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Erland N ordenskiold

Indios y blancos

EN EL NORDESTE
DE BOLIVIA
Erland Nordenskióld

Indios y blancos
EN EL NORDESTE
DE BOLIVIA

Con 90 ilustraciones en el texto,


35 láminas y un mapa

Traducido del alemán por


Jóvenes chácobos
En el pecho, entre otros adornos, llevan collares de dientes de mono
Gudrun Birk y Angel E. García
Título de la edición alemana:
Erland Nordenskiold, Indianer und Weisse
Verlegt von Strecker und Schr6der, Stuttgart, 1922

Esta edición ha sido posible gracias al apoyo financiero


de la Cooperación Sueca en Bolivia

Agradecemos a lafamilia Nordenskiold


la cesión de los derechos de traducción
y publicación del presente texto, así como de los libros
Exploraciones y aventuras en Sudamérica
Primera edición
Marzo de 2003 y La vida de los indios.
La Paz, Bolivia

©APCOB
Email: apcob@entelnet.bo

ISBN: 99905-0-294-3
D.L.: 4-1-246-03

Corrección final:
Ignacio Ballesteros

Editado por:
Apoyo Para el Campesino-Indígena del Oriente Boliviano (APCOB)

Producción:
Plural editores
Ro endo Gutiérrez 595 esq. Ecuador
Teléfono 2411018 / Casilla 5097, La Paz, Bolivia
Email: plural@entelnet.bo

IIIII"'('H(I C!1l Bolivia


"
Indice

Prefacio
Introducción
Capítulo 1: La montaña esculpida de Samaipata
.
.
.
1
IX

5
Capítulo 2: Santa Cruz de la Sierra . 12
Capítulo 3: La frontera de Santa Cruz . 16
Capítulo 4: Hacia los churapa . 24
Capítulo 5: En bote a motor hacia los yuracaré , . 32
Capítulo 6: Dos expediciones con yuracaré . 41
apítulo 7: Entre los yuracaré . 48
apítulo 8: Entre los yuracaré . 60
Capítulo 9: Bajando el río Mamoré . 76
, pítulo 10:A los chácobo . 84
apítulo
\ pítulo 12:
11:} ,
{ 92
97
( \1 pítulo 13: Entre los chacobo . 105
( 'npftulo 14: 111
( "q ítulo 15: De regreso al río Mamoré . 121
( 'npítulo 16: Al río Guaporé . 125
( 'npítulo 17: En los bosques de caucho del río Guaporé . 129
( 'dpíLulo 18: Cuentos y religión de los indios civilizados . 144
I ,pítulo 19:} { 151
1"III ti lo 20: El país de los guarayo . 164
",,11 tilo 2]: 172
'11111111022: Los sirionó . 186
Capítulo 23: Las tierras bajas de Mojas . 197
Capítulo 24: Fronteras cultur·ales e influencias culturales . 210
Epílogo . 216
Apéndices: . _
Capítulo 25: Indios sordomudos y su lenguaje por senas . 219
Capítulo 26: Goma e indios del Altiplano . 233 Prefacio
Índice de Láminas e Ilustraciones .., . 237

Este libro, como "La Vida de los Indios ", es producto de la expedición
Arvid Hermarck en Bolivia durante los años 1908-1909.
Como ocurrió cuando estuve en el Gran Chaco, durante mi viaje
por el Nordeste de Bolivia fui recibido hospitalariamente en todos los
lugares a los que llegué.
Entre los muchos amigos que tengo allí, recuerdo especialmente al
Dr. Casiano Gutiérrez con quien estoy en deuda por tantos buenos con-
sejos y aclaraciones.
Los Señores Gasser y Schweitzer en Santa Cruz, los frailes francisca-
nos en Guarayos, el Señor Velarde en San Miguelito, el Señor Enrique
Cuéllar y muchos, muchos otros, han hecho todo lo posible por ayu-
darme en mis investigaciones.
A lo largo de todo el viaje me acompañó el Señor Carl Moberg y
también por algún tiempo el Señor W.Andersson. No se trataba de una
gran expedición, al contrario, frecuentemente estábamos solos Mob rg
y el autor o moviéndonos en compañía de algunos indios.
Nuestro viaje tenía algo de la vida de los vagabundos. Desarrapados
y mal vestidos como estábamos a menudo, más de uno nos con id -r
individuos sospechosos. Sin embargo, sin duda esta forma de vid, nos
ha brindado mejores oportunidades de conocer a la gente de le H ~lI
hubiéramos tenido viajando como elegantes señores.

111
Antes de comenzar con la narración de la expedición, quiero expre-
sar mi agradecimiento a la persona que lo sufragó, a mis amigos en
Sudamérica, a los compañeros de viaje, a los indios y a los blancos.

Estocolmo, 15 de septiembre de 1911


Introducción
Erland Nordenskióld

En mi libro "La Vida de los Indios", he descrito las tribus indígenas


que conocí en los años 1908-1909 en el Gran Chaco y sus fronteras.
Entonces viajábamos de una tribu a otra. Encontramos indios por to-
das partes. Ya en el ferrocarril del norte de Argentina estuvimos con
algunos que venían desde zonas inexploradas a buscar trabajo en las
fábricas de azúcar. Cuando se cabalga desde Argentina hasta Santa
Cruz de la Sierra en Bolivia, uno se encuentra no sólo con los
chiriguano y chané medio civilizados, sino también con grupos de
mataco, toba, choroti y tapie te con sus vestidos pintorescos pintados
de rojo y con sus adornos de plumas. Sin mayores problemas se pue-
de ver la auténtica vida indígena y sólo cuando uno se adentra en el
Chaco, se corre algún peligro.
Si se sigue el río Pilcomayo, se pasa por muchas aldeas y se encuen-
tran diferentes tribus que son amigas o enemigas entre sí. En el curso
superior del río Pilcomayo no es raro hallar un asentamiento de blan-
cos en las inmediaciones de una gran aldea indígena en la que sus ha-
bitantes viven aún en pequeñas cabañas circulares, bailan ataviados con
plumas y son todavía completamente independientes de los intrusos.
¡Qué distintas son las condiciones al norte de Santa Cruz de la Sie-
rra! Desde esta ciudad hasta el Mato Grosso o hasta las cataratas del
Madeira en Brasil, hay que tener muy buena suerte, o mala suerte, para
incontrarse en los caminos principales con indios que no tengan el pelo
'orto y que no estén vestidos con camisas y pantalones de algodón.
He dicho también mala suerte, ya que incluso en los caminos discípulos de los jesuitas y hoy son esclavos por deudas de los blanco y,
troncales puede aparecer de pronto una tropa de salvajes de la selva. finalmente, con algunos mojo que, cansados de los atropellos de los blan-
Nunca vienen como amigos, sino como enemigos, para asaltar a los cos, de nuevo se han retirado a la libertad de la selva.
viajeros. Hubiese podido titular este libro"Ruinas", ya que la auténtica vida
Pero en el nordeste de Bolivia también hay indios pacíficos que to- indígena sólo se halla en las selvas más impenetrables; de la antigua
davía conservan muchos de sus antiguos usos y costumbres. Para ha- cultura indígena sólo encontramos ruinas. Las prósperas misiones
llar a estos hombres, casi siempre hay que realizar peligrosas marchas jesuíticas de antaño, también hoy sólo son un recuerdo, pues el hombre
por las selvas, en las que los indios viven escondidos de los blancos, blanco ha traído consigo la devastación. Tan exterminadora como en
casi aislados de otras tribus. En este libro quiero describir a los indios otros tiempos fue la peste, la fiebre del caucho ha asolado directa o in-
que viven en estas extensas, magníficas y exuberantes selvas, y narrar directamente grandes regiones del Oriente de Bolivia.
las visitas que les hice. Se trata de pequeñas hordas; son los últimos Este libro ilustra únicamente una pequeña parte del mundo y es sólo
restos de numerosas tribus indígenas que pescaban en todos los ríos un apunte en el largo registro de los pecados de la raza blanca. Espero
que bajan desde las cumbres nevadas de los Andes y confluyen en el
río Madeira, uno de los afluentes más imponentes del Amazonas.
Sin embargo, si sólo describiese a los indios de las selvas, no llega-
del ocaso de la raza indígena. r
que estas páginas puedan ser de utilidad a quien alguna vez se ocupe

Escribo sobre indios y blancos como si fuesen dos polos opuestos.


ríamos a entender el Nordeste boliviano. Por ello, una parte importan- Sin embargo, tenemos que tener en cuenta que en muchas de las regio-
te del libro se ocupa de la conquista del país por los blancos y de los nes que vamos a describir, estas razas están fuertemente mezcladas
indios que han sido sometidos por ellos y que ahora son calificados desde que la mayoría de los primeros conquistadores españoles toma-
como civilizados o medio civilizados. ron indias como esposas o como concubinas. Durante siglos ha surgido
El título "Indios y Blancos" suena a un juego infantil pero en reali- una clase dominante que si bien procede de los estratos sociales bajos,
dad, lo que quiero describir es todo lo contrario a un juego, es, desde se considera a sí misma blanca. La lengua es un factor muy importante.
mi punto de vista, la lucha de un pueblo, otrora feliz, contra una raza Quienes tienen el español como lengua materna se cuentan entre los
más fuerte. blancos, los que tienen una lengua materna indígena, entre los indios.
Nos ocuparemos principalmente de la opresión económica a la que Generalmente, la mayoría de los mestizos se cuentan entre los prime-
los blancos someten a los indios. ros. Esto sólo es válido cuando la mezcla de razas no proviene directa-
Vivimos el tiempo de la industrialización. Lejos, muy lejos, hasta en mente de los padres. En la mayoría de los casos sucede que la mezcla
LIS s Ivas más remotas, los blancos extienden brutalmente sus tentácu- es la de una madre indígena y un padre blanco. La relación contraria es
lo, 1 e ra abastecer las necesidades de caucho de la industria. extremadamente rara, si es que acaso se da, ya que en ninguna parte
1\11 la: r giones que vaya describir, se tienen excelentes oportunida- del mundo las mujeres blancas se han mezclado en gran número con
di' 11\' -studiar la influencia de la raza blanca sobre los indios. Nos va- alguna raza de color. Como es habitual en Bolivia, llamo simplemente
11111' "Ioptlr 011tribus, como los itene y los sirionó, que con las armas en blancos a los mestizos, a excepción de aquellos casos en los que la ma-
1111"111( 1111 ,(jt'nd n la selva y su independencia; con indios pacíficos,como dre es absolutamente de sangre indígena y por ello la mezcla de razas
1111Ildl 11!l0,lill! son completamente independientes de los blancos, pero es completamente fresca, o en los casos en los que la sangre indígena es
11'11111111 11'1'1111110 ti' 110sherramientas de hierro; con los yuracaré, que dominante.
1" 1 1 11 1I1'lIlllddoHH'l1timintos de independencia, cada vez son más Entre los blancos del Oriente boliviano hay también muchos que n
1111t1'III'lIdll'lIll' dl'lo hldlH'os; ol110sguarayoquevivenenprós- pertenecen a la raza española; la mayoría de ellos son alemanes. Mu-
1 1I 111 11111111111 '1'111111
I 1'1111
lo Illojo los baure, que antes fueron chos de estos extranjeros son bastante simpáticos. Es evidente qu varios

3
sujetos de baja extracción social apuntaron hacia estas remotas regio-
nes cuando, por una u otra razón, su país se les quedó pequeño. Estos
blancos emigrados, que no han nacido bajo el aletargante sol de los
trópicos, normalmente se distinguen de los bolivianos por su energía y
su espíritu emprendedor.
Quienes conozcan mi libro"La Vida de los Indios" verán que en el
Primer Capítulo
Nordeste boliviano, al norte de Santa Cruz de la Sierra, la naturaleza es
completamente distinta a la del Chaco: selvas muchos más exuberan- La montaña esculpida de Samaipata
tes, precipitaciones desmesuradas y grandes ríos navegables. Las difi-
cultades de llegar hasta los indios son mayores que en el Chaco. Los
lectores encontrarán por tanto natural que en este libro, mucho más
que en "La Vida de los Indios ", me ocupe de la descripción del entorno
en el que viven los hombres. A menudo he tenido que caminar por la
selva o por las llanuras, o ir por ríos en los que no he encontrado nin-
gún ser humano. En esta soledad, la naturaleza me ha cautivado con su Cruzamos el gran océano hasta Buenos Aires y desde allí fuimos en
tren hasta el norte de Argentina. Viajamospor el indómito Chaco a lomo
fascinante belleza.
de mula. Ahora proseguimos hacia el norte.
En octubre de 1908,junto a mis dos acompañantes suecos, atravesa-
mos a caballo el Río Grande, el afluente más meridional del Amazonas.
Seguimos el camino que va desde Argentina hasta Santa Cruz, siguien-
do las últimas estribaciones de los Andes. Cerca de Florida, denomina-
da así por el esplendor de las flores de los matorrales y árboles, deja-
mos el camino troncal y nos adentramos por peligrosas sendas de
montaña en mal estado. Cabalgamos por despeñaderos y por cumbres
de montañas. La montaña esculpida de Samaipata me atrae; en ella
11\
parece que hay extrañas figuras grabadas en las rocas, y se dice que en
su interior estarían escondidos grandes tesoros. Hay un profundo agu-
jero, una boca de mina por la que nadie se ha atrevido a bajar, pues una
rana con ojos de fuego, tan grandes como platos, vigila el tesoro. Un
muchacho ha encontrado en la montaña de Samaipata pequeñas lla-
mas de oro. Un extranjero estuvo aquí, pero nadie sabe con exactitud
cuánto oro encontró. Quizás haya encontrado el tesoro escondido, pues
estos" gringos'? saben mucho más que los demás.
Los descendientes de los Pizarras y los Almagros todavía sueñan
con tesoros enterrados, con tapados. Empecé a escuchar estos relatos

1 Denominación despectiva dada a los extranjeros


muy pronto, cuando en las noches los mestizos se sentaban en el fuego Ia puertas con disparos de dinamita, pero ninguno consiguió encon-
del campamento; han visto llamas ondulantes en los lugares en los que trar "la entrada correcta" de la montaña, donde se encuentran los teso-
están enterrados los tesoros; por la noche se deslizaban hasta estos si- ros escondidos. Por lo demás, toda la montaña está repleta de peculia-
tios y comenzaban a cavar, pero aparecían fantasmas que los asustaban res figuras, asientos, escaleras, estanques y cosas por el estilo. Algunos
y no se atrevieron a seguir cavando hasta la profundidad suficiente. A de los más llamativos son reproducidos en el libro (Láminas I-V). A
menudo, estas historias sobre tesoros me han permitido realizar descu- cierta distancia de las figuras se encuentra el agujero mencionado. Ha-
brimientos arqueológicos. Sin embargo, en las urnas que encontraron cemos descender a Moberg con una soga, pero el único defensor que
los buscadores de tesoros, no había nada de oro, sólo huesos, pues se encuentra es una pequeña serpiente. El agujero tiene 15 metros de pro-
trata de antiguas urnas funerarias indígenas. fundidad y 1-3 metros de ancho.
Durante cuatrocientos años, los españoles y sus descendientes han Nos quedamos una semana entera en la montaña haciendo foto-
buscado oro, .minas, quina y bosques de caucho. Han explotado grafías y buscando sitios funerarios y viviendas. Alrededor de la mon-
abusivamente la naturaleza y los indios, quienes en todas partes se han taña hay construidas terrazas de cultivo, también se ven los cimien-
visto obligados a trabajar para los blancos sedientos de oro. La codicia tos de algunos edificios pequeños en mal estado de conservación. No
de la ganancia rápida sin pensar en el futuro ha sido la desgracia de encontramos tumbas, pero sí hicimos algunos hallazgos dispersos. De
estas regiones. paso, compramos muchos objetos que los mestizos y sus hijos habían
El paisaje entre Florida y Samaipata es el de una magnífica tierra de encontrado en los campos de cultivo situados en los alrededores de la
montañas agrestes y quebradas, escasamente habitada por mestizos. montaña.
En años pasados, esta región era recorrida por recolectores de quina, No son muchas cosas, pero son interesantes ya que pertenecen a la
pero ya no merece la pena. Cortaban de raíz el árbol de la quina y no lo cultura de los Andes. Entre ellos hay un hacha de bronce en forma de T,
sembraban de nuevo. Fue una explotación brutal. el fragmento de un prendedor, o "topu", de plata, piedras de honda y
Aquí no viven indios, pero en las cercanías de Samaipata las super- una estólica. En las tierras bajas no se encuentran estos objetos caracte-
ficies cultivables son mayores y la numerosa población da una impre- rísticos de la cultura de las alturas. Como hemos señalado, en la mon-
sión muy española, aunque debe estar mezclada con indios quichuas. taña de Samaipata han encontrado llamas de oro.
No lejos de Samaipata comienza la región quichua que se extiende so- La montaña esculpida de Samaipata parece haber sido el último
bre una gran parte de las regiones montañosas orientales de Bolivia. puesto de avanzada de la cultura de las alturas, la "cultura inca", fren-
A la montaña esculpida de Samaipata le dicen el "Fuerte delInca". te a la selva. Las figuras, asientos y los nichos recuerdan por completo
Con toda seguridad, aquí nunca hubo un fuerte. D'Orbigny es el pri- a montañas similares en la región de Cuzco en Perú, de las que Uhle
mero en mencionaría". El autor es de la opinión de que aquí se lavaba nos ha brindado una valiosa descripción". En su opinión, servían para
oro. Sin embargo, esto no es posible; la montaña de Samaipata no pue- el culto a los antepasados. Los canales y los estanques, según Uhle, ser-
de haber tenido ninguna utilidad práctica. vían para ofrendar comida y bebida. Es decir, la montaña no se labró
Esta montaña es una gran cima plana de arenisca suelta roja, en cuya atendiendo a un fin práctico, sino para ceremonias religiosas.
SLI p rficie de aproximadamente 1.000 metros cuadrados se han tallado Lo que hace a la montaña de Samaipata tan interesante, es que está
n (1 m ro as hileras de nichos, que desde la distancia dan la impresión situada en la frontera con las grandes llanuras del Oriente, en la fronte-
d(' , cr pu rtas y ventanas. Los buscadores de tesoros han intentado abrir ra con la selva, tan lejos de monumentos parecidos. Ahora, al viajar por

1)'( )1'1I1¡;11 , Voyng dans l'Amérique meridionale, 1826-1833, Partie historique. T. 3/1,
l' ')1,1) (I'dl', Strn: b urg 1844) 3 Uhle, Congreso Americanista, p. 311 (Viena 1908)

7
las selvas de las tierras bajas y a lo largo de sus ríos, nos damos cuenta
que la gente de estas regiones ha vivido al margen de las influencias de
la poderosa cultura inca. Como un muro, las selvas del piedemonte
oriental de los Andes han separado a los habitantes del Altiplano y de
los valles de los ríos navegables. Otro paisaje, otras gentes.
En Samaipata se han encontrado huesos de un perezoso gigante,
Megatherium. Lo menciono pensando en que quizás a alguien le me-
rezca la pena seguir esta pista.
Bajo una lluvia torrencial dejamos Samaipata por el único camino
que lleva desde el interior de Bolivia hasta Santa Cruz de la Sierra.
¡Puff! [Qué trocha más resbaladiza y deplorable! Los arroyos se ha-
bían convertido en ríos estruendosos y sólo a costa de grandes esfuer-
zos podíamos cruzarlos, otras veces no podíamos en absoluto. Moberg
y Andersson con intrepidez juvenil se lanzan sobre el vado y a mí, el
precavido, me toman por cobarde. Pero enseguida reciben una pro-
vechosa lección de cómo cruzar ríos en Sudamérica. Andersson ca-
balga desenfadado por una correntera atronadora entre grandes blo-
ques de piedra, hasta que la mula no aguanta más y se cae. Después
de un buen baño, el joven consigue gatear hasta la orilla, pero la mula
es arrastrada un buen trecho hasta que logra volver a poner los pies
en tierra. La peor parte se la llevaron las alforjas, de ellas y de su con-
tenido no quedó nada aprovechable. Es lamentable, pues guardaban
entre otras cosas numerosos fragmentos cerámicas de Samaipata, va-
rios útiles de botiquín, unos revólveres, etc., cosas que para nosotros
son imprescindibles y muy valiosas. Los mestizos y los indios dirían
que los espíritus de los muertos de la montaña de Samaipata se han
vengado.
Algunos tramos del camino son tan malos que las mulas tienen que
avanzar con sumo esfuerzo y, sin embargo, este camino es muy transi-
tado. Continuamente nos encontramos con grandes caravanas que vie-
n n de Santa Cruz. Entre los animales de carga hay mulas, pero sobre
lodo burros; muchos de los arrieros son indios quichuas de
o habamba. Este camino entre Cochabamba y Santa Cruz de la Sierra
dn un gran rodeo.
Una región montañosa cubierta de bosques cuyos ríos no son nave-
",c1bIt-S, S extremadamente difícil de explorar. Así se explica que entre
( 'ochnl timba y Santa Cruz de la Sierra, fundadas en el siglo XVI,haya Lámina I La montaña esculpid~ cerca de Samaipata. Lugar tallado en la roca con tres nichos uno
grande y dos pequenos. El hombre en la foto es mi compañero Carl Moberg. '

H
"
Iod avía grandes bosques y regiones montañosas que apenas o en abso-
Iut han sido exploradas.
Un español, llamado España, intentó hace unos años abrir entre es-
l, dos importantes ciudades un camino directo a través de la selva.
Tuvo que enfrentar grandes dificultades; finalmente fue asesinado por
su propia gente.
Además de patrones blancos, en las montañas de Bolivia habitan
indios quichuas y aymaras. A lo largo de este viaje no he visto a ningu-
no de estos últimos viviendo como colonos o trabajadores en las tierras
bajas o en las selvas.
Después de haber tenido contacto con la cultura de la cordillera,
dejamos de nuevo la montaña y llegamos a la llanura de Santa Cruz,
donde la abundancia de palmeras con hojas pinnadas y las grandes
antidades de cestos en las viviendas de los mestizos nos indican que
hemos dejado el Gran Chaco tras nosotros y que nos encontramos en la
frontera de las exuberantes selvas del Nordeste de Bolivia. Son las gen-
tes de estas regiones las que voy a describir en este libro.

Lámina 11La cima de la montaña esculpida cerca de Samaipata

11
ICI
Había una vez un cruceño que quería burlarse de unos callas que
venían por el camino. El cruceño se echó al lado del camino y se hizo el
muerto. Cuando los callas lo vieron, dijeron:
"Ah, el pobre hombre se ha echado y se ha muerto solo, y ahora no
va a recibir un entierro como es debido". Esta buena gente hizo una
Segundo Capítulo camilla, puso al cruceño "muerto" en ella, lo aseguraron atándolo a la
camilla y se lo llevaron con ellos. Cuando habían caminado un trecho,
Santa Cruz de la Sierra llegaron hasta un río muy difícil de cruzar. Intentaron pasarlo con la
camilla pero no encontraban el vado. Cuando estaban indecisos en
(El corazón de Sudamérica) medio de la corriente tumultuosa y no podían continuar, el "muerto"
alzó la voz y dijo lentamente en tono hueco: "Cuando aún estaba con
vida, el vado estaba un poco más abajo".
Aterrorizados, los callas dejaron caer la camilla, que la corriente se
llevó consigo. No se han encontrado rastros del cruceño.
Entramos a caballo en Santa Cruz de la Sierra, la capital de la llanura. Al cruceño le gusta divertirse. Si ha ganado mil pesos en los bosques
Con toda seguridad, en toda América no hay un lugar tan grande de caucho, viaja a su amada ciudad natal y se consigue muchachas, cham-
que esté tan alejado y tan apartado de buenas vías de comunicación pán, vino, chicha de maíz y una pequeña banda de música, y entonces el
como esta ciudad. Está situada justo allí donde los Andes tienen sus dinero vuela, vuela más rápido de lo que ha tardado en ganarlo.
últimas estribaciones hacia la inmensa llanura del Oriente; muy cerca Un día de julio de 1909 se dio a conocer la decisión del Gobierno
de la ciudad corre el río Piraí, uno de los afluentes más septentrionales argentino respecto a las disputas fronterizas entre Perú y Bolivia. Como
del Amazonas. consecuencia se produjo un tumulto inaudito en toda Bolivia. La casa
Santa Cruz de la Sierra fue fundada en su actual ubicación en el año de la legación argentina en La Paz fue apedreada y se gritaba a favor de
1595. La ciudad tiene 14.000 habitantes, 9.000 mujeres y 5.000 hombres'. la guerra.
La población, también entre las clases bajas, parece más española que También a Santa Cruz de la Sierra llegó la ola de furor nacionalista.
la de las ciudades de las montañas de Bolivia, donde el componente Los cruceños despacharon el asunto a su manera. Arrancaron el escu-
indígena es predominante. Hay cierta oposición entre los cruceños, ha- do del consulado argentino, pese a que el cónsul, un alemán, les rogaba
bitantes de Santa Cruz, y los collas', los habitantes de las alturas. Los que lo tratasen con cuidado. "Es muy caro", decía. Hubo discursos,
primeros son vagos, alegres, frívolos, irónicos, superficiales, abiertos, manifestaciones, se gritaba: "¡Viva Bolivia! ¡Abajo Perú! ¡Abajo Argen-
amables, generosos y hospitalarios. Por el contrario, los últimos son tina!" Se bebía champán y chicha de maíz. Era toda una fiesta. Era di-
laboriosos, cerrados, ahorrativo s, de buen corazón, confiables y vertido, increíblemente divertido. Fue algo nuevo, una pequeña altera-
recelosos. ión en la monótona cotidianeidad.
Los cruceños hablan con cierto menosprecio de los collas. Continua- En Santa Cruz, los alemanes tienen gran influencia. En buena medida,
In nte les toman el pelo. Hay muchas historias de las bromas que los '1 comercio está en sus manos. Los comerciantes nativos no pueden
cru ños hacen a los habitantes de los Andes. .ompetir con ellos. No faltan razones para que sean odiados. Se reco-
11 ce que son trabajadores, pero, sin embargo, no los soportan.

'1 ,'q',lÍn 11 rzog, Neujahrsblatt der Naturforschenden Gesellschaft (Zurich 1910).


Una vez me dijo un criollo: "Al principio, los indios vivían en la
'1 t\ podo dcsp tivo dado a los habitantes de la cordillera en Bolivia plaza, entonces llegamos nosotros y los indios tuvieron que irse a vivir

11
a las afueras. Después llegaron los alemanes, y entonces nosotros corri-
a unos patrones de la goma, algo brutal, pero quizás no tan deplorable
mos la misma suerte que los indios". desde la perspectiva de los reclusos.
Santa Cruz de la Sierra está construida como casi todas las ciudades
Algunos cruceños tienen una peculiar manera de ganar dinero. Con-
en Sudamérica. Las calles se cortan unas a otras en ángulo recto; en
tratan sirvientes en Santa Cruz de la Sierra a bajo precio, viajan con
medio de la ciudad está la plaza. Como las calles durante el tiempo de
ellos al río Beni y los alquilan allí a cambio de grandes jornales. A me-
lluvia suelen inundarse, han colocado pilotes en el suelo por los cuales
nudo ocurre también que enganchadores desalmados prestan grandes
se puede cruzar la calle sin mojarse los pies. Apenas hay edificios de
sumas de dinero a gente joven que, al no poder devolverlas, se ve obli-
gran belleza arquitectónica. No obstante, alguna que otra vieja casa sin
gada a viajar a los bosques de caucho a trabajar para su acreedor, don-
mayores pretensiones resulta pintoresca. de se enfrentan con un sombrío destino.
El interior de las viviendas parece bastante amplio, pero sin ningún
Santa Cruz de la Sierra es una ciudad que tiene mucho futuro. Está
sentido de la comodidad, lo cual es característico de toda Sudamérica.
situada en una región con grandes posibilidades de desarrollo, pero
Los criollos se ocupan muy poco de la comodidad del hogar. No es raro
sólo tendrá verdadera importancia cuando se construya el ferrocarril
que incluso falten las instalaciones para las necesidades básicas. Por el
desde Argentina por Yacuiba y se abran otras líneas férreas hasta el río
contrario, el gramófono es uno de los objetos imprescindibles en las
Paraguay, hasta Cochabamba y hasta Las Juntas sobre el Río Grande.
buenas casas de Santa Cruz.
Entonces Santa Cruz será el punto de apoyo del desarrollo de una re-
El forastero rara vez puede quejarse de haber sido engañado por un
gión inmensa en el interior de Sudamérica, que en la actualidad cuenta
I cruceño. Son extremadamente hospitalarios y no preguntan si el emi-
con muy poca población y que está casi inexplorada en su mayor parte.
I grante europeo es o no un aventurero. Lo más importante es que sea
En estas pocas líneas he tratado de apuntar lo más característico de
agradable y alegre; por lo demás, nadie se preocupa de quién pueda ser. los cruceños y los blancos que conquistaron y habitan el Nordeste de
La clase baja y la clase media son bastante mojigatas, pero como en Bolivia. Junto a los misioneros, ellos
todo a su manera, pues también se toman a los Santos con mucho des- han difundido la civilización" a los
11

enfado. El cruceño considera normal que San Antonio tenga que bus- indios. Entre los cruceños también
car las mulas que se han escapado y que cuando no lo logre, se le pon- hay gente seria y trabajadora, pero
ga cabeza abajo en un mortero; pero cuando las muchachas alegres le on pocos. Algunos rasgos caracterís-
prenden una vela para que les consiga un amor para esa noche, piensa ticos de los cruceños que no he pues-
que es ir demasiado lejos. San Antonio de Padova puede pasar por alto to de manifiesto son su crueldad, la
muchos pecados, pero no deben cometerse contra la Santa Iglesia Ca- ixplotacion abusiva de los hombres
tólica. Sabe muy bien que es habitual que los servidores nativos de la , los que llamamos indios, y su inca-
Iglesia tengan una hermosa sirvienta. Cuando los pastores aman el vino pacidad de pensar en el futuro del
y las mujeres, ¡qué se puede exigir a los siervos! país en el que viven.
En Santa Cruz se ven indios con frecuencia. Aquí llegan guarayo de Para el cruceño, la vida es vino,
las misiones franciscanas y churapa de Buenavista; antes también ve- m ujeres y chistes. Pero para eso se
nían numerosos chané y chiriguano. A veces, cuando se emborracha- ne esita oro, y lo han sacado de los
ban, los atrapaban y los vendían con destino a los bosques de caucho; j "dios. Los cruceños han hecho de los
s por eso que ahora le tienen temor a Santa Cruz. También se han ven- hombres libres de la selva esclavos
dido blancos para trabajar en los bosques de caucho. Se dice que hubo por deudas y de las mujeres indígenas
un obcrnador que vendió todos los presos de la cárcel de Santa Cruz I ,'m ras Ilustración 1 Indio mojo tocando una flauta de pan
. (tomado de Eder)

14
15
cenoinf~nidad de plantas silvestres de extraordinaria importancia para
los indios. Antes de proseguir, puede ser interesante para el lector men-
cionar las plantas de mayor importancia.
Al norte de la mencionada frontera de Santa Cruz hay numerosas
variedades de árboles, especies de ficus, etc., cuya corteza utilizan los
Tercer Capítulo indios como tejido aplastándola. Sin embargo, estos árboles no crecen
al sur de esta frontera. En esa región no se ven tejidos elaborados con
cortezas. Al norte de la frontera, exceptuando los sirionó, todas las tri-
La frontera de Santa Cruz bus indígenas utilizan telas de fibra de corteza para vestirse y para otros
(Una frontera cultural natural) usos ..Como consecuencia del aprovechamiento de este tipo de mate-
rial y de la técnica de preparado, el arte textil entre casi toda estas tri-
bus está poco desarrollado. .
Una planta que para los indios tiene muchísima importancia, es el
chuchío", El tallo es utilizado como vástago de las flechas quedando
rectas y bellas. Al norte de la frontera de Santa Cruz, todos los indios
Cuando en mi libro "La Vida de los Indios" describí a las tribus indí-
de las tierras bajas, con excepción de 10s itene del río Guaporé, utilizan
genas del Gran Chaco, no reservé arbitrariamente las tribus de la cuen-
chuchío en la elaboración de flechas, mientras que los indios que viven
ca del río Mamoré para otro libro, pues en las llanuras orientales de
al sur de la frontera mencionada, fabrican sus flechas del tronco de
Bolivia, cerca de Santa Cruz de la Sierra, se establece una marcada fron-
Arundo donax. Si comparamos las flechas hechas con esta caña con las
tera natural entre el Chaco seco del sur y las ricas regiones en agua y
de, chuchío, observamos que las últimas están siempre trabajadas con
vegetación del norte. mas esmero. La belleza del material se presta a la decoración, a la ela-
En repetidas ocasiones he descrito la importancia antropogeográfica
boración ,cuidadosa. Los itene utilizan las finas ramas de una especie
que tiene el contraste entre el clima y la vida animal y vegetal de las
de bambu. Todas las tribus no civilizadas que conocí en Bolivia al norte
II regiones montañosas y la de las tierras bajas. Este contraste es más evi-
dente cuando desde Cuzco seguimos hasta Santa Cruz de la Sierra por
de Santa Cruz, con excepción de los sirionó, elaboran con el nervio de
I~s hojas del chuchío cestos cuadrados (Ilust. 26). Los hombres los em-
los Andes, a cuyos pies hay exuberantes selvas difíciles de atravesar.
plean para guardar plumas y cosas por el estilo. Este tipo de cesto no se
En cambio, al sur de Cuzco, donde las estribaciones de los Andes no
(Incuentra al sur de la frontera de Santa Cruz. Gracias a su dureza, el
están cubiertas por aquellos inmensos bosques, este contraste es me-
I ronco del chuchío es una excelente pértiga para las canoas. Este "tallo
nos relevante. .1<.' paja" .se emplea sobre todo cuando se navega entre rápidos, en los
Hasta el momento no he resaltado, ni he encontrado quién lo haya
IltI continuamente se soportan choques.
hecho, el significado antropogeográfico de la frontera de Santa Cruz,
A veces se utiliza toda la planta de chuchío como material para la
por lo que ahora quiero ocuparme del asunto. Se trata de una frontera
('(mstrucción de viviendas.
geográfica marcada por la vegetación, y como tal fue estudiada por
Herzog'. Al sur de Santa Cruz y de los dieciocho grados de latitud cre-
Cylleriu",! sa,ccharoides. Los topónimos, los nombres propios y las palabras de las
I 'nguas indígenas por lo general están escritos de acuerdo a la pronunciación es-
lli1ñ la.
I Mont.enemos el criterio del autor, únicamente corregimos la ortografía de la
1 Herzog. Pflanzenformationen Ostbolivias. Sonderabdruck aus Englers Botanische
101 onurua y de los nombres de tribus (N. de T.).)
Jnhrbücher (1910).
17
Ir.
Lámina IV En la cima de la montaña esculpida cerca de Samaipata.
El estanque ha sido excavado en la roca.

Lámina 11ILa montaña esculpida cerca de Samaipata

19
IR
Al norte de la frontera de Santa Cruz hay numerosas especies de pal- la tusca", el chañar" y el mistol". A consecuencia de la abundancia d
meras de hojas pinnadas, muchas de las cuales, especialmente el motacú". estas plantas, la agricultura en muchas tribus del Chaco apenas se ha
son muy apropiadas para elaborar cestos. Al norte de la f:ontera de S~- desarrollado.
ta Cruz encontramos diferentes tipos de cestos de sencilla elaboraclOn Refiriéndonos a los animales salvajes, al sur de la frontera de Santa
que no se ven al sur de esta frontera donde no existe~ palmeras de hojas Cruz no encontramos parabas, mientras que los ñandús no viven en
pinnadas y, por tanto, tampoco se tejen esteras de hoja de palmera. las selvas del norte. Los adornos más hermosos al sur de la frontera
Cuando en 1909 me dirigí nuevamente al sur, al Chaco, me acompa- señalada están hechos de plumas de avestruz, los del norte con plumas
ñaban algunos indios guarayos. Al pasar la frontera de Santa Cruz no de paraba.
podían confeccionar ningún cesto de carga del tipo que ellos usan, pues Algunos de los animales domésticos del hombre blanco han adqui-
rido gran importancia para algunas tribus. Así, los indios del Chaco
allí no había hojas pinnadas de palmera.
La pesca con veneno es desconocida en el Chaco, pues la frontera de eneralmente tienen ovejas que cumplen un papel económico esencial
Santa Cruz es el límite sur de difusión del barbasco" y del ochoó", las n tanto las mujeres elaboran con su lana mantas, cintas, bolsas, etc.
dos plantas que los indios emplean para este tipo de pesca. También es Las regiones cálidas y húmedas al norte de la frontera de Santa Cruz
el límite de la chonta". palmera con la que los indios del norte hacen no son aptas para la cría de ovejas, por lo que los indios que viven allí
no tienen.
sus arcos.
Además de las plantas mencionadas, hay otras de menor importa~- Aunque las condiciones de temperatura entre las montañas y los Ila-
I)() son muy diferentes, no encontramos una frontera clara. En el sur
cia para los indios, que no se encuentran al sur. Así, los indios que vi-
ven allí, no siembran plátanos, que sólo son cultivados en algunos lu- (1 Bolivia, a causa del frío, los indios se ven obligados a llevar ropa
",ruesa. Hacia el sur desaparece o apenas se usa la hamaca. Las frías
gares por los blancos. .
Estamos viendo que muchas plantas que son de extrema ímportan- no hes del sur de Bolivia no incitan a dormir en ella.
cia en la elaboración de vestimentas, utensilios, armas, etc. para los in- Mientras que en la sequedad del Chaco, las pieles y materiales simi-
1,11· -s se pueden conservar, aunque con cierta dificultad, en las selvas
dios al norte de la frontera de Santa Cruz, no tienen presencia al sur de
I111In das y cálidas del norte eso es prácticamente imposible por lo que
la misma.
lit 1 h ay bolsas, esteras, vestidos y cosas similares de piel, que son tan
Del mismo modo crecen al sur numerosas plantas silvestres de gran
1 umunes entre las tribus del Chaco y que en el norte están elaborados
importancia para los indios que no se dan al norte. La más importante
de ellas es la caraguata". que se emplea para hacer cordeles, sogas, re- 11I11otros materiales.

des, camisas, cepillos para comer, etc. Esta planta es de especial impor- Al ur de Santa Cruz, los ríos apenas se pueden navegar, los indios
tancia para todas las tribus matacas y guaycurús del Chaco. Para los 1 l' It' V j ven allí no tienen embarcaciones. Por el contrario, el Noreste está
11I I lId por muchísimos ríos navegables que los blancos han seguido
chiriguano y los chané es menos importante.
Al sur de la frontera de Santa Cruz hay varios frutos silvestres fun- " 11" I-xplorar el territorio y asentarse en sus riberas. Con toda seguri-
damentales en la economía doméstica de los indios. Son el algorrobo". lid, los indios ocuparon la región del mismo modo. Todo indica que
,111 IIIH sirionó, que parecen ser un pueblo oriundo de la zona, se han
[1 1111 j I de forma distinta sin depender de los cursos de los ríos.
3 Attalea princeps
4 Serjania perulacea, Magonia glabrata
5 Hura crepitans 1111' tu uroma
6 Guilielma insignis 11 '''111/11'1/ rI tcortitans
7 Bromelia serra •\ I II/,IIIIS inistoí
8 Pro opis alba
21
()
Hemos visto como los llanos bolivianos están divididos por una fron- Ahora ~ejamos Santa Cruz de la Sierra para recorrer la segunda d
tera natural en dos regiones antropogeográficas. Por tanto, en Bolivia las tres regiones culturales que hemos señalado más arriba. En mi libro
podemos hablar de por lo menos tres regiones culturales y naturales: "La Vida de los Indios" presenté la tercera.
1. Los Andes y el Altiplano.
2. Las tierras bajas al norte de los grados 17 y 18 de latitud (la fron-
tera de Santa Cruz).
3. Las tierras bajas al sur de los grados 17 y 18 de latitud.
Obviamente, cada región tiene sus propias características a las que
el hombre intenta adaptarse. A veces, estas particularidades son muy
marcadas y determinantes para el hombre, obligándole a descubrir
nuevos instrumentos y técnicas. En Mojos, una de las zonas del norte
por la que vamos a viajar, no existe la piedra, por lo que antiguamente
los mojo afilaban las puntas de flechas con pedazos de cerámica y mo-
lían en vasijas con rodillos de barro cocido.
D'Orbigny" cuenta que una vez subió a los Andes llevando a unos
indios mojos. Cuando vieron las primeras piedras, las apilaron entu-
siasmados como si hubieran encontrado grandes riquezas, hasta que Ilustración 2
Vasija de barro encontrada en una tumba en el río Palacios
se dieron cuenta de que no podían ir cargados con todas ellas. Cibbon" Provincia Sara, Bolivia ('/,) ,
cuenta que en Trinidad, la población principal de los mojo carentes de
piedra, se vendían en el mercado piedras procedentes de la región de
los yuracaré.
Es importante que se conozcan las fronteras antropogeográficas,
naturales y culturales, de toda Sudamérica, en especial aquéllas como
la de Santa Cruz donde encontramos la división norte-sur de la presen-
cia de muchas plantas de gran utilidad para los indios, de tal modo que
la cultura material a cada lado es muy diferente.
Cuando estudiamos fronteras culturales y observamos diferencias en
ese sentido entre las tribus, lo primero que debemos considerar es hasta
qué punto esas diferencias en la cultura están determinadas por la natu-
raleza circundante. Conociendo esas diferencias irremediables, podemos
estudiar con más facilidad los contrastes entre tribus, originados por su
diferente grado de desarrollo y por la influencia de otras culturas.

12 D'Orbigny; Voyage ..., 3/1, p. 154


13 Lardner Gibbon, Exploration oi the valley o] the Amazon, Part II, p. 231 (Washington
1854)

2
1
de ellos, vamos a echar un vistazo a sus cabañas para observar cómo
viven y si todavía se pueden descubrir vestigios de una cultura
auténticamente indígena.
Las viviendas de los churapa son rectangulares con puertas en el lado
de los frontispicios. El techo es de hoja de palmera, las paredes son del
Cuarto Capítulo mismo material o de bambú con barro. Usualmente, la casa tiene delante
de la puerta un pequeño porche protegido contra la lluvia por un techo
Hacia los churapa saliente. Son bastante acogedoras. La cruz y las imágenes de Santos nos
indican que nos encontramos entre una tribu cristiana, pero las máscaras
y los atuendos de baile hechos de plumas de avestruz revelan que los
Santos y la Virgen María no son los únicos dueños del lugar. Las cabañas
son limpias, ordenadas y tienen flores sembradas alrededor, a lo que no
alcanza el poco sentido estético de sus patrones blancos.
No podemos decir que el mobiliario sea suntuoso. Utilizan esteras
Cuando terminamos de completar nuestro equipo, a primeros días de hojas de palmera como lecho, en casi todas las viviendas también
de noviembre cabalgamos junto a algunos indios churapas desde San- hay hamacas y en algunas catres. Como almohada usan pedazos de
ta Cruz hacia nuestra próxima meta, la Provincia Sara. madera y tienen taburetes sencillos.
Al llegar a Sara, en la zona de San Ignacio de Mojas me instalo en la El ajuar doméstico apenas ofrece algo interesante y ha perdido casi
casade Don CasianoGutiérrez,un criolloilustrado de b'uenafamilia.Como por completo su carácter indígena. Los viejos cuentan que antes se ela-
todos los criollos de recia estirpe es extremadamente hospitalario. Don boraban hermosas vasijas de barro pintadas que ya no se ven. Ahora
Casiano intenta apoyar mi trabajo con todos los medios a su alcance. on muy simples y sin pintar. Los churapa son hábiles tejedores de ces-
Tomando San Ignacio como punto base, emprendo excursiones a los los y labran vasijas de madera, mientras que el arte textil ha caído en
bosques de Sara para buscar antiguas urnas funerarias. Aquí hago tam- desuso por completo. Tallan calabazas con divertidas figuras, pero que
bién contacto con los churapa o choropa, como los nombran los blan- no tienen ninguna belleza y que quizás constituyan una especie de marca
cos. Churapa significa amigo. Estos indios, que son chiquitano, llega- I propiedad (Ilust. 3).
ron desde el Río Grande a la región que ocupan en la actualidad'. En En estas cabañas, todo es limpio y funcional, pero aburrido. Falta la
1723,los jesuitas fundaron entre ellos la misión de Buenavista. A fina- rn ntasía y la alegría artística. El arte indígena no soporta la civilización,
les del siglo XVIIIhabía 2.017 churapa, en la actualidad hay entre 500 y uando ésta llega, muere sin remedio. Es bien seguro que antes se
1.000,incluyendo mujeres y niños. Por regla general, cada familia vive (It oraban a sí mismos ya sus pertenencias, pero ahora se visten como
independiente, nunca formando aldeas, exceptuando las que viven en lo/-: blancos y ya no decoran nada con el mismo gusto.
la antigua misión de Buenavista. asi todos los churapa son sirvientes de los blancos, quienes los tra-
Los churapa no son indios selváticos con plumas de colores, sino [un r lativamente bien. Don Casiano Gutiérrez es especialmente hu-
que en la actualidad todos son civilizados. Antes de seguir hablando 11101110. Pero no falta la esclavitud por deudas, tema que más adelante
I1 111.1 r 'mas más de cerca. Las deudas que los churapa tienen con sus
111111'()11 ,no les permiten que los abandonen. Incluso algunos blancos
1 Compárese Viedma, p. 86, Descripción de la provincia de Santa Cruz de la Sierra
""II\'n la idea de que todos los niños indígenas que han nacido en sus
(1793). (En: Angelís, Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua y
moderna de las provincias del Río de la Plata, Tomo III [Buenos Aires 1836]) 111' l"il'tI ades les pertenecen, hasta creen tener el derecho de regalarlos.

4
La siguiente historia que me contó un alemán, es muy típica. Este
10 ¡~hl1l~) r '(./OJ1(./() 1'l. n i n '8 di rno ti ' el '11 i. r pu '1-) ilustrs la
alemán se había casado con una joven dama de Santa Cruz. Un día, ella
gron d I f Isr n qu pu de ten r un diseño. Entre los choroti y lo
le dijo a su hermano que necesitaba imperiosamente a alguien que s~
lHhlu -1 y2 d 1 Gran Chaco encontramos muchos de estos silbatos re-
ocupara de los niños. "Te vaya regalar a una de las muchachas de rru
Iond xactamente con la misma decoración, y seguramente que aque-
hacienda", le respondió el hermano, como si se tratara de regalar un
II indios nunca han escuchado hablar de los churapa y viceversa. En
cachorro de perro.
'1 haco, exce~tuando las tribus del río Pilcomayo, por todas partes
Entre los churapa y sus señores hay una clara relación patriarcal.
hallamos e~tos SIlbatos con el mismo diseño también entre los chiriguano
Los hijos de los indios y de sus patrones crecen juntos. En algunas es-
y los chane. A lo largo de los siglos, estas tribus los han tallado de idén-
tancias es muy difícil diferenciar a quién pertenecen los niños, ya que a
tica manera. Al norte de los churapa también los encontramos entre los
menudo los hijos de los sirvientes, con razón o sin ella, reciben los nom- yuracaré, pero sin diseños y con otra forma.
bres de sus señores.
Desafortunadamente, nunca tuve la oportunidad de ver a los churapa
Los churapa tienen fama de ser buenos trabajadores. Un hombre
.n las grandes festividades cristianas en las que los hombres bailan ves-
churapa gana al día 20 Centavos, más la comida. Las mujeres sólo reci-
tídos con llamativos atuendos de plumas de avestruz desde la cabeza
ben 10 Centavos. Son raras las estancias en las que se les pague a los
hasta los pies, cubriendo la cara con máscaras de madera y tela. En la
hombres más de 30 Centavos. Aquí, como en todas partes, los emigran-
plaza centr~l de Buenavista se celebran torneos con flechas que en vez
tes extranjeros hacen subir los sueldos. Los churapa cuentan los días
de puntas tienen una bola de cera. Después del juego, los combatientes
trabajados haciendo marcas en un palo. beben juntos.
Más que ninguna otra cosa, lo que encadena a los churapa a los blan-
l!n ~po de máscara de baile que no pude ver representa al sol, pues
cos es la dictadura del aguardiente. En la Provincia Sara se produce
los I.ndlOs la escondieron cuidadosamente; al menos logré conseguir
aguardiente y azúcar en grandes cantidades. . vestimentas de baile y máscaras de tela.
Los churapa obtienen un considerable ingreso extra mediante la con-
En estas fiesta~ se emborrachan sin medida. Pero hay que ser caute-
fección de los denominados sombreros Panamá. Están realmente bien
los? con los hechiceros, que el cristianismo todavía no ha conseguido
hechos. Probablemente, los jesuitas les enseñaron este trabajo aprove-
xtírpar, Cuando los hechiceros quieren caer sobre alguien, se le acer-
chando la habilidad de los indios para la cestería. Un inmigrante espa-
can durante la noche,yero sólo en espíritu, porque el hechicero deja su
ñolles ha aleccionado en los últimos años a darles a los sombreros una
uerpo en casa durmIendo en la cama. El espíritu del brujo se lleva el
forma más moderna, de modo que pueden venderlos a precios más lma de la víctima, y ésta se enferma.
altos que antes.
Antes se quemaba a estos brujos después de haber atado su cuerpo
I En la antigua misión de Buenavista, la iglesia testimonia la riqueza
I on una soga. También los misioneros estaban presentes cuando los que-
de las misiones jesuíticas. El inventario incluye largas listas de objetos maban.
de oro y plata. Todavía existe un cáliz de oro macizo con piedras pre-
A pesar de los hechiceros, los churapa me dieron la impresión de ser
iosas incrustadas y muchas otras piezas valiosas
sanos y fuertes. Aunque la región que ocupan está libre de fiebres las
Puedo asegurar que busqué en las chozas churapas vestigios de los
nnemias crónicas causadas por un parásito intestinal, Ancylost~ma
Ii mpos antiguos, pero ya no hay mucho. Lo más sobresaliente son dos
tluodenale, ~o~ usuales en Buenavista. Nadie tiene bocio, que por ejem-
ilb, to tallados en madera (Ilust. 4 y 7). Uno de ellos lo recibí de un
plo se manifiesta con mucha frecuencia entre los mestizos de Porongo
.mctnno (Ilu t. 4).
Cunn lo m ]0 entregó, me dijo: "Tú morirás, pero éste nunca muere",
('(111 lo q(II.' qu 'ría decir que este silbato pasó de padres a hijos. Véase La Vida de los Indios, p. 81

7
en las cercanías de Santa Cruz. Las enfermedades venéreas deben s r
muy raras. La conjuntivitis, que en determinadas regiones causa tantas
cegueras parciales y totales, aquí se manifiesta raras veces. En compa-
ración con los indios de la selva, los churapa tienen realmente mallas
dientes. Es bastante frecuente ver a las muchachas con los dientes fron-
tales completamente estropeados, lo que también es corriente entre los
blancos de la región.
Los churapa trabajan para los blancos, pero tienen además sus pro-
pios sembradíos, que normalmente son extensos y están bien atendi-
dos. Pero también les mueve su sangre indígena a ser destacados caza-
dores y pescadores, y en la región en la que viven abundan las presas.
Acechan las selvas con el rifle y algunos emplean el arco y las flechas;
para cazar pequeñas aves utilizan el bodoque. También son bastante
hábiles poniendo trampas.
Frecuentemente mantienen hostilidades con los sirionó, a los que
llaman "matsáuka". Los sirionó viven en lo profundo de las selvas de
Sara, entre el río Piraí y el río Ichilo, completamente independientes y
en conflicto con los blancos y otros indios. De vez en cuando gorronean
de los sembradío s de los churapa.
Más adelante volveré sobre estos salvajes que viven selva aden-
tro.
Los churapa pescan con arco y flechas de pesadas puntas de madera
de palmera. Este tipo de pesca es su entretenimiento preferido.
Menos elegante es su otro método de pesca, es decir, envenenando
el agua hasta que los peces aturdidos suben a la superficie. Para ello
utilizan el barbasco" y el ochoó''. El último es un veneno muy fuerte y
peligroso cuya savia quema agujeros en la piel. Si un poco de este ve-
neno llega a los ojos, causa ceguera. Los peces capturados de esta ma-
nera y preparados del modo usual a la parrilla o cocidos, pueden ser
consumidos sin ningún tipo de peligro o malestar.
5 Si bien algunos de sus juegos y juguetes son propios, actualmente
juegan sobre todo a los dados y a las cartas.
Uno de sus juegos es el "kisoropés". Pequeños fragmentos planos
de vasijas cerámicas son lanzados hacia un objetivo, como por ejemplo
Ilustración 3-6 3 Calabaza de madera, "tatumash": a Un árbol ('/s) , b Reverso con un ave (~¡,); 4a Silbato de
madera, "kiuris" (2/3), 4b En sección; 5 Posición de las bolas al rrucro del Juego de papankosh,
6 Pelota de hojas de maíz y plumas ('12), churapa
Serjania perulacea
Hura crepitans

29
2B
ina piedrecilla blanca. Gana el que logra cubrir con sus piezas la pie- indicado dónde están, por los fragmentos cerámicas qu han rr j lo
dra o el que las arroja más cerca del objetivo. Los quichua de los Andes de sus madrigueras.
y los chiriguano del sur tienen juegos similares. , Voy~publicar el resultado de estas excavaciones más adelante. Aquí
"Papankósh" es el nombre de otro juego que se practica con bolas solo quiero apuntar que la cerámica de la que encontramos restos en lo
de nueces de palmera. Se colocan montones de cuatro bolas en forma profundo de las selvas de Sara, no corresponde a la de una antigua y
de pirámide. Las pirámides se pueden colocar en fila, en cuyo caso el alta cultura, pero nos muestra que antes de la conquista de los blancos,
número de pirámides es indistinto, o se forma con todas ellas una figu- aquí vivía gente con sentido de la belleza. Sus vasijas cerámicas nos
ra como el cinco en un dado (Ilust. 5). Un participante arroja una bola e evidencian que tenían mejor gusto que los blancos de Santa Cruz y Sara,
intenta acertar a uno de los montones. Si no acierta, hace una raya con y que los indios civilizados.
el dedo hacia el próximo montón y arroja su bola para derribarlo. Si lo Muchos artistas se han admirado ante las pequeñas vasijas proce-
consigue, puede continuar. Si falla, otro participante toma el turno, etc. dentes de las tumbas de esta gente. Los fragmentos que he encontrado
Gana el que ha conseguido derribar más montones. de su cerámica, seguramente no son lo mejor de lo que han hecho.
También juegan a veces con pelotas hechas de hojas de maíz ¿ Cómo pretendo conseguir lo mejor si sólo he encontrado por azar unas
("pókish", Ilust. 6). Éstas son raras al sur de la frontera de Santa Cruz, pocas tumbas?
pero comunes al norte de esa frontera. Los antiguos juguetes como el En Sara, además de los churapa, viven algunos pocos chiriguano en
zumbador, "súkurúsh", han caído en desuso. También antes se jugaba Santa Rosa y un yuracaré en San Carlos. También sus antepasados vi-
a la pelota con bastones, "káratés", y al "táurósh", otro juego con pelo- vían en las misiones, también son" civilizados".
tas hechas de goma a las que golpeaban con la cabeza. En la iglesia de Buenavista, la pila bautismal y muchas otras cosas
Una parte de los churapa intentó liberarse de la dependencia de los son de lo más prosaico, modernas cosas europeas producidas en serie.
blancos. Se fueron a El Cerro de Amboró y construyeron una aldea con Algunos objetos, antiguos y hermosos, testimonian el gusto exquisito
una iglesia propia. Algunos blancos sin escrúpulos quemaron la aldea y de los jesuitas. En las cabañas indígenas de Sara se encuentran algunos
obligaron a los indios a trabajar a su servicio justificando este proceder objetos fabricados en Alemania para la exportación y que son "buenos
en supuestas o reales deudas en las que los indios habrían incurrido. ~ baratos". Entre los estancieros rechinan los gramófonos, pero bajo
Me siento a menudo en las cabañas de los churapa. No es difícil en- tierra hay cosas escondidas que nos hablan del sentido de la belleza
contrar algunos que hablan español, a los que pido que me cuenten que tenían los antiguos indios.
relatos y leyendas. Me responden al unísono que no conocen ninguno. Desde entonces han transcurrido más de cuatrocientos años de "de-
No creo que sea verdad; sencillamente no quieren narrarlos. Los indios sarrollo" .
civilizados conservan todavía muchas de sus viejas tradiciones y creen-
cias pero no quieren decir en qué creen verdaderamente. Desde gene-
raciones han estado oprimidos por los blancos, ahora que son cristia-
nos no quieren que éstos sepan en cuántas cosas antiguas creen todavía,
O también puede ser que se avergüencen de reconocerlo.
Siguiendo las indicaciones de Don Casiano, quien ha visto innume-
rt bl s pedazos cerámicas ahí, recorro las selvas de Sara para buscar
Ilustración 7
vestigios de los indios que vivían en ellas antes de que los blancos co- Silbato de madera, "sánanásh", churapa ('1.). La línea de puntos indica la cavidad interna.
Ilocit'rnn Arn 'rica. Tenemos bastante suerte. A veces buscamos las tum-
h" rx rn sonda, y a veces los armadillos las han puesto al descubierto e

\O
4I
te que nos acompañe; sin embargo, allí tampoco la encontramos. En-
tonces alquilo un bote a motor, propiedad de un anarquista español
que transporta mercancías y pasajeros por el río. Por lo que he podido
saber, éste es el único bote a motor en el Oriente boliviano.
En todos los ríos bolivianos existe la misma dificultad de encontrar
Quinto Capítulo remeros. Debido al traslado de indios a los bosques de caucho y a que
son esclavizados por deudas, cada vez es más difícil conseguidos. No
hay indios libres que un viajero pueda contratar por un corto tiempo,
En bote a motor hacia los vuracaré siéndole muy difícil comprar esclavos por deudas: éstos le resultan muy
caros, pues al final del viaje no puede venderlos si es persona decente,
y tendrá que liberarlos. Aquí, los indios son importantes para las acti-
vidades comerciales; por todos los ríos se transportan mercancías, co-
rreo y pasajeros en grandes o pequeñas canoas y botes a remo, tripula-
dos por indios civilizados, perseverantes y aplicados remero s que
pueden bogar hasta doce, catorce e incluso dieciséis horas al día
Dejamos San Ignacio y cabalgamos por un gran bosque hasta Cua-
tro Ojos en el río Piraí. Este lugar tiene mala fama ya que frecuente- Los grandes ríos son transitados por pequeños vapores que, sin em-
mente por aquí han traído presos a chiriguano y otros indios que caye- barg?, no pueden circular por las pequeñas corrientes y que en gran
ron como esclavos por endeudamiento, y en ocasiones también a medida dependen de la época de lluvias. Por ello es importante em-
plear la fuerza de trabajo indígena, sin someterlos a una explotación
algunos blancos para ser llevados por el río Mamoré y vendidos en las
abusiva. Remar es una ocupación que va con los indios, no es algo in-
regiones caucheras. Los maquinistas alemanes de los pequeños vapo-
ventado por los blancos.
res que transportan pasajeros por ese río, me contaron que en repetidas
Los indios se extinguen, pero me agrada poder decir que los blancos
ocasiones habían visto este tipo de transporte de indios encadenados.
En la actualidad, el Gobierno boliviano ha establecido un puesto de los van a echar de menos, pues los necesitan imperiosamente.
Si los indios recibiesen todo el dinero que sus señores blancos ganan
guardia en Cuatro Ojos, con la misión de atrapar a los traficantes de
esclavos. Aunque la medida demuestra la buena voluntad del Gobier- con el transporte, les iría realmente bien, pero estoy seguro de que ape-
nas reciben el diez o el veinte por ciento, el resto va al bolsillo de sus
no y con toda seguridad dificulta ese tráfico, no lo ha eliminado por
patrones.
completo. El bote a motor resulta un medio de transporte magnífico; con la
El anciano Irépa en Kaipependi aguarda todavía a sus tres hijos, Miré,
Yamay y Santiago que, como muchos otros, han sido vendidos en los canoa a remolque bajamos rápidamente por el río Piraí. Por el contra-
rio, la arribada del río Mamoré es siempre lenta debido a la fuerte co-
bosques de caucho del río Beni.
¿Cuándo llegará el día en que las autoridades bolivianas obliguen a
rriente. Estos ríos hacen grandes meandros que alargan la distancia a
los patrones gomero s, europeos o bolivianos, a dejar libres a sus escla- recorrer. Un grupo numeroso de pequeños delfines' juguetea junto a la
proa del bote. Una de las orillas del río es muy alta y está cubierta por
vos y envíen a esos indios, que fueron arrancados a la fuerza de sus
vegetación de extraordinaria exuberancia. Pedazo a pedazo, el río se
casas, de regreso con sus padres, madres, mujeres e hijos?
En Cuatro Ojos compro una gran canoa, pero es imposible encon-
trar remero s, así que decidimos remar nosotros mismos hasta Las [un-
/11 ia boliviensis
t d 1Río Grande, con la esperanza de contratar en esta localidad gen-
lleva las playas socavando las raíces de los inmensos árboles hasta que
H d sploman en el agua y, llevados por la corriente, forman por todos
Iudos montones de ramas enredadas que dificultan el paso. De los tron-
co condenados a muerte cuelgan lianas que se bambolean con la fuer-
zs de la corriente. El timonel tiene que estar atento para no chocar con-
tra los troncos sumergidos.
El hermoso chuchío domina las playas bajas en las que, cuando el
sol es fuerte, se ven desperdigado s algunos caimanes echados,
desentumeciéndose con el agradable calor. De trecho en trecho, el río
bifurca en dos brazos que suelen encerrar grandes islas de bosque.
Más tarde o más temprano, uno de los brazos vence sobre el otro que se
tapa poco a poco. Los lagos y los meandros de río cerrados, los llama-
dos "madrejones", se mantienen con agua par mucho tiempo. Durante
la estación de lluvias, el río inunda las playas bajas. La tierra firme se
vuelve lodo, todo lo que hay es lodo. No se ven montañas, piedra, ni
arena. En las regiones que estamos atravesando y en las del río Mamaré
abajo, el agua y la tierra mantienen una lucha eterna. No se trata de
lentos procesos de erosión, es una lucha de grandes acontecimientos.
En los últimos tiempos, el Río Grande y el Mamaré han abierto nuevos
cauces. En las cercanías de Trinidad, este último ha acortado
drásticamente su camino. En los tiempos históricos, y éstos no son tan
lejanos, el Río Grande ha cambiado por completo su curso.
Realmente, sólo la presencia del hombre, que aparece esporádi-
camente, es lo que le falta al curso superior del Mamaré. Pero justo por
ello, la naturaleza es más bella; aquí todavía mantiene su atracción ori-
ginal. Y por suerte, en estas selvas no hay árboles de caucho.
Sabemos que a los yuracaré les gusta vivir escondidos en lugares en
los que los blancos no pueden encontrarlos fácilmente. En todos estos
lagos que dejan los meandros abandonados de los ríos, hay escondites
y rincones a los que es difícil llegar.
Hay trechos en los que la diversidad de aves es muy grande. Los
patos cruzan el río de orilla a orilla. A nuestro paso, las pavas se escu-
rren rápidamente entre los árboles.
En otros trechos, la vida animal es más escasa, las orillas están en
silencio. Entonces sospechamos que en las cercanías hay cabañas indí-
g na , pues los yuracaré siempre han tenido la fama de ser buenos ca-
zador s. Ya sea con el bote a motor o con la canoa, vamos a todos los Lámina V La montaña esculpida de Samaipata. Terrazas con nichos.

35
rincones y escondites, a estos meandros cerrados, cubiertos de tupida
vegetación acuática, con algunas partes de las orillas inundadas y
rodeadas de frondosos bosques en los que no se ve el menor claro entre
la maraña del más magnífico verdor. Los primeros días sólo encontra-
mos una cabaña abandonada con un sembradío tapado de plátanos y
árboles de papaya. Desde temprano en la mañana hasta muy entrada
la noche estoy sentado en la proa haciendo guardia en busca de rastros
humanos.
Tocamos tierra muchas veces. Alguno de nosotros ha encontrado una
senda, pero después de un detenido reconocimiento resulta ser el abre-
vadero de los animales salvajes del bosque. Estamos realmente decep-
cionados temiendo no encontrar los escondrijos de los indios. Por fin
::J vemos un camino ancho que se adentra en el bosque cubierto con
'"
Q)
-o larguero s de madera sobre los que han arrastrado una embarcación hasta
o
-o
<U el agua. Se trata de una canoa labrada en un gran tronco del que descu-
E
~o brimos su cepa. Nos adentramos más en los lagos del río y llegamos
finalmente a una acogedora vivienda con su sembradío. Es una vivien-
da yuracaré rodeada de plátanos.
Sólo las mujeres y los niños están en casa. Ante nuestra llegada, los
hombres han huido al bosque. Tienen miedo de que los blancos les obli-
guen a trabajar como remeros. Más tarde encontramos más cabañas
yuracarés, algunas situadas a la orilla del río completamente visibles. Por
algún tiempo nos alojamoscomo invitados de un anciano llamado Aguirre.
Es el lugar adecuado, pues Aguirre es un buen intérprete. Habla es-
pañol y también quechua, que ha aprendido en Cochabamba. Los in-
dios nos brindan toda su hospitalidad y pronto nos hacemos buenos
amigos. Montamos nuestra tienda al lado de sus cabañas y nos instala-
mos como en casa. Incluso me piden que bautice a una niña de unos
cinco años de edad. Doy todo tipo de evasivas, pero son tenaces. La
situación es fatal. Sientan a la niña en un taburete. Trato de ser solemne
y vierto un recipiente de hojalata lleno de agua sobre ella. "En el nom-
bre de Dios, Jesucristo y el Espíritu Santo". La niña recibe el nombre d
Rosa María en el bautizo al que sigue la parte más importante: primero
la niña debe recibir un tipoy-, también la madre debe estar vestida le

2 Vestido en forma de camisa sin mangas

"
gn n temente y por último hasta el padre pide un par de pantalones. Para Ya Castillo" menciona a los yuracaré del río Yapacaní. El primero
('1 "cura", el bautizo acaba siendo. un episodio bastante caro. que trata de ellos con precisión es Tadeo Haeke", En el año 1832 los
Quizás no soy en absoluto el primero que ha bautizado a Rosa Ma- visitó D'Orbignv'' a cuya interesante descripción acudiré varias veces.
ría. La familia de Aguirre pertenece a los yuracaré, que tienen bastante Cibbon" habla de ellos con mucha simpatía. Finalmente, también van
ntacto con los blancos. A estos yuracaré les resulta divertidísimo ha- Holten? hace algunas anotaciones de los yuracaré.
r que los blancos bauticen a sus hijos. Así reciben regalos de los bue- He visitado a los yuracaré setenta y seis años después de la visita de
nos católicos, quienes se alegran de haber ganado algunas almas para D'Orbigny. Es evidente que durante tan largo tiempo, la influencia de
la Virgen María. Por lo demás, qué más da si se bautiza a los mucha- los blancos se ha hecho sentir. Ahora tienen más ropa, herramientas y
chos tres o cuatro veces. ese tipo de cosas, que cuando los visitó D'Orbigny. Los hombres han
Gran parte de los hombres yuracarés trabajan de vez en cuando adoptado nuestra fea costumbre de cortarse el pelo muy corto. Muchos
como remero s para los blancos de Santa Rosa en el río Chapare. Se de ellos hablan un buen español. También sus usos y costumbres tradi-
ven obligados a realizar este trabajo por deudas contraídas al adqui- cionales han cambiado.
rir herramientas, ropa y aguardiente, aunque sólo están atados a los A pesar de eso es agradable estar de nuevo con indios, entre quienes se
blancos en determinados periodos, y parece que la esclavitud por deu- puede coleccionar cosas interesantes y bellas, y llevar una auténtica vida
das todavía no ha ingresado en esta zona, por lo menos en el río indígena lejos de los blancos, de los que ya he tenido más que suficiente en
Chimoré. los últimos meses. Es acogedor
A pesar de los bautizos, que trabajan para los blancos y pese a los estar entre los yuracaré. Uno
misioneros que durante un siglo han intentado, e intentan, convertir y tiene la agradable sensación de
civilizar a estos indios, la mayoría de ellos viven todavía su propia vida ser su compañero, lo que es im-
en la inmensa región selvática que se extiende desde el río Ichilo hasta posible cuando están al servi-
el río Sécure. En la profundidad del bosque hay yuracaré que viven cio de los blancos.
ajenos a cualquier influencia directa de los blancos. Huyen a estas zo- Hacemos dos expedicio-
nas para no tener que pagar sus deudas a los blancos. Puedo asegurar nes en compañía de Aguirre,
que no es nada fácil llegar hasta allí para apresarlos. una a una aldea vecina y otra
Los patrones de los yuracaré no son cruceños, sino callas que han a una pequeña misión fran- Ilustración 8 Vasija cerámica encontrada en una tumba
llegado desde las montañas hasta Santa Rosa. Creo que estos últimos ciscana en el curso superior en el río Palacios en la Provincia Sara, Bolivia (1/2)

son menos duros con los indios que los primeros. Son de razas distin- del rió Chimoré.
tas: los mestizos cruceños tienen sangre guaraní, mientras que los callas
tienen sangre quichua.
3 J. de Castillo, Relación de la provincia de Mojas, p. 296. Documentos para la Historia
Una cuestión a la que nunca se ha prestado la suficiente atención, es geográfica. Compilados y anotados por M. V Ballivián, Tomo 1, Las provincias de
la marcada diferencia que existe entre los diferentes tipos de mestizos. Mojas y Chiquitos
En su carácter, un aymara o quichua está muy lejos de, digamos, un 4 Tadeo Haeke (Haenke, Haink), Descripción Geográfica, Física é Histórica de las monta-
ñas habitadas por la nación de los indios Yuracarés (1796).Edición de 1898,hecha en La
chiriguano. La mezcla entre un español y una mujer aymara o quichua Paz. (Véase también Viedma, op. cit.)
da un resultado distinto al de un español y una mujer chiriguana. La 5 D'Orbigny, Voyage ... r Partie Historique 3/1; D'Orbigny, L'Homme Américain (París
raza hispanoamericana es muy desigual en las diferentes regiones. Una 1839)
Gibbon, op. cit.
de las causas principales es que las madres indígenas eran de tribus
7 Hermann van Holten, Das Land der Yurakarer und dessen Bewohner. Z. d. E., p.
dif rentes. 105 (Berlin 1877)

39
1 del medio día quema, uno se olvida de las bellezas natural s y l·
los interesantes compañeros de viaje. Los animales del bosque se reti-
ran a sus escondrijos y hay paz, silencio y un calor aplastante. Es habi-
tual que la tormenta te sorprenda a mitad del viaje ... iY qué tormenta!
No es como las de Suecia, una tormenta así sólo puede sobrevenir en
Sexto Capítulo los trópicos, apresurada, demente, violenta. El Dios del Trueno no uti-
liza como en Suecia un mosquete de avancarga, aquí dispara con fusil
Dos expediciones con los yuracaré de repetición. La lluvia sobreviene sin descanso.
Paramos en una orilla alta en la que se ve entre las ramas de los
árboles una plantación de plátano medio tapada. Después de encastar
la canoa, saltamos a tierra. A la vera del bosque hay un sembradío indí-
gena abandonado que el río ha socavado hasta la mitad.
Un camino trillado va desde aquí al bosque. Es un bosque magnífico,
tranquilo y umbrío, repleto de grandes árboles de troncos rectos con los
Indios y blancos nos apiñamos entre provisiones ~ obj~tos de inter- que los yuracaré elaboran sus canoas; algunas para ser utilizadas por ellos
cambio en la canoa de Aguirre. Es una cosa pequena e inestable. Al y otras para vender a los blancos y a otros indios. Muy lejos de aquí, en las
subir el último muchacho indígena, está tan cargada que apenas sobre- regiones de caucho de la frontera con el Brasil, las canoas más preciadas
sale del agua un par de dedos. . son las de estos indios que no reciben mucho por ellas, pero en sus regateos
La canoa se desliza rápidamente río abajo a lo largo de las onllas de los blancos llegan a pagar por una de estas embarcaciones entre trescientas y
la selva, entre montones de ramas y troncos que han caído al agua. Una cuatrocientas Coronas. Hay grandes canoas que pueden cargar hasta tres
de las riberas es alta, escarpada y está cubierta por el bosque; la otra es toneladas, además del piloto y ocho remeros, que sólo hacen por encargo de
baja y está densamente cubierta de plantas de chuchío. . los blancos ya que las de uso propio las prefieren pequeñas y ligeras.
A bordo se ríe y se conversa animadamente; no hay ruido en el bos- No hemos ido muy lejos cuando llegamos hasta unos grandes
que ni chapoteo de los peces que pase desapercibido a los ho:n~re~ de sembradío s abandonados que la infantería ligera de la selva, las enre-
la naturaleza. Avistan animales en lo más profundo del follaje, imitan daderas, ya ha empezado a invadir. Vemos plátanos, papaya, calaba-
los gritos de los monos, cualquier detalle de la naturaleza les alegra. zas, grandes cantidades de mandioca, camote, algodón y algunas otras
Sin embargo, los animales son esquivos por esta zona ~ues son pers~- plantas que suelen cultivar los indios de la selva.
guidos por arqueros con una habilidad fuera ~e lo comun, mucho mas En el cultivo están los restos de algunas cabañas quemadas. "Éste es
hábiles que muchos otros indios que he conoCl~o. , mi sembradío", dice el viejo Aguirre. "Cuando se murió mi mujer, la
Esta forma de viajar bajando a ritmo vivo el Impetuoso no en el que enterramos en la cabaña y por eso la quemé y me fui" .
I s indios maniobran con destreza la canoa entre montones de ramas y Se trata de una costumbre característica de esos indios. Cuando
r molinos , es fascinante. Los hombres, con sus camisas de .fibra vegetal alguno de la familia muere, se quema la casa y los demás se trasladan a
me hacada y con sus rostros pintados de rojo, y las mujeres con s~s otro lugar en el que construyen nuevas casas y rozan nuevos sembradíos;
vestid de fibra de corteza, sus collares de semillas y cuentas de VI- pero parece que no hay nada que impida cosechar en estas plantacio-
(1 rio, 'st' n íntimamente ligados a esta vida en los ríos. nes abandonadas.
l' -ro t mbi 'n los viajes en canoa tienen su parte desagradable. Por El miedo al espíritu del muerto ahuyenta a esta gente de la casa y I
1.1 11\0111.1"" f or la noche, cuando refresca se está bien, pero cuando el sembradío, obligándolos a rozar con gran esfuerzo un nuevo lugar I

111
la selva. Los yuracaré tienen mucho miedo a los espíritus de los muertos, Sobre el suelo hay sólo unas cuantas vasijas muy sencillas de cerámica
11 sínokshé", que merodean por el bosque y amargan su existencia. sin pint~r, pero m,:xchas bateas y cuencas de madera. En las más gran-
Por todos los lugares que pasamos en estos bosques, encontramos des, casi del tamano de una pequeña canoa, fermenta la chicha de man-
r stos de cultivos más o menos abandonados y cubiertos por la espesura. ~ioca. Entre casi todos los indios que conozco, la borrachera es muy
En cierta ocasión en la que nos hallábamos solos sin los indios, nos apro- Importante. Hacen grandes viajes para visitarse entre parientes, beber
visionamos en uno de estos sembradíos abandonados. De hecho, no y charlar.
debíamos haberlo hecho porque cuando llegamos al río con el botín, . ~omo en todas las cabañas yuracarés que he visitado, también los
como consecuencia de un descuido la canoa se llenó de agua y todo lo indios de este lugar tienen una pequeña colección de monos y pájaros
que habíamos tomado, y mucho más, se hundió. del bosque. Son los amigos y la compañía de los niños. Escondido en
Finalmente, selva adentro damos con grandes campos de cultivo bien uno de los rincones de la cabaña hay un manita nocturno acurrucado
atendidos, grandes áreas que han rozado manos laboriosas, en las que al que le molesta la luz; un papagayo rojo y azul, mucho más vistoso
nos engolosinan los tentadores frutos amarillos del árbol de papaya, que cualq~~r otro.pájaro de la selva, está sentado en una viga del te-
grandes racimos de plátanos, sabrosas piñas y muchas cosas más. cho. Una runa camma siempre con una zarigüeya en el pelo.
En los campos hay dos viviendas bien construidas en las que habita En un~ esquina de la cabaña hay dos muchachas sordomudas que
un yuracaré con sus parientes más cercanos. se comurucan mediante mediante señas con una anciana, también sor-
Estos indios viven de modo apacible y agradable. Todo está aseado domuda, que mece suavemente a un niño en una cuna de fibra de cor-
y limpio. Todos, hasta los niños, están cubiertos con camisas de fibra teza. El resto de la gente se reúne en torno al hombre blanco. Como
de corteza. En los vestidos de los niños han colgado a modo de ador- niños, muestran curiosidad por el contenido de mis voluminosos bul-
nos, plumas de colores, picos de pájaro y otros objetos. tos. Ya han oído hablar del hombre blanco que intercambia sus cosas
Obviamente nos esperaban, nadie está trabajando. Nos ofrecen pe- por las de ellos.
queños plátanos sabrosos y piñas muy dulces. Nos sentamos en tabu- Todos ~stán re~lmente encantados cuando abro los bultos y extien-
retes de madera y comemos tanta fruta como podemos. do los. objetos de mtercambio con lo que desgraciadamente estoy co-
Miramos a nuestro alrededor con curiosidad. Entre estos indios no rrompiendo a todo este público. Cambiamos camisas de fibra de corte-
e ven hamacas; están echados en esteras hechas de las hojas de una za por camisas de lona. Descuelgan sus cestos de tesoros y sus bolsas
palmera sobre las que cuelgan mosquiteros de fibra de corteza. de adornos llenas de plumas, frutos grabados, figuras de animales ta-
En este río Chimoré preferiría pasar hambre dos días a tener que lladas en colmillos de caimanes y muchas otras cosas que seducen al
pasar una noche en el bosque sin mosquitero. Sería horrible. Hay dife- coleccionista. Alguna que otra de sus cosas es realmente única.
r ntes clases de mosquitos, pero todos ellos son igual de perversos, Estos indios suelen imprimir diseños con sellos de madera tallada en
impertinentes y desvergonzados. No sólo son un azote por la noche, en sus telas de corteza (Ilust. 15), del mismo modo que normalmente estam-
'1 bosque te persiguen durante todo el día. En el río no hay mosquitos pan con sellos diseños en sus rostros para adornarse (llust. 35-38).
p r el día, pero hay enjambres de moscas de todos los tamaños y espe- Como ocurre siempre con los indios que no han tenido mucho con-
i s. /. to con los blancos, las mercancías de hierro son las que tienen más
Del techo de las cabañas cuelgan muchos cestos, de ellos los rectan- valor. Me reservo t~do lo que puedo las hachas de hierro sueco y los
g d r s son los más atrayentes para el coleccionista (Ilust. 26). En ellos, 111 ¡), hetes. C~n ellos mtento conseguir aquellas riquezas que me imagino
1m; h mbres guardan todas sus riquezas, del mismo modo que las mu- t'Hlnn escondidas y de las cuales no se quieren desprender fácilmente.
¡VI' 'B guardan las suyas en bolsas de fibra de corteza. En una repisa 1, ntamente, una tras otra van apareciendo las alhajas familiares. De
.incl hay arcos, flechas y remos.
t 1114 e S ondites salen flautas de hueso finamente decoradas (Ilust. 29),
viejos silbatos de madera (Ilust. 9 y 11),peines que son verdaderas pe-
queñas obras de arte, y mil cosas más.
A los hombres no les cuesta mucho entregar sus pertenencias; las
mujeres intercambian con desagrado sus adornos más queridos. No hay
nada que pueda hacer cambiar de opinión a una de ellas para inter-
cambiar un colgante de plumas de tucán rojas y frutos negros tallados,
piezas que parecen ser su orgullo. Los niños dan sus juguetes a cambio
de espejos y otras cosas que les resultan divertidas.
9b
Es imposible inducir a esos indios a que den algo que no les perte-
nece. Ni siquiera puedo conseguir una porción de arcilla que han traí-
do desde el curso superior del río Chimoré para elaborar cerámica, pues
la propietaria no estaba en casa.
--- --------- "",

De esta manera pasamos algunas horas en las cabañas y enriquece-


11 mos las colecciones con varios objetos interesantes. Cuando se hace
tarde, decido retornar a la cabaña de Aguirre, mi cuartel general, con la
promesa de regresar otro día.
Nos despedimos de nuestros nuevos amigos y retornamos por el mis-
mo camino por el que hemos llegado. Yaes de noche cuando llegamos a
la canoa.Lentamente remamos corriente arriba por el caudaloso río. Desde
el bosque salen ruidos extraños. Las luciérnagas destellan y se apagan,
los grillos cantan. La noche tropical es fresca y deliciosa.
En la proa, el viejo Aguirre contempla en silencio la oscuridad. Es
tan amable este anciano. Muchas noches he dormido tranquilo bajo su
techo, quizás más tranquilo de lo conveniente, ya que tengo plena cons-
tancia de que duermo con un hombre que ha cometido un asesinato
espantoso. Un inglés culto, un tipo peculiar llamado Mentith (?), vivió
solo durante muchos años con este hombre y con sus amigos de tribu,
hasta que por motivos desconocidos asesinaron al extraño de un modo
lento y cruel.
Estas buenas gentes de la naturaleza, que actúan como niños gran-
des, al mismo tiempo pueden desarrollar una crueldad del todo inex-
plicable. También aquí en la selva, el hombre está hecho de contradic-
iones. Dicen que los blancos de Santa Rosa en el río Chapare, ante el
t mor de que el inglés ganara mucha influencia entre los indios, indu-
Ilustración 9-13 9a Silbato de madera, "sirre"; este tipo se conoce deloschirigu~no, chané, ashluslay, í ron a los yuracaré a cometer el asesinato.
lengua y churapa, y también de la costa peruana de tiempos prehlspanlcos ( 14), 9b Ldacue,~g.a, »,
10 Adornos de hueso para collares, representan seres h~manos C/,); 11 Silbato td~ ma ~r~'ha~~a , De noche nos quedamos hasta tarde en la cabaña de Aguirre char-
d
se encuentra en las tribus mencionadas en la uustracron 9 Y en algunas otras n us e . '
no se conoce en el Perú CI,); 12 y 13 Peines de bambú y de hilos de lana (2j, y '/,), yuracare
lundo, sentados alrededor del fuego. Hablamos de cómo los indios

45
chimanes embrujan a los yuracaré, de la misión río arriba, de los asal- a misa. Los yuracaré nunca pegan a sus hijos. D'Orbigny' dice al res-
tos de los blancos y de mil cosas más. Intento en vano convencer a pecto: "Nunca se vio a un padre corregir a su hijo; por eso, carecen de
Aguirre de que me guíe hasta sus hermanos de tribu que están escon- toda idea del derecho de corregir y hasta su mismo idioma no tiene
didos en lo profundo del bosque, allí donde los blancos no van nunca, una palabra para expresar esta idea".
allí donde sólo los indios pueden llegar cruzando pantanos. Pero Aguirre No .obstante, los misioneros tienen aquí una importante tarea que
no quiere ser un traidor de su tribu, a pesar de que intento embaucarlo cumplir, Intentan proteger a los indios de los abusos de los blancos,
con regalos, con grandes regalos. Finalmente le prometo no contar nunca q~ienes tratan de atraparlos aprovechándose de su afición por el aguar-
a los blancos nada de lo que vea, pero el anciano es inconmovible. dlent~, para poder encadenarlos a la esclavitud por deudas ya que los
Me enseña pequeños poemas yuracarés. Y el indio yuracaré y el sueco necesítan como remeras.
cantan juntos los sencillos versos en una cabaña de la selva: En el momento de mi visita habíaen la misión quince familias, antes
hubo cuarenta y cinco, pero la mayoría de ellas habían regresado a los
Tátche éja Compañero bosques. Según Pierini-, hace dos años, en 1906, había en esta misión
Báibása rnátai éja. Hermano, ven. ciento cuarenta y dos indios repartidos en treinta y cuatro familias. De
y: ellos, treinta niños eran niños de escuela.
Bólólosh sénenía Caimán, garza blanca Probablemente, esta misión desaparecerá como todas las misiones
Milobuloi sénenía En la arena garza blanca que se han intentado establecer entre los yuracaré. Si los indios no ne-
Kúdávúma ápáshéyre En la playa del lago. cesitasen la protección de la misión contra los blancos, todos ellos ha-
brían regresado hace tiempo a la libertad.
Finalmente nos vamos a dormir tras un placentero día lleno de en- Con los frailes de la misión padecen pobreza y necesidad. No hay
señanzas, después de haber aumentado la colección con por lo menos excedentes de comida como entre los yuracaré libres que visité. Esto
cien objetos que en otra parte del mundo darán testimonio de la lucha nos da de pensar.
por la existencia y del sentido estético de estos hombres. En algún tiempo
llegarán a ser los únicos recuerdos que queden de este singular pueblo
que hacía sus sembradío s en el río Chimoré y que cazaba en la selva.
Ésta fue una de las expediciones que hicimos desde la cabaña de
Aguirre. La otra expedición fue hacia una pequeña misión de los fran-
ciscanos en el curso superior del río Chimoré, en la que los misione-
ros intentan sin éxito reducir a las familias yuracarés que viven en la
zona. Durante un tiempo, los yuracaré van con los religiosos, pero la
misa no les interesa. Hay otro lado de la religión al que le dan más
valor. En la misión reciben herramientas y cosas similares. Una vez Ilustración 14 Vasija cerámica encontrada en una tumba en el río Palacios,
Provincia Sara, Bolivia ('12)
que han obtenido lo que necesitan, desaparecen de nuevo en la liber-
tad de la selva.
Me parece que el rector de la misión no comprende nada. Por ejem- 1 D'Orbigny, Voyage ..., Partie historique, 3/I, p. 200. [1548]
plo, queja de que los padres no le permiten pegar a los niños cuan- Cita tomada de la edición en español Viaje a la América Meridional, traducida por
Alfredo Cepeda, La Paz 2002. La página de esta edición aparece entre corchetes.
do, '11 su opinión, éstos han cometido un error. ¡Que insolencia, querer [N. de T.]
,),,01. r él lo niños libres de la selva! Seguro que es porque no quieren ir 2 F. Pierini, Dos asuntos de actualidad en Bolivia (Buenos Aires, 1907)

47
Séptimo Capítulo

Entre los yuracaré


16a

La cabaña de Aguirre
Las tribus indígenas que he conocido en el Chaco, siempre vivían en
aldeas que a veces eran bastante grandes. En cambio, los yuracaré, como
estamos viendo, no son tan sociables. Una o dos familias viven juntas,
eso es todo. El vecino más cercano puede estar a varias millas. Éste es
otro de los motivos de por qué es tan difícil animados a vivir en misio-
nes. Habitan una inmensa región y con relación a ella, su número es muy
pequeño. Un misionero en el río Chimoré ha estimado que son unos dos
mil individuos, incluyendo mujeres y niños, pero yo creo que esta cifra
es exagerada. Probablemente sean un máximo de mil. Encontramos estos
indios en el río Mamorecillo', Chirnoré, Chapare, Sécure y sus afluentes.
Los yuracaré habitan selvas altas en las que no hay claros. Esto con-
tribuye a que no vivan en aldeas, pues la caza en este bosque es pobre y
stos indios son conocidos como asiduos cazadores. En la selva alta y
húmeda, en la que no prende el fuego, no resulta nada fácil rozar con
herramientas primitivas; por ello, cuando no se tenían hachas de hie-
rro, era realmente pesado desboscar suficiente superficie para cultivar.
uizás sea la naturaleza de esos indios la que los lleva a no vivir juntos
I t r correr, tanto como pueden, cada uno su propio camino.
,Iyuracaré es sedentario, pero se mueve con frecuencia y busca nue-
VOH HlI I .Yahemos escuchado como el anciano Aguirre se mudó cuan-
Ilustración 15-17 Sello de madera para estampar diseños en fibra de corteza (2fo);
16a, by c PaJaroS}al~a~os"en d~entes de caimán, adorno usado en el cuello o en la camisa (,/,);
1111111' \) III 'ri r di Mamaré se denomina río Mamorecillo. 17 Arete, meyetu; la lamina es de plata, antes posiblemente fuera de concha'
el resto está hecho de cuentas de vidrio, plumas, etc. ('13), yuracaré '

jH
49
do murió su esposa. También cuando la caza se vuelve infructuosa se
trasladan.
Sólo he estado en cinco asentamientos yuracarés. Dos de ellos esta-
ban situados en lagos -madrejones- en las cercanías del río, uno en el
interior de la selva y dos a orillas del río. Los dos primeros estaban
obre el río Mamorecillo, los dos últimos sobre el río Chimoré.
El espesor de la selva estaba casi junto a las paredes de las cabañas,
pero tenían sembradíos, o mejor dicho, huertos bastante hermosos. Entre
las cabañas, raras veces hay verdaderas sendas, pues generalmente los
yuracaré prefieren visitar a sus vecinos en canoa. A veces se suben en
un tronco y bajan elrío. Esto probablemente pueda ser un juego diver-
tido cuando se es buen nadador como lo son estos indios.
Las cabañas de los yuracaré están emplazadas en hermosos luga-
res, lo cual no es un logro de los yuracaré sino de la naturaleza tan
prodigiosa y de la maravillosa y abundante vegetación. Como los ríos,
en su continuo intento de abrirse nuevos caminos, desbarrancan las
riberas altas cubiertas de vegetación, los indios intentan encontrar
lugares en los que estén protegidos al menos por algún tiempo de las
acometidas del río. Pero a veces se ven en lo alto de una ribera los
restos de una antigua plantación que el río socava pedazo a pedazo y
se lleva con él.
Entre las familias que viven en los diferente ríos, no se da una gran
amistad. En la misión del curso superior del río Chimoré hubo muchas
dificultades cuando se quiso juntar a los indios de los diversos ríos.
Según mi opinión, bajo las condiciones en las que viven los yuracaré,
se han desarrollado diversos dialectos y lenguas. Sila cultura de los blan-
cos no hubiese influido en su desarrollo, habría aparecido una brecha
cada vez mayor en la lengua y las costumbres entre los diversos ríos, y la
animosidad habría acabado degenerando en franca hostilidad.
Los yuracaré viven bien, incluso muy bien. Alrededor de la casa es-
tán los campos de cultivo que pueden llegar a ser muy grandes. Por
ejemplo, he visto uno de 500 metros de largo y 5-10 metros de ancho.
En ellos hay cosas ricas. Las principales plantas cultivadas son plátanos,
mandioca y maíz; siembran además frijoles,papaya, caña de azúcar, piña,
walusa', camote, calabaza, sandía, cacao, tabaco, algodón y ají.

2 olo n in escu len fa

SI
Los yuracaré siembran poco tabaco, pues no son fumadores emp -
d midas. A veces fuman cigarrillos de hojas de maíz, pero desconoc n
la pipa de fumar. Emplean el tabaco sobre todo para matar la larva d
una mosca, Dermatomya, que perfora y se desarrolla debajo de la piel.
Según D'Orbigny, los yuracaré curaban el reumatismo con humo de
tabaco.
Los perros son raros entre los yuracaré y, además de los menciona-
dos animales silvestres domesticados, sus únicos animales domésticos
son las gallinas, que recibieron de los blancos y a las que les construyen
gallineros cerrados para protegerlos de las zarigüeyas y de los murcié-
lagos, que chupan la sangre de las gallinas que se quedan al descubierto
durante la noche.
Como hemos dicho, las cabañas yuracarés están muy cerca de la sel-
va, tan cerca que los animales salvajes dan vueltas sigilosamente por
las esquinas de la casa. Mientras vivía con Aguirre, un jaguar merodea-
ba en los alrededores de la cabaña; por la mañana encontramos las hue-
llas a una distancia de unos 50 metros. Acechaba sobre todo a los perros.
Las viviendas yuracarés están bien hechas y son techadas con hojas
de palmera" que es un excelente material para construir casas. Con po-
as hojas se puede hacer un techo que protege contra la fuerte lluvia.
Muestro en una ilustración cómo fue construida la cabaña de Aguirre
(flust.19). La cocina está situada inmediatamente al lado de la vivienda.
Cuando en el año 1904 caminaba a lo largo del río Inambari con in-
dios atsahuacas, conocí por primera vez este tipo de cabañas. Además
d los indios ya mencionados, entre mis acompañantes había algunos
quichua de los Andes, región sin árboles. Una noche, los quichua cons-
I t'uyeron una cabaña, yo construí otra y mis amigos atsahuacas una
I rcera.
." ¡ Durante la noche llovió con fuerza. Por la mañana, los quichua esta-
c!espués de visitar un asentamiento vecino
Lámina VIII Inclios yuracarés regresando a casa ¡'n n calados hasta los huesos y yo estaba bastante mojado, sólo los
.itsahuaca estaban secos y naturalmente se rieron de nosotros.
En las noches siguientes, los atsahuaca construyeron también mi
I .ibaña. Primero clavaban dos palos inclinados en el suelo, después
!'¡II'líanlas hojas pinnadas de una palmera por el nervio central y las
il.tban a los palos, de tal modo que las hojas se sobreponían una sobr

Si mpre se usan las hojas pinnadas de una palmera.


otra como tejas. Bajo los palos colocaban un par de apoyos y los unían
011 un palo transversal. En una cabaña como ésta, construida con po- #t, \&....:::~;:::: ..:.:;::::::.::::.:::::(J, 6E
"
:.. ~:
a hojas, varias personas pueden estar echadas perfectamente y man- :: :.
t nerse protegidas de la lluvia. ..
:! ::
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Q ~ A ::F
Cuando llegamos al asentamiento de los atsahuaca, vi algunos de ," ". 1: ~
estos techos de los que a veces colocaban dos contiguos'.
;~:i
:: ;:
!:::
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Si observamos el plano de una vivienda yuracaré (Ilust. 18), tam- ::!; ;:!:
bién está formada con dos techos uno contra otro, que no apoyan sobre
::A.
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::8. !:c.
::..:!
-'b.
..
f."

..
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el mismo caballete. Considero que este tipo de cabaña es más antiguo :!:: "::
que la vivienda representada en la Ilustración 19. También entre los
chané he visto cabañas construidas del mismo modo, sin caballete en el
!l.4\ tij 1:
H•
18 ::
l'
medio que, en mi opinión, es sólo una forma desarrollada del sencillo
techado de hojas de palmera. ~ ~"" _ -._-._-..__ __-."--,,:.r~, ~ti
..,., •••••••••• • •••••••••••••• oO •••••••• - •••• - ••• __ ••• _ Oo ••

Hay muchas similitudes entre las viviendas yuracarés (Ilust. 19) y la


casa de los hombres de los chácobo".
Podemos constatar la importancia que para estos indios tiene la pal-
mera como material de construcción, considerando que los yuracaré
denominan tanto a la cabaña como a la palmera de motacú "siba". En-
tre los chácobo, la cabaña se llama "shóbo" y el motacú "shóbini".
Al norte de la frontera de Santa Cruz he visto cabañas circulares u ova-
ladas únicamente entre los tambopata guarayo. Estaban hechas de chuchío.
Seguramente, la forma de la cabaña depende estrechamente del material
usado. Parece que las largas hojas pinnadas de palmeras son mejores para
construcciones rectangulares, mientras que el chuchío es adecuado para
las redondas. Por ello, en mi opinión no es nada cierto que las cabañas
19a
circulares sean más primitivas que las rectangulares o al revés. La presen-
cia del material adecuado es el elemento más importante.
Las viviendas yuracarés me impresionaron por su amplitud, lo cual
no me hubiera sucedido viniendo de los chácabo o de indios brasile-
ños. Dando una hojeada al excelente trabajo de Koch-Grünberg "Zwei DB
[ahre unter den lndianern", se comprueba que en Brasil hay indios que
viv n realmente bien, bastante mejor que muchos blancos. Por el con- 19b
lrt río, si se llega como nosotros desde el Gran Chaco, uno acaba pre-
guntándose cómo tribus que están en el mismo nivel de desarrollo cul-
'E ep 19c

lu rn I ti n n aspiraciones tan diferentes respecto a la vivienda. Entre los


Ilustración 18 Y 19 18 Plano de una cabaña yuracaré, río Chimoré. A- O = 6 m E-F = 15m' esta c bof'ln
no tiene caballete; el techo descansa sobre los transversales A-S y C-O' .-: t' 'd
. , ~ son roncos ep 1m 1(1
VI''''I' Jo:rl,lnd Nordenskiold, Ymer, 1905. H. 3 secclon~dos que soportan los transversales; 19a y b muestran el armazón
VI'''' l' 11l¡IH .ibn]o de una cabana yuracare con caballete; es interesante cómo se prolonga la cabañ .
K-G = 12 m, G-L = 5 m, M-F = 5 m, K-E = 2 m, c Escalera '
, hlu lay,choroti y mataco, una familia entera puede contentarse con una
'hoza pequeña y miserable en la que no se puede estar completamente
rrgu ido y donde a menudo traspasa la lluvia. No obstante, desde el punto
I vista de sus manufacturas, los chácobo han llegado tan lejos como los
yur caré, de tal modo que no se puede afirmar que estén en un grado
ul tural inferior. La mayoría de ellos cambian con mayor frecuencia de
ntamiento que los yuracaré, pero los lugares cercanos a los manantiales
téÍJ.l. por más tiempo habitados como consecuenciade la escasezde agua.
También los quichua y aymara del Altiplano andino, que en muchos
pectos son más desarrollados culturalmente, se contentan con vivien-
das realmente deplorables, 10 que seguramente tiene relación con el frío
de las alturas. Es cálido y agradable estar en una cabaña estrecha y
pequeña, llena de gente alrededor de un fuego humeante, cuando la
tormenta brama en las montaftas. En cambio, en la selva se necesita
frescor y ventilación.
La cabaña de Aguirre era muy acogedora. Las mujeres la mantienen
limpia y aseada. Los únicos bichos que interrumpen la comodidad son
las cucarachas, sin descontar a los mosquitos, que en el país de los
yuracaré sobrepasan la frontera de lo permisible. Los indios son de la
misma opinión, pues emplean, como hemos dicho, mosquiteros,
"mitupta", de fibra de corteza y en la actualidad también de tela que
obtienen de los blancos. D'Orbigny6 ya habla de ello, por 10 que es posi-
ble que ellos mismos hayan inventado el mosquitero. La cama está he-
cha del nervio central de las hojas de una palmera. No utilizan mantas.

Ir
Algunos tienen catres.
Generalmente no hay habitaciones separadas en la cabaña yuracaré, 1
1
1
pero cada parte de ella tiene una función específica. En la vivienda de
Aguirre se puede hablar del espacio para almacenar provisiones, del ','
,.,
:1 \

dormitorio y del comedor que es la parte más iluminada de la cabaña, .',


donde también se reúnen para conversar. En el caso de Aguirre, la coci- i~1 f
na estaba separada, pero no siempre es así. He visto una cabafia yuracaré 1.'11

que estaba dividida en una habitación delantera -Ia cocina- y un cuar- h


to trasero, el dormitorio y cuarto de estar.
uando D'Orbigny los visitó, los hombres tenían una casa propia en 20a b e d e g
1, qu fabricaban sus flechas y comían. Las mujeres no podían entrar

11 I )'Orl ip,ny, Voynge ..., Partie historique, 3/I, p. 1980


7
t,
en 'St, ( a. En la actualidad, probablemente la casa de los hombres ha Las mujeres guardan sus adornos y sus pequeñeces en bol a y bul-
dl'S, parecido. tos. Más adelante hablaré de ellos.
L s yuracaré, como hemos anotado, no tienen hamaca, ese lecho Los yuracaré tienen bastante contacto con los blancos y consecu n-
uLI t 'n ticamente indígena. De todas las tribus de las que voy a hablar temente se encuentran muchas cosas foráneas en sus viviendas.
-on algo de detalle en este libro, los yuracaré son los únicos que no Si miramos en la cocina, en medio del suelo está el fogón. Hay algu-
cm plean hamaca; en el Chaco, con excepción de los chiriguano y los nas ollas sencillas (Ilust. 23) y también muchos recipientes de madera
-h né, ésta es desconocida. Tampoco los indios de las montañas, los de todos los tamaños posibles, desde grandes artesas hasta pequeñas
1ui hua y los aymara, la utilizan. Su ausencia en el Chaco y en las mon- fuentes y cuenco s, canastos confeccionados del nervio central de hojas
lofías seguramente tiene que ver con el frío, como ya he señalado. Nor- de palmera (Ilust. 25), cestos (Ilust. 27), calabazas (Ilust. 22) y más co-
malmente hace demasiado frío como para poder dormir en la hamaca. sas. Para moler utilizan una tabla de madera y una piedra. No parecen
Aquí, en las selvas cálidas y húmedas de los yuracaré, es muy práctica, conocer el mortero. Como cedazo utilizan un cesto (Ilust. 21). Además,
p ro no va muy bíen con el mosquitero, más adecuado para grandes aquí cuelgan redes de carga en las que las mujeres traen desde los
amas familiares, y sería imposible que todos encontrasen espacio para sembradíos plátanos, mandioca y otras cosas ricas. Esta zona represen-
su hamaca debajo del mosquitero. No sólo el padre y la madre duer- ta la frontera meridional de la red de cargar, que en el Chaco se emplea
men juntos, también duermen con ellos los niños pequeños. Los bebés comúnmente. Las tribus que más adelante vamos a conocer, para car-
son los únicos que tienen un tipo de hamaca de fibra de corteza, que se gar emplean cestos. Junto al fuego hay un aventador hecho de plumas.
hace mecer tirando de un cordón atado a ella. No sería del todo cierto si afirmara que estando en la casa de Aguirre
No hay mucho mobiliario en una vivienda yuracaré. Raras veces se he visto realmente la vida de una cabaña yuracaré. Sus habitantes es-
ven taburetes. Se sientan en esteras hechos del nervio central de hojas de tán demasiado interesados en mis objetos de intercambio y en lo que
palmera. Los hombres guardan las plumas y otros adornos en cestosrectan- yo y mis acompañantes hacemos. Con toda seguridad trabajan menos
gulares (llust. 26)que cuelgan del techo. Estos cestosson del tipo que encon- de lo que acostumbran. Los hombres apenas salen a cazar y pescar. Casi
lramos en prácticamente todo el Nordeste de Bolivia,pero no en el Chaco. todo el día estamos sentados en la casa, conversamos, comemos pláta-
En ellos guardan también sus arcos y flechas, sus camisas de fibra de cor- nos asados, mandioca cocida o asada y otras cosas. Nos demuestran
t za, etc. Manejan las plumas de las flechas con mucho cuidado para que una gran hospitalidad. Después de la comida, las mujeres nos ofrecen
no se enmarañen. Cuando no trataba con el cuidado suficiente las flechas agua para enjuagarnos la boca y lavarnos las manos. Como es común
que había intercambiado, Aguirre me reprendía del mismo modo que un entre la mayoría de los indios, también aquí las mujeres y los hombres
viejo cazador amonesta a un novato que no mantiene limpia su escopeta. no comen juntos. Entre las exquisiteces que nos ofrecieron, había pláta-
Los yuracaré son buenos arqueros y enérgicos cazadores. Entre sus nos asados con sal y setas.
armas destacan flechas especiales para cazar pájaros y flechas de duelo, Yahemos observado la casa de Aguirre. Si quizás el lector encuentra
"tónyo", de puntas con tres cantos (Ilust. 20e). D'Orbigny nos brinda el inventario demasiado completo y aburrido, puedo asegurarle que
una interesante y viva descripción de uno de estos duelos, que repro- este hogar tiene un ambiente mucho mejor que el de la mayoría de las
duzco aquí de su famoso libro de viajes (Lámina 14). casas habitadas por los blancos de esta parte de Sudamérica.
En los duelos sólo se podía disparar a los hombros. Cada hombre Al ver aparecer una vivienda como la de Aguirre después de mu-
1.-1 racaré tiene numerosas cicatrices de las que está tan orgulloso como chas horas de haber visto únicamente bosque y más bosque; al verla
un sargento de artillería lo está de las suyas. por la noche, distinguiéndose iluminada por el fuego de la oscuridad
M ientras que la mayoría de los indios fijan las plumas en la parte de los troncos de los árboles y del enredo de lianas, se la ama.
postorior de la flecha, aquí las colocan más hacia el medio (Ilust. 20a).
Entre los indios que visité en el Gran Chaco, el arte recae en las ma-
nos femeninas. Entre los chiriguano son las mujeres las que pintan las
bellas vasijas cerámicas; entre los ashluslay son ellas las que tejen finas
mantas decoradas. En cambio, entre los yuracaré son los hombres quie-
nes tienen la habilidad artística. Las artes puramente femeninas, la ce-
rámica y el tejido, están totalmente abandonadas. Las vasijas cerámicas
Octavo Capítulo
muy raras veces están pintadas y se observa poca variedad de formas
(Ilust.23). Todo lo que tejen son cintas muy sencillas.
Entre los yuracaré Aquí destaca sobre todo la especialidad de los hombres, la talla en
madera. También en el Chaco, los hombres son los tallistas y los
decoradores. Cada varón yuracaré lleva en una cuerda a la espalda un
cuchillo de hierro que a su propio modo ha engarzado a un mango y
que ha afilado como una hachuela. Es un instrumento universal.. Los
Trabajo y artes menores yuracaré tallan muy bien, sobre todo los sellos de madera (Ilust. 35, 36
Y 37). Divertidos son los pájaros hechos en dientes de caimán (Ilust.
Las mujeres eran las que menos se interesaban por ~osotros y las 16). Elaboran sus peines con sumo cuidado sirviéndose de una horma
que mucho antes que los hombres regresaban a su.trabaJo. de madera o de hueso (Ilust. 28) para que los dientes tengan el mismo
En la siguiente tabla vemos la división de trabajo entre los sexos. largo. Después los unen con hilo, de tal modo que componen un bonito
Mujeres
adorno.
Hombres
+
¿Por que razón la habilidad artística de las mujeres apenas se mani-
Fabricación de armas
Elaboración de cestos + fiesta, mientras que la de los hombres brilla? Esta pregunta tiene sufi-
de recipientes de madera +
+
ciente interés para indagar su respuesta. El asunto concierne en gran
de sellos de madera
de peines + parte a las circunstancias externas y a la fuerte división sexual del tra-
de canoas + bajo. Por ejemplo, el tejido es una tarea de las mujeres; sin embargo, las
de vasijas cerámicas +
de tela de fibras de corteza + + telas de fibra de corteza son de elaboración sencilla, por lo que su fácil
+ Ojo
de redes de pesca
+
disponibilidad hace que el tejido sea prácticamente innecesario. Tam-
de redes de carga
de sogas Y cuerdas + bién la cerámica es un trabajo femenino. No obstante, la arcilla tiene
de pequeños adornos de hueso + que ser traída desde grandes distancias y por ello la cerámica no se ha
Limpieza de los campos de cultivo +
+ + desarrollado.
Siembra
+ + Los yuracaré, como los choroti y los ashluslay del Gran Chaco, se
Cosecha (7)
Construcción de la casa +
+ + adornan a sí mismos pero descuidan el ajuar doméstico. Los chácobo,
Pesca
+ que vamos a conocer más adelante en este libro, lo hacen aún más si
Caza
Hilado y tejido de cintas +
+ cabe. Los chané y los chiriguano dedican mucha laboriosidad a sus her-
Cocinar
Acarrear leña
+ mosos utensilios domésticos, vasijas cerámicas bellamente decoradas
+
I\carrear agua
+ y bonitas calabazas grabadas. La necesidad de estar bien engalanados
(,[\1 (lar n las caminatas
PIIIIHlrnl olllcl1a
+ y de tener cosas hermosas, nos demuestra que estas últimas tribus son
11111111111 pllllllll 1111111,o + culturalmente superiores a las otras.
(7) +
1,11111

.1
1,.1dv('()l'o 'i ' le fl Lit (Ilu t. 29d) se llame "túmusi" y r pre n-
1'\ d

I I un p 'Z, I m tivo g ométrico de su parte central (Ilust. 29c) se llama


"pirfs i" y, gún Aguirre, es una serpiente. Dado que la serpiente de
cas b 1ti ne en su lomo un dibujo similar, es posible que en este caso
tr taron de imitar a la naturaleza. En este caso, la serpiente fue repre-
sentada mediante un diseño que es característico de ella, del mismo
modo que una mujer choroti representa esquemáticamente a un choroti
23a únicamente mediante su tatuaje.
De este modo, los yuracaré toman directamente de la naturaleza un
motivo geométrico. No representan la naturaleza estilizando el dibujo
realista de una serpiente, sino mediante la copia de uno de sus detalles.
En la naturaleza hay muchos motivos sencillos que los pueblos que
viven dentro de ella pueden copiar. Para ellos, observar esos detalles
de la naturaleza es tan normal como prestar atención a los motivos que
van apareciendo al tejer cestos.
23b Ya he recalcado que al sur de la frontera de Santa Cruz no se en-
cuentran telas de fibra de corteza, cuya elaboración es una industria
tan importante para los yuracaré. La corteza de una planta de la fami-
lia Maclura se arranca en grandes piezas que son golpeadas con mazas
de madera hasta obtener telas que se emplean en las camisas de los
hombres, de las mujeres y los niños, en cintas para cargar, en bolsas,
mosquiteros, cunas, etc. Fabrican varios tipos de cestos, algunos de los
23c cuales reproducimos aquí.
La rueca de los yuracaré es especialmente interesante (Ilust.42).Hasta
donde yo conozco, se trata de un nuevo tipo.
Los blancos afirman que los yuracaré son vagos para trabajar. Sin
embargo, cuando lo hacen para ellos mismos, trabajan lo suficiente como
para comer, vivir bien, vestirse y adornarse. ¿Para qué pedir más? Tie-
nen la fortuna de vivir en una región poco poblada en la que sin dema-
siado esfuerzo la tierra da cosechas abundantes y en la que ninguno e
siervo. No tienen nada que envidiar a tantos blancos que deben luchar
desde la mañana a la noche para no padecer hambre, hacinado s en ciu-
dades sucias y llenas de humo. Los yuracaré pueden disfrutar del pla
Ilustración 21-24 21 Cesto para tamizar la chicha de mandioca ('/4); 22 Calabaza ornamentada ('/.);
23 Vasijas de barro (a '/4, by c '13); 24 Cuenco de madera con el que se da agua cer de la ociosidad hasta que los blancos lo echen todo a perder y I
a los niños pequeños ('h), yuracaré
tonces les llegue la verdadera pobreza.
Sólo una vez he visto a un yuracaré trabajar para los blancos fUl'l' I
de su territorio. Era con un francés que entre sus esclavos por d lid I

(1
(d
29d

30


31

29a

Ilustración 29-3~ 29a-d Flautas de hueso, "éritu"; el diseño en la parte superior de e representa
ilustración 25-28 25 Canasto fabricado con el nervio central de las hojas de una palmera (existen muchos una serpiente; el diseno en d representa un pez ('h); 30 Flauta de pan hecha de bambú ('h); 31 Zumb dor;
tamaños); 26 Cesto "móhoto", tejido con el nervio central de las hojas de chuchío; al agitarlo produce un zumbido ('/4); 32 Peonza, "shéhuoto", elaborada con un fruto
los hombres guardan en ellos adornos, plumas para flechas, etc. ('/6); 27 Cesto ('/9); y un palito de madera ('{,), yuracaré
28 Horma, "bórubotó", para confeccionar peines ('/,), yuracaré
tenía a un hombre yuracaré. Dos de sus hijas eran las sirvi nt s Ivl (1,II11inn 14). 'in rnb r 0, m ha pr du ido gran placer hurgar con-
francés. Eran limpias y dóciles. También la madre estuvo allí p r se 1<m ntc en las bolsas de adornos de las mujeres y en los cestos
1'l1'IIY.lI

escapó de nuevo a los bosques. . di' pluma d los hombres.


L mujeres yuracarés son verdaderas coleccionistas de curiosida-
des. En sus bolsas se encuentran semillas de todo tipo para hacer colla-
Adornos y vestimenta r 's/ laringes del mono aullador, dientes de caimán y de mono, picos de
1u á n, de pavas, de pájaros carpintero y de patos, plumas rojas de tucán,
Los únicos tatuajes que se ven entre los yuracaré son simples cicatri- (\ b zas de escarabajos, extraños huesos de pescado, frutos de palme-
ces que no suelen rellenar con hollín. Cuando los muchachos tienen de ros, etc. Todo esto lo emplean para hacer collares, adornos para cami-
doce a catorce años, les aguijonean los brazos (Ilust.39) y los muslos H y aretes. Es evidente que la mujer yuracaré se interesa por las cosas
con un punzón hecho de hueso para que sean buenos arqueros. A ve- más peculiares de la naturaleza.
ces los hombres punzan los brazos de las mujeres cuando se muestran En los cestos de los hombres se ven dientes de jaguar, cornamentas
holgazanas para preparar la chicha de mandioca. Por lo demás, no se de venado, plumas de papagayo y de otras aves, flautas de hueso, etc.
observan otros tatuajes. Tanto los hombres como las mujeres se pintan
con color rojo (Bixa),con arenisca fina o con color azul violeta (Genipa)
(Ilust. 38).Guardan el pigmento rojo en troncos de bambú tallados (Ilust. Enfermedades
41). En ocasiones festivas, los hombres llevan pendientes en los lóbulos
perforados de sus orejas (Ilust. 17). Aquí es muy común una enfermedad conocida con el nombre de
Con mucho cuidado, los hombres se quitan todo el pelo de la barbi- puru-puru, a la que los yuracaré llaman" chatchabu'". Se manifiesta en
lla y del labio superior, pero no se depilan las axilas y las partes sexua- manos, brazos, pies y piernas con manchas sin pigmentación de color
les. No sé lo que hacen las mujeres, pues nunca he visto a una con la blanco rojizo. Entre la gente vieja, estas manchas llegan a ser de color
parte superior del cuerpo desnuda y menos desnuda del todo. negro azulado. Aguirre consideraba que la enfermedad es hereditaria.
Todos los niños pequeños tienen el pelo moreno y algunos de estos Realmente se ven más mujeres que hombres con estas manchas, que no
indios tienen rizos. Sus ojos son marrón oscuro. Las mujeres llevan el parecen producir ningún malestar. Nunca he visto recién nacidos a los
pelo largo, separado por la mitad. Los hombres y los niños tienen aho- que les hubieran salido. Una vez vi un recién nacido que tenía todo su
ra el pelo muy corto, antes lo llevaban largo. También se ven mujeres cuerpo de color rojo claro como el niño de un hombre blanco.
que llevan el pelo en dos largas trenzas. No he visto ningún indio que Durante mis viajes, además de entre los yuracaré, he visto puru puru
tuviera el pelo blanco y sólo uno que lo tenía algo canoso. Tampoco he en las pequeñas tribus del río Tambopata y del río Inambari. También
visto nunca un yuracaré calvo. los mosetene y los chimane tienen esta enfermedad y por tanto parece
Los días de diario las mujeres se ponen, además de la camisa de tela que en esta parte de Sud américa se distribuye a lo largo del cinturón
de fibra de corteza, algunos collares de semillas y anillos de frutos de de selva cercano a los Andes.
palmera. Al igual que los hombres, suelen anudarse cuerdas a las pan- De forma insólita, muchos yuracaré tienen sarna. La viruela ha cau-
torrillas. Los hombres no llevan adornos durante los días de trabajo. sado entre ellos estragos terribles. Gibbon, por ejemplo, viajó por estas
No es raro que se pongan pantalón y camisa que han recibido de los regiones durante una epidemia de viruela. Yono he visto ningún cas
blancos. Se presentan así vestidos cuando van a la misión sobre el río de fiebres tropicales. También se da la conjuntivitis.
himoré o a Santa Rosa en el río Chapare. Desgraciadamente no he
visto a los yuracaré en traje de fiesta, tal y como los representa D'Orbigny 1 Véase Koch-Grünberg, Zwei [ahre ... , 1,p. 83
(
?
;

Lámina IX Niños yuracarés en una canoa Lamina X Muchacha yuracaré en una canoa
Entre aproximadamente doscientas personas he observado 1
siguientes defectos: un retrasado mental, un cojo y tres sordomudos.
Para realizar sangrías utilizan un pequeño instrumento de bambú
(Ilust. 33) que hacen golpear rápidamente contra las venas del codo.
33

Relación con otros indios

Los yuracaré tienen mucho miedo a los sirionó (en su lenguaje


siriáno), que viven en las selvas entre el río Mamorecillo y el río Piraí.
Antes mantenían hostilidades con estos indios. Haeke relata que para
los combates se pintaban con extrañas figuras que espantaban al ene-
migo. El río Mamorecillo y el río Ichilo son considerados como la fron-
tera fluvial entre los yuracaré y los sirionó. Los unos no se atreven a
levantar su campamento en la orilla del río que pertenece a los otros
En Santa Rosa sobre el río Chapare, los yuracaré tienen contacto con
los indios quichuas y en sus viajes por río con los indios civilizados del
río Mamoré. A los primeros les venden peines y plumas, y a los últimos
además de plumas también pieles de tucán y de vez en cuando arcos y
flechas. Al norte, ya lejos, los yuracaré hacen frontera con los chimane.

Juegos y juguetes

En la orilla, por debajo de la cabaña de Aguirre, los niños retozan en


la arena. Compiten disparando con arco y flecha; juego y felicidad. A
las más pequeñas, sus madres les han hecho muñecas de cera, muchas
veces sin brazos y piernas (Ilust. 44). Los muchachos tienen peonzas
(Ilust. 32), "buzz'", escopetas de semillas de frutos, zumbadores (Ilust.
31) y arcos de juguete. También tienen bodoques. Desde muy peque-
ños manejan la canoa. Aprenden prácticamente al mismo tiempo a an-
Ilustración 33-37 33 Instrumento para la sangría, "dáshoto" ('/t); 34 Adorno colgante de las mujeres
dar que a remar. Disparan el arco con certeza. Entre bromas y risas me. hecho de frutos negros grabados y de plumas rojas de tucán (Rhamphastus) (2/,); 35, 36 Y 37 Sellos
para la pintura facial, "sháshátatábs'' (2/,), yuracaré
hacen aflojar la bolsa para darles premios.

2 "1"buzz" (palabra inglesa) es un pequeño disco redondo hecho de un pedazo de


e labaza con dos agujeros, a través de los cuales pasa un hilo. Con este juguete se
prod I un sonido zumbante (véase La Vida de los Indios, Ilust. 104 a).

70 71
Si fuese un niño indígena, no iría a misa a aprender Padrenuestros y
Ave Marías y mucho menos permitiría que me eduquen como sirvien-
t de los blancos. Me escondería, como muchos yuracaré, en la profun-
didad del gran bosque para vivir y morir libre, para ser un hombre y
no una rueda en una máquina.
*
Es tiempo de dejar a nuestros amigos, los yuracaré, y de reempren-
der el viaje para visitar a otros indios que viven en otras condiciones,
para, siguiendo nuestro propósito, estudiar desde diferentes puntos de
vista el problema de los blancos y los indios.
Durante mi estancia con los yuracaré puse especial atención en for-
mar una colección completa de su industria doméstica. Según lo que
sé, mi rica colección, superior a los quinientos objetos, es única. A tra-
vés de D'Orgigny sabemos bastante sobre las costumbres, usos y la mi-
tología de estos indios, pero nadie antes de mí ha levantado colec-
ciones apropiadas. Normalmente es al revés. Se conocen bastante bien
los objetos que emplea una tribu indígena, pero se desconocen sus creen-
cias religiosas, sus usos y costumbres. Aquí reproduzco los objetos más
distintivos de estos indios. Los entendidos en etnografía sudamerica-
na, seguramente encontrarán muchos de ellos interesantes.
Comprendo muy bien que resulte atractivo para un blanco vivir como
un yuracaré en un pequeño claro en medio de la selva inmensa, en com-
pañía de unas pocas personas, muy lejos de las aldeas vecinas, y en-
contrar por todas partes la naturaleza, indemne de las manos destructo-
ras del hombre gracias a la atmósfera húmeda y cálida que crea esta
maravillosa exuberancia. A pesar de ser un blanco, entiendo la nega-
ción de estos indios a ser concentrados en pueblos para ser evang li-
zados y educados como "buenos hombres". Les agrada recibir herra-
mientas de hierro, adornos y aguardiente de los blancos, pero quier .n
seguir viviendo su propia vida.
El hierro ha atraído a muchos indios hacia los blancos. Por un p ,
40
. . ,. daza de hierro, los sirionó y muchos indios de Chiquitos pueden al.
=-----~. . 41
car a los blancos. Por un pedazo de hierro, los tsirakua arriesgan ~(1
vida. En una ocasión en la que unos indios asaltaron carretone ar
gados en el camino entre Santa Cruz de la Sierra y Puerto Suár z ~()
lIu trnclón 38-41 38 Pintura facial de los yuracaré, toda ella de color azul violeta: a Muchacha, b Hombre, e
Mlllor; r zo tatuado con cicatrices de un muchacho yuracaré; 40 Instrumento de madera, "téárntábe",
bre el río Paraguay, se llevaron todos los herrajes, el resto lo deja rol 1.
p 11 plnt rse la cara ('12); 41 Caña de bambú para guardar el colorante rojo ('12), yuracaré El hierro, el maravilloso hierro, lleva a los indios hacia los blan 01 , 'O

7
1~"lnr llcntc, sin in rgo, , dur qtl on mas fu rt
qu \ -l hi rr .
Mu h yuracaré ya no son independientes de los blancos, princi-
p 'mente los que viven en el río Chapare; de modo lento pero seguro
pi rden su independencia. Todos llegarán a perder su libertad y se
mudarán a los pueblos de los blancos como sus sirvientes. La artesanía
que hemos admirado desaparecerá. Las selvas que se cierran sobre los
pequeños asentamiento s serán arrolladas el día que lleguen los
O' madereros. También aquí la naturaleza será asolada y menospreciada.
Cuando en el transcurso de nuestro viaje hacemos alto en una aldea
~[

'[
I

I 1I
I 42.b
de los blancos y vemos en las viviendas de los trabajadores tipos borra-
chos, prostitutas y niños mestizos, nos damos cuenta que sólo la len-
gua y la apariencia atestigua que estos "hombres civilizados" son in-
dios.
Nos aflige que la decadencia llegará también a los yuracaré y que
\ 1;
cada vez será mayor la influencia de los blancos sobre el país de estos
I indios.
1
1 Puede parecer infantil afligirse por la desaparición de una muy pe-
jl queña tribu indígena y por el ocaso de una cultura sin importancia, lo
\ que así sería si el decaimiento de la cultura yuracaré no fuera un caso
,.(
,1
más de un proceso de internacionalización que en América desde hace
siglos cada vez avanza con más éxito y que cada vez se acerca más a la
F perfección.
"
'"
;-
y
42c

Ilustración 42-44 42 Accesorios de una rueca: a Pedazo de madera en el que se apoya una punta
d I huso ('/,), b Sección ('/,), e Huso, "húishhuitá" ('/,), d Horquilla en la que apoya la punta del huso ('h),
todo hecho de madera; 43 Maza de madera "bóbóto" para golpea~ la fl~ra de corte;;a ('¡,);
44 Muñecas de cera negra (a l/,). b Y c no tienen brazos (b ¡" c /3), yuracare

'/
7
se dice que envía escritos oficiales al Gobernador de Trinidad, respe t
al cual se considera y de hecho es independiente. Parece que en una d
estas cartas, el caudillo indígena preguntaba: ¿Qué está haciendo Pand
IJ

estos días? Salúdelo de mi parte". En la fecha, Panda era el President


de Bolivia.
N oveno Capítulo Puede parecer extraño que el Gobierno boliviano tolere a un perso-
naje como Santos Noca. Pero esto no sucede por debilidad, sino porqu
las autoridades saben que si emprenden una expedición contra él,
Bajando el Mamoré desaparecería en la selva con su gente y allí se volverían completamen-
te salvajes. Los indios ya derrotaron una expedición enviada desde
Trinidad.
Desagraciadamente, no tuve tiempo de visitar a Santos Noca. Hu-
biera sido un viaje muy costoso teniendo en cuenta que no podría ha-
berme quedado más de un día y una noche. Hubiera sido muy intere-
Hemos dejado atrás a los yuracaré. El bote a motor se apresura río sante ver cómo estos indios civilizados se valían por sí mismos, ver
Mamaré abajo. De vez en cuando descendemos a tierra por un rato. qué tipo de imágenes de Santos han tallado y cómo se ocupaban de la
Estamos en el país de los indios mojas, donde los blancos dominan una enseñanza en sus escuelas.
población indígena que: con excepción de la lengua, ha perdido casi Balzan', que de modo tan enérgico ha ilustrado los abusos de los
por completo sus usos y costumbres. Durante los siglos XVI y XVII, blancos a los indios, reitera que estos indios huyeron a los bosques como
hasta que fueron expulsados en 1767,los jesuitas tenían aquí prósperas respuesta a la crueldad de los primeros. Informa de que un día antes de
misiones. Encontramos a los descendientes de los neófitos de las mi- su llegada a Trinidad, el Prefecto, un católico beato, vendió cien de sus
siones jesuíticas en una extensa región, y vaya tener repetidas ocasio- sirvientes por 80.000 Liras al propietario de una barraca gomera en el
río Beni.
nes de hablar de ellos con más detalle.
Después de algunos días de viaje llegamos a Trinidad, capital del M. V.Balliviarr', Ministro boliviano y el hombre más destacado del
departamento del Beni. No lejos de Trinidad hemos pasado la desem- país, habla de un Gobernador en Trinidad que en los años ochenta, des-
bocadura del río Sécure. Varias veces quería viajar por este río, pero pués de cometer una masacre en la plaza del mercado, envió a doscien-
tos cincuenta indios a una plantación de caucho de la que era copropie-
nunca se ha dado la oportunidad.
Una parte de los indios mojas civilizados de Trinidad se ha retirado tario. Ninguno de ellos retornó. Otro Gobernador envió trescientos y
a estas tierras vírgenes para poder vivir independientes de los blancos. así sucesivamente.
Son dirigidos por un mojo llamado Santos Noca. En la década de 1880, Consecuentemente, no hay que asombrarse de que los indios de Tri-
con una gran cantidad de compañeros huyó a los bosques del río Sécure, nidad no les tengan precisamente especial aprecio a los blancos.
donde gobierna sobre un pequeño Estado independiente con iglesia y En Bolivia existen muchos otros indios que han sido civilizados" o al
IJ

escuela. Los indios se ocupan por sí mismos del servicio religioso y de menos reducidos en misiones, que se enfadaron y buscaron de nuevo lo
la enseñanza escolar. A veces, algunos comerciantes blancos visitan a
Santos Noca pero no pueden quedarse más de veinticuatro horas, des- 1 Balzan, Da Villa Bella all' Asunción. B. S. Geográfica Italiana (Roma 1894)
pu 's tienen que marcharse. Santos Noca es un hombre ilustrado. He 2 Descripción de la Provincia de Mojos por Matías Carrasco. Preámbul 'dilol"i,!I
visto al unas cartas que ha escrito, redactadas con pulcritud. Incluso por M.V.Ballivián. Boletín de la Oficina de Estadística. No. 55, 56, 57, p. 24R (1 () 10)

77
Lámina XI Gallinero de los y uracare
, .

lH
Se dice que uno de los capataces que tenía el Exterminador se quejó
, d estas tribus son los paunaca en Chiquitos,
bosques y la Iíbertad Una, e " di s que han conocido de cerca a de que no podía hacerse respetar. Le dijo que un par de indios
< rdús3 cita a algunos mas, Estos In la manos Ya han tenido canichanas eran los principales rebeldes. "Te vaya ayudar", dijo el Ex-
id d o volver a caer en sus '
los blancos, se Cul an en h 'do de los blancos y de lo que terminador. Hizo llamar a los indios y dispuso que se alinearan.
" b no que an conocí "¿Dónde están los que amotinan al resto?", gritó el Exterminador, El
HU ficiente. Lo uruco ue ,
difí '1 cindir es el hierro , capataz señaló a los dos indios. El Exterminador sacó su pistola y los
I resulta 1 1C1pres, d d 'VI'a el Gran Extermma-
, id d tá La Loma on e VI mató. Después se dirigió de nuevo al capataz y le dijo: "Ahora puedes
No lejos de Tnr:1 a e~ ,a, ' ue l~s indios erigieron en otros tiem-
d r. Sobre una colma artlh~Ial, q n medio del patio hay una gran cruz, mantener en orden a los demás".
pos, hay una casa ~e d~s P1s~~~~evantada para una crucifixión, Es un~ Este hombre envió infinidad de indios a los bosques de caucho. Qui-
tan grande como SIhub~era s 1b 1 ' fue asesinado el Gran Exterm1- zás era el quien estaba detrás de los Prefectos de los que hablaron Balzan
tumba, Hace algunos anos, en e a con hacha y luego lo arrojó al y Ballivián. Fue uno de los que más han contribuido a la exterminación
" "1 1 eó la cabeza con un de los indios en Mojas, en esta tierra que era tan próspera cuando los
nadar, Su Suv1ente ego Pide este asesinato, aunque por
e no se a egraran El jesuitas todavía tenían aquí su misión y que desde entonces cada vez
patio, Hubo pocos qu t evieran a decido en voz alta,
temor a la sombra del muerto no se ~e:minador de hombres, decae más.
mundo había sido liberado de un ex 1 t pero lo describen como Hay varios tipos como el Exterminador en el Oriente boliviano. Sin
, 1E t ínador persona men e, , , embargo, él los superaba a todos. Las descripciones de Balzarr' sobre el río
Nunca VI a x erm1n bl dable Cuando lo V1S1-
, d 1 tímido ama e y agra ' Beni son horrendas, La esclavitud y el castigo físico son el destino de los
un hombre refma o, a go, b'l'dad y era hospedado
1 ibía con gran ama 11
taba alguien forastero, o reci 1 "b las comidas ya que no indios. La siguiente historia que cuenta Balzan es típica: "Un día observa-
" ea partlClpa a en '
'1 ismo no hubiera prepara- ba en una barraca a algunos muchachos jugando. Uno de ellos hacía de
Pródigamente, El mismo nu~
, '. alImento que e mIS
se atrevía a tomar nmgun , do Mantenía a sus aman- sirviente que se había escapado, otro lo perseguía, lo capturó, 10 echó en el
ente de ser asesma ' ,
do, Vivía en el terror perman ior d 1 ues temía que lo podían suelo y lo azotó. El muchacho que hacía de señor y que en el juego ordena-
1 ' supenor e a casa p
tes encadenadas en e pISO d f sesinado, He visto a una ba los latigazos, era el hijo del señor de la casa y [tenia cuatro años!"
'1 ntraron cuan o ue a
envenenar, A 111 as enco 'd belleza respl andeciente, Los castigos físicos quizás nos molesten más que la esclavitud por
, di mOJo to a una <;.
de estas mujeres, una m la " temía a los asesinos, Su especiali- deudas, pero son la consecuencia de ésta, y en las actuales condiciones
El Exterminador era el asesmo ~ue ersa y refinada crueldad, y bajo determinadas premisas necesarios. Los blancos no emplean nin-
, 1 s indios con perv
dad era matar a latlgazos a o ,, ' dio a ser azotado tanto tiem- gún otro método de castigo. En la selva, un asesinato, una violación,
'1 ez sentenCIO a un m 1 un asalto o un robo no pueden ser castigados con prisión. Sólo existe
Por eJemp o, una v, did Mientras el verdugo daba
, 'su cIgarrO encen 1 o, un método, y es el látigo. Es terrible que se abuse continuamente de
po como el ,mantUVIese b 1
"bl
is despaclO pOS1 e,
Otra vez condenó a un
latigazos, el fuma a o ma dosci ntos granos de maíz en un plato, este tipo de castigo. Incluso los misioneros lo emplean para castigar a
, 1 ti ezos Puso OSCle 1 los ancianos, como veremos más tarde.
indio a dosCIentos a 19, d t ba llegando el final de a
, b n grano Cuan o es a ,
Por cada azote retira a u, "t' 1 stigo y entonces le dijo gn- En las comunidades auténticamente indígenas, este método es com-
, e el hombre Iba a reS1S u e ca , _ pletamente desconocido.
cuenta, VIOqu h did 1 cuenta pero no Importa, empe-
bi , "Ah e per loa, d " *
tanda a su es trro: ,, di " "El hombre se está murien o '
rnos de nuevo", El esburo respon la: d r y permitió que continua- Proseguimos nuestro viaje bajando el río Mamoré hasta Santa Ana,
" d 1" diio el Extermma o un pueblo de blancos y de indios movimas. Éstos son indios civiliza-
1/ iN ¡ i se esta nen o" 1J indi un cadáver ensangrentado,
rtll lo, latigazos, hasta que el pobre m 10 era

- 1 . ,¡:; 1 de Bolivia (Barcelona 1868) 4 L. Balzán, Da Reyes a Villabella. B. S. G. Italiana (Roma 1892)
/' I 'IL' I ns Misiones Franciscanas entre os tn},e es
IPIII' \ Ill'l 1"," ..
IH
110
dos, pero parece que tienen compañeros de ~ibu co~pl~tamente G I
I IIYllh lb, . En la actualidad apenas son un centenar de almass, Son ex-
vajes en la región pantanosa del ~urso supenor del no Rapulo, qu "
11I"/I! '8 remeros. Lo único que queda de su cultura original es el idio-
extremadamente difícil de explorar.
11111, 1,,1 iglesia derruida en Exaltación con sus columnas labradas testi-
En cierta manera, los movima parecen bastante pudientes. Tienen
tuunlu 1 esplendor del tiempo de las misiones. En sus cabañas se ven
vacas, máquinas de coser, carabinas Winchester, escopetas, grandes can-
1IIIIIIlnzas hermosas, decoradas con diseños vegetales, seguramente re-
tidades de ropa, etc. Es una raza extraordinariamente corpulenta qu '
111111111 ncia del tiempo de las misiones. Para pescar en los pantanos
recuerda a los patagones; especialmente las mujeres son muy altas y
pl' n una especie de cestos que en Bolivia sólo he visto aquí y entre
1'111
anchas de hombros. Aquí hay incluso algunos indios que son señores y
11. ishluslay del Chaco (Ilust. 45).
que tienen a otros indios de su misma tribu bajo su servicio.. .
Muchos cayubaba y también los mestizos tienen los dientes delan-
.Cómo es el indio como patrón? Desgraciadamente no he terudo run-
I"I'OS de la mandíbula superior afilados en punta. También los negros
~a oportunidad de estudiar más detalladame~te la cuestión. Partien-
111'lsi 1 ños se afilan los dientes de modo similar. Por ello es posible que
do de lo que he escuchado y de lo poco que he VIsto, creo que es huma-
l' trate de una costumbre africana", Los cayubaba me dijeron que al
no, por lo menos mientras que se considere pert~neciente a ~a raza
11111 a r los dientes se hacen más fuertes. y no deja de ser extraño que no
indígena. En cambio, si ha llegado tan alto que comienza a considerar-
(' 1 sgarren la lengua con estos dientes afilados como navajas.
se blanco, se convierte en otro ser, inflexible y cruel.
Proseguimos nuestro viaje hasta una hacienda llamada Benjamín.
En Santa Ana, un movima me contó un recuerdo de los tiempos Ii' mero de 1909.
jesuitas que tiene interés etnográfico. El primer religioso que llegó en-
tre ellos, como no dejaba en paz a las muchachas, fue matado p.or una
mujer con una flecha que lanzó con una estólica. "En aquel tiempo,
ésta era el arma de las mujeres", me dijo. Eder' habla de esta arma de
los mojo. He reproducido en este texto un indio con la estólica según
aparece en su conocido libro (Ilust. 63). . .
He leído devotas descripciones misionales de este religioso que fue
asesinado por la mujer movima. En ellas lo presentan como un mártir
de su fe.
En la actualidad queda muy poco verdaderamente indígena entre
los movima. Lo más llamativo son una especie de fuentes planas para
tostar, cuyo fondo exterior está decorado con las incisiones de u~ cesto.
Acostumbran a colocarlas sobre tres patas sueltas de arcilla cocida.
En el lado opuesto del río Mamaré, más al norte de Santa An~,. que-
dan todavía restos dispersos de indios canichanas, que en 1820 hIcIero~
1levantamiento indígena más peligroso de los que se han dado aqUl. Ilustración 45 Artefacto para pescar en los pantanos ('l.), cayubaba
sntrc otras cosas mataron al Gobernador Velasco en Trinidad. En los
, Ir dedores de Exaltación, río abajo de Santa Ana, viven indios Según D'Orbigny, en 1832 ascendían a 1.973; según Gonsalves da Fonseca, en 1749
eran cerca de 3.000. Navega~ao feita da Cidade do Gram Para ate'a bocca do Río
da Madeira ... Coller;aode Notizias para a Historia e Geografia das Nar;oes ultramarinas ...,
Tomo IV; No. 1 (Lisboa 1826).
7
1, Hdl'l~ Descriptio provincia Moxitarum in regno peruano (Budae 1791) Compárese con la compilación de Boman, en: Antiquités de la Région Andiue, 1/, p.
579 ss. (París 1908).

H
HI
o spués de un par de días llega Vargas. Hace cuatro años estuvo
ton los chácobo, pero desde entonces se han retirado a regiones deseo-
n idas al norte de un gran lago, el Lago Rojo Aguado. No sabe dónde
e stán ahora. Pero ante la recompensa de 30 Libras Esterlinas' nos pro-
I ete ayudarnos a buscados. El precio es escandaloso, pero como es el

Décimo Capitulo ínico que nos puede ayudar, o aceptamos o renunciamos al viaje.
Antes de que dejemos Benjamín para visitar a los chácobo, a los in-
dios de la selva y de las pampas, queremos echar un vistazo a las barra-
A los chácobo as de los trabajadores de la estancia. La mayoría son indios maropas
de Reyes, población situada sobr~eel río Beni. Hablan tacana de igual
modo que un pequeño grupo independiente que Nils Holmgren y el
autor visitamos en 1904en el río Tambopata-. Allí eran hijos libres de la
selva, aquí son asalariados.
En estas barracas no hay ni un solo objeto que a uno le gustaría te-
Queremos visitar a los indios chácobos, pero en la estancia Benja- ner. Todo lo que era indígena ha desaparecido. Algunas sencillas vasi-
mín nadie sabe dónde viven. Me recomiendan a un tal Vargas que tiene jas de barro, uno o dos canastos, latas vacías de alcohol, vasos de hoja-
una cabaña a sesenta kilómetros de Benjamín y que sería el único que lata hechos de latas de conservas y cosas por el estilo constituyen los
nos podría indicar el camino. Enviamos un jinete a busc~r a :'ar.gas. enseres domésticos. Todo es pobre, gris, sombrío y banal. La gente pa-
Durante los días que lo esperamos visitamos la estancia. Diariamen- rece enferma, mustia, su vida está vacía, sin alegría, sin interés. Ni si-
l atrapan ganado salvaje para domado y marcado. La maY~,ríason
quiera los niños juegan tan libremente y con tanta naturalidad como
loros jóvenes que tienen que ser capados; es todo un duro trajín en el los niños de los indios de la selva. Rara vez, o nunca, uno escucha salir
que hay que ser un hábil lacero. En el anca del ganado marcan con un de estas barracas una carcajada. Nunca saludan a los blancos con el
orgullo del semejante, lo hacen con la humildad de hablar al patrón.
hi rro incandescente la señal del propietario.
En Benjamín se faenan grandes cantidades de ganado. Se seca la carne En Benjamín nos deja Andersson. Como muchos otros, ha sido atraí-
para ser enviada a los bosques de caucho donde el ch~rque de c~m: do por los relatos de las riquezas que se pueden lograr en los bosques
on arroz o, mejor dicho, carne enmohecida y arroz rancio. es el pnnCI- de caucho. Es cierto, allí hay oro. Los sueldos son altos, pero los gastos
pal alimento de los trabajadores. Durante semanas, yo mismo no he fácilmente pueden ser mayores que los ingresos. Espero que le vaya
bien.
omido otra cosa.
"¿De hecho, cuántas cabezas de ganado tienen aquí?", pregunto a Cargamos un carro, tirado por tres pares de bueyes, con comida y
unos y a otros. Algunos dicen 20.000, otros 40.000. Nadi: lo sabe con mercancías de intercambio, y dejamos Benjamín para viajar por las gran-
'xactitud. Antes, la cantidad de ganado, que desde el tiempo de los des llanuras entre el río Mamoré y el Lago Rojo Aguado. El ganado
j isuitas se volvió completamente salvaje, fue enorme en to~o Mojes. abunda por todas partes; los toros se retiran pausadamente cuando ven
I pués, simplemente intentaron extinguido por completo, SID mngun el carretón tirado por bueyes, algo curiosos, algo asustados. Sin embargo,
I I n. Siempre la vieja explotación abusiva de los espa~oles, siempre lo
mismo, igual da que se trate de minas, hombres o animales. En la re~
gión d Loreto han sido especialmente devastadores con el ganado, alh 1 En estas regiones, los negocios se hacen frecuentemente en Libras Esterlinas.
2 Ymer, H. 3 (1905)
n no qu da mucho.
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Lámina XIII Muchacha yuracaré vestida con una camisa de fibra de corteza

87
86
I s vacas y los terneros buscan su salvación huyendo desp vork lu I
II I 11I ti 1\ -rn bargo, intimidado con nuestro griterío se da la vuelta. Se
~

8 b n que son una presa codiciada por los cazadores blan IIIt Ildl'l' 1 qu después nadamos con algo más de rapidez para alcan-
Hay mucha diversidad de aves. En estas tierras bajas p 1 1: 1111H 1/, ti IiI 11I1'n rilla.
V iven miles de grandes garzas blancas y negras, patos, ibis verd O~l'11111 I )¡, 1I U 1 Y sin armas, uno se siente realmente minúsculo cuando tie-
flamencos, aves palmípedos y otras aves chillonas. También H I 1'1\ I11 '1t 11' hn ñarse al lado de caimanes y otros animales no muy agradables.
muchos ciervos. De trecho en trecho, la llanura es interrumpida 1'111 I ,11is hombres proseguimos el viaje a pie cargando las provísio-
H

bosquecillos, islas de bosque, como les dicen los bolivianos. 11" In' mercancías
de intercambio en las mochilas. Buscamos afano-
N o hay ningún camino por las llanuras. Lo mejor que podem " 11 Itllll'nt huellas de indios, pero lo único que encontramos es un lugar
t ntamos seguir las viejas huellas de otros carros. De vez en cuando pll "11 1 ,1 que alguien ha dejado algunas hojas en el suelo para sentarse so-

amos por una hondonada anegada en la que los bueyes no hac n p!t l
1" l' .llas. Vargas inspecciona con meticulosidad el sitio y llega a la
Entonces tienen que nadar y tirar de este modo del carro; para no ID jn 1 tI,'1\) ledora conclusión de que las hojas fueron cortadas aproximada-
nos ni nosotros, niIa carga, nos protegemos con cueros. Es realm nl\' 11\('1 t dos meses atrás.

una extraña manera de viajar: somos remolcados por bueyes nadador ••. espués de dos días llegamos a un bosque en el que hace cuatro años
Después de sesenta kilómetros de recorrido llegamos al Lago R j< 1 Vargas visitó a los chácobo. Nos dice que llegó a ser un buen amigo de
Aguado, en cuya orilla cubierta de palmeras Vargas tiene una pequeña 1,11 s y que les había ayudado en su lucha contra otra tribu, posiblemente
cabaña. Aquí tomamos contacto con algunas mujeres chácobos y S1.IH lo sirionó. En estas luchas murieron dos chácobo, y sus mujeres e hijos
hijos que viven con Vargas. ,'iguieron a Vargas hasta su casa donde viven ahora. Uno de éstos es el
Este lago es el más grande de toda la llanura boliviana. Parece ten l' muchacho que nos acompaña. Pero parece que no se fueron con él tan
unos cuarenta kilómetros de largo y aproximadamente cinco de anch . libremente, como se desprende de lo que más tarde advertí.
En general en Bolivia, exceptuando en el Altiplano, los lagos son raro . El bosque está inundado en su mayor parte y avanzamos a veces
Hay muchos indios y blancos que nunca en su vida han visto un lago de trepando por los árboles y a veces nadando. En estas regiones, los via-
dos kilómetros. En el año 1902, cuando viajé con un muchacho mestizo jes por el bosque son extremadamente agotadores. Los mismos bos-
desde la región de Tarija por Buenos Aires a Europa, el muchacho prime- ques en los que durante la estación seca se encuentra apenas una gota
ro le dio al Océano Atlántico el nombre de "Gran Lago". Pronto pensó de agua que permita calmar la sed, en la estación de lluvias sólo se
que este gran lago era demasiado grande y lo nombró el "Gran Río". pueden cruzar en bote. Ya sea a pie o en bote, siempre hay que abrirse
Una vez que Vargas, sus dos hijos y un muchacho chácobo que tam- camino con el machete y el avance es lento.
bién nos acompaña, prepararon un nuevo carretón tirado por bueyes, En lo profundo del bosque, donde la tierra no ha sido inundada, nos
rodeamos el lago sesenta kilómetros y llegamos a su desembocadura, topamos con grandes sembradíos de mandioca, plátano, papaya, ca-
1río Caimanes. mote y muchas otras cosas ricas. Son auténticas plantaciones indíge-
Es un río realmente desagradable, con sus innumerables caimanes, nas: aquí hay algunas plantas de plátano, allí una mancha de mandio-
anguilas, rayas y pirañas. Las rayas tienen una aleta muy venenosa, ca, en aquel lado todo el suelo está cubierto con camote, por este lado
a filada como una navaja que resulta peligrosa si se pisa. hay caña de azúcar y un árbol de papaya, la mayoría en un desorden
No podemos cruzar con el carretón cargado; hacemos un bote con encantador. Las lianas avanzan por todos lados para tapar el agujero
u ros de vaca, ponemos en él la ropa, las provisiones y las mercancías que los hombres se han atrevido a abrir en el gran, gran bosque, inten-
p r el intercambio, y empezamos a nadar. Cuando estamos en la mitad tando asfixiar a los extraños invasores, las plantas cultivadas.
del ri que, como consecuencia de la inundación de sus orillas bajas, es En los sembradíos hay algunas cabañas medio derruidas, m di
nwy e n ha, un caimán emerge entre nosotros para atrapar a nuestro quemadas. Hay también cantidad de grandes vasijas pesada qu lo,
indios no pudieron trasladar cuando se mudaron. Examinamos las ca- Nos ponemos cómodos en las hamacas. Miro ávidamente todos los
bañas y los campos, y enseguida encontramos rastros evidentes que adornos coloridos con los que se pavonean y los que están colgados en
indican que los indios estuvieron aquí hace algunos días, cosecharon e las paredes de las cabañas. Nunca he estado entre indios que viviesen
incluso hicieron fuego. Nos ponemos cómodos en una de las cabañas y tan bien.
nos preguntamos si los indios ya nos habrán visto. Después de un rato, Vargas se lleva un par de indios chácobos para
Al día siguiente, Vargas, yo, uno de sus hijos y el muchacho chácobo reco?er a Moberg y a las mercancías de intercambio, de las que, como
alimos de reconocimiento. Hay muchos caminos que desde las caba- podía hablar un poco de su lengua, ya les ha informado. Yo mismo
ñas se adentran en el bosque. Después de inspeccionarlos con detalle, e~t!e~do alg~nas pal~bras chácobos. Es un dialecto pana, y en 1904
seguimos el que parece ser usado permanentemente. vísíté en Peru a una tnbu, los atsahuaca, que también pertenece a este
Curiosamente, los caminos de los chácobo dan grandes e innecesarios grupo lingüístico. Cuando Vargas se marchó, también su hijo se esfu-
rodeos. Rara vez llI! sendero cambia de dirección para tomar un atajo.De- mó y me quedé solo con mis nuevos amigos.
finitivamente, los indios no tienen prisa cuando van por sus senderos. Intentaron ,que les aclarase por qué habíamos llegado hasta ahí, qué
Tras dos horas encontramos huellas muy recientes. Por lo visto, dos es lo que quenamos. Nunca he conseguido explicar a un indio el moti-
indios han pasado por este camino y cuando nos han visto, se han dado vo de ~i viaje, con excepción de mi amigo chané Batirayu. Aquí, entre
la vuelta y se han metido en la espesura de la selva. los chacobo, de los que apenas entiendo unas palabras, hacerla es natu-
Seguimos el camino y después de unas horas vemos un par de caba- ralment~ imposible. Parecen estar furiosos de que hayamos penetrado
ñas situadas en el lindero de una isla de bosque, como aquí las llaman. en su paIS donde, en su opinión, no tenemos nada que hacer.
Nos adentramos en total silencio en el asentamiento; antes de que los Posiblemente para atemorizarme, uno de los hombres dispara una
indios hayan notado algo, estamos en medio de ellos. flecha que se clava a mi lado en el suelo. Me tomó a menos la broma
Los indios que habíamos encontrado en el camino eran de otra al- pues mi única arma es un cortaplumas de bolsillo. Como tantas veces
dea y no habían alertado a sus amigos de la aldea vecina de la llegada he sido demasiado vago para cargar una carabina y había olvidado l~
de los blancos. pistola en la mochila que dejé con Moberg en las cabañas abandona-
¡Finalmente estamos entre los chácobo! ¡Con indios libres! das. Regalo el cuchillo y así, con mi "arma", consigo un amigo.
Al borde de una isla de bosque, en las cercanías de grandes pampas, Moberg llega avanzada la noche. Poco después de que nos marchá-
los chácobo han abierto un pequeño claro, tan pequeño que la selva en ramos nosotros, llegaron varios indios y los estuvieron espiando. Me-
toda su exuberancia, en su maraña de troncos, ramas y,verdor esté cer- ~odearon a~rededor de la cabaña en la que estaba sentado, pero sin de-
cana a las cabañas, siempre dispuesta a expulsar a los hombres. Cerca jarse ver. Solo un pequeño perro se había atrevido a mirar directamente
de las cabañas corre un pequeño arroyo de agua limpia y clara. Lo más al extraño animal rubio. Los chácobo llaman a la aldea abandonada
singular y mejor del lugar es que apenas hay mosquitos, este venenoso "huát~ue':, a la aldea en la que ahora estamos le dicen "mashishoya".
y satánico elemento de la selva que le fuerza a uno a no prestar la mere- Nos indicaron nuestros lugares para dormir en la casa de reuniones.
cida atención a todos los raros y pequeños cactus y helechos que viven Can~~~ospor ~lesfuerzo del día, nos vamos contentos a descansar, pero
n los troncos podridos de los árboles, a todas las volutas y espirales de es .dIfIcIldormir ya que durante toda la noche los indios charlan y cu-
le liana s, y que acaban provocando la insensibilidad frente a toda la chIchea,n entre el~os.¿Por qué han venido estos hombres hasta aquí?
~ \11 za misteriosa de la selva. ¿Tendran buenas mtenciones? ¿Vendrán otros detrás de ellos? Éstas sor:
o chácobo se han asentado cómoda y apaciblemente en este claro. las preguntas que discuten y que desasosiegan a los indios.
l' \ xmo n a Vargas y nos reciben bien. Nos llevan a su casa de reunio- Yaconocen bien a los blancos.
11('. 0, m j r dicho, a su local de borracheras.

"I
Itlgllllo, Idhurl'l{1 hecho» I' I))[)(J '1") livinna y tallos de ho-
el I 'TU 'BOS

i lH I \ p. 1111 ira (11U t. 57). O bajo del tejado están clavados los arcos y
fI I('he , u Igan muchísimas piezas de adorno hechas de las plumas
'01 ridas de los pájaros de la selva y otras cosas que pertenecen a los
s iñores de la aldea.
Decimoprimer Capítulo Las mujeres vienen por la mañana para barrer la casa de reunio-
n s. Después, nunca se atreven a entrar en este santuario de los hom-
Entre los chácobo bres, ni siquiera vienen con la chicha de mandioca que ellas mismas
preparan. De vez en cuando se las ve sentadas enfrente de la puerta
de la casa de los hombres, observándonos con curiosidad, a nosotros
y a nuestras mercaderías. Siempre se sientan con las piernas cruzadas
directamente sobre el suelo y no en taburetes como los señores de la
aldea.
Los chácobo también reciben a sus huéspedes locales en la casa de
Vida en el club social indígena reuniones. Así, un día llegan de visita algunos hombres chácobos de la
aldea Kokóya, del otro lado del río Yata, que ellos llaman Yaróa. Antes
En varias tribus del Gran Chaco, los hombres de la aldea se reúnen, de ingresar al pueblo, dejan fuera su carga. Con el arco y flechas en la
excluyendo a las mujeres, a la sombra de un árbol al efecto o debajo de mano izquierda entran a la casa de reuniones. El más anciano de ellos
un techado construido exclusivamente con esta función. Claramente, pronuncia unas palabras de saludo, mientras se sientan en un grupo
es una forma muy primitiva del club de los hombres que entre los in- apretado manteniendo fielmente sus armas en la mano. Todo parece
dios del Brasil es muy común y ha sido denominado por los viajeros un ejercicio de instrucción, pues cada movimiento que realiza el ancia-
alemanes como "la casa de los hombres" . no es repetido por los jóvenes. Una vez que se han sentado, se levanta
Como he señalado, los chácobo nos invitaron a residir en la casa de un hombre de la aldea y les ofrece chicha de mandioca en una calaba-
reuniones, en el club. Se trata de una inmensa construcción octogonal, za. Se acerca en primer lugar al anciano, pero éste no bebe, sino que se
una de las casas indígenas mejor construidas que he visto. Nos indican la pasa a los jóvenes: uno tras otro meten el dedo en la chicha y la van
una esquina de la casa de la que podemos disponer a nuestro gusto: probando hasta que el cuenco llega de nuevo al viejo, que se lo bebe.
aquí podemos preparar nuestro lecho, colgar nuestras provisiones y Entonces llegan todos los hombres de la aldea y ofrecen a los amigos
desempacar nuestras mercancías de intercambio. grandes cantidades de chicha.
No es mucho, ya que sólo somos seis hombres y tenemos que cargar No sé realmente si disfrutan tanta bebida, ya que de vez en cuando
todo a la espalda, provisiones, ropa, aparato fotográfico, etc. Sin em- se ahogan entre tanta abundancia. Uno tras otro se van levantando, se
bargo, son suficientes para provocar el encanto de los chácobo. Rara van a un aparte, lo vomitan todo y están listos para empezar de nuevo.
vez, hombres de negocios habrán tenido tanto interés recíproco por las Sólo después de algunas horas se desprenden de sus armas. Por la no-
mercancías del otro como los indios chácobo y el caminante del Norte. che, después de que les han permitido quedarse, traen sus bultos y atan
Yotengo cuchillos, anzuelos, cuentas de vidrio, armónicas, telas y otras sus hamacas en la casa de reuniones.
cosas extrañas. Por tanto, cuando uno llega de visita a una aldea chácobo, abierta-
En medio del club hay una gran vasija de barro con chicha de man- mente puede presentarse con las armas en la mano, pero no es adecua-
dioca. Las hamacas están colgadas entre los postes y hay desperdigado s do traer las camas hasta que no haya sido invitado a quedarse.cíil más

92 93
de reuniones en el que dos hombres se movían agarrándose los hombros
1111' 1110de los visitantes, además de chácobo habla cayubaba, un idio-
y tocando la flauta de pan (Lámina 17).Hasta donde conozco, éste es el
II11 qu i Vargas domina por completo.
único instrumento musical de esos indios. En los bailes llevan también
J<:nla casa de reuniones de los hombres chácobos se bebe durante
una especie de maza ligera hecha de madera de palmera (Ilust. 46).
11 H I() 1 día. El club es ante todo un expendio de bebidas para hombres.
En el club social, los hombres se entretienen con sus artesanías. Fa-
Para trabar amistad con los indios del Chaco, he bebido hasta la sa-
brican armas, cestos, adornos de pluma, etc. No se trabaja mucho, sólo
d 'dad chicha de algarrobo; durante varios días, desde la mañana a la
de vez en cuando para variar o cuando es realmente necesario.
n che, he bebido chicha de maíz con los chané. Incluso he llegado a
Tanto los hombres casados como los solteros duermen en la casa de
b ber chicha de tusca y de chañar en las vasijas más sucias que uno se
reuniones. Por la tarde hacen fuego junto a las hamacas para espantar a
puede imaginar, pero chicha de mandioca a la manera chácobo, no, eso
los mosquitos y para calentarse durante las noches frías del trópico.
yo no me lo bebo.
No conocen el uso del mosquitero. Tampoco tienen mantas o esteras.
Cuando está filtrada y es fluida, quizás se puede ingerir, pero cuan-
Durante la noche, la gran casa de reuniones, levemente iluminada
do se sirve espesa, parecen patatas mal masticadas y vomitadas. Como
por muchas pequeñas hogueras, transmite una imagen espléndida; las
es usual, una parte de la mandioca es masticada por las mujeres y
largas flechas, los arcos y los adornos de plumas se destacan en el te-
escupida en el resto para que fermente. Por ello, y pese a mis costum-
cho. Es muy agradable oír las dilatadas conversaciones en un idioma
bres, rehusé la chicha de mandioca que los buenos chácobo me ofre-
extranjero, escuchar los extraños ruidos que llegan desde la selva hasta
cían, alegando dolor de estómago.
la cabaña.
Un día se les ocurre a algunos chácobo que tengo que ser castigado
Durante mi vida, sólo he vivido dos veces en un club, una vez aquí
porque les he roto un par de sus vasijas en unas cabañas abandonadas
con los chácobo y la otra en un club en Londres. Admito que la diferen-
en la selva; castigado tal y como acostumbran en estas pequeñas faltas.
cia entre ambos espacios es bastante grande, pero al mismo tiempo hay
Dictaminan que tengo que beber un cuenco de chicha de mandioca
una gran similitud en el deseo de los hombres de reunirse para discutir
en el que habían mezclado diversas delicias. No llegué a'sab~r qué era,
y beber, y dejar a las mujeres al cuidado del hogar y de los niños. Tam-
pero veo en los semblantes bromistas de mis amables anfitriones que
poco en los clubes ingleses las mujeres pueden ingresar más allá del
se trata de cosas refinadas.
vestíbulo.
Es una calabaza grande y repleta. Me,bebo el puré con el valor de la
En el club de los chácobo no hay periódicos pero también aquí se
desesperación. Vargas tiene la amabilidad de ayudarme. Claro que esto
habla de las novedades del día. Hablan de los hombres blancos, y los
es una estratagema, pero no funcionaría -sin esta treta. A pesar de todo,
cazadores narran hasta el más mínimo detalle sus experiencias.
tengo que ingerir los pososdel cuenco. '"
Hasta donde sé, no hay juegos de azar en la casa de reuniones de los
Cuando uno es invitado por los chácobo, hay que devolver vacío el
chácobo; en cambio, los indios del Chaco son verdaderos jugadores.
cuenco, pero uno mismo sólo tiene que beber el primer y el último trago.
Hay indios entre quienes los hombres no tienen ningún club. Una
El resto de cosas que nos convidan son realmente buenas aunque no
de estas tribus son los actuales chiriguano. Entre ellos, también la posi-
tengan sal. Nos ofrecen maíz en hojas, mandioca asada, harina de man-
ción que ocupa la mujer es distinta a la de los chácobo. Las mujeres
dioca y pescado cocido con maíz. ,
pueden participar en las borracheras, y durante las discusiones de los
Se comería bien entre los chácobo si uno no tuviera que beber con
hombres no las echan.
Uos.Hay un pájaro de color azul oscuro parecido a la urraca, "purarau",
La vida social del club de los hombres es seguramente tanto en tr
qu consideran malo y que no quieren comer.
los primitivos como entre los civilizados una consecuencia del ID no
Los hombres bailan en el club. Sólo vi uno de estos bailes alrededor
precio de los hombres por las mujeres.
dt' 1, gran vasija con chicha de mandioca situada en el medio de la casa
1)
No existen clubes de mujeres entre los indios de Sudamérica; tam-
poco son comunes en las sociedades civilizadas. Parece que la vida del
club no va ni con las indias ni con las mujeres blancas.
Entre los chácobo aprendo por primera vez durante mis extensos
viajes por los trópicos a dormir en hamaca. En las hamacas de casi to-
dos los indios dormir es confortable; están hechas de tal modo que no Capítulo Duodécimo
te torturan la espalda duros nudos. Un pequeño detalle antropogeo-
gráfico: los chácobo, así como sus parientes, los atsahuaca, cuelgan las Entre los chácobo
hamacas, mientras que otras tribus, como los chiriguano, los guarayo y
los sirionó, las amarran.
Ciertamente, la hamaca indígena es demasiado pequeña para los
suecos.

Adornos y vestimenta

Dos cosas me impresionan de los chácobo. La primera es la correcta


elegancia de los hombres y la segunda sus viviendas, espaciosas y bo-
nitas. Vi en el Gran Chaco, entre los ashluslay, indios con hermosos
adornos de pluma, pero no pueden igualarse a los de los chácobo. Los
ashluslay se pavonean con plumas blancas y negras del avestruz, los
chácobo brillan con magníficas plumas rojas, azules y amarillo fuego
de las parabas y de los tucanes. Los ashluslay intentan ser originales en
el orden de sus adornos al tiempo que se cuidan de no salirse de la
moda. Por el contrario, todos los chácobo van adornados del mismo
modo, hasta el punto que pareciera que están uniformados. Parece que
uno no puede desviarse de la regla.
Quizás aquí se es tan correcto y falta la fantasía porque se trata de
una pequeña tribu que vive aislada de otras tribus y consecuentemente
no recibe influencias externas. Los indios del Chaco, en cambio, son
numerosos y entre diez mil hombres surgen nuevas ideas con más faci-
lidad que entre algunos cientos.
Los hombres chácobos llevan el pelo largo. En la frente se cortan el
cabello con la mandíbula de una piraña en forma de un gran flequill ,
en las orejas lo dejan largo. Se anudan el pelo en la nuca, largo y bi '11
peinado, con una cinta de algodón en una especie de trenza. S af 'il \1\
las cejas y de vez en cuando también el pelo debajo de los brazo 1'\111
IIn hi rba afilada. Sin embargo, dejan crecer el pelo de las partes sexua-
I is. Algunos cuantos hombres tienen una barba rala y un bigote insig-
nificante.
No conocen el tatuaje, pero son comunes las pinturas faciales. Se
pintan la cara con color rojo' y los brazos de color violeta azul". He
visto sólo un hombre y una mujer con un diseño pintado de sencillas
líneas en zigzag. Los chácobo casi no emplean ornamentos; sus vasijas,
sus calabazas, sus instrumentos de madera, las paredes de sus casas y
us camisas hechas de fibra vegetal no tienen ninguna decoración, nunca
e ve el más mínimo intento. Frente a ellos, los indios del Chaco o los
yuracaré o los chiriguano decoran prácticamente todo lo que fabrican.
Unos simples ornamentos en las cintas que tejen las mujeres es todo lo
que se ve entre los chácobo.
¿Será también influencia del aislamiento, de la falta de fantasía?
A todos los muchachos les perforan el tabique nasal entre los diez y
los doce años. Hasta que la herida sana, llevan una pequeña varilla de
madera, más tarde se ponen un pequeño y coqueta adorno de plumas
rojas de tucán. Con el mismo cuidado que un joven teniente de caballe-
ría atusa las primeras guías de su bigote, el joven snob chácobo arregla
su nariguera de plumas para que no cuelguen mustias sino que se en-
derecen elegantemente sobre las mejillas.
Entre los dieciséis y diecinueve años, cuando el muchacho se ha vuel-
to un hombre, le perforan los lóbulos de las orejas. También lleva al
principio pequeños pedazos de madera mientras sanan los agujeros;
más tarde le insertan colmillos de capiguara", En la contraportada ob-
servamos como los colmillos cuelgan hacia delante. Para evitar que cai-
gan de las orejas, los aseguran con pequeñas bolitas de cera.
Los hombres llevan en la cabeza una cinta hecha de delgadas tiras
de madera o de algodón y de fibras negras trenzadas, normalmente
decorada con pequeñas borlas de plumas que tienen que ser negras,
rojas y amarillas (Ilust. 49).

I Bixa
2 cuipn
Ilustración 46-49 46 Maza de madera. "húino", usada en I b °1 ° °
~ ¡lirlm liaeru
rojas de tucán; 48 Pintura facial de color rojo: 49 De d al e, ~7h~d~rno para la narrz hecho de phlrtllt
, la ema, c aa, de los hombres chácobo

eJeJ
L hombres llevan en el cuello enormes collares hechos de dura con un cinturón hecho de hilo de algodón y de fibras negras. Reciente-
H 111illas
negras. Es una de sus pertenencias más valoradas; en cambio, mente se ponen sobre la hoja un pequeño pedazo de tela, una moda
n ideran los magníficos pectorales de colmillos menos valiosos (véase que quizás ha introducido Vargas o algún otro blanco remilgado que
ntraportada); nadie quiere darme un collar completo, ni siquiera a tuvo contacto con ellos.
ambio de un hacha. Las mujeres chácobos, al igual que los hombres, tienen el pelo largo
Los hombres chácobos llevan el pene apretado contra la barriga. Fi- que llevan suelto. Se rasuran las cejas, las axilas y las partes genitales
jan la punta con un cinturón hecho de hilos de algodón, de tal modo con una hierba afilada. Se ponen en el tabique nasal perforado un adorno
que también se protegen contra los insectos. Se envuelven los brazos, de pluma exactamente igual al de los hombres. Los lóbulos de las ore-
las piernas y los muslos con cintas delgadas hechas de madera (véase jas no están perforados, aunque sí es común que se agujeren los lóbu-
Lámina 21).Añadiendo a todo esto la camisa de fibra vegetal, termina- los nasales. En los días de diario se ponen en estos orificios varillas
mos con la descripción de la sencilla vestimenta festiva de los chácobo. quemadas y en los días festivos plumas. Los pendientes que les di no
En los días de diario y durante el trabajo se quitan la mayor parte de se los ponían en las orejas, sino en la nariz.
los adornos y a menudo la camisa que resulta larga e incómoda. En las Las mujeres chácobos se envuelven los brazos y, con menos frecuen-
ocasiones festivas usan muchos más adornos. Entonces se ponen en la cia, las piernas con delgadas tiras de madera adornadas con brazaletes
nuca plumas de papagayo y en el cuello y en el pecho un impresionan- de semillas negras. En los antebrazos normalmente llevan adornos he-
te trofeo elaborado con los dientes delanteros de una especie de mono chos de conchas y de plumas. De vez en cuando se prenden con cera en
y decorado con plumas rojas de tucán. Para el adorno que lleva el jo- el pelo una pluma colorida; en los dedos llevan anillos de chonta-. En
ven de la derecha en la contraportada se emplearon 1.506dientes. Con- las ocasiones festivas, las mujeres llevan adornos para el pecho de dien-
siderando que cada mono sólo tiene ocho dientes delanteros, hay que tes de mono que no igualan en su esplendor a los de los hombres, y
reconocer que este peculiar adorno es un distintivo de primera clase tienen borlas de pluma y no pedazos de piel de tucán.
que honra y distingue a su joven poseedor como un buen arquero. No Las mujeres parecen mucho menos vanidosas que los hombres y sin
se dispara tan fácilmente con arco y flecha a ciento ochenta y nueve dudarlo están dispuestas a intercambiar sus adornos por objetos útiles.
monos en las copas de los árboles de la selva. Los hombres chácobos Tampoco limpian y pulen tanto sus atuendos como los hombres.
llevan en el antebrazo cintas adornadas con plumas de papagayo y boas Las niñas caminan completamente desnudas, mientras que los mu-
de plumón. Como perfume usan la vainilla, abundante en sus bosques. chachos desde pequeños llevan camisas de fibra vegetal.
He descrito aquí prolijamente todos los adornos de los hombres Les llevé a los chácobo telas de colores con las que corté largas cami-
chácobo, de un modo un tanto afectadamente pretencioso, como lo es sas para las señoras. Pensé que ellas mismas las coserían, pero resultó
todo su atuendo. Se ven tan contentos consigo mismo en su incómoda que no conocen este arte. Curiosamente son los hombres quienes cosen
suntuosidad, tan felices con lo que han podido aglutinar de los llamati- los vestidos de sus mujeres.
vos colores de la selva. Los chácobo han avanzado bastante en la civilización: tienen sastres
Quién haya leído mi libro "La Vida de los Indios" conocerá la elegan- para damas. Cuando la "civilización" entre realmente en sus vidas, des-
cia de los hombres chorotis y sabrá también que sus mujeres apenas aparecerán por completo los adornos de pluma de los hombres, los gran-
consideran importante el adornarse a sí mismas. También las mujeres des collares y los pectorales: por el contrario, las mujeres empezarán a
hácobos se adornan con mucha más sencillez que los hombres. El "ves- acicalarse con pañuelos coloridos para la cabeza, con loneta y quizás
lid "en sí mismo se reduce a una hoja' que cubre los genitales sujetada

/1 Ill'IiC"O/lin 5 Véase p. 20

100
101
con algún collar hecho de monedas de oro o plata que ganarán con el
,1 mor de los hombres blancos.
¡Cómo se divertirían las mujeres chácobos si supieran que en el país
I los hombres blancos las mujeres llevan casi los mismos adornos de
I lumas que sus vanidosos maridos en las selvas del Lago Rojo Agua-
:1 ! Las mujeres blancas se perforan las orejas pero encuentran raro y
l nto que otra gente se ponga plumas en la nariz.
La mayoría de los hombres chácobos tienen una apariencia dulce y
femenina. Esto me recuerda un episodio de mi viaje de 1904-1905. Ha-
bía llegado junto a Holmgren a los indios del río Tambopata. Cuando
vimos a los indios que nos rodeaban, nos dijimos el uno al otro: "¡Por
J íos, que aquí son bonitas las muchachas!" La exclamación era com-
pletamente injusta, pues las muchachas se habían escapado a la selva.
Lo que en un primer momento creímos que eran muchachas, eran va-
rones. No me extrañaría que muchas historias sobre las amazonas se
hayan generado de igual modo". Los españoles habrían visto en las ori-
llas de los ríos a jóvenes guerreros pero como no tuvieron contacto cer-
ano con ellos, los tomaron por mujeres amazonas. Tampoco es raro
que los hombres indígenas tengan pechos bien desarrollados".

Lámina XV Hombr há b
e caco o. La selva comienza en las inmediaciones de la cabaña.

ti Mu ho exploradores apoyan este punto de vista.


7 Véas La Vida de los Indios, ilustración 67

10
101
Capítulo Decimotercero

Entre los chácobo

La maloca

Vivimos en la casa de los hombres. A ambos lados hay dos vivien-


das (Ilust. 50), las más grandes que he visto entre los indios en mis via-
jes por Sudamérica. Son típicas malocas brasileñas. Pasamos todo el
día en el club: aquí nuestros anfitriones nos entretienen, aquí come-
mos, aquí hacemos nuestros intercambios, aquí recibimos visitas.
Nadie nos propone ir a las viviendas donde mandan las mujeres,
donde trabajan diligentemente, donde los hombres se retiran de vez en
cuando para pasar un tiempo en el seno familiar o para colgar su ha-
maca al lado de su esposa o esposas. A través de las pequeñas puertas
no se puede echar un vistazo a la intimidad de las casas. Las puertas,
como en casi todas las típicas casas indígenas rectangulares, están si-
tuadas en el frontispicio.
Trato sin éxito de encontrar una excusa para ir donde las mujeres. No
queda más remedio que ser osado, y agarro una brazada de mercaderías
que creo que puede gustarle al sexo bello, y sin más entro en una de las
viviendas. Provoco sorpresa, casi irritación, ya que rompo las reglas, algo
así como si entre nosotros un invitado se fuese a la cocina o al dormitorio.
Algunos de los señores me siguen, quizás para ver si me comporto con
suficiente cortesía con las damas. Con pequeños regalos para los niños
caigo bien a las mamás y entonces les pido intercambiar algunos enseres
Lámina XVI Casas chácobos. La casa con la puerta pequeña en el frontispicio es la vivienda. domésticos que hasta entonces no había tenido la oportunidad de ver.
La casa abierta es la casa de los hombres.

105
104
En ocasiones posteriores hago visitas largas o cortas a las viviendas,
pero siempre resulta evidente que no es bien vista la manera con que
contravengo la etiqueta de los chácobo. Quizás piensen que soy un poco
mal educado y que no sé portarme de otra manera. Cuando los chácobo
reciben visitas de otros indios de su tribu, permanecen en el local de
reuniones y nunca van a las viviendas.
Es muy agradable estar en una gran maloca chácobo que consiste en
un único y amplio espacio en el que cada familia tiene su sección y su
fogón (véase Ilust. 52).
Por algún lado hay cestos (Ilust. 59) y bolsas hechas de fibras de
corteza enlas que las mujeres guardan sus pertenencias; por el suelo
hay otros cestos y muchas vasijas de barro (Ilust. 53). No se ven gan-
chos o estantes, tampoco recipientes de madera. La maloca está barrida
y limpia.
Todas las familias comparten una artesa grande y característica (Ilust.
55) en la que se muele maíz. En ella, varias mujeres pueden trabajar al
mismo tiempo. No conozco un tipo similar entre otros indios'. Tam-
bién el gran fogón en el que se cocina la chicha de mandioca, es común,
ya que las mujeres preparan esta bebida para toda la población de la
aldea.
En las viviendas conocemos los enseres domésticos de los chácobo.
No hay gran diversidad de formas: ni las vasijas cerámicas, ni los uten-
silios de madera y prácticamente ningún cesto está decorado. Entre los
chiriguano en la frontera hacía el Gran Chaco se puede re'colectar más
de cien vasijas de distintas formas y con distintas decoraciones. Aquí
apenas hay tres tipos y, sin embargo, estos indios viven mucho mejor
que los chiriguano. En el fondo de algunas vasijas cerámicas de los
chácobo se ven impresiones del trenzado de cestos o de hojas de plátano.
Los chácobo emplean para rayar el tubérculo de la mandioca las es-
pinosas raíces aéreas de una palmera. Éste podría ser el modelo origi-
nario de todos los ralladores que son hechos en madera con espinas o
su.
piedras insertadas, que son tan comunes entre los indios d.e la selva de
Sudamérica. Algunas veces también rallan maíz en este rallador.

1 En el Oriente boliviano hay varios métodos para moler. Los choroti y las tribus
culturalmente cercanas, los chiriguano, chané y guarayo, emplean morteros. Los
yuracaré muelen con piedras sobre grandes tablas de madera. Los movima, Ilustración =
50 Y 51 50 Plano del asentamiento chácobo: A y B viviendas, e = casa de los hombres, O =
cayubaba y baure emplean losas de piedra sobre artesas de madera. soporte para secar; 51 Estructura de la casa de los hombres: M-G = 10 m, B-e =6,5 m, G-H = 5,5 m; el
caballete tiene una altura de 6 m

106
107
Los chácobo usan como encendedor la flecha. Con el cabo de una
. . ..... .. .. . .....• ..
.•••e"
flecha de chuchío se taladra la punta de una flecha de bambú. Debajo
, ~< o &''§ oo : ponen fibras vegetales y algodón. Los encendedores" de los indios de
..
Il:i ~
. Sudamérica conocidos hasta la actualidad están hechos de tal modo

1.
lO que el polvo de madera incandescente cae por un canal lateral sobre un
• material fácilmente inflamable. Aquí consiguen el mismo resultado ta-
~~ ~ ladrando. ¿No es extraño que se pueda utilizar una flecha como me-
$ e
chero?
Muchas veces encima del fogón hay una parrilla (Ilust. 54).
(¡,) • En las viviendas, entre el caos de postes brillantes y vigas tiznadas,
. -s» con las mujeres desnudas trabajando, mientras los hombres ataviados
n""" en sus adornos de pluma se estiran perezosamente en las hamacas, con

~Q" ~@
. los niños jugando, con los perros, monos, papagayos y otros animales
de la selva, alrededor de vivos y cálidos fuegos con las ollas borbo-
i7 toneando, hay un ambiente verdaderamente indígena.
Las cabañas chácobos superan fácilmente cualquier tipo de compa-
• ración con las barracas de los trabajadores de los blancos .

Gl •

..

s.
~ t."

1\ n
'O e
I I
~'«

. . F- f . omún para cocer chicha de mandioca; 2 Véase Max Schmidt, Das Feuerbohren nach indianischer Weise. Z. f Eihn., 1903;
Ilustración 52 Estru?tura de la vivienda: E =1fogones, e ~u~~~nc~n hojas de la palmera de motacú
entre K y e esta la artesa para moler, as casas s. . . Boman, op. cit., p. 658 Y ss.
y de una especie de helicorua. chacobo

109
108
Capítulo Decimocuarto

Entre los chácobo


53b

La lucha por la existencia. Trabajo.


Algunos usos y costumbres

Los chácobo son básicamente agricultores'. Alrededor de sus caba-


ñas tienen importantes plantaciones. Como la mayoría de los otros in-
55 dios, siembran sin hacer divisiones entre los diferentes cultivos, aun-
-=:-;:. C;h que tienen grandes áreas de tierra con sólo maíz o mandioca. Los campos
-=- •..._p_. - que yo he visto estaban situados en el bosque y no en las pampas, y
~ .. '--.,.~--
estaban bastante bien desyerbados.
54
56 Cada uno posee lo que cultiva. No existe propiedad común. Deter-
minan el tiempo para la siembra según la posición de las Pléyades,
"tshénipa", con relación al punto desde el que sale el sol.
Cultivan las siguientes plantas: caña de azúcar, papaya, plátanos de
distintas variedades, camote, mandioca, tabaco, maíz, ají, algodón (de
dos tipos: uno blanco y uno marrón), walusa (Colocasia esculerua), cala-
bazas y chuchío (Gynerium saccharoides) para las flechas.
Las plantas más importantes son el maíz, l,!lmandioca y el plátano.
Cultivan tabaco en pequeñas cantidades y exclusivamente para ex-
traer a las larvas de las moscas (véase p. 53). Los chácobo no son fu-
madores.

Ilustración 53-57 53 Vasijas cerámicas; a Olla, "páyti" ('/4), b Tostador, "pétoshté" ('Is); el tercer tipo
es una jarra con una pequeña abertura para recoger agua; 54 Parrilla sobre el fuego; 55 Artesa para moler
maiz; 56 Raiz aérea, "nánristi", de una palmera que se emplea para rallar mandioca; 57 Taburete, "kénani",
de la casa de los hombres hecho de madera liviana y de tallos de hojas de palmera ('Is), chácobo 1 Más apropiado tal vez fuese decir,horticultores.

no 1 11
Trabajan la tierra con palas pequeñas y malas que han obtenido de
los blancos, por lo que ya no tienen sus instrumentos agrícolas origina-
les. En las cabañas se ven algunas reservas de maíz del que almacenan
mayores cantidades en una especie de graneros sobre pilotes.
Hay que considerar la agricultura como la fuente de alimentos más
segura e importante de los chácobo, como sucede entre la mayoría de
los indios de Sudamérica.
Por tanto, lo natural, lo sano, sería no atraer a estos indios a servir
como buscadores de caucho para los blancos, sino que tendrían que
trabajar para sí mismos y para otros como agricultores.
La mayoría de los indios en los trópicos sudamericanos y en los
Andes son sedentarios. La mayoría son cazadores y pescadores natos,
y van detrás de la caza y de la pesca, pero no van muy lejos.
Aunque los blancos hayan conquistado su país, todavía hay lugares
donde los indios tienen sus cultivos. No se les puede reprochar que
viviendo principalmente de la agricultura, ocupen mucha tierra con
relación al número de habitantes.
En los Andes, los agricultores aymaras y quichuas constituyen un
factor muy importante en la economía nacional. Es innegable que la
mayoría de los blancos de Bolivia tienen que comer gracias a estos in-
dios.
Los chácobo también son pescadores y cazadores. En sus viajes por
los ríos utilizan canoas de corteza similares a las de los indios caripunas
en el río Madeira, mientras que el resto de los indios de los que vamos
a tratar, emplean troncos de árboles vaciados. Los chácobo pescan con
arco y flecha, y con veneno; las redes son desconocidas.
Los anzuelos siempre fueron una de nuestras mercancías de inter-
cambio más cotizadas, pero se quejaban de que no hubiésemos traído
sedal ya que ellos no saben elaborar cordeles fuertes.
Son avezados cazadores y buena prueba de ello son los magníficos
Lámina XVII Chácobo tocando la flauta de pan
adornos de dientes de mono de los que ya he hablado.
Curiosamente tienen apenas dos tipos de flechas (Ilust. 62) que son
excepcionalmente largas, al igual que el arco.
No creo que los chácobo sufran carencias con frecuencia, sus cam-
pos de cultivo dan buenas cosechas. Hasta la actualidad tienen la for-
tuna de vivir en una tierra en la que no hay que trabajar mucho para
comer. Como los yuracaré, se pueden dar el lujo de la pereza. Parece
113
112
que son sobre todo los hombres los que aprovechan la situación: sus
uerpos tiernos y sus brazos débiles no testimonian un duro trabajo.
La división sexual del trabajo es la siguiente:

Hombres Mujeres
Fabricación de telas de fibras de corteza + - (?)

de armas +
de cestos + +
de canoas +
de vasijas de barro +
de hilo +
de soga (?) + (?)
de hamacas +
de adornos + +
de útiles de madera +
Construcción de la casa +
Costura +
Caza +
Pesca + +
Sembradío (desmonte) +
siembra + +
cosecha - (?) +
Acarreo de leña +
de agua +
Cargar durante las caminatas - Muchachos +
Hilado y tejido +
Preparación de comida + (?) + ( Normalmente)
Preparación de bebidas alcohólicas +

Los cestos usados tanto por hombres como por mujeres son confec-
cionados por cada cual. Los demás cestos son elaborados por los hom-
bres.
Como es usual, los objetos de hierro son los más cotizados entre to-
das mis mercancías. Un chácobo a cambio de un hacha puede dar sus
grandes adornos pectorales de dientes de mono. Estos indios apenas
tienen hierro. Durante los cuatro años transcurridos desde la visita de
Lámina XVIII Familia chácobo Vargas, ningún blanco ha estado allí. Una vez vieron una tropa de

114 115
blancos que buscaban árboles de caucho. Los siguieron a distancia pero
no se atrevieron a comunicarse con ellos. Han recibido algunas herra-
mientas intercambiando con otros chácobo que tienen contacto con los
blancos en el río Beni.
Todavía emplean muchos objetos primitivos. Como cuchillo usan
los dientes de la piraña, como cepillo para alisar los arcos utilizan la
mandíbula de jabalí. Queman las plumas de las flechas con las ascuas
de una corteza para darle la forma correcta.
59b
De entre sus objetos es interesante resaltar un arco pequeño (Ilust. 60)
con el que limpian el algodón. Max Schmidt? describe este objeto entre
los indios guatós. He visto algo similar entre los guarayo y los churapa.
Como Schmidt, dejo abierta la cuestión de si es o no un objeto original-
mente indígena. Los chácobo llaman al arco para algodón "canati", la
misma palabra que usan para el arco normal. Hilan en un huso corrien-
te, empleando una mano como horquilla y el muslo como apoyo.
Los chácobo, que son una rama de la tribu pacaguara, según mis
conocimientos no tienen relaciones comerciales con ninguna otra tribu.
N o tienen ni siquiera relación con otros indios. Con los shinabo", que
no viven muy lejos de ellos, ni están en paz ni están en guerra; nunca se
encuentran. Antes, muchos chácobo visitaban a los cayubaba, pero esos
tiempos han pasado. Incluso parece que llegaron a participar en las fies-
tas de Exaltación.
Según el religioso Cardús", varias veces se insinuó a los chácobo a
agruparse en misiones. Pero cuando vieron la vida y el estado en el que
estaba el resto de los indios de Mojas, parece que perdieron las ganas
de convertirse al cristianismo."Estoy seguro", dice Cardús, "de que cua- 61
lesquiera, bárbaros o salvajes, que presencien el estado triste en que
viven los indios cristianos de Mojas, ninguno de ellos dejará las selvas
ni la libertad de su vida salvaje por la civilización de tales cristianos".
Durante los días que estuvimos entre los chácobo, no pude saber si
tienen un jefe o algún otro tipo de autoridad. Había un hombre ancia-
60

2 Max Schmidt, Indianerstudien in Zentratbrceiüen, p. 229 (Berlin 1905)


3 Los shinabo son, como los chácobo, una tribu pana. Los blancos los denominan
comúnmente gritones. Nunca han sido estudiados de cerca. Viven en las cercanías
Ilustración 58-61 58 Cesto de chuchío, empleado por los hombres para guardar sus adornos ('/9);
del río Mamaré, bajando el río Guaporé en el lado boliviano. 59a Cesto de cargar, "cácano", de las mujeres, b Detalle del cesto (a 'l», b '12); 60 Arco para limpiar
4 Cardús, op. cii., p. 291 algodón ('/6); 61 Zumbador, juguete; el disco es de bambú ('/'5), chácobo

116 117
1) que en su condición de ser el más viejo de la aldea quizás tenga algo
más que decir que los otros. Se llama Cóya y su mujer Búsi. En total
hay nueve hombres casados:

Hombres Esposas

Cóya Búsi

Máru
{ Huáyta
Iba
Búsi
Cána
b Máva Huáyta
Erávi Búsi
Pay Una
Máva Búsi
Bóro Pána
Tási Cópa

Podemos ver que únicamente Máru tiene dos mujeres (Lámina 20).
Bóro también tuvo dos pero una de ellas está muerta. Curiosamente,
de las diez mujeres, cuatro se llaman Búsi. No sé cuántos chácobo habrá.
El niño al nacer recibe un nombre. Vargas me dijo que sólo pegan a
los niños muy pequeños para enseñarles que no tienen que ensuciar en
la cabaña. Una vez que lo han aprendido, ya no hay más castigos. Sólo
reciben amonestaciones. Por ejemplo, si un niño pequeño quiere
adentrarse solo en la selva, el padre le dice: "No debes hacerla", pero
nunca le dirá: "No puedes hacerla". El respeto a los mayores es grande.
Como sucede entre todos los indios, también he visto aquí que los ni-
ños aprenden imitando a los mayores. No sé si habrá algún otro tipo de
enseñanza formal.
Hemos visto muy pocos niños entre los chácobo; puede ser que en
vez de estar aumentando disminuyan. Parece ser característico de casi
I
todos los indios que sobrevivan pocos niños. Ésta es la causa principal
de su desaparición. Considerando que en condiciones normales, la na-
!I talidad y la mortalidad son más o menos equilibradas, no es nada ex-
62a e d e traño que cuando los blancos introducen epidemias, alcohol, enferme-
dades venéreas, etc., las tribus desaparezcan. No sé si practican el aborto
Ilustración 62 Arco y flecha (a '/12, b Y c '/', d 2fo, c '/,), chácobo y el infanticidio (compárese más adelante con los guarayo).

118
119
Los niños más pequeños tienen pelo moreno, pero no tan claro como
los niños de los yuracaré.
No logramos ver muchos juguetes. Quizás sea porque al tener su
atención concentrada en nosotros, no le dedican tiempo a los juegos.
Los muchachos tienen arcos y flechas; cuando les pregunto si tienen
zumbador, me dicen que sí (Ilust. 61). Capítulo Decimoquinto
También los chácobo practican la costumbre de la couvade. Cuando
la mujer da a luz, el hombre debe permanecer durante varios días en la De regreso al río Mamaré
cabaña y no puede salir de caza para que el niño no enferme.
Si un chácobo enferma, normalmente se le cura sobando o soplan-
do. Hay que destacar que aquí he visto una mujer curandera. Como el
resto de los indios, creen que la causa de la enfermedad o la muerte es
la brujería.
De igual modo que los yuracaré, los chácobo abandonan sus caba-
ñas cuando muere una persona anciana. La entierran sentada en la casa No pudimos llevar muchas provisiones en nuestra expedición a I M

con todos sus adornos y después la incendian. Sienten temor del espí- chácobo. Lo que nos ofrecen no logra calmar nuestro estomago. J J
ritu del muerto. Si muere un niño, también lo entierran en la cabaña que pensar en el regreso. .
pero siguen viviendo tranquilamente en ella. También se han acabado nuestros artículos de intercambio. In lu 'o
Las mujeres chácobos manifiestan su aflicción con grandes alaridos he intercambiado mi ropa interior, mi ropa de cama y mi fiambr r•.
y quitándose los adornos, pero no se cortan el pelo en señal de luto Todo se ha transformado en colecciones.
como es usual entre las tribus del Chaco. Cargados con la colección y en compañía de algunos chácobo, n~s
Con la visita a los chácobo hemos conocido a una pequeña tribu in- ponemos en camino. Después de unos días e~tamos de _nuevo en ] no
dígena todavía independiente. Hemos llegado directamente desde las en el que dejamos el carretón. Vargas tiene aqUl una cabana ab~~ona~~ .
barracas de trabajadores de Benjamín. Este antagonismo me ha produ- Nos despedimos de los indios y nadamos otra vez por el fastidio 0.110
cido una fuerte impresión. Pero entre los chácobo no he podido obser- lleno de caimanes. Cuando felizmente hemos llegado a la otra or~ll.
var la auténtica vida indígena tal y como discurre cuando los indios del río, vemos arder la cabaña de Vargas. Los chácobo le han prendid
están tranquilos sin temer al hombre blanco. Los chácobo no tienen real- fuego. Es una declaración de guerra.
mente confianza en nosotros, lo que no es extraño. Viven como un re- Después de otros dos días de camino lle~amos al lugar en .el qu :
manente olvidado y aislado en una región rodeada por todas partes actualmente vive Vargas; aquí tenemos extranas novedades. M~entr H
por barracas gomeras y estancias; no hemos podido introducimos com- estábamos con los indios, los chácobo se han llevado a las mUjer
pletamente en la vida indígena y participar en ella; no somos una visita niños de su tribu que estaban con Vargas, con excepción, de un ~u hz
bienvenida. ¡Los indios temen con razón a los que vienen detrás de cho que, según me dijeron, estaba con Vargas pero que est: habla,: _ 11-
nosotros! Los blancos están alarmantemente cerca. Hemos visto que es dido a una barraca gomera en el río Beni. Quizás estas mujeres y 11111 H
mejor ser un chácobo libre en el Lago Rojo Aguado que un esclavo por habían venido a Vargas libremente, pero él había abusado de su 11-

deudas entre los blancos. Hemos visto también que estos indios están fianza. . . ., 11

bien abastecidos de comida. Hemos admirado la calidad de sus cons- Ahora entiendo por qué han quemado su cabaña. Eso significa:
trucciones y la exquisitez de sus piezas de adorno. vuelves a venir aquí te recibiremos como enemigo".

121
120
Lámina XIX Hombre chácobo. La trenza es una indumentaria masculina. Lámina XX Las mujeres chácobo Huáyta e Iba

122 123

Vargas está furioso pues estas mujeres y niños trabajaban para él. Yo
no tengo la más mínima gana de ayudarle. Mi simpatía está con los
indios.
Quieran los cielos que no los encuentre nunca más. Ojalá que no
tomen este pequeño episodio como excusa para causar violencia a esta
pacífica tribu indígena que no entiende que el caucho es imprescindi- Capítulo Decimosexto
ble para la humanidad y que el débil ha de ser sacrificado en aras del
más poderoso. Al río Guaporé
Cuando Moberg y el autor llegamos desde los chácobo a Benjamín,
estamos deshechos. La ropa está hecha pedazos, los pies y las piernas
están llenos de heridas supurantes, los estómagos están hambrientos,
pero estamos de buen humor.
En Benjamín me preguntan si hay muchos muchachos entre los
c~~co~o. Estima~o lector, ¿sabe Usted lo que quiere decir eso? "¿Se jus-
tifica Ir hasta allí y robar esos niños para educarlos como peones?" Desde Benjamín vamos en bote a motor hasta Matucare y desde allí
En el curso superior de los ríos Tahuamanu y Manuripi acostum- en un carretón tirado por bueyes hasta San Joaquín en el río Machupo.
bran a rodear las aldeas de los indios "salvajes" y asesinar a los adul- Aquí comprobamos lo pésimo que son los mapas, incluso los de las
tos. La presa de los saqueadores son los niños. Cualquiera que conozca regiones conocidas de Bolivia. Entre San Joaquín sobre el río Machupo y
los bosques de caucho puede confirmar que esto es cierto. Yomismo he el río Mamoré, en el Atlas de Andree la distancia es casi de un grado. En
conocido un hombre bastante agradable y apacible que ganaba su buen realidad no es mayor a unos 25-30 km. En una noche viajamos desde el
dinero con este tipo de caza. Él mismo lo admitía. Justificaba su com- río Mamoré a San Joaquín en carretón, que les aseguro no es precisamen-
portamiento en que esos indios de la selva no eran cristianos como él. te el medio de transporte más rápido en los caminos bolivianos.
Otro blanco que conoce muy bien los bosques de caucho, una vez, al Permanecemos algunos días en San Joaquín para negociar una canoa
tiempo que condenaba estas infamias, me dijo encogiendo los hombros: y una tripulación, ya que queremos viajar hasta San Antonio sobre J
"Sin indios no hay industria del caucho". Según Balzan', los patrones lado brasileño del río Guaporé. San Joaquín es una aldea mojeña típica.
del caucho pagan entre ochocientas y mil Liras por cada toromona o Un pequeño y feo viejo con el cuerpo como un sacacorchos además d
araona del Madre de Dios. borracho, encarna a la Santa Madre Iglesia Católica en el momento d
darme un abrazo de bienvenida. A primera vista pensé que se trataba d
un idiota que el Padre había recogido por misericordia. Sin embargo, n
la tonsura sin afeitar reconocí que efectivamente era el Servidor del
ñor. Estos hombres borrachos venidos a menos son muy comunes en
lero nativo del Oriente boliviano. Podría 'pensarse que los indios d -
precian a estos curas verdaderamente incontinentes, pero no es el a ()
pues ellos no han exigido a sus curanderos el voto de la castidad.
El corregidor de San Joaquín raras veces está sobrio. Un agradabl
maquinista alemán y un "turco", es decir un cristiano del Mont \
1 Balzan, Da Reyes..., op. cii., p. 50 Líbano con extraños tatuajes, representan el comercio. Entre otros tip H,

124 12
hay un señor que afirma ser un anarquista francés que posiblemente sea vidas. Actualmente se trabaja sin pausa y parece que esta vez con éxito.
un apache, y que se jacta de haber enseñado a las indias algún que otro Parece que los ingenieros del ferrocarril tratan bien a los indios caripunas
uso de los burdeles de París. Un español extraordinariamente distinguido que viven en esa zona, lo cual les honra.
y afable se comporta como el mandamás. Sin embargo, se rumorea que Sobra explicar que el día en que el ferrocarril sobre las cataratas del
no abandonó España por su propia voluntad. Hay aquí muchos bolivia- Madeira esté concluido, empezará una nueva época para el Oriente
nos, la mayoría hombres agradables y amables, aunque todos ellos tie- boliviano. Entonces el país estará abierto a hombres emprendedores.
nen esclavos indígenas por deudas. Los indios en San Joaquín son baure, Quizás lleguen brasileños, negros y mulatos que siembren y cultiven
pero ya no quedan muchos. De vez en cuando aparece un negro o un sobre las tumbas de los indios.
mulato, lo que nos indica que no estamos lejos de la frontera de Brasil. La vía férrea sobre las cataratas del Madeira tiene una importancia
Esta sociedad de indios y representantes de la civilización que han estratégica extraordinaria. Una vez terminada, Brasil podrá hacer de
transformado San Joaquín como otros pueblos en Mojas en grandes todo el Oriente boliviano un nuevo Acre. Pero nuestro tema no trata de
burdeles con cantinas de alcohol y chicha, me brinda una gran hospita- geopolítica internacional sino sobre indios.
lidad. Todos intentan ser lo más servicial posible. Desde San Joaquín viajamos en una "montería" (Lámina 25) bajan-
En San Joaquín participo en el festejo de un matrimonio indígena. do el río Machupo hasta el río Guaporé. La tripulación está compuesta
Es curiosa la escena en la que los parientes y conocidos llegan bailando por indios baures, remadores magníficos, resistentes y humildes. En el
con los regalos de boda. Uno viene con una silla, el otro con un cántaro, río Guaporé, por temor a los indios itenes, no nos atrevemos a levantar
el tercero entra bailando con un pato vivo, y así sucesivamente. un campamento y tenemos que pasar la noche a la intemperie, ancla-
Desde San Joaquín y desde otros pueblos cercanos, los blancos viajan
dos en la mitad del río.
con sus indios hasta las cataratas del río Madeira para llevar caucho que Los itene han resuelto hasta ahora con éxito y a su manera el proble-
intercambian por mercancías. En estos viajes ganan muchísimo dinero. ma racial entre indios y blancos. Todavía son independientes, todavía
También los indios son muy bien pagados, pero como consecuencia de su son temidos. "Los bárbaros de la Horquilla", como llaman a la con-
pasión por el aguardiente y de los altos precios en esa región, siempre aca-
fluencia del Machupo y el Mamoré, han logrado hacerse respetar tanto
ban endeudados con sus dueños. No es la ganancia lo que les atrae hasta
por los blancos como por sus criados, los indios civilizados. Les asaltan
el río Madeira, sino que les fuerza a ir hasta allí la esclavitud por deudas.
en sus canoas. Intentan sorprenderlos sobre todo por la noche cuando
¡Las cataratas del Madeira son un infierno! Nunca he llegado hasta
acampan a la orilla del río.
ellas. Sin embargo, a una distancia de cincuenta millas he escuchado su
Se habla mucho de su valentía. Un alemán, en otros tiempos teólogo
fragor, no el de las aguas que se precipitan, silla el lamento. de los muer-
protestante, se topó en la orilla del río con un joven itene. Éste no huyó,
tos, el quejido de las viudas y el llanto de los niños. Hay gente que dice
sino que apuntó con su arco al alemán quien, no obstante, le disparó e
que las cataratas del Madeira han cobrado más vidas que los bosques de
goma del río Beni. Son pocos los que se han estrellado contra los peñas- hirió.
Aún aSÍ,el joven se levantó para dispararle la flecha y entonces el
cos cuando las embarcaciones han volcado, pero innumerables los que
han perecido por la fiebre. Los mojeño y los baure más que otros tienen alemán le mató con un tiro de revolver.
"Mamá" fue la última palabra del moribundo. Esta palabra es casi
sus tumbas en las cataratas del Madeira. La mayoría han sido enviados
allí contra su voluntad para llevar entre peñas y por aguas tormentosas igual en todos los idiomas.
caucho desde los bosques hasta el gran río, hasta la industria. Ésta es una de las muchas historias que se cuentan sobre estos in-
Desde hace tiempo se intenta construir un ferrocarril con un trazado dios. Quiiás sea falsa, pero lo que sí es cierto es que los itene son temi-
paralelo a las cataratas del Madeira. También éste ha cobrado muchas dos y son independientes.

126 127
Es mejor morir con el arma en la mano que morir de fiebre como un
esclavo borracho en las cataratas del Madeira, aunque se tenga que pres-
cindir para ello del aguardiente y del cristianismo'.
Pero los itene necesitan a los blancos para una cosa, que es su maravi-
lloso hierro. Los itene, indios medio civilizados, asaltan a los blancos y
a sus criados fundamentalmente para conseguir un cuchillo o un hacha.
Capítulo Decimoséptimo
Cuando los blancos levantan campamento en la selva, a los itene les
basta merodear de noche por el campamento y mover suavemente al- En los bosquesde caucho
gunas ramas para que los valientes se arrojen en sus botes y dejen tras
sí machetes y otros objetos de hierro.
del río Guaporé
No es raro que un triste tapir ponga en fuga a gente armada que
huye al grito de "¡los bárbaros!"
En el año 1750, los indios del bajo río Iténez todavía eran pacíficos y
estaban seguramente bajo la influencia de los jesuitas de la misión de
Santa Rosa. A pesar de ello, desde hace más de siglo y medio son total- Los baure nos llevan hasta San Antonio, una barraca gomera en la
mente independientes. orilla brasileña del río. El gerente es un gentleman negro, formal, des-
D'Orbigny", que los califica como "valientes hasta la temeridad", en agradable y astuto.
1832 indicaba que entonces como hoy asaltaban a los blancos para ob- No lejos de San Antonio, en el río San Miguel, habita una tribu indí-
tener hierro. gena originaria e interesante que gracias a un brasileño, el Sr. Marcials,
Un blanco que ha mantiene una actitud pacífica hacia negros y blancos. A pesar de mis
visto sus sernbra- recomendaciones del Ministro brasileño de Relaciones Exteriores, el
díos, me decía que Barón Río Branco, no me da guías y gente para buscar a estos indios. El
son extraordinaria- capataz me da a entender que esa cuestión de la ciencia sólo es una
mente amplios y sus farsa. Lo que yo realmente estaría buscando sería caucho. No puedo
casas bien construi- por ningún medio quitarle esta idea.
das. Las flechas que La mayoría de los habitantes en la orilla brasileña del río Guaporé
disparan contra los son negros y mulatos. Desde el momento en que cruzamos la frontera
blancos están hechas entre la América española y la América portuguesa, entramos de lleno
con esmero. al mundo de los negros. En toda Bolivia se ven muy pocos y siempre se
¡Debe ser gente asegura que están desapareciendo cada vez más. Es evidente que a fi-
muy interesante! nales del siglo XVIII había más negros que ahora', En Bolivia nunca he
encontrado mulatos que perteneciesen a la clase alta. En cambio, en
Brasil es muy común. Si Brasil volviera a apoderarse de otra nueva re-
Ilustración 63 Mojo con estólica (tomado de Eder)
gión del Oriente boliviano, pronto pasaría a estar poblada por negros y
mulatos.
1 Cardús, op. cii., p. 288, dice que estos indios prefieren morir y desaparecer a entre-
garse y cerrar la paz con los blancos.
2 D'Orbigny, L'Homme Américan, op. cit., Tome 2, p. 260 1 Véase Viedma, op. cit.

128 129
Un día escucho que en una barraca no lejos de San Antonio han en-
trado en contacto con indios que están verdaderamente en un bajo ni-
vel de evolución. Me decido a llegar allí lo antes posible, y durante un
tiempo soy huésped de un criollo extremadamente amigable, Don En-
rique Cuéllar, y de su yerno, C. Vollrath, un alemán.
Aquí encuentro a los hombres más primitivos que nunca haya visto.
De igual modo que había animales salvajes que robaban en los
sembradíos de Don Enrique Cuéllar en Curichá, había seres humanos
que hacían lo mismo. Se puede observar que han estado entre las plan-
tas de plátano, que no han cortado sino que sencillamente han tumba-
do al suelo. Durante la estación de lluvias, la mayor parte de los bos-
ques de caucho de Don Enrique estaban inundados, de tal modo que la
barraca y los campos de cultivo formaban una isla. Y sin embargo los
ladrones seguían allí.
Un día que Don Enrique remaba por sus campos de cultivo, vio a
dos indios de la selva en la orilla. Los atrajo amigablemente hasta él. Se
trataba de un anciano que cojeaba y de un muchacho de catorce o quin-
ce años. Como el anciano no podía correr, se dieron cuenta que no iban
a escapar. Estaban desarmados. Se acercaron al hombre blanco temblan-
do de miedo.
Don Enrique vio entonces que el anciano tenía en una de sus manos
una herida gangrenada y que estaba muy enfermo. Los invitó a sentar-
se en la canoa, lo que acabaron haciendo después de muchas vacilacio-
nes. En el tiempo que tardaron en llegar remando a la barraca, el mu-
chacho permaneció sentado al lado del anciano manteniendo una hoja
sobre su mano para proteger la herida de los rayos del sol. También
más tarde y en todo momento trataba al anciano con verdadera ternura.
Permanecieron algunos días con Don Enrique, quien les dio man-
dioca, plátanos y pollos, que cocinaron en una olla que habían llevado
consigo. No querían comer bajo ninguna excusa nada que ellos mis-
mos no hubiesen cocinado.
A pesar de la abundante alimentación recibida, una noche abando-
naron la barraca. Durante algunos días, Don Enrique no escuchó nada
más de ellos. Sin embargo, un día el muchacho regresó completamente
desesperado. Se comportaba como loco, chillaba, daba alaridos, canta-
ba, hasta que finalmente consiguió que algunos hombres le siguiesen
un trecho por la selva. Lámina XXI Muchacho chácobo. Las piernas y los brazos están envueltos
con cintas delgadas de madera.

130
131
Encontraron al anciano muerto debajo de un pequeño techado de
hojas de palmera. El muchacho había colgado por encima de su bo
un plátano. Los hombres querían enterrar el cuerpo pero el chico ,
opuso. Después, el muchacho siguió a los hombres hasta la barraca.
Cuando llegué a la barraca de Don Enrique, traté por todos los m
dios de hacerme amigo del joven. Le permitía pintarme la cara de color
rojo fuego con "urucú" o ponerme en el cabello plumas con cera.
Era evidente que en la barraca se encontraba a gusto. Le interesaban
especialmente las mujeres, incluso las ya entradas en años, a quien 's
perseguía de un modo un tanto indecente. Nunca se lavaba y nun <
peinaba su hirsuto cabello marrón oscuro. El color de su piel era partí
cularmente claro, similar al de un blanco que hubiese tenido una fu rtc
anemia que padeció por estar en los trópicos durante mucho tiem po.
Durante estos días deambulamos solos por los bosques y los cam
pos cazando y buscando miel. Él ordenaba y yo obedecía. Un día que
encontró un árbol con miel, me dejó trabajar mientras se sentó tranqu i
lamente y me observaba. Hacemos fuego pero soy yo quien tien que
recoger y encender la leña.
Cuando estoy persiguiendo las pavas y mis pesados zapatos no n \
permiten andar sigilosamente, el salvaje se burla de mí desde su in r 'í
ble habilidad para deslizarse silenciosamente por la selva.
Habría dado con todo gusto cualquier cosa para que me en ñs rn
algo de su lengua, pero el bribón no quiere.
El joven trajo consigo algunas cosas de la selva. Su único instru m 'n
to es el diente de un roedor engastado en un mango.
Tengo mucho interés en intercambiar algunos de sus objetos p .ro
resulta imposible. No se interesa en absoluto por mis pañuelos e 1 ri
dos, ni siquiera quiere mirarse una vez en el espejo, tampoco le da grQn
valor a un cuchillo.
Un día que está sentado afilando con el diente con mango una flv
cha, creo que es el momento de conseguirlo. Cuando le ofrezc u n.i
navaja a cambio, no quiere y tampoco quiere cambiarla por un me he
te grande. Inclusive le ofrezco un hacha, pero tampoco consigo u 11i
serable instrumento. El salvaje de lo profundo de la selva sencillam I
te no conoce el valor del hierro.
No le interesan mis regalos. Me arroja de vuelta lo lori los
Lámina XXII Mujer chácobo moliendo maíz en una gran artesa pañuelos y las cuenta d vidrio.

132 IH
Cuando Don Enrique encontró por primera vez al anciano y al Aquí ya no se puede hablar de indios de diferentes tribus, sino sim-
muchacho, estaban completamente desnudos. Le dio al muchacho una plemente de trabajadores del caucho. Chiquitano, baure, itonoma, me -
camisa para que pudiera mostrarse algo más decente en la barraca. La tizas, todos están hacinados bajo el mismo techo. Viven en barraca.
primera camisa que le dieron la hizo trizas por completo, la segunda la ualquier lazo familiar se ha disuelto. No tienen sembradío propi ,
cortó por abajo hasta a la altura del ombligo. Así estaba más cómodo. tampoco casa propia. Apenas algunos están casados. La mayoría tien
Lo que nosotros llamamos sentido de la vergüenza es absolutamente mujeres no casadas que van de brazo en brazo. Así se propagan la
desconocido para esta gente. 'nfermedades'venéreas, mientras que las mujeres con niños escasean.
Poco a poco consigo ganarme la confianza del muchacho y todo pa- La mortalidad entre los niños recién nacidos es muy alta. Cada vez e
rece ir desarrollándose bien. Con condescendiente obediencia me pon- más difícil conseguir nuevos trabajadores. La única posibilidad es com-
go al servicio de mi señor de la edad de piedra. prarlos, comprar los esclavos por deudas de otros; aquí, un hombr
Pero entonces pasa algo que pone rápidamente fin a la amistad y la trabajador tiene un precio no inferior a los mil Bolivianos. Un mucha-
transforma en un odio absurdo. cho puede valer en torno a los cuatrocientos Bolivianos. Generalment ,
Había salido junto al salvaje ya mi compañero Moberg en una ex- el precio de las muchachas depende de su apariencia física.
cursión a remo. Entonces Moberg avistó un caimán y lo mató de un tiro A causa de la escasez de niños, en el futuro el reclutamiento s r
certero. Desde este momento, el muchacho no puede soportarme ni a aún más difícil, a no ser que inmigren nuevos elementos.
mí ni a Moberg. Siuno de nosotros se acerca a su hamaca, sale corriendo. Ha desaparecido cualquier huella de la artesanía y la cultura indí
Nos rechaza furiosamente. Hemos cometido algo terrible al asesinar al nas. A esta gente, la vida no le ofrece otra cosa que trabajar para us
caimán. Poco después sigo mi viaje. Subimos el río Blanco. amos los días de diario, empinar el codo los días de fiesta y doblar I
Con toda probabilidad, los indios en Curichá son sirionó que ya he codo de borrachos en las grandes festividades misionales. En los pu -
citado repetidamente y a los que volveré más adelante. blos, estas festividades se celebran con misa y aguardiente. Aquí n
Antes de abandonar Curichá quiero decir algunas cosas sobre la vida hay misas, aquí hay un solo Dios, y ese Dios es el aguardiente.
en una barraca como ésta". Puede ser injusto afirmar que todos los patrones de las barracas 1'1
unos canallas, aunque haya muchos. No, también entre estos señ r s
hay gente bastante agradable y frecuentemente las condiciones son v r
2 Mientras estaba en San Antonio y en Curichá, reuní información sobre las tribus daderamente patriarcales. Sin embargo, como consecuencia de la '-
que viven en el río Guaporé o en las cercanías de este río, más arriba de los lugares
clavitud por deudas, todos ellos son amos de esclavos aunque much
mencionados. En las proximidades de Las Piedras hay un pequeño número de
indios palmelas que ya han sido civilizados. Cerca del cerro San Simón, conocido les traten humanitariamente. Así, estoy convencido de que Don Enri-
en el Oriente boliviano por su riqueza en oro, viven unos indios' que se llaman San que es un hombre realmente decente que sólo pega a sus indios cua 1'1 o
Simonianos. Parece que son completamente pacíficos, a pesar de que son maltrata-
dos por los blancos. En la misma región, supuestamente hay también indios salva-
éstos tratan de escapar.
jes. En los alrededores del río Paraguá viven los pauserna, que se llaman a sí mismos El caucho es caro pero eso no significa que el propietario de un de
guarayo y que efectivamente pertenecen a esta tribu. Son pacíficos y sería fácil estu- estas barracas gomeras gane mucho dinero. Los intermediarios y lo.
diarlos, También en los afluentes del curso superior del río Guaporé viven numero- transportistas se tragan las ganancias. Los que más ganan con el n go-
sos indios completamente desconocidos; sin ningún lugar a dudas, merece la pena
investigar en los pequeños afluentes que desembocan en el río Guaporé. Sin embar-
cio del caucho están sentados en la civilizada Europa o en Norteam ri
go, no animaría a nadie a investigar en estas regiones, ya que el riesgo de muerte o o son propietarios de regiones colosales, como Don Nicolás Suár z.
de menoscabo de la salud es demasiado alto. Las fiebres graves y una enfermedad Se afirma, y no tengo ninguna razón para dudar de ello, qu mu-
similar a la disenteria son muy comunes aquí. Viajar en las regiones fronterizas entre
chos bosques de caucho han sido explotados tan duramente qu 1)5
Brasil y Bolivia es muy caro. Es prácticamente imposible conseguir acompañantes
para el viaje, de modo que hay que traerlos desde otras regiones. han destrozado. De nuevo encontramos la explotación abusiva.
1.l5
134
En nuestro recorrido apenas hemos tocado las regiones gomeras. Las húmedo, los mosquitos y el resto de insectos picadores. Con seguridad
narraciones que uno escucha del río Beni, del río Madre de Dios y de es un buen recolectar de caucho.
sus afluentes, son espeluznantes. Quizás mucho sea exageración, pero El mayor error del trabajador indígena es que aún teniendo las con-
de todo ello algo es cierto: la población indígena libre y creativa ha sido diciones para hacerla, casi nunca intenta esforzarse en ahorrar para
arrasada o transformada en un proletariado miserable, ansioso de aguar- ganar se su independencia económica o mejorar su posición. Suele fal-
diente. Para satisfacer las necesidades de la industria en Europa y tarle cualquier tipo de anhelo. Como ya he señalado, básicamente es el
Norteamérica, estas regiones son esquilmadas. ¿Con qué derecho? aguardiente el que le mantiene encadenado.
A causa de la civilización, los débiles deben perecer. No es tanto la Taly como son aquí las circunstancias, no es extraño que pierda cual-
crueldad de personas concretas contra los indios lo que me indigna, sino quier interés por mejorar su posición. Simplemente es consciente de la
la esclavitud de toda una raza. Los blancos llaman a los indios no cristia- situación desesperada a la que se enfrenta.
nos "los bárbaros". Quien lea a Koch-Crünberg"o mi libro" La Vida de los Una desgracia para todos, tanto para los blancos como para los in-
Indios" se dará cuenta que los bárbaros realmente son los blancos. dios en estas regiones, es lo muy caro y malo que es todo a causa de los
En todos los lugares a los que he llegado, he preguntado a los amos, costos del transporte. El indio libre, por ejemplo, hace su propia ropa,
especialmente a los europeos emigrados, cuál era su opinión de los in- sólo le cuesta algo de trabajo. El indio civilizado compra los vestidos a
dios como trabajadores. Por lo general, sólo tenían palabras de elogio. altos precios y son mezquinamente malos. Casi nunca procura
Son resistentes y modestos. Respecto a la pregunta de cuáles son los conseguirse algo nuevo para que le dure bastante tiempo. Se alegra, no
mejores indios, las opiniones difieren; un francés, José Sciaroni, señaló obstante, de que por algún tiempo se va a ver bien. No puede resistir la
a los chiquitano, otro a los mojeño, etc. Todos estaban de acuerdo en tentación de comprar algo que le encandile. El indio no cuida su
que los indios son mejores trabajadores que los mestizos, y también el economía.
autor coincide con satisfacción en esa opinión. En la mayoría de los casos, el indio civilizado tiene algo en su carác-
Elindio es un remero extraordinario. Es también excelente en la selva; ter que le predestina a ser esclavo. Si lo azotan lloriquea, pero cuando
maneja hábilmente el machete y soporta pacientemente el ambiente han terminado se pone de pie con tranquilidad y se abrocha el botón
de su pantalón. Rara vez o nunca le clava a su dueño el machete entre
las costillas para vengarse de una injusticia. Ni siquiera se venga cuan-
3 Tal y como aparece en las descripciones de Koch-Grünberg, no parece que la cosa
sea mejor en el norte de Brasil y en Colombia. También ahí el caucho es la desgra- do le han quitado su mujer. Es seguro que el odio está en su alma pero
cia de los indios. El autor cierra su excelente libro de viajes de la siguiente manera nunca se atreve a mostrarlo. Algunas veces intenta huir pero normal-
(Zwei Jahre unter den lndianern, Berlin 1910): "El hálito apestoso de una pseudo- mente lo atrapan de nuevo y entonces recibe castigos terribles.
civilización ronda a la gente de piel morena sin derechos como nubes de saltamon-
tes que todo lo destruyen, la caterva deshumanizada de los recolectores de caucho
Aquí es conveniente recordar lo que D'Orbigny dice de los yuracaré
avanza cada vez más. Los colombianos ya se han asentado en la desembocadura libres respecto a que en su lengua no tenían la palabra castigo, así de
del Cuduiary y se llevan a mis amigos muy lejos a los mortíferos bosques de cau- ajeno era para ellos.
cho. El pan de cada día son las brutalidades, los maltratos y el asesinato. Los brasi-
En gran medida, la educación recibida en las misiones ha contribui-
leños en el Caiary bajo no son mejores. Las plazas de las aldeas están desiertas, las
casas arden hasta las cenizas, y la selva se apodera nuevamente de los cultivos que do a hacer a los indios dóciles y dependientes. Los indios civilizados
carecen de manos laboriosas. Así se extermina a una raza fuerte, a un pueblo con no tienen el suficiente sentido de pertenencia grupal como para unirse
excelentes dotes de espíritu y de corazón. Un grupo humano con capacidades de en un amotinamiento. La aversión de las distintas tribus entre sí y el
desarrollo es destruido por las brutalidades de estos modernos bárbaros de la civi-
lización". gran número de idiomas completamente diferentes les impiden actuar
Koch-Grünberg es el explorador viajero vivo más destacado que trabaja en juntos. No se sienten como una sola raza, como indios, sino como mo-
Sudamérica. Véase también Apéndice. jeño, canichana, cayubaba, etc. Consecuentemente, en toda América los

136 137
blancos siempre han logrado hacer luchar una tribu contra otra. En bas- El Carmen de Mojas se encuentra situada bastante lejos de cualquier
tantes ocasiones, algunas tribus estaban tan desunidas que una parte conexión. Lo más fácil para llegar aquí es vía Guarayos, es decir cuan-
de ellas ha luchado del lado de los blancos contra sus propios compa- do se llega desde el lado de Santa Cruz de la Sierra.
ñeros de tribu". Los indios de aquí son una mezcla de indios chapacuras y baures.
Balzan" señala como rasgo desagradable de los indios civilizados y En El Carmen parece que los blancos han tratado a los indios como
corrompidos por los blancos el que sean desagradecidos cuando se les les ha dado la gana. D'Orbigny" narra como los curas y los corregidores
trata bien. tan pronto como las niñas tenían una edad entre nueve y diez años,
Infelizmente, también tengo que reconocer que no siento gran sim- hacían que se las trajesen. Los señores consideraban esta edad como la
patía por los indios civilizados, al tiempo que confieso que los indios más apetitosa.
que viven independientes, sí gozan de ella. Pero al mismo tiempo quie- Cuando llegué a El Carmen a finales de febrero, no había allí ningún
ro añadir que son los blancos los que los han hecho antipáticos. cura y sólo pocos indios. Habían muerto en los gomales o en las catara-
Las condiciones económicas en los bosques de caucho son tales que tas del Madeira. Los blancos han asolado también estas regiones y en la
es mucho más provechoso recolectar goma que cultivar la tierra fértil. actualidad casi sólo quedan niños y mujeres.
En consecuencia, como los sembradíos de esta región no alcanzan a La relación entre el número de hombres y mujeres en todo el Orien-
alimentar a los trabajadores del caucho, el arroz, el azúcar, el maíz, etc. te boliviano, con excepción de la Misión de Guarayos, no es natural. En
son importados desde otras regiones de Bolivia, como por ejemplo Sara El Carmen, en Santa Cruz de la Sierra y en Mojas, las mujeres represen-
y Guarayos. Gracias a la industria del caucho, aquí no se están inician- tan la inmensa mayoría debido a que los hombres, ya sea libremente o
do grandes cultivos que pudieran conducir a un futuro próspero cuan- en contra de su voluntad, han emigrado a los gomales. Lógicamente,
~~ la goma se acabe. Cuando ya no haya más caucho, los vampiros se en los distritos caucheros la situación dominante es la contraria. Allí
iran a otra parte y las termita s corroerán las viviendas. hay más hombres que mujeres. En Santa Cruz, por ejemplo, hay 5.000
En las regiones gomeras, el aguardiente es obviamente un producto hombres y 9.000 mujeres, en la Provincia Vaca Díez en el Beni (1905)
de importación extraordinariamente importante. También el champán, había 931 hombres y sólo 642 mujeres".
cognac, whisky, etc. encuentran camino hasta estos bosques. Incluso No necesito insistir en el hecho de que estas proporciones no son
conozco a un señor que los elabora con aguardiente, colorantes y otros sanas. En toda Bolivia, sólo encontramos esta situación anormal en las
ingredientes. regiones que directa o indirectamente dependen de la industria del
Tal y como se ha venido desarrollando la situación económica, gran caucho.
parte de la población en el Nordeste de Bolivia vive del envío de ali- En El Carmen hay indias bonitas y de buena constitución aunque
mentos a los bosques de caucho. viven una vida disipada. Las jóvenes llevan collares hechos de mone-
Desde Curichá viajamos en una pequeña lancha que pertenece a Don das de media Libra Esterlina o de una Libra que se han ganado con el
Enrique a otra barraca llamada Versalles. Una parte del camino trans- amor. No se avergüenzan de mostrarlo.
curre por bosques inundados. Es realmente extraño que un vapor viaje
a través de un bosque y más aún de un bosque que durante parte del
:ño está completamente seco. Desde Versalles subimos con otro peque- 6 D'Orbigny, Voyage...r Partie historique, 3/I, p. 88
no barco a vapor por el río Blanco hasta El Carmen. 7 Revista del Ministerio de Colonización y Agricultura (La Paz 1907).No estoy del todo
convencido de que estas cifras sean correctas, ya que los datos que proporcionan
los Prefectos y Corregidores no son nada confiables. Sin embargo, durante todo mi
4 Véase por ejemplo Erland Nordenskíold, La Vida de los Indios, p. 215 viaje he podido observar que la relación entre el número de hombres y de mujeres
5 Balzan, Da Reyes ..., op cit., p. 49 es anormal.

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Lámina XXIII Interior de una cabaña chácobo. En el suelo puede verse el fuego para
la preparación de la chicha de mandioca y una hamaca en confección.
De las vigas cuelgan mazorcas de maíz secándose.

140 141
Entre los yuracaré y los chácobo, en las lejanas profundidades de la
.,·Iv ,las mujeres trabajan de la noche a la mañana. También en el Cha-
l'() he podido admirar a las indias como madres y como amas de casa.

L. india civilizada de Mojas suele ser una traidora a su tribu, a la que


I \ va siempre "bien" gracias al amor de los hombres blancos.
Entre la mayoría de los indios independientes, las mujeres están ex-
luidas de las borracheras. La mujer representa aquí el elemento abste-
mio de la sociedad. La india civilizada compite con el hombre blanco
bebiendo. Ésta es una horrible verdad.
¡Mujer indígena, ten cuidado! No siempre te vas a mantener hermo-
sa. También sirves para recolectar caucho. Yaempiezan a pensar en ello.
No quedan muchos hombres en El Carmen. Su trabajo es peor paga-
do que el de las muchachas. Reciben por un trabajo ordinario un sala-
rio mensual de 10 Bolivianos, por recolectar caucho les pagan 15 Boli-
vianos, por remar hasta Villa Bella 25 Bolivianos y por remar desde
Villa Bella a San Antonio en las cataratas del Madeira 45 Bolivianos.
La mayoría, sino todos los indios en El Carmen, son esclavos por
deudas.
En las cabañas de los indios de El Carmen no veo muchos objetos de
interés. La cestería parece ser la artesanía originaria que mejor ha resis-
tido a la influencia de los blancos. Los cestos no resultan fáciles de sus-
tituir con algo que los blancos hayan introducido; los que las mujeres
emplean para guardar sus husos y cosas por el estilo, son especialmente
curiosos (Ilust. 65)

Ilustración 64 Y 65.64 Cedazo para la mandioca, San Joaquín ('/,,); 65a Cesto para guardar husos
y cosas Similares, El Carmen; b Muestra la técnica de confección (a 't« b '12), baure

142 143
cabañas se ven cruces y pequeñas imágenes de Santos y de la Virgen,
aunque seguramente hay alguno que otro que no es cristiano. Los ador-
nos de pluma y las máscaras de baile son reminiscencias de tiempos
antiguos. Conseguidos no es nada fácil. En El Carmen de Mojas hay
una máscara de madera redonda muy conocida. Los indios no querían
Capítulo Decimoctavo
ni mostrármela y mucho menos vendérmela, ya que quien posee la
mascara tiene el poder de matar a otros hombres. Por uno de los gran-
Cuentos y religión des adornos de pluma con los que los indios bailan en la iglesia de
Trinidad le pedían a un alemán trescientos Bolivianos. Conmigo ni que-
de los indios civilizados rían hablar de la venta de una de esas magníficas coronas de plumas.
Sólo en San Joaquín conseguí un adorno similar. La mayoría de los in-
dios civilizados todavía creen en los hechiceros.
Si uno quiere conocer a los indios, tiene que llegar a ellos como un
Antes de dejar El Carmen e ir a visitar las prósperas misiones de Guara- compañero, como un igual. Así fue mi trato con los indios del Gran
yos, quiero tratar sobre algunas anotaciones que hice de los cuentos y Chaco. Sin embargo, esto no era posible entre los indios mojeños o
la religión de estos indios, que también contribuyen a conocer los in- baures oprimidos. Aquí yo era un señor y ellos eran servidores, lo con-
dios civilizados de esta región.
trario resultaba del todo imposible. No conseguí, por tanto, conocer
Los indios civilizados son cristianos, pero han conservado muchas muchos de sus cuentos y creencias.
de sus antiguas creencias. La Iglesia Católica, como es sabido, tiene un A pesar de ello, durante mis viajes en canoa, en medio de la selva los
extraordinario talento, el de tolerar costumbres paganas en la medida indios de El Carmen me contaron algunas cosas alrededor de la fogata.
en que no contradigan sus propios dogmas. He visto bailar en Trinidad La selva hace que los hombres se acerquen, no soporta diferencias so-
después de misa a los indios mojeños ataviados con coloridos adornos ciales o de raza.
de pluma. Entraron bailando al templo con la mayor reverencia y serie- Hablaron conmigo sobre el gran devorador Mókonomóko.
dad, y delante del Altar caían de rodillas. Era todo un cuadro realmen- El Padre Tierra Mókonomóko llegó apesadumbrado por todo lo malo
te expresivo ver cómo estos indios adornados con vistosas plumas de que sus hijos le habían hecho y se comió los productos de todos los cam-
las parabas, de los pequeños papagayos y de los tucanes, se hincaban pos, maíz, plátanos y otras cosas. Después se tiró al río para que todo se
en tierra ante la Virgen María. Es el cristianismo indígena, La bebida es pierda, y así los humanos se quedaron sin semillas para sembrar. No
inseparable de la religión. Los días de fiesta se empina la botella a fon- tenían absolutamente nada. Desesperados buscaron a Mókonomóko que
do en honor de la Virgen María y de los Santos. Estar durante una fies- se había arrojado al río, pero no lo encontraban, Después buscaron al
ta católica en una aldea religiosa es desagradable hasta la repugnancia. buitre para que les ayudara. El buitre encontró a Mókonomóko y les en-
El cristianismo para la mayoría de los indios es sinónimo de aguar- señó el lugar. Lo arrastraron hasta la orilla pero no podían abrirlo p,ara
diente. "Jesucristo estaba borracho en la cruz", me dijo una anciana sacar las semillas. Le pidieron al pájaro carpintero que les ayudara. Este
indígena. No sé si fue el cura quien le había enseñado esto o no, pero perforó un agujero en el estómago de Mókonomóko por el que pudieron
de ser así, ella pensaba que tenía derecho a beber. sacar las semillas y sembrar de nuevo.
Realmente, los indios cristianos están en la más profunda ignoran- Una versión diferente del mismo cuento empieza así:
cia de la doctrina y dogmas del cristianismo. No me atrevería a afirmar Había una vez un anciano que se llamaba Mókonomóko. Su hija se
en qué creen. Son muy beatos, a veces hasta fanáticos. En todas sus casó, pero Mókonomóko no aguantaba a su yerno. Quiso matarlo y le

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145
env~~a recoger la serpiente cascabel, pero ésta no le mordió. Luego le sembradío con el pico hacia arriba para que llueva. Cuando florece el
envio a recoger al sol, pero 10 dejó caer porque lo quemaba todo'. Des- maíz, los baure no van al campo porque en ese tiempo los espíritus les
~)Uésle envió a hacer una canoa para que el jaguar 10 devorase, pero el roban su' alma. Si uno de estos indios va de caza y se encuentra una
Jagu~~no le devoró. Cuando estaba haciendo la canoa, vino el suegro tortuga, regresa, ya que esto significa mala suerte en la caza. Cuando
d~ visita. Cuando el yerno vio venir al suegro, le lanzó una rama que le
quiere ir de pesca, no cuelga su hamaca para tener buena suerte. Cuan-
dIOal suegro en los ojos dejándole ciego.
do los baure escuchan gritar a un pájaro que se llama "pica",los sirionó
Entonces el suegro envió al yerno a pescar para que se 10 comiese el están cerca. Al arco iris le llaman "nyá". Creen que es una gran serpien-
caimán, pero el caimán no se 10 comió. Eljoven le dio al anciano un pez
te que ha salido de un gran lago.
par~ comer, pero éste no se quedó satisfecho sino que empezó a comer Los baure creen en los hechiceros. También creen que hay gente que
maiz y todo lo que pudo conseguir de todos los sembradíos (continua puede predecir el futuro. Entre otros indios nunca he escuchado hablar
como la versión de más arriba).
de adivinos o adivinas, por lo que es posible que esta creencia haya
La siguiente historia corta y divertida trata igualmente del gran de- sido introducida por los españoles. Al no haberle dedicado mucho tiem-
vorador Mókonomóko.
po y atención al asunto, no me atrevo a afirmar nada definitivo al res-
Un)oven s~ cas~ con la hija de un hombre que era un gran enemigo pecto".
de Mo~~nomoko. Este se enfadó por ello, robó la mujer del joven y la Parte de los cuentos que narran los indios civilizados, provienen sin
escondió. El hombre buscó a su mujer y llegó hasta los pájaros siri-siri
duda de los españoles. Estos relatos contienen motivos europeos muy
que le llevaron a su aldea, ya que desde hacía mucho tiempo no habían conocidos. Pero como tienen un colorido local sudamericano y apare-
tenido a ningún hombre y todas eran mujeres. Se lo llevaron con ellas cen animales sudamericanos, me parecen interesantes. Tratan del zorro
para tener hijos suyos.
y del jaguar.
El joven, que ya no soportaba estar allí y que ya estaba saturado de El zorro se encontró al jaguar en el bosque mientras éste estaba co-
t~ta mujer-, le.pidiÓ a su padre, quien podía hacer magia, que lo reco- miendo carne fresca. El jaguar le dio al zorro un pedazo de carne y le
giera. Su ~ensaJero fue Kúrúkúri (de la familia Elateridae). Elpadre envió
dijo que tenía que llevárselo a su mujer. El zorro se puso la carn~ e.~l~
una serpiente a recogerlo. La serpiente se puso en camino y se lo comió.
espalda y se la llevó a la mujer del jaguar. Como ya era tarde, le pIdIOSI
Eljoven se dejó comer por la serpiente con la condición de que le devolvie- podía quedarse a pasar la noche y le preguntó dónde podía echarse. La
se su esposa. Se dijo que ella estaba con Mókonomóko. Entonces la ser- mujer le mostró una esquina de la habitación. "Ahí no quiero echarme,
piente devoró a la muchacha y se la llevó a su marido. Furioso, ahí hay muchas hormigas", dijo el zorro. Entonces la mujer del jaguar
Mókonomókn siguió a la muchacha y el muchacho, y se los comió a ambos.
le señaló otra esquina, pero el.zorro tampoco quería dormir ahí por-
Estas son las historias de los baure sobre el gran devorador Mókono- que, según él, había demasiados mosquitos. La mujer del jaguar le mos-
móko.
tró una tercera esquina, pero el zorro dijo que había demasiadas niguas
Cuando una mujer baure en El Carmen ha tenido un hijo, su marido
y que no quería echarse ahí. Finalmente, la mujer del jagu~r ~eñal~ la
no pega un solo tiro durante siete días. Se trata del remanente de una
hamaca de su marido que estaba colgada sobre la de ella. Ahí SIse qUISO
costumbre muy difundida, la couvade, según la cual el hombre tiene
echar el zorro.
que estar echado durante el puerperio. Cuando los baure siembran maíz, Por la noche, el zorro metió un pie en la hamaca de la mujer del
se llevan un pato y se 10 comen; entierran la cabeza en el borde del
jaguar. Aunque ésta no quería, el zorro se descolgó y durmió con la

1 Posiblementeno haya entendido correctamente esta parte.


2 Eufemismo
3 En el antiguo Perú, los adivinos eran frecuentes.
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147
mujer del jaguar'. El zorro se levantó temprano. Al irse, ensució en el Cuando el jaguar se había ido, el zorro habló con el buitre: "Abre
umbral de la puerta y se marchó. bien tus ojos para vigilar que no me escape". Cuando el buitre los abrió
Entonces el jaguar prometió matar al zorro y se puso a buscarlo has- al máximo, el zorro le arrojó un puñado de tierra en los ojos, le acercó
ta que lo encontró cuando estaba comiendo totaí". la raíz de un árbol y dijo: "Aquí tienes mi cola. ¡Agárrala!" El buitre
"He venido para matarte", dijo el jaguar. agarró la cola y el zorro desapareció.
"No lo hagas, ven y prueba primero esto tan rico que he encontra- Cuando regresó el jaguar, el buitre, que seguía agarrando la raíz,
do", respondió el zorro. dijo: "Ahora lo tenemos. Lo tengo agarrado por la cola" . El jaguar cavó
Eljaguar probó y le parecía muy bueno. "¿De dónde has sacado esto?" toda la cueva, pero no encontró al zorro, que ya estaba lejos.
Entonces el zorro puso sus testículos en una piedra; colocó un fruto De nuevo, el jaguar se puso a buscar al zorro para matarlo. Lo en-
debajo y golpeó con otra piedra, al tiempo que rápidamente quitaba contró recolectando miel. "Ahora sí, he venido para matarte", dijo el
sus testículos. Seguidamente, el jaguar puso sus testículos sobre la pie- jaguar.
dra y el zorro golpeó. Mientras el jaguar se revolcaba en el suelo del "No, no lo hagas, ven y prueba primero esto tan sabroso que he en-
dolor, el zorro salió corriendo. contrado", respondió el zorro. El jaguar probó la miel y entonces se
El zorro encontró un carretón en el que había queso. Se echó en el fueron juntos al sembradío del jaguar a cavar. El zorro le dijo al jaguar
suelo y se hizo el muerto. El cochero se bajó y golpeó con el látigo al que era capaz de cavar con tres palas. El jaguar lo mandó a la casa a
zorro, pero éste no se movió. "Va a ser una buena piel como manta de recoger tres palas.
mi silla de montar", dijo el cochero arrojando al zorro detrás de sí sobre Cuando el zorro llegó a la casa del jaguar, se llevó a la mujer y la hija
el carretón. El zorro arrojó un queso tras otro del carretón y finalmente del jaguar para cargar las palas. Cuando llegaron al bosque, las violó" y
él mismo saltó. salió corriendo de allí.
El jaguar encontró al zorro cuando estaba comiendo queso. "Ahora Aunque las dos historias que siguen no tienen ninguna relación di-
he venido para matarte", dijo el jaguar. recta con la anterior, me las contaron como continuación de ella.
"No lo hagas, ven y prueba primero esto tan rico que he encontrado", El jaguar le contó al zorro que le estaban siguiendo y le pidió que lo
respondió el zorro. El jaguar probó el queso y le pareció muy bueno. ayudase a encontrar un buen escondite. El zorro ató al jaguar a un palo
"¿De dónde has sacado esto?", preguntó el jaguar. El zorro mostró santo? y se dio a la fuga. Las hormigas mordían al jaguar y éste les pi-
la luna que se reflejabaen el agua. Entonces ató una piedra en el cinturón dió a todos los animales que pasaban que lo soltasen. Pasó una vaca,
del jaguar y éste saltó al agua a sacar el queso. El jaguar se hundió pero cuando el jaguar le pidió ayuda le dijo: "No, no lo voy hacer, por-
hasta el fondo y cuando ya empezaba a tragar agua, una piraña mordió que si te desato me vas a comer". Más tarde pasó el venado. Cuando el
la cuerda con la que estaba atada la piedra. Eljaguar salió de nuevo y en jaguar le pidió que lo soltara, el venado respondió: "No, seguro que me
la orilla vomitó mucha agua. El zorro ya había salido corriendo de allí. comes". Luego pasó un toro. El jaguar le pidió que lo desatase pero el
El jaguar se puso de nuevo a buscar al zorro para matarlo. Encontró toro contestó: "No, no lo voy hacer, porque si te desato me vas a comer".
al zorro, pero éste corría tanto como podía hasta que llegó a una cueva
en la que desapareció. Cuando llegó el jaguar, no sabía con qué podía
6 Eufemismo
desenterrar al zorro. Llamó a un buitre, le pidió que vigilase la cueva y 7 Este árbol tan frecuente aquí, Riplaris, vive en simbiosis con una hormiga grande
e fue corriendo a casa para buscar una pala. de color rojo amarillo, Pseudomyrma, muy desagradable. Durante mi viaje en Ca-
noa subiendo el río Blanco, me acompañaba un mestizo que una vez había atado a
un indio a uno de estos árboles. Me dijeron que el indio estaba ciego y se había
4 Eufemismo vuelto loco. Este hombre brutal me resultaba extremadamente incómodo en com-
5 Acrocomia totay paración con el amable asesino al que había alquilado la canoa.

148 149
Finalmente vino una vaca vieja. El jaguar le suplicó que lo desatase del
árboL La vaca lo hizo y el jaguar la devoró al momento.
El zorro llegó a una estancia y robó lazos. La gente de la estancia
hizo nuevos lazos, pero el zorro también los robó. En la estancia dor-
mía una mula. El zorro y sus compañeros la ataron con todos los lazos
que el zorro había robado, para arrastrada. Amarraron los lazos a sus Capítulo Decimonoveno
cinturones. En el momento en que empezaron a tirar, se despertó la
mula y salió disparada de allí. La mula arrastró a todos los zorros de-
trás de ella y todos murieron. Desde este tiempo ya no hay zorros, es
El país de los guarayo
decir, a excepción de uno. Cuando la mula regresó a la estancia, recibió
dos arrobas" de maíz porque había devuelto los lazos.
Desde cierto punto de vista, estos cuentos me parecen interesantes:
nos muestran cómo se transforman tales relatos cuando se cuentan de
un pueblo a otro, cómo se adaptan a un nuevo medio.
Este capítulo sobre las creencias populares de los indios civilizados, Paganos y cristianos
esta mezcla entre lo viejo y lo nuevo, demuestra lo importante que re-
sulta recopilar relatos y creencias antes de que lo nuevo desplace a lo Abandonamos El Carmen de Mojas y remontamos a remo el río Blan-
viejo. co en dirección a las misiones de Guarayos.
Si se sube a la torre de la iglesia de Ascensión, la más grande de
estas misiones, se tiene un magnífico panorama. Hasta donde alcanza
la vista se ven inmensos bosques de palmeras, interrumpidos aquí y
allá por colinas, montañas y alguna que otra pampa. Es un mar de ver-
dor en el que destaca especialmente la palmera de cusi' de hojas largas.
Muy lejos en estas selvas de difícil acceso todavía viven los salvajes
sirionós, los enemigos a muerte de los indios guarayos y el terror de
muchos blancos. En el bosque cercano a la misión escasea la caza, pero
Ilustración 66 Vasija cerámica encontrada en una tumba en el río Palacios
en lo profundo de la selva se encuentran numerosos jabalíes, tapires y
en la Provincia Sara. Bolivia ('/.) jaguares. Grandes manadas de monos trepan por las marañas de lianas.
La vista desde Yaguarú y Urubichá es parecida, aunque no tan gran-
diosa. Estas dos reducciones, junto a San Pablo, Yotaú y Ascensión, son
las cinco misiones en las que viven los guaraYQcristianos. Dos ríos sur-
an la región de Guarayos, denominada así por el nombre de sus habi-
tantes: son el río Blanco, que ya hemos conocido, y el río San MigueL
Ambos confluyen más adelante en el río Guaporé, el primero con su

8 Arroba, medida de peso española equivalente a 11,502kg Obignya phaleraia

150
151
antiguo nombre, ya que pasa por Guarayos, el otro con el nombre de río En la actualidad, casi todos son fieles, educados ya desde hace más
Itonoma. En la región de Guarayos, estos ríos son navegables durante la de medio siglo por frailes franciscanos bajo cuya tutela viven.
estación de lluvias con pequeñas embarcaciones a remo o con canoas. Los frailes han realizado un admirable trabajo entre los guarayo. Han
Los pequeños vapores que navegan por el río Guaporé y el río defendido con éxito a estos indios de los blancos sin escrúpulos, que ya
Mamaré no pueden arribar hasta Guarayos pues los rápidos y grandes han destruido y aniquilado tantas tribus indígenas. Las misiones son
cantidades de plantas acuáticas se lo impiden. Desde Trinidad, Santa prósperas comunidades que honran a los frailes. Los misioneros han
Cruz de la Sierra y Chiquitos, algunos caminos atraviesan las grandes enseñado a los indios muchos oficios, han desarrollado su agricultura
selvas hasta Guarayos. En los ríos y los lagos abunda la pesca, el suelo y con seguridad han mejorado sus condiciones de vida.
es fértil, el clima es sano y la región está casi libre de fiebres. Guarayos ¡Ahora los guarayo son cristianos!
es una buena tierra, una tierra que se podría convertir en un gran huer- ¿Son los guarayo cristianos mejores hombres que lo eran los guarayo
to. Quizás Guarayos sea la región más espléndida de todo el Oriente paganos del tiempo de D'Orbigny? Los misioneros así lo creen y así se
boliviano. Es una tierra promisoria y de futuro. desprende de sus descripciones. Sin embargo, resulta interesante com-
Hasta ahora hemos conocido una pequeña misión en decadencia parar las impresiones que D'Orbigny recibió de los paganos guarayos
entre los yuracaré y las ruinas del inmenso poder misional en Mojas. con las que a mí me produjeron sus descendientes cristianos. Una com-
Aquí encontramos misiones en su mayor esplendor y podemos hacer paración de este tipo puede aportar al entendimiento del desarrollo
observaciones en torno a la cuestión "indios y blancos". Aquí los frailes del carácter humano bajo diferentes modalidades de educación.
son poderosos y pueden llevar a cabo sus quehaceres sin intromisiones Los guarayo paganos de D'Orbigny eran orgullosos y sinceros. Los
de afuera. Aquí aplican su sistema educativo sin que gobernadores des- ancianos infundían respeto por sus rasgos nobles y su dignidad.
vergonzados, que quizás sean masones, se metan en sus asuntos. D'Orbigny alaba a los guarayo por su honradez en comparación con
El hecho de que en las misiones de Guarayos se emplee el mismo los indios cristianos de Chiquitos. Los describe como hospitalarios, como
sistema que en las misiones jesuíticas antiguas, les da un interés especial. buenos padres y buenos esposos. Los hijos mostraban consideración
Las misiones de Guarayos fueron fundadas y son dirigidas por fran- hacia los mayores.
ciscanos, sobre todo italianos y austríacos. El siguiente discurso dice mucho sobre los guarayo. Lo dio un an-
Los trabajos más importantes sobre estos indios son de D'Orbigny", ciano ante D'Orbigny? al tiempo que le entregaba a un muchacho que
Cardús", W. Priewasser', B. Pesciotti" y F. Pierini". tenía que viajar con él como acompañante de viaje: "Este niño que te
D'Orbigny visitó a los guarayo en 1832. En su relato presenta a estos traigo es mi nieto, se llama Mbuca ori (Risa gozosa). Te lo doy porque
indios con mucha simpatía. Entonces vivían en su mayoría indepen- perdió a su padre, y te creo digno de reemplazado; míralo como tu hijo
dientes de los blancos; sólo un fraile, el Padre de Cueva, vivía entre y haz de él un hombre; sobre todo, que no sepa nunca lo que es el robo,
ellos. Durante mi último viaje conocí bastante bien a los guarayo. Estu- que tanto detestamos, y que sea digno de llamarse guara yo" . ¿Acaso
ve aproximadamente un mes con ellos y durante varios meses fueron no son estas dignas palabras, que llegan desde las selvas que D'Orbigny
mis compañeros de viaje. describe como un paraíso terrenal?
Orgulloso era el pagano indígena guarayo que dijo: "Sólo los chi-
2 D'Orbígny, op. cit. quitos son indios, pues son esclavos; yo soy libre y no indio: soy
3 Cardús, op. cit. guarauo'":
4 W. Priwasser ha escrito una gramática del guara yo.
5 B. Pesciotti, Devocionario del Neófito Guarayo (Génova 1904).
6 F. Pierini, Dos asuntos ..., op. cit. Informe Anual del Prefecto de Misiones del Colegio 7 D'Orbigny, Voyage ..., Partie hisiorique, 3/1, p. 31. [1350]
de Tarata (Tarata 1908). 8 Íbid., p. 14. [1345]

152 153
No creo que la descripción de D'Orbigny sea pura retórica, pues este Mojas y Chiquitos. Las cifras posiblemente sean correctas. Seguramen-
investigador viajero siempre se ha caracterizado por una gran objetivi- te las condiciones de vida en Guarayos son incomparablemente mejores
dad. a las de Mojas. No hay que olvidar, sin embargo, que en Guarayos no
Esto era en 1832. nacen niños fuera del matrimonio porque las indias se casan en la edad
En 1909, mis impresiones fueron completamente distintas. de la pubertad.
El indio guarayo cristiano sabe que en la misión cualquier falta se No obstante, es un hecho que también hay mujeres licenciosas entre
paga con azotainas y sabe que entre los propios miembros de la tribu los guarayo, que se venden a los blancos cuando tienen la oportunidad
hay delatores y espías. Cuando los muchachos no van debidamente a de hacerla.
misa, los castigan. Si no obedecen ciegamente las órdenes de los frailes, Para ser justo, debo añadir que los guarayo son mucho mejores que
les dan una tunda. la mayoría del resto de los indios cristianos. Los misioneros intentan
Así, por ejemplo, uno de los frailes le dio a un guarayo un par de educarlos y consideran que la severidad es el único método correcto.
zapatos para arreglar, con el encargo de que tenía que tenerlos listos en Gran parte de los demás blancos sólo quieren explotar y corromper a
determinado tiempo. El zapatero, en vez de trabajar se puso a beber. El los indios. Los misioneros han logrado con éxito impedir la entrada del
fraile hizo que contaran sobre sus espaldas veinticinco latigazos, un aguardiente entre los guarayo; les han educado como trabajadores ap-
tratamiento realmente indignante. También se castiga a las mujeres con tos y a menudo bastante hábiles.
el látigo, especialmente cuando han sido descubiertas en pecado por Así, por ejemplo, entre estos indios hay diestros tejedores, carpinte-
contravenir el sexto mandamiento. ros, herreros, talabarteros, incluso orfebres. Los niños son acostumbra-
Sin embargo, hay que reconocer que los frailes son consecuentes en dos desde pequeños al trabajo regular: tienen que ocuparse de la lim-
su severidad, tratan de ser justos. pieza, limpian algodón, pelan arroz y cosas similares.
La consecuencia de este sistema, fundado en el espionaje, la denun- Mientras que en los últimos tiempos, la población indígena civiliza-
cia y la severidad, es sencillamente que los indios intentan engañar a da ha descendido considerablemente en todo el Nordeste boliviano, el
los misioneros mediante la sumisión. El orgullo que una vez D'Orbigny número de guarayo ha crecido significativamente.
pusiera de manifiesto, ha desaparecido por completo. Han aprendido Según el Padre Viudez", en 1849 apenas había 3.000 guarayo. Cardús
a dar coba. da para 1884 la cifra de 4.439. Ducci" habla en 1893 de 5.299, y Pierini'?
D'Orbigny escribe repetidamente sobre la honradez de los guarayo. en 1906 de 5801. El aumento en 22 años es de 1.362 personas.
Entonces eran paganos. Ahora, una vez que han conocido el séptimo En el año 1906 nacieron en Guarayos 305 niños (156 varones y 149
mandamiento, roban con gusto, sobre todo a los propios misioneros. mujeres). En el mismo lapso de tiempo murieron 277 personas, 192 eran
Yo mismo lo he visto. Una vez en Yaguarú vi cómo las mujeres robaban niños. En los siguientes años", los nacimientos ascendieron a 413 (202
al misionero grandes cantidades de carne seca. niños y 211 niñas) y los muertos a apenas 185, de ellos 109 niños. Desde
La hospitalidad ha desaparecido. ¿Qué ha sido de la moralidad? Los 1884, la misión no ha tenido crecimiento por incorporación de indios
misioneros han extirpado la poligamia. La moral, sin embargo, no es paganos. En cambio, muchos guarayo han huido para escapar de la
tan severa como en los tiempos paganos.
Según Pierini", los hijos ilegítimos nacidos entre los guarayo ascen-
dían únicamente al cuatro por ciento, frente al noventa por ciento de 10 Cardús, op. cit., p. 69
11 Ducci, Diario de la visita a todas las misiones existentes en la República de Bolivia, p. 167
(Asis 1895)
12 Pierini, Dos asuntos de actualidad en Bolivia (Buenos Aires 1907)
9 F. Pierini, Dos asuntos ..., p. 21 13 Pierini, lnforme Anual del Prefecto de Misiones del Colegio de Tarata (Tarata 1890)

154 155
tutela de los frailes, pero no se refugiaron en las selvas, sino con los
blancos. Con toda seguridad, lo único que han ganado con este cambio
es un acceso más fácil al aguardiente.
Observamos que los guarayo han aumentado. Esto es muy impor-
tante en este país que necesita con urgencia un fuerte crecimiento de
población y que está en condiciones de alimentar a una cantidad mu-
cho mayor de población a la que actualmente vive aquí. Seguramente,
los guarayo son los únicos indios civilizados que dependen de los blan-
cos y que no han disminuido en número durante las últimas décadas.
De las cifras que he presentado de los guara yo, deducimos que la
mortalidad infantil entre los niños nacidos en 1906era enorme. La mor-
talidad entre los niños de tierna edad entre todos los indios es muy
alta. Koch-Crünberg" considera que esto es la causa de que los indios
del río Negro en Brasil no aumenten y el porqué disminuye el número
de tribus".
D'Orbigny señala que los guarayo paganos se consideran mucho más
felices que cualquier otro ser humano. No conocían el descontento, la
gran fuerza impulsora que ha contribuido a la creación de la civiliza-
ción, de la que, con o sin razón, nosotros estamos tan orgullosos. No
creo que los misioneros, a pesar de toda la educación impartida, hayan
logrado inyectar el veneno fructífero del descontento en el ánimo de
los guarayo. Si pudiesen, seguramente regresarían a su antigua vida en
las selvas, sin preocuparse en absoluto de mejorar su posición y de par-
ticipar de los logros de la civilización. No debemos olvidar que la prin-
cipal diferencia entre los indios libres y los blancos es la siguiente: los
primeros consideran que les va bien, los últimos siempre quieren que
les vaya mejor.
Como consecuencia del sistema de educación de los frailes, los
guarayo son muy sumisos y dependientes. Por ello serán una presa
fácil para los blancos inescrupulosos, quienes, cuando los frailes no es-
tén con ellos, les podrán explotar de modo más fácil a si estuvieran
viviendo libres en las selvas.

14 Koch-Grünberg, Zwei Jahre..., I1, p. 150


15 Similares condiciones se dan también entre los indios de N ortearnérica, entre quie-
nes, según J ames Mooney, la mortalidad entre los niños pequeños es horriblemen-
te alta. Handbook of Americans lndians North ofMexico (Washington 1907).

156
Los guarayo han aprendido a confiar en los frailes, dejan que éstos
piensen por ellos y que sean quienes dirijan su destino. Antes de em-
prender algo, antes de hacer un negocio con los blancos, siempre piden
consejo a los misioneros.
Esto va realmente lejos: si en Guarayos, por ejemplo, uno quiere qu
laven su camisa, tiene que llevada al misionero quien entonces se la
pasa a la lavandera. Es prácticamente imposible entre los cientos d
indios que hay aquí, conseguir un hombre para cavar sino es con la
intermediación de los misioneros, quienes determinan todo lo que su
pupilos pueden hacer.
Este sistema se justifica en tanto protege a los indios de ser engañad s
por los blancos, pero es muy peligroso para su futuro ya que acentúa
su dependencia.
Como los buitres acechan los cadáveres, los propietarios de las barra
cas gomeras acechan a la fuerza de trabajo que hay en Guarayos. Confían
en poder desalojar a los frailes, confían en obtener nuevos trabajador s
para recolectar el maldito caucho, nuevos remeras para las cataratas d I
Madeira, confían en exterminar a más hombres. Si los frailes son expulsa-
dos de las misiones, desaparecerán los prósperos pueblos en Guarayos.
"Si los religiosos son expulsados y las misiones secularizadas, los cu-
ras y los corregidores venderán los indios y se repartirán las ganancias",
me dijo una vez un blanco que no era religioso. Y con toda seguridad
tiene razón. Pese a todos los argumentos críticos, algún día los boliviano
agradecerán a los franciscanos por lo que han hecho por ellos al preser-
var a los guarayo para el futuro, eso sí, en caso de que sencillamente no
destruyan todo lo que los frailes han construido. Mientras los mision -
ros estén aquí, no habrá despojo de estos seres humanos. Pero antes d
que dejen el país, los guarayo tienen que ser educados para ser indepen-
dientes. El actual Prefecto de misiones, el Padre Francisco Pierini, par
haberlo entendido. Es algo que deduzco de muchas de sus expresion s.
Así, entre otras cosa, una vez dijo que quería lograr una clase alta
entre los guarayo para que en el futuro la diferencia de clases no ,1
únicamente diferencia entre razas.
¡Acaso no es esto característico!
Entre los guarayo no hay, o por lo menos no había, en el pasado
diferencias de clases. Si han de adecuarse al orden social, hay qUI'
Lámina XXVI Puerto del Carmen divididos en una clase inferior y en una superior.

158
Por el bien de los indios espero que el misionero Pierini y sus frailes Ningún hombre sincero puede negaT que la expulsión de .los j~sui-
no los abandonen antes de que hayan aprendido a ayudarse a sí mis- tas en el año 1767 fue una tontería. Sí, fue un crimen. Fue la victoria de
mos, a mantener sus asuntos económicos en orden y a vigilar sus dere- la explotación, ya que defendían a los indios de los cazadores de escla-
chos como ciudadanos bolivianos. Es fundamental que los misioneros vos y los protegían del saqueo. ..
les enseñen español, que todos puedan leer, escribir y hacer cuentas, y Hay que reconocer que las misiones jesuíticas eran Jaulas. ~os m-
que aprendan el valor de sus productos y del dinero. dios perdieron en estas jaulas su libertad, pero estaban protegidos de
Hay que enseñarles a los guarayo que el primer mandamiento en el los animales de rapiña. Así es también la situación en Guarayos.
catecismo de los blancos reza: "Amarás el dinero sobre todos las co- El trabajo en las misiones de Guarayos está organi~ado del :n
ismo
sas". Si no aprenden este mandamiento, desaparecerán. Conozco una modo que en las misiones jesuíticas: los hombre~ trabajan tr~s ~Ias a ~a
tribu indígena que en parte lo ha comprendido. Son los aymara. Mu- semana para la misión y tres días para ellos mismos. El séptimo día
chos de ellos tienen una buena posición en Bolivia, tan buena que son está consagrado a la casa de Dios y a beber chicha. Las mujeres casadas
etiquetados como blancos". entregan su tributo en hilo de algodón y en aceite de frutos de p~l~e-
Los misioneros deben renunciar a su método egoísta de relacionarse ras; los niños, es decir los no casados, también trabajan para la rrusion.
con los guarayo siempre en su lengua. Esto naturalmente fortalece la A cambio de este trabajo, los misioneros reparten a los indios ropa,
influencia de los frailes, pero es peligroso para los indios. Cuando no carne, herramientas, etc. y se ocupan por completo de niños huérfanos
tengan su ayuda, estarán desamparados si no saben hablar español. y ancianos. . .
Tendrían que manejarse a solas con los oficios que han aprendido Las misiones de Guarayos no necesitan en absoluto candado Nmguna
de los misioneros, sino en el futuro no podrán aprovecharse de ello y vieja dama europea cose vestidos para los niños guarayos, desnudos e
olvidarán lo que han aprendido, del mismo modo que ha pasado con insignificantes. Los misioneros atienden todos sus gast?~ con la exp?~-
los antaño neófitos baures y mojas. tación de los productos agrícolas e industriales. Los rrusioneros ~atoh-
Los frailes en Guarayos enfatizan que se esfuerzan en emplear el cos son excelentes administradores y economistas. Las gananCIas de
sistema de las antiguas misiones jesuíticas. Sabemos que en los siglos las misiones en 1907 ascendían a 152.371 Bolivianos con 53 Centavos y
XVII Y XVIII, los jesuitas tenían importantes misiones en todo el inte- los gastos a 149.789 Bolivianos con 70 Centavos. Nuestros misioneros
rior de Sudamérica, de las cuales las misiones de Paraguay son espe- protestantes tendrían mucho que aprender al respecto. ,
cialmente conocidas". En ellas, la industria y la agricultura prospera- Gracias al trabajo de los frailes y a los guarayo, se envían muc~?s
ban y reinaba un gran bienestar mientras les permitieron quedarse. Pero víveres a los bosques de caucho. Guarayos es el granero de esta reglOn
una vez que fueron expulsados, su obra se fue a la ruina. A pesar de y puede desarrollarse en este sentido todavía mucho más. ,
que los jesuitas dirigían las misiones en un régimen estricto, eran maes- Entre los productos de exportación de las misiones de Guarayos est.a
tros constructores que levantaron su poderoso imperio con una férrea el aguardiente. Esto es realmente paradójico. Los ~eó.fit~s son protegí-
firmeza. Cuando se los expulsó, la construcción desapareció. Entonces dos del alcoholismo pero no se avergüenzan de distribuirlo a otros lu-
llegaron los destructores, entonces llegó el saqueo. Los jesuitas protegían gares. Naturalmente no les recomendaría a l~s misiones protestantes
bien a los indios pero no supieron educarlos para la independencia. esta industria.
En Bolivia he escuchado muchas veces la afirmación que las misio-
16 De hecho, hay muchos ejemplos de indios aymaras y quichuas que han llegado a nes son verdaderas minas de oro, que los frailes estén enviando gran-
ser hombres influyentes en Bolivia. des sumas de dinero a Europa. Aunque evidentemente esto es falso,
17 Véase por ejemplo Pfotenhauer, Die Missionen der [esuiten in Paraguay (Gütersloh
por desgracia el bienestar de las misiones es un peligro para su existen-
1891) o el muy buen documento ]esuiterstaten i Paraguay del Dr. V. Christensen
(Copenhague 1909). cia. Otros blancos quieren aprovecharse rápidamente de lo que los

160 161
misioneros han construido con cautela y una excelente administración.
La riqueza fue la desgracia. de las misiones jesuíticas. La prosperidad
puede ser peligrosa para los franciscanos.
Los misioneros se creen en posesión de un monopolio absoluto sobre
los indios. Las autoridades han acabado con él injustamente cuando han
forzado a los misioneros a emplear a los indios en trabajos en cantinas y
cosas por el estilo, en regiones situadas muy lejos de las misiones. Es
indignante que tantos guarayo hayan sido enviados como remeras a las
cataratas del Madeira. Gracias a estos viajes, aquí hay tantas viudas jó-
venes. Así, por ejemplo, en 1907 en Guarayos había 238 viudas y sólo 61
viudos. No me atrevo a decir el nombre del responsable directo.
Evidentemente, los frailes molestan demasiado a los guarayo con
Padres Nuestros, Ave Marías, Credos y cosas por el estilo. Para ellos, el
trabajo de evangelización es lo más importante. Es su creencia y no
puede cambiarse, pues la creencia es necesaria para poder trabajar como
misionero. Todavía no se ha fundado ninguna misión partiendo de
motivos puramente humanitarios. Raras veces, un hombre que no tie-
Ilustración 67 Máscara de baile hecha de madera, baure. El Carmen
ne creencias se sacrifica por otros.
Entre los misioneros católicos no es raro encontrar hombres verda-
deramente sacrificados, entusiastas de su causa y dispuestos a dar todo
por su religión y por su Iglesia. Y al mismo tiempo, los misioneros cató-
licos son extraordinariamente libres de todo sentimentalismo.
El trabajo que los religiosos católicos han desarrollado en Sud américa
es descomunal. Durante mis viajes he visto a un solo misionero no ca-
tólico; se trataba de un gentleman norteamericano que convertía a los
católicos en metodistas.
iWell!, no creo que tuviese mayor éxito que un compatriota suyo
que difundía la Biblia en español entre los indios del Chaco, que no
sabían leer. Habría dado lo mismo si hubiese repartido una edición en
chino de las Sagradas Escrituras, en términos estadísticos el resultado
es el mismo.
A mi modo he intentado transmitir al lector una imagen de las mi-
siones de Guarayos. Sabemos muy bien que tarde o temprano, todas
las tribus indígenas serán trituradas por nuestra cultura. Es el camino
del desarrollo. Por ello y pese a todo, lo mejor es que sean en primer
lugar los misioneros quienes se ocupen de los indios, ya que éstos no
vienen a tomar sino a dar.
16 \
162

, ,
eleven sus manos en plegarias o hagan la señal de la cruz. La mayoría
de los guarayo van regularmente a las misas obligatorias, con el mismo
entusiasmo con que los muchachos suecos van al servicio religioso en
la escuela. En la iglesia, las mujeres tienen la oportunidad de mostrarse
en sus más bellos tipoys y con todas sus cuentas de vidrio.
Capítulo Vigésimo
El guarayo con seguridad cree en la vida después de la muerte. Ya lo
hacía antes de convertirse al cristianismo y puede que también crea en
El país de los guarayo el cielo y el infierno. Seguramente cree que los" anhuér", las almas de
los muertos, vagan por la selva asustando a los caminantes nocturnos.
(continuación)
No es tan fácil saber en qué creen los guarayo. Para ellos, los misione-
ros no son otracosa que curanderos mañosos.
En la actualidad, los misioneros bautizan, casan y entierran a los
guarayo a la vez que les enseñan superficialmente la religión cristiana.
Aunque no sea fácil descubrirlos, probablemente muchos viejos usos y
Antiguas y nuevas creencias creencias perviven entre ellos.
Quiero exponer brevemente lo que me han contado al respecto. No
Los guarayo hablan guaraní de igual forma que los chiriguano a es mucho.'
quienes describo en mi libro "La Vida de los Indios". Cuando en 1909 Las mujeres guarayas estériles son muy raras. En Yaguarú escuché
visité a los chiriguano, me acompañaban dos indios guarayos que po- hablar de una de estas mujeres. Su marido la despreciaba profunda-
dían hablar con los chiriguano sin dificultad, aunque opinaban de que mente por ello. Cuando una mujer guaraya queda embarazada, ella y
los chiriguano hablaban malla lengua. Se observa que en general los su marido deben guardar dieta. No pueden comer parabas, pues el niño
guarayo y los chiriguano tienen diferentes palabras para una misma se volvería llorón. Tampoco pueden comer la cabeza del mono o del
cosa pero conocen el vocablo que emplea el otro. jabalí ya que si lo hacen, el rostro del niño sería similar al de estos ani-
Muchos chiriguano son cristianos, pero un importante número de males. Una mujer embarazada no puede pasar por un campo de cala-
ellos siguen siendo paganos. Los chiriguano mantienen sus viejas creen- bazas porque éstas no crecerían. No puede comer huevo.
cias mucho menos modificadas que los guara yo, del mismo modo que También encontramos aquí la costumbre de la couvade. Cuando una
han conservado gran parte de su arte y de su cultura material. Todos mujer ha dado a luz, el hombre debe estar acostado durante el puerpe-
los guarayo en Guarayos son cristianos.
rio ya que el alma del niño, "anhuér", sigue al padre por todas partes.
Es realmente difícil tener una idea de las creencias de estos indios. De ese modo, si el padre se va al bosque y le dispara a una paraba, el
Han cerrado su interior y son muy desconfiados frente a los blancos. El niño podría morir.
misionero es un ser superior delante del cual los indios no muestran su Entre los guarayo, que en 1906, como hemos dicho, eran 5.801, no
verdadero yo, y el misionero les ha inculcado la desconfianza frente a habría ningún ciego de nacimiento y solamente dos sordomudos'. Los
otros blancos.
niños nacidos muertos son raros y no se ven criaturas deformes. Parece
No obstante, no hay que pensar que las creencias cristianas han
enraizado profundamente entre esta gente. He viajado durante varios
meses con indios guarayos por el exterior de las misiones, acampamos 1 Según Cors, en Cardús encontramos mayores informaciones, pero provienen de
un tiempo en que la misión era nueva.
en los bosques y los campos, y nunca he visto que estos indios cristianos 2 Véase Apéndice

164
165
ser frecuente que el primer hijo de las madres muy jóvenes muere des- una pomposa procesión. Llevan la hostia bajo una inmensa sombrilla
pués del parto. En Ascensión nació un niño con una cabeza despropor- de seda, las campanas suenan y el conjunto es realmente ampul?so.
cionadamente larga. La anciana que ayudó en el nacimiento aclaró que Parece que los guarayo mueren muy tranquillos. Antes y aun ~oy
no importaba pues el cráneo se puede volver redondo fácilmente. en día, muchos guarayo no quieren comer la carne del, cerdo do~es~l-
Los misioneros dan a los niños en los bautizos cristianos nombres co, ya que creen que en la hora de su muerte chillaran y se agitaran
de Santos, pero a la vez todos tienen nombres propiamente indígenas. como un cerdo. Los parientes no manifiestan ninguna pen.a ~xterna,
Los niños heredan los nombres de su padre. Algunos de estos nombres curiosamente parecen indiferentes. Esto es completamente distinto a lo
son: Zépiacay - el que ve monos, Aguárarupa - cama de zorro, Cáyquirí que he visto entre los indios salvajes, quienes se afligen de un modo
--:.mono sentado, Abacáy - hombre mono, Árimini - pequeño sol, escandaloso. Parece que no hay cantos fúnebres durante el luto.
~rimendáno - el que es esposo del sol, Mongi - el que hace llover, En tiempos pasados se enterraba al muerto debajo una chapapa". Le
Ariguázu - gran sol, Ndápukapotay - no quiero reír (?), Mbéruaránga ponían chicha y alimentos en la tumba. Todo lo que no podía entrar en
- cara de moscardón. Hay otros nombres cuyo significado desconozco, la tumba era quemado o destruido.
como Urapuza, Papú, Úraépia, Mbóye. En la habitación en la que muere un guarayo, se pone chicha qu: el
Además de estos nombres formales, tienen otros que emplean entre muerto se bebe, ya que a la mañana siguiente las vasijas aparecen vacías.
ellos, por ejemplo, Méri - plátano, Ári - sol, Myntza - con el dedo cor- Un guarayo me contó que antes también enterraban.a los m~:rtos
tado, etc. en urnas de barro y lo hacían así para que en caso de inundación se
Antes, las muchachas eran aisladas rigurosamente cuando tenían su pudiesen salvar dentro del gran cántaro.
primera menstruación, a la edad de once a doce anos. La muchacha ha- También me contaron que durante el Gran Diluvio huyeron a una
bía ido por el agua y una serpiente o un insecto acuático la había visto montaña alta, "ihuitizuzu", que no está muy lejos de San Pablo. Un
(no picado). A los misioneros les resulta difícil extirpar esta costumbre. fraile, "Mbáiri", los llevó hasta allí. Todo esto quizás se corresponde
Antes se sangraba a los muchachos con un pequeño arco y flecha con un evento histórico y nos da una explicación de cómo se han des,
para que fueran buenos arqueros (véase p. 66). He dicho "antes" por- rrollado los cuentos sobre el diluvio.
que cuando los guarayo me hablaban de sus viejas costumbres, siem- Nunca un guarayo ha intentado contarme la historia bíblica del di
pre recalcaban este" antes", quizás a causa de los misioneros. luvio o cualquier otro relato bíblico. Parece que estos cue~tos no enlr.1I1
Cuando los colonos blancos quieren ser maliciosos con los frailes, fácilmente al mundo literario de los indios como se podría pensar.
dicen: "Primero los padres embarazan a las muchachas y después les He escuchado algunos de sus antiguos cuentos. Tratan del robo dl'\
buscan un marido", lo cual seguramente no es cierto. En cambio, con fuego y de la bruja del trueno, Vuáyvipayé: .
todo derecho se puede acusar de este proceder a los párrocos de algunas Había una vez un hombre que no tenía fuego. Los buitres 11('1',111
regiones de Bolivia tenían el fuego.
Los frailes casan a las muchachas muy jóvenes con muchachos El hombre se bañó en aguas hediondas, se armó de un garrplt-
guarayos, quienes se quejaban de que lo hacen muy a la ligera. Parece echó en el suelo y se hizo el muerto. Los buitres vinieron y enc 1)(\ 1'1111'
que son las muchachas quienes eligen al muchacho en la capilla matri- fuego para comérselo. Entonces el hombre se levantó y espar jll \11 I
monial de los curas. Los frailes casan a los muchachos tan temprano zones en la dirección en la que estaba sentada la rana. La ran: (' \11 I I
para cuidar la moralidad. No quieren darles tiempo a que empiecen a un pequeño tizón en la boca y se lo tragó.
tener relaciones por iniciativa propia sin la bendición celestial.
La tormenta anuncia la muerte. Cuando un guarayo está en su lecho
de muerte, el misionero se encamina hasta él con los santos oleos en 3 Estera hecha de palos atados

166
Una vez, otro guarayo me contó un sueño que había tenido.
Los buitres regresaron pero el fuego estaba apagado. Entonces en-
Estaba nadando por un gran lago; delante de él nadaba un hombre
co~traron a la rana, de la que sospechaban que había robar el fuego y la
ya sus costados dos caimanes dispuestos a tragárselo. Nadó un poco
obligaron a vomitar el tizón.
más y entonces fue rodeado por nutrias. Entonces el hombre le dijo que
El hombre se bañó de nuevo en aguas hediondas, se echó sobre la
tenía que bucear. Buceó. Cuando estaba muy cerca de la orilla, se des-
tierra con una estaca en la mano y se hizo el muerto. Los buitres vinie-
pertó. Estaba convencido de que esta horrible aventura había sido real.
ron e hicieron fuego para comérselo. Entonces el hombre se levantó de
Para los hombres primitivos el sueño es realidad.
un salto y arrojó los tizones en la dirección en la que estaba sentada la
Aquí volvemos a encontrar la historia del zorro y el jaguar que he-
rana. La rana se puso un pequeño tizón en la boca y se lo tragó.
Los buitres regresaron pero el fuego estaba apagado. Sin embargo, mos escuchado en El Carmen.
El jaguar mató a un ciervo. Cuando lo estaba devorando llegó el
esta vez la rana se había escondido tan bien que los buitres no la encon-
traron. zorro. El jaguar le dijo a su primo:
"Llévale esta carne a mi mujer. Dásela y regresa inmediatamente".
Desde entonces los guarayo tienen el fuego.
Sin embargo, no sucedió así. Una vez que el zorro le había dado la car-
Antiguamente, cuando los cazadores iban a lo profundo de la selva
ne a la mujer del jaguar, se quedó y se echó con ella. Y toda la noche
ocurría que llegaban hasta una cabaña donde vivía una anciana'
Vuáyvipayé, con su nieto, un muchacho adolescente. La anciana invi- estuvieron despiertos"
Entonces el zorro se fue por el sendero del jaguar y se echó a dormir.
taba al cazador a descansar. Repetidamente les preguntaba si dormían.
El jaguar encontró al zorro y le hizo cosquillas en la nariz. Entonces
Cuando no contestaba, le golpeaba con un garrote. De esta manera
dijo el zorro: "Que no me dejan en paz estas moscas después de que
desaparecían muchos cazadores.
esta noche, estando con la mujer del jaguar, he dormido tan pocos". El
De nuevo llegó otro cazador. La vieja lo invitó a descansar y a dormir.
zorro no veía nada y creía realmente que eran moscas. Cuando el ja-
El niet,o le previno de que no tenía que dormir ya que entonces la vieja lo
guar escuchó esto, gritó: "Te mato. Te vaya comer". y salió corriendo
matana de un golpe. Pero el cazador no le creyó. El muchacho le previno
detrás de él hasta que el zorro desapareció en un agujero. El jaguar le
otra vez. El cazador se echó, pero se movió un poco hacia un lado.
dijo a su compadré buitre: "Ven aquí y mantente ojo avizor mientras
Cuando la vieja preguntó si estaba durmiendo, él no contestó. La
me vaya mi casa y traigo una pala" .
vieja golpeó con el garrote donde creía que estaba la cabeza, pero en
El zorro le dijo al buitre: "Atiende bien y mantén los ojos muy abier-
vez de a la cabeza le dio a un leño.
tos". Cuando el buitre abrió del todo los ojos, el zorro le arrojó tierra en
El cazador se levantó y se fue donde sus parientes. Regresó a la ca-
baña con !lgunos de los más inteligentes de su tribu. Prendieron fuego la cara y se fue corriendo.
Cuando el jaguar regresó, trabajó en vano. No había zorro.
a la cabana y la anciana salió volando y ardiendo por el aire. Cuando
Entre estos indios todavía perviven muchas viejas creencias sobre la
relampaguea y truena, la vieja está fuera volando de un lado para otro.
luna y las estrellas. La luna es un hombre, dicen los guarayo. Había
Los guarayo le tienen mucho miedo a la gran selva, sobre todo por
la noche, en la que los jaguares les pueden atacar. No se atreven a ale-
jarse mucho de sus casas, pues ya no están seguros frente a los sirionó
los salvajes de la gran selva. En las noches merodean también los
"anhuér", las almas de los muertos que, como hemos dicho, asustan a 4 Eufemismo
5 Eufemismo
los caminantes nocturnos. Escuché contar a un guarayo que una noche 6 Uno es compadre de otro cuando se es padrino de su hijo Esta versión del cuento
se había encontrado con un "anhuér" que le tiró dos veces al suelo. Si recuerda en parte a la que me contaron en el río Parapetí (véase La Vida de los IndIOS)
y en parte a la que escuché en El Carmen.
no hubiesen llegado otros guarayo, lo habría matado a golpes.
169
168
una vez una mujer que tenía un amante que la visitaba durante la noche. membir Jesús. Santa María, Tupa zi, eyerure ore yangaipabae reze
Cuando se hizo totalmente de noche, el amante no quería decir quién copipe, aeya oremano zuri moze, Amén. [esús".
era. Entonces ella le pintó la cara con carbón de tal modo que el amante
se embadurnó de hollín. De este modo descubrió que su amante era la
luna. Como la luna nunca se mira en el espejo ni se lava, aún hoy en día
va por la bóveda celeste llena de hollín.
Algunas veces sucede que la luna es atacada por un jaguar, y enton-
ces hay eclipse de luna. En ese momento, los guarayo salen con arcos y
flechas. En la punta de las flechas ponen un marlo de maíz ardiendo y
disparan contra la luna para espantar al animal salvaje.
Llaman a Orión "Urubu", el buitre negro. Junto al buitre hay una
fila de huesos de serpiente que es el puñal. A la Cruz del Sur con las
estrellas cercanas le dicen "Yandú", el avestruz. Las dos grandes estre-
llas en la constelación de Centauro son "Tihuazu", el ciervo. Venus es
"Yasitataguázu", la estrella grande. La Osa Mayor es un camino y a
varias estrellas del hemisferio Sur les dicen "Mutzu", madriguera de la
anguila.
A las Pléyades le dicen "Piangi", pero no saben cuál es el significado
del nombre. Cuando desaparecen empieza la estación seca, y cuando
Orión ya no es visible, comienza un periodo del año con rocío frío. Si
desaparece "Piangi" bajo el horizonte y regresa con un halo a su alre-
dedor, es un buen augurio. Si no trae el halo, todos van a morir.
Un meteoro es un tigre.
Esto es todo lo que he logrado saber sobre los cuerpos celestes. Cardús
apunta que el patriarca de los guarayo, "Abaangui", tenía dos hijos.
Cada uno de ellos disparó una flecha que se quedó clavada en la cúpu-
la del cielo. Después volvieron a disparar y le dieron a la flecha que
habían disparado primero, y así hasta que las flechas llegaron a la tie-
rra. Entonces treparon por ellas hasta la bóveda celeste. Ahora uno de
ellos es el sol y el otro es la luna.
Hace tiempo Abaangui reinó aquí. Una nueva era ha empezado, un
nuevo concepto de la vida.
Los cuentos serán olvidados. Las selvas serán taladas. Los guarayo
encienden velas a los Santos. Las campanas de la iglesia convocan a
Misa. 7 Ave María. Según la Cartilla y Catecismo Novísimo de la Doctrina Cristiana en el idio-
Tumpa tanderaaro, María, nderobapipo gracia reze. Yar nde pusi oicó: ma de los indios de Guarayos. Por el R. P. Prefecto de aquellas misiones (Sucre
imombeucotupiri ereico cuñaopacutu zui: imonbeacatupiri abei nde 1989)

171
170
Hombres Mujeres

Elaboración de armas +

Confección de cestos +

Fabricación de canoas +
+
Elaboración de recipientes de barro
Capítulo Vigésimo Primero Elaboración de hamacas
+

Elaboración de fibra de corteza +

El país de los guarayo Elaboración de adornos


+
+

Elaboración de redes para la pesca


(continuación) Elaboración de cordeles +

Roza +
+ +
Siembra
+ +
Cosecha
Construcción de la casa +
+ +
Trabajo, viviendas, vestimentas, etc. Pesca
Caza +
+
Los guarayo de las misiones han aprendido a trabajar con mayor Hilado
afán que cuando eran libres, lo que no parece haber contribuido a ele- +
Preparación de alimentos
+
var su bienestar. Los guarayo trabajan, como dije, no sólo para ellos Recolección de leña
+
mismos sino también para la Iglesia. Acarreo de agua
+ +
Aunque los guarayo han sido durante mucho tiempo neófitos de las Cargar en los viajes
+
misiones, la división del trabajo entre los sexos es más o menos la mis- Preparación de la chicha
+ +
ma que entre las tribus salvajes o medio salvajes. Costura
+ +
Aquí los hombres cargan durante las marchas, lo que no suele suce- Trabajo para los blancos
der entre los indios que no han sido contactados por los blancos, pero
sólo cargan para los blancos y no para ellos mismos. En las aldeas y en Los guarayo trabajan mucho para la misión pero también hacen ~l-
el acarreo de los productos de los campos de cultivo, carg~r es una ta- gunas cosas por cuenta propia. Tienen.h.ermosas ~ grandes plantacio-
rea de las mujeres. Los guarayo son cargadores buenos y fuertes. Sobre nes que cultivan para su propio benef¡Cl~. L~ agncultura ~~ la fuente
su espalda transportan para los frailes el correo y muchas otras cosas de alimentación más importante de estos indios pero también se aba~-
los 350-500 km que separan Santa Cruz de las diferentes misiones. Con- tecen de la pesca y la caza. Especialmente en Yaguarú, la pesca es pn~
siderando el volumen de las cargas de leña que llevan, también las mordial en la economía doméstica guaraya ya que el lago de Yaguaru
mujeres son realmente buenas cargadoras'. es extraordinariamente rico en pesca.
Los guarayo pescan con arco y flechas, lanzas, veneno, anzu,elo~ ~
cestos. Con excepción de la pesca con anzuelo, l.o~demas son métodos
propios y no han sido influenciados por los rrusioneros Los gu~rayo
1 En una gran parte de Bolivia y también del Perú, los indios son muy importantes
han desarrollado una gran habilidad para pescar con flechas q~e tienen
como cargadores. Hay regiones en las que todo se transporta en lomos humanos.
Los quichua, por ejemplo, son excelentes cargadores. puntas de madera de palmera dura (véase Ilust. 68b) con dos hileras de

173
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Lámina XXVIII Mojo bailando delante de un altar en la iglesia de Trinidad (tomado de Keller
Leuzinger, Vom Amazonas und Madeira. Stuttgart 1874)

175
174
rpon s. Me han asegurado que también logran acertar a los peces en
movimiento, sin embargo, siempre les disparan a apenas un par de
m tros de distancia. Pescan la anguila con lanzas de dos tipos, una lar-
ga y otra corta. Manejan la primera con la mano izquierda y la segunda
con la derecha. Usan como veneno para pescar la sabia de ochoó. Las
mujeres y los niños pescan con buitrón redondo y con cestos redondos
(Ilust. 69). Para pescar con cesto, se mueve éste cuidadosamente por '\
debajo de las plantas acuáticas y después se levanta para atrapar los
pequeños peces que allí se encontraban. Las anguilas y otros peces son \
atrapados con cestos grandes y alargados (Ilust. 70). Dos personas sos-
tienen el cesto ladeado cerca del fondo. Una o varias personas golpean
con palos el fondo para espantar los peces en dirección al cesto, que es
levantado con tanta rapidez que los peces quedan dentro. En la zona
del lago de Yaguarú cubierta de plantas se tejen cercos de hojas de pal-
mera en los lugares en los que los peces se reúnen y así, la pesca con
cestos es más provechosa. También se ven mujeres que atrapan pececi-
llos con pedazos de tela, incluso llegan a capturarlos con la parte de-
lantera del vestido.
Los guarayo reciben los anzuelos de los misioneros. Entre ellos se dis-
tingue un tipo especial de cabo largo. Estos anzuelos se llaman" anzue-
los de pitaña" y tienen esa forma alargada para que estos peces con dien-
tes extremadamente afilados no puedan morder el sedal. Elaboran un
sedal muy resistente, encordando la fibra de las hojas de cierta palmera.
Gran parte de los guarayo emplean fusiles de avancarga que han
recibido de los misioneros, pero muchos otros utilizan también arco y
flechas (Ilust. 68). Son dispuestos para la caza, que es muy importante
en su economía. A pesar de ello, en las cercanías de las misiones como
consecuencia de la continua presencia de cazadores, hay muy poca caza. 1:
"'!
Para una tribu como los guarayo, que se ha vuelto completamente se-
dentaria, la caza acabará teniendo un significado secundario. Cerca de
las viviendas pronto se terminará, no habrá más caza.
Para atrapar pájaros y pequeños mamíferos tienen trampas hechas
con bastante inteligencia (Ilust. 72 y 73).
Los guarayo, como el resto de los indios, no tienen compasión con el I
e d
sufrimiento de un animal herido. Una mañana, un guarayo que me 68a
acompañaba, le disparó en el ala a un papagayo. Por la noche encontré Ilustración 68 a b Flechas ('hl, e Flechas de madera para cazar pájaros
al animal desplumado y aún con vida en una olla vacía. Cuando vi y pequeños mamíteros ('t.l d Arco ('/Bl, e Remate inferior del arco ('h), guarayo

177
176
esto, me enfurecí y le prometí una paliza si algo así volvía a suceder. Mi
ira le sorprendió por completo. Era un indio cristiano. Los frailes no
dicen ni una palabra en contra del maltrato a los animales.
En la actualidad, gracias a los misioneros, los guarayo tienen buena
cantidad de animales domésticos: vacas, caballos, cerdos, gallinas, patos
y cuyes. La mayoría de las familias indígenas en Yaguarú tienen un par
de vacas y los jefes un centenar. Los perros son de una raza deplorable o,
mejor dicho, de razas mestizas. No hay perros propiamente guarayos.
Es raro ver animales silvestres que hayan sido domesticados. Los
animales domésticos, numerosos y productivos, han desplazado a los
domesticados e inútiles animales salvajes.
En las salidas de caza y pesca, ocasionalmente hacen fuego median-
te el método de taladrar. El encendedor que emplean es similar al que
he descrito al hablar de los chácobo. Normalmente los guarayo em-
plean fósforos. Saben mantener el fuego muchas horas en la tala de la
flor de la palmera de motacú, lo que por supuesto es muy útil durante
los largos viajes de pesca. Esta tala quema con mucha lentitud. Aquí
también se encuentran parrillas similares a las que he descrito entre los
chácobo.
Los guarayo viven en barracas construidas bajo la dirección de los
misioneros. Estas viviendas son realmente poco prácticas y poco salu-
dables ya que la ventilación es mala. Podemos encontrar la causa de los
frecuentes casos de tuberculosis en estas viviendas tan poco prácticas.
Serían mucho mejores las cabañas aireadas hechas de hojas de palmera
como las que tienen los yuracaré, aunque el techo fuese de tejas: En
cada cabaña cuelgan un montón de hamacas para los miembros de la
familia. En su interior, sobre el suelo hay muchas tinajas de gran tama-
ño para cocer los alimentos y la bebida. Ahí está también el fogón. Por
todas partes se ven grandes cestos vacíos o llenos de leña, mandioca,
plátanos y otras frutas. Del techo cuelgan ganchos ya menudo también
estantes, en los rincones de la cocina están las lanzas de pesca, los re-
mos y otros instrumentos. En el suelo hay esteras tejidas de hojas de
palmera para las mujeres, y sillas y bancos para los hombres. Los arcos
y flechas están colgados cuidadosamente para que las plumas no se
estropeen. Guardan las plumas y otros accesorios para preparar las fle-
chas en cestos alargados y planos hechos de motacú, que cuelgan junto ños peces ('I'2)" 70 Cesto para capturar
Ilustración 69-71 69 Cesto para atrapar peq~e d I ervio de I~S hojas de chuchío ('lo). guarayo
a las flechas. anguilas ('/,o); 71 Cesto confeccionado cUldadosamen e e n

179
178
Los guarayo no usan el mosquitero. Por la noche cierran las puertas XXXI).Las mujeres se separan el pelo por la mitad y se hacen dos tr 11
de las casas y se protegen de los mosquitos con el humo. Duermen en zas que cuelgan sobre la espalda. Se untan el pelo con aceite de la pt I
la atmósfera agradable que surge cuando muchas personas viven en el mera cusi.
mismo ambiente lleno de humo. Sería conveniente que los misioneros Normalmente llevan en el trabajo y en sus hogares ropas sucias y
introdujesen entre los guarayo el uso del mosquitero. Sería también rotas, pero a la hora de ir a la iglesia usan sus mejores prendas.
necesario, si fuera posible, cambiar las barracas tan poco prácticas por Los hombres, como las mujeres, cosen y remiendan su propia ropa.
otras más aireadas. Dentro y fuera de las cabañas se ven hombres y mujeres ocupados
En cierto sentido, el sistema de barracas es bueno y, desgraciada- en su trabajo o reunidos para beber chicha de maíz o mandioca. Como
mente, quizás necesario, ya que si las familias guarayas viviesen en ocurre con el resto de los indios, también aquí la chicha es la bebida
cabañas separadas, los misioneros tendrían a su cargo una extensión preferida. En las ocasiones en las que se bebe chicha, los hombres se
tan grande que, considerando que son muy pocos -dos, y a menudo sientan en sillas y bancos, las mujeres se sientan en el suelo sobre este-
uno en cada misión-, resultaría difícil controlar el orden y la disciplina ras hechas de hojas de la palmera de motacú. La señora de la casa llena
entre los indios. Sería prácticamente imposible impedir el contrabando calabazas con chicha desde las ollas, luego sirve la bebida en pequeñas
de alcohol en aldeas de gran tamaño. calabazas o en cuencas de tutuma? y se acerca a uno de los hombres,
Yahe hablado en otro contexto sobre el sistema de barracas. Entonces quien la reparte entre los invitados masculinos. La dueña de casa mis-
lo condené más enérgicamente que aquí. Destruye la vida familiar. Es ma o con ayuda de sus parientes femeninos sirve a las mujeres. La cor-
también muy peligroso cuando se propaga una epidemia como la virue- tesía exige que hay que terminar aunque uno puede ofrecer de lo que
la o la fiebre escarlatina. Los guarayo no están vacunados. ha recibido a los que están sirviendo.
En las paredes de las cabañas recubiertas con barro no es raro que se Los guarayo se ponen realmente felices cuando alguna vez consi-
vean divertidas figuras animales (véase Lámina XXXIVa, b). guen mantener oculto de los frailes un litro de aguardiente que han
No queda mucho de la vestimenta original de los guarayo. Los hom- recibido de los blancos. Se trata de emborracharse sin que se enteren
bres se visten como los blancos con camisa y pantalón. Raras veces usan los misioneros y con amigos que después no vayan con el chisme a los
algún tipo de sombrero, casi nunca zapatos y de vez en cuando sanda- frailes, ya que éstos harían un verdadero escándalo y habría palizas.
lias. Para trabajar, muchos hombres emplean camisas hechas de fibra Cardús" dice que cuando los guarayo cristianos rezan el Padre Nues-
de corteza del mismo tipo que se encuentra entre los yuracaré y los tro y piden el pan de cada día, están refiriéndose a la chicha. Cuando
chácobo, aunque normalmente abierto por ambos lados. Aseguran la un rector fanático se dio cuenta de que el verdadero Dios de los guarayo
camisa al cuerpo con un cinturón. También se ven chaquetas de fibra era la chicha, entró en sus viviendas y rompió las ollas de chicha. Aún
de corteza cosidas como una cazadora corta. así resultó imposible quitarles este pequeño placer en la vida: en lo pro-
Las mujeres tienen tipoys hechos de tejidos traídos del extranjero o fundo de la selva aparecieron destilerías de chicha a las que los indios
confeccionados en la misión. Los tipoys de las mujeres con niños se escurrían para beber la magnífica bebida.
lactantes tienen una abertura que permite sacar el pecho, de tal modo Las mujeres guarayas llevan a sus hijos pequeños en retículos anu-
que la mujer puede amamantar con facilidad. dados de cintas hechas de hilo de algodón (Ilust. 74). El armazón que
Los hombres no llevan ningún tipo de adorno. Las mujeres emplean tienen para sus husos es peculiar (Ilust. 76)y recuerda objetos similares
collares y brazaletes de cuentas de vidrio. Algunas llegan a cargar va- entre los yuracaré.
rios kilos en el cuello en señal de riqueza. Se ponen los brazaletes por
encima y por debajo del codo. Los hombres tienen el pelo corto y no 2 Calabaza de árbol
tienen largas barbas como en tiempos de D'Orbigny (véase Lámina 3 Cardús, op. cii., p. 63

180 18t
Si el estómago no está vacío, los niños de la selva juegan y corr tan.
Los hijos de los guarayo deben poder recitar el Ave María y el Padr
Nuestro, deben saber que el Papa vive en Roma y cosas por el estil .
Tienen que aprender que la Virgen María tuvo un niño de un modo un
tanto incomprensible.
No se ven muchos juguetes, aunque todos los muchachos tienen ar-
cos de juguete. Los más pequeños tienen también el zumbador. Ad -
más juegan con pelotas hechas de hojas de maíz. Las muchachas se di-
vierten a veces con muñecas de madera (Ilust. 78) o de tela. Tien n
pequeñas hamacas para sus muñecas.
Un día de fiesta invité a los guarayo de Yaguarú a una competición
de tiro con arco y flecha. Puse como premio una carabina Winchest r.
La diana era de 90 por 60 cm, el blanco tenía un radio de 17 cm. Para I
tiro al blanco se emplean sobre todo flechas con puntas como se mue -
tra en la Ilustración 68b o en la Ilustración 68c, pero no flechas de tacuara
72 (Ilust. 68a). A 70 metros nadie le dio al blanco. A 25 metros conté 9 blan-
cos, 22 dianas y 52 fallos. La dirección en general era buena, pero falla-
ban en el cálculo de distancias.
Como he señalado, los guarayo emplean regularmente el fusil d
avancarga que les da ventaja sobre el arco y la flecha, sobre todo si p -
lean con sus enemigos, los sirionó a los que llaman chorionó."
N aturalmente busqué en las cabañas guarayas objetos que conser-
varan como vestigios de los viejos tiempos. Todo lo que pude encon-
trar al respecto fueron un par de cestos mal conservados pero bella-
mente tejidos (Ilust. 71). Los indios me aclararon que esta escasez
debe a los repetidos incendios que asolaron a las misiones, en los qu
las llamas hicieron presa de los objetos antiguos.
~_I'::.
J<~I(,~I.. P..
.J;? ..•t , La aclaración no es satisfactoria, sencillamente no se ocupan de los an-
tiguos recuerdos. Exceptuando las flechas de las que ya he hablado, esto
indios no elaboran por iniciativa propia algo que muestre habilidad artí -
tica. Bajo la dirección de los frailes fabrican objetos prácticos pero nada
bellos. Si los frailes los abandonaran, esa manufactura desaparecería.
73 Desgraciadamente, D'Orbigny no hizo ninguna colección completa
de los guarayo. De haberlo hecho, hubiera resultado interesante realiz r

"ustr~c:ón 7~ Y 73 72 Trampa para cazar roedores medianos, armadillos, etc. Es colocada


a o argo e la senda de uno de estos animales. 73 Trampa para palomas, guarayo
4 Los chiquitano les dicen tápui y los mojo mórocótchi.
182
18
una comparación. Todo lo hermoso parece haber desaparecido. Y n
existe interés por el adorno personal ni por la decoración de las p rt -
nencias. En la actualidad, cuando el guarayo quiere mostrarse elegan-
te, se pone una camisa de colores y unos pantalones recién lavad
Los enseres domésticos se han vuelto banales. Elaboran lo que nec 1-
tan pero nada más. N o hay ninguna alegría que quiera expresars a
través del arte.
Se puede ir un día tras otro de casa en casa sin encontrar nada
auténticamente indígena, sólo los objetos que se emplean en la vida
cotidiana.
Entre los guarayo, la cosa se vuelve aburrida. Como etnógrafo m
encuentro mucho mejor entre indios paganos. Y, por cierto, también
como persona.

74a

75

Ilustración 78 Muñeca, guarayo

Ilustración 74-77 74a Cinta para cargar niños (:'), b M~estra la técnica de confección ('/,). Es la misma que
se emplea para elaborar hamacas. Encontre esta técnica en todas las tribus que conozco en Bolivia
al norte de Santa C~uz. Al sur de esta frontera también la conocen los chiriguano y chané llegados desde
el norte, también los tsirakua la emplean. Sin embargo, es desconocida por los choroti, mataco
y toba (vease lIust. 79); 75 Flecha de juguete hecha de una hoja de palmera ('/6); 76 Armazón
para el huso hecho de madera y de arcilla sin cocer ('/4); el huso, que tiene la forma habitual,
se apoya al hilar en el agujero de la pieza de madera; 77 Calabaza de árbol tallada ('12), guarayo

184 1f!5
que hay que pararse un momento para discernir qué hojas son de los
árboles y cuáles pertenecen a las lianas o a las otras plantas. Entr los
árboles de la selva hay verdaderos gigantes, sobre todo en altura. R r
vez se ven árboles muy gruesos, contrariamente a lo que cabría esp r r
en estos bosques a los que no ha llegado el hacha de los maderer
Capítulo Vigésimo Segundo Durante la estación seca apenas se puede encontrar una gota para b
ber y resulta peligroso perderse; durante la estación de lluvias, toda'
Los sirionó las zonas bajas están cubiertas de agua, y allí donde en la estación s
se puede perecer de sed, durante la estación lluviosa se pierde pie d -
bajo del agua. En los lugares con suelo pantanoso, las plantas son tan
espesas que el conjunto no forma una maraña sino un muro. En la s 1-
va auténtica no hay claros, no hay pequeñas áreas con hierba que va-
ríen el paisaje. Rara vez se encuentra entre los árboles y las matas sufi-
ciente espacio para montar el campamento sin que se tenga que rozar.
Los indios de las selvas profundas Los rayos del sol nunca llegan al interior de las selvas, apenas se escu-
rren entre las hojas.
En las selvas que se extienden alrededor de los guarayo viven los Aunque reina el silencio, las huellas, sobre todo en los abrevadero ,
sirionó. Varias veces en el transcurso del texto me he puesto a hablar de revelan que hay muchas clases de mamíferos. Se ve la huella de tr
ellos. Ahora quiero dar a conocer con más detalle algunas cosas sobre pezuñas, característica del tapir, la gran huella de gato del jaguar, la
estos indios. pisadas del pequeño y gracioso casco del ciervo, las divertidas del o
En el nordeste de Bolivia hay todavía inmensos bosques en los que hormiguero que muestran que camina sobre el borde de sus patas y
el hombre blanco nunca o sólo raras veces pone el pie. El que quiera muchas más. Por todas partes, las manadas de jabalíes han pisoteado y
adentrar se en estas selvas tiene que abrirse camino paso a paso con el removido el suelo. De vez en cuando se escucha el canto sordo de la
machete en la mano. A cada trecho, el camino se cierra con marañas tan pava, el chillido de los pequeños monos y los gorgoteos del mono au-
densas y tupidas que durante todo un día sólo se avanza algunos kiló- llador. A los pájaros cantores no les gusta la selva; necesitan sol y al -
metros. Si uno intenta abrirse camino por estas espesuras sin machete, gría, y por tanto se mantienen lejos de aquí. . .
se sucumbe rápidamente por agotamiento, con la ropa destrozada y las Es difícil avanzar por estos bosques en silencio, difícil acercarse SIgI-
manos sangrando. Si te pierdes, raras veces se encuentra una colina losamente a disparar a una presa. Cuando menos se espera, empiezan
desde la que sea posible otear el horizonte. Son escasos los árboles que a moverse los árboles de alrededor, los monos se arrojan de liana n
sobresalen del resto desde cuya copa se pueda tener una panorámica. liana, se detienen un momento, observan curiosos al animal grand y
Las lianas se precipitan de árbol en árbol, se enroscan como serpien- alto que está en el suelo, y de nuevo se lanzan apresuradamente en un
tes boas alrededor de los troncos y de nuevo cuelgan como finas cuer- huida salvaje. Casi siempre consideran que lo más seguro es escond r-
das de las ramas terminando en un manojo de raíces aéreas. se en lo más frondoso de la cima de los árboles, y no es nada fácil d -
En sí, el suelo no tiene vegetación en estos bosques, sino que los cubrirlos en medio del enredo de hojas y ramas.
troncos podridos reverdecen con orquídeas, helechos, pequeños cactus Caminar por estos bosques no es una de las cosas más agradabl ,
y muchas otras plantas que viven como parásitos en los troncos y ra- que uno puede hacer. Muchas plantas tienen espinas; algunos arbu l
mas. Por lo general, el conjunto conforma un desorden de hojas ante el están vigilados por hormigas venenosas; los mosquitos fastidian t t

186 187
caminante día y noche; numerosas garrapatas venenosas se prenden
del cuerpo.
Caminando hasta el interior de uno de estos bosques, puede encon-
trarse, si se tiene suerte, un sendero que no ha sido abierto con el ma-
chete sino con la mano. Un arbusto en medio del camino está quebra-
do, una rama pisada. Los que han pasado por aquí, han recogido
intencionalmente hojas y flores de las plantas del camino. Quizás uno
encuentra también un lugar en el que se han detenido, han descansa-
do, han aplanado todo, han hecho fuego, han puesto hojas en el suelo
para sentarse o, a veces, han tejido un cesto de hojas de palmera para
cargar hasta su casa las presas de la caza o frutas silvestres.
Quien conozca las grandes selvas, sabe bien qué significa esto. Allí
han estado los salvajes, los sirionó. Mirará precavido alrededor, presu-
miendo que alguien está escondido detrás de los troncos de los árboles
preparándose para disparar una flecha mortífera. En los grandes bos-
ques de Bolivia no es raro toparse con las huellas de estos salvajes. Se
encuentran al norte de Santa Cruz de la Sierra, desde el río Ichilo hasta
Guarayos, en los alrededores de Guarayos, en Mojas y entre Guarayos
y el Río Iténez, es decir en una región inmensa.
Ningún blanco conoce a estos indios, a no ser como enemigos o como
prisioneros; todavía merodean independientes en estas selvas. No se
sabe si es una o son más tribus.
Viven en enemistad a muerte con todos los indios que yo conozco.
Los yuracaré, guarayo y chácobo odian y temen a los sirionó.
Durante diez días he caminado sin éxito por la selva acompaña-
do por indios guarayos para encontrar a los sirionó. Fue imposible
convencer a mis acompañantes indígenas de adentrarnos realmente
en la región del enemigo. Quizás fuese mejor así, ya que probable-
mente no hubiéramos logrado llegar a ser buenos amigos de los in-
dios salvajes.
No hace mucho, un fraile franciscano en Guarayos hizo una expedi-
ción similar a la mía y consiguió, de hecho, llegar hasta un asentamien-
to sirionó. Entonces se produjo una sangrienta batalla en la que los neó-
fitos de la misión mostraron una sed de sangre que el fraile no pudo
contener, llegando a asesinar a los niños pequeños. Cuando un guarayo
descubre un sirionó, intenta matarlo. Cuando un sirionó ve a un
Ilustración 79 Y 80 79a Vestido femenino hecho de corteza, b Muestra ~a técnica. .
guarayo, normalmente hace lo mismo. de confección ('/o), sirionó, Provincia Sara; 80 Instrumento para aventar el fuego ( Is), smono, Cunchá

188 189
No es raro que los viajeros entre Santa Cruz de la Sierra y las mi-
siones de Guarayos sean asaltados y heridos o muertos por las fle-
chas de los sirionó. Poco antes de que llegase a las misiones, un fraile,
mientras estaba cabalgando por la selva, fue herido en el muslo por
una flecha.
Un conocido mío, Don Angel Parada, de muchacho fue atacado jun-
to a su padre por los sirionó cerca de Bibosi. El padre cayó muerto al
suelo atravesado por una flecha. También el muchacho fue atravesado
por dos flechas: una le dio en el pecho y otra en el hombro. Al darse
cuenta los sirionó de que estaba todavía con vida, uno de ellos le gol-
peó en la cabeza con el arco. A pesar de todo, pudieron salvar la vida
de Don Angel. He visto las horribles cicatrices en su cuerpo.
Es el hierro el que ha conducido a estos "hombres de la edad de
piedra" a salir del bosque para cometer estos asesinatos. Con seguri-
dad es el hierro lo que los atrae a cometer otros asaltos.
En las cercanías de las misiones de Guarayos, algunos sirionó sor-
prendieron a un par de muchachos guarayos. Les quitaron un machete,
pero por lo demás no les hicieron nada. Al menos, así me lo han contado.
Hace unos años abordaron en el río Piraí un bote cargado de telas y
otras mercancías. Con las telas hicieron sogas y hamacas que más tarde
fueron botín de los blancos. Los correos entre Guarayos y Santa Cruz
de la Sierra han sido atacados varias veces. Como consecuencia de los
asaltos de los sirionó, se considera muy poco seguro viajar por el río
San Miguel y el río Blanco.
Y, sin embargo, los blancos son peores. Cuando ven un sirionó, le
disparan como si se tratara de un animal salvaje. Cerca de San Carlos
en la Provincia Sara, un cazador sorprendió en un sembradío de los
blancos a una mujer sirionó desarmada con su pequeño hijo en el pe-
cho. Mató de un par de tiros a los gorrones.
En Mojas fui el invitado de un Señor H., que había baleado a mu-
chos sirionó y hecho prisioneros a sus hijos. Llevó a una mujer sirionó
hasta un estercolero, la hizo cavar su propia tumba, le pegó un tiro y la
enterró.
Sería interesante llegar a conocer bien a estos hombres, a estos sal-
vajes de las selvas grandes y profundas, llegar a ser su amigo. Con se-
guridad no son peores que otros indios; sencillamente son perseguidos
y de vez en cuando toman venganza. Lámina XXIX En el río Blanco, en las cercanías de El Carmen

191
190
Todo lo que he conocido de ellos fueron dos muchachos. A uno 1 vi
en la misión de Urubichá. Lo atraparon cuando era niño. El otro, com
ya he contado, lo encontré en el río Guaporé.
Este último vivía con un anciano, presumiblemente su padre, hurtand
en los campos de cultivo de Don Enrique Cuéllar. Por cierto, este gorron
en los sembradíos de otros parece ser una especialidad de los sirionó. Ha
varios años solían robar en los campos de Las Juntas en el Río Grande, un
importante puerto en el que encostan los vapores del tráfico entre Santa
Cruz de la Sierra y las barracas de caucho. En los alrededores de El Car-
men y de Guarayos a veces suelen vivir de la misma manera.
Para quien no conoce la gran selva ininterminable, esto resulta in-
comprensible. Hay que conocer estos bosques para darse cuenta qu
los "hombres de la edad de piedra" pueden vivir en las cercanías d
importantes centros habitados, siempre seguros de poder desaparec r
en la profundidad de la selva cuando son perseguidos. Hay que ten r
. presente que las cercanías de muchos lugares importantes apenas han
sido exploradas a una milla de distancia de los edificios principal
Uno de estos lugares es, por ejemplo, Palmira sobre el Río Grande.
¿Todo lo que se conoce en Bolivia con el nombre de sirionó es un,
sola tribu? ¿Son guaraní? ¿O se trata en realidad de uno de los prim -
ros grupos que ocuparon estas regiones? Sería interesante llegar a t -
ner respuestas para estas preguntas.
Hay que resaltar la inmensa difusión de los sirionó, que en este sentí-
do son similares a los indios makus o muras en Brasil'. Mientras que 1 s
yuracaré, chácobo, guarayo, baure, etc. están distribuidos por región
definidas, los sirionó aparecen por todos partes y son perseguidos p r
todos. Un yuracaré nunca ha escuchado nada de un chácobo, tampo
los guarayo conocen a los chácobo, pero todos ellos conocen a los sirion
D'Orbigny? incluye a los sirionó entre los guaraní. En Bibosi tuv 1,
oportunidad de estudiar a unos prisioneros. Nos dice que su idioma
"es un guaraní alterado, pero no lo suficiente como para que no se pu
dan entender perfectamente con los chiriguano". Cardús", quien hable

1 Koch-Grünberg, Zwei Jahre ..., op. cit.


2 D'Orbigny, L 'Homme Américain, II, p. 342-343..."est le guaraní corrompu, mai p,l.
assez, néanmoins, pour qu'ils ne puissent sentendre parfaitement av Il',
chiriguanos" .
Lámina XXX Anciana baure de El Carmen 3 Cardús, op, cii., p. 279

192
detalladamente sobre ellos, considera que son guaraní y encuentra su piedra, a pesar de que parte de ellos vive en regiones en las que est
idioma muy parecido al guarayo. material existe. Sólo utilizan instrumentos hechos de colmillos, ma-
El Padre Rufino Holler, Rector en la misión de Yaguarú en dera y conchas.
Guarayos, en 1903 construyó en las cercanías del río Blanco un cami- Realmente, estos hombres primitivos ameritan un estudio más de-
no y se topó con algunos sirionó a los que habló en guarayo y le en- tallado. Quizás estemos en presencia de una población que es anterior
tendieron. Le contestaron en un guaraní que el Padre pudo compren- al resto de las tribus indígenas de esta región.
der. Los guarayo me aseguraron varias veces que los sirionó hablan Pero no parece nada fácil entrar en contacto pacífico con ellos. No
un guaraní que se parece al chiriguano. Cardús también nos dice que quieren la paz con los blancos, por ello también están sobreviviendo
una parte de los sirionó hablan un idioma que los guarayo no pueden más tiempo que otras tribus. jA la larga los blancos son menos peligro-
entender.' sos como enemigos que como amigos!
Intenté sin éxito convencer al joven en Curichá que me enseñara algo Probablemente estas regiones en un primer momento fueron ha-
de su idioma. Lo único que logré anotar fue lo siguiente: bitadas por una población que tenía una cultura primitiva singular.
Cuando más tarde ingresaron aquí otros indios, siguieron los ríos
lúni = malo Tata = fuego (guaraní) navegables, ocupando sus orillas, las pampas abiertas y los lagos.
Inyé = bueno Denée = no quiero La población primigenia buscó refugio en la profundidad de las sel-
A = sí Inéni = no te vayas, quédate aquí vas. Cuando los blancos conquistaron el país, tomaron fácilmente
Ine = agua Batte = no hay (guaraní) posesión de los ríos navegables y de las pampas. La mayoría de los
Chó = Señal para cuidado indios que vivían en estas zonas fueron subyugados. Una parte huyó
a la selva donde se unieron a la población primigenia. De la misma
Sin lugar a dudas, el muchacho hablaba algo de guaraní, pero sobre forma en que esa población primigenia pudo mantenerse indepen-
todo hablaba un idioma completamente distinto que nadie entendía en diente en las selvas durante la época en que la región fue dominada
la barraca de Cuéllar, en la que había indios baures, itonamas, chiquita- por otros indios, ha logrado hasta ahora no ser dominada por los
nos y blancos que hablaban guaraní. blancos.
Es evidente que en la cultura material de los sirionó hay similitu- Es posible que en tiempos anteriores, los chiriguano y los guarayo
des con la de todas estas partes. Tienen arcos de un largo fuera de lo capturasen a los sirionó como esclavos. Por lo menos sabemos que los
común y flechas en las que las plumas están prendidas al modo "pe_ primeros tenían esclavos. De este modo aprendieron guaraní que más
ruano". En todas partes tienen dientes de roedores insertados en man- tarde transmitieron a sus compañeros de tribu.
gos (Ilust. 83) que emplean como cuchillos; tienen cestos para cargar Parece que en muchos lugares, el idioma guaraní desplaza a otros
muy primitivos (Ilust. 82), hamacas hechas de fibra de corteza; no tie- idiomas. En mi libro "La Vida de los Indios" vimos como una tribu, los
nen canoas, sino que cruzan los ríos utilizando lianas que tensan con tapie te, ha tomado de los guaraní su lengua, a pesar de que ellos origi-
este fin; tienen pipas para fumar de arcilla cocida; es normal que no nalmente pertenecían a otro grupo lingüístico. Otro pueblo en parte
entierren a sus muertos (véase p. 133). He dicho que los sirionó son guaranizado son los guayaki de las selvas de Paraguay, un pueblo muy
"hombres de la edad de piedra". La expresión, empero, no es comple- primitivo que parece tener mucho en común con los sirionó. También
tamente acertada ya que posiblemente no conocen los utensilios de un pueblo de alta cultura como los chané, que también ilustré en mi
libro "La Vida de los Indios", en la actualidad habla guaraní, y los restos
que quedan de su idioma originario arawak no tienen ninguna impor-
4 Cardiis. op. cit., p. 280. El autor cree que quizás sea mojo. tancia.

194
195
Llama la atención que todos los sirionó que han sido atrapados por
los blancos sólo sobrevivan un corto tiempo. Mueren por comer sal,
dicen los blancos en Bolivia. El contraste entre la vida en las profundas
selvas y los blancos, para ellos resulta mortal. Se consumen cuando lle-
gan a la jaula.
Capítulo Vigésimo Tercero

Las tierras bajas de Mojos

81
Dejamos atrás a los guarayo. Hemos cabalgado por la inmensa sel-
va entre el río San Miguel y el río Ivary y ahora nos encontramos en la
tierras bajas de Mojas. El río Ivary desemboca en el Mamaré, que ya
hemos conocido.
Estamos en mayo, al final de la época de lluvias. La llanura está inun-
dada. A veces, las mulas avanzan con gran esfuerzo por pantanos n
los que abundan los caimanes y las boas. En algunas partes son tan
profundos que tenemos que proseguir en canoa mientras las mulas na-
dan detrás de nosotros.
Mojas es una tierra única, una tierra de contrastes. Durante la época
seca resulta difícil conseguir una gota de agua en esta misma llanura y
es frecuente ver hasta el horizonte la tierra devastada por el fuego. Du-
rante la estación de lluvias, los vecinos se visitan en canoa, en tiemp
seco las canoas están en medio de la llanura donde no hay la más míni-
ma humedad. Aquel que no esté familiarizado con las condiciones aqu í
imperantes, se preguntaría: ¿Qué diablos quiere hacer esta gente con
las canoas en medio de esta tierra tan seca? Mojas es realmente una
región curiosa en la que se viaja con bueyes que nadan tirando de 1
carretones, mientras que por tierra se viaja con canoas. En los bosqu
viven los sirionó, que los blancos persiguen por todas partes. La may
ría de éstos residen en las pampas y viven de la ganadería. Tambi n
lIustraci~n 81-83 81 Cesto para guardar plumas y cosas similares (2/9); 82 Cesto para cargar ('/6), sirionó,
aquí han hecho estragos con el ganado salvaje. Cualquier intento d
Curichá; 83 Utensilio hecho de dientes de roedor insertados en un mango ('/,), sirionó, Provincia Sara criar caballos es infructuoso debido a una cruel enfermedad: la p l

196 197
de caderas, que en un corto tiempo mata a la mayoría de los caballos y Los actuales mojo y baure son arawak, es decir, pertenecen a un ru-
mulas que son introducidas en la región. po de tribus que tiene una amplia distribución desde las Antillas hast
En las pampas no vive ni un solo pueblo indígena independiente. el norte de Argentina".
Los descendientes de los antiguos mojo han sido, como ya hemos di- Como es sabido, en los siglos XVII YXVIIIlos jesuitas fundaron n
cho, llevados a las regiones caucheras para morir en ellas o son sirvien- el país de los mojo y baure sólidas misiones. Hemos de agradecer a 1
tes de los blancos. Son simples jornaleros que apenas poseen una cultu- jesuitas el habernos legado un conocimiento bastante bueno de cóm
ra independiente. eran las condiciones de vida en estas tierras antes de que los indi
Los indios de los tiempos antiguos supieron adaptarse a las condi- fueran civilizados por los blancos. Las descripciones que José del a-
ciones de Mojas. Para protegerse de las inundaciones construyeron lo- tillo" da de estos indios, son especialmente interesantes. Estas descrip-
mas para sus viviendas y caminos en forma de diques por los que po- ciones nos transmiten la impresión de tener un gran amor a la verdad y
dían ir de aldea a aldea sin mojarse los pies. Normalmente, los blancos una comprensión fuera de lo común. A través de ellas sabemos que I
y sus sirvientes viven en estas lomas o han asentado en ellas sus cam- Hermano José de Zaragoza fue realmente un amigo de los indios.
pos de cultivo, es decir, en las lomas que están situadas en los márge- El autor describe con gran cariño la sociedad de los mojo.
nes de los bosques o en las islas de bosque. Los padres aman a sus hijos y los hijos obedecen a los padres, die
Don Casiano Gutiérrez de la Provincia Sara me contó que en estas Hermano José. Casi nunca se castigaba a nadie, pues nadie necesitab
lomas se habrían encontrado pequeñas y raras figuras de dioses he- ser castigado. Vivían contentos y felices. Rara vez o nunca se escucha-
chas de barro cocido con ranuras'. El asunto me llevó hasta las tierras ban riñas y peleas. Las guerras no eran sangrientas. Siempre se tenía
bajas y pantanosas de Mojas. comida, ya que los campos de cultivo, especialmente las plantacion s
A lo largo de dos meses excavé en esta región. Quiero publicar los de mandioca, eran extensas. No tenían que esconder sus bienes má.
resultados de estas excavaciones en un trabajo específico, pero me gus- valiosos porque nadie robaba. Sólo cuando llegaron los blancos a Mojo ,
taría mencionar aquí lo suficiente de mis descubrimientos como para empezaron a cuidarse de los ladrones. Su habilidad artística era con i-
que el lector sepa que en un tiempo, estas regiones estuvieron habita- derable; su cerámica, sus flechas, sus casas, sus adornos de plumas d -
das por una población indígena con altas capacidades artísticas que pertaron la admiración del Hermano José.
podía emprender grandes trabajos colectivos. Es natural que este religioso condenase algunos usos y costumbr s
Si se excava en las lomas artificiales, se encuentran urnas funerarias de los indios pero lo hace lleno de comprensión.
bellamente pintadas en las que ponían los restos del muerto después Así, aclara comprensivamente la costumbre de enterrar vivo al la -
de que la carne se había descompuesto. Los diseños en estas urnas (Ilust. tante con su madre muerta, de la siguiente manera': "La crueldad d
84) son tan originales, tan complejos, están pintados con tanta seguri- enterrar vivos a niños que están sin madre que les pueda dar leche y
dad que apenas se encuentra algo similar entre los actuales indios de que son tan pequeños que sin su madre morirían, tiene su razón en I
Sudamérica. La forma de las vasijas cerámicas y otros rasgos nos de- error de que el niño no tomaría leche de ninguna otra mujer y de qu
muestran que esta cultura, de la que aquí encontramos algunos restos, ninguna mujer tiene suficiente leche para dos". Creían que en todo I
no estaba influenciada por la cultura incaica de los Andes, sino por las mundo se hacía así.
de la parte norte de Sudamérica y de América Central.

2 Véase La Vida de los Indios, op. cii., p. 146


3 Castillo, op. eit.
1 Fragmentos de recipientes con ranuras 4 Castillo, op. cit., p. 375

198
"No es para sorprenderse tanto", dice el buen Hermano, "que los cambió una pila bautismal de mármol por una repulsiva pila de hoja 1 -
bárbaros caigan en esta crueldad, [cuando incluso los príncipes del es- ta pintada. En San Joaquín, un par de ángeles de madera bellam nt
píritu se equivocan al respecto! Aristóteles aconsejaba el aborto, dice tallados sostenían la tabla sobre la cual la cocinera del cura limpiaba u
Francisco de Sales:". grasosa vajilla.
Castillo y quizás algunos otros religiosos se encontraban solos en su Es difícil hacerse una opinión cabal sobre las misiones de los jesui-
actitud de comprensión por los indios. Así exclama: "Es una desgracia tas. Sin embargo, una cosa es cierta: cuando los jesuitas se encargaron
para los indios, y me refiero también a los indios cristianos del Perú, que de Mojas y de la cercana región de Chiquitos, los indios estaban ex-
haya tan poca gente que los defienda y que sean tan numerosos los que, puestos tanto a los comerciantes de esclavos de Santa Cruz como a la
si bien no los persiguen, los miran con desdeño y desprecio. Finalmente, expediciones de pillaje de los mamelucos brasileños". Bajo la tutela d
el indio se encontró con el destino del asno. Sirve sumiso, trabaja mucho, los jesuitas, los indios pudieron expulsar a los comerciantes de escla-
se contenta con poco, no exige gastos de herraduras, bridas de oro y tam- vos. Los mamelucos fueron derrotados por un destacamento de indio
poco finas sillas de montar, sino sólo una albarda ordinaria. Como suel- bajo las órdenes del jesuita Arce, dejando en paz a estas misiones.
do recibe palizas e insultos y encima, se crea una mala imagen de él"." Pero por otra parte, parece que a veces los jesuitas no dudaban en
Si todos los misioneros fuesen como el Hermano José tendríamos usar la violencia para atrapar indios y convertirlos al pacífico credo
que inclinamos sinceramente ante ellos. Hay otros jesuitas que no des- cristiano".
criben a los indios de Mojas con cariño, pero no debemos olvidar que En las misiones jesuíticas reinaba en muchos aspectos el mismo es-
su interés era destacar sus errores para que su trabajo de conversión píritu que hoy en día rige las misiones de Guarayos. Posiblemente, las
pareciese más relevante. misiones de los jesuitas tuvieran mayor grandeza. Los jesuitas prot -
Los jesuitas regentaron Mojas por casi un siglo, durante el cual fun- gieron a los indios de otros blancos, pero les robaron su libertad y le
daron muchas misiones prósperas. A pesar de todos los despojos, a pe- volvieron tan dependientes que después de su expulsión fueron una
sar de todos los asaltos, las iglesias testimonian todavía la riqueza pa- presa fácil de los blancos sin escrúpulos. En realidad, y a pesar de su
sada. D'Orbigny nos dice que en 1767 tan sólo en la iglesia de San Pedro intenciones, prepararon el ocaso de muchas tribus.
había 1.000 kg de plata. Aún hoy se ven en las iglesias muchos objetos Rene Moreno? escribe lo siguiente sobre el sistema jesuita que no
de plata, de vez en cuando también de oro y piedras preciosas. Las permite hacemos una buena idea de cómo educaban a los indios:
pilas bautismales son de mármol de Carrara. He contemplado maravi- "Nadie estaba sin ocupación, todos trabajaban; trabajaban juntos bajo
llado muchas bellas pinturas en estas iglesias. Los pilares, los bancos, la tutela del misionero, sin conocer la propiedad privada, el dinero, la
las sillas y los altares están cuidadosamente tallados. Los testimonios compra o venta; recibían todo de manos de los Padres, desde la ali-
de un periodo de bonanza tienen un aspecto maravilloso. Seguramen- mentación y la ropa para la familia hasta la comunión y la enseñanza
te han sido artistas los que han labrado las viejas tallas de Santos. religiosa, desde el adiestramiento en oficios artesanales y el ejemplo en
En general, se reconoce que los indios son los únicos que intentan el trabajo, hasta los castigos ocasionales y la eternidad del cielo y l
mantener estos vestigios en las iglesias. Los blancos, especialmente los infierno" .
párrocos, han robado muchos de estos objetos por los que demuestran
una incomprensión indignante. En una vieja iglesia jesuítica, un cura
7 Así se llamaba a las bandas de ladrones de mestizos y portugueses que desde 55
Paulo en Brasil realizaban una sistemática caza de esclavos entre los indios.
8 D'Orbigny, Voyage ... , Partie Historique, 3/I, p. 193
5 Castillo, op. cii., p. 376 9 René Moreno, BibliotecaBoliviana.Catálogo del Archivo de Mojas y Chiquitos (Santi o
6 Castillo, op. cii., p. 377 de Chile, 1988)

200 201
YaViedma'? indica que tras la expulsión de los jesuitas empezó una Provincia Cordillera, Acero y Salinas bajo la tutela de los franciscan
época difícil para los mojo. En 1832,D'Orbigny señala que después de del Colegio de Tarija? Han desaparecido como por milagro, y hoy día
la expulsión de los jesuitas, el número de población, en vez de aumen- apenas quedan algunos sumidos en la mayor ignorancia y hundido
tar disminuyó. Proporciona una estadística muy interesante sobre el en la pobreza total. ¿Acaso es la actual situación de los mojo preferibl
número de nacimientos y los casos de muerte entre los mojo en los años a su vida como salvajes en las selvas? Hay motivos sobrados para con-
1828, 1829, 1830 Y 1831,Y llega a la conclusión de que en años norma- testar negativamente a esta pregunta".
les, los nacimientos superan considerablemente a las defunciones. Este Nosotros ya sabemos que se los llevaron a los bosques de caucho o a
crecimiento era neutralizado por la constante aparición de epidemias las cataratas del Madeira. Los que todavía siguen allí son esclavos por
malignas. El sistema de los misioneros de concentrar a los indios en deudas, hechos que también confirma el Dr. José M. Urdininea, "El
grandes aldeas contribuyó, sin duda, a aumentar el efecto asolador de Delegado Nacional", quien en su informe oficial al Gobierno Boliviano
las epidemias. señala lo siguiente": "Este Departamento está totalmente despoblado
porque los habitantes han sido enviados al Madeira a obtener caucho,
Nacidos Muertos Muertos/100 nacidos de donde rara vez alguien regresa. Los indios que se quedan aquí son
verdaderos esclavos. Un cristiano emplea a un indio a su servicio por
1828 1572
seis Pesos al mes e intenta darle por adelantado todo lo que necesita
1090 69,034

Mojoll
{ 1829
1830
1831
1540
1591
1385
1075
1122
2798
69,067
70,052
202,02
para atender las necesidades de su familia o para emborracharse. Con
el tiempo, la deuda va creciendo, y el indio muere sin poder pagar,
como esclavo, separado de su mujer e hijos".
Más adelante dice sobre los indios: "No están en condiciones de ser
Es evidente que hasta el año 1832,la disminución de la población en ciudadanos libres ya que no se pueden gobernar por sí mismos; aten-
Mojas no había empezado de verdad. La terrible devastación data del diendo a su carácter, son niños y necesitan con urgencia la tutela y la
descubrimiento de los bosques del caucho. Para poder aprovecharlos protección de los misioneros que actúan como padres y como defenso-
se necesitaban trabajadores. Cuando no llegaban libremente, se les en- res de sus derechos.
cadenaba con la esclavitud por deudas y se les conducía lejos de su Por decirlo en pocas palabras, si el Beni" ha de recuperarse de nuevo,
hogar, como ya he informado. los indios tienen que ser protegidos, tienen que ser puestos de nuevo
Desde la expulsión de los jesuitas los indios han vivido en la escla- bajo el antiguo sistema de los jesuitas que tuvo resultados tan increíbles.
vitud, como ya constatan D'Orbígny en 183212 y Cibbon" en 1852. Si uno emplea el mismo método, uno obtiene los mismos resultados.
En su Diario de 1805,el erudito franciscano Ducci" apunta indignado: Cuando desaparezcan los indios de aquí, también será el fin de la
"¿Qué se hizo de los 31.40015 neófitos que a finales del siglo pasado se agricultura, no habrá navegación por los ríos, en una palabra, no habrá
encontraban en las Misiones de Mojas o de los 22.000 que había en la nada, ya que los actuales blancos no sirven para otra cosa que para
aprovecharse de los indios".
10 Viedrna, op. cit., p. 141
11 D'Orbigny, L'Homme Américain, 1, p. 50
Éstas son palabras de elogio para los indios, palabras fuertes y francas
12 D'Orbigny, Voyage ... Partie Historique, 3/I, p. 93. "[amais je navais vu sous un
r
y no precisamente afectuosas con los blancos.
gouvernement libre plus d'esclavage et de despotisme",
13 Gibbon, op. cii., p. 235, 246
14 Ducci, Diario de la visita ..., op. cit., p. 104 16 Citado en Pierini, Dos asuntos ..., op. cii., p. 24-25
15 Esta cifra con toda probabilidad es demasiado alta. René Moreno (op. cit.) para 17 Aquí se refiere al Departamento de Beni, al que pertenece la mayor parte del Nor-
1767 da una cifra de 18.535. deste de Bolivia.

202 203
Naturalmente, no todos los indios que fueron conducidos a los bos- único que consiguió es que un párroco usurero le quitara varios traba-
ques de caucho han muerto, sino que una gran parte de ellos todavía jadores, prestándoles dinero para pagar sus deudas anteriores. Por tant I

vive en las barracas. Algunos tienen hijos, aunque comparativamente el interés de los propietarios de indios es procurar que no tengan d ud 14
son muy pocos. La mortalidad infantil en las regiones caucheras es muy demasiado pequeñas.
grande, hasta tal punto que con seguridad no hay crecimiento po- Para no perder de este modo a los trabajadores indígenas, los pa-
blacional. trones se niegan a recibir dinero cuando un indio se quiere lib ra r
En Mojas he oído hablar por primera vez de un patrón que pasaba pagando sus deudas. Le dicen que no está pagando más que un ad -
las deudas de los padres a los hijos, pero dudo que este tipo de esclavi- lanto sobre su trabajo y que su obligación la debe cancelar trabajando.
tud por deudas sea hereditaria. No cabe duda que también hay patrones que tranquilamente fal ifi-
Para no pecar de injusto, he tratado de investigar si los indios han can las cuentas manteniendo a los indios en la esclavitud median t
aprendido algo bueno de los blancos que no sean misioneros. Pero por deudas inventadas".
más que lo he buscado y meditado, no he encontrado nada. Los indios No obstante, es bastante arriesgado dar grandes adelantos. El indio
no tienen ninguna deuda con sus patrones blancos. Son los misioneros puede escapar yeso supone una pérdida económica, o por desgra i.
los que les enseñaron y les enseñan bastante. puede morir antes de pagar las deudas.
En cambio, ya hemos visto que los blancos les deben a los indios Pudiera parecer que la esclavitud por deudas fuese necesaria. u-
mucho, incluso el descubrimiento del caucho, ya que mucho antes de riosamente, un buen amigo de los indios como Koch-Crünberg" d -
que los primeros lo conocieran, los indios lo empleaban para elaborar tiende este punto de vista. Escribe respecto a esta práctica en el N -
sus pelotas de juego. Quizás habría que erigirle al indio Kallawaya que, roeste de Brasil: "Este sistema de la esclavitud por deudas, desde ti n
según se dice, descubrió el poder curativo de la quina para la fiebre, un punto de vista estrictamente moral es ciertamente repudiable, pero
monumento en una peña de las cataratas del Madeira. Sin la quinina, trata de un mal necesario en estas regiones para poder conseguir trab -
los blancos no hubieran podido vivir en los febriles bosques de goma. jadores, y tiene su razón de ser en la indolencia de los indios y en u
Parece que por lo general los patrones blancos en Mojas están en rechazo a cualquier trabajo al que no están acostumbrados. Se necesi t<
pésima situación. Ellos mismos sufren la esclavitud por deudas. Se ne- cierta presión para impulsar a los indios a un trabajo regular, y e te
cesita bastante capital para conseguir que un número conveniente de presión se ejerce mediante las deudas".
indios contraiga deudas. Esta vez, Koch-Grünberg ha visto las cosas con ojos de patrón blan
Hay algunos blancos que critican este tipo de esclavitud. Sin embar- Yo no puedo admitir que los indios estén obligados por alguna razón
go, no pueden por si solos abolirla ya que entonces se .quedarían sin tener que trabajar para los blancos. A no ser que en ciertas ocasion y
trabajadores. Se tienen que acomodar al sistema. Supongamos que se bajo condiciones económicas aceptables lo hagan libremente para e n-
limiten a pagar a los indios su salario y que no les vendan aguardiente. seguir herramientas, vestidos y cosas por el estilo. Así lo demuestra 1,
Entonces, esta gente, desmoralizada como está, se prestaría dinero de situación en la Provincia Jujuy en Argentina, donde anualmente mil'
otro patrón para satisfacer su ansia de aguardiente y su placer por com- de indios se reúnen para trabajar en las fabricas de azúcar". Atendi J-
prar. Una vez que se han endeudado, no les queda más remedio que do a su naturaleza, los indios del Chaco no son más trabajadores qu \
entrar al servicio del acreedor. El resultado sería que el primer patrón los del Norte de Bolivia y Brasil. Allí no tienen la posibilidad de prestars '
tendría un empleado menos y el segundo un esclavo por deudas más.
En el nordeste boliviano, la causa de muchas peleas entre los patro-
nes es que se roban entre ellos a los indios. Tengo por ahí un buen ami- 18 Véase Balzan, Da reyes ... op. cit., p. 50
r

19 Koch-Crünberg, Zwei Jahre... , op. cit., 1, p. 33-34


go que siempre intentaba que los indios tuvieran pocas deudas y lo 20 Véase La Vida de los Indios

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lamina XXXII Indios guarayos de Yaguarú

206 207
dinero o de obtener mercancías a crédito. Siempre son honestos con
ellos. Es cierto que allí pierden su moral pero no son esclavos.
Tal y como se están desarrollando las circunstancias, reconozco que
aquí estamos ante un problema social de difícil solución; pero no pue-
de ser correcto llamar a la esclavitud por deudas un "mal necesario",
aunque en la actualidad es un mal incurable en ciertas regiones.
Al terminar nuestras excavaciones cabalgamos hasta Loreto, que una
vez fue una de las aldeas más prósperas durante el tiempo de los jesui-
tas. En 169121 había en Loreto 3.822 indios, en 1832 había 2.145 y en
1909 había algunos ancianos, viudas y huérfanos. En la actualidad, sólo
algunas casas de Loreto siguen habitadas. Son las ruinas de un pueblo.
Desde Masicito, en las cercanías de Loreto sobre el río Mamoré, vol- Ilustración 84 Vasija de barro encontrada en una tumba.
Loma Hernmarck ('h), Mojos
vemos a Las Juntas a bordo de un pequeño vapor. Desde allí proseguimos
nuestro viaje hasta Santa Cruz de la Sierra y después, en julio, de nuevo
vamos al Gran Chaco, al río Pilcomayo, donde visitamos por segunda
vez a los indios que describo en mi libro "La Vida de los Indios". Entonces
todavía eran independientes o casi independientes de los blancos.
Cuando regresé a Suecia, Moberg se quedó en Bolivia, en el río
Pilcomayo.
Me ha escrito informándome sobre varias cosas.
De ahora en adelante será difícil, quizás prácticamente imposible,
estudiar la vida de los indios del río Pilcomayo en su estado original.
Moberg cuenta que los indios han luchado contra los soldados de un
puesto río abajo. Los soldados masacraron cientos de indios, incluyendo
mujeres y niños. Por miedo a ser asaltados y dando por buena la falsa
información de que los indios se estaban armando, al amanecer asaltaron
la aldea situada a dos millas del puesto militar y sin más, él. tiros masacraron
a los pobres indios dormidos, que sólo disponían de arco y flechas.
El pueblo se llama "Toné" y era de los indios ashluslays. ¡Nunca
olvidaré los juegos infantiles, las danzas de los jóvenes y las borrache-
ras en Toné!
Ahora ha llegado el silencio a los lugares de juego y de fiesta. Tam-
bién hasta allí han llegado los blancos con su "civilización".
Primero llegan los soldados a sangre y fuego. Después vienen los
religiosos a ocuparse de los supervivientes con su "Religión del amor".

21 D'Orbigny, Voyage ... , Partie Historique, 3/1, p. 146


20..,
208
jesuitas encontramos mucho de interés'. Estos religiosos .vi r n In:
culturas indígenas casi en su estado originario, sin ínfluencias ti stan
ciales de los blancos. También las excavaciones arqueológicas no pu '.
den ayudar a llenar nuestros vacíos de conocimiento sobre los ind i s.
Pero éstos siempre serán escasos, ya que los jesuitas del siglo XV11
Capítulo Vigésimo Cuarto no tenían el mismo tipo de interés general que nosotros. Debajo d 1<
tierra, sólo se encuentra aquello que resiste a la putrefacción, en l
Fronteras culturales caso las vasijas cerámicas. También resulta difícil decir de qué gw po
son las tumbas y las viviendas que encontramos. En esta tarea no pu '.
e influencias culturales do analizar los escritos de los antiguos misioneros. Sin embargo, IT\ '
parece importante destacar algunas cosas, otras muchas ya las he m n
cionado anteriormente en el texto.
En el nivel superior de todos los indios de esta región estaban lo,
baure, cuyos descendientes encontramos como esclavos por deuda n
En el tercer capitulo de este libro hablé de fronteras culturales natu- San Joaquín y El Carmen. Tenían aldeas bien erigidas con calles y pla-
rales y de regiones culturales en Bolivia resaltando el significado de la za, en la que se entrenaban los guerreros. Las casas estaban bien con '.
frontera de Santa Cruz en la que muchas plantas de gran importancia truidas y se mantenían limpias. Las paredes de las habitaciones e.l .
para los indios tienen su límite norte-sur. ban cubiertas con finas y únicas esteras tejidas. Sus campos de culti Ve)
Al mismo tiempo que he intentado mostrar las relaciones de los in- fueron la admiración de los jesuitas",
dios con los blancos, he pretendido resaltar lo más destacado de lo que Tenían, como los actuales chácobo, casas de hombres, en las qu
he observado y de lo que coleccioné entre los indios. Hemos encontra- bebía sin mesura.
do semejanzas y diferencias en la cultura de las diferentes tribus que Según el jesuita Marbán", los mojo vivían en casas sobre pilote~..J. '
sólo pueden ser explicadas desde la adaptación a las condiciones natu- del Castillo" describe más detalladamente sus viviendas, Los edifici s
rales con las posibilidades que ésta ofrece para subsistir. en los que dormían eran mucho mejores que las casas del Perú. En cads
Aquí todavía podemos estudiar bastante bien las fronteras cultura- cabaña había espacio para seis u ocho hamacas, a veces incluso m ' s.
les naturales, mientras que es muy difícil observar las influencias cul- Todo el tejado descansaba sobre un único pilar central. Las parede de
turales entre tribus. Desgraciadamente, ya es muy tarde para ello. Los las cabañas estaban revocadas con tierra. El tejado estaba cubierto n
vínculos entre tribus que todavía existen en el Chaco, aquí han desapa- paja larga. Preparaban la comida en una casa rectangular de par d S
recido. Las diferentes tribus, como hemos visto, viven completamente abiertas.
aisladas unas de otras, en zonas inaccesibles, alejadas de las grandes Su cerámica con diseños de animales estilizados era extraordinari •
vías de comunicación. mente bella. Las flechas estaban tan bien pintadas" como si fueran b·
La influencia de los blancos ha interferido profundamente en la sequios para el mismo rey". Además de la estólica que ya he descri l ,
mayoría de las culturas de los indios de esta región.
Por tanto, cuando estudiamos la antropogeografía de estas tierras, 1 Véase mi resumen en Zeitschrift für Ethnologie, V (Berlín 1910).
2 . Altamirano, Historia de los Mojas (La Paz 1891), editado por M. V. Ballivián
no podemos fundamentar nuestras investigaciones únicamente en los 3 Marbán, Relación de la Provincia de la Virgen del Pilar de Mojas, Bol. Soc. Ceogr. (Ln
indios actuales ya que muy pocos conservan su cultura. Son sólo rui- Paz 1898)
nas de las tribus que antes vivían aquí. En los escritos de los antiguos 4 Castillo, op. cit.

211
210
conocían la cerbatana y la honda que ya han caído en el olvido. Tenían No debemos minusvalorar el significado de un descubrimient l< n
grandes cantidades de objetos de adorno, de los cuales ya he citado las importante como las asas de las vasijas cerámicas. El hecho de qu (n
grandes coronas de plumas con las que aún hoy en día bailan en la desconocidas en el Nordeste de Bolivia, donde la influencia de los blan-
iglesia de Trinidad. De igual modo que los baure, los mojo tenían casas cos no se hacía sentir, es algo que no tiene su causa en las condici 1'1 11
de hombres que estaban muy bien construidas. En ellas guardaban sus culturales naturales. No se conocían y no se daba la oportunidad d
armas, sus adornos, los cráneos de los enemigos muertos, cabezas de conocerlas a través de los indios de las regiones montañosas.
jaguar, etc. Celebraban sus borracheras en esas casas. Hoy en día, los chiriguano y los indios del Gran Chaco tienen a s
Los primeros blancos, como el lector puede observar, no se encon- en todas sus vasijas, pero se encuentra al interior de la región chirigu nt
traron con indios poco evolucionados. La cultura indígena era realmente cerámica de un tiempo en el que eran desconocidas. Los característi S
sobresaliente.
silbatos de madera de los churapa y de los yuracaré que he ilustrad n
Es sabido que todo esto ya ha desaparecido. Hemos caminado entre el texto, posiblemente provengan de la cultura de la montaña. Un tipo
las ruinas y sabemos que los estudios antropogeográficos aquí se to- (Ilust. 9) es también conocido en Perú; pero es más probable que 1 11
pan con muchas dificultades. churapa y los yuracaré hayan aprendido su uso de los chiriguano. L s
Hay una tribu que quizás conserva mucho de la antigua cultura de tribus indígenas que viven más lejos de la cultura de la montaña, no I s
los baure: son los itene. Pero, como he descrito, ningún blanco es bien- conocen.
venido entre ellos. En los chácobo observamos también algunos deta- El jesuita Eder" dice explícitamente que los indios en Mojas no te
lles al respecto.
nían ninguna relación con Perú, es decir con los incas. Si bien la i1'1-
Los indios originarios que hemos conocido, son los sirionó. Quizás fluencias culturales desde el oeste eran prácticamente nulas o insignifi-
se trate, como ya señalé, de los descendientes de la primera población cantes, la influencia desde el norte fue importante. Esto se deduce s br
que ocupó estas regiones. todo de las excavaciones arqueológicas. En ellas, se descubre cerámi ,
Mientras que los vínculos culturales entre los indios de las regiones de tres pies, raras vasijas con el fondo agujereado y muchos otros obj -
montañosas y los de las tierras bajas de Bolivia son bastante insignifi- tos que apuntan a influencias culturales en esa dirección.
cantes, aquí con seguridad se ha dado una fuerte influencia cultural También las actuales tribus han conservado algunas cosas que apr 1'1-
desde el norte de Sudamérica. dieron del norte, por ejemplo las vasijas de patas sueltas, de las qu '
Las largas camisas parecen ser uno de los elementos característicos hablé al ocuparme de los movima, y los peculiares sellos de mad rt
más significativos de la cultura de las montañas peruano-bolivianas, que vimos entre los yuracaré.
que todavía podemos encontrar entre los actuales indios, Pero es posi- Yahe señalado en este libro que en las tierras bajas de Bolivia en n
ble que fueran introducidas por los blancos, quizás por los misioneros, tramos un grupo tribal, los arawak, que habitaba desde el norte d A r-
que se indignaban frente a la desnudez. Los misioneros, como mucha gentina a la costa de Florida en Norteamérica.
de nuestra gente, pensaban que la desnudez era sinónimo de inmorali- En el transcurso de mis excavaciones arqueológicas he encontradc
dad, un error cuya causa se encuentra en su propia fantasía erótica. urnas funerarias en las que se colocaba a los muertos después de qu l.
Es interesante darse cuenta de que ni los yuracaré, los chácobo, los carne se hubiese descompuesto. Esta costumbre posiblemente prov 11
guarayo o, en la medida en que se conocen, los sirionó tenían asas en ga de los arawak del norte. Se conoce también en muchas tribu d 1
sus vasijas cerámicas, algo que es también válido para la cerámica que Nordeste de Sud américa y del Sudoeste de Norteamérica.
he encontrado en mis excavaciones arqueológicas en Mojas. Propiamen-
te dicho, no había asas en ninguna de las vasijas que he encontrado en
el Nordeste de Bolivia.
5 Eder, op. cii., p. 213

212
2H
Cuando dejamos la montaña esculpida de Samaipata, dije que dejá- A pesar de que yo mismo he trabajado bastante en Sudamérica mo
bamos detrás de nosotros la cultura de las alturas, la cultura inca. En la arqueólogo, tengo que reconocer que hoy en día es mucho más imp r-
llanura, no muy lejos de las montañas, hemos encontrado las ruinas de tante.estudiar a las tribus que todavía existen, que realizar excavaci n S
una cultura indígena que parece tener más en común con los construc- arqueológicas. Los americanistas deberían, mucho más de lo que 1 '-
tores de montículos de Florida en N arte américa que con los incas del tán haciendo, concentrar su atención en los indios que aún manti n n
Cuzco. Éste es el resultado más importante de mis investigaciones en su cultura original e intentar rescatar lo que sea posible.
Sudamérica. El hecho de que en Argentina se realicen importantes trabajos r-
En el Nordeste boliviano nos hemos encontrado con una tribu queológicos, mientras que los indios que todavía viven en el Gran ~h -
guaraní, los guarayo. Tienen en común con los chiriguano de habla co de esta República reciben poca atención, demuestra que no se tíen
guaraní que describí en "La Vida de los Indios", el mito de la rana que la perspectiva correcta sobre la cuestión mencionada. Lo que quizá
robó el fuego, detalles importantes del cuento del zorro y el jaguar, y la deba a que es mucho más cómodo investigar en los alrededores de le
costumbre de enterrar en vasijas de barro. El uso de ganchos para col- vía férrea que buscar indios en regiones inhóspitas.
gar y de estantes colgantes es también característico de estas dos tribus. La arqueología, por supuesto, tiene una enorme importancia par
En ambas se encuentra la pipa de fumar. A los guarayo, sin embargo, llegar a conocer la historia de la raza indígena, pero el peligro de d
les falta la bella cerámica de los chiriguano, las características pipas de aparición del material muerto no es tan rápido y tan radical como l
madera y algunos otros objetos refinados que estos últimos fabrican. del vivo. Los enterramiento s y viviendas antiguos se podrían proteg r
Los chácobo son una tribu pana. Su cultura muestra coincidencias contra el saqueo con una legislación eficaz.
cercanas con la de los indios caripunas en el río Madeira. Tienen las mis- Tampoco debemos sobrestimar la importancia de la investigación.
mas cabañas, las mismas casas de hombres, las mismas narigueras y ador- Con toda seguridad es más importante mejorar en lo que se pueda le
nos para las orejas, y las mismas canoas hechas de corteza. Con los situación de vida de los indios que recolectar notas y objetos suyos par
atsahuaca, también pana, que visité en la región fronteriza entre Perú y museos o para escribir artículos científicos.
Bolivia en 1904, tienen menos en común. Los atsahuaca no construyen
las magníficas cabañas de los chácobo y tampoco usan el mismo tipo de
adornos. En cambio, tienen más variedad de tipos de flechas. Los canas-
tos para cargar y los cestos para guardar adornos de plumas de los
chácobo y los atsahuaca son de una similitud sorprendente. Seguramente
son tipos que ambas tribus han obtenido de la misma región.
Los yuracaré tienen mucho en común con los indios del Chaco, como
la red para cargar, los silbatos y algunos raros juguetes que no encon-
tramos entre el resto de tribus de esta región.
He dicho que hemos recolectado entre las ruinas. Para la investiga-
ción es importante conservar tanto como sea posible antes de que sea
demasiado tarde, y desgraciadamente ya es muy tarde. Hay regiones
caucheras en Sudamérica, en la región de los afluentes del río Beni y
del río Madre de Dios donde varias tribus indígenas se extinguen, sin
que nada suyo haya sido atesorado o anotado. Ni siquiera dejarán sus
nombres para la posteridad. Ilustración 85 Figura femenina hecha de arcilla cocida. Montículo Velarde ('''). Mojas

215
214
Y,sin embargo, sería bueno que los indios que todavía son indep n-
dientes de los blancos fueran tratados más humanamente que en la -
tualidad. Tengo que reconocer que de todos los indios con los que n
hemos encontrado, los que están en mejor situación son los que viv n
en las misiones de Guarayos. Habría que esperar, por tanto, que el G -
Epílogo bierno boliviano apoyase a los misioneros en sus esfuerzos y que al
tiempo los exhortase a educar a los indios para ser independientes.
Me parece que una buena recomendación sería sustituir a los párr -
cos, por lo general borrachos y sin moral, por franciscanos, quien
mantienen su autoridad sobre los indios y tienen la posibilidad de pro-
tegerlos de los blancos. Los franciscanos son también gente que sab
hacerse respetar por los patrones del caucho.
Sería necesario reconocer el derecho de los indios a la posesión de la
tierra que cultivan, pero no a la propiedad. Eso sería hacer justicia. Lo
He llevado a11ectora varias tribus indígenas que viven en condicio-
blancos consideran las extensiones ocupadas exclusivamente por in-
nes completamente distintas. Si alguien me preguntara qué indios son
dios como tierras sin dueño, una concepción de la jurisprudencia qu
los que mejor comprenden el problema entre indios y blancos, daría
ni siquiera respeta los campos cultivados de los indios.
como respuesta: los que aún se pelean con los blancos. Los itene son
Sería también muy importante llevar el ferrocarril lo antes posibl
todavía independientes porque se defienden, porque no quieren la paz,
desde Argentina a Santa Cruz de la Sierra y Cuatro Ojos, en parte para
no quieren ser esclavos. También se extinguirán, pero mueren libres y
contrarrestar la invasión de los negros que se avecina con el ferrocarril
perdurarán más que otras tribus de indios civilizados.
del Madeira, y en parte para elevar el nivel de vida de estas regione .
Cuando los blancos llegaron a Santa Cruz de la Sierra, en la región
En los distritos en los que no se produce caucho, hay mucha pobreza,
vivían indios pacíficos y sumisos. Éstos han muerto o se han mezclado
algo que ha llevado a los blancos a exportar a la fuerza de trabajo indí-
por completo con los blancos. Fueron vendidos en masa para trabajar
gena. . .
en las minas del Perú. En cambio, los chiriguano con su carácter gue-
Con el ferrocarril aumenta el número de empresanos emigrante ,
rrero, causaron muchos problemas a los blancos al no querer someter-
alemanes, ingleses, etc. que dan empleo y suben los salarios. Como con-
se. Los chiriguano todavía existen, pero en realidad sólo en la regiones
secuencia del ferrocarril caerían los precios de los vestidos, las herra-
donde más enérgicamente defendieron su independencia. Aquellos
mientas y otras cosas más. Con esto no quiero decir que los indios s -
chiriguano que vivían en las misiones más antiguas al norte del Río
rían salvados de su desaparición, pero les iría notoriamente mejor. El
Grande, están al borde de su extinción como raza. Tan pronto como los
ferrocarril del Madeira contribuirá vigorosamente a mejorar las condi-
abandonaron los misioneros, desaparecieron.
ciones de vida de los trabajadores indígenas.
Para los indios de estas regiones fue más peligroso ser amigo que
ser enemigo de los blancos. No obstante, el ferrocarril no debe dar falsas esperanzas al Gobiern
boliviano de que se produzca una gran emigración de trabajadores u-
Cuando digo que los itene son los que mejor han comprendido el
ropeos hacia las regiones selváticas. Éstos se quedarán en Argentin
problema de los indios y los blancos, he dado a entender que este con-
que tiene un buen clima para los blancos, o po.siblemente se mud .n
flicto entre razas no tiene solución. Aquí como en cualquier otro sitio,
sucumbirán los indios. las regiones montañosas de Bolivia. Por ello es importante econorruzs r
la mano de obra indígena y no explotarla hasta su aniquilación.
216
217
En nues~ra éf~ca se in:enta proteger con leyes a elefantes, hipopóta-
mos, especies umcas de arboles o a extraños peñascos del deseo des-
t~uctivo del hombre blanco. ¿No tendría más sentido preservar a espe-
eres humanas antes de que desaparezcan?
O acaso nosotros los blancos no somos seres humanos.
T~mbién a~~í nos encontramos frente a un problema que a la larga Apéndices
no tiene solución. Como el Nordeste de Bolivia es inmenso con rela-
ci~n al número de habitantes, el Gobierno de Bolivia se podría dar el
lujo de dejar seguir viviendo en paz a los indios que todavía son inde- Capítulo Vigésimo Quinto
pendientes, tal y como ha dejado tranquilo al pequeño Estado de Santos
Noca.
~~n.almente, espero que cualquier químico genial produzca de modo
artificial caucho a precios bajos. Si lo hace pronto, además de volverse
un hombre rico, ayudará a los indios y ayudará a la, en nuestra era, tan
admirada industria que supuestamente ha contribuido tanto a hacer a
los hombres u felices" . Indios sordomudos y su lenguaje por señas

Antes de abandonar a los indios que he intentado describir en este libr ,


vaya mencionar brevemente algo de su lenguaje por señas, por dos m u-
vas: por una parte, porque en Sudamérica se conoce muy poco acerca d
éstas y, por otra, porque me parece ser un tema de interés general.
Eder' dice lo siguiente sobre el lenguaje por señas de los mojo: ¿D 1"1-
11

de debemos encontrar la explicación de su capacidad de hablar entre ell s


a través de señas y gestos? Supongamos que se encuentran indios de dif -
rentes lenguas, nada impediría que se cuenten, con todos los detall
segundarios, todo lo que les ha sucedido en las misiones, hacer contrat S
de carácter obligatorio y conversar durante horas enteras entre ellos".
A lo largo de mis viajes no he visto algo parecido. En cambio, h
reunido en varias tribus algunas señas que emplean los sordomud s
para comunicarse con su entorno en el que, por lo general, son entend i-
dos. He anotado y dibujado varias de estas señas. Con excepción d
algunas señas de los indios tapíetes? que ya he dibujado y descrito, ha te
ahora las señas de sordomudos en Sudamérica eran completamen t
desconocidas. Las tribus entre las que he visto sordomudos, son 1 S
yuracaré, chiquitano, baure de El Carmen y guarayo.

1 Eder, op. cit., p. 228


2 La Vida de los Indios, op. cit., p. 286 Y ss.

218
2tc
Yuracaré

Como ya he mencionado, encontré en una cabaña yuracaré en las e r-


camas del río Chimoré a tres mujeres sordomudas. Éstas se entendían
entre ellas y con su entorno mediante señas. Parece que en el río Chapar
hay más sordomudos yuracarés. Según me dijo el yuracaré Aguirre, la
señas de los sordomudos se han heredado de los antepasados. Alguna
de ellas son bastante difíciles de entender y parecen ser puramente con-
vencionales. Los sordomudos yuracarés me parecieron inteligentes y son
tratados por la gente que los rodea con la mayor amabilidad.
Entre estos indios anoté las siguientes señas:
Agua - se hace el movimiento para beber, llevando la mano a la boca.
A B e Fuego - se lleva el dedo índice a la boca y se sopla (Ilust. 86 A).
Sol - se unen las puntas de los cinco dedos y se colocan en la frent ,
es decir uno hace sombra sobre los ojos (Ilust. 86 B).
Luna - uno se acaricia con los dedos índice y corazón la barbilla (Ilu t.
86 C). Los guarayo (véase más adelante) expresan la luna de un mod
E similar. No puedo brindar ninguna aclaración de esta seña tan peculiar.
Sí - se mueve la cabeza un poco hacia delante.
No - se eleva el dedo índice delante de la nariz y se mueve arriba y
abajo.
Mañana - se mueve la mano derecha una vez alrededor de la boca y
después sobre el hombro derecho. Esta seña brinda una clara repres n-
tación de que el sol desciende y desaparece.
Tabaco - uno se golpea con los dedos índice, corazón y pulgar en 1
D
laringe (Ilust. 86 D).
F
Cera - se pone el dedo índice en la boca, y la mano se pone como i
estuviera agarrando una pelota.
Caimán - uno se agarra la nariz con los cinco dedos y estira de el!
para ilustrar la larga nariz del caimán.
Mosquito - con el dedo índice se realiza un movimiento como un
taladro en la boca (Ilust. 86 G).
Jabalí - se lleva la mano a la boca tal y como muestra la Ilustraci n
87 B. Aparentemente, el pulgar representa un colmillo.
G
Sello de madera - se lleva el dedo índice a la boca y después se golp e
en la mejilla, es decir, uno imprime un diseño en la mejilla, tal y com
Ilustración 86 Señas de sordomudos. yuracaré acostumbran hacer los yuracaré.
220 221
Arco y flecha - movimiento de tensar el arco.
Hermano - se dobla el brazo y se golpea con la punta de los d d
contra el hombro. Quizás con ello quieran aludir a las cicatrices qu
cada hombre yuracaré tiene en los hombros como consecuencia d 1
duelos (Ilust. 87 A).
Hermana - se dobla el brazo y se señala el pecho.
Mujer - se señala el pelo largo. Esta seña tiene que ser muy mod rn a
ya que antes entre los yuracaré tanto hombres como mujeres llevaban
el pelo largo.
Madre - se hace el movimiento para mujer y uno se golpea el pech .
Perro - se mantiene la mano como se muestra en la ilustración 86 E,
después se llevan los dedos índice y pulgar a la boca y se saborea.
87A Casa - con el brazo y la mano se hace la forma de un tejado (llust. 86F).
Aguardiente - se señala con el dedo índice sobre la lengua a medio
B sacar.
Jaguar - se pone la mano derecha como si fuese una garra.
Hombre - se llevan las cinco puntas de los dedos unidas hasta la
barbilla.
Plátano - el dedo índice y el pulgar se llevan horizontalmente hasta
e
la boca y se hace el movimiento de masticar (Ilust. 86 H).
Canoa -la mano derecha se cierra en un puño, se dobla el brazo y
imita el movimiento de remar.
Pava (Penelope) - uno se acaricia arriba y abajo la nariz con el ded
índice y el dedo pulgar.
Malo - se lleva la mano hacia la boca como en la señal para "plátano"
y se golpea el dedo índice y el pulgar uno contra otro (llust. 87 C).

Guarayo
88A B
Entre los guarayo de Ascensión había dos hermanos sordomudo .
No conocían a ningún otro sordomudo, con"excepciónde una hermana
suya ya fallecida. Nadie les había enseñado el lenguaje por señas. El
entorno fue su profesor. Posiblemente no han aprendido señas qu ,
como en el caso yuracaré, hayan sido transmitidas de generación n
generación.
Ilustración 87 Y 88 87 Señas de sordomudos, yuracaré; 88 Señas de sordomudos, guarayo Anoté algunas de estas señas.

222 223
o
o
e
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iXi
.2
a: Lámina XXXIVa Figuras de animales (uno de ellos es un caballo) pintadas
ID por los guarayo en las paredes de la casa
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Lámina XXXIVb Caballos pintados en las paredes de la vivienda por indios guarayos

224 22
Agua - uno golpea con las manos por encima de los hombros imi- Azúcar - uno se acaricia contento la cara y realiza el movimiento d
tando el movimiento que se hace cuando uno se baña o se echa agua remover. Esto muestra que los guarayo beben café o bebidas similar s.
con una calabaza de árbol. Muerte - uno se tapa la cara con las manos y dibuja una tumba.
Fuego - imitación del movimiento que se realiza cuando se atiza el Susto - uno se echa hacia atrás.
fuego. Alma - muerte + susto.
Mandioca - se golpea, cata pul tan do con el pulgar, el dedo índice Chicha de maíz - movimiento de beber y caricia en las mejillas.
repetidamente contra el antebrazo (Ilust. 88 B). Esta seña exige una acla- Dinero - con la mano se dibuja una moneda (Ilust. 88 C).
ración adicional. Cuando un indio toma una raíz de mandioca ya pela- No - se agita medio erguida la mano arriba y abajo.
da y asada de las brasas, lo primero que hace es golpear varias veces Cura - se señala la tonsura.
sobre ella para quitarle las cenizas y las tizones. Después comienza a Estrellas - se señala con los diez dedos hacia arriba y se muev n
comer. rápidamente (el centellear de las estrellas).
Anguila - se imita el movimiento de pescar con lanza. Sí - se asiente un poco con la cabeza.
Mujer - se señala el pecho y el collar. Mon04 - se dan pequeños saltos hacia delante con las manos abi r-
Mujer hermosa - la seña anterior es seguida de una caricia con la tas y extendidas.
palma de la mano sobre la cara de arriba a abajo. Mono aullador" - se señala la garganta.
Sol- se muestra el movimiento sobre la bóveda celeste. Marimon06- mono + grande.
Mañana -la seña anterior + 2 (es decir se alzan dos dedos a lo alto ).
Luna - se abre la boca, se saca la lengua y se mueven dos dedos
delante de ella (Ilust. 88 A). Chiquitano de San Miguel de Chiquitos
Palmera de motacú - imitación del movimiento de roer cuando se
comen frutos del motacú. En San Joaquín me encontré con un indio sordomudo de San Mi-
Cusi - imitación del movimiento que hacen las mujeres cuando mas- guel de Chiquitos. Aunque podía pronunciar algunas palabras m dio
tican las semillas del cusi y se untan el pelo con aceite de palmera. entendibles, hablaba sobre todo a través de señas, como por ejempl :
Plátano - imitación del movimiento de abrir un plátano para pelarlo. Sol- se pone la mano como en nuestra Ilustración 89 D Yse muestr •..
Surubí (gran siluroide) - se coloca el dedo índice sobre la boca como el movimiento del sol sobre la bóveda celeste.
las barbas de este pez. Luna - dibujaba el círculo de la luna (Ilust. 89 A).
Tapir - se muestra un gran animal y se hace un movimiento de pata- Agua - hacía el movimiento de beber.
leo. Al respecto, los guarayo cuentan que cuando Tumpa" creó el mun- Comer -la anterior seña pero más rápida.
do, primero creó al tapir. Éste pataleó en el suelo para ver si la tierra Padre - pronunciaba con claridad táta.
aguantaba. Es por eso que aún hoy en día el tapir patalea de la misma Madre - decía mamá.
forma. Mujer - mostraba ambos pechos.
Jaguar - uno golpea con las manos como si fueran garras. Muchacha hermosa - pasaba la mano por la cara y se llevaba IOH
Maíz - se imita el movimiento de desgranar una mazorca de maíz. dedos al pelo (¿como si fueran rizos?).
Sal - se lame la mano.

4 Cebus
5 Mycetes
3 Aquí seguramente se refieren al dios cristiano. 6 Ateles

226 2 7
Dios - hacía el movimiento de rezar y miraba hacía arriba.
Pez - se llevaba el dedo índice en forma de anzuelo a la boca (Ilust.
89 C).
Jaguar - golpeaba con las manos como si fueran garras y dibuja bu
manchas en el cuerpo.
Tapir - ponía tres dedos hacia abajo como se muestra en la Ilu tra-
ción89 B.
Vaca - movimiento de ordeñar.
Caballo - una mano montaba sobre la otra (Ilust. 89 E).
Mío - se golpeaba con la mano en el pecho.
A Barco a vapor - imitaba claramente el movimiento de la rueda (aquí
los pequeños barcos a vapor son por regla general propulsados a ru da).
Fuego - se llevaba los dedos a la boca y hacía el gesto de soplar.
Aguardiente - movimiento de beber, seguido de una mueca.

Baure, El Carmen

En El Carmen de Mojas había un indio baure sordomudo. An l


algunas de las señas que empleaba. Además de él, en El Carmen habf
otros dos sordomudos que, sin embargo, no pude ver.
Únicamente sus parientes más cercanos lo entendían. Me aclarar n
B
que no podía decir algunas cosas como por ejemplo alma, herman ,
e mañana, ayer, que son difíciles de expresar con señas.
Pez - movía un dedo arriba y abajo (Ilust. 90 E) imitando el m vi-
miento de la cola.
Caballo - una mano montaba sobre la otra (Ilust. 90 A).
Vaca - formaba con los dedos cuernos sobre la frente.
Mujer - mostraba con su mano el largo del cabello.
Dios, Jesucristo - estiraba los brazos formando con su cuerpo UI H
cruz.
Perro - se mordía en la mano.
Bien, sí - asentía con la cabeza .
. Fuego - soplaba sobre su dedo índice.
D E Agua - movimiento de beber.
Chicha - hacía el gesto de beber y después cerraba los dos ojos be
Ilustración 89 Señas de sordomudos, chiquitano de San Miguel
reando como si estuviera rico.
228
2 V
Sol- ponía la mano como indica la Ilustración 90 B Y señalaba In
cúpula celeste.
Luna - ponía la mano como indica la Ilustración 90 G Y señalaba 1<
bóveda celeste.
Gato - imitaba los movimientos de las garras con las manos.
Jaguar -la misma seña pero más expresiva.
Estrellas - ponía los cinco dedos abiertos (Ilust. 90 D) mostrand
cielo.
Tapir - primero mostraba el casco de tres pezuñas y después n
ambas manos dibujaba una nariz alargada.
A D Satisfecho - acariciaba con la mano la garganta.
No hay - mantenía el brazo en alto como muestra la Ilustración 9
y lo hacía girar sobre su propio eje.
Hambriento - el movimiento anterior y después se frotaba el ló
mago con la mano.
Palometa (Serrosalmo) - golpeaba con los dedos de una mano sobr '
la otra (Ilust. 90 F). Como hemos señalado, es peligroso bañarse en los
lugares donde se halla este pez.
Peligroso -le daba la vuelta hacia arriba con rapidez a la mano
B tendida.
e Enfermo - se llevaba el puño a la mejilla.
Cansado - se apretaba las pantorrillas.
Mucho - abría los dedos hacia arriba.
Mañana - mostraba el horizonte en el este.
Tarde - mostraba el horizonte en el oeste.
Sediento - no hay + agua.
G Sal- se lamía el dedo índice.
E
Azúcar - se chupaba el dedo índice.
Para entender un lenguaje de señas como el que emplean los indios
sordomudos, lo mejor es ponerse en la situación de que uno tiene qu
comunicarse con otra persona cuyo idioma no conoce, como ocurre e n
frecuencia a un investigador viajero. A través de señas se describe in
dificultad un animal, se puede mostrar que uno puede beber, que uno
quiere hacer fuego, etc. Estas señas son evidentes. Si uno tuviese qu
F
continuar de la misma manera, con seguridad aprendería a hacer las
señas cortas y expresivas como los indios, a pesar de que en un prim r
Ilustración 90 Señas de sordomudos, baure, El Carmen momento no las entiende.
230
231
Al intentar expresar con señas algunos conceptos como mañana,
hermano, bueno, malo, muerte o alma, no se llega muy lejos.Sin embar-
go, observamos cómo los indios sordomudos expresan estos conceptos
con señas, lo que prueba el gran esfuerzo que su entorno ha puesto en
su educación.
De las señas que aquí hemos descrito, las de los yuarcaré son las Capitulo Vigésimo Sexto
más llamativas. Como hemos dicho, son señas heredadas de los ante-
pasados y elaboradas durante generaciones. Algunas son realmente con- Goma e indios del Altiplano
vencionales y no se entenderían sin una explicación complementaria.
También me parece que los indios independientes tenían más inte-
rés en educar a sus sordomudos que los indios civilizados.

He intentado describir las relaciones entre indios y blancos en la.


tierras bajas bolivianas. Son observaciones de mi último viaje.
Ya en los años 1904 y 1905 estuve en los bosques de caucho d 1,.
regiones fronterizas entre Boliviay Perú. Sentado junto a la fogata, e ri
bí algunas notas sobre el caucho y los indios, Y quizás aquí conv n ,
reproducir algunas de ellas. Se trata de lo que vi y escuché. Estas an le
ciones complementan en algo lo que he escrito en este libro.
En los valles del río Mapiri, río Beni, río Madidi, el río Tambopat
muchos otros ríos, abundan los árboles de caucho. Los propios habi
tan tes del país y los extranjeros han obtenido del Gobierno grand .'
extensiones de tierra en estos valles, los llamados gomales, qu '
prospectan para conseguir concesiones. En los gomales construyen ut il
o varias cabañas, barracas, en las que tienen algunos empleados cuy r

tarea es ir a los bosques en los que el caucho se recolecta, y repartí r


herramientas, comida, etc. a los trabajadores, los "picadores", y pesar
recibir el caucho. Además de los indios de las selvas y de los mestiz s,
aquí emplean como picadores a indios quichuas de las montañas y v:
lles de los Andes, que son descendientes de la cultura inca.
A cada indio se le da una "estrada" o senda en la que tiene que tra-
bajar. La recolección de la goma se realiza de la siguiente manera: ,1
árbol de caucho se pelan pequeñas piezas de corteza con una pequ fin
hacha en varios lugares, y se cuelgan pequeñas tazas de hojalata dcbs jn
de las heridas para colectar la tan preciada leche, como la llaman aquí.
232 2,H
Un buen picador puede rallar aproximadamente ciento cincuenta ár- Para atraer a los indios a las barracas de caucho se instala n 11;.
boles en medio día. Empieza por la mañana y trabaja hasta el medio una destilería de aguardiente, ya que es de sobra conocido qu 1 sin
día. Una vez que ha rallado todos los árboles, recolecta la leche en un dios que han caído en el vicio del aguardiente van a él como las h rrni
recipiente grande y lo lleva hasta su cabaña donde lo ahuma para que gas al azúcar. El molino muele aguardiente, caucho, oro, enfermedt d
se vuelva dura y elástica. El ahumado se tiene que realizar el mismo miseria.
día que la recolección, sino la leche se echa a perder. El ahumado se Las barracas gomeras son una desgracia para esta tierra. Dan r
realiza del siguiente modo: se excava un pequeño horno en la tierra, unos pocos y reparten miseria a muchos.
por el que sale el humo a través de un pequeño agujero. Para ello se Ciertamente que la causa final de la desgracia de los indios su
emplea la madera de una determinada palmera. Se moja una paleta de pasión por el aguardiente. Aquí no hay nadie que intente termina r in
madera en la leche y se ahuma hasta que la leche se endurece; de nue- las borracheras; por el contrario, hay muchos que se sirven del vi in Iv
vo se mete la paleta en la leche y así sucesivamente. Lentamente, en la los infelices quichua para enriquecerse. Al pegajoso caucho se adhi .
paleta se va formando un gran grumo al que llaman bolacha. Estos ren los delitos.
apelotonamiento s de caucho son exportados. En pocas palabras, ésta Quizás ustedes no lleguen a creer del todo lo que he narrad, ¡Wrtl
es la manera en la que se obtiene caucho. es una verdad rotunda, aquí todavía reina la esclavitud.
Como hemos dicho, los indios son empleados como picadores. Cuan- Los caminos que conducen de las montañas a los bosques de e u h(1
do uno ha estado una temporada en una barraca gomera, hay algo cla- son construidos casi exclusivamente con fuerza de trabajo indígen qu .
ro y es que todos los picadores tienen deudas con su patrón, algunos ha sido pagada de forma nada limpia.
de ellos varios cientos e incluso hasta mil Bolivianos. Se ha obligado a los quichua él trabajar en masa como cargad r '.
Un picador gana al menos unos treinta Bolivianos, a veces mucho para llevar mercancías a los bosques gomeros y para sacar de ell ol
más si es hábil y trabajador. Sin embargo, esta ganancia se desvanece caucho. Como consecuencia del clima insalubre, un gran núm r de
rápido ya que los alimentos son muy caros y un picador no puede ga- ellos ha muerto por las fiebres.
nar nada durante la estación de lluvias. La pobreza de los valles, conectados con las regiones gomera , '1
De todas formas, el alto precio de los alimentos y el tiempo de trabajo los que viven los quichua, es muy grande. Las dificultades para cubrir
perdido no alcanzan a explicamos por qué los indios tienen tantas deu- las necesidades de la vida son enormes. La raza india se ha vuelto apti
das con sus patrones. Pero claro, ya tenían deudas cuando llegaron a las tica y borracha. Los blancos viven exclusivamente como parásit dt'
barracas de caucho. Cuando el propietario de una barraca gomera quie- los indios y no respetan su derecho de propiedad de la tierra qu . ti.
re tener trabajadores indígenas, envía a uno de sus empleados a una gran padres rozaron, ni su libertad personal.
fiesta de los indios en la que beben hasta emborracharse y les presta di- No hay duda de que también se cometen crueldades contra lo in
nero. El indio borracho se presta y se presta, y al final queda atrapado. dios. Muchos cargadores quichuas murieron de hambre en las lva:
No puede pagar más deudas y como consecuencia tiene que emigrar a de Perú porque el administrador de la Provincia se había robado I Ii
trabajar en los bosques de caucho. En realidad se ha vuelto un esclavo nero que el Gobierno había dispuesto para su alimentación. Yomis 1 Hl
que ha perdido su libertad por años, quizás incluso para siempre. tuve que pagar dos veces a mis cargadores, la primera vez al Gob rn.i
Cuando el acreedor ya no lo necesita, lo vende, ¡sí, lo vende! Esto dor, que se robó el dinero, y la segunda a los cargadores mismo. EHtl'
sucede de la siguiente manera: otra persona retorna las deudas, y un tipo de cosas deben ser muy comunes.
buen día el indio se da cuenta de que su patrón ha cambiado y que es Hay ocasiones en que surge en el hombre el animal depr d ior,
obligado a trabajar en otra barraca gomera. Si huye, lo atrapan rápida- Conozco a un señor de La Paz que dirige una barraca de caucho c n ti n
mente y entonces, que se prepare, le van a maltratar de lo lindo. alemán en el río Mapiri. En la barraca brotó una epidemia de un, n

234
"
fcrrnedad mortal y contagiosa. Para contener la epidemia, estos señores Indice
asesinaron a los indios enfermos: sencillamente los arrojaron en el río.
El paceño mismo me lo contó. Consideraba que se trataba de una acción
humanitaria.
No se crea que los europeos son siempre humanitarios cuando se
vuelven patrones de barracas gomeras. Una historia bien conocida es,
por ejemplo, la del francés M. que robó niños indígenas en el río Madidi.
Eran tacana. Por la noche hizo su campamento en la orilla del río. Los Láminas
niños cautivos gritaban y lloraban, y no podía calmarIos. El Señor M. \'óg.
temía que el escándalo que hacían los niños delatase la posición de su 11
Jóvenes chácobos .
campamento a los padres que en su desesperación intentarían quitár- ()

selos. Entonces el francés agarró uno tras otro a los niños por las pier- I
lO
II
nas y les rompió la cabeza contra las piedras de la orilla del río. III \. La montañaesculpida cerca de Samaipata . IH
Piensen que también los indios aman a sus hijos. Pero lo repito una 19
IV
vez más: considerando la situación en conjunto, estas crueldades tie-
V
nen menor importancia que la opresión económica de los indios, ya VI Indios yuracarés visitando a D'Orbigny .
que ésta es general y se extiende por todas partes. Probablemente fue VII Cabañas yuracarés . 51
una suerte para estos niños ser asesinados ya que no fueron educados VIII Indios yuracarés .
para ser trabajadores de la goma, para ser sirvientes de los blancos. IX Niños yuracarés en una canoa .
Vaya uno donde vaya por los bosques de caucho de Sudamérica, se X Muchacha yuracaré en una canoa .
XI Gallinero de los yuracaré . 7H
evidencia la misma opresión de los indios. Por todas partes, el mismo 79
XII Indios yuracarés bailando · · · ·..· · ·
conflicto, mucho caucho, es decir oro, y la dificultad de conseguir tra- H6
XIII Muchacha yuracaré .
bajadores que puedan sacar el oro. La fiebre del oro conduce a los blan- H
XIV Duelo entre yuracaré .
cos a la brutalidad. 10.
XV Hombre chácobo .
Por todas partes explotación, ya se trate de hombres o animales, de XVI Casas chácobos . lO
árboles o de minas ... siempre la misma explotación, siempre el mismo XVII Chácobo tocando la flauta de pan . 11.
espíritu del conquistador, antes quizás grandioso, hoy pequeño y mi- XVIII Familia chácobo ' . 11
serable. XIX Hombre chácobo . 1
1 .•••
XX Mujeres chácobo .
Fin XXI Muchacho chácobo . 1:-11
XXII Mujer chácobo moliendo maíz en una gran artesa . l.
II\'()
XXIII Interior de una cabaña chácobo .
XXIV Vista desde Curichá sobre el río Guaporé . '141

XXV Viaje en "monteria" a través


de bosques inundados cerca de Curichá . 15
XXVI Puerto del Carmen ·..·..· · · · · ·..· · 15H
XXVII Indios mojes bailando y tocando . 17

236
XXVIII Mojo bailando delante de un altar
Ilust. Pág. Ilust. .\,\
en la iglesia de Trinidad 175
47 Nariguera 99 70 Cesto para pescar anguilas... 17()
XXIX En el río Blanco, cerca de Curichá 191
48 Pintura facial........................... 99 71 Cesto hecho de chuchío '179
XXX Anciana baure de El Carmen 192 49 Adorno de la frente 99 72 Trampa para roedores 182
XXXI Guarayo en tiempos de D'Orbigny 206 50 Plano del asentamiento 73 Trampa para palomas 1 2
XXXII Indios guarayos 207 chácobo 107 74 Cinta para cargar a los niño 184
XXXIII Vegetación en la ribera del Río Blanco 224 51 Estructura de la casa 75 Flecha de juguete 184
XXXIVa Figuras de animales pintadas en las paredes de los hombres 107 76 Armazón para el huso 18
de la vivienda por indios guarayos 225 52 Estructura de la vivienda 108 77 Calabaza de árbol................... 1a
XXXIVb Caballos pintados en las paredes 53 Vasijas cerámicas 110 78 Muñeca '1 R
de la vivienda por indios guarayos 225 54 Parrilla 110 79 Vestido femenino
55 Artesa para moler maíz 110 hecho de fibra de corteza 11W
56 Raíz aérea 110 80 Instrumento para aventar
Ilustraciones 57 Taburete 110 el fuego 1ti!)
IIus!. Pág. IIus!. 58 Cesto hecho de chuchío 117 81 Cesto 11)11
Pág.
1 Indio mojo tocando 59 Cesto para cargar 117 82 Cesto de cargar 1%
23 Vasijas de barro ......:................. 62
una flauta de pan ..................... 15 60 Arco para limpiar algodón 117 83 Utensilio hecho
24 Cuenco de madera .................. 62
2 Vasija de barro .......................... 23 61 Zumbador 117 de colmillos de roedores
25 Canasto hecho del nervio
3 Calabaza de madera ................ 62 Arco y flechas 118 engarzados 11)(¡
28 central de hojas de palmera ... 64
4 Silbato de madera .................... 63 Mojo con estólica 128 84 Vasija cerámica 2()()
28 26 Cesto .......................................... 64
5 Posición de las bolas 64 Cedazo para la mandioca 143 85 Figura femenina hecha
27 Cesto .......................................... 64
en el juego de pápankósh ....... 28 65 Cesto 143 de arcilla cocida 2'1
28 Horma hecha de huesos ......... 64
6 Pelota de hojas 66 Vasija cerámica 150
29 Flautas ....................................... 65
de maíz y plumas .................... 28 67 Máscara de baile hecha
30 Flauta de pan ............................ 65
7 Silbato de madera .................... 31 de madera 163 :~ }señas de sordomudos .. { ~~:
31 Zumbador ................................. 65
8 Vasija cerámica ......................... 39 68 Arco y flechas 177 89 22M
32 Peonza ....................................... 65
9 Silbato de madera y cuerda ... 69 Cesto para la pesca 179 90 2 ()
44 33 Instrumento para la sangría .. 71
10 Adornos hechos de hueso ...... 44 34 Adorno colgante ...................... 71
11 Silbato de madera ....................
12
}Peines hechos de bambú
44
35}
36 Sello para pintura facial ..... 71
13 Yde hilos de lana ................ 44 37
14 Vasija cerámica ......................... 47 38 Pintura facial ............................ 72
15 Sello de madera ....................... 49 39 Brazo tatuado con cicatrices .. 72
16 Pájaros tallados en dientes 40 Instrumento
de caimán .................................. 49 para pintura facial ................... 72
17 Arete .......................................... 49 41 Caña de bambú ........................ 72
18 Plano de una cabaña yuracaré 55 42 Accesorios de una rueca ......... 74
19 Armazón de una cabaña 43 Maza de madera ...................... 74
yuracaré .................................... 55 44 Muñecas de cera negra ........... 74
20 Arco y flechas ........................... 57 45 Artefacto para pescar
21 Cesto .......................................... 62 en los pantanos ........................ 83
22 Calabaza ornamentada ........... 62 46 Maza de baile ........................... 99

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