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Reinado de Carlos IV y la Guerra de Independencia

El reinado de Carlos IV estuvo marcado por las crisis económicas (1789, 1801, 1803...)
debidas a una agricultura poco productiva, unas condiciones meteorológicas adversas y la
crisis de las manufacturas valencianas y catalanas. Además estuvo marcado por el carácter
apocado del rey, dominado por la reina María Luisa de Parma y el valido Godoy.
La Revolución Francesa en 1789 provocó el frenazo y la persecución por la Inquisición de
cualquier política ilustrada, al estar acusadas de provocar el brote revolucionario. Hasta
1795 España combatió a la Francia revolucionaria junto a las potencias europeas. Sin
embargo, desde 1795, el gobierno de Godoy se alió con el gobierno del directorio (Tratado
de San Ildefonso de 1796) y con el imperio napoleónico contra Inglaterra. Estos fueron
derrotados contra Inglaterra en la Batalla de Trafalgar (1805).
El Tratado de Fontainebleau en 1807 autorizaba al ejército francés a atravesar España
para invadir Portugal y dividirlo en tres partes, obteniendo España el gobierno del Alentejo y
Algarve. Esto hizo que los cortesanos descontentos acudieran al hijo de Carlos IV,
Fernando, para conspirar en contra de Godoy ("Conspiración del Escorial"). Aunque esta
fue descubierta, no acabó con las conspiraciones en torno a Fernando.
Aprovechando la intrusión francesa, la nobleza y la Iglesia avivaron el descontento de las
clases populares y entre el 17 y 19 de marzo de 1808 tuvo lugar el motín de Aranjuez que
supuso la destitución de Godoy y la abdicación de Carlos IV en su hijo, Fernando VII.
El enfrentamiento en la Familia Real española fue aprovechado por Napoleón, que citó a
Carlos IV y a Fernando VII en la ciudad de Bayona, Francia. El 5 de mayo de 1808 tuvieron
lugar las llamadas abdicaciones de Bayona por las que José I Bonaparte se convirtió en
rey de España tras la renuncia forzosa de Carlos IV y Fernando VII.
El 2 de Mayo de 1808 la noticia de la salida a Bayona de la Familia Real de Madrid provocó
un levantamiento popular en Madrid que fue duramente reprimido por el general Murat.
Los rumores de la sublevación contra el ejército napoleónico se extendieron y pronto otras
localidades se alzaron contra la ocupación francesa dando lugar a la denominada Guerra de
Independencia.
Los ayuntamientos publicaron bandos contra el invasor mientras que se crearon juntas de
gobierno y defensa para hacer frente al gobierno francés. La aristocracia local se sumó a
las juntas locales y organizaron las juntas de defensa frente al ejército francés. Esto sucedió
sobre todo en las principales ciudades del país (Sevilla, Valencia, Zaragoza...) y en todas se
apelaba a la nación, la patria, al legítimo rey y religión.
José Bonaparte intentó instaurar un gobierno basado en lo ideales revolucionarios, con un
marcado carácter autoritario. Se elaboró el Estatuto de Bayona, en realidad una Carta
otorgada. Era una especie de Constitución que concentraba los poderes en la figura del rey,
aunque creaba tres órganos consultivos: Senado, Consejo de Estado y Cortes. Por otro
lado, se establecían, al menos en teoría, libertades como la de imprenta, de comercio y la
obligatoriedad de que cualquier detenido compareciera ante un tribunal y se le comunicasen
los delitos por los que era detenido (Habeas Corpus).

La llegada de un nuevo rey y una nueva dinastía al trono español provocó una profunda
división social entre afrancesados y patriotas. Estos últimos estaban divididos entre
absolutistas (que organizaban la resistencia contra el ejército francés para restaurar la
monarquía absolutista de Fernando VI) y liberales (que querían aprovechar la situación
para introducir reformas liberales y que tras el regreso de Fernando VII diera paso de un
régimen absolutista a otro constitucional y liberal).
La retención de Fernando VII en Bayona dio lugar a la formación de las llamadas Juntas
locales que, a su vez, se organizaron en Juntas Provinciales y, por último, se promovió la
creación de una Junta Central que habría de actuar como gobierno paralelo al afrancesado
hasta el nombramiento de Consejo de regencia en 1810.

El pueblo organizó la resistencia en forma de guerrillas, esto es grupos de resistencia


locales que hacían actos de sabotaje o pequeños ataques a partidas del ejército francés.
Pronto demostraron ser una insurrección en toda regla y el ejército francés sufrió su primera
gran derrota en la Batalla de Bailén (19 de julio de 1808).
Ello obligó al rey José I a abandonar Madrid mientras que Napoleón acudió para acabar con
el levantamiento. El 2 de diciembre de 1808 entró en Madrid donde restableció a su
hermano en el trono y aprobó algunas medidas revolucionarias como la supresión de la
Inquisición, la eliminación de los derechos señoriales y la abolición de los conventos.
La victoria francesa en Ocaña en octubre de 1809 hizo que hasta 1812 ocuparan la
totalidad del territorio español peninsular a excepción de las ciudades de Alicante y Cádiz
que consiguieron mantener su independencia. Los españoles encontraron en el ejército
inglés, comandado por el duque de Wellington, un aliado contra los franceses.
En 1812 comenzó el declive del poder napoleónico cuando Napoleón fracasó en su intento
de invadir Rusia. Esto fue aprovechado por una combinación del ejército anglo español,
dirigidos por el duque de Wellington, que derrotó al ejército francés en las batallas de
Ciudad Rodrigo y los Arapiles. El avance del ejército anglo español fue rápido mientras
que José I y, en junio de 1813, las derrotas francesas en Vitoria y en Europa precipitaron el
abandono de José I de España. Abandonando España de manera definitiva en agosto lo
que quedaba del ejército francés.
Finalmente, Napoleón devolvió la corona a Fernando VII por el Tratado de ValanÇay en
diciembre de 1813 lo que suponía el final de la llamada Guerra de la Independencia.

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