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LA ATENAS DE PERICL

Durante el agitado siglo V, la cultura griega seguía dando frutos. En Elea,


Parménides tuvo un discípulo distinguido: Zenón, que transformó las
sofisticadas paradojas de su maestro sobre la ilusión de todo cambio en
argumentos elementales capaces de desconcertar a los incautos y a los no tan
incautos. La más famosa de sus paradojas es la que demuestra que el corredor
Aquiles nunca podrá alcanzar a una tortuga que le lleve una mínima ventaja:
para ello debería alcanzar el punto de partida de ésta, pero, para entonces, el
animal ya habrá recorrido una pequeña distancia adicional que Aquiles
debería recorrer también, pero para cuando lo consiga la tortuga ya estará un
poco más adelante y Aquiles deberá recorrer también este nuevo tramo, pero
entonces, etc. Zenón de Elea es considerado el "padre de la dialéctica", es
decir, del arte de razonar para alcanzar la verdad y no sólo para ganar una
discusión.

En Agrigento vivía el gran Empédocles, político, legislador, poeta, médico,


profeta, purificador y, si hemos de creer en su fama, incluso taumaturgo (o
sea, hacedor de milagros). Más aún, parece ser que también afirmaba que un
día sería llevado al cielo y convertido en un dios. Había estudiado en la
escuela de Pitágoras, donde le encantó la teoría de la transmigración de las
almas, y no tardó en descubrir que en otra vida él había sido un pez, pero
habló de todo esto fuera de la escuela, cosa que estaba terminantemente
prohibida, así que lo echaron. Dejando de lado estos detalles de su
personalidad, lo cierto es que desarrolló una teoría interesante en la que se
oponía al desprecio que Parménides mostraba hacia los sentidos y la opinión
común. Empédocles afirmaba que la base del conocimiento está en el análisis
cuidadoso de los datos que proporcionan los sentidos. Elaboró una teoría de la
naturaleza según la cual todas las sustancias son una combinación en
proporciones variadas de cuatro elementos básicos: la tierra, el agua, el aire y
el fuego. Entre ellos se dan relaciones de amor y odio que provocan los
cambios.

Grecia dio también grandes pintores, pero prefería la escultura. Uno de los
maestros de la época era Geladas, pero fue notablemente superado por sus
discípulos, entre los que se encontraba Mirón. Las obras de Mirón tenían
fama de un extraordinario realismo. Sus motivos preferidos eran atletas y
animales, en los que con una técnica innovadora conseguía plasmar
perfectamente el movimiento. Entre sus obras destacan el Discóbolo y su
famosa Ternera, a la que cuentan que un admirador le gritó ¡muge!

Sin embargo, el mayor escultor griego fue sin duda Fidias, que empezó a


trabajar por esta época. Su padre era pintor, pero Fidias dejó pronto la pintura
y se dispuso a ejercitarse en la escultura. Recorrió las principales escuelas de
la época y trató de aprender de todos los maestros que encontró. Llegó a
dominar tanto la fundición del bronce como el labrado del mármol. Se hizo un
maestro en una compleja técnica conocida como escultura criselefantina, que
consistía en realzar estatuas de mármol con incrustaciones de oro y marfil,
usando madera como engarce.

Las dificultades de los etruscos con los galos iban en aumento. Las ciudades
del Lacio, que habían permanecido relativamente en paz mientras los etruscos
las dominaban, empezaron a gozar de la libertad de pelearse entre ellas. Los
volscos del sureste del Lacio estaban ganando poder y no tardaron en
enfrentarse abiertamente a las otras ciudades, entre ellas Roma. Volviendo a
Grecia, cuando los persas se retiraron de Tracia, un pueblo nativo,
los Odrisios, lograron organizar un imperio que llegó hasta el Danubio. Su
rey se llamaba Siltaces.

En 469 Esparta logró vencer definitivamente a Tegea y con ello volvió a ser la


dueña indiscutible del Peloponeso. En Atenas Cimón era el líder indiscutible.
Su popularidad iba en descenso, pero contaba con el apoyo de la nobleza. Por
ejemplo, la isla de Naxos consideró que los persas ya no suponían ningún
peligro y optó por abandonar la Confederación de Delos para usar sus naves
según sus propios intereses, pero descubrió que no tenía derecho a ello. Cimón
atacó Naxos, la tomó, destruyó sus fortificaciones y confiscó su flota. Como
ya no tenía flota con la que contribuir a la Confederación, a partir de entonces
su contribución fue monetaria.

Estas actitudes autoritarias e imperialistas contrariaban cada vez más a los


demócratas, a cuya cabeza estaba Efialtes.  Éste acusó a Cimón de haber sido
sobornado por Alejandro I de Macedonia, pero Cimón fue absuelto
triunfalmente con el apoyo de la oligarquía del Areópago. Estaba claro que no
había nada que hacer contra Cimón mientras no sufriera un revés.

En 468 murió Arístides el Justo. Aunque había administrado el enorme tesoro


de la Confederación, su capital personal no fue suficiente para pagar su
entierro. Todos los años se celebraba en Atenas una competición teatral
durante las fiestas en honor a Dioniso. El ganador más habitual era Esquilo,
pero este año arrebató el premio un joven competidor llamado Sófocles. Había
sido alumno de Anaxágoras. Su aportación principal fue la de incluir un tercer
actor en sus tragedias. Mientras Esquilo estaba más interesado en el
argumento fatalista y moralizante de sus tragedias, a Sófocles le interesaba
más la caracterización de los personajes, que presentaba altamente
idealizados. Al año siguiente volvió a ganar Esquilo, pero en los sucesivos
Sófocles se mostró imbatible.

En 467 Pericles, que se había convertido en uno de los miembros más ilustres


del partido demócrata, fue nombrado arconte. Su madre era sobrina de
Clístenes, por lo que pertenecía a la familia de los Alcmeónidas. Además de
con Anaxágoras, parece ser que también estudió con Zenón.

En 466 murió el tirano Hierón I de Siracusa, y con él terminó la tiranía en la


ciudad.

En 464 murió Jerjes I, víctima de una confabulación palaciega. El rey había


pasado los últimos años de su reinado recluido en su palacio, empeñado en
proyectos inútiles, como ampliar los palacios de Persépolis. Fue sucedido por
su hijo Artajerjes I, que necesitó cierto tiempo para consolidar su trono. Esto
desencadenó una rebelión en Egipto. Más concretamente, surgió de Libia. Un
jefe tribal libio, llamado Inaros, llevó a sus hombres al delta, donde se le unió
de buen grado una multitud de egipcios. El virrey persa, hermano de Jerjes I,
fue depuesto.

Ese mismo año un terremoto destruyó Esparta. Los ilotas decidieron


aprovechar la ocasión y llevar a cabo la rebelión que años atrás les propusiera
Pausanias. Pero los espartanos reaccionaron y los ilotas tuvieron que retirarse
y fortificarse en el monte Itome, donde antaño se refugiaron los mesenios. Se
inició así lo que vino en llamarse la Tercera Guerra Mesenia. Efialtes propuso
ayudar a los ilotas, a lo que Cimón se opuso radicalmente. Recordó a los
atenienses los muertos espartanos en las Termópilas y sus hazañas en Platea.
Cimón afirmaba que Esparta y Atenas eran como dos bueyes que conducían a
Grecia: si uno era destruido, toda Grecia sería mermada.

En 462 Atenas envió un ejército a ayudar a los espartanos, pero éstos se


sintieron heridos en su amor propio. No pudieron soportar que los atenienses
acudieran a ayudarles contra sus propios esclavos, así que les ordenaron
volverse sobre sus pasos. Efialtes se encargó de presentar esto ante Atenas
como una terrible humillación, de la que el único responsable era Cimón.
En 461 se hizo una votación de ostracismo y Cimón fue desterrado. Efialtes
dirigió graves acusaciones de corrupción contra miembros del Areópago
cuidadosamente fundamentadas. Como consecuencia, varios de sus miembros
fueron ejecutados o exiliados. Los intentos de comprar a Efialtes fracasaron,
por lo que en 460 fue asesinado. Sin embargo los demócratas no perdieron el
poder, sino que Efialtes fue reemplazado por Pericles, que llevó a Atenas a su
apogeo.

Pericles extendió internamente la democracia: decretó que los funcionarios


públicos cobraran un salario, de modo que también los más pobres podían
servir a la ciudad. Aunque Atenas y El Pireo estaban fortificados, la distancia
que los separaba era de unos ocho kilómetros, de modo que en caso de asedio
Atenas se quedaba igualmente incomunicada del mar. Por ello decidió
construir un pasillo amurallado desde la ciudad al puerto, "los largos muros".
Por esta época empezó a destacar Policleto, otro discípulo de Geladas.
Además de un gran escultor fue un gran teórico de la escultura. Se propuso
aplicar a su arte reglas deducidas de las observaciones naturales y elaboradas e
idealizadas mediante la geometría. Estas reglas rigieron gran parte de la
estatuaria griega. Fidias estudió con Policleto y las incorporó a su técnica.

En Grecia iba surgiendo una "clase" diferente de sabios. Eran conocidos


como sofistas. Hombres que enseñaban las cualidades más importantes para la
vida pública. Entre estas cualidades figuraba, sin duda, la oratoria. Muchos
sofistas afirmaban abiertamente que (por una suma adecuada) podían enseñar
a defender cualquier causa o argumento y llevar a cualquier tribunal, o jurado,
o simplemente a la opinión pública, en la dirección deseada. Justo lo contrario
de lo que pretendía Zenón con su dialéctica.

El más famoso de los sofistas fue Protágoras, había nacido en Abdera,


aunque pasó varias temporadas en Atenas, Sicilia y el sur de Italia. Parece que
fue él quien acuñó el término "sofista". Rechazaba la existencia de una verdad
objetiva. Por el contrario, para Protágoras, el hombre es la medida de todas
las cosas. Enseñó a preparar discursos bien estructurados, sin buscar el apoyo
de la verdad. Sin embargo, parece ser que él mismo no se entregó a estas
técnicas (o lo hizo sumamente bien), pues los que le habían conocido
reconocieron que sus argumentaciones eran honestas. Fue el primero en
analizar la lengua griega y su gramática.

Artajerjes I envió un ejército a Egipto a sofocar la revuelta iniciada tras la


muerte de Jerjes I. Egipto pidió ayuda a Atenas y Pericles envió una flota que
tomó Menfis, pero los persas resistieron y se inició una larga guerra.

En 459 terminó la guerra que Esparta mantenía con los ilotas rebeldes. No se


puede hablar de una victoria aplastante. Los esclavos se rindieron a cambio de
que se garantizara su libertad. Los espartanos les permitieron marcharse y
naves atenienses los transportaron a Naupacta, una estación naval fundada
recientemente por Atenas al norte del golfo de Corinto.

En 458  los largos muros entre Atenas y el puerto de El Piero estaban


terminados. Atenas aplastó a Egina, tomó parte en una querella entre Corinto
y Megara. Corinto fue derrotada y Megara quedó bajo protección ateniense.
Además se firmó una alianza con Argos, signo claro de desafío hacia Esparta.
Ese año Esquilo logró ganar a Sófocles con la Orestíada, pero los años
siguientes Sófocles vovió a imponerse. Tal vez por esto Esquilo decidió
emigrar a Siracusa, donde ya había sido huésped de Hierón I, que le había
tributado grandes honores.

Un nuevo grupo de judíos decidió trasladarse de Babilonia a Judea. Entre ellos


se encontraba un escriba (esto es, un estudioso de la Ley)
llamado Esdras. Probablemente, la realidad con que se encontró difería
bastante de lo que esperaba encontrarse. Los judíos se estaban mezclando con
la población autóctona y los rituales religiosos estaban perdiéndose. Esdras
reunió al pueblo y leyó los libros de la Ley (los primeros cinco libros de la
Biblia actual). Los leyó en hebreo, que para entonces era prácticamente una
lengua muerta, pues los judíos hablaban arameo, pero debió de explicarlos con
tal énfasis y personalidad que despertó gran entusiasmo y una parte
suficientemente grande de la población aceptó su doctrina. Reconocieron el
grave pecado que habían cometido al casarse con mujeres extranjeras y
acordaron repudiarlas.

Así empezó la separación de los judíos con respecto a los gentiles (los no
judíos). Ante la imposibilidad de cualquier clase de autonomía política, los
judíos se aferraron a las costumbres tradicionales consignadas en los textos
sagrados como única forma de preservar su identidad. La circuncisión, la
prohibición de trabajar en sábado o de tomar ciertos alimentos impuros, etc. se
aplicaron con el máximo rigor y los judíos rehuyeron el trato con cualquiera
que no observara estas y otras muchas costumbres diferenciadoras. La idea
(relativamente nueva) de que su dios era el único dios verdadero les dotó de
una nueva arma ideológica: el sarcasmo. Ahora los judíos se burlaban de las
creencias de sus vecinos. Apareció una nueva leyenda sobre Abraham, sin
fundamento bíblico, según la cual su padre, Téraj, estaba al mando de los
ejércitos del rey Nemrod, en Babilonia y adoraba doce ídolos de madera y
piedra (todo esto antes de que abandonara Ur con su hijo, que es donde
comienza la narración bíblica):

Abraham llegó a Babilonia y, al ver los ídolos, ordenó a su madre que matase
y cocinase un cordero. Después colocó la comida delante de los ídolos y
esperó a ver si alguno comía. Como no fue así, se burló de ellos y le dijo a su
madre: "¿Es posible que el plato sea demasiado pequeño, o que el cordero
esté insípido? Por favor, mata otros tres corderos y aderézalos con más
delicadeza." Ofrecido de nuevo el manjar a los ídolos, éstos tampoco se
movieron. El espíritu de Dios descendió sobre Abraham, quien tomó un
hacha y destruyó todos los ídolos menos el mayor. Puso el hacha en una de
sus manos y se marchó.
Cuando llegó Téraj, mandó llamar a su hijo y le pidió explicaciones.
Abraham dijo: "Ofrecí comida a tus ídolos, sin duda deben de haberse
peleado por ella. Según parece, el mayor ha despedazado a los otros." Téraj
exclamó: "¡No me engañes!, se trata de imágenes de madera y piedra, hechas
por la mano del hombre." Abraham preguntó: "Si es así, ¿cómo pueden
responder a tus plegarias?". Luego proclamó al "Dios vivo", tomó el hacha y
destruyó el último ídolo.
Pese a todo, el judaísmo no se vio libre de influencias externas. Una parte de
los judíos que terminó siendo mayoritaria aceptó algunas de las ideas
novedosas del mazdeísmo, que ahora era la religión dominante en todo el
Imperio Persa. Naturalmente el gran Ahura-Mazda se identificó con Yahveh,
pero el mazdeísmo tenía una figura de la que carecía el judaísmo: la
representación del mal, Ahrimán. Los judíos le dieron el nombre de Satán, si
bien no estuvieron dispuestos a concederle el mismo poder que a Yahveh. Las
deidades al servicio de Ahura-Mazda se convirtieron en toda una jerarquía
de ángeles, o mensajeros de Dios, mientras que las divinidades supeditadas a
Ahrimán, se convirtieron en demonios capitaneados por Satán. Se formaron
historias que presentaban a Satán como un "ángel caído" que se había
rebelado contra Yahveh. La idea del Salvador que llegaría al final del mundo
para juzgar a vivos y muertos se asimiló a la del Mesías. El infierno
tradicional judío, muy similar al de los griegos, donde iban a parar todos los
muertos (con contadas excepciones) se transformó en el limbo, donde los
muertos esperaban el juicio final. La mayor parte de estas ideas no llegó a
incorporarse a la Biblia y parece ser que la clase sacerdotal más conservadora
nunca las aceptó.

Roma se hallaba en serias dificultades ante los ecuos, una tribu que habitaba


las regiones montañosas del este del Lacio y que se habían aliado con los
volscos y habían logrado acorralar a uno de los cónsules con su ejército. La
ley romana admitía que el consulado fuera suspendido temporalmente en
casos de extrema necesidad, de modo que se confería poder absoluto a un solo
hombre durante un periodo de seis meses. Este gobernante era
llamado dictador (el que dice lo que hay que hacer). El Senado decidió
nombrar dictador a Lucio Quincio Cincinato (Cincinato significa "de pelo
rizado"). La leyenda lo presenta como un modelo de virtud: un patricio
conservador al estilo de Coriolano que había decidido retirarse de la política
porque un hijo suyo había sido exiliado por ofender a los tribunos. Siempre
según la leyenda, cuando Cincinato recibió la noticia estaba arando su campo.
Dejó el arado, marchó al Foro, reunió un ejército, se dirigió hacia los ecuos,
los derrotó, rescató al cónsul y a su ejército, volvió a Roma y renunció a la
dictadura, todo ello en un día. Esto no es muy creíble, pero el conflicto entre
Roma y los ecuos y los volscos sí que es real. Es probable que la leyenda de
Coriolano date también de estos tiempos, aunque después se situó
anacrónicamente en la época en que se creó el cargo de tribuno. Los romanos
tuvieron siempre a Cincinato como ejemplo de uso del poder sin abuso.

En 457 Esparta estaba recuperada del serio desgaste que le había supuesto la


rebelión de los ilotas. Inmediatamente se volvió contra Atenas y sus "largos
muros", que nunca había aprobado. Atenas estaba concentrando sus fuerzas en
la lucha contra los persas en Egipto y no quería enzarzarse en una lucha en
Grecia. Por ello mandó llamar a Cimón del destierro para que firmara una
tregua con Esparta.
En 456 murió Esquilo, en Siracusa. Los atenienses quisieron conocer la última
tragedia que había compuesto en Sicilia y le dieron, después de muerto, el
primer premio del certamen anual.

En 455 Artajerjes I logró dominar la rebelión en Egipto. El cabecilla, Inaros,


fue ejecutado. La victoria persa pasó por la destrucción casi completa de las
tropas enviadas por Atenas. Fue un duro golpe, que sembró cierta
desconfianza entre los griegos, incluidos los propios atenienses. Como signo
de autoafirmación, el tesoro de Delos fue trasladado a la propia Atenas, dando
a entender que era ella quien dominaba sobre todas las demás ciudades de la
Confederación. Las tropas persas se trasladaron de Egipto a Chipre, que
también se había rebelado. Atenas mandó de nuevo una flota, esta vez bajo el
mando de Cimón. Los persas fueron derrotados, pero Cimón murió en la
batalla y los atenienses firmaron la paz.

Ese año murió el rey Plistarco, el hijo de Leónidas, que asumió el trono tras la
muerte del regente Pausanias. Fue sucedido por Plistoanacte, hijo de
Pausanias.

En Atenas hacía su debut un nuevo poeta trágico, que obtuvo un honroso


tercer premio con Las Pelíadas. Se trataba de Eurípides, aunque hijo de
familia humilde, recibió una esmerada educación. Entre sus maestros
figuraron Anaxágoras y Protágoras. Sus obras no fueron bien acogidas por los
críticos, por lo que sólo iba a ganar el primer premio cuatro veces. Ello se
debía a que eran menos solemnes que las de Esquilo o Sófocles. Sus
personajes no estaban idealizados, sino que tenían defectos humanos y
hablaban un lenguaje cotidiano. Eurípides se interesa menos por la acción y
más por las situaciones y las reacciones de los personajes. A menudo las
situaciones sin salida se resuelven al final de la obra de modo inesperado por
una intervención divina.

En 454 murió el rey Alejandro I de Macedonia. Fue sucedido por Perdicas


II, quien tuvo que enfrentarse a los odrisios. Por esta época Tesalia empezó a
declinar. Hasta entonces había sido una de las primeras potencias griegas,
gracias a su poderosa caballería, pero las rivalidades entre las grandes
familias, la intervención de los medos, las luchas sociales y la aparición de
nuevas ciudades debilitaron la Confederación.

En 453 se produjo el desmembramiento del estado chino de Jin en los reinos


de Chao, Han y Wei. Este acontecimiento marca el inicio del periodo de la
historia de China conocido como "de los reinos combatientes", en el que se
produjeron continuas guerras, alianzas, invasiones y anexiones.

Las guerras médicas

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