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ANEP - CODICEN
Consejo de Formación en Educación
IFD de Pando
Análisis Pedagógico de la Práctica Docente

Corrientes pedagógicas para la emancipación intelectual


(Diciembre 2021)

Nombre de la docente: Miriam Márquez. Nombre del estudiante: Nicolás Machín.


Grupo: 4° A.
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Resumen

La lectura del libro El maestro ignorante, Cinco lecciones sobre la emancipación


intelectual de Jacques Rancière, me favoreció para desarrollar una serie de reflexiones sobre
cuál es realmente el rol docente y cómo puedo lograr ser ese maestro que idealizo. En dicho
libro, se plantea como ideal del rol docente al maestro emancipador y, para poder desenvolver
mi labor en virtud del mismo es que seleccioné dos de las corrientes pedagógicas más
representativas para este: la escuela nueva y la corriente crítica liberadora. Atendiendo a esto,
este artículo expone la práctica y el pensamiento pedagógico de diversos autores, entre ellos:
Jesús Aldo Sosa, Célestin Freinet, Paulo Freire, entre otros, destacando la importancia del
papel que asume el docente frente a los estudiantes y su relación con la emancipación
intelectual. A su vez, se reúnen otras voces como las de Jan Masschelein, Walter Kohan y
Philipe Meirieu, como también la de mi propia experiencia como estudiante magisterial para
lograr conjugar el entramado de este artículo.

Palabras clave: emancipación, libertad, autonomía, desarrollo personal, pensamiento


crítico, pedagogía.
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Introducción

El problema seleccionado a desarrollar es uno de los que muchos de los estudiantes, y


algunos docentes, presentan de forma implícita. Es decir, un problema que no saben que lo
tienen hasta que lo descubren y lo aceptan. El mismo se reduce, básicamente, a cuál es
realmente el rol del docente.

Cuando comencé la carrera magisterial, una docente planteó una pregunta para todo el
colectivo: ¿por qué quieren ser maestros/as? Esta interrogante, que al leerla parece ser muy
sencilla de responder, genera cierta controversia al punto que se escuchan respuestas tan
diversas como estudiantes. Algunas de ellas: porque me gustan los niños, porque es mi
vocación, porque me gusta enseñar. Esta última respuesta es muy común y también puede
generar cierta confusión, ¿qué significado le atribuyen al verbo enseñar? ¿Uno enseña para
construir a sus estudiantes?, ¿para formarlos?, ¿para transmitir conocimientos y valores? Lo
mismo sucede con la pregunta planteada al inicio, las respuestas son múltiples y algo que
parece estar correcto puede ponerse en tela de juicio.

Por ello, en este artículo, se pretende desarrollar cuál puede ser el ideal de la labor
docente y cómo puedo lograrlo (o ser consciente y trabajar en ello) a través de distintas
corrientes pedagógicas.

Este problema me genera un gran interés por una cuestión obvia, quiero ser maestro y
un profesional que lleve a cabo su trabajo de la mejor forma posible. También, porque deseo
poder compartir esta información y debatir sobre estas temáticas. Considero que es
fundamental plantear diversos problemas y cuestionar aquello que ya está dado por sentado,
no solo para obtener respuestas sino también para descubrir nuevas preguntas y seguir
avanzando en este proceso del querer ser maestro.

A su vez, considero que las lecturas que se pueden plantear a lo largo del trabajo,
mientras se intenta responder al problema seleccionado, son sumamente enriquecedoras para
aquellos que pretendan seguir reflexionando sobre uno mismo y la práctica docente.

Las ideas de sentido común respecto a este tema, como se nombró en el primer
párrafo, son diversas y confusas. Las respuestas ante la incógnita, desde mi experiencia,
suelen ser variadas y pocas veces terminan de convencer. A su vez, existe otro problema que
se desprende de la pregunta inicial y es la variedad de respuestas. Por ejemplo, ante la
pregunta inicial suele suceder que en determinado momento se tengan ciertas respuestas y
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transcurrido un tiempo las respuesta sean otras. Esto puede deberse a varios factores, algunos
de ellos: no poder verbalizar el porqué quieren ser docentes, ideas “vagas” respecto al tema
(que esto puede deberse también a otros factores), la reflexión constante sobre la práctica.
Considero que el último punto es fundamental y que, sin lugar a dudas, genera que nuestra
perspectiva sobre un tema presente modificaciones/ alteraciones de forma consciente.

La pertinencia del tema es fundamental. Este es un tema y problema real que estoy
afrontando y que lo “descubrí” gracias a la lectura de diversos libros y/o autores. Dichas
lecturas me brindaron herramientas para establecer miradas más holísticas, permitiendo crear
nuevas reflexiones, preguntas, investigaciones, entre otras, relacionadas a la pregunta inicial:
¿por qué quiero ser maestro? y ¿cómo logro ser ese tipo de maestro que idealizo? También,
estas preguntas y reflexiones fueron claves durante mi práctica magisterial. Mientras
desarrollaba dicha práctica, la gran cantidad de preguntas sin respuestas abrumaba mi mente,
de aquí la necesidad de investigar, principalmente, sobre diversas teorías educativas. Para este
artículo, opté por desarrollar algunas de las distintas corrientes pedagógicas, en específico: la
escuela nueva y la corriente crítica liberadora, considerando algunos referentes de las mismas
para observar qué significaba ser docente en cada una de ellas y cómo pueden vincularse con
el concepto de emancipación intelectual.

De las preguntas que me realizo se desprenden conceptos y teorías para la


investigación, por ejemplo, los términos de emancipación y autonomía intelectual, los
conceptos sobre las diversas corrientes pedagógicas, psicológicas y sobre investigaciones
educativas. Algunos autores de referencia para abordar este trabajo: Jacques Ranciere, Jesús
Aldo Sosa, Celestin y Elise Freinet, Jan Masschelein, Philipe Meirieu, Paulo Freire, Walter
Kohan, entre otros.

Desarrollo

A continuación, se expondrán y relacionarán conceptos y teorías que contribuyen al


análisis interpretativo del tema. Se comenzará con la definición de aprendizaje, según el
psicólogo Philipe Meirieu, para relacionar con los dos tipos de maestros que plantea Jacques
Ranciere. Luego, se desarrollarán las ideas o conceptos de algunos autores considerados
referentes en ambas de las corrientes pedagógicas seleccionadas, entre ellos: Jesús Aldo Sosa
y Célestin Freinet para la escuela nueva, y Paulo Freire para la corriente crítica liberadora.
También, se utilizarán aportes teóricos de otros autores, por ejemplo, Jan Masschelein, Walter
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Kohan, entre otros, para comprender y clarificar muchos de los conceptos que se van
abordando. A su vez, se pretende observar cómo todos estos aportes contribuyen al concepto
de emancipación intelectual que plantea Ranciere y qué puedo tener en cuenta en mis
prácticas educativas para trabajar sobre este concepto.

Philipe Meirieu

Para iniciar, se considera pertinente puntualizar en el concepto de aprendizaje y lo que


conlleva. Meirieu (2005), expresa:

Sabéis que, por un lado, la educación y el aprendizaje están concebidos como la


promoción de lo endógeno y, por otro lado, como la organización de lo exógeno; que
los partidarios de la primera rechazan de forma radical a los partidarios de la segunda,
sosteniendo que nadie puede influir en el sujeto sino el sujeto mismo, y que los
partidarios de la segunda niegan esta argumentación subrayando que el sujeto,
reducido a él mismo, es bien pobre y que no existe ningún ejemplo de que un ser
humano haya podido alcanzar el status de adulto sin que hayan intervenido en su vida
otros seres humanos, estos últimos adultos. (p.36)

Como se puede observar, la educabilidad está vinculada a la noción de aprendizaje y


en este proceso el autor establece dos posturas: unas centradas en lo endógeno (lo interno al
sujeto) y otras centradas en lo exógeno, es decir, la intervención desde el exterior. Meirieu
(2005) frente a estas dos posturas, que pueden considerarse antagónicas, atiende aspectos de
ambas, ya que asegura que el aprendizaje se logra en base a las dos y no necesariamente en
una única. Es decir, considera el aprendizaje como promoción de lo endógeno y organización
de lo exógeno. Básicamente, consiste en la relación entre mi mundo interno y el afuera, esto
es lo fundamental del aprendizaje. La “base” es lo que el sujeto siempre trae, entonces el
aprendizaje se produce entre la conexión con lo que el sujeto posee y el exterior.

Dicha noción de aprendizaje permite aclarar unas de las tantas respuestas sobre la
función del docente. El mismo no está para construir, sino para colaborar desde su posición
para que el estudiante vaya construyendo su camino.

Meirieu (2005) no descarta que el aprendizaje sea una construcción. Sin embargo,
destaca que no es el docente quien está construyendo, sino el estudiante. Asimismo, plantea
que transitamos del “haz lo que quieras” al “haz lo que quiero yo”. Ninguna de estas posturas
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son oportunas, ya que la clave es el encuentro con el otro y brindar las herramientas
necesarias para que pueda ir construyendo su aprendizaje y, en algún momento, emanciparse
intelectualmente. No obstante, ello no significa que en el proceso sea únicamente el
estudiante quien esté aprendiendo. Meirieu afirma que este es “bidireccional” porque tanto
estudiantes como docentes están aprendiendo. Freire (2005) también destaca la importancia
de la práctica educativa dialógica contra la práctica antidialógica de transferencia de
conocimientos, el autor expresa que: todo el mundo sabe algo y todo el mundo ignora algo,
porque nos educamos constantemente, es decir, aprendemos todos de todos.

Jacques Ranciere

Ranciere (2018) asegura que hay dos tipos de maestros. Uno de ellos es el adecuado
para concebir este aprendizaje y brindarle al estudiante la suficiente autonomía para que él
mismo pueda ir construyendo su aprendizaje. Por otro lado, se plantea el maestro tradicional
y las consecuencias implícitas que puede generar en los estudiantes.

En su libro El maestro ignorante, Cinco lecciones para la emancipación intelectual,


adjetiva a estos maestros como: el maestro embrutecedor y el maestro emancipador. El
primero es aquel que, dado su concepción de ser maestro, establece una desigualdad con sus
alumnos. Considera a los alumnos como ignorantes mientras que él es el sabio. Su método
trata de educar a través de la explicación. Ello genera una gran variedad de preguntas y
controversias, entre ellas:, ¿los alumnos realmente necesitan de un ser explicador para lograr
llegar a los conocimientos?; ¿cómo afecta este maestro explicador en su camino hacia el
aprendizaje?; ¿se puede aprender sin alguien que nos explique? Estas interrogantes atentan
contra la noción de que el docente es maestro para “enseñar conocimientos” en el sentido de
“educar fabricando''. Asimismo, nombra a uno de los maestros que en este trabajo se
considerará como el ideal: el maestro emancipador.

Respondiendo a una de las cuestiones más discutidas acerca de si los alumnos pueden
aprender sin un ser explicador, la respuesta de Ranciere es sí. Los estudiantes pueden lograr
la emancipación intelectual sin un maestro u otra persona que les muestre y les explique los
conocimientos. Ello no quiere decir que no se deba utilizar la explicación, la misma debe
cumplir otra función y no la de mostrarles todo el conocimiento, sino la de explicar con el
objetivo de mantener al alumno dentro del camino del aprendizaje.
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El primer aprendizaje de los niños es el de la lengua materna, donde no existe nadie


que les explique cómo aprender su primer idioma. Posteriormente, ingresan a las instituciones
educativas en las que se crea la necesidad de un maestro que les explique para poder adquirir
los conocimientos. Ello es un error, los alumnos pueden y deben seguir construyendo sus
aprendizajes sin este maestro que interviene negativamente en su emancipación,
prohibiéndole de cierta forma su auténtica libertad.

Incluso, la explicación genera un efecto que Ranciere llama “regresión al infinito”, ya


que si se explica un conocimiento, después se explica dicho conocimiento en un libro,
posteriormente se realiza otra explicación en un manual y finalmente explicamos ese manual
a nuestros alumnos, estamos generando una cadena que no tiene fin. Cuando se parte de esta
concepción de querer explicar, se establece una desigualdad, dado que le demostramos que el
estudiante no puede comprender por sí mismo y necesita de un tercero para lograrlo.

La emancipación intelectual supone una enseñanza de acompañamiento, en el que el


docente no genera una desigualdad intelectual entre sus alumnos y él, por el contrario, lo
acompaña en el camino del aprendizaje. “Todo emancipado puede ser emancipador: dar no la
llave del saber, sino la conciencia de lo que una inteligencia es capaz, cuando se considera a
sí misma igual a cualquier otra y considera a todas las demás como sus iguales” (Ranciere,
2018, p. 74).

Este fragmento demuestra la relación entre el maestro emancipador y el aprendizaje


desarrollado por Meirieu y su relación entre lo endógeno y exógeno. En este punto, Ranciere
explicita aún más ese vínculo y cómo debe de serlo. El maestro va a acompañar en el proceso
al estudiante, asegurando que puede lograr aprender lo que desee. Lo importante es que el
docente no condicione su camino explicándole el conocimiento de una forma única, sino que
brinde las estrategias necesarias para que pueda lograrlo de forma autónoma y así avanzar.

Este aprendizaje se basará fuertemente en el relacionamiento de un conocimiento con


otro. Un ejemplo para visualizar cómo una persona puede aprender a través del
relacionamiento es el que se menciona a continuación. Suponiendo que una persona no sabe
leer ni escribir pero sí conoce de memoria el “Padre nuestro”, si se le presenta una hoja con el
texto “padre nuestro…” y se le pregunta dónde dice “padre”, puede relacionar que “Padre” es
la primera palabra, por ende, es la primera palabra del texto que tiene. Una vez visualizado
esto, el aprendizaje de la palabra es algo que podrá luego entenderla en cualquier otro texto y
contexto. Este es el primer principio de enseñanza emancipadora, tener un conocimiento y ser
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capaz de relacionarlo con el resto. Siempre se tiene un conocimiento, siempre los alumnos
sabrán algo que podrán utilizar como punto de comparación.

El docente dentro de este rol debe potenciar la voluntad de sus alumnos. En palabras
de Ranciere (2018):

Quien enseña sin emancipar embrutece. Y quien emancipa no tiene que preocuparse
por lo que el emancipado debe aprender. Aprenderá lo que quiera, tal vez nada. Él
sabrá qué puede aprender porque la misma inteligencia está obrando en todas las
producciones del arte humano, porque un hombre siempre podrá comprender la
palabra de otro hombre. (p. 43)

Desde esta perspectiva, asumimos que todos somos iguales intelectualmente, que
podemos aprender lo que deseamos y relacionarlo con el resto.

Este autor derriba muchas de las respuestas sobre lo que es ser maestro. Describe un
docente con otras preocupaciones y objetivos, apuntando no a lo inmediato, a la respuesta
instantánea, sino al proceso, a los intereses de sus estudiantes, a sus motivaciones, y
posicionándose de forma que le posibilite a los alumnos desarrollarse autónomamente como
ser intelectual. El rol de este maestro es de acompañamiento y de procurar que sus estudiantes
nunca desconfíen de sus capacidades intelectuales, ya que todos somos intelectualmente
iguales. Este docente no se va a convertir en un ser superior, en un sabio, ni en un guía, ni un
líder, va a buscar, a través de distintas formas, brindar herramientas para que cada estudiante
logre emanciparse en algún momento.

De acuerdo a lo mencionado, se puede establecer que el verdadero rol del docente es


brindar las herramientas necesarias que fomenten la autonomía en el estudiante, despertando
su motivación por el aprendizaje y orientando sus actividades en relación a estos conceptos.
Si todos los docentes tienen claro su objetivo, sus actividades de enseñanza serán mucho más
fructíferas.

Si se vuelve a la pregunta inicial y cuestionamos por qué queremos ser o por qué
somos docentes, se puede tomar de ejemplo al maestro emancipador. La lectura de Ranciere
(2018) permite una reflexión filosófica donde se comienza a cuestionar la práctica docente y
a poner en duda todo aquello que se viene haciendo. Esto no es un problema, porque ya se
está reconociendo que el maestro no está para fabricar alumnos, enseñando contenidos según
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un sistema y nada más. El maestro puede y debe hacer más por esos niños y niñas que tiene
enfrente.

A través de la observación, puedo destacar que muchas veces el estudiante magisterial


opta por el camino más corto en su práctica y esto puede ser un problema. Por ejemplo,
enseñan que para planificar una clase de matemática se deben basar en lo expresado por tal
autor, para lengua utilizar a otro, y así con el resto de las áreas y campos/ disciplinas. El
problema radica en que las planificaciones, clases, recursos, etc, pueden volverse algo
mecánico, estructurado, y, obviamente, volverse rutinario. Esta práctica, centrada únicamente
en autores propios de una disciplina, por ejemplo, no puede hacer que nos olvidemos de todo
lo demás, entre ellas: la pedagogía, la filosofía, la psicología.

Ahora, es muy sencillo idealizar un tipo de maestro, tener la respuesta de por qué se
quiere ser maestros tomando como referencia a nuestro autor de preferencia pero ¿cómo se
logra?, ¿qué otras cosas se deben tener en cuenta?, ¿qué se necesita para lograr lo que
realmente se quiere? Ante estas inquietudes es que este artículo se centra en unos de los
caminos que parecen contribuir al objetivo de cómo lograr la emancipación intelectual: dos
de las corrientes pedagógicas más influyentes, la Escuela Nueva y la corriente crítica
liberadora.

La Escuela Nueva

Para comenzar, se indaga en la corriente pedagógica de la Escuela Nueva,


considerando la pedagogía de Célestin Freinet y de Jesús Aldo Sosa, destacando las ideas
básicas y principales de la misma.

Freinet (1974) describe la situación que atravesaba la escuela en su momento y que ha


trascendido hasta la actualidad: “La escuela ha conservado exactamente los mismos utensilios
y las mismas técnicas: las lecciones, los deberes, los estudios de los textos, las notas, la
calificación, los castigos y el supremo recurso a la memoria”. A lo que agrega:

bruscamente se da cuenta de que todo eso ya no rinde: que los niños escriben mal, no
saben leer, tienen una ortografía deplorable, no conocen la gramática, no saben la
tabla de multiplicar; se da cuenta de que no saben adquirir aquello que la enseñanza
media llama elementos de base y que eran el orgullo de la escuela laica de finales de
siglo. (Freinet, 1974, p. 11)
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Es por esta razón que los autores aseguran que debe haber un encuentro de la escuela
con la vida de los estudiantes, movilizarlos, motivarlos, adaptarse al mundo actual y a lo que
se viene. Los docentes tienen la obligación de generar un cambio en el estudiante, deben
luchar para modificar la escuela y que se transforme cada vez en un lugar más acogedor, que
cultive y desarrolle sus potencialidades (Freinet, 1974).

Célestin Freinet se basa en técnicas pensadas sobre la base funcional de la


comunicación. Es decir, en ningún momento propone una ortodoxia para seguir al pie de la
letra, por el contrario, invita a los docentes a estar atentos a los diversos intereses y ritmos de
aprendizaje de los alumnos y, por tanto, a inventar estrategias y técnicas para hacer
evolucionar estos complejos de vida que se generan en el ámbito de cada una de las clases y
en la realidad de cada momento.

Las técnicas de Freinet suelen ser instrumentos para una educación entendida como la
ayuda o el servicio que presta el mundo adulto al desarrollo y progreso personal y social de
las generaciones más jóvenes (Gómez, 2000). Aquí ya surgen datos interesantes, primero la
importancia de los intereses y ritmos personales y, por otro lado, la importancia del desarrollo
personal que lo podemos asociar al concepto de emancipación. Es una pedagogía que busca
que los estudiantes se desarrollen plenamente según sus intereses, ritmos y motivaciones,
para esto es que plantea diversas técnicas para llevar al aula y contribuir a este concepto.

El autor, que realizó su trabajo junto a su esposa Elise Freinet, plantea una serie de
estrategias y técnicas para implementar en el aula (que nos llevaría un desarrollo importante),
en esta oportunidad observaremos una de ellas y su influencia en el aprendizaje del
estudiante, esta es la utilización del texto libre. Estos textos son realizados por los estudiantes
a partir de sus propias ideas, sin tema y sin tiempo prefijados. La elaboración del texto en un
tiempo libre y personalizado requiere una organización de clase en la que sea posible diseñar
un plan de trabajo, autonomía en la distribución del propio tiempo por parte de los
estudiantes, una revisión y evaluación de dicho plan y, lo más importante, la comunicación
del trabajo. Por ello, el texto libre implica la institucionalización del tiempo dedicado a la
lectura de los textos libres elaborados por niños y niñas. Estos textos libres permiten que se
transforme en una técnica que conlleva múltiples valores, porque nace del gusto y de la
necesidad de expresarnos que tenemos todas las personas. Tiene la función de explicitar
aquello que sentimos, pensamos, tememos, amamos, entre otras cuestiones. También, esta
expresión permite que el estudiante analice a partir de sus propios mecanismos la realidad
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que vive. El texto libre es un instrumento operativo para la construcción de conocimientos.


Enseña grandes valores directamente relacionados con el aprendizaje y el conocimiento de la
lengua: la expresión escrita, sus aspectos operarios, la ortografía, el léxico, la gramática
(Gómez, 2000).

Esta actividad, como se puede observar, permite trabajar desde una gran cantidad de
aristas. Primero, es un texto escrito libremente por un estudiante donde plantea sus gustos,
intereses, motivaciones, desacuerdos, etc., donde uno puede tener acceso a más información
sobre la vida del estudiante y a partir de allí construir un plan de trabajo. Freinet utiliza
mucho esta idea de “aprender trabajando” que se diferencia de “aprender para trabajar”, el
niño va aprendiendo a través del proceso de la construcción de diversas acciones, donde él es
partícipe. Freinet considera importante todo lo que forma parte del niño, de su realidad,
asegura que todo esto debe conformar el currículum escolar: su propio cuerpo, la familia, el
entorno vital, la actividad económica, política, social y cultural; pero también la actualidad
del mundo, las noticias y acontecimientos que nos permiten un mejor conocimiento del
mismo. Un simple texto libre puede llegar a vislumbrar un montón de información
sumamente pertinente para el docente.

Asimismo, no menos importante, la creación de un texto libre, o de una revista


escolar, permite el desarrollo de una alfabetización que, como expresa Freire (1981), es un
camino a la liberación. De acuerdo con este autor, alfabetizar no es solo enseñar a leer y
escribir, es enseñar a leer el mundo, visualizar las injusticias, interpretar el sistema en el que
vivimos para poder cambiarlo y transformarlo.

Como se puede observar, algo considerado sencillo como la escritura personal libre,
permite observar diversas cuestiones que deben considerarse para la enseñanza del
estudiante: qué herramientas va a utilizar el docente para fomentar su autonomía, cómo hacer
para que obtenga las herramientas necesarias para cambiar el mundo en el que vive, entre
otras ideas.

Existen otros planes de trabajo que permiten una educación menos ortodoxa y más
liberal desarrollando la autonomía en el estudiante. Las actividades de clase pueden estar
organizadas de tal forma que el alumnado pueda prever su realización con una distribución
personal del tiempo y una autoevaluación de resultados y de progresos. El plan de trabajo
tiene sentido en una planificación colectiva con el estudiantes, planificación que viene
determinada por unas decisiones de grupo que, a su vez, están insertas en el plan general del
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curso (Gómez, 2000). Aquí el estudiante es consciente y responsable de su tiempo,


jerarquizando los distintos trabajos que debe realizar según sus necesidades e intereses.

Celéstin Freinet plantea una pedagogía para la libre expresión (da la palabra al niño y
a la niña y los liga efectivamente con los aprendizajes).

El texto libre, el dibujo libre, la libertad para expresarse en todo momento por parte de
los niños y niñas, son un claro reflejo de la confianza que la pedagogía Freinet deposita en el
alumnado; una libertad que debe ser utilizada en beneficio del grupo, del trabajo cooperativo.
Al darles la palabra, al favorecer su libre expresión, su creatividad, estamos ejerciendo una
función terapéutica en los estudiantes. Al mismo tiempo, desarrollamos su sentido de la
responsabilidad, puesto que los niños y las niñas aprenden a ser responsables en la medida en
que los adultos confiamos en ellos. La confianza tiene siempre como contrapartida la
responsabilidad (Taller de Técnicas Freinet, 2005).

Las técnicas de Freinet (y no el método, ya que este concepto puede remitirnos a una
idea limitada, cerrada) pueden contribuir al desarrollo de la autonomía y libertad del
estudiante. Tanto el texto libre como otras técnicas, por ejemplo, las conferencias, las
bibliotecas de trabajo, las asambleas escolares, las correspondencia escolar, permiten darle la
palabra al niño y a la niña, que es el máximo exponente de dicha pedagogía. Una enseñanza
teniendo como centro al estudiante y no al docente, buscando continuamente insumos para
desarrollar las capacidades de cada uno de ellos.

Jesús Aldo Sosa (Jesualdo)

Por otro lado, aparece en la teoría y práctica pedagógica la figura del maestro,
pedagogo y periodista Jesús Aldo Sosa, más conocido como “Jesualdo”. Es importante
identificar la época en que desarrolló su vida para comprender diversos hechos que va a
iniciar tanto él como su esposa María Cristina Zerpa.

En Uruguay, finalizaban las guerras civiles y el Estado se comienza a consolidar bajo


la presidencia de José Batlle y Ordoñez. Este es un gran período de cambios, ya que el campo
comienza a ocupar un lugar secundario y Montevideo se convierte en el centro político,
económico, industrial y de comunicaciones del país. Todos los ámbitos de pensamiento
convergen en los nuevos valores, integrando la corriente migratoria europea y colaborando en
la construcción de una identidad nacional única, con sus propias tradiciones y costumbres.
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Pero la crisis económica de 1929 y los gobiernos totalitarios de Alemania e Italia tendrían su
repercusión en América Latina. En 1931, comienza el primer gobierno de Gabriel Terra y dos
años más tarde desemboca en un golpe de Estado, provocando la disolución del parlamento,
censuras previas y clausuras en la prensa. En la educación, se van a enfrentar dos líneas, la
oficial de la dictadura y la Escuela Nueva, que se abría camino en las diversas formas de la
resistencia.

En dicho contexto, Jesualdo en su experiencia como maestro buscaba crear un


ambiente que permitiera desentrañar las expresiones de los niños en vista de los
conocimientos que debían adquirir, sabiendo hasta dónde ellos alcanzarían el conocimiento
con la menor cantidad de coerción posible por parte del docente. Su pasaje por el pueblo
Canteras del Riachuelo le dejó al maestro cuatro aspectos a considerar. Por un lado, la
centralidad de la expresión. Más allá de las carencias, buscaba la expresión creadora del
estudiante. Permitía que los niños se expresen, se desarrollen, llevando adelante sus intereses,
siguiendo las “afloraciones” de cada caso particular. Un segundo aspecto eran los centros de
interés, los niños querían saber y la escuela trataba de responder ante sus inquietudes. Para
ello se necesitaba el interés, la autonomía del trabajo infantil, y por medio de esto tratar de
organizar el sentido de libertad para alcanzar el conocimiento, un conocimiento que sea una
respuesta leal a sus intereses. El tercer aspecto eran los paseos escolares. Estos paseos
permitían una reflexión por parte de los niños, lograban acortar la distancia de los
conocimientos adquiridos en la escuela y del medio donde realmente se desarrollan los
mismos. Por último, el carácter práctico de las actividades, satisfaciendo las necesidades
inmediatas de los estudiantes y preocupándose por aquellos que luego de la escuela no
pudieran continuar con sus estudios.

En consonancia con los autores que se han mencionado, Jesualdo asegura que el
maestro no debe ser un “mero transmisor” sino un creador, gracias a esa libertad y el trabajo
desde los intereses de los estudiantes. Planteando actividades que todos logren concretar y,
fundamentalmente, que estén conectados a esos conocimientos, gracias a la expresión y a la
cercanía de los mismos en las salidas didácticas.

Jesualdo, al igual que Freinet, mantienen como pilar fundamental el desarrollo de la


expresión creadora individual, teniendo como objetivo la libertad del estudiante y, en palabras
de Ranciere y de Kohan, la emancipación de los mismos. Una libertad no buscando la
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individualidad, sino la satisfacción y el derecho de llevar adelante los deseos propios sin
verse transgredidos por una acción dominadora del docente.

Otro aspecto a resaltar es que considerando la expresividad individual, Jesualdo


desarrollaba actividades para que los estudiantes aprendan y comprendan el mundo que los
rodea y las injusticias que estaban viviendo. A su vez, no solo el desarrollo de la capacidad
intelectual sino también del trabajo, de lo manual, gracias a esos diversos talleres y centros de
interés que planteaba.

En la época en que Jesualdo vivió y llevó adelante sus prácticas docentes, un periodo
militar e influenciado por los modelos totalitarios europeos, la escuela mantenía cierta
frustración, alienación, donde sus posibilidades humanas no se podían desarrollar. De ahí es
que comenzó a buscar estrategias para darle otro enfoque y otra posibilidad a los estudiantes
que estaban allí para su futuro.

A mitad de siglo XX, lamentablemente ya destituido de su cargo como docente,


debido a las políticas de Estado, continuó trabajando para la educación. Mientras su pasaje
como docente creó el libro “Vida de un maestro”; posteriormente, “Fuera de la escuela”.
También, contribuyó con otras otras teorías, por ejemplo, “La expresión creadora del niño”,
ya colocándose en una posición denominada Escuela Nueva, contrapuesta a la escuela
tradicional que regía en ese entonces.

Sin dudas que el maestro Jesualdo contribuyó en ese cambio educativo, en esa otra
mirada y en el progreso de la misma. Desarrolló un concepto de educación diferente “el arte
de devolver al hombre su libertad originaria…”, apostando a las individualidades, a sus
deseos, a sus intereses, motivaciones y a sus libertades. Por ello es que este autor aparece en
estas líneas, quien desee trabajar por la libertad, la igualdad y la emancipación intelectual
debe considerar estos apartados.

Jesualdo buscaba que las personas pudiesen desarrollar diversas estrategias que les
permitieran crear un mundo simbólico, donde poder sentirse confortables, seguras, y
auténticamente libres, a pesar de la realidad en la que viven. Autores más actuales desarrollan
la idea en profundidad. Kohan (2017), por ejemplo, en la entrevista Infancia y Educación
Filosófica, expresa que escuela es ocio, donde los niños disfrutan de un tiempo alejado de las
responsabilidades del mundo fuera de la escuela. Es decir, el niño tiene un espacio para
aprender una variedad de conceptos y estrategias, aprender a jugar, a relacionarse, entre otras
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cosas. Ello tampoco le permite al docente ignorar totalmente, en ese espacio escolar, el
mundo que lo rodea, ya que otra de las funciones de la escuela es poner a la sociedad "en
suspenso", permitiendo que cada estudiante problematice y decida sobre el mundo en el que
quiere vivir. La escuela se encuentra inmersa en una sociedad pero dentro de ese "ocio" debe
aislarse por un momento para reflexionar sobre ese mundo.

En síntesis, podemos definir a la pedagogía impulsada por Jesualdo como: libertad,


autonomía y estímulo, pues, colaboró en el reinvento de la escuela, del trabajo de los niños y
del docente. Contribuyó con diversas estrategias para implementar y desarrolló cuál es el
objetivo con cada una de ellas. Sus experiencias se transformaban en fuentes de análisis,
siendo reflexivo y crítico logró desarrollar un pensamiento diferente pero acorde a las
necesidades del pueblo. En todo momento fomenta la autonomía, la igualdad y piensa en el
futuro de sus estudiantes, intentando brindar la mayor cantidad de herramientas para su
desarrollo, donde cada uno podrá ser lo que desee.

“Los maestros, como los libros, nos enseñan la secreta astucia de caminos sinuosos,
de búsquedas incesantes, de mirar y apreciar el talento de otros y al mismo tiempo separarse
y componer desde la propia sensibilidad”. (Sosa, 2012, p. 5)

Jan Masschelein

Ahora, ¿por qué estos autores destacan la importancia del aprender haciendo?, ¿cómo
se relaciona con la emancipación intelectual?

Masschelein (2003), en “El alumno y la infancia: a propósito de lo pedagógico”,


responde a la interrogante: ¿cómo comprender la infancia si no se la comprende como
un estado temporal o como una edad determinada? A través de un análisis crítico de
obras de Ranciére, plantea cuatro puntos para entenderla. “Primero, la potencia de
movimiento, es decir, la potencia de ir fuera de sí mismo o voluntad, puesto que,
como lo entiende Ranciére, la voluntad no es en premier lugar instancia de elección,
sino potencia de movimiento, potencia para ponerse en marcha, de ir a ver y de hablar
por sí mismo. Por voluntad entendemos ese retorno sobre sí del ser razonable que se
conoce como actuante. (Masschelein, 2003, p. 64)

Posteriormente, este autor realiza una reflexión sobre la importancia de “caminar” en


el texto “Pongámonos en marcha”:
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Caminar está relacionado con mirar, con abrir los ojos, con generar una nueva mirada,
lo cual no es sinónimo de adquirir una perspectiva o una visión determinadas, sino
que equivale a desplazar nuestra mirada de modo que seamos nosotros los que
estemos “ahí”, y que ese “ahí” se presente ante “nosotros” en todo su esplendor y nos
dé órdenes o nos tome a su cargo. (Masschelein, 2008, p. 2)

Es interesante cómo esta filosofía se aplica a los autores mencionados anteriormente


(Freinet y Sosa), dado que ambos comparten el concepto del aprender mediante la acción y
las decisiones personales e intereses, decidiendo qué caminos transitar y sintiendo el avance
por los mismos.

No es que caminar nos ofrezca una perspectiva (o una lectura) mejor, ni una
comprensión más cierta y completa, ni que nos permita superar los límites de nuestra
perspectiva. Lo que da sentido al caminar es que nos permite una mirada más allá de
cualquier perspectiva, una visión o una mirada que nos transforma (y por tanto es una
experiencia) en tanto que estamos sometidos a aquello que vemos. Caminar nos
permite ver más allá de cualquier perspectiva, puesto que “una perspectiva” está
vinculada a un punto de vista, esto es, a una “posición subjetiva”, a la posición de un
sujeto en relación a un objeto o a un objetivo. Lo importante al caminar es poner en
juego ese sujeto y esa posición. Caminar consiste en una ex-posición, en un estar
fuera de posición. (Masschelein, 2008, p. 2)

A partir del fragmento anterior, se puede observar la importancia de ser parte del
aprendizaje, de ese camino transitado y cómo esa mirada personal, subjetiva, nos deja ver
más allá que cualquier otra perspectiva, permitiendo vivir la experiencia y entrar en contacto
con el camino. El autor destaca la importancia de la posición subjetiva, donde uno es capaz
de ser crítico y observar por sus propios medios lo que se le enfrenta, tomar conciencia y
elaborar sus propias reflexiones y conclusiones respecto a lo observado.

Asimismo, el autor establece la diferencia que existe entre el transitar el camino a pie
y el volar sobre el mismo:

La diferencia está en la actividad en sí, es una diferencia entre caminar y volar, entre
copiar y leer, en tanto que constituyen distintos modos de vincularse con el mundo (el
texto, el paisaje) y de relacionarse con el presente, con lo que está presente. Esta
diferencia se manifiesta como una diferencia de poder, como una diferencia en el
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efecto que la actividad tiene sobre nosotros mismos y sobre aquello que nos revela.
Quien vuela, dice Benjamin, sólo “ve” el camino, pero quien lo recorre a pie
experimenta su autoridad, es decir, experimenta cómo algo se le muestra, se le
aparece, cómo se le hace presente, evidente y, al mismo tiempo, somete o dirige su
alma. (Masschelein, 2008, p. 2)

Asimismo, expresa que caminar es un ejercicio que implica una actitud que puede
llegar a cambiarnos, no en el sentido de ser más conscientes, sino más atentos. Esa atención,
según Michael Foucault en el diario Le Matin, coincide con que la crítica parte de la atención,
la presencia y la generosidad. (Masschelein, 2008). De aquí la importancia del transitar, de la
experiencia, dado que posibilita la reflexión crítica y un contacto con el conocimiento, que
genera un aprendizaje significativo.

Corriente crítica liberadora, Paulo Freire

Otro autor, que se observa reflejado en las prácticas docentes, es Paulo Freire. En su
libro “Pedagogía de la autonomía” expresa “el respeto a la autonomía y a la dignidad de cada
uno es un imperativo ético y no un favor que podemos o no concedernos unos a lo otros” y
afirma que “el desvío ético no puede recibir otra designación que la de transgresión” (2008,
p. 58).

En dicha práctica:

el docente no puede menospreciar los intereses del estudiante, sus gustos, sus
inquietudes, su lenguaje, su sintaxis su prosodia; como el profesor que trata con ironía
al alumno, que lo minimiza, que lo manda a “ponerse en su lugar” al más leve indicio
de su rebeldía legítima; así como el profesor que elude el cumplimiento de su deber
de poner límites a la libertad del alumno, que esquiva el deber de enseñar, de estar
respetuosamente presente en la experiencia formadora del educando: en todos los
casos transgreden los principios fundamentales éticos de nuestra existencia. (Freire,
2008, p. 58)

Esta cita engloba lo que se ha desarrollado hasta el momento, pero destaca la


importancia de la autonomía y define al maestro que ignora o cumple con lo nombrado. La
autonomía y el desarrollo personal es un aspecto sumamente importante a tener en cuenta en
nuestras prácticas educativas, como también el lugar que le permitimos ocupar al estudiante.
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Ignorar al estudiante puede ser tan grave como alguien que se vuelve machista, racista,
clasista, este debe asumir que es un transgresor de la naturaleza humana (Freire, 2008). Esta
misma transgresión se da al rechazar los intereses de los estudiantes, sus motivaciones,
inquietudes, etc., o como cuando nos posicionamos en un lugar de poder considerando a los
estudiantes como inferiores, rompiendo con el concepto de enseñanza de acompañamiento
que desarrolla Ranciere. “No sirve para nada, a no ser para irritar al educando y desmoralizar
el discurso hipócrita del educador, hablar de democracia y libertad pero imponiendo al
educando la voluntad arrogante del maestro” (Freire, 2008, p. 60).

También, Freire (2005), expresa que una educación liberadora necesita buscar
permanentemente la libertad y la responsabilidad, llevando a cabo la praxis, en otras palabras,
la acción y la reflexión, dado que esta es fundamental para una práctica educativa liberadora
y problematizadora. Nuevamente, se hace hincapié en la libertad del estudiante, aún más
contra el sistema opresor que desarrolla el autor. Estos estudiantes, concebidos como
oprimidos, necesitan desarrollar prácticas revolucionarias que permitan volverse libres y así
ser auténticos, librándose del miedo a la libertad. A su vez, agrega que la liberación puede ser
un parto doloroso, demostrando las dificultades de cuando se logra dicha libertad y la gran
responsabilidad que conlleva dicho objetivo. Sin dudas hay una relación directa con la
emancipación de los estudiantes, cuando estos son capaces de lograr desarrollar su propio
camino la responsabilidad es mayor, ya no existe nadie que, en palabras de Kohan (2017),
“lleve de la mano” ahora son ellos quienes son capaces y responsables de ser ellos mismos,
de ser auténticos.

El autor anteriormente desarrollado no plantea una diversidad de técnicas para aplicar


al aula como sí lo hace Célestin Freinet y Jesús Aldo Sosa, pero permite una reflexión
profunda de nuestras conductas, de nuestra práctica que conlleva a desarrollar acciones
revolucionarias, a favor de la libertad y del individuo.

Conclusiones

En el transcurso de este artículo se ha intentado poner de manifiesto cuál es el rol


docente que contribuye a la emancipación intelectual y algunas de las corrientes pedagógicas
que lo posibilitan. Ello se ha realizado a partir de interrogantes que han estado presentes
desde el inicio de mi carrera magisterial. Las mismas han intentado ser respondidas a través
del análisis de diversos autores, así como mi experiencia como practicante.
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Podemos observar cómo el concepto de emancipación intelectual, si bien es un


concepto sencillo de definir, llevarlo a la práctica puede volverse complejo y el docente
necesita de una profundización teórica que, a su vez, la misma debe estar presente en sus
prácticas diarias para intentar lograrlo. Es decir, el docente no debe considerar únicamente los
teóricos referidos a la didáctica, sino también todas las otras áreas del conocimiento
educativo (pedagogía, psicología, filosofía, etc) e interdisciplinar las mismas para potenciar el
desarrollo de su labor profesional.

No existe un método certero para lograr la emancipación intelectual de los


estudiantes, pero sí podemos ser conscientes de nuestro rol docente y utilizar todas las
estrategias posibles para trabajar en ello. Como expresa Freire (2008), no podemos ignorar el
desarrollo personal como tampoco su autonomía, debemos lograr que el estudiante aprenda la
mayor cantidad de herramientas posibles para que él mismo pueda ir construyendo su propio
aprendizaje y así, en palabras de Masschelein (2008), ir desarrollando su propio camino.

En este artículo se optó por seleccionar una de las teorías educativas (la pedagogía),
esto no quiere decir que sea la única que se deba considerar. Dicho artículo pretende dar lugar
a la profundización, permitiendo abarcar otras áreas y seguir potenciando nuestras prácticas
educativas en beneficio de los estudiantes.
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Referencias bibliográficas

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