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La modernidad es un periodo histórico caracterizado por un conjunto de ideas y cambios profundos en la sociedad occidental,

que se manifestó en los ámbitos de la filosofía, la ciencia, la política y el arte y en los modos de vida en general.
Tradicionalmente se asocia la modernidad con la idea de la ruptura, pues esta representó con el Renacimiento una ruptura con
los paradigmas dominantes en la Edad Media en términos de pensamientos filosófico, político, artístico, etc.
La modernidad inicia en el siglo XV, marcada por un conjunto de eventos de gran significación: como la llegada de los españoles
a América, la invención de la impresa, la reforma protestante de Lutero o la revolución científica.
En la modernidad se producen cambios importantes en relación con la concepción del mundo para el ser humano: la razón se
impone por sobre la religión (Ilustración, racionalismo), el mito deja de ser la explicación del universo y se empieza a buscar las
causas de todo fenómeno a través de la ciencia, el ser humano pasa a ocupar el centro del pensamiento (antropocentrismo,
humanismo) que antes pertenecía a Dios (teocentrismo).
En la modernidad, las naciones ven transformada su organización: el Estado, antes en manos de la monarquía y la Iglesia, se
seculariza, permitiendo la aparición del poder republicano, guiado por la racionalidad y la justicia.
En este periodo, también se establecen constituciones, donde son recogidas las leyes que regulan a la sociedad. Es creado un
conjunto de instituciones para garantizar la protección de las libertades y los derechos de los ciudadanos, para lo cual el poder
público es dividido en tres diferentes instancias: el poder ejecutivo, el legislativo y el judicial, para controlarse mutuamente.
Durante la modernidad también tiene lugar la revolución industrial y el posterior proceso de industrialización, con todos los
adelantos tecnológicos que trajo consigo, que tendría lugar en buena parte del mundo. Esto modifica profundamente en el seno
de las sociedades las relaciones económicas y productivas entre los individuos, dando paso a la emergencia de una sociedad
industrial y urbana, que rompe con la antigua sociedad preindustrial, rural y tradicional.
La revolución industrial traerá consigo el triunfo del modelo del capitalista, que se reflejará en la vida social y en las nuevas
dinámicas a que dará lugar; en este contexto surgirá dos nuevas clases, la burguesía, dueña de los medios de producción, y el
proletariado, clase explotada que aporta la fuerza de trabajo, dejando atrás las viejas estructuras de la sociedad feudal.
De estas dinámicas también surgirá una respuesta ideológica con planteamientos doctrinarios en lo político y lo económico que
derivará en el socialismo y el comunismo, basadas en el marxismo, sistema de pensamiento opuesto al capitalismo que proponía
la lucha de clases para el acceso al poder por parte del proletariado.
Existen diversas posturas en torno al final de la modernidad como periodo histórico-filosófico. Algunos consideran que termina
con el final de la primera guerra mundial, momento a partir del cual surgiría una nueva sociedad postindustrial y un periodo
conocido como la postmodernidad o posmodernidad.
La posmodernidad es un movimiento artístico, filosófico e histórico que nace a finales del siglo XX como una búsqueda por
nuevas formas de expresión centrados en el culto por el individualismo y crítica al racionalismo.
La posmodernidad o postmodernidad como movimiento artístico, incorpora las corrientes vanguardistas anteriores en una
estética actual que refleja el caos generado por la revolución de la información y la tecnología en que vivimos hoy.
Como corriente filosófica, la posmodernidad busca nuevas formas de pensamiento centrados en el crecimiento del individuo a
través del uso de la tecnología. Se caracteriza por criticar las corrientes de pensamientos antiguos que son considerados
anticuados, como el positivismo y el racionalismo.
Como período histórico, la posmodernidad abarca desde el final del siglo XX hasta el día de hoy, por lo tanto, su definición
exacta es aún difusa y en proceso de definición.
Características de la Postmodernidad:
La posmodernidad comporta características que dependen del ámbito en que se apliquen. Por ejemplo, en la arquitectura se
presenta como el rescate de la forma que el modernismo rechaza; en la filosofía se define como un nihilismo moderno, o sea,
lo obsoleto de los valores y en la educación se valida la tecnología y la innovación para la generación de un hombre autosuficiente
e independiente.
A pesar de estas diferencias que pueden resultar contradictorias unas con las otras, la posmodernidad tiene características
comunes y transversales descritas a continuación:
➢ Es anti dualista: critican la dualidad que los conceptos definidos en el pasado han creado dejando así muchos significados
fuera del campo del conocimiento. De esta manera, la posmodernidad defiende la diversidad y el pluralismo.
➢ Cuestiona los textos literarios e históricos: afirman que los autores de los textos les falta objetividad y tergiversan la
verdad para reflejar ideas personales.
➢ Afirma que la verdad no es universal: el lenguaje se considera la clave de la verdad y es lo único que moldea el
pensamiento humano, por lo tanto, la verdad depende del contexto y es cuestionable. Sólo existe la percepción.
➢ Valoriza la forma sobre el contenido: es más importante el cómo y qué transmite el mensaje que el propio mensaje.
➢ Defiende la hibridación y la cultura popular: toda forma de conocimiento y de saber es válido. La distorsión del discurso
no tiene límites en las esferas del conocimiento.
➢ El presente es lo único que importa: buscan lo inmediato, ya que, el pasado y el futuro no está en manos del individuo.
➢ Revaloriza la naturaleza: se preocupan por las consecuencias del desarrollo industrial y exigen que las ciencias modernas
se limiten a generar conocimiento válido universal.
La posmodernidad nace como una reacción contra el racionalismo extremo de la modernidad. El pensamiento posmoderno se
caracteriza por el desencanto y la apatía por el fracaso de la modernidad como una corriente renovadora del pensamiento y
expresión de la sociedad contemporánea.
En el ámbito de la filosofía, la posmodernidad también se define como la filosofía de la desconstrucción donde predomina el
detalle y la fragmentación del pensamiento, dando a su vez, un orden al caos.
El fenómeno de los fractales, por ejemplo, representa esta filosofía donde la repetición de fragmentos se asemeja a la
repetición de cada ser humano pero que en su conjunto constituyen puertas de ingreso al laberinto del conocimiento.
Se considera al filósofo alemán Friedrich Nietzsche (1844-1900) el precursor del pensamiento posmoderno al proclamar la
muerte de dios, por lo tanto, la inexistencia de dogmas ni de valores. En este sentido, la posmodernidad se considera un nihilismo
moderno que no cree en la necesidad de los valores sobre el individuo.

La posmodernidad imprime en los sistemas de educación una necesidad de cambio en la influencia que se ejerce en el desarrollo
personal, educativo y cultural del individuo, siendo válido sólo aquello que tiene sentido funcional e inmediato.
La educación posmoderna inserta dentro de la psicopedagogía se basa en el sistema de la información en que la sociedad se
encuentra sumergida. En este contexto, el uso de la tecnología se convierte en una herramienta fundamental para la innovación
entregando validez funcional e inmediata del conocimiento.
Según el autor estadounidense Alvin Toffler (1928-2016) la educación posmoderna se caracteriza por los siguientes puntos:
- Ser interactiva
- Se desarrolla en cualquier ambiente o institución
- El procesamiento de la información es convertible entre distintos medios para la conformación de sistemas más
complejos
- Buscan fuentes plurales de información
- Democratizan totalmente la información
- Defienden que la información no debe presentar fronteras ni diferencias
Y en la modernidad, de la manera como se organizaron y transformaron las formas de actuar y pensar en Occidente moderno
es posible percibir por lo menos tres momentos o modos de pensar y practicar la educación en ese tiempo:
- El Estado enseñante
- El Estado educador
- La sociedad de aprendizaje.
En el estado enseñante (siglo XVII – XVIII), el énfasis estuvo en las prácticas de enseñanza y las disciplinas del cuerpo y de los
saberes fueron centrales para la constitución tanto de la “Razón de Estado”.
El estado educador (finales del siglo XVIII), se refiere al momento en que el Estado cumplió una función importante en la
expansión de la educación y la instrucción pública a través de los distintos sectores sociales. Este es el momento en que el
término “educación” se inscribió en el vocabulario pedagógico.
La sociedad del aprendizaje (finales del siglo XIX – comienzos del siglo XX), es el momento de emergencia y despliegue de
nociones y prácticas educativas que centran la atención en el individuo que aprende y no tanto en quien o que se enseña.
El “Estado enseñante” fue diferente del “Estado educador” y de la “sociedad de aprendizaje”: Pero los tres constituyeron
sociedades educativas en la medida en que el arte de educar (vía enseñanza, vía educación o formación o vía aprendizaje): Fue
condición para la constitución, realización y salvación tanto del sujeto como de la sociedad.
En general, percibimos que la Modernidad leída como “Sociedad educativa”: Es la sociedad de la pampedia una sociedad en que,
por primera vez en la historia de la humanidad, se pretendió que todos sus integrantes fuesen sometidos a una diversidad de
procesos de enseñanza y estuviesen dispuestos a aprender durante toda su vida como condición para alcanzar una
determinada forma deseable de ser humano.
En la pampedia quedó dibujada la utopía pedagógica de la primera parte de la modernidad: En una sociedad donde todo debe
ser enseñado para que todos aprendan, una sociedad que es pensada como una gran escuela.
El desplazamiento que Foucault señaló en las prácticas de gobierno, a partir de la mitad siglo XVIII tuvo su expresión en el
surgimiento de una nueva racionalidad educativa: Se trató de la emergencia de otras formas, medios y fines para pensar las
prácticas pedagógicas. Tal emergencia estuvo vinculada a la aparición de conceptos como naturaleza, libertad, interés y
educación en los discursos educativos del siglo XIX.
La educación en nuestros días ha sido producto de políticas de estado que se encargan de producir el tipo de educando que el
estado necesita, enfrentándose a retos y problemáticas: Por lo que la educación es una herramienta para el desarrollo de
cualquier país, por lo tanto, reconocemos el sistema educativo nacional como la estructura socioeconómica y política que
interactúa de manera directa con las necesidades y exigencias del propio país para su desarrollo.
La escuela ha permanecido desarticulada de la sociedad, durante mucho tiempo, son los organismos de gestión y de decisión
los que deben revertir el proceso, pero hace falta una decisión política para hacerlo. Los sueños modernos de cambio social
mediante la educación no han sido cumplidos, el problema escolar manifiesta el conflicto entre dos mundos paralelos como
producto de la interacción de la modernización de la sociedad y la fractura pedagógica.
Una sociedad que espera de la escuela un ámbito de criticidad, reflexión, creatividad y participación. La revolución tecnológica,
ha traído como consecuencia que la escuela tradicional quedara atada a un estilo burocrático, rígido, vertical e ineficaz frente
al avance científico del siglo XXI.
“La escuela está en el centro de los ideales de justicia, igualdad y distribución del proyecto moderno de sociedad y política. No
sólo resume esos principios, propósitos e impulsos; ella es la institución encargada de transmitirlos, de generalizarlos, de hacer
que se tornen parte del sentido común y de la sensibilidad popular. La escuela pública se confunde, así, con el propio proyecto
de la Modernidad. Es la institución moderna por excelencia.” Tomaz Tadeu da Silva, 1997: 273
Desde la perspectiva de la modernidad se esperaba que el paso por el sistema educativo desarrolle las capacidades generales
que conformen a ese sujeto en un ciudadano capaz de vivir en una sociedad y de ese modo: “estar listo” para incursionar en
el mundo del trabajo, constituir una familia y en algunos casos, iniciar los estudios superiores.

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