Está en la página 1de 4

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE CHIAPAS

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

Capítulo I. Claves de una función archivística

ALUMNO: VANESSA DEL ROCIO ZENTENO ALVAREZ

8° A

MATERIA: ARCHIVONOMIA

DOCENTE: PATRICIA CASILLAS GUTIERREZ CASILLAS

17/05/21
PAG. 3

INTRODUCCION
En el cuaderno metodológico anterior nos tocó hablar de la descripción
archivística: diseño de instrumentos de descripción. Ahí entendimos como
funciona esa área y que tan importante es para la gestión administrativa.

En este último cuaderno metodológico 5, el tema central a tratar es la metodología


para la valoración y disposición documental: aspectos teóricos e instrumentales.
Siendo este uno de los temas más complejos y necesarios para llevar a cabo una
adecuada administración de documentos.

En el primer capítulo de este cuaderno se hace una introducción de lo que ha sido


la valoración de documentos y que debates han surgido en torno a ello. De forma
que ha sido objeto de numerosos estudios, valoraciones, análisis y propuestas
metodológicas.

Distintos tratadistas, de todas partes del mundo han buscado nuevas técnicas y
métodos para realizar la valoración, de modo que nos podemos encontrar con
visiones distintas, ambas válidas y practicadas en diferentes regiones.

De igual forma, en este capítulo se observan cuáles son las principales tendencias
que han surgido a partir de la valoración documental como una función archivística
y reconocer el valor de esta función dentro de la gestión de documentos.

Capítulo I. Claves de una función archivística

Para que la archivística pueda lograr su objetivo como gestor de documentos, es


necesario el uso de funciones, las cuales son la clave para el buen manejo de la
disciplina archivística. Dentro de las principales funciones podemos encontrar la
valoración documental, siendo esta una de las más relevantes y complejas.

Debido a la complejidad de esta función se han desarrollado tendencias teóricas e


históricas; cabe destacar que los debates que se han suscitado en torno a la
valoración de documentos, se ha dado desde el siglo XIX y, aun así, continúa
siendo una de las funciones centrales en la gestión archivística.

Como hemos visto desde el primer cuaderno metodológico, la producción masiva


de documentos en un problema que ha dificultado el trabajo de los archiveros y la
eficacia de la disciplina; la valoración de documentos surge como necesitad en
torno a esa problemática, no obstante, esta función ya era utilizada desde el siglo
XIX en Europa, con el objetivo de identificar los testimonios documentales que
debían conservarse y eliminar aquellos que eran irrelevantes.

Durante el siglo XIX, las principales aportaciones de la valoración documental era


el inventario de la documentación, la edad y contenido de los documentos y el
papel de la entidad productora. No obstante, una vez entrado el siglo XX y, al
enfrentarse a nuevas problemáticas, se propiciaron nuevos paradigmas y
estrategias para llevar a cabo el manejo de la información y la valoración
documental.

La producción masiva de los documentos que estalla a mediados del siglo XX de


manera internacional, provoco el surgimiento de dos visiones, los records
magnamente y la prearchivage, de modo que esto desvinculo en la práctica a
administradores y archiveros, dificultando el trabajo. Durante el siglo XX surgieron
nuevas contribuciones que aun hoy día continúan siendo vigentes.

La construcción sistematizada de la valoración documental, se vio fuertemente


influenciada por las contribuciones de Schellenberg, quien plantea que la
valoración tiene categorías estrechamente relacionadas con las funciones y usos
de la información, además de eso la valoración documental puede poseer un
carácter como evidencia histórica y de investigación.

Además de Schellenberg, podemos encontrar otros tratadistas que hicieron


contribuciones a la valoración documental, como Hans Booms, quien fundamenta
la necesidad de apoyar la valoración, además de establecer las acciones a partir
de criterios contemporáneos, también propone que la valoración debe permitir
contar con un máximo de información y la evaluación de los archivos debe dar
testimonio de todos los componentes. La valoración documental constituye un
proceso complejo, el cual ha desatado múltiples debates en torno a esta función,
para hacer cumplir su objetivo.

CONCLUSION:
Como hemos visto en este primer capítulo, la valoración documental es una
función archivística que ha funcionado en respuesta a la producción masiva de
documentos, a pesar de ser una herramienta que surge desde el siglo XIX, aun
hoy día opera de manera funcional.

Debido a la gran complejidad que supone la valoración archivística, se han dado


diversos debates entre tratadistas, aportando diferentes puntos de vista,
valoraciones e hipótesis, con tal de encontrar la mejor metodología y técnica que
permita tener un mejor desarrollo de esta función.

La valoración documental no es algo que se queda solo en México, sino que


sucede en todo el país, y las diversas corrientes que han surgido en torno a ella
han provocado visiones diferentes y, por lo tanto, podemos encontrar diferentes
enfoques en la valoración documental, no obstante, el objetivo sigue siendo el
mismo, el de establecer los criterios, métodos e instrumentos que ayuden a tener
una mejor administración de los documentos.

Bibliografía
Deleón, J. A. (2011). Metodología para la valoración y disposición documental: aspectos teoricos e
instrumentales. Mexico : IFAI .

También podría gustarte