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El texto

Definición

Los textos forman parte de nuestra experiencia cotidiana, los oímos, los
leemos, los decimos, los escribimos con diferentes propósitos y en diversas
circunstancias. Sin embargo, no resulta tan sencillo proporcionar un concepto. El
texto constituye el objeto de estudio de numerosas disciplinas que, según su
interés, se detienen en aspectos diferentes (psicología, historia, crítica literaria,
filosofía, etc.).
Por otro lado, no todas las formas textuales tienen como soporte el
lenguaje verbal. Algunas disciplinas consideran texto a “cualquier comunicación
registrada en un sistema de signos”. Así lo serían una pintura, una escultura, un
cartel en la calle, el diseño urbano, una película o una murga, o sea, objetos
culturales que comunican conceptos, valores o emociones (Rueda de
Twentyman, 1992: 25-26).
Nosotros nos dedicaremos al texto lingüístico y elegiremos la definición de
E. Bernárdez, que transcribimos. Aunque es compleja, tiene la virtud de reunir lo
central de muchas otras definiciones.

“(…) es la unidad lingüística comunicativa fundamental, producto de la


actividad verbal humana, que posee siempre carácter social. Se caracteriza por
su cierre semántico y comunicativo, así como por su coherencia profunda y
superficial, debida a la intención comunicativa del hablante de crear un texto
íntegro y, también a partir de su estructuración, mediante dos conjuntos de
reglas: las propias del nivel textual y las del sistema de la lengua” (Bernández,
E., 1982, pág. 85).

Con ayuda de Nelly Rueda de Twentyman (1999) y de Daniel Cassany


(1994) desagregamos la definición para aclarar cada aspecto:

 Unidad lingüística comunicativa fundamental: desde el punto de vista de


la comunicación, la unidad fundamental no es la oración sino el texto.
 Producto de la actividad verbal humana: se concibe a los textos como el
resultado de la actividad lingüístico comunicativa (resultado de un hacer,
de una producción). El texto tiene un carácter pragmático, ya que se
produce en una situación que incluye un contexto y un propósito y, en
tanto acción, genera efectos.
 Cierre semántico y comunicativo: constituye una unidad cuyo sentido no
depende de otros textos, aunque sí pueda estar relacionada con ellos.
 Coherencia profunda y superficial: luego veremos en detenimiento este
concepto, pero adelantamos que se trata de continuidad de sentido y
forma, unidad de tema y conexión entre las partes. A la coherencia
superficial muchos autores la denominan cohesión.
 Estructuración, mediante dos conjuntos de reglas: las propias del nivel
textual y las del sistema de la lengua. Todo texto se compone de
oraciones (aunque sea de una) que se ajustan a las propiedades y
exigencias del sistema de la lengua. Pero además existen otras reglas que
trascienden lo oracional y se refieren a la organización del texto como un
todo. Los textos tienen una organización interna que tiende a garantizar el
significado del mensaje y el éxito de la comunicación.
Indagando en la etimología de la palabra texto, encontramos algunas pistas
para definir el concepto. ¿Usted sabía que la palabra texto deriva del latín, de
textum? Textum significa tejido, entrelazado. El verbo texto, significa tejer. Le
resultará familiar un repertorio de vocablos utilizados para hablar del texto que
evocan este origen del término: trama, hilo conductor, red discursiva,
entramado, etc.
Pensar en el texto como un tejido nos ayuda a comprender conceptos un
tanto abstractos como el de cohesión, que desarrollaremos luego, y que designa
a los mecanismos de ligazón, de articulación de los componentes en el nivel
gramatical y lexical. Lo cierto es que componer textos es entrelazar palabras en
frases, organizar estructuras de párrafos, conectar partes para componer una
unidad de sentido y de comunicación.
Volvemos aquí al interrogante que nos formuláramos al iniciar estas
páginas ¿por qué nos ocupamos de los textos y no de las oraciones? El enfoque
que propiciamos desde esta asignatura apunta al desarrollo de la competencia
comunicativa de los usuarios de la lengua, en este caso, Ud. trabajador de la
universidad, actualmente estudiante y futuro Técnico en Gestión Universitaria.
Según el enfoque comunicacional, es necesario trabajar con textos, verdaderas
unidades de comunicación, y no con oraciones aisladas como lo hacía la
gramática tradicional, la cual: “(…) hace abstracción de quiénes sean los sujetos
de la comunicación así como del espacio y el tiempo que puedan compartir”
(Rueda de Twentyman y Aurora 1999:21).
En este sentido, vale rescatar lo que señalan algunos especialistas
contemporáneos:

“Hasta hace unas décadas sólo se estudiaban las oraciones como expresión
de la gramática. (…) La oración es pura estructura, puede aparecer en diferentes
contextos y puede interpretarse por medios exclusivamente lingüísticos. Por
ejemplo, la oración: “La puerta estaba cerrada”, puede tener antes otra oración
que diga ‘Intentó salir’ o ‘Golpeó hasta cansarse’ u ‘Observé mi coche y me di
cuenta de que había olvidado la llave’ o ‘Ema, Miguel y Florita llegaron a la
escuela’. El texto, en cambio, es siempre un texto en uso; está íntimamente
ligado a un contexto específico e individual (que se configura por múltiples
parámetros y que es irrepetible) y necesita del conocimiento general de los
hablantes” (Porro, 2010).

Como vemos, si queremos centrarnos en el sentido que se produce en la


interacción, que depende tanto del texto como del contexto, necesitamos
trabajar con unidades mayores que la oración. De hecho, al comunicarnos
generamos textos, no palabras ni frases sueltas.

Propiedades de los textos

Para que un grupo de enunciados o de oraciones encadenadas conformen


un texto, deben cumplir con algunas propiedades. Daniel Cassany (1994:315-
330) propone que esas propiedades sean la adecuación, coherencia, cohesión,
gramática (corrección), presentación y estilística.
Por su parte, Marta Marín (2000), plantea como requisitos la finalidad
comunicativa, la coherencia y la cohesión. Beaugrande y Dressler (1977 citado
en Roqué Ferrero y Gallino, 2007), al igual que Marín (2000), consideran al texto
un sistema comunicativo integrado por diferentes niveles (la sintaxis, la
semántica y la pragmática). En relación con estos niveles, los autores afirman
que todo texto bien elaborado ha de presentar siete características: cohesión,
coherencia, intencionalidad, aceptabilidad, situacionalidad, intertextualidad e
informatividad. Coherencia y cohesión se refieren al texto mismo y los restantes
al destinatario y su contexto situacional.
Estos autores coinciden con Avendaño y Perrone (2009), quienes sostienen
que para que un acto comunicativo sea considerado un texto deberá cumplir
esas mismas propiedades o condiciones de textualidad.
A partir de los autores relevados, sintetizamos las propiedades del texto
teniendo en cuenta todos sus aportes. En definitiva, los requisitos para que un
conjunto de palabras se transforme en texto son:

 Intencionalidad: apunta a la actitud del escritor. Es un principio de


carácter sociolingüístico, según el cual se asume que el productor del
texto intenta obtener unos objetivos o metas prefijados. Esta propiedad
indica que el texto ha de contar con una intención comunicativa, es decir,
el emisor debe querer decir algo a alguien, y por tanto hacer uso de
estrategias pertinentes para alcanzar eficacia y eficiencia comunicativa.
 Aceptabilidad: apunta al receptor. Es la aceptación del texto producido por
parte del destinatario, quien lo percibe claro, coherente. Se refiere a los
factores que hacen que un texto sea relevante con respecto a la situación
comunicativa en que aparece.
 Informatividad: se refiere al grado de novedad que presenta un texto. En
todo texto se da una relación entre la información nueva y la ya conocida.
Lo veremos más adelante cuando expliquemos el concepto de progresión
temática. Se asume que el texto ha de poseer información suficiente para
resultar novedoso e interesante. Información suficiente, no excesiva, para
que el destinatario sea capaz de interpretarla.
 Situacionalidad: pertinencia del texto en un contexto de interacción. Los
factores temporales y espaciales de cada situación determinarán que un
texto sea pertinente o no. Inciden también la edad y el nivel sociocultural
de los interlocutores.
 Intertextualidad: se refiere a la relación entre textos. Este rasgo fue
estudiado por un lingüista conocido, M. Bajtin, (1895 – 1975). Con el
concepto de polifonía, da cuenta de las diferentes voces que conviven en
los textos, sea de manera explícita o velada. Se supone que en la
discursividad social unos textos dialogan con otros en el consenso o en la
polémica, o en la simple referencia, remiten unos a otros a través de
diferentes estrategias: comentarios, citas, reiteraciones, críticas, reseñas,
etc. Ninguno existe aisladamente. Esta propiedad de la textualidad se
hace evidente en el discurso académico, también en el discurso político ya
que es muy frecuente en la argumentación. En los textos administrativos
se refieren habitualmente los reglamentos y discursos propios del marco
legal de la administración pública.
 Adecuación: se refiere a las variedades lingüísticas (regional, social,
profesional, etc.) y al registro (escrito, oral, formal, coloquial, etc.).
Implica el conocimiento de la diversidad lingüística: ser adecuado significa
saber elegir entre todas las posibilidades que ofrece la lengua, aquella
más apropiada para cada situación de comunicación (Cassany, 1994).
 Gramática o corrección: remite a la formación de frases y oraciones (nivel
microestructural). Incluye lo relativo a morfosintaxis, léxico,
pronunciación y ortografía. Esta propiedad apunta a las reglas del sistema
de la lengua que todo texto debe respetar en su elaboración.
 Estilística: se refiere a la capacidad expresiva general del texto.
Contempla: riqueza y precisión del vocabulario, recursos retóricos,
complejidad y variedad sintáctica, etc.
 Cohesión: tiene que ver directamente con la forma de un texto y los
enlaces entre las partes. Se refiere a las articulaciones gramaticales y
lexicales del texto, al modo en que se relacionan y conectan las oraciones.
Esta propiedad engloba todos los mecanismos lingüísticos y
paralingüísticos que sirven para relacionar las frases de un texto entre sí.
Para ser cohesivo, éste tiene que estar ordenado, tiene que asegurar
continuidad de forma. La cohesión es fundamental para darle a los textos
la forma de un tejido, para construir la textura.
 Coherencia: se refiere al dominio del procesamiento de la información, del
contenido, a la relación entre las ideas. Se manifiesta en un nivel más
profundo y está directamente relacionada con el sentido. Es la cualidad
semántica que selecciona la información y mantiene la unidad temática
del texto. Supone la ausencia de contradicciones lógicas. Constituye una
estructura profunda que organiza el pensamiento. Al decir de Cassany
(1994), metafóricamente equivale a los planos de una casa: la coherencia
o sentido global asegura la estructuración del contenido del texto en el
marco de una estructura comunicativa ajustada a un contexto. Por ello,
algunos autores, como Marta Marín (2004), entre otros, sostienen que es
a la vez semántica y pragmática. Semántica, porque en primera instancia,
está dada por la relación que existe entre las ideas de un texto y,
pragmática, porque es el receptor (fuera del texto, como parte de la
situación o contexto) quien tiene que reconstruir esa relación.

Más allá de la diversidad de enfoques, hay consenso en cuanto a que no


existe texto sin coherencia ni cohesión, por eso profundizaremos el análisis
sobre este tema en el próximo apartado.
Dijimos que la coherencia global, entendida como una propiedad del texto,
permite al receptor percibirlo como una unidad, como un todo cuyas partes
están relacionadas entre sí. Un texto se reconoce como tal si le podemos asignar
un tema o asunto, es decir si podemos captar su significado global o bien la
macroestructura semántica en términos de van Dijk (1978).

Bibliografía

AVENDAÑO, FERNANDO y PERRONE, ADRIANA. Tipologías textuales. En: La


didáctica del texto. Rosario: Homo Sapiens, 2009. pp. 37-61.
BEAUGRANDE, ROBERT DE y DRESSLER, Wolfgang (1977) en ROQUÉ FERRERO.
MARÍA SOLEDAD Y GALLINO, MÓNICA. Más allá del texto y el hiper-texto, una
cuestión de sentido. 2007.
BERNÁRDEZ, E. El concepto de texto. En: Introducción a la Lingüística del Texto.
Madrid: Espasa, 1982.
CASSANY, DANIEL. El sistema de la lengua. En: Enseñar Lengua. Barcelona:
Graó, 1994. pp. 313- 359.
MARÍN, MARTA. Los textos. En: Lingüística y enseñanza de la lengua. Bs.As.:
Aique, 2004.
PORRO, JUANA. Apuntes sobre “El texto, objeto complejo”. MÓDULO 2. Cátedra
Comprensión y Producción de Textos Orales y Escritos I. Profesorado en Lengua
y Comunicación Oral y Escrita. Universidad Nacional del Comahue,2010. [fecha
de consulta: febrero 2010].
RUEDA DE TWENTYMAN, NELLY y AURORA, ENRIQUE. Tipologías textuales. En:
Claves para el estudio del texto. Córdoba: Comunicarte, 1999. pp. 89-115.
RUEDA DE TWENTYMAN, NELLY. Lectura comprensiva: procesos cognitivos y
tipos de texto. En BIBER, Graciela (comp.). La lectura en los primeros años de la
universidad. Córdoba: Educando ediciones, 2007, pp.81.

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