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Pioneras

Teniente Sofía Vier


Foto: Ministerio de Defensa

22 NOV 2020

Mujeres aviadoras: de Carola Lorenzini a la Teniente


Vier
La Teniente Sofía Vier es la primera Piloto de Caza de la historia argentina, es la última pionera.
Carola Lorenzini, Adela Guffanti y Myiriam Stefford, entre muchas otras, iniciaron ese camino en el
cielo hace casi cien años. Historias de aviones, desafíos y coraje con nombres de mujer.

“Newbery dio la orden de ‘larguen’ y el globo se empezó a elevar lentamente… es una sensación deliciosa; produce el

efecto que la tierra se hunda”, narró la primera aeronauta argentina, la joven Raquel Cabrera Bernet, quien acompañó al

Ingeniero Jorge Newbery y otros intrépidos en un vuelo sobre Buenos Aires el 2 de julio de 1911. No sabía en ese
momento la sorprendida Raquel que su experiencia era el primer vuelo de una mujer argentina en los cielos del país.

Los años que le siguieron, cientos de mujeres se esforzaron para romper las estructuras sociales de la época para ser
parte también del incipiente mundo de la aviación.

Más pesados que el aire, inflados con gas y aire caliente, o máquinas impulsadas por motores con apenas un puñado
de caballos de potencia, los primeros globos y aviones llegaron a la Argentina en el principio del Siglo XX. La conquista

del aire es el gran logro del siglo pasado, figuras como Aarón de Anchorena y Jorge Newbery eran los protagonistas de
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las proezas, pero a su par muchas mujeres rompieron los estereotipos, los mandatos sociales o familiares y también
conquistaron el cielo.

Las primeras conocieron el viento en la cara y la distancia al suelo como pasajeras de aquellos temerarios pilotos. Pero

rápidamente se capacitaron para el vuelo y tomaron los comandos de las aeronaves. La más recordada, popular y

quien compitió en reconocimientos con Newbery y otros ídolos populares fue Carola Lorenzini. No fue la primera piloto
pero supo ser la figura que impulsó a otras mujeres a subirse a los aviones.

Su historia está estrechamente ligada con Morón y con lo que hoy es el oeste del conurbano, ya que su vida finalizó
trágicamente en el Aeródromo de 6 de Septiembre, nombre que tenía el partido de Morón en la década del 40 ( Ver:

Morón se llamó 6 de Septiembre y celebró un golpe de estado). El 10 de noviembre de 1933 recibió su licencia de

Piloto de Avión y en 1940 aprobó su examen y calificó como Instructora de Vuelo siendo la primera mujer instructora
en Latinoamérica. Amante de la acrobacia, era su show el más esperado en toda jornada aeronáutica y supo ser tapa

de medios especializados como El Gráfico y diarios de la época. La aviación era una novedad y una ídolo popular como

Carola Lorenzini siempre era noticia. Antes, en 1935 alcanzó el record de altura llegando a los 5381 metros de altura
también sobre Morón y también realizó la proeza, junto con otra aviadora, del cruce del Río de La Plata para aterrizar en
Uruguay. El 23 de noviembre de 1941 participó de un agasajo, que se realizó en el Aeródromo de Morón a un grupo de

aviadoras uruguayas que estaban en viaje de cofraternización. Si bien Lorenzini estaba suspendida de los vuelos por la
autoridad aeronáutica desde hacía cuatro meses, penalizada por realizar acrobacias, decidió ese día también efectuar
algunas arriesgadas maniobras para completar el día de festejos. Realizó un vuelo corto con un Focke Wulf 44, similar

al que posee el Museo Nacional de Aeronáutica, a una altura no mayor a los 500 metros, pero falló en su apreciación
de la altura en un vuelo invertido e impactó contra el terreno.

La efeméride por la muerte de Carola Lorenzini, acaecida hace 79 años, disparó la curiosidad de Castelar Digital quien
contactó a un vecino especializado en el tema, el Comodoro (R) y Veterano de la Guerra de Malvinas Gabriel Tomas
Pavlovcic, autor del libro Las Mujeres en la Aviación Argentina durante el siglo XX. Su testimonio y la información

brindada en su publicación, editado por Grupo Argentinidad en 2010, complementan esta nota.

La historia de Lorenzini no es un caso aislado, en aquellos primeros años de aviación en argentina muchas fueron las

mujeres que se dedicaron al vuelo y a las hazañas en el cielo.  La primera mujer en el cielo argentino fue la italiana
Antonieta Cimbolini quien hacía demostraciones en globo, pero falleció en el Río de La Plata en 1904 cuando su globo
de aire caliente se precipitó sobre las aguas. La primera pasajera en aeroplano fue Alicia García Uriburu quien voló en

un Farman sobre El Palomar en 1910. Pero fue Amalia Celia Figueredo quien por primera vez, en toda Sudamérica,
recibió el brevet de piloto el 1 de octubre de 1914. Estando de novia le prometió a quien sería su esposo que dejaría el
vuelo, por ser considerado una actividad de riesgo, el día que se casaran. Entonces dejó de volar el mismo día de su
casamiento, un año después de recibirse de piloto.

Sus pasos fueron seguidos por Enriqueta Fruchard de Jarfelt quien en abril de 1916 alcanzó la licencia de piloto de

avión para luego dedicarse al paracaidismo y ser durante 22 años instructora de paracaidistas militares. Adela Guffanti
se recibió en el Aeródromo de Castelar el 29 de marzo de 1922 pero no pudo volver a volar por no contar con los
ingresos necesarios para solventar los vuelos. Entonces un grupo de amigos y seguidores realizaron una colecta y le

regalaron un avión. Guffanti se transformó en la primera mujer propietaria de un avión, con todo lo que significaba, en
una época en donde el sistema jurídico argentino aún no consideraba a la mujer plenamente capaz para ejercer todos
sus derechos y obligaciones.

Finlandia Elisa Pizzul fue la primera arquitecta universitaria argentina y también obtuvo su licencia de piloto.
Coincidiendo sus dos profesiones, diseñó el Aeropuerto de Buenos Aires y fue socia fundadora de la Cámara Argentina

de Aeronáutica. La primera mujer piloto uruguaya, Aris Emma Walder, también se recibió en Morón, en el Aeropuerto
Presidente Rivadavia en febrero de 1930. Además fue la primera piloto de planeador.  

Entre las pioneras del cielo también destacó la actriz Myriam Stefford. Su fama emanaba del cine, pero cuando sumó a
sus oficios la capacidad del vuelo también ganó popularidad y espacios periodísticos dedicados a la aviación
deportiva. Inició sus estudios en el Aeródromo de Castelar y el 14 de agosto se recibió de piloto Clase A lo que le

permitía volar sola pero aún no llevar pasajeros. Pocos días después, acompañada por su instructor, inició un raid
aéreo para unir las, por ese entonces, 14 provincias argentinas. Sufrió varios inconvenientes, se estrelló en Jujuy
perdiéndose el avión. Continuó su periplo en un nuevo avión, idéntico al anterior, pero volvió a estrellarse, esta vez en

San Juan con resultado fatal para Stefford y su acompañante, el piloto Luis Fuchs.  

El 15 de agosto de 1933 recibió su brevet Marta Leloir de Udaondo, rindiendo el curso de aviadora en un avión Waco de

su propiedad alcanzando la categoría C, que le permitía volar para el transporte de pasajeros, pero para 1938 ya había
dejado de volar. Le siguieron muchas otras mujeres que encontraron en los aviones su vocación. Apolonia Fuhr se
recibió de piloto en diciembre de 1935 con un objetivo claro, era obstetra y usaba el avión, un IAé C3 de fabricación

nacional, propiedad del Aero Club de Pigüé para asistir a sus pacientes de localidades cercanas.

Otra piloto pionera y que recibió el reconocimiento de sus pares fue la alemana Isabel Gladysz quien alcanzó el título

de piloto en octubre de 1935 y pocos meses después realizó en los cielos de Castelar, despegando desde el
Aeropuerto Presidente Rivadavia, el increíble número de 153 rizos consecutivos en un tiempo de poco más de una hora

y media, utilizando un avión de diseño y construcción nacional, nacido también en Castelar, el Sfreddo y Paolini Nº1

perteneciente al Centro Universitario de Aviación, radicado en el mismo aeródromo. Gladysz fue la otra piloto que
compitió con Carola Lorenzini en el cruce del Río de La Plata hacia Uruguay llegando primera y ganando la atención de
la prensa que esperaba a Lorenzini.

Otra historia destacada es la de María Adela Chase Dunlop quien obtuvo su licencia de piloto elemental el Aeroclub

Los Patos, también radicado en el Aeródromo de Morón, en enero de 1940 con el objetivo de enlistarse en la Real

Fuerza Aérea británica, o RAF por sus siglas en inglés. Hija de ingleses, decidió sumarse a la Segunda Guerra Mundial
para defender la patria de su familia. Como Maureen Adele Chase Dunlop se desempeñó en el Servicio de Transporte

Auxiliar de la RAF, prestó servicios militares desde abril del 42 hasta octubre del 46 y voló aviones tan diversos como

Douglas C-47, Avro Anson, Avro Lancaster, Handley Page Halifax, cazas Hurricane, Spitfire y De Haviland Mosquito. Al
regresar a la Argentina con más de 1750 horas de vuelo fue la primera mujer con licencia de piloto de Transporte de

Líneas Aéreas.

Con el correr de los años cada vez más mujeres se volcaron a la industria de la aviación. Las pioneras, en su mayoría,

se dedicaron a la aviación deportiva. Volaban por el mismo disfrute de volar y no necesariamente como medio de

sustento, debiendo trabajar en otros rubros para solventar los vuelos. Con los avances técnicos surgieron aerolíneas y
servicios aéreos, y con ellos nuevos puestos de trabajo para las mujeres del cielo. Tal el caso de Susana Ferrari

Billinghurst, con licencia de piloto desde diciembre de 1937, fue la primera mujer piloto en realizar vuelos nocturnos y

trabajó en la Sociedad Argentina de Navegación Aérea. Cruzó la cordillera de los Andes con un Sikorski S-38 y voló
durante un año la ruta Buenos Aires - Uruguay.

Aerolíneas Argentinas demoró varias décadas más en sumar mujeres en sus filas. Recién en 1988 la aerolínea de
bandera contó con una mujer en la cabina de un avión, se trató de Silvana Arguedas, que en 1988 ingresó como

copiloto de un Fokker 28. Le siguió Viviana Benavente que voló como copiloto de Airbus 340 en vuelos internacionales

y en 2007 se convirtió en la primera mujer comandante de Aerolíneas Argentinas en volar un Boeing 737. En 2011
integró la primera tripulación completamente femenina de esa compañía.

Las fuerzas armadas y de seguridad esperaron hasta la década del noventa para incluir a mujeres al frente de una
aeronave. La pionera fue Nancy Zunino en 1995 que fue la primera mujer piloto de la Policía Federal volando

helicópteros MBB BO-105. Le siguió Barbara Vittore como primera piloto de Ejército, aunque se trata de una piloto civil

que se asimiló a la estructura militar. En la Fuerza Aérea la pionera fue Débora Pontecorvo quien egresó de la Escuela
de Aviación Militar de Córdoba en 2005 con el grado de Alférez y dos años después se especializó en aeronaves de

transporte.

La última pionera de la aviación alcanzó su brevet en 2019. Se trata de la Teniente Sofía Vier quien alcanzó el mérito de

ser la primera oficial argentina en finalizar con éxito el Curso de Aviador Militar de la Fuerza Aérea de Estados Unidos y

hace pocos días completó su curso de piloto de combate convirtiéndose  en la primera mujer piloto de caza de la
Argentina.

En épocas en dónde no existía el futbol femenino ni podían ejercer el voto, épocas en donde no podían disponer de sus
bienes si no acompañaba su firma la de su padre, su hermano o su marido, en tiempos en que hasta los pantalones

estaban destinados casi en exclusiva al género masculino, Carola, Adela, Maureen, Myriam se animaron a desafiar los

preceptos sociales y marcaron el camino a seguir por miles de mujeres. Desde las pioneras de la aviación hasta las
piloto de combate del Siglo XXI, las mujeres hicieron historia en el aire.

Tags: Carola Lorenzini Aviación Aeródromo de Castelar Aeródromo de Morón Castelar Teniente Vier
Aero Club Gabriel Pavlovcic

Leandro Fernández Vivas


Periodista
Técnico Universitario en Periodismo.

Director Periodístico en Castelar Digital.

Socio Fundador de Ocho Ojos.

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