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TEORIA SOCIAL Y TEORIA DE LA PLANIFICACION

1.- LA PLANIFICACION COMO UN PROBLEMA ENTRE LOS HOMBRES

Cualquier ciudadano de un país puede preguntarse con razón qué papel juega en la conformación
del futuro.

¿Nos arrastran o conducimos?, ¿Yo gobierno mi destino?, ¿Mi país gobierna su destino?

Estas interrogantes disparan al blanco de la planificación y apuntan al centro del concepto de


“Plan”. Porque planificación no es otra cosa que intentar someter a nuestra voluntad el
encadenado de acontecimientos cotidianos que, al final, fijan una dirección y una velocidad al
cambio que inevitablemente experimente un país a causa de nuestras acciones.

El símil de la corriente de un río es bueno para entender que la realidad social -el objeto del plan-
está siempre en movimiento y no espera por nosotros. Ese movimiento contiene una fuerza y una
dinámica que se ha impuesto sobre otras, para imprimirle una dirección el mundo, mi país, la
realidad, esa región y tu mismo municipio, no están detenidos a la espera de que alguien
planifique su destino y actúe en consecuencia

Nuestro destino se está construyendo incesantemente día a día, aunque no sepamos a ciencia
cierta hacia donde nos conduce. De manera que quien enfrentarse al desafío de crear un futuro
con su voluntad, poder y recursos, en cierto sentido navega contra la corriente, porque debe
vencer una fuerza que contradice sus intenciones

la planificación presente dificultades, Se trata de algo muy complejo, no solo por el número de
variables que condicionan el éxito de nuestro propósito, sino además porque tales variables son
difíciles de imaginar, enumerar y analizar

Es un proceso no reducible a una teoría bien estructurada y que requiere mucha experiencia
perseverancia y capacidad de aprendizaje en la práctica, además de fuerza y recursos para torcer
el curso de los acontecimientos en la dirección deseada. El objeto del plan no es un blanco fijo,
inerte y sin inteligencia sobre el cual apunta el planificador.

la planificación como cuerpo de teoría de general, puede aplicarse a cualquier actividad humana
donde es necesario un esfuerzo para alcanzar un objetivo, la planificación como cuerpo de teoría
de general, puede aplicarse a cualquier actividad humana donde es necesario un esfuerzo para
alcanzar un objetivo.

La corriente del río es un proceso natural independiente de nuestra voluntad. La planificación


social no es pues un mero juego contra la naturaleza.

Todos nosotros constituimos la fuerza de la corriente que mueve el mundo.

Todo lo que ocurre en la sociedad, y valga la redundancia, es social, porque es producido por los
hombres, pero esos mismos hombres no se reconocen necesariamente en los resultados de su
producción. Todos somos responsables de mover o arrastrar la realidad hacia donde no queremos;
pero, al mismo tiempo somos inconscientemente arrastrados en esa dirección que no deseamos.
Todos conducimos el proceso de cambio situacional, pero sin capacidad de fijarle rumbo. Somos
conductores conducidos.
¿Hasta dónde gobiernan los gobernantes?

El agregado social, las fuerzas sociales, tienen vida propia, objetivos propios y capacidad propia.
Cada individuo reconoce su producción individual de hechos políticos, bélicos, económicos,
sociales y culturales pero todos juntos, como agregado de productores sociales, no nos
reconocemos como responsables de los resultados del sistema; y no nos sentimos conduciendo o
comandando el curso que sigue nuestro país, nuestra región o nuestra ciudad hacia el futuro. La
corriente de los hechos es anónima, no tiene autor responsable.

Cuando decimos que planificar es intentar someter el curso de los acontecimientos a la voluntad
humana, no dejar “que nos lleven” y tratar de ser “conductores” de nuestro propio futuro, nos
estamos refiriendo a un proceso social. En este proceso social, el “hombre individuo” realiza un
acto de reflexión superior y reconoce que solo la conciencia y fuerza del “hombre colectivo” puede
encarnar tal voluntad humana y ponerse frente a la corriente de los hechos para desviar su curso
hacia objetivos racionalmente decididos.

El hombre colectivo es conductor del proceso social. Por ello, la planificación surge como un
problema entre los hombres: Primero, entre el “hombre individuo”, que persigue fines
particulares y el “hombre colectivo”, que busca un orden y una dirección societal; y segundo, entre
las distintas fuerzas sociales en que se encarna el hombre colectivo, que luchan por objetivos
opuestos.

la planificación debe asumir que el medio en que ella se desarrolla es un medio resistente que se
opone a nuestra voluntad y que tal oposición no proviene de la naturaleza, sino de otros hombres
con distintas visiones, objetivos, recursos y poder, que también hacen un cálculo sobre el futuro y
tienen iguales o mayores posibilidades que nosotros de conducir el proceso social por un camino
que se aparte del nuestro. La planificación podría ser un problema técnico si se refiriera a la
relación del hombre con las cosas, pero esas cosas siempre ocultan a otros hombres. La
planificación es así un problema entre los hombres, entre gobernantes con minúscula.

Si planificar es sinónimo de conducir conscientemente, entonces no existe alternativa a la


planificación. O planificamos o somos esclavos de las circunstancias. Negar la planificación es
negar la posibilidad de elegir el futuro, es aceptarlo tal como sea.

La planificación es así una herramienta de las luchas permanentes que tiene el hombre desde los
albores de la humanidad por conquistar grados crecientes de libertad.

Usamos el término variante cuando el planificador se encuentra ante una alternativa en la cual no
tiene el poder de decidir y la realidad decide por él.

La planificación es una necesidad del hombre, y de la sociedad. Cada hombre es un gobernante de


sus actos y allí construye y defiende su libertad. Pero también cada hombre, por acción u omisión,
consciente o inconscientemente, decide para que el gobierno del sistema en que vive luche por
ganar libertad de opciones o se entregue a las circunstancias

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