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Índice
Sinopsis capítulo 8
Nota de la autora capítulo 9
capítulo 1 capítulo 10
capítulo 2 capítulo 11
capítulo 3 capítulo 12
capítulo 4 capítulo 13
capítulo 5 capítulo 14
capítulo 6 Biografía de la
autora
capítulo 7
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Sinopsis
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Nota de la autora:
Esta historia es muy especial para mí. Está escrita para todas las
jóvenes que alguna vez se sintieron perdidas en un mundo que se negó
a comprenderlas. Para cada jovencita que se enamoró de una mujer
especial en su vida. Y lo más importante, para los profesores en todo el
mundo. Su impacto e influencia en la vida de cada joven no solo es
importante, sino que también se recuerda con frecuencia. Gracias.
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Capítulo 1
Afuera cae la lluvia, su ritmo constante me recuerda el pasado.
Pienso en ella ahora cuando me siento aquí sola, salvo por mis perros
que yacen a mis pies. Me miran con ojos tristes y aburridos, sabiendo
que hoy no saldrán a explorar.
1
Softbol: Juego muy parecido al béisbol por ser una derivación suave del mismo.
El deporte siempre había sido una gran salida para mí y el softbol no era
una excepción. No podía esperar a escuchar el golpe del bate, para
sentir las costuras ásperas de la pelota en mi mano.
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J.V.: Junior Universidad. Estas siglas se emplean tanto a nivel de enseñanzas medias como universitaria
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para designar a los jugadores que no son los principales del equipo.
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Days of our Lives, telenovela norteamericana que difunde la NBC. Es uno de los programas de
televisión con guiones más antiguos del mundo, se emite casi todos los días de la semana desde el 8 de
noviembre de 1965.
mayor, diecinueve, y se sabía que ella bebía en las fiestas y se ponía un
poco loca. Me encantó su entusiasmo por la vida y su sentido del
humor. Las dos éramos artistas, con frecuencia nos dibujábamos entre
nosotras y hablábamos de cómo en el futuro, juntas íbamos a coescribir
libros para niños.
ella se metió las manos en los bolsillos y parecía estar un poco nerviosa.
El entrenador Marino luego se aclaró la garganta y se sonó la nariz antes
de hablar en su dirección.
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4Grounders: significa los mismo que ground balls, o lo que es lo mismo bolas de tierra. La bola de tierra
es una bola que se golpea a lo largo de suelo en lugar de por el aire.
Capítulo 2
Avanzaba la tarde y me trasladé de mala gana a la parte interna
del campo con el entrenador Marino. Él estaba en desacuerdo en
cuanto a dónde ponerme y su cara mostraba el estrés que estaba
sintiendo. Jugaba en la tercera base, pero él tenía una jugadora de alto
nivel para ese puesto. Su nombre era Brandi y era ruidosa con mal cutis
y de ninguna manera iba a ser derrotada por un estudiante de segundo
año. Lo supe desde el momento en que la vi, de pie junto al entrenador,
con sus manos de forma airada en las caderas. Ella me fulminó con la
mirada mientras el entrenador nos ordenaba a ambas ir a la tercera
base para practicar bolas de tierra.
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Jugadoras exteriores: Outfielders, son los jugadores situados más alejados de los bateadores, por ellos
se ha optado por denominarlos exteriores que no jardineros que es su traducción correcta.
guante por el dolor. Algunas de las chicas expresaron su sorpresa, pero
la mayoría comenzó a animar a Brandi una vez más. La senior se
adelantó, haciendo un punto para estar donde yo estaba. Todas las
chicas murmuraron, mientras se construía el drama. Me situé detrás de
ella casualmente, ya mentalmente centrada en mi próximo turno. El
entrenador golpeó la bola y Brandi la agarró rápidamente y la lanzó a
la primera. Continuamos así por cinco hits más cada una y sabía que la
única diferencia eran nuestros lanzamientos a primera. El mío era más
fuerte.
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U de A: Universidad de Arkansas
territorio masculino. Se sentía extraño estar allí sola. El pabellón era
grande, contenía vestuarios y duchas, así como una sala de pesas
contigua para los jugadores de fútbol. Durante la temporada de softball
los muchachos no estaban autorizados a entrar al vestuario después de
la escuela, pero algunos todavía hacían ejercicio en la sala de pesas. Oí
varias voces profundas que venían de detrás de la puerta de la sala de
pesas mientras caminaba hacia la salida, desesperada por dejar el frío y
húmedo edificio. Salí fuera y sentí el frío de la brisa del atardecer. Le di la
bienvenida con una respiración profunda. La piel de gallina recubrió mis
piernas desnudas cuando abracé mi mochila más cerca de mi cuerpo.
Eche un vistazo por el campo de J.V., decepcionada de que mis
amigas ya se habían ido.
—Oye Reagan.
—Reagan, eres algo especial. No solo puedes jugar, sino que eres
modesta y madura. Somos muy afortunados de tenerte.
—¿Es tu mamá?
—Te veo mañana —me dijo luego mientras abría la puerta del
auto.
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—Adiós. —Le sonreí rápidamente y luego me subí al auto,
tomando mis bolsas encima de mí.
—¿Quién era esa? —mi mamá preguntó vestida con una falda
larga y una blusa, recién llegada de su trabajo en el distrito escolar. Me
senté haciendo crujir en el asiento, sujetando tanto mi bolsa y mi
mochila.
—Entrena softbol.
—¿Para qué? —Se recostó sobre sus codos y estiró sus piernas,
permitiendo que sus dedos se secaran.
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—¿Rey?
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Zapatillas de tapones: También denominadas botas de tacos o tacón en otras regiones.
—¿Por qué?
—¿Y?
siquiera sabía quién era ella hasta hoy. —Su mirada sostuvo la mía por
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Cachas: Persona que tiene un cuerpo fuerte y los músculos muy desarrollados.
—Dios, Rey, de verdad. ¿Cuál es tu problema?
cara blanca y labios rojos. Junto a él, las pinturas y dibujos que había
hecho de bosques oscuros, iluminados por la luna y árboles estériles me
hicieron señas para que me fuera a otro mundo, pero C&C Music
Factory se escuchó desde la habitación de Rebecca y se arruinó mi
paz, así que me levanté y me dirigí al baño donde cerré la puerta.
Quitándome la ropa, caminé hacia el estéreo que descansaba en la
parte posterior del inodoro y presioné el botón de reproducción. The
Violent Femmes cantaron y me conmovieron mientras me ocupaba de
asearme para la cena.
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Capítulo 4
Las próximas semanas pasaron relativamente sin incidentes. El
entrenamiento iba bien e hice mi mejor esfuerzo para adaptarme en mi
posición en la primera base. Me sentí algo culpable, sacando a Tiffany
de su posición, pero ella lo tomó con calma y me animó desde el
exterior derecho. La señora Evans vino al entrenamiento todos los días
para animarnos y guiarnos. Estaba deseando verla, me gustaba la
forma en que me hacía sentir, como siempre, quise ser la mejor, pero
me había dado cuenta de que algunas de las chicas mayores
comenzaron a hacer comentarios en voz baja sobre la señora Evans. Si
bien me molestó, me encontré escuchando y tratando de descubrir
todo lo que pudiera sobre ella. Parecía que mi hermana y sus amigas no
eran las únicas que pensaban que la nueva profesora era gay.
—Bueno, ¿con quién? —No fui capaz de dejarlo pasar. Tenía que
saberlo y estaba desesperada, mi voz se elevaba con agitación.
—¡Oh, vamos! Tienes que ser tú. —Alyson luego comenzó a agitar
a algunas de las otras chicas y susurrar con entusiasmo—. ¡Reagan va a
ser la que pregunte!
—¡No, yo no! —Puse mis manos en mis caderas con rabia. Las
chicas me rodearon entre chillidos y risitas, como buitres hambrientos
con la cabeza vacía.
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—¿Por qué no? —Alyson preguntó—. ¿No quieres saber con quién
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va a salir?
Me detuve a pensar por un momento. Quise, realmente quería
saber, pero no por las razones que las chicas creían. Sentía curiosidad y
celos y estaba muriendo por dentro.
—¿Sí?
—¿Una cita caliente? —Me reí esperando que supiera que estaba
bromeando, pero por dentro mis entrañas se retorcían. No quería que
tuviera una cita caliente. No quería que tuviera una cita en absoluto.
—Yo no diría eso. —Me miró y se encontró con mis ojos—. Todos
los viernes, llevo a un hombre ciego a su casa desde su trabajo en este
lado de la ciudad. Él vive cerca de mí, así que lo recojo del trabajo y
regresamos juntos a la ciudad.
agrupadas.
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—Sí. —De repente me sentí muy enferma y con un poco de
náuseas.
—¿Sí?
en la espalda.
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Avergonzada, me moví rápidamente, temblando escapé de mi
madre y sus miradas indiscretas.
ignorara.
—Bueno, entonces tendremos que comenzar con esa dieta hoy —
habló sin mirarme.
—Hola —respondí.
—Evans.
—Supongo que tengo que irme. —Me metí las manos en los
bolsillos y sentí que mi cara se enrojecía por el comportamiento de mi
madre.
—¿Si?
—Bueno, ella lo es. Y es por eso que no quieres que Reagan esté
cerca. —Rebecca se miró las uñas como si estuviera aburrida de la
conversación.
—Estábamos fumando.
—¿Fumando?
—A veces ayuda.
—Sabes, Reagan, eres sabia más allá de tus años. Ves cosas que
otras personas nunca se tomarían el tiempo de ver. Eres una gran
pensadora.
Me burlé.
—¿Y qué hay de ti? —La miré con curiosidad—. ¿Cómo es que ya
sabes tanto? Quiero decir, no eres mayor y sabes esas cosas.
—Yo, como tú, tuve que aprender estas cosas a una edad muy
temprana. Y las aprendo una y otra vez cuando espero que otro ser
humano intente compartir mis creencias y mi forma de comportarme.
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—¿Veinticinco? —Supuse
—No lo creo. Mi mamá quiere que la haga, pero le dije que no.
Probablemente solo tenga algunas amigas que se queden a dormir o
algo así.
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Capítulo 7
El día de nuestro primer partido el equipo estaba vibrando de
emoción. Todas nos cambiamos rápidamente a nuestros uniformes justo
después de la escuela. El día era frío y brillante, lo que nos permitió
probar nuestras chaquetas de equipo universitario y las nuevas
sudaderas con capucha. Cada miembro del equipo universitario recibió
un grueso anorak forrado que decía Valley Softbol en la parte posterior.
Y las sudaderas que habían sido encargadas la semana anterior, cada
una con nuestros apellidos escritos en la parte posterior.
—¿Qué escuchas?
más?
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Me encogí de hombros.
—Black Crowes, Jesus Jones, The Cure. ¿Qué hay de ti? —
pregunté curiosa.
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Capítulo 8
El partido transcurrió casi sin contratiempos hasta la quinta
entrada. Salimos corriendo al campo y algunas de las chicas
comenzaron a reírse y susurrar, señalando a la señora Evans, que había
estado sentada tranquilamente en el banquillo. Se levantó para dirigirse
a la línea de la primera base con el entrenador, ajena a las chicas y sus
risas. Me senté y me puse mis guantes de bateo, tratando de ignorar las
bromas.
—¿Eh?
—Puta de mierda.
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Solté mi bate y corrí con todas mis fuerzas hacia la señora Evans.
Ella estaba señalando y gritando, diciéndome que me dirigiera a la
segunda. Mientras me acercaba, miré al entrenador en la tercera. Me
estaba haciendo el molinete, queriendo todo el tiempo que fuera a
home. Lo hice rápidamente, tratando de ignorar los gritos de ambos
equipos. Abordé la tercera base y me dirigí hacia Home. El sol poniente
picó mis ojos, y no pude ver al receptor. Mi equipo estaba gritando
instrucciones, pero ya no confiaba en ellas. Ya no. Nunca más. Había
bullicio a mi izquierda y sabía que la lanzadora probablemente tenía la
pelota. Una voz me gritó desde la primera base.
—Ese, —me dije a mí misma—. Ese fue para ti, señora Evans.
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Parador en corto (shortstop): Juega entre la segunda y la tercera base, y su función es impedir que los
batazos que van por ese sector se cuelen al exterior izquierdo.
La última entrada llegó cuando el sol desapareció detrás de las
montañas. Estábamos uno a uno gracias a mi home run12 y me sentí
bastante bien a pesar de que me había peleado con mi equipo. Me
puse de pie en mi posición defensiva y miré a la señora Evans. Todavía
tenía mi sudadera y un sentimiento de orgullo se apoderó de mí. Ahora
había un out13 con una corredora en la tercera y la chica bateando era
conocida por sus lanzamientos cortos. Miré a Brandi, que estaba
jugando en la tercera base demasiado atrás, especialmente para esta
bateadora en particular. La llamé y me pasé la mano por el pecho, la
señal de bunt14. Ella sacudió la cabeza hacia mí, negándose a avanzar.
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Home run: Carrera.
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Out: En softbol, un strikeout (o strike-out), conocido comúnmente en el idioma español como
"ponche", se produce cuando un bateador acumula tres strikes durante su turno al batear. Por lo
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tal manera con el fin de hacer que se vaya a poca distancia. Un toque de bola es un tipo especial de
técnica ofensiva en el béisbol o el softbol.
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Bolsa: Especie de saco o almohadilla blanca que hay en cada base.
—Lo has hecho lo mejor que has podido. Ese lanzamiento era
terrible.
—No, úsala. Hace frío y mi anorak está bien. —Se puso de pie y
recupero mi anorak y luego la colocó suavemente sobre mis hombros.
La miré sorprendida.
Abrí la boca para hablar, pero antes de que pudiera, sentí una
mano en mi hombro. La señora Evans se puso en cuclillas a mi lado.
—Sé lo suficiente.
—¿Qué?
—Sí.
—Escucha, iba a ser una sorpresa, pero pensé que sería mejor que
te lo dijera para que no hicieras otros planes.
—Dana completó.
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—¿Sí? Eso suena bien. —La miré, mi infelicidad escrita en mi
cara—. Pero no la quieres. —Ella terminó entendiendo.
—No. No la quiero.
—En realidad tengo que irme —dijo Dana mirándome con pena.
Se dio cuenta que estaba tratando de postergar el volver a casa. Y
supe por su rostro que lamentaba no poder ayudarme en ese plan.
—Informar.
Él se burló.
Asentí rápidamente.
—Solo vámonos.
»¿Lo dijiste?
—Vamos. —Me animó con una sonrisa. Salimos del auto y nos
adentramos en el parque, siguiendo un sendero de tierra hasta varias
grandes rocas. Se subió y luego se giró para tomar mi mano,
subiéndome a su lado. Me senté lentamente, haciendo una mueca por
el dolor en mi espalda. Pero tuve cuidado de no dejarla ver. Me sentí un
poco abochornada y avergonzada por la situación en la que me había
encontrado. Debería haber sido capaz de manejar a Nate, pero no lo
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había hecho. Y solo Dios sabía lo que habría pasado si la señora Evans
no hubiera entrado.
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—Toma —dijo sentándose a mi lado—. Esto es para ti.
—¿Qué es?
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The Black Crowes: Grupo de rock duro estadounidense que comenzó su carrera en los años 90. La
dedicatoria, aunque con ligeros cambios en algunas frases, corresponden a estrofas de uno de sus
grandes éxitos "She Talks to Angels"
—Hay más —dijo suavemente.
—De nada, Reagan. Espero que esto, como mínimo, traiga algo
de felicidad a tu día.
o haga.
Tragué saliva y asentí. Me miró a la cara un momento más, sus ojos
puestos en mis labios. Anhelaba sentirla tocar mis labios con los suyos,
que me reclamara con su boca, pero sus ojos volvieron a los míos y
retrocedió, dejando caer sus manos de mi cara.
—Lindo lugar.
—Sí, es grandioso.
Ella rio.
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—De acuerdo. —La miré a los ojos y encontré difícil tragar una vez
más—. Gracias de nuevo. Por todo.
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Capítulo 1 1
El plan de esa noche era que fingiera que todavía estaba
sorprendida. Mi papá me llevó al centro comercial para recibir mi
regalo de cumpleaños. Quería un par de Doc Martins17 y sabía que
nunca las obtendría de mi madre. Eran, después de todo,
extremadamente masculinas. Mi padre simplemente levantó las cejas y
luego se encogió de hombros.
—Sí.
—Bien, creo.
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Doc Martins: La autora tiene que estar haciendo referencia a la marca Doc Martens, se trata de botas
tipo militar.
—¿El año que viene quiere tenerte de vuelta a la tercera?
Asentí en silencio.
—Sí.
—¿Mía?
—Sí.
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—Gracias. —No sabía qué más decir. La S10 era perfecta. Era la
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DMV: Department of Motor Vehicles. En los Estados Unidos es la agencia gubernamental que
gestiona el registro de vehículos y las licencias de conducir.
Me burlé mientras miraba a mi alrededor. Ya no era el centro de
atención y todos estaban hablando entre ellos o caminado.
—Ya lo veo.
—¿Qué?
—Por favor, dime que trajiste algo para tomar. —Necesitaba algo,
cualquier cosa para suavizar los duros bordes de mi realidad. No podía
creer que Nate estuviera aquí. El descaro, las bolas que tenía para
aparecer. Debió pensar que no lo contaría. El bastardo. El enfermo,
bastardo arrogante.
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—De hecho, tengo algo en mi auto —dijo Lori en respuesta a mi
petición.
—Sí, gran fiesta. —Brandi reflexionó—. Diría que todos están aquí,
excepto una persona.
—¿Ella te tocó?
Habló Brandi.
Los miré a ambos, sin creer lo que estaba escuchando. Sin creer la
traición que estaba sintiendo. De mi propia familia.
garganta—. ¿Brandi? ¿Nate? ¿Mi madre? Todos. —No sentí correr las
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lágrimas por mi cara mojada. Algo caliente tocó mi labio y levanté una
mano temblorosa para ver qué era. Entonces y solo entonces me di
cuenta de que estaba llorando.
Era gay.
Más tarde ella había dicho que parte del profesorado luchó con
uñas y dientes por él y ahora sabía por qué. La señora Evans lo quería.
Otro toque sonó y de repente me sentí mareada y caí sobre la cama.
—¿Sí?
Entró vacilante.
—Gracias.
mi lado.
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Bud Light: Una de las marcas de cerveza más populares en EE.UU.
—¿Por qué no me has dicho que tenías mi pintura? —pregunté
escudriñando su cara. Necesitaba saber lo que ya sospechaba, lo que
ya sentía. Vi cómo se ruborizaban sus mejillas en respuesta a la
pregunta.
—¿Reagan?
—¿Qué?
—¿Saber qué?
—¡Esa perra! —Se enfureció—. ¿Por qué hizo una cosa así?
Asentí.
—Sí.
—¡Dios mío!
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—Le dije a mi madre que él trató de violarme, pero luego él habló
y les dijo a todos que lo estaba haciendo con él y que nos atrapaste.
Dijo que estabas celosa y lo amenazaste.
Una vez más las lágrimas inundaron mis ojos, amenazando con
desbordarse.
—Sí, lo es.
lo eres.
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Soñé con ella toda la noche, dando vueltas en las suaves sábanas
que retenían su aroma seductor. Llorando cada vez que me despertaba
y me daba cuenta de que estaba sola. Abrí los ojos a la mañana
siguiente mental y físicamente exhausta. Me dirigí a la sala de estar y
encontré a la señora Evans dormida en un sofá viejo y pequeño. Sus
rodillas estaban hechas un ovillo bajo una manta tejida, su gato
ronroneaba con fuerza en sus pies. Miré alrededor de la habitación y vi
varias fotografías de ella con un hombre atractivo. Y algunas de ella
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—Sí.
—¿Cómo qué?
—Reagan será mejor que te vayas —dijo mirando hacia otro lado,
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Capítulo 13
Mientras me dirigía a casa, repasé las cosas en mi mente. Sabía
que me enfrentaría a una batalla y ahora más que nunca estaba
decidida a enfrentar a mi madre, a mis compañeros, al mundo. Estaba
cansada de tener miedo, cansada de dejar que la gente me pisoteara.
Me encogí de hombros.
Di un paso más.
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—Bueno mamá, aquí está. Soy gay. ¿Eso es lo que querías saber?
—¡Es esa mujer! ¡Ella ha hecho esto! ¡Te ha hecho esto! —gritó.
Recuerdo la última vez que la vi. Fue el último día de clases ese
año y pasé por su aula después del último toque de campana. Estaba
de pie en su escritorio, empacando cajas.
—Hola —dije.
—Así es.
—Lo sé. —Dejó de empacar y esta vez se encontró con mis ojos—.
Gracias. —Me sonrió levemente y apartó la vista de nuevo, el dolor
tratando de atravesar su mirada.
La dejé allí poco después, a solas para empacar sus cajas. Lloré
todo el camino a casa como lo había hecho todas las noches desde mi
cumpleaños. Mi dolor por ella fue interminable. Un agujero negro
consumiendo mis entrañas. Ella nunca lo supo, pero conduje por su casa
unas cuantas veces en los años siguientes. Mi forma de asegurarme de
que estaba bien.
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Capítulo 14
A decir verdad, he pensado mucho en ella a lo largo de los años.
Le escribí varias cartas en la universidad, pero nunca las envié. Ahora
pienso en ella, a la edad de veintiséis años, bebiendo mi Baileys con
hielo. Una vez más, la busqué hace unos días, indagando su nombre y
dirección de correo electrónico en el sitio web del distrito escolar.
Todavía estaba enseñando en la misma escuela, por la cual dejó Valley.
Tuve suerte, escribí numerosos correos electrónicos, ninguno de ellos lo
suficientemente bueno como para enviar. Finalmente, después de
contemplar durante horas la pantalla del ordenador, escribí la letra de
mi canción favorita de todos los tiempos y la envié.
Me estaba esperando.
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El camino para llegar a ella era silencioso y el clima me traía
reminiscencias. La lluvia caía fría y continua, salpicando mi parabrisas.
Su casa era más nueva que en la que había vivido hacía diez años. Era
pequeña, pero moderna en un vecindario familiar pequeño y
agradable. Me detuve y caminé lentamente hacia su entrada. La lluvia
cayó fría sobre mi cabello y corrió por mi cuero cabelludo. Me paré en
la puerta de su casa y toqué el timbre, pasando mis manos por mi
cabello húmedo.
—Por favor, entra. —Abrió la puerta aún más cuando pasé junto a
ella, sus ojos azules intensos nunca abandonaron los míos—. Esto parece
como un déjà vu. Presentándote en mi casa empapada de lluvia.
—No, está bien. —Se rio y mi corazón dio un vuelco. Había pasado
demasiado tiempo desde que la había escuchado—. Estás nerviosa. —
Tomó mi chaqueta y me estudió con una sonrisa—. Diferente a la
Reagan batalladora que solía conocer.
—Mi trabajo. —Me tapé la boca con una mano temblorosa. Los
últimos dos años habían sido geniales, una bendición para una joven
artista. Mi primera exposición había ido bien, muy bien. Pero estos no
eran solo mis trabajos más nuevos, algunos de ellos eran anteriores, de
mis años de universidad. Era una colección. Una colección mía.
—Fuiste tú —susurré.
—¿Yo?
—No creo —dijo dejando caer sus brazos a su lado. Me miró larga
y profundamente y luego apartó los ojos, sus mejillas ruborizadas.
—Permíteme dibujarte.
cuello.
Levantó los brazos y me miró a los ojos mientras le quitaba la
camiseta de su cuerpo.
—Lo siento —dijo con voz ronca—. Pero parece que no puedo
llegar a ti lo suficientemente rápido.
—Yo también.
—Gracias a Dios.
FIN
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Biografía de la autora
Ronica Black es una autora galardonada y
tres veces finalista del Premio Literario Lambda.
Sus libros van desde el romance y la erótica hasta
el misterio y la intriga. Le gusta probar suerte. A
Ronica también le gusta dibujar122, pintar y
esculpir. Vive en Glendale, Arizona, con su pareja,
donde disfruta de una vida familiar rica y cría una
colección de mascotas.
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