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Manual de arclriris1 ini

las condiciones las que alteran el resultado de un experimento, pe-


ro el principio que lµ inspira no se ve afectado por ello en su consi-
deración fundamental.
En definitiva, podemos conceptuar la archivística como una
ciencia emergente. Es ciencia por cuanto posee un objeto, los
archivos en su doble consideración: los fondos documentales y su
entorno; posee, además, un método, compuesto por un conjunto
de principios teóricos y procedimientos prácticos, cuya evolución
constante la perfilan con mayor nitidez día a día. Y un fin: hacer
recuperable la información documental para su uso.

2. Las divisiones de la archivística


Puesto que ya hemos identificado el objeto de nuestra aten-
ción, resulta del mayor interés analizar las partes en que se divide,
sus diferentes líneas de acción. Aquí, según viene siendo tradicio-
nal, cada autor establece sus propias divisiones y, como hemos vis-
to hasta ahora, en el fondo todos hablan de lo mismo pero lo bau-
tizan de distinta manera.
Hasta la década de los ochenta, E. Casanova 28 , Ch. Samarán
y el manual de los archiveros holandeses 2 9 , A. Matilla 30 , A. Tano-
di31, y otros autores establecen unas divisiones de la archivística
que no han soportado el paso del tiempo.
Compendiando a los distintos tratadistas, las divisiones serían:
1. La archiveconomía o archivintendencia: que comprendería
la construcción e instalación, la conservación y restaura-
ción de documentos.
2. La archivística o archivonomía, compuesta por la clasifica-
ción, la ordenación y la descripción.
3. Los servicios y la naturaleza jurídica del archivo: servicio
a los usuarios y aspectos legales de la documentación.
4. La historia de los archivos y de la archivística.

E. Casanova: op. cit.


:!M
29
A. Tanodi: op. cit., pág. 26.
30
A. Malilla: Curtilla di! oryuni: acián de archivos. Madrid: Dirección General
de Archivos y Bibliotecas, 1960, pág. 22.
64 31
A. Tanodi: op. cit., págs. 27 y ss.
La archivistica y su espacio t.>n las ciencias de la dornme111ació11

Entre las pocas excepciones, dentro de este panorama, hay que


citar a W. Leesch 32, quien en 1956 establecía las siguientes divisiones:
l. Teoría de archivos: objeto, fin y método de la archivística.
2. Historia de los archivos.
3. Derecho de los archivos.
4. Técnica.
5. Administración o práctica de los archivos.
Será, sin embargo, M. Cook 33 quien, a comienzos de los años
ochenta, diferencie dos ámbitos:
1. El ámbito específico de la archivística, que comprende: la
gestión de documentos, la administración de archivos, las
ciencias de la interpretación y la historia administrativa.
2. El ámbito común con las demás ciencias de la documenta-
ción: reprografía, exposición, conservación, almacenamien-
to, recuperación y difusión de la información, bibliografía
y fuentes de información, estudio de usuarios, legislación,
seguridad, diseño arquitectónico y control del medio am-
biente, diseño y automatización de sistemas, ciencias de la
gestión y metodología de la investigación.
Unos años después, A. Heredia 34 difunde esta dualidad, deno-
minando a cada una del siguiente modo: ·
l. Archivística general: «aquélla cuyos conocimientos ayuda-
rán a ejercer el quehacer profesional de cualquier archivero
en cualquier archivo de una forma directa».
2. Archivística técnica: «está integrada por los conocimientos
procedentes de otras disciplinas y técnicas que inciden en
los archivos y en los documentos para su conservación
y reproducción y que sólo exigirán del archivero un acer-
camiento más o menos profundo de las mismas para poder
entrar en diálogo con los profesionales que las practican».

32 W. Leesch: op. cit., págs. 22 y ss.


33
M. Cook: Directrices para la preparación de programas de estudios sohre la
yestilín de documentos y la administración de archivos modernos: un estudio del
RAMP. París: UNESCO, 1982, 61 págs.
34
65
A. Heredia: op. cit., págs. 23 y 24.
tri amwf de <1rdlir-ís1 ico

La autora añade que si la archivística general «representa la


actuación especializada del archivero», la técnica representa un es-
pacio compartido con otros profesionales; «incluye conocimientos
y materias comunes a otras ciencias de la información».
J. W. Roberts 35 , más que establecer divisiones dentro de la
archivística, sugiere la existencia de dos corrientes: la teórica y la
clínica.
1. Archivística clínica: «una tendencia que es archivística pe-
ro no es teórica, y se ocupa de la práctica, cómo hacer, la
realidad del trabajo archivístico. Esto implica codificar el
control seguido en cada uno de los documentos existentes
y esforzarse seriamente por desarrollar métodos más efi-
cientes~ ésta es la responsabilidad de los archiveros clíni-
cos».
2. Teoría pero no archivística: «La otra es teórica pero no
archivística, y está relacionada con la historiografía. Re-
quiere un conocimiento del contexto y del valor histórico
de los documentos, y es un espacio no de los archiveros en
cuanto archiveros sino de los archiveros como historiado-
res, o al menos como estudiosos de la historia».
Las divisiones que acabamos de exponer no pueden ser consi-
deradas como tales en su mayoría, ya que no son reflejo de unas
ramas establecidas e identificadas de una ciencia, con campos con-
cretos de actuación suficientemente diferenciados los unos de los
otros, y desarrollados por profesionales especializados al uso.
En el empeño por articular la archivística, muchos de estos
autores confunden los procesos del trabajo profesional con divi-
siones de la misma. En otros casos se les atribuye una responsabi-
lidad dificil de afirmar, por cuanto están extraídas de manuales
y programas de estudios, con lo cual se comete el error de conside-
rar como divisiones de la archivística meros apartados estableci-
dos con fines pedagógicos y al efecto de lograr una mejor com-
prensión y claridad expositiva.
Así y todo, hay uno de entre ellos que merece ser tomado muy
en consideración: el de Michael Cook, quien distingue entre los

35
J. W . Rohcrts: (<Archiva! th~ory: much ado about shelving», en Tlze Ameri-
66 n111 Archi11isc. vol. 50, 1, 1987, púg. 67.
La ard1ivislicu y su espado en Jus dencius dt> /u documentació11

conocimientos específicamente archivísticos, y aquellos que com-


ponen el territorio común de las Ciencias de la Documentación.
Este es, también en nuestra opinión, el punto de vista más acerta-
do; es decir, existen procesos diferenciados: clasificación, ordena-
ción, descripción... pero que en sí no constituyen divisiones o es-
pecializaciones de la archivística. Esta es, en cuanto tal, un todo
indivisible, por cuanto las partes que la integran no se explican
por sí mismas sino por referencia al conjunto, de modo y manera
que no cabría la formación de archiveconomistas, como encarga-
dos de las instalaciones y de los edificios, pues aunque forman par-
te de las preocupaciones profesionales, en última instancia, son
responsabilidad de otros especialistas.

3. La archivística en el ámbito de las ciencias


de la documentación

Existe una confusión de término y situación que impide la defi-


nición unívoca de las ciencias de la documentación. Los profesio-
nales que realizan funciones o actividades diversas en fondos
documentales reciben distintos nombres como: documentalistas,
bibliotecarios, archiveros, gestores de información... También
los diversos centros documentales se denominan indistintamente
según sus objetivos propuestos: centros de documentación, biblio-
tecas, archivos, bancos de datos ... Pero estos apelativos, fruto de
necesidades siempre en evolución, no corresponden, aunque pueda
parecerlo, a actividades diversificadas. Por el contrario, todas que-
dan englobadas en una ciencia común, la ciencia de la documenta-
ción.
Como hemos visto en el capítulo anterior, las condiciones en
las que se ha desarrollado la evolución archivística, marcadas por
periodos extensos ---especialmente el siglo XVIII y parte del XIX - -
por la sumisión a los criterios biblioteconómicos, ha suscitado du-
rante décadas una natural desconfianza hacia todo cuanto saliera
de la breve pero clara ortodoxia archivística. Quizás sea ésta -no
la desconfianza por supuesto- una de sus virtudes, nos referimos
a que la archivística posee un cuerpo teórico o doctrinal breve pe-
ro bien fundamentado, preciso y muy sólido. También es cierto 67

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