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COVID-19 Y

AFECTACIÓN
PULMONAR

21 NOVIEMBRE 2021

PABLO RUEDA JIMÉNEZ


IRENE SÁNCHEZ SASTRE
MANUEL FUENTES

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INDICE

Tabla de contenido
1-INTRODUCCIÓN................................................................................................. 3
2-MECANISMO DE ENTRADA CELULAR ................................................................. 3
3-RESPUESTA INMUNITARIA FRENTE A LA COVID-19 ............................................ 4
4-FISIOPATOLOGÍA COVID-19 ............................................................................... 7
5-PREVENCIÓN ................................................................................................... 10
6-TRATAMIENTOS .............................................................................................. 12
7-BIBLIOGRAFÍA ................................................................................................. 13

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1-INTRODUCCIÓN

La COVID-19 es una enfermedad ocasionada por la infección del coronavirus causante del
síndrome respiratorio agudo severo o SARS-CoV-2, abreviado del inglés “severe acute respiratory
syndrome coronavirus”.
Este virus se detectó por primera vez a finales de 2019 y pronto se extendió globalmente,
obligando a la Organización Mundial de la Salud (OMS) a declarar el estado de pandemia el 11 de marzo
de 2020.
El genoma de este virus está formado por una única cadena de ARN y, aunque parece un
genoma estable, se estima que su tasa de mutación se encuentra en torno a los 10-6-10-4 mutaciones
por cada ciclo replicativo que realice. Debido a estas alteraciones, a medida que el virus se ha ido
diseminando, han ido apareciendo diferentes variantes del mismo.
La existencia de diferentes cepas de este virus causa problemas en la creación de un
tratamiento efectivo contra el mismo, ya que las mutaciones pueden afectar a la interacción del
antígeno con el receptor específico de la célula huésped, alterando entonces la respuesta inmune, la
intensidad de actuación y su capacidad de transmisión.
A pesar de que el virus mute, dando lugar a numerosas cepas con diferentes características,
todas ellas generan síndromes respiratorios, que pueden causar desde resfriados comunes a neumonías
o incluso la muerte. Además, puede extenderse a nivel del corazón, hígado y parte del sistema nervioso.
Se une al receptor e infecta a las células endoteliales de los capilares pulmonares, ya que es la
principal vía de entrada de aire. Esto va a producir una alteración en la integridad del endotelio,
aumentando su permeabilidad, lo que favorece la aparición de edemas pulmonares, que van a ocasionar
insuficiencias respiratorias.
Además, como ya se ha comentado dicho, puede llegar a propagarse y afectar al endotelio de
los vasos sanguíneos, provocando la aparición de cuadros de coagulación intravascular diseminada, que
pueden llevar a un fallo multiorgánico y a la muerte, especialmente en personas mayores o con
alteraciones endoteliales previas.

2-MECANISMO DE ENTRADA CELULAR

La vía crítica de entrada del virus en nuestras células es la enzima convertidora de angiotensina
2 o también llamado receptor ACE-2. Este receptor está expresado en las células epiteliales de los
alvéolos pulmonares, en los endotelios y en los macrófagos alveolares. La glicoproteína S del virus SARS-
CoV-2 es “la proteína clave” que se utiliza para entrar en nuestras células empleando el receptor ACE-
2. Esta glicoproteína está compuesta de dos subunidades: la subunidad S1 consiste en el dominio de
unión al receptor denominado RBD y un dominio amino terminal. La subunidad S2 presenta una región
con una proteína de fusión (FP) y dos regiones HR1 y HR2. El mecanismo de infección se iniciaría con la
unión de RBD de la subunidad S1 a ACE-2 que activa la endocitosis, se produce un endosoma donde
la subunidad S1 es escindida, exponiendo el dominio de fusión de la subunidad S2 que, a su vez, se
plegará sobre sí misma para unir HR1 y HR2, provocando la fusión de la membrana y la liberación del
virión al citoplasma. Sin embargo, presenta un dominio adicional en la estructura de la proteína S,
susceptible de ser escindido por proteasas como la furina o la TMPRSS2 (la serin-proteasa

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transmembrana tipo 2), situadas en la membrana de la célula huésped. Esto provocaría la escisión de
diferentes formas de la proteína S, y podría explicar por qué es más infeccioso que otros coronavirus.
Después de que el virus entra a la célula y accede al citosol, inicia la replicación de su genoma de RNA.
Después del proceso de replicación y síntesis, las proteínas estructurales S, E y M son trasladadas e
insertadas en el sistema retículo endoplásmico-aparato de Golgi, donde el genoma es encapsulado por
la proteína N. Finalmente, las vesículas con partículas virales se fusionan con la membrana plasmática
para liberarlas mediante exocitosis.

3-RESPUESTA INMUNITARIA FRENTE A LA COVID-19

El sistema inmune representa el conjunto de moléculas y células encargadas de diferenciar lo propio de


lo extraño y actúa de forma coordinada frente a los microorganismos infecciosos y los tumores. Sin
embargo, no funciona de la misma forma en todos los seres humanos, la razón es clara, es un sistema
«conceptualmente concebido» para asegurar a la especie humana y no al individuo. El SARS-CoV-2 es
capaz de alterar o producir un inadecuado comportamiento del sistema inmune que puede determinar
que la enfermedad curse de manera grave, crítica e incluso mortal.

Los macrófagos alveolares constituyen la primera línea de defensa en los pulmones. Los monocitos de
sangre periférica pueden extravasar a los tejidos y, dependiendo del microambiente tisular,
diferenciarse a macrófagos y células dendríticas.
Dentro de los macrófagos alveolares se diferencian dos grandes grupos, los M1-like (M1) y los M2-like
(M2). Los macrófagos M1 son los macrófagos defensivos frente a los patógenos, activados por
interferón (IFN) o LPS (lipopolisacárido bacteriano), con alta capacidad fagocítica y los macrófagos M2
son derivados de los M1, activados por IL4 e IL-13 promueven la inmunosupresión e inhibiendo la
actividad fagocítica y favoreciendo la recuperación de la homeostasis.
La inadecuada respuesta de los macrófagos M1 será responsables de un desequilibrio en la
diferenciación hacia macrófagos M2 que provocarán un excesivo daño al tejido pulmonar con
complicaciones severas, favoreciendo la proliferación y activación de los fibroblastos que producirán
fibrosis pulmonar y la consecuente alteración de la función pulmonar.
Todos los macrófagos expresan un conjunto de receptores denominados «receptores de
reconocimiento de patrones». Estos receptores se dividen en receptores PAMP Y DAMP.

● Inflamasomas. Un complejo proteico citoplasmático presente en los macrófagos y directamente


relacionado con la activación de los PAMP y los DAMP y del SARS-CoV-2. Se definirían como los
sensores e intermediarios del desarrollo de la inflamación. Los inflamasomas se inician al
activarse los sistemas citosólicos de la familia NOD, NLRC (receptor tipo NOD con dominio CARD)
y NLRP (receptor tipo NOD con dominio pirina), siendo esta última la más relevante.Las células
infectadas activan el NLPR3-inflamasoma, entran en piroptosis y secretan IL-1β, IL-18, TNF-α e
IL-33, se lisan y liberan DAMP iniciando la inflamación, activando a otras células adyacentes.

La activación de los macrófagos mediante sus PRR, conduce a la secreción de las citocinas
proinflamatorias IL-1β, IL-6, TNF-α, IFN-γ y quimiocinas como IL-8, MCP1, IP-10 provocan el aumento de
la permeabilidad vascular y la extravasación rápida de monocitos que se transformarán en macrófagos,
células dendríticas y neutrófilos que se encargarán de contener al virus y amplificar la inflamación. En
la mayoría de los pacientes infectados por el SARS-COV-2, este conjunto de mecanismos defensivos
es suficiente para eliminar la infección de los pulmones, que la respuesta inflamatoria decrezca, que
comiencen los mecanismos reparadores y que los pacientes se recuperen.

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Sin embargo, un 20 por ciento de los pacientes presentan una neumonía grave que se correlaciona con
un estado hiperinflamatorio del paciente que se ha definido como «síndrome de liberación de
citocinas» (CRS) o «tormenta de citocinas» y se ha observado como consecuencia de infecciones o
tratamientos farmacológicos. El CRS es el resultado de una fuerte activación de muchas células del
sistema inmune que provoca la liberación descontrolada de grandes cantidades de citocinas, se inicia
localmente pero rápidamente se refleja en la circulación sanguínea. Son muchas las citocinas elevadas
en esta tormenta de citocinas, IL-1β, IL-2, IL-6, IL-7, IL-10, TNF-α, TGF-β, G-CSF, MCP1, IP10, MIP-1α,
entre muchas otras. La citocina más crítica identificada es la IL-6, que se incrementa desmesuradamente
en función de la gravedad de los pacientes. La elevación de citocinas como la IL-1β y la IL-6, entre otras,
señala a los macrófagos como principales contribuyentes a este estado hiperinflamatorio, aunque no
son las únicas células responsables. Estos pacientes de mal pronóstico experimentan ante el SARS-CoV-
2 una tormenta de citocinas autoamplificada y un MAS que provocará el reclutamiento masivo y la
migración de células inflamatorias al tejido pulmonar, se liberarán más citocinas, proteasas, radicales
libres y óxido nítrico que dañarán severamente los epitelios y endotelios pulmonares, provocando la
descamación de las células alveolares, la formación de una membrana hialina y la extravasación
inadecuada de líquidos a través de los endotelios dañados, produciendo edema pulmonar. Esto
provocará la disminución en la eficiencia del intercambio de gases, dificultad para respirar y la
disminución de los niveles de oxígeno en sangre, conduciendo al síndrome de distrés respiratorio
(ARDS), al fallo multiorgánico y a la muerte del paciente.

Durante la infección vírica se observan cambios en la distribución de monocitos de sangre periférica que
se correlacionan con el desenlace de los pacientes. Se ha observado un aumento de monocitos
intermedios activados en los pacientes graves y críticos de la COVID-19, que además producían
grandes cantidades de IL-6 en su sangre periférica. Además, los diferentes monocitos presentan una
expresión diferencial tanto de la ACE-1 como de la ACE-2, envueltas directamente en la regulación del
sistema renina-angiotensina-aldosterona (RAAS), lo que implicaría que están también críticamente
implicadas en la homeostasis vascular y en la alteración de la coagulación.

Los neutrófilos representan el mayor porcentaje de leucocitos en la sangre periférica, y son las primeras
células en acudir ante una respuesta inflamatoria en cualquier tejido. Inician respuestas muy rápidas y
agresivas ante la presencia bacterias, virus y hongos, se extravasan a través de endotelios inflamados, e
inician la liberación de grandes cantidades de ROS, de trampas extracelulares de neutrófilos (NET) y una
enorme capacidad fagocítica. En condiciones de inflamación grave, son los principales responsables
del daño endotelial y a los tejidos, de trombosis y disfunción de los eritrocitos, que puede llegar a
derivar en un shock y a provocar un fracaso multiorgánico.

El sistema del complemento representa un sistema explosivo, letal e inmediato para defendernos
frente a microorganismos infecciosos. Es un conjunto de proteínas producidas por el hígado que tiene
que ser profundamente regulado. Su finalidad es detectar a los patógenos, generar las enzimas C3 y C5
convertasa y, para terminar, formando poros mediante la polimerización de las proteínas C6 a C9 en un
conjunto proteico denominado «complejo de ataque a membrana» (MAC) que lisa los microorganismos.
El aumento de citocinas como IL-6, IL-1β y TNF-α producido por el SARS-CoV-2 provoca el aumento en
la síntesis de C3 y C5, que inflamarán más los pulmones y reclutarán más células, monocitos y
neutrófilos al tejido pulmonar, abriéndose un nuevo camino de autoamplificación inflamatoria. Así,
los pacientes con la COVID-19 presentan el sistema del complemento aumentado desde el inicio de la
infección.

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Los linfocitos NK se sitúan como células centinela en la mayoría de los tejidos. Los pacientes con la
COVID-19 presentan una disminución significativa de células NK en sangre periférica. Además, existe
una redistribución anómala, con una disminución drástica de las células NK circulantes, citotóxicas,
asociado a un aumento de las células NK reguladoras. Tanto en sangre periférica como en lavados
bronquioalveolares se observa la presencia de células NK activadas. Sin embargo, los pacientes de la
COVID-19 también presentan un aumento en la expresión del receptor inhibidor, lo que implicaría la
incapacidad funcional de eliminar células infectadas por parte de las células NK.

Los linfocitos T son responsables de la defensa celular específica frente a virus y tumores. Los linfocitos
Th (colaboradores) dirigen y regulan la respuesta del sistema inmune mediante la liberación selectiva
de citocinas, y van a ser dependientes de la correcta información que les transmita el sistema inmune
innato ante la infección del SARS-CoV-2. Los linfocitos Tc (citotóxicos) serán los responsables de la
eliminación de las células infectadas por el virus, mediante la liberación de gránulos citotóxicos, como
granzima B y perforina A.
La rápida producción de señales de alarma y citocinas de las células centinela, la recolección de
partículas virales por parte de las células dendríticas, su posterior migración a OLS, junto con una
correcta presentación antigénica son las responsables de la activación, proliferación de linfocitos Th y
Tc específicos, que retornarán al pulmón y eliminarán la infección. Esta respuesta innata eficiente en la
primoinfección por el SARS-CoV-2, y la «posible» presencia de células con memoria antigénica provoca
que los pacientes expresan un fenotipo asintomático o moderado. Sin embargo, el SARS-COV-2 provoca
comportamientos inadecuados en los macrófagos, células NK, células dendríticas, en sus rutas de
expresión de los IFN y las MHC, lo que provoca un retraso en la activación y respuesta de los linfocitos
T y un aumento de la replicación viral, lo que conlleva un perfil de paciente grave o crítico mortal.
Adicionalmente, hay dos aspectos genéticos que condicionan la respuesta de los linfocitos T al SARS-
CoV-2. Se ha observado que el proteoma del SARS-CoV-2, (antígenos de la proteína S, la nucleocápside,
la proteína M o las ORF3a) es capaz de ser ampliamente presentado entre las distintas variables alélicas
HLA-A, B y C de clase I pero, además, si presentan, determinados alelos como HLA-B15:03, HLA-A*02:03
y A*31:01, HLA-A*02:02 y HLAC*12:03, son buenos protectores presentando péptidos conservados del
SARS-CoV-2 y, por tanto, una adecuada respuesta Tc.

La activación de los linfocitos B localizados en áreas extrafoliculares y foliculares de tejidos linfoides


difusos y OLS comienza cuando partículas del virus SARS-CoV-2 son reconocidas por las IgM e IgD de su
membrana. A partir de aquí, se va a producir la activación de dos clases de linfocitos B con caminos y
funciones distintas. Por un lado, desde que reconocen al virus, linfocitos B situados en las zonas
extrafoliculares van a activarse, proliferar y diferenciarse muy rápidamente y producir oleadas de
linfocitos B plasmáticos secretores de grandes cantidades de IgM y, excepcionalmente, en ciertos
microambientes inflamatorios a linfocitos B secretores de IgG. Este tipo de linfocito B es poco
específico, no produce memoria antigénica y origina una respuesta defensiva en ausencia de
cooperación con células T. Por otro lado, linfocitos B activados por el virus y que cooperan con
linfocitos T previamente activados van a migrar al folículo donde van a sufrir una compleja y lenta
sucesión de procesos de diferenciación a células B plasmáticas que se encargan de funciones de
opsonización y neutralización y de señalizar citotoxicidad dependiente de anticuerpos y
desgranulación.

Teniendo en cuenta todo esto, los pacientes infectados por el SARS-CoV-2 comienzan a presentar IgM
específicas en las primeras 24 horas de la infección viral, incrementándose en días sucesivos; en cambio,
las IgA e IgG específicas se observan en los primeros 5-15 días desde la aparición de los síntomas. El

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dominio RBD de la proteína S es la parte del virus SARS-CoV-2 más inmunogénica. Todos los pacientes
infectados desarrollan simultáneamente IgM, IgA e IgG específicas de la proteína S.
Sin embargo, tanto la IgA como la IgG también presentan un papel opsonizante que se puede volver en
nuestra contra y favorecer la infección. EL ADE es un mecanismo adicional de infección que provocaría
que anticuerpos opsonizantes (no neutralizantes) sirvieran de vía de entrada para introducir el SARS-
CoV-2 dentro de los macrófagos mediante los receptores Fc que presentan en su membrana, mecanismo
extensible a otras células defensivas que también los presenten como neutrófilos o células dendríticas.
En condiciones normales, las IgA2 de la mucosa y las IgA1, IgG e IgM tisulares neutralizarían a los virus
bloqueando sus mecanismos proteicos infectivos, la proteína S, de tal forma que las células no serían
infectadas y el virus no progresaría en su ciclo vital y sería eliminado. Sin embargo, las IgG son potentes
inmunoglobulinas opsonizantes, capaces de recubrir el virus para que un fagocito profesional lo
internalice, forme un fagolisosoma y lo destruya. Y he aquí las respuestas inadecuadas encontradas en
la infección por el SARS-CoV-2; por un lado, estudios recientes demuestran un comportamiento
aberrante de anticuerpos neutralizantes del isotipo IgA2 con la proteína S del virus, que inducirían
cambios conformacionales que permitirían la entrada del mismo a los macrófagos, utilizando sus
receptores Fc. Por otro lado, la infección por neumonías previas podría provocar la expansión de
células B memoria encargadas de producir anticuerpos opsonizantes en vez de neutralizantes,
favoreciendo, en condiciones anómalas, la entrada del virus en las células y no su eliminación. Esto
podría cambiar que el curso natural de un paciente con pronóstico de patología moderada se
transforme en grave o crítico.
La relación entre los niveles de anticuerpos neutralizantes y la gravedad de los pacientes es compleja.
Una carga viral alta está asociada con un aumento de anticuerpos específicos, y estos, a su vez, a un
aumento de la gravedad de los pacientes. Esto se explica, por un lado, por un exceso de las respuestas
B extrafoliculares timo-independientes. Por otro lado, una posible falta de cooperación entre los
linfocitos T (en concreto los Tfh) y los linfocitos B debido a la alteración de la respuesta T y el retraso en
activarla por la interferencia del virus sobre el sistema inmune innato, provocando al final una
inadecuada respuesta B folicular.

4-FISIOPATOLOGÍA COVID-19

Tras haber realizado anteriormente breves consideraciones sobre la respuesta inmune y su mecanismo
de acción, pasaremos a la fisiopatología, que es lo que más nos concierne.
Es evidente pensar en covid-19 e imaginarnos al instante la afectación pulmonar. Numerosos estudios
han sido realizados y algo que ha quedado latente es su gran similitud con ciertas afecciones pulmonares
ya conocidas, aunque también con diferencias que serán descritas en este trabajo.
Es por ello necesario explicar la fisiopatología del Síndrome de Distrés Respiratorio Agudo, pues
realmente es muy semejante a la afectación por covid-19 (de hecho, muchas veces van de la mano) para
un mejor enfoque clínico.
EL SDRA (Síndrome de dificultad respiratoria aguda) acarrea, al igual que el covid-19, una pérdida de
permeabilidad en los capilares de los alveolos, causando edema pulmonar; aumenta la resistencia
pulmonar vascular, se reduce la distensibilidad… Todo esto conlleva desregulación del equilibrio
ventilación-perfusión.
Sin embargo, la Covid-19 cursa con una mayor hipoxemia y una preocupante pérdida de la percepción
de la disnea, por razones que serán expuestas posteriormente (véase afección neurológica).

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Comenzaremos explicando la patología de SDRA, que es similar en la Covid-19, y después
mencionaremos las diferencias:
SIMILITUDES
1-Producción de edema pulmonar:
Por daño exógeno, microorganismos, o también por daño endógeno (solo en el caso de SDRA) se liberan
citocinas por los macrófagos, produciendo inflamación y rompiendo el equilibrio, disminuyendo la
permeabilidad y acumulándose líquido. Conforme va cursando la patología, el sistema inmune consigue
equilibrar el problema. No obstante, los fibroblastos pueden producir proteínas insolubles, como el
colágeno, provocando en muchos casos una fibrosis en los alveolos.
La fibrosis es una afección muy preocupante, pues cambia la distensibilidad del pulmón, pudiendo
acarrear problemas restrictivos en la respiración. A día de hoy, se investiga cómo se puede reducir esta
fibrosis pulmonar para prevenir las secuelas. Además, tampoco se sabe con exactitud si estas secuelas
serán reversibles. En el caso del coronavirus de 2004 se observó mejoría en la mayoría de pacientes tras
rehabilitación. Lógicamente, el desarrollo de numerosos fármacos para prevenir estas consecuencias se
está desarrollando para luchar contra secuelas por covid-19.
2- Inactivación del Surfactante Pulmonar
Esto está estrechamente relacionado con el edema.
El surfactante deja de producirse en los neumocitos tipo II en esta situación. No podemos olvidar que
también se está produciendo daño en las células endoteliales.
¿Por qué las células endoteliales no trabajen adecuadamente?
1)A través de una ATP-asa Na+/K+ se bombea en contra de gradiente Sodio y, consecuentemente, agua
del medio extracelular al intracelular. Esta bomba no puede actuar.
2) El CFTR (el causante de la Fibrosis Quística) no puede mover el cloro adecuadamente
3) Diversos complejos de acuaporinas (acuaporinas-5, siendo más precisos) no pueden reabsorber agua.
Por tanto, esta desregulación hace que el líquido se acumule; por ello dijimos que estaba relacionado
con el anterior punto discutido

Como frentes terapéuticos se especula sobre los agonistas b2 adrenérgicos, pues estimulan la
reabsorción de fluido, y ya se usa hoy en día para tratar problemas los problemas de edema en
patologías de corazón.
(Véase tratamientos)

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2.1 Soluciones para la reducción de distensibilidad debido a la pérdida del surfactante.
Por desgracia todos conocemos pérdidas por la escasez de respiradores durante los inicios de la
pandemia por covid-19.
La ventilación asistida reduce el trabajo respiratorio y ayuda a la ventilación pulmonar. Para ello, el
respirador trabaja con lo que se conoce como PEEP (Presión positiva al final de la Espiración). Esto lo
que evita es el colapso de los alveolos en una situación asistida, y mejora la oxigenación de los alveolos.
No obstante, esto debe ser muy controlado, pues también podría provocar problemas por una excesiva
distensión de los alveolos, barotrauma, por ejemplo.
3- Diferencias regionales de la afectación pulmonar (y la importancia de la posición corporal)
Tanto en SDRA como covid-19 las distintas áreas del pulmón no se verán afectadas por igual. Esto se
debe al efecto de la gravedad en las presiones transpulmonares.
Las áreas más afectadas son la basilar y la dorsal, por lo que al girar nuestro paciente de posición supina
a prona mejorará el daño, ya que la compresión pulmonar será menor. Evidentemente, estos cambios
se deberán efectuar durante largos periodos de tiempo.
En posición supina, el corazón y demás estructuras colindantes comprimirán las porciones centrales
posteriores del pulmón. En cambio, si cambiamos a una posición prona, las partes centrales anteriores
serán comprimidas y mejoraremos tanto gasto cardíaco como la respiración pulmonar.
En definitiva, reduciremos con este método la diferencia entre la presión transpulmonar entre la región
dorsal y la región ventral, convirtiendo la ventilación en más homogénea.

DIFERENCIAS

El virus se une al ACE-2 en la superficie celular. EL ACE-2 es el enzima responsable de la conversión de


la angiotensina 2 en angiotensina 1-7, una forma menos estudiada en fisiología. Esta angiotensina 1-7
se une al receptor MAS celular; provocando vasodilatación, anticoagulación y antifibrosis.
Si este enzima falla, pues el virus se une a él, la angiotensina 2 aumentará. Curiosamente, se ha
establecido una relación entre aumentados niveles de angiotensina II con una acentuada activación del
factor de necrosis tumoral alfa, IL-6, y un mayor reclutamiento de macrófagos y neutrófilos. Por lo que
será otro factor que estimulará la tormenta de citoquinas.
Además, la ACE-2 metaboliza la Bradicinina. Un aumento en la bradicinina también tiene acción
vasodilatadora.
Es conocido que hay receptores de bradicinina en corazón, endotelio, pulmón sistema nervioso y
músculo esquelético.
Esto podría explicar el amplio campo de efecto de la tormenta de bradicinina por covid-19 en distintas
partes del cuerpo.
En corazón: produce hipopotasemia, aumentando el riesgo de un fallo cardíaco. En el endotelio,
aumenta la permeabilidad; en pulmón, también afecta, influyendo en el edema (discutido
anteriormente); en el sistema nervioso produce problemas cognitivos (entre otras afecciones), y es ello
lo que vamos a explicar a continuación; la importancia de la disnea con los centros reguladores.

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Hipoxemia en covid-19, su posible explicación por daño en SNC y fenómenos trombóticos
La hipoxemia se debe a una baja relación ventilación/perfusión; la hipercapnia también es latente en
casos severos de Covid debido a la obstrucción vascular en el pulmón, aunque es más común la
hipoxemia. Recientes estudios apuntan a el daño en SNC como un interesante enfoque a este problema.
La hipoxemia no cursa con taquipnea por daño en el sistema nervioso. Esto no es nada nuevo, en otras
patologías ya sucede, como en el caso de la diabetes, o la edad, otro factor de riesgo. Se disminuye la
percepción de cambios en Pco2 y Po2 (los quimiorreceptores periféricos también son dañados).
Por otro lado, debemos relacionar esta hipoxemia con una posible causa (aunque existen numerosas)
de los fenómenos trombóticos, pues la hipoxemia activa como sabemos a HIF-1, HIF-2 (factor inducible
por la hipoxia 1 y 2), esto estimulaba la liberación de la EPO en el riñón, teóricamente.
Además, HIFs también tendrán efecto en la inhibición de anticoagulantes naturales y la liberación de la
PAI-1 (Inhibidor de el activador del plasminógeno 1). Sin embargo, no es ésta la únic vía de activación
de estas sustancias, pues también son activadas por otra ruta, por citocinas proinflamatorias (IL-1, IL-6
y TNFα)

5-PREVENCIÓN

Este tipo de coronavirus ha causado numerosas infecciones y muertes a nivel mundial. Su


repentina aparición y su rápida expansión, obligó a los diferentes países a desarrollar una serie de
métodos tanto para prevenirlo como para curarlo.
A día de hoy, no se conoce una cura definitiva para esta enfermedad; sin embargo, se han
desarrollado numerosos tratamientos y medicamentos para combatirlo.
Para evitar el colapso de los hospitales y diferentes entidades sanitarias, los gobiernos, a nivel
nacional y mundial, se coordinaron para establecer una serie de medidas preventivas para evitar el
aumento excesivo de los casos.
Entre las recomendaciones dictadas por la OMS, se encuentran: lavarse las manos regularmente,
cubrirse la boca y la nariz al toser y estornudar, evitar el contacto cercano con cualquier persona que
presente síntomas, evitar viajar y el contacto cercano con animales vivos o muertos de granja o salvajes,
ya que se cree que el origen de esta enfermedad es animal
Una de las medidas preventivas más empleadas, es el uso de las mascarillas. Las mascarillas
quirúrgicas son las más empleadas, aunque su efectividad no es de las mayores, ya que no poseen un
filtro de aire adecuado. Por ello, existen otras mascarillas alternativas más efectivas:
- FFP1: filtra aproximadamente el 78% de las partículas del aire.
- FFP2: filtra aproximadamente el 92% de las partículas del aire.
- FFP3: filtra el 98% de las partículas del aire.
En general, el uso de mascarillas se recomienda cuando existe exposición a pacientes con
enfermedades respiratorias. Sin embargo, su uso se volvió y sigue siendo obligatorio en espacios
cerrados, recomendándose a nivel de la población general el uso de las mascarillas quirúrgicas, FFP1 o
FFP2.
VACUNAS
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Sin embargo, el método más eficaz para prevenir el contagio de este virus son las vacunas. Desde
el comienzo de la pandemia numerosos laboratorios comenzaron una carrera contrarreloj para el
desarrollo de una vacuna que garantizase la reducción de las infecciones y la seguridad de los pacientes.
Por ello, en el último año, han surgido diferentes vacunas, cuya efectividad ha sido probada en
diferentes estudios.
Las vacunas van a hacer que la respuesta inmunitaria se potencie más incluso de lo que lo haría
cuando este antígeno entra en el organismo, van a estimular la generación de la memoria inmunológica
específica frente al patógeno.
Actualmente, a noviembre de 2021, han sido administradas 7.560 millones de dosis a nivel
mundial, lo que corresponde a un 41% de la población vacunada completamente, es decir, con dos dosis.
VACUNAS DE ARNm (Pfizer, Moderna)
Las vacunas de ARNm, como Pfizer o Moderna, presentan el ARNm empaquetado en una
estructura lipídica con colesterol y otros lípidos neutros. Su efectividad es superior al 90%.
Estas vacunas simulan una infección o una inmunización con microorganismos vivos, ya que
emplean la propia maquinaria replicativa de la célula para crear las proteínas características del virus,
para que nuestro organismo actúe frente a ellas. Además, no se produce la restricción por los haplotipos
HLA en la presentación; y activan tanto la respuesta adaptativa como la innata, ya que el ARNm es
reconocido como PAMP (patrones moleculares asociados a patógenos) por los PRR (receptor de
reconocimiento de patrones).
En cuanto a los efectos adversos, destacan el dolor en la zona del pinchazo, febrícula y malestar.
Además, estos efectos se magnifican con la segunda dosis de estas vacunas. Sin embargo, la
probabilidad de sufrir efectos graves es muy baja.
Además, estas vacunas, con la pauta completa de vacunación, tienen un efectividad contra la
cepa original de un 95% en el caso de Pfizer y un 94,1% en la de Moderna.

VACUNAS CON VECTORES O TRANSPORTADORES (Astrazeneca, Janssen)


En las vacunas de adenovirus, se emplean adenovirus de chimpancés, estos vectores que se
inyectan no infectan a las células, ya que han sido modificados para evitarlo.
Sin embargo, esta vacuna ha suscitado controversia, ya que a principios de año surgieron una
serie de casos de trombocitopenia asociadas a esta vacuna. Esto se produce debido a que se forma un
complejo que desencadena una respuesta inmunitaria, provocando la agregación plaquetaria y la
aparición de trombos. En cambio, la probabilidad de que esto ocurriese es de 0,65 casos por cada
100.000 habitantes vacunados con la primera dosis y un caso por cada millón de habitantes con la
segunda dosis.
Además, estas vacunas tienen un efectividad contra la cepa original de un 82% en el caso de
Astrazeneca y un 72% en la de Janssen.
¿Cuántas dosis de la vacuna se deben recibir? ¿Por qué?
Se ha demostrado que con las vacunas que se emplean para el tratamiento del COVID-19, la
eficacia aumenta hasta el 95% con la administración de dos dosis separadas por 21 días. Incluso en
personas mayores o inmunodeprimidas se recomienda una tercera dosis, para obtener una respuesta
inmune adecuada.
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En cambio, en pacientes que ya hayan pasado la enfermedad, no es necesario la aplicación de la
segunda dosis, ya que la infección equivale a la primera dosis, ya presenta anticuerpos gracias a esa
primera infección.
Sin embargo, la vacuna va perdiendo efectividad y, por lo tanto, ya se recomienda una tercera
dosis en pacientes de edad avanzada o pacientes de riesgo.
En esta figura, se representa en amarillo a las personas que no han pasado la Covid-19; mientras
que, en azul se representa a las que sí han pasado la infección.
En las personas que han pasado la infección, la administración de la primera dosis es suficiente
para generar inmunidad, la respuesta inmune antes de la primera dosis ya es más potente que la
respuesta de las personas que no han recibido ninguna dosis.

6-TRATAMIENTOS

TRATAMIENTO ANTIVIRALES
A lo largo de la pandemia, han ido apareciendo una serie de tratamientos antivirales empleados
en pacientes con SARS-CoV-2, tales como la combinación Lopinavir/ritonavir, Remdesivir, la
combinación de Hidroxicloroquina/azitromicina y el Interferón-β 1b. Sin embargo, solo el Remdesivir ha
conseguido unos resultados óptimos en el tratamiento de esta enfermedad.
Remdesivir es un profármaco, análogo de adenosina trifosfato que inhibe las ARN polimerasas
víricas, impidiendo la replicación del virus. Su estudio demostró que este medicamento previene la
progresión de la enfermedad y reduce el riego de aparición de una enfermedad grave o muerte en un
87%.
TRATAMIENTO ANTIINFLAMATORIO
Los corticoides son hormonas antiinflamatorias que modulan el sistema inmune; por ello,
numerosos estudios sugieren su empleo en el tratamiento contra el SARS-CoV-2, ya que los pacientes
con COVID-19, especialmente los que presentan neumonía o síndrome de dificultad respiratoria aguda
(SDRA) presentan niveles elevados de citoquinas proinflamatorias.
TRATAMIENTO INMUNOMODULADOR
Muchos de los pacientes fallecidos por COVID-19 presentan coagulopatías, tales como
coagulación intravascular diseminada, junto con niveles elevados de citoquinas proinflamatorias, como
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la interleucina-6 o el factor de necrosis tumoral. Este fenómeno se conoce como “tormenta de
ciqoquinas” y es el responsable de la aparición de daño en el endotelio y la posterior reacción fibrótica
pulmonar.
Además, esto aumenta el riego de aparición de trombos, que generan fallos multiorgánicos y la
muerte.
Se han puesto en marcha numerosos estudios, que tienen como objeto demostrar la eficacia de
los diferentes medicamentos inmunomoduladores. Los más importantes en el tratamiento de esta
enfermedad son:
Tocilizumab
Tocilizumab es un anticuerpo monoclonal que se une y bloquea el receptor de la IL-6. Su empleo
se destina a aquellos pacientes en los que los niveles de IL-6 son tan altos, que pueden llegar a afectar
a la ventilación pulmonar.
Inhibidores de la proteína-quinasa 1 asociada a AP2
El complejo adaptador (AP2) regula la endocitosis mediada por clatrina a través de la cual entran
en la célula la mayoría de los virus. Por lo que, la inhibición de la proteína quinasa con fármacos como
el Baricitinib, impide la infección.
Agosinstas β-2 adrenérgicos
Los agonistas β-2 adrenérgicos son empleados para el tratamiento de la fibrosis pulmonar, ya
que son capaces de reducir los niveles de IL-6. El desarrollo de este medicamento va a permitir que la
enfermedad COVID-19 no llegue a estados avanzados, reduciendo en gran medida la sintomatología.

PLASMA CONVALECIENTE
El plasma convaleciente es una técnica que consiste en la administración de plasma de personas
que ya hayan pasado la enfermedad a personas con síntomas leves. Esto permite la transfusión de los
anticuerpos del sujeto curado al sujeto enfermo.
Sin embargo, este tratamiento solo ha demostrado una cierta eficacia en personas que se
encuentran en la fase inicial de la enfermedad.

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