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EL APEGO Y LOS TIPOS DE VÍNCULOS


El término apego fue introducido por Bowlby en 1958. Sus investigaciones y hallazgos fueron
de tal relevancia que actualmente se continúa utilizando esta terminología en la práctica
clínica.

El apego se define como la disposición que tiene un niño o una persona mayor para buscar la
proximidad y el contacto con un individuo, sobre todo cuando las circunstancias son
percibidas como adversas.

La conducta de apego no es lo mismo que el apego en sí, como verás a continuación. Esta
conducta es definida por Bowlby (1983) como “cualquier forma de conducta que tiene como
resultado el logro o la conservación de la proximidad con otro individuo claramente
identificado al que se considera mejor capacitado para enfrentarse al mundo. Esto resulta
sumamente obvio cada vez que la persona está asustada, fatigada o enferma, y se siente
aliviada en el consuelo y los cuidados. En otros momentos, la conducta es menos manifiesta”

El postulado original de Bowlby considera que los bebés humanos, como muchos otros
mamíferos, están provistos de un sistema conductual del apego, como una condición esencial
de la especie humana, así como de otras especies. Esto significa que el bebé se vinculará,
siempre que sea posible con aquella persona que adopte el rol de cuidador principal. Sin
embargo, cuando un ser humano no tiene está figura provoca un estado de indefensión en la
infancia que implica graves riesgos vitales.

Desde el Apego hasta el Vínculo

Las conductas de apego forman parte de un sistema que promueve el establecimiento de una
relación de apego, que es la interacción entre el bebé y el cuidador primario, y que a su vez
promueve el establecimiento de un tipo particular de vínculo entre ellos. La relación de apego
actúa como un sistema de regulación emocional, cuyo objetivo principal es la experiencia de
seguridad. Así, se desarrolla un sistema regulador en el que las señales de cambio de los
estados de los bebés son entendidas y respondidas por el cuidador, permitiendo alcanzar la
regulación de esos estados. La conducta de apego puede manifestarse en relación con
diversos individuos, mientras que el vínculo se limita a unos pocos.

El vínculo puede ser definido como un lazo afectivo que una persona o animal forma entre sí
mismo y otro, lazo que los junta en el espacio y que perdura en el tiempo. El vínculo
permanece a través de períodos en los que ninguno de los componentes de la conducta de
apego ha sido activado. Así, cuando un niño juega o se encuentra ante una separación de su
figura de apego, el vínculo se mantiene pese a que las conductas de apego no se manifiesten.
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Los Tipos de Vínculo

La forma habitual de clasificar los tipos de apego se asienta en la propuesta de Ainsworth que
es la siguiente:

Apego seguro: En este tipo de vínculo se observa un placer del bebé por el contacto físico,
ausencia de ansiedad en relación con separaciones breves y un uso inmediato de la madre
como una “base segura” para la exploración y el juego. Bajo circunstancias no familiares o
novedosas, en contraste, los bebés de este grupo usan a la madre como una base segura
desde la cual explorar en los episodios preseparación. Su conducta de apego se intensifica
significativamente durante los episodios de separación, por lo que la exploración suele
disminuir y es probable que haya malestar, pero en los episodios de reunión buscan contacto
con, proximidad hacia o al menos interacción con la madre.

El desarrollo de este tipo de apego se explica porque los principales cuidadores del bebé se
muestran muy sensibles y dispuestos a las llamadas del bebé, mostrándose disponibles cuando
sus hijos los necesitan. Esta predisposición da al bebé confianza en ellos como protección, por
lo que su simple presencia en una situación extraña los anima a explorar los alrededores. Al
mismo tiempo, sus respuestas a su partida y regreso revelaban la fuerte necesidad que tenían
de su proximidad.

Apego ambivalente-resistente: En casa el bebé se observa activamente ansioso, pero también


a menudo sorprendentemente pasivo. En condiciones no familiares, estresantes, aparece una
preocupación exagerada hacia la madre y su paradero, con la pérdida del interés en el nuevo
ambiente. Expresiones elevadas, confusas y prolongadas de ansiedad, y a veces también rabia,
continúan durante todo el procedimiento. Presentan en general mucho malestar con la
separación y también en los episodios de reunión.

En este tipo de apego los cuidadores están disponibles de forma inconsistente, se muestran
sensibles y cálidos en algunas ocasiones y fríos e insensibles en otras. Estas pautas de
comportamiento llevan al niño a la inseguridad sobre la disponibilidad de su cuidador cuando
la necesitan. Son poco sensibles y atienden menos al niño, iniciando menos interacciones. Sin
embargo, en algunas circunstancias estos cuidadores se muestran disponibles y sensibles,
cuando se encuentran de buen humor y poco estresados. Un aspecto muy destacado del
comportamiento de estos cuidadores tiene que ver con su actitud ante la conducta
exploratoria del niño, ya que tienden a intervenir cuando el niño explora, interfiriendo con esta
conducta. Este aspecto, unido al anterior, aumenta la dependencia y falta de autonomía del
niño, y sirve para explicar la percepción que el niño puede llegar a tener sobre el
comportamiento contradictorio de sus cuidadores.
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Apego evitativo: Se caracterizan por ser en su mayoría activamente ansiosos en casa.


Permanecen enojados y exhiben malestar frente a las separaciones más breves. Por el
contrario, en situaciones no conocidas aparece un marcado comportamiento defensivo. Esto
se ve en una insistente focalización en la exploración, junto con ausencia de las expresiones de
rabia, ansiedad y afecto hacia la madre. Los bebés evitativos raramente lloran en los episodios
de separación y, en los episodios de reunión evitan a la madre.

En este caso, los cuidadores de estos niños se muestran relativamente insensibles a las
peticiones del niño y rechazantes. Los niños se muestran inseguros, y en algunos casos muy
preocupados por la proximidad del cuidador, llorando intensamente cuando abandonaba la
habitación. Cuando estos niños están en situaciones no familiares comprenden que no pueden
contar con el apoyo de su cuidador y reaccionan de forma defensiva, adoptando una postura
de indiferencia. Habiendo sufrido muchos rechazos en el pasado, intentan negar la necesidad
que tienen de su cuidador para evitar frustraciones. Así, cuando la persona de referencia
regresa ellos renunciaban é, negando cualquier tipo de sentimientos hacia esa persona.

Mary Main y Judith Solomon crearon una cuarta categoría de organización del vínculo, que
consiste en la siguiente definición:

Apego desorganizado: El patrón desorganizado puede caracterizarse bien por la ausencia de


comportamientos defensivos disponibles, o por el uso de conductas más extremas, como la
auto agresión o la paralización. Las investigadoras de este tipo de vinculación describieron a
esos niños como faltos de estrategia. Son niños que parecen aturdidos, paralizados, que
establecen alguna estereotipia, que empiezan a moverse y luego se detienen
inexplicablemente.

Puede considerarse una mezcla entre los dos últimos tipos de apego. Son niños inseguros y con
conductas confusas ante la separación de la figura de apego. Es típico de pequeños víctimas de
maltrato o negligencia, que poseen un sentimiento ambivalente de necesidad de apego pero
de temor simultáneo.

Las ventajas del Vínculo Seguro

Los bebés que muestran un vínculo seguro al año de edad son, en etapas posteriores, más
cooperadores y expresan afectos más positivos y menos comportamientos agresivos o de
evitación hacia la madre y otros adultos menos conocidos, que los bebés que muestran
vínculos inseguros. También se muestran posteriormente más competentes y compasivos en la
interacción con sus iguales. El niño seguro tiene una capacidad mejor desarrollada para
reflexionar sobre el mundo mental porque esta capacidad está evolutivamente ligada a la
capacidad psíquica del cuidador para observar la mente del infante. Estos niños son más
entusiastas, curiosos, persistentes y autodirigidos que los niños inseguros.
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Para finalizar, en adultos se ha estudiado la relación entre el tipo de vínculo y la satisfacción y


calidad de las relaciones. Diversos estudios han constatado que las personas seguras muestran
los mayores niveles de satisfacción e implicación, mientras que los sujetos inseguros registran
los mayores niveles de insatisfacción en las relaciones. En adultos el vínculo seguro se asocia a
un mejor manejo de las emociones negativas y a un mayor conocimiento sobre estas
emociones, así como una buena capacidad de buscar soporte y consuelo en las figuras de
apego cuando lo necesitan. Además, los adultos seguros toleran y pueden beneficiarse de la
separación.

Evolución de los Vínculos Inseguros

Con el desarrollo y la madurez, aquellas personas con vínculo evitativo continúan con su
agresividad, falta de complacencia y conductas de rechazo pasivo tales como dar vuelta la
mirada o el cuerpo cuando se busca contacto con ellos. Son individuos con graves dificultades
para crear relaciones profundas que intentan expulsar de su conciencia todos los afectos
ligados a la dependencia afectiva de otro, lo cual los convierte en seres afectivamente fríos y
con marcados rasgos de independencia.

Aquellas personas con vínculos ambivalentes presentan la tendencia a realizar demandas


excesivas a los otros, y tienen dificultades de tolerar adecuadamente la frustración cuando
estas demandas no son satisfechas. Además, poseen un “exceso” de preocupación respecto a
la persona de apego, por tanto, es el fracaso en la modulación del afecto lo que suele
caracterizarlos. Su tendencia es tratar de conseguir afecto a través de la exageración
emocional.

CONCLUSIONES
A través de esta lectura nos damos cuenta de la importancia de las relaciones tempranas en el
desarrollo de los seres vivos. Los efectos de una relación temprana cuidador-hijo de mala
calidad, si bien no son irreparables ni tienen consecuencias que irremediablemente se
observarán más tarde en la persona, lamentablemente ponen una luz de alerta en su
desarrollo. Por lo tanto, el vínculo seguro es un objetivo legítimo de intervención, no sólo por
las ventajas generales para la vida que parecen asociadas a él, sino porque puede ser un
componente importante del equipo psicológico en la lucha contra las adversidades de la vida.

IGUALDAD DE GÉNERO:

En coherencia con el valor asumido de la igualdad de género, todas las denominaciones que en
este documento hacen referencia a personas y se efectúan en género masculino, cuando no
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hayan sido sustituido por términos genéricos, se entenderán hechas indistintamente en género
femenino o masculino, según el género de la persona que los desempeñe.

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