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Filósofo y matemático griego. En su juventud viajó a Egipto, donde aprendió geometría de los
sacerdotes de Menfis, y astronomía, que posteriormente enseñaría con el nombre de
astrosofía. Dirigió en Mileto una escuela de náutica, construyó un canal para desviar las aguas
del Halis y dio acertados consejos políticos. Fue maestro de Pitágoras y Anaxímenes, y
contemporáneo de Anaximandro.
Finalmente pensó que era el agua, pues es la que se encuentra en mayor cantidad, rodea la
Tierra, impregna la atmósfera en forma de vapor, corre a través de los continentes y la vida no
es posible sin ella. La Tierra, para él, era un disco plano cubierto por la semiesfera celeste
flotando en un océano infinito. Esta tesis sobre la existencia de un elemento del cual estaban
formadas todas las sustancias cobró gran aceptación entre filósofos posteriores, a pesar de que
no todos ellos aceptaron que el agua fuera tal elemento. Lo importante de su tesis es la
consideración de que todo ser proviene de un principio originario, sea el agua, sea cualquier
otro. El hecho de buscarlo de una forma científica es lo que le hace ser considerado como el
"padre de la filosofía".
Ninguno de sus escritos ha llegado hasta nuestros días; a pesar de ello, son muy numerosas las
aportaciones que a lo largo de la historia, desde Herodoto, Jenófanes o Aristóteles, se le han
atribuido.
Aristóteles consideró a Tales como el primero en sugerir un único sustrato formativo de la
materia; además, en su intención de explicar la naturaleza por medio de la simplificación de
los fenómenos observables y la búsqueda de causas en el mismo entorno natural, Tales fue
uno de los primeros en trascender el tradicional enfoque mitológico que había caracterizado la
filosofía griega de siglos anteriores.
Estos dos testimonios matizan la imagen de Sócrates ofrecida por Platón en sus Diálogos, en
los que aparece como figura principal, una imagen que no deja de ser en ocasiones
excesivamente idealizada, aun cuando se considera que posiblemente sea la más justa.
Se tiene por cierto que Sócrates se casó, a una edad algo avanzada, con Xantipa, quien le dio
dos hijas y un hijo. Cierta tradición ha perpetuado el tópico de la esposa despectiva ante la
actividad del marido y propensa a comportarse de una manera brutal y soez.
La cuestión moral del conocimiento del bien estuvo en el centro de las enseñanzas de
Sócrates, con lo que imprimió un giro fundamental en la historia de la filosofía griega, al
prescindir de las preocupaciones cosmológicas de sus predecesores. El primer paso para
alcanzar el conocimiento, y por ende la virtud (pues conocer el bien y practicarlo era, para
Sócrates, una misma cosa), consistía en la aceptación de la propia ignorancia.
Sin embargo, en los Diálogos de Platón resulta difícil distinguir cuál es la parte que
corresponde al Sócrates histórico y cuál pertenece ya a la filosofía de su discípulo. No dejó
doctrina escrita, ni tampoco se ausentó de Atenas (salvo para servir como soldado), contra la
costumbre de no pocos filósofos de la época, y en especial de los sofistas, pese a lo cual fue
considerado en su tiempo como uno de ellos.
Filósofo griego. Hijo del médico real de Macedonia, estuvo veinte años en la Academia de
Platón, primero como discípulo y luego como investigador y como tutor. Candidato a ser el
sucesor del maestro, se afirma (aunque es dudoso) que quedó despechado por el nepotismo de
la elección de Espeusipo y marchó a Assos (Asia Menor), donde escribió su diálogo Sobre la
filosofía (la «carta de Assos») y fundó un centro de estudio bajo la protección de su amigo
Hermias, gobernador de Atarnea, con una de cuyas parientes, llamada Pitias, se casó.
Muerto Hermias (capturado y crucificado por el sátrapa Mentor), partió hacia Lesbos como
huésped de Teofrasto; fiel a la amistad, compuso la Oda a la virtud, en memoria de Hermias y
por la que veinte años después sus enemigos intentaron procesarle por impiedad. Aceptó
luego de Filipo II de Macedonia el cargo de preceptor de Alejandro (de 13 años), quien
siempre conservaría un gran respeto por su maestro, le apoyaría económicamente e incluso le
mandaría desde el Indo ejemplares de la fauna y de la flora de su imperio.
Aristóteles se había trasladado mientras tanto, de nuevo,
a Atenas y había fundado el Liceo, donde enseñaba
paseando (de ahí el nombre de escuela «peripatética»),
seguía sus investigaciones y análisis de datos,
correspondientes a los más diversos campos (arte
dramático, constituciones políticas, deportes olímpicos,
zoología), y elaboraba una veintena de obras. Sin
embargo, al morir Alejandro (a los 33 años), el clan de
Demóstenes (autor de las Filípicas y, por tanto, enemigo
de Aristóteles) se envalentonó y «el Estagirita» volvió a
decidir su partida, para «ahorrar a los atenienses un
segundo atentado contra la filosofía» (el primero lo
habían cometido con Sócrates). Al año siguiente, moría
en Eubea de úlcera de estómago.
Escondidas en una bodega -para protegerlas de los proveedores de Pérgamo, sus obras fueron
olvidadas, descubiertas por azar, ordenadas y editadas por Andrónico de Rodas en la Roma de
Cicerón, redescubiertas como totalidad en la Edad Media por los árabes, cristianamente
interpretadas (bautizadas) por los tomistas y neoescolásticos, relegadas por los modernos y,
por último, definitivamente rehabilitadas a partir de Hegel.
De ellas, la tradición ha recogido con el nombre de Órganon las obras de lógica: Categorías,
De la interpretación, Primeros y Segundos analíticos, Tópicos y Refutaciones de los sofismas.
Además de la Retórica, de la Poética (en parte) y de Sobre el alma, la «antropología» de
Aristóteles comprende la Ética a Eudemo, la Ética a Nicómaco, la Política y la Constitución
de Atenas. Sus obras sobre la naturaleza son: Del cielo, De la generación y corrupción, los
Meteoros, la Mecánica, De las partes de los animales, De la generación de los animales, Sobre
el caminar, Sobre el movimiento, etc. Los varios libros de la Física y de la Metafísica
fundamentan y coronan el conjunto.
Heráclito (Éfeso, hoy desaparecida, actual Turquía, h. 540 a.C.-Éfeso, id., h. 470 a.C.)
Filósofo griego. Muy poco se sabe de la biografía de Heráclito de Éfeso, apodado el Oscuro
por el carácter enigmático que revistió a menudo su estilo, como testimonia un buen número
de los fragmentos conservados de sus enseñanzas.
Las enseñanzas de Heráclito, según Diógenes Laercio, quedaron recogidas en una obra
titulada De la naturaleza, que trataba del universo, la política y la teología –aunque
probablemente esta subdivisión la introdujera una compilación alejandrina de los textos de
Heráclito–, pero lo que ha llegado hasta nosotros de su doctrina se encuentra en forma
fragmentaria y sus fuentes son citas, referencias y comentarios de otros autores.
El logos expresa la coherencia subyacente de las cosas, que los hombres deben tratar de
comprender, ya que la sabiduría consiste en entender cómo se conduce el mundo, y ese
entendimiento ha de ser la base de la moderación y el autoconocimiento, que Heráclito
postuló como ideales éticos del hombre.
Jenófanes de Colofón. (Colofón, actual Grecia, 570 a.C. Elea, actual Italia, 470 a.C.)
Filósofo griego. Fundador de la denominada escuela eleática y reconocido autor satírico, una
antigua tradición supone que en los últimos años de su vida se vio obligado a subsistir como
rapsoda de sus propios versos. Jenófanes suscitó una importante polémica en torno al
politeísmo y la concepción antropomórfica que los griegos tenían de los dioses. Así, se burló
de Hesíodo y Homero por cuanto, según él, habían transferido a los dioses los peores atributos
de los hombres, y propuso sustituir esta concepción tradicional por la idea de un dios único,
indivisible, de naturaleza radicalmente distinta a la humana. Su dios es todo ojo, todo oído,
todo conocimiento, todo logos (razón), no creado e inmortal. Despojando sus ideas del
carácter religioso con que fueron presentadas, las bases de un nuevo punto de vista en la
solución al problema del universo aparecen ya planteadas en sus textos, aunque serían
finalmente sistematizadas en el pensamiento de Parménides.
Jenófanes, probablemente se alejó de Colofón en 540, al ser la ciudad conquistada por los
persas.
Vivió la existencia errante propia de un rapsoda; y así, escribía y recitaba poemas épicos,
como, por ejemplo, el de la Fundación de Colofón. Estuvo en algunas poblaciones de la
Magna Grecia y de Sicilia, entre las cuales figuran Zancle (Mesina) y Catania; finalmente,
estableció su residencia en Elea (Velia), colonia de los focenses de Alalia fundada hacia el
año 540, en el litoral tirreno de Lucania situado al sur de Posidonia (Paestum).
De sus obras se conocen una Colonización de Elea en hexámetros, dos Elegías, cinco libros
de Silloi ("escarnios" o "befas") también en hexámetros, y un poema en esta misma forma
métrica titulado posteriormente por los gramáticos La naturaleza.
Los Silloi son composiciones paródicas y satíricas cuyo tema es la burla del antropomorfismo
de las divinidades homéricas y hesiódicas. Jenófanes ataca a fondo los mitos que atribuían a
los dioses acciones inmorales: "Homero y Hesíodo afirman de las divinidades cuantas cosas
resultan vergonzosas y criticables entre los hombres: el robo, el adulterio, el engaño
recíproco".
En otro fragmento el mismo concepto antropomórfico de los dioses aparece objeto de una
ingeniosa ironía: "si los bueyes, caballos y leones tuvieran manos y supieran dibujar y hacer
lo propio de los hombres, los caballos plasmarían sus divinidades en forma de caballos y los
bueyes en forma de bueyes".
En el poema La naturaleza expone los resultados de sus ideas filosóficas; los fragmentos
conservados de esta obra son muy escasos y breves. Jenófanes poseía, indudablemente, un
criterio muy puro de la divinidad, próximo al monoteísmo: la consideraba limitada a un solo
dios, el más poderoso de todos los seres, inmóvil, no semejante a los hombres en cuerpo ni
inteligencia y ordenador de todas las cosas sin el menor esfuerzo mental. Cabe preguntar si
este dios de Jenófanes se halla fuera del mundo o bien debe identificarse con él; han sido
sostenidas ambas tesis, por cuanto el autor no resulta en tal aspecto suficientemente claro, e
incluso vacila. De haber considerado a la divinidad distinta del mundo, como permiten creer
singularmente algunos testimonios indirectos, podría juzgársele precursor del Uno de
Parménides.
Existe aún polémica sobre si debe entenderse esta afirmación en sentido literal o de otro
modo. En cualquier caso, los atributos que Parménides atribuyó al ser fueron transferidos por
Demócrito y Empédocles al átomo, y se hallan en el origen del materialismo filosófico.
Por otro lado, su doctrina inició la llamada escuela eleática, cuya figura más representativa
fue Zenón de Elea, que dedicó sus esfuerzos a problematizar la posibilidad del movimiento a
través de una serie de paradojas que se harían célebres.
Zenón de Elea (Elea, actual Italia, hacia 495 a.C. - id., hacia 430 a.C.)
Filósofo griego. Fue discípulo de Parménides, con el que, probablemente, se trasladó a Atenas
a mediados del siglo V a.C., donde encontró al joven Sócrates, según testimonio de Platón.
Zenón de Elea no elaboró una doctrina propia, sino que se limitó a defender la de su maestro
Parménides con razonamientos que, según dijo Aristóteles en su Física, "producen dolor de
cabeza a quienes intentan resolverlos". De hecho, Zenón fue el inventor indiscutible del
razonamiento paradójico. No demostraba directamente la tesis del maestro pero, de forma más
sutil, confutaba las confutaciones; es decir, demostraba que la
opinión de sus detractores desembocaba en conclusiones
todavía menos aceptables que las suyas. De acuerdo con el
principio sentado por su maestro Parménides de que sólo
existe el ser, y que éste es uno e inmóvil, Zenón dedicó sus
esfuerzos a demostrar la inconsistencia de las nociones de
movimiento y pluralidad.
Empédocles nació en el seno de una familia ilustre, y llegó a ser jefe de la facción
democrática de su ciudad natal. Su fama como científico y médico-taumaturgo, unida a su
posición social, le permitió ocupar importantes cargos en la vida pública. El final de su vida lo
pasó exiliado en el Peloponeso. Se forjaron varias versiones en torno a su muerte, la más
conocida de todas es aquella según la cual se habría arrojado al volcán Etna para ser venerado
como un dios por sus conciudadanos.
Los cuatro elementos y las dos fuerzas que lo mueven explican asimismo el conocimiento,
según el principio de que lo semejante se conoce con lo semejante. Las cosas emanan flujos
que, pasando a través de los poros de los elementos, determinan el contacto y el
reconocimiento.
Sobre estas bases Empédocles dedicó gran interés a la observación de la naturaleza (botánica,
zoología y fisiología), y expuso originales concepciones sobre la evolución de los organismos
vivos, la circulación de la sangre, y la sede del pensamiento en el corazón, tesis acogida
durante mucho tiempo por la medicina. Esta doctrina de la evolución y transformación de
todos los seres le da pie para la teoría de la metempsícosis: por ley necesaria los seres expían
sus delitos a través de una serie de reencarnaciones. "Yo he sido ya, anteriormente, muchacho
y muchacha, arbusto, pájaro y pez habitante del mar". Solamente los hombres que logren
purificarse podrán escapar por completo del círculo de los nacimientos y volver a morar entre
los dioses.
Anaxágoras (Clazómenas, actual Turquía, 500 a.C. - Lámpsaco, id., 428 a.C.)
Anáxagoras situó el principio de todas las cosas (arché) en el nous (entendimiento), encargado
de imprimir orden al caos original, y en su tratado Sobre la naturaleza, del que apenas nos han
llegado algunos fragmentos, afirmó la divisibilidad indefinida del espacio y del tiempo.
Pero Anaxógoras no llevó su descubrimiento hasta sus últimas consecuencias: se quedó ahí,
en la causalidad del nous sin atribuirle ninguna causa final. Y esto será lo que le reprocharán
tanto Aristóteles como Platón. Por otra parte, el nous, aunque es de una materia sutilísima y
pura, en Anaxágoras no llega a ser inmaterial. Y es que estaba aún lejos la distinción entre
materia y espíritu. Con todo, justo es atribuirle un puesto importante en la elaboración del
monoteísmo griego.
De sus obras más importantes, Verdad y Sobre los dioses, se conservan sólo algunos
fragmentos. La doctrina de Protágoras ha sido interpretada, desde Platón (quien le dedicó un
diálogo, titulado Protágoras), como un relativismo que se expresaría en la célebre máxima de
que "el hombre es la medida de todas las cosas". Afirmaba que de los objetos conocemos no
lo que son, sino lo que nos parecen (no la esencia sino la apariencia), al tiempo que defendía
el carácter convencional de las normas morales.
Político y orador ateniense. Hijo de Jantipo, artífice de la victoria helena sobre los persas en la
batalla de Micala (479 a.C.), y de Agaristé, sobrina del prestigioso legislador ateniense
Clístenes y miembro de la familia aristocrática de los alcmeónidas, Pericles fue discípulo de
los filósofos Anaxágoras de Clazómenes, Protágoras de Abdera y Zenón de Elea. Movido por
su amor a las letras, financió en el 472 a.C. la representación de la tragedia de Esquilo Los
persas.
Hacia los treinta años, Pericles inició su carrera política dentro del partido democrático de
Efialtes y, cuando éste fue asesinado (461 a.C.), asumió su dirección e hizo aprobar por la
Asamblea de Atenas una serie de reformas que acentuaban el carácter democrático del Estado
ateniense, a pesar de la oposición de la oligarquía.
Nombrado estratego o jefe militar en el 454 a.C., Pericles consolidó la posición hegemónica
de Atenas en la Liga de Delos, confederación constituida por diversas ciudades griegas para
luchar contra los persas, y utilizó el tesoro de la Liga para construir la Acrópolis. A fin de
crear un imperio comercial, fomentó la expansión de colonias atenienses por el mar Egeo,
intensificó el programa de construcciones navales y, en el 448 a.C., convocó un congreso de
paz en el que participaron todas las polis helenas. A pesar del boicot de Esparta a esta
reunión, Atenas acabó firmando la paz con la ciudad doria dos
años más tarde (446 a.C.).
Filósofo griego. La vida de Gorgias, nacido hacia 487 a.C. en Lentini, Sicilia (vivió 108 años
en perfecta salud física), estuvo marcada por fuertes alternancias de éxitos y fracasos: viajó
por toda Grecia ejercitando con gran éxito el arte retórico, acumuló una ingente fortuna
económica y dirigió la formación de numerosos seguidores. Lo acompañó una merecida fama
de dialéctico capaz de desarrollar razonamientos aplastantes para sostener opiniones muy
alejadas del buen sentido y de los comunes valores; por ejemplo, que nada existe, su tesis más
célebre, o bien que Elena, la adúltera responsable de la guerra de Troya, no fue culpable.
Gorgias fue el más admirado maestro de retórica de la antigua sofística. Los sofistas,
literalmente los sabios, es el nombre que recibió un grupo de intelectuales que en la Atenas de
mediados del siglo V empezó a hacer del saber una profesión impartiendo, con gran escándalo
de los filósofos, lecciones de retórica y elocuencia a los
jóvenes de la clase dirigente que pretendían dedicarse a la
carrera política. Dado que la prestación de servicios
pagados estaba mal considerada por los ciudadanos
atenienses de buena condición social, los sofistas fueron
tratados con desprecio por la élite intelectual.
Los rasgos característicos de la figura de Gorgias que nos han sido transmitidos por los
testimonios clásicos se encuentran admirablemente fundidos en el diálogo platónico que se
titula justamente con su nombre. En Gorgias, Platón nos presenta al viejo retórico que, en la
cumbre de la fama y de la gloria, se jacta con solemnidad y suficiencia de su habilidad como
improvisador y exalta el poder maravilloso de la palabra, pero se niega a admitir que el justo
pueda echar de menos el conocimiento de la retórica. Son después sus discípulos Polo y,
sobre todo, Calicles, quienes, discutiendo con Sócrates, desarrollan con estricta lógica el
indiferentismo moral implícito en la posición de Gorgias.
El prestigio de Gorgias como padre de la retórica se basaba en el hecho de que fue el primer
teorizador de las reglas del buen escritor que fue oído y seguido. Su fama llegó al máximo
cuando, enviado como embajador a Atenas por sus conciudadanos, para solicitar ayuda contra
Siracusa, conquistó a los habitantes de la capital cultural de la Hélade, apasionados por sus
bellos discursos, con su palabra elocuente y persuasiva. Consiguió reunir tal fortuna con su
enseñanza que se hizo levantar en Delfos una estatua de oro macizo.
Como orador debe considerársele fundador de la oratoria llamada "epidíctica". Los discursos
que nos han sido conservados son: un Epitafio, un Olímpico, un Pítico, un Elogio de los
eleáticos, todos ellos en fragmentos. Nos queda, en cambio, el texto integro de los ejercicios
sofísticos, el Elogio de Elena y la Apología de Palamedes. En ellos, Gorgias hace ostentación
de su habilidad dialéctica. Respecto a la traición conyugal de Elena, que desencadenó la
guerra de Troya, Gorgias demuestra con una fuerte vena de ironía la no culpabilidad de la
imputada, argumentando que la mujer fue raptada contra su voluntad pero no con violencia,
sino a través del poder ejercido sobre ella por las palabras de su seductor. La influencia de
Gorgias sobre sus continuadores casi no tiene igual en la prosa antigua. Su discípulo e
imitador fue Isócrates, el gran orador ateniense del siglo IV. Su propensión al estilo
grandilocuente, adornado de expresiones poéticas y de figuras retóricas, constituyó el primer
ejemplo de prosa artística.
Menor importancia tiene Gorgias como filósofo. Escribió una obra titulada Sobre el no ser o
sobre la naturaleza, cuyo contenido doctrinal, basado en un escepticismo total, es conocido
por nosotros sobre todo por la exposición que de él hace el pequeño tratado Sobre Melisso,
Jenófanes y Gorgias, falsamente atribuido a Aristóteles. Se trata, posiblemente, de una obra
en la que Gorgias no expresaba puntos de vista personales, sino que polemizaba con los
eleáticos y denunciaba las inevitables consecuencias escépticas de esta filosofía.
Las tres tesis sostenidas por Gorgias en Sobre el no ser o sobre la naturaleza se encuentran
entre las más extremas de toda la entera tradición filosófica: 1) nada existe; 2) si algo
existiese, no podría ser conocido; 3) si algo existiese y pudiese ser conocido, no podría, en
cualquier caso, ser comunicado. Mucho se ha discutido sobre cómo interpretar ideas tan
alejadas del sentido común: ¿se trata de un ejemplo de osadía retórica, una especie de broma
dialéctica apta para desconcertar al auditorio, o bien Gorgias quería realmente sostener este
radical escepticismo cultural, metafísico y gnoseológico, es decir, relativo a la capacidad de
pensar, conocer y comunicar?
Nacido en el seno de una familia aristocrática, abandonó su vocación política por la Filosofía,
atraído por Sócrates. Siguió a éste durante veinte años y se enfrentó abiertamente a los
sofistas (Protágoras, Gorgias…). Tras la muerte de Sócrates (399 a. C.), se apartó
completamente de la política; no obstante, los temas políticos ocuparon siempre un lugar
central en su pensamiento, y llegó a concebir un modelo ideal de Estado. Viajó por Oriente y
el sur de Italia, donde entró en contacto con los discípulos de Pitágoras; luego pasó algún
tiempo prisionero de unos piratas, hasta que fue rescatado y pudo regresar a Atenas.
Allí fundó una escuela de Filosofía en el 387, situada en las afueras de la ciudad, junto al
jardín dedicado al héroe Academo, de donde procede el nombre de Academia. La Escuela,
una especie de secta de sabios organizada con sus
reglamentos, residencia de estudiantes, biblioteca, aulas y
seminarios especializados, fue el precedente y modelo de las
modernas instituciones universitarias.
A diferencia de Sócrates, que no dejó obra escrita, los trabajos de Platón se han conservado
casi completos y se le considera por ello el fundador de la Filosofía académica (a pesar de que
su obra es fundamentalmente un desarrollo del pensamiento socrático). La mayor parte están
escritos en forma de Diálogos, como los de La República, Las Leyes, El Banquete, Fedro o
Fedón.
El contenido de estos escritos es una especulación metafísica, pero con evidente orientación
práctica. El mundo del verdadero ser es el de las ideas, mientras que el mundo de las
apariencias que nos rodean está sometido a continuo cambio y degeneración. Igualmente, el
hombre es un compuesto de dos realidades distintas unidas accidentalmente: el cuerpo mortal
(relacionado con el mundo sensible) y el alma inmortal (perteneciente al mundo de las ideas,
que contempló antes de unirse al cuerpo). Este hombre dual sólo podría conseguir la felicidad
mediante un ejercicio continuado de la virtud para perfeccionar el alma; y la virtud
significaba, ante todo, la justicia, compendio armónico de las tres virtudes particulares, que
correspondían a los tres componentes del alma: sabiduría de la razón, fortaleza del ánimo y
templanza de los apetitos. El hombre auténtico será, para Platón, aquel que consiga vincularse
a las ideas a través del conocimiento, acto intelectual -y no de los sentidos- consistente en que
el alma recuerde el mundo de las ideas del cual procede.
Sin embargo, la completa realización de este ideal humano sólo puede realizarse en la vida
social de la comunidad política, donde el Estado da armonía y consistencia a las virtudes
individuales. El Estado ideal de Platón sería una República formada por tres clases de
ciudadanos -el pueblo, los guerreros y los filósofos-, cada una con su misión específica y sus
virtudes características: los filósofos serían los llamados a gobernar la comunidad, por poseer
la virtud de la sabiduría; mientras que los guerreros velarían por el orden y la defensa,
apoyándose en su virtud de la fortaleza; y el pueblo trabajaría en actividades productivas,
cultivando la templanza.
Las dos clases superiores vivirían en un régimen comunitario donde todo (bienes, hijos y
mujeres) pertenecería al Estado, dejando para el pueblo llano instituciones como la familia y
la propiedad privada; y sería el Estado el que se encargaría de la educación y de la selección
de los individuos en función de su capacidad y sus virtudes, para destinarlos a cada clase. La
justicia se lograría colectivamente cuando cada individuo se integrase plenamente en su papel,
subordinando sus intereses a los del Estado.
Platón intentó plasmar en la práctica sus ideas filosóficas, aceptando acompañar a su discípulo
Dión como preceptor y asesor del joven rey Dionisio II de Siracusa; el choque entre el
pensamiento idealista del filósofo y la cruda realidad de la política hizo fracasar el
experimento por dos veces (367 y 361 a. C.).
Sin embargo, las ideas de Platón siguieron influyendo -por sí o a través de su discípulo
Aristóteles- sobre toda la historia posterior del mundo occidental: su concepción dualista del
ser humano o la división de la sociedad en tres órdenes funcionales serían ideas recurrentes
del pensamiento europeo durante siglos. Al final de la Antigüedad, el platonismo se
enriqueció con la obra de Plotino y la escuela neoplatónica.