Abderramán I escapa de la matanza de los abasíes en el 750 en Damasco y se refugia en
el Magreb dentro de la tribu a la que pertenecía su madre, la Nafza. Su madre era bereber y en las primera época de la dominación del islam formó a pasar parte de los harenes de la aristocracia de Damasco. Desde allí tuvo contacto con los mawali (cliente sinónimo de vasallo) de su familia para pedirles información de la situación de al- Ándalus que era caótica por entonces. Él les dijo que debían apoyarle porque tenía pensado proclamarse emir independiente de los abasíes y tuvo el apoyo en todo momento. Así en el 755 desembarcó el Almuñécar y apoyado por los mawali llegó a Córdoba donde se proclamó, en la mezquita que era la mitad de San Vicente, en mayo del 756 emir independiente (de los abasíes) de al-Ándalus. Mantiene el mismo sistema administrativo instaurado desde el comienzo de la conquista. Córdoba era la capital y se considera territorio central. Alrededor de aquí se extendía un cinturón conocido como marcas, es decir, territorios fronterizos que protegían el espacio central donde estaba la capital. Hubo tres marcas: la superior cuya ciudad principal era Zaragoza; la media con capital en Toledo; la inferior abarcaba buena parte de lo que había sido la Lusitania romana y con capital en Mérida. Por su lado, el territorio central se dividía en tres partes: la central o al-Mawsat donde estaba Córdoba; la oriental o al-Sharq (significa el oriente) desde Murcia hasta Tortosa; la parte occidental o al-Gharb (el occidente). Todas, tanto el territorio central como las marcas se dividían en pequeñas provincias llamadas Coras (equivalente a un término municipal) y al frente había una ciudad más representativa y un walí que gobernaba cada cora por orden del emir que vivía en Córdoba. Dentro de Córdoba el emir se rodeaba de figuras políticas importantes, su mano derecha era el hajib (primer ministro); luego estaban los visires o wuzara (ministerios); luego estaban los cadíes que había varios, los cuales tuvieron mucha fuerza en la política (hubo revoluciones encabezadas por ellos) y aplicaban la ley, juzgaba y podía ejercer de gobernador. El emir era el que nombraba a los cadíes. En el tema anterior ya vimos cómo se reocupa la antigua ciudad visigoda, así como la mezquita aljama se establece en la mitad de San Vicente. Con la llegada de Abderramán I surge la necesidad de tener un lugar adecuado para la jutba del viernes a mediodía. No era posible que este emir pudiera compartir edificio con los cristianos como se estaba haciendo hasta entonces. La arquitectura es un arte de poder y Abderramán tenía que perpetuar su nombre en la historia y cuando ve que su poder está bien asentado y ha reunido el dinero suficiente comienzan a levantar una mezquita de nueva planta. No era concebible usar un edificio anterior y aun menos compartirlo con cristianos. En las excavaciones arqueológicas ha aparecido un nicho semicircular que pudo ser el mihrab que se hizo para adecuar San Vicente como Mezquita. Fue con Abderramán I cuando, según las fuentes, decidieron comprar la otra mitad de San Vicente y convertirla en mezquita aljama y construir un mihrab orientado al sur, usando como alminar un torreón del alcázar. Hasta casi 30 años después a finales de la década de 780 no construyeron una mezquita de nueva planta conocida como mezquita fundacional, más acorde con la magnificencia del emirato proclamado por el nuevo emir independiente. El Emir es un líder político, pero el califa es también religioso, por tanto ser emir independiente del califa abasí solo implica independencia política por lo que desde que llega a Córdoba no solo reúne dinero, sino que debe hacerse un nombre y asentar su dominio a través de esos mawali que en los distintos territorios de al-Ándalus defendían su labor y evitaban cualquier revuelta hasta que su nombre fue reconocido en todo el dar al-islam. Por ejemplo, se obtuvo un botín en una batalla contra los cristianos en Narbona que permitieron darle nombre a este deseo del emir de perpetuar su nombre y así manifestar su poder en todo el territorio del islam frente al califato enemigo. Depende de las fuentes, pero en torno al 786 comenzaron las obras de la mezquita aljama de nueva planta, de la que conocemos como mezquita fundacional. Finalizaron en el 788, año de fallecimiento del emir. Le faltan tres elementos fundamentales que luego habrá que construir su hijo (alminar, mida’a o pabellón de abluciones par la purificación menor o wudu y saqifas o tribunas para el rezo de las mujeros y niños). Tenemos información documental y también arqueológica, destacan las figuras de Ricardo Velázquez Bosco, pero no hay constancia gráfica de sus estudios, pero le debemos haber subido el nivel del suelo. Habrá que esperar a la década de 1930 cuando Félix Hernández Giménez excavara en distintas partes de la mezquita fundacional y obtener restos arqueológicos muy interesantes y sí documentó bien su trabajo con dibujos, descripciones y publicaciones. Su labor fue continuada por Pedro Marfil Ruiz que en su calidad de arqueólogo del cabildo de la catedral ha continuado la labor de documentación en distintas partes del edificio con la suerte de poder profundizar más. Félix intervino en la zona suroeste y encontró estructuras altomedievales cristianas, restos de muros que debieron formar parte del conjunto eclesiástico de San Vicente, como los restos de un mosaico de época visigoda. También se hicieron excavaciones en el patio con nuevos hallazgos de esta época altomedieval anterior a la llegada del islam. Pedro repitió las excavaciones y efectivamente pudo encontrar y estudiar con más detenimientos los restos encontrados por Félix, paramentos de mampostería y ladrillos con crismones, un ábside semicircular y restos de una cisterna rectangular. Al-Maqqari en sus Analectas explica muy bien la necesidad de la fundación de una mezquita de nueva planta, pero siempre debemos tener en cuenta que escribió en el siglo XV y XVI y en Egipto, muy distante en el tiempo y espacio. Viene a decir que los musulmanes estaban muy apretados para el rezo y con el aumento de la población y el establecimiento de la élite era fundamental un edificio nuevo solo para ellos, además la mezquita mayor tenía el techo demasiado bajo para el rezo. Realmente Abderramán decide hacerla por perpetuar su nombre y legitimar físicamente su poder independiente de los abasíes. Un gesto clarísimo de legitimar el califato omeya independiente de al- Ándalus. Dicen las fuentes que la mezquita fundacional se pudo construir tras el botín de la batalla de Narbona sobre los cristianos. Además, se usó material de acarreo visigodo y romano no solo de San Vicente, sino del resto de la ciudad. Así pudo construirse la mezquita en un momento económico no muy boyante y en apenas 2 años. La planta de la mezquita fundacional es casi cuadrada, mantiene la planta de mezquita tipo árabe, la mezquita dividida entre la sala de oración o haram y el patio o sahn. En este caso la sala de oración se dividía por 11 naves perpendiculares al muro de qibla con el mihrab. Se construyó con sillares de caliza dispuestos a soga y tizón, propio de la tradición tardorromana, además de permitir una buena trabazón del muro. En Córdoba esta piedra es muy mala porque la arenisca es de baja calidad. Tenía tres contrafuertes en los costados laterales y en el muro de quibla 11 contrafuertes uno para cada nave. Todo el edificio en su cierre estuvo coronado por merlones o almenas escalonadas un elementos que viene con Abderramán desde Siria de la antigua arquitectura asiria. Las crónicas dicen que tenía cuatro puertas: tres en los laterales del patio y una de acceso al haram. Solo se conservan dos, la puerta deanes y la Bab al-Wuzara (en el siglo IX se empieza a denominar en las crónicas como puerta de los visires), con la transformación del edificio en un templo cristiano se la llamó San Sebastián, porque Hernán Ruiz el Viejo construyó en frente el hospital de San Sebastián. También de San Esteban por la ubicación de la capilla al otro lado. Es la única de las cuatro que accedía al haram. Las otras dos no se conservan porque el primitivo muro norte fue derribado a mediados del siglo X y la puerta del lateral oriental tampoco porque fue derribada a finales del siglo X. En el interior encontramos, de abajo a arriba, el pavimento original era tierra batida de color almagra y estuvo cubierto por esterillas (para el rezo no pueden poner sus pies sobre el mundo terrenal). Serán fustes y basas de época romana los que usen para las 11 naves, es la única parte en la mezquita en la que se usaron columnas con basa. Usaron pequeños plintos debajo de las basas porque al ser material de acarreo todos los fustes no tenían la misma altura y debieron de equilibrarse. A pesar de que son todos distintos todos llevan collarino labrado. Los capiteles serán de dos tipos también reutilizados: de origen romano corintizante se usaron para la nave central y las colaterales al considerarse de mayor calidad y más decoración; los de labra visigoda se reservaron para las naves más alejadas de la central al considerarse menos decorativos. Sobre el capitel se usaron cimacios, que no son de época romana, sino muy usados en la arquitectura visigoda y se tomaron de acarreo por lo que podemos encontrar elementos decorativos de todo tipo, roleos vegetales, geométricos y cruces que se han intentado eliminar. El sentido del cimacio es dar mayor altura y aumentar la base para el pilar que se coloca a continuación. El segundo elemento es el modillón de rollos (orden: capitel, cimacio y modillón) como una ménsula que está decorada con rollos y aumenta también la anchura del cimacio para el pilar. Los pilares son muy anchos y requieren de una base ancha para asentarse. El arco inferior es de herradura o enjarjado porque sus salmeres forman parte del propio muro. Destaca la alternancia de piedra y ladrillo en las dovelas. El arco superior es de medio punto también con alternancia de dovelas. Todo iba recubierto de estuco y llevaba policromía. Sobre los arcos de medio punto hay un canal que permite la evacuación de agua que caía y expulsaba hacia el interior del patio y hacia el exterior del muro de quibla y sobre ese canal la techumbre original de madera cuya altura no es la original; porque en el siglo XVIII hubo que recrecer la altura de todo el edificio ya que el impacto del agua sobre la madera la fue deteriorando. El muro debió recrecer en un metro y medio para las nuevas bóvedas barrocas de cañizo y yeso. En el siglo XX, Félix decidió devolver a una parte el aspecto de la techumbre original y volvió a destruir las bóvedas. Eran techumbres a dos aguas para facilitar la expulsión del agua. Suponemos que la nave central tuvo mayor altura que las demás, igual que la nave central es más ancha que las demás. El muro de quibla de la mezquita fundacional no tiene la orientación adecuada, debía orientarse al sureste, pero se orientó al sur. Pudo ser por conservar la orientación de San Vicente, para otros es un recuerdo de Siria por parte del emir (allí queda al sur y es un gesto de añoranza). Pretendía respetar el urbanismo de la ciudad, esta es la teoría más aceptada, por lo que fue algo intencionado y que también ayudó a la celeridad de la obra. De este muro no queda nada porque fue derribado, pero conservamos los contrafuertes que sirvieron de enlace para la siguiente ampliación. Para Torres Balbás el mihrab debió ser semicircular y no sobresalía del muro de quibla según la excavación realizada en esta zona. En una excavación de Félix aparecieron restos de un nicho semicircular con restos de lo que fue un arquillo en forma de venera y decoración vegetal muy menuda de palmetas, y en opinión de algunos autores como Gómez Moreno pudo pertenecer a la decoración del mihrab. El tipo de planta que se utiliza nos recuerda a la mezquita omeya de Damasco y sobre todo a la mezquita al-Aqsa de Jerusalén. Autores como Juan Antonio Souto hacen hincapié en esta cuestión, pue sigue esta planta para legitimar el poder de la dinastía omeya de sus antepasados ya que fueron construcciones omeyas. Con la de Damasco difiere en la disposición de las naves, pero mantiene la división entre haram y sahn, también recuerda en la organización de los pórticos del sahn o riwaqs de doble arquería. En la mezquita al-Aqsa si se usan naves perpendiculares como en Córdoba y esta similitud es claramente un gesto decidido por parte del emir en la construcción del edificio como claro gesto de la legitimidad omeya. Si nos centramos en la puerta de la Bab al-Wuzara (a partir del siglo IX) podemos decir que está muy mal conservada por la propia orientación y por la acción de los agentes meteorológicos sobre la piedra, pero ha tenido que ser intervenida en todos los siglos de la historia, desde el siglo VIII hasta el XX. Desde el punto de vista estructural sigue un esquema tripartito, tres partes manifestadas por el vano adintelado de ingreso central y en los laterales hay sendos nichos rectangulares. Este esquema recuerda a los arcos de triunfo de época romana, antecedente claro en la puerta áurea del palacio de Diocleciano en Spalato a principios del siglo IV. Esto se repite en la arquitectura omeya de Siria. Es un esquema conmemorativo que marca poder y monumentalidad, y puesto que daba a la sala de oración debía dar un impacto distinto a las puertas que dieran al patio. Conserva decoración vegetal labrada, lo que pone de manifiesto el interés por dotarla de ese empaque al comunicar con el haram. Es una decoración vegetal labrada directamente sobre el sillar de piedra en forma piramidal, además es un tipo de labra a la que se ha incorporado yeso. Son motivos vegetales que presentan formas de gran tamaño, no podemos olvidar que asistimos a la primera manifestación de la plástica andalusí y todavía queda un proceso de evolución. Podemos compararlo con Siria de nuevo con restos de palacios del desierto. El vano de acceso es adintelado con arco de herradura de descarga, en detalle resulta que en el intradós y en el tímpano tenemos restos de una inscripción cúfica (trazos muy rectilíneos). Esta nos dice que el emir Muhammad I entre los años 855/856 restauró esta puerta y otras partes de la mezquita. Nos damos cuenta de que la decoración vegetal de las dovelas y las bandas decorativas que rodean el extradós y el alfiz del arco son posteriores al siglo VIII, pues es mucho más elaborada y rica. En los sillares usados sobre el alfiz vemos que hay una galería de arcos de herradura ciegos y entre ellos unos paños con decoración vegetal labrada igual a la de las dovelas del arco. La restauración afectó al arco, al alfiz, seguramente al dintel y también a la galería superior ciega, en concreto a esos entrepaños. De finales del siglo VIII también quedan los vanos situados sobre los nichos laterales, también eran de herradura. El tejaroz en voladizo o matacán está sostenido por modillones de rollos, según el estudio de Pedro Marfil es una intervención posterior, de época de Abderramán II. Así que la puerta se construye a finales del VIII, pertenece a la mezquita fundacional, momento en el que se estructura el esquema tripartito y todo lo que hemos dicho. En época cristiana, desde el siglo XVI, Hernán Ruiz I ya intervino en esta puerta y añade molinaza. En los siglos XVII-XIX se retocaron las jambas y el dintel, entre otros. Es la puerta más antigua que se conserva de la mezquita aljama de Córdoba. La puerta de los deanes es la que abre en el lateral occidental del patio. Unos autores la adscriben al periodo de Abderramán I o para otros como Juan Antonio Souto con Abderramán II. Según los estudios de Pedro Marfil se abriría con Abderramán I y con su hijo Hisham I se retocó. Es un puerta adintelada con un arco de herradura de descarga. Las intervenciones del emir Hisham I a la muerte de su padre Cuando Abderramán muere en el 788 la mezquita está terminada salvo tres elementos esenciales. Será su hijo Hisham quien termine las obras y dote al edificio de estos tres elementos necesarios para el funcionamiento del edificio. No era el hijo primogénito, pero por su carácter piadoso y bondadoso es elegido. Su sobrenombre es al-Ridà (el elegido por su padre, las fuentes hacen mucho hincapié de este carácter). Construye un pabellón de abluciones o mida’a, es decir, una edificación de tamaño vario que comprende una serie de pilas donde el musulmán se puede lavar para realizar la ablución menor, así como una serie de letrinas. No es un haman ni tiene espacios para el baño completo. Nos e conserva pero lo sabemos pro las fuentes, como las de Ibn Idari, estaba junto al muro oriental de la sala de oración. Además ha sido excavada por Félix Hernández a principios de 1930-36 y halló los restos de la mida’a y también los restos de una calle del siglo X de época de Al-Hakam II que fue la que derribó la mida’a (ya habría otras dos), restos de la fachada oriental, restos de una puerta de esa fachada abierta en época emiral. Encontró de la mida’a restos de pequeñas fuentes y letrinas, pocos restos. Esta excavación la repitió Pedro Marfil en el 1998 y completó el trabajo de Félix, al cubrir el espacio se colocaron rejillas de madera en el suelo, respiraderos para airear la excavación. El segundo elementos fundamental fue la saqifa norte, la tribuna y galería reservados para el rezo de mujeres y niños. Solo tenemos una referencia documental de Ibn Idari, dice que se hizo al norte del oratorio, sin especificar en que parte del oratorio. En ninguna excavación se han localizado cimientos, por lo que sería una construcción en alto. Es complicado pensar que se construyó en el muro norte porque ahí estaba la fachada de acceso. Se hizo en el muro norte del patio hacia el interior en alto para no cortar el paso. En todo el estudio de Pedro Marfil ha podido documentar sillares fechados en esta época a finales del siglo VIII; es probable que también hubiese saqifas en alto en los laterales del patio. El siguiente elemento fue el alminar, también se descubrió con Félix en la década de los 30, concretamente descubrió la cimentación en el 1934, solo eso porque se derribó con Abderramán III califa junto con el muro norte. Marfil documentó que Félix se había equivocado en la ubicación del alminar, este último situó el alminar por fuera del muro norte, pero Pedro dijo que se construyó hacia el interior y la saqifa quedaba dividida. Félix hizo un dibujo ilustrativo y determinó que tenía planta cuadrada con seis metros de lado y construido con sillares de caliza dispuestos a soga y tizón, en su interior machón central también cuadrado. Alrededor del machón una escalera de caracol para que subiera el almuédano. En el dibujo se ve un alzado de dos cuerpos, el inferior más ancho y elevado y el segundo está rematado por merlones escalonados. Tendría vanos, solo practicables en uno. Se haría entre el 788 y 796.
Ocaña Jiméneez (M.) - Precisiones Sobre La Historia de La Mezquita de Córdoba (Cuadernos de Estudios Medievales y Ciencias y Técnicas Historiográficas 4-5, Grenade 1979, 275-282)