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ÁREA DE DESARROLLO HUMANO

MÓDULO 1

Unidad 1

PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO


Por:

DIANA MARIA GONZALEZ BEDOYA.

CONVENIO UNIVERSIDAD DE MANIZALES - CINDE

CENTRO DE ESTUDIOS AVANZADOS EN NIÑEZ Y JUVENTUD


MAESTRÍA EN EDUCACIÓN Y DESARROLLO HUMANO

Medellín, Noviembre de 2010


MAESTRÍA EN EDUCACIÓN Y DESARROLLO HUMANO

CONVENIO UNIVERSIDAD DE MANIZALES – CINDE

AREA: DESARROLLO HUMANO

SEMINARIO: PERSPECTIVAS DEL DESARROLLO HUMANO


Diana María González Bedoya

Objetivos del seminario

1. Propiciar la discusión sobre las diferentes perspectivas que orientan la


comprensión del desarrollo humano desde lo individual y colectivo
2. Hacer una lectura crítica de los modelos de desarrollo que subyacen a los
programas y proyectos de intervención.
3. Visualizar alternativas de desarrollo humano desde la experiencia
latinoamericana
4. Establecer relaciones entre desarrollo humano, desarrollo social y educación.

Preguntas orientadoras para la lectura

1. ¿Qué es el desarrollo humano?


2. ¿Cuáles son las principales perspectivas que están orientando en este
momento la comprensión sobre el desarrollo humano?
3. ¿Qué relaciones pueden establecerse entre desarrollo humano, desarrollo
social y desarrollo educativo?
4. ¿Cuáles son los factores fundamentales que en la situación actual, plantean
obstáculos al desarrollo humano y social en Colombia?

Después de hacer las lecturas requeridas, identifica dos preguntas o ideas


centrales que puedan ser trabajadas en el seminario, y que permitan poner en
evidencia los asuntos críticos que plantea construir una perspectiva integradora del
desarrollo humano desde nuestros contextos local, nacional e internacional.
Con-texto del desarrollo en Colombia

La realidad que nos ha tocado vivir en Colombia ha estado cargada de violencias e


inequidades de todo tipo, lo que se evidencia en cifras alarmantes de exclusión,
injusticia, corrupción y empobrecimiento. Un panorama desalentador y sombrío que
se vive a diario en las noticias, en las calles, en los barrios. Tienen razón las
personas que se preguntan cómo hemos sobrevivido y nos hemos mantenido a
pesar de estas adversidades que en mucho corresponden a ordenamientos
sociales que perfectamente pudieran ser diferentes.

Nuestra reacción, muchas veces toma la forma de una anestesia defensiva y


evasiva, pero hay personas que son capaces de hacer de esa realidad un motivo
que los incita a continuar haciendo su trabajo día a día, haciendo las cosas mejor
de como lo hicieron las generaciones anteriores; tratando de no repetir los mismos
errores que ellos; evitando el camino de corrupción, negligencia y abuso que ellos
anduvieron… cambiando así sea poco a poco y desde el ambiente más inmediato,
esta macro-realidad que les ha tocado.

Las políticas de desarrollo en América latina han estado centradas en lo político y


económico y sin embargo no han logrado cumplir con las metas de mayor equidad
e inclusión y disminución de la pobreza. En Colombia se comenzaron los primeros
planes de desarrollo a partir de los 70’s, cuando el Banco Mundial lanzó su política
de "Asalto a la Pobreza", la cual daría origen a los programas de Desarrollo Rural
Integrado, DRI, y de nutrición para responder a un nuevo modelo de desarrollo desde
el cubrimiento de las necesidades.

Estos modelos se encuentran hoy en lo que Güell1 llama perplejidad. Perplejidad


en lo económico porque en lugar de disminuir la pobreza ha aumentado; pero
también en las expectativas de crecimiento económico en el futuro, dada la crisis
económica mundial que afecta a todos los países, especialmente a los más pobres.
La otra perplejidad que el autor plantea es la política, pues se “ha producido un
desfase y distancia entre las transformaciones políticas y la constitución de
ciudadanía” en tanto no existe una ciudadanía activa y comprometida en la
vigilancia de las funciones del estado. Una tercera perplejidad es la social, que se

1
Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano. PNUD Chile.
http://www.revistadesarrollohumano.org/biblioteca.asp#all
expresa en el debilitamiento de las organizaciones sociales y las pocas que
existen, no logran la cohesión ni la representatividad necesaria para incidir en las
políticas de estado. Según Güell, nos encontramos en una “impotencia social”,
pues las sociedades se perciben a sí mismas como carentes e incapaces de incidir
sobre el entorno social, generando una detracción defensiva hacia los dos únicos
ámbitos donde las personas sienten que pueden actuar: en sí mismos y en la
familia.

Por su parte Norbert Lechner (1997) nombra la situación política actual como un
desencanto, no tanto porque no se cumplieron las promesas democráticas de
soberanía popular, de autonomía y protagonismo del ciudadano, sino por sobre
todo, porque se han desmoronado las representaciones simbólicas que
sustentaban la democracia. Para él, vivimos actualmente en un desfase entre los
mapas con que trabaja la política y la realidad social, entre la idea que nos
hacemos de la política y las constricciones en que ésta se desenvuelve. Como una
alternativa que surge desde América Latina para consolidar las nuevas
democracias, se proponen un redimensionamiento que ofrezca una visión más
simple del mundo abarcando una realidad global en relación con lo local; la
reestructuración de la simbolización para devolverle a la democracia la densidad
necesaria para darle un nuevo sentido simbólico como orden colectivo; la
posibilidad de ser capaces de soñar en un futuro jerarquizando las urgencias del
presente y sobre todo poder construir democracias que encaucen los desafíos
emocionales de la vida social.

¿Por qué han fallado estos modelos de desarrollo en Colombia?


Las respuestas las encontramos analizando las propuestas de desarrollo
planteadas por los gobiernos desde los años 60 y no se requiere ser experto, para
concluir que la ineficacia en los resultados está asentada en asuntos de diversa
índole: políticos tanto internos como externos; en la planeación y ejecución; en la
participación de los diferentes sectores económicos y sociales y en el enfoque que
se ha asumido en el modelo de desarrollo.

Para (Acosta, 2007) la visión de la Planeación en Colombia es cortoplacista, pues


siempre se hace para responder a demandas coyunturales, sea de las entidades
financieras internacionales o los intereses políticos y económicos de algunos
sectores. La formulación de los Planes de Desarrollo nacionales y locales, se han
convertido más en un acto político que en el ejercicio de la función planificadora,
aunque se ha iniciado un proceso de mayor discusión con la Sociedad Civil y entre
las diversas fuerzas que están representadas en el Parlamento. No existe
continuidad entre dos gobiernos en los planes y proyectos comenzados. Cada
nueva administración gasta buen tiempo y dinero en formular “su plan”, y otro tanto
en presentarlo públicamente y comenzar a ejecutarlo, mientras los funcionarios
estatales lo apropian o deciden aplicarlos, su ejecución e impacto real no logra
verse pues ya viene una nuevo gobierno. De otro lado, Colombia siendo un país de
economía mixta, la planeación se centra en las iniciativas y responsabilidades del
Estado, y no se estimula la participación y el compromiso de la empresa privada.
Para elaborar los planes siempre se cuenta con asesores que si bien son expertos,
no conocen la realidad cotidiana o incluso son extranjeros que ni siquiera conocen
el país. Y finalmente, si bien se reconoce que cada vez se hace un mayor énfasis
en lo social en la formulación de los planes, estos siempre se elaboran con un
criterio fundamentalmente economicista.

Para dar cuenta de un verdadero desarrollo integral e integrado debemos


comenzar por preguntarnos de acuerdo con Güell, “¿Cuál es el tipo de persona y
de vida colectiva que queremos favorecer con el desarrollo económico, con la
institucionalidad política y con la participación social?”. Lo que nos lleva
necesariamente a conversar sobre cuál es el concepto e ideal de persona que
socialmente queremos construir o deconstruir desde la pluralidad que somos.
¿Qué tipo de sociedad queremos construir desde la cotidianidad? ¿Cuáles
interacciones humanas queremos que prevalezcan en lo privado y en lo público?
¿Qué tipo de programas o proyectos sociales son los más pertinentes para lograr
el desarrollo? ¿Cuáles serán las formas de participación ciudadana que promuevan
este desarrollo?

Estas preguntas guiarán la propuesta que presenta la Maestría, para construir


juntos y juntas una modelo de desarrollo donde el centro sea lo humano.
Entendiendo lo humano como un devenir permanente, nunca acabado; instituido
en la subjetividad e intersubjetividad de la vida cotidiana compartida con otros y
otras en contextos históricos, sociales, políticos, económicos y culturales. Porque
para hablar de desarrollo humano debemos comenzar por reconocer nuestra
realidad marcada por las carencias y la exclusión, pero también por grandes
potencialidades y capacidades, atendiendo no solo las necesidades en lo
económico, sino desde todas las dimensiones humanas posibles.

Si comparten la idea arendtiana de que ser sujetos es ser parte de un proyecto


individual y colectivo, es llegar a tener conciencia de sí y del mundo y es
desarrollar la capacidad para transformarse y transformar el mundo; entonces
también estarán de acuerdo en que cualquier propuesta de desarrollo humano
debe tener en cuenta todas las posibilidades y potencialidades que tenemos las
personas para llegar a ser; igualmente tendría que considerar varias perspectivas,
tendría que convocar a toda la sociedad civil y a todas las disciplinas, si queremos
responder a la complejidad, diversidad, pluralidad y devenir que constituye lo
humano.

Texto para un desarrollo humano

El seminario aborda cuatro perspectivas esenciales para tener en cuenta a la hora


de proponer programas o proyectos de desarrollo sean estos locales o regionales.
La perspectiva de las necesidades/satisfactores; la perspectiva de los derechos; la
perspectiva de las capacidades/libertades y la perspectiva de las potencialidades.
Cada una desde distintas aristas, propone un concepto de persona y de desarrollo,
pero todas coinciden en poner en el centro a ser humano en estrecha relación con
el entorno.

La perspectiva de las necesidades/satisfactores de Max Neef y su grupo (1986)


nos recuerdan que el desarrollo humano “son las personas no las cosas”; y aunque
el desarrollo está relacionado con el crecimiento económico, éste no garantiza la
satisfacción plena de todas las necesidades humanas.

Una distinción importante que nos aporta esta perspectiva es la diferencia entre
necesidades y satisfactores. Lo que hemos entendido por necesidades: servicios
de salud, educación, recreación, alimentación etc. en realidad son satisfactores o
bienes económicos que disponemos para satisfacer nuestras verdaderas
necesidades como personas. Para desarrollarnos plenamente, los seres humanos
debemos tener las condiciones necesarias para satisfacer nuestras necesidades
axiológicas (las que valoramos como indispensables) para tener una óptima
calidad de vida: de subsistencia, de protección, de afecto, de entendimiento, de
participación, de ocio, de creación, de identidad y de libertad. Pero también
tenemos unas necesidades existenciales: en el ser, tener, hacer y estar.

Las necesidades humanas fundamentales son finitas e iguales en todas las


culturas. Lo que cambia a través del tiempo y de las culturas es la manera o los
medios utilizados para su satisfacción. Esa satisfacción si bien tiene relación con lo
tangible, también hace alusión a la subjetividad de sentirse satisfecho individual,
grupal y colectivamente con los satisfactores que la sociedad ofrece.
Un importante reclamo que hace el Max Neef y el grupo de CEPAUR es que
debemos hacer una reinterpretación de la pobreza pues aún se valora bajo criterios
economicistas. Si ampliamos la mirada, estaríamos de acuerdo con ellos en que
“cualquier necesidad humana fundamental inadecuadamente satisfecha, revela
una pobreza humana”. Y si analizamos las consecuencias, no solo las causas de
las pobrezas, no es difícil reconocer que cada pobreza genera patologías
individuales y colectivas y cada sistema socio-político puede provocar patologías
colectivas que nos llevan a ver a los otros como enemigos, por defender
nacionalismos o fronteras políticas.

El desarrollo humano en la perspectiva de derechos, es constituyente de


ciudadanías, pues no solo se es ciudadano desde el momento en que se nace en
un estado-nación determinado, sino que ser ciudadano como plantea Arendt (1949)
es el derecho a tener derechos y estos solo podemos exigirlos teniendo pleno
acceso al orden jurídico que la ciudadanía nos concede. La ciudadanía implica la
asunción derechos pero también de deberes (responsabilidades) que dicha estado
reconoce para todos sus ciudadanos/as.

Sin embargo, la connotación de ciudadano va mucho más allá del disfrute de


derechos, pues como plantea (Turaine, 1992) citado en Ramírez “La ciudadanía
consiste sobre todo en una actitud o posición, es decir, la conciencia de pertenecer
a una colectividad fundada sobre el derecho y la situación de ser miembro activo
de una sociedad política independiente”. Igualmente ser ciudadano es algo más
que un simple portador de derechos, implica asumir la condición de ciudadano
reconociendo, exigiendo y respetando los derechos para sí y para los otros.

Para B. van Steenbergen (1994) citado en Ramirez “El ciudadano ideal es el que
interviene en la vida pública y está dispuesto a someter su interés privado al interés
general de la sociedad”. El ciudadano/a es aquella persona que deja el dominio
privado para ejercer la libertad política con sus semejantes, y junto con ellos, ayuda
a construir un gobierno que represente realmente los intereses colectivos; no es
aquél que se limita a ejercer su ciudadanía por medio del voto o quien se abstiene
de hacerlo. En términos arendtianos el ciudadano/a debe ser un co-dirigente de la
ciudad, es quien actúa en lo público para transformar la realidad, de esta manera
se hace libre, pues para ella, ser “libre y actuar es una y la misma cosa. Para ser
realmente libre se requiere el coraje de “tomar la decisión de hablar y de actuar,
de insertarse en el mundo y comenzar una historia propia” (Arendt, 1983).

Hanna Arendt nos propone tres maneras de ser ciudadanos/as que pueden
servirnos para salir de la perplejidad y la impotencia social que denuncia Güell:
Podemos actuar como héroes ejerciendo con valor nuestra condición de
ciudadanos, pues en política lo que se juega no es la vida propia sino las
exigencias de libertad del mundo. También podemos ser como el paria consciente:
aquella persona que se siente diferente y lo asume aunque esto le implique ser
excluido socialmente, pero actúa en la esfera pública reivindicando y re-conociendo
su diferencia. De esta manera saca a la luz su identidad individual y hace que sea
reconocida políticamente, con lo cual abre un camino para los otros excluidos. El
ciudadano paria se convierte entonces en un rebelde que se resiste a la
uniformidad y a la homogeneidad, condiciones propias de los totalitarismos que
niegan la pluralidad. Otra forma de ser ciudadanos/as es actuar como
espectadores reflexivos, cultivando nuestra capacidad de juicio frente a lo que
acontece en la ciudad, en el país y en el mundo. No se trata solo de especular y
opinar sobre algo, sino de actuar con palabra posibilitando un sentido desde lo
común que nos convoca.

Una tercera perspectiva son las capacidades, entendidas como las habilidades que
podemos desarrollar para alcanzar condiciones de vida digna para todos y todas.
Estas capacidades se fundan en el ser y en el hacer y nos remiten a la propuesta
de Amartya Sen de lograr un desarrollo como libertad. Para el premio nobel en
economía, el verdadero desarrollo debería ser un proceso de “expansión de las
libertades reales de que disfrutan los individuos (Sen, 2000). Sen también
reconoce que los factores económicos inciden en las libertades, pero sus
investigaciones le llevaron a concluir que el crecimiento económico de un país no
es garantía del ejercicio pleno de las libertades individuales; pues las libertades
también dependen de las instituciones sociales y económicas, de los derechos
políticos y humanos.

Un modelo de desarrollo que tenga en cuenta esta perspectiva necesariamente


debe plantearse la eliminación de todas las fuentes de privación de la libertad
como pueden serlo la pobreza, la tiranía, la escasez de oportunidades económicas
y las privaciones sociales sistemáticas, la deficiencia en los servicios públicos etc.
(Sen, 2000).

Para Sen existen cinco tipos de libertades: las políticas, los servicios económicos,
la libertad de oportunidades sociales, las garantías de transparencia y la seguridad
protectora. Cada uno de ellos contribuye a mejorar “las capacidades de los
individuos para ayudarse así mismos y para influir en el mundo”, es decir, para
desarrollar su capacidad de agencia.
Por eso no basta el otorgamiento de derechos, es indispensable que todos
contemos con las condiciones que configurarán nuestra libertad para actuar y
decidir, para acceder a muchas oportunidades para llevar a cabo nuestro proyecto
de vida, dentro de una gama amplia de proyectos de vida que la sociedad puede
ofrecernos. Esta es la libertad de agencia, que solo es posible si la sociedad nos
proporciona las condiciones, es decir las Titularidades para desarrollar las
capacidades de todos los individuos, no de algunos.

Como hemos visto, todo modelo de desarrollo se hace pensando en los grupos
humanos en general, en relación consigo mismos y con el medio pero en últimas,
cualquier ofrecimiento de desarrollo humano se concreta en los sujetos particulares
quienes finalmente podrán realizar sus proyectos de vida, solo si tienen la
posibilidad de potenciar sus capacidades.

La última perspectiva que expondré es de las potencialidades. Ésta se focaliza en


el sujeto y asume el desarrollo como el avance progresivo que se vive desde la
infancia hasta la adultez, expresada en modificaciones estructurales o
comportamentales, y que pueden valorarse objetivamente en la persona con
métodos e instrumentos en cualquier momento del proceso (Luna, 2007)

Este avance se va configurando gracias a un complejo entramado de relaciones


entre lo que se ha denominado dimensiones del desarrollo; cada dimensión está
relacionada con una potencialidad particular de lo humano y se relaciona con las
demás. El término potencia es entendido desde esta perspectiva como posibilidad
de crecimiento, desarrollo, madurez y transformación humana en todas las
dimensiones posibles. Cada dimensión asumida como posibilidad, rescata la
configuración del ser humano no solo como ser biológico, psicológico y social, sino
también cultural, espiritual, lúdico y como parte del ecosistema.

La dimensión orgánica – madurativa:

Esta dimensión hace alusión a los cambios sistemáticos (ordenados, secuenciales


y relativamente duraderos) del individuo que ocurren entre la concepción y la
muerte. Uno de los fundamentos del desarrollo orgánico es la maduración y otro es
el de crecimiento. Desde el nacimiento hasta la edad adulta el cuerpo cambia
constantemente. La estatura y el peso aumentan con rapidez durante los primeros
dos años y luego se gradualiza hasta la adolescencia, momento en el cual se da el
último crecimiento acelerado. En cuanto al desarrollo cerebral se ha comprobado
que durante los últimos tres meses del periodo prenatal y los primeros dos años de
vida se produce un crecimiento acelerado del cerebro. Aunque las neuronas ya
están formadas al momento de nacer, la capacidad de cambio y desarrollo que
tienen las neuronas, es decir plasticidad cerebral se potencia gracias a la nutrición
alimentaria, afectiva y experiencial que reciben los niños y las niñas.

El aprendizaje es un cambio permanente que se genera a través de la experiencia


en el cual se potencia a través del desarrollo cognitivo. Éste es la capacidad que
tenemos todos los seres humanos para procesar e interpretar la información que
recibimos. Incluye procesos tales como: la atención, la memoria, el razonamiento,
la solución de problemas y las funciones ejecutoras, el auto-reconocimiento y el
establecimiento de metas, la planeación, auto-dirección, iniciación, auto-inhibición,
auto-monitoreo, auto-evaluación, pensamiento flexible.

Esta dimensión requiere condiciones ambientales óptimas para su desarrollo


especialmente en la primera infancia: Afecto, cuidado, nutrición, salud, estímulo.
Una nutrición inadecuada y factores estresantes agudos o crónicos antes del
nacimiento y en los primeros años de vida, dificultan seriamente el desarrollo y
ocasionan trastornos neurológicos y conductuales como discapacidades y retraso
mental.

Dimensión erótico – afectiva

Ningún ser humano llega a serlo si no hace parte de un grupo que lo acoge
afectivamente y lo vincula a su comunidad. Eses grupo en cualquier cultura es la
familia que se convierte en el primer espacio de socialización, entendida ésta
como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una
sociedad o en un sector de ese mundo Berger y Luckman (1986). Esta inducción
remite a preparación, enseñanza, incitación, demostración, de un modo de pensar,
sentir y actuar que un individuo le transmite a otro para ingresarlo en la cultura.

Es en la familia donde se vive el primer y más significativo vínculo afectivo entre el


niño/a y quienes los cuidan. Estas personas, que en condiciones normales son
adultas, son las más significativas porque establecen con el niño/a una relación de
apego, es decir, unos lazos afectivos tan fuertes que les dan la posibilidad de influir
notoriamente no solo en el comportamiento, sino en los procesos de socialización.

La particularidad de este vínculo vivido en la cotidianidad familiar de la crianza,


será fundante para las posteriores relaciones que el niño/a establezca en los
escenarios de socialización por fuera de la familia. Por eso es tan importante que
cualquier sociedad garantice que las familias tengan todas las condiciones
necesarias para que puedan ser realmente ese primer nicho afectivo, pues se ha
demostrado ampliamente que la necesidad del afecto es tan primaria en el ser
humano, como la alimentación, el sueño, el vestido y el cuidado.

Desde el punto de vista de nuestro desarrollo humano, las relaciones humanas


involucran el afecto y se convierten en los contactos más esenciales, más ricos de
contenido, de nuestra vida cotidiana. Por eso, como plantea Agnes Heller (1985),
“cuanto más intensas son, cuanto más basadas están en la igualdad, cuanto más
interviene en ellas la libre elección, cuantas más relaciones libremente elegidas,
surgidas, sobre la base del ‘merecer amor’, marcan la vida de las personas, tanto
más rica de contenido, más humanizada es su vida.” Estas relaciones son el valor
más alto de la vida cotidiana.

Dimensión ético-moral:

Ética y moral son las dimensiones regulativas de lo humano. La ética provee los
principios reguladores de la vida con otros/as y consigo mismo; la moral alude al
sistema normativo que posibilita a la persona superar la inmediatez en la
satisfacción de sus necesidades particulares. Es un saber que guía la acción en la
vida cotidiana.

Heller (1985) nos recuerda que el desarrollo moral es la capacidad de construir un


sistema normativo que nos permite superar el inmediatismo y el individualismo
para articularnos a proyectos de vida colectivos. En ese sentido, la moralidad nos
permite configurar nuestra mismidad (nuestro YO) y autorregularnos para alcanzar
el bien, es decir, alcanzar aquellas cosas que “me hacen sentir mejor, me
potencian, me hacen feliz” dentro del horizonte moral que la sociedad me ofrece.

La posibilidad que tenemos los seres humanos de tener conciencia del “sí mismo”
y del “otro” nos permite tener conciencia de formas relacionales que van más allá
de la emotividad (Quintero 2009). Existen tres componentes de la moral que nos
ayudan a comprender cómo vivimos, estos son los sentimientos, el pensamiento y
la acción moral.

Los sentimientos morales se generan cuando hay alguna situación en la que se


vulnera la dignidad humana y pueden ser, de culpa cuando soy yo quien vulnera al
otro; de Indignación cuando se que se vulnera a otros y de resentimiento contra el
otro vulnera mi dignidad.

El otro componente es el pensamiento, es decir, nuestra capacidad de discernir y


emitir juicios y por último la acción (como acto y como palabra) que deviene
después de todo juicio moral, pues no existe “pensamiento sin sentimiento, ni
sentimiento sin conceptualización ni acción sin ambos”

Por su parte Seyla Benhabib (2006) analizando la política desde la ética, hace una
crítica a la tradición conceptual del desarrollo moral, pues siempre ha sido
analizado desde el punto de vista del otro generalizado. Esta perspectiva nos exige
ver a los otros como seres racionales a los que les corresponden los mismos
derechos y deberes que quisiéramos atribuirnos a nosotros mismos, pero al asumir
este punto de vista, nos abstraemos de la individualidad y la identidad concreta del
otro. Desde esta perspectiva moral lo que constituye la dignidad no es lo que nos
diferencia al uno del otro, sino más bien lo que como agentes hablantes y
actuantes racionales, tenemos en común. El punto de vista generalizado se plantea
como máximo desarrollo moral unas relaciones gobernadas por la igualdad y la
reciprocidad formal; la búsqueda de la autonomía e independencia individual y la
manifestación de lo ético en el espacio público. Las categorías morales que rigen
esta perspectiva son la justicia, la obligación y los derechos. Y los sentimientos
morales que prevalecen son el respeto, el deber, el valor y la dignidad.

Pero existe otra perspectiva del desarrollo moral que ha estado en la sombra
porque ha sido una construcción femenina, y sabemos que históricamente las
mujeres hemos actuado en lo privado del hogar, en lo doméstico, a través de la
crianza donde se establecen los vínculos afectivos y cuidando siempre de los otros
con la labor de nuestros manos. Esta experiencia nos vislumbra otro punto de vista
moral, el del otro concreto en el cual las relaciones están reguladas por la equidad
y reciprocidad complementaria (a cada quien lo que necesita), las normas que
rigen no son exclusivamente privadas (institucionales), si no que se establecen a
partir del vinculo amoroso, en la amistad y en el cuidado. Las categorías morales
que prevalecen son la responsabilidad, el vínculo y el deseo de compartir; y los
sentimientos morales que rigen las acciones son el amor, el cuidado, la simpatía y
la solidaridad.

La propuesta entonces es reconciliar los valores «masculinos» de la justicia, la


imparcialidad y la universalidad, con los valores «femeninos» de la benevolencia, la
solicitud y el cuidado para construir una sociedad más equitativa, incluyente y
plural.

Dimensión política

La noción de política nos remite directamente a la noción de lo público: Lo público


como bienes que nos pertenecen a todos pero de los cuales también somos
responsables. Lo público como espacio en el que podemos expresar y deliberar;
como foro o lugar de encuentro en el cual es posible el consenso, el disenso y los
acuerdos con la argumentación y lo público como accesibilidad a las condiciones
de sobre-vivencia (Fraser, 1997; Botero, 2006). Lo político también es concebido
como estructura y formas de gobierno, legitimidad y fuentes de poder, derechos y
deberes de los miembros de una comunidad (Ferrater, 2001).

Pero recordando a Hanna Arendt (1959) lo político tiene unas características


propias: La acción, la palabra, los intereses y el logos. No toda actividad es política,
pero lo político implica acción sobre todo si va acompañada con el discurso.
Cuando nos sentimos protagonistas del mundo que habitamos, estamos siendo
políticos. Cuando comprendemos las tensiones y diferencias que existen entre lo
público, lo privado y lo íntimo; entre el poder, la dominación y la violencia; entre la
democracia y el totalitarismo, y actuamos de alguna manera para transformar ese
mundo, estamos siendo políticos.

Como podemos ver, lo político es una dimensión del desarrollo humano en tanto no
es privilegio de un agente político, si no que nos concierne a todos en la medida
que compartimos unos intereses comunes. “Más allá de la alteridad o el
pluralismo de las democracias representativas, la pluralidad implica un espacio de
visibilidad en que hombres y mujeres puedan ser vistos y oídos y revelar mediante
la palabra y la acción realmente quiénes son” (Arendt, 1959)

Dimensión lingüístico-comunicativa

En la relación con los otros/as, siempre está mediando el lenguaje, no como


palabra articulada, sino como posibilidad de hacernos entender y comprender a los
otros y en el mundo. Siempre nos estamos comunicando, incluso con los gestos y
con el silencio, con nuestra postura corporal, con nuestra forma de vestir. Por el
lenguaje establecemos vínculos, en él configuramos nuestra identidad y
subjetividad y a través del lenguaje nos damos a conocer al mundo. Por eso el
lenguaje en el ser humano es simbólico, porque adquiere una significación y un
sentido para mí y para los otros y trasciende incluso más allá de nuestra muerte.

Pero aunque tengamos una lengua común o una representación del mundo
compartida en sociedad, siempre existe la posibilidad de no entendernos, puesto
que la significación es subjetiva e intersubjetiva. Por eso necesitamos dialogar, en
términos de tratar sobre algo con otro-s. Para Gadamer (1977), lo que distingue
todo dialogo no es principalmente el afán por parte de alguno de los interlocutores
de demostrar la veracidad de sus opiniones cuando la disposición de los hablantes
de poner al servicio del tema de conversación sus concepto y parecer arriesgando
su pretensión de validez

Dialogar es conversar y conversar es avanzar en compañía de otros hacia un


asunto. En una auténtica conversación importa menos imponer las propias ideas
que ponerlas en función de lo que se está hablando. Una autentica conversación
implica hacer preguntas prestando una atención genuina a lo que el otro/a me
narra, porque prestar atención es abrirse a la verdad del otro. No interesan los
argumentos para demostrar que yo sé más que el otro, si no la posibilidad de
ampliar mi comprensión del mundo, aceptando otras miradas como posibles.
Cuando conversamos realmente, conocemos lo que el otro/a ha vivido y qué
significado tiene para él/ella. En una verdadera conversación no existen criterios de
validez puesto que no interesa comprobar si lo que el otro dice es verdad, pues es
una experiencia distinta a la mía. Por eso en las auténticas conversaciones no hay
un camino determinado, sino que se va tejiendo un sentido entre quienes hablan.
Cuando desarrollamos esa potencialidad comunicativa que tenemos los seres
humanos, estamos reconociendo la pluralidad de la cual hacemos parte.

Dimensión productiva: el trabajo humano

Desde un sentido político, Arendt nos propone diferenciar Labor, trabajo y acción
pues son categorías que dan cuenta de la relación del ser humano con el mundo.
La labor de nuestro cuerpo son aquellas actividades que reproducen y garantizan
la vida biológica individual, corresponden a los ciclos repetitivos de vida porque
apenas se hacen, se terminan, por lo tanto producen incomodidad y fatiga. Lo
producido en la labor no son cosas tangibles y su única gratificación es la
satisfacción inmediata del cumplimiento de la labor. Es invisible y por lo tanto
fuertemente apolítico.

El trabajo es el que hacemos con “nuestras manos” y el que nos ha servido para
fabricar cosas que constituyen el mundo en que vivimos (objetos hechos para ser
usados y gastados pero que adquieren una significación en la medida de su uso).
El uso de las cosas nos da identidad y adquieren una significación simbólica. Esos
objetos son tangibles y nos dan la estabilidad que necesitamos para estar en el
mundo.

Gracias a la acción y la palabra que el mundo ser revela como un espacio


habitable, un espacio en el que es posible la vida en su sentido no biológico. A
través de la acción entramos en una segunda natalidad, entramos a hacer parte de
un mundo que ya existía antes pero en el cual nos hacemos visibles por primera
vez ante los otros, entramos a formar parte de un mundo común. Esta acción solo
es política si está acompañada de la palabra, del discurso… pues solo hablando es
posible comprender (Arendt, 1997)

Desde una visión sociológica, Bauman (2000) nos invita pensar cuál es la ética que
nos rige, si la ética del trabajo que se instauró en la modernidad o la estética del
consumo que vivimos en la postmodernidad. Con la industrialización, pasamos de
ser artesanos a obreros. Hacer parte de la fábrica exigía que los obreros se
habituaran a trabajar sin pensar, al tiempo que se los privaba del orgullo del trabajo
bien hecho y se les obligaba a cumplir tareas cuyo sentido se les escapaba. Este
tipo de trabajo exige control y subordinación; obedecer sin pensar, rutinas y
horarios establecidos, un ritmo impersonal, inhumano y mecánico y el trabajo es
concebido como sometimiento de la naturaleza. La sociedad industrial impuso el
empleo universal “Dar trabajo y trabajar” fueron las consignas para garantizar el
desarrollo y quien estaba sin in trabajo, es decir, desocupado es considerado
anormal.

En la era de producción de los productores, el trabajo se convirtió en el eje la vida


individual y el orden social, fue la garantía de la supervivencia para la sociedad y la
única elección posible para alcanzar la riqueza futura y la libertad. Igualmente se
instauraron las diferencias salariales que daban prestigio y posición social, las
recompensas económicas y el valor y la dignidad humana está centrada en el
trabajo.

Pero esta producción requería quien consumiera lo producido; la producción ha


crecido de manera exorbitante que fue necesario incentivar el consumo. Entramos
entonces en la era de la producción de consumidores, una ética del consumo que
obliga a usar y destruir inmediatamente

El progreso tecnológico ha aumentado la productividad pero ha disminuido el


empleo y con ello se ha generado un nuevo moldeamiento de la vida: es necesario
entonces educar a los sujetos para consumir. Por eso ahora las consignas son no
aferrarse a nada; odiar la rutina y amar la novedad permanente; no comprometerse
con nada, jamás sentirse enteramente satisfecho y buscar siempre satisfacer el
deseo que es tan cambiante como los nuevos productos que llegan al mercado.

El compromiso entre las personas y la relación con los objetos, solo dura mientras
se satisface el deseo; se incentiva en las nuevas generaciones la búsqueda de
satisfacción inmediata, no mantener la atención por mucho tiempo, ser
impacientes, impetuosos y fáciles de entusiasmar. Esta ética tiene unas premisas
explicitas que han permeado las relaciones entre las personas: Nada es gratis por
lo tanto todo se paga con dinero. Dar solo para recibir. Conseguir lo necesario para
vivir y ser feliz a cualquier precio y hacer algo considerado valioso y digno de
pago, que en términos de la ética del trabajo, sería tener un empleo, pero en la
ética del consumo se convierte en hacer cualquier cosa, así lesione la dignidad
propia y ajena para tener cosas, que son las que dan el estatus y la dignidad
anhelada en la postmodernidad neoliberal. Igualmente el descanso solo se concibe
cuando se tiene la seguridad económica, por lo tanto el descanso solo se hace
para reponer las fuerzas para seguir trabajando. “Hoy, los empleos permanentes,
seguros y garantizados son la excepción… los nuevos puestos de trabajo suelen
ser contratos temporarios… o en horarios de tiempo parcial y se suelen combinar
con otras ocupaciones” (Zygmunt Bauman, 2000)

Dimensión Lúdico-estética

La lúdica es el espíritu juguetón que nos ronda y se nos cuela por la piel cuando
así lo permitimos. Digamos que la risa, el gusto y las ganas de vivir, son la
sensación más cercana a la felicidad cuando estamos en una actividad que nos
genera placer. Sabemos que de la tristeza se aprende, pero la alegría es la
posibilidad que tenemos de armar los retazos de la existencia para mostrar que
somos creadores y creativos aún en las adversidades.

La dimensión lúdica del desarrollo humano nos cuestiona sobre la concepción y


dinámica del goce en cuanto a la calidad y la cantidad de tiempo que le dedican los
sujetos y los grupos humanos al desarrollo de sus potencialidades y al despliegue
de sus capacidades. Si una sociedad valora el trabajo como forma privilegiada para
conseguir dinero, con la idea de desarrollo como acumulación de riqueza o como
única alternativa para salir del subdesarrollo; si una sociedad considera que el ocio
es una “pérdida de tiempo”, tiempo valioso que debe dedicarse a trabajar, trabajar
y trabajar para acumular. Si además las actividades culturales, artísticas,
deportivas, estéticas y lúdicas no están ancladas en las representaciones sociales
cómo parte esencial de la construcción de “una vida digna”, sino que son asumidas
como actividades de última categoría en las cuales no se invierte económicamente;
esta será una sociedad que posiblemente alcance niveles de desarrollo económico
(con altos niveles de inequidad), pero no será un sociedad en la que los integrantes
tengan la búsqueda de la felicidad como un bien común. Será una sociedad que
poco dejará a las generaciones venideras en cuanto a su propia cultura, será una
sociedad que seguramente, no permanecerá en la historia.

Solo las culturas que han tenido como esencia las expresiones culturales y
artísticas; las que han dedicado tiempo pensar-se; que valoran la actividad
contemplativa como parte de la transformación humana, han logrado permanecer
en el tiempo. El ocio y la recreación como parte de la dimensión lúdica de una
vivencia del desarrollo humano integral, son entendidos hoy, como una necesidad
fundamental que enriquece la vida y la hace más completa y satisfactoria.
Actividades como el juego, las artes, la recreación dirigida o libre hacen parte de la
cultura y pueden ser asumidas como ocio (productivo o no) como una forma de ser
y vivir, no solo para producir bienes materiales, sino para el crecimiento espiritual y
estético de una colectividad.

Si bien se ha pensado que el juego es una actividad privilegiada de la niñez, la


lúdica, es una dimensión del desarrollo humano que debe ser vivida y potenciada
en cualquier etapa de su vida. Puede ser mediadora para los aprendizajes, se
convierte en una estrategia de atención de las poblaciones que han sido
vulneradas en su dignidad y que requieren un acercamiento respetuoso que les
ayude a recuperar su dignidad y re-construir sus proyectos de vida. Potencia el
desarrollo cognoscitivo, motriz, comunicativo y social en todas las personas y nos
ayuda a recuperar nuestra historia resignificando aquello que nos ha lesionado
para poder continuar.

La vida humana como una estética


¿Te ocupas de ti mismo?
¿Te ocupas de los demás?
¿Te ocupas del mundo?

Estas eran las preguntas que se hacían los griegos para resolver la pregunta por lo
humano. A las prácticas que respondían estas preguntas las llamaban eplimeleia y
las concebían como una preocupación por sí mismo y por los otros, como una
búsqueda del conocimiento de sí, como una observación de sí, como un gobierno
de sí para ser capaces de gobernar a otros.

La epimelia requiere contemplación que “es la más elevada de las actividades


humanas”. No una contemplación pasiva que exige retirarse del mundo, sino la
capacidad de admirar el mundo y sentirse parte de él. Y la contemplación requiere
ocio, tiempo libre para poder admirar, pensar y crear, pues no existe la
autoconformación, sin que el «yo» establezca una cierta distancia consigo mismo.
Pero también requiere una ética del cuidado de si, como dice Foucault (1987) para
tomarnos a nosotros mismos como objeto, para dar a nuestra vida una orientación
determinada, para autoconformarnos y considerar una como práctica de
autosubjetivación artística
En la inquietud de sí está la posibilidad de definir cuál es el proyecto de vida que
deseo para mí y a quienes quiero invitar a compartir conmigo ese proyecto pues
“Cuidar de sí precisa del encuentro enriquecedor «con el otro» y «con lo otro»,
para producir la diferencia y modificación.

En busca de la integralidad y la integración2

Todas estas perspectivas ofrecen alternativas diversas para pensar el desarrollo


infantil; sin embargo, se requiere de un esfuerzo de síntesis para lograr una mirada
desde la que sea posible integrar presupuestos, esfuerzos y acciones.

En este sentido, vale la pena proponer unas nociones sobre el desarrollo humano
que avancen en la síntesis propuesta. Desde nuestra perspectiva, el desarrollo
humano, puede entenderse como el proceso de constitución del sujeto individual y
colectivo; un sujeto histórico, cultural y socialmente posicionado.

Al hablar de constitución del sujeto, se hace alusión al proceso de hominización, por


el cual lo orgánico es trascendido por la construcción de la conciencia en la que se
representa la comprensión de sí, del mundo y de las posibilidades de transformación
de ambos. Hacerse sujeto, es decir, ser consciente, implica acceder a una identidad,
individual y colectiva, que le posibilite el reconocimiento de sí y de otros y el
reconocimiento de los dos planos de realidad en los que deviene la existencia: la
realidad objetiva y subjetiva.

El desarrollo humano, es un proceso continuo que se realiza en el contexto de los


procesos de socialización que tienen como escenario fundamental la vida cotidiana.
Esta, la vida cotidiana es, como dice Agnes Heller "la vida de todo individuo"3 el lugar
en el que la práctica vital se realiza, en el que sucede el encuentro entre las
diferentes dimensiones del mundo de la vida: simbólica, social y material, y
fundamentalmente el escenario en el que se produce el sujeto cultural e histórico.

El desarrollo humano entonces no es el producto de eventos desagregados y


fragmentarios, es un continuo suceder cotidiano que se desenvuelve en los espacios
de lo privado y lo público, y que como ya se anotó está mediatizado por los procesos
de socialización, en los que intervienen los "otros", portadores de significaciones, y
proveedores de alternativas. Dentro de estas alternativas, juegan un papel esencial
las prácticas de crianza, dado que allí se encuentran insertas las primeras
significaciones sobre el mundo a las que el/la niño/a accede. En este entramado de

2
Luna Carmona, Maria Teresa. Perspectivas del Desarrollo Humano. Cinde 2007
3
Heller, Agnes. Historia y vida cotidiana. Barcelona: Grijalbo, 1.985, p 39
significaciones colectivas, en las que el individuo participa en sus interacciones
cotidianas, se habrá de configurar el sentido de la práctica vital y la consciencia de sí
y del mundo; es decir, se constituye el sujeto.

En una perspectiva como la que se intenta proponer, la lógica de desarrollo de cada


esfera, y en general la lógica del desarrollo humano se comprende desde
características como las siguientes:

a) El desarrollo humano es integral: lo que significa que en éste confluyen elementos


y procesos de diversa naturaleza: biológico-madurativos, cognitivos, lingüístico-
comunicativos, ético-morales, erótico-afectivos, lúdicos, productivos y políticos.

b) El desarrollo humano es integrado: lo que quiere decir que estos procesos se


encuentran interrelacionados, por lo tanto la armonía del desarrollo se relaciona
con el progreso sinérgico de estos procesos, y no con su evolución aislada.

c) El desarrollo no es lineal sino cíclico espiralado, lo cual obedece a la presencia de


crisis que generan discontinuidad en el proceso y cuya superación da lugar a
estados más avanzados de desarrollo, que aseguran el acceso a una nueva
forma de equilibración; vale la pena en este punto considerar que el equilibrio
como aspiración del desarrollo, no es de naturaleza homeostática sino más bien
homeorrética, es decir es un equilibrio dinámico en el cada vez se alcanza un
estado y un nivel más altos de desarrollo.

d) La noción de equilibrio implica la existencia de elementos diferentes,


aparentemente contrarios, que se integran; en este sentido es preciso cuestionar
la tradición que concibe lo humano desde una lógica binaria, en la que se asume
la presencia de dicotomías que polarizan y separan elementos que hacen parte
de un mismo fenómeno; cabe recordar dicotomías como: cuerpo-alma, palabra-
silencio, amor-odio, heteronomía-autonomía, entre otras. La resolución de las
crisis que generan la coexistencia de estas dimensiones, no se da por la vía de la
extinción de unas de ellas, se da por la vía de la equilibración. El ser humano no
puede ser dicotomizado, es uno solo, con una maravillosa posibilidad de integrar
en sí mismo, la diferencia entre los elementos que lo constituyen.

e) El desarrollo no es sumativo, sino reconfigurativo, es decir, los nuevos desarrollos


no son elementos agregados, son producto de reconfiguraciones sucesivas de
estructuras, esquemas, patrones, que posibilitan al individuo pasar de estados de
menor desarrollo a estados de mayor desarrollo, gracias a procesos de
transformación cualitativa y en algunos casos cuantitativa; todos los cambios que
dan cuenta del desarrollo son en principio de naturaleza cualitativa y no son
traducibles en su totalidad a indicadores cuantitativos.

f) El desarrollo no es homocrónico sino heterocrónico, lo que quiere decir que


existen diferencias en los ritmos de desarrollo entre las esferas, pero también
entre los individuos. Por ejemplo, es impensable que el desarrollo lingüístico
pueda seguir un ritmo análogo al del desarrollo físico. Así mismo, los ritmos de
desarrollo entre los individuos presentan diferencias relacionadas con la historia
familiar y social, con la cultura, con la disposición biológica, etc.

g) El desarrollo humano no es producto de la acción mecánica del ambiente sobre el


individuo, es producto del intercambio entre la actividad interna del sujeto y las
oportunidades que crean los contextos; el desarrollo no puede entenderse como
un proceso que se vive en solitario, se deriva de la participación del sujeto en
sistemas de intercambio con el mundo.

h) Las necesidades que plantea el desarrollo humano, no deben interpretarse, como


señala Max-Neef, con un sentido de carencias sino de potencialidades. Los
satisfactores a las necesidades que plantea el desarrollo humano tienen un
arraigo cultural y pueden tener variaciones a lo largo de la historia de los grupos
humanos, así como también son variables de un grupo a otro.

i) El desarrollo de las potencialidades humanas y la satisfacción de sus necesidades


y el despliegue de las capacidades, son asuntos que se resuelven cuando la
sociedad se piensa a sí misma y a sus niños/as en una perspectiva más amplia
de derechos. Cuando los países dirigen su destino, desde los presupuestos éticos
del derecho, los caminos están trazados para el sano desarrollo humano.

De acuerdo con la caracterización realizada hasta ahora del desarrollo humano, es


evidente que se trata de un objeto multidimensionado y complejo; éstas condiciones
hacen de él un objeto transdisciplinar, lo que quiere decir que su comprensión
desborda las fronteras de una o varias disciplinas particulares.

El estudio del desarrollo humano es una tarea interdisciplinar que debe asumirse
multidisciplinarmente. La unidisciplinariedad no ha logrado resolver los problemas
que la constitución del sujeto plantea; si bien desde esta perspectiva se han
alcanzado conocimientos importantes, todos ellos resultan fragmentarios y
fraccionantes de lo humano. Una perspectiva integradora del desarrollo humano,
como la que se ha tratado de insinuar, requiere del concurso de todas las
disciplinas científicas que aspiran a aportar al proyecto humano, y de todos los
sectores de la vida de una nación.
Estas perspectivas y maneras de entender lo humano, nos muestran que el
desarrollo es un asunto que va mucho más allá de la satisfacción de necesidades
básicas de sobrevivencia o de cumplimiento de metas para la disminución de la
pobreza extrema. Tampoco es posible pensar modelos de desarrollo humano que
no estén en armonía con la naturaleza, en los cuales la gestión de la producción y
el consumo estén regulados por una ética del cuidado de si, de los otros y del
mundo que habitamos. Pero tampoco podemos creer ingenuamente que sea
suficiente pensar con amplitud lo humano si no participamos activamente
(políticamente) en el diseño y ejecución de esos proyectos, y si no garantizamos
que quienes tienen en sus manos el manejo de los recursos económicos que
hacen viables los programas y proyectos, los administren adecuadamente.

Retomando a Bruner, es importante insistir en su idea de que las teorías del


desarrollo humano "…debido a la naturaleza de la cultura humana, también se
convierten en prescriptivas y canónicas una vez que son aceptadas"4, por lo cual esta
constituye una invitación a pensar en las implicaciones que adquiere la visión que
hemos presentado, en términos de la promoción del desarrollo humano, de su
evaluación e intervención.

Este seminario puede ser el contexto para esta reflexión, o tal vez sea un punto de
partida, lo importante es no olvidar la afirmación de Rosenberg (1.994) en cuanto a
que "el punto clave del concepto de desarrollo humano es que el ser humano es y
debe ser el centro y el foco del esfuerzo de desarrollo"5. En este sentido,
conceptualizar el desarrollo humano, implica pensar al ser en su totalidad y en toda
su potencialidad.

Para terminar o mejor para abrir esta conversación que nos convoca sobre el
desarrollo humano, quiero invitarles a continuar a pesar de los miedos, porque la
búsqueda permanente de sentido y el rescate de la alegría aún en medio del dolor,
son alternativas más vitales en esta guerra contra la muerte. Con humor, con
creatividad, con una gran capacidad de reflexión y autocrítica y sobre todo con la
esperanza de que los sueños se pueden hacer realidad, podemos recuperar el
valor y promover directa e indirectamente el desarrollo en su esencia humana.

El sueño de ver transformaciones individuales, familiares y colectivas aún sigue


vigente, si podemos asumir la construcción de nuevas identidades mejorando las
relaciones, identificando nuestras falencias y visibilizando las transformaciones que

4
Bruner, Jerome. Acción Pensamiento y Lenguaje. Compilación de Jose luis Linaza. Madrid: Alianza Editorial, 1.984, p 31
5
Rosenberg, Hernán. El índice de desarrollo humano. En: Boletín de la oficina sanitaria panamericana. O.P.S. Vol 117, Nº 2, Agosto 1.994, p 175
hemos tenido. Estas experiencias novedosas también dicen quiénes somos. Si las
visibilizamos también harán parte de la historia, y si logramos que se generalicen,
hablarán de nosotros como una comunidad que no sólo se destruye sino que se
renueva así misma y, por qué no, puede ser un ejemplo para otras.

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Ramírez Sáiz, Juan Manuel. Las dimensiones de la ciudadanía. Implicaciones


teóricas y puesta en práctica. Articulo en línea

Revista Latinoamericana de Desarrollo Humano. PNUD Chile.


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Sen, Amartya. El desarrollo como libertad. Planeta, 2000

LECTURAS REQUERIDAS PARA EL SEMINARIO

· Sen, Amartya. El desarrollo como libertad. Planeta, Barcelona, 2000. Pp. 19 –


53.
· Max-Neef, M Elizalde y Hopenhayn. El grupo de CEPAUR Desarrollo a Escala
Humana una opción para el futuro. CEPAUR. 1986. Pp. 22- 51

· Escobar, A. (1999). El final del salvaje. Capitulo 2: El desarrollo y la


antropología de la modernidad pp. 33 - 53 Santafé de Bogotá: CEREC, ICAN.

· Rey, Germán. Cultura y Desarrollo Humano: unas relaciones que se trasladan.


En: Pensar Iberoamética. Revista No 0 - Febrero 2002.

http://www.oei.es/pensariberoamerica/ric00a04.htm

· Ruiz Silva, Alexander y Carretero, Mario. Ética, narración y aprendizaje de la


historia nacional. En: la construcción del conocimiento histórico. Enseñanza,
narración e identidad. Pp --54

· Nussbaum, Marta. Las mujeres y el desarrollo Humano. El enfoque de las


capacidades. Pp.
LECTURAS COMPLEMENTARIAS

Anastasi, Anne. Test Psicológicos. Ed Aguilar, tercera edición. Madrid, 1978.


Anastasi, A. Urbina, S. Test Psicológicos. Ed. Prentice Hall. México, 1998
Azcoaga, J.E. Derman, B., e Iglesias P.A. Alteraciones del Aprendizaje Escolar,
Diagnóstico, Fisiopatología y tratamiento. Buenos Aires. Editorial Paidos, 1979.
Azcoaga, J.E. Las Funciones Cerebrales Superiores y sus Alteraciones en el Niño
y el Adulto. Buenos Aires. Editorial Paidós, 1983.
Bruner, Jerome. Acción Pensamiento y Lenguaje. Compilación de Jose luis Linaza.
Madrid: Alianza Editorial, 1.984

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Todos entran. Propuesta para sociedades incluyentes. Eduardo Bustelo y Alberto
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EL DESARROLLO COMO LIBERTAD

(Exclusivamente para circulación interna)

SEN, Amartya. El desarrollo como libertad. Planeta: Barcelona. 2000. pp. 19


— 53
INTRODUCCIÓN

El desarrollo como libertad

El desarrollo puede concebirse, como sostenemos en este libro, como un proceso


de expansión de las libertades reales de que disfrutan los individuos. El hecho de
que centremos la atención en las libertades humanas contrasta con las visiones
más estrictas del desarrollo, como su identificación con el crecimiento del producto
nacional bruto, con el aumento de las rentas personales, con la industrialización,
con los avances tecnológicos o con la modernización social. El crecimiento del
PNB o de las rentas personales puede ser, desde luego, un medio muy importante
para expandir las libertades de que disfrutan los miembros de la sociedad. Pero las
libertades también dependen de otros determinantes, como las instituciones
sociales y económicas (por ejemplo, los servicios de educación y de atención
médica), así como de los derechos políticos y humanos (entre ellos, la libertad para
participar en debates y escrutinios públicos). La industrialización, el progreso
tecnológico o la modernización social pueden contribuir significativamente a
expandir la libertad del hombre, pero la libertad también depende de otros factores.
Si lo que promueve el desarrollo es la libertad, existen poderosos argumentos para
concentrar los esfuerzos en ese objetivo general y no en algunos medios o en una
lista de instrumentos especialmente elegida. La concepción del desarrollo como un
proceso de expansión de las libertades fundamentales lleva a centrar la atención
en los fines por los que cobra importancia el desarrollo y no sólo en algunos de los
medios que desempeñan, entre otras cosas, un destacado papel en el proceso.

El desarrollo exige la eliminación de las principales fuentes de privación de libertad:


la pobreza y la tiranía, la escasez de oportunidades económicas y las privaciones
sociales sistemáticas, el abandono en que pueden encontrarse los servicios
públicos y la intolerancia o el exceso de intervención de los Estados represivos. A
pesar de que la opulencia mundial ha experimentado un aumento sin precedentes,
el mundo contemporáneo niega libertades básicas a un inmenso número de
personas, quizá incluso a la mayoría. A veces la falta de libertades fundamentales
está relacionada directamente con la pobreza económica, que priva a los
individuos de la libertad necesaria para satisfacer el hambre, para conseguir un
nivel de nutrición suficiente, para poner remedio a enfermedades tratables, para
vestir dignamente o tener una vivienda aceptable o para disponer de agua limpia o
de servicios de saneamiento. En otros casos, la privación de libertad está
estrechamente relacionada con la falta de servicios y atención social públicos,
como la ausencia de programas epidemiológicos o de sistemas organizados de
asistencia sanitaria o de educación o de instituciones eficaces para el
mantenimiento de la paz y el orden locales. En otros casos, la violación de la
libertad se debe directamente a la negativa de los regímenes autoritarios a
reconocer las libertades políticas y civiles y a la imposición de restricciones a la
libertad para participar en la vida social, política y económica de la comunidad.

EFICACIA E INTERCONEXIONES
La libertad es fundamental para el proceso de desarrollo por dos razones distintas:

1) La razón de la evaluación. El progreso ha de evaluarse principalmente en


función del aumento que hayan experimentado o no las libertades de los
individuos.

2) La razón de la eficacia. El desarrollo depende totalmente de la libre agencia de


los individuos.

Ya hemos señalado el primer motivo para centrar la atención en la libertad:


la razón de la evaluación. Para analizar el segundo, la razón de la eficacia,
tenemos que examinar las relaciones empíricas relevantes, en particular, las
conexiones entre los diferentes tipos de libertad que se refuerzan mutuamente.
Son estas interconexiones, que se analizan con cierto detalle en este libro, las que
hacen que la agencia libre y viable constituya un importante motor del desarrollo.
La libre agencia no sólo es una parte “constitutiva” del desarrollo sino que también
contribuye a fortalecer otros tipos de libre agencia. Las conexiones empíricas que
se analizan extensamente en este estudio relacionan los dos aspectos de la idea
del “desarrollo como libertad”.

La relación entre la libertad individual y el desarrollo social va más allá de la


conexión constitutiva, por importante que ésta sea. Lo que pueden conseguir
positivamente los individuos depende de las oportunidades económicas, las
libertades políticas, las fuerzas sociales y las posibilidades que brindan la salud, la
educación básica y el fomento y el cultivo de las iniciativas. Los mecanismos
institucionales para aprovechar estas oportunidades también dependen del
ejercicio de las libertades de los individuos, a través de la libertad para participar en
las decisiones sociales y en la elaboración de las decisiones públicas que impulsan
el progreso de estas oportunidades. Esas interconexiones también se investigan en
este libro.

ALGUNOS EJEMPLOS: LIBERTAD POLÍTICA Y CALIDAD DE VIDA

La importancia de la concepción de la libertad como el fin principal del desarrollo


puede ilustrarse con unos cuantos sencillos ejemplos. Aunque el verdadero
alcance de esta perspectiva sólo puede comprenderse con un análisis mucho más
extenso (que se intenta en los capítulos siguientes), es fácil mostrar con algunos
ejemplos elementales el carácter radical de la idea del “desarrollo como libertad”.

En primer lugar, en las visiones más estrictas del desarrollo en las que se
identifica éste con el crecimiento del PNB o con la industrialización, a menudo se
pregunta si algunas libertades políticas o sociales, como la libertad de participación
y disensión políticas o la oportunidad de recibir una educación básica, "contribuyen
o no al desarrollo”. Desde la perspectiva más básica del desarrollo como libertad,
esta manera de plantear la pregunta tiende a pasar por alto una importante
cuestión: estas libertades fundamentales (es decir, la libertad de participación
política o la oportunidad de recibir una educación o una asistencia sanitaria
básicas) se encuentran entre los componentes constitutivos del desarrollo. Su
importancia para el desarrollo no tiene que demostrarse por medio de su
contribución directa al crecimiento del PNB o al fomento de la industrialización. De
hecho, resulta que estas libertades y derechos también contribuyen muy
eficazmente al progreso económico; esta conexión también será objeto de una
gran atención en el presente libro. Pero aunque la relación causal es realmente
significativa, la reafirmación de las libertades y los derechos por parte de esta
conexión causal se suma al papel directamente constitutivo de estas libertades en
el desarrollo.

El segundo ejemplo está relacionado con la discordancia entre la renta per


cápita (incluso después de tener en cuenta las variaciones de los precios) y la
libertad de los individuos para vivir mucho tiempo y para vivir bien. Por ejemplo, es
posible que los ciudadanos de Gabón, Sudáfrica, Namibia o Brasil sean mucho
más ricos desde el punto de vista del PNB per cápita que los de Sri Lanka, China o
el estado indio de Kerala, pero la esperanza de vida de los segundos es muy
superior a la de los primeros.
Por poner otro ejemplo distinto, a menudo se dice que los afroamericanos
que viven en Estados Unidos son relativamente pobres en comparación con los
americanos blancos, aunque mucho más ricos que los pueblos del Tercer Mundo.
Sin embargo, es importante darse cuenta de que los afroamericanos tienen menos
probabilidades en términos absolutos de llegar a la edad adulta que los habitantes
de muchas sociedades del Tercer Mundo, como China, Sri Lanka o algunas partes
de la India (que tienen diferentes sistemas de asistencia sanitaria, de educación y
de relaciones dentro de la comunidad). Si el análisis del desarrollo es relevante
incluso en el caso de los países más ricos (en este libro sostenemos que en
realidad lo es), puede considerarse que la presencia de esos contrastes entre los
grupos dentro de los países más ricos es un importante aspecto para com- prender
el desarrollo y el subdesarrollo.

TRANSACCIONES, MERCADOS Y PRIVACIÓN DE LIBERTAD ECONÓMICA

El tercer ejemplo está relacionado con el papel que desempeñan los mercados
dentro del proceso de desarrollo. La capacidad del mecanismo del mercado para
contribuir a conseguir un elevado crecimiento económico y el progreso económico
general se ha reconocido ampliamente —y con razón— en la literatura
contemporánea sobre el desarrollo. Pero sería un error entender el papel del
mecanismo del mercado sólo como algo derivado. Como señaló Adam Smith, la
libertad para realizar intercambios y transacciones constituye en sí misma una
parte de las libertades básicas que los individuos tienen razones para valorar.

Estar genéricamente en contra de los mercados sería casi tan raro como
estar genéricamente en contra de las conversaciones entre los individuos (aun
cuando algunas sean detestables y causen problemas a otros o incluso a los
mismos que conversan). La libertad para in tercambiar palabras, bienes o regalos
no necesita una justificación defensiva basada en sus efectos favorables, aunque
distantes; forma parte del modo en que los seres humanos viven en sociedad y se
interrelacionan (a menos que se les impida por ley o por decreto). La contribución
del mecanismo del mercado al crecimiento económico es importante, por supuesto,
pero sólo una vez que se reconoce la importancia directa de la libertad para
intercambiar palabras, bienes o regalos.

De hecho, la denegación de la libertad para participar en el mercado de


trabajo es una de las maneras de mantener a los individuos en la esclavitud y la
cautividad, y la batalla contra la falta de libertad que supone el trabajo en
condiciones de servidumbre es importante hoy en muchos países del Tercer
Mundo por algunas de las mismas razones por las que fue trascendental la guerra
de Secesión americana. La libertad para participar en los mercados puede
contribuir de manera significativa por sí misma al desarrollo, independientemente
de lo que pueda contribuir o no el mecanismo del mercado a fomentar el
crecimiento económico o la industrialización. De hecho, las alabanzas que
dispensa al capitalismo Karl Marx (que no era, en general, un gran admirador suyo)
y su afirmación (en Das Kapital) de que la guerra de Secesión americana es “el
gran acontecimiento de la historia contemporánea” están relacionadas
directamente con la importancia de la libertad de contrato laboral por oposición a la
esclavitud y la denegación forzosa del acceso al mercado de trabajo. Como
veremos, en muchos países en vías de desarrollo, entre los retos fundamentales
del desarrollo se encuentra en la actualidad la necesidad de liberar al trabajo de las
ataduras explícitas o implícitas que le niegan el acceso al mercado de trabajo
abierto. Asimismo, la denegación del acceso a los mercados de productos suele
ser una de las privaciones que sufren muchos pequeños agricultores y esforzados
productores a causa de los sistemas y restricciones tradicionales. La libertad para
realizar intercambios económicos desempeña un papel esencial en la vida social.

Señalar esta cuestión; frecuentemente descuidada, no es negar que sea


importante juzgar el mecanismo del mercado de una manera global en función de
todos sus papeles y sus efectos, incluida la generación de crecimiento económico
y, en muchas circunstancias, incluso de equidad económica. También deben
examinar, por otra parte, las persistentes privaciones de algunos segmentos de la
comunidad que continúan estando excluidos de los beneficios de la sociedad de
mercado, así como las opiniones generales, incluidas las críticas, que puedan
tener los individuos sobre el estilo de vida y sobre los valores relacionados con la
cultura de los mercados. Cuando se concibe el desarrollo como libertad, hay que
considerar y evaluar correctamente los argumentos tanto favorables como
desfavorables. Resulta difícil pensar que es posible conseguir un proceso de
notable desarrollo sin utilizar mucho los mercados, pero eso no excluye el papel de
la ayuda social, la legislación o la intervención del Estado cuando pueden
enriquecer —en lugar de empobrecer— la vida humana. El enfoque que utilizamos
aquí constituye una perspectiva de los mercados más amplia y mas global que la
que se invoca con frecuencia cuando se defiende o se critica el mecanismo del
mercado.

Terminamos esta lista de ejemplos con otro que se basa directamente en un


recuerdo personal de mi propia infancia Estaba jugando una tarde - debía de tener
alrededor de diez años— en el jardín de nuestra casa familiar situada en la ciudad
de Dacca, hoy capital de Bangla Desh, cuando entró un hombre gritando
lastimosamente y sangrando de forma profusa; llevaba un cuchillo clavado en la
espalda. Eran tiempos de conflictos entre comunidades tribales (en los que los
hindúes y los musulmanes se mataban unos a otros) que precedieron a la
independencia y a la división de la India y Pakistán. El hombre apuñalado, llamado
Kader Mia, era un jornalero musulmán que había ido a trabajar a una casa vecina
—a cambio de una mínima retribución— y había sido apuñalado en la calle por
matones de algún grupo en nuestra zona, que era principalmente hindú. Al darle
agua mientras pedía ayuda al mismo tiempo a los adultos de la casa y, momentos
más tarde, cuando lo llevó mi padre corriendo al hospital, Kader Mia nos dijo que
su mujer le había dicho que no fuera a una zona hostil en unos momentos tan
difíciles. Pero Kader Mia tenía que ir a buscar trabajo para ganar algo porque su
familia no tenía nada que comer. La consecuencia de su falta de libertad
económica fue la muerte, que le sobrevino más tarde en el hospital.

La experiencia fue un golpe tremendo para mí. Me hizo reflexionar más


tarde sobre la terrible carga que suponen las identidades estrictamente definidas,
incluidas las que se. basan con firmeza en comunidades y grupos (tendré ocasión
de analizar esa cuestión en el presente libro). Pero en un sentido inmediato,
también me hizo ver el notable hecho de que la falta de libertad económica, en
forma de extrema pobreza, puede hacer de una persona una víctima indefensa de
la violación de otros tipos de libertad. Kader Mia no habría necesitado ir a una zona
hostil en busca de unos pequeños ingresos en aquella terrible época si su familia
hubiera podido ser capaz de sobrevivir sin ellos. La falta de libertad económica
puede alimentar la falta de libertad social, de la misma forma que la falta de libertad
social o política también puede fomentar la falta de libertad económica.

ORGANIZACIONES Y VALORES

Podríamos poner otros muchos ejemplos para mostrar cuán importante es concebir
el desarrollo como un proceso integrado de expansión de libertades fundamentales
relacionadas entre sí. Ésta es la concepción que se presenta, se examina y se
utiliza en este libro para investigar el proceso de desarrollo en términos globales
que integra las consideraciones económicas, las sociales y las políticas. Este tipo
de enfoque amplio permite apreciar simultáneamente el vital papel que
desempeñan en el proceso de desarrollo muchas y diferentes instituciones, entre
las cuales se encuentran los mercados y las organizaciones relacionadas con ellos,
los gobiernos y las autoridades locales, los partidos políticos y otras instituciones
ciudadanas, los sistemas de educación y las oportunidades de diálogo y debate
públicos (incluido el papel de todos los medios de comunicación).

Este tipo de enfoque también nos permite reconocer el papel de los valores
sociales y de las costumbres vigentes, que pueden influir en las libertades de que
disfrutan los individuos y que tienen razones para valorar. Las normas compartidas
pueden influir en algunos aspectos sociales como la equidad de los sexos, los tipos
de cuidado de los hijos, el tamaño de la familia y las pautas de fecundidad, el
tratamiento del medio ambiente y muchas otras instituciones y resulta dos. Los
valores y las costumbres sociales vigentes también afectan a la presencia o a la
ausencia de corrupción y al papel que desempeña la confianza en las relaciones
económicas, sociales o políticas. En el ejercicio de la libertad influyen los valores,
pero en los valores influyen, a su vez, los debates públicos y las interrelaciones
sociales, en los cuales influyen las libertades de participación. Cada una de estas
conexiones merece un minucioso análisis.

El hecho de que la libertad para realizar transacciones económicas


normalmente tienda a ser un gran motor de crecimiento económico ha sido
reconocido por muchos; aun cuando continúe teniendo firmes detractores. Es
importante no sólo reconocer el papel que desempeñan los mercados, sino
también apreciar la contribución de otras libertades económicas, sociales y
políticas a la mejora y el enriquecimiento de la vida que consiguen llevar los
individuos. Este aspecto tiene una clara relación incluso con algunas cuestiones
tan controvertidas como el llamado problema demográfico. La contribución de la
libertad a la moderación de las tasas de fecundidad excesivamente altas es un
tema sobre el que existen opiniones contrarias desde hace mucho tiempo. Mientras
que el gran racionalista francés del siglo XV Condorcet esperaba .que las tasas de
fecundidad descendieran con “el progreso de la razón”, de tal forma que el
aumento de la seguridad, de la educación y de la libertad para tomar decisiones
fundadas frenara el crecimiento de la población, su contemporáneo Thomas Robert
Malthus mantenía una postura totalmente contraria. De hecho, Malthus sostenía
que “no hay razón alguna para suponer que nada, salvo la dificultad de satisfacer
como es debido las necesidades vitales, vaya a llevar a este mayor número de
personas a no estar dispuesto a casarse pronto o a impedirle criar, saludablemente
familias lo más grandes posible”. Más adelante, en este estudio veremos cuál de
estas dos posturas —que se basan, respectivamente, en la libertad razonada y en
la compulsión económica— tenía razón (afirmaremos que la balanza de las
pruebas se inclina, desde luego, más del lado de Condorcet). Pero es muy
importante reconocer que esta controversia no es más que un ejemplo del debate
existente desde hace muchos siglos entre el enfoque del desarrollo que está a
favor de la libertad y el enfoque que está en contra de ella. Ese debate sigue
estando muy vivo en numerosas y diferentes versiones.

INSTITUCIONES Y LIBERTADES INSTRUMENTALES

En los estudios empíricos siguientes, investigamos especialmente cinco tipos


distintos de libertad, vistos desde una perspectiva “instrumental”. Son 1) las
libertades políticas, 2) los servicios económicos, 3) las oportunidades sociales, 4)
las garantías de transparencia y 5) la seguridad protectora. Cada uno de estos
tipos de derechos y oportunidades contribuye a mejorar la capacidad general de
una persona. También pueden contribuir a complementarse mutuamente. La
política de los poderes públicos para fomentar las capacidades humanas y las
libertades fundamentales en general puede actuar fomentando estas libertades
instrumentales distintas, pero interrelacionadas. En los siguientes capítulos
analizamos cada uno de estos tipos de libertad —y las instituciones que entraña.—
y sus interconexiones. También tendremos la oportunidad de investigar el
respectivo papel que desempeñan en el fomento de las libertades generales de los
individuos para llevar el tipo de vida que tienen razones para valorar.

En esta concepción del “desarrollo como libertad”, las libertades instru- mentales
están relacionadas entre sí y con los fines de la mejora de la libertad del hombre en
general.

Aunque el análisis del desarrollo debe ocuparse, por una parte, de los objetivos y
las aspiraciones por las que estas libertades instrumentales son importantes,
también debe prestar atención a las relaciones empíricas que ligan estos distintos
tipos de libertad, reforzando su importancia conjunta. De hecho, estas conexiones
son fundamentales para comprender mejor el papel instrumental de la libertad.

OBSERVACIONES FINALES

Las libertades no sólo son el fin principal del desarrollo, sino que se encuentran,
además, entre sus principales medios. Además de reconocer la importancia
fundamental de la libertad en la realización de evaluaciones también tenemos que
comprender la notable relación empírica que existe entre los diferentes tipos de
libertades. Las libertades políticas (en forma de libertad de expresión y elecciones
libres) contribuyen a fomentar la seguridad económica. Las oportunidades sociales
(en forma de servicios educativos y sanitarios) facilitan la participación económica.
Los servicios económicos (en forma de oportunidades para participar en el
comercio y la producción) pueden contribuir a generar riqueza personal general,
así como recursos públicos para financiar servicios sociales. Los diferentes tipos
de li- bertades pueden reforzarse mutuamente.

Estas conexiones empíricas refuerzan las prioridades valorativas. Basándonos en


la distinción medieval entre “el paciente” y “el agente”, esta interpretación de la
economía y del proceso de desarrollo basada en la libertad es una teoría que se
apoya en gran medida en el concepto de agente. Con suficientes oportunidades
sociales, los individuos pueden configurar en realidad su propio destino y ayudarse
mutuamente. No tienen por qué concebirse como receptores pasivos de las
prestaciones de ingeniosos programas de desarrollo. Existen, de hecho, poderosas
razones para reconocer el papel positivo que desempeña la agencia libre y viable,
e incluso la impaciencia constructiva.

CAPÍTULO 1

La perspectiva de la libertad

No es raro que las parejas se planteen la posibilidad de ganar más, pero existe una
conversación sobre este tema que data del siglo VIII a. J.C. aproximadamente y
que tiene especial interés. Tal como se cuenta esa conversación en el texto
sánscrito Brihadaranyaka Upanishad, una mujer llamada Maitreyee y su esposo,
Yajnavalkya, pasan sin dilación a discutir una cuestión más importante que la de la
forma de ser más ricos y los medios para conseguirlo: ¿cuánto les ayudaría la
riqueza a conseguir lo que quieren? 6 Maitreyee se pregunta si podría lograr la
inmortalidad si fuera suya “toda la tierra, llena de riqueza”. “No —responde
Yajnavalkya—, tu vida será como la de los ricos. Pero en modo alguno esperes
conseguir la inmortalidad por medio de la riqueza:” Maitreyee dice entonces:
“¿Para qué me sirve una cosa con la que no voy a volverme inmortal?”
La pregunta retórica de Maitreyee se ha citado una y otra vez en la filosofía
religiosa india para ilustrar tanto la naturaleza de las dificultades del hombre como
las limitaciones del mundo material. Somos muy escépticos respecto al uso de la
mundana frustración de Maitreyee para suscitar cuestiones espirituales, pero hay
otro aspecto de esta conversación que tiene un interés bastante inmediato para la
economía y para la comprensión de la naturaleza del desarrollo. Se refiere a la
relación entre la renta y los logros, entre los bienes y las capacidades, entre
nuestra riqueza económica nuestra capacidad para vivir como querríamos. Aunque
existe una relación entre la opulencia y los logros, ésta puede o no ser muy
estrecha y puede muy bien depender extraordinariamente de otras circunstancias.
La cuestión no es la capacidad para vivir eternamente a la que se refería Maitreyee
—bendita sea—, sino la capacidad para vivir en realidad mucho (sin morir en la flor
de la vida) y para vivir bien mientras se esté vivo (y no para vivir una vida de
miseria y de privación de libertad), cosas a las que casi todos nosotros
concederíamos mucho valor y desearíamos tener fervientemente. La diferencia
entre las dos perspectivas (es decir, entre la concentración de la atención
exclusivamente en la riqueza económica y la concentración más general en la vida
que podemos llevar) es una importante cuestión en la conceptualización del
desarrollo. Como señaló Aristóteles al comienzo de Ética a Nicómaco (que
recuerda mucho a la conversación que mantuvieron Maitreyee y Yajnavalkya a
cinco mil kilómetros de distancia), “la riqueza no es, desde luego, el bien que
buscamos, pues no es más que un instrumento para conseguir algún otro fin”.

Si tenemos razones para querer más riqueza, hemos de pregun- tarnos:


¿cuáles son esas razones, cómo actúan, de qué dependen y qué cosas podemos
“hacer” con más riqueza? En realidad, generalmente tenemos excelentes razones
para querer poseer más renta o más riqueza, y no es porque la renta y la riqueza
sean deseables en sí mismas, sino porque, por norma, son admirables medios de
uso general para tener más libertad con la que poder llevar el tipo de vida que
tenemos razones para valorar.

La utilidad de la riqueza reside en las cosas que nos permite hacer, es decir,
en las libertades fundamentales que nos ayuda a conseguir. Pero esta relación no
es ni exclusiva (ya que existen otros factores, además de la riqueza, que influyen
de forma significativa en nuestra vida) ni uniforme (ya que la influencia de la
riqueza en nuestra vida varía con otras influencias). Tan importante es reconocer el
papel fundamental que desempeña la riqueza en la determinación de las
condiciones de vida y de la calidad de vida como comprender el carácter limitado y
eventual de esta relación. Una concepción satisfactoria del desarrollo debe ir
mucho más allá de la acumulación de riqueza y del crecimiento del producto
nacional bruto y de otras variables relacionadas con la renta. Sin olvidar la
importancia del cre- cimiento económico, debemos ir mucho más allá.

Es necesario examinar e investigar los fines y los medios del desarrollo para
comprender mejor el proceso de desarrollo; sencillamente, no es suficiente fijarse
como objetivo básico la maximización de la renta o de la riqueza, que, como señaló
Aristóteles, “no es más que un instrumento para conseguir otro fin”. Por esa misma
razón, no es sensato concebir el crecimiento económico como un fin en sí mismo.
El desarrollo tiene que ocuparse más de mejorar la vida que llevamos y las
libertades de que disfrutamos. La expansión de las libertades que tenemos
razones para valorar no sólo enriquece nuestra vida y la libera de restricciones,
sino que también nos permite ser personas sociales más plenas, que ejercen su
propia voluntad e interactúan con —e influyen en— el mundo en el que viven. En el
capítulo 3 proponemos y analizamos más este enfoque general y lo evaluamos en
comparación con otros enfoques que reclaman nuestra atención.

TIPOS DE PRIVACIÓN DE LIBERTAD

En todo el mundo hay muchas personas que sufren muchos tipos de privación de
libertad. En algunas regiones continúa habiendo hambrunas que niegan a millones
de personas la libertad básica, de sobrevivir. Incluso en los países que ya no son
devastados esporádicamente por hambrunas, la desnutrición puede afectar a un
gran número de vulnerables seres humanos. Además, un elevado número de
personas apenas tiene acceso a la asistencia sanitaria, a un sistema de
saneamiento o a agua limpia y se pasa la vida luchando contra la innecesaria
morbilidad, sucumbiendo a menudo a una muerte prematura. En los países más
ricos, hay con demasiada frecuencia personas profundamente desfavorecidas, que
carecen de la oportunidad básica de recibir asistencia sanitaria o una educación
funcional o de conseguir un empleo remunerado o seguridad económica y social.
Incluso dentro de los países muy ricos, a veces la longevidad de algunos grandes
grupos no es mayor que la de muchas economías más pobres del llamado Tercer
Mundo. Además, la desigualdad entre las mujeres y los hombres aflige a millones
de mujeres —y a veces termina de manera prematura con su vida— y limita
gravemente de diferentes formas las libertades fundamentales de que disfrutan.
Pasando a otros tipos de privación de libertad, en algunos países hay un gran
número de personas a las que se les niegan por sistema la libertad política y los
derechos humanos básicos. A veces se dice que la denegación de estos derechos
ayuda a estimular el crecimiento económico y es “buena” para acelerar el desarrollo
económico. Algunos han abogado incluso por un endurecimiento de los sistemas
políticos —con la denegación de derechos humanos y políticos básicos— porque ello
tiene supuestamente la ventaja de fomentar el desarrollo económico. Esta tesis
(llamada frecuentemente “la tesis de Lee”, atribuida de alguna forma a Lee Kuan
Yew, antiguo primer ministro de Singapur) a veces se respalda con datos empíricos
bastante rudimentarios. En realidad, algunas comparaciones internacionales más
generales no han confirmado esta tesis, y apenas existen pruebas de que una política
autoritaria contribuya en realidad al crecimiento económico. De hecho, la evidencia
empírica parece indicar claramente que el crecimiento económico se favorece más
con un clima económico más positivo que con un sistema político más duro. Esta
cuestión se examinará en el capítulo 6.

El desarrollo económico tiene, además, otras dimensiones, incluida la seguridad


económica. Muchas veces la inseguridad económica puede estar relacionada con
la falta de libertades y derechos democráticos. De hecho, la existencia de
democracia y de derechos políticos puede contribuir incluso a prevenir las
hambrunas y otros desastres económicos. Los gobernantes autoritarios, a los que
raras veces los afectan las hambrunas (u otras calamidades económicas de ese
tipo), tienden a carecer de los incentivos necesarios para tomar a tiempo medidas
preventivas. Los gobiernos democráticos, por el contrario, han de ganar las
elecciones y hacer frente a las críticas de la opinión pública, y tienen poderosos
incentivos para tomar medidas que impidan las hambrunas y otras catástrofes de
ese tipo. No es sorprendente que en la historia del mundo nunca haya habido
hambrunas en las democracias, ya sean económicamente ricas (como las de la
Europa occidental o la Norteamérica contemporáneas) o relativamente pobres
(como las de la India tras la independencia, Botswana o Zimbabwe). Por norma, ha
habido hambrunas en los territorios coloniales regidos por gobernantes de otros
lugares (corno en la India británica o en la Irlanda administrada por los distantes
gobernantes británicos), en los estados en los que sólo existe un partido (como en
Ucrania durante la década de 1930, en China durante el período 1958-1961 o en
Camboya durante los años setenta) o en las dictaduras militares (como en Etiopía,
Somalia o algunos de los países del Sahel recientemente). De hecho, en el
momento de entrar en máquina este libro, los dos países que parecen encabezar la
“liga del hambre” en el mundo son Corea del Norte y Sudán, destacados ejemplos
ambos de regímenes dictatoriales. Aunque la prevención de las hambrunas ilustra
con suma claridad y contundencia las ventajas de los incentivos, las ventajas del
pluralismo democrático tienen, en realidad, un alcance mucho mayor.

Pero —lo que es más fundamental— la libertad política y las libertades


civiles son importantes directamente por sí mismas y no tienen que justificarse
indirectamente por su influencia en la economía. Incluso cuando las personas que
carecen de libertades políticas o de derechos humanos no gozan de suficiente
seguridad económica (y da la casualidad de que disfrutan de unas circunstancias
económicas favorables), se ven privadas de importantes libertades para vivir y se
les niega la oportunidad de participar en decisiones cruciales sobre asuntos
públicos. Estas privaciones restringen la vida social y política y deben considerarse
represivas, aun cuando no causen otras aflicciones (como desastres económicos).
Dado que las libertades políticas y civiles son elementos constitutivos de la libertad
del hombre, su denegación es una desventaja en sí misma. Cuando se examina el
papel que desempeñan los derechos humanos en el desarrollo, hay que prestar
atención a la importancia constitutiva, así como a la importancia instrumental, de
los derechos humanos y de las libertades políticas. Estas cuestiones se examinan
en el capítulo 6.

PROCESOS Y OPORTUNIDADES

El análisis anterior debería haber dejado claro que la concepción de la libertad que
adoptamos aquí entraña tanto los procesos que hacen posible la libertad de acción
y de decisión como las oportunidades reales que tienen los individuos, dadas sus
circunstancias personales y sociales. La falta de libertad puede deberse a procesos
inadecuados (como la violación de los derechos de voto o de otros derechos
políticos o humanos) o a las insuficientes oportunidades que tienen algunas
personas para conseguir lo que mínimamente les gustaría conseguir (incluida la
falta de oportunidades tan elementales como la capacidad para escapar de una
muerte prematura, de la morbilidad evitable o de la inanición involuntaria).

La distinción entre el aspecto de los procesos y el aspecto de las


oportunidades de la libertad entraña un considerable contraste. Puede hacerse en
diferentes planos. Ya hemos analizado en otra parte los respectivos papeles y
requisitos del. aspecto de los procesos y el aspecto de las oportunidades de la
libertad (así como las conexiones mutuas entre ellos). Aunque ésta no sea la
ocasión de entrar en las complejas y sutiles cuestiones relacionadas con esta
distinción, es muy importante concebir la libertad de una manera suficientemente
amplia. Es preciso no limitarse a analizar sólo los procedimientos adecuados
(como hacen a veces los llamados libertarios, sin preocuparse en absoluto de si
algunas personas desfavorecidas son privadas o no sistemáticamente de
importantes oportunidades) o las oportunidades adecuadas (como hacen a veces
los partidarios de un enfoque basado en las consecuencias, sin preocuparse por la
naturaleza de los procesos que generan las oportunidades o la libertad de elección
que tienen los individuos). Tanto los procesos como las oportunidades tienen
importancia por derecho propio, y cada uno de los aspectos está relacionado con la
concepción del desarrollo como libertad.

LOS DOS PAPELES DE LA LIBERTAD

En el análisis del desarrollo presentado en este libro, las libertades de los


individuos constituyen la piedra angular. Por lo tanto, prestamos especial atención
a la expansión de las “capacidades” de las personas para llevar el tipo de vida que
valoran y que tienen razones para valorar. Estas capacidades pueden aumentarse
por medio de medidas públicas, pero, por otra parte, el uso eficaz de las
capacidades de participación de los individuos puede influir en el rumbo de estas
medidas, La relación bilateral es fundamental para el análisis que presentamos
aquí.

Existen dos razones distintas por las que tiene una importancia fundamental
la libertad individual en el concepto de desarrollo, relacionadas, respectivamente,
con la evaluación y con la eficacia. En primer lugar, en el enfoque normativo que
adoptamos aquí, consideramos que las libertades individuales fundamentales son
esenciales. El éxito de una sociedad ha de evaluarse, desde este punto de vista,
principalmente en función de las libertades fundamentales de que disfrutan sus
miembros. Esta postura se diferencia del énfasis en la información de los enfoques
normativos más tradicionales, que centran la atención en otras variables, como la
utilidad, los procedimientos para alcanzar la libertad o la renta real.

Tener más libertad para hacer las cosas que tenemos razones para valorar,
1) es importante por derecho propio para la libertad total de la persona y 2) es
importante para aumentar las oportunidades de la persona para obtener resultados
valiosos. Ambas cosas son importantes para evaluar la libertad de los miembros de
la sociedad y, por lo tanto, fundamentales para evaluar el desarrollo de la sociedad.
Las razones para adoptar este enfoque normativo (y, en particular, para ver la
justicia desde el punto de vista de las libertades individuales y de las variables
sociales correlacionadas con ella) se examinan más extensamente en el capítulo 3.
La segunda razón para considerar tan esenciales las libertades
fundamentales se halla en que la libertad no sólo es la base de la eva- luación del
éxito y del fracaso sino también un importante determinante de la iniciativa
individual y de la eficacia social. El aumento de la libertad mejora la capacidad de
los individuos para ayudarse a sí mismos, así como para influir en el mundo, y
estos temas son fundamentales para el proceso de desarrollo. La cuestión que nos
interesa aquí está relacionada con lo que podríamos llamar (a riesgo de simplificar
excesivamente) el “aspecto de agencia” del individuo.

El uso del término “agencia” exige algunas aclaraciones. La expresión


“agente” a veces se emplea en la literatura sobre economía y sobre la teoría de los
juegos para referirse a una persona que actúa en representación de alguna otra
(dirigida quizá por un “principal”) y cuyos logros deben evaluarse a la luz de los
objetivos de alguna otra (el principal). Aquí no utilizamos el término agente” en este
sentido, sino en el más antiguo —y “elevado” de la persona que actúa y provoca
cambios y cuyos logros pueden juzgarse en función de sus propios valores y
objetivos, independientemente de que los evaluemos o no también en función de
algunos criterios externos. Este estudio se refiere especialmente al papel
de agencia del individuo como miembro del público y como participante en
actividades económicas, sociales y políticas (que van desde participar en el
mercado hasta intervenir directa o indirectamente en actividades individuales o
conjuntas en el terreno político y de otros tipos).

Esto guarda relación con un gran número de cuestiones relacionadas con la


política social y económica, que van desde cuestiones estratégicas como la
tentación general de los dirigentes de seleccionar perfectamente a los destinatarios
de las ayudas (con el fin de con seguir un “reparto ideal” entre una población
supuestamente inerte) hasta temas fundamentales como los intentos de disociar la
gestión de los gobiernos del proceso de escrutinio y rechazo democráticos (y el
ejercicio participativo de los derechos políticos y humanos).

SISTEMAS DE EVALUACIÓN: RENTAS Y CAPACIDADES

Desde el punto de vista de la evaluación, el enfoque aquí utilizado centra la


atención en una información que lo diferencia de la ética práctica más tradicional y
del análisis de la política económica, como la concentración “económica” de la
atención en la primacía de la renta y la riqueza (y no en las características de la
vida humana y de las libertades fundamentales), el énfasis “utilitarista” en la
satisfacción mental (y no en el descontento creativo y la insatisfacción
constructiva), la preocupación “libertaria” por los procedimientos para alcanzar la
libertad (despreocupándose deliberadamente de las consecuencias que se derivan
de esos procedimientos), etc. En el capítulo 3 examinamos los argumentos
generales para adoptar una información distinta, que centra la atención en las
libertades fundamentales que los individuos tienen razones para disfrutar.

Eso no quiere decir que la privación de capacidades individuales no guarde


una estrecha relación con la falta de renta, relación que es de doble sentido; 1) una
renta baja puede ser una importante causa del analfabetismo y de la falta de salud,
así como del hambre y la des nutrición, y 2), a la inversa, una mejora de la
educación y de la salud contribuye a ganar una renta más alta. Estas conexiones
tienen que comprenderse perfectamente. Pero también hay otros factores que
influyen en las capacidades básicas y en las libertades efectivas de que disfrutan
los individuos, y existen buenas razones para estudiar la naturaleza y el alcance de
estas interconexiones. De hecho, es precisamente porque la falta de renta y la falta
de capacidades suelen guardar considerables relaciones por lo que es importante
que no nos dejemos fascinar ni pensemos que prestando atención a la primera
obtendremos automáticamente suficiente información sobre la segunda. Las
conexiones no son tan estrechas y las desviaciones suelen ser mucho más
importantes desde el punto de vista de la política económica y social que la
concurrencia limitada de las dos series de variables. Si en lugar de centrar la
atención sólo en la pobreza de renta la centramos en la idea más global de la
carencia de capacidades, podemos comprender mejor la pobreza de las vidas
humanas y las li bertades a partir de una base de información diferente (que
implica un tipo de estadísticas que la perspectiva de la renta tiende a dejar de lado
como punto de referencia para analizar, la política económica y social). El papel de
la renta y de la riqueza —por importante que éste sea, junto con otras influencias—
tiene que integrarse en un análisis más amplio y completo del éxito y de las
privaciones.

POBREZA Y DESIGUALDAD

Las implicaciones de esta base de información para el análisis de la pobreza y de


la desigualdad se examinan en el capítulo 4. Existen buenas razones para concebir
la pobreza como la privación de capacidades básicas y no sólo como una renta
baja. La privación de capacidades elementales puede traducirse en una mortalidad
prematura, un grado significativo de desnutrición (especialmente en el caso de los
niños), una persistente morbilidad, un elevado nivel de analfabetismo y otros
fracasos. Por ejemplo, el terrible fenómeno de las “mujeres desaparecidas” (que se
debe a las tasas de mortalidad excepcionalmente más altas de las mujeres de
determinadas edades en algunas sociedades, en especial en el sur y oeste de
Asia, el norte de África y China) ha de analizarse con información demográfica,
médica y social y no con información sobre el bajo nivel de renta, que a veces nos
dice bastante poco sobre el fenómeno de la desi- gualdad entre los sexos.

El cambio de perspectiva es importante porque nos da una visión diferente


—y más relevante— de la pobreza no sólo de los países en vías de desarrollo sino
también de las sociedades más opulentas. La presencia de un enorme paro en
Europa (entre el 10 y el 12 % en muchos de los principales países europeos)
entraña privaciones que no se reflejan perfectamente en las estadísticas sobre la
distribución de la renta. Estas privaciones suelen minusvalorarse alegando que el
sistema europeo de seguridad social (incluido el seguro de desempleo) tiende a
compensar la pérdida de renta de los parados. Pero el paro no es sólo una falta de
renta que puede compensarse con transferencias del Estado (con un elevado coste
fiscal que puede ser en sí mismo una gravísima carga); también puede tener
trascendentales y negativas consecuencias para la libertad individual, la iniciativa y
las cualificaciones. Entre sus múltiples efectos, el paro con tribuye a la “exclusión
social” de algunos grupos y provoca la pérdida de independencia, de confianza en
uno mismo y de salud mental y física. De hecho, es difícil no tener la sensación de
que existe una manifiesta incongruencia en los intentos actuales de Europa de
crear un clima social de más “autonomía” individual sin concebir medidas
adecuadas para reducir el enorme e intolerable nivel de paro que hace que esa
autonomía resulte extraordinariamente difícil.

RENTA Y MORTALIDAD

Incluso en lo que se refiere a la relación entre la mortalidad y la renta (cuestión en


la que Maitreyee era bastante ambiciosa); es notable que el grado de privación que
padecen algunos grupos en los países muy ricos sea comparable al que padecen
en el llamado Tercer Mundo. Por ejemplo, en Estados Unidos, los afroamericanos,
como grupo, no tienen más probabilidades —de hecho, tienen menos— de llegar a
una edad avanzada, que las personas nacidas en las economías inmensamente
más pobres dé China o del estado indio de Kerala (o de Sri Lanka, Jamaica o
Costa Rica).
Esta diferencia se muestra en los gráficos 1.1 y 1.2. Aunque la renta per cápita de
los afroamericanos que viven en Estados Unidos sea considerablemente inferior a
la de la población blanca, los afroamericanos son mucho más ricos desde el punto
de vista de la renta que los habitantes de China o de Kerala (incluso después de
tener en cuenta las diferencias de coste de vida). En este contexto, es
especialmente interesante comparar las probabilidades de sobrevivir de los
afroamericanos con las de los habitantes de China o de Kerala. Los
afroamericanos tienden a encontrarse en una situación mejor en lo que se refiere a
la supervivencia en los grupos de edad bajos (sobre todo desde el punto de vista
de la mortalidad infantil) que los chinos o los indios, pero el panorama cambia con
los años.
Fuentes: Estados Unidos, 1991-1993: U.S. Department of Health and Human
Services, Health United States 1995, National Center for Health Statistics,
Hyattsville, Md., 1996; Kerala, 1991: Government of India, Sample Registration
System: Fertility and Mortality Indicators 1991, Office of the Registrar General,
Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Organización Mundial de la Salud, World Health
Statistics Annual 1994, Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1994.

Fuentes: Estados Unidos, 1991-1993: U.S. Department of Health and Human


Services, Health United States 1995, National Center for Health Statistics,
Hyattsville, Md., 1996; Kerala, 1991: Government of India, Sample Registration
System: Fertility and Mortality Indicators 1991, Office of the Registrar General,
Nueva Delhi, 1991; China, 1992: Organización Mundial de la Salud, World Health
Statistics Annual 1994, Organización Mundial de la Salud, Ginebra, 1994.

De hecho, resulta que en China y en Kerala los hombres viven claramente


más que los afroamericanos en el sentido de que sobreviven hasta edades más
avanzadas. Incluso las mujeres afroamericanas acaban teniendo una pauta de
supervivencia en las edades más altas similar a la de los chinos mucho más
pobres y unas tasas de supervivencia claramente inferiores a las de los indios, aún
más pobres, de Kerala. Por lo tanto, no se trata sólo de que los americanos negros
sufren una privación relativa desde el punto. de vista de la renta per cápita frente a
los americanos blancos, sino de que, además, sufren más privaciones en términos
absolutos que los indios de baja renta de Kerala (tanto mujeres como hombres) y
los chinos (en el caso de los hombres) en lo que se refiere a vivir hasta edades
avanzadas. Entre los factores causales que influyen en estos contrastes (es decir,
entre los niveles de vida valorados en función de la renta per cápita y los niveles de
vida valorados en función de la capacidad para sobrevivir hasta edades
avanzadas) se encuentran las instituciones sociales y las relaciones en el seno de
la comunidad, como la cobertura médica, la sanidad pública, la educación escolar,
el orden público, el grado de violencia, etc.

También merece la pena señalar que dentro del grupo de los afroa-
mericanos que viven en Estados Unidos existe una gran diversidad. De hecho, si
observamos la población masculina negra de algunas ciudades de Estados Unidos
(como Nueva York, San Francisco, San Luis o Washington, D.C.), veremos que es
superada en lo que a supervivencia se refiere por la de China o Kerala a edades
mucho más tempranas.7 También es superada por la población de muchos otros
países del Tercer Mundo; por ejemplo, en Bangla Desh los hombres tienen más
probabilidades de vivir más de cuarenta años que los afroamericanos del distrito de
Harlem situado en la próspera ciudad de Nueva York. Y todo esto a pesar de que
los afroamericanos que viven en Estados Unidos son mucho más ricos que las
personas de los grupos del Tercer Mundo con las que estamos comparándolos.

7
LIBERTAD, CAPACIDAD Y CALIDAD DE VIDA

En el análisis anterior, hemos centrado la atención en una libertad muy elemental:


la capacidad para sobrevivir y no sucumbir a una muerte prematura. Se trata,
evidentemente, de una importante libertad, pero hay otras muchas que también lo
son. De hecho, la gama de libertades importantes puede ser muy amplia. A veces
se considera que la cobertura exhaustiva de las libertades es un problema para
conseguir un enfoque “operativo” del desarrollo que gire en torno a la libertad.
Creemos que este pesimismo es infundado, pero posponemos el análisis de esta
cuestión hasta el capítulo 3, en el que examinaremos los métodos fundamentales
de valoración.

No obstante, debemos señalar aquí que la perspectiva basada en la libertad


guarda una similitud genérica con la preocupación habitual por la “calidad de vida”,
que también centra la atención en la forma en que transcurre la vida humana
(quizá incluso en las opciones que tenemos) y no sólo en los recursos o en la renta
que posee una persona.8 Tal vez parezca que centrar la atención en la calidad de
vida y en las libertades fundamentales y no sólo en la renta o en la riqueza es
alejarse algo de las tradiciones arraigadas en economía, y en cierto sentido lo es
(sobre todo si se hacen comparaciones con algunos de los análisis más austeros
que pueden encontrarse en la economía moderna y que se basan en la renta).
Pero en realidad estos enfoques más amplios están en sintonía con algunos tipos
de análisis que han formado parte de la economía profesional desde el principio.
Las conexiones aristotélicas son suficientemente obvias (como ha señalado Martha
Nussbaum, la insistencia de Aristóteles en la “prosperidad” y en la “capacidad” está
relacionada claramente con la calidad de vida y con las libertades fundamentales).
Existen estrechas relaciones también con el análisis de Adam Smith de la
“necesidades” y de las, condiciones de vida.

De hecho, el origen de la economía se encuentra en gran medida en la


necesidad de estudiar la valoración de las oportunidades que tienen los individuos
para vivir bien y de los, factores causales que influyen en ellas. Aparte del uso
clásico que hizo Aristóteles de esta idea, también se emplearon frecuentemente
conceptos parecidos en los primeros escritos sobre la contabilidad nacional y la
prosperidad económica, primero de William Petty en el siglo XVII y, más tarde, de
Gregory King, .François Quesnay, Antoine-Laurent Lavoisier, Joseph-Louis
Lagrange y otros. Aunque estos pioneros del análisis económico sentaron las
8
bases del concepto moderno de renta con estas nociones de contabilidad nacional,
jamás se limitaron a prestar atención sólo a este concepto. También
comprendieron que la importancia de la renta era instrumental y dependía de las
circunstancias.

Por ejemplo, aunque William Petty fue el primero que utilizó tanto “el método
de la renta” como “el método del gasto” para estimar la renta nacional (los métodos
modernos de estimación se derivan directamente de estos primeros intentos), se
interesó de manera explícita por “la seguridad común” y por la “felicidad particular
de cada hombre”. El objetivo declarado de Petty para realizar su estudio estaba
relacionado directamente con la evaluación de las condiciones de vida de los
individuos. Consiguió conjugar la investigación científica con una significativa dosis
de política del siglo XVII (“de mostrar” que “los súbditos del rey no se encuentran
en tan mala si- tuación como querrían hacernos creer los descontentos”). La in
fluencia del consumo de bienes en las diversas funciones vitales también fue
objeto de la atención de otros autores. Por ejemplo, Joseph-Louis Lagrange, el
gran matemático, fue especialmente innovador al convertir los bienes en sus
características relacionadas con sus funciones: las cantidades de trigo y de otros
cereales en su equivalente nutritivo, las cantidades de carne en su conjunto en
unidades equivalentes de carne de vacuno (en función de sus cualidades
nutritivas) y las cantidades de bebidas en su conjunto en unidades de vino
(recuérdese que Lagrange era francés). Al centrar la atención en las funciones
resultantes y no sólo en los bienes, reclamamos parte de la vieja herencia de la
economía profesional.

MERCADOS Y LIBERTADES

El papel del mecanismo del mercado es otro tema en el que reclamamos parte de
la vieja herencia. La relación del mecanismo del mercado con la libertad y, por lo
tanto, con el desarrollo económico plantea, al menos, cuestiones de dos tipos muy
distintos, que es necesario distinguir claramente. En primer lugar, la denegación de
la oportunidad de realizar transacciones, por medio de controles arbitrarios, puede
ser en sí misma una fuente de falta de libertad. En ese caso, se priva a los
individuos de hacer algo que puede considerarse que —en ausencia de razones de
peso en contra— tienen derecho a hacer. Esta cuestión no depende de la
eficiencia del mecanismo del mercado ni de un análisis general de las
consecuencias de tener o no un sistema de mercado; depende simplemente de la
importancia de la libertad para realizar intercambios y transacciones sin
impedimentos ni obstáculos.

Este argumento a favor del mercado ha de distinguirse de otro, que se utiliza


muy a menudo en la actualidad: que los mercados normalmente contribuyen a
aumentar la renta y la riqueza y las oportunidades económicas que tienen los
individuos. Las restricciones arbitrarias del mecanismo del mercado pueden
provocar una reducción de las libertades debido a las consecuencias de la
ausencia de mercados. Puede haber privaciones cuando se niega a los individuos
las oportunidades económicas y las consecuencias favorables que los mercados
ofrecen y fomentan.

Estos dos argumentos a favor del mecanismo del mercado, im- portantes
ambos desde la perspectiva de las libertades fundamentales, deben distinguirse.
En la literatura económica moderna, es el segundo argumento —basado en el
funcionamiento eficaz del mecanismo del mercado y en sus favorables
resultados— el que es objeto casi exclusivo de atención. Se trata, desde luego, de
un argumento de peso, en general, y existen abundantes pruebas empíricas de
que el sistema de mercado puede ser un motor de rápido crecimiento económico y
de mejora del nivel de vida. Las medidas que restringen las oportunidades de
mercado pueden limitar la expansión de las libertades fundamentales que se
conseguirían por medio del sistema de mercado, principalmente por medio de la
prosperidad económica general. Eso no quiere decir que los mercados no sean a
veces contraproducentes (como señaló el propio Adam Smith al defender, en
particular, la necesidad de controlar el mercado financiero). Existen serios
argumentos a favor de la regulación en algunos casos. Pero en la actualidad se
reconocen, en general, los efectos positivos del sistema de mercado mucho más
que hace unas cuantas décadas.

Sin embargo, este argumento a favor de la utilización de los mer- cados es


muy distinto del argumento de que los individuos tienen derecho a realizar
transacciones e intercambios. Incluso aunque no se acepte que esos derechos son
inviolables —e independientes de sus consecuencias—, se puede sostener que la
negativa a conceder a los individuos el derecho a realizar transacciones
económicas entraña alguna pérdida social. Si resulta que los efectos de esas
transacciones son tan negativos para otros que puede restringirse razonablemente
esta presuposición prima facie en favor de que los individuos puedan realizar las
transacciones que quieran, aun así se pierde algo directamente imponiendo esta
restricción (aun cuando sea compensada por la pérdida alternativa de los efectos
que producen de forma indirecta estas transacciones en otros).
La disciplina de la economía ha tendido a dejar de centrar la atención en el
valor de las libertades y a fijarse en el de las utilidades, la renta y la riqueza. Esta
limitación del objeto de atención impide apreciar lo suficiente todo el papel del
mecanismo del mercado, aun cuando la economía como profesión difícilmente
pueda ser acusada de no alabar lo suficiente los mercados. Sin embargo, la
cuestión no es la cantidad de alabanzas sino las razones para hacerlas.

Tomemos como ejemplo el conocido argumento en economía de que un


mecanismo de mercado competitivo puede conseguir un tipo de eficiencia que
probablemente un sistema centralizado no pueda lograr gracias tanto al ahorro de
información (cada una de las personas que actúan en el mercado no tiene que
saber mucho) como a la compatibilidad de los incentivos (los astutos actos de cada
persona encajan a la perfección con los de las demás). Consideremos ahora, en
contra de lo que se supone generalmente, un caso en el que se consigue el mismo
resultado económico con un sistema centralizado en el que las decisiones de todo
el mundo relacionadas con la producción y con la asignación son tomadas por un
dictador. ¿Sería ese resultado tan bueno como el otro?

No es difícil argumentar que faltaría algo en ese escenario; a saber, la


libertad de los individuos para actuar a su gusto a la hora de decidir dónde trabajar,
qué producir, qué consumir, etc. Aun cuando en ambos escenarios (que implican,
respectivamente, la libre elección y la obediencia al orden dictatorial) una persona
produjera los mismos bienes de la misma forma y acabara teniendo la misma renta
y comprando los mismos bienes, aún podría tener buenas razones para preferir el
escenario de la libre elección al de la sumisión al orden. Existe una distinción entre
los “resultados finales” (es decir, sin tener en cuenta el proceso por el que se
consiguen, incluido el ejercicio de la libertad) y los “resultados globales” (teniendo
en cuenta los procesos a través de los cuales se han conseguido los resultados
finales), distinción cuya importancia hemos tratado de analizar más extensamente
en otra parte. La virtud del sistema de mercado no es sólo su capacidad para
generar resultados finales más eficientes.

La tendencia del análisis económico favorable al mercado a dejar de centrar


la atención en la libertad y a fijarse más en la utilidad ha tenido un precio: la
despreocupación por el valor fundamental de la propia libertad. John Hicks, uno de
los principales economistas de este siglo, mucho más proclive a centrar la atención
en la utilidad que en la libertad, expuso la cuestión con admirable claridad en un
pasaje sobre este tema:
Los principios liberales o contrarios a la interferencia de los economistas
clásicos (smithianos o ricardianos) no eran, para empezar, principios
económicos; eran una aplicación a la economía de los principios cuyo campo de
aplicación se pensaba que era mucho más amplio. La tesis de que la libertad
económica contribuía a la eficiencia económica no era más que un argumento
secundario. Lo que cuestiono es si tenemos alguna justificación para olvidar,
tanto como hemos hecho la mayoría de nosotros, la otra cara del argumento.

Esta cuestión quizá parezca algo esotérica en el contexto del de- sarrollo
económico, dada la prioridad que tiende a conceder la literatura sobre el desarrollo
a la generación de elevadas rentas, de una cesta mayor de bienes de consumo y
de otros resultados finales. Pero dista de ser esotérica. Uno de los mayores
cambios del proceso de desarrollo de muchas economías es la sustitución del
trabajo en condiciones de servidumbre y del trabajo forzado, característicos en
parte de muchas agriculturas tradicionales, por un sistema de libertad de contrato y
de desplazamiento físico. Una perspectiva del desarrollo basada en la libertad
recoge este punto inmediatamente de una forma que no puede un sistema de
evaluación que sólo se fije en los resultados finales.

Esta cuestión puede ilustrarse con los debates sobre la naturaleza del trabajo
esclavo existente en el sur de Estados Unidos antes de su abolición. El estudio
clásico de Robert Fogel y Stanley Engerman sobre este tema (Time on the Cross:
The Economía of American Negro Slavery) contiene una notable observación sobre
las “rentas pecuniarias” relativamente altas de los esclavos (las controversias sobre
algunas cuestiones que se analizan en este libro no minaron de manera seria esta
observación). Las cestas de bienes de consumo de los esclavos eran mejores —
desde luego, no eran peores— que las rentas de los trabajadores agrícolas libres.
Y la esperanza de vida de los esclavos tampoco era, en términos relativos,
especialmente baja: “casi idéntica a la esperanza de vida de algunos países tan
avanzados como Francia y Países Bajos” y “mucho mayor [que] la esperanza de
vida [de] los obreros industriales urbanos tanto de Estados Unidos como de
Europa”. Y sin embargo, los esclavos se escapaban, y había excelentes razones
para suponer que el sistema de esclavitud no servía bien a sus intereses. De
hecho, ni siquiera prosperaron los intentos, tras la abolición de la esclavitud, de
conseguir el retorno de los esclavos para obligarlos a trabajar como esclavos
(especialmente en “cuadrillas”), pero a cambio de elevados salarios.

Cuando los esclavos fueron liberados, muchos de los dueños de


plantaciones intentaron reconstruir sus cuadrillas a cambio de salarios. Pero
esos intentos fracasaron en general, a pesar de que los salarios ofrecidos a
los hombres liberados eran más de un 100% superiores a las rentas que
recibían cuando eran esclavos. Ni si quiera esta prima permitió a los dueños
de las plantaciones conseguir que se mantuviera el sistema de cuadrillas
una vez que se vieron privados del derecho a utilizar la fuerza.

La importancia de la libertad de empleó y de métodos de trabajo es fundamental


para con las valoraciones realizadas.

De hecho, las favorables observaciones de Karl Marx sobre el capitalismo


frente a la falta de libertad de las instituciones laborales precapitalistas estaban
relacionadas exactamente con esta cuestión y lo llevaron también a decir que la
guerra de Secesión americana fue “el gran acontecimiento de la historia
contemporánea”. De hecho, esta cuestión de la libertad de mercado es bastante
importante para el análisis del trabajo en condiciones de servidumbre —habitual en
muchos países en vías de desarrollo— y la transición hacia las instituciones
laborales basadas en la libertad de contrato. Este es, en realidad, uno de los casos
en los que el análisis marxista ha tendido a tener una cierta afinidad con el énfasis
libertario en la libertad por oposición a la utilidad.

Por ejemplo, en su gran estudio de la transición del trabajo en condiciones


de servidumbre al trabajo asalariado en la India, y V.K. Ramachandran describe
esclarecedoramente la importancia empírica de esta cuestión en la situación en la
que se encuentra en la actualidad la agricultura en el sur de la India:

Marx distingue entre (por utilizar el término que emplea Jon Elster) la libertad
formal del trabajador en el capitalismo y la falta de libertad real de los
trabajadores en los sistemas precapitalistas: “la libertad de los trabajadores para
cambiar de empresa los hace libres en un sentido que no se observa en los
modos de producción anteriores”. El estudio del desarrollo del trabajo asalariado
en la agricultura también es importante desde otra perspectiva. La extensión de
la libertad de los trabajadores en una sociedad para vender su fuerza de trabajo
constituye una mejora de su libertad positiva, lo cual es, a su vez, un importante
indicador de lo que progresa esa sociedad.

La conjunción del trabajo en condiciones de servidumbre y el endeudamiento dan


lugar a un tipo de falta de libertad especialmente persistente en muchas
agriculturas pre-capitalistas. La concepción del desarrollo como libertad permite
adoptar un enfoque directo de esta cuestión que no depende de que se demuestre
que los mercados de trabajo también aumentan la productividad de la agricultura,
cuestión importante en sí misma, pero muy diferente del tema de la libertad de
contrato y de empleo.

Algunos de los debates sobre el terrible problema del trabajo infantil también
están relacionados con esta cuestión de la libertad de elección. La peor violación
de las normas contra el trabajo infantil normalmente es la esclavitud casi total de
los hijos de las familias des favorecidas y el hecho de que sean obligados a realizar
labores en condiciones de explotación (en lugar de ser libres y posiblemente de ir,
a la escuela). Esta cuestión directa de la libertad constituye, una parte integral de
este controvertido tema.

LOS VALORES Y EL PROCESO DE VALORACIÓN

Volvamos ahora a la evaluación. Dado que nuestras libertades son di- versas, es
posible realizar una valoración explícita para determinar la importancia relativa de
los diferentes tipos de libertades en la evaluación de las ventajas individuales y del
progreso social. Todos esos enfoques (incluidos el utilitarismo, el pensamiento
libertario y otros, que se analizarán en el capítulo 3) entrañan, por supuesto,
valoraciones, aunque a menudo se hagan de forma implícita. Los que prefieren un
índice mecánico y no tener que indicar explícitamente los valores que utilizan y las
razones por las que los utilizan tienen tendencia a quejarse de que el enfoque
tasado en la libertad obliga a hacer valoraciones explícitas. Son muchas las
ocasiones en las que se ha manifestado ese tipo de quejas. Pero creemos que esa
obligación constituye un importante activo en un ejercicio de evaluación, sobre todo
para que pueda ser sometido a la crítica y el escrutinio públicos. De hecho, uno de
los argumentos más convincentes a favor de la libertad política es precisamente la
oportunidad que brinda a los ciudadanos de discutir y. debatir —y de participar en
la selección de— los valores utilizados para elegir las prioridades (esta cuestión se
analiza en los capítulos 6 a 11).

La libertad individual es esencialmente un producto social, y existe una


relación de doble sentido entre 1) los mecanismos sociales para expandir las
libertades individuales y 2) el uso de las libertades individuales no sólo para
mejorar las vidas respectivas sino también para conseguir que los mecanismos
sociales sean mejores y más eficaces. Las concepciones individuales de la justicia
y de la propiedad, que influyen en el uso específico que hacen los individuos de
sus libertades, dependen, además, de conexiones sociales, especialmente de la
formación interactiva de la opinión pública y de la comprensión compartida de los
problemas y de las soluciones. El análisis y la evaluación de la política económica
y social ha de ser sensible a estas diversas conexiones.

TRADICIÓN, CULTURA Y DEMOCRACIA

La cuestión de la participación también es crucial en algunos de los problemas


fundamentales que han socavado la fuerza y el alcance de la teoría del desarrollo.
Por ejemplo, algunos han afirmado que el de sarrollo económico, tal como lo
conocemos, podría ser perjudicial, en realidad, para un país, ya que podría
provocar la desaparición de sus tradiciones y de su herencia cultural. Este tipo de
objeciones suele desecharse, ya que se alega que es mejor ser rico y feliz que
pobre y tradicional. Esta alegación quizá sea un convincente eslogan, pero
difícilmente es una respuesta satisfactoria a la crítica en cuestión. Tampoco refleja
un serio compromiso con la cuestión valorativa fundamental que plantean quienes
mantienen una postura escéptica sobre el desarrollo.

La cuestión más seria es, más bien, la fuente de autoridad y de legitimidad.


Existe un inevitable problema de valoración a la hora de decidir qué elegir cuando
resulta que no es posible mantener algunos aspectos de la tradición porque son
incompatibles con los cambios económicos o sociales que puede ser necesario
introducir por otras razones. Es una decisión que tienen que afrontar y valorar las
personas afectadas. La elección no es una decisión cerrada (como parecen sugerir
muchos apologistas del desarrollo) ni una decisión que deba tomar la élite de
“guardianes” de la tradición (como parecen suponer muchos de los que mantienen
una postura escéptica sobre el desarrollo). Si hay que sacrificar un modo
tradicional de vida para escapar de la pobreza más absoluta o de la minúscula
longevidad (como la que han tenido muchas sociedades tradicionales durante
miles de años), son las personas directamente afectadas las que deben tener la
oportunidad de participar en la decisión. Donde está el verdadero conflicto es entre

1) el valor básico de que debe permitirse a los individuos decidir libremente


las tradiciones que desean o no mantener; y

2) la insistencia en que deben mantenerse las tradiciones arraigadas


(cualesquiera que sean éstas) o en que los individuos deben obedecer las
decisiones de las autoridades religiosas o laicas que imponen las tradiciones
(reales o imaginadas).
La fuerza del primer precepto reside en la importancia básica de la libertad
del hombre, y una vez que se acepta, tiene poderosas implicaciones sobre lo que
puede o no hacerse en nombre de la tradición. El enfoque del “desarrollo como
libertad” pone énfasis en este precepto.

De hecho, en la perspectiva basada en la libertad, ni los “guardianes”


nacionales o locales —ni los ayatollahs (u otras autoridades religiosas) ni los
dirigentes políticos (o los gobiernos dictatoriales) ni los “expertos” culturales
(nacionales o extranjeros)— pueden impedir a nadie participar en la elección de las
tradiciones que deben mantenerse. La indicación de que existe un conflicto real
entre la preservación de la tradición y las ventajas de la modernidad exige una
resolución en la que participe todo el mundo, no el rechazo unilateral de la
modernidad en favor de la tradición por parte de los dirigentes políticos, de las
autoridades religiosas o de los admiradores antropológicos del legado del pasado.
La cuestión no sólo no está cerrada sino que debe estar abierta de par en par para
que pueda ser resuelta por los miembros de la sociedad y decidida por ellos. El
intento de impedir la libertad de participación recurriendo a valores tradicionales
(como el fundamentalismo religioso, las costumbres políticas o los llamados
valores asiáticos) no tiene en cuenta la cuestión de la legitimidad y la necesidad de
que las personas afectadas decidan qué quieren —y qué razones tienen para—
aceptar.

Este reconocimiento básico tiene un notable alcance y poderosas


implicaciones. La preservación de la tradición no es una razón para suprimir en
general la libertad de los medios de comunicación o los derechos de comunicación
entre los ciudadanos. Aun cuando se considere que es históricamente correcta la
visión distorsionada de lo autoritario que era en realidad Confucio (en el capítulo 10
criticaremos esa interpretación), eso no es una razón suficiente para practicar el
autoritarismo por medio de la censura o de restricciones políticas, ya que son los
que viven en la actualidad quienes han de decidir si es legítimo adherirse hoy a las
ideas expresadas en el siglo VI a. J.C.

Por otra parte, dado que la participación exige conocimientos y un nivel


educativo básico, negar a un grupo cualquiera —por ejemplo, a las niñas— la
oportunidad de recibir educación es inmediata mente contrario a las condiciones
básicas de la libertad de participación. Aunque estos derechos se han cuestionado
con frecuencia (una de las embestidas más graves es el reciente ataque de los
líderes de los talibanes en Afganistán), ese requisito elemental no puede pasar
desapercibido en una perspectiva basada en la libertad. La concepción del
desarrollo como libertad tiene trascendentales implicaciones no sólo para los
objetivos últimos del desarrollo sino también para los procesos y los
procedimientos que han de respetarse.

OBSERVACIONES FINALES

La concepción del desarrollo basada en las libertades fundamentales de los


individuos tiene trascendentales implicaciones para la comprensión del proceso de
desarrollo, así como para la forma y los medios de fomentarlo. Desde el punto de
vista de la evaluación, implica la necesidad de evaluar los requisitos del desarrollo
desde la perspectiva de la eliminación de la falta de libertades que sufren los
miembros de la sociedad. Desde este punto de vista, el proceso de desarrollo no
es muy diferente de la historia de la superación de esta falta de libertades. Aunque
esta historia no deja de estar relacionada con el proceso de crecimiento económico
y de acumulación de capital físico y humano, su alcance y su cobertura van mucho
más allá de estas variables.

El hecho de que evaluemos el desarrollo centrando la atención en las


libertades, no quiere decir que exista un “criterio” de desarrollo único y preciso con
el cual siempre es posible comparar y ordenar los diferentes casos de desarrollo.
Dada la heterogeneidad de los distintos componentes de la libertad, así como la
necesidad de prestar atención a las diversas libertades de los diferentes individuos,
muchas veces habrá argumentos contrapuestos. El motivo por el que concebimos
el “desarrollo como libertad” no es tanto ordenar todos los Estados —o todos los
escenarios posibles— y elaborar una “ordenación completa” como llamar la
atención sobre importantes aspectos del proceso de desarrollo, cada uno de los
cuales merece que nos fijemos en él. Incluso después de prestarles atención,
seguirá habiendo sin duda diferencias entre las posibles ordenaciones globales,
pero su presencia no constituye un obstáculo para nuestros fines.

Lo malo sería pasar por alto —como se observa frecuentemente en la


literatura sobre el desarrollo— aspectos fundamentales debido a una falta de
interés por las libertades de las personas afectadas. Pretendemos ofrecer una
visión suficientemente amplia del desarrollo que nos permita centrar la atención en
la evaluación de cosas que son importantes y, en particular, no descuidar temas
que son fundamentales. Aunque esté bien pensar que el análisis de las variables re
levantes llevará automáticamente a todo el mundo a extraer las mis mas
conclusiones sobre la forma de ordenar los distintos escenarios, el enfoque no
requiere tal unanimidad. De hecho, los debates sobre estas cuestiones, foco de
posibles e importantes discusiones políticas, pueden formar parte del proceso de
participación democrática que caracteriza al desarrollo. Más adelante en este libro
tendremos ocasión de examinar la cuestión fundamental de la participación como
parte del proceso de desarrollo.
DESARROLLO Y NECESIDADES

Segunda Parte

(Exclusivamente para circulación interna)

MAX — NEEF, Manfred et. al. Desarrollo y Necesidades. Segunda Parte: En:
Desarrollo a Escala Humana. Development Dialogue; Número especial 1986.
Suecia: Fundación Dag Hammrkskjold. pp. 22 — 51
II Reflexiones para una nueva perspectiva

¿Hay algo que aportar a lo que ya se ha dicho?

La bibliografía sobre necesidades humanas a que pueden recurrir los


interesados es vasta y, en muchos casos, contiene aportes contundentes. La
temática ha trascendido los ámbitos de la filosofía y la psicología, para
convertirse en centro de atención de las disciplinas políticas, económicas y
sociales en general. Los organismos internacionales preocupados por la
promoción del desarrollo han hecho suyo, en estos últimos años, el criterio de
que éste debe orientarse preferentemente hacia la satisfacción de las llamadas
necesidades básicas. Más aún, hace once años el Informe Dag Hammarskjöld
“Qué hacer: Otro desarrollo”, colocaba tal propósito como uno de los pilares
fundamentales del nuevo tipo de desarrollo que debía urgentemente
desencadenarse a fin de superar la desoladora miseria que hacía presa de la
mayoría de los habitantes del Tercer Mundo.
Hoy es aceptado casi como un lugar común que desarrollo y necesidades
humanas son componentes de una ecuación irreductible. Sin embargo, en esta
línea de reflexión queda aún mucho que aportar.

En primer lugar está el hecho de que el nuevo enfoque no puede reducirse a


mero arreglo cosmético de un paradigma en crisis. Implica desde la partida, la
apertura hacia una nueva manera de contextualizar el desarrollo. Ello significa
modificar sustancialmente las visiones dominantes sobre estrategias de
desarrollo, en el sentido de entender, por ejemplo, que ningún Nuevo Orden
Económico Internacional podrá ser significativo si no está sustentado en la
reformulación estructural de una densa red de Nuevos Ordenes Económicos
Locales.

Significa, además, reconocer la incompletitud e insuficiencia de las teorías


económicas y sociales que han servido de sustento y orientación a los procesos
de desarrollo hasta el presente. Significa tomar conciencia, concretamente, de
que en un mundo cada vez más heterogéneo por su creciente e inevitable
interdependencia, la aplicación de modelos de desarrollo sustentados en teorías
mecanicistas, acompañados de indicadores agregados y homogeneizantes,
representa una ruta segura hacia nuevas y más inquietantes frustraciones.

Un Desarrollo a Escala Humana, orientado en gran medida hacia la satisfacción


de las necesidades humanas, exige un nuevo modo de interpretar la realidad.
Nos obliga a ver y a evaluar el mundo, las personas y sus procesos, de una
manera distinta de la convencional. Del mismo modo, una teoría de las
necesidades humanas para el desarrollo, debe entenderse justamente en esos
términos: como una teoría para el desarrollo,*

* Utilizamos aquí la noción de teoría como un proceso deductivo a partir de


ciertos postulados.

Tal como una piedra tiene atributos distintos para un geólogo que para un
arquitecto, las necesidades humanas adquieren visos distintos en el ámbito de
la psicología clínica que en el ámbito del desarrollo. Ello no implica, empero,
sugerir la construcción de nuevos reduccionismos. Los ámbitos y los atri- butos
están imbricados en ambos casos. De lo que se trata es de una cuestión de
forma y de énfasis; es decir, de enfoque.

El desafío consiste en que políticos, planificadores, promotores y, sobre todo,


los actores del desarrollo sean capaces de manejar el enfoque de las
necesidades humanas, para orientar sus acciones y aspiraciones.

La necesaria transdiciplinariedad

Los aportes que siguen apuntan a ese propósito. Es decir, hacer entendible y
operativa una teoría de las necesidades humanas para el desarrollo. El esfuerzo
no puede sustentarse, sin embargo, en ninguna disciplina particular, por que la
nueva realidad y los nuevos desafíos obligan ineludiblemente a una
transdisciplinariedad.
La evidencia central es que las nuevas calamidades sociales se nos revelan, cada
día más, ya no como problemas específicos, sino como problemáticas complejas
que no pueden seguir atacándose satisfactoriamente mediante la aplicación
exclusiva de políticas convencionales, inspiradas por disciplinas reduccionistas.

Tal como la enfermedad de una persona puede traducirse en un problema médico,


y esa misma enfermedad transformada en epidemia trasciende el campo
estrictamente médico, del mismo modo nuestro desafío actual no consiste tanto en
enfrentar problemas, como en enfrentar la tremenda magnitud de los problemas.

Es la cuestión de la creciente magnitud y complejidad la que determina la


transformación de problemas con claros contornos disciplinarios en problemáticas
generadoras de difusos entornos transdisciplinarios.

Exclamaba el Marqués de Sade, en medio del terror de la Revolución Francesa:


“Ya no existe ninguna hermosa muerte individual”. De manera análoga podemos
exclamar nosotros, en medio de una realidad actual que nos agobia: “ya no nos
queda ningún hermoso problema particular”.

Sólo un enfoque transdisciplinario nos permite comprender, por ejemplo, de qué


manera la política, la economía y la salud han convergido hacia una encrucijada.
Descubrimos, así, casos cada vez más numerosos donde la mala salud es el
resultado de la mala política y de la mala economía.

Si las políticas económicas diseñadas por economistas, afectan totalmente —


como, de hecho, lo hacen — la totalidad de una sociedad, los economistas ya no
pueden pretender que su única preocupación son los problemas económicos. Tal
pretensión sería poco ética, puesto que implicaría asumir la responsabilidad por la
acción, pero no por las consecuencias de la acción.

Nos enfrentamos a situaciones desconcertantes, donde cada vez entendemos


menos. De ahí que las cosas están realmente mal, y se volverán peores, a menos
que dediquemos mucho más energía e imaginación al diseño de transdisciplinas
coherentes y significativas. Vivimos una época de transición trascendental, lo cual
significa que los cambios de paradigma no sólo son necesarios, sino que
imprescindibles.

Tres postulados y algunas proposiciones

El desarrollo se refiere a las personas y no a los objetos. Este es el postulado


básico del Desarrollo a Escala Humana.

Aceptar este postulado —ya sea por opciones étícas, racionales o intuitivas— nos
conduce a formulamos la siguiente pregunta fundamental: “ puede establecerse
que un determinado proceso de desarrollo es mejor que otro?”. Dentro del
paradigma tradicional, se tienen indicadores tales como el Producto Geográfico
Bruto, el cual es, de alguna manera y caricaturizado un poco, un indicador del
crecimiento cuantitativo de los objetos. Necesitamos ahora un indicador del
crecimiento cualitativo de las personas. ¿Cuál podría ser?

Contestamos la pregunta en los siguientes términos: “El mejor proceso de


desarrollo será aquél que permita elevar más la calidad de vida de las personas”.
La pregunta siguiente se desprende de inmediato: “Qué determina la calidad de
vida de las personas?”.

“La calidad de vida dependerá de las posibilidades que tengan las personas de
satisfacer adecuadamente sus necesidades humanas fundamentales”. Surge la
tercera pregunta: “ son esas necesidades fundamentales? y/o ¿quién decide
cuáles son?”. Antes de responder a esta pregunta, deben hacerse algunas
disquisiciones.

Necesidades y satisfactores

Se ha creído, tradicionalmente, que las necesidades humanas tienden a ser


infinitas; que están constantemente cambiando; que varían de una cultura a otra, y
que son diferentes en cada período histórico. Nos parece que tales suposiciones
son incorrectas, puesto que son producto de un error conceptual.
El típico error que se comete en la literatura y análisis acerca de las necesidades
humanas es que no se explicita la diferencia fundamental entre lo que son
propiamente necesidades y lo que son satisfactores de esas necesidades. Es
indispensable hacer una distinción entre ambos conceptos —como se demostrará
más adelante— por motivos tanto epistemológicos como metodológicos.

La persona es un ser de necesidades múltiples e interdependientes. Por ello las


necesidades humanas deben entenderse como un sistema en que las mismas se
interrelacionan e interactúan. Simultaneidades, complementariedades y
compensaciones (trade-offs) son características de la dinámica del proceso de
satisfacción de las necesidades.
Las necesidades humanas pueden desagregarse conforme a múltiples criterios, y
las ciencias humanas ofrecen en este sentido una vasta y variada literatura. En
este documento se combinan dos criterios posibles de desagregación: según
categorías existenciales y según categorías axiológicas. Esta combinación permite
operar con una clasificación que incluye, por una parte, las necesidades de Ser,
Tener, Hacer y Estar; y, por la otra, las necesidades de Subsistencia, Protección,
Afecto, Entendimiento, Participación, Ocio, Creación, Identidad y Libertad. Ambas
categorías de necesidades pueden combinarse con la ayuda de una matriz. (Ver
capítulo IV pag. 42).

De la clasificación propuesta se desprende que, por ejemplo, alimentación y abrigo


no deben considerarse como necesidades, sino como satisfactores de la
necesidad fundamental de subsistencia. Del mismo modo, la educación (ya sea
formal o informal), el estudio, la investigación, la estimulación precoz y la
meditación son satisfactores de la necesidad de entendimiento. Los sistemas
curativos, la prevención y los esquemas de salud, en general, son satisfactores de
la necesidad de protección.
No existe correspondencia biunívoca entre necesidades y satisfactores. Un
satisfactor puede contribuir simultáneamente a la satisfacción de diversas
necesidades o, a la inversa, una necesidad puede requerir de diversos
satisfactores para ser satisfecha. Ni siquiera estas relaciones son fijas. Pueden
variar según tiempo, lugar y circunstancias.

Valga un ejemplo como ilustración. Cuando una madre le da el pecho a su bebé, a


través de ese acto, contribuye a que la criatura reciba satisfacción simultánea para
sus necesidades de subsistencia, protección, afecto e identidad. La situación es
obviamente distinta si el bebé es alimentado de manera más mecánica.

Habiendo diferenciado los conceptos de necesidad y de satisfactor, es posible


formular dos postulados adicionales. Primero: Las necesidades humanas
fundamentales son finitas, pocas y clasificables. Segundo: Las necesidades
humanas fundamentales (como las contenidas en el sistema propuesto) son las
mismas en todas las culturas y en todos los períodos históricos. Lo que cambia, a
través del tiempo y de las culturas, es la manera o los medios utilizados para la
satisfacción de las necesidades. (Ver capítulo III, pags. 37 y 38).

Cada sistema económico, social y político adopta diferentes estilos para la


satisfacción de las mismas necesidades humanas fundamentales. En cada
sistema, éstas se satisfacen (o no se satisfacen) a través de la generación (o no
generación) de diferentes tipos de satisfactores.
Uno de los aspectos que define una cultura es su elección de satisfactores. Las
necesidades humanas fundamentales de un individuo que pertenece a una
sociedad consumista son las mismas de aquél que pertenece a una sociedad
ascética. Lo que cambia es la elección de cantidad y calidad de los satis- factores,
y/o las posibilidades de tener acceso a los satisfactores requeridos.

Lo que está culturalmente determinado no son las necesidades humanas


fundamentales, sino los satisfactores de esas necesidades. El cambio cultural
es—entre otras cosas— consecuencia de abandonar satisfactores tradicionales
para reemplazarlos por otros nuevos y diferentes.

Cabe agregar que cada necesidad puede satisfacerse a niveles diferentes y con
distintas intensidades. Más aún, se satisfacen en tres contextos: a) en relación con
uno mismo (Eigenwelt); b) en relación con el grupo social (Mitwelt); y c) en relación
con el medio ambiente (Umwelt). La calidad e intensidad tanto de los niveles como
de los contextos dependerá de tiempo, lugar y circunstancia.
La pobreza y las pobrezas
El sistema propuesto permite la reinterpretación del concepto de pobreza. El
concepto tradicional es limitado y restringido, puesto que se refiere exclusivamente
a la situación de aquellas personas que pueden clasificarse por debajo de un
determinado umbral de ingreso. La noción es estrictamente economicista.

Sugerimos no hablar de pobreza, sino de pobrezas. De hecho, cualquier


necesidad humana fundamental que no es adecuadamente satisfecha revela una
pobreza humana. La pobreza de subsistencia (debido a alimentación y abrigo
insuficientes); de protección (debido a sistemas de salud ineficientes, a la
violencia, la carrera armamentista, etc.); de afecto (debido al autoritarismo, la
opresión, las relaciones de explotación con el medio ambiente natural, etc.) de
entendimiento (debido a la deficiente calidad de la educación); de participación
(debido a la marginación y discriminación de mujeres, niños y minorías); de
identidad (debido a la imposición de valores extraños a culturas locales y
regionales, emigración forzada, exilio político, etc.) y así sucesivamente.

Pero las pobrezas no son sólo pobrezas. Son mucho más que eso. Cada pobreza
genera patologías, toda vez que rebasa límites críticos de intensidad y duración.
Esta es una observación medular que conviene ilustrar.

Economía y patologías

La gran mayoría de los analistas económicos estarían de acuerdo en que el


crecimiento generalizado del desempleo, por una parte, y la magnitud del
endeudamiento externo del Tercer Mundo, por otra, constituyen dos de los
problemas económicos más importantes del mundo actual. Para el caso de
algunos países de América Latina habría que agregar el de la hiperinflación. A
pesar de que el desempleo es un problema que, en mayor o menor grado, siempre
ha existido en el mundo industrial, todo parece indicar que nos estamos
enfrentando a un nuevo tipo de desempleo, que tiende a permanecer y que, por lo
tanto, se está transformando en un componente estructural del sistema económico
mundial.

Desempleo
Es sabido que un individuo que sufre una prolongada cesantía cae en una especie
de “montaña rusa” emocional, la cual comprende, por lo menos, cuatro etapas: a)
shock, b) optimismo, c) pesimismo, d) fatalismo. La última etapa representa la
transición de la inactividad a la frustración y de allí a un estado final de apatía
donde la persona alcanza su más bajo nivel de autoestima.

Es bastante evidente que la cesantía prolongada perturbará totalmente el sistema


de necesidades fundamentales de las personas. Debido a los problemas de
subsistencia, la persona se sentirá cada vez menos protegida; las crisis familiares
y los sentimientos de culpa pueden destruir las relaciones afectivas; la falta de
participación dará cabida a sentimientos de aislamiento y marginación y la
disminución de la autoestima puede fácilmente provocar crisis de identidad.

La cesantía prolongada produce patologías. Sin embargo, esto no constituye la


peor parte del problema. Dadas las actuales circunstancias de crisis económicas
generalizadas, es decir, dada la magnitud del problema, no podemos seguir
pensando en patologías individuales. Debemos necesariamente reconocer la
existencia de patologías colectivas de la frustración, para las cuales los
tratamientos aplicados han resultado hasta ahora ineficaces.

Aun cuando son procesos económicos los que generan el desempleo, una vez
que éste rebasa magnitudes críticas tanto en cantidad como en duración, no hay
tratamiento económico alguno que sea capaz de resolver la problemática en que
el problema original se ha transformado. Como problemática pertenece a
una transdisciplina que aún no se ha comprendido ni organizado. Esto último, en
términos de un programa para el futuro, representa el primer desafío. En lo que se
refiere a tendencias, estas patologías colectivas aumentarán.

Deuda externa
La deuda externa del Tercer Mundo también será responsable de otro tipo de
patologías colectivas. Con el fin de mantener al sistema bancario internacional
robusto y sano, una gran cantidad de países y sus poblaciones tendrán que
someterse a costa de quedar debilitados y enfermos.

El Presidente del Partido Conservador Británico, John Gummer, señaló, a


comienzos de 1985: “Estados Unidos importa los ahorros del resto del mundo y
exporta la inflación. Esto constituye un grave problema”. Ahora bien, debido a un
dólar americano sobrevaluado ya tasas de interés exorbitantes, las naciones
deudoras deberán pasar por todas las penurias para poder maximizar sus
ingresos por concepto de exportaciones. Este hecho, inevitablemente, se realizará
a costa de la depredación irreversible de muchos recursos, del aumento de
hambrunas y de un creciente empobrecimiento, no coyuntural, sino estructural.
Determinar cuales serán las terribles patologías colectivas que irán surgiendo en
los países pobres, como consecuencia de esta aberrante situación, es el segundo
desafío.*

* Aún cuando el valor relativo del dólar y las tasas de interés evolucionen
favorablemente para los países deudores, como ha estado ocurriendo durante
1986, la carga total seguirá siendo tan grande que las observaciones que
hacemos no quedan invalidadas.

Hiperinflación
La experiencia latinoamericana demuestra que la hiperinflación también trasciende
la esfera económica y condiciona el conjunto de la vida social. Durante los últimos
años, países como Brasil, Argentina, Bolivia y Perú han sido psicosocialmente
devastados por una moneda en la que sus usuarios confían cada vez menos. Más
allá de las consecuencias económicas de devaluaciones diarias (especulación
financiera, disminución crónica de inversiones productivas, deterioro sistemático
de salarios reales) la inflación sostenida, a tasas anuales de tres y hasta cuatro
dígitos, erosiona la confianza de un pueblo, crea falsas expectativas que luego
frustra violentamente, y despierta una profunda incertidumbre respecto del futuro.
El temor por la “salud” de la moneda irradia sentimientos colectivos de creciente
pesimismo respecto del país, del Estado y del futuro de cada persona. El agudo
deterioro de la confianza conlleva inseguridad y escepticismo generalizados,
fenómenos difíciles de revertir, y con los cuales es aún más difícil construir
alternativas capaces de superar esa misma crisis inflacionaria.

La problemática de la hiperinflación no sólo tiene componentes económicos, sino


psicológicos y sociales además. El nuevo concepto de inflación inercial reconoce
precisamente que, en parte, la inflación es consecuencia de la propia inflación. Es
decir, las expectativas inflacionarias determinan que el comportamiento de las
personas sea tal, que acaba imprimiendo aún más aceleración a la espiral
inflacionaria, lo que es un ejemplo claro de profecía autocumplida. De ahí que la
única manera eficaz de atacar esta problemática sea a través de una coherente
estrategia transdisciplinaria.

En virtud de lo expuesto, no es de extrañar la gran acogida popular que han tenido


hasta la fecha los enérgicos planes anti-inflacionarios recientemente impulsados
por Argentina y Brasil, ambos con claros contenidos de impacto psicológico. El
llamado Plan Austral en Argentina ha exigido de la sociedad civil mayores
sacrificios y privaciones de los que ya había acumulado, y paradojalmente le ha
significado al gobierno un aumento del respaldo ciudadano. El caso de Brasil ha
contado con análogos resultados. La acogida, en ambos países, de un remedio
tan drástico, refleja cuán grave es la enfermedad, tal como la perciben sus propias
víctimas.
Hemos aportado sólo tres ejemplos. Sin embargo son mucho más los procesos
económicos que, concebidos y diseñados en forma tecnocrática y con visión
reduccionista, generan patologías colectivas. Los economistas, especialmente los
ubicados en posiciones de influencia, debieran hacer su propio esfuerzo de
honesta autocrítica para descubrirlos y reconocerlos. Ello implica, por cierto,
asumir como principio algo que pareciera olvidarse con demasiada frecuencia: que
la economía está para servir a las personas, y no las personas para servir a la
economía.

Política y patologías
Las persecuciones, producto de intolerancias políticas, religiosas y de otros tipos,
son tan antiguas como la humanidad, Sin embargo, nuestro “logro” más novedoso
es la tendencia de los principales liderazgos políticos actuales, de orientar sus
acciones de acuerdo a generalizaciones tan increíblemente esquizofrénicas
acerca del ‘‘enemigo’’ que nos están conduciendo directamente hacia el omnicidio;
es decir, hacia la posible matanza de todos nosotros.

El miedo
Dicha esquizofrenia política no se encuentra sólo a nivel de confrontaciones
globales entre los grandes poderes: también se dan casos similares en muchos
niveles nacionales. Todos son responsables de la generación de diversas
patologías colectivas del miedo.

Sugerimos aquí, en calidad de ejemplo, cuatro tipos de patologías colectivas del


miedo, de acuerdo a su origen: a) por confusión semántica originada en
manipulaciones ideológicas; b) por violencia; c) por aislamiento, exilio y
marginación; y d) por frustración de proyectos de vida. Seguramente hay otros,
pero éstos parecen suficientes a modo de ejemplo.

Los eufemismos
Los discursos del poder están llenos de eufemismos. Las palabras ya no se
ajustan a los hechos. A lo que debiéramos llamar ANIQUILADORES, lo llamamos
armas nucleares, como si se tratara simplemente de versiones más poderosas de
las armas convencionales. Llamamos “mundo libre” a un mundo lleno de ejemplos
de las más obscenas inequidades y violaciones de los derechos humanos. En
nombre del Pueblo se instituyen sistemas donde el pueblo simplemente debe
acatar, de manera obediente, los dictámenes de un Estado Todopoderoso.
Marchas pacíficas de protesta son severamente castigadas y los que en ellas
participan son detenidos y condenados por “atentar contra el Orden Público y
subvertirlo”. Sin embargo, y al mismo tiempo, las variadas formas de terrorismo de
Estado se aplican en nombre de las leyes y el orden. Podrían llenarse muchas
páginas con ejemplos. El caso es que las personas dejan de comprender y, por lo
tanto, se transforman en cínicas, o bien en masas perplejas, alienadas e
impotentes frente a la realidad.

Violencia, margina y exilio

La violencia perturba directamente la necesidad de protección y, de este modo, da


paso a una profunda ansiedad. Por otra parte, el aislamiento, la marginación y el
exilio político destruyen la identidad de las personas y causan rupturas familiares
con destrucción de afectos, y generan sentimientos de culpa, a menudo
acompañados de fantasías o intentos reales de auto- aniquilación. Además, la
frustración de los proyectos de vida debido a una intolerancia política aniquiladora
de la libertad, destruye la capacidad creativa de las personas, lo cual conduce
lentamente, a partir de un profundo resentimiento, a la apatía y pérdida de la
autoestima.

Nuestro tercer desafió consiste en reconocer y evaluar las patologías colectivas


que los diversos sistemas socio-políticos son capaces de provocar —cada uno a
su manera y con su propia intensidad— como resultado del bloqueo sistemático
de necesidades tales como entendimiento, protección, identidad, afecto,
creatividad y libertad.

Resumen
Lo que se ha sugerido en esta reflexión es que: a) cualquier necesidad humana
fundamental no satisfecha de manera adecuada produce una patología; b) hasta
el momento, se han desarrollado tratamientos para combatir patologías
individuales o de pequeños grupos; c) hoy en día, nos vemos enfrentados a una
cantidad de patologías colectivas que aumentan de manera alarmante, para las
cuales los tratamientos aplicados han resultado ineficaces; d) para una mejor
comprensión de estas patologías colectivas es preciso establecer las necesarias
transdisciplinariedades.

La posibilidad de desarrollar diálogos fecundos entre disciplinas pertinentes para


la adecuada interpretación de problemáticas como las mencionadas constituye el
cuarto desafío.

Nuevas patologías colectivas se originarán en el corto y largo plazo si


continuamos con enfoques tradicionales y ortodoxos. No tiene sentido sanar a un
individuo para luego devolverlo a un ambiente enfermo.
Cada disciplina, en la medida en que se ha hecho más reduccionista y
tecnocrática, ha creado su propio ámbito de deshumanización. Volver a
humanizarnos desde dentro de cada disciplina, es el gran desafío final. En otras
palabras, sólo la voluntad de apertura intelectual puede ser el cimiento fecundo
para cualquier diálogo o esfuerzo transdisciplinario que tenga sentido, y que
apunte a la solución de las problemáticas reales que afectan a nuestro mundo
actual.

La humanización y la transdisciplinariedad responsables son nuestra respuesta a


las problemáticas y son, quizás, nuestra única defensa. Si no asumimos el
desafío, nadie será inocente. Todos seremos cómplices de generar sociedades
enfermas. Y no hay que olvidar aquello que América Latina ha aprendido a costa
de mucho dolor; que... si “en el país de los ciegos el tuerto es rey”; en “las
sociedades enfermas son los necrófilos los que sustentan el poder”.

Sugerencias
Una línea de investigación fecunda en relación a las tendencias animadas por las
estructuras existentes, es el estudio de problemáticas a fin de estimular enfoques
y perspectivas transdisciplinarias. La creciente complejidad de nuestras
sociedades requiere de aproximaciones más amplias que las meramente
disciplinarias. De ello derivan exigencias metodológicas y epistemológicas que
será necesario identificar y responder.

Por último, es imprescindible iniciar el reconocimiento de la magnitud y


características de las patologías colectivas propias de la actual crisis, y
diferenciarlas conforme a cómo se expresan en los distintos órdenes
socioeconómicos y políticos que enfrentan dicha crisis. Deberá también trabajarse
en el diseño de indicadores capaces de expresar la evolución y profundidad de
patologías colectivas que surgen de fenómenos tales como el desempleo, la
hiperinflación, la marginalidad en sus distintas manifestaciones, y la represión.
Será necesario asimismo introducir en los ámbitos académicos y políticos una
reflexión más sistemática sobre las patologías colectivas, en el entendimiento de
que desbordan los límites de las disciplinas individuales.

III Fundamentación
Necesidades humanas: carencia y potencialidad

Una política de desarrollo orientada hacia la satisfacción de las necesidades


humanas, entendidas en el sentido amplio que aquí les hemos dado, trasciende la
racionalidad económica convencional porque compromete al ser humano en su
totalidad. Las relaciones que se establecen —y que pueden establecerse— entre
necesidades y sus satisfactores, hacen posible construir una filosofía y una política
de desarrollo auténticamente humanista.

Las necesidades revelan de la manera más apremiante el ser de las personas, ya


que aquel se hace palpable a través de éstas en su doble condición existencial:
como carencia y como potencialidad. Comprendidas en un amplio sentido, y no
limitadas a la mera subsistencia, las necesidades patentizan la tensión constante
entre carencia y potencia tan propia de los seres humanos.

Concebir las necesidades tan sólo como carencia implica restringir su espectro a
lo puramente fisiológico, que es precisamente el ámbito en que una necesidad
asume con mayor fuerza y claridad la sensación de “falta de algo”. Sin embargo,
en la medida en que las necesidades comprometen, motivan y movilizan a las
personas, son también potencialidad y, más aún, pueden llegar a ser recursos. La
necesidad de participar es potencial de participación, tal como la necesidad de
afecto es potencial de afecto.

Acceder al ser humano a través de las necesidades permite tender el puente entre
una antropología filosófica y una opción política y de políticas; tal parecía ser la
voluntad que animó los esfuerzos intelectuales tanto de Karl Marx como de
Abraham Maslow. Comprender las necesidades como carencia y potencia, y
comprender al ser humano en función de ellas así entendidas, previene contra
toda reducción del ser humano a la categoría de existencia cerrada.

Así entendidas las necesidades —como carencia y potencia— resulta impropio


hablar de necesidades que se “satisfacen” o que se “colman”. En cuanto revelan
un proceso dialéctico, constituyen un movimiento incesante. De allí que quizás sea
más apropiado hablar de vivir y realizar las necesidades, y de vivirlas y realizarlas
de manera continua y renovada.

Necesidades humanas y sociedad

Si queremos definir o evaluar un medio en función de las necesidades humanas


no basta con comprender cuáles son las posibilidades que el medio pone a
disposición de los grupos o de las personas para realizar sus necesidades. Es
preciso examinar en qué medida el medio reprime, tolera o estimula que las
posibilidades disponibles o dominantes sean recreadas y ensanchadas por los
propios individuos o grupos que lo componen.
Satisfactores y bienes económicos

Son los satisfactores los que definen la modalidad dominante que una cultura o
una sociedad imprimen a las necesidades. Los satisfactores no son los bienes
económicos disponibles sino que están referidos a todo aquello que, por
representar formas de ser, tener, hacer y estar, contribuye a la realiza ción de
necesidades humanas. (Ver capítulo 4, pag. 41). Pueden incluir, entre otras,
formas de organización, estructuras políticas, prácticas sociales, condiciones
subjetivas, valores y normas, espacios, contextos, comportamientos y actitudes;
todas en una tensión permanente entre consolidación y cambio.

La alimentación es un satisfactor, como también puede serlo una estructura


familiar (de la necesidad de protección, por ejemplo) o un orden político (de la
necesidad de participación, por ejemplo). Un mismo satisfactor puede realizar
distintas necesidades en culturas distintas, o vivirse de manera divergente por las
mismas necesidades en contextos diferentes.
El que un satisfactor pueda tener efectos distintos en diversos contextos depende
no sólo del propio contexto, sino también en buena parte de los bienes que el
medio genera, de cómo los genera y de cómo organiza el consumo de los mismos.
Entendidos como objetos y artefactos que permiten incrementar o mermar la
eficiencia de un satisfactor, los bienes se han convertido en elementos
determinantes dentro de la civilización industrial. La forma como se ha organizado
la producción y apropiación de bienes económicos a lo largo del capitalismo
industrial ha condicionado de manera abrumado- ra el tipo de satisfactores
dominantes.

Mientras un satisfactor es en sentido último el modo por el cual se expresa una


necesidad, los bienes son en sentido estricto el medio por el cual el sujeto
potencia los satisfactores para vivir sus necesidades. Cuando la forma de
producción y consumo de bienes conduce a erigir los bienes en fines en sí
mismos, entonces la presunta satisfacción de una necesidad empaña las
potencialidades de vivirla en toda su amplitud. Queda, allí, abonado el terreno para
la confirmación de una sociedad alienada que se embarca en una carre- ra
productivista sin sentido. La vida se pone, entonces, al servicio de los artefactos
en vez de los artefactos al servicio de la vida. La pregunta por la calidad de vida
queda recubierta por la obsesión de incrementar la productividad de los medios.

La construcción de una economía humanista exige, en este marco, un importante


desafío teórico, a saber: entender y desentrañar la dialéctica entre necesidades,
satisfactores y bienes económicos. Esto, a fin de pensar formas de organización
económica en que los bienes potencien satisfactores para vivir las necesidades de
manera coherente, sana y plena.

La situación obliga a repensar el contexto social de las necesidades humanas de


una manera radicalmente distinta de como ha sido habitualmente pensado por
planificadores sociales y por diseñadores de políticas de desarrollo. Ya no se trata
de relacionar necesidades solamente con bienes y servicios que presuntamente
las satisfacen; sino de relacionarlas además con prácticas sociales, formas de
organización, modelos políticos y valores que repercuten sobre las formas en que
se expresan las necesidades.

Para una teoría crítica de la sociedad no basta especificar cuáles son los
satisfactores y bienes económicos dominantes al interior de ella, sino presentar los
además como productos históricamente constituidos y, por lo tanto susceptibles de
ser modificados. Por consiguiente es necesario rastrear el proceso de creación,
mediación y condicionamiento entre necesidades, satisfactores y bienes
económicos.

La reivindicación de Lo subjetivo

Suponer una relación directa entre necesidades y bienes económicos permite lo


subjetivo la construcción de una disciplina objetiva, tal como la economía
tradicional supone serlo. Es decir, de una disciplina mecanicista en que el
supuesto central es el de que las necesidades se manifiestan a través de la
demanda que, a su vez, está determinada por las preferencias individuales en
relación a los bienes producidos. El incluir los satisfactores como parte del proceso
econó- mico implica reivindicar lo subjetivo más allá de las puras preferencias
respecto de objetos y artefactos.
Podemos comprender cómo se viven las necesidades en nosotros mismos y en
nuestro medio: grupo familiar, comunitario o social, sistema económico, modelo
socio-político, estrategias de vida, cultura o nación. Podemos tratar de entender
cómo se relacionan en nuestro medio los satisfactores y bienes económicos
dominantes con las formas de sentir, expresar, y actuar nuestras necesidades.
Podemos detectar cómo los satisfactores y bienes disponibles o dominantes
limitan, condicionan, desvirtúan o, por el contrario, estimulan nuestras
posibilidades de vivir las necesidades humanas. Podemos, sobre esa base,
pensar las formas viables de recrear y reorganizar los satis- factores y bienes de
manera que enriquezcan nuestras posibilidades de realizar las necesidades y
reduzcan nuestras posibilidades de frustrarlas.
Las formas en que vivimos nuestras necesidades son, en último término,
subjetivas. Parecería, entonces, que todo juicio universalizador podría pecar de
arbitrario. Tal objeción bien podría surgir desde la trinchera del positivismo.

La identificación que el positivismo hace de lo subjetivo con lo particular, si bien


pone de manifiesto el fracaso histórico del idealismo absoluto, constituye para las
ciencias sociales una espada de Damocles. Cuando el objeto de estudio es la
relación entre seres humanos y sociedad, la universalidad de lo subjetivo no se
puede soslayar.

El carácter social de la subjetividad es uno de los ejes de la reflexión sobre el ser


humano concreto. No existe imposibilidad de juzgar sobre lo subjetivo. Lo que
existe, más bien, es miedo a las consecuencias que pueda tener tal discurso. Un
caso claro lo encontramos en la teoría económica, desde los neoclásicos hasta los
monetaristas, donde para no hablar de necesidades se acuña la noción de
preferencias. Tras esta opción se revela el marcado recelo hacia lo universal-
subjetivo y a las consecuencias de asumirlo, sobre todo si se trata de defender
una economía de libre mercado. Las preferencias se definen en el ámbito de lo
subjetivo-particular, son competencia de cada persona, y no amenazan, por lo
tanto los supuestos de la racionalidad del mercado. Hablar, en cambio, de
necesidades humanas fundamentales obliga a situarse desde la partida en el
plano de lo subjetivo-universal, lo cual torna estéril cualquier enfoque mecanicista.

La forma en que se expresan las necesidades a través de los satisfactores varía a


lo largo de la historia, de acuerdo a culturas, referentes sociales, estrategias de
vida, condiciones económicas, relaciones con el medio ambiente. Estas formas de
expresión tocan tanto lo subjetivo como lo objetivo, pero están permeadas por la
situación histórica del vivir de las personas. De ahí que los satisfactores son lo
histórico de las necesidades y los bienes económicos su materialización.

Necesidades humanas: tiempo y ritmos


Por carecer de la necesaria evidencia empírica, no podemos afirmar a ciencia
cierta que las necesidades humanas fundamentales son permanentes. Sin
embargo, nada nos impide hablar de su carácter social-universal, en tanto
necesidades cuya realización resulta deseable a cualquiera, y cuya inhibición,
también para cualquiera, ha de resultar indeseable. Al reflexionar en torno a las
nueve necesidades fundamentales propuestas en nuestro sistema, el sentido
común, acompañado de algún conocimiento antropológico, nos indica que
seguramente las necesidades de subsistencia, protección, afecto, entendimiento,
participación, ocio y creación estuvieron presentes desde los orígenes del “homo
habilis” y, sin duda, desde la aparición del “homo sapiens”.

Probablemente en un estadio evolutivo posterior surgió la necesidad de identidad,


y, mucho más tarde la necesidad de libertad. Del mismo modo es probable que en
el futuro la necesidad de trascendencia, que no incluimos en nuestro sistema por
no considerarla todavía tan universal, llegue a serlo tanto como las otras.

Parece legitimo, entonces, suponer que las necesidades humanas cambian con la
aceleración que corresponde a la evolución de la especie humana. Es decir, a un
ritmo sumamente lento. Por estar imbricadas a la evolución de la especie, son
también universales. Tienen una trayectoria única.

Los satisfactores tienen una doble trayectoria. Por una parte se modifican al ritmo
de la historia y, por la otra, se diversifican de acuerdo a las culturas y las
circunstancias, es decir, de acuerdo al ritmo de las distintas historias.

Los bienes económicos (artefactos, tecnologías) tienen una triple trayectoria. Se


modifican a ritmos coyunturales, por una parte, y, por la otra, se diversifican de
acuerdo a las culturas; y dentro de éstas, se diversifican de acuerdo a los diversos
estratos sociales.

Podríamos decir, quizás, que las necesidades humanas fundamentales son


atributos esenciales que se relacionan con la evolución; los satisfactores son
formas de ser, tener, hacer y estar que se relacionan con estructuras; y los bienes
económicos son objetos que se relacionan con coyunturas.
Los cambios evolutivos, los cambios estructurales y los cambios coyuntura les
ocurren con velocidades y ritmos distintos. La tendencia de la historia coloca al ser
humano en un ámbito crecientemente arrítmico y asincrónico en que los procesos
escapan cada vez más a su control. Esta situación ha llegado actualmente a
niveles extremos.

Es tal la velocidad de producción y diversificación de los artefactos, que las


personas aumentan su dependencia y crece su alienación a tal punto, que es cada
vez más frecuente encontrar bienes económicos (artefactos) que ya no potencian
la satisfacción de necesidad alguna, sino que se transforman en fines en sí
mismos.

En algunos de los sectores marginados por la crisis, y en grupos contestarios a los


estilos de desarrollo dominantes, es que se generan procesos contrahegemónicos
en que satisfactores y bienes económicos vuelven a subordinarse a la
actualización de las necesidades humanas. Es en esos sectores donde podemos
encontrar ejemplos de comportamientos sinérgicos que, de alguna manera,
aportan un germen de posible respuesta a la crisis que nos apabulla. Esos
procesos, dignos de estudiarse y entenderse, se analizan en la tercera parte de
este documento.

IV Bases para una sistematización posible

Una taxonomía de las necesidades humanas

Tal como ya quedó dicho, lo que precisamos es una teoría de las necesidades
para el desarrollo. Eso nos plantea la exigencia de construir una taxonomía
humana de necesidades humanas que nos sirva como instrumento de política y de
acción.

Sin duda existen muchas maneras de clasificar necesidades, y todas ellas


dependen de los propósitos que con la clasificación se persigan. De allí que toda
taxonomía deba considerarse como provisoria, abierta y sujeta a cambios en la
medida en que surjan nuevas razones o evidencias para hacerlos. Para los
propósitos del desarrollo, una taxonomía pluridimensional que distinga claramente
entre necesidades y satisfactores es una herramienta útil y factible.
Lamentablemente, en la formulación de dicha taxonomía nunca podremos estar al
resguardo de la objeción de arbitrariedad. Pero considerando que el esfuerzo es,
de todas maneras, imprescindible, podemos reducir el riesgo si respetamos los
siguientes requisitos:

a) La taxonomía debe ser comprensible: las necesidades enumeradas deben ser


fácilmente reconocibles e identificadas como propias.

b) La taxonomía debe combinar amplitud con especificidad: debe llegarse a un


número reducido de necesidades claramente enunciables (una palabra para
cada necesidad), pero capaces de crear en su conjunto un universo
suficientemente amplio para que cualquier necesidad fundamental vivida pueda
remitirse a él.

c) La taxonomía debe ser operativa: para todo satisfactor existente o pensable,


una o más de las necesidades enunciadas ha de aparecer como necesidad-
objetivo del satisfactor. Lo que debe pretenderse es que la taxonomía haga
posible el análisis de la relación entre necesidades y formas en que ellas se
satisfacen.

d) La taxonomía debe ser potencialmente crítica: no basta que la taxonomía


remita satisfactores a necesidades. Es preciso también poder determinar las
necesidades para las cuales no existen satisfactores deseables o satisfactores
que destruyen o inhiben la realización de necesidades.

e) La taxonomía debe ser potencialmente propositiva: en la medida en que sea


crítica y capaz de detectar insuficiencias en la relación entre satisfactores
disponibles y necesidades vividas, la taxonomía debe servir de resorte para
pensar un orden alternativo capaz de generar y fomentar satisfactores para las
necesidades de todas las personas —y de todo la persona— y sustituir
satisfactores excluyentes, que sacrifican unas necesidades, por otros, más
comprehensivos, que combinen la satisfacción de varias necesidades.

La taxonomía propuesta representa una opción. Está referida al desarrollo y la


consideramos operacional para el desarrollo. Además satisface los requisitos
enunciados. Sin embargo, aún así debe considerarse como propuesta abierta,
susceptible de ser perfeccionada.

Necesidades, satisfactores y bienes económicos


En el contexto de nuestra propuesta ha de entenderse, como ya quedó dicho,
satisfactores y que las necesidades no sólo son carencias sino también y
simultáneamente potencialidades humanas e individuales y colectivas.
Los satisfactores, por otra parte, son formas de ser, tener, hacer y estar, de
carácter individual y colectivo, conducentes a la actualización de necesidades.
Bienes económicos, por último, son objetos y artefactos que permiten afectar la
eficiencia de un satisfactor, alterando así el umbral de actualización de una
necesidad, ya sea en sentido positivo o negativo.

Una matriz de necesidades satisfactores


La interrelación entre necesidades, satisfactores y bienes económicos es
permanente y dinámica. Entre ellos se desencadena una dialéctica histórica. Si,
satisfactores por una parte, los bienes económicos tienen la capacidad de afectar
la eficiencia de los satisfactores, éstos, por otra parte, serán determinantes en la
generación y creación de aquellos. A través de esta causación recíproca se
convierten, a la vez, en parte y en definición de una cultura, y en determinantes de
los estilos de desarrollo.

Los satisfactores pueden ordenarse y desglosarse dentro de los cruces de una


matriz que, por un lado, clasifica las necesidades según las categorías
existenciales de ser, tener, hacer y estar; y por el otro, las clasifica según
categorías axiológicas de subsistencia, protección, afecto, entendimiento,
participación, ocio, creación, identidad y libertad. (Ver cuadro 1)

La matriz que se presenta en el Cuadro 1 no es de ninguna manera normativa. Es


sólo un ejemplo de tipos de satisfactores posibles. De hecho, cada persona o cada
grupo puede construir y llenar la suya según sea su cultura, su tiempo, su lugar o
sus circunstancias, o bien según sus limitaciones o sus aspiraciones.

Cuadro 1. Matriz de necesidades y satisfactores

Necesidades
según
categorías Ser Tener Hacer
Necesidades Estar
según
categorías
axiológicas
1/ 2/ 3/ 4/
Salud física, salud Alimentación Alimentar, Entorno vital,
Subsistencia mental, equilibrio, abrigo. trabajo procrear, entorno social
solidaridad, descansar,
humor, trabajar
adaptabilidad
5/ 6/ 7/ 8/
Cuidado, sistemas de Cooperar, Contorno vital,
Protección adaptabilidad, seguros, prevenir contorno social,
autonomía, ahorro. seguridad planificar, cuidar, morada
equilibrio. social, sistemas de curar, defender
solidaridad salud,
legislaciones,
derechos, familia,
trabajo
9/ 10/ 11/ 12/
Autoestima, Amistades, Hacer el amor, Privacidad.
Afecto solidaridad, parejas, acariciar, intimidad,
respeto, familia, animales expresar hogar, espacios
tolerancia, domésticos, plan emociones, de
generosidad, tas, compartir, cuidar, encuentro
receptividad, jardines cultivar, apreciar
pasión, voluntad,
sensualidad,
humor
Entendimiento 13/ 14/ 15/ 16/
Conciencia critica, Literatura, Investigar, Ámbitos de
receptividad. maestros, estudiar, interacción
curiosidad, método. Políticas experimentar, normativa:
asombro, educacionales, educar, escuelas,
disciplina, políticas analizar, meditar, universidades,
intuición, comunicacionales interpretar academias,
racionalidad agrupaciones,
comunidades,
familia
Participación 17/ 18/ 19/ 20/
Adaptabilidad, Derechos, Afiliarse. Ámbitos de
receptividad, responsabilidades, cooperar, interacción
solidaridad, obligaciones. proponer, participativa:
disposición, atribuciones, compartir, partidos,
convicción. trabajo discrepar. acatar, asociaciones,
entrega, respeto, dialogar. acordar, iglesias,
pasión, humor opinar comunidades,
vecindarios,
familias
Ocio 21/ 22/ 23/ 24/
Curiosidad, Juegos, Divagar, Privacidad,
receptividad, espectáculos, abstraerse, intimidad,
imaginación, fiestas, calma soñar, añorar, espacios de
despreocupación, fantasear, encuentro,
humor, evocar, relajarse, tiempo libre,
tranquilidad, divertirse, jugar ambientes,
sensualidad paisajes
25/ 26/ 27/ 28/
Pasión, voluntad, Habilidades, Trabajar, Ámbitos de
intuición, destrezas, inventar, producción y
imaginación, método, construir, idear, retroalimentación:
audacia, trabajo componer. talleres, ateneos,
Creación
racionalidad, diseñar, agrupaciones,
autonomía, interpretar audiencias,
inventiva, espacios de
curiosidad expresión,
libertad temporal
Identidad 29/ 30/ 31/ 32/
Pertenencia, Símbolos, Comprometerse, Socio-ritmos,
cohe- lenguajes, integrarse, en tornos de la
rencia, hábitos, controlarse, cotidianeidad,
diferenciación, costumbres, definirse, ámbitos de
autoestima, grupos de conocerse, pertenencia,
asertividad referencia, reconocerse, etapas
sexualidad, actualizarse, madurativas
valores, crecer
normas, roles,
memoria
histórica, trabajo
Libertad 33/ 34/ 35/ 36/
autonomía, Igualdad de Discrepar, optar, Plasticidad
autoestima, derechos diferenciarse, espacio-temporal
voluntad, pasión, arriesgar,
asertividad, conocerse,
apertura, asumirse,
determinación, desobedecer,
audacia, rebeldía, meditar
tolerancia

De la observación de los distintos casilleros de la matriz que contienen


propuestas de satisfactores posibles, se desprende que muchos de los
satisfactores indicados pueden dar origen a diversos bienes económicos. Si se
escoge, por ejemplo, el casillero 15 que indica formas del hacer para satisfacer la
necesidad de entendimiento, se encuentran satisfactores como investigar,
estudiar, experimentar, educar, analizar, meditar e interpretar. Ellos dan origen a
bienes económicos, según sea la cultura y sus recursos, tales como libros,
instrumentos de laboratorio, herramientas, computadoras y otros artefactos. La
función de estos es, ciertamente, la de potenciar el hacer del entendimiento.

Ejemplos de satisfactores y sus atributos

La matriz que se propone es sólo un ejemplo que no agota los tipos de


satisfactores y sus factores posibles. De hecho, los satisfactores pueden tener
diversas características que abarcan un amplio abanico de posibilidades.
Proponemos distinguir para fines analíticos a lo menos cinco tipos, a saber: a)
violadores o destructores; b) pseudo-satisfactores; c) satisfactores inhibidores; d)
satisfactores singulares; y e) satisfactores sinérgicos. (Ver cuadros 2 al 6)

Destructores

Los violadores o destructores son elementos de efecto paradojal. Al ser aplicados


con la intención de satisfacer una determinada necesidad, no sólo aniquilan la
posibilidad de su satisfacción en un plazo mediato, sino que imposibilitan, por sus
efectos colaterales, la satisfacción adecuada de otras necesidades. Estos
elementos paradojales parecen estar vinculados preferencialmente a la necesidad
de protección. Esta necesidad puede provocar comportamientos humanos
aberrantes, en la medida en que su insatisfacción va acompañada del miedo. El
atributo especial de los violadores es que siempre son impuestos. (Cuadro 2.)

Cuadro 2 Violadores o destructores*

Supuesto satisfactor Necesidad que se Necesidades cuya


pretende satisfacer satisfacción imposibilita

1. Armamentismo Protección Subsistencia, Afecto, Participación,


Libertad.

2. Exilio Protección Afecto, Participación, Identidad,


Libertad.

3. Doctrina de Protección
Seguridad Nacional
Subsistencia, Identidad, Afecto,
Entendimiento, Participación, Libertad.

4. Censura Protección Entendimiento, Participación,


Ocio, Creación, Identidad, Libertad.

5. Burocracia Protección Entendimiento, Afecto, Participación


Creación, Identidad, Libertad.

6. Autoritarismo Protección Afecto, Entendimiento, participación,


Creación, identidad, Libertad.
* Los violadores o destructores son elementos de efecto paradojal. Aplicados con el pretexto
de satisfacer una determinada necesidad, no sólo aniquilan la posibilidad de su satisfacción
en un plazo inmediato o mediato, sino que imposibilitan además la satisfacción adecuada de
otras necesidades. Parecen estar vinculados, por lo menos preferencialmente, a la necesidad
de protección.

Cuadro 3 Pseudo-Satisfactores

Satisfactor Necesidad que aparenta satisfacer

1. Medicina mecanicista: «A pill for every ill» Protección


2. Sobreexplotación de Recursos Naturales Subsistencia
3. Nacionalismo chauvinista Identidad
4. Democracia formal Participación
5. Estereotipos Entendimiento
6. Indicadores económicos agregados Entendimiento
7. Dirigismo cultural Creación
8. Prostitución Afecto
9. Símbolos de status Identidad
10. Productivismo eficientista obsesivo Subsistencia
11. Adoctrinamiento Entendimiento
12. Limosna Subsistencia
13. Modas Identidad

* Los pseudo-satisfactores son elementos que estimulan una falsa sensación de


satisfacción de una necesidad determinada. Sin la agresividad de los violadores o
destructores, pueden en ocasiones aniquilar, en un plazo mediato, a posibilidad de
satisfacer la necesidad a que originalmente apuntan.

Pseudo-satisfactores

Los pseudo-satisfactores son elementos que estimulan una falsa sensación de


satisfacción de una necesidad determinada. Sin la agresividad de los vio- ladores
o destructores, pueden en ocasiones aniquilar, en un plazo mediato, la posibilidad
de satisfacer la necesidad a que originalmente apuntan. Su atributo especial es
que generalmente son inducidos a través de propaganda, publicidad u otros
medios de persuasión. (Cuadro 3.)

Inhibidores
Los satisfactores inhibidores son aquellos que por el modo en que satisfacen
(generalmente sobresatisfacen) una necesidad determinada, dificultan seriamente
la posibilidad de satisfacer otras necesidades. Su atributo es que, salvo
excepciones, se hallan ritualizados, en el sentido de que suelen emanar de hábitos
arraigados. (Cuadro 4.)

Cuadro 4 Satisfactores inhibidores*

Satisfactor Necesidad Necesidades cuya satisfacción


se inhibe
1. Paternalismo Protección Entendimiento, Participación,
Libertad, Identidad
2. Familia sobreprotectora Protección Afecto, Entendimiento, Participación,
Ocio, Identidad, Libertad

3. Producción tipo Taylorista Subsistencia Entendimiento, Participación,


Creación, Identidad, Libertad
4. Aula autoritaria Entendimiento Participación, Creación,
Identidad, Libertad
5. Mesianismos Identidad Protección, Entendimiento,
(Milenarismos) Participación, Libertad
6. Permisividad limitada Libertad Protección, Afecto,
Identidad, Participación
7. Competencia económica Libertad Subsistencia, Protección,
obsesiva Afecto, Participación, Ocio
8. Televisión comercial Ocio Entendimiento, Creación,
identidad
*Los satisfactores inhibidores son aquellos que por el modo en que satisfacen
(generalmente sobresatisfacen) una necesidad determinada dificultan seriamente
la posibilidad de satisfacer otras necesidades.

Satisfactores singulares
Los satisfactores singulares son aquellos que apuntan a la satisfacción de una
sola necesidad, siendo neutros respecto de la satisfacción de otras necesidades,
Son característicos de los planes y programas de desarrollo, cooperación y
asistencia. Su principal atributo es el de ser institucionalizados, ya que tanto en la
organización del Estado como en la organización civil, su generación suele estar
vinculada a instituciones, sean estas Ministerios, otras reparticiones públicas, o
empresas de diverso tipo. (Cuadro 5.)
Cuadro 5 Satisfactores singulares*

Satisfactor Necesidad que satisface


1. Programas de suministro de alimentos Subsistencia
2. Programas asistencia es de vivienda Subsistencia

3. Medicina curativa Subsistencia

4. Sistemas de seguros Protección

5. Ejércitos profesionales Protección


6. Voto Participación
7. Espectáculos deportivos Ocio
8. Nacionalidad Identidad
9. Tours dirigidos Ocio
10. Regalos Afecto

* Los satisfactores singulares son aquellos que apuntan a la


satisfacción de una sola necesidad, siendo neutros respecto de la satisfacción
de otras necesidades, son muy característicos de los planes y programas de
desarrollo y cooperación.

Satisfactores sinérgicos

Los satisfactores sinérgicos* son aquellos que, por la forma en que satisfacen una
necesidad determinada, estimulan y contribuyen a la satisfacción simultánea de
otras necesidades. Su principal atributo es el de ser contrahegemónicos en el
sentido de que revierten racionalidades dominantes tales como las de
competencia y coacción. (Cuadro 6.)

* Sinergia significa el comportamiento de un sistema completo, que resulta


impredecible a partir del comportamiento de cualesquiera de sus partes tomadas
aisladamente. Fueron los químicos los primeros en reconocer la sinergia, cuando
descubrieron que toda vez que aislaban un elemento de un complejo, o separaban
átomos o moléculas de un compuesto, las partes separadas y sus
comportamientos singulares jamás lograban explicar el comportamiento de todas
las partes asociadas. En este sentido la sinergia connota una forma de
potenciación, es decir, un proceso en el que la potencia de los elementos
asociados es mayor que la potencia sumada de los elementos tomados
aisladamente.
Satisfactores exógenos y endógenos
Los satisfactores correspondientes a las primeras cuatro categorías, por ser
habitualmente impuestos, inducidos, ritualizados o institucionalizados son

en alto grado exógenos a la Sociedad Civil, entendida ésta en cuanto comunidad


(Gemeinschaft) de personas libres capaces, potencialmente o de hecho, de
diseñar sus propios proyectos de vida en común. En tal sentido se trata de
satisfactores que han sido tradicionalmente impulsados de arriba hacia abajo. La
última categoría, en cambio, revela el devenir de procesos liberadores que son
producto de actos volitivos que se impulsan por la comunidad desde abajo hacia
arriba. Es eso lo que los hace contra-hegemónicos, aún cuando en ciertos casos
también pueden ser originados en procesos impulsados por el Estado.

El que el Estado latinoamericano sea capaz de mutar su rol tradicional de


generador de satisfactores exógenos a la Sociedad Civil, en estimulador y
potenciador de procesos emanados desde abajo hacia arriba, es justamente uno
de los propósitos principales del Desarrollo a Escala Humana. Particu- larmente en
las condiciones tremendamente restrictivas que impone la crisis actual, el aumento
de los niveles de autodependencia local, regional y nacional debiera entenderse
como meta altamente prioritaria. Pero también es preciso entender que la mejor
manera de alcanzar tal meta es a través de la generación de procesos sinérgicos
en todos los niveles. La tercera parte de este informe se ocupa precisamente de
describir algunas formas de desencadenar tales procesos.

Cuadro 6 Satisfactores sinérgicos*

Satisfactor Necesidad Necesidad que aparenta satistacer


1. Lactancia materna Subsistencia Protección, Afecto, identidad
Entendimiento, Participación, creación,
2. Producción autogestionada Subsistencia identidad, Libertad
Protección, Participación, creación,
3. Educación popular Entendimiento Identidad, Libertad
4. Organización comunitarias Protección, Afecto, Ocio, Creación,
democráticas Participación Identidad, Libertad
Subsistencia, Entendimiento,
5. Medicina descalza Protección Participación
Subsistencia, Participación, Creación,
6. Banca descalza Protección Libertad
7. Sindicatos democráticos Protección Entendimiento, Participación, Identidad
Protección, Entendimiento, Identidad,
8. Democracia directa Participación Libertad
9. Juegos didácticos Ocio Entendimiento, Creación
10. Programas de
autoconstrucción Subsistencia Entendimiento, Participación
11. Medicina preventiva Protección Entendimiento, Participación, Subsistencia
12. Meditación Entendimiento Ocio, Creación, Identidad
13. Televisión cultural Ocio Entendimiento

* Los satisfactores sinérgicos son aquellos que, por la forma en que satisfacen una necesidad determinada,
estimulan y contribuyen a la satisfacción simultánea de otras necesidades.

El hecho de que varios de los satisfactores que se dan de ejemplo en los cuales
no aparezcan en la matriz, se debe a que los de los cuadros tienen un mayor nivel
de especificidad. La matriz, recuérdese, es sólo ilustrativa y no normativa.

Aplicaciones de la matriz

La sistematización propuesta es aplicable para fines de diagnóstico, planificación


y evaluación. La matriz de necesidades y satisfactores puede servir, en primera
instancia, de ejercicio participativo de auto-diagnóstico de grupos insertos en el
espacio local. A través de un proceso de diálogo iterativo –preferentemente con la
presencia de un promotor que haga las veces de elemento catalizador- el grupo
puede ir identificando sus características actuales en la medida en que sus
integrantes vayan llenando los respectivos casilleros.

El resultado del ejercicio permitirá al grupo tomar conciencia de sus caren- cias y
potencialidades más profundas Una vez visualizada la situación actual, pueden
repetir el ejercicio en términos propositivos. Es decir, en términos de qué
satisfactores serian necesarios para la más adecuada satisfacción de las
necesidades fundamentales del grupo. En la medida en que los satisfactores se
vayan identificando con crecientes niveles de especificidad, deberán
posteriormente ser analizados críticamente por el grupo en cuanto a sus
características y atributos, para establecer si son —o deben ser— generados
exógenamente o si pueden ser generados por la propia comunidad. Tal análisis
revelará la capacidad potencial de autodependencia que puede lograrse en ese
espacio local. El mismo análisis, al examinar las características de los
satisfactores propuestos, permitirá al grupo evaluar sus efectos positivos si son
singulares o sinérgicos, y sus efectos negativos si son violadores, inhibidores o
pseudo-satisfactores.

La etapa siguiente consistirá en constatar las posibilidades de acceso a los bienes


económicos necesarios. Es decir, a los recursos materiales como capital,
tecnologías y artefactos.
El ejercicio propuesto tiene una doble virtud. En primer lugar, permite ope-
racionalizar a niveles locales una estrategia de desarrollo orientada hacia la
satisfacción de las necesidades humanas. En segundo término, por sus pro- pias
características, resulta educador, creativo, participativo y generador de conciencia
crítica. En otras palabras, el método es por sí mismo generador de efectos
sinérgicos.

La técnica descrita no se circunscribe solamente a su aplicación en los espacios


locales. Es igualmente utilizable a niveles regionales y nacionales. En los espacios
locales asume la forma de un proceso participativo lo más amplio posible, en que
puedan expresarse tanto los ámbitos económicos, políticos, sociales y culturales
de la comunidad, como los diversos estamentos conformados por jóvenes,
mujeres, adultos, ancianos y otros grupos representativos.

En el plano regional el ejercicio debe ser realizado por un equipo cuidadosamente


seleccionado que no sólo represente los distintos ámbitos del que hacer regional,
sino que, por su representatividad, conjugue los intereses tanto públicos como
privados. En la esfera nacional el equipo debe asumir, inevitablemente,
características transdisciplinarias, dada la complejidad que as men las
problemáticas vistas desde el ámbito global.

Articulación y rescate de la diversidad

De este modo un proceso iterativo que va desde lo local hasta lo nacional,


pasando por lo regional, exige elaborar metodologías apropiadas que per-mitan
compatibilizar en una articulación armónica las visiones, aspiracio- nes y
propuestas surgidas de los distintos espacios. En la tercera parte de este
documento se hacen algunas propuestas en ese sentido.
Un desarrollo orientado hacia la satisfacción de las necesidades humanas no
puede, por definición, estructurarse desde arriba hacia abajo. No puede imponerse
por ley ni por decreto. Sólo puede emanar directamente de las acciones,
aspiraciones y conciencia creativa y crítica de los propios actores sociales que, de
ser tradicionalmente objetos de desarrollo, pasan a asumir su rol protagónico de
sujetos. El carácter contrahegemónico que tiene el Desarrollo a Escala Humana
no implica necesariamente agudizar el conflicto entre Estado y Sociedad Civil. Por
el contrario, intenta demostrar, a través del método propuesto, que el Estado
puede asumir un rol estimulador de procesos sinérgicos a partir de los espacios
locales, pero con capacidad de abarcar todo el ámbito nacional.
El rescate de la diversidad es el mejor camino para estimular los potenciales
creativos y sinérgicos que existen en toda sociedad. De allí que parece
aconsejable y coherente aceptar la coexistencia de distintos estilos de desarrollo
regionales dentro de un mismo país, en vez de insistir en la prevalencia de “estilos
nacionales’’ que han demostrado ser hasta ahora eficientes para el
enriquecimiento de algunas regiones a costa del empobrecimiento de otras. Los
“estilos nacionales” están concebidos en su mayor parte con el propósito de
reforzar o mantener la unidad nacional. No debe, sin embargo, olvidarse que la
unidad no significa uniformidad. Puede existir una base más sólida para la unidad
real cuando un cúmulo de potenciales culturales afloran libre y creativamente,
contando con las oportunidades, el respaldo técnico y el estímulo para hacerlo.

V Opciones que definen el desarrollo

Necesidades humanas: del enfoque lineal al enfoque sistémico

Las necesidades humanas fundamentales conforman un sistema en el que no


cabe establecer linearidades jerárquicas. La dinámica interna del siste- ma, que se
manifiesta a través de simultaneidades, complementariedades y sistémico
compensaciones (trade-offs), no debe, empero, considerarse como absoluta. Es
preciso reconocer un umbral pre-sistema, por debajo del cual la urgencia por
satisfacer una determinada necesidad llega a asumir características de urgencia
absoluta.

El caso de la subsistencia es el más claro. Cuando esa necesidad está infra-


satisfecha, toda otra necesidad queda bloqueada y prevalece un único impulso.
Pero el caso no es sólo válido para la subsistencia. Es igualmente pertinente para
otras necesidades. La ausencia total de afecto o la pérdida de identidad, puede
llevar a las personas hasta extremos de autoaniquilación.

La opción de trabajar con el supuesto de linearidad o con el supuesto sistémico


es, sin duda, la opción más importante para definir un estilo de desarrollo.
Regirse por la lógica de la linearidad da origen a patrones de acumulación
divorciados de la preocupación por el desarrollo de las personas. Si se opta por la
línearidad, la estrategia establecerá prioridades a partir de las pobre- zas de
subsistencia observadas. Los programas se orientarán preferentemente de
manera asistencial, como un ataque a la pobreza entendida convencionalmente.
Las necesidades serán entendidas exclusivamente como carencias y, en el mejor
de los casos, los satisfactores que el sistema genere serán singulares.
Paradojalmente, tal opción impulsa una causación circular acumulativa (en el
sentido de Myrdal) y los pobres no dejan de ser pobres en la medida en que
aumenta su dependencia de satisfactores generados exógenamente a su medio.

Si se opta por el supuesto sistémico, la estrategia priorizará la generación de


satisfactores endógenos y sinérgicos. Las necesidades serán entendidas
simultáneamente como carencias y como potencias, permitiendo así romper con el
círculo vicioso de la pobreza.

De lo anterior se desprende que la manera en que se entiendan las necesidades y


el rol y atributos que se asignen a los satisfactores posibles, son absolutamente
definitivos para la definición de una estrategia de desarrollo.

De La eficiencia a la sinergia

Enfocar el desarrollo en los términos aquí propuestos implica un cambio de la


racionalidad económica dominante. Obliga, entre otras cosas, a una revisión
profunda del concepto de eficiencia. Esta suele asociarse a nociones de
maximización de productividad y de utilidad, a pesar de que ambos términos son
ambiguos. Tal como Taylor la entendía —para ilustrar con un caso conspicuo—, al
llevar el criterio económico al extremo más alienado de la razón instrumental, la
productividad se nos aparece como bastante ineficiente. Sobredimensiona la
necesidad de subsistencia y obliga al sacrificio de otras necesidades, acabando
por amenazar la propia subsistencia. Cabe recordar que el Taylorismo pasó a la
historia como la “organización del surmenage”.

En discursos dominantes del desarrollo también se asocia la eficiencia a la


conversión del trabajo en capital, a la formalización de las actividades eco-
nómicas, a la incorporación indiscriminada de tecnologías de punta y, por
supuesto, a la maximización de las tasas de crecimiento. El desarrollo con- siste
para muchos en alcanzar los niveles materiales de vida de los países más
industrializados, para tener acceso a una gama creciente de bienes (artefactos)
cada vez más diversificados.

Cabe preguntarse hasta qué punto esos intentos de emulación tienen senti- do. En
primer lugar, no existen evidencias de que en aquellos países las personas vivan
sus necesidades de manera integrada. En segundo lugar, en los países ricos, la
abundancia de recursos y de bienes económicos no ha llegado a ser condición
suficiente para resolver el problema de la alienación.

El Desarrollo a Escala Humana no excluye metas convencionales como cre-


cimiento económico para que todas las personas puedan tener un acceso digno a
bienes y servicios. Sin embargo, la diferencia respecto de los estilos dominantes
radica en concentrar las metas del desarrollo en el proceso mismo del desarrollo.
En otras palabras, que las necesidades humanas fundamentales pueden
comenzar a realizarse desde el comienzo y durante todo el proceso de desarrollo;
o sea, que la realización de las necesidades no sea la meta, sino el motor del
desarrollo mismo. Ello se logra en la medida en que la estrategia de desarrollo sea
capaz de estimular permanentemente la generación de satisfactores sinérgicos.

Integrar la realización armónica de necesidades humanas en el proceso de


desarrollo significa la oportunidad de que las personas puedan vivir ese desarrollo
desde sus comienzos, dando origen así a un desarrollo sano, autodependiente y
participativo, capaz de crear los fundamentos para un orden en el que se pueda
conciliar el crecimiento económico, la solidaridad social y el crecimiento de las
personas y de toda la persona.

Un desarrollo capaz de conjugar la sinergia con la eficiencia quizás no baste para


dar cumplimiento cabal a lo deseado; pero si basta, y plenamente, para evitar que
en el ánimo de las personas lo no deseado parezca inexorable.
2. EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD

En su discurso de posesión como presidente de los Estados Unidos el 20 de enero


de 1949, Harry Trumao anunció al mundo entero su concepto de ''trato justo". Un
componente esencial del concepto era su llamado a los Estados Unidos y al
mundo para resolverlos problemas de las "áreas subdesarrolladas" del globo:

Más de la mitad de la población del mundo vive en condiciones; cercanas a la


miseria. Su alimentación es inadecuada, es víctima de la enfermedad. Su vida
económica es primitiva y está estancada. Su pobreza constituye uno obstáculo
y una amenaza tanto para ellos como para las áreas más prósperas. Por
primera vez en la historia. La humanidad posee el conocimiento y la capacidad
para aliviar el sufrimiento de estas gentes [...] Creo que deberíamos poner a
disposición de los amantes de la paz los beneficios de nuestro acervo de
conocimiento técnico para ayudarlos a lograr sus aspiraciones de una vida
mejor [oo.] Lo que tenemos en mente es un programa de desarrollo basado en
los conceptos del trato justo y democrático [...] Producir más es la clave para la
paz y la prospenaad. Y la clave para producir más es una aplicación mayor y
más vigorosa del conocimiento técnico y científico moderno. (Trurnan, 1964).

La doctrina Trumao inició una nueva era en la comprensión y el manejo de los


asuntos mundiales, en particular de aquellos que se referían a los países
económicamente menos avanzados. El propósito era bastante
34 EL FINAL DEL SALVAJE

ambicioso: crear las condiciones necesarias para reproducir en todo el mundo los
rasgos característicos de las sociedades avanzadas de la época: altos niveles de
industrialización y urbanización, tecnificación de la agricultura, rápido crecimiento
de la producción material y los niveles de vida, y adopción generalizada de la
educación y los valores culturales modernos. En concepto de Trumao, el capital, la
ciencia y la tecnología eran los principales componentes que harían posible tal
revolución masiva. S6lo así el sueño americano de paz y abundancia podría
extenderse a todos los pueblos del planeta.

Este sueño no era creación exclusiva de los Estados Unidos, sino resultado
de la coyuntura histórica específica de finales de la Segunda Guerra Mundial. En
pocos años, recibió el respaldo universal de los poderosos. Sin embargo, no se
consideraba como un proceso fácil. Uno de los documentos más influyentes de la
época, preparado por un grupo de expertos congregados por Naciones Unidas con
el objeto de diseñar políticas y medidas concretas "para el desarrollo económico de
los países subdesarrollados" lo expresaba
así:

Hay un sentido en el que el progreso económico acelerado es


imposible sin ajustes dolorosos, Las filosofías ancestrales deben ser
erradicadas; las viejas instituciones sociales tienen que
desintegrarse; los lazos de casta, credo y raza deben romperse; y
grandes masas de personas incapaces de seguir el ritmo del
progreso deberán ver frustradas sus expectativas de una vida
cómoda. Muy pocas comunidades están dispuestasa pagar el precio
del progreso económico, (Naciones Unidas, 1951:15).9

Lo que proponía el informe era nada menos que la


reestructuración total de las sociedades "subdesarrolladas", La
declaración podría parecernos hoy sorprendentemente etnocéntrica y
arrogante, ingenua en el mejor de los casos; sin embargo, lo que
requiere explicación es precisamente el hecho de que se emitiera y
tuviera sentido, Demostraba la voluntad creciente de transformar de
manera drástica dos terceras partes del mundo en

9
Para un interesante análisis de este documento, véase Frankel (1953:82-11ü).
EL'DESARROLLO y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD 35

pos de los objetivos de prosperidad material y progreso económico. A


comienzos de la década del cincuenta, esta voluntad era ya
hegemónica en los círculos de poder. Pero en vez del reino de
abundancia prometido por teóricos y políticos de los años cincuenta, el
discurso y la estrategia del desarrollo produjeron lo contrario: miseria y
subdesarrollo masivos, explotación y opresión sin nombre (Escobar,
1998a). La crisis de la deuda, la hambruna (saheliana), la creciente
pobreza, desnutrición y violencia son apenas los síntomas más
patéticos del fracaso de cincuenta años de desarrollo.

Orientalismo, africanismo, desarrollismo

Hasta finales de los años setenta, el eje de las discusiones


acerca de Asia, África y América Latina era la naturaleza del desarrollo.
Desde las teorías del desarrollo económico de los años cincuenta hasta
el "enfoque de necesidades humanas básicas" de los setenta -que
ponía énfasis no sólo el crecimiento económico per se como en
décadas anteriores, sino también la distribución de sus beneficios-, la
mayor preocupación de teóricos y políticos era la de los tipos de
desarrollo a buscar para resolver los problemas sociales y económicos
en esas regiones. Aun quienes se oponían a las estrategias capitalistas
del momento se veían obligados a expresar sus críticas en términos de
la necesidad del desarrollo, a través de conceptos como "otro
desarrollo," "desarrollo participativo", "desarrollo socialista" y otros por
el estilo. En resumen, se podía criticar un determinado enfoque, y
proponer modificaciones o mejoras en concordancia con él, pero el
hecho mismo del desarrollo y su necesidad, no podían ponerse en
duda. El desarrollo se había convertido en una certeza en el imaginario
social.

De hecho, parecía imposible conceptualizar la realidad social en


otros términos. Por doquier se encontraba la realidad omnipresente y
reiterativa del desarrollo: gobiernos que diseñaban y ejecutaban
ambiciosos planes de desarrollo, instituciones que llevaban a cabo por
igual programas de desarrollo en ciudades y campos, expertos de todo
tipo estudiando el "subdesarrollo" y produciendo teorías ad nauseam. El
hecho de que las condiciones de la mayoría de la población no
mejoraban sino que más bien se
36 EL FINAL DEL SALVAJE

deterioraban con el transcurso del tiempo no parecía molestar a


muchos expertos. La realidad, en resumen, había sido colonizada por el
discurso del desarrollo, y quienes estaban insatisfechos con el estado
de cosas tenían que luchar dentro del mismo espacio discursivo por
porciones de libertad, con la esperanza de que en el camino pudiera
construirse una realidad diferente.10
Más recientemente, sin embargo, la elaboración de nuevos
instrumentos analíticos -en gestación desde fines de los años sesenta,
pero cuyo empleo sólo se generalizó durante los ochenta- ha permitido
el análisis de este tipo de "colonización de la realidad" en forma tal que
pone de manifiesto cómo ciertas representaciones se vuelven
dominantes y dan forma indeleble a los modos de imaginar la realidad e
interactuar con ella. El trabajo de Michel Foucault sobre la dinámica del
discurso y del poder en la representación de la realidad social, en
particular, ha contribuido a develar los mecanismos mediante los cuales
un determinado orden de discurso produce unos modos permisibles de
ser y pensar al tiempo que descalifica e incluso imposibilita otros. La
profundización de los análisis de Foucault sobre las situaciones
coloniales y postcoloniales realizada por autores como Edward Said, V.
y. Mudimbe, Chandra Mohanty y Homi Bhabha, entre otros, ha abierto
nuevas formas de pensamiento acerca de las representaciones del
Tercer Mundo. La autocrítica de la antropología y su renovación durante
los años ochenta han sido también importantes al respecto.
Analizar el desarrollo en términos del discurso permite mantener
el foco en la dominación --como lo hacían, por ejemplo, los primeros
análisis marxistas- y, a la vez, explorar más productivamente sus
condiciones de posibilidad y efectos más penetrantes. El análisis del
discurso crea la posibilidad de "mantenerse desligado de él [discurso
del desarrollo], suspendiendo su familiaridad, para analizar el contexto
teórico y

10
Existieron,' claro está, tendencias en los años sesenta y setenta que tenían una postura critica
frente al desarrollo, aunque fueron insuficientes para articular un rechazo del discurso sobre el que se
fundaba. Entre ellas es importante mencionar la "pedagogía del oprimido" de Paulo Freire (1970); el
nacimiento de la teología de la liberación durante la Conferencia Episcopal Latinoamericana celebrada en
Medellín en 1964; y las críticas al "colonialismo intelectual" (Pals Borda, 1970) y la dependencia económica
(Cardoso y Paleno, 1979) de finales de los sesenta y comienzos de los setenta. La crítica cultural más
perceptiva del desarrollo corresponde a Illich (1969). Todas ellas fueron importantes para el enfoque
discursivo de los años noventa.
EL'DESARROLLO y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD 37

práctico con que ha estado asociado" (Foucault, 1986:3). Permite


individualizar el "desarrollo" como espacio cultural envolvente y a la vez
abre la posibilidad de separarnos de él, para percibirlo de otro modo.
Esto es lo que trata de lograr en la presente sección de este libro.11

Analizar el desarrollo como discurso producido históricamente


implica examinar las razones que tuvieron tantos países para comenzar
a considerarse subdesarrollados a comienzos de la segunda
postguerra; cómo "desarrollarse" se convirtió para ellos en problema
fundamental, y cómo, por último, se embarcaron en la tarea de "des-
subdesarrollarse" sometiendo sus sociedades a intervenciones cada
vez más sistemáticas, detalladas y extensas. A medida que los expertos
y políticos occidentales comenzaron a ver como problema ciertas
condiciones de Asia, África y América Latina -en su mayor parte, lo que
se percibía como pobreza y atraso- apareció un nuevo dominio del
pensamiento y de la experiencia llamado desarrollo, todo 10 cual
desembocó en una estrategia para afrontar aquellos problemas. Creada
inicialmente en Estados Unidos y Europa occidental, la estrategia del
desarrollo se convirtió al cabo de pocos años en una fuerza poderosa
en el propio Tercer Mundo.
El estudio del desarrollo como discurso se asemeja al análisis de
Said de los discursos sobre el Oriente:

[... l el orientalismo puede discutirse y analizarse como la


institución corporativa para tratar a Oriente, tratarlo mediante
declaraciones referentes a él, autorizando opiniones al respecto,
describiéndolo, enseñándolo, definiéndolo, rigiéndolo: en resumen,
el orientalismo como estilo occidental de dominación,
reestructuración, y autoridad sobre Oriente (...) Mi argumento es
que sin examinar el Orientalismo como discurso posiblemente no
lograremos entender la disciplina inmensamente sistemática de la
cual se valió la cultura europea para manejar -e incluso crear-
política, sociológica, ideológica, e imaginativamente a Oriente
durante el período posterior a la Ilustración. (Said, 1979:3).

11
Véase, además, Escobar (1998a)
38 EL FINAL DEL SALVAJE

Desde su publicación, este libro de Said ha generado numerosos


estudios e inquietudes acerca de las representaciones del Tercer
Mundo en varios contextos, aunque pocos de ellos han hecho
referencia explícita a la cuestión del desarrollo. No obstante, los
interrogantes generales que algunos plantean sirven de pauta para el
análisis del desarrollo como régimen de representación. En su
excelente libro The Invention of Africa, el filósofo africano V. Y.
Mudimbe, por ejemplo, se propone el objetivo de "estudiar el tema de
los fundamentos del discurso sobre el África (...) (cómo) se han
establecido los mundos africanos como realidades para el
conocimiento" (1988:XI) en el discurso occidental. Su preocupación
trasciende "la 'invención' del africanismo como disciplina científica"
(Mudimbe, 1988:9), particularmente en la antropología y la filosofía, a
fin de investigar la "amplificación" por parte de los académicos africanos
del trabajo de algunos pensadores críticos europeos, en particular
Foucault y Lévi-Strauss. Aunque Mudimbe encuentra que aun las
perspectivas más afrocéntricas mantienen el método epistemológico
occidental como contexto y referente; encuentra también. no obstante,
algunos trabajos en los cuales los análisis críticos europeos se llevan
más allá de lo que las elaboraciones originales podrían haber esperado.
Lo que está en juego en estos últimos trabajos, explica Mudimbe, es la
re interpretación crítica de la historia africana como ha sido vista su
exterioridad -epistemológica, histórica, geográfica-, es decir, un
debilitamiento de la noción misma de África. Esto, para Mudimbe,
implica un corte radical en la antropología, la historia y la ideología
africanas.
Un trabajo crítico de este tipo, cree Mudimbe, puede preparar el
terreno para "el proceso de volver a fundar y asumir dentro de las
representaciones una historicidad interrumpida" (1988:183); en otras
palabras, el proceso mediante el cual los africanos pueden lograr mayor
autonomía sobre la forma como son representados y la forma como
pueden construir sus propios modelos sociales y culturales de modos
no tan mediatizados por una episteme y una historicidad occidentales -
así sea dentro de un contexto cada vez más transnacional-. Esta noción
puede extenderse al Tercer Mundo como un todo, pues lo que está en
juego es el proceso mediante el cual, en la historia occidental moderna,
las áreas no europeas han sido organizadas y transformadas
sistemáticamente de acuerdo con los esquemas europeos. Las
representaciones de Asia, África y América Latina como
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD 39

“Tercer Mundo" y "subdesarrolladas" son las herederas de una ilustre


genealogía de concepciones occidentales acerca de otras partes del
mundo12
Timothy Mitchell muestra otro importante mecanismo del
engranaje de las representaciones europeas sobre otras sociedades.
Como para Mudimbe, el objetivo de Mitchell es "explorar los métodos
peculiares de orden y verdad que caracterizan al occidente moderno"
(1988: IX), y su impacto en el Egipto del siglo XIX. La construcción del
mundo como imagen, en el modelo de las exposiciones mundiales del
siglo pasado, sugiere Mirchell, constituye el núcleo de estos métodos y
de su eficacia política. Para el sujeto (europeo) moderno, ello implicaba
experimentar la vida manteniéndose apartado del mundo físico, como
un visitante de una exposición. El observador "encuadraba"
inevitablemente la realidad externa a fin de comprenderla; este
encuadre tenía lugar de acuerdo con categorías europeas. Lo que
surgía era un régimen de objetivismo en el cual los europeos estaban
sujetos a una doble demanda: ser imparciales y objetivos, de una parte,
y sumergirse en la vida local, de otra.
Una experiencia tal como observador participante era posible a
través de un truco curioso: eliminar del cuadro la presencia del
observador europeo (Clifford, 1988:145); en términos más concretos,
observar el mundo (colonial) como objeto "desde una posición invisible
y aparte" (Mitchell, 1988:28).
Occidente había llegado a vivir "como si el mundo estuviera dividido en
dos: un campo de meras representaciones y un campo de lo 'real';
exhibiciones, por un lado, y una realidad externa, por el otro; en un
orden de simples modelos, descripciones de copias, y un orden de
originales"(Mitchell, 1988:32). Tal régimen de orden y verdad constituye

12
"De acuerdo con Ivan Illich, el concepto que se conoce actualmente como 'desarrollo' ha atravesado seis
etapas de metamorfosis desde las postrimerías de la antigüedad. La percepción del extranjero como alguien
que necesita ayuda ha tomado sucesivamente las formas del bárbaro. el pagano, el infiel, el salvaje, el
'nativo' y el subdesarrollado" (Trinh, 1989:54). Véase Hirschman (1981 :24) para una idea y un grupo de
términos similares al anterior. Debería señalarse. sin embargo, que el término "subdesarrollado" -ligado
desde cierta óptica a la igualdad y los prospectos de liberación a través del desarrollo - puede tomarse en
parte como respuesta a las concepciones abiertamente más racistas del "primitivo" y el "salvaje". En
muchos contextos. sin embargo, el nuevo término no pudo corregir las connotaciones negativas implícitas
en los calificativos anteriores. El "mito del nativo perezoso" (Aletee, 1977) sobrevive aún en muchos lugares.
40 EL FINAL DEL SALVAJE

la quintaesencia de la modernidad, y ha sido profundizado por la


economía y el desarrollo. Se refleja en una posición objetivista y
empiricista que dictamina que el Tercer Mundo y su gente existen "allá
afuera", para ser conocidos mediante teorías e intervenidos desde el
exterior.

Las consecuencias de esta característica de la modernidad han


sido enormes. Chandra Mohanty. por ejemplo, se refiere a ella cuando
plantea la pregunta de quién produce el conocimiento acerca de la
mujer del Tercer Mundo, y desde dónde; descubre que las mujeres del
Tercer Mundo son representadas en gran parte de la literatura feminista
como llenas de "necesidades" y "problemas", pero carentes de opciones
y de libertad de acción. Lo que surge de tales modos de análisis es la
imagen de una "mujer promedio" del Tercer Mundo, construida con
ciertas categorías y estadísticas:

Esta mujer promedio del Tercer Mundo lleva una vida


esencialmente frustrada basada en su género femenino (léase:
sexualmente restringida) y en su carácter tercermundista (léase:
ignorante, pobre, sin educación, tradicionalista, doméstica,
apegada a la familia, victimizada, etc.). Esto, sugiero, contrasta
con la representación (implícita) de la mujer occidental como
educada, moderna, en control de su cuerpo y su sexualidad, y
libre de tomar sus propias decisiones. (Mohanty, 1991b:56).

Tales representaciones asumen implícitamente patrones


occidentales como parámetro para medir la situación de la mujer en el
Tercer Mundo. El resultado, opina Mohanty, es una actitud patemalista
de parte de la mujer occidental hacia sus congéneres del Tercer Mundo,
y en general, la perpetuación de la idea hegemónica de la superioridad
occidental. Dentro de este régimen discursivo, los trabajos acerca de la
mujer en el Tercer Mundo adquieren una cierta "coherencia de efectos"
que refuerza tal hegemonía. "Es en este proceso de homogeneización y
sistematización discursiva de la opresión de la mujer en el Tercer
Mundo" -c-concluye Mohanty (l991b:54)-- "que el poder se ejerce en
gran parte del reciente discurso feminista occidental, y dicho poder
debe ser definido y nombrado."13

13
El trabajo de Mohanty puede ubicarse dentro de una crítica creciente de parte de las feministas,
especialmente del Tercer Mundo, del etnocentrismo implícito en el movimiento feminista y en su círculo
académico. Véanse también Mani (1989); Trinh (1989); Spelman (1989); Hooks (1990). La crítica del
discurso de mujer y desarrollo la discuto ampliamente en (Escobar, 1998a: capítulo 5).
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGíA DE LA MODERNIDAD
41

La crítica de Mohanty se aplica con mayor pertinencia a la


corriente principal de la bibliografía sobre el desarrollo, para la cual
existe una verdadera subjetividad subdesarrollada dotada con rasgos
como la impotencia, la pasividad, la pobreza y la ignorancia, por lo
común de gente oscura y carente de protagonismo como si se estuviera
a la espera de una mano occidental (blanca), y no pocas veces
hambrienta, analfabeta, necesitada, oprimida por su propia obstinación,
carente de iniciativa y de tradiciones. Esta imagen también universaliza
y homogeneiza las culturas del Tercer Mundo en una forma ahistórica.
Solamente desde una cierta perspectiva occidental tal descripción tiene
sentido; su mera existencia constituye más un signo de dominio sobre
el Tercer Mundo que una verdad acerca de él. Lo importante de resaltar
por ahora es que el despliegue de este discurso en un sistema mundial
donde Occidente tiene cierto dominio sobre el Tercer Mundo tiene
profundos efectos de tipo político, económico y cultural que deben ser
explorados.
La producción de discurso bajo condiciones de desigualdad en el
poder es lo que Mohanty y otros denominan "la jugada colonialista".
Jugada que implica construcciones específicas del sujeto
colonial/tercermundista en/a través del discurso de maneras que
permitan el ejercicio del poder sobre él. El discurso colonial, si bien
constituye "la forma del discurso más subdesarrollada teóricamente",
según Homi Bhabha, resulta "crucial para ejercer una gama de
diferencias y discriminaciones que dan forma a las prácticas discursivas
y políticas de la jerarquización racial y cultural" (1990:72). La definición
de Bhabha del discurso colonial, aunque compleja, es ilustrativa:

[El discurso colonial] es un aparato que pone en marcha


simultáneamente el reconocimiento y la negación de las
diferencias raciales, culturales, históricas. Su función estratégica
predominante es la creación de un espacio para una "población
sujeto", a través de la producción de conocimientos en términos
de los cuales se ejerce la vigilancia y se incita a una fonna
compleja de placerl displacer [...] El objetivo del discurso colonial
es interpretar al
42 EL FINAL DEL SALVAJE

colonizado como una población compuesta por clases


degeneradas sobre la base del origen racial, a fin de justificar la
conquista y de establecer sistemas de administración e
instrucción [...] Me refiero a una forma de gubernamentalidad
que, en el acto de demarcar una "nación sujeto", se apropia de
sus diversas esferas de actividad, las dirige y las domina.
(1990:75). '

Aunque en sentido estricto algunos de los términos de la


definición anterior serían más aplicables al contexto colonial, el discurso
del desarrollo se rige por los mismos principios; ha producido un
aparato extremadamente eficiente para generar conocimiento acerca
del Tercer mundo y ejercer el poder sobre él. Dicho dispositivo surgió
en el período comprendido entre 1945 y 1955, Y desde entonces no ha
cesado de producir nuevas modalidades de conocimiento y poder,
nuevas prácticas, teorías, estrategias, y así sucesivamente. En
resumen, ha desplegado exitosamente un régimen de gobierno sobre el
Tercer Mundo, un "espacio para los pueblos sujeto" que asegura cierto
control sobre él.
Este espacio es también un espacio geopolítico, una serie de
"geografías imaginarias", para usar el término de Said (1979). El
discurso del desarrollo inevitablemente contiene una imaginación
geopolítica que ha dominado el significado del desarrollo durante más
de cuatro décadas. Para algunos autores, esta voluntad de poder
espacial es uno de los rasgos esenciales del desarrollo (Slater, 1993), y
está implícita en expresiones tales como Primer y Tercer Mundo, Norte
y Sur, centro y periferia. La producción social del espacio implícita en
estos términos está ligada a la producción de diferencias, subjetividades
y órdenes sociales. A pesar de los cambios recientes en esta
geopolítica --el descentramiento del mundo, la desaparición del
Segundo Mundo, la aparición de una red de ciudades mundiales y la
globalización de la producción cultural- ella continúa ejerciendo
influencia a nivel del imaginario. Existe una relación entre historia,
geografía y modernidad que se resiste a desintegrarse en cuanto al
Tercer Mundo se refiere, a pesar de los importantes cambios que han
dado lugar a geografías postmodernas (Soja. 1993).
Para resumir, me propongo hablar del desarrollo como
experiencia históricamente singular, como la creación de un dominio del
pensamiento y de la acción, analizando las características e
interrelaciones de los tres ejes que lo definen: las formas de
conocimiento que a él se refieren (a través"
DESARROLLO y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD
43

de las cuales llega a existir y es elaborado en objetos, conceptos y


teorías), el sistema de poder que regula su práctica, y las formas de
subjetividad fomentadas por este discurso (aquellas por cuyo intermedio
las personas llegan a reconocerse a sí mismas como "desarrolladas" o
"subdesarrolladas"). El conjunto de formas que se hallan a lo largo de
estos ejes constituyen el desarrollo como formación discursiva, dando
origen a un aparato eficiente que relaciona sistemáticamente las formas
de conocimiento con las técnicas de poder.14
El análisis se establecerá, entonces, en términos de los
regímenes del discurso y de representación. Los "regímenes de
representación" pueden analizarse como lugares de encuentro en los
cuales las identidades se construyen pero donde también se origina,
simboliza y maneja la violencia. Esta útil hipótesis, desarrollada por una
estudiosa colombiana para explicar la violencia en su país durante el
siglo XIX, y basada especialmente en los trabajos de Bajtín, Foucault y
René Girard, concibe los regímenes de representación como lugares de
encuentro de los lenguajes del pasado y del futuro -tales como los
lenguajes de "civilización" y "barbarie" de la América Latina
posündependentista-, lenguajes externos e internos, lenguajes propios
y ajenos (Rojas, 1994). Un encuentro similar de regímenes de
representación tuvo lugar a finales de los años cuarenta, con el
surgimiento del desarrollo, también acompañado de formas específicas
de violencia modernizada.15
La noción de los regímenes de representación es otro principio
teórico y metodológico para examinar los mecanismos y consecuencias
de la construcción del Tercer Mundo a través de la representación. La
descripción de los regímenes de representación sobre el Tercer Mundo
propiciados por el discurso del desarrollo representa un intento de
trazar las cartografías o mapas de las configuraciones del conocimiento
y el poder que definen el período posterior a la segunda postguerra
(Deleuze y Guattari, 1987). Se

14
El estudio del discurso a lo largo de estos ejes es propuesto por Foucault (1986:4). Las formas
de subjetividad producidas por el desarrollo no son exploradas de manera significativa en este libro. Un
ilustre grupo de pensadores, incluyendo a Franz Fanon ([967,1968), Albert Memmi (1967), Ashis Nandy
(1983), y Homi Bhabha (1990) han producido recuentos cada vez más agudos sobre la creación de la
subjetividad y la conciencia bajo el colonialismo y el postcolonialismo.
15
Acerca de la violencia de la representación, véase también Lauretis (1987).
44 EL FINAL DEL SALVAJE

trata también de cartografías de resistencia como añade Mohanty


(19910). Al tiempo que buscan entender los mapas conceptuales
usados para ubicar y describir la experiencia de las gentes del Tercer
Mundo, revelan también -aunque a veces de forma indirecta- las
categorías con las cuales ellas se ven obligadas a resistir.
En un libro anterior (Escobar, 1998a) elaboré un mapa general
para orientarse en el ámbito de los discursos y de las prácticas que
justifican las formas dominantes de producción económica y
sociocultural del Tercer Mundo. Dicho libro examina el establecimiento y
la consolidación del discurso del desarrollo y su aparato desde los
albores de la segunda postguerra hasta el presente; analiza la
construcción de una noción de "subdesarrollo" en las teorías del
desarrollo económico de la segunda postguerra; y demuestra cómo
funciona el aparato a través de la producción) sistemática del
conocimiento y el poder en campos específicos, tales como 'el
desarrollo rural, el desarrollo sostenible, y la mujer y el desarrollo.
Lo anterior, podría decirse, constituye un estudio del
"desarrollismo" como ámbito discursivo. A diferencia del estudio de Said
(1979), en dicho trabajo presté más atención al despliegue del discurso
a través de sus prácticas. Me interesaba mostrar que tal discurso
deviene en prácticas concretas de pensamiento y de acción mediante
las cuales se llega realmente a crear el Tercer Mundo. Para un examen
más detallado seleccioné como ejemplo la implementación de
programas de desarrollo rural, salud y nutrición en América Latina
durante la década del setenta y comienzos de los años ochenta. Otra
diferencia se originó en la advertencia de Homi Bhabha de que "siempre
existe, en Said, la sugerencia de que el poder colonial es de posesión
total del colonizador. dadas su intencionalidad y unidireccionalidad"
(1990:77). Intenté evadir este riesgo considerando también las formas
de resistencia de las gentes del Tercer Mundo contra las intervenciones
del desarrollo, y cómo luchan para crear alternativas de ser y de hacer.
Como en el estudio de Mudimbe (1988), me propuse evidenciar los
fundamentos de un orden de conocimiento y un discurso acerca del
Tercer Mundo como subdesarrollado. Quería cartografiar, por así
decirlo, la invención del desarrollo. Sin embargo, en vez de enfocarme
en la antropología y la filosofía, contextualicé la
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD
45

era del desarrollo dentro del espacio global de la modernidad, y más


particularmente desde las prácticas económicas modernas.
Desde esta perspectiva, el desarrollo puede verse como un
capítulo de lo que puede llamarse "antropología de la modernidad", es
decir, una investigación general acerca de la modernidad occidental
como fenómeno cultural e histórico específico. Si realmente existe una
"estructura antropológica" (Foucauit, 1975:198) que sostiene al orden
moderno y sus ciencias humanas. debe investigarse hasta qué punto
dicha estructura también ha dado origen al régimen del desarrollo, tal
vez como mutación específica de la modernidad. Ya se ha sugerido una
directriz general para la antropología de la modernidad, en el sentido de
tratar como "exóticos" los productos culturales de Occidente para
poderlos ver como lo que son:

Necesitamos antropologizar a Occidente: mostrar lo exótico de


su construcción de la realidad; enfatizar aquellos ámbitos
tomados más comúnmente como universales -esto incluye a la
epistemología y la economía-; hacerlos ver tan peculiares
históricamente como sea posible; mostrar cómo sus pretensiones
de verdad están ligadas a prácticas sociales y por tanto se han
convertido en fuerzas efectivas dentro del mundo social.
(Rabinow, 1986:241).

La antropología de la modernidad se apoyaría en aproximaciones


etnográficas, que ven las formas sociales como el resultado de
prácticas históricas que combinan conocimiento y poder. Buscaría
estudiar cómo los reclamos de verdad están relacionados con prácticas
y símbolos que producen y regulan la vida en sociedad. La construcción
del Tercer Mundo por medio de la articulación entre conocimiento y
poder es esencial para el discurso del desarrollo (Escobar, 1998a).
Vistas desde muchos espacios del Tercer Mundo, hasta las
prácticas sociales y culturales más razonables de Occidente pueden
parecer bastante peculiares, incluso extrañas. Ello no obsta para que
todavía hoy en día, la mayoría de occidentales -y de muchos lugares
del Tercer Mundo- tenga grandes dificultades para pensar en la gente y
las situaciones del Tercer Mundo en términos diferentes a los que
permite el discurso del desarrollo. La sobrepoblación, la amenaza
permanente de hambruna. la pobreza, el analfabetismo y similares
operan como
46 EL FINAL DEL SALVAJE

significantes más comunes, ya de por sí estereotipados y cargados con


los significados del desarrollo. Las imágenes del Tercer Mundo que
aparecen en los medios masivos constituyen el ejemplo más claro de
las representaciones desarrollistas. Estas imágenes se rehusan a
desaparecer. Por ello es necesario examinar el desarrollo en relación
con las experiencias modernas de conocer, ver, cuantificar, economizar,
y otras por el estilo.

La deconstrucción del desarrollo

El análisis discursivo del desarrollo comenzó a finales de los


años ochenta acompañado de intentos por articular regímenes
alternativos de representación y práctica. Sin embargo, pocos trabajos
han encarado la deconstrucción del discurso del desarrollo.16
El libro de James Ferguson (1990) sobre el desarrollo en Lesotho
constituye un sofisticado ejemplo del enfoque deconstruccionista.
Ferguson ofrece un análisis profundo de los programas de desarrollo
rural implementados en ese país bajo el patrocinio del Banco Mundial.
El fortalecimiento del Estado, la reestructuración de las relaciones
sociales rurales, la profundización de las influencias modernizadoras
occidentales y la despolitización de los problemas son algunos de los
efectos más importantes del despliegue del desarrollo rural en Lesotho,
a pesar del aparente fracaso de los programas en términos de los
objetivos establecidos. Es en dichos efectos, concluye Ferguson, que
debe evaluarse la productividad del aparato del desarrollo.
Otro enfoque deconstructivista (Sachs, 1992a) analiza los
conceptos centrales --{} "palabras claves"- del discurso del desarrollo,
tales como mercado, planeación, población, medio ambiente,
producción, igualdad, participación, necesidad y pobreza. Luego de
seguirle la pista brevemente al origen de cada uno de estos conceptos
en la civilización europea, cada c8prtulo·examina los usos y
transformación del concepto en el discurso del desarrollo desde la
década del cincuenta hasta el presente. La intención del libro es poner
de manifiesto el carácter arbitrario de los conceptos, su

16
Artículos sobre el análisis del discurso del desarrollo incluyen Escobar (1984, 1988), Muel1er (1987b).
Dubois (1991). Paraiuli (1991).
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGíA DE LA MODERNIDAD 47

especificidad cultural e histórica, y los peligros que su uso representa


en el contexto del Tercer Mundo.17

Un proyecto colectivo análogo se ha concebido con un enfoque


de "sistemas de conocimiento 18. "Este grupo opina que las culturas no
se caracterizan sólo por sus normas y valores, sino también por sus
maneras de conocer (Apffel-Marglin y Marglin, 1990). El desarrollo se
ha basado exclusivamente en un sistema de conocimiento, es decir, el
correspondiente al Occidente moderno. La predominancia de este
sistema de conocimiento ha dictaminado el marginamiento y
descalificación de los sistemas de conocimiento no occidentales. En
estos últimos, concluyen los autores, los investigadores y activistas
podrían encontrar racionalidades alternativas para orientar la acción
social con criterio diferente a formas de pensamiento economicistas y
reduccionistas.

En los años setenta, se descubrió que las mujeres habían sido


ignoradas por las intervenciones del desarrollo. Tal "descubrimiento"
trajo como resultado, desde finales de los años setenta, la aparición de
un novedoso enfoque "Mujer en el desarrollo" (Med), el cual ha sido
estudiado como régimen de representación por varias investigadoras
feministas, entre las cuales se destacan Adele Mueller (1986, 1987a,
1991) y Chandra Mohanty (1991 a, 1991 b). En el centro de estos
trabajos se halla un análisis profundo de las prácticas de las
instituciones dominantes del desarrollo en la creación y administración
de sus poblaciones-cliente. Para comprender el funcionamiento del
desarrollo como discurso se requieren contribuciones analíticas
similares en campos específicos del desarrollo. Un grupo de
antropólogos suecos trabaja sobre cómo los conceptos de "desarrollo" y
"modernidad" se usan, interpretan, cuestionan o reproducen en diversos
contextos sociales de distintos lugares del mundo. Esta investigación
muestra una constelación completa de usos, modos de operación y
efectos locales asociados a dichos conceptos. Trátese de una aldea de
Papua

17
El grupo responsable por este "diccionario de palabras tóxicas" en el discurso del desarrollo incluye a Ivan IIIich,
Wolfgang Sachs, Barbara Duden, Ashis Nandy, Vandana Shíva, Majid Rahnema, Gustavo Esteva y a este autor, entre
otros.

18
El grupo, congregado bajo el patrocinio del Instituto Mundial de las Naciones Unidas para la Investigación
en Economía del Desarrollo (Wider), y encabezado por Stephen Marglin y Frédérique Apffel Marglin, se ha
reunido durante varios años, e incluye a algunas de las personas mencionadas en la nota anterior. Yase ha
publicado un volumen como resultado del proyecto (Apffel-Marglin y Marglin, 1990).
48 EL FINAL DEL SALVAJE

Nueva Guinea o de pequeños poblados de Kenya o Etiopía, las


versiones locales del desarrollo y la modernidad se formulan siguiendo
procesos complejosque incluyen prácticas culturales tradicionales,
historias del pasado colonialista, y la ubicación contemporánea dentro
de la economía global de bienes y símbolos (Dahl y Rabo, 1992). Estas
etnografías locales del desarrollo y la modernidad también son
estudiadas por Pigg (1992) en su trabajo acerca de la introducción de
prácticas de salud en Nepal.
Por último, es importante mencionar algunos trabajos que se
refieren al rol de las disciplinas convencionales dentro del discurso del
desarrollo. Irene Gendzier (1985) examina el papel que desempeñó la
ciencia política en la conformación de las teorías de la modernización,
en particular en los años cincuenta, y su relación con asuntos
importantes de ese entonces, como la seguridad nacional y los
imperativos económicos. También dentro de la ciencia política, Kathryn
Sikkink (1991) estudió la aparición del desarrollismo en Brasil y
Argentina durante las décadas del cincuenta y sesenta. Su principal
interés es el rol de las ideas en la adopción, implementación y
consolidación del desarrollismo como modelo de desarrollo
económico.19
El chileno Pedro Morandé (1984) analiza cómo la adopción y el
predominio de la sociología norteamericana de los años cincuenta y
sesenta en América Latina preparó la escena para una concepción
puramente funcional del desarrollo, concebido como la transformación
de una sociedad "tradicional" en una sociedad "moderna", desprovista
por completo de consideraciones culturales. Kate Manzo (1991)
presenta un caso algo similar en su análisis de las deficiencias de los
enfoques modernistas del desarrollo, como la teoría de la dependencia,
y su llamado a prestar atención a alternativas "contramo-

19
Sikk.ink (l99l) diferencia correctamente su método institucional-interpretativo de los enfoques de "discurso
y poder", aunque su caracterización de estos últimos refleja solamente la formulación inicial del enfoque
discursivo. Mi propia opinión es que ambos métodos ~la historia de las ideas y el estudio de las formaciones
díscursivas-; no son incompatibles. Mientras que el primero presta atención a las dinámicas internas de la
generaciórl social de las ideas de modos que el segundo método no toma en cuenta ~ dandocon ello la
impresión, por así decirlo, de que los modelos dedesarrollo son solamente "impuestos" al Tercer Mundo y
no, como realmente sucede, producidos también desde su interior-, la historia de las ideas tiende a ignorar
los efectos sistemáticos de la producción del discurso, el cual estructura de modo importante lo que se
considera como "ideas". Al respecto de la diferenciación entre la historia de las ideas y la historia de los
discursos, véase Foucault (1972, 1991).
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGíA DE LA MODERNIDAD
49

demistas" basadas en las prácticas de agentes de base del


TercerMundo.Nuestro estudio también aboga por el retorno a la cultura,
tanto las dominantes como las locales, en el análisis crítico del
desarrollo (Escobar, 1998a).

La antropología y el encuentro del desarrollo

En su conocida compilación acerca de la relación entre antropología y


colonialismo, Talal Asad planteó el interrogante de si no seguía
existiendo"una extraña reticencia en la mayoría de los antropólogos
sociales a tomar en serio la estructura de poder dentro de la cual se ha
estructurado su disciplina" (1973:5), es decir, toda la problemática del
colonialismo y el neocolonialismo, su economía política y sus
instituciones. ¿No posibilita hoy en día el desarrollo, como en su época
lo. hiciera el colonialismo, "el tipo de intimidad humana que sirve de
base al trabajo de campo antropológico, y que dicha intimidad siga
teniendo un cariz unilateral y provisional" (Asad, 1973:17), aunque los
sujetos contemporáneos se resistan y respondan? Además, si durante
el período colonial "la tendencia general de la comprensión
antropológica no constituía un reto esencial ante el mundo desigual
representado por el sistema colonial" (Asad, 1973:18), ¿no es éste
también el caso del "sistema de desarrollo"? En síntesis, ¿no podemos
hablar con igual pertinencia de "la antropología y el encuentro del
desarrollo”?

Por lo general resulta cierto que en su conjunto la antropología


no ha encarado en forma explícita el hecho de que su práctica se
desarrolla en el marco del encuentro entre naciones ricas y pobres
establecido por el discurso del desarrollo de la segunda postguerra.
Mientras que algunos antropólogos se han opuesto a las intervenciones
del desarrollo, particularmente en representación de los pueblos
indígenas,20 un número igualmente apreciable ha estado comprometido
con organizaciones de desarrollo como el Banco Mundial y la Agencia
Internacional para el Desarrollo delos Estados Unidos.

20
Este es también el caso de la organización Cultural Survival, por ejemplo, y su antropología en nombre de los pueblos
indígenas (Maybury-Lewis, 1985). Su trabajo recicla algunas concepciones problemáticas de la antropología, tales como su
pretensión de hablar a nombre de "los nativos" (Escobar, 1991). Véase también en Price (1989) un ejemplo de antropólogos
que se opusieron a un proyecto del Banco Mundial en defensa de poblaciones indígenas.
50 EL FINAL DEL SALVAJE

Este inquietante nexo fue especialmente notable en la década 1975-


1985, y ha sido estudiado en otro trabajo (Escobar, 1991). Como lo
señala correctamente Stace y Leigh Pigg (1992), la mayoría de los
antropólogos han estado ya sea dentro del desarrollo, como
antropólogos aplicados, o fuera de él, a favor de lo autóctono y del
punto de vista del "nativo". Con ello, desconocen los modos como opera
el desarrollo como escenario del enfrentamiento cultural y de la
construcción de la identidad. Un pequeño número de antropólogos, sin
embargo, ha estudiado las formas y los procesos de resistencia ante las
intervenciones del desarrollo (Taussig, 1980; Fals Borda, 1984; SCOtl,
1985; Ong, 1987).21

La ausencia de los antropólogos en las discusiones sobre el


desarrollo como régimen de representación es lamentable porque, si
bien es cierto que muchos aspectos del colonialismo ya han sido
superados, las representaciones del Tercer Mundo a través del
desarrollo no son por ello menos penetrantes y efectivas que sus
homólogas coloniales. Tal vez lo sean más. También resulta
inquietante, como lo señala Said (1979:214), que "existe una ausencia
casi total de referencias a la intervención imperial estadounidense como
factor de incidencia en la discusión teórica" en la literatura antropológica
reciente (véase también Friedman, 1987; Ulin, 1991). Dicha
intervención imperial sucede a muchos niveles -económico, militar,
político, cultural- que integran el tejido de las representaciones del
desarrollo. También resulta inquietante, como lo sustenta este autor, la
falta de atención de los académicos occidentales a la abundante y
comprometida literatura de autores del Tercer Mundo sobre los temas
del colonialismo, la historia, la tradición y la dominación -y, podríamos
añadir aquí, del desarrollo--. Cada vez aumentan más las voces del
Tercer Mundo que piden el desmonte del discurso del desarrollo.

Los profundos cambios experimentados por la antropología


durante los años ochenta abrieron la posibilidad de examinar el modo
como la antropología está ligada con "modos occidentales de crear el
mundo" (Strathem, 1988:4). Tal examen crítico de las prácticas
antropológicas llevó a la conclusión de que ya nadie puede escribir
sobre otros como si se tratara de textos u objetos aislados. Se insinuó
entonces una nueva.

21
Acerca de la resistencia en el contexto colonial véase Comaroff (1985), Comaroff y Comaroff (I99I).
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGíA DE LA MODERNIDAD 51

tarea: buscar "maneras más sutiles y concretas de escribir y leer otras


culturas [...] nuevas concepciones de la cultura como hecho histórico e
interactivo" (Clifford y Marcus, 1986:25). La innovación en la escritura
antropológica dentro de este contexto se consideró como la "orientación
de la etnografía hacia una sensibilidad política e histórica sin
precedentes, transformando así la forma en que la diversidad cultural es
representada" (Marcus y Fisher, 1986:16).

Esta "re-imaginación" de la antropología, emprendida a mediados


de los años ochenta se ha convertido en objeto de críticas, opiniones y
ampliaciones diversas, por feministas, académicas del Tercer Mundo,
"antipostmodernistas", economistas políticos y otros. Algunas de estas
críticas son más objetivas y constructivas que otras, y no viene al caso
analizarlas aquí.22 Hasta ahora, "el momento experimental" de los años
ochenta ha sido fructífero y relativamente rico en aplicaciones. Re-
imaginar la antropología, sin embargo, está claramente aún en proceso
y deberá profundizarse, tal vez llevando los debates a otros campos y
hacia otras direcciones. La antropología, se arguye actualmente, tiene
que "volver a entrar" en el mundo real, luego del auge de la crítica
textualista de los años ochenta. Para lograrlo, debe volver a
historiografiar su propia práctica y reconocer que ésta se halla
determinada por muchas fuerzas externas al control del etnógrafo. Más
aún, debe estar dispuesta a someter a un escrutinio más radical sus
nociones más preciadas, corno la etnografía, la ciencia y la cultura (Fox,
1991).

El llamado de Strathern (1988) para que tal cuestionamiento se


adelante en el contexto de las prácticas de las ciencias sociales
occidentales y de su adhesión a ciertos intereses en la descripción de la
vida social reviste fundamental importancia. En el núcleo de estos
debates se encuentran los límites que existen para el proyecto
occidental de deconstrucción y autocrítica. Cada vez resulta más
evidente, al menos para quienes luchan por ser oídos, que el proceso
de deconstrucción y desmantelamiento deberá estar acompañado por
otro proceso análogo destinado a construir nuevos modos de ver y de
actuar. Sobra decir que este aspecto es crucial para las discusiones
sobre el desarrollo, porque lo que está.

22
Véase. por ejemplo, Ulin (1991); Sutton (1991); Hooks (1990); Said (1979); Trinh (1989); Mascia Lees, Sharpe y Cohen
(1989); Gordon (1988); Friedman (1987).
52 EL FINAL DEL SALVAJE

en juego es la supervivencia de los pueblos. Mohanty (1991a) insiste en


que ambos proyectos -la deconstrucción y la reconstrucción-deben ser
simultáneos. El proyecto podría enfocarse estratégicamente en la
acción colectiva de los movimientos sociales (Álvarez, Dagnino y
Escobar, 1998); éstos no solamente luchan por "bienes y servicios" sino
por la definición misma de la vida, la economía, la naturaleza y la
sociedad. Se trata, en síntesis, de luchas culturales.

Como nos lo pide reconocer Bhabha, la deconstrucción y otros


tipos de críticas no conducen automáticamente a una lectura no
problemática de otros sistemas discursivos y culturales. Tales críticas
podrían ser necesarias para combatir el etnocentrismo, pero no pueden,
por sí mismas, sin ser reconstruidas, representar la alteridad. Más aún,
en dichas críticas existe la tendencia a "individualizar la alteridad como
si fuera el descubrimiento de sus propios supuestos" (Bhabha,
1990:75), esto es, presentarla en términos de los límites del
logocentrismo occidental, negando así la diferencia real ligada a un tipo
de otredad cultural que se encuentra "implicada en condiciones
históricas y discursivas específicas, requiriendo prácticas de lectura
diferentes" (Bhabha, 1990:73). Existe una insistencia parecida en
América Latina respecto de que las propuestas del postmodernismo,
para ser fructíferas en el continente, deberán evidenciar su compromiso
con la justicia y la construcción de órdenes sociales alternativos.23

Tales correctivos indican la necesidad de interrogantes y


estrategias alternativas para la construcción de discursos
anticolonialistas, así como la "reconstrucción" de las sociedades del
Tercer Mundo en/a través de representaciones que puedan devenir en
prácticas alternativas. El cuestionamiento de las limitaciones de la
autocrítica occidental, como se lleva a cabo en gran parte de la teoría
contemporánea, permite visualizar la "insurrección discursiva" por parte
de la gente del Tercer Mundo, propuesta por Mudimbe con relación a la
"soberanía del mismo pensamiento europeo del cual deseamos
liberarnos" (citado en Diawara, 1990:79).

53
23
Las discusiones acerca de la modernidad y la postmodernidad en América Latina se están convirtiendo
en uno de los focos principales de la investigación y la acción política. Véase especialmente Calderón
(1988), Quijano (1988), Garcra
Cancfíní (1990), Sarlo (1991), Yúdice , Flores y Franco (1992). Para una reseña al respecto de los
anteriores. véase Montaldo (1991).
EL DESARROLLO Y LA ANTROPOLOGÍA DE LA MODERNIDAD

La tan necesaria liberación de la antropología del espacio


delimitado por el encuentro del desarrollo -y, más generalmente, la
modernidad mediante el examen profundo de las formas como se ha
visto implicada en él, constituye un paso importante hacia el logro de
regímenes de representación más autónomos; a tal punto que podría
motivar a los antropólogos y otros científicos para explorar las
estrategias de las gentes del Tercer Mundo en su intento por dar
significado y transformar su realidad a través de la práctica política
colectiva. Este reto podría brindar caminos hacia la radicalización de la
acción de re-imaginar la antropología, emprendida con entusiasmo por
la disciplina durante los años
LAS MUJERES Y EL DESARROLLO HUMANO
El enfoque de las capacidades

Marta Nussbaum

Introducción

FEMINISMO Y DESARROLLO INTERNACIONAL

1. DESARROLLO E IGUALDAD SEXUAL

Las mujeres carecen de apoyo en funciones fundamentales de la vida humana en


la mayor parte del mundo. Están peor alimentadas que los hombres, tienen un
nivel inferior de salud, son más vulnerables a la violencia física y al abuso sexual.
Es mucho menos probable que estén alfabetizadas, y menos probable aún que
posean educación profesional o técnica. Si intentan ingresar en un puesto de
trabajo, deben enfrentar obstáculos mayores, incluyendo la intimidación por parte
de la familia o del esposo, discriminación por su sexo en el salario y acoso sexual
en su lugar de trabajo. Y todo ello sin tener recursos legales efectivos para
defenderse. Obstáculos similares les impiden a menudo una participación efectiva
en la vida política. En muchas naciones, las mujeres no tienen plena igualdad ante
la ley: no tienen los mismos derechos de propiedad que los hombres, ni los
mismos derechos contractuales, de asociación, de movilidad, ni la misma libertad
religiosa. 1 A menudo cargadas con la «doble jornada» que deriva de las
exigencias del empleo y de la responsabilidad por el hogar y por el cuidado de los
niños, carecen de oportunidades para el juego y para el cultivo de sus facultades
imaginativas y cognitivas. Todos estos factores tienen su costo en cuanto

----------------
1. Ejemplos de tales desigualdades pueden encontrarse en el capítulo 3 y en mi
artículo «Religion and Women's Human RightS», en: P. Weithman (comp.),
Religion and Contemporary Liberalism, Norre Dame 1997,93-137; como también
como capítulo 3 en mi obra Sex and Social Justice, Nueva York, 1999,81-117.

27
a bienestar emocional: las mujeres tienen menos oportunidades que los hombres
de vivir libres de temores y de disfrutar de tipos más gratificantes de amor,
especialmente cuando -como sucede a menudo- se las casa sin elección propia
desde la niñez y carecen de amparo ante un mal matrimonio. De todas estas
maneras, las desiguales circunstancias sociales y políticas dan a las mujeres
capacidades humanas desiguales.

Se puede resumir todo esto diciendo que con demasiada frecuencia se trata a las
mujeres no como fines en sí mismos, como personas con una dignidad que
merece respeto por parte de las leyes y de las instituciones. Por el contrario, se las
trata como meros instrumentos para los fines de otros: reproductoras, encargadas
de cuidados, puntos de descarga sexual, agentes de la prosperidad general de
una familia. A veces, ese valor instrumental es fuertemente positivo; otras veces,
puede ser realmente negativo. La familia natal de una niña la trata a menudo como
prescindible, considerando que, de alguna manera, ella abandonará a la familia y
no brindará a sus padres el sustento en la vejez. A lo largo del camino hacia su
inevitable partida, ella acarreará a la familia los considerables gastos de la dote y
de las festividades nupciales. ¿Con qué objeto, pues, debería cuidarse de su salud
y educación del mismo modo en que se cuidaría de la de un muchacho? ¿Por qué
extrañarse, entonces, de que el nacimiento de una niña sea a menudo ocasión de
tristeza más que de alegría? Como dice el antiguo proverbio indio: «Ha nacido una
hija / sea para el esposo o para la muerte / ella ya se ha marchado».

Tampoco es probable que el hogar marital sea para una tal hija un lugar de
respeto como el que se tiene ante quien es un fin en sí, aun cuando se estime
como positivo su valor instrumental. Es probable que sus suegros la vean como un
mero adjunto de un hijo muy querido, como un medio para tener nietos
(especialmente, varones), como una adición al número de trabajadores de la casa
y, tal vez, como un medio para obtener dinero en el pago de la dote por parte de
sus padres. Incluso cuando no se abusa de ella, es improbable que se la trate con
calidez o que se cultive su educación. Si su esposo se muestra bondadoso, podrá
amortiguar el choque entre ella y las demandas de sus padres. En caso contrario,
es probable que la mujer no tenga recursos para defenderse del abuso por parte
de la familia marital ni tampoco buenas opciones de salida. Probablemente, su
familia natal rehusará recibida de nuevo; probablemente, tampoco tendrá las
habilidades requeridas para

28
un empleo, y la ley no estará demasiado interesada en su difícil situación. Si el
esposo muere, es probable que su situación empeore aún más, dado el estigma
que se asocia a la viudedad en muchas partes del mundo. Una herramienta que
ha perdido su objetivo: eso es una viuda, lo cual es bastante semejante a estar
muerta.

No se trata aquí de casos raros de un delito inusual, sino de realidades habituales.


De acuerdo con el Informe sobre desarrollo humano 1997 emitido por el PNUD, y
según una compleja medición que incluye la expectativa de vida, la riqueza y la
educación, no hay país alguno que trate a su población femenina igual de bien que
a la masculina.2 Sin embargo, los países en desarrollo presentan problemas de
especial urgencia. La desigualdad de los sexos está en fuerte correlación con la
pobreza.3 Cuando la pobreza se combina con la desigualdad de los sexos, el
resultado es una aguda carencia de capacidades humanas centrales. En los
países en desarrollo, tomados en conjunto, hay un 60% más de mujeres que
hombres entre los adultos analfabetos; la tasa de escolarización de las mujeres,
incluso al nivel de la escolaridad primaria, es un 13% más baja que la de los
varones; y el salario de las mujeres alcanza solamente a las 3/4 partes del salario
de los varones. Aún no contamos con estadísticas fiables acerca de los temas de
violación, violencia doméstica, acoso sexual, porque en muchos países se presta
muy poca atención a la violencia doméstica y al acoso sexual, y la violación dentro
del matrimonio no se considera delito, e incluso la violación por parte de un
extraño se castiga tan raras veces, que muchas mujeres tienen temor de
denunciar el delito.4

2. Véase Informe sobre Desarrollo humano 1997, publicado para el Programa de


las Naciones Unidas para el desarrollo, Madrid: Mundi-Prensa 1997, 46s (~Human
Development Repon 1997, Oxford-Nueva York 1997,39).
3. Los cuatro países que se ubican en la posición más baja de la escala en el IDG,
a saber, Sierra Leona, Níger, Burkina Faso y Malí, son los que también se
encuentran en la posición más baja en eI.IPH -una compleja medición (véase 141
[~126s]) que incluye baja expectativa de vida, privación de educación, desnutrición
y falta de acceso a agua potable y a servicios de salud-. Entre los cuatro países en
desarrollo que se encuentran en las posiciones más altas en el IPH, tres (Costa
Rica, Singapur y Trinidad y Tobago) tienen también el índice más alto en el IDG:
véase 47 (~39).
4. Respecto de la India, véase el informe especial sobre violación en India Abroad,
10-7-1998. De acuerdo con estadísticas recientes, cada 54 minutos una mujer es
violada en la India, y los casos de violación crecieron un 32% entre 1990 y 1997.
Si bien

29
Si regresamos al área muy básica de la salud y la nutrición, hay una evidencia
generalizada de discriminación de las mujeres en muchas naciones del mundo en
desarrollo. Los investigadores afirman, por lo común, que, donde existe igual
nutrición y cuidado de la salud, las mujeres viven, en promedio, más que los
hombres. De ese modo, esperaríamos una relación de sexos cercana a 102,2
mujeres cada 100 hombres (tal es la actual relación de sexos en el África sub-
sahariana).5 Muchos países tienen una relación mucho más baja: la de la India,
por ejemplo, es de 92,7 mujeres cada 100 hombres, la más baja desde que se
comenzó a realizar el censo a comienzos del siglo XX. Si estudiamos estas
proporciones y planteamos la pregunta « ¿cuántas más mujeres habría
actualmente en el país X si el mismo tuviese la misma relación de sexos que el
África sub-sahariana?», obtendríamos una cifra que el economista Amartya Sen
denominó gráficamente el número de las «mujeres faltantes». Hay muchos
millones de mujeres faltantes en el mundo

--------------
una parte de este crecimiento se debe a una mayor cantidad de denuncias, es
improbable que eso sea toda, ya que hay muchas mujeres que temen hacer la
denuncia. Es seguro que, en un juicio, la historia sexual y la clase social de una
mujer será utilizada en su contra; la evidencia médica raras veces se recoge de
inmediato, la policía demora en forma típica el procesamiento de las denuncias y,
por eso, es extremadamente difícil asegurar las condenas. En la ley india, la
penetración del pene sigue considerándose todavía como un elemento necesario
para que se configure el delito de violación, por lo cual los casos que implican, por
ejemplo, sexo oral forzoso no pueden ser perseguidos como casos de violación.
Además, la prosecución legal de los casos de violación es cara, y habitualmente
no existe ayuda legal gratuita para las víctimas de ese delito. Según un estudio
realizado por Sakshu, una ONG con base en Nueva Delhi, en un muestreo de 105
casos de violación que llegaron realmente a juicio sólo 17 resultaron en condenas.

5. El África subsahariana fue tomada como línea de base porque puede


considerarse inapropiada para comparar países desarrollados con países en
desarrollo. Europa y América del None tienen una relación de sexos aún más alta
de mujeres a varones: 105/100. La relación relativamente alta que, comparada con
otras panes del mundo en desarrollo, encontramos en el África subsahariana, se
explica muy probablemente por el papel central que desempeñan las mujeres en
la actividad económica productiva, la cual les da derecho a comida en tiempos de
escasez. Para un estudio clásico de este tema véase E. Boserup, La mujer y
desarrollo económico, traducción de María Luisa Serrano, Madrid: Minerva 1993
Womms Rok in Economic Developmmt, Nueva York 1970; AIdeshot 21986). Para
una serie de valiosas respuestas a la obra de Boserup véase Irene Tinker (comp.),
Persistent Inequalities, Nueva York 1990.

30
actual.6 Utilizando este crudo índice, el número de mujeres faltantes en el sudeste
asiático es de 2,4 millones; en Latinoamérica 4,4; en el norte de África 2,4; en Irán
1,4; en China 44,0; en Bangla Desh 3,7; en la India 36,7; en Pakistán 5,2; en el
oeste de Asia 4,3. Si consideramos ahora la relación del número de mujeres
faltantes con respecto al número actual de mujeres en un determinado país,
obtenemos para Pakistán 12,9%; para la India 9,5%; para Bangladesh 8,7%; para
la China 8,6%; para Irán 8,5%; para el oeste de Asia 7,8%; para el norte de África
3,9%; para Latinoamérica 2,2%; para el sudeste asiático 1,2%.

En la India, la diferencia de mortalidad no sólo es especialmente aguda entre


niños (las niñas mueren en número mucho mayor que los niños), sino que la
mayor tasa de mortalidad de las mujeres, comparada con la de los hombres, se
aplica a todos los grupos de edad, incluso bien entrada ya la tercera década de
vida?

En suma, las mujeres carecen de un apoyo esencial para llevar una vida
plenamente humana. Esta falta de apoyo se debe a menudo al solo hecho de ser
mujeres. De ese modo, aun cuando vivan en una democracia constitucional como
la de la India, en la cual, en teoría, gozan de igualdad, en realidad, son ciudadanos
de segunda clase:

11. EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES: UNA VISIÓN GENERAL

Mi argumentación habrá de afirmar que el pensamiento político y económico


internacional debe ser feminista, atento, entre otras cosas, a los problemas
especiales que enfrentan las mujeres a causa de su sexo en más o menos todas
las naciones del mundo, problemas sin cuya comprensión no pueden enfrentarse
correctamente los temas de la pobreza y del desarrollo.

-----------------
6. Las estadísticas de este párrafo están tomadas de Jean Dreze / Amartya Sen,
Hungn- and Public Action, Oxford 1989, y de id. / id., India: Economic
Development and Social Opportunity, Delhi 1995, capítulo 7. El número total de
mujeres faltantes estimado por Sen es de cien millones; el capítulo sobre la India
estudia estimaciones alternativas.
7. Véase Dreze / Sen, Hungerand Public Action, 52.

31
Un enfoque del desarrollo internacional debe evaluarse de acuerdo a su capacidad
de reconocer estos problemas y de presentar propuestas para su solución.
Propondré y defenderé un enfoque que me parece desempeñarse mejor en esta
área que otras prominentes alternativas. El enfoque es filosófico, y procuraré
señalar por qué necesitamos de la teoría filosófica para enfocar correctamente
estos problemas.8 Se basa también en una visión universalista de las funciones
centrales del hombre, estrechamente unida a una forma de liberalismo político:
una de mis primeras tareas será defender este tipo de universalismo como una
base válida desde la cual enfocar los problemas de las mujeres en el mundo en
desarrollo.

La meta del proyecto en su conjunto es brindar el sustento filosófico para una


visión de los principios constitucionales básicos que deben ser respetados e
implementados por los gobiernos de todas las naciones como un mínimo
requerido por el respeto a la dignidad humana. (Los temas de implementación son
complejos, por lo que les daré un tratamiento aparte en la sección VII del capítulo
1.) Defenderé la tesis de que la mejor aproximación a esta idea de un mínimo
social básico proviene de un enfoque centrado en las capacidades humanas, es
decir, en aquello que la gente es realmente capaz de hacer y de ser, de acuerdo a
una idea intuitiva de la vida que corresponda a la dignidad del ser humano.
Identificaré una lista de capacidades humanas centrales, colocándola en el
contexto de un tipo de liberalismo político que las transforma en metas
específicamente políticas y que las presenta libres de toda fundamentación
específicamente metafísica. De esta manera, considero que las capacidades
pueden ser objeto de un consenso traslapado entre gente que, de otra manera,
tiene concepciones comprehensivas muy diferentes acerca del bien.9 Y sostendré
que las capacidades en cuestión

------------------

8. Al respecto véanse mis artículos «Public Philosophy and International


Feminism», en: Ethics 108 (1998) 770-804; «Why Practice Needs Ethical Theory:
Particularism, Principie, and Bad Behavior», en: S. Burton (comp.), The Path 01
the Law and its lnfluence, Cambridge 2000; y «Still Worthy of Praise: A Response
to Richard A.
Posner, The Problematics of Moral and Legal Theory>', en: Harvard Law Revi~w
111 (1998),1776-95.
9. Los términos «liberalismo político», «consenso traslapado» y «concepción
comprehensiva» son utilizados como lo hace John Rawls, Political Liberalism,
Nueva York 1993 [Cabe señalar que, en la traducción al español del término
técnico rawlsiano

32
deben procurarse para todas y cada una de las personas, tratando a cada persona
como fin y no como una mera herramienta para los fines de otros. De ese modo,
adopto un principio de la capacidad de cada persona, basado en un principio de
cada persona como fin. Demasiado a menudo se trató a las mujeres como apoyo
para los fines de otros más que como fines en sí mismos. Por ello, este principio
tiene una particular fuerza crítica con respecto a la vida de las mujeres.
Finalmente, mi enfoque utiliza la idea de un nivel mínimo de cada capacidad,
debajo del cual no se considera posible que los ciudadanos puedan lograr un
funcionamiento verdaderamente humano; el objetivo social debe comprenderse en
términos de llegar a tener ciudadanos por encima de esa capacidad mínima.

El enfoque de las capacidades tiene otro uso, afín y de menor relevancia. El


mismo determina un espacio dentro del cual las comparaciones de calidad de vida
(cómo de bien le va a la gente), cuando se las establece entre las distintas
naciones, resultan más reveladoras. Al utilizado de este modo, este enfoque
rivaliza con otras mediciones estándar como el PIB per cápita y la utilidad. Este
papel es importante para la concepción, desde el momento en que es improbable
que se avance hacia una buena concepción del mínimo social si con anterioridad
no obtenemos correctamente el espacio para la comparación. Y podemos utilizar
el enfoque en este sentido menos relevante para comparar una nación con otra,
aun si no queremos avanzar en el uso del mismo como base filosófica para los
principios constitucionales fundamentales que establecen un mínimo o umbral
social. Por otra parte, el uso comparativo de capacidades no es, en última
instancia, demasiado útil sin una determinada concepción normativa que nos diga
qué hacer con lo que encontramos mediante nuestro estudio comparativo. La
mayoría de las concepciones para la medición de la calidad de vida en la
economía del desarrollo están implícitamente asociadas a una teoría normativa del
objetivo social correcto (maximización del salario, maximización de la utilidad,
etc.), y la presente se encuentra asociada explícitamente de ese modo. La tarea

--------------------
overlapping consensus, se decide aquí en forma diferente a Antoni Domenech en
su traducción de El liberalismo político. Barcelona: Crítica 1996, quien vierte la
expresión como «consenso entrecruzado» (véase su nota de traductor en página
30) (N. del T.).]

33
primaria de mi argumentación será avanzar más allá de un uso meramente
comparativo de las capacidades hacia la construcción de una propuesta política
normativa como parte de una teoría de la justicia. (Las razones por las cuales se
afirma que no se trata de una teoría completa de la justicia se presentarán en la
sección IV del capítulo 1).

El enfoque de las capacidades es completamente universal: las capacidades en


cuestión son importantes para todos y cada uno de los ciudadanos, en todas y
cada una de las naciones, y cada uno debe ser tratado como un fin. Las mujeres
en las naciones en desarrollo son importantes para el proyecto en dos sentidos:
como personas que sufren en forma generalizada de una aguda falta de
capacidad, y también como personas cuya situación ofrece un interesante test de
prueba para este y otros enfoques, mostrándonos los problemas que los mismos
resuelven o no logran resolver. Los defectos en los enfoques estándar basados en
el PIB y en la utilidad pueden comprenderse muy bien manteniendo a la vista los
problemas de esas mujeres. Por supuesto, los problemas de las mujeres son
urgentes en sí mismos, y podemos esperar que centrarse en ellos será una
compensación por el anterior descuido de la igualdad de los sexos en el desarrollo
económico y en el movimiento internacional de los derechos humanos.

Este proyecto es algo inusual en la filosofía política feminista, en razón de que se


centra en los países en desarrollo. Un enfoque tal, ya común en el pensamiento
económico y en el activismo feministas, se está tornando cada vez más común
también en la filosofía feminista, y es correcto que así sea. Creo que la filosofía
feminista debe enfocar crecientemente las urgentes necesidades e intereses de
las mujeres en los países en desarrollo, cuyos contextos materiales y sociales
concretos deben comprenderse bien, en diálogo con ellas, antes de que puedan
hacerse recomendaciones adecuadas para una mejoría. Este enfoque
internacional no requerirá de la filosofía política feminista que se aparte de sus
temas tradicionales, tales como la discriminación en el empleo, la violencia
doméstica, el acoso sexual y la reforma de la ley sobre la violación. Todos estos
temas son tan centrales para las mujeres en los países en desarrollo como para
las mujeres de los países occidentales desarrollados. Pero la filosofía feminista
deberá agregar nuevos tópicos a su agenda, si es que se trata de aproximarse de
manera productiva al mundo en desarrollo; entre esos tópicos figuran el hambre y
la nutrición,

34
la alfabetización, los derechos sobre la tierra, el derecho a buscar empleo fuera
del hogar, el matrimonio infantil y el trabajo infantil.

(Algunos de estos tópicos son también esenciales para encuadrar un acceso


filosófico a las vidas de las mujeres pobres en las naciones más ricas.) En general,
parece correcto que los problemas de las trabajadoras pobres, tanto en las
naciones en desarrollo cuanto en las desarrolladas, deben adueñarse cada vez
más del centro de la escena, y que los problemas peculiares de las mujeres de la
clase media deben cederles el paso.

La filosofía feminista ha sido a menudo escéptica ante los enfoques normativos


universales. Yo sostendré que es posible esbozar un marco para una práctica
feminista de la filosofía que sea fuertemente universalista, dedicada a normas de
justicia, de igualdad y a derechos que tengan validez a través de las diferentes
culturas, y que sea al mismo tiempo sensible a la particularidad local y a las
muchas maneras en que las circunstancias modifican no solamente las opciones,
sino también las creencias y las preferencias. Sostendré que un feminismo
universalista no tiene que ser necesariamente insensible a las diferencias, o
necesariamente imperialista, y que un tipo particular de universalismo, encuadrado
en términos de las potencialidades humanas en general y en su desarrollo, nos
ofrece, de hecho, el mejor de los marcos para ubicar nuestras ideas acerca de las
diferencias.

En el capítulo 1 proyectaré y defenderé un enfoque de la fundamentación de los


principios políticos básicos utilizando la idea de la capacidad humana. Yo
sostengo que este enfoque trae como fruto una forma de universalismo que tiene
sensibilidad para el pluralismo y para la diferenciación cultural: de esta forma, este
enfoque nos habilita para responder las objeciones más fuertes que se aducen en
contra de los universales transculturales. Además, explico la relación que tiene mi
enfoque con diversas formas de liberalismo y defiendo una forma de liberalismo
político en conexión con la idea de las capacidades. Explico después la relación
de este enfoque con la idea de los derechos humanos fundamentales. Y ofrezco
una visión acerca de la relación entre la justificación política y la implementación
política.

Pero desplegar las características atrayentes de una concepción es sólo una


pequeña parte de la tarea de justificar tal concepción. En el capítulo 2 abordo otra
parte de esta tarea, sosteniendo que este enfoque es superior a otros basados en
el bienestar subjetivo, es decir, en la idea

35
según la cual la base para la elección social debe ser el bienestar percibido por
cada persona. Las concepciones basadas en el bienestar están en todas partes,
teniendo gran influencia en la economía y, por consiguiente, en el desarrollo. Por
tanto, parece importante, tanto desde la perspectiva filosófica cuanto desde la
práctica, pensar con claridad acerca de la relación que existe entre la visión de las
capacidades y la del bienestar. Sostendré que el problema de la deformación de la
preferencia hace inaceptable el enfoque bienestarista como fundamento para una
teoría normativa de los principios políticos. Necesitamos visión sustantiva de los
bienes políticos centrales como nos la puede brindar el enfoque de las
capacidades. Reconocer el fenómeno de la formación de preferencias adaptativas
no trae consigo un tipo inaceptable de paternalismo, siempre que ese
reconocimiento se combine con una versión de liberalismo político y con un
enfoque en las capacidades (no actualmente funciones) como metas políticas.
Pero el enfoque bienestarista tiene algo de razón al mostrar respeto por los
deseos humanos: procuraré explicar en qué consiste ese algo de razón,
comparando mi enfoque basado en las capacidades con postulados platónicos
acerca del bien humano.

Los capítulos 3 y 4 investigan dos específicas áreas de problemas que tienen


particular relieve para la vida de las mujeres. Hay muchas áreas como esas, que
uno podría investigar con buenos frutos. La educación y la propiedad serían
opciones obvias, como también la violación, la violencia doméstica y el acoso
sexual. 10 Elegí la religión y la familia en razón de la complejidad que las
caracteriza (en cierto sentido, estas incluyen todas las otras áreas) y en razón de
que plantean complicados problemas de tipo específicamente filosófico. El capítulo
sobre la religión analiza los conflictos entre religión e igualdad sexual,
desarrollando una estrategia para manejar política y legalmente esos conflictos.
Sostengo que toda aproximación válida a este problema debe establecer un
equilibrio entre el reconocimiento de la importancia de la

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10. Sobre la educación véase Dreze I Sen, India, capítulo 6; sobre los derechos
sobre la tierra, véase Bina Agarwal, A Fie/d 01 One s Own: Gentkr and Land
Righrs in South Asia, Cambridge 1994; sobre el acoso sexual, véase mi artículo .
The Modesty of tyfrs. Bajaj: India's Problematic Route to Sexual Harassment Law»,
en un volumen sobre el tema del acoso sexual que publicarán como compiladoras
Reva Siegel y Catharine MacKinnon, en Vale University Press.

36
religión en la búsqueda humana de sentido (incluyendo la búsqueda propia de la
mujer) y el juicio crítico ante la religión cuando esta amenaza áreas valiosas del
funcionamiento humano. Aquí, la tradición constitucional de Estados Unidos ofrece
reconocimientos útiles que pueden adaptarse adecuadamente a los problemas de
las democracias pluralistas en el mundo en desarrollo. Muchos de los materiales
para mi solución ya se encuentran presentes en la Constitución de la India. Por
último, el capítulo 4 aborda la difícil cuestión del amor y del cuidado en la familia,
preguntándose cómo se puede -si acaso se puede mantener la idea de que las
mujeres tienen un valor como dadoras de amor y de cuidado, promoviendo al
mismo tiempo metas políticas de plena igualdad y justicia familiar. Abordar este
problema requiere, en primer lugar, establecer una visión adecuada sobre el amor
(o, por lo menos, las líneas generales de una tal visión), para examinar después
los orígenes sociales y políticos de esa entidad aparentemente «natural» que es la
familia.

El foco de las consideraciones habrá de ser siempre la India, una nación en la cual
las mujeres padecen grandes desigualdades, a pesar de una prometedora
tradición constitucional. Algunos escritos acerca de las mujeres y el desarrollo se
nutren de ejemplos descritos a la ligera, tomados de diferentes culturas, sin
colocar ninguno de ellos en un contexto de profundidad o riqueza. Siento que este
proceder es insensato: no podemos ver realmente el significado de una incidencia
o de una ley sin colocarlas en su contexto y en su historia. Al centrarme en la
India, puedo escribir sobre la base de observación y familiaridad personal, al igual
que de estudio, y estoy en condiciones de valorar los debates académicos de un
modo en que no podría hacerlo si hubiese intentado cubrir un área más amplia. El
mejor modo de pensar la relación entre el ideal político aquí presentado en
conexión con la India y su amplia aplicación fue sugerido por Jawaharlal Nehru
con estas célebres palabras:

«El servicio a la India significa e! servicio a los millones que sufren. Significa
e! fin de la pobreza, de la ignorancia, de la enfermedad y de la desigualdad
de oportunidades. La ambición de! más grande hombre de nuestra
generación fue enjugar cada lágrima de cada ojo. Es posible que esto nos
supere, pero mientras haya lágrimas y sufrimiento, nuestro trabajo no habrá
terminado […] Estos sueños son para la India,

37
pero también para el mundo, porque todas las naciones y todas las
personas se encuentran hoy entrelazadas de manera muy estrecha como
para que cualquiera de ellas se imagine que puede vivir separada. Se ha
dicho que la paz es indivisible. Así es también la libertad, así es
actualmente la prosperidad. y también así es el desastre en este mundo
único que ya no puede ser dividido en fragmentos aislados» 11

En forma semejante esta propuesta política ideal toma su orientación del ejemplo
de la India, pero se refiere a todas las naciones.

Soy una extraña por partida doble con respecto a los lugares acerca de los cuales
escribo: es decir, soy tanto una extranjera cuanto una persona de clase media.
Pero la mayoría de la literatura científica acerca de la India es también obra de
extranjeros, por lo menos en cierto sentido) es decir, de gente que desarrolla una
vida de clase media que no se asemeja ni remotamente a la vida sobre la cual
escribe. (Así también es la mayoría de la literatura científica estadounidense
acerca de la pobreza y de la reforma del bienestar.) Creo que mediante curiosidad
y determinación pueden superarse estas dificultades, especialmente si se presta
atención a lo que dice la gente. Podría ser, sin embargo, que, en ciertos
momentos, un, extranjero pueda mantener un tipo de neutralidad útil en medio de
los debates culturales, religiosos y políticos en los que todo estudioso que viva en
la India se ve obligado a implicarse. Ciertamente, uno es recibido a veces de
manera más cálida como un extranjero no implicado que como una persona de
clase superior perteneciente a la misma cultura. Yo no encontraría la recepción
cálida y confiada que encuentro en las casas de la clase obrera de la India si,
alejándome una cuadra de mi despacho, entrara en el área de Woodlawn (un
pobre vecindario afro-americano) que linda con la próspera comunidad
universitaria. En una situación de abroquelada desigualdad, ser un vecino puede
constituir un problema epistemológico.

Este es un proyecto filosófico cuya intención es desarrollar un tipo particular de


teoría filosófica normativa. No soy una científica social empírica ni este libro tiene
la intención de ser el registro de una sostenida investigación empírica. Pero intemo
ser receptiva para con los hechos

----------------------

11. Discurso pronunciado en la Asamblea Constituyente, Nueva Delhi, el 14 de


agosto de 1947, en la víspera de la independencia.

38
empíricos y para con lo que yo misma he visto. Creo que la teoría filosófica tiene
un valor político y que su lugar no puede ser cubierto por otros tipos más
empíricos de investigación. Una parte del valor práctico de la teoría reside en su
carácter abstracto y sistemático. Las feministas que desacreditan globalmente la
abstracción actúan, según creo, en forma insensata. Sin abstracción de algún tipo
no habría pensamiento ni lenguaje. Y el tipo de abstracción característico de la
tradición de la filosofía política tiene un gran valor mientras permanezca vinculado
en forma correcta a un sentido de lo que es relevante en la realidad (algunas
veces no ha sido este el caso). 12

Cierta filosofía feminista, particularmente del tipo influenciado por la teoría literaria
posmodemista, ha implicado un tipo de abstracción que aparta la mente de la
realidad y que no nos ayuda a ver o a comprender mejor la vida real de las
mujeres. Enfocar casos reales y hechos empíricos puede ayudamos a identificar
las características relevantes que una teoría política no debería borrar o ignorar.
Por eso he intentado escribir de una manera que sea sensible a la realidad y que
ayude al lector a imaginarse la realidad pertinente, aunque mi intención última sea
teórica. Por consiguiente, iniciaré mi argumento, en la sección IV, presentando dos
descripciones de vidas particulares que he encontrado, que deberían ayudamos a
ver los problemas más importantes y cómo esos problemas inciden unos sobre
otros. Estas vidas nos brindarán un foco ilustrativo para muchas de las
discusiones concretas en los capítulos subsiguientes.13 En la sección V, colocaré
estas vidas particulares nuevamente sobre el trasfondo de una descripción más
general de los hechos en tomo a algunos de los problemas que enfrentan las
mujeres en la India de hoy.

------------------
12. Véase mi opúsculo The Feminist Critique of Liberalism, una Lección Lindley
publicada en forma de follero por University of Kansas Press en 1997, incorporada
también en Sex and Social Justice, 55-80.
13. No obstante, en el capítulo 3 se utilizarán ejemplos diferentes. Vasanti parece
poco interesada en religión y, en el caso de Jayamma, aunque ella ora con
regularidad, la religión no ha desempeñado un papel mayor en la plasmación de
sus circunstancias. La ley religiosa ha desempeñado un papel relativamente
pequeño en ambas vidas. Ambas, además, son hindúes, y mi intervención es
investigar las tensiones entre las religiones, tal como inciden en la igualdad de los
sexos. Finalmente, el rema de la religión requiere enfocar la ley, y de ahí una
selección de ejemplos tomados de casos jurídicos de relevancia.

39
III. EL ENFOQUE DE LAS CAPACIDADES:
SEN y NUSSBAUM

Sin embargo, antes de comenzar con la argumentación, es preciso introducir el


enfoque de las capacidades desde otra perspectiva. Pues, tal como surgirá más
plenamente a partir de las exposiciones concretas de los capítulos 1 y 2, ya
Amartya Sen había dado pasos pioneros para un enfoque basado en el
funcionamiento y la capacidad. Mi propia versión del enfoque proviene de un
período de colaboración con Sen en el World Institute for Development Economics
Research desde 1986, cuando reconocimos que las ideas que yo había estado
siguiendo en el contexto de mi ocupación académica con la filosofía de Aristóteles
tenían una asombrosa semejanza con las que él había estado siguiendo durante
algunos años en el campo de la economía. Por tanto, puede asumirse que ambos
coincidimos en todos los asuntos que se expondrán aquí, y que las polémicas
propuestas que se harán en esta argumentación pueden atribuirse a Sen, que ya
disponía de suficientes argumentos para fundamentarlas. Por eso es también
importante intentar describir qué es común y qué no lo es en nuestros respectivos
enfoques.

El uso que, primariamente, hace Sen de la noción de capacidad sirve para señalar
un espacio dentro del cual pueden hacerse de manera mucho más fructífera las
comparaciones en el campo de la calidad de vida (o, como él dice a veces, del
estándar de vida). En lugar de preguntar acerca de la satisfacción de la gente o de
los recursos que la gente está en condiciones de manejar, nosotros preguntamos
qué es lo que la gente es realmente capaz de ser o de hacer. Sen ha insistido
también en que es en este espacio de las capacidades donde mejor pueden
plantearse las preguntas acerca de la igualdad y desigualdad social.

Yo coincido de todo corazón con las afirmaciones de Sen acerca del espacio de la
capacidad y con los argumentos que él ha utilizado para sostenerlas, muchos de
los cuales reitero aquí. Pero mi meta en este libro es ir más allá de la mera
utilización comparativa del espacio de las capacidades para articular una
descripción de cómo las mismas, junto a la idea del nivel mínimo de capacidades,
pueden brindar una base para principios constitucionales centrales que los
ciudadanos tienen derecho a exigir de sus gobiernos. La noción de un mínimo es
más importante

40
ten mi descripción que la noción de la plena igualdad de capacidades: como
explicaré, podemos diferir razonablemente la pregunta acerca de qué haremos
cuando todos los ciudadanos estén por encima de ese umbral, dado que este ya
constituye un estándar exigente y aún no alcanzado en ningún lado. De este
modo, mi propuesta pretende ser compatible con varias diferentes visiones de la
distribución por encima del mínimo. Consecuentemente, la misma es una teoría
más parcial que completa acerca de la justa distribución. Sen no utiliza en ninguna
parte el concepto de umbral o mínimo. No creo que él hubiese mencionado ni que
estuviese realmente a favor de una completa igualdad de capacidades. En la
medida en que su propuesta queda abierta en este punto, ambos podemos estar
en sustancial coincidencia.

Otra área de fuerte coincidencia es el importante papel que ambos damos a las
libertades políticas. Sen ha hecho explícitamente propia la postura de Rawls que
da precedencia a la libertad. Mi visión sostiene que todas las capacidades son
igualmente fundamentales, sin establecer un orden lexicológico entre ellas. Pero
en cuanto ambos argumentamos vigorosamente que no puede salirse al encuentro
de las necesidades económicas negando la libertad, nos encontramos
completamente de acuerdo.

Finalmente, estamos de acuerdo en subrayar que las capacidades por las que nos
empeñamos deben entenderse como valiosas para todas y cada una de las
personas, y que, cuando nos preguntamos cómo se encuentran las diferentes
naciones, es el tema de las capacidades de cada persona el que debe tenerse en
consideración. Sen nunca afirmó algo semejante a mi principio de la capacidad de
cada persona, pero su crítica de los modelos orgánicos de familia, por ejemplo,
pone perfectamente en claro que él apoya el énfasis puesto en el tratamiento de
cada persona como un fin en sí mismo.

No obstante, mi enfoque se aparta del de Sen en varios puntos significativos. En


primer lugar, a pesar de que Sen y yo estamos en fuerte coincidencia acerca de la
pobreza del relativismo cultural y de la necesidad de normas universales en el
campo de la política de desarrollo, él nunca argumentó explícitamente en contra
del relativismo, más allá de los argumentos históricos acerca de las culturas no
occidentales que muestran la inadecuación descriptiva de muchos enfoques anti-
universalistas. Está claro, lógicamente, que él está de acuerdo con el modo en

41
que yo respondería a lo que, en el capítulo 1 de esta obra, denomino el argumento
de la cultura, destacando que las culturas son escenas para debate y
contestación. Menos claro está, sin embargo, si él haría propias las otras réplicas
a los argumentos relativistas que yo presento en el capítulo 1, aun estando en
simpatía con su espíritu general.

Tampoco intentó Sen alguna vez fundamentar el enfoque de las capacidades en la


idea marxista/aristotélica del verdadero funcionamiento humano, que desempeña
un papel fundamental en mi argumentación. A pesar de que, al articular su
enfoque, él hace alusión en forma ocasional tanto a Marx cuanto a Aristóteles, no
me queda claro si estos pensadores han desempeñado un papel central en la
configuración de su concepción. Si es que acaso lo hicieron, ha sido
probablemente de forma indirecta, a través del papel que ellos tuvieron en la
plasmación del clima de debate en la izquierda de la India. De ese modo, la
argumentación acerca de qué vida corresponde a la dignidad del ser humano y
acerca de la destrucción y tragedia que implica la corrupción en los poderes
humanos -y, además, todas las discusiones de la justificación filosófica- no
deberían entenderse como apoyadas por él, si bien esto no significa que él esté en
desacuerdo con ellas.

Lo más importante es que Sen nunca hizo una lista de capacidades centrales. Él
da muchos ejemplos, y los Informes sobre el desarrollo humano organizan cosas
en una forma que corresponde, por lo menos, a algunos de los puntos de mi lista.
Pero la idea de hacer realmente una lista y de describir su uso en la formulación
de principios políticos no es suya, y no debería considerarse que Sen respalde ni
el proyecto ni sus contenidos específicos.

Otras distinciones que se introducen en mi descripción -por ejemplo, las


definiciones de los tres tipos de capacidades (básicas, internas, combinadas)- no
tienen un parangón en Sen, si bien en su tratamiento de los ejemplos él puntualiza
a veces cosas semejantes. La idea de que la capacidad, y no el funcionamiento,
es la meta política apropiada, es una idea que él apoya a veces a través de
ejemplos, pero que nunca ha hecho propia como punto teórico general. Mi propio
tratamiento de esta cuestión está íntimamente ligado a mi articulación de la lista
como base para una concepción específicamente política y para un consenso
traslapado específicamente político. Sen nunca trató el contraste entre un
liberalismo político y un liberalismo general, y no queda claro qué tipo

42
de liberalismo él apoya realmente. En religión, su posición es compleja. A veces
se inclina hacia lo que yo identifico en el capítulo 3 como feminismo humanista
secular; pero al escribir acerca de la situación en la India, él ha apoyado el tipo de
secularismo que predomina actualmente, que otorga un amplio papel político a las
religiones.

Un conjunto de distinciones usadas de forma destacada por Sen está ausente en


mi propia versión del enfoque de las capacidades. Se trata de la distinción entre el
bienestar, considerado en forma general [well-being], y la capacidad de elegir y
perseguir las propias metas [agency], distinción que, junto a la distinción entre
libertad y logro, estructura buena parte de lo que él ha escrito recientemente
acerca de las capacidades. Coincido con Sen en que los conceptos introducidos
por estas distinciones son importantes, pero creo que todas esas importantes
distinciones pueden ser captadas como aspectos de la distinción entre capacidad
y funcionamiento. Si pensamos, por ejemplo, en la salud, deberíamos distinguir
entre la capacidad o la oportunidad para tener salud y el funcionamiento real de la
salud: una sociedad podría hacer accesible la primera y dar al mismo tiempo a los
individuos la libertad para no elegir el correspondiente funcionamiento. Pero no
estoy segura de que se agregue claridad alguna utilizando aquí una distinción
entre bienestar y capacidad de elegir y perseguir las propias metas: el
funcionamiento saludable es una forma de ser activo en la elección y prosecución
de metas, y no solamente un estado pasivo de satisfacción. Aunque Sen estaría
seguramente de acuerdo con esto, temo que las asociaciones utilitaristas de la
idea de «bienestar» provocarían que ciertos lectores supongan que él se está
imaginando un modo de disfrutar del bienestar que no implica el hacer y el vivir
desde la propia acción y elección. Yo preferiría, por tanto, distinguir más
fuertemente mi propia terminología respecto de la tradición utilitarista, y no pienso
que se desdibuje ningún tema filosófico importante por adherir a un conjunto más
simple de distinciones (junto a las distinciones entre niveles de capacidad,
expuestas más arriba).

En la relación entre derechos y capacidades tenemos un leve desacuerdo,


asociado a uno más amplio que no toca el presente proyecto. Sen, que defiende
una compleja forma no-utilitaria de consecuencialismo, ha criticado la visión de
que los derechos deban traer consigo restricciones indirectas [side-constraints:
término impuesto por Robert

43/
Nozick. (N. del T.)]. Yo defiendo una versión de esa visión, colocando las
capacidades centrales en el lugar de los derechos: las capacidades centrales no
deben infringirse persiguiendo otros tipos de ventaja social. En lo sustancial, sin
embargo, nuestras maneras de ver son muy afines, porque también yo ofrezco un
análisis de los derechos que difiere del que él utiliza para atacar la afirmación de
que los derechos acarrean restricciones indirectas (véase capítulo 1, sección VI).

Por último, el método narrativo que veces utilizo, con su énfasis implícito en la
importancia política de la imaginación y de las emociones, no es algo sobre lo cual
Sen haya escrito jamás en un sentido u otro. Mi propia visión al respecto, que he
desarrollado largamente en otro lugar, no deben atribuírsele por cierto. A ese
material narrativo es al que ahora regreso.

IV. DOS MUJERES PROCURANDO PROSPERAR

Ahmedabad, en Gujarat, es la ciudad textil donde Mahatma Gandhi organizó el


trabajo de acuerdo con sus principios de resistencia no violenta. Los turistas
visitan la ciudad por su museo textil y por el ashram de Gandhi. Pero, hoy en día,
Ahmedabad atrae también la atención como sede de otro movimiento de
resistencia: SEWA (Self-Employed Women's Association [Asociación de
trabajadoras independientes]), que cuenta con más de 50.000 miembros y que,
durante los últimos veinte años, ha estado ayudando a las trabajadoras del sector
informal a mejorar sus condiciones de vida mediante crédito, educación y una
unión laboral. (En la India, una muy amplia proporción de las fuerzas laborales
trabaja en el así llamado «sector informal», en el que están comprendidas
industrias de granja, trabajo agrícola y distintos tipos de actividad laboral
independiente.) 14 A orillas del contaminado río que divide

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14. Véase Kalima Rose. Where Women Are LeatÚrs: The SEWA Movement in
India, Delhi. 1992, 17, Y la comunicación personal tenida con Ela Bhatt en marzo
de 1997. SEW A prefiere el término «trabajadora independiente» a «sector
informal» a raíz de que el primero otorga dignidad y un estatus positivo a gente
que, de otro modo, sería

44
la ciudad se encuentra el viejo y miserable edificio donde SEWA se había
instalado inicialmente, utilizado en la actualidad para oficinas de su equipo. Del
otro lado del río se encuentran las oficinas de educación y el banco de SEW A,
que ocupa actualmente un edificio de oficinas revestido en mármol. Todos sus
clientes y empleados son mujeres. Las mujeres suelen decir: .Este banco es como
el lugar de nuestra madre», porque, como dice Ela Bhatt, fundadora de SEW A,
una madre toma a una mujer en serio, guarda sus secretos y le ayuda a resolver
sus problemas. 15

Vasanti está sentada en el suelo de la sala de encuentros del viejo edificio de


oficinas. 16 Una mujer pequeña, de tez oscura, de poco más de 30 años de edad,
vistiendo un atractivo sari color azul eléctrico, con su larga cabellera anudada en
moño sobre la cabeza. Suave y redondeada, ella parece sentirse más cómoda
sentada que andando. Sus dientes son irregulares y están descoloridos pero, por
lo demás, parece gozar de una salud razonable. Mi colega Martha Chen me
indica, más tarde, que Vasanti es una Rajput, es decir, que pertenece a una buena
casta hindú. Nunca pude figurarme cómo uno podría saberlo.17 Ella acudió a la
cita en compañía de su amiga Kokila, 18 de más edad y de casta inferior

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considerada como marginal a la actividad económica. Rose señala que el 55% de


la gente que trabaja en Ahmedabad y el 50% de la que lo hace en Calcuta y
Mumbai (Bombay) son independientes.
15. De una entrevista con Bhart en mayo de 1988, reproducida en Rose, op. cit.,
172-174.
16. A lo largo de nuestra conversación, y siguiendo una costUmbre de Gujarat,
Vasanti se refirió a sí misma como Vasantibehn, siendo también ese el trato que
se le dio de nuestra parte.
17. Los indicios incluirían típicamente el nombre, la forma de hablar y, en forma
más limitada, la ocupación. Sin embargo, dadas las cambiantes oportunidades
económicas, muchas de las cuales no se ubican dentro de las ocupaciones
tradicionales vinculadas a la casta, las normas acerca de qué es lo que
corresponde hacer a los hombres de casta superior han cambiado
considerablemente (tal como lo ilustran las ocupaciones del padre y del hermano
de Vasanti). Las mujeres están más frecuentemente restringidas por las normas
de casta que rigen la propiedad. Así, Urna Narayan observa (en correspondencia)
que, en la generación de su madre, las mujeres de la casta superior no se
empleaban en trabajos pagados, o bien, si lo hacían a raíz de necesidad
económica, intentaban hacerlo con sus parientes. Hoy en día, esto es en menor
medida un tema en cuestión.
18. Kokila, hindú de casta inferior, nos relató que había vivido anteriormente en un
área «integrada. hindú-musulmana, pero que se mudó a un área puramente hindú
cuando las tensiones religiosas experimentaron una escalada en la ciudad.
45

que fabrica vasijas de arcilla y es portera de la sala de conferencias del lugar, una
alta y fogosa organizadora de la comunidad que colabora con la policía en la
identificación de casos de violencia doméstica. Vasanti habla tranquilamente,
bajando a menudo la vista cuando habla, aunque hay mucha animación en sus
ojos.

El esposo de Vasanti era jugador y alcohólico. Él utilizaba el dinero del hogar para
embriagarse, y cuando se acabó ese dinero, se sometió a una vasectomía para
percibir el incentivo económico ofrecido al respecto por el gobierno local. Es así
como Vasanti no tiene hijos que la ayuden. Finalmente, cuando su marido
comenzó a abusarse físicamente, ella no pudo ya vivir por más tiempo con él y
retornó a su propia familia. Su padre, que se dedicaba a la fabricación de partes
para las máquinas de coser Singer, había muerto, pero sus hermanos tenían un
negocio de partes para automotores en el que estaba ubicado el taller del padre.
Utilizando una máquina que había sido de su padre y viviendo en el mismo taller,
durmiendo en el suelo, ella obtuvo al comienzo un pequeño ingreso haciendo
ojales para los ganchos de los sari. Sus hermanos le consiguieron un abogado
para llevar adelante un juicio por manutención contra su marido, un paso muy
inusual para alguien de su clase económica, pero el caso se prolongó por años sin
conclusión a la vista. Mientras tanto, sus hermanos le dieron también un préstamo
para conseguir la máquina que hace los dobladillos de los sari; pero a ella no le
gustaba depender de sus hermanos, ya que están casados y tienen hijos, y podían
no querer mantenerla por mucho tiempo más. Por tanto, con la ayuda de SEW A,
ella consiguió un préstamo bancario para devolver el dinero a sus hermanos, y
actualmente ya ha pagado la mayor parte del préstamo de SEWA. Ahora, ella
gana 500 rupias por mes, un ingreso decente.19 Tiene dos cuentas de ahorro y
está ansiosa de comprometerse más en la unión de SEW A. Habitualmente, dice,
a las mujeres les falta unidad, y las mujeres ricas se aprovechan de las pobres. En
cambio, en SEW A, encontró un sentido de comunidad. Ella se siente claramente
a gusto en compañía de Kokila, una mujer de una clase social y de un
temperamento muy diferente al suyo.

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19. El monto de manutención asignado para mujeres indigentes bajo el Código
Penal (véase capítulo 3) era, en 1986, de 180 rupias mensuales.

46
Ahora, Vasanti está animada: nos mira directamente a los ojos, y su voz es firme y
clara.20 Las mujeres en la India tienen mucho que sufrir, dice ella. Y yo he tenido
mucha tristeza en mi vida. Pero del sufrimiento ha nacido nuestra fortaleza. Ahora
que nos va mejor a nosotras mismas, queremos hacer algo por las demás
mujeres, para sentir que somos buenos seres humanos.

Jayamma está de pie fuera de su choza en el calor sofocante de finales de marzo


en Trivandrum, Kerala, en la punta sur de la India.21 Lo primero que se percibe en
ella es la rectitud de su postura y la energía de sus movimientos. Sus dientes
están cayendo, su vista parece nublada, y su cabello es escaso, pero ella podría
ser el capitán de un regimiento, comandando sus tropas en la batalla. No me
sorprende que su historia hable de fieras peleas con sus hijos y vecinos. Su
mandíbula sobresale cuando mastica tabaco. Jayamma, de la casta Ezhava (casta
hindú más baja, pero no «catalogada»),22 salió perdiendo por ello de dos
maneras: carecía de nivel social pero, al mismo tiempo, no podía ser candidata
para los programas de acción establecidos por el gobierno para las castas más
bajas. Ella vive aún en una colonia de ocupantes en

--------------------

20. El primer día del típico programa de educación de SEWA para futuras líderes
del banco y de la unión se ocupa de lograr que cada mujer mire de frente al jefe de
grupo y le diga su nombre. El proceso se registra en vídeo, y las mujeres crecen
acostumbradas a mirarse a sí mismas. Finalmente, aunque con considerable
dificultad, todas ellas se tornan capaces de superar las normas de modestia y
deferencia y a decir sus nombres en público.
21. A diferencia de Vasanti, Jayamma fue estUdiada con anterioridad en la
literatura de economía del desarrollo. Véase el capítulo .Jayamma, the Brick
Worker., en Leela Gulati, Profiks in Female Poverty: A Study 01 Five Poor Working
Women in Kerala, Delhi 1981; Leela Gulati I Mitu Gulati, .Female Labour in the
Unorganised SectOr: The Brick Worker Revisited., en: Economic and Political
Wukiy, 3-5-1997, 968971, programado para publicarse asi mismo en Martha Chen
(comp.), WitÚJws and Social Responsibility, de próxima aparición en Sage
Publications, Nueva Delhi. Estoy muy agradecida a Leela Gulati por ponerme en
contacto con Jayamma y su familia, y por su servicio de intérprete.
22. Los dos grupos religiosos más grandes en Kerala son los hindúes y los
cristianos. Kerala (antiguamente, los principados de Travancorey Cochin) albergó
en Ut1a época también a la comunidad judía más importante, pero desde
entonces los judíos emigraron en su mayoría.

47
terreno fiscal en la zona marginal de Trivandrum. A pesar de que se me decía que
estaba viendo ante mí la peor pobreza en todo Trivandrum, dado el estándar de
vida en general alto de Kerala, la colonia parecía relativamente próspera,
comparada con las áreas pobres en Mumbai (antes Bombay) o con algunas áreas
rurales. Las chozas de asentamiento estaban limpias y ventiladas, tenían paredes
sólidas, algunas de barro, otras de ladrillo, decoradas con fotos y con dibujos de
los niños. Algunas de ellas tienen una vista maravillosa sobre un lago cubierto de
jancitos acuáticos. Muchos tienen servicios sanitarios, provistos por un programa
del gobierno local. Tanto el agua como la electricidad llegan al asentamiento de
modo que puede contarse con ellas. Si bien los habitantes del asentamiento eran
en su origen ocupantes ilegales, actualmente tienen ciertos derechos de propiedad
sobre la tierra. El ómnibus tiene una parada justo frente al asentamiento, sobre
una calle bien mantenida; no lejos hay un hospital, y en el mismo asentamiento
hay una alegre escuela primaria. Los niños de mayor edad parecen estar todos
inscritos en la escuela: limpios y orgullosos en sus uniformes escolares, de
aspecto sano y bien alimentado, acompañan a las visitas por el asentamiento. (En
muchas regiones de la India, simplemente no hay escuelas, y no se cuenta con los
servicios públicos básicos.)

Desde hace aproximadamente cuarenta y cinco años hasta su reciente retiro,


Jayamma iba diariamente al horno de ladrillos y pasaba ocho horas diarias
cargando ladrillos sobre la cabeza, 500 a 700 ladrillos diarios. (Ella nunca llegó a
ganar más de cinco rupias diarias, y el empleo dependía del buen tiempo.)
Jayamma colocaba una tabla sobre la cabeza y, balanceándola, cargaba sobre
ella veinte ladrillos por vez; luego caminaba rápidamente, manteniendo en
equilibrio los ladrillos con la fuerza del cuello hasta llegar al horno, donde debía
descargar los ladrillos sin torcerse el cuello, alcanzándoselos de dos en dos al
hombre que cargaba el horno. Los hombres en la industria del ladrillo realizan
usualmente este tipo de tarea pesada sólo por un tiempo, pasando después a las
tareas del moldeo de los ladrillos y de la carga del horno, que requieren mayor
habilidad pero son menos pesadas, y que pueden proseguir hasta edad mediana o
avanzada. Estas tareas se pagan hasta el doble, aun cuando son menos
peligrosas y más livianas. Las mujeres nunca son tenidas en cuenta para estas
promociones y tampoco se les permite aprender las habilidades que implican.
Como muchos

48
pequeños negocios en la Inda industria de granja, el horno de ladrillos se define
como una industria de granja por lo cual los trabajadores no están protegidos por
unión ninguna. Todos los trabajadores están mal pagados, pero las mujeres
padecen especiales carencias. No obstante, ellas se aferran a este trabajo porque
les ofrece empleo regular, a diferencia de la construcción y la agricultura. Los
hornos se caracterizan también por emplear a los hijos de los trabajadores, por lo
que Jayamma podía llevar a sus niños a trabajar con ella. Ella siente que sus
condiciones laborales son malas, pero no encuentra modo alguno de cambiarlas.

De esta manera, estando en la mitad de sexta década de vida, no estando ya en


condiciones de realizar el trabajo del acarreo de ladrillos, con su gran exigencia
física, Jayamma no tiene un empleo al cual recurrir. Su marido nunca sostuvo
demasiado a la familia, y ahora ha muerto. Ella perdió muchísimo tiempo de
trabajo atendiéndole en su ancianidad. No quiere transformarse en una empleada
domestica, porque, en su comunidad, ese trabajo se considera vergonzoso y
degradante. Jayamma agrega una explicación política: “Como sirviente, te alias a
una clase que es tu enemiga”. Aun siendo viuda ella no está en condiciones de
recibir del gobierno una pensión de viudez: la oficina municipal le indicó que no
podía ser candidata a recibirla porque tenía hijos en condiciones de trabajar,
aunque, de hecho, sus hijos rehúsan sostenerla. En esta región, los varones no
son contribuyentes confiables en lo que toca al cuidado y sostén de los mayores.
Y de los hijos de Jayamma solo uno vive en la región. Al mismo tiempo, ella invirtió
más en sus hijos que en sus hijas durante su infancia, de tal manera que ellas,
que tienen más disposición para ayudarla, poseen habilidades y oportunidades
muy restringidas. Hay una excepción; una de sus nietas ha obtenido ahora un
diploma de enfermería a través de los programas de acción en educacion
destinados a las castas más bajas (su madre estaba casada con un hombre
Pulaya). Pero la corrupción en el sistema hospitalario implica que ella debe pagar
2.500 rupias de adelanto para tener oportunidad de conseguir un trabajo de
enfermera. Es así como esta mujer alta, orgullosa y hermosa. Esta todo el dia en
su casa realizando tareas domesticas: guarda su diploma de enfermera en una
caja y lo muestra con tristeza a sus visitas.

A pesar de estos (y otros) reveses, Jayamma es robusta, desafiante y de buena


salud. No parece interesada en conversar pero acompaña a

49
sus visitas mostrándoles toda la casa y se asegura de haberles ofrecido jugo de
lima yagua.

Vasanti y Jayamma tienen vidas muy diferentes. Una se encuentra en el borde


pobre de la clase media baja, y la otra está en el límite más bajo de la escala
económica.23 Vasanti tiene ingresos cinco veces mayores que los que Jayamma
tuvo en el momento más alto de su empleo. Jayamma nunca podría tener la
expectativa de obtener un préstamo bancario, desde el momento en que no tiene
garantías (sus derechos de propiedad sobre la tierra deberían establecerse
judicialmente, con ciertos costos), y la sola idea de tener dos cuentas de ahorro
está muy alejada de ella. Pero, de varias maneras, sus vidas revelan patrones
semejantes, extremadamente comunes, por lo demás, a los de las mujeres de la
India y a los de muchas en el mundo en desarrollo. Ambas crecieron en una
nación en la que las mujeres poseen igualdad formal con los hombres, con iguales
derechos políticos y con oportunidades de empleo nominalmente iguaIes. (La
discriminación por causa del sexo está excluida por ley en lá misma Constitución
de la India.) Y ambas sufren hasta cierto punto de problemas generales de
pobreza no causados exclusivamente por el hecho de ser mujeres. Sin embargo,
ambas han sufrido también privaciones que surgen de la discriminación sexual, y
tal discriminación es un factor tan extendido en la experiencia de pobreza de estas
mujeres que sería erróneo afirmar que cualquier aspecto de su pobreza puede
comprenderse por completo sin tenerlo en cuenta. La vida entera de Jayamma
como trabajadora ha estado definida por la rígida estratificación de los sexos en la
industria del ladrillo y por el hecho de que las mujeres en la clase baja raramente
tienen oportunidades para una educación formal y para el desarrollo mayor de
habilidades. (Los hombres tampoco tienen siempre tales oportunidades, pero si
algún hijo de la familia las tiene, es casi seguro que es un varón, por varias
razones: los varones tienen efectivamente mayores oportunidades económicas;
los ingresos de las hijas pertenecen usualmente a su familia marital,

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23. No de la escala social: Jayamma estaba furiosa de que su hija se casara con
un hombre Pulaya, aun cuando esto implicara beneficios para la familia por parte
del gobierno.

50
no a su familia natal; y, en algunas regiones y clases, se considera vergonzoso
depender de una hija.)24 Vasanti fue sometida a presiones diferentes, más
propias de la clase media: matrimonio temprano, la restricción de la mujer casada
al papel doméstico, su falta de educación formal y de entrenamiento para toda
ocupación útil. Siendo visiblemente una mujer muy inteligente y llena de recursos,
ella no tuvo, sin embargo, la oportunidad de abrirse camino hacia una verdadera
ocupación de clase media, ya que es analfabeta.

Ambas viven en un mundo en el cual las mujeres se encuentran en profunda


dependencia de los hombres, y en el que los hombres asumen a menudo muy a la
ligera sus obligaciones. El esposo de Jayamma utilizaba frecuentemente la
totalidad de sus ingresos (en todo caso no muy grandes) en tabaco, bebidas y
comidas para sí mismo, dejándole a Jayamma no solamente todo el quehacer del
hogar después de su demoledor día de trabajo, sino también el proveer el sostén
económico central para los hijos y la casa. Este es un patrón de comportamiento
común en

------------------
24. Nótese que esta asimetría en la expectativa se encuentra incorporada hasta
en la misma ley: el gobierno de Kerala da pensiones de viudez a las mujeres con
hijas en condiciones físicas de trabajar, pero no a las que tienen hijos varones en
tales condiciones, aun cuando, en Kerala, donde muchas comunidades son
matrilineales y algunas hasta matrilocales, es más probable de lo que lo es en la
mayoría de la India que las hijas permanezcan de hecho en su hogar de
nacimiento. (Sardamoni, una de las principales historiadoras de Kerala, me dijo en
una conversación que ella llegó a la conclusión de que las costumbres
matrilineales y de residencia matrilocal se remontan al siglo XI. Entre las
comunidades no matrilocales, algunas son bilocales -los hombres no residen con
sus esposas- y otras «avunculocales», es decir, que el matrimonio reside junto a
los parientes matrilineales del marido; véase Agarwal, A Field af Ones Own, op.
cit., 141,505.) Nótese también que, a pesar de que estas tres razones hacen que
la desigual educación de las niñas parezca razonable desde el punto de vista de
los padres, la práctica de la educación desigual persiste aun cuando esos factores
están menos a la vista.
Las mujeres en Kerala sostienen a menudo a sus madres y los hombres a menudo
no lo hacen. También Jayamma siguió el curso tradicional, educando solamente a
sus hijos varones. El único caso de igualdad en la educación femenina que figura
en el estudio de Leela Gulati en Trivandrum corresponde a una familia con dos
hijas mujeres y ningún hijo varón, y, además, con un esposo inusualmente
comprometido con el hogar y muy trabajador. Sus hijas estaban terminando la
escuela secundaria en el momento en que se realizó el estudio (1981). En forma
más reciente, el gobierno intervino con más firmeza promoviendo la educación
primaria de las mujeres a través de un sistema de comidas escolares gratuitas;
actualmente, la alfabetización es casi total entre los adolescentes de ambos
sexos.

51
Kerala, que los hijos de Jayamma supieron imitar. El esposo de Vasanti mostró un
deprimente patrón de comportamiento habitual: alcoholismo y violencia doméstica,
problemas suficientemente generalizados (y a menudo combinados entre sí) como
para hacer que el estado de Gujarat prohíba el alcohol, en respuesta a las
presiones de los grupos de mujeres. El marido de Vasanti no hizo demasiado para
su sostén y hasta la privó de hijos que podrían haberla sostenido con su hábil
estratagema de embriagarse con el dinero obtenido mediante su vasectomía (con
lo que se revela un lado oscuro del programa estatal que, se suponía, debía
mejorar las cosas para las mujeres). Para dejarlo, ella tuvo que hacerse
dependiente de otros hombres, aunque, en esta circunstancia, sus hermanos
demostraron ser inusualmente solícitos, tanto al conseguirle un abogado cuanto
dándole el préstamo que finalmente le hizo posible ponerse sobre sus propios
pies. A pesar de que ella tiene a su favor buenos argumentos legales para
conseguir la manutención, la ineficiencia del sistema legal algo dickensiano no le
ha servido de mucho. Por último, ambas mujeres han estado severamente
limitadas por su falta de educación, una falta que, en última instancia, se explica
en parte por su sexo.

Los problemas que enfrentaron Jayamma y Vasanti son particulares de la


situación social de mujeres en castas y circunstancias regionales particulares de la
India. Uno no puede entender las elecciones y las limitaciones de Jayamma sin
entender, en diferentes niveles de especificidad y generalidad, cómo está ubicada
ella socialmente: qué significa ser Ezhava y no Pulaya, qué significa que ella vive
en Kerala y no en otro estado, qué significa que ella está en la ciudad y no en una
zona cural, qué significa que ella, en Kerala, es hindú y no cristiana,25 por qué ella
hace oración cada tarde y por qué piensa que esto es importante, y, por supuesto,
qué significa, más generalmente, el hecho de que haya nacido en la India y no en
Europa o en Estados Unidos. Uno no puede entender a Vasanti sin entender la
doble atadura de ser al mismo tiempo de casta superior -con gran cantidad de
reglas que limitan lo que corresponde hacer- y muy pobre, con pocas
oportunidades para hacer

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25. Por ejemplo, las iglesias cristianas en Kerala se oponen fuertemente a la
planificación familiar, y esto tiene serias consecuencias en sus seguidores más
pobres: véase la difícil historia de Sara, la vendedora de pescado, en Gulati,
Profiks in Pemak Poverty, op. cit.

52
las cosas bellas y apropiadas que traen consigo un ingreso para vivir. 26
Tampoco puede entenderse su historia sin tener conocimiento acerca de los
planes de planificación familiar en Gujarat, el progreso del movimiento SEW, el
trasfondo de tradición ghandiana de auto-suficiencia sobre el cual se desarrolla el
movimiento de las mujeres de Gujarat, y muchas otras cosas muy particulares. No
cabe duda de que toda esta particularidad modifica la vida interior de cada mujer
de una manera difícil de entender par alguien que viene de fuera.

Por otra parte, en este conjunto muy concreto de circunstancias, en cierto sentido
tan diferentes de las circunstancias de las trabajadoras pobres en Estados Unidos,
Vasanti y Jayamma son dos mujeres reconocibles e imaginables, con problemas
no total ni irreconociblemente diferentes de los problemas de muchas mujeres (y
de mucha gente pobre en general) en muchas partes del mundo. En la tenacidad y
en el mal carácter de Jayamma, en el deseo de Vasanti de servir a la comunidad y
de demostrar que es un buen ser humano, en el intenso anhelo de independencia
y auto-suficiencia económica de ambas mujeres, en el complejo orgullo de
Jayamma por su familia, en el afecto de Vasanti por sus amigas, en el deseo de
ambas de tener algo de dinero y de propiedad a su nombre, en general en su
búsqueda de competencia y maestría y de control sobre las condiciones de sus
vidas –en todo ello vemos esfuerzos comunes a las mujeres en muchas partes del
mundo-. El cuerpo que trabaja es en cierto sentido el mismo en todo el mundo, y
sus necesidades de comida, nutrición y cuidado de la salud son los mismos, por lo
que no sorprende demasiado que la trabajadora manual en Trivandrum pueda
compararse de muchas maneras con una trabajadora manual en Alabama o en
Chicago, que ella no parezca tener una consciencia absolutamente distinta o una
identidad irreconociblemente distinta, pro distintas que sean las circunstancias en
las que arraigan sus esfuerzos y su conciencia. En forma semejante, el cuerpo
que recibe malos tratos es en cierto sentido el mismo en todo el mundo, por
concretas que sean las circunstancias de violencia domestica en cada sociedad.
Incluso lo que es aparentemente más extraño en las circunstancias

--------------
26. De esta manera, la clara ventaja de su actual empleo es que puede realizase
en casa, sin salir de allí, sin trato con hombres, y sin encontrase en un lugar de
trabajao parcialmente masculino.

53
de cada una tampoco es, en otro plano, tan ajeno. Hallamos muy extraño que en
los hornos de ladrillo se haga realizar a las mujeres las tareas pesadas y que,
después, se les pague menos, pero muchas formas de discriminación sexual en el
empleo muestran formas semejantes de irracionalidad 27 hallamos extraño que
Jayamma parezca aceptar la situación como la forma como se dan las cosas, pero
sabemos, no obstante, que no siempre las mujeres han sido capaces de
organizarse para combatir la desigualdad. Una vez más, el hecho de que Vasanti
no haya ido a la escuela parece extraño, pero la idea más general de que las
mujeres son básicamente esposas y madres y de que los hombres son
trabajadores en el mundo exterior no nos es extraña en lo más mínimo. El hecho
de que ella no parezca querer ir a la escuela no es tampoco tan sorprendente, o
bien es el indicio de una consciencia diferente, dado que ella no ve signos de un
mejor modo de vida que ella pudiese disfrutar adquiriendo educación. (Como
veremos, muchas mujeres en la organización de SEW A adquieren muy pronto la
alfabetización cuando ven a otras mujeres trabajando como cajeras bancarias o
como organizadoras de la unión y haciendo uso de su alfabetización para mejorar
sus vidas.)

Efectivamente, el mayor obstáculo que tiene una filósofa feminista occidental para
pensar acerca de estas vidas pueden constituido los detalles y las dinámicas
específicas de su pobreza, más que el hecho de que estas vidas sean tan ajenas:
la filosofía feminista occidental no se ha centrado normalmente en conseguir
préstamos, aprender a leer y comprar máquinas de coser, si bien estos asuntos
constituyen normalmente un foco de la política feminista y de otras disciplinas
académicas como la economía del desarrollo y la ciencia política. La sola idea de
que se tomaran decisiones cruciales (como en el hogar de Jayamma) acerca de
quién tendrá leche en el té Y quién tendrá sólo azúcar es un hecho que las
filósofas feministas hallarán más difícil de comprender que los grandes

27. Estrictamente hablando, sería preciso plantear más preguntas antes de extraer
la conclusión de que el arreglo es irracional en sentido económico. Por ejemplo,
habría que conocer mucho más acerca de otras oportunidades de empleo
accesibles a hombres y mujeres. Más allá de ello, aun si el arreglo es irracional
considerando todos los elementos, es posible que haya sido racional en otro
tiempo -por ejemplo, por la necesidad de competir con otras industrias por
trabajadores masculinos- habiendo sido mantenido a raíz del hábito y del poder de
los hombres.

54
hechos de la ubicación, de la organización política y de la religión. (Es probable
que muchas filósofas estadounidenses no tengan consciencia -como no la tenía,
por cieno, yo misma- de que la cantidad de azúcar que se pone en el té cuesta
menos que la cantidad de leche que se le agrega: yo no habría comenzado a
contar los centavos hasta el punto en que esto se hace comúnmente en los
hogares pobres del mundo entero.)28 Por tanto, este proyecto filosófico feminista
necesita comenzar orientando al lector de manera general acerca de la situación
de las mujeres (especialmente de las mujeres pobres) en la India.

V. LA INDIA: IGUALDAD DE LOS SEXOS EN TEORÍA,


NO EN LA REALIDAD

La situación de las mujeres en la India es un tópico extraordinariamente difícil para


una introducción, desde el momento en que, probablemente, no exista otra nación
en el mundo con una mayor diversidad y pluralidad interna. En lo que sigue,
describiré algunas de esas diferencias (de casta, religión, trasfondo regional,
riqueza y clase, y otras más). Pero existen algunos hechos muy básicos que
deben tenerse presente en lo que sigue.

La India celebró el quincuagésimo aniversario de su independencia de Gran


Bretaña el 15 de agosto de 1997. Es el país democrático más grande del mundo,
con una población de 846,3 millones de habitantes. Es una democracia
constitucional parlamentaria, con una visión escrita de los derechos fundamentales
que incluye la abolición de la condición de intocables y un elaborado conjunto de
provisiones de igualdad y no-discriminación. Su sistema legal es, en algunos
aspectos, similar al de Estados Unidos (y acuñado según su modelo), combinando
una tradición básica de derecho consuetudinario con las restricciones

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28. En este sentido, las mujeres occidentales somos, en términos indios, más
semejantes a los hombres: las investigaciones de Gulati sobre las mujeres pobres
en Kerala han mostrado que estas mujeres son mucho más exactas que los
hombres a la hora de estimar el costo de una comida que han ingerido.

55
de una Constitución escrita. Su Tribunal Supremo, como el de Estados Unidos, es
el interprete último de los derechos fundamentales, y frecuentemente hace uso de
jurisprudencia constitucional (y de literatura jurídica) estadounidense como fuente
de precedentes. (Por ejemplo, gran parte de la jurisprudencia de la privacidad, hoy
tan controvertida en Estados Unidos, fue incorporada en la ley constitucional de la
India mediante una comprensión muy similar del debido proceso sustantivo.)

La constitución de la India es un documento de tenor muy favorable a la mujer. El


derecho de no-discriminación en base al sexo se garantiza en la lista de los
derechos fundamentales justiciables, como lo es también el derecho a igual
protección por parte de la ley, el que, como en Estados Unidos, ha sido
interpretado como incompatible con una jerarquía sistemática basada en el sexo.
El artículo 21, que establece que ningún ciudadano debe ser privado de su «vida o
libertad» sin debido proceso legal, ha sido interpretado como causante de toda la
gama de juicios sobre el derecho a la privacidad, implicado en Estados Unidos en
casos como Griswold vs. Connecticuty Roe vs. Wade, y este derecho de
privacidad ha sido utilizado para invocar la ley victoriana que manda la «restitución
de los derechos conyugales» cuando una esposa ha dejado el hogar conyugal.29
Especial interés reviste el hecho de que los redactores de la Constitución
establecen explícitamente que la no-discriminación es compatible con programas
sistemáticos de acción afirmativa con el fin de beneficiar al conjunto de los grupos
perjudicados: de esa manera, el principio de la acción afirmativa, tanto para el
sexo cuanto para la casta, está inscrito en la misma Constitución. La India nunca
entendió la igualdad de la manera meramente formal que ha prevalecido algunas
veces en la ley de Estados Unidos: aquí hubo un entendimiento compartido de que
la igualdad posee prerrequisitos materiales e institucionales y que se la
comprende mejor al requerir la eliminación de todo tipo de jerarquía sistemática (el
artículo 17 declara

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29. Para un tratamiento sobre este tema véase Nussbaum, Sex and Social Justice,
"Introduction». Un juzgado declaró el remedio de restitución como inconstitucional,
citando el derecho a la privacidad al mismo tiempo que el de igual protección, pero
el Tribunal Supremo dejó sin efecto el juicio y el remedio fue mantenido (en el
sistema legal hindú).

56
la abolición de la condición de intocable: «su práctica en cualquier forma está
prohibida»).30

La India tiene un Código Penal uniforme, que en muchos aspectos constituye una
reliquia del período colonial victoriano. Algunos aspectos de este código victoriano
han sido utilizados recientemente por feministas para progresar en temas
femeninos. Por ejemplo, una ley victoriana que contempla la modestia ha sido
utilizada para obtener una (problemática) victoria en un caso de acoso sexual.31
Pero la comprensión que el código victoriano tiene de la mujer -como modesta o
depravada- es en última instancia una barrera para la plena igualdad de los sexos.
Las feministas de la India han hecho algunos progresos en el área de la ley de
violación, donde el consentimiento bajo amenaza de violencia no cuenta ya más
como consentimiento. En una innovadora reforma que trasciende lo logrado en
Estados Unidos, la violación en custodia policial ha sido inhibida fuertemente a
través del traslado, en esos casos, de la carga de la prueba al acusado. Pero
algunos de los' logros más importantes de la reforma de la ley de violación en
Estados Unidos (por ejemplo, al impedir que se pregunte acerca de la experiencia
sexual previa de la mujer) restan aún por obtenerse en la India.

Existe una tremenda diferencia estructural entre la India y Estados Unidos en lo


que concierne a sus sistemas legales. La India no tiene un Código Civil uniforme
(ni siquiera en las distintas regiones). Con excepción de la ley comercial, que fue
codificada en forma uniforme sobre una base de alcance nacional por los
británicos y así ha quedado, la ley civil sigue siendo territorio de los diferentes
sistemas legales religiosos: hindú, musulmán, parsi y cristiano.32 Existen algunas
leyes seculares individuales acerca de la propiedad, del matrimonio y del divorcio,
pero las mismas no forman un sistema y, por razones que veremos más adelante,
en el capítulo 3, no es tan fácil para los individuos apoyarse en ellas, una vez que
han sido clasificados en alguno de los sistemas religiosos.

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30. Para una exposición más amplia de los temas constitucionales véase el
capítU103.
31. Véase mi artículo «The Modesty ofMrs. Bajaj...».
32. Véase el capítulo 3 para una exposición del desarrollo de estos sistemas de
legislación personal. Los Sikhs son definidos como hindúes para los efectos
legales, a pesar de que muchos de ellos lo rechazan. Los miembros de religiones
como el judaísmo, que no tienen un sistema legal separado, Utilizan la ley secular.

57
Los casos pueden apelarse de los sistemas religiosos a los juzgados seculares,
pero las líneas de autoridad son extremadamente confusas, de lo cual deriva una
gran dificultad.

Para pasar de las leyes él" la economía, la India es, en su conjunto, una nación
extremadamente pobre, estando ubicada en la posición 138 de las 175 naciones
del mundo, de acuerdo al IDH del Informe sobre desarrollo humano 1997. Como
ya he mencionado, esta medición incluye tres componentes: longevidad (medida
en la expectativa de vida al nacer), conocimiento (medida en la alfabetización de
los adultos y en la media de los años de escolarización), y en el ingreso (utilizando
la fórmula de Atkinson para la utilidad del ingreso, que asume un decrecimiento
del retorno a medida que se incrementa el ingreso).33 El promedio de expectativa
de vida al nacer es de 61,334 (por oposición a cerca de 80 en EE.UU.,
Canadá,]apón yen la mayoría de Europa), y la mortalidad infantil es alta, 74 de
cada 1.000 nacimientos vivos (si bien esto representa una gran reducción respecto
de los 165 por 1.000 que se contaban en 1960). Las mujeres están aún peor que
los hombres en cuanto a nutrición básica y salud. La relación entre los sexos no
ha alcanzado siquiera el uno a uno en ningún momento desde que se empezaron
a realizar las mediciones a comienzos del siglo xx. De una cifra alta de 97 mujeres
cada 100 hombres en 1901, la relación cayó en forma constante, alcanzando un
nivel bajo de alrededor de 93 cada 100 en 1971. Tras una leve recuperación,
volvió a declinar aún más, alcanzando en 19911a cifra de 92,7cada 100.35 Los
expertos en salud y nutrición atribuyen generalmente esta desigual relación a la
diferencia nutricional entre niños y niñas yal desigual cuidado de su salud, más
que primariamente a un infanticidio activo, pero existe firme evidencia de
infanticidio en algunas áreas.36 Esta hipótesis se ve confirmada por la presencia
de considerables diferencias regionales. Kerala, por ejemplo, tiene más mujeres
que hombres; otras regiones, por ejemplo Uttar Pradesh, Bihar y Rajasthan, están

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33. El cálculo implica un complejo proceso de ponderación descrito en el
Informede 1991.
34. Datos de 1994.
35. Para estas y otras estadísticas véase Dreze 1 Sen, India, op. cit.
36. Comunicación personal de Viji Srinivasan, de Adithi, quien me habló de la
evidencia de infanticidio descubierta por miembros de su organización en el norte
de Bihar, donde la relación entre los sexos baja a un nivel de 75/100.

58
en mucho peor situación. Bihar en su conjunto tiene una relación de sexos de 90 a
100, yen un área rural donde se realizó un conteo confiable de individuos por parte
de una cuidadosa ONG el resultado fue la sorprendente cifra de 75 a 100.37
Existe también una creciente evidencia de aborto selectivo por sexo: un reciente
estudio realizado por la Indian Association ofWomen's Studies [Asociación india
para estudios sobre la mujer] estima que cada año se abortan 10.000 fetos
femeninos.38 Las oportunidades de vida en la India se encuentran en general muy
lejos de asemejarse a las del mundo desarrollado, pero las mujeres enfrentan
claramente obstáculos desiguales.

En educación, la brecha hombre-mujer es aún más llamativa: en 1991, el índice de


alfabetización de adultos era para las mujeres de un 39 por cien, mientras que,
para los hombres, alcanzaba un 64 por cien. (En la China, las cifras son del 68 por
cien para las mujeres y del 87 por cien para los hombres.)39 Estadísticas como
estas son difíciles de interpretar, desde el momento en que los gobiernos locales
tienden a comportarse en forma jactanciosa y que es muy difícil establecer una
medición clara de la alfabetización: sin embargo, lo que resulta inequívocamente
claro es que, a pesar del hecho de que la educación es una responsabilidad del
estado, a la India le ha ido extremadamente mal con la educación básica en lo
general, y aún peor en la educación básica para la mujer; mucho peor, por
supuesto, que a la China, que comenzó con problemas comparables. Y esto
tampoco parece ser un patrón necesario o inquebrantable, desde el momento en
que a otras regiones pobres les ha ido extremadamente bien. Kerala, el estado de
Jayamma, tiene un índice de alfabetización de adultos del 90 por cien y
prácticamente universal en adolescentes de ambos sexos. Este notable registro es
el fruto de más de cien años de acción pública concertada, 40 en la que han
participado tanto el estado como el ámbito público en

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37. Véase la nota anterior. La región era el distrito de Sitamarhi, cerca de la
frontera con el N epal, donde Adithi encontró una amplia evidencia de infanticidio
femenino.
38. IndiaAbroad, 10-7-1998,31.
39. Estas cifras están tomadas de Dreze I Sen, India, op. cit. El IDH para 1997 da,
como datos correspondientes a 1994, las cifras de 36, 1 para mujeres y del 64,5
para hombre en la India, y del 70,9 y 89,6 para mujeres y hombres
respectivamente en la China.
40. Véase V. K. Ramachandran, «Kerala's DevelopmentAchievements», en:].
Dreze I A. Sen, Indian Development; Sekcted Regional Perspectives, Oxford-Delhi
1996.

59
general, basándose en una larga tradición (en parte inspirada en los Jesuitas) que
se remonta al siglo XVIII. Pero Kerala es muy poco común. A pesar de que todos
los estados de la India tienen leyes que hacen obligatoria la enseñanza primaria,
estas leyes guardan poca relación con la realidad. Muchas regiones carecen
absolutamente de escuelas de cualquier tipo, al igual que carecen a menudo de un
suministro eléctrico confiable, de servicios médicos, de agua, de calles en buen
estado; muchos funcionarios locales son corruptos y, de ese modo, muchos
maestros en muchas regiones reciben una paga sin aparecer jamás en la región
donde se supone que están ejerciendo la docencia. En algunas áreas rurales, el
índice de alfabetización femenina es de sólo un 5 por cien.41 El gobierno nacional,
a pesar de estar bien intencionado, poco ha hecho para llenar esas brechas, a
pesar de que se establecieron algunos programas de educación para adultos en
algunos de los estados más pobres, y muchas organizaciones no
gubernamentales desarrollan tanto programas de educación de adultos como
programas para niñas que trabajan, después de su horario laboral.42
Recientemente, se introdujo una enmienda constitucional que hará que el derecho
a la educación constituya un derecho fundamental justiciable.43 Puede esperarse
que la aprobación de esta enmienda impulsará al gobierno a actuar en forma más
agresiva con sus buenas intenciones.

El trabajo infantil forma parte del problema. Un gran número de familias pobres,
especialmente rurales, dependen del trabajo que realizan sus niños. A menudo,
los niños comienzan a trabajar a los cinco o seis años cuidando animales, y, a la
edad de doce años, una gran proporción trabaja durante el día. A pesar de que
esta situación afecta a los niños de ambos sexos, las niñas sufren en forma
desproporcionada, ya que sus tareas hogareñas se consideran a menudo
cruciales para sostener

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41. Comunicación personal, Sarda Jain, Jaipur, Rajasthan.


42. Véase el detallado informe en Archana Mehendale, «Compulsory Primary
Education in India: The Legal Framework», en: From the Lawyers Collective 13
(abril 1998),4-12. Agradezco a Virji Srinivasan, Sarda Jain y Ginny Srivastava por
brindarme valiosa información acerca de los programas no gubernamentales de
educación en Bihar y Rajasthan.
43. Enmienda 83, que debe insertarse en la sección de derechos fundamentales
de la Constitución como Art. 21 a. Véase el texto completo de la enmienda en
From the Lawyers Collective 13 (abril 1998), 10.

60
un hogar donde la madre, como J ayamma, realiza largas jornadas de trabajo
manual. En general, si sólo un niño en una familia puede ser enviado a la escuela,
es mucho más probable que una familia pobre elija a un varón. A pesar de las
presiones que en contra del trabajo infantil ejercen entidades extranjeras como el
Banco Mundial, a pesar de la acción política interna y de agencias nacionales e
internacionales, el gobierno ha sido reticente a intervenir en forma activa, al ser
tan alto el número de familias pobres que dependen de ello para su supervivencia.
Muchas ONG han sido reticentes en asumir una posición inequívoca en contra del
trabajo infantil en las presentes condiciones. Prefieren ofrecer una escolaridad
suplementaria para los niños que trabajan después del horario laboral a fin de
ayudarles a adquirir pequeños ahorros o propiedades, y para enseñarles cómo
trabajar por el cambio social. Por ejemplo, un grupo que visité en el Bihar rural
brindaba educación básica para niñas que pasaban sus días cuidando cabras,
ayudaba al grupo a ahorrar para comprar sus propias cabras y les enseñaba cómo
las mujeres de otras regiones habían sido capaces de resistirse al sistema de la
dote, que constituye una gran parte de aquello que determina la desigual
valoración de la vida de la mujer. En la presente situación, todo esto es mucho
más útil que contar con el holgazán funcionario (si es que acaso hay uno), que
obligue a las niñas a dejar su trabajo e ir a la escuela.

Todo enfoque de la situación de las mujeres en la India debe comenzar por los
hechos, comprendiendo que no es simplemente asunto de agitar la varita mágica
diciendo «educación primaria universal obligatoria». En este punto es mucho
menos realista aún, en muchas regiones, aspirar a metas más avanzadas, como la
educación secundaria para ambos sexos. Todo intento de mejorar la calidad de
vida de las mujeres se enfrenta con crueles realidades económicas. No obstante,
también es llamativo cómo ciertas regiones, sobre todo Kerala, fueron capaces de
dar grandes pasos a pesar de estas realidades. Un programa impresionantemente
exitoso fue el de la comida escolar, que hace económicamente más ventajoso
para muchas familias enviar a los niños a la escuela que utilizarlos para el trabajo
infantil.

Las mujeres enfrentan muchos otros obstáculos para alcanzar una plena igualdad
de ciudadanía. El matrimonio infantil, aun siendo ilegal, es una realidad muy
común, especialmente en ciertas regiones

61
donde es tradicional. 44 Las leyes en contra de esta práctica no se han hecho
cumplir, y la misma marca profundamente la trayectoria de vida de una niña. En
Rajasthan, por ejemplo, las niñas que visité con la organización Vishaka se habían
casado ya a la edad de ocho o nueve años; de esa manera, a pesar de que no se
habían mudado aún a la casa de su marido, lo veían como su futuro inevitable, y
esa consciencia de sí mismas como pequeñas esposas marcaba sus actitudes
ante la educación, la vestimenta y especialmente el juego: no querían corretear y
disfrutar de su niñez, como lo hacen los niños varones. (La actitud de protección
de sus familias respecto de su pureza exacerba esta situación: raras veces se les
permite jugar fuera de la casa.)

La violencia doméstica es tan generalizada, que tres estados adoptaron leyes de


prohibición del alcohol como respuesta a la influencia de las mujeres. Y sin
embargo, como lo manifiesta la historia de Vasanti y Kokila, la policía no investiga
con agresividad este delito, ni tampoco es ilegal la violación dentro del
matrimonio.45 Prácticamente no existe en toda la India amparo alguno para la
mujer. Tal como he mencionado, el manejo del tema de la violación por parte del
sistema legal es malo, y el número de violaciones parece incrementarse. Es fácil
encontrar casos donde la absolución se afirmó sobre la base de que la mujer era
de una casta más baja, o bien de que era «inmodesta», aun existiendo, en el caso
particular, amplia evidencia de violación por la fuerza.46 La violación es urilizada
también como escudo contra la cruzada de las mujeres por el cambio político. En
1993, Bhanwari Devi, miembro del movimiento por el bienestar femenino Sathin,
del estado de Rajasthan

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44. El matrimonio infantil es común en partes de Rajasthan, Madhya Pradesh y


Uttar Pradesh. Para un buen tratamiento popular de este tema véase John F.
Burns, Though iIlegal, Child Marriage Is Popular in Patt of India», en: New York
Times, mayo 1998. Burns estudia un conjunto de casamientos de niños en
Rajasthan, concentrándose en una ceremonia en la que la esposa tenía cuatro
años y el esposo doce. De acuerdo a la ley, la edad mínima es de dieciocho años
para las mujeres y de veintiuno para los hombres.
45. Véase Sumeet Malik, .Marital Rape», en: From the Lawyers Co/bctive 13
(enero 1998), 13-15.
46. Para un informe detallado sobre casos recientes véase Hutokshi Rustomfram I
Sanjoy Ghose, .Rape: When Victim Is Seen as Villain», en: India Abroad, viernes
107-1998; véase también. T orment over Terror: The Vithura Rape Case», en:
From the Lawyers Colkctive 13 (enero 1998),4-12.

62
estaba haciendo campaña contra el casamiento infantil, cuando fue víctima de
violación múltiple por parte de un grupo de hombres pertenecientes a una
comunidad que apoya esta práctica. Como los hombres eran dirigentes influyentes
de esa comunidad, la policía rehusó registrar el caso hasta que ya fue muy tarde
para realizar el necesario examen médico. Un juzgado de primera instancia en
Jaipur absolvió a todos los acusados. Aunque Bhanwari apeló el juicio y el
Tribunal Supremo de Rajasthan aceptó en 1996 escuchar su apelación, aún no se
escucharon los argumentos en el caso.

India ha experimentado también un incremento en los casos de abuso sexual de


menores: las estadísticas sugieren un 23,4 por cien de aumento en el número de
tales casos entre 1992 y 1995, pero se cree que la mayoría de los casos queda
aún sin denuncia, particularmente cuando ocurre dentro de las familias.47 Algunos
casos más notorios de abuso de menores involucran a niños varones, pero las
estimaciones sugieren que el índice de violación de niñas es de dos cada día.48

VI. IGUALDAD Y DIFERENCIA

Haremos todo lo posible para manejamos con estos y otros muchos hechos que
construyen las circunstancias en medio de las cuales intentan surgir mujeres como
Vasanti y Jayamma. Tales circunstancias afectan la vida interior de la gente, y no
solamente sus opciones exteriores: lo que la gente espera, lo que ama, lo que
teme, así como también lo que es capaz de hacer. Ni Vasanti ni Jayamma piensan
obtener una graduación académica: esto sería totalmente ajeno a su comprensión
acerca de lo que les es posible, y tampoco valdría la pena siquiera entretenerse
con la idea, por más voluntad, capacidad y determinación que poseyeran. Por el
contrario, Meeghan D., cajera en el Co-op del Hyde

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47. Véase «Growing Child Abuse: a Worrying Social Phenomenon», India Abroad,
10-7-1998,32.
48. Estadísticas de la Indian Association of Women's Studies [Asociación india
para estudios sobre la mujer], encuentro en Pune, julio de 1998.

63
Park, que a veces me trae las provisiones a casa, está terminando su Bachillerato
de Artes en el Roosvelt College mientras tiene un trabajo de tiempo completo, y ya
fue aceptada para una carrera de grado en ciencias sociales en la Uni.versidad
Howard. Ella no sabe aún si le será fácil conseguir trabajo para su sustento en
Washington, pero dice: «No importa. De alguna manera lo haré». Esto es y a la
vez no es similar a la determinación y fortaleza de Vasanti y Jayamma. No
deberíamos subestimar la medida en que tales diferencias en las opciones crean
diferencias en el pensamiento. Sin embargo, tampoco deberíamos sobreestimar
estas diferencias, pensando que ellas crearían una «esencia» india absolutamente
incomprensible para otras imaginaciones. Ciertas aspiraciones básicas de
surgimiento humano pueden reconocerse a través de las diferencias de clase y de
contexto, si bien sigue siendo crucial comprender cómo el contexto marca tanto la
elección como la aspiración.

Existen formas obtusas de pensar a través de las fronteras culturales. Algunas de


estas formas eran una característica del colonialismo en todo el mundo, que
asumía típicamente que las modalidades del poder colonial eran progresistas e
ilustradas, y que las modalidades de la gente colonizada eran primitivas.
Semejantes juicios erróneos pueden hallarse aún hoy, incluso entre feministas,
que caracterizan a veces las culturas en desarrollo como uniformemente
reaccionarias y las suyas propias como progresistas, sin prestar atención a la
historia de sexismo en occidente y a las tradiciones progresistas en «oriente».
Semejante ceguera para la complejidad ha tornado escépticos a muchos
pensadores perceptivos respecto de toda forma de universalismo. Sin embargo,
no es preciso, obviamente, que el universalismo tenga tales defectos, y los valores
universales pueden ser hasta necesarios para una crítica adecuada del mismo
colonialismo.

Otras formas de universalización obtusa pueden encontrarse en la actual


economía global, en la que se supone a veces que toda la gente es, sin más,
agente racional en el mercado global buscando maximizar la utilidad,
independientemente de sus tradiciones o de su contexto. Es porque estos
enfoques parecen obtusos -por no prestar atención a la tradición y al contexto y a
su papel en la construcción del deseo y de la preferencia, por no prestar atención
a las muy diferentes concepciones que los ciudadanos de las diferentes naciones
tienen acerca del bien y a su urgente necesidad de estar en condiciones de vivir
de acuerdo a

64
esas concepciones- que muchos pensadores sensibles sienten que todos los
enfoques universalizantes son forzosamente obtusos y meros cómplices de un
letal proceso de globalización. Tales pensadores ven ante sí la perspectiva de un
mundo en que todas las diferencias interesantes, toda la rica textura de valores ha
sido nivelada, y que todos vamos juntos a comer a McDonald's. Sin embargo, el
hecho de que algunos enfoques universales sean obtusos no los incrimina a
todos. El pluralismo y el respeto por las diferencias son ellos mismos valores
universales que no se observan en todas partes. Requieren una articulación
normativa y una defensa, y esta es una de las cosas que espero brindar en mi
proyecto. En forma más general, en una época de rápida globalización, cuando los
intereses no-morales nos están uniendo a través de las fronteras, tenemos una
necesidad especialmente urgente de reflexionar acerca de las normas morales
que también pueden unimos, y más apropiadamente aún, poniendo restricciones a
las opciones de incremento de las utilidades que las naciones puedan realizar. Si
la utilidad es inadecuada como fuente de principios políticos básicos en una
nación pluralista -como yo creo que lo es claramente-, esto no significa que no
existan fuentes transculturales para semejantes principios, o que no puedan
suscitar un amplio consenso entre las naciones. La búsqueda de tales normas es
una tarea urgente. Si no las buscamos, seremos gobernados, sin el ingreso de
nuestra propia reflexión crítica, por intereses y procesos que difícilmente puedan
resistir el análisis de la argumentación ética.

Los principios morales críticos son especialmente urgentes si consideramos la


situación de las mujeres como gente particularmente vulnerable en un tiempo de
rápidos cambios económicos. Si consideramos a cada persona como digna de
consideración, como un fin en sí y no como un mero medio, no podemos elogiar
simplemente el rápido crecimiento económico de Gujarat, que ha dejado atrás a
mucha gente sin recursos y ha hecho que muchas trabajadoras independientes
perdieran su sustento. (La tradicional industria de los encajes está amenazada por
la fabricación industrial de encajes, y existe gran controversia política acerca de
cómo resolver este problema.) El crecimiento económico, por lo demás, no mejora
por sí mismo la situación con respecto a la alfabetización y al cuidado de la
salud:49 hay temas que afectan a todos

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49. Esta es una de las tesis centrales en Dreze/Sen, India, op. cit.

65
los ciudadanos y que .se dejan en un estado de relativa desatención cuando el
crecimiento se transforma en el único objetivo. Por otra parte, tampoco debemos
demonizar la búsqueda del crecimiento económico, que desempeña un papel en el
bienestar de los ciudadanos. Kerala, con sus controles salariales inspirados por
los sindicatos, ha alejado a muchos empleado res de la región causando
innecesariamente una alta tasa de desempleo; tales fallas no guardan correlación
necesaria con los logros positivos en salud y educación, y han empeorado la vida
de la gente.

En síntesis, necesitamos preguntamos qué es lo que debe buscar la política para


todos y cada uno de los ciudadanos antes de que podamos pensar correctamente
acerca del cambio económico. Necesitamos preguntar qué limitaciones debería
haber en el crecimiento económico, qué es lo que se supone que la economía está
haciendo por el pueblo y qué merecen todos los ciudadanos en virtud de su
condición humana. El objetivo político de que ciudadanos como Vasanti y
Jayamma puedan ser capaces de vivir con una paleta completa de oportunidades
y libertades y, de ese modo, estén en condiciones de tener una vida acorde con la
dignidad de seres humanos debería dominar todas las opciones económicas. La
justicia tiene prioridad en la reflexión social. Al contrario de lo que piensan los
economistas, la justicia no es lo que se menciona «cuan.do no se tiene nada más
que decir».50 Las consideraciones acerca de la justicia para las mujeres han sido
silenciadas en forma desproporcionada en muchos debates acerca del desarrollo
internacional; por tanto, es totalmente apropiado que las mismas constituyan un
foco central en un proyecto cuya meta es establecer principios políticos básicos
para todos.

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50. De un estudiante de derecho en la Escuela de Derecho de la Universidad de


Chicago, citando lo enseñado a los estudiantes por un miembro no mencionado de
la Facultad.

66
Cultura y Desarrollo Humano:
Unas relaciones que se trasladan

Pensar Iberoamérica Revista Número 0 - Febrero 2002

Germán Rey

El desarrollo humano ocupa la escena y lo hace desde las orillas más opuestas:
unas veces desde las teorías psicológicas que buscan explicar la ontogenia y
otras desde los manuales de superación que se solazan en vulgarizar aparentes
caminos de autorrealización. Está presente en elaborados informes de las
Naciones Unidas, en donde el concepto de desarrollo humano es observado a
través de indicadores nacionales o en las teorías económicas y sociales más
contemporáneas que discuten, por ejemplo, la importancia de la conformación
de capital social.

En un trabajo clásico sobre las teorías del desarrollo, desde una perspectiva
psicológica(1), Jerome Bruner muestra la coincidencia entre descripción y
prescripción que tiene toda teorización del desarrollo. Una coincidencia que no
es solamente original para las teorías psicológicas del desarrollo (ellas mismas
en una indudable crisis) sino para gran parte de las conceptualizaciones sobre
el tema. El caso de los informes de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas
es, como se analizará más adelante, muy semejante. Porque, en primer lugar, el
concepto ha ido evolucionando, incorporando relatos muy particulares que
provienen de muchas disciplinas y de una gran cantidad de prácticas sociales. Y
en segundo lugar, porque la cuantificación del desarrollo humano a través de
indicadores nacionales permite constataciones internas, comparaciones y
jerarquías dentro del entorno internacional y, por supuesto, planes de
intervención y decisiones que ya no son solamente de los gobiernos sino
también de los grandes bancos o de los organismos globales.

“Las teorías del desarrollo –escribe Bruner- por sus estipulaciones del desarrollo
humano crean reglas e instituciones que son tan compulsivas como las
compañías de crédito inmobiliario: la delincuencia, las ausencias, los hitos de
crecimiento, los patrones escolares”.(2)

La compulsión de las compañías de crédito y los afanes por describir el


desarrollo humano se encuentran en esa especie de obsesión que une la
definición con la institucionalización, el concepto con las jerarquías. Existen
países más altos o más bajos en desarrollo humano, etapas y fases, variables y
sistemas de planeación. El concepto ha producido su propio barroco, sus
posibilidades para la mirada pero también sus barreras para la comprensión.

La cultura no podía estar ajena a la tematización del desarrollo. Primero como


un factor inevitable aunque realmente poco resaltado por los énfasis
economicistas y después como una dimensión central que parecía abrir las
compuertas de aquellos modelos del desarrollo que fracasaron por
extrapolaciones sin cultura, por aplicaciones sin historia.

La historia de estos fracasos en América Latina ha sido verdaderamente


dramática. Las adaptaciones que sufrieron muchas de nuestras sociedades a
través de modelos difusionistas, asistencialistas o desarrollistas (para
mencionar solo algunas de las versiones del desarrollo que se vivieron en el
continente) generaron graves tensiones sociales, olvidos imperdonables y
aislamientos evidentes. En buena parte porque hubo una exagerada
importación de propuestas y una débil recreación autóctona de ellas, porque la
participación social cedió ante los paternalismos gubernamentales o porque los
procesos de planeación solo consideraron versiones muy reducidas de lo
cultural.

Gabriel García Márquez lo sintetizó de manera admirable y provocadora hace


poco en una reunión en París: “El escritor italiano Giovanni Papini –dijo-
enfureció a nuestros abuelos en los años cuarenta con una frase envenenada:
“América está hecha con los desperdicios de Europa”. Hoy no sólo tenemos
razones para sospechar que es cierto, sino algo más triste: que la culpa es
nuestra. Simón Bolívar lo había previsto, y quiso crearnos la conciencia de una
identidad propia en una línea genial de su carta de Jamaica: “Somos un
pequeño género humano”…… Terminamos por ser un laboratorio de ilusiones
fallidas. Nuestra virtud mayor es la creatividad, y sin embargo no hemos hecho
mucho más que vivir de doctrinas recalentadas y guerras ajenas, herederos de
un Cristóbal Colón desventurado que nos encontró por casualidad cuando
estaba buscando las Indias”(3).

La cultura, entonces, empieza a redefinir su papel frente al desarrollo, de una


manera más activa, variada y compleja gracias entre otros motivos, a las
propias transformaciones del concepto de cultura que se ha desprendido
progresivamente de su asimilación inoportuna y simbiótica con las humanidades
y las bellas artes. Ya la cultura no es lo valiosamente accesorio, el “cadáver
exquisito” que se agrega a los temas duros del desarrollo como: el ingreso per
cápita, el empleo o los índices de productividad y competitividad, sino una
dimensión que cuenta decisivamente en todo proceso de desarrollo tanto como
el fortalecimiento institucional, la existencia de tejido y capital social y la
movilización de la ciudadanía.

Los traslados del desarrollo: cambios de lugar, modificaciones de la


comprensión

Existen sin duda una serie de características que juegan a la hora de tratar de
definir qué se entiende hoy por desarrollo humano. En diferentes textos de las
Naciones Unidas y especialmente del PNUD se pueden vislumbrar:

En primer lugar el desarrollo humano se centra directamente en el progreso de


la vida y el bienestar humanos, es decir, en una valoración de la vida.

En segundo lugar el desarrollo humano se vincula con el fortalecimiento de


determinadas capacidades relacionadas con toda la gama de cosas que una
persona puede ser y hacer en su vida; en la posibilidad de que todas las
personas aumenten su capacidad humana en forma plena y den a esa
capacidad el mejor uso en todos los terrenos, ya sea el cultural, el económico y
el político, es decir, en un fortalecimiento de capacidades.

En tercer lugar, el desarrollo humano tiene que ver con la libertad de poder vivir
como nos gustaría hacerlo. Se incluyen las libertades de atender las
necesidades corporales (morbilidad, mortalidad, nutrición), las oportunidades
habilitadoras (educación o lugar de residencia), las libertades sociales
(participar en la vida de la comunidad, en el debate público, en la adopción de
las decisiones políticas), es decir, el desarrollo humano tiene que ver con la
expresión de las libertades civiles.

Y en cuarto lugar, el desarrollo humano está asociado a la posibilidad de que


todos los individuos sean sujetos y beneficiarios del desarrollo, es decir, con su
constitución como sujetos.

Estos caracteres perfilan la comprensión del desarrollo humano: la valoración


de la vida, la insistencia en la puesta en marcha de las capacidades humanas,
el bienestar. Todo en el contexto de la vivencia de las libertades civiles y
además asumiendo a los individuos como sujetos del desarrollo.

Son fácilmente perceptibles una serie de cambios o de traslados en la


comprensión del desarrollo. Estos traslados son cambios de lugar de las
imágenes del desarrollo tanto en su determinación conceptual como en sus
implicaciones prácticas. Y es en este traslado en donde se replantean las
relaciones entre cultura y desarrollo.

De las fases rígidas a las discontinuidades: por mucho tiempo la visión del
desarrollo estuvo atada a una progresión bastante lineal y casi siempre
ascensional del crecimiento, que además estaba orientada por etapas o fases.
Cumplirlas significaba el paso al siguiente momento. Numerosas teleologías
ordenaban este ascenso; podía ser el pensamiento formal en las teorías del
desarrollo cognitivo o la autonomía en las de la moralidad. Los países de primer
mundo se presentaban como modelos a alcanzar y las variables
macroeconómicas definían rumbos y sobre todo fines. En buena parte, el
proyecto moderno -tal como lo señaló Vattimo- estaba unido a una idea de
historia unitaria, a un ideal indeclinable en el progreso y a un modelo de hombre
y de mujer eurocéntrico. Las teorías del desarrollo se alimentaron de este
proyecto.

Hoy, por el contrario, se tienen en cuenta también las rupturas, las


discontinuidades. El desarrollo puede ser pensado a través de tensiones y no
simplemente de progresiones mientras que las finalidades únicas han
explosionado dando lugar más a dialectos que a lenguas unificadoras.

Del obstáculo como barrera del desarrollo a los obstáculos como vectores del
desarrollo (la conflictividad virtuosa): la ausencia de conflicto presidió algunas
versiones del desarrollo. Hoy, los obstáculos dejan de ser barreras,
impedimentos, para convertirse en oportunidades que deben ser tenidas en
cuenta como una de las condiciones del desarrollo. Oportunidades para
elaborar diagnósticos certeros pero también para visualizar alternativas de
intervención, actores que deben ser tenidos en cuenta a pesar de su
invisibilidad, núcleos de tensión cuya resolución adecuada permitirá avances
significativos.

De los modelos impuestos a los modelos participativos: la propia idea de


modelo ha sido puesta en cuestión, sobre todo en su acepción de referente que
se impone o de marco de actuación que se extrapola. Albert Hirschmann habla
de “pequeños cambios y transformaciones graduales”, un sentido del desarrollo
que cambia la óptica de las grandes transformaciones a partir de intervenciones
masivas e invasivas.

Del conocimiento al reconocimiento: con mucha razón Nancy Frazer planteó en


“Iustitia Interrupta” (1999) que una política social debe considerar hoy las
necesidades de redistribución así como las necesidades de reconocimiento. El
desarrollo humano es sobre todo reconocimiento: De capacidades ocultas, de
actores invisibles, de procesos en marcha, de articulaciones viables que
habitualmente persisten en la penumbra y casi siempre en el olvido. “La lucha
por el reconocimiento –escribe Frazer- se está convirtiendo rápidamente en la
forma paradigmática de conflicto político en los últimos años del siglo veinte.
Las exigencias de “reconocimiento de la diferencia” alimentan las luchas de
grupos que se movilizan bajo las banderas de la nacionalidad, la etnia, la ‘raza’,
el género y la sexualidad. En estos conflictos ‘postsocialistas’, la identidad de
grupo sustituye a los intereses de clase como mecanismo principal de
movilización política. La dominación cultural reemplaza a la explotación como
injusticia fundamental. Y el reconocimiento cultural desplaza a la redistribución
socioeconómica como remedio a la injusticia y objetivo de la lucha política”(4).

De los énfasis economicistas a la interacción entre áreas: el optimismo


económico del desarrollo tiende a ceder a pesar de los cambios continuos de su
rostro. Pero la mímesis del desarrollo con la economía ha dado paso a una
mayor interacción entre las diversas áreas de la vida social. Interacción, que
como sostiene, N. Lechner en alguno de sus trabajos, tiene asintonías y
diferentes velocidades. En este reacomodamiento de la vida social, la cultura
encuentra otras oportunidades y asume protagonismos que antes no tenía.

De la homogeneidad a la heterogeneidad del desarrollo: una de las experiencias


más interesantes a las que se enfrentan hoy las propuestas de desarrollo es la
existencia de mezclas, de sociedades cada vez mas heterogénas. Pero
especialmente el reconocimiento de que para los proyectos de desarrollo es
fundamental la consideración de las hibridaciones cuando en el pasado

Esta experiencia de hibridación es precisamente una de las características de la


cultura (García Canclini) como también una de las formas mas habituales de la
vida social contemporánea.

De las poblaciones-objetivo a los sujetos: uno de los traslados mas radicales en


las comprensiones del desarrollo ha sido el abandono de la simple idea de
usuario, beneficiario o target para convertirlos en sujetos.

Durante décadas los planes de desarrollo se construyeron en la lejanía de


quienes se llamaban “usuarios”. Hoy han pasado a ser actores.
Los relatos del Desarrollo

El desarrollo humano ha ido construyendo sus propios relatos. Desde que en


1990 el Informe de Desarrollo Humano del PNUD introdujo el IDH (Índice de
desarrollo Humano) han ido apareciendo ideas que cohesionan su discurso y
figuran su actuación. Ideas que recogen las modificaciones del paisaje cognitivo
pero que también tienen en cuenta los logros sociales que se van convirtiendo
en referentes imprescindibles, en horizontes de comprensión de .la vida social.
La afirmación de los derechos civiles y de la ciudadanía, la recreación de la
democracia, las ganancias obtenidas por los movimientos feministas o en
general por las luchas de las minorías, la conformación de sociedades
multiculturales, son todos hitos que intervienen en la construcción de los nuevos
relatos del desarrollo.

Un primer relato que atraviesa a las imágenes contemporáneas del desarrollo


humano es sin duda el de la pobreza. Durante décadas los modelos de
desarrollo han buscado enfrentarla y aunque han variado algunas de sus
condiciones no se ha disminuido su presión, particularmente en los países del
denominado Tercer Mundo. En el informe de 1997, dedicado precisamente al
tema, se insistió en el carácter multidimensional de la pobreza que no se reduce
a la ausencia de ingresos económicos o a las dificultades para cubrir las
necesidades mínimas sino que se extiende a otras dimensiones de la vida
humana: a las dificultades de presencia en la vida pública y la nula participación
en las decisiones sociales, a las barreras para un acceso a educación de
calidad y a la persistencia dentro de los ciclos normales de formación, al
desconocimiento de los valores culturales , entre otros. Progresivamente se ha
sacado el concepto de desarrollo de la esfera de la economía aumentándose la
relevancia de otras áreas de la vida humana, como por ejemplo, la cultura.

También se examinó en ese informe la dinámica del empobrecimiento y las


diversas facetas de la pobreza, a la vez que se propuso una agenda para la
erradicación a mediano plazo de la pobreza en el mundo. Uno de los aspectos
que se subrayó con mayor fuerza fue la potenciación de la gente como una de
las claves para la eliminación de la pobreza. Los proyectos de desarrollo con
sectores pobres empiezan a dejar atrás su carácter asistencial para encontrar
caminos de autogestión y participación comunitaria. El relato de la pobreza se
interesa por la viejas y también las nuevas exclusiones, entre las antiguas, por
ejemplo, el desempleo o el hambre, las desigualdades sociales; entre las
segundas, el desenganche que amplios sectores están viviendo del acceso a la
información o la participación en el desarrollo de las nuevas tecnologías. Por
eso una comprensión del desarrollo humano debe plantearse temas como la
generación de riqueza unida a la equidad y la necesidad de generar sociedades
inclusivas.

Un segundo relato es el de la institucionalidad democrática. Lo que significa que


el desarrollo debe ser pensado desde el fortalecimiento de la democracia y la
consolidación de la ciudadanía. De la democracia, como experiencia del tránsito
o comunidad de los sin comunidad (Giacomo Marramao), como poder en
público (Norberto Bobbio) o como ese sistema frágil y contra natura que debe
convertirse en ethos, en costumbre interiorizada (Paolo Flores D’Arcais).
Quisiera agregar a la idea de Texeira sobre la polis, la figura que Sennet ha
resaltado en “Carne y piedra”: el ágora era un lugar heterogéneo, que mezclaba
a los sofistas con los tragafuegos, a los ciudadanos con los magistrados y los
banqueros en un ambiente de intercambio, de entretenimiento, de deambular.
No era un sitio fijo, con marcas rígidas y ceremonias prefijadas sino un
escenario móvil, tanto en términos físicos como en posibilidades sociales y
simbólicas.

El tema del desarrollo, como el de las políticas culturales, solo puede ser
pensado entonces como imaginación de la democracia, fortalecimiento de las
instituciones políticas (más ágiles y eficientes) y constitución de nuevas formas
de la ciudadanía.

El tercer relato del discurso del desarrollo humano es el de la participación, muy


ligado por supuesto al de la institucionalidad democrática. Participación que no
pasa simplemente por las lógicas de las grandes máquinas, es decir, por el
Estado o las grandes corporaciones sino también por los movimientos sociales,
los partidos políticos, las redes internacionales de solidaridad, las
organizaciones del tercer sector. Es lo que Boaventura de Souza llama la
“globalización ascendente”. Comunidades indígenas colombianas, como los
U’was, manifiestan sus puntos diferentes a los del Estado colombiano y las
grandes compañías petroleras transnacionales sobre problemas del medio
ambiente desde sus territorios locales como también desde redes mundiales
donde su palabra se escucha junto a la del juez Baltasar Garzón o Greenpeace.

El cuarto relato que aparece es la perspectiva de género, otro elemento


fundamental para pensar las relaciones entre desarrollo humano y políticas
culturales.¿Cómo podríamos entender el trabajo de años que se ha hecho en
Villa El Salvador del Perú, una inmensa barriada pobre a las afueras de Lima,
sin la participación de los colectivos de mujeres, sin su incidencia en los
procesos de gestión municipal, salud, educación y formas comunicativas
alternativas? ¿Cómo interpretar proyectos como el de madres comunitarias en
Colombia sin referirlos a los cambios que en estos últimos años se han
producido en las imágenes sociales de la mujer y en la modificación de la
relación entre mujeres y hombres?

No se trata solamente del aumento-cuantitativo y cualitativo- de la participación


de la mujer en diversas esferas de la vida social sino en cómo proyectos de
desarrollo social y comunitario son diseñados, pensados femeninamente,
ejecutados a través de otros estilos que dejan atrás el paternalismo masculino
de otras épocas. No es posible pensar el desarrollo humano, desde América
Latina sin tener en cuenta este relato y sobre todo sin observar las conexiones
entre desarrollo, género y cultura. Porque la emergencia de estos relatos ha
significado conmociones culturales muy profundas así como son el resultado
también de ellas (cambios en la estructura de la familia y en sus funciones
socializadoras, importancia de las culturas juveniles, relevancia de las culturas
urbanas, fuertes procesos de secularización).

Un quinto relato del desarrollo humano es el tema de la seguridad. Chile es un


ejemplo muy interesante dentro de América Latina. En su Informe de Desarrollo
Humano de 1998 se trabaja de manera muy interesante el concepto de
seguridad humana, asociándolo a la generación de mecanismos para que los
actores sociales logren participar en plano de igualdad, definir el sentido de sus
acciones, asumir oportunidades y controlar los riesgos o amenazas de la
modernización que la sociedad se propone alcanzar. A la modificación de los
índices macroeconómicos los acompaña, sin embargo, otro tipos de tensiones,
como por ejemplo, la tensión entre modernización y subjetividad, el proceso de
diferenciación tanto de la individualidad como de los distintos campos sociales y
la integración (identidades colectivas). El informe señala la existencia en la
sociedad chilena de tres temores básicos. El temor al otro (la confianza en los
otros), el temor a la exclusión social (el sentido de pertenencia) y el temor al sin
sentido (Certidumbres que ordenan el mundo de la vida cotidiana).

Por lo menos otros tres relatos se encuentran presentes en el discurso


“onusiano” del desarrollo humano: el relato del consumo, el relato de los
derechos humanos y el relato de la mundialización.

El consumo crece de manera acelerada para unos pero con limitaciones para
muchos otros. La polémica se extiende hacia la exploración de las relaciones
entre consumo y desarrollo puesto que algunas perspectivas del primero
socavan las oportunidades de un desarrollo sostenible para todos. Son cada vez
mas candentes las discusiones sobre el peso de la producción y el consumo de
las sociedades post industrializadas en el cuidado del medio ambiente, o los
debates sobre las implicaciones del modelo económico globalizado en el
deterioro de las condiciones de vida de muchas personas en el planeta. Las
discusiones de Río, o las protestas de Seattle, Washington y Praga son algunas
muestras de las tensiones que se están produciendo mundialmente entre
consumo y desarrollo sostenible.

Desde la cultura, el consumo ha cobrado una importancia creciente. No


solamente porque se subraya el sentido cultural de todo consumo sino porque
se han generado diversas expresiones de consumo cultural. Sociedades
informatizadas, con industrias culturales poderosas promueven procesos de
consumo que requieren determinadas competencias, promueven
identificaciones y fomentan mezclas e hibridaciones antes desconocidas.

El relato de los derechos humanos ofrece, por su parte, un horizonte ético y


político que oscila entre los derechos de primera generación y otros mas
actuales como los culturales y los referidos al medio ambiente. Es obvio que
cualquier propuesta de desarrollo encuentra en ellos un cuadro de referencia y
una perspectiva ineludible. Es más: el desarrollo humano es una concreción de
los ideales y las exigencias propuestos por el conjunto de los derechos
humanos, no sólo como horizonte racional de la acción humana sino también
como ingrediente de una educación sentimental (R. Rorty)

Finalmente el relato de la mundialización le ha dado un matiz nuevo al


desarrollo y le ha empezado a producir también nuevas exigencias. La
afirmación de las identidades locales junto a la configuración de economías
globales y formas de cultura mundializada promueven interacciones que
rebasan los límites nacionales como también retornos a la insistencia en lo
regional y lo local. Procesos de integración en bloques, flujos financieros y
simbólicos, redes itinerantes de intercambio son formas que hacen parte de un
estilo social diferente. Ya no son posibles procesos de desarrollo aislados,
autistas; sus conexiones con la escena global los hace fuertemente
interdependientes.

Relaciones entre desarrollo y cultura: trazos para una agenda

“La dimensión cultural del desarrollo –escribió Jesús Martín Barbero – se ha


convertido últimamente en un tema central tanto en el ámbito político como
académico. Pero ese interés disfraza en muchos casos un profundo
malentendido: el que reduce la cultura a dimensión del desarrollo sin el menor
cuestionamiento de la cultura del desarrollo que sigue aún legitimando un
desarrollo identificado con el crecimiento sin límites de la producción, que hace
del crecimiento material la dimensión prioritaria del sistema social de vida y que
convierte al mundo en un mero objeto de explotación. Pensar ahí la cultura
como dimensión se ha limitado a significar el añadido de una cierta
humanización del desarrollo, un parche con el que encubrir la dinámica
radicalmente invasiva (en lo económico y en lo ecológico) de los modelos aún
hegemónicos de desarrollo”(5).

La preocupación de Martín-Barbero hace parte de una de las miradas sobre las


relaciones entre cultura y desarrollo. Una mirada que mientras resalta la
importancia de estas conexiones exige no olvidar la asimilación del desarrollo al
crecimiento material y a la reducción de otros mundos de sentido que se ven
presionados por las decisiones económicas y la planeación tecnocrática.
América Latina ha vivido en los últimos años esta amarga experiencia: medidas
privatizadoras que terminan reduciendo los logros de la educación pública,
flexibilizaciones laborales que aumentan aún mas el empleo precario en un
continente que ha experimentado la informalización del trabajo o medidas de
ajuste donde se recortan aún mas los presupuestos asignados para el fomento
de la cultura y el apoyo a la creatividad.

Gilbert Rist es también muy explícito en su crítica: “La cultura, la confianza y el


capital no son, medios para el ‘desarrollo’ sino fines que no serán realizados
sino a condición de modificar radicalmente el modelo de ‘desarrollo’ basado en
la lógica del mercado.

Por el momento lo que proponen los inventores del capital social no es otra cosa
que una versión modernizada de Caperucita Roja: aún si consiente disfrazarse
de abuela para establecer un lazo de confianza con la chiquilla el lobo sigue
siendo lobo. Aún cuando acepte revestirse de una ‘dimensión‘cultural y se
adorne de capital social, el ‘desarrollo’ sigue siendo el ‘desarrollo” (6).

Sin dejar aparte este debate, que por supuesto debe profundizarse y tenerse
presente, es obvio que los vínculos entre cultura y desarrollo han cambiado,
posiblemente un poco mas allá de las aventuras de Caperucita y el lobo. Si bien
algunos señalarán que se trata de un simple cambio de pelaje del lobo, con el
mismo apetito y las mismas garras, es claro que ya no estamos en las épocas
en que la cultura era un factor accesorio y perfectamente secundario de los
proyectos de desarrollo. Entre esas épocas y las actuales han sucedido
modificaciones sociales que descentran el concepto de cultura, y por lo tanto,
redefinen la naturaleza de sus relaciones con el desarrollo. La irrupción de la
sociedad del conocimiento, la expansión de la información, el fortalecimiento de
industrias culturales - globales y con una infraestructura de producción y de
consumo inimaginables en el pasado-, así como la importancia de una política
de reconocimiento y la aparición de importantes movimientos socioculturales le
han dado otro peso y otra significación a la presencia de la cultura en el
desarrollo.

Por lo pronto hoy se insiste con mejores argumentos y muchos mas datos en el
peso que las industrias culturales tienen en la economía tanto de los países
industrializados como en los de periferia. En un estudio reciente sobre el tema
en los países andinos se constató la significación real de la cultura en el PIB,
una comprobación que ya es ampliamente conocida y reconocida en los
Estados Unidos y en Europa. Pero no se trata solamente de eso. El sector
cultural está demostrando ser uno de los que genera más empleos, además de
estar asociado a áreas de gran dinamismo tecnológico, mercados mas globales
e inversiones económicas muy atractivas.

Sin embargo, la reconsideración de la importancia de la cultura en el desarrollo


pasa por otros registros: por su reconocimiento explícito en los planes
gubernamentales pero sobre todo por las dinámicas sociales que mueven
organizaciones no gubernamentales, movimientos sociales, partidos políticos,
etc. Muchos proyectos de participación y organización comunitaria así como
innumerables procesos de gestión local y regional han asumido lo cultural como
una dimensión muy destacada de sus diseños y de sus ejecuciones.

Las propuestas de desarrollo encuentran múltiples posibilidades de articulación


con la cultura. Planteándose de fondo el problema de las identidades culturales,
de los movimientos socioculturales –étnicos, raciales, regionales, de género-
“que reclaman el derecho a su propia memoria y a la construcción de su propia
imagen” (J. Martín-Barbero). La reconfiguración de las culturas tradicionales
(campesinas, indígenas, negras) que “hacen de filtro que impide el trasplante
puramente mecánico de otras culturas y en el potencial que representa su
diversidad no sólo por la alteridad que ellas constituyen sino por su capacidad
de aportarnos elementos de distanciamiento y crítica de la pretendida
universalidad deshistorizada del progreso y de la homogenización que impone
la modernización” (J. Martín-Barbero).

El desarrollo recibe un aporte muy importante de las culturas urbanas y


juveniles que con gran fuerza promueven formas de vida, imaginarios, sistemas
de interacción social. Y también de las industrias culturales que participan en la
construcción de las identidades sociales tanto como la promoción de un tejido
consistente de producción simbólica y apropiación cultural. En ellas se
representan imágenes del propio desarrollo, se escenifican dramaturgias de la
modernización, se movilizan aspiraciones y demandas colectivas de amplios
sectores de la sociedad. Son textos imprescindibles para los intérpretes y los
diseñadores del desarrollo económico y social en nuestros países.

Al finalizar su análisis de la teorías del desarrollo como teorías de la cultura,


Jerome Bruner presenta un panorama relativamente mesurado aunque sin
exageraciones optimistas, frente a un mundo que se debate entre las
posibilidades de destrucción y las oportunidades de creación. Concluye
diciendo- “Creo que la preocupación técnica central de la teoría del desarrollo
será como crear en los jóvenes una valoración del hecho de que muchos
mundos son posibles, que el significado y la realidad son creados y no
descubiertos, que la negociación es el arte de construir nuevos significados con
los cuales los individuos puedan regular las relaciones entre sí”.

Un tipo de aspiración como esa tiene que replantear las relaciones, cada vez
más sugerentes, entre cultura y desarrollo.

Notas(1) “La teoría del desarrollo como cultura”. En: Realidad mental y mundos
posibles, Barcelona: Gedisa, 1988.

(2) J. Bruner, “Realidad mental y mundos posibles”, Barcelona, Gedisa, 1988, p.


138.

(3) Gabriel García Márquez, “Ilusiones para el siglo XXI”, Discurso pronunciado
el 8 de marzo de 1999 en la sesión inaugural del Foro América Latina y el
Caribe frente al nuevo milenio, París.

(4) Nancy Frazer, Iustitia interrupta, Bogotá: Universidad de los Andes, Siglo del
Hombre Editores, 1999, p.17.

(5) Jesús Martín-Barbero, “Tipología cultural”, Bogotá : Fundación Social, 1999.

(6) Gilbert Rist, “La cultura y el capital social, cómplices o víctimas del
desarrollo”. BID: París, 1999.
El presente artículo hace parte del texto “La construcción del conocimiento histórico.
Enseñanza, narración e identidad” Se divulga con la autorización expresa del autor para
fines académicos.

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