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TEMA 3: Emirato Omeya Independiente (756-929)

Abderramán I escapa de la matanza de los abasíes en el 750 en Damasco y se refugia en


el Magreb dentro de la tribu a la que pertenecía su madre, la Nafza. Su madre era
bereber y en las primera época de la dominación del islam formó a pasar parte de los
harenes de la aristocracia de Damasco. Desde allí tuvo contacto con los mawali (cliente
sinónimo de vasallo) de su familia para pedirles información de la situación de al-
Ándalus que era caótica por entonces. Él les dijo que debían apoyarle porque tenía
pensado proclamarse emir independiente de los abasíes y tuvo el apoyo en todo
momento. Así en el 755 desembarcó el Almuñécar y apoyado por los mawali llegó a
Córdoba donde se proclamó, en la mezquita que era la mitad de San Vicente, en mayo
del 756 emir independiente (de los abasíes) de al-Ándalus.
Mantiene el mismo sistema administrativo instaurado desde el comienzo de la
conquista. Córdoba era la capital y se considera territorio central. Alrededor de aquí se
extendía un cinturón conocido como marcas, es decir, territorios fronterizos que
protegían el espacio central donde estaba la capital. Hubo tres marcas: la superior cuya
ciudad principal era Zaragoza; la media con capital en Toledo; la inferior abarcaba
buena parte de lo que había sido la Lusitania romana y con capital en Mérida. Por su
lado, el territorio central se dividía en tres partes: la central o al-Mawsat donde estaba
Córdoba; la oriental o al-Sharq (significa el oriente) desde Murcia hasta Tortosa; la
parte occidental o al-Gharb (el occidente). Todas, tanto el territorio central como las
marcas se dividían en pequeñas provincias llamadas Coras (equivalente a un término
municipal) y al frente había una ciudad más representativa y un walí que gobernaba
cada cora por orden del emir que vivía en Córdoba.
Dentro de Córdoba el emir se rodeaba de figuras políticas importantes, su mano derecha
era el hajib (primer ministro); luego estaban los visires o wuzara (ministerios); luego
estaban los cadíes que había varios, los cuales tuvieron mucha fuerza en la política
(hubo revoluciones encabezadas por ellos) y aplicaban la ley, juzgaba y podía ejercer de
gobernador. El emir era el que nombraba a los cadíes.
En el tema anterior ya vimos cómo se reocupa la antigua ciudad visigoda, así como la
mezquita aljama se establece en la mitad de San Vicente. Con la llegada de Abderramán
I surge la necesidad de tener un lugar adecuado para la jutba del viernes a mediodía. No
era posible que este emir pudiera compartir edificio con los cristianos como se estaba
haciendo hasta entonces. La arquitectura es un arte de poder y Abderramán tenía que
perpetuar su nombre en la historia y cuando ve que su poder está bien asentado y ha
reunido el dinero suficiente comienzan a levantar una mezquita de nueva planta. No era
concebible usar un edificio anterior y aun menos compartirlo con cristianos. En las
excavaciones arqueológicas ha aparecido un nicho semicircular que pudo ser el mihrab
que se hizo para adecuar San Vicente como Mezquita.
Fue con Abderramán I cuando, según las fuentes, decidieron comprar la otra mitad de
San Vicente y convertirla en mezquita aljama y construir un mihrab orientado al sur,
usando como alminar un torreón del alcázar. Hasta casi 30 años después a finales de la
década de 780 no construyeron una mezquita de nueva planta conocida como mezquita
fundacional, más acorde con la magnificencia del emirato proclamado por el nuevo emir
independiente. El Emir es un líder político, pero el califa es también religioso, por tanto
ser emir independiente del califa abasí solo implica independencia política por lo que
desde que llega a Córdoba no solo reúne dinero, sino que debe hacerse un nombre y
asentar su dominio a través de esos mawali que en los distintos territorios de al-Ándalus
defendían su labor y evitaban cualquier revuelta hasta que su nombre fue reconocido en
todo el dar al-islam. Por ejemplo, se obtuvo un botín en una batalla contra los cristianos
en Narbona que permitieron darle nombre a este deseo del emir de perpetuar su nombre
y así manifestar su poder en todo el territorio del islam frente al califato enemigo.
Depende de las fuentes, pero en torno al 786 comenzaron las obras de la mezquita
aljama de nueva planta, de la que conocemos como mezquita fundacional. Finalizaron
en el 788, año de fallecimiento del emir. Le faltan tres elementos fundamentales que
luego habrá que construir su hijo (alminar, mida’a o pabellón de abluciones par la
purificación menor o wudu y saqifas o tribunas para el rezo de las mujeros y niños).
Tenemos información documental y también arqueológica, destacan las figuras de
Ricardo Velázquez Bosco, pero no hay constancia gráfica de sus estudios, pero le
debemos haber subido el nivel del suelo. Habrá que esperar a la década de 1930 cuando
Félix Hernández Giménez excavara en distintas partes de la mezquita fundacional y
obtener restos arqueológicos muy interesantes y sí documentó bien su trabajo con
dibujos, descripciones y publicaciones. Su labor fue continuada por Pedro Marfil Ruiz
que en su calidad de arqueólogo del cabildo de la catedral ha continuado la labor de
documentación en distintas partes del edificio con la suerte de poder profundizar más.
Félix intervino en la zona suroeste y encontró estructuras altomedievales cristianas,
restos de muros que debieron formar parte del conjunto eclesiástico de San Vicente,
como los restos de un mosaico de época visigoda. También se hicieron excavaciones en
el patio con nuevos hallazgos de esta época altomedieval anterior a la llegada del islam.
Pedro repitió las excavaciones y efectivamente pudo encontrar y estudiar con más
detenimientos los restos encontrados por Félix, paramentos de mampostería y ladrillos
con crismones, un ábside semicircular y restos de una cisterna rectangular.
Al-Maqqari en sus Analectas explica muy bien la necesidad de la fundación de una
mezquita de nueva planta, pero siempre debemos tener en cuenta que escribió en el
siglo XV y XVI y en Egipto, muy distante en el tiempo y espacio. Viene a decir que los
musulmanes estaban muy apretados para el rezo y con el aumento de la población y el
establecimiento de la élite era fundamental un edificio nuevo solo para ellos, además la
mezquita mayor tenía el techo demasiado bajo para el rezo. Realmente Abderramán
decide hacerla por perpetuar su nombre y legitimar físicamente su poder independiente
de los abasíes. Un gesto clarísimo de legitimar el califato omeya independiente de al-
Ándalus.
Dicen las fuentes que la mezquita fundacional se pudo construir tras el botín de la
batalla de Narbona sobre los cristianos. Además, se usó material de acarreo visigodo y
romano no solo de San Vicente, sino del resto de la ciudad. Así pudo construirse la
mezquita en un momento económico no muy boyante y en apenas 2 años.
La planta de la mezquita fundacional es casi cuadrada, mantiene la planta de mezquita
tipo árabe, la mezquita dividida entre la sala de oración o haram y el patio o sahn. En
este caso la sala de oración se dividía por 11 naves perpendiculares al muro de qibla con
el mihrab. Se construyó con sillares de caliza dispuestos a soga y tizón, propio de la
tradición tardorromana, además de permitir una buena trabazón del muro. En Córdoba
esta piedra es muy mala porque la arenisca es de baja calidad. Tenía tres contrafuertes
en los costados laterales y en el muro de quibla 11 contrafuertes uno para cada nave.
Todo el edificio en su cierre estuvo coronado por merlones o almenas escalonadas un
elementos que viene con Abderramán desde Siria de la antigua arquitectura asiria.
Las crónicas dicen que tenía cuatro puertas: tres en los laterales del patio y una de
acceso al haram. Solo se conservan dos, la puerta deanes y la Bab al-Wuzara (en el siglo
IX se empieza a denominar en las crónicas como puerta de los visires), con la
transformación del edificio en un templo cristiano se la llamó San Sebastián, porque
Hernán Ruiz el Viejo construyó en frente el hospital de San Sebastián. También de San
Esteban por la ubicación de la capilla al otro lado. Es la única de las cuatro que accedía
al haram. Las otras dos no se conservan porque el primitivo muro norte fue derribado a
mediados del siglo X y la puerta del lateral oriental tampoco porque fue derribada a
finales del siglo X.
En el interior encontramos, de abajo a arriba, el pavimento original era tierra batida de
color almagra y estuvo cubierto por esterillas (para el rezo no pueden poner sus pies
sobre el mundo terrenal). Serán fustes y basas de época romana los que usen para las 11
naves, es la única parte en la mezquita en la que se usaron columnas con basa. Usaron
pequeños plintos debajo de las basas porque al ser material de acarreo todos los fustes
no tenían la misma altura y debieron de equilibrarse. A pesar de que son todos distintos
todos llevan collarino labrado. Los capiteles serán de dos tipos también reutilizados: de
origen romano corintizante se usaron para la nave central y las colaterales al
considerarse de mayor calidad y más decoración; los de labra visigoda se reservaron
para las naves más alejadas de la central al considerarse menos decorativos.
Sobre el capitel se usaron cimacios, que no son de época romana, sino muy usados en la
arquitectura visigoda y se tomaron de acarreo por lo que podemos encontrar elementos
decorativos de todo tipo, roleos vegetales, geométricos y cruces que se han intentado
eliminar. El sentido del cimacio es dar mayor altura y aumentar la base para el pilar que
se coloca a continuación. El segundo elemento es el modillón de rollos (orden: capitel,
cimacio y modillón) como una ménsula que está decorada con rollos y aumenta también
la anchura del cimacio para el pilar. Los pilares son muy anchos y requieren de una base
ancha para asentarse. El arco inferior es de herradura o enjarjado porque sus salmeres
forman parte del propio muro. Destaca la alternancia de piedra y ladrillo en las dovelas.
El arco superior es de medio punto también con alternancia de dovelas. Todo iba
recubierto de estuco y llevaba policromía. Sobre los arcos de medio punto hay un canal
que permite la evacuación de agua que caía y expulsaba hacia el interior del patio y
hacia el exterior del muro de quibla y sobre ese canal la techumbre original de madera
cuya altura no es la original; porque en el siglo XVIII hubo que recrecer la altura de
todo el edificio ya que el impacto del agua sobre la madera la fue deteriorando. El muro
debió recrecer en un metro y medio para las nuevas bóvedas barrocas de cañizo y yeso.
En el siglo XX, Félix decidió devolver a una parte el aspecto de la techumbre original y
volvió a destruir las bóvedas. Eran techumbres a dos aguas para facilitar la expulsión
del agua. Suponemos que la nave central tuvo mayor altura que las demás, igual que la
nave central es más ancha que las demás.
El muro de quibla de la mezquita fundacional no tiene la orientación adecuada, debía
orientarse al sureste, pero se orientó al sur. Pudo ser por conservar la orientación de San
Vicente, para otros es un recuerdo de Siria por parte del emir (allí queda al sur y es un
gesto de añoranza). Pretendía respetar el urbanismo de la ciudad, esta es la teoría más
aceptada, por lo que fue algo intencionado y que también ayudó a la celeridad de la
obra.
De este muro no queda nada porque fue derribado, pero conservamos los contrafuertes
que sirvieron de enlace para la siguiente ampliación. Para Torres Balbás el mihrab debió
ser semicircular y no sobresalía del muro de quibla según la excavación realizada en
esta zona. En una excavación de Félix aparecieron restos de un nicho semicircular con
restos de lo que fue un arquillo en forma de venera y decoración vegetal muy menuda
de palmetas, y en opinión de algunos autores como Gómez Moreno pudo pertenecer a la
decoración del mihrab.
El tipo de planta que se utiliza nos recuerda a la mezquita omeya de Damasco y sobre
todo a la mezquita al-Aqsa de Jerusalén. Autores como Juan Antonio Souto hacen
hincapié en esta cuestión, pue sigue esta planta para legitimar el poder de la dinastía
omeya de sus antepasados ya que fueron construcciones omeyas. Con la de Damasco
difiere en la disposición de las naves, pero mantiene la división entre haram y sahn,
también recuerda en la organización de los pórticos del sahn o riwaqs de doble arquería.
En la mezquita al-Aqsa si se usan naves perpendiculares como en Córdoba y esta
similitud es claramente un gesto decidido por parte del emir en la construcción del
edificio como claro gesto de la legitimidad omeya.
Si nos centramos en la puerta de la Bab al-Wuzara (a partir del siglo IX) podemos decir
que está muy mal conservada por la propia orientación y por la acción de los agentes
meteorológicos sobre la piedra, pero ha tenido que ser intervenida en todos los siglos de
la historia, desde el siglo VIII hasta el XX. Desde el punto de vista estructural sigue un
esquema tripartito, tres partes manifestadas por el vano adintelado de ingreso central y
en los laterales hay sendos nichos rectangulares. Este esquema recuerda a los arcos de
triunfo de época romana, antecedente claro en la puerta áurea del palacio de Diocleciano
en Spalato a principios del siglo IV. Esto se repite en la arquitectura omeya de Siria. Es
un esquema conmemorativo que marca poder y monumentalidad, y puesto que daba a la
sala de oración debía dar un impacto distinto a las puertas que dieran al patio.
Conserva decoración vegetal labrada, lo que pone de manifiesto el interés por dotarla de
ese empaque al comunicar con el haram. Es una decoración vegetal labrada
directamente sobre el sillar de piedra en forma piramidal, además es un tipo de labra a la
que se ha incorporado yeso. Son motivos vegetales que presentan formas de gran
tamaño, no podemos olvidar que asistimos a la primera manifestación de la plástica
andalusí y todavía queda un proceso de evolución. Podemos compararlo con Siria de
nuevo con restos de palacios del desierto. El vano de acceso es adintelado con arco de
herradura de descarga, en detalle resulta que en el intradós y en el tímpano tenemos
restos de una inscripción cúfica (trazos muy rectilíneos). Esta nos dice que el emir
Muhammad I entre los años 855/856 restauró esta puerta y otras partes de la mezquita.
Nos damos cuenta de que la decoración vegetal de las dovelas y las bandas decorativas
que rodean el extradós y el alfiz del arco son posteriores al siglo VIII, pues es mucho
más elaborada y rica. En los sillares usados sobre el alfiz vemos que hay una galería de
arcos de herradura ciegos y entre ellos unos paños con decoración vegetal labrada igual
a la de las dovelas del arco. La restauración afectó al arco, al alfiz, seguramente al dintel
y también a la galería superior ciega, en concreto a esos entrepaños. De finales del siglo
VIII también quedan los vanos situados sobre los nichos laterales, también eran de
herradura.
El tejaroz en voladizo o matacán está sostenido por modillones de rollos, según el
estudio de Pedro Marfil es una intervención posterior, de época de Abderramán II. Así
que la puerta se construye a finales del VIII, pertenece a la mezquita fundacional,
momento en el que se estructura el esquema tripartito y todo lo que hemos dicho. En
época cristiana, desde el siglo XVI, Hernán Ruiz I ya intervino en esta puerta y añade
molinaza. En los siglos XVII-XIX se retocaron las jambas y el dintel, entre otros. Es la
puerta más antigua que se conserva de la mezquita aljama de Córdoba.
La puerta de los deanes es la que abre en el lateral occidental del patio. Unos autores la
adscriben al periodo de Abderramán I o para otros como Juan Antonio Souto con
Abderramán II. Según los estudios de Pedro Marfil se abriría con Abderramán I y con
su hijo Hisham I se retocó. Es un puerta adintelada con un arco de herradura de
descarga.
 Las intervenciones del emir Hisham I a la muerte de su padre
Cuando Abderramán muere en el 788 la mezquita está terminada salvo tres elementos
esenciales. Será su hijo Hisham quien termine las obras y dote al edificio de estos tres
elementos necesarios para el funcionamiento del edificio. No era el hijo primogénito,
pero por su carácter piadoso y bondadoso es elegido. Su sobrenombre es al-Ridà (el
elegido por su padre, las fuentes hacen mucho hincapié de este carácter).
Construye un pabellón de abluciones o mida’a, es decir, una edificación de tamaño
vario que comprende una serie de pilas donde el musulmán se puede lavar para realizar
la ablución menor, así como una serie de letrinas. No es un haman ni tiene espacios para
el baño completo. Nos e conserva pero lo sabemos pro las fuentes, como las de Ibn
Idari, estaba junto al muro oriental de la sala de oración. Además ha sido excavada por
Félix Hernández a principios de 1930-36 y halló los restos de la mida’a y también los
restos de una calle del siglo X de época de Al-Hakam II que fue la que derribó la mida’a
(ya habría otras dos), restos de la fachada oriental, restos de una puerta de esa fachada
abierta en época emiral. Encontró de la mida’a restos de pequeñas fuentes y letrinas,
pocos restos. Esta excavación la repitió Pedro Marfil en el 1998 y completó el trabajo de
Félix, al cubrir el espacio se colocaron rejillas de madera en el suelo, respiraderos para
airear la excavación.
El segundo elementos fundamental fue la saqifa norte, la tribuna y galería reservados
para el rezo de mujeres y niños. Solo tenemos una referencia documental de Ibn Idari,
dice que se hizo al norte del oratorio, sin especificar en que parte del oratorio. En
ninguna excavación se han localizado cimientos, por lo que sería una construcción en
alto. Es complicado pensar que se construyó en el muro norte porque ahí estaba la
fachada de acceso. Se hizo en el muro norte del patio hacia el interior en alto para no
cortar el paso. En todo el estudio de Pedro Marfil ha podido documentar sillares
fechados en esta época a finales del siglo VIII; es probable que también hubiese saqifas
en alto en los laterales del patio.
El siguiente elemento fue el alminar, también se descubrió con Félix en la década de los
30, concretamente descubrió la cimentación en el 1934, solo eso porque se derribó con
Abderramán III califa junto con el muro norte. Marfil documentó que Félix se había
equivocado en la ubicación del alminar, este último situó el alminar por fuera del muro
norte, pero Pedro dijo que se construyó hacia el interior y la saqifa quedaba dividida.
Félix hizo un dibujo ilustrativo y determinó que tenía planta cuadrada con seis metros
de lado y construido con sillares de caliza dispuestos a soga y tizón, en su interior
machón central también cuadrado. Alrededor del machón una escalera de caracol para
que subiera el almuédano. En el dibujo se ve un alzado de dos cuerpos, el inferior más
ancho y elevado y el segundo está rematado por merlones escalonados. Tendría vanos,
solo practicables en uno. Se haría entre el 788 y 796.

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