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Las Ardillas Fasha, Dasha y Sasha

L as ardillas Fasha, Dasha y Sasha vivían en los grandes bosques. Ellas


compartían un departamento en un viejo y cómodo árbol. Cada otoño,
cuando sus colas llegaban a estar frondosas y sus pelos habían formado
cálido abrigo, ellas se escurrían por los alrededores del gran bosque
recogiendo nueces con que alimentarse durante el largo invierno. Debido a
que no tenían suficiente espacio en su departamento para almacenar todas
las nueces que habían recogido, escondieron la mayor parte de ellas en el
tronco de otro árbol cruzando la pradera. El tronco parecía fiero y muerto, y
así era un lugar seguro para almacenar sus provisiones de nueces.

Una fría mañana, Fasha, Dasha y Sasha se despertaron hambrientas, cuando


aun un pálido haz de rayos solares se filtró en su árbol. Ellas se
desperezaron, bostezaron a más no poder y se escabulleron de su cálido
hogar en el frío de la madrugada.

“Estoy tan hambrienta que puedo comerme un árbol repleto de nueces”,


dijo Fasha relamiéndose la boca.

“Yo estoy tan hambrienta que podría comerme un caballo”, dijo Dasha
saltando de aquí para allá.

“No sean tontas. Las ardillas no comen caballos. Nosotras somos


vegetarianas” dijo Sasha. “Y no podemos comer nada si seguimos aquí
pensando en lo que vamos a comer”, continuó Sasha. “Vamos a

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movernos”. Con esto, Fasha, Dasha y Sahsa saltaron hacia la pradera
dirigiéndose hacia su árbol-almacén.

Cuando ya habían recorrido cerca de la mitad del camino de la pradera


congelada, repentinamente fueron paralizadas por un extraño espectáculo.
Ellas nunca habían visto nada igual, tan descomunal, tan horrible, tan
hostil. Se encontraron que estaban bloqueadas por el más enorme muro de
nieve que jamás habían visto. El monstruoso muro de nieve parecía
alcanzar el cielo. No tenía comienzo ni fin. No tenía ninguna cúspide ni
borde. Lo peor de todo era que las nueces de Fasha, Dasha y Sasha se
encontraban cuidadosamente guardadas fuera de su alcance al otro lado del
gran muro.

¿Cómo crees que reaccionaron ellas? ¿Qué supones que hicieron? ¡Yo te
daré una pista! Cada una tuvo una diferente reacción y cada una hizo
alguna cosa diferente.

Fasha estaba furiosa. Ella pensaba, “¡Yo no puedo soportar que este muro
esté aquí! No debería estar aquí, nunca ha estado aquí. No puedo tolerar no

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lograr lo que yo quiero. ¡Yo debo tener mis nueces! ¡Yo tendría que tener
mis nueces! ¡Yo merezco tener mis nueces! El que colocó este muro aquí
debería ser destruido. ¿Por qué tuvo que ponerse esto en medio de la
pradera? ¡No es justo que este muro esté aquí!” En el momento que Fasha
pensaba estas cosas, se movía agitada en círculos hasta que se mareó y se
dio de bruces con el muro golpeándose las espaldas y la cabeza. Lo que
obtuvo fue un fuerte dolor de cabeza.

Dasha estaba deprimida. Ella pensaba, “Es terrible, es terrible, es terrible


que este muro esté aquí. ¡Es la peor cosa que puede haberme sucedido
jamás! Nunca lograré mis nueces. Probablemente nunca coma de nuevo.
Este muro permanecerá aquí por siempre y jamás tendré mis nueces. ¡Oh!,
moriré de hambre y todo por mi propia culpa. ¡Que ardilla tan estúpida soy
para ocultar mis nueces en medio de la pradera! ¡Yo debería haber sabido
que algo como esto sucedería!”

Dasha se sentía tan mal consigo misma que terminó de bruces en la nieve al
frente del muro, gimoteando y sollozando. “¡No soy buena para nada!
¡Realmente no soy buena para nada!”

Sasha se mostraba sensata. Ella pensaba, “Hmmm, un muro, ¡qué extraño!


Me gustaría que no estuviera aquí, porque estoy hambrienta y me gustaría
comer algunas nueces, pero el muro está aquí y supongo que no hay una
razón por la que no debería estar aquí tan sólo porque a mí no me guste. Es
desafortunado e inconveniente tener este muro aquí bloqueándome mis
nueces, pero perturbarme por esto no hará que desaparezca, y las cosas
podrían ser peores, supongo yo”.

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De esta manera Sasha decidió aceptar el muro antes que demandar que no
estuviera allí tal como lo había hecho Fasha o catastrofizar al respecto
como lo había hecho Dasha. Como un resultado, Sasha ni tenía un dolor de
cabeza como lo sufría Fasha por golpear su cabeza contra el muro ni se
estaba congelando como lo hacía Dasha de tanto gimotear y sollozar tirada
en la nieve. Sasha estaba en mejor posición para pensar respecto a qué
hacer enseguida. ¿Qué diferentes alternativas podrían ocurrírsele para
solucionar el problema? Sasha tuvo las siguientes doce ideas:

1. Esperar hasta que el sol derritiera la nieve.


2. Cavar un túnel por debajo del muro.
3. Cavar un túnel que atraviese el muro.
4. Trepar por el muro.
5. Intentar dar un rodeo para encontrar un paso.
6. Buscar nueces de otro modo.
7. Volver a casa y ver si habría algunas nueces sobrantes.
8. Mudarse a otro lugar.
9. Encender una hoguera y traerse abajo el muro.
10.Comenzar a comer nieve.
11.Volver a dormir y ver todo esto sólo como una pesadilla.
12.Buscar a otras ardillas que ayuden a cavar un túnel a través del muro.

Luego Sasha habló a Fasha y Dasha, “¡Ambas están haciendo que la


situación empeore al comportarse como lo están haciendo! No ven ustedes
que montar en cólera y deprimirse las limita a ambas para buscar una
solución de problemas productiva. ¡Compórtense ardilla, y ayúdenme a
cavar!”

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De esta manera, Fasha dejo de golpearse la cabeza y Dasha dejó de
gimotear, y todas comenzaron a cavar a través del muro. Mientras cavaban
el túnel comenzaron a entonar la canción del trabajo de las ardillas y
disfrutaban con lo que estaban haciendo. Fasha olvidó su furia, Dasha
olvidó su depresión y Sasha permanecía sensata. Mucho antes de lo
pensado ellas se encontraban al otro lado del muro, dirigiéndose hacia el
tronco que servía de almacén de las nueces.

“¡Creo que hoy día no nos moriremos de hambre!” dijo Dasha.

“Sí, pero recuerda la moraleja de esta historia”, dijo Sasha. “Para las
ardillas que se encolerizan o deprimen, no habrá nueces. ¡Así que si desean
comer, guarden la calma y piensen sobre sus cuatro patas!”

PROMOTEC/emg.

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