Introducción a los problemas de la filosofía: nuevos y viejos
problemas replanteados
El pensamiento filosófico se ha ido transformando con el paso de los años. La
dinámica de los tiempos que corren, donde se han generado cambios paradigmáticos y, frente a esto se han conformado nuevos problemas filosóficos. Pero además la filosofía ha vuelto a repensar cuestiones viejas, como por ejemplo, el extranjero como figura del otro, la pobreza, la memoria como reconstrucción del pasado individual y social. Para entender esto debemos efectuar una somera enumeración de los que son considerados problemas filosóficos a saber: La posmodernidad, en las últimas décadas del siglo XX, criticó las ideas centrales de la filosofía ilustrada moderna del siglo XVIII y comienzos del siglo XIX. Entre esas ideas estaban la concepción del ser humano, la ciencia, el arte y la historia. La posmodernidad comienza con las vanguardias artísticas del siglo XX, como el dadaísmo y el surrealismo, cuestionadora de los principios clásicos del arte. Desde este lugar el artista abandona aparentemente la búsqueda de la unidad de la obra de arte, juega con los fragmentos, combina textualidades y yuxtapone estilos. Ya no hay un centro único en la obra, hay pastiche, recombinación cultural.
Arte, cine y posmodernismo
Por los años 60 el posmodernismo se impone como una multitud de estilos,
como una nueva sensibilidad. El arte se hace vulgar y masivo, como mercaderías que se producen en serie. Ejemplo de ello Andy Wharhol, y sus latas de sopas campbel, cajas de jabón, marylines, etcétera, se suma la recuperación de la estética de la historieta con Roy Lichtenstein. Las obras de arte terminan mercantilizándose y lo mismo sucede con la estética. Las películas cambian su dinámica de realización, donde la unidad narrativa ahora se fragmenta, en forma abusiva. Ejemplo de ello películas como Balde runner (1982) dirigida por Ridley Scout, Tiempos violentos (1994) de Quentin Tarantino, Generación X (1994) dirigida por Ben Stiller, junto al director de cine Pedro almodóvar forman parte de esta iniciativa. En estas películas aparecen además lo kitsch, la cultura de los años 60’, y el espíritu consumista se ven reflejadas, en las filmaciones antes mencionadas. Deberíamos preguntarnos cuáles serían las características de la filosofía posmodernista, que critica la noción de sujeto soberano y dueño de sí mismo según el modelo kantiano. Con este abordaje ha suscitado la disolución del sujeto; en lo histórico dice que no es lineal y progresiva, descartando toda idea de progreso. Se opone además a la idea de una verdad única y sostiene que los grandes relatos sobre el conocimiento, la ciencia, la estética, la historia, la economía, la religión perdieron su poder de legitimación. Los filósofos más reconocidos mundialmente y vinculados a esta línea de pensamiento son Jean-François Lyotard, Jacques Derrida, Michel Foucault y Pilles Deleuze, entre otros. Sobre este aspecto es importante destacar los grandes cuestionamiento a la ilustración fueron realizados por Friedrich Nietzsche (1844-1900). Estas críticas fueron retomadas por Martín Heidegger, Ludwing Wittgenstein y la escuela de Frankfurt, en particular por Walter Benjamín, Theodore Adorno y Max Horkheimer. Desde lo político, esta línea de pensamiento fue empleada para marcar el fin de la Guerra Fría, luego de la caída del Muro de Berlín en 1989 y de la URSS en 1991. Fue el politólogo estadounidense Francis Fukuyama, quien le dio al término posmodernidad, en un artículo titulado “el fin de la historia” (1989). Para este analista consiste en el punto final de la historia de la ideología humana y en la universalización de la democracia liberal occidental como la forma de gobierno, en el que ya no existe la lucha ideológica, sino tan solo cálculos económicos. Otro de los aspectos que han cambiado dentro de esta denominación filosófica, es lo socio histórico. Hay algunos historiadores que sostienen que a partir de los años 1950 y 1960, se fueron produciendo cambios en las formas de vida, de sentir, de percibir, de conocer y de actuar. Vinculan esto con una transición de modelo socio cultural debido a aparición de la sociedad de consumo. La interconexión mundial, o la globalización, la aparición de nuevos grupos sociales los adolescentes y los jóvenes; los pueblos indígenas; los movimientos de género; las sexualidades alternativas la nueva conformación de familias y de identidades colectivas. Podemos decir además que esto fue un proceso que tuvo como disparador la globalización, y esto de la uniformidad cultural, y mediante el uso de los medios de comunicación el imponer el estilo de vida americana como modelo.
La disolución del sujeto
Para entender la línea de pensamiento planteada en este punto debemos
retomar el concepto de crítica hecho al sujeto desde la perspectiva kantiana, donde uno de los críticos ha sido Michel Foucault, donde el sujeto moderno es producto de cierto mecanismo de encierro, como por ejemplo la cárcel, la fábrica, la escuela o el manicomio y de ciertas técnicas de autosugestión como la dietética, la cosmética o la estética que el sujeto aplica sobre si mismo. A esto es lo que Foucault llama “tecnologías del yo”. Según este pensador francés en los Siglos XVII y XVIII, se organizaron instituciones de encierro, que llevaron a la conformación de ciertos dominios de saber como la psiquiatría, al criminología, la demografía y la economía política; quienes concibieron nuevos objetos de conocimiento y sujetos de conocimiento como el loco, el delincuente, el obrero, etcétera; de estos surgió el “sujeto moderno” ese individuo como modelo. Son estas prácticas de encierro, que ya hemos citado, basaron su funcionamiento en la vigilancia y el control. Los modelos arquitectónicos que utilizaron estas instituciones fueron denominados panóptico (pan = todos y óptico = relativo al ojo), esto era un ojo que todo lo ve sin ser visto y de esta manera controlar cuerpos y almas y disciplinarlas. Para Foucault, la existencia del hombre moderno no depende de una supuesta naturaleza humana intrínseca y atemporal, sino de las relaciones de poder y de saber de una época. Este filósofo llama a esta forma de control sobre sí “biopoder” o poder sobre la vida.
La caída de los grandes relatos
El filósofo contemporáneo Jean-François Lyotard (1924-1998), denomina “fin de los grandes relatos o metarrelatos” a la pérdida de legitimidad de los relatos elaborados en el siglo XIX y XX. En la modernidad, la relación entre el saber científico y el saber narrativo consistía en que el segundo legitimaba al primero. Esta relación desapareció por la pérdida de la credibilidad en los grandes relatos. Para este filósofo, el saber hoy es más que nunca un problema de poder. La cuestión de saber en la era de la informática es más que nunca la cuestión del gobierno. Aparece entonces el problema de la legitimación del poder. Siguiendo este planteamiento, podemos aseverar que esta deslitigimación se produjo por el auge de las técnicas y las tecnologías, a partir de la Segunda Guerra Mundial que desplazó la importancia de los fines de la acción a los medios, así como el nuevo avance del capitalismo liberal, luego de su repliegue durante los años 1930-1960. Esta renovación capitalista eliminó la alternativa comunista y valorizó el goce individual de bienes y servicios. Este cambio paradigmático lo hace a través de la perfomatividad, es decir, la optimización de los rendimientos o de la producción. Esto señalado significa el máximo rendimiento con mínimos recursos. Así podemos explicitar que el crecimiento del poderío, y su autolegitimación, residen hoy día en la producción, la acumulación de información, la accesibilidad y la operacionabilidad de las informaciones.
La deconstrucción
Jacques Derrida fue el que elaboró el programa de la deconstruccción. Esto
tiene una tesis central que sostiene que la presencia del pensamiento irrumpe en la palabra y que el propio pensamiento contiene tanto el sentido como la verdad. Este filósofo francés de origen argelino, se opone a la que se conoce como logocentrismo, es decir, la idea dominante que mediante la palabra “se logra” automáticamente el sentido. Según la concepción de Derrida, este logocentrismo, dio el poder de preponderancia a la palabra en detrimento de la escritura. Derrida lo que pretende es revalorizar la palabra. Hasta aquí no vemos una definición concreta sobre la deconstrucción, por ello es que basándonos en el texto, diremos que se trata de desmontar el prejuicio del logocentrismo para que aparezca la estructura. Ampliaremos más este concepto si decimos que deconstrucción es deshacer, descomponer las estructuras, pero no para destruirlas, sino más bien para conocer su funcionamiento. Según esto que hemos enunciado, podemos indicar que, deconstruir es realizar una operación para comprender cómo está construido un conjunto de partes que forman el todo. La obra de Derrida aborda principalmente sobre el lenguaje, y explica que un lector tradicional cree que el lenguaje es capaz de expresar fielmente las ideas y que el autor es quien da sentido al texto. Esta deconstrucción de la lectura, desafía este presupuesto y considera que el texto tiene un sentido dinámico, y no unificado. Filosofía de la mente e inteligencia artificial
Desde la Grecia antigua la distinción filosófica entre cuerpo y alma, está en el
pensamiento occidental. Como ejemplo de esta dualidad, según Platón el cuerpo y el alma están unidos por un cordón de plata. Continúa en la Edad Moderna, con el planteamiento hecho por Descartes donde dice que el cuerpo y el alma, uno como cosa material y otra la cosa pensante. Entonces podemos decir que la filosofía de la mente se ocupa de las cuestiones referentes a los fenómenos mentales y el lugar que ellos ocupan en una descripción o explicación del mundo. Por ejemplo, lo que se pregunta básicamente es qué cosa es un dolor, un pensamiento, una imagen mental, un deseo, o una emoción. En este sentido es utiliza la palabra “cosa” en un sentido poco preciso y haciendo referencia a cuestiones relacionadas con lo psicológico. Pero, cuál es realmente su naturaleza, de qué modo se producen y qué efectos producen, son preguntas que muchos filósofos hoy quieren responder. Esto lo que nos hace preguntarnos sobre lo que consideramos inteligencias y lo que podríamos llamar propiedades de carácter mental. Y para ello es cómo definamos y otorguemos a los términos “amar”, “pensar”, “imaginar”, “ser conciente”. ¿Sólo los seres humanos somos capaces de crear inteligencia?, la respuesta sería obvia a este problema y es que las máquinas no se inventan solas. Se plantea así una oposición entre la inteligencia intrínseca (la de los humanos) y la inteligencia adquirida (la de las máquinas). Con los mismos criterios con que se crean máquinas inteligentes, podrían crearse también máquinas que sufran y sientan. La preocupación sobre cuerpo y alma ya estaba presente en De anima de Aristóteles (Siglo IV a.C). Pero como problema surgió en el Siglo XVII con René Descartes, y fue éste el primer filósofo que planteó el problema mente-cuerpo, y su concepción dualista fue la base de los análisis posteriores sobre esta temática. Durante el Siglo XX, en los Estados Unidos, se produjo la primera reacción contra el cartesianismo que fue el conductismo. Para el conductismo niega la existencia de los fenómenos mentales como procesos que suceden dentro del sujeto, y sugiere que lo mental se manifiesta en la conducta. En la década el 50 los estudios de ciencias cognitivas, en particular la neurofisiología, como una década más tarde se conoció como las posiciones reduccionistas, que culminaron en la Teoría de las identidad. Hay filósofos que sostienen y consideran que los fenómenos mentales son internos y que constituyen estados neurológicos del sistema nervioso central. Con esto quisieron justificar que, tener un dolor, es similar a determinado tipo de proceso neurofisiológico. A modo de ejemplo se dice que “tener dolor” es idéntico a “tener las fibras c disparadas”, con esto la neurofisiología identifica los estados neuronales con los estados mentales. Posteriormente y en oposición a la teoría antes citada, se formuló el argumento de la realizabilidad variable de lo mental. Para argumentarlo se relacionó con el desarrollo de la computación y con la aparición del funcionalismo. La idea básica del funcionalismo es que las propiedades mentales, son propiedades funcionales, es decir, son definibles en términos de imputs (lo que entra), outputs (lo que sale) y estados internos relacionados causalmente. E indican que este proceso descrito se realiza en una base física que se puede cambiar. Recurriendo a la metáfora de la computadora: los fenómenos mentales son equiparables al software de la máquina, y que puede funcionar en otras computadoras. Con esto plantean que nuestro cuerpo, el de los seres humanos, sería el hardware donde funciona un determinado software. El funcionalismo rechaza la idea de reducir un fenómeno mental a una descripción neurofisiológica. Pero, si los procesos mentales son el software que puede “correr” en cualquier hardware, ¿qué es lo esencial, lo idéntico, lo único de la inteligencia humana? Para comprender qué es la mente se ha desarrollado sistemas artificiales que simulan la inteligencia, y son como puentes para conocer la mente humana. La inteligencia artificial se presenta a partir del Siglo XX como un mundo apasionante de experimentación científica y un campo muy fructífero para el desarrollo filosófico. Porque aquí se mezclan cuestiones éticas y psicológicas que llevan a los filósofos a preguntarse cuestiones como qué es la conciencia, qué es la subjetividad, qué son los sentimientos y cómo es que se perciben, si son propios del hombre, o si los animales tienen alma. La inteligencia artificial incluye varios campos de de desarrollo: la robótica con uso industrial; la comprensión y traducción de lenguajes; la visión en máquinas que distinguen formas y que se usan en líneas de ensamblaje; el reconocimiento de palabras y aprendizaje de máquinas; los sistemas computacionales expertos. Entonces es posible afirmar que los robots reproducen el comportamiento humano en un estrecho ámbito del conocimiento. Son programas tan variados como los que diagnostican infecciones en la sangre e indican un tratamiento, los que interpretan datos sismológico en exploración geológica, y los que configuran complejos equipos de alta tecnología.