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CREDITOS
Moderadora:
Caro & Caro

Traductoras
Nayari Walezuca Segundo
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cjuli2516zc Maria_clio88

Mimi Kath

Guadalupe_hyuga Mona

Corrección y Revisión Final: Nanis


Diseño: Dabria Rose
SINOPSIS
Abraham Davis, el honesto Abe para sus amigos, está hasta la madre...
Él es mediador y hace el bien. Es el residente "abuelo" del equipo que
todo lo sabe y en el que todos confían para solucionar sus problemas. Sus
compañeros acuden a él para todo: consejos, tareas, o cuando necesitan un
conductor sobrio a las tres de la mañana, le guste o no.
La misión actual de Abe es fácil: Reparar el corazón roto de su
compañero, ayudándolo a encontrar novia en la aplicación LoveU, sin que
lo descubran...

SKYLAR GABRIEL. Está. Harta


Harta de sus malas notas, y de su hermano mayor y sus dos mejores
amigos entrometidos. Y cansada de salir con imbéciles. Lo que quiere saber
es: ¿Dónde se han ido todos los chicos buenos? 4
Anhela un chico guapo, dulce, y honesto que pueda hacerla reír. En un
último esfuerzo para probar que existe, Skylar recurre a LoveU.
En su peor día, Skylar no tiene filtro (Es un milagro que no haya sido
dejada a mitad de la cita).
En su mejor, es íntegra, y dulce como un pastel.
¿El jueves? Tiene un match con el compañero de cuarto de Abraham
Davis.
Skylar Gabriel se está enamorando del chico equivocado y todavía no
se da cuenta.
¿Por qué?
Porque Abe Davis es un mentiroso.
1

Solo quiero a alguien que ocasionalmente me compre tacos y saque la


basura. Eso es todo. ¿Por qué no puede existir una aplicación para eso?

ABE
La primera oración es siempre la más difícil. El comienzo.
El principio…
Miro fijamente mi teléfono, la imagen de una chica sonriendo. Deslizo
mi dedo hacia arriba para ver su primera fotografía, viendo otra de ella con 5
la cabeza hacia atrás, riendo, la luz del sol atrapando su cabello. Rubia, por
supuesto. Ojos azules. Delgada. Bronceada en pleno invierno.
Buenas tetas redondas, probablemente falsas.
Ella se emparejó con mi compañero de cuarto Jack Bartlett esta
mañana en la aplicación LoveU de nuestro campus y quiere chatear, y ahora
es mi turno de hacer un movimiento. Bueno, técnicamente, ella está
esperando que JB haga el movimiento, no yo.
Ya ves, la novia de JB rompió con él hace unos meses, y desde entonces,
él ha estado en una espiral descendente de frustración sexual acumulada y
necesidad emocional que está empezando a ponerme realmente nervioso.
Está pasando por mujeres como los chicos de fraternidad pasan por la
cerveza, como las mujeres pasan por los tampones durante su período.
Una. Después. De. La. Otra.
Tan jodido, pero no es inusual para tipos de nuestra edad.
Miro de nuevo lo que está escrito en su perfil.
Shelby, diecinueve años, le gusta la mantequilla de maní, las películas
y el color azul. También está buscando algo a largo plazo, que no creo que
Jack quiera, pero de todos modos deslizo el dedo hacia la derecha para
aceptar su invitación para chatear. Él no puede bombear y tirarlas a todas,
¿verdad? Una de estas chicas seguramente le gustará, y parece que esta
podría ser una.
Solo hay una forma de averiguarlo.
Le mando un breve mensaje.
Yo: Nombra tres cosas que no puedes soportar escuchar en
una habitación tranquila. Dime.
Puse el teléfono al lado del banco de pesas y me recliné hasta que me
tumbé de espaldas, con ciento cuarenta kilos de acero balanceados en la
barra sobre mí. No veo a mi entrenador, y giro la cabeza para ver dónde
diablos está. No puedo levantar este peso del estante hasta que alguien esté
aquí para asegurarse de que no me rompa el cuello.
Y muera.
Antes de que Ben Carpenter pueda llevar su huesudo trasero a mi
banco para ayudarme, mi teléfono suena con el familiar timbre de
notificación de LoveU.
Maldición, nuestra chica Shelby es rápida en el sorteo. 6
Shelby: Um, jaja. Tengo que decir... escuchando bolsas de
papas fritas. Jaja. ¿Y roncando? Um. El viento es muy fuerte
fuera de mi ventana y eso es muy molesto. Jaja.
De acuerdo, entonces nuestra chica Shelby definitivamente abusa de
la palabra "um" y escribió "jaja" demasiadas veces, pero no es que a JB le
importe una mierda. Estará demasiado ocupado mirando sus tetas e
intentando follarla.
Me pregunto si así es como Shelby hablará en persona, y apostaría a
que es así. Tampoco ha dominado la etiqueta de hacer conversación; todos
saben que al final de su maldita respuesta se supone que debe hacer una
pregunta para mantener el flujo de la conversación.
Jesús.
En cambio, Shelby me deja colgando. Voy a tener que sacar otra
pregunta de mi trasero mientras sigo fingiendo ser mi compañero de cuarto.
Yo: También odio el sonido de las bolsas de papas fritas.
Y no ronco. Ja. Ja.
Al menos nunca escuché a JB roncar desde la otra habitación. Tal vez
lo hace. ¿Quién diablos lo sabe?
Estoy tentado de decirle que odio el sonido de los pedos pero resisto el
impulso.
Es demasiado pronto, y el objetivo aquí es ser romántico, no asqueroso.
Shelby: Eso está bien, jaja.
Esta chica realmente necesita detenerse con el jaja antes de volverme
loco. Solo han pasado dos chats de ida y vuelta y ella ha usado esa palabra…
me desplazo hacia arriba y cuento cuatro veces.
Cristo todopoderoso.
Normalmente no soy tan imbécil. De hecho, soy el menos idiota de todos
mis amigos, pero esta mañana, no estoy de humor para nada de esto. No
estoy de humor para ser el lacayo de JB, no estoy de humor para que Ben
Carpenter esté jodiendo en lugar de verme como se supone que debe hacerlo,
no estoy de humor para estar en el gimnasio tan temprano por la mañana.
Iniciar sesión en la cuenta de LoveU de mi compañero de cuarto y
mentirles a las chicas en un intento de ganárselas porque JB no tiene la
confianza para hacerlo él mismo no es mi idea de pasar un buen rato.
Además, no tiene sentido, considerando que JB es ridículamente atractivo
cuando no está actuando como un idiota. Las mujeres generalmente se caen 7
sobre sí mismas cuando él está cerca. No tengo idea de para qué necesita
una aplicación de citas. Puede acostarse en cualquier momento con quien
quiera.
No me va tan mal con las chicas, pero no soy yo quien busca un amigo
de mierda; JB lo es.
Soy más un tipo de relación a largo plazo.
Antes de que pueda responder al último mensaje de Shelby, aparece
Ben, sudoroso y empapado.
—¿Dónde diablos has estado, amigo?
—Lo siento, hombre, me maree y tuve que mojarme la cabeza.
Pues mierda. Eso no está bien.
—Tal vez deberías hacer que alguien más me ayude y tú te puedas ir.
—Lo último que necesito es un novato desmayándose mientras estoy
levantando todo este peso.
Se rasca la cabeza, el agua gotea de las cortas puntas negras de su
cabello.
—¿Estás seguro?
El tipo es un desastre.
—Sí. Envía a JB.
Mi compañero de cuarto está haciendo sentadillas al otro lado de la
sala de pesas, mirándose en el espejo mientras dobla las rodillas, una barra
detrás de su cuello con más de ciento cincuenta kilos. Puedo escucharlo
gruñir contando.
Cincuenta y cuatro.
Cincuenta y cinco.
Cincuenta y seis…
—Ya casi termina, Carpenter. Agárralo cuando llegue a setenta y cinco,
¿quieres? Se alegrará por el descanso.
Mi teléfono suena de nuevo y miro hacia la pantalla. Gimo en voz alta,
la transpiración goteando por el valle entre mis pectorales.
Son dos notificaciones más de LoveU.
¡Buenas noticias, JB! ¡Te has emparejado con Tiffany C y
Kristy M. Desliza hacia la derecha para comenzar una 8
conversación!
Maldigo.
Luego deslizo el dedo sobre ambas.
2

En vez de mandarme un mensaje para ir a su casa, me envió un símbolo


de Batman. SOS, envíen sexo, la chica más fría.

ABE
—No sé lo que estás haciendo poniéndome en contacto con estas
cabezas huecas, hombre. Tienes que empezar a examinarlas un poco mejor.
Me giro en la silla de mi escritorio cuando aparece JB en mi puerta,
deteniéndose en el umbral, su grande cuerpo apoyado contra el umbral. 9
—O. Puedes empezar a hacer esto tú mismo.
Él se burla, pasando una mano por su mandíbula.
—Eres mucho mejor que yo.
—Básicamente son mensajes de texto. Creo que puedes manejarlo. —
Lo miro, golpeando con un lápiz la superficie de mi escritorio—. ¿Alguna de
ellas se dio cuenta de que no puedes recordar una mierda acerca de lo que
te han dicho?
—No. Están demasiado ocupadas haciendo girar su cabello. —Se ríe—
. Esta noche, sin embargo, ella estaba muy buena.
Kristy M.
La recuerdo.
Morena. Local. Le encantan los gatitos, el brillo y sus hermanas de
hermandad. Ah, y querría morir por un restaurante de sushi decente en la
ciudad.
—Sí, ella era bastante sexy, ¿cuál era el problema?
—Quería que me chuparan la polla, no escucharla hablar sobre sus
dos jodidos gatos toda la noche.
Esto me hace reír.
—Pero te gusta su pequeño gatito1.
—No es el mismo tipo de coño que le gusta a Kristy. —Él sonríe, todavía
demorándose en la puerta—. Demasiado peludo. —JB saca la lengua y lame
el aire.
—Aquí hay un pensamiento, tal vez deberías dejar de salir con chicas
que crees que son sexys. Tal vez, y llámame loco por sugerir esto, ¿deberías
intentar tener algo en común con ellas?
—Pero no soy yo quien les habla. Tú sí. —Él suena confundido, bendice
su alma despistada.
—Bien, bien. —Dejo caer mi lápiz sobre el escritorio, girando hasta que
le presento mi espalda ancha y me encojo de hombros—. Pensé que querías
una novia, no una chica fácil.
—Quiero ambas.
—Entonces deja de intentar joder cada cuerpo cálido que tienes en una
cita. —Todavía no lo miro.
—No son citas. Nos reunimos para tomar una copa. 10
—¿Así lo llamas? ¿Reunirse para tomar una copa? —Qué pedazo de
mierda—. Semántica.
—¿Cuál es el problema? —Lo escucho arrastrar los pies cuando abro
mi computadora portátil, encendiéndola—. Si tengo que abortar la misión,
no quiero el compromiso de tener que comer una comida completa durante
otra media hora, especialmente si la chica está en una etapa cinco, que joder
sería doloroso.
Le daré este, eso tiene sentido. Pero aun así.
—Entiendo eso, pero aún deberías ser el que hable con estas chicas,
no yo. Está jodido en muchos niveles.
—Eres mejor en inglés que yo, amigo. Además, eres mejor con las
chicas.

1 Juego de palabras con Pussy que se traduce en español como gatito pero también

como coño, así que crea un juego de palabras.


—¿Cómo diablos soy mejor con las chicas? —No he tenido una cita en
más de un año, lo que significa que no he tenido relaciones sexuales en más
de un año, lo que significa que no he visto un par de tetas reales en un año.
Mi vida amorosa es jodidamente patética.
—Amigo, leí lo que le dijiste a esa chica Tiffany, fue brillante. ¿Esa
mierda sobre todo lo que sucede por una razón y la belleza está en el
interior? Genio.
—Sí. Soy un genio, de acuerdo. —Quiero decir, soy algo así. He estado
en la lista del decano durante los últimos tres años. Mi promedio actual es
de tres puntos nueve. No está mal para alguien que apenas tiene tiempo de
limpiarse el culo, y mucho menos estudiar—. Entonces, ¿cuándo irás a tu
cita con Shelby?
JB frota detrás de su cuello que siempre tiene calambres, resuelve el
nudo mientras considera mi pregunta.
—No lo sé. Ella ha sido bastante molesta.
Sí, ella lo ha sido.
—Ella me dijo que no estaba buscando un amigo por correspondencia,
lo que sea que eso signifique.
Lo vi pero aún no he respondido.
11
—Significa que no quiere seguir hablando. En realidad, quiere
conocerte para poder averiguar si está perdiendo el tiempo o no.
—No lo sé, hombre. ¿Realmente quiero pasar una cita con alguien que
usa las palabras um y jaja ocho mil jodidas veces en un día?
Nop.
—Eso depende de ti, hombre.
No saldría con ella, pero no soy JB, y no es mi cuenta LoveU. Podría
ser el maestro de marionetas tirando de las cuerdas, pero él es el que baila
en el escenario.
Jesús, soy una mierda cuando se trata de analogías.
Como si pudiera escuchar mis pensamientos desviarse, mi compañero
de cuarto deja escapar un suspiro largo y fuerte de su cuerpo gigante.
—Déjala ir, ¿quieres? Empecemos a buscar calidad, no cantidad.
Bueno, este es sin duda un nuevo desarrollo. ¿JB se toma en serio salir
con alguien? Coloréame sorprendido.
—¿Algún requisito especial?
Él lo piensa un poco. Inhala y se pone de pie.
—Probablemente una niña que podría llevar a casa con mi madre si
quisiera, pero que también quiera follarla mucho.
Correcto. No puedo olvidar eso.
—Ella está ahí afuera esperándote, campeón. —Me río, mirándolo por
encima del hombro—. En algún lugar de este campus hay una chica
abotonada que espera ser deshuesada por el gran Jack Bartlett.
—Maldita sea, espero que sí.
Pobre chico, ya ni siquiera puede decir cuando alguien está siendo
sarcástico. Claramente, su cerebro ha sido confundido por la tensión de su
cara presionada contra la colchoneta de lucha demasiadas veces.
JB es un luchador decente. Bien, pero no genial.
Solía ser hasta que Tasha rompió con él; desde entonces, sus alfileres
han caído en picada y le importa poco practicar.
Sus calificaciones definitivamente han ido cuesta abajo. Incluso se
podría decir que apestan. Larga historia corta, Jack debería estar menos
enfocado en encontrar un reemplazo para Tasha, y más enfocado en la lucha
y la escuela. Al ritmo que va, le llevará un año más cumplir con los requisitos 12
de la universidad para graduarse con un título.
Si quiere que le ayude y me pide favores, debería rogarme que lo
enseñe, no encontrarle una novia.
Lo que sea.
No es mi lugar juzgar, y haré lo que sea necesario para que vuelva a
encarrilarse. Volver a ganar, volver a un mejor GPA, volver a involucrarse.
Si eso significa sentarse en una aplicación de citas y pretender ser él unas
pocas horas a la semana, que así sea. Quiero que mis amigos sean lo mejor
que puedan ser.
Lo que hace en su tiempo libre no es asunto mío, siempre y cuando
pague su parte del alquiler a tiempo y se mantenga alejado de mi mierda,
pero no puedo evitar sentirme un poco responsable por él, ya que es mi
compañero de cuarto y compañero de equipo. Ese es el tipo de persona que
soy.
Sus padres le hacen pasar un mal rato por todo lo que ha estado
haciendo últimamente, y no saben ni la mitad de lo que ha estado haciendo
su hijo.
No me importa tener al bastardo cerca, así que estoy dispuesto a
ayudar a mantenerlo así.
—Creo que deberías ir a una prueba de conmoción cerebral el lunes —
bromeo.
—Nah. Acabo de tener uno hace unos meses. —Recoge una pelusa de
su sudadera y la arroja a mi alfombra—. Debería ser bueno.
Dang. ¿Ves lo que quiero decir? El chico no puede saber cuando alguien
está siendo sarcástico.
Me aclaro la garganta y termino la conversación.
—Está bien, si eso es todo lo que necesitabas... —Mi frase se apaga
cuando sostengo el libro de texto que estaba abierto en mi escritorio al lado
de mi computadora portátil. La extensión en mi escritorio hace que parezca
que estoy a punto de hacer un poco de hacinamiento, pero la verdad es que
la escuela es bastante natural. Solo estaré allí durante una hora para revisar
algunas notas, como máximo—. Para resumir: Niña de calidad, no cantidad.
Abajo la mierda. —Mis cejas se alzan—. No creo que me falte nada.
—No, eso es perfecto. Iniciaré sesión más tarde y deslizaré sobre quien 13
sea.
Sobre quién sea.
Y ahí está el problema.
—Sí, gracias por la mano extra.
Me dispara un par de pistolas de dedo, empujándose fuera del marco
de la puerta.
—No hay problema.
Luego se fue, cerrando mi puerta detrás de él, los pasos de sus grandes
pies resonando por el pasillo.
Miro por la ventana, hacia la oscuridad, hacia la casa de al lado, cada
ventana brilla en dos pisos. El baño se encuentra justo enfrente del mío, su
interior oscurecido por dos cortinas blancas ondulantes que cuelgan allí.
Son transparentes, lo suficientemente opacas como para que no pueda ver
a través de ellas, no es que lo haya intentado.
Es una casa llena de chicas, con las cuales nunca he hablado.
Las pocas veces que salí al mismo tiempo que ellas (siempre parecen
viajar en grupos), inmediatamente puse mis pies en el pavimento, me agaché
para evitarlas y esquivé el contacto visual directo.
Bonitas. Extrovertidas, la mayoría de ellas. Amable, si sus saludos y
cortesías son suficientes para pasar. Toneladas de maquillaje y carcajadas.
Su lugar siempre tiene la música a todo volumen, y estoy casi segura de que
una o dos de ellas son porristas de fútbol. Una es bailarina. Otras pocas
están en una hermandad de mujeres.
¿Por qué las evito? No son de mi tipo; son de Jack, no es que yo
discrimine en base a actividades extracurriculares. Eso me haría un imbécil,
y tampoco soy uno de esos.
Me gusta pensar que tengo una buena cabeza sobre mis hombros, no
una en las nubes.
La sombra de una figura aparece frente a la ventana del baño, una
silueta detrás de la cortina. Mis dedos se detienen sobre la página del libro
de texto que he estado leyendo y, con una mirada culpable, estudio la forma
de su cuerpo. Puedo decir que se está quitando una camiseta, arrastrándola
lentamente sobre su cabeza como si supiera que estoy sentado aquí
mirando. Ella se sumerge, probablemente quitándose el botón y Cristo, me
siento como un jodido loco.
Juro que no lo hago a propósito. La ventana del baño está justo delante
14
de mí, al frente y al centro, y esta es la primera vez que realmente noto que
alguien en esa habitación se quita la ropa. Honesto con Dios, apenas le
presto atención.
Avergonzado, mis ojos miran hacia abajo, enfocados en mi libro de
texto, la mente girando. Sexo en el cerebro.
No te toques la polla mientras estás mirando, Abe. No toques tu jodida
polla.
No me toco la polla.
Esperaré y lo haré más tarde, cuando esté en la cama, cuando la
imagen de una chica sin nombre y sin rostro con pechos gigantes quitándose
la ropa sea borrada de mi cerebro por la literatura de biología que tengo
delante.
Línea tras línea, palabra tras palabra se filtra a través de mi mente, sin
retener ni un poco.
No me puedo concentrar.
Cero enfoque.
Mi amplio pecho se agita, frustrado, y me paso una mano por mi cabello
oscuro y grueso.
Mis ojos se desvían hacia el teléfono celular que he volteado para que
no me distraiga de estudiar, y lo levanto, deslizando el pulgar sobre la
superficie lisa.
Dudo unos momentos antes de decidir qué aplicación abrir. Reviso mi
Snapchat y agrego a mi historia, envía un video corto a mi hermano menor,
otro a mi hermana menor.
Mi pulgar se detiene en esa maldita aplicación de citas, y por mucho
que protesto y pretendo odiar esa maldita cosa, algunas partes de mí
resienten el hecho de que Jack tiene las pelotas para usarla. Bueno, no él
mismo, pero al menos se está exponiendo al salir en citas.
Me estoy escondiendo detrás de su personalidad, fingiendo ser él por el
amor de Dios, demasiado ocupado y asustado para salir con alguien.
No hay pérdida allí. Muy pocas de las chicas de LoveU han captado mi
interés. La mayoría de ellas aparecen como demasiado falsas, y no me hagan
comenzar con todos los filtros de animales cursis que la mayoría usan.
¿Cómo demonios se supone que un tipo sabe cómo se ve una chica cuando
tiene una lengua de perro colgando de su boca? 15
Tan jodidamente raro.
No olvidemos mencionar las pestañas postizas. Bronceado en spray.
Tetas falsas y sujetadores push-up. Cejas dibujadas.
Jesús, me daría miedo pasar los dedos por el largo cabello de mi cita,
¿y si accidentalmente arranco un mechón?
Estoy buscando a alguien real.
Simplemente no la he encontrado todavía.
Ni siquiera después de desplazarme por cientos de perfiles.
Toco la aplicación, fingiendo estar aburrido por todo el proceso. La
verdad es que estoy interesado en encontrar una novia yo mismo.
Pero estoy seguro de que no la voy a encontrar en alguna aplicación
estúpida.
3

Tener un vajaja no me impide saber que mis bolas son más grandes que
las suyas.

SKYLAR
—Honestamente. ¿A dónde se han ido todos los chicos buenos? —Tomo
unas cuantas papas fritas de mi bandeja, las sumerjo en mayonesa, y luego
en kétchup, y las meto en mi boca las cuatro al mismo tiempo, haciendo
gestos alrededor de mi mesa de amigas—. A dónde. ¿A dónde se fueron?
16
Mis amigas me devuelven la mirada, todas ellas ya sea en una relación
o felizmente solteras.
No soy ninguna de las dos.
Me gusta quejarme de mi estado de soltería porque he estado buscando
activamente el amor, aparentemente en todos los lugares equivocados.
Bethany sonríe.
—Ya sabes lo que dicen, todos los buenos son gays o están tomados.
—O en la biblioteca, así que olvídalo, esos tipos nunca te van a tirar los
tejos, y tú nunca vas a conocer a un futuro médico porque nunca vas a la
biblioteca. —Gracias Hannah.
—Sabes dónde está el edificio con libros, ¿no? Al final del campus,
¿junto al departamento de ciencias...? —se burla Bethany con un codazo.
Me río.
—Ja, ja, muy graciosa.
Es gracioso porque es verdad, pero no voy a admitirlo en voz alta. No
he estado en la biblioteca de la universidad desde mi segundo año, y eso fue
porque tuve que inscribirme en un proyecto especial. Ni siquiera sé dónde
están las salas de estudio en el campus, lo que podría explicar mi promedio
de notas menos que estelar...
Lo que sea.
—Correcto. —Mi mejor amiga Hannah cuelga una zanahoria de la
punta de sus dedos y la apunta en mi dirección—. Y si están estudiando
para ser médicos e ingenieros, no van a ir a bares el fin de semana. ¡Chica,
están ocupados obteniendo ese título! Que... —Sus cejas se elevan, la frase
sin terminar colgando en el aire como su zanahoria sin comer.
... que es lo que tu deberías estar haciendo.
No dice las palabras, pero las he oído de Hannah una docena de veces.
Es casi como si estuviera confabulada con mi madre, siendo ella misma del
tipo madre-gallina. Le encanta dar consejos, Hannah con calificaciones casi
perfectas.
Cabello perfecto. Tetas perfectas.
Y casi siempre tiene razón.
Ignoro sus insinuaciones.
—Te quiero, Hannah, pero ahora no es el momento de subir mis notas 17
de mierda. Los exámenes parciales no han sido publicados, así que déjame
disfrutar de mi felicidad ignorante. En este momento quiero hablar de mi
vida amorosa, o de la falta de ella.
Sus hombros se encogen de hombros.
—Sólo estoy diciendo.
Siempre está solo diciendo.
Hannah gira sus bonitos ojos marrones y muerde la punta de su
zanahoria, masticando pensativamente.
—Te quejas constantemente como si no tuvieras opciones.
—Oh. ¿Y cuáles son?
—Puedes dejar que uno de nosotras te organice una cita a ciegas.
—Lo intentamos una vez, ¿recuerdas? ¿El hermano de la fraternidad
de Cliff? ¿No habló todo el tiempo y luego me llamó para una segunda cita
incesantemente? ¿Ese tipo?
—Te pedí que te olvidaras de eso.
—No puedo. Ordenó tiras de pollo para la cena. —¿Qué tipo hace eso?
—Dije que lo sentía.
Resopló y capto los ojos en blanco de Bethany.
—¿Qué hay de la nueva aplicación de citas de la universidad?
—Uhhhh —gimo—. Qué tal no.
Nop. No estoy metiéndome en una aplicación de citas. Los únicos tipos
en línea están desesperados o quieren una conexión fácil, y no estoy
buscando ninguna de esas cosas.
Quiero una relación a largo plazo. Algo real. No voy a encontrar eso
deslizando mi dedo en perfiles estúpidos.
—¿Por qué eres tan rápida para rechazarlo? Jessica conoció a su novio
en LoveU.
Nuestra amiga Jessica asiente.
—Amas a Aaron.
Todas lo hacemos.
Realmente me gusta su novio. Aaron es increíble, aunque no es ni
remotamente mi tipo. Y ahí está el problema; estoy empezando a pensar que
mi tipo no existe en el mundo real. Sólo vive en el papel y en mi imaginación,
ninguna de las cuales es conveniente. 18
Entonces, ¿cuál es mi tipo? Créeme, he dado este asunto hora tras hora
de consideración, sobre todo después de que mis amigas me dicen que estoy
siendo demasiado exigente. O demasiado prejuiciosa.
Mi tipo es alto. Nada loco, de la altura de Pie Grande, pero al menos
1,82 metros, mínimo, sería increíble. Un Adonis. Alguien que me haga sentir
chiquita y pequeña, y femenina. Cabello oscuro —Dios, me encanta el cabello
oscuro— y no me importaría si algo de eso estuviera en su pecho, tampoco.
Sin vello facial, eso es asqueroso, y me hace pensar en mi padre, que tiene
barba y siempre tiene comida pegada en él.
Mi novio será fuerte. Considerado. El tipo de hombre que piensa antes
de hablar, así que cuando lo hace significa algo.
Guapo, pero no bonito. No necesita ser perfecto, ni estar en buena
forma. El Señor sabe que yo no lo estoy.
Bonitas manos. Manos grandes.
Tal vez le gusta leer en su tiempo libre, como a mí. Eso estaría bien.
Un hoyuelo me derretiría, pero no es tan necesario.
Pongo la barbilla en mis manos y me apoyo en la mesa cuando termino
de andar por las nubes, de repente me doy cuenta de que mis tres amigas
me miran fijamente.
—¿Qué?
—¿Me estás escuchando? —Bethany me da un empujón debajo de la
mesa con la punta de su bota.
—Uh, no. Lo siento.
—Te preguntaba qué tienes en contra de la aplicación de citas. Es sólo
por diversión. En realidad, no tendrías que conocer a ninguno de estos tipos
en persona, pero ¿qué tiene de malo mirar?
—Concéntrate, Sky. Tú eres la que dijo que querías exponerte. Bueno,
este serías tú exponiéndote.
—Te ayudaremos.
Me río y me meto otra papa frita en la boca.
—No, gracias. Si voy a hacer esto, lo haré sin ustedes tres.
La sonrisa de Hannah es engreída.
—¿Así que vas a hacerlo?
19
Mierda. Me atraparon. Malditas sean.
—Lo pensaré.
—Es gratiiiiis —canturrea Jessica, sabiendo que soy una tacaño que
aprieta cada centavo. Ocasionalmente recibo una asignación de mis padres,
pero trato de no gastarla en alcohol, fiestas o frivolidades.
Como aplicaciones de citas.
Muchos de ellos cuestan dinero.
—Dije que lo pensaría, no presiones.
—Sí, sí, lo vas a hacer. Deja de negarlo. —Jessica busca en su mochila
un cuaderno y un bolígrafo—. ¿Podemos al menos ayudarte a escribir la
biografía?
—¿Podrías no hacerlo? —Dios sabe lo que diría—. Y ni siquiera he
creado un perfil todavía, así que enfría tus motores.
Vuelve a meter su cuaderno en su bolso.
—Bien. Prométenos que al menos nos dejarás verlo antes de publicarlo.
Ya veremos.

BlueAsTheSky, 21.
Miro fijamente el nombre falso que creé, no estoy loca por usar mi
verdadero nombre, y sonrío. Me gusta. Es juguetón y da una pequeña pista
sobre quién es la verdadero yo.
Si realmente empiezo a chatear con un tipo, puede aprender mi
nombre. Hasta entonces, estará atrapado sólo conociendo el nickname.
Veamos, ¿qué más puedo decirle a la gente sobre mí misma... qué más,
qué más…?
Miro fijamente a la pantalla de mi teléfono, a las tres fotos que subí.
Ninguna de ellas son tomas de cara completa; mi cara está medio cortada
en cada una. Dios no permita que un tipo me reconozca en el campus y trate
de coquetearme en la vida real.
O anuncie a todo el mundo que me ha visto en LoveU.
Me moriría.
Hago una biografía que dice algo así:
20
Mis amigas me dijeron que tenía que exponerme, así que aquí
estoy, exponiéndome. Hola a todos. Solo soy extrovertida una
vez que conozco a alguien. Delgada. Me encanta ir al cine,
especialmente a las películas de chicas. Eres: alto y gracioso.
No sarcásticamente graciosa, pero el tipo jaja de graciosa. No
puedo prometer que me reiré de ti, pero puedes intentar
divertirme.
Mierda. Eso no es bueno, sueno como una perra. Además, casi no me
quedan caracteres y necesito acortarlo.
Me toma otra media hora para conseguirlo de la manera que quiero,
otros minutos para editar y finalizar las fotos, y nada de tiempo para
presionar publicar.
Estoy viva en LoveU.
Mi estómago da un salto mortal, mariposas se balancean sobre las
barras desiguales, las alas revolotean en la brisa.
Quiero vomitar.
Los primeros diez tipos que aparecen en mi perfil no son alguien que
vale la pena; los borro inmediatamente sin leer su información. Bien, lo
admito, los juzgo por las apariencias.
Así que quiero sentirme sexualmente atraída por mi pareja,
¡demándenme! Quiero echarle un vistazo y saberlo. O al menos como que
saberlo. Quiero sentir que las mariposas bailan cuando lo conozca por
primera vez, y no quiero conocerlo en absoluto si mis partes de niña no se
estremecen al menos un poco cuando veo su foto de perfil.
¿Es eso tan malo?
Mi teléfono suena con una notificación de LoveU con otra coincidencia.
Me envía un mensaje casi inmediatamente, y gimo, sintiendo que esto no va
a ser una coincidencia. Lo supe en el momento en que lo golpeé, pero fui lo
suficientemente curiosa como para darle una oportunidad.
Luke: K tal
Yo: No mucho, ¿qué estás haciendo?
Luke: Nada
Espero y espero por más palabras de Luke, pero ninguna viene. Devano
mi cerebro por algo nuevo y original que decir. Quiero decir, si no quiere
hablar, ¿por qué me envió un mensaje?
Me quedo mirando, preguntándome si Luke está familiarizado con el 21
flujo estándar de una conversación, cómo es su turno de hacer una pregunta
para mantener la conversación. Pasando mi pulgar sobre su foto, abro su
perfil y lo escaneo. Bastante básico, sin muchos detalles, sin nada que
seguir, y aparentemente, no tiene ganas de hablar. Nombre, edad y una
línea: No me aburras.
Borro a Luke y encuentro seis conexiones más cuando vuelvo a la
página de inicio. Arrastro mi dedo sobre un chico llamado Eric, de veintiún
años. Es un estudiante de finanzas con una cara bonita y hoyuelos. Su
primera fotografía es una selfie del gimnasio; lleva una gorra y está apoyado
en la cámara. Media sonrisa. Barba incipiente.
Sé que está en línea porque el pequeño punto verde está iluminado
junto a su nombre, así que no me sorprende en absoluto cuando me envía
una nota rápida. Más bien, estoy contenta de no tener que dar el primer
paso.
Odio la sensación de que estoy hablando con un tipo.
Eric: ¿Te sientes triste?
Yo: Jaja, no. Estoy haciendo los deberes. ¿Qué estás
haciendo?
Eric: ¡No deberes! Estoy sentado en un banco de pesas en
el gimnasio.
Yo: Mencionas el gimnasio en tu biografía, ¿vives allí?
Eric: Probablemente podría presionarte en el banquillo.
Suponiendo que yo quisiera que lo hiciera.
Lo cual no es así.
Yo: ¿Dónde pasas el tiempo cuando no estás haciendo
ejercicio?
Eric: El bar, mi casa, la casa de la fraternidad. ¿Qué hay
de ti?
Yo: Me gustan las películas, pasar el rato en casa y pasar
tiempo con mis amigos.
Eric: ¿Qué hay de las fiestas?
Yo: Meh, depende de mis amigos. Nos gusta salir en grupo,
es más divertido.
Eric: ¿Es sexy alguna de tus amigas?
Mm. De acuerdo. Adiós, Eric. Él y yo nunca vamos a ser una cosa. 22
¿Quién diablos hace una pregunta como esa? Qué idiota.
Elimino a Eric. Suspiro antes de agarrar el control remoto, cambiando
de canal para encontrar mi programa favorito. Tiro el control en el lado más
lejano de la cama —lo bastante lejos para que no aterrice sobre él, pero
todavía dentro del alcance—, y me tumbo, el teléfono en mi mano, la cabeza
apoyada en una almohada.
Me las arreglo para ocuparme con el mal reality de televisión por más
de dos horas.
Miro mi teléfono para ver el pequeño icono amarillo y negro iluminarse.
Escéptica —porque después de diez más que extremadamente
incompatibles emparejamientos esta aplicación parece ser un fracaso—, la
abro para desbloquear a mi nuevo compañero en potencia.
Hmm.
Bien. Este no parece tan terrible.
Le doy a su pequeña fotografía una buena y dura mirada. En realidad,
ladeo mi cabeza mientras lo estudio.
No está mal. No está mal en absoluto…
Es agradable a la vista, y mi mirada permanece en su primera foto. Va
a su nombre y aterriza en su perfil.
JB, 22
Romántico imposible, buscando por algo a largo plazo; ¿a
dónde han ido todas las chicas buenas? En buena forma, alto,
atleta universitario. Incentivo: alguien al que llevar a casa
de mamá. Largas conversaciones, citas en el parque, películas
y cena. Tú: en buena forma, chica de al lado, que le guste reír
y sonreír.
Bueno, bueno, bueno… hola, JB.
Seguro que es guapo, y como extra, en realidad escribió una biografía,
lo cual es más de lo que han hecho la mayoría de los chicos.
Me entusiasmo.
No voy a mentir, este tiene potencial. Y vaya, es bastante malditamente
lindo, tan atractivo que siento un aleteo familiar profundo en mi estómago.
Mis hombros tienes un pequeño estremecimiento mientras me muerdo el
labio inferior con una sonrisa. 23
JB quiere hablar.
Mi índice se cierne sobre su perfil —sobre ese punto verde que quiere
que presione para que podamos hablar—, y un sonido sube por mi garganta.
—¡Guh! —chillo mientras doy un golpecito, sellando mi destino.
Conectando con JB, abriendo la puerta a la oportunidad.
No toma tiempo en absoluto antes de que esté respondiendo,
enviándome un agradable: Hola, Blue. Rápido, dime qué comiste para
el desayuno.
Esa es una fácil.
Yo: Tan pronto como despierto, estoy hambrienta. Esta
mañana me hice una tortilla. [Por favor, nota: la sartén sigue
en la estufa].
Pienso por un segundo, luego le escribo otro mensaje: Rápido, ¿cuál
es tu hábito más extraño?
No creo que yo tenga uno. Pero, en el espíritu de la conversación,
invento algo, sabiendo que inevitablemente va a surgir en esta conversación.
Le toma a JB mucho más responder de lo que me tomó, e
impacientemente me pregunto qué le hace tardar tanto.
JB: Tendría que decir que mi hábito más extraño es…
¿ponerle kétchup a todo? ¿Es eso raro?
Yo: En absoluto, inténtalo de nuevo. Ponte realmente raro.
JB: De acuerdo, pero no puedes repetirle esto a nadie y no
puedes reírte de mí.
Yo: Adelante. Tu secreto está a salvo conmigo. Ni siquiera
te conozco.
JB: Aquí va, entonces… tengo una muñeca trol en mi bolsa
de gimnasio y la froto para la buena suerte.
Difícilmente puedo no reírme de eso. En serio. He oído que los atletas
son supersticiosos, pero, ¿no solo llevan normalmente los mismos calcetines
a la práctica y saltan cinco veces en el mismo lugar? ¿Tal vez dicen la misma
maldición antes de salir al campo? ¿Azotan a su hermano en el culo?
No tengo ni idea, ¿pero una muñeca trol?
Yo: ¿De qué color es su cabello?
JB: Amarillo.
24
Yo: ¿Los colores de la escuela?
JB: Exactamente.
Yo: Eso tiene sentido, supongo. No tengo ningún hábito
extraño, no como ese. A veces cuando estoy molesta con mi
madre, piso grietas en la acera ;) Pero eso no es un hábito,
soy solo yo siendo rencorosa. **emoticón de ángel**.
JB: LOLOLOL
Yo: Nunca le diría eso, por supuesto. Estaría tan enojada, considerando
que siempre se queja sobre su espalda mala.
JB: LOLOLOL.
Se está riendo de mí de nuevo, lo cual tomo como una buena señal. No
diría que soy una comediante divertida, pero me gusta pensar que tengo un
gran sentido del humor, y me gustaría que mi novio lo apreciara.
Y se riera de mí.
Conmigo.
JB: ¿Filtro favorito para usar en tus fotos?
Yo: NO FILTRO. Especialmente no puedo soportar el filtro
de la oreja/lengua de perro. ¿POR QUÉ LAS CHICAS USAN ESO?
JB: Ni idea. He estado en bastantes citas para saber que
la chica apareciendo no se parece en nada a su alter ego de
cachorro…
Yo: Así de mal, ¿eh?
JB: Quiero decir… por la mayor parte, la gente no luce como
esperas que hagan basado en sus fotos.
Yo: Parece que tienes un montón de experiencia.
JB: No soy un galán en serie o algo, pero después de dos o
tres citas de aparecer y que sean apenas reconocibles, tiende
a volverse…
Yo: ¿Viejo?
JB: Sí, algo así.
Dispara otro mensaje rápido: ¿Qué hay sobre ti?
Yo: No he estado en ninguna cita aún, pero espero que la
mayoría de los chicos lucirán como ellos mismos ya que la
mayoría no usa filtros.
25
Yo: Y puedo solo decir… los chicos NO deberían tomar
selfies en primer lugar. ¡Es tan raro!
JB: ¿En serio? ¿Las chicas piensan que es raro cuando los
chicos toman selfies?
Yo: No tengo ni idea de lo que otras chicas piensan, pero
personalmente pienso que luce extraño. Definitivamente
necesita hacerse un sondeo sobre este tema.
JB: Anotado. Te tomaré la palabra y nunca me haré un selfie.
Yo: Las mujeres del mundo te lo agradecen.
JB: A su servicio **hace una profunda reverencia**.
Yo: ¿Siempre eres un caballero?
JB: ¿Sí? No. LOL.
Yo: Lol, ¿solo cuando lo estás intentando?
JB: Si soy honesto, tengo que trabajar en ello.
Probablemente paso demasiado tiempo con chicos. Completa
revelación: es algo de lo que mi ex novia solía quejarse.
Ugh, una ex novia. ¿Y ya la está mencionando? Bandera roja.
Procedo con ligereza, en realidad no queriendo hablar sobre eso, aun
así sintiendo la necesidad de reconocerlo.
Yo: ¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?
JB: Déjame pensar por un segundo. Mm. ¿Un año, más o menos?
¿No está seguro? Típico chico.
Yo: ¿Cuándo rompieron?
Jesús, ¿por qué estoy preguntando? No es como si realmente me
importara. Aun así. El marco de tiempo entre relaciones puede decir mucho
de una persona. Me dirá si va de una relación a otro, alias siempre necesita
estar en una. Me dirá también si está buscando un rebote, a pesar de que
dice que busca algo a largo plazo.
JB: Han pasado tres meses.
Hmm.
Cuestionable, pero no terrible. Supongo que el tiempo dirá. Entonces,
porque no puedo evitarlo, me aventuro a preguntar:
Yo: ¿Quién rompió con quién?
Unos minutos pasan antes de que las burbujas de conversación de JB
aparezcan en mi pantalla. 26
JB: Ella rompió conmigo.
Ay. Al menos es honesto. Por una vez, resisto la urgencia de hacer la
pregunta molestando en mi cerebro: ¿Sabes por qué rompió contigo?
Tentador… tan, tan tentador.
Yo: Ah, ya veo.
JB: Sí.
Aunque realmente no lo veo, porque podría nunca saber por qué lo dejó
después de más o menos un año. ¿La engañó? ¿Lo engañó? ¿Fue un imbécil?
¿Ella fue demasiado egoísta? ¿Peleaban todo el tiempo?
Estoy segura que me daría un millón de excusas por la razón, así que
no me molesto en preguntar. Hay dos lados de cada historia, y si él y yo
seguimos hablando, puedo pedirle que me dé su lado en persona.
Debo estar tardando mucho en responder porque mi teléfono suena y
es él preguntando: Oye, Sky, ¿sigues ahí?
Yo: Estoy aquí. Lo siento.
JB: ¿Qué has hecho esta noche?
Yo: Pasé el rato con amigas. Son las que me convencieron
de apuntarme a esta tonta aplicación. Sin ofender.
JB: No hay ofensa. Es un poco tonta.
Yo: ¿En serio? ¿También lo crees?
JB: Mayormente sí. No he tenido ninguna suerte. Estarías
sorprendida por cuántas chicas quieren solo echar un polvo.
Yo: ¿Y tú no lo haces?
Su pausa es lo bastante larga para que sepa que está debatiendo su
respuesta, lo bastante larga para saber que no quiere ofenderme al ser
honesto.
JB: No dije eso LOL.
Sí, eso es lo que pensé.
JB: Solo estoy siendo honesto.
Yo: ¡Es la mejor política!
JB: Pero juzgándote solo por tus fotos, no pareces el tipo
de chica a la que le gusta echar polvos.
Yo: ¿Qué más puedes decir sobre mí juzgando solo por mis
fotos? 27
JB: Bien, déjame pensar un segundo. Déjame ir a MIRAR.
Le toma todo un minuto. Supongo que realmente lo está pensando.
JB: De acuerdo. Apuesto a que sales con tus amigas, pero
no te gusta ser molestada por chicos. Estás ahí con ellas, no
para coquetear. Odias las frases cursis para ligar.
Yo: Continúa…
JB: Sacas solo buenas notas porque eres demasiado social,
pero… realmente no te importa. ¿No es así?
Espera, ¿me está espiando? ¿Cómo sabría una cosa así?
Yo: ¿Puedes decir todo eso solo mirando mis fotos?
JB: Esas observaciones no eran insultos; eran cumplidos.
Yo: Basta. ¿Podemos, por favor, reconocer rápidamente tu
uso apropiado de un punto y coma en tu último mensaje?
JB: ¿Es bueno o malo?
Yo: Si soy honesta, soy una fanática de la buena gramática.
¿De qué eres fanático?
JB: Ahora esa es una pregunta cargada si alguna vez he oído
una…
Yo: **ojos en blanco**.
JB: No lo sé, no creo que haya tomado el tiempo para
averiguarlo todavía. Parece que todo lo que hago es ir a
practicar, comer, dormir y estudiar.
Yo: Lo mismo, menos la parte de la práctica. ¿Para qué
estás practicando?
JB: No me acoses, pero estoy en el equipo de lucha.
Yo: ¿Aquí?
JB: Sí, aquí, LOL, ¿dónde más podría estar?
Yo: Aún no he conocido a ningún luchador en este campus.
Jugadores de fútbol, sí. Luchadores, no.
JB: A los deportistas les encanta, el resto de ellos lo
odian. No es fácil salir con un atleta.
JB: Probablemente tampoco es fácil estar en una cita con
uno.
Yo: ¿Por qué no sería fácil estar en una cita con uno?
28
JB: Si alguien nos reconoce, quiere hablar, y de repente
nos interrumpen, lo que arruina el ambiente. Confía en mí.
Yo: ¿Tienes mucha experiencia en eso?
JB: Suficiente para saber que apesta.
Yo: No tengo experiencia con eso, así que... soy un don
nadie, jaja.
JB: Oh, Dios, no digas JAJA.
Yo: ¿Por qué? ¿Te molesta?
JB: Más o menos. Había una chica aquí, la aplicación,
quiero decir, y la usó cuatro veces en dos mensajes. Era tan
odioso, que pensé que era así como iba a hablar en persona.
Yo: Así que ella te molestó pero saliste con ella.
Hay otra pausa en nuestra conversación.
JB: Sí.
Yo: Ahhhh. Así que no eres tan exigente. Es bueno saberlo.
Puedo dejarme ir y me darías un pase libre mientras pensaras
que podrías conseguir algo de acción. ¿Eso es todo?
JB: Jaja, muy gracioso.
Yo: ¿Pero estoy en lo cierto? Sé sincero: No tienes nada
que perder. Siempre hay el siguiente golpe si no me gusta tu
respuesta y a ti no te gusta la mía, LOL.
Diablos, probablemente esté teniendo otras tres conversaciones al
mismo tiempo que me habla a mí.
JB: Me gusta cómo lo cambiaste y te fuiste con LOL en lugar
de con JAJA. Muy bien.... Pero para responder a tu pregunta,
no, no estoy aquí para conseguir algo de acción. La acción es
BUENA, pero no es el objetivo de todo esto.
Yo: Entonces, ¿estás buscando algo serio?
JB: Si está ahí fuera, sí. Pero tampoco voy a forzarlo.
¿No estás de acuerdo?
Yo: Sí. Pero tampoco voy a besar o tener sexo con un tipo
con el que he estado charlando por unas horas y me he encontrado
para tomar una copa y luego no volver a hacer que se ponga en
contacto conmigo. No, gracias, no me gusta.
29
JB: Entonces lo que estás diciendo es que tienes
estándares.
Yo: Algunos, LOL.
JB: Tengo algunos, pero la mayoría de ellos son
cuestionables, LOL.
No sé si está hablando en serio o no, pero me hace reír de todos modos,
hasta el punto en que me estoy riendo a carcajadas con una mano
cubriéndome la boca.
Yo: Ni siquiera voy a preguntar cuáles son esos estándares
cuestionables. Estoy demasiado asustada. En realidad no salgo
mucho.
JB: De alguna manera lo dudo.
Yo: ¿Estás basando eso en mis fotos otra vez?
JB: Sí. Eres demasiado linda para estar en casa.
Yo: Linda. Ves, ese es el problema. A riesgo de ser
demasiado personal en una aplicación de citas, te diré un poco
de TMI: Siempre he sido linda, nunca sexy, o lo que sea. La
chica de al lado es linda. Por alguna razón, eso siempre me ha
molestado.
JB: Confía en mí, lo sexy está sobrevalorado. ¿Y he dicho
linda? Quise decir bonita.
Yo: Por favor, no pienses que me estoy quejando o lo que
sea. No soy insegura, pero a veces esa palabra me da
escalofríos.
JB: Esa es otra cosa que me vuelve loco de ser un atleta.
Las chicas piensan que tienen que cumplir algunos criterios
poco realistas si están saliendo con uno. Como si tuvieran que
ser Miss América o algo así. Y en lugar de actuar con
normalidad, tenemos a todos esas falsas cabezas huecas que
fingen que les importamos una mierda cuando en realidad es sólo
para proyectar una imagen que creen que queremos.
Yo: Entonces, ¿estás diciendo que eso no es lo que los
atletas quieren? ¿Novias calientes?
JB: Quiero decir... bien. Algunos de ellos lo hacen.
Yo: ¿Pero tú no eres uno de ellos?
JB: Preferiría tener a alguien a quien le importara una
mierda al final del día, porque esto de la lucha no se está 30
convirtiendo en una carrera. Probablemente trabajaré en una
oficina de mierda con traje y corbata después de graduarme, si
Dios quiere que pueda conseguir un maldito trabajo.
JB: Mierda. Disculpa mi francés.
Su disculpa me hace reír, porque obviamente podría haber borrado la
palabra maldita antes de enviar el mensaje.
Yo: ¿Cuál es tu especialidad?
JB: Negocios.
Qué cliché.
JB: ¿Cuál es el tuyo?
Yo: Negocio con énfasis en publicidad/marketing. He sabido
que eso es lo que quiero hacer desde que estaba en la escuela
intermedia. Antes de eso, quería ser arqueóloga, pero luego me
di cuenta de que tienes que ser buena en matemáticas y ciencias,
y apesto en ambas. No hay datación por carbono de dinosaurios
para mí **emoji llorando**.
Yo: ¿Es su negocio sólo general, o tienes algo específico
que hacer?
JB: Mi plan es trabajar para mi padre.
No se expande en eso, así que lo presiono.
Yo: ¿Haciendo qué exactamente?
JB: Planificación financiera e inversiones.
Yo: Así que lo que estás diciendo es que eres bueno en
matemáticas, y probablemente en ciencias también.
JB: Me las arreglo bien, LOL. No soy un tutor ni nada de
eso.
Yo: ¿Pero podrías serlo?
JB: Por cierto, mi compañero de cuarto es en realidad un
tutor de matemáticas.
Yo: ¿También es luchador?

ABE
Debo fingir ser JB, no darle mi basura. Nunca había hecho eso antes, 31
dando detalles personales que no fueran sobre mi compañero de cuarto.
Y ahora lo estoy.
¿Qué tiene esta chica que me hace romper mis propias reglas?
Regla 1: No lo tomes como algo personal. Esta no es tu cuenta.
Regla 2: No te lo tomes como algo personal. Esta no es tu cuenta.
Regla 3: Comience la conversación, pero no te involucres.
Regla 4: Estas chicas van y vienen como en la rutina de práctica de
ayer. No te encariñes con ninguna de ellas. No son para ti.
Regla 5: Ver todo lo anterior. Repite.
Una vez que JB lleve a esta chica a una cita, no volverá a hablar con
ella, así que, ¿de qué me serviría seguir teniendo esta conversación en
profundidad con ella? Sólo la van a dejar después de que él se dé cuenta de
que no se va a acostar con él.
No. Ella querrá conocerlo primero, y él nunca dedicará el tiempo
necesario para una chica como ella.
Ella es una conservadora; ya lo sé.
Mi corazón palpita en mi pecho cuando miro fijamente su último
mensaje, la burbuja amarilla de conversación burlándose de mí.
De repente me siento como un maldito idiota, hablando de mí mismo
en tercera persona, aunque ella no tiene ni idea de lo que está pasando aquí,
ni idea de que estoy fingiendo ser otra persona.
BlueAsTheSky: Ya estás otra vez con la buena gramática.
¡Swoon! ¿Ambas comas en el lugar correcto? Estás en racha, JB.
Sigue así.
Yo: ¿Estás segura de que no eres una estudiante de inglés?
BlueAsTheSky: ¡No! Me encanta leer, pero no soy escritora.
Ni por asomo. Definitivamente soy del tipo creativo, pero nunca
puedo recordar si soy yo antes de E excepto después de C....
Yo: Suena bastante bien.
BlueAsTheSky: ¡Pero todavía tengo que decirlo cuando
deletreo palabras! Lo digo fuera de mi cabeza, JB, no en mi
cabeza. LOL Soy tan ridícula.
Yo: ¿Usas tus dedos para hacer matemáticas?
BlueAsTheSky: Sólo cuando estoy multiplicando por 9.
Yo: ¿Eh? Eso no tiene sentido.
32
BlueAsTheSky: Déjame ver si puedo explicar esto para que
tenga sentido (tuve un viejo tutor que me enseñó este truco
sin mentir, cuarto grado): siempre que necesitas multiplicar
por nueve, cuentas con tus dedos el número por el que estás
multiplicando. Entonces, digamos que son nueve veces siete.
Toma tu séptimo dedo y dóblalo hacia abajo. Ahora tienes seis
dedos en el lado izquierdo de la séptima, tres en el derecho.
La respuesta es 63.
BlueAsTheSky: Esa es en serio la única forma en que puedo
multiplicar por nueve. Apesto tanto. No me juzgues ahora que
te he contado mi secreto, y NUNCA lo vuelvas a mencionar.
Miro fijamente a mis dedos y calculo mentalmente nueve veces cinco,
luego doblo el quinto dedo de mi mano izquierda. Quedan cuatro dedos en
esa mano, cinco en la otra. Cuarenta y cinco.
Yo: Mierda, tienes razón.
BlueAsTheSky: Sí, supongo que podrías contarlo como un
estúpido truco de fiesta, pero sólo funciona para nueve. Lo
que me jodió totalmente durante los exámenes de matemáticas,
ya que soy horrible en la multiplicación y no sólo en los
nueve. Suspiro.
BlueAsTheSky: Mis profesores probablemente estaban tan
confundidos acerca de por qué estaba matando con ese número
pero fallando el resto. A veces soy tan torpe. En realidad,
soy torpe todo el tiempo.
Si ella es así en persona, no tengo ninguna duda de que la encontraría
encantadora.
Yo: Mentira, no lo eres.
BlueAsTheSky: De acuerdo, no lo estoy. En realidad hablo
mucho y soy muy agradable, LOL.
Yo: Pregunta aleatoria.
BlueAsTheSky: Dispara
Yo: ¿Te llamas Blue, o… algo más? No puedo entender lo que
BlueAsTheSky significa. ¿Tienes los ojos azules o te lo has
inventado al azar?
BlueAsTheSky: No está inventado al azar. Quiero decir, lo 33
es, pero tiene que ver con mi nombre.
Yo: ¿Que no tienes intención de decirme?
BlueAsTheSky: No, todavía no. Lo siento, todavía estoy un
poco asustada.
Yo: Está bien. Lo entiendo perfectamente.
BlueAsTheSky: Además, no es como si JB fuera tu nombre
real, así que técnicamente tampoco conozco el tuyo.
Sí, y nunca lo hará, porque mis iniciales nunca serán JB porque no soy
Jack Bartlett y nunca lo seré.
Yo: JB es obviamente mis iniciales.
BlueAsTheSky: Obviamente, lol
Yo: No soy tan creativo como tú.
BlueAsTheSky: No podrías ser menos creativo con el nombre
de tu perfil si lo intentaras. Lo que claramente no hiciste.
LOL.
Yo: No suelo ser un fanático del sarcasmo, pero el tuyo me
parece irresistible.
JB odia que se burlen o se burlen de él de cualquier manera. En
realidad, es un imbécil muy sensible. Un bebé, como un viejo miembro del
equipo solía llamar a Jack cuando era un novato.
Zeke Daniels hace tiempo que se fue, pero algunas de las cosas que dijo
se me quedaron grabadas.
Como si mi compañero de cuarto fuera un completo marica cuando se
trata de tomar la dirección o de ser objeto de una broma. Tanto es así que
siento la necesidad de señalárselo a Blue, aunque no hemos llegado a la
parte en la que le estoy preparando una cita con Jack.
Ella debería saber que él se ofende fácilmente.
BlueAsTheSky: ¿No te gusta que te molesten, o no te gusta
el sarcasmo?
Yo: A riesgo de sonar como una marica, odio ser el blanco
de las bromas.
BlueAsTheSky: Anotado. Es bueno que no seas un imbécil
sarcástico.
Yo: Hay algunos verdaderos idiotas en el equipo de lucha
que he tenido que enfrentar, así que... 34
Presioné enviar antes de poder pensarlo dos veces, sabiendo que si JB
vuelve a la conversación después de que inicie sesión más tarde,
probablemente se molestará, por lo que dije.
Oh bueno.
Ya lo dije y no puedo retirarlo.
Una pequeña parte de mí tiene una emoción barata al proporcionar esa
información en particular, sabiendo que era una mierda decirle.
BlueAsTheSky: Yo respeto eso; gracias por decirme.
Ruedo mis ojos hacia el techo, sin mirar hacia adelante a la discusión
que tendré con mi compañero de habitación más adelante.
Lo estoy haciendo sonar como un idiota.
Y con toda honestidad, desde que Tasha rompió con él, ha estado
actuando como uno. Era como uno de ellos antes, pero durante los últimos
tres meses, ha sido peor.
Él jodidamente odia ser molestado, y ya sabes cómo son los tipos,
constantemente dándose mierda, especialmente en el gimnasio y la sala de
práctica. Es casi como si no tuviéramos nada mejor que hacer que perder el
tiempo cuando se supone que debemos concentrarnos.
Malditas bromas.
Insultos baratos.
La burla de la inteligencia de alguien es siempre una de las actividades
favoritas.
Todos somos bastante ofensivos y, al mismo tiempo, somos como una
gran familia disfuncional y feliz. Está realmente jodido de una manera
extraña que solo tiene sentido si eres parte de ello.
De todas formas.
Jack es un bebé de tetas y va a odiar lo que le dije a Blue.
Cambio el tema.
Yo: ¿Entonces no hay posibilidad de que me digas tu nombre?
BlueAsTheSky: No esta noche. Lo siento chico grande.
Soy un chico grande.
Mucho más grande que JB, no es que ella tuviera alguna forma de saber
eso. Todo lo que ella ve son sus fotografías; nunca verá la mía, y por eso 35
incluso estoy pensando que me supera.
Me pregunto qué pensaría ella de mí.
Como yo.
Abe
Yo: Dijiste que te gustan los hombres altos, ¿verdad?
JB dice que mide un metro ochenta, pero eso es una mentira total. En
realidad como mucho tiene un metro setenta y ocho. Tengo varios
centímetros sobre él, midiendo un metro ochenta y cinco.
BlueAsTheSky: Así es. Realmente lo hago.
Entonces te vas a decepcionar cuando me conozcas en
persona, empiezo a escribir.
Borro.
Yo: Soy tu chico entonces.
BlueAsTheSky: Tendré que confiar en tu palabra. No vas a
aparecer para nuestra cita y estar cara a cara conmigo,
¿verdad? Porque me encanta llevar tacones, jaja.
Volteo hacia su perfil para ver si hace alguna mención de qué tan alta
es.
Nada.
Yo: ¿Qué tan alta dijiste que eras?
BlueAsTheSky: No lo hice. Mido uno setenta y siete.
Oh, mierda, eso es bastante alto para una mujer. Solo tres centímetros
menos que JB si estás haciendo los cálculos.
Eso no va a terminar bien.
Me pregunto si debería decir algo pero decido no hacerlo. No hay razón
para poner el carro delante del caballo, y quién sabe... tal vez ella ni siquiera
lo notará, o le importará.
Me río con la idea, sabiendo que cuando una chica se decide por algo,
especialmente por lo que considera que es su "tipo", no hay mucho espacio
para cambiar de opinión.
Especialmente no cuando toda la relación se basa en una mentira.
Un metro setenta y siete. 36
Eso es bastante jodidamente sexy, y mi mente vaga rápidamente,
preguntándose acerca de sus piernas. Cuán largas son, si son lisas. Si
alguna vez usa faldas o le favorece los vaqueros.
Me pregunto si se parece mucho a las imágenes en su perfil. Una cosa
es cierta, ella no está usando ningún filtro. Sin embargo, nunca se sabe
realmente hasta que estás cara a cara con una persona.
No tengo derecho a tener estos pensamientos. Cuando levanto los ojos
y miro por la ventana de mi habitación, el baño al otro lado está oscuro, la
cortina blanca se agita un poco con la brisa ya que las chicas que viven allí
dejaron abierta un poco la ventana.
BlueAsTheSky: ¿Sigues ahí, JB?
Dirijo mis ojos al teléfono en mi mano.
Yo: Estoy aquí. Lo siento, solo estaba...
Presioné enviar aunque no terminé mi oración.
Yo: mirando por la ventana, jajaja
BlueAsTheSky: Está bien. Acabo de caer en mi cama. Renuncio
a estudiar. Nunca voy a llegar a este término sin importar lo
que haga.
Yo: ¿Qué clase?
BlueAsTheSky: Microeconomía. No es mi mejor trabajo. Siento
que termino de leer el mismo párrafo una y otra vez y no estoy
reteniendo ninguna información.
Mi premedicina, la clase de biología que tomé no va a ayudar a Blue
con una clase de economía, así que me muerdo la lengua y no respondo...
aunque, como JB, técnicamente debería saber algo de esa mierda ya que
técnicamente, como JB, yo también lo había tomado.
Todo en mi escritorio está en perfecto orden. Derecho. Ordenado.
Organizado.
Como yo.
El hecho de estar envuelto en esta mierda es una paradoja cuando
consideras que, entre mis amigos y compañeros de equipo, soy el más
confiable y tranquilo.
El que hace las cosas bien.
El buen chico.
La persona a la que todos acuden cuando tienen un problema.
37
O necesita que lo lleven a su casa en la madrugada o ayuda con la
tarea.
Al que llaman cuando necesitan ser rescatados después de tomar
demasiadas cervezas, hacen que se orinen en el costado de un edificio y se
detienen para orinar en público.
Soy el chico al que siempre llaman.
Soy el tipo al que van cuando quieren algo arreglado, como su auto.
O su vida amorosa.
Cuando era estudiante de segundo año el año pasado, uno de los chicos
me llamó. El abuelo y el nombre se quedó. Incluso tengo una mecedora en
la esquina de mi habitación, una que me compraron como regalo para mi
cumpleaños en octubre. Uno de los chicos encontró un afgano viejo y
arrugado que está doblado en un cuadrado, cubierto por la espalda.
Irónicamente, me siento en la puta cosa de vez en cuando.
Me pongo de pie, haciendo retroceder la silla de mi escritorio para
pasear por la habitación, con los pulgares sobre el teclado de mi celular.
Yo: ¿Hay planes este fin de semana?
No hay tiempo como el presente para prepararle una cita con Jack.
Cuanto antes pueda reunirlos, podré dejar de hablar con ella. Nunca he
hecho tanto tiempo charlando con nadie sobre la aplicación.
BlueAsTheSky: Sí, tengo entradas para ver a un comediante
en la ciudad. Estoy conduciendo con algunas amigas y vamos a
pasar la noche.
BlueAsTheSky: ¿Qué hay de ti?
Yo: Tengo una reunión de lucha el viernes por la tarde,
pero estoy libre el resto del fin de semana.
Al menos, no tengo ni idea de lo que está haciendo JB, pero supongo
que no tendrá una cita rápida si Blue estuviera disponible. De todos modos,
nunca duran mucho.
Personalmente, estaré acostado en mi cama como siempre, un libro de
texto de biología abierto y una película en mi computadora portátil.
Una mierda emocionante, si se puede decir.
BlueAsTheSky: Supongo que te quedas charlando conmigo hasta
que decidamos si queremos reunirnos, ¿eh? 38
Yo: Supongo que sí.
Apenas golpeo el mensaje para enviar el mensaje, la puerta de mi
habitación se abre de golpe, Jack Bartlett está parado en mi puerta, envuelto
en una toalla alrededor de su cintura, con el cabello empapado.
—Amigo. ¿Todavía estás por aquí? ¿Vienes por tacos o qué?
Es martes y me muero de hambre, y el restaurante mexicano local tiene
tacos de un dólar de cuatro a cinco.
—Sí, acabo de terminar algo.
Sus ojos se dirigen al celular en mi mano.
—¿Estás hablando con alguien aquí, abuelo?
—Sí.
—¿Para mí?
El “sí” se desliza través de mis labios de mala gana.
—¿Es decente? —JB aprieta el nudo en su toalla de felpa y entra en la
habitación. Extiende su palma—. Dame. Déjame ver.
Se lo doy.
JB escanea la biografía y luego la conversación, su boca haciendo una
extraña inclinación cada vez que su pulgar se desplaza.
—¿Por qué demonios le dijiste que odiaba ser molestado?
—Porque odias ser objeto de burlas. —De cualquier manera, o forma.
Porque eres un idiota.
—No le digas a las chicas esa mierda.
—Entonces dile la mierda sobre ti tú mismo.
Él me ignora y sigue hablando.
—Amigo, ¿por qué estás discutiendo esta basura? Discute otra cosa,
como la música y cuáles son sus colores favoritos y otras cosas que a las
chicas les importan. Cachorros y mierda.
¿Colores y música? ¿Cachorros y mierda? No es de extrañar que el
chico no pueda mantener a sus novias cerca.
No tiene idea de lo que quieren las chicas, no es que yo sea un gran
experto, pero sé lo suficiente como para saber que a Blue no le importa lo
que sea mi color favorito. Ella quiere saber si él es un tipo decente. 39
Cuidando. Si él va a ser su roca, o se dividirá cuando los tiempos sean
difíciles.
JB tira el teléfono en mi cama; aterriza con un golpe.
—Lo que sea. ¿Cuándo podrá conocerme?
No leyó todo. Típico.
—No este fin de semana.
—¿Qué pasa durante la semana? Quiero terminar con esto.
Terminar con esto.
Bonito.
—Este podría ser un cambio de juego, así que no seas un imbécil.
—Ella se ve aburrida.
—No, no es así. Simplemente no estás acostumbrado a las chicas que
llevan ropa.
—Eso es probablemente cierto. —Sus dedos juguetean con la cintura
de su toalla—. Apúrate y vístete, quiero irme de aquí en diez minutos.
—Tú eres el que está parado en medio de mi habitación empapado por
tomar una ducha.
—Sí, pero me toma tres segundos para prepararme. Nada de esto —
arrastra los dedos hacia arriba y abajo de su torso—, requiere cualquier tipo
de esfuerzo para que se vea bien.
—Vete a la mierda, Bartlett.
—Jódete, abuelo.
Mis ojos giran hacia el techo.
—¿Conduciré?
—Duh.
Típico.

40
4

Anoche estaba tan borracho que pensé que su camisa decía YALE Esta
mañana definitivamente decía Old Navy.

SKYLAR
Pasan días antes de que vuelva a saber de JB. Lo que me está
confundiendo. Pensé que estábamos teniendo una gran conversación.
En un momento estábamos hablando de nuestros planes para el fin de
semana, y al siguiente… 41
Nada.
Silencio total.
Sin explicación, nada.
Esto. Esto es por lo que no quiero tener nada que ver con las citas.
Tipos que hacen cosas como esta. No hay respeto por la persona del otro
lado, esperando pacientemente.
Esperando por algo.
Dame cualquier cosa.
Di buenos días. Dime que estás ocupado. Dime que me llamarás en
unos días, pero no dejes de hablarme.
Frustrada y confundida, pongo mi celular en silencio y lo pongo sobre
la mesa que estoy usando como escritorio; no quiero ver la estúpida
notificación si el estúpido finalmente decide enviarme un mensaje.
Respira hondo, Skylar.
Concéntrate en ti misma y en tus estudios y en la diversión que tuviste
este fin de semana con tus amigas.
Nos reímos mucho del comediante durante el fin de semana, y los
padres de Hannah fueron lo suficientemente buenos como para alojarnos
en un hotel, así que no tuvimos que conducir hasta el campus tan tarde por
la noche.
—No pienses en ese gran tipo que resultó ser un imbécil. Incluso
admitió que no iba a rechazar la oportunidad de tener sexo, eso es
probablemente lo que estaba haciendo este fin de semana mientras tú
bebías daiquiris vírgenes y te reías con tu pijama de gato.
Genial. Ahora estoy hablando sola.
Sí, en voz alta.
Yo, en pijama de gato.
Echo un vistazo al juego blanco de dos piezas con un gato atigrado
naranja impreso en la parte superior e inferior a juego.
Ni siquiera tengo un gato, y mucho menos un gato atigrado, pero aquí
me siento vestida como tal, una broma de mis amigas, que se burlan de que
voy a terminar siendo una mujer vieja y amargada con gatos si no me
muestro.
—Miau. 42
Dios mío, detente antes de que pierdas la cabeza por completo.
Cerca, mi teléfono vibra y pongo los ojos en blanco, jugando el juego
que me encanta jugar conmigo misma antes de agarrarlo: ¿Quién me está
enviando mensajes?
Jessica.
No, se fue a casa el fin de semana y no regresará hasta mañana.
¿Hannah? Sí, tiene que ser ella. Corrió a la tienda de comestibles y
probablemente está preguntando si necesito algo.
Quiero papas fritas y salsa. O palomitas de maíz. Porque sólo voy a
fingir que voy a estudiar durante veinte minutos más antes de saquear la
cocina y vegetar frente al televisor. Le enviaré un mensaje y le pediré lo que
quiera.
Mi teléfono vuelve a vibrar.
Y no es Hannah.
Es la aplicación LoveU, y sólo hay una persona con la que he estado
hablando, aunque más de treinta tipos se han colado para emparejarse
conmigo.
Un chico. Una conversación.
JB.
Ugh. Han pasado días.
¿Soy una idiota con grandes expectativas, o debería haberme enviado
un mensaje al menos una vez?
Aunque le dije que me iba a ir este fin de semana.
Por otro lado, ¿a quién le importa? ¿Todavía puede enviarme una nota
si nos divertíamos hablando y él todavía quiere charlar? ¿Verdad?
Quiero enojarme, pero es muy guapo. Y perspicaz, y rápido con las
respuestas.
A regañadientes, pulso para abrir la conversación.
JB: Hola, extraña. ¿Cómo estuvo tu fin de semana? ¿Te duele
la garganta por reírte anoche?
¡Se acordó de que fui a ver a un comediante! Dios mío, es tan dulce por
preguntar.
Yo: Fue tan divertido, la pasamos genial. Estoy exhausta, 43
sin embargo. Estaba a punto de terminar de “estudiar” y
comiendo mis sentimientos2 en el sofá.
JB: Suena como mi tipo de domingo.
Yo: ¿Se te permite comer tus sentimientos?
JB: Bueno, no. Quiero decir, puedo comer tantas proteínas
y verduras magras como quiera…
Yo: ¿Por qué eso suena un poco asqueroso?
JB: ¿Las proteínas magras suenan asquerosas?
Yo: No suena como papas fritas y salsa, eso es todo lo que
digo.
JB: Así que, no al pollo y a los huevos duros.
Yo: Tal vez al pollo. No a los huevos duros.

2 Comer sentimientos: Se refiere a comer para satisfacer las necesidades emocionales,

aliviar el estrés o hacer frente a emociones desagradables como la tristeza, la soledad o el


aburrimiento.
JB: Tomo nota.
JB: ¿En qué te estás metiendo en Netflix en este momento?
Yo: A todo. Creo que he pasado por todas ellas, y ahora no
sé qué hacer conmigo misma. Por eso me suscribí a Hulu.
JB: Parece que tienes un problema de indecisión.
Yo: Es genético. Mi hermana tiene la misma aflicción. Ella
es una estudiante de sólida C+ como yo. Básicamente estamos
ganando en la universidad.
JB: ¿Ella también está en Iowa?
Yo: No, ella va a una pequeña universidad privada en
Missouri. Nuestros padres están muy orgullosos de sus
estudiantes mediocres. Cada semestre nos envían recortes de
prensa de la lista del decano.
JB: ¿Por qué?
Yo: Porque nunca estamos en él. Es la idea de mi padre de
una broma de mal gusto, aunque mi hermano la compensó con
creces. Es el único que sacó buenas notas sin siquiera
intentarlo.
JB: ¿Te llevas bien con él?
Yo: Sí, mayormente. Él es… un revoltoso. Pero es un grano 44
en el culo, siempre metido en nuestros asuntos.
JB: ¿Cómo?
Yo: Vive en Iowa también —en realidad soy de Indiana— y de
vez en cuando “aparece” inesperadamente para ver cómo estoy.
Es tan molesto.
JB: Eso suena bastante bien.
Yo: No has conocido a mi hermano.
JB: ¿Cuántos años tiene?
Yo: Veinticuatro. Cree que tiene treinta y que su mierda
no apesta porque empezó su propia compañía con sus amigos
tontos. Ahora sabe todo, sobre todo.
Yo: ¿Qué hay de ti? ¿Algún hermano o hermana?
JB: ¿Yo? Um, no.
Yo: Diablos, tienes suerte.
Yo: Cambiaría a mi hermano por unos billetes de dólar y un
paquete de Tim Tams.
Tengo que dejar de hacer bromas estúpidas a costa de mi hermano.
Puede que sea un grano en el culo, pero es un tipo bastante decente, y sólo
se mete en mi vida porque me quiere.
Soy del tipo imposible de no amar y adorar.
Mis hermanos vomitarían en sus bocas si me oyeran decir eso, y luego
ambos se reirían en mi cara.
Me sonrío en mi habitación llena de nadie.
JB: Así que, supongo que debería haberte preguntado esto
la semana pasada, y lamento no haberte enviado un mensaje el
fin de semana, pero me di cuenta de que estabas fuera de la
ciudad, y tenía esa reunión de lucha libre y estaba tan
jodidamente cansado.
JB: Sé que no es fin de semana, pero ¿quieres ir a tomar
algo esta semana? ¿Como el miércoles?
Yo: ¿El miércoles?
Mi estómago gorjea, gorjea por el amor de Dios, de los nervios, una
sensación mucho peor que la de cualquier mariposa.
Una cita. 45
Una cita de verdad.
Creo que podría estar enferma.
Quiero decir que sí, pero soy una gallina, no soy buena en este negocio
de citas.
Sólo di que no, mi estómago truena.
¡Di que sí, idiota! Mi corazón late fuerte.
Duda un poco más, mi cerebro se burla.
JB: ¿O… no? ¿Un día diferente quizás?
Yo: No. El miércoles funciona. ¿Qué tienes en mente?
JB: Tal vez sólo bebidas. ¿Hacerlo simple? De esa manera…
ya sabes…
Yo: ¿Si no hay química, los dos tenemos una salida fácil?
JB: LOL exactamente.
Pero vamos a tener una química increíble, lo sé. Puedo sentirlo, mira lo
fácil que es para nosotros hablar. No hemos tenido ni una sola pausa en la
conversación, si no cuentas este fin de semana cuando me ignoró.
Respiro hondo y me arriesgo.
Yo: No vamos a querer una salida fácil. No lo
necesitaremos. ;)
JB: ¿No lo crees?
Yo: No. Creo que nos vamos a divertir. ¿No es así?
JB no responde de inmediato, y mi estómago hace otro gorjeo, este lleno
de inseguridad. ¿Dije algo malo? ¿Fue demasiado atrevido?
¿He sido demasiado optimista? Mierda, realmente necesito aprender a
ser más pesimista.
Algunas personas odian a las personas positivas. Quizá él sea uno de
ellos, y si lo es, no somos una buena pareja.
Finalmente, me envía un mensaje.
JB: ¿Cuál es tu bebida preferida?
Tengo que pensarlo seriamente, porque odio el sabor del alcohol, y la
primera y última vez que me emborraché fue cuando cumplí veintiún años.
Yo: ¿Honestamente? ¿Té helado? LOL 46
Yo: ¿Qué hay de ti?
JB: Cerveza
Oh.
Esa sola palabra me deja extrañamente decepcionada. Por alguna
razón pensé que diría que tampoco era un gran bebedor, pero supongo que
me equivoqué.
Mi teléfono suena de nuevo.
JB: Me gusta la cerveza, pero debido a los carbohidratos,
suelo beber vodka.
Oh, genial, cosas fuertes. Aún mejor.
Nada me emocionaría más que un novio que probablemente me supere
en peso emborrachándose en un bar con licor fuerte y forzándome a
averiguar cómo llevar su descuidado trasero a casa.
No, gracias.
Aun así. Estoy poniendo el carro delante del caballo aquí; no hemos
salido en una cita, y mucho menos hemos salido a beber.
Pero mi abuelo era alcohólico antes de morir, y eso afectó mucho a mi
madre, que me transmitió su aversión al alcohol.
Es sólo… una de esas cosas.
Una de mis cosas.
No puedo evitar el hecho de que el alcohol es un punto de quiebre para
mí, y que una palabra —VODKA— brillando como un faro en mi teléfono
celular, me pone la piel de gallina, y no en el buen sentido.
Me siento como una aguafiestas cuando soy la única que bebe un té
helado, o agua, o algo que no sea alcohólico, aunque sé que nadie me está
juzgando por ello.
Es un hecho: A la gente borracha le importa una mierda si estás
borracho o no, mientras sigan. Están demasiado ocupados bebiendo para
que les importe.
La presión de los compañeros (para que conste) nunca ha sido lo mío.
Cuando se trata de límites duros, no dejaré que nadie me obligue a
cruzarlos.
Soy así de terca.
47
Mis dientes se rastrillan en mi labio inferior mientras delibero qué
decirle a JB que no sea sarcástico, o crítico, o corto. Después de todo, está
en la universidad y tiene más de veintiún años, así que ¿qué me importa si
bebe? Sólo quiero saber si es uno de esos tipos que se divierte demasiado o
alguien que conoce sus límites.
JB: No salgo muy a menudo, por si te lo preguntas. Realmente
no se nos permite.
Dejé salir el aire acumulado que sostenía en mis pulmones, un pequeño
suspiro de alivio que pasaba por mis labios.
En serio, ¿es un lector de mentes?
Yo: Estoy demasiado ocupada siendo perezosa para salir a
menudo. A mis amigas y a mí nos gusta ir a pie a la ciudad a
pasar el rato; el padre de mi compañera de cuarto es abogado
de espectáculos, así que nos compra muchas entradas. Es
bastante impresionante.
JB: Eso suena increíble. Mucho más increíble que ir al
centro, lo que ahora suena increíblemente patético.
Yo: Es bueno porque no soy una gran fiestera, y me quita
mucha presión. Quiero decir, voy a fiestas algunas veces, pero
es raro.
JB: Todos tenemos nuestras cosas. Las tuyas no son las
fiestas. Lo mío no es estar en casa. Me gusta estar ocupado.
Yo: Debe ser fácil teniendo en cuenta que practicas todo
el tiempo, y tienes reuniones y esas cosas.
JB: Sí, no hay mucho tiempo de inactividad.
Yo: ¿Pero no se vuelve aburrido?
No responde de inmediato, lo que me sorprende. Es casi como si se
estuviera tomando su tiempo y pensando en su respuesta.
JB: Sí. Se vuelve aburrido.
Yo: Siento cierta vacilación…
Vuelve a dudar, las pequeñas burbujas de la conversación aparecen y
desaparecen. Apareciendo.
JB: No es fácil admitir que a pesar de tener esta gran vida
entre comillas, en realidad es un poco aburrida. Nadie quiere
admitirlo ante alguien que está tratando de impresionar.
¿Intenta impresionarme?
48
Mi corazón da un pequeño salto cliché.
Yo: Creo que mi vida es bastante básica, si estoy
manteniendo las cosas reales. Y a riesgo de sonar…
¿desalentadora? Soy bastante aburrida, LOLOL.
Yo: ¿Qué te parece eso como respaldo? Solo grita: ¡SAL
CONMIGO! ¡SAL CONMIGO! ¿No es así?
JB: No más desagradable que yo diciendo que me gusta la
cerveza y el vodka. LOLOL.
Yo: Quiero decir… lo haces, ¿verdad?
JB: ¡No tanto! LOL.
Yo: Bien, bueno, esta semana he estado en tres programas
diferentes. Lo cual, ahora que lo estoy pensando, podría ser
la razón por la que mis notas están por debajo de la media.
JB: La semana pasada comí doce tacos para cenar.
Yo: ¿En una semana?
JB: No. para cenar una noche.
Yo: ¿QUÉ? QUIÉN COME DOCE TACOS
JB: ¿Yo?
Yo: ¿De qué tipo eran?
JB: Uh, bistec. Ya sabes, la carne picada. Me salto el
queso y me lleno de lechuga y tomate.
Yo: Ahhhh, para hacer el taco más saludable. Buen plan
**guiño**.
JB: ¿Estás siendo sarcástica?
Yo: ¿Sí? ¿No fue a propósito?
Yo: Comí pizza para cenar si eso te hace sentir mejor, y
estoy esperando a que mi compañera de cuarto llegue a casa con
papas fritas y salsa con la que se pueda bañar todo. Está
tardando una eternidad.
Yo: Cuanto más rápido regrese, antes puedo sentarme en el
sofá y OMG probablemente pienses que eso es todo lo que hago:
Ver la televisión. NO LO ES. Juro que hago otras cosas. LOL.
JB: ¿Haces jogging o corres o algo así?
Yo: En realidad, sí. Corro —sobre todo camino— un par de
veces a la semana. Tengo que hacerlo o nunca cabré en mis
mallas, jajaja. 49
JB: Tal vez podríamos correr juntos alguna vez.
Yo: No sé si sería capaz de mantener el ritmo. Soy una
corredora ligera. Me quedo mirando a los pájaros y esquivando
a cualquiera en patines.
Yo: Y te detienes para acariciar a los perros.
JB: Oh, Dios.
Yo: ¿Qué? ¿No te gustan los perros?
JB: Yo sí, yo sólo… ¿te detienes a acariciar a todos los
perros?
Yo: ¿Sí? ¡¿Tú no?!
JB: Uh, NO. ¡Tardaría una eternidad en correr un kilómetro!
Yo: **Gruñidos en voz baja**. Lo sé, dímelo a mí…
Yo: ¡Les gusta el tocino que llevo en los bolsillos!
JB: Me estás matando.
Yo: Estoy bromeando sobre el tocino, por cierto.
JB: Me lo imaginaba, pero nunca se sabe…
Yo: LOL, eso es verdad.
Oigo la puerta principal de nuestro apartamento abrirse y cerrarse y
luego el cerrojo se desliza en su lugar.
Hannah ha vuelto con los bocadillos.
Se me hace agua la boca.
Yo: Um. Mi compañera de cuarto ha vuelto, voy a saludarla.
JB: ¿Y comer?
Yo: Sí, y comer, LOL.
JB: Genial.
JB: Entonces… ¿el miércoles?
Yo: Claro. ¿Dame los detalles?
JB: ¿Quieres que te los envíe por mensaje de texto?
¿Qué? ¡De ninguna manera! Me gusta hablar con este tipo, pero aun
así podría terminar siendo un asqueroso en la vida real.
Yo: No, aquí está bien. ¿A las siete funciona para ti?
JB: Funciona para mí. 50
Yo: Genial.
JB: ¿Tienes un lugar en mente o…?
Yo: No, tú eliges. Soy bastante tranquila, ya que sólo son
bebidas.
JB: ¿Sabes dónde está McGuillicudy's?
¿Quiere que nos veamos en una hamburguesería irlandesa? ¿Uno con
pisos pegajosos y comida de porquería? Tal vez fue un error de imprenta y
quiere que nos encontremos en otro lado.
Yo: ¿Ese bar en Main?
JB: Ese es. ¿A las siete el miércoles?
Yo: Uh. Claro.
JB: Genial.
—Skylar, ¿sigues aquí? —Los nudillos de Hannah golpean la puerta de
mi habitación, su rodilla lentamente la empuja para abrirla—. Oh bien, no
estás aquí masturbándote. Odiaría tropezarme con eso.
Pongo los ojos en blanco y dejo mi teléfono celular.
—¿Cuándo he hecho eso?
—Deberías. No es que quiera verlo, sólo digo que deberías hacerlo.
—¿Por qué estamos discutiendo esto?
Mi compañera de cuarto se encoge de hombros, una bolsa de papel
marrón apoyada en una cadera.
—Te traje golosinas.
—¿Vas a pasar el rato conmigo? Las amigas no dejan que sus amigas
coman solas.
—Sí, me compré un helado, así que…
—¿De qué tipo?
—Galletas y crema.
Qué asco. Esa es mi menos favorita y ella lo sabe.
—¿Compraste eso para que no me lo comiera?
—Sí. —Ella se ríe.
—¡Perra!
Hannah se ríe de nuevo, ajustando el peso de la bolsa.
—Me voy a poner el pijama. Sofá en cinco.
51
—Bien, porque tengo algo que decirte —digo crípticamente, moviendo
las cejas.
Casi nunca tengo noticias que compartir, y sus cejas perfectamente
cuidadas suben, interesadas.
—¿Es eso cierto?
—Sí. Ahora vete para que yo también pueda cambiarme.
—Me voy, me voy… —La puerta se cierra detrás de ella y me quito los
vaqueros y el suéter, cambiando la ropa por pantalones de pijama y una
sudadera holgada de Iowa.
El sex appeal nunca ha sido lo mío; no se sabe si alguna vez dominaré
el arte.
A diferencia de Hannah, que está sentada en la sala de estar, que ya
está recostada en una bonita combinación de raso rosa en la parte superior
e inferior, el cabello tiene un nudo superior adorablemente desordenado y
luce perfecta.
Arrastro mis ojos por mi cuerpo a regañadientes, el pantalón de franela
escocesa que le robé a mi hermano arrastrándose por la alfombra. Por lo
que, por cierto, se quejó una vez que se dio cuenta de que yo los había
tomado.
Como si no tuviera diez pares más. Eso es todo lo que el tipo usa para
ir a la cama, ¿no?
Pongo mi yo poco sexy al lado de mi diosa compañera de cuarto y la
empujo con la rodilla, metiendo una papa frita en mi boca desde la bolsa
abierta que tiene delante de mí como si fuera una bolsa de comida. Un tazón
de galletas y helado de crema se apoya en su otra mano. Como si yo fuera a
comerlo.
Me pongo otro chip en la boca.
Una o dos migajas caen de mi boca antes de que pueda decir algo.
—Así que, como decía, tengo una actualización de vida.
Hannah frota nuestros hombros.
—¡Ya era hora! ¿Esto es por un chico? ¿Hiciste esa cosa?
—¿La aplicación LoveU? Sí, hice lo que dije que no iba a hacer.
—¿Y…?
—Y está este chico… 52
Hannah inmediatamente interrumpe.
—¿Ya? Déjame verlo.
Mi mano sube, esperando que enfríe sus motores.
—¿Puedes tener paciencia?
—Vas a mostrármelo, ¿verdad? necesito verlo justo ahora.
Ni siquiera he sacado seis palabras de la historia.
—Como decía, hemos estado hablando durante unos días. Es un júnior
aquí y está en la lucha…
—¿Va a la universidad aquí? ¿Lo reconociste de inmediato? —Hannah
tiene helado en la boca, y puedo verlo derretido en su lengua, blanco y
baboso. Me está dando asco.
—Oh, Dios mío, ¡deja de interrumpir! —Ella es seriamente tan odiosa.
¿Su madre no le enseñó modales?
—No puedo evitar lo emocionada que estoy. —Ahora está rebotando en
los cojines del sofá como una niña—. Lo siento, no lo siento.
Yo hago una mueca.
—Nadie dice lo siento, no lo siento en voz alta. Eso es un hashtag.
Hannah también abusa de las siglas LOL y OMG cuando habla, junto
con el término discreto, que me vuelve loca.
—Puedo decirlo en voz alta si quiero, mandona. Deja de intentar
distraerme regañándome. Termina lo que ibas a decir antes de que te
interrumpa.
Eso me hace reír, a pesar de la irritación.
Ella es bastante apestosa y adorable.
Me acomodo, me reposiciono y estoy sentada con las piernas cruzadas,
con una bolsa de papas fritas en mi regazo y con salsa estratégicamente
colocada a mi alcance. Si voy a contarle todos los detalles, debo estar
cómoda.
Empiezo desde el principio. Otra vez.
—Así que, aunque dije que nunca lo haría, descargué la estúpida
aplicación de citas. Inventé una biografía de un perfil de mierda porque no
sabía qué decir, añadí unas cuantas fotos básicas…
—No me sacaste de ninguna, ¿verdad?
Me encogí de hombros, culpable. 53
—Regla número uno de las citas online: No uses fotos recortadas.
¿Qué? Nunca he oído hablar de esa regla.
—¿Por qué? —Tomo una patata frita y mastico, seriamente queriendo
saber la respuesta.
—Porque. Un tipo podría pensar que estás sacando a un antiguo novio
o algo así.
—Entonces es un idiota.
—¿Quién?
—Cualquier tipo cuyo cerebro vaya a ese lugar. —Añado un giro de ojos
para enfatizar lo patética que es esta persona ficticia—. De todos modos,
como estaba diciendo…
Hannah hace un gesto con la mano, su cuchara de helado se mueve en
el aire.
—Por favor, procede.
—Al principio tenía una gran cantidad de chicos que me elegían. Mi
bandeja de entrada tenía como treinta tipos. Ni uno solo era decente.
—Puedo imaginarlo. —Hannah se estremece, cuchareando el postre
frente a ella.
—Pero entonces… —Hago una pausa dramática—. Entonces J. B. se
interesó en mí.
—¿BJ? —Mi amiga arruga su pequeña nariz.
—No. JB.
—B J significa mamada.
Jesús. ¿Podría ella no hacerlo?
—Ese no es en absoluto su nombre.
—Pero probablemente así es como voy a llamarlo.
—Por favor, no lo hagas.
—Demasiado tarde. Siempre será conocido como Mamada.
—¿Por qué eres así?
—No salgas con alguien con las iniciales BJ y no haré bromas sobre
ello.
—No hemos tenido una cita, y ese no es el orden de sus iniciales. — En 54
este momento, no hay nada que pueda hacer. Mi amiga es una bestia, y sé
que va a usar esta información tanto como pueda. No sólo eso, no tengo
ninguna duda de que se lo va a decir a Jessica y a Bethany, y que van a
empezar a llamar al pobre tipo Mamada, también.
Joder mi vida.
—Parece muy divertido. E inteligente, tan inteligente.
—¿Cuál es su especialidad?
—Negocios.
Hannah gime.
—Tan genérico. Eso podría ser cualquier cosa.
—Mi especialidad son los negocios, idiota.
Para que conste, la suya también.
—No dije que no lo fuera. Sólo dije que era genérico.
Bien. Ella gana ese asalto.
—También es un atleta.
—¿Qué deporte?
—Lucha libre.
Ella considera esto, inclinando la cabeza hacia un lado en sus
pensamientos.
—Me pregunto si tiene las orejas levantadas.
—¿Por qué tendría las orejas levantadas?
—Llevan esas cosas en la cabeza que aplastan sus orejas, por eso. Uno
pensaría que sus mamás se los ponen cuando nacen, así de raras se ven
sus orejas. No hay forma de que esos protectores de orejas las levanten tanto
después de sólo unos años de usarlos. Apuesto a que es por no usarlos lo
que hace que sus orejas se vuelvan impresionantes.
Por la forma en que funciona su cerebro…
Ella a veces me asusta.
—Vi algunas de sus fotos, pero no noté si sus orejas estaban torcidas
o no.
—Apuesto a que sí.
—Supongo que ya veremos —entono crípticamente.
55
—¿Así que vas a salir con él?
—Sí.
—¡Qué! —grita—. ¿Cuándo?
—El miércoles.
Esa nariz de ella se arruga de nuevo.
—¿El miércoles? ¿Por qué no el viernes? ¿Por qué no el sábado?
—No lo sé, Hannah. ¡Dijo el miércoles! Y yo no tenía nada, así que dije
que sí, ¿por qué te pones tan histérica?
—Regla número dos: Los chicos que quieren verte durante la semana
están tratando de mantener su fin de semana abierto para algo mejor. Todo
el mundo lo sabe.
—¿Podrías dejar de decir eso?
—Es un hecho.
—¿De dónde sacaste estos “hechos”?
—Cuando se trata de una cita, soy como Yoda, solo sé cosas. —Sus
hombros se balancean de arriba hacia abajo en un encogimiento de
hombros—. Y ahora lo sabes para la próxima vez. No más citas entre
semana. Eres una chica de citas de fin de semana.
Mis labios se contraen.
—Cierto. Lo tendré en cuenta. —Le lanzo una mirada que dice no lo
tendré en cuenta, pero gracias de todos modos por el consejo—. ¿Se me
permite seguir hablando?
—Sí, dime más. ¿A qué se parece?
Quiero mostrarle sus fotos, pero tampoco necesito que ella esté en
línea, acechándolo antes de que yo haya tenido la oportunidad de hacerlo
yo misma.
Así que solo le digo:
—Él es guapo.
Muy guapo, de hecho. Guapo de una manera robusta, si sus fotos no
están mintiendo.
—Sé más específico. —Hannah pronuncia la palabra específica como
pacífico, lo que me vuelve loca. Pero no voy a entrar en eso ahora.
—Cabello rubio oscuro... 56
Ella interrumpe con un alargado:
—Hmmm...
—¿Ahora qué?
Un encogimiento de hombros diminuto.
—Es solo que nunca he conocido a un chico con cabello rubio que
piense que es atractivo.
—JB es un rubio atractivo.
—La Mamada es algo atractivo, ¿quieres decir? —Se ríe como el troll
que es—. Tendré que confiar en tu palabra ya que obviamente no vas a
mostrarme sus fotos.
—Si te muestro su foto, lo vas a acechar en todos los sitios de redes
sociales en los que puedas encontrarlo.
—Es cierto, pero no es que no pueda encontrarlo sin tu ayuda. Ya me
dijiste su nombre y me dijiste el color de su cabello, y me dijiste que practica
lucha. Me tomará tres segundos encontrarlo.
—Bueno, espera hasta que estés sola en tu habitación, ¿lo harías?
—Bien. Voy a esperar para acecharlo.
—Y no me molestes por eso, porque no he salido con él y la cita podría
apestar totalmente, y nunca escucharé el final. —Todavía hay tiempo para
que él me cancele, también.
—La cita no va a ser una mierda.
—¿Cómo lo sabes?
—Porque estás brillando, y nunca resplandeces.
¿Estoy brillando?
—Dios, gracias.
—No puedo mentirte, Sky. Solo resplandeces cuando llevas toneladas
de rubor, que es un aspecto que intentamos evitar. Ruddy no se ve bien en
nadie, y menos en ti.
—Dios. Gracias.
—Mi punto es que prácticamente saltaste de tu habitación, así que eso
significa algo, ¿no?
Ella está en lo correcto.
Ella sabe que paso la mayor parte de mi tiempo soñando con mi futuro,
57
uno donde lo tengo todo. Un compañero y una carrera y, quizás algún día,
¿un hijo o dos?
Soñar despierto es el alimento del alma, solía decirme mi abuela. No
seas tacaña con tus sueños, Skylar. Cierra los ojos e imagina...
Cerrar mis ojos e imaginarme en otro lugar nunca ha sido mi problema;
mantener mis pies firmemente puestos en la tierra lo ha sido. Mantenerme
enfocada en lugar de distraerme lo ha sido.
Cuando era más joven, en viajes familiares por carretera, me sentaba
en el asiento trasero del auto de mis padres y apoyaba la cabeza contra la
ventana. Cerraba los ojos y pensaba. Escribir historias en mi cabeza, trazar
romances, como si tuviera que escribir uno. Nunca leería, me marearía
demasiado por eso, así que en vez de eso, soñaba con los días que pasaba
mientras mi papá conducía. Horas y horas me sentaba, pensando, nunca
durmiendo.
Soñando.
Redactando en revistas. Cuadernos
Notas y frases e historias. Un diario de géneros, ficción tejida entre las
páginas y en las palabras.
Probablemente no sea algo bueno, porque... bueno, aquí estamos.
Un promedio mediocre.
Una vida amorosa mediocre.
Una romántica sin esperanza en un mundo donde los chicos ya no
llaman. Prefieren deslizarse en tu bandeja de entrada. O enviarte una foto
de su polla.
Para ser justos, nunca he recibido una foto de polla, que en sí misma
es bastante insultante.
¿No soy digna de la foto polla?
Qué grosero. Al menos envíame una para que pueda actuar disgustada,
avisar a todas mis amigas y luego borrarlo.
Foto polla FOMO3. Bethany una vez lo llamó así.
—Estoy muy emocionada.
—¿A dónde vas para este miércoles en tu cita?
Dios, ni siquiera quiero decirle. Ella va a juzgar a JB por su elección, y
luego me va a juzgar por haberlo aceptado.
58
—No quiero decir —lo admito.
Sus cejas se alzan y su boca se abre.
—¿Por qué?
—Me vas a juzgar.
—Oh cariño, te estoy juzgando de todos modos. Porque soy tu amiga y
eso es lo que hacen las amigas.
Me río, señalando lo obvio.
—En realidad, eso es lo contrario de lo que hacen las amigas.
—Sabes a lo que me refiero.
Lo hago. Hannah es la persona menos crítica que conozco y una de las
más dulces. Si le pidiera que viniera para la cita, lo haría. Si le pidiera que
se escondiera entre los arbustos con camuflaje, lo haría.

3 FOMO (Fear of Missing Out): Es una sensación de ansiedad que sientes cuando ves

que otras personas podrían estar pasando un buen rato sin ti.
Si le pidiera que nunca más pronunciara otra sílaba sobre esta cita,
bueno, nunca haría eso, por lo que no tendría sentido preguntar.
—Quiere que nos veamos en McGuillicudy.
—¿McGuillicudy's? —pregunta como si me escuchara incorrectamente,
su inflexión indica incredulidad—. El bar.
—Sí.
—¿La hamburguesería justo al lado del campus, donde se celebran
fiestas salvajes y se tiñe de color verde cerveza, donde un tipo cayó sobre
Tamara Stewart en el pasillo al lado de los baños de primer año?
Tamara estaba en la hermandad de Hannah antes de transferir las
escuelas.
—El mismísimo.
—McGuillicudy's. El bar.
—¿Hay un eco aquí?
—No puedes ser seria. ¿Este chico tiene alguna clase?
Aparentemente no.
—Dijiste que no ibas a juzgarme.
—No, no lo hice, dije que iba a hacerlo y eso hago. Porque te está
59
llevando a un bar.
—En su defensa...
Hannah lanza su cuchara de helado en mi dirección, casi me golpea la
nariz con el final.
—No. Tú y yo sabemos que es un lugar de mierda para tener una
primera cita.
—Tal vez sea así —admito a regañadientes—. Pero las dos también
sabemos que todo podría terminar yendo hacia el sur, y ¿por qué ir a un
lugar decente y perder el tiempo si nos odiamos?
—Obtienes dos puntos por hacer un punto semi-decente. ¡Sin embargo!
—Su cuchara se levanta—. Sin. Embargo. Hay lugares mucho mejores que
un bar irlandés. Literalmente cualquier otro lugar, Skylar. —Mi compañera
de cuarto toma un poco de su cuchara—. Entonces, o bien planea
deshacerse de ti a la mitad de la cita, tiene amigos planeando ir a la cita o
es simplemente un jodido idiota, ¿cuál crees que es?
—No creo que sea un idiota. Creo que es un chico.
—No le echemos la culpa a su falta de aptitud para salir con su género.
Probablemente ha estado en cuarenta citas de LoveU, y las ha llevado a
todas a ese estúpido bar.
—JB no es así.
—Ni siquiera lo conoces.
—¡Estoy llegando a conocerlo! ¡Lo estoy intentando! ¡Tú eres la que me
hizo descargar la maldita aplicación, Hannah!
—¡No soy yo quien te dijo que aceptaras a McGuillicudy's! ¡El lugar es
una imitación barata de la marca de licor! ¡Y ni siquiera uno decente! El
propietario le preguntó a Jessica para una cita una vez, ¿sabes cuántos años
tiene ese tipo? ¡Cuarenta y tres! Él es viejo. Dios, mátame.
¿Podría ser ella más dramática?
—Cuarenta y tres no es viejo.
—Por favor. Mi papá tiene unos cuarenta años, Skylar.
—Tu padre tiene cincuenta y un años, Hannah. Estuve allí por su
cumpleaños.
Su risa estalla.
—Oh.
—En cualquier caso, siento que sabría si JB era una bola de limo. 60
Habría captado el ambiente. Hemos estado charlando durante casi una
semana, ¿no crees que ya lo habría captado?
—Probablemente. Pero aun así, ¿McGuillicudy? Ese lugar es tan
horrible. —Hace que su cuerpo se estremezca—. Iba a decir que deberíamos
hablar sobre lo que usarás en tu cita, pero es... en un bar de mala muerte.
Técnicamente podrías usar eso.
Hannah apunta a la parte inferior de mi pijama con la punta de su
cuchara.
—De acuerdo, deja de ser tan dramática, el lugar no es tan malo.
—No. Pero podrías usar eso en tu cita y nadie se atrevería a decir nada.
Ella hace un punto muy válido.
—¿Tal vez solo vaqueros entonces, y una camiseta coqueta?
—¿Camiseta de rata? No quiero que arruines nada, ¿sabes cuántas
enfermedades se transmiten por el aire y probablemente estén flotando en
el aire de ese lugar? Tooodos los herpes, tú, directo a tu vagina.
Mi compañera de cuarto es certificable.
Ni siquiera puedo discutir con ella, seguirá y seguirá, porque si hay
algo que le encanta hacer es sorprender a la gente.
Finjo que ella no está hablando.
—¿Qué pasa con esa camiseta azul que está un poco más baja? ¿No es
demasiado revelador, un poco perfecto?
Ella reflexiona sobre mi sugerencia.
—Sí, eso es lindo... ¿qué hay de usar algo rojo? Te ves tan bien en ese
color, y puedes ponerte labial rojo.
—¿No crees que los labios rojos son demasiado para un bar?
Hannah asiente.
—Buen punto. —Piensa unos segundos—. ¿Qué pasa con un cuello alto
negro? Eso envía el mensaje que no estás dispuesta a caer en la primera
cita.
—Ah, ¿un cinturón de castidad moderno?
—¡Exactamente!
—No. —Me río—. ¿Qué demonios te pasa? —Busco en la bolsa de chips,
haciendo una tonelada de ruido en el proceso mientras busco una o dos, el
sonido enloquece a Hannah, luego meto tres chips de tortilla en mi boca al 61
mismo tiempo. Muerdo y mastico. Luego trago—. Está bien, ¿qué tal una
camisa negra y una chaqueta de mezclilla?
—Sí, sí, me encanta eso. Solo la piel suficiente sin ser reveladora, y el
vaquero lo hace lo suficientemente informal como para que no parezca que
te estás esforzando demasiado. Sí. Perfecto.
Asiento.
—Es bastante perfecto.
—Además —Hannah me mira con malicia—, si las cosas se calientan,
puedes quitarte la chaqueta y...
—Detente. Solo... ni siquiera lo digas.
Agita el fondo de su tazón de helado con la cuchara de metal en su
mano, el sonido hueco y vacío la hace fruncir el ceño e inclinar el tazón de
lado.
—Vacío. Vacío como mi corazón.
—Oh, Dios mío, cállate. —Me río, lanzando una papita en su dirección.
Ella la atrapa y se la mete en la boca a pesar de que acaba de aterrizar en
el sofá.
—La cita va a estar bien. En todo caso, será una buena práctica.
¿Cierto?
Cierto. Va a estar bien.
¿Qué es lo peor que podría pasar? ¿Resulta ser un asesino serial? ¿El
Asesino Craigslist?
—Se va a enamorar locamente de ti. —Hannah se inclina hacia mí,
envolviendo su brazo libre alrededor de mis hombros—. Él te amará como
yo te amo, y también querrá tener sexo contigo. —Pausa larga—. No es que
no quiera tener sexo contigo a veces.
—¡Cállate, Hannah!
Ella se encoge de hombros.
—¿Qué puedo decir? Eres adorable.
Adorable.
Genial.

62
5

Si me preguntas qué hice este fin de semana, no te enojes cuando te digo


que me “masturbé”. Sabías que estaba soltero.

ABE
—En serio, no vas a conocerla en ese bar —le dije inexpresivamente a
Jack, que está estudiando por primera vez este semestre, que he visto, de
todos modos. Cuando entré en su habitación después de que Blue
confirmara su cita, lo encontré con un libro de texto real abierto y un
resaltador en la mano. 63
Casi me desmayo por la sorpresa.
Me voló la maldita cabeza.
Levanta la vista de su libro, un par de gafas de lectura reales y
auténticas posadas en su nariz.
—¿Qué tiene de malo McGuillicudy's? Llevo a todas mis citas allí. Nadie
ha tenido problemas con eso todavía.
Sé que lleva a todas sus citas allí. Es por eso que esto se siente tan...
mal. Una chica como Blue no merece ser tratada como todas sus otras citas.
Tiene más clase; lo sé sin siquiera conocerla.
He hablado con ella lo suficiente como para saber que la idea no la
emociona. Le tomó varios minutos responder y confirmar la cita para
empezar.
—Estas mujeres no te dirán que te odian en la cara. —Me detengo,
pensando—. Ethan Ransick le mete mano a alguien en el pasillo junto a los
baños casi todos los fines de semana, y la última fiesta de victoria de fútbol
fue allí. Uno de los apoyadores se emborrachó y arrancó la puerta de la
cocina.
—Amigo, ¿por qué pareces tan sorprendido? Literalmente he llevado al
menos a doce chicas allí.
—Veintiuna, pero quién está contando.
—Suena como si lo estuvieras. —Suena irritado.
—Sólo porque yo soy el que está preparando toda esta mierda.
Cámbialo un poco, por el amor de Dios. Te estás volviendo demasiado
predecible.
JB estira su cuello, ignorando mi púa.
—¿Por qué debería cambiar la mierda si estás haciendo un gran trabajo
siendo yo? Sigue con el buen trabajo, amigo.
—Vete a la mierda, Bartlett.
Se quita las gafas de la cara y las pone en su libro abierto, y finalmente
me presta atención.
—¿Cuál es tu problema, Davis?
BlueAsTheSky es mi problema; ella es una de las buenas y este imbécil
va a arruinarlo por ser... él.
Mis labios se cierran y forman una línea recta mientras cruzo mis 64
brazos sobre mi pecho.
—Tal vez es hora de ponerse serio. Dices que quieres una novia y
olvidaste a Tasha, pero en realidad no lo estás intentando.
—¿Cómo diablos lo sabes?
—Estadísticas.
—¿Eh?
Cruzo los tobillos y me apoyo en el marco de la puerta.
—Te coges el setenta y cinco por ciento de tus citas, y lo más probable
es que vayas a cogerte esta. Esta chica es... ella es…
—¿Esta chica es qué?
Una que vale la pena.
Graciosa. Inteligente.
Ingeniosa. Bonita.
Alguien a quien llevarías a casa con tu familia.
—Nada. Simplemente no... Digamos que tengo un buen presentimiento
sobre esto.
—¿Sí? —Las cejas de JB se levantan, interesado—. ¿Qué clase de
presentimiento?
—Ella…
—¿Te hace sentir un hormigueo en la polla? —Se sonríe a sí mismo,
con un lado de la boca levantado, como el Joker de Batman. Es espeluznante
como el infierno.
—Cierra la boca, Bartlett. Sé serio por un segundo.
JB rueda de espaldas, riéndose del techo.
—Hablo en serio, abuelo. Jesús, actúa como si tuvieras tu edad para
variar. —Mi compañero de cuarto se ríe de nuevo—. Hice una rima.
Dios, es un idiota.
—¿De eso se trata todo esto? ¿Esta chica te da una erección?
—No, imbécil. Ella no me la pone dura.
Estoy mintiendo, obviamente.
Estoy mintiendo porque si descubre que he estado fantaseando con
salir con Blue yo mismo, el escenario más probable aquí es que J.B. trate
de pelear, porque es una perra llorona así, y que haga lo mejor que pueda 65
para darme en el culo. O le diga a todo el equipo de lucha que estoy cazando
chicas de su piscina de citas.
Lo que es ridículo.
El que yo encontrara a una de estas chicas remotamente interesantes
estaba destinado a suceder con el tiempo, y resulta que es Blue.
El que me grite por eso hace que me tiemble el ojo izquierdo.
JB abre la boca para hablar.
—Por supuesto que no te la pone dura, la he visto a ella y a sus
cárdigans. Nadie quiere cogerse a una chica con un cárdigan, abuelo,
excepto tal vez tú.
Dice la palabra cárdigan como si fuera algo desagradable, la dice como
si Blue tuviera una enfermedad contagiosa. Como sífilis.
O gonorrea.
—Ella es divertida. —Mi argumento es débil. Divertido es bueno, pero
para un tipo como JB, ardiente es mejor. Sexy es mejor. ¿Sexualmente
aventurera?
Aún mejor.
—Divertida —repite, no impresionado. Aburrido de la conversación—.
Lo siguiente que me dirás es que tiene una gran personalidad.
Honestamente, abuelo, lo único que me importa ahora mismo, en este
mismo segundo, es lo geniales que son sus tetas.
—¿Has vuelto a mirar nuestras conversaciones? Tu cita es esta noche,
deberías saber de qué hablamos para que no suenes como un idiota.
Va a sonar como si hubiera desarrollado amnesia de la noche a la
mañana.
—Deja de hablar tanto con estas chicas. Tu trabajo es pasar y conseguir
la cita, no pasar y conocerlas. Te comportas como una mujer, te estás
volviendo muy personal. Tira esa mierda para que pueda seguir el ritmo de
lo que está pasando. Es mi cuenta, no la tuya, hijo de puta.
Lo entiendo. Me pasé de la raya.
Lo pasé y me arrepiento.
Tan malditamente tanto.
66

SKYLAR
Llega tarde.
JB está oficialmente —miro el reloj púrpura que rodea mi muñeca—
veinticinco minutos largarme.
No es una buena primera impresión, pero le daré cinco minutos más
antes de irme.
No hay ningún mensaje que me haga saber que está llegando tarde.
Nada.
En el tiempo que hemos estado hablando, no me ha parecido el tipo de
hombre que dejaría plantada a una chica en una primera cita. Todo lo
contrario, de hecho.
Si no puede chatear, me lo hace saber. Dice buenos días y buenas
noches, y ha sido... consistente. ¿Confiable en su comunicación? La
confiabilidad es un rasgo que valoro y que busco.
Así que el hecho de que llegue casi media hora tarde me decepciona.
Un strike contra él.
Juego con la correa de mi bolso, tira con timidez del cuero marrón y
debato conseguirnos una cabina donde sentarnos, si es que alguna vez
aparece.
Está muy concurrido aquí para un miércoles por la noche, pero en una
ciudad universitaria, eso es de esperar: Miércoles de borrachera y todo ese
jazz. Los estudiantes juegan al billar en el cuarto de atrás, con cervezas
posadas en las repisas que los rodean.
La música es casi ensordecedora; una canción que no reconozco está
saliendo de los altavoces ubicados en cada esquina de la barra principal,
mis oídos ya están zumbando. Casi sangrando, en realidad, ja.
El lugar huele a grasa, cerveza derramada y malas decisiones, y sé que
tan pronto como entre por la puerta esta noche después de que termine esta
cita, me iré a la ducha.
Garantizado.
Veintiséis minutos tarde. 67
Veintisiete.
¿Esto es una broma para él? ¿De eso se trata todo esto?
Estoy cruzando la cabina donde dejé caer mis cosas, agarrando la
chaqueta y levantándome, cuando se abre la pesada puerta de cristal en la
parte delantera.
JB llena la puerta, todo su marco encuadrado mientras sus ojos
oscuros escanean la barra (sé que son oscuros porque he estudiado sus
fotografías no menos de docenas de veces). No es tan alto ni imponente, pero
sus brazos están colocados lejos de su cuerpo, colgando a los costados, con
los hombros hacia atrás y la barbilla hacia arriba.
Arrogante.
Hmm.
Agarro mi chamarra en mis manos, apretando los dedos en la tela de
poliéster negro, clavando las uñas en la almohadilla.
JB camina pavoneándose, reconociéndome automáticamente como su
objetivo, una lenta sonrisa se extiende por sus rasgos.
Es guapo. No, es sexy.
No tan alto como pensé que sería, y un poco... más agudo. Por alguna
razón pensé que sería más... ¿accesible? Este tipo se siente que está
tratando de intimidarme en lugar de tranquilizarme, y sé al instante que no
se va a disculpar por haberme hecho esperar casi media hora.
También sé que no se está tomando en serio esta cita.
¿Cómo?
Hace frío, pero no lleva chaqueta, sólo una sudadera con capucha de
lucha libre de Iowa con el logotipo amarillo de la escuela salpicado en la
parte delantera y el número ocho en la esquina.
¿Quién usa una sudadera con capucha en una primera cita, aunque
sólo sean bebidas?
Una saludable dosis de desilusión comienza a subir por mi pecho, junto
con el dolor sordo de la vergüenza por estar de pie aquí en una camiseta,
vaqueros y botas de tacón cuando apareció con ropa que probablemente usó
en el gimnasio.
—Oye. —Es la primera palabra que sale de su boca—. ¿BlueAsTheSky?
68
Un recordatorio de que aún no le he dicho mi nombre. ¿O lo he hecho?
Ugh.
—Hola. Soy Skylar. —Pongo mi mano para sacudir la suya, y en vez de
tomarla, se desliza dentro de la cabina, sus manos rozando la mesa.
De acuerdo, entonces.
—¿Quieres sentarte en el bar o esto funcionará? —pregunta JB,
agarrando uno de los menús encajados entre los saleros y los pimenteros,
al lado de los condimentos.
—Um, esto está bien. —¿Sentarme en el bar? No lo creo, amigo.
A pesar de su primera impresión, todavía tengo una ingenua esperanza
de que JB se saque la cabeza del culo y sea el tipo con el que he estado
chateando en la aplicación. Así que. Me voy a dejar caer frente a él, pedir un
trago y rezar por un milagro.
Reflejando sus acciones, tomo un menú y dejo que mis ojos deambulen
por las selecciones, sin estar muy segura de si debo arriesgarme y pedir
alcohol.
—¿Estás consiguiendo algo, bebé? —No me mira y, por alguna razón,
su uso de la palabra cariñosa me hace sentir mal. Puede que no tenga
muchas citas, pero sé que los hombres a menudo usan sobrenombres
cuando no pueden recordar el nombre real de alguien.
—Es Skylar.
Finalmente baja el menú, levantando la cara para mirarme
directamente. Sonríe.
—Lo sé.
—¿Qué significa la J?
El menú vuelve a bajar.
—Jack.
Sube.
—Jack. Me gusta eso. —Resulta que hay un popote en la mesa, así que
lo tomo y empiezo a hacerlo rodar entre mis dedos para no tener que jugar
con mi camiseta. O el pequeño agujero que crece lentamente en el muslo de
mis vaqueros.
Ya he metido el dedo cuatro veces, y conozco este pequeño dato porque
lo conté.
—Gracias. 69
Sus respuestas cortas me están matando suavemente. Frustrada, soplo
una bocanada de aire, mi cabello castaño flotando fuera de mi cara.
—Um...
JB baja el menú.
—Pediré una cerveza de barril. ¿Qué hay de ti? ¿Vino o algo femenino?
¿Vino? ¿En este lugar? Probablemente viene en una caja de cartón.
—Estoy indecisa. —Para mí está claro que esta conversación, o la falta
de ella, no va a mejorar cuanto más tiempo nos sentemos aquí. JB y yo no
tenemos química; si la tuviéramos, ya la habría sentido.
Instantáneamente.
—¿Qué tal algo afrutado? ¿No les gustan a todas las nenas esas bebidas
afrutadas? —Se ríe, con los ojos brillantes, como si acabara de contar un
chiste y esperara que yo me ría—. ¿Sexo en la playa?
Me toma varios segundos responder, y en serio desearía poder ver la
expresión en mi propia cara.
—Voy a pasar lo del trago afrutado, pero gracias por la sugerencia
El tipo guiña el ojo.
—No hay problema, cariño.
—Es Skylar.
—Correcto. —Me dispara otra sonrisa ganadora, una que
probablemente considera una sonrisa malvada, y luego se lame los labios—
. Háblame de tu gato, Skylar.
—¿Mi gato?
—Sí, ¿no dijiste que tenías un gato? Yo también amo a los animales.
—No tengo un gato.
—Oh, es cierto, te gustan los perros. Háblame de tu perro.
¿De qué demonios está hablando?
—Tampoco tengo uno de esos. Dije que en las raras ocasiones que voy
a correr, siempre me detengo ante los perros mascota. Nunca dije que
tuviera uno.
El menú frente a mí que ha estado en la mesa es dejado de lado.
Claramente no lo necesitaré ya que no me quedaré.
JB es un imbécil que claramente no tiene idea de quién soy. 70
Lo que significa que
1. Obviamente está hablando con tantas chicas en este momento que
no puede mantener a ninguna de ellas en orden.
2. Está buscando números, no algo significativo.
3. No soy la chica para él, y probablemente ni siquiera su tipo.
—Lo siento, ha sido un día largo —reflexiona.
—¿Oh? ¿Cómo es eso?
Y él me dice. Cada. Único. Detalles sobre su día. Cómo tuvo que
despertarse en" el culo al amanecer y correr cuatro malditos kilómetros en
la maldita oscuridad", luego se quedó fuera de su casa y tuvo que ir a clase
sin libros mientras usaba una camiseta sudorosa y pantalones deportivos.
—Jesucristo, tenía tanta hambre cuando llegué a casa esta tarde,
después de la práctica, por supuesto. Totalmente brutal hoy. —Me lanza
una mirada aguda—. Se acercan las eliminatorias para el campeonato de la
WIAA, así que... sí.
No tengo ni idea de lo que se supone que eso significa, pero a juzgar
por su tono y su frente elevada, JB espera que me quede impresionada.
No lo estoy.
Estoy irritada.
No para de hablar, hablando por encima de la música y gritando por
encima de los altavoces, sin respirar ni una sola vez para que yo pueda
interrumpir, hacer una pregunta o participar en la conversación.
—No sé qué haré cuando me gradúe, pero tengo metas claras. Me voy
a graduar en administración de empresas, pero creo que terminaré
trabajando para mi padre. ¿Por qué no, verdad? Puedo ganar seis cifras
directamente de la universidad sin hacer nada más que empujar lápices, y
mi papá conoce a un tipo en esta enorme red, así que siempre puedo intentar
transmitir. El mejor nepotismo, ¿verdad? Pero a quién le importa si no tengo
que trabajar para conseguir un trabajo. ¿Tengo razón o no?
Suena como un discurso que ha memorizado y ha dado docenas de
veces.
Qué asco.
—Sólo un tonto dejaría pasar una oportunidad así. —Es lo único que
se me ocurre decir.
Otras frases me vienen a la mente que no tengo las pelotas de mujer 71
para decir: ¿Dónde está el verdadero JB y qué has hecho con él?, y eres un
maldito idiota y ¿por qué sigues hablando?
Mejor aún, ¿por qué sigo aquí sentada escuchando?
Yo soy la idiota, no él.
Lo que debería hacer es sacar mi trasero de esta cabina, ponerme mi
maldita chaqueta y salir.
Así que eso es lo que hago.
Presiono mis palmas contra la mesa de madera, las yemas de los dedos
cayendo en algo inidentificable y pegajoso, y me empujo para pararme.
—¿Sabes qué, Jack? Creo que debo irme.
Voltea su teléfono y comprueba la hora.
—¿Ya? Han pasado como diez minutos.
Reviso la hora en mi teléfono.
Ocho.
Han sido ocho minutos insoportables.
—Podría haber sido más largo si hubieras llegado a tiempo. —No puedo
dejar de mencionarlo ya que él nunca lo hizo.
—¿Estás enfadada de verdad porque llegué tarde?
—No. Ni siquiera te conozco, y en retrospectiva, me hiciste un favor.
—Eso no tiene sentido.
Deslizo un brazo dentro de la manga de mi chamarra y luego el otro,
agachándome para cerrar la cremallera.
—Si hubieras llegado a tiempo, probablemente me habría sentado aquí
más tiempo intentando encontrar algo que pudiéramos tener en común
cuando está claro que no hay nada, lo que me habría hecho perder más
tiempo.
—¿Y qué? No es como si tuvieras mejores cosas que hacer esta noche.
Hago una pausa.
—Eso fue muy grosero de tu parte.
—Oye, mira, sólo tengo hambre. Sé que te gusta la comida, así que
vamos a pedir algo. ¿No te encantan los tacos?
No. Ni siquiera me gustan los tacos.
72
—No creo que me vaya a quedar. Lo siento.
—¿En serio? ¿Te vas a ir?
—Sí, JB, realmente me voy a ir.
—¿Cómo puedo hacerte cambiar de opinión? ¿Quieres volver a mi casa?
Eso me da una pausa.
—¿Y hacer qué?
¡Qué cara tiene este tipo!
—Podemos tomar algo allí.
—Oh, ¿así es como llamas al sexo? ¿Tomar algo? —Utilizo comillas en
las dos últimas palabras y ruedo los ojos, sacando los guantes de los
bolsillos—. Gracias, pero no, gracias.
—No te quedes ahí y dime que no tienes sed.
Sedienta.
Hay una palabra que ningún hombre en esta tierra me ha llamado
antes.
Definición de sediento: Ansioso por conseguir algo, desesperado,
desesperado, desesperado por atención.
Ignoro el nudo duro que se forma en mi estómago y el impulso de
inclinarme y abofetear la estúpida sonrisa de su estúpida boca. Ignoro el
deseo de empezar a pelear verbalmente con él, sabiendo que ganará,
sabiendo que no tengo el estómago para ser sarcástica y que volaría sobre
su cabeza como un globo lleno de helio de todos modos.
—Que tengas una buena noche, Jack.
No.
Espero que su noche sea una mierda. Y que no pueda ponerse duro
más tarde cuando se está masturbando porque vino aquí a tener sexo pero
no lo hizo.
Imbécil.

ABE
—Hola, imbécil. La estudiante con la que me hiciste una cita esta noche
era la definición de perra frígida.
73
Mi compañero de cuarto deja que la puerta se cierre de golpe detrás de
él, pateando sus zapatos contra la pared, y yo dejo que mis ojos vaguen
sobre su ropa.
—¿Acabas de venir del gimnasio? —¿Por qué mierda está vestido así?
—No, amigo, vengo de McGuillicudy's.
—¿De tu cita?
Sus cejas se arrugan.
—Sí.
—¿Eso es lo que llevabas puesto?
—Hazme una pregunta estúpida más —dice, mostrándome su espalda
mientras entra en la cocina y abre la nevera.
—Jack, dime que eso no es lo que te pusiste para conocer a Blue.
—¿Quién?
Jesús.
—La chica con la que tuviste una cita esta noche.
—Dijo que se llamaba Skylar. —Suena ofendido, como si ella mintiera
sobre su nombre cuando, de hecho, ni siquiera sabíamos cuál era—. ¿Por
qué la llamaste Blue?
Skylar.
Ahora el apodo BlueAsTheSky tiene mucho sentido. Pongo esta nueva
información sobre ella en mi cabeza.
Skylar, Skylar, Skylar, Skylar...
Maldita sea. No puedo dejar de decirlo en mi mente.
—¿Su nombre es Skylar?
— Eso es lo que ella dijo que era, ¿estaba llena de mierda?
Ignoro su pregunta.
—¿Y eso es lo que llevabas en tu cita con ella?
—No era una cita, ¿y qué si esto es lo que llevaba puesto? —JB mira
su sudadera con capucha, metiéndose las manos en los bolsillos—. Fui
directamente desde el gimnasio.
—Parece que no te importa una mierda.
JB se encoge de hombros, estira los hombros y hace rodar los nudos
en su espalda. Lo oigo estallar.
74
—Porque no lo sé. No voy a hacer conversación.
—¿Entonces qué demonios estás haciendo?
—Sabes que eventualmente quiero una novia, pero a veces todo lo que
quiero es tener sexo, hermano.
—¿Cuál fue esta noche? —Sabía que esta chica era del tipo serio; él
mismo lo dijo: Había visto sus cárdigans y sabía que no era el tipo de chica
que se clava y abandona.
—Una mamada no la habría matado, pero obviamente no era de ese
tipo.
—¿Qué te hace decir eso?
Parece disgustado.
—Estaba vestida de gala. Todo el mundo sabe que ese lugar es un
agujero de mierda.
—Y aun así sigues llevando chicas allí. Clasifícalo, amigo.
—¿Como si pudiera permitírmelo?
Esta es la cuestión: Puede permitírselo. JB recibe un subsidio de la
universidad por ser atleta y un subsidio de sus padres.
Creo que lo arruinó, aunque nunca lo hemos discutido.
No entiendo por qué está siendo tan tacaño.
Nunca fue así cuando salía con Tasha. Recuerdo que cuando se
conocieron, él se tropezó consigo mismo, tratando de impresionarla con
comidas caseras y citas caras.
Cuando ella lo dejó, él se enfurruñó por toda la casa durante tres
semanas, todo enojado y malhumorado.
Entonces un día, es como si se hubiera despertado y de repente hubiera
salido de su depresión. "La mejor manera de superar a alguien es pasar por
debajo de otra persona", me dijo una mañana en la cocina mientras se
clavaba el cereal en la cara desde un tazón gigante y usaba un cucharón
sopero como cuchara.
Ahora lo miro fijamente, sin comprender.
—¿Sabes qué? No creo que pueda seguir haciendo esto por ti. Limpia
tus propios líos y encuentra tus propias citas, estoy harto.
Jack me mira fijamente, confundido.
—¿Por qué? 75
¿Por qué?
—Porque hago de todo menos limpiarte el culo, JB. Te ayudo con tu
tarea, te encuentro chicas con las que salir, y limpio lo que haces en este
lugar. Ni siquiera sabes dónde están los cubos de basura.
—Sí, ¿no están en el costado de la casa?
—No, están en el lado del garaje junto al callejón. Jesús, Jack, madura.
—Whoa, whoa, whoa, whoa. —Vuelve a aparecer por detrás de la puerta
del refrigerador, metiéndose un trozo de piña en la garganta—. No puedes
decirme que madure porque no sé dónde están los malditos cubos de
basura, amigo.
Me doy cuenta entonces de que no importa lo que diga, no se hundirá
en él.
—Asume alguna responsabilidad. Eso es todo lo que estoy diciendo.
—Honestamente, ¿cuál es tu maldito problema ahora mismo? —Sigue
comiendo, sacando un bagel del mostrador y metiéndolo también en su
orificio—. Todo lo que hice fue ser yo mismo esta noche. No entiendo cuál
es el problema.
Él tiene razón.
Todo lo que hizo fue ser él mismo, y necesito relajarme.
Esto es asunto mío, pero no mío, lo que hace que toda la situación sea
una mierda.
—Tienes razón. Sólo estás actuando como tú.
Aun así, inclina la cabeza hacia un lado mientras mastica,
estudiándome.
—¿Quieres que le mande un mensaje y que me disculpe o algo? Parecía
bastante enfadada cuando se fue.
—¿Se fue furiosa?
Con los dientes arranca un trozo del panecillo.
—Sí, en una rabieta o lo que sea.
Mierda.
Eso no es bueno.
—Dudo que seas capaz de volver de su furia.
—¿Realmente quiero hacerlo? A ella no le interesaba, y a mí tampoco. 76
—Probablemente una causa perdida.
—Sí. —Está de acuerdo, usando su dedo índice para meter el último
bocado de panecillo.
Pero, diez minutos más tarde, cuando cierro la puerta de mi habitación
y me sumerjo en la silla de mi escritorio, no puedo detener la sensación de
culpa y de fastidio que habita en la boca de mi maldito estómago como si
fuera una plaga que se propaga lentamente. Me giro, mirando hacia la cama,
luego me balanceo hacia adelante y hacia atrás, inseguro.
Desconcertado.
Esto no es asunto mío.
Déjalo, Abe. Nada bueno saldrá de esto.

Es una pena que no escuche mis propios consejos, los dedos ya están
abriendo LoveU y tocando el perfil de Blue. Escribo un mensaje antes de
pensarlo dos veces y cambiar de opinión.
Porque aparentemente JB no es el único idiota en esta casa.
Yo: Hola. ¿Ya me has bloqueado?
La pequeña burbuja en la parte superior de la aplicación aparece y
desaparece. Luego reaparece de nuevo, lo que significa que está escribiendo
Para.
Teclea.
Entonces:
BlueAsTheSky: Lo pensé, pero no lo he hecho aún.
BlueAsTheSky: Obviamente.
Yo: ¿Estás abierta a disculpas?
BlueAsTheSky: Supongo que depende; ¿por qué te estás
disculpando?
Yo: Por ser un imbécil.
BlueAsTheSky: Estoy escuchando…
BlueAsTheSky: Pero tengo que ser honesta, realmente no
siento como si fuéramos una buena combinación y no voy a decir
que quiero que seamos amigos, porque no es por eso que estoy
haciendo esto.
Yo: Lo entiendo. Y lo siento.
77
BlueAsTheSky: ¿Por qué exactamente? Dilo de nuevo y dilo
bien.
De acuerdo. Esta es una buena señal; todavía no me ha bloqueado y
sigue hablando conmigo —quiero decir, Jack—, lo cual significa que estaba
molesta pero que no es completamente una causa perdida.
Yo: Por ser un completo imbécil.
BlueAsTheSky: No COMPLETAMENTE… Estoy segura que hay chicos
peores ahí fuera que tú. LOL.
Yo: No sé cuál era mi problema. Todo lo que puedo decir
honestamente es que normalmente no actúo así.
BlueAsTheSky: ¿Cómo actúas normalmente, entonces? Porque
voy a ser totalmente honesta, eso parecía como un
comportamiento estándar.
BlueAsTheSky: No estoy buscando ser una muesca en el poste
de la cama de nadie.
No puedo resistir decir: No tengo postes.
BlueAsTheSky: Demasiado pronto para bromas, hermano.
Yo: ¿Acabas de llamarme hermano?
BlueAsTheSky: LOL, se sintió bien en el momento.
Yo: Ciertamente lo hizo.
Yo: En fin. Me alegra que no me bloquearas, porque me
siento como un imbécil sobre la forma en que actué anoche.
Venía de la práctica y estaba distraído, y es una mierda pero
es la verdad.
BlueAsTheSky: Está bien.
Tengo el extraño presentimiento de que si estuviéramos teniendo una
verdadera conversación sobre esto en persona, estaría diciendo está bien de
una manera que significa que no está bien en absoluto; de la manera en que
las chicas lo dicen cuando están tendiendo una trampa y quieren discutir.
Apuesto a que sus labios estarían apretados. La barbilla alzada.
Me pregunto cómo luce Skylar en persona, ya que solo he mirado las
pocas fotos que subió a la aplicación. No nos hemos enviados selfies, no
podría incluso si quisiera, ya que estoy pretendiendo ser Jack.
BlueAsTheSky: No hay daño. Pero no creo que quiera verte
78
de nuevo, lo siento.
Yo: ¿Fui tan malo?
BlueAsTheSky: Sí, fuiste tan malo.
¿Qué diablos hizo JB en esta cita?
BlueAsTheSky: Así que, si hay algo más que necesites…
Está intentando cortarme, pero no estoy listo para dejarla ir aún.
Yo: ¿No hay manera de que pueda compensártelo?
BlueAsTheSky: No lo creo.
Yo: Y si…
Me detengo, inseguro de cómo terminar la frase.
BlueAsTheSky: ¿Y si…?
Yo: ¿Y si salimos de nuevo y te dejo escoger el lugar?
BlueAsTheSky: No sé, JB… creo que ambos necesitamos seguir
adelante. Fue divertido hablar contigo, pero en persona no
tenemos nada en común.
Tiene razón; no tienen nada en común y nunca lo harán. Porque Skylar
es dulce y divertida, y Jack es un completo imbécil con prioridades jodidas
que no está listo para sentar cabeza con nadie, y ciertamente no alguien
como Blue.
Lo que él quiere en este momento es la gratificación física —no una
conexión emocional— que no está consiguiendo en la sala de pesas o en
mitad de un combate de lucha.
Blue quiere más, y nunca lo encontrará con mi compañero.
Entonces, ¿por qué no dejo esto?
Dale un descanso, Abe.
BlueAsTheSky: Sabes que tengo razón sobre esto. Tampoco es
como si te gustara.
No podría tener más razón, pero no voy a insultarla estando de acuerdo.
BlueAsTheSky: Hay mejores chicas ahí fuera para ti que yo,
alguien que esté bien con un polvo de una noche y cuyos
sentimientos no vayan a ser heridos cuando no le mandes un
mensaje al día siguiente.
Todo muy cierto.
Yo: Tal vez eso no es lo que necesito ahora mismo.
79
Dios, qué diablos estoy diciendo.
Jack va a matarme cuando vea esto.
BlueAsTheSky: ¿Estás diciendo esto porque odias el hecho
de que me alejé de ti? ¿Y no lo contrario?
Yo: No, no es así en absoluto.
BlueAsTheSky: Entonces, ¿qué es? Porque esta noche no
pareció importarte que me fuera antes de incluso ordenar una
bebida.
Mierda. ¿Ni siquiera había ordenado algo?
¿Cuánto tiempo duró la cita, quince minutos?
Yo: Tengo un montón de orgullo, pero no TANTO orgullo. Sé
cuándo la he jodido.
Lo hago. Yo, Abe.
De repente, estoy hablando por mí mismo, no por mi compañero de
cuarto, que casi siempre la jode pero no se disculpa por su comportamiento.
¿Yo? No puedo vivir sí. Siempre estoy expiando mis pecados y errores,
por muy pocos y lejanos entre sí que pudieran ser.
Intento no ser un imbécil.
BlueAsTheSky: Hmm.
Yo: ¿Es eso un buen hmm o un mal hmmm?
BlueAsTheSky: Estoy pensándolo.
Esperanza florece en mi pecho, pero lo aplasto, porque incluso si accede
a salir conmigo de nuevo, va a ser con Jack.
A menos…
Yo: ¿Tienes alguna amiga soltera?
BlueAsTheSky: Sí…
BlueAsTheSky: ¿Por qué?
Yo: Podríamos salir en una cita doble. Tengo un compañero
de cuarto soltero. ¿Recuerdas que es tutor?
Hay una larga pausa antes de que responda, pero esa burbuja continúa
apareciendo, desapareciendo y reapareciendo.
BlueAsTheSky: ¿Oh? Dime más sobre tu compañero de cuarto…
¿tienen mucho en común?
Yo: Si estás intentando descubrir si es un imbécil, la
80
respuesta es no. Es un chico bastante decente.
BlueAsTheSky: ¿Cómo es eso?
Yo: Los chicos del equipo le llaman abuelo porque es muy
responsable.
BlueAsTheSky: ¿Por qué está soltero?
Odio esta pregunta, como si estar soltero fuera tan malo como una
enfermedad contagiosa. Y Dios me libre de señalar que también está soltera
y ni una vez le he preguntado por qué.
No estaba interesado antes.
Pero lo estoy ahora.
Yo: Estudia un montón cuando no está practicando.
BlueAsTheSky: ¿Practicando qué?
Yo: También es un luchador.
BlueAsTheSky: Hmmm
¿Qué diablos significa eso?
Yo: Pero es tranquilo, no sale mucho.
BlueAsTheSky: ¿Como un ermitaño? ¿Qué le pasa?
Yo: No le pasa nada; solo no le gusta ir de fiesta y salir
casualmente.
BlueAsTheSky: Ya veo.
BlueAsTheSky: ¿Hablará o solo va a sentarse ahí?
Yo: Hablará, LOL, no es mudo.
BlueAsTheSky: Bueno NO LO SÉ, dijiste que no sale mucho,
así que asumí que no le gusta codearse.
Yo: ¿Qué diablos es codearse?
BlueAsTheSky: Ya sabes, salir en público. Ver gente. Alguna
gente odia a la gente, LOL.
BlueAsTheSky: ¿Cómo se llama?
Yo: ¿Vas a buscarlo?
BlueAsTheSky: Probablemente. Tengo que hacerlo… tengo que
saber con quién estás juntando a mi amiga.
Yo: ¿Qué amiga?
BlueAsTheSky: Mi compañera está soltera. Su nombre es
81
Hannah.
Yo: Mi compañero se llama Abe.
BlueAsTheSky: Abe_____ (llena el espacio en blanco). Si
voy a acecharlo apropiadamente, necesitaré su nombre completo.
Por favor y gracias.
Yo: Abe Davis.
Silencio.
Absoluto silencio, y yo…
BlueAsTheSky: Dios. Abe Davis es como súper lindo. Sin
ofender.
Otra sensación se forma en mi estómago; en lugar de culpa, esto se
siente más como un puñetazo de dura y fría ironía en el estómago. Piensa
que Abe Davis es lindo, realmente no le importa JB.
Yo: ¿Por qué estaría ofendido?
BlueAsTheSky: Porque acabo de llamar a tu compañero lindo.
Yo: Corrección: lo llamaste Súper Lindo.
BlueAsTheSky: No es un superhéroe, puedes separarlo
convirtiéndolo en un nombre propio.
Yo: Tengo que hacerlo, sin embargo.
BlueAsTheSky: LOL.
Yo: Entonces, ¿eso significa que estás dispuesta a salir
en una doble cita?
BlueAsTheSky: Eh. Claro. Creo que a ella le parecería bien,
y será agradable tener a otras dos personas allí para que te
comportes bien…
Yo: Muy divertida.
BlueAsTheSky: Es la verdad. No me impresionaste… EN.
ABSOLUTO.
Yo: No te contienes, ¿no es así?
BlueAsTheSky: No veo razón para hacerlo.
Yo: Obviamente no.

82
6

Mi compañera de cuarto estaba siendo una perra así que cambié todas
mis contraseñas. Eso es una golpe bajo en el siglo XXI señoras y señores.

SKYLAR
—¿Eso es lo que te vas a poner?
Hannah ya me está molestando desde la puerta de su habitación, y la
ignoro.
Ella llena el silencio. 83
—La respuesta correcta es no. No, no puedes usar eso en esta cita.
—Pero…
—¡Ah ah ah! —Hannah me detiene—. No me importa si él usa pijamas
en tu primera cita. No vas llevar esos leggings gruesos. Ponte los vaqueros y
ten un poco de dignidad. Muéstrale lo que se está perdiendo al actuar como
un imbécil baboso.
¿Qué demooo...?
—No puedo creer que hayas dicho eso.
Ella mueve su cabello.
—¿Te gusta? Imbécil baboso.
—Oh, te escuché la primera vez.
—Lo escuché en la cafetería ayer cuando estaba tomando una ensalada
entre clases.
—Es espantoso.
—Es creativo.
Suena tan apagada que me río, dándole un vistazo. Tampoco se está
tomando en serio esta cita, a juzgar por su rostro apenas maquillado y el
cabello liso que se niega a tomar el tiempo para rizarse.
Las dos decidimos antes de esta cita con JB que probablemente sea
una pérdida de tiempo, una vez que es un idiota, siempre será idiota.
—Ponte esos vaqueros y vamos a poner este espectáculo en marcha —
me dice la señorita mandona, señalando la cama, donde el vaquero oscuro
está doblado y esperando a que me lo ponga.
—No iba a usar leggings, solo para que lo sepas.
—Mentira. —Hannah se ríe—. No mientas.
—Bien. Estaba planeando usar los leggings. —Pero con una linda
camiseta, así que no es como si hubiera planeado lucir como una loca.
Dios.
—Si no te das prisa, vamos a llegar tarde.
Le doy una mirada en blanco.
—El plan era llegar deliberadamente tarde, recuerdas.
—Sí, pero…
84
—Sé que llegar tarde te hará sentir nerviosa, pero estamos tratando de
demostrar un punto aquí.
Mi mejor amiga odia llegar tarde; la puntualidad es una virtud escrita
profundamente en el libro de Hannah. Le he dicho un millón de veces que
probablemente debería reevaluar nuestra amistad y encontrar a alguien que
no llegue tarde a la fiesta cada vez que su pie salga por la puerta como yo.
—¿Cuál era el punto que estamos tratando de demostrar? Recuérdame.
Suspiro. He repasado esto con ella un millón de veces.
—JB llegó tarde a nuestra primera cita y no se disculpó cuando entró.
Podría haber enviado sus disculpas a través de un mensaje de la
aplicación, pero eso no fue hasta horas más tarde.
—Si por algún milagro esta cita va mejor y lo vuelvo a ver, no quiero
sentar un precedente que pueda darme por sentado. Tengo que demostrar
un punto.
Hannah suspira.
—Lo suficientemente justo.
—Así que vas a tener que relajarte.
—Entendido. Relajándome. —Mi compañera de cuarto se detiene—.
¿Quién es el tipo con el que voy a salir?
Agarro una chaqueta de mi armario y cierro la puerta.
—El compañero de cuarto de JB, su nombre es Abe.
Una vez que tuve un nombre, hice lo que cualquier amiga decente y
compañera de cuarto haría, aceché a Abe en línea para asegurarme de que
no era un loco. Honestamente, ya estoy un poco celosa porque Abraham
Davis se ve como un gran tipo, si se puede decir eso a partir de unas pocas
fotos en Internet. Muchas fotos de la lucha libre de él en las esteras. Muchas
victorias.
Sus ojos.
Algo en esos ojos suyos me hizo suspirar mientras miraba su lucha en
la cabeza; son profundos, marrones y amables.
Abe es honesto y amable. No me preguntes cómo lo sé; solamente lo
hago.
Su cabello negro grueso que luce recién cortado.
Piel del color bronce claro.
Él es hermoso. 85
Si soy sincera, me siento más atraída por él que por JB, pero ese hecho
apenas importa porque él no es con quien es mi cita.
Sacudo la cabeza, tratando de sacar la imagen de Abe de mi mente,
centrándome superficialmente en mi atuendo. Me coloco la chaqueta y las
botas, sabiendo que no me servirá de nada pensar en la cara bonita, la que
ha estado consumiendo mis pensamientos desde que lo busqué en Google.
Será una larga noche.

Sorprendentemente, JB está a tiempo.


Los chicos están dentro del restaurante cuando entramos, Hannah
camina un poco más rápido. Las caderas se balancean dramáticamente a
medida que avanza, los ojos vagan por todo el restaurante.
Es un restaurante real.
No es un bar. No es una parrilla. No es una combinación de los dos.
No puedo pedir pitas4 aquí, ni Wraps, ni sopas o sándwiches, es un
agradable establecimiento para sentarse. Uno que no había oído hablar
antes, pero que sugirió JB al azar.
Estoy adecuadamente impresionada, y también Hannah.
Ella deja escapar un silbido cuando la anfitriona nos dice que nuestras
citas nos están esperando en el bar cerca del vestíbulo.
—Buen lugar. Él realmente debe estar muriéndose por meterse en tus
bragas de abuela.
La empujo en su pecho.
—Cállate. No llevo bragas de abuela.
—Mentirosa. —Se ríe.
Sí, ella tiene razón, totalmente llevo.
—Es tu ropa interior, por lo que no me reiría tanto si fuera tú.
—Mierda. Tienes razón.
Para empezar, el hecho de que compartamos ropa interior, por no
hablar de nuestras cómodas braguitas de algodón, haría que la mayoría de
86
la gente se asuste. Pero después de lavar la ropa y no saber de quién era la
ropa interior de quién, porque también compramos juntas, ambas nos
rendimos y ahora solo tomamos cualquiera de la secadora.
—Bájate la camiseta. —Hannah tira de mi cuello y yo le doy una
palmada en la mano.
—¡Detente!
—Muestra un poco tus tetas.
—No tengo senos. —La camiseta que me puse es negra, de algodón y
sin hombros. Nada demasiado sexy, solo un poco coqueto, es una camiseta
glorificada—. Si me quito la camiseta, será hasta el ombligo, no hay dónde
ir sino hacia abajo.
—Exactamente.

4 Pitas: es un tipo de pan plano blando, levemente fermentado, de harina de trigo, de

consumo en el área del Mediterráneo, especialmente en el Cercano Oriente, ocasionalmente


cocido en las paredes del horno y que recuerda a la corteza de la pizza.
—No seas tan exagerada. —La miro de reojo, mirando por encima de su
bonito suéter rosa claro y sus vaqueros. Linda y conservadora, divertida
teniendo en cuenta que ella seguía intentando acosarme antes de salir del
apartamento.
Hipócrita.
Por otra parte, ella no está realmente en esto para encontrar un novio.
—Arriba barbilla, tetas fuera. —Un último recordatorio de ella y yo
coloqué una sonrisa, dirigiéndome hacia JB y su compañero de cuarto, Abe.
Vaya.
Abe Davis en fotografías no se parece en nada a Abe Davis en persona.
Alto. Ancho.
Oscuro.
Simpático.
Sus ojos sonríen, su boca también, y esa sonrisa está dirigida a mí. No
a Hannah.
No a la linda anfitriona detrás de nosotros con los menús. No a la bonita
camarera que está lanzándole a ambos chicos una mirada burlona mientras
pasa junto a nosotras. Miro que ella le da a ambos una mirada una vez más
antes de pasar y mirar por encima de su hombro. 87
—Skylar. —La mano de JB está metida en sus bolsillos, y se ha vestido
un poco. No mucho, pero es una gran mejora con respecto a la sudadera
con capucha y los pantalones de chándal que usó en nuestra primera cita.
Esta vez es un logo negro bordado con media cremallera de Iowa en el pecho,
vaqueros oscuros. Cabello recién lavado, todavía húmedo, y tenis negros.
Abe, por otro lado...
Con una chaqueta de cuero negra sobre su antebrazo, lleva una camisa
polo azul marino metida en los vaqueros con un cinturón y zapatos de vestir.
Lo miro fijamente.
Lo miro y no puedo detenerme, porque sus ojos son increíbles y me
miran fijamente, y estoy mirándolo de regreso y...
Basta, Skylar. No estás aquí por él.
Estás aquí con JB.
JB.
El tipo apenas sabe qué hacer consigo mismo, nada relajado, y se
encuentra claramente en un territorio desconocido.
—Hola, chicos. —Quito la vista de Abe Davis y me obligo a sonreírle a
JB—. Estás a tiempo.
—¿Por qué no lo estaríamos? —JB se ríe—. Tienen nuestra mesa lista
si queremos sentarnos. Estoy jodidamente hambriento.
Junto a él, Abe tose ruidosamente en la palma de su mano.
—Lo siento. Quiero decir, tengo hambre.
—¿Deberíamos hacer introducciones primero? —sugiero—. Chicos,
esta es mi compañera de cuarto, Hannah. Hannah, esta es JB, y... Abe,
¿verdad?
Abe transfiere su chaqueta de un brazo al otro, ofreciéndole a Hannah
su mano libre, estrechándola.
—Es bueno conocerte.
Ella cambia su peso de un pie al otro, sin impresionarse.
—Hola.
—¿Deberíamos sentarnos? Será más fácil hablar en la mesa —sugiere
cortés Abe.
Nos sentamos. Pedimos bebidas. Conseguimos los menús. 88
Se produce un incómodo silencio, y atormento mi cerebro por un tema
de conversación, pero Abe me gana por ello.
Las palabras están saliendo de su boca, pero apenas estoy escuchando,
fijada en sus dientes blancos y rectos, la pequeña hendidura en su barbilla.
—... ¿verdad, Jack? —Él empuja a su compañero de habitación a la
acción.
—Cierto.
—¿Quién es Jack? ¿Tú? —pregunta Hannah.
Me gusta ese nombre, aunque no necesariamente me preocupo por él.
Hemos estado aquí menos de diez minutos y ya sé que esta segunda cita es
en vano; no voy a enamorarme o salir con JB.
—Lo siento, ¿puedes repetir eso? —pregunto, sintiéndome como una
completa idiota.
—Estaba diciendo que ser parte de un equipo es genial, pero en algún
momento, eso no puede ser todo lo que hay. Y JB estuvo de acuerdo
conmigo. —Sus ojos oscuros se clavaron en mí mientras se explicaba, largas
pestañas parpadeando de vez en cuando, una pequeña muesca en la
comisura de su boca presionando su piel.
Como que quiero presionar mi dedo ahí.
Abe parpadea hacia mí.
Parpadeo de regreso.
Él realmente necesita dejar de verme así; me pone nerviosa, sudorosa
y excitada. Me hace sentir cosas que no tengo derecho a sentir por alguien
que acabo de conocer, alguien que no es mi cita.
Mariposas. Revoloteando.
Sentimientos.
—¿Sabes qué? —Hannah se levanta bruscamente—. Creo que quiero
algo del bar. Todas las bebidas. —Se mueve alrededor de la mesa, señalando
a JB (él está sentado al final) con su cadera—. Ven, échame una mano.
¿Ven a darme una mano? ¿Qué diablos está haciendo?
A JB le lleva unos segundos entender; está confundido y despistado,
hasta que Hannah agarra un puñado de su camiseta y tira de ella.
—Muévete o piérdelo. Necesito una mano y pareces fuerte.
Por encima de sus cabezas, ella pone los ojos en blanco y luego mira 89
hacia la parte posterior de la cabeza de Abe. Mueve sus cejas bien cuidadas
antes de llevar a mi cita al bar. Mi mirada se arrastra tras ellos.
¿Qué demo…?
Estábamos solos.
Estoy sola, en una habitación llena de gente, con Abe.
Bueno. No es gran cosa.
Yo puedo con esto; ¡soy un adulto!
—¿Soy solo yo, o eso fue raro? —solté, tratando de sonar indiferente.
—¿Es tu compañera de cuarto borracha? ¿Cuántos tragos planea
ordenar? —Abe se pregunta en voz alta con una risa—. Además, ¿por qué
no pudo haberlo pedido a la camarera cuando regresó?
—¿Eres estudiante de derecho?
Él se ríe, y es mágico.
—No. Ni siquiera cerca.
Muerdo una enorme sonrisa.
—Bueno, dejé de tratar de entender a Hannah hace años. Ella ha sido
mi mejor amiga desde que éramos pequeñas y he estado confundida por ella
cada minuto de cada día desde que nos conocimos. —Tomo un sorbo de mi
agua, que está congelada y tiene un limón—. ¿Qué piensas de ella?
Hay una larga pausa.
—¿Honestamente? No lo sé aun. Ella no ha dicho mucho.
Ella no lo ha hecho, lo cual es muy diferente a lo que hace
generalmente.
—No sé cuál es su problema, generalmente es la que habla.
—Está bien. Esta cita es una especie de...
Intento adivinar lo que está pensando.
—¿Muy rara?
—No dije eso. —Debajo de la suave tela de su camiseta, veo que los
músculos de sus hombros se contraen, dejando que mis ojos se deslicen por
la parte frontal de él con curiosidad. Sobre los músculos firmes de sus
pectorales, los pezones rígidos.
Sin darse cuenta flexiona sus brazos, los gruesos bíceps fuertes y...
Um. 90
No.
Skylar, enfócate.
Pero vaya, esos brazos...
—Entonces, ¿estás en la aplicación LoveU también?
Su cuerpo se queda quieto.
—No.
—No lo creo. Siento que te hubiera visto.
—¿Ah, sí? —se burla—. ¿Me habrías aceptado?
Sí.
No.
No lo sé. Hubiera querido, pero probablemente hubiera estado
demasiado asustada. O intimidada. Cobarde, como a mis amigas les gusta
llamarme. Abe es terriblemente guapo, más allá que la vida y amable.
Parece el tipo de persona que podría tener a cualquier chica en el
campus si se lo propusiera; ¿qué querría con una chica como yo?
Puede que no sea una gran estudiante, pero me esfuerzo mucho, es
una especie de estudio (trabajo), trabajo duro, amo a mis amigas, pero no
soy una mariposa mental o social. No hago fiestas, no estoy en una
hermandad de mujeres. No juego un deporte, ni siquiera intramuros. No me
pongo mucho maquillaje, ni tengo extensiones ni pestañas postizas. Mis
labios no son regordetes ni jugosos, y nada de mí inspira fantasías sexuales.
Soy solo yo. Normal.
Fue suficiente para que JB te hablara, la pequeña voz dentro de mi
cabeza interviene. Apuesto, atlético, no demasiado brillante, Jack Bartlett.
Me habló, pero resultó ser una especie de jodido chico.
No conozco a Abe Davis, pero cada instinto me dice que no se parece
en nada a su compañero de cuarto, nada en absoluto.
—¿Me habrías aceptado tú? —Juego con mi popote—. La mejor
pregunta aquí es si me hubieras aceptado, eso es lo que quiero saber, ya
que me lo preguntaste. —Lanzo una carcajada; suena forzado, incluso para
mis propios oídos, y me pregunto si él también puede oírlo.
La vulnerabilidad. Es algo que no quiero proyectar.
—En un abrir y cerrar de ojos. —Sin dudarlo, asiento rápidamente con 91
la barbilla para seguirle la corriente.
Bueno, entonces.
Mi cara se ruboriza de color rosa brillante, calentando mi cuello
mientras me pregunto qué significaría eso: ¿Qué habría pasado si Abe me
hubiera contactado esa noche en vez de Jack?
¿Qué cita sería esta? ¿Número dos? ¿Tres?
En un instante.
En un instante....
Esas palabras hacen algo en mi corazón y se expande, se complace.
Tres palabras. Así de simple. Es tan agradable oírlo...
—¿Sabías que el año pasado JB recaudó la mayor cantidad de dinero
para una recaudación de fondos en el campus?
—No, no lo hice. ¿Cuál era?
—Los Lambdas celebran una subasta cada primavera, y el año pasado
Jack tuvo la oferta más alta. La causa son los programas de lectura para
jóvenes en riesgo.
Hago girar mi popote alrededor de mi vaso.
—¿Así que lo que me estás diciendo es que las chicas se volvieron locas
por el tipo y pujaron estúpidas y locas cantidades de dinero para que se las
llevara?
—Sí.
—¿Qué terminaron haciendo?
Se queda en silencio unos segundos.
—Lavado de autos.
Mi cabeza se inclina hacia un lado.
—Un lavadero de autos. —Mi voz no tiene inflexión—. Eso no tiene
sentido.
—Er. Un, um. Lavado de autos en topless.
—¿Qué demonios es eso? —Rápidamente me cubro la boca con la
palma de la mano—. Lo siento.
—JB lavó un montón de autos sin camiseta.
92
—Mientras lo miraban fijamente. —Probablemente lo puso todo
enjabonado con cubos de agua, también.
—Probablemente hubo un poco de asombro, sí. —Se ve un poco tímido
ahora.
—Bueno. —Sueno como una mojigata; incluso siento que mis labios se
cierran con fuerza. Es la cara que pone mi abuela cuando se enfada con mi
madre—. Suena como una táctica elaborada para conseguir que un tipo que
te gusta se quite la camiseta en vez de verlo en el gimnasio como lo hacen
las chicas normales cuando se están arrastrando. Hay formas más baratas
de hacerlo.
Y dudo mucho que subastar a JB a un grupo de mujeres fuera una
motivación caritativa.
Apenas puedo contener el giro de mis ojos.
Abe mira fijamente.
—No lo había pensado de esa manera.
Esto se debe a que los hombres y las mujeres piensan de manera
diferente, y provienen de planetas completamente diferentes, según el autor
de Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus.
—Le gusta dibujar.
—¿Quién lo hace?
—Jack.
—Me gusta colorear, ¿eso cuenta?
Abe se ríe.
—¿Como esos libros de colorear para adultos para relajarse y esas
mierdas?
Suena realmente nerd.
Avergonzada, me río.
—Oye, amigo, no lo critiques. He invertido mucho tiempo y dinero en
marcadores.
—Sin juzgar. —Se detiene—. ¿Sabes lo que hago para relajarme que es
raro? Tengo uno de esos contenedores de lodo y me siento a jugar con él en
mi escritorio cuando nadie me mira.
—Basta, no lo hagas. ¿De qué color es?
93
—¿También ves esos videos extrañamente satisfactorios en línea?
Otra risa.
—A veces. ¿Lo haces?
—¿No lo hacen todos?
—¡No! —Se ríe—. No, no lo hacen. ¡Porque es patético!
—Estamos muy lejos de ser patéticos, Abraham.
Se queda quieto por segunda vez desde que estamos solos.
—Buena conjetura.
—En realidad no. Te acosé en Internet antes de aceptar esta cita doble.
Está callado otra vez, rompiendo un pequeño paquete de azúcar rosa.
—¿Has descubierto algo interesante sobre mí?
—En realidad no. —Me río—. Toneladas de cosas de lucha libre.
Algunas fotos de la secundaria.
—Y decidiste que no era un asesino.
—Estadísticamente, es más probable que me asesinen en una cita que
por un extraño en mi propia casa. —Estoy diciendo los hechos, pero nos
hace reír a los dos—. Así que técnicamente, aún tienes tiempo de matarme.
O Hannah, quiero decir. Ella. Yo no.
La blanca sonrisa de Abe está deslumbrando su piel más oscura y mis
ojos se quedan en su boca; los míos también se curvan, imitando su
expresión. Tonto, más o menos.
Aniquilada.
Dios, es tan lindo, sus ojos tienen el tono perfecto de marrón, y si él
fuera mi pareja, yo extendería la mano y correría mi palma a lo largo del
corte limpio de su cabello. Me pregunto si es tan tosco como parece, me
pregunto cómo se sentiría bajo las yemas de mis dedos.
Oh Dios, esto es malo.
Rompe el hechizo.
—Correcto. Hannah.
—Hannah.
Levanta la frente.
—Jack.
Hannah y Jack: La razón por la que estamos sentados aquí ahora. 94
Y hablando del diablo...
—¡Estamos de vuelta! —Hannah canta canciones, lleva dos copas, pone
una delante de mí mientras se arrodilla y llena la silla vacía frente a mí.
JB también tiene una bebida; parece un cóctel, de color ámbar y lleno
de hielo. Él toma un trago, y yo trato de admirar la columna de su garganta
donde su manzana de Adán resuena cuando traga. Es una garganta bonita,
bien afeitada y gruesa. Atlético.
Carnoso, se podría decir, si uno estuviera metido en ese tipo de cosas.
Señor, escúchame, describiéndolo como si acabara de salir de una
novela histórica.
Sus labios están mojados cuando termina, y hago lo mejor que puedo
para imaginarme besando su boca. Con el labio inferior lleno, un poco
malhumorado. Fuerte línea de la mandíbula. Imagino que el mentón
masculino se oscurece por el rastrojo de la barba poco después de afeitarse.
El cabello de JB aún está húmedo y necesita un recorte, pero funciona
para él. Es un atleta y parece un poco áspero en los bordes, con cicatrices y
moretones. Despeinado y descuidado.
Desarreglado de una manera que la mayoría de las chicas aman hoy en
día, pero no... a mí.
No me gusta mucho. No es mi tipo.
Cuando J.B. levanta la copa por otro trago de lo que sea que esté
bebiendo, no puedo evitar notar que Abe le da un codazo en el estómago.
JB deja el vaso en la mesa.
Hmm. Eso es raro, ¿verdad?
Mi cabeza se inclina hacia un lado, pensativa.
Vigilante.
—JB aquí solía ser el capitán del equipo de lucha libre —informa Abe
a la mesa, como si de repente se hubiera convertido en el locutor de todas
las cosas de JB.
—¿Solía serlo? —Hannah ríe disimuladamente y quiero golpearla.
—¿Cuándo fue eso? —le pido, pateándola debajo de la mesa para que
se calle, esperando que sea su espinilla con la que me he puesto en contacto.
—Estudiante de segundo año durante unos cinco minutos —responde 95
JB sin extenderse en el tema.
—¿Y tú eres un junior?
—Sí.
Fascinante.
—¿Y tú, Abe? —Hannah le presta atención, pestañeando—. ¿En qué
año estás?
—Junior.
—¿Alguna vez has sido capitán del equipo de lucha libre?
—No. Nunca he tenido el honor.
—¿Qué más haces aparte de luchar? ¿Eres un fiestero? ¿Sales mucho?
—Hannah hace las preguntas con rapidez, chupando el popote de su soda.
—Estudio mucho, no tengo tiempo para salir. No he ido a una fiesta en
meses. —Me mira fijamente a los ojos—. Me gusta cocinar.
Esto le interesa a mi compañera de cuarto, y se inclina.
—¿Oh? ¿Cuál es tu plato favorito?
—Comida italiana.
—El nerd hace su propia pasta. —JB se ríe, aprovechando la
oportunidad de tomarse un trago de su licor.
Hannah le da su cara de asesina.
—No es nerd hacer tus propios fideos. —Se está mordiendo la lengua;
sé que quiere añadir un insulto al final de su frase, pero por una vez, no lo
hace—. Es bonito. Más hombres deberían tener una habilidad para la vida
en lugar de ser bonitos.
Las fosas nasales de Jack se ensanchan.
—¿Acabas de llamarme bonito?
Hannah bufa. Luego se encoge de hombros.
—Supéralo.
Oh Jesús.
—¿Eres siempre una pe…?
—¡Está bien! ¿Quién quiere pedir un aperitivo? —grita Abe
prácticamente, con la cabeza en alto para la camarera, que no ha vuelto a
aparecer desde que tomamos nuestros pedidos de bebidas. Necesitamos
bebidas. Y comida. Y un árbitro. 96
El restaurante está ocupado, pero no tan loco como para que nos
ignore.
Hannah mira fijamente a través de la mesa a mi cita, con el labio rizado.
—De repente he perdido el apetito.
En este punto, noto que se está desarrollando un tema. Abe no sólo es
el que más habla, sino que es la caja de voz de ambos; JB no parece tener
un pensamiento original propio. Es un hombre que dice que sí, que está de
acuerdo con cada palabra que sale de la hermosa boca de su compañero de
cuarto.

—Skylar, nena. —Mi compañera de cuarto se desliza fuera de la cabina


y se para al lado de la mesa—. ¿Te importaría acompañarme al baño de
damas un segundo?
¿Acaba de llamarme nena?
Todavía con hambre, miro hacia abajo a mi plato, la comida tibia y a
medio comer que he estado demasiado nerviosa para comer.
—¿No realmente?
Ella pone los ojos en blanco y me da una sonrisa de labios apretados.
Agarra un puñado de mi camiseta y tira.
—Necesito tu ayuda.
Está en la punta de mi lengua preguntar, ¿Con qué? Pero me las arreglo
para cerrar los labios.
Esta es la cuarta vez que Hannah se ha levantado de la mesa desde que
llegamos aquí, una vez cuando fue al bar y dos veces con JB para buscar
música en el tocadiscos.
—¿Quieres decirme por qué te comportas como un troll? —silbo
mientras ella entra en un cubículo, yo en otro—. ¿No puedes comportarte
durante cinco segundos?
Desabrocho mis vaqueros, me pongo en cuclillas sobre el asiento del
inodoro y empiezo a orinar.
—Ese tipo es un imbécil. ¿Por qué estamos perdiendo el tiempo aquí?
—Respira un fuerte y dramático suspiro—. Vámonos. 97
—¡No podemos irnos sin más!
Puedo oír sus pantalones bajando la cremallera.
—¿Por qué?
—¡Es de mala educación! —Prácticamente grito, con voz resonante,
rebotando en las paredes de los azulejos—. ¡No tenemos nuestros bolsos!
—Punto válido.
—Que Jack sea un imbécil no es razón suficiente para irse sin
despedirse. —Busco el extremo del papel higiénico, sumergiendo mi cabeza
para mirar debajo del dispensador. Búscalo y límpiate—. Lo has llamado
imbécil tres veces.
—¡Porque es un imbécil! Estoy siendo generosa
—Qué amable de tu parte —murmuro, levantando mi ropa interior y
mis vaqueros mientras estoy de pie, tirando de la cadena del inodoro con la
punta de mi zapato. Uniéndome a Hannah en los lavabos para lavarme las
manos.
Me está mirando a través del espejo.
—¿Quieres que intente darte tiempo con Abe? Estoy dispuesta a tomar
una por el equipo y llevar a ese imbécil de vuelta al bar si quieres estar a
solas con el luchador McHottie. ¿Viste sus manos? Mi. Dios.
Sí, me fijé en sus manos. Manos grandes. Dedos fuertes...
—¿Por qué harías eso?
Nuestras reflexiones son un viejo enfrentamiento occidental.
—Duh. Le gustas. JB no.
—¿No?
—No. Está metido en sí mismo. —Deja de secarse sus manos para
girarse y mirarme fijamente—. ¿Oíste algo de lo que acabo de decir?
Imbécil. Estúpido.
Cabeza de chorlito.
Esa es nueva; debería detenerla antes de que cree nuevos y más
creativos insultos, pero tengo curiosidad por saber adónde irá con esto.
—Sí. Acabas de decir que no le gusto a JB.
Su cabeza tiembla.
—No, Skylar. Hablo de la parte en la que dije que le gustas a Abe, la 98
parte crítica de la historia. Ese chico es hermoso y sexy, y tú serías una
idiota si no volvieras y coquetearas con él.
—¿Lo has olvidado? ¡Estoy en una cita con su compañero de cuarto
ahora mismo! —¿Qué diablos le pasa?
—¿Y qué? Distraeré a ese saco de mierda con el que estás aquí, y
llegarás a conocer al que no puede dejar de mirarte.
—No te atrevas, Hannah, te mataré.
—Por favor. Acepté esta pequeña farsa que llamamos una cita doble
como un favor. Ahora hazte un favor, deshazte del idiota por el tipo al que
pareces gustarle. —De repente, cambia de dirección, suavizando su
enfoque—. Skylar, cada vez que abres la boca para hablar, él sonríe.
—Cállate, no lo hace. —¿Lo hace?
—¿Quieres apostar?
Sí.
—Pfft. ¡No!
Hannah se apoya en el mostrador, que de alguna manera está
completamente saturado de agua.
—Apuesto a que la próxima vez que hables, las comisuras de la boca
de Abe aparecerán así. —Sus labios se tuercen un poco, convirtiéndose en
una minúscula sonrisa. Se da golpecitos en la comisura de la boca con la
punta del dedo para mostrarme cómo sonreirá—. Así de fácil. Verás lo que
quiero decir, todo lo que tienes que hacer es hablar.
Pongo los ojos en blanco. Está delirando.
—A veces no tienes ni idea, Skylar. Podrías volver allí y anunciarles a
los muchachos que tienes tu período, y Abe sonreiría como un idiota. No
podría ser más obvio que él piense que eres linda, pero no va a hacer ningún
movimiento, no con un imbécil sentado ahí. Código de hermanos y todo eso.
¿Lo haría? ¿Le habría gustado si lo hubiera conocido primero?
Él me habría golpeado en un abrir y cerrar de ojos....
¿O sólo lo había dicho para ser educado? Parece del tipo que conoce los
modales, cuándo y qué decir para evitar herir los sentimientos de alguien.
—Acepta la apuesta, Sky. Verás de lo que estoy hablando.
Le disparé un ceño fruncido a ella.
—No voy a hacer más apuestas contigo. 99
Esta no sería la primera vez; a Hannah le encanta hacer apuestas.
Inofensivas en su mayor parte, para animar las cosas.
—Vamos. —Me empuja con un codo y luego aprieta las manos
suplicando—. Arriésgate.
—Todo lo que he estado haciendo últimamente es arriesgarme, gracias
a ti. No quería descargar esa estúpida aplicación en primer lugar, y ahora
mira el lío en el que estoy metida. —Tomo la toalla de papel marrón que usé
para secarme las manos y la tiro a la basura—. Estoy en una cita con un
tipo que no se parece en nada a lo que está en línea. ¡Es como si no fuera la
misma persona!
Hannah ignora mis desvaríos.
—Te apuesto mi auto.
—¡¿Tu coche?! —¿Está loca?
Pone los ojos en blanco.
—Quiero decir que puedes conducirlo durante una semana. No puedes
tener esa maldita cosa, no estoy loca.
Oh.
Aun así. Su coche es un dulce paseo, mientras que el mío es un pedazo
de mierda.
—Sabes que quieres hacerlo. —Debería empezar una carrera en ventas;
sabe cómo someterme sin descanso. Soy una tonta.
Pero me gusta mucho su coche....
—Bien. —Lo digo como si me estuviera molestando—. Es una apuesta.
Hannah literalmente se frota las manos.
—Oh, esto va a ser bueno...

Maldita sea. Ella tiene razón.


Cada vez que abro la boca para hablar, Abe sonríe. Oh, lo esconde
bastante bien; lo felicito por ello, enterrando su boca en el cuello de su
camiseta o tosiendo para que nadie lo vea.
Nadie más que yo.
Y Hannah, el ojo de águila para probar un punto.
Pero claro, ahí está otra vez, pegado a su cara, haciéndome sonrojar y
100
retorcerme en mi asiento, y resentirme con el tipo con el que estoy aquí en
una cita.
JB no ha hecho nada para redimirse en el tiempo que hemos estado
sentados en esta mesa, recogiendo los aperitivos que finalmente pedimos.
En todo caso, es más arrogante y frívolo con una audiencia que en
nuestra primera cita.
—Abe, dime. —Hannah toca el antebrazo de Abe, arrastrando
deliberadamente un dedo a lo largo de los músculos firmes—. ¿Tienes
muchas citas? Pareces un gran partido, así que ¿dónde te estabas
escondiendo?
Oh hermano. Suena como una mujer de cuarenta años al acecho.
Trato de no gemir en voz alta.
—¿Abe en citas? —JB se ríe rudamente.
—Ahora está en una, ¿no? —devuelve Hannah, quitando su mano del
brazo de su cita.
—Abe siempre es la dama de honor, nunca la novia. —Golpea una
mano enorme en el hombro de su amigo, dándole una sacudida que es
ligeramente agresiva para las circunstancias—. Verdad, amigo.
Las fosas nasales de Abe se ensanchan y elige ese momento para
levantar el agua helada y tomar un trago saludable, bebiendo la mitad del
vaso de un solo trago.
—Vaya. Solo sigues acumulando los puntos de imbécil, ¿no?
Las cejas de JB se disparan a su línea de cabello, con una expresión
incrédula.
—¿Qué demonios dije ahora?
Hannah se inclina hacia atrás contra la cabina, cruzando sus brazos
sobre sus dos increíbles tetas. Se quita una pelusa imaginaria de su suéter
gris.
—¿Crees que eres el único partido en esta mesa? Por favor.
La sonrisa de JB es lenta y perezosa y se dirige al escote de mi
compañero de cuarto.
—¿Estás hablando de ti misma?
—Um, no, estoy hablando de Abe. Apuesto a que podría darte lo que te
mereces si no tuvieras la cabeza metida en tu propio culo. —Hannah se 101
endereza en su asiento—. Eres el tipo de hombre que bloquea las pollas de
sus amigos, ¿no? Incluso si a una chica le gustaba Abe, tú eres el amigo
idiota que se mete y la roba por ser un imbécil. ¿No es así?
He perdido la cuenta de cuántas veces ha soltado la palabra con I esta
noche.
—De acuerdo. —Tiro mi servilleta sobre la mesa y me levanto,
empujando mi silla hacia atrás en el proceso—. Creo que esto ya ha durado
bastante. —Tengo que sacar a mi amiga de aquí antes de que agarre un
cuchillo de mantequilla y apuñale a mi cita con él. Está furiosa, casi
siseando como un gato salvaje.
Odia a JB o se lo quiere tirar, y no sé cuál es. La tensión sexual se eleva
en ambos como el vapor de un baño caliente, y no tengo ningún interés en
ver cómo se desarrollará esta pequeña escena.
Nos echarán del restaurante primero. Una vez que Hannah se adhiere
a una idea, se aferra a ella, y ahora mismo, está concentrándose en la idea
de un altercado verbal con JB.
Es hora de salir del escenario.
Agarro mi bolso, la tomo por la parte de atrás de la camiseta, tirando
de ella.
—Nos vamos.
—Pero sólo estaba empezando.
—Lo sé. Por eso nos vamos. —También agarro su bolso, y le disparo a
Abe una mirada de disculpa—. Lo siento, chicos.
—No digas lo siento, chicos, no te disculpes con ese imbécil. —La
barbilla de Hannah se levanta—. No te volverá a ver. No nos gustas así.
Oh, Dios mío.
Sostengo mi risa —apenas— y capto los ojos de Abe. Están clavados en
mí, intensos. Oscuros. Preocupados, también, su expresión casi ilegible.
¿Por qué me mira así?
¿Está enfadado de que abandonemos a mitad de la cita? En realidad
no considero que esto sea un abandono; es más bien una evacuación de
emergencia.
¿Realmente espera que me siente aquí y deje que mi mejor amiga
destruya a su compañero de cuarto con un azote verbal perspicaz? Eso no
va a pasar. 102
—¿No te gusto así? —JB, por otro lado, no podría parecer más ofendido.
Está claramente conmocionado—. Tú tampoco me gustas, nena.
¿Nena?
Resoplo, con la boca abierta para responder.
Hannah me gana.
—Skylar es demasiado agradable para decírtelo a la cara, así que yo
voy a decírtelo por ella: No te pareces en nada a sus conversaciones en la
aplicación. Antes, eras encantador, inteligente y divertido. En persona solo
eres tan... tan… tan… idiota.
De acuerdo. Eso fue un poco duro. Nunca habría dicho eso...
En su cara.
Pero no ha terminado.
—Tal vez si actuaras más como en tu aplicación, tendrías una
oportunidad con ella.
¿Puedo obtener un amén?
—Adiós. —Las manos de Hannah están plantadas en sus caderas.
JB se ríe.
—Nos vemos.
—Nos vamos.
—Adiós.
Literalmente tengo que agarrarla del brazo para que nos vayamos, en
lugar de avergonzarnos más.
—No puedes ser el último en despedirse. Nosotros somos las que
decimos ad…
Mi compañera de cuarto recibe un empujón hacia la puerta.
—¡Oh, Dios mío, cállate! Deja de intentar decir la última palabra.
—Pero él…
—Voy a matarte. Realmente lo haré. —Esto no podría haber sido más
terrible a menos que hubiera ocurrido un asesinato real. Tal vez mis manos
se envuelvan alrededor de su cuello para estrangularla.
—¿Por qué me gritas? —Hannah tiene las pelotas de dama para
preguntar mientras la empujo a través de la puerta principal, la pequeña
anfitriona fascinada por nuestro espectáculo.
103
—¡No estoy gritando! ¡Esto no es gritar! —grito una vez que estamos en
el estacionamiento—. ¡Entra en el coche! ¡Entra. En. El. Coche!
Hannah maúlla como un gato.
—Odio cuando haces eso —refunfuño, mirándola fijamente por encima
del techo de mi auto de mierda, esperando secretamente que se golpee la
frente en el marco de la puerta (como lo hace tan a menudo) como castigo
por ser odiosa.
Eso no sucede.
Se desliza en un cabello perfecto e intacto, aún perfecto. Lápiz labial
completamente intacto. Piel húmeda.
—Bueno —dice, abrochándose el cinturón—. Creo que podría haber ido
mejor.
Giro mi torso, frente a ella, con la boca abierta.
—¿Estás hablando en serio ahora mismo? Eso fue un choque de trenes.
Ella bosteza.
—Te hice un favor.
—¿Cómo?
—Definitivamente no querrá volver a verte nunca más.
Tampoco Abe.

JB: Hola
Yo: Uh. ¿Hola?
JB: No te sorprendas tanto.
Yo: ¿En serio me estás enviando un mensaje ahora mismo?
Habría pensado que me habrías eliminado con seguridad.
JB: ¿Por qué?
Yo: ¿Estás loco? Esa cita fue un desastre.
JB: LOL.
Yo: La cara de mi compañera de cuarto aún está azul por la
furia.
JB: ¿Qué le pareció Abe?
104
Yo: Nada. Estaba demasiado ocupada odiándote. Lo siento,
esto no va a funcionar. Asumí que te diste cuenta de eso cuando
la estaba sacando del restaurante.
Yo: ¿O eres uno de esos tipos a los que les gustan los
psicópatas? ¿Te gusta estar en relaciones dramáticas? ¿Eres un
masoquista?
JB: No, no, y no.
Yo: Entonces, ¿POR QUÉ ME ESTÁS MENSAJANDO?
JB: Espera, ¿acabas de llamarte a ti misma una psicópata?
Yo: No. Pero podría serlo.
JB: Eres demasiado buena para estar loca.
Yo: El último tipo que me llamó loca desapareció. No han
sabido nada de él desde entonces.
JB: ¿Ves? Podemos llevarnos bien...
Yo: … pero no en persona, al parecer. Estamos destinados a
ser amigos por correspondencia, lo siento amigo.
JB: Auch, me llamaste amigo. Eso es la mierda de la zona
de amigos.
Yo: Incluso eso es una exageración.
JB: Entonces, ya que estamos hablando del tema, ¿qué te
pareció A TI Abe?
Yo: ¿Tu compañero de cuarto? No estaba pensando en él en
absoluto. ¿Debería haber estado?
JB: No. Sólo me preguntaba qué pensabas.
Yo: Por qué. ¿Ha dicho algo?
Yo: ¿Sobre mí, específicamente?
JB: Sí, ya lo hablamos.
Yo: ¿Oh?
Yo: Sé honesto, él piensa que somos una pareja terrible.
JB: Sí eso surgió, LOL.
Yo: Impresionante…
Yo: ¿Qué más dijo?
JB: Para alguien que no está interesada en mi compañero de
cuarto, seguro que estás interesada en lo que él tenía que
decir sobre ti. 105
Yo: Entonces admites que dijo algunas cosas sobre mí…
JB: Algunas cosas.
Yo: ¿Como qué?
JB: Lo de siempre.
Yo: Juro por Dios que si vas a seguir colgando el cebo y
luego no me dices nada, voy a colgar.
JB: **ojos en blanco*.
Yo: Ya sabes a qué me refiero…
JB: Qué tal si hacemos esto: Me das un detalle sobre ti, y
te diré una cosa que Abe dijo sobre ti.
Yo: Curiosamente, eso suena a extorsión.
JB: #Semántica. Tómalo o déjalo.
Yo: O hacemos esto: Por cada detalle que me cuentes de Abe,
también me das una cosa que dijo de mí después de la doble cita
del infierno.
JB: ¡¡¡¿¿También lo llamas la cita doble del infierno??!!!
Yo: Jaja, muy gracioso...
JB: ¿Por qué de repente sientes curiosidad por Abe?
Yo: Tú eres el que lo mencionó.
JB: **encogimiento de hombros**. Como quieras…
Yo: Solo explícame esto: Es obvio que no soy tu tipo, así
que ¿por qué te importa escuchar los detalles? No soy el tipo
de chica con la que vas a salir, y no volvería a salir contigo
si me pagaran...
Yo: … bien, TAL VEZ si me estuvieran pagando. Pero tendría
que ser mucho dinero.
JB: ¿Desde cuándo es malo querer saber información sobre
alguien?
Yo: En la mayoría de los casos no lo es, excepto en éste,
LOL. No me gustas. Como… en absoluto.
JB: ¿Te gustó Abe?
Yo: ¿Qué te hace preguntar eso?
JB: Tengo curiosidad.
Yo: Admito que me pareció muy amable. 106
JB: ¿Amable?
Yo: Sí, AMABLE. Es una gran cualidad, la última vez que lo
comprobé. Deberías intentarlo alguna vez.
JB: Auch.
Yo: Suero de la verdad. Lo siento.
JB: Así que pensaste que era amable. ¿Algo más?
Yo: Estás siendo raro. Quiero decir, pensé que ya eras
raro, pero ahora estoy cuestionando tu cordura. ¿Estás tratando
de conectarme con tu compañero de cuarto? Pensé que eso iba en
contra del código de hermanos.
JB: No estoy tratando de emparejarte con él.
JB: ¿A menos que QUIERAS que te empareje con él?
Yo: Quiero decir… **encogimiento de hombros**.
JB: ¿Qué significa eso?
Yo: Significa **encogimiento de hombros**.
JB: ¿Eso es un sí o un no?
Yo: ¿Qué vas a hacer con mi respuesta?
JB: ¿Qué quieres decir?
Yo: ¿Vas a correr a Abe y decirle que quiero que me invite
a salir?
JB: No, a menos que tú quieras.
Yo: ¿Por qué? Ni siquiera te gusto.
JB: No, no lo hago. Pero a Abe sí, y yo no soy un total
imbécil.
Yo: ¿Le gusto a Abe?
JB: No eres la peor.
Yo: LOL, caramba, gracias.
JB: ¿Entonces…?
Yo: Toda esta situación es muy rara, pero está bien. Sí.
Si Abe quiere salir, dale mi número…

107
7

Ignorar mensajes sólo está bien cuando lo hago yo.

ABE
Tengo su número.
Vamos a salir.
—Hermano. Déjame ver algunas de esas nenas con las que has estado
saliendo.
Veo cómo JB abre la aplicación LoveU y le muestra su teléfono a Cliff 108
Phillips, un estudiante de segundo año en el equipo.
—Oh, la conozco, está en mi clase de comunicación empresarial. No
habla mucho.
—No necesito que hable mucho. —JB se ríe como si tuviera algún sucio
secreto sobre Skylar.
—Parece demasiado buena para ti.
—Es aburrida como la mierda
No menciona nada de la mierda que pasó este fin de semana en la cita
doble del infierno. El hecho de que llegó tarde en su primera cita con Skylar.
Se peleó con su compañera de cuarto. Bebió licor puro, antes y después de
que las chicas nos abandonaran. Fue a casa después, borracho llamó a su
ex-novia hasta que ella lo bloqueó, y luego se desmayó en el sofá.
JB presiona la foto de perfil de Skylar con la intención de deslizarla y
eliminar, la delatora línea roja iluminando la pantalla visible desde mi punto
en el banco de pesas.
¿Estás seguro de que quieres desemparejarte con BlueAsTheSky? La
aplicación verifica antes de que se pueda hacer la acción y, paralizado, veo
como JB golpea el botón rojo, borrando permanentemente a Skylar de sus
coincidencias.
Hecho.
Se fue para siempre.
Dejo escapar un respiro y me doy la vuelta, culpable por haber ido a
sus espaldas y por haberla contactado en secreto, comiéndome la
conciencia. Pero, ¿cuáles eran mis otras opciones? No podía salir y pedirle
permiso al idiota para hablar con ella con su cuenta.
Se habría reído en mi cara.
Después de sentarme frente a ella en esa mesa el fin de semana pasado,
no he podido quitarme a Skylar de la cabeza. Como no podía salir y pedirle
su número de teléfono, la única opción era enviar mensajes a través de
LoveU.
Así que hice lo que hice. Tengo su número de teléfono.
Y ahora vamos a salir.
Ya está hecho y no me arrepiento de nada; me ocuparé del resto más
tarde.
109
—¿Qué tal esta? —JB le muestra a Cliff una morena con tetas que
puedo ver desde aquí—. Parece una buena chica.
Se ríen.
JB desliza a la derecha sin leer su perfil.
—¿Significa esto que estoy oficialmente liberado de mi deber de
encontrar mujeres con las que ligar? —Entonces sugiero, medio
bromeando—: Tal vez deberías eliminar la aplicación entera y dejarlo por un
tiempo.
—Eso no va a pasar.
—¿Por qué? No es como si estuvieras teniendo suerte.
—Estoy jugando el juego de los números.
8

Me quitó las bragas con sus dientes, luego decidió que solo quería
acurrucarse. Querido Dios, ¿es esta la versión femenina de bolas azules?

SKYLAR
Abe es increíble.
Todo mi cuerpo ha estado sonrojado todo el tiempo que hemos estado
sentados aquí, y no es porque la calefacción en el restaurante está
demasiado alta. 110
Aunque un poco lo es.
Las mariposas en mi estómago están fuera, bailando y rodando,
causando que ponga mi mano ahí una o dos veces mientras Abe cuenta otra
historia que me hace reír.
—… y luego solo me senté allí inseguro de qué decir, porque no sabía
la respuesta. Así que, finalmente, el chico sentado a mi lado me susurra
alguna mierda y la digo en voz alta, correcto, porque todos me están mirando
fijamente. Y ya sabes cuán grandes son esos auditorios.
Asiento; los auditorios son gigantescos.
—¿Qué sucedió?
—Era la respuesta incorrecta. El profesor dice, “¿Cómo se le ocurrió
eso?”, y mi jodido estómago solo cae. Quiero matar al chico sentado a mi
lado, pero no es su culpa. Es mía por no haber estudiado.
Le doy otro asentimiento entusiasta; estoy al borde de mi asiento.
—No sé qué decir, y no puedo mentir por mierda. Por lo que, miro al
profesor, luego miro al chico a mi lado, y digo: “Él me dio la respuesta”.
—¡No lo hiciste! —Mis ojos están casi fuera de mi cráneo.
—Te lo prometo, lo hice.
—¿Qué dijo el profesor?
—Dudo que alguien le haya dicho eso antes, el tipo lucía tan
sorprendido de oírlo como estaba yo por decirlo. Entonces, solo siguió
enseñando y nunca me llamó de nuevo después de eso.
—¿Nunca?
—Nop. No por el resto del semestre.
—Maldición…
—¿Quieres oír la mejor parte?
—Sí, ¿cuál es la mejor parte?
—Fui su asistente el siguiente semestre, y acaba de escribirme una
recomendación para un trabajo este verano.
—¡Basta! —Me reí—. ¿Qué?
—No puedes inventar esta mierda. —Abe ríe, pinchando un pedazo de
pollo de su plato.
111
—Esa es una buena historia. No tengo nada ni de cerca tan bueno,
¿cuán triste es eso?
—Confía en mí, deberías alegrarte de no tener ninguna historia como
esa, significa que vuelas bajo el radar. Te encuentro fascinante.
Bien entonces…
Esa es una de las cosas más románticas que un chico me ha dicho
jamás, y difícilmente es de lo que están hechas las novelas románticas. Al
menos, las novelas que leo cuando tengo tiempo libre.
Poco sabe él que bebo latte con especias de pastel de calabaza y llevo
feas botas peludas cuando hace frío, y tengo un gran abrigo negro
acolchado, y me quemo en verano, y me salen pecas, y escucho la misma
música de los 80 y los 90 que escucha mi madre.
Aun así.
Estoy dispuesta a creer que me encuentra fascinante.
Abe Davis podría cautivarme para quitarme los pantalones si no soy
cuidadosa. Mis virginales pantalones de mezclilla.
Me alegra que me enviara un mensaje.
Al principio, no estaba segura que lo haría. Jack Bartlett no inspira
exactamente confianza en la gente, es demasiado… ¿turbio? ¿Es esa la
palabra que estoy buscando? El hecho de que nunca lo eliminé de la
aplicación LoveU puede solo ser atribuido a pura pereza.
Así que cuando le di mi número para pasárselo a Abe, no estaba del
todo segura que en realidad se lo diera.
Pero lo hizo.
Y aquí estamos.
Y por primera vez en meses, llevo una falda y una blusa sexy. Tengo mi
cabello rizado y un rostro lleno de maquillaje, halagos de Hannah y Bethany.
Además, llevo tacones.
Tacones. Altos.
¡¿Qué?!
Todo sobre esta noche se siente correcto.
Perfecto.
Resisto la urgencia de tocar mi cabello y apartarlo a un lado. Estoy
nerviosa y la tensión entre nosotros podría ser cortada con un cuchillo de
mantequilla. 112
Tensión sexual.
Dios, quiero sentarme en su regazo.
Gatear justo en él y besar el lado de su cuello. Olerlo. Pasar mi nariz a
lo largo de la suave piel recién afeitada allí.
Me estremezco con el pensamiento.
—¿Tienes frío?
—¿Yo? Eh, no. —Más bien lo contrario, de hecho.
—Si tienes, tengo una sudadera en el asiento trasero de mi auto.
El asiento trasero de su auto…
No me besuqueado en uno de esos en años. Solía ser mi pasatiempo
favorito y el de Hannah en la secundaria, dejar a los chicos darse un
revolcón con nosotras en sus autos, pero nunca dejar sus manos vagar por
encima del ombligo o por debajo del ecuador.
Dios, qué provocadoras éramos.
Sonrío en mi copa de vino, recordando los muchos chupetones que
recibí el verano antes del último año.
Si juega sus cartas esta noche, tal vez dejaré que Abe me haga uno más
tarde.
Oh, ¿a quién estoy engañando? Definitivamente voy a dejarle tocarme
por todas partes más tarde.
Sonrío de nuevo, dirigiéndolo hacia él, sonrojándome de forma
encantadora para ver qué hace con ello, cómo reacciona a mi atención.
Abe pone su brazo sobre la mesa, su enorme mano sin fuerza sobre el
mantel de lino blanco, y miro fijamente su palma abierta. ¿Es una invitación
para poner mi mano en la suya? ¿O solo la está apoyando ahí?
Caray.
Esto es difícil de leer.
No obstante, antes de que pueda pensar dos veces, mi mano
lentamente se mueve por la superficie de la mesa también, mis dedos
graciosamente tamborileando sobre la madera. Mi otra mano acuna mi
barbilla mientras me inclino hacia delante, el codo apoyado en el borde.
Abe mueve su mano.
Nuestros dedos están separados por centímetros. 113
Un centímetro.
Milímetros.
Rozándose, tocándose mientras nos sonreímos estúpidamente.
Las huellas de sus dedos queman mi piel y volteo mi mano para que
pueda trazar mi palma, mi corazón acelerándose. La punta de su índice pasa
a lo largo de mi pulgar, arriba, luego abajo. A lo largo de mi índice. Dedo
medio. Meñique.
Hace cosquillas, pero me quedo quieta, sin atreverme a moverme un
centímetro.
Su dedo se siente como el paraíso. Es solo uno, pero la sensación es
acalorada, y me calienta de dentro afuera. Ese solo toque.
Hormigueos recorren mi cuerpo, uno por uno. Lentamente y a la
velocidad de la luz; es difícil decidir cuál porque apenas puedo recuperar mi
aliento.
Espero que no pueda oírlo en mi voz, me siento como si hubiera corrido
un kilómetro y medio en estos tacones altos.
—Gracias, pero estoy bien.
—Avísame si cambias de opinión. —Su voz es ronca también.
Gracias a Dios que no soy la única.
Quiero salir de aquí e ir a algún lugar privado, algún lugar donde pueda
acariciar su guapo rostro. Besar su nariz y cada esquina de su boca. Es un
hermoso mohín, de lo que están hechos los sueños, y probablemente no voy
a sacármelo de la cabeza pronto.
Mi apetito ha desaparecido; ni siquiera quiero postre.
No podría comerlo si fuera metido por mi garganta, demasiada energía
nerviosa, la anticipación tronando a través de mis venas.
Mis ojos conectan con nuestras manos; la mía tiembla ligeramente. Es
mínimo, pero lo noto con cada caricia de su dedo contra la piel tierna de mi
palma.
Es una de las sensaciones más sexys que jamás he experimentado.
—¿Tienes hermanos y hermanas? —pregunta.
—Sí. Uno de cada. Hermana pequeña, hermano mayor.
Asiente.
—Oh, sí, es cierto.
114
¿Hablamos ya sobre esto?
—¿Perdona?
—Quiero decir… debes haberlo mencionado cuando tuvimos esa cita
doble.
No lo creía, pero debo haberlo hecho.
—¿Qué hay sobre ti?
—Tengo uno de cada, hermano y hermana, ambos pequeños.
—Awww. Apuesto a que te admiran.
—Mi hermano sí. Adoración de héroe. Quiere ser luchador también. Es
mucho para estar a la altura.
—Eso es lindo. No recuerdo jamás adorar a mi hermano, era tan imbécil
cuando éramos más jóvenes. —Me río, recordando alguna de la estúpida
mierda que Derek hizo durante años. Bromas y burlas.
Imbécil.
—¿Pero se llevan bien?
—Ahora sí. Más o menos. —Nuestros dedos se entrelazan mientras
hablo—. Durante la Navidad, cuando estábamos ambos en casa, puso cinta
transparente a través de la puerta de mi baño, así que en mitad de la noche,
cuando me levanté a hacer pis, obviamente caminé directamente en ella y
mi cabello se enredó totalmente.
Eso hace a Abe reír.
—¿Cuántos años tiene?
—¡Los suficientes para no hacer mierda así!
Abe no está de mi lado.
—Sin embargo, eso es hilarante.
—No fue hilarante a las dos de la mañana.
—¿Te vengaste de él?
Resoplo, apretando sus dedos.
—Por supuesto.
Espera por la historia.
—Soy paciente, como una víbora esperando golpear. —Los ojos de Abe
se amplían ante la metáfora—. Relájate, no voy a morderte ni nada, pero sí
tengo locas habilidades de espera. —Juego al escondite como nadie más y
gano todo el tiempo—. De todos modos, la meta es siempre asustar a la otra 115
persona, excepto a mis padres. Se enojan mucho cuando se lo hacemos a
ellos. —Especialmente mi madre, que despotrica sobre nosotros dándole
una apoplejía—. Así que mi hermano tiene un montón de cojines en su
cama. Tiene su propia casa, pero durante las vacaciones duerme en su
antigua habitación en casa de mis padres. Mi madre la dejó igual. En fin, si
me meto bajo los cojines y me quedo plana, ni siquiera puedes decir que
estoy ahí.
—Oh, Jesús, puedo ver a dónde se dirige esto.
Mi sonrisa es amplia.
—Exactamente. Me meto, está oscuro y acaba de llegar de estar fuera
con sus amigos idiotas. Me tumbo allí en silencio, por siempre. Le toma una
eternidad venir a su habitación porque se queda en la cocina alimentando
su borracho rostro. Sube, se pone su pijama, va al baño. Estoy allí tumbada,
escuchando toda la cosa, muriendo por un golpe de calor. Apuesto a que le
tomó unos buenos veinte minutos antes de meterse en la cama. Estoy quieta
como una tumba y su cabeza se apoya sobre mí.
Lo recuerdo como si fuera ayer.
—Pero entonces, empieza a ser demasiado, y las risitas empiezan. Ya
no puedo contenerlo, y empiezo a reír. Se levanta de la cama chillando “¡Qué
mierda, Skylar!”, y mis padres irrumpen porque somos muy ruidosos. —
Estoy riendo ahora mientras cuento la historia—. Moraleja: Le hice mojar la
cama.
—¿Se orinó en la cama? —Nunca he visto los ojos de una persona
ponerse tan redondos mientras cuento una historia.
Nunca he estado tan orgullosa de mi broma. Me pavoneo como un pavo
real.
—Se orinó en la cama.
—Hablando de lo cual —Abe retira su mano—, debería ir al baño muy
rápido. Dame un segundo, volveré enseguida.
Miro mientras se va, mis ojos permaneciendo en los músculos tensos
de su espalda mientras camina. El amplio y definido latissimus dorsi5. Su
columna visible a través de la fina tela de su polo de vestir.
Su duro culo.
Pienso en esas imágenes en la web, sus fotos en su malla de lucha, la
cual apenas deja nada a la imaginación. Cada músculo marcado. Cada
gruesa vena. Su espalda, hombros y densos muslos, todo en exposición para 116
mis errantes y fisgones ojos, y me pregunto qué haré con ellas cuando
finalmente tenga la oportunidad de poner mis manos en su piel en la vida
real, no solo en mi imaginación.
Ha pasado mucho tiempo desde que he tocado a un chico, así que quién
sabe si sabré qué hacer conmigo misma.
El tiempo lo dirá.
Se ha ido por unos minutos cuando su teléfono empieza a vibrar. Está
bocarriba, así que cuando se ilumina, mis ojos naturalmente van a la
pantalla…
… atraídos por ese icono amarillo familiar en la esquina de la pantalla,
el logo de LoveU brillando prominentemente.
Mi cara se ruboriza, llena de sorpresa.
¿Todavía está chateando con las chicas de la aplicación?

5 Latissimus dorsi: Músculo dorsal ancho.


Mi corazón se hunde como una piedra en el fondo de una piscina
profunda, los nervios excitados se vuelven temibles. Impulsiva, mi primer
instinto es levantarme y marcharme; el sentido común me dice que me
quede, dice que él y yo no estamos lo suficientemente comprometidos como
para tener voz en esto.
No tengo derecho a decirle qué hacer.
Estamos en nuestra primera cita.
Aun así, la sorpresa de ver la aplicación iluminando su teléfono es un
poco excesivo. Es el balde frío de la realidad que necesitaba tirar sobre mi
cabeza; es demasiado bueno para ser verdad.
Inteligente, guapo, divertido. Amable y educado.
Pensé que era uno de los buenos. Pensé que tal vez era un hombre de
una sola mujer.
Supongo que me equivoqué.
La prueba es que su teléfono se enciende cada pocos minutos, y me
siento tonta sentada aquí esperando a que vuelva del baño, no tengo ni idea
de lo que voy a decir cuando vuelva a sentarse.
Otros tres minutos y ya está de vuelta, todo sonrisas, devolviendo la
servilleta a su regazo antes de prestarme toda su atención. Poniendo su
mano de nuevo sobre la mesa para que yo la tome. 117
Mi corazón.
Mis manos permanecen en mi regazo, una agarrándose a la otra,
moviéndose mientras encuentro mis palabras, necesitando decir lo que
pienso.
Me arrepentiré si no lo hago.
—¿Qué pasa?
Añade perspicacia a su creciente lista de cualidades asombrosas.
—No estoy segura. Tal vez estoy exagerando.
—¿Qué pasó mientras estaba en el baño? ¿Ha pasado algo? —Se sienta,
con la espalda recta, mirando alrededor del restaurante—. ¿Por qué tienes
la cara tan pálida?
¿Lo está?
Mis manos vuelan hacia mi cara y presiono mis mejillas; están
calientes, no frías. Mi corazón dentro de mi pecho palpita.
Odio la confrontación.
Me chupo los labios, deseando tener bálsamo labial.
—Tal vez esto no sea gran cosa. No lo sé, odio mencionarlo, porque es
nuestra primera cita y lo estamos pasando muy bien, pero tu teléfono sigue
sonando, y no pude evitar darme cuenta...
Espera, sin hacer ningún movimiento para tocar su celular.
—Mira tu teléfono, Abe. Te prometo que no soy una fisgona, pero se
encendía mientras estabas en el baño y no pude evitar notar la aplicación
que estaba apareciendo.
Sus ojos se clavaban en mí antes de levantar el teléfono de la mesa,
palparlo y golpearlo con su pulgar gigante.
Mira, ve las notificaciones.
Mírame a mí.
—Skylar.
Sólo una palabra, mi nombre, y sé que es culpable. Lo veo en su
expresión cabizbaja.
—Esto no es lo que parece.
—¿En serio? Porque parece que estás en una cita conmigo y sigues
hablando con otras chicas online. 118
—No lo estoy.
—Mira, no es asunto mío, no me importa lo que hagas.
Mentiras, mentiras, mentiras.
Porque si va a salir conmigo, será asunto mío, y espero que sea fiel sin
tener que discutirlo una y otra vez. Será una expectativa desde el primer
día.
Este momento es nuestro primer día.
O lo era.
Parece que está sopesando sus opciones, un debate interno que
parpadea en sus ojos sobre la explicación que me va a dar.
—Cualquier excusa que se te ocurra en la cabeza, guárdatela, ¿de
acuerdo? Dime la verdad.
No tiene nada que perder... excepto yo.
—Voy a ser brutalmente honesto contigo, ¿de acuerdo? ¿Puedes
comentar hasta que me escuches, me permitas decir lo que tengo que decir,
y prometas no enfadarte?
¿Prometes no enfadarte? ¿Lo dice en serio? ¡Ya estoy a mitad de camino!
—No.
Para añadir un insulto a la herida, llega otra notificación de LoveU, la
pantalla resplandeciente más dura que el choque de un plato, lo que pone
de manifiesto lo incómoda que se ha vuelto esta situación.
—¿Es otra chica?
No revisa el teléfono, pero ambos sabemos que lo es.
—Mentiría si dijera que no lo es.
El silencio entre nosotros no sólo es incómodo, sino ensordecedor.
—¿Podrías decir algo?
Algo, creo que sarcásticamente.
—No soy yo quien se supone que debe explicarse. Tú lo eres.
—¿Crees que esto es fácil? Me siento como un idiota.
Ya somos dos.
Luego, hago eso que las chicas hacen cuando fingen que no están 119
enojadas; actúo de forma pasiva y agresiva como si estuviera bien.
—No tengo nada que decir. Todo está muy bien. La cena es genial. Sólo
estoy esperando que me digas qué está pasando, Abe.
—Te lo diré cuando dejes de parecer tan enojada.
—¿Parezco enojada? Eso es raro. ¿Qué te hace decir eso?
El gran cuerpo de Abe se reclina en su asiento; con los brazos cruzados,
me estudia desde el otro lado de la mesa.
—Para empezar, tus fosas nasales están ensanchándose.
Mis dedos vuelan hacia mi cara, sintiendo alrededor de la piel de mi
nariz.
Mierda, está bien, mis fosas nasales están ensanchándose. Eso no
puede ser atractivo.
—Tu piel es de color rojo brillante.
—Eso es porque soy muy pálida. Hace calor aquí.
—Y tu pierna está rebotando arriba y abajo de la mesa.
Descanso la palma de mi mano sobre mi rodilla, ejerciendo presión para
que se detenga. Los vasos de agua y la vajilla de plata dejan de vibrar
inmediatamente.
—¿Algo más? —No puedo mantener el sarcasmo fuera de mi voz.
—No. —Ahora está tranquilo—. Parece que tus sentimientos están
heridos.
Qué observador es.
Mis sentimientos están heridos, pero no voy a arriesgarme por un tipo
que acabo de conocer, en nuestra primera cita. No tengo ese derecho.
¿Lo hago? ¿O simplemente sonaría loco y controlador?
—¿Me dejas que te lo explique?
—Pensé que ya lo habías hecho. —Baje mi voz a un barítono profundo,
imitando la voz de un hombre y haciendo un trabajo atroz—. Skylar, no es
lo que parece.
Wow. ¿Cuándo me volví tan insolente?
Abe es paciente, me está esperando. Espera a que mis mejillas vuelvan
a su color natural, mi pierna deje de rebotar, mis fosas nasales dejen de
arder.
Creo que también está esperando que me levante y me vaya. 120
En vez de eso, levanto la barbilla.
—Bien, estoy escuchando.
—Tenías razón cuando asumiste que era la aplicación LoveU. Yo estaba
en ella, pero no es mi cuenta. No tengo una propia.
—¿Qué significa eso?
—Estoy conectado bajo la cuenta de Jack.
Eso tampoco tiene sentido.
—¿Así que lo estás espiando? —¿O sólo quiere mirar a las chicas sin
que su foto aparezca en Internet?
—No. Yo soy... —Respira profundamente. Pasa una mano sobre su
cabello corto y recortado, con los dedos clavados en la nuca. Frotando—. No
es espiar. Es más complicado que eso.
Es complicado.
Dios, odio ese término.
—¿Esto es algún tipo de broma para ustedes dos? ¿Te sientas en el
vestuario a reírte de las chicas con las que sale?
—No, tampoco es así.
Está haciendo un trabajo horrible explicando la situación, sea lo que
sea, pero ahora estoy involucrada en la historia y necesito más detalles.
Necesito saber qué está pasando.
—¿Puedes ser más claro, Abe? Todo lo que haces es confundirme.
—Está bien, pero no te enojes.
Ya ha dicho eso.
—Ya dijiste eso.
—Sé que no quiero que me abandones.
¿Qué pasa si no tengo elección? ¿Y si toda esta fantástica cita fue en
vano? ¿Qué pasa si voy a casa y lloro el resto de la noche porque lo que está
a punto de decirme me va a aplastar?
Y si, y si, y si, y si...
—Entonces esperemos que lo que estás a punto de decir no sea tan
terrible.
Otro terrible silencio.
121
—¿Abe?
—Skylar, me gustas mucho.
Eso nunca es una buena señal.
Se mueve incómodamente en su asiento, y yo me concentro en los tres
botones de su polo, el color brillante que complementa su tez y su cabello
negro.
—Lo de la aplicación no es una broma, pero no se trata de mí. Es sobre
JB.
Yo asiento lentamente.
—Uh huh. —Ojalá ya lo hubiera escupido.
—Podría parecer un total...
—¿Idiota?
—Correcto. Iremos con eso. —Abe se ríe nerviosamente—. Puede que
parezca un completo idiota, pero en realidad es inseguro. Y cuando su novia
rompió con él hace unos meses, era un completo desastre, perdona mi
lenguaje.
Un desastre total.

—Entonces otro chico del equipo le dijo que la mejor manera de superar
a una chica es por encima de otra.
—Uh huh... —Las piezas todavía no encajan mientras él lucha por
colocarlas por mí.
—¿Entiendes lo que estoy tratando de decirte?
Se me escapa una risa de los labios.
—Um, no. Ni siquiera un poco.
—Jack no tiene confianza. Es malo en gramática, odia conversar, no
tiene capacidad de concentración.
—Eeestá bien...
Abe me está observando, esperando un momento en cualquier
momento, pero tengo noticias para él: No viene nada. Va a tener que
deletreármelo.
—Abe, sólo dime qué...
122
Por fin está lo suficientemente impaciente como para interrumpir.
—Voy a la aplicación y finjo ser él.
Ohhhhhhh. ¡Oh!
—Oh.
No tengo ni idea de qué más decir; todo finalmente tiene sentido. JB
siendo emocionalmente distante en nuestras citas (lo cual pensé que era
normal, considerando nuestra edad y su nivel de madurez). JB no quería
hablar de nada personal porque no sabía nada de mí y probablemente nunca
volvió a leer los mensajes para averiguar qué es lo que me hace vibrar. JB
no está involucrado porque no fue él quien puso esas largas horas de
conversación conmigo.
JB no era el que me hacía reír.
JB no era el que me ponía mariposas en el estómago.
JB no era el que me daba falsas esperanzas.
JB no era el que me hacía soñar despierta en mis clases.
Nada de eso era JB.
Fue Abe.
Abe Davis es un mentiroso.

123
9

Sabes que está enojada cuando dice Buenas Noches a las 6 p.m. y
escribe en “ese tono”.

ABE
Cada latido que pasa es una maldita tortura. Ojalá Skylar dijera algo.
Cualquier cosa. Ni siquiera me importaría que me llamara imbécil. O un hijo
de puta, o un idiota, cualquier cosa que me saque de mi miseria y rompa
este silencio miserable.
124
No tengo ni idea de qué hacer con mis manos, así que las quito de la
mesa y froto mis palmas hacia arriba y abajo de mis muslos, los vaqueros
absorbiendo el sudor que se acumula en ellos con cada momento que pasa.
Me odia, debe odiarme.
Puedo verlo en sus ojos azules.
Pasaron de caliente a frío en un instante, sus cejas de esa manera
instintiva.
Está herida.
—Skylar, no quise decir...
—¿Para que algo de esto ocurra? ¿Podrías ser más cliché ahora mismo?
—Toma la servilleta de su regazo y la coloca junto a su tenedor y cuchillo—
. ¿Qué pasa después? ¿Vas a decir que no quisiste que nada de esto pasara?
Ahórratelo, he oído esas líneas antes, pero estaban mejor escritas en las
películas.
Claramente este no es el momento de señalar que está siendo un poco
melodramática.
—Eso no es lo que iba a decir. —Bueno, tal vez lo era, pero no soy tan
tonto como para decirlo ahora—. JB y yo hemos estado haciendo esto
durante meses y eres la única que valió la pena mi tiempo.
Cosa. Equivocada. Por. Decir.
—Oh, has estado haciendo esto durante meses, ¿eh? —Se ríe, con la
cabeza inclinada hacia atrás, el sonido que sale de su garganta es una
extraña combinación de ironía y sarcástico. Es un poco maníaco, si soy
sincero—. Y yo soy la única que merece tu tiempo. ¡Estoy tan halagada!
¿Conoces esas escenas en las que el tipo finalmente se da cuenta de
que está metido en un lío porque la mujer parece que ha perdido la cabeza,
repitiéndole cosas y diciéndole cosas irracionales?
Nunca pensé que me pasaría a mí, pero estoy viviendo ese momento
clásico, excepto que esta es mi maldita realidad, y no estoy seguro de qué
hacer al respecto.
¿Tareas de biología molecular? Eso puedo hacerlo. ¿Cambiar la batería
de un auto? Claro. ¿Escribir una carta de recomendación falsa para un
amigo? Sin problema.
¿Esto?
Ni idea.
—Todavía estás en la aplicación. —Lo declara como un hecho—. Estás 125
sentado aquí conmigo, y sigues rondando.
—Pero ninguna de esas citas son para mí.
Skylar no está impresionada con mi respuesta.
—Nunca he conocido a un hombre obsecuente.
Whoa.
Wow.
De acuerdo. No está bien.
—No soy un hombre obsecuente.
Skylar pone los ojos en blanco.
—Claro que no lo eres.
—No lo soy. —¿Por qué estoy discutiendo con ella? Claramente está
ansiosa por una pelea y no podría estar más equivocada.
Bosteza, fingiendo aburrimiento.
—Es una de dos cosas: Eres un hombre obsecuente, o disfrutas
sinceramente haciéndolo. ¿Cuál de ellos es? Elige uno. —Su tono es duro;
espera que yo conteste.
—Ninguno
Skylar hace un sonido de zumbido en la parte de atrás de su garganta.
—Incorrecto. Inténtalo de nuevo.
¿Qué mierda...?
—¿Quieres escucharme?
—Es una cosa o la otra, Honesto Abe. O te encanta deslizar o eres la
perra de Jack. ¿Qué otra explicación hay? —Parece satisfecha consigo
misma, como un perro que acaba de comerse un pastel entero antes de que
su dueño entrara en la habitación. O una chica que acaba de arrinconar a
un hombre sabiendo que ha ganado la discusión.
—No lo disfruto.
Saca el limón del agua y chupa la cáscara.
—Claro. —Sus dedos lo dejan caer de nuevo en el vaso.
—No soy su perra, no sé por qué asumes que lo soy.
—Está bien. No eres su perra. —Otro sarcástico poner los ojos en
blanco. 126
—¿Podemos dejar de llamarme su perra?
—Sí. Lo que tú digas, Abe.
Ahora, puede que no sepa una mierda sobre las mujeres o las
relaciones, pero lo sé a ciencia cierta: Nunca es una buena señal cuando
una chica empieza a estar de acuerdo con todo lo que dices.
Nunca.
Básicamente, estoy jodido.
El problema es que Skylar no es mi novia, ni mi amiga. El problema es
que me gusta, pero como aún no estamos una relación, va a salir por esa
puerta principal y no me va a volver a hablar nunca más, y no tiene la
obligación de escucharme.
—Hago cosas lindas para la gente, ¿de acuerdo? ¿Por qué es un
problema? —Cuando las palabras salen de mis labios, sé que son un montón
de mierda por el simple hecho de que le he estado mintiendo durante
semanas. Sobre quién soy y quién le hablaba, y cómo me siento con ella. Lo
que Jack siente por ella.
La ceja derecha de Skylar se levanta.
—¿En serio esperas que responda a esa pregunta?
—Soy un buen tipo, ¿de acuerdo? —No diría que estoy enfadado, pero
estoy llegando allí. No me está escuchando ni me da la oportunidad de
hablar—. ¿Desde cuándo eso es un crimen?
—Eres tan buen chico. —Me está tratando con condescendencia.
Pero lo soy. Le daría la camiseta de mi cuerpo a alguien que la
necesitara.
Hago tanta mierda por la gente, es casi estúpido. Hago mierda para la
gente cuando no tengo el tiempo, ni el dinero, ni la inclinación, pero lo hago
de todos modos. El semestre pasado pasé todos los días durante una
semana entera estudiando con Taylor Bronson para el LSAT6. Hace dos
semanas, conduje cincuenta y siete kilómetros fuera de la ciudad para
ayudar a Lyle Decker a cambiar su llanta pinchada porque nunca lo había
hecho antes, y no tiene AAA7. Ayer le presté a Peter Fletcher cincuenta
dólares para comprar un libro de texto. (Nunca volveré a ver ese dinero.).
—¿Eres bueno, o eres presa fácil?
Skylar es salvaje cuando está enojada. 127
—¿Qué diablos...?
—Lo siento, pero eso es lo que me parece. Puedes pensar que estás
siendo amable, pero estás permitiendo a la gente aprovecharse.
—No estoy permitiendo a nadie, estoy siendo un buen amigo.
—¿Y qué cosas “agradables” están haciendo por ti a cambio? —Usa
comillas de aire alrededor de la palabra agradable—. Las amistades van en
ambos sentidos.
—Es diferente para los hombres.
¿Por qué me estoy defendiendo?
Porque sabes que tiene razón. Los chicos del equipo se aprovechan de
mí. Pero yo soy del Medio Oeste, criado para ser cristiano y dar sin esperar
nada a cambio, la verdadera definición de desinteresado.

6 LSAT: (Law School Admission Test) Examen de Admisión para la Escuela de Leyes.
7 AAA: (American Automobile Association) Asociación Automovilística Estadounidense.
Entonces, ¿el hecho de que me está dando mierda por ayudar a la
gente? Me está empezando a golpear el trasero.
—¿Podemos centrarnos en el tema que nos ocupa?
—Oh bien, sigamos hablando de lo gran mentiroso que eres.
Mierda.
Me metí directamente en eso.
Aunque Skylar tiene razón. Tiene toda la jodida razón.
—Mira, siento que te hayas visto envuelta en todo esto...
—Quieres decir que lamentas que te atraparan.
No tengo respuesta a eso, y Skylar continúa.
—Abe, tú y yo sabemos que no estoy saliendo contigo ahora que me has
mentido.
Lo sé, pero eso no va a impedir que lo intente.
Puede que sea un maldito mentiroso, pero no soy un cobarde.
Solo que no se da cuenta de eso todavía.
—¿Hay alguna manera de que pueda hacerte cambiar de opinión? —La
miro fijamente, sin pestañear, hasta que se ve obligada a romper el contacto
visual y mirar hacia otro lado. Sus dedos bonitos y delicados arrastran un 128
mechón de cabello suelto de su rostro, con los dientes mordiéndole el labio
inferior mientras su cabeza se sacude un poco.
No.
—¿Quieres seguir hablando de esto?
Otro movimiento de cabeza.
No.
—¿Quieres quedarte a comer o debo pagar la cuenta?
Se detiene, pensando.
—Lo dividiremos.
Mierda.
Mierda, mierda, mierda.
No tengo más remedio que conceder.
—Si eso es lo que quieres, Skylar.
—Lo es.
Nada se ha sentido nunca tan definitivo, y nada se ha sentido tan
terrible.
Me odio a mí mismo ahora, odio lo que he hecho: A ella y a JB.
—Por si sirve de algo, yo... —Suena como si me ahogara con mis
palabras, con la garganta apretada—. Creo que eres jodidamente perfecta.
Sus labios se separan.
—Nadie es perfecto, Abe. Creo que acabas de demostrarlo. —Aunque
apenas audible, sus palabras son contundentes, y dieron en el blanco
deseado: Mi pecho.
Mi corazón.
—¿Qué quieres decir?
Su boca rosada se curva, su cuerpo se retuerce en su asiento para que
pueda sacar su bolso de la silla.
Pone algo de dinero en efectivo y luego se levanta, tirando de la larga
correa de cuero sobre su hombro.
—Yo también pensaba que eras perfecto, hasta hace unos diez minutos.
Lástima que lo arruinaste con la verdad.
Su salida es dramática, puntuada cuando voltea un mechón de cabello
castaño largo sobre su hombro y da un pisotón hacia afuera, balanceando 129
el bolso.
La parte masculina y pervertida de mí tiene ojos que se pegan a su
apretado trasero, admirándolo mientras se aleja, un paso audaz tras otro,
hasta que sale de mi periferia.
Los segundos pasan.
Pasan los minutos, y estoy recibiendo mi cambio de la camarera cuando
Skylar regresa, la barbilla en alto, los hombros hacia atrás, la cabeza bien
alta.
Actuación arruinada.
—Necesito un aventón.

Yo: Mira. Sé que soy la última persona de la que quieres


oír hablar....
Skylar: Eso es correcto.
Skylar: Ahórrate las disculpas, no las quiero en el auto y
no las quiero ahora.
Yo: No estoy enviando mensajes de texto para disculparme;
te estoy enviando mensajes de texto para preguntar si podemos
empezar de nuevo.
Skylar: jaja.
Skylar: No.
Yo: Skylar, por favor. Le dije a Jack que se largara, saqué
la aplicación de mi teléfono y no quiero tener nada más que
ver con ella.
Skylar: La aplicación no es el punto aquí. El punto aquí
es que mentiste. No sé nada de ti, Abe. Todo lo que me dijiste
era sobre JB.
Yo: Entonces déjame conocerte, por favor.
Skylar: Dije que no. No hagas que te bloquee desde mi
teléfono también.
Yo: Lo siento. Sé que metí la pata.
Skylar: Yup.
Yo: No hay manera de que pueda compensarte para que podamos
130
empezar de nuevo... ¿nada en absoluto?
Skylar: Un pase difícil.
Yo: Muy bien, entonces supongo...
Yo: ¿Adiós?
Miro mi teléfono, la burbuja azul de mi último mensaje, dispuesto a
responder.
No lo hace.
Tenía la última palabra, y fue Adiós, y no se molesta con la cortesía de
una respuesta.
Me siento enfermo.
Y culpable. Y como un completo, maldito imbécil.
¿Cómo terminé siendo el malo en todo esto?
No puedo concentrarme en mi encuentro, donde hay miles de
aficionados a la lucha libre en las gradas. El auditorio es ruidoso, lleno de
energía, ninguna de las cuales proviene de mí.
En lugar de calentarme como se supone que debo hacerlo, estoy
mirando a los oscuros recovecos del estadio de Iowa cuando una mano
gigante se agarra a mi hombro. Es gigantesco, y está unido a alguien aún
más grande. Alguien más grande que la vida.
—¿Qué carajo haces aquí parado?
Zeke Daniels es un ex alumno, un campeón que regresa a ayudar al
cuerpo técnico durante las reuniones en casa de vez en cuando, y me está
mirando, disgustado.
—Estoy distraído.
—¿Tan distraído como para que te dé una paliza en treinta minutos por
un tipo que quiere el alfiler más que tú?
Sí.
—No. No, estoy bien. Me lo sacaré de encima. Yo sólo...
Zeke suspira con impaciencia, sabiendo instintivamente que tengo un
problema personal, pero sin querer resolverlo. No le importa una mierda,
pero tiene un trabajo que hacer, y ese trabajo es arreglar mi cabeza y
meterme en el juego. 131
Es franco.
—¿Cuál es el maldito problema?
—Nada. Estamos bien.
—Parece que estás a punto de vomitar sobre tus bonitos zapatos. —
Pasa una mano bronceada por su cabello negro—. ¿Esto es por una mujer?
¿Se te metió alguna chica en la cabeza? Escúpelo, estamos perdiendo la luz
del día.
Sí.
—No.
No me cree.
—Jesucristo, no me mientas. Te estás quedando sin tiempo antes de
que suenen las alarmas. Si no es una chica y tu polla no se ha caído, ¿por
qué estás ahí parado como si alguien se hubiera orinado en tu tazón de
Cheerios?
Este tipo es brutal, no pierde el tiempo salpicando su discurso con
sentimientos floridos. A Zeke Daniels no le gustan los mimos, y ciertamente
no va a empezar conmigo.
Mierda.
—Es una chica.
—No me digas, Sherlock. ¿Cuál es el maldito problema?
—La conocí en LoveU, fingiendo ser JB, lo envié a una cita con ella, ella
lo odiaba, la puse en una cita doble conmigo, tuvimos química, conseguí su
número, salí con ella este fin de semana, descubrió que estaba mintiendo,
ahora me odia.
Vomito todo eso de un solo respiro y luego inhalo bruscamente,
inhalando una dosis saludable de aire de vuelta a mis pulmones.
Zeke mira fijamente.
Parpadea una vez.
Dos veces.
—Así que la perseguiste.
—¡No, eso no es para nada lo que estaba haciendo!
Ya parece aburrido.
132
—Pero básicamente eso es lo que estabas haciendo.
—Perseguir es cuando usas fotos falsas y pretendes ser alguien que no
eres —argumento.
Sus oscuras y gruesas cejas se elevan.
—¿No es eso lo que estabas haciendo?
—No, porque JB es real, y son sus fotos y él es el que fue a conocer a
estas chicas.
—Así que Skylar estaba hablando contigo, y fue a reunirse con JB,
mientras hablaba contigo, entonces continuaste persiguiéndola como tú,
pero usando la cuenta de JB. ¿Lo he entendido bien?
—Sí.
Oh.
Oh, mierda.
La estaba persiguiendo. Un poco, más o menos.
Wow. No soy tan listo como creía.
Labios abiertos, Zeke niega con la cabeza lentamente.
—En serio. ¿Qué carajo les pasa a ustedes?
Se me caen los hombros, la cabeza inclinada.
—No lo sé.
—Supongo que no te habla.
—No. Me odia. —Sueno patético.
—Eso es un poco duro, no es como si pudieras engañarla si no están
saliendo. —No esperaba ninguna palabra de solidaridad de su parte—.
Apuesto a que te llamó mentiroso y toda esa basura... Hombre, las chicas
están llenas de drama.
—Violet no está llena de drama. —Su prometida de un año es la mujer
más suave que he conocido, y la única que puede domar a una bestia como
Daniels.
—Eso es porque Violet es una maldita santa. —Su voz es ronca, llena
de orgullo, sus ojos se suavizan al mencionar su nombre—. Lo arruiné con
ella una o dos veces cuando empezamos a salir, y con una mujer así, es
difícil recuperarse. Cualquier chica que conozca su valor te va a golpear y te
va a golpear fuerte. Tienes que ser más listo que ellas. —Zeke me mira de
arriba a abajo—. Lo cual no eres.
133
—Gracias.
—Eso no fue un cumplido.
Ya lo sé, imbécil. Estaba siendo sarcástico.
No digo eso en voz alta, porque me patearía el trasero y tendría que
dejarlo.
—Entonces, ¿qué hago? —Estoy muy seriamente necesitado de ayuda,
sueno como si estuviera desesperado, y aceptaré consejos en cualquier lugar
donde pueda conseguirlos, incluso si son del mayor imbécil que este equipo
de lucha ha tenido en su vida.
—Déjame pensarlo. Tendré que enviarle un mensaje a Violet, ella sabrá
qué hacer. —Me hace un gesto de confianza, se alegra de que esté en camino
de resolver mi dilema, y luego su mano regresa a mi hombro, apretando.
Habla despacio como si hablara con un niño—. Por favor, saca tu cabeza de
tu propio trasero para que no tengamos que hacerlo quirúrgicamente,
quítate los pantalones de calentamiento y finaliza tus malditos
estiramientos como se supone que debes hacer. —Me da palmadas en la
espalda—. ¿Lo tienes?
—Lo tengo.
—Volveré a dar la vuelta.
Lo veo alejarse, con la cabeza agachada, tocando su teléfono. Me
pregunto qué le dirá a su novia sobre la situación y espero que puedan
ayudarme a desenmarañar este lío.
Al doblarme en la cintura, me quito los pantalones de calentamiento
estándar de color negro y amarillo que usamos antes de los partidos y luego
me quedo sin nada más que mi camiseta negra apretada. Subo las correas
y las ajusto, sacando la tela de nylon de la grieta de mi trasero.
Me pongo en cuclillas sobre la alfombra, doblando las rodillas, y luego
me bajo en posición sentada. Doblo la cintura hasta que puedo agarrar las
puntas de mis pies con los dedos. Estirar las pantorrillas, amasar los
músculos de los tendones de la corva, la quemadura del tirón es un
recordatorio doloroso de que he estado aflojando últimamente.
Mi mente deambula.
¿Qué voy a hacer?
Normalmente, no me importaría. Sintonizaría el tema con Skylar como
lo hago con todo lo demás y seguiría adelante. Nunca fue mi intención salir 134
con alguien, así que ¿por qué con ésta? ¿Por qué esta chica?
Por lo que sé, es más reservada. Un poco antisocial. Hermosa de una
manera sutil, amable y divertida y buena. Mi mente vuelve a vagar por la
parte delantera de su blusa, contando mentalmente los botones que tiene
allí —cinco— y luego los desliza mentalmente fuera de su tela hasta que su
blusa se separa por el medio.
Skylar tenía un escote suave y precioso al que traté de no mirar
mientras estábamos en la mesa, y me costó un esfuerzo heroico mantener
los ojos en alto. Piel pálida. Pecas entre los pechos y a través del puente de
su nariz perfecta.
Mejillas rosadas y labios aún más rosados.
No hubo un momento en que no sonriera.
A mí.
Ojos azules se iluminaron hasta el momento en que volví del baño y
arruiné toda la cita por ser un idiota colosal.
Me despliego desde el suelo, me elevo a toda mi estatura y lanzo hacia
atrás una pierna, trabajando mis pantorrillas por segunda vez. Brazos.
Atrás. Mover la cabeza en círculos lentos para aflojar mi cuello, todo el
tiempo preocupado con mis pensamientos de Skylar, sus tetas, su voz.
Mis mentiras.
¿La estaba persiguiendo?
Eso no es lo que consideraba que JB y yo estábamos haciendo; en mi
mente, estaba utilizando una habilidad que él no posee: Mantener
conversaciones ociosas con extrañas hermosas para aprender más sobre
ellas.
Lo tengo a montones.
JB apesta en eso.
Lo que le falta a JB en gracias sociales, lo compensa con su rostro, su
fuerza y su cuerpo. Voz grave, sonrisa de megavatios, hoyuelo en la mejilla.
A las chicas les encanta esa mierda. Se regocijan, sin importarles que
sea un idiota. Sólo les importa que sea guapo, que sea bueno en la cama y
que las lama, un hecho del que se jacta constantemente y del que a veces
oigo que se porta mal en mi habitación en medio de la noche.
Oh JB...Oh... Oh, no dejes de hacer eso...
135
Ha habido noches en las que he querido asfixiarme con una almohada
para escapar escuchando sus sexcapadas.
Sería fácil tener algunas propias, pero no soy ese tipo. No soy casual, y
nunca lo he sido, ni siquiera en la escuela secundaria, o como estudiante
de primer año en la universidad, cuando todo era nuevo y emocionante y las
chicas se me lanzaban encima porque estaba en el equipo de lucha libre.
En esta escuela, la lucha libre es un gran problema, y estoy en medio
de ello.
Mis ojos escudriñan el auditorio, las gradas y los asientos, buscando a
alguien que conozco que no está allí, pero que busca de todas formas.
Torturándome como un tonto.
¿Por qué iba a venir?
No estamos saliendo y ella me odia.
Sin embargo, una parte de mí —la enferma y eterna optimista que hay
dentro de mí— piensa que podría tener la suficiente curiosidad como para
aparecer, sabiendo que nunca la vería entre una multitud de este tamaño.
Escaneo, de un lado a otro, de arriba a abajo, antes de darme por
vencido.
Zeke Daniels está de pie con el resto de los entrenadores, con la cabeza
inclinada, escuchando atentamente a uno de los asistentes, asintiendo.
Apenas puedo creer que se ofreciera a ayudarme, Zeke, a quien no le importa
un carajo nada ni nadie.
Bueno. Excepto su rubia y pequeña prometida.
Los he visto juntos un par de veces con algún niño preadolescente,
aunque no es muy a menudo porque Zeke y Violet se han graduado y han
seguido adelante, haciendo lo que sea que hacen cuando él no está aquí
para ayudar.
Devolviendo.
Escuché que sus padres son ricos —tienen lo que algunos llaman
dinero “para joderte”— y que ahora trabaja para su padre, aunque nunca le
he preguntado directamente; no es asunto mío, y me sentiría grosero si lo
mencionara.
Como si sintiera que alguien lo observa, mira hacia arriba y nuestros
ojos se encuentran, su cabeza ahora inclinándose en un gesto de
reconocimiento.
Tú te encargas de esto. No lo arruines. 136
Gano mi partido, a pesar de que casi me patearon el trasero desde el
principio porque no tenía la cabeza en ello. Un codo en los dientes y unos
cuantos rostros en el suelo, me devolvieron a la realidad rápidamente.
Me doy una ducha fría después de que el entrenador me come vivo,
gritando obscenidades junto con los innumerables errores que cometí y que
casi me hacen perder el partido, que perdieron los puntos del equipo.
Todo porque estaba concentrado en una chica con ojos tan azules como
el cielo.
—Muy bien, esto es lo que tenemos. —Zeke está de pie junto a mi
casillero en el vestuario, con el pulgar desplazándose a lo largo de la pantalla
mientras mira hacia abajo a su celular—. Violet dijo que vas a necesitar la
ayuda de su compañera de cuarto para hacer esto.
¿Hannah?
¿Skylar está enojada, su combativa compañera de cuarto Hannah?
Sin duda ha escuchado toda la saga y tiene mi foto —junto con la de
JB— en la parte de atrás de la puerta de su habitación con dardos en ambas
frentes. No hay manera de que esa chica me ayude a recuperar a su mejor
amiga. Hannah preferiría clavarse un tenedor en el ojo antes de que se
dignara a ayudarme a conectar con su preciosa compañera de cuarto.
—¿Alguna otra opción?
Revisa su teléfono.
—Violet dice que no.
—¡Ni siquiera preguntaste!
Se encoge de hombros.
—Ella dijo lo que dijo. No tengo que pedírselo dos veces.
Se forma un nudo en mi estómago que se siente extrañamente celoso.
Una relación en la que no se cuestiona a la otra persona y su opinión es
respetada por defecto...
Se llama confianza.
La ironía no se me escapa.
No sé cómo, pero Zeke produce un número de teléfono celular,
sosteniendo su teléfono para que pueda guardarlo en el mío.
—¿Qué es esto? 137
—El número de la compañera de cuarto, imbécil.
—¿Te sacaste eso del trasero?
—No. Violet lo consiguió para mí.
—¿Cómo?
—¿Vas a cuestionar todo lo que diga?
—¿Sí?
Su suspiro es largo y fuerte, e inclina la cabeza hacia atrás y mira
fijamente al techo, se manzana de Adán moviéndose.
—Violet lo consiguió de Jameson, la novia de Oz Osborne, y Jameson
lo consiguió de un amigo que tiene un amigo que trabaja en el cine con
Hannah.
—¿Hablas en serio?
—No. ¿Cómo diablos voy a saber dónde trabaja Hannah? —La perpetua
nube oscura que persiste sobre él se oscurece—. Violet fue a Instagram y
buscó a Hannah y luego le envió un mensaje en busca de su número. Jesús,
no es difícil encontrar gente en estos días.
Oh.
Cierto.
—Llama a la compañera de cuarto, explícale la situación, ponla de tu
lado. Fácil. —Me pega en el bíceps—. ¿Lo tienes?
—Lo tengo.
Parece escéptico, me mira de reojo.
—¿Lo crees? Creo que vas a arruinar esto.
—Dije que lo tengo.
—¿Quieres que te ayude?
—¡Diablos, no! —Lo último que necesito es a Zeke Daniels merodeando
como la plaga. Porque a donde va, su mejor amigo Oz va, y a donde va Oz,
ese idiota de Rex Gunderson aparece, entonces antes de que me dé cuenta,
todo el equipo de lucha libre sabrá cómo arruiné mi vida en las citas.
Además, no necesito que JB sepa nada de esto hasta que esté listo para
decírselo. No tiene sentido enojarlo prematuramente. Hay una posibilidad
de que todo este plan me explote en el rostro y no salga nada en claro, así
que, ¿por qué darle más importancia? 138
—¿Sabes lo que les gusta a las chicas? Niños. Si te encontraras un
niño, tendrías esto en la bolsa. —Está muy pensativo, frotándose la barba
de su barbilla.
—¿Tienes chicos de sobra por ahí, sabelotodo?
—De hecho, así es.
Mierda, así es. Pasó algunos años como voluntario en un programa de
mentores. El larguirucho con el que odiaba pasar el tiempo ahora lo trata
como a un hermano menor, al que lleva por todas partes.
Es tan extraño.
Pero también lo es verlo con su novia, una chica con la que ni en un
millón de años podrías emparejarlo. Si hubiera una foto junto a la definición
de opuestos en el diccionario, la suya estaría junto a ella.
—¿Sabes qué es mejor que un niño? —Le está gustando mucho la idea
de este chico—. Dos chicos. Tal vez hasta un cachorro.
—No. —Levanto los brazos y me pongo una camiseta limpia,
presentándole mi espalda.
—¿No te estás duchando?
Le disparo una mirada sucia.
—¿Qué eres ahora, mi madre?
—Sólo estoy preguntando.
No quiero ser irrespetuoso, pero:
—¿Por qué sigues aquí? —Ya puede irse. Las miradas que me está
disparando y el hecho de que esté invadiendo mi espacio personal me están
haciendo ser cauteloso. Paranoico.
Incluso tembloroso.
—Eres como un accidente de auto —dice el bastardo—. No puedo quitar
los ojos de encima, tengo que saber qué pasa. —Se apoya en los armarios
metálicos, cruzando los tobillos y los brazos. Engreído—. Estoy invertido.
¿Invertido? Jesucristo con este tipo.
—Lo tengo controlado.
—Ehhh... —Zeke no está convencido.
Me volteo para enfrentarme a él, quitando el resto de mi camiseta,
139
echándola a patadas y sacándola del suelo. Será arrojada en la lavandería
en la esquina del vestuario, limpiada y devuelta para el próximo encuentro.
Escarbando en mi mochila, encuentro boxer grises. Poniéndomelos,
mientras ignoro la sombra que se avecina a mi lado.
¿Por qué sigue aquí? ¿Por qué le importa? Este es un tipo al que no le
importa un carajo nada; ¿de repente tiene un interés personal en mi vida
amorosa?
Estoy en el infierno, eso es lo que está pasando, no puede haber otra
explicación.
Resignado, pregunto:
—¿Qué demonios se supone que debo decirle a Hannah? Ya sabes cómo
son las chicas: Skylar probablemente le contó hasta el último detalle,
probablemente lloró toda la noche y...
—¿Comió todo el helado?
—No. Iba a decir planear venganza.
—Sí, eso tiene más sentido. Una chica despreciada es despiadada, pero
sus amigos son peores.
—No la desprecié. —¿Por qué es tan dramático?
—Correcto. La perseguiste, eso es aún peor. —Cuando voy a discutir,
levanta la palma de la mano para callarme—. No lo digas. Ambos sabemos
que eso es lo que hiciste, porque eres un imbécil y no pensabas con claridad.
Nadie me ha llamado idiota en toda mi vida. Me han llamado listo,
sabelotodo, demasiado listo para mi propio bien... nunca un idiota.
—Bien. Lo que sea. —Busco pantalones cortos de malla y me meto en
ellos—. ¿Qué se supone que le diga a Hannah?
—La buena noticia es que cuando la llames, no le envíes mensajes de
texto, porque todo lo que hará es patearte el trasero y bloquearte, no sabrá
que eres tú, así que va a contestar su teléfono.
Cierto.
—Tal vez decir algo como: “¡Espera! Antes de que cuelgues...” para que
no cuelgue.
Pongo los ojos en blanco.
No está impresionado con mi rechazo de su sugerencia.
—Deberías estar escribiendo esto. 140
—¿Esa frase? —Tiento alrededor de mi torso superior como si estuviera
buscando un utensilio para escribir—. Vaya, parece que no tengo un
bolígrafo.
—No te hagas el listo. —Primero soy un idiota, ahora soy un sabelotodo.
—Espera. Pregunta rápida: ¿Crees que debería contárselo a JB?
—¿Estás loco? En primer lugar, él es el que te metió en este lío. En
segundo lugar, todo vale en el amor y la guerra, y él es un idiota. Te va a
bloquear de izquierda a derecha y de tres maneras desde el domingo y aun
así no quiere a Sky como se llame. Así que olvídalo. Este ya no es su maldito
negocio, completamente fuera de su jurisdicción. —Me está mirando
fijamente—. ¿Alguna otra pregunta estúpida?
—No. —Sólo esa.
—Bien. Ahora, como decía, una vez que tengas la atención de Hannah,
juega con el hecho de que nunca has hecho algo tan estúpido antes.
Lo cual es cierto.
—Y tú eres un tipo inteligente que cometió un error realmente estúpido.
También es cierto.
—Y que si te ayuda, juras que nunca volverás a hacer algo tan estúpido,
y si lo haces, ella puede cortarte las pelotas con cualquier objeto aburrido
que encuentre.
—¿Esa es mi única opción? ¿Me va a cortar las pelotas?
Sus cejas se levantan.
—Deja de hablar. Estoy en una racha aquí.
Dios, es un imbécil.
También se ha callado, las cejas arrugadas, la frente arrugada.
—Mierda. Perdí mi hilo de pensamiento. —La mirada que me da podría
arrugar las bolas de cualquiera por cuatro tallas.
—¡Lo siento! —Dejo escapar, ligeramente traumatizado por el
intercambio para empezar. Esto es tan raro, recibir consejos de él. Zeke
apenas me ha dicho diez palabras en los tres años que llevo en el equipo y,
de repente, está jugando a ser casamentero.
—Supongo que empezar con Hannah. Si eso no funciona, ríndete,
porque, amigo, no seas un acosador. —Lo que más le gusta hacer es mirar
a la gente de arriba a abajo, y él me lo hace a mí, otra vez—. Si descubro 141
que la estás asustando, te daré un puñetazo en las pelotas.
Me pongo una mano sobre el escroto.
—No quiero que me toques las pelotas.
Me mira como si estuviera loco, con el labio curvado en un extremo.
—Nadie quiere que le peguen en las pelotas, imbécil.
De acuerdo, entonces.
10

Los chicos son como: “Estoy cortado de un modo diferente”. Primero que
nada, eres una servilleta...

SKYLAR
—Sky, ¿puedo hablar contigo un minuto? —Hannah rasguña sus uñas
en el marco de mi puerta como cortesía, la acción hace que mi piel se
arrugue, y luego entra sin esperar una respuesta.
Es tarde y un jueves, así que ambas estamos en pijama, pero está claro 142
que sólo una de nosotras ha estado estudiando mientras que la otra ha
estado acostada en su cama, mirando al techo durante los últimos treinta
minutos.
Esa sería yo.
Me dirijo hacia la pared, dándole un amplio punto para que se siente
en el borde de mi colchón, con el peso de su cuerpo hundiéndose, con la
palma de su mano apoyada en la curva de mi cadera mientras rebota hacia
arriba y hacia abajo unas cuantas veces.
Me da un codazo, ojos suaves detrás de sus gafas de ordenador con
marco negro, que empuja sobre su cabeza para poder ver con claridad.
—Hola.
—Hola. ¿Qué pasa? —Es bueno que haya venido de visita, pero no estoy
segura de que haya terminado de revolcarme en mi propia miseria todavía.
—¿Has estado llorando?
—Pfft. ¿Yo? No. —Un poco, pero no lo admitiré. ¿Llorar por un tipo que
mintió, uno con el que ni siquiera salía oficialmente, uno que apenas
conozco?
Poco convincente. Patético.
Hannah no me contradice, sólo me da una mirada que dice: Cuando
estés lista, podemos hablar de ello, y se lo agradezco. Aun así, hay una parte
de mí que quiere que impulse el tema de Abe, porque quiero hablar de ello.
Sobre Abe, y esta situación jodida. Una parte de mí quiere darle otra
oportunidad —quiere hablar con él— pero esa parte de mí no lo admite.
Necesito permiso. Afirmación de que no estoy perdiendo la cabeza.
—Sabes, he estado pensando —comienza Hannah, cruzando las
piernas y balanceándose sin hacer nada—. ¿Recuerdas aquella vez en la
secundaria cuando Kevin Rogers le pagó a Lyle Stevens cinco dólares para
que me escribiera cartas de amor?
—¿Quién no recuerda a Kevin Rogers? —Siempre estaba tratando de
convencer a la gente de que estaba relacionado con la leyenda de la música
country Kenny Rogers, diciendo que sus padres cambiaron su nombre de
pila a Kevin sólo para que no hubiera ninguna confusión. Lamentablemente,
nadie confundió a Kevin Rogers con Kenny, ni siquiera cuando llevaba sus
guitarras acústicas a las fiestas y cantaba “The Gambler”.
143
Kevin simplemente no podía seguir una melodía.
—¿Recuerdas cuando nos enteramos de todo?
—Sí. Estabas tan enojada que hiciste que tu padre hiciera una hoguera
para que pudiéramos asar esas cartas. —Fueron escritas en papel de
cuaderno en espiral, dobladas en triángulos y metidas en el casillero de
Hannah todas las mañanas. Ella las escrudiñaba, todas y cada una de ellas,
enamorada.
Hasta que Lyle contó todo, profesando su verdadero amor por Hannah,
dejando a Kevin colgado. Fue el mayor escándalo que Mount Pleasant High
School había visto en años.
—¿Con quién estabas más enojada? ¿Kevin o Lyle? —pregunto.
—Ambos, al principio. Pero luego regresé y releí algunas de esas cartas,
nunca les dije esto, pero salvé a unas cuantas del pozo de fuego de la
venganza, y eran tan dulces. Todavía las tengo, sabes. —Inclina la cabeza
hacia un lado pensando—. Debería buscar a Lyle, ver qué está haciendo
estos días...
—Oh, Dios. No lo busques. —Hannah es una enredadera a veces.
—Lo perdoné, ¿sabes?
—¿Lo hiciste? ¿Cómo es que no lo sabía?
—Porque sabía que tú también estabas enojada con él. Porque había
estado tan... no enojada. Estaba avergonzada.
Avergonzada.
Siguió adelante.
—¿Es esa parte de la razón por la que no estás hablando con Abe?
¿Estás más humillada que enojada?
No he girado de esa manera.
—¿Por qué sacas el tema? —Mi mejor amiga estaba a mi lado esa noche
cuando llegué a casa, reuniendo, enfurecida e indignada en mi nombre. Juró
que le haría un nuevo agujero en el trasero. Cito: “Voy a encontrar a ese
triste hijo de puta, y cuando lo haga, voy a... voy a... Bueno. No sé qué haré,
pero se me ocurrirá algo. ¡Mejor que tenga cuidado!”.
Era tan ruidosa que los vecinos llamaron a la administración del
complejo de apartamentos para quejarse.
—Todo esto me hizo sentir realmente ridícula.
—¿Qué parte? 144
Arrugué el rostro.
—¡La parte en la que lo atrapé mintiendo, Hannah! ¡La parte donde su
teléfono estaba zumbando y me senté a ver la estúpida aplicación LoveU
volando su teléfono! ¡Esa parte!
—Entonces... ¿es esa la única razón por la que no estás hablando con
él?
Está bien, ahora estoy confundida. Contorsiono el cuerpo, así estoy
sentada, mirándola directamente a los ojos.
—¿De qué se trata esto? Hannah. ¿Qué hiciste?
Encogiéndose de hombros.
—Nada.
—¿Entonces por qué todas esas preguntas? ¿Me subastaste o algo así?
¿Pusiste mi rostro por todo el campus como esos luchadores hicieron el año
pasado para conseguirle a su amigo una cita por lástima? —Mi mejor amiga
es leal, pero también quiere verme feliz—. ¿Tu historia de Kevin Rogers tiene
algo que ver conmigo?
—Sí. Son espeluznantemente similares, y perdoné a Lyle. Pensó que le
estaba haciendo un favor a su amigo y terminó besando muy bien.
—¡Hannah! ¿Qué diablos?
Otro encogimiento de hombros.
—¡Qué! ¡Se sentía tan culpable! Era tan dulce.
—¿Cuánto tiempo estuvieron escondiéndose?
—No sé, ¿dos o tres meses? Hasta que Rick Roth me invitó a la fiesta
de primavera y me atrajo para que fuera con su dulce, dulce paseo.
Es increíble.
—¿Su Honda Civic?
—No, la Tahoe de su padre. Nos besamos como locos en el asiento
trasero. Y otras cosas.
—¿Qué clase de cosas? —Ahora me tiene preguntándome; me habría
dicho si se hubiera tirado a Rick Roth en el asiento trasero de la camioneta
de su padre, ¿no es así?
—Sin sexo anal, si eso es lo que estás pensando.
145
Buen Señor.
—¿Por qué iba a pensar eso? Nunca dije nada sobre cosas de trasero.
Hannah pone una mueca.
—Cuando alguien dice la palabra cosa, mi cerebro se va
inmediatamente al anal. —Ni siquiera parece avergonzada—. Cosas de
trasero. No puedo evitarlo.
—¿Tuviste sexo con Rick y no me lo contaste?
—No, pero dejé que tocara mis asuntos femeninos.
Sí, así es, recuerdo que mencionó lo terrible que era, con todos los
dedos y sin suficiente lengua. El pobre no debe haber estudiado lo
suficiente. Fue tan malo, que se negó a salir con él otra vez.
—Debería haber ido al baile con Lyle. Fue con Mindy Kissler y ella dijo
que le dio dos orgasmos.
—¡Pero estaba enamorado de ti!
—No puedes culpar al tipo por seguir adelante después de que le diera
la salchicha verde, Skylar. La mejor manera de superar a alguien es pasar
por debajo de otra persona.
—¿Quién te dijo eso?
—¿Nadie?
—Hannah.
—Ugh, bien, fue ese perdedor de JB. Cuando estábamos en el
restaurante, en el bar, se me insinuó mucho. Quería ficharlo, pero me resistí
a las ganas.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—¡No creí que tuviera que hacerlo! Ambas odiábamos al tipo, y sabía
que no lo volverías a ver, así que, ¿por qué añadir sal a la herida?
—No hay ninguna herida. El único dolor que siento es: —Me abstengo
de decirlo, aunque ambas sabemos lo que estaba a punto de salir de mi
boca. El único dolor que siento es que Abe me mintiera.
Porque me gusta.
Le gustaba. Tiempo pasado.
—Pero ahora que lo mencionas... —Hannah es todo susurros suaves y
charla dulce. 146
—No lo estaba mencionando.
—A pesar de todo. Sólo tengo una cosa que decir, un pequeño consejo
nuggy.
¿Nuggy? ¿En vez de nuggets? Genial, ahora está abreviando palabras
cotidianas para hacerlas lindas.
—Digamos que Abe se enamoró de ti, ¿entonces qué?
—Hannah. Mintió.
—¿Lo pensó?
¿Es de verdad?
—Uh-sí.
—Pero la cuenta no era suya, y él nunca dijo que lo fuera.
—¿Qué quieres decir?
—Mi punto es que entraba, deslizaba a la gente, tenía una charla rápida
con ellas, le daba la charla a JB, y se iba hasta que la cita estuviera lista.
Tú fuiste la única persona con la que tuvo conversaciones. La única.
Espera. ¿Qué?
—¿Cómo diablos sabes todo esto?
No hay manera de que Jack Bartlett le dijera esta información; en
nuestra cita, él seguía fingiendo que nos conocíamos, aunque de manera
extremadamente pobre.
—Hannah. ¿Abe se puso en contacto contigo?
Evita mi mirada, hurgando en la cutícula de su mano derecha.
—¡Hannah! Mírame. Mírame a los ojos y dime que Abe no te contactó.
No girará la cabeza.
—Dios mío, te voy a matar. —Esto está más allá... ¡no sé qué, pero lo
está! ¡Está más allá!—. Te atrapó, ¿no? ¡Ahora estás de su lado!
Finalmente, hace girar su cuerpo.
—¡Estoy del lado del amor verdadero!
Oh.
Mi. Dios.
147
Pongo los ojos en blanco; es la única respuesta posible, en realidad.
—Abe Davis no es mi verdadero amor.
—¡Podría serlo! ¿Cómo lo sabes si no le das una oportunidad?
No puedo creerlo.
—Oh, Dios mío, ¿qué te dijo? ¿Te está pagando? ¿Chantajeándote?
—Dame algo de crédito, ¿quieres? Reconozco la sinceridad cuando la
oigo, y la oigo en la voz de ese chico.
Bien.
Podría ser un poco curiosa. Sólo un poquito.
Como, esto mucho.
—Muy bien. Qué... —Me aclaro la garganta, decidido a no parecer
ansioso—. Empieza desde el principio.
Hannah también se aclara la garganta y prepara para una buena
narración.
—Era una noche oscura y tormentosa... —Levanta los brazos y mueve
los dedos, como si estuviera a punto de contar una buena historia de una
casa encantada.
¿Mencioné que a veces me vuelve loca?
—Te voy a asfixiar con una almohada.
—Sí, sí, sí, dices eso todo el tiempo. —Mi compañera de cuarto se siente
cómoda en la cama, inclinada hacia atrás, con una expresión más seria en
el rostro—. El lunes recibí una llamada de un número desconocido.
Normalmente nunca respondería, pero estaba esperando a que mi médico
me llamara con los resultados del laboratorio, así que contesté. —Pausa
dramática—. No era mi médico.
¿Los resultados del laboratorio? Está tan llena de mierda.
Caigo de espaldas, sabiendo que me espera un largo camino. Va a
alargar esta historia y torturarme con ella.
—Lo primero que me dijo Abe fue: “No cuelgues”, muy apresurado, lo
que fue muy raro porque no tenía idea de quién llamaba en ese momento.
—Hannah pone los ojos en blanco—. Y obviamente lo primero que quería
hacer era colgar. Jaja. Pero... no lo hice.
Confesión: Me aferro a cada una de sus palabras y lo sabe muy bien.
—La segunda cosa que dijo después de que accediera a escucharlo fue: 148
“En cuanto vi a Skylar, fue como un puñetazo en el estómago. Sabía que no
iba a salir del otro lado sin algún daño colateral”.
Aguanto la respiración contenida.
Exhala.
—¿Qué es la tercera cosa que dijo?
Hannah finge pensar en ello.
—La tercera cosa fue... la tercera cosa fueeee... la tercera cosa...
hmmm. —Ese dedo índice con la uña azul brillante golpea el final de su
barbilla.
Que. Maldita. Mocosa
—Hannah. Voy a matarte.
—Está bien, está bien. Cálmate, por favor. Estoy pensando. —Se
detiene un momento—. Oh, ahora lo recuerdo. La tercera cosa que dijo fue
algo así como: “Sé que probablemente ambas me odian, y no espero que me
ayudes, pero espero que lo hagas. Todo lo que quiero es hablar con ella. En
persona sería genial, pero me conformo con cualquier cosa en este momento”.
—Tengo otra mirada superficial—. Está desesperado.
Apuesto a que sí.
—Está desesperado por ti.
—Ahora estás tratando de endulzarme.
—No sé, Sky, este podría valer un poco más de dolor de cabeza. Sonaba
miserable.
—Ni siquiera me conoce.
—Tal vez aún no, pero quiere hacerlo. ¿Y alguien que pelee por un poco
de tu tiempo? No vienen a menudo, ni en esta vida, ni en un campus
universitario.
Ella tiene razón. ¿Cuántos hombres de veinte años, en estos días, se
preocupan por alguien que no sea ellos mismos? ¿En un campus
universitario, donde Abe Davis podía salir con cualquiera? ¿Dormir con una
chica diferente cada noche de la semana?
Y me quiere a mí.
Incluso se puso a merced de Hannah Stark, la mujer más grande de
Iowa, y vivió para contarlo.
—¿Qué es lo que quiere? 149
—Quiere verte.
—¿Cuándo?
—Mañana a las ocho en punto.
¿El viernes?
—¿Dónde?
—Pasillo cuatro en la librería de segunda mano del centro.
—¿Quiere que nos encontremos en la librería de segunda mano?
Hannah asiente.
—¡Creo que es lindo! Y tranquilo. Y es viernes, así que es poco probable
que te encuentres con alguien que conozcas.
—Correcto. ¡Porque nadie va a la librería un viernes!
—Skylar, necesitan un lugar donde puedan hablar. Es perfecto, no seas
una mocosa.
Mientras debato en voz baja mis opciones, la voz de Hannah irrumpe,
baja pero firme. Un tono para empujarme fuera de mi zona de confort por
mi propio bien.
—Creo que es uno de los buenos, Sky.
Confío en Hannah. Me cuida, siempre lo ha hecho y siempre lo hará.
Estoy poniendo mi fe y confiando en ella ahora.
Abe Davis no puede romperme el corazón dos veces.
No lo permitiré.
Pero sé que ella tampoco lo permitirá.
—De acuerdo. Dile que iré.
—Perfecto. Encuéntralo en el pasillo cuatro.

150
11

No he tenido sexo en tanto tiempo que olvidé cómo gemir. ¿Y si meto la


pata y empiezo a ladrar?

SKYLAR
Pasillo cuatro, pasillo cuatro… ¿dónde en la tierra está el pasillo
cuatro?
Camino despacio por el Nebbles Seconhand Book Bazaar, contando los
pasos como si estuviera caminando hacia mi muerte. O a una cita que 151
estaba temiendo porque la deseaba mucho.
Tomé especial atención al prepararme. Hannah arregló mi cabello y
maquillaje, por lo que se ve como si nadie hubiera hecho mi cabello y
maquillaje, los vaqueros y la blusa son casuales pero bonitos. Zapatos
planos. Dos brazaletes. Pendientes de aro.
Los brazaletes tintinean, chocando mientras camino, asomando mi
cabeza alrededor de cada esquina, sabiendo que cuando finalmente llegue
al pasillo cuatro y vea a Abe, seré tomada desprevenida, igual que un
muñeco sorpresa. Sabes que va a pasar, pero nunca estás lo bastante
preparada.
Paso la sección de auto-ayuda, luego arquitectura. Los libros están
apilados sobre el suelo en cada hueco, algunos tan altos como el techo bajo.
El lugar está mayormente vacío, excepto por dos chicos mirando discos
cerca de la entrada y un caballero mayor en la sección de historia.
No-ficción.
Ficción.
Pasillo cuatro.
Romance.
Está de espaldas a mí, sus dedos empujando una gruesa novela para
que esté alineada con el resto, y observo mientras nivela unas pocas más
con el lado de su palma para que estén igualadas.
¿Muy quisquilloso?
—Hola. —No sé qué más decir, o cómo saludarlo.
Abe gira, sorprendido.
Llego quince minutos antes, pero por otro lado… también él.
—Hola. —Le sorprende que en realidad apareciera; está ahí, escrito en
todo su rostro. Sus ojos hambrientos me contemplan, de la cabeza a los
pies, su expresión controlada pero comunicativa.
Está aliviado. Excitado.
Sonrojándose.
—Te ves hermosa. —No estoy segura si tenía la intención de soltar eso,
pero las palabras calientan mi interior un poco, e inmediatamente me
derrito.
Maldita sea, eso no es bueno, ¡soy una fortaleza de acero! Estoy aquí
para escuchar lo que tenga que decir y nada más. 152
Mentiras, mentiras, todo el mundo las dice…
—Lo sé. —Sueno tan malcriada, pero me alegra que piense que me veo
hermosa. Quería que lo hiciera… quiero que sepa lo que se perderá si alguna
vez me miente de nuevo.
Si soy honesta, podría también perdérmelo. Abe se gana un escrutinio
mientras observo sus vaqueros y camisa de franela de cuadros azules que
ha remetido en ellos. Cinturón de piel marrón. Mangas enrolladas en los
codos.
Mierda.
Mierda, mierda, mierda, soy una fanática del porno de brazos, y Abe lo
hace bien… demasiado bien. Esos antebrazos están morenos y tonificados
y hacen mi boca agua, solo un poquito.
Puedo olerlo desde aquí; la loción para después del afeitado y el
champú son frescos y masculinos, su cabello peinado con los dedos y
ligeramente húmedo. Oscuro. Grueso.
—¿Quieres sentarte?
—¿Dónde? ¿En el suelo?
Abe luce molesto, pero pasa rápidamente.
—Sé que es el suelo, pero… está limpio.
—No, está bien. El suelo funciona.
Desciendo para sentarme, mis piernas estiradas por el pasillo, y
estamos frente a frente, mi espalda hacia una de las estanterías de novelas
románticas, su espalda hacia la que hay directamente frente a mí.
Abe agarra una bolsa de papel que hay cerca, doblando la parte
superior, dejándola a un lado de modo que está casi detrás de su espalda.
—¿Qué es eso?
—Rodajas de manzana y galletitas saldas. Y… dos barras de proteína.
Puedo sentir mis cejas alzarse.
—¿Compraste aperitivos?
—Sé que son las ocho, y que ambos probablemente comimos, pero
pensé, qué demonios. Solo por si acaso.
Es casi como un picnic, a una muy pequeña escala. Considerado.
Definitivamente algo que un novio dulce haría si tuviera un novio que hiciera
153
cosas dulces.
Lo cual no tengo.
—Gracias por aparecer.
Dudo, midiendo el nivel de brutal honestidad que quiero repartir, luego
decidiendo que puede soportarlo. Se lo merece.
—No iba a venir. Quería dejarte plantado.
—¿Por qué no lo hiciste? —Su pregunta es comedida, su tono
cuidadoso.
Pongo los ojos en blanco.
—Hannah insistió en traerme.
Abe asiente con una sonrisa.
—Ella sabía que estabas en riesgo de fuga.
—Sí. Me conoce demasiado bien, estoy asustada. —Apenas puedo
mirarlo a los ojos; es tan guapo y mi corazón está latiendo tan rápido en este
momento. Mis pestañas aletean mientras obligo mi mirada a ir a su rostro—
. ¿Qué le dijiste? Un segundo quiere arrancarte los ojos con un tenedor,
entonces al siguiente está saltando en mi cama cantando tus alabanzas.
Fue vomitivo.
Se ríe de nuevo, sus dientes blancos un poco torcidos en la parte
inferior.
Adorable.
—No sé… solo le dije la verdad.
—Hmm. Bueno, funcionó, porque aquí estoy.
Ni siquiera peleé, no realmente; mi corazón nunca estuvo en ello.
Mirándolo de nuevo, mi estómago aletea, olas flotando en la base de mi
garganta, ¿quién podría permanecer enojada ante ese rostro? Abe Davis es
un sueño adolescente, y ahora es mío también.
—Ya sabes qué voy a decir sobre lo que sucedió —empieza—. ¿Quieres
hablarlo de nuevo?
No realmente.
Sí.
—Estoy tentada a decir que sí, pero… supongo que no serviría para
nada. —Me doy una palmadita mental en la espalda por sonar tan madura
y racional. Estoy impresionada conmigo misma y espero que esté 154
impresionado conmigo también.
—Skylar, yo… —Abe levanta su culo del suelo, reposicionándose sobre
el suelo de cemento—. Ha pasado mucho tiempo desde que he estado en
una cita. Años.
—¿Estás intentando decirme que no tienes ni idea de qué estás
haciendo?
—Sí.
Bueno. Eso nos hace dos. Será como el ciego guiando al ciego, lo cual
podría ser un accidente de tren, pero oh, bueno.
—Tampoco estoy segura de saber qué estoy haciendo, pero sé que no
estoy interesada en salir por ahí en citas. Me conozco lo bastante bien para
decir que no hago lo casual muy bien. —Echo un vistazo para ver cómo
responde a estas noticias; en pocas palabras, le acabo de decir que soy el
tipo de chica que quiere ser exclusiva, que espera lealtad y que quiere un
compromiso.
Especialmente cuando se trata de sexo.
No me acuesto con chicos. No doy mamadas gratis, participo en
sesiones de besuqueo o dejo que alguien toque mi cuerpo a menos que estén
comprometidos conmigo.
Ese es el trato, tómalo o déjalo.
Su asentimiento es lento.
—Cuando hago algo, me entrego totalmente.
Estúpidamente, nos sonreímos, toda la mierda de la semana anterior
desvaneciéndose mientras sus ojos marrones se arrugan en las esquinas y
esos dientes blancos muerden su labio inferior. Abe rompe el contacto
primero y baja la mirada a sus zapatos, botas de ante grises oscuras. Más o
menos elegantes, más o menos no.
A la moda.
¿Es eso una cosa? ¿La gente dice eso?
Mi rostro se alza hacia las luces tenues hasta que mis ojos están
repasando las estanterías de madera, cientos y cientos de libros empujados
precariamente en cada fila. Polvorienta, esta tienda está llena de sombras,
páginas amarillas y mundos esperando ser descubiertos.
—¿Cómo encontraste este lugar?
—Mi madre es bibliotecaria, y lo encontró en el fin de semana de los 155
padres. Es un poco su cosa, encontrar librerías en cualquier ciudad por la
que pasa o visita. Es una nerd de los libros.
—¿Lo eres tú? —Claramente se desenvuelve muy bien en este lugar si
sabe dónde está la sección de romance.
—Sí, leo un montón.
¡Ugh, mi corazón no puede soportarlo!
—¿Vienes aquí a menudo?
Solo parece ligeramente avergonzado.
—Es un gran lugar para aclarar tu mente, sentado entre los montones.
—¿Siempre te sientas en el suelo? —Quiero decir… es cemento y ni
siquiera remotamente cómodo.
—No. Hay una mesa en la parte trasera, pero las sillas no son muy
buenas. Hago la tarea aquí a veces.
Una gema oculta.
Me encanta.
—¿Abe?
—¿Hmm?
—Si te gustaba tanto, ¿cómo pudiste dejar que tu compañero de cuarto
me llevara en una cita?
Es la pregunta del millón de dólares que no me di cuenta estaba en la
parte trasera de mi mente, una que le toma unos minutos responder. Soy
paciente, esperando mientras se sienta en silencio frente a mí, pensando.
—No lo sé.
Puedo ver que hay más, así que espero un poco más.
Sus labios se separan.
—Todo lo que sé es que recé como el infierno para que esa primera cita
apestara.
—Lo hizo. —Me rió—. Él es bastante horrible. No en una manera mala,
simplemente… es egoísta. No es necesariamente una cosa mala, estoy
segura que hay chicas ahí afuera a las que les gustan los imbéciles, pero no
soy una de esas chicas. —Jack Bartlett nunca será mi tipo, ni siquiera con
su guapo rostro y fantástico cuerpo—. Además, no era tan alto como dice su
perfil. —Mis ojos se ponen en blanco, pero estoy sonriendo.
—¿Soy lo bastante alto para ti? 156
Lo miro de lado con los ojos entrecerrados.
—No lo sé. No puedo recordar.
—Tal vez deberíamos levantarnos y medir.
—De acuerdo.
Abe cruza sus piernas y se levanta en un fluido movimiento,
extendiéndome su mano; su palma es cálida pero áspera. Callosa y
trabajadora. Envía estremecimientos por mi columna.
Estamos frente a frente, pero no al nivel de los ojos, y me paro recta
delante de él para que podamos medir nuestra diferencia de altura, mi mano
en la cima de mi cabeza apuntando directa a su pecho, descansando ahí.
Aterrizando en su clavícula.
Toda una cabeza más alto de lo que soy con zapatos planos.
No me atrevo a alzar la mirada, pero mis manos permanecen en su
pecho, aplanándose contra él por propia voluntad. La palma sobre la tela de
su suave camisa de franela, el calor de su cuerpo, y el latido de su corazón,
calientan mi piel.
Abe no se mueve.
Para cualquiera que nos viera… no puedo imaginar cómo lucimos,
parados aquí en el pasillo, nuestros cuerpos prácticamente tocándose.
Inocentemente al principio.
Siempre inocentemente al principio…
Entonces.
Abe se retira, creando espacio, sus brazos van detrás de mi cabeza. No
puedo ver lo que está haciendo hasta que saca tres gruesos libros de tapa
dura de un estante superior y se inclina para ponerlos en el suelo.
Toma mi mano.
Me guía hacia arriba de modo que estoy encima del improvisado
escalón, varios centímetros más alta que antes.
Bueno. Estoy es innovador.
Mi barbilla se alza, dirigida una vez más por sus dedos, y lo juro, mi
labio inferior tiembla un poco. Solo un poco por nervios y excitación.
No he sido besada en años, se siente así, aunque probablemente solo
han sido meses. Algún chico borracho en el bar difícilmente cuenta; fue 157
descuidado y húmedo y nada memorable.
De acuerdo, tal vez no nada memorable ya que lo estoy recordando
ahora.
¡Céntrate en su boca, Skylar!
Su mohína y completa boca.
Abe no sujeta mi rostro o pasa sus dedos por mi cabello, pero no tiene
que hacerlo. La energía entre nosotros es estática. Sobrecargada.
La química es como nada que haya sentido con alguien alguna vez.
Y pensar que casi lo tiré por la borda.
Un latido a la vez, nuestros labios lentamente se tocan. No podría ser
más lento, pero me compra tiempo para memorizar este momento para
reemplazar los viejos. Para guardarlo para esta noche, cuando esté en la
cama tumbada en la oscuridad bajo mis sábanas.
Sola.
Cuando nuestros cálidos alientos finalmente se mezclan, bajo la suave
iluminación de la librería de segunda mano, Abe desliza su otra mano
alrededor de mi cintura, atrayéndome. Labios suaves. Gentiles. Presionando
contra los míos.
Primero una esquina de mi boca, después la otra, besando esos
diminutos hoyuelos a cada lado de mis labios.
Quiero tocarlo más, pero no estoy segura cómo. Apesta tener veintiuno
y ser tan inexperimentada y torpe, pero esa es mi realidad y tengo que vivir
con ello.
Sin vergüenza por mi falta de juego.
No nos estamos metiendo mano. Nos estamos besando y es tan dulce.
Sus labios saben a bálsamo labial de coco y podría quedarme así para
siempre, sobre esta pequeña pila de libros, dejándolo besarme así, en este
lugar.
Tan. Romántico.
Nos retiramos al mismo tiempo al oír voces, mis manos regresando a
mis lados, pero aun así, solo un centímetro o dos nos separan.
Su sonrisa es ladeada.
—¿Ves? La altura perfecta.
158
Una figura rodea la esquina; una mujer de ojos amplios con una cesta
se detiene, insegura de cómo proceder. Sus ojos van al suelo —a los libros
bajo mis pies—, luego a nuestros rostros sonrojados. A las manos colgando
a nuestros costados.
A la tímida mirada en el rostro de mi cita.
Hemos sido atrapados.
La mujer no dice una palabra, pero es obvio que estamos en su camino,
y que no va a moverse del final del pasillo hasta que nos hayamos
desplazado.
¿La mujer quiere novelas románticas? Le dejaremos tener las novelas
románticas.
Me paso una mano por el cabello, nerviosa, suavizando las hebras que
se despeinaron cuando Abe pasó sus manos sobre mis hombros. Aclaro mi
garganta.
—¿Deberíamos encontrar tu mesa? ¿Ir a sentarnos tal vez?
Me ayuda a bajar de la pila, ofreciéndome su mano aunque no sea muy
alta. Recoge los libros y los devuelve a sus respectivos lugares.
Agarra mi mano de nuevo, tirando suavemente hacia la parte trasera
de la tienda.
—Sí, veamos si está desocupada.
No lo está. Otra pareja se sienta en las sillas, leyendo, y Abe desliza su
brazo alrededor de mi cintura.
—Salgamos de aquí, entonces.
—¿A dónde vamos?
Se encoge de hombros.
—¿Alguna sugerencia?
En realidad, no. La universidad puede tener una matrícula enorme,
pero ¿la ciudad en la que se encuentra? Es pequeña, está completamente
alimentada por la población estudiantil. Cuando llegan las vacaciones de
verano y las estudiantes regresan a casa, es prácticamente una ciudad
fantasma. Así que, ¿en cuanto a las cosas que hacer en un fin de semana
además de ir a los bares? Las opciones son pocas.
—Parque. Pista de patinaje. Cafetería. Um... ¿sentarnos junto al lago?
—Podríamos. 159
Pero hace demasiado frío para eso. Me congelaría el culo con esta blusa.
Puede oír la vacilación en mi voz.
—Dentro entonces.
Hmm. ¿Qué es tranquilo, privado e íntimo?
—Yo digo que nos subamos a mi camioneta y conduzcamos.
—Perfecto.
La camioneta de Abe es más grande de lo que esperaba, y está limpia,
y cuando me subo al lado del pasajero, gira su torso para ver cómo me
abrocho el cinturón de seguridad.
—¿Qué estás mirando? —Ya me estoy sonrojando y desearía que
parara.
—A ti. En mi camioneta.
Qué cosa más rara para decir.
—Es bonito.
Aww. No importa lo que dije sobre que era raro. No estoy acostumbrada
a que los chicos me hagan cumplidos, o sean dulces, o...
Ahora es mi turno de ver a Abe mientras enciende el motor, lo deja al
ralentí unos segundos antes de poner la camioneta en reversa y salir del
estacionamiento frente a la librería. Es un lugar pequeño y pintoresco.
Tranquilo. Y ahora grabada en mi banco cerebral como el lugar perfecto para
un primer beso.
La noche se oscurece, aún más cuando nos dirigimos a un punto de
observación remota en el campus. Es un acantilado, famoso por sus rutas
de senderismo con vistas a toda la ciudad, la universidad y el río que corre
a lo largo de las afueras de la ciudad. Desde él, se puede ver claramente el
siguiente condado, y por la noche, las farolas de abajo centellean y brillan,
dando el resplandor más romántico a un cielo negro como el carbón.
Estrellas. La luna.
Las sombras de todos los árboles.
Nos quedamos en el auto cuando se estaciona, rodeados de algunos
otros vehículos, una lámpara de techo a unos quince metros de la única luz
que hay cerca. Parpadea lánguidamente, débil y tenue, necesitando un
cambio de bombilla pero con suficiente luz para que pueda ver la cara de
Abe cuando apaga el motor.
160
—Está tan tranquilo aquí arriba —reflexiono para llenar el espacio
aéreo vacío entre nosotros.
Una consola central nos separa, y me pregunto si es del tipo que se
puede plegar para crear asientos de banco. Una mirada furtiva en el asiento
trasero me dice que hay mucho espacio allí también.
Mi cuerpo se calienta.
Las partes de chica sienten un hormigueo prematuro, no ha hablado,
ni me ha tocado, y aquí estoy yo, excitándome al verlo en la oscuridad.
Contrólate, Skylar. Con. Tró. La. Te.
—Ya sabes mucho sobre mí y yo no sé casi nada sobre ti. —Empiezo—
. Tenemos que ponernos al día.
—Buena idea. —Abe se pone cómodo, reclinando su asiento a unos
centímetros del volante—. Me encanta estar aquí. Solía ir de excursión aquí
cuando era estudiante de primer año, pero realmente no he vuelto desde
entonces.
—¿Por qué?
—No tengo tiempo.
—¿No tienes mucho tiempo libre?
—Sí, mucho. Sólo lo uso un poco... estúpidamente, supongo.
—¿Haciendo qué?
Él piensa.
—Haciendo mierda para otra gente, mayormente, si soy honesto.
—Eso no es algo malo.
Él también piensa en eso.
—¿Es cuando se aprovechan de ti?
Quiero tocarlo entonces, extender mi mano a través del espacio y
ponerla sobre su enorme y musculoso antebrazo, pero Abe no necesita mi
consuelo. No está buscando compasión, sólo está declarando hechos y
entablando una conversación.
—Todavía es muy agradable que hagas el bien por otras personas, y
nunca debes sentirte culpable por eso. Dice más de ti que de ellos.
Puedo ver su sonrisa en la oscuridad y disfruto del hecho de que la
puse ahí, de que dije algo que lo hizo feliz.
—Cierto. —Sus brazos se estiran, las manos agarran el volante para
161
mantenerse ocupadas. Los dedos golpean el cuero.
—¿Quién te compró esta camioneta? —Suelto y me gustaría poder
retractarme. No es asunto mío quién lo compró para él. Es que... somos tan
jóvenes, y es tan agradable y nuevo. Todavía huele como el piso de la sala
de exposición—. Lo siento, eso fue grosero.
—¿Prometes no contarlo?
—Lo prometo.
—Utilizo el dinero que me da el departamento deportivo como subsidio
para pagar el auto, y mis padres pagan mi alquiler porque no saben nada
del subsidio.
—Ingenioso.
—Algunos lo llamarían así. Algunos lo llamarían turbio como la mierda.
—Iba a decir eso, pero no quería insultarte. —Me río.
—Hagamos un trato: Quiero ser el único con el que siempre seas
honesta, pase lo que pase. Eventualmente, quiero ser la única persona a la
que le cuentes todo. —Me roba una mirada de preocupación—. ¿Es
demasiado pronto para decir eso?
Sí.
¿Más o menos?
Pero me encanta que lo haya dicho y estoy completamente de acuerdo,
así que asiento como un muñeco cabezón.
—Muy bien. Tenemos un trato.
No me toma tiempo olvidar por qué estamos aquí arriba, dónde
estábamos antes, y lo que pasó la semana pasada, porque todo lo que quiero
es que Abe me toque. Así que, reúno mi coraje para poner a prueba nuestro
nuevo pacto.
—¿Abe?
—¿Skylar?
—Ya que estamos siendo honestos...
Su interés está totalmente despertado, sobre todo por mi tono
profundo. Incluso para mis propios oídos suena bastante sexy.
—¿Sí?
—Me he estado preguntando si esta consola central se pliega.
162
Sus ojos se desvían hacia la partición del medio con sus portavasos
vacíos.
—De hecho, lo hace.
—¿Puedo ver? —Vaya, Skylar, ¿de dónde salió esa voz? Suena como si
estuviera pidiendo ver algo completamente distinto.
—De hecho, puedes.
Desabrochado, las manos de Abe cavan bajo el plástico duro entre
nosotros, empujándolo hacia arriba, acurrucado como una pieza de
rompecabezas, creando un banco en la parte delantera de la camioneta.
—Hay mucho más espacio para las actividades —bromeo.
—Y cosas.
Cosas. Me acuerdo de la ridícula charla que tuve con Hannah y ella
diciendo cosas del culo, y reprimo una carcajada, nadie quiere explicar esa
conversación en una primera cita. Abe no necesita saber lo pervertidas que
pueden ser las chicas.
—¿Qué es tan gracioso?
—Nada. —Entonces recuerdo que prometimos ser honestos—. En
realidad, eso no es verdad. Dijiste cosas, y me hizo pensar en Hannah
diciendo… uhhhh, cosas de culo la otra tarde. Es una larga historia.
Lo dejo así, y él no insiste, y ahora volvemos a mirarnos el uno al otro
en la oscuridad, deseando tan mal cerrar la brecha entre nosotros. El aire
prácticamente cruje por la energía.
—Yo… no tengo ni idea de cómo responder a eso.
—Por favor, no lo hagas. Te lo ruego —digo, y ambos nos reímos
nerviosamente. Nos reímos hasta que ambos somos muy conscientes de lo
solos que estamos, rodeados de extraños en un estacionamiento aislado,
con una vista a la ciudad de abajo.
Nada más que espacio entre nosotros, suplicando ser llenado.
Sorprendentemente, soy yo quien se mueve primero, descansando mi
mano donde solía estar la consola, arrastrando un dedo a través del asiento
gris y oscuro. Pongo la palma al revés.
Lo dejo ahí.
Como señuelo.
No es sorprendente que Abe lo tome, deslizando su propia palma contra
mi piel, de un lado a otro, sin entrelazar nuestros dedos, pero es casi más
erótico. De un lado a otro, la punta de su dedo medio atrasado, la uña 163
haciendo cosquillas en la delicada piel de mi mano.
Tiemblo.
Muerdo mi labio inferior, mirando por la ventana a los coches
aparcados a nuestro lado.
Un mar de vidrios polarizados.
—Tal vez en vez de hablar deberíamos... —No sé cómo decir esto, así
que simplemente lo lanzó—. Quiero conocerte y todo eso, de verdad, es sólo
que… quiero besarte aún más ahora mismo.
—Lo mismo.
Nos movemos al mismo tiempo, encontrándonos en el centro, las bocas
fusionándose, instantáneamente combustibles.
Bocas abiertas. Lenguas mojadas.
Me duele por él.
Duelo por sus manos. Están rápidamente en mi cabello, sujetándolo
hacia atrás, su boca liberando la mía para morder un lado de mi cuello.
Olfateando suavemente, frotando su nariz debajo de mi oreja.
—Hueles tan jodidamente bien.
—Dios eso se siente bien. —Suspiro, inclinándome para que pueda
besar la columna de mi delgado cuello. Soy insaciable por su boca en mi
piel, labios y cuerpo después de tres segundos calientes.
Esto no es un buen augurio para mi castidad después, no cuando he
sido tan casta por tanto tiempo.
—¿Qué te excita? —pregunto en una exhalación, con la cabeza
inclinada hacia atrás, permitiéndole tener rienda suelta.
—¿Sobre ti? Todo.
—Oh Abe, me gusta esa respuesta.
—Me gustas tú.
—A mí también me gustan tus manos. Son enormes. —Mmm, sus
manos...
—Me gusta tu boca.
Estoy sentada en un ángulo incómodo, todavía en el mismo lugar, con
el cuerpo torcido en su dirección, pero no lo suficientemente cerca como 164
para tocarlo realmente. Con sólo una solución disponible, me muevo, de
vuelta a la puerta, culo moviéndose hacia abajo, quitándome los dos zapatos
antes de poner mis pies en su regazo.
Mi cabeza golpea el asiento y estoy de espaldas, con las piernas
abiertas, la invitación imposible de malinterpretar: Ven aquí.
Abe no duda, su cuerpo gigante se cierne sobre el mío, moviéndose
entre mis piernas. Besándome mientras pasa la mano por mi muslo vestido
de mezclilla, los dedos encontrando el dobladillo de mi camiseta,
empujándola hacia arriba mientras su mano se desliza por debajo.
Sigue, sigue, sigue, canta mi cerebro, queriendo, no, necesitando que
me toque las tetas.
Sigue, arrastrando su palma a lo largo de mi caja torácica, sobre mi
estómago, con el dedo índice trazando la parte interior de mi sujetador de
satén negro. Se desliza a lo largo de toda la curva de mi pecho, deslizándolo
bajo la correa y tirando de él hacia abajo.
Mi camiseta es empujada a un lado. Arriba. Sujetador junto con él. Esa
mano áspera y callosa me ahueca con el pulgar acariciando mi pezón duro.
La boca lo chupa.
Esto es lo que quiero, esto es lo que quiero...
Agarro su cabello. Tirando. Pasa mis dedos a través de él mientras me
chupa, lamiendo con su lengua. Soplando aire frío a través de la punta
endurecida.
—Oh...
Siento entre nuestros cuerpos por su erección, sabiendo muy bien que
lo voy a encontrar tensándose en sus pantalones. Y lo hago.
Los dos estamos jadeando con fuerza mientras voy a por su cremallera,
queriendo tocarlo, queriendo acarici…
—Mierda. Detente —dice con voz ronca—. Skylar, yo… no conozco otra
forma de decir esto. Va a sonar jodidamente terrible. —Los dedos de Abe
giran suavemente mis pezones y podría morir por lo bien que se siente.
Morir.
—Sólo dilo. —¿Qué podría ser? Oh, Dios. La autoduda se apodera de la
situación como si una ola se estrellara contra una orilla tranquila. ¿Y si odia
mis tetas? Odia mi cuerpo, cree que soy demasiado… 165
—Follarte en seco está bien y todo, y quiero que me acaricies la polla,
pero lo que realmente quiero es follarte. Tanto.
¿Quiere follarme? ¡Esas son buenas noticias! No es ninguna de esas
cosas que acabo de mencionar; olvida que dije todo eso.
—¿Quieres tener sexo conmigo?
—Duh. ¿No puedes sentir mi polla?
Polla.
Cuando no está frotando gloriosamente la costura de mezclilla en mis
vaqueros, se está clavando en mi muslo. Grande, grueso y, duro.
Así que sí. Puedo sentir su polla.
¿Lo quiero dentro de mí? Esa es la gran pregunta que tengo que
responder. Y honestamente...
Recupero mi juicio, y mi sentido común.
—Abe, yo también te quiero, muchísimo, pero no voy a tener sexo en el
asiento delantero de una camioneta, no importa lo mucho que te quiera
dentro de mí. —Allí. Lo dije.
—¿Qué vamos a hacer? No podemos volver a mi casa, JB está en casa,
y si te ve, se pondrá furioso.
Mis dientes mastican mi labio inferior.
—No podemos volver a la mía. Hannah está allí, y no nos dejará en paz
si nos ve entrar por la puerta.
O nos oye teniendo sexo en la otra habitación. Nunca lo olvidaría. Ni en
un millón de años.
—Eso es mejor que estar en mi casa. JB entra a mi habitación sin avisar
todo el maldito tiempo. No tengo privacidad.
Pfft.
—¿Crees que eso es malo? Aunque cierre la puerta con llave, Hannah
puede abrirla con una horquilla. Es peor que una ladrona de poca monta.
Abe está callado por unos segundos, resolviendo nuestro problema.
—¿Te importaría entrar por mi ventana en vez de usar la puerta
principal? Al menos JB no abre cerraduras.
—¿Qué es lo peor que puede pasar si me encuentra en tu casa? 166
—Uh. Podría golpearme, pero lo dudo. Pero podría.
—¿Puedes vivir con eso?
—Um, sí. Puedo vivir con él derrumbándome de un golpe la cara para
tener la oportunidad de follarte en mi cama real.
Oh Jesús, eso es un poco romántico.
—¿Qué tan alta es tu ventana?
—Primer piso. Te daré un empujón.
Suena bastante razonable.
—De acuerdo. Hagámoslo.
12

“¿Pensé que habías dicho que habías terminado con él?” Primero, fue
hace cinco minutos. Ahora es una persona diferente. Deja de juzgarme.

ABE
—¿Necesito llamar a la policía? —Skylar y yo nos detenemos ante la
interrupción viniendo de la casa de al lado. El sonido de otra ventana siendo
abierta me detiene de darle el empuje definitivo en mi habitación, las manos
puestas firmemente en su espalda.
167
Lentamente bajo su espalda al suelo. Girando.
Es una de las vecinas, ahora colgando de su ventana del baño.
—¿Me escuchaste? —dice, inclinándose más hacia delante.
—Vivo aquí. No llames a la policía.
—Demuéstralo.
Busco mi billetera, sabiendo que incluso si saco la licencia de conducir
de ella será inútil ya que la dirección de la universidad no aparece en ella.
—Um…
—¿Cómo te llamas? —pregunta la chica, sosteniendo una lata de algo
que no puedo distinguir en la oscuridad. ¿Insecticida? ¿Laca? ¿Repelente
para osos? Es difícil de decir en la tenue luz.
—Abe Davis.
Baja la lata y la deja en una encimera escondida.
—Aprobaste.
—¿Gracias? —¿Por no salpicarnos a ambos en los ojos con el gas
pimienta?
—¿Qué demonios haces subiendo por la ventana? ¿Perdiste la llave? —
Quiere saber la voz, y con todo derecho. Si viese a un extraño colgando de
su ventana también intentaría detenerlo.
—Um, no. No perdí mi llave.
—¿La puerta de entrada está reventada?
—Eh… no.
—¿Entonces qué? —Está impaciente, queriendo detalles—. Tienes diez
segundos para explicarte antes que llame a la comisaría.
¡Hace dos segundos reconoció que sabía quién era!
Con la mano le doy un suave empujón hacia delante a Skylar.
—Esta es una chica que mi compañero de cuarto conoció en LoveU. No
está interesado en ella…
—Caray, gracias —murmura Skylar a regañadientes, dándome un
golpe con el codo.
—… pero yo lo estoy, y si la ve dentro, va a enojarse, así que tenemos
que colarnos por la ventana.
La chica —cuyo rostro todavía no puedo ver por la luz de fondo—, alza 168
la mano para detenerme.
—No digas más. Lo entiendo completamente. —Hay una breve pausa—
. ¿Cuántos compañeros de cuarto tienes?
—Solo uno.
—¿Así que es el chico rubio?
—Um, sí… —¿Cuál es el punto?
—A mi compañera de cuarto, Sybil, le gusta, pero es una gran gallina.
—Aunque no puedo verlo, sé la idea que se está formando en su mente—.
Podría hacerte un favor e invitarle, si eso te ayudaría a salir; pero entonces
me deberías una.
—¿Lo harías?
—Claro. Estarías ayudándome, ayudándote a ti, y ayudando a que mi
compañera tenga agallas de una vez por todas y tal vez lanzarse al tipo de
una vez por todas. —La chica apoya los codos en la repisa, la barbilla en la
mano—. Deja la casa cuando él se marcha todos los días, incluso cuando
no tiene clases, pero se niega a hablar con él. Se está volviendo patético. Tal
vez si él está realmente en nuestra sala de estar y le damos a ella unos
chupitos de vodka, le dirá hola.
—Eso sería jodidamente increíble.
—Pero entonces me debes un favor —aclara.
—Trato hecho.
Se levanta, sacando el teléfono del bolsillo trasero. La luz ilumina su
rostro y finalmente puedo verlo claramente en la oscuridad.
—Dame su número y le enviaré un mensaje.
También tomo mi teléfono. Abro el contacto de JB y pulso su número.
—¿Preparada?
—Adelante.
—555-1254. Se llama JB.
La chica se ríe entre dientes.
—Oh, sé cómo se llama. Lo sabemos todo sobre este tipo, incluso su
peso y número de zapato. —De acuerdo, eso es extraño—. Sybil tiene toda la
información sobre él, se memorizó su biografía de la página de lucha libre.
—Se detiene—. No es una acosadora, ni nada parecido.
169
—Oye, aunque lo fuese —bromeo—, todavía te estaría dando su número
ahora mismo.
Esto me consigue una risa de Skylar y…
—¿Cómo te llamas? —pregunto, acercándome a ella y ofreciéndole la
mano a través de la ventana de su baño—. Lo siento, no nos hemos
presentado. Soy Abe y esta es Skylar.
—Rachel. Encantada de conocerte finalmente. Te vemos mucho.
¿Sabes que podemos ver directamente tu habitación?
No. No lo sabía.
Sabía que yo podía verlas, pero ni por un segundo se me había ocurrido
que pudiesen verme. O que me observarían.
—¿Puedes?
Rachel se ríe.
—Ohhh sí, claramente podemos. Seguuuuuro que podemos.
Traducción: Podemos y lo hacemos.
Junto a mí, Skylar deja salir un:
—Oh, Jesús.
Rachel sigue adelante.
—Probablemente deberías pensar en poner unas cortinas. No podemos
ver tu cama…
Gracias a Dios.
—… aunque Felicity lo ha intentado, pero básicamente podemos ver
casi todo lo demás que haces. A Rebecca le encanta mirarte hacer flexiones,
y a veces Fel se sentará en el retrete para observarte sentado al escritorio.
Le encantan completamente tus lentes de listillo. Así que sí, ninguna nos
estamos quejando de las vistas.
Cristo, eso es un poco espeluznante. ¿No lo es? ¿Me equivoco al estar
un poco asqueado?
Mi mente se pone en marcha, intentando recordar qué clase de otra
mierda hago mientras estoy solo en mi habitación además de dormir, comer
y masturbarme, lo que normalmente hago estando en la cama… ¿creo?
Joder.
—No nos importa el espectáculo.
Skylar no necesita escuchar esto, así que la echo hacia atrás a mi 170
ventana, rezando que para cuando la meta por ella, no caiga sobre mi
escritorio y me rompa el ordenador. O haga un montón de ruido.
—De acuerdo, bueno, es genial hablar contigo, Rachel. Pero… adiós.
—Encantada de conocerte en persona, Abe. —Le dirige una mirada a
Skylar—. A ti también, novia nueva. No te preocupes, no te vigilamos a ti.
Oh, Dios mío. Ni siquiera le creo.
Tengo que sacar a Skylar de aquí antes de que esta chica me
avergüence más.
—¿Oye, Abe? Ese calzoncillo del día de San Valentín —se burla
Rachel—. ¡Oh, vamos! No parezcas tan tenso por ello. Relájate. Solo te estoy
molestando.
Pero tengo un calzoncillo rojo del día de San Valentín —no me
pregunten por qué mi madre me lo envió el año pasado con un paquete de
calzoncillos rojos—, y el hecho que Rachel lo haya visto sin que yo lo supiese
hace que el que mire su silueta a través de las cortinas un juego de niños.
Espera. ¿Saben que las miro? Tienen que saberlo.
A la mierda mi vida.
—No te preocupes, quita esa mirada de tu rostro —continua Rachel,
con el teléfono en la mano, el rostro iluminado por su pantalla brillando.
Está tecleando—. Le enviaré a JB un mensaje ahora mismo y hacerlo
convincente, y estará fuera de tu casa en unos minutos. Garantizado.
No sé qué va a decirle, solo puedo imaginármelo.
—Recuérdame que consiga unas cortinas a primera hora de la mañana
—le murmuro a Skylar.
—¿Uh, por la mañana? ¿Qué tal ahora mismo? —contesta, disgustada,
cerniendo el pie ya sobre mis manos juntas mientras me agacho, formando
un escalón—. Las tiendas todavía están abiertas. Podemos dirigirnos a
Walmart.
—No es la peor idea. —La alzo con facilidad y espero mientras se
orienta, poniéndose a horcajadas en el borde de la ventana, moviendo la
pierna en mi habitación oscura por apoyo.
Tiene unas pantorrillas geniales.
—¡Deja de hacer eso, me estás distrayendo! ¿Quieres que caiga de
morros en tu habitación? —Se ríe mientras saca la pierna de mis manos
colgando—. De acuerdo. Deja que encienda la luz.
—¡No lo hagas! —siseo, prácticamente gritando, en la oscuridad del 171
espacio entre las casas—. Déjala apagada, puede que vea la luz bajo la
puerta.
Un fuerte suspiro.
—Cálmate, lo haré.
—¿Escuchas algo? —pregunto—. ¿Cualquier cosa?
—¿Como qué? —Su voz proviene de la oscuridad de mi habitación.
Puedo escucharla moverse, chocarse con las cosas.
—Como, oh… no sé, ¿la puerta de entrada abriéndose? ¿A Jack
marchándose?
—Espera, deja que lo compruebe.
Silencio.
Más silencio.
Entonces.
Skylar reaparece, mirándome desde la ventana, el cabello colgando en
olas alrededor de su hermoso rostro.
—Sí, creo que escucho algo. ¿Suena como si alguien en la puerta de
entrada se esté poniendo las botas? —Extiende las manos para alzarme,
pero tengo esto cubierto—. ¿Por qué no esperas a que salga y entras por la
puerta de entrada?
—¿Qué tendría eso de divertido?
Skylar hace una mueca.
—Buen punto.
—Aparta el escritorio si puedes —índico, echándome un poco hacia
atrás, a punto de hacer una pequeña carrera—. Luego apártate del camino.
Entrar en mi habitación es fácil, no me toma nada. No le cuento esto a
nadie, jamás, pero en su día, mi madre solía hacerme ir a gimnasia. Al
principio fue porque mi hermana Monica temía ir a clase sola, y a mamá no
se le permitía sentarse en la clase con ella.
Así que me apuntó también, y bueno, solo digamos que era muy bueno
en el caballo con arcos.
Lo logro al primer intento y no me arranco las pelotas en el proceso.
—¡Mierda! —Skylar está impresionada. 172
Bajada perfecta.
Lo llamo una victoria.
Primero me quito los zapatos y luego los pateo hacia la puerta del
armario, los de Skylar ya están ahí, pulcramente colocados. Mis ojos se
ajustan a la oscuridad y puedo vislumbrar su figura sentada a los pies de
mi cama, reclinada sobre las manos, la espalda arqueada mientras observa
mi sombra moverse en el espacio.
He vivido en esta habitación durante tres años, así que mis
movimientos son automáticos, fluidos. Dos pasos hacia el escritorio, dos
más al armario. Seis hacia la puerta. Siete a la cama…
Por el pasillo, el sonido de la puerta principal abriéndose y cerrándose
mientras JB se dirige a la puerta de al lado.
Ahora le debo un favor a Rachel y ni siquiera me importa.
Me quito la camisa mientras sigo, un botón a la vez hasta que acaba
lanzada en el suelo de madera.
Cuando la alcanzo, me inclino, tomándola bajo las rodillas, deslizando
un brazo por debajo, el otro en la parte baja de su espalda. Alzándola.
Jadea mientras la llevo al lugar donde duermo y la deposito allí, tan
suavemente como puedo. Rodeo los pies de la cama y me arrastro —solo en
vaqueros—, hacia ella, deslizando las manos por sus piernas, muslos y
cintura. Hombros y cuello hundidos, rozando la nariz entre el borde de sus
muslos. Huelo largamente solo para escucharla jadear de nuevo. Muerdo en
el vaquero y hundo.
Unos pocos segundos es todo lo que necesito, estoy totalmente
excitado. Duro como una roca.
La sangre bombeando por cada vena a una velocidad vertiginosa,
sabiendo cómo va a terminar esta pequeña fiesta.
Despacio, Abe.
Distraídamente —alguno diría perezosamente—, Skylar observa pero
no participa mientras paso las manos por el borde de su preciosa camiseta,
intentando quitársela.
Se mueve un poco, alzando las caderas así puedo empujar su camiseta.
La mirada siguiéndome en la oscuridad. Los labios ligeramente separados.
Brillan cuando se los lame.
Me endurezco cuando se los lame. 173
En poco tiempo, su top ha desaparecido, descartado, lanzado a algún
lado con la mía y bajo el torso, la boca haciendo un camino en su piel.
—Quítame también el pantalón —pide, todavía allí tumbada, ahora las
manos alzadas sobre la cabeza, la cabeza apoyada en la almohada. El
cabello extendido, negro contra el blanco puro.
—Sí, señora. —Sus deseos son órdenes para mí, mis dedos tirando de
los botones del pantalón. Uno. Dos. Tres.
Hecho.
—Vas a llamarme mañana, ¿cierto? —Su tono es tímido.
—No tendré que hacerlo, porque te estaré mirando cuando nos
despertemos —aseguro, golpeando su coño con la lengua sobre la fina tela
de sus bragas. Chupo, calentando el trozo entre sus piernas.
Arquea la espalda, alzando la cabeza de la almohada.
—Oh Dios mío, Abe.
—Shhh, nena, tienes que estar callada. Solo por si acaso. —La chupo
a través de la ropa interior de nuevo, apartando la seda de mi camino,
presionando la lengua contra la raja.
Dejo de lamer, arrodillándome para desabrocharme el pantalón, el
sonido metálico mezclándose con el sonido de la fuerte respiración de Skylar
—y la mía—, mientras me bajo el pantalón y el calzoncillo, sobre mis caderas
delgadas. Me los quito y los lanzo al suelo. Extiendo las piernas de Skylar,
pasando perezosamente mis manos callosas sobre la suave piel perfecta de
sus muslos internos. Los beso, comenzando por sus rodillas —están
temblando—, ya moviendo las caderas en círculos lentos sobre mi cabeza.
Desenfrenado. Sexy.
Lo desea, pude probarlo en ella y ahora puedo verlo y olerlo.
Mi plan no hacer que se corra.
Es volverla loca.
Brevemente mis pensamientos se dirigen a la protección, no he tenido
que comprar condones en años, pero creo que todavía hay uno sin caducar
en el cajón de mi escritorio. En alguna parte.
A menos que esté tomando la píldora; no me importaría ir sin nada, y
no tiene nada de lo que preocuparse conmigo, estoy libre de ETS y me hacen
pruebas con regularidad. Además, no he tenido sexo en una maldita 174
eternidad. No lo hemos discutido, pero estoy bastante seguro que ella
tampoco.
Especialmente a juzgar por lo apretada que está cuando deslizo un
dedo en su interior.
Agita la cabeza, los nudillos blanco de agarrar la funda de la almohada
como si estuviese en un paseo emocionante, lo que puede que sea así.
Mi rostro.
Ni siquiera he visto mitad de su cuerpo, habiendo pasado la mayoría
del tiempo con la boca entre sus piernas, así que le doy una última lamida,
pasando la punta de la lengua arriba y abajo unas cuantas veces, solo para
escuchar un jadeo escapándose de su garganta.
Beso su coño. Su abdomen inferior mientras hago mi camino hacia
arriba, trazando su ombligo con la punta del dedo índice ubicado en su piel
pálida. Skylar no es delgada o flaca, y su estómago no es plano, es suave.
Con curvas como debería ser una mujer.
La beso en el esternón, justo bajo la tira de su sujetador borgoña. Puedo
ver en la franja de luz que el cierre está al frente, una pequeña V dorada
brillando a la luz de la luna, y la abro. Separo las copas y las dejo caer.
Bajo mi cuerpo a su lado, mi polla pulsando contra la parte exterior de
su muslo así está pegada a mí cuando paso la mano sobre uno de sus
pechos, luego el otro. Lo palmeo, adorando su peso, deslizando el pulgar
sobre el pezón.
Un suspiro entrecortado.
Un gemido lánguido.
Un jadeo cuando lo pellizco ligeramente.
Esto no es sobre mí, es sobre ella.
—¿Quieres que lo lama? —le pregunto, susurrándole al oído,
suspirando en su piel, pasando la nariz por la columna de su cuello—.
¿Debería lamer tu precioso pezón, Skylar?
—Sí.
—¿Sí, qué? —La atormento un poco más.
Me lanza una mirada irritada, los ojos entrecerrados, los brazos todavía
entrelazados sobre su cabeza, haciendo que sus pechos reposen llenos y
redondos. 175
Labios apretados, no responde.
Punto hecho, no es sumisa,
Lo tengo.
—Lo siento. —No queriendo enojarla, me disculpo, ya dominado.
Cuando agacho la cabeza para chupar, Skylar pasa los dedos por mi
cabello, clavándolos ligeramente en mi cuero cabelludo, masajeando
mientras paso la lengua por su pezón. En círculos, y círculos, y círculos…
Chupo.
Lamo.
Soplo, así se arruga.
La beso por todas partes: Pechos, escotes, la base de su cuello. Echa la
cabeza hacia atrás, dándome libertad para explorar; muevo mi cuerpo para
cernirme sobre el suyo, pasando mi polla sobre su caliente y húmedo…
Coño.
Arriba. Abajo. Arriba. Abajo. A lo largo de su abertura, la cabeza de mi
erección provocándola solo lo suficiente para que ambos empecemos a
suplicar por un poco de alivio.
Sé que quiere que empuje en su interior por la forma que está moviendo
las caderas y sujetando las mías. Acercándome. Impaciente.
Pero todavía no llevo un condón, y no hemos tenido la charla. Además,
el juego previo está infravalorado y no tenemos prisa, así que planeo hacerlo
lento y agradable.
Ella no.
—Abe…
—Todavía no. —Me está matando, pero el dolor se siente mejor. Quiero
que ambos lo deseemos realmente. Duro y bueno.
—Lo estás haciendo a propósito.
Lo hago.
Nos estoy volviendo locos.
—Solo clávala.
—¿Clávala? Me siento un poco insultado —logro decir. Apenas. Skylar
está húmeda, lisa y recientemente afeitada ahí abajo, y mi polla está
deslizándose sobre su apertura sin ningún esfuerzo, justo tan desesperada 176
de estar en su interior como yo.
Con la cabeza da un golpe de frustración en la almohada mientras
intenta alzar su mitad inferior.
—Entra, como quieras llamarlo… no soy poeta.
—La paciencia es una virtud —canturreo, rozándole el cabello con los
labios.
—Estoy intentando darte mi virtud. —Otra sacudida debajo de mí.
—Espera. —Dejo de moverme—. ¿Eres virgen? —Mierda. ¿Por qué no
me lo dijo? Esto lo cambia todo.
—No, no soy virgen. Era una forma de hablar. —Skylar suspira—. Pero
ha pasado un largo tiempo y solo lo he hecho unas pocas veces, así que
probablemente todavía va a doler.
Arriba. Abajo.
Arriba.
La beso en la boca, nuestras lenguas entrelazándose deliciosamente,
me está encantando saber que puede saborearse en mi lengua ya que la
estuve devorando hace ni cinco minutos.
—Iré lento.
Un pequeño asentimiento. Más lengua.
—Mmm. De acuerdo.
—Mi pequeño pastelito perezoso —ronroneo en su cabello, todavía
provocándola sin poner la polla en su interior, amando el cariño.
El pastelito es lindo, y ella lo es.
Jesús, el sexo ha debilitado mi cerebro, convirtiéndome en un marica.
—¿A quién llamas perezosa? —De nuevo, Skylar arrastra los brazos
sobre su cabeza, entrelazando los dedos mientras la preparo y excito.
Haciendo nada, pero todavía increíblemente sexy.
—Simplemente túmbate ahí mientras hago todo el trabajo.
—Lo siento, estoy siendo egoísta. Tampoco me preocupo porque esto se
siente tan bien que podría quedarme dormida directamente.
—Uh, eso no es un cumplido.
Esta es una de las conversaciones más extrañas que he tenido jamás,
y ciertamente la conversación más extraña que he tenido cuando estoy a 177
punto de tener sexo.
De hecho, no recuerdo hablar mientras estaba follándome a alguien.
Jamás.
Es la mejor clase de extrañeza en la que puedo pensar, y una buena
señal de que Skylar y yo estamos destinados a ser.
¿Destinados a ser? Caray, sueno como una chica. Próximamente estaré
escribiéndole poemas de amor y lanzándole piedras a la ventana de su
habitación y sosteniendo su bolso.
Todo de lo cual haré segurísimo.
Skylar encuentra el pulso en mi cuello y me besa allí, manteniendo los
labios en mi garganta, sacando la lengua para acariciarme la piel.
—Hueles tan, tan bien.
Mi polla se endurece más.
—Joder, Skylar, si sigues haciendo eso… —Probablemente me correré
antes que lleguemos a la parte buena.
—¿Te gusta cuándo hago eso? —Me besa de nuevo, luego me
mordisquea el lóbulo, la voz ronca con el sexo—. ¿Te gustan los besos, nene?
Me morí un poco con el nene.
—Sí —siseo entre dientes, joder, gustándome muchísimo, tanto que
incluso mi cerebro escupe malas palabras como un marinero borracho—.
Sí, me gustan los besos.
—¿Cuánto?
—Mucho. —Soy un idiota que es incapaz de formar frases completas—
. Me gustan mucho.
Su cálida boca está en mi hombro, deslizándola sobre los músculos
tonificados. Pronto une las manos a su boca, explorando con las palmas los
duros tendones de mi bíceps.
—Dios, Abe, tu cuerpo… me encanta.
—¿Sí? Háblame de ello.
—Primero métete en mi interior.
—Skylar —barboto, sueno como un preadolescente cuyas pelotas no se
han liberado.
—Por favor, Abe —suplica.
—Nosotros no… no llevo un condón. 178
—Bueno, entonces ve a conseguir uno —espeta.
Dejo de moverme completamente, las pelotas pulsándome.
—De acuerdo, pero estoy bastante seguro que tiene cientos de años. —
¡Cállate, idiota! ¿Qué estás haciendo? ¿Disuadirla de tener sexo seguro?
Skylar suspira, ruidosa y suficientemente fuerte para despertar a un
muerto. Pone los ojos en blanco.
—Consigue uno en mi bolso.
—¿Llevas condones en el bolso?
—Tengo un condón, uno; no estaba segura de a dónde llevaría esto y
quería estar segura.
Miserablemente, me aparto, me alejo desnudo y me muevo entre los
recovecos oscuros de mi habitación.
—¿Dónde está tu bolso?
—Creo que lo lance junto a la silla del escritorio. ¡Apresúrate, tengo frío!
Esto es lo que consigo por tener la charla sobre condones, podía haberlo
tenido junto a la maldita cama.
—¿Dónde? —No puedo encontrar su maldito bolso, no tengo ni idea de
cómo es; además, es imposible de ver con mi escritorio movido de su lugar
original.
—Comprueba mis zapatos junto al armario.
Está junto el armario, colocado sobre sus zapatos, bingo, tenemos un
condón y ahora regresemos al asunto.
Excepto…
—¿Dónde dentro de tu bolso?
Un suspiro.
—No sé, solo lo lancé dentro. Rebusca… no hay muchas cosas dentro.
Cierto. Rebusca.
—Lo tengo.
Me lleva treinta segundos más encontrar la maldita cosa y vuelvo a
lanzar su bolso al suelo, luego me arrastro, intentando no matarme de
camino de vuelta a la cama. Abro el envoltorio, lo lanzo al suelo y me pongo
la goma antes de llegar al colchón.
Está un poco apretado, pero no voy a quejarme ahora mismo. 179
La polla colgándome entre las piernas, comienzo a arrastrarme de
nuevo sobre su hermoso cuerpo.
—¿Me quieres encima?
—Quiero lo que quieras.
Ambos estamos respirando más pesadamente ahora, esta espera está
a punto de volverme loco. Quiero hundirme, empujar, bombear y correrme.
—Creo que quiero estar encima —me indica.
Un último beso en la boca y me estoy colocando en el lado vacío de la
cama, bajando las rodillas y piernas, así puede montarse encima.
Paso las manos por su espalda cuando se asienta, sus suaves nalgas
llenando mis manos. Inclinándose hacia delante, me besa, las tetas
colgando en una posición perfecta para que las ahueque con mis enormes
manos.
—Mmm, te sientes tan bien —canturrea, agachándose para
mordisquearme la piel del cuello—. También sabes muy bien.
Todavía no se ha hundido en mí.
—Puta… —M-mierda.
Un pequeño jadeo de aire llena nuestros pulmones. Se está tomando
su tiempo, cada segundo comedido, matándonos a ambos por el
insoportable proceso lento.
Va a matarnos. Jodidamente voy a morir si no puedo hundirme
profundamente.
Mis caderas quieren empujar hacia arriba, la polla llena con tanta
sangre que mi cerebro se marea. De ningún modo podía salir de esta
habitación y conducir un vehículo a motor, o hacer un examen de sobriedad,
o sumar dos números.
Skylar se baja lentamente, tomando las últimas células de mi cerebro
con ella.
Dos más dos es cientos de millones.
Su respiración es entrecortada. Trabajosa. Las manos presionadas
contra mi cabecero improvisado, una gran bandera del club de lucha de
Iowa que tengo colgada en la pared.
Espero que no la arranque accidentalmente mientras estamos follando;
solo está colgando de un hilo, bueno, por cuatro pequeñas chinchetas, una
en cada esquina y… 180
—Joder, Skylar. —Soy el que jadea cuando sacude las caderas,
balanceándolas adelante y atrás sobre mí, como una reina del rodeo follando
un potro salvaje.
Mal símil.
—Dios, te sientes tan bien —susurra en la oscuridad, y todo lo que
puedo escuchar son las cortas respiraciones que está tomando mientras me
monta.
—¿Duele?
Porque realmente está gloriosamente apretada. Cálida. Ajustada.
Húmeda. Apretada.
Un maldito sueño hecho realidad.
—En parte lo hace, pero de un buen modo. Me… escuece solo un poco,
pero no me importa; te sientes tan… mmm, Abe, quédate así, no te muevas.
—Continúa su rítmica rotación con las caderas, lánguidas y sin prisa, las
manos todavía apoyadas en la pared de atrás.
Cuando arquea el cuello, veo un vistazo de su reflejo en la luz; tiene los
ojos cerrados, los dientes clavados en el labio inferior. Se está concentrando.
—Mmmm… oooooo… —Sus ruidos durante el sexo nos son ruidosos,
sino que son sexys. Un poco merecedoras de una película porno, pero esa
es mi opinión—. Pon las manos en mi trasero, por favor.
Tan amable.
Lo obedezco rápidamente.
—¿Aquí?
—¿Puedes mover los dedos, así están en…? —Mueve el trasero,
dirigiéndome.
Muevo los dedos, asumiendo que los quiere cerca de su hendidura, y
debo haber pulsado un interruptor mágico porque Skylar gime. Gime
malditamente alto. La follada se vuelve más brusca. Más profunda.
Echando la cabeza a un lado, el cabello de Skylar cuelga sobre mi
rostro.
Escupo unas pocas hebras que aterrizaron en mi boca, teniendo
presente de mantener los dedos cerca de su trasero.
Skylar es un poco pervertida, un poco ingenua, una poderosa
combinación. 181
—Justo así, sí, nene…
Es increíblemente sexy. Tan malditamente sexy.
También está hablando consigo misma perdida en el momento, perdida
en cualquier impresión que esté apoderándose de ese dulce coño suyo,
moviendo la cabeza de lado a lado cada pocos momentos.
Perdida. Perdida en sí misma, y yo estoy perdido en ella y es
jodidamente preciosa.
Jodidamente la amo.
Un desliz.
Una cita.
Me pierdo en ella, disfrutando mientras monta mis caderas,
presionándose, las pelvis frotándose juntas, la conexión profunda. Baja una
mano de la pared y la desliza sobre los firmes pectorales de mi pecho,
rozándome el pezón con el pulgar. Alcanza detrás y la pone sobre la mía,
empujando, así yo empujo más fuerte.
Empujando profundamente quieto.
Frota. Gira.
Jadeo.
Gemido.
Mientras observo sus labios separados en éxtasis, no puedo evitar
preguntarme si alguna vez estarán envueltos alrededor de mi polla,
chupándola. Lo que es posiblemente la peor cosa a preguntarse cuando
estás intentando no correrte en menos de tres minutos.
Demasiado. Jodidamente. Tarde.
—Mierda, Skylar, voy a correrme.
—No. —Apenas me está prestando atención, perdida en la sensación
de su propio orgasmo inminente—. Todavía no.
Maldición es una pequeña tonta avariciosa.
—¿No? —Creo que mis cejas deben estar arqueadas, pero no estoy
seguro. Todo mi maldito cuerpo es un hormigueo nervioso—. ¿Quieres que
me salga? Duraré más.
—Sales y mueres —gimotea.
¡Joder, qué quiere que haga! Estoy a tres segundos de soltar mi carga.
182
—Skylar —advierto—. Gatos. Mamá. —Joder, no pienses en tu madre
ahora mismo—. Uh. Películas de terror. Gatos de nuevo. Ciervo muerto a un
lado de la carretera…
—¿De qué estás hablando?
—Estoy intentando no correrme.
—Oh Dios mío, Abe, no digas esa mierda en voz alta.
—Lo siento.
—Mmm, buen chico…
Y de nuevo vuelve a sonar como una estrella porno.
Eso.
No.
Ayuda.
Me sacudo con más fuerza, empujando. Tirando de ella hacia abajo,
yendo tan profundo como puedo. Clavo los dedos en sus nalgas sin
hundirlos hasta su ano, no estoy en eso del sexo anal. Doblo las rodillas,
alzo las caderas así estamos fuera de la cama, poniendo en marcha mis
músculos centrales y follándola con fuerza y lo mejor que puedo desde abajo
mientras ella me folla desde arriba.
—Sí… oh Dios, sí, sigue haciendo eso, no pares.
De cualquier modo voy a morir de agotamiento, estoy en muy buena
forma, pero esto puede matarme al final. Maldición ya me están ardiendo
los abdominales, pero si la hace feliz…
—Abe, Dios… ooooo mierda… oh nene, sí. Joder, joder, joder…

183
13

Estoy soltera. Pero si me ves con alguien, métete en tus asuntos. Estoy
haciendo entrevistas.

SKYLAR
—Dame todos los detalles.
—No hay muchos. Lo conocí en la librería; es muy lindo, por cierto. Y
nos sentamos allí durante unos minutos charlando, nada importante. Luego
hice una broma sobre su peso y dijo “Comparemos”, así que nos levantamos, 184
medimos, y ahí es cuando me besó.
—¿Te besó justo allí en medio de la librería? —Su tono es pensativo.
—Sí, fue bastante romántico.
—¿Te quedaste allí toda la noche haciéndolo? Yo lo habría hecho.
—No, Hannah, no nos quedamos allí toda la noche haciéndolo, porque
estábamos en público. Tengo algo de clase, sabes. —Aprieto los muslos,
están casi tan doloridos como mi entrepierna, las consecuencias de la
escapada sexual de anoche pulsando entre mis piernas. Auch—. En
realidad, solo estuvimos en la librería un total de probablemente veinte
minutos. Una señora nos interrumpió, así que nos fuimos.
Hannah me mira fijamente, sin pestañear.
Es extraño la forma que intenta manipularme para decirle las cosas,
debería ser interrogadora.
—Luego fuimos al mirador.
—¿Y lo hicieron?
—Er. Sí, durante un minuto.
—¿Te tocó todas tus partes femeninas?
—Sí. No. Quiero decir… me tocó las tetas.
—¿Hizo que te corrieses?
—¡Hannah!
—¿Sabes qué, Skylar? —Lanzó su manta con un movimiento
indignado—. Si no te volvieses loca cada vez que te hiciese una pregunta
personal, esto sería mucho más divertido. ¿Dejaste o NO que ese tipo te
follase anoche? ¡Solo responde la maldita pregunta y deja de actuar como
una puritana!
—¡Sí, dejé que me follase! —Me detengo, poniendo una sonrisa engreída
en mi rostro—. O yo lo follé a él; esa es la verdadera pregunta.
—¡Skylar! —Ahora es ella la que grita—. ¡No lo hiciste! ¿Estabas
encima? ¿Es lo que me estás diciendo?
—Sí. —Me río—. Leí en alguna parte que incrementas las posibilidades
de tener un orgasmo estando encima, y finalmente quería tener uno… o
cinco… así que le hice estar debajo.
—Apuesto que peleaba contigo con un palo. ¿Tiene una gran… ya
sabes… salchicha? 185
Le lanzo una mirada molesta.
—Eso es privado.
—¡Vamos! Yo te lo contaría.
Sí, me lo contaría, se lo preguntase o no, y la describiría con gran
detalle.
—No es mi problema.
—Es problema tuyo porque estás atrapada conmigo, y sabes que no me
callaré hasta que me lo digas.
—Ni que lo digas.
Ignora mi sarcasmo y se zambulle en las especificaciones.
—Así que no tiene una gran salchicha. ¿Es pequeña? ¿Así de grande?
—Separa los dedos unos centímetros.
Pongo los ojos en blanco. No vamos a tener esta conversación.
—¿Así que es pequeña? Caray. —Se está burlando de mí, lo sé. Pero su
persistencia me está volviendo loca—. Pobrecita, follando una cosa tan
chiquitina.
—Cállate. No es así de pequeña.
—Así que admites que es pequeña.
No caigas en su trampa. No caigas en su trampa.
—No dije que fuese pequeña. Deja de decir eso.
De acuerdo, en parte estoy entrando en su trampa. Es una bonita
trampa, con lazos, campanas y purpurina.
—¿Cuán grande es? Solo señala un objeto en la habitación que se le
parezca. —Hannah alza el control remoto de la televisión—. ¿Así de grande?
Oh Dios mío.
—No. —Le doy un golpe con la mano—. Quítame eso del rostro.
Toma una botella de agua de la mesa de café.
—¿Así de grande?
—Asqueroso.
—¿La puso en tu rostro?
Sí, lo hizo, y me encantó. 186
—Eres una maldita zorra pervertida. —Mi amiga se ríe como una idiota.
Como un chico de doce años que acaba de ver una teta por primera vez en
su vida—. ¿Estuvo en tu boca?
Como no sé qué responder, me río.
—Mierda. Le diste una mamada.
—No le di una mamada. —No puedo dejar de ponerle los ojos en blanco
a Hannah—. Pero no tienes que hacerlo sonar como si nunca hubiese hecho
una mamada. —Sueno engreída, como si supiese de qué estoy hablando. Lo
que no es así, y lo sabe.
—Esa única vez no cuenta; estaba borracho y se corrió en menos de
dos minutos. Fue la mamada más fácil conocida por el hombre. Eso no
necesita habilidad. Simplemente te pusiste la polla en la boca, chupaste y
bum… se corrió en ti.
Cierto.
—Ni siquiera te dolió la mandíbula al día siguiente —me recuerda
amablemente, sonriendo—. Eso no es una mamada.
Alcanzo mi barbilla, frotándome la mandíbula con el pulgar e índice
mientras muevo la boca adelante y atrás, apretando los dientes.
—Así que tuviste sexo anoche. Esto es sorprendente. Estoy orgullosa
de ti, compañera.
Lo que sea.
—De vuelta a su polla. —Hannah es persistente, le concederé eso, y
una maestra llevando la conversación donde quiere. Se reclina en el sofá,
abrazándose las rodillas—. ¿Dirías que encajaba perfectamente en tu garaje
o había espacio plenamente para otro auto? Ya sabes… ¿espacio para dos?
—Definitivamente no había espacio para dos.
—Bien. No mandaste el auto atrás en el garaje, ¿no? —Menea las cejas
maliciosamente.
—¿Estás hablando de anal? ¿O hacerlo al estilo perrito?
—Cualquiera. Aceptaré lo que pueda conseguir.
Me quedo boquiabierta.
—¿Por qué estás hablando así?
—Compláceme… no he tenido una cita en semanas. Mi desierto inferior
está seco como el Sáhara.
—Lo dudo de algún modo. Te masturbas diariamente. 187
La escucho a ella —y a su vibrador—, casi cada mañana y cada noche.
A veces durante el día si estamos en casa al mismo tiempo entre clases.
—No es lo mismo y lo sabes malditamente bien. Un vibrador no puede
reemplazar una polla de verdad y pelotas. —Se estira en el sofá, entrando
en mi espacio y poniendo las piernas en mi regazo—. En realidad, puedo
vivir sin ver las pelotas de un tipo. Son tan feas. —Hannah se estremece
melodramáticamente—. La peor parte de la fotografía de una polla.
No lo sabría.
—Pero —sigue adelante con autoridad—, no puedo vivir sin la P, y eso
es a lo que están atadas. Desafortunadamente.
—Un tipo puede tener sexo sin sus testículos, Hannah… ¿no tienes
biología?
—¿Podemos dejar de hablar de pelotas? Asqueroso. Detente.
—Oh, ¿ese es el tema que te hace sentir incómoda? ¿Pelotas? —Es
increíble.
—Sí. Sigamos adelante, cuéntame más sobre el sexo con el excitante
luchador.
—¿Crees que Abe es excitante?
—Uh, sí… duh. No puedo creer que todavía esté en el mercado con esos
ojos y esos hombros. Grrr. —Ve la expresión en blanco de mi rostro y se
detiene—. Lo siento.
—¿Sabes qué deberías hacer, Hannah?
—No, pero apuesto que vas a decírmelo.
—Usa algunos de tus consejos. Baja la maldita aplicación LoveU y
encuentra a alguien que… —Busco la metáfora—. Te llene el tanque.
Curva los labios.
—¿En serio, Skylar? ¿Mi tanque? Podría haberlo hecho sin la imagen
visual.
Pfff.
—Esta es una conversación de la que podría haber pasado, pero no me
dejaste elección.
—Oh, Dios, me conoces muy bien. Iba a saltar sobre ti en el momento
que pasases por la puerta, así que no te hagas la sorprendida. Eres mi mejor
amiga… es mi trabajo. —Hannah extiende los brazos ampliamente—. No veo 188
a Jessica o Bethany haciendo fila para escuchar los detalles más crudos.
Aparto sus piernas y me levanto.
—Gracias a Dios por eso. No pueden mantener un secreto.
—¡No te alejes de mí, jovencita! No hemos terminado. ¡Ven a llenar mi
tanque! ¡Con historias! Ven a llenar mi tanque de amor con historias. Por
favooooor….
Me rio todo el camino hasta la cocina, dejando mi cuenco en la
encimera junto al fregadero.
—Tranquilízate. ¿Quieres que Nathan y Misty llamen a la oficina por
nosotras? —De nuevo—. Uno de estos días, tus gritos van a hacer que nos
desalojen.
—Podemos vivir con JB y Abe, ese tipo está loco por mí.
—¿JB?
—Uh, claro.
Puedo ver que Hannah parece más su tipo: Llamativa, extrovertida, con
cabello rubio claro y fuego en la lengua y en sus ojos marrones. Es hermosa,
vivaz y sexy.
Y está desesperada.
—¿Por qué no ligas con él para que te llene el tanque?
—No necesito o quiero una cosa de una noche de un tipo al azar, ¿de
acuerdo? Mi ego no podría soportarlo. Quiero follar con alguien que al menos
vaya a llamarme al día siguiente así puedo bloquear su número.
Vuelvo al sofá, sentándome con las piernas cruzadas en la esquina.
—Aquí un pensamiento; tal vez deberías intentar llegar a conocer a
alguien primero.
—Detente. —Alzó la palma, interrumpiendo mi discurso—. Ahora
suenas como yo. Además, sabes que no estoy buscando un novio.
—Sé que no estás buscando, ¿pero y si encuentras uno?
—No estoy en ello. —Su tono es desdeñoso y ahora me está ignorando
activamente. O fingiendo hacerlo—. Ya no te escucho —canturrea,
centrándose en una revista.
—Polla gigante.
La revista es lanzada a la alfombra mientras Hannah salta del sofá. 189
—¡Lo sabía! ¡Sabía que tenía una polla gigante!
—Todo lo que dije fue polla gigante. Tienes que controlar tus cuerdas
vocales.
Me estoy riendo, ella también se está riendo, somos tan ruidosas que
sin duda estaremos recibiendo una llamada del administrador de la
propiedad para darnos otra advertencia por el ruido. Simplemente no
podemos contenernos.
Hannah es hilarante.
—Si no lo supiese mejor —digo después que pueda respirar de nuevo—
, pensaría que todo lo que estás haciendo es intentar usar diferentes
palabras para polla en una noche.
—Tengo una lista. Me viene muy bien ahora mismo, debo decir.
—¿Por qué demonios tienes una lista de sinónimos para polla?
Se atusa el cabello.
—Voy a escribir una novela romántica uno de estos días. Está en mi
lista de cosas por hacer antes de morir. Y no puedes llamarle espada de
hombre o mástil. Eso es asqueroso, los lectores lo odiarían.
Estoy sin palabras.
—Uhh…
—También tengo otras listas. Como para sexo, y tus asuntos inferiores
femeninos. Y una gran lista de malas palabras. —Hannah suspira, alegre—
. Me encanta internet. ¿Sabes que hay videos online de listas de
profanidades? Puedes pasar horas haciendo eso.
—¿Y has pasado horas haciendo eso?
—Solo una vez, cuando estaba lloviendo. —Lloviendo. Como si fuese
una razón válida para malgastar todo un día mirando videos de YouTube—
. De cualquier modo, tengo una carpeta llena de palabras. Puedes tomarla
en cualquier momento.
Nos hemos salido tanto del tema que la cabeza me está dando vueltas.
—Me voy a la cama.
—Bien. Pero no voy a dejarte en paz, más tarde vamos a terminar esta
conversación.
Mi espalda golpea la puerta de mi habitación y me reclino contra ella, 190
reteniendo una sonrisa. Hannah puede ser molesta, franca e inapropiada;
pero también es la mejor amiga que nadie pueda pedir. Así que cuando
vuelva a sacar el tema de Abe, le daré todos los detalles sucios que quiera.
Pero por ahora, son míos.
Todos míos.

Abe: Pensando en ti. ¿Qué haces?


Yo: Acabo de meterme en cama. Hannah y yo estuvimos
hablando.
Abe: ¿Sobre nosotros? Jaja.
Yo: Sí, la verdad.
Abe: ¿Así que lo sabe?
Yo: Sí, lo sabe. Aunque no dirá nada a nadie. Confío en
ella. ¿Qué hay de JB?
Abe: No, no vino a casa esta mañana hasta que tuvimos que
irnos para el entrenamiento.
Yo: ¡¿Pasó la noche en la casa de al lado?! Caray. Rachel
realmente salió adelante. Me pregunto qué favor te pedirá.
Abe: Ni siquiera quiero pensar en ello. Ustedes, chicas,
me asustan.
Yo: ¿Te doy miedo?
Abe: Uh, sí… eres un poco sucia y mala en la cama.
Yo: ¡¿MALA?! ¿Cómo soy mala?
Abe: ¿No dejando que me viniese?
Abe: Correrme, me refiero.
Yo: No necesitas ser correcto gramáticamente; sabía a qué
te referías.
Yo: Y siento haberte hecho esperar, pero sentía que como
había pasado tanto tiempo desde que había tenido un orgasmo,
me lo merecía. JAJA. Sé que suena horrible.
Abe: También ha pasado un tiempo para mí.
Yo: ¿Y JB no tiene ni idea?
Abe: No. 191
Yo: Bueno… va a haber un momento donde lo averigüe.
¿Entonces qué?
Abe: Ni idea, pensaré en algo.
Yo: ¿Puedes hacerlo pronto? Si tengo que salir el resto de
mi vida subiendo y bajando por la ventana de tu habitación,
estoy fuera. Es divertido el primer par de veces, pero la
novedad desaparecerá, confía en mí.
Abe: Lo sé, se lo diré.
Yo: ¿Deberíamos hacerlo juntos?
Abe: No. Estaba pensando que, ¿debería esperar hasta que
empiece a ver a alguien? Tal vez entonces no le importará.
Yo: No veo por qué le importa AHORA. No le gusto.
Abe: Es una cosa de hombres. Se volvería celoso.
Territorial. Como si ya te mease encima.
Yo: Eso es muy estúpido.
Abe: **encogimiento de hombros**.
Yo: ¿Qué tienes planeado esta semana?
Abe: Tengo un combate mañana.
Yo: ¿Dónde?
Abe: Aquí.
Abe: ¿Hola?
Abe: ¿Estás ahí?
Yo: Estoy aquí. Estoy esperando que me invites.
Abe: ¿De verdad? ¿Querrías venir?
Yo: ¿Qué clase de pregunta es esa?
Abe: Caray. Vaya, eso es increíble. Es el sábado.
Yo: ¿Cuándo empieza?
Abe: A las once.
Yo: Te veré allí.
Abe: Va a haber un montón de gente porque vamos a luchar
contra Penn State. Es algo importante.
Yo: ¿Me estás diciendo que llegue allí temprano, o me estás
diciendo que no vas a verme? 192
Abe: Ambas.
Abe: Pero te encontraré.
Abe: Hay una sección de estudiantes, pero siéntate en el
lado norte cuando entres, con los padres. Será más fácil verte.
Yo: Uh… ¿qué parte es el lado norte? Ayuda a una chica con
las direcciones.
Abe: Cuando entres por las puertas principales, ve a la
derecha, rodea todo el camino y ve a la entrada norte. Hay una
señal enorme sobre esas puertas.
Yo: Lo tengo. ¿Tus padres estarán allí?
Abe: No, te salvas.
Yo: Gracias a Dios, solo hemos tenido una cita.
Abe: Todavía te los presentaría si fuesen a venir.
Yo: ¿Como qué?
Abe: ¿Como mi novia?
Yo: **sonrojo**.
Abe: ¿Bien?
Yo: Sí.

193
14

No me importa si revisa mi teléfono móvil. Si quiere arruinar su día, es


decisión suya.

ABE
Tenía razón cuando le dije a Skylar que el estadio estaría abarrotado.
Penn State siempre atrae a un montón de gente cada año, pero esto es una
locura. Es ruidoso y caótico mientras los fans encuentran sus asientos, la
sección de estudiantes llena y la de padres llenándose rápido.
194
Me levanto durante el calentamiento, pasando la mirada por esa parte
del auditorio en busca del familiar cabello de Skylar y su lindo trasero.
—¿Qué demonios estás haciendo?
—Nada.
—No me mientas, idiota. ¿Necesitas otra charla motivacional? ¿Es
sobre esa chica de nuevo? —Zeke Daniels se pone frente a mí,
completamente en mi espacio personal, apretando los labios—. Ya pasamos
por esto… ¿no seguiste las directrices?
—Sí, seguí las directrices. —Sin detallar, me agacho para volver a
atarme los zapatos, así no estoy obligado a devolverle la mirada.
Golpea la zapatilla.
—¿Y?
—Y funcionó, justo como dijo Violet.
—Así que yo tenía razón.
Jesús.
—Violet la tenía.
—Pero también yo.
—Lo que sea —mascullo—. Bien, sí, tenías razón.
—¿Y?
—¿Y… qué?
—¿Por qué estás mirando hacia la multitud?
Me quedo callado, trabajando en el lazo de mi otro zapato.
—Ohhh. Lo entiendo —canturrea Daniels—. Va a venir hoy, ¿no es así?
—No contesto, así que sigue hablando—. ¿Estás listo para vomitar? ¿Te está
poniendo nervioso?
—¿Te callarías?
—No puedo. Básicamente ahora soy tu celestina.
—No lo eres.
—Sí, lo soy. Sin mí, ella no habría vuelto a salir contigo de nuevo.
Probablemente eso es cierto, pero me está molestando y nunca se lo
admitiré. Solo quiero que se vaya y me deje en paz, así puedo calentar y
buscar a Skylar.
—¿El baboso lo sabe ya? 195
—¿Quién?
—Jack —farfulla Zeke con impaciencia—. JB, como demonios le
llamen. Bartlett. ¿Sabe que te estás follando a su novia de Internet?
—No.
—Bueno, ahora tienes otro montón de problemas, ¿no es así? —Se ve
engreído y arrogante, y extrañamente encantado por este nuevo desarrollo
en la saga—. Necesitas mi ayuda.
No es una pregunta, sino que parece demasiado esperanzado para mi
gusto.
—¡No! —Niego vigorosamente, el combate que tengo frente a mí olvidado
por nosotros—. No. Joder, no. De ningún modo.
Zeke se examina las uñas.
—Falso. Creo que necesitas mi ayuda.
—¿Podemos no hacer esto ahora? —Estoy peor de lo que estaba hacía
cinco minutos, preparándome para enfrentar nuestro mayor rival en la
conferencia—. Esto no está ayudando.
—Tienes la cabeza demasiado metida en el trasero, de todos modos. Fui
enviado para sacártela, por cierto. Ahora que sabemos que todavía estás
teniendo problemas de chicas, arreglémoslos juntos, me apunto.
—No vamos a hacer esto juntos.
Su boca dice “Ehhh”, pero su cuerpo dice “Oh, pero lo estamos”.
Necesita dejar de hacerme esto, me está dando ansiedad.
Levanto la mirada a las gradas, como si quisiese la suerte, en ese mismo
momento encuentro a Skylar pasando entra la cuarta o quinta fila, esa
descarada compañera de piso suya detrás. Golpeando a Skylar en el trasero,
luego riéndose. Sacudiendo un gran recipiente rojo y blanco de palomitas,
luego agachándose cuando las tira.
Jesús.
Lo observo todo desde donde estoy. Skylar lleva el cabello suelto,
flotando alrededor de sus hombros. Una camiseta negra con el logo amarillo
de la universidad. Vaquero. Lentes de sol colocadas sobre la cabeza. Bolso
negro colgando del hombro, su cadera dorada brillando bajo las fuertes
luces. 196
Desafortunadamente, Zeke me nota mirándola y se coloca detrás de mí.
—Estás en una mierda tan profunda.
Lo miro con el ceño fruncido lo más amenazadoramente que puedo,
imitando las miradas que le he visto lanzar más veces de las que puedo
contar con dos manos.
Se ríe —malditamente se ríe—, echando la cabeza hacia atrás, la
manzana de Adán moviéndose.
—Oh, pobre cachorrito. Deberías verte el rostro ahora mismo, es único.
¿Cuál es ella?
—No voy a decirte cuál es.
—Solo señálala, no haré una escena.
—No.
—¿De qué color es su camiseta?
Idiota.
—Amarilla y negra. —Justo como otras mil personas en el estadio, la
mayoría está vistiendo los colores de la universidad, azul de Penn State o
negro y dorado para Iowa.
Observa la multitud, sus ojos negros obsidiana escaneando el público.
Entonces:
—¿La que tiene cabello castaño largo? ¿Con una chica rubia a su lado?
Joooooder… ¿Es una especie de Houdini?
—Tengo razón, ¿no es así? Tiene cabello castaño y está en la sección
de padres, justo donde llevaría a mi nueva novia, y su compañera es un
desastre sexy, ¿tengo razón?
—Cállate.
Sigue parloteando:
—¡Oh! ¡Nos ven! —Zeke levanta el brazo para saludar—. Qué bonito, la
rubita está señalando hacia aquí y tu novia sigue golpeándola en la mano
como me estás haciendo tú a mí. —Agarra mi brazo flojo por la muñeca,
creando un saludo extraño—. Saluda y di hola, idiota.
—¡Baja la maldita mano!
—Relájate, hermano. —Nunca lo he visto tan jovial, y me está enojando
seriamente—. ¡Dios, esto es hilarante! —Hace un sonido Blaaahhhh, y 197
quiero golpearle desesperadamente en las pelotas para terminar con esto.
Lo juro por Dios…
Zeke comienza a alejarse. Se detiene. Gira, dándose la vuelta.
Chasquea los dedos recordando algo.
—Oh, para que conste; tu polla se ve súper pequeña en esa malla.
¿Alguien te lo ha dicho alguna vez?
Qué.
Maldito.
Imbécil.

SKYLAR
—¿No puedes simplemente caminar en línea recta como los demás?
¿Tienes que hablar con todo el mundo de camino a nuestros asientos?
—Sí, debo. Ese de ahí era mi viejo profesor de química, habría sido
maleducado no decírselo.
Hannah se acerca demasiado y me golpea en la espalda —de nuevo—,
con el cubo de palomitas que insistió en comprar.
—No tenía ni idea de quién eras.
—¿El profesor Lewis? ¿Estás de broma? ¡Estaba emocionado de verme!
—Ese era el profesor Langley. Es profesor de inglés.
—¿Lo era?
—Sí.
—¡Bueno, entiendo por qué parecía tan confundido! —Se ríe, chocando
conmigo.
Tan pronto digo “Si no tienes cuidado vas a tirar eso”, tira la mitad de
las palomitas, haciendo un gran desastre antes de que incluso nos
sentemos.
—¿Podemos sentarnos, por favor? —Me dejo caer, palmeando el asiento
a mi lado.
—Sí, sí, sí. Voy —masculla, como si fuese yo la causante del desastre.
Se asienta. Come. Mira al suelo, donde hay colocadas colchonetas azules y
los entrenadores y el equipo se entretienen con carpetas, las cabezas 198
agachadas y expresiones serias—. Tu novio secreto seguro se ve enfadado.
¿Quién es ese tipo con el que está discutiendo?
—No tengo ni idea. —Pero Abe seguro que se ve enfadado por algo.
—Parece un imbécil gigante.
—¿Quién?
—El tipo de cabello moreno. Duh.
Puf. Por un segundo, pensé que se refería a Abe y estaba a punto de
ponerme a la defensiva.
—Estoy segura que lo es… parece un imbécil gigante.
—Caray, Abe se está volviendo un poco animado —está diciendo
Hannah entre bocado y bocado de palomitas. Se las está metiendo en la
boca con una mano como un mal meme—. ¡Oh mira, está saludando!
Antes de que pueda reaccionas —o sujetarla por la parte trasera de su
camiseta—, Hannah salta de su asiento, sacudiendo el brazo en el aire,
saludando al piso de lucha.
Al imbécil con pinta de enojado, y a Abe, que parece que quiere
golpearle.
Bajo la mano de Hannah con un golpe.
—¡Podrías sentarte! Oh Dios mío, siéntate.
—Grrr —gruñe como un puma fiero, un sonido que sabe que odio—.
Eres una amargada.
—Simplemente no necesito que sacudas los brazos por todo el lugar, la
gente está intentando ver.
—Literalmente no está pasando nada. ¿Por qué estamos aquí tan
temprano?
—Abe dijo que llegase aquí temprano, esa es la razón.
—Oh, Abe dijo, Aaaabe dijo —se burla, masticando palomitas—
.Blablabla, soy Skylar. Ahora tengo novio.
Es la peor.
Pero.
A pesar de todo, me pavoneo, las palabras haciéndome sentir cálida y
enamorada por dentro.
—Cállate, no sueno así.
199
—Blablabla, soy Skylar y me estoy acostando con alguien.
—Fue una vez. —Lo hicimos una vez y todavía estoy dolorida entre las
piernas; he tenido que salir de la cama e ir caminando como un pato al baño
las últimas noches—. Y todavía no puedo caminar bien.
—Esa es la señal de una buena follada.
—No, esa es la señal de una chica que no ha sido follada en una
eternidad.
—Esas primeras veces difícilmente cuentan. Ninguno sabía qué
estaban haciendo.
Hannah piensa que es muy sabia.
—Eso es lo mismo que dijiste sobre las mamadas.
Levanta un dedo al techo para remarcar su punto.
—Cierto también.
—Lo que sea.
—No hagas pucheros. Estás obteniendo la P, lo que es más de lo que
puedo decir de mí.
—¿Ahora quién está haciendo pucheros?
Mi mejor amiga me ignora, ladeando la cabeza y mirando la pista.
—¿No crees que Abe parece enojado?
Es duro decirlo desde aquí, pero una vez el tipo grande se aleja, Abe
comienza a caminar de un lado a otro a lo largo del borde de las colchonetas
de lucha, las manos tras su cabeza.
Luego comienzan las sentadillas, sus gruesos músculos flexionándose,
grueso y duro y grueso… todas palabras que describen su polla y mi vagina,
y mi querido Dios, tengo sexo en la mente.
Me muevo en el asiento incómodamente.
—¿Cuál es el problema, pequeña mamá? ¿La visión de tu hombre en
spandex te excita y molesta?
—Cállate.
—Mira a JB por allí, pavoneándose en su malla. Mierda, desearía tener
binoculares, así podría comprobar su paquete. —Entrecierra la mirada en
su dirección—. Es difícil verlo desde aquí, espero que lo pongan en la
pantalla gigante. 200
—No van a poner su polla en pantalla grande.
—Pueden.
—No lo harán.
Me da un codazo.
—Eres quien me hizo venir, ¿puedes ser optimista al menos? Deja de
ser aguafiestas y deja que me divierta un poco.
Lo estoy intentando.
—Lo siento, estoy muy nerviosa.
—¿Por qué? No es como si fuese a venir hasta a ti en las gradas. Dudo
que vayas a tener oportunidad incluso de hablar con él después de todo.
Hay cientos de personas aquí.
Más de cientos.
—Aunque me sorprende que te hubiese visto —admite Hannah a través
del ridículo montón de palomitas en su boca—. Debe haber estado
esforzándose en buscar.
—También estoy sorprendida, pero me indicó dónde sentarme, así que
en cierto modo sabía dónde buscar.
—Cierto. Debe tener un ojo de lince, porque, ¿cuáles son las
probabilidades de que realmente te viese? Todo el mundo se ve igual, excepto
esos imbéciles de azul.
Los jugadores —quiero decir, luchadores—, todos quitándose su ropa
de calentamiento, un asistente acercándose para recoger los pantalones y
chaquetas descartados mientras los chicos continúan estirándose en el
lugar cuando las luces del estadio se atenúan. Sobre nosotros, la pantalla
grande se enciende, el estadio llenándose de música alta y la voz del
anunciante estalla a través de los altavoces. Videos de luchas previas se
reproducen en las enormes pantallas, el luchador con más victorias de cada
equipo pasando uno a uno con sus estadísticas.
Se me paraliza el corazón cuando el retrato del hermoso Abraham Davis
aparece al frente. Nombre. Edad. Año. Peso. Victorias. Pins. No tengo ni idea
qué terminología es porque no he buscado nada en Google sobre este
deporte.
¿Me hace eso una mala novia? ¿Una terrible fan de deportes sin espíritu
universitario?
¿O solo vaga?
201
De cualquier modo, juro hacer un poco de búsqueda en algún punto,
así no sueno completamente ingenua si Abe saca el tema. O hace preguntas,
porque cuán embarazoso sería si lo hiciese y yo no tuviese idea qué es un
Macho Man Randy Salvaje o quién canta “Lets get ready to rumble”.
Espera. ¿Siquiera eso es alguna clase de lucha?
Hannah me golpea con el brazo libre.
—Esto es emocionante. Ahora desearía haber follado a JB, es sexy.
—Es por las luces bajas. Lo hacen parecer menos imbécil.
—Sí, probablemente tengas razón. —Me da una mirada ladeada
ofreciéndome su cubo de palomitas—. ¿Quieres?
—No, gracias.
—¿Segura? No comiste antes de que nos fuésemos.
¿Ahora mantiene un control sobre mí?
—Me ahogaría y moriría.
Hannah pone los ojos en blanco.
—No he estado en ningún evento deportivo en mucho tiempo, me siento
como un fallo. Mira. —Señala—. Solo mira a esas zorras de ahí, esperando
acostarse con alguno de los chicos más tarde.
—Creo que las llaman buscadoras de deportistas.
—Buscadoras de camisetas —añade a sabiendas—. Sí. Queriendo el
título señora8.
—No creo que esos tipos lleguen a profesionales. No es como el fútbol,
quiero decir, ¿qué hay después de esto?
—Las Olimpiadas —afirma Hannah con autoridad, y me pregunto cómo
demonios sabe todo esto.
Suena la música. Las luces se iluminan. Poco a poco, las luces vuelven
a encenderse, un foco en el centro de la esterilla, señalando el primer
combate del día.
No es Abe. No es JB. Es algún chico llamado Bryan Vanderwahl y
apenas observo mientras se sacude como un pez fuera del agua, jadeando
por agua y perdiendo la pelea. Pobre chico, y enfrente también de toda esta
gente.
—Ninguna chica va a querer follar a ese más tarde —anuncia Hannah,
lo suficientemente alto para que cualquiera la escuche.
—¿Te callarías? ¿Y si alguna señora por aquí es su madre? 202
Se lleva la mano a la boca.
—Mierda, lo siento.
Otro tipo.
Luego otro, y otro, y otro hasta…
Abe.
Alto, fuerte, hermoso Abe.
No puedo mirar. ¿Y si pierde? Me moriré. ¿Y si es la clase de atleta que
está inconsolable tras una derrota? ¿Y si está enfadado y quiere que le dejen
solo? ¿Los chicos lloran cuando no ganan?
¿Qué diré?
—Destápate los ojos, gallina. Te lo estás perdiendo. —Hannah aparta
el brazo que estoy usando como escudo para bloquear la pelea ahora en

8 Se refiere a mujeres que solo van a universidad con el único objetivo de buscar un

marido prestigioso que luego se encargue de ellas.


proceso en las colchonetas y vuelve a ponerme la mano en el regazo—. Eres
la peor novia de todos los tiempos.
Pero Abe no está perdiendo.
Tiene… al chico de Penn State atrapado entre sus brazos, apunto de
tumbarlo de espaldas, y el público se está volviendo loco, tan ruidoso que
desearía que simplemente se callasen, así puedo concentrarme más, porque
caray.
—Podría alzarme completamente si quisiese —murmuro sin
respiración, hipnotizada.
Un asentimiento afirmativo de mi compañera de piso.
—Malditamente correcto que podría.
—Como, podría alzarme sobre su cabeza. Como si no pesase nada.
—No estás en el circo, cálmate con las acrobacias, Gran Artista.
Irritada, le doy un codazo.
—Lo que sea. Voy a pedirle que me alce sobre su cabeza. Tengo que
saber cómo es.
—Blablabla, soy Skylar y mi novio es más fuerte que Hércules.

203
ABE
Gano mi combate, gracias a Dios, porque Skylar está mirando y me
sentiría como un idiota si perdiese. En total, nuestro equipo ganó, aunque
a duras penas y por los pelos.
Se sintió bien.
Me siento bien.
Me entretengo en las colchonetas una vez el enfrentamiento ha
terminado oficialmente, burlándome de un par te tipo de Penn, un ojo en
las gradas y en el cuerpo de Skylar vestido con la camiseta. Quiero atraparla
antes que se vaya, pero no parece que vaya a quedarse atrás, por mucho
que parezca que Hannah está intentando que suceda.
El par se levanta, esperando pacientemente mientras los padres y fans
hacen fila para irse, dirigiéndose a las escaleras llevando a la entrada del
estadio.
Casualmente, miro sobre el hombro, contando los miembros de mi
equipo que también están rezagados y dando una alabanza al gran hombre
de arriba de que JB haya ido al vestuario.
Peleo conmigo mismo, ¿espero hasta que pueda enviarle un mensaje de
texto a Skylar o me acerco y la saludo en persona?
—No seas tan marica —grita una voz detrás de mí.
No me giraré y reconoceré la presencia de Zeke Daniels.
—La costa está despejada. Acércate allí antes de que se me marchiten
las pelotas, lo que sucede cada vez que te veo fantasear con una mujer.
No me giraré y reconoceré la presencia de Zeke Daniels.
—Si no te acercas allí, lo haré yo.
Esta vez me giro, porque está siendo ruidoso y proyectando la voz y:
—¿Te callarías ya? ¡Voy a ir!
Jodidamente odio a este tipo
Aún.
Mis pies me llevan adelante, las manos aferradas al borde de mi
chaqueta deportiva negra y amarilla, poniendo una sonrisa en mi rostro
cuando todo lo que quiero hacer es vomitar en mis zapatos negros.
204
A quince metros de Skylar, demasiado lejos para que me escuche
cuando grito su nombre.
Diez metros y lo intento de nuevo.
Seis.
Tres.
Es Hannah quien me escucha, dándole un empujón a su mejor amiga
haciendo que tropiece en el proceso. Skylar se gira, agitación atada a su
expresión hasta que Hannah señala abajo.
Skylar sigue su dedo.
Hacia mí.
Alzo una mano como saludo. Hola.
—Espera un segundo. —Vocaliza mientras espera en el enjambre de
gente frente a ella, esperando hasta que pueda usar las escaleras para ir en
contra de la multitud, hacia mí.
Me encuentro con ella contra el frío metal de la barandilla, apoyando
las manos en la barra, inclinándome para besarla en la boca.
—Sabes salado.
—Es el sudor, lo siento.
—No me importa. —Se sonroja—. Me gusta, es sexy.
Mi sudor es sexy.
—¿Qué piensas?
—Abe, eres increíble. —Está sin aliento, el pecho moviéndose como si
hubiese sido ella la que tumbase a Blake Cartwrigth durante tres segundos.
No parece mucho, pero cuando el tipo pesa noventa kilos, el quince por
ciento grasa, y luchando fuertemente para salirse del agarre, es un gran
logro.
—¿Eso crees?
—Sí. Nunca he visto una partida de lucha libre en persona.
Podría besar su rostro.
—Se llama combate de lucha libre. —Pero la perdono.
—Dios, lo sabía… solo estoy nerviosa, lo siento.
Por costumbre, lanzo una mirada sobre el hombro hacia las
205
colchonetas y el número disminuyendo. Si no voy pronto al vestuario,
alguien va a notarlo.
—JB va a ir a una fiesta esta noche… ¿quieres venir?
—¿A una fiesta con las chicas de al lado?
—No, es una en una fraternidad. Su primo o algo es un Lambda.
—¿Qué tienes en mente?
—¿Podríamos quedar y ver una película? O salir… pero imaginé que
como tendría la casa para mí, ¿querrías venir?
—Me encantaría eso.
Me acerco lo suficiente para besarla de nuevo.
—Voy a ducharme y luego estaré en casa en una hora. Tenemos
reuniones y mierdas después, luego puedo irme.
—¿Voy a arrastrarme a través de la ventana?
Me río.
—Usa la puerta de entrada.
—¿Estás seguro? Fue un poco divertido, ¿sabes?
—No voy a hacer que subas por la ventana, Skylar.
Entrecierra un ojo hacia mí.
—¿No es un poco temprano para una fiesta de fraternidad? ¿No
empiezan normalmente a las diez?
—Sí, pero es su primo y es su fiesta como se llame anual, así que
necesitarán ponerse manos a la obra temprano, creo que JB quería unirse,
pero sus grados apestan y no le darían una oferta. De vez en cuando le gusta
ir y fingir que es un hermano.
—Eso es un poco agradable por su parte.
—Quiero decir, va a estar allí para emborracharse y acostarse con
alguien, así que no es como si estuviese allí por caridad.
Mi novia se ríe.
Novia.
Repaso la palabra en mi mente, encantado de cómo suena.
Ahora es ella quien me besa. Dándome un beso en la punta de la nariz
antes de despedirme.
—De acuerdo. Te veré en la puerta de entrada en una hora.
206
15

Él: ¿Cómo es posible que éstes soltera?


Yo: *Estés.

SKYLAR
—¿Por qué estoy tan nerviosa? —Me tiro de la manga, odiando la forma
en que se ve esta blusa en mi cuerpo. Es de color rosa, con movimiento y
totalmente inapropiada para un sábado por la noche en la casa de un chico,
pasando el rato en su habitación. 207
La casa de mi novio.
Hannah me da una camisa diferente.
—Porque sabes que te están follando.
—¿Debes decirlo así?
—Digo la verdad.
Por mucho que protesto, tiene cien por ciento razón. Froto mis muslos
juntos, probando su sensibilidad.
No es horrible. No es bueno.
Siento que hice un millón de sentadillas y abductores de muslos en el
gimnasio y olvidé enfriarme y estirarme después. Un poco tierno, un poco
dolorido.
Definitivamente palpitante.
Discuto la sabiduría de tener sexo esta noche mientras cambio de
blusas, arrojo la blusa rosa a mi cama y me pongo la camiseta blanca que
Hannah ha elegido. Es básica, excepto por las mangas, que son bastante
geniales, como cintas en los hombros, que se entrecruzan en todas
direcciones.
Meto la camiseta en mis vaqueros, me pongo unas sandalias y dejo caer
mis manos a los costados.
—¿Cómo me veo?
—Genial, en realidad. Muy linda.
Mmm. Una cosa sospechosamente dulce para que ella diga. Alzo las
cejas. ¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tiene?
—Te cogería.
Ahí está.

Es extraño acercarse a la puerta de Abe.


Me inquieto, tirando del dobladillo de mi chaqueta, lanzando miradas
al patio lateral y a la casa de al lado, el paranoico JB vendrá caminando por
la esquina en cualquier momento. Busco en mi cerebro una excusa.
—¿Te gustaría comprar algunas galletas de las chicas exploradoras? —
Me río para mí misma, diciendo las palabras en voz alta, sonando como una 208
tonta—. Estaba pasando y recordé que vivías aquí, y tengo una pregunta de
microeconomía si tienes un minuto libre. —Me remuevo inquieta—. ¿Te
unes a mi culto? Tengo panfletos en el auto.
Abe me salva de mí misma, abriendo la puerta principal azul antes que
tenga la oportunidad de tocar, luego la pantalla de la puerta, haciéndome
espacio para pasar y agachándose para besarme cuando nuestros cuerpos
se rozan.
Esta podría ser mi parte favorita de ser pareja.
El beso de saludo.
Los besos de despedida tampoco son muy malos, pero en realidad solo
hemos tenido uno de esos.
—Hola a ti también. —Paso a su lado y me quito la chaqueta mientras
me paro en la pequeña entrada, que es básicamente un parche de piso de
linóleo manchado rodeado de alfombra en la puerta.
Es evidente que no hay mujeres viviendo aquí. Es ordenado, pero
aburrido y marrón, decorado con elegancia de segunda mano. Sin ofender a
Abe o su compañero de cuarto, pero toda la sala de estar es un poco
deprimente. Sofá marrón. Una silla, un sillón reclinable. La televisión y
algunos equipos de juego.
Eso es todo.
Sin fotos, sin reloj, sin almohadas ni mantas.
No es que sea necesariamente algo malo; es diferente de lo que Hannah
y yo estamos haciendo en nuestra casa. Alfombras de área. Arte enmarcado.
Fotos de nosotras en cada pared. Plantas. Paredes empapeladas en la
cocina.
Cada rincón de nuestro apartamento está adornado. Nos mudamos tres
semanas antes que comience el semestre todos los años, solo para decorar.
¿Y las vacaciones? Ridículo.
El apartamento de Abe definitivamente necesita algunos toques, y yo
soy la chica para hacerlo.
Tal vez solo su habitación una vez que nos conozcamos mejor y no lo
considere entrometerse. Escúchame, ya queriendo hacer que su habitación
sea acogedora sin preguntarle, mi madre se horrorizaría.
—¿Tienes hambre? —Quiere saber cuando estoy parada en el centro de
su sala de estar, todavía inspeccionando el área.
—No, comí antes de salir. —Sí, comí: Una manzana cortada en un plato 209
con un montón de mantequilla de maní y chispas de chocolate. No es lo que
llamarías una comida bien equilibrada, pero no podría soportar nada más,
los nervios no lo permitirían.
—¿Quieres ver una película?
Echo un vistazo al televisor gigante de pantalla plana anclado a la
pared.
—¿Tienes un televisor en tu habitación? —No noté uno en la oscuridad
la otra noche cuando estábamos tonteando.
—Sí, pero no es tan grande.
—Honestamente, me sentiría más cómoda pasando el rato en tu
habitación esta noche, solo en caso de que JB vuelva a casa. —No es que
quiera esconderme del chico, sino que quiero esconderme del chico.
Si Abe no quiere contarle sobre nosotros, tiene que haber una razón
para ello. ¿Mal genio? ¿Problemas de celos? Prefiero no meterme en el nido
de avispas prematuramente sin un plan bien pensado.
—Podemos pasar el rato en mi habitación. —Al final vamos a terminar
allí de todos modos, le oigo pensar.
—Lidera el camino.
Lo sigo por un pasillo corto, metiendo la cabeza en el baño y dejo que
mis ojos vaguen como si vieran todo por primera vez. Lavabo individual.
Botiquín para espejo. Inodoro con el asiento levantado. Bañera con cortina
de baño básica azul marino. Está corrida y solo hay tres botellas en el inserto
forrado: Una botella gigante de champú, otra de acondicionador y un colosal
gel de baño.
Sin ventana.
La habitación de JB está justo enfrente de la de Abe y su puerta está
entreabierta, así que también le doy un vistazo. Su cama es un simple
colchón con estructura de acero y no está hecha. De hecho, las fundas están
mayormente en el suelo, con la sábana suelta de un lado de la cama,
exponiendo el colchón debajo de ella.
Su ropa está en todas partes, amontonada al azar en el suelo. Tocador
de madera cubierto con botellas de colonia, trofeos, cambio de repuesto,
envoltorios, papeles y un montón de otras cosas no identificables…
Una caja de condones se encuentra en la mesita de noche.
Bien. 210
De hecho…
Toco a Abe en la espalda.
—¿Tal vez deberías tomar uno de esos?
—¿Uno de qué?
No está tan cautivado por la habitación de su compañero de cuarto
como yo.
—Condón.
—¿Quieres robar los condones de mi compañero de cuarto?
—No lo llamaría robo.
—Técnicamente es robar porque no lo estaríamos devolviendo. Y
además, ya me ocupé de eso, ayer corrí a la tienda después de clase.
Dios mío, ¿compró condones? Eso es extrañamente dulce y me alegro
por eso, me alegra que haya hecho el esfuerzo de mantenernos a los dos no
embarazados.
Lo abrazo por detrás.
—Tengo el mejor novio.
Me palmea las manos en la cintura.
—Solo dices eso porque no he hecho nada para molestarte.
Todavía, agrego en silencio con una sonrisa. Todavía no ha hecho nada
para molestarme. No puedo imaginarlo haciendo algo que me moleste,
bueno, aparte del pequeño detalle de que me mintió al principio, pero solo
fui un daño colateral de su relación disfuncional con su compañero de
cuarto.
Ese no es un tema que tocaré pronto.
Me dejo caer en su cama mientras él cierra y pone seguro a la puerta y
luego se une a mí en medio de ella. Me siento con las piernas cruzadas y él
refleja mi pose.
Estamos frente a frente, sonrientes, las únicas dos personas en el
mundo.
—Hola —digo tontamente, sin palabras.
—Hola.
—¿Estás cansado? —Su combate de lucha parecía agotador, una
victoria bien peleada y prolongada. 211
—Realmente no.
—¿Dolorido?
—Todavía no. —Se ríe—. Pero estoy seguro de que lo estaré. Siempre lo
estoy.
—¿Quieres que te frote la espalda? —Lo ofrezco egoístamente; me
muero por poner sus manos sobre su piel desnuda y sus músculos duros.
Su sonrisa es suficiente respuesta.
—Solo un idiota rechazaría un masaje en la espalda.
Abe ya está alcanzando el borde de su sudadera con capucha,
arrastrándola y la camiseta por encima de su torso. Sus abdominales son
sólidos como una roca, flexionándose con el movimiento mientras levanta
los brazos para quitarse la ropa.
Gracias a Dios que no puede ver mi cara, o cómo trago saliva.
—Mmm… soy una masajista novata, así que debes reducir tus
expectativas de este masaje. No será tejido profundo ni nada.
Se inclina hacia adelante, besando mis labios.
—Se va a sentir increíble.
—Probablemente se sentirá más como alas de mariposa —advierto.
—Me encantan las mariposas.
—Eh. Está bien. —Me trueno los nudillos, haciendo una postura—.
¡Aquí voy!
El masaje comienza bien. Estoy junto a él en la cama, arrodillada y
masajeando, mis manos carecen del aceite o loción adecuada para que se
deslicen.
Aun así. Utilizo las herramientas que el buen Señor me dio, mis palmas,
presionando tan profundamente como puedo sin lastimarlo. Presionando
con las puntas de tres dedos como si estuviera amasando una hogaza de
masa, lo cual es tonto.
Y solo lo estoy haciendo porque si no lo hago, terminaré deslizando mis
manos en la cintura elástica de sus pantalones deportivos y tocaría su
hermoso trasero tonificado cuando se supone que debo frotarle la espalda.
—Tal vez deberías sentarte sobre mí.
¿Qué dices ahora?
—¿Sentarme? 212
—Sí, ya sabes, súbete.
—¿A tu espalda?
—Sí. Podría ser más fácil alcanzar mis hombros. —Estira su grueso
cuello para mirarme—. No me lastimarás, apenas pesas nada.
Bien, ahora sé que está mintiendo. Peso mucho y difícilmente es nada.
Pero cierro los labios con fuerza, ya que está claramente delirante y piensa
que soy una flor delicada.
No lo soy, pero lo que sea.
—¿Sabías que el setenta por ciento de todos los masajes conducen al
sexo? —le pregunto, con los dedos deslizándose por la caja torácica de una
manera muy diferente a un masaje.
Tiembla.
—¿Es eso un hecho o simplemente lo inventaste?
—Es un hecho. —Creo—. Siento que lo leí en alguna parte.
—Suena legítimo. —Abe se ríe, su hermoso cuerpo tonificado
temblando suavemente.
—¿Lo hace?
Vuelve a doblar el cuello.
—¿Lo inventaste?
—¡No! —Me río—. Quiero decir, no puedo citar la fuente, pero…
—No me digas que la fuente es Hannah.
Bien, entonces quizás la fuente era Hannah.
—Podría haber sido, no lo sé.
Libero mis manos de su cuerpo cuando se da la vuelta, agarrando las
palmas que estaban justo en su espalda baja y colocándolas en sus
abdominales por mí.
Mis dedos se abren, el pulgar comienza a moverse lentamente sobre su
ombligo.
—Creo que inventaste esa estadística para que pudieras ponerte
juguetona. —Su voz profunda es ronca, ojos intensos.
—No es verdad.
—Pruébalo.
213
—Creo que acabas de demostrarlo todo por tu cuenta. —Mis ojos viajan
lentamente a la tienda en sus pantalones, sobresaliendo la erección de Abe.
Sigue la línea de mi mirada antes de reconectarse con la mía. Frunce
el ceño.
—Creo que tu polla está protestando demasiado fuerte contra tu carga
como prueba. Quiere que la estadística se mantenga como un hecho.
—Él no es mi jefe.
—¿Oh, es un él?
—Quiero decir. Soy un hombre, las pollas no pueden ser mujeres.
—Solo… por favor no me digas que tienes un nombre para eso.
No lo duda.
—Pequeño Abe.
Arrugo mi nariz hacia él.
—¿Seriamente? ¿Es lo más creativo que se te ocurrió?
—No es como si me sentara a pensar en cosas así.
—Buen punto. Porque si lo hicieras, tendríamos problemas más
grandes que el que desea mi atención en este momento.
Deslizo una uña sobre la tela que lo cubre y gime, con la cabeza
apoyada sobre el colchón.
—¿El pequeño Abe quiere jugar? —hablo con su polla, dándole un golpe
a través de sus pantalones—. Lindo y bonito Abey.
—Deja de hablar así. Joder. —La gran cabeza de Abe vuelve a aparecer
de inmediato para que pueda mirarme bien—. Cuando lo dices en voz alta,
suena realmente jodidamente tonto.
—No me digas, Sherlock —bromeo—. ¿Podemos llamarlo “tu polla”
como personas normales y seguir adelante con nuestras vidas?
—Sí. Fuiste quien preguntó si lo nombré.
Pongo los ojos en blanco.
—Deberías haber dicho que no.
—Pusiste una trampa y entré en ella.
—No estaba poniendo una trampa. Fue una pregunta inocente a la que
no pensé que tendrías una respuesta.
—Todavía me engañaste. Eres una ninja mental, y junto con el poder 214
del masaje, no tenía control sobre mi respuesta.
Una cosa tan ridícula y dulce que decir. Lo acaricio de nuevo, amando
el firme músculo deslizándose entre mis dedos. Me encanta el hecho que lo
pongo duro. Amando el hecho de que me desea.
Que él piensa que soy inteligente, divertida y sexy.
Creo que es brillante e inteligente y muy, muy sexy.
Estamos bien emparejados.
—¿Sabes sobre qué más tienen control los pequeños ninjas? —Arrastro
mi palma lentamente a lo largo de su muslo interno, su cálida piel calienta
mi mano.
—¿Qué? —susurra, como si ya no lo supiera.
Subo más allá de sus gruesos muslos, sobre sus caderas delgadas, mis
dedos trabajan hábilmente la cintura de sus pantalones.
—Sobre pequeños, muy pequeños ninjas.
—¿Así que no puedo llamar a mi polla pequeño Abe pero puedes
llamarla pequeño ninja?
—Pequeño mini ninja.
—¿Podemos no insultar mi polla?
Está lejos de ser pequeña… literalmente solo lo suficientemente
manejable como para… hacer lo que estoy a punto de hacer con él.
Lo cual es ponérmela en la boca.
Y chupar.
Y tratar de volar su mente. Es un acto sexual en el que nunca me he
considerado buena, uno que nunca he estado ansiosa por realizar, la única
vez que lo realicé, y, por lo tanto, no he repetido desde entonces.
Intento tirar de su pantalón sobre su erección, intentar ser casual y
sexy al respecto, pero los estúpidos pantalones quedan atrapados en su
polla, enviando un rubor furioso que se desliza por mi pecho, mi cuello y mi
cara.
El segundo intento es exitoso, y los coloco sobre sus caderas en un
instante, maravillada por la fuerza tensa en sus caderas y muslos, que se
flexiona por el contacto de mis dedos.
Le quito los pantalones por completo, Abe no lleva bóxer, calzoncillos 215
ni nada que se parezca remotamente a la ropa interior, y debato mi próximo
movimiento.
Mira en silencio, con los brazos detrás de la cabeza, los dedos
entrelazados. Tiene un asiento de primera fila para la acción, y es un gran
observador.
Desearía que no mirara; esto podría terminar horriblemente.
Su cuerpo es cincelado a la perfección, ridículamente, hecho de piedra,
acero y calor. Abdominales perfectos. Brazos preciosos. Deliciosos muslos.
Hermosas y trabajadoras manos; me maravilla que hayan estado en mi
carne.
Abe gime, cerrando los ojos, gracias a Dios, cuando, finalmente, pongo
mis palmas sobre su piel, arrastrándolas por los músculos de sus piernas.
Interiormente, también gimo, solo de tocarlo. Por anticipación, realmente, la
saliva en mi boca es una indicación de que quiero esto casi tanto como él.
Quizás soy más lujuriosa de lo que me doy crédito.
Hannah se alegrará de escucharlo.
¿Qué haría ella ahora? Es más experta en el juego sexual que yo, y ¿por
qué lo llamo así? ¿Juego sexual? ¿Qué edad tengo, ochenta?
Hannah iría directo a eso, se metería esa polla en la boca y se pondría
a ello. Pero estoy más vacilante, midiendo cuán profundo irá una vez que
esté en mi garganta, no queriendo ahogarme y morir.
Muerte por mamada.
“Sí, oficial, se asfixió tragándose una polla”.
Cuando me río, uno de los ojos de Abe se abre.
—¿Que es tan gracioso?
Mierda. Qué manera de arruinar el estado de ánimo, Skylar.
—Nada.
Sus ojos se cerraron de nuevo. Los labios se separaron, la respiración
se contrajo cuando agarré su erección en mis manos, probando su peso. Di
algunas caricias de práctica hacia arriba y hacia abajo, tentativamente, sin
querer apretar demasiado.
¿Hay tal cosa? ¿A los chicos no les gusta un tirón rígido? ¿Existe tal
cosa como una mala mamada?
Realmente debería comenzar a ver porno para obtener algunos consejos
profesionales. 216
Antes de bajar la cabeza, me quito la blusa, el sostén y me desnudo.
Estoy tentada a frotarme contra él, pero lucho contra el impulso, alineando
mi cuerpo en posición para que pueda sentirme cómoda cuando baje el
torso. Hundo mis hombros, flotando sobre su miembro.
Miembro.
Sí, eso es lo que dije.
Encaja perfectamente en mi boca, la punta también caliente y salada.
Comienzo un movimiento constante con mi cabeza, sincronizando la succión
y la sacudida y agregando mi mano a la fiesta.
Contenta de haber logrado hacer tres cosas a la vez, disfruto los sonidos
que salen de la garganta de Abe. Los gemidos y gruñidos. El empuje
ocasional de sus caderas cuando golpeo un punto dulce, chupando más
fuerte. Hundiéndome más con mi boca hasta que golpea el fondo de mi
garganta, algo que pensé que me haría ahogarme.
No lo hace
Choca esos cinco.
No sé cabello tiempo chupé a Abe; no se ha venido todavía. No me ha
tirado del pelo o me ha dado la señal de me voy a venir. Así que chupo. Y
acaricio y…
—Bebé, quiero follarte.
Sacudo la cabeza. Quiero que acabe.
—Skylar, por favor —ruega.
No
Voy a chuparlo y luego va a bajar en mí, y ambos podemos quedarnos
dormidos satisfechos.
Estoy tan emocionada que no puedo soportarlo.
Mis partes de niña hormiguean. Se mojan. Puedo sentirlo incluso sobre
Abe, soy consciente de las hormonas que se acumulan dentro de mi cuerpo,
volviéndome loca, cachonda y hambrienta de sexo.
El juego previo. Es. Genial.
—¿Estás segura? —me interrumpe de nuevo, sus grandes manos
acariciando la parte posterior de mi cabeza, los dedos dan un tirón a mis
mechones sueltos. Con suavidad. Aun así, puedo sentir la tensión en sus
manos; quiere presionar y dirigir, pero se resiste al impulso.
Tomo una nota mental para decirle que no tiene que ser un caballero 217
todo el tiempo. Está bien ser sucio conmigo. Me gusta. Lo quiero. Quizás no
todo el tiempo, pero ocasionalmente sería sexy.
Entonces lo siento.
Siento sus bolas apretarse en mi mano, un pequeño latido en la base
de su polla y su murmullo:
—Mierda, Skylar, voy a… voy a… —Golpea mi hombro, el signo
universal de deja de chupar, me voy a venir.
Pero no me detengo porque voy a tragarme ese semen así sea lo último
que haga. No escupiré; me niego a renunciar a esto.
Maldición, debería poner eso en una camiseta y venderla, apuesto a
que haría una fortuna.
—Joder, Skylar, joder…
Los abdominales de Abe se contraen, su mitad inferior se sacude
cuando se viene en mi boca, el gemido que emana de su pecho es un poco
gutural.
—Oh joder…
Me sorprende descubrir que no lo pruebo cuando entra en mi boca; va
directo a mi garganta y nunca toca mi lengua.
Eh. ¿Quién lo diría?
Levantando mi cabeza, apartando los mechones de cabello que cayeron
en mi cara cuando mi cabeza estaba doblada y me extiendo para besar su
boca. Nuestros labios se cierran, su mano detrás de mi cuello, atrayéndome
y profundizando el beso.
Nuestras lenguas se entrelazan. Mojado. Caliente. Besos.
—Tu turno —me dice—. Acuéstate.
—¿Estás seguro…? —finjo protestar.
Sus manos luchan con mi cintura, llevándome al colchón. Da un tirón
para colocarme, mi cabeza cerca de la cabecera. Lentamente, se abre paso
por mi cuerpo, con los brazos apoyados a cada lado y lloviendo besos en mi
piel en el camino.
Mi cuello. Beso.
Clavícula. Beso.
El valle entre mis senos. Beso.
Mi estómago. Beso. 218
Ombligo. Beso.
Su cálido aliento besa mi piel también. Con la boca abierta cuando está
entre mis piernas, el hormigueo que sentí antes se intensificó hasta
convertirse en una quemadura satisfactoria. Dios, quiero su boca allí tanto
que duele.
Palpitante. Dolorosa. Necesidad.
Si alguna vez hubo tal cosa…
Jadeo ruidosamente, medio gemido, medio jadeo, cuando su lengua se
sumerge en mi raja.
—Tu coño sabe tan jodidamente bien.
¿Lo hace?
Gracias a Dios. Quiero decir, ¿cómo demonios sabe una chica a qué
sabe? Me aseguré de no comer nada asqueroso hoy, como ensalada de atún
o mariscos o lo que sea, jaja. Solo un montón de fruta fresca. En caso que
Abe decidiera darme sexo oral.
Su lengua se profundiza. Sus labios chupan más fuerte. Usa un poco
de dientes y gimo, incapaz de detener el fuerte sonido que llena la
habitación.
No puedo evitar que mis caderas giren, lo quiero más profundo y duro
pero no puedo controlarlo.
Abe abre mis piernas, abriéndolas más con sus grandes, hermosas y
sexys manos. Manteniéndolas extendidas con hombros anchos. El pulgar
en su mano derecha encuentra mi clítoris y presiona como si fuera un botón
caliente.
Se siente increíble.
Parece que nunca quiero que se detenga, pero quiero venirme tan
jodidamente tanto. Sin embargo, no lo hago.
Pero sí.
—Oh, Dios, Abe, no pares.
No pares, no pares, nunca, nunca pares.
Abe gruñe como un hombre de las cavernas, presionándome y
haciéndome acabar como si su maldita vida dependiera de ello. Dejándome
acostada allí, la mitad inferior temblando.
Todo está bien en el mundo. 219

El primer golpe en la puerta de la habitación de Abe llega alrededor de


las doce y media de la mañana, un golpe discreto que nos despierta de una
siesta aturdida por el sexo. Abe está tumbado, acostado boca arriba en el
medio de su cama, y yo reposo saciada, acurrucada junto a él.
El segundo golpe no es tan tolerante. Fuerte con los nudillos.
¿El tercero? Ligeramente agresivo.
Golpeando con el puño.
—¿Qué demonios?
Abe y yo nos movemos, deteniéndonos cuando el pomo de la puerta
suena y la voz de su compañero de cuarto resuena a través de la puerta.
—Oye. ¿Por qué está cerrada tu puerta? ¿Estás jalándote? —JB vuelve
a mover la perilla, tratando de abrirla.
Pongo los ojos en blanco ante su cruda terminología para masturbarse,
pero por lo demás permanezco perfectamente quieta.
Esperando.
—¿Qué pasa? —grita Abe, tirando la manta sobre nuestros cuerpos
desnudos. ¿Cuál es el punto de vestirse cuando solo vas a tener sexo otra
vez?
—Hijo de puta, abre la puerta para que pueda decirte.
—Estoy desnudo. —No es mentira, y deslizo mi mano debajo de las
sábanas para agarrarle suavemente la polla. Mmm, mío.
—¿Y? —La voz de Jack es impaciente al otro lado de la puerta; casi
puedo escucharlo suspirar—. He visto tus bolas peludas antes.
Abe no tiene bolas peludas.
—¿Qué quieres, Jack?
—Quiero que abras la maldita puerta. Duh.
—Sea lo que sea, estoy seguro de que puede esperar.
—¿Por qué no abres la maldita puerta?
La paciencia de Abe se desvanece.
—Qué mierda, JB. Vete, dije que podíamos hablar por la mañana. —
220
Me lanza un gesto frustrado—. No sé cuál es su problema.
—Eh, está borracho. Ese es su problema. —Y según mi novio, si nos
encuentra en la dicha postcoital, es probable que tenga una coronaria.
JB continúa golpeando como un niño petulante que ha sido dejado
fuera del baño mientras su madre intenta orinar en privado.
—Tengo que abrir la puerta.
—Eh. No, no es así —responde Abe.
Ya está medio levantado de la cama, poniéndose los pantalones. A mí
me dice:
—Tienes que esconderte.
—Oh, Dios mío, no me estoy escondiendo. Esto es ridículo. Si esperas
pacientemente, se irá.
—No, no lo hará, se va a volverlo loco porque no estoy abriendo la
puerta.
—No es como si fuera a entrar por la ventana.
—¡La ventana! Gran idea. —Comienza a juntar mi ropa y me la arroja,
artículo por artículo hasta que frunzo el ceño y el sujetador golpea mi
pecho—. Póntelo.
En cambio, lo tiro de vuelta al suelo.
—¿Qué demonios, Abe? ¡No voy a salir por la ventana!
—¿Qué hay del armario?
—Deja de enloquecer. ¿Por qué no se lo dices?
Los golpes se detienen.
—Amigo, ¿tienes una chica allí contigo?
Aguantamos la respiración y espero pacientemente a que Abe lo
confirme.
—No.
Mis hombros se hunden, esta habría sido la oportunidad perfecta para
decirle a JB que estamos saliendo. ¿Qué es lo peor que puede pasar? ¿Pelear
por un momento? Seguramente esto no es un gran problema. JB ni siquiera
me quería.
—Esto ha ido demasiado lejos. Dijiste que le ibas a decir. Sabía que
íbamos a escondernos aquí esta noche, pero deberías verte.
—No es mi culpa que sea un imbécil. 221
—Un poco sí.
—¿Que se supone que significa eso?
—Haces su trabajo sucio por él, por supuesto que va a actuar como un
imbécil. Cree que te controla.
—Eso es un golpe bajo.
Esta vez, me levanto de la cama y recojo mi ropa, poniéndome los
pantalones, el sujetador y la camiseta.
—No estoy peleando por esto.
—Yo tampoco quiero pelear por eso.
—Por eso me voy. —Camino hacia la ventana y la abro—. Me niego a
discutir sobre esto.
—Lamento la ventana, cariño. Déjame tomar mis zapatillas de deporte
e iré contigo. —Se apresura a vestirse, pero cuando me doy la vuelta, levanto
la mano en señal de reproche.
—Olvídalo. Me voy a casa, sola.
—¿Por qué?
—Porque. Hasta que tengas un par de bolas y le digas a JB que tienes
novia, no tienes novia.
—Skylar, vamos.
—No.
—Estas exagerando.
Arrojo mi bolso a la oscuridad, con una pierna a la mitad de la ventana,
mi mano agarrando la cornisa para estabilizarme.
—Y creo que tú estás subestimando esto.
—Está oscuro afuera —argumenta en vano.
No podría importarme menos si está oscuro. Me. Voy.
—Sí. Puedo ver eso.
—No debes caminar sola a casa, no es seguro.
—Qué bueno que conduje.
Me dejo caer al suelo, buscando en la penumbra mi bolso, el brillo que
se derrama desde la ventana de la habitación de Abe es mi única luz de guía.
—Skylar, no te vayas. 222
Su intento de recuperarme es voluble y débil lo que hace que mis labios
se frunzan. Me doy la vuelta para mirar su ventana, buscando su silueta en
la oscuridad.
—Si crees que me estoy escondiendo en tu armario de ese imbécil, estás
loco y el hecho que lo me pidas dice más sobre ti que sobre mí. —Me paso
la correa del bolso por mi hombro—. No me llames hasta que te preocupes
más por mí que por lo que piensa tu compañero de cuarto.
Me mata alejarme de esa casa a mi auto, pero lo hago, un paso delante
del otro, las piernas se mueven más rápido cuanto más me acerco a mi
vehículo.
Estoy estacionada frente a la casa, así que no es una gran distancia,
pero mi corazón se acelera por la adrenalina mientras me siento al volante.
ABE
No me llames hasta que te preocupes más por mí que por lo que piensa
tu compañero de cuarto.
Mierda, Skylar sonaba enojada.
Miro por la ventana a su figura en retirada y luego de regreso a mi
puerta, el puño de JB conectándose con la madera una vez más. Jesús,
¿cuál es su maldito problema?
Cruzo la habitación y le doy un buen tirón a la puerta.
—Será mejor que haya una maldita emergencia.
De hecho, espero que no, porque probablemente tendría que ser yo
quien lo maneje.
—¿Por qué te tomó tanto tiempo abrir esta maldita cosa? —Entra,
mirando alrededor de la habitación—. Pensé escuchar dos voces: ¿escondes
a alguien aquí?
—No.
—Juro que escuché a una chica.
—No. —Cruzo los brazos sobre mi pecho y lo fulmino con la mirada—. 223
¿Qué demonios quieres? Es casi la una de la mañana.
JB se deja caer en el borde de mi cama y luego se reclina el resto del
camino hasta que su cabeza golpea mi colchón.
—Me aburría.
Huele a cerveza rancia, marihuana y algunas malas decisiones.
—¿Estabas golpeando mi puerta porque estabas aburrido? En serio
amigo, qué demonios. No es genial. —Causó una pelea entre Skylar y yo, y
ella probablemente no me verá hasta que le haya dicho a JB que me dejé en
paz.
Realmente desearía poder hacerlo.
Me ahorraría muchos problemas a largo plazo, incluso si hoy causa un
jodido drama.
—¿Dónde estabas esta noche? Pensé que tal vez saldrías.
—No.
Rueda sobre su estómago, con los pies colgando de mi cama. Apestando
mi edredón limpio y sábanas frescas. Bueno… estaban frescos antes que me
follara a mi novia en ellas.
—Te estás convirtiendo en un maldito aburrido.
—Sal de mi cama.
—No puedo mover las piernas.
Lo empujo con la rodilla.
—Usé esa excusa cuando tenía cinco años.
—¿Puedes traerme algo de comida? —Levanta la cabeza, apoyando la
barbilla con las dos manos—. ¿Por qué hay dos muescas en las almohadas?
Está borracho, drogado y hablando estupideces, ¿y se da cuenta de esa
mierda?
—Estás borracho.
—Dijiste que no tenías una chica aquí.
—No lo hice.
Está de espaldas, levantándose para sentarse.
—He follado suficientes chicas para saber si hay una marca de cabeza
cuando la veo, hermano. ¿Por qué estás mintiendo?
224
No tengo una respuesta racional para eso.
—Estás borracho.
—No tan borracho.
—Lo que sea. —Me doblo por la cintura, recuperando mi camiseta del
suelo y poniéndola sobre mi pecho desnudo. Una tanga gris cae de sus
pliegues y cae al suelo.
JB se concentra en ello.
—¿Eso es ropa interior?
Fingí ignorancia.
—¿Qué ropa interior?
—Esa tira en el suelo.
La recojo y la guardo en mi bolsillo.
—Maldito mentiroso. —Se pone de pie—. Déjame ver.
Lo ignoro.
—No te estoy mostrando la ropa interior.
—Ni siquiera creo esto: Estabas follándote a una chica aquí y no me lo
dirás. ¿Era gritona? ¿Es por eso que la estás escondiendo? —Camina hacia
el armario, abriendo las puertas—. ¿Dónde se está escondiendo?
Por la ventana, en su auto y de regreso a su departamento, ahí es donde
se esconde.
No sé a quién culpar por esta mierda, a JB o a mí.
Observo mientras revisa el armario, buscando un cuerpo. Se sumerge
para mirar debajo de la cama.
—¿Por qué estaría escondiendo a una chica en mi habitación? Ya no
estamos en la escuela secundaria y esta no es la casa de mi madre.
—No sé por qué esconderías a una chica, pero lo estás. ¿Dónde diablos
está?
Mis labios se tensan mientras mi cerebro evalúa mentalmente los pros
y los contras de ser honesto.
—Se fue.
—¿Se fue? ¿Cómo?
Simultáneamente, nuestros ojos se desvían hacia la ventana.
—Cállate, ella no salió por la ventana. 225
Me encojo de hombros
—Amigo, ¿quién es ella, MacGyver? ¿Qué le hiciste?
—No hice nada. Ella no quería que la vieras aquí.
JB hace una pausa, las ruedas giran.
—¿Por qué? ¿Ya he puesto mi berenjena púrpura gigante dentro de
ella?
Jesús, está borracho.
—No.
—Entonces, ¿por qué se fue? ¿A quién diablos le importa si los veo a
ustedes dos en la cama? Esto es la universidad, no un jodido convento.
—Traté de convencerla de que se quedara —miento—. Pero salió
corriendo.
Mierda. Ahora estoy arrojando a Skylar debajo del autobús, y si me
escuchara, estaría totalmente disgustada.
—Entonces es una psicópata.
—¿Podrías irte para que pueda volver a dormir? Es la una de la
mañana. —Me paro junto a la puerta de mi habitación, abriéndola con la
mano en el pomo de la puerta.
Jack no se mueve.
—No hasta que me digas quién es.
—¿Por qué te importa?
—Tengo curiosidad, compláceme.
Estoy en silencio
—Entonces es alguien que conozco.
Silencio.
—¿Es Tasha?
—¿Qué? Qué demonios, no, no es tu ex novia.
Está callado, pensando.
—¿Es alguien con quien he salido?
Más silencio.
—Mierda. ¿Acabas de follar a una chica con la que salí? Joder, ¿quién
era? ¿Esa chica Miranda? 226
Nunca ha salido con una chica llamada Miranda. Nunca ha salido con
Mindy, Michelle o Mary, y sería genial si pudiera recordar sus nombres sin
que tuviera que recordarle la mitad del tiempo.
—No hay una Miranda.
—Amigo, me estás haciendo enojar. Solo dilo.
Salgo de mi habitación y me dirijo al baño, directamente al otro lado
del pasillo.
—Oh, ¿yo te estoy enojando? Pregúntame si me importa una mierda.
Me sigue, incapaz de dejar morir el tema.
—¿Qué demonios te pasa?
Abro la llave del lavabo, puse la pasta de dientes en mi cepillo de dientes
y comencé a cepillarme. Lo veo detrás de mí en el espejo, apoyado contra la
jamba de la puerta.
De repente, quiero golpear su cara arrogante.
Me lavo los dientes con más fuerza.
—¿Cuál es su maldito nombre?
—Vete al infierno —murmuro alrededor de mi cepillo de dientes, la
espuma gotea de mi boca, espumosa como un perro rabioso.
—¿Quieres que lo descubra yo mismo? —bromea, entrando en la
habitación.
Pongo los ojos en blanco.
—Por favor. No puedes hacer mierda sin mí.
—¿Qué se supone que significa eso?
Lo enfrento en el espejo, levantando una ceja ante su reflejo.
—Si no tomara tu puta mano, ni siquiera podrías masturbarte por la
noche.
—Jódete, Abe.
Escupo en el fregadero, enjuagando mi cepillo de dientes con agua.
—No, tú jódete, Jack. Encuentra un nuevo chico de los recados. He
terminado.
—Estás tan lleno de ti mismo, Davis, ¿lo sabes? Crees que eres mucho
más inteligente que todos los demás. Bueno, tengo noticias para ti, no lo
227
eres.
—Uhh, gran cosa. —Me río, prácticamente en su cara—. Me importa
una mierda lo que piensas de mí.
—¿Cuál es tu maldito problema?
—Eres mi problema. —Mi voz se eleva unas octavas y finalmente me
giro para mirarlo—. Eres mi jodido problema. Tú lo eres.
—Oh, ¿soy el maldito problema? ¿Qué tal esto? Tú eres el jodido
problema. —Apuñala un dedo en mi pecho.
Lanzamos las palabras maldito y problema y jodido problema unas
cuantas veces más, sonando como idiotas absolutos, muchas veces estoy
empezando a confundirme por la falta de control que tengo sobre la
situación y la discusión.
—Estoy follando a Skylar, ¿de acuerdo? ¿Eres feliz ahora? Estamos
saliendo y no hay nada que puedas hacer al respecto.
Listo.
Deja que el borracho imbécil se ahogue con esa información.
Espero a que se asimile, realmente lo dejo marinar para lograr el efecto
completo antes de lanzar otra bomba.
—Hemos estado saliendo desde que salieron ustedes dos.
Maldita sea, la verdad se siente bien.
No es tan buena como su boca se sintió alrededor de mi polla, pero es
un segundo cercano.
—¿Qué?
—Skylar es mi novia. Ella fue la que salió por la ventana.
—Amigo. —Pausa—. ¿Qué?
—¿Estás sordo? ¿Quieres que te lo explique?
Es un comentario sarcástico y él lo sabe.
—Jódete, Davis.
—Difícil, tu polla es demasiado pequeña. Prefiero estar follando a
Skylar.
—Claro. Tu “novia”. —Usa comillas aéreas—. ¿Estás en el jardín de
infantes? Ni siquiera han estado saliendo un mes. ¿Cómo es tu novia?
—No es asunto tuyo.
—¿Qué pasa si lo hago mi asunto? 228
—Oh, está bien, Jack. ¿Qué vas a hacer al respecto, decirle a tu mami?
¿Hacer que tu papi lo arregle?
Mimado, mimado Jack Bartlett, incapaz de pelear sus propias batallas.
—Púdrete.
—Yo saco la basura. Yo limpio tu mierda. He cambiado tus neumáticos,
he hecho tus trabajos, he inventado excusas por ti con el cuerpo técnico. —
Una vez que empiezo a enumerar sus delitos, parece que no puedo parar—.
Mentí a chicas. Pretendí ser tú. Pagué tu mitad del alquiler. Compro los
comestibles. Te presté dinero. Limpié tu vómito.
—Eso es lo que hacen los amigos, imbécil —responde.
—¿Oh sí? ¿Y qué has hecho por mí, JB? ¿Eh? Nombra una cosa. —Me
apoyo en el mostrador, esperando—. Adelante. Dime.
—Eres un imbécil.
—¿Eso es todo? ¿Soy un idiota? Vaya manera de dar un golpe bajo.
El hijo de puta ni siquiera puede encontrar una cosa decente que haya
hecho para ayudarme o hacerme la vida más fácil cuando tengo una vida
llena de caos.
Imbécil egoísta.
—Sé una cosa que no hago: Robarte chicas.
—Dame un maldito descanso. —Pongo los ojos en blanco por segunda
vez esta noche—. No actúes como si te importara, ni siquiera te gustaba.
—¿Y qué? Ese no es el punto.
—¿Cuál es el punto entonces, eh? Dilo.
—Quiero darte una maldita paliza en este momento —murmura, más
para sí mismo que para mí.
—Adelante, pez gordo. —Abro los brazos, invitándolo—. Dame un golpe.
—No me tientes.
—De verdad, Jack, ¿qué estás esperando? Si soy tan imbécil por robar
a tu novia, adelante y golpéame. —Me toco la mandíbula con la punta del
dedo—. Aquí. Adelante. Pégame.
Lo estoy animando, la idea de ser golpeado en la cara es un sentimiento
bienvenido en comparación con el que se agita dentro de mis entrañas.
Culpa. 229
Culpa.
Culpa.
—No tienes las agallas para hacerlo, coba…
JB me golpea.
Retrocede y, con el puño cerrado, me da en la cara antes que tenga la
oportunidad de reaccionar, agacharme o alejarme del maldito camino.
Retrocedo, sorprendido.
Sé que lo estaba provocando, pero Jesucristo, no pensé que realmente
tuviera las pelotas para hacerlo.
Aturdido, me lleva unos segundos moverme. Luego me lanzo hacia
adelante, con las manos agarrándolo por el cuello de la camiseta. Está
inestable sobre sus pies, así que lo empujo contra la pared con toda la fuerza
de un hombre que finalmente ha alcanzado su punto de ruptura. Alguien
que ha tenido suficiente mierda para durar toda la vida.
El borracho culo de JB se recupera, logrando otro golpe, esta vez
dándome en el ojo, que seguramente dejará una marca, y lo empujo
nuevamente, bloqueando sus brazos con todo mi cuerpo.
—Suficiente.
—No eres mi jefe —responde.
—Sí, lo doy. —No hace nada por aquí, y no puede decirme qué hacer;
me ha llevado tanto tiempo darme cuenta.
—No quiero que vuelvas a ver esa zorra de LoveU —insulta.
—¿Cómo la llamaste?
—Dije —repite lentamente—. No. Quiero. Que. Vuelvas. A. ver. Esa.
Zorra. De. LoveU.
Eso es lo que pensé que dijo.
—Si no te gusta, haz las maletas y sal de mi casa.
Sus ojos inyectados en sangre ruedan.
—No eres el dueño de este lugar.
—No, pero mi nombre es el único en el contrato de arrendamiento.
Técnicamente no existes.
—¿Qué? —¿Por qué se ve tan sorprendido? ¿No sabía esto?
230
—Te dejo vivir aquí porque soy un buen tipo, y necesitabas un buen
lugar de mierda para vivir, así que te dejé quedarte en mi linda casa de
mierda. —Le di un empujón para tener toda su atención—. Hazme enojar
golpeándome otra vez, llamaré al arrendador y te echaré.
—No harías eso. No tienes las agallas. —En mi opinión, es un poco
arrogante, así que lo empujé.
—Pruébame.
Su sonrisa engreída se tambalea mientras intenta reajustarse,
intentando escapar de mi firme agarre.
—Lo que sea. Déjame ir.
—No hasta que estés bien conmigo saliendo con Skylar. Y cuando ella
venga, no quiero que le digas nada sobre esto. ¿Lo entiendes?
Su boca se estrecha en una línea recta, negándose a ceder.
—¿Lo entiendes?
—¿Y si no lo hago?
—Te acabo de decir lo que haré: Te echaré. —Será bastante incómodo
después de esto. Nunca hemos estado en una pelea, principalmente porque
siempre me muerdo la lengua; y mucho menos un altercado físico—. Y vas
a ser un maldito caballero cuando la veas para que no se sienta mal recibida.
Sus fosas nasales se dilatan.
Odia que le digan qué hacer, y ahora soy yo quien hace las reglas.
Las reglas básicas muy esperadas.
—Me estás haciendo daño —se queja JB.
Relajo mi agarre sobre él para que pueda moverse un poco.
—Oh, relájate. No te estoy haciendo daño, bebé llorón.
—Sí lo haces. Eres más grande que yo, hijo de puta.
Ya es hora de que reconozca ese hecho.
Ya es hora de que me mire con algo de respeto.
JB sale de mi agarre, de vuelta al pasillo donde debería haberse
quedado para empezar.
—Bien —dice—. No voy a ser un idiota.
—Bien. Puedes quedarte.
—Bien. 231
—Bien.

Yo: Le dije.
Skylar: Nuevo teléfono, quién es.
Yo: Ya basta.
Skylar: Lo siento. Siempre quise hacer eso.
Yo: Me estás respondiendo, así que lo tomaré como una buena
señal.
Skylar: Comenzaste la conversación con “Le dije”, así que
ahora tengo curiosidad sobre lo que eso significa. Suena un
poco siniestro.
Yo: Le conté a JB sobre nosotros.
Skylar: Bieeeen…
Yo: ¿Me dejarás explicarme?
Skylar: Sí.
Yo: ¿De verdad? Pensé con seguridad que me dirías que me
vaya a la mierda.
Yo: ¿Puedo ir?
Skylar: Sí.
Yo: ¿Cuándo?
Skylar: Mañana por la noche. 5:00.
Yo: Te veo entonces.

232
16

El próximo chico que rompa mi corazón va a ser rociado con spray de


pimienta. Mira, así los dos estaremos llorando.

SKYLAR
—Abe viene. ¿Puedes desaparecer? Tenemos mierda que hablar y no te
necesito escuchando a escondidas. —Busco a mi compañera y la encuentro
en el baño, depilándose las cejas, su rostro a centímetros del gran espejo
colgando sobre el lavabo.
233
Me dispara una mirada a través del reflejo, pero continúa agarrando
pelos cautelosamente con las pinzas y tirando.
—¿Escuchar a escondidas? ¿Quién, yo?
—Sí, tú.
—Supongo que podría encerrarme en mi dormitorio y resistir la
urgencia de golpear la pared.
—Gracias. Lo apreciaría.
—¿Y si empiezan a tener sexo?
No debería negar la posibilidad de eso sucediendo pero lo hago de todos
modos.
—No voy a tener sexo mientras estés en el apartamento.
Esta vez, Hannah se gira para mirarme, las pinzas equilibradas en sus
manos.
—¿Por qué?
—Porque lo oirás y nunca me dejarás vivir.
—Verdad, pero me has oído teniendo sexo un millón de veces.
No un millón, sino unos cinco millones.
—En realidad preferiría que no me oyeras follando con Abe.
Deja las pinzas sobre el lavabo con un ruido metálico.
—No puedo creer que lo acabes de llamar eso. Me pareces del tipo de
“hacer el amor”.
—Eso suena horrible. No estoy enamorada.
—¿No lo estás?
—No. Han pasado dos semanas. Una. No lo sé… no lo estoy contando.
—No lo dejarías venir a rogar por misericordia tan pronto si no te
preocuparas por él. Te conozco lo bastante bien para saberlo.
Eso es verdad; estuve tentada a hacerlo sudar más tiempo.
Hannah va al váter, mueve su culo sobre él, se baja los leggings y se
sienta.
Empieza a orinar mientras estoy ahí.
No me afecta; también lo hago.
—¿Cuándo va a llegar?
Miro mi muñeca. 234
—Pronto.
—De acuerdo. Agarrare comida y prepararé el campamento. —Termina,
tirando del papel del váter, dejándolo caer del dispensador, luego se limpia—
. Pero no dejen de tener sexo de reconciliación por mí, y si se vuelve
incómodo para mí, solo empacaré mi mierda e iré a casa de Jessica.
—Gracias.
Se lava las manos.
—¿Tenemos patatas fritas?
No soy la que compra comida basura.
—¿No creo?
—Ugh, maldita sea. Es la comida perfecta para acampar.
Arrugo mi nariz, confusa.
—¿Por qué?
—Hacen ruido cuando las muerdes. Ahoga el sonido.
—No habrá ningún sonido.
—¿Quieres apostar?
—No.
Mientras Hannah se traslada a la cocina para reunir raciones, uso el
baño también, haciendo pis antes de arreglar mi cabello. Igualo mi
complexión con base, añado colorete, limpio mi máscara. Añado brillo labial.
Me hago una pequeña mueca.
—Esto tendrá que funcionar.
Otra voz interviene.
—No estás hablándote a ti misma.
—Se supone que finjas que no estás aquí.
—Tu chico no está aquí aún, así que todavía tengo tiempo para
meterme en tus conversaciones… contigo misma.
Es justo.
Voy a la cocina para que pueda revisarme. Está en el proceso de
desenroscar la tapa de un tarro gigante de mantequilla de cacahuete.
—¿Qué tal esta ropa?
Hannah me da una mirada. 235
—Bien. Dice, “sexy sin esfuerzo sin intentarlo demasiado duro”.
—Bien, porque no lo intenté demasiado duro. —Solo llevo vaqueros y
una camiseta gris. Pies desnudos. El resto es bastante lindo, sin embargo.
Hunde un pedazo de apio en la mantequilla de cacahuete y lo muerde.
Es ruidoso y crujiente y desagradable.
—¿Planeas comer solo comida ruidosa?
—Sí. Barrera de sonido. —Hay un golpe en la puerta principal y
Hannah levanta una carga de aperitivos—. Esa es mi pista para ser como
un tampón y salir de este agujero.
¿Por qué es así? En serio. ¿Por qué?
—Hannah, ¿podrías no hacerlo?
Me saca la lengua, abriendo la puerta de su dormitorio con su cadera.
Tira el contenido de sus brazos en su escritorio, luego me guiña un ojo,
cerrando la puerta.
Oigo el cerrojo, como si fuera la que necesita encerrarse.
Nerviosamente, palmeo mi cabello. Limpio mis palmas sudorosas en el
vaquero cubriendo mis muslos, respiro hondo y abro la puerta.
Con sus manos metidas en sus bolsillos, Abe se para tímidamente. Casi
pudorosamente, mira al suelo cuando lo saludo, y es obvio que está
avergonzado.
—Entra. —Le hago espacio para que pueda pasar. Me sigue a mi
dormitorio, yendo a mi cama y sentándose en el borde. Se levanta.
Se sienta.
Se levanta.
Me reiría si no luciera como si fuera a vomitar.
—Skylar, lo siento jodidamente tanto.
Sé que lo hace, pero:
—¿Por qué parte?
Finalmente alza su cabeza, levantando su barbilla para mirarme a los
ojos. Hay una media luna oscura bajo su ojo derecho, púrpura y azul y
amarilla en los bordes.
—Abe, ¿qué te sucedió?
—Tuve una cita con el gancho derecho de JB.
236
—¿Qué significa eso?
—Significa que me golpeó en el rostro.
—¿Qué? Basta, ¡no lo hizo!
—Dos veces. —Abe levanta su mano gigante, su dedo golpeteando la
línea a lo largo de su mandíbula. Eso también está amoratado.
Voy a él, levantando mi mano, las puntas de mis dedos cerniéndose
sobre su piel.
—¿Duele?
—Como un hijo de puta, pero no es tan malo como pensé.
—¿Por qué te golpeó? —JB podría ser pomposo y arrogante, pero no me
parece del tipo que pelea. Por otro lado, me he equivocado sobre la gente
antes.
—Se enojó cuando le conté sobre nosotros, luego soltó una ocurrencia,
y empezamos a discutir y… me dio un puñetazo.
Eso es una locura.
—¿Hablas en serio ahora mismo? ¿Ha perdido su maldita mente?
Salimos en una horrible cita. —Y apestó.
La sonrisa de Abe es irónica y cuando su boca se curva, se encoje.
—Fueron dos citas horribles, ¿pero quién está contando?
Él.
Adorable.
—Esa primera cita no contó, duró menos de diez minutos y actuó súper
raro.
—De acuerdo. Si no quieres contar esa primera cita, no la contaremos.
No quiero contarla; fue más breve que mi cita del baile de bienvenida
en noveno grado.
—Así que, dime más sobre esta pelea que tuvieron. En realidad, nunca
he visto a un chico con un ojo negro. —Quiero tocarlo desesperadamente,
pero no quiero hacerle daño.
Dejando caer mi mano, también desciendo a la cama y me siento,
mirándolo pasearse de un lado a otro junto a mí.
—¿Se siente mal?
—No creo. Estaba borracho cuando lo hizo, y todavía está durmiendo,
así que en realidad no lo ha visto aún. 237
—¿Cómo puede estar durmiendo todavía? Son las cinco de la tarde.
—Lo sé, pero tiene una resaca jodidamente enorme. Lo siento. Quiero
decir una súper resaca.
Es dulce que se restrinja conmigo, aunque no tiene que hacerlo. No
necesito que cambie; solo necesito que me muestre un poco de respeto.
Lo cual es por lo que estamos aquí.
—También creo que podría estar un poco drogado, pero no le digas a
nadie que dije eso.
No lo haré. No lo haría nunca.
—Pensé que los atletas tenían pruebas de drogas al azar.
—Sí. Al parecer, simplemente no le importa una mierda.
—¿Qué sucede si le hacen una prueba y falla?
—No es probable, pero si fallara, sería suspendido del equipo y sus
padres pasarían por un infierno intentando sacarlo de ese desastre.
Me muerdo el labio inferior, mordisqueando en concentración.
—¿En serio estaba drogado? Maldición.
Abe asiente, todavía parado en medio de mi dormitorio, ocupando la
mayor parte del espacio y luciendo extraño y grande, pero como si
perteneciera aquí. Conmigo.
—Eso creo. Supongo que podría simplemente haber olido a hierba, pero
lo dudo. Creo que estuvo fumando. No me hubiera golpeado si solo hubiera
estado borracho. O sobrio.
Me recuesto sobre mis codos.
—¿Alguna vez has fumado hierba?
—¿Yo? No. Nunca he estado tentado. Dado que nos hacen pruebas para
la lucha, no sé qué mierda está haciendo JB. Perdona mi francés, no
pretendía maldecir.
Le resto importancia con un gesto.
—Tampoco la he probado nunca. Tengo un soplo cardíaco, y me
asustaría no saber cómo reaccionaría mi cuerpo. —Hago una pausa—. Está
en la lista de cosas que hacer antes de morir de mi padre, sin embargo. —
Me río—. Quiere fumarla.
—Esa es… una cosa interesante que tener en tu lista. 238
Me encojo de hombros. No estamos aquí para hablar de mi padre,
estamos aquí para hablar sobre Abe pidiéndome salir por una ventana para
evitar la confrontación.
Cruzo mis piernas y dejo un pie colgando.
—Entonces.
Abe deja de pasearse, me enfrenta, pegado a la alfombra. Casi espero
que caiga de rodillas para rogar perdón. En su lugar, alza sus brazos y
engancha sus manos detrás de su cabeza.
—No sé en qué estaba pensando al pedirte que… —Mueve una mano
alrededor—. Ya sabes.
Quiero que lo diga, así que alzo una ceja.
Solo una.
Capta la pista.
—Lo siento por pedirte que te escondieras cuando JB llegó a casa.
Estuvo mal y fue insensible y muy jodidamente estúpido. —Aspira un
aliento—. Soy un idiota.
—De acuerdo, no caigamos en una espiral de vergüenza, ambos somos
humanos y cometemos errores. —Pienso por un segundo, ordenando mis
pensamientos—. Solo necesitas saber que no estuvo bien. Me hizo sentir
usada. Sé que no te avergüenzas de mí, Abe, y sé que no estabas listo para
decirle, pero tampoco quiero ser escondida. Eso no es para lo que firmé.
Exhala una ráfaga de aire. Pasa sus dedos por su hermoso y espeso
cabello.
—Lo sé. La cosa es que cuando mentía a esas chicas, a ti, no lo
consideré mentir. La cuenta de LoveU es de Jack, y Jack iba a las citas y
tenía la última palabra en con quién salía. Así que realmente no pensé que
estuviera haciendo nada malo.
Eso tiene un poco de sentido en una manera muy jodida.
—Es muy jodidamente duro ser honesto con él. Todo el mundo mima
al chico: Nuestros entrenadores, sus padres, yo. No hace mierda en nuestra
casa, pone solo el suficiente trabajo para que no le pateen el culo durante
cada combate. No tengo ni idea de cómo incluso sigue en el equipo. —Abe
se pone en cuclillas en el centro de mi habitación, luego baja hasta la
alfombra, sentándose con sus piernas estiradas en medio de mi suelo—.
239
¿Cómo supiste que algo no estaba bien?
—¿Te refieres a cómo supe que estabas mintiendo? No lo hice. Toda la
situación simplemente parecía rara. JB era tan atento y divertido en la
aplicación, bueno, tú lo eras. Entonces, en la vida real, solo era bla, tan
aburrido y poco interesante como un humano podría posiblemente ser.
Tenía cero sentido. —Pincho su espinilla con el dedo de mi pie—. Me
pregunto cuántas chicas pensaron que era un bicho raro pero no dijeron
nada.
—No me lo hubiera dicho. Su ego es… —Abe niega—. Enorme.
—Parece un mimado. —Mi mirada se suaviza—. ¿Abe?
—¿Sí?
—Si alguna vez me mientes de nuevo, hemos acabado. —Uno mis
manos en mi regazo y espero un poco—. De verdad acabado. No hay terceras
oportunidades; esta fue una enorme mentira. Luego toda la cosa de la
ventana y no decirle a Jack. Y él dándote un puñetazo… quiero decir, vamos.
—Me levanto y me muevo hacia él, mis piernas abiertas, un pie a cada lado.
Me inclino—. ¿Estoy loca por aceptarte de nuevo? ¿Es esto una locura?
Niega lentamente.
—No.
—Un poco lo es. Ninguna chica con auto-respeto…
—Oh, Dios mío, ¡no es una locura! ¡Fueron dos veces! Todos cometemos
errores, algunos de nosotros más de una vez. ¡Supéralo! —grita Hannah a
través de la pared, su exasperación palpable.
Me inclino más cerca, nuestros labios separados por centímetros.
—Cómo la convertiste al lado oscuro está más allá de mí.
—¿Soy el lado oscuro?
—¡Obvio! —grita Hannah de nuevo.
En serio que voy a matarla. Está loca. Se suponía que se metiera en
sus jodidos asuntos, ¿cómo siquiera puede oírme? Apenas estoy hablando
por encima de un susurro.
Miro a Abe a los ojos, coloco mis manos en su rostro, las palmas
sujetando su firme línea de la mandíbula.
—Sabes que si follamos va a oír todo.
240
Lo beso en los labios.
Nunca me cansaré de sentir estos labios.
Las manos de guante de béisbol de Abe se deslizan por mis muslos, sus
pulgares hundiéndose. Sus dedos migran hacia la cremallera de mis
pantalones, desabrochándolos diestramente. Bajando la cremallera. Se
enganchan en la cintura y los baja por mis caderas. Más allá de mis rodillas
y pantorrillas. Me ayuda a dar un paso fuera de ellos.
Me quedo sobre él, encerrando su cuerpo, mi entrepierna cerca de su
rostro.
Las bragas de encaje azul bebé ahora en el centro de su atención.
Mis rodillas se debilitan viéndolo mirarme, sus manos se posicionan,
yendo sin prisa a mi culo. Abe aprieta mis nalgas, sentándose un poco más
recto en su posición sobre el suelo.
Se arquea hacia delante hasta que su nariz está presionada en mi
estómago. Pasa la punta despacio por mi centro.
Con piernas temblorosas, no tengo nada que agarrar salvo la parte
trasera de su cabeza. Giro un mechón de su cabello en mi índice, mis uñas
clavándose en su cuero cabelludo. Por propia voluntad, mis piernas se
separan la mínima fracción de un centímetro. Luego un poco más cuando
la boca de Abe calienta el encaje de mis bragas, seguida por su lengua.
Dientes.
Mis ojos se cierran, mi cabeza se inclina hacia atrás. Un suspiro escapa
de mi garganta cuando esas grandes manos vagan de nuevo, el pulgar
izquierdo enganchando un poco del azul para que su lengua pueda hundirse
en mí.
El otro pulgar se une a la fiesta, separándome.
Nunca he tenido a nadie haciéndome sexo oral mientras estaba de pie;
Abe está lleno de primeras veces para mí. Primer orgasmo.
Primer novio.
Primer amor.
Ni siquiera puedo manejar la sensación de qué me está pasando ahora
mismo, no puedo enfocarme en cómo se siente porque hay un chico
haciéndome sexo oral mientras estoy de pie sobre él.
Estoy de pie. Recibiendo sexo oral.
Cómo… 241
Qué…
—Oh, Dios, Abe, creo que podría caerme. —No lo he hecho aún. Pero
podría.
Pero no puedo porque entonces se detendrá y no se sentirá bien.
—No vas a caer, nena. Te tengo. —Sus manos están de nuevo en mi
culo, sus dedos precariamente cerca de mi grieta.
Tiro de su cabello cuando chupa más duro, sus dientes dándole a mi
clítoris otro mordisco, urgiéndolo a continuar. Giro mis caderas como una
estrella porno mientras él… mientras él… sacude su cabeza un poco,
profundizando más.
—Mmm —gimo, inclinando la cabeza hacia el techo. Mis pestañas
aleteando tan rápido que apenas puedo enfocarme.
Pulgares. Dedos. Lengua. Dientes.
Húmedo, húmedo.
—Joder, Skylar, podría comer tu coño para la cena cada noche, sabe
tan jodidamente bien.
Mi coño sabe bien, mi coño sabe bien… sí, jodidamente lo hace.
Mierda. Ahora estoy jurando para mí misma.
Le toma a Abe unos minutos más terminarme y tenerme temblando, y
cuando lo hace, me atrae sobre él.
Me rueda sobre mi espalda y me monta a horcajadas, inclinándose por
un beso.
Puedo saborearme, el sexo en su boca y lengua, y no lo odio. Es
almizcleño y caliente.
De acuerdo, bien. Es un poco asqueroso, pero no estoy a punto de
decirle eso; está excitado por ello. Puedo sentir su erección a través de sus
pantalones, dura como una roca contra mi pierna.
Juntos bajamos la cintura elástica.
No lleva ropa interior y estoy empapada.
Fácil entrada…
Fácil salida…
Jadeo cuando se desliza dentro de mí, todavía hinchada y sensible por
mi orgasmo. 242
—Estás tan húmeda —gime en mi cuello, sus brazos apoyados sobre
mi cabeza, enjaulándome. Sosteniéndome. Moviéndose adelante y atrás,
adelante y atrás… más y más profundo… cada músculo tenso. Cada nervio
vivo.
Nuestras pelvis tocándose, está tan profundo dentro…
—Puta mierda, oh, mierda, creo que voy a correrme.
¿Eh?
Con la mirada vidriosa, estoy al borde de correrme una segunda vez y
quiero desesperadamente saber cómo se siente.
No puede hablar en serio.
Ni siquiera han pasado dos minutos.
—Lo siento —gruñe, todavía moviéndose, su piel húmeda.
Unas pocas embestidas más y su calor está dentro de mí; puedo
sentirlo llenándome y me maravillo ante la sensación.
Unos segundos más y sus caderas se sacuden. Su cuerpo se retuerce.
Se retira, rueda.
Retira su brazo de debajo de mí y lo pone sobre sus ojos, su polla
viniéndose abajo en la brisa, habiéndose gastado prematuramente.
—Ni siquiera puedo mirarte ahora mismo —murmura.
—¿Por qué? —Me río, plantando un beso en el lado de su cuello. Lo
olisqueo; huelo tan, tan bien y sabe salado.
—¡Porque se corrió en un minuto y cuarenta y siete segundos! —grita
Hannah desde su dormitorio—. Lo cronometré. Lo siento, amigos, ¡soy lo
que soy!
—Jesucristo, ¿por qué es así? —gime Abe, haciendo una mueca.
—No lo sé, cariño. Solo lo es. —Cuando paso un dedo por su esternón,
se estremece—. Pero. Las buenas noticias son que apuñalaría a alguien por
mí. Y ahora que está en el Equipo Abe, los apuñalará por ti también.
—¡Tiene razón! ¡Cortaré a una perra!
—Creo que necesitas un apartamento con paredes más gruesas. —
Busca a ciegas sus pantalones. Localizándolos cerca de mi cama, se los
pone—. Te mudas conmigo. JB está fuera, Skylar está dentro.
Está bromeando —por supuesto que lo está—, pero aun así envía 243
mariposas volando por mi estómago.
—Eso suena bien.
—¡Consíganse una habitación! —Hannah le da a la pared un golpe que
suena como una cuchara.
—¡Tenemos una habitación! —gritamos Abe y yo en respuesta, riendo
cuando nos miramos.
Hannah resopla. Puedo literalmente oírlo a través de las paredes finas
como el papel.
—¡Pues vayan a la sala de estar entonces!
Eso hacemos.
EPILOGO
HANNAH
Tres meses después…

Skylar y Abe me ponen enferma.


Oh, relájate, no en enferma vomitando. En el tipo voy a vomitar. Solo…
el tipo de enferma que me hace querer lo mismo para mí. Un tipo de
sentimiento celoso de quiero eso en la boca de mi estómago cuando están en
el apartamento.
Quiero lo que tienen.
Es demasiado malditamente malo que actúe como una imbécil la mitad
del tiempo.
244
Los chicos odian eso.
Quieren dulce. Dócil. Sexy.
No soy ninguna de esas cosas.
Jugueteando con mi teléfono, abro la aplicación LoveU. Sonrío cuando
veo un nuevo candidato; sonrío cuando abro su perfil y leo:
Rex Gunderson, veinticuatro.
Hola, hola, hola, damas, soy un ex alumno, de vuelta en la ciudad por
los siguientes semestres en el edificio deportivo y no me importaría su
compañía. Unas pocas cosas sobre mí: chico divertido de una pequeña (en
realidad no es mi sobrina, pero a quién le importa). Hilarante. Trabajo de chico
grande. Tengo mi propia casa. Me encanta la mierda elegante, pero prefiero
hacerlo en mis pantalones deportivos o pijama. Tú: Eres legal y con más de
dieciocho años.
¿Eso es todo? ¿Esa es toda la cosa? ¿Todo lo que está buscando es a
alguien de más de dieciocho? Ten algunos estándares, amigo, incluso si solo
estás buscando un polvo.
Aun así.
Es un poco atractivo, en una manera de chico delgado.
Me muerdo el labio inferior y me desplazo, sabiendo que probablemente
lo lamentaré más tarde. Le mando un mensaje porque no hay nada peor que
esperar a que un chico haga el primer movimiento.
Yo: ¿De qué clase de mierda elegante estás hablando aquí…?
Las mentes inquisitivas quieren saber.
RexG: Ya sabes, lo normal. Cenas, bares. Jugar una ronda
de golf o dos.
Yo: ¿En tus pantalones deportivos?
RexG: No, llevo pantalones de verdad para eso.
Yo: ¿Caquis?
RexG: Ya nadie lleva caquis.
Yo: Claro que sí, vi algunos ayer.
RexG: ¿Quién los llevaba?
Yo: Mi profesor de literatura. 245
RexG: Concluyo mi caso.
Yo: Entonces, simplemente voy a ir y preguntar o va a
volverme loca.
RexG: Ve por ello.
Yo: Qué estás haciendo en esta aplicación, dice que tienes
veinticuatro.
RexG: ¿Y? Acabo de cumplir veinticuatro. Eso no es anciano.
Yo: ¿No eres un poco viejo para estar pescando en el
estanque de la escuela?
RexG: Apenas acabo de graduarme. ¿Por qué tienes que ser
así?
Yo: Tenía que sacarlo de mi pecho.
RexG: Estuve mirando tu pecho antes. Muy impresionante.
Yo: Uh, asqueroso. Basta, ni siquiera vayas allí.
RexG: Uh, ¿por qué?
Yo: Solo no puedes decir cosas así. Es de imbéciles.
RexG: Divertido que mencionaras eso; nunca dije que fuera
un caballero.
Yo: Te ves como uno. ¿Más o menos?
Yo: En realidad, te ves como un enorme tonto.
RexG: Qué tal si simplemente me pateas en las bolas y
acabas con esto.
RexG: Y PARA QUE CONSTE no soy fotogénico y tengo MUCHO
MEJOR ASPECTO EN PERSONA.
Yo: ¿Dice quién?
RexG: MI JODIDA MADRE, Jesús, mujer.
Yo: Mierda, lo siento. No tengo filtro… no estaba
intentando ser una perra.
RexG: Lo que sea, está bien.
Yo: Supongo que vas a eliminarme ahora.
RexG: ¿Por qué haría eso?
Yo: Porque estoy siendo una imbécil, ¿POR QUÉ NO ME
ELIMINARÍAS?
RexG: ¿Por qué estás gritando? 246
Yo: Ten algunos estándares. Todo lo que tienes en tu perfil
es que estás buscando a alguien de más de dieciocho. ¿QD9?
RexG: La edad no es nada más que un número.
Yo: Entonces… ¿qué estás haciendo en realidad aquí si no
eres un estudiante? ¿Eres un asistente del profesor?
RexG: No, estoy ayudado con los deportes. Mayormente con
el equipo de lucha, solía ser su mánager.
Yo: El novio de mi compañera de cuarto es un luchador. ¿Tal
vez lo conoces?
RexG: ¿Cómo se llama?
Yo: Abe Davis.
RexG: Era de primer año creo el año que dejé el equipo; no
lo conozco muy bien. ¿Es decente?

9 Siglas de qué demonios (en inglés WTH).


Yo: Es impresionante.
RexG: Genial.
Yo: Entonces, ¿por cuánto tiempo estás en el campus?
RexG: El resto de este semestre, el verano, el primer
trimestre de otoño.
Yo: ¿Y estás buscando conectar con alguien?
RexG: Claro. Si eso es lo que quieres.
Yo: No lo es.
RexG: De acuerdo.
Yo: ¿Eso es todo? ¿De acuerdo? ¿No vas a intentar hacerme
cambiar de idea?
RexG: ¿Quieres que lo haga?
Yo: Uh, NO.
RexG: LOL entonces no lo haré.
Yo: Es realmente una mierda que solo estés aquí buscando
echar un polvo. Algunos de nosotros estamos buscando por la
cosa real.
RexG: Nunca dije que todo lo que quisiera fuera un polvo
fácil. Tú lo hiciste. 247
Yo: Bueno, VAMOS. Seamos sinceros. Ni siquiera estarás aquí
todo el año.
RexG: Dice que eres una junior. Veintidós. Tampoco estarás
allí tanto tiempo.
Yo: Pero estoy aquí AHORA.
RexG: Y yo.
Yo: ¿Es esto una cosa de atleta? ¿Son todos imbéciles que
echan polvos por ahí?
RexG: No lo sé, ¿es así como Abe Davis actúa?
Yo: No.
RexG: ¿Quieres ponerte unos pantalones deportivos mañana y
tomar café conmigo?
Yo: ¿A qué hora?
RexG: La que te parezca bien.
Yo: ¿Cuán cansada quieres que me vea?
RexG: ¿Cómo te verás a las nueve?
Yo: Horrible.
RexG: LOL.
Yo: Por qué siquiera estamos hablando de esto, NO QUIERO
ENCONTRARME CONTIGO.
RexG: Eso está bien.
Yo: Deja de hacer eso.
RexG: Qué estoy haciendo, estoy de acuerdo contigo.
Yo: Me NIEGO a caer por tus trucos de mente-jedi.
RexG: Escucha, no sé qué hice o dije, pero eres un poco
escalofriante.
Yo: ¿POR QUÉ TODOS LOS CHICOS SIGUEN DICIENDO ESO?
RexG: Porque gritas un montón. A los chicos no les gusta
eso.
RexG: Y sigues poniendo palabras en mi boca y haciendo
suposiciones.
Yo: Gracias, lo entiendo.
RexG: ¿Y esa parte en tu perfil sobre “no depilación en
noviembre”, y siempre estar hambrienta? También escalofriante 248
y confusa.
Yo: Soy quien soy.
RexG: ¿Peluda, hambrienta y escalofriante?
Yo: ¿Sí?
RexG: No sé qué decirte, Bianca.
Yo: Eh, sobre eso… Bianca no es mi nombre.
RexG: De acuerdoooo… ¿Cuál es entonces?
Yo: Hannah.
RexG: Es bonito, ¿por qué usas un nombre diferente? ¿No
querías que ningún bicho raro te mandara mensajes?
Yo: Solo me gusta el nombre. Suena sexy.
RexG: Pequeña mentirosa, no es así.
Yo: ¡NO! Solo sobre eso… El resto es todo yo. Solo soy… no
puedo evitar si soy incómoda, y digo mierda estúpida, y hago
comentarios inapropiados en momentos inapropiados.
RexG: Sabes, podría ayudarte con eso.
Yo: ¿Ayudarme con qué?
RexG: Ayudarte a tener citas. Mientras estoy aquí. Puedo
enseñarte alguna mierda, como a hablar con chicos y mierda.
Yo: ¿Esto no es un truco para intentar acostarte conmigo?
RexG: Nop. Veintiséis chicas han mirado mi perfil en el
tiempo que hemos estado hablando. Estaré bien.
RexG: ¿Quieres mi ayuda o no?
RexG: ¿Hola? ¿Sigues ahí?
Yo: Estoy pensando…
RexG: No pienses demasiado. Podría cambiar de idea.
Yo: Bien.
RexG: Genial.
Yo: De acuerdo.
RexG: LOL, aquí tienes mi número. Mándame un mensaje cuando
reúnas el valor.
Me toma dos días.

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SARA NEY
Sara Ney es una autora bestselling de la
serie How to Date a Douchebag, y es conocida
por sus comedias románticas. Entre sus vicios
favoritos se incluyen: Latte helado, arquitectura
histórica y sarcasmo. Vive rodeada de colores,
colecciona libros antiguos, arte, ama los
bazares, y se imagina británica.
Vive en una pequeña ciudad del medio oeste con su marido, sus hijos
y su perro ridículamente grande.

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