Está en la página 1de 8

SIGMUND FREUD

Fase anal

La fase anal es la segunda fase de la evolución de la libido y puede situarse de los 2 a los 4 años de edad.

En esta fase la libido se organiza al alrededor de la zona erógena anal, el objeto de satisfacción está ligado con
la función de defecación (expulsión – retención) y al valor simbólicos de las heces.

Para el niño(a) eliminar orines o heces es algo normal, natural y placentero, lo considera incluso como una
especie de "regalo" que dan al adulto, esto porque para él (ella) es como desprenderse de parte de su cuerpo
y entregarlo a mamá y a papá. Para el niño(a), las heces representan su creación y le agrada su olor, textura y
color.

El niño(a) debe aprender a cooperar con una persona más poderosa lo que provoca experiencia nuevas de
satisfacción y ansiedad. La satisfacción viene de cumplir los deseo de sus padres, avisar y controlar. La
ansiedad proviene de la vergüenza y la desaprobación de los demás.
La función autoconservadora del erotismo anal está dada por el proceso de evacuación de los intestinos y la
vejiga y por el placer que provoca el haberlo hecho bien. Este sentimiento de bienestar compensa, al inicio de
esta fase, los frecuentes malestar y tensiones padecidos por el niño(a), mientras sus intestinos aprenden a
realizar su función diaria.

Esta fase se inicia, porque en el niño(a) aparecen excrementos mejor formados, el sistema muscular, se ha
desarrollado y el medio social le demanda control de sus evacuaciones, introduciéndose así la dimensión de
que él o ella pueden descargar voluntariamente y que tienen la capacidad de alternar a voluntad los actos de
retener y expulsar.

El niño(a) obedece en esta fase a impulso contradictorios que van a caracterizar su forma de comportarse y de
relacionarse con los demás. Estos son la retención y la eliminación. Su aparición va a alternarse. El desarrollo
del sistema muscular le da mayor poder al niño(a) sobre el medio ambiente que le rodea, pues adquiere la
capacidad para alcanzar y asir, para arrojar y empujar, para apropiarse de cosas y para mantenerlas a cierta
distancia. Esta etapa se caracteriza por la lucha del niño(a) por su autonomía, empieza a ver el mundo como
yo – tú, mí, mío. Es un niño(a) fácil de convencer si él (ella) ha decidido hacer lo que se espera de él (ella), pero
es difícil de encontrar la forma de que desee precisamente eso. El niño(a) al mismo tiempo quiere acercarse y
soltarse, acumular y descartar, aferrarse y arrojar. Por lo tanto, las relaciones sociales están marcadas por la
antítesis soltar – aferrarse.

Estas dos primeras fases de la sexualidad infantil se centran en el autoerotismo, en las fases siguientes
aparece ya un objeto sexual externo al individuo. Para Freud el acceso al objeto libidinal se da en forma
sucesiva que va desde el autoerotismo, el narcisismo, la elección homosexual y la elección heterosexual.

 IMPORTANTE
 La fuente pulsional. Es la zona erógena principal y está localizada en el área anatómica ano-recto-
sigmoidea. Es el lugar investido libidinalmente (zona de placer erótico). Hay que resaltar que su
investimiento libidinal es difuso.
 El objeto de la pulsión anal es complejo en lo que hacer referencia a su interpretación. Sin embargo, existen
aspectos bastante claros como que en estas fases es cuando aparecen los primeros intentos de control y
manipulación hacia la figura materna. Las heces son el elemento intermediario en el proceso de
manipulación. Para Freud esta fase sería la fuente principal de la neurosis obsesiva.
Por tanto, Las funciones del contenido fecal intestinal serviría como un excitante erógeno directo y, al mismo
tiempo, sirve para que el niño comience a tomar conciencia de la existencia de objetos internos y externos.

Si durante la fase oral, el lactante experimenta la fantasía de ser “fagocitado”, “tragado”, es durante la fase
anal en las que aparecen las fantasías de quedar “vacío”.
Otro aspecto importante para el desarrollo emocional es el hecho de que, durante el proceso de control
esfinteriano, el niño suele utilizar la heces como “moneda de cambio” apuntalando sus comportamientos
manipuladores y de control sobre las figuras parentales.

 La finalidad de la pulsión en esta fase es más compleja que en la anterior (oral). Para Freud, tanto el hecho
de expulsar el contenido fecal, con su retención , son fuente de placer. Sin embargo, fue Karl Abraham el
que mejor sistematizó las peculiaridades psicosexuales de esta fase.  Este autor  distingue dos sub-fases: la
expulsiva y la retentiva.
o La expulsiva viene caracterizada por su rol auto-erótico y por suponer para el niño una descarga de
tensión. Nos dice, que en esta fase también existe un placer suplementario como consecuencia de la
insistencia de los padres en la consecución del control esfinteriano.
Por tanto, según Abraham, esta sub-fase vendría marcada por el autoerotismo y por elementos sádico-anales
como consecuencia de la utilización de la expulsión de las heces como objeto intermediario para desafiar a los
padres.

 La retentiva. En esta sub-fase también existiría placer auto-erótico. Es un descubrimiento pasivo en el niño
que suele progresar a retenciones voluntarias. Este control voluntario de la defecación/retención da lugar a
que el niño tome conciencia de “que puede hacer los que desee”, siendo la fuente inicial de lo que suele
denominarse masoquismo auto-erótico. El aspecto sádico de este proceso vendría determinado por el
hecho de que el niño utiliza las heces como regalo a unos padres volcados absolutamente en el control
esfinteriano. Igual que la retención voluntaria indicarían hostilidad hacia ellos. Precisamente, es esta fase se
encuentra los primeros brotes de esa actitud sádica, auto-erótica, oposicionista y agresiva.

Fase fálica
 
Es la "fase de organización infantil de la libido que sigue a las fases oral y anal y se caracteriza por una
unificación de las pulsiones parciales bajo la primacía de los órganos genitales, pero a diferencia de la
organización genital puberal, el niño o la niña no reconocen en esta fase más que un solo órgano genitales, el
masculino, y la oposición de los sexos equivale a la oposición fálico – castrado..."

En esta fase es vivido el Complejo de Edipo, más o menos entre los 3 y 5 años de edad, su declinación señala el
inicio del período la latencia. Este Complejo desempeña un papel fundamental en la estructuración de la
personalidad y en la orientación del deseo sexual.

El Complejo de Edipo es el "conjunto organizado de deseos amorosos y hostiles que el niño experimenta
respecto a sus padres. En su forma llamada positiva, el complejo se presenta como en la histórica de Edipo
Rey: deseo de muerte del rival que es el personaje del mismo sexo opuesto. En su forma negativa, se presenta
a la inversa: amor hacia el progenitor del sexo y odio y celos hacia el progenitor del sexo opuesto. De hecho
estas dos formas se encuentran, en diferentes grados, en la forma llamada completa del complejo de Edipo".

El niño se enamora de su madre y abriga deseos de muerte hacia el padre a quien ve como rival y teme ser
castigado con la castración por querer que éste desaparezca. La niña se enamora del padre y quiere que la
madre se valla y se considera castigada por no poseer pene. Ambos desean excluir a todos los demás de la
relación que tienen con el padre que es objeto de su amor.

Estos deseos de muerte o desaparición del padre del sexo opuesto provocan un profundo sentimiento de
culpa. Culpa por haber cometido un crimen que no ocurrió y que biológicamente es imposible de realizar. Esta
culpa inconsciente y la prohibición del incesto hacen que el individuo desplace su iniciativa y curiosidad hacia
ideales deseables y metas prácticas e inmediatas, hacia la realización de cosas. Así se olvida el Complejo de
Edipo y el niño(a) entra en la latencia.

El individuo experimenta una reviviscencia del Complejo de Edipo durante la pubertad y es superado, con
mayor o menor éxito con la elección de un objeto sexual.

Freud le asigna al Complejo de Edipo tres funciones fundamentales que son:

 La elección del objeto de amor, la cual está condicionada, después de la pubertad, por la libido
depositada en el objeto y las identificaciones realizadas durante el Complejo de Edipo y las prohibición
del incesto.
 El acceso a la genitalidad que es dada por la resolución del Complejo de Edipo a través de la
identificación.
 Efectos sobre la estructuración de la personalidad.
 Freud considera que en esta fase hay una organización muy parecida a la del adulto, por lo que la ubica como
genital. El niño(a) elige un objeto sexual externo y dirige hacia este objeto sus tendencias sexuales. Lo que la
diferencia de la organización sexual madura es que sólo reconoce como órgano genital el masculino.

A esta edad los niños(as) inician una actividad masturbatoria. Pasan mucho rato tocando sus genitales, no solo
por el placer que les proporciona, sino porque lo han descubierto y quieren explorarlo y conocerlo.

Otra de las características importantes de esta etapa es el descubrimiento de que existen diferencias sexuales
entre las personas y que el niño(a) pertenece a un sexo determinado. Este descubrimiento pudo haberse
gestado en la relación que el niño(a) tenía con sus padres y se profundiza ahora que se relaciona más con
niños(as) de diferentes sexos y de su misma edad.

A esta edad, la sexualidad infantil hace referencia a cómo descubren su pertenencia a determinado sexo,
cómo adquieren características, conductas y comportamientos que son distintivos de su sexo y de cómo
reaccionan ante las sensaciones de placer que brotan de su cuerpo.

El niño(a) descubre que pertenece a un sexo porque ha logrado un dominio suficiente sobre su cuerpo, que le
permite explorar aspectos de la vida que involucran a los otros, ya no se le limita sólo a él. Además, porque la
utilización del lenguaje le permite preguntar, observar y pensar. El lenguaje le permite un diálogo interno que
le lleva a investigar y explorar.

 
Por otro lado, el desarrollo de su inteligencia le posibilita hacer comparaciones entre las cosas y clasificarlas.
Puede diferenciar entre un genital y otro y agrupar en una misma categoría a todos los que tienen pene y
diferenciarlos de los que tienen vagina. Empieza a clasificar a hombres y mujeres y él (ella) se incluye en uno u
otro por comparación. El descubrimiento del sexo lleva al niño(a) a explorar y conocer más. Esto lo hace
mediante dos formas:

 PREGUNTAR: El niño(a) pregunta porque desea conocer más. Esto puede causar ansiedad en los
padres. De las respuestas que los adultos le den al niño(a) depende que éste se forme una idea
correcta o incorrecta de la sexualidad.
Los niños(as) buscan respuestas que no sean complicadas, solo un poco de información, pues volverán
sobre el tema una y otra vez.
 
 MANIPULAR: Es en esta etapa cuando el niño(a) empieza a tocar sus genitales por el placer que resulta
de esto y con una forma de conocer más. Esta idea de que el niño(a) se masturba puede causar
sensaciones incómodas en algunos adultos.
En esta edad, el niño también puede dar muestra de exhibicionismo (exhibición de los genitales), de
voyerismo (mirar los genitales de otros) y de una curiosidad persistente por la anatomía de los individuos del
sexo opuesto o del mismo. Estas conductas son normales y no tienen las connotaciones que le da el adulto.

Al descubrir el niño(a) que pertenece a un sexo determinado, empieza a imitar al progenitor de su mismo
sexo. El niño se fija en el modelo masculino que tiene más próximo, el padre y la niña en el femenino, la
madre. Ellos quieren parecerse a sus papás.

Esta capacidad para imitar es adquirida por el niño y la niña no solo porque descubren que pertenecen a un
sexo sino porque es una forma de acceder al padre del sexo opuesto. En su elaboración del Complejo de Edipo
el niño y la niña "se dan cuenta" de que pareciéndoseles al padre del mismo sexo pueden lograr que el padre
del sexo opuesto se "enamore" de él o ella. Cuando aparece la prohibición del incesto en la relación padre –
hija o madre – hijo y la castración como castigo, el (la) reprime su deseo que el progenitor, para ya las
características culturales y comportamentales que caracterizan a cada sexo han sido adquiridas por el infante
a través de la imitación.

Entonces, el niño(a) aprende a comportarse según su sexo, porque la imitación le permite entender esas
conductas. El (ella) necesitan imitar las actividades que realizan los padres porque debe probar los diferentes
comportamientos para aprender normas de conducta adecuados para su sexo.

Por esta razón no es necesario forzar a los niños (as) a que aprendan a ser hombres o mujeres. Ellos mismos,
en su proceso de imitación irán aprendiendo a hacerlo sin necesidad de exigencias o imposiciones
innecesarias. Lo importante es que los modelos por imitar sean lo suficientemente adecuados.

Como en las etapas anteriores, la genital también agrega una modalidad de relación social que es la conquista.
El niño(a) aprende a conquistar, a competir, a insistir para alcanzar una meta y esto le produce placer.

Etapa de Latencia:

La latencia es una etapa del crecimiento que permite al sujeto desarrollar una estructura de personalidad
más compleja. A lo largo de las siguientes líneas se intentará explicar el juego como una de las tareas que el
niño entre los 6 y 12 años tiene que realizar para modificar las experiencias previas y establecer
progresivamente un aparato psíquico distinto y más complejo.

La teoría psicoanalítica, siguiendo a Freud (1905), explica el desarrollo de la personalidad del niño
mediante la teoría psicosexual, la cual expone que la sexualidad está presente desde la infancia y se va
desarrollando hasta la edad adulta, permitiendo la adaptación al medio.

Las etapas de desarrollo de la personalidad son la oral, la anal, la fálica y latencia. Las tres primeras fases
implican que el instinto sexual se satisface en zonas corporales particulares a las que se llamó “zonas
erógenas”, que son la boca, el ano y los genitales, respectivamente.
La búsqueda de placer está apoyada en necesidades fisiológicas, por ejemplo, el bebé come del pecho de
la madre por una necesidad de supervivencia, pero también siente un placer de tipo sexual que busca aunque
no tenga hambre. (Mitchell, 2004).

Los primeros cinco años de la vida del niño están marcados por una intensa actividad sexual, pero, a
partir de los seis, el niño entra en una época de calma sexual llamada latencia (Freud, 1905). Se entiende que
durante los años de la primaria el niño está menos interesado en lo sexual; aparecen sentimientos de pudor y
aspiraciones morales. Surgen mecanismos de defensa que le ayudan a manejar los conflictos sexuales, a
desarrollar tareas socialmente aceptadas y logros culturales.

Al ser definido por lo que deja de ocurrir, más que por lo que sucede y construye, el periodo de latencia
ha sido el menos estudiado y se ha dejado de lado como una fase de espera aburrida y sin mucho sentido.
(Urribarri, 2008). Sin embargo, es una fase activa en la que el impulso sexual no disminuye, sino que se
organiza de manera distinta en el aparato psíquico al servicio de una nueva adaptación.

La fase de latencia es una época muy importante que prepara para el gran periodo de cambios de la
adolescencia, pero sobre todo es un periodo de cambios en la organización y el funcionamiento de la
personalidad, de las conductas y de las relaciones sociales que se establecen.

Los niños durante la primaria están en un periodo de su vida en el que construyen nuevos placeres,
dominan nuevas actividades, adquieren aprendizajes y amplían sus relaciones. Entender los cambios que se
producen y los logros que se alcanzan permite aclarar las implicaciones que tiene para la adolescencia.

En lugar de pensar la latencia como un periodo de receso o de espera, podemos pensarla como un
trabajo mental que el niño tiene que hacer para modificar su estructura y organización de forma activa,
utilizando distintos medios para lograrlo (Urribarri, 2008).

En otras palabras, la sexualidad no declina, el interés permanece activo, lo que disminuye es la actividad
sexual manifiesta (por ejemplo, la masturbación), para dirigirla hacia actividades que permitan cambios en la
organización y funcionalidad del psiquismo.

La idea de Urribarri es que el trabajo de la latencia tiene lugar en dos niveles, uno interno y mental y otro
externo vinculado a las relaciones del niño con los adultos y sus pares. Por ejemplo, por un lado, un niño de 8
años tiene que adquirir habilidades y conocimientos que le permitan adaptarse a la escuela y, al mismo
tiempo, desarrollar la capacidad para establecer nuevas relaciones de amistad (Urribarri, 2008).

Una de las herramientas con las que cuenta el niño para llevar a cabo el trabajo de la latencia es el juego
que va cambiando a lo largo de todo el desarrollo infantil. A través de los juegos, los niños en la latencia
pueden conocer, dominar y ejercitar el cuerpo y el espacio, así como desarrollar su interés por el mundo y la
adaptación a las nuevas circunstancias. El juego está más organizado, ligado a lo real, se comparte y socializa,
lo que permite el desarrollo de la noción de reglas y la actitud competitiva.

Por ejemplo, el juego de roles muestra la organización mental más compleja, el acceso a lo simbólico, la
capacidad para identificarse temporalmente con los diversos personajes y sus interacciones en una trama
dramática.

Al comienzo de la latencia el movimiento es expresión de alegría y placer, predomina la motricidad


gruesa como correr, patinar, saltar, patear la pelota, etc., y parece más importante la fortaleza que la
habilidad. Vemos que niños y niñas participan en juegos compartidos que pueden ser desordenados y
tumultuosos.
Conforme el niño crece, el juego se modifica; conforme se interiorizan los roles y se distinguen lugares y
funciones, puede realizarse una tarea en equipo y acciones destinadas a un fin común. A partir de los 8 años
predomina la habilidad más que la fortaleza, el niño, por ejemplo, hace trucos con el spiner, fintas en el futbol
o acrobacias en la bicicleta.
El juego favorece la integración de la imagen corporal, la ampliación de los recursos de la personalidad,
interiorización, intercambio, cooperatividad de roles, integración de grupos de pares, así como la obtención de
placer por el movimiento (Urribarri, 2008).

La latencia entonces es mucho más que un periodo de transición, es una etapa de la vida en la que se dan
procesos diversos que preparan y facilitan el acceso a la vida adulta, a la sociedad y a la cultura.

Mecanismo principal de la latencia:

SUBLIMACIÓN = Al.: Sublimierung. — Fr.: sublimation. — Ing.: sublimation, — //..' sublimazione. — Por.: sublima?
áo.

Proceso postulado por Freud para explicar ciertas actividades humanas que aparentemente no guardan relación
con la sexualidad, pero que hallarían su energía en la fuerza de la pulsión sexual. Freud describió como actividades de
resorte principalmente la actividad artística y la investigación intelectual. Se dice que la pulsión se sublima, en la medida
en que es derivada hacia un nuevo fin, no sexual, y apunta hacia objetos socialmente valorados.

A lo largo de toda su obra, Freud recurre al concepto de sublimación con el fin de explicar, desde un punt o de vista
económico y dinámico, ciertos tipos de actividades sostenidas por un deseo que no apunta , en forma manifiesta, hacia
u n fin sexual: por ejemplo, creación artística, investigación intelectual y, en general, actividades a las cuales una
determinada sociedad concede gran valor. Freud busca el resorte último de estos comportamientos en una
transformación de las pulsiones sexuales: «La pulsión sexual pone a disposición del trabajo cultural cantidades de fuerza
extraordinariamente grandes, en virtud de la particularidad, singularmente marcada en dicha pulsión, de poder
desplazar su fin sin perder en esencia intensidad. Esta capacidad de reemplazar el fin sexual originario por otro fin, que
ya no es sexual pero se le halla psíquicamente emparentada, la denominamos capacidad de sublimación» (1 a). Ya desde
el punto de vista descriptivo, las formulaciones freudianas referentes a la sublimación jamás fueron llevadas muy lejos.
El ámbito de las actividades sublimadas queda mal delimitado: así, por ejemplo, ¿debe incluirse entre ellas todo el
trabajo del pensamiento o sólo ciertas formas de creación intelectual? El hecho de que las actividades llamadas
sublimadas son objeto, en una determinada cultura, de una valoración social particular, ¿debe considerarse como una
característica fundamental de la sublimación? ¿O bien ésta engloba también el conjunto de las actividades llamadas
adaptativas (trabajo, ocio, etc.)? ¿El cambio que se supone que interviene en el proceso pulsional afecta solamente al
fin, como sostuvo Freud durante mucho tiempo, o simultáneamente al fin y al objeto de la pulsión como dice en la
Continuación de las lecciones' de introducción al psicoanálisis {Meue Folge der Vorlesungen zur Einfiihnmg in die
Psychoanalyse, 1932)?: «Llamamos sublimación cierto tipo de modificación del fin y de cambio del objeto, en el cual
entra en consideración nuestra valoración social» (2). Esta incertidumbre se vuelve a encontrar en el aspecto
metapsicológico, como observó el propio Freud (3). Tal sucede incluso en un trabajo centrado sobre el tema de la
actividad intelectual y artística, como Un recuerdo infantil de Leonardo da Vinci.

Referencias
Freud, S. (1905). Tres ensayos de teoría sexual. En Obras completas, 7 (pp. 109-224). Buenos Aires:
Amorrortu, 1976.
Mitchell, S., y Black, M. (2004). Más allá de Freud, una historia del pensamiento psicoanalítico moderno.
Barcelona: Herder.
Urribarri, R. (2008). Estructuración psíquica y subjetivación del niño de escolaridad primaria. Buenos
Aires: Noveduc.

LAPLANCHE, J. (1998). DICCIONARIO DE PSICOANALISIS (2a. ed., 1a. reimp.). BARCELONA: LABOR.

A continuación se presenta un video con las fases de evolución psicosexual de Freud

https://www.youtube.com/watch?v=YDL_CatPRNw

   

También podría gustarte