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Actividad 1 Taller: Localice en lospárrafos que siguenlos 4 aspectos esenciales de un

proceso patológico. Si falta alguno compleméntelo investigando y fundamentando luego


el porque.

Párrafo 1: Según ha explicado la Sociedad Chilena de Infectología, la Viruela del Mono es


una enfermedad zoonótica de rara ocurrencia, producida por un virus similar al virus de la
viruela humana y a la viruela bovina. Tiene un período de incubación de 3 a 13 días y
presenta los siguientes síntomas: erupción cutánea aguda, cefalea, inicio súbito de fiebre
superior a     38,5°,dolor muscular, dolor de espalda, sensación de agotamiento e
inflamación o hinchazón de los ganglios linfáticos.
Puede transmitirse de animales a humanos (es decir, transmisión zoonótica) o de persona
a persona (2,5,6). La transmisión de animales a humanos se produce por mordeduras o
arañazos de un animal infectado, al manipular animales silvestres, mediante el uso de
productos elaborados con animales infectados (2,4), u alguna otra forma donde haya
contacto directo con la sangre, los líquidos corporales, las lesiones de la piel o las mucosas
de animales infectados. Entre los hospedadores animales se incluyen una variedad de
roedores y primates no humanos. Se han identificado algunas especies animales
susceptibles al virus de la viruela símica, como ardillas listadas, ardillas arborícolas, ratas
de Gambia, lirones enanos africanos, diferentes especies de simios y otros. Aún hay dudas
en cuanto a la evolución natural de la viruela símica, y se necesitan más estudios para
identificar el reservorio exacto del virus y la forma en que se mantiene en circulación en la
naturaleza . El modo de transmisión de persona a persona es limitada, y puede ser por
contacto directo y cercano con un paciente infectado (a través de lesiones infectadas,
costras en la piel, fluidos corporales o secreciones respiratorias), o también puede
transmitirse por contacto con materiales contaminados con el virus (fómites). La
transmisión de persona a persona ocurre principalmente a través de gotículas
respiratorias grandes y dado que estas generalmente viajan pocos metros, se requiere un
contacto directo y prolongado cara a cara. El virus ingresa a través de la piel no intacta
(aunque no sea visible), el tracto respiratorio o las membranas mucosas (ojos, nariz o
boca).

Párrafo 2:
El SARS-CoV-2 es un virus que forma parte de un una familia de virus ARN envueltos, Los
coronavirus son conocidos por su circulación entre algunos mamíferos y aves. El SARS-
CoV-2 fue aislado por primera vez en el líquido del lavado broncoalveolar (LBA) de tres
pacientes con enfermedad por COVID-19 en diciembre del 2019, y el análisis de la
secuencia genómica demostró que SARS- CoV-2 es 96.2% idéntico a Bat CoV RaTG13, lo
cual sugiere que el virus humano comparte similitud con el de murciélago, en relación con
el mercado de Wuhan en donde inició el brote.
El mecanismo de transmisión de la enfermedad por SARS-CoV-2 es de persona a persona
por medio de la vía aérea a través de las gotas de Flügge que se exhalan al toser,
estornudar o hablar y son inhaladas o depositadas en boca y conjuntivas oculares, así
como superficies, que pueden fungir como fómites. Informes recientes indican que el
SARS-CoV-2 se puede detectar en la orina y las heces de pacientes confirmados, lo que
implica un riesgo de transmisión fecal-oral. El periodo de incubación en promedio es de
5.2 días con una media de 4.7 días que transcurren entre el inicio de los síntomas.
Factores virales y del huésped influyen en la patogénesis del SARS-CoV-2. La ACE 2 es una
proteína de membrana tipo I que tiene receptores en el pulmón, corazón, riñón e
intestino, principalmente asociados con enfermedades cardiovasculares. Se ha
documentado que la replicación viral primaria ocurre en el epitelio de la mucosa de la
cavidad nasal y faringe. Los receptores ACE 2 que están localizados en el tracto
respiratorio inferior de los humanos son los receptores celulares para SARS- CoV-2.
Posterior a esta fusión de membrana, el ARN del genoma viral es liberado en el
citoplasma, el ARN no envuelto traduce dos lipoproteínas pp1a y pp1ab, que forman el
RTC (complejo viral de replicación-transcripcion) en una vesícula de doble membrana que
continuamente se replica.
Aunque existen varias causas que pueden desencadenar la inflamación y acumulación de
líquido en los alvéolos que es característico de la neumonía, El SARS-CoV-2 infecta el
epitelio pulmonar y gatilla al sistema inmunológico innato a responder, lo que puede
conducir a un síndrome de dificultad respiratoria (SDRA).
Después de la entrada del virus a las células, el sistema inmune innato monta una
respuesta inmediata el cual es reconocido por los receptores de reconocimiento de
patrones que se encuentran en las células presentadoras de antígenos. Esto desencadena
cascadas de señalización que llevan a la producción de interferones (IFN) de tipo I y a la
activación del factor de transcripción NFκB. Las citocinas proinflamatorias junto con otros
mediadores de inflamación liberados como consecuencia del daño citopático, reclutan
macrófagos y neutrófilos, lo que resulta en una hiperproducción de citocinas
proinflamatorias y especies reactivas de oxígeno, similar a la «tormenta de citocinas» que
favorecen la vasodilatación, fuga vascular y el edema alveolar, además de la acumulación
de detritos celulares dentro de los alvéolos y la aparición de membranas hialinas, que en
conjunto causan hipoxia y el SDRA. La interleucina (IL)-1, IL-6 y el factor de necrosis
tumoral alfa (TNF-α), al ser pirógenos endógenos, actúan sobre el hipotálamo para
producir fiebre.
Esta respuesta inmune excesiva o mal regulada podría ser el punto central de la
fisiopatología en COVID-19, y la causa que los pacientes presenten síndrome de
insuficiencia respiratoria aguda, choque séptico, falla orgánica múltiple y eventualmente
la muerte.
La respuesta celular en pacientes con COVID-19 está mediada principalmente por
linfocitos T CD8+, que son los responsables de la destrucción directa de las células
infectadas. Sin embargo, la gran cantidad de IL-6 producida durante la tormenta de
citocinas podría bloquear esta respuesta, al inhibir la secreción de IFNγ y aumentar la
expresión de proteína de muerte celular programada conocida como PD-1, como se ha
descrito en otras infecciones virales. Por otro lado, la otra subpoblación de linfocitos T, los
CD4+, desempeñan también un papel importante en el control del virus al incidir en la
generación de la respuesta humoral, ya que la respuesta celular intensa se relaciona
directamente con una mayor producción de anticuerpos neutralizantes contra el virus. Se
ha reportado que hasta el 82% de los pacientes con COVID-19 cursan con linfopenia,
siendo la población celular más afectada la de los linfocitos T, específicamente los CD4+ En
pacientes con SARS se asoció la gravedad de la enfermedad con la falta de transición de
una respuesta inmune innata a una adaptativa.

Párrafo 3:

Artritis reumatoidea
La artritis reumatoide (AR) es una enfermedad inflamatoria crónica de carácter
autoinmunitario. Se caracteriza por la inflamación de la membrana sinovial y la
destrucción progresiva del cartílago articular y del hueso, con alteraciones estructurales,
dolor y la consiguiente limitación funcional1. El proceso inflamatorio está mediado
fundamentalmente por la producción de mediadores solubles, en su mayoría citocinas,
pero también factores de crecimiento y quimiocinas, cuyo efecto final es la destrucción
del cartílago y el hueso subyacente, así como diversas manifestaciones extraarticulares.
Las citocinas son proteínas o glucoproteínas de bajo peso molecular (< 30kD) con vida
media corta, producidas principalmente por las células del sistema inmunológico, así
como también por determinadas células de otros tejidos, y son mediadores
fundamentales de la transmisión de señales intercelulares.
En la membrana sinovial que tapiza la superficie articular y las vainas tendinosas se
produce una infiltración por diversas células inflamatorias, entre las que los linfocitos
Th17, secretores de la citocina con mayor efecto proinflamatorio, la interleucina (IL-17),
parecen desempeñar un papel iniciador, interaccionando con células dendríticas (CD),
macrófagos y linfocitos B. Los macrófagos son células donde la magnitud de su infiltración
se correlaciona con los síntomas, probablemente debido a la secreción de mediadores
proinflamatorios claves, como el factor de necrosis tumoral alfa (TNF-α) y la IL-1β,
implicadas en la perpetuación de la inflamación crónica en la AR. Los fibroblastos
sinoviales son inicialmente activados por el microambiente local y posteriormente
adquieren un fenotipo seudomaligno con regulación al alta de oncogenes, inhibición de la
apoptosis y secreción de citocinas, quimiocinas, metaloproteinasas de la matriz y
catepsinas, que median el proceso inflamatorio crónico y catalizan la destrucción
articular4. Los linfocitos B actúan mediante la producción de autoanticuerpos (células
plasmáticas sinoviales), como células activadoras de los linfocitos T en su función de
células presentadoras de antígeno (APC) y de activación de fibroblastos mediante la
secreción de TNF-α y linfotoxina β. Además, se forman folículos linfoides en el tejido
sinovial, lo que sugiere que la presentación de antígenos tiene lugar localmente, mientras
que en otros pacientes los linfocitos B se distribuyen en agregados o difusamente. Por
último, se produce una activación e hiperplasia de los mastocitos a nivel articular. El tejido
inflamatorio o pannus adquiere la capacidad de invadir y destruir el cartílago articular
adyacente. La activación de los osteoclastos del hueso periarticular conduce a la resorción
y se forman las erosiones óseas características de la enfermedad. La función de las células
T CD4+ reguladoras está disminuida, lo que contribuye al desequilibrio entre los brazos
efector y regulador de la inmunidad.
Párrafo 4:
Desde su reconocimiento como entidad clínica individual, en el año 1976, el botulismo
infantil es la presentación clínica más frecuente de la enfermedad causada por la toxina
botulínica. Sesenta por ciento de los casos reportados corresponden a esta forma 4. En
Chile, su notificación obligatoria se instauró en el año 2000, reportándose cuatro casos
hasta el presente año.
Todas las formas de botulismo causan la enfermedad a través de una vía común,
independiente de la manera de adquisición de la toxina, ya sea desde el tracto
gastrointestinal (vía circulación) o de una herida infectada (vía linfática), siendo
transportada a las terminaciones neuromusculares donde bloquea la liberación de
acetilcolina (vide infra).El botulismo infantil resulta de la ingesta de esporas de C.
botulinum, que germinan, colonizan y producen in vivo la toxina en el tracto
gastrointestinal. La toxina botulínica es absorbida en el lumen intestinal y transportada
activamente a la circulación sistémica. Una vez en el torrente circulatorio, es distribuida a
los sitios de neuro-transmisión mediada por acetilcolina donde produce su efecto tóxico.
Bastan 0,3 ng de toxina en la unión neuromuscular para causar manifestaciones clínicas.
Por su peso molecular (150 kDa) no atraviesa la barrera hematoencefálica; los síntomas
son limitados al sistema nervioso periférico, donde inhibe la liberación de acetilcolina
mediante tres pasos: Se une en forma irreversible a los receptores pre-sinápticos
colinérgicos de las terminaciones nerviosas motoras y parasimpáticas, la toxina o parte de
ella es endocitada y, a través de su acción peptidasa, actúa sobre una o más de las tres
proteínas SNARE (solubleN-ethylmaleimide sensitive fusion protein attachment receptor) e
impide la fusión de la vesícula que contiene acetilcolina con la membrana de la
terminación nerviosa y la consecuente liberación de acetilcolina, bloqueando la
transmisión de impulsos neuromusculares y vegetativos. La recuperación de la función
nerviosa en las fibras musculares requiere la regeneración de las terminaciones nerviosas y
formación de nuevas placas motoras.
La edad es un factor determinante en la suceptibilidad de los lactantes a esta enfermedad;
se presenta desde los seis días de vida hasta los 12 meses de edad, ocurriendo la mayoría
de los casos entre los dos y ocho meses. La información disponible sugiere que la
vulnerabilidad de los lactantes refleja en parte, las prácticas de alimentación. Los niños
con lactancia materna exclusiva reciben protección desde el calostro y tienen una
microbiota suficientemente competitiva para inhibir el crecimiento de las esporas y
producción de la toxina. Sin embargo, éstos son susceptibles durante la transición de
lactancia materna a fórmula láctea o alimentos sólidos. Estos nuevos alimentos modifican
la microbiota y aumentan el pH intestinal lo que favorece temporalmente el crecimiento
de C. botulinum.
Las esporas de esta bacteria se encuentran ampliamente distribuidas en la naturaleza
(suelos y sedimentos marinos) y aunque clásicamente la enfermedad se ha asociado con la
ingesta de miel, en países como E.U.A. y Argentina, la mayoría de los casos ocurre por la
ingesta de polvo que contiene esporas de C. botulinum.
La enfermedad generalmente es autolimitada, de evolución favorable y sin secuelas. Sin
embargo, de no tratarse oportunamente tiene una alta letalidad (2025%), habitualmente
causado por asfixia debido a la parálisis de los músculos respiratorios.
Miel y botulismo.Aunque en 85% de los casos la fuente de infección es desconocida 10, con
la excepción de una formula láctea recientemente asociada con botulismo 11la miel ha
sido el único alimento reconocido como factor de riesgo significativo para esta
enfermedad.
La miel puede contaminarse con esporas desde el ambiente, probablemente a través del
polen y néctar depositado por las abejas, como también por la vestimenta e instrumentos
utilizados por los apicultores. La muerte de las abejas y larvas, junto con el proceso de
maduración, favorece el crecimiento de las esporas en la miel, especialmente en
condiciones anaeróbicas creadas por el metabolismo oxidativo de Bacillus alvei, otro
contaminante de la miel. Sin embargo, el pH ácido y el nivel de actividad del agua de la
miel son inhibitorios para el crecimiento de C. botulinum. Las esporas, en cambio,
permanecen viables; a diferencia de la toxina, son altamente resistente al calor,
necesitando altas temperaturas (> 100 °C) para su destrucción12,13.
Los tratamientos convencionales para destruir esporas no pueden ser utilizados en la
miel, ya que producen cambios en la estructura de la fructosa, transformándola en
hidroximetilfurfural (H.M.F), compuesto habitual en la miel, el cual si sobrepasa los 40
mg/kg de miel, altera las características organolépticas de esta, haciéndola no apta para
el consumo humano12,13.
La presentación clásica se caracteriza por historia de constipación (definido como tres o
más días sin movimientos intestinales), que suele ser el primer y más frecuente síntoma,
presente aproximadamente en 95% de los pacientes, seguido por dificultad para
alimentarse, llanto débil, debilidad muscular progresiva, hipotonía, hiporreflexia y falla
respiratoria. La debilidad muscular tiene un patrón característico: comienza con
disfunción de los nervios craneales, derivando de este hecho la máxima de que “no existe
botulismo infantil sin parálisis bulbar”, para luego descender y afectar el tronco,
extremidades y finalmente el diafragma.
El sistema nervioso autónomo es usualmente afectado y sus manifestaciones preceden a
la debilidad muscular. Los principales síntomas son mucosas secas, dilatación pupilar,
alteraciones de la motilidad intestinal y vesical, inestabilidad de la presión arterial y
arritmias.
El período de incubación es de 3 a 30 días. El inicio de los síntomas puede ser abrupto, en
horas, o gradual, a lo largo de varios días, y su gravedad clínica puede ir desde síntomas
poco prominentes hasta un proceso fulminante con evolución fatal que semeja el
síndrome de muerte súbita (vide infra). Este espectro de gravedad está relacionado con el
tipo de toxina (latoxina A da cuadros más prolongados y graves) y con la cantidad de
esporas ingeridas, pues la toxina no unida se puede mantener circulante y unirse a las
terminaciones nerviosas recién formadas, prolongando el tiempo de parálisis 15.
La resolución de la enfermedad demora semanas hasta meses y se produce en orden
inverso a su forma de presentación, siendo las manifestaciones autonómicas las últimas en
desaparecer.

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