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ROSE- M A R I E LAGRAVE

La lucidez de las dominadas *


Tres interrogantes constituyen la trama de esta contribución acerca de La Domi­
nation masculine1 : ¿cómo se explica el poder de revelación de este libro? ¿Cuáles
son los efectos producidos por la generalización de casos específicos? ¿Por qué la
dominación masculina fue objeto de un libro aparte? Como puede verse, no se
trata de presentar aquí una reseña de la obra2, sino de someterla a interrogantes
que continúan inspirando las investigaciones sobre género, prueba del poder
descriptivo y teórico de este libro.

U N A L E C T U R A E N C A N TA D A

La primera lectura de La Domination masculine se hizo bajo el signo de la con­


nivencia, de la adhesión inmediata a su contenido. La obra funciona en primera
instancia como un espejo que refleja los momentos, los escollos y los efectos de la
experiencia de la dominación en razón de la pertenencia de género. Con BoURDIEU,
a libro abierto, recorremos de nuevo el camino de la socialización diferencial de
los sexos y de la construcción social de los cuerpos, de la autoexclusión de las
mujeres, de su agorafobia socialmente impuesta, de su disposición a asumir por
cuenta propia el punto de vista de los dominantes e, inclusive, a dejarse seducir
por el carisma masculino, forma límite del amor fati que representa el amor del
dominante y su dominación . Sería larga la lista de situaciones analizadas en esta
obra donde, en cada caso, se revela la arbitrariedad del prejuicio negativo hacia
las mujeres, y se despliega cierta lucidez inicial sobre su propia trayectoria que
parece inscrita en el texto. Si el hecho de ver impresa su trayectoria fuera sólo
resultado de mi lectura, no sería necesario subrayarlo. Pero al ser compartida,
esta identificación adquiere sentido y significado, e implica el reconocimiento
o la negación del carácter dominado de las mujeres. Algunas lectoras dicen que
"ya han pasado por ahí" -"me vi reflejada"-; de ahí la metáfora de la trayectoria.
Otras, en cambio, dicen que "están por encima de eso", un probable indicio de
que reconocerse como dominadas se distribuye en forma desigual entre la pobla-


Traducción de JULIA SALAZAR HOLGUÍN .
1 P. BOURDIEU. La Domination masculine, París, Seuil, 1 998.
2 Entre las diversas reseñas del libro, cfr. la rúbrica "Controverses" de la revista Travail,
genre et société, n.º 1 , abril de 1 999, dedicada a la lectura de esta obra por M. PERROT, Y.
SINTOMER, B. KRA1s, M. DURU-BELLAT, y la respuesta de P. BoURDIEU, pp. 203 a 234.

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ción femenina, según el trabajo de lucidez realizado individual o colectivamente,


según, también, el capital académico que se poseaJ.
No obstante, PIERRE BouRDIEU advertía contra toda lectura autoidentifica­
dora de su trabajo, que consistiría justamente en buscar su posición sin otra forma
de proceso en una de las regiones del espacio social en detrimento de una lectura
total y relacional. "Es posible que no por ello escapemos a la sospecha de ejercer
una acción de denuncia de la cual, de hecho, el lector mismo es responsable: es él
quien, al leer entre líneas, y llenar en forma más o menos consciente los espacios
del análisis o, simplemente, 'al pensar en su propio caso', transforma el sentido y
el valor del protocolo deliberadamente censurado de la investigación científica"4.
Al tratarse de La Domination masculine, no se lee entre líneas, sino que se sigue
el trazado inscrito en el texto, aún más reconocible por el hecho de que es objeto
de un trabajo científico y personal anterior. Por otra parte, el poder de revelación
proviene menos del seguimiento de las "trayectorias en papel" que de la fuerza del
trabajo de construcción metódica del habitus sexuado, rechazado por una fracción
de mujeres más socialmente inclinadas a aceptar las asignaciones masculinas a la
"feminidad"; dicho poder de revelación construye un encadenamiento brillante
de situaciones percibidas como heterogéneas, todas ellas unidas por los efectos
del prejuicio negativo que reconocen aquellas que, aunque dominadas, se rehúsan
a convertirse en víctimas e intentan sustraerse a las obligaciones impuestas por
el orden de los géneros.
Este juego de espejos suscita, así mismo, un efecto liberador para quien ha
vivido la experiencia subjetiva de la dominación, aun cuando se deja un margen
estrecho pero real, en esta obra, a las posibles retroacciones de las dominadas.
BoURDIEU insiste, en efecto, en el hecho de que la emancipación no es un simple
acto de voluntad o de toma de conciencia, sino el resultado de una lucha contra
las restricciones estructurales ejercidas por la escuela, el Estado, la Iglesia y la
familias. Con justa razón. Cómo no ver, en efecto, que no se puede empezar a

3 Habría, sin duda, que proceder a una sociología de la recepción de la obra por parte de
las mujeres y los hombres diferenciados según el medio social y su mayor o menor proxi­
midad o distancia de las luchas feministas. Se hace referencia aquí a las reacciones de las
estudiantes durante los seminarios en Francia o en el exterior, y a públicos femeninos
heterogéneos durante las conferencias sobre esta obra.
4 P. BOURDIEU. Homo academicus, Paris, Éditions de Minuit, 1 984, p. 1 2 .
5 El ejemplo de Cabilia como arqueología del inconsciente androcéntrico habría debido
llevar a BOURDIEU a mencionar no sólo a la Iglesia, sino a las religiones.
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erosionar la dominación masculina, principio fundador y estructurante de un


orden de los géneros, sino combatiendo las instancias que trabajan activamente
en la perpetuación del principio de este orden, aun cuando se han dado pasos
decisivos que recomponen los efectos de la dominación masculina sin abolirla
en su prmc1p10.
Lejos de "desesperar a BILLANCOURT" 6 , BOURDIEU recuerda la necesidad
de una lucha sin tregua y señala sus objetivos privilegiados. Por consiguiente, no
subestima la importancia histórica de las luchas feministas, puesto que defiende,
por el contrario, su radicalidad, es decir, la primacía de las luchas contra las es­
tructuras. "Lejos de afirmar que las estructuras de dominación son ahistóricas,
intento establecer que son el producto de un trabajo incesante (por consiguiente
histórico) de reproducción al que contribuyen agentes singulares (entre ellos los
hombres, con armas como la violencia fisica y la violencia simbólica) así como
instituciones, familias, Iglesia, escuela, Estado"7. La lectura fatalista, aplicada
a esta obra así como a la de FRAN<;:OISE HÉRITIER, Masculin/féminin. La pensée
de la différence8 , desconoce, en ambos casos, la fuerza de la violencia simbólica
y la relativa inercia de los habitus sexuados que no implican la preclusión de las
luchas9. Cerramos el libro con entusiasmo, ya sea sobrecogidas por la revelación,

6 Las críticas más acerbas se refieren al "fatalismo" de BoURDIEU, quien encerraría a las
mujeres en su destino sexuado y rechazaría todo efecto de las luchas feministas: "me
atribuyen de esta forma intenciones contrarias a las que me inspiran: se lee una incitación
al fatalismo (contra la cual sentimos el derecho y el deber de recordar que la 'dominación
masculina no excluye la movilización femenina') en lo que se considera como un estímulo
a la movilización (bajo formas que pueden parecer discutibles o inadecuadas)": P. BouR­
DIEU . "PIERRE BOURDIEU répond", en Travail, genre et sociétés, cit. , p. 23 1 .
7 ÍD. La Domination masculine, cit. , p. 40 .
8 La misma crítica, formulada con frecuencia por historiadoras, le fue dirigida a FRAN<;:OISE
HÉRITIER a propósito del carácter invariante de la valencia diferencial de los sexos, que
supone sin embargo variaciones, así como igual número de "frases culturales", y que
impone "un poder de retorsión", "una capacidad de obstrucción", "un derecho de veto"
por parte de las mujeres. Cfr. F HÉRITIER. Masculin(feminin. La Pensée de la dijférence,
Paris, Odile Jacob, 1 996.
9 Cfr. una comparación entre las dos obras en R.-M. LAGRAVE. "Dialogue du deuxieme
type sur la domination sociale du principe masculin", en J.-L. jAMARD, E. TERRAY y M .
XANTHAKOU (dirs. ) . En substances: textes pour Franroise Héritier, Paris, Fayard, 2000, pp.
456 a 469.
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ya sea reafirmadas y confirmadas en nuestra propia lucidez como dominadas, y


en cuanto a la capacidad de conversión de esta lucidez en acción.
Es preciso observar también que el efecto de revelación no interviene en
lo más mínimo en los lectores masculinos, a pesar de las páginas dedicadas a la
construcción de la virilidad y al sufrimiento de los dominantes cuya virilidad,
dice BOURDIEU, sería una carga. Esto se explica por una de las siguientes dos
razones: o bien no hay nada que revelar porque ya conocen sus privilegios, o
bien hay un bloqueo de la revelación, una anestesia general, porque no tienen
interés en despojarse de sus privilegios. Las escasas reseñas sobre La Domination
masculine publicadas por hombres son un indicio adicional del hecho de que
BOURDIEU rompió el círculo encantado del honor científico entre hombres; revela
un secreto. Mientras la dominación masculina fue un asunto de mujeres y objeto
de investigación sobre las mujeres, fue percibida como un invento militante del
feminismo o un residuo de las sociedades exóticas, y todo estudio, gobernado
por el principio de la supremacía masculina, sigue siendo tachado de ciencia
militante. El encantamiento proviene igualmente del hecho de que BOURDIEU
asumió el riesgo de poner en juego su legitimidad científica en un campo de es­
tudios devaluado; pocos colegas masculinos que proclamaban el carácter mixto
de las investigaciones sobre género lo hicieron. Ahora bien, ese riesgo del que era
consciente se le ha imputado como una usurpación, una irrupción en un ámbito
femenino reservado:

. . . me cuesta admitir que una verdad sea más o menos cierta si es dicha por un hombre
o por una mujer; o incluso, que tiene más o menos mérito hablar de las relaciones entre
hombres y mujeres según si se es hombre o mujer; es más (aunque esto ameritaría un
debate), que, a priori, hay menos oportunidades de decir la verdad sobre la condición
femenina cuando quien habla no es una mujer. ¿Habría que ir hasta el punto de postular
que la pertenencia a una categoría dominada es una condición necesaria -y sobre todo
suficiente- para acceder a la verdad sobre dicha categoría? Como lo exige cierto popu­
lismo epistemológico según el cual sólo los hijos y las hijas del pueblo podrían hablar
del pueblo en verdad 'º.

Esta respuesta desconoce o desplaza, sin embargo, la principal crítica dirigida a


esta obra, que se refiere menos a la identidad sexuada del autor que a la ausencia de
reflexión en cuanto a su posición en un campo de investigación ya constituido.

10 BOURDIEU. "Pierre Bourdieu répond", cit. , p. 230.


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UNA L E C T U R A S I TUADA

Esta lectura llena de afinidades implica evidentemente otras, puesto que la obra,
publicada en 1 998, se inscribe en un momento de evolución de las investigaciones
sobre los géneros. La segunda lectura, feminista ésta, es decir atenta a los efectos
de la dominación del principio masculino en la ciencia, intenta dilucidar a la vez
lo que la obra aporta de singular a este campo de investigación y lo que oculta en
razón de un desconocimiento de la historia de la constitución de dicho campo y
de los desafios que lo atraviesan.
La fuerza de este libro proviene de la condición epistemológica que se atribu­
ye a la dominación masculina y del efecto de síntesis magistralmente construida.
Contra la tendencia a la eufemización de las investigaciones sobre las mujeres 1 1
bajo la forma de enfoque en términos de diferencia sexual, o de relaciones entre
masculino y femenino, "representaciones conservadoras de la relación entre los
sexos"12, BouRDIEU recuerda que la dominación masculina y la violencia simbólica
que detenta gobiernan el raciocinio. Lejos de ser un simple efecto de anuncio, la
dominación masculina ordena los materiales empíricos según dualidades siempre
jerarquizadas y permite interpretar su sentido. Sin embargo, esta síntesis se basa
en la articulación de casos cuya generalización no permite captar las variaciones
de un principio invariante, según los estados sucesivos y a veces discontinuos de
la dominación masculina.
En efecto, si la desviación a través de la tradición cabila permite revelar una
especie de arqueología objetiva de nuestro inconsciente androcéntrico, y permite
una lectura autorizada de la novela de VIRGINIA WOOLF Alfaro 13, desde el punto
de vista de los dominados, procediendo a la conversión de la mirada masculina,
los demás casos empíricos participan de la observación que surge del comercio
ordinario con las mujeres, o de estudios atomizados y parciales. Ahora bien, todos
esos otros casos han sido objeto de un cúmulo de investigaciones y exigen balances
temáticos antes de proceder a la síntesis de la síntesis. La ausencia de considera­
ción, por parte de BoURDIEU, de la génesis y luego de la constitución conflictiva de

1 1 Cfr. R.-M. LAGRAVE. "Conflits de positions, conflits d'interprétation", en Mouvement


social, n.º 1 89, octubre-diciembre de 1 999, pp. 93 a 1 00.
12 BoURDIEU. La Domination masculine, cit., p. 1 0.
13 W. WOOLF. La Promenade au phare, Paris, Stock, 1 929.
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un campo de investigación sobre las mujeres y de todos los problemas en torno al


mismo, es la señal de una posición sobresaliente, que rara vez sienta en sus demás
obras. La tendencia a la generalización no podía omitir el análisis de la ruptura
relativa pero tangible que constituye el movimiento de liberación de las mujeres en
la década de 1 970. Este movimiento inseparablemente social, político y científico
intentó hacer visibles y luego desconstruir las disposiciones femeninas ajustadas a
las estructuras de dominación: inventó un nuevo lenguaje literario14, se reapropió
del dominio de su historia1S, se comprometió en las luchas cognoscitivas1 6 ; de
forma que actualmente no podemos decir simplemente con BoURDIEU que "las
mujeres sólo pueden aparecer como objetos cuyo sentido se constituye por fuera de
ellas" 11. Ellas participan en la producción de ese sentido, y todo el trabajo consiste
en mostrar las razones, así como los mecanismos sociales y políticos que hacen
invisibles los esfuerzos y los resultados de dichas luchas cognoscitivas, tanto en
el ámbito de la ciencia como en el del arte, puesto que BoURDIEU mismo subra­
ya que la invisibilización se traduce en un rechazo de la existencia legítima. La
toma en consideración del momento crítico que constituyen el movimiento y las
investigaciones feministas habría entonces llevado a BoURDIEU a mostrar que, si
"se revela que la fuerza del orden masculino no requiere justificación"1 8, deberá, a
partir de este momento y cada vez más, encontrar justificaciones, realizar nuevos
desplazamientos, de suerte que la violencia simbólica se hace más insidiosa y más
intensa, a pesar de los progresos jurídicos y sociales.
Esta negación de los efectos cognoscitivos y culturales de las investigaciones
feministas va de la mano con el desconocimiento de los desafíos propios de este
campo, en especial al final de la década de 1 990. Estábamos, vale la pena recordarlo,
en plenos debates y controversias a propósito del Pacs19, de la ley constitucional
sobre la paridad política, de la homoparentalidad, asuntos que contribuían am-

14 D. NAUDIER. La cause littéraire desfemmes. Modes d 'acces et de consécration desfemmes dans


le champ littéraire depuis les années 1 970, tesis doctoral, EHESS, 2000.
15 G. DUBY y M. PERROT (dirs.) . Histoire desfemmes, Paris, Pion, 1 992.
16 Cfr. por ejemplo M. LE DOEUFF. L 'Étude et le rouet: desfemmes, de la philosophie, Paris,
Seuil, 1 989.
17 BoURDIEU. La Domination masculine, cit., p. 49.
18 lbíd ., p. 1 5 .
19 D. BORILLO y É . FASSIN (dirs. ). L 'Expertisefamiliale a l 'épreuve de l 'homosexua/ité, Paris,
PUF, 1 999.
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pliamente a replantear los fundamentos y dogmas de la democracia, la familia, la


Iglesia y el Estado, asuntos inseparablemente políticos y científicos. Ahora bien,
en La Domination masculine BOURDIEU no menciona estos asuntos, índices de la
existencia de un campo científico por las controversias que en él se despliegan,
y cuando precisamente disponía de casos ejemplares para mostrar los usos de
las ciencias sociales con fines de conservadurismo social. El psicoanálisis2º, la
antropología y el derecho sirvieron en todos esos debates como argumentos de
autoridad para apoyar la primacía conferida a la heterosexualidad y al dominio del
principio masculino mientras, por mi parte, esperaba un duelo intelectual entre
los dos PIERRE, PIERRE LEGENDRE21 y PIERRE BoURDIEU. En lugar y a cambio de
ese enfrentamiento, BoURDIEU agrega un anexo titulado ''Algunas consideraciones
sobre el movimiento gay y lesbiano", en el que analiza el contrato de unión civil,
pero sin hablar del tema crucial del mismo, la homoparentalidad, que continúa
siendo objeto de debate.
Esta segunda lectura revela, en mi opinión, que BoURDIEU no fue totalmente
consciente de las expectativas y desafios que planteaba un libro de esa índole, pues
no tomó los estudios feministas en calidad de espacio de investigación como otro,
aunque dominado o, mejor aún, por el hecho de ser dominado. Si bien BOURDIEU
confirió un valor agregado a un campo de investigación dotado del prejuicio
negativo, poniendo en juego su nombre, esa legitimación científica habría sido
aún más reconocida si hubiera analizado los efectos de la violencia simbólica en
la ciencia, y los efectos de las luchas cognoscitivas en este campo de investiga­
ción, para eventualmente subrayar las discordancias cognoscitivas del mismo.
En consecuencia, la recepción de su libro, en ocasiones negativa, era previsible,
no porque se tratara de BOURDIEU sino porque no había sido lo suficientemente
cuidadoso en la selección y articulación de los materiales empíricos, en los efectos
de la historicidad de la dominación masculina y las implicaciones de los estudios
feministas. Entre el ejemplo de Cabilia y los actuales retos de L 'Arrangement des
sexes22 se insinúa algo como una brecha, una genealogía truncada que ha debido
conceder a los legados y a las rupturas parciales engendradas por el movimiento

20 Cfr. la crítica de S. PROKHORIS. Le Sexe prescrit. La difference sexuelle en question, Paris,


Aubier, 2000 .
2 1 P. LEGENDRE. L 'Inestimable Objet de la transmission, étude sur les principes généalogiques en
Occident, Paris, Fayard, 1 985 .
22 E. GOFFMAN. L 'Arrangement des sexes, C. ZAIDMAN (trad.), Paris, La Dispute, 2002.
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y los estudios feministas el lugar que les corresponde. En resumen, creo que el
público que aplaudió La Domination masculine es el mismo que aplaudió La Misere
du monde23, un público que no es idéntico desde el punto de vista sociológico, pero
sí parecido en cuanto a su expectativa de revelación de los procesos de exclusión de
los que es objeto, o que pretende hacer de la exclusión su objeto de lucha. Aunque
es bastante, no es suficiente, pues se puede ser muy exigente frente a BOURDIEU
a partir de las exigencias inscritas en sus textos, lo que conduce a una tercera
lectura que llamaré generalista y que se interroga sobre las razones que llevaron
a BOURDIEU a escribir un libro aparte sobre la dominación masculina.

¿UN L I B R O A PA RT E ?

BoURDIEU abre el libro con esta frase: "estoy seguro de que no me habría en­
frentado a un tema tan dificil si no hubiera sido arrastrado a él por toda la lógica
de mi investigación"2•. Esta afirmación resuena como una invitación a poner en
perspectiva La Domination masculine y algunas de sus otras obras, y a preguntarse
por qué La Distinction2s, Homo academicus, La Noblesse d 'État26 o La Misere du
monde no están gobernados por la dominación masculina y el orden de los géneros.
En efecto, si la dominación masculina es el ejemplo por excelencia de la violencia
simbólica, entonces, ya lo dijimos, posee una condición epistemológica que todo
razonamiento sociológico debe tomar en cuenta. En esa medida entenderíamos
que la miseria del mundo supone un doble dolor para las mujeres: una miseria más
miserable y el deber de aliviarla, comprobados estadísticamente, lo que explica
las disposiciones al voluntariado de las mujeres y la economía de la devoción,
tan bien descritas por BOURDIEU. Veríamos también que el homo academicus es
un vir academicus, puesto que el juego de las rivalidades académicas se juega casi
exclusivamente entre hombres. Si en la década de los años setenta, teniendo en
cuenta el conjunto de facultades27, el cuerpo docente era en un 94ºlo masculino,
más adelante no se encuentra esa distribución por sexo cuando se trata del Who s

23 P. BoURDIEU (dir.). La Misere du monde, París, Seuil, 1 993·


24 ÍD. La Domination masculine, cit., p. 1 .
25 ÍD. La Distinction: critique socia/e dujugement, París, É ditions de Minuit, 1 979·
26 ÍD. La Noblesse d 'État, París, Éditions de Minuit, 1 989.
27 ÍD. Homo academicus, cit., pp. 65 a 69.
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who o de las condecoraciones. Ocurre lo mismo con la nobleza de Estado, de la


cual podría mostrarse que si, como dice BouRDIEU, es la heredera estructural de
la nobleza de toga o nobleza comprada, es igualmente la heredera estructural de
la valencia diferencial de los sexos. Podemos estar de acuerdo con MoNIQUE DE
SAINT MARTIN en el sentido de que "si se observan los primeros análisis de las
correspondencias en las grandes escuelas, la diferencia por sexos tenía un peso
tan significativo que prácticamente anulaba todas las demás oposiciones, y que
entonces decidió que era preferible no tomarla en cuenta en el análisis estadísti­
co"28 . Puede pensarse igualmente que una oposición tan apabullante no es sólo un
problema de técnicas estadísticas, sino un asunto de elección epistemológica que
da prioridad a las demás oposiciones sobre la oposición principal. Enigma para
los estadísticos, sin duda, pero la otra cara de la moneda es el sentido a partir del
cual hay que interpretarlo. Y Le Bal des célibataires29 como escena dramática es
también el resultado no descontado de las disposiciones jurídicas y de las reglas
no escritas relativas a la exclusión de las mujeres de la agricultura. Las agricultoras
desertaron, sin escándalo, inventando un feminismo silencioso3º no reivindicado
como tal, pero estructuralmente eficaz, uno de cuyos efectos es el baile de la
soledad, a falta de pareja. Los ejemplos mencionados sugieren lo siguiente: al
trabajar sobre los diversos desafíos del poder en los diferentes campos, BouR­
DIEU no tuvo en cuenta simultáneamente que los dominantes son hombres en
una medida estadísticamente apabullante y que el poder se basa en primer lugar
en formas de limitación, más aún, de exclusión de las mujeres, proceso que, no
obstante, describe muy bien en esta obra. Si toda la lógica de su investigación
llevó a BOURDIEU a escribir La Domination masculine, entonces sus investigaciones
anteriores podían ser objeto de relectura desde ese punto de vista, y constituir
así el contenido de su demostración.
Esas lecturas, entusiastas y críticas, son homólogas a la naturaleza de las
relaciones que yo sostenía con BoURDIEU. Opino que el homenaje más bello
que pueda rendírsele es ser fiel al espíritu crítico que no dejó nunca de poner en

28 Cfr. la contribución de M. DE SAINT MARTIN, pp. 3 5 5 y ss. , en este volumen.


29 P. BoURDIEU . Le Bal des célibataires. Crise de la société paysanne en Béarn, Paris, Seuil,
2002.
30 R.-M. LAGRAVE et ál. Ce/les de la terre. Agricultrice: l 'invention politique d 'un métier, Paris,
EHESS, 1 988.
354 La lucidez de las dominadas

práctica ni de transmitirnos. Cómo no ver, en realidad, que la crítica constituye


de por sí un acto de reconocimiento, ya que no puede dirigirse sino a textos que
suscitan interés. BoURDIEU mismo lo subraya en respuesta a algunas críticas: "la
crítica, incluso la más dura o la más injusta, vale más que el silencio ultrajado,
consternado o condescendiente al cual, con relación al problema de la dominación
masculina, con tanta frecuencia me vi enfrentado en Francia"3 ' . Cómo no ver
también que esta postura crítica es el producto de una evolución colectiva que ya
no predispone a todas las mujeres a desear, como lo dice BoURDIEU, "el poder
de los hombres o los hombres con poder" . La lucidez de las dominadas lleva a
algunas mujeres a encontrar deseables, no el poder de los hombres sino sus fallas,
las cuales, por sí solas, en el sentido geológico del término, ponen en contacto
capas de terreno diferentes y, por transposición, a mujeres y hombres que han
llevado a cabo un trabajo de reflexividad sobre sí mismos, es decir, un trabajo de
insumisión frente a la dominación masculina como carga o como efectos. Para
una fracción de mujeres, los hombres sin falla y sin reproche no son deseables.
Develar ciertas fallas de BOURDIEU, como él develaba las mías, hacía parte de
nuestros encuentros y constituye, en mi opinión, un acto de reanudación de la
amistad. Y únicamente la amistad o el amor, "al suspender temporalmente la
lucha por el poder simbólico"32, pueden llevar a la indulgencia. En la dedicato­
ria de su libro, BOURDIEU escribió: "a ROSE-MARIE LAGRAVE, quien me alentó
algún día a seguir aquel camino peligroso, y de quien espero indulgencia" . En la
arqueología de mi infancia, existía una indulgencia plenaria; evidentemente, se
trata de esa misma indulgencia, cumple de nuevo su función, no es incompatible
con el espíritu crítico.

31 "Pierre Bourdieu répond'', cit., p. 230.


32 BOURDIEU. La Domination masculine, cit. , p. 1 1 8.

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