Está en la página 1de 47

1

El siguiente documento fue hecho sin fines de lucro, siendo así su finalidad incentivar la
lectura a esos países en el cual es imposible conseguir sus publicaciones al español.
Ninguna traductora, correctora o diseñadora de este foro recibe dinero por participar en el
actual documento. Es una traducción no-oficial, realizada con afecto y dedicación hacia esas
personas seguidoras de la lectura, y autor. Demuestra tu apoyo hacia la autora, comprando
2
sus libros, si estos llegan a tu zona o ciudad.

¡Disfruta!
Staff
Moderadora de Traducción
Angy de Rossi

Traductoras
Carolina Shaw Angy de Rossi Alysse Volkov
Meeny July Styles Tate

Moderadora de Corrección 3
Alessa Masllentyle

Correctoras
Elizabeth Scarhood Agus Morgenstern Marieta16
Pily

Lectura Final
Alysse Volkov

Diseño
MaeVolkov
Índice
Sinopsis
La última noche de Ty
La última noche de Jenna
El primer vistazo
Una cosa verdadera
Siguiente Libro
Sobre el Autor

4
Sinopsis
Nunca sabes cuándo será la última noche juntos. Una última
pelea, una tragedia más, una última mentira, y la relación ha
terminado. La novela One Last Night, explora las relaciones que
dieron forma tanto Ty y Jenna y que hicieron de ellos lo que son en el
momento que se encuentran en el pasillo del edificio de sus
apartamentos en Texas.

Ty y Hailey han estado juntos desde su último año en la


escuela secundaria. Su última noche juntos es en una fiesta de
despedida sorpresa para Ty, porque se va para Texas al día siguiente.
El amor y la lealtad de Ty son desafiados cuando Hailey se remonta a
una promesa —que resulta en una noche que ninguno de los dos
esperaba.
5
Jenna piensa que ha encontrado su verdadero amor en la
universidad Jake un jugador de futbol. Un torbellino de verano se ha
dedicado a jugar pelota y jugando en casa y Jenna piensa que Jake
está listo para hacer la gran pregunta en cualquier momento.
Cuando Jenna llega a casa de forma inesperada, su sólido mundo es
hecho pedazos y se ve obligada a enfrentarse a una relación llena
de mentiras.
La precuela de la novela One True Thing, One last night te lleva
en un viaje de como dos relaciones terminan y una que podría ser
solo el comienzo.
La última noche de Ty
Traducido por Angy de Rossi & Carolina Shaw
Corregido por Elizabeth Scarhood

—¡S orpresa!

El cuarto de atrás entero de Oceana, estalla tan pronto como


giramos la esquina.
Mierda es todo lo que puedo pensar, una vez que mi corazón deja
de golpear. Parece que todos a los que he conocido están aquí y sé que
no solo Hailey planeo por completo las cosas, pero apostaría cualquier
cosa en el hecho de que sus padres están poniendo el dinero para ello. Así
que no lo había planeado para esta noche. Pero no tengo elección, Hailey 6
está de pie junto a mí prácticamente vibrando con la felicidad mientras
sostiene mi mano. Tengo que cubrir mi cara con una sonrisa y de alguna
manera sobrevivir a las próximas horas. —¿Te sorprende, Ty? —pregunta
Hailey con sus ojos oscuros brillando.
—Totalmente —digo, y le doy un beso. Estoy seguro de que fue
mucho trabajo poner todo esto junto, y no puedo ser un idiota solo porque
esperaba una cena tranquila en mi última noche en la ciudad, sólo
nosotros dos.
Ella saluda con la mano a un par de invitados. —Bueno, yo no podría
dejarte ir “al medio de la nada” sin una gran despedida.
Asimilo los globos rojos y blancos, los delicados arreglos florales con
colores coordinados en cada mesa, el poster gigante de Garvin State que
cuelga en la pared del fondo y la pila de regalos en una mesa junto a la
puerta. Por no hablar de toda la habitación reservada en uno de los
mejores restaurantes de todo San Francisco. La mayoría de la gente en
esta ciudad no puede conseguir una mesa en Oceana. Dejo a Hailey
hacerse cargo de todo el lugar.
—Es muy bueno —digo—. De verdad te luciste.
—Adelante —dice, tirándome hacia la habitación. Un camarero
camina llevando una bandeja de copas de champán por lo que Hailey
agarra dos y me da una. Estoy a punto de decirle algo, pero rápidamente
cambio de opinión, porque todo lo que digo es garantía para empezar
otra fea pelea, algo por lo que somos famosos en estos días. Después de la
última vez, Hailey prometió tomarlo con calma. Tengo que confiar en ella,
por lo menos eso es lo que sigue diciéndome. Tintinea su copa con la mía,
sus ojos brillando con anticipación como siempre lo hacen al comienzo de
un partido y luego drena la mitad del vaso. Cuando las frías burbujas tocan
mi nariz como una explosión de pinchazos, recuerdo porqué en realidad
odio el champán. Busco a mí alrededor un camarero, preguntándome si
puedo tener una cerveza en poco tiempo.
A pesar de que sólo acabamos de llegar, la fiesta ya está en pleno
apogeo. Amigos de la escuela secundaria se mezclan con algunos de los
chicos de mi equipo de béisbol de la universidad, junto con un grupo de
amigas de Hailey que están, probablemente, felices de estar en una fiesta
con tantos chicos solteros para un intercambio. Hay un grupo en una
cabina de la esquina que no reconozco de inmediato —un poco
mayores—, supongo que en los finales de los veinte. Y entonces reconozco
el tipo en el centro con el cabello negro corto y la barba bien recortada.
—¿Es Carlos Méndez, no es así? —Se siente ridículo decirlo. ¿Por qué
la nueva estrella más cercana a los Gigantes de San Francisco estará en
mi fiesta de despedida? 7
—Sí. —Hailey se abraza a mi hombro y mira la cabina—. Es amigo de
mi jefe en el trabajo, así que moví un par de cuerdas. Pensé que podrías
tener algunos consejos. Ya sabes, para entrar en las Grandes Ligas.
—¿Lograste que Carlos Hill viniera aquí? —Me quedo mirándola con
asombro.
—Por supuesto que sí. —Se pone de puntitas y me besa, sus labios son
una mezcla de vino y champán—. Sólo lo mejor. Te amo.
—También te amo. —Estos días lo he dicho por costumbre, pero a
pesar de todo, todavía lo digo en serio. Hemos estado juntos por tres años,
¿cómo no iba a hacerlo? Con su piel de color ámbar suave y el pelo
oscuro y rizado que cae en ondas por su espalda, es una de las chicas más
hermosas que he conocido. Todavía recuerdo la primera vez que la vi en la
fiesta de último año, tenía un cuerpo que parecía que encajaba en la
portada de una edición de trajes de baño, pero se encontraba bebiendo
cerveza y juagando billar como uno de los chicos. Creo que me enamoré
de ella en el momento que hundió la bola ocho, arrebatándole a un pobre
tonto su dinero para la gasolina por el resto del mes y luego recolectó la
deuda sin una pizca de arrepentimiento.
—¡Tyler! —Jason se acerca, me da un abrazo rápido y palmada en la
espalda—. Todavía no puedo creer que te vayas.
—No puedo creer que mantuvieras el secreto —digo. Lo acabo de
ver en nuestro apartamento hace una hora.
Sonríe a Hailey. —Cuando tu novia te da órdenes para mantener un
secreto, tú guardas un secreto.
—Puedes apostar tu trasero a que lo haces —dice Hailey, guiñándole
un ojo. Me aprieta la mano y luego se suelta—. Voy a hacer que todo esté
bien con la comida, ¿de acuerdo?
—Está bien —digo. La veo caminar hacia otro camarero,
depositando el vaso vacío sobre la bandeja y sustituyéndolo por uno lleno
en un movimiento rápido. Mi corazón se hunde un poco, pero tengo que
creer Hailey va a estar bien esta vez. Lo prometió.
—Eres un maldito afortunado —dice Jason, viéndola alejarse.
—Lo sé —digo, admirando la forma en que el vestido corto negro
parece flotar a lo largo de sus curvas. Y lo sé. ¿Cuántas veces he visto a
Hailey trabajar en una habitación, haciendo reír a la gente con su rápido
ingenio y tener todos los chicos deseando ser con el que se fuera a casa
al final de la noche? Y durante los últimas novecientos y pico de noches,
que ha estado conmigo.
—¿Qué vas a hacer respecto a Hailey mientras te vas? 8
Tomo otro sorbo de champán y luego lo pongo en la mesa junto a
mí.—¿Qué quieres decir?
—Vamos —dice John, sacudiendo la cabeza—. Contigo a un par de
miles de kilómetros de distancia la mayor parte del año, sabes que todos
los chicos en la ciudad van correr por ella.
—Tenemos un acuerdo —digo, espero que con más confianza de la
que siento, porque no hemos hablado precisamente de ello como si fuera
algo real. Nos quedamos satisfechos cuando obtuve esta beca para jugar
a la pelota en Texas, es todo por lo que he estado trabajando desde el día
en que puse un pie en un campo de béisbol, atrás en el segundo grado,
pero el hecho concreto de que me estaré subiendo en un avión en menos
de veinticuatro horas en realidad no nos ha hundido a ninguno de
nosotros.
—Bueno, estoy sobrentendiendo que una chica tan caliente como
Hailey no va a estar exactamente sentada en la casa todas las noches a la
espera de que tu lamentable trasero llame —dice Jason.
—Gracias por el voto de confianza. —No adoro la dirección en que
esta conversación se dirige. Veo a un camarero con un vaso alto en la
mano para uno de los chicos de la mesa de Carlos—. Voy a ir a ver si
puedo conseguir una cerveza.
Empujo a través de la habitación llena de gente, dando la mano a
la gente que conozco y aceptando las felicitaciones de la gente a la que
no conozco.
—¿Puedo tomar una cerveza? —digo al camarero con la bandeja
vacía.
—Claro que sí —dice—. ¿Alguna cerveza en particular?
—Tú eliges —digo pensando que una cerveza fría en la mano va a
hacer esta noche mucho más fácil
—Estaré de vuelta —dice y desaparece en el pasillo.
—Tyler, ¿verdad?
Me doy vuelta y veo a Carlos apoyado contra la esquina de la
cabina.
—¿Tú eres para él que es todo esto?
—Así es —digo, tratando de pensar en algo que decir que no me
hará sonar como un idiota.
—Felicitaciones por la beca —dice con una sonrisa—. Garvin State es
una fantástica escuela de béisbol. Nosotros solíamos jugar con ellos
cuando estaba con Indiana. Te irá bien allí. 9
—Gracias. —Hay un silencio incómodo—. Fue un gran partido contra
los Yankees la semana pasada. —Tan pronto como lo digo me siento como
un súper fan idiota, pero en realidad se rompe en una sonrisa.
—Tuve suerte —dice—. Casi se me escapó en la parte alta del
noveno.
—De ninguna manera —digo—. Lo tenías en la bolsa. En el momento
en que Teixeira estaba abanicándote su bola curva no había manera en
que no fueras a ganar.
El camarero trae mi cerveza y la coloca sobre la mesa.
Carlos indica la cabina vacía a su lado. —Toma asiento —dice.
Miro a mí alrededor, pero no veo Hailey en ningún lugar. Además,
¿qué idiota pasa de la oportunidad de sentarse al lado de Carlos Méndez?
—¿En qué posición juegas? —pregunta.
—El jardín central —digo. No me atrevo, no del todo seguro de
dónde está la línea entre narración y jactancia—. Y por lo general soy el
bateador inicial.
—Excelente —dice Carlos, bebiendo su cerveza—. El entrenador
Castro siempre está en la búsqueda de un bateador de poder en Garvin.
No me extraña que te reclutara.
—Estoy contento de conseguir un lanzamiento —digo.
Carlos mira alrededor de la habitación. —Crecí en Texas —dice—.
No muy lejos de Garvin. —Me mira, con el rostro repentinamente serio—.
Texas no es San Francisco.
Espero más. —Lo sé.
—Es diferente ahí —continúa finalmente—. Solo observa tu trasero,
¿de acuerdo?
—De acuerdo. —Concuerdo, no totalmente entendiendo de lo que
está hablando. Un par de sus amigos vuelven y se paran al lado de la
mesa y tengo la pista—. Sera mejor que vaya y me mezcle un poco.
Me tiende su cerveza. —Ven a verme cuando regreses de la ciudad
y te conseguiré un par de buenos asientos.
—Gracias. Eso sería genial.
—Pero si siquiera te encuentre en el montículo, no lo tomaré a la
ligera. 10
Sonrío, pensando en la perspectiva y la forma en que se siente al
enfrentarse a Carlos en el plato. —No lo esperaría de ti. —Me deslizo fuera
de la cabina y vago hacia la mesa con comida. Paso la siguiente hora
comiendo y hablando con mis amigos, y me doy cuenta de lo mucho que
los extrañaré a todos. Tan emocionante como será jugar béisbol en una
gran escuela, será raro estar viviendo en otro lugar.
—¡Ahí estás! —Hailey lanza un brazo alrededor de mi cuello, una
mano sosteniendo una copa llena de champán. Por la forma en la que
arrastra las palabras, supongo que no es la misma que vi con
anterioridad—. Te extrañé. —Me tira hacia abajo, y me besa
profundamente, su lengua lanzándose contra mis dientes, ignorando a los
chicos de mi equipo que permanecen de pie alrededor mirándonos.
—También te extrañé —digo, tratando de desenredarme de su
agarre. Mi corazón se hunde cuando trato de medir qué tan borracha se
encuentra. Realmente no quiero tratar con esto nuevamente.
—No, quiero decir que realmente te extrañé —dice, presionando sus
caderas contra mí y lame sus labios.
Maldita sea. Sabe lo que provoca en mí. Me volteo un poco más
lejos de ella. Necesito tenerla sobria antes que todo se vaya al infierno. —
Oye, ¿has comido algo? Los canapés de cangrejo que pasaban más
temprano estaban asombrosos.
Hailey niega con la cabeza, su largo cabello cayendo sobre sus ojos.
—No necesito nada para comer. —Toma el resto del champán de la copa
y lo agita hacia mí—. Lo que necesito es otra copa. —Me agarra de la
mano y me tira hacia la multitud, notablemente inestable en sus talones—.
Vamos a buscar un camarero.
Afortunadamente, todos los camareros han desaparecido ahora.
—¿Por qué no te sientas aquí? —digo, conduciéndola hacia una silla
vacía—. Te encontraré algo. —Se enojara cuando regrese con el café,
pero tengo que darle una oportunidad.
Hailey mira alrededor de la habitación, la frustración dibujada en su
rostro. Su mano apunta hacia una copa medio llena de champán que
queda sobre la mesa. —No hay necesidad —dice, agarrándola y
vaciando el contenido.
—¿En serio?
—Está bien —dice, colocando de golpe el vaso vacio sobre la
mesa—. El alcohol esteriliza alguno de los gérmenes. Además, esto es caro,
no puede ser desperdiciado. —Una mirada oscura cruza su cara—. Tengo 11
que ir al baño. Ven conmigo.
Sé a dónde va esto. Había otros baños en otras partes y sólo el
pensamiento de Hailey en una cuadra vacía me hace retorcerme. Pero
por mucho que me gustaría seguir mi polla en este caso, me prometió que
no iba a quedar destrozada y tengo que atenerme a eso. —Adelante —
digo—. Voy a estar aquí.
Sus ojos parpadean y veo que está más allá de la razón en este
punto. —He dicho que vengas conmigo.
—De acuerdo —digo, sabiendo que si no lo hago, podría ponerse
feo rápidamente.
Sonríe como lo hace cuando se sale con la suya. Lo cual tengo que
admitir es mucho casi todo el tiempo. Decir no a Hailey nunca va a ir bien.
Decirle no a una Hailey borracha es garantizado para causar una escena
Tomando nuevamente mi mano, nos maniobra hábilmente a través
de los grupos de personas y por un pasillo lateral hacia los baños. Empuja la
puerta del baño de damas abierta, mira a su alrededor y luego me tira
dentro de la pequeña habitación, cerrando la puerta detrás de nosotros.
—Sólo quiero estar a solas contigo por un minuto —dijo, el familiar
borde quejumbroso incidiendo en su voz Se pone de puntillas y entierra su
cara en mi cuello—. No puedo creer que estés realmente dejándome.
Puedo sentir mi determinación debilitarse. Por mucho que quiera esta
oportunidad en Garvin State, no borra la culpa que siento por dejarla atrás.
Nos miro en el espejo, su imagen rica y oscura, yo rubio y luz. Siempre
parecía que se complementan entre sí, pero ahora estoy empezando a
preguntarme si realmente vamos juntos. —No por siempre —digo, tirándola
hacia mí—. Estaré en casa en Acción de Gracias.
—¡Acción de gracias! —Hailey se aleja para mirarme, las lágrimas
brillando en las esquinas de sus ojos—. Son tres meses completos lejos.
¿Qué pasa si conoces a alguien más? ¿Y si hay alguna chica caliente en
Texas con sus botas de vaqueros y pantalones súper cortos moviendo su
trasero en tu cara?
Puedo sentir su resistencia. —Eso no va a suceder —digo, con la voz
más tranquila que puedo reunir.
Hailey trata de sonreír, pero veo la ebria desesperación en sus ojos.
Se muerde el labio inferior y presiona su mano contra mi entrepierna,
ahuecándola sobre la tela de mis vaqueros. —Pero tu chica caliente de
Texas no sabe que te gusta, ¿lo hará? —Sus dedos se deslizan y forcejea
con la hebilla de mi cinturón—. Soy la única que sabe lo que te gusta.
Aprieto mis ojos y trato de deshacer la imagen que se está formando
en mi mente. Es tentador ceder, dejar que sus dedos deshagan mi 12
cremallera, para dejar que su cálido aliento me rodee. Pero no puedo. No
esta vez. Agarro rápidamente su mano antes de que pueda cambiar de
opinión. —Vamos Hailey. Volvamos allí.
—¡No! —dice, retorciendo el brazo de mi agarre, sus carnosos labios
en un puchero. Se inclina hacia mí, presionando su pecho contra el mío—.
¿Qué pasa? ¿Ya no me quieres?
La sostengo por los hombros y miro a su cara. —Por supuesto que sí.
Lo sabes. —Tomo una respiración profunda, sabiendo que estoy entrando
en territorio peligroso—. Pero has estado bebiendo un poco. Y una
mamada en un baño público no es exactamente como quería pasar
nuestra última noche juntos.
—¿Nuestra última noche? —dice alzando la voz—. ¿Por qué dices
eso?
Mierda. —No es nuestra última noche para siempre —digo
rápidamente—. Sólo la última noche, por ahora.
—Sé lo que quieres decir —dice empujándome lejos con ambas
manos. Veo las lágrimas comenzar a bajar por sus mejillas—. Te estás
mudando. Lo sabía. —Trata de tirar de la puerta abierta, pero está bien
cerrada, sólo alimentando la rabia que se está construyendo en su
interior—. ¡Vete a la mierda! —grita tirando de la puerta con las dos manos.
—¡Hailey, espera! —digo alcanzándola.
—Quita tus manos de mí —dice calmándose lo suficiente para quitar
el seguro de la puerta y abrirla de golpe.
Me las arreglo para agarrar su brazo justo cuando llega al pasillo
donde varias personas están alineadas esperando para usar el baño.
Espero que la presencia de un público la calme, al menos en apariencia
para que pueda hacerla entrar en razón. —Detente —digo, tirándola
hacia atrás.
—¡Quita tus manos de encima! —grita de nuevo mientras las
personas se recuestan contra las paredes ante su cara de furia.
La dejo ir y mantengo ambas manos en alto. —Vamos, déjame
llevarte a algún lugar y hablemos de esto.
—¿Hablar de qué? —Se voltea hacia mí—. ¿Cómo siquisieras
follarme más?
Veo varias chicas dando algunas miradas. Hailey ya se ha ido y no
hay nada que vaya a arreglar esto, excepto el tiempo. Tiempo para la
sobriedad y luego llamándome llorando, pidiendo perdón por todas las
cosas de mierda que me dice cuando está borracha. No es la primera vez
que ha estado bajo este camino y en este punto, el drama solo me hace 13
sentir cansado. —No lidiaré con ello ahora mismo —digo, empujando más
allá de ella.
—¡Tyler! —grita después de mí—. ¿A dónde diablos vas?
Pero no respondo, no me involucro. Mañana voy a subir a un avión y
me dirigiré a una nueva vida, una que siempre pensé que tendría a Hailey
en ella, pero ahora no estoy tan seguro. Escucho sus gritos y maldiciones
detrás de mí, pero ni siquiera miro hacia atrás, sigo caminando lejos.
La última noche de Jenna
Traducido por Alysse Volkov &SOS por Angy de Rossi
Corregido por Agus Morgenstern

ncluso antes de las últimas notas desvaneciendo en las paredes

I del estudio, me extiendo en el piso de madera y desato la cinta


que serpentea alrededor de la pantorrilla, quitándome los
zapatos con la punta de cada pie y con cuidado los coloco en el bolso de
la danza.
—Buen trabajo hoy Jenna —dice Madame mientras se acerca, sus
pasos constantes y precisos como siempre.
—Gracias —le digo, secretamente complacida de que realmente
sabe mi nombre. Me tomó casi todo el primer año el año pasado para
entrar en su clase de baile elite y permanecer aquí durante el verano
significa que conseguí tomar clases de ella, donde la mayoría de los otros
bailarines en Garvin están pasando el rato nadando, comiendo pescado
14
frito y volando a Hawai.
Me limpio la cara con la toalla de nuevo, disfrutando de las últimas
ráfagas de aire frío del acondicionador antes desafiando el infierno fuera
que es Texas en agosto. Incluso con la unidad de la ventana disparando a
todo volumen, la máquina antigua no es rival para el calor exterior y el
estudio es pegajoso y húmedo. Apilo mi cabello en la parte superior de mi
cabeza, asegurándolo con una de las cientos de bandas elásticas que
flotan alrededor en el fondo de mi bolso, deslizo mis sandalias en los pies y
salgo al sol abrasador de la tarde.
No importa lo que digan, uno nunca se acostumbra a este tipo de
calor, y siento el sudor rodar por mi espalda mientras camino hacia el
estadio. La práctica de fútbol todavía debe estar pasando y me encanta
ver a Jake trabajar. A decir verdad, me encanta ver a Jake hacer
prácticamente nada, pero viéndolo todo uniformado en sus ajustados
pantalones de futbol y manchada camiseta de práctica hace algo en mi
interior que nada puede igualar. Todo el año pasado nunca he perdido un
partido de fútbol, sentada bajo las luces con mis amigos y gritando más
fuerte cuando Jake tomaba el campo, luciendo fuerte y apuesto en los
colores rojo y blanco de GarvinState. No puedo esperar que esta
temporada comience en un par de semanas para hacerlo todo de nuevo.
El campus está mayormente desierto en esta época del año, con el
ruido de las cigarras, sólo rotas por el rascado de la patineta ocasional en
la acera, en contraste con los miles de personas que se mueven en estas
mismas rutas cuando la escuela está en funcionamiento. Un chico moreno
asiente mientras me pasa con su moto, el reconocimiento del grupo que
mantiene el campus funcionando mientras los demás se están divirtiendo.
Escucho el silbato del entrenador y los gruñidos de los chicos
mientras las hombreras son palmeadas cuando me acerco a la puerta de
campo y deslizo a través de la abertura. Subiendo a las gradas, elijo un par
de otros espectadores, en su mayoría novias de jugadores al igual yo,
como que salpicamos el estadio casi vacío. Tomo un asiento justo debajo
de la cabina del locutor y apoyo contra la pared, saboreando tanta
sombra como pueda encontrar mientras escaneo el campo por Jake,
finalmente lo veo en un grupo por la yarda diez. Con un grito y una
palmada, se rompe el grupo y los chicos de rodillas frente al mariscal de
campo, listo para el complemento mientras grita la cuenta. A su señal,
todos saltan en movimiento y desde acá arriba veo a Jake haciendo un
giro rápido y corriendo el campo por delante de los demás.
Observo hasta que la práctica termina, le envió mensajes de texto a
mi mamá para decirle a qué hora voy a casa esta noche. Odian cuando
hago el viaje de tres horas en la noche, pero tengo que trabajar en el café 15
hasta las seis y quiero irme directo de ahí. Jake siempre toma una ducha
rápida en el vestuario, y en ningún momento está saltando hasta los
escalones hacia mí, actuando como si no tuvo tres horas de práctica esta
mañana.
—Hola bebé —dice, deslizándose al lado mío y agarrándome
alrededor de la cintura.
—Hola a ti —digo, sonriendo mientras olfatea mi cuello. Me encanta
su solidez, la manera en que su cuerpo se envuelve a mi alrededor cuando
dormimos, la posesividad que sé qué siente cuando estamos juntos. He
esperado mucho tiempo para que el indicado llegue y Jake es cada
centímetro de eso en un solo paquete caliente.
—Vamos —dice, poniéndose de pie y extendiéndome su mano. Un
verdadero caballero de Texas, Jake siempre está abriendo las puertas y
ayudándome a entrar en el coche. Incluso aunque Abue odia el hecho de
que estoy viendo a un chico real, aprueba a regañadientes de Jake. Lo
cuál es la razón por la que no les dije me mudé con él durante el verano…
si se enteraran de eso, nos matarían.
El apartamento que nos subalquilan está a pocas cuadras del
estadio, y ninguno de los dos dice mucho sobre el camino a casa. Me
encanta mirar a Jake con sus brazos finamente musculosos, abundante
cabello rubio y el olor a limpio y bien cortado que siempre lleva. Me inclino
hacia él mientras andamos en el camino de los árboles que oscurece la
acera y pone un brazo fuerte alrededor de mí. Me relajo mientras combino
mi ritmo al suyo, nuestros pies caen en las primeras hojas secas del otoño
en silencio. Nada nunca ha sentido bien.
El aire acondicionado nos da toda su fuerza cuando Jake abre la
puerta de nuestro apartamento. Nuestro apartamento. Es increíble poder
decir eso. Este subarriendo no es sólo nuestro hasta que los inquilinos reales
vengan de vuelta cuando escuela comience, pero ha sido divertido jugar
a las casitas estos últimos meses. No hemos hablado sobre lo que sucede
entonces, pero creo que llegaremos a un lugar juntos, un verdadero lugar
donde podemos comprar sábanas de algodón suave para nuestros
grandes, anchas, camas, divertidos platos para fijar en los armarios de la
cocina. Quiero recoger todo juntos para que nuestro apartamento sea la
casa que ambos queremos volver al final del día. Nunca pensé que estaría
lista para comprometerme con alguien tan pronto —siempre dije que no
quería ser como mamá con un marido y un hijo antes de que empezara a
su segundo año, pero ahora entiendo la atracción. No es que voy a salir
corriendo y quedar embarazada pronto. Tengo mucho que hacer antes
de que eso ocurra. No puedo evitar sino pensar sobre esto, mientras Jake
lanza su bolso en el piso y abre el refrigerador para encontrar algo para 16
comer, moviendo su culo a algún tipo de ritmo que está sólo en su cabeza.
Cualquier bebé que tendría con Jake sería hermoso, inteligente y
definitivamente atlético. Algunos días puedo imaginarme nosotros con un
lugar en alguna parte, tres o cuatro bebés algo rubios correteando por la
casa, Jake manejando un tractor a través del campo más allá de la yarda.
—¿Qué estás pensando? —dice Jake con una sonrisa mientras saca
los ingredientes para un emparedado.
—Nada —digo, la esperanza de que no se note en mi cara. Pretendo
revisar mis mensajes y luego dejo mi teléfono en el mostrador.
El teléfono de Jake vibra y lo mira, pero luego apaga. Entre los chicos
en el equipo y su gran familia debe conseguir cien textos al día.
—¿Quién era ese?
—Mamá —dice—. Ha estado sobre mí por mis clases para el próximo
semestre. No puedo tratar con eso ahora mismo. —Abre una cabeza de
lechuga—. ¿Puedo hacerte algo para comer?
—No, gracias —le digo—. Voy a tomar algo en el trabajo antes de
tomar mi camino.
Jake hace un mohín exagerado y cruza la habitación, agarrándome
más o menos alrededor de la cintura y tirándome hacia él.
—No puedo creer que te vayas lejos todo el fin de semana.
—Lo sé —digo, trazando el contorno de su pecho a través de su
camisa. He ido a casa media docena de veces este verano, pero siempre
es difícil salir—. Voy a echarte de menos.
—Voy a extrañarte más.
En un rápido movimiento me levanta sobre el mostrador, así que
estamos cara a cara. Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y las
presiono contra él, sintiendo el bulto en los pantalones cada vez mayor. Me
encanta que todavía tengo esa clase de poder sobre él.
—¿Qué tal si olvidamos la comida —dice, balanceándose contra mí,
trazando una mano hasta mi muslo—. Y voy por algo rápido.
Me río y aprieto mis muslos con más fuerza. Nada con Jake es
siempre rápido.
—No tengo tiempo.
Lanza un gruñido, el sonido gutural de su garganta.
—No me puedes provocar así.
Lo empujo lejos con ambos brazos y miro a los ojos.
—Es mejor que te deje con algo para desear.
17
—No creo que pueda esperar dos días enteros —dice, arremetiendo
por mí, pero salto al suelo. Por mucho que me gustaría dar vueltas en la
cama con él y pasar la tarde allí, no puedo darme el lujo de llegar tarde
otra vez.
—Mierda. Me tengo que ir —le digo, mirando el reloj sobre la estufa.
Mi turno empieza en quince minutos y la cafetería esta por lo menos a diez
minutos en coche de aquí al otro lado de la ciudad.
—No te vayas —dice, manteniendo mi mano en la suya—. Renuncia
a tu trabajo y quédate aquí conmigo. Pagaré por todo.
—Claro —digo, sabiendo que su beca de fútbol apenas le deja
suficiente dinero para comer algunos días.
—Lo digo en serio. —Jake sigue tomando mi mano y me mira
seriamente a los ojos. Puedo sentir el cambio de momento entre nosotros,
lo que era una broma divertida hace unos segundos ahora tiene un peso a
la misma que no puedo negar—. Voy a jugar béisbol profesional el año
que viene y voy a ser capaz de cuidar de los dos.
Miro sus ojos claros, azules, sintiendo mi corazón latir en mi pecho.
—¿Qué estás diciendo?
Jake vacila, luego me levanta y entierra su cara en mi cuello.
—Sólo que no quiero perderte.
Me río, tratando de aligerar el momento. Jake no me pidió que me
casara con él, pero cada día se siente como que estamos cada vez más
cerca.
—Sólo voy a Grand Junction para el fin de semana. No me vas a
perder.
Me deja ir, pero su rostro sigue siendo serio.
—Quiero decir eso. Te amo Jenna.
—También te amo. —Mis ojos voltean al reloj. Ahora sólo tengo diez
minutos para conducir a la cafetería, guardar mis cosas y envolver un
delantal alrededor de mi cintura—. Pero ahora me tengo que ir.
—¿Vas a regresar después del trabajo? —me pregunta, siguiéndome
a la sala de estar.
—No. —Agarro mi mochila junto a la puerta—. Ya estaré en la
carretera, así que sólo voy a ir a Grand Junction directamente desde el
trabajo.
—Conduce con cuidado. —Jake se inclina y me da un tierno, pero 18
sentido beso, tomando mi labio inferior en los suyos y pasando los dedos
por mi cabello. No sé lo que le está pasando hoy, pero no puedo decir que
lo odio.
—Lo haré —le digo, finalmente zafándome de sus manos.
—Envíame un mensaje cuando llegues.
Sonrío mientras abro la puerta. Ya suena como un marido nervioso.
—Lo haré —le digo de nuevo, besándolo rápidamente antes de
cerrar la puerta detrás de mí.
Para una tarde de finales de verano, la cafetería estaba llena
cuando llegue allí y gasto las siguientes horas recibiendo pedidos y
entregando alimentos, incluso retiraba los platos cuando los chicos
estaban muy ocupados en el interior.
—¡Detrás de ti! —grita Courtney, con una bandeja de postres en sus
manos.
—Gracias —le digo, girando junto a ella con mi plato de
panqueques para la mesa cinco. Miro el reloj y no puedo creer que ya casi
sean las seis. Levanto la mirada y veo que mi reemplazo está justo
caminando por la puerta. Después de cuatro horas de movimiento sin
parar, voy a estar contenta por la tranquilidad de mi coche en el largo
viaje. Estaba escribiendo el último pedido en el computador, sintiendo el
cansancio apoderarse lentamente de mí.
—Jesús, fue una locura —dice Courtney, quitándose su cabello rubio
fuera de sus ojos—. Pensé que todas estas personas estarían suponiendo
estar en casa disfrutando de sus vacaciones de verano.
—Sí, pero lo compensamos con propinas —le digo, cogiendo la caja
donde unimos nuestras propinas para cada turno.
—Algo bueno —dice Courtney—. Acabo de poner un depósito en un
apartamento en la calle Belle. —Me mira por el rabillo de su ojo—. Es uno
de dos habitaciones si te interesa.
Me detengo contando los billetes en pilas y la miro.
—Tú sabes que tengo un lugar con Jake. —Al menos eso espero yo.
Después de la pantalla de afecto de hoy, estoy casi segura de ello.
Se encoge de hombros como si no fuera gran cosa. Yo sé que a ella
nunca le ha gustado Jake, aunque no me ha dado una razón sólida para
ello.
—Sólo que digo que está ahí.
—Bueno, gracias. Por lo menos espero estar invitada a la
inauguración de la casa.
19
—Nunca podría rechazar una excusa para una fiesta. —Sonríe.
Courtney es conocida por ser capaz de superar en beber a la mayoría de
chicos que conocemos.
Echo un vistazo al reloj.
—Me tengo que ir. —Busco mi teléfono alrededor de mi bolso. Me
gusta llama a mamá cuando voy en camino, para que no se preocupe—.
Mierda. —Tiro el contenido, pero mi teléfono no está allí. Palmeo mis
pantalones vaqueros y miro en el bolsillo de mi delantal.
—¿Cuál es el problema? —pregunta Courtney.
—Mi teléfono. No puedo encontrarlo.
Ella mira alrededor en los mostradores de la espalda.
—¿Lo has usado desde que llegaste aquí?
Pienso de nuevo.
—No. No lo creo. Hemos estado tan ocupadas.
—Es probable que este en tu coche.
—Tienes razón —Agito mi mano en un adiós y camino hacia el
aparcamiento de grava. El aire en el coche todavía debe ser mayor de
cien grados cuando abro la puerta, pero una búsqueda rápida me dice
que mi teléfono no está allí. Recuerdo vagamente que lo deje en la cocina
cuando llegué a casa con Jake. Debo de haberlo dejado en el mostrador.
Me deslizo en el asiento del conductor y rápidamente decido que tengo
que ir por él. Esto me retardara veinte minutos fuera de mi camino, sino
todo un fin de semana sin un teléfono es impensable.
El coche de Jake aún está en frente del apartamento, cuando me
levanto y sonrío, pensando en él teniendo una agradable y tranquila
noche de viernes, mientras estoy fuera. Realmente no lo merezco. La
televisión esta prendida cuando abro la puerta, pero la sala de estar vacía
mientras camino. Me giro a la izquierda y meto la cabeza en la cocina, el
alivio corriendo a través de mí mientras descubro mi teléfono a la derecha
en el mostrador donde lo dejé.
Oigo Jake en el dormitorio y caminar en silencio hacia la parte
posterior de la vivienda. Ya tengo veinte minutos de retraso, tal vez debería
aceptar en su oferta anterior, después de todo, va a ser un largo fin de
semana de diferencia. Me pongo mi camiseta por encima de mi cabeza
de modo que sólo estoy usando mis jeans y el sujetador de encaje rojo que
le gusta. No puedo esperar a ver la expresión de su rostro cuando entre.
La puerta del dormitorio se abre unos centímetros por lo que la
empujo todo el camino. Me tardo unos pocos segundos en comprender lo
20
que estoy viendo. La casa de Jake está bien, pero no está definitivamente
solo. No reconozco la chica que está de espaldas con las piernas contra su
pecho y sus pies en el aire en la cama. Nuestra cama. Está desnuda de la
cintura para abajo, y Jake tiene los pantalones en los tobillos, su magnífico
y esculpido trasero desnudo ante el mundo mientras empuja en ella una y
otra vez.
Estoy tratando de decir su nombre, pero el único sonido que sale es
un grito ahogado cuando la chica en la cama que está en este mismo
momento teniendo relaciones sexuales con mi novio, me mira con
curiosidad informal. Me doy vuelta y corro fuera de la habitación, pero sé
que la imagen va a estar conmigo por el resto de mi vida. Frenéticamente
trato de encontrar las llaves para poder salir de allí.
—¡Jenna! ¡Bebé! —me llama Jake desde la habitación, en el instante
que encuentro mis llaves en la estantería junto a la puerta.
Estoy a mitad de camino hacia la puerta cuando me agarra
bruscamente del brazo.
—¡Espera!
Me doy la vuelta para enfrentarme a él, llena de una combinación
de furia y el dolor que se retuerce desde un lugar tan profundo que no
creo que vaya a encontrar la fuente.
—¿Para qué? ¿Para que puedas terminar tu puta mierda en mi
cama?
—No es como eso —dice,pero sus palabras son un tanto empañadas
por el hecho de que está buscando a tientas a subirse los pantalones
vaqueros en este mismo momento.
—¿Oh sí? Toda esa mierda en la cocina de hoy ¿No podías esperar a
que me fuera? —Mi mente parpadea en todos los mensajes de texto que
él ha estado recibiendo últimamente. No estoy apostando todos ellos son
de los chicos del equipo de fútbol. Me pregunto cuántas chicas hay. Algo
me dice que la señora pies-en-el-aire no es la única. He sido una idiota.
—¡Eso no es cierto! —insisteJake. Su voz es firme, pero veo el pánico
en sus ojos azules.
Decido apelarlo a eso.
—¿Así que es cierto? Sigue adelante y dime, te estoy escuchando.
Pero Jake no tiene nada que decir. Porque no hay nada que decir
que nos pueda salvar. Tomo una última mirada a Jake, de pie en la puerta 21
mirándome con la confusión en sus ojos. Cerrando la puerta detrás de mí
de repente estoy sola en el pasillo, respirando pesadamente con mis
manos temblorosas.
Estoy a mitad de camino por las escaleras antes de darme cuenta
de que estoy todavía con mis vaqueros y el sujetador rojo.
El Primer Vistazo
Traducido por Angy de Rossi & Meeny
Corregido por Marieta16

e paro a un lado y veo el tipo delante de mí en la placa,

M Mitch algo. Su casillero está al lado del mío y ha sido muy


bueno conmigo desde hace unos días que comenzó la
práctica no oficial. El día de la apertura aún tiene unos
meses de distancia, pero el entrenador quería que nos
reuniéramos, golpeáramos algunas bolas y levantáramos algunas pesas
antes de las cosas realmente comiencen.
A pesar de que esto es sólo jugar un poco, te puedo decir que Mitch
no es mucho de un bateador. Lo he visto lanzar, sin embargo, y tiene una
bola rápida malvada, así que estoy seguro que va a quedarse allí. Se las
arregla para hacer estallar algunas bolas en el jardín y se aleja de la placa
con una sonrisa.
22
—Estás arriba—dice mientras me pasa en el círculo de bateo.
—Claro—le digo, colocando el bate en el hombro y caminando a la
placa. Me detengo y limpio algo del sudor de mi ojo con la manga. Hemos
tenido olas de calor en San Francisco antes, pero Agosto en Texas no es
broma.
Hemos tomado algunas rondas en las jaulas de bateo hasta ahora,
pero esta es la primera vez que me he enfrentado a un lanzador en directo
con el equipo del Garvin State. Puedo sentir la caseta detrás de mí
quedarse quieta mientras todo el mundo se detiene a ver y yo flexione los
dedos en los guantes de bateo. Los chicos han sido muy buenos en los
últimos días, pero no puedo decir que he hecho amigos aquí todavía. Es un
grupo muy apretado y como el único jugador de partida nuevo en el
equipo, tengo mucho que demostrar.
—Oye —dice el cazador con un gesto de reconocimiento.
—Oye —le digo, tratando de ocultar mis nervios. Sí, esto es sólo la
práctica, pero no puedo permitirme el lujo de volar esta al bate. Cada
pequeña cosa cuenta mientras trato de encontrar mi lugar en este equipo.
Me dirijo a enfrentar el lanzador, un tipo llamado Rowan que yo he
visto en acción un par de veces ya. Es alto, con brazos perversamente
largos y varios lanzamientos asesinos. Me alegro de que esté en nuestro
equipo y no la competencia. Él pone su brazo y luego mira más allá de mí
en las señales del receptor le está dando. Conozco su patrón—dirige una
recta antes de coger elevación, así que estoy listo. Mantengo los ojos en él,
veo la pequeña bola blanca sale de su mano y el tiempo es exactamente
correcto—, no es demasiado pronto para que la alcance, pero tampoco
tan tardía para perderla. Bateo con fuerza, pero en lugar del chasquido de
la misma encontrándose con el bate como estaba esperando, hay un
ruido sordo cuando aterriza en el guante del receptor.
—Siempre pillaras las curvas de Rowan—dice el cazador, sonriendo
mientras lanzaba la pelota que estaba detrás de él.
Mierda. El primer lanzamiento que realmente cuenta y apesta. Echo
un vistazo hacia abajo en el receptor, tratando de mantener la calma. —
Eso fue sólo un movimiento de práctica.
Se pone en cuclillas en la posición de nuevo, las almohadillas en las
piernas crujen. —Quizás esta vez debas practicar golpearlo en realidad.
No digo nada, sólo veo a Rowan. Termina, pero en lugar de la bola
rápida que debería estar aquí, es otra curva, formando un arco en las
afueras de la zona de strike. No veo el receptor cuando se la tira de nuevo
a Rowan. Puedo decir al segundo que la siguiente bola que se dirige a mi 23
camino es la recta que he estado buscando. Trato de no pensar en ello
demasiado, simplemente dejo que mi cuerpo se haga cargo cuando el
bate se conecta con el balón y lo envía volando por la línea del jardín
izquierdo. Eso sería, al menos, un doble en cualquier juego.
—Genial—dice el receptor, tomando una pelota de su bolsillo y
tirándosela a Rowan. Repetimos el proceso una y otra vez, y para cuando
me paso fuera de la placa, la mayoría de las bolas están en el campo
abierto y creo que tengo, al menos, un poco más de respeto por parte de
mis nuevos compañeros de equipo.
Nadie me dice nada directamente mientras camino hacia la caseta,
pero estoy seguro que todo el mundo estaba observando. Agarro mi bolso
y cojo el Gatorade que metí antes allí.
—Hijo, esos fueron algunos golpes buenos—dice el entrenador Castro
desde su posición contra de la valla.
—Gracias—le digo, tratando de no leer demasiado en ello. El
entrenador fue el que me trajo aquí en primer lugar—, Señor —agrego en
el último minuto. La mayoría de los chicos del equipo son de Texas y
siempre llaman a los entrenadores “señor”. Estoy tratando de seguir su
ejemplo, no importa lo estúpido que suena en mi boca.
—Estoy buscando un buen bateador inicial este año—dice,
escupiendo una bola de saliva en la lata de refresco que siempre lleva—.
¿Crees que podrías ser tú?
—Espero que sí, Señor—Mi voz es mucho más fresca de lo que la
siento. Un buen desempeño este año significa exploradores en las gradas
para las profesionales. Es la única cosa que he querido desde que era un
niño pequeño.
El entrenador camina hacia el campo y me doy la vuelta para hacer
frente a la banca que reviste la pared posterior de la caseta. Se supone
que debemos mantener nuestras maletas y la mierda fuera la banca, pero
la mayoría de los chicos no lo hacemos, y no hay lugar para que me siente.
Me quedo allí tratando de averiguar mi próximo movimiento cuando uno
de los chicos se desplaza ligeramente y fija su bolsa en el suelo sin mirarme
a los ojos.
—Gracias—le digo sentándome en el banco con mucho polvo.
Sólo asiente y se vuelve hacia el hombre a su lado. —Oye Austin, ¿ya
te mudaste al nuevo lugar?
—Sí. —Un tipo con el cabello rubio responde unos pocos metros más
abajo de la banca—. Fui y soborné un par de mexicanos del Home Depot
para transportar las cosas pesadas.
24
Echo un vistazo a Austin. En realidad nunca había oído a alguien
decir lo de antes.
—¿Llevaste la mesa de billar?
—Apuesta tú trasero a que lo hice—responde Austin—. Tuve que
conseguir que cinco chicos la llevaran, pero no voy a dejar eso atrás.
—Debió haberte costado.
—Nah—responde Austin—. Todo lo que tienes que hacer es deslizarle
a los mexicanos algo de dinero en burritos y van a hacer todo lo que
quieras.
El primer chico niega con la cabeza. —Contraté a una empresa real
de mudanzas la última vez. No sólo me costó una carga de dinero por el
trasero, sino que ellos enviaron a dos negros para hacer el trabajo.
Perezosos hijos de puta se llevaron dos veces más que un mexicano y me
ha costado el doble que ellos.
La última frase envía una sacudida a través de mí, pero me muerdo
el labio y miro al suelo. No puedo imaginar tener esta conversación de
vuelta a casa, pero tengo que recordarme a mí mismo que no estoy en
casa ahora mismo y abrir la boca sólo va a causar problemas, justo
cuando estoy empezando a encontrar mi lugar en este equipo.
—Es por eso que los negros no pasan el rato por el Home Depot—
dice Austin, escupiendo las cáscaras de algunas semillas de girasol en el
suelo—. Por lo menos los mexicanos quieren trabajar. Los negros sólo
quieren que se les permita flotar un poco de dinero para que se puedan
colgar afuera de la tienda de licores en la avenida del este todo el día.
Miro a mí alrededor, pero parece que nadie más está incluso
prestando atención a la conversación. Mi antiguo equipo era chicos en su
mayoría hispanos y por algo como esto, Austin y su amigo podrían tener sus
traseros pateados en un segundo caliente. En esta caseta llena de chicos
blancos, parece que no es gran cosa.
Rowan entra y arroja su guante en su bolsa. Me doy cuenta de que
ninguno de sus compañeros de equipo hace espacio para él en el
banquillo, a pesar del hecho de que ha estado aquí desde el primer año.
—Gran picheo—le digo, mientras revuelve algo en su bolsa.
Rowan se da la vuelta, con una mirada de sorpresa en su rostro. —
Gracias. Tu golpeaste con fuerza algunas buenas de las mías.
—No fue fácil—Miro alrededor y veo que a pesar de que ninguno de
los individuos está mirando a nosotros, todos y cada uno está siguiendo la
conversación y me pregunto qué demonios está pasando.
25
Rowan mira detrás de mí a los otros chicos en el banco y se vuelve
hacia su bolsa. Coge y levanta una botella de agua del GarvinState.
—¡Mierda, Adkins! —Un chico de cabello castaño llama. Se acerca y
agarra la botella de la mano de Rowan—. Esta es mi botella de agua de
mierda. ¿Qué te pasa, no sabes leer? —Señala un nombre escrito en lápiz
negro en el lateral—. Mi nombre, mi botella. —Se asoma por la abertura—.
Ahora tú probablemente tienes sida, follando por todas partes. —Arroja la
botella de nuevo en su propia bolsa mientras Rowan niega con la cabeza
y toma su bolso de camino para salir de la caseta.
—Buena práctica—dice Mitch, entrando en la caseta, mientras
Rowan lo empuja para pasar. Se pone de pie y mira a los chicos, mientras
ellos empacan sus maletas—. ¿Qué demonios fue eso?
El tipo con el cabello castaño se pone de pie y se enfrenta a Mitch.
—Ese maldito maricón bebía de mi botella de agua.
Mitch eleva su bolsa bate al hombro. —¿Qué? ¿Sólo estás enojado
de que no te bese directamente?
—Juro por Dios… —El tipo de cabello marrón arremete contra Mitch,
pero algunos de los otros chicos del equipo lo retiene.
—Genial —dice Mitch con una sonrisa socarrona—. Rowan es el
mejor lanzador que tenemos, así que saquen su mierda. —Mira a su
alrededor en el resto de los chicos—. Todos ustedes. —El chico con el
cabello castaño todavía se ve como si quisiera matar a Mitch, pero el resto
de los chicos parecen escuchar. No sé por qué, pero Mitch parece tener
cierta autoridad aquí, probablemente una buena idea no molestarlo.
Me quedo rezagado mientras el resto de chicos salen en fila del
dugout y se meten a los vestidores. Cuando el último se va, me paro junto
a Mitch, fingiendo reorganizar mi bolsa de bateo.
—Oye —digo—. ¿Entonces qué fue todo eso? Con Rowan, quiero
decir.
Mitch se encoge de hombros.
—No lo sé. Hubo un rumor el año pasado de que alguien lo vio salir
de un bar gay en Abilene. —Se da la vuelta para mirarme—. No sé si es
verdad y honestamente me importa un carajo. Rowan es un buen chico y
un receptor maravilloso, y eso es lo que cuenta en este dugout.
—Eso es genial —digo, balanceando mi bolsa hacia mi hombro.
Mitch se voltea para caminar conmigo. —Sé que no eres de por
aquí, pero no les compres su mierda. La mayoría de estos chicos son
geniales, pero para algunos de ellos, cualquier cosa que sea solo un poco
diferente los hace enloquecer como el demonio. 26
Asiento despacio, una decisión se forma en mi mente antes de
siquiera darme cuenta. La última cosa que necesito en este equipo es ser
visto como “un poco diferente”. De acuerdo a todo lo que ellos saben, soy
solo Tyler Branch, rubio heterosexual, jardinero central de California con un
promedio de carreras impulsadas prometedor y un buen promedio de
bateo. Y tengo que hacer lo que sea para mantenerlo de esa forma.
—No es un problema.

Me quito la camiseta y me paro justo frente al aire acondicionado


que está colocado precariamente en la ventana de mi nuevo
apartamento. Me desvestiría hasta quedar en bóxers si pudiera, pero mi
compañero de habitación, Jessie, podría pensar que eso es un poco
extraño. Siempre pensé que esas cosas se veían horteras cuando paso por
ellos pero la unidad de ventana que resuella aire frío es mi cosa favorita de
este segundo piso en este complejo de apartamentos de 1970.
—¿Vas a hacerlo? —me pregunta Jessie, dejándose caer por el
apoyabrazos en el antiguo sofá de cuero que domina la pequeña sala de
estar. Con su largo cabello perpetuamente sucio y un control de
videojuego constantemente presente, Jessie es básicamente el polo
opuesto de un deportista, pero puso un anuncio en Craiglist y necesitaba
una habitación, así pues aquí estoy. Además, este lugar estaba amoblado
en su mayoría y solo traje dos bolsas de lona conmigo de casa.
—Hace un jodido calor allá afuera —digo finalmente, empezando a
sentir algo de alivio de al calor de cien grados y cien por ciento de
humedad exterior. Ahora entiendo por qué tantos jugadores de fútbol
mueren por aquí en el verano durante los entrenamientos de dos-por-día.
—¿Esto? —Jessie mira afuera por la ventana en los jirones de calor
que surgen desde el estacionamiento de asfalto abajo—. Esto no es nada.
Allá en casa llegó a ciento veinte el verano pasado y aun así mi papá me
hizo ir a ayudarle a reparar las cercas. —Agarra el control del PlayStation
de la astillada mesita de café—. No extraño eso para nada.
—Verano en San Francisco significa que más vale que no olvides tu
sudadera por la noche —digo, caminando hacia el refrigerador para
conseguir una cerveza—. ¿Quieres una cerveza? —Hasta ahora, Jessie ha
sido lo suficientemente genial como para no tomar mis cosas sin preguntar.
—¿Cagan los osos en el bosque?
Lo miro a través de la pequeña abertura en el muro que separa la
cocina de la sala. Juro que habla como un hombre de ochenta años.
27
—Sí. Por favor —dice, con una sonrisa y los ojos fijos en la televisión.
Le lanzo una cerveza y vuelvo a mi lugar junto a la ventana,
tomando sorbos lentos y largos que parecen enfriarme desde adentro. Mi
teléfono vibra y lo saco de mi bolsillo, a pesar de que sé quién es. Hailey
me ha estado enviando mensajes de texto durante toda la semana
después de nuestra desastrosa última noche juntos, pero igual que todas
las demás veces, le doy a ignorar y lo pongo de vuelta en mi bolsillo. La
extraño, no puedo negarlo. Extraño su cuerpo cerca del mío y la forma en
que olía después del sexo, a algo femenino y animal a la vez. Cierro los ojos
e imagino su piel dorada contra las arrugadas sábanas blancas de la
cama king en su expertamente decorado desván y mi cuerpo responde
automáticamente. Deseo haber sabido que sería nuestra última vez juntos.
Habría saboreado cada momento, marcado cada caricia en mi memoria.
Pero sé que esto es lo mejor. Para ambos.
No hay mucho que ver por la ventana; el estacionamiento, y más
allá de la carretera un grupo de árboles, y luego simplemente campos de
maleza tan lejos como se puede ver. Garvin es un pueblo muy pequeño y
la naturaleza viene a reclamarlo tan pronto sales de los límites de la
ciudad. Hay movimiento en la acera frente a nuestro edificio y mis ojos se
mueven en dirección a un destello rojo. Dos chicas están luchando con
una silla roja mullida que es, obviamente, demasiado pesada para ellos.
Puedo ver a la más alta decirle algo a la pequeña, que inclina la cabeza
hacia atrás y se ríe. Observo su largo cuello estirarse y los músculos de sus
hombros moverse contra las delgadas tiras de su camiseta. Incluso desde
aquí puedo decir que no es una niñita débil, que es alguien que se ejercita,
tal vez una nadadora o bailarina, y que sus músculos están bien tonificados
de años de actividad.
Las dos arrastran la silla por el estacionamiento y desaparecen en el
garaje de abajo. Estoy de pie, incluso antes de darme cuenta de ello.
—Ya vuelvo —le grito a Jessie, pero está tan absorto en su juego que
no creo que incluso lo registre.
Puedo verlas a través de la puerta de cristal mientras suben la silla
por las escaleras de afuera. La más pequeña debe estar apenas por
encima de los cinco pies de alto, y está vestida con zapatillas y leggings
ajustados que muestran cada perfecta curva. Incluso mientras la veo me
pregunto qué estoy haciendo aquí. ¿Estoy apenas libre de Hailey y ahora
estoy bajando las escaleras a toda prisa porque una linda chica podría
necesitar mi ayuda?
—Aguarden —digo, y les abro la puerta.
—Gracias —dice la chica, un atisbo de sonrisa sigue dibujándose a lo
largo de sus labios y tiene un suave acento texano que me hace querer
28
escucharla decir más. Su cabello está recogido en un moño desordenado
con zarcillos pegados al brillo de sudor en la parte posterior de su cuello.
Me toma todo lo que tengo no extender la mano y apartar uno. Tiene esa
combinación de cabello rubio oscuro y ojos marrones profundos que
siempre me puede y aparto la mirada, porque no quiero que me vea
mirando.
—¿Puedo ayudarlas con eso?
—No, gracias —dice la chica más alta—. Uno de nuestros amigos
apostó que Jenna y yo no podríamos llevar esta cosa a casa por nosotras
mismas, así que vamos a probarle que estaba equivocado.
Está de pie en el primer escalón, y Jenna levanta su extremo de la
silla nuevamente. Puedo ver sus bien definidos músculos mientras se dobla
y tengo un repentino, abrumador deseo de saber cómo se vería desnuda
en una maraña de sábanas. Mierda, tengo que espabilarme.
—¿Están seguras? —pregunto, mirándolas subir la silla los primeros
escalones.
—Todo bien —dice Jenna. La sonrisa que me lanza corta directo a
través de mí—. Lo tenemos.
Me doy vuelta y me abro paso por la puerta principal de vidrio hacia
el calor del estacionamiento. Jenna. Es el nombre perfecto para ella;
compacto, suave y solo un poco diferente. Camino a una de los espacios
de estacionamiento y me siento en una parada de cemento. Seis palabras
de esta chica y me siento todo desarmado, como si algo estuviera tirando
de mí desde el interior.
Esto es una locura. No es más que otra chica universitaria que vive en
un edificio de apartamentos de mierda en algún lugar en medio de Texas.
No tengo tiempo para ningún tipo de relación en este momento, esta es mi
gran oportunidad de llegar a las grandes ligas y ese tiene que ser el centro
de todo lo que haga. Me encuentro a mí mismo mirando hacia el edificio y
explorando la pared de ventanas, preguntándome cuál es la de ella.
Me levanto y sacudo mis piernas. Si algo aprendí de Hailey, es que
estoy aquí por el béisbol, nada más. Además, involucrarme con Jenna
significaría que tendría que decirle la verdad sobre mí, y no hay manera de
que pudiera hacerlo sin poner en riesgo mi lugar en el equipo. Tomo una
respiración profunda y busco el pomo de la puerta, esperando que las
chicas hayan conseguido meter la silla al apartamento para entonces,
porque la verdad no quiero topármelas de nuevo. Jenna es mala para mí y
mala para mi carrera, y sólo tendré que mantenerme repitiendo eso una y
otra vez hasta que por fin esté convencido. 29
Como ya me di cuenta de la manera difícil, el amor y los secretos son
una mala mezcla.
Una cosa verdadera
Traducido por July Styles Tate , Alysse Volkov & Carolina Shaw
Corregido por Pily

Ty
uego asesino amigo —dice Rowan, golpeando mi

—J hombro con su guante cuando pasa por mi asiento en el


bus.
—Gracias —digo. No puedo evitar sonreír. Mi bate está
listo en este momento, justo como necesito que esté—. Tú también. 30
Obtendrás el no-hitter1 la próxima vez. —Estuvo tan cerca, pero un doble
en la octava lo dejaría sin aliento. En el minuto que el balón dejó el bate tu
podías escuchar que eso era un buen hit. Eso casi nos mata a todos
nosotros
—Siempre hay una próxima vez. —Sonríe, tomando un asiento de la
parte de atrás.
—¿Disfrutando tu triunfo? —dice Mitch, deslizándose en el asiento
detrás de mi
—Apenas —digo. Tanto como ganar. Odio hablar acerca de eso. Es
embarazoso de alguna manera.
—¿Cuadrangular tras Cuadrangular? —Silva Mitch—. Eso hará que
seas notado. ¿Vistes la mirada en la cara de ese pobre lanzador justo antes
de que arrancaran su culo fuera del juego? Casi sentí lastima por el chico.
—El último fue un tiro de suerte —digo con un encogimiento de
hombros, esperando que dejara de hablar acerca de eso—. Tú tenías un
buen par de entradas también.

1NoHitter: Un juego en el cual el pitcher no permite que lleguen jugadores a las bases por
medio de algún hit.
—Vamos. El entrenador solo me puso a mí porque nosotros
estábamos arriba por cinco. Entre tu bateo y el lanzamiento de Rowan, el
resto de nosotros solo éramos decoraciones del campo.
—Eso es pura mierda —digo—. Bien. Estoy teniendo una buena
temporada. Pero nosotros sabemos que esos bateadores corren
apasionadamente y lejos. —Miro alrededor para verificar que nadie está
escuchando que el conductor cierra las puertas y pone el bus en
marcha—. Todo el mundo tuvo su turno.
—Bueno, es definitivamente el tuyo ahora —dice Mitch. Mira por
encima de la parte de parte de atrás de mi asiento al libro en mi regazo—.
¿Literatura existencialista Alemana?
—Sí. —Muevo el resaltador hacia él—. Con todos los viajes y los
juegos los cinco días de la semana estoy seriamente atrasado. —No
menciono que si mis notas bajan mucho más mi beca de béisbol está en
peligro, algo que no puedo permitir cuando estoy finalmente tan cerca de
que las cosas sucedan. Todo lo que necesito es un poco más de horas en
el día.
—Solo necesitas aprender a alagar esos halagos un poco mejor —
dice Mitch, sacando su tablet y sus audífonos.
—Correcto —digo. No he alagado a alguien en meses, no desde
31
que rompí con Hailey el verano pasado. Pensar en no tener a ninguna
chica en mi vida era fácil. Actualmente se está haciendo más difícil cada
día.
No hay mucho que ver en las tres horas de regreso a Garvin solo
montañas y maleza, árboles y ocasionalmente un pequeño pueblo, así que
es fácil obtener algún uso hecho por el zumbido de los otros chicos con la
conversación en el autobús, enviando mensajes con sus celulares o
escuchando la película que está reproduciéndose en los monitores de
arriba.
A veces pasamos a través de unos de esos micros pueblos, sus calles
principales literalmente de dos bloques de largos, con sus aceras de
maderas astilladas por el sol y la mayoría de los cristales de la fachada
entablados. Casi todos ellos tienen un gran palacio de justicia situado en el
medio de la plaza en el centro de la ciudad, grandes ladrillos en
recordatorio de lo que solía ser la vida en esta parte de Texas.
Mientras salimos de la ciudad miro a los metros detrás a los vallados
hacia los desgastados postes oxidados de los columpios y las piscinas sobre
la tierra y me pregunto cómo sería crecer en un lugar como este. Y lo que
las personas en un lugar como este podría decir si ellos si supieran que los
estábamos viendo.
Siempre estoy aliviado cuando regresamos al camino principal
mientras pasamos encima de las colinas, nada para ver fuera de las
ventanas pero unos buitres saltando alrededor del camino muerto y vacas
rumeando la maleza mientras los buitres inclinan en sus cabezas para
rebuscar lo que puedan de la tierra seca. Los pequeños pueblos me
deprimen y me hacen sentir cada vez más como un forastero en esta
parte del país. Mucho mejor que estar volando a través de un pueblo
como este en lugar de atrapado en uno.
Es de noche cuando paramos en el estacionamiento de la escuela.
Algunos chicos habían estado durmiendo y hay un montón de gruñidos y
estiramiento mientras las luces del bus se encienden y las personas se
ponen de pie y agarran sus cosas.
—¿A dónde vas? —pregunta Mitch mientras coloco mi maleta
encima de mi hombro.
—Supongo que a casa.
Revisa su celular.
—¿Un Sábado en la noche? Vamos hombre, puedes hacer algo
mejor que eso.
Me encojo de hombros. 32
—Como dije, tengo un montón de trabajo que hacer y tenemos una
tonelada de juegos la próxima semana… —Sabía como de patético y
poco convincente eso sonaba al minuto que las palabras salieron de mi
boca.
—Hay mucho tiempo para eso —dice Mitch mientras bajamos del
autobús—.Ven al bar conmigo. Nosotros tomaremos un par de cervezas,
algunas alitas... tienes que comer.
Pienso en ello por un segundo. Todo lo que está esperando por mí en
el apartamento una pizza congelada y Jessie y sus amigos drogadictos
jugando video juegos por horas en la sala. Además, si rechazo a Mitch una
vez más probablemente no me vuelva a preguntar.
—Bien, solo por un rato.
—¡Genial! —SonríeMitch y teclea en su celular—. Nina se reunirá con
nosotros allá, y trae alguna amiga caliente de su clase con ella.
—De acuerdo —digo, mi estómago ya cerrándoseme por el
pensamiento. Un amiga de Nina. ¿Cómo voy a salir de ésta?
—¿Quieres que te lleve?
—¿Y si nos encontramos allí? —digo, señalando mi moto.
—Bueno, solo sígueme, no está lejos.
Me subo en la moto y sigo la camioneta azul de Mitch fuera del
estacionamiento todo el tiempo así se daría cuenta si solo me lo paso y
sigo hacia el apartamento. Pero dejarlo tirado otra vez no me va a enviar
exactamente a su lista de amigos. Muy pronto, enciende las direccionales
y voltea y lo sigo hacia la plaza de estacionamiento de McCarthy’s Friends.
He estado ahí un par de veces con gente de la escuela y me
recuerda a Foley’s de Union Square, es una especie de un viaje para ver
un auténtico bar irlandés todo de madera oscura y detalles en verde aquí
en el medio de Texas, pero nadie más parece darse cuenta de la ironía.
El estacionamiento está lleno de camionetas y carros americanos, así
que estaciono la moto en la acera en frente del bar y le coloco la pata de
cabra. Obtengo un gesto de aprobación de un chico con un inmenso
sombrero que camina cerca, capturando en excelencia cada línea y trazo
de pintura.
—Nina está consiguiendo una mesa —dice Mitch, mientras se dirige
hacia la puerta. Está usando su uniforme urbano de Texas, botas sucias,
correa con una gran hebilla y un destartalado sombrero de camionero, sus
sábados él saca esa ropa. Es tan de tejano que incluso consiguió unas
diminutas botas de vaquero que cuelgan de su espejo retrovisor. No estoy
seguro que la camisa y los vaqueros que me puse en el vestuario sean
adecuados.
33
Lo sigo a través de la puerta y la pared de ruido es inmediata. El
lugar está lleno de gente de pie, tres permanentes en la barra y haciendo
fila para la mesa de billar en el otro cuarto.
—Ahí está Nina. —Mitch saluda a Nina y lentamente lo sigo hacia
ahí. Tan lleno como está este lugar, es la única con la cara sombría en
todo el bar.
Me pregunto si le molesta. Eso no parece, lo cual es asombroso para
mí.
Le digo hola rápidamente a Nina y me siento al otro lado de Mitch
tan lejos de ella como sea posible. No es que no me guste Nina, pero no
hay manera de que pueda explicar eso a ellos y aún mantener los secretos
de la manera que necesito. Es increíblemente bonita con el cabello negro
rizado suelto alrededor de sus hombros y un cuerpo para no dejar pasar. Su
piel es de un color profundo, oro y tengo que admitir tener una pequeña
punzada de celos cuando se inclina con una mano en la mejilla de Mitch
para susurrarle al oído.
En muchos sentidos, me recuerda a Hailey y me doy cuenta de que
no es solo el sexo que extraño, aunque eso es una gran parte de ella. Son
los pequeños gestos, las pequeñas indicaciones de posesión y deseo que
van junto con eso, los signos externos de pertenencia a alguien. Niego con
la cabeza. Juré renunciar a las mujeres este año porque joden lo que vine
a hacer aquí. Mantenerme enfocado en el béisbol y evitar
complicaciones. Y las mujeres como Nina no eran más que puras
complicaciones. Miro alrededor de la barra mientras Mitch le da a Nina un
beso profundo y varios de los chicos están mirando en nuestra dirección.
Un tipo de un grupo se inclina para decirles algo a sus amigos y todos
se ríen. No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo que están
hablando. Por lo que muchas de las ciudades universitarias son liberales y
de mente abierta. Una razón más para mantener mis secretos para mí
mismo.
NiMitch o Nina parecen darse cuenta de las miradas, mientras se
sientan en sus asientos.
—Mi amiga está el baño. —Nina se inclina hacia mí—. Vendrá
directo aquí. Mitch me envió unos mensajes de texto que ustedes tuvieron
un gran partido.
—Fue bueno —le digo asintiendo, luego giro para ver lo que hay
disponible.
—¿Bueno? —dice Mitch—. Nuestro chico aquí está en su camino de
ser explorado.
34
—¿En serio? —dice Nina, sus intensos ojos oscuros en mí. No me
gusta la forma en que me mira. Como queestá casi mirando a través de
mí.
Me aparto de su mirada.
—Supongo. Déjame ver si consigo algunas bebidas.—Salto de mi
asiento—. Nina, ¿otra cerveza? ¿Mitch?
Hay un vaso casi lleno delante del asiento de su amiga, por lo que
camino hasta el bar para solo conseguir tres cervezas más, centrándome
en SportsCenter en la televisión detrás de la barra mientras el muchacho
saca nuestras bebidas. Cuando me dirijo de nuevo a la mesa, veo a una
chica con el cabello largo de color marrón sentada en el asiento vacío y
me tomo una respiración profunda. ¿Cómo voy a salir de esto sin parecer
un idiota? Tendré que solo pegarme a una cerveza y luego hacer alguna
mala excusa de por qué tengo que estar en casa antes de las diez.
—Aquí tienes —le digo, equilibrando las tres cervezas en mis manos
mientras lentamente bajo las demás en la mesa.
—Gracias Ty —dice Nina, limpiando las gotas que caen a un lado
de su copa.
Me dirijo a su amiga.
—Iba a conseguir uno más, pero… —El resto de la frase desaparece
en el aire.
—Estoy bien —dice ella, sacudiendo su cabeza y tomando un sorbo
de la cerveza. Me sonríe y levanta sus ojos castaños hacia mí y no puedo
dejar de sentir el tirón familiar de deseo. Todos esos meses, que paso en el
pasillo, caminando por las escaleras sin decir una palabra y ahora está
sentada aquí en una mesa junto a mí. Nunca he visto su cabello sin el
moño antes y es hermosa, una cascada de brillante ondas abajo de los
hombros. En lugar del top de entrenamiento habitual, la camisa de color
negro que lleva puesta es sedosa y brillante y se mantiene en sus hombros
por unas correas delgadas.
—Jenna. —No se dan cuenta de lo que he dicho durante unos
segundos.
—¿Ustedes dos se conocen? —pregunta Nina, sus cejas levantadas
por la sorpresa.
—Algo así —dice Jenna, su suave acento de Texas infundiendo
cada palabra.
—Nosotros, uh, vivimos juntos —le digo, y entonces me doy cuenta
de cómo suena—. Quiero decir, en el mismo edificio. Tengo un
apartamento en el pasillo de ella. —Dios, sueno como un tonto.
35
—Bueno, mira eso —dice Mitch, dándome un puñetazo en el
brazo—. El mundo es pequeño.
—Supongo que sí —le digo, sentándose al lado de Jenna. Es una
distracción y deliciosa para tenerla sentada a mi lado. Sus manos son
pequeñas, casi delicadas mientras juega con el portavasos. Es todo lo que
puedo hacer para no extender la mano y tocarla, para ver si su piel es tan
suave como he imaginado. Para ver si sus labios saben tan ricos como se
ven.
—Nina dijo que tenían un juego en Abilene hoy —dice.
—Lo teníamos —digo, tomando un sorbo de mi cerveza para ocultar
mi vergüenza.
—Soy de una pequeña ciudad muy cerca de allí —dice Jenna.
—¿Sí? —digo, fingiendo que no sé nada de ella. Pienso en los
pequeños pueblos por donde pasamos y me pregunto cuál de ellos era el
suyo. Por supuesto que ella quería escapar.
—Grand Junction —dice. Luego se ríe y es un hermoso, casi profundo
sonido. Me doy cuenta que nunca la escuché reír antes—. Aunque el único
gran sobre esto es el nombre y la estación del tren cerrada hace cien años
o algo así.
No me imagino a Jenna en uno de esos micro-pueblos. Es
demasiado hermosa para estar contenida en un lugar pequeño y
polvoriento.
—¿No podías esperar para salir de allí?
Jenna sacude su cabeza.
—No realmente —dice con el ceño fruncido—. Me encanta allí. Hay
toneladas de espacio para correr y hacer lo que quieras. Hay un arroyo
que atraviesa la ciudad que es genial en el verano y el abuelo construyó
una casa de árbol en el patio en la que puedes dormir. Todo el mundo
sabe quién eres. —Toma un sorbo de cerveza pensativa—. Lo cual, ya
sabes, puede ser bueno o malo.
Interesante. No esperaba esa respuesta.
—Mmm. Creo que todos los menores de 70 años estarían muriendo
por salir de un pueblo así.
—¿Por qué? —Se ve insultada e inmediatamente me siento mal.
—Bueno... no hay mucho que ver, supongo.
Jenna no me está dejando salir de esta.
—Hay mucho que hacer. —Se sienta con la espalda recta y me mira 36
con la cabeza inclinada hacia un lado—. Al igual que un chico de ciudad
comienzas a molestar sobre los pueblos cuando no sabes nada al
respecto.
Le sonrío. Parece que no soy el único que ha estado haciendo
preguntas.
—¿Cómo sabías que soy de la ciudad?
Hay un instante de vacilación en sus ojos, pero se ha ido en un
segundo.
—Nina dijo que eras de San Francisco. Y no suenas exactamente
como si fueras de Garvin.
Recorro un dedo por el borde de mi vaso.
—Eso es obvio, ¿eh?
Se encoge de hombros sin comprometerse.
—Y no te vistes como un chico bueno.
Miro hacia la banda de mi camiseta que estoy vistiendo. Sé
exactamente lo que quiere decir, pero estoy disfrutando un poco de esta
conversación.
—Es solo una camiseta y pantalones vaqueros.
Entrecierra los ojos en mí.
—No mucha gente va corriendo por el campus con una camisa de
Zeppelin y zapatillas Nike —dice, mirando alrededor de la barra—.
Vaqueros, gorras de camioneros y botas de trabajo son el estándar por
aquí.
Me inclino hacia delante sobre la mesa.
—¿Hay algo malo en eso?
Hay un brillo en sus ojos que es casi un desafío. Un reto que será
mejor ignorar si sé lo que es bueno para mí.
—No. No he dicho que hubiera algo de malo en eso.
—Está bien —le digo, poniendo ambas manos sobre la mesa—. Pido
disculpas por hablar sandeces sobre tu pueblo.
Niega con la cabeza.
—Solo porque eres de Frisco, piensas todo eso. Solo porque soy de un
pueblo pequeño, no significa que soy una idiota, sabes. Algún día, cuando
terminé de viajar y hacer todo lo que quiero hacer, me encantaría volver a
establecerme en Grand Junction. Tal vez formar una familia allí.
—Está bien, está bien. —Estoy tratando de no sonreír ante lo molesta 37
que está Jenna—. Dije que lo siento.
—Bien —dice—. Disculpa aceptada.
—Por cierto —le digo, sabiendo que no debería, pero no puedo
evitarlo—. No lo llames Frisco.
Jenna toma un trago de cerveza.
—¿Por qué no? Escucho a la gente en la televisión llamándolo Frisco
todo el tiempo.
—Solo las personas que nunca han estado allí. —Me encojo de
hombros—. Solo estoy tratando de ayudar. Algún día, podrías tomar un taxi
en Union Square en camino a un día de compras en Macy y el momento
en que te deslices y lo llames Frisco las pandillas callejeras estarán sobre ti.
Solo estoy haciendo esto como un servicio público.
—Bueno, gracias —dice. Puedo decir que no está segura de si estoy
bromeando.
—Entonces, ¿qué vas a ir y hacer una vez que salgas de Garvin
State? ¿Cuál es tu especialidad? —pregunto, como si no lo supiera ya.
—Danza. —Baja la mirada y dirige su dedo a través de una gota de
agua sobre la mesa—. Lo sé, lo sé. Es ridículo venir al centro de Texas, para
una carrera en la danza.
—No es exactamente el Bolshoi —digo.
Jenna se ve un poco sorprendida. La danza no es mi cosa favorita,
pero mamá solía arrastrarme al ballet cada par de años.
—No puedo discutir con eso —dice.
—Así que ¿por qué aquí?
—Madame Azarov. Dirige el estudio aquí y es increíble. —Jenna
consigue una mirada en sus ojos que reconozco. Es la pasión y el deseo. La
misma mirada que los jugadores consiguen cuando hablan de las Grandes
Ligas—. Iría a cualquier parte a estudiar con ella.
—Entonces, ¿qué quieres hacer después de graduarte?
—Danza. Y coreografía, si puedo. Nueva York, París, Londres….
cualquier lugar. —Me mira como si estuviera decidiendo algo—. Tienes
que prometerme que no vas a reírte.
Me gusta que haya confiado en mí. Me dan ganas de mantener sus
secretos.
—No me voy a reír.
—Levanta la mano y júralo —dice.
Levanto una mano.
38
—Juro que no me voy a reír.
—Voy a audicionar para American Dance a finales de este año.
—¿El show de TV? —He visto un poco de él cuando estaba pasando
por la sala de estar en casa. Olivia es adicta y se sienta delante de la
televisión con su teléfono a votar por sus favoritos en cada temporada.
Asiente un poco tímidamente.
—Lo sé, suena estúpido...
—No, no es así —le digo rápidamente—. Esa gente es increíble.
—Ni siquiera me importa ganar, solo he querido estar allí desde la
primera vez que vi el show. La exposición, la coreografía... es una gran
oportunidad. —Toma otro sorbo de cerveza—. Siempre y cuando lo haga
más allá de las primeras audiciones.
—Estoy seguro que lo harás —digo y espero que ella sepa que no
estoy siendo un idiota. Lo digo en serio. Jenna tiene la confianza y la gracia
que me hace creer que realmente lo hará. Hará lo que sea que ella
quiera.
—Solo soy un estudiante de segundo año —dice—. Así que si no sale
bien, voy a volver aquí.
¿Un estudiante de segundo año? Me inclino hacia delante.
—¿Cuántos años tienes?
Jenna mira alrededor con complicidad.
—Diecinueve. —Sonríe—. Identificación falsa.
—Bueno —digo con aprobación. Se ve tan estricta y recatada que
me encanta un poco el borde travieso. Mi mente vaga en qué otra cosa
podría ser traviesa y tengo que arrástralo de vuelta—. Tenía una también…
sobre todo para entrar en los clubes y las cosas.
—¿Eres de ultimo año? —pregunta.
—No. Primer año —le digo—. Hice un par de años en una universidad
local antes de venir aquí.
Levanta la vista hacia mí.
—Entonces, ¿te gusta San Francisco?
—Me gusta. —Sé que hay un poco de demasiado orgullo en mi voz
cuando digo eso, pero me encanta mi ciudad natal, especialmente las
partes que no se ven en un programa de viajes, las partes más sórdidas de
Market Street, un club en Mision, jugando a la pelota en el Golden Gate
Park. Cuando camino por la ciudad, se siente como de mi propiedad, no 39
como lo hago aquí, donde me siento como un extraterrestre la mayor
parte del tiempo, como que estoy jugando un juego, pero nunca nadie
me dijo las reglas.
—¿Por qué haces todo el camino hasta aquí, si la vida de pueblo
está tan mal? —Ahí está el desafío en su voz de nuevo. No me importa en
absoluto.
—Beisbol —le digo—. Fui reclutado para salir este año.
—Y él está en su camino a las Grandes Ligas —dice Mitch,
inclinándose sobre la mesa.
—Dios, ¿podrías dejar de hablar de eso? —digo, lanzando una
servilleta embolinada hacía él.
—Bueno, es cierto. —Se vuelve a Jenna—. Si Ty puede mantener el
gran año que está teniendo, será el que está en SportsCenter el año que
viene.
Niego con la cabeza.
—No le hagas caso. Sólo lo estoy haciendo bien.
—Deberíamos llegar a un juego alguna vez —dice Nina.
—Deberías —le digo a Jenna.
—Tal vez lo haga. —Me sonríe, sus ojos girando en los bordes, y siento
un trasfondo corriendo a través de nuestra conversación. Un trasfondo que
no estoy tan de prisa para matar, a pesar de todas las señales de
advertencia.
Dos horas más tarde hay varios platos de huesos de pollo y un
montón de vasos vacíos frente a nosotros cuatro. Nina y Mitch se
acurrucaron en un rincón hablando entre ellos y honestamente, casi había
olvidado que estaban ahí. En algún momento, Jenna empujó su silla más
cerca a la mía, así que nuestras rodillas casi se tocan, su mano rozando mi
pierna como si el gesto lo hiciera para tratar de hacer un punto.
El ruido de vidrios rotos en el suelo hace parecer fantasmas a todos y
los silbidos llenan el aire. El tipo que lo dejó caer se inclina para recogerlo
mientras sus amigos lo señalan y ríen.
Por primera vez en toda la noche, hay un largo silencio entre
nosotros, pero no es porque nos hemos quedado sin cosas que decir. Se
siente como si la conversación apenas ha comenzado.
—Probablemente debería irme —dice Jenna, mirando alrededor de
la barra. Se ha puesto aún más lleno de gente, mientras que hemos estado
sentados aquí.
No quería que se fuera, pero sé que no tengo derecho a pedirle que
40
se quedara. No cuando no debería tomar las cosas más allá de esta mesa.
—Oh vamos, es sábado por la noche —dice Nina, mirando hacia
nosotros con las cejas levantadas.
—Tengo una clase en la mañana —dice Jenna.
—¿Tienes ballet un domingo?
—Danza africana —dice. Nos mira y se encoge de hombros—. Me
gusta diversificarme.
Nina se incorpora y alcanza su bolso.
—Te llevaré a casa.
Se siente como que Jenna va a salir de aquí y las cosas van a ser
como siempre han estado entre nosotros… una breve inclinación de
cabeza en el pasillo, o un “gracias” cuando tengo una puerta abierta. Sé
que no debería animarla, pero no quiero que esto retroceda.
—Deberían quedarse chicos —digo rápidamente—. Puedo llevar a
Jenna. Solo he tomado una cerveza todo el tiempo que hemos estado
aquí sentados.
Jenna vacila.
—¿Estás seguro?
No, no estoy seguro en absoluto.
—Tiene sentido, vivimos en el mismo lugar. Siempre y cuando no te
importe montar en la parte trasera de mi moto.
—No —dice con una pequeña sonrisa—. No me importa.
—¡Genial! —dice Mitch, inclinándose hacia Nina—. Ustedes niños
pueden irse.
Agarramos nuestras cosas y nos despedimos. El aire exterior está
todavía caliente como agua de baño mientras los insectos se lanzan a las
luces sobre el umbral. Una cosa a la que podría acostumbrarme, es una
noche cálida de Texas. Nunca es caliente por la noche en casa. En el
momento en que la niebla se enrolla en el océano se siente como el
invierno, incluso en julio.
—Se siente algo así como una trampa, ¿no es así? —dice Jenna
mientras caminamos hacia mi motocicleta.
Me pregunto si ella piensa que tuve algo que ver con eso.
—Si no los conociera mejor.
—Te juro que no sabía que eras tú cuando Nina me invitó —dice,
pateando la grava en el estacionamiento. 41
—¿Decepcionada?
—No —dice Jenna, mirándome—. De ningún modo.
Siento una sacudida correr a través de mi cuerpo mientras me mira
con esos grandes ojos marrones.
—Bueno. —Saco mi mochila de mi hombro—. ¿Puedes sostener esto
por mí? De esa forma es más fácil para ti agarrarte.
—Claro —dice, su brazo inclinándose mientras tiendo una mano
hacia ella—. ¿Qué tienes aquí?
—Libros.
—Oh, un atleta becado —se burla, recostándose sobre su espalda.
—Tengo que serlo si quiero mantener mi beca. —Me siento en mi
moto y quito el pie de apoyo—. Espera un segundo, mientras la enciendo.
Le doy la vuelta al embrague y salto el arranque con el pie derecho,
mientras ruge a la vida con fuerza suficiente como para que varios chicos
en la parte delantera del bar miren por encima de su hombro.
—De acuerdo —le digo, estabilizando la moto con ambos pies—.
¿Podrás hacerlo?
Jenna está usando pequeñas botas de tacón y pantalones negros
ajustados, pero ella se extiende en la moto como si lo hubiera estado
haciendo toda su vida. No esperaba los sentimientos que se precipitaron a
través de mí cuando presiona su cuerpo contra mi espalda. Ha pasado
tanto tiempo desde que he estado tan cerca de alguien, que me toma
unos segundos para recuperar la compostura lo suficiente para poner la
moto en marcha.
Mientras salimos del estacionamiento, Jenna coloca sus brazos
alrededor de mi cintura, sus manos a cada lado de mis abdominales. Sin
pensarlo, me agacho y toco su mano en mi estómago y ella vuelve su
cabeza y apoya una mejilla contra la parte superior de mi espalda. Sus
muslos se presionan contra los míos con cada giro. Trago saliva ante la
sensación de su cuerpo contra el mío y trato de recordarme que esto es
solo un paseo hacia casa. No puedo involucrarme con Jenna… no esta
noche, y no otra noche.
Nos dirigimos a la carretera de dos carriles que pasa por una
carretera en esta parte de Texas y me obligo a mantener la velocidad
baja, tanto para hacer que el viaje dure más tiempo como para
mantenernos a ambos seguros. He dado paseos con un montón de chicas
antes, pero en San Francisco hay cascos y chaquetas de cuero con
cremallera ajustadas contra el frío. Montar sobre las suaves colinas del 42
centro de Texas por el aire cálido de la noche con nada más que nuestras
camisas entre nosotros es algo completamente distinto.
Muy pronto, estamos en nuestro edificio y me deslizo hacia el
amparo del estacionamiento, sosteniendo la moto para que Jenna se
pueda deslizar. Aparco y apago el encendido, el repentino silencio nos
rodea en la oscuridad.
—Gracias —digo, agarrando mi mochila de ella.
—Gracias por el viaje —dice.
Está de repente un poco incómodo entre nosotros, al igual que
cuando sus piernas estaban presionadas contra mis muslos hace dos
minutos. Caminamos en silencio hacia la puerta de cristal del edificio y la
sostengo abierta para ella como lo hice el otro día. Esta vez, sin embargo,
sus ojos se encuentran con los míos mientras camina y hay una mirada
audaz en ellos que no he visto antes. En vez de dejarla caminar delante de
mí, caminamos lentamente por las escaleras juntos, ninguno de los dos
sabiendo qué decir. Una parte de mí no quiere que esta noche termine y
la otra parte racional, más pequeña, sabe que ir más lejos, no sería justo.
Para cualquiera de nosotros.
Pasamos mi apartamento y puedo escuchar el sistema de juego en
auge desde el otro lado. Jessie probablemente no terminará en algún
momento. La acompaño hasta la puerta y permanecemos allí durante
unos momentos.
—Me alegro de que estuvieras en el bar esta noche —dice.
Bajo mi mirada hacia la gastada alfombra gris.
—Me alegra de que estuvieras también. He querido hablar contigo
durante todo el año. —¿Qué estoy haciendo aquí? Debería decirle buenas
noches y alejarme en lugar de estar parado aquí sonando como a un
adolescente en la noche de baile.
—¿En serio? —Se ve como si tratara de decidir si eso es solo una
línea—. ¿Por qué no lo hiciste?
Bajo mi mirada y Jenna se muerde ligeramente el labio inferior de
manera que es a la vez inocente e innegablemente sexy.
—Yo solo... —No puedo mirarla más, así que aparto mis ojos y miro el
pasillo vacío. ¿Por qué no he hablado con ella en casi siete meses? Porque
he pasado ese tiempo convirtiéndome en alguien nuevo y no puedo
arruinar todo ese duro trabajo. Porque tendría que hablarle de todas las
cosas que he mantenido ocultas de todo el mundo si nos involucramos.
Porque tendría que ser honesto con ella —y ahora mismo no puedo ser
honesto con nadie—. Es complicado. 43
—Oh —dice vagamente y sé queno entiende. ¿Cómo podría? Jenna
pone la llave en la puerta—. ¿Quieres entrar un momento? Tengo un par
de cervezas en la nevera.
Echo un vistazo a mi propia puerta. A la que debería estar
caminando ahora.
—Debo ir...
No se puede negar la decepción en sus ojos cuando me mira y es
doloroso saber lo que podría tener aquí si solo tomo ese único paso hacia
adelante.
—Está bien —dice Jenna. Se pone de puntillas y se inclina hacia mí,
sus labios rozando mi mejilla. Mi cabeza se llena con la suave esencia de su
polvo mezclado con algo más profundo y sexy—. Gracias por el paseo.
Levanta un dedo y lo traza en mi cuello lentamente y eso es todo lo
que toma de mí perder hasta la última gota de mi determinación.
Antes de que pueda pensar en lo que estoy haciendo, me agacho y la
beso con tanta fuerza que siento el aliento abandonar mi cuerpo mientras
la presiono contra la puerta y entrelazo sus dedos con los míos. Estoy
empezando a perderme en el beso cuando la realidad de lo que hago me
golpea.
—Lo siento —le digo, dando un paso atrás de ella. Su sabor está aún
en mis labios y quiero más, mucho más, pero no puedo. No está bien.
—No lo hagas —dice, agarrando mi mano y tirando de mí más
cerca.
Pero me resisto, apartando la mirada porque sé que si la miro a los
ojos perderé hasta el último gramo de fuerza de voluntad que intento
invocar. No puedo creer que esté a punto de deshacer todo lo que he
mantenido junto estos últimos meses. Pero Jenna se encuentra justo aquí
en frente de mí y merece saber la verdad.
—Escucha... hay algunas cosas que no sabes de mí...
Me mira a los ojos y estoy atrapado.
—¿Una ETS2? —dice audazmente.
Me estremezco.
—No.
—¿Un delito grave? ¿Una novia? ¿Un bebé?
No puedo dejar de reír. A la luz de sus suposiciones, tal vez mi secreto
no es algo muy importante.
—No. Nada de eso.
44
Agarra mis dos manos y tira de mí hacia ella y cada parte de mi
determinación se desvanece.
—Entonces no me importa.

Continuará…

2ETS: Enfermedad de Transmisión Sexual.


PRÓXIMO LIBRO
One True Thing

―Eso fue todo antes de… ―Jenna ondeaba su mano en el aire, pero
45
ambos sabíamos lo que significaba. Antes de que la tocase en los lugares
más íntimos. Antes de sentirla estremecerse bajo mi lengua. Antes de que
ella saboreara la sal en mi piel. Antes de que me prometiera mucho más
de lo que podía ofrecer.

Ty Branch ha querido una cosa toda su vida… jugar béisbol


profesional. Cuando llega la oportunidad de mudarse de San Francisco
para jugar en el potencial de la Universidad Estatal de Garvin en Texas,
está dispuesto a hacer todo lo necesario para hacer que sueño se haga
realidad, incluso si eso significa ocultar su pasado. Pero cuando conoce a
la importante bailarina Jenna Taylor, la química es tan fuerte que su
unico pensamiento comienza a debilitarse. Mientras ella llega a conocer a
su peculiar, familia pueblerina, cae más profundamente en el amor, pero
empieza a convencerse de que nunca podría decirle la verdad sobre su
familia. Cuando un visitante sorpresa vacía su pasado de par en par, Ty se
ve obligado a llegar a un acuerdo con sus secretos. Pero el daño ya está
hecho con Jenna o ¿podrá encontrar una manera de sacrificar todo por lo
que ha trabajado con el fin de reconquistar el corazón del amor de su
vida?
Sobre el Autor
Lynne Jaymes
Lynne Jaymes es una lectora de toda la vida y escritora
accidental que vive en el norte de California. Escribe ficción
contemporánea lo que es a veces divertido, a veces sexy y siempre
desde el corazón. Aunque esta no es su primera incursión en la
escritura —Lynne se publica tradicionalmente en otro género con
otro nombre —ella ama al mundo Indie por la libertad que le da al
escribir las historias que le llaman la atención, las que significan
mayoría y los que los editores han dicho nunca vender. ONE TRUE
THING es la adaptación del primer libro que alguna vez escribió y la
historia es la única cerca a su familia y ha vivido en lo más profundo
de su alma durante años. También es laco-autora del segundo libro 46
de la serie UNFILTERED, UNFILTERED & UNKNOWN.
Síguela en su página: www.lynnejaymes.com
Traducido, Corregido y
Diseñado en:

47

¿Qué esperas para unirte?

http://paradisebooks.forum.nom.es/

También podría gustarte