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AUTONOMÍA, HETERONOMÍA MORAL Y CÓDIGO DE ÉTICA

UNIDAD 3

ENSAYO

ESTUDIANTE: JESUS ANTONIO CARRASCAL BELTRAN

PRESENTADO A:

MARÍA DEL PILAR DIZ DIZ

ASIGNATURA DE ÉTICA Y VALORES

UNIVERSIDAD DE CARTAGENA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS

PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

CENTRO TUTORIAL CERETE

SEMESTRE: 1

AÑO

2021
INTRODUCCIÓN

Este ensayo trata de la oposición autonomía/heteronomía y código de ética del administrador ,


oposición que no es igual, pero se asemeja a autonomía/autenticidad. Y su plausible
deconstrucción es también paralela. Para comprender estos conceptos, primero hay que
tener una idea sobre ellos, por ejemplo, La autonomía: es el criterio propio de las cosas que
nosotros tomamos a pensar y analizar nuestro sentido de supervivencia que la naturaleza
nos aplica desde hace generaciones con la intención de desarrollarnos mejor de forma física
y mental. La heteronomía: son los criterios morales que alguien externo a nosotros nos
opone que debemos de hacer con la intención de seguir lo que nos dicen.

Se examina la posibilidad de tomar la autonomía como aquello que presupone una forma de
autenticidad, en otros términos, el universalismo como un modo de contextualismo, desde
el momento en que sólo leeremos o juzgaremos acciones como si todos tuvieran que
hacerlo de la misma manera, porque o cuando pertenecemos a una comunidad de
individuos autónomos, de universalistas. Por una parte, es necesario tratar de articular el
universalismo como algo más que una expectativa optimista, y al mismo tiempo luchar
contra el relativismo o el escepticismo. Si no queremos hacemos cargo de un argumento
trascendental hemos de recurrir a algo mucho más modesto que habría que tratar de
describir así: frente a una especie de transparencia de los contextos o a Su carácter abierto,
hemos de tender a cerrar los contextos, a considerarlos en su totalidad, con la adicional
«falta de competencia» que otorga su opacidad y la nuestra, incidentalmente. Porque la
transparencia del contexto es un derivado de la universalidad del juicio y recíprocamente.
Ser un sujeto moral exige la plasticidad de actuar en contextos opacos y cargar con ello y
sus consecuencias.
UN ENSAYO SOBRE LA
AUTONOMÍA, HETERONOMÍA MORAL Y CÓDIGO DE ÉTICA
¿Hasta donde somos realmente libres de elegir nuestros actos?

Es por todos bien sabido que cada persona es responsable de sus propios actos y decisiones
de vida; pero ¿hasta donde es cierto que respondemos libremente, es decir, autónomamente
a las situaciones? Nosotros como seres humanos estamos siempre influenciados por el
medio ambiente, recibimos información constante y nos relacionamos con otras personas,
esto nos lleva a formar nuestro propio criterio que de cierta manera nos hacer ser
autónomos, pero ¿qué tanto influyen las demás personas, la sociedad y la información en
mis propias decisiones? Cómo se si alguna opinión la estoy generando a través de mi
conciencia o esta siendo influidos por el medio ambiente o el entorno en el que me
encuentre, la respuesta a esto, desde mi punto de vista es que, aunque seamos seres
autónomos siempre estamos influenciados por estímulos exteriores, como alguna nueva
opinión sobre cierto tema o por una tendencia de moda, por ejemplo, las obligaciones
morales. Como un claro ejemplo tomo la película ¿Por qué nací mujer? Donde uno de los
hijos del matrimonio al saber que su hermana “ha sido deshonrada” siente la ira de ir a
golpear a quien lo hizo, este tema hoy en día puede parecer hasta ridículo por la forma en
cómo se trata, en este caso ese personaje tiene una obligación moral vigente en esa época y
que él cree que es la correcta y autónoma, si hacemos una comparación, hoy día, una
persona podría no reaccionar de esa manera, imagino que buscaría un dialogo mas
civilizado con las partes, si estas así lo permiten; y esta persona estaría actuando con un
deber moral pero aplicado a la época actual, y es aquí donde surge otro interrogante ¿Cuál
de las dos actuaciones es las mas correcta? Pues, creería que la respuesta es las dos o
ninguna, ya que, hoy día podríamos estar de parte de una de ellas, pero nuestra decisión
estaría siendo influenciada por el medio ambiente y por un pensamiento común de tratar de
solucionar las cosas de manera civilizada, entonces pues, tenemos que las respuestas que
nosotros damos a las situaciones no nos son realmente autónomas, sino que estas vienen
aderezadas de la información que se recibe, de los patrones de conducta vigentes, imagino
que ese mismo caso en épocas de antaño, se hubiera resuelto con un duelo o enfrentamiento
violento; si es incorrecto o no, ya dependerá del cristal de la época con se mire.

Para quienes se quedaron en la etapa de heteronomía, lo bueno es aquello que hace la


mayoría, en concordancia con una autoridad. El individuo piensa que si está vigente es
porque está bien. No observa tanto el contenido de una norma moral, sino quién la
emite. Esto no se aplica solamente a niños, sino también a adultos. Eso explica por qué
muchas personas y sociedades son capaces de actuar en contra de sí mismos incluso, en
función de una norma.

Cuando se está en una posición de heteronomía tampoco se analiza un factor moral


decisivo: la intención. Lo único que se mira es el resultado de la conducta, no su
causa motivación. Por ejemplo, Piaget le pidió a un grupo de niños que juzgara dos
acciones: en una, un niño derramaba tinta sobre un mantel, sin intención, pero la
mancha era gigante. En la otra, un niño derramaba una gota de tinta intencionalmente.
Ante la pregunta de quién había actuado peor, los niños respondieron que quien había
hecho una mancha más grande.

Una de las características de la heteronomía es precisamente esa: la rigidez. No se


evalúan intenciones, ni contextos, ni razones. Lo único que se observa es hasta qué
punto se cumplió una norma. Es lo que hacen muchos adultos frente a un caso de
infidelidad, o el incumplimiento de una meta o cualquier comportamiento transgresor.
En la autonomía, en cambio, la intención es un factor decisivo. También lo es la
justicia. Si un comportamiento va en contra de las normas, pero promueve la justicia,
puede considerarse válido. Se estima que lo moral es todo aquello que fomente la
equidad, la cooperación, el respeto por los demás. Si eso está consagrado o no en las
normas de los demás, pasa a un segundo lugar. En este sentido, seguro construiríamos
sociedades mejores si avanzáramos en el desarrollo de la autonomía individual.
En un mundo cada vez más sumergido en las normas, modas, estilos y formas de
pensamiento que nos tratan de imponer desde algunos sectores, la autonomía puede
llegar a estar mal vista. El pensamiento crítico, el desmarcarse del rebaño y no seguir
las normas, de alguna forma, está siendo perseguido por cierta parte de la sociedad. La
heteronomía es el camino fácil de recorrer. Es el camino de la aceptación. La
autonomía implica independencia.

Muchas veces, en el intento de vincular la ética al contexto de la administración,


observamos en la práctica, éstos dos conceptos muy difíciles de unir, puesto que lo que uno
implica, puede ser utilizado en contraposición a la aplicación del otro. Desafortunadamente
gran cantidad de administradores, manejan una ideología tan lineal en su visión y el
ejercicio de su profesión, que no permiten involucrarse más allá en lo tocante a las
funciones que le son adjudicadas.
Hoy en día existen más organizaciones que luchan por una transparencia en las actividades
basadas en códigos éticos y con el internet como herramienta de comunicación social, las
empresas deben considerar la ética como valor indispensable antes de actuar. “Sin valores
sólidos estamos acercándonos al desastre de nuestra organización”. Desafortunadamente
hay quienes ponen por encima de la ética y los valores los resultados financieros, claro está
que no se dan cuenta que la ética corporativa puede ser una fuente de ventajas competitivas,
ya que por medio de ella se pueden atraer clientes potenciales y colaboradores de primer
nivel.

Al administrar una empresa de manera responsable debemos preguntarnos: ¿Me estoy


dedicando la mayor parte del tiempo a apagar incendios o a ocultar deficiencias en mi
administración?

Los administradores de empresas que se encuentran en decadencia han perdido la visión


global del negocio. Por otra parte, sus actividades están enfocadas en forma absurda a
aplazar el inminente desastre. Los problemas realmente sustanciales se encuentran
escondidos o no forman parte de sus prioridades y han sido eliminados de la conciencia
mientras se dedican obsesivamente a buscar el mejor ángulo a la última mala noticia, y
esconden astutamente, cualquier defecto corporativo. Esta caída inminente generalmente es
acompañada de una racionalización con la que el líder simplemente busca ganar tiempo y
hacer los arreglos importantes después o definitivamente no tiene la capacidad para
hacerlos.
¿Somos demasiado ambiciosos? Ocasionalmente no es sencillo aceptar que somos
codiciosos. Todas las personas estamos conscientes de lo arduo que debe ser nuestro trabajo
para alcanzar el éxito; no obstante, la incansable competencia por el poder se vuelve el
único fin de la organización. La problemática inicia cuando la ambición es el factor
dominante de cualquier decisión, entonces sienten que tienen derecho a todo y lo quieren
todo. Eso sucede fácilmente como consecuencia de la tendencia humana a no darle valor a
las cosas que antes eran un estándar que nos llevaba rumbo al progreso y éxito de la
empresa. El profesional con visión combate su ambición rembolsando algo a nuestra
sociedad.

¿Será el momento para detenernos y analizar nuestra estrategia competitiva y hacer algo
diferente o no hacer absolutamente nada? Este es el cuestionamiento más difícil de
responder y más aún en momentos en que creemos estar en la cima. Debemos considerar
que desafortunadamente, muchos profesionales fracasan justo cuando todo parece estar
marchando sobre ruedas, es entonces cuando debemos permitirnos un respiro y tomar el
tiempo necesario para elaborar una reingeniería y cambiar el camino puede ser la mejor
estrategia. El desastre es inminente cuando el líder de una organización comienza a tomar
decisiones rápidas e intransigentes por no enfocarse en los problemas reales e internos,
como consecuencia las decisiones toman vida propia.
CONCLUSIÓN Y REFLEXIÓN

Como resultado del desarrollo de la presente investigación, se concluye que la ética está
asociada a los distintos ámbitos del ser humano. El desarrollo moral se ve influenciado por
el entorno e interés propios en las distintas etapas de la vida, al punto de variar entre un
comportamiento ético influenciado por situaciones externas (heteronomía) y la posibilidad
de obrar de manera totalmente independiente (autonomía).

Por lo anterior, la observancia, conocimiento, respeto y aceptación de las normas del código
de éticas establecidas para el profesional del área de administración de empresas o personas
en formación, deben fluir en cada escenario donde participe o practique su profesión,
generando un ambiente ético al interior de la organización, que permita al profesional un
desempeño moral autónomo por convicción, permitiendo así, que se tomen decisiones sin
influencia alguna, que garanticen confianza, transparencia y rectitud en el desarrollo de sus
obligaciones, y por lo tanto, confianza en los aspectos económicos, financieros y sociales
del país, especialmente en entornos empresariales cambiantes que requieren profesionales
capacitados y con altos valores éticos, en otras palabras, el administrador de empresas debe
ser un profesional con autonomía ética.

Al formar parte de una sociedad, todos y cada uno de nosotros tenemos responsabilidades,
que al no ser cumplidas afectan de manera negativa el entorno social. En el escenario
profesional, se convive a diario con situaciones que pueden llegar a afectar una adecuada
toma de decisiones y por ende obrar alejados de un marco ético. Por lo anterior, es
fundamental, que las organizaciones cuenten con profesionales con un alto sentido ético,
que, a su vez, se apropien e interioricen los modelos deontológicos de la profesión y una
arraigada autonomía ética, esto sin lugar a duda, es un trabajo mancomunado entre la
academia, los profesionales y las instituciones, para de esta forma construir y preservar un
ambiente ético responsable.

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