En un futuro no muy lejano, y luego de haber pasado muchos años
trabajando solo en lo más profundo de las montañas, un científico logró crear una máquina capaz de pensar y sentir igual que los humanos. Este doctor había comenzado con la idea de construir un robot, con el fin de tener a un asistente que pudiera ayudarle con los quehaceres de su laboratorio, que por cierto no eran pocos, además de crear un compañero de juegos con el cual compartir sus largas noches de trabajo. El científico, que ya se encontraba cansado de tanto pensar y trabajar en el funcionamiento del cerebro de esta máquina capaz de pensar y tener sentimientos, se apresuró en la construcción de un cuerpo robótico que le permitiera a su creación desplazarse libremente por el mundo, solo quería verlo moverse y terminar de una vez por todas con la tarea que tanto tiempo le había llevado. Comenzó a reunir algunas piezas de metal que podrían servirle para hacer los brazos, los pies, las manos y el cuerpo de su invento, además de algunos engranajes, cables y luces que darían vida a su nuevo compañero. Cuando logró juntar todas las piezas, por fin pudo encender a su amigo. Lo primero que el robot le dijo fue: - Hola, mi nombre es Laney y estoy aquí para ayudarte en todo lo que sea posible, pero principalmente, estoy aquí para acompañarte y ser tu amigo. El científico no podía más de la alegría, por fin había terminado su experimento y al parecer, no había falla alguna en él, saltaba de alegría mientras Laney lo miraba con cara de preocupación. - ¿Qué te sucede, porque me miras con esa cara de inquietud amigo mío? preguntó el científico. Laney contestó: - Lo que pasa, es que veo que tú saltas de alegría al verme por fin con vida, sin embargo y a pesar de que yo siento esa misma alegría, no sé por qué no puedo saltar como tú, solo puedo dar pequeños y cortos pasos. El científico se tomó la barbilla y sé rascó la cabeza, ¿podría ser que en verdad Laney no era un robot perfecto? Si no podía saltar, resultaría difícil para él poder jugar y ayudar con las tareas del laboratorio, pero como se 43 encontraba tan cansado decidió dejar de hacerse preguntas y se fue a descansar. A la mañana siguiente, el científico se levantó de la cama y le pidió a Laney si podía ayudarle a preparar el desayuno, mientras él buscaba unos planos que le hacían falta, Laney, muy contento le dijo que si, comenzó por calentar un poco de agua para prepararle un café al científico, luego tostó dos piezas de pan que encontró en la cocina, “Un huevo revuelto para acompañar el pan no estaría mal” pensó, pero al intentar alcanzar una sartén que se encontraba muy arriba en la cocina tuvo su primera dificultad, “Traeré una silla y me subiré a ella para alcanzarla” dijo. Intentó subirse a la silla pero por más que trató, no logró pararse sobre ella para alcanzar la sartén. Finalmente, Laney se dio por vencido y decidió hacer tostadas con mermelada, las que gustaron mucho al científico, el cual estaba cada vez más contento con su creación. Después de terminar de desayunar, el científico estaba tan feliz con el desayuno que había hecho su amigo que se acercó a él para abrazarlo, Laney intentó hacer lo mismo, pero se dio cuenta de algo que de inmediato le dijo al científico: -“Sabes, yo también quiero abrazarte, pero por alguna razón no puedo rodearte con mis brazos”, el científico no tomó mucha importancia a lo que el robot le dijo y pronto lo invito a jugar con él en el patio de la casa. Cuando se encontraban en el patio, el científico le propuso a Laney jugar tenis, ya que ese era uno de sus deportes favoritos, Laney era muy bueno jugando, ya que respondía con mucha precisión a las jugadas del científico. Todo iba bien, hasta que Laney perdió el primer punto y tuvo que acercarse a recoger la pelota, en ese momento se dio cuenta que le resultaba imposible inclinarse para tomar algo del suelo, el científico lo observó y se fijó en lo difícil que era para Laney agacharse, ¿Cómo podría mejorar a su robot?, ¿Qué le hacía falta a Laney para ser un compañero perfecto? Pensaba, hasta que por fin pudo identificar el problema de su amigo. 44 - ¡ARTICULACIONES! -gritó el científico- eso es lo que te hace falta para ser perfecto amigo mío, articulaciones, como pude pasar por alto ese gran detalle. - ¿Articulaciones? –Preguntó Laney- ¿y eso que es? - Las articulaciones son conexiones que colocaré en tus extremidades para que puedas hacer mejores movimientos y puedas desplazarte sin tanta dificultad de un lugar a otro – respondió el científico- ven conmigo al laboratorio y verás de lo que hablo. Laney, que aun no comprendía bien al científico, lo acompaño hasta su laboratorio, una vez allí, el científico trabajó toda la noche fabricando las piezas que permitirían a su robot moverse con más libertad. A la mañana siguiente Laney despertó y lo primero que vio fue sus nuevas extremidades, esta vez podía doblar sus brazos y tocar su cabeza, podía agacharse sin dificultad para recoger cosas del suelo, era capaz de subirse sobre cualquier superficie gracias a sus nuevas rodillas, el robot no podía estar más contento, tanto así, que dio un tremendo salto de alegría. Finalmente, se acerco al científico y la vez que por fin pudo darle un abrazo a su amigo le dijo: – Gracias por mis nuevas articulaciones, esta vez si podré ser un completo compañero de juegos. Fin