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EL EXISTENCIAMSMO DE SIMONE DE BEAUVOIR

Es importante dejar clara la perspectiva filosófica en la que se sitúa Simone de


Beauvoir. Esta perspectiva es el existencialismo: una corriente filosófica que se
desarrolla en Europa en la primera mitad del s. XX. Sus principales representantes
son Kierkegasrd, Heidegger, Merleau- Panty y Sartre. Aunque, en concreto,
nuestra autora se identifica con el existencialismo francés cuyo punto de partida es
la publicación de la obra “El ser y la nada” de Jean-Paul Sartre.
Las ideas fundamentales del existencialismo son expuestas par Sartre en una
conferencia, en 1945 en Paris, con el título “El existencialismo es un humanismo”.
En ella clarifica esta teoría filosófica, que comenzaba a extenderse sin rigor,
caracterizándose como una actitud pesimistas ante la vida.
En su conferencia Sartre expondrá que el primer principio del existencialismo es la
afirmación: “en el ser humano la existencia precede a la esencia". Es decir, el ser
humano inicialmente no es nada, no puede caracterizarse según una naturaleza
establecida de antemano, una esencia. Sino que será aquello que resulte de su
propia acción, de sus proyectos. Cada individuo concreto es lo que hace a la largo
de su vida.
En este sentido es inevitablemente libre y, por tanto, único responsable de la que
haga de sí mismo. Para Simone es importante dejar claro que todo ser humano
solo se realiza cuando transciende. Este concepto de transcendencia hace
referencia a la superación, mediante proyectos vitales que le van abriendo nuevas
horizontes, nuevas oportunidades para la acción. Los seres humanos han de
hacerse a sí mismos a través de sus decisiones, han de establecer sus propios
fines e ir construyéndose. Decidir y actuar es Io que define al ser humano, por ello
es sobre todo libertad. Vivir es elegir. Existir es ir haciéndose mediante proyectos
libres.

Pero, para el desarrollo humano es fundamental el reconocimiento del "otro". Todo


ser humano es consciente de sí. Es por ello una conciencia: se reconoce como
conciencia particular distinta a las demás, como sujeto. El reconocimiento de uno/a
mismo/a requiere que cada sujeto se afirme como tal frente a los otros, que a su
vez afirmarán el papel de sujetas para sí mismos. Todo individuo consciente de sí
puede ser el "otro" para Ios demás. Entre seres humanos que mantienen
relaciones igualitarias entre sí ha de ser posible el reconocimiento mutuo como
conciencias, como sujetos. EI problema, para nuestra autora, se plantea cuando
los varones se afirman como sujetos, relegando a las mujeres el papel de "otra" y
estas no realizan la operación simétrica de afirmarse como sujetos.
También será importante la idea según la cual la elección de Io que un individuo
hace respecto a su propia vida involucra a las demás, que se ven afectados. Por
eso, es también responsable de los efectos de su acción sobre la humanidad.
Ahora bien, la conciencia de responsabilidad puede producir angustia. Por una
parte, decidirse por una vía significa dejar de lado otras posibilidades que ya no
van a desarrollarse. Y, por otra, cuando se toma conciencia de que el sentido de la
propia vida depende solo de uno/a mismo/a y no de valores trascendentales (como por
ejemplo los que emanan de la religión) el ser humano puede sentirse
desamparado, solo.
Además, Simone de Beauvoir, como existencialista, negará todo tipo de
determinismos: psicológico, económico, social... Acudir a este tipo de explicaciones
es poner excusas, autoengañarse; en eso consiste el mal moral. Por el contrario, el
bien moral se identifica con el hecho de no negar la soledad de cada uno en la
elección y la libertad propia, vivir es elegir, actuar, inventar... desde la soledad.
A esto hay que añadir, que la moral existencialista en general y la de nuestra filósofa
francesa en particular, es una moral de acción y de compromiso. Pues las
decisiones de cada cual no son solo individuales. Cada ser humano se ve a si
mismo en relación a otras personas. Se necesita el reconocimiento de los demás
para ser consciente de uno mismo. La libertad se realiza en un marco de
intersubjetividad. La libertad propia afecta a la libertad de los demás. El ser humano
es también "ser-conotros", existencia compartida y los demás pueden contribuir al
desarrollo de la libertad propia u obstaculizarla. Y nosotros a la suya. Así pues, cada
elección siempre se produce en una situación determinada, que ha de tenerse en
cuenta. La libertad personal y la de los demás está vinculada y estamos obligados
moralmente a realizar la propia libertad y querer la de los demás.
Ahora bien, la situación específica a la que han sido relegadas las mujeres es una
situación ambigua, porque aunque, como todo ser humano, son libertad autónoma,
los hombres les han impuesto que vivan en dependencia respecto a ellos, como si
ellos fuesen en exclusividad los únicos sujetos.
Así pues, desde la perspectiva del Existencialismo, Simone defenderá que "el
existencialismo es un humanismo" porque cada uno es su propio legislador. Desde
este punto de vista, esta doctrina no es pesimista, como se había objetado, sino
optimista, pues cada individuo depende solo de su propia acción.

Y, en diálogo con los planteamientos del existencialismo, la filósofa hará sus


propias aportaciones, que abordan, entre otras, en su famosa obra El segundo
sexo. En ella se planteará: ¿qué es una mujer?. El concepto "mujer" parecía
totalmente definido, pero su análisis filosófico lo convertirá en un extenso estudio
acerca de la condición femenina en general. La afirmación de que la feminidad se
atribuye y se exige a las mujeres en determinados contextos y que es el resultado
de la socialización diferenciada de niñas y niños, una socialización que afectada
negativamente a las mujeres porque las sitúa en una posición de inferioridad y
dependencia respecto a los varones, convertirá esta obra en una de las
fundamentales del feminismo. Desde aquí es desde donde se ha de interpretar su
más conocida afirmación: ”No se nace mujer: se Ilega a serlo”.
Por esta razón va a tener tanta importancia en la propuesta de Beauvoir la
educación igualitaria. El objetivo de esa educación será no llegar a ser mujer nunca,
si por "mujer" entendemos un ser que no se concibe en primer Iugar como sujeto,
que carece de autonomía y acepta ser designada "alteridad" para el varón. Ahora
bien, para que surja la nueva mujer es necesario, no sólo transformaciones
respecto a la educación sino también económicas, sociales y morales. Y, por
supuesto, una evolución colectiva que pueda posibilitar que todos los individuos
gocen de las mismas oportunidades en términos de libertad.
PROBLEMATIZACIÓN DE LA CATEGORÍA "MUJER"
¿Qué es una mujer? Esta es la pregunta que inicia la reflexión de Simone de
Beauvoir en su obra El segundo sexo. Se trata de una pregunta historica, que abre
la categoría "mujer" a la reflexión y pretende hacer temblar los cimientos de su
significado, que parecían sólidamente anclados. Podría parecer que Simone, al
plantear esta cuestión en la Introducción de la obra citada, simplemente busca una
definición. Sin embargo, lo que hace nuestra autora es llevar la duda radical al
significado del concepto "mujer" Concepto cuyo significado parecía establecido de
manera firme, encorsetando a los individuos a los que se aplica.
¿Qué Ileva a Beauvoir a convertir en problema la categoría "mujer” ? En primer
Iugar, el uso contradictorio que se hace del término cuando, por un lado, se vincula
al hecho biológico de tener útero, de ser hembra humana y, por otro, cuando se
emplea en sentido valorativo para establecer si determinadas hembras son más o
menos mujeres. En este último sentido es el que relaciona el ser mujeres a cierta
cualidad denominada "feminidad", que las mujeres concretas manifestarán en
mayor o menor medida. Nuestra autora ironiza preguntándose si dicha cualidad es
segregada por los ovarios o si se trata de una "Idea platónica" de la que las mujeres
tendrían que participar para ser plenamente mujeres.
No obstante, este punto de vista que está criticando está perdiendo fuerza: el
supuesto "eterno femenino" ha sido negado tanto por los ilustrados racionalistas,
como por autoras contemporáneas, que llegan a afirmar que mujer es aquel ser
humano al que arbitrariamente se califica de "mujer". Esta solución es rechazada
por la nuestra filósofa, porque no contribuye a la liberación de las mujeres.
Establece un paralelismo con categorías como "alma negra" o "carácter judío" y
añade que negar falsos estereotipos no hace desaparecer la discriminación que los
ha forjado. Puede ser un modo de "huir" del problema sin afrontarlo. El hecho es
que la clasificación de los seres humanos en hombres y mujeres existe en la
realidad social, sólo hay que abrir los ojos para verla.
Por lo que se nos plantea el problema de la categoría "mujer" con toda claridad: "si
su función de hembra no basta para definir a la mujer, si también rechazamos
explicaría por el "eterno femenino" .. no tenemos más remedio que preguntarnos
¿qué es una mujer?".
Beauvoir formula esta pregunta porque para ella la "feminidad" no es una cualidad
que caracterice a las mujeres de manera natural. Entiende la feminidad como un
mito forjado a lo largo del tiempo, mito que comienza a desmoronarse,
afortunadamente, en el siglo XX en la sociedad occidental.
Afirma que ser mujer, con todo lo que ello implica desde el punto de vista
tradicional: pasividad, dependencia, emotividad... no es algo natural, sino el
resultado de un complejo proceso de aprendizaje que empieza desde los primeros
momentos de vida de los individuos. "No se nace mujer: se Ilega a serlo".
Cuando se utiliza el término "mujer" no se habla simplemente de la hembra humana
biológica, sino del ser social al que llamamos mujer, y es un hecho que todo ser
humano concreto está posicionado de forma singular en la sociedad, en la que se
ejercen roles sociales. Tradicionalmente se ha asociado "ser mujer" a realizar
funciones vinculadas al cuidado de los demás: los hijos, el marido, los mayores, las
personas dependientes...Y se la ha excluida del ejercicio de otras funciones que se
desligaban del ámbito de la afectividad: el poder, la política, el deporte... Esta
asociación se justificaba por la atribución de características supuestamente
naturales tanto a las mujeres como a los hombres. La tradición asignaba a las
mujeres la pasividad, dependencia, emotividad, sensibilidad, debilidad, necesidad
de protección, incapacidad técnica, irracionalidad, frivolidad, gusto por la belleza...
De la misma manera se asignaba a los varones la autonomía, capacidad para la
acción, racionalidad, capacidad para ejercer el poder, control de la emotividad,
valentía, gusto por el riesgo, falta de sensibilidad... Este conglomerado de
características constituyen en las mujeres "la feminidad" y en los hombres "la
masculinidad" Pero Simone de Beauvoir afirmará, con toda claridad en su obra que,
en ningún caso, se trata de características naturales, sino que son el resultado del
aprendizaje en sociedad desde la infancia.
La respuesta a la pregunta "¿qué es una mujer?" nos la ofrece la filósofa francesa
en los dos tomos de "El segundo sexo". Una obra fundamental para el feminismo,
elaborada desde la perspectiva existencialista. Por primera vez se planteó la
pregunta de manera explícita, situando la duda filosófica sobre un concepto que
parecía naturalmente constituido.
MÉTODO REGRESIVO-PROGRESIVO EN EL ANÁLISIS DE LA CONDICIÓN
FEMENINA
El método regresivo-progresivo es el que emplea Simone de Beauvoir en el
“análisis de la condición femenina” en su obra "El segundo sexo” Se trata de un
método de investigación que aborda su objetivo desde dos perspectivas distintas,
necesarias y complementarias: la primera analítica y regresiva y la segunda,
sintética y progresiva.
La primera perspectiva (analítica y regresiva ) tiene como objetivo esclarecer cómo
se ha construido, cómo ha evolucionado a lo largo del tiempo y qué discursos han
contribuido a la consolidación de la feminidad. El punto de partida es la
constatación de la falta de simetría entre feminidad y masculinidad en la mayor
parte de las sociedades. Lo masculino se ha identificado con lo humano y lo
femenino se ha constituido como ‘carencia’ de determinadas cualidades frente a lo
masculino. Estas supuestas carencias se asocian a la sexualidad específica de las
mujeres, cómo si el cuerpo de la mujer estuviese ’lastrado’ y fuera un ser
defectuoso en comparación con el varón. ’La humanidad es masculina y el hombre
define a la mujer, no por ella misma, sino en relación a él.’
En relación a esta falta de simetría lo que Beauvoir se plantea averiguar es qué
circunstancias la hicieron posible, es decir, por qué ”La mujer se determina y se
diferencia con relación al hombre y no a la inversa.
¿Por qué el varón es considerado "Sujeto" y ella no? “Ella es lo inesencial frente a
lo esencial. Él es el sujeto, el Absoluto: ella es la Alteridad.” ¿Por qué las relaciones
entre hombres y mujeres no se plantearon en términos de reciprocidad? Si, según
la filosofía existencialista, desde la que S. de Beauvoir interpreta la condición
femenina, toda conciencia tiende a reconocerse como tal afirmándose como sujeto
frente a las demás conciencias, ¿cómo es posible que haya triunfado un punto de
vista que anula la consideración de sujeto para, aproximadamente, la mitad de la
humanidad?.
“¿De dónde le viene a la mujer esta sumisión?”. Esta es la pregunta que clarifica la
mirada que se desarrolla en la primera parte de la investigación de nuestra autora,
que coincide con el primer volumen de El segundo sexo. Es una mirada regresiva
porque trata de entender la opresión de las mujeres clarificando las circunstancias
que confluyeron en el pasado para que esta situación injusta se gestase. Es una
mirada analítica porque descompone el fenómeno universalmente extendido de la
opresión de las mujeres en diferentes aspectos, para que se muestre en su
complejidad y pueda apreciarse cómo su consolidación y evolución se debe a la
confluencia de elementos muy distintos que la mantienen y la justifican.
Como hemos dicho, la fase regresiva del método se desarrolla en el primer
volumen, titulado “Los hechos y los mitos“ de El segundo sexo. Este volumen hene
3 partes:
La primera de ellas se titula ‘Destino’ y en ella la autora considera críticamente tres
discursos disfintos (de la Biología, del Psicoanálisis y del Materialismo Histórico)
que tienen en común haber considerado que ‘ser mujer’ constituye un destino, es
decir, un modo de ser predeterminado por factores fisiológicos, psicológicos o
económicos respectivamente, que no deja espacio para el desarrollo de la libertad
que caracteriza a los seres humanos.
En la segunda parte de este primer tomo, ’Historia’ efectúa explícitamente una tarea
“regresiva” porque pretende sacar a la luz las causas que se encuentran en el
origen de la situación de inferioridad en que viven las mujeres en la mayor parte de
las sociedades, para la cual se ha de retrotraer a los tiempos primitivos en que se
sentaron las bases de una jerarquización que fue poco a poco consolidándose.
El volumen finaliza en una tercera parte, ’Mitos’ que se dedica al análisis del
importante papel que han desempeñado los mitos, elaborados por los varones, en
un modo de organización social que oprime a las mujeres, denominada
’patriarcado’.
En este primer volumen, las mujeres constituyen un objeto de estudio, el objeto de
un saber. El fenómeno de la opresión de las mujeres es considerado como
“exterioridad” - ’tal coma se presenta a los demás’ Un fenómeno que se pone en
relación con otros en un entramado histórico para que pueda ser entendido. Y se
descompone en aspectos distintos para que el análisis nos conduzca a las claves
para su desactivación.
Pero la investigación resulta incompleta si no se estudia el fenómeno de la opresión
de las mujeres desde el punto de vista de las propias mujeres y se muestran las
posibilidades que tienen de modificación de la situación. Par ello, el segundo
volumen, titulado “La experiencia vivida” de El segundo sexo, adopta la perspectiva
de la 'Interioridad’. Se desarrolla en el la segunda fase del método, que es,
progresiva y sintética. Veamos por qué.
Si en el primer volumen las mujeres constituían un objeto de estudio, ahora
aparecen como sujetos con vivencias concretas, que son las que se tienen en
cuenta y se describen. se muestra cómo han vivido las mujeres en las distintas
etapas de Ia vida: su situación concreta, cómo la asumen como sujetos (aspecto
sintético: el sujeto Integra en su acción los elementos diferentes de la situación)
superándola (aspecto progresivo) es decir, como modifican mediante su acción los
condicionamientos psicológicos, económicos y culturales que constituyen cada
situación. Al mismo tiempo se pretende evaluar las posibilidades que tienen de
modificar su situación en el futuro, a partir de la consideración de los cambios qué,
sobre todo a partir del siglo XIX, se han ido produciendo en la sociedad occidental.
Como hemos dicho la parte progresiva-sintética se desarrolla en el segundo
volumen de “El segundo sexo ’' que consta de 4 partes y la conclusión a toda la
obra. La primera parte, ’Formación’ se centra en la diferenciada cuestión del
aprendizaje de la condición de mujer desde la infancia. Se dedica especial atención
al desarrollo de la sexualidad. La segunda parte, ’Situación’ recorre facetas distintas
de la experiencia de las mujeres: matrimonio, maternidad, relaciones sociales, la
experiencia específica de la prostitución a la vivencia de la vejez. En la tercera
parte, ‘Justificación’ da cuenta de algunos de los mecanismos que, según Beauvoir,
emplean algunas mujeres para realizarse individualmente en la sociedad desigual y
señala tres casos típicos: la narcisista, la enamorada y la mística. Por último, en la
cuarta parte, ’Hacia la Iiberación’ considera los cambios que se requieren para que
se haga realidad la liberación de la mujer y pueda gozar de las oportunidades que
de manera injusta le han sido hurtadas.
En resumen, el método regresivo-progresivo que Beauvoir aplica en El segundo
sexo consta de dos fases complementarias que se desarrollan en los dos
volúmenes que constituyen la obra. Este método de investigación Io volverá a usar
Simone de Beauvoir más tarde en su obra dedicada a la vejez, que publicó en
1970. Se trata de un método que aborda una situación humana que se investiga en
primer lugar como ’exterioridad’ como objeto de saber y en segundo lugar como
’interioridad’ en cuanto el sujeto asume los elementos diferentes que constituyen su
situación y los trasciende, va más allá de ellos, mediante su propia acción. Este
método fue teorizado por Sartre en 1960, más de diez años después de su uso por
nuestra autora, siendo el método de investigación del Existencialismo.

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