Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
El siguiente documento fue hecho sin fines de lucro, siendo así su finalidad incentivar la
lectura a esos países en el cual es imposible conseguir sus publicaciones al español.
Ninguna traductora, correctora o diseñadora de este foro recibe dinero por participar en el
actual documento. Es una traducción no-oficial, realizada con afecto y dedicación hacia esas
personas seguidoras de la lectura, y autor. Demuestra tu apoyo hacia la autora, comprando
2
sus libros, si estos llegan a tu zona o ciudad.
¡Disfruta!
Staff
Moderadora de Traducción
Angy de Rossi
Traductoras
Carolina Shaw Angy de Rossi Alysse Volkov
Meeny July Styles Tate
Moderadora de Corrección 3
Alessa Masllentyle
Correctoras
Elizabeth Scarhood Agus Morgenstern Marieta16
Pily
Lectura Final
Alysse Volkov
Diseño
MaeVolkov
Índice
Sinopsis
La última noche de Ty
La última noche de Jenna
El primer vistazo
Una cosa verdadera
Siguiente Libro
Sobre el Autor
4
Sinopsis
Nunca sabes cuándo será la última noche juntos. Una última
pelea, una tragedia más, una última mentira, y la relación ha
terminado. La novela One Last Night, explora las relaciones que
dieron forma tanto Ty y Jenna y que hicieron de ellos lo que son en el
momento que se encuentran en el pasillo del edificio de sus
apartamentos en Texas.
—¡S orpresa!
Ty
uego asesino amigo —dice Rowan, golpeando mi
1NoHitter: Un juego en el cual el pitcher no permite que lleguen jugadores a las bases por
medio de algún hit.
—Vamos. El entrenador solo me puso a mí porque nosotros
estábamos arriba por cinco. Entre tu bateo y el lanzamiento de Rowan, el
resto de nosotros solo éramos decoraciones del campo.
—Eso es pura mierda —digo—. Bien. Estoy teniendo una buena
temporada. Pero nosotros sabemos que esos bateadores corren
apasionadamente y lejos. —Miro alrededor para verificar que nadie está
escuchando que el conductor cierra las puertas y pone el bus en
marcha—. Todo el mundo tuvo su turno.
—Bueno, es definitivamente el tuyo ahora —dice Mitch. Mira por
encima de la parte de parte de atrás de mi asiento al libro en mi regazo—.
¿Literatura existencialista Alemana?
—Sí. —Muevo el resaltador hacia él—. Con todos los viajes y los
juegos los cinco días de la semana estoy seriamente atrasado. —No
menciono que si mis notas bajan mucho más mi beca de béisbol está en
peligro, algo que no puedo permitir cuando estoy finalmente tan cerca de
que las cosas sucedan. Todo lo que necesito es un poco más de horas en
el día.
—Solo necesitas aprender a alagar esos halagos un poco mejor —
dice Mitch, sacando su tablet y sus audífonos.
—Correcto —digo. No he alagado a alguien en meses, no desde
31
que rompí con Hailey el verano pasado. Pensar en no tener a ninguna
chica en mi vida era fácil. Actualmente se está haciendo más difícil cada
día.
No hay mucho que ver en las tres horas de regreso a Garvin solo
montañas y maleza, árboles y ocasionalmente un pequeño pueblo, así que
es fácil obtener algún uso hecho por el zumbido de los otros chicos con la
conversación en el autobús, enviando mensajes con sus celulares o
escuchando la película que está reproduciéndose en los monitores de
arriba.
A veces pasamos a través de unos de esos micros pueblos, sus calles
principales literalmente de dos bloques de largos, con sus aceras de
maderas astilladas por el sol y la mayoría de los cristales de la fachada
entablados. Casi todos ellos tienen un gran palacio de justicia situado en el
medio de la plaza en el centro de la ciudad, grandes ladrillos en
recordatorio de lo que solía ser la vida en esta parte de Texas.
Mientras salimos de la ciudad miro a los metros detrás a los vallados
hacia los desgastados postes oxidados de los columpios y las piscinas sobre
la tierra y me pregunto cómo sería crecer en un lugar como este. Y lo que
las personas en un lugar como este podría decir si ellos si supieran que los
estábamos viendo.
Siempre estoy aliviado cuando regresamos al camino principal
mientras pasamos encima de las colinas, nada para ver fuera de las
ventanas pero unos buitres saltando alrededor del camino muerto y vacas
rumeando la maleza mientras los buitres inclinan en sus cabezas para
rebuscar lo que puedan de la tierra seca. Los pequeños pueblos me
deprimen y me hacen sentir cada vez más como un forastero en esta
parte del país. Mucho mejor que estar volando a través de un pueblo
como este en lugar de atrapado en uno.
Es de noche cuando paramos en el estacionamiento de la escuela.
Algunos chicos habían estado durmiendo y hay un montón de gruñidos y
estiramiento mientras las luces del bus se encienden y las personas se
ponen de pie y agarran sus cosas.
—¿A dónde vas? —pregunta Mitch mientras coloco mi maleta
encima de mi hombro.
—Supongo que a casa.
Revisa su celular.
—¿Un Sábado en la noche? Vamos hombre, puedes hacer algo
mejor que eso.
Me encojo de hombros. 32
—Como dije, tengo un montón de trabajo que hacer y tenemos una
tonelada de juegos la próxima semana… —Sabía como de patético y
poco convincente eso sonaba al minuto que las palabras salieron de mi
boca.
—Hay mucho tiempo para eso —dice Mitch mientras bajamos del
autobús—.Ven al bar conmigo. Nosotros tomaremos un par de cervezas,
algunas alitas... tienes que comer.
Pienso en ello por un segundo. Todo lo que está esperando por mí en
el apartamento una pizza congelada y Jessie y sus amigos drogadictos
jugando video juegos por horas en la sala. Además, si rechazo a Mitch una
vez más probablemente no me vuelva a preguntar.
—Bien, solo por un rato.
—¡Genial! —SonríeMitch y teclea en su celular—. Nina se reunirá con
nosotros allá, y trae alguna amiga caliente de su clase con ella.
—De acuerdo —digo, mi estómago ya cerrándoseme por el
pensamiento. Un amiga de Nina. ¿Cómo voy a salir de ésta?
—¿Quieres que te lleve?
—¿Y si nos encontramos allí? —digo, señalando mi moto.
—Bueno, solo sígueme, no está lejos.
Me subo en la moto y sigo la camioneta azul de Mitch fuera del
estacionamiento todo el tiempo así se daría cuenta si solo me lo paso y
sigo hacia el apartamento. Pero dejarlo tirado otra vez no me va a enviar
exactamente a su lista de amigos. Muy pronto, enciende las direccionales
y voltea y lo sigo hacia la plaza de estacionamiento de McCarthy’s Friends.
He estado ahí un par de veces con gente de la escuela y me
recuerda a Foley’s de Union Square, es una especie de un viaje para ver
un auténtico bar irlandés todo de madera oscura y detalles en verde aquí
en el medio de Texas, pero nadie más parece darse cuenta de la ironía.
El estacionamiento está lleno de camionetas y carros americanos, así
que estaciono la moto en la acera en frente del bar y le coloco la pata de
cabra. Obtengo un gesto de aprobación de un chico con un inmenso
sombrero que camina cerca, capturando en excelencia cada línea y trazo
de pintura.
—Nina está consiguiendo una mesa —dice Mitch, mientras se dirige
hacia la puerta. Está usando su uniforme urbano de Texas, botas sucias,
correa con una gran hebilla y un destartalado sombrero de camionero, sus
sábados él saca esa ropa. Es tan de tejano que incluso consiguió unas
diminutas botas de vaquero que cuelgan de su espejo retrovisor. No estoy
seguro que la camisa y los vaqueros que me puse en el vestuario sean
adecuados.
33
Lo sigo a través de la puerta y la pared de ruido es inmediata. El
lugar está lleno de gente de pie, tres permanentes en la barra y haciendo
fila para la mesa de billar en el otro cuarto.
—Ahí está Nina. —Mitch saluda a Nina y lentamente lo sigo hacia
ahí. Tan lleno como está este lugar, es la única con la cara sombría en
todo el bar.
Me pregunto si le molesta. Eso no parece, lo cual es asombroso para
mí.
Le digo hola rápidamente a Nina y me siento al otro lado de Mitch
tan lejos de ella como sea posible. No es que no me guste Nina, pero no
hay manera de que pueda explicar eso a ellos y aún mantener los secretos
de la manera que necesito. Es increíblemente bonita con el cabello negro
rizado suelto alrededor de sus hombros y un cuerpo para no dejar pasar. Su
piel es de un color profundo, oro y tengo que admitir tener una pequeña
punzada de celos cuando se inclina con una mano en la mejilla de Mitch
para susurrarle al oído.
En muchos sentidos, me recuerda a Hailey y me doy cuenta de que
no es solo el sexo que extraño, aunque eso es una gran parte de ella. Son
los pequeños gestos, las pequeñas indicaciones de posesión y deseo que
van junto con eso, los signos externos de pertenencia a alguien. Niego con
la cabeza. Juré renunciar a las mujeres este año porque joden lo que vine
a hacer aquí. Mantenerme enfocado en el béisbol y evitar
complicaciones. Y las mujeres como Nina no eran más que puras
complicaciones. Miro alrededor de la barra mientras Mitch le da a Nina un
beso profundo y varios de los chicos están mirando en nuestra dirección.
Un tipo de un grupo se inclina para decirles algo a sus amigos y todos
se ríen. No hace falta ser un genio para darse cuenta de lo que están
hablando. Por lo que muchas de las ciudades universitarias son liberales y
de mente abierta. Una razón más para mantener mis secretos para mí
mismo.
NiMitch o Nina parecen darse cuenta de las miradas, mientras se
sientan en sus asientos.
—Mi amiga está el baño. —Nina se inclina hacia mí—. Vendrá
directo aquí. Mitch me envió unos mensajes de texto que ustedes tuvieron
un gran partido.
—Fue bueno —le digo asintiendo, luego giro para ver lo que hay
disponible.
—¿Bueno? —dice Mitch—. Nuestro chico aquí está en su camino de
ser explorado.
34
—¿En serio? —dice Nina, sus intensos ojos oscuros en mí. No me
gusta la forma en que me mira. Como queestá casi mirando a través de
mí.
Me aparto de su mirada.
—Supongo. Déjame ver si consigo algunas bebidas.—Salto de mi
asiento—. Nina, ¿otra cerveza? ¿Mitch?
Hay un vaso casi lleno delante del asiento de su amiga, por lo que
camino hasta el bar para solo conseguir tres cervezas más, centrándome
en SportsCenter en la televisión detrás de la barra mientras el muchacho
saca nuestras bebidas. Cuando me dirijo de nuevo a la mesa, veo a una
chica con el cabello largo de color marrón sentada en el asiento vacío y
me tomo una respiración profunda. ¿Cómo voy a salir de esto sin parecer
un idiota? Tendré que solo pegarme a una cerveza y luego hacer alguna
mala excusa de por qué tengo que estar en casa antes de las diez.
—Aquí tienes —le digo, equilibrando las tres cervezas en mis manos
mientras lentamente bajo las demás en la mesa.
—Gracias Ty —dice Nina, limpiando las gotas que caen a un lado
de su copa.
Me dirijo a su amiga.
—Iba a conseguir uno más, pero… —El resto de la frase desaparece
en el aire.
—Estoy bien —dice ella, sacudiendo su cabeza y tomando un sorbo
de la cerveza. Me sonríe y levanta sus ojos castaños hacia mí y no puedo
dejar de sentir el tirón familiar de deseo. Todos esos meses, que paso en el
pasillo, caminando por las escaleras sin decir una palabra y ahora está
sentada aquí en una mesa junto a mí. Nunca he visto su cabello sin el
moño antes y es hermosa, una cascada de brillante ondas abajo de los
hombros. En lugar del top de entrenamiento habitual, la camisa de color
negro que lleva puesta es sedosa y brillante y se mantiene en sus hombros
por unas correas delgadas.
—Jenna. —No se dan cuenta de lo que he dicho durante unos
segundos.
—¿Ustedes dos se conocen? —pregunta Nina, sus cejas levantadas
por la sorpresa.
—Algo así —dice Jenna, su suave acento de Texas infundiendo
cada palabra.
—Nosotros, uh, vivimos juntos —le digo, y entonces me doy cuenta
de cómo suena—. Quiero decir, en el mismo edificio. Tengo un
apartamento en el pasillo de ella. —Dios, sueno como un tonto.
35
—Bueno, mira eso —dice Mitch, dándome un puñetazo en el
brazo—. El mundo es pequeño.
—Supongo que sí —le digo, sentándose al lado de Jenna. Es una
distracción y deliciosa para tenerla sentada a mi lado. Sus manos son
pequeñas, casi delicadas mientras juega con el portavasos. Es todo lo que
puedo hacer para no extender la mano y tocarla, para ver si su piel es tan
suave como he imaginado. Para ver si sus labios saben tan ricos como se
ven.
—Nina dijo que tenían un juego en Abilene hoy —dice.
—Lo teníamos —digo, tomando un sorbo de mi cerveza para ocultar
mi vergüenza.
—Soy de una pequeña ciudad muy cerca de allí —dice Jenna.
—¿Sí? —digo, fingiendo que no sé nada de ella. Pienso en los
pequeños pueblos por donde pasamos y me pregunto cuál de ellos era el
suyo. Por supuesto que ella quería escapar.
—Grand Junction —dice. Luego se ríe y es un hermoso, casi profundo
sonido. Me doy cuenta que nunca la escuché reír antes—. Aunque el único
gran sobre esto es el nombre y la estación del tren cerrada hace cien años
o algo así.
No me imagino a Jenna en uno de esos micro-pueblos. Es
demasiado hermosa para estar contenida en un lugar pequeño y
polvoriento.
—¿No podías esperar para salir de allí?
Jenna sacude su cabeza.
—No realmente —dice con el ceño fruncido—. Me encanta allí. Hay
toneladas de espacio para correr y hacer lo que quieras. Hay un arroyo
que atraviesa la ciudad que es genial en el verano y el abuelo construyó
una casa de árbol en el patio en la que puedes dormir. Todo el mundo
sabe quién eres. —Toma un sorbo de cerveza pensativa—. Lo cual, ya
sabes, puede ser bueno o malo.
Interesante. No esperaba esa respuesta.
—Mmm. Creo que todos los menores de 70 años estarían muriendo
por salir de un pueblo así.
—¿Por qué? —Se ve insultada e inmediatamente me siento mal.
—Bueno... no hay mucho que ver, supongo.
Jenna no me está dejando salir de esta.
—Hay mucho que hacer. —Se sienta con la espalda recta y me mira 36
con la cabeza inclinada hacia un lado—. Al igual que un chico de ciudad
comienzas a molestar sobre los pueblos cuando no sabes nada al
respecto.
Le sonrío. Parece que no soy el único que ha estado haciendo
preguntas.
—¿Cómo sabías que soy de la ciudad?
Hay un instante de vacilación en sus ojos, pero se ha ido en un
segundo.
—Nina dijo que eras de San Francisco. Y no suenas exactamente
como si fueras de Garvin.
Recorro un dedo por el borde de mi vaso.
—Eso es obvio, ¿eh?
Se encoge de hombros sin comprometerse.
—Y no te vistes como un chico bueno.
Miro hacia la banda de mi camiseta que estoy vistiendo. Sé
exactamente lo que quiere decir, pero estoy disfrutando un poco de esta
conversación.
—Es solo una camiseta y pantalones vaqueros.
Entrecierra los ojos en mí.
—No mucha gente va corriendo por el campus con una camisa de
Zeppelin y zapatillas Nike —dice, mirando alrededor de la barra—.
Vaqueros, gorras de camioneros y botas de trabajo son el estándar por
aquí.
Me inclino hacia delante sobre la mesa.
—¿Hay algo malo en eso?
Hay un brillo en sus ojos que es casi un desafío. Un reto que será
mejor ignorar si sé lo que es bueno para mí.
—No. No he dicho que hubiera algo de malo en eso.
—Está bien —le digo, poniendo ambas manos sobre la mesa—. Pido
disculpas por hablar sandeces sobre tu pueblo.
Niega con la cabeza.
—Solo porque eres de Frisco, piensas todo eso. Solo porque soy de un
pueblo pequeño, no significa que soy una idiota, sabes. Algún día, cuando
terminé de viajar y hacer todo lo que quiero hacer, me encantaría volver a
establecerme en Grand Junction. Tal vez formar una familia allí.
—Está bien, está bien. —Estoy tratando de no sonreír ante lo molesta 37
que está Jenna—. Dije que lo siento.
—Bien —dice—. Disculpa aceptada.
—Por cierto —le digo, sabiendo que no debería, pero no puedo
evitarlo—. No lo llames Frisco.
Jenna toma un trago de cerveza.
—¿Por qué no? Escucho a la gente en la televisión llamándolo Frisco
todo el tiempo.
—Solo las personas que nunca han estado allí. —Me encojo de
hombros—. Solo estoy tratando de ayudar. Algún día, podrías tomar un taxi
en Union Square en camino a un día de compras en Macy y el momento
en que te deslices y lo llames Frisco las pandillas callejeras estarán sobre ti.
Solo estoy haciendo esto como un servicio público.
—Bueno, gracias —dice. Puedo decir que no está segura de si estoy
bromeando.
—Entonces, ¿qué vas a ir y hacer una vez que salgas de Garvin
State? ¿Cuál es tu especialidad? —pregunto, como si no lo supiera ya.
—Danza. —Baja la mirada y dirige su dedo a través de una gota de
agua sobre la mesa—. Lo sé, lo sé. Es ridículo venir al centro de Texas, para
una carrera en la danza.
—No es exactamente el Bolshoi —digo.
Jenna se ve un poco sorprendida. La danza no es mi cosa favorita,
pero mamá solía arrastrarme al ballet cada par de años.
—No puedo discutir con eso —dice.
—Así que ¿por qué aquí?
—Madame Azarov. Dirige el estudio aquí y es increíble. —Jenna
consigue una mirada en sus ojos que reconozco. Es la pasión y el deseo. La
misma mirada que los jugadores consiguen cuando hablan de las Grandes
Ligas—. Iría a cualquier parte a estudiar con ella.
—Entonces, ¿qué quieres hacer después de graduarte?
—Danza. Y coreografía, si puedo. Nueva York, París, Londres….
cualquier lugar. —Me mira como si estuviera decidiendo algo—. Tienes
que prometerme que no vas a reírte.
Me gusta que haya confiado en mí. Me dan ganas de mantener sus
secretos.
—No me voy a reír.
—Levanta la mano y júralo —dice.
Levanto una mano.
38
—Juro que no me voy a reír.
—Voy a audicionar para American Dance a finales de este año.
—¿El show de TV? —He visto un poco de él cuando estaba pasando
por la sala de estar en casa. Olivia es adicta y se sienta delante de la
televisión con su teléfono a votar por sus favoritos en cada temporada.
Asiente un poco tímidamente.
—Lo sé, suena estúpido...
—No, no es así —le digo rápidamente—. Esa gente es increíble.
—Ni siquiera me importa ganar, solo he querido estar allí desde la
primera vez que vi el show. La exposición, la coreografía... es una gran
oportunidad. —Toma otro sorbo de cerveza—. Siempre y cuando lo haga
más allá de las primeras audiciones.
—Estoy seguro que lo harás —digo y espero que ella sepa que no
estoy siendo un idiota. Lo digo en serio. Jenna tiene la confianza y la gracia
que me hace creer que realmente lo hará. Hará lo que sea que ella
quiera.
—Solo soy un estudiante de segundo año —dice—. Así que si no sale
bien, voy a volver aquí.
¿Un estudiante de segundo año? Me inclino hacia delante.
—¿Cuántos años tienes?
Jenna mira alrededor con complicidad.
—Diecinueve. —Sonríe—. Identificación falsa.
—Bueno —digo con aprobación. Se ve tan estricta y recatada que
me encanta un poco el borde travieso. Mi mente vaga en qué otra cosa
podría ser traviesa y tengo que arrástralo de vuelta—. Tenía una también…
sobre todo para entrar en los clubes y las cosas.
—¿Eres de ultimo año? —pregunta.
—No. Primer año —le digo—. Hice un par de años en una universidad
local antes de venir aquí.
Levanta la vista hacia mí.
—Entonces, ¿te gusta San Francisco?
—Me gusta. —Sé que hay un poco de demasiado orgullo en mi voz
cuando digo eso, pero me encanta mi ciudad natal, especialmente las
partes que no se ven en un programa de viajes, las partes más sórdidas de
Market Street, un club en Mision, jugando a la pelota en el Golden Gate
Park. Cuando camino por la ciudad, se siente como de mi propiedad, no 39
como lo hago aquí, donde me siento como un extraterrestre la mayor
parte del tiempo, como que estoy jugando un juego, pero nunca nadie
me dijo las reglas.
—¿Por qué haces todo el camino hasta aquí, si la vida de pueblo
está tan mal? —Ahí está el desafío en su voz de nuevo. No me importa en
absoluto.
—Beisbol —le digo—. Fui reclutado para salir este año.
—Y él está en su camino a las Grandes Ligas —dice Mitch,
inclinándose sobre la mesa.
—Dios, ¿podrías dejar de hablar de eso? —digo, lanzando una
servilleta embolinada hacía él.
—Bueno, es cierto. —Se vuelve a Jenna—. Si Ty puede mantener el
gran año que está teniendo, será el que está en SportsCenter el año que
viene.
Niego con la cabeza.
—No le hagas caso. Sólo lo estoy haciendo bien.
—Deberíamos llegar a un juego alguna vez —dice Nina.
—Deberías —le digo a Jenna.
—Tal vez lo haga. —Me sonríe, sus ojos girando en los bordes, y siento
un trasfondo corriendo a través de nuestra conversación. Un trasfondo que
no estoy tan de prisa para matar, a pesar de todas las señales de
advertencia.
Dos horas más tarde hay varios platos de huesos de pollo y un
montón de vasos vacíos frente a nosotros cuatro. Nina y Mitch se
acurrucaron en un rincón hablando entre ellos y honestamente, casi había
olvidado que estaban ahí. En algún momento, Jenna empujó su silla más
cerca a la mía, así que nuestras rodillas casi se tocan, su mano rozando mi
pierna como si el gesto lo hiciera para tratar de hacer un punto.
El ruido de vidrios rotos en el suelo hace parecer fantasmas a todos y
los silbidos llenan el aire. El tipo que lo dejó caer se inclina para recogerlo
mientras sus amigos lo señalan y ríen.
Por primera vez en toda la noche, hay un largo silencio entre
nosotros, pero no es porque nos hemos quedado sin cosas que decir. Se
siente como si la conversación apenas ha comenzado.
—Probablemente debería irme —dice Jenna, mirando alrededor de
la barra. Se ha puesto aún más lleno de gente, mientras que hemos estado
sentados aquí.
No quería que se fuera, pero sé que no tengo derecho a pedirle que
40
se quedara. No cuando no debería tomar las cosas más allá de esta mesa.
—Oh vamos, es sábado por la noche —dice Nina, mirando hacia
nosotros con las cejas levantadas.
—Tengo una clase en la mañana —dice Jenna.
—¿Tienes ballet un domingo?
—Danza africana —dice. Nos mira y se encoge de hombros—. Me
gusta diversificarme.
Nina se incorpora y alcanza su bolso.
—Te llevaré a casa.
Se siente como que Jenna va a salir de aquí y las cosas van a ser
como siempre han estado entre nosotros… una breve inclinación de
cabeza en el pasillo, o un “gracias” cuando tengo una puerta abierta. Sé
que no debería animarla, pero no quiero que esto retroceda.
—Deberían quedarse chicos —digo rápidamente—. Puedo llevar a
Jenna. Solo he tomado una cerveza todo el tiempo que hemos estado
aquí sentados.
Jenna vacila.
—¿Estás seguro?
No, no estoy seguro en absoluto.
—Tiene sentido, vivimos en el mismo lugar. Siempre y cuando no te
importe montar en la parte trasera de mi moto.
—No —dice con una pequeña sonrisa—. No me importa.
—¡Genial! —dice Mitch, inclinándose hacia Nina—. Ustedes niños
pueden irse.
Agarramos nuestras cosas y nos despedimos. El aire exterior está
todavía caliente como agua de baño mientras los insectos se lanzan a las
luces sobre el umbral. Una cosa a la que podría acostumbrarme, es una
noche cálida de Texas. Nunca es caliente por la noche en casa. En el
momento en que la niebla se enrolla en el océano se siente como el
invierno, incluso en julio.
—Se siente algo así como una trampa, ¿no es así? —dice Jenna
mientras caminamos hacia mi motocicleta.
Me pregunto si ella piensa que tuve algo que ver con eso.
—Si no los conociera mejor.
—Te juro que no sabía que eras tú cuando Nina me invitó —dice,
pateando la grava en el estacionamiento. 41
—¿Decepcionada?
—No —dice Jenna, mirándome—. De ningún modo.
Siento una sacudida correr a través de mi cuerpo mientras me mira
con esos grandes ojos marrones.
—Bueno. —Saco mi mochila de mi hombro—. ¿Puedes sostener esto
por mí? De esa forma es más fácil para ti agarrarte.
—Claro —dice, su brazo inclinándose mientras tiendo una mano
hacia ella—. ¿Qué tienes aquí?
—Libros.
—Oh, un atleta becado —se burla, recostándose sobre su espalda.
—Tengo que serlo si quiero mantener mi beca. —Me siento en mi
moto y quito el pie de apoyo—. Espera un segundo, mientras la enciendo.
Le doy la vuelta al embrague y salto el arranque con el pie derecho,
mientras ruge a la vida con fuerza suficiente como para que varios chicos
en la parte delantera del bar miren por encima de su hombro.
—De acuerdo —le digo, estabilizando la moto con ambos pies—.
¿Podrás hacerlo?
Jenna está usando pequeñas botas de tacón y pantalones negros
ajustados, pero ella se extiende en la moto como si lo hubiera estado
haciendo toda su vida. No esperaba los sentimientos que se precipitaron a
través de mí cuando presiona su cuerpo contra mi espalda. Ha pasado
tanto tiempo desde que he estado tan cerca de alguien, que me toma
unos segundos para recuperar la compostura lo suficiente para poner la
moto en marcha.
Mientras salimos del estacionamiento, Jenna coloca sus brazos
alrededor de mi cintura, sus manos a cada lado de mis abdominales. Sin
pensarlo, me agacho y toco su mano en mi estómago y ella vuelve su
cabeza y apoya una mejilla contra la parte superior de mi espalda. Sus
muslos se presionan contra los míos con cada giro. Trago saliva ante la
sensación de su cuerpo contra el mío y trato de recordarme que esto es
solo un paseo hacia casa. No puedo involucrarme con Jenna… no esta
noche, y no otra noche.
Nos dirigimos a la carretera de dos carriles que pasa por una
carretera en esta parte de Texas y me obligo a mantener la velocidad
baja, tanto para hacer que el viaje dure más tiempo como para
mantenernos a ambos seguros. He dado paseos con un montón de chicas
antes, pero en San Francisco hay cascos y chaquetas de cuero con
cremallera ajustadas contra el frío. Montar sobre las suaves colinas del 42
centro de Texas por el aire cálido de la noche con nada más que nuestras
camisas entre nosotros es algo completamente distinto.
Muy pronto, estamos en nuestro edificio y me deslizo hacia el
amparo del estacionamiento, sosteniendo la moto para que Jenna se
pueda deslizar. Aparco y apago el encendido, el repentino silencio nos
rodea en la oscuridad.
—Gracias —digo, agarrando mi mochila de ella.
—Gracias por el viaje —dice.
Está de repente un poco incómodo entre nosotros, al igual que
cuando sus piernas estaban presionadas contra mis muslos hace dos
minutos. Caminamos en silencio hacia la puerta de cristal del edificio y la
sostengo abierta para ella como lo hice el otro día. Esta vez, sin embargo,
sus ojos se encuentran con los míos mientras camina y hay una mirada
audaz en ellos que no he visto antes. En vez de dejarla caminar delante de
mí, caminamos lentamente por las escaleras juntos, ninguno de los dos
sabiendo qué decir. Una parte de mí no quiere que esta noche termine y
la otra parte racional, más pequeña, sabe que ir más lejos, no sería justo.
Para cualquiera de nosotros.
Pasamos mi apartamento y puedo escuchar el sistema de juego en
auge desde el otro lado. Jessie probablemente no terminará en algún
momento. La acompaño hasta la puerta y permanecemos allí durante
unos momentos.
—Me alegro de que estuvieras en el bar esta noche —dice.
Bajo mi mirada hacia la gastada alfombra gris.
—Me alegra de que estuvieras también. He querido hablar contigo
durante todo el año. —¿Qué estoy haciendo aquí? Debería decirle buenas
noches y alejarme en lugar de estar parado aquí sonando como a un
adolescente en la noche de baile.
—¿En serio? —Se ve como si tratara de decidir si eso es solo una
línea—. ¿Por qué no lo hiciste?
Bajo mi mirada y Jenna se muerde ligeramente el labio inferior de
manera que es a la vez inocente e innegablemente sexy.
—Yo solo... —No puedo mirarla más, así que aparto mis ojos y miro el
pasillo vacío. ¿Por qué no he hablado con ella en casi siete meses? Porque
he pasado ese tiempo convirtiéndome en alguien nuevo y no puedo
arruinar todo ese duro trabajo. Porque tendría que hablarle de todas las
cosas que he mantenido ocultas de todo el mundo si nos involucramos.
Porque tendría que ser honesto con ella —y ahora mismo no puedo ser
honesto con nadie—. Es complicado. 43
—Oh —dice vagamente y sé queno entiende. ¿Cómo podría? Jenna
pone la llave en la puerta—. ¿Quieres entrar un momento? Tengo un par
de cervezas en la nevera.
Echo un vistazo a mi propia puerta. A la que debería estar
caminando ahora.
—Debo ir...
No se puede negar la decepción en sus ojos cuando me mira y es
doloroso saber lo que podría tener aquí si solo tomo ese único paso hacia
adelante.
—Está bien —dice Jenna. Se pone de puntillas y se inclina hacia mí,
sus labios rozando mi mejilla. Mi cabeza se llena con la suave esencia de su
polvo mezclado con algo más profundo y sexy—. Gracias por el paseo.
Levanta un dedo y lo traza en mi cuello lentamente y eso es todo lo
que toma de mí perder hasta la última gota de mi determinación.
Antes de que pueda pensar en lo que estoy haciendo, me agacho y la
beso con tanta fuerza que siento el aliento abandonar mi cuerpo mientras
la presiono contra la puerta y entrelazo sus dedos con los míos. Estoy
empezando a perderme en el beso cuando la realidad de lo que hago me
golpea.
—Lo siento —le digo, dando un paso atrás de ella. Su sabor está aún
en mis labios y quiero más, mucho más, pero no puedo. No está bien.
—No lo hagas —dice, agarrando mi mano y tirando de mí más
cerca.
Pero me resisto, apartando la mirada porque sé que si la miro a los
ojos perderé hasta el último gramo de fuerza de voluntad que intento
invocar. No puedo creer que esté a punto de deshacer todo lo que he
mantenido junto estos últimos meses. Pero Jenna se encuentra justo aquí
en frente de mí y merece saber la verdad.
—Escucha... hay algunas cosas que no sabes de mí...
Me mira a los ojos y estoy atrapado.
—¿Una ETS2? —dice audazmente.
Me estremezco.
—No.
—¿Un delito grave? ¿Una novia? ¿Un bebé?
No puedo dejar de reír. A la luz de sus suposiciones, tal vez mi secreto
no es algo muy importante.
—No. Nada de eso.
44
Agarra mis dos manos y tira de mí hacia ella y cada parte de mi
determinación se desvanece.
—Entonces no me importa.
Continuará…
―Eso fue todo antes de… ―Jenna ondeaba su mano en el aire, pero
45
ambos sabíamos lo que significaba. Antes de que la tocase en los lugares
más íntimos. Antes de sentirla estremecerse bajo mi lengua. Antes de que
ella saboreara la sal en mi piel. Antes de que me prometiera mucho más
de lo que podía ofrecer.
47
http://paradisebooks.forum.nom.es/