Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
fans para fans. Nuestro único fin es propiciar la lectura de aquellas obras
en inglés que no son traducidos de manera oficial al español.
El staff de Bookworm Books apoya a los escritores en su trabajo,
incentivando la compra de los libros originales si estos llegan a los países
de habla hispana. Todos los personajes y situaciones recreados
pertenecen al autor.
Queda totalmente prohibida la comercialización del presente
documento.
¡Disfruta de la lectura!
Créditos
MODERACIÓN, CORRECCIÓN Y REVISIÓN
Cat J. B
TRADUCCIÓN
Cat J. B
Coral Black
Elizabeth.d13
katherin
Lobeth
Walezuca
DISEÑO
Elizabeth.d13
Sinopsis
¿Un juego de verdad o reto arruinará su amistad... o la transformará en algo
más?
Lena nunca ha besado a un chico por otra cosa que no sea por diversión. Así
que cuando un reto resulta en besar a su mejor amigo, Ian, no espera que eso
encienda fuegos artificiales en su interior.
¿El problema?
Ian quiere recuperar a su exnovia. Y para hacer eso, reta a Lena a que se
convierta en su novia falsa para recordarle a su ex de lo que está perdiendo.
Excepto que mientras más se extiende el reto, más se enamora Lena de Ian. Un
chico que la hace reír, la alienta en el campo de soccer y... hace que besar de
verdad no le dé tanto miedo.
Y el primer día de tercer año, yo había sido la chica que se había chocado con
él y prácticamente había escupido mi café helado porque no podía creer lo
ridículamente guapo que se había vuelto en los últimos tres meses.
Pero a pesar de lo sexy que era de repente, nosotros dos habíamos seguido
siendo solo amigos. No estaba segura de que pudiera verlo como algo más que
eso. Quizás la imagen de la versión bajita y gordita de él estaba demasiado
arraigada en mi cabeza.
Esta era mi época favorita del año porque significaba partidos de los equipos
de chicas y de chicos todos los viernes por la noche. Luego comíamos afuera y
pasábamos un buen rato, sin importar si perdíamos o ganábamos.
—Pues gracias.
—Aunque tengo que decir que esos dos goles que metiste esta noche fueron
bastante impresionantes. Especialmente ese en los últimos cinco minutos del
partido. Tenías a todos los del equipo de chicos volviéndose locos. Estoy casi
seguro de que Chris se hizo pis en los pantalones.
Me largué a reír.
Ian resopló.
—Tú jugaste bastante bien también —dije—. ¿Cuántos goles atajaste? ¿Al
menos cinco?
Ian era el arquero este año ya que el arquero del año pasado se había
graduado en la primavera. Además de su altura de más de un metro ochenta, él
había sido prácticamente elegido para el puesto desde el principio, aunque el
entrenador del equipo de chicos apenas lo hubiese mirado dos veces el año
pasado.
Era bastante evidente que había trabajado muy duro durante el verano.
Saqué mi teléfono y toqué el ícono de la cámara. Luego hice una cara loca
sacando la lengua, inclinando la cabeza a un costado así se veía Ian.
Justo cuando saqué la foto, él vio lo que estaba haciendo y sonrió. Sus dientes
perfectamente blancos, una gran diferencia de los aparatos que usó hasta primer
año, instantáneamente hicieron que la foto fuese genial para Instagram. Sin
siquiera contar su cabello rubio oscuro despeinado y su manzana de Adán
claramente visible.
¿Qué era lo que hacía que la manzana de Adán de un chico me volviera loca?
No tenía idea.
Rey: ^
Tori: Y su cabello…
Lena: ¿Qué puedo decir? El estirón. Lol. Pero en serio, sí que se volvió guapo.
Aunque solo somos amigos.
Bethany era la novia de Ian desde hacía dos meses. Básicamente desde la
primera semana de clases. Ella había sido la que había tenido éxito en atraparlo,
desilusionando a todo el equipo de soccer de chicas.
Bethany era la típica chica linda de instituto. Piernas largas, cabello rubio liso
debajo de los hombros. Siempre lucía como si estuviera de camino a una sesión
de fotos con una revista.
No tenía idea de qué veía Ian en ella —probablemente solo su exterior— pero
había perdido muchos puntos conmigo cuando me enteré de que estaban
saliendo.
Había mucho más en él que su apariencia. Era además un muy buen tipo.
Pero no.
Lena: Nop. Probablemente sea el único chico al que nunca me atrevería a besar.
Lena: Nah ah. Es muy bueno como amigo. Ni siquiera estoy segura de que pueda
verlo como algo más. Sería raro.
Cierto, extrañaba hablar como solíamos hacerlo, pero eso era todo.
Mis amigas y yo empezamos a hablar de otras cosas, pero mientras el autobús
iba de camino a casa en la noche, no pude sacarme de la cabeza la pregunta de
Rey.
Definitivamente no.
Después de explicarle jugada a jugada, asintió, y supe que eso significaba que
pensaba que había jugado genial. Ese era su estilo.
Él había jugado y sido entrenador por la mayor parte de su vida, así que era
gracias a él que yo jugaba soccer tan bien. Me había estado enseñando desde que
aprendí a caminar. Igual con mis hermanos mayores y mi hermana. A mis
hermanos les encantaba jugar, a mi hermana no mucho, pero él decía que yo era
la que realmente podía llegar lejos si seguía jugando.
Driblar la pelota con mis pies, rodeada del césped verde brillante, el campo
un borrón a mi alrededor, y mi pecho subiendo y bajando con mis respiraciones
aceleradas mientras empujaba mi cuerpo al máximo para pasar a una defensora
y tirar… No había nada más como eso.
Excepto quizás besar chicos.
Dije algo acerca de pasar el rato con el equipo de soccer y que habría padres
allí, pero ni siquiera estaba segura de la segunda parte.
Él gruñó como respuesta, y supe que eso significaba que sí. Chillé y le di un
abrazo.
Mis padres solían hacer que mis hermanos me hiciesen de chaperones hasta
noveno grado. Luego era mi hermana mayor Maria, y teníamos que ir a todos
lados juntas si queríamos que nos permitieran hacer algo.
Ahora que ella estaba en la universidad y yo casi tenía dieciocho, mi mamá
y mi papá parecían estar adaptándose a los tiempos modernos y dejándonos salir
sin supervisión. Aunque mis hermanos varones nunca tuvieron ese problema.
#SerLatina
O quizás mi recién descubierta libertad era debido al hecho de que era la más
joven y mi papá siempre me había dado más libertades en comparación a ella.
Eso es lo que Maria siempre decía.
Mi teléfono vibró mientras entraba. Pero antes de que pudiera mirarlo, Chris
y varios de los chicos del equipo gritaron y vitorearon cuando me vieron.
Esperé una respuesta y charlé con algunas de las chicas, pero después de
unos minutos, nada.
Lena: Los novios son bienvenidos <3 y sí, la mayoría es gente de los equipos de soccer
lol pero va a ser muy divertido!
Media hora después, la fiesta estaba muy animada. Música genial, baile, y
muchas risas. Además mi mamá habría estado feliz de saber que la mamá de
Chris aparecía a ratos.
Mis amigas entraron por la puerta, pero Ian todavía no. Quizás había
decidido pasar el rato con Bethany a solas, así que les di mi atención completa a
mis amigas.
—No, dos goles. Dos puntos en total. En soccer, eso es un montón. Creo que
estás pensando en básquet, donde cada canasta vale dos puntos.
Ella asintió.
Vertí gaseosa de naranja en el mío y pasé la botella de dos litros a las chicas.
Luego Ian entró, con las manos en los bolsillos de su chaqueta.
Ellas saludaron a Ian con la mano o le sonrieron, e Ian les contestó con un
saludo poco entusiasta.
Asentí.
—Seguro.
—¿Estás bien?
Exhaló, y nunca había visto sus ojos así. Tristes y medio vacíos. Hizo que mi
pecho se sintiese vacío también.
Jadeé.
—Dijo que yo no había estado pasando suficiente tiempo con ella con la
temporada de soccer, y que quizás quería salir con este chico universitario de
todos modos. Dice que no quiere tener más “relaciones tontas de instituto”.
Resoplé, sin creer que ella realmente le hubiese dicho todas esas cosas a Ian.
—Qué imbécil —chillé—. ¿Ya tiene los ojos puestos en otro chico? —Por
supuesto que Bethany haría algo así. Ni siquiera podía decir que estuviese
sorprendida. Puse mi mano sobre la suya—. Ian, eres demasiado bueno para ella.
Lo sabes, ¿cierto?
No dijimos nada, y me di cuenta de que eso era lo único que él quería decir
de todo el asunto, así que le di un abrazo. Apenas me devolvió el abrazo, pero
sabía que no tenía que tomármelo personal.
Este era el motivo por el que prefería besar por diversión y no de verdad. El
riesgo de que te rompieran el corazón no valía la pena. Al menos no para mí.
Bethany había sido la primera novia real de Ian, y había ido y pisoteado su
corazón antes de tirarlo a la basura.
Parte de mí deseaba poder decirle a esa chica lo que pensaba de ella, pero
sabía que eso solo empeoraría las cosas, por más bien que se sintiese ponerla en
su lugar.
Luego mi mente volvió a esa publicación de Instagram de ese día. ¿Esa foto
de nosotros habría causado todo esto? Mi estómago se revolvió de la culpa, pero
traté de no pensar en eso. Sabía que no había hecho nada malo. Éramos solo
amigos. No era como si hubiese estado encima de él ni nada por el estilo.
No, si esa foto había afectado su relación entonces Bethany estaba usándola
como una excusa para dejar a Ian.
Aplaudí.
—¡Por supuesto!
Se dejó caer en uno de los sofás con una mirada de pura resignación.
Me reí, sin ofenderme en lo más mínimo. Que Ian hiciera una broma era una
muy buena señal, y estaba feliz de sacrificarme por el equipo.
Pero sabía que algo solo un poquito loco era lo que el doctor le había
ordenado a Ian. Podría haber ido por algo como girar la botella, pero con la
temporada de la gripe comenzando, eso era lo último que necesitaban los equipos
de chicos y de chicas.
Mis amigas me hicieron lugar en el sofá, pero cuando Noah entró, Tori
murmuró algo acerca de que necesitaba hablar con él en otra parte.
Varios minutos después, todos estábamos riéndonos más que nunca, incluso
Ella y Jesse.
Luego Perry, la misma chica que había retado a Chris a que se hiciera un
cambio de look, había confesado que ella elegiría al Capitán América de todos
los Vengadores para que le diera respiración boca a boca si lo necesitaba.
Sacudí la cabeza.
—Thor, siempre. O incluso mejor, Loki. Los chicos malos tienen ese algo, ¿no
creen?
Después fue mi turno, y estaba segura de que mi sonrisa alcanzaba mis orejas
de la emoción.
Chris, finalmente libre de maquillaje, se giró hacia mí, y preguntó en voz alta.
—Bien, Lena. ¿Verdad o reto? —dijo alzando una ceja y con una sonrisa
temeraria.
Y esto lo era.
Chris lo consultó con algunos de los otros chicos del equipo, y Rey sacudió
la cabeza, mirándome.
—Chica, estás loca —susurró.
Sonreí.
Jadeó y se cubrió la cara con su diario así solo podían verse sus ojos.
—¡De ninguna manera! —dijo—. Sabes que no puedo con este tipo de juegos.
Y especialmente no en público.
Uh, ¿QUÉ?
***
Le había pedido a Chris que me ayudara a animar a Ian, pero esto no era lo
que tenía en mente.
Miré a mis amigas en busca de apoyo, pero estaban tan sorprendidas que se
quedaron en silencio y ninguna dijo nada. Ni nadie más.
Probablemente era porque sabían que Ian era el único chico que nunca
besaría por diversión. Éramos amigos, amigos de verdad. Y eso era importante
para mí.
Pero Chris solo se encogió de hombros.
Perder.
Todos en ambos equipos sabían que odiaba perder. Perder era lo peor, ¿y
perder en frente de todos? Preferiría hacer cualquier otra cosa.
Girándome hacia Ian, me resigné a terminar de una vez por todas con este
reto.
—Está bien, hombre. Esto es justo lo que necesitas. Es solo por diversión. No
significará nada. ¿Cierto, Lena?
—Es solo un reto —dije poniendo mi sonrisa falsa—. Un pico rápido en los
labios, eso es todo.
Entonces todos empezaron a alentarnos y cantar, más y más fuerte hasta que
era imposible de ignorar.
—Saben que no tienen que hacer esto si no quieren —dijo en voz baja.
—¿Estás bien? —dije—. Sabes que solo estoy haciendo esto por un reto,
¿cierto? Pero no tenemos que hacerlo si no quieres. —Yo me sentía bien, pero
algo me decía que él también debía escuchar las palabras de Harper.
Bajó la mirada, luego me miró de nuevo. Estaba segura de que los cantos
continuados de BESO, BESO, BESO no estaban ayudando.
Me reí por lo bajo, recordando la vez que alguien había retado a Chris a besar
a su abuelo en los labios en uno de los partidos de soccer del año pasado.
Ian todavía lucía un poco incómodo, pero dio un paso más cerca,
inclinándose hacia mí.
Justo antes de que los labios de Ian llegaran a los míos, lo agarré y cubrí
nuestros rostros.
Los gemidos se convirtieron en gritos de aliento, pero eran más bien ruidos
apagados en el fondo. Estaba demasiado ocupada sorprendiéndome por lo
suaves que eran los labios de Ian y por el sentimiento de mi estómago dando
varias volteretas.
Y no igual a todos esos besos por diversión que había experimentado antes.
Pero me dije a mí misma que era solo el subidón del reto y del beso. Eso era
todo… y ese era el motivo de que se hubiese sentido increíble.
¿Cierto?
NO.
Cuatro
Ese estúpido beso no me dejó sola por el resto del fin de semana, sin importar
no mucho que lo intentara.
Y también culpa de Chris. No fue una de sus mejores ideas, retarme a besar
a Ian.
Ugh.
Con suerte las cosas volverían a como eran antes. Bueno, no completamente.
Cruzaba los dedos con la esperanza de que Ian y Bethany se reconciliaran.
Solo quería dejar detrás de nosotros ese beso del verdad o reto, pero el lunes
en el almuerzo, era lo único de lo que las #BFF querían hablar.
Por supuesto.
—No sé. Ese beso parecía más que un beso por un reto. Podría jurar que
literalmente vi chispas salir de detrás de ese sombrero.
Ella sonrió.
Resoplé.
—Solo fue un estúpido reto. Si no fuera por eso no hubiese pasado. Ya les
dije. Solo somos amigos.
¿Por eso había sentido esa sensación rara en el estómago? ¿Porque Ian era
alguien a quien conocía y en quien confiaba? ¿Porque sentía algo más por él?
Aun así…
Rey asintió.
—Además —dijo Tori—. Escuché que ella ya está saliendo con otro chico. Lo
que francamente no es una sorpresa. Generalmente no se queda soltera por
mucho tiempo.
¿Qué?
Asintió.
—Quizás es lo mejor. Además, nunca sabes. Ustedes dos podrían terminar
convirtiéndose en más que amigos.
Salió como una pregunta, pero una de la que ella y todas las demás querían
saber la respuesta.
Lo que teníamos era bastante bueno. Podía contar con que Ian fuese el
hombro en el que apoyarme cuando escuchábamos música de camino a nuestros
partidos de soccer fuera de la ciudad o en el banquillo en el día de un partido en
casa. La persona que me daba indicaciones durante el entretiempo y un golpecito
en el hombro ganáramos o perdiéramos.
Me encogí de hombros.
Harper sonrió.
***
O nunca.
Ian exhaló.
—Ian, quizás ella no vale la pena todo esto dolor. Eres un muy buen chico, y
ella es…
—La chica en la que no puedo dejar de pensar —terminó, perdiendo la
mirada en el cielo.
Sacudí la cabeza.
—Bueno, eres un excelente partido, Ian —le dije tratando de poner una
sonrisa en su rostro—. No lo olvides.
Me miró.
—Fue apenas un pico, Lena. No estoy seguro de que puedas decir nada de
eso.
Seguí bromeando.
—¿Eso crees?
Asentí.
¿Eh?
Yo también lo enfrenté.
—No estoy segura de que esto sea una buena idea… —empecé.
—Es una idea genial —dijo—. Debería haberlo pensado antes. En la fiesta. Sé
con certeza que Bethany solo le dijo a toda la escuela que está saliendo con ese
chico porque se enojó por nuestro beso. Se volverá loca cuando se entere que eres
mi novia.
Sacudí la cabeza.
—Vamos, Lena. Solo por unos días, quizás unas semanas. Lo prometo.
Pero no podía.
¿Cómo se convirtió un beso en un reto de estar en una relación falsa con uno
de mis mejores amigos?
Solamente esperaba que solo durara unos días y que luego Ian obtuviera lo
que quería, Bethany, aunque odiase la idea de que esos dos volvieran a estar
juntos.
Claro que había besado a algunos chicos por diversión aquí y allá, pero nunca
tuve un novio de verdad. Nunca me había gustado un chico lo suficiente como
para eso. ¿Y ahora mi primer novio iba a ser Ian? ¿Una relación simulada con mi
amigo más cercano?
¿Una mentira?
¿Y qué si tenía un novio falso? Decidí que también podría divertirme y seguir
todo el juego. Si alguien podía lograr esto, era yo.
—Buenos días, eh, guapo —le respondí, arqueando una ceja juguetonamente.
Miró mi mano, la envolvió con la suya y me llevó hacia mi primera clase del
día. Traté de no pensar en lo incómodo que era caminar con él así. ¿Verían todos
a través de nosotros?
Por lo general, pasaba unos minutos antes de la primera clase con las #BFF,
pero hoy llegaba tarde y, aparentemente, tendría una nueva rutina matutina con
Ian.
—Claro —dije.
Me senté.
Ella se inclinó.
Asentí.
Tori se rio.
Exhalé.
Ella parpadeó.
—Lena, no tiene ningún sentido. ¿Pensé que habías dicho que ese beso no
significó nada?
Pero Tori parecía que estaba empezando a juntar dos más dos.
Ella jadeó.
Ella rio.
—No hay nada de lo que tener cuidado —le aseguré—. Todo es mentira. Solo
estuve de acuerdo por un reto estúpido. Antes de que me dé cuenta, Ian volverá
con Bethany, y esto habrá terminado.
No me gustaba Bethany. Pero si Ian quería estar con ella, ¿quién era yo para
detenerlo?
***
Se acercó a nosotros, con los libros en el pecho y el pelo largo sobre los
hombros.
Ian la miró.
—Hola, Beth.
Me burlé.
—Lena. —Se volvió hacia Ian, colocó una mano sobre su brazo, y yo puse los
ojos en blanco, aguantándome un comentario subido de tono—. Te ves genial,
Ian. ¿Te escribo dentro de un rato?
—Si de verdad quieres ponerla celosa, tenemos que hacer que esto parezca
real. Porque no nos creyó ni por un segundo. Quiero decir, ¿viste la forma en que
te miró?
Suspiré.
—Ian, no lo sé. Para mí, parece que solo está siendo posesiva. Como si supiera
que puede tenerte de vuelta en un instante si quisiera. Pero ¿por qué estaría
saliendo con otro chico si realmente le gustaras? Yo nunca le haría eso a alguien
que realmente me importara. Y tú tampoco lo harías.
Me mordí el labio.
Él se burló.
—¡Sí! Solo mira a mis amigas. Ninguno de sus novios son idiotas. Todos son
buenos chicos. Así que no, los buenos no siempre terminan últimos.
—Quién sabe —intenté—. Tal vez se dará cuenta de que cometió un gran
error si cree que realmente somos algo.
Él asintió.
Luego las #BFF se me acercaron con las mochilas sobre los hombros. Tori
también llevaba una bolsa de gimnasia.
Me encogí de hombros.
Harper se acercó.
Suspiré.
—Creo que sí porque estaba sobre él, pero con Bethany es difícil saber si es
porque realmente le gusta y quiere volver a estar con él o simplemente odia la
idea de que otra chica lo reclame tan rápido. Especialmente yo —dije.
Rey dijo:
Miré a mi alrededor.
Ella asintió.
—Aunque, ¿a ella le gusta alguna chica? Incluso sus amigas parecen más
como accesorios para ella.
Estaba de acuerdo.
—Lo sé, ¿verdad? —Sacudí la cabeza—. Solo espero que se dé cuenta de que
es demasiado bueno y puro para ella. Merece algo mucho mejor, si me preguntas.
Tori sonrió.
Pero en lugar de abordar eso, miré mi teléfono y dije que llegaba tarde a la
práctica de soccer.
Sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que el resto del equipo se
enterara, pero no pensé que estarían tan entusiasmadas con las noticias.
Katie se me acercó.
—Supongo que ese beso de verdad o reto realmente se convirtió en algo, ¿eh?
—Me dio una gran sonrisa.
Y, por supuesto, tuve que seguir con ello, dejando que las chicas también
supieran lo emocionada que estaba de estar con Ian.
Si esto iba a funcionar, tenía que asegurarme de que nadie más descubriera
la verdad. Ian contaba conmigo, por mucho que odiara la razón por la que esto
estaba sucediendo.
—Sabía que ustedes dos terminarían convirtiéndose en algo más que amigos.
—No es cierto.
—Lo sabía —argumentó Perry—. Siempre pensé que tenía algo por ti el año
pasado, Lena. Y por eso se quedó soltero tanto tiempo.
Me burlé.
—No lo creo.
Por lo general, era bastante buena leyendo ese tipo de vibra en los chicos, e
Ian no las había estado enviando. Nop.
En todo caso, Ian parecía ser uno de esos chicos que simplemente no emitían
esas vibras. Nunca había sido alguien que confesara sus enamoramientos o
hiciera comentarios sobre lo buena que era una chica. Al menos no conmigo.
Asumía que hablaba sobre eso en algún nivel con los chicos. O tal vez
mascullaba. Quién sabe. Siempre pensé que estaba siendo respetuoso o algo así.
Sam continuó:
Negué.
—Está bien, todos. Cinco vueltas con la pelota. Ya conocen el ejercicio —dijo,
revisando algo en su portapapeles.
—Entonces, ¿es verdad, Lena? ¿Estás fuera del mercado? ¿Pensé que no
querías tener novio? —dijo con una sonrisa y un guiño.
Miguel me había invitado a salir antes. Puede que nos hayamos besado o no
durante el tercer año, pero eso no significaba que quisiera salir con él. Fue
totalmente por diversión. Solo que él no había recibido el mensaje.
Me burlé, manteniendo mis ojos en la pelota que venía hacia mí. Mi pie la
detuvo perfectamente en la hierba. Sin mirar por segunda vez a Miguel, dije en
voz alta:
—Sigue soñando.
Claro, los chicos eran guapos, pero mi primer amor era el soccer, y no había
ningún chico que cambiara eso.
Ni siquiera esta relación falsa con Ian. Además, ambos sabíamos que no
duraría.
Y estaba bien con eso.
***
Mi padre siempre decía que podías salir del campo con la cabeza bien alta si
dabas lo mejor, aunque perdieras.
—Siempre habrá alguien mejor que tú, Lena. Es un buen recordatorio para
mantenerse humilde. No lo olvides —decía. Podía escuchar su voz en mi cabeza
como si estuviera a mi lado.
Los chicos estaban ganando dos a uno, y estaba decidida a marcar otro gol
después del que acababa de pasar nuestra defensa.
Más allá de él, Miguel estaba de pie como una escoba. El principal jugador
de defensa. Tenía que pasarlo para disparar a su arco. Y luego tenía que esperar
que Ian no fuera lo suficientemente bueno como para detenerlo.
Ya había bloqueado un par de disparos realmente geniales. Ian era aún mejor
arquero que el año pasado.
Sonó el silbato y pateé la pelota hacia Katie. Los dos equipos batallaron de
ida y vuelta por unos minutos, pero al final logramos acercarnos al arco.
Por el rabillo del ojo, vi a Ian ponerse en posición para bloquear lo que estaba
a punto de enviarle.
Con un rápido vistazo a la esquina inferior derecha del arco, corrí hacia Ian
y el arco que estaba protegiendo.
Apenas la empujó con sus dedos enguantados, pero fue suficiente. La pelota
golpeó el poste derecho y rebotó.
—Creo que estoy bien. Solo machacado. —Mirándome a los ojos, dijo—: Ese
fue un buen tiro.
Sonreí.
—Tú lo paraste.
—Iré contigo.
—No lo sé. No pensé que salir juntos terminaría siendo algo tan importante
—dijo.
—Sí, yo también.
Me burlé.
No sabía qué más decir sin que las cosas se volvieran incómodas.
Cuando él no dijo nada, miré hacia arriba, mirando fijamente sus brillantes
ojos azules por un segundo, mi corazón latía como si estuviera persiguiendo una
pelota en lugar de apenas moverme. Parpadeando rápidamente, me concentré de
nuevo en la rodilla de Ian.
Luego le froté la rodilla con la gasa de peróxido de hidrógeno.
O como comer pizza con patatas fritas. Las patatas fritas iban con las
hamburguesas, no con la pizza.
Mientras tanto, yo era ruidosa y loca y decía cosas que a menudo lamentaba.
De ninguna manera.
Siete
Después de curarnos, Ian y yo volvimos a la práctica, pero no por mucho
tiempo.
El anterior cielo gris se había vuelto oscuro, y muy pronto, gotas gordas de
lluvia helada nos golpearon con mucha fuerza.
Después de tomar nuestras cosas, las chicas y los chicos hablaban sobre salir
e ir a comer antes de irnos a casa.
Usando mis manos para cubrir mis ojos de la lluvia, busqué a Ian y lo vi
subiendo a su auto a unos metros de mí. Preguntándome si estaba dirigiéndose
a Shake Shack también, corrí a su auto y me subí en el asiento de adelante,
dejando caer mi bolso a mis pies.
—Hola —dijo.
Ian lazó el teléfono en el tablero con un suspiro. Luego miró por el parabrisas,
las gotas de lluvia que golpeaban el cristal. Sus ojos siguieron la lluvia bajando
en frente de él.
—Es solo que… extraño a Bethany —Se pasó los dedos por el cabello, luego
puso las manos en el volante y se inclinó hacia adelante—. ¿Cómo pudo seguir
adelante, así como si nada? No lo entiendo.
Me miró como si yo pudiese tener la respuesta, pero no tenía nada. Nada que
lo ayudara a sentirse mejor.
Ahora su sonrisa creció un poco más, y solo verlo me hacía sentir como si
todo estuviese bien en el mundo de nuevo.
—¿Y qué hay de comer algo con todos? ¿Quieres ir? ¿Darme papas fritas en
frente de todos, tal vez? —Moví mis cejas arriba y abajo para que viera claramente
cuán atractiva era la oferta.
—Lo siento, Lena —dijo—. No estoy seguro de estar preparado para eso. Tal
vez podemos fingir que salimos por nuestra cuenta o algo. Pero creo que solo
quiero ir a casa. Ha sido un día duro.
Asentí, tratando de entender y no hacer pucheros. Salir con todos habría sido
divertido, pero la cosa de las papas fritas tendría que esperar.
Me puse de pie.
—No, gracias. Aunque te vendría bien una ducha. ¿Te veo mañana? —dije
con mi mano en la puerta.
—Sí.
Cuando su auto se alejó, lo miré, deseando que Ian se olvidara por completo
de Bethany.
***
Usualmente Ross me daba mucha risa, pero esta noche, en lo único que podía
pensar era en Ian y cuán triste estaba.
Ella se rio.
—Debería haber sabido que esto era la razón de la videollamada. Eres tan
nerd —dije, riendo.
—Igual. Ayuda.
Rey dijo:
Me burlé.
Harper me miró.
Asentí.
—Solo desearía que se diera cuenta de que él es demasiado bueno para ella.
Ugh. —Miré el techo, odiando cómo mi voz sonaba diciendo esas palabras en voz
alta. Y en cómo me hacía sentir.
—Debe ser duro verlo pasar por todo esto cuando han sido amigos por
mucho tiempo. Apuesto que estás dividida entre decirle cómo te sientes y
simplemente estar allí para él.
¿Cómo podía ella saber siempre las palabras correctas que decir? Tenía que
ser un don.
—Exactamente. Me rogó que hiciera esto. No pude decir que no. Pero al
mismo tiempo, odio estar ayudándolo a volver con ella.
—¿Estás segura de que esa es la única razón por la que estás molesta?
—Nada.
De camino al almuerzo, insistió en que habláramos sobre las cosas que cada
uno debía hacer.
—Pero llegarás tarde a ciencias si haces eso. Está al otro lado del campus,
desde mi segundo periodo.
—¿Y? Correré. Eso es lo que hace un buen novio —dijo, moviendo las cejas.
Me reí.
—Lo haré. —Hizo una pausa—. O no lo haré —dijo. Me reí. Él chasqueó los
dedos—. Y deberíamos escribir notas y cosas así. No solo los mensajes de texto
habituales. Deberíamos hacerlo al estilo de la vieja escuela, ¿no crees? —Esperó
a que respondiera, su expresión llena de esperanza y entusiasmo. Traté de
adivinar por qué.
¿Iba en serio con lo de poner celosa a Bethany? ¿Era esta su manera de seguir
adelante? ¿Divirtiéndose mientras lo hacía?
—Claro. Si no te importa.
Entonces me recordé a mí misma que esto era solo un juego, un reto. Solo un
rol que estaba actuando.
—¿Qué pasa con mi auto? —pregunté. Lo había recibido hacía unos meses y
me gustaba conducirlo. Especialmente a la escuela por las mañanas—. No quiero
tomar el autobús para venir a la escuela, en serio.
Él asintió.
¿Café? ¿Desayuno?
Sonaba que la vida como novia de Ian podría ser bastante buena.
Siempre supe que Ian era un caballero. Respetuoso, amable, siempre te abría
la puerta. Pero no me había dado cuenta de lo romántico que era también.
¿Escribirnos notas? No tenía idea de lo que iba a escribirle, pero supuse que
no importaba.
—Hola.
Luego se volvió hacia mí. Esperaba que dijera que me vería más tarde o algo
así.
Pero no pude evitar sonreír. Al menos esta versión de Ian, la dulce y cariñosa,
era mucho mejor que la de ayer por la tarde.
Ella sonrió.
—Eso fue lo más lindo que he visto en mi vida.
Tori me miró.
¿Verdad?
***
Para cuando llegó, mis padres ya habían salido a trabajar, así que lo esperé
en los escalones de nuestro porche.
Unos minutos más tarde, su brillante Mazda azul marino se detuvo y alcé
una ceja. Muy bonito.
Mucho más bonito que mi Honda usado del dos mil cinco estacionado en el
camino de entrada.
Me acerqué al auto, pero Ian ya estaba allí, con la puerta abierta. Sonreí.
Guiñó un ojo.
Me impresionó mucho.
E ir con Ian al volante definitivamente era mejor que tener que manejar a la
escuela esquivando el tráfico de la mañana.
En el primer periodo, estaba perfectamente alegre y de buen humor.
Probablemente era el café el que hablaba, pero se sentía como el comienzo de un
gran día.
Estaba bastante segura de haberla visto echar humo cuando Ian me dio una
nota frente a nuestros casilleros antes de nuestra última clase del día.
Fue grandioso.
-Ian
Me reí a carcajadas, pero una mirada curiosa del profesor me hizo poner la
mano sobre mi boca y esconder la nota de Ian bajo mi cuaderno.
Pero no antes de robar una última mirada al corazón deformado que había
dibujado al final del papel.
Él también entró.
—Esa nota que me enviaste —dije—. Es la cosa más cursi del mundo.
—¿Te gustó?
Me reí.
Se encogió de hombros.
—Es lo que hace cualquier buen novio, ¿verdad? —Luego encendió el auto y
salimos de la escuela en silencio.
Ian probablemente tenía razón. Pequeñas cosas como esa. Era lo que
cualquier buen novio haría. Eso no significaba que la mayoría de los novios
hicieran esas pequeñas cosas. Enviar notas. Abrir las puertas del auto. Llevarme
a casa.
No era de extrañar que Ella, Tori y Harper estuvieran siempre tan embobadas
con sus novios. Se sentía como si la navidad hubiera llegado antes de tiempo. O
como si hubiese marcado el gol de la victoria en el campeonato estatal.
Todo el tiempo.
Cuando decidiera tener un novio de verdad, decidí que tenía que ser alguien
como Ian.
Nueve
Ian se detuvo en mi estacionamiento, justo detrás del Toyota de mi padre.
Excepto que el rostro de Ian se había vuelto blanco. Miré hacia donde había
fijado su mirada, viendo a mi padre salir por la puerta principal.
—Es exactamente por eso que estoy tratando de no enloquecer aquí. Nunca
he conocido a un... eh...
Estaba bastante segura de que entendía lo que iba a decir, así que asentí.
Mi padre bajó rápidamente los escalones del porche, con la boca ligeramente
inclinada hacia abajo y sus ojos completamente serios.
—Hola, papá —saludé, pero los ojos de papá no estaban sobre mí. Estaban
en un Ian con los ojos muy abiertos, ligeramente temblorosos.
Para alguien que era unos buenos treinta o treinta y cinco centímetros más
alto que mi padre, Ian parecía nervioso. Contuve una sonrisa.
Ups.
Lo saludé con la mano. Probablemente fuera mejor entrar ahora y dar por
terminada la noche.
Saludó con la mano pero ya estaba abriendo la puerta de su auto. Ian parecía
que no podía irse lo suficientemente rápido. Hice una nota mental para burlarme
de él sin parar mañana.
—¿Viniste a casa con él? Sabes que no tienes permitido viajar en autos de
chicos, Lena.
Nada más.
***
La pelota vino volando hacia mí, una sombra oscura contra la luz del sol. El
aire frío del otoño me mordía las mejillas.
Regateé alrededor de los conos, yendo en zigzag y luego con los pies
golpeando la hierba debajo de mí.
Aproximadamente a unos seis metros del arco, mi pie se conectó con la pelota
y lo envió en un arco limpio hacia la red.
Lo hice una y otra y otra vez, la pelota aterrizó dentro de la red nueve de cada
diez veces.
Dos horas de práctica hasta que mis pulmones gritaron que me detuviera y
recuperara el aliento. Cuando mi padre levantó la mano, supe que podía parar
para tomar un descanso. Me desplomé sobre el césped.
Hoy solo éramos mi padre y yo, como la mayoría de los sábados. A menos
que uno de nosotros estuviera enfermo o el clima fuera demasiado duro,
pasábamos las mañanas de los sábados aquí, desde que yo podía recordar.
Esperaba que el arduo trabajo valiera la pena y pudiera conseguir una beca
para la universidad. ¿Quizás jugar algún día en el equipo olímpico femenino de
Estados Unidos?
Papá se acercó.
—Sigue jugando así, y esas escuelas no tendrán más remedio que pedirte que
juegues para ellos —dijo.
Sonreí. Normalmente no me hacía ese tipo de cumplidos, así que guardé sus
palabras como una posesión preciada.
Después de todo el arduo trabajo que había hecho, contaba con que mi
carrera en el soccer no terminara después del instituto.
***
Había pasado una semana y media desde que comenzó este reto, y me
preguntaba cuánto tiempo más iba a durar.
Pero lo que más me gustaba de ser su novia de mentira era tener el monopolio
de Ian.
Era muy divertido pasar el rato con mi mejor amigo, que resultaba ser muy
agradable a la vista, todo el tiempo.
Ian me entendía. Me hacía reír. Me hacía sentir mejor justo antes de un gran
partido de soccer.
—Tú puedes con esto —me aseguraba antes de que saliera al campo.
Todavía no habíamos perdido ni un solo partido, y sabía que no era solo por
practicar sin parar durante la semana y los fines de semana en casa con mi padre.
Ian me ayudaba a mantener la cabeza enfocada.
Por alguna razón, él siempre compartía estas ideas en la fila del almuerzo.
Sonreí.
Me dio un codazo juguetón, y me reí. Sus ojos se volvieron serios otra vez.
—Ajá —dije, preguntándome por qué la fila del almuerzo no se movía. Tal
vez se habían quedado sin papas fritas. Hoy era el día del sándwich de pollo. No
podían haberse quedado sin papas fritas ya.
—Ian —dije con una sonrisa—. Sabes que siempre nos sentamos juntos.
—Lo sé, pero tal vez esta vez, podríamos, ya sabes, sentarnos juntos como
pareja.
Se mordió el labio.
—Lo siento, lo sé. Es una tontería. Solo olvida que lo dije. —Metió las manos
en los bolsillos y prácticamente pude verlo tratando de desaparecer.
Me miró.
—¿Estás segura?
—Será divertido —dijo—. Podemos hacer que todo sea cursi, tomar algunas
fotos.
Asentí.
—Sí —respondí, amando lo emocionado que estaba por esto. Sin embargo,
por alguna razón, mi estómago se revolvió. ¿Hacía calor aquí o era solo yo?
Por lo general, no teníamos partidos muy lejos, pero cuando los teníamos,
siempre los esperaba ansiosa porque significaba que podíamos faltar a clase.
Ella: ¡Buena suerte hoy! No te preocupes. Tomaré apuntes por ti. Podemos revisarlos
juntas este fin de semana :)
Oh, Ella.
Lena: Oh, no estoy preocupada. Jajaja ¡Gracias! Te lo recibiré la semana que viene.
Pero no puedo estudiar este fin de semana. Hay mucho que hacer :)
Tori: Déjame adivinar. ¿Patear una pelota,, mirar horas de televisión y dormir hasta
tarde?
Ella, Harper y Rey comenzaron a hacer planes para mirar los sitios web de
las universidades mañana, así que comencé a navegar en las redes sociales.
Mis maletas estaban en la parte delantera del autobús con las cosas de todos
los demás, pero ahora mismo mi asiento estaba vacío a excepción de mí.
No pasó mucho tiempo antes de que Ian llegara. Me puse de pie y lo dejé
pasar. Le gustaba el asiento de la ventana para poder mirar hacia afuera, mientras
que a mí me gustaba ir de un asiento a otro para poder hablar con el resto del
equipo, por mucho que le molestara al conductor del autobús.
Un par de noches atrás, Ian me había enviado un mensaje de texto para que
pudiéramos hacer planes para hoy. Le dije que yo traería una manta y algunos
aperitivos. No me dijo lo que iba a traer él.
Solo me envió un emoji con un guiño, lo que me hizo preguntarme qué estaba
haciendo.
Y me asustaba un poco.
Ahora tenía mi manta de lana en mi regazo, perfecta para protegerme del frío
en el aire, pero no para hacer que dos amigos siguieran siendo solo eso. Amigos.
Una cálida sonrisa iluminó el rostro de Ian a mi lado. Tenía una pequeña
bolsa con él, del tipo que las universidades y los negocios regalan todo el tiempo.
Le cubrí las piernas con la mitad de mi manta, dándome cuenta de que tenía
que acercarme a él. Tal vez debería haber traído una manta más grande.
Lo miré.
Rio.
—Eres mi novia, ¿verdad? —dijo en voz alta. Entonces su voz se volvió más
baja—. ¿No confías en mí?
Abrí la boca para quejarme, pero luego algo salado y cálido golpeó mi lengua.
—Qué astuto —dije, llenando mi boca con más papas fritas—. No hagas esto
en cada partido porque no marcaré goles por mucho más tiempo si las como muy
seguido.
Saboreándolas.
Le di las papas fritas para que las sostuviera y saqué algunos gusanos ácidos
de mi mochila. Sabía que eran sus favoritos. De hecho, a mí también me gustaban.
—Para ti —dije.
—¿Quieres uno? —preguntó, moviendo las cejas. Cada vez que lo hacía, me
hacía reír y hoy no era diferente.
Me reí.
Esta era así. Excepto que también era una canción de amor.
***
Ella y Jesse iban juntos. Y, por supuesto, también Tori y Noah, además de
Harper y Emerson.
Aunque, para ser justos, tenía razones para evitar que la emparejara con
alguien, después del incidente del año pasado...
Pero estaba bien porque íbamos todos juntos como un grupo. Rey y yo
definitivamente podríamos pasar el rato. Técnicamente, si las cosas seguían como
estaban, estaría allí como la cita de Ian, pero al final del día, sabía que solo éramos
amigos. Así que no quería pasar toda la noche pagada a él.
Quería tener un respiro después de todo lo que había sucedido en las últimas
semanas.
Nunca había esperado que las cosas salieran así, y quería asegurarme de no
cometer el error de creer que nada de esto era real.
No a mí.
Aún no habíamos hablado del baile, así que sabía que no podía asumir que
iríamos juntos.
Lo que significaba que había una buena posibilidad de que rompiera
conmigo esta semana. Nuestra relación falsa tenía a todos convencidos de que
era real, pero sabía que el objetivo de esto era recuperarla.
Si rompía conmigo en los próximos días, entonces sabría que aún la amaba.
O que finalmente estaba listo para seguir adelante.
Por muy loco como que hubiese sido este viaje, sería raro que llegara a su fin,
pero sabía que tenía que hacerlo.
Llegó la hora del almuerzo, pero Ian no estaba en nuestro lugar habitual de
reunión en mi casillero.
Harper: ¿Vienes? :)
Tal vez ya estaba arreglando las cosas con Bethany. Se decía que las cosas con
su nuevo novio no iban tan bien como ella esperaba.
Escaneé la cafetería una vez más. Sin Ian. Y sin Bethany. Usualmente ella ya
estaba en la cafetería, aunque siempre fingía que no existíamos.
Me encogí de hombros.
—¿Qué?
Pero su pregunta hizo que pareciera que sabían algo que yo no.
Tenía un gran cartel en la mano, pero todo lo que podía ver era la parte de
atrás. Tenía que ser la parte de atrás porque no tenía nada.
Ian dio la vuelta a su cartel y habló, su voz tembló un poco antes de ganar
confianza con cada palabra. Miré el cartel, escuchando las mismas palabras que
obviamente había dibujado y coloreado cuidadosamente.
—Lena, espero no ser demasiado atrevido, pero ¿puedo conseguir una cita
para el Baile de Bienvenida contigo?
Once
¿Esto estaba pasando?
Chris saltó un metro en el aire y me pregunté por un segundo por qué nunca
había intentado jugar básquet.
Ian le entregó su póster a uno de los chicos y luego vino a darme un abrazo.
Yo también envolví mis brazos alrededor de él. Podría jurar que se sentía
como un campeonato. La adrenalina, los vítores y gritos.
—No puedo creer que hayas hecho esto. Eres el novio más cursi… y dulce de
todos los tiempos.
—Pensé que te gustaría. Y estoy un poco aliviado de que dijeras que sí. De
otra forma, eso habría sido bastante vergonzoso.
Sonreí.
En frente de todos.
Mis labios rozaron los suyos, y se sintió como respirar oxígeno rico después
de una larga carrera. Me trajo de vuelta a la vida.
Busqué una reacción en el rostro de Ian. Ignoré todo eso y me enfoqué en él.
Pero ya no me estaba mirando.
—Okey, okey, vuelvan a sus asientos —dijo el Sr. Nguyen. Rompió el círculo
de chicos, y todos finalmente volvieron a sus mesas, todavía emocionados—.
Debería haber sido médico —murmuró volviendo a su escritorio.
Ian dijo:
***
Ahora estaba frente a mí, su mandíbula apretada y sus manos apretando sus
guantes de arquero mientras miraba a todos lados menos a mí.
—Lena, yo, uh… lo que pasó antes —intentó decir, todavía mirando sus
zapatos.
Quería decir tantas cosas, preguntarle si había sido un error. Pedirle perdón.
Decirle que no me arrepentía. Pero me mordí el labio y lo dejé terminar.
Oh.
Abrí la boca para encontrar algo que decir, alguna combinación de palabras
que hicieran que se fuera todo, que hicieran que la sensación de nauseas
desapareciera, pero Ian me había dado una golpiza.
—No eres tú. Es solo que… ambos sabemos que esto… no es real.
—No quiero aprovecharme de ti, Lena. Eres especial. A quien decidas besar,
debería significar algo. Aceptaste hacer esto por mí, para hacerles creer a todos
que eres mi novia, pero no puedo pedirte que hagas eso también. Ya estoy
pidiendo demasiado. ¿Esos besos, Lena? Guárdalos para alguien especial, ¿está
bien? No para mí.
—Creo que tienes razón. Supongo que solo quise seguir la corriente. Supongo
que me dejé llevar. —Odiaba la forma en que mi voz sonó. Diminuta e insegura.
Me arrepentí de haber besado a Ian una segunda vez. De haber dejado que
un impulso me ganara, pero no volvería a pasar.
Tal vez por un momento, había olvidado que todo esto era falso. Un
espectáculo para Bethany. Pero eso era todo.
Asentí.
***
—Dije, ¿estás bien? —trató de nuevo. Era mayor, como mi papá. Excepto que
él no tenía ningún problema con gritar durante todo el partido.
—Estoy bien —dije—. Solo que no me siento al cien por ciento. —Tosí
entonces, esperando que lo olvidara.
Solo estaba feliz de que papá no hubiera podido venir. Ver la decepción en
su rostro lo habría hecho peor.
Cuando llegué a los vestuarios, el resto del equipo hablaba sobre alguna
fiesta, y obviamente bajaron la voz. No dije nada, solo me cambié para poder salir
de ahí.
Sabían que algo estaba mal conmigo, pero no quería quedarme y hablar de
eso.
Cuando llegué a mi auto, mi celular vibró con un mensaje. Era de Ian. Esta
era la primera vez que hablábamos desde la conversación de ayer fuera de los
vestuarios.
Ian: Hola
Lena: Hola
Tamborileé con mis dedos en la guantera a mi lado, lista para ir a casa. Pero
tenía que ver el mensaje de Ian primero.
Finalmente, llegó.
Comencé a teclear, dejándole saber que estaba cansada y que solo quería ir a
la cama.
Ian: Escucha, perdón por lo de ayer. No fue tu culpa. Todo fue mi idea. Es solo que
no quiero perderte. Sabes que eres mi mejor amiga. Y pensé que sería divertido ir al Baile
de Bienvenida juntos, pero no tiene que ser la gran cosa si no es lo que quieres.
Leí su mensaje una y otra vez. Cada vez ablandaba el exterior de mi corazón
hasta que se desmoronó, dejando solo el gran punto débil que tenía por Ian.
Aunque leer que era su mejor amiga me hiciera sentir a la vez increíble y un
poco... algo.
Lena: Bien… eres mi mejor amigo. Ya sabes, además de las chicas. ¿Pasas por mí en
una hora?
Encendí el auto, temblando por el aire frío, pero cálida por el mensaje de Ian.
No, gracias.
Un par de chicos pasaron a nuestro lado, cada uno cargando un vaso rojo.
—Quizás deberíamos ir a hacer otra cosa. A los bolos o algo así —intenté. Me
giré hacia Ian.
—Nos quedemos por unos minutos. Si hay algún problema, nos vamos. Lo
prometo. Además, después de la golpiza que me dieron esta noche, preferiría
quedarme tirado en un sofá escuchando música que tirando una bola de cinco
kilos a un montón de pinos —dijo—. Estoy agotado.
Observé los círculos oscuros debajo de sus ojos. La verdad era que lucía
bastante cansado. Y los chicos habían tenido un partido bastante difícil.
Perdieron por dos, incluso después de que Ian detuviera varios tiros a su arco.
Y estar alrededor de chicos tontos haciendo cosas tontas. Chris y los otros
chicos generalmente estaban bien, pero reconocí a algunos de los chicos de
nuestra clase. Chicos que tendían a meterse en peleas o ir demasiado lejos con
sus bromas.
A traer cosas que no deberían.
Encontré una puerta corrediza negra que llevaba a un porche trasero. Estaba
tranquilo aquí afuera, y por una vez, disfruté del silencio. Solo un ruido apagado
de la música alcanzaba a mis oídos, distante.
Inclinándome contra el porche, exhalé y cerré los ojos. Estaba frío, pero solo
apreté más mi chaqueta de jean a mi alrededor.
Era Bethany.
Me giré de vuelta por un segundo, rodando los ojos. Esto no podía estar
pasando.
—Hola, Bethany —fue todo lo que me arreglé para decir entre dientes.
Encontré su mirada sin rodeos.
Era como si ella sintiera lo tensa que yo estaba porque pareció relajarse.
—Mejor, estoy segura, que Ian y tú. Al menos eso es lo que él me dice.
¿Qué?
—Siempre supe que había algo entre ustedes dos. Me alegraré cuando esto
termine. —Giró un dedo en un pequeño círculo, su otra mano en su cintura—.
No hay manera de que Ian quiera tener algo que ver contigo cuando te haya
sacado de su sistema.
—Como si él fuese a volver a ti. Estoy segura de que te encantaría eso, pero
no va a suceder.
Bethany se rio.
—¿Todo bien?
Tori dio un gran paso hacia Bethany, quien dio un paso atrás.
***
Mi teléfono vibró.
Lena: Afuera.
Solo quería salir de aquí. Estar con mis amigas, más que nada.
Ian caminó hacia mí. Tori y Harper estaban inclinadas contra el auto de Tori
a varios metros de distancia.
Resoplé.
—¿Si estoy bien? ¿A dónde fuiste? ¡Ir a buscar algo para tomar no toma veinte
minutos!
—Bethany pasó.
Ian se congeló, no dijo nada.
—Me dijo que ustedes siguen hablando. ¿Es cierto? —dije, entrecerrando los
ojos.
No podía creerlo.
—Tienes que estar de broma —dije, riéndome por algún extraño motivo—.
Estoy fingiendo ser tu novia, y todo este tiempo, has estado hablando con ella. —
Comencé a alejarme, pero luego me di vuelta y lo miré de nuevo. Sacudí la
cabeza.
—No.
Me fui sin otra palabra, metiéndome al auto de Tori y deseando nunca haber
venido a esta fiesta.
***
No una llovizna, donde podías ponerte una chaqueta gruesa y salir afuera a
patear la pelota sin mojarte mucho.
Ni siquiera podía patear la pelota por el patio hoy para alejar mi mente de
Ian y de la fiesta de anoche.
Quizás las #BFF y yo pudiéramos pasar el rato, ver una película, o algo.
Quizás incluso ir al centro comercial juntas.
Ian: Oye, perdón por lo de anoche. Y por lo que sea que Bethany te haya dicho.
¿Podemos hablarlo, por favor?
Ian: No puedo soportar que estés enojada conmigo. Déjame arreglar esto.
Ugh. ¿Cómo unas pocas palabras acomodadas así podían derretirme por
completo?
Había un motivo por el que solo besaba a chicos por diversión. No podía
manejar el drama. Incluso el dolor físico lo podía manejar, un tobillo esguinzado,
un moretón feo en mi muslo. Pero no esto.
Lena: Te escucho.
Por mucho que fuese a extrañar las cosas lindas y cursis de novios.
Ian: Creo que mientras más pasa el tiempo, más me doy cuenta de que quizás Bethany
no es la persona correcta para mí.
Lena: ¿Cómo?
Oh Dios.
Lena: De acuerdo.
Trece
Unos minutos después, caminé hacia el lavadero para buscar entre la ropa
mis vaqueros favoritos. Irían a la perfección con mi nueva blusa de un solo
hombro.
Ella se acercó.
Le di mi mejor sonrisa.
—De hecho, estaba preguntándome si podía salir esta noche. —Me giré hacia
mi papá. Él tenía la decisión final aquí.
De repente, me preocupé.
Papá sonaba más serio que nunca, lo que era decir algo.
2Lo que digan los padres de Lena en este capítulo y esté señalado en cursivas, se encontraba en
español en el original.
Mantuve las manos detrás de mi espalda.
Amaba a mis padres, pero a veces no entendían que Estados Unidos no era
como México. Los novios no se presentaban hasta mucho después de la primera
cita.
No ayudaba que no fuera realmente mi novio. Ian era solo un amigo. Había
una gran diferencia entre esas dos cosas.
Así que quedó arreglado. Ian tendría que entrar y oficialmente conocer a mis
padres.
***
Ian estaba parado ahí con lo que lucía como una pequeña caja de chocolates
en las manos. Sus ojos bajaron, asimilando mi increíble conjunto por un
nanosegundo antes de recuperarse.
Sonreí.
—Bueno, hola.
—Uh, hola. Luces genial. Quiero decir, uh, ¿puedo pasar? —dijo.
Exhaló.
—No creí que pedirte que salieras conmigo a cenar significara hablar con tus
padres —dijo en voz baja.
—Para nada —dijo. Por algún motivo, esas dos palabras hicieron que mi
estómago se pusiera a hacer todo tipo de acrobacias dentro de mí.
Mientras tanto, Ian parecía nervioso. De hecho, nunca lo había visto así de
nervioso, no antes ni durante ningún partido de soccer.
Mi papá murmuró una respuesta. Mi mamá le dio su mejor inglés. ¿Era yo, o
lucía un poco sonrojada? Probablemente eran los chocolates.
Ian lucía un poco sudado, pero mantuvo la compostura, con una sonrisa
ansiosa pero genuina todo el tiempo.
—Papá, tenemos que irnos o todos los lugares para cenar van a cerrar.
Eso fue todo lo que dijo, pero era como si estuviera comunicando mucho más.
No le hagas daño.
—Sí, señor.
—¿Estás bien? Perdón por todo eso. Mis padres son muy anticuados. De
donde venimos, solo pedirle a una chica que salga contigo es prácticamente
proponerle matrimonio.
—Sí, sí. Estoy bien. Solo… eso fue intenso en tu casa. No estaba seguro de
que fuera a salir con vida.
Nos reímos por un minuto entero antes de que Ian volviera a la carretera.
—Sé que técnicamente solo somos amigos, pero entonces pensé… ¿por qué
no salir en nuestra primera cita?
Catorce
Nunca antes había tenido una cita, real o falsa.
Podría haberme pellizcado. Nunca había estado en un lugar como este. Pero
tampoco me atrevía a ver si esto era real o un sueño. ¿Y si todo desapareciera?
Él sonrió.
Miré a mi alrededor, dándome cuenta de que era la única persona que llevaba
jeans.
—Um, Ian. ¿estás seguro de que esto es una buena idea? Quiero decir,
podemos ir a otro lugar.
Hice una mueca, no estaba segura de cómo explicar lo que quería decir.
Se rio.
Más que eso, se sentía especial. Y el postre que compartimos después, una
gruesa rebanada de tarta de queso y fresa, completó perfectamente toda la
experiencia.
Después de la cena, aún teníamos tiempo antes de que volviera a casa, pero
no lo suficiente para ir a ver una película.
Así que Ian se detuvo en nuestro parque local. Ya estaba oscuro, así que no
podíamos dar un paseo.
Me pregunté si quería sentarse en uno de los bancos por unos minutos, ver
el zumbido del centro de la ciudad no muy lejos. Por suerte, hacía solo un poco
de frío. Pero hacía más calor que en la práctica toda la semana.
Se encogió en su chaqueta.
—Aquí —dijo.
Estaba segura de que fue algo sin sentido para él, pero me dejó sin palabras.
¿Y por qué olía tan bien? Había notado su colonia un poco antes, pero ahora,
estando tan cerca de él, era imposible no verla.
Ian se giró hacia mí, nuestras caras tan cerca como cuando nos sentábamos
juntos en el autobús a veces, escuchando música juntos. Pero por alguna razón,
este momento se sentía diferente.
—Un par de veces. Es increíble, estar tan alto, literalmente en las nubes y
luego encima de ellas.
Intenté imaginarme lo que quería decir, pero por supuesto, era imposible.
—Suena muy bien, aunque no estoy segura de querer estar apretada al lado
de alguien durante horas.
—A menos que seas rico y puedas comprar tu propio avión o algo así —dijo
con una pequeña risa.
Yo también me reí.
Mostré mis blancos dientes nacarados mientras Ian buscaba una sonrisa más
atractiva. Dios mío, ¿se estaba volviendo más atractivo a cada minuto, o era solo
yo?
Abrió la foto en su teléfono, y la giró hacia mí.
—¿Qué te parece?
***
Ian y yo estábamos juntos más que nunca. Me pasaba a buscar por las
mañanas. Caminábamos juntos a clase. Pasábamos por la fila del almuerzo,
hablando todo el tiempo. Luego me dejaba de nuevo en casa.
Era raro verlo todo el tiempo, pasar el rato con él constantemente. Se sentía
diferente que antes.
El viernes, después de otra victoria para las chicas y los chicos y una larga
cena de celebración con hamburguesas y batidos, me llevaba a casa.
—Espera —dijo.
—En realidad quería preguntarte algo —dijo. Los dos estábamos todavía con
nuestros uniformes sudados. La camiseta manga larga de Ian estaba cubierta de
tierra y hierba, y yo ansiaba quitarme los botines y meterme en la ducha. Pero me
preguntaba qué tenía en mente.
—¿Eh? —dije.
Se encogió de hombros.
Le devolví el parpadeo.
—Sí —dijo tímidamente—. No creí que fuese a gustarle todo este asunto de
la relación falsa.
—Le haré saber que no tiene nada de qué preocuparse —bromeé—. Pero sí,
claro. Supongo que puedo ir alguna vez.
—Ella... como que ya planeó una cena para mañana. ¿Dice que no es gran
cosa, pero es algo así como que supongo que llevarás lo que llevarías a la iglesia?
—sugirió.
Suspiré.
—¿Sí? —preguntó.
Se burló.
—Lo que sea. Después de lo que pasé con tu padre, ¡esto no es nada!
—Cualquier cosa.
Ian me miró fijamente a los ojos durante lo que pareció una eternidad. Su
mano alcanzó mi mejilla, la rozó muy ligeramente.
Al igual que Ian, estaba más nerviosa que en cualquier partido de soccer que
hubiera jugado, incluso cuando habíamos jugado contra los equipos más duros.
Un niño y una niña estaban allí, bien vestidos, pero con una clara sonrisa
maliciosa en sus caras. Se veían bastante cercanos en edad.
Miré a Ian.
—Lo siento —dijo—. Lena, estos son Jacob y Mia. Y ustedes dos —dijo,
señalándolos—, cálmense o me sentaré sobre ustedes.
—¡Hola! Tú debes ser Lena. —Ella era toda sonrisas, y me relajé un poco.
—Hola —dije, torpemente, sin esperar todo el contacto. Pero oye, superaba
la mirada de desaprobación que esperaba. No sería la primera.
—Un placer conocerte, Lena. Le dije a Ian que tenía que invitar a cenar a la
hermosa chica que vi en su foto de Instagram.
—Tal vez deberíamos ir al comedor. ¿Necesitas ayuda para llevar algo allí,
mamá?
Conté los minutos hasta que pudiera ir a casa, apenas podía quedarme
quieta. Tenía ganas de correr, sentir el aire fresco en mi piel y patear mi pelota de
soccer de vuelta a casa. Pero a este ritmo, definitivamente estaría oscuro cuando
Ian me dejara.
Después de la cena, sin embargo, los niños clamaban por salir a jugar.
—¿Por qué no pasamos el rato con los niños? —le pregunté a Ian, esperando
que entendiera la indirecta de que prefería hacer eso que pasar por más charlas
con los adultos.
Se encogió de hombros.
—Bien, claro. Pero puedes jugar con Amy. Ella es incansable.
Los padres de Ian nos miraban desde sus sillas plegables, bebidas en mano y
sonrisas en sus caras.
Ian estaba ocupado jugando al soccer con sus hermanos, y yo quería unirme.
Caminé hacia Ian y esperaba que el sol poniente evitara que sus padres se
dieran cuenta de lo que le había pasado a mi cabello.
—Tal vez debería irme a casa ahora. No quiero que tus padres me vean así
dentro de tu salón totalmente iluminado. Que vean el obvio desastre que soy
realmente —añadí.
—Creo que te ves muy bien. Y para que conste, todo el mundo te quiere. —
Ian se detuvo entonces, como si algo se le hubiera ocurrido en ese momento.
***
—¿A qué hora tienes que volver a casa? —le pregunté a Ian.
—Antes de las once. Mucho tiempo para conseguir un poco de yogur helado.
—Bueno, dijiste que querías cambiarte y quitarte las hojas muertas del
cabello.
Ian sonrió.
Ian continuó.
—¿Y ponerme el pie para que pudiera tener un tiro claro? Tampoco es genial.
—Pero sonreía tanto como yo.
Por alguna razón, ese comentario me hizo reír hasta que se me llenaron los
ojos de lágrimas. Ian comenzó a reír también, lo que solo alimentó más mi risa.
Cuando por fin paré, ahí estaba Ian, sonriendo y mordiéndose el interior del labio
como si intentara con todas sus fuerzas no decir nada.
—¿Qué? —dije.
Oh, Dios. Ahí estaban las mariposas. ¿Por qué tuvo que ir y decir algo así?
Pero casi suspiré de alivio cuando Ian empezó a hablar de nuevo, y las cosas
se sintieron casi normales.
—No —respondió Ian—. Tú lo eres. Haces que todo sea divertido. Incluso
estar sentado en un autobús durante dos horas.
Jugué con mi cuchara, fingiendo que buscaba más trozos de masa de galletas.
Al darse cuenta su cara se estremeció, y casi parecía que había probado algo
amargo en vez de dulce.
—Oh. Sí.
—Parece como que los viejos tiempos lo son todo. Estas últimas semanas han
sido las mejores, a pesar de aceptar tu estúpido reto.
Ian se rio, y las cosas se sintieron bien de nuevo. Él comió un poco más de su
yogur helado, y yo hice lo mismo.
Tal vez fuera el hecho de que todos los trozos de masa de galletas se habían
ido.
O tal vez fuera el hecho de que deseaba que pudiéramos quedarnos sentados
ahí para siempre.
Pero entonces extendió su mano hacia mí. Lo miré por una fracción de
segundo, tratando de leer esos brillantes ojos azules claros.
Nuestro próximo partido eran las estatales. Así que nada de comerse con los
ojos a Ian durante las prácticas de soccer. El entrenador exigía lo mejor de cada
jugador. Más que lo mejor, de hecho.
—Solo cuando crees que has agotado todo lo que tienes, ¿qué crees? —Le
gustaba gritar durante las prácticas—. ¡Eso es solo el 40%! ¡Todavía tienes el 60%
dentro de ti! ¡Así que déjame verlo!
¿E Ian? Ian estaba tan concentrado como yo. Otra razón por la que hacíamos
clic.
Pero antes de las estatales y de enfrentar a Chestnut Mountain una vez más,
teníamos que derrotar este siguiente equipo primero. Y luego ganar dos partidos
más después de ese.
El día del partido llegó, y al igual que cualquier otro partido de alto riesgo,
el tiempo pasó tan pronto como el agudo silbato llegó a mis oídos.
Y no estaba lista para dejar que otro equipo —y sus súper arrogantes
delanteras— avanzaran a las estatales en lugar de nosotros.
Llamé a las del centro para ayudarlas, pero también se estaban desgastando.
Katie se llevó la pelota de esta manera, esquivando a las jugadoras del otro
equipo. Cuando estuve segura de estar libre, la llamé.
—¡Estoy libre!
3 Lady Eagles: nombre del equipo, que podría traducirse como “Chicas Águilas”.
A algunos metros, Katie me llamó, gritando mi nombre. Fingí ir en una
dirección, obtuve un poco de espacio y le devolví la pelota, por un largo camino.
Desde las gradas, la multitud se volvió loca. Gritos al otro equipo para que
se defendieran. Gritos a nosotras para que pateáramos. Corrí hacia el arco.
Katie iba a patear, pero la arquera corrió hacia la pelota para agarrarla.
La arquera estaba en el suelo. Se dio cuenta de su error muy tarde. ¡Sí! ¡Se
acabó!
Sin importar cuán duro hubiera intentado el otro equipo superar nuestra
defensa, no pudieron hacerlo.
Katie corrió hacia mí. Luego Perry y Sam. Saltamos y gritamos y nos
envolvimos en un abrazo de grupo gigante.
Ian me encontró, me dio un abrazo, y decidí oficialmente que este era el mejor
momento de mi vida.
Hombre, estaba equivocada. Estaba a punto de ponerse mejor.
Se separó, pero solo para poder poner su rostro más cerca del mío.
Luego cerró la distancia entre nosotros, y me pregunté si toda esta cosa era
un increíble sueño.
Katie aplaudió. Perry juntó las manos. ¿Eran esas lágrimas en sus ojos?
Reí.
***
El beso de Ian me había levantado desde adentro, y lo único que quería hacer
era repetir el beso.
Pero antes de poder hacer eso, el entrenador me llevó aparte.
Sonreí.
Con eso, el Sr. Barry comenzó a hablar sobre cuán gran adición sería para el
equipo de esta escuela o esa. No que solo admiraba mi habilidad para anotar
mientras estaba a bajo presión sino mi habilidad para unir al equipo.
—Me encantaría verte jugar otra vez. El entrenador me dice que van a jugar
contra Chestnut Mountain en un par de semanas. Estaré allí, para ver qué puedes
hacer. Sin más que decir, grandes oportunidades te esperan, Lena,
específicamente si sigues jugando así.
Mis ojos vieron a mi padre de pie no muy lejos. Sacudí mi mano y le dije
quién era al Sr. Barry.
Desde la distancia, vi al otro equipo con sus bolsas en mano hacia sus
vestuarios.
Asentí.
—Tenemos que celebrar. ¿Ese gol que hiciste en la primera mitad? Fue épico.
E Ian.
Definitivamente Ian.
Él fue quien había hecho la regla de no más besos en la boca. Porque eso no
era correcto a menos que significara algo.
Así que nuestro beso… tuvo que significar algo para él como lo hizo para mí,
¿verdad?
Aunque técnicamente nos habíamos besado un par de beses antes, tenía que
haber una razón diferente en el beso de esta noche, que se sentía como nuestro
primer beso.
Pero todos tenían mucha hambre, así que decidimos reunirnos en el Shake
Shack.
Ian nos llevó allí, y durante todo el camino, no podíamos dejar de hablar de
las victorias de ambos equipos. Todas jugadas. Mi objetivo de ganar el partido.
Estaba bastante segura de que el emoji de los corazones rojos pulsantes como
ojos había vuelto.
Se rio.
Encontramos a todos los demás y nos unimos a ellos. Juntos, ambos equipos
ocupaban casi la mitad del restaurante y varias cabinas.
Todos nos vitorearon cuando nos vieron, y varias de las chicas
definitivamente miraron la chaqueta de Ian que yo llevaba puesta.
—Ustedes dos se vuelven más adorables cada vez que los veo, lo juro.
Muy pronto, estaba alimentando a Ian con papas fritas y riendo con todos los
demás.
Era mucho en lo que pensar, así que aparté esos pensamientos y me concentré
en memorizar cada sonido, cada risa y sonrisa, la sensación pesada de la chaqueta
de Ian sobre mí, su brazo alrededor de mí. La calidez de estar tan cerca de él. Su
voz, perfectamente profunda pero amable.
Ian habló suavemente, haciéndome abrir los ojos. Su cámara estaba justo
delante de nosotros.
—Perfecta —dije. Estaba tan guapo como siempre. Y yo me veía... feliz. Más
de lo que las palabras podrían decir—. ¿Me la envías?
Tori: ¡Vaya!
Ella: ¡¡¡ !!
Rey: omgggg
Harper: ¡Saltando arriba y abajo por aquí! ¡Dime que esto es lo que creo que es!
Ella: ¿Pero cómo? Creí que estaban de acuerdo en que todo esto era fingido...
Tori: LO SABÍA
Lena: Ni siquiera lo sé. Creo que acaba de suceder. Al final del partido, nos besamos.
Él me besó. Y sé que fue real. Creo que él también lo siente.
Lena: Supongo que no hemos hablado de ello, pero es como si no tuviéramos que
hacerlo, ¿sabes? Las cosas están... perfectas ahora mismo. Como si no tuviéramos que
decirlo en voz alta. Ni siquiera puedo creer lo increíble que es la vida ahora mismo.
Me aferré a él, comiendo mis papas fritas y todavía segura de que tenía que
estar en algún tipo de sueño.
***
Sostener su mano mientras los rayos del sol de la mañana nos llegaban a
través del parabrisas y nos calentaban lo era todo.
Le di un apretón de manos.
Luego se fue, perdido entre la multitud de estudiantes que corrían para llegar
a tiempo a clase.
Al final del segundo periodo, le estaba contando a Rey todo sobre nuestro
partido del viernes. Pero lo más importante, sobre Ian y yo.
—El entrenador lo cree así. Y apuesto a que encontrarás algo. Hay tanto que
podrías hacer, Rey. Escribir. Arte. Diseño gráfico. Convertirte en una de esos
blogueros que se pasan el día en la playa o algo así, bebiendo un delicioso trago
con esas mini sombrillas.
Me burlé.
—Ya escribes como todo el tiempo. Todo lo que tienes que hacer es publicarlo
en línea. Apuesto a que conseguirías un millón de seguidores así —declaré.
Se encogió de hombros.
Le di una sonrisa.
Rey asintió.
—Yo solía tener el cabello súper largo. —Se tocó el cabello súper corto—. Y
nos graduaremos e iremos a la universidad pronto. —Frunció el ceño.
—Las dos juntas no siempre somos una pareja muy productiva, ¿verdad? —
dije para reír.
Fuimos las últimas en entregar nuestra hoja de trabajo, el aula estaba vacía
para cuando recogimos nuestras mochilas para salir.
Ella asintió.
El timbre sonó justo cuando entré, y me pregunté por Ian. Tal vez se había
retrasado en la clase como yo.
—Y escuché a Bethany decir que ella e Ian finalmente están volviendo a estar
juntos. ¿Puedes creerlo...? —dijo el fuerte susurro.
¿Era por eso que apenas había oído hablar de Ian hoy? Y cuanto más lo
pensaba, ¿por qué parecía un poco apagado esta mañana, como si no escuchara
lo que decía? ¿Como si algo más hubiera estado en su mente?
¿Verdad? Tenía que ser un rumor extraño, iniciado por Bethany, por
supuesto.
Eso tenía sentido. Porque ahora estábamos juntos. Nuestro beso de buenas
noches cuando me dejó en casa después de pasar el rato en el restaurante... eso
fue real. Definitivamente se había sentido real.
Todo, desde su chaqueta hasta la forma en que me miró, había sido genuino.
Tal vez era debido al rumor que había escuchado antes. Los susurros se
habían extendido como un incendio forestal de clase en clase.
Podría jurar que el fuerte caos de la cafetería se calmó por unos segundos
cuando entramos.
Ian miró a su alrededor, metió las manos en los bolsillos y luego intentó
sonreír, pero su mandíbula estaba rígida.
—¿Tienes hambre? —preguntó. Su voz salió tensa, y por una vez, deseé estar
en cualquier lugar menos con él.
Odiaba esto.
La voz de Ian volvió a salir a relucir. Recordé que había hecho una pregunta.
Me encogí de hombros.
—Claro.
No dijimos ni una palabra más el resto del tiempo en la fila del almuerzo, y
la tensión entre nosotros era insoportable.
¿Por qué simplemente no decía algo? ¿Por qué no decía que no era verdad?
O que sí lo era.
Podría habérselo preguntado yo misma, pero tampoco me pareció bien. El
rumor era sobre él y Bethany, así que ¿no debería ser él quien me dijera qué estaba
pasando?
Ian y yo nunca habíamos tenido una discusión. Tal vez un desacuerdo sobre
qué lista de canciones escuchar o qué jugada debería haber hecho el otro en el
campo. Pero desde que comenzamos este reto, habíamos discutido fuera de esa
fiesta, y ahora parecía que una pelea mucho más seria se estaba gestando.
Y lo mismo era cierto para mí. No tenía miedo de decirme lo que yo misma
tenía miedo de admitir. Lo que ni siquiera me daba cuenta de que estaba
haciendo.
Pero ahora sentía como si él estuviera ocultando algo. Algo que iba a hacer
añicos nuestra amistad y nuestra relación.
Suspiré.
—No me siguió, ¿verdad? —pregunté.
—¿Qué pasa con ustedes dos? He estado escuchando todo tipo de rumores
extraños.
Me quejé.
—¿Así que tú también los escuchaste? Esperaba que todo fuera producto de
mi imaginación hiperactiva. —Mi voz se fue apagando. Definitivamente no era
mi imaginación.
Tori intervino:
Rey asintió.
—¿Qué ha pasado?
—Ni siquiera lo sé. Ian ha estado actuando de forma extraña. Algo está
pasando. Tengo miedo de preguntar qué —dije en voz baja.
Rey dijo:
—Yo pienso lo mismo. Puedo decir que Ian está loco por ti. Tal vez se
equivocó o algo así. Pero sé que lo arreglará. Ya lo verás.
Ella también me rodeó con su otro brazo. Luego Tori y Rey se acercaron al
otro lado de Ella y Harper también, alcanzando sus brazos hasta que hicieron
este medio capullo casi genial alrededor de mí.
***
Y tampoco quería que las cosas me explotaran en la cara justo antes del
entrenamiento, cuando tendríamos que pasar otra hora y media juntos.
Así que me tragué todas las dudas y preocupaciones de antes y fingí que lo
que pasaba entre nosotros no era gran cosa.
Algo así como una gran tirita sobre un tobillo mal torcido. Pero bueno,
funcionó durante un par de horas.
Saludé a las chicas con el brazo en alto al salir del vestuario, asegurándome
de ser la última en salir. Cuando Ian y yo habláramos de esto, definitivamente no
necesitábamos una audiencia.
Exhalando fuerte y despacio, finalmente me dirigí al auto de Ian, deseando
realmente haber conducido yo misma al colegio hoy.
Dejé mi bolso.
—En realidad quiero hablar contigo primero. —Apenas pude ver sus ojos.
¿Tendría que llamar a mi padre para que me recogiera después de que esta
conversación terminara?
—Sí, hoy —dije—. ¿De qué se trataba? Quiero decir, estoy en clase, y la mitad
de la gente está hablando de ti y Bethany. —Luché contra la bilis en mi garganta
para poder terminar—. ¿Volvieron a estar juntos?
—Bien —dije, las manos en las caderas—. Explica. ¿Por qué hay tantos
rumores? ¿Son verdaderos?
—Ian, ¿son verdaderos? ¿Has estado hablando con Bethany? Porque dijiste
que habías terminado con ella.
—¡No es nada!
Me burlé.
—¿Nada? ¿En serio? ¿Hablar con tu ex no es nada? Hablar con la chica que
intentas recuperar...
Se dio la vuelta.
—No es gran cosa. Me envió un mensaje de texto, diciendo que quería sus
cosas de vuelta, así que se las llevé a su casa...
Me reí entonces, por pura sorpresa. O tal vez sin sorpresa. Tal vez parte de
mí había estado esperando esto. Sabiendo que todo era demasiado bueno para
ser verdad.
—¿Qué? Oh, Dios mío —dije, negando con la cabeza—. Debería haberlo
sabido...
Ian estuvo cerca.
—Lena...
—No lo entiendes. ¿A quién le importa este estúpido reto? Pensé que eras mi
amigo antes que nada. Podrías haberme dicho la verdad para que no anduviera
por ahí como una... —Cerré los ojos, exhalé y lo volví a mirar—. Solo dime una
cosa. ¿Es cierto el rumor?
Miró hacia otro lado. Ese momento de vacilación fue todo lo que necesitaba.
—No puedo creer que todavía no puedas verla como es. Te mereces algo
mejor.
Ian me llamó.
Sabía que Ian tenía que seguir en su auto, y me preguntaba si era porque
quería asegurarse de que yo también me fuera antes de que él se fuera. Ese
pensamiento me hizo querer rendirme y empezar a llorar.
Por mucho que lo amara, no quería hablar de esto con nadie más que con mis
amigas.
Y dudaba seriamente de todos los consejos que las #BFF me habían dado en
el almuerzo.
En los días de partido, era seguro decir que normalmente me sentía un poco
engreída. Confiada. Lista para entrar al campo y patear algunos traseros. Hacer
algunos goles.
Hoy, todo lo que quería hacer era arrastrarme a la cama, comer helado y
llorar cuando Ross y Rachel rompieron.
Así que fingí una sonrisa y pasé el día con el uniforme puesto para fomentar
el espíritu escolar.
Junto con una victoria segura para que pudiéramos seguir compitiendo
contra Chestnut Mountain para el campeonato estatal.
Ya habíamos vencido a este equipo una vez esta temporada. Eran buenas.
Nosotras éramos mejores.
Pero yo no había estado pasando por una mala racha con mi novio falso
convertido en real entonces.
La vida había sido mucho más fácil cuando Ian y yo éramos los mejores
amigos. Antes de un partido en casa, podía contar con su variedad de listas de
reproducción para animarnos. Escuchábamos canción tras canción desde las
gradas que daban al campo, asintiendo con la cabeza al ritmo de la música e
imaginando el increíble partido que íbamos a tener.
Me dije a mí misma que tenía que hacer esto. Había jugado tantos grandes
partidos esta temporada. Podría hacerlo de nuevo.
Empujé a Ian lejos de mis pensamientos. Tenía que terminar este partido y
ayudar a mi equipo a ganar. Los chicos tenían su partido después, e iba a ser
difícil. Las chicas ya habían decidido quedarse y animarlos desde las gradas, pero
yo tenía una excusa lista para cuando nuestro partido terminara.
¡No!
Tres pases fallidos y un fácil pero horriblemente fallado gol más tarde, estaba
sentada en el banco.
—Vamos, chica. Te necesitamos, así que sal ahí fuera y haz un gol o dos,
¿bien? O consígueme la pelota, no me importa. Pero es como si hubieras olvidado
ponerte las pilas esta mañana o algo así. Como si no te hubieras bebido tu zumo
especial de Lena. Cava profundo y patea algunos traseros, ¿de acuerdo?
Asentí con la cabeza, pero por dentro, sabía que el partido ya había
terminado para mí.
Volvimos al campo, pero no pude poner la cabeza en su sitio, por mucho que
lo intentara.
En los últimos cinco minutos del partido, estaba conteniendo las lágrimas.
Había fallado otro gol. No fue un error fácil como la última vez. Había sido un
tiro difícil, sin embargo, colgué la cabeza avergonzada.
Si no fuera por Sam, nuestra barrendera, y la defensa cerrada que corrió, nos
habrían matado, pero al menos mantuvimos al otro equipo a raya. No volvieron
a anotar, pero como nosotras lo hicimos, sonó el silbato final y ganaron,
animando y gritando en el centro del campo.
El resto de nosotras salimos del campo, silenciosas y sombrías. Eché un
vistazo a las gradas justo a tiempo para ver al Sr. Barry saliendo. ¿Lo había visto
todo?
Cerré los ojos, en parte para fingir que no acababa de ver al reclutador y en
parte para contener las lágrimas.
Auch.
Siguió adelante.
—Sé que fue un partido difícil esta noche. A veces, un jugador clave tiene un
mal día y eso hace que todo el mundo se desanime. Eso pasa. Lo entiendo. Pero
estoy muy orgulloso de todas por darlo todo de todos modos y no dejar que se
descarrilaran completamente. La segunda mitad que acabamos de jugar fue
genial. No fue la mejor, no fue la de siempre, pero evitaron que el otro equipo
volviera a marcar. Cada persona hizo un esfuerzo extra hoy para mantener al
equipo trabajando. Lena, sé que te perdiste un par de goles. Está bien. Seguiste
intentándolo.
Asentí y suspiré.
Yo también me levanté.
Perry se acercó.
Me mordí el labio.
***
Genial...
Había estado tan ansiosa por esto antes, y ahora lo estaba temiendo
absolutamente.
Entonces otra parte de mí estaba enfadada solo conmigo misma. Esto fue mi
culpa. Debí haber controlado mis sentimientos, pero las cosas se habían vuelto
turbias tan rápido.
Debí haber ido más despacio por un minuto, entender las cosas, aclarar los
límites o lo que sea. Pero en vez de eso, me dejé atrapar por lo que estaba pasando
sin detenerme a pensar.
Ugh.
Así que las #BFF y yo nos encontramos en la casa de Tori y nos preparamos
juntas. Harper y yo peinamos y maquillamos a todas, excepto a Rey, que hizo su
propio look súper emo pero muy genial.
Unos minutos antes de que nos fuéramos y nos reuniéramos con los chicos,
nos pusimos nuestros vestidos.
El mío era largo y con figura, hecho de una tela color oro rosa que brillaba a
una milla de distancia. El escote de novia mostraba mis hombros delgados y mi
cabello caía hasta los codos en ondas perfectas, con un poco de él recogido a la
derecha.
Prometí que la pasaría bien esta noche. Con o sin Ian. Necesitaba esto,
especialmente después de todo lo que había pasado en el campo recientemente.
Era el último año de la escuela y nada iba a arruinarlo.
Y si la vida era como esas películas cursis de la tele, entonces quizás esta
noche Ian y yo nos besaríamos y haríamos las paces.
Tal vez.
La forma en que Noah tomaba la mano de Tori cuando ella se sentaba o cómo
Emerson miraba a Harper. O cuando Jesse puso un brazo alrededor de Ella
después de que terminaron de comer.
—Supongo que seremos la cita una de la otra esta noche, ¿eh? —bromeé.
Ella sonrió.
—Totalmente.
Alejé mi plato. Si comía más papas fritas, más tarde no me entraría más el
vestido.
Rey lucía como si no estuviese segura de esa idea, pero de todos modos dijo:
—De acuerdo.
Cuando pudimos bailar, lo primero que hice fue mirar a Ian, preguntándome
si siquiera habría decido venir esta noche.
¿Estaba como yo, decidido a pasarlo bien? ¿O en casa, mirando televisión
tonta y fingiendo que el Baile de Bienvenida no existía?
Volví a la pista de baile y seguí bailando con Rey, que con su subidón de
azúcar por las galletas y el ponche finalmente podía seguirme el ritmo. Casi
siempre.
Ella asintió.
Después de unos cuántos sorbos, dejé el vaso y me sequé las gotas de sudor
de la frente con una servilleta. A pesar de que todavía era bastante temprano,
nuestro baile estaba a toda marcha, con casi nada de espacio libre en la pista de
baile. Girándome de vuelta a nuestro lugar en las gradas, pensé que quizás
podría convencer a Rey de que se uniera a mí para otro baile. Si podía conseguir
que la chica dejara su diario por un minuto.
Todo el lugar estaba oscuro, las luces en flashes hacían difícil que encontrara
a mis amigas.
Entonces mis ojos aterrizaron en un rostro familiar. Ian, bailando con alguien.
Ella estaba de espaldas a mí, pero reconocí su vestido rojo en un instante.
Bethany.
Me alejé, sabiendo que tenía que irme de ahí. Aún buscando a mis amigas en
la multitud, me pregunté si debería simplemente irme a casa. Entonces la mirada
de Ian se detuvo en mí. Dio un paso rodeando a Bethany y dirigiéndose hacia mí.
Yo di uno atrás, tropezando con alguien.
Luego corrí.
***
Luego Tori, Ella y Harper estaban allí también, inclinándose hacia abajo hacia
mí, y lo único en lo que pude pensar fue que gracias a Dios los chicos no estaban
con ellas porque no necesitaban verme luciendo como un monstruo lloroso del
maquillaje.
Tori abrió la puerta trasera, Ella y Harper justo detrás de ella, listas para
subirse también, y yo sacudí la cabeza, girándome hacia ellas. Me sequé la cara
con un pañuelo.
—Chicas, no, por favor. Vuelvan adentro y encuentren a sus citas. Yo estaré
bien.
Harper asintió.
—Ya me siento mejor. Quiero irme a casa. Por favor, no renuncien al resto de
su noche por mí. Solo me sentiré peor.
Tori suspiró.
—No sé…
¿Cómo pude ser tan tonta? Obviamente, Ian seguía sintiendo algo por
Bethany. Quiero decir, ¿qué esperaba? ¿Que la superara, así de repente?
Y era mi culpa pensar que la vida era una película con el final feliz perfecto.
Pero eso estaba bien. Rey y yo volvimos a su casa. Su madre nos echó un
vistazo y dijo que era bienvenida todo el tiempo que quisiera.
No tenía televisor en su habitación como yo, pero quería estar ahí de todos
modos.
Era la madre de Rey, con una pequeña bandeja en sus manos. Había dos tazas
de algo que aún humeaba, más algunas galletas y fruta. Dejó la bandeja en el
escritorio de Rey y se giró hacia nosotras.
—¿Seguro que estás bien, cariño? —Dio unos pasos hacia nosotras, su cara
marcada con líneas de preocupación.
Unos minutos más tarde, estaba en una larga camisa de noche. Ambas nos
sentamos en su cama comiendo galletas y bebiendo té.
—Mi mamá dice que una bebida caliente siempre mejora las cosas.
Sonreí.
—Tiene razón. —El líquido me calentó hasta los dedos de los pies, y me sentía
más tranquila que antes—. A mi madre también le encantan sus tés, pero nunca
los había probado antes. Aunque esto es de hecho bastante bueno.
Tomé otro sorbo, mis pensamientos volvieron a esa imagen de Bethany e Ian
en el baile.
Mi corazón se rompió.
Incluso las palabras del entrenador. Esta noche era tu oportunidad, y para serte
sincero, no estoy seguro de que haya otra.
Las lágrimas volvieron a inundar mis ojos, y deseaba poder borrar esas dos
cosas de mi mente.
—Quiero decir, una cosa era que no fuéramos juntos al Baile de Bienvenida.
¿Pero terminar con ella? Es como si no le importara nada, ¿sabes?
Rey dijo:
—Sí.
Y yo seguí.
—No era solo alguien por quien terminé teniendo sentimientos. Era mi mejor
amigo. Pero ahora es como si todo eso se hubiera ido para siempre. No veo cómo
podemos seguir siendo amigos después de todo esto.
—Lo siento mucho, Lena. Pero espero que al menos te hable de ello y se
disculpe. Nunca se sabe. Tal vez funcione.
Pensé en eso, suponiendo que tal vez hubiera una oportunidad. Esperando
que todavía hubiera una oportunidad, pero sin ver cómo. Lo que había visto
había sido bastante claro.
Y aunque la idea de perder a Ian como amigo era lo que más dolía, no estaba
segura de poder superarlo.
Las dos nos quedamos sentadas allí, con el brazo de Rey alrededor de mí. Me
limpié la nariz y los ojos, pero las lágrimas vinieron de todos modos.
El sonido de la puerta delantera abriéndose y luego las voces rompieron el
silencio.
—Lo siento —dijo Rey—. Ese era mi hermano Hugo y su amigo Wes. Vive al
lado —terminó en voz baja.
Me senté.
—¿Él es...?
Rey comprobó quién era a través de las cortinas, pero seguro que eran las
#BFF.
Tori sonrió.
—¿Qué es un baile sin Lena para superar a todos los que están allí con sus
movimientos?
Nos reímos, y supe que era verdad. Eso era otra cosa que me entristecía:
haberme perdido todo ese baile.
Tori se cruzó de brazos, y pude ver que no estaba de parte de Ian después de
lo que había pasado esta noche.
Harper continuó.
***
Mi amistad con Ian probablemente también había terminado. Junto con mis
posibilidades de ser reclutada.
Solo deseaba que hiciera lo que yo estaba haciendo y me diera la espalda por
unos días hasta que pudiera decidir lo que sentía por él.
Ignorar sus mensajes todo el fin de semana no había sido suficiente pista.
—Lena, solo espera. Por favor. Déjame explicarte. —Sus ojos me suplicaron.
Su voz. Me odiaba a mí misma por extrañar su voz.
Sus ojos se posaron en mí, pero metió las manos en los bolsillos y se quedó
donde estaba.
Por una vez, no tenía ganas de ir al entrenamiento de soccer. Las cosas iban
a ser muy incómodas con el resto de los chicos y chicas. No esperaba con ansias
las miradas extrañas y las preguntas insistentes.
Cuando entré en el vestuario esa tarde, estaba segura de que todos lo sabían.
La noticia de Bethany e Ian en el Baile de Bienvenida ya se había difundido en la
escuela, al igual que nuestro encuentro de esa mañana.
Katie y las otras chicas me dieron las mismas miradas de lástima que había
encontrado el resto del día. Pero me alegré de que mantuvieran la conversación
en otras cosas. Y de que no me preguntaran por qué no estaba hablando con ellas.
Una parte de mí se sintió mal por él, preguntándome si debería dejarle decir
lo que quería decir.
Pero también teníamos nuestro próximo partido importante en solo tres días.
Esa tenía que ser mi prioridad. El soccer era más importante que nunca, y yo
totalmente había arruinado nuestro último partido.
Tal vez después de que la temporada terminara podría pensar en hablar con
Ian.
La gota que derramó el vaso fue cuando alguien literalmente se topó conmigo
y se me cayeron los libros. Por supuesto, ella estaba caminando por el pasillo al
mismo tiempo. Al ver mis cosas esparcidas por todas partes, se rio.
Mirándola fijamente, exhalé como un toro furioso. Decir algo realmente malo
habría estado bien, pero también odiaba la idea de meterme en problemas y luego
estar sentada en el banquillo al día siguiente.
Pero no se fue, así que empecé a pensar en una excusa para irme. Como llegar
a clase a tiempo. Eso funcionaría.
—Lena, lo siento, ¿sí? —dijo, con una voz tan sincera como pude ver—. De
verdad, lo siento. ¿Podemos hablar, por favor? Odio estar así contigo.
—Realmente no quiero hablar ahora mismo —dije, sin encontrarme con sus
ojos. Luego traté de alejarme, pero el toque de su mano en mi brazo me hizo
congelarme.
Su voz suplicaba.
—Lena.
Yo misma no estaba muy segura de cómo iban a ir las cosas. Pero no quería
hablar aquí, delante de todo el mundo como si fuésemos un reality show.
Pero en ese momento, lo único que quería era irme. Por una vez, no quería
ser el centro de atención, no por esto.
***
Esperaba que Ian olvidara lo que había dicho sobre hablar antes del partido,
pero sabía que no era probable.
La verdad era que había pasado la mayor parte de esa hora intentando no
pensar en Ian o mirar a Ian o recordar los buenos momentos con Ian.
Mientras tanto, nos quedaba más tiempo de inactividad antes de que llegara
el momento de calentar. El otro equipo estaba llegando tarde. Todos los demás,
los profesores y otros estudiantes, se habían ido a casa por el día, pero el partido
no comenzaría en un buen rato. Fue entonces cuando Ian me encontró. Lo vi en
el pasillo, e inmediatamente me saqué los auriculares.
Dio varios pasos hacia mí, el sonido de sus zapatos en el linóleo era
misteriosamente el único sonido en lo que parecían kilómetros.
—¿Qué? —dije.
No sabía qué hacer, pero asentí con la cabeza. No podía decirle que
últimamente era una solitaria porque me dolía demasiado estar cerca de él.
Sabía que estábamos rotos, pero no tenía ni idea de cómo arreglarlo, así que
lo mejor era evitarlo.
Ian suspiró.
—Si quieres hablar, está bien, pero no tenemos mucho tiempo, así que
deberíamos hacer esto rápido.
Me burlé.
—¿Te refieres a besar a Bethany? ¿A bailar con ella? Quiero decir, está bien si
vuelves a estar con ella. —Hice retroceder el torrente de emociones que venía con
el recuerdo de eso, sin mencionar todo lo que realmente quería decirle a Ian.
Así como así, las lágrimas volvieron, esperando derramarse por mis mejillas,
pero yo quería que se quedaran ahí. Retrocedan. No quería llorar delante de Ian.
Ya me sentía como una idiota por estar disgustada. Por dejar que esto
ocurriera.
Ian suspiró.
—No fui al Baile de Bienvenida con ella. Y no he vuelto con ella. Ella insistió
en un baile. Debería haber dicho que no.
Negué con la cabeza, ese beso en la noche del Baile de Bienvenida me recordó
lo enojada que estaba con él. ¿Le era tan difícil decirle que no? ¿Su resolución
siempre se derrumbaba cuando se trataba de ella? El resto de los horribles
sentimientos de esa noche volvieron a llenar mi pecho.
—Ojalá nunca hubiera aceptado tu estúpido reto —dije, más que nada.
Pero tan pronto como salió, me arrepentí de haber dicho las palabras en voz
alta.
Ian estaba tan callado que lo miré. La herida se reflejaba claramente en sus
ojos. La culpa me comió por dentro, al darme cuenta de que ya no era la única
que retenía las lágrimas.
Grandioso.
—Solo quería decir... que no fue una buena idea. Claramente, no has
superado a Bethany...
—Y con nosotros siendo amigos cercanos y todo... debería haber dicho que
no. —Me miré las manos—. No digo que esto haya sido culpa tuya. Es solo que...
Nunca debió haber pasado, quería decir. Debí recordar que no se suponía
que fuera real. ¿Pero dónde estaríamos si nunca hubiera aceptado ese reto?
¿Amigos? ¿Cuánto nos habríamos perdido?
Me ponía tan triste que las cosas no hubieran funcionado entre nosotros.
—Lo entiendo —respondió Ian—. Tienes razón. Siento lo que pasó en el baile.
Lo único que quería era un baile contigo, no con ella. —Lo miré, pero siguió
hablando—. Pero... eso no importa. Porque claramente todo esto ha terminado.
Se detuvo, y junté sus palabras en mi cabeza, una por una. Fue entonces
cuando las lágrimas rompieron a través de las compuertas y corrieron por mis
mejillas.
—Está bastante claro que no quieres tener nada que ver conmigo, así que no
tienes que seguir diciéndome que te deje en paz. O que me vaya.
Luego se fue.
Veintitrés
Tori negó con la cabeza y sonrió. Estábamos sentadas juntas en la sala.
—Qué malo que pasara justo antes de tu gran partido —dijo—. Me alegro de
que ganaran.
Todo lo que pude hacer fue asentir y limpiarme las lágrimas que no se
detenían.
—Ni siquiera sé cómo lo hice. Solo hice lo mejor para fingir que nada más
existía, hice lo mejor para estar ahí para el equipo. Oh, y el Sr. Barry, el
cazatalentos, no estaba ahí. No estoy segura de si eso es bueno o no.
A pesar de todo, salí ayer ahí e hice un gol. Katie había hecho otro, y nuestra
defensa había mantenido a raya al otro equipo.
No había creído que las cosas entre nosotros pudieran ponerse peor, pero
estaba equivocada.
Ella dijo:
¿Quería que Ian cambiara de parecer? Ya había roto mi corazón una vez,
prácticamente dos con nuestra amistad y la relación falsa todo en uno. De
ninguna manera iría detrás de él y arriesgaría mi corazón una vez más.
—Tal vez esto sea para mejor —dije—. Las amistades no siempre funcionan.
Él irá por su camino. Yo iré por el mío.
Eso me hizo llorar de nuevo. Era duro perder a un chico a quien había besado
de verdad y por quien sentía algo. Era incluso más difícil perderlo como amigo.
—Está bien, el helado no hará que las cosas malas desaparezcan. Pero tal vez
podamos ver una película y comer algunos bocadillos de todos modos.
***
Eventualmente, no tuve más opción que volver a casa, por mucho que odiara
que mi familia viera que estaba bastante triste.
Rodé los ojos, sin importar que mis padres odiaran que hiciera eso.
—Déjala ir4 —dijo mi padre en voz baja, y casi me desmoroné del alivio.
Vaya.
Pero ahí estaba. Dio unos pasos, pasando una mano por su cabello y mirando
a todos lados nerviosamente. Sus dedos eran gruesos, fácilmente dos veces más
grandes que los míos. Cuando era pequeña, ponía mi palma contra la suya,
preguntándome cuándo crecería lo suficiente como para alcanzar su tamaño.
Papá tomó asiento al borde de mi cama. ¿Era esto por mi último partido? ¿Iba
a asegurarse de que diera lo mejor en el partido de mañana contra Chestnut
Mountain? ¿Iba a recordarme cuán importante era ganar el campeonato estatal?
¿Darme algunos consejos de última hora?
Más silencio.
¿Recordaba lo que era ser un adolescente? Su niñez no había sido nada como
la mía. Él había crecido en Tijuana, México. Apenas había ido a la escuela. Tuvo
que trabajar desde una edad muy temprana.
Siguió en español.
—Sé que tal vez no es algo de lo quieras hablar con tus padres. Lo entiendo.
Esta es la edad donde comienzas a descubrir cosas de ti misma, a tomar tus
propias decisiones. —Suspiró y asintió, mirándome.
Asentí también, sin estar segura de qué decir, o si se suponía que tenía que
decir algo.
—Te hemos criado bien. Sé que tomas buenas decisiones así que confiamos
en ti, Selena.
—Solo quiero que sepas que a veces la vida puede ser difícil, mija. Va a
lanzarte muchas cosas en tu camino. Buenas y malas. Solo puedes decidir cómo
vas a lidiar con eso. En qué tipo de persona te convertirás. Pero recuerda que eres
fuerte. He estado en el campo. Y sé lo que es estar fuera de él, también.
Parecía como si quisiera decir algo más, pero no lo hizo. En cambio, exhaló,
como si todo lo que había dicho le hubiera tomado mucho esfuerzo.
Me levanté.
Asintió una vez más y cerró la puerta de mi cuarto lentamente detrás de mí.
Casi sin hacer ruido.
¿Por qué no había dicho nada? ¿Por qué no había dicho que no habíamos
terminado? ¿Que por supuesto que aún éramos amigos?
Estaba atrapada con todas las decisiones que había tomado, incluida la de
dejarlo ir, tomando toda la culpa.
Tal vez si no fuera el gran día del partido le habría rogado a mi madre que
me dejara quedarme en casa, la habría convencido de que tenía fiebre o calambres
o algo por el estilo.
¿Pero faltar a las semifinales? ¿Uno de los partidos más grandes del año?
Decía enviado a las 3:47 am, y me preguntaba cómo lo había dejado pasar
antes.
Leí el mensaje
Ian: ¿Estás despierta? Lo siento si te despierto, pero tengo que decir esto porque no
puedo dormir. Todo lo que dijimos la última vez que hablamos sigue repitiéndose en mi
cabeza como una mala canción, y odio que incluso haya sucedido. La verdad es que no
quiero perderte. Como amiga. O de otro modo. Quizás para ti todo fue falso. Tal vez no.
No lo sé. Pero estar contigo, Lena, es lo más real que he hecho. Lo siento por todo. Lamento
incluso haberte pedido que hicieras esto por mí. Arruinó todo, y es mi culpa. Debería haber
sabido que era una mala idea, pero creo que, en el fondo, una parte de mí sentía algo por
ti, y quería ver cómo sería. Tocarte. Abrazarte, como más que un amigo. Quizás besarte.
Cuanto más tiempo pasaba, más me daba cuenta de que me estaba enamorando de ti y no
tratando de recuperar a mi ex. Esto dejó de ser sobre ella hace mucho tiempo. No me
importa si no sientes lo mismo. No importa. ¿Pero podemos volver a donde estábamos
antes? Te extraño. Extraño sentarme contigo en el autobús yendo a los partidos o
sentarnos juntos en las gradas. Espero que le des otra oportunidad a nuestra amistad…
Nos vemos en el partido.
Nunca me había enviado un mensaje tan largo. Y nunca uno como este.
Tal vez esta noche… Ian querría arreglar esto. Parecía que él también sentía
algo por mí, pero tal vez podría convencerlo de que ser algo más que amigos…
no era una buena idea.
Todo esto de los besos de verdad no era una broma, y la idea de hacerlo
nuevamente me asustaba más que la posibilidad de perder el partido del
campeonato estatal. Incluso más que decepcionar a mi equipo.
No.
Este reto había arruinado todo tipo de besos para mí, pero especialmente
besar a Ian.
***
—¡¿Estás loca?!
No pude mirarla a los ojos, sino que me concentré en los nachos con queso
que tenía delante.
—Uh…
Esta no era la reacción que esperaba después de contarle a las #BFF sobre el
mensaje de las 3 de la mañana de Ian.
Harper se mordió el labio, luciendo algo tímida. Probablemente porque
estaba de acuerdo con Tori.
Me mofé, molesta conmigo misma por no pensar un poco y dejarles ver que
Ian solo me importaba como amigo.
Harper apartó su bandeja, claramente preocupada más por esta situación que
por la rebanada de pizza a medio comer en su plato.
—Está bien, si lo único que quieres es que sean amigos. Pero creo que todas
sabemos que eso no es cierto, Lena. PD: te amamos, ¿de acuerdo?
La peor parte era que todos tenían razón. Mis amigas. Mi papá.
—No soy como ustedes —dije, agitando mis brazos—. No puedo decirle a un
chico cómo me siento.
Rey suspiró.
Usó su diario para cubrirse la cara hasta los ojos, y le di un abrazo de costado.
—Sin embargo, todavía creo que deberías decirle a Ian cómo te sientes.
Abandoné mi abrazo.
—Rey… pensé que estábamos bien —bromeé, fingiendo una expresión triste.
Sonrió.
—Solo creo que hay momentos en la vida en los que solo tienes una
oportunidad, ¿sabes? Es mejor haber amado y perdido que no haber amado en
absoluto y todo eso. ¿No te parece? Todavía estoy tratando de reunir el coraje,
pero ver a la poderosa Lena hacerlo sería un buen empujón para mí. —Me guiñó
un ojo, todavía esperando que yo dijera que lo haría.
Tori me miró como si supiera que tenía razón. Harper y Ella al menos
tuvieron la decencia de parecer comprensivas.
Tori se inclinó.
—Sabes lo que tienes que hacer. Ve tras él, Lena. Dile cómo te sientes. De
verdad.
Ella dijo:
—Sí. Concuerdo.
—Vamos, ¿dónde está la Lena valiente y atrevida que conocemos? ¿La que
aceptaría cualquier reto sin un abrir y cerrar de ojos?
Eso hizo que todas se rieran de nuevo y que Rey volviera a abrazarme,
también riendo.
Una parte de mí quería llorar. Una parte de mí quería huir y tal vez
cambiarme de escuela.
Pero sabía que mis amigas tenían razón. Tenía que decirle a Ian mi verdad.
Tantas oportunidades para decirle lo que realmente sentía por él, y no había
tenido el coraje de hacerlo. Bueno, ya era hora de reunir algo.
En verdad o reto, siempre elegía reto. Los retos eran fáciles. Divertidos.
Locos.
La verdad era dura. ¿Dejar entrar a alguien? Difícil. ¿Decirle a alguien que te
gustaba? Daba miedo.
¿Encontrar los ojos de Ian y decirle que también había sido real para mí? Solo
pensar en eso me hizo querer entrar en pánico.
Harper dijo:
Todavía teníamos algo de tiempo antes del partido, y podría haber pospuesto mi
conversación con Ian para esta noche.
Pero las #BFF me estaban presionando para que hablara con él ahora.
¿Y otra razón más importante por la que necesitaba dejar de ser tan cobarde
y confrontarlo?
Sabía a ciencia cierta que había llegado tarde esta mañana, se había perdido
la mayor parte del primer periodo. Parecía un zombie. Ni siquiera se había
presentado a almorzar, y el equipo universitario de chicos estaba preocupado por
él.
Y con razón. Una de las grandes razones por las que habían llegado al partido
del campeonato estatal esta noche era gracias a Ian. Había bloqueado fácilmente
una docena o más de goles esta temporada, y no había forma de que ganaran esta
noche si no estaba dándolo tomo.
Chris ya me había suplicado antes del cuarto periodo que hablara con Ian,
que quizás le diera un poco de aliento. Luego me guiñó un ojo, puse los ojos en
blanco y me fui.
Pero sabía que tenían razón. No podía dejar que Ian siguiera así y le costara
al equipo una gran victoria como esta porque no sabía la verdad. Porque tenía
demasiado miedo para decirle la verdad.
Entonces, a pesar de los empujones y la presión de Tori, Ella, Harper y Rey,
lo que realmente me convenció de salir del vestuario y dirigirme a donde sabía
que Ian estaría pasando el rato antes de que empezara el partido, fue eso. Ian
Sabía cuánto significaría ganar este partido para él, y no quería que se lo
perdiera por lo que sucedía entre nosotros.
La verdad era que me gustaba más que nunca, y si eso significaba salir y
posiblemente ser rechazada porque había hecho esto demasiado tarde, entonces
que así fuera.
Vi su figura solitaria en la parte superior de las gradas al otro lado del campo
donde practicaban las chicas del equipo universitario. Katie me saludó con la
mano, pero seguí caminando hacia Ian, con las manos metidas en el bolsillo
delantero de mi sudadera.
Uno por uno, subí los escalones de las gradas de metal hasta la cima. Ian
estaba sentado en la segunda fila superior, recostado y apoyando los pies en la
fila debajo de él.
Estaba abrigado, con sudadera y capucha. El aire estaba frío, pero el sol
brillaba, y lo tomé como una buena señal de lo que estaba a punto de hacer.
El extraño giro que nuestra amistad había tomado las últimas semanas
finalmente se solucionaría, de una forma u otra.
Por lo general, sus ojos se iluminaban cuando me veía y sonreía, sin esfuerzo.
Hoy no lo hizo. Se sentó, se sacó los auriculares y esperó a que dijera algo.
Sus ojos cuestionaban por qué estaba allí, su boca se abrió ligeramente, y ansié su
sonrisa.
—Lo siento si yo… —mi voz se apagó. Tosí, tratando de ordenar mis
pensamientos confusos.
—Está bien.
—Ian, yo…
Abrió la boca para volver a hablar, pero levanté la mano y presioné un dedo
contra sus labios.
—Yo primero.
Pero estaba tan feliz de que su sonrisa volviera, y cuanto más entendía lo que
acababa de decir, más grande era mi sonrisa.
—¿Lo qué pasó con Bethany en el Baile de Bienvenida? Fue estúpido. Solo
bailé con ella porque ella insistió y dijo que su cita la había abandonado. Me sentí
mal por ella. Entonces me besó de la nada. Pero te estaba buscando, Lena. Eras
tú con quien quería bailar. Quería que bailáramos toda la noche.
—¿De verdad? —dije, segura de que tenía la sonrisa más idiota en mi cara—
. ¿Por qué nunca dijiste nada sobre cómo te sentías…?
Miré hacia otro lado, sabiendo que tenía razón. No había pensado en él así
hasta unas semanas después del reto.
Continuó:
Se encogió de hombros.
Asentí.
—Estaba bien con que no fuéramos amigos —dijo Ian. Eso me hizo mirar
hacia arriba—. Quería ser más.
Luego se inclinó hasta que su boca estuvo sobre la mía. Mis ojos se cerraron
solos y dejé que todo lo demás desapareciera. Lo único en que quería pensar era
en Ian y la forma en que sus labios se movían contra los míos. Mis manos
rodearon su cuello, acercándolo más, mientras sus brazos se acomodaban
alrededor de mi cintura.
Lo que pudo haber sido cinco segundos o cinco minutos después, se apartó
un poco.
Luego besó mi frente y deseé que pudiéramos quedarnos así para siempre.
Sin embargo, los sonidos de vítores y gritos de abajo nos hicieron separarnos.
Chris bramó:
Desde el otro lado del campo, el entrenador salió del vestuario de los chicos,
donde estaba su oficina, y sonó el silbato.
Cuando pisamos la hierba, Chris se me acercó y nos abrazó. Katie y las chicas
también me abrazaron.
Quizás porque había estado practicando como loca o porque todavía tenía el
subidón de adrenalina de haber besado a Ian antes, pero jugué como nunca antes,
haciendo un pase imposible a Katie quien hizo un gol. Todo en los primeros diez
minutos del partido.
Aunque era un equipo difícil, y no nos dejaron hacer otro gol fácil. Casi como
si hubiésemos despertado a un oso muy agresivo de su hibernación. Pero
nosotras también queríamos esto. Y no íbamos a dejarlas marcar si podíamos
evitarlo.
Mientras más seguía el partido y el sol bajaba, más se llenaban las gradas de
estudiantes, padres, y profesores que se presentaban para apoyar a la escuela.
Los gritos de mis amigas me llegaban. Tori, Ella, Harper y Rey estaban de pie
y me alentaban todo el tiempo, cantando y todo. Tori incluso había traído sus
pompones.
Con solo quince minutos restantes del partido, les lancé un beso.
Allí.
Una chica del otro equipo erró un pase, pateando demasiado fuerte en mi
dirección.
Apenas esquivé a una. Casi me caí. Escuché los gritos de Katie de “¡Libre!”
mientras ella corría al arco a varios metros de distancia.
Con la pelota a sus pies, Katie me miró por un ínfimo instante. Sabía lo que
eso significaba. Miré alrededor, tratando de ver cuánto espacio tenía.
Sería ahora o nunca porque el partido casi había terminado. Nuestro equipo
no tendría otra oportunidad como esta para tirar al arco.
Al otro lado del campo, Perry me gritaba para que le hiciera un pase,
consiguiendo la atención del otro equipo el tiempo suficiente para que yo
controlara la pelota y la girara.
Fui rápido hacia el arco, una defensora a mis espaldas, a solo unos
centímetros. Trató de quitarme la pelota. Solo un toque enviaría a la pelota
volando y arruinaría mi oportunidad de hacer un gol.
Delante de mí, la arquera se puso en posición, agachándose con los brazos
extendidos. Lista para saltar y atajar la pelota.
Yo me detuve…
Los gritos erupcionaron de las gradas, y salté de arriba abajo. Katie corrió y
me abrazó. Saltamos juntas con el resto del equipo, gritando porque lo habíamos
hecho.
Corrí hacia el resto del equipo e hice una voltereta perfecta. Saltamos y
gritamos juntas.
Katie me abrazó.
Mientras el otro equipo dejaba el campo, con la cabeza baja, los chicos
vinieron a celebrar con nosotras.
Viéndolo a solo unos metros, corrí hacia él y enredé los brazos en su cuello.
Él me susurró al oído:
—Estuviste increíble.
Lo miré.
—Gracias. Y tú sigues.
Ya lucía nervioso.
Mi papá, quien apenas podía encontrar mis ojos. Mucho menos los de Ian.
Ian sacudió la cabeza, murmuró algo acerca de calentar con el resto del
equipo, y desapareció.
Mi papá puso un brazo alrededor de mí, y caminamos fuera del campo con
el resto de las chicas del equipo. La mayoría de ellas se dirigían a las gradas a
alentar a los chicos. Teníamos pósters y cantos listos, pero me di cuenta de que
mi papá quería decir algo. En los costados de la cancha, se detuvo frente a mí,
asintiendo ligeramente.
—Lo hiciste muy bien en el campo, mija —dijo en voz baja—. Muy bien.
Nos alejamos, y lo único que él hizo fue asentir de nuevo, apenas haciendo
contacto visual, pero era más que suficiente para mí.
Yo sonreí ampliamente.
No muy lejos, las #BFF me hicieron señas con las manos, amontadas juntas
cerca de las gradas.
Tori asintió.
—¿Y esa voltereta al final? Nada mal. —Nos reímos.
—Yo no entendía qué estaba pasando la mitad del tiempo, pero cuando
hiciste ese gol al final, guau. Eres súper talentosa, ¿sabes?
—Un poco de talento. Un montón de trabajo duro, pero gracias. —Hice una
reverencia—. Así que, chicas, ¿quieren quedarse para el partido de los chicos?
Puedo explicárselos, y podemos salir todas a comer después…
Ella dijo:
—¡Claro!
Alcé un dedo.
Me encogí de hombros.
El aire estaba frío, pero estar tan cerca de Ian prendía un incendio en mi
interior.
—Guau —dijo.
Luego se giró y volvió a su puesto, mirándome una vez más con esos
hermosos ojos celestes y su sonrisa deslumbrante. Estaba bastante segura de que
estaba sonriendo como una idiota, mordiéndome el labio y saboreando el beso
de solo unos segundos atrás.
Pero no me importaba.
Besar a alguien quien había sido mi amigo por siglos y ahora significaba
muchísimo más.
Las #BFF con Jesse, Emerson y Noah se unieron a nosotros junto a varias otras
personas de la escuela.
Ian se sentó a mi lado, su brazo rodeándome como esa noche hacía no mucho
tiempo.
Quizás lo que lo hacía sentir tan lejano era cómo ahora estábamos en un lugar
completamente distinto.
Solo una relación normal, que resultó ser el mejor tipo de relación.
Antes, podría haber pensado que eso era aburrido o que no era para mí.
Pero era más divertido y significaba mucho más que cualquier otra
experiencia que hubiese tenido con un chico.
—Ignórenme —dijo—. Ustedes dos son tan lindos. Tenía que sacarles una
foto.
Me entregó su teléfono.
Sonreí.
—¿Estás bien?
—Sí, solo… me siento como el chico más suertudo del mundo ahora mismo
—dijo en voz baja, sus ojos centrados en los míos.
Yo solo quería rodearlo con mis brazos de nuevo, pero la voz de Harper me
hizo girarme de vuelta a los otros.
Ella le dijo a Rey “Ven aquí” y Katie contó hasta tres y sacó la foto.
Abrí Instagram.
Su rostro enrojeció.
—No sé —dije—. En el tiempo que nos hemos conocido, ese el único chico
que siempre te ha gustado. Además, dijiste que si yo le decía a Ian cómo me
sentía, eso te daría el coraje de hacer lo mismo con este chico.
Le di un empujoncito de nuevo.
Me giré hacia Ian, quien estaba ocupado hablando con Noah, Jesse y
Emerson. Me hacía feliz ver a Ian pasando el rato con ellos, hablando como si
hubieran sido amigos desde siempre.
—Es raro siquiera pensar en tener un novio. Solo no siento que sea algo que
podría pasarme a mí, ¿sabes?
Le di un abrazo de costado.
Ella suspiró.
—¿Pueden creer como el último año está pasando volando? Quiero que el
tiempo se detenga.
—Lo sé, pero también es emocionante, ¿no crees? Estaremos haciendo cosas
de adultos y todo eso.
Yo me reí.
Nos reímos.
Tori sonrió.
—Completamente de acuerdo.
Ella dijo:
—En un año. En cinco años…
Harper dijo:
—Siempre.
—Para siempre.
Acerca de la autora
Yesenia Vargas escribe literatura juvenil para chicos que están descubriendo
qué significa tomar sus propias decisiones. Cuando no está escribiendo, disfruta
leer, pasar tiempo con su familia, mantenerse en forma, y mirar horas y horas
de Netfilix.
Vive en Georgia con su marido y sus dos hijas pequeñas. También comparte
consejos útiles para escritores independientes en SavvyAuthorpreneur.com.