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1.Beauvoir sobre Sade. ¿Debemos quemar a Sade ?

Beauvoir no está de acuerdo que Sade pertenece a uno de los momentos inaugurales del
fascismo moderno. Toma distancia de las tácticas fascistas como de la izquierda moralista
cuando rechaza quemar a Sade. Este rechazo es una manera de insistir en la importancia del
desafío de pensar lo que la obra de Sade entrega. Claramente, para Beauvoir “quemar” las
obras que nos perturban no es la solución para el feminismo ni para el humanismo
existencialista y la política progresista con la que se relaciono. Al establecer esta pregunta
de este modo y en aquel tiempo, Beauvoir deja claro que el feminismo y la filosofía no
deberían participar de trincheras anti intelectuales, se debería estar a distancia de prácticas
inquisitorias y que la tarea intelectual es permanecer abierto a la dificultad de la condición
humana. La autora piensa que debemos leer a Sade, que no debemos tomarlo como un
modelo para la acción ni tampoco lo piensa como ejemplo de libertad sexual. Aunque no
es un modelo, Sade da la ocasión para observaciones reflexivas en torno a la sexualidad en
lo que tiene que ver con la posibilidad de que un individuo pueda alcanzar un estatus
absoluto y soberano en ese dominio, o, en tanto singularidad radical alcanzada ahí.
Teoría sexual de Sade
Beauvoir señala que para Sade ¨la sexualidad no depende de la biología es un hecho social¨.
Con ello se refiere al hecho de que siempre encontramos escenas en los escritos de Sade en
las que la gente planifica su sexualidad. Pero ella entiende también que para él la
sexualidad era parte de una naturaleza que no es reductible a un impulso biológico.
Para Sade, hay dos tipos de impulso naturales: el primero es expresivo, energético,
desenfrenado; el segundo es de auto preservación rechazando la destrucción del organismo.
El impulso de autopreservación está frecuentemente al servicio de la civilización y la
moralidad. Como resultado, este tiende a combatir el impulso expresivo o energético. Sade
objeta a la civilización y sus leyes por reprimir y dañar el lado energético de los seres
humanos. Promueve la libertad sexual, bajo el nombre de libertinaje, para contrarrestar los
daños de civilización. Para Sade, según Beauvoir, las leyes que buscan restringir la
naturaleza y su crueldad no sólo hacen las cosas peor sino que propagan la crueldad en
nombre de la “justicia”.
El libertinaje de Sade no es simple hedonismo: no celebra la sensación sexual, una ciencia
sexual en aplicación, una arquitectónica del encuentro sexual. No sólo Sade está
intensamente interesado en la tecnología del dolor corporal, sobre la que escribe en detalle,
sino que también se involucra en su propia ciencia sexual, prediciendo y produciendo dolor
y placer en intervalos definidos a través de medios específicos. Sade no sólo busca producir
dolor y placer sino que busca producirse a sí mismo como un instrumento perfecto y una
voluntad soberana.
Aunque su crueldad no puede ser descrita como éticamente buena, esta comienza a formar
parte de una ética debido a un conjunto de justificaciones tendientes a apoyar su pràctica.
De acuerdo a Beauvoir, Sade interroga las relaciones fundamentales del yo y del Otro,
buscando conocer sus límites y sus condiciones de posibilidad. Sade objeta a la hipocresía
de la moralidad burguesa, introduciendo él mismo una posición moral.
Mientras algunos críticos buscan dar con las explicaciones de los actos políticos de Sade y
de su producción literaria en términos de su sexualidad, por lo tanto usan la sexualidad
como la clave para comprender tácticos objetivos sicológicos de su obra, Beauvoir rechaza,
sin embargo, esta perspectiva. La sexualidad no es la clave, puesto que la sexualidad misma
debe ser explicada. La manera de explicarla, sin embargo, no es a través del recurso de la
infancia, sino que sitúa todo esto en términos de un proyecto mayor que estructura y anima
su vida.
Explicar a Sade
Beauvoir no intenta explicar a Sade, sino que piensa que las anomalías de Sade cobran su
valor a partir del momento en que, en lugar de padecerlas como una naturaleza dada,
elabora un inmenso sistema a fin de justificarlas.
Hay claramente una relación funcionando aquí entre sexualidad y escritura. Es importante
evitar dos obstáculos: el primero sería reducir la escritura; y el segundo sería explicar la
sexualidad a través de la escritura que fue el objetivo explícito de Sade, quien no deseaba
comunicar su vida en los textos; sino que aunque la escritura busca justificar la vida, ésta
encubre la vida, la protege y envuelve.
Para Beauvoir hay algo que permanece inexpresivo sobre su vida, y aquello es cierta
operación de libertad. Esta autora también asume que la sexualidad es la expresión de la
libertad y esta es, en particular, la expresión de la libertad para Sade. Tal vez estemos
acostumbrados a pensar la sexualidad como un impulso, una urgencia, algo inconsciente,
físico, más allá de un control consciente o dominio síquico preconsciente a la necesidad y el
deseo. Afirmar que la sexualidad pertenece al dominio de la libertad no quiere decir que
alguien se sienta que puede decidir sobre su sexualidad desde una distancia instrumental.
La libertad no es lo mismo que una elección instrumental y deliberada.
Hay dos aspectos diferentes de la libertad en Sade que son importantes y merecen
destacarse: por un lado, hay una resolución de la libertad en una auto-afirmación sexual,
contraria a la ley, pero en el nombre de una ética cuidadosamente diseñada. Por otro lado,
hay una voluntad de comunicar de modo tal que algo permanezca incomunicable.
En la perspectiva de Beauvoir (teniendo en cuenta el contexto histórico) la práctica sexual
de Sade está inspirada por el deseo de rehabilitar un poder feudal en medio de la vida
burguesa. Sade no muestra ningún signo de tratar de exceder los límites de la normalidad
dentro de la vida burguesa, de acuerdo a Beauvoir, no tienen ninguna aspiración en
convertirse en un gran empresario o distinguirse dentro del espacio del mercado o su
mundo social: “no sorprende que más allá de las paredes de su “pequeña casa” no se le
haya ocurrido hacer uso de su fuerza. La sexualidad se llega a transformar en el dominio en
el que Sade se autoafirma.
La simpatía crítica de Beauvoir.
La autora no acepta del todo la proclamación explícita de Sade de que los humano no
comparten nada en común, ellos son cada uno, individualmente, soberano o potencialmente
soberanos. Ella muestra, por ejemplo, como en las prácticas sexuales de Sade, él mismo
asume que todos son vulnerables al dolor y al placer.
Lo que Simone de Beauvoir deja claro desde el comienzo de su ensayo es que ella no busca
ni romantizar ni condenar a Sade. Para entender la significación ética de Sade, se debe
suspender el juicio sobre él y adoptar una simpatí crítica de biógrafo. La pregunta ética para
Beauvoir no es si tal conducta debería o no ser perdonada, sino qué aspecto de tal conducta
nos dice sobre quiénes somos y cómo podríamos llegar a conocer el amplio rango de las
posibilidades humanas. En respuesta al requerimiento ético de conocerse a sí mismo se
debe realizar la tarea de conocer a Sade, aun si él mismo asumió que tal conocimiento del
Otro es imposible.

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