartol publicaron Psychology and law: Research and
application, obra que tiene varias ediciones hasta el presente siglo. Al siguiente
año, en Italia Gaetano De Leo (1940-2006) y Assunto Quadrio editaron en 1995
un Manuale di psicologia giuridica. En España una obra colectiva con alguna
aproximación al amplio contenido de esta área de la psicología, es el Manual de
psicología jurídica editado por Jorge Sobral, R. Arce y A. Prieto en 1994; sin
embargo, desde nuestro punto de vista, un libro más logrado es el trabajo colectivo
de diversos autores españoles, coordinado por Miguel Clemente Díaz, publicado
en 1997 bajo el nombre de Fundamentos de la psicología jurídica. Igualmente en
el mismo año, Javier Urra y Miguel Clemente editaro el libro Psicología jurídica
del menor. En Inglaterra, el profesor de la Universidad de Chipre, Andreas Kapardis
publicó también en 1997 la obra Psychology and law: A critical introducction
(4ª.edición 2014). En 1999, Ronald Roesch, Stehpen Hart y James Ogloff editaron
el libro: Psychology and law: The state of the discipline
En el 2000 se editó en Brasil los Anais do III Congresso Ibero-Americano
de Psicología Jurídica (Universidad Presbiteriana, 2000), que acogió las
ponencias del III Congreso Ibero-Americano de Psicología Jurídica celebrado en
Sao Paulo, del 24 al 27 de agosto de 1999.
1.2.1.4. Literatura sobre psicología jurídica en los inicios del siglo
XXI: En el año 2001, Hebe Signorini Gonçalves publicó: Psicología jurídica no
Brasil. También en el 2001, Regina Schuller y James Ogloff, publicaron
32 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Introduction to psychology and law: Canadian perspectives. El año 2002, James


Ogloff publicó: Taking psychology and law into the twenty-first century. En Italia,
Gaetano De Leo y Patrizia Patrizi (n.1957) editaron igualmente el 2002 la obra
Psicología giuridica. En España, también el año 2002, Fabiola Perles Novas,
publicó el libro Psicología jurídica. En el Brasil, María A. de Freitas Caires edito el
año 2003 la obra: Psicologia jurídica. Implicaçoes conceituais e aplicaçoes;
asimismo en el mismo país, Jorge Trindade publicó el 2004: Manual de psicología
jurídica para operadores do direito. También en el 2004, Filippo Petruccelli e
Irene Petruccelli editaron Argomenti di psicología giuridica, y luego el 2007:
Introduzione alla psicología giuridica. Campi applicativi e metodología d’intervento.
En España, Miguel A. Soria Verde editó el 2005: Manual de psicología jurídica e
investigación criminal, y en el siguiente año publicó Psicología jurídica: Un enfoque
criminológico; asimismo Ramón Arce, Francisca Fariñas y Mercedes Novo
editaron el libro: Psicología jurídica. También en el 2005, Neil Brewer y Kipling
Williams editaron Psychology and law: An empirical perspective; igualmente en
el mismo año, Colin Tredoux et al., publicaron: Psychology and law. En España
el año 2006, Eugenio Garrido, Carmen Herrero y Jaume Masip, editaron el libro
de Psicología jurídica; y en el año 2008, Antonio Ovejero Bernal publicó:
Fundamentos de psicología jurídica e investigación criminal. El año 2010, Eric
García López, en México; editó Fundamentos de psicología jurídica y forense.
En Alemania, Thomas Bliesener, Friederich Löser y Günther Köhner, publicaron:
Lehrbuch der rechtspsychologie, en el año 2014; posteriormente en Italia, Luca
Cenerario editó en el 2017 el libro Compendio di psicología Giuridica.
Como se puede apreciar, las obras bajo la denominación de Picología
jurídica, Psicología del derecho o Psicología legal, que pueden ser consideradas
sinónimas, tanto en la literatura angloamericanana, como hispana e italiana, han
venido creciendo significativamente, aunque no siempre el contenido que abarcan
inluye a todas sus aréas, dando mayor énfasis a ciertos temas de la psicología
jurídica. Asimismo, como se verá más adelante, existe también una produccíon
importantes de obras que desarrollan determinados capítulos de la psicología
jurídica, tales como la psicología forense o judicial, igualmente el área de la
psicología criminal que tienen también una alta producción bibliográfica, así como
otros temas más puntuales tales como la psicología del testigo, entre otras. La
mayoría de publicaciones que son numerosas, como se verá en los capítulos
especializados, se han centrado en desarrollar principalmente algunos capítulos
o temas especializados de la psicología jurídica.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 33

1.2.2. AMBITO Y NOCION DE PSICOLOGÍA JURÍDICA: En el campo del


Derecho vemos, al lado de sus áreas tradicionales que son el Derecho Penal y
el Derecho Civil, un desarrollo importante de otras áreas especiales como el
Derecho del Trabajo, Derecho Administrativo, Derecho Comercial, Derecho de
Menores, Derecho Internacional, Derechos Humanos, entre otros. Esto significa
que hablar de Psicología Jurídica es referirse a una amplia dimensión y sectores
muy heterogéneos de la actividad humana en los que ha penetrado el dominio
jurídico, y en los que la psicología aplicada puede contribuir.
Para Jorge Sobral (1994), la psicología pretende comprender las claves
del comportamiento humano: sus por qué, sus para qué, sus modos y
peculiaridades. En tanto que el derecho se preocupa acerca de como regular y
prescribir los modos de comportamiento, de como debe plasmarse el contrato
social en que se sustenta la vida en comunidad, en tal sentido no se puede
obviar que “la ley trata del comportamiento humano” (Anastasi, 1970) y en esto
tiene similitud con el objeto de la psicología que también estudia dicha conducta
(Clemente, 1986). Aunque como lo señala Eugenio Garrido Martín (1994, p. 21),
si bien “la psicología y la ley se relacionan entre si porque ambas se ocupan de
la conducta, ha de ser, en parte al menos, porque tienen también el mismo
modo de entenderlo; aunque una, la psicología, estudie sus regularidades, y
otra, la ley, las suponga”. Asimismo plantea que existen cuatro categorías distintas
de contacto entre la psicología y la ley (derecho): a) La psicología como,
fundamento de la ley positiva, b) La psicología como auxiliar de la ley positiva, c)
Estudio del comportamiento jurídico propiamente dicho, y d) Desde la ley hacia
la psicología o la Influencia de la ley sobre el comportamiento. Ideas similares a
las de L. Muñoz (1980), con ciertas ampliaciones.
1.2.2.1. Ambito de la psicología jurídica: Respecto al ámbito o contenido
de la psicología jurídica no existe una visión consensual, existiendo diversos
criterios propuestos por los autores que tocan el tema. Por ejemplo, a fines del
siglo pasado el psiquiatra forense argentino Emilio F. P. Bonnet (1905-1983)
consideraba que los capítulos de la psicología jurídica eran los siguientes (1983):
1) Psicología del magistrado (crinología)
2) Psicología del perito
3) Psicología del testigo (psicología del testimonio)
34 PSICOLOGÍA JURÍDICA

4) Psicología del procesado y del condenado


5) Psicología del inculpado
6) Psicología de la víctima (Psicología victimológica)
7) Psicología del penitenciario
Nosotros planteamos que los puntos 1º hasta el 5º son parte de un capítulo
de la psicología jurídica que se denomina psicología judicial o forense y que
algunos también llaman psicología de los tribunales. Asimismo apreciamos que
se omitió a la psicología criminal o de la delincuencia, considerando sólo a la
“psicología del penitenciario”, que es parte de la Psicología penitenciaria, la misma
que constituye un capítulo de la psicología criminal según nuestro punto de
vista.
El Colegio de Psicólogos de España considera los siguientes seis
capítulos de la Psicología jurídica:
1) Psicología aplicada a los tribunales o psicología forense, que abarca:
 Psicología jurídica y el menor
. Psicología aplicada al derecho de familia
. Psicología aplicada al derecho civil, laboral y penal
2) Psicología penitenciaria
3) Judicial (testimonio y jurado)
4) Psicología policial y de las fuerzas armadas
5) Victimología
6) Mediación.
En esta clasificación no se incluye a la psicología delincuencial o criminal
como parte de la psicología jurídica.
Los psicólogos hispanos Urra y Romero (2006), proponen las siguientes
siete áreas:
1) Psicología Jurídica (Universidad e Investigación) (¿)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 35

2) Psicología Jurídica Policial


3) Psicología Jurídica y el Menor
4) Psicología jurídica y la Familia
5) Psicología jurídica y Forense del Jurado y del Testimonio
6) Psicología Penitenciaria
7) Victimología
Desde una perspectiva más pormenorizada, basada en la participación
del psicólogo en el campo del derecho, los psicólogos españoles José Muñoz et
al. (2011), consideran nueve áreas dentro de la psicología jurídica:
1) Psicología forense, pericial o psicología aplicada a los tribunales
2) Psicología penitenciaria
3) Psicología criminalista o psicología aplicada a la función policial
4) Psicología jurídica aplicada a la resolución de conflictos
5) Psicología del testimonio
6) Psicología judicial
7) Psicología de la victimización criminal
8) Psicología criminal o psicología de la delincuencia
9) Psicología del trabajo y de las organizaciones aplicada al sistema de justicia.
Como se puede apreciar de esta breve enumeración de autores que se
refieren al contenido de la psicología jurídica, no existe consenso ni precisión en
las clasificaciones mencionadas, asi como las que se plantean en otras latitudes.
Desde nuestro punto de vista, en forma sintética, se pueden diferenciar tres
grandes áreas dentro de la psicología jurídica o legal:
a) Una que denominamos Psicología socio legislativa o normativa, que está
poco desarrollado y que Garrido los considera en los puntos que él
denomina: “La psicología fundamento de la ley positiva” y “Desde la ley
hacia la psicología”. Por ello, tratando de hallar algún hilo conductor en este
36 PSICOLOGÍA JURÍDICA

tipo de interrelación, se puede ver en primer lugar, que el nacimiento de la


ley dentro de una sociedad determinada, no debe ser analizado al margen
del conocimiento psicológico y sociológico. Esto significa hablar también
de una dimensión de la Psicología jurídica aplicada al campo de la legislación
o de una Psicología legislativa en la que las actitudes, costumbres, creencias
y diversas vivencias sociales de los variados grupos humanos de cada
comunidad, deben ser consideradas en las prácticas de creación de la ley
de las diversas áreas o ramas del derecho.
b) Otro campo de la temática jurídica, donde la psicología ha tenido quizá un
desarrollo más amplio, es el relacionado con el delito y el delincuente, tanto
desde su explicación-descripción (perspectiva criminológica), como desde
la investigación criminalística de la autoría criminal, asimismo en su práctica
procesal penal (perspectiva forense penal), hasta su fase de ejecución
penal (perspectiva penitenciaria), que en una visión global forman parte de
la Psicología criminal o delincuencial según nuestro criterio.
c) Otra dimensión de la aplicación del conocimiento psicológico, es la etapa
Judicial o forense, denominada Psicología judicial o psicología forense y
que algunos lo llaman también “Psicología de los tribunales”. Este capítulo
abarca un campo muy amplio y heterogéneo de la psicología aplicada al
ámbito de la práctica judicial o forense, en el que se existen aspectos
psicológicos en las materias civil, laboral, penal, de menores y otras áreas
jurídicas, y en el que algunos temas específicos son los aspectos
psicológicos de los operadores jurídicos (jueces, abogados, litigantes), del
testimonio, el perito, y otros problemas psicológicos en concreto que se
plantean en esta fase judicial o forense. Sin embargo, algunos autores
confunden la denominación judicial con jurídica, no obstante que se trata
de una relación de especie a género. Asimismo otros estudiosos diferencian
a la psicología forense de la psicología judicial, aunque sin mucha precisión,
entre otros criterios sobre este particular.
1.2.2.2. Conceptos de psicología jurídica: No existe criterio consensual
respecto a la conceptuación de esta disciplina, ni en cuanto a su contenido en la
literatura internacional (Fariña, Arce y Novo, 2005; Cárcamo, 2006; Morales, 2010).
En el siglo pasado Emilio Mira y López (1961, p.17-18) desde una visión genérica,
decía que la “Psicología jurídica es la psicología aplicada al mejor ejercicio
del derecho”, en tanto que M. Herrera (1966, p. 203) afirmaba en forma más
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 37

amplia que la “Psicología jurídica, es ante todo una psicología social, una
disciplina ocupada de los aspectos psíquicos caracterológicos del quehacer
jurídico, del comportamiento jurídico-social, donde involucramos la situación
jurídica integral”. Años después L. Muñoz (1980, p. 20) consideraba por su
parte que es “una rama de la psicología que busca aplicar los métodos y los
resultados de la psicología pura, y especialmente de la experimental, a la
práctica del derecho”. Asimismo planteó que esta psicología debe atenerse a
la norma jurídica, sin pretender explicar si es justa o no, ni analizar sus fines,
lo que no sería óbice para que suministre datos que puedan ser interpretados
por los juristas. Miguel Clemente (1997, p. 25) plantea la siguiente noción:
“Es el estudio del comportamiento de las personas y de los grupos en cuanto
que tienen la necesidad de desenvolverse dentro de ambientes regulados
jurídicamente, así como de la evolución de dichas regulaciones jurídicas o leyes
en cuanto que los grupos sociales se desenvuelven en ellos”. José Muñoz et
al. (2011, p. 6) lo definen como “el ámbito de la psicología que desarrolla sus
investigaciones y metodología para mejorar el ejercicio del derecho, en
general, y la intervención del Sistema de Justicia en particular, entendiéndose
por éste Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, Administración de Justicia e
Instituciones.Penitenciarias.” Otros autores tienden a dar enfoques imprecisos
de lo que abarcaría esta área de la psicología aplicada. Al respecto A. V. Petrovski
(1980, P. 61) expresa que esta rama de la psicología “estudia los aspectos
psicológicos relacionados con la aplicación del sistema jurídico”, sin embargo
cuando especifica las tres áreas en que la subdivide: Psicología Judicial que
“investiga las particularidades psíquicas en la conducta de los participantes en
el proceso penal”, “Psicología de la Criminología” y, “Psicología Penitenciaria o
reeducativa laboral”, se aprecia que lo que dicho autor denomina Psicología
jurídica viene a ser lo que para nosotros constituye la Psicología criminal o
delincuencial, que es un capítulo amplio e importante de la psicología jurídica
pero no todo ella.
Debemos anotar, que la noción de psicología jurídica tiene que estar en
relación con los diversos elementos psicológicos que intervienen en el campo
heterogéneo del Derecho y que constituyen el objeto de esta rama de la psicología,
por ello un concepto genérico podría ser que se trata de una área de la psicologa
aplicada que contribuye en los diversos ámbitos o sectores del Derecho que
requieran el aporte de la ciencia psicológica, en el estudio del comportamiento
de los diversos actores u operadores jurídicos.
38 PSICOLOGÍA JURÍDICA

De acuerdo a esta noción de la Psicología del derecho, y en función de


sus diversas áreas, consideramos que deben incluirse dentro de la Psicología
jurídica (Solís, 1985) todos los aspectos de la aplicación psicológica dentro del
vasto campo del mundo legal, tanto sus etapas o fases relacionadas con la
génesis o dinámica del derecho (Psicología social legislativa o normativa) y que
suponen diversos procesos psico-sociales; así como los temas que están
vinculadas con las motivaciones del crimen y la antisociabilidad y su respectivo
tratamiento penitenciario (Psicología Criminal); hasta los aportes psicológicos
en la práctica judicial o forense que tienen un propósito definido de una mejor
justicia, o en otros términos de una adecuada administración judicial en sus
áreas civil, penal, laboral, tutelar, entre otras (Psicología Judicial o forense). Este
amplio campo que abarca la Psicología del Derecho se esquematiza en el cuadro
No. 2., pero en el presente trabajo desarrollaremos, en función de nuestra realidad
jurídica y conforme a los aportes actuales de la psicología científica, principalmente
dos áreas importantes: la Psicología criminal y la Psicología judicial o forense.
Asimismo debemos recordar que en los últimos lustros se observa, desde 1970,
una mayor participación de la psicología, según algunos, en el ámbito del derecho
desde aspectos variados (Jiménez y otros, 1986).

Cuadro 2. La Psicología Jurídica

1)PSICOLOGIA SOCIO-LEGISLATIVA o normativa


P
S J . Psicología criminológica
I U . Psicología Criminalística
C R 2)PSICOLOGIA . Psicología Penal
O I CRIMINAL . Psicologia Penitenciaria y tutelar
L D . Psicología de la víctima penal
O I
G C . Psicología Forense Penal . Operadores
Í A 3)PSICOLOGIA . Psicología Forense Civil . Testimonio
A JUDICIAL o . Psicología Forense de menores . Etc.
FORENSE . Etc.

En la múltiple literatura sobre la psicología jurídica existen diversos criterios


no consensuales sobre los capítulos o áreas que forman parte de ella, asi como
en las denominaciones alternas que se emplean sobre dicha rama de la
psicología aplicada. Por ejemplo, algunos identifican psicología jurídica con
psicología judicial, sin embargo en el campo del derecho hay una clara distinción

inie
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 39

entre embas, lo judicial o forense está relacionado con la administración de


justicia que es competencia de los jueces o tribunales, en tanto que lo jurídico es
una noción más amplia relacionada al derecho en general, en este sentido la
psicología judicial o forense es parte de la psicología jurídica o del derecho.
1.2.3. PSICOPATOLOGIA Y DERECHO: Los diversos tipos de
comportamientos humanos denominados anormales o psicopatológicos son
objeto de estudio de la psicopatología, la misma que es una rama de la psicología
general, y precisamente diversos actores que participan dentro de la práctica
jurídica, pueden tener algún problema mental, por ello la importancia de este
ámbito de la psicología.
1.2.3.1. La psicopatología: La noción de psicopatología es diversa según
el criterio de cada autor, pero en general se la puede definir como el estudio
científico de la conducta anormal o de los trastornos psicológicos. Según Serafín
Lemos (1995) es el estudio sistemático de las causas, síntomas y el proceso de
los trastornos mentales, siendo parte de la psicología anormal que se ocupa de
la enfermedad, dolencia o desajuste. Asimismo, en base a los criterios
conceptuales dominantes, agrega que la psicopatología se centra en tres áreas:
a) La descripción y eventual clasificación de los comportamientos anormales.
b) La explicación de los procesos implicados en su desarrollo y mantenimiento.
c) La búsqueda de sus causas o factores etiológicos.
Los profesionales especializados en su estudio son principalmente los
psicólogos clínicos y los psiquiatras, entre otros especialistas. Sin embargo el
aborde comprensivo y explicativo de los problemas psicopatológicos ha tenido
un desarrollo según criterios diversos y hasta opuestos. John Grey, psiquiatra
norteamericano de fines del siglo XIX, bajo una visión biologica consideraba que
los trastornos mentales se debían siempre a causas físicas, producto de una
enfermedad cerebral; frente a ello se desarrolló la tradición psicológica con
diversos criterios, como la de John Watson que decía que todo comportamiento,
incluido la conducta anormal, era resultado de las influencias psicológicas y
sociales y que el papel de los factores biológicos no era importante. Sin embargo
en las últimas décadas del siglo XX, con el avance de la neurológica y la
neurociencia se considera que ninguna influencia, sea biológica, conductual,
cognoscitiva, emocional o social, tiene lugara isladamente. En otros términos,
40 PSICOLOGÍA JURÍDICA

nuestro conducta normal como anormal, es producto de una interacción que se


da de continuo entre influjos psicológicos, biológicos y sociales (Barlow y Durán,
2001), tesis que sostenemos nosotros dentro del campo de la Criminología,
desde los años 60 del siglo XX.
Asimismo, el problema de las anomalías o trastornos mentales preocupa
no sólo a la psicología y a la medicina mental o psiquiatría, sino también a las
ciencias sociales, porque muchas de las alteraciones psicológicas tienen una
dimensión valorativa-social, y también implicancias con el derecho, sobre todo
con el campo criminal en particular y con el judicial o forense, como lo veremos
en los capítulos subsiguientes, ya que el comportamiento de los diversos
partícipes dentro del campo judicial en particular y jurídico en general, presentan
también determinadas particularidades psíquicas, algunas de las cuales pueden
caer dentro de la anormalidad psicológica, cuyo estudio corresponde a la
psicopatología, por ello la necesidad de presentar en forma sumaria las
clasificaciones de las anomalías o trastornos mentales tal como se los concibe
en nuestros días, en función de su importancia jurídica.
1.2.3.2. Visión histórica de los trastornos mentales: A través de la historia
humana la explicación y tratamiento de los problemas mentales ha tenido
manifestaciones muy variadas, habiendo dominado las ideas precientíficas en
gran parte de la evolución humana, desde la antigüedad hasta la edad moderna,
y posteriormente una visión más científica, como se verá sucintamente.
A. Los trastornos mentales en la Edad Antigua: En la antigüedad del mundo
occidental, los problemas psicológicos preocuparon a los personas
dedicadas al estudio de las enfermedades, como el caso de Hipócrates(460-
377 a.n.e), médico griego que también estudió a la epilepsia o “enfermedad
sagrada”, y que elaboró una clasificación tripartita de los desórdenes
mentales, considerando los siguientes cuadros:
a. La manía,
b. La melancolía (lipemanía), y
c. La “frenitis” o frenesí (demencia).
El filósofo Platón (427-347 a.n.e.), tuvo por su parte un concepto ideal del
alma humana, constituida por dos aspectos: racional e irracional. Del alma
irracional provenían las bajas pasiones, y la enfermedad mental surgía
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 41

cuando esta alma evadía la dirección del alma racional. Asimismo concibió
tres clases de locura similares a las de Hipócrates: a) manía, b) melancolía,
y c) demencia.
Entre los romanos se puede mencionar a Cicerón (106-43 a.n.e.) quien
describió las pasiones y consideró que la perturbación excesiva podía
originar enfermedades del alma. Asimismo se atribuye al médico romano
Aulo Cornelio Celso (25 a.n.e.-50 n.e.), el empleo del término locura. Más
tarde Galeno (130-200 n.e.), el médico griego más notable, sostuvo que la
salud del alma dependía de la armonía de sus componentes racional,
irracional y sensual.
En el derecho romano, desde la Ley de las XII Tablas y su desarrollo ulterior,
se encuentra una variedad de denominaciones relativas a los problemas
de incapacidad mental como: furiosus, insanus, demens, mente captus,
fatuus, entre otros. (Ghirardi, 1991).
B. La psicopatología en la Edad Media (siglo V a XV): En este periodo hubo
una fuerte influencia religiosa, sobre todo desde el siglo XIII, época en que
también surge la inquisición. En dicha etapa se pensaba que la brujería era
influída por el demonio, primando al final de este período las actitudes más
inconsistentes y vacilantes. Durante el Renacimiento (Fines de la Edad
Media S.XV e inicios de la Edad Moderna S.XVI) dominó la demonología,
que consideraba a las enfermedades mentales como efecto de la posesión
del demonio o bien del embrujamiento, sobre todo en el caso de los delirantes
y alucinados; por ello algunos enfermos eran acusados de brujería y
quemados. Los poseidos sin su voluntad podían ser encerrados en sótanos
o desvanes. El tratamiento incluía la práctica del exorcismo, consistente
en diversos rituales religiosos para liberar a la víctima del espíritu maligno,
o también rasurarle el cabello en forma de cruz, entre otras prácticas
En dicha época, el libro que más influyó siguiendo esta idea, fue el Malleus
maleficarum (“Martillo de brujas”) publicado en 1487, por los dominicos
alemanes Johann Sprenger y Heinrich Kraemer (Nathan y Harris, 1989;
Sahakian, 1982), como guía en la caza de brujas, que tuvo una influencia
de dos siglos. Como dicen Gerald Davison y John Neale (2000), se trató de
un documento legal y teológico, que fue considerado por católicos y
protestantes como un libro de texto sobre brujería. Asimismo, el humanista
42 PSICOLOGÍA JURÍDICA

alemán Johannes Tritheim (1462-1516), autor del libro Antipalus


maleficiorum (1508?), también atribuía la enfermedad mental al accionar
de las brujas y el demonio que poseían a las personas, al igual que otros
autores de dicha época.
C. Los trastornos mentales en la Edad Moderna (1492-1789): En el siglo
XVI, a finales del Renacimiento, sobresalió el médico belga Johann Weyer
(1515-1588), quien para algunos sería el iniciador de la psiquiatría, con su
obra De praestigiis daemonum publicada en 1563, en la que planteó una
dura repulsa a la creencia en la brujería y condenaba a los sacerdotes que
sustentaban esta explicación, “sosteniendo que las brujas eran personas
mentalmente perturbadas y no criaturas de satanás” (Sarason y Sarason,
2006, p. 14). Asimismo describió una amplia variedad de conductas
anormales. También en dicho siglo se crearon las primeras instituciones
médicas para enfermos mentales, como el Bethlehem Royal Hospital de
Londres en 1547, así como en otros países europeos. Sin embargo, algunos
afirman que el primer hospital mental fue fundado en Valencia (España) en
1409, y luego en otras ciudades españolas, y que en 1567 se creó en México
el primer hospital de hispanoamérica. No obstante el inicio de la
institucionalización para albergar a estos enfermos, el tipo de tratamiento
empleado fue muy duro y cruel.
En el siglo XVII o Edad de la razón destacó Paolo Zacchia (1584-1659),
quien puede ser considerado precursor de la psiquiatría legal, ya que entre
1624 y 1650, publicó su obra intitulada Quaestionis Medico Legalis Opus
Juris-Peritis Maxime Necessarium Medicis Per Utile, que se componía de
diez libros, tratando el último de psiquiatría forense, en el que afirmaba que
para juzgar el estado mental de una persona, el único capacitado era el
médico y no el jurista.
D. Configuración de la psicopatología y la psiquiatría a inicios de la Edad
Contemporánea: En el siglo XVIII o de la ilustración, Philippe Pinel (1745-
1826), a fines de dicho siglo, al ser designado superintendente del hospital
mental y prisión Bicetre para hombres, y luego de la Salpetriere (de mujeres),
que alojaban a psicóticos, criminales y retrasados mentales, adoptó como
primera medida el liberar de sus cadenas a los pacientes. Sin embargo, la
actitud de Pinel no fue única, también otros como Vincenzo Chiaruggi (1759-
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 43

1820) en Italia, abogaron por un cambio en el trato que se daba a los


pacientes mentales. Pinel, por su parte, también consideró cuatro tipos de
alienación mental, que no se diferenciaban sustancialmente de la visión
antigua de Hipócrates:
a. La melancolía,
b. La manía,
c. La demencia, y
d. La idiocia.
Más tarde sobresalió su discípulo Jean Etienne Esquirol (1772-1840), que
escribió un libro de texto: Des maladies mentales en 1837. A Esquirol también se
le considera el creador del término alucinación y sus diferencias de la ilusión,
describiendo también la monomanía.
En Estados Unidos destacó Benjamin Rush (1745-1813), considerado el
padre de la psiquiatría norteamericana, quien afirmaba que el trastorno mental
era consecuencia de un exceso de sangre en el cerebro, por lo que su tratamiento
se orientaba a extraer sangre del paciente. Asimismo Dorothea Dix (1802-1887),
maestra de Boston, reclamó un mejor trato para tales pacientes así como la
construcción de hospitales de salud mental en los Estados Unidos. En Inglaterra
fue importante el estudio de James C. Prichard (1786-1848), que en 1835 en
una de sus obras sobre las enfermedades mentales describió la “moral insanity”
o locura moral, trastorno que más tarde fue incluído dentro del grupo de los
psicópatas (como tipo desalmado o perverso), y que hoy es llamado Trastorno
de personalidad disocial según la CIE-10 (Organización Mundial de la Salud,
1992).
Sin embargo, hasta avanzado el siglo XIX, no hubo una clasificación
consensual de los trastornos mentales, salvo los aportes aislados de algunas
mentes lúcidas en el campo psiquiátrico incipiente. Es en dicho contexto que el
profesor alemán Emil Kraepelin (1856-1926), elaboró una clasificación general
de las diversas alteraciones mentales conocidas en la época, presentada en su
libro de texto Compendium der Psychiatrie de 1883, que tuvo varias ediciones
(9na. ed. 1927), partiendo de la idea que las enfermedades mentales eran
entidades patológicas similares a las enfermedades somáticas y condicionadas
44 PSICOLOGÍA JURÍDICA

por su etiología. Uno de los principales aportes del trabajo de Kraepelin, fue la
distinción entre “psicosis maníaco-depresiva” y la “demencia precoz”
(esquizofrenia). Años después, un psiquiatra suizo, Eugen Bleuler (1859-1939),
en su monografía Demencia precoz o el grupo de esquizofrenias de 1911,
contribuyó a la precisión de la clasificación psiquiátrica y empleó la denominación
de esquizofrenia en vez de demencia precoz.
1.2.3.3. Clasificación actual de los trastornos mentales: Dentro de las
diversas clasificaciones de los trastornos mentales que se han desarrollado en
el siglo XX, podemos considerar las dos más importantes, una de ellas de carácter
internacional que se inició en 1900 con revisiones decenales, la misma que a
partir de 1948 quedó a cargo de la Organización Mundial de la Salud (OMS). La
otra clasificación que es de carácter nacional, la DSM norteamericana que se
inició en 1952. De la primera reseñaremos las dos últimas clasificaciones.
A. Clasificación de los trastornos mentales según la OMS: A partir del
año 1900 surgió la práctica de realizar la clasificación internacional de todas las
enfermedades, con la perspectiva de ser revisada decenalmente. Asimismo,
desde mediados del siglo XX la Organización Mundial de Salud participa en dicha
tarea a partir de la Sexta revisión de 1948 (CIE-6), dentro de cuya revisión se
incluyó por primera vez un capítulo (V) autónomo denominado Enfermedades
mentales, psiconeurosis y trastornos de la personalidad, que describía en tres
grandes grupos los diversos cuadros psicopatológicos conocidos en ese
entonces (Organización Mundial de la Salud, 1950):
- Psicosis con 10 categorías
- Desórdenes psiconeuróticos con 9 categorías
- Trastornos del carácter, del comportamiento y de la inteligencia con 7
categorías.
Años después, desde la 8ª. revisión de 1965 o CIE-8 a cargo de la OMS,
siguiendo el nombre adoptado por la DSM-I norteamericana (American psychiatric
association, 1952), es que tales problemas mentales se incluyen bajo la
nomenclatura de “trastornos mentales” (Organización Mundial de la Salud, 1968),
denominación de contenido más lato que la de “enfermedad mental” que hoy no
es muy empleada en el ámbito psicopatológico y psiquiátrico, como sí lo fue en
gran parte del siglo XX. En las siguientes revisiones decenales: CIE-9 de 1975,
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 45

y CIE-10 de 1989 vigente desde el año de 1993, el grupo de los trastornos


mentales ha sufrido diversas modificaciones.
1) La novena clasificación o CIE-9: que tuvo vigencia desde enero de 1979
hasta el año de 1992, consideró cuatro grandes grupos de trastornos
mentales, los que abarcaban diversas categorías de alteración mental, que
sumaban 30 en total y que iban precedidos de un código de tres dígitos que
fueron las siguientes:
01) Psicosis orgánicas (290 a 294)
02) Otras psicosis (295 a 299)
03) Trastornos neuróticos (300)
04) Trastornos de la personalidad (301)
05) Desviaciones y trastornos sexuales (302)
06) Síndrome de dependencia de alcohol (303)
07) Dependencia de las drogas (304)
08) Abuso de drogas sin dependencia (305)
09) Alteraciones de las funciones corporales originadas por factores
mentales (306)
10) Síntomas o síndromes especiales no clasificados en otra parte
(307)
11) Reacción aguda ante gran tensión (308)
12) Reacción de adaptación (309)
13) Trastornos mentales específicos no psicóticos consecutivos a lesión
del encéfalo (310)
14) Trastorno depresivo no clasificado en otra parte (311)
15) Perturbación de la conducta no clasificada en otra parte (312)
16) Perturbaciones de las emociones peculiares de la niñez y de la
adolescencia (313)
46 PSICOLOGÍA JURÍDICA

17) Síndrome hipercinético de la niñez (314)


18) Retardo selectivo del desarrollo (315)
19) Factores psíquicos asociados con enfermedades clasificadas en
otra parte (316)
20) Retraso mental (317 A 319).
Asimismo, cada una de las categorías de trastornos se clasificaba en varios
síndromes o trastornos mentales específicos, codificados con un decimal
adicional. Por ejemplo, dentro de las Psicosis orgánicas estaban: 290.
Psicosis orgánica senil y presenil; 291. Psicosis alcohólicas, y otras,
incluyendo cada una de ellas una variedad de trastornos más específicos,
signados cada uno con el código genérico más una cifra decimal. De este
modo, dentro de la categoría Psicosis orgánica senil y presenil, estaban:
290.0 Demencia senil, tipo simple; 290.1 Demencia presenil, y otras más.
2) La décima clasificación de trastornos mentales y del comportamiento,
dentro de la CIE-10 de la O.M.S., aprobada en 1989 y vigente desde el
primero de enero de 1993, se caracterizó por un cambio importante en la
delimitación de los grupos de trastornos mentales, y porque adoptó una
nueva codificación alfa numérica en reemplazo de la anterior, combinando
un signo alfabético (F) con signos numéricos (World Health Organization,
1992).
En este caso la nomenclatura general fue de Trastornos mentales y del
comportamiento, considerando once grandes GRUPOS, cada uno de los
cuales contenía a las CATEGORIAS principales de trastornos codificadas
con tres caracteres (F00 a F99). Luego se agregaba un cuarto dígito decimal
para codificar los SINDROMES mentales específicos (Ej. F00.0, F00.1 etc.).
Tales Grupos y las Categorías genéricas que las conforman, así como los
Síndromes específicos de cada categoría fueron los siguientes:
TRASTORNOS MENTALES ORGANICOS, INCLUIDOS LOS
SINTOMATICOS: F00 a FO9
F00 Demencia en la enfermedad de Alzheimer
F00.0. Demencia en la enfermedad de Alzheimer de inicio precoz (Antes
de los 65 años)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 47

F00.1 Demencia en la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío


F00.2 Demencia en la enfermedad de Alzheimer, atípica o mixta
F00.9 Demencia en la enfermedad de Alzheimer sin especificación.
F01 Demencia Vascular
F01.0 Demencia vascular de inicio agudo
F01.1 Demencia multi-infarto
F01.2 Demencia vascular subcortical
F01.3 Demencia vascular mixta, cortical y subcortical
F01.8 Otra demencia vascular
F01.9 Demencia vascular sin especificación
F02 Demencia en enfermedades clasificadas en otro Lugar
F02.0 Demencia en la enfermedad de Pick
F02.1 Demencia en la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob
F02.2 Demencia en la enfermedad de Huntington
F02.3 Demencia en la enfermedad de Parkinson
F02.4 Demencia en la infección por HIV
F02.8 Demencia en enfermedades específicas clasificadas en otro lugar
F03 Demencia sin especificación
F04 Síndrome amnésico orgánico no inducido por alcohol u otras
sustancias psicotropas
F05 Delirium no inducido por alcohol u otras sustancias psicotropas
F06 Otros trastornos mentales debidos a lesión o disfunción cerebral o a
dolencia somática
F07 Trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos a
enfermedades, lesiones o disfunciones cerebrales
F07.0 Trastorno orgánico de la personalidad (Personalidad
pseudopsicopática, síndrome del lóbulo frontal, etc.)
F07.1 Síndrome post-encefalítico
F07.2 Síndrome post-conmocional
F07.8 Otros trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos
a enfermedades, lesiones o disfunciones cerebrales
48 PSICOLOGÍA JURÍDICA

F07.9 Trastorno de personalidad y del comportamiento debido a


enfermedad, lesión o disfunción cerebral sin especificación
F09 Trastorno mental orgánico o sintomático sin especificación
TRASTORNOS MENTALES Y DEL COMPORTAMIENTO DEBIDOS AL
USO DE SUSTANCIAS PSICOTROPAS: F10 -F19
Dentro de las categorías F10 a F19, según el problema particular, se podía
agregar o usar un cuarto dígito o código, de los siguientes:
.0 Intoxicación aguda
.1 Consumo perjudicial
.2 Síndrome de dependencia
.3 Síndrome de abstinencia
.4 Síndrome de abstinencia con delirio
.5 Trastorno psicótico
.6 Síndrome amnésico inducido por alcohol o drogas
.7 Trastorno psicótico residual y de comienzo tardío
.8 Otros trastornos mentales o del comportamiento
.9 Trastorno mental o del comportamiento sin especificación.
F10 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
alcohol
F11 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
opioides
F12 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
cannabinoides
F13 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
sedantes e hipnóticos
F14 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
cocaina
F15 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
otros estimulantes, (Incluyendo la cafeína)
F16 Trastornos mentales y del comportamiento por consumo de
alucinógenos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 49

F17 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de


tabaco
F18 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
disolventes volátiles
F19 Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo de
múltiples drogas o de otras sustancias psicotropas.
ESQUIZOFRENIA, TRASTORNO ESQUIZOTIPICO Y TRASTORNOS
DE IDEAS DELIRANTES: F20 - F29
F20 Esquizofrenia
F20.0 Esquizofrenia paranoide
F20.1 Esquizofrenia hebefrénica
F20.2 Esquizofrenia catatónica
F20.3 Esquizofrenia indiferenciada
F20.4 Depresión post-esquizofrénica
F20.5 Esquizofrenia residual
F20.6 Esquizofrenia simple
F20.8 Otra esquizofrenia
F20.9 Esquizofrenia sin especificación
F21Trastorno Esquizotípico
F22Trastornos de ideas delirantes persistentes
F22.0 Trastorno de ideas delirantes (Paranoia, estado paranoide)
F22.8 Otros trastornos de ideas delirantes persistentes
F22.9 Trastornos de ideas delirantes persistentes sin especificación
F23 Trastornos psicóticos agudos y transitorios
F23.0 Trastorno psicótico agudo polimórfico sin síntomas de esquizofrenia
F23.1 Trastorno psicótico agudo polimórfico con síntomas de
esquizofrenia
F23.2 Trastorno psicótico de tipo esquizofrénico
F23.3 Otro trastorno psicótico agudo con predominio de ideas delirantes
F23.8 Otros trastornos psicóticos agudos transitorios
50 PSICOLOGÍA JURÍDICA

F23.9 Trastorno psicótico agudo transitorio sin especificación


F24 Trastorno de ideas delirantes inducidas
F25 Trastornos Esquizoafectivos
F28 Otros trastornos psicóticos no orgánicos
F29 Psicosis no orgánica sin especificación
TRASTORNOS DEL HUMOR: F30 - F39
F30 Episodio maníaco
F30.0 Hipomanía
F30.1 Manía sin síntomas psicóticos
F30.2 Manía con síntomas psicóticos
F30.8 Otros episodios maníacos
F30.9 Episodio maníaco sin especificación
F31 Trastorno bipolar
F31.0 Trastorno bipolar, episodio actual hipomaníaco
F31.1 Trastorno bipolar, episodio actual maníaco sin síntomas psicóticos
F31.2 Trastorno bipolar, episodio actual maníaco con síntomas psicóticos
F31.3 Trastorno bipolar, episodio actual depresivo leve o moderado
F31.4 Trastorno bipolar, episodio actual depresivo grave sin síntomas
psicóticos
F31.5 Trastorno bipolar, episodio actual depresivo grave con síntomas
psicóticos
F31.6 Trastorno bipolar, episodio actual mixto
F31.7 Trastorno bipolar, actualmente en remisión
F31.8 Otros trastornos bipolares
F31.9 Trastorno bipolar sin especificación.
F32 Episodios depresivos
F32.0 Episodio depresivo leve
F32.1 Episodio depresivo moderado
F32.2 Episodio depresivo grave sin síntomas psicóticos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 51

F32.3 Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos


F32.8 Otros episodios depresivos
F32.9 Episodio depresivo sin especificación.
F33 Trastorno depresivo recurrente
F33.0 Trastorno depresivo recurrente, episodio actual leve.
F33.1 Trastorno depresivo recurrente, episodio actual moderado
F33.2 Trastorno depresivo recurrente, episodio actual grave, sin síntomas
psicóticos
F33.3 Trastorno depresivo recurrente, episodio actual grave, con síntomas
psicóticos
F33.4 Trastorno depresivo recurrente actualmente en remisión
F33.8 Otros trastornos depresivos recurrentes
F33.9 Trastornos depresivos recurrentes sin especificación.
F34 Trastornos persistentes del humor
F34.0 Ciclotimia (Personalidad ciclotímica, trastorno afectivo de la
personalidad...)
F34.1 Distimia (Neurosis depresiva....)
F34.8 Otros trastornos del humor persistentes
F34.9 Trastornos persistentes del humor sin especificación.
F38 Otros trastornos del humor
F39 Trastornos del humor sin especificación
TRASTORNOS NEUROTICOS, SECUNDARIOS A SITUACIONES
ESTRESANTES Y SOMATOMORFOS: F40 - F48
F40 Trastorno de ansiedad fóbica
F40.0 Agorafobia
F40.1 Fobias sociales
F40.2 Fobias específicas (aisladas) (Acrofobia, zoofobias, claustrofobia)
F40.8 Otros trastornos de ansiedad fóbica
F40.9 Trastornos de ansiedad fóbica sin especificación.
F41 Otros trastornos de ansiedad
52 PSICOLOGÍA JURÍDICA

F41.0 Trastorno de pánico (Ansiedad paroxística episódica)


F41.1 Trastorno de ansiedad generalizada
F41.2 Trastorno mixto ansioso-depresivo.
F41.3 Otro trastorno mixto de ansiedad
F41.8 Otros trastornos de ansiedad especificados (Histeria ansiosa )
F41.9 Trastorno de ansiedad sin especificación
F42 Trastorno obsesivo-compulsivo
F42.0 Con predominio de pensamientos o rumiaciones obsesivas
(Neurosis anancástica, neurosis obsesivo-compulsiva)
F42.1 Con predominio de actos compulsivos (Rituales obsesivos)
F42.2 Con mezcla de pensamientos y actos obsesivos
F42.8 Otros trastornos obsesivo-compulsivos
F42.9 Trastorno obsesivo-compulsivo sin especificción.
F43 Reacciones a estrés grave y trastorno de adaptación
F43.0 Reacción a estrés agudo
F43.1 Trastorno de estrés postraumático
F43.2 Trastornos de adaptación
F43.8 Otras reacciones a estrés grave
F43.9 Reacción a estrés grave sin especificación.
F44 Trastornos disociativos (Conversión)
F44.0 Amnesia disociativa
F44.1 Fuga disociativa
F44.2 Estupor disociativo
F44.3 Trastornos de trance y de posesion
F44.4 Trastornos disociativos de la motilidad
F44.5 Convulsiones disociativas
F44.6 Anestesias y pérdidas sensoriales disociativas.
F44.7 Trastornos disociativos (de conversión) mixtos
F44.8 Otros trastornos disociativos (de conversión)
F44.9 Trastorno disociativo (de conversión) sin especificación
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 53

F45 Trastornos somatomorfos


F48 Otros trastornos neuróticos
TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO ASOCIADOS A
DISFUNCIONES FISIOLOGICAS Y A FACTORES SOMATICOS: F50- F59
F50 Trastornos de la conducta alimentaria
F51 Trastornos no orgánicos del sueño
F52 Disfunción sexual no orgánica
F52.0 Ausencia o pérdida del deseo sexual
F52.1 Rechazo sexual y ausencia de placer sexual
F52.2 Fracaso de la respuesta genital
F52.3 Disfunción orgásmica
F52.4 Eyaculación precoz
F52.5 Vaginismo no orgánico
F52.6 Dispareunia no orgánica
F52.7 Impulso sexual excesivo (ninfomanía, satiriasis)
F52.8 Otras disfunciones sexuales no debidas a enfermedad o trastorno
orgánico
F52.9 Disfunción sexual no debida a enfermedad o trastorno orgánico
F53 Trastornos mentales y del comportamiento en el puerperio no
clasificados en otro lugar
F54 Factores psicológicos y del comportamiento en trastornos o
enfermedades clasificadas en otro lugar.
F55 Abuso de sustancias que no producen dependencia
F59 Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas
y a factores somáticos sin especificación
TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y DEL COMPORTAMIENTO
DEL ADULTO: F60 - F59
F60 Trastornos específicos de la personalidad
F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad
F60.1 Trastorno esquizoide de la personalidad
54 PSICOLOGÍA JURÍDICA

F60.2 Trastorno disocial de la personalidad


F60.3 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad
.30 Tipo impulsivo
.31 Tipo límite
F60.4 Trastorno histriónico de la personalidad
F60.5 Trastorno anancástico de la personalidad
F60.6 Trastorno ansioso (con conducta de evitación) de la personalidad
F60.7 Trastorno dependiente de la personalidad
F60.8 Otros trastornos específicos de la personalidad
F60.9 Trastornos de la personalidad sin especificación.
F61 Trastornos mixtos y otros trastornos de personalidad
F62 Transformación persistente de la personalidad no atribuible a lesión
o enfermedad cerebral.
F63 Trastornos de los hábitos y del control de los impulsos
F63.0 Ludopatía
F63.1 Piromanía
F63.2 Cleptomanía
F63.3 Tricotilomanía (Manía de halarse los cabellos)
F63.8 Otros trastornos de los hábitos y del control de los impulsos
F63.9 Trastornos de los hábitos y del control de los impulsos sin
especificación
F64 Trastornos de la identidad sexual
F65 Trastornos de la inclinación sexual (Incluye parafilias)
F65.0 Fetichismo
F65.1 Tranvestismo fetichista
F65.2 Exhibicionismo
F65.3 Escoptofilia (Voyeurismo)
F65.4 Paidofilia
F65.5 Sadomasoquismo
F65.6 Trastornos múltiples de la inclinación sexual
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 55

F65.8 Otros trastornos de la inclinación sexual (necrofilia)


F65.9 Trastorno de la inclinación sexual sin especificación.
F66 Trastornos psicológicos y del comportamiento, del desarrollo y
orientación sexual
F68 Otros trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto
F69 Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto sin
especificación
RETRASO MENTAL: F70 - F79
F70 Retraso mental leve
F71 Retraso mental moderado
F72 Retraso mental grave
F73 Retraso mental profundo
F78 Otro retraso mental
F79 Retraso mental sin especificación
TRASTORNOS DEL DESARROLLO PSICOLOGICO: F80 - F89
F80 Trastornos específicos del desarrollo del habla y lenguaje
F81 Trastornos específicos del desarrollo del aprendizaje escolar
F82 Trastorno específico del desarrollo psicomotor
F83 Trastorno específico del desarrollo mixto
F84 Trastornos generalizados del desarrollo
F84.0 Autismo infantil
F84.1 Autismo atípico
F84.2 Síndrome de Rett
F84.3 Otro trastorno desintegrativo de la infancia
F84.4 Trastorno hipercinético con retraso mental y movimientos
estereotipados
F84.5 Síndrome de Asperger
F84.8 Otros trastornos generalizados del desarrollo
F84.9 Trastornos generalizados del desarrollo sin especificación
56 PSICOLOGÍA JURÍDICA

F88 Otros trastornos del desarrollo psicológico


F89 Trastornos del desarrollo psicológico sin especificación
TRASTORNOS DEL COMPORTAMIENTO Y DE LAS EMOCIONES
DE COMIENZO HABITUAL EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA: F90 -F98
F90 Trastornos hipercinéticos
F91 Trastornos disociales
F91.0 Trastorno disocial limitado al contexto familiar
F91.1 Trastorno disocial en niños no socializados
F91.2 Trastorno disocial en niños socializados
F91.3 Trastorno disocial desafiante y oposicionista
F91.8 Otros trastornos disociales
F91.9 Trastorno disocial sin especificación
F92 Trastornos disociales y de las emociones mixtos
F93 Trastornos de las emociones de comienzo habitual en la infancia
F94 Trastornos del comportamiento social de comienzo habitual en la
infancia y adolescencia
F95 Trastornos de tics
F98 Otros trastornos de las emociones y del comportamiento de comienzo
habitual en la infancia y la adolescencia

TRASTORNO MENTAL SIN ESPECIFICACION: F99


F99 Trastorno mental sin especificación.
3) La undécima clasificación internacional de enfermedades (CIE-11),
presentada oficialmente en mayo del 2019, entrará en vigor el primero de
enero de 2022.
El presente trabajo no pretende abordar el estudio pormenorizado de los
trastornos mentales, cuya clasificación general presentamos. Sin embargo,
en cada caso y en el capítulo respectivo en que se halle vinculación con
algún aspecto jurídico se hará la descripción del trastorno mental
correspondiente, de acuerdo con la clasificación de la CIE-10 que tomamos
como referencia.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 57

4) La clasificación Norteamericana (DSM): La Asociación Psiquiátrica


Norteamericana elabora también una clasificación de los trastornos
mentales. El primer Manual Diagnóstico y Estadístico (DSM-I), fue publicado
en 1952; posteriormente en 1968 se editó la segunda clasificación (DSM-
II); luego se presentó una tercera revisión (DSM-III) en 1980. Años después
se publicó en 1994 la cuarta revisión (DSM-IV). En el presente siglo, el año
2013 se aprobó la DSM-5 o Manual Diagnóstico y Estadístico de los
trastornos mentales en su quinta versión (American Psychiatric Association,
2014).
58 PSICOLOGÍA JURÍDICA

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ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 63

CUADRO N° 01

PSICOLOGÍA JURÍDICA

“Estudio del comportamiento de las personas y de los


CONCEPTO grupos en cuanto que tienen la necesidad de
desenvolverse dentro de ambientes regulados
jurídicamente, así como de la evolución de dichas
regulaciones jurídicas o leyes en cuanto que los grupos
sociales se desevuelven en ellos”.
(Miguel Clemente (1997, p. 25)

Psicología Socio-legislativa o Normativa

ÁMBITO DE LA * Psicología Criminológica.


Psicología * Psicología Criminalística.
PSICOLOGÍA Criminal *
JURÍDICA Psicología Penal.
* Psicología Penitenciaria y Tutelar.
* Psicología de la Víctima Penal

* Psicología Forense
Psicología Penal
Judicial o Forence* Psicología Forence Civil.
* Psicología Forence de
menores
64 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 65

Segunda Parte

PSICOLOGIA CRIMINAL
66 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 67

CAPITULO II

ANTECEDENTES, CONCEPTO Y ÁREAS DE LA


PSICOLOGIA CRIMINAL

2.1. ANTECEDENTES DE LA PSICOLOGÍA CRIMINAL

Si bien se considera que la psicología como ciencia surge en 1879, la


preocupación por la dimensión mental humana tuvo predecesores que se
remontan hasta la antigüedad. En ese contexto también surgieron diversas
aproximaciones a una visión psicológica de la conducta desviada y criminal.
2.1.1. PANORAMA PRECIENTÍFICO DE LA PSICOLOGÍA CRIMINAL: El
problema de la explicación, descripción y tratamiento del fenómeno delictivo ha
sido preocupación de las sociedades humanas desde la antigüedad, etapa en
que empezaron a catalogarse determinadas conductas como desviadas o
criminales. Es así que la comprensión de este comportamiento desviado ha
tenido una variedad de apreciaciones dentro del ambito jurídico criminal, surgiendo
también perspectivas psicológicas y criminológicas antes del nacimiento de la
psicología como ciencia, los que constituyen antecedentes pre científicos de la
Psicología criminal, por ello se la puede considerar como la rama más antigua
de la Psicología jurídica (Soria, 2006), pudiéndose observar por ejemplo algunas
aproximaciones en los trabajos de los fisiognomistas, sistematizado por Giovanni
Battista della Porta (1535-1615) a fines del siglo XVI, con su libro De humana
physiognomia, publicado en 1586, en el que podemos ver una visión predecesora
de la personalidad humana basada en rasgos fisiognómicos, pero sobre todo en
el trabajo del teólogo suizo Johann K. Lavater (1741-1801) quien entre 1775-
1778 publico su Physiognomische fragmente, en el que hace referencia a los
hombres de maldad natural y rasgos físicos
68 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En el siglo XVIII surgen manifestaciones más claras de esta perspectiva,


cuando el jurista francés Francois Gayot de Pitaval (1673-1743) inició la
publicación en el año de 1734 hasta 1743 de sus Causas célebres e interesantes
en 20 volúmenes, y que contenían en parte observaciones psicológico-criminales,
trabajo que fue seguido también por otros autores. Igualmente en ese mismo
siglo, en Alemania, Karl von Eckartshauser (1752-1803) publicó en 1791 el libro
Über die notwendigkeit psychologischer erkenntnisse bei beurteilung von
verbrechen (Sobre la necesidad del conocimiento psicológico para el juicio de
los delitos); asimismo el filósofo y profesor universitario alemán Johann Christian
G. Schaumann (1768-1821), editó en 1792 su Idee zu einer Kriminalpsychologie
(Ideas para una psicología criminal), y algunos años después Johann G. Münch
(1774-1837), también filósofo y teólogo alemán, publicó en 1799: Über den einfluss
del kriminalpsychologie auf ein system del criminalrechst,..(Sobre la influencia
de la psicología criminal en un sistema de derecho penal…).
A inicios del siglo XIX destaca el trabajo del médico psiquiatra alemán Johann
Christian A. Heinroth (1773-1843), quien en 1833 publicó: Grundzüge der
kriminalpsychologie…. (Principios de psicología criminal….). Otro aporte
importante se dio en 1835, cuando el psiquiatra inglés James C. Prichard (1786-
1848), presentó la descripción del cuadro de “locura moral” (Moral insanity), en
su obra A Treatise on insanity and others disorders affecting the mind, habiendo
alcanzado gran influencia en el campo psicopatológico y criminológico.
No obstante dichos antecedentes, para algunos tratadistas como Bonger
(1943), el precursor más preciso o hasta el fundador de la Psicología criminal,
sería el médico francés Próspero Despine (1822-1892), quien editó en 1868:
Psychologie naturelle, essai sur les facultés intellectuelles et morales dans leur
état normale et dans leurs manifestations anormales chez les alienés et chez
les criminels, obra de gran influencia hasta inicios del siglo XX. Años después, el
psiquiatra James B. Thompson (1810-1873) publicó en 1870 en Londres, el
artículo: “The psychology of criminals”, en una revista inglesa (Journal of mental
science, Vol. XVI). Asimismo destacó Richard von Krafft-Ebing (1840-1902),
psiquiatra alemán, quien editó en el año 1872: Grundzüge der kriminalpsychologie:
auf grundlage des strafgesetzbuchs des deutschen reichs für aerzte und juristen.
Igualmente por esa época, el psiquiatra inglés David Nicolson (1844-1932) publicó
en sucesivas entregas el estudio “The morbid psychology of criminals”, en The
Journal of mental science, Vols. XIX, XX y XXI, de los años 1873, 1874 y 1875.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 69

Hay que reiterar sin embargo, que los puntos de vista respecto al inicio de
la psicología criminal no son consensuales, y algunos como Hesnard (1963)
sostiene equivocadamente que Etienne de Greeff (1898-1961) es su inventor,
de quien afirma: “podemos decir que fue el creador de la psicología criminal”, no
obstante que es un autor muy posterior a la configuración de este conocimiento;
además debemos precisar que hasta los años en que Heinroth, Prichard,
Despine, Thompson, Krafft–Ebing, y Nicolson, escribieron sus trabajos, la
psicología como ciencia autónoma todavía no había cristalizado, habiéndose
configurado recién en 1879, según el criterio de la mayoría de psicólogos, con la
creación del primer laboratorio de psicología experimental en Alemania por W.
Wundt; aunque ello no significa que se desconozcan las visiones precursoras
de este ámbito de la psicología desde mucho antes, como las que hemos visto.
Asimismo, en los últimos años del siglo XIX, en 1895, el libro L’omicidio
nell’antropologie criminale, publicado por Enrique Ferri (1856-1929), presenta un
aborde psicológico y psicopatológico del homicida, sobre todo en su segunda
edición del año 1925 denominada El homicida en la psicología y en la
psicopatología criminal; igualmente en Italia, Giuseppe Bonanno publicó en 1896
la obra: Il delinquente per passione. Studi di psicología criminale. También es
destacable Hans Gross (1847-1915), quien en 1898 publicó en Leipzig su
Kriminalpsychologie (2ª. ed. 1905).
2.1.2. ESTUDIOS SOBRE PSICOLOGIA CRIMINAL EN LA PRIMERA
MITAD DEL SIGLO XX: En los primeros veinte años del siglo XX creció el interés
por la psicología criminal en países como Alemania e Inglaterra, pero ya con la
participación de estudiosos norteamericanos. Es así que en Alemania el psiquiatra
Robert Sommer (1864-1937) publicó en el año 1904: Kriminalpsychologie und
Strafrechtliche psychopathologie auf Naturwissenschaftlicher Grundlage; también
en este mismo año, Gustav Aschaffenburg (1866-1944), médico psiquiatra
alemán inició la edición de la revista “Monatsschrift für Kriminalpsychologie und
Strafrechtreform”. Años después, en 1908, Erich Wulffen (1862-1936) publicó
en Berlín Psychologie des Verbrechens (Psicología del crimen); asimismo en
es mismo año Paul Pollitz editó en Leipzig el libro Die psychologie der verbrecher
(La psicología del delincuente), trabajo de relativo valor. En Norteamérica, el
psicólogo germano estadounidense Hugo Münsterberg (1863-1916), publicó
también en 1908 el libro On the witness stand: Essays on psychology and crime.
En Inglaterra, Thomas Holmes (1846-1918) editó en 1912: Psychology and crime.
70 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Sigmund Freud (1948) más o menos en el año de 1915, en el artículo: “El


delincuente por sentimiento de culpabilidad”, desarrolló una explicación
psicoanalítica del crimen, que luego alcanzó mucha aceptación, y que aún se
acoge en trabajos recientes como en el de algunos criminólogos críticos. En
Estados Unidos, en este mismo periodo del siglo XX, destacó también Henry
Goddard (1866-1957) con sus trabajos sobre la debilidad mental y la delincuencia,
primero con el libro Feeble mindedness publicado en 1914, en la que concluyó
que de un 20 a 89 % de los delincuentes eran débiles mentales, y que en promedio
el 50 % de delincuentes eran deficientes mentales, y luego con su obra The
criminal imbecile, an analysis of three remarkable murder cases, publicado en
1915 (Parmelee, 1925).
En la década siguiente, Maurice Hamblin Smith (1870-1936) en Inglaterra
publicó la obra: The psychology of the criminal, en el año 1922; igualmente en el
mismo año otro autor británico, Bernard Hollander (1864-1934) editó: The
psychology of misconduct, vice, and crime. En Alemania, Kurt Schneider (1887-
1967) publicó en 1923 la obra Las Personalidades psicopáticas (9a. ed. alemana
1959), que alcanzó gran influencia a nivel mundial por mas de cuatro décadas.
Dentro de este periodo, en el año de 1926, Carl Murchison (1887-1961) en
Norteamérica editó la obra Criminal intelligence. Años después, en 1929, Franz
Alexander (1891-1964) y Hugo Staub (1885-1942) dieron a publicidad en Viena,
la obra El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico (1961),
que ha tenido mucha difusión e influencia
En los años 30 Theodor Reik (1888-1969), psicoanalista austriaco, publicó
en 1932 el libro The unknown murderer (El asesino desconocido), siguiendo la
visión psicoanalítica. Tiempo después, en 1935, Franz Alexander y William Healy
(1869-1963), publicaron Las raices del crimen: Psicoanálisis de los móviles de
la conducta criminal. En 1939, Simon H. Tulchin (1895-1977) editó en Chicago el
libro Intelligence and crime. A study of the penitentiary and reformatory offenders.
El penalista español Luis Jiménez de Asua (1889-1970), atraído por las
ideas psicoanalíticas, publicó en 1940 la obra: Psicoanálisis criminal (5a.ed.1959).
En Estados Unidos, David Abrahamsen (1903-2002), psiquiatra noruego, dio a
publicidad en 1944 el libro Crime and the human mind (traducido como Delito y
psique). En esa misma década, el médico y sacerdote Agostino Gemelli (1878-
1959) editó en Italia en 1945 La personalita del delinquente nei suio fondamenti
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 71

biologici e psicologici. Dos años después, en 1947, Kate Friedlander (1903-1949)


publicó en Inglaterra su Psicoanálisis de la delincuencia juvenil, obra que traducida
al castellano tuvo gran difusión (1950). En Norteamérica, Walter Bromberg (1900-
2000) edito: Crime and the mind, en 1948, y en los lustros siguientes diversas
publicaciones afines (1966). En Italia, Enrico Altavilla (1883-1968) edito en 1949:
Il delinquente. Trattato di psicologia criminale, y en 1953 La dinámica del delito,
en dos volúmenes.
En 1954, Gregory Zilboorg (1890-1959) publicó: The psychology of the
criminal act and punishment. Un año después, en Inglaterra, Mary Woodward
editó en 1955 un breve estudio (24 ps.): Low intelligence and delinquency. En
Alemania, Hans von Hentig (1887-1974) publicó en 1957, Estudios de psicología
criminal, que traducida al español se editó en varios volúmenes, aunque realmente
no fue una visión psicológica en estricto. Años después en 1959, René Restén
(1963) editó en Francia, la obra Caractérologie du criminel.
2.1.3. PUBLICACIONES SOBRE PSICOLOGÍA CRIMINAL EN LA
SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX: En este periodo las publicaciones relativas
a la psicología criminal crecieron en diversos ámbitos del mundo, desarrollándose
además otras tendencias diversas al psicoanálisis que había alcanzado gran
influencia en el campo psicológico y psiquiátrico. En tal sentido Redondo y Andrés
(2007, p. 147) consideran que “a lo largo de la segunda mitad del siglo XX y
hasta nuestros días se ha ido conformando una auténtica psicología de la
delincuencia. En ella, a partir de los métodos y los conocimientos generales de
la psicología, se desarrollan investigaciones y se generan conocimientos
específicos al servicio de un mejor entendimiento de los fenómenos criminales..”.
En Estados Unidos, Hans H. Toch (n.1930) editó en 1961 Legal and criminal
psychology, así como otras publicaciones afines en las décadas subsiguientes;
también en 1961 Arnold H. Buss (n.1924) publica The psychology of aggression.
Desde otro punto de vista Leonard Berkowitz (1926-2016) editó en 1962:
Aggression: a social psychological analisys. Asimismo, dentro de las vertientes
de la teoría del condicionamiento podemos señalar el libro de Hans Eysenck
(1916-1997) en Inglaterra: Crime and personality del año 1964 (1976). Años
después, en 1968, los autores italianos, Francesco Parenti (1925-1990) y Pier
Pagani (1923-2012) editaron Psicología y delincuencia, que realmente es un
trabajo panorámico de Criminología. Al final de dicha década, Fredric Wertham
72 PSICOLOGÍA JURÍDICA

(1895-1981), psicólogo alemán, publicó en 1969, sobre bases psicoanalíticas,


la obra A sign for Cain. An exploration of human violence.
En los años 70 podemos mencionar el trabajo de Albert Ellis (1913-2007) y
John Gullo, Murder and assassination, publicado en 1971; dos años después,
en 1973, Guglielmo Gulotta (n.1939) publicó en Italia: Psicoanalisi e responsabilita
penal; también en ese mismo año, David Abrahamsen publicó The murdering
mind (La mente asesina). Igualmente en 1973, Stanley L. Brodsky (n.1939)
publicó: Psychologist in the criminal justice system; asimismo Albert Bandura
(n.1925), psicólogo canadiense, editó en 1973 Aggression: A social learning
analysis; años después, Bandura conjuntamente con Emilio Ribes (1975)
publicaron el trabajo Modificación de conducta: análisis de la agresión y la
delincuencia, en 1975. En Argentina, Hilda Marchiori publicó en 1973, la obra
Psicología de la conducta delictiva (1973), y dos años más tarde en 1975:
Psicología criminal, libro que ha tenido diversas ediciones posteriores. También
en Argentina, Oswaldo N. Tieghi editó en 1974 Reflexología criminal. Psicología
y responsabilidad penal. En Italia, Bruno Bisio dio a publicidad en 1975, el libro:
Psicología criminale. En 1977 en Londres, Maurice P. Feldman (1989) publicó el
trabajo Criminal behavior: a psychological analysis, trabajo de mucha repercusión.
En Estados Unidos, Samuel Yochelson (1906-1976) y Stanley Samenow (n.1941)
presentaron el libro The criminal personality: A profile for Change, Vol. I en 1976
y el Vol. II en 1977. Dos años después, en 1979, P. Karl Mackal (1983) editó
Teorías psicológicas de la agresión. En este mismo año de 1979 Hans H. Toch
(ed.) publicó Psychology of crime and Criminal justice.
En los años 80, dentro de la literatura española, Manuel Sanchez (1981)
editó en 1981: su Psicoterapia dinámica de la delincuencia juvenil, de tendencia
psicoanalítica; asimismo Vicente Garrido publicó en 1982 Psicología y tratamiento
penitenciario: una aproximación; años después, en 1985, Julián García y Víctor
Sancha, publicaron Psicología penitenciaria. En el mismo país, Florencio Jiménez
y otros (1986) editaron en 1986, el trabajo colectivo Psicología social y sistema
penal; en el mismo año, Antonio Medina publicó Introducción a la psicología
criminal. En Chile, Hernan Tuane, editó en 1988, Destino criminal consideraciones
psicológicas sobre el crimen. En 1989, Clive Hollin publicó en Inglaterra
Psychology and crime: An introduction to criminological psychology; también en
ese mismo año, Raúl de Diego Vallejo publicó en España Psicodiagnóstico
discriminatorio del trastorno antisocial de la personalidad; igualmente en 1989,
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 73

M. Clemente y V. Sancha, editaron psicología social y penitenciaria; asimismo


en Inglaterra y Estados Unidos, Hans Eysenck y G.H. Gudjonsson publicaron
The causes and cures of criminality, también en 1989.
En los inicio de los años 90, Roberto Tocavén en México editó Psicología
criminal el año de 1990; posteriormente Geoffrey H. Stephenson editó en
Inglaterra: The psychology of Criminal Justice en 1992; en ese mismo año, en
España, Vicente Garrido Genovés publicó Psicología y tratamiento penitenciario.
En 1993, se publicó en Inglaterra por Philip Feldman, el libro: The psychology of
crime. A social science textbook; también en el mismo año Ronald Blackburn
(n.1938) editó: The psychology of criminal conduct: Theory, research and practice.
Asimismo en 1993, Adrian Raine (n.1954) publicó The Psychopathology of Crime:
Criminal behavior as a clinical disorder. Al año siguiente, los canadienses Donald
A. Andrews y James Bonta editaron en 1994 el libro: The psychology of criminal
conduct, obra que ha tenido sucesivas ediciones hasta el presente siglo. En
España, Joaquim Sanz de la Garza, editó en 1996, Trastorno mental transitorio
y drogas que inciden en la imputabilidad. En 1998, Esteban Sola Reche y otros
publicaron, Implicaciones de la psicología en la criminología actual.
2.1.4. LITERATURA SOBRE PSICOLOGÍA CRIMINAL EN LOS INICIOS
DEL SIGLO XXI: En España, el año 2002, Miguel Soria Verde editó la obra:
Manual de psicología penal forense, años después, el 2006, el mismo Miguel
Soria V. y Dolores Saiz, publicaron el libro Psicología criminal. Vicente Garrido
edito el 2005 la obra Qué es la psicología criminológica; luego el 2006, el psicólogo
inglés Ray Bull y colaboradores editaron Criminal psychology. El año 2009,
Francis Pakes y Suzanne Pakes, dieron a publicidad la obra: Criminal psychology;
igualmente en ese mismo año José Otín del Castillo editó en España Psicología
criminal. Técnicas aplicadas de intervención e investigación policial. Mas tarde,
en Estados Unidos, el 2012, Laurence Miller publico Criminal psychology. Nature,
nurture, culture. Luego el 2013, Russil Durrant editó: An introduction to criminal
psychology. En Inglaterra, David V. Canter (n.1944) publico el año 2014 Criminal
psychology: Topics in applied psychology; posteriormente Andreas Kapardis y
David Farrington, en el año 2016 publicaron la obra: The psychology of crime.
Policing and court. Al año siguiente, el 2017, Wayne Petherick y Grant Sinnamon
editaron el libro: The psychology of criminal and antisocial behavior: Victim and
ofender perspectives. En el 2018, el español José Ibáñez Peinado publicó
Psicología criminal aplicada. Aspectos procesales, periciales y forenses;
74 PSICOLOGÍA JURÍDICA

asimismo en este mismo año, César San Juan y Laura Vozmediano editaron el
libro: Psicología criminal.
Esta revisión de la literatura publicada sobre psicología criminal, sólo recoge
parte de los trabajos más difundidos y no toda la producción real
2.2. DENOMINACIÓN Y CONCEPTOS DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL:
Sobre estos puntos existen diversos criterios que se han venido desarrollando
por los estudiosos de esta temática.
2.2.1. DENOMINACION DE ESTA RAMA DE ESTUDIO: Existen diversos
nombres mencionados en la literatura dedicadas al estudio del delito y delincuente
cuando se aborda su dimensión psicológica por los psicólogos y otros estudiosos
del ámbito social, tales como las denominaciones de psicología criminal (Tocaven,
1990; Soria, 2006; Marchiori, 2007; Otin, 2009; Muñoz et al. 2011; Núñez de
Arco, 2014; San Juan y Vozmediano, 2018), psicología del crimen (Hesnard,
1963), psicología delincuencial o de la delincuencia (Redondo y Andrés, 2007;
López, 2008; Muñoz et al. 2011), psicología criminológica (Rodríguez Manzanera,
1995; Garrido, 2005; Varela, 2014), entre otros nombres afines, que en general
podemos considerarlos términos sinónimos.
Sin embargo también existen autores que identifican la psicología criminal
con psicología jurídica o con la psicología forense, criterio que consideramos
errado
2.2.2. NOCIONES DE PSICOLOGÍA CRIMINAL O DELINCUENCIAL: En
cuanto al concepto de Psicología criminal, también existe una variedad de
nociones de acuerdo al criterio de cada autor. Sobre este particular, en el siglo
pasado, Miguel Herrera (1966, p. 54), consideraba que la “psicología criminal es
una de las ramas de la ciencia psicológica y, como ésta, ha logrado cierta
independencia de la metafísica para dedicarse al estudio de los actos, procesos
y fenómenos psíquicos en sus relaciones con el delito”. Zalaquet y Santa María
(1972 p. 20), siguiendo la idea de Elio Gómez Grillo, planteaban que esta disciplina
es la “rama de la psicología aplicada que establece normas para explicar los
mecanismos psíquicos en la conducta delictiva”.
En el presente siglo, Miguel Angel Soria Verde (2006, p. 29) dice que “la
psicología criminal es aquella vertiente de la psicología jurídica que agrupando
diversas áreas de la misma intenta abordar la comprensión del fenómeno de la
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 75

delincuencia, sus causas, efectos y tratamiento, con la finalidad de ayudar a su


reducción mediante métodos preventivos o interventivos.”
Vicente Garrido (2005) considera que “la psicología criminológica pretende
comprender el crimen, sus causas y a sus autores, y dar herramientas para su
prevención. Su actuación se realiza en el mundo forense (prisiones, policía,
tribunales) y en la propia comunidad, cuando trata de prevenir la delincuencia o
elaborar itervenciones en instituciones de la sociedad.”
José Otín del Castillo (2009, p.24), conceptúa que “ la psicología criminal
es aquella rama de la psicología incardinada en la ciencia criminológica que se
ocupa de estudiar y explicar la génesis del delito, la personalidad y motivación
del delincuente y aportar medidas para su prevención, control, tratamiento y
reinserción.”
La conceptuación de la psicología criminal, de acuerdo a los criterios de
los autores que desarrollan el tema, presentan una visión restringida o nociones
de mayor amplitud (Albiñana, 2014), bien centrándose en el estudio psicológico
de los factores o causas del crimen (psicocriminología), o bien ampliando hasta
temas de investigación criminal (Psicocriminalística) en algunos casos, u otros
llegando hasta temas del tratamiento del delincuente (Psicología penitenciaria).
Asimismo, debemos señalar que desde la vertiente de la criminología crítica
ortodoxa, se cuestiona el papel y/o existencia de una psicología criminal, aunque
sin una fundamentación clara, recurriendo solo a un discurso sociopolítico. En
tal sentido Teresa Miralles (1983, p. 87) dice, que la práctica psiquiátrica y la
psicología son instancias de control social, afirmando a su vez, según la crítica
desarrollada por Basaglia, que “la definición y etiquetaje de la enfermedad (mental)
encierra un significado político porque mantiene intactos los valores de las normas
que el individuo marginado discute, no puede o no quiere aceptar. Y se hace
evidente que la enfermedad depende de los objetivos políticos de la sociedad..”.
Además se dice que la psicología (criminal) sigue una tendencia positivista, que
centra el problema del delito en el autor, en sus condiciones psíquicas, pasando
a ser el delincuente un enemigo del orden social. Esta visión, según el análisis
que hace Ramírez (1983, p. 588) bajo la óptica psicoanalítica, “nos llevaría a una
especie de antipsicología criminal (en el mismo sentido que se habla de anti-
Psiquiatría en relación a la psiquiatría) en la que habría los mismos papeles
fundamentales: delincuente y víctima, pero la distribución de los mismos sería
76 PSICOLOGÍA JURÍDICA

radicalmente diferente, así mientras en la Psicología Criminal “tradicional” el papel


de delincuente está claramente definido y el de la víctima corresponde a la
sociedad (…), en la anti-Psicología Criminal el delincuente sería la sociedad que
castiga y la victima quien comete el delito”.
Nosotros opinamos que el cuestionamiento socio-político es exagerado y
prácticamente desconoce el valor de la psicología científica, además hay que
considerar que la psicología tampoco es una ciencia monocorde en sus
dimensiones teóricas. Asimismo debemos precisar que la psicología criminal,
no pretende hallar un psiquismo diferente de carácter delictivo, sino que así como
cualquier ser humano tiene determinadas condiciones psicológicas que guardan
diversa relación con su conducta; las personas que delinquen, al margen de su
rotulación, igualmente tienen una dimensión psicológica que es importante
conocer, y esta dimensión se observa tanto en un delincuente de “cuello blanco”,
como en un delincuente que proviene de los estratos bajos, así como en las
personas que no delinquen.
Desde nuestro punto de vista la psicología criminal es una rama
especializada de la psicología jurídica, que abarca una temática o campo amplio
relacionado con la Criminología, la criminalística, el proceso penal y la ejecución
penal, estudiando los aspectos psicológicos relacionados con la descripción-
explicación del crimen y otras formas de comportamiento desviado, así
como las características psicológicas del delincuente, como su motivación,
personalidad, aspectos psicopatológicos, medios de tratamiento y prevención.
2.3. ÁMBITO Y ÁREAS DE LA PSICOLOGIA CRIMINAL: Para Redondo y
Andrés (2007, p. 148), “los conocimientos psicológicos sobre la delincuencia se
han acumulado especialmente en torno a los siguientes cuatro grandes ámbitos:
1) explicación del delito, 2) estudio sobre carreras delictivas, 3) prevención y
tratamiento, y 4) predicción del riesgo de conducta antisocial”. Criterio seguido
también por Muñoz et al. (2011)
a) Explicación psicológica del delito: que se concreta en cinco grandes
proposiciones:
1. La delincuencia se aprende
2. Existen rasgos y característics individuales que predisponen al delito
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 77

3. Los delitos constituyen reacciones a vivencias individuales de estrés


y tensión
4. La implicación en actividades delictivas es el resultado de la ruptura
de los vínculos sociales
5. El inicio y mantenimiento de la carrera delictiva se relacionan con el
desarrollo del individuoi, especialmente en la infancia y la adolescencia
b) Estudios sobre carreras delictivas y criminología del desarrollo
c) Prevencion y tratamiento psicológico del comportamiento criminal
d) Predicción del riesgo de conducta antisocial.
El jurista español J.J. Nicolas (2011) le atribuye a la psicología criminal un
amplio ámbito de aplicación, considerando siete aspectos:
1. Elaboración de teorías sobre el conflicto
2. Elaboración de técnicas específicas
3. Victimización y reacción social
4. Testimonio
5. Investigación criminal
6. Prevención del delito
7. Psicología forense.
Fernández-Ballesteros (2006, p. 60) sigue un criterio singular al identificar
Psicología criminal con la Psicologia policial o Psicología criminalista, afirmando
que “podemos entender que la Psicología criminal es el conjunto de principios,
métodos y técnicas de la psicología científica que, aplicados al conocimiento del
delito en general, y del crimen en particular, contribuye a la investigación de los
hechos delictivos graves, la identificación del criminal y la seguridad de los
ciudadanos.”
Desde el punto de vista penal de raigambre alemana, el delito se conceptúa
como un acto típico, antijurídico y culpable, sancionado con una pena. Además,
los penalistas consideran como uno de los principios de la legalidad el famoso
aforismo “nullum crime nulla poena sine lege”, esto es que no hay delito y no hay
pena sin ley previa, principio que en los hechos concretos es cuestionado en
parte en otros trabajos anteriores a los que nos remitimos (Solís, 2017, 2018).
78 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Asimismo, dentro del acto típico o conducta delictiva está inmerso un


proceso intencional, una voluntad o un determinado grado de motivación, que es
parte del porqué de tal conducta. Precisamente cuando se pretende explicar el
comportamiento delictivo, entramos en el terreno criminológico, y justamente
para alcanzar tal propósito se realizan estudios socio-psico-biológicos, que nos
permitan una descripción y explicación de estos eventos criminales, siendo el
aborde psicológico uno de los aportes importantes de la psicología criminal.
Igualmente, luego de ocurrido un evento delictivo, viene la etapa de investigación
judicial penal, que concluye con una sanción o bien la absolución del procesado
si no se prueba su autoría, y en esta fase también entran en juego diversos
aspectos psicológicos, como los elementos subjetivos del tipo hasta la
culpabilidad. Si se estipuló una sanción penal, sigue la fase de la ejecución de la
pena, que conforme a los principios señalados por la Constitución y el Código
de Ejecución Penal, se orienta a la resocialización del condenado, etapa en la
que igualmente interviene el aborde psicológico.
Por todo lo anterior podemos hablar de un ITER criminológico-forense-
penitenciario, con diversos elementos psicológicos.
Cuadro No. 3 Ramas de la Psicología criminal

PSICOLOGIA CRIMINAL
P
S
I J Psicología Criminológica (Psicocriminología)
C U
O D
I
Psicología Criminalística (Psicocriminalística)
L
O C
I Psicología Forense Penal Ps. For. Civil Ps. For. Tutelar
G
Í A
A L Psicología Penitenciaria (Psicopenología)

En suma, la psicología criminal se ramifica en varios capítulos a los que


denominamos: Psicocriminología (Solis, 1988), Psicología Criminalística o
Psicocriminalística, Psicología forense penal o judicial penal y Psicología
penitenciaria (Solís 1989). Esto nos muestra los aportes de la psicología en
todas las fases de la temática delincuencial o criminal, desde su ámbito
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 79

descriptivo y explicativo (Psicología criminológica), en su indagación policial


(Psicocriminalística), la etapa forense (Psicología forense penal), hasta la fase
de ejecución penal orientada a la resocialización (Psicología penitenciaria).
Recapitulando podemos apreciar que la psicología frente al delito y el
delincuente, aporta conocimientos, métodos y orientaciones para:
a) La descripción y explicación del delito y el comportamiento desviado o
antisocial, constituyendo un aporte para la criminología, e integrada a ella
es un capítulo importante que nosotros llamamos Psicocriminología, lo que
para Herrera Figueroa (1966) sería equivalente a la Criminología. También
debe integrarse en este tema el estudio psicológico de la víctima penal.
b) El estudio o descubrimiento de la autoría criminal y/o antisocial, como un
ámbito especial luego de la comisión de un delito apoyando a la Criminalística
y a la Policía judicial científica, constituyendo un subcapítulo que
denominamos Psicocriminalística.
c) El apoyo en el campo de la administración de justicia, lo que se denomina
Psicología Judicial o Forense, y que es un área heterogénea de acción
psicológica, ya que interviene en el proceso judicial penal, pero también en
el fuero de menores, entre otros igualmente importantes.
d) El diagnóstico y tratamiento psicológico del delincuente y el antisocial,
aportando su acción en el campo penitenciario y también en el tutelar o
socioeducativo de menores, con miras a coadyuvar en el proceso de
readaptación y reeducación, tanto del delincuente como del menor infractor,
además de otras contribuciones. Constituye en este caso un capítulo del
ámbito penitenciario y tutelar, que podriamos denominar en términos más
amplios como Psicopenología o Psicología Penitenciaria.
Estos campos de acción psicológica son, desde nuestro punto de vista,
las principales áreas de la Psicología Criminal o delincuencial; por ello creemos
inadecuado denominar al estudio psicocriminológico, que sólo abarca el estudio
psico-explicativo del fenómeno criminal y antisocial, como psicología criminal.
Sin embargo no podemos obviar que sobre este particular no hay consenso
al respecto, ya que otros (J.L. Gonzalez, 2015) consideran especialidades o
ramas autónomas con competencias exclusivas, a la Psicología jurídica
80 PSICOLOGÍA JURÍDICA

criminalista, la Psicología jurídica forense (penal) y la Psicología jurídica


penitenciaria.

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ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 83

CUADRO N° 02

PSICOLOGÍA CRIMINAL

“La Psicología Criminal es aquella rama de la psicología


CONCEPTO incardinada en la ciencia criminológica que se ocupa de
estudiar y explicar la génesis del delito, la personalidad y
motivaci{on del delincuente y aportar medidas para su
prevención, control, tratamiento y reinserción”.
(José Otín del Castillo, 2009, p.24)

Psicología Criminológica (psicocriminología)

Psicología
Criminalística (Psicocriminalística)
ÁMBITO DE LA
PSICOLOGÍA
CRIMINAL Psicología
Forence (Psicología Forence)

Psicología
Penitenciaria (Psicopenología
84 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 85

CAPITULO III

LA PSICOCRIMINOLOGIA

3.1. NOCIONES DE PSICOCRIMINOLOGIA

El problema del crimen y otras formas de conducta desviada no delictiva,


son objetos de interés de diversas disciplinas, y entre ellas de la psicología que
también las estudia. En este caso el aporte de esta ciencia se integra al enfoque
criminológico, por cuanto la criminología, para penetrar en forma integral en la
problemática que constituye su objeto de estudio, recurre a estudios de carácter
social, psicológico, como biológico, siendo uno de sus capítulos importantes el
enfoque psicocriminológico del problema delictivo y antisocial. Sin embargo, no
podemos soslayar que la psicología como ciencia en general y como psicología
criminal o delincuencial en particular, abarca una temática más amplia que rebasa
el enfoque criminológico, ingresando hasta terrenos criminalísticos, penales y
penitenciarios, como ya lo hemos anotado antes.
En anteriores trabajos (Solis, 2017), desde un punto un punto de vista
integral, conceptuamos a la criminología como una “ciencia interdisciplinaria que
estudia las características y las condiciones de los fenómenos delictivo y
antisocial, así como de los actores de dichos fenómenos y del sistema de control
jurídico-penal”. Bajo tal noción, el problema delictivo y antisocial es enfocado
con una finalidad descriptivo-explicativa, siguiendo un estudio fáctico de tales
comportamientos, así como de los actores de tales eventos como sujetos bio-
psico-sociales. Como se podrá deducir de las ideas señaladas, el aborde
Psicológico criminal del delito incide en ciertos aspectos extra- jurídicos del
fenómeno delictivo, en el hecho psicosocial que apareja tal evento, como en los
aspectos estrictamente psicológicos subyacentes en los actores de los hechos
delictivos y desviados. Existen pues, dentro de los estudios criminológicos,
tópicos que forman parte de la psicología criminal, y que integrados al estudio
86 PSICOLOGÍA JURÍDICA

interdisciplinario del aborde criminológico, constituyen un capítulo importante de


la Criminología al que denominamos psicocriminología.
Cuadro No. 4 Criminología y psicocriminología

Criminología Ciencia Psicología


Penitenciaria Judicial

P Sociocriminología Pedag. Penitenciaria Psic. Forense Civil


S C
I R
C I Psicocriminología Psic. Penitenciaria Psic. Forense Penal
O M
L I
O N Biocriminología Sociol. Penitenciaria Psic. Forense Tutelar
G A v v v
Í L
A Etc. Etc. Etc.

Según el esquema anterior las interrelaciones de la Psicocriminología


se dan con la Criminología y la Psicología criminal. Asimismo la Psicología criminal
se relaciona, no sólo con la Criminología, la Ciencia penitenciaria o Penología, la
Psicología judicial, sino también con la Psicología criminalística. De esta
interrelación del papel de la psicología con el delito, el delincuente y la conducta
antisocial, en sus diversos momentos, nos interesa en cuanto es capítulo de la
Criminología o sea como Psicocriminología orientada al análisis de todo lo relativo
a la explicación del delito y el comportamiento criminal y antisocial desde el
punto de vista psicológico. Esta afirmación, sin embargo, no debe llevarnos a
creer en una comprensión puramente psicologista del delito que ya hemos
objetado en otros trabajos, sino que por el contrario nuestro punto de vista se
inclina por una visión socio-psico-biológica. Por ello entendemos a la
Psicocriminología como el capítulo de la psicología criminal, que aporta desde
esta vertiente especializada sus conocimientos para el estudio de los actos
delictivo y antisocial, así como de los actores de tales fenómenos.
Recordando el desarrollo actual de la psicología, apreciamos que aún
existen diversas teorías que explican el comportamiento humano y sus trastornos,
desde perspectivas muy variadas. Además, en el campo de la psicología criminal
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 87

y de la psicocriminología en particuar, algunas visiones como las tipologías


caracterológicas (Le Senne, Kretschmer, Sheldon), tuvieron influencia inicial;
igualmente la perspectiva psicoanalítica, que desde nuestro punto de vista y de
otros, es la visión menos científica de la psicología. Asimismo la tesis de la
frustración-agresión (Johnson, 1976); las teorías conductistas del delito; la
concepción psicopatológica del crimen, entre otras.
En suma, la variedad de aportes psicocriminológicos, podemos
comprenderlos en tres grandes perspectivas o tendencias:
a. Una, que abarca las teorías psicológicas más o menos sistemáticas, acerca
del crimen y la conducta desviada en general, como el psicoanálisis, el
condicionamiento operante, teoría de la imitación o aprendizaje social, teoría
de H. Eysenck, la tesis de la frustración-agresión, entre las más importantes;
b. Otra que incluye a los factores psicológicos diversos que tienen mayor o
menor concomitancia o correlación con la conducta delictiva y el
comportamiento antisocial; y,
c. El enfoque de la psicopatología criminológica que abarca la explicación del
crimen relacionada con algunos trastornos mentales, desde síndromes
psicóticos como la esquizofrenia, las psicosis afectivas, hasta trastornos
de la personalidad (psicopatías), así como los problemas de la dependencia
a drogas, hasta las neurosis y la discapacidad mental, entre las más
importantes.

3.2. FACTORES Y TEORIAS PSICOCRIMINOLOGICOS

3.2.1. TIPOS CARACTEROLÓGICOS Y CRIMEN: Existe una multiplicidad


de estudios sobre la personalidad desde las diversas perspectivas psicológicas.
Sin embargo, las que alcanzaron mayor grado de repercusión dentro del trabajo
criminológico, en la primera mitad del siglo XX, fueron los estudios sobre los
tipos de carácter elaborados por diversos autores, los mismos que tuvieron
posterior aplicación en la comprensión de la conducta criminal y desviada. En
dicho periodo era frecuente considerar tanto la personalidad como el carácter
en términos sinónimos, sin embargo otras tendencias afirmaban que el carácter
era el aspecto estructural de la personalidad (Thomae, 1971), o bien sus funciones
afectivas y dinámicas (Nuttin, 1968).
88 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En la psicología europea de fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX
tuvo mayor desarrollo esta tendencia, habiendo sido en Alemania donde Julius F.
A. Bahnsen (1830-1881) quien empleó por primera vez el término de
caracterología en l867, en sus dos volúmenes titulados: Beitrage zur
charakterologie. Posteriormente, dentro de dicha vertiente, surgieron los estudios
sobre los tipos de carácter que se basaban en la teoría sustentada por cada
autor en particular, concibiendo generalmente el carácter como aquel sello
personal que diferenciaba a un individuo de otro, y que según el cual se respondía
característicamente ante las diversas situaciones de la experiencia individual,
habiendo tenido mucha difusión, en la primera mitad de la centuria pasada, los
tipos introvertido y extrovertido de Carl Jung (1875-1961).
3.2.1.1. Primeras tipologías de inicios del siglo XX: propuesta entre
1906 y 1909 por los holandeses Gérard Heymans (1857-1930) psicólogo y el
psiquiatra Enno D. Wiersma (1858-1940), continuando el modelo de Wundt
(Martínez-Abascal, 2001). Mas tarde, el sueco H. Sjobring, entre 1913 y 1919,
expuso también una caracterología parecida a la de Heymans-Wiersma,
considerando cuatro factores: Capacidad, valencia, estabilidad y solidez, los
que supuestamente existían en el individuo, bien en cantidad excedente, media
o débil, dando lugar a ocho tipos: el supercapaz (C+), el subcapaz (C-); el
superválido (V+), el subválido (V-); el superestable (St+), el subestable (St-); el
supersólido (So+), y el subsólido (So-). Fue Olof Kinberg quien adoptó la tipología
de Sjobring para el estudio criminológico.
La continuación y difusión de la tipología holandesa de Heymans-Wiersma,
se realizó por el francés Rene Le Senne (1882-1954) quien publicó en 1945 su
Traite de caracterolgie, considerando los ocho tipos caracterológicos de sus
predecesores, en base a la combinación de tres propiedades fundamentales,
polarizadas cada una en dos extremos: a) Emotividad, no emotividad; b) Actividad,
no actividad; c) Primariedad y secundariedad. Más tarde, Gastón Berger (1896-
1960) elaboró un cuestionario para su medición, presentada en su obra:
Caracterologique cuestionario de 1950 (Berger, 1961). Tales tipos
caracterológicos son:
1. Nervioso (emotivo-inactivo-primario)
2. Sentimental (emotivo-inactivo-secundario)
3. Colérico (emotivo-activo-primario)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 89

4 Apasionado (emotivo-activo-secundario)
5. Sanguíneo (no emotivo-activo-primario)
6. Flemático (no emotivo-activo-secundario)
7. Amorfo (no emotivo-inactivo-primario)
8. Apático (no emotivo-inactivo-secundario)
Respecto a la incidencia criminológica de estos tipos, Oscar Blarduni (1963)
expresaba que el más criminógeno de todos es el nervioso. Luego lo son el
amorfo, el apático, el colérico, etc. Esto no supone que los flemáticos no cometan
delitos nunca, aunque es más raro que lo hagan, y cuando lo hacen el crimen
tiene características peculiares.
El Nervioso (E noA P) debido a que es bastante emotivo, siente de manera
muy viva los estímulos del mundo externo, por ser de sensibilidad hiperestésica;
en función de su inactividad sus energías o impulsos no se descargan por una
acción continua, sino más bien por reacciones de tipo agresivo en momentos
determinados, y como es primario, su reacción es inmediata sin meditar las
consecuencias de su acto, condiciones que son favorables para incidir con mayor
probabilidad en un comportamiento antisocial o criminal.
El Amorfo (noE noA P), por sus notas peculiares de carácter, puede también
estar propenso a reacciones que pueden ser de tipo delictivo o antisocial,
además porque es una persona más inclinada a dejarse llevar por las malas
compañías, por faltarle aptitudes para resistir a las sugestiones del grupo o de
un lider.
El Apático (noE noA S), tiene fallas en la esfera moral y volitiva, y a veces
también es mal dotado intelectualmente, por lo que mayormente carecen de
escolaridad adecuada. Estos rasgos posibilitan una mayor incidencia delictiva,
ya sea contra la propiedad o de carácter sexual.
El Colérico (E A P), es bastante activo y de reacciones primarias o
inmediatas, además de ser muy emotivo, por lo que también es otro de los tipos
psicológicos con alta predisposición a caer en un comportamiento delincuencial
o antisocial, debido a su agresividad y combatividad, por lo que puede incidir en
actos de violencia contra las personas.
90 PSICOLOGÍA JURÍDICA

El Sanguíneo (noE A P) es propenso a la buena vida, el placer material,


actuando sin meditar y ser predominantemente activo, por lo que como dice
Blarduni (1963), interviene poco en los delitos contra la propiedad, pero si tiene
mayor participación en los crímenes sexuales y de violencia contra las personas.
El Pasional (E A S), debido a sus rasgos predominantes, es de escasa
incidencia en la criminalidad.
El Sentimental (E noA S), es un tipo caracterológico aún de menor
frecuencia delictiva entre los adultos, aunque en niños y adolescentes, tiene
algún grado de mayor significación que el pasional.
El Flemático (no E A S), es el tipo de mínima incidencia criminológica, lo
que guarda correlación con sus rasgos de no emotividad y secundariedad, que
propician una reacción meditada antes de toda acción.

Cuadro No. 5 Tipos Caracterológicos y criminalidad


Francia – 1959

TIPOS ADULTOS MENORES


Delincuentes Antisociales
- Nerviosos 31.5 % 36.0 %
- Apáticos 22.5 14.0
- Amorfos l6.0 25.0
- Coléricos l6.0 5.0
- Sanguíneos l2.0 15.0
- Pasionales 2.0 0.0
- Sentimentales 0.0 5.0
- Flemáticos 0.0 0.0
100.0 100.0

Los trabajos de René Resten (1963) en Francia presentaron ciertas


correlaciones estadísticas, de estos tipos caracterológicos y la criminalidad en
adultos y en menores (Cuadro No.5). Asimismo consideró también un cuadro
de incidencia porcentual en los delitos de robo, agresión, honestidad y varios,
hallando en todos ellos un alto índice por parte de los nerviosos (38.5, 30.30 y
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 91

36.0 % respectivamente). Los apáticos destacan en delitos contra la honestidad


(sexuales) con el 35.0 %, y luego en el robo con 27.5%. Los amorfos en
agresiones con el 20.0% y robos con 16.5%. Los coléricos sobre todo en las
agresiones con un 30.0%.
De la visión sucinta de tales datos debemos señalar que hay que
considerarlas con limitaciones, y no pretender deducir de ellos que los flemáticos,
sentimentales y pasionales están libres de cometer delítos, ya que por ejemplo
los tipos pasionales pueden realizar actos de violencia, sobre todo “crímenes
pasionales”, por la fuerte tendencia emotiva. Asimismo, respecto a los
sentimentales, Restén (1963) señalaba que estos individuos al no haber podido
resolver sus conflictos debido a su inactividad, soportan durante meses o años
tal situación conflictiva, y que en algún momento de embriaguez pueden cometer
un delito de homicidio, o bien después de un largo periodo de continencia cometer
un delito sexual. Los flemáticos que tengan una inadecuada capacidad moral
pueden ejecutar actividades criminales muy peligrosas, organizadas
meticulosamente y con mucho cuidado. Otra salvedad que debemos hacer, es
que las estadísticas de Restén no pueden ser tomados con mucha confianza,
ya que para tales resultados sólo consideró una pequeña cantidad de reclusos,
61 delincuentes adultos, de los que no se tienen mayores detalles, como edad,
escolaridad, ocupación, reincidencia, nivel socioeconómico y zona geográfica
de la que procedían, entre otros aspectos que inciden en el comportamiento
criminal o condicionan los rasgos de personalidad.
3.2.1.2. Otras tipologías psicológicas desarrolladas en las primeras
décadas del siglo XX: estuvieron ligadas a las formas corporales del individuo,
por el énfasis correlacional que se pusieron con las características somáticas,
tal como la biotipología de Kretschmer con sus tipos esquizotímico, ciclotímico
y viscoso. Asimismo los somatotipos de Sheldon, quien derivó también de ciertas
bases somáticas los temperamentos cerebrotónico, viscerotónico y
somatotónico. Por su parte Fritz Kunkel (1889-1956), psiquiatra alemán adleriano,
siguió una tipología más dinámica (Kunkel, 1964), en la que se preveían
posibilidades de cambio de los tipos caracterológicos, concibiendo cuatro
variedades: Tipo enredadera, tipo astro, tipo nerón y tipo ostra. Estos tipos se
formaban por la integración de las influencias ambientales favorables o
desfavorables y las características biológicas del individuo, ya sea de buena
vitalidad o de baja vitalidad. De estos caracteres se podía deducir que los tipos
92 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Nerón y Astro eran los que correlacionaban con mayor incidencia con ciertas
formas de comportamiento criminal.
3.2.2. PERSONALIDAD Y DELITO: En primer lugar debemos precisar
que no creemos en la existencia de una “personalidad criminal” típica, porque
los datos de diversos estudios sobre el particular no la avalan (Garrido y Clemente,
1983), aunque existen puntos de vista que prestan gran atención a posibles
factores genéticos (Cattell, 1972; Eysenck, 1972) de ciertos rasgos, como se
verá más adelante, pero no como condiciones determinantes. En segundo lugar,
la personalidad no es una realidad puramente psicológica y aislada que condiciona
el comportamiento humano, ya que ella no se puede comprender separada de
su entorno social, parecer que siguen muchos estudiosos (Eysenck, 1976;
Mischel, 1990), ni tampoco desligada de su contexto situacional que es muy
cambiante.
3.2.2.1 Estudios sobre la personalidad: Contemporáneamente las
investigaciones sobre la personalidad no han seguido un modelo explicativo único,
ya que las diversas corrientes psicológicas plantean variados tipos de
comprensión y explicación de dicha dimensión humana, existiendo las visiones
psicoanalíticas, la comprensión fenomenológica, la tesis de los rasgos, la
apreciación conductista, entre otras. Lo indiscutible es que el nombre de
personalidad prácticamente se ha impuesto, habiendo desplazando
progresivamente a la de carácter, que tuvo mayor acogida sobre todo en la
psicología europeo-continental hasta casi la primera mitad del siglo pasado.
Si tomamos como referencia la evolución histórica que plantea Raymond
Cattell (1905-1998), psicólogo inglés, el desarrollo de los estudios sobre la
personalidad habría pasado por tres grandes etapas:
a) La fase literaria y filosófica, una especie de juego de percepción personal y
de creencias convencionales, desde la antigüedad hasta el último novelista
o autor teatral.
b) La fase protoclínica, que es una etapa de observación y teorización
organizada. Destacaron las generalizaciones psiquiátricas como la de
Kraepelín, la tesis de Freud, Kretschmer, entre muchos trabajos.
c) La fase cuantitativa y experimental que empezó a inicios del siglo XX y sus
resultados se aprecian recién en las últimas décadas.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 93

Según Cattell (1972, p. 6), en la fase protoclínica se escribieron cosas


fascinantes respecto de la personalidad, aunque no siempre bien fundadas, y
que cuando se desarrolle la historia en la siguiente generación, probablemente
se diga que “aunque esta segunda fase tuvo hombres de gran talento, como
Jung y Freud, científicamente casi equivalió a un desastre debido a que la
impresionante fachada de su pseudo conocimiento cortó el incentivo para realizar
los modestos experimentos de los que depende el progreso de la ciencia”.
Para Cattell (1972, p. 15 y 17) “la personalidad puede definirse como aquello
que nos dice lo que una persona hará cuando se encuentre en una situación
determinada” y en “un estado de ánimo definido”. Guilford por su parte afirma
que “la personalidad de un individuo es una constelación específica de rasgos”.
Si bien no existe acuerdo entre los psicólogos respecto a la noción de
personalidad, podemos considerar que la idea de Morris y Maisto (2005, p. 378)
más afín a la corriente interaccionista, presenta una noción integral, concibiéndola
como “un patrón único de pensamientos, sentimientos y conductas del individuo,
que persisten a través del tiempo y de las situaciones”. Uno de los últimos
estudiosos más importantes de la personalidad, Theodor Millon (1928-2014),
sigue una perspectiva integradora entre la estructura básica de la personalidad
y su dinámica, considerando a su vez un continuo entre normalidad y patología
(Cardenal et al., 2007), concibiéndose a la estructura como una organización
casi permanente de la personalidad y a la dinámica o estilo como una forma de
expresión (Ortiz-Tallo, 2002).
Actualmente se aprecia que la personalidad se desarrolla a lo largo de la
experiencia vital de cada individuo, sobre todo en sus primeros años, de acuerdo
a sus condiciones internas o base biológica subyacente, es decir que en la
base de la personalidad está sobre todo esa estructura anátomo fisiológica
del sistema nervioso, que responde “temperamentalmente”, de un modo singular
e integrado ante las experiencias y estímulos que inciden en el sujeto. Por ello
afirman algunos autores, que parece razonable considerar que una gran parte
de la formación básica de la personalidad tiene lugar antes de los seis o siete
años de edad, pero que el aprendizaje de ciertos aspectos de esta dimensión
humana puede continuar a lo largo de la vida, existiendo diversas teorías o
modelos de comprensión de la personalidad.
94 PSICOLOGÍA JURÍDICA

A. La teoría de los “rasgos de personalidad”: en el siglo pasado ha tenido


gran auge la tesis de los rasgos como la visión más adecuada de la
personalidad, caracterizada precisamente como un conjunto de
propiedades o rasgos más o menos estables Para muchos autores, William
L. Stern (1871-1938), psicólogo alemán en l934 es el iniciador de esta
tendencia, aunque el habló de “disposiciones”, siendo más bien Gordon W.
Allport (1897-1967) psicólogo norteamericano quien en 1937 prefirió la
denominación de rasgos y la difundió. Para este psicólogo, los rasgos son
“tendencias o predisposiciones determinantes a emitir una respuesta”.
Mientras tanto Cattell (1972, p.18) dice que “por rasgo entendemos una
tendencia a reaccionar, relativamente permanente y amplia.”. Por su parte
Morris (1987, p. 381) afirma que los rasgos son disposiciones “duraderas
dentro del individuo, las cuales hacen que piense, sienta y actúe en unas
formas determinadas.”.Dentro de la tesis de los rasgos se considera que
las personas responden de modo diferente a las mismas experiencias, de
acuerdo con la posición que ocupan en las dimensiones o rasgos de la
personalidad, lo que se conoce como modelo de consistencia.
Para la medición de la personalidad, dentro de la corriente psicométrica,
se emplean diversos tests, habiendo logrado mayor desarrollo el estudio a
través de cuestionarios o inventarios multifásicos de personalidad que miden
los rasgos, los mismos que pueden diferenciarse según Pichot (1960) en:
- Clásicos, como el Inventario de personalidad de Benreuter,
- Psicopatológicos, como el MMPI, el Humm-Wadsworth, y
- Factoriales como el Cattell 16 P.F., y el de Guilford, entre otros.
Destacando sobre todo los psicopatológicos como el MMPI y los factoriales
como el Cattell 16 P.F. y el de Guilford., y en las últimas décadas los
inventarios de Millon: el inventario de estilos para personalidad normal (MIPS
de 1994), el inventario clínico multiaxial de Millon (versiones MCMI-I, MCMI-
II, MCMI-III), entre otros más. También el Inventario de Eysenck; igualmente
la escala de calificación de psicopatía de Robert Hare, 1980 y revisión 1985;
el cuestionario de agresividad de Arnold Buss y M. Perry de 1992, entre
muchas otras pruebas.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 95

1) El Inventario 16 P.F. de Cattell: Raymond Cattell y Odbert hallaron


en 1936 una relación de 4500 términos referidos a los rasgos de
personalidad. Mas tarde Cattell consideró que se podían reducir a
200, porque muchos de ellos eran sinónimos o cuasisinónimos; sin
embargo cuando una persona era clasificada según esos 200 rasgos,
varios de ellos tendían a agruparse, por lo que luego de otros estudios
llegó a la conclusión que 16 rasgos describían la personalidad humana.
También diferenció entre rasgos COMUNES, que se dan en todas las
personas, y rasgos ÚNICOS propios de un individuo.
La primera versión de su inventario para medir la personalidad abarcó
el estudio de 12 rasgos, signados cada uno con una letra de A a O,
despues agregó otros cuatro rasgos, denominados Q1, Q2, Q3, y
Q4, sumando 16 factores o rasgos explorados mediante 187 preguntas
o ítems. Cada pregunta presenta a su vez tres alternativas de
respuesta, entre las que se debe escoger una. Ejemplos:
“99. A veces me irritan demasiado pequeñas contrariedades:
a) Si b) en duda c) no
100. Muy rara vez suelto exclamaciones molestas que puedan herir
los sentimientos de la gente:
a) Cierto b) en duda c) falso “
En función de las respuestas se determinan los rasgos de la
personalidad, y según los datos hallados por Cattell con el cuestionario
16 P.F.,”casi todos los tipos de neuróticos y también de alcohólicos,
adictos a las drogas y delincuentes, resultan anormalmente bajos” en
el factor de fuerza del yo” C (Cattell, 1972, p. 59). En otros términos,
los delincuentes obtienen una puntuación del factor C inferior a lo
normal, tan igual que los neuróticos y psicóticos. Por tanto son más
emotivos de lo debido, y no son capaces de controlar sus impulsos y
estados de ánimo. En cuanto al factor G “fuerza del super Yo”, los
puntos muestran claramente que los delincuentes y psicópatas
también están por debajo de lo normal, pero así mismo se presentan
algo bajo en los sujetos neuróticos. Otro dato importante es que los
delincuentes provienen con más frecuencia de los extrovertidos, y los
96 PSICOLOGÍA JURÍDICA

sujetos psiconeuróticos de los introvertidos. La incidencia de los


delincuentes a ser generalmente más extrovertidos se aprecia tanto
en los datos obtenidos por los cuestionarios, como en las mediciones
objetivas de los factores. Cattell (1972, p. 192) afirma que según los
estudios de Quay y Peterson, también “el delincuente está bajo en C
y en ciertas mediciones afines de adaptación, bajo en fuerza del super-
yo, y alto en extroversión. Para el psicólogo que comprende el
significado y la génesis de estos factores, se hacen más claras y
evidentes las causas y el tratamiento de la delincuencia..”.

Cuadro No 6. Factores de la Personalidad A a Q


Ss. puntuación baja FACTOR Ss. puntuación alta
. RESERVADO: (Sizotimia) A- A+ EXTROVERTIDO (Afectotimia)
. MENOS INTELIGENTE B- B+ MAS INTELIGENTE
(“g” bajo) (“g” alto)
. EMOTIVO (Fuerza del Yo baja) C- C+ ESTABLE (Fuerza del Yo alta)
. HUMILDE (Sumisión) E- E+ ASERTIVO (Dominancia)
. SOBRIO (Desurgencia) F- F+ ALEGRE (Surgencia)
. OPORTUNISTA (Super Yo bajo) G- G+ CONCIENZUDO (Super Yo alto)
. TIMIDO (Threctia) H- H+ ATREVIDO (Parmia)
. DURO (Harria) I- I+ TIERNO (Premsia)
. CONFIADO (Alaxia) L- L+ DESCONFIADO (Protensión)
. PRACTICO (Plaxernia) M- M+ IMAGINATIVO (Autia)
. AMORFO (Candidez) N- N+ AGUDO (Agudeza)
. SERENO (Seguridad) O- O+ APRENSIVO (Tendencia a culpa)
. CONSERVADOR Q1- Q1+ EXPERIMENTADOR
(Conservadurismo) (Radicalismo)
. GREGARIO (Adhesió grupo) Q2- Q2+ AUTOSUFICIENTE
(Autosuficiente)
. INCONTROLADO (Baja Q3- Q3+ CONTROLADO (Alto
integración) autoconcepto)
. RELAJADO (Tensión Q4- Q4+ TENSO (Tensión érgica)
érgica baja)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 97

De tales resultados podemos inferir que mediante este cuestionario y las


puntuaciones en los factores anotados, se podría detectar ciertas
características de personalidad, que si bien no creemos que sean
predisponentes de la criminalidad, serían indicadores de un mal ajuste
personal, que pueden precipitar en ciertas circunstancias un
comportamiento delictivo. El mismo Cattell ya lo reconoce cuando dice
que el “no tener en cuenta la situación es una de las causas principales del
enjuiciamiento erróneo de la personalidad”.
2) El Inventario Multifásico de personalidad de Minnesota (MMPI): Uno
de los inventarios psicopatológicos de mayor uso y difusión, para el estudio
de la personalidad, lo constituye el MMPI, el mismo que fue elaborado por
Starke Hathaway y J.C. McKinley por los años 30 a l940 y revisado a fines
de los años ochenta. Esta prueba consta de diez escalas clínicas
numeradas en forma secuencial: l (Hs), 2 (D), 3(Hi), 4(Dp), 5(Mf), 6(Pa),
7(Pt), 8(Es), 9 (Ma), 0 (Si). Además contiene escalas de validez: ?, L, F, y
K, que permiten señalar el grado de confianza para hacer inferencias sobre
la personalidad del encuestado. El número de ítems es de 566, lo que
condiciona que su aplicación demore hasta dos horas. Cada pregunta del
inventario presenta dos alternativas de respuesta: Verdadero (V) y falso (F)
de las que se debe elegir una de ellas. Ejemplos:
“38. Por un tiempo, cuando era más joven, participé en pequeños robos:
V F
39. A veces siento deseos de destruir cosas.
V F“
Este cuestionario también se emplea dentro de la práctica criminológica y
penal, y de los diversos estudios al respecto se considera que precisamente
la escala 4 de desviación psicopática (Dp), integrado por 50 frases, tiene
como objeto detectar el trastorno antisocial de personalidad, que abarca
individuos con un comportamiento asocial, con mínima angustia y con
ningún o poco sentido de culpabilidad. Rafael Núñez (1968) afirma que los
sujetos normales con alta puntuación en esta escala, generalmente son
rebeldes y no respetan las normas establecidas en su grupo social, además
son egoístas, agresivos, individualistas, entusiastas y muy sensibles. Así
98 PSICOLOGÍA JURÍDICA

mismo, el adolescente con escala 4 alta es rebelde, presenta problemas


en la escuela y generalmente abandona los estudios, y finalmente llega a la
delincuencia . Precisamente Hathaway con Monachesi hicieron estudios
empleando el MMPI con menores delincuentes en 1953, orientado a la
predicción del comportamiento criminal, habiendo planteado que los sujetos
ubicados en la escala de excitación, conformada por 4(Dp), 8(Es) y 9(Ma)
tenían alta tasa de evolución criminal, pero que algunos autores como Di
Tullio (1966) no aceptaban como válido. Tambien Starke R. Hathaway (1903-
1984) y Elio D. Monachesi, presentaron en 1953, el trabajo Analyzing and
predicting juvenile delinquency with the M.M.P.I, en los Estados Unidos.
De lo anterior creemos que es conveniente apreciar el tipo de correlación
de 4(Dp) con otras escalas, y si aparece combinada con elevación de las
escalas 3, 8 y sobre todo la 9, la delincuencia es más frecuente según el
parecer de diversos estudiosos. Precisamente Dahlstrom y Welsh en 1960,
hallaron también que los sujetos con perfil alto en 4(Dp) y 9(Ma) revelaban
claras conductas psicopáticas. Dentro de esta línea de estudio, Roberto
HARE es quizá uno de los autores que mayor énfasis pone respecto a la
validez del MMPI, para diferenciar a los delincuentes psicopáticos de los no
psicopáticos, y en un trabajo con reclusos empleando dicho cuestionario,
afirma que se “ve perfectamente que las dos escalas que mejor permiten
diferenciar a los delincuentes psicópatas de los no psicópatas son la
Desviación psicopática Psycopathic Deviate (Dp) y la de Hypomanía (Ma)”
(Hare, 1974, p. 28). Actualmente existe el MMPI-2 (1989), producto de una
revisión en los años 80 por Butcher, Dahlstrom, Graham., Tellengen y
Kaemmer; así como el MMPI-A revisión 1992, para adolescentes.
Las correlaciones criminológicas, tanto del 16 P.F. de Cattell como del MMPI
debemos tomarlas con cautela, en el sentido de no pretender estar ante
test psicométricos capaces de detectar a los delincuentes, sino más bien
ante instrumentos de diagnóstico psicológico que nos indican que ciertos
rasgos o tipos de personalidad se presentan con elevada frecuencia en los
grupos de delincuentes disociales, pero que también se manifiestan en
personalidades que no son delincuentes.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 99

3) El Inventario clínico multiaxial de Millon (MCMI): Es un inventario, entre


otros, que fue diseñado por Theodore Millon (1928-2014) para detectar
trastornos psicológicos, entre ellos los trastornos de personalidad,
habiéndose desarrollado tres versiones, el MCMI-I, que se reformuló en la
forma MCMI-II para adaptarla a la DSM-III, que fue la clasificación psiquiátrica
norteamericana de 1980. La última versión es el MCMI-III que se adapta al
DSM-IV de 1994.
Este inventario “sirve para proporcionar información en tareas de evaluación
y tratamiento de personas con dificultades emocionales e interpersonales.
Su utilidad es fundamentalmente clínica y de investigación, no siendo
recomendada su utilización en poblaciones normales”. (Ortiz-Tallo et al.,
2002, p.147). El MCMI-II consta de 175 ítems, cada uno de los cuales debe
ser contestada como verdadera (V) o falsa (F), y que generalmente se
resuelve entre 20 a 30 minutos. Abarca 10 escalas que evalúan trastornos
de personalidad: esquizoide, evitativo, dependiente, histriónico, narcisista,
antisocial, agresivo/sádico, obsesivo-compulsivo, pasivo/agresivo, y
autodestructivo; además de tres escalas relacionadas con graves
alteraciones de personalidad: esquizotípico, límite y paranoide. El MCMI-II
ha tenido una aplicación importante en el campo de la criminalidad y otras
formas de conducta desviada.
4) Otros inventarios: Existen también otras técnicas más específicas para
evaluar criminales y psicópatas, destacando el Cuestionario de personalidad
de Eysenck y Eysenck (EPQ-A) para adultos, aplicable a partir de los 16
años de edad, que mide tres dimensiones básicas de la personalidad:
neuroticismo, extraversión y psicoticismo, además la sinceridad. Asimismo
la Escala de calificación de la psicopatía de Robert Hare, cuya primer
versión de 1980 contenía 22 ítems, y la revisión de 1991 que tienen 20
ítems.
5) Las “Cinco Grandes” dimensiones de la personalidad: Los estudios
actuales de los rasgos de personalidad han llegado a establecer cinco
grandes (Big five) dimensiones básicas o sobresalientes de la personalidad
(Morris y Maisto, 2005; Ortiz-Tallo et al. 2006; Sánchez y Robles, 2013), y
que son los siguientes:
100 PSICOLOGÍA JURÍDICA

* Neuroticismo o estabilidad emocional


* Extraversión
* Amabilidad
* Responsabilidad o escrupulosidad
* Apertura a la experiencia
Empleando el cuestionario que miden los “cinco grandes”, en relación a la
conducta delictiva, no se encuentran resultados discriminatorios claros,
comparado con otros tests más específicos, además no hay que olvidar
que el comportamiento delictivo no se puede explicar sólo en base a
patrones de personalidad, debiendo considerarse la integración de variables
biológicas, psicológicas y sociales (Sánchez y Robles, 2013; Solís, 2017)
B. El modelo situacionista o de especificidad: Otra perspectiva que
debemos considerar, es que los estudios sobre los rasgos de personalidad
precisan que éstos no determinan necesariamente un tipo de
comportamiento ineluctable en el sujeto que posee dichos rasgos, ya que
se deben considerar otras variables, como la situación en que se halla el
sujeto. Este desarrollo se conoce como modelo de especificidad o la
perspectiva situacionista, uno de cuyos impulsores es el psicólogo austriaco
radicado en estados Unidos, Walter Mischel (n.1930) entre1968 y 1982.
Esta tendencia considera que probablemente las características conocidas
de una situación provocan constantemente el mismo comportamiento, esto
es que el ambiente determina la conducta. Según dicho autor, diversas
investigaciones han demostrado que el desempeño en la medida de los
rasgos se ve afectado por el contexto, y que tal conducta es modificada
por variados cambios ambientales, y aunque las personas suelen exhibir
consistencia en sus cuestionarios y calificaciones, esos resultados no
predicen de manera inequívoca su comportamiento real en situaciones
específicas. Mischel (1990, p. 178) dice al respecto, que “todos los
individuos pueden exhibir consistencia en lo que se refiere a su propia
conducta en algunos rasgos (Bern y Allen, 1974), pero en muchos otros la
mayoría de los seres humanos exhibe muy poca consistencia de una
situación específica a otra.”.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 101

C. El modelo interaccionista: considera que tanto los rasgos como la


situación inciden en la personalidad, considerándose dentro de esta
perspectiva a las teorías cognitivo-sociales de la personalidad
En suma, la teoría de los rasgos, la visión situacionista y la tesis de
integración de la personalidad, así como las técnicas psicológicas para su
medición, en lo referente al crimen, tienen que ser considerados bajo
criterios no tan rígidos, sino en sus correlaciones anotadas y con las
limitaciones que aún existen en la predicción de la conducta humana y en
particular del acto delictivo.
Otro aspecto importante a considerar es el llamado Locus de control
percibido “que parece influir en la manera en que la gente reacciona ante
muchas situaciones.” El control Interno se refiere a la percepción de los
eventos, sean positivos o negativos, como efecto de las propias acciones,
y por ello bajo control personal. El control Externo se refiere a la percepción
de que los sucesos positivos o negativos, como eventos que no tienen
relación con la propia conducta. Las personas parecen reaccionar de muy
diversa forma ante los hechos en que los resultados parecen depender del
azar o el medio o las que más bien parecen depender de sus propias
habilidades. Al respecto existen datos que indican una mayo tendencia de
los delincuentes a la auto exculpación y explicar su conducta bajo la
tendencia del locus de control externo (Lopez Latorre, 2008).
Además, como anota Gross (2000), algunos estudiosos al “tratar de
establecer factores en términos de los cuales se pueda comparar a todas
las personas, adoptan un enfoque nomotético”; mientras que aquellos
“investigadores que creen en las características únicas de cada individuo
representan el enfoque ideográfico”. Sin embargo, en el estudio de la
personalidad existen algunos aspectos o rasgos comunes en los seres
humanos (enfoque nomotético); pero también se pueden dar algunos
aspectos que no se dan en otros individuos, que son únicos en las personas
(enfoque ideográfico).
3.2.2.2. Teoría de Hans Eysenck: El psicólogo inglés de origen alemán
Hans Eysenck (1916-1997), planteó en 1964 que existen correlaciones entre
personalidad y delincuencia. Su concepción al respecto la encuadramos como
de orden psicobiológica, aunque Yates la cataloga como teoría general de la
102 PSICOLOGÍA JURÍDICA

socialización. El afirmó en sus primeros estudios que en cada persona existen


las dimensiones de introversión-extraversión y la de estabilidad-neuroticismo,
con fundamentos biológicos o genéticos, y que conjuntamente con el
condicionamiento determinan la personalidad comportamental. De los
experimentos hechos por el autor y otros científicos, dedujo la hipótesis de que
hay una fuerte predisposición hereditaria subyacente al comportamiento
extravertido o introvertido, así como para la estabilidad-neuroticismo. Para llegar
a tal afirmación consideró los estudios de los gemelos univitelinos, utilizando
una variedad de estímulos en situaciones diversas y otras investigaciones
adicionales en 1972 y 1976.
Las fuentes de la emotividad (estabilidad-neuroticismo) están en el sistema
nervioso autónomo, las que dan lugar a reacciones específicas en cada persona.
Las bases de los fenómenos de excitación e inhibición (introversión-extraversión)
tienen relación con las neuronas del córtex, tesis derivada de los estudios de
Iván Pavlov, posteriormente vinculado al “sistema de activación reticular
ascendente” (SARA). Además Eysenck afirmaba que especialmente los
extravertidos desarrollan rápidamente la inhibición, mostrando alto grado de
inhibición y eliminandola lentamente. Por su parte los introvertidos en cambio
desarrollan la inhibición más despacio y en menor grado y la eliminan con mayor
rapidez. En cuanto a la excitación, los introvertidos la desarrollan con mayor
rapidez e intensidad, mientras que los extravertidos con más lentitud y debilidad.
Eysenck agrega también que la lesión cerebral incrementa la inhibición total que
afecta al córtex, y deduce de ello que los niños y adultos con lesión cerebral se
comportan de forma más extrovertida que los normales, lo que también se
manifestaría en los lobotomizados.
Estos fundamentos biológicos, en base a los estudios que ha efectuado,
sirvieron a Eysenck para decir que los extravertidos que acumulan alto potencial
de inhibición durante el proceso de condicionamiento, resultarán más difíciles
de socializar y se condicionarán con menor intensidad que los introvertidos, que
en principio acumulan relativamente poca inhibición. De lo que se desprende
también que los introvertidos se condicionarán mucho mejor que los extravertidos.
Sin embargo anota que nada de “cuanto hasta ahora hemos dicho puede inducir
al lector a pensar que el entorno no ejerce ninguna influencia como causa del
delito. Ninguno de los autores mencionados hasta ahora suscribiría una
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 103

afirmación semejante. La noción misma de delincuencia o de delito sería absurda


sin un contexto de aprendizaje, de experiencia social y, genéricamente, de
interacción entre los hombres. Lo que demuestran las cifras es que la herencia
es un fuerte factor de predisposición en la realización o ejecución del delito”
(Eyenck, 1976, p. 93). En suma, lo que planteó es que la personalidad
comportamental (Pc), la personalidad fenotípica que observamos en la vida
cotidiana, es la resultante del genotipo (herencia) y del entorno o ambiente: Pc =
Pg. E
La dimensión excitación-inhibición es de orden genotípica, que en el proceso
de condicionamiento y frente a ciertas influencias ambientales (E), va a dar el
comportamiento de tipo extravertido o introvertido. Eysenck sugiere que
posiblemente la formación reticular ascendente es la sede fisiológica donde
radica el soporte de tal dimensión. Proceso similar se daría para la emotividad
(estabilidad-neuroticismo), que junto con la anterior, pueden dar lugar a diversas
combinaciones (Figura No. 1).

Fig. 1 Dimensiones de la personalidad

Neuroticismo
Distímicos Psicópatas

Introversion Extroversión
-

Estabilidad
En base a lo anterior, este autor planteó que los psicópatas y ciertos
delincuentes se caracterizan precisamente por el predominio de la dimensión
extraversión-neuroticismo (emotividad) extremas, y en los que debido al
predominio de la inhibición el proceso de condicionamiento social es más difícil.
104 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Asimismo, entre otras anotaciones, Eysenck (1976, p. 145) afirmaba, que los
psicópatas y otras personas, de acuerdo con su hipótesis, “son precisamente
aquéllas en las que no se ha producido un condicionamiento de las respuestas
sociales. Disponemos de pruebas suficientes para sugerir que las respuestas
autónomas, condicionadas de acuerdo con el sistema ordinario de Pavlov,
constituyen la base de lo que normalmente llamamos conciencia. La conciencia
es, efectivamente, un reflejo condicionado”
Agregaba además que en cuanto a factor disuasivo del delito, la reacción
autónoma, la conciencia condicionada del delincuente en potencia, tiene mucho
más fuerza que las fuerzas de la ley y el orden establecidos. De ello afirma que
la “conciencia” es principalmente, el factor fundamental que nos hace
comportarnos de una manera moral y socialmente aceptable. La delincuencia
se explicaría entonces, tomando en cuenta las siguientes consideraciones
deducidas de todo lo anterior.
a) Es de esperar, que los experimentos de condicionamiento revelen, que los
psicópatas y los extravertidos manifiesten menos condicionabilidad que
los neuróticos y los normales.
b) Las personas que cometen delitos y otros actos antisociales serán más
extravertidos de las que se abstienen de realizar esos actos. Según
Eysenck, en este segundo enunciado existe mayor número de pruebas
confirmatorias.
c) Los patrones de conducta vinculados con la introversión-extroversión y con
la estabilidad-neuroticismo, tienen unas bases sustancialmente hereditarias.
Posteriormente en 1976 incluyó la dimensión psicoticismo, que no está
relacionado con problemas psicóticos, sino más bien se corresponde con la
noción de psicopatía (Otin, 2010). De este modo la personalidad estaría
conformada por tres dimensiones:
Extraversión (E) frente a introversión,
Neuroticismo (N) frente a estabilidad, y
Psicoticismo (P) frente a control de impulsos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 105

Fig. 2 Tridimensión de la personalidad

Neuroticismo

Psicoticismo

Introversión Extraversión

Control
Estabilidad

En función de estas dimensiones la tesis final de Eysenck, al que se le


conoce como el modelo PEN, considera que en la conducta delictiva subyace
alto psicoticismo (P), alta extraversión (E) y alto neuroticismo (N). Sin embargo
la evidencia empírica confirma sobre todo amplio soporte de la incidencia de P e
inconsistencia de las dimensiones E y N. Al respecto López y López (2003, p.7)
dicen que el “mismo Eysenck en 1997, concluyó que de las tres dimensiones,
era el Psicoticismo la dimensión que aparecía más claramente relacionada con
la delincuencia (psicopatía primaria), mientras que Extraversión y Neuroticismo
estaría relacionadas con la psicopatía secundaria”. Asimismo en un estudio con
adolescentes (Moran, et al, 2016) concluyen que el alto psicoticismo incluye
rasgos de conducta antisocial, mientras que la baja puntuación se da en personas
que se hallan dentro de la normalidad predominando el control de impulsos.
Según Aubrey Yates (1973), en la teoría de la socialización son importantes
las diferencias individuales en el que hay que considerar tres factores:
. Las diferencias de personalidad
. La cantidad y clase de entrenamiento
. Las diferentes definiciones culturales de lo que constituye la conducta
antisocial.
Gordon Trasler (1929-2002), que también sigue este modelo en su obra
The explanation of criminality de 1962, a diferencia de Eysenck, ha prestado
106 PSICOLOGÍA JURÍDICA

mayor atención a las diferencias de clase social en relación al proceso de


socialización y su contacto con influencias delictivas.
Actualmente existe interés por considerar las variables de la personalidad
en las teorías criminológicas, tomando en cuenta los aportes de Eysenck y
también la tesis del autocontrol y la variable impulsividad (Alcazar y Bouso, 2008).
3.2.3. TEORIAS PSICOANALITICAS: Existen diversas ideas explicativas
del delito desarrolladas por el psicoanálisis, tesis que en la primera mitad del
siglo XX fue la más difundida dentro del campo criminológico. Por ello Ellis y
Gullo (1978, p.121), con preocupación decían que “por desgracia, el psicoanálisis
se utiliza con frecuencia como sinónimo absoluto de análisis psicológico o
psicoterapia”, idea que fue y a veces sigue vigente en círculos jurídicos y
criminológicos (Luzón, 1982).
3.2.3.1. La Concepción de Sigmund Freud: Aproximadamente en 1915
Freud publicó un artículo “El delincuente por sentimiento de culpabilidad” (Freud,
1948), dando origen a lo que se llamó luego psicoanálisis criminal, que ha tenido
tantas expresiones e interpretaciones de índole criminológica. Sin embargo, ya
antes, en “Totem y Tabú” de 1912, había planteado algunas interpretaciones,
desarrolladas luego por T. Reik, que algunos penalistas acogieron y aún aceptan
como explicación de la pena. Siguiendo los argumentos de su ensayo de 1915,
Freud creía que una forma de delincuencia se basaba en los fuertes sentimientos
de culpabilidad que sufría la persona que no había podido superar su complejo
de Edipo. Decía haber observado sujetos que sufrían un penoso sentimiento de
culpabilidad de origen desconocido, y una vez cometida una falta concreta,
sentían mitigada la presión del mismo, lo que significaba que tal sentimiento
existía antes del delito. También consideró que había otro grupo de delincuentes,
no condicionados por el sentimiento de culpabilidad, porque “no han desarrollado
inhibiciones morales o creen justificada su conducta contra la sociedad”. En
base a táles interpretaciones se elaboraron por otros psicoanalistas, diversas
tesis explicativas del delito que llegan muchas veces al absurdo. En la mayoría
de ellas juegan papel importante la concepción pansexualista y su desarrollo en
el individuo, pasando por las etapas:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 107

Oral: Desde el nacimiento hasta los 18 meses aproximadamente,


Anal: Desde el año y medio a los dos años y medio.
Fálica: Desde los tres hasta los seis años aproximadamente, y
Etapa de latencia: entre los seis y siete años, en que surge el famoso
“Complejo de Edipo”, que se caracteriza por la atracción erótica que siente el
menor por el progenitor de sexo opuesto, y a su vez rechazo u hostilidad hacia el
del propio sexo.
Otros conceptos claves del psicoanálisis son la tesis del subconciente y la
estructura del aparato psíquico integrado por el Ello o Id, el Yo o Ego, y el Super
Yo o Super Ego, con predominio de los procesos inconscientes. Frente a la
comprensión del delito debido a supuestos sentimientos de culpabilidad, por
un Complejo de Edipo no superado, consideramos que no existiendo prueba
científica de tal complejo, sino más bien argumentos sociales y culturales
que lo desmienten, tal teoría carece de solidez, aunque los psicoanalistas confían
en la realidad de tal complejo. Albert Ellis, un renombrado psicólogo que luego
de haber sido psicoanalista abandonó dicha tesis, plantea conjuntamente con
Gullo (1978, pp. 124-125) diversas críticas a la teoría freudiana.
a) “Existen pocas pruebas, como insiste Jones y como explica Melanie
Klein, de que los niños normales estén preocupados por celos, odios
e impulsos homicidas gran parte del tiempo.”
b) “No hay razón para creer que los niños demandan invariablemente la
atención exclusiva de sus madres y que, por ende, odian a sus padres de
manera inevitable. Es obvio que muchos niños admiran más a sus padres
que a sus madres y sienten cierto resentimiento hacia las madres porque
los alejan del afecto paterno.”
c) Cuando hay problemas de amor o celos que alienten el hecho de que los
niños resientan a uno o ambos padres, no hay evidencias bien definidas,
como lo indica Freud, “de que el conflicto en cuestión se base en última
instancia en fundamentos de tipo sexual.”
d) “El sistema del id, el ego y el superego es en gran parte ficticio y consiste
en un manejo poco científico de las “partes”de la personalidad, que en
realidad no poseen ninguna existencia independiente, no están abrumadas
de “energía instintiva” y no “impulsan” al individuo a realizar nada.”
108 PSICOLOGÍA JURÍDICA

3.2.3.2. Tesis de Theodor Reik (1888-1969), psicólogo austriaco, quien


en 1932 publicó The unknown murderer (Psicoanálisis del crimen: El asesino
desconocido). El planteamiento de Reik es que generalmente el asesino quiere
ocultar el delito cometido, pero también en forma inconsciente quiere mostrarlo.
En este supuesto, siguiendo la tesis de Freud planteada en el delincuente por
sentimiento de culpabilidad, sucede que debido a la culpa inconsciente, los
criminales a menudo dejan pistas que pueden llevar a su identificación y posterior
detención.
Desde la perspectiva de la sociedad ocurre también que cuando se
manifiesta un hecho delictivo, la población se preocupa y quiere que se descubra
al autor o criminal desconocido, lo que se expresa asimismo en las noticias que
se transmiten en la televisión, los diarios y entre otros medios de comunicación.
Como anota Luis Rodríguez (1995, p. 382) “los “psicoanalistas interpretan esto
como un sentimiento de culpa inconsciente, que tiene sus raíces en el complejo
de Edipo, en el cual el niño desea a la madre y anhela dar muerte al padre”. Por
ello, el deseo que se descubra al criminal desconocido, origina que nos permita
sentir que nosotros no somos los culpables y disminuya nuestro sentimiento de
culpabilidad inconsciente.
3.2.3.3. Tesis de Franz Alexander y Hugo Staub: Ambos publicaron en
1929 el libro El delincuente y sus jueces desde el punto de vista psicoanalítico.
Como se podrá deducir del título del trabajo de dichos autores, la tendencia
analítica era el fondo teórico sobre el que desarrollaron la explicación del crimen.
Sin embargo la comprensión del delito fue presentada considerando algunas
variantes no señaladas antes por Freud, aunque sí tomando como puntos
básicos los conceptos y postulados psicoanalíticos., como el impulso o instinto
tanático o de muerte, con el que nace todo ser humano y que persiste toda su
vida.
Plantearon sobre tales bases (Alexander y Staub, 1961) el “innatismo
criminal”. Afirmando al respecto que todo “hombre es innatamente un criminal”,
es decir un inadaptado, y que conserva en su plenitud esa tendencia durante los
primeros años de la vida. La adaptación del sujeto a la sociedad comienza después
de la victoria sobre el complejo de Edipo, en su período de latencia descrito por
Freud, que empieza entre el cuarto y sexto año de edad y termina en la
adolescencia. La única diferencia entre el hombre normal y el delincuente, es
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 109

que el normal logra dominar parcialmente sus instintos motores criminales, y


los desvía hacia otros fines socialmente inocuos. Frente a la criminalidad, y
observando posiblemente la variedad de delitos y delincuentes, plantearon una
clasificación de los mismos siguiendo una perspectiva amplia, considerando
dos grandes grupos:
A. Criminales crónicos: que abarca cuatro subgrupos especiales:
1) Criminal condicionado orgánicamente, que incluía a deficientes
mentales (imbéciles), enfermos mentales, orgánicos, alcohólicos y
toxicómanos.
2) Criminal neurótico, en el que se incluían a los delincuentes por
sentimientos de culpabilidad y algunos afines, conforme a la
explicación freudiana.
3) Criminal normal con Super Yo criminal, que incluye a individuos
adaptados a una sociedad especial, con una moral propia, que se
podría llamar “moral criminal”, diferente a la moral dominante. Son
criminales no neuróticos.
4) Criminal genuino, que sería un caso límite imaginable de hombre que
no ha recibido ninguna especie de adaptación social, y sería en
consecuencia un ser sin Super Yo. Sin embargo, los mismos autores
de esta tesis dudan de su existencia real. Incluso A. Hesnard (1963),
no obstante su posición favorable al psicoanálisis, calificó de tesis
simplista a la afirmación de un criminal sin Super Yo.
B. Criminales accidentales o agudos: que comprende dos variedades de
delincuentes:
1) Delincuentes por equivocación o negligencia, en los que el Yo al estar
concentrado en una cosa distinta de la situación, es desbordado por
la tendencia criminal inconsciente.
2) Delincuente situacional, originado sobre todo por choques
emocionales o afectivos que lesionan el sentimiento de lo justo, y
entonces el poder impeditivo del Super Yo queda anulado en el caso
concreto.
110 PSICOLOGÍA JURÍDICA

De lo expuesto sumariamente se aprecia que F. Alexander y H. Staub,


ante la variedad de sucesos criminales y de formas delictivas, han
adaptado la tesis analítica, siguiendo la cuestionada tendencia criminal
innata del hombre, el “Complejo de Edipo” y la teórica tripartición de la
personalidad (Ello, Yo, Super Yo), motivada por supuestas fuerzas
inconscientes.
Puntos de vista algo afines a los de Alexander y Staub, presenta
también Kate Friedlander (1950), pero sobre todo Abrahamsen (1946)
3.2.3.4. Planteamientos de Abrahamsen: David Abrahamsen (1903-2002),
psicoanalista noruego, siguió criterios similares a los de Alexander y Staub con
algunas adiciones, en su obra Delito y psique de 1944, dividiendo a los
delincuentes también en dos grupos (Abrahamsen, 1946):
A. Delincuentes agudos o de momento: con tres variedades.
a) Delincuentes por situación: Aquellos delitos que se cometen por efecto
de la oportunidad, o debido a una situación apremiante.
b) Delincuentes por accidente: por negligencia o casualidad
c) Delincuentes por asociación: Que circunstancialmente se asocian
con personas con “módulos criminales”.
Según Abrahamsen (1946) los delincuentes agudos son más numerosos,
y que también existen tipos de transición entre esas categorías. Este
delincuente “no revela ningún patrón criminal definido en su personalidad.
Tan pronto como ha realizado el acto delictivo quiere deshacerlo, pues lo
condena su superego.”
B. Delincuentes crónicos: Comprende cinco variedades
a) Delincuentes con trastornos orgánicos o funcionales del cuerpo o del
cerebro: como los esquizofrénicos, los deficientes mentales, los
parésicos generales, y las personas con lesiones en la cabeza que
muestran cambios subsecuentes en la personalidad.
b) Delincuentes crónicos por situación, por accidente y por asociación:
se desarrollan partiendo de los delincuentes agudos que cometen
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 111

nuevos delitos. Sobre todo el tipo por Asociación, que llega a ser
habitual. Tienen un defectuoso desarrollo de su superego.
c) Delincuentes neuróticos y compulsivos: sobre todo los obsesivo
compulsivos, y son hasta cierto punto personas que no han llegado a
la madurez sexual. Los delitos en este grupo son la cleptomanía, la
piromanía, la ninfomanía, la dipsomanía, la dromomanía, la manía
homicida, entre otros
d) Delincuentes con características neuróticas. Grupo de criminales que
se describen a menudo como personalidades psicopáticas. “Un rasgo
distintivo de su conducta es la agresión, que es una forma de
autodestrucción crónica.”. Las personas de este tipo pueden actuar
como neuróticos o como criminales. Alexander fue el primero que
introdujo el concepto de “carácter neurótico”, y abarca un grupo
numeroso de neurosis “cuya característica consiste en incurrir en
una conducta antisocial más bien que en expresiones neuróticas.
e) Delincuentes con desarrollo deficiente del superego: Son personas
que han crecido en un med io de delincuencia que existía previamente
o que ellos han fomentado. Están identificados con las actividades
antisociales y no temen el castigo. Sus actos criminales son
aprobados por su ego y su superego. “Socialmente, este delincuente
es el individuo más peligroso” y son incorregibles según Abrahamsen.
Años despúes, en 1970, Abrahamsen planteo su tesis sobre el varón
homicida también bajo una visión psicoanalítica, en su obra: Our violent
society, argumentando que el crimen violento del varón, se basaría en sus
sentimientos inconscientes de querer demostrar a su madre que no es un
ser insignificante, y que puede vengarse de ella por haberlo rechazado.
Esta versión psicoanalítica cree que:
a) Los que cometen delitos violentos han sido gravemente rechazados
por su madre.
b) Ellos sienten amargamente este rechazo.
c) Esa experiencia es en todo caso inconsciente.
112 PSICOLOGÍA JURÍDICA

d) Siempre tratan de demostrar a su madre lo importante que son,


e) Ellos creen que efectuar actos de violencia o matar a otras personas,
demostrará en forma ostensible su importancia.
En obra posterior, The murdering mind (La mente asesina) de 1973, David
Abrahamsen (1976), igualmente desde la perspectiva psicoanalítica, analizó la
importancia de la relación entre el homicida y su víctima, señalando también
determinadas características del homicida.
3.2.3.5. Tesis de C. K. Mc Night y Colaboradores: Trata de explicar el
matricidio desde la visión psicoanalítica, en un artículo publicado en 1966:
“Matricide and mental illnes” (Canadian psychiatric association journal, 11, pp.
99-106), basado en la hipótesis que denominaron “Complejo de Orestes” y la
“Crisis Catatímica”. Para ello recurrieron a la mitología griega, en la que Orestes
hijo de Agamenón y Clitemnestra, luego que su madre conjuntamente con su
amante Egisto asesinara a su padre, enfurecido por tal hecho y con la ayuda de
su hermano mató a su vez a su madre Clitemnestra y a Egisto.
En base a tal leyenda, Mc Night y sus colaboradores, creen que los hombres
que matan a sus madres imitan a Orestes y defienden el honor de sus padres
que fueron traicionados. Como dicen Ellis y Gullo (1978, p. 129), francamente
“no damos mucha importancia al Complejo de Orestes como causa primordial
del matricidio”, porque no tiene ninguna base objetiva, sino tan sólo una libre
interpretación subjetiva.
3.2.3.6. Propuesta de M. N. Walsh: Constituye otra variante de explicación
psicoanalítica del homicidio, presentado en 1966, en el artículo: “A contribution to
the problem of recurrente mass homicide” (Journal of the Hillside Hospital, Vol.
15) postulando que el poder creciente de las armas de aniquilación masiva se
vinculan con el deseo de alcanzar un poder que sobrepase al del padre, aunados
a los sentimientos de culpabilidad edípicos. Ellis y Gullo (1978, p. 141) cuestionan
también esta tesis analítica, y afirman que es “mucho más probable que cuando
los varones de nuestra sociedad desarrollan impulsos homicidas por sus deseos
de poder, se están esforzando muchas veces en superar sentimientos de falta
de valor y desajustes”, y que la interpretación de M.N. Walsh “es probablemente
una bazofia psicoanalítica descarada”.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 113

Realmente hay gran variedad de otras versiones psicoanalíticas para la


comprensión del delito y el tratamiento del delincuente (Sanchez, 1981), que
han sido desarrolladas por autores como, Marie Bonaparte en 1929, Gustav
Bichowski en 1935, P. Lehrman en 1937, R.S. Banay en 1941, Frederic Wertham
en 1941, Joseph Belberg en 1943, H.A. Bunker en 1944, Melita Schmideberg en
1949, Ernest Jones en 1954, G. J. Rose en 1960, Walter Bromberg en 1962,
entre otros tantos.
En suma, opinamos que las tesis psicoanalíticas del delito y la conducta
antisocial carecen de objetividad científica, y más bien constituyen explicaciones
inconsistentes que no han contribuido al desarrollo psicológico criminal. Este
punto de vista crítico se basa en aspectos metodológico científicos que son
señalados por Mario Bunge, quien califica al psicoanálisis de pseudociencia; así
como argumentos desde la misma psicología e incluso de ex-psicoanalistas
como Albert Ellis (1978, p. 159), quien textualmente afirma que “casi todas las
teorías psicoanalíticas sobre la criminalidad plantean exigencias imposibles de
credulidad y se enuncian de una manera que hace que sean inaceptables casi
con toda seguridad”. A. Baratta (1986, p.53), desde la óptica de la criminología
crítica señala que no obstante “la importante función crítica ejercida por las teorías
psicoanalíticas de la criminalidad frente a la ideología de la defensa social, es
menester decir que no han logrado superar los límites fundamentales de la
criminología tradicional.”, siguiendo la orientación positivista.
3.2.4. FRUSTRACION-AGRESION Y DELITO: La agresión tiene interés
en el ámbito criminológico, sobre todo las condiciones que la generan, entre
ellas la frustración.
3.2.4.1. La agresión humana: No obstante que es un fenómeno presente
dentro del repertorio conductual humano, su delimitación conceptual no es
sencilla, no existiendo una noción que satisfaga a todos. Al respecto Goldstein
(1978, p. 21) dice: “La conducta agresiva es un acto complejo, basado en una
cantidad de factores que actúan en forma simultánea. Para que se produzca la
agresión, debe existir algún impulso a agredir, deben superarse las inhibiciones
que actún en contra de la agresión, y la situación debe ser adecuada, en términos
de la oportunidad y capacidad para agredir, y de la disponibilidad de un blanco
para la agresión.” Todo esto supone que pueden darse manifestaciones agresivas
en función de diversos factores que pueden condicionar o precipitar dicho
114 PSICOLOGÍA JURÍDICA

comportamiento, desde factores genéticos, sociales, bioquímicos, patológicos


o situaciones frustrantes, entre otros. Sin embargo hay que aclarar, que no toda
agresión es resultante de la frustración, sino que en algunos casos puede ser
efecto del aprendizaje u otras variables. Al respecto Fritz Redl (1902-1988) y
David Wineman decían (1959) ya en el siglo pasado, en el libro Children who
hate:… (Niños que odian), que el sociólogo y el antropólogo han demostrado la
capacidad de engendrar odio que poseen la pobreza, la desigualdad y la
desorganización social, las tensiones producidas por el hacinamiento y las
relaciones vecinales.
En suma, como anota Goldstein (1978, prefacio) la agresión “es la conducta
cuya intención es producir un daño físico o psicológico a otra persona”. Sin
embargo existen diferencias entre la agresión que en cierto modo responde a
una provocación, en la que predomina la cólera u hostilidad; frente a la agresión
que se orienta a obtener algo, como bienes ajenos u otro fin, distinguiéndose
por algunos autores, entre la “agresión hostil” descrita por Dollard, de la “agresión
instrumental” que es un medio para el logro de otra meta, como el lesionar a una
persona para arrebatarle o robarle algo (Perlman y Cozby, 1985; Cloninger, 2003).
3.2.4.2. Nociones de Frustración: El concepto de este fenómeno si bien
no es unívoco entre los diversos autores, existe en todo caso coincidencias,
entre ellos, por ejemplo J. Whittaker (1971, p. 483) dice que la frustración “se
refiere a las circunstancias que determinan en que una necesidad o motivo
fracasen en ser satisfechos. El estado interno de trastorno emocional que
acompaña a esos sucesos es denominado “presión psicológica”, “tensión” o
“ansiedad””. Cofer y Appley (1971, p. 409) afirman que la frustración “implica
que no se ha llevado a su meta o a su conclusión una línea de acción, o que no
se ha alcanzado un estado final de algún tipo, o que no se ha logrado materializar
una solución a una consecuencia esperada..”. Verplanck, citado por Cerdá (1971,
p. 522) dice que “una frustración es algún impedimento que dificulta que el
organismo haga alguna respuesta.”. Para W. Mischel (1990, p. 398) la “frustración
ocurre cuando una secuencia de conducta encaminada hacia determinado
objetivo se ve interrumpido, de modo que su terminación y el logro de los objetivos
deseados se retrasan o se cancelan.”. Dentro de estos conceptos se puede
considerar que para que ocurra una frustración se requieren dos precondiciones:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 115

a) la existencia de un impulso o motivo alertado previamente o no


recompensado, y
b) alguna forma de impedimento o interferencia que dificulta el logro del impulso
o motivo.
En este caso, según señala Arnold Buss (1969), la frustración puede ser
consecuencia de una serie de operaciones: barreras, fracasos, factores de
distracción, conflicto, omisión de recompensa, que ocurren en alguna secuencia
del comportamiento. Además, generalmente la frustración intensa ocasiona un
estado de excitación emocional y cambios corporales fisiológicos que se hallan
bajo el control del sistema nervioso autónomo.
3.2.4.3. Frustración-Agresión: Los primeros estudios que plantearon una
correlación entre frustración y agresión se hicieron por John Dollard (1900-1980)
y colaboradores presentados en el libro Frustration and aggression en 1939. La
idea central decía que la agresión era una resultante o función de la frustración
sentida por el sujeto. La frustración se entendía como la situación experimentada
por una persona al producirse un bloqueo o dificultad que impedía el logro u
obtención de uno de sus objetivos. Inicialmente la hipótesis de Dollard fue que
toda frustración provocaba agresión, y que toda agresión presuponía siempre la
existencia de una frustración (A. Rodríguez, 1976; Cloninger, 2003), pero tal
afirmación resultaba muy genérica, sobre todo en los seres humanos. Para Roger
Johnson (1976) esta hipótesis de la frustración y agresión tiene mucho de verdad,
pero es muy simple y general, y que su comprensión de la agresión es muy
limitada. Al respecto debemos anotar que las frustraciones pueden generar no
solo violencia física, sino también algunas otras manifestaciones emocionales.
Sin embargo, según una variedad de estudios posteriores, está probado que no
siempre una frustración produce necesariamente agresión, pudíendose dar otras
reacciones.
A. Reacciones o respuestas ante la frustración: Sobre tales ideas hay
que indicar, que si bien inicialmente se planteó la idea que la agresión
siempre resultaba de la frustración, y que la frustración siempre estimulaba
la agresión; al generarse críticas severas, sobre todo a la segunda parte
de la tesis, el grupo de partidarios de este planteamiento modificó la versión
del “teorema de la frustración-agresión”, sobre todo Neal E. Miller (1909-
2002), quien en 1941, en el artículo: “The frustration aggression hupothesis”
116 PSICOLOGÍA JURÍDICA

(Psychological Review, No. 48) consideró que la frustración provoca


diversos tipos de reacción, una de las cuales puede ser la agresión
(Grauman, 1971).

Cuadro No. 7 Reacciones a la Frustración

F Hacia las TAREAS Mecanismos de DEFENSA


R
U
AGRESION . RACIONALIZACION
S
T . REPRESION
R HUIDA Y RETIRADA
A . PROYECCION
C
COMPONENDAS Y . IDENTIFICACION
I
SUSTITUCIONES
Ó . Otros
N

Las reacciones ante la frustración son pues muy variadas, observándose


dos grupos según el parecer de algunos autores. En el primero, denominado
de “reacciones orientadas hacia las tareas” se incluyen: a) el ataque o
agresión, b) la huida y retirada, y c) las componendas y sustituciones.
En el segundo grupo de “reacciones de mecanismos de defensa”, se
consideran: a) la racionalización, b) la represión, c) la proyección, d)
identificación entre otras.
B. Orientación o dirección de la agresión: P. Heintz (1960) decía que cuando
la frustración produce agresión, se deben distinguir entre l) las frustraciones
cuyas consecuencias agresivas se dirigen hacia el agente frustrador, y 2)
las frustraciones que provocan una agresividad tan fuerte que las agresiones
no tienen aparentemente ningún objetivo “racional”, es decir relacionados
con la frustración, orientándose contra terceros.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 117

Cuadro No. 8 Dirección de la agresión por frustración

ACTIVA PASIVA

F Agresión contra
R
FUENTE Agresión . Golpear. Negarse a realizar
U
S FRUSTRANTE FISICA ........... una tarea
T
R
A
Agresión
C DESPLAZADA Agresión . Insultar . Negarse a hablar
I VERBAL ...........
Ó
N AUTOAGRESION

Con respecto al segundo tipo de reacción agresiva se ha desarrollado la


hipótesis del llamado “chivo expiatorio”. Sobre todo cuando el agente frustrador
no es una persona sobre la que se pueda descargar la agresión del sujeto
frustrado, dado su poder u otro aspecto que limita la agresión directa contra él.
En estos casos la agresión se puede dirigir contra un “chivo expiatorio” o contra
una persona inocente que no tiene nada que ver con el fenómeno frustrador.
Este desplazamiento de la agresión se aprecia en el caso de agresiones contra
personas indefensas o marginadas, sin que medie motivo alguno, o también las
actividades destructivas que a veces realizan bandas de jóvenes contra bienes
ajenos.
Se consideran también situaciones en que la agresión se orienta contra
si mismo en algunos agentes frustrados. En suma, podemos apreciar que la
agresión se puede dirigir:
a) contra el agente frustrante,
b) contra otra persona o algún otro objeto, y
c) contra la misma persona frustrada o autoagresión.
Además según Karl Mackal (1983) se pueden distinguir entre agresión
directa, que puede implicar el golpear a una persona, y agresión indirecta o verbal
(ver Cuadro No. 8)
118 PSICOLOGÍA JURÍDICA

3.2.4.3. Frustración-Agresión y nivel de expectativa: Leonard Berkowitz


(1926-2016) en su libro Roots of aggression: A reexamination of the frustration-
aggression hypothesis de 1969, planteó que si bien la frustración se presenta
como efecto del bloqueo o la imposibilidad de llevar a cabo un estado de cosas
anticipado y deseado, se pueden identificar algunas condiciones que pueden
favorecer o no su desencadenamiento e intensidad, como las siguientes:
a) Si la situación que impide o bloquea el acto no es arbitraria, y la expectativa
de éxito es baja, la frustración puede no ocurrir, ya que el éxito no era
esperado necesariamente.
b) Sin embargo, cuando se espera el éxito y se da un bloqueo arbitrario, ocurrirá
la frustración. En otros términos cuando la esperanza de alcanzar la meta
u objetivo es alta, la frustración será más intensa. Como dice Mischel (1990,
p. 399), “la frustración empeora cuando se ha forjado expectativas y éstas
no se alcanzan porque el proceso queda bloqueado”. Mucho más cuando
la frustración es arbitraria o caprichosa, en la que es más probable que se
desencadene la agresión (Perlman y Cozby, 1985)
En todo caso debemos reiterar que no existe una relación directa y
necesaria entre frustración y agresión, sino tan solo en ciertas circunstancias y
también cuando el fenómeno frustrante se percibe por el sujeto como algo,
arbitrario o injusto, y sobre todo ante una alta expectativa de éxito. Asimismo hay
que tener en cuenta la intensidad de la frustración, y que en casos de respuesta
agresiva, éstas pueden ser también muy disímiles; en todo caso hay que
considerar la presencia o ausencia de inhibidores de las acciones agresivas y
hostiles. Al respecto estudios posteriores de Berkowitz, según señalan Secord y
Backman (1976), indican que estímulos que han llegado a asociarse con la
agresión o la frustración, pueden facilitar la agresión en situaciones frustrantes.
3.2.4.4. Nivel de tolerancia a la frustración y reacción agresiva: Otro
aspecto importante a considerar es el nivel de tolerancia a la frustración que ya
fue considerado por Rosenzweig, y que puede ser entendido como el grado y
duración de la tensión que una persona puede soportar, sin sufrir seria
desorganización de la personalidad o alteración emocional. Este nivel de tolerancia
a la frustración dependerá de una serie de factores psicosociales presentes en
el desarrollo del individuo. Esto determina las diferencias de este nivel de
tolerancia entre las personas, e incluso en un mismo sujeto donde se aprecian
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 119

variantes en función de las circunstancias y otras condiciones personales.


Especialmente en las conductas agresivas más extremas, como el homicidio,
se han hecho algunos estudios respecto al nivel de tolerancia a la frustración.
Ellis y Gullo citan el trabajo de los italianos Ancona y Fontanesi (“La dinamica
della aggresivita”, en Quaderni di criminología clínica, 1965), en delincuentes
mayormente homicidas, cuyo nivel de tolerancia a la frustración daba lugar a
una reacción primitiva, de modo abierto y más violento. Otros estudios como los
de J.R. Hurley en 1967, aportan argumentos a favor de esta tesis, lo mismo las
investigaciones de M. Wolfgang en homicidas, en el mismo año de l967.
Considerando otros factores conexos, Ellis y Gullo (1978), proponen un punto
de vista más integral, al plantear que cierto tipo de homicidios se explicaría en
función a tres factores:
a) En función de la circunstancia frustrante.
b) El contacto repetido del homicida con la persona que se considera
frustradora.
c) La predisposición innata o adquirida de sentir la frustración como intolerable,
y que no puede soportarse por mucho tiempo.
Finalmente debemos anotar que también se considera por otro estudiosos,
que la frustración puede originar otras reacciones, como dependencia,
resignación, reacciones psicosomáticos (Perlman y Cozby, 1985)
3.2.5. CONDICIONAMIENTO OPERANTE Y DELITO: Desde las teorías
conductuales se ofrecen diversas explicaciones psicológicas del delito y el
comportamiento antisocial. En estas teorías quizá lo que predomina es el criterio
de explicar la conducta criminal y desviada, no en función a procesos
inconscientes e impulsos preexistentes, sino más bien considerando los procesos
psicosociales que vive el sujeto y que van a condicionar su aprendizaje. Esta
caracterización general no debe llevarnos a pensar que las variantes
neoconductistas han dado una explicación cabal del crimen, sino más bien
aproximaciones sobre bases más objetivas, aunque quizá parciales en algunos
aspectos. Algo cercanos están los que siguen la corriente pavloviana o la teoría
del reflejo condicionado, que trata de precisar, además de las variables externas,
los procesos internos, sobre todo neurofisiológicos. En parte de esta línea se
halla también la tesis de Hans Eysenck, como ya lo hemos visto. Debemos
120 PSICOLOGÍA JURÍDICA

recordar que toda esta corriente conocida también como teoría del aprendizaje,
tuvo un exponente notorio en Iván Pavlov, cuya vertiente fue denominada por los
teóricos del aprendizaje como modelo de Condicionamiento Clásico.
3.2.5.1. Condicionamiento Operante: Posteriormente y tomando como
antecedente la “ley del efecto” de Thorndike, Burrhus Frederic Skinner (1904-
1990) elaboró un modelo explicativo del comportamiento que se denominó
Condicionamiento operante, teoría que sirve para explicar una gran variedad de
conductas humanas, así como para desarrollar consecuentemente diversas
técnicas para su modificación y modelamiento. El condicionamiento clásico
maneja el refuerzo antes de la emisión de la conducta esperada, de tal manera
que asociando previamente un estímulo neutro al refuerzo incondicionado que
estimula la emisión de esa conducta, se llega a producir dicho comportamiento
con la sola presencia del estímulo neutro que se convierte en estímulo
condicionado, denominándose a la respuesta o conducta así producida, reflejo
o reacción condicionada.
Skinner (1974) al desarrollar la tesis del Condicionamiento operante entre
1938 y 1959, explica el aprendizaje según otro esquema. En este caso lo que
ocurre primero es la emisión de la conducta, y si seguida de ella se da un evento
reforzante para el sujeto, es probable que dicho comportamiento se repita y se
haga estable o se perfeccione según las contingencias que sigan a la emisión
de la conducta. En función a este modelo se explicarían gran parte de los
comportamientos humanos. Antes de entrar al aspecto del modelamiento de la
conducta criminal o antisocial, debemos aclarar la noción de operante, refuerzo
y sus variantes, que son elementos claves que entran en juego, en la tesis de
este tipo de condicionamiento:
A. La conducta operante: es aquella que opera sobre el medio externo, que
lo cambia o afecta. En otros términos, una operante es una variedad de
respuesta (conducta) que surge espontáneamente en ausencia de cualquier
estimulación con la que pueda ser específicamente correlacionada. A su
vez el comportamiento operante está determinado por las consecuencias
o condiciones que le siguen inmediatamente. Las consecuencias de una
conducta operante, que aumentan la probabilidad que se repita se llaman
reforzadores o refuerzos.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 121

B. Condicionamiento operante: según los psicólogos del aprendizaje, se


entiende que el condicionamiento operante es un proceso de ejercer control
sobre la conducta de un organismo, por medio de la presentación del
refuerzo inmediatamente luego de que haya ocurrido la emisión de la
conducta operante que se desea condicionar, diferenciándose del
condicionamiento respondiente llamado también “clásico”, porque en este
el refuerzo se presenta antes que ocurra el comportamiento.
C. El refuerzo: puede ser algo comestible, una sonrisa, una palabra de elogio,
una palmada amistosa o cualquier otro evento que aumente la probabilidad
que la conducta operante sea emitida nuevamente. Los reforzadores pueden
ser primarios o secundarios.
Los primarios son estímulos que poseen propiedades reforzantes, porque
tienen importancia biológica o satisfacen una necesidad fisiológica, como
el agua, alimento, sexo, etc.
Los secundarios o condicionados, son estímulos que adquieren la propiedad
reforzante por asociación con refuerzos primarios, y son numerosos. Los
estímulos que adquieren propiedad de refuerzo secundario, están vinculados
con la historia de la vida de cada persona.
Los refuerzos se pueden diferenciar también desde otro punto de vista en
positivos y negativos. Un refuerzo positivo es descrito como una variedad
de estímulo gratificante, que ocasiona satisfacción o agrado y el deseo de
repetir la conducta emitida; mientras que el refuerzo negativo se define
como un estímulo desagradable, cuya supresión o retiro después de la
emisión de una conducta, aumenta o intensifica la repetición de dicho
comportamiento. Asimismo, según la frecuencia de presentación se
distingue entre refuerzo continuo y refuerzo intermitente. En todo caso un
reforzador debe presentarse inmediatamente después de emitida la
conducta operante, en caso contrario no tendrá efecto reforzante.
3.2.5.2. Delito y condicionamiento operante: Si bien Skinner no efectuó
estudios de la delincuencia en función al modelo del condicionamiento operante,
si realizó algunos experimentos sobre la conducta agresiva en animales, cuya
generalización al campo humano, con las limitaciones respectivas, sirven para
explicar en parte la conducta criminal y antisocial. Ello se puede deducir de otros
122 PSICOLOGÍA JURÍDICA

estudios sobre la agresión así como de las experiencias sobre el tratamiento de


conductas delictivas, siguiendo el paradigma de la conducta operante y algunas
otras variantes (Reid, 1975). Al respecto, Emilio Ribes Iñesta (Bandura y Ribes,
1975, p. 16) dice que existen “casos de condicionamiento respondiente de la
agresión, en que estímulos previamente neutrales han adquirido la capacidad
funcional de evocar el tipo de comportamiento (...) Pero los aspectos
experimentales más interesantes de la agresión son los que resultan, de los
procedimientos de condicionamiento operante”.
Roger Ulrich (1975, p. 25) plantea también que en términos generales, bajo
este modelo operante se puede explicar la conducta agresiva, afirma al respecto:
“Mi propio enfoque es el del análisis conductual. Conceptúo la agresión
principalmente en función de los estímulos que controlan su tasa de ocurrencia”,
y que las instituciones sociales refuerzan de muchas maneras la agresión. Pone
el ejemplo, que si una máquina vendedora de dulces no da el dulce luego de
ponerse la moneda, la persona puede ensayar pateando a la máquina, y si por
alguna razón, obtiene así el dulce o la moneda, la próxima vez que una máquina
le “engañe”, probablemente tratará de patearla. Esto también es una muestra de
como los seres humanos aprenden a agredir. Según J.D. Keehn (1975, p.86) el
“análisis experimental de la agresión ha comenzado a aislar las condiciones
ambientales responsables del establecimiento y manutención tanto de la agresión
especificada por programa como de la inducida por éste, y a la larga servirá
para someter estas conductas al control social benigno”.
Emilio Ribes (Bijou y Ribes, 1972), glosando el punto de vista de Harold
Cohen, considera que la conducta delictuosa está determinada por un doble
juego de elementos, ambiental-social:
a) En la realidad la conducta delictuosa recibe un reforzamiento intermitente,
al ser afortunada en la mayoría de casos que comete un hecho punible y
en algunos caso no, por lo que la proporción de refuerzos respecto a no
refuerzos del comportamiento criminal es muy alto, lo que explicaría el
mantenimiento prolongado de tal conducta.
b) Un segundo aspecto se refiere al hecho de que la sociedad emplea
consecuencias aversivas demoradas sobre la conducta delictuosa, no
llegando a tener eficacia y que provocan actos de evitación por parte del
delincuente de las formas de gratificación social. De ello se deduce que la
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 123

génesis directa de la conducta delictuosa se halla entonces en la


incapacidad de la comunidad para procurar contingencias adecuadas que
promuevan el desarrollo de repertorios pertinentes en todos sus miembros.
c) También se considera que los ambientes prostéticos o centros carcelarios
y de menores, donde se manejan contingencias positivas para lograr
conductas socializadas, que si bien permiten desarrollar en tales centros
las acciones de resocialización, pero si no se hace nada por la ampliación
de sus objetivos al medio social-familiar natural de los delincuentes, podrían
convertir al programa en simple proyecto de demostración y no de
rehabilitación. Lo importante es lograr una generalización a lugares distintos
al ambiente artificial.
Se plantea asimismo que otro procedimiento para enfrentar el problema
delictivo sería de carácter preventivo, buscando la reestructuración o cambio
radical del medio social que genera la conducta criminal, lo que es difícil por la
resistencia al respecto de los organismos oficiales.
3.2.6. TEORIA DEL APRENDIZAJE SOCIAL O IMITACION SOCIAL: El
aprendizaje social, de modelamiento o imitativo trata de ser explicado por diversas
concepciones. Al respecto, Holt en 1931 siguió el modelo del condicionamiento
clásico y asociativo; Miller y Dollard en 1941 consideraron que la imitación se
produce cuando se da un refuerzo positivo. Por su parte Albert Bandura, Bandura
y Walter, en 1963; así como Bandura, entre 1965, 1969 y 1973), plantearon que
muchas formas de conducta humana y entre ellas la violenta y agresiva, en sus
diversas expresiones, se adquieren por la imitación de modelos observados o
por experiencias ejecutadas directamente (Bandura, 1975; Goldstein, 1978;
Rodríguez, 1983). Años más tarde, en 1986, Bandura la rebautizó como “teoría
cognitivo social”
Según el psicólogo canadiense Albert Bandura (n.1925), afincado en
Estados Unidos, el aprendizaje social brinda una teoría general que pretende
ser lo bastante amplia como para abarcar las condiciones que regulan todas las
facetas de la agresión, sea individual o colectiva y sancionada personal o
institucionalmente. Afirma que los seres humanos no nacen con repertorios
prefabricados de conducta agresiva; deben aprenderlas de una u otra manera.
Las personas pueden adquirir estilos agresivos de conducta, ya sea por
observación de modelos agresivos o por la experiencia directa del combate
124 PSICOLOGÍA JURÍDICA

(Bandura, 1975). El enfoque general del aprendizaje social de la agresión lo


esquematiza Bandura en el gráfico No.9 que lo presentamos con algunos
reajustes.
Cuadro No. 9
Orígenes, Instigadores y Reforzadores de la Agresión

ORIGEN DE LA INSTIGADORES REFORZADORES


AGRESION: DE LA AGRESION DE LA AGRESION

. Influencia del
. Aprendizaje por modelamiento……. .Reforzamiento
OBSERVACION externo

. Tratamiento aversivo
. Reforzamiento
. Aprendizaje por . Móviles de incentivo vicario
EXPERIENCIA
DIRECTA(ejecución . Control Instruccional
reforzada)
(Determinantes . Control Ilusorio o . Autorreforzamiento
estructurales simbólico

3.2.6.1. Aprendizaje de la agresión por observación: Para Bandura,


como hemos visto, hay dos formas de aprendizaje de la agresión, una por
observación de modelos, y otra por experiencia directa. El plantea que las
conductas mostradas por los modelos, son aprendidas muchas veces por
observación o imitación, sea deliberada o inadvertidamente, a través de las
influencias del ejemplo. Como anota Feldman (1989, p. 86), “el aprendizaje
observacional se relaciona con las respuestas que se adquieren sin reforzamiento
directo alguno por el adquiriente. En cambio, éste observa el comportamiento
de otra persona denominada modelo”.
A. Proceso del aprendizaje observacional: Bandura en 1969 formuló la
tesis de la mediación-contigüidad o de la Contigüidad mediacional para
explicar lo que llamó también “aprendizaje sin intentos” o “intentos
observacionales”, como efecto de los modelos sobre la conducta del
observador. Al respecto esta tesis plantea:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 125

1) Un gradiente de contigüidad, entre la conducta del modelo y la


percepción del sujeto observador, como una condición necesaria para
el aprendizaje vicario o por imitación, aunque no totalmente suficiente.
2) Procesos atencionales. Teniendo en cuenta que si bien el “gradiente
de contigüidad” es una condición necesaria pero no suficiente,
Bandura considera importante para el aprendizaje por observación
otros procesos, y entre ellos la atención de los rasgos esenciales de
la conducta ejecutada por el paradigma.
3) Procesos de retención adecuada de la conducta observada. En este
proceso tiene un papel importante la función de codificación simbólica
y la seriación espacio-temporal de los inputs que llegan al observador.
4) Sistemas de mediación, que se dan sobre los gradientes de con-
tigüidad. Según Feldman (1989, p. 87) “la retención efectiva requiere
que el recuerdo de la conducta modelada sea transformada en
símbolos verbales o visuales”. Tales símbolos o sistemas de mediación
son dos y actúan en íntima colaboración:
a. El sistema mediacional imaginativo, que opera a través de un
proceso de condicionamiento sensorial. Plantea que durante la
exposición ante un modelo, los estímulos originan respuestas
perceptivas en el observador, y nuevamente por contigüidad
estas respuestas vienen secuencialmente asociadas y son
integradas a un nivel central, de tal manera que tras sucesivas
presentaciones, un estímulo dado adquiere la capacidad de
evocar imágenes. Esta activación puede darse no sólo ante la
presencia física de los estímulos, sino ante la mera evocación
imaginativa de uno de ellos.
b. El sistema de mediación verbal. Se trata de una mediación
lingüística en los seres humanos, en que dicha codificación de
los hechos observados posibilita un mayor poder de
generalización de respuestas. Se ha comprobado que una alta
capacidad de codificación verbal, lleva aparejada una mejor
retención y consecuentemente una mayor posibilidad de
presentar conductas imitativas.
126 PSICOLOGÍA JURÍDICA

5) Mecanismos de reproducción motora: la ejecución de la conducta


por el observador, se halla dirigida por los indicios de la mediación
representacional que ya posee el propio observador.
6) Procesos motivacionales, que permiten la manifestación de un
aprendizaje en una ejecución efectiva.
B. Fuentes de la conducta agresiva, Bandura consideró varias fuentes
importantes para el aprendizaje de este comportamiento por imitación,
señalando tres fundamentales:
1) Influencias familiares. La fuente más importante de la agresión
modelada serían los miembros de la familia; los estudios sobre todo
de jóvenes antisociales, han mostrado esta alta incidencia. Asimismo
este influjo de la violencia familiar se produce mediante los estilos de
conducta violenta de los adultos sobre los niños. Sin embargo, el
modelo familiar no siempre se expresa en conductas agresivas o
violentas explícitas, sobre todo en padres de clase media, en la que el
modelamiento de la agresión adopta formas menos explícitas. Es
también en el aspecto de la práctica disciplinaria donde los niños
adquieren los modelos más vívidos de sus padres para influir en la
conducta de los demás. Los padres que propician los métodos de
dominación agresiva tienen hijos que tienden a valerse de tácticas
agresivas semejantes para controlar la conducta de sus compañeros.
2) Las influencias subculturales. Se ha estudiado como el ambito
subcultural, en el que se desenvuelve la persona, influye también en
la modelación de su comportamiento (Wolfgang y Ferracuti, 1971).
“No es nada sorprendente que las tasas más elevadas de conducta
agresiva se encuentran en medios donde abundan los modelos
agresivos y en donde se considera que la agresividad es un atributo
muy valioso” (Bandura, 1975, p. 314).
3) El modelamiento simbólico. Además del aprendizaje social de la
agresión por observación casual y directa de modelos de la vida real
o también transmitidos a través de palabras e imágenes, existe una
tercera fuente que se denomina por Bandura (1975) “modelamiento
simbólico”, que proviene o es proporcionado por los medios de
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 127

comunicación de masas, y entre ellos sobre todo la televisión, por su


difusión en la mayoría de hogares y por la forma vívida que presentan
las imágenes. Bandura afirma que el modelamiento simbólico es más
notable en la propagación de la agresión colectiva.
3.2.6.2. Aprendizaje por experiencia directa: Bandura dice que la agresión
es modelada principalmente por el ejemplo, aunque también puede ser adquirida
por una forma más rudimentaria, que se basa en recompensar y castigar las
consecuencias de una ejecución, mediante el refuerzo diferencial. Cita estudios
de Patterson, Littman y Bricker de 1961, en la que niños pasivos pueden ser
convertidos en agresivos. Menores que al luchar con otros de los que eran
víctimas, si logran contraataques victoriosos, cuando los oponentes no son tan
hábiles, incrementan la eficacia de luchar a la defensiva y luego iniciativa en el
ataque. Podemos anotar que el aprendizaje por experiencia directa, es
básicamente una variante del condicionamiento operante desarrollado por
Skinner. Sin embargo Bandura reitera que los estilos de agresión son aprendidos
principalmente por la observación o imitación y luego perfeccionados por la
práctica reforzada.
De todo lo señalado es importante considerar lo que Bandura (1975, p.
313) afirma, y es que en “la teoría del aprendizaje social se distingue entre
adquisición de conductas con potenciales destructivos y lesivos y los factores
que determinan si una persona ejecutará o no lo aprendido. Esta distinción es
muy importante porque no todo lo que se aprende se realiza. Las personas
pueden adquirir, retener y poseer la capacidad para actuar agresivamente, pero
tal aprendizaje rara vez se expresará si la conducta no tiene valor funcional para
ellas o si están sancionadas de manera negativa. Si en lo futuro llegan a
presentarse los móviles adecuados, los individuos pondrán en práctica lo que
han aprendido.”
3.2.6.3. Instigadores y reforzadores de la agresión: Dentro de este
aspecto también se consideran importantes, el papel de los instigadores y los
reforzadores de la conducta agresiva.
A. Instigadores de la agresión: Si bien la conducta se adquiere en base a la
observación y/o la experiencia directa, existen además una serie de
estímulos o móviles que instigan su activación o canalización efectiva. Al
respecto se consideran los siguientes:
128 PSICOLOGÍA JURÍDICA

1) Influencia del modelamiento: El estímulo instigador del modelamiento


se da en el caso de la existencia de otras personas que ejecutan
esas formas de conducta agresiva. Esta influencia instigadora del
modelamiento que activa al comportamiento agresivo puede darse a
través de cuatro procesos: por la función discriminatoria, función
desinhibitoria, activación emocional, e intensificación del estímulo.
2) Tratamiento aversivo: Teniendo en cuenta que diferentes formas de
estimulación aversiva originan efectos conductuales distintos, se ha
visto en el aprendizaje social que la conducta agresiva puede
relacionarse con diferentes clases de antecedentes aversivos :
a. Los ataques físicos pueden provocar contra ataques, en este
caso la respuesta agresiva puede desalentar el ataque inicial,
también interviene como elemento reforzante la reducción
consecuente del dolor.
b. Amenazas e insultos verbales pueden precipitar reacciones
de violencia, sobre todo las afrentas que humillan y amenazan
la reputación y el status viril.
c. Reducciones adversas del nivel de reforzamiento. Significa que
situaciones aversivas de la vida pueden provocar que algunas
personas emprendan acciones agresivas.
d. Obstaculización de la conducta dirigida a una meta, esto es la
frustración.
3) Móviles de incentivos: Se considera que el logro o recompensa
esperada del acto a efectuar motiva la conducta agresiva.
4) Control instruccional: Cuando la conducta agresiva está indicada por
órdenes de autoridad.
5) Control ilusorio o simbólico: Se trataría realmente de situaciones
patológicas, en la que el sujeto tiene creencias ilusorias que lo empujan
a realizar actos violentos.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 129

B. Reforzadores de la agresión: (Condiciones de mantenimiento). Se


distinguen varias formas de control del reforzamiento:
1) Reforzamiento externo directo: La agresión esta fuertemente influida
por sus consecuencias directas como:
. Recompensas tangibles luego del comportamiento agresivo
. Recompensas sociales y de estatus a consecuencia de la
conducta agresiva.
. Mitigación del tratamiento aversivo, que puede lograrse mediante
acciones agresivas o violentas.
. Expresiones de daño. Se supone que la conducta agresiva es
reforzada por los signos de sufrimiento que manifiesta la victima.
2) Reforzamiento vicario: La gente observa constantemente la conducta
de los demás y sus correspondientes recompensas y castigos, tales
resultados influyen en el comportamiento del sujeto. Las personas se
benefician pues, con los éxitos y los errores de los demás, lo mismo
que con sus propias experiencias.
3) Autoreforzamiento: Además de los elementos reforzantes externos,
el ser humano puede regular en alguna medida sus propias conductas
por la consecuencia producida por ellos mismos. La autorrecompensa
por la agresión se da en casos que la persona valore la conducta
agresiva en forma especial, como una fuente de orgullo personal. En
consecuencia la ejecución de un comportamiento agresivo será
autorreforzante.
3.2.7. EL MODELO DE APRENDIZAJE SOCIAL SEGUN FELDMAN: En
los trabajos desarrollados por M. P. Feldman (1989), como Criminal Behavior: a
Psychological Analysis de 1977, y otro en obra conjunta de 1980, plantea un
punto de vista integral en la comprensión del comportamiento criminal,
considerando básicamente tres variables, las mismas que en una u otra forma
han sido ya desarrolladas por estudiosos anteriores. El autor señala que en la
explicación o interpretación del delito, “el aprendizaje, las predisposiciones de
base genética y la identificación social tienen todos un efecto importante; ellos
son complementarios, no mutuamente excluyentes” (Feldman, 1989, p. 361)
130 PSICOLOGÍA JURÍDICA

a) Variables del aprendizaje: en las que se consideran los aportes del


condicionamiento clásico, el instrumental u operante, la imitación u
observacional, entre otros. Se plantea que se aprende a delinquir como a
no delinquir, afirmación que en realidad proviene de las teorías del
aprendizaje,
b) Variable genética: tomando en cuenta la predisposición individual, siguiendo
básicamente la tesis de Eysenck, y
c) La reacción social o identificación: que influye en la calificación del
comportamiento delictuoso, así como en su conservación o perpetuación.
Según Feldman (1989, p.361), esta variable señala “la función importante
de las reacciones sociales de los que están en posiciones de poder en los
sistemas de vigilancia del cumplimiento de la ley penitenciaria, para
sostener, y quizá reforzar, la conducta delictuosa,”.
Desde nuestro punto de vista constituye una aproximación a la perspectiva
bio-psico-social, que preferimos llamarla socio psico biológica desde nuestro
primer trabajo de 1966 hasta el más reciente (Solís, 1966, 2017), aunque no
creemos hallar en la variable biológica una predisposición sino un factor
contribuyente.

3.3. PSICOPATOLOGIA CRIMINOLOGICA: TRASTORNO MENTAL Y


DELITO

Un tema importante dentro de la comprensión de la conducta delictiva es


analizar si existe alguna relación entre trastorno mental y crimen. Al respecto ya
desde la antigüedad los casos de personas con alteraciones mentales graves
que cometían delitos eran tratados con menor severidad, tendencia que se ha
venido observando a lo largo de la historia del derecho penal. Esto nos lleva a
preguntarnos también si las personas que sufren alguna psicopatología o
trastorno mental, tienen mayor probabilidad o predisposición a cometer delitos.
Sobre el particular Feldman (1989, p. 214) señala, que los estudios que pretenden
probar esta vinculación “se han realizado casi completamente con delincuentes
sentenciados, recluidos en instituciones penales. Investigaciones cuidadosas
(Por ejemplo, Smith, 1971) sugieren que menos de 10% de los delincuentes
encarcelados son descriptibles en términos de trastornos psicológicos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 131

formalmente identificados”. Lo que significa que estos casos constituirían un


porcentaje relativamente pequeño, aunque sin embargo se requieren estudios
más controlados, en función de lo que se considera trastorno mental. Si se
adopta el criterio de trastorno de la CIE-10, es probable que el porcentaje supere
claramente ese 10 por ciento señalado por C. E. Smith en 1971.
Antes de analizar los diversos aspectos de la psicopatología relacionados
con el crimen, veremos sucintamente los cuadros psiquiátricos y su clasificación
general, para luego comentar los trastornos que tienen mayor relevancia con la
criminalidad (Solís, 1994, 2009, 2017). Para ello seguimos principalmente a la
Clasificación Internacional de Enfermedades en su décima versión o CIE-10.
Se adopta este criterio clasificatorio de la OMS, porque desde el punto de vista
estadístico y con fines comparativos entre los datos de diversos países, es
más adecuada dicha clasificación internacional, dejando en claro que algunos
tratadistas no siempre siguen este criterio (Bonnet, 1983; Serpa, 1979; Solórzano,
1990; Hare, 2003), en unos casos por tener puntos de vista singulares y otros
por que adoptan una clasificación nacional, como la elaborada por la Asociación
Psiquiátrica Norteamericana que generalmente prefieren los psiquiatras de dicho
país (Freedman, 1978; Noyes y Kolb, 1966; Pichot, 1995).
La CIE-10, o décima clasificación de los trastornos mentales y conductuales
de la OMS (Organización Mundial de Salud,1992; World Health Organization,
1992) aún vigente, y que rige desde 1993, presenta los diversos GRUPOS de
trastornos con una codificación que incluye símbolos alfabético y numéricos
que van de F00 a F99. En dicha clasificación se consideran once grandes grupos
de trastornos que ya hemos visto, que son los siguientes:
* Trastornos mentales orgánicos, incluidos los sintomáticos (F00 a F09).
* Trastornos mentales y del comportamiento debido al uso de sustancias
psicotropas F10 a F19).
* Esquizofrenia, trastornos esquizotípicos y trastornos de ideas delirantes
(F20 a F29)
* Trastornos del humor (F30 a F39).
* Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y
somatomorfos (F40 a F49
132 PSICOLOGÍA JURÍDICA

* Trastornos del comportamiento asociados a disfunciones fisiológicas y a


factores somáticos (F50 a F59).
* Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto (F60 a F69).
* Retraso mental (F70 a F79)
* Trastornos del desarrollo psicológico (F80 a F89).
* Trastornos del comportamiento y de las emociones de comienzo habitual
en la infancia y adolescencia (F90 a F98).
* Trastorno mental sin especificación (F99)
Cada uno de los grupos de trastornos mencionados incluye una variedad
de categorías de alteraciones mentales, cuyos códigos están conformados por
la letra F más dos dígitos.
Dentro del primer grupo: Trastornos mentales orgánicos, incluidos los
sintomáticos, se consideran:
F00 Demencia en la enfermedad de Alzheimer,
F01 Demencia vascular,
F02 Demencia en enfermedades clasificadas en otro lugar,
F03 Demencia sin especificación,
F04 Síndrome amnésico orgánico no inducido por alcohol u otras
sustancias psicotropas,
F05 Delirium no inducido por alcohol u otras sustancias psicótropas
F06 Otros trastornos mentales debidos a lesión o disfunción cerebral o a
otra enfermedad somática.
F07 Trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos a
enfermedades, lesiones o disfunciones cerebrales
F09 Trastorno mental orgánico o sintomático sin especificación
A su vez cada categoría abarca una variedad de síndromes específicos,
codificados con un decimal adicional. Ejemplo, en la categoría F00 Demencia
en la enfermedad de Alzheimer tenemos:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 133

F00.0 Demencia en la enfermedad de alzheimer de inicio precoz


F00.1 Demencia en la enfermedad de Alzheimer de inicio tardío,
F00.2 Demencia en la enfermedad de alzheimer atípica o mixta,
F00.9 Demencia en la enfermedad de alzheimer sin especificación.
3.3.1. TRASTORNOS MENTALES ORGANICOS, INCLUIDOS LOS
SINTOMATICOS y DELITO: En este grupo se hallan las diversas alteraciones
mentales que eran consideradas psicóticas (excepto el F07) en las clasificaciones
anteriores, debidos a daño cerebral u otra enfermedad somática que afecta la
salud mental de la persona, y que se caracterizan porque producen deterioro en
la orientación, la memoria, la comprensión, el juicio y el aprendizaje, entre otros
trastornos, abarcando nueve categorías que ya hemos visto en el acápite anterior.
De tales categorías, los que tienen mayor relación con el fenómeno delictivo
son los Trastornos de la personalidad y del comportamiento debidos a
enfermedades, lesiones o disfunciones cerebrales (F07), que abarcan los cinco
síndromes siguientes:
F07.0 Trastorno orgánico de la personalidad
F07.1 Síndrome post-encefalítico
F07.2 Síndrome post-conmocional
F07.8 Otros trastornos de la personalidad y del comportamiento.
F07.9 Trastorno de personalidad y del comportamiento debido a
enfermedad, lesión o disfunción cerebral sin especificación
De los diversos síndromes enumerados el más significativo desde el punto
de vista criminológico es el Trastorno orgánico de la personalidad (F07.0),
anomalía que en la primera mitad del siglo pasado fue considerada una variedad
de pseudo psicopatía por algunos psiquiatras. Dicho cuadro psicopatológico
surge como secuela de una enfermedad, lesión o disfunción cerebral, cuyos
efectos son cambios severos en los patrones previos de la personalidad y para
cuyo diagnóstico deben presentarse dos o más de los siguientes rasgos
(Organización Mundial de la Salud, 1992):
134 PSICOLOGÍA JURÍDICA

a. Capacidad persistentemente reducida para mantener una actividad orientada


a un fin.
b. Alteraciones emocionales, como labilidad afectiva, simpatía superficial e
injustificada (euforia, expresiones inadecuadas de júbilo) y cambios rápidos
hacia la irritabilidad o hacia manifestaciones súbitas de ira y agresividad.
En algunos casos el rasgo predominante puede ser la apatía
c. Manifestación de necesidades y de impulsos que se presentan sin tomar
en consideración sus consecuencias o molestias sociales (puede llevar a
cabo actos antisociales tales como robos, conductas sexuales inadecuadas,
comer vorazmente o no mostrar interés por su higiene y aseo personales).
d. Trastornos cognoscitivos, en forma de suspicacia o ideas paranoides o
preocupaciones excesivas por un tema único...
e. Marcada alteración en el ritmo y flujo del lenguaje, con rasgos tales como
circunstancialidad, pegajosidad e hipergrafía.
f. Alteración del comportamiento sexual (disminución de la sexualidad o
cambio del objeto de preferencia sexual).
Bajo este síndrome comentado se incluyen algunas variedades de trastornos
como los siguientes:
Síndrome del lóbulo frontal
Trastorno de personalidad de la epilepsia límbica
Síndrome postlobotomía
Personalidad orgánica pseudopsicopática
Personalidad orgánica pseudorretrasada
Estado postleucotomía
Dada la sintomatología de este trastorno es de prever el riesgo de probable
conducta desviada en la persona que la padece. Asimismo son importantes
para nuestra perspectiva los síndromes F07.1 y F07.2
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 135

3.3.2 TRASTORNOS MENTALES Y DEL COMPORTAMIENTO


DEBIDOS AL CONSUMO DE SUSTANCIAS PSICOTROPAS Y SU
RELACION DELICTIVA: Abarca diez categorías de anomalías mentales,
vinculadas con el consumo del alcohol y las diversas drogas psicoactivas (F10
a F19). Asimismo las respectivas categorías abarcan diversos síndromes, desde
la intoxicación aguda, la dependencia, hasta los trastornos psicóticos, cuyas
características están en función de la droga consumida así como de la frecuencia
y cantidad de la ingesta.
3.3.2.1. Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo
de alcohol (F10): Incluye una variedad de trastornos que son consecuencia de
la ingesta de alcohol, desde la intoxicación aguda no complicada hasta los
trastornos psicóticos.
A. Intoxicación aguda: La intoxicación aguda por ingesta de alcohol, no
complicada (F10.0), es transitoria y produce diversas alteraciones del nivel
de conciencia; de la percepción, cognición, los estados afectivos y del
comportamiento (Valbuena y Alamo, 1996), de acuerdo a la cantidad de
sustancia ingerida. Sin embargo la intoxicación aguda puede presentar otras
manifestaciones, como la Intoxicación patológica (F10.07) que constituye
un cuadro muy severo y particular, y que según la OMS (1992, p.102)
“consiste en la aparición brusca de un comportamiento agresivo o violento,
no característico de individuos en estado sobrio, después de ingerir una
cantidad de alcohol que no produciría intoxicación en la mayoría de
personas”. La anterior CIE-9 (Organización Panamericana de Salud, 1978)
la consideraba una forma de psicosis alcohólica, bajo el nombre de
embriaguez patológica. Este trastorno transitorio, dada su particularidad
tiene igualmente interés criminológico. La persona puede presentar en este
estado, reacciones violentas, agitación desorganizada y conducta agresiva,
“que pueden culminar en homicidios o en otros crímenes violentos”
(Tinklenberg, 1976, p.24)
B. Síndrome de abstinencia en caso de dependencia de alcohol (F10.3):
Este síndrome es uno de los indicadores del estado de dependencia
alcohólica. Se presenta después de interrumpir (4 a 12 horas) o reducir el
uso prolongado de grandes cantidades de alcohol. Se caracteriza por
hiperactividad autonómica, por ejemplo sudoración o pulsaciones por
136 PSICOLOGÍA JURÍDICA

encima de 100; aumento del temblor distal de las manos; insomnio; nauseas
o vómitos; alucinaciones visuales, táctiles o auditivas transitorias, o ilusiones;
agitación psicomotora; ansiedad, y crisis epiléptica. Estos síntomas se
alivian con frecuencia tras la administración de alcohol u otros depresores
del SNC.
C. Síndrome de abstinencia con delirium (F10.4), cuando el síndrome de
abstinencia se complica con un delirium. Aquí se debe incluir el Delirium
tremens inducido por alcohol, que se caracteriza por obnubilación de la
conciencia, estado confusional, desorientación, miedo, alucinaciones vívidas
sobre todo visuales y táctiles, temblor intenso y a veces ideas delirantes,
entre otros síntomas. La CIE-9 consideró al delirium tremens como una
variedad de psicosis alcohólica aguda o subaguda.
D. Trastornos psicóticos por consumo de alcohol (F10.5): Abarca diversos
trastornos psicóticos que se presentan durante el consumo de alcohol o
inmediatamente después, generalmente son de corta duración como los
siguientes:
. Alucinosis alcohólica: Psicosis generalmente de menos de seis meses
de duración, sin obnubilación o con ligero anublamiento de conciencia,
ansiedad marcada, y sobre todo alucinaciones auditivas, en forma de
voces que profieren insultos y amenazas.
. Celotipia alcohólica: Psicosis paranoide crónica, asociado con el
alcoholismo, caracterizado por ideas delirantes de celos.
. Paranoia alcohólica.
E. Síndrome amnésico por consumo de alcohol (F10.6): caracterizado por
un deterioro notable y persistente de la memoria. Acá se incluye la Psicosis
alcohólica de Korsakov que presenta reducción notable y duradera de la
memoria, sobre todo de la reciente o de fijación, con presencia de
confabulación y desorientación
F. Trastorno psicótico residual y de comienzo tardío inducido por alcohol
(F10.7): Ciertos trastornos cognoscitivos, afectivos o de la personalidad o
del comportamiento debidos al consumo de alcohol, que persisten más
allá del tiempo de actuación de la sustancia.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 137

.Demencia inducida por alcohol (F10.73): Demencia no alucinatoria, que


ocurre en asociación con el alcoholismo.
De todos estos cuadros, sobre todo los casos de “delirium tremens”, la
“embriaguez patológica” y la “celotipia alcohólica”, por los trastornos
específicos que los caracterizan, pueden contribuir en ciertos casos para
la comisión de algunas formas de conducta delictiva, en función de las
condiciones situacionales del sujeto.
3.3.2.2. Trastornos mentales y del comportamiento debidos al consumo
de drogas (F11, F12, F13, F14, F16, F19): Incluye diversas alteraciones de los
procesos mentales, vinculados a la ingestión de drogas, sobre todo los opioides,
cannabinoides, sedantes o hipnóticos, cocaina, alucinógenos y consumo múltiple,
entre otros. Se consideran más importantes criminológicamente los siguientes
síndromes:
A. Intoxicación aguda por drogas (.0): Principalmente si se acompaña con
delirum (.03), con distorsión de la percepción (.04), sobre todo por consumo
de LSD, mescalina, cannabis, y especialmente en la intoxicación patológica
(.07). Este último, para la CIE-9 era un estado psicótico agudo y breve, por
reacción idiosincrásica individual a cantidades relativamente pequeñas de
una droga.
B. Síndrome de abstinencia de drogas (.3 y .4): Está asociado con la
suspensión de una droga usada habitualmente, e incluye cuadros severos
hasta trastornos menos graves, sobre todo en caso de suspensión del
consumo por adictos a los opioideos, sedantes e hipnóticos.
C. Trastorno psicótico inducido por drogas (.5 y .7): Trastorno debido al
consumo abundante o prolongado de ciertas drogas, sobre todo
anfetaminas, cocaína y el LSD, generalmente de varios días pero no más
de algunos meses de duración. Básicamente domina un estado de ansiedad
e inquietud marcadas, con alucinaciones auditivas.
En los tres grupos reseñados, existe el riesgo de ciertas manifestaciones
de conducta criminal, según las circunstancias, sobre todo en el caso de
“síndrome de abstinencia” física, que ocasiona un estado muy severo de
alteración fisiológica y emocional, que sólo puede superarse con la ingesta de la
droga respectiva. Al carecer de ella, el estado de desesperación del adicto sin
138 PSICOLOGÍA JURÍDICA

recursos económicos, puede impulsarlo hacia algunas manifestaciones delictivas


o desviadas para obtener dinero que le permita adquirir la sustancia.
3.3.3. ESQUIZOFRENIA, TRASTORNOS DE IDEAS DELIRANTES Y
DELITO: Abarca diversas categorías de psicosis (F20 a F29), destacando las
siguientes: esquizofrenia, trastornos de ideas delirantes persistentes, trastornos
psicóticos agudos y transitorios, entre los más importantes
3.3.3.1. Esquizofrenia (F20) y delito: De todas las psicosis, es la
esquizofrenia la que tiene mayor correlación directa e indirecta con la problemática
criminológica y penal, sin ser en términos porcentuales una incidencia alta. Esta
categoría de psicosis, abarca realmente una variada gama de síndromes
específicos, y que según la CIE-10 son los siguientes:
F20.0 Esquizofrenia paranoide
F20.1 Esquizofrenia hebefrénica
F20.2 Esquizofrenia catatónica
F20.3 Esquizofrenia indiferenciada
F20.4 Depresión post-esquizofrénica
F20.5 Esquizofrenia residual
F20.6 Esquizofrenia simple
F20.8 Otra esquizofrenia
F20.9 Esquizofrenia sin especificación
Generalmente la esquizofrenia se caracteriza por un desorden fundamental
de la personalidad, distorsión característica del pensamiento, y con frecuencia
un sentimiento de estar controlado por fuerzas ajenas, ideas delirantes,
alteraciones de la percepción, afecto anormal sin relación con la situación real.
En las etapas iniciales puede no ser advertido por los familiares, o no aceptarse
que el paciente se halla “loco”, y a veces pensar que los síntomas que manifiesta
se debe a un modo de ser irrespetuoso o abandono cuando decaen en el
rendimiento escolar o sus obligaciones laborales, sin percatarse del trastorno
que lo aqueja, mientras se agrava su estado. En esta etapa el esquizofrénico
puede atentar contra sus familiares u otras personas, llegando en algunos casos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 139

hasta a producir la muerte de los que él considera que lo persiguen o le quieren


hacer daño, como consecuencia de sus ideas delirantes o alteraciones de la
percepción.
Exner (1946), en el siglo pasado decía que existen psicóticos que durante
su trastorno mental cometen delitos y lo denominaba “enfermos mentales
delincuentes”; mientras que otros condenados por algún delito, si enferman
mentalmente durante su encarcelamiento, los llamaba “delincuentes enfermos
mentalmente”. Distinción similar también planteó Di Tullio (1966) en su
clasificación de los delincuentes, y al referirse a los esquizofrénicos que cometen
delitos señaló que las observaciones de diversos estudiosos, distinguen acciones
criminales por sujetos que todavía no presentan ningún síntoma claro de
esquizofrenia, y que el delito y sobre todo el homicidio constituye muchas veces
el primer síntoma de su psicosis.
También algunos psiquiatras citados por Di Tullio (1966), que estudiaron
delincuentes psicóticos afirmaban que en el estado prodrómico de la
esquizofrenia son frecuentes, además de los delitos contra la vida y la persona,
los delitos sexuales. El autor mencionado agrega que es importante, sobre todo
en el aspecto forense, en este tipo de experiencia esquizofrénica, tener presente
ante todo, que el elemento patológico determinante está representado por el
“impulso imperativo”, mientras que la acción (esto es, la preparación y ejecución
del delito) puede desenvolverse según un esquema “lógico”, siguiendo
modalidades análogas a la de los delitos corrientes, lo que a veces confunde al
magistrado quien puede creer que el sujeto tenía la plena capacidad de entender
y de querer en el momento del crimen.
Hesnard (1963) decía también que la esquizofrenia es considerada “como
suministradora de actos antisociales diversos”, como acciones agresivas
brutales e inmotivadas, bien en los períodos iniciales, como en el proceso de
agitación aguda, que puede orientarse contra los seres más queridos, con cierta
electividad de su odio agresivo contra un miembro de su familia o un desconocido.
Se observa así, casos de esquizofrénicos que intentan agredir a sus progenitores,
o si tienen hijos menores pueden llegar a eliminarlos para “evitarles males
mayores o sufrimientos”que en su mente alterada albergan.
Otros estudios del siglo pasado sobre homicidas han encontrado relaciones
con el trastorno psicótico esquizofrénico. Al respecto, los psiquiatras W. Tuteur
140 PSICOLOGÍA JURÍDICA

y J. Glotzer en 1959, al estudiar a cinco madres filicidas, presentado en el artículo:


“Murdering mothers” (American Journal of psychiatry, 116) llegaron a la conclusión
que el hecho de sangre lo habían realizado encontrándose en un estado particular
de excitación esquizofrénica. Casos similares de madres con esta psicosis que
quitaron la vida a sus menores hijos se han dado en nuestro país. Años después
E. V.Yanouskaya, en un artículo publicado en 1966 luego de estudiar a más de
sesenta homicidas con esquizofrenia paranoides, señaló que el acto criminal lo
habían realizado no sólo porque fueran psicóticos, sino que la mayoría de ellos
había cometido el acto homicida en el curso de una “experiencia delirante”.
De las diversos tipos de esquizofrenia, los de más riesgo para cometer
hechos violentos son el tipo paranoide y el catatónico, sin que esto signifique
que estén predeterminados a cometer actos criminales. Ellis y Gullo (1978),
señalan por su parte que en un estudio sobre las características psicológicas de
asesinos famosos del último siglo, llegaron a la conclusión que la mayoría de
ellos eran total o parcialmente psicóticos; asimismo según opinión de Freedman
et al. (1978, p. 253) resulta “extremadamente difícil prevenir la mayoría de
homicidios por esquizofrénicos puesto que habitualmente no existe ningún aviso
claro. El paciente puede parecer relajado, incluso apático, antes de matar a
alguien”.
En una investigación reciente de Olav Nielssen y Matthew Large (2010),
respecto a psicóticos que habían cometido homicidio, hallaron que la proporción
más alta se daba en el primer episodio de psicosis antes de recibir tratamiento,
en tanto que el índice era más bajo en los esquizofrénicos que ya habían recibido
tratamiento. Por ello se considera que el riesgo de criminalidad violenta no es
alta en los esquizofrénicos (Arbach y Andres, 2007; Fernández et al., 2007),
pero como dicen Silvia Gonzalez et al. (2008, p. 122): “aunque gran parte de la
violencia no está relacionada con la enfermedad mental y la mayoría de los
pacientes con el diagnóstico de esquizofrenia no son violentos, estudios recientes
han confirmado que estas variables presentan una asociación significativa”.
Ademas, la jurisprudencia penal generalmente los ha considerado inimputables
(Puente, 1997).
En resumen, debemos reiterar que cuando hablamos de relación entre
violencia y esquizofrenia, no pretendemos deducir de ello que toda persona con
esquizofrenia cometerá un acto criminal, sino más bien que un trastorno mental
grave como dicha psicosis, en función de factores predisponentes y aspectos
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 141

de comorbilidad con trastornos de personalidad o consumo de drogas (Volavka


y Citrome, 2011; Esbec y Echeburúa, 2016), puede en cierto número de
casos desembocar en hechos violentos o comportamiento criminal, aunque desde
el punto de vista legal se considere que tales actos son producto de un estado
de inimputabilidad y consecuentemente no pasibles de sanción penal. De todos
modos, un hecho cometido por causas patológico-mentales, desde el punto de
vista criminológico es importante, sobre todo con propósitos preventivos.
3.3.3.2. Trastornos de ideas delirantes persistentes (F22) y delito: Este
tipo de trastorno ha tenido diversas denominaciones en épocas pasadas, es así
que la clasificación anterior CIE-9 revisión de 1975, empleó la nomenclatura de
Estados paranoides, que abarcaba la paranoia, la parafrenia y el estado paranoide
simple. Muchos años antes predominó la denominación de paranoia, que algunos
aún emplean (Solórzano, 1990). También la DSM-II de 1968, elaborada por la
American Psychiatric Association (APA), empleó el nombre de estados
paranoides, los que se consideraban “trastornos psicóticos en los cuales la
anomalía esencial es un delirio generalmente de persecución o de grandeza. De
este delirio se derivan trastornos del estado de ánimo, la conducta y el
pensamiento” (Freedman, 1978, p. 265).
La CIE-10 elaborada por la OMS, emplea una nueva denominación,
Trastornos de ideas delirantes persistentes, y dentro de dicha categoría de
psicosis, considera varios síndromes nosológicos especiales,
F22.0 Trastornos de ideas delirantes
F22.8 Otros trastornos de ideas deliranes persistentes
F22.9 Trastornos de ideas delirantes persistentes sin especificación
Ademas, para la CIE-10 (Organización Mundial de la salud, 1992, p. 127),
en el cuadro F22.0, el “contenido del tema o conjunto de ideas delirantes es
muy variable. A menudo es de persecución, hipocondriaco o de grandeza, pero
también puede referirse a temas de litigio o de celos o poner de manifiesto la
convicción de que una parte del propio cuerpo está deformada o que otros piensan
que se despide mal olor..”. Respecto a este problema mental, la DSM-IV de la
APA, emplea la denominación de trastorno delirante (Pichot et al. 1995),
denominación que se mantiene en la DSM-V (American Psychiatric Association,
2014), diferenciando dentro del mismo varios subtipos:
142 PSICOLOGÍA JURÍDICA

. Tipo erotomaniaco,
. Tipo de grandiosidad,
. Tipo celotípico,
. Tipo persecutorio,
. Tipo somático,
. Tipo mixto y
. Tipo no especificado.
La alteración psicótica en estos casos, sobre todo la centrada en el subtipo
de delirio persecutorio, lleva al paranoico a reaccionar a veces con violencia
homicida; así mismo es de riego el delirio celotípico. El ya citado Hesnard (1963)
afirmaba que las diversas variedades de paranoia pueden dar lugar a actos
criminales. Sin embargo, en la práctica judicial la comprensión de este problema
no ha sido uniforme (Puente, 1997)
3.3.4. TRASTORNOS DEL HUMOR PSICOTICOS Y DELITO: Los
trastornos de humor o afectivos incluyen siete categorías específicas (F30 a
F39), con variados niveles de gravedad, y que según la clasificación que
seguimos, abarca las siguientes:
Episodio maníaco,
Trastorno bipolar,
Episodios depresivos,
Trastorno depresivo recurrente,
Trastornos del humor (afectivos) persitentes,
Otros trastornos del humor, y
Trastornos del humor sin especificación.
De este grupo nos interesa los trastornos que llegan al grado de psicosis,
caracterizado por una alteración grave del ánimo, compuesto bien por depresión
o por alborozo y excitación, que pueden acompañarse por algunos de los
siguientes síntomas y signos: ideas delirantes, perplejidad, trastornos de la
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 143

percepción y del comportamiento. Además en los casos depresivos hay una


fuerte tendencia al suicidio.
3.3.4.1. Episodio maníaco (F30): abarca todos los trastornos vinculados
con la exaltación del ánimo y la actividad, desde los casos leves, pasando por
los psicoticos, hasta los no especificados:
F30.0 Hipomanía
F30.1 Manía sin síntomas psicóticos
F30.2 Manía con síntomas psicóticos
F30.8 Otros episodios maniacos
F30.9 Episodio maníaco sin especificación
La Psicosis maniaca o “manía con síntomas psicóticos” (F30.2) presenta
manifestaciones de alborozo o excitación desproporcionada con las
circunstancias que vive el paciente, y que desde un estado hipomaníaco puede
llegar hasta una excitación violenta casi incontrolable. En estos casos son
frecuentes la agresión, la ira y el espíritu querellante, sobre todo cuando no se le
complace o se impide sus desmanes, pudiendo cometer algunas formas de
conducta criminal. Di Tullio (1966) señalaba que el tipo maniaco o la fase maniaca
en la circular, es de mayor importancia criminológica, porque es más propenso
a la actividad antisocial, sobre todo en estados hipomaníacos, en los que con
una conciencia aparentemente lúcida y ánimo exaltado, pueden parecer sujetos
hiperactivos normales, llegando a cometer delitos contra la propiedad, delitos
sexuales (violaciones, exhibicionismo), delitos contra la autoridad y contra las
personas (agresiones, homicidio). Es pues sobre todo en casos de hipomanía o
“manía subaguda”, más aún si se hallan complicados con delirios de persecución,
que pueden manifestarse reacciones de peligrosa maldad, agresión física y actos
obscenos. La CIE-10 (OMS, 1992, p. 146) señala que en “los casos graves
pueden presentarse marcadas ideas delirantes de grandeza o religiosas referidas
a la propia identidad o a una misión especial. La fuga de ideas y la logorrea
pueden dar lugar a una falta de comprensibilidad del lenguaje. La excitación y la
actividad física intensas y mantenidas pueden dar lugar a agresiones o violencias”
. La expresión más grave de la manía, tiene menor incidencia criminológica,
porque la claridad del cuadro psicótico, generalmente conduce al internamiento
144 PSICOLOGÍA JURÍDICA

del paciente, aunque no podemos descartar que no tenga ninguna influencia en


la conducta desviada.
3.3.4.2. Trastorno bipolar (F31): Incluye los trastornos mentales
caracterizados por la presencia de por lo menos dos episodios reiterados, uno
de manía o hipomanía y otro de depresión, con recuperación completa entre
ambos episodios. Abarca todos los procesos bipolares desde leves hasta
psicóticos, siendo de mayor interés criminológico los episodios de tipo psicótico
F31.2 Trastorno bipolar, episodio actual maníaco con síntomas psicóticos
F31.5 Trastorno bipolar, episodio actual depresivo grave con síntomas
psicóticos.
3.3.4.3. Episodios depresivos (F31): Abarca todas las depresiones desde
la leve, la psicótica, hasta las no especificadas, incluyendo seis síndromes:
F31.0 Episodio depresivo leve
F31.1 Episodio depresivo moderado
F31.2 Episodio depresivo grave sin síntomas psicótico
F31.3 Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos
F31.8 Otros episodios depresivos
F31.9 Episodio depresivo sin especificación
El “Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos” (F32.3): por el estado
de depresión intenso, el individuo expresa menos conducta violenta. Sin embargo
en las variantes de depresión delirante (ideas de culpa, infelicidad, ruina), que
llevan al sujeto a considerar insoportable su existencia y muchas veces la de
sus seres queridos más cercanos (hijos, padres, hermanos, cónyuge), pueden
conducirlos a formas de homicidio por “piedad”, generalmente seguida de suicidio.
Hesnard (1963) nos dice que es un crimen muy particular, inspirado por el deseo
bien intencionado de evitar a un ser querido la angustia y los sufrimientos
experimentados por el propio sujeto. El enfermo en cierto sentido “suicida” a su
hijo o a otro ser amado, por un altruismo irreal y fantástico, que algunos psiquiatras
denominan “suicidio indirecto”. Son relativamente frecuentes los casos de sangre
cometidos por depresivos psicóticos en nuestro medio. Asimismo, según cita
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 145

de Feldman (1989, p. 216), D. West en 1966 “encontró que en el Reino Unido la


incidencia de asesinatos en asociación con la depresión era alta: uno de cada
tres asesinos ingleses se suicidaban inmediatamente después del crimen”, pero
anota que “la gran mayoría de las personas deprimidas no cometen asesinatos..”,
lo que no quita importancia al estudio sobre esta correlación.
3.3.5. TRASTORNOS NEUROTICOS, SOMATOMORFOS Y DELITO:
Se trata en este caso de analizar el grado de relación entre los diversos síndromes
neuróticos y algunas formas de criminalidad. De acuerdo a la clasificación de la
CIE-10 que estamos manejando, este grupo incluye las siguientes categorías:
F40. Trastorno de ansiedad fóbica
F41. Otros trastornos de ansiedad
F42. Trastorno obsesivo-compulsivo
F43. Reacciones a estrés grave y Trastornos de adaptación
F44. Trastornos disociativos (de conversión)
F45. Trastornos somatomorfos
F48. Otros trastornos neuróticos
Según la OMS, la neurosis es un trastorno mental sin base orgánica
demostrable, en la que el paciente puede tener una introspección considerable y
una apreciación de la realidad no alterada, ya que en general no confunde sus
experiencias subjetivas mórbidas y sus fantasías con la realidad externa. Los
síntomas principales son: ansiedad excesiva, síntomas histéricos, conductas
obsesivo compulsivas y depresivas (OPS, 1978). Algunos especialistas
consideran, que ciertas formas de neurosis, como las de ansiedad, fóbicas e
hipocondríacas, no tienen mayor incidencia especial con el comportamiento
criminal, mientras que las variantes histéricas hoy “Trastornos disociativos (de
conversión)” y el trastorno obsesivo-compulsivo, probablemente pueden tener
alguna significación criminológica.
Sobre este particular D. West (1970) afirmaba que entre los neuróticos,
probablemente “es más propenso a la delincuencia el tipo identificado por
Alexander como “neurótico actuante”, persona cargada de tensiones y conflictos
que alivian por medio de la acción”. Igualmente Tullio Bazzi y Mario Fontanesi
146 PSICOLOGÍA JURÍDICA

(1962), hablaban de un grupo de neuróticos que ellos llamaron “conflictuales”,


una de cuyas variantes podía caracterizarse por desembocar en conductas
anormales o de carácter antisocial. Consideraban estos autores italianos, que
dentro de la perspectiva criminológica, se da la modalidad de “neurosis conflictual
tipo acting-out” (de paso al acto), que puede propender a un comportamiento
antisocial, como una función de descarga o alivio de situaciones de tensión
insoportable. Di Tullio (1966, p. 82) también afirmaba “que muchos autores
señalan la frecuencia con que sentimientos particulares, que se encuentran
generalmente descritos en las neurosis conflictuales, son “causas de conductas
antisociales y criminosas”. Sin embargo estas apreciaciones son discutibles,
considerando sobre todo a las actuales descripciones de los cuadros neuróticos.
Retomando la clasificación de las neurosis descritas por la CIE-10,
podemos deducir que las formas disociativas sobre todo y en cierta medida las
obsesivo-compulsivas (F42), tienen alguna importancia criminógena, y podrían
semejarse aproximadamente al grupo “conflictual acting-out” señalados por
Alexander y también por Bazzi y Fontanesi. En el caso de los histéricos (hoy
trastornos disociativos, F44), se manifestaban, según el criterio de Di Tullio,
ciertas formas delictivas, como las simulaciones de violencia sexual y de agresión,
la instigación a delinquir, estafas, calumnias, delitos de falso testimonio, entre
las más frecuentes.
De lo anterior podemos deducir que el papel criminógeno de los trastornos
neuróticos no es significativo, además el problema explicativo del crimen y la
conducta antisocial, no se puede comprenderse en base de una sola variable,
ya que existen otros elementos que pueden facilitar o limitar reacciones
antisociales de sujetos con trastornos emocionales de tipo neurótico.
3.3.6. TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y DEL
COMPORTAMIENTO DEL ADULTO Y DELITO: Según la CIE-10, este grupo
incluye diversas categorías de trastornos, como los siguientes:
F60. Trastornos específicos de la personalidad
F61. Trastornos mixto y otros trastornos de personalidad
F62. Transformación persistente de la personalidad no atribuible a
lesión o enfermedad cerebral
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 147

F63. Trastornos de los hábitos y del control de los impulsos


F64. Trastornos de la Identidad Sexual
F65. Trastorno de la Inclinación Sexual
F66. Trastornos psicológicos y del comportamiento del desarrollo y
orientación sexual
F68. Otros trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto
F69. Trastornos de la personalidad y del comportamiento del adulto sin
especificación
De tales síndromes son más importantes desde el punto de vista
criminológico, el F60 Y F65.
3.3.6.1. Trastornos específicos de la personalidad (F60): Antes
denominadas psicopatías y que abarca un poco más de diez tipos de trastornos
de la personalidad. Según la CIE-9, (OPS, 1978, p. 207) son patrones de
“conducta inadaptada, profundamente arraigados, que casi siempre se
reconocen en la adolescencia o antes y continúan durante la mayor parte de la
vida adulta, aunque con frecuencia se vuelven menos obvios en la edad media o
en la vejez. La personalidad es anormal ya sea en el equilibrio de sus
componentes, su calidad y expresión, o en el aspecto total. A causa de esta
desviación o psicopatía el paciente sufre o hace sufrir a otros y hay un efecto
adverso sobre el individuo o la sociedad “. Para la CIE-10 (Organización Mundial
de la Salud, 1992, p. 249), este grupo incluye, “trastornos graves del carácter
constitutivo y de las tendencias comportamentales del individuo, que normalmente
afectan a varios aspectos de la personalidad y que casi siempre se acompañan
de alteraciones personales y sociales considerables”. Tienden a presentarse en
la infancia o la adolescencia y persisten en la adultez (World Health Organization,
1992). Estos trastornos no son consecuencia de lesión o enfermedad cerebral
u otro trastorno psiquiátrico.
A.- Antecedentes históricos de los trastornos específicos de la
personalidad: La denominación para designar a este tipo de anomalias
no ha sido uniforme, habiendo dominado hasta mediados del siglo XX el
término de psicopatía, que todavía algunos emplean (Yañez, 1970; Zazzali,
2000). Precisamente la variedad y confusión de nombres al tratar el
148 PSICOLOGÍA JURÍDICA

problema de las antiguas “psicopatías” dio lugar para que algunos psiquiatras
nieguen su existencia, pero en realidad cualquiera sea la denominación o
término empleado, estos trastornos no pueden ser desconocidos.
La mayoría de autores señala que fue el psiquiatra alemán Julius L. Koch
(1841-1908), el primero en hablar de “inferioridades psicopáticas” en 1888,
para referirse a esta variedad de trastornos. Poco después, Emil Kraepelin
(1856-1926), en la 5ta edición de su Manual de psiquiatría de 1896, incluyó
el grupo de los “estados psicopáticos” y años después en 1904 introdujo la
denominación “personalidades psicopáticas”. Igualmente por esa época,
Adolfo Meyer (1866-1950), psiquiatra suizo que emigró a Estados Unidos,
delineó más este cuadro, al que denominó en 1905 “inferioridad psicopática
constitucional”, excluyendo a los neuróticos de esta categoría. En 1914,
Karl Birbaum (1878-1950) empleó la denominación de sociopatía en su
obra Die psychopathischen verbrecher, pero que no tuvo difusión. Algunos
lustros después, el psiquiatra norteamericano George E. Partridge (1870-
1953) planteó el uso del término sociópata en vez de psicópata, en el artículo
“Current conceptions of psychopathic personality” en 1930 (American
Journal of Psychiatriy), nombre que fue acogido fugazmente, sólo en la
primera DSM-I norteamericana de 1952.
Kurt Schneider (1887-1967), psiquiatra alemán, fue el estudioso mas
importante de esta materia en gran parte de la primera mitad del siglo XX,
quien publicó su famosa monografía Las personalidades psicopáticas en
1923, y que a lo largo de más de cuatro décadas posteriores tuvo sucesivas
ediciones y traducciones a diversos idiomas, alcanzando gran influencia
mundial, asumiendo una tendencia constitucionalista en la explicación de
los diez tipos de psicópatas que describía en su obra.
Dentro de la psiquiatría anglosajona se siguió la idea de entender al
psicópata como un tipo de trastorno especial, no como un grupo que
abarcaba varios trastornos psicopáticos. En esta tendencia destaca el
enfoque ambientalista del psiquiatra inglés David Henderson (1884-1965)
con su libro Psychopathic states de 1939; seguido por otros estudiosos
como el norteamericano Hervey Cleckley (1903-1984) con su obra Mask
of Sanity de 1941. Posteriormente han sido importantes los trabajos de
William M. McCord (1930-1992) y Joan F. McCord (1930-2004) en 1964,
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 149

con el libro The psychopath: An essay on the criminal mind, así como los
aportes de Michael J. Craft en 1966, con la obra Psychopathic disorders
and their assessment en Inglaterra, y también las investigaciones de Robert
D. Hare (n.1934), psicólogo canadiense, entre 1965, 1966, 1968,1970 y
años posteriores.
En suma, podemos anotar que el término psicopatía se ha usado con una
doble acepción: en un caso, bajo la influencia de la psiquiatría alemana,
como nombre genérico, abarcando una variedad de diez tipos de
“psicopatías”, similar a la nueva nomenclatura vigente de trastornos de
personalidad que emplean la CIE de la Organización Mundial de Salud y la
DMS-5 norteamericana; y en otro caso, sobre todo por la psiquiatría
angloamericana del siglo pasado, sólo como denominación de un trastorno
específico, equivalente al “psicópata desalmado” de Schneider, “anético”
de Honorio Delgado (1892-1969), “crueles” de Catalano y Cerquetelli,
“trastorno disocial de la personalidad” de la CIE 10 y “trastorno antisocial
de la personalidad” de la DSM 5.
Es más o menos desde la década del 50 del siglo XX que se usa, en vez de
personalidades psicopáticas, la denominación de Trastornos de
personalidad por la Organización Mundial de la Salud; así como por la DSM
norteamericana, desde su segunda revisión de 1968 (DSM:II), hasta la última
del 2013 (DSM-5).
B. Tipos de trastornos específicos de la personalidad (F60): La
variedad de estos trastornos, llamados antes personalidades
psicopáticas, ha estado sometido a diversas revisiones. En el siglo
pasado el psiquiatra alemán Kurt Schneider (1963,1965) consideró desde
1923 los diez tipos siguientes:
1) Psicópata hipertímico,
2) Psicópata depresivo,
3) Psicópata inseguro,
4) Psicópata fanático,
5) Psicópata necesitado de estimación,
150 PSICOLOGÍA JURÍDICA

6) Psicópatas lábiles de ánimo,


7) Psicópata abúlico,
8) Psicópata asténico,
9) Psicópata explosivo, y
10) Psicópata desalmado.
El psiquiatra peruano Honorio Delgado (1963), que seguía la tesis de
Schneider describió el mismo número de personalidades psicopáticas, con
cambios en algunos nombres. Los italianos Clemente Catalano y Giannetto
Cerquetelli, en el libro Le personalitá psicopatiche de 1953, también adoptaron la
clasificación de Schneider, agregando un tipo más y algunas variantes en la
denominación, considerando a los siguientes: hipertímicos, depresivos, crueles,
lábiles de humor, anancásticos inseguros, asténicos, histriónicos, volubles,
fanáticos, extravagantes, e hipoevolutivos.
La clasificación psiquiátrica norteamericana considera en la última DSM-
5 del 2013, diez variedades de trastornos de personalidad separados en los tres
grupos siguientes:
Grupo A:
Trastorno paranoide de la personalidad
Trastorno esquizoide de personalida
Trastorno esquizotípico de personalidad
Grupo B
Trastorno de personalidad antisocial
Trastorno límite de la personalidad
Trastorno histriónico de la personalidad
Trastorno narcisita de la personalidad
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 151

Grupo C
Trastorno evasivo de la personalidad
Trastorno dependiente de la personalidad
Trastorno obsesivo compulsivo de la personalidad.
La CIE-10 de la OMS, que emplea la denominación de Trastornos
específicos de la personalidad (F60), considera también 10 tipos de trastornos
que son los siguientes:
F60.0 Trastorno paranoide de la personalidad
F60.1 Trastorno esquizoide de la personalidad
F60.2 Trastorno disocial de la personalidad
F60.3 Trastorno de inestabilidad emocional de la personalidad
.30 Tipo impulsivo
.31 Tipo límite
F60.4 Trastorno histriónico de la personlidad
F60.5 Trastorno anancástico de la personalidad
F60.6 Trastorno ansioso (con conducta de evitación) de la personalidad
F60.7 Trastorno dependiente de la personalidad
F60.8 Otros trastornos específicos de la personalidad
F60.9 Trastornos de la personalidad sin especificación.
152 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Cuadro No. 10
LOS TRASTORNOS DE PERSONALIDAD (Psicopatías)
(1923, 1959) D.S.M. 5 - 2013 O.M.S. - 1993
K. SCHNEIDER TRASTORNOS DE TRASTORNOS
Personalidades PERSONALIDAD ESPECIFICOS DE
PSICOPATICAS LA PERSONALIDAD

1. Hipertímico
2. Depresivo GRUPO A
3. Fanático 1. Trastorno paranoide 1. Trastorno Paranoide de la
de la personalidad personalidad
2. T. Esquizoide de la P. 2. T. Esquizoide de la
3. T. Esquizotípico personalidad
3. T. de inestabilidad
GRUPO B emocional de la
personalidad
4. Explosivo - Tipo impulsivo

4. Trastorno límite - Tipo límite


5. Necesitado de 5. T. Histriónico 4. T. Histriónico de la
estimación personalidad
6. Desalmado o 6. T. antisocial de 5. T. Disocial de la
perverso la personalidad personalidad
7. Trastorno narcisista

GRUPO C
7. Inseguro de si 8. T. Obsesivo compuls. 6. T. Anancástico de la
mismo personal.
9. T. Evasivo de la pers. 7. T. Ansioso de la
personalidad
8. Asténico 10.T. Dependiente de la 8. T. Dependiente de la
personalidad. personalidad
9. Lábiles de ánimo 9. Otros trastornos específicos
10. Abúlico de la personalidad
10. T. de la personalidad sin
especificación
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 153

En general, con algunas diferencias en los nombre y en el número de estas


anomalías, la mayoría de autores consideran casi los mismos tipos de Trastornos
específicos de personalidad. Sin embargo, no podemos negar que el término
Psicopatía aún sigue teniendo algún uso, sobre todo por los partidarios de un
tipo único de psicópata especial segun la psiquiatría angloamericana de la primera
mitad del siglo pasado, criterio mantenido por Robert Hare (1974, 2003) y sus
seguidores (López y Robles, 2005; López y Núñez, 2009; Muñoz, Navas y
Fernández, 2003; Pozueco et al. 2015), quienes consideran que la comunidad
mundial de especialistas que elaboró la CIE-10 y la asociación psiquiátrica
norteamericana autora de la DSM-IV, se han olvidado de incluir a la psicopatía
(¿).
3.3.6.2. Trastornos específicos de la personalidad con mayor
incidencia criminal: Si bien el trastorno de personalidad antisocial (DSM-5) o
disocial (CIE-10) es al que mayormente se le ha vinculado con la actividad
delictiva, no se puede dejar de señalar algunos otros tipos de trastornos que le
siguen en importancia dentro de este fenómeno, tales como el trastorno límite
de la personalidad, trastorno de personalidad paranoide, entre otros (Coccaro,
et al., 2012; Esbec y Echeburúa, 2010).
A.- El Trastorno disocial de la personalidad (F60.2): Debemos recordar
que los antecedentes históricos (Solís, 1972, 2017; López y Robles, 2005)
del encuadre diagnóstico de este trastorno de la personalidad, se remontan
hasta 1656 cuando Tomás Abercromby habló en su Tratado sobre el espíritu
de una “insania o manía moral”, trastorno en el que todos los sentimientos
rectos estaban abolidos, mientras la inteligencia se mantenía sin
desórdenes, según refiere Bernaldo de Quirós (1908, 1955). Mas tarde
Pinel (1745-1826), médico alienista francés, describió en 1806 un caso
que no ecuadraba en los desórdenes psiquiátricos de ese entonces,
denominándolo “manía sin delirio”. Unas décadas después, en 1835 J.C.
Prichard (1786-1848) en Inglaterra, habló de la “moral insanity” o locura
moral en su A Treatise on insanity and other disorders affecting the mind,
caracterizada por una mórbida perversión de los afectos, de la disposición
moral y los impulsos. Luego a partir de la aparición de la tesis de Lombroso
sobre el delincuente nato en 1876, una de cuya característica era la “locura
moral”, cobra mayor difusión.
154 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Esta personalidad anormal, hoy denominada por la CIE-10 “Trastorno


disocial de la personalidad” (F60.2), y “personalidad antisocial” por la DSM-
5 norteamericana, constituye el “loco moral” del siglo XIX, el mismo que
también fuera conocido como una persona con anestesia moral por F.
Scholz, estupidez moral según A. Baer, imbecilidad e idiocia moral para
E. Bleuler, acromatopsia moral según H. Liepmann, complejo sintomático
anético para O. Albrecht, psicópata desalmado según K. Schneider, y
psicópata cruel para Catalano y Cerquetelli, entre otros.
Los autores que empleaban el término “psicópata”, como expresión genérica
para designar diversos desórdenes de personalidad, lo definían de modo
general abarcando a todas sus variantes. Por ejemplo Schneider decía
que los psicópatas son aquéllas personalidades que sufren por su
anormalidad o hacen sufrir, bajo ella, a la sociedad. De entre ellos, el
psicópata desalmado o anético, hoy llamado trastorno disocial de la
personalidad o personalidad antisocial, estaba dentro de la variedad de los
que hacen sufrir a la sociedad por su anormalidad. El criminólogo alemán,
Franz Exner (1946) que hablaba de “psicópatas insensibles”, como una
variedad de psicopatía, decía que éstos se distinguen por una “estupidez
apática” frente a los demás seres humanos, pero a menudo también frente
a ellos mismos. Les falta tanto el sentimiento del valor ajeno (amor,
compasión, honor), como también el sentimiento del propio valor (orgullo,
pudor, conciencia), y carecen de energía para reprimir los instintos, lo que
les lleva a la brutalidad, crueldad fría e impulsiva. Conceptos similares han
sido vertidos por H. Delgado, Pearl H. Berkowitz y Esther P. Rothman
(Berkowitz y Rothman, 1961), entre otros
Los psiquiatras norteamericanos y británicos de mediados del siglo pasado,
usaban el término “psicópata” con una acepción restringida, para designar
el trastorno más severo, no como término genérico. En tal sentido, A. Noyes
y L. Kolb (1963, ps. 551-552) siguiendo la concepción restringida de
psicópata, decían que “la mayoría de los pacientes que en la actualidad se
clasifican como personalidad antisocial, recibían el nombre de “estado
psicopático constitucional” o personalidad psicopática (...) Muchos
psicópatas aunque no son intelectualmente deficientes, lo parecen desde
el punto de vista emocional. Sus sentimientos carecen, por tanto, de sutilidad
y delicadeza. El psicópata típico no siente cariño hacia nadie, es egoísta,
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 155

desagradecido, narcisista y exhibicionista”. Asimismo, los norteaméricanos


Willian y Joan McCord (1966, p. 82), cuando hablan de este particular
trastorno, dicen que “bajo no importa cual término: “manía sin delirio”,
“carácter sin afecto”, “anetópata”, “criminal nato”, “sociópata”, el psicópata
ha hecho conocer su existencia a lo largo de 150 años” .
Este trastorno de personalidad tiene especial implicancia criminológica y
se halla ligado frecuentemente con diversas actividades criminales y
desviadas en general, y con una variedad de conflictos en sus relaciones
interpersonales, actuando con frecuencia en contraposición a la moral y a
las normas culturales vigentes, aunque él puede distinguir que su conducta
no se ajusta al derecho y a las normas morales imperantes.
Para una descripción más detallada de las características de este trastorno
disocial de la personalidad o “psicopatía” en la visión anglosajona, podemos
seguir los criterios de William y Joan McCord (1966), quienes señalaban
los siguientes rasgos predominantes:
a) Es asocial: El comportamiento extraño de esta personalidad antisocial
llega a ser antagónico al de la sociedad. En las diversas culturas puede
hallarse este trastorno aunque varíe lo que haga o lo que la sociedad
lo condene, pero el llamado rebelde sin causa, la personalidad que no
se inmuta ni siente culpa por romper las costumbres establecidas,
se puede hallar en diversas sociedades. Pero no todo inadaptado es
una personalidad antisocial, ya que éste tiene una estructura
caracterológica diferente.
b) Es llevado por deseos incontrolados, no es capaz de posponerlos en
función de las necesidades o derechos de los demás, buscando sólo
su propia satisfacción.
c) Es altamente impulsivo. Su existencia está llena de deseos fugaces,
de acuerdo a sus intereses e impulsos del momento, sin tener en
cuenta las restricciones sociales ni las consecuencias.
d) Es agresivo. Su conducta agresiva es muchas veces brutal, y las
frustraciones pueden hacerlo reaccionar con furia, no teniendo en este
caso capacidad para reprimir o sublimar estos deseos violentos.
156 PSICOLOGÍA JURÍDICA

e) Tiene escasos sentimientos de culpabilidad. Frente a cualquier acto


censurable o ante la violación de las normas morales, no manifiesta
remordimiento o sentimiento de culpabilidad. Dificilmente llega a tener
remordimiento de sus actos negativos. Esta persona puede hablar
de moralidad pero en realidad no sentir nada en su interior.
f) Tiene una desviada capacidad de amor. El sujeto con trastorno de
personalidad antisocial, es frío y carece de compasión, muchas veces
los demás sólo son medios para satisfacer su propio placer.
Maslow(Citado por los McCord), dice que ellos carecen de
identificaciones amorosas con otros seres humanos, y que pueden
herirlos o aún matarlos casualmente, sin odio ni placer, de la misma
manera que matarían a los animales dañinos.
Especialmente los escasos sentimientos de culpabilidad y la ausencia de
afecto o insensibilidad, así como una baja tolerancia a la frustración,
constituyen los rasgos más característicos de este trastorno disocial de la
personalidad, que lo diferencia de los demás seres humanos. Dichas
características facilitan, muchas veces una conducta criminal y violenta,
es así que ya en 1918, el psiquiatra Bernard Glueck (1884-1972), al estudiar
convictos en la prisión de Sing Sing, halló que el 18.9% eran psicópatas.
Por ello el estudio de este trastorno tiene alto interés criminológico, sobre
todo por el hecho de que un número importante de los reincidentes múltiples,
delincuentes profesionales o habituales, presentan una personalidad
psicopática según el parecer de Di Tullio (1966). Por su parte los McCord
(1966) indicaban que un 10% de los delincuentes eran psicópatas,
añadiendo que esta personalidad “comete dos veces más crímenes que el
criminal promedio”, sin embargo otros autores señalan tendencias mayores.
Robert Hare (2003) decía en 1993, que en términos optimistas, en Estados
Unidos existen al menos dos millones de psicópatas, y que en Nueva York
viven por lo menos cien mil de estas personalidades. En general, este
trastorno de personalidad es el que más está relacionado con la criminalidad
violenta, tanto en hombres como en algunas muestras de mujeres (Esbec
y Echeburúa, 2010).
Se debe aclarar que no siempre una personalidad antisocial incidirá en el
delito, ya que existen muchos de ellos dedicados a diversas actividades no
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 157

criminales, que tienen mayor afinidad con sus rasgos peculiares. El


psicólogo Robert M. Lindner (1914-1956), autor del libro Rebelde sin causa:
El hipnoanálisis de un psicópata criminal, publicado en 1944, decía que el
psicópata no sólo es criminal, sino que también es potencialmente el futuro
jefe de las tropas de asalto. Además se ha demostrado que no parecen
tener fallas en la adquisición de habilidades ordinarias, pero si “parecen
estar menos afectados por la amenaza de castigo, particularmente cuando
éste va a ocurrir de todas formas en alguna ocasión” futura (Yates, 1973,
p.248), (Hare, 1974).
Las explicaciones de los factores que condicionan a la “personalidad
antisocial”, han sido muy diversas, desde los criterios hereditarios, que
consideramos ya superado, hasta las explicaciones neurológicas y los
factores ambientales. Nosotros creemos que ninguna explicación unilateral
da una respuesta cabal al tema de las causas de este trastorno. Por ello, la
tesis de los que hablaban de esta anomalía como algo “constitucional”,
afirmaban que la explicación ambientalista se refería a casos de pseudo
psicopatía. En realidad creemos que la explicación tiene que ser bio-social
(constitucional y ambiental-emocional), entendiendo por constitucional
aquella estructura biológica singular, especialmente el tipo de sistema
nervioso que es básico para el desarrollo afectivo e intelectual, además del
medio ambiente social-emocional, para condicionar el comportamiento
característico de una personalidad anormal. Precisamente en las últimas
décadas se vienen realizando una variedad de investigaciones sobre las
condiciones neurológicas de las personalidades antisociales; en este
sentido Gallardo-Pujol, et al. (2009, p. 191) informan que estudios “recientes
han puesto de relieve alteraciones estructurales que se asocian al
comportamiento violento, como la corteza prefrontal ventromedial, la corteza
cingulada anterior, la amígdala o la corteza prefrontal dorsal lateral.” Asi
mismo Emil Coccaro et al (2012), así como Glenn y Raine (2008) reseñan
investigaciones en personas con trastorno antisocial y psicopatía, mediante
resonancia magnética cerebral, observándose una reducción del volumen
de la amígdala, así como también en otros estudios funcionales presentan
una respuesta atenuadas de las amígdalas ante estímulos emocionalmente
evocadores. Igualmente otras investigaciones han hallado asimetrías
cerebrales sobre todo en el hipocampo en “psicópatas no exitosos (Olga
158 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Valencia, 2007). Otros trabajos recientes mediante el escaneado del craneo


han hallado ciertas anomalías estructurales en el cerebro de personalidades
antisociales psicopáticas presentando menos materia gris en la corteza
prefrontal anterior y los lóbulos temporales, frente a criminales no psicópatas
y personas normales (Gregory, et al. 2012). Asimismo Raine et al. (Glenn y
Raine, 2009 p. 162) ya habían observado “una disminución de un 11% del
volumen de la sustancia gris prefrontal en un grupo de individuos con
trastorno de la personalidad antisocial, comparados con grupos de control”.
También según el informe de Martina Ly, et al. (2012) se observó
adelgazamiento cortical en una serie de regiones cerebrales en 20 reclusos
con trastorno antisocial psicopático, en tanto que el grupo de comparación
de 20 reclusos no psicopáticos no se apreció dicho adelgazamiento cortical;
Finalmente, debemos anotar que algunos autores siguen empleando la
antigua nomenclatura de psicópata, de raigambre angloamericana, e incluso
sostienen puntos de vista discutibles al afirmarse que la psicopatía es un
cuadro especial, y que no es equivalente al trastorno disocial de la
personalidad, idea liderada por R. Hare (2003) y seguida por algunos otros
(Muñoz, Navas y Fernández, 2003; López y Robles, 2005; Lòpez y Núñez,
2009; Pozueco, 2011; Pozueco et al 2015), obviando o desconociendo el
hecho de que dentro del nombre genérico actual de trastornos de
personalidad, tanto por la CIE de la OMS y la DSM norteamericana, se
incluyen al trastorno disocial o al trastorno antisocial de la personalidad,
trastorno que como hemos visto ha tenido una gran variedades
denominaciones a lo largo de la historia. Al respecto la CIE 10 (Organización
Mundial de la Salud, 1992, p. 252), luego de describir el “trastorno disocial
de la personalidad”, agrega la nota siguiente:
“Incluye: Trastorno de personalidad sociopática.
Trastorno de personalidad amoral
Trastorno de personalidad asocial
Trastorno de personalidad antisocial
Trastorno de personalidad psicopática”
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 159

En similar sentido la DSM-IV norteamericana, respecto al “trastorno


antisocial de la personalidad”, que es la denominación que emplea, anota
que este trastorno “también ha sido denominado psicopatía, sociopatía
o trastorno disocial de la personalidad” (Pichot, 1995, p. 662). Precisiones
que supuestamente no son válidas para Hare y sus seguidores.
B. Trastorno límite de la personalidad y delito: para la DSM-IV constituye
un “patrón general de inestabilidad en las relaciones interpersonales, la
autoimagen y la afectividad, y una notable impulsividad, que comienzan al
principio de la edad adulta y se dan en diversos contextos..” (Pichot, 1995
p. 670), siendo un trastorno diagnosticado cada vez más en muestras
forenses de personas vinculadas a delitos violentos, ocupando el segundo
lugar en varones, al igual que el paranoide, “y el primero en algunas muestras
de mujeres” (Esbec y Echeburúa, 2010, p.255).
La desregulación de la emoción, unido a una conducta impulsiva y agresiva
en este trastorno, propicia la manifestación de comportamientos agresivos,
presentando una alta incidencia en crímenes violentos (Gonzalez y Robles,
2005). También en este tipo de personalidad límite existirían evidencias de
una disfunción cortico- límbicas, identificadas con técnicas de neuro imagen
(Coccaro, et al., 2012)
C. Trastorno paranoide de la personalidad: Conocido en las primeras
décadas del siglo XX como “psicópata fanático” o personalidad querulante.
Se caracteriza por una excesiva sensibilidad ante las dificultades o ciertas
situaciones como las humillaciones o desaires, así como tendencia a
distorsionar la experiencia por la elaboración errónea de las acciones de
otros, que siendo neutras o amigables se interpretan como hostiles y
desdeñosas. Suelen albergar rencores y no olvidan los agravios o
desprecios de los que creen haber sido objeto, reaccionando con ira ante
los supuestos ultrajes. Pueden tener celos patológicos, otros pueden ser
agresivos e insistentes. Para Pichot (1995, p. 651), los “sujetos con trastorno
paranoide de la personalidad son personas con las que generalmente es
difícil llevarse bien y suelen tener problemas en las relaciones personales.
Su suspicacia y hostilidad excesiva pueden expresarse mediante las
protestas directas, las quejas recurrentes o por un distanciamiento
silencioso claramente hostil..” . Para esta persona, el sospechar llega a
160 PSICOLOGÍA JURÍDICA

ser una forma de vida y culpan a otros de sus defectos y fallas, como
consecuencia generalmente tienen pocos amigos. No tienen capacidad
para perdonar agravios o perjuicios y muestran predisposición a rencores
persistentes, otros pueden ser agresivos e insistentes. Estas características
de personalidad pueden inducirlo a ciertos actos que pueden ser delictivos.
Según Esbec y Echeburúa (2010), en la población delictiva es el segundo
trastorno de personalidad más frecuente en varones junto con el Trastorno
Límite, y el tercero en mujeres.
D. Trastorno esquizoide de la personalidad: Es un trastorno caracterizado
por preferir las actividades solitarias, no deseando ni disfrutando de las
relaciones sociales, careciendo de amigos íntimos o personas de confianza,
con ningún o poco interés por relaciones sexuales con otras personas,
mostrando frialdad emocional. Generalmente estas personalidades “no son
violentas, pero pueden tener graves explosiones de cólera si se les invade
su espacio personal o se les molestas” (Esbec y Echeburúa, 2010, p. 10)
3.3.7. TRASTORNOS DE LOS HABITOS Y DEL CONTROL DE
IMPULSOS: Abarca una variedad de trastornos del comportamiento
caracterizados por ser actos repetidos, perjudiciales para el individuo o para los
demás, que no tienen una clara motivación racional, y que generalmente no
pueden ser controlados por la persona. En la mayoría de estos trastornos, “el
individuo percibe una sensación de tensión o activación interior antes de cometer
el acto y luego experimenta placer, gratificación o liberación en el momento de
llevarlo a cabo.” (Pichot, 1995, p. 625). Incluye las siguientes categorías:
F63.0 Ludopatía
F63.1 Piromanía
F63.2 Cleptomanía
F63.3 Tricotilomanía
F63.8 Otros trastornos de los hábitos y del control de impulsos
Incluye: Trastorno explosivo intermitente
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 161

3.3.7.1. Ludopatía: Es un trastorno del control de impulsos que no estaba


considerado en anteriores clasificaciones, pero dado el aumento de personas
afectadas por el juego patológico o ludopatía es objeto de preocupación de la
psiquiatría y la psicología, habiendo sido incluído por primera vez como trastorno
en la DSM-II de la APA en 1980, teniendo actualmente cierta incidencia penal
(Homs, 1996; Moragues, 2001; Gonzalez y Graña, 2008).
3.3.7.2. Piromanía: En este trastorno la persona siente satisfacción o
liberación de tensión cuando provoca un incendio o fuego, lo que no está
relacionado con algún interés económico, idea de venganza o cólera, ni es
consecuencia de otro trastorno mental. Dada la magnitud del fuego o incendio
provocados, puede constituir una figura delictiva de daños o bien de lesión o
muerte de algunas personas. Felizmente es un trastorno poco frecuente en la
población.
3.3.7.3. Cleptomanía: El impulso que no se puede controlar para tomar o
hurtar objetos es característico de este trastorno, aun cuando el bien sustraído
no le sea útil para su uso personal o tenga poco valor. Generalmente es un acto
realizado solo, sin la colaboración de otras personas. En ciertos casos el hecho
puede provocar problemas legales por hurto.
Este trastorno no es frecuente, y no se debe confundir por ejemplo con los
actos de sustracción o hurto de objetos en las tiendas, los que están motivados
por el valor del bien y su utilidad.
3.3.7.4. Trastorno explosivo intermitente: En la primera mitad del siglo
pasado se le denominó a la persona con dicho trastorno “psicópata explosivo”,
también “psicópata epileptoide”, quien dado su trastorno impulsivo tiene un riego
importante de cometer actos violentos según las circunstancias. Se caracteriza
por presentar reacciones agresivas o violentas ante situaciones de estrés o
conflicto poco importantes; manifestaciones explosivas que no guardan relación
por su intensidad con el hecho o situación que la desencadena, no obstante
tratarse en muchos casos, de una persona adaptada y afable en general, quien
luego del evento “puede sentirse consternado, con remordimientos, arrepentido
o avergonzado por su comportamiento agresivo” (Pichot, 1995, p. 626). Asimismo,
P. Nathan y S. Harris (1989, p. 382) señalan también, que de “acuerdo con el
patrón de personalidad explosiva ocurren, en forma impredecible, episodios de
ira o agresión física o verbal. La persona que manifiesta este tipo de personalidad,
162 PSICOLOGÍA JURÍDICA

muestra buen control durante largos periodos, posteriormente, sobreviene un


episodio de furia violenta y una vez que ha pasado la explosión, generalmente se
muestra arrepentida y compungida..”. Estas reacciones explosivas no son
consecuencia de otro trastorno mental, pero si se han hallado algunas anomalías
de la función cortico límbica cerebral (Coccaro, 2012), y dado sus trastornos
típicos, pueden tener una incidencia importante en actos de violencia física, tales
como lesiones, daños o hasta homicidios. Este tipo de trastorno tampoco es
frecuente.
3.3.8. TRASTORNOS SEXUALES Y DELITO: Los diversos trastornos y
disfunciones de la conducta sexual, si bien tienen una correlación fisiológica, no
dejan de ser condicionados también por diversos procesos psicosociales, sobre
todo en los casos de la alteración del rol o papel sexual humano (Bancroft, 1977).
Por ello es que dentro de la clasificación de los trastornos mentales, estos
problemas constituyen un capítulo importante, y en la Décima clasificación
internacional de la OMS, CIE-10, se consideran hasta cuatro categorías distintas
de trastornos, siendo la más importante desde el punto de vista criminológico, el
Trastorno de la inclinación o preferencia sexual, que abarca los siguientes
síndromes:
F65 Trastornos de la Inclinación Sexual
F65.0 Fetichismo
F65.1 Transvestismo fetichista
F65.2 Exhibicionismo
F65.3 Escoptofilia (voyeurismo)
F65.4 Paidofilia
F65.5 Sadomasoquismo
F65.6 Trastornos múltiples de la inclinación sexual.
F65.8 Otros trastornos de la inclinación sexual.
F65.9 Trastorno de la inclinación sexual sin especificación.
Este grupo de Trastornos de la inclinación sexual, prácticamente abarca
lo que se conoce como desviaciones sexuales o parafilias. Al respecto la DSM-
5 norteamericana del 2013, emplea la denominación de Trastornos parafílicos,
considerando las siguientes variedades:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 163

Trastorno de voyeurismo
Trastorno de exhibicionismo
Trastorno de frotteurismo
Trastorno de masoquismo sexual
Trastorno de sadismo sexual
Trastorno de pedofilia
Trsrorno de fetichismo
Trastorno de trasvestismo
Otro trastorno parafílico especificado
Trastorno parafílico no especificado.
Las vinculaciones criminológicas se dan fundamentalmente con ciertas
desviaciones o parafilias, sobre todo con la paidofilia, el exhibicionismo, así como
con el sadismo y la necrofilia. Las demás parafilias, sólo si constituyen ofensas
al pudor público o atentan contra el pudor de menores pueden tener interés
penal y criminológico.
3.3.8.1. La paidofilia (F65.4): es una parafilia o desviación sexual en la
que un adulto prefiere tener actividades sexuales con un niño o prepuber del
mismo sexo o sexo opuesto. Al respecto, la mayoría de las leyes penales, y en
particular la nuestra, consideran delitos de violación de menores y de atentados
contra el pudor, cualquier relación sexual con un menor de 14 años de edad, y
castigan drásticamente esta forma de conducta sexual e incluso cualquier
comportamiento ocasional o habitual no necesariamente paidofílico. Asimismo
en tales modalidades de violación de menores se sanciona en la práctica sólo al
varón pedófilo por pedofilia heterosexual u homosexual, aunque no siempre un
pedófilo actúa teniendo al menor como sujeto pasivo de relación sexual, sino
que a veces puede asumir un rol homosexual, o bien no efectuar prácticas
sexuales ni homosexuales, sino circunscribirse a medidas manipulatorias,
cunnilinguis u otras formas desviadas. La pedofilia constituye, pues, una de las
desviaciones sexuales que penalmente recibe sanciones bastante duras.
3.3.8.2. El exhibicionismo (F65.2): Es otra desviación sexual en la que el
placer o la satisfacción sexual se obtiene mostrando en público los órganos
genitales a una persona de sexo opuesto. Langeluddeke (1972) considera que
se trata de una conducta muy frecuente, generalmente en personas maduras.
Las leyes penales y en particular el Código Penal Peruano, en el artículo 183,
tipifica las exhibiciones obscenas en lugares públicos, lo que puede ser en algunos
164 PSICOLOGÍA JURÍDICA

casos una manifestación de exhibicionismo sexual, aunque abarca también


cualquier situación similar que no constituya una desviación sexual, sino tan
sólo una conducta aislada u ocasional
3.3.8.3. El sadismo y masoquismo (F65.5). Dentro del sadismo se incluye
la conducta que logra excitación o gratificación sexual infligiendo sufrimiento
físico o psicológico a la pareja sexual; mientras que en el masoquismo, se
consigue la excitación y gratificación sexuales soportando castigo o dolor
producido por la pareja. Estas parafilias o desviaciones sexuales no tienen
significación criminológica o penal en si mismas, salvo los casos no frecuentes
de sádicos sexuales que llegan a producir lesiones o la muerte de la pareja, en
cuyos casos serían pasibles de sanción penal, no por la desviación sexual en
sí, sino más bien por la lesión o la muerte producida. Según Hesnard (1963) los
casos de “sadismo criminal” son afortunadamente raros. Langeluddeke (1972)
dice también que estos delitos no son muy frecuentes.
3.3.8.4. Otras parafilias: Incluye diversas manifestaciones de desviación
sexual que son poco frecuentes, como la zoofilia o bestialismo, asi como la
necrofilia o vampirismo, entre otras. De estos casos la necrofilia es un trastorno
caracterizado por sentir preferencia de tener relaciones sexuales con cadáveres,
siendo un tipo de parafilia muy grave que si tiene importancia criminológica.
3.3.9. DISCAPACIDAD INTELECTUAL Y DELITO: En las primeras
décadas del siglo XX se pretendió vincular la deficiencia mental con la
criminalidad, así mismo la nomenclatura de dicha deficiencia no siempre ha
sido la misma, habiéndose abandonado las denominaciones que hoy suenan a
peyorativas o despectivas. Asimismo, para el diagnóstico de la capacidad
intelectual, los psicólogos crearon unas pruebas especiales, los test mentales,
de tal modo que la medición de la inteligencia se traduce cuantitativamente en
cocientes de inteligencia (C.I.), que indican el nivel intelectual de la persona. Una
de esas clasificaciones, siguiendo en gran parte a Lewis Terman, se observa en
el cuadro No. 11.
Particularmente en el campo forense ha sido de interés la discapacidad
intelectual, y si revisamos la literatura de los primeros sesenta años del siglo XX,
veremos que la denominación genérica para el retraso mental era la de
Oligofrenia, aunque los italianos hablaban de Frenastenia, y los norteamericanos
de Debilidad Mental (morón, imbécil e idiota). A su vez dentro de los subgrados
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 165

de la oligofrenia, que era la denominación más difundida, se consideraban tres


niveles de inferioridad mental, con una terminología hoy ya obsoleta (débil mental,
imbécil e idiota), pero que algunos tratadistas en Psiquiatría forense la siguieron
empleando (Cabello, 1982; Langeluddeke, 1972; Serpa, 1979), así como diversos
penalistas.
Cuadro No. 11 Niveles de inteligencia
C. I. Nivel de inteligencia
140 o más . Genialidad (superdotado)
130 a 139 . Muy superior
120 a 129 . Superior
110 a 119 . Normal superior
90 a 109 . Normal promedio (Inteligencia media)
80 a 89 . Normal inferior (Normal lento)
70 a 79 . Limítrofe (Fronterizo)
69 o menos . Discapacidad intelectual (Retraso mental)

Tanto en las clasificaciones antiguas que hablaban de oligofrenia, como


las penúltimas en el campo psicológico y psiquiátrico que emplearon la
denominación de retraso mental, y las actuales que optan por discapacidad
intelectual, los criterios para diferenciar los diversos subniveles de inferioridad
intelectual, toman generalmente como pauta el cociente intelectual (C.I.), junto
con otros criterios. Asimismo debemos considerar que los factores causales
del retraso mental son múltiples, desde anomalias cromosómicas, infecciones
o intoxicaciones pre o pos natales, trastornos del metabolismo, hasta
traumatismos prenatales o durante el parto.
La CIE-9 de 1975, así como la CIE-10 de 1993 que usan el término de
Retraso Mental para la subnormalidad de la inteligencia, consideran las siguientes
categorías de deficiencia:
F70. Retraso Mental Leve
F71. Retraso mental moderado
F72. Retraso mental grave
F73. Retraso mental profundo
F78. Otro retraso mental
F79. Retraso mental sin especificación.
166 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Esta clasificación precisó un poco más las subvariedades del retraso, frente
a la tripartición tradicional que se consideraba dentro del cuadro oligofrénico.
Hoy se consideran cuatro subniveles de discapacidad intelectual, y de ellos las
personas con discapacidad leve pueden alcanzar capacidades sociales
comunicativas, y llegar con esfuerzo hasta un sexto grado de escolaridad,
también son capaces de desarrollar destrezas vocacionales que les permitan
sobrevivir, aunque pueden requerir orientación y asistencia en situaciones de
estres social o económico no usuales. El sujeto con dispacidad moderada, puede
a veces lograr hasta un segundo grado de escolaridad, y alcanzar alguna forma
de trabajo no especializado o semi especializado en determinadas condiciones,
pero requerirá asistencia. Los niveles de discapacidad intelectual profunda y
grave, tienen déficits intelectuales mayores que determinan el requerimiento de
asistencia y ayuda para satisfacer sus necesidades vitales. La equivalencia de
la antigua clasificación (oligofrenia), la de la CIE-10, así como la actual de la
DSM-5 (American Psychiatric Association, 2014) que usa la denominación de
Discapacidades intelectuales o trastornos del desarrollo intelectual se presenta
en el cuadro No. 12
Cuadro No. 12. Grados de retraso o discapacidad intelectual

OLIGOFRENIA RETRASO MENTAL DISCAPACIDADES


Denominación antigua (CIE-9) INTELECTUALES
(CIE-10) (DSM-5)

. Debilidad mental: . Retraso mental leve: . Leve


CI 50-69 CI 50-70
. Retraso mental moderado: . Moderado
. Imbecilidad: CI 35-49:
CI 25-49 . Retraso mental grave: . Grave
C.I. 20-34
. Idiocia: . Retraso mental profundo: . Profundo
CI menor de 25 CI menor de 20
. Retraso general del
. Otro retraso mental desarrollo
. Retraso mental sin . Discapacidad
especificación
intelectual
no especificada
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 167

Los estudios criminológicos que han creído hallar alguna correlación directa
entre retraso mental y delincuencia, han variado tal índice de relación con el
transcurso de los años. En los trabajos más antiguos se hablaba de un alto
índice de criminalidad de imbéciles y débiles mentales, siendo Henry H. Goddard
(1866-1957), en las primeras décadas del siglo XX, autor de Feeble mindedness
en 1914 y de The criminal imbecile: an analysis of three remarkable murder
cases en 1915, su representante más importante, quien en el estudio del nivel
intelectual de reclusos norteamericanos, calculó que de un 20 a 89% de presos
eran débiles mentales, concluyendo “que al menos un 50% del total de
delincuentes son defectivos mentales”, reiterando dichos resultados en un trabajo
posterior, señalando que “el resultado de los más cuidadosos estudios parece
indicar que alrededor del 50 por 100 del total de los delincuentes son defectivos
mentales” (Parmelee, 1925), lo que constituía una incidencia muy alta, que hacía
dudar de su validez. Sin embargo, por el mismo año, William Healy (1869-1963)
en 1915, en The individual delinquent, sobre la base del examen de mil
delincuentes jóvenes reincidentes, halló que un 10% de estos menores eran
deficientes mentales, porcentaje que era más cercano a la realidad. Un década
después, Cyril Burt (1883-1971) en el libro The young delinquent de 1925, presentó
también el estudio de jóvenes delincuentes de Londres, comparándolos con
grupos no delincuentes de la misma edad y clase social, hallando que tanto la
limitación intelectual “como la verdadera subnormalidad mental eran tres o más
veces más frecuentes entre los delincuentes”. Por esos años Carl Murchison
(1887-1961) escribió un libro sobre inteligencia y criminalidad: Criminal intelligence,
en 1926.
En las décadas siguientes también hubieron algunos estudios al respecto,
como el de Simon H. Tulchin (1895-1977), que publicó en 1939 la obra: Intelligence
and crime: A study of penitentiary and reformatory offenders. Asimismo el
psiquiatra forense inglés William Norwood East (1872-1953), con P. Stocks y H.
Youno en 1942, estudiaron a cuatro mil menores antisociales, encontrando un
3,5 % de mentalmente inferiores, que es una tendencia más realista, presentada
en la obra: The adolescent criminal: A medico-sociological study of four thousand
male adolescents. En los años cincuenta, Mary Woodward en su libro Low
intelligence and delinquency de 1955, presentó su estudio con pruebas de
inteligencia aplicadas a delincuentes, hallando que el cociente intelectual, tanto
de delincuentes ingleses como norteaméricanos, no estaban más de ocho
puntos por debajo de la población normal (West, 1970).
168 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En los años sesenta, en el libro: Psychiatric studies of borstal lads, de


1963, Trevor C.N. Gibbens (1912-1983) informó que en un grupo de menores de
un reformatorio encontró sólo un 3% de deficientes. Otros investigadores, en
función del tipo de delitos, han hallado mayor número de delincuentes deficientes
mentales, como en los autores de atentados sexuales, delitos violentos, robos,
y mucho menos en los dedicados a las estafas. Sin embargo, en la misma
década, Emilio Mira y López (1961. P. 228) afirmaba “que todo débil mental, por
el solo hecho de serlo, resulta un sujeto cuyo potencial delictivo se encuentra
aumentado. Si en la práctica un gran número de oligofrénicos no llega a la
criminalidad, es debido al mayor desarrollo que en ellos adquiere el miedo al
castigo y el sufrimiento”; afirmación contradictoria, ya que un deficiente mental,
con insuficiente discernimiento, no tiene una adecuada capacidad de valoración
de los efectos punitivos de su conducta. También por esos años, en nuestro
medio, H. Delgado (1963) igualmente daba cifras elevadas de oligofrénicos
delincuentes, así como de prostitutas, fluctuando del 22 al 36.5%, cifras realmente
cuestionables.
De todo esto debemos colegir que hoy no se halla alta incidencia criminal
en los deficientes mentales, como se afirmaba a inicios del siglo pasado.
Actualmente su grado de presencia es menos importante, y su incidencia se
explicaría como decía Exner, por una relación indirecta, ya que las deficiencias
intelectuales realmente constituyen situaciones desventajosas para esta persona,
además de que su capacidad de razonamiento y control emocional están
reducidas. Asimismo dentro de las condiciones de supervivencia social están
en desventaja, frente a los que no tienen tal retraso, como en la búsqueda de
trabajo. Otro hecho es que este problema se acentúa por el retraso escolar
concomitante, conformando un círculo vicioso. Como dicen algunos, la tríada
“retraso mental + retraso escolar + disociación familiar”, constituye un conjunto
de factores de riesgo.
Sin embargo debemo reiterar que actualmente no se encuentran altos
porcentajes de participación delictiva de los deficientes mentales, como se
afirmaba a inicios del siglo XX. Siendo hoy su participación sobre todo en delitos
contra la libertad sexual, hurtos, lesiones, entre otros (Fernández-Ballesteros,
2006), teniendo una presencia relativa en función del nivel de retraso, presentando
mayor riesgo de criminalidad los casos con retraso leve sobre todo y en parte
los que tienen retardo moderado; cuanto más grave y profundo es la deficiencia
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 169

mental, es menor la capacidad para realizar actos delictivos (Otín del Castillo,
2010).

3.4. VIOLENCIA: RIESGO Y PREDICCIÓN

Dentro del ámbito de las diversas manifestaciones de criminalidad, la


violencia constituye una de sus características peculiares, tanto en actos
delictivos no muy graves como los casos de lesiones leves, hasta actos
criminales mas violentos como el robo agravado, violencia sexual, lesiones
graves, asesinatos u homicidios calificados, genocidio y otras formas de
manifestación delictiva. Este fenómeno ha dado lugar a que se desarrollen algunas
alternativas que pemitan predecir y prevenir los riesgo de violencia
3.4.1. QUE ES LA VIOLENCIA: En nuestra sociedad se observa una
multiplicidad de actos de violencia en contextos muy variados, tanto en el entorno
familiar, en la interacción social, en manifestaciones criminales, en eventos
deportivos, en el pandillaje juvenil, entre otros ámbitos, lo que es muy preocupante.
Además la violencia es un fenómeno complejo que es visto en la vida cotidiana
desde diversas perspectivas, entendiéndosela como agresividad, criminalidad,
impulsividad u otra manifestación, no existiendo una conceptuación consensual.
La Organización Mundial de la Salud (2002, P. 5) define a la violencia como
“el uso deliberado de la fuerza física o el poder, ya sea en grado de amenaza o
efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o
tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológico,
trastornos del desarrollo o privaciones”. Los efectos que produce esta
manifestación son pues diversos, desde daños psicológicos hasta resultados
de violencia mortal. Además, como dicen Andrés y Redondo (2007, p. 159), de
la definición adoptada por la OMS “se deduce que la violencia no es simplemente
una conducta, ni una respuesta emocional, un síntoma psicopatológico, un instinto
o un impulso irrefrenable, ni una respuesta simple y automática o irreflexiva. La
violencia es una estrategia psicológica para alcanzar un fin determinado. Esto
significa que la violencia requiere por parte del sujeto que la ejerce, la utilización
de diferentes recursos y procesos que convertirán deliberadamente esta
estrategia en un comportamiento o serie de comportamientos dirigidos a lograr
un objetivo.”
170 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Asimismo, la noción de violencia tiene una doble connotación, a la vez


como acción o comportamiento y también como disposición o atributo psicológico.
- Como acción o conducta: “la acción violenta es el resultado de la
interacción concreta de factores individuales y de factores situacionales”, lo que
significa que si bien el agente causal del hecho violento es la persona, ésta a su
vez actúa en determinada situación o contexto que puede estimular, facilitar o
precipitar la eclosión del acto violento.
- Como disposición o atributo psicológico: la violencia es una cualidad o
atributo de los individuos, que juega un papel muy importante en el fenómeno de
la violencia. La opción de ejecutar un comportamiento violento es una “decisión
individual, más o menos condicionada, que se toma en una situación concreta,
frente a unos estímulos determinados y, en un estado individual que puede, a
veces, justificar la inconciencia de la decisión o el error de actuar violentamente
sin valorar las consecuencia del acto realizado.” (Andres y Redondo, 2007, 159)
Además se pueden apreciar diversas propiedades que caracterizan
a la violencia, en este sentido Según Andrés y Redondo (2007), seguido por
Benavides et al. (2014) y Luque (2015), se distinguen cinco propiedades o
elementos que la caracterizan.
1) Complejidad: “En tanto estrategia psicológica la violencia incluye
componentes cognitivos, actitudinales, emocionales y motivacionales que actúan
de forma interrelacionada y con una finalidad concreta. Las estrategias se (…)
caracterizan por su finalidad y así en el caso de la violencia podemos distinguir
finalidades específicas.” (Andres y Redondo, 2007, p.160)
2) Heterogeneidad o variedad expresiva. El acto violento en general es un
fenómeno que tiene diversas expresiones en función de los elementos o variables
intervinientes. Es así que se diferencian diversos tipos de violencia que se pueden
clasificar según distintos criterios:
. Según la manera como se la ejerce, puede ser violencia física, violencia
psicológica, violencia sexual, violencia económica.
. De acuerdo a las características del agresor, éstos pueden ser jóvenes o
adultos, hombres o mujeres, entre otras.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 171

. Según las víctimas: ellas pueden ser “de violencia de género, de maltrato
infantil, de un robo violento, etc” (Andrés y Redondo, 2007, p. 160)
3) Multicausalidad: “Para que ocurra un acto violento, especialmente de
violencia grave como por ejemplo un asesinato, tienen que coincidir en el tiempo
numerosas variables que, a su vez, no suelen combinarse con demasiada
frecuencia..” (Andrés y Redondo, 2007, p. 161)
Los diversos tipos de violencia tienen sus factores de riesgo y protección
específicos. Así se puede considerar que la violencia ejercida en el pasado
biográfico es un factor de riesgo común para todo tipo de violencia, la parafilia es
un factor específico de la violencia sexual pero no de la violencia física
4) Intencionalidad. El acto violento es resultado de una intención voluntaria
de producir daño o malestar. Sin embargo dicha decisión de actuar violentamente
siempre estará influida, no causada, por una variedad de factores biológicos,
psicológico y sociales.
5) Infrecuencia. No obstante la sensación creciente de que la violencia es
generalmente algo muy común, la violencia grave o muy grave especialmente
es un fenómeno poco habitual e infrecuente (Andrés y Redondo, 2007).
3.4.2. RIESGO DE VIOLENCIA O PELIGROSIDAD: La preocupación por
delimitar o prever el peligro de criminalidad o de reincidencia delictiva, surgio en
el campo de la criminología positivista y su posterior adopción en el campo penal,
basado en las teorías criminológicas de corte biológico así como social, habiéndo
surgido luego la tesis de la peligrosidad o el estado peligroso en diversas
legislaciones penales.
3.4.2.1. La peligrosidad o el estado peligroso: La criminología desde
sus inicios consideró importante la necesidad del estudio individual del delincuente
y su potencial riesgo delictvo. Esta idea tuvo el influjo de Garófalo a fines del
siglo XIX, quien habló de temibilidad dando lugar a que luego en el campo penal
se generara la noción de peligrosidad. Años después, en la primera mitad del
siglo XX, Benigno Di Tullio (1966) señalaba también, entre diversos aspectos
importantes de la Criminología clínica y el proceso penal, el “pronóstico de
peligrosidad” del delincuente, idea que había sido acogido en diversa legislaciones
del mundo, como en nuestro código penal de 1924, en cuyo artículo 116 se
regulaba la posibilidad de declarar “especialmente peligrosos” a ciertos
172 PSICOLOGÍA JURÍDICA

delincuentes. Es pues en el ámbito penal donde alcanza un desarrollo importante


el tema de la peligrosidad criminal o el estado peligroso (Luque, 2015; María
Marco, 2016; Cámara, 2018) de algunos individuos, “en la que se aprecia la
probabilidad de cometer un delito en el futuro” (Romeo, 1986, p. 20). Tal
catalogación de peligroso, peligrosidad o estado peligroso, tiene como presunción
el riesgo de la ejecución de un nuevo delito por la persona calificada como tal,
teniendo como base generalmente sus antecedentes penales o el hecho criminal
com etido, pero sin un sustento suficientem ente objetivo. Asimismo la
“peligrosidad, además de ser un concepto jurídico, también es un concepto
común, que forma parte del lenguaje cotidiano y refiere a la propensión del
individuo a cometer actos violentos y peligrosos (Andres y Redodo, 2007, p.
162).
Las ideas desarrolladas sobre este tema consideraron las variantes de
peligrosidad pre delictual y la peligrosidad post delictual, que influyeron no sólo
en las códigos penales, sino también en la dación de leyes especiales de
peligrosidad, como la Ley de vagos y maleantes española del 4 de agosto de
1933, que fue reemplazada por la Ley de peligrosidad y rehabilitación social del
4 de agosto de 1970 (Terradillos, 1981), la misma que fue derogada al darse el
Código penal español de 1995. En nuestro país también tuvimos una Ley de
vagancia, ley No 4891 promulgada el 18 de enero de 1924, que fue derogada en
mayo de 1986, asimismo la posibilidad de la declaración de peligrosidad post
delictual que incluia el Código penal de 1924 ya mencionado.
Actualmente se considera que la noción de peligrosidad resulta obsoleta y
que es rezago del positivismo criminológico naturalista, sin embargo todavía
quedan algunas anotaciones en diversas legislaciones actuales y en nuestro
Código penal de 1991 (Art. III y art. 73), que deben ser interpretadas acorde con
la visión criminológica actual y no cuestionarse tampoco en forma absoluta la
importancia del conocimiento socio-psico-biológico del delincuente.
Probablemente los trabajos desde el campo criminológico y penal para
tener alguna base mas objetiva del riesgo de reincidencia, fueron las famosas
tablas de predicción del comportamiento delictivo que surgieron por los años 20
del siglo pasado, antecedentes lejanos de los procedimientos generados a partir
de los años 80 del siglo veinte para la predicción del riego de violencia
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 173

3.4.2.2. Predicción de la conducta delictiva: La Criminología además


de ser una ciencia descriptiva y explicativa, pretende cumplir también una función
de predicción del comportamiento criminal. En tal sentido diversos estudios se
han orientado a tratar de establecer un pronóstico de la conducta delictiva
individual, destacando entre las más antiguas o precursoras de tal propósito, las
investigaciones relacionadas sobre todo con los casos de liberación condicional
o “parole” iniciados en la criminología norteamericana, para determinar el grado
de probable éxito de los reclusos sometidos a dicha liberación anticipada.
Asimismo en los casos de “probation”, institución similar a la suspensión de la
ejecución de la pena de nuestro derecho penal, ya que en ambos supuestos se
espera que los beneficiado con estas medidas tengan un bajo pronóstico de
reincidencia o de conducta criminal futura. En ambas experiencias se trata de
una predicción post delictual.
Entre los primeros trabajos realizados generalmente por sociólogos
criminólogos, orientados a encontrar criterios para la predicción de la conducta
criminal, sobre todo en los casos de “parole” (liberación condicional) en Estados
Unidos (Harcourt, 2011), está el de Sam B. Warner (1889-1979) dado a conocer
en 1923, en el artículo: “Factor determining parole from the Massachusetts
Reformatory” (en Journal of criminal law and criminology, Vol. 14, pp. 172-207),
habiendo estudiado a 680 internos del Reformatorio de Massachusetts,
considerando 64 factores del comportamento del recluso. Sin embargo el estudio
de mayor relieve, entre los elaborados en las primeras décadas del siglo XX, es
considerado el de Ernest Burgess (1886-1966), quien revisó los expedientes de
3,000 penados bajo liberación condicional de las prisiones de Joliet, Menard y
Pontiac, presentado en 1928 en el trabajo: “Factor determining success of failure
on parole”, considerando 22 factores, y de la subdivisión de ellos con relación al
porcentaje de reincidencia estableció una Tabla de expectación (Expectance
rate), la misma que sin embargo fue criticada por diversos autores. También en
el año de 1928, Howard G. Borden publicó el artículo “Factors for predicting parole
success” (en Journal of criminal law and criminology, Vo.19, No.3), inspirado en
el estudio de Warner y la crítica hecha a tal estudio por H. Hart.
En los años 30 del siglo XX, el criminólogo George B. Vold (1896-1967), de
la Universidad de Minnesota, publicó en 1931 el libro: Prediction methods and
parole, para ello revisó los expedientes judiciales de 1,192 varones adultos bajo
liberación condicional entre 1922 y 1927, y delineó 17 factores importantes, que
174 PSICOLOGÍA JURÍDICA

empleó para estudiar a 282 penados adultos en libertad condicional, entre el


primero de julio de 1927 y el primero de julio de 1929, obteniendo resultados
interesantes. Desde otra perspectiva Ferris F. Laune (1893-1978) en su obra
Predicting criminality: Forecasting behavior parole, editado en 1936, trató de
establecer un procedimiento de predicción basado en la opinión de otros reclusos
sobre los que estaban en trance de obtener libertad condicional, hallando 42
factores a los que más tarde se adicionaron 12 más. No obstante, en una revisión
efectuada en 1950 se consideró que el procedimiento de Laune no había sido
adecuado
Entre los estudios norteamericanos sobre predicción criminal más
conocidos de los años 30 a 50 del siglo XX, fueron los de los esposos Sheldon
Glueck (1896-1980) y Eleanor Glueck (1898-1972), quienes realizaron diversas
investigaciones sobre dicho tópico (Middendorff, 1970), como 500 criminal
careers, publicado en 1930, pero uno de los más importantes según la opinión
de muchos autores fue: Unraveling juvenile delinquency del año 1950, en la que
se presentó el resultado de una década de investigación sobre 500 jóvenes
infractores y un grupo de control no antisocial, de los que dedujeron un alto
número de factores de la criminalidad. Asimismo, en 1959 publicaron: Predicting
delinquency and crime. Además en base a los factores más importantes
derivados de los jóvenes delincuentes, elaboraron tres tablas de predicción: una
social, otra psicológica y la tercera psiquiátrica.

FACTORES SOCIALES
Puntos específicos
1. Educación del joven por su padre
- Excesivamente duro 72.5
- Laxa 59.8
- Firme pero afable 9.3
2. Supervisión del joven por su madre
- Insuficiente 83.2
- Suficiente 57.5
- Metódica 9.9
3. Inclinación del padre por el joven
- Indiferente u hostil 79.5
- Caluroso (incluido cuidado excesivo) 33.8
4. Inclinación de la madre por el joven
- Indiferente u hostil 86.2
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 175

- Calurosa (incluido cuidado excesivo) 43.1


5. Cohesión de la familia
- Sin cohesión 96.9
- Alguna cohesión 61.3
- Buena cohesión 20.6
Según el número de puntos específicos, se delimitaban las probabilidades
de delinquir en cuatro grupos.
PORCENTAJES
PUNTOS Probabilidad Probabilidad de
ESPECÍFICOS de delinquir no delinquir
Menos de 200 8.2 91.8
De 200 a 249 37.0 63.0
De 250 a 29 63.5 36.5
300 a más 89.2 10.8
La segunda tabla abarca los factores psicológicos de los jóvenes
delincuentes, basado en datos obtenidos por el test proyectivo de Rorschach

FACTORES PSICOLÓGICOS
(Deducidos del test de Rorschach). Puntos específicos

1. Afirmación social
- Fuerte 75.9
- Alguna 63.8
- No 39.7
2. Actitud de desafío
- Marcada 91.0
- Alguna 76.7
- Ninguna 34.9
3. Desconfianza
- Marcada 67.3
- Alguna 47.3
- Ninguna 37.5
4. Tendencia a la destrucción
- Marcada 77.7
- Alguna 69.9
- Ninguna 35.7
5. Labilidad eomocional
- Marcada 75.2
- Alguna 65.0
- Ninguna 40.0
176 PSICOLOGÍA JURÍDICA

La tercera tabla, denominada factores psiquiátricos, fue elaborada en base


a estrevistas psiquiátricas realizadas a los jóvenes delincuentes.

FACTORES PSIQUIATRICOS
1. Afición por la aventura
- Marcada 75.3
- De modo patente pero sin faltar 35.4
2. Extravertido en sus acciones
- Marcadamente 66.5
- No de modo claro, sin dejar de serlo 37.8
3. Influenciabilidad
- Marcada 69.4
- No clara, pero tampoco ausente 37.5
4. Teztarudez, insubordinación
-Marcada 83.4
- No clara, pero tampoco ausente 39.0
5. Emocionalmente desequilibrado
- Marcadamente 62.0
- No de modo claro, pero tampoco ausente 26.5

Comparando las dos últimas tablas, podemos señalar que realmente ambas
tienen que ver con los factores psicológicos, y que por tanto pudieron ser parte
de una sola mucho más precisa y coherente. Es posible por ello, como lo afirmaba
Di Tullio (1966, p. 54), que “los Glueck han podido establecer que el uso combinado
de las tres tablas no mejora la predicción de la conducta criminal, y han centrado
por ello su atención sobre la tabla sociológica, dado que los factores de este tipo
son, de ordinario, más fáciles de poner de relieve”. Por lo tanto, los manuales
para la aplicación de la tabla de predición de los Glueck, también han trabajado
más con la de índole social. Ademas la tabla social se experimentó considerando
sólo tres factores: dos relativos a la madre y la tercera de cohesión familiar
(Rogers, 1964). No obstante que el trabajo de los Glueck trató de ser lo más
riguroso posible, las críticas han sido diversas. Se ha objetado que la selección
del grupo de jóvenes delincuentes estudiados y el de control no fueron adecuados.
Asismismo se planteó que la selección de los factores para elaborar las tablas
de predicción y su combinación resultaba deficiente.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 177

A mediados del siglo XX, el sociólogo Albert J. Reiss (1922-2006) publicó


en 1951 el artículo: “The accuracy, efficiency, and validity of a prediction
instrument” (American journal of sociology, vol.56, No.6). Otro trabajo importante
del mismo año fue el de Lloyd E. Ohlin (1918-2008), quien en 1951 publicó la
obra: Selection for parole: A manual of parole prediction, en el que comparó a
8,013 condenados que habían sido liberados bajo palabra entre 1936 y 1944.
Posteriormente elaboró una tabla de pronóstico o Tabla de conocimiento
(Experience Tables), sobre 4941 casos considerando 12 factores, los que fueron
subdivididos y valorados cada uno como: favorable, neutral y desfavorable. No
obstante los aciertos de la tabla fue objeto de críticas por Sheldon Glueck.
Por esos mismos años, otro estudio al respecto fue el del psicólogo Starke
Hathaway (1903-1984) y el sociólogo Elio Monachesi (1905-1971), presentado
en 1953 en el libro: Analizyng and predicting juvenile delinquency with the MMPI,
en base al Inventario multifásico de personalidad de Minnesota (MMPI) que tiene
556 items que miden diversos rasgos de personalidad, considerando que las
preguntas de dicho inventario relacionadas con la escala 4 (Dp) desviación
psicopática, de acuerdo al tipo de respuesta emitido, pueden predecir la
reincidencia de los sujetos (Núñez, 1968). Sin embargo se debe precisar que
este procedimiento tiene sus límites, ya que no toma en cuenta los factores
sociales, sino tan solo los rasgos de la personalidad.
En Alemania, según Wolff Middendorff (1970), uno de los trabajos más
antiguos sobre predicción de la criminalidad fue efectuado por Robert Schiedt,
presentado en la obra: Ein beitrag zum problem der rückfallprognose editado en
1936, basado en el estudio de los expedientes de 500 ex reclusos, delimitando
en un primer momento 21 factores, que mas tarde quedaron reducidos a 15,
para establecer la prognosis criminal, material que fue empleado por diversos
investigadores alemanes. Años después, Fritz Meyer en una publicación de 1956:
Rückfallprognose bei unbestimmt verurteilten jugendlichen, presentó el estudio
sobre 172 condenados jóvenes que fueron liberados entre 1945 y 1951 de la
prisión de Siegburg, llegando a establecer un catálogo detallado de 26 factores
de reincidencia. Posteriormente G. Brückner, quien había realizado trabajos
anteriores con von Brooke, presentó en 1958 el estudio: “Untersuchungen über
die rückfallprognose bei chronischen vermögensverbrechen”, respecto de 94
reclusos de la prisión de Bruchs, en base a los que alaboró una tabla de predicción,
que tuvo en su aplicación un porcentaje alto de aciertos.
178 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En Suiza los trabajos de Erwin R. Frey, plasmando en Der frühkriminelle


rückfallsverbrecher, publicado en 1951, sobre jóvenes delincuentes que
seleccionó de un grupo mayor, estableció 8 factores, cada uno con un valor
determinado, mas 2 factores de prognosis a posteriori. La aplicación de dicha
tabla a un grupo de 75 jóvenes, dio resultados acertados en un 84 % de casos,
sin embargo también se plantearon diversas críticas a dicho trabajo.
En Inglaterra Hermann Mannheim (1889-1974) y Leslie Wilkins (1915-2000)
, sobre la base de un estudio precedente efectuado por el primero de los
nombrados, presentaron en 1955 la obra: Predictions methods in relation to
Borstal training, trabajo relativo a la predicción de la delincuencia en jóvenes
antisociales, habiendo examinado los expedientes de 700 menores internados
en un “borstal training”, estableciendo un número de 60 factores iniciales, en
base a los cuales elaboraron una tabla, cuyo uso posterior dio resultados de
buena calidad pronóstica.
En resumen, la predicción de la criminalidad en en el ámbito criminológico,
tienen una larga experiencia relacionada con la reincidencia delictiva de los casos
sometidos a “probation” y liberación condicional (parole), siguiendo procedimientos
estadísticos o actuariales que hemos reseñado, y que merecen interés especial
frente a los procedimientos predictivos basados solo en en criterios clínicos,
debate iniciado ya por P. Meehl en 1954, y seguido por otros (Stanfield y Maher,
1968).
Los estudios al respecto han continuado bajo diversos criterios y aspectos
muy puntuales, sobre todo siendo destacable las investigaciones con el aporte
de otras ciencias del comportamieto humano, como la psicología y la psiquiatría,
de los que han surgido los estudios sobre la predicción del riego de violencia en
particular, lo que ha dado lugar a que el delincuente peligroso pase a ser redefinido
como delincuente de alto riesgo (Muñoz y López, 2016) y se sutituya el término
de peligrosidad por violencia (Horcajo et al., 2019).
3.4.3. PREDICCIÓN DE LA VIOLENCIA: El desarrollo de la psicología
criminal y forense preocupado por la posibilidad de lograr la predicción del riesgo
de comportamiento delictivo violento y del fenómeno de la reincidencia, ha
generado en los últimos treintainueve años diversos procedimientos, así como
instrumentos para tal propósito. Al respecto, como anotan Andrés y Redondo
(2007), este interés por alcanzar la predicción de los actos violentos y de la
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 179

reincidencia en pacientes mentales y en reclusos afectados también por


problemas mentales, dio lugar a que surgieran en Canadá algunos instrumentos
con tal fin, así como en Estados Unidos y otros países, los que posteriormente
han alcanzado un mayor desarrollo orientados a la predicción de la violencia
sexual, familiar y de pareja. Como precisan Muñoz y López (2016, p.131) la
“predicción del riesgo en el contexto forense tiene interés para la adopción de
estrategias de gestión del riesgo de corte legal, relacionadas fundamentalmente
con la supervisión y control del potencial agresor (imposición de penas y/o
medidas de seguridad y monotorización en fase de ejecución de sentencia) y
con la adopción de medidas de protección sobre la potencial víctima.”.
Como resultado de diversos esfuerzos se han generado tres grupos
de procedimientos (Andres y Redondo, 2007; Andrés y Echeburúa, 2010; Luque
2015) para alcanzar la predicción: a) la valoración o predicción clínica que tuvo
predominio en gran parte del siglo pasado, sobre todo en los países de habla
hispana, para delimitar la “peligrosidad criminal” a cargo generalmente de
psiquiatras, o bien basado en la apreciación judicial, bajo criterios generalmente
subjetivos; b) Valoración estadística o actuarial, que surge en los años 80 del
siglo pasado, y c) Valoración por medio del juicio clínico estructurado. Además
de procedimientos especiales para menores infractores (Horcajo et al., 2019).
En la dinámica del estudio del riesgo mediante la valoración actuarial y
la valoración por medio del juicio clínico estructurado, se diferencian dos grupos
de factores: a) factores de riesgo estáticos que son difíciles de modificar, y que
pueden ser de tipo biológico en sentido amplio, condiciones de la historia vital de
la persona o aspectos psicopatológicos no curables, y b) factores de riesgo
dinámicos, que pueden ser factibles de modificación. Además se debe considerar
el grado de interacción que se puede dar entre dos o más elementos de riesgo
(Muñoz y López, 2016).
3.4.3.1. Valoración clínica no estructurada: en este caso se emplean
procedimientos clínicos de evaluación tradicionales, a cargo de psiquiatras o
psicólogos, quienes realizan la evaluación en base a su experiencia y su
tendencia teórica (Marco, 2016), con el propósito de lograr un pronóstico del
comportamiento violento o delimitar la peligrosidad del delincuente, condición
que figura aún en diversas legislaciones penales. En esta práctica se pueden
emplear, además de la entrevista, algunos tests u otras fuentes objetivas, sin
180 PSICOLOGÍA JURÍDICA

embargo carece de protocolos o reglas precisas, más allá de la experiencia


personal de cada perito experto.
“Este procedimiento presenta una notable dificultad para encontrar
justificaciones empíricas y sistemáticas ya que existen bajos niveles de acuerdo
inter-jueces, poca precisión y una débil justificación teórica.” (Andres y Redondo,
2007, p. 166). Al respecto se considera que uno de los primeros críticos de la
valoración clínica, planteando la necesidad de una predicción con bases
estadística, fue el psicólogo norteamericano Paul E. Meehl (1920-2003) quien ya
en 1954 publicó el libro: Clinical versus statistical prediction: A theoretical analysis
and a review of the evidence, seguido por otros autores.
3.4.3.2. Valoración actuarial: Tanto la valoración actuarial como la
valoración del juicio clínico estructurado se efectúan bajo un procedimiento
estandarizado, y mediante el empleo de guías, escalas o formularios de
valoración, en los que se apoya el psicólogo para emitir la predicción del riesgo.
Asimismo debe tenerse en cuenta que estas guías de valoración no son
equivalentes a los test mentales ya que no miden constructos psicológicos.
La valoración actuarial es un procedimiento para valorar el riesgo de
violencia, realizando un registro detallado y cuidadoso de los datos relevantes
del historial individual del sujeto, datos empíricos relacionados con la conducta
que se espera predecir. “De ahí su calificativo de actuarial ya que el término
actuario, etimológicamente, significa registrar detalladamente informaciones
anteriores para hacer valoraciones de riesgo. Pero además del registro detallado
de las informaciones relevantes, los procedimientos actuariales implican también
una ponderación adecuada (también obtenida empíricamente) de la importancia
de cada información por medio de reglas de combinación matemáticas” (Andres
y Redondo, 2007, p.168). Tales reglas permiten la obtención de una puntuación
de probabilidad determinada que refleja el riesgo de que ocurra aquello que se
quiere predecir. Las guías actuariales no requieren que el evaluador tenga una
formación especializada en psicología criminal, sólo se requiere de una formación
básica en el uso del instrumento o guía y seguir las directrices correctas (Muñoz
y López, 2016)
Es desde la década de los años 80 del siglo pasado que se realizan múltiples
estudios al respecto, sobre todo desde la psicología criminal y forense, lo que ha
dado lugar a la creación de diversos guías actuariales para valorar el riesgo de
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 181

ciertos comportamientos violentos, y hasta la fecha existe un número importante


de tales procedimientos (Esbec y Fernández, 2003; Andres y Redondo, 2007;
Luque, 2015; Marco, 2016), como algunos de los siguientes:
El VRAG (Violence risk appraisal guide), guía de evaluación del riesgo de
violencia, presentado en 1993 por los psicólogos canadienses Grant Harris (1950-
2014), Marnie Rice (1948-2015) y Vernon L. Quinsey (n. 1944), y en años
posteriores por Quinsey y colaboradores. Actualmente existe una versión revisada
por M. Rice, Harris y Carol Lang del año 2013, el VRAG-R. Esta escala actuarial
se orienta a predecir la conducta violenta en varones adultos con problemas
mentales o delincuentes en ambientes penitenciarios, y consta de 12 ítems.
Existe también una adaptación del VRAG en España (Ballesteros, Graña y Andreu,
2006), que presenta algunas diferencias respecto al original canadiense (Esbec
y Fernández, 2003; Luque, 2015).
VRAG: Guía de evaluación del riesgo de violencia
1. Puntuación en el PCL-R (Hare, 1991)
2. Desajuste escolar temprano
3. Convivir con los padres hasta la edad de 16 años.
4. Indice de Cormier-Lang en delitos no violentos
5. Estado civil en el momento de cometer el delito actual
6. Edad al tiempo de cometer el primer delito
7. Fracaso de libertad condicional previa
8. Gravedad de las lesiones provocadas en la víctima del delito actual
9. Diagnóstico de trastono de la personalidad (DSM-IV)
10. Diagnóstico de esquizofrenia (DSM-IV)
11. Víctima femenina
12. Historia de abuso de alcohol
El SORAG (Sexual offender risk appraisal guide), guía de evaluación de
riesgo de delincuencia sexuales, fue elaborado también por V. Quinsey, Harris,
Rice y Catherine Cormier, publicado en 1998, existiendo diversos estudios
posteriores (Rettenberger, et al. 2017). Diseñado para predecir el riesgo de
violencia sexual.
182 PSICOLOGÍA JURÍDICA

SORAG: Guía de evaluación de riesgo de delincuencia sexual


1. Vivió con ambos padres hasta la edad de 16 años
2. Desajustes en la escuela primaria
3. Problemas con alcohol
4. Nunca casado
5. Historia de delitos no violentos
6. Historia de delitos violentos
7. Condenas por delitos sexuales anteriores
8. Historia de delitos sexuales solamente contra niñas
9. Fracaso de la libertad condicional previa
10. Edad al cometer el primer delito
11. Trastorno de personalidad según el DSM-IV
12. Esquizofrenia según el DSM-IV
13. Resultados de la prueba falométrica
14. Puntuación en el listado de psicopatía (PCL-R)
El STATIC 99, es también un instrumento actuarial desarrollado por los
psicólogos K. Albert Hanson (n.1957) y David Thornton, presentado el año de
1999 y que valora 10 factores de riesgo de violencia sexual, así como reincidencia
en casos de delincuentes sexuales. Tales factores de riesgo se agrupan en tres
áreas: Información sociodemográfica con 2 ítems, Historial delictivo oficial que
abarca 5 items, y Victimas con 3 items (Nguyen y Andres, 2016). Se han efectuado
revisiones de este instrumento actuarial, el STATIC 99R, y STATIC 2002.
El ICT (Iterative classificatio tree) El Arbol de clasificación iterativa fue
elaborado por Henry Steadman, Eric Silver, John Monahan et al., publicado el
año 2000 (Steadman, 2000; Monahan, 2000) para medir el riego de violencia, el
mismo que puede delimitar un “alto riesgo de violencia”, o bien un “bajo riego de
violencia”
El ODARA (Ontario domestic assault risk assessment) se desarrolló por
la psiquiatra N. Zoe Hilton, con G. Harris, M. Rice, C. Lang y C. Cormier,
habiéndose publicado el año 2004. Este instrumento está diseñado como
predictor de violencia doméstica, revisa 13 factores de riesgo.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 183

El DVRAG (Domestic violence risk appraisal guide), preparado también


por N. Zoe Hilton et al. el año 2008
3.4.3.3. Valoración por medio del juicio clínico estructurado: Este
procedimiento de valoración se puede conceptuar como una técnica mixta de
evaluación clínico-actuarial. En este caso el evaluador adopta numerosas
decisiones, basadas en su calidad de experto sobre el tema de la violencia y de
los factores de riesgo, con la ayuda de las “guías de valoración” actuariales que
están diseñadas considerando una serie determinada de factores de riesgo
identificados y conocidos. “En general estas guías de juicio estructurado, que
incluyen los factores de riesgo y protección mínimos que hay que valorar para
cada tipo de violencia y grupo poblacional, son las más útiles para la valoración
de riesgo de violencia porque ayudan a evitar los errores más habituales en la
predicción.” (Andres y Redondo, 2007, p 168)
En los últimos 39 años, estas guías de juicio profesional o clínico
estructurado han venido creciendo, destacando las siguientes:
La PCL (Psychopathy checklist) o listado de psicopatía se elaboró en 1980
por el psicólogo canadiense Robert D. Hare (n.1934), quien se basó en la
concepción de psicópata desarrollada por el psiquiatra norteamericano Hervey
Cleckley (1903-1984) en su libro The mask of sanity que se editó en 1941, cuya
quinta edición data de 1976. El PCL de Hare constaba de 22 items para evaluar
dicho trastorno, pero años más tarde realizó una revisión, dando lugar al PCL-R
(Psychopathy checklist-Revised) que se publicó el año de 1991 (Chico y Tous,
2003), el mismo que tiene amplio uso y alta difusión. Este instrumento consta
de 20 items y está elaborado siguiendo el criterio de psicopatía de Cleckley,
ademas debe obtenerse información a través de la entrevista, así como del
historial delictivo que exista y de otros informes para puntuarse los ítems del
listado, debiendo ser valorados cada uno de los mismos siguiendo una escala
de tres puntos: 0, 1 o 2 (0 = no se aplica; 1 = se aplica en alguna medida; 2 = se
aplica totalmente). La puntuación total de la escala fluctúa entre 0 y 40.
Escala de calificación de psicopatía PCL-R
1. Locuacidad / Encanto superficial
2. Egocentrismo / Sensación grandiosa de autovalía
184 PSICOLOGÍA JURÍDICA

3. Necesidad de estimulación / Tendencia al aburrimiento


4. Mentira patológica
5. Dirección / Manipulación
6. Falta de remordimiento y culpabilidad
7. Escasa profundidad de los afectos
8. Insensibilidad / Falta de empatía
9. Estilo de vida parásito
10. Falta de control conductual
11. Conducta sexual promiscua
12. Problemas de conducta precoces
13. Falta de metas realistas a largo plazo
14. Impulsividad
15. Irresponsabilidad
16. Incapacidad para aceptar la responsabilidad de las propias acciones
17. Varias relaciones maritales breves
18. Delincuencia juvenil
19. Revocación de la libertad condicional
20. Versatilidad criminal
Dichos ítems se diferencian en dos factores: Factor 1 que abarca además
dos facetas, faceta 1 interpersonal (4 items), faceta 2 emocional (4 items); y el
Factor 2 que contiene la faceta 3 estilo de vida (5 items) y faceta 4 antisocial (5
items). Esta escala está dieñada para evaluar la presencia de psicopatía
(Benavides, Escobar y Molina, 2014)
Posteriormente Stephen Hart, David Cox y R. Hare han diseñado en 1995
el PCL-SV, una versión abreviada para ahorrar tiempo. Asimismo, en el presente
siglo, el año 2003, se presentó por Adelle Forth, David Kosson y R. Hare, el PCL-
YV (Psychopathy checklist-youth versión), que es un instrumento que sirve para
detectar rasgos psicopáticos en adolescentes, partiendo del supuesto que la
psicopatía no aparece de modo espontáneo en la adultez, sino que empieza a
manifestarse en la infancia o adolescencia. El PCL-YV consta de 20 items, y es
aplicable a jóvenes de 12 a 18 años de edad
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 185

El LSI-R (Level of service inventory-revised), elaborado por los psicólogos


canadienses Donald Andrews (1941-2010) y James Bonta, que fue publicado en
1995, y se basa en trabajos previos como el LSI desarrollado por D. Andrews
(1982), entre otros estudios predecesores.
El Level of Service Inventory-Revised abarca diez escalas o factores de
riesgo/necesidad, cada una con un variado número de ítems, y sirve “para estimar
los niveles de riesgo de reincidencia en la toma de decisiones de acuerdo a los
requerimientos de supervisión necesarios para los permisos de salida y libertada
condicional de los internos” (Graña, et al., 2014, p.8).
LSI-R: Level of service inventory-revised
Factor Items
Historia delictiva 10
Educación/empleo 10
Financiero 2
Familiar/ Marital 4
Alojamiento/vivienda 3
Ocio/recreo 2
Compañias 5
Problemas de alcohol/drogas 9
Salud mental 5
Actitudes/ valores 4
Esta guía contiene 54 items que evaluan 10 áreas de riesgo/necesidad
El HCR-20 (History clinical risk management-20), desarrollado en Canadá
en el año de 1995 por Christopher Webster (n.1936), D. Eaves, K. Douglas y A.
Wintrup, y posteriormente una segunda versión en 1997 por Webster et al. Es
un instrumento que permite predecir la violencia física en poblaciones de personas
con problemas mentales y delincuencia crónica. Consta de 20 items, de los
cuales 10 son de aspectos históricos o pasado de la persona, 5 son de tipo
clínico y los 5 restantes relativos al riesgo futuro:
186 PSICOLOGÍA JURÍDICA

HCR-20: History clinical risk


Histórico (Pasado)
H1 Violencia previa
H2 Edad temprana en el primer incidente violento
H3 Relación inestable
H4 Problemas en el trabajo
H5 Problemas de abuso de sustancias
H6 Enfermedad mental severa
H7 Psicopatía
H8 Desajustes tempranos
H9 Trastorno de la personalidad
H10 Fracaso previo en la supervisión

Clínico (Presente)
C1 Falta de comprensión profunda
C2 Actitudes negativas
C3 Síntomas activos de enfermedad mental severa
C4 Impulsividad
C5 Falta de respuesta al tratamiento

Gestión del riego (futuro)


R1 Planes inviables
R2 Exposición a factores desestabilizantes
R3 Falta de apoyo personal
R4 Incumplimiento de intentos de tratamiento
R5 Estrés.
El evaluador determina la presencia o no de cada uno de los factores de
riergo, en función de una escala de tres puntos: 0 si no se da, 1 quizá, y 2 si se
da el factor. El HCR-20 es un procedimiento de amplio uso y se halla adaptado
en España, actualmente existe un tercera versión el HCR-20 v3, desarrollado
por Kevin Douglas, S. Hart, Ch. Webster y Henrik Belfrage, publicado el año
2013.
El SVR-20 (Sexual violence risk-20) se publicó en 1997 por Douglas Boer,
Stephen Hart, P. R. Kropp y Ch. Webster. Es un instrumento que valora el riego
de violencia sexual en delincuentes y pacientes mentales adultos, que consta
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 187

de 20 factores de riesgo estáticos y dinámicos. Cada uno de los factores, de


acuerdo a su riesgo, puede ser codificado como ausente (N), presencia parcial
(¿) o como presente (S). Este instrumento permite que el evaluador pueda
establecer tres probables niveles de riesgo de tipo cualitativo: bajo, moderado y
alto (Nguyen y Andres, 2016). Asimismo, los factores de riesgo que componen
el SVR-20 se agrupan en tres áreas que son los siguientes:
SVR-20: Riesgo de violencia sexual-20
1. Funcionamiento psicosocial
FR 1 Desviación sexual
FR 2 Víctima de abuso en la infancia
FR 3 Psicopatía
FR 4 Trastorno mental grave
FR 5 Problemas relacionados con el consumo de sustancias tóxicas
FR 6 Ideación suicida / homicida
FR 7 Problemas en las relaciones sentimentales de pareja
FR 8 Problemas laborales
FR 9 Antecedentes de delitos violentos no sexuales
FR 10 Antecedentes de delitos no violentos
FR 11 Fracaso en las medidas de supervisión previas
2. Delitos sexuales
FR 12 Frecuencia elevada de de delitos / agresiones sexuales
FR 13 Tipología múltiple de delitos sexuales
FR 14 Daño físico a la (s) víctimas (s) de los delitos sexuales
FR 15 Uso de armas o amenaza de muerte en los delitos sexuales
FR 16 Progresión en la frecuencia y / o gravedad de los delitos sexuales
FR 17 Minimización extrema o negación de los delitos sexuales
FR 18 Actitudes que justifican o consienten los delitos sexuales
3. Planes de futuro
FR 19 Ausencia de planes de futuro realistas
FR 20 Actitud negativa hacia la intervención

El SARA (Spousal assault risk assessment), fue desarrollado por los


psicólogos canadienses P. Randall Kropp, Hart, Webster y Eaves, en el año de
1999, y permite valorar el riesgo de violencia tanto física como sexual contra la
188 PSICOLOGÍA JURÍDICA

pareja o ex pareja. Consta de 20 ítems relativos a los factores de riesgo de


agresiones, diferenciados en tres categorías: factores históricos, clínicos y de
riesgo futuro:
El SAVRY (Structured assessment of violence risk in youth) o “Valoración
estructurada del riesgo de violencia en jóvenes”, fue elaborado por los psicólogos
Randy Borum, Patrick Bartel y Adelle Forth y publicado el 2003 en Norteamérica.
Permite la predicción del riesgo de comportamiento violento futuro, tanto físico
como sexual, de jóvenes infractores de 12 a 18 años de edad. El SAVRY consta
de 30 ítems, 24 de los cuales evalúan factores de riesgo y 6 los factores de
protección, existiendo una adaptación en España (Wenger y Andrés, 216).
SAVRY: Valoración estructurada del riesgo de violencia en jóvenes
Factores de Riesgo
Factores históricos
1. Violencia previa
2. Historia de actos delictivos no violentos
3. Inicio temprano de la violencia
4. Seguimiento en el pasado/ fracaso de intervenciones anteriores
5. Intentos de autolesión o suicidio anteriores
6. Exposición a violencia en el hogar
7. Historia de maltrato infantil
8. Delincuencia de los padres o cuidadores
9. Separación temprana de los padres o cuidadores
10. Bajo rendimiento en la escuela

Factores sociales/contextuales
11. Delincuencia en el grupo de iguales
12. Rechazo del grupo de iguales
13. Estrés experimentado e incapacidad para enfrentar dificultades
14. Escasa habilidad de los padres para educar
15. Falta de apoyo personal/social de otros adultos
16. Entorno marginal

Factores individuales
17. Actitudes negativas
18. Asunción de riesgos/ impulsividad
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 189

19. Problemas de consumo de substancias


20. Problemas con el manejo del enfado
21. Bajo nivel de empatía/ remordimiento
22. Problemas de concentración/ hiperactividad
23. Baja colaboración
24. Bajo interés/ Compromiso escolar

Factores de protección
P1. Implicación social
P2. Apoyo social fuerte
P3. Fuertes vínculos y lazos con al menos un adulto prosocial.
P4. Actitud positiva hacia las intervenciones y la autoridad
P5. Fuerte compromiso con la escuela
P6. Perseverancia como rasgo de personalidad
Asimismo es importante el trabajo realizado por el sociólogo y criminólogo
norteamericano Richard A. Berk, orientado a predecir la reincidencia de la
criminalidad sobre la base de mas de 60 mil delitos e identificando 30 variables,
elaborando un software para ello, el mismo que se empezó a usar en Filadelfia
el año 2010.
190 PSICOLOGÍA JURÍDICA

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200 PSICOLOGÍA JURÍDICA

CUADRO N° 03

PSICOCRIMINOLOGÍA

El aborde psicológico criminal del delito incide en ciertos


aspectos extra-jurídicos del fenómeno delictivo, en el hecho
psicosocial que apareja tal evento, como en los aspectos
estrictamente psicológicos subyacentes en los actores
CONCEPTO de los hechos delictivos y desviados. Existen pues, dentro
de los estudios criminológicos, tópicos que forman parte
de la psicología criminal, y que integrados al estudio
interdisciplinario del aborde criminológico, constituyen un
capítulo importante de la criminología al que
denominamos psicocriminología.
(Solís Espinoza, Alejandro. Psicología Jurídica, p. 83-84)

“Patrón único de pensamientos,


Personalidad sentimientos y conductas del
individuo, que persisten a través del
tiempo y de las situaciones”. (Morris y
Maisto, 2005, p. 378).

PERSONALIDAD
Y DELITO
Transtorno de * Psicópata hipertímico
la * Psicópata depresivo.
personalidad y * Psicópa inseguro
delito * Psicópa fanático
* Psicópa necesitado de estimación
* Psicópa lábil de ánimo
* Psicópa abúlico
transtorno de la inclinación * Psicópa asténico
o preferencia sexual * Psicópa explosivo
* Psicópa desalmado
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 201

CAPITULO IV

PSICOLOGIA CRIMINALISTICA

4.1. LA CRIMINALÍSTICA

4.1.1 ANTECEDENTES Y DENOMINACIÓN: Los antecedentes más claros


de este saber se remontan a fines del siglo XIX, constituyendo dentro del ámbito
de las disciplinas penales, uno de los conocimientos relativamente nuevos que
surgió casi por la misma época en que se configuraba la criminología. Para la
mayoría de especialista de dicha temática (Grassberger, 1956; Gutiérrez, 1999;
Nieto, 2002; Guzmán, 2011), el padre e impulsor de esta disciplina fue el jurista
y juez austriaco Hans Gross (1847-1915), quien en el año de 1893 publico el
libro: Handbuch für untersuchungsrichter als system der kriminalistik, el mismo
que fue traducido al español como Manual del juez de instrucción, obra que ha
tenido sucesivas ediciones. También a fines del siglo XIX publicó otro de sus
libros de mucho renombre, el texto de: Kriminalpsychologie en el año de 1898,
obra que básicamente desarrolla la temática de la psicología jurídica penal.
Asimismo en los inicios del siglo XX, el año de 1901, editó Enzyclopädie der
kriminalistik, así como otros trabajos. Por tales estudios se considera que el
creador e iniciador de la denominación de Criminalística fue Hans Gross
La nomenclatura de criminalística si bien es la más difundidad en nuestro
ámbito hispanoparlante, también se le denomina Policía científica asi como
Investigación criminal
4.1.2. NOCION Y CONTENIDO: La Criminalística se nutre de diversas
ciencias, por lo que constituye un saber multidisciplinario orientado a esclarecer
los eventos delictivos y la identificación del autor o autores de tales hechos.
Escobar (1987, p.18) considera que “la criminalística se aboca al cómo, cuándo,
dónde y quién del delito. Es decir, al descubrimiento e identificación científica del
delito y del delincuente”. En términos similares Tieghi (1989, p.443) señala que
202 PSICOLOGÍA JURÍDICA

la “criminalística es la disciplina que tiene por objeto el descubrimiento, explicación


y prueba de los delitos, así como la detección de sus autores y víctimas”. En la
misma línea de ideas Rodríguez Manzanera (1995, p.71) afirma que la
“Criminalística es una disciplina que reúne las ciencias y conocimientos humanos
para descubrir el cómo, cuándo, dónde, con qué y para qué de un crimen, para
identificar y descubrir al presunto criminal, así como poder explicar y reconstruir
el crimen”. En términos más amplios, para Julio Nieto (2002, p. 17), es “aquella
disciplina encaminada a la determinación de la existencia de un hecho criminal,
a la recogida de pruebas e indicios y a la identificación de los autores mediante
la aplicación de métodos científicos de laboratorio, así como a la elaboración de
los informes periciales correspondientes.”
El contenido de la Criminalística abarca un conjunto de materias diversas,
que de acuerdo a la problemática criminal a investigar, tienen diverso grado de
participación e importancia. Para Gross, según su Manual de 1893, la
Criminalística contenía las siguientes materias:
1. Antropometría 9. Grafología
2. Argot criminal 10. Hechos de tránsito ferroviario
3. Contabilidad 11. Hematología
4. Criptografía 12. Incendios
5. Dibujo forense 13. Medicina legal
6. Documentoscopia 14. Química legal, e
7. Explosivos 15. Interrogatorio
8. Fotografía

Las mismas que hay que valorarlas en función de la época en que Gross
desarrolló sus ideas de criminalística. Actualmente, según Guzman (2011, p.5)
la Criminalística abarca las siguientes disciplinas y procesos.
1. Balística 8. Identificación de la persona
2. Documentología 9. Huellas de calzados y neumáticos
3. Química legal 10. Exámenes serológicos
4. Accidentología vial 11. Pelos y fibras
5. Planimetría 12. Revenidos
6. Fotografía pericial 13. Examen de pinturas, entre otros
7. Proceso de la investigación
en el escenario del crimen
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 203

Al lado de las diversas disciplinas y técnicas que se mecionan como


contenido de la policía científica o criminalística, debido al desarrollo de la,
psicología criminal o delincuencial, como parte de la psicología aplicada, se ha
ido desarrollando la participación de psicólogos en esta fase de la investigación
del crimen o delito, generándose una especialidad que denominamos
psicocriminalística o también llamada Psicología criminalista o psicología
criminalística

4.2. CRIMINALÍSTICA Y PSICOLOGÍA CRIMINAL

4.2.1. RELACIONES DE LA PSICOLOGÍA CON LA CRIMINALISTICA:


Todo comportamiento criminal genera en la mente de la víctima y en los miembros
de la comunidad la idea de una sanción penal, y en las sociedades humanas
contemporáneas la entidad encargada de detener, capturar o encontrar al autor
de tal evento es generalmente la policía. Sin embargo, en la vida real, la mayoría
de los supuestos imputados del crimen niegan ser los autores del hecho, incluso
habiendo sido encontrados en flagrancia, lo que acuerdo a las normas actuales
lleva a una investigación policial o criminalística con el propósito de buscar los
elementos probatorios del hecho criminal y las pruebas que incriminen al
supuesto autor. Sin embargo, también en un número significativo de casos
delictivos, no existe un imputado conocido y a veces ningún sospechoso, estando
frente a un delincuente desconocido. Esta situación y la anterior generan la
necesidad de una investigación policial, recurriendo a la criminalística como
apoyo. En este contexto, teniendo en cuenta que el evento delictivo es una
conducta humana, y dada la variedad de personalidades, edad, hábitos diversos,
patologías mentales y otra serie de aspectos psicológicos del probable autor, y
que tienen relación con las particularidades del acto criminal e incluso con la
víctima, la psicología aplicada en esta fase de la investigación criminal es un
aporte sustancial para la criminalística, por cuanto la psicología es la ciencia
que estudia la conducta y los procesos mentales.
Como podemos recordar, ya en 1898 Hans Gross publicó su famosa obra
de psicología aplicada con el título de Kriminalpsychologie, a partir del cual dicha
disciplina ha alcanzado un importante desarrollo, siendo hoy uno de sus capítulos
la Psicocriminalística o psicología criminalista (Muñoz et al., 2011; Gonzalez,
2015; Jiménez, 2015), o bien psicología criminalística (Núñez de Arco, 2014),
cuyo desarrollo es relativamente reciente
204 PSICOLOGÍA JURÍDICA

4.2.2. NOCION DE PSICOCRIMINALÍSTICA O PSICOLOGÍA


CRIMINALISTA: Este ámbito de estudio de la psicología aplicada a la
investigación criminal, puede ser “conceptualizado como la aplicación profesional
de los conocimientos de la psicología a las tareas policiales operativas; esto es,
a la investigación criminal” (J. L. Gonzalez, 2015, p. 109), contribuyendo al
esclarecimento del crimen y/o identificación del autor. Según el criterio de Rodrigo
Torres (2010, pp. 29-30), la psicología criminalista es el “conjunto de principios,
métodos y técnicas de la psicología científica que, aplicados al conocimiento del
delito en general y del crimen en particular, contribuyen a la investigación de los
hechos delictivos, la identificación de sus perpetradores y la seguridad
ciudadana”.
La participación del psicólogo en el ámbito de la criminalística ha logrado
un crecimiento importante, generándose diversas aplicaciones en varios campos
de la investigación criminal.
4.2.3. AMBITO DE ACTUACIÓN DE LA PSICOLOGIA CRIMINALISTA:
Si bien se puede considerar que la psicocriminalística es una especialidad
relativamente reciente, desarrollada con el auge de la investigación psicológica
aplicada, su área de acción tiene ya un desarrollo importante, pero que presenta
diferencias entre los especialistas en el campo de actividad de dicha temática.
Por ejemplo según R. Torres (2010, p. 10) las principales ocupaciones del
psicólogo criminalista serían:
“. Orientación de estado mental de víctimas, sospechosos y testigos
. Interpretación del sitio del suceso y criminodinámica delictiva
. Estudio de modus operandi, firma y montajes – alteraciones
. Evaluaciones psicológicas reconstructivas: perfilación de delincuentes,
análisis de muerte equívoca y autopsia psicológica
. Análisis de vinculación de casos (Análisis operativo de casos) en el rol
de perfilador.”
Para el criterio de Muñoz et al. (2011) el ámbito de acción de esta rama
especial de la psicología aplicada abarcaría lo siguiente:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 205

1) Aportaciones de la psicología jurídica a la investigación criminal en


* Técnicas de entrevista aplicadas al interrogatorio policial
* Perfilamiento aplicado a la captura de agresores sistemáticos, y
* Autopsia psicológica en caso de muerte y/o desapariciones dudosas
2) Aplicación de la psicología a la negociación en situaciones críticas (toma
de rehenes, secuestros, amenaza de suicidios)
3) Trabajos muy específicos con testigos protegidos, apoyo a agentes
encubiertos.
4.2.3.1. Entrevista e interrogatorio: En la investigación policial de todo
evento delictivo, el imputado o sospechoso, el testigo o testigos, la víctima o
víctimas, deben ser interrogados o entrevistados sobre los hechos de la
investigación, y en cada caso la entrevista o interrogatorio debe seguir pautas
adecuadas (Escobar,1987). Esta actuación del psicólogo criminalista, Torres
(2010) lo denomina orientación del estado mental de víctimas, sospechosos y
testigos.
Generalmente dentro del ámbito de la Criminalística o de la investigación
criminal se tiende a diferenciar la entrevista del interrogatorio (Navamuel y López,
2017; Soria, 2006 A; Otin del Castillo, 2009), no obstante que ambas siguen
determinados principios psicológicos y entrenamiento por parte de los
entrevistadores o interrogadores, y que tienen por objetivo esclarecer un evento
delictivo. El interrogatorio es un proceso que está orientado a obtener información
o la confesión de un sospechoso; la entrevista es un diálogo o conversación con
un testigo o una víctima, destinada a obtener datos que puedan contribuir a
esclarecer un evento delictivo.
En la experiencia internacional se han ido generando diversos
procedimientos de entrevista e interrogatorio, sobre todo relacionados con el
sospechoso o imputado de un crimen. Dentro de ellas una muy conocida es la
Técnica Reid desarrollada en los Estados Unidos (Gudjonsson, 2003: Hirsch,
2014), cuyos inicios datan de 1962, año en que Fred E. Inbau (1909-1998) y
Jonh E. Reid (1910-1982) publicaron Criminal Interrogation and confession, y
una segunda edición en 1967, la tercera publicación de 1986 contó con la
participación de Joseph P. Buckley, a partir de la cuarta edición del año 2001
206 PSICOLOGÍA JURÍDICA

colabora también Brian C. Jayne. La revisión actual de la técnica Reid consta de


tres elementos o componentes:
. El análisis de los hechos que permite dilucidar en función del
comportamiento verbal y no verbal de los involucrados en un acto delictivo
(supuestos inocentes y sospechosos), quien o quienes pasan a la siguiente
etapa.
. La entrevista de análisis del comportamiento o BAI (Behavior analysis
interview), que consta de un juego de quince preguntas estructuradas no
acusatorias, cuyo propósito es delimitar si la persona está diciendo la verdad
o no. Si al final de la entrevista se considera que el entrevistado es posible
culpable o sospechoso del delito, se pasa al interrogatorio.
. El interrogatorio de nueve pasos es de tipo acusatorio, dando a entender al
interrogado, que los resultados señalan que es culpable del delito. Estos
pasos son.
1. Confrontación directa o positiva, haciéndole saber al sospechoso que
se tienen evidencias que lo incriminan
2. Desarrollo del tema
3. Manejar las negaciones, evitando que el sospechoso se excuse
4. Superar las objeciones del sospechoso
5. Retener la atención del sospechoso, mostrándole comprensión y
sinceridad
6. Manejar el modo pasivo del sujeto
7. Presentar una pregunta alternativa, con solos dos respuestas posibles,
pero ambas incriminatorias.
8. Relato de detalles del delito
9. Confesión. Si ocurre la confesión oral se debe documentar por escrito.
No obstante la popularidad de esta técnica y su empleo en diversos países,
existen críticas porque se considera que no tiene un claro sustento científico
(Alonso et al., 2009; Masip et al. 2010; Masip y Herrero, 2015) y que el interrogatorio
acusatorio y coercitivo en nueve pasos puede provocar falsas confesiones.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 207

Existiendo críticas frente al enfoque acusatorio del interrogatorio policial


se buscó un nuevo modelo de entrevista no coercitivo. Es así que en el Reino
Unido, a inicios de los años de 90 del siglo pasado, se desarrolló el método de
entrevista PEACE (Planning and preparation; Engage and explaing; Account;
Closure; Evaluation), sigla que se refiere a las etapas de:
. Planificación y preparación: Se debe elaborar un plan escrito de la entrevista,
concentrada en los objetivos y el orden de las preguntas, las características
del sospechoso, tiempo que estuvo bajo detención, entre otros aspectos
relevantes para explicar el caso.
. Participación y explicación: el entrevistador debe establecer una relación
positiva con el interrogado; asimismo se le debe informar los motivos y
objetivos de la entrevista
. Relación de los hechos: se deben realizar las preguntas adecuadas, así
como escuchar activamente la narración del entrevistado. Ademas las
preguntas deben ser abiertas, cortas y precisas
. Cierre: el final de la entrevista no debe ser abrupto, además se debe hacer
un resumen de los hechos al entrevistado.
. Evaluación: luego del proceso anterior se debe evaluar la antrevista para
delimitar si el interrogado encuadra como sospechoso, y si se requieren
medidas adicionales.
Este modelo es producto de la colaboración de diversos especialistas y se
basa en principios psicológicos y toma en cuenta a la entrevista cognitiva y la
conversation management. En 1992 la Home Office (Ministerio del Interior)
británica introdujo este modelo en Inglaterra y Gales, y lo consideró material de
entrenamiento de la Policía, alcanzando mayor aplicación en los años
subsiguientes (Schollum, 2005, 2017; Roberts, 2012)
4.2.3.2. El perfil criminal (Criminal profile): También denominado “perfil
de la personalidad del criminal”, “perfil delictual”, “Perfil psicológico” (Garrido,
2000), “perfil del agresor” (Soria, 2006B), “perfil del delincuente”, entre otras
expresiones, ha tenido un desarrollo importante desde mediados del siglo pasado
La idea del perfilamiento criminal (criminal profiling u offender profiling) se
puede definir “como el proceso que permite predecir las características
208 PSICOLOGÍA JURÍDICA

identificativas de un delincuente desconocido a partir de los rastros de conducta


que ha dejado durante la comisión de uno o más crímenes, analizando para ello
las evidencias recogidas en la escena del crimen, con la finalidad de facilitar su
identificación y detención” (Halty, Gonzalez y Sotoca, 2017, p. 21).
Se considera que el surgimiento de esta técnica del perfil criminal o
criminológico, si bien tiene alguna antecedentes antes del siglo XX en Inglaterra,
con el primer perfil criminal elaborado por el médico forense Thomas Bond (1841-
1901) de Jack el Destripador (Rámila, 2010), seudónimo de un criminal que se
estima asesinó a cinco mujeres en el año de 1988, aunque no logró ser
descubierto, sin embargo se considera por la mayoría de estudiosos que recién
a mediados del siglo pasado el perfilamiento criminal tiene un claro nacimiento
con el trabajo de Brussel en 1956 o según otros a partir de 1970 con la experiencias
del FBI.
Los criterios clasificativos y/o diferenciadores de la variedad de tendencias
desarrolladas en el perfilamiento criminal han generado apreciaciones no muy
claras al respecto. Por ejemplo Miguel Soria (2006B) habla de metodología
inductiva y deductiva. Según Halty et al., entre las aproximaciones del perfilamiento
criminal “se encuentran el perfilado deductivo, inductivo, geográfico e indirecto..”
(2017, p. 21). Algunos otros (V. Garrido, 2012: Miranda, 2017), consideran que
se pueden diferenciar varias etapas al respecto, y otros se refieren a
aproximaciones al perfilado criminal (Ebisique, 2008; Alison et al., 2010)
considerando tres desarrollos
A) Aproximación basada en el diagnóstico clínico: desarrollado sobre todo
por psiquiatras, en base a la evaluación psicopatológica y su correlación
con los hechos delictivos. En este sentido se considera que el iniciador de
este procedimiento fue el médico psiquiatra estadounidense James A.
Brussel (1905-1982) a mediados del siglo pasado. En esa época, entre
1940 y 1956 un delincuente desconocido aterrorizó Nueva York colocando
decenas de bombas en lugares públicos de la ciudad, habiendo sido
bautizado como el bombardero loco (mad bomber). La Policía frustrada al
no poder descubrir al autor de tales atentados solicitó en 1956 la
colaboración de Brussel, quien a su vez estudio las fotografías de las
escenas del crimen, las notas que dejaba en los atentados o que enviaba a
la prensa, en la que se apreciaba su aversión a la compañía eléctrica
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 209

Consolited Edison, elaborando un perfil indicando que se trataba de un


hombre soltero, con trastorno paranoico, de mediana edad, inmigrante
católico, con conocimientos de electricidad y con ánimo de venganza de la
compañía eléctrica. Según tal perfil era obvio que se trataría de un empleado
descontento con la Consolited Edison, lo que ayudó a la localización de
George P. Metesky (1903-1994) o “mad bomber” quien había trabajado en
la compañía eléctrica en los años 30, siendo arrestado en enero de 1957,
confirmándose con bastante aproximación el perfil elaborado por Brussel.
También en el caso del “estrangulador de Boston”, Albert H. de Salvo (1931-
1973), que había asesinado a trece mujeres entre los años de 1962 a 1964
se recurrio a la ayuda de los perfiladores.
El llamado perfil criminal deductivo del que hablan otros (Soria, 2006B), es
similar al criterio clínico.
B) La investigación criminal: Aproximación desarrollada bajo el impulso de la
Federal Bureau of Investigación (FBI) de USA, en la década de los años 70,
por la Unidad de Ciencias de la Conducta (BSU), quienes desarrollaron el
“análisis de la escena del crimen” que luego denominaron Criminal
investigative analysis. Uno de los investigadores más renombrados fue
Robert K. Ressler (1937-2013), criminalista considerado el perfilador más
famoso, autor de varios libros, quien para poder elaborar perfiles de los
sospechosos entrevistó a lo largo de varios años a gran número de
asesinos, y en los año setenta acuñó el término “serial killer” (asesino en
serie). Igualmente John E. Douglas (n. 1945) agente del FBI, fue otro de los
famosos investigadores, quien también entrevisto a decenas de asesinos
para conocer la mente de los criminales. Estableciéndose el programa de
perfiles criminales o Psychological profiling. Uno de los sonados casos fue
el de la niña Susan Jaeger quien había desaparecido en 1973, y la policía lo
buscaba por más de medio año; el perfil del FBI los llevó ante David Meirhofer
(1949-1974) quien resultó ser el autor del secuestro y asesinato de la niña.
Más tarde se creó el Programa de Aprehensión de Criminales violentos
(VICAP), en que la base de datos de criminales se relacionaba con las
particularidades de la escena del crimen y las características de los
sospechosos, pudiéndose inferir si el delito investigado era parte de una
serie criminal. Asimismo establecieron una división de asesinos en serie
organizados, y asesinos en serie desorganizados.
210 PSICOLOGÍA JURÍDICA

C) La aproximación estadística o Statistical profiling. Desarrollada por David


Canter (n. 1944), psícólogo inglés, impulsor de la Investigative psycholgy
(Psicología de investigación criminal). Este autor incluye conceptos
psicológicos en su trabajo, y reconoce a la motivación como una explicación
posible del crimen, pero considera también datos de la escena del crimen,
de las víctimas, relacionando la información con los principios y teorías
psicológicas (Soria, 2006B).
Estas tres aproximaciones de perfilado pueden ser encuadradas como
perfiles psicológicos o conductuales, frente al perfil geográfico.
D) Geographical profiling o perfil geográfico: Canter también contribuyó a
desarrollar esta variedad de perfil (Corrales, 2016; Suárez, Palomares y
Chias, 2017; San Juan y Vozmediano, 2018), el mismo que se orienta a
delimitar el lugar donde reside un criminal desconocido, anotándose
asimismo que mientras “los perfiles conductuales o psicológicos tratan de
averiguar quién o que tipo de persona puede ser el delincuente en cuestión,
el perfil geográfico intenta averiguar dònde puede ser que éste resida o
tenga su base. Canter, estudiando la escena del crimen, planteó la teoría
del círculo, tesis que considera que los criminales cometen delitos en zonas
geográficas que conocen y no necesariamente donde viven, y que los actos
criminales que se ejecutan se situan en el interior de un círculo definido.
El modelo del perfilamiento geográfico más desarrollado es obra del
criminólogo canadiense Kim Rossmo (n.1959). Esta técnica se aplica
normalmente en casos seriales de asesinatos, violaciones, atracos, incendios
provocados, robos de domicilio, trata de personas, atentados terroristas, entre
otros (Centeno, 2011; Rossmo y Summers, 2015, p. 2). Los datos empíricos
concernientes a la relación entre el lugar o ubicación geográfica del domicilio de
un delincuente y aquellas zonas donde este delinque, nos proporcionan la
información de evidencia necesaria para poder desarrollar los algoritmos de
perfilado geográfico, habiéndose generado diversos sofwares para crear perfiles
de este tipo, siendo uno de los más importantes el Rigel “un sofisticado programa
basado en el algoritmo de focalización criminal geográfica (CGT, por su siglas
en inglés: criminal geographic targeting)” (Rossmo y Summers, 2015, p. 5), aparte
del Crimestat y el Dragnet.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 211

Posteriormente ha surgido el Apoyo conductual para la investigación o BIA


(Behavioural investigative advice), desarrollado en particular en Inglaterra,
Alemania, Holanda, que opta por una aproximación más integrada y
multidiciplinaria, considerando: 1) priorización de sospechosos, 2) enlaces de
crímenes y escenas del crimen, 3) perfil geográfico, 4) el proceso de interrogatorio,
y 5) evaluación del riesgo de delincuentes en contextos clínicos (Alison et al.,
2010; Garrido, 2012).
En cuanto a las fases del proceso de elaboración del perfil, según Torres
(2010), que sigue el modelo del FBI, la perfilación consta de cuatro etapas:
Etapa 1: Orientada a la recolección de información de la mayor cantidad de
fuentes, como testimonios, evidencias, informes, inspecciones oculares, entre
otras
Etapa 2: Clasificación del delito según su tipo
Etapa 3: Reconstrucción del delito: Hipótesis de la secuencia del delito,
comportamiento del presunto autor (modus operandi y firma si lo hubiera) y de la
víctima
Etapa 4: Elaboración del perfil, considerando aspecto físico, rango etario,
nivel académico, actividad laboral, procedencia social, habilidades,
funcionamiento intelectual, capacidad física, entre otros aspectos.
Además, los elementos esenciales que se consideran para la elaboración
de un perfil criminal, de acuerdo al criterio de diversos autores (Garrido, 2012;
Soler, 2016; Miranda, 2017), son los siguientes:
. La escena del crimen es el lugar donde se ha realizado el evento delictivo,
y de acuerdo al tipo de crimen presentará diversas características. En
algunos casos pueden existir diversas escenas, una donde se cometió el
delito, otra donde se encuentran el cadáver si se trata de un homicidio, y
una tercera de enlace o transferencia.
. El modus operandi, es decir el modo como se ha ejecutado el delito. Puede
ser realizado por un solo actor o varios, los hechos pueden o no ser
planificados, características del lugar del crimen, si hubo vigilancia previa
de la víctima, elementos o armas empleadas, entre otros aspectos.
212 PSICOLOGÍA JURÍDICA

. La firma del delincuente, hace referencia a ciertos actos que no son


necesarios para la comisión de un delito, siendo conductas o rituales que
muestran detalles sobre la mente del autor. También se le denomina sello
personal (Sánchez, 2013) a todo aquello accesorio al hecho delictivo que
no es necesario para su consumación pero que se relaciona con las
demandas emocionales del criminal.
. Victimología. El conocer a la víctima del delito ayuda a conocer al victimario,
como anota Garrido: al fin y al cabo las víctimas vienen a constituir la razón
última de los asesinos seriales, y nos ayuda a comprender lo que busca el
victimario.
. Geografía del crimen, vinculado con las características físicas del lugar
donde ocurrió el evento criminal, desarrolado ampliamente por el perfil
geográfico
4.2.3.3. La autopsia psicológica: En casos de muerte cuya causa es
desconocida o ambigua que requiera de una clarificación, la autopsia psicológica
se orienta a evaluar retrospectivamente la vida psíquica del fallecido con el
objetivo de determinar hipotéticamente la causa de su deceso. Este tipo de
estudio se emplea “para describir aspectos vinculados a un modo de muerte,
pero en función de la condición mental de la víctima, sus motivaciones, hábitos
y circunstancias particulares en momentos previos y coetáneos al deceso”
(Torres, 2007, p. 47). Es considerado también un método de investigación
retrospectiva para poder reconstruir las características de su personalidad que
nos permita tener una aproximación explicativa de su fallecimiento, y acercarnos
a la comprensión de las circunstancias de su muerte (Gómez, 2016), sobre
todo si no se puede llegar a una clara conclusión de la modalidad NASH (Natural,
accidente, suicidio, homicidio) del deceso de una persona. En otros términos, la
autopsia psicológica es un instrumento de evaluación importante de muertes
dudosas o indeterminadas (Torres y Manzo, 2004; Otín del Castillo, 2009;
Velazco, 2014; Ceballos, 2015). Sin embargo algunos autores le asigna un
propósito restringido, considerando que la autopsia psicológica es un método
de investigación retrospetiva respecto a las víctimas de suicidio consumado
(Isometsä, 2002).
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 213

Los antecedentes del nacimiento de la autopsia psicológica se remontan


al año de 1958, en el que el médico forense de Los Angeles (USA) Theodore J.
Curphey (1897-1986), frente al hecho de tener que dilucidar sobre diversos
decesos, supuestamente por sobredosis de drogas, si eran suicidios, homicidios
o fallecimientos accidentales, solicitó el apoyo de diversos psiquiatras y
psicólogos como Robert E. Litman (1921-2010), Norman L. Farberow (1918-
2015) y Edwin S. Shneidman (1918-2009), quienes también por ese año de
1958 fundaron el Centro de Prevención del Suicidio. Luego de algunos años de
trabajo, Shneidman considerado el padre de la suicidología (Leenaars, 2010;
Chávez y Leenaars, 2010), acuñó el término de autopsia psicológica en 1961
(Botello, Weinberger and Gross, 1994; Giggie, 2010; Torres, 2007; Herrera,
Coronado y Ruvalcaba, 2013; Gómez, 2016).
Los objetivos principales de la Autopsia psicológica según diversos autores
(Presentación J. 2004; Cañón Buitrago et al., 2016; Gómez, 2016) que siguen
los criterios del psicológo estadunidense Bruce W. Ebert, son cuatro:
1) Delimitar la manera de muerte en los casos de fallecimiento equívoco o
indeterminado, por lo que requieren ser determinados o aclarados.
2) Averiguar el momento y el tiempo en el cual se produjo el deceso de la
persona, para ello se debe indagar acerca de las diversas situaciones de
vida del fallecido y tratar de vincularlas con el hecho.
3) Recabar la información suficiente para evaluarlos
4) La entrevista e investigación cumple una función terapéutica y de apoyo
emocional para la familia y personas cercanas del occiso.
Asimismo, para elaborar la autopsia psicológica, la información necesaria
se obtiene generalmente de diversas fuentes:
a) Entrevistas a informantes que fueron cercanos al difunto: sobre todo a
familiares, amistades, pareja, compañeros, entre otros
b) Revisión de la documentación personal del fallecido, como informes
académicos, laborales, médicos, penales, cartas, fotografías, y otros como
los relativos a las actuaciones policiales y judiciales.
c) Examen del lugar del suceso
214 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En la actualidad existe una gran cantidad de estudios sobre la autopsia


psicológica, muchos de ellos vinculados al esclarecimiento de los suicidios y
otras muertes (Terroba y Saltijeral, 1983; Egea, 2011; Acina, Robles y Pelaez,
2015; Ceballos, 2015; Cañón et al. 2016)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 215

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ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 219

CUADRO N° 04

PSICOLOGÍA CRIMINALÍSTICA

“Es el conjunto de principios, métodos y técnicas de la


CONCEPTO Psicología Científica que, aplicados al conocimiento del
delito en general y del crimen en particular, contribuyen a
la investigación de los hechos delictivos, la identificación
de sus perpetradoresy la seguridad ciudadana”.
(Rodrigo Torres, 2010, p. 29.30).

Orientación de estado mental de víctimas,


sospechosos y testigos.

Interpretación del sitio del suceso y


criminodinámica delictiva.

ÁMBITO DE ESTUDIO
Y APLICACIÓN DE LA
PSICOLOGÍA Estudio de modus operandi, firma y montaje
CRIMINALÍSTICA alteraciones.

Evaluaciones psicológicas reconstructivas:


perfilación de delincuentes, análisis de muerte
equivoca y autopsia psicológica.

Análisis de vinculación de casos (análisis


operativo de casos) en el rol de perfilador.
220 PSICOLOGÍA JURÍDICA
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 221

CAPITULO V

PSICOLOGIA PENITENCIARIA

5.1. PSICOLOGÍA Y EJECUCION PENAL

5.1.1. OBJETIVOS DE LA PSICOLOGIA PENITENCIARIA: Hemos visto


ya en otros trabajos (Solís, 1985, 1988, 1989, 2017; Soria y Gonzalez, 2006),
que la Psicología penitenciaria como rama o capítulo de la Psicología Criminal,
tiene como propósito el estudio de todo lo relativo a los aspectos psicológicos
durante la ejecución de las penas, sobre todo privativas y restrictivas de la libertad.
Por ello, dentro del ámbito interdisciplinario de la Ciencia Penitenciaria, “que
estudia todo lo relativo a la ejecución de las sanciones privativas y restrictivas de
la libertad, tanto en medios cerrados, abiertos y libres, así como de la orientación
post carcelaria, con el fin de lograr la resocialización del delincuente” (Solís,
2018), tiene un papel importante dicho capítulo de la psicología criminal, a la que
llamamos psicopenología o que según Petrovski (1980) se la conoce también
como Psicología Penitenciaria o Reeducativa Laboral. Asimismo, la visión legal
de la etapa ejecutiva de la pena compete al Derecho Penitenciario, que estudia
las normas que regulan los aspectos concernientes a la ejecución penal, etapa
en que se desarrollan las acciones para alcanzar los objetivos de la pena,
integrándose con los aportes de las ciencias psicológicas, pedagógicas, sociales,
médicas, entre otras, para lograr tal propósito. Al respecto, retomando un
esquema explicativo anterior (1988), vemos que las relaciones de tales disciplinas
se visualizan del modo siguiente:
222 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Cuadro No. 13.


Psicología Criminal y Ciencia Penitenciaria

CIENCIA
P
PENITENCIARIA
C
S
R
I Pedagogía Penitenciaria
I
C
Sociología Penitenciaria
M
O
I Psicocriminología Psicología Penitenciaria Ps. For.Penal
L
N Medicina Penitenciaria
O
A
G Arquitectura Penitenciaria
L v
ÍA

Etc.

De lo expuesto se aprecia que existen relaciones importantes entre la


Psicología criminal y la Ciencia penitenciaria a través de su capítulo denominado
Psicología Penitenciaria. Asimismo el aporte inicial de este capítulo es en la fase
de observación, uno de cuyos propósitos específicos es el diagnóstico
psicológico. Igualmente su participación es importante en la etapa de tratamiento,
con una función más selectiva según las necesidades y requerimientos
individuales, de acuerdo al diagnóstico inicial o a la evolución del caso penológico;
asimismo en la fase de asistencia post carcelaria.
En suma, el papel del psicólogo dentro del ámbito penitenciario se orienta
al diagnóstico psicológico del interno y su clasificación, así como al tratamiento
psicológico y otras funciones; pero también puede ser importante en el
asesoramiento de funcionarios y jueces del ámbito de la ejecución penal. Para
Miguel Clemente (1997, p. 27), la psicología penitenciaria constituye un área
muy organizacional, y comprende “la actuación del psicólogo dentro de las
instituciones penitenciarias: clasificación de los internos en módulos concretos,
progresiones y regresiones de grado, estudio de la concesión de los permisos
penitenciarios de salida, de los indultos, etc. También se ocupan de la
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 223

organización general del centro, estudiar el clima social, realizar tratamientos


grupales e individuales, etc.”.
El objetivo de resocializar al interno ha llegado a ser plasmado en diversas
normas, desde leyes penitenciarias generales y Códigos de ejecución penal,
que son parte del Derecho Penitenciario nacional. Como normativa internacional
destaca las Reglas Mínimas de Naciones Unidas (1956), entre otras. Sobre
este particular, las recomendaciones de las Naciones Unidas, como las diversas
legislaciones penitenciarias del mundo, incluyen una serie de indicaciones
relativas a que todo recluso debe ser sometido como primera medida a una
etapa de Observación, cuyo propósito es el diagnóstico del interno, clasificación
del penado, elaboración del programa de tratamiento y recomendación del
régimen de ejecución penal en el que debe ser ubicado.
De de las acciones de observación, lo más importante es el diagnóstico
del interno, que persigue un conocimiento integral de orden socio-psico-biológico.
Esto significa un estudio individualizado de tipo social, psicológico, así como
médico biológico, que permita tener una visión amplia e integral de las
características de cada condenado, tanto de sus rasgos normales como
anormales, positivos como negativos, siendo uno de cuyos apartados más
saltantes el estudio psicológico. Al lado de dicho examen, es importante la
recomendación del tratamiento adecuado y también la clasificación de cada
recluso.
Otra etapa siguiente e importante es la ejecución del tratamiento de los
condenados, en función del diagnóstico recaído en cada uno de ellos. Las
acciones del tratamiento penitenciario, en función de la variedad de personalidades
delictivas y los rasgos psicológicos diferenciales, y en algunos casos de los
trastornos y o alteraciones de los rasgos de esta dimensión psicológica, van a
requerir además de las medidas laborales, sociales y pedagógicas, acciones
de tratamiento psicológico o psicoterapia penitenciaria, que también tienen una
práctica variada en los diversos sistemas penitenciarios del mundo.
Además de todo lo anterior, el aporte de la psicología dentro de la vida
penitenciaria es necesario para lograr mejores resultados en diversos aspectos.
Esto significa que si bien tiene aplicación en la fase del diagnóstico y tratamiento,
es importante la contribución psicológica en otros ámbitos de la vida penitenciaria,
224 PSICOLOGÍA JURÍDICA

dentro de los diversos regímenes bajo los cuales se cumplen las sanciones
penales, de acuerdo a cada legislación que regula la ejecución penal. En nuestro
país, mediante el Decreto Ley número 17581 de abril de 1969, se señaló por
primera vez en nuestro ordenamiento ejecutivo penal, que el régimen
penitenciario en su fase de Observación, mediante el organismo técnico
respectivo, tenía como propósito:
“a. El estudio del condenado, que comprenderá su examen médico,
psicológico y del medio ambiente que lo circundaba antes de cometer el hecho
delictuoso a efecto de formular el diagnóstico y pronóstico criminológico”.
Además estipuló que se debía clasificar al condenado, señalar el
establecimiento o sección de establecimiento al que debería ser remitido, fijar el
tratamiento y determinar el tiempo mínimo para comprobar sus resultados.
Tendencia que se ha mantenido, con algunos cambios, en las legislaciones
posteriores
5.1.2. LOS CENTROS DE OBSERVACIÓN PENITENCIARIOS: En
diversos países del mundo, como parte del sistema penitenciario, existen Centros
de Observación penitenciaria, cuyo propósito es albergar por un período corto a
los condenados, con el propósito de efectuar las acciones de diagnóstico y
clasificación respectivas, para que en base a tales estudios puedan llevarse
adelante las medidas de resocialización. Luego de la etapa de observación, los
condenados son derivados a los centros carcelarios o secciones carcelarias
respectivas, de acuerdo a las recomendaciones del Equipo Técnico de
Observación o de Tratamiento. Según Cuello Calón (1958), el primer centro de
observación se habría creado por Luis Vervaeck en el año de 1907, en la prisión
de Bruselas, estableciéndose luego en Alemania, entre los años 1920 y 1923, un
servicio para el estudio de condenados en la prisión de Straubing (Baviera) dirigido
por Vierstein. Más tarde se consideró ya una necesidad básica, la obligatoriedad
de efectuar el estudio diagnóstico y clasificación de todo condenado a pena
privativa de libertad, sobresaliendo en el siglo pasado los centros de observación
de Rebibbia en Italia, el Centro Nacional de Orientación de Fresnes en Francia,
el Centro de Observación de Carabanchel en España, entre otros.
En el Perú, si bien no existe ningún Centro de observación penitenciario
nacional, sin embargo a nivel normativo existen antecedentes importantes. Así
en el Código Penal de 1924, en su artículo 409 se decía que en la Penitenciaría
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 225

central funcionará un Instituto Criminológico, bajo la dirección de la Facultad de


Derecho de la Universidad de Lima, disposición que no tuvo una plasmación
concreta. En 1969, el Decreto Ley 17581 estipuló por primera vez que en el
período de Observación, el equipo técnico debería, entre otras funciones, indicar
el establecimiento o sección de establecimiento al que debería ser destinado el
condenado, haciendo alusión tácita a un Centro de Observación independiente
de los centros carcelarios de ejecución de condena, pero que solo tuvo existencia
en la letra de la norma penitenciaria, y sólo una plasmación incipiente en algunos
centros carcelarios.
El Código de Ejecución Penal de 1985 y su Reglamento del mismo año,
normaron que la Observación se realizaría en Centros independientes que
podrían ser regionales o también en Secciones de Observación dentro de los
establecimientos penales que contaran con ella, disposición que tampoco tuvo
plasmación efectiva en la realidad. El vigente Código de Ejecución Penal de
1991 no es tan explícito al respecto, pero mantiene dicho principio (Art.62 y 96).
Un Centro o una Sección de Observación requieren de un Equipo Técnico
interdisciplinario, integrado básicamente por un psicólogo, abogado criminólogo,
trabajador social, entre otros profesionales afines, y que según nuestra legislación
de Ejecución Penal debe cumplir las siguientes funciones
a. Diagnóstico y pronóstico criminológico del interno
b. Clasificación del recluso
c. Determinar el programa de tratamiento individualizado
d. Señalar el establecimiento o sección del mismo al que debe ser destinado
el interno.
Tal Equipo Técnico tiene también la función de realizar informes en ciertos
trámites de los reclusos ante los jueces respectivos, tales como solicitudes de
semilibertad, libertad condicional, entre otros.

5.2. DIAGNOSTICO PSICOLOGICO DEL INTERNO:

El examen psicológico del interno, puede ser de tipo diagnóstico o inicial


(en la etapa de Observación), para iniciar la ejecución de la pena; también puede
ser requerido para adoptar decisiones en lo referente al régimen de prueba
226 PSICOLOGÍA JURÍDICA

(probation) o suspensión de la ejecución de la pena, así como en lo relativo a la


libertad condicional o “parole”, y en otros beneficios penitenciarios que requieren
un pronóstico de éxito o adecuación del interno a tales medidas.
5.2.1. DIAGNOSTICO PSICOLOGICO EN LA FASE DE OBSERVACION:
En la mayoría de leyes penitenciarias actuales, se recoge la necesidad del estudio
completo del condenado, antes de ser destinado a un centro de cumplimiento
de la condena. Dentro de este estudio se incluye en todos los casos, un examen
o diagnóstico psicológico además del médico y social. Este diagnóstico
especializado supone un estudio que permite obtener una visión psicológica
completa del condenado a través de las pruebas y técnicas específicas, que
permitan un diagnóstico integral, que en el mejor de los casos debe abarcar el
nivel intelectual, personalidad y también lo relativo a los intereses vocacionales.
Al respecto, las características psicológicas de cada recluso repercuten en su
desenvolvimiento dentro del ámbito carcelario, tanto en el trabajo, en la actividad
educacional, en la disciplina, en las relaciones con los demás internos y los
readaptadores.
El diagnóstico psicológico del nivel intelectual nos permite conocer las
características de esta dimensión del condenado, lo que es muy útil para que en
función a tal diagnóstico se adopten decisiones en cuanto a su clasificación, así
como en lo referente a la terapia más adecuada para coadyuvar en su proceso
de resocialización. Hace años, F. Ferracuti (1968) consideraba importante para
el diagnóstico de la inteligencia del delincuente, el test de Wechsler-Bellevue,
pero debemos anotar que además de dicha prueba o en vez de ella, según
convenga, es igualmente válido el test de Stanford Binet revisiones de 1986 o
2003, en sus versiones estandarizadas al medio social en el que se va a utilizar.
Asimismo, pueden emplearse el test de Raven, el de Dominós, entre otros, que
son de aplicación colectiva.
El conocimiento del nivel intelectual es de interés múltiple, como ya lo hemos
señalado, teniendo en cuenta que el grado de desarrollo mental tiene una
repercusión variada en la conducta del sujeto. Por ejemplo, los que tienen
inteligencia superior requerirán una orientación y trabajo terapéutico adecuados
a su capacidad intelectual, para evitar situaciones de inadecuación o fracaso en
las medidas resocializadoras. Hay que considerar también que por debajo de la
inteligencia término medio o normal, existe un nivel intelectual inferior al normal,
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 227

que no constituye retraso mental, y luego el nivel “borderline” o fronterizo y que


está encima del retraso mental, y que en el diagnóstico intelectual de los internos,
su delimitación resulta importante, para la subsiguiente acción de clasificación y
sobre todo para la adopción de decisiones en las medidas de tratamiento. En
estos casos las recomendaciones de trabajo a efectuar o capacitación educativa
deben ser adecuados a su nivel intelectual.
En el supuesto de algunos internos con retraso mental o discapcidad
intelectual, se deberá considerar el nivel de dicha discapacidad y sus rasgos
particulares, bien sea retraso discreto o retraso de nivel moderado, porque es
probable que dentro de una población carcelaria, al menos en nuestros días, no
existan internos con discapacidad intelectual grave ni profundo, ya que en estos
casos la deficiencia es notoria, lo que se puede apreciar sin mayor ayuda de un
examen especializado, siendo desde la perspectiva de la imputabilidad penal,
personas inimputables sujetas a medidas de seguridad y/o tratamiento médico
y psicológico. Sin embargo es posible que con cierta frecuencia se encuentren
reclusos con discapacidad intelectual sobre todo discreta o leve, que si bien no
son personas inimputables según la doctrina penal, encajarían probablemente
dentro de los casos de responsabilidad incompleta o semi imputabilidad, y que
pueden encontrarse sufriendo incluso una pena sin atenuantes, debido a que no
fueron sometidos a un examen pericial, que hubiera orientado la sanción penal
impuesta por los jueces. En estos casos, para recomendar el tipo de trabajo
tendrán que tomarse en consideración sus habilidades individuales, asimismo
en las decisiones sobre las medidas educacionales respecto a estos internos.
El diagnóstico de la personalidad (Adato de Ibarra, 1973; López Soler y
López López, 2003; Ortiz-Tallo et al., 2006; Morán, Carmona y Fínez, 2016),
viene a ser otro de los rubros del examen psicológico penitenciario. Los
psicólogos, para este tipo de estudio, recurren generalmente a la técnica de
entrevista en su manifestación de anamnesis integral, así como al empleo de
pruebas psicológicas de personalidad que permitan conocer los rasgos de la
personalidad. Las más empleadas, dentro de estas técnicas son las pruebas o
tests de personalidad, sobre todo algunos inventarios como el de Eysenck (EPQ),
el de Guilford, el M.M.P.I. (Núñez, 1968) de amplio uso, sobre todo la versión
MMPI-2 actual; el Inventario Clínico Multiaxial de MIllon-II (MCMI-II), aunque antes
de los años 50 del siglo XX se utilizaron también el Benreuter (Serebrinsky, 1941),
el de Bell, el de Kent. Otro tipo de pruebas de personalidad usados ampliamente
228 PSICOLOGÍA JURÍDICA

desde décadas anteriores, son las pruebas proyectivas como el Rorschach


(Endara, 1938; Pizarro, 1957), la prueba de la figura humana de Machover y sus
variantes, el test de frustración de Rosenzweig, el T.A.T. (Niceforo, 1956), entre
otros.
El examen psicológico nos proporciona un conocimiento de las diversas
personalidades, en las que podemos entrever dos grupos: personalidades
normales y personalidades con trastornos. Dentro del primer grupo sin trastorno,
se pueden observar, sin embargo, variantes muy diversas, que sin ser
expresiones de alteraciones, tienen también importancia penitenciaria, tanto para
las decisiones de clasificación como para las decisiones de tratamiento a seguir
en cada caso concreto. Existe pues, dentro de la gama de la normalidad, una
heterogénea manifestación de personalidades, y que desde la óptica psicológica
se clasifican a veces en diversos tipos o según sus rasgos, de acuerdo a los
criterios empleados por los psicólogos que han efectuado estudios sobre el
particular (Eysenck, 1976). La delimitación del tipo o de los rasgos de personalidad
permite además orientar la clasificación penitenciaria conveniente, y el tratamiento
penológico acorde con sus rasgos predominantes.
Desde la perspectiva de las anormalidades de la personalidad podemos
entrever, sin considerar los casos de psicosis, una variedad de alteraciones
algunos de los cuales son los trastornos específicos de personalidad o
“psicopatías”, considerando dentro de este grupo como lo señala actualmente
la Organización Mundial de Salud (1992), hasta diez variantes de trastornos
específicos de personalidad, lo que plantea la necesidad de prever acciones de
ayuda o tratamiento adecuado al trastorno y a su problema de criminalidad. Dentro
de este grupo, las personalidades anormales más difíciles son las llamadas
“disociales” y que en décadas pasadas Kurt Schneider (1965) lo llamaba
psicópata desalmado, y en nuestro medio Honorio Delgado (1963) se inclinó por
el nombre de psicópata anético. El examen diagnóstico psicológico y psiquiátrico,
en estos casos es importante, ya que en base a la delimitación de estas
personalidades anormales, se pueden tomar decisiones clasificatorias más
pertinentes, así como acciones de tratamiento coherentes con las anomalías
que presenten estos internos. Además de los trastornos específicos de
personalidad, es importante delimitar los trastornos del comportamiento sexual,
sobre todo las diversas expresiones de homosexualidad, para su separación
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 229

subsiguiente. Asimismo es necesario diagnosticar a los internos con problemas


de dependencia alcohólica y/o a drogas, para adoptar las medidas de tratamiento
convenientes y su clasificación más adecuada.
Otro aspecto importante del diagnóstico es su aplicación en la clasificación
inicial y también posterior de los internos, como dice Manuel Rico (1997, P.321),
la “clasificación de los internos en las prisiones es unos de los principales logros
penitenciarios. La regla 67 de las Reglas Mínimas para el tratamiento de los
detenidos y la regla 68 de la versión europea de las mismas, formuladas por el
Consejo de Europa (Consejo de Europa, 1991) establecen los siguientes fines
para la clasificación penitenciaria:
1) Separar a los detenidos que en razón de sus antecedentes o personalidades
puedan ejercer una influencia negativa en sus compañeros de detención.
2) Destinar a los detenidos de forma que facilite su tratamiento, teniendo en
cuenta las exigencias de seguridad y las de su readaptación social. “.
Hay que anotar en este caso, que la clasificación es producto de la
evaluación que realiza el equipo técnico de observación, uno de cuyos miembros
es precisamente el psicólogo. Tratándose de la clasificación inicial, se toma en
cuenta los criterios estipulados por la ley. En España, por ejemplo, se les clasifica
en grados:
a. En Primer grado de tratamiento: penados destinados a cárceles de régimen
cerrado o a departamentos especiales.
b. En Segundo grado de tratamiento: penados enviados a establecimientos
de régimen ordinario, en quienes no concurre ninguna circunstancia que
determine enviarlo a primer o tercer grado.
c. En Tercer grado: penados enviados a prisiones de régimen abierto o que
por su evolución favorable procedan del segundo grado.
Pueden ocurrir progresiones o regresiones en esta clasificación. Además,
en cada establecimiento es necesario adoptar una clasificación de los internos,
en base a criterios individualizados.
230 PSICOLOGÍA JURÍDICA

5.2.2. DIAGNOSTICO PSICOLOGICO PARA EL REGIMEN DE


PRUEBA: En la experiencia penal y penitenciaria de algunos países, los
procesados sobre todo primarios, que merecen una pena privativa de libertad
corta, y cuyas condiciones psicosociales los hacen recomendable, pueden
cumplir la condena en libertad bajo un Régimen de Prueba (Probation) o
Libertad Vigilada. Precisamente en esta experiencia, sobre todo en la vertiente
anglo-americana, se toma en cuenta el estudio psicosocial del procesado, para
que luego el Juez decida si conviene someterlo a dicho régimen de prueba o a la
ejecución efectiva de la privación de libertad. Sin embargo, no obstante que el
pronóstico psicológico es necesario, no creemos que sea infalible, pero ayuda a
tomar decisiones más objetivas en estos casos. Igualmente, para la suspensión
de la ejecución de la pena o condena condicional de nuestra legislación penal,
sería importante recurrir también al informe psicológico previo.
Dicho informe es importante, porque en función de su nivel intelectual,
características de personalidad, nivel de escolaridad y otros aspectos psico-
sociales, se puede dar un pronóstico aproximado respecto al éxito o fracaso de
la libertad vigilada en ciertos condenados. Por ejemplo, se considera que las
personas con trastorno de personalidad disocial son inadecuadas para este
régimen, aunque en la experiencia alemana e inglesa que señala Yañez (1970)
se mencionan casos en que personalidades psicopáticas pueden ser dejados
en Régimen de Prueba. Al respecto, creemos que considerando a las diez o
más personalidades diversas que se ubican bajo el rubro de Trastornos
específicos de personalidad (“Psicopatía”), y analizando cada una de ellas,
podemos afirmar que algunas de tales entidades no muestran un riesgo social
grave, y por tanto internos con tales trastornos podrían acogerse al Régimen de
libertad vigilada. Sin embargo, el autor citado refiere que en la experiencia que
reseña, también personalidades antisociales pueden acogerse en algún modo a
esta medida, aunque suponemos que no puede ser una decisión irrestricta, sino
que debe tratarse de reclusos con ciertas particularidades que avalen dicha
medida.
Lo anterior significa que el diagnóstico individualizado, permitirá tomar
decisiones en función del caso específico, ademas hay que tener en cuenta que
la configuración de la personalidad es muy compleja, tratándose incluso de un
“disocial”. El diagnóstico debe considerar en cada persona su nivel intelectual,
intereses, aptitudes, experiencia antisocial anterior, escolaridad, medio socio-
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 231

familiar, entre otras, y en base a ellos se tendrá la expresión peculiar de


personalidad en cada individuo. Al respecto podemos anotar que los trabajos
sobre prognosis criminal (Middendorf, 1970), centrado en la previsión del éxito o
fracaso de los casos sometidos a Régimen de prueba, ofrecen una experiencia
importante, y justamente parte de estos estudios pronósticos, basados en
diagnósticos individualizados son de carácter psicológico.
5.2.3. INFORME PSICOLOGICO EN LOS TRAMITES DE BENEFICIOS
PENITENCIARIOS: De acuerdo a nuestra legislación penitenciaria, los internos
que están cumpliendo condena privativa de libertad, pueden salir del centro
carcelario antes de cumplir toda la pena, solicitando algún beneficio penitenciario:
bien sea Liberación Condicional al haber cumplido la mitad de la pena o los tres
cuartos de la misma, o bien con Permiso de Salida hasta por 72 horas, en
situaciones específicas señaladas por el Código de Ejecución Penal (CEP-91);
y también acogiéndose a la semilibertad para trabajar o estudiar en el día fuera
del penal y retornar en la noche para pernoctar en su propio domicilio según el
C.E.P-91, beneficio que se puede otorgar siempre que se haya cumplido por lo
menos un tercio de la condena privativa de libertad. Para obtener alguno de
estos beneficios penitenciarios se requiere un informe del Equipo Técnico, uno
de cuyos miembros es el psicólogo, siendo el examen diagnóstico-pronóstico
importante para vislumbrar y dar una prognosis de fiabilidad positiva de que el
interno no aprovechará de tal libertad previa o transitoria para fugar o que no
incumplirá las reglas de conducta que se le fijen al concederle tal beneficio. Al
respecto debemos anotar que realmente es difícil para los responsables de este
equipo técnico, el tener un pronóstico seguro, sin embargo el informe psicológico
y sobre todo el interdisciplinario permitirá tomar decisiones al funcionario o al
Juez Penal encargado de estos trámites. Al igual que en las situaciones anteriores
existen, en términos genéricos, algunas características o rasgos inadecuados
para opinar favorablemente por la concesión del beneficio. Esto significa en todo
caso que el informe del equipo y en particular del psicólogo tiene que estar en
función de la caracterización de cada caso individual y su constelación de
situaciones y factores personales que la connotan.
232 PSICOLOGÍA JURÍDICA

5.3. PSICOTERAPIA PENITENCIARIA

5.3.1. ANTECEDENTES Y CONCEPTO DE PSICOTERAPIA: A fines


del siglo XVIII nacen los aportes precursores de la psicoterapia para tratar diversos
problemas emocionales, con las experiencias de Franz Mesmer (1734-1815)
sobre el “magnetismo animal”, posteriormente en el Siglo XIX Jean Charcot
(1825-1893) estudia la histeria y la práctica de la hipnosis. También surgen los
primeros trabajos de Freud (1948 A) sobre La histeria en 1895. Sin embargo el
término psicoterapia (psycho-therapeutics) se empleó por el psiquiatra ingles
Daniel Tuke (1827-1895) en 1872, en una obra publicada en Londres, teniendo
como antecendente el término psychotherapeia usado por primera vez por Walter
Cooper Dendy (1794-1871) en 1853 (Shamdasani, 2017), pero es en el siglo XX
que la terapia psicológica logra un progresivo desarrollo basada en diversas
vertientes.
Para Whittaker (1971) el tratamiento de los trastornos mentales mediante
técnicas psicológicas recibe el nombre de “psicoterapia”, y se distingue de otras
formas de cura a través de medicamentos, cirugía, cambio del medio ambiente
u otras medidas. Según Wolberg, citado por Cerdá (1971), es una forma de
tratamiento de los problemas emocionales, consistente en que una persona
previamente formada, establece una relación terapéutica con un paciente, con
el objeto de remover o atenuar los síntomas existentes, y de modificar los tipos
de conducta perturbados, así como promover el desarrollo positivo de la
personalidad. De acuerdo al criterio de Freedman et al. (1978), la psicoterapia
es una forma de tratamiento de las enfermedades psíquicas y trastornos de
conducta, en la que el psicólogo, por medio de la comunicación terapéutica,
verbal como no verbal, trata de aliviar el trastorno emocional o conductual, y
fomentar el desarrollo de la personalidad.
En suma, la psicoterapia es un tratamiento psicológico de los problemas
emocionales o de conducta, mediante una serie de técnicas específicas, según
la naturaleza del problema. En esta terapia existe un intercambio verbal entre el
psicoterapeuta y el paciente, con variaciones o actividades diversas, según la
técnica aplicada en cada caso. Por tales razones, la psicoterapia se diferencia
del tratamiento médico psiquiátrico que se basa en fármacos, cirugía,
electroshock, entre otros. En función del número de participantes en la relación
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 233

terapéutica, ésta puede ser individual o bien grupal. La psicoterapia individual se


orienta a tratar a un paciente en cada sesión; frente a ella la psicoterapia de
grupo es un proceso terapéutico en la que participan varios pacientes en la misma
sesión.
En el ámbito penitenciario, la psicoterapia se halla indicada para aquellos
reclusos cuyas rasgos o características psíquicas son los que han propiciado o
contribuido a su conducta delictiva, como para aquellos internos en los que si
bien los aspectos psicológicos no tienen relevancia en su acto criminal, pero
que presentan patrones de conducta inadecuados o que debido a la carcelería u
otros factores sufren un cuadro psicopatológico.
5.3.2. TENDENCIAS DOCTRINARIAS DE LA TERAPIA PSICOLÓGICA:
De acuerdo a las diversas corrientes de la psicología se han generado también
variantes psicoterapéuticas, que se clasifican según cada autor que enfoca el
tema, lo que se observa también en la práctica de la psicoterapia penitenciaria.
Para Enrique Cerdá, según la mayor o menor participación del terapeuta y el
número de participantes, estos métodos se dividen en tres grupos:
A) Métodos DIRECTIVOS: En los que el psicólogo dirige e influye en el paciente,
quien debe seguir sus indicaciones y prescripciones, como en los siguientes
procedimientos:
a. La autosugestión de E. Couè, presentada en 1924, hoy casi en desuso.
b. La sugestión hipnótica: cuyo antecedente data de 1779 con el trabajo
de Mesmer. Hoy se emplea según criterios variados o junto con otras
técnicas.
c. Técnicas de relajación muscular, de Jacobson, Schultz y otros. Hoy
se las usa sobre todo con otras técnicas psicoterapéuticas.
d. La psicología individual de Alfred Adler.
e. La terapia de la conducta: que ha desarrollado un sinnúmero de
técnicas, y que tiene diversos avances que veremos luego.
B) Métodos NO DIRECTIVOS: que dan mayor libertad al paciente durante la
sesión psicoterapéutica, como en los siguientes:
234 PSICOLOGÍA JURÍDICA

a. El psicoanálisis: iniciado por Freud y su gran variedad de tendencias.


b. La terapia centrada en el paciente: ideada por Carl Rogers.
C) Métodos ESPECIALES: como las terapias siguientes:
a. Psicoterapia de grupo
b. Psicodrama
c. Ludoterapia.
J. Whittaker, por su parte considera tres tipos principales de psicoterapia:
1) Psicoanálisis
2) Terapéutica centrada en el paciente
3) Terapéutica de la conducta.
Luego agrega un cuarto grupo que denomina:
4) Psicoterapia ecléctica.
Desde otra perspectiva enumera también otras Técnicas especiales:
a. Terapia de Grupo
b. Entrenamiento de la sensibilidad
c. Psicodrama
d. Terapéutica por medio del juego
e. Hipnoterapia.
En función a las concepciones teóricas subyacentes frente al problema
mental, asi como su explicación y forma de enfrentarlo, podemos clasificarlas
en cuatro o cinco grandes grupos genéricos (Gross, 2000; Solís, 2018):
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 235

Cuadro No. 14 Tendencias psicoterapéuticas


Grupo Procedimientos Número de
Genérico Específicos Participantes

A. Psicoterapia 1. Psicoanálisis Clásico


DINAMICA 2. Variantes psicoanalíticas

1. T. C. basada en el
Condicionamiento clásico
B. Terapia 2. T. C. basada en el a) Psicoterapia
CONDUCTUAL Condicionamiento
operante
3. T. C. basada en el INDIVIDUAL
modelamiento o imitación

C. Psicoterapia 1. Psicoterapias cognitivas


COGNITIVA 2. Terapia cognitivo-conductual
3. Otras: Mindfulness o
“Conciencia plena”

D. Psicoterapia 1. Terapia Centrada en el


HUMANISTA y cliente b) Psicoterapia
EXISTENCIAL 2. Psicoterapia Gestáltica
3. Terapia Transaccional DE GRUPO

1. Psicoterapia Ecléctica
E. Otras 2. Ludoterapia
TECNICAS 3. Psicodrama
4. Otras.

Primero, la terapia psicoanalítica enfoca el problema psicopatológico como


resultante de un trasfondo “enfermo” que requiere ser curado, ya que las
expresiones externas o verbales y conscientes, son muchas veces sintomáticas,
pero no constituyen el problema en si al que hay que descubrir y erradicar. Esta
tendencia se denomina Dinámica por su parentesco total o parcial con el
psicoanálisis.
236 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Un segundo grupo considera que el problema psicológico es resultado del


aprendizaje o condicionamiento y que no existe un trasfondo inconsciente oculto.
Por ello, abordar el problema de conducta (psico motor, cognitivo y afectivo)
supone modificar esas manifestaciones externas inadecuadas. Esta vertiente
tiene relación con el conductismo y sus diversas expresiones neoconductistas.
Una tercera tendencia psicoterapéutica concibe los problemas emocionales,
como producto de fallas en los niveles cognitivos o racional-emotivos. No tanto
en los arcanos de un inconsciente desconocido ni en una conducta inadecuada,
y que el paciente debe y puede tratar de comprender su problema, con propósitos
terapéuticos
El cuarto grupo incluye las variantes humanistas y existenciales, como la
terapia Centrada en el Cliente de Carl Rogers, la gestáltica de Fritz Perls, la
terapia transaccional, entre otras variedades
En un quinto grupo se ubican otras variedades de psicoterapia diferentes,
como la ecléctica u otras
Esta clasificación es una síntesis apretada y reúne a corrientes que tienen
entre sí algunas diferencias notorias, pero que sin embargo, creemos que en
forma lata nos puede servir para tener una imagen global y panorámica del
proceso psicoterapéutico actual.
Debemos anotar que en la práctica penitenciaria y extra carcelaria de la
primera mitad del siglo pasado, el psicoanálisis tuvo mayor difusión y empleo,
habiéndose derivado luego diversas variantes de dicha fuente, y más tarde
surgieron las terapias conductuales y también cognitivas, entre otras (Rodríguez,
1960; Germain, 1964; Glaus, 1968; Haesler, 1968; Buffard, 1970; Sánchez, 1981;
Jiménez y Clemente, 1986; V. Garrido, 1986; Sancha y García, 1987; Ec heburúa
y De Corral, 1988; Garrido y Piñana, 1996; Paz y Carrasco, 2006), desarrollándose
dichas técnicas terapéuticas bajo las modalidades de psicoterapia individual y
psicoterapia de grupo.
La psicoterapia individual se orienta a tratar a un paciente en cada sesión;
al respecto el psiquiatra Robert D. Gillespie, en su trabajo Psychoneurosis and
criminal behavior publicado en 1944, como parte de una obra colectiva, anotaba
que los delincuentes que presentan los siguientes síntomas merecían terapia
individual:
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 237

a. La conducta antisocial debe ser el resultado de un conflicto psicológico.


b. Uno de los conflictos debe ser la conciencia social.
c. El acto antisocial debe ser la expresión directa de un deseo personal dirigido
hacia una utilidad.
d. Deben estar presentes en el individuo otros signos de neuroticismo.
Recomendaciones que hoy no son consensuales, debido al desarrollo de
nuevas teorías psicológicas que explican el comportamiento humano bajo otras
perspectivas.
Frente al aborde individual, la psicoterapia de grupo es un proceso
terapéutico en la cual participan varios pacientes en la misma sesión. De este
modo, al lado de una práctica terapéutica individual, se desarrollaron también
formas de psicoterapia de grupo, siendo las modalidades que han tenido mayor
recepción en la práctica penitenciaria,
5.3.3. PSICOTERAPIA PSICOANALITICA: Esta terapia, desde sus
enfoques iniciales desarrollados por Sigmund Freud (1948 B) en “El método
psicoanalítico de Freud”, ensayo de 1904, así como en la conferencia “Sobre
psicoterapia”, del mismo año, se han derivando una variedad de tendencias a lo
largo de su siglo de existencia, denominándose tambien terapias dinámicas por
su parentesco con la visión freudiana. En la práctica penitenciaria también se
han aplicado diversas modalidades de la terapia psicoanalítica, tanto individual
como de grupo.
5.3.3.1. Terapia psicoanalítica individual: El enfoque psicoterapéutico
individual trabaja con un solo paciente, y desde las técnicas desarrolladas por
Freud o psicoanálisis clásico, han surgido posteriormente variantes importantes,
como veremos a continuación:
A. Psicoanálisis clásico: Tradicionalmente las técnicas de la psicoterapia
analítica, para hallar el origen inconciente del problema psicológico del paciente
y luego tratarlos, han sido las “asociaciones libres”, el “análisis de los sueños”,
la “transferencia”, y en parte la hipnosis. Además la terapia analítica ortodoxa es
larga y puede durar desde 6 meses hasta dos o tres años, con un promedio de
3 sesiones semanales de una hora cada vez. Este procedimiento se inicia
explicando al paciente los lineamientos generales del método, y que su conducta
238 PSICOLOGÍA JURÍDICA

y actitudes dependen de factores emocionales que desconoce y que los mismos


son inconscientes. Asimismo es recomendable para pacientes de inteligencia
no muy baja y que generalmente no pasen de los 50 años (Para Mauch no más
de 40 años).
Los procesos inconscientes se pretenden conocer o aclarar mediante
las técnicas de las asociaciones libres, que consiste en que el paciente recostado
en un diván, con el psicoanalista sentado detrás de él, diga todo lo que se le
ocurra, aunque sea algo absurdo, inmoral o le resulte desagradable verbalizar.
En este proceso a veces ocurren “resistencias”, esto es que las manifestaciones
verbales se pueden interrumpir debido a que ciertas ideas o pensamientos
por ser considerados obscenos, ofensivos o ridículos bloquean su emisión, y el
paciente se resiste a expresarlas. El analista por su parte trata de vencer esas
resistencias, pero sin forzarlo, pudiendo hacer interpretaciones provisionales
que aclaren las asociaciones y logren un desbloqueo para que el paciente continúe
con las asociaciones.
La interpretación de los sueños es una técnica que también proporciona
informaciones valiosas, no importando el contenido manifiesto de los sueños,
sino más bien lo que el psicoanálisis llama contenido latente, que se trata de
desentrañar de forma similar al que se realizó durante las asociaciones libres.
Para el psicoanálisis, el fenómeno de la “transferencia” también es muy
importante, y consiste en la manifestación de actitudes o sentimientos
emocionales existentes dirigidos hacia otros y que se trasladan o transfieren
hacia el psicoterapeuta, sobre todo las actitudes relacionadas con las figuras
parentales, de tal modo que el analista viene a sustituir la imagen paterna. Esta
transferencia será positiva si las actitudes emocionales son de afecto o atracción,
pero si más bien los sentimientos y actitudes son de rechazo u hostiles, la
transferencia será negativa. La transferencia puede contribuir para que el paciente
rompa sus resistencias y prosiga las asociaciones libres. La situación conflictiva
de ciertos procesos transferenciales, a veces sustituye los verdaderos conflictos
del paciente, en este caso el análisis y su aclaración ayuda a comprender al
paciente su problema. La terapia llega a su etapa final cuando se resuelve la
transferencia y se logra establecer una relación normal entre ambos, y sobre
todo cuando el paciente tiene evidencia de haber aclarado sus recuerdos
infantiles, comprendiendo el origen de sus defensas y actuando en forma más
satisfactoria.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 239

La terapia psicoanalítica tuvo mayor acogida dentro del ámbito


criminológico y penitenciario y también una gran difusión en la primera mitad del
siglo XX. Al respecto existen tanto trabajos teóricos como prácticos para tratar a
los delincuentes, desde Freud (1948 B) con el “delincuente por sentimiento de
culpabilidad”; los aportes de Franz Alexander y Staub (1961); la experiencia de
Robert Lindner (1914-1956) presentada en su libro Rebelde sin causa: el
hipnoanálisis de un psicópata criminal, publicado en 1944. Posteriormente se
han dado una variedad de abordes terapéuticos del psicópata delincuente, hoy
denominado trastorno antisocial o disocial de la personalidad, bajo la perspectiva
psicoanalítica, como el artículo de Harry Lipton: “the psychopath” en los años
50, entre otros trabajos. Los Mc Cord (1966, p. 156), en una revisión de terapia
analítica del psicópata, entre los año 40 y 50 del siglo XX, consideraban que “las
transformaciones logradas a través del análisis por Schmideberg, y por medio
de la hipnosis, por Lindner, son excepcionales. Otros terapeutas han
experimentado más fracasos que éxitos”. La aplicación de la terapia analítica a
delincuentes adultos tuvo su impulsora en Melitta Schmideberg (1904-1983),
quien desde los años 40 a los setenta del siglo pasado tuvo un desarrollo
influyente. Algunos cultores posteriores como Gerhard Mauch (1960) en el
establecimiento social terapéutico Hohenasperg de Alemania, decía que la
“psicoterapia orientada analíticamente es -y esto siempre tiene que ser
nuevamente recalcado- el núcleo de todos los esfuerzos social terapéuticos”
(Kaufmann, 1979, p. 281). Esta afirmación representa el papel especial que le
otorgó a la terapia analítica, como uno de los procedimientos clave en el proceso
de readaptación social de los reclusos. Sin embargo, debemos señalar que
Mauch consideró importante ciertas variaciones al esquema clásico de
psicoanálisis para el caso de delincuentes, ya que de otra manera no sería factible
la terapia en la mayoría de reclusos. Estos cambios fueron:
a. El análisis no debe ser unilateral hacia el pasado, sino que debe trabajarse
la situación de los reclusos, orientada en forma especial hacia el futuro.
b. El terapeuta no puede permanecer totalmente pasivo. Más bien debería, en
lo concerniente al campo de las contravenciones de la ley, acudir a la
conformación de una voluntad acorde con la ley, mediante mandatos y
prohibiciones.
240 PSICOLOGÍA JURÍDICA

c. Deben interpretarse las circunstancias antisociales en conjunto con los


delitos realmente cometidos, así como las experiencias de los sueños.
d. El terapeuta a diferencia del análisis de consultorio, debiera encontrarse
con el interno no sólo en la terapia, sino también participar en todas sus
otras actividades en el establecimiento, sin influir directamente en sus
decisiones.
En el campo de la criminalidad de menores, el trabajo de M. Sánchez (1981)
realizando psicoterapia dinámica individual es una experiencia, en el ámbito
hispano, siguiendo esta técnica psicoanalítica.
B. Terapias analíticas posteriores: Sólo veremos una referencia muy
genérica de las más importantes:
1) Análisis del Yo: Es más psicodinámica, impulsada por Karen Horney en
1942; Ana Freud en 1946; E. Erikson en 1950; D. Rapaport en 1951, y H.
Hertman en 1958. Al respecto, Davison y Neale (2000), considera que el
análisis del yo le da más importancia a la habilidad de la persona para
controlar su ambiente, y seleccionar el momento y los medios para
satisfacer ciertos impulsos instintivos. La idea básica es que el individuo
es tanto yo como ello. Además se interesa en las condiciones actuales de
vida en mayor medida que Freud, aunque no dejan de considerar que es
necesario sumergirse en las causas históricas de la conducta de la persona.
2) Terapia psicodinámica breve: La mayoría de terapias breves duran menos
de diez sesiones y otras un poco más, a diferencias de la clásica que
requieren muchos meses o incluso años. En esta terapia la valoración del
paciente suele ser rápida y temprana, y se le indica que no será larga y que
se esperan mejorías en pocas sesiones, entre 6 a 25 de ellas. Las metas
buscan la mejoría de los peores síntomas del paciente. Las interpretaciones
enfocan más las circunstancias de vida y la conducta presente del paciente,
que el sentido histórico de sus sentimientos. Se comprende que la
psicoterapia no es una cura, sino que ayuda a las personas con problemas
a manejar mejor el estrés inevitable de la vida.
3) Terapia psicodinámica interpersonal: Enfocan las interacciones entre un
paciente y su medio social, uno de sus iniciadores fue Harry Stack Sullivan.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 241

5.3.3.2. Psicoterapia grupal psicoanalítica: Este procedimiento


terapéutico especial se basa en los principios generales ya señalados en la
psicoterapia analítica, pero trabajando simultáneamente con un pequeño grupo
de pacientes en cada sesión. En este caso también pueden surgir las llamadas
transferencias “multilaterales”, tanto entre los miembros individuales del grupo,
como también respecto del terapeuta. Los mecanismos de defensa, como
identificaciones, proyecciones, ocurren también del mismo modo en diferentes
direcciones.
La terapia psicoanalítica de grupo, según algunos autores (Freedman et al.
1978), ha sido desarrollada por Alexander Wolf en 1938, sin embargo su
aplicación en el ámbito de la criminalidad de menores se remonta a los trabajos
de August Aichhorn (1879-1949), quien en 1925 publicó en Austria el libro
Verwahrloste jugend. Die psychoanalyse in der fürsorgeerziehun, como fruto de
sus experiencias con jóvenes antisociales, obra traducida al español con el
nombre “Juventud descarriada” (1956); asimismo el aporte de William Healy
(1869-1963) y Augusta Bronner (1881-1966) con el libro New ligth on delinquency
and its treatment de 1936; igualmente la obra Report on the psychological
treatment of crime, publicado en 1939 en Inglaterra por W. N. East y William
Hubert, entre otros estudios que impulsaron esta modalidad de terapia psicológica
para los delincuentes, siguiendo procedimientos según la vertiente ortodoxa,
hasta experiencias más osadas en el sentido de salir de los cánones
estrictamente freudianos. Al respecto es de anotar la práctica de Melita
Schmideberg (1962), quien fundó la Asociación Psiquiátrica para el tratamiento
de los delincuentes en 1950, y que luego de su experiencia psicoanalítica inicial,
consideró ciertos cambios importantes por los años 60, que dieron un papel
más activo y orientador a su rol de terapeuta, abandonando la práctica ortodoxa
freudiana, denominando a su experiencia “terapéutica de la realidad”.
Como dice Hilde Kaufmann (1979), la terapia psicoanalítica se diferencia
de otras técnicas grupales, porque se concentra exclusivamente en analizar los
procesos psicodinámicos que se dan en el grupo y no la realización de actividades
que se dirijan al exterior. La norma es que se expresen todas las ideas y
pensamientos que surjan, siendo luego analizados por el terapeuta y los
miembros del grupo.
242 PSICOLOGÍA JURÍDICA

En la práctica, el centro austriaco Mittersteig ubicado en Viena, entre otras


entidades penitenciarias, se caracterizó por el empleo de la terapia de grupo
psicoanalítica. Generalmente los grupos estaban constituidos por ocho hasta
un máximo de quince miembros, integrados por internos de diferentes edades.
Las experiencias de Willibald Sluga y J. Grunberger en 1970 destacaron en esta
institución, y de acuerdo a tal práctica el proceso terapéutico en sentido ideal
pasa por tres etapas: una primera de la “problemática actual de la privación de la
libertad”; la segunda “de la conversación sicodinámica y sociodinámica”; y la
tercera etapa de la “conversación sintética y de los aspectos existenciales”
(Kaufmann, 1979, p. 290). En tal experiencia participa un solo terapeuta, y se
consideran suficientes las sesiones de una vez por semana.
También son expresiones de esta terapia psicoanalítica grupal en centros
carcelarios, los de Mauch y Mauch en 1969 y 1971 en Alemania, con algunas
diferencias en el proceso respecto al seguido por Sluga. Los alemanes opinan
que las sesiones terapéuticas por semana deben abarcar por lo menos tres
reuniones. También son de la idea que participe en las sesiones de grupo un
coterapeuta. Con relación a la conformación del grupo son partidarios de grupos
heterogéneos según la clase de delito.
Nuestro punto de vista frente a la terapia psicoanalítica, tanto individual
como de grupo es de reserva, por cuanto consideramos que la explicación de
los problemas de conducta criminal como humana en general de dicha escuela,
no tiene un sustento realmente objetivo y científico. Además como anotaba Donald
West (1970), haciendo alusión a la psicoterapia analítica que se empleaba con
los menores antisociales, tal modelo no encaja con los hechos delictivos que
tienen su configuración en el medio social, y no como producto de conflictos
básicamente subconscientes o internos. Igualmente Garrido Genovés (1986, p.
322) anota que “el modelo introspectivo psicodinámico (psicoterapia) está agotado
por lo que respecta al tratamiento de los delincuentes”, ya que considerar que
las causa del delito son patológicas, lo que lleva a concebir al delincuente como
alguien enfermo es una equivocación originada por el predominio del
psicoanálisis. Asimismo Feldman (1989) en una revisión de estudios sobre la
aplicación de psicoterapia analítica en casos de menores y adultos delincuentes,
señala que no tuvieron resultados exitosos.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 243

5.3.4. TERAPIAS HUMANISTAS Y EXISTENCIALES: A veces se les llama


terapias experienciales, y tienen alguna afinidad con el psicoanálisis porque se
basan en introspecciones, ya que suponen que el comportamiento trastornado
se puede tratar mejor aumentando la conciencia del individuo acerca de sus
motivaciones y necesidades, pero diferenciándose del psicoanálisis por otorgar
gran importancia al libre albedrío
5.3.4.1. La Psicoterapia Centrada en el paciente: Esta terapia calificada
como no directiva, fue desarrollada por Carl R. Rogers (1902-1987), quien lo
presentó en su obra Counseling and psychotherapy en 1942 y mas tarde en su
libro Client-centered therapy de 1951. Se fundamenta en el supuesto de que el
paciente tiene el derecho de elegir sus propias finalidades, y no que el
psicoterapeuta las escoja o le fije determinados fines. Asimismo se da mayor
importancia al cliente, más que a sus problemas, tratando que la experiencia
promueva el desarrollo del paciente, y que se halle mejor preparado para
enfrentar sus problemas. El terapeuta es menos activo que en otras terapias
psicológicas. No señala los problemas que deben ser corregidos, no realiza
interpretaciones de lo que dice el paciente. La actitud del terapeuta consiste en
adoptar posiciones permisivas y en reflejar o aclarar al cliente los sentimientos
que ha expresado, con el propósito que logre comprender sus propios
sentimientos. En estos casos el psicoterapeuta se sirve de la llamada “técnica
del espejo”, que se materializa en el hecho de que durante la conversación se
concentra en reflejar al paciente sus exteriorizaciones, y sobre todo sus afectos,
mediante verbalizaciones, para confrontarlos con éstos y hacerlos más
conscientes y posibilitar su propio desarrollo y configuración. Para Worchel y
Wayne (1998), la terapia centrada en el cliente, a diferencia del psicoanálisis, se
concentra en el aquí y ahora, y aunque los problemas se hubiesen iniciado en la
infancia, las personas pueden abordarlas en el presente. Se considera que este
tipo de psicoterapia es útil en el tratamiento de neurosis no muy intensas o
arraigadas.
Se han desarrollado modalidades de terapia individual centrada en el
paciente, así como manifestaciones terapéuticas de grupo. En el campo
penitenciario, una experiencia significativa de esta técnica psicoterapéutica, es
la desarrollada según informe de P. Bouzat (1968), en los centros penitenciarios
franceses con la modalidad de terapia grupal rogeriana; asimismo el de la Clínica
Pompe en Holanda, en donde se ofrece un clima bastante permisivo, y que
244 PSICOLOGÍA JURÍDICA

según el parecer de U. Eisenberg en 1970, es un ambiente “francamente laxo”,


por lo que duda de la correcta interpretación de esta técnica. También en Alemania,
en el establecimiento de Duren se siguió la técnica grupal rogeriana, dándose
una libertad amplia de movimiento a los internos, tanto en horas de levantarse,
limpieza de sus celdas, horas de dormir, entre otros aspectos.
5.3.4.2. Psicoterapia existencial: Surgió en los años cincuenta del siglo
pasado con Abraham Maslow. El existencialismo como el humanismo, recalcan
el crecimiento personal. Sin embargo, como anota Davison y Neale (2000), “el
existencialismo es sombrío, y en cierto modo pesimista. Aunque reconoce el
libre albedrío y la responsabilidad, esta terapia está muy consciente de la ansiedad
implícita al tomar decisiones importantes de las cuales depende la existencia
del individuo. No se tiene mayor información de esta terapia en el ámbito
penitenciario
5.3.4.3. Psicoterapia Gestáltica: Deriva de la psicología de la Gestalt
considerada predecesora de la Psicología cognitiva (Mayer, 1985), aunque
también adopta ideas de las teorías psicodinámicas y humanistas. Esta terapia
llamada también terapia de la Configuración fue desarrollada por Frederick Perls
(1893-1970), luego de haber dejado el psicoanálisis, y para quien la terapia de la
configuración se basa sobre una estructura propia, pues la construcción de
configuraciones, el surgimiento de necesidades, es un fenómeno biológico
primario. Perls afirma que “nuestras acciones a menudo están influidas por
emociones y pensamientos de los que no somos conscientes” (Worchel y Wayne,
1998). En este caso se parte de un modelo homeostático del organismo, y de
que el ser humano tiene a su disposición realmente sólo una porción de su
potencial y que gran parte de él está “bloqueado”, y que se debe eliminar este
bloqueo. Un elemento para ello lo constituye, según Perls, un alto grado de
conciencia de los diferentes componentes de la personalidad. Asimismo señala
que todos nosotros jugamos varios roles, como el de enfermo, víctima,
desamparado, entre otros, que son posturas de evitación, para rehuir los pasos
necesarios de maduración.
Perls considera importante introducir en la terapia frustraciones
considerables, para llevar al hombre a descubrir que en si mismo yacen las
fuerzas para dar los pasos de maduración, cuando él está dispuesto a soportar
dolores. Otra máxima esencial de la terapia gestáltica dice: “Nada existe fuera
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 245

del aquí y ahora”. Asimismo, como glosa Kaufmann (1979, p. 229) “Todo se
basa en la conciencia. Conciencia es el único fundamento del saber de la
comunicación”, además opina que la terapia de la configuración en los ambientes
carcelarios, como los socialterapéuticos, podría aplicarse sobre todo para
determinados grupos de internos, que puedan ser capaces de soportar ciertas
clases de frustraciones. Asimismo, esta terapia puede ser aplicada en forma
individual, así como terapia gestáltica de grupo.
5.3.5. LA TERAPIA CONDUCTUAL: Bajo una concepción diferente al
psicoanálisis, y tomando como fundamento los resultados de la psicología del
aprendizaje, se ha desarrollado la denominada “terapia del comportamiento”.
Sin embargo, no obstante que desde el trabajo experimental de John Watson,
ya se había vislumbrado alguna forma de manejo terapéutico conductual de
ciertos problemas, diversos autores señalan que el inicio de esta terapia data de
1958, cuando Joseph Wolpe (1915-1997) publicó en dicho año su libro
Psychotherapy by reciprocal inhibition (1978). Al respecto se pueden diferenciar
dentro del rubro terapia conductual (T.C.) varias orientaciones, de acuerdo al
sustento teórico-práctico en que se basan, es así que desde la perspectiva del
Condicionamiento operante desarrollado por Skinner, ya se habían dado
experiencias anteriores que impulsaron la terapia conductual.
La terapia del comportamiento es definida por Hans Eysenck (1979, p. 14)
como “el intento por alterar la conducta y las emociones humanas de un modo
beneficioso y de acuerdo con las leyes de la moderna teoría del aprendizaje”.
Sin embargo otro psicólogo inglés, Aubrey Yates (1970, 1973, p. 31) considera
que una definición más adecuada es: “el intento de utilizar sistemáticamente
aquel cuerpo de conocimientos empíricos y teóricos que han resultado de la
aplicación del método experimental en psicología y sus disciplinas íntimamente
relacionadas (fisiología y neurofisiología), con el fin de explicar la génesis y el
mantenimiento de patrones anormales de comportamiento; y de aplicar dicho
conocimiento al tratamiento o prevención de esas anormalidades por medio de
estudios experimentales controlados del caso individual…” .
Las diferencias que existen entre el psicoanálisis y la terapia conductual se
pueden apreciar en los criterios que planteó Eysenck (1970):
246 PSICOLOGÍA JURÍDICA

TERAPIA PSICOANALITICA TERAPIA CONDUCTUAL

1. Basada en una teoría inconsistente 1. Basada en una teoría consistente, formulada


nunca formulada adecuadamente en forma de adecuadamente y que lleva a deducciones
postulados comprobables

2. Derivada de observaciones clínicas 2. Derivada de estudios experimentales


realizadas sin el control necesario de la diseñados para probar la teoría y las
observación ni experimentos. deducciones hechas a partir de ella.

3. Considera a los síntomas como manifes- 3. Considera a los síntomas como respuestas
tación visible de causas inconscientes condicionadas inadaptadas

4. Ve a los síntomas como una evidencia 4. Ve a los síntomas como uan evidencia de
de represión. aprendizaje defectuoso.

5. Considera que la sintomatología está 5. La sintomatología está determinada por


determinada por mecanismos de defensa diferencias individuales respecto a
condicionabilidad autonómica y por
circunstancias ambientales

6. Todo tratamiento de desórdenes neuróticos 6. Todo tratamiento de desórdenes neuróticos se


debe estar basado históricamente. ocupa de hábitos existentes en el presente,
su desarrollo histórico es irrelevante
7. La cura se logra manejando la dinámica 7. La cura se logra tratando el síntoma mismo
subyacente (inconsciente), no tratando
el síntoma mismo.

8. La interpretación de síntomas, sueños, 8. La interpretación aún cuando no sea


actos, etc. es un elemento importante completamente subjetiva y errónea es
del tratamiento. irrelevante.

9. El tratamiento de los síntomas lleva a la 9. El tratamiento de los síntomas lleva a la


elaboración de nuevos síntomas recuperación permanente, siempre que se
hayan extinguido los R. Cs. autonómicos
como esqueléticos

10. Las relaciones de transferencia son 10. Las relaciones personales no son esenciales
esenciales para la cura de los desórdenes para la cura de los desórdenes neuróticos a
neuróticos pesar de que pueden ser útiles en ciertos
casos

La aplicación de las técnicas de terapia de la conducta en el campo de la


delincuencia adulta como de menores, fue escasa en sus primeras experiencias.
Es por ello que en el libro de Aubrey Yates, Terapia del comportamiento (1973)
se decía que los primeros aportes sobre este procedimiento terapéutico fueron
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 247

más de orden teórico, pero que luego cobraron un auge importante. Actualmente
podemos hacer una delimitación aproximada de por lo menos tres o cuatro
orientaciones de la terapia conductual, no siempre excluyentes o contradictorias,
sino más bien complementarias:
a) T.C. sobre bases afines al condicionamiento clásico: entre éstas se hallan
en primer lugar el “contracondicionamiento” con diversas técnicas
específicas.
b) T.C. sobre bases afines al condicionamiento operante.
c) T.C. sobre bases del modelamiento o imitación.
5.3.5.1. Terapia del comportamiento basada en el condicionamiento
clásico: Los antecedentes de esta orientación terapéutica, se encuentran en
los trabajos sobre los reflejos condicionados desarrollados por Iván Pavlov, y en
las experiencias de Bechterev más afines al condicionamiento instrumental. Esta
tendencia influyó en la psicología soviética, y también en la psicología
norteamericana experimental, sobre todo en Watson que en 1916 publicó un
artículo al respecto, así como en otros pscólogos. En Inglaterra, uno de los
antecedentes importantes en el desarrollo de la terapia conductual, según Yates,
ha sido D. Shapiro entre los años de 1951, 1961,1963, 1966, y sobre todo Hans
Eysenck y el propio Yates (1973, 1977). Dentro de esta tendencia terapéutica
existen algunos procedimientos muy importantes.
A. La desensibilización sistemática: En Sudáfrica se cristalizó esta opción
terapéutica, debido al trabajo de Joseph Wolpe, quien fue psicoanalista antes de
derivar en terapeuta conductual y crear la técnica de la desensibilización
sistemática. Wolpe señala en el libro Psicoterapia por inhibición recíproca (1978)
donde describió su técnica por primera vez, que él se basó en la teoría del
aprendizaje, resultado de los esfuerzos de Pavlov, Thorndike, Watson, Tolman,
Hull, Skinner, y sus discípulos. Anotando que su libro debe muchas cosas a
Pavlov y Hull.
El procedimiento de la desensibilización sistemática, para tratar
determinados problemas, supone en síntesis los pasos siguientes (Wolpe, 1978,
1980)
248 PSICOLOGÍA JURÍDICA

a) Adiestramiento del paciente en relajación muscular profunda.


b) Establecimiento de una escala que mida la respuesta de ansiedad subjetiva
del paciente, en términos cuantitativos.
c) Construcción de jerarquías de los estímulos provocadores de ansiedad en
el sujeto
d) Contraposición de la relajación y los estímulos provocadores de respuestas
ansiosas de las jerarquías anteriores.
El número de sesiones es variable en función del problema y la persona
sometida a terapia. Algunos pacientes pueden recuperarse, según Wolpe, en
unas seis sesiones, y otros pueden requerir de 100 o más. Estas sesiones
terapéuticas pueden ser de una o dos veces por semana o diariamente. Hay
casos en que se pueden realizar dos sesiones diarias y ocasionalmente hasta
cuatro.
Se han desarrollado también experiencias de desensibilización sistemática
en grupo, de pacientes con problemas similares.
B. Terapia de aversión: Consiste en administrar un estímulo aversivo
para inhibir una respuesta o conducta indeseable. En este caso se trata de la
aplicación especial del principio de la inhibición recíproca. Generalmente se
emplea como elemento aversivo la estimulación eléctrica; sin embargo en algunos
casos se utiliza como estímulo aversivo determinados fármacos o bien algunos
otros agentes. Esta técnica se ha empleado por ejemplo en casos de
homosexualidad, fetichismo, alcoholismo, drogadicción, entre otros problemas
(Wolpe, 1980). En el ámbito penitenciario se empleó para el control de conductas
agresivas, desviaciones sexuales, entre otras (Echeburúa y De Corral, 1988;
Redondo, 2006)
C. La sobresaturación (terapia implosiva) y la Inundación: Se aplica
sobre todo en casos de fobias, y consiste en presentar o someter al paciente a
los estímulos que le producen la reacción fóbica o ansiosa, hasta que vaya
disminuyendo la ansiedad o pánico y consecuentemente se supere el problema.
En la implosión se presenta al paciente el estímulo desagradable en forma
imaginaria, no obstante la ansiedad que sienta la persona, hasta que
progresivamente disminuya o desaparezca la fobia o ansiedad. La inundación
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 249

es un procedimiento en que se somete al paciente a un enfrentamiento real o en


vivo, al estímulo que origina la reacción fóbica, hasta alcanzar la extinción. Como
dice Gross (2000), para diveros autores la inundación es más efectiva que la
implosión.
5.3.5.2. Terapia del comportamiento sobre bases del condicionamiento
Operante: Dentro del neoconductismo E-R, modelo operante se han realizado
múltiplea experiencias, al respecto en esta línea es de anotar el esfuerzo de C.
Villalta y H. Casalta que publicaron en 1968 el libro Prisiones y conducta. Análisis
de los sistemas de tratamiento de delincuentes en términos de la “Teoría” de
B.F. Skinner, en Venezuela. Asimismo es importante revisar que siguiendo los
principios del Condicionamiento Operante sistematizado por B.F. Skinner se han
creado diversas técnicas para modificar la conducta humana como las siguientes:
A. Reforzamiento positivo: Se basa en el hecho de que cualquier
consecuencia o “recompensa” (refuerzo) que se presenta después que se emite
una conducta, sirve para incrementar la tasa de respuesta de dicho
comportamiento. Según Wolpe (1980) una de las primeras aplicaciones de las
técnicas del condicionamiento operante para el tratamiento del comportamiento
delictivo fue el efectuado por Schwitzgebel y Kolb en 1964, quienes trataron a
40 adolescentes antisociales con procedimientos de refuerzo. En un estudio de
seguimiento durante tres años en 20 de ellos, reveló una reducción significativa
del índice delictivo, en comparación con un grupo de control de características
iguales. Asimismo R. Wetzel en 1966, aplicando el condicionamiento operante
eliminó la conducta de robo compulsivo en un niño de 10 años luego de un
tratamiento de tres meses (Yates, 1973).
B. Tiempo fuera o aislamiento: Básicamente consiste en la exclusión de
una situación o circunstancia en que existe un refuerzo, para lograr el control de
ciertas conductas inadecuadas. El aislamiento en un ambiente donde no exista
ningún refuerzo debe ser breve, de 10 a 15 minutos. Burchard y Tyler en 1965
lograron una reducción notable de la conducta perturbadora y destructiva de
un menor antisocial de 13 años de edad, mediante este procedimiento de
aislamiento cuando expresaba actos disruptivos, combinado con recompensas
mediante fichas por su comportamiento aceptable. El procedimiento duró cinco
meses, logrando una mejoría de su conducta. Igualmente V.O. Tyler en 1965, y
Tyler y Brown en 1967 trataron a 15 adolescentes que estaban en una institución
250 PSICOLOGÍA JURÍDICA

por delitos varios. En este caso se trató de modificar ciertas conductas


perturbadoras en el juego, mediante el aislamiento en una primera etapa, luego
con reprimenda verbal en etapa posterior (13 semanas); y durante la tercera
fase nuevamente con aislamiento (20 semanas). Los resultados indicaron que
el aislamiento fue efectivo para el control del comportamiento, pero no la
reprimenda verbal. Burchard en 1967 utilizó también esta técnica con 12 menores,
habiendo logrado algún éxito en el control de la conducta de dichos niños.
C. La extinción: Consiste en eliminar un refuerzo que mantenía una
conducta que se desea suprimir, de tal modo que la ausencia del refuerzo debilita
progresivamente la intensidad o la disminución de la frecuencia de dicha
conducta.
D. La saciedad o hartazgo: Consiste en proporcionar o facilitar los
elementos o la actividad inadecuada que se desea eliminar, hasta que éste debido
a la saciedad del estímulo, extinga la conducta inadecuada. Por ejemplo un niño
que fuma un cigarrillo, se le puede dar una o más cajetillas y animarlo a que los
fume todos, lo que puede producir el hartazgo.
E. Economía de fichas en ambientes institucionales: El empleo de los
procedimientos operantes, sobre todo el refuerzo positivo en ambientes
institucionales, como casas de privación de libertad, Hospitales, el mismo hogar,
entre otros, hace factible un mayor control de las contingencias, por lo que es
más adecuado establecer un sistema de reforzamiento mediante la economía
de fichas, cuyos aspetos básicos según Redondo (1997) son:
1) Establecer una serie de objetivos conductuales,
2) Delimitar los reforzadores o situaciones gratificantes,
3) Ponderar la relación de valor entre conducta-refuerzos, y
4) Estructurar un sistema de fichas o puntos que se entregarán a los sujetos
por sus logros conductuales, que pueden ser intercambiados por los
refuerzos.
El empleo de los procedimientos operantes, sobre todo el refuerzo positivo
en ambientes institucionales, mediante la economía de fichas lo hace próximo a
una perspectiva psicosocial (Clemente, 1986). En este procedimiento es
importante precisar el tipo de fichas, las que pueden ser muy diversas y de
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 251

acuerdo a los sujetos materia de análisis conductual: por ejemplo barajas, puntos
anotados en una tarjeta, tarjetas diversas, estrellas doradas, etc. Tales fichas
deben servir para cambiarlos por otros artículos o ciertos privilegios, que son los
reforzadores de apoyo, tales como dinero, alimentos, juguetes, asistencia a
espectáculos, paseos, ente otros., los que deben estar de acuerdo a las
características de los sujetos. Debe precisarse también el tipo de cambio, el
número de fichas que se puede ganar por la conducta y el número de fichas
para lograr el dulce o el privilegio. Existen varias experiencias en las que se
empleó la economía de fichas con jóvenes delincuentes, como las de Burchard
en 1967, Karachi y Levinson en 1970, Lawson et al. en 1971, Sloane y Ralph en
1973, reseñados por Feldman (1989).
Tambien en el Proyecto “Achievement Place” (Phillips, 1968), para jóvenes
predelincuentes (Phillips et al. 1975; Rimm y Master, 1984), se detalla el empleo
de la técnica de economía de fichas. Esta experiencia constaba de un ambiente
especial de rehabilitación y educación para menores entre 12 y 16 años de edad
con problemas de conducta, y se concentró en ocho áreas de interés:
a) El programa de tratamiento estaba controlado por la comunidad.
b) El programa se basó en la comunidad, teniendo en cuenta que los problemas
se dan en su ambiente. De este modo cuando un menor ingresaba al
programa continuaba asistiendo a su propia escuela, y los docentes
colaboraban con los padres del adolescente.
c) Se ofrecía un tratamiento de estilo familiar. Cada local operaba con grupos
de padres docentes que vivían 24 horas en ese hogar y con un grupo de 6
a 8 menores de doce a dieciséis años de edad.
d) La institución estaba dirigida por una pareja de padres docentes, entrenados
profesionalmente para educar en destrezas académicas, sociales, de ayuda
a sí mismos y prevocacionales.
e) El tratamiento era fundamentalmente individual.
f) Se promovía el autogobierno supervisado.
g) Se evaluaba el programa en los niveles de progreso individual, programa
total y procedimientos específicos, para retroalimentación constante.
h) La octava área de interés fue la aplicación
252 PSICOLOGÍA JURÍDICA

El sistema motivacional para el control y modificación de conducta de los


menores dentro del programa descrito, hacía uso del procedimiento de fichas,
específicamente de puntos en tres variantes: puntos diarios, puntos semanales
y sistema de méritos.
También en el proyecto PICA (Programming Interpersonal Curricula for
Adolescents), llevado a cabo por el Institute for Behavioral Research, entre los
años 1968-1972, se aplicó el control de conducta según el condicionamiento
instrumental, reseñado por Harold Cohen (1972), constando de dos aspectos: .
a) Fue un programa matutino, en el que los adolescentes predelincuentes de
secundaria vivían en su casa con sus familiares, asistiendo a sus escuelas
respectivas en las tardes para estudiar materias académicas a través de
programas especiales.
b) Los programas de aprendizaje PICA tenían como objeto desarrollar no sólo
destrezas académicas sino también conductas sociales adecuadas para
aquellos alumnos que tenían problemas de esta índole en la escuela. Al
segundo año de funcionamiento, considerando un grupo de 12 alumnos
problema, se lograron cambios notables positivos. Posteriormente el
programa pasó a los locales de una Escuela Superior, denominándose
PREP (Garrido, 1986).
Emilio Ribes (1972) anota respecto a la experiencia del proyecto PICA, que
tal procedimiento era aplicable a las instituciones carcelarias y reformatorios
existentes, reprogramando sus características tradicionales y convirtiéndolas
en centros de rehabilitación conductual. Sin embargo es menester aclarar, que
el mismo Ribes ponía algunas salvedades a esta acción prostética, si no se
halla la forma en que los cambios logrados se generalicen al ambiente natural
que generó los problemas de criminalidad. En otros términos considera que los
Ambientes Prostéticos o instituciones donde se manejan contingencias positivas
para el desarrollo de conductas socializadas, que si bien pueden implementarse
en cárceles y centros tutelares, pero si no se hace nada por la ampliación de
sus objetivos al medio natural de los delincuentes, podrían convertir al programa
en un simple proyecto de demostración y no de rehabilitación.
El tratamiento conductual en el propio hogar: Al respecto John Reid (1975),
en un estudio sobre “la modificación de las conductas de agresión y de robo, de
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 253

niños predelincuentes, en sus propios hogares”, señala que la psicoterapia que


pretende enseñar a estos niños para adecuarse al medio social es casi imposible,
si antes no se ha hecho nada por renovar la estructura de los sistemas sociales
que producen, moldean, refuerzan y mantienen la conducta delictuosa (hogares,
vecindario y salones de clase). REID estableció en base a tal planteamiento un
programa de modificación de conducta de menores predelincuentes en su propio
hogar basado en que:
a) Las conductas asociadas con la delincuencia son conductas sociales que
se adquieren y mantienen, en gran parte, mediante el proceso de
reforzamiento social.
b) El lugar donde se inicia el desarrollo de las conductas sociales es el hogar.
c) El lugar en donde puede comenzarse a prevenir la delincuencia está en el
patrón de reforzamiento social que se presenta en los hogares de niños
predelincuentes.
Sin embargo precisa que la delincuencia se puede desarrollar en cualquier
ambiente social extrafamiliar en que sea producida y reforzada, y que si se quiere
resolver el problema delictivo, todos los sistemas sociales en que se hallan los
menores tendrían que modificarse o reprogramarse para extinguir las conductas
delictuosas, y para apoyar los brotes de comportamiento prosocial. Los
resultados del programa aplicado en más de treinta familias, lleva al autor a
decir que dichos “estudios apoyan firmemente la pretensión de que un programa
destinado a modificar los reforzadores ofrecidos por una familia (y probablemente
por otros sistemas sociales) producirá la reducción de las conductas asociadas
con la delincuencia” (Reid, 1975, p. 123).
En España existen experiencias con economía de fichas aplicada a internos
de la prisión de Madrid por Echeburúa (1988) y Redondo (1997). Asimismo, el
modelo de terapia del comportamiento en general se aplicó por G. Schmitt para
el tratamiento de delincuentes adultos, sobre todo en el establecimiento alemán
de Ludwigsburg, igualmente en el centrode Gelsenkirchen (Kaufmann, 1979)
5.3.5.3 Terapia conductual sobre base del modelamiento o imitación:
El modelamiento según Albert Bandura es un proceso que sirve para adquirir
conductas mediante la observación de un modelo, tal como reseñamos, al revisar
esta teoría en el capítulo de la psicocriminología. Mecanismos similares pueden
254 PSICOLOGÍA JURÍDICA

emplearse para modelar conductas que se espera que sean adquiridos por la
persona sometida al aprendizaje observacional o por imitación.
Irwin Sarason,(1975) en un estudio sobre la base del modelamiento o
imitación, para modificar conductas delincuentes en una Institución para
delincuentes juveniles, el Centro de Recepción y Diagnóstico Juvenil Cascadia
de Tacoma (Washington), siguió dichos principios, teniendo como base
experiencias anteriores de 1968 y 1969. En este caso trabajó con 192 menores
antisociales varones, que habían sido aprehendidos por primera vez, con los
que se formaron tres grupos, cada uno de 64 integrantes: a) el de modelamiento,
b) el de discusión, y c) el de control. Las edades de los menores en el momento
de su admisión fluctuaban de quince y medio a dieciocho años. Los resultados
señalan efectos positivos en los grupos de modelamiento y discusión.
En España, según informe de Redondo (1997) se aplicó el “programa de
fases progresivas” de modificación de conducta en la prisión de jóvenes de
Barcelona en 1984, y extendida luego a nueve prisiones de Cataluña, basado en
los modelos de condicionamiento operante y el de aprendizaje social o imitativo.
Las experiencias de la terapia conductual en ambientes carcelarios o
instituciones tutelares, y en general para modificar el comportamiento criminal y
antisocial, no obstante que no es la panacea del crimen, comparativamente con
los procedimientos psicoterapéuticos de orden psicodinámico, ofrece buenas
expectativas y la posibilidad de una programación sistemática del proceso y de
una evaluación más objetiva de sus resultados. Sin embargo es menester señalar
las limitaciones que aún confronta esta tendencia terapéutica.
5.3.6. TERAPIAS COGNITIVAS y COGNITIVO CONDUCTUALES:
Recapitulando las experiencias psicoterapéuticas de las vertientes psicodinámica
y conductual, apreciamos que en la primera hay un predominio del modelo médico
que trata de encontrar el fondo de la enfermedad en diversos mecanismos
psicológicos internos, sobre todo inconscientes que explicarían los “síntomas
observables; contrastado con el modelo conductual que se basa en la teoría del
aprendizaje, y que considera que las manifestaciones “sintomáticas” o problemas
no tienen necesariamente un trasfondo inconsciente, y que basta con controlar,
erradicar o modificar tales síntomas para “curar” al paciente.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 255

En este panorama, entre el extremo del arcano subconscientes y el polo


del comportamiento visible y controlable, encontramos una tercera vertiente
denominada cognitiva, donde el aborde psicoterapéutico se orienta hacia el
control de los procesos racionales o cognitivos, para eliminar el problema que
perturba al paciente. Dentro de esta vertiente podemos ubicar a la psicoterapia
racional-emotiva, la terapia cognoscitiva de Beck, la terapia de autoinstrucción
de Meinchenbaun, y algunas otras expresiones de psicoterapia cognitiva. Al
respecto, según cita Gross (2000, p. 880): “Wessler (1986) define la terapia
cognoscitivo-conductual (TCC) como un “conjunto de suposiciones acerca del
trastorno y un conjunto de intervenciones de tratamiento en las que se asigna un
papel central a las cogniciones humanas”. Se deriva de varias fuentes teóricas
y terapéuticas y la forma en que se define y operacionaliza la cognición difiere
según los enfoques particulares”.
5.3.6.1. Terapia Racional-Emotiva (RET): Surgió en 1955, debido al trabajo
de Albert Ellis (1913-2007), psicólogo ex-freudiano, ante las limitación e ineficacia
de la terapia psicoanalítica, como lo señala el propio Ellis (1980). Esta terapia lo
presentó en forma sistemática en 1962, en el libro Razón y emoción en
psicoterapia, alcanzando un amplio desarrollo en las cuatro últimas décadas.
Los lineamientos teóricos de la RET se fundamentan en el presupuesto de que
la emoción y el pensamiento no son procesos dispares o diferentes, sino que
tienen semejanzas importantes, y que los diferentes tipos de ideas irracionales
y los efectos que derivan de ellas, son el origen fundamental de la mayoría de
problemas emocionales. El manejo que la psicoterapia racional-emotiva hace
de las posiciones ilógicas de los sujetos perturbados, se funda en dos aspectos
importantes:
a) El terapeuta en forma directa contradice y niega las supersticiones y la
propaganda destructiva que el paciente aprendió en su infancia y que
después él sigue reforzando,
b) El terapeuta estimula al paciente, le anima e intenta convencer, y a veces
incluso le insiste para que se comprometa en alguna actividad, lo que servirá
como contra propaganda frente a los absurdos en los que cree.
En otros términos, la RET (Ellis, 1981, p. 33) “consiste en gran parte en el
uso del método lógico-empírico de cuestionar, poner en tela de juicio y debatir
científicamente”, las creencias irracionales del paciente. Esta terapia ha sido
256 PSICOLOGÍA JURÍDICA

aplicada también a delincuentes, al respecto, el mismo Ellis presentó un informe


(1959) sobre el tratamiento de un psicópata delincuente con este tipo de
psicoterapia, con buenos resultados, informe ampliado posteriormente en su
obra de 1962 (1980). Igualmente en un estudio publicado conjuntamente con
Gullo (Ellis y Gullo, 1978) presenta el tratamiento de una joven filicida, igualmente
con resultados positivos. John Watkins (1981), empleando esta técnica, trató
diversos casos de criminalidad impulsiva: un pedofílico, un ladrón de coches, y
conductas contra las buenas costumbres, logrando cambios importantes en
tales casos. Altrows (2009) considera que la terapia racional emotiva conductual
es importante para el tratamiento de los delincuentes. En esta terapia existen
también formas de psicoterapia individual R-E y terapia grupal R-E.
5.3.6.2. Terapia cognoscitiva de Beck (Tratamiento de los
“pensamientos automáticos”): Según Aaron T. Beck (n. 1921), esta terapia es
aplicable a diversos trastornos, en especial la depresión (1967, 1985 y 1987).
Beck es un autor importante sobre el tema de la depresión, planteando que los
procesos de pensamiento son factores condicionantes de la misma, y que las
personas deprimidas se sienten así porque cometen errores de razonamiento y
adquieren un esquema negativo. Tales esquemas negativos, junto con los sesgos
o las distorsiones, mantienen lo que Beck llamó la tríada negativa: esto es, ideas
negativas sobre uno mismo, el mundo y el futuro. El propósito es que el “terapeuta
y cliente trabajen como coinvestigadores para examinar y descubrir las
interpretaciones inadaptativas del mundo, que pueden agravar la depresión y
condición general de vida de la persona (Davison, 2000). Además su técnica se
ha aplicado en el tratamiento de los trastornos de personalidad (Beck, 1995), y
en estudios posteriores ha trabajado sobre la ira y la hostilidad, aplicando su
modelo terapéutico para “enseñar al paciente a replantearse su conclusión sobre
el comportamiento supuestamente nocivo de otra persona, el terapeuta puede
ayudarle a reducir la intensidad de su excesivo e inapropiado enfado y de su
impulso de vengarse.” (Beck, 2003, p. 398), empleando algunas técnicas como
las siguientes:
. Aplicación de las reglas de la evidencia
. Consideración de explicaciones alternativas
. Solución de los problemas
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 257

. Examen y modificación de creencias


. Modificación de las reglas y los imperativos.
5.3.6.3. Terapia de autoinstrucción(TAI) de Meichenbaum: Donald
Meinchenbaum (n. 1940), el autor de esta técnica terapéutica, “ considera que la
conducta neurótica se debe, al menos en parte, a los diálogos internos fallidos
(discurso interno), en que el paciente no logra autoinstruirse de manera exitosa
(...) Se concientiza a los pacientes en cuanto a la naturaleza desadaptativa de
sus autoafirmaciones y posteriormente se les ayuda a desarrollar habilidades
de enfrentamiento en la forma de autoafirmaciones de enfrentamiento, relajación
y planes para un cambio conductual..” (Gross, 2000, p.881). También se ha
aplicado entrenamiento en autoinstrucción para la modificación de conductas
agresivas e impulsivas (Paz y Carrasco, 2006)
En resumen, la terapia cognitiva y cognitivo-conductual se basa en el modelo
de aprendizaje cognitivo, según las diversas variedades desarrolladas, de tal
modo que en la práctica del trabajo con jóvenes y adultos delincuentes han ido
surgiendo nuevos programas derivados de tales técnicas conductuales y
cognitivas, destacando desde los años 80 del siglo pasado, Robert Ross y
Elizabeth Fabiano, con el programa de competencia social presentado en el
libro editado en 1985: Time to think: a cognitive model of delinquency prevention
and offender rehabilitation, en la que reúnen diversa técnicas para el desarrollo
de habilidades cognitivas, programa que han seguido avanzándolos, dando a
luz otras publicaciones. Al respecto Garrido y Piñana (1996) consideran que
Ross y Fabiano han elaborado un modelo comprensivo de programa de
entrenamiento cognitivo, que combina las mejores técnicas de los programas
con mayor éxito, añadiendo otras complementarias.
Según opinión de Garrido y Redondo (1997, p. 426), probablemente “el
programa cognitivo-conductual más completo lo constituye el programa de
competencia psicosocial (Ross, Fabiano y Garrido, 1990), cuyos elementos
fundamentales serían los siguientes:”
1) evaluación de los déficits cognitivos y de habilidades de interacción de los
sujetos;
2) trabajo con grupos reducidos (8-12 sujetos), en sesiones de 1-2 horas, por
1 a 5 veces por semana;
258 PSICOLOGÍA JURÍDICA

3) aplicación de las siguientes técnicas estructuradas:


- Solución de problemas: su objetivo es enseñar a los sujetos a
reconocer situaciones problemáticas y generar soluciones a las
mismas;
- Entrenamiento en habilidades sociales útiles, para la interacción más
exitosa de los individuos con su entorno social (para ello se emplean
técnicas de modelado, role playing, “feedback” y práctica estructurada);
- Control emocional de cólera, aprendiendo a anticipar situaciones y
utilizar ciertas habilidades cognitivas para evitarlas;
- Razonamiento crítico, por el que se enseña a los sujetos a pensar
reflexiva y críticamente sobre su propia conducta y la de los otros;
- Desarrollo de valores, técnica en la cual, mediante el trabajo sobre
“dilemas morales”, se entrena a los individuos a tomar una perspectiva
social, poniéndose en el papel de los otros;
- Habilidades de negociación, en donde se enseña a negociar como
estrategia alternativa a la confrontación; y
- Pensamiento creativo, programa en el que se procura desarrollar el
“pensamiento lateral” o alternativo, frente a las más habituales
soluciones violentas con que muchos delincuentes suelen abordar
sus problemas.
Igualmente los psicólogos españoles Redondo, Sánchez-Meca y Garrido
(2002), también Redondo (2006), así como María Jesús López (2008), consideran
que es el programa más completo de los aplicados a los delincuentes, habiendo
sido adaptado en España con la denominación de Programa del pensamiento
prosocial, presentado en 1996 en el texto elaborado por Ross, Fabiano, Garrido
y Gómez., aplicado en diversos centros penitenciarios (María López, 2008).
También se emplean otros programas cognitivo conductuales similares, en
hombres condenados por violencia contra la pareja (Echeburúa y Fernández-
Montalvo, 2009; Conchell, et al. 2012), y en menores delincuentes (Forcadell y
Pérez, 2015). En España también se ha diseñado para agresores sexuales, el
Programa de control de la agresión sexual (Martínez-Catena y Redondo, 2016)
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 259

Existen otros programas similares que se aplican en diversos centros


carcelarios del mundo, como el modelo R-N-R de riesgo-necesidad reponsividad
(Risk-Need-Responsivity), de Andrew y Bonta de 1990; y para jóvenes agresores
existe también la terapia multisistémica (TMS), entre otros (Redondo y Andrés-
Pueyo, 2007).
Como resumen general anotamos que estos programas están alcanzando
resultados alentadores, pero aún no altas tasas de logro. Asimismo los programas
diseñados para delincuentes psicópatas o con trastorno de personalidad
antisocial, que se desarrolla en Canadá con el programa ABC, agressive behavior
control, así como los trabajos similares en Estados Unidos, Holanda, Inglaterra
y Nueva Zelanda (Lasala, 2014) se están obteniendo algunos logros
esperanzadores.
En suma, algunas modalidades de la terapia del comportamiento, como la
terapia cognitivo-conductual tienen mayores probabilidades de alcanzar mejores
resultados en el tratamiento penitenciario, por cuanto los fundamentos en que
se sustentan derivan de experimentos controlados en diversas investigaciones
psicológicas (Arrigoni, 2013; Redondo y Andres, 2007; Martínez-Catena y
Redondo, 2016). Además la práctica positiva de cuatro décadas de casos clínicos
con problemas de diversa índole, avalan a esta terapia que cuenta con mejores
perspectivas que las orientaciones dinámicas, existiendo diversos programas
especiales que se vienen desarrolando, como por ejemplo para el control de la
ira, la violencia doméstica, programas para agresores sexuales infantiles (Soria
y Gonzalez, 2006), entre otros
Sin embargo, no se quiere dar la impresión de que se está frente a la
panacea del control de la conducta criminal, porque el problema del delito tiene
también sus trasfondos económicos y sociales que igualmente requieren
modificación, lo que supone adoptar también acciones de política social para su
manejo integral.
5.3.7. OTRAS TENDENCIAS PSICOTERAPEUTICAS: De la amplia
variedad de procedimientos psicoterapéuticos, podemos considerar también
algunas otras que se aplican en el ámbito penitenciario, tales como la ecléctica,
el Psicodrama, entre otras.
260 PSICOLOGÍA JURÍDICA

5.3.7.1. Psicoterapia ecléctica individual: En la práctica psicoterapéutica


clínica e incluso carcelaria, se han desarrollado muchas experiencias que salen
de las tendencias ortodoxas reseñadas. Sin embargo la mayoría de corrientes
que agrupamos bajo el epígrafe de eclécticas, tienen ciertas ideas claves derivadas
del psicoanálisis y sus variantes, con manifestaciones de terapia individual y
también de grupo.
Una de las experiencias de psicoterapia individual dentro de este contexto
es la llamada Psicoterapia breve que intenta alcanzar un cambio positivo en el
paciente, en un período corto que puede ser entre 10 o 15 sesiones terapéuticas.
Las técnicas de este aborde, según reseña Freedman et al. (1978), son: 1)La
interpretación activa de la realidad, 2) la exposición, catarsis o abreacción en
una atmósfera de apoyo, 3) sugestión, persuasión o dirección, 4) la reeducación,
5) infundir esperanza y optimismo
En el ámbito penitenciario, una experiencia de psicoterapia ecléctica fue
desarrollada por Georg Sturup, la “Terapia individualizada de crecimiento integral”,
que se aplicó en el establecimiento de Herstedtvester en Dinamarca, del cual
fue director desde el año de 1942. Esta terapia se orienta en el llamado “principio
de la realidad”, por el que se guía a los internos, y a su vez se les lleva a la
comprensión de que el trabajo principal de la terapia reside en el propio recluso.
Se designa este procedimiento terapéutico como del “crecimiento”, porque se
aspira a la madurez social del interno. Tulio Bazzi (1959) recomendaba en Italia
la técnica pluridimensional de Kretschmer y la logoterapia de Frankl. En Bulgaria
decía S. Ratchew (1968), que todos los tipos de psicoterapia son aplicados con
excepción del psicoanálisis.
5.3.7.2. Terapias de Grupo: Los orígenes de la terapia de grupo se
remontan a las experiencias del médico Joseph H. Pratt en 1905, que trabajó
con grupos de apoyo para pacientes tuberculosos en Nueva York. Posteriormente
el psiquiatra Edward W. Lazel, trató en 1918 a soldados que retornaban de la
guerra en reuniones de grupo; asimismo el sacerdote y psiquiatra L. Cody Marsh
empezó a aplicar este procedimiento en 1919, extendiendo esta practica a
pacientes mentales en 1931, habiendo logrado acogida en el campo de la terapia
psicológica. De este modo se desarrollaron también formas de psicoterapia de
grupo con sus propias particularidades, y que han tenido mayor recepción en la
práctica penitenciaria, habiendo sido probablemente los primeros ensayos los
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 261

de East y Hubert en Inglaterra, en 1939, así como los de Lloyd McCorkle en 1946
en Estados Unidos, y en Francia desde 1962 (Bouzat, 1968; Roumajon, 1970),
entre otros países.
A. El proyecto “Highfields” en USA (Nueva Jersey), iniciada en 1950
(Belaustegui, 1963), con el objeto de lograr un tratamiento a corto plazo con
jóvenes delincuentes, aplico terapia de grupo, sobre las bases siguientes:
1. Jóvenes de 16 y 17 años, bajo “probation”, trabajando y actuando juntos en
una unidad que alojaba solamente hasta unos 20 adolescentes
aproximadamente.
2. El ambiente en que vivían era similar a lo normal. Sin signos de encierro,
coacción, ni guardianes.
3. El personal estaba integrado por el director encargado de establecer y
mantener un clima terapéutico; un hombre y su esposa para atender las
necesidades de la casa y darle el ambiente de hogar, asumiendo roles de
padres de familia; y, una persona encargada de dirigir y capacitar en los
diversos trabajos para ayudar y orientar a los jóvenes.
4. Pequeños grupos de no más de 10 miembros cada uno, los que se reunían
durante 5 tardes a la semana con el director, en sesiones orientadas a
descubrir y comprender sus dificultades y ayudarles a enfrentarlos.
5. Los jóvenes laboraban en actividades constructivas, para adquirir hábitos
de trabajo, no necesariamente para su formación profesional, y se les
abonaba un salario pequeño.
6. Podían ir a la ciudad en compañía de una persona adulta para diversas
actividades, y los domingos concurrir a los cultos religiosos.
Los grupos de “peers” o “pairs”, constituían el núcleo básico del tratamiento
de los jóvenes. Cada grupo tenía sesiones psicoterapéuticas para alcanzar
cambios positivos.
Esta institución no fue reformatorio ni un régimen de prueba, y en términos
generales se asemejaba a una Comunidad terapéutica., en la que se aplicó
psicoterapia de grupo.
262 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Otras experiencias sólo de psicoterapia de grupo, han sido empleadas


en centros penitenciarios como los franceses desde 1956 (Roumajon, 1970), el
“Group Counselling” (Reuniones de grupo), “Grupos T” (Grupos de
entrenamiento), la dinámica de grupos, entre otros (Belaustegui, 1963).
B. El Psicodrama creado por Jacob L. Moreno (1892-1974), médico de
origen vienés, por los años de 1946. Es una terapia que consiste en pedir al
paciente que dramatice espontáneamente determinadas situaciones, y que en
el rol de “actor” pueda expresar sus actitudes, deseos, temores, etc. Se le solicita
que no sólo manifieste verbalmente sus sentimientos, sino que también actúe.
Este procedimiento no sólo facilita un efecto catártico, sino que ayuda al paciente
a la comprensión de sus problemas. Además de que el psicoterapeuta analiza e
interpreta las situaciones escenificadas.
El psicoterapeuta o “director” generalmente hace una breve descripción
del proceso antes de su inicio, debe considerar la biografía del paciente para
que pueda orientar el tipo de papel que éste debe asumir, para facilitar la
proyección de sus tensiones o facilitar la solución de ciertos conflictos. A veces
participan otros miembros o “egos auxiliares”, previamente entrenados, con el
propósito de facilitar la manifestación de ciertas reacciones. Según avanza la
escenificación, el psicoterapeuta puede parar la dramatización y sugerir por
ejemplo que se inviertan los papeles. Se considera que los efectos benéficos de
esta técnica se deben a tres factores:
. Primero, el paciente mediante la catarsis que supone este proceso, logra
cierto grado de liberación emocional.
. Segundo, el paciente logra cierto nivel de discernimiento o comprensión
del problema que lo perturba al desempeñar el papel asignado.
. El paciente adquiere cierto grado de espontaneidad al tratar sus problemas,
a través del aprendizaje de diversas formas de reacción ante éstos en el
psicodrama, adquiriendo mayor flexibilidad y habilidad para afrontarlos.
La experiencia penitenciaria con esta terapia ha sido diversa. Es así que en
la famosa cárcel de San Quintín la aplicó Raymond Corsini, con resultados
alentadores, según su informe presentado en un artículo de 1951. En Francia
también se reporta su aplicación, tal como reseña P. Bouzat (1968), con logros
importantes, sobre todo en el Hogar de Semilibertad de Vitro. Igualmente en el
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 263

establecimiento austriaco de Mittersteig se aplicó esta técnica (Kaufmann, 1979),


entre otras instituciones.
C. La comunidad terapéutica: Algunas prácticas terapéuticas de grupo
con menores serían las primeras experiencias afines a lo que se han dado en
llamar “Comunidad Terapéutica” (West, 1970; Llorente y Fernández, 1999;
Comas, 2010), como la famosa escuela de Aichhorn en 1925, que inició su
trabajo con jóvenes antisociales en Oberhollabrun (Austria). Asimismo la
experiencia desarrollada en el Hogar Northways en Inglaterra, con resultados
positivos; también la comunidad terapéutica de Cottage Six en los Estados Unidos,
pero que no alcanzó el éxito esperado.
En el campo de la terapia psiquiátrica, Maxwell Jones (1907-1990), quien
en 1947 creó la “unidad de rehabilitación social” en el Belmot Hospital en
Inglaterra, es considerado el inspirador de esta experiencia (Nathan y Harris,
1989), sin embargo el creador del término “Comunidad terapéutica” fue Thomas
Main (1911-1990)
En el ámbito del tratamiento de adultos delincuentes, similar también a la
“Comunidad terapéutica” se puede considerar la experiencia que H. Kaufmann
(1979) llama “Terapia social”, que ha logrado un desarrollo positivo en los
establecimiento social terapéuticos de adultos de Dinamarca, Holanda, Austria,
Alemania. Como dice Santiago Redondo (1997, p. 345), las “comunidades
terapéuticas pretenden abarcar toda la vida diaria de los sujetos; las relaciones
encarcelados-personal son definidas como semejantes a las que deberían existir
entre pacientes-enfermeros en un contexto terapéutico. Sus principales
componentes son: 1) se eliminan los controles rígidos, o los sistemas de
sanciones más habituales; 2) el control de la conducta de los sujetos se hace
descansar en el propio grupo: en la comunidad, formada por encarcelados y
personal; 3) tienen lugar asambleas periódicas de comunidad, para debatir los
problemas existentes en la institución. Como operadores de una comunidad
terapéutica suele mencionarse a todo el personal de la institución”.
En España (Redondo, 2006), la primera experiencia de esta práctica se
llevó a cabo entre 1980-86 en la nueva prisión de -Ocaña II- que tenía una
capacidad para 300 jóvenes internos entre 21-25 años, que tuvieran buen
pronóstico. Generalmente se ha empleado sobre todo con toxicómanos, y con
delincuentes violentos sentenciados a penas largas. Posteriormente, como anota
264 PSICOLOGÍA JURÍDICA

Comas (2010), existe el proyecto de implantar en España la metodología de la


comunidad terapéutica en 32 centros de reinserción social.
5.3.8. EFECTOS DE LA PSICOTERAPIA EN EL CÁMPO
PENITENCIARIO: No obstante que la participación del psicólogo en nuestro
medio y en muchos otros países ha sido tardío, aunado al hecho de que en sus
inicios su número fue insuficiente, sin embargo conforme avanzó su experiencia
en la práctica penitenciaria, se han desarrollado programas de tratamiento
psicológico con diversos efectos y significación. Además debemos tomar en
cuenta que la ofensiva contra la resocialización que siempre existió en cierto
sector de las disciplinas que tienen relación con el delincuente, y sobre todo el
fuerte cuestionamiento que surgió desde los fines de los años sesenta del siglo
pasado, desde las vertientes de la criminología crítica y de las tendencias
conservadoras de la llamada “línea dura”, pusieron en tela de juicio el tema de la
resocialización, y dentro de ella la labor del tratamiento psicológico. Algunas
críticas han sido muy radicales y en parte subsisten, sobre todo la afirmación
del fracaso de esta experiencia, crítica que supuestamente se fundaba en datos
empíricos, como los criterios del sociólogo Robert Martinson (1927-1979) en su
artículo “Wath Works?. Question and answers about prison reform” de 1974, así
como Stephan Brody en 1976, entre otros; sin embargo tales cuestionamientos
empíricos no tuvieron un sustento muy serio y consistente, ya que se basaron
en datos heterogéneos y aislados. Al respecto James McGuire (1993, p.108)
dice que la tesis de que “nada da resultado” de los críticos de la resocialización
“se convirtió en verdadera doctrina para muchos trabajadores del campo de la
justicia penal (...). Ahora sabemos que estas revisiones, llevadas a cabo en los
años 70, y las conclusiones sacadas de ellas eran tremendamente defectuosas:
sin embargo su impacto acumulativo ha retrasado la investigación sobre la
rehabilitación de delincuentes casi veinte años”. Asimismo este autor considera
que los estudios efectuados desde mediados de los ochenta, empleando el nuevo
método de meta-análisis de los trabajos sobre tratamiento, muestran que el
efecto neto del “tratamiento”, en los muchos estudios revisados, oscila entre el
20 y el 40 % y en algunos casos es más alto. Es una visión muy distinta a la idea
de que “nada da resultado” que detuvo y desanimó a tanto pensamiento en este
campo. Planteamiento similar señala Santiago Redondo (1997) en España;
igualmente, el estudio del tratamiento psicológico de reclusos en Europa, efectuado
por Vicente Garrido y Santiago Redondo (1997), concluye también que en la mayoría
de casos cualquier programa resultó más efectivo que su ausencia.
ALEJANDRO SOLÍS ESPINOZA 265

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YATES, Aubrey (1977). Teoría y práctica de la terapia conductual, México:
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272 PSICOLOGÍA JURÍDICA

CUADRO N° 05

PSICOLOGÍA PENITENCIARIA

“Rama o capítulo de la psicología criminal que tiene como


CONCEPTO propósito el estudio de todo lo relativo a los aspectos
psicológicos durante la ejecución de las penas, sobre
todo privativas y restrictivas de la libertad”
(Solís, 1985; Soria y Gonzales, 2006).

Hacer viable el fin de resocialización de la pena


privativa de la libertad.

Diagnóstico psicológico del interno y sus


clasificación. Elección del tratamiento
psicológico.

PAPEL DEL Medición de progresiones y regresiones en el


PSICÓLOGO EN EL tratamiento penitenciario. Dictament prvio para
concesión de permisos o indulto.
AMBIENTE
PENITENCIARIO
Organización general del centro de reclusión.
Realización de tratamientos grupales o
individuales.

Observación de los internos. Diagnóstico


psicológico para el régimen de prueba.

Informe psicológico para el trámite de


beneficios penitenciarios.

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