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ESCUELA DE ALTOS ESTUDIOS DE LA

CÁMARA MINERA DEL PERÚ

PROGRAMA:
ADMINISTRACIÓN Y GESTIÓN DE SALUD OCUPACIONAL.

MODULO:
EQUIPO DE ALTO RENDIMIENTO EN TIEMPO DE CRISIS

ENSAYO CRITICO ARGUMENTATIVO

TEMA:
Sobre el compromiso tardío pero firme e irreversible de la
medicina con la evidencia

AUTOR:

DR. CHRISTIAN RODRIGO CASAÑAS NUELA

FECHA DE ENTREGA:

15 DE OCTUBRE DEL 2021

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I. INTRODUCCIÓN:

El paradigma tradicional del proceso de toma de decisiones clínicas se ha basado


fundamentalmente en la autoridad, es decir, en los líderes de opinión y en la jerarquía
propia del gremio. Además, en él se le atribuye gran importancia a la experiencia clínica
no sistematizada, a la intuición y al estudio de los mecanismos básicos de la enfermedad.
Sin negar el valor que pudieran tener, parecen ser unas guías insuficientes para la práctica
clínica. En este contexto ha surgido un nuevo paradigma para la práctica de la medicina
que hace hincapié en el análisis de las pruebas de la investigación clínica, los valores del
paciente y la experiencia clínica, aunque la interprete con cautela cuando se trata de
observaciones clínicas no sistemáticas. Es claro que debe existir un vínculo entre la
evidencia publicada y el paciente concreto, y éste es el sentido común y la experiencia del
médico.
Por lo que la medicina basada en la evidencia tiene como objetivo poner a disposición del
médico clínico atareado, información válida y relevante que responda a las dudas
identificadas por él mismo y para eso invito a seguir la lectura del siguiente artículo.
La Medicina Basada en Evidencias es necesaria pero insuficiente, para implementar una
práctica clínica de calidad; la evidencia debe adecuarse a cada paciente. La práctica
basada en evidencias no considera suficiente la intuición, la experiencia clínica no
sistemática y el razonamiento fisiopatológico para tomar una decisión clínica, aunque sí
los considera indispensables en la práctica médica.
La MBE no solo es un simple concepto, sino que constituye una estrategia de trabajo,
cuyo objetivo fundamental es el perfeccionamiento de esta actividad. Es por eso que esta
se ha incorporado desde ya hace algunos años, en programas de pregrado y posgrado de
diversas universidades, nacionales y extranjeras.
La práctica de la MBE representa la amalgama perfecta entre la «habilidad clínica
personal» y «la mejor evidencia externa disponible a partir de la investigación
sistemática»; se entiende como habilidad clínica personal, la destreza y buen juicio que el
clínico adquiere mediante la experiencia y la práctica clínica, y esta se refleja, entre otras,
por un diagnóstico efectivo, y una identificación adecuada y tratamiento sensible de los
problemas del paciente al tomar decisiones clínicas acerca de su cuidado.

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II. ARGUMENTACIÓN:

El acto médico se encuentra en la encrucijada de varias disciplinas científicas. La


medicina se ha nutrido tradicionalmente del conocimiento producto de ciencias como la
biología, la química y la física, para apoyar las decisiones clínicas respecto al cuidado de
los enfermos. Aunque es clara la relación que existe entre la medicina y las ciencias
denominadas “exactas” por su carácter cuantitativo, es también innegable cada acto
médico se desarrolla en un contexto sociocultural. Lo anterior dota a esta actividad
humana de un profundo contenido sociológico y le da validez a aquella expresión que
afirma que la medicina es arte y ciencia. El modelo médico tradicional resulta del análisis
juicioso de la enfermedad de cada paciente que, en el primer momento, utiliza el
conocimiento de la ciencia biomédica para determinar el diagnóstico del enfermo y las
causas fisiopatológicas que subyacen al mismo, y posteriormente, procede a tomar una
decisión terapéutica que sea consecuente con el diagnóstico realizado. Si bien la medicina
y el quehacer de un médico están soportados en un cuerpo de conocimientos provenientes
de las ciencias básicas biomédicas, desde hace algún tiempo se ha introducido un debate
sobre la necesidad de una ciencia médica “propia”; esto es, de una disciplina científica que
tenga que ver necesariamente con los problemas a los que un médico se ve enfrentado en
su práctica cotidiana, ya que frecuentemente dichos problemas escapan al alcance del
conocimiento básico producto de esas otras ciencias. Respecto a este debate, ha surgido la
medicina basada en la evidencia como una respuesta a las necesidades de los médicos de
contar con conocimientos derivados de una disciplina científica directamente relacionada
con su quehacer diario.

Debe anotarse que el surgimiento de la medicina basada en la evidencia no es fortuito ni


responde a la inspiración genial de un grupo de sujetos. Su aparición está soportada por un
contexto social que permitió e influenció sus planteamientos principales. La última década
del siglo pasado fue testigo de numerosos avances científicos, entre los que se cuentan los
de las denominadas ciencias duras. Así, no es de extrañar que la práctica médica se dejara
contagiar por el agitado impulso de la formulación de leyes matemáticas para explicar los
fenómenos naturales.
Uno de los pilares fundamentales en los que está cimentada la medicina basada en la
evidencia es la evidencia clínica externa. Es decir, los estudios clínicos experimentales se
convierten en una invaluable fuente de información para la práctica clínica. Sin embargo,
surge la inquietud acerca de qué hacer cuando no se pueden llevar a cabo experimentos
clínicos, sea por cuestiones éticas o limitaciones puramente técnicas, para solucionar
preguntas clínicas relevantes. El uso de la “mejor evidencia disponible” referida única y
exclusivamente a los ensayos clínicos con asignación aleatoria, es una de las principales
limitaciones planteadas a la medicina basada en la evidencia; se argumenta, entre otras
razones, que la evidencia revelada en estos estudios se hace con base en grupos de
pacientes y no especifica o no permite precisar con exactitud la aplicación de los
resultados a los pacientes individuales.

La medicina basada en la evidencia nos pone de manifiesto una oportunidad valiosa para
dilucidar problemas médicos cotidianos mediante el método científico; sin embargo,
cuando no se reconocen las limitaciones inherentes a la complejidad biológica-social de
los pacientes y las limitaciones de la supuesta validez universal del método científico, se
puede caer en el desafortunado evento de considerar y ejercer esta práctica como un

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absurdo dogma.

La práctica médica está cambiando debido al uso más eficiente de la literatura biomédica
en la toma de decisiones sobre la atención de pacientes individuales. Esto constituye un
nuevo paradigma científico: la medicina basada en la evidencia (MBE). Los factores que
pueden explicar el creciente interés por la MBE son la conciencia de la variabilidad en la
práctica clínica, la importancia de la eficacia, efectividad y eficiencia de las nuevas
tecnologías sanitarias y la facilidad de acceso a la literatura biomédica (especialmente a
través de Internet). Las principales herramientas de la MBE en la práctica clínica son la
creciente producción de revisiones sistemáticas de intervenciones de salud (Colaboración
Cochrane, Agencias de Evaluación de Tecnologías Sanitarias, Guías de Práctica Clínica) y
la evaluación crítica de documentos científicos. La MBE enfatiza el beneficio para el
paciente individual y su punto clave es la eficacia, ya que la principal fuente de
información son los ensayos clínicos y metaanálisis en la práctica clínica “ideal”. La
evidencia basada en la medicina, como complemento de la MBE, enfatiza el beneficio
para la sociedad y su punto clave es la efectividad y eficiencia de las intervenciones en
salud, ya que las principales fuentes de información son las medidas de calidad de vida
relacionada con la salud y los análisis económicos en situaciones clínicas “normales”.
práctica. La gestión de la calidad total tiene como objetivo la evidencia basada en la
medicina enfatiza el beneficio para la sociedad y su punto clave es la efectividad y
eficiencia de las intervenciones en salud, ya que las principales fuentes de información son
las medidas de calidad de vida relacionada con la salud y los análisis económicos en la
práctica clínica “normal”. La gestión de la calidad total tiene como objetivo la evidencia
basada en la medicina enfatiza el beneficio para la sociedad y su punto clave es la
efectividad y eficiencia de las intervenciones en salud, ya que las principales fuentes de
información son las medidas de calidad de vida relacionada con la salud y los análisis
económicos en la práctica clínica “normal”. La gestión de la calidad total tiene como
objetivo la evidencia basada en la medicina.
El factor humano posee dos dimensiones. La primera estriba en que no existe una
conexión automática entre verificación y voluntad de aplicación. Los fundadores de la
MBE creen básicamente que con la demostración es suficiente, sin tener en cuenta que la
percepción humana perciba que los hechos puedan estar distorsionados. Otros filósofos
han interpretado que el ser humano tiene tendencia a creer en los fenómenos sensoriales
sobre cualquier otro tipo de información. Esta inclinación a creer en los hechos verificados
de forma interna es lo que conforma la Fenomenología. El método fenomenológico se
basa en la descripción y posterior análisis de la conciencia.
La segunda dimensión se basa en la conocida inclinación de aferrarse a una creencia a
pesar de que la evidencia muestre claramente su falsedad. Es la denominada disonancia
cognitiva. Durante la formación postgraduada se educa a los clínicos en la creación de sus
propias interpretaciones objetivas más que en las que les están transmitiendo los pacientes.
La disonancia cognitiva es un escollo muy serio para la homogeneización de la conducta
clínica.
Vivimos generalmente de forma secuencial, realizando una acción y evaluando los
resultados. En cada nivel se aplica una escala de valores al resultado dependiendo de la
acción previa. La MBE nos pide aplicar la escala de valores de forma previa a la
evaluación de la experiencia. Esta forma de trabajar se llama decisionismo. Su aplicación
a la práctica clínica tiene una serie de problemas, siendo quizás el más importante la
aplicación de la escala de valores antes de que hayamos visto al paciente.

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III. CONCLUSIONES

Desde nuestra perspectiva, el balance de la presencia de la MBE en nuestro medio es


positivo. Sin embargo, requiere todavía de un esfuerzo mayor para insertarse
adecuadamente en los sistemas de salud, tanto en la medicina clínica como en la salud
pública. Sin duda. un reto pendiente que debemos afrontar con mayor entusiasmo y
consistencia, es el de generar nuestra propia evidencia, pues no basta consumir la que se
genera fuera de nuestras fronteras. Esto no ocurrirá, sin duda, si no se presta real atención
a la promoción de la investigación, del pensamiento crítico y de la creatividad, desde
etapas tempranas de la vida y más tarde durante la vida universitaria.
En definitiva, el paciente que acude a nuestra consulta busca en nosotros el calor humano
inherente a la profesión médica, pero también una respuesta científica a sus problemas. La
MBE es en la actualidad un instrumento apropiado para hacer frente a esta última
cuestión, y su implantación es ya una obligación para el profesional de la salud, que
terminará viendo su ejercicio como algo natural, consustancial a su profesión. Las
observaciones personales, tan frecuentemente expresadas irán perdiendo peso por la
información sistematizada obtenida de la comunidad científica.
 

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IV. REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

1. Huicho, L., Yhuri Carreazo, N., & Gonzales, C. (2013, July). La Medicina
Basada en la Evidencia:¿ mejoró la medicina que practicamos y enseñamos?.
In Anales de la Facultad de Medicina (Vol. 74, No. 3, pp. 231-236). UNMSM.
Facultad de Medicina.
2. Málaga Rodríguez, G., & Sánchez Mejía, A. (2009). Medicina basada en la
evidencia: Aportes a la práctica médica actual y dificultades para su
implementación. Revista Medica Herediana, 20(2), 191-197.
3. Brito Sosa, G., González Capote, A., & Cruz Rodríguez, P. (2010). Origen,
evolución y reflexiones sobre la medicina basada en la evidencia. Revista
Cubana de Cirugía, 49(2), 0-0.
4. de Dios, J. G. (2001, January). De la medicina basada en la evidencia a la
evidencia basada en la medicina. In Anales de Pediatría (Vol. 55, No. 5, pp.
429-439). Elsevier Doyma.
5. Bonfill, X., Gabriel, R., & Cabello, J. (1997). La medicina basada en la
evidencia. Revista Española de Cardiología, 50(12), 819-825.

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