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EL PODER MODERADOR
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La Constitución es la que determina en todas partes la organización del Estado en relación
con las magistraturas, principalmente la soberana.
Se pueden diferenciar dos tipos de constituciones, según el interés que persigan, pueden
ser:
Constituciones puras: son las hechas en vistas del interés general; son puras porque
practican rigurosamente la justicia.
Constituciones impuras: sólo tienen en cuenta el interés personal de los gobernantes; no
son más que una corrupción de las buenas constituciones, están viciadas.
Aristóteles divide las formas de gobierno en puras e impuras, que son las deformaciones de
las formas puras, según persigan el interés de uno o de muchos.
Así, encuentra dentro de las formas puras de gobierno:
La Monarquía: que es el gobierno de uno sólo.
La Aristocracia: que es el gobierno de una minoría conformada por hombres de bien.
La República: que es el gobierno de la mayoría.
Y dentro de las formas impuras, están:
La Tiranía: que es la que tiene como fin el interés personal del monarca.
La Oligarquía: que es la que tiene como fin el bien personal de los ricos.
La Demagogia: que tiene como fin el bien particular de los pobres.
En función de este esquema, la Constitución española reconoce como forma de Estado la
forma pura de la monarquía, encontrándose en la cúspide de la organización la figura del
Rey.
Esto lleva a la existencia de otra clasificación de las normas de gobierno según la
distribución funcional del poder. Esta tipología es asimilable a lo que en ocasiones se
denomina como forma de gobierno, pero no teniendo en cuenta el criterio de quién ejerce la
dominación, sino según las relaciones entre los diversos poderes del Estado.
Así podemos destacar:
Régimen parlamentario
Este régimen pretende lograr que se establezca una colaboración entre el ejecutivo y el
legislativo, que el régimen presidencial separa de manera rigurosa. El poder ejecutivo
proviene del parlamento, pues este nombra el Primer Ministro, quien es Jefe de Gobierno.
El parlamento posee poder de revocatoria sobre el ejecutivo, el cual a su vez puede disolver
el parlamento. La jefatura de Estado está en la cabeza del Presidente (en los regímenes
democráticos ) o del Rey (en las monarquías).
Aunque el gobierno parlamentario tiene diversas variantes, todas ellas tienen en común
ciertos elementos estructurales como son un ejecutivo dual o bicéfalo, el gabinete
ministerial, el parlamento y la responsabilidad política.
Régimen presidencial
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En el sistema presidencial la separación de poderes está rigurosamente aplicada dese el
ángulo teórico, el ejecutivo y el legislativo son independientes, cada uno actúa dentro de la
esfera de competencia que le ha sido asignada por la constitución, pero ambos están
obligados a cooperar en ciertos puntos estratégicos del proceso político, de ahí que el
régimen presidencial esté sujeto al principio de interdependencia por coordinación. En
este régimen el ejecutivo es elegido de forma periódica por el pueblo, posee las dos
investiduras de Jefe de Gobierno y Jefe de Estado. Ni el Presidente ni el Congreso pueden
revocarle el mandato al otro. Otras características son : no existe voto de censura del
Congreso respecto del Presidente o sus Ministros; el Presidente nombra su equipo
ministerial, el cual no es responsable frente al Congreso.
España es por tanto una Monarquía parlamentaria, régimen donde la separación de
poderes no es radical. Estos regímenes parlamentarios aparecen en Europa como herencia
de las monarquías absolutas.
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constituido un fenómeno histórico irreversible de renuncia a todos los intentos de restaurar
la ordenación del universo político desde los esquemas del Antiguo Régimen. Y, por otro
lado, a la convicción de que la defensa de la causa de la libertad representaba una compleja
y difícil operación.
Benjamín Constant es probablemente el primero en percatarse de que no sólo se discutía un
conflicto de legitimidades políticas, sino que se planteaba además un problema de
estructuración en la organización jurídica del Estado.
Tomó como referente y modelo exclusivo de su especulación teórica la propia realidad
política británica. Había sido la propia evolución política y constitucional inglesa la que,
con la progresiva disminución de las atribuciones de la prerrogativa regia, fue
conformando una Jefatura del Estado que nada tenía que ver con la de los primeros
momentos de su historia ni con la establecida en las monarquías absolutas del continente
europeo. Un monarca que, sin haber perdido su condición de titular del poder supremo del
Estado, iba siendo paulatinamente despojado de la mayoría de las potestades a cuyo través
se canalizó siempre el ejercicio del dominio, de la coacción y la fuerza.
En el siglo XIX Constant se dio cuenta de que en Inglaterra ya casi no quedaba señal de la
prerrogativa regia y que los reyes seguían reinando pero casi sin poderes aparentando ser
una institución sin sentido. Sin embargo, la monarquía tenía mucho sentido en Inglaterra y
precisamente aquí radica la grandeza de la historia constitucional inglesa; y es que los reyes
fueron perdiendo poderes efectivos pero no la influencia en el pueblo Así, en la medida
que la monarquía pierde poderes efectivos gana poder simbólico.
Este cambio en la monarquía inglesa lleva a que se tengan que respetar dos axiomas ya que
el rey tiene un poder simbólico: el rey no puede cometer errores ni injusticias y el rey
precisamente por esto no puede actuar solo. Sobre estas dos ideas se basa la justificación
jurídica del poder supremo del rey en las monarquías parlamentarias.
Así, en el art. 56.3 C.E. dice “la persona del rey es inviolable y no está sujeta a
responsabilidad. Sus actos estarán siempre refrendados en la forma establecida en el art.64
C.E., careciendo de validez sin dicho refrendo, salvo lo dispuesto en el art. 65.2”.
El rey tiene poder simbólico y como tal es una persona excepcional y no puede cometer
injusticias.
No puede gobernar solo (art. 64 C.E.) “los actos del rey serán refrendados por el Presidente
del Gobierno y en su caso por los ministros competentes. La propuesta y nombramiento del
Presidente del Gobierno y la disolución prevista en el art. 99 C.E. serán refrendados por el
Presidente del Congreso”.
Así, aunque en teoría el rey nombre a los ministros del Tribunal Constitucional, promulga
y sanciona las leyes… ninguno de estos actos tiene validez si no son imputados a las
personas citadas en el art. 64 C.E.. Todos los actos del rey son pues actos debidos.
El rey sólo tiene total libertad en dos funciones (art.65 C.E.):
Administrar y distribuir su patrimonio particular que recibe de los presupuestos del Estado
en una cantidad global para el sostenimiento de su familiar y su casa.
Nombrar y relevar libremente a las personas civiles y militares de su casa. El verdadero
responsable es el que refrenda los actos del rey.
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El Rey en la nueva configuración de la monarquía, tal y como se había ido haciendo en
Inglaterra pasa a ser un poder absolutamente distinto a los poderes del Estado. Este es al
que B. Constant dio el nombre de poder moderador.
En el siglo XIX entran en tensión dos grandes principios: el monárquico y el democrático.
Los pensadores franceses que abogaban por la nueva monarquía tras la revolución
francesa, partían de la idea de que la nueva monarquía era diferente a la absolutista y por
tanto se necesitaba aceptar un nuevo entendimiento del poder del monarca como poder
moderador. Así la monarquía representaría la jefatura del Estado tal y como se había
venido haciendo en Inglaterra donde el rey tenía solo un poder simbólico sin poderes
efectivos reales.
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Hobbes en el Leviatán se plantea el problema de la permanencia política del Estado
desarrollando la teoría de la representación: los gobernantes además representan al pueblo
y dan las leyes. Pero esta representación que ejercitan no da continuidad ya que los
representantes cambian en función de los deseos del pueblo. Hobbes se da cuenta de esto y
se plantea como garantizar, expresar y simbolizar la unidad y continuidad del Estado. Se
fija en Roma, donde es el Senado: institución que daba continuidad. A respectob Constant:
opina que también la democracia moderna tendrá que tener continuidad y no estar
condicionada por los avatares históricos y políticos. De ahí se afirma que la grandeza de la
figura del monarca es representar.
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obra. El principio de continuidad queda roto. Siendo la institución de la monarquía el único
mecanismo que da continuidad al Estado.
2. LA CORONA
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Es informado de los asuntos de Estado y preside, a estos efectos, las sesiones del
Consejo de Ministros, cuando lo estime oportuno, a petición del Presidente del
Gobierno.
Ejerce el mando supremo de las Fuerzas Armadas.
Ejerce el derecho de gracia con arreglo a la ley, que no podrá autorizar indultos
generales.
El Alto Patronazgo de las Reales Academias.
Nombra al Presidente y a los demás miembros del Tribunal Constitucional, al Fiscal
General del Estado y a los vocales del Consejo General del Poder Judicial.
Nombra a los Presidentes de las Comunidades Autónomas, con el refrendo del
Presidente del Gobierno.
Sanciona los Estatutos de Autonomía.
Convoca referéndum autonómico.
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El artículo 57.1 fija el orden sucesorio: “la sucesión seguirá el orden de primogenitura y
representación siendo preferida la línea anterior a las posteriores; en la misma línea, el
grado más próximo al más remoto; en el mismo grado, el varón a la mujer, y en el mismo
sexo, la persona de más edad a la de menos”
Esta fórmula viene de 1265 Ley de Partidas de Alfonso X “el sabio”. Conculca el principio
de igualdad, confirmada en las Leyes de Toro y en la Novísima Recopilación.
Quiere decirse con ella que el trono se defiere al primogénito y a sus descendientes, de
padres a hijos y nietos, y así sucesivamente, con preferencia sobre los hermanos y los
sobrinos por razón de línea; que las mujeres sólo tienen acceso al trono si no tienen
hermanos varones; y que la preferencia de línea con derecho a la representación significa
que los nietos anteceden, en caso de fallecimiento, a los padres, a los tíos, y a los hermanos
del Rey difunto.
Unido el principio de primogenitura al de representación, supone que el primogénito
constituirá siempre cabeza de la primera línea descendente; el segundo legítimo, cabeza de
la segunda, y así sucesivamente, de forma que ningún integrante de la segunda línea podrá
entrar a suceder mientras queden descendientes de la primera.
En lo referente al Príncipe heredero, el artículo 57.2 constitucionaliza la dignidad de
Príncipe de Asturias, denominación ésta de mayor arraigo histórico que la de Príncipe de
España, utilizada durante el período inmediatamente anterior. En la Constitución de Cádiz
se declaraba que el hijo primogénito del Rey se titularía Príncipe de Asturias, así como
Infantes de las Españas los demás hijos e hijas del Rey y del Príncipe de Asturias; ésta
previsión aparece en el R.D. 1368/1987, de 6 de Noviembre, sobre régimen de títulos,
tratamientos y honores de la Familia real y los Regentes sobre esta materia.
Sobre las funciones cuyo desempeño pudiera corresponder al Príncipe heredero, no queda
regulado en la Constitución, quien, de forma natural, accederá al trono por fallecimiento
del Rey. Únicamente se refiere el artículo 61.2 al juramento que ha de prestar antes las
Cortes Generales al cumplir la mayoría de edad (hecho que se produjo el día 30 de Enero
de 1986 ante las Cortes).
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Prohibición de matrimonio regio (art. 57.4)
Aun cuando hoy en día no se requiera el consentimiento de las Cortes para el matrimonio
de Reyes, dicho artículo, sí prevé las consecuencias de que una persona con derechos
sucesorios en el trono contraiga matrimonio contra la expresa prohibición del Rey y las
Cortes Generales: la exclusión en la sucesión para sí mismos y sus descendientes.
El Rey o la Reina, no tienen limitación constitucional para contraer matrimonio. Por su
parte el art. 58 CE dispone que la Reina consorte o el consorte de la Reina no podrá asumir
funciones constitucionales, salvo lo dispuesto para la Regencia.
La Regencia
La institución de la Regencia se activa cuando las funciones regias, por distintos motivos,
no pueden cumplirse directamente por el titular de la Corona. De ahí que se considere la
Regencia como una magistratura extraordinaria, temporal y caracterizada, ante todo, por
su provisionalidad.
Esta imposibilidad puede ser debida a dos causas, porque el Rey es menor de edad, o bien
porque está inhabilitado para el ejercicio de su autoridad. (regencia legítima).
Tiene atribuidas las mismas funciones que el Rey. Deben prestar juramento y fidelidad al
Rey.
Su regulación se contiene en el artículo 59 de la Constitución española.
Por minoría de edad: la CE de 1978 no menciona expresamente la mayoría de edad del Rey,
así que entendemos la regla general de los 18 años, igual que cualquier ciudadano español.
Por inhabilitación del Rey: esta debe ser reconocida por las Cortes Generales, las causas de
inhabilitación las debe proponer el Gobierno.
En cuanto a las personas llamadas a ejercer la Regencia, la Constitución es, en ese punto,
muy precisa y establece un orden determinado:
En primer lugar, de acuerdo a la tradición, se tienen en cuenta los criterios familiares y
dinásticos. Así, de forma automática y legítima, la Regencia se defiere, para el caso de Rey
menor, al padre, la madre o pariente que le siga en el orden sucesorio. (art. 59.1). Estas
personas entran a ejercer la Regencia ope legis, sin necesidad de acto alguno de
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nombramiento o investidura, desde que se produce el hecho desencadenante de la
suplencia del Rey.
Para el caso de Rey inhabilitado (art. 59.2), entrará, también inmediatamente y de forma
automática, a ejercer la Regencia el Príncipe heredero de la Corona si fuese mayor de edad;
y si no lo fuese, correspondería la Regencia a las personas previstas en el apartado 1, hasta
que el Príncipe heredero alcanzase la mayoría de edad.
En cualquier caso, son requisitos imprescindibles para su ejercicio: ser español y mayor de
edad. (art 59.4 CE).
Estos mínimos requisitos que la Constitución exige para la persona –o personas- que fuera
Regente son mucho menos rigurosos que los exigidos en nuestro Derecho histórico: la
Constitución de 1812, por ejemplo, prohibía la Regencia para los españoles naturalizados, y
las de 1845 y 1976 requerían la no exclusión de la sucesión a la Corona.
Finalmente, por lo que se refiere al estatuto jurídico del Regente, el artículo 59.5 sólo señala
que la Regencia se ejercerá “por mandato constitucional y siempre en nombre del Rey”.
Con ello, se quiere insistir en dos aspectos.:
Por una parte, en la idea de la racionalización de la Monarquía parlamentaria y en el
sometimiento de todos sus órganos a la Constitución y las leyes. Por eso se dice que la
Regencia se ejerce “por mandato constitucional”.
Por otra, en el carácter vicarial de esta magistratura excepcional y temporal que es la
Regencia, a quien corresponde, mientras subsista, ejercer las funciones que la
Constitución atribuye a la Corona. Porque la Regencia se ejerce “siempre en nombre
del Rey”, su duración vendrá determinada por el supuesto de que haya dado lugar a la
misma: en el caso de la menor edad, el Regente lo será hasta que el Rey cumpla
dieciocho años; en el supuesto de la inhabilitación, hasta que las Cortes aprecien que
ésta ha desaparecido, siempre que el Príncipe heredero no hubiera alcanzado la mayor
edad, en cuyo supuesto la Regencia sería desempeñada por éste.
La Regencia puede ser legítima: aquella que se confía a la persona designada por la
Constitución y electiva que es la que designa el órgano de representación de la Nación.
La Tutela
Al igual que la Regencia, la Tutela del Rey menor es una institución de profunda raigambre
en la historia de la Monarquía española. Los precedentes inmediatos del vigente artículo 60
se encuentran en las Constituciones de 1812 (art.198), 1837 (art.60) 1845 (art.63), 1869
(art.86), y 1876 (art.73). De todos estos preceptos el artículo 60 de la Constitución de 1837 es
el que guarda una semejanza casi literal con la regulación contenida en el actual.
La Tutela del Rey menor es un mecanismo que actúa en aquellos casos en los que el Rey es
menor de edad, pero no al incapacitado; es decir, en aquellos casos en los que accede al
Trono una persona que teniendo derecho a la sucesión, es en esos momentos, menor de
edad.
A diferencia de la Regencia que constituye un método de ejercicio de la Corona en nombre
del Rey, la Tutela solo actúa en el ámbito de la esfera jurídica privada de la persona del
Rey. Su regulación la encontramos en el artículo 60 de la Constitución española.
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Esta figura jurídica tiene como límites: no podrán acumularse los cargos de Regente y de
tutor sino en el padre, madre o ascendientes directos del Rey. Asimismo el ejercicio de la
Tutela es también incompatible con el de todo cargo o representación política.
Existen varios supuestos:
Tutela testamentaria: en primer lugar será tutor del Rey menor la persona que en su
testamento hubiese nombrado el Rey difunto, siempre que sea mayor de edad y
español de nacimiento.
Tutela legítima: en el caso de que el Rey difunto, no lo hubiere nombrado, será tutor el
padre o la madre, mientras permanezcan viudos.
Tutela dativa o colectiva: en defecto del anterior, lo nombrarán las Cortes Generales, en
sesión conjunta de ambas Cámaras.
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De conformidad con lo dispuesto en el art. 65.2 CE. “el Rey nombra y releva libremente a
los miembros civiles y militares de su Casa”. Se trata, pues, de la otra actividad del Rey no
sujeta a refrendo. Si bien, han sido nombrados por iniciativa regia, se hace en Real Decreto,
refrendado por el Presidente del Gobierno.
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pertenecen a la Corona de España, pero que, en todo caso, se utilizan, sin ningún tipo de
reclamación.
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La generalidad de la doctrina utiliza, ambos términos como sinónimos, pero la
inviolabilidad tiene un significado más amplio que el de la irresponsabilidad, con el que se
pretende subrayar la alta dignidad que corresponde al Monarca como Jefe del Estado.
Como tal, se proyecta en otras normas, de carácter penal o internacional que atribuyen una
especial protección a la persona del Rey. A esto se le añade un status especial de
inmunidad en virtud del cual el Rey se sitúa por encima del debate político y al margen de
los Tribunales de Justicia.
Se trata de “una especial protección jurídica de la vida y el honor del Monarca”, herencia
de la figura delictiva de lesa majestatis, propia de otros tiempos.
El Refrendo
El instituto del Refrendo es definido por nuestra Constitución como la necesidad de que
todos los actos del Estado en que interviene el Rey deban ser confirmados, aparte de la
propia firma del Monarca, por otra persona.
Según el artículo 56.3 los actos del Rey “estarán siempre refrendados en la forma
establecida en el artículo 64, careciendo de validez sin dicho refrendo salvo lo dispuesto en
el artículo 65.2. El refrendo es un control entre el Gobierno y la Jefatura de Estado neutral y
separada tanto del poder legislativo como del ejecutivo. Es un control cuya función
primordial es compensar la inviolabilidad del Rey.
De tal modo, el principal efecto es el traslado de la responsabilidad por el acto del Rey al
titular legitimado para prestarlo. Un acto sin refrendo es un acto carente de validez, acto
nulo.
En la institución del refrendo concurren dos actos simultáneos emanados de dos
voluntades diferentes: por un lado el acto regio, de naturaleza incompleta, pero que es
condición de validez para el otro acto simultáneo, y el proveniente del órgano refrendante
(Presidente del Gobierno, Ministro o Presidente del Congreso), al que complementa y que
es a su vez presupuesto para la existencia de aquél. Mediante el refrendo, se elude la
responsabilidad del Rey como Jefe de Estado, trasladándose esa responsabilidad a las
personas que los refrendan (art. 64.2), aún cuando no sean autores del acto.
Esta concepción del refrendo, para Herrero R. De Miñón es la consecuencia obligada de la
Monarquía parlamentaria; el Monarca necesita el concurso de sus Ministros, pero éstos no
pueden suplir los actos y las opciones de aquél.
En relación con la extensión del refrendo, de igual forma que existen algunas zonas de
responsabilidad regia, hay actos sin refrendo. Estos son los enumerados en el art. 65.2: los
actos de nombramiento y cese de los miembros civiles y militares de su Casa. A lo que hay
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que añadir los actos del Rey que pertenezcan a la esfera jurídico-privada (salvo
nombramiento del tutor testamentario). En este doble ámbito la actuación del Rey no se
encuentra vinculada a refrendo y actúa libremente.
Otra cuestión referida al refrendo son los sujetos dotados de potestad refrendante. Así el
artículo 64.1 designa los titulares legitimados para esta función, cuando señala que los actos
del Rey serán refrendados por el Presidente del Gobierno y, en su caso, por los Ministros
competentes. La propuesta y el nombramiento del Presidente del Gobierno, y la disolución
prevista en el artículo 99, serán refrendados por el Presidente del Gobierno.
La responsabilidad del refrendante se extiende tanto a la regularidad formal del acto como
a su contenido.
El Refrendo aparece como un acto debido, al que ninguno de los dos sujetos se puede oponer
en principio. En caso de inacción de uno de los órganos firmantes no cabe recurso
jurisdiccional: si es por defecto de forma o procedimental, la observación de uno de ellos
debería bastar para su inmediata subsanación, pero si es política tiene que dimitir el órgano
refrendante.
Según esto hay varias formas de refrendo:
a) Refrendo expreso: se realiza por escrito, apareciendo en el “BOE”. Es la contrafirma de
los actos del Rey por parte del refrendante.
A su vez, hay tres tipos de refrendo expreso:
Refrendo derivado: el iniciador del acto es precisamente quien lo refrenda; por ejemplo
los Reales Decretos, en general.
Refrendo traslaticio: ni el refrendado ni el refrendante han intervenido en la confección
y aprobación del acto, consecuencia pues de la voluntad de un tercer órgano; por
ejemplo las leyes que son aprobadas por el Parlamento.
Refrendo originario: la voluntad unilateral del Monarca es la que decide
exclusivamente el acto; por ejemplo el nombramiento de los cargos civiles y militares
de la Casa del Rey. Este supuesto coincide con el refrendo que nació con la Monarquía
constitucional.
b) Refrendo tácito: presencia física de algún miembro del Gobierno frente al Rey, así el
Ministro de Defensa le acompaña en los actos militares.
c) Refrendo presunto: el rey realiza un acto que el Gobierno desconoce y el Presidente o el
Ministro opta por continuar en su cargo. Es una presunción general de que el Gobierno
cubre con su responsabilidad la actuación del Jefe del Estado, a no ser que dimita en
discrepancia con ella. (declaraciones o discursos del Rey, mensajes de Navidad).
Funciones genéricas
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Las funciones del Rey se contemplan en el artículo 56.1, según el cual, el Rey es símbolo de
unidad y permanencia del Estado, arbitra y modera el funcionamiento regular de las
instituciones y asume la más alta representación del Estado español en las relaciones
internacionales.
Pueden clasificarse atendiendo a los siguientes criterios:
Criterio de adscripción de las facultades regias en las funciones que le atribuye el
artículo 56.1:
En función con su relación con los otros tres poderes clásicos del Estado.
En función del criterio de su refrendo.
El Rey tiene tres tipos de funciones principales: simbólicas y representativas, arbitrales y
moderadoras y, las que podríamos llamar mediadoras. Todas ellas vienen reconocidas en la
Carta Magna, aunque unas de forma explícita y otras de forma implícita.
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hereditaria (art.57 CE), pues permite la provisión de su titular al margen de la lucha de los
partidos políticos. De otro lado, la idea de permanencia alude al carácter hereditario de la
Corona, en relación con el cual, a través del artículo 57, se asegura la sucesión en la
continuidad de un régimen de la misma naturaleza.
Funciones específicas
Se trata de funciones efectivas, que realiza personalmente el Rey, pero con la participación
de otros órganos, autores materiales de los actos en que se concretan a través del refrendo,
y que son responsables de la actuación del Rey. Son funciones específicas del Jefe del
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Estado, tasadas, de las que no puede salirse, pero son, al mismo tiempo, unas funciones
abiertas, puesto que además de las reconocidas en la Constitución, especialmente en los
artículos 62 y 63, posteriores leyes le pueden reconocer otras.
La esencia del poder moderador que representa el titular de la Corona consiste en
garantizar “el funcionamiento regular de las instituciones”, por ello sus actuaciones están
relacionadas con los restantes poderes del Estado que reconoce nuestra Constitución.
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Facultad de conferir los empleos civiles y militares (art 62.f CE). Esta facultad se limita a
aquellos cargos que, de acuerdo con la legalidad vigente, precisan de un decreto acordado
en Consejo de Ministros.
Facultades respecto a las relaciones internacionales (art. 63 CE). Corresponde al Rey en este
orden: acreditar y recibir a los embajadores y otros representantes diplomáticos,
manifestar el consentimiento del Estado para obligarse internacionalmente por medio de
tratados, de conformidad con la Constitución y las leyes, declarar la guerra y hacer la paz,
previa autorización de las Cortes Generales. La iniciativa le corresponde al Gobierno y la
autorización a las Cortes Generales.
Mando supremo de las Fuerzas Armadas (art. 62.h CE). Esta facultad ha de ser compatible
con las facultades del Gobierno que refrenda y al que el artículo 97 CE atribuye la dirección
de la Administración militar y la defensa del Estado.
Atribuciones en relación con el poder parlamentario:
En relación con las Cortes Generales, le corresponde al Rey:
Convocatoria de elecciones a Cortes Generales (art. 62.b CE). Se realiza mediante Real
Decreto, expedido con el refrendo del Presidente del Gobierno, a propuesta del mismo
y bajo su exclusiva responsabilidad y previa deliberación del Consejo de Ministros.
Convocatoria de las Cortes Generales (art. 62.b CE). Se trata de la primera convocatoria
tras la celebración de elecciones generales (art. 68.6 CE).
Disolución de las Cortes Generales (art. 62.b CE). Son posibles varios supuestos de
disolución:
Disolución automática (art. 99 CE)
Disolución anticipada (art. 115 CE)
Disolución inmediata (art. 168.1 CE)
Sanción y promulgación de las leyes (art. 62.a CE). El Rey sancionará, en el plazo de
quince días, las leyes aprobadas por las Cortes Generales, y las promulgará y ordenará
su inmediata publicación.
Convocatoria de los refrendos (art. 62.c CE). Se realiza por el Rey, mediante Real
Decreto acordado en Consejo de Ministros y refrendado por su Presidente.
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Nombramiento del Presidente y de los miembros del Consejo General del Poder
Judicial (art. 122.3 y 123.2 CE).
Nombramiento del Fiscal General del Estado, a propuesta del Gobierno, oído
previamente el Consejo General del Poder Judicial.
Derecho de gracia. Este se concreta en la facultad de conceder amnistías e indultos, con
los límites que señala la Constitución.
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TEMA 2. EL PODER LEGISLATIVO
DERECHO CONSTITUCIONAL I
UCAM
UNIVERSIDAD CATÓLICA
DE MURCIA
TEMA 2. EL PODER LEGISLATIVO
DERECHO CONSTITUCIONAL 1 ·
El Poder Legislativo se define como "aquel en que reside la potestad de hacer y reformar
las leyes". De esta manera, en los Estados de Derecho democrático de división de poderes,
es donde desde la Constitución se da al poder legislativo la competencia y prerrogativa de
expedir las leyes.
La principal característica del sistema parlamentario, es que la soberanía se deposita en el
Parlamento y, por tanto, no existe una separación rígida entre éste y el gobierno al
contrario que en el poder ejecutivo.
El origen de la institución se remonta a las reuniones de los representantes de la nobleza, el
clero y de las ciudades con derecho a ello que los Reyes europeos convocaban a fin de que
aprobaran la imposición de gravámenes y derechos y trataran los negocios graves del
Reino.
La Constitución de 1978 para referirse al Poder Legislativo estatal, optó por el de "Cortes
Generales", de influencia británica.
El uso de esta denominación es reflejo de la época de la España medieval, al que refería el
emplazamiento donde se celebraban las deliberaciones (donde estaba la Corte) y que,
cuando tenía carácter extraordinario o solemne se llamaban "generales". El origen de la
institución tiene su raíz en las asambleas medievales, en el ámbito eclesiástico donde se
construyó el principio representativo, tal y como se entendió en la Edad Media.
El Parlamento comparte con todos los Estados democráticos unas características generales
en relación a su naturaleza y sus funciones:
En cuanto a su naturaleza, la elección de sus miembros por la vía del sufragio
universal, libre, directo y secreto de todos sus miembros o, cuando está compuesto por
más de una Cámara, al menos de una de ellas; autonomía plena para su
autorregulación, presupuestos y estatus de sus miembrns.
En cuanto a sus funciones: le corresponde básicamente la elaboración y aprobación de
las Leyes, la elección de los integrantes del Poder Ejecutivo, la orientación de la política
pública y de las líneas de actuación del Estado y la integración de otros órganos
constitucionales.
La regulación constitucional de las Cortes Generales queda regulada en la Constitución en
el Título III de la misma, artículos 66 a 96, ambos incluidos. Existe una diferenciación de su
estructura interna en tres capítulos:
Capítulo 1- De las Cámaras. Art. 66 a 80.
Capítulo 11- De la elaboración de las leyes. Art. 81 a 92.
Capítulo III- De los Tratados Internacionales. Art. 993 a 96.
Y aparte los Reglamentos internos de ambas Cámaras:
Reglamento del Congreso de los Diputados, aprobado el 10 de Febrero de 1982.
Reglamento del Senado, aprobado el 3 de Mayo de 1994.
El poder legislativo se encarna en las Cortes Generales que es la institución representativa
del pueblo español. Actúan en el marco de las atribuciones constitucionales. La validez de
sus actos se deriva de su adecuación al mandato constitucional; constituyen la conexión
entre la Sociedad y el Estado.
En este sentido, las características que las definen son:
Órgano constitucional complejo: integrado por el Congreso de los Diputados y el
Senado, un Parlamento bicameral llamado imperfecto. Es un órgano regulado
directamente por la Constitución, creado y configurado por la misma.
De carácter permanente: sus titulares tienen un mandato de carácter temporal, y son
libremente elegidos en elecciones periódicas por sufragio universal.
Institución inviolable.
Órgano deliberante público: pues actúan mediante debates, votaciones y acuerdos, en
sesiones plenarias públicas.
Ostentan la supremacía política. Su potestad legislativa, se somete al control del
Tribunal Constitucional.
1. EL BICAMERALISMO
De acuerdo a la Constitución, las Cortes Generales son los representantes del pueblo
español, teniendo una configuración bicameral, al componerse de dos Cámaras.
El Senado, considerada la Cámara Alta.
El Congreso de los Diputados, conocida como la Cámara Baja.
Se le ha denominado bicameralismo imperfecto, pues las funciones de cada una de las
Cámaras no son simétricas: o sólo interviene una Cámara, o cuando intervienen las dos
existe una preeminencia de la Cámara Baja.
En representación del pueblo español ejercen los aspectos esenciales de la soberanía
nacional; poseen la potestad legislativa, aprueban los Presupuestos Generales del Estado,
controlan la acción del Gobierno y desempeñan el resto de funciones que les atribuye la
Constitución.
El ejemplo más importante de bicameralismo está en Gran Bretaña (Cámara de los Lores y
Cámara de los Comunes). Esta división ha sido el paso para salir adelante del
Constitucionalismo histórico marcado por los sistemas monárquicos.
En nuestro historia constitucional ha imperado el bicameralismo, aunque en la
Constitución de Cádiz y la de 1931 hubo una sola Cámara.
El Congreso y el Senado no tienen las mismas competencias, las dos cámaras no son
idénticas, ni respecto a su composición ni a sus funciones. El Congreso tiene una clara
superioridad funcional respecto del Senado. En las cámaras, los representantes se agrupan
en los grupos parlamentarios.
Los rasgos del bicameralismo son:
El Congreso de los Diputados es la primera cámara que estudia todos los proyectos y
propuestas legislativas, además la voluntad del Congreso prevalece sobre la del
Senado.
En la convalidación de los decretos-leyes no interviene el Senado, sólo convalida el
Congreso.
En la función de control de responsabilidad política únicamente actúa el Congreso.
En la intervención de los estados de alarma, excepción y sitio, el control parlamentario
únicamente se ejerce por el Congreso de los Diputados. El Senado no interviene.
En el procedimiento de reforma simple, prevalece la voluntad de reforma del
Congreso, frente a la de no reforma del Senado.
2.2. El Senado
La Autonomía reglamentaria
La Autonomía presupuestaria
Esta garantía consiste en la libertad de acción que se le proporciona al Parlamento el cual
aprueba sus presupuestos, los pone en práctica y ordena la apropiación de fondos públicos
para fines parlamentarios. De esta manera, se asegura la independencia funcional al contar
con un sistema de financiación que permita tornar las propias decisiones al respecto dentro
de un margen de autonomía imprescindible.
Así la Constitución señala: que las Cámaras "aprueban autónomamente sus Presupuestos".
Esta autonomía financiera se extiende también a la gestión y liquidación de los
Presupuestos aprobados, así como al control de ejecución del mismo.
Cada Cámara anualmente aprueba su presupuesto según se refiere en el art. 72 CE para su
correcto funcionamiento.
La Autonomía funcional
Según establece el art. 72.3 CE, la Constitución atribuye a la Presidencia de las Cámaras
todos los poderes administrativos y facultades de policía en el interior de las respectivas
sedes. (muestra del clásico principio liberal y democrático de la separación de poderes).
Son prerrogativas que protegen la función parlamentaria frente a acciones externas que
pretendan impedir o disminuir la actividad que llevan a cabo las cámaras como
legisladores, controladores de la acción del gobierno.
En la actualidad estas garantías se encuentran objetivamente formalizadas. Están
encaminadas a asegurar un adecuado funcionamiento de las cámaras para que los
parlamentarios ejecuten sus funciones con total libertad.
Estas prerrogativas influyen en el ámbito de los derechos fundamentales, como ampliación
de los derechos de los parlamentarios y, como limitación de los derechos de los
ciudadanos.
El Presidente
España, es una presidencia autónoma, donde las Cámaras disponen de autonomía para
elegir a sus respectivos presidentes, sin injerencias extrañas de otros poderes del estado
(art. 72.2. CE).
El Presidente es el que ostenta la representación de la Cámara, elegido por el Pleno para
toda la legislatura. Preside los demás órganos colegiados del Congreso y las reuniones
conjuntas de ambas Cámaras de las Cortes Generales.
No se establece nada al respecto del mandato del Presidente en la Constitución, ni en
ningún reglamento; no obstante se entiende que su duración se extinguirá con la
legislatura. Al ser el Presidente de la Cámara también Presidente de la Diputación
Permanente, por renuncia, se acabará el mandato también.
Le corresponde al Presidente cumplir y hacer cumplir el Reglamento, interpretándolo en
los casos de duda y supliéndolo en los de omisión.
Los Presidentes de las Cámaras ejercen en nombre de las mismas todos los poderes
administrativos y facultades de policía en el interior de sus respectivas sedes.
Respecto a la elección se elige por mayoría absoluta en primera votación; de no
conseguirse, resultará elegido en segunda votación aquél más votado de entre los dos que
más votos hubiera obtenido en la primera votación.
La Mesa del Congreso
La Mesa es el órgano rector de la Cámara y ostenta la representación colegiada de ésta en
los actos a que asista.
Integrada por el Presidente, cuatro Vicepresidentes y cuatro Secretarios elegidos por el
Pleno en función de la importancia numérica de los diversos grupos parlamentarios, su
función primordial es regir y ordenar el trabajo de todo el Congreso, siendo el órgano de
gobierno interno.
La composición de la Mesa varía de una cámara a otra.
Entre sus funciones:
Decide la tramitación de todos los escritos y decretos de índole parlamentario con
arreglo al reglamento.
Elabora el proyecto de Presupuesto del Congreso de los Diputados, dirigiendo y
controlando su ejecución, y, presenta ante el Pleno de la Cámara, al final de cada
ejercicio, un informe acerca de su cumplimiento.
Ordena los gastos de la Cámara, sin perjuicio de las delegaciones que pueda acordar.
La Junta de Portavoces
Los portavoces de los grupos parlamentarios forman la Junta de Portavoces; es por tanto
un órgano político. Su función principal es fijar el orden del día de las sesiones del Pleno.
El Presidente la convocará a iniciativa propia o a petición de dos Grupos Parlamentarios o
de la quinta parte de los miembros de la Cámara.
A las reuniones de la Cámara deberán asistir, al menos, un Vicepresidente, uno de los
Secretarios de la Cámara y el Secretario General. Los portavoces o suplentes podrán estar
acompañados por un miembro de su grupo que no tendrá derecho a voto.
El Pleno
En la Constitución se establece en el art. 71, que las Cámaras funcionan en Pleno y por
Comisiones. También hace mención expresa a sus sesiones, para prever la publicidad de las
mismas (art. 80 CE), reservándole el Reglamento del Congreso los artículos 54 y 55.
Es el Pleno el órgano de trabajo funcional, a través de la Cámara ejerce su voluntad. Es la
reunión de todos los miembros que componen la Cámara, como órgano supremo del
Parlamento pues goza de una especial legitimación frente al resto de órganos
parlamentarios, en la medida en que se haya integrado por todos y cada uno de los
representantes populares.
Las sesiones del Pleno tienen carácter solemne, y los trabajos técnicos se realizan en las
comisiones de la Cámara. Las sesiones plenarias de las Cámaras serán públicas, salvo
acuerdo en contrario de cada Cámara, adoptado por mayoría absoluta o con arreglo al
Reglamento.
Para su constitución no es necesaria la presencia mínima de miembros, aunque si lo es para
la realización de votaciones; en este caso, deberán estar presentes al menos la mitad más
uno de los miembros de la Cámara.
Las sesiones pueden ser:
Ordinarias: realizadas en los dos periodos de sesiones, de septiembre a diciembre, y de
febrero a junio, convocadas a través de un calendario ya prefijado.
Extraordinarias: convocadas a solicitud del Presidente del gobierno, la Diputación
Permanente o de la mayoría absoluta de los miembros de la Cámara.
Las Comisiones
Las comisiones son secciones de las Cámaras a través de las que se realiza la división del
trabajo parlamentario.
Están compuestas en función de los Grupos Parlamentarios, en proporc1on a su
importancia numérica, pero todos los grupos están representados en las mismas, al menos
con un miembro.
La importancia de las comisiones se debe a que dan mayor eficacia, agilizan la actividad
parlamentaria, favoreciendo que se llegue a acuerdos más fácilmente, por no ser públicas.
Podemos distinguir:
Por temporalidad de las normas: com1s10n permanente (dura toda la legislatura) y
comisión no permanente (creada para un determinado objetivo).
Por su actividad: comisiones legislativas (desarrollan actividades legislativas) y
comisiones no legislativas.
Por su especialidad: las materias legislativas están relacionadas con los ministerios.
Los diferentes sistemas de gobierno están configurados según los diferentes modos de
relación entre el Parlamento y el Gobierno.
En la evolución histórica de Inglaterra, triunfante la Revolución, el Parlamento inglés tuvo
el mismo rango que el Rey, conservando el nombramiento y separación de ministros.
Después fueron despachándose los asuntos gubernamentales al Consejo Privado del Rey: el
Gabinete. A partir de la mitad de siglo el Gabinete fue cada vez más homogéneo.
Con la llegada del sufragio universal y la pérdida de poder de la Cámara de los Lores llegó
la democratización del sistema parlamentario.
La revolución de 1848 acentúo la democratización del régimen, y en países como España o
Alemania apenas tuvo reflejo. En nuestros días se tiende a limitar y condicionar el poder
del Parlamento y a fortalecer la posición del Gobierno, es lo que se denomina
racionalización parlamentaria.
El elemento esencial del sistema parlamentario es la relación de confianza entre el Gobierno
y el Parlamento.
España es un sistema con monarquía parlamentaria, donde el Rey tiene más bien funciones
simbólicas y representativas que se traducen en actos debidos necesitados de refrendo.
Existe en el Gobierno español primacía sobre el Parlamento y el Presidente del Gobierno
sobre los ministros, al apoyarse en: investidura del Presidente del Gobierno, selección libre
de los ministros por el Presidente y exigencia de candidato alternativo a la Presidencia en
las mociones de censura.
6.2. La Legislatura
Este concepto define el periodo de tiempo que dura el mandato parlamentario y queda
regulada en la Constitución en los artículos 68.4 y 69.6, teniendo como duración máxima
cuatro años (Congreso y Senado), salvo caso de disolución anticipada.
Cada legislatura se compone de diferentes períodos de sesiones.
El plazo de la legislatura se agota en los supuestos:
Expiración del plazo de cuatro años establecido en la Constitución.
Por disolución de las Cámaras según el art 115 CE, y también por la disolución prevista
en el art. 168 CE donde se regula el procedimiento de reforma agravado.
Supuesto excepcional contenido en el art. 99 CE, sobre la elección al Presidente del
Gobierno. Este nombra al Vicepresidente y demás.
No hay legislación al respecto sobre el caso que la legislatura pueda prorrogarse, si se dan
algunos de los estados de situación del art. 116 CE: alarma, excepción y sitio.
La Constitución regula la disolución de las Cámaras en su artículo 115, como el derecho del
Gobierno, en este caso de su Presidente, de poner fin antes de su término legal, al mandato
de los parlamentarios de una Cámara, provocando así nuevas elecciones.
Las Cámaras una vez disueltas dejan de existir como institución, pues implica el fin de su
vida, de los miembros que la integran y la invalidación de los mismos para las funciones
que eran de su competencia.
Surgida la disolución como fruto de las costumbres constitucionales británicas, ésta
evolucionó históricamente conforme se fue gestando la consolidación de los principios
democráticos y del régimen parlamentario. De este modo, se conformará la disolución
como instrumento regulador de los conflictos entre el ejecutivo y el legislativo.
Según el art. 115 de la CE se distingue la disolución por:
Exigencias constitucionales: expiración del plazo de legislatura (cuatro años), tras el
cual, las Cortes quedarán disueltas y deberá procederse irunediatamente a la
convocatoria de elecciones generales. Y cuando se propusiere la revisión total de la
Constitución o una reforma parcial de las previstas en el art. 168 CE, se aprobará por
mayoría de dos tercios de cada Cámara a la disolución inmediata.
Otras causas especiales.
Causa de sus relaciones con el Gobierno. Así pues, el Presidente del Gobierno, previa
deliberación del Consejo de Ministros podrá proponer dicha disolución que será
decretada por el Rey.
Son dos los requisitos establecidos en el artículo 79.1 CE para la validez de los acuerdos
adoptados: reunión reglamentaria y asistencia de la mayoría de los miembros.
A su vez, la adecuación de las reuniones a lo reglamentariamente previsto conlleva
también una serie de formalidades:
6.5.2. El Quórum
Se refiere al número mínimo de miembros que deben estar presentes en una sesión para
que el órgano parlamentario pueda reunirse y adoptar acuerdos válidos.
Para adoptar acuerdos debe estar la mayoría de la Cámara. El quórum de votación tiene
que tener la mitad más uno de los miembros que la componen. (art. 176 CE).
Se distingue en el Derecho Comparado entre el quórum de constitución ó presencia para el
momento de abrir la sesión, y el quórum de votación para votar un acuerdo.
En nuestra Constitución sólo se recoge en el art. 79.1 el quórum de votación.
Así, el "quórum de votación" aparece ya en la Constitución de 1812, en su artículo 139,
precepto que al mismo tiempo establece el sistema de mayorías a efectos de votación.
6.5.3. El Orden del día
Hoy el Parlamento es grupal. Los grupos parlamentarios constituyen pieza clave del
sistema parlamentario y así sucede en España en todas las Cámaras representativas:
Congreso, Senado, Parlamentos autonómicos, Diputaciones Provinciales y Ayuntamientos.
El mandato representativo está jurídicamente vigente. La relación representativa, en los
términos jurídico-formales actualmente vigentes, se establece entre el electorado y el
diputado. El partido político y el grupo parlamentario no pueden cesar a sus diputados,
tanto por el derecho que asiste al representante de mantenerse en el cargo por toda la
duración del mismo, como por razón del derecho de los electores de que su representante
no pueda ser removido del cargo para el que lo han elegido.
Las elecciones cumplen una función importante de integración del ciudadano y de los
grupos de democracia representativa. Requiere dicha representación del Parlamento que
refleje la opinión pública, la voluntad general y que el ciudadano se identifique con ello.
El artículo 66.1 de la Constitución regula la naturaleza representativa del soberano
constituyente y constitucional: el pueblo español. Pues en este sentido, habiendo un titular
claro de la soberanía, debe existir igualmente un procedimiento para hacerse representar
(art. 23 CE) y un sujeto que detente esa representación.
Igualmente la Constitución le atribuye a las Cortes Generales unas potestades legislativas,
presupuestarias, etc. ), pues de manera previa ha establecido su carácter representativo del
soberano. Según ha señalado el Tribunal Constitucional, las Cortes Generales " ....en su
doble condición de representantes del pueblo español, en quien reside la soberanía y de
titulares de la potestad legislativa hacen realidad el principio de toda democracia
representativa ...,que los ciudadanos sean actores y autores del ordenamiento jurídico".
(STC 241/1990, de 15 de febrero).
La labor del Parlamento en el ámbito de la política exterior queda reducida a una actividad
puramente de control, por tanto las decisiones son tomadas en otras instancias. Es el
Gobierno el que adopta y ejecuta las decisiones en esta materia, quedándole al legislativo el
exclusivo papel de control.
Este papel de control es determinante para reforzar las actividades que se han demostrado
eficaces y corregir las que hayan sido ineficaces y consideradas perjudiciales para el país.
Asimismo de él depende el limitar las arbitrariedades de los responsables de política
exterior y de la ilegalidad de los actos.
Además, tiene el Parlamento un papel trascendental a la hora de dar el consentimiento
para la celebración de Tratados Internacionales, en los cuales, se les atribuya el ejercicio de
competencias derivadas de la Constitución a una organización o institución internacional.
En relación a la intervención de las Comunidades Autónomas en política exterior, no
recoge la Constitución mención expresa alguna. En los propios Estatutos de Autonomía si
encontramos dos principios esenciales en este tema: el derecho de solicitar al Gobierno la
negociación de ciertos tratados, y el derecho a recibir información sobre la de otros.
Asimismo, también se recoge en algunos Estatutos el derecho de ejecución de aquéllos
tratados que afecten a materias de su propia competencia.
En los Reglamentos históricos se produce una regulación única y menos extensa que en los
actuales. No fue hasta el Reglamento de las Cortes Española de 1971, cuando se realiza la
distinción entre procedimiento legislativo ordinario y especial.
La regulación normativa vigente en ambas Cámaras del procedimiento legislativo se
distingue entre: el procedimiento denominado común y el ordinario; y de otra parte, los
llamados procedimientos legislativos especiales.
El sistema actual de Derecho español es de dos lecturas de acuerdo al sistema de
comisiones permanentes, aunque los Reglamentos incluyen un procedimiento especial de
lectura única, referido al exclusivo examen por el Pleno.
Distinguimos los procedimientos:
Procedimiento legislativo común u ordinario: Aprobación por el Pleno; Aprobación
delegada en comisión.
Procedimientos legislativos especiales:
a. En ambas Cámaras: Proyectos de Ley de Presupuestos; Aprobación y reforma de
los Estatutos de Autonomía; Proyectos de Ley de Armonización de Disposiciones
de las Comunidades Autónomas.
b. En el Reglamento del Congreso: Proyectos y Proposiciones de Ley Orgánica.
c. En el Reglamento del Senado: Proyecto de Ley del Fondo de Compensación
Interterritorial.
Procedimientos abreviados:
a. En ambas Cámaras: Procedimiento de urgencia; Procedimiento de lectura única.
b. En el Senado: Procedimiento de semiurgencia ó de un mes.
La potestad presupuestaria
Esta comprende la facultad de las Cortes Generales de realizar asignaciones de los fondos
del erario público y supone, la obligación de cualquier otra autoridad o funcionario público
de contar con su autorización expresa para realizar gastos con cargo al Presupuesto del
Estado.
Existe una excepción a este principio, que es el privilegio constitucional del Rey de recibir
una cantidad global de los presupuestos generales del Estado, la cual no puede esta
fiscalizada ó controlada ni dividida en partidas, y puede distribuir como juzgue más
oportuno.
Nuestra Constitución en su artículo 66 atribuye a las Cortes Generales la competencia de
aprobar los Presupuestos del Estado. El ejercicio de la potestad presupuestaria está
sometida a requisitos y condiciones muy específicas.
Así, las dos fuentes principales sobre la regulación de los Presupuestos Generales del
Estado son la Constitución española de 1978 (Título VII, "Economía y Hacienda"), y la Ley
General Presupuestaria 11/1977, de 4 de Enero.
Los principios de los Presupuestos Generales del Estado son:
Unidad: los presupuestos son una expresión cifrada de los ingresos y los gastos
públicos, ordenada y sistemática.
Limitación del gasto: se reflejan en los presupuestos las obligaciones que como máximo
se pueden reconocer.
Universalidad: el presupuesto recoge en su ámbito a todo el sector público estatal,
(Estado, Organismos Autónomos y Sociedades estatales) más la Seguridad Social.
Anualidad: se refieren a un ejercicio presupuestario anual.
Existen cuatro fases para el procedimiento presupuestario:
Elaboración: se desarrolla en el poder ejecutivo como sistema de negociaciones
múltiples entre los distintos responsables del presupuesto y los diversos
departamentos ministeriales y órganos del Estado.
Es obligado del Estado realizar el presupuesto, como preparación y control del gasto
público.
Aprobación: terminada la elaboración del presupuesto pasa a las Cortes Generales,
donde se discute, y en su caso, podrá aprobarse.
Ejecución: es la actividad de la Administración dirigida a la realización de los ingresos
y gastos previstos en el presupuesto para un período determinado, por lo general
anual.
Control: se realiza durante el procedimiento mediante los interventores y después del
procedimiento comprueba el correcto gasto del dinero.
Comisiones de Investigación
Las Comisiones de Investigación son consecuencia de la actividad fiscalizadora ó de
control de las Cortes. Recogen la información necesaria sobre cualquier asunto de interés
público que pueda servir para una posterior resolución de las Cortes, ó para exigir
responsabilidades al Ministro correspondiente.
Tienen ambas Cámaras el derecho reconocido por la Constitución de nombrar, conjunta o
separadamente, Comisiones de Investigación sobre cualquier asunto de interés público. No
son vinculantes para los Tribunales, sin que afecten a las resoluciones judiciales; si
pudiendo ser remitido el resultado de la investigación al Ministerio Fiscal para que cuando
proceda, estime las acciones oportunas.
El origen de este instrumento surgió como medio de sacar adelante un Proyecto de Ley en
los términos deseados por el Gobierno, sustrayendo al Parlamento su capacidad de
discusión y enmienda, citándose así la cuestión de confianza solicitada por Mendizábal en
1835 respecto a la Ley de Desamortización. Surgió por vía de hecho, sin regulación legal.
Así, se mantuvo la cuestión de confianza y llega hasta hoy, en algunos países incluso
asociada a la aprobación de un texto legislativo.
La cuestión de confianza es el instrumento político del que dispone el Presidente del
Gobierno para afrontar una situación de debilidad del poder ejecutivo frente al Parlamento,
y mediante la cual, el Gobierno pide el expreso respaldo a una política concreta ó a un
programa.
Ciertamente, tiene que hacerse previa deliberación del Consejo de Ministros; se trata de
evitar cualquier decisión meditada, haciendo que el Presidente se informe a través de
personas tan cualificadas como sus Ministros de todas las consecuencias posibles. La
intervención del Consejo de Ministros es perceptiva, pero no vinculante.
La cuestión de confianza se somete y resuelve por el Congreso, sin participación del
Senado. Parte del propio Presidente del Gobierno y su fin, es conseguir el sí del Parlamento
ante alguna situación de crisis política que le haga necesitar este respaldo. Este matiz
político es lo que le diferencia de la moción de censura, pues su contenido es esencialmente
igual.
Existen dos supuestos para presentar esta iniciativa: sobre el programa y sobre una
declaración de política general, (de una importancia considerable, dígase repentina crisis
económica, desastre natural).
Otra característica de la cuestión de confianza es la exigencia de mayoría simple para que
se entienda otorgada, consiguiendo así testimoniar que el Presidente conserva la confianza
de la representación popular.
La exposición de la cuestión es por el Presidente del Gobierno, interrupción y posterior
discusión con los portavoces de los grupos parlamentarios, que finalizará con el debate y la
votación de la cuestión de confianza.
En la práctica la cuestión de confianza tiene un uso esporádico y atípico.
En cuanto las competencias , nos encontramos con el control del artículo 155 de la
Constitución en el que se regula un mecanismo de control extraordinario, para situaciones
excepcionales ó extremas, que consisten en el incumplimiento en relación a las
Comunidades Autónomas de obligaciones impuestas por la Constitución ó las leyes ó en
actuaciones de las mismas que atenten gravemente contra el interés general de España.
Se inspira este precepto en la figura llamada "coerción federal" (Bundeszwang), del artículo
37 de la Ley Fundamental de Bonn. A la fecha, el carácter excepcional del mecanismo
previsto se manifiesta de inexistente proyección práctica ó aplicativa.
Al procedimiento de aplicación del artículo 155 CE en fase parlamentaria, se refiere el
artículo 189 del Reglamento del Senado.
En relación al control en derecho del ejercicio de las facultades atribuidas por dicho
precepto, la doctrina alude a dos vías: por un lado, el conflicto de competencias planteado
por la Comunidad Autónoma afectada ante el Tribunal Constitucional; de otra parte, la
impugnación por ésta de los actos adoptados por el Gobierno de la Nación en virtud de
autorización emitida por el Senado, en sede contencioso-administrativa. Al control jurídico
se añade el control político del Gobierno que puede llevar a cabo el Congreso.
Respecto a las funciones en materia de trascendencia autonómica, el Senado iguala sus
poderes a los de la Cámara Baja, e incluso tiene la facultad de pronunciarse con carácter
previo.
Son las siguientes:
Autorización de los acuerdos de cooperación entre CCAA (art. 145.2 CE).
Dotación, distribución y regulación del Fondo de Compensación Territorial (art. 158.2
CE).
Adopción de medidas para obligar a las CCAA al cumplimiento forzoso de sus
obligaciones constitucionales y legales, ó prevenir su actuación cuando atente
gravemente al interés general de España (art. 155 CE).
Apreciación de la necesidad de dictar leyes de armonización de las disposiciones
normativas de las CCAA (art. 150.3 CE).
En estas competencias el Senado ocupa una posición institucional de especial relevancia,
ejerce sus funciones constitucionales ordinarias con especial atención sobre los aspectos
territoriales de los diferentes asuntos.
Entre las vías empleadas para la especialización del Senado en los asuntos territoriales,
destaca la Comisión General de las CCAA. Esta integra en un mismo órgano a Senadores,
representantes del Gobierno de la Nación y a los Gobiernos autonómicos.
Es la Comisión, el órgano encargado de elaborar el dictamen para su debate en sesión
plenarias de los asuntos de especial transcendencia autonómica, y ver la situación del
Estado de las Autonomías. Es una Comisión Permanente Legislativa.
También desarrolla esta Comisión importantes funciones de orden informativo, teniendo la
competencia en el Reglamento para iniciar cuántos trámites de estudio ó seguimiento
considera oportunos en materia autonómica.
Como elemento de estructuración territorial del Senado se encuentran los grupos
territoriales, creados por el procedimiento previsto en el Reglamento (art. 33) dentro de los
grupos parlamentarios, con al menos tres Senadores.
En la necesaria reforma del Senado deberían concretarse algunas modificaciones que en su
caso, llevarían pues a la revisión de artículos concretos de la Constitución y de los
Reglamentos parlamentarios.
Sobre esto cabe destacar los aspectos que habría que modificar diferenciando:
Sus funciones: debería conocer de los casos de reforma de las CCAA antes que el
Congreso, en los casos de autorización de las Cortes Generales que precisan las CCAA,
fortalecer su papel en supuestos acuerdos de cooperación y robustecer la importancia
de su veto en el procedimiento legislativo autonómico.
Su composición: reducir el número actual de senadores, siendo representantes todos de
las CCAA y no, de las provincias, así como la vía de elección para los mismos.