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Vida oculta

VIDA OCULTA [271]

17ª Meditación – Cuaresma 2022 – (DÍA 25)

“Nazaret es la escuela de iniciación para comprender la vida de Jesús. La escuela del


Evangelio. Aquí se aprende a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en el sentido,
tan profundo y misterioso, de aquella simplísima, humildísima, bellísima manifestación del
Hijo de Dios”1 (San Pablo VI).

ACTOS PREPARATORIOS
Oración preparatoria:
[46] La oración preparatoria es pedir gracia a Dios nuestro Señor, para que todas mis
intenciones, acciones y operaciones sean puramente ordenadas en servicio y alabanza de
su divina majestad.

1° preámbulo: La historia (Mt 4,1-11).


Contemplemos ahora a Jesús viviendo 30 años en Nazaret con sus padres.
La historia es bien simple: hijo del carpintero, vivía con María y José durante largos
años, obedeciendo y creciendo en edad, sabiduría y gracia.
La historia arranca con la vuelta de Egipto:
“Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor
de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea, y vino y
habitó en la ciudad que se llama Nazareth, para que se cumpliese lo que fue dicho por los
profetas, que habría de ser llamado nazareno” (Mt 2,22-23).
Nosotros nos centraremos en el Evangelio de San Lucas:
“El regresó con sus padres a Nazareth y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba
estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en edad y en gracia
delante de Dios y de los hombres” (Lc 2,51-52).
Además de servirnos para saber el lugar en donde creció y pasó su juventud nuestro
Señor, el hecho de que haya crecido en este lugar es más que significativo. En esos
tiempos el término Nazareno era despectivo, pensemos en los apodos que utilizamos
para llamar despectivamente a una persona que proviene de un lugar poco culto e
importante, aunque sea en broma, y esto nos puede ayudar a contemplar el valor del
apodo de Nuestro Señor.

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PABLO VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret.

P. Ignacio Reyes Ojeda, IVE


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2° preámbulo: Composición de lugar:


Nazareth, lugar escondido por corona de montañas, casas grises, de techos planos,
apoyadas sólidamente en rocas.

3° preámbulo: Petición:
[104] Será aquí demandar conocimiento interno del Señor, que por mí se ha hecho
hombre, para que más le ame y le siga.

CUERPO DE LA CONTEMPLACIÓN

[271] De la vida de Christo nuestro Señor desde los doce años hasta los treinta escribe
Sant Lucas en el capitulo 2, 51-52.

1. PRIMERA CONSIDERACIÓN:
La vida en Nazaret.
«Nazaret es una lección de silencio. Renazca en nosotros la valorización del silencio, de
esta estupenda e indispensable condición del espíritu; en nosotros, aturdidos por tantos
ruidos, tantos estrépitos, tantas voces de nuestra ruidosa e hipersensibilizada vida
moderna.
Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento, la interioridad, la aptitud de prestar oídos
a las buenas inspiraciones y palabras de los verdaderos maestros; enséñanos la
necesidad y el valor de la preparación, del estudio, de la meditación, de la vida personal e
interior, de la oración que Dios solo ve secretamente»2.
Aprendamos el silencio que nos permite estar abiertos y atentos a Dios, aprendamos
el valor de la oración en lo secreto que solo Dios ve.
Y de este silencio de Nazaret, pues estos años de la vida del Señor no son conocidos,
sino que han quedado ocultos en la casa de Nazaret, en el silencio de Nazaret, se pueden
desprender varias consecuencias para nuestra vida:
– Crecimiento, familia y oración, y también vida de Trabajo. La ley de la vida humana
que el Señor ha querido para nosotros, Él mismo la ha querido vivir, aprender y hacer
suya. La vida de Nazaret es una vida de trabajo. Se trabaja para poder vivir, se trabaja
también como camino de desarrollo, de santificación; el trabajo es expresión y camino
de verdadera humanización. Jesús también quiso vivir esta ley y nos dice: «Sígueme en
mi trabajo, sígueme y aprende a hacer del trabajo vida que te transforma, que te hace
crecer, que te humaniza cada vez más».
Jesucristo nos enseñó a trabajar en presencia de Dios y, por lo tanto, a realizar el
trabajo bien hecho, hasta sus últimos detalles; con perfección humana y sobrenatural.
Ése, sin duda, sería el ambiente que se respiraría en el taller y en el hogar de la Sagrada

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PABLO VI, discurso 5 enero 1964 en Nazaret

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Familia porque Santa María y San José vivían de continuo en presencia del Hijo de Dios
Encarnado.
“Por eso el hombre –comenta san Josemaría– no debe limitarse a hacer cosas, a
construir objetos. El trabajo nace del amor, manifiesta el amor y se ordena al amor.
Reconocemos a Dios no sólo en el espectáculo de la naturaleza, sino también en la
experiencia de nuestra propia labor, de nuestro esfuerzo”.
De ahí que “El esfuerzo por sacar adelante la propia ocupación ordinaria, será ocasión
de vivir esa Cruz que es esencial para el cristiano. La experiencia de vuestra debilidad,
los fracasos que existen siempre en todo esfuerzo humano, os darán más realismo, más
humildad, más comprensión con los demás. Los éxitos y las alegrías os invitarán a dar
gracias, y a pensar que no vivís para vosotros mismos, sino para el servicio de Dios y de
los demás”3.
– La vida de Nazaret es también vida sencilla. Además, la vida ordinaria de Nazaret
nos habla de la sencillez de una vida normal. La vida de Jesús fue muy sencilla, tan
sencilla que cuando Jesús, después del Bautismo, hace que sus paisanos de Nazaret
queden sorprendidos: «Pero… ¿cómo es posible? ¿No es éste el hijo del carpintero?»
(Mt 13, 55). Y esto es posible porque Jesús ha vivido de tal manera en medio de los
hombres que nadie ha pensado que Jesús sea alguien distinto, ha vivido de una manera
tan sencilla que no ha llamado la atención. Pero, además, es la sencillez de una vida
austera, podríamos hablar de pobreza y de austeridad; no tenemos noticia de que a la
familia de Nazaret le faltara lo necesario para vivir, pero sabemos muy bien que se vivía
con lo necesario e imprescindible, porque la austeridad hace también poder vivir mejor
en Dios. Cuando no se tienen tantas cosas el corazón está atento y disponible a lo
esencial. ¡Enséñanos, escuela de Nazaret una vida sencilla! ¡Cuánto necesitamos una
vida más sencilla y austera, para que nuestro corazón pueda estar libre y atento a lo
necesario, a Dios, a lo verdaderamente importante en la vida!
– El hogar de Nazaret nos habla también de obediencia: «Jesús se sometió a María y
a José». Esta fue su segunda decisión. La primera fue quedarse entre los doctores de la
ley para enseñarnos que Él es el Hijo del Padre, el Hijo encarnado y que Él tiene que
dedicarse siempre a los asuntos del Padre. Él está totalmente consagrado a la misión
que deriva del Padre. Ahora bien, después de proclamar esto, su segunda decisión es
volverse con María y José y someterse a ellos. Por lo tanto, la obediencia de Jesús a
María y a José es una obediencia voluntaria, se somete porque quiere. Esa obediencia,
querida por el Padre, es a la vez expresión de obediencia al Padre a través de José y de
María. Jesús nos enseña lo decisivo de la obediencia.
– Por último, la vida ordinaria de Jesús en Nazaret es una vida de Dios presente y
oculto. Recordamos las palabras preciosas de Isaías: «en verdad, tú eres un Dios oculto,
un Dios escondido» (Is 45,15). Es el misterio que vamos contemplando a lo largo de la
historia de la salvación y encontramos ahora en Nazaret: Dios está presente pero oculto
a la vez. Oculto, porque, aunque comparte con tantas personas una vida ordinaria en

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SAN JOSEMARÍA ESCRIVÁ, Es Cristo que pasa, En el taller de José, Punto 49.

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Nazaret, Jesús no manifiesta quién es todavía, no da a conocer que Él es Dios. También


el Señor en nuestra vida va manifestándose poco a poco, su presencia es real, pero a la
vez escondida, toda nuestra vida cristiana es un desarrollo en el conocimiento y
descubrimiento de esa presencia viva y oculta del Señor.

2. SEGUNDA CONSIDERACIÓN:

Vivía sujeto a ellos…


Jesús iba creciendo en sabiduría, en edad…
Los padres de Jesús tenían conciencia de la grandeza de este niño, sabían que él era
el hijo de Dios, que era el salvador, el Mesías prometido. Pero también saben leer los
designios de la divina providencia Dios se los ha entregado a ellos para que le eduquen,
para que le protejan en la más tierna edad, ya que ha nacido frágil, Dios escondido en
esta pobre naturaleza.
Podemos traer a nuestra memoria y sacar mucho provecho cual sería la labor de su
padre San José que, como jefe de la familia, tiene aquel encargo sublime de educar al
salvador.
Así pues, José, se encargó de educar al Verbo encarnado, proposición turbadora que,
sin embargo, expresa una realidad. La unión hipostática, en efecto, dejaba a las dos
naturalezas sin mezcla ni confusión alguna, de tal forma que Jesús, en cuanto Dios,
poseía desde su concepción la plenitud de la sabiduría y de la ciencia. Ahora bien, en
cuanto hombre, y desde el punto de vista puramente natural, estaba sujeto a la ley del
desarrollo como los demás niños, a los que hay que enseñarles y explicarles todo. Su
vida interior de pleno conocimiento quedaba oculta a la mirada de los hombres. No hacía
nada que no conviniera a su edad: tenía que aprender a andar, a hablar, a leer, a repetir
palabra por palabra los textos de los Libros Santos, a explorar el mundo y sus maravillas.
Enseñarle todo eso fue la gran tarea conjunta de María y José.
Comenta Mons. Straubinger: Crecía en sabiduría: No quiere decir que Jesús la tuviese
menor en ningún momento, sino que la iba manifestando, como convenía a cada edad
de su vida santísima.
Después de haber dicho que Jesús crecía en sabiduría, en edad y en gracia añade
justamente: ante Dios y ante los hombres (Lc 2, 52), para que, como creciendo él
mostraba a los hombres los dones de sabiduría y de gracia que estaban con él, así los
impelía siempre a alabar al Padre, haciendo él mismo lo que nos manda: Resplandezca
así vuestra luz ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras rindan gloria a
vuestro Padre que está en los cielos (Mt 15, 16).
Detengámonos un momento en considerar como era este crecimiento y como José
contribuía a que esto fuese posible:

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José educó a Jesús, en primer lugar, con su ejemplo y su conducta. Hay en el alma
de los niños una tendencia innata, una necesidad instintiva de leer en el rostro de quienes
los rodean y reproducir sus maneras. El rostro de José fue, con el de María, el primer
espejo de perfección para Jesús. Sus gestos, su conducta, su forma de hablar, fueron
objeto de sus primeras observaciones. Los ojos del niño estaban fijos en José, el
espectáculo de este varón piadosísimo y el contacto con su espíritu contemplativo
constituyeron su primera lección.
Les estaba sujeto. Es decir, que no hacía nada sin contar con ellos. Se mostraba lleno
de sumisión y deferencia respetuosas, de delicada cortesía, de pronta abnegación, de
docilidad total. Obedecía con una naturalidad desconcertante. Nunca, se vio joven más
atento a los consejos de su padre, ni más modesto en las preguntas que hacía; honraba
a José con un culto religioso y filial, viendo en él la imagen de su Padre celestial.
Dice San Beda el Venerable: Jesús, a pesar de ser Hijo de Dios, vive sometido a José
y a María... San José comprendía sin duda que Jesús era más grande que él, y por ello
respetuoso, moderaba su autoridad. Tengamos, pues, presente que muchas veces es
mayor que nosotros el que nos está sometido, y así el que está constituido en dignidad
superior no se ensoberbecerá sabiendo que es más que él aquel que le está subordinado.
José le explicó la Ley, le inició en el ritual, le enseñó la historia y las tradiciones de su
pueblo, los proverbios de su raza. Pero sobre todo le enseñó a rezar, obligación que en
Israel incumbía en primer lugar a los padres. Le repetiría las grandes consignas extraídas
de los Libros Santos:
El Señor nuestro Dios es el único Señor.
Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas.
A Dios pertenece el país,
a Dios su destino...
Es el Señor nuestro Dios el que nos hizo salir de Egipto
para ser nuestro verdadero Dios...
Jesús prestaría una atención respetuosa a las palabras de José. Todas las mañanas
y todas las tardes recitaría con él y con María, la profesión de fe del piadoso israelita.
En las jambas4 y en el dintel de la puerta, lo mismo que en todas las casas judías, una
cajita de madera, colgada, guardaría un pergamino con textos de la Sagrada Escritura.
Cuando José saliera de la casa, tocaría la cajita con gesto parecido al de un cristiano
que, al entrar en la Iglesia, moja sus dedos en el agua bendita. Es bonito imaginarle
tomando a Jesús en sus brazos para que alcanzara e hiciera lo mismo...
También José, al despuntar el sábado, conduciría a Jesús a la sinagoga. Escucharían
las lecturas del texto santo (el comentario de la Ley), harían las postraciones
acostumbradas y responderían a las letanías. Por la tarde, después de asistir a otra

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Jamba: es el nombre que se da al marco con molduras que corre alrededor de una puerta o de una ventana: se
compone de tres partes, los dos largueros verticales y el travesaño horizontal.

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ceremonia, irían a visitar a los ancianos, a los enfermos, a los afligidos, a todos aquellos
a quienes Jesús proclamaría bienaventurados en el Sermón de la Montaña. Otras veces
darían juntos un paseo que se llamaba sabático.
José llevaría a Jesús y a María por los senderos florecidos de anémonas. Procuraría
que su hijo se fijara en la belleza policroma de la Creación, y en todo lo que decía se
notaba su interés por suscitar un pensamiento religioso. Le mostraría cómo en primavera
la higuera produce sus primeros frutos, cómo hay que podar las cepas de la vid para que
den más uvas. Dirigiría su atención hacia las ovejas errantes, hacia los halcones que se
juntan para devorar su presa, hacia la solidez de las casas construidas sobre la roca,
hacia los campos baldíos a causa de la pereza de sus dueños, hacia la belleza de los
lirios del campo que, sin hilar ni sembrar, deben todo su esplendor a la magnificencia
divina, hacia la cizaña que envenena el trigo, hacia la simiente que germina de una u otra
forma según la calidad de la tierra... Le enseñaría a interpretar el aspecto del cielo,
diciéndole: "Cuando al caer la tarde el cielo se pone rojo, al día siguiente hará bueno,
pero si es por la mañana, amenaza tormenta". 0 bien: "Cuando una nube se alza por
poniente, es que se acerca la lluvia. Y si el viento sopla del sudeste, hará calor".
Más tarde, Jesús hablará de todas estas cosas en su predicación (Mt 16, 2-3, Lc 12,
24-25). Pero no nos está vedado pensar que Jesús las oyera antes de labios de José. Y
leyendo las parábolas del Evangelio, podemos ver en ellas, emocionados, esa ciencia
experimental que, sin duda, debió recibir en sus primeros años de José.
Hemos visto como nuestro Señor en su desarrollo normal como verdadero hombre, el
Verbo Encarnado ha tenido la guía prudente de sus padres, y él con toda humildad ha
aprendido de ellos. Se ha dejado moldear por su padre en la tierra, san José. Ha sentido
la protección y amor incondicional de su Madre.

ACTOS CONCLUSIVOS
Coloquio.
Recordamos citando al padre Casanovas lo que pretende san Ignacio al final de cada
ejercicio con el coloquio.
“El coloquio con Dios, vocal o mental, es la parte más íntima de la oración y la que pide
mayor reverencia [3]. Pues en esto precisamente, es donde el Santo da al ejercitante la
mayor libertad; no solamente deja a su arbitrio el hacer uno o más coloquios, sino que en
la misma manera de hacerlos le advierte que puede hablar en ellos como un amigo con su
amigo, o como un siervo con su señor; que puede pedir gracias, o acusarse de algo mal
hecho o comunicar sus cosas pidiendo consejo en las mismas [54]; que puede hablar
según se encuentre tentado o consolado, con deseos de obtener una virtud u otra, según
quiera disponer de sí en este o el otro sentido, bien quiera sentir dolor o gozo con aquello
que contempla, llegando hasta pedir a Dios las cosas particulares que más eficazmente
desea [199]”.5

Ave María Purísima. Sin pecado concebida.

5
CASANOVAS, I. Comentario y explicación a los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, P. 95

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