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Llaura Bó Página 1 de 7 31/5/2017

Margaret Mahler
y su abordaje de los pacientes fronterizos1

1. Breve contextualización de su obra:

Margaret Mahler era Pediatra de formación y su obra se enmarca dentro del


psicoanálisis norteamericano, reconociéndose como seguidora de Anna
Freud y Hartmann, partidaria entonces de la “psicología del yo”. Sus
estudios se centran en el desarrollo infantil, tomando como eje central las
relaciones de objeto tempranas: particularmente el vínculo diádico madre-
bebe.

Para Mahler desde el nacimiento se dan sucesivas etapas en el desarrollo


del bebé, algunas con sub-fases particulares. Son estas fases las que
conducen al niño desde la fusión a la separación-individuación. Estas son:

a) autista
b) simbiótica
c) separación- individuación

Al tratarse de una teoría del desarrollo evolutivo, la podemos enmarcar


desde el nacimiento hasta los 3 años de edad.

A pesar de la superación exitosa de estas fases, Mahler considera que el


individuo lucha durante toda su vida entre un deseo de fusión simbiótica
con la madre (objeto primario) y su concomitante intento de individuación
que lo impulsa a la separación de dicho objeto.

Es menester destacar que sus conceptualizaciones no son producto


únicamente de lo que comprendemos como investigación psicoanalítica
clásica (desde la reconstrucción clínica), sino que utiliza además un método
de observación experimental (observaciones sistemáticas y directas de la
interacción madre- hijo en condiciones estandarizadas) con el que busca
corroborar sus hipótesis.

1
Resumen realizado para la Reunión de Formación Docente de la Cátedra de
Psicopatologia de la Facultad de Psicología de la U.DE.LA.R.. – Autoras: Laura Bó, María
Carbajal, Mercedes Couso, Alejandra Gutiérrez, Mónica Rossi. – Setiembre 2001.

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Desde sus desarrollos teóricos postula un replanteo clínico: un método de


terapia tri-partita que incluirá al niño y su madre. Esta metodología es
conocida como “terapia simbiótica correctiva”, y buscará reproducir con el
terapeuta en presencia de la madre una simbiosis que ofrezca las
condiciones necesarias para la correcta evolución de la simbiosis original
fallida.

Entiende el conflicto psíquico como una lucha entre el deseo de fusión


simbiótica con el objeto y el impulso a la separación - individuación.

Sus trabajos se centraron principalmente en el tratamiento de las psicosis


infantiles, describiendo por vez primera el cuadro de: psicosis simbiótica,
producida por una regresión patológica a la fase de simbiosis normal.
Para esta autora la maduración biológica es determinante en el crecimiento
mental (perspectiva etológica), entendiendo a los fenómenos motores y
gestuales como forma de comprensión de los sucesos intrapsíquicos del
bebe. Pero en el crecimiento del niño, es de fundamental importancia la
conducta de la madre para dar respuesta a las necesidades del niño, y
favorecer su autonomía; la madre es entendida como un “molde”.

Por último, resta señalar que en su obra no toma en cuenta la pulsión de


muerte, ni el narcisismo para explicar el desarrollo del infante; así como no
entiende como preponderante el lugar de las fantasías y deseos icc, ni la
lucha pulsional. Siendo en cambio, la ansiedad de separación central para la
vida psíquica.

2. Breve resumen del desarrollo del infante:

Para Malher el nacimiento psi, no coincidiría con el nacimiento biológico,


entendiendo que los primeros meses de vida serían una prolongación del
estado intrauterino; resaltando asi la indefensión del bebé humano, en tanto
su única posibilidad de supervivencia se halla en el vínculo con la madre.
Postula la presencia de una “presión maduracional” que lo llevaría al pasaje
de una fase a otra.

a) Fase autista: (primer mes de vida) se trata de un estado de


somnolencia, donde la vida psi casi no existiría, y el bebé no se
relacionaría con objetos externos. Interesa su equilibrio fisiológico, con
la satisfacción de sus necesidades biológicas y la realización alucinatoria
de deseos. Se correspondería a la etapa de narcisismo descripta por
Freud.

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b) Fase de simbiosis: (3 a 10 meses)caracterizada por una fusión ilusoria


y omnipotente del bebé con la madre. La representación del self del niño
y de la madre estarían incluidos en un límite común. De aquí derivaría el
deseo perpetuo del sujeto de volver a este estado de indiferenciación
con el objeto. Esta fase estaría gobernada por el principio de placer-
displacer, en tanto el bebé incluye en la órbita simbiótica las
experiencias placenteras, y proyecta fuera de ésta a las displacenteras.

c) Fase de separación – individuación: aquí lo esencial sería el


surgimiento de la conciencia de su separación respecto del objeto. Esta
separación es la salida de la simbiosis, en tanto la individuación se
entiende como la asunción del niño de sus características personales.
Dado el paralelismo que la autora establece entre la maduración
biológica y el desarrollo psi, se entiende que en este proceso el acceso a
la locomoción cobra especial relevancia ya que le brinda al niño la
posibilidad de separarse físicamente de la madre, lo que le brindará la
capacidad de lograr cierta conciencia de separación. La tolerancia a la
separación, asi como la conciencia de la existencia del objeto sin su
presencia, permitirá el establecimiento de la constancia objetal
intrapsíquica.
Esta fase se divide a su vez en sub-fases, a saber:

i. Desplazamiento parcial de catexis: (entre los 10-18


meses) se trata del comienzo de la adquisición de la
locomoción
ii. Eclosión: desplazamiento masivo de catexis, que desde la
esfera simbiótica se retira para fijarse en los “aparatos
autónomos del sí mismo” y de las funciones del yo (tales
como: locomoción, percepción y aprendizaje).
iii. Ejercitación: el pequeño se concentraría en el dominio de
sus nuevas destrezas (la locomoción) y facultades autónomas.
Sería el advenimiento de la “aventura amorosa con el mundo”
y alcanza la experiencia del nacimiento Psicológico, “salida del
cascarón”.
En esta subfase de separación- individuación se producen dos
procesos intrapsíquicos, los cuales se entrelazan aunque no
siempre de forma sincronizada: la indviduación (autonomía
intrapsíquica) y el proceso de separación intrapsíquico (supone
la diferenciación, la estructuración de fronteras y desligarse
de la madre).
iv. Reacercamiento: (entre quince y veinticinco meses) luego
de haber adquirido mayor conciencia de sí mismo separado, el
infante experimentaría la necesidad de buscar “Intimidad”

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nuevamente con su madre, necesidad que habría quedado en


“suspenso” durante el período de ejercitación. Presentan
ahora reacciones frente a la separación. Es importante que en
esta subfase aparezcan afectos moderados y filtrados por el
yo y que exista un predominio del amor por sobre la agresión.

Estas cuatro sub-fases no son forzosamente evolutivas, sino que se


superponen unas a otras. Las dos primeras en realidad, posibilitarían el
desarrollo de la 3° y 4° que serían el punto culmine posible de éstas,
siendo por tanto etapas transitorias.

Es durante el desarrollo de esta 3° fase, donde cobra vital importancia la


accesibilidad de la madre tolerando y estimulando la ejercitación a la vez
que permitiendo el reacercamiento necesario.
En esta crisis del reacercamiento quedan libre partes del yo autónomo que
luego ayudarán a progresar hacia la constancia libidinal objetal.

Finalmente, durante el conflicto edípico cobra relevancia la identificación


lograda, como forma de calmar la ansiedad de separación, en el marco de la
crisis del acercamiento. El complejo de Edipo, es ubicado entonces con
anterioridad a lo descripto por Freud, y su desenlace estaría pautado por el
funcionamiento previo que tuvo con la madre.

Si el proceso intrapsíquico de separación-individuación no se desarrollase


de forma gradual, acompañado de una modulación del yo, el objeto es
vivido e introyectado como un cuerpo extraño, no pudiendo ser asimilado.
En el intento de expulsar ese objeto “malo”, aparecen afectos derivados de
la pulsión agresiva y una tendencia a identificar la representación del sí
mismo con el objeto malo introyectado o confundirla con él.
Si esta situación continúa durante la etapa del reacercamiento, puede
invadir al objeto bueno y suprimirlo, al igual que la representación buena de
sí mismo.

3. Su abordaje de la patología fronteriza:

La patología sería producto de una perturbación en el establecimiento de los


límites entre el self del bebé y el medio (la madre). La responsabilidad recae
en gran medida en la actitud de la madre, en tanto ésta pueda ofrecerse
para una adecuada simbiosis y luego tolerar el proceso de
separación– individuación.

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Margaret Mahler explica la patología fronteriza entendiendo que existiría una


dificultad en la integración e internalización de la imagen de la madre buena
simbiótica con la madre peligrosa y engolfante que se forma por la
ambivalencia: luego del proceso de ejercitación dentro de la fase de
separación-individuación. Existirían entonces 2 imagos maternas, que para
el paciente fronterizo serán difíciles de integrar.

Existirían además factores a considerar que habrían de crear rasgos


fronterizos en el desarrollo de la personalidad, como ser puntos de fijación
tempranos que favorezcan una regresión patológica, tales como

- una “precoz diferenciación de un falso si-mismo” al entender de


Winnicott
- hipercatexia narcisista del yo corporal

Subraya que en los casos fronterizos encontraríamos un predominio de


conductas tales como:

- la coacción (que en la niñez buscaba obligar a la madre a actuar


como una extensión omnipotente del si-mismo)
- escisión del mundo objetal, con la que se buscaría proteger al
objeto bueno de la pulsión agresiva

Esta escisión del mundo objetal estaría pautada por las deficiencias en la
integración de la imagen de la madre buena simbiótica, con la
representación de la madre de la separación, que sería “ amada de manera
ambivalente y sentida como peligrosa a causa de su capacidad potencial de
volver a absorbernos”2 Esta escisión, estaría de todos modos favorecida por
la actitud de la madre durante el crecimiento del infante, presentando fallas
para tolerar su adecuada separación, extendiendo en demasía la fase
simbiótica con el hijo; o por el contrario no permitiendo el reacercamiento
del infante por vivenciarlo de forma intrusiva.
Ambos mecanismos (escisión objetal y la coacción) se dan de forma
conjunta con la incapacidad el niño de establecer una “distancia óptima”,
(Maurice Bouvet – 1958) respecto de su madre. Los mismos estarían
sustituyendo lo que en el desarrollo normal sería la constancia objetal
libidinal y la disminución de las reacciones de separación.

2
Mahler, M. “Estudios 2 – Separación-individuación” Cap. XI “Estudios del Proceso de
Separación – Individuación y su posible aplicación a los fenómenos fronterizos en la
situación psicoanalítica” (1971) Ed. Paidos. Pág. 136

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Respecto de la primera proposición la explica como una perturbación en el


equilibrio catéctico de la distribución de la libido entre el si-mismo y el
objeto, que daría por resultado una erogeneidad focal y difusa, que ella
entiende como característica de los fenómenos fronterizos.

Serían por tanto, deficiencias de integración e internalización que estarían


indicando deficiencias en la función sintética del yo.

Señala asimismo que existirían distintos desenlaces posibles en la resolución


de estas “crisis de reacercamiento”, los que variarán según:

- se alcance la constancia objetal libidinal


- cantidad y calidad de posteriores decepciones (traumas de estrés)
- posibles traumas de choque
- grado de angustia de castración
- destino del complejo edípico
- crisis de desarrollo de la adolescencia

Por último, destaca en torno al tratamiento de pacientes fronterizos el


despliegue de un tipo de transferencia específica: la transferencia
promoridal; en la cual siguiendo las ideas de Winnicott entiende que se trata
de pacientes con una prolongada incapacidad para usar el objeto-analista
en la transferencia, pudiendo llegar luego a la adquisición de esta
capacidad.3

3
Winnicott entiende la técnica psicoanalítica como válida para el abordaje de todo tipo de
pacientes, siempre y cuando se tengan presentes los cambios inherentes a la situación de la
transferencia en cada uno de ellos. Distingue básicamente 3 grupos de pacientes:
1. aquellos que funcionan como personas completas, siendo sus dificultades en torno a la
esfera de las relaciones interpersonales. Pasibles de abordarse desde el psicoanálisis
clásico, tal como lo elaboró Freud. Serían las patologías neuróticas clásicas.
2. aquellos cuya personalidad empieza a ser completa. Con ellos el análisis aborda justamente
este tránsito, más la unión entre el amor y el odio con el concomitante reconocimiento de
la dependencia. Es el análisis de la fase de “concern" o de la posición depresiva. Dentro de
donde podríamos englobar algunas patologías fronterizas.
3. aquellos pacientes cuyo análisis debe enfrentar a las primeras fases del desarrollo
emocional, antes y durante la instalación de la personalidad como entidad. Este tipo de
transferencia también lo desplegarían las patologías fronterizas en algún momento de su
tratamiento, pero se iría superando a medida que avance el mismo, y el paciente iría
desplegando los otros tipos de transferencia.

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Bibliografía:

 Bleichmar, N. ; Leiberman, C. “El Psicoanálisis después de Freud.


Teoría y Clínica” Ed. Paidos. 1997 Bs. As.

 Mahler, M. “Estudios 2 – Separación-individuación” Cap. XI


“Estudios del Proceso de Separación – Individuación y su
posible aplicación a los fenómenos fronterizos en la situación
psicoanalítica” (1971) Ed. Paidos

 Winnicott, D. “Variedades clínicas de la transferencia” en


“Escritos de pediatría y psicoanálisis” Ed Laia, 1979. Barcelona.

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