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Agradecimientos

Quiero agradecer a cada una de las Traductoras, correctoras, traductoras


SOS, que por tu tiempo y dedicación a este proyecto.
Felicitaciones por un excelente trabajo.
MODERADORA
Arhiel
TRADUCTORAS
Alhana; Arhiel; Fangtasy; Mary; Maxiluna; Nad!; Nivapoma; Ophira;
Yessenia*.
CORRECTORAS
Anaizher; Arhiel; Nyx.
CORRECTORA GENERAL
Genobruja
DISEÑO

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Índice
Sinopsis ................................................................................... 4
Capítulo Uno .......................................................................... 5
Capítulo Dos ......................................................................... 21
Capítulo Tres ........................................................................ 31
Capítulo Cuatro ................................................................... 46
Capítulo Cinco ..................................................................... 61
Capítulo Seis ......................................................................... 75
Capítulo Siete ....................................................................... 89
Capítulo Ocho .................................................................... 102
Capítulo Nueve .................................................................. 116
Capítulo Diez ..................................................................... 135
Capítulo Once..................................................................... 150
Capítulo Doce ..................................................................... 160
Capítulo Trece .................................................................... 170
Capítulo Catorce ................................................................ 179
Capítulo Quince ................................................................. 190
Capítulo Dieciséis .............................................................. 199
Capítulo Diecisiete ............................................................. 214
Capítulo Dieciocho ............................................................ 226
Capítulo Diecinueve .......................................................... 238
Capítulo Veinte .................................................................. 248
Capítulo Veintiuno ............................................................ 258
Capítulo Veintidos ............................................................. 273
Capítulo Veintitres ............................................................. 288
Capítulo Veinticuatro ........................................................ 300

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Sinopsis

Devorado por la Oscuridad


SERIE GUARDIANES DE LA ETERNIDAD – LIBRO 7

Alexandra Ivy
Título original: Devoured by Darkness

Tane es un Caronte, ha jurado cazar y matar a los vampiros renegados. Su nueva


misión parece un desperdicio de su talento- hasta que atrapa a la Genio que ha sido
enviado a capturar. Laylah; mitad humana, mitad demonio, tiene una vena vulnerable
que golpea a través del frío corazón de Tane. Él debería estar furioso cuando ella usa sus
poderes para obligarlos a estar juntos, impidiéndole arrastrarla ante la Comisión. En su
lugar, le da la bienvenida a cualquier razón para permanecer lo suficientemente cerca
como para tocar, gustar, seducir...
Laylah no sabe por qué fue elegida para proteger a un niño que puede ser el
catalizador de una guerra entre el bien y el mal. Pero los misterios de su pasado
palidecen en comparación con los peligros que se aproximan. Tane es devastadoramente
fuerte, increíblemente sensual. Y Laylah tendrá que confiar en cada onza de esa fuerza,
porque sus enemigos se acercan, deseosos de destruirlos a los dos…

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Capítulo Uno
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Laylah estaba cansada.


Estaba cansada de los túneles estrechos y oscuros que se extendían por
debajo del extremo noreste de Missouri por los que había estado corriendo
durante los últimos dos días. Estaba cansada de ser perseguida por un enemigo
que no podía ver. Estaba cansada de los calambres en su estómago a causa del
hambre y de las protestas de sus miembros ante su paso implacable.
Llegando a una pequeña caverna, se detuvo de repente, pasando sus
dedos a través de los cortos y erizados mechones de su brillante pelo rojizo, sus
ojos negros buscando entre las sombras a su perseguidor.
No es que ella esperara conseguir, realmente, echarle el ojo a aquel frígido
dolor en su culo.
Los vampiros no sólo poseían velocidad y fuerza sobrenatural, sino que
podían camuflarse entre las sombras, volviéndose imposibles de detectar,
incluso para la mayoría de los demonios. Era sólo porque ella tenía el poder de
la sangre de los Genios corriendo por sus venas por lo que podía detectar a la
implacable sanguijuela siguiendo su loca huida a través de los túneles.
Lo que ella no sabía era...
Por qué.
Se estremeció, con la boca seca. Cristo. Había pensado que era tan
inteligente cuando le había permitido al vampiro, inicialmente, captar su olor.
Había esperado atraerlo, al igual que a los otros intrusos, lejos de la guarida
privada de Caine.
No es que le importara una mierda el Cur, pero había escondido su más
preciado tesoro en su finca, y no podía darse el lujo de permitir que cualquier
criatura con los sentidos superiores de un vampiro, o incluso de un Were
purasangre, estuviera cerca de su secreto. Había pensado que los demonios la
perseguirían durante unas horas y luego se cansarían del juego, esperando que
regresaran a Hannibal o incluso a St. Louis.
Pero su apresurado plan había fallado desde el principio.

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El Were había continuado su camino hacia la guarida de Caine, y el
vampiro se había negado a rendirse sin importarle cuán lejos o cuán rápido
corriera.
Ahora ella estaba demasiado débil para recurrir a sus ambulantes poderes
sombríos, y demasiado lejos de Caine para pedirle ayuda.
—Oh, a la mierda—, murmuró, plantando las manos en las caderas y
alzando su barbilla a modo de mudo desafío. —Sé que me estás siguiendo,
vampiro. ¿Por qué no te muestras?
Un frío a modo de aviso espesó el aire, aguijoneando dolorosamente sobre
su piel.
— ¿Crees que puedes darme órdenes, mestiza? —Una voz
pecaminosamente hermosa y oscura llenó la caverna.
El corazón de Laylah dio un vuelco. Incluso con su sangre de demonio no
era inmune a la sensualidad despiadada que era tan parte de un vampiro como
sus letales colmillos.
—Lo que creo es que ya he corrido bastante—, ella dijo entre dientes. —
Así que, mátame o ve a perseguir a otro.
—Ah. Entonces, ¿estás segura de que has conseguido llevarme lo
suficientemente lejos?
— ¿Lejos? —Laylah se puso rígida, lamiéndose los labios repentinamente
secos. Él no podía saberlo. Nadie lo sabía. — ¿Lejos de qué?
—Eso es lo que me estoy preguntando—, dijo la voz oscura, arrastrando
las palabras. —Debe ser de gran importancia.
Laylah se obligó a inhalar profundamente, negándose a entrar en pánico.
El estúpido vampiro simplemente estaba tratando de tantearla. Todo el mundo
sabía que les gustaba jugar con su presa.
—No sé de qué hablando.
—Hmmm. ¿Alguna vez has visto una codorniz?
Ella sintió que unos dedos invisibles acariciaban su nuca, el tacto frío
enviando irónicamente un rayo de calor directamente a la boca de su estómago.
Ella se dio la vuelta, en absoluto sorprendida al comprobar que el depredador
había desaparecido.
— ¿El pájaro? —Jadeó ella, tardíamente deseando llevar algo más que un
par de jeans cortados y una camiseta sin mangas. Tener tanta piel expuesta
estaba haciéndola sentirse extrañamente vulnerable.
No es que la ropa pudiera detener a un vampiro determinado.
No importaría si estuviera sumergida en cemento y envuelta con alambre
de púas.

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—Cuando un depredador se acerca al nido, la codorniz madre finge un ala
rota y sale corriendo para atraer el peligro y alejarlo de sus polluelos—,
murmuró su torturador, su voz parecía hablar directamente en su oído.
Instintivamente se tambaleó hacia atrás, con la boca seca con un miedo
repentino.
—La única codorniz que me importa está horneada y servida sobre un
lecho de arroz.
— ¿Qué estás tratando de proteger? —Hubo una pausa deliberada. — ¿O
es a quién?
—No sé de qué demonios estás hablando.
— ¿Es un amante? ¿Un hermano? ¿Un niño? —Su suave risa le rozó la
mejilla cuando el agudo martilleo de su pulso la delató. —Ah, eso es. ¿Tu hijo?
Laylah apretó sus manos en puños por la frustración. Él se estaba
acercando demasiado. Tenía que distraer al bastardo.
—Pensé que los vampiros eran conocidos por su valentía—, se burló
deliberadamente, dispuesta a arriesgarse a una batalla que no podía ganar si
eso guardase sus secretos. — ¿Eres tan cobarde que tienes que esconderte en las
sombras?
El frío se espesó, el peligro era una fuerza tangible en el aire. Entonces, las
sombras directamente ante ella se agitaron, y el vampiro poco a poco se volvió
visible.
Laylah se tambaleó, sintiendo como si acabara de ser golpeada en el
estómago.
Todos los vampiros eran hermosos. Y sexis. Perversa e indecentemente
sexis. Pero éste...
Recordándose a sí misa que debía respirar, Laylah permitió que su mirada
examinara sus elegantes rasgos que revelaban sus antepasados polinesios,
demorándose en los ojos rasgados que eran un tono de brillante color miel y el
cabello negro como la tinta que había sido rapado por los laterales, dejando la
parte de arriba formando una cresta mohawk que caía más allá de sus anchos
hombros.
Su mirada bajó, esa intensa percepción retorciendo sus entrañas ante la
vista de su cuerpo medio desnudo apenas cubierto por un par de pantalones
cortos color caqui.
Maldita sea la fastidiosa sanguijuela.
¿Había dejado su cuerpo, deliberadamente, en una completa y maravillosa
exhibición? Después de todo, él tenía que saber que eso haría que sus dedos se
retorcieran con el deseo de explorar los suaves músculos de su tórax. O espera...
tal vez ella podría ir más abajo, hacia la superficie plana de su estómago...

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Perdida en su irremediable respuesta a su sensual belleza, ella se echó
hacia atrás ante el peligro de su situación cuando el demonio se le acercó
demasiado, con sus dedos acariciando casualmente a lo largo de la curva del
cuello de ella.
— ¿Nunca te han dicho lo peligroso que es provocar a un vampiro? —
murmuró.
Un escalofrío le recorrió su columna vertebral, pero ella se obligó a
encontrarse con su mirada hipnótica.
— ¿Tienes intención de drenarme?
Sus labios se crisparon. —Háblame del niño.
—No.
— ¿Es tuyo? —Hizo una pausa, sus dedos a la deriva hacia su pulso que
palpitaba en la base de su garganta, una intensa concentración grabada en su
hermoso rostro. —No. No es tuyo. Tú eres tan pura como un ángel.
Un temor genuino le atravesó el corazón. Maldita sea la entrometida
sanguijuela.
—Déjame en paz—, susurró ella.
Los ojos color miel se oscurecieron con un hambre peligrosa. Laylah no
estaba segura de si era de sangre o de sexo.
Probablemente de ambas.
—Un hermoso ángel—, dijo con voz ronca, sus brazos envolviéndose
alrededor de ella para atraerla con rudeza contra la fuerza de su cuerpo. —Y yo
he esperado demasiado tiempo para saborearlo.
Incapaz de detener su pánico por más tiempo, los poderes impredecibles
de Laylah arremetieron, la carga eléctrica que llenó el aire fue lo suficiente
fuerte como para que el vampiro saltara hacia atrás, sorprendido y cauteloso.
—Dije que me dejes en paz—, soltó entre dientes, envolviendo sus brazos
alrededor de su cintura.
Una ceja oscura se arqueó. —Bueno, bueno. ¿Te gusta jugar duro?
—No me gusta jugar en absoluto—, le espetó. — ¿Qué quieres de mí?
—Mi primera intención era capturarte para que así pudieras ser llevada
ante la Comisión.
Ella se sobresaltó ante la amenaza, sus poderes fallando de repente. Había
estado escondiéndose de los líderes oficiales del mundo de los demonios
durante dos siglos. Ser llevada ante los Oráculos que componen la Comisión era
nada menos que el equivalente a una sentencia de muerte.
—No he hecho nada para merecer ese castigo—, trató de disuadirlo.

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—Tu existencia misma es digna de castigo. —El vampiro suavemente le
replicó. —Los Genios mestizos han sido prohibidos.
Laylah reprimió su familiar ira ante esa gran injusticia. Ahora no era el
momento de debatir si ella debía o no ser exterminada por los pecados de sus
padres.
—Dijiste que esa era tu primera intención—, dijo ella, su voz gruesa. —
¿Has cambiado de opinión?
Una peligrosa sonrisa curvó los labios del vampiro cuando él alcanzó a
trazar el descendente escote de su camiseta, su toque abrasador dejando un
camino de puro placer.
—Digamos que estoy dispuesto a posponer nuestro viaje con el incentivo
adecuado.
— ¿Incentivo?
— ¿Necesitas que te lo demuestre? —Murmuró, sus labios suavemente
rozando su boca.
—No... —se quedó sin aire, tratando de negar la acuciante necesidad que
se desató a través de ella.
Dioses. Había estado sola durante tanto tiempo.
Tantísimo tiempo.
—Dime tu nombre—, le susurró contra sus labios. —Dímelo.
—Laylah.
—Laylah. —Dijo su nombre lentamente, como si lo estuviera probando en
su lengua. Retirándose, estudió sus facciones pálidas, sus manos rozando sus
costados para agarrar sus caderas y audazmente la presionó contra la dura
evidencia de su excitación. —Exquisita.
Laylah apretó los dientes, ignorando el chisporroteo de excitación que
corría a través de su sangre.
— ¿Supongo que tienes un nombre también?
Hubo una breve pausa. No era una sorpresa. Un nombre en las manos de
un usuario de magia podría darle poder sobre una persona. Luego él se encogió
de hombros.
—Tane.
Encajaba con él. Despiadado. Poderoso. Increíblemente masculino.
—Genial. —Colocando sus manos contra la dureza acerada de su tórax,
ella arqueó la espalda para encontrarse con el calor color miel de su mirada. —
Permíteme dejar esto perfectamente claro, Tane. Yo no uso el sexo como una
moneda de cambio. No. Nunca.

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Esperando que él se enojara por su rechazo contundente, Laylah se puso
de los nervios cuando sus labios se curvaron en una sonrisa de pura
expectación. Tirando de ella con fuerza contra su cuerpo, le habló directamente
al oído.
—Ahora permíteme dejar esto perfectamente claro, Laylah—, susurró. —
Cuando tengamos sexo será sólo después de que me hayas suplicado que te
tome.
Fue la explosión de percepción que se sacudió a través de la parte baja de
su estómago, tanto como su arrogancia, lo que la cabreó. Después de todo, los
vampiros eran flamantes narcisistas. Él, naturalmente, asumiría que ella estaba
desesperada por saltar sobre sus huesos.
No, era el hecho de que él tenía razón lo que la hacía querer darle un
puñetazo.
—Nunca va a suceder, chupasangre.
Sonrió de forma traviesa y prometedora. — ¿Quieres apostar, mestiza?
Ella lo apartó de un empujón, envolviendo sus brazos alrededor de su
cintura en un gesto autodefensivo. —Si no es el sexo, entonces, ¿qué quieres de
mí?
—La verdad.
Maldita sea. ¿Ya habían vuelto de nuevo a eso? Se suponía que debería
estar distraído. Bueno, ella podría fácilmente corregir eso. No importaba cuál
fuese el sacrificio.
— ¿Podrías ser un poco menos conciso? —Deliberadamente se burló.
—La mayoría de los demonios menores tienen el buen sentido de mostrar
respeto cuando están en presencia de un vampiro.
—Tú ya has dejado caer que tienes la intención de arrastrarme ante la
Comisión para ser sacrificada como un perro rabioso, así que ¿qué demonios?
—Ella se encogió de hombros. —Bien podría tener un poco de diversión antes
de morir.
Sus finos dedos acariciaron la empuñadura de su cuchillo. Su cuchillo, lo
suficientemente grande como para seccionarle la cabeza.
—Puedo prometerte que tratar de provocarme no es el tipo de diversión
que quieres.
Ella curvó los labios en lo que esperaba fuera una sonrisa burlona, pero
muy bien podría haber sido una mueca de terror.
—Es cierto, el tipo de diversión que quiero implica un pedazo de madera
con un extremo muy puntiagudo decorando el centro de tu pecho, pero por el
momento me conformo con lo que pueda conseguir.

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Preparada para su castigo, Laylah soltó un improperio cuando él hizo
precisamente lo que ella no quería.
En vez de golpear con furia, él se quedó quieto, con una expresión atenta.
Justo como un depredador a punto de saltar.
—Intrigante—, murmuró.
— ¿Qué?
—Tu desesperación por evitar que descubra tu secreto. —Él alargó su
mano para trazar con un dedo la línea de su obstinada mandíbula. —Debería
advertirte que tus juegos sólo me hacen más decidido a descubrir lo que estás
ocultando.
Laylah le dio la espalda para eludir su penetrante mirada. ¿Qué diablos
tenía que hacer para sacarse a este vampiro de encima?
—No hay nada.
Hubo una corriente de aire helado mientras se movía para situarse justo
detrás de ella.
—Empecemos por el principio. ¿Por qué mataste a Duncan?
—Yo... —Ella se lamió los labios, sus manos presionándose contra su
estómago ante el familiar malestar que la recorría. No quería recordar a Caine
llevándola a través del túnel secreto en dirección a la pequeña cabaña junto al
río Mississippi. Ellos habían esperado encontrar a Duncan escondido allí. El
Cur, después de todo, estaba tratando de salvar su propio pellejo traicionando a
Caine, entregándolo al Rey de los Weres. Pero no habían esperado que el Cur
menos dominante tratara de atacarles. O que los poderes de Laylah golpearan
con tal fuerza. Era otro remordimiento, en una muy larga lista de
remordimientos, con las que Laylah tendría que vivir. —Eso fue un accidente.
—Freíste a un Cur—, Tane señaló secamente. —Lo cual no hace sangrar mi
corazón, pero esos pequeños accidentes son exactamente la razón por la que los
mestizos de Genio han sido prohibidos.
Ella se estremeció. ¿Acaso pensaba que no intentaba controlar sus
poderes? ¿Que no daría cualquier cosa para evitar otra muerte sin sentido que
enturbiase su conciencia?
—Cállate.
— ¿Qué pasó?
Inhaló el frio y húmedo aire que llenaba la cueva. Ella había estado
corriendo ciegamente los últimos días, dando marcha atrás y tomando túneles
secundarios hasta que no tuvo ni idea de dónde estaban, pero no había forma
de pasar por alto el olor inconfundible de un río cercano, lo que significaba que
todavía debían estar cerca del Mississippi.

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—Caine descubrió donde iba Duncan a encontrarse con Salvatore. Cuando
le sorprendimos, el Cur se volvió loco y atacó.
Su mandíbula se apretó. Ella había hecho todo lo posible por mantenerse
al margen del loco plan para convertir a los Cur en purasangres. ¿Por qué no
decidir que le brotaran alas y convertirse en un hada del rocío? Pero, Caine
había sido categórico respecto a que le habían concedido una visión que le
reveló que iba a convertirse en un Were inmortal. Personalmente había pensado
que la visión era probablemente más consecuencia de una sobredosis de los
fármacos que producía en masa. —Yo simplemente me defendí. O ¿se supone
que los mestizos deben permitir que se les apalee hasta la muerte? ¿Haría eso
feliz a todos? ¿La repugnante híbrida hecha trizas?
— ¿Un poco amargada? —murmuró Tane, pero sus manos fueron
extrañamente tiernas cuando trazaron un camino acariciando sus hombros y
bajando a lo largo de sus brazos.
Tiernas, pero capaces de enviar una erupción de fuego sobre su piel
desnuda.
—Vete al infierno.
—Ya lo he visitado, dulce Laylah, y no tengo ninguna intención de
regresar en ningún momento próximo. —Se inclinó para presionar sus labios
sobre la curva de su cuello. —Aceptaré que la muerte del Cur fue un accidente.
Si no hubiera estado a punto de colapsar podría haberse vuelto
completamente loca y haberse arrojado sobre el hermoso titán. Su cuerpo se
sentía como si estuviera en llamas.
Malditas feromonas vampíricas.
En cambio, se obligó a alejarse de su toque destructivo, girándose para
mirar a su excesivamente hermoso rostro. —Idiota condescendiente.
— ¿Por qué no volviste a la guarida de Caine en lugar de largarte sola?
Inconscientemente se frotó los brazos que todavía hormigueaban a causa
de su contacto.
—Sabía que estábamos siendo rastreados y supuse que tú seguirías a
Caine. Me largué para salvar mi propia piel.
—No, te fuiste para tratar de llevarnos lejos de la finca de Caine. —Él
deliberadamente hizo una pausa. —Y del niño que estás protegiendo.
— ¿Si ya tienes todo resuelto, entonces por qué me estás atosigando con
tus preguntas? —Ella dijo con los dientes apretados.
—Porque quiero saber por qué estarías dispuesta a sacrificar tu vida por
un niño que no es tuyo.

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Tane observó las emociones forcejeando sobre el expresivo rostro de la
Genio, molesto por su extraña fascinación por ella. Por supuesto, Laylah era una
criatura hermosa. Asombrosamente hermosa.
Y ella agitó su lujuria a un punto álgido que no había disfrutado desde
hacía siglos.
Pero, él tenía un propósito por el cual perseguir a esta mujer.
La primera vez que había entrado en los túneles, había estado siguiendo a
Salvatore, el rey de los Weres, y a la exasperante gárgola, Levet. Ellos habían
desaparecido de una cabaña en Hannibal y aunque él estaría contento, como un
jodido títere, de permitir que ambos tuvieran una muerte miserable, Styx había
sido claro respecto a que quería una mejor relación entre los Weres y los
vampiros. Y lo que el Anasso quería, él lo hacía.
Así que Tane había guiado a los siervos de Salvatore en su búsqueda de
Caine y el misterioso demonio que los había secuestrado, no habiéndose
sorprendido cuando el Cur había abandonado a sus rehenes y había huido con
la vana esperanza de evitar su muerte inminente. Lo que había sido
sorprendente había sido la insistencia de la gárgola asegurando que el demonio
que había sentido era un Genio mestizo.
De repente, su sencilla misión de rescate se había convertido en una caza
del demonio renegado. La Comisión tenía una política estricta. Los Genio
mestizos debían ser capturados y entregados en el momento en que fueran
encontrados.
Él había sido designado para atrapar y reducir a la abominación.
Por desgracia, las cosas se habían ido al infierno desde el momento en que
se había lanzado en su persecución.
Durante dos días la había seguido, haciendo caso omiso del hecho de que
podría haber puesto fin a la persecución en cualquier momento que él quisiera.
Se dijo a sí mismo que era mera curiosidad. ¿Por qué estaba la hembra tan
decidida a llevarlo lejos de la finca de Caine? Tenía que ser algo por lo que
valiese la pena arriesgar su vida.
Pero, la curiosidad no podía explicar por qué había estado plagado de
fantasías sobre tener a la mujer encerrada en su guarida, tendida sobre su cama
con sus ojos oscuros brillando de placer. O por qué incluso ahora la idea de
arrastrarla ante los poderosos Oráculos que componían la Comisión parecía un
pecado contra la naturaleza.
Su mirada melancólica recorrió sus facciones delicadas. Éstas le resultaban
aterradoramente familiares. Como si hubieran sido grabadas en su mente.
Se hizo fácil percibir que había una palidez creciente bajo su piel perfecta y
sombras bajo la belleza de medianoche de sus ojos.

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—Yo no tengo que decirte nada—, estaba murmurando, tan terca como
siempre a pesar de su creciente debilidad.
— ¿Qué te pasa? —Abruptamente le preguntó.
—Nada.
—No seas idiota—, le espetó, rápidamente cogiéndola en sus brazos
cuando sus rodillas se doblaron. Él contuvo un gemido cuando fue golpeado
por el deleitable calor femenino y el olor de la lluvia de primavera. Maldita sea.
Esa mujer iba a ser la muerte para él. —Es obvio que no estás bien.
Ella temblaba, una fina capa de sudor brillante sobre su frente. —No he
comido en días.
Apenas consciente de que se estaba moviendo, la llevó al fondo de la
caverna, colocándola suavemente sobre el piso de tierra antes de arrodillarse a
su lado.
Igual que una metódica Mary Poppins, pensó con ironía.
Excepto que él era un Caronte de corazón frío. Un vampiro tan
despiadado que era temido por sus propios hermanos.
— ¿Pensaba que los Genio absorbían su energía de su entorno?
Sus ojos se cerraron, su respiración superficial.
—Como has señalado insistentemente soy una mestiza—, dijo con voz
ronca. —Necesito comer y descansar.
En contra de su voluntad, Tane rozó sus dedos sobre la suave porcelana
de su mejilla, saboreando la sensación de su piel satinada.
—Háblame de tus padres.
—No.
—Laylah.
Ella exhaló un suspiro ante el deje de advertencia en su tono suave. —No
puedo decirte lo que no sé. Mi madre adoptiva me encontró abandonada en las
alcantarillas de Londres.
— ¿Así que no sabes nada acerca de quiénes eran?
—Es obvio que uno de mis padres era un Genio. El otro... —con un
esfuerzo abrió los ojos, fingiendo que sus preguntas de sondeo no le
molestaban. —No tengo ni idea.
— ¿Tienes poderes más allá de los de un Genio?
—Sí, claro. Como que te lo voy a decir a ti. —Sus ojos se cerraron de
nuevo, su expresión inquieta. —Por favor, sólo vete lejos y déjame descansar en
paz.

14
Él contempló su delicada belleza, sus cejas juntas en un ceño fruncido.
¿Por qué estaba dudando?
Todo lo que tenía que hacer era echarla sobre su hombro y dirigirse a las
cuevas que la Comisión había ocupado al sur de Chicago. Le llevaría menos que
unas cuantas horas acabar con este trabajo.
Lo mejor de todo, podría pasar por el club de Santiago en su camino de
vuelta a su guarida y aliviar su estrés con alguna diablesa dispuesta. O diez.
Cuantas más, mejor.
Además, había aprendido una lección brutal en cuanto a proteger a una
peligrosa mujer inestable.
Una lección que había conducido a todo su clan a ser sacrificado como
indefenso ganado.
Caminando entre sus cuerpos destrozados, había jurado que nunca
volvería a poner sus emociones antes que su deber.
Sus dedos se tensaron en su mejilla, luego murmuró una maldición y se
enderezó.
— ¿Comes alimentos humanos? —le preguntó.
—Sí.
—Quédate aquí.
Sin permitirse la oportunidad de considerar el tamaño de su estupidez,
Tane fluyó a través de la oscuridad de los túneles, encontrando rápidamente
una abertura que conducía a los terrenos de cultivo del exterior.
Una rápida mirada le reveló los campos recién sembrados y las granjas
que dormitaban bajo la plateada luz de la luna. En la distancia pudo vislumbrar
el río Mississippi y aún más lejos las luces de las farolas de la calle que
revelaban una pequeña ciudad.
El típico paisaje, soñoliento del Medio Oeste.
Demasiado soñoliento para la mayoría de los vampiros, pero Tane prefería
la paz. Una amarga sonrisa curvó sus labios. Y la mayoría de los vampiros
preferían que él permaneciera en su aislamiento auto-impuesto.
Pocos estaban cómodos en presencia de un Caronte.
No es que Tane permitirá que sus perjuicios le molestaran. Se había
convertido en un verdugo de vampiros renegados por una razón. Y eso no
había cambiado.
Nunca cambiaría.

15
Casi como para burlarse de su seguridad de que estaba solo en la
oscuridad, Tane se puso rígido y analizó el aire de finales de primavera. ¿Qué
demonios? Había vampiros en la zona.
No es que él tuviera miedo. Poseía un poder más grande que el de la
mayoría de los jefes de los clanes, si bien se negaba a soportar las pruebas
necesarias para reclamar el título. Y había pocos de sus hermanos lo
suficientemente estúpidos como para molestar a su Anasso. Styx estaría
seriamente cabreado si descubría que uno de sus preciados Carontes había sido
asesinado.
Pero había dejado sola y desamparada, en los túneles, a Laylah.
Que lo condenen si algún otro vampiro iba a clavar sus colmillos, o
cualquier otra cosa, en ella.
Con una velocidad cegadora entró en la granja más cercana, una casa
blanca de dos plantas con un porche cubierto envolvente y cortinas de algodón
barato.
Se detuvo el tiempo suficiente para determinar que no había nada más
aterrador que los seres humanos que dormían en la planta de arriba y un perro
viejo que habían derribado la basura y estaba mordisqueando feliz un hueso,
antes de entrar en la casa y saquear el refrigerador, metiendo una serie de
sobras en una bolsa que encontró debajo del fregadero. Añadió leche y varias
botellas de agua, antes de dar media vuelta y salir tan silenciosamente como
había llegado.
Como el Grinch1.
Sólo que con colmillos.
Con la misma velocidad, regresó a los túneles y a la caverna donde había
dejado a Laylah. Vacío. Por supuesto.
Dejando caer su bolsa siguió su rastro, encontrándola fácilmente en la
cueva contigua. Por un momento observó con incredulidad como ella gateaba
hacia la entrada de los túneles sobre sus manos y sus rodillas, con todo el
cuerpo empapado en sudor.
—Maldita sea. —Caminando hacia adelante, él se inclinó y la cogió en sus
brazos, acunándola contra su pecho mientras él volvía sobre sus pasos. — ¿Qué
estás haciendo?
Logró lanzarle una mirada, pero no pudo disimular su creciente debilidad.

1NdT: Personaje de ficción creado por el Dr. Seuss, apareció por primera vez en el libro infantil
“¡cómo el Grinch robó la Navidad!” en 1957. Es considerado un símbolo de la Navidad como
una parodia de lo que el comercialismos y el materialismo roba el verdadero espíritu de esta
celebración. Se designa con esta palabra a la persona que por su falta de entusiasmo o mal
carácter tiene un efecto deprimente sobre otros, robándoles la alegría.

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—Buscando un portal a Narnia. —Ella inútilmente trató de zafarse de sus
brazos. — ¿Dónde están cuando necesitas uno?
—Ya basta—, espetó, sus ojos estrechándose mientras éstos descansaban
sobre el corte que lentamente estaba curándose en su frente. Obviamente se
había golpeado contra el suelo en su intento ridículo de alcanzar la libertad. —
Te has hecho daño.
—Es culpa tuya—, murmuró.
—La típica lógica femenina.
Ella entrecerró sus ojos mientras él suavemente la depositó de nuevo en el
suelo y se movió para recuperar la bolsa. Tane inhaló el aire rancio de la
caverna, con la esperanza de diluir el olor potente de la sangre fresca de ella.
Todo su cuerpo se tensó con un hambre desgarradora. Como si hubieran
pasado siglos y no apenas unos días desde que había tenido relaciones sexuales.
¿Qué había en esta hembra?
Todo en ella lo excitaba. Desde su ridículo pelo erizado hasta las puntas de
los dedos de sus pies cubiertos de polvo. Y todos esos lugares sabrosos entre
medio.
— ¿Supongo que crees saber todo acerca de las mujeres?
Regresó junto a ella, acuclillándose a su lado con una sonrisa que revelaba
sus colmillos extendidos.
—Lo suficiente para hacerlas gritar pidiendo más.
—Mátame—, murmuró, pero no podía disimular el rápido aleteo de su
pulso. Él no era el único en experimentar esa poderosa percepción. Algo
malditamente bueno ya que tenía la intención de tenerla desnuda y debajo de él
antes de que todo estuviera dicho y hecho. —Una decapitación rápida sería
preferible a escuchar tu regodeo.
Sus labios se crisparon. Atrapado, cansado y obviamente aterrorizado de
que ella continuara escupiendo bufidos como un gatito acorralado.
Sacando uno de los recipientes de la bolsa, lo abrió para descubrir lo que
olía como pollo con arroz y un puñado de otros ingredientes para humanos. —
Come—, le ordenó.
Ella le arrebató el recipiente de las manos, usando los dedos para llevarse
el guiso a su boca. Tane permaneció en silencio mientras ella vaciaba la bolsa
que tenía convenientemente cerca, no queriendo distraerla e interrumpir la
recuperación de sus fuerzas.
Acabando con la leche y luego con el agua, ella limpió dos recipientes más
de comida antes de que por fin levantara la cabeza para mirarlo con recelo.
— ¿De dónde salió esto?

17
Él se tragó un gruñido mientras ella, inconscientemente, se lamía los
dedos para limpiarlos. — ¿Importa?
Su respiración se detuvo cuando fácilmente percibió su salvaje punzada
de necesidad. —Deja de mirarme así.
Sus colmillos palpitaban a ritmo con los latidos del corazón de ella. — ¿Así
cómo?
—Como si te estuvieras preguntando si estoy B positivo o A negativo.
—Me tomé la considerable molestia de traerte la cena—, dijo con voz
ronca, su mirada persistente en la vulnerable curva de su cuello. —Lo justo es lo
justo.
Con un empujón súbito ella estaba de pie, el peligro brillaba en sus
magníficos ojos.
—Si quieres mi sangre tendrás que pelear conmigo por ella.
Tane levantó una ceja. Ella se recuperaba rápidamente. Podía detectar el
color regresando a sus mejillas y su temblor había cesado.
Sin embargo, él sabía que le supondría poco esfuerzo tumbarla sobre su
espalda. Una postura en la que la deseaba con una desesperación que le dejaba
duro y dolorido, pero no hasta que estuviera recuperada por completo.
—Siéntate y termina tu comida. —Se encogió de hombros. —Me alimenté
antes de salir de Hannibal.
Ella a regañadientes volvió a sentarse y alcanzó el pastel de chocolate.
—Espero que te produjeran indigestión.
—En realidad ella era un bocado apetitoso. —Se inclinó hacia delante,
permitiendo que el aroma de la lluvia primaveral lo envolviera. —Es una
lástima que no pudiera quedarme un poco más. Estaba ansiosa por ofrecerme
más que la cena.
—Siéntete libre de regresar a toda prisa, terminar tu comida y cualquier
otra cosa que desees. Tómate tu tiempo. —Ella tomó un gran bocado de pastel,
una pizca de azúcar se pegó a su labio inferior. —De hecho, tómate una
eternidad.
Incapaz de resistir la tentación, Tane se abalanzó hacia adelante, lamiendo
el azúcar de su labio antes de volver a darle un beso de puro deseo
desenfrenado.
Él maldijo mientras el hambre lo golpeaba con una fuerza sorprendente.
No había mentido cuando dijo que se había alimentado antes de entrar en la
cabaña en Hannibal, pero sólo tener a esta hembra cerca era suficiente para
despertar un anhelo peligroso.
De sangre y de mucho más.

18
—Podría soltarte, Laylah—, susurró contra sus labios.
Con fuerza suficiente como para romperle una costilla ella le apartó de un
empujón, poniéndose en pie con una expresión de pánico.
No es que pudiera culparla del todo.
No estaba seguro de que él no estuviera experimentando su propia cuota
de entrar en pánico.
Él nunca dejaba que su polla gobernara su cabeza. Nunca más.
Pero estaba empezando a sospechar que con el incentivo adecuado esta
mujer podría hacerle sacrificar su propia cordura para completar lo que acababa
de comenzar.
—Muy bien, entonces seguiré mi camino. No te molestes en escribir...
Él con movimiento fluido se puso de pie, envolviendo sus brazos
alrededor de su esbelto cuerpo para evitar que huyera.
—Y ¿a dónde irías?
—A cualquier lugar que no sea aquí.
Él le tomó la barbilla, obligándola a alzar su rostro
para que se encontrara con su mirada escrutadora. —La guarida de Caine se
encuentra ahora en manos de Salvatore.
Ella se mordió el labio, tratando de fingir que no estaba afectada por sus
palabras.
—Eso no lo sabes a ciencia cierta.
No lo sabía, por supuesto. Pero, cuando él había dejado a Salvatore en el
túnel con sus Curs y la exasperante gárgola, el Rey de los Weres echaba espuma
por la boca por poner sus garras sobre Caine para así poder arrancarle el
corazón.
Y cuando un furioso Were decidía arrancar un corazón, había pocas cosas
que pudieran detenerlo.
—Un Cur no es rival para un Were purasangre. Especialmente cuando ese
Were resulta ser el rey. A estas alturas, Caine está muerto y el resto de los Curs
están siendo castigados por su traición. —Sus manos instintivamente
acariciaron descendentemente su espalda, deteniéndose en la curva tentadora
de sus caderas. —En el momento en que intentes acceder a la guarida serás
capturada.
Distraído por el placer agudo por tenerla presionada con tanta fuerza
contra él, Tane fue pillado por sorpresa cuando ella inhaló profundamente, con
los ojos oscureciéndosele por el horror.

19
Empujándose fuera de sus brazos, ella se dejó caer de rodillas, con las
manos presionadas juntas con el gesto universal de súplica.
—Por favor, te lo ruego—, susurró. —Déjame ir.

20
Capítulo Dos
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

No era la primera vez que Laylah había estado de rodillas. Ella había
convertido el suplicar en una forma de arte durante el tiempo que pasó al
cuidado del brutal Sergei Krakov.
¿Qué demonios importaba el orgullo cuando la seguridad de un niño
indefenso estaba en juego?
—Tane...
Él concluyó abruptamente su súplica cuando la agarró por los brazos y la
levantó de un tirón, presionándola con fuerza contra su cuerpo mientras le
susurraba directamente en su oído.
—Ssh, mi dulzura. Ya no estamos solos.
Laylah se puso tensa. Había estado tan distraída por Tane que había
cometido el error de no percibir el aroma inconfundible que llenaba el aire.
—Vampiros. —Entrecerró los ojos. — ¿Amigos tuyos?
Su imposiblemente hermoso rostro se tensó, una cruel sonrisa curvando
sus labios.
—Yo no tengo amigos.
—Por Dios—, murmuró, fingiendo que una punzada de simpatía no había
atravesado su corazón. Ella estaba dolorosamente familiarizada con cómo se
sentía uno al ir por el mundo sin un alma al que le importara si estabas viva o
muerta. Era una mierda. —No puedo imaginarme por qué no.
—Quédate aquí. —La soltó y Tane retrocedió para apuñalarla con una
mirada de advertencia. —Y, Laylah, cuando digo quédate aquí quiero decir que
te quedes aquí. La mayoría de mis hermanos no están interesados en tu pedigrí
o en entregarte a la Comisión.
La mirada de miel se deslizó por su esbelto cuerpo expuesto por sus
pantalones cortos y su muy diminuta camiseta. —Ellos te verán como una
mujer hermosa que puede saciar más de uno de sus apetitos.
Con una gracia fluida él se hizo con la gran daga en su mano y se estaba
deslizando en silencio por el túnel.
Una vez sola, Laylah se pasó la mano por el pelo y trató de concentrarse.

21
La comida le ayudó a recuperar una parte de su fuerza, pero todavía
estaba cansada. Lo que significaba que sus poderes serían imprevisibles.
Algo muy malo, ya que éstos no eran exactamente estables bajo las
mejores circunstancias.
¿Se atrevería a caminar por las sombras?
El talento de moverse entre dimensiones había sido un regalo de sus
antepasados Genios, aunque ella había descubierto esa capacidad casi por
accidente. Nunca olvidaría el terror de verse de repente rodeada por las brumas
que flotaban entre los mundos. Y su aún mayor terror cuando se las había
arreglado para liberarse de la extraña niebla para descubrir que había viajado
por medio mundo.
A través de los años se había entrenado a sí misma para usar su rara
habilidad, pero evitaba usarla a menos que fuera absolutamente necesario.
No sólo existía el peligro de, accidentalmente, saltar a otra dimensión,
muchas de las cuales eran los peores infiernos imaginables. Sino que tenía
pesadillas con quedar atrapada en los corredores brumosos.
Todavía debatiéndose, Laylah de repente se lanzó detrás de una
estalagmita cuando el olor a vampiro llenó el aire.
—Aquí, gatita, gatita, gatita—, una voz grave la llamó.
Laylah se movió para echar un vistazo al vampiro que se acercaba,
arrugando la nariz al ver sus mugrientos pantalones vaqueros y su pecho
desnudo. Su pelo largo y rubio colgaba en mechones enmarañados, y su rostro
demacrado estaba deformado por una expresión de anticipación malévola.
La mayoría de los vampiros utilizaban su belleza sobrenatural para atraer
a sus víctimas. Pero éste... wow. Obviamente se había dejado ir cuesta abajo.
Realmente, ¿un chapuzón de vez en cuando en un baño caliente podía ser
tan malo?
Ella maldijo mientras él seguía avanzando, claramente consciente de que
ésta estaba acurrucada detrás de la estalagmita.
Ella no quería hacerle daño a nadie. Demonios, daría cualquier cosa por
encontrar un lugar donde pudiera esconderse con su bebé en absoluta paz.
Sí, como si tal lugar existiera realmente.
Sombríamente ella dio un paso hacia el centro de la caverna, sus manos
extendidas en señal de advertencia.
—Quédate atrás o te haré daño.
El vampiro mostró sus colmillos, su mirada desagradable tomando nota
de la íntima inspección de su cuerpo. — ¿Me lo prometes?

22
De mala gana, Laylah comenzó a reunir su profundamente agotado poder,
deseando poder absorber la energía de sus alrededores. Como Genio era una
criatura de la naturaleza. Debería ser capaz de manipular los poderes de la
tierra. Desafortunadamente nunca había sido capaz de aprovechar nada más
que sus propios poderes internos.
Aún así, era una fuerza potente.
Ella se estremeció, su sangre calentándose y burbujeando mientras su
esencia espiritual fluía a través de ella.
Dioses. Era tan hermoso. Hermoso y terrorífico y oh, tan seductoramente
adictivo.
Era una lástima que nunca supiera qué demonios iba a suceder cuando
ella soltaba sus riendas.
—Lo digo en serio—, ella apretó los dientes.
Haciendo caso omiso de su advertencia, el vampiro rodeó lentamente su
cuerpo tembloroso, con su mano ahuecándose la entrepierna. — ¿Qué eres?
Hueles delicioso.
—No te advertiré de nuevo.
El vampiro dio un salto hacia delante, con los colmillos desnudos. Laylah
no dudó. Levantando su mano liberó una ráfaga de poder, entrecerrando los
ojos cuando un relámpago cegador atravesó el aire, casi rozando al
conmocionado vampiro.
—¡Perra! —el demonio siseó echando su mano a su espalda para sacar una
pistola de la cintura de sus pantalones vaqueros. —Vas a pagar por eso.
Se preparó para atacar de nuevo, sólo para ser detenida cuando de repente
Tane regresó a la cueva, moviéndose con sorprendente velocidad para
posicionarse entre Laylah y el enfurecido vampiro.
— ¿Por qué no juegas con alguien de tu tamaño?
—Caronte. —El vampiro desconocido sonrió, olvidándose de Laylah
mientras miraba a Tane con una extraña expresión de triunfo. Justo como si
hubiera ganado la lotería.
¿Podían los vampiros volverse locos?
Un pensamiento escalofriante.
— ¿Nos conocemos? —Dijo Tane arrastrando las palabras.
—Tú mataste a mi clan de hermanos.
Una sonrisa insultante tocó los labios de Tane. — ¿Y tú decidiste seguirme
para que pueda matarte a ti también? ¡Qué bien!

23
El demonio gruñó, su arma apuntando a la cabeza de Tane. —Me crucé
con tu olor cuando salí de cacería nocturna. Han pasado casi cien años, pero
nunca olvidaré tu hedor. —Se estremeció, con sus ojos claros brillando con un
fuego fanático. —Me ha estado obsesionando.
—Me temo que no puedo corresponderte en esa espeluznante obsesión. —
Con pasos lentos Tane se movió hacia un lado, deliberadamente conduciendo al
vampiro lejos de Laylah. —No sé quién eres y me importa una mierda.
Laylah frunció el ceño. ¿Por qué estaba Tane arriesgándose para proteger
a una Genio mestiza, que tenía la intención de ver exterminada? ¿Y por qué le
había llamado Caronte el otro vampiro?
— ¿Supongo que ser un perro faldero mercenario para Styx significa que
todas las muertes son iguales para ti? —Dijo el vampiro con los dientes
apretados.
—Hay algunas que he afrontado con más expectación que otras. —Tane
blandió su daga a modo de invitación. — ¿Vamos a luchar o pretendes
aburrirme hasta la muerte?
—Oh, vamos a luchar—, dijo el vampiro con voz ronca, apretando el
gatillo de su pistola.
Laylah se tragó un grito cuando al menos una bala se alojó en el brazo de
Tane antes de que éste hubiera embestido al vampiro más pequeño y arrancado
el arma de su mano. La pistola salió volando hacia la parte posterior de la cueva
y la daga de Tane rajó profundamente el pecho de su oponente.
La sangre fluía libremente mientras los demonios usaban sus colmillos y
garras para causar el máximo daño.
Laylah rondaba cerca de la carnicería, hipnotizada por la batalla entre los
dos depredadores letales.
Tane era obviamente el luchador superior. No sólo tenía ventaja en el
tamaño, sino por su frígido poder derramado en el aire con la fuerza suficiente
como para hacer que ella apretara los dientes por el dolor. Sólo podía
imaginarse la agonía si él estuviera dirigiéndolo hacia ella.
Pero el vampiro más pequeño tenía una absoluta falta de cordura a su
favor.
Con una indiferencia horrible ante las lesiones brutales que Tane estaba
infligiéndole, el intruso clavó sus colmillos en Tane, desgarrando su carne y
músculo como un perro rabioso. A cambio, Tane acuchilló la espalda del
vampiro con su daga, rociando su sangre a través de la cueva.
Instintivamente Laylah retrocedió, presionando una mano sobre su
estómago revuelto.

24
Era hora de irse. Tane estaba convenientemente distraído y la comida que
ella había consumido estaba moderando su agotamiento.
Al menos lo suficiente para que ella pudiera correr durante unas cuantas
horas. No iba a tener una mejor oportunidad de escapar. Así que, ¿por qué no
estaba huyendo?
No podía ser que estuviera reticente de dejar a Tane solo para luchar
contra el vampiro loco o su banda de lunáticos que ella podía sentir
dirigiéndose en su dirección. O incluso contra aquello otro que se estaba
aproximando...
Ella frunció el ceño ante el mohoso olor a granito. Era familiar, pero ¿por
qué?
—Tane—, murmuró.
Con un gruñido, Tane apartó su brazo de los colmillos de su oponente. —
Ahora no es el mejor momento, Laylah.
—Hay alguien más en los túneles.
Con un movimiento feroz, Tane envolvió sus brazos alrededor del
vampiro y lo lanzó contra la pared alejada. El vampiro cayó inerte al suelo,
brevemente noqueado, inconsciente.
Tane estaba de pie en medio de la cueva, cubierto de sangre y pareciendo
un magnífico conquistador. Sólo por un momento, Laylah tuvo la oportunidad
de apreciar la feroz elegancia de su perfil, la perfección cincelada de su
musculoso cuerpo, y el bronceado satén de su piel.
Entonces, pasando una mano por su cresta mohawk, se volvió para revelar
sus ojos brillando con un fuego color miel y sus colmillos extendidos con furia.
Ella se estremeció. Mierda. Había conocido a depredadores peligrosos
antes, pero nada como Tane.
—Percibo a los otros vampiros—, dijo con voz áspera.
—No me refiero a los vampiros.
Él frunció el ceño. — ¿Qué es?
El reconocimiento les golpeó en el mismo momento en que la
subdesarrollada gárgola con caminar torpe entró en la cueva.
Laylah hizo una mueca, fácilmente reconociendo al pequeño demonio.
Por supuesto. ¿Quién podría olvidar a una gárgola que tenía apenas
noventa centímetros de altura, con grandes alas de gasa en tonos brillantes
color carmesí y azul, con vetas doradas que eran más adecuadas para un hada
que para una bestia temible? No es que éste careciera del todo de las
características de una gárgola. Tenía los rasgos grotescos habituales de sus

25
ancestros, así como la larga cola que estaba generosamente pulida y cuernos
sobre su cabeza.
Éste había sido el compañero de Salvatore cuando ella y Caine habían
secuestrado al Were, y había sido su obligación cargar con él hasta la guarida de
Caine.
No había sido culpa suya que Tane y su banda de Curs se hubieran
lanzado a una persecución rápida y se había visto obligada a dejar caer,
literalmente, a la gárgola de cabeza y adentrarse en las sombras para escapar.
O que en su prisa ella hubiera lanzado una pequeña oleada de poder.
—Oh—, suspiró ella, con su mirada permaneciendo en la gárgola que se
aproximaba incluso cuando los dos nuevos vampiros irrumpieron en la cámara
y se abalanzaron sobre Tane.
—Maldita sea—, Tane murmuró, rajando con su daga al vampiro de pelo
oscuro que parecía un extra de una película de Tim Burton. —Como si no
tuviera suficientes problemas.
Laylah frunció el ceño. — ¿Pensé que él estaba de su parte?
— ¿Podemos aplazar la discusión para más adelante? —Tane gruñó
mientras el segundo vampiro lo embestía por detrás. —Me vendría bien un
poco de ayuda aquí.
Ella apretó las manos, ignorando el ridículo impulso a meterse en la
batalla.
— ¿Por qué debería ayudar al hombre que pretende entregarme a los
Oráculos? No me importa si te matan. —Ella alzó su barbilla. No le importaba.
No lo hacía. Maldita sea. —De hecho, eso me ahorraría tener que hacerlo yo
misma.
Ignorando el golpe bajo que estaba soltándole a Tane, la pequeña gárgola
se detuvo junto a Laylah, sus ojos grises brillantes por la diversión.
—Ah, una belle femme2 con toda la sinceridad de mi corazón—, murmuró
con un fuerte acento francés, hundiéndose en una pequeña reverencia. —
Permíteme que me presente. Levet, Defensor de Damiselas en apuros, Príncipe
Encantado, y sobre todo caballero de brillante armadura, a tu servicio.
Laylah parpadeó. Había noqueado a la gárgola con la centella de un
relámpago durante su primer encuentro. No tenía ni idea de que éste fuera
tan... hmmm. ¿Llamativo?
—Buen Dios—, suspiró ella.
Agitó una mano desdeñosa. —Non, non. Es un error común, pero no soy
una deidad. Bueno, no a menos que consideres a un dios del sexo como... —sus

2 NdeT: Mujer hermosa, en francés.

26
ojos abruptamente se estrecharon, la cabeza inclinada hacia atrás mientras él
olfateaba el aire. —Sacrebleu3. Tú eres el Genio.
Tane maldijo, inmovilizando a un vampiro en el suelo con su rodilla
mientras trataba de deshacerse del otro que estaba pegado a su espalda.
—Levet, o bien haces algo útil o te lárgas de aquí.
La gárgola ignoró la orden de Tane, girándose para revelar la impresión
de la mano que ella le había marcado a fuego en el culo justo antes de que lo
dejara caer en los túneles.
—¡Mira lo que has hecho!
—Fue un accidente.
— ¿Un accidente? —Levet se volvió, sus alas se movían convulsivamente.
—Has echado a perder la perfección. Es como profanar a la Mona Lisa.
A pesar de sí misma, Laylah encontró sus labios curvándose. Levet era
diferente a cualquier criatura que hubiera conocido antes.
—Yo realmente no pretendía hacerte daño—, dijo con genuina sinceridad.
—Por favor, perdóname.
Él frunció los labios. —Bueno, supongo que podría considerar cierta
clemencia. Yo soy, después de todo, conocido por la generosidad de mi
corazón. —Él lanzó una pedorreta hacia Tane cuando el vampiro murmuró su
opinión sobre gárgolas sin valor. —Y nuestra presentación no se produjo bajo
las mejores circunstancias.
—No. —Ella se aclaró la garganta. —Supongo que Caine ha sido
capturado y su guarida invadida por los Weres?
El pequeño demonio soltó un bufido. —La última vez que vi a Salvatore
había rescatado a Harley y estaban huyendo de Caine, mientras sus secuaces
sarnosos estaban siendo perseguidos.
Laylah inhaló profundamente, su corazón golpeando contra sus costillas.
Así que Caine estaba lejos de su guarida y obviamente distraído.
Ella nunca tendría una oportunidad mejor.
— ¿Podemos saltarnos la conmemoración? —Tane abruptamente se
entrometió en su conversación. —Levet, lárgate de aquí.
Se volvieron para ver como Tane decapitaba a uno de los vampiros justo
cuando el otro al que había noqueado anteriormente volvió en sí y se puso de
pie para abalanzarse a través de la cueva.
— ¿Seguro que el poderoso Caronte no necesita ayuda para hacer frente a
tres vampiros escuálidos? —preguntó Levet.

3 NdeT: Santo Dios, en francés.

27
Tane logró tirar del vampiro que se aferraba a su espalda por encima de su
cabeza, apuñalando con su daga profundamente el pecho del atacante.
—No, si éstos están ocupados drenando a una gárgola bocazas—,
murmuró.
—Como si fuera a permitir que tales criaturas desagradables me tocaran.
—Levet arrugó el hocico. —Mon Dieu4, huelen como si acabaran de arrastrarse
por sus tumbas.
Tane mostró sus colmillos a la diminuta gárgola. —Entonces haz algo para
ayudar a deshacernos de ellos.
—Bueno, tengo un magnífico hechizo bola de fuego—, le ofreció Levet. —
Aunque hubo un levísimo problema la última vez que lo usé.
— ¿Qué problema?
—Podría haber habido un derrumbe sin importancia. —Tane arrancó la
daga del pecho del vampiro y apuntó con ella hacia Levet. —Nada de bolas de
fuego.
—No hay necesidad de bramar. —Levet resopló ofendido. —O quieres mi
ayuda o no, por favor decídete.
Laylah se obligó a apartar su atención lejos de Tane mientras éste le
arrancaba el corazón al vampiro más cercano. A pesar de que estaba herido por
docenas de heridas, era obvio que no tardaría en acabar con sus atacantes.
—Gracias, Levet. —Ella le dio una palmadita entre los cuernos. —
Realmente lo siento por tu... lesión. Ahora, realmente debo darme prisa.
Tane gruñó bajo desde su garganta, agarrando al vampiro restante por el
cuello y levantándolo del suelo mientras volvía su atención hacia Laylah.
— ¿Qué crees que estás haciendo?
—Marcharme.
— ¿Ahora?
—Sí.
— ¿Tienes la intención de abandonarme en medio de una batalla?
Ella miró hacia los dos vampiros que se estaban desintegrando en el suelo
y al tercero que estaba todo menos muerto, de nuevo forcejando para escapar
del agarre triturador de Tane.
— ¿Crees que soy tan estúpida como para esperar aquí para que puedas
llevarme a la fuerza ante la Comisión?
Algo peligrosamente cercano a la diversión brillaba en los ojos color miel.

4 NdeT: Dios mío, en francés.

28
—Te traje pastel de chocolate. —Sus negras cejas se alzaron. —Era casero.
Estaba delicioso. Chocolate alemán con coco fresco y nueces...
Ella meneó la cabeza, avanzando hacia la entrada del túnel. —No me
importa si el pastel fuera orgásmico, no vale la pena ser exterminada por él.
Una sonrisa maliciosa curvó sus labios. —Si fuera orgásmico querrías
quedarte, dulzura...
—Adiós, Tane. —Ella le hizo un gesto con su dedo corazón, fingiendo que
no se percató del chisporroteo de calor que corría por su sangre. Dichosas
sonrisas de vampiros estúpidos. —No puedo decir que haya sido un placer.
—Laylah.
Haciendo caso omiso del bramido de Tane y de la ráfaga de protestas
francesas de Levet, Laylah salió disparada a través de la oscuridad, sabiendo
que estaba malgastando su energía a menos que se le ocurriera un plan para
escapar.
Ella tenía que salir del túnel.
Y tenía que hacerlo antes de que Tane acabara con el último de los idiotas
que habían sido tan estúpidos como para atacarlo.
Al doblar una curva, resbaló hasta detenerse abruptamente. ¿Qué fue eso?
¿Una brisa? Su mano se levantó hasta su mejilla. Sí, definitivamente una brisa. Y
el aire era fresco. Lo que significaba que tenía que haber una abertura cerca.
El corazón le latía con tanta fuerza que no habría sido capaz de oír un tren
aproximándose mientras se abría paso trepando por una pared lateral, usando
su fuerza para agrandar las pequeñas fisuras en el techo.
Todo sería mucho más fácil si pudiera caminar por la bruma, pero ya era
bastante difícil abrir una grieta en la piedra del túnel sin haber descansado, no
digamos abrir un agujero a través del espacio.
Tenía que estar muy desesperada para intentarlo.
Ella se atragantó con las nubes de polvo que llenaban el aire, con los ojos
llorosos cuando una lluvia de rocas la golpeó en la parte superior de su cabeza.
El mini derrumbe, sin embargo, tuvo el resultado previsto y, con la esperanza
de que el delicioso pastel de chocolate no hubiera ensanchado su culo, ella
culebreó para salir a través de la estrecha apertura.
Durante un momento de infarto, sus pantalones vaqueros cortos quedaron
atrapados en un saliente de una roca, pero agarrándose a una mata cercana de
hierba tiró de sí misma fuera del túnel.
Jadeante y cubierta de polvo, Laylah gateó lejos del agujero que había
abierto, impacientemente limpiándose la sangre que goteaba de una herida en
la frente. Quería tumbarse en la hierba húmeda y recuperar el aliento, pero se
obligó a ponerse en pie y correr por el ondulante campo.

29
Por ahora podía dejar atrás al dolor de culo que era Tane, ya que ningún
vampiro, independientemente de lo muy arrogante que fuera, se atrevería a
enfrentarse al sol que amenazaba con asomarse en cualquier momento. Pero él
no era estúpido, y ya sospechaba que lo había llevado deliberadamente lejos de
la guarida de Caine.
Usaría los túneles para volver allí.
Afortunadamente ella tenía la posibilidad de ir en línea recta de regreso a
la guarida de Caine, mientras que los túneles serpenteaban y se desviaban,
obligando a Tane a recorrer casi el doble de la distancia.
Con un poco de suerte podría recuperar a su bebé y desaparecer antes de
que nadie pudiera seguirla.
Sus labios se convirtieron en a una línea dura cuando encontró un camino
de tierra que se abría paso a través del campo vacío y recobró su velocidad.
Durante los últimos cincuenta años, su suerte no había sido nada más que una
mierda.
¿Por qué debería cambiar ahora?

30
Capítulo Tres
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

El sol se ponía en el momento en que Laylah llegó a la guarida de Caine,


pero como Levet había prometido, Caine se había ido hacía tiempo. Y también
lo habían hecho la mayor parte de sus guardias.
Gracias a los dioses.
Ella no perdió tiempo deslizándose sigilosamente en la dependencia
privada que estaba envuelta en gruesas capas de ilusión óptica que mantenían
su presencia oculta al mundo. O al menos así había sido hasta que Caine había
insistido en que ella viajara con él a Hannibal.
En el interior había pocas comodidades. Un sofá raído y un sillón que
había encontrado en una casa abandonada, que junto con una televisión eran la
suma total de los muebles que había en su sala de estar. Mientras que la
habitación contigua contenía un estrecho catre y una cuna. Ella no acumulaba
posesiones.
Había aprendido desde la muerte de su madre adoptiva a no apegarse a
nada. Ya fueran personas o lugares.
Ambos podían serle arrebatados.
Bueno... ella rara vez se apegaba a nada, tuvo que rectificar mientras cogía
al bebé dormido de la cuna y se dirigía fuera de la guarida.
Desde el momento en que vio al pequeño de cabellos dorados que parecía
tener no más de unos pocos meses de edad, ella se había enamorado ciegamente
de él. Un ángel perfecto. No es que supiera si él poseía alguna vinculación con
el cielo o no. En realidad, no sabía nada sobre el bebé.
Nada más allá del hecho de que lo había recogido en las brumas. Y que era
mantenido bajo un hechizo de Stasis5 de tal modo que permanecía encerrado en
una red de protección, impermeable al mundo que le rodeaba.

5 NdeT: Como Stásis (del gr. στάσις stásis; Plural στάσεις stáseis) se denominaba en la
Antigüedad clásica a las guerras civiles o situaciones análogas en las antiguas ciudades estado
griegas (polis). Originalmente la palabra stásis significaba —detención, puesto. —También fue
utilizada temprano en la historia por algunos grupos para designar una disyuntiva frente a un
punto de vista. Finalmente, hacia el final del siglo V a. C se utilizó para la división de una polis
entre dos grupos rivales y hostiles entre sí por medio de la fuerza. Todos estos significados
continuaron siendo usuales en los siglos siguientes.

31
Por casi cincuenta años, lo había mantenido oculto. No es que hubiera sido
una tarea particularmente difícil, ya que no había necesidad de ofrecerle los
cuidados habituales que un infante requeriría.
El niño estaba... inanimado. O al menos esa era la única descripción que
venía a su mente. Como si fuera un muñeco hermoso esperando que la chispa
de la vida le fuera insuflada en su interior.
Y, por lo que sabía, ella era la única criatura en el mundo que podía tocar
el hechizo que le rodeaba.
Lo que hizo que fuera más imperativo que lo mantuviera a salvo.
Huyendo de la guarida de Caine, Laylah hizo una breve parada entre los
duendes del bosque local. A pesar de su naturaleza frívola, la tribu le debía un
favor después de que ella hubiera salvado la vida de la reina. Había llegado el
momento de empatar el marcador.
Luego, con una breve oración para que su suerte se mantuviera, se dirigió
a través de los campos recientemente sembrados y los prados plagados de
vacas, sin dirigirse a un punto concreto, siguió en dirección noroeste.
No sabía dónde estaba dirigiéndose.
Sólo... lejos.
Lejos, muy lejos.
Al mediodía su agotamiento al acecho la golpeó con un apremio que ya no
podía ser negado.
Ella, o bien encontraba un lugar para descansar o se derrumbaría en
medio de un campo de maíz.
Buscando la casa más cercana, se sirvió algunos de sus alimentos, y se
puso lo más cómoda posible en el pajar del establo cercano. Difícilmente era el
Waldorf Astoria, pero mantendría fuera la llovizna que había empezado a caer.
Y lo mejor de todo estaba despejado de vampiros.
Dándole un mordisco a una manzana, ella miró el granero lleno de la
maquinaria habitual necesaria para una pequeña granja, así como un montón
de motos antiguas y juguetes olvidados que estaba arrojados en un rincón. Un
oxidado museo dedicado al paso de los años de una familia humana típica.
Ella fingió que no se dio cuenta de la punzada traicionera de envidia en el
centro de su pecho.
Ella estaba estática, ¿no?
Se las había arreglado para escapar de una muerte segura.
Y si ella estaba sola en un estúpido granero comiendo manzanas
envejecidas en vez de disfrutar de la decadencia del pastel de chocolate y de los
besos de vampiros traviesos, ese era un pequeño precio a pagar.

32
Gruñendo entre dientes, Laylah se acurrucó entre los montones de heno y
cerró los ojos.
Los últimos días habían sido un desastre tras otro.
Una vez que hubiera descansado, saldría y robaría una caja de Ding
Dongs6. Una solución de chocolate era todo lo que necesitaba para sacarla fuera
de su extraño estado de ánimo.
Apenas cerró los ojos cuando cayó en un profundo sueño por largo tiempo
aplazado. Lo que sin duda explicaba por qué no captó el peligro que se acercaba
hasta que fue demasiado tarde.
Tarde, demasiado tarde, se dio cuenta cuando se despertó para descubrir
que su cuerpo ya estaba en llamas con una chisporroteante excitación que
arrancó un gemido de su garganta. Sus ojos se abrieron de golpe, no del todo
sorprendida al encontrar a Tane tendido a su lado, sus dedos delgados dejando
un sendero de destrucción a lo largo del escote de su camiseta musculosa7.
Él podría ser un bruto insensible, pero por razones que desafiaban toda
explicación, ella respondía a él como una arpía en celo.
Bueno, había un montón de razones para sentirse caliente y tentada por el
vampiro.
La belleza desalmada de su rostro enjuto. El amplio pecho desnudo que
revelaba la suave piel bronceada y sus tensos músculos. El vientre plano y la
larga envergadura de sus piernas medio cubiertas por los flojos pantalones
cortos de color caqui.
Y por encima de toda la cruda y potente sensualidad, el parecía un arma
letal.
Por un momento, sin sentido, ella se perdió en la tentación impía del color
miel de sus ojos, su cuerpo arqueándose instintivamente hacia su toque
incitante.
Entonces, cuando sus labios se abrieron para revelar sus colmillos
completamente extendidos, ella recuperó súbitamente su sentido.
—Eres un hijo de puta. —Con un siseo de ultraje plantó sus manos contra
su pecho. —Aléjate de mí.
Con exasperante facilidad, él se escabulló de su empujón y rodó para
inmovilizarla contra los tablones de madera del granero, con una sonrisa
burlona tirando de sus labios.
—Realmente no creíste que pudieras correr lejos de mí, ¿verdad, dulce
Laylah?

Pasteles de chocolate que se comercializan en Estados Unidos.


6

Camisetas pensadas para marcar la musculatura de quienes las usan, ceñidas, y las
7

camisetas masculinas muy escotadas para dejar vislumbrar los pectorales.

33
Ella maldijo en silencio ante el ardiente placer mientras él se presionaba
contra ella, la posición tan íntima revelando que él no era indiferente a su
proximidad.
Dioses. Su boca se le secó ante la sensación de su gran, y totalmente
excitada, polla presionada contra el interior de sus muslos. Si él reaccionaba de
forma menos indiferente, ella podría desmayarse.
— ¿Por qué no me dejas en paz? —murmuró.
Bajó la cabeza para raspar con sus colmillos lo largo de la curva de su
cuello.
— ¿Por qué crees? —Preguntó, su lengua acarició el pulso frenético que
palpitaba en la base de su garganta.
Sus ojos brillaban de furia incluso mientras un violento estremecimiento
de percepción devastaba su cuerpo.
—Maldita sea, he estado contaminando el mundo durante los últimos
doscientos años sin que el cielo se cayera o las puertas del infierno se abrieran.
—Sus uñas se clavaron en su pecho mientras sus labios en pleno cortejo le
acariciaron la clavícula, sus dedos curvándose con las pequeñas sacudidas de la
lujuria. — ¿Es realmente tan importante entregarme a la Comisión?
Él se rió entre dientes, sus manos acariciando la curva de su cintura,
dirigiéndose cada vez más arriba.
—Subestimas tus encantos si crees que la única razón por la que un
hombre te perseguiría sería entregarte a otra persona.
—Tane. —Ella inhaló profundamente cuando sus manos ahuecaron los
montículos de sus pechos. Oh... delicioso. Su pulgar rozó la punta de su pezón,
excitándolo hasta convertirlo en un suplicante pico. Ella quería tirar de su
cabeza hacia abajo y devorar sus sensuales labios. Quería alcanzar entre sus
cuerpos y tomar el control de esa dura longitud y acariciarlo hasta que
estuviera suplicando su liberación. Quería guiarlo al interior de su cuerpo y
aliviar la dolorosa necesidad que la había atormentado desde que el maldito
vampiro la había acorralado en la cueva. En cambio, apretó los dientes, y se
recordó que este demonio era; no sólo una amenaza para ella, sino para el niño
que ella había jurado proteger. —Será mejor que tengas cuidado donde pones
esas manos si quieres conservarlas.
Él levantó la cabeza para observarla con una mirada calculadora. —
¿Preferirías que las pusiera aquí? —Su voz oscura se deslizó sobre su piel como
fresco satén, sus dedos demorándose en sus pezones antes de deslizarse por su
estómago. — ¿O aquí? —Dijo con voz ronca, los ojos color miel brillando con
pecaminosa intención mientras él abría el botón de sus pantalones vaqueros
cortos. — ¿O tal vez aquí?

34
Exactamente ahí. Sus caderas ya estaban levantándose en silenciosa
invitación cuando Laylah volvió en sí. —Sigue así y te hornearé—, le espetó.
— ¿Me lo prometes?
Ella alargó su brazo para abofetear su mano y apartarla de sus pantalones
cortos. Si se las arreglaba para desnudarla no habría forma de detener lo
inevitable.
Podía avergonzarla un infierno, pero Tane lograba despertar necesidades
que ni siquiera sabía que poseía.
—No creas que no voy a freír tu culo—, le advirtió. —Ya viste lo que le
hice a Duncan.
—Dijiste que fue un accidente.
—Accidente o no, las cosas malas suceden cuando la gente me cabrea.
—Lo qué debe implicar que las cosas buenas suceden cuando la gente te
da placer. —Bajó la cabeza para lamer su endurecido pezón a través de la fina
tela de su camisa. —Y te prometo que puedo darte placer. Una y otra y otra vez.
—Dioses. —Ella cerró los ojos cuando la sensación de un rayo inminente
se concentró en la boca de su estómago. Sus poderes nunca habían sido
estimulados durante el sexo. Pero, por supuesto, ella nunca había estado tan
excitada. Ni siquiera durante el actual interludio. Una llamarada de pánico le
contrajo el corazón y agarrando su cresta mohawk, ella tiró de su cabeza hacia
arriba para encontrarse con su mirada frenética. —Basta.
Sus ojos ardían con el calor, sus colmillos brillaban bajo la tenue luz de la
luna que entraba oblicuamente por un agujero en el tejado de zinc.
—Lluvia de primavera.
— ¿Qué?
—Hueles a lluvia de primavera.
— ¿Por qué estás haciendo esto?
Él se movió para que su erección se presionara directamente contra su
punto más sensible. Ella contuvo un gemido cuando casi se corrió por el mero
contacto.
—Estoy tratando de demostrar… —murmuró.
—Que soy una Genio mestiza.
Su mirada recorrió su cuerpo medio desnudo, permitiendo
deliberadamente que su lujuria volara a través del aire. —Que eres exquisita.
—Tane.
Él bajó la cabeza para susurrar directamente en su oído. —Deberías ser
más lista y nunca correr ante un depredador.

35
Fue el estremecimiento del anhelo, tanto como su tono condescendiente, lo
que la hizo soltar un pequeño chorro de sus poderes reprimidos, haciendo que
Tane se levantara con una rapidez satisfactoria.
—No vuelvas a cometer el error de pensar que soy una especie de presa
indefensa—, le espetó.
Él se espatarró sobre el heno suelto, con una provocativa sonrisa curvando
sus labios mientras ella se ponía de pie.
— ¿Indefensa? Nunca. Pero presa... —La recorrió completamente con una
mirada lenta, apreciando su cuerpo tenso, su lengua acariciando su enorme
colmillo. — ¿No quieres que descubra si sabes tan dulce como hueles?
Ella levantó una mano a modo de advertencia. Debería hornearte el culo
como le había prometido. Por desgracia, cuando trataba de hacer algo más que
lanzar una ínfima corriente de energía, nunca sabía si iba a crear una centella de
un relámpago, o un tornado, o un terremoto, o algún otro tipo de destrucción al
por mayor que podría acabar con toda una ciudad.
—No.
Con la gracia fluida a la que sólo un maestro vampiro podía recurrir, Tane
se puso de pie, moviéndose hacia ella. — ¿Estás segura?
—Retrocede, He-man8—, le advirtió, su mano extendida se apretó en un
puño cuando él continuó avanzando. —No estoy bromeando. Acércate a mí y te
haré daño.
Él se detuvo, pero antes de que pudiera ser tan estúpida como para pensar
que estaba asustado por su amenaza, éste cruzó los brazos sobre su pecho
musculoso.
— ¿Dónde está el niño?
Ella se estremeció ante la repentina pregunta, con una punzada de auto-
repugnancia atravesándole el corazón.
¿Era esa la razón de la conducta del sexy vampiro?
¿Sospechaba él que el niño que ella estaba ocultando era otro Genio
mestizo que tenía que arrastrar desde su escondite y entregarlo a los Oráculos?
¿O era sólo su intento de satisfacer su retorcida curiosidad antes de que
finalmente se deshiciera de ella?
Cualquiera que fuera la razón, pensar en su pronta respuesta a sus caricias
la hacía querer abrir la tierra y meterlo en las entrañas del infierno.

8 Muñeco de acción muy fornido. Protagonizó una serie de dibujos animados, “he-man y

los maestros del universo” a principios de los años 80. Era el hombre más poderoso del planeta.
Luchaba contra Skeletor en el planeta Eternia.

36
—Tienes una obsesión espeluznante con ese mítico niño. —Ella forzó una
sonrisa burlona. — ¿Comes bebés para desayunar o algo así?
Él inclinó la cabeza hacia atrás, olfateando el aire con sus sentidos
superiores.
—No puedo creer que dejaras eso atrás. No después de tu pánico por
rescatarlo de la guarida de Caine.
— ¿Eso? Un bebé, mítico o no, no es un “eso”.
Él ignoró el deje peligroso en su voz. —Pero, no está aquí. A menos que lo
hayas ocultado con un hechizo. —Sin previo aviso, dio un paso adelante y la
agarró por los brazos. — ¿Eres una bruja?
Ella miró su demasiada hermosa cara. —Si yo fuera una bruja tú ya
estarías convertido en un tritón y estarías atrapado en un frasco.
—Ten cuidado, Laylah. Un vampiro no tiene tolerancia hacia la magia.
—Y yo no tengo ninguna tolerancia hacia los vampiros entrometidos. —
Ella se apartó de sus manos. —Hemos terminado.
Él permitió que ella retrocediera, pero eso no alivió sus temores repentinos
mientras éste permanecía de pie en el centro de la buhardilla, la luz de la luna
deslizándose con sinuosa belleza sobre sus rasgos sombríos y su amplio pecho.
No necesitaba su gran daga envainada en la cintura de sus pantalones
cortos color caqui, o los colmillos blancos nacarados, para hacerle peligroso.
El peligro rezumaba por todos sus poros.
— ¿Eres una bruja?
Ella instintivamente retrocedió, sin detenerse hasta que golpeó una pila de
fardos de heno.
—No.
Él se movió hasta que estaba apretujándola, sus ojos se estrecharon
cuando sintió su mentira. — ¿No tienes poderes mágicos?
—Sólo el encanto de mi personalidad.
Sus finos dedos acariciaron su garganta. Una sutil amenaza.
—Dímelo.
—Yo... —Se detuvo. Dioses, se había vuelto tan cobarde como un demonio
Snallus. Recobrando su valor, ella le lanzó una mirada furiosa. —Tengo algunas
habilidades, pero no soy una bruja.
—Explícate.
—Mandón. Arrogante. Imbécil.
—Laylah.

37
Sus manos se cerraron en puños. Maldita sea. El vampiro no iba a dejar
pasar esto hasta que tuviera una respuesta. Por supuesto, no existía la maldita
posibilidad de que fuera a decirle la verdad.
Él simplemente podría decidir que ella valía más en el mercado negro de
lo que podría obtener de la Comisión.
—Mi madre adoptiva era una bruja, pero ella afirmaba que la magia que
podía sentir en mí estaba latente—, dijo entre dientes. —No importaba cuántas
veces intentara conjurar hechizos, era inútil.
—Entonces, ¿cuál es tu magia? —La presionó, obviamente convencido de
que estaba ocultando algún mojo mágico importante. Ojalá.
—Ya lo has visto. —Ella se encogió de hombros. —Puedo manipular la
naturaleza...
—No, esos son los poderes de un Genio—, él despiadadamente la
atropelló. — ¿Qué magia posees?
Como un regalo del cielo (o más bien del infierno) las puertas de cobertizo
se abrieron abruptamente y una pequeña gárgola apareció a la vista, con el ceño
fruncido en su feo rostro cuando ésta miró hacia el pajar.
—Ahí estáis. —Sus alas se crisparon, su tono petulante. —De verdad, ma
cherie9, voy a empezar a sospechar que estás tratando de evitarme.
Haciendo caso omiso de la opinión que Tane murmuró acerca de las
gárgolas que interrumpían y el placer de cortarlas en pequeños trozos de
piedra, Laylah se movió para saltar desde el pajar, aterrizando ligeramente
delante de su salvador.
—Te prometo, Levet, que tú no eres el que yo he estado tratando de evitar.
—Ella deliberadamente miró hacia Tane mientras éste aterrizaba a su lado, con
una expresión sombría.
La gárgola hizo una mueca. —Ah, bueno, eso es perfectamente
comprensible.
Sublimemente indiferente a los insultos, Tane dio un rodeo al demonio,
mirando hacia la puerta como si esperara descubrir que Levet había traído tras
de sí una horda de zombis destructores.
— ¿Por qué estás aquí? —exigió.
—A tu valiente líder le preocupa no tener noticias de su mascota Caronte.
Aparentemente convencido de que Levet había venido solo, Tane se
volvió para estudiar a la gárgola con el ceño fruncido, con una expresión de
incredulidad.

9 Querida mía, en francés.

38
— ¿Styx te envió?
Levet hizo un gesto airoso con su mano. —Es una manera de hablar.
Los ojos color miel se estrecharon. — ¿Te envió o no?
Levet adquirió un repentino interés en pulir el extremo final de su cola. —
Bueno, es difícil decir con precisión lo que él deseaba teniendo en cuenta que yo
estaba hablando a través de un portal y nuestra conexión no era exactamente
3G. Hubo un poco de bla bla bla sobre esto y un poco de bla bla bla sobre
aquello...
—Levet.
Sintiendo la muerte en el aire, Laylah apresuradamente buscó una
distracción. — ¿Qué diablos es un Caronte?
Fue Levet quien respondió. —Un vampiro verdugo.
—Bien. —Se volvió para encontrarse con la mirada cautelosa de Tane,
tardíamente dándose cuenta por qué los vampiros habían estado tan ansiosos
por matarlo en la cueva. Apostaría que él era el chico menos popular en las
reuniones familiares. —No me extraña que estés tan ansioso por entregarme al
escuadrón de linchamiento.
Sus oscuras cejas se alzaron. — ¿Escuadrón de linchamiento?
—Dime, ¿hay algún tipo de Código de Honor entre los verdugos? —
Preguntó ella. — ¿Compartís recompensas?
—Yo cumplo con mi deber.
—Tú comercias con la muerte.
Se puso rígido, casi como si sus duras palabras le hubieran herido. Lo que
era más que ridículo.
—Comerciar con la muerte. —Levet se rió alegremente despreocupado
por el letal vampiro que rondaba a unos meros pasos de distancia. —Un
Traficante de Muerte... ¿lo entiendes? —Sus ojos grises se abrieron
ampliamente. —Holaaaaa, ¿nadie ve Underworld?
Tane le lanzó una mirada furiosa. —Vete, gárgola.
— ¿Y dejar a la pobre Laylah a solas con un Caronte de corazón frío? No
seas absurdo.
Con un movimiento lento y deliberado, Tane sacó la daga de su cintura. —
Eso no era una petición.
—No. —Laylah se interpuso entre los dos machos encrespados. —Yo
quiero que se quede.
Levet se asomó desde detrás de su rodilla para hacerle una pedorreta al
imponente demonio.

39
— ¿Qué puedo decir? Soy irresistible para las mujeres.
Tane pasó un dedo por la hoja afilada. —Dudo que te encontrara tan
irresistible si te hubiera escuchado dar tu opinión, hace poco, acerca de los
Genio y de su descendencia. Por lo que recuerdo, tú estabas echando espuma
por la boca por que llevaran a Laylah a rastras ante la Comisión.
—Non, non, ma cherie10. Nunca he echado espuma por la boca—, la
pequeña gárgola protestó, moviéndose para mirarla con una mirada de
disculpa. —Fue simplemente que tuve un encuentro muy desagradable con un
Genio hace algunos años. ¿Puedes creer que él mutiló una de mis hermosas alas?
Le llevó años volver a crecer de nuevo.
Laylah apartó a un lado la familiar punzada de dolor por el rechazo. ¿Qué
más daba? Levet no era más que otro a añadir a la muy larga lista de aquellos
que la juzgaban como un monstruo sin ni siquiera saber nada sobre ella.
A cambio, se concentró en su sorprendente revelación mientras se dejaba
caer de rodillas y le agarraba de los hombros.
— ¿Un genio? —Susurró ella. — ¿Estás seguro?
—Te aseguro que ese encuentro fue asado a la barbacoa en mi mente.
— ¿Asado a la barbacoa? —Ella frunció el ceño antes de dar un meneo
desdeñoso a su cabeza. —No importa. ¿Estaba el Genio en esta dimensión?
—Sólo a duras penas. —Levet se estremeció.
— ¿Dónde?
Otro estremecimiento. —Londres.
—Dioses. —Laylah luchaba por respirar, su corazón se apretó en un puño
encogido por la incredulidad. Desde el día en que había sido lo suficientemente
mayor como para descubrir que era una mestiza había investigado
desesperadamente para descubrir a otro con sangre de Genio. Finalmente había
aceptado que estaba completamente sola en este mundo. — ¿Cuándo?
Levet parpadeó sorprendido. —De verdad, ma belle11, una gárgola no
revela su edad.
—Por favor, Levet. Es importante.
—Hace doscientos años. —Se encogió de hombros. —Añádele o quítale
una década.
Tane dio un paso adelante, con una expresión de sospecha como si él
fácilmente sintiera su excitación trémula. —Laylah, tenemos que hablar...

10 En francés: no, no, querida mía.


11 En francés; Bella mía.

40
—Yo no lo creo. —Ella se lamió los labios resecos. —Levet y yo tenemos
asuntos que atender.
—Ah, ese es el tipo de asunto que estoy siempre dispuesto a llevar a cabo.
—Movió su abultada frente. —Espero que implique el quitarse la ropa y el roce
de las alas.
—En realidad implica un viaje a Londres.
—Londres. —Levet negó con la cabeza. —Non, un lugar tan húmedo y
gris. Yo prefiero París. Que es una ciudad creada para los amantes.
Ella se enderezó lentamente, manteniendo su mano sobre el hombro de
Levet. Nunca había tratado de llevar a alguien a las brumas, pero ahora parecía
el momento perfecto para intentarlo.
—Tengo que encontrar al Genio.
Levet se aclaró la garganta. —Ummm, Laylah...
Tane instintivamente se movió para bloquear la puerta del granero, su
expresión ilegible.
—No puedo dejar que te vayas, Laylah.
Cara-culo arrogante.
Su sonrisa era provocadora. —No necesito tu permiso, vampiro.
Sus músculos se tensaron, mientras se preparaba para saltar, con efecto
retardado se dio cuenta de que un Genio tenía más de un medio de viajar.
—Adiós12, He-Man.
Cerrando los ojos, Laylah invocó los débiles ecos que estaban siempre
susurrando en el fondo de su mente. Al mismo tiempo, hizo caso omiso del
enfurecido Tane mientras éste corría hacia ella, su poder gélido invadiendo el
cobertizo, así como a la gárgola que estaba a su lado y que estaba
frenéticamente tirando del dobladillo deshilachado de sus pantalones cortos de
mezclilla.
—Laylah, hay algo que tengo que decirte...
¿Acaso no se daba cuenta de lo peligroso que era distraerla en este
momento delicado?
Evocando la imagen de una brillante cortina, ella mentalmente cuadró los
hombros y dio un paso hacia adelante, arrastrando con ella a un reacio Levet.
Inconscientemente hizo una mueca, como siempre enervada por la
sensación de estar entrando a través de un desagradable manto de telarañas. Se
sentía tan tangible que siempre resultaba sorprendente cuando trataba
apartarlas y no encontraba nada.

12 En español en el texto original.

41
Y luego estaba el dolor. Pinchazos minúsculos que la refrenaban como si
trataran de despellejar la carne de sus huesos.
Una cosa era cierta, ella reconocía sombríamente que caminar por las
brumas nunca sustituiría a los aviones y los barcos de cruceros.
Infiernos, montar en un burro tenía que ser preferible.
La idea estúpida apenas pasó por su cabeza cuando los pinchazos
abruptamente se convirtieron en un diluvio de agonía.
Agarró a Levet cerca, gritando cuando ambos fueron bruscamente
arrastrados de un tirón a través de la barrera. Dioses, ella sentía como si alguien
estuviera tratando de tirar de ella de dentro hacia fuera.
Después de un viaje infernal que terminó con un aterrizaje accidentado
que la dejó despatarrada sobre un terreno duro oculto por la espesa bruma
plateada, Laylah se tomó un momento muy necesario para recuperar el aliento.
¿Qué mierda?
Ni siquiera su primera búsqueda de comida a tientas a través de la barrera
que separaba las dimensiones había sido tan terrible. O brutal. Sería algo bueno
que nunca lo intentara de nuevo.
Haciendo una mueca mientras su cuerpo luchaba para curar sus costillas
aplastadas y varios daños internos en los que ella ni siquiera quería pensar,
luchó para empujarse y adoptar una posición sentada, abriendo los ojos como
platos con furiosa incredulidad al ver al vampiro agachado a sus pies.
El hijo de puta.
No era de extrañar que casi hubiera sido despedazada en mil pedazos.
Ya era bastante malo que hubiera traído a Levet a través de la barrera,
pero agregar a un enorme y espeluznante vampiro que había estado agarrado
como una lapa a su culo...
Ella se estremeció.
¿No era así cómo los agujeros negros eran creados? Como si sintiera su
fiera mirada, Tane luchó para levantar la cabeza, obviamente tan maltrecho por
el viaje como lo estaba ella. Bien. Él merecía sufrir.
—Maldita seas—, dijo con voz áspera, su mirada lanzándose sobre las
brumas de plata que se arremolinaban a su alrededor. — ¿Qué has hecho?
— ¿Yo? —Abrió la boca de pura incredulidad. —Casi me matas,
mastodóntico bruto con cerebro de troll. —Poco a poco ella se puso de pie, no
deseando permanecer en el corredor más tiempo del necesario. No sólo temía
que las puertas a otras dimensiones pudieran abrirse y succionarla de la bruma,
sino que el tiempo tendía a moverse de manera extraña. Cuando saliera,
podrían haber pasado unos pocos minutos, o podrían ser días. Una vez incluso

42
había salido para descubrir que había llegado dos días antes de que hubiera
entrado. Hablando de joder el plano espacio/tiempo. Volvió su atención al
pequeño bulto gris que estaba casi oculto en la bruma. El corazón le dio un
pequeño vuelco, alarmada. — ¿Está herido Levet?
Con un fuerte siseo, Tane se puso en pie, con aire ausente limpiando la
sangre seca de su pecho mientras se movía para estar a su lado.
—Sólo inconsciente.
—Gracias a Dios. —Ella levantó una mano para frotar su cuello dolorido
mientras el alivio se extendía a través de ella.
Él frunció el ceño. — ¿Qué va mal?
—Siento como si hubiera sido golpeada por una semiautomática.
Él le apartó a un lado su mano y la sustituyo por la suya, su tacto firme,
pero increíblemente talentoso mientras trabajaba los nudos de sus músculos.
Mmmm. Sus músculos lentamente se fueron soltando mientras él se movía
desplazándose descendentemente por su columna, un calor deleitable aliviando
el dolor persistente en las articulaciones.
Cualesquiera que fueran sus defectos, y eran numerosos, este vampiro
tenía unas manos talentosas. Sabias, perversas y poderosas manos.
Manos que podrían enviar a una mujer al cielo o condenarla al infierno,
una voz le susurró en el fondo de su mente.
Era toda esa parte del infierno lo que la hizo apartarse de su fascinante
masaje antes de que pudiera derretirse en un charco a sus pies.
—No me toques.
Sus labios se curvaron, revelando que era muy consciente de su rampante
respuesta sensorial.
—No has respondido a mi pregunta.
—No trates de intimidarme, He-Man—, murmuró. —Estos son mis
dominios.
— ¿Tus dominios? —Él levantó una ceja. — ¿Y eso te convierte en
Skeletor13?
—Ja, ja, histérico.
Se acercó más, con su expresión endureciéndose con una inconfundible
advertencia. —Dime dónde estamos.

13 Su verdadera identidad es el fornido príncipe Keldor, quien, empleando la magia fue

arrastrado al mundo de las tinieblas. Luchando con el padre de He-man, perdió su cara, por eso
luce su calavera. Cuando muere se convierte en Skeletor y practica la magia oscura. He-man es
su mayor enemigo.

43
—No sé si tiene un nombre o no. —Ella se encogió de hombros. —Me
tropecé con esto por accidente.
Él miró a su alrededor, un fuego extraño ardiendo en sus ojos color miel.
— ¿Es otra dimensión?
—No, es más un corredor que se extiende entre ellas. Yo lo uso cuando
tengo que viajar a toda prisa. —Lanzó una deliberada mirada por su cuerpo
medio desnudo. —O cuando estoy tratando de escapar de un vampiro demente.
Él dio una vuelta dibujando un círculo completo, su mano agarrando su
daga mientras estudiaba la bruma aparentemente sólida que les rodeaba.
— ¿Cómo salimos de aquí?
Laylah frunció el ceño. Tane estaba actuando de forma... peculiar. Que en
sí ya era algo peculiar.
Los vampiros no eran si no predecibles. Arrogantes, peligrosos y
asquerosamente conscientes de su superioridad. ¿Podría ser que el poderoso
Tane se sintiese ansioso por encontrarse en las brumas? Presta a aprovechar esa
ventaja, Laylah se dirigió hacia la gárgola inconsciente.
—De la misma manera en que llegamos—, dijo ella.
—Entonces hazlo.
—No.
—Laylah.
Recogió a Levet en sus brazos, tragando un gemido. Dioses. ¿Qué comía
esta criatura? ¿Plomo?
—Voy a llevar a la gárgola a Londres y no puedes detenerme—, gruñó,
dirigiéndose hacia las brumas.
Maldiciendo, Tane siguió sus pasos. — ¿Por qué es tan importante que
vayas a Londres?
—Tengo que encontrar al Genio.
— ¿Es un pariente tuyo? —espetó.
—Eso es lo que intento descubrir. Yo nunca... —ella contuvo sus palabras
reveladoras.
Naturalmente él no podía dejar las cosas como estaban.
— ¿Qué?
Le dedicó un molesto deño. —Pensaba que yo era la única. ¿Vale?
Él se puso rígido de repente, como si le hubiera molestado su cruda
honestidad. Luego, con una maldición, miró hacia la bruma, con una expresión
inescrutable.

44
—Salgamos de aquí y haré que llegues a Londres.
¿Tenía ella “estúpida” tatuado en la frente?
—Mentiroso.
— ¿Qué me has llamado? —le espetó.
—Te he llamado mentiroso. —Volvió la cabeza para encontrarse con la
ardiente mirada color miel. —Los dos sabemos que si yo fuera lo
suficientemente idiota como para devolvernos al cobertizo, no hay ni una
maldita posibilidad de que me dejaras ir a Londres.

45
Capítulo Cuatro
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

La terraza de la casa del siglo XVIII cerca de Green Park en Londres era
considerada un buen ejemplo de la arquitectura de Robert Adam. Era, de hecho,
el gran orgullo de la sociedad histórica, aunque los vecinos no estaban ni de
cerca tan entusiasmados.
Ciertamente había una belleza clásica en los ladrillos envejecidos y en el
pórtico sencillo. Las ventanas eran altas, con guirnaldas de piedra tallada
instaladas por encima de éstas. Y se rumoreaba que el interior era aún más
impresionante. Escaleras talladas de mármol y amplias habitaciones con techos
pintados, muebles de Chippendale14 y valiosas obras de arte.
Pero la perfección con la calidad de un museo no podía borrar la frialdad
del mal que envolvía el edificio o hacer que la hermosa Lady Havassy fuera
menos enervante, cuando hacía sus poco frecuentes apariciones.
Se decía que la mujer exquisitamente hermosa con largos rizos oscuros y
centelleantes ojos negros que contrastaba fuertemente con su piel muy pálida,
era una especie de noble húngara. A los lugareños no les importaba de dónde
procedía, sólo que había habido una epidemia de desapariciones desde su
llegada unos diez años atrás.
Más divertida que preocupada por las sospechas de los humanos, Marika
se pasó una mano por sus rizos brillantes mientras, con aire ausente, descendía
a los sótanos en la profundidad bajo las calles de la ciudad. Llevaba un vestido
fino y trasparente que enfatizaba sus curvas exuberantes, pero que no hacía
nada por luchar contra el húmedo frío ambiental. No es que importara. Un
vampiro era tan impermeable a la climatología como lo era a los vecinos
entrometidos.
Al llegar al piso de cemento, las antorchas se encendieron a la vida y un
hombre alto, de pelo plateado que se derramaba hasta la mitad de su espalda se
acercó saliendo de entre las sombras.
La mayoría de las mujeres considerarían a Sergei Krakov guapo. Tenía un
rostro estrecho, con altos pómulos eslavos y fríos ojos azules que guardaban

14Muebles de lujo típicamente ingleses del siglo XVIII, con influencia del estilo rococó,
con patas curvas, creando un estilo que aún hoy se fabrican.

46
una inteligencia astuta. Su cuerpo era delgado y musculoso, y actualmente
cubierto con un elegante traje de Gucci en un pálido tono gris.
Marika, sin embargo, no mantenía al mago alrededor por su belleza
masculina o por su gusto por la ropa cara.
Ella le permitió que la cogiera de la mano y la condujera al otro lado de la
habitación diáfana, miró por la ventana a la celda contigua. Hizo una mueca
ante la rubia bastante joven que estaba encadenada a la pared.
La cabeza de la mujer estaba desplomada hacia delante, su larga cortina de
cabello cubriéndole el rostro. Su cuerpo desnudo estaba laxo, luchando contra
las esposas que la sujetaban en posición vertical.
— ¿Es ella de tu gusto? —Sergei le preguntó.
Marika golpeó con una uña color carmesí contra la ventana, no
particularmente sorprendida cuando la mujer permaneció en su comatoso
estado. Los moretones aflorando en su pálida piel revelaban que Sergei ya se
había permitido su propio placer.
— ¿La has roto?
Sergei se rió entre dientes, sin ningún atisbo de disculpa en su rostro
enjuto. —Ella podría estar insignificantemente estropeada exteriormente, pero
todavía le queda fuerza para luchar.
Con un sonido de disgusto, Marika se dio la vuelta, una mano apretada
contra su dolorida frente.
—Tal vez más tarde.
Sergei se apresuró a su lado, envolviendo su brazo alrededor de sus
hombros.
—Tienes que comer, Marika. Eres demasiado importante como para
permitirte estar debilitada. —Hizo un esfuerzo para aparentar una superficial
preocupación. — ¿Prefieres a una hada? ¿O tal vez estás de humor para una
arpía? Ellas siempre gritan con tanta dulzura.
—Basta, Sergei. —Con un gesto informal de su mano tenía a Sergei por el
cuello y lo estaba golpeando contra la pared. —No soy una niña. Si deseas
mimar a alguien vuelve con tu juguete.
Sergei pasivamente colgaba de los dedos envueltos alrededor de su
garganta. No había sobrevivido varios siglos como su mascota preferida por ser
estúpido.
Esperando hasta que ella recuperara el control de su inestable
temperamento gitano y al fin lo liberara, Sergei alisó su corbata de satén negro y
adoptó una expresión de preocupación que era casi convincente.
—Por favor, dime que te preocupa.

47
Con un siseo, ella se paseó hasta el centro de la cámara, con la mano
presionando de nuevo su sien.
—Es ella. Ella está inquieta.
Sergei no necesitó más explicación.
Sólo había una ella.
Sus cejas se apretaron. —Imposible.
Ella entrecerró sus ojos oscuros. —Ten cuidado de cómo me hablas. En mi
actual estado de ánimo podría olvidar que te necesito.
Él levantó las manos en un gesto de paz. —Yo sólo quería decir que ella
está envuelta en capas de hechizos de protección. Una explosión nuclear no
podría molestarla.
—Tal vez tus hechizos están perdiendo su... —Ella hizo una pausa
deliberada, bajando su mirada al impresionante paquete escondido en los
pantalones Gucci. —Potencia. ¿Tienen viagra para magos? Estás haciéndote
viejo después de todo.
Sus labios se curvaron con una confianza puramente masculina. —No hay
ningún problema con mi potencia.
—Entonces, ¿por qué está susurrando en mi cabeza?
Su arrogancia se desinfló cuando Marika permitió que su poder abrasara
su piel con una breve y gélida advertencia. Era irónico realmente. Su don había
sido una vez el de curar a otros. Desde que se convirtio, ese mismo don le
permitía torturar con exquisita precisión.
Él se aclaró la garganta con nerviosismo. — ¿Qué está ella diciendo?
El placer de Marika causándole dolor a otro fue olvidado cuando ella
apretó en puños sus manos. No estaba segura de cuándo había comenzado los
susurros provocadores. Al principio habían sido tan débiles que los había
pasado por alto. No era inusual que ella pudiera sentir a Kata a pesar de las
numerosas barreras que las separaban.
Su conexión era demasiado íntima para ser completamente silenciada.
Pero en las últimas noches el zumbido lejano se había convertido en un
cántico desesperado que se negaba a dejarla en paz.
—Laylah—, le reveló. —Una y otra vez.
—Laylah. ¿Un nombre?
— ¿Cómo voy a saberlo? —Le espetó.
—Vosotras dos siempre habéis estado unidas—, Sergei trató de calmarla.
— ¿Estás segura de que no tiene ningún sentido para ti?

48
Ella se dejó caer en el diván, los pesados brazaletes de oro que rodeaban
sus muñecas brillando bajo la luz de las antorchas.
—La perra está, obviamente, tratando de volverme loca.
Sergei se paseó por la habitación, su ceño fruncido. —O advertirte de una
amenaza.
Marika cogió la copa de sangre fresca que había sido dejada en la mesa
barnizada junto al diván. Prefería su cena directamente de la fuente, pero en
este momento estaba demasiado distraída para hacer el esfuerzo.
—Maldito imbécil—, gruñó. —En caso de que hayas olvidado las últimas
veces que hemos despertado a Kata, ésta trató de echarme una maldición. ¿Por
qué demonios iba a tratar de ponerme sobre aviso ahora?
—No quise decir que estuviera tratando de ponerte sobre aviso a
propósito—, Sergei se quejó, con una mueca ante el recuerdo de la furia
demencial de Kata cuando habían intentado interrogarla. —Obviamente algo
está inquietándola suficiente como para que se las arreglara para burlar los
hechizos que puse en torno a ella. Dudo que siquiera sea consciente de que tú
estás captando sus pensamientos.
— ¿Qué demonios podría molestarla? Ella está enterrada bajo dos metros
de tierra, rodeada de piedras rúnicas, y custodiada por los Sylvermyst15. —
Tomó otro trago largo de sangre, haciendo una pausa para lamer
deliberadamente la espesa dulzura de sus labios, disfrutando de la imagen de
Sergei retorciéndose de inquietud. Él debería estar nervioso, pensó con salvaje
placer. Estaba de humor para herir a alguien. Por supuesto, ella siempre estaba
de humor para herir a alguien. — ¿A menos que haya algo que tengas que
decirme? —continuó con tono glacial. —Seguramente no podrías ser tan
estúpido como para tratar de hablar con Kata sin contar conmigo, ¿verdad?
Su garganta se convulsionó mientras luchaba por traga. —He aprendido la
lección.
— ¿Estás seguro? —Ronroneó. —Podría darte un pequeño recordatorio de
lo que le sucede a aquellas criaturas que intentan traicionarme.
El hermoso rostro palideció. Además debería. A pesar de que habían
pasado casi cincuenta años, un hombre no se olvidaba de haber sido desollado
vivo lentamente durante las largas horas de la noche, para ser curado a la
mañana siguiente, así la tortura podría comenzar de nuevo. Especialmente
cuando el castigo se prolongó durante varios años.
Una cruel sonrisa torció sus labios. Debería haber sabido que en el instante
en que había logrado engañar a Kata para que le revelara la ubicación de su hija

15Son primos lejanos de las hadas o Feys, con un gusto muy particular por el mal, por eso
fueron desterrados junto con el Señor Oscuro.

49
mestiza él debería haber acudido a ella. No, él debería haber corrido como un
murciélago salido del infierno hacia ella para revelarle lo que había descubierto.
En vez de eso se había convertido en un traidor y casi lo arruinó todo.
Estúpido bastardo.
—Lo hice por nosotros.
Su risa atravesó el sótano. —Oh Sergei, eres un inútil y codicioso hijo de
puta que felizmente pondrías a tu propia madre en el altar de sacrificio para
obtener el poder que tan desesperadamente ansías.
Él se estremeció, pero un mago no duraba en un empleo para un vampiro
temperamental sin un par de pelotas de titanio. Él pegó una sonrisa en sus
labios mientras se movía suavemente para arrodillarse ante ella, con sus manos
recorriendo un camino íntimo desde sus rodillas hasta la parte superior de sus
muslos.
—Puedo tener mis defectos, pero me necesitas.
Ella dio buena cuenta de lo que quedaba de sangre y dejó a un lado la
copa.
—Desafortunadamente—, admitió a regañadientes. Ella profundamente se
resentía de tener que depender de la traicionera rata. Pero aún cuando Kata
tenía algunos talentos mágicos, ésta era una simple humana y Marika no tenía
poderes para mantenerla con vida. No, a menos que la convirtiera en una
vampiresa. Una tentadora idea, pero una que no podía permitirse el lujo de
darse el gusto. No cuando ella perdería su única y última conexión con la niña
desaparecida. —Sería mucho más fácil si fuera inmortal.
Sergei se rió entre dientes, deslizando sus manos entre sus muslos para
acariciarla con una habilidad que le llevó siglos perfeccionar.
—Tal vez más fácil, pero me echarías en falta si me fuera—, dijo con voz
ronca.
— ¿Estás tan seguro de ti mismo?
Los pálidos ojos brillaban con una pasión ya lista. —Yo cumplo con más
de un propósito.
Con un movimiento imperceptible, ella plantó su pie en el centro de su
tórax y lo envió volando hacia la pared del fondo.
—Más tarde—, gruñó, levantándose del diván. —Quiero saber lo que está
molestando a Kata. Déjame verla.
— ¿Verla?
Marika entrecerró los ojos. — ¿Eres sordo además de estúpido? Te dije que
me dejes verla.

50
—Sí. Por supuesto.
Enderezándose, Sergei desempolvó su traje caro y rígidamente se trasladó
a la pesada puerta de madera al otro lado del cuarto. Marika le seguía detrás,
esperando mientras el mago a tientas buscaba la cerradura y al fin la llevó a la
sala estéril tallada en la piedra.
Ella curvó los labios ante el hedor a moho y a otras cosas desagradables
pudriéndose debajo de la piedra. A diferencia de sus poderes innatos que
provenían de la naturaleza, Sergei se veía obligado a usar la sangre y la muerte
para crear sus hechizos.
Mago de pacotilla.
Dando un rodeo en torno al altar de piedra manchado con sangre que se
encontraba en el centro de la cámara, él se detuvo junto a una pequeña
depresión llena de agua estancada. Luego acuclillándose en el borde, agitó sus
manos sobre la superficie, murmurando palabras en voz baja.
Marika esperó con impaciencia a su lado, en alerta ante cualquier indicio
de que Sergei estuviera intentando engañarla. El idiota podría aprender que el
despellejamiento nocturno no era nada en comparación con lo que vendría
después.
El agua comenzó a arremolinarse, como si se agitara desde abajo, y los
cánticos de Sergei se profundizaron, haciéndose eco inquietantemente a través
de la caverna.
Al fin metió la mano bajo la chaqueta y sacó un fino estilete y se abrió una
pequeña herida en la punta de su dedo. Una, a continuación dos, gotas de
sangre golpearon el agua, desparramándose sobre la superficie con un brillo
extraño.
Marika se inclinó hacia abajo, cuando una imagen comenzó a formarse,
revelando lentamente una mujer que estaba colocada en un estrecho catre en
una celda oscura revestida de hierro.
Una mujer que tenía una semejanza notable con Marika.
Los mismos rizos negros y rasgos pálidos y perfectos. Y si sus ojos no
hubieran estado cerrados, éstos habrían brillado tan oscuros como la
medianoche.
Incluso sus exuberantes curvas eran las mismas bajo el sudario que las
cubría.
Gemelas idénticas.
O al menos lo habían sido antes de que Marika se hubiera convertido.
Una vez que se había despertado como vampiresa sus lazos con su vida
anterior, incluyendo su familia, habían sido segados. O por lo menos debían
haberlo sido.

51
Algunos recuerdos de su vida pasada estaban olvidados, pero había
habido una persistente voz susurrando en su cabeza que rechazaba ser
ignorada. Durante semanas había luchado para librarse por sí misma del
molesto zumbido. Luego había pasado las siguientes semanas dando caza a la
fuente de la exasperante voz.
Había sido una desagradable sorpresa descubrir una réplica exacta de sí
misma viviendo entre una caravana de gitanos.
Su primer impulso había sido matar a la perra.
Eso pondría fin a su intrusión en la mente de Marika, por no mencionar de
ponerle fin al escalofriante hecho de saber que había una copia idéntica a sí
misma caminando por ahí.
Pero algún impulso misterioso había detenido su sed de sangre.
Casi como si hubiera vislumbrado el futuro para detectar que tendría
necesidad de su querida y dulce hermana.
—Ya vez—, dijo Sergei. —La Bella Durmiente está a buen recaudo en su
cama.
Marika frunció el ceño, enfurecida por la punzada de miedo que le
atravesó el corazón. Kata podría ser una simple humana, pero tenía sangre
gitana fluyendo por sus venas. Lo que significaba que poseía una capacidad
única para hacer daño a un vampiro. Algo que su tierno corazón se había
mostrado reacio a hacer al principio. En aquel entonces ella todavía pensaba en
Marika como en su querida hermana. Estúpida hembra.
Pero en las últimas décadas, cada vez que Sergei la había liberado de sus
hechizos, Kata había enloquecido, golpeando con tal rapidez que había sido un
milagro que Marika no se hubiera hecho daño.
Ella no iba a arriesgarse de nuevo. —Se está agitando—, dijo entre dientes.
Sergei frunció el ceño mientras la mujer en la visión acuosa volvió la
cabeza, casi como si se diera cuenta de que estaba siendo observada. —Sí. —Él
negó con la cabeza. —Eso no debería ser posible.
—No debería ser, pero es obvio que lo es. Descubre por qué.
—Yo podría despertarla y...
Sus palabras fueron interrumpidas cuando Marika lo agarró por el cuello
y lo empujó contra la pared toscamente labrada.
—No.
Sonrió a pesar de su dolor. — ¿Todavía estás preocupada por la
maldición?
Sus dedos se apretaron. No estaba contenta de que Kata hubiera sido más
hábil que ella. Una vez más.

52
No se atrevía a permitir que la pequeña perra despertara, y sin embargo
ella no podía, simplemente, permitir que muriera.
No cuando todavía existía la posibilidad de que Marika pudiera gobernar
el mundo.
—Cuidado, Sergei, no eres el único mago en Londres—, dijo a modo de
frígida advertencia.
— ¿No puedes referirte a Lord Hawthorne? —La expresión de Sergei se
transformó con un odio celoso hacia el mago rival. —Ese hombre es un mago de
tercer rango que no ha valido un bledo desde que perdió a su aprendiz
demonio.
—Él serviría a mi propósito.
Los pálidos ojos brillaron con fastidio ante su provocación cargada de
burla.
—Sí, pero ¿podría servirte? —Le devolvió el golpe, su mirada insolente
recorriendo un camino por sus curvas expuestas a través de la fina tela de su
vestido. —Eres una amante exigente, Marika.
Ese era un punto a su favor. Pocos hombres sobrevivían a una noche en
sus brazos. No es que ellos se quejaran. La mayoría de ellos morían con una
sonrisa en su rostro.
Pero ella había llegado al final de su corta paciencia. Sus dedos apretaron
hasta que estuvieron a un suspiro de aplastarle la laringe.
—Averigua qué está molestando a mi gemela y hazlo rápido.
Él siseó de dolor. —Sin dilación.

Tane era un vampiro temido en todo el mundo de los demonios.


Las habitaciones se vaciaban cuando él entraba. Los Jefes de los clanes se
atrincheraban en sus guaridas cuando él se acercaba a sus territorios. Su
nombre era utilizado para aterrorizar a los niños expósitos.
Él era el vampiro que incluso los vampiros temían.
Y con razón.
Lo que lo colocaba en lo más alto de la cadena alimentaria.
Era una pena que todo su poder y sus contactos valieran una mierda en las
frías brumas persistentes.

53
Maldiciendo en silencio los extraños alrededores, siguió a Laylah a través
de la espesa niebla, que tenía sus brazos aún llenos con la gárgola inconsciente.
Se había dedicado durante siglos sombríos a garantizar que nunca
volvería a sentirse como un espectador impotente, no importa cuál fuera la
situación. Era el tipo de vampiro que tomaba el control y su poder despiadado
hacía seguro que nadie pusiera en duda su autoridad.
Ahora, una mestiza diminuta se las había arreglado para arrastrarlo a este
laberinto maldito de interminable bruma, revolviendo antiguas sensaciones que
había enterrado junto con su clan masacrado.
— ¿Cómo sabes a donde te diriges? —exigió.
Ella le lanzó una mirada burlona sobre su hombro. —Sólo me muevo a
ciegas hasta que encuentro el lugar que quiero.
Él gruñó bajo en su garganta. —Laylah.
Con un suspiro, regresó su atención a la densa niebla que se extendía ante
ellos, caminando con una confianza que le daba dentera a Tane.
Ya era bastante malo ser arrastrado a este raro lugar, sin ser capaz de ver
si había algún peligro al acecho en las inmediaciones.
— ¿Qué quieres que te diga? —Dijo ásperamente. —No es algo que pueda
explicar. Pienso en la localización a la que quiero ir y empiezo a caminar.
Finalmente siento que estoy allí.
Él hizo una mueca. No era exactamente una explicación que le ofreciera
confianza.
Pero, claro, ¿habría algo que le pudiera ofrecer confianza en este
momento?
¿En qué demonios estaba pensando cuando él había tratado de evitar que
Laylah desapareciera?
Él siempre permitía a sus instintos de guerrero que le guiasen. Fue la
única manera de sobrevivir durante casi mil años. Así que, ¿por qué no le había
advertido su instinto para que dejara escapar a Laylah con una despedida con
su mano y una palmadita en la espalda por haberse librado de la molesta
hembra temperamental?
Porque cuando ella estaba cerca no era el instinto de guerrero lo que lo
conducía, sino un instinto mucho más primitivo.
¿Por qué no admitirlo?
Había ido mucho más allá de su deber para localizar a una extraviada
Genio mestiza. Ni siquiera Styx le habría culpado si él hubiera elegido volver a
su guarida e informar que la hembra se las había arreglado para escapar
mientras él estaba luchando por salvar su vida.

54
Como Caronte se esperaba de él que diera caza a esos raros vampiros que
bebían sangre contaminada con drogas o alcohol. Pocas criaturas sabían que un
vampiro podía volverse adicto, o que eso podría al final conducirlo a la locura.
Y era su deber hacer que eso continuara siendo así, no perseguir a Laylah
como un perro en celo.
¿Entonces por qué lo había hecho?
Su mirada bajó a su esbelto cuerpo apenas cubierto por los pantalones
cortos que perfectamente ahuecaban su trasero perfecto y la camiseta ceñida
que no hacía nada por ocultar el suave montículo de sus pechos.
La sola idea de tenerla presionada debajo de él, con sus labios aplastados
bajo su beso, y esas piernas delgadas envueltas alrededor de su cintura...
Sus entrañas se retorcían con una necesidad devastadora que no había
sentido en siglos.
Mierda.
No sabía por qué esta mujer en particular agitaba sus pasiones más
oscuras, o cómo se las arreglaba para hechizarlo hasta tal punto de volverlo un
estúpido imprudente.
Lo único que realmente sabía era que había dejado que su polla pensara
por él, en lugar de su cerebro, y eso lo había conducido directamente al
desastre.
Enfurecido más consigo mismo que con la mujer que había desacelerado
su paso, como si estuvieran a punto de llegar a su destino, Tane se movió a su
lado, sus dedos agarrando su daga como si pudiera detener su creciente pavor.
— ¿Y cómo sales?
Laylah se detuvo, volviéndose para encontrarse con su mirada cautelosa
con una elevación de sus cejas.
—Obviamente, de la misma manera en que entré.
—Apenas sobrevivimos a la entrada—, dijo entre dientes. — ¿Estás segura
de que la salida no será peor?
—Sobrevivimos a duras penas porque tenía un pasajero inoportuno y no
deseado—, mordazmente le recordó. —Un pasajero que no tengo la intención
de llevar conmigo cuando salga.
Él se quedó inmóvil, con los ojos entrecerrados reducidos a unas
peligrosas rendijas. —No puedes abandonarme aquí.
— ¿Por qué no? —Le desafió, con la barbilla alzada en un ángulo
desafiante. Como si ella no estuviera enfrentándose a uno de los demonios más
letales del mundo entero. —Desde luego, no te invité a venir conmigo en mi
viaje. Puedes encontrar tu propio camino a casa.

55
—Eso no es divertido.
El mentón se alzó un centímetro más. —No pretendía serlo.
Él alargó su mano para agarrar esa barbilla obstinada, ignorando a la
gárgola dormida en sus brazos. —Estaría atrapado.
— ¿Y qué? —Los ojos oscuros ardían con un desafío directo. —Tú tenías la
intención de hacer que me ejecutaran. ¿Por qué demonios no debería dejarte
aquí para que te pudras?
Su mirada meditabunda recorrió sus frágiles facciones y el cansancio que
no podía totalmente disfrazar. Él no estaba dispuesto a confesar que él la había
seguido por razones mucho más personales que entregarla a los Oráculos.
Ella ya tenía armas suficientes para esgrimir contra él.
Peligrosas y potentes armas, él sombríamente reconoció con una
chisporroteante percepción ardiente atravesando su cuerpo.
—La Comisión ha ordenado que los Genio mestizos sean llevados antes
ellos—, dijo encogiéndose de hombros. —No hay nada que confirme que no
fueran a decidir que no eres un peligro y te liberaran.
—Sí, claro. —Su fuerte carcajada fue extrañamente amortiguada por la
niebla que les rodeaba. — ¿Supongo que también tienes algún Bernie Madoff16
guardado que quieras que te compre?
Sus cejas se juntaron en un ceño. — ¿Qué?
—No soy estúpida—, le aclaró. —Tan pronto como tengan sus asquerosas
manos sobre mí seré sacrificada por el bien común.
—Muy dramático, pero puedo prometerte que la Comisión tiene asuntos
mucho más importantes en los que concentrarse que una mestiza vagabunda.
Su pulgar acarició distraídamente la exuberante plenitud de su labio
inferior, su cuerpo palpitando sincronizadamente con su rápido latido del
corazón.
— ¿Qué asuntos?
Él hizo una mueca. Dejaba la política de los demonios a Styx. ¿Por qué
apuñalar a alguien por la espalda cuando era mucho más satisfactorio
apuñalarlos en el corazón? Pero ni siquiera un completo ermitaño podría haber
ignorado la tensión acumulándose.

16 Bernard Madoff fue el presidente de una firma de inversión que llevaba su nombre y
que él mismo fundó en 1960. Llegó a ser de las más importantes de Wall Street. En 2008 fue
detenido por el FBI por un fraude que alcanzó los 50.000 millones de dólares, lo que lo convirtió
en el mayor fraude llevado a cabo por una persona. Fue sentenciado a 150 años de prisión. En
este contexto, la autora denomina como “Bernie Madoff” a cualquiera de los productos
financieros fraudulentos que este delincuente comercializaba.

56
Algo grande se acercaba y la Comisión se estaba preparando para cortarle
el paso.
—Las conversaciones privadas están por encima de mi categoría salarial,
pero no es ningún secreto que los oráculos se han reunido en la antigua guarida
de Styx al sur de Chicago durante semanas—, dijo.
— ¿Y qué prueba eso? —Ella se apartó de su toque, como si la hubiera
escaldado. — ¿Qué son un montón de aprovechados que se quedan más tiempo
del que se les invitó?
Tane negó con la cabeza, atrapado entre el deseo de envolverla en sus
brazos y embeberse profundamente de su naturaleza apasionada o infundirle
algo de sentido en su grueso cráneo.
Tan fascinante como podría encontrar su mordacidad, la Comisión no
sería ni siquiera capaz de encontrar un poco divertido su falta de respeto.
—No son una fraternidad que les gusta pasar el rato y jugar a la Wii
juntos—, dijo, ahorrándose la charla sobre tratar a la Comisión con la debida
reverencia para más tarde. ¿Realmente quería señalarle lo peligrosos que los
temperamentales demonios podían ser cuando necesitaba a Laylah para salir de
la maldita niebla? —Cada uno de los Oráculos son poderosos demonios de
diferentes especies, algunos de ellos son mortales enemigos que se ven
obligados a jugar limpio cuando deben reunirse para resolver conflictos u
ofrecer sentencias. Pero nunca se quedan ni un segundo más de lo necesario.
—Lo que sólo significa que están convenientemente reunidos para un
linchamiento.
Incapaz de negar su acusación, él abordó suavemente un talante divertido.
Cualquier guerrero sabía que una distracción oportuna era tan eficaz como
un ataque total.
—Si no lincharon a César entonces deberías estar bastante a salvo—, dijo
encogiéndose de hombros.
Ella movió con torpeza a la dormida gárgola todavía aferrada en sus
brazos.
— ¿Quién es César?
—Un hermano mío que fue lo suficientemente imprudente como para
aparearse con el más reciente Oráculo.
— ¿Hay otro? Perfecto. —Ella lo miró como si fuera totalmente culpa suya
que Anna hubiera sido revelada como el más recientemente descubierto
Oráculo, unas pocas semanas atrás. —Estás rebosante de buenas noticias.
—Un nuevo Oráculo es siempre señal de problemas inminentes.
— ¿Cómo un Caronte terco como una mula?

57
—Como un mal presagio. —Él hizo una mueca. No era un adicto a la
adrenalina que le gustaba jugar a ser un héroe, ni tampoco suscribirse a la teoría
de que era emocionante "vivir en épocas interesantes". Él cumplía con su deber
y regresaba a la privacidad de su guarida donde podía satisfacer sus varios
apetitos y olvidar su pasado. La sensación de peligro inminente era algo que
había hecho lo posible por ignorar, prefiriendo la actitud del avestruz 17. Pero
ahora... ahora no podía quitarse de encima en absoluto la premonición
inquietante de que esta Genio estaba involucrada de alguna manera en el
emocionante y nefasto futuro. Y que un cazador invisible estaba acechándola.
Un pensamiento que enviaba una oleada terrible de ira a través de él.
—Créeme, si no consideraron el placer de continuar con el tormento de César
como algo digno de su atención, entonces no eres nada más que un punto en el
radar.
Ella lo miró con evidente recelo. —Si soy tan poco importante, entonces
¿por qué te estabas tomando la molestia de perseguirme en absoluto?
Un calor lascivo se arremolinó en su estómago mientras deslizaba una
lenta y prolongada mirada por su cuerpo esbelto.
— ¿Tengo que recordártelo? —Dijo con voz áspera. —Porque estoy listo,
dispuesto y ansioso por hacerlo.
El pulso en la base de su garganta revoloteó en respuesta.
—No dudo de que siempre estás ansioso.
Él sonrió, su mirada deliberadamente demorándose en ese pulso
revelador.
—Hay momentos en los que estoy más ansioso que otros.
Ella dio un paso atrás, las brumas girando alrededor de su esbelto cuerpo.
—Debes pensar que soy una idiota—, lo acusó.
—Creo que te sientes acorralada y que estás tomando decisiones
precipitadas que podrían hacer que nos matasen a todos—, la tranquilizó, su
voz mezclada con suficiente compulsión para postrar a un crecidito demonio
Ungmas sobre sus rodillas. —Deja que te ayude.
Como era de esperar ella se sacudió de encima su coerción. La mujer era
demasiado condenadamente obstinada para ser compelida, no importa lo
poderoso que él fuera.
—No necesito tu ayuda. —Apretó la mandíbula, una oscuridad lóbrega
brillando a través de sus ojos. —No necesito la ayuda de nadie.
Tane contuvo la urgencia feroz de apretarla entre sus brazos y desterrar
sus sombras. Las mismas sombras que lo atormentaban a él. La soledad.

17 N.de.T.: Se refiere, a esconder la cabeza bajo tierra cuando huele problemas.

58
Siempre y para siempre solo.
—Piensa, Laylah—, la instó. —Ya no estás protegida por el hechizo que
Caine usó para mantenerte oculta. Tan pronto como llegues a Londres serás
vulnerable. —Cruzó los brazos sobre el pecho. —Y confía en mí, a un cazador
de recompensas no le importará si te capturan viva o muerta.
—Sí, ¿cómo sí a ti te importara?
—Los dos sabemos que estarías muerta si eso fuera lo que yo quisiera.
Sus labios se convirtieron en una fina línea ante su honestidad
contundente. —Si estás tratando de hacer un canje conmigo tengo que decirte
que lo tienes crudo.
—Nunca ha sido uno de mis talentos más finos.
—Entonces, escúpelo.
Sus cejas se alzaron ante su tono imperativo, incluso mientras escondía
una sonrisa. ¿Por qué demonios habría de parecerle divertida una criatura de la
mitad de su tamaño tratando de dominarlo?
—Si esperas sobrevivir, necesitarás mi ayuda.
Se mordió el labio inferior, lo suficientemente inteligente como para saber
que ella iba a ser un blanco fácil como un pato sentado, o más bien como una
Genio sentada, en el momento en que llegara a Londres.
— ¿Y en qué consistiría ésta?
Él le sostuvo la mirada cautelosa. —Yo haría todo lo posible por
protegerte.
—Podría contratar guardaespaldas.
¿Estaba tratando deliberadamente de ofenderlo?
—Sigue recordándome que no eres una idiota—, dijo arrastrando las
palabras. —No hay guardaespaldas que puedas contratar, al precio que fuera,
que puedan igualar mi fuerza o destreza en la batalla.
—Y tan modesto.
—Soy el mejor. Ninguna cantidad de modestia puede cambiar eso.
Hizo una pausa, sin dejar de mordisquear su labio. — ¿Prometes no tratar
de obligarme a presentarme ante la Comisión?
—No seas ridícula. Sabes que no puedo hacer esa promesa.
—Entonces te quedas aquí—, le espetó.
—Maldita sea, Laylah. —Con una velocidad cegadora, alargó la mano
para agarrar su brazo, sintiendo que estaba a un suspiro de desaparecer y
dejarlo tirado. — ¿Quieres mi promesa? La tienes.

59
—Dirías cualquier cosa para salir de aquí. —Ella le sostuvo la mirada,
negándose a dar marcha atrás. Maldita sea. Esa valentía disparatada iba a
ponerla en su tumba. —Vas a tener que hacer algo mejor que una promesa que
no vale nada.
— ¿Qué quieres?
Se produjo una breve vacilación. —Quiero que pidas un deseo.

60
Capítulo Cinco
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Laylah estaba preparada para la obscena maldición de Tane.


Los Genios eran universalmente despreciados por su ingeniosa astucia, su
naturaleza impredecible, y por su poder despiadado que pocos demonios
podían igualar. Y, por supuesto, siempre estaba su encantadora lujuria por la
violencia.
Pero mientras la mayoría de las criaturas no admitían la verdad, la
verdadera habilidad de los Genios era esclavizar a aquellos que ciertamente les
ponían de los nervios.
No era la versión blandengue que los duendes del agua podían conjurar.
La magia Fey podía capturar a los humanos, y sólo si los mortales eran tan
tontos como para aceptar tres deseos.
No había nada blandengue en los Genios.
Éstos sólo necesitaban una víctima dispuesta a caer en deuda con ellos,
para hacer un reclamo sobre su alma. Y no importaba si eran mortales o hadas
del rocío o vampiros. Todos caían bajo el hechizo de encantamiento de los
Genio.
Cuando Laylah era poco más que una niña, ella había esclavizado
accidentalmente a un diablillo que había encontrado atrapado en una trampa de
hierro utilizada por un cazador furtivo. Era su naturaleza curar a aquellos que
lo necesitaran y no se había dado cuenta del peligro hasta que el diablillo se
negó a abandonar la granja de la madre adoptiva de Laylah, sus desesperados
intentos por complacerla causaron un completo caos, hasta que por fin había
descubierto la manera de dejarlo en libertad.
Había hecho todo lo posible a lo largo de los años para mantener ese
talento encerrado en su interior. Parecía inmoral reclamar el alma de otro.
Incluso peor que matarlos.
Y fue sólo cuando el mago la había tomado como cautiva que ella había
tratado deliberadamente de someter a otro a su voluntad. Desafortunadamente
el bastardo la había mantenido tan débil que no había sido capaz de utilizar
ninguno de sus poderes.
Ahora ella estaba volando con un ala y una oración.

61
El estado normal de las cosas para ella.
Tane entrecerró los ojos, mirándola como si le hubieran brotado cuernos.
— ¿Tienes el poder de someter a un vampiro?
Bueno, esa era la pregunta del millón, ¿no?
No tenía ninguna manera de calcular la cantidad de fuerza que sería
necesaria para esclavizar a un vampiro, pero estaba bastante segura de que era
muuuucha más de la que podía convocar. Su única esperanza era poder...
inducirlo a cumplir sus órdenes.
—No puedo convertirte en mi marioneta privada, si eso es lo que te
preocupa, pero eso me da cierta ventaja en nuestras negociaciones—, dijo ella
suavemente, guardando las formas para no parecer que no tenía ni idea.
Su mano se levantó hasta su mejilla mientras él fácilmente percibía su
inestable confianza.
—Estás mintiendo.
—Como quieras. —Ella se encogió de hombros. — ¿Vas a venir conmigo o
no?
—Tal vez quiero desear algo más allá de...
—Estoy contando hasta tres, puedes venirte o quedarte, me importa una
mierda—, se apresuró a interrumpirlo.
—Oh, mi intención es venirme18 contigo—, le aseguró con una sonrisa
pecaminosa. —En más sentidos de los que puedes imaginarte.
—Uno—, dijo entre dientes.
—Y tú te vendrás conmigo.
—Dos.
Él rozó sus labios suavemente sobre su boca. — ¿Lo entiendes, dulce
Laylah?
—Tres.
Cuando la palabra cayó de sus labios, la niebla comenzó a girar, cada vez
más rápido a medida que el velo entre los mundos se hacía más fino. Maldita
sea. Ella había tomado su decisión y ningún arrogante chupasangre iba a
interponerse en su camino.
—Deseo permanecer en tu lado—, murmuró, agarrando su brazo justo
cuando ella empezó a cruzar el velo.

18 N.de T.: Juego de palabras, venir o venirse (to come) en inglés significa también
correrse, eyacular…

62
Se produjo la sensación de telas de araña pegándose a ella y las punzadas
de la electricidad que se convirtieron en puñaladas de un rayo mientras se
apretaba a través del velo. Y el dolor. Un dolor lo suficientemente fuerte como
para postrarla de rodillas, mientras se precipitaba a través de la niebla hacia
una oscuridad helada.
La combinación del dolor de la entrada y el shock de ser arrancados de las
efímeras brumas, y entrando en el mundo real de la piedra dura y el aire
húmedo, brevemente la desorientó. Ella inhaló temblorosamente.
Esta era la última vez que llevaba pasajeros en el viaje.
Poco a poco el dolor se despejó y Laylah fue consciente de su entorno.
Los túneles oscuros que corrían por debajo de las afueras de Londres. El
ligero aroma de la lluvia procedente de arriba. El sonido de las maldiciones de
Tane mientras luchaba por ponerse en pie. Y...
Percepción.
La percepción de Tane que vibraba en su interior. Mierda, ¿había
funcionado de verdad? ¿Había puesto una correa a un poderoso vampiro? Y, si
lo había hecho, ¿era algo bueno o el peor error en la historia del mundo?
Bastante segura de que era la opción del error, Laylah se distrajo al ver a
Levet yaciendo como una estatua congelada en el suelo del túnel alisado por el
desgaste.
—Mierda. —Se arrastró hacia adelante, tocando al pequeño demonio que
ahora estaba tan duro como el granito. — ¿Levet?
—Es la luz del día—, dijo Tane, su daga apretada en sus manos mientras
olfateaba el aire para decidir si había peligro. —No se despertará hasta el
anochecer.
Gracias a Dios. Con su actual racha de pésima suerte, temió haber matado
al pobre.
Recogiendo a la gárgola en sus brazos, se enderezó con un gemido. La
criatura pesaba una tonelada. A continuación, decidió que no había mejor
momento que el actual para poner a prueba su dominio sobre Tane, ella se
aclaró la garganta con nerviosismo.
—Es necesario que nos encuentres algún lugar a salvo para descansar.
Hubo una breve vacilación peligrosa y Laylah se tensó con la boca seca
por el miedo. Ella estaba demasiado debilitada por el paseo por las sombras
para luchar contra Tane si éste continuaba siendo libre.
De hecho, hasta que ella descansara y comiera, estaba totalmente a su
merced.
No era el pensamiento más reconfortante.

63
Preparada para lo peor, Laylah casi cayó de rodillas de alivio cuando Tane
le ofreció una reverencia burlona.
—Tus deseos son órdenes para mí, señora. Por aquí.
Se volvió para desplazarse fluidamente a través de un túnel lateral, sin
molestarse en ver si ella le estaba siguiendo o no. Esperaba que fuera una señal
de que su poder por lo menos había sido amortiguado.
En silencio se movieron a través de los pasillos estrechos. Laylah sabía que
estaba asumiendo un riesgo desesperado. Si ella no se hubiera vuelto
esquizoide con la necesidad de buscar información acerca de los Genios, podría
estar ya de vuelta bajo la protección de Caine con el bebé a salvo a su cuidado.
En cambio, estaba arriesgándolo todo, ¿para qué?
¿Información? ¿Confirmación?
Perdida en sus cavilaciones, Laylah se dejó guiar por el laberinto de
túneles, sólo vagamente consciente de que se dirigían fuera de Londres.
Casi media hora más tarde, sin embargo, ella fue arrancada de su
peligrosa distracción. Se detuvo abruptamente, sus ojos se estrecharon con
sospecha.
—Detente—, le ordenó.
Con un gruñido bajo, Tane se dio la vuelta para apuñalarla con un gesto
de impaciencia.
—Laylah, no tenemos mucho tiempo hasta que tu olor comience a llamar
la atención de forma no deseada.
Ella correspondió a su mirada feroz con otra idéntica. Si se las había
arreglado para someterlo, ya estaba demostrando ser el peor esclavo de todos
los tiempos.
—Estoy más interesada en el olor que ya está aquí—, gruñó. —Me has
traído a una guarida de vampiros.
Se encogió de hombros, completamente impenitente. — ¿Qué lugar podría
ofrecerte más protección?
—Sí, y cuando se enteren de que tu acompañante es una medio Genio me
servirán para la cena.
Sin previo aviso él estaba parado de pie justo delante de ella, con los ojos
brillando con una intensidad aterradora.
—No hay ni la más mínima posibilidad de que otro vampiro vaya a
hundir sus colmillos en ti—, juró, con la voz áspera con un indicio de posesión
masculina. —No mientras yo viva.

64
Ella ignoró la extraña excitación que se lanzó como una flecha en dirección
a su pelvis. Ella no iba a ser distraída de nuevo.
—No voy a meterme en una trampa.
—Confía en mí, dulzura, si decidiera conducirte a una trampa, tú nunca lo
verías venir.
Ella apretó los dientes. —No estás ayudando.
Él hizo una resignada apelación a la paciencia. —Víctor es el jefe del clan
de Londres. Necesitaremos su permiso si tienes la intención de quedarte más
que unas pocas horas.
Ella hizo una mueca. Lo último que quería era más vampiros. Uno ya era
bastante, muchas gracias.
—Lo que necesitamos es una bruja que esté dispuesta a vendernos un
amuleto para ocultar nuestro olor—, replicó ella.
Esperando una discusión, la sorprendió con la guardia baja cuando él se
encogió de hombros.
—Otra razón más para acercarse a Víctor.
— ¿Él tiene una bruja en nómina?
—En realidad se apareó con una.
— ¿En serio? —Ella sacudió incrédulamente su cabeza. La magia era el
único poder contra el que un vampiro no tenía defensa alguna. Ni siquiera
podían sentir un hechizo hasta que era demasiado tarde. Como resultado, ellos
tenían un odio patológico tanto por las brujas como por los magos. — ¿Una
bruja y un vampiro? ¿No es eso ilegal o algo así?
—O algo así—, dijo secamente, manteniendo sus propios pensamientos
acerca de un vampiro tomando a una bruja como compañera cuidadosamente
escondidos. Sin duda una buena medida de precaución. —En realidad, Juliet es
medio bruja y medio demonio, con un talento poco común que le permite
detectar artefactos mágicos. Si alguien tiene un amuleto de repuesto por ahí
para ocultar a alguien esa será ella.
— ¿Y esa es la única razón por la que me has traído aquí? —Preguntó,
concentrándose en su tenue percepción de Tane, en un intento de imponer su
voluntad. —La verdad.
—He oído rumores de que Víctor tuvo un breve encuentro con un Genio.
Su expresión pensativa hacía imposible saber si estaba siendo coaccionado
para decir la verdad o simplemente siguiendo el juego.
— ¿Recientemente?
—Supongo que es una cuestión de perspectiva.

65
Sus cejas se apretaron. —Tane.
—Hace unos pocos cientos de años.
— ¿Qué pasó?
Cruzó los brazos sobre su pecho desnudo, haciendo que sus músculos se
ondularan bajo su piel dorada. —Esa es su historia, es él quien deber contártela.
Ella se apartó de su belleza irresistible mientras consideraba sus opciones.
O su falta de opciones.
Si Víctor tenía la información que ella deseaba, ¿qué otra cosa podía hacer
más que acercarse a él? Incluso si eso significaba desafiar al león en su guarida,
por así decirlo.
Además, Tane tenía razón, que su exasperante alma se pudra en el
infierno.
Sin protección ella pronto estaría a merced de todos los demonios de
Londres que quisieran ganarse puntos de Chica Scout con la Comisión
entregando a una mestiza renegada.
— ¿Y juras que no vas a utilizar a los vampiros para romper mis ataduras
sobre ti? —Preguntó ella.
—Te lo juro. —Él se llevó la mano a ese hermoso tórax. Laylah tragó un
gemido. Estaba aterrorizada, cansada y cubierta de suciedad, pero un calor
líquido corría a través de ella ante la idea de besar y mordisquear y lamer,
abriéndose un camino por esa piel dorada y suave, hasta alcanzar la cintura de
sus pantalones de color caqui y el... —Laylah.
El gruñido áspero de Tane la hizo levantar de golpe la cabeza para mirarlo
a sus ardientes ojos, con un rubor tiñéndole las mejillas al ver sus extendidos
colmillos y su expresión rígida mientras éste combatía su reacción salvaje a su
excitación.
—Está bien, vamos—, murmuró.
Apretó la mandíbula, su necesidad de actuar como un cavernícola era una
fuerza tangible en el aire. Luego, con un esfuerzo desalentador, se dio la vuelta
y la condujo a través de la oscuridad.
Laylah lo siguió en silencio, enojada por su fijación persistente con él. No
es que su jadeante anhelo fuese una sorpresa. Se había pasado la mayor parte
de su vida en una pequeña granja en el interior remoto de Australia antes de ser
capturada por el mago y escondida en Siberia. Después de que Caine la hubiera
rescatado tuvo que tener en cuenta al bebé, lo que significaba que se mantuvo
casi como una ermitaña, no importaba donde viajaran.
Los demonios machos habían sido pocos y distantes entre sí. Y los del tipo
alto, oscuro y orgásmico habían sido prácticamente inexistentes.

66
¿Era de extrañar que sus hormonas se lanzaran en hiperactividad?
Habían viajado sólo unos cuantos kilómetros cuando a Tane desaceleró su
ritmo a un simple rastreo, y miró por encima del hombro. —Espera aquí—, le
ordenó.
—No...
Sin darle la oportunidad de que le ordenara que le explicara lo que iba a
hacer, Tane desapareció por un túnel lateral, dejando a Laylah sola para arder
de frustración.
Él, muy ciertamente, era el peor esclavo de todos los tiempos.

Los instintos de Tane estaban en alerta máxima cuando se detuvo y esperó


a que el vampiro que le acechaba hiciera su aparición. Él estaba asumiendo un
riesgo.
No sólo por entrar en el territorio de otro vampiro sin previo aviso, sino
por traer a Laylah entre sus hermanos.
El clan de Víctor no tenía motivos para proteger a una mestiza Genio y sí
tenían todas las razones para entregarla a los Oráculos con toda la velocidad
posible. Nadie quería estar en el lado equivocado de un enfrentamiento cuando
se trataba de la Comisión.
Pero él no tenía mucha elección. Ya el olor de Laylah se estaba
extendiendo a través de los túneles. Tenía que llevarla a la protección de la
guarida de Víctor. Cuanto antes, mejor.
¿Por qué?
Sus labios se curvaron con una sonrisa triste.
Quería justificarse diciendo que era porque ella lo había atado con su
magia. Después de todo, era mucho menos perturbador creer que su reacción a
ella, que constantemente lo estaba importunando, era debido a un hechizo en
lugar de algo mucho más peligroso.
En su lugar, culpó de su negativa a cumplir con su deber a la creciente
sospecha de que había fuerzas que giraban alrededor de Laylah y de su
misterioso bebé que podrían impactar directamente con el futuro.
Hubo una brisa gélida cuando un vampiro de una fuerza considerable se
acercó y con un movimiento deliberado él metió la daga en la cintura de sus
pantalones de color caqui y levantó las manos en un gesto de paz.
— ¿Uriel? —le llamó suavemente, después de haber conocido al segundo
al mando de Víctor hacía casi tres siglos.

67
En el momento justo en que un vampiro alto con un halo de rizos castaños
y grandes ojos marrones apareció a la vista.
Una cínica sonrisa curvó los labios de Tane ante el aire de cándida
juventud que envolvía a Uriel con sus vaqueros descoloridos y su camiseta
casual. Su aparentemente angelical aspecto había sido la causa de la caída de
muchos enemigos. Y uno que Tane nunca había sido lo suficientemente
estúpido como para cometer.
Aunque...
Frunció el ceño, dándose cuenta de que el poder del joven vampiro había
aumentado significativamente desde su último encuentro.
Extraño. Por lo general, un vampiro desarrollaba todo su potencial pocos
años después de su conversión. Nunca había oído hablar de que ninguno
adquiriera más poder siglos después de madurar desde su etapa de expósito.
Un misterio, pero uno que no tenían tiempo para dedicarle.
No cuando Uriel estaba acariciando una espada que podía cortarle la
cabeza a un troll.
—No tuvimos ningún aviso de que un Caronte iba a venir a Londres—,
dijo Uriel, su tono anodino no disimulaba su aversión a la presencia de Tane.
Tane se encogió de hombros, habituado a los menos que cordiales saludos.
Sus hermanos o bien le tenían miedo, o lo odiaban.
Ninguno de ellos quería ser su mejor amigo para siempre.
—No estoy aquí en misión oficial.
Uriel no parecía reconfortado. — ¿Estás aquí de vacaciones?
—No exactamente. Tengo que hablar con Víctor. —Tane extendió sus
sentidos, con las cejas apretándose juntas cuando tardíamente se dio cuenta de
que debería haber sido capaz de sentir el poder de la firma de Víctor a estas
alturas. A diferencia de Viper, el jefe del clan de Chicago, el gran jefe de
Londres nunca era sutil. Su presencia era como una maza. —No está en
Londres—, ausentemente murmuró.
—Él está de viaje al norte.
Los dedos de Uriel se crisparon sobre la empuñadura de su espada ante el
inconsciente despliegue de Tane de su talento.
Era un Caronte que podía encontrar a su presa con una habilidad infalible.
—Víctor se vio obligado a viajar a Dublín para reunirse con Lansbury, el
actual Príncipe de las hadas—, le confesó de mala gana.
— ¿Algún problema?

68
—Hay rumores entre los Feys de que se han producido avistamientos de
Sylvermyst.
—Imposible. —Tane negó instintivamente esa nefasta posibilidad. Los
Sylvermyst eran los primos lejanos de los Fey con un gusto por el mal que hacía
que los vampiros parecieran boy scouts. —Fueron expulsados hace siglos junto
con el Señor Oscuro.
—Y así lo fueron también cualquier cantidad de criaturas que han logrado
hacer apariciones no bienvenidas durante los últimos años—, dijo Uriel
secamente.
Tane hizo una mueca. —Es cierto.
Con un movimiento brusco, Uriel giró la espada sobre su cabeza y la
metió en una funda de cuero atada con correas a su espalda. — ¿Por qué estás
aquí, Tane?
Más divertido que ofendido por el descortés acercamiento de su
compañero, Tane sonrió.
—Obviamente Víctor no te contrató por tus habilidades diplomáticas.
—Me contrató para mantener la paz. —La mandíbula de Uriel se apretó.
—Algo que ha sido bastante difícil últimamente sin meter a un Caronte en la
ecuación.
Tane movió una ceja hacia arriba. Él simpatizó con el predicamento de
Uriel. El creciente malestar en todo el mundo de los demonios era una putada
para todos. Pero él estaba aquí con un propósito y nadie iba a interponerse en
su camino.
— ¿Estás tratando de dar a entender que no soy bienvenido?
—Tenerte aquí es como tirar gasolina sobre las ascuas de un fuego.
—No es mi culpa que no puedas controlar a tu gente—, Tane se burló.
— ¿Gente?
— ¿Secuaces? ¿Lacayos? ¿Aduladores?
Uriel hizo un sonido de impaciencia. —Nuestros secuaces no son los
únicos que están inquietos. Parece como si todo el mundo estuviera sentado
sobre un barril de pólvora. Tu llegada...—Uriel interrumpió sus palabras, la
sorpresa dilatando sus ojos. — ¿Qué demonios? ¿Eso es un Genio? ¿Y una
gárgola? —Él miró por encima del hombro de Tane. —Mierda, ¿tienes deseos
de morir? Víctor va a matarte.
—Muchos lo han intentado. —Tane dio unos pasos hacia delante, ya había
terminado con la charla cortés. Necesitaba poner a Laylah a salvo. —Busco
refugio. ¿Va a ofrecérmelo?

69
—Como si tuviera elección—, Uriel murmuró. —Styx ha ordenado que a
sus Carontes se les dé tolo lo que pidan. Ese es un as en la manga bastante
grande para usarlo por donde quiera que vayas.
Tane retiró sus labios para desnudar sus colmillos. —Tengo un as más
grande.
—Bien—, el vampiro más joven a regañadientes consintió. —Puedes
quedarte en las mazmorras.
—Uriel...
—Escúchame.
Tane estrechó su mirada. —Habla rápido.
—Como he dicho, los nativos han estado rumoreando y es mi deber evitar
que estalle el caos total—, Uriel señaló. —Los calabozos están ocultos por
ilusiones y protegidos por hechizos. Eso mantendrá tu presencia en Londres
oculta. Al menos hasta que Víctor regrese.
—Y un medio eficaz de encerrarme en una celda ineludible.
La aguda risa de Uriel se hizo eco a través del túnel estrecho. — ¿Y
arriesgarme a la ira de nuestro Anasso?
Tane permitió que su poder cortara el aire. —La ira de Styx sería la menor
de tus preocupaciones.
—Maldita sea, lo he entendido. —Uriel levantó una mano. —Confía en mí.
Tane hizo a un lado su reacción inicial y se obligó a considerar la
sugerencia. Él realmente no temía que Uriel intentara atrapar a un Caronte. A
pesar de su escaramuza en la cueva, pocos vampiros eran tan estúpidos. Y las
mazmorras ofrecerían a Laylah el escondrijo que tan desesperadamente
necesitaba.
Por ahora podía dejar a un lado su desmedido orgullo.
—Supongo que proporcionarían una protección temporal. ¿Hay
prisioneros?
—No en la actualidad.
Él asintió, con la decisión tomada. —Quiero una habitación con las
comodidades adecuadas.
—Por supuesto.
Una sonrisa repentina curvó su boca. —Y privacidad.
— ¿Privacidad?
—Paredes gruesas, cadenas convenientes en la pared, privacidad con
insonorización.

70
La expresión de Uriel era ilegible. — ¿Supongo que vas a compartir la
habitación con la Genio?
Oh, tenía la intención de compartir algo más que una habitación con la
Genio.
Él había estado sufriendo con una necesidad primitiva de reclamar a
Laylah desde el momento en que había captado su esencia en los túneles.
Ahora, su necesidad devastadora amenazaba con desbordarlo todo, incluso su
sentido de auto-preservación.
Tenía que tenerla en su cama.
Y pronto.
—Lo haré.
— ¿Y la gárgola? —Preguntó Uriel.
Tane se encogió de hombros. Laylah había acabado de ser la niñera del
pequeño detestable demonio. Incluso si ella aún no lo sabía.
—Esa es tu decisión, aunque yo te sugeriría si lugar a duda el fondo del
Támesis.
Uriel se estremeció. — ¿Por qué tengo la desagradable sospecha de que sé
quién es esta gárgola en particular?

Laylah miró inquieta sobre su hombro, maldiciendo a Tane por


abandonarla en los túneles húmedos.
Con cada segundo que pasaba su olor se extendía a través de Londres,
atrayendo a los demonios como una señal de rastreo. Ese hecho la estaba
poniendo nerviosa. Como si hubiera un par de ojos invisibles observándola
desde la oscuridad.
Y si eso no fuera suficientemente malo, sus brazos estaban empezando a
doler por tener que cargar con el inconsciente Levet.
Era como cargar con un camión de cemento.
Por suerte, justo cuando estaba considerando la posibilidad de encontrarse
su propio refugio, vio como Tane salía de un túnel lateral junto con un vampiro
alto con el rostro de un ángel.
—Laylah. Este es Uriel. —Tane se movió para ponerse a su lado. —El
segundo al mando de Víctor.
La mirada de Uriel permaneció desviada, como si no pudiera soportar
mirar en su dirección.
—Me he encargado de tu privacidad.

71
Ella frunció el ceño en confusión. — ¿Privacidad?
Sin previo aviso, Tane le arrebató la gárgola dormida y la empujó hacia el
reacio vampiro.
—Ten.
Ella vio con confusión como Uriel agarraba uno de sus atrofiados cuernos,
permitiendo que la Gárgola colgara a su lado.
— ¿Qué estás haciendo con Levet?
—Es un viejo amigo de Uriel—, Tane le aseguró. —Los dos tienen un
montón de cosas que contarse para ponerse al día.
Uriel le lanzó a Tane una mirada que debería haberlo dejado muerto.
—Estás en deuda conmigo, Caronte.
Con su advertencia entregada, el vampiro se largó por el túnel opuesto,
mientras Tane la conducía a través del túnel por el que acababa de salir.
— ¿Qué está pasando?
—He negociado el refugio seguro que me exigiste—, Tane le explicó,
haciendo un alto en el camino para empujar una puerta de pesado plomo que
bloqueaba el pasadizo.
Laylah hizo una mueca mientras entraba en la gran mazmorra que
contenía una serie de celdas revestidas de hierro.
— ¿Aquí?
Él le agarró la mano para instarla a ir al otro lado de las celdas. — ¿Estabas
esperando el Ritz?
—Por supuesto que no. —Ella se estremeció, no preparada para confesar
que la mazmorra a la fuerza le recordaba los meses de pesadilla que pasó como
prisionera del mago.
Un demonio inteligente no revelaba traumas de la infancia frente a los
vampiros pecaminosamente atractivos. No cuando eran maestros de la
manipulación emocional.
Además, odiaba parecer débil.
Al fin, al llegar al otro lado de la mazmorra, Tane abrió una puerta y se
apartó para que ella entrara.
Con cautela ésta entró en la habitación, aliviada al descubrir que se habían
esforzado para añadir algunas comodidades.
Había una cama ancha, con una colcha cosida a mano, y dos sillones
colocados cerca de una chimenea de ladrillo. Había incluso una librería con
volúmenes encuadernados en cuero apilados en los estantes.

72
O era una habitación utilizada por un guardia o para...
Visitas conyugales.
Una punzada de excitación la atravesó. Una dulce y traicionera excitación
que la hacía desear olvidar que estaba en un calabozo húmedo con un vampiro
que la arrastraría a la muerte que la estaba esperando en el mismo instante en
que se librara de la correa con la que lo tenía atado.
Lentamente se volvió para descubrir a Tane cerrando la pesada puerta y
apoyándose contra ella con un abandono que se burlaba de sus propios
músculos tensos. El aliento le fue arrebatado de sus pulmones.
Él era magnífico. Desde el satinado azabache de su cresta mohawk, con el
pecho desnudo y el vientre plano que se ondulaba con los músculos, la
envergadura de sus poderosas piernas, rezumaba potencia masculina.
Y sexo.
Él rezumaba montones y montones de sexo.
Su estómago se apretó mientras su mirada color miel viajaba
descendiendo por su cuerpo rígido con una lenta apreciación, demorándose en
los pezones que se estaban endureciendo y que eran visibles bajo su camiseta.
Dioses. Ella quería lanzarlo sobre la cama y frotarse contra ese duro
cuerpo dorado hasta que la inmovilizara debajo de él, y la tomara con un
hambre voraz.
Fácilmente consciente de su creciente excitación, Tane se empujó de la
puerta, moviéndose como un felino depredador que había captado el olor de su
presa.
Laylah instintivamente retrocedió, con la boca seca y su corazón tronando
en su pecho.
— ¿Tú vas...?
— ¿Sí? —Tane la instó cuando sus palabras se apagaron.
— ¿Tienes una habitación cerca?
Con una gracia fluida, tiró la daga al suelo junto a la cama, luego con un
tirón de un botón, dejó caer los pantalones cortos de color caqui para revelar
toda su gloria masculina que ya estaba totalmente erecta y con ganas de dar
placer.
—Se podría decir que sí.
El calor abrasaba por sus venas, acumulándose en la boca de su estómago.
Ella tenía una pequeña y patética experiencia en lo que se refería a los hombres,
pero estaba bastante segura de que Tane sabía exactamente qué hacer con ese
muy muy hermoso instrumento.

73
Y cómo hacer que una mujer suplicara por más.
— ¿Qué estás haciendo?
Sonrió para revelar los colmillos completamente extendidos que brillaban
en la oscuridad.
—Poniéndome algo más cómodo.
¿Cómodo? No había ni una maldita cosa cómoda en las sensaciones que
asaltaban a Laylah.
Su piel era demasiado estrecha para su cuerpo, sus pechos estaban
pesados y sus pezones excitados hasta convertirse en picos dolorosamente
sensibles. Y había un dolor hueco entre sus piernas que estaba demandando ser
llenado.
Ella se tragó un gemido.
Era una maldita pena que él fuera su enemigo.
De lo contrario...
De lo contrario él estaría en esa cama y ella estaría haciendo realidad unas
pocas docenas de fantasías.
—Bueno, ve y haz tu striptease en tu propia habitación—, murmuró.
— ¿Cuál es el objetivo de un striptease si no hay nadie para disfrutarlo? —
Dijo arrastrando las palabras, envolviéndola de repente con sus brazos y
sonriendo al ver su expresión cautelosa. —Además, tengo la intención de que
mi deseo me sea concedido.

74
Capítulo Seis
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Rozando las manos por la espalda de Laylah, Tane saboreó el rico olor de
su excitación que perfumaba el aire.
Podía enojarse y resoplar y mirar con fuerza todo lo que quisiera, pero no
podía ocultar la verdad. Ella lo deseaba con una furia que no podía contener.
— ¿De qué estás hablando? —le preguntó, su voz sin aliento haciendo
sonreír a Tane. Él era un vampiro famoso por sus proezas sexuales, pero está
demonio se las arreglaba para hacerle sentirse tan inseguro como un novato.
—Te saqué de la bruma.
Bajó la cabeza para llenar sus sentidos con su aroma a lluvia fresca.
—Pero ese no era mi deseo.
Ella se estremeció. —Tú...
—Deseé estar a tu lado.
—Tane. —Hubo otro temblor cuando encontró el lugar en la curva de su
cuello que hacía que su pulso se acelerara y la respiración se le entrecortara.
—Te ordeno que te vayas a tu habitación.
—Tus deseos son órdenes para mí—, murmuró, alzándola en sus brazos
para posarla sobre la cama cercana.
Sus ojos se abrieron como platos cuando él la siguió en su descenso,
tumbándose al lado de su reclinado cuerpo.
— ¿Por qué no te vas?
—Podría deberse a que esta es mi habitación. —Trazó el contorno de un
pezón erecto a través de su camiseta.
—Pero más probablemente sea porque tú realmente no quieres que me
vaya.
—Arrogante—, ella dijo con voz ronca incluso mientras su espalda se
arqueaba en silenciosa invitación.
Él se rió entre dientes, enterrando la cara contra el calor de su garganta.
—Mestiza obstinada.

75
El hambre se disparó a través de él y su polla se convulsionó
dolorosamente. Podía oler la dulce sangre que se precipitaba justo bajo el calor
satinado de su piel. Era enloquecedor.
Murmurando palabras alentadoras en su antigua lengua, le agarró
bruscamente el escote de su camiseta y con un tirón se la había arrancado de su
cuerpo.
Abrió los labios en señal de protesta, pero antes de que pudiera castigarlo
con su lengua aguda, él liberó un hilillo de su poder mientras sus dedos
ahuecaron la suave curva de su pecho.
Ella se quedó sin aliento mientras se resistía sumida en un placer
impotentemente, sus hermosos ojos muy abiertos por la sorpresa.
— ¿Qué demonios fue eso? —Susurró ella.
Él sonrió. Tenía varios talentos especializados: sus habilidades de caza
alucinantes, su fuerza bruta, su astucia y una rara habilidad para concentrar su
poder hasta que éste estaba justo en el punto exacto de placer mientras éste
corría a través de su pareja.
Él se movió sobre ella, su lengua perfilando la exuberante curva de sus
labios.
—Tengo más talentos aparte de matar, dulzura.
—Oh.
Sus ojos se cerraron cuando él le aplastó los labios en un beso de absoluta
posesión. Tane gimió mientras saboreaba su dulce fuego, golpeado por un
pesar extraño por encontrarse en un calabozo húmedo, en vez de rodeados por
el lujo elegante que Laylah se merecía.
Ella debería yacer sobre sábanas de satén con almohadas de terciopelo
bajo su cabeza y champán derramado sobre esa magnífica piel de marfil.
Más tarde, se prometió a sí mismo en silencio, ignorando por completo el
hecho de que los únicos planes que debería estar haciendo para el futuro eran
entregar a la hembra renegada a la Comisión.
Él era un vampiro sumido en la lujuria.
No se suponía que debiera estar pensando con claridad.
Saqueando sus labios entreabiertos una y otra vez, importunó su pezón
con la yema del pulgar, su polla apretada contra su esbelta cadera.
— ¿Otra vez? —murmuró.
Ella se estremeció con anticipación. —Sí.
Con cuidado él liberó una llamarada de poder, cubriendo su boca con un
beso feroz mientras ella gritaba de pasión. Él gruñó en señal de advertencia

76
mientras ella se retorcía contra él, frotando su erección y amenazando con
acelerar las cosas a un ritmo más rápido de lo que había previsto.
—Laylah…
Con esfuerzo, suavizó el beso, sus manos acariciando la depresión de su
cintura y el ensanchamiento de su cadera. Sus dedos se curvaron sobre su carne
suave, intentando mantenerla quieta. Mierda. ¿Quién hubiera pensado que
después de tantos siglos una pequeña mestiza podría amenazar con
acobardarlo?
Sus labios recorrieron su mejilla, saboreando su piel perfecta con una lenta
apreciación. Su lengua trazó el contorno de su oreja, mordisqueando el lóbulo
antes de buscar el pequeño hueco más abajo. Se sentía perfecta en sus brazos.
Esbelta, pero con una fuerza oculta que le hacía palpitar con dolorosa
expectación.
Ya podía imaginar sus piernas envueltas alrededor de su cintura,
manteniéndolo prisionero mientras se empujaba profundamente dentro de su
cuerpo dispuesto, enviándolos a ambos al paraíso.
Sus colmillos rasparon su hombro, fuertemente recordándole que él tenía
más de un apetito por el cual adolecía en su necesidad de satisfacerlo.
Todavía no, una voz le advirtió desde el fondo de su mente. La
alimentación durante el sexo era una intimidad que conllevaba una absoluta
confianza.
Algo de lo que tristemente carecían, en lo que a Laylah se refería.
Con un gemido se resistió a la compulsión de deslizar sus colmillos a
través de la piel de seda, y en vez de eso, se trasladó para chupar uno de sus
tensos pezones entre sus labios, usando su lengua para hacerla arquearse y
gemir con una pasión creciente.
Al final, tendría el dulce sabor de su sangre en la lengua.
Hasta entonces, él podría saciar al menos un anhelo.
Usando la punta de su lengua para rodear el pezón firmemente
endurecido, Tane permitió que sus dedos aflojaran su dominio sobre su cadera
y le acarició el muslo. Se estremeció cuando ella separó de buena gana sus
piernas, permitiéndole un acceso total. Ella estaba ya mojada y resbaladiza,
preparada para su penetración.
Gracias a los dioses.
A punto de rodarla sobre su espalda para que él pudiera montarla, Tane
fue tomado por sorpresa cuando en vez de eso se encontró siendo empujado
hacia atrás con Laylah a horcajadas sobre él.
—Maldita sea—, murmuró, su pelo de punta como un halo carmesí en
torno a su bello rostro y sus ojos ardiendo con un deseo salvaje. —Hagámoslo.

77
Estudió sus mejillas encendidas con una mirada entornada.
Su cuerpo estaba gritando con sincera aprobación ante su impaciencia
libidinosa. Rara vez se acostaba con mujeres agresivas, pero la vista de Laylah
posada desnuda encima de él, sus pechos firmes a fácil alcance de su boca y la
entrada de su cuerpo presionada tentadoramente contra su totalmente excitada
polla, fue suficiente para que él apretara los dientes ante el inminente clímax.
El más mínimo movimiento y esto sería el tipo de encuentro don-rapidito.
—Tranquila, dulzura—, la engatusó, sus dedos agarrando su culo
mientras ella se retorcía contra él.
— ¿Tranquila? —Ella miró su expresión firmemente contenida. — ¿Sabes
cuánto tiempo ha pasado para mí?
Él frunció el ceño, algo primitivo y posesivo revolviéndose muy
profundamente dentro de él. No reconoció la emoción, pero ésta violentamente
protestaba ante el pensamiento de que cualquier mano, excepto la suya, tocara a
esta mujer.
— ¿El Cur? —le preguntó. Había tenido la intención de dejar a Caine para
que Salvatore lo matara, pero si había puesto sus manos sobre Laylah, entonces
drenaría al bastardo él mismo.
—Un socio ideal para el crimen, pero no para la cama. —Ella se
estremeció, respirando entre jadeos minúsculos. —Dios, yo... me duele.
Sus dedos se apretaron sobre sus caderas. —Espera.
Ella frunció el ceño con impaciencia. — ¿Qué?
—No vas a fingir que me deseas sólo porque has estado atravesando un
período de sequía.
— ¿Qué pasa, Tane? —Se burló. — ¿Le he hecho daño a tu frágil ego?
—No deberías desafiarme, dulce Laylah—, le gruñó en señal de
advertencia.
— ¿O qué?
Una lenta sonrisa curvó sus labios. —Te prometo que te haré suplicar.
—Ni siquiera en tu más salvaje... oh... oh... —Su cabeza cayó hacia atrás,
con los ojos apretándose cerrados cuando él soltó una descarga de energía. Sus
uñas se clavaron en su tórax, el ligero dolor haciendo que sus caderas se alzaran
de placer. —Maldita sea—, murmuró. —Eso no es justo.
Agarrando sus caderas le hizo frotarse contra la dura longitud de su
erección, siseando ante la exquisita sensación.
—Pero te gusta—, dijo él, su mano acariciando la curva de su cintura y
más arriba para ahuecar su pecho.

78
—Yo no he dicho eso.
Su sonrisa se ensanchó mientras su suave suspiro de aliento llenó la
habitación.
—Tus gemidos de placer te delataron.
Ella inhaló profundamente, abriendo los ojos para revelar un destello
peligroso en aquellas oscuras profundidades.
— ¿Lo hicieron? Bueno, tal vez deberíamos descubrir lo que te gusta a ti.
Antes de que pudiera adivinar su intención ella estaba inclinándose hacia
adelante, deliberadamente frotando sus pechos contra su tórax antes de rozar
su boca sobre sus labios.
La caricia fue tan suave como una pluma, pero Tane se sacudió como si le
hubieran dado un puñetazo en el estómago. Era esta mujer. Su toque, su olor,
sus suaves sonidos de placer. Todo eso combinado enviaba su lujuria a
hipervelocidad.
Igual de gentilmente entreabrió los labios, recorriendo con su lengua la
longitud de su enorme colmillo. Él gimió preguntándose si ella sabía lo qué
demonios estaba haciendo con él.
—Ten cuidado de que no estés comenzando algo que no estás preparada
para culminar—, dijo con voz ronca.
—Me estoy asegurando de que tú estés preparado. —Ella se rió,
extendiendo besos por su mandíbula apretada. Luego, con un desprecio
perverso por su contención hecha añicos, ella forjó un camino desvergonzado
sobre su pecho y viajando hacia el sur.
Sus manos agarraron la sábana debajo de él mientras lo atormentaba con
ligeros pellizcos y mordisquitos, tocándolo por todas partes excepto donde más
le dolía.
Sádica.
Levantando la cabeza de la almohada, miró hacia abajo a su torturadora,
sus palabras de protesta muriendo en sus labios cuando vio sus hermosos
rasgos absortos mientras se concentraba en su tarea auto-impuesta y su
reluciente pelo brillando como el fuego.
La mera visión fue casi suficiente para hacerle correrse.
Entonces su pequeña lengua asomó y le lamió desde la base hasta la
punta.
Tane rugió de placer, sus dedos deslizándose por su pelo mientras sus
labios se separaban y los cerraba alrededor de su glande, su lengua haciendo
cosas que amenazaban con esclavizarlo mucho más eficazmente que su magia
de Genio.

79
Con intención obvia de castigarlo, lo exploró con los labios y con la
lengua, su caricia un ejercicio lento y deliberado de tormento.
Él gimió, por fin agarrándole los hombros y tirando de ella hacia arriba
sobre su cuerpo.
—Si me preparas más, nuestra diversión se habrá terminado antes de
comenzar—, murmuró.
Ella bajó la mirada hacia él, un indicio de satisfacción y de diversión
brillaba en sus ojos oscuros mientras se sentaba a horcajadas sobre sus caderas.
— ¿Qué pasa con la famosa resistencia de los vampiros? ¿Supongo que era
demasiado bueno para ser verdad?
Sus instintos depredadores se encendieron. Un desafío directo.
Con un movimiento demasiado rápido para que ella pudiera anticiparlo,
Tane se rodó para que el delgado cuerpo de ella estuviera atrapado debajo de
él, con las manos presionadas contra su tórax y los ojos muy abiertos.
— ¿Quieres resistencia? —Él rozó sus labios a lo largo de la línea de su
obstinada mandíbula y raspó con sus colmillos a lo largo de su cuello. Él sonrió
mientras ella se estremecía en respuesta. —Te puedo dar toda la resistencia que
puedas necesitar.
—Tane...
Sus palabras se apagaron con un suspiro cuando sus labios se cerraron
sobre la punta de su pecho, su lengua burlando el pezón erecto antes de
arrastrarse más abajo hacia el centro de su cuerpo, haciendo una pausa para
hundirse en su ombligo, antes de que él estuviera colocándose entre sus piernas
abiertas para el más delicioso festín.
Ahogándose en la esencia de su excitación, Tane mordisqueó la parte
interna de su muslo, con una sonrisa curvando sus labios mientras su suave
gimoteo llenaba el aire.
Con deliberado cuidado, volvió la cabeza para deslizar su lengua
suavemente en el calor expectante de su cuerpo. La acarició a través de su
jugosa miel, una, y luego dos veces, con las manos presionadas contra sus
piernas mientras ella se arqueaba bajo el feroz placer. Tane apenas había
encontrado la pequeña protuberancia que había estado buscando antes de que
Laylah hubiera logrado agarrar su cresta mohawk y luchaba por tirar de él
hacia arriba.
—Por favor.
Tane tenía toda la intención de hacerla sufrir como le había prometido,
pero su polla estaba a punto de explotar, amenazando con avergonzarlo.
Incorporándose, observó a la mujer echada debajo de él, con los ojos
oscurecidos por la pasión y los labios entreabiertos con anticipación. Su mirada

80
se deslizó por la perfecta figura de marfil, con los pechos rosados erguidos y sus
ligeramente ensanchadas caderas.
Una impresionante y hermosa criatura.
Que era de él.
Toda suya.
—Tus deseos son órdenes para mí—, él juró en voz baja, sus manos
moviéndose debajo de sus piernas para alzarla.
Sus miradas se encontraron mientras él se deslizaba en su calor acogedor
con un golpe suave.
Tane se congeló cuando un éxtasis impresionante combinado con un
sentido de... corrección ardía a través de él.
Dios todopoderoso. Habría jurado que él sabía todo lo que había que saber
sobre el sexo.
Las mujeres con las que se había acostado habían sido compañeras de
entretenimiento por unas horas, y él había hecho considerablemente todo al
alcance de su poder para asegurarse de que ambos gozaban de su tiempo
juntos. Pero esto...
Esto lo estaba tocando en lugares peligrosos. Lugares que había
mantenido deliberadamente desconectados desde la noche del baño de sangre
propio de un dios atroz.
Haciendo caso omiso de las sensaciones peligrosas, Tane suavemente
gimió cuando lentamente retiró sus caderas antes de empujarse lentamente de
nuevo en su apretado canal. Sus manos ahuecaban su culo mientras observó sus
oscuras pestañas cerrarse, sus dientes mordiendo su labio inferior mientras se
bombeaba de nuevo en su cuerpo.
Magia. No había otra palabra para lo que estaba fulgurando a través de su
cuerpo.
Pura magia de Laylah.
Su lento y deliberado ritmo gradualmente se aceleró mientras sus caderas
se mecían hacia arriba para salir al encuentro de sus embates, su deseo inicial de
hacer que esto durase toda la noche arruinado por la promesa en ciernes del
paraíso.
Laylah estiró los brazos por encima de su cabeza, sus suaves jadeos tan
hermosos como cualquier música mientras ella alcanzaba el clímax.
Sus colmillos le dolían al sentir los ondulantes tirones sobre su polla, la
compulsión de reclamarla con su mordisco era casi abrumadora.
Entonces su propio orgasmo se apoderó de él, haciéndole olvidar todo
excepto el placer demoledor.

81
Les habían dejado esperando en los calabozos hasta que llegase la noche.
No es que Tane protestara.
Estaba temerariamente contento de compartir la celda diminuta con su
bella mestiza. Una actitud que podría haber tenido sentido si se hubiera pasado
las últimas horas saciando su lujuria persistente. ¿Qué vampiro no disfrutaría
de varias horas de sexo ininterrumpido?
Especialmente cuando se trataba de sexo alucinante, al límite, el mejor
sexo que nunca haya existido.
En cambio, Tane había sostenido a Laylah fuertemente en sus brazos
mientras ella había caído en un profundo sueño, claramente agotada por los
últimos días.
Hora tras hora, había velado por ella, negándose a permitir que nadie
entrara en la mazmorra, incluyendo a Uriel, para que no la molestara.
Estaba anocheciendo cuando sintió que Laylah comenzaba a revolverse y
dándose cuenta de que ella podría sentirse incómoda al tenerlo cerniéndose
sobre ella, abandonó la celda para que tuviera privacidad para ponerse los
pantalones vaqueros y la camiseta que Uriel había enviado abajo antes.
Ofrecer tal tierno cuidado era una experiencia poco familiar para él.
Era un asesino sin corazón, no una niñera para mestizos vulnerables.
No es que la mujer testaruda apreciara sus esfuerzos, reconoció mientras
se movía para bloquear la puerta de la celda, mirando su expresión terca con
una oleada de fastidio.
—Nosotros no vamos a discutir sobre esto, Laylah.
—Tú eres el que discute, no yo. —Ella lo apuñaló en el centro del pecho
con el dedo, sin duda deseando que fuera una estaca. Muchacha desagradecida.
—Voy contigo para hablar con el jefe del clan y eso es definitivo.
—Maldita sea, Laylah. —Sus manos se cerraron en puños apretados. —
Víctor no es un perro lame-culos como Caín a quien puedes manipular con una
sonrisa y una camisa demasiado ajustada.
Su rostro se enrojeció cuando ambos miraron hacia abajo a la camisa
elástica que encantadoramente se aferraba a cada curva.
—Hey, esto no fue idea mía.

82
La mandíbula de Tane se apretó. —Créeme, tengo la intención de tener
una larga charla con Uriel a la primera oportunidad que se me ofrezca.
—Como si tuvieras algo que decir respecto a lo que me pongo. —Ese era
un argumento ridículo.
¿Qué importaba lo que llevara puesto mientras pudiera correr fácilmente,
o incluso pelear, si fuese necesario sin quitarse la ropa?
Infiernos, su único interés en la indumentaria femenina había sido lo
rápidamente que pudiera deshacerse de ésta.
Ahora, sin embargo, la idea de que cualquier otro macho viera tanta piel
marfil de Laylah, y sus suaves curvas, estaba poniéndolo en modo homicida.
—Yo soy tu amante—, dijo con una arrogancia que trajo un destello de ira
a los ojos de ella. —Tengo la intención de tener voz y voto en todo lo que le
respecta a ti, dulce Laylah. —Él se quitó la sudadera gris con capucha,
dejándolo vistiendo nada más que un par de pantalones cargo. No es que
importara. El frío aire no le molestaba. Envolviéndola con el suave jersey, le
subió la cremallera, y dio un paso hacia atrás para mirarla con satisfacción. La
sudadera era demasiado grande, pero al menos la cubría desde el cuello hasta
bien por debajo de sus caderas. —Mucho mejor.
Ella extendió los brazos para mostrarle los puños que caían más allá de
sus manos.
— ¿En serio?
Él extendió la mano para tirar de la capucha sobre su cabeza, ocultando su
rostro en las sombras.
—Cuantas menos personas puedan describirte una vez que dejemos esta
guarida, mejor—, improvisó sin dificultad.
Poniendo sus ojos en blanco, se arremangó la sudadera sobre sus codos
antes de mirarle con impaciencia.
—Está bien. ¿Nos podemos ir?
—Como estaba diciendo antes de que me distrajeras, Víctor es un jefe de
clan vicioso que es conocido por golpear primero y preguntar después.
—Resistió el impulso de zarandearla para meterle algo de sentido en su cabeza.
—Si es verdad que tiene prejuicios contra los Genios, atacará antes de que yo
pueda protegerte.
—Yo no quiero tu protección—, le espetó. —Quiero respuestas.
—Entonces tal vez pueda ser de ayuda—, dijo una suave voz femenina
detrás de Tane.
Girando sobre sus talones, Tane maldijo en silencio su falta de atención,
sus colmillos completamente expuestos mientras observaba a la pequeña mujer

83
con una larga melena de rizos de oro rojizo, y ojos ligeramente rasgados que
eran del más pálido tono de verde, detenerse a tan sólo unos pasos de distancia.
Sin embargo, era el vampiro que se elevaba como una torre, con el pelo largo y
negro, y ojos de plata bordeados de negro, el que captó su atención.
El poder de Víctor era una fuerza tangible en el aire, desafiando la
agresiva necesidad de Tane de demostrar su superioridad. Nunca era
reconfortante tener a dos alfas en el mismo lugar.
—Tranquilos, chicos—, la mujer murmuró.
Tane envió a Víctor una sonrisa tensa. — ¿Chicos?
El jefe del clan de Londres se encogió de hombros. —Mi compañera tiene
un sentido del humor desafiante.
Hubo una breve pausa mientras los dos depredadores se familiarizaban el
uno con el otro. Tane aprovechó la oportunidad para recorrer con un vistazo
práctico el cuerpo delgado de la mujer vestida con pantalones vaqueros y un
jersey de manga corta antes de trasladar su mirada al imponente Víctor que
llevaba un par de pantalones de algodón oscuros combinados con una camisa
de seda de color carbón.
Pudo detectar fácilmente la daga plateada oculta bajo la camisa de Víctor y
captar el olor de la pistola metida en una funda en el tobillo. Hasta donde podía
determinar, la hembra no llevaba ningún arma.
Por lo menos no del tipo mundano de armas.
Ella tenía sangre de bruja corriendo por sus venas, lo que la convertía en
un peligro más que cualquier puñal o pistola.
—Un Caronte—, dijo Víctor, arrastrando las palabras, entornando los ojos
de plata. —Y una Genio. —Él olfateó el aire. —No. Medio Genio.
—Como bien dices—, Tane gruñó, encrespándose a modo de advertencia.
Se oyó el ruido de unos pasos detrás de él, a continuación, un golpe
completamente sin provocación directo al centro de su espalda cuando Laylah
sintió la necesidad de dar rienda suelta a su descontento.
Encontrándose con la mirada divertida de Víctor, de mala gana se movió
hacia un lado para que Laylah pudiera salir de la celda, con el rostro aún oculto
por la capucha.
—Mi nombre es Laylah.
—Un hermoso nombre—, la compañera de Víctor no se hizo esperar para
romper el tenso silencio, su sonrisa amable. —Soy Juliet y este es Víctor. —Ella
envió al vampiro a su lado una mueca irónica. —Mi compañero, cuando decida
reclamarlo.

84
Tane dio un paso hacia el jefe del clan, con el cuerpo rígido con la
compulsión de poner la mayor distancia posible entre Víctor y Laylah.
—Tengo que hablar contigo en privado—, exigió.
Laylah lo agarró del brazo. —Tane...
—Debo advertirte, Laylah, que es una pérdida de tiempo discutir con los
vampiros—, Juliet murmuró, moviéndose para colocar un brazo alrededor de
los hombros de Laylah.
—Pero tengo preguntas.
—Eso he oído. Ven conmigo. —Juliet instó a Laylah a caminar por el
corredor entre las celdas, obviamente dirigiéndose a las escaleras cercanas.
—Creo que tengo las respuestas que deseas.
Las cejas de Tane se apretaron con incredulidad al ver a las dos mujeres
desaparecer. Maldita sea, ¿estaba Laylah tratando de volverlo loco?
Víctor chasqueó los dedos delante de su cara. —Tierra a Tane.
Se sobresaltó y se encontró con la mirada divertida de Víctor. — ¿A dónde
diablos van?
Víctor arqueó una ceja. — ¿Importa?
—Laylah es una criatura prohibida por la Comisión. Tan pronto como
salga de los túneles será vulnerable.
— ¿Y? Te ahorrará la molestia de... mierda. —El humor de Víctor fue
reemplazado por una furia fría cuando Tane lo agarró por el cuello y lo golpeó
contra la pared de la celda. —A menos que tengas un abrumador deseo de
encontrarte con tu tumba te sugiero que me sueltes.
Tane estaba actuando de forma raramente estúpida.
Había aprendido una lección brutal: no permitir nunca que sus emociones
arrollasen sus sentidos. Hasta conocer a Laylah.
Ahora él estaba convirtiendo en un hábito peligroso el arrojarse de una
mala decisión a otra.
Era una lástima que no hubiera absolutamente nada que pudiera hacer al
respecto.
—La Genio es mía—, dijo entre dientes, liberando a regañadientes su
agarre sobre el vampiro más anciano.
Víctor alisó su camisa de seda, su expresión sardónica disimulando su
persistente furia que Tane podía oler en el aire.
—Dudo que los Oráculos estuvieran de acuerdo.
—Me encargaré de ellos más tarde.

85
Víctor cruzó los brazos sobre su pecho, con una expresión especulativa en
sus rasgos nobles.
— ¿Qué está pasando, Tane? —le exigió. —Tienes la reputación de ser un
bastardo despiadado que cumple con su deber y desaparece de regreso a tu
guarida oculta. Como Batman, sin el mayordomo espeluznante.
Vaciló. Él no estaba dispuesto a compartir su extraña obsesión por Laylah,
pero iba a tener que ofrecer alguna explicación si quería obtener la ayuda de
Víctor.
— ¿Me creerías si te dijera que estoy siguiendo una corazonada? —Dijo, al
fin.
—Sí—, convino con una sinceridad sorprendente. —Vamos a un lugar más
cómodo.
Víctor se dirigió hacia la puerta de salida de las mazmorras, sus zapatos
italianos de piel taconeando contra el suelo de piedra. Tane estaba descalzo,
como de costumbre. ¿Quién daba una mierda de rata por el cuero caro? El
silencio triunfaba sobre la moda cualquier día de la semana19.
Tane se apresuró para alcanzar al jefe del clan, llegando a su lado cuando
subían las escaleras estrechas para entrar en la gran mansión que había arriba.
—Laylah—, dijo entre dientes.
—Ella está a salvo con Juliet—, Víctor le prometió con un tono brusco que
hizo que la mandíbula de Tane se apretara. El vampiro tenía suerte de que Tane
lo necesitara.
—No, si la mitad de los demonios de Londres están tratando de
capturarla.
—No te preocupes. —Víctor sonrió con confianza engreída. —Mi
compañera tiene una colección de artefactos mágicos que podrían llenar el
Louvre. En algún lugar entre su alijo hay un centenar de amuletos, talismanes y
cristales que mantendrán a Laylah oculta de los demonios entrometidos.
Atravesaron el vestíbulo blanco y negro de la obra maestra Palladiana 20 y
subieron una escalera imponente con una balaustrada dorada. A partir de ahí,
Víctor le condujo a través del corredor de mármol que contenía una valiosa
colección de estatuas griegas instaladas en nichos poco profundos y con techos
abovedados pintados con ángeles feroces luchando contra una horda de
demonios, hacia un salón formal.

Se refiere al silencio del caminar de unos pies descalzos.


19

Estilo arquitectónico, originariamente creado por el arquitecto italiano Palladio en el


20

siglo XVI, sumamente popular en el Reino Unido a mediados del siglo XVII, que se
fundamenta en las proporciones matemáticas más que en la riqueza ornamental, y en la
excepcional elegancia basada en la sencillez.

86
Las altas paredes estaban cubiertas por paneles de seda carmesí, el color
rico se hacía eco en la tapicería de los muebles ingleses tradicionales y pesadas
cortinas de terciopelo que habían sido echadas a un lado para revelar una línea
de ventanas arqueadas que daban a un jardín por debajo del nivel en el que se
encontraban.
Parecía y olía a riqueza antigua.
La clase de lugar de camisas almidonadas, grandiosidad, de no toques
nada, ponía a Tane nervioso.
Aunque no tenía ningún recuerdo de su vida como humano, él conservaba
la preferencia de su pueblo por estar rodeados por la naturaleza.
Avanzando hacia un aparador de gran tamaño, Víctor abrió un panel
corredizo para revelar una pequeña nevera escondida en el interior. Hubo un
tintineo de vidrio, luego se giró para cruzar la alfombra oriental y le puso un
vaso con sangre fresca en la mano.
—Ten.
Tane arrugó la nariz. —No quiero...
—Sé lo que quieres—, Víctor lo interrumpió en un tono que desafiaba toda
discusión. —Pero por ahora te conformarás con esto. Dime cómo entraste en
contacto con una Genio mestiza.
Tane explicó brevemente los acontecimientos que condujeron a su
persecución de Laylah y sus desesperados intentos de eludirlo que al fin les
habían hecho aterrizar a ambos en Londres.
Víctor escuchó en silencio, su expresión ilegible. —Así que, ¿la has tenido
bajo tu poder en dos ocasiones y no pudiste llevarla ante los Oráculos? Un
juego peligroso.
Hizo una mueca, engullendo la sangre de un solo trago. Inmediatamente
sintió que su fuerza aumentaba, aunque era insulso e insípido.
Por primera vez en su larga existencia, tenía hambre de una sangre en
particular. —Esto dejó de ser un juego hace días. —Víctor asintió. ¿Por
comprensión o simpatía? Imposible saberlo.
— ¿Qué hay de tu corazonada? —le instó a seguir hablando.
—Ella está ocultando algo—, Tane confesó.
— ¿Algo?
—Un bebé.
Víctor reveló el primer indicio de sorpresa. — ¿Suyo?
—No. —Tane hizo un sonido de frustración. —Pero eso es de lo único de
lo que estoy seguro.

87
Víctor cogió su vaso vacío y regresó al aparador. Cuando volvió, sostenía
dos vasos de whisky. Se acercó para ofrecerle uno de los tragos a Tane.
—Entonces, ¿cuál es su interés en el niño?
Tane arrojó el fino licor irlandés por su garganta, saboreando la
quemazón.
—Laylah estaba dispuesta a dar su vida para proteger al bebé. Quiero
saber por qué.
Víctor lo miró con una mirada penetrante. —Tane, ¿estás seguro de que no
estás simplemente inventando razones para mantener a Laylah contigo en lugar
de entregarla a la Comisión?
Tane caminó hacia los jardines bañados por una niebla plateada, molesto
por la intrusión en su vida privada.
Al igual que todos los vampiros, él respondía ante Styx, el Anasso, pero
como Caronte no tenía clan ni ningún jefe. Lo que significaba que no tenía que
dar explicaciones de su comportamiento o de sus decisiones a nadie.
O tal vez estaba molesto por la posibilidad de que el jefe del clan había
dado justo en el clavo.
—Yo no estoy malditamente seguro de nada más que del hecho de que la
mujer se ha metido bajo mi piel—, murmuró. —Pero tengo la sensación de...
— ¿Qué?
—Tengo la sensación de que el bebé es importante. —Observó a su
acompañante con una expresión obstinada. —Y Laylah también lo es.

88
Capítulo Siete
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Laylah nunca había tenido una amiga. Ni siquiera cuando había estado
bajo el cuidado reconfortante de su madre adoptiva.
La necesidad de mantener el secreto siempre había sido más importante
que su doloroso deseo de tener compañía.
La soledad era el precio de su libertad.
Ahora ella se encontraba... ¿cuál era la palabra correcta? desconcertada, sí,
esa se ajustaba perfectamente, mientras Juliet la empujaba hacia un amplio
dormitorio de invitados que estaba decorado en tonos marfil y lavanda, apenas
dejando que Laylah tuviera ocasión de meter baza mientras le colgaba un
amuleto del ocultación de su cuello, antes de instarla a entrar al cuarto de baño
contiguo que era el sueño húmedo de una mujer.
Una bañera de mármol hundida en el suelo del tamaño de Rhode Island
estaba precisamente en el centro de la habitación y ya llena de agua caliente
humeante. Una línea de botes que contenían aceites de baño, jabones, champús
y sales relajantes estaban colocados sobre los estantes de vidrio. Y velas
encendidas llenaban el aire con un aroma a vainilla suave.
Una vez sola, Laylah cedió a la tentación, se quitó la suciedad y la tensión
de los últimos días, sólo saliendo del agua cuando empezó a parecerse a una
ciruela pasa. ¿Por qué no tomarse su tiempo? Por ahora, el amuleto ocultaría su
presencia incluso del demonio más persistente.
Regresando al fin a la habitación de invitados, descubrió que unos
vaqueros limpios y una bonita camisa amarilla, así como ropa interior de encaje
y zapatillas de deporte yacían sobra la cama con dosel.
Ella negó con la cabeza mientras se ponía la ropa y se pasó un cepillo por
el cabello carmesí de punta. Ella no sabía lo que había esperado cuando Tane la
había traído a la guarida del jefe del clan de Londres, pero ciertamente no había
pensado ser tratada como un huésped bienvenido.
Hubo un golpe en la puerta. — ¿Puedo ofrecerte algo más, Laylah? —
Juliet preguntó.
Con una sonrisa, Laylah cruzó la habitación para abrir la puerta,
echándose a toda prisa a un lado cuando la pequeña mujer se apresuró a entrar
con una bandeja de plata que llevó directamente a la mesa de madera de cerezo.

89
—No, creo que has pensado en todo—, dijo ella con sequedad.
—Lo siento. —Juliet se echó a reír, ocupada posando los diversos platos de
sándwiches, bizcochos, nata fresca y... la nariz del Laylah se crispó, su boca se
hizo agua. Pastel. Pastel de chocolate alemán. —Es tan raro que yo tenga
visitantes que no estén aquí para besar el culo de Víctor, o para tratar de
asesinarle, que no recuerdo cómo tratar a un invitado normal.
Laylah bufó mientras cerraba la puerta. —No te preocupes, no hay nada
normal en mí.
—Mala elección de palabras. —Juliet sirvió dos tazas de té caliente.
— ¿Sabías que soy una mestiza? Bruja y demonio. O demonio y bruja,
dependiendo de a quién estoy tratando de sorprender.
Atraída por la charla amistosa de su acompañante, y por supuesto, por la
tentación del pastel, Laylah cruzó la habitación para reunirse con ella al lado de
la ventana mirador que dominaba el parque que se extendía ante ella.
—Creo que lo de ser medio Genio te gana en cuestión al factor sorpresa.
—Me parece justo. Espero que tú... —Las palabras de Juliet vacilaron hasta
detenerse cuando levantó la cabeza y observó a Laylah con los ojos como platos,
anonadada. —Santo cielo.
— ¿Qué? —Laylah levantó una mano y se frotó la mejilla. — ¿Tengo algo
en la cara?
Juliet negó con la cabeza. — ¿Tienes parientes en Londres?
El corazón de Laylah se estrelló contra sus costillas. Así que esto no era
una búsqueda inútil.
—Eso es lo que he venido a descubrir aquí. Levet, dijo que se encontró con
un Genio en Londres. Oh… —Laylah hizo una mueca, dándose cuenta con
retraso que no había pensado en el pobre demonio ni una vez desde que se
había despertado. — ¿Dónde está la gárgola?
—Cazando. —Juliet se estremeció. —No preguntes.
Tranquilizada al saber que Levet estaba a salvo, Laylah volvió su atención
a la razón por la que había viajado a Londres.
—Así que, ¿sabes algo acerca del Genio?
Juliet se aclaró la garganta, girando bruscamente para pasearse por la
habitación con evidente malestar.
—Me temo que sí.
Laylah frunció el ceño. — ¿Cómo?

90
—Supongo que debe haber sido hace unos doscientos años, quizás un
poco más—, dijo Juliet, dándole la espalda a Laylah. —Fue antes de estar
emparejada con Víctor, aunque él ya estaba siendo un pesado.
—Obviamente es un rasgo propio de vampiros—, Laylah murmuró,
haciendo caso omiso de la punzada que tiraba de su corazón.
Ella estaba haciendo todo lo posible para no pensar en el salvaje y
frenético sexo que había compartido con Tane. Después de todo, ¿por qué
habría de pensar en ello?
Él había sacudido su mundo. Infiernos, la había puesto en órbita.
Y ahora, éste había vuelto a ser su enemigo.
Fin de la historia.
—Sí—, Juliet estuvo rápidamente de acuerdo. —De todos modos, Levet se
había convertido en un ocupa en la casa de mi maestro en ese tiempo y uno de
mis pocos amigos. Así que, cuando él fue secuestrado, fui a rescatarlo. No tenía
ni idea de que él había cabreado a un Genio o yo podía haberlo reconsiderado.
— ¿De verdad conociste al Genio?
—No exactamente. —Con un suspiro, Juliet se volvió, su expresión
compungida. —Él no estaba con un estado de ánimo conversador. De hecho,
cuando nos cruzamos hizo todo lo posible por matarme.
— ¿Era un hombre? —Laylah dio unos pasos hacia delante, incapaz de
creer que podía de verdad encontrar la verdad de su pasado. No después de
esperar tanto tiempo. — ¿Estás segura de eso?
—Absolutamente segura.
Así que, su sangre de Genio debía venirle por parte de su padre. Era un
comienzo.
—Pero, ¿no sabes por qué él estaba en Londres?
—No. —Juliet extendió las manos. —Todo lo que realmente sé es que era
hermoso, aterrador, y tan poderoso que realmente pensé que iba a matarme,
por no mencionar a Víctor y a Levet.
Laylah dejó escapar un suspiro de desilusión. Había esperado que la
mención de Levet de encontrarse con un Genio hubiera incluido algo más que
un breve momento de violencia.
—Maldita sea.
—Laylah.
— ¿Hmmm?

91
Perdida en sus pensamientos, Laylah no se dio cuenta de que su
acompañante había regresado a su lado hasta que ésta le puso una mano sobre
el brazo.
—No hay manera fácil de decir esto. Yo lo maté—, Juliet confesó en voz
baja. —Lo siento mucho.
Laylah hizo un sonido ahogado. No de aflicción. ¿Cómo iba a llorar a un
completo desconocido, incluso si ese extraño resultase ser su padre perdido
hace mucho tiempo? Sino más bien por la sorpresa de que la delgada bruja
pudiera haber sobrevivido a un encuentro con un poderoso Genio, y mucho
menos ser responsable de su muerte. — ¿Tú lo mataste?
Juliet parecía abatida. —Te juro que fue en defensa propia.
Laylah agarró la mano de Juliet, dándole a sus dedos un suave apretón.
—No tienes que darme explicaciones, Juliet—, le aseguró a la mujer. —He
investigado lo suficiente como para saber que los Genio de purasangre son
engañosos, criaturas inmorales que no son leales a nadie más que a sí mismos.
Sus ojos se oscurecieron con pesar. —Eso no importa si él era parte de tu
familia.
Laylah se encogió de hombros, no del todo segura de cómo se sentía.
Si fuera una inocentona aturdida ella podría tratar de convencerse a sí
misma de que el Genio de verdad había sido su padre y que ahora tenía una
explicación perfecta de por qué la habían abandonado. Después de todo, ni
siquiera el padre más devoto podía vencer a la muerte para mantener a su hija
protegida.
Bueno, no a menos que él resultase ser un vampiro.
Pero era un demonio que había sido maltratada por el mundo y por lo que
a ella se refería, los cuentos de hadas eran para los tontos.
—Supongo que debe haberlo sido si me parezco lo suficiente a él para que
lo hayas notado—, dijo.
—Oh, no. —Juliet parpadeó sorprendida. —No te pareces al Genio. Bueno,
tal vez un poco en la nariz y en la boca, pero podrías ser la hija de Lady
Havassy. —Su mirada recorrió el pálido rostro de Laylah. —Es francamente
asombroso.
Laylah se quedó momentáneamente sin habla.
Había estado tan concentrada en el descubrimiento de información acerca
del Genio que nunca había considerado la posibilidad de que ella pudiera tener
otros familiares dando brincos por Londres.
— ¿Quién es Lady Havassy? —Por fin logró pronunciar.

92
—Una vampira local con malas pulgas y aversión por Víctor. —Juliet hizo
una mueca, claramente no era una gran fan de Lady Havassy. —Gracias a Dios
ella rara vez sale de su casa, cerca de Buckingham Palace.
—Una vampira. —Laylah frunció el ceño en confusión. —Ellos no pueden
reproducirse, ¿verdad?
—No, pero son humanos antes de convertirse—, señaló Juliet.
—Obviamente ellos tendrían familia.
—Pero entonces yo sería mortal.
—Sí, si ella se acoplara con un Genio y te tuviera, y luego se convirtiera en
una vampira.
—Oh.
Laylah nunca había considerado la posibilidad de que uno de sus padres
pudiera ser mortal. Después de todo, ella tenía talentos que no tenían nada que
ver con la magia Genio.
Metió la mano por entre su pelo aún húmedo. Había venido a Londres en
busca de respuestas, pero hasta el momento todo lo que había descubierto eran
más preguntas.
Como si sintiera la frustración de Laylah, Juliet hizo un gesto impaciente
con su mano, su sangre Fey era evidente en sus movimientos expresivos.
—También podría ser una mera casualidad—, le aseguró a Laylah. —Se
supone que todos tenemos un gemelo en alguna parte, ¿no?
Laylah asintió, no del todo convencida. —Supongo.
La puerta se abrió de repente, golpeando contra la pared con la fuerza
suficiente para hacer que ambas mujeres se girasen hacia ésta con sorpresa. En
ese mismo instante, la pequeña gárgola entró contoneándose en la habitación,
su feo rostro contraído en una expresión de disgusto.
—Niebla, niebla, niebla. ¿Con quién tiene que dormir una gárgola para
librarse de esta isla empapada? —se quejó, con los ojos de repente muy abiertos
al ver a Laylah de pie cerca de la ventana. —Ma cherie, ¿estás bien?
—Estoy más preocupada por ti—, dijo Laylah, la culpa compungiendo su
corazón cuando el demonio en miniatura se apresuró hacia ella. Simplemente
había obligado a la gárgola a que fuera con ella a Londres. ¿Cuán egoísta podía
ser? —Lo siento mucho. No me di cuenta de que la caminata por las sombras te
noquearía.
— ¿Noquearme? —Levet dio un resoplido, sus alas contorsionándose de
indignación. —Absurdo. Sólo estaba descansando la vista. Ser un caballero de
brillante armadura es un asunto agotador.
—Por supuesto—, Laylah instantáneamente lo tranquilizó.

93
Levet inclinó hacia atrás la cabeza, olfateando el aire. —Pastel. Huelo el
pastel.
Corriendo más allá de las mujeres, la gárgola se puso cómodo para arrasar
con la gran cantidad de alimentos depositados en la bandeja, ignorando el
intento inútil de Juliet de rescatar un pedazo de pastel para Laylah.
Agradecida por la distracción, Laylah vagó por la habitación, con aire
ausente deteniéndose ante la repisa de la chimenea de mármol que estaba llena
de huevos de Fabergé de valor incalculable.
Ella estaba aparentemente en un punto muerto en lo que al Genio se
refería. Por lo menos había llegado a encontrar a alguien en Londres que había
tenido una conversación real con la volátil criatura doscientos años atrás.
Pero el vampiro...
Juliet había dicho que la similitud entre ellas era notable. Seguramente,
¿debía haber alguna conexión familiar entre ellas? Laylah no creía en las
coincidencias.
Hubo un ligero toque en su brazo cuando Juliet se acercó a ella con una
expresión preocupada en su preciosa cara.
— ¿Laylah?
— ¿Sí?
— ¿Va todo bien?
Laylah vaciló. A ella ya le gustaba Juliet. De hecho, ya la consideraba una
amiga. Su única amiga. ¿Qué tan patético era eso?
Pero la desesperación por descubrir de dónde provenía, quiénes eran sus
padres, y por qué había sido abandonada era una compulsión abrumadora.
—En realidad me duele la cabeza—, dijo con una sonrisa forzada,
odiándose a sí misma por mentirle. — ¿Tendrías una aspirina?
Juliet no pudo ocultar del todo su sorpresa ante su excusa precipitada.
Demonios, incluso la variedad de mestizos, tendían a ser inmunes a las
dolencias humanas habituales. Pero, rápidamente ocultando su confusión, le
dio una palmadita reconfortante a Laylah.
—Tengo un cristal curativo que debería hacer el truco mucho más rápido.
—Eso sería fantástico.
—Vuelvo en un segundo.
Laylah vio a Juliet salir a toda prisa de la habitación antes de que ella
corriera al baño donde había dejado la sudadera de gran tamaño. Dioses, se
sentía como una idiota. Juliet tenía todas las razones para tratarla como a una
bestia peligrosa e inestable que debería ser encerrada.

94
Era cómo reaccionaba la mayoría de la gente una vez que descubrían que
era medio Genio.
Pero en vez de eso había sido amable y acogedora y...
—Um, ¿Laylah?
Volvió la cabeza para descubrir a Levet de pie en la puerta del cuarto de
baño. — ¿A dónde vas?
Se subió las mangas que eran demasiado largas antes de apresurarse hacia
la ventana. —A ver si puedo encontrar a Mamita Querida21.
— ¿Te vas?
—Lo sé... Me sabe muy mal. —Abrió la ventana, subiéndose al taburete
lanzando su pierna sobre el alféizar. —Por favor, dile a Juliet que lo siento.
Levet se apresuró hacia adelante, deteniéndose sólo lo justo para agarrar
uno de los amuletos de ocultación que Juliet había dejado sobre una mesa.
—Mon Dieu. Espérame.
Laylah estaba un poco conmovida. Y muy avergonzada.
Tan agradable como era que el demonio le ofreciera su compañía, no
podía darse el lujo de tenerlo siguiéndola, atrayendo una atención no deseada.
—Agradezco tu preocupación, pero no hay necesidad de que vengas
conmigo.
— ¿Tienes palomas en tu campanario? —Levet le preguntó, subiéndose al
alféizar junto a ella.
— ¿Cómo dices?
—No voy a estar en ningún lugar cerca del Caronte cuando éste descubra
que su prisionera ha escapado.
—Buen punto. —Ella hizo una mueca. Tane iba a estar furioso cuando
descubriera que ella se había escabullido. De nuevo. —Tal vez deberíamos
darnos prisa.

21 NdeT; Mommie Dearest, traducida en España como Mamita Querida, es la película

dramática biográfica de 1981 sobre la vida de la actriz Joan Crawford inspirada en la novela del
mismo nombre. Describe la personalidad sumamente cruel de la madre de la actriz y la relación
traumática que su hija mantuvo con ella.

95
Las cocinas del entresuelo de la casa londinense le habían sido, hace
mucho tiempo, concedidas a Sergei. Marika no tenía ningún uso para ellas, y
mientras ella insistiera en que los sacrificios de sangre fueran realizados en el
sótano, siempre había pociones que elaborar y hechizos que preparar.
Ella se había ganado un punto al evitar las cavernosas habitaciones que
estaban llenas de jeroglíficos extraños garabateados en las paredes de ladrillo y
de plantas secas que colgaban del techo de madera descubierta. Un círculo
había sido grabado en el suelo de piedra, donde un altar de madera se alzaba
sosteniendo un antiguo libro que hacía a Marika estremecerse de aversión.
Como cualquier vampiro, odiaba la magia.
Casi tanto como odiaba a los usuarios de la magia.
Y el hecho de que ella se viera obligada a depender de uno para lograr su
glorioso destino sólo inflamaba su ya efervescente temperamento.
Sacándose el sombrero con velo que se había puesto a juego con su vestido
negro de Valentino para su velada en la ópera, ella descuidadamente lo arrojó a
un lado y permitió que sus rizos pesados cayeran sobre sus hombros.
La noche había comenzado tan prometedoramente.
Había cenado a dos tiernos duendes del bosque que se habían extraviado
en Green Park y a un hombre de negocios turco encantador en Covent Garden.
De allí había hecho su entrada en la Royal Opera House, provocando el habitual
revuelo mientras recorría su trayecto hacia su palco privado.
Luego, en la mitad del segundo acto de La Traviata, uno de sus numerosos
secuaces se había metido en su palco, susurrando en su oído que había rumores
de que se había captado el olor de una Genio cerca de Londres.
Sus labios se desfiguraron con furia.
Los rumores habían sido bastante ciertos.
Ella había sido capaz de detectar al instante el olor femenino que persistía
en los túneles.
Pero había llegado demasiado tarde.
La Genio se había marchado. Aparentemente se había desvanecido en el
aire.
Girándose para alejarse de la encimera que se desbordaba con una
variedad de desagradables ingredientes utilizados en sus hechizos, Sergei
frunció el ceño ante su entrada.
— ¿La encontraste? —Él estúpidamente le preguntó.
— ¿Te parece que la encontré? —Ella abrió los brazos. —Imbécil.

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El mago se quitó su capa protectora, dejando al descubierto el elegante
traje gris que llevaba debajo. —Dijiste que el olor de la Genio fue detectado la
pasada noche—, dijo, cruzando la habitación para quedarse directamente
delante de ella. Una muestra de su enorme arrogancia teniendo en cuenta su
falta de humor. Ella era conocida por desgarrar gargantas cuando estaba un
poco malhumorada.
—No puede haber desaparecido tan rápidamente. No a menos que...
Sus ojos se entornaron. — ¿A menos que, qué?
—A menos que no sea la Genio que estamos buscando. —Él hizo una
mueca. —O ella posea muchos más poderes Genio de los que sospechábamos
en un principio.
—Tú deberías estar íntimamente familiarizado con los distintos talentos
de la hembra considerando que la tuviste como rehén durante meses—, dijo
entre dientes.
—La mantuve encerrada en una celda de hierro que amortiguaba sus
poderes. —Abruptamente miró por encima del hombro, como si buscara a
algún observador invisible entre las sombras de la despensa contigua, a
continuación, con un meneo de su cabeza se volvió para encontrarse con su
mirada helada. —Además, ella continuará aumentando sus poderes durante los
próximos quinientos años más o menos.
Una ráfaga helada de energía se arremolinó en la cocina, revolviendo el
pelo plateado de Sergei y volteando los cuencos de barro y las ollas de cobre de
los estantes.
Había desperdiciado años en la búsqueda de la perra Genio y del bebé que
estaba escondiendo, privándola constantemente del poder y de la gloria que
debían ser suyas.
Y ahora, justo cuando había sido tentada con la promesa de su esencia,
una vez más había sido frustrada.
Su sed de sangre estaba en su punto álgido.
—Suponiendo que viva tanto tiempo—, gruñó.
Sergei levantó la mano, como si pretendiera tocarla, sólo para dar un paso
atrás a toda prisa al ver sus colmillos completamente alargados.
—Marika, no olvides que por ahora la necesitamos con vida—, trató de
calmarla.
—Por lo menos hasta que tengamos en nuestras manos al niño.
Con un movimiento de su mano, las plantas secas se redujeron a polvo. —
No te atrevas a creerte en posición de darme lecciones.

97
Los labios de Sergei se apretaron por la pérdida de sus raros ingredientes,
pero no era lo suficiente suicida para quejarse.
—Lo único que quiero es evitarte cualquier error que puedas lamentar
más tarde.
— ¿Lamentar? —Había envuelto su dedos alrededor de su garganta,
apretando hasta que su rostro se volvió de un intereso matiz oscuro. —Mi
mayor lamento es como siempre el haber elegido a un mago traicionero cuya
única contribución hasta ahora ha sido defraudarme.
Sergei jadeaba, sus ojos azules oscureciéndose con una mezcla de dolor y
furia impotente.
—Si me sueltas puedo tratar de predecir dónde está la mujer—, se quedó
sin aliento.
—Lo has intentado antes sólo para fracasar en el intento.
—Ella, obviamente, ha perdido el velo de protección que la ha mantenido
oculta de mí. —Se esforzó por hablar, una pizca de miedo genuino empezando
a perfumar el aire. Delicioso. No había nada como el terror para ir abriendo el
apetito. —Por lo menos yo podría descubrir un rastro que nos conduzca a ella.
Distraída por sus palabras, Marika arrojó al mago a un lado, su furia
violenta transformándose en curiosidad.
—Sí—, dijo lentamente. — ¿Por qué sería tan descuidada después de tanto
tiempo?
Sergei se enderezó, su mano instintivamente alisando su corbata de seda
negra.
—Tal vez la pregunta más importante es qué la trae a Londres—,
murmuró.
Ella sonrió con diversión burlona, la sangre Fey que había consumido
poco antes todavía burbujeaba como el champán por sus venas.
Había tenido la intención de encontrar a algún acompañante en la Ópera
para follar hasta dejarla sin sentido mientras ella aún estaba achispada, pero
viendo retorcerse a Sergei era casi tan divertido.
—Ah. Pobre Sergei. —Ella chasqueó la lengua. — ¿Te preocupa que haya
obtenido sus poderes y decidido buscar venganza contra el mago que la arrancó
de su Granja de Sunnybrook y la mantuvo enjaulada como un animal?
De nuevo miró por encima del hombro, frotándose la parte posterior de su
cuello.
—Ella no podía saber que estoy aquí. Mantuve mi olor camuflado
mientras ella estuvo a mi cuidado.

98
— ¿A tu cuidado? —Dijo arrastrando las palabras. —Dudo que ella
recuerde tu hospitalidad tan amablemente.
Sergei se movió inquieto, volviendo su atención a Marika.
—También me envolví a mi mismo en una ilusión cuando le permitía salir
de su celda. Ella no tiene manera de reconocerme.
Ella levantó la mano para jugar con el cordón perfecto de perlas alrededor
de su cuello.
—Algo la trajo a Londres.
El mago de repente se puso tenso. — ¿No creerás qué...?
— ¿Qué?
— ¿Qué Kata pudiera estar llamándola?
—Laylah—, Marika susurró. — ¿Es ese el nombre de la mujer?
— ¿Cómo voy a saberlo? —Agitó una mano desdeñosamente. —Nunca
me he molestado en preguntárselo.
—Eres tan idiota—, le gruñó, anhelando drenar al idiota hasta dejarlo
seco.
Ya era bastante malo que la codicia de Sergei hubiera puesto sus planes de
hacer regresar al Señor Oscuro y posicionarse a su lado como su reina soberana
colgando en el aire, pero su trato brutal a la mujer se había asegurado de que la
mestiza estuviera dispuesta a llegar a cualquier extremo para evitar ser
encontrada.
—La conexión de Kata con la chica es notable—, dijo apresuradamente,
ansioso por una distracción.
—Sí—, estuvo de acuerdo. Ella había sentido la capacidad de Kata de
hablar, de mente a mente, con su hija desde el momento en que nació la mocosa.
Desafortunadamente Marika había quedado fuera del trato, a pesar de su
propia persistente conexión con Kata. —Y he ahí la única razón por la que mi
queridísima hermana sigue respirando.
—Si ella pensara que su hija estaba en peligro podría ser capaz de reunir la
fuerza necesaria para echar abajo los hechizos que la contienen—, dijo Sergei,
frunciendo el ceño mientras Marika inclinó la cabeza hacia atrás para reírse con
una intensa diversión. — ¿He dicho algo gracioso?
—Yo estaba saboreando la ironía.
— ¿La ironía?
—Kata ha soportado siglos de tortura para proteger a su preciosa hija—, la
expectación le calentaba su corazón muerto. La agitación de Kata. El aroma a
Genio. La creciente inquietud entre el mundo de los demonios. ¿Seguro que

99
ellos tenían que tener premoniciones de que su glorioso destino estaba al
alcance de su mano? — ¿Cuán brillante sería si ella fuese quien la condujera
directamente a nuestras manos?
—Sería aún más brillante si la hembra tuviera al niño con ella—, dijo
Sergei en un murmulló.
—Eso no importa. Una vez que la tenga en mis manos revelará la
ubicación del bebé. Yo puedo ser... —Ella miró hacia abajo a sus largas uñas
pintadas del color intenso de la sangre. —Muy persuasiva.
Sergei hizo una mueca al recordar lo que esas uñas podían hacerle a la
tierna carne.
Luego, con un pequeño estremecimiento se movió por la habitación hacia
un gabinete cerrado protegido por una serie de símbolos grabados en la puerta
de madera.
Él hizo un gesto con la mano sobre la cerradura pesada y anticuada,
murmurando suaves palabras que hicieron que a Marika se le pusiera la piel de
gallina.
— ¿Qué estás haciendo? —Le espetó. El mago sabía que ella odiaba que se
llevasen a cabo hechizos en su presencia.
—Necesito un pedazo de la hembra. —Abrió el armario para extraer una
pequeña caja de cedro. Levantando la tapa, sacó un mechón de pelo carmesí
que había cortado de la cabeza de la mestiza mientras la mantuvo como su
prisionera. —Esto debería ser suficiente para una simple predicción.
—Bastardo arrogante.
Girando sobre sus talones, Marika se abrió camino hacia el sótano inferior.
Pronto, ella trató de calmar sus nervios irritados. Pronto tendría a su sobrina en
sus garras y su necesidad del mago habría llegado a su fin.
Tenía la intención de saborear su lenta y dolorosa muerte con una botella
de Chateau Margaux 1787 que había escondido en su guarida privada.
En silencio descendieron por las escaleras cruzando el sótano hacia la
cámara del fondo. Marika le dio al altar un gran rodeo, deteniéndose junto a la
poca profunda depresión en el suelo.
Sergei la siguió, inclinándose para arrojar el cabello en la depresión,
observando cómo las hebras carmesí flotaban en la superficie del agua.
Él agitó su mano, como de costumbre, y murmuró sus extrañas palabras,
su hermosa cara marcada por las líneas fruto de su concentración y su cabello
plateado flotando sobre sus hombros mientras su poder llenaba el aire.
Sin duda un espectáculo semejante había impresionado hasta la médula a
los zares rusos que habían mantenido a Sergei con un estilo de vida lujoso
antes que Marika hubiera decidido que tenía necesidad de sus servicios. Ella,

100
sin embargo, lo quería para que hiciera un estúpido abracadabra y le dijera
dónde demonios podía encontrar a la Genio mestiza.
— ¿Y bien? —Ella preguntó con los dientes apretados.
Sergei se enderezó, una sonrisa curvando sus labios. —Tu sobrina ha
estado aquí. Recientemente. —Marika apretó las manos en puños, las uñas
clavándose hasta provocarle sangre que goteó sobre el suelo de piedra.
Cerca. Tan cerca. — ¿Dónde está ahora?
Sergei se encogió de hombros, señalando hacia el agua. —Ahí es donde
ella desapareció.
Marika se inclinó hacia adelante, estudiando la imagen que se había
formado en la superficie. Le llevó sólo un momento reconocer los túneles.
—La guarida de Víctor.
Sergei maldijo, con el rostro palideciendo. Cada criatura en el mundo de
los demonios sabía que era más fácil escapar de los abismos del infierno que de
las mazmorras del jefe del clan.
—Eso no tiene sentido—, dijo con voz áspera. — ¿Por qué iría en busca de
un vampiro?
Marika se encogió de hombros, dirigiéndose hacia la puerta. —Es más
probable que Víctor se diera cuenta de que una Genio había invadido su
territorio y tomara medidas para capturarla. Eso explicaría por qué le perdí la
pista tan rápidamente.
Sergei se apresuró a seguir sus pasos y permanecer a su lado. — ¿A dónde
vas?
Ella entró en el sótano exterior y se dirigió hacia una puerta oculta por un
hechizo de ilusión. Víctor no era el único con túneles privados para moverse
por la ciudad.
—Sólo hay una manera de descubrir si nuestro querido jefe está
reteniendo a la hembra.
— ¿Y si lo está haciendo?
Le lanzó a su acompañante una sonrisa fría. —Entonces te vas a asegurar
de que mi propiedad me sea devuelta. —La cara de Sergei pasó de pálido a
completamente gris.
—Mierda.

101
Capítulo Ocho
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Laylah salió de detrás de las escaleras, cuando el aterrador mago y la aún


más aterradora vampira desaparecieron a través de la puerta de atrás.
Deteniéndose en el medio del húmedo sótano, distraídamente se frotó las
sienes doloridas.
Parecía ser una noche de sorpresas, lastimosamente concluyó.
Primero había estado su asombro al ver a la elegante vampira a la que
había seguido a la casa de la ciudad. Juliet no había exagerado. Las dos podrían
haber pasado por gemelas. Bueno, excepto por el pelo largo y oscuro de la otra
mujer. Y los colmillos letales. Y el temperamento de sicópata.
Y luego, por supuesto, había estado la conmoción de estar tan cerca del
mago que brutalmente la había secuestrado de la casa de su madre adoptiva y
la había mantenido cautiva en Rusia. El arrogante hijo de puta. Había tenido
que recurrir a toda su fuerza de voluntad para no entrar a saco en la cocina y
arrancarle su negro corazón.
Laylah se estremeció, tratando de concentrarse en lo que había
descubierto.
No todos los días una chica descubría que tenía una tía que era una
vampira y que la perra no estaba sólo en contubernio con el mago que la había
encarcelado durante meses, sino que todavía estaba persiguiéndola.
Sus pensamientos, sin embargo, continuaban yendo a la deriva cuando
ella se distrajo con el suave susurro de su nombre cuando alguien la llamaba.
¿De dónde demonios provenía?
Apenas consciente de su entorno, se dirigió hacia la habitación que la
vampira y el mago acababan de abandonar.
—Laylah, hay algún dicho ridículo que reza 'salir mientras la dicha sea
buena' —Levet murmuró mientras se apresuró a seguir su estela. —Creo que
este es un momento apropiado para la parte de salir.
— ¿No has oído eso? —Preguntó ella, haciendo una mueca cuando entró
en la cámara contigua para divisar el altar de piedra que dominaba el espacio
húmedo. ¿Eran esas manchas de sangre?

102
Rodeó el repugnante objeto, la voz todavía resonando en sus oídos.
—Oír, ¿qué?
Ella frunció el ceño. ¿Levet no podía oír la voz? Lo que significaba que o
bien estaba volviéndose loca o que alguna criatura desconocida le había atacado
con una fusión mental Vulcana.
Ninguna de las opciones resultaba atractiva.
—Alguien está llamándome por mi nombre.
La cola de Levet azotó el aire y se retorció con creciente agitación. —Te
puedo decir por mi propia experiencia dolorosa que una misteriosa criatura
llamándote por tu nombre dentro de tu cabeza nunca es algo bueno.
Hizo caso omiso de su advertencia, lentamente acercándose al charco de
agua en el suelo que fulguraba con un extraño brillo.
—Tengo que saberlo.
Levet caminó pesadamente para pararse a su lado. —Por supuesto que sí.
—Laylah—, la suave voz canturreó. —Mi hermosa Laylah.
Deteniéndose al borde del charco, miró en el agua inmóvil, su corazón
sobrecogiéndose en estado de shock ante la imagen de una mujer tendida en un
catre en una especie de celda oscura.
Por un momento desconcertante pensó que era Marika.
Algo comprensible.
Podrían haber sido clones, hasta que la mujer en la imagen de repente
abrió los ojos.
Los ojos podían haber coincidido en forma y color, pero ahí terminaba la
semejanza.
Marika era una astuta y fría depredadora sin conciencia.
La mujer que se reflejaba en el agua poseía ojos oscuros que ardía con el
calor de sus feroces emociones.
— ¿Quién eres tú? —Laylah susurró, ignorando la horrible advertencia de
Levet respecto a hablar con mujeres desconocidas que mágicamente aparecían
en el agua.
—Kata—, la mujer le ofreció, moviendo los labios mientras su voz
abandonaba la cabeza de Laylah y llenaba la caverna. —Tu madre.
Madre.
Laylah se lamió los labios, con el corazón rebotando dolorosamente en su
caja torácica.

103
De todos los escenarios que había imaginado conociendo a su madre, ésta
nunca había aparecido en su mente.
— ¿Qué te ha pasado? —Se las arregló para decir con voz áspera. — ¿Estás
cautiva?
Kata negó con la cabeza, su cuerpo temblando bajo la mortaja, como si
estuviera luchando contra ataduras invisibles.
—No importa, debes escucharme.
—Yo puedo ayudarte.
—No. —Kata sacudió frenéticamente su cabeza. —Debes proteger al niño.
— ¿El niño? —Levet chilló. — ¿Qué niño?
Laylah hizo un gesto con la mano hacia la gárgola para silenciarlo. —Está
a salvo, lo prometo. Pero tú...
—Mi destino no es relevante—, protestó la mujer.
Laylah inconscientemente cayó de rodillas junto al pequeño charco de
agua. —Lo es para mí.
—Oh, mi querida hija. —La expresión de Kata se suavizó y Laylah habría
jurado que podía sentir un calor instalarse en el fondo de su corazón. —Yo supe
que estabas destinada a la grandeza desde la primera vez que te tuve en mis
brazos.
Sí, claro.
Laylah sabía que podía ser crédula, pero no era estúpida.
—Entonces, ¿por qué me abandonaste?
Los oscuros ojos se suavizaron con angustia. —Nunca, kicsim22. Me rompió
el corazón dejarte al cuidado de Sadira.
Laylah frunció el ceño. Sadira fue su madre adoptiva. Una bruja amable
con una mata de rizos alborotados de plata y cara redonda que era hermosa
para una abuela.
Ella era la única persona en todo el mundo en quien realmente confió.
¿Ahora ella tenía que creer que ella le había mentido?
— ¿Cómo sabes de Sadira?
—Ella era mi mejor amiga, cuando ambas éramos sólo unas niñas en el
“antiguo país".

22 Pequeña, en húngaro.

104
Laylah no sabía ni le importaba qué diablos significaba el "antiguo país".
Ella estaba mucho más interesada en la implicación de no haber sido tirada
como basura putrefacta.
—Pero... —Laylah se vio obligada a aclararse la garganta. —Ella me dijo
que me encontró abandonada en las cloacas de Londres y que no sabía nada de
mí ni de mis padres.
—Lo sé, y lo siento por eso—, dijo la mujer, su voz llena de pesar. —La
hice jurar que nunca te dijera nada acerca de tu pasado.
— ¿Por qué?
—No podía arriesgarse a que vinieras a buscarme. Tuve que evitar que
Marika y su mago mascota te utilizaran para traer al mal en al mundo.
Laylah se encogió con el dolor. Incluso acostumbrada a la gente que
asumía que era un cruce entre el boogieman23 y la Semilla del diablo24.
—Yo no soy el mal.
—No, por supuesto que no lo eres. Cualquiera puede sentir que tu
corazón es puro—, su supuesta madre protestó. —Pero tú estás bendecida con
la capacidad de entrar en la bruma.
—Oh. —La comprensión la golpeó. —El bebé.
—Sí.
Ella se puso rígida, una ola de emociones zigzagueando a través de ella.
Miedo, posesión, y una conmovedora necesidad maternal de protegerlo.
—Pero él es inocente. Te lo juro.
—Él posee la sangre del Señor Oscuro.
Oh... mierda. — ¿Su hijo?
—Su cáliz.
Levet se inclinó hacia delante. — ¿Su cáliz? ¿Estás segura?
Laylah le lanzó una mirada suspicaz. — ¿Sabes algo?
—Sé que nunca querrías ser un cáliz para un dios malvado—, la gárgola
declaró lo obvio. —Un karma muy malo.
Laylah levantó la barbilla.

23 Es un aterrador ser legendario caracterizado como un asustador de niños. Su

equivalente en países hispanoparlantes es “el coco” y más lejanamente el hombre del saco.
24 Rosemary’s baby: El bebé de Rosemary; en España La semilla del diablo) es una película de

EEUU de 1968 basada en la novela homónica de Ira Levin, dirigida por Roman Polansky y con
Mia Farrow y John Cassavetes como actores principales.

105
A ella no le importaba qué sangre pudiera correr a través de su bebé. O
por qué él había sido creado.
Ella mataría para mantenerlo a salvo.
—El bebé está atrapado en un hechizo, pero me niego a creer que sea
malvado—, dijo. —Puedo sentir su pureza.
La mujer vaciló, como si estuviera turbada por la preocupación obvia de
Laylah por el niño.
—No es malvado, sino... vacío.
—No lo entiendo.
—Él ha sido creado por la magia para albergar el alma de otro.
Laylah contuvo sus palabras de protesta. Ella no tenía la intención de
compartir su íntimo conocimiento del niño.
Con nadie.
— ¿El alma del Señor Oscuro? —preguntó en cambio.
—Sí. —A pesar de las ataduras invisibles que la sujetaban, Kata se
estremeció de horror. —Un renacimiento genuino que hará trizas los velos entre
los distintos mundos y permitía que el infierno aflore violentamente.
—Mon Dieu. —Levet le dio un golpecito en la pierna. —Particularmente
me desagrada lo del afloramiento violento del infierno. Laylah, tienes que hacer
algo.
—Estoy trabajando en ello. —Su mirada nunca se desvió de la visión de su
madre. Dioses. Ella siempre había sentido que el niño era importante. Tal vez
incluso peligroso. Pero nunca había pensado que él era el apocalipsis esperando
a desatarse. — ¿Qué puedo hacer?
La mujer miró hacia Laylah con una desesperación que era casi tangible.
—Debes mantener al niño lejos de las manos de Marika—, dijo, con los
ojos brillando con una intensidad feroz. —Ella lo utilizará para su propio
propósito vil.
—Realmente, Kata, ¿es esa la manera de hablar de tu única hermana? —
Una voz fría y horriblemente familiares cortó a través de la cámara.
Laylah se tambaleó para incorporarse, volviéndose para mirar a la
elegante vampira cruzar el cuarto para mirar el agua.
—Laylah... —Kata gritó.
Con una risa aterradora, Marika utilizó la punta de su Manolo para agitar
el agua, disolviendo la visión de Kata. —Te veo más tarde, querida hermana.

106
Se escuchó el roce de pisadas y Laylah se volvió para ver al mago caminar
para unirse a la vampira. Ella se recordó a sí misma que debía respirar mientras
sus entrañas se encogían con una furia antigua.
El bastardo la había enjaulado como a un animal y la obligó a entrar en la
congelada cueva de Siberia sin importarle un bledo si el hechizo que protegía la
entrada la mataría.
Afortunadamente, su crudo y delirante miedo superó a cualquier ridículo
impulso de buscar venganza contra el hombre que le había provocado tal
miseria.
—Te dije que sentí a una rata espiando desde las sombras—, dijo Sergei,
arrastrando las palabras, su mirada azul pálido demorándose en la gárgola a su
lado.
— ¿Una rata? —Levet farfulló. —Sacrebleu. Te convertiré en...
Laylah agarró apresuradamente una delicada ala para evitar que su
compañero se convirtiera en un montón de grava. —Levet, no.
Sergei se rió con diversión cruel. — ¿Lo has encogido o vino con ese
tamaño?
—Sergei, no es de buena educación burlarse de nuestros invitados. —
Marika mostró sus nacarados colmillos, dando un paso adelante. —He
esperado tanto tiempo por esta reunión familiar.
Laylah hizo una mueca.
¿Realmente había sido tan estúpida como para rezar para algún día
encontrar a sus parientes? Sí. Ese era un error que no cometería de nuevo. —
Aléjate de mí.
La mujer siguió adelante, alargando su brazo para recorrer con su uña
carmesí la mejilla de Laylah. Podría haber sido afectuoso si no hubiera utilizado
la fuerza suficiente como para provocarle sangre.
— ¿Seguro que no tienes miedo a tu tía?
Un miedo helado se aferró a su estómago, sus poderes latentes agitándose
ante la amenaza inconfundible.
—Sí.
Sergei extendió la mano para tocar ligeramente el hombro de su
acompañante.
—Cuidado, Marika, todavía no sabemos el alcance de sus poderes.
Los ojos oscuros se estrecharon, la delgada nariz frunciéndose con un
fastidioso hastío.

107
—Es cierto. Ella tiene la mirada de su madre gitana, pero su sangre apesta
a Genio.
Laylah se limpió la apestosa sangre Genio que goteaba por su mejilla. —
¿Conociste a mi padre?
La aguda risa de Marika resonó en la caverna. —Nadie es tan tonto como
para de verdad conocer a un Genio, pero tuvimos un breve encuentro antes de
que Sergei lo encerrara en la habitación con tu madre para que pudiera
preñarla. Él era... —Hizo una pausa deliberadamente, una sonrisa reminiscente
curvando sus labios. —Delicioso.
La indignación eclipsó su miedo. Ella nunca dudó ni por un instante que
el mago no tenía conciencia ni moral. Pero, obviamente, Marika se llevaba el
premio como la puta malvada que era.
— ¿Encerraste a tu hermana en una habitación para ser violada por un
poderoso Genio?
Marika se encogió de hombros. — ¿Quién puede decir lo que pasó detrás
de las puertas cerradas? Era… —hizo una pausa, mirando hacia el sonriente
mago. — ¿Cómo dicen en América, Sergei?
—No preguntes, no comentes.
—En cualquier caso, tú naciste nueve meses después. —Ella agitó su mano
delgada. —Eso es todo lo que importa.
Ella dio un paso hacia adelante impulsivamente. —Tú eres...
Un poder gélido arremetió por el aire, golpeando a Laylah como un
mazazo en el pecho.
—Cuidado, Laylah, a veces permito que mi temperamento me domine—,
Marika ronroneó, sus ojos brillando con una lujuria por el dolor. —Ninguno de
nosotros quiere que olvide que todavía te necesito.
Maldita sea. Laylah se frotó la costilla rota. Eso dolió.
— ¿Qué quieres de mí?
Marika recuperó la compostura. —Al niño, por supuesto.
— ¿Para sacrificarlo por el Señor Oscuro?
La vampira parecía genuinamente sorprendida por la pregunta directa.
Miró hacia el obedientemente silencioso Sergei. —Obviamente, el cerebro
no es un fuerte en nuestra familia. Una lástima. —Ella volvió su atención a
Laylah. — ¿Por qué iba a destruir mis perfectos medios para gobernar el
mundo?
Levet resopló. —Tu tía puede ser una loca de atar, pero por lo menos es
ambiciosa.

108
Laylah le dio a su ala un pellizco de advertencia. ¿Tenía la tonta criatura
deseos de morir?
—Levet.
— ¿Lunática? —Marika soltó una risita gutural. —Los genios son siempre
unos incomprendidos. —Dando la impresión de que disfrutaba siendo el centro
de atención, Marika se paseó por la caverna, pasándose la mano sobre el
material caro de su vestido de diseño. —Durante siglos, los discípulos del Señor
Oscuro han tratado de regresar a su deidad al mundo. Los altares se han vuelto
de color rojo con la sangre de los sacrificios y los magos se han enriquecido más
allá de sus fantasías más salvajes mientras los demonios buscaban sus servicios
para abrir los velos entre los mundos. —Ella se detuvo para lanzarle a su mago
mascota una sonrisa condescendiente. — ¿No es cierto, Sergei?
El hombre se encogió de hombros. —Tontos.
—Más que tontos—, Marika respondió. —Ellos ofrecen su sangre y la
magia y las posesiones más preciadas, todo con la esperanza de convocar a un
dios que recompensará su lealtad con una muerte brutal.
Laylah hizo una mueca. Nunca había sido un secreto que el Señor Oscuro
era un mal tipo a una escala épica. Afortunadamente, el espeluznante Señor de
los Demonios había sido desterrado más allá de las brumas hace siglos. Y
mientras sus secuaces, junto con sus aspirantes a secuaces, estaban
constantemente tratando de traerlo de vuelta desde el otro lado, hasta el
momento no habían logrado batear.
Entonces, ¿qué diablos pretendían está loca vampira y su baboso
compinche mago?
—Así que, ¿tú no deseas que el Señor Oscuro regrese?
—Por supuesto que quiero que él regrese, pero no como una deidad
cabreada, en pleno funcionamiento que está ansioso de venganza—, Marika
espetó. —Lo quiero... maleable.
—Mon Dieu. —Las alas de Levet temblaban mientras se presionaba contra
la pierna de Laylah. — ¿Alguna vez te has encontrado con el Señor Oscuro? Él
es incluso menos maleable que mi gran tía Zepharina quien no se ha movido de
Notre Dame desde 1163.
Marika se movió para colocarse directamente delante de Levet, su
expresión enviando una sacudida de repulsión deslizándose por la espalda de
Laylah.
Extendiendo la mano, la vampira acarició con sus dedos el
subdesarrollado cuerno de Levet, su poder alterándose para convertirse en algo
mucho más letal que la mera fuerza bruta.

109
Una fuerza oscura y dulcemente potente que ocultaba una podredumbre
repugnante.
—Una mujer inteligente siempre tiene los medios para controlar a un
hombre tanto si él es una gárgola deforme o un dios—, le reveló.
—Ah—, la cola de Levet se crispó cuando Marika tiró de su cuerno. —Oui.
Laylah puso los ojos en blanco. Hombres. Eran todos iguales. No importa
cuál sea su tamaño.
— ¿Cómo piensas...? —Sus palabras se interrumpieron cuando ella fue
golpeada con una sospecha terrible. —Oh, dioses. El bebé.
Marika le lanzó una mirada burlona. —Tal vez no seas tan estúpida como
pensaba.
— ¿Qué? —Levet se quitó de encima el hechizo sensual, con aire ausente
frotándose el cuerno como si tratara de librarse de la sensación persistente de la
mano de la vampira. — ¿Qué es?
Su estómago se apretó con la culpa. Maldita sea. Había sido una idiota.
Una idiota egoísta.
En su prisa por llegar a Londres y seguirle la pista a algunos vagos
rumores de un Genio (que no había sido visto por más de doscientos años), ella
no sólo había dejado al niño para ser protegido por simples duendes del
bosque, sino que después de muchos años manteniéndolos a ambos ocultos,
había alertado al mundo de que había una Genio mestiza dando vueltas por
ahí, y luego procedió a arrojarse directo a las manos de su familia, que también
resultaron ser sus peores enemigos.
Una metedura de pata record, incluso para ella.
—De alguna manera ella pretende tener al Señor Oscuro resucitado dentro
del niño—, le dijo a Levet, su mirada en ningún momento desviándose de la fría
perfección de la cara de Marika.
—Sergei ha prometido que posee el talento necesario para tal milagro. —
La vampira se volvió hacia el mago con una sonrisa burlona. —Esperemos que
no haya exagerado sus habilidades.
Sergei se encogió de hombros, luciendo su aire satisfecho de costumbre.
Pero a Laylah no le pasó desapercibida la inquietud en el fondo de los ojos azul
pálido.
O bien el hijo de puta no estaba tan seguro de su capacidad para resucitar
a las deidades del mal como pretendía, o era lo suficientemente inteligente
como para estar aterrorizado de su socia.
Laylah apostaba por la opción de aterrorizado.

110
—Nunca prometo más de lo que puedo ofrecer—, dijo arrastrando las
palabras.
—Incluso si lograras resucitar el Señor Oscuro, ¿de qué te serviría como un
simple niño? —Laylah preguntó.
Si sobrevivía a este encuentro, necesitaría toda la información que pudiera
reunir. Había estado dando tumbos en la oscuridad durante demasiado tiempo.
¿Cómo podía proteger al bebé si no entendía los peligros?
—Los niños finalmente maduran. —Ella dio un meneo a sus rizos
azabache. —Cuidadosamente protegidos por su devota madre, por supuesto.
— ¿Madre? —Laylah tembló ante la sola idea. No estaba segura de que ni
el Señor Oscuro se mereciera ese destino tan horrible. — ¿Tú?
— ¿De qué mejor manera moldear a un dios para mi propósito? —Marika
abrió los brazos. —Cuando él por fin recupere su lugar legítimo como el amo de
este mundo, yo estaré a su lado.
Laylah tragó las ganas de reírse cuando la imagen de Leonardo DiCaprio
de pie junto a la barandilla del Titanic gritando 'Soy el rey del mundo' le pasó
por la mente.
No había nada divertido en la idea de una vampira demente y un dios
malvado tomando el gobierno del mundo.
Ella se volvió hacia el mago, erizada de cólera ante el recuerdo de su
deliberada crueldad. Un día ella iba a arrancarle esa sonrisa arrogante de sus
labios.
— ¿Es por eso que me secuestraste? ¿Para conseguir al niño?
—Sólo un Genio podría penetrar el velo que rodeaba la caverna y ya que
no hay mago lo suficientemente loco como para confiar tal raro tesoro en las
manos de un Genio de pura cepa, era obvio que necesitaríamos a un mestizo.
Su mente se asustó ante la idea de lo que su madre debió haber sufrido a
manos del Genio.
Ella se ocuparía del método depravado de su concepción, cuando no
tuviera un Armagedón pendiendo sobre su cabeza.
En cambio, se concentró en el niño que había jurado proteger.
— ¿Creó el Señor Oscuro al bebé o simplemente donó el ADN?
— ¿Qué importa? —Había un borde de mal humor a la voz de Marika,
como si le molestara la pregunta. Extraño. Ella había respondido a las demás
con bastante facilidad. —He oído rumores de su existencia y sabía que sería el
medio perfecto para ocupar el lugar que me corresponde.
Laylah tragó el nudo en su garganta.

111
El único lugar que le corresponde a la tía Marika estaba en el manicomio
más cercano.
— ¿Dónde estás reteniendo a mi madre?
La vampira parpadeó despacio, sorprendida con la guardia baja por el
cambio brusco de tema.
Por desgracia, la esperanza de Laylah de que ella pudiera dejar escapar la
verdad estaba condenada al fracaso. En cambio, una expresión calculadora
endureció sus facciones delicadas.
—Ah. Pobre Kata—, ronroneó. —No te puedo decir cómo ha roto mi
corazón mantenerla lejos bajo llave. Pero en realidad, ella no me dio otra
opción. —Se deslizó hacia delante, el aroma de perfume caro y de fría malicia
envolviendo a Laylah. —Por supuesto, ahora que contamos contigo, ya no hay
necesidad de que continúe siendo mi prisionera. Con el incentivo adecuado
podría ser convencida de liberarla.
La garganta de Laylah amenazó con cerrarse cuando la vampira le ahuecó
la mejilla con los dedos helados.
Nunca había probado los límites de su capacidad para sanar.
Prefirió no empezar ahora.
— ¿Incentivos? —Logró pronunciar.
Los dedos sobre su cara se tensaron, las uñas clavándose en su carne.
—El niño.
—Laylah...—Levet tiró de sus pantalones vaqueros. —No.
—Cállate, gárgola—, Sergei gruñó.
Marika ignoró a la audiencia, con los ojos oscuros clavados en Laylah con
la mirada insensible, sin alma, de una serpiente.
— ¿Qué dices, sobrina? —la instó. —Sin duda, ¿podemos llegar a un
acuerdo que sea mutuamente beneficioso? Después de todo, el niño no tiene
ningún valor para ti.
Laylah tragó sus palabras de protesta. Por el momento el bebé era su única
moneda de cambio. Y su único medio para salir con vida del sótano. —Casi sin
valor.
Marika la observó con recelo no disimulado. — ¿Quieres un trueque?
Laylah forzó una sonrisa. —Dijiste que tengo sangre gitana.
Levet tiró de sus pantalones vaqueros. —Laylah.
Sergei levantó la mano, enviando una explosión invisible de energía
golpeando a la pequeña gárgola.

112
—Te dije que te callaras—, el mago tronó.
Laylah miró al matón imponente. —Esa no es la mejor manera de
comenzar las negociaciones.
El agarre de Marika amenazó con aplastar la mandíbula de Laylah cuando
ella echó su espalda hacia atrás para encontrarse con el salvaje anhelo que
acechaba profundamente en los ojos marrones.
La lujuria de la vampira por el poder se había convertido en una adicción
peligrosa.
Una que podría muy bien ser la causa de la muerte de Laylah. —Quiero al
niño.
—Sí. —Laylah intentó tragar saliva, sus huesos comenzando a agrietarse
bajo la presión de los dedos delgados. —Lo he entendido.
—Y haré lo que sea necesario para poner mis manos sobre el mocoso—,
Marika dijo entre dientes. —Comenzando por el sacrificio de Kata si no me das
lo que quiero.
Visiones de muerte bailaban ante los ojos de Laylah, pero antes de que la
vampira demente pudiese estallar y matarlos a todos, Sergei estaba poniendo
una mano en el brazo de Marika para refrenarla.
Mago valiente.
—Marika—, murmuró en voz baja. —Ya no estamos solos.
Hubo un momento de tensión mientras la hembra luchó para contener su
sed de sangre, su agarre castigador sobre el rostro de Laylah aflojándose
cuando ella inclinó la cabeza hacia atrás para olfatear el aire.
Su hermoso rostro se contrajo con frustrada furia. —Víctor.
—Y todo su clan. —Sergei estaba ya dirigiéndose a la puerta. —Tenemos
que irnos.
Marika negó con la cabeza. —No sin mi premio.
Aprovechando la distracción momentánea de la vampira, Laylah se soltó
de su agarre y luego, reuniendo a Levet cerca, levantó una mano en
advertencia, más sorprendida que nadie cuando la tierra tembló y un gran trozo
de roca cayó del techo para aplastar a Marika contra el suelo.
—No te acerques—, le dijo con los dientes apretados.
—¡Perra! ¿Es que no tienes respeto por un Valentino original? —
Poniéndose de pie, Marika se sacudió el polvo adherido, más preocupada por el
vestido que por la herida abierta en su hombro. Por supuesto, la herida se
curaría. ¿El vestido? Podría ser una pérdida total. —Pagarás por eso.

113
Laylah se preparó para el ataque inminente, pero con notable rapidez
Sergei estaba agarrando el brazo de la vampira enfurecida y tirando de ella
hacia la puerta.
—Marika, vamos.
Un odio frígido flotaba en el aire, pero los poderes de Laylah nuevamente
arremetieron, agrietando el suelo de piedra y llenando el aire con el cosquilleo
del acercamiento de un rayo.
Un impresionante despliegue de poderes.
Una lástima que pasara la mayor parte del tiempo en hibernación. Y
cuando decidían aparecer, por lo general, creaban más problemas lo que hacía
que no merecieran la pena.
Afortunadamente, Marika estaba asustada convenientemente por los
temblores que continuaron meciendo la caverna, y reculando hacia la entrada,
ella le envió a Laylah una mirada de advertencia venenosa.
—Tráeme al niño o haré que tu madre sufra un dolor inimaginable.
Laylah levantó la barbilla. —Vete al infierno.
La mujer dijo entre dientes. —Entonces, pasa el resto de tu vida sabiendo
que ella está gritando de agonía y que no tienes a nadie a quien culpar por ello
sino a ti misma.
Sonriendo ante el temor que Laylah no pudo ocultar del todo, Marika
permitió a Sergei tirar de ella fuera de la caverna.
A solas con Levet, Laylah se dejó caer de rodillas, su poder apagado tan
rápidamente como se había encendido.
Maldita sea. Había sobrevivido al encuentro con su tía del infierno, pero
¿a qué costo?
—Laylah.
El sonido distante de Tane llamándola por su nombre resonó en el sótano.
Tan distante que casi podía pretender que el deje en la voz oscura y ahumada
era miedo en vez de furia.
Trató de ponerse en pie.
En cuestión de segundos la caverna se llenaría de vampiros y no quería
que nadie la viera de rodillas. Nunca más.
Pero su cuerpo se negaba a cooperar. En vez de eso una marea de
oscuridad comenzó a deslizarse sin descanso por su mente.
Obviamente incluso los mini-terremotos le pasaban factura a sus fuerzas.

114
Ella temblaba, le daba vueltas la cabeza. Entonces, cuando el olor
masculino, fresco y exótico, de Tane llenó la caverna, se encontró dejándose caer
entre sus brazos que la aguardaban.

115
Capítulo Nueve
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Tane era vagamente consciente de los cautelosos vampiros que se


deslizaban para despejarle el camino mientras él recorría enérgicamente su
camino desde la casa de Londres hasta la guarida de Víctor. Y de las miradas
curiosas al verle sosteniendo protectoramente a la mujer inconsciente en sus
brazos mientras se dirigía escaleras arriba hacia la privacidad del dormitorio
marfil y lavanda.
Pero, más allá de exigir que Levet revelara con precisión lo que había
ocurrido desde el momento en que Laylah había salido de la finca hasta que ella
se había desmayado en sus brazos, él había estado indiferente a todo, excepto a
la imperiosa necesidad de tener a esta mujer oculta a salvo de aquellos que le
harían daño.
Y lejos de las miradas indiscretas para que pudiera demostrar
personalmente su opinión acerca de las impetuosas y cabezotas Genios mestizas
que tenían el sentido común de un hada del rocío ebria.
Al entrar en la gran habitación que estaba suavemente iluminada por un
fuego en la chimenea de mármol, cerró de una patada la puerta con fuerza
suficiente para sacudir las ventanas. Luego, cruzando la habitación arruinó su
espléndido despliegue de mal humor posando su delgado cuerpo sobre la cama
con dosel con una delicadeza que era totalmente extraña para él.
A punto de enderezarse, Tane se detuvo cuando la gruesa maraña de
pestañas de Laylah lentamente se levantó para exponer la abrumadora
diversión brillando en sus ojos oscuros.
— ¿Te sientes mejor?
—No—, gruñó él, formándosele un nudo en la garganta a causa del
tremendo alivio a medida que Laylah luchaba para regresar a la conciencia. —
La próxima vez que intentes despegar sin mí haré que te encadenen y que te
arrojen a las mazmorras de Víctor.
—Tú no eres mi jefe.
Él resopló mientras se acomodaba en el colchón al lado de ella, su mano
instintivamente desplazándose para acariciar su pálida mejilla.
—Hablas como una humana malcriada.

116
—No por ello es menos cierto. —Su voz era débil, pero sus magníficos ojos
brillaban con independencia obstinada. —Yo no tengo que aceptar órdenes de
ti.
Su poder frío estalló a través del aire al recordar su alarma cuando había
descubierto que ella se había escapado.
Víctor se había visto obligado a detenerlo físicamente para evitar que
saliera a la carga a través de la oscuridad tras ella, y fue sólo porque Juliet le
aseguró que sabía exactamente dónde encontrar a Laylah y a la exasperante
gárgola que en este momento no estaba destrozando Londres, desmantelándolo
ladrillo empapado a ladrillo empapado.
—No eres tan ingenua, Laylah. —Se inclinó hasta que estuvieron nariz con
nariz, absorbiendo su aroma que se estaba volviendo fatalmente adictivo. —No
hay manera en el infierno que yo vaya a dejar que te lances a ciegas hacia el
peligro.
Sus manos se levantaron para presionarse contra su tórax. Él se estremeció
cuando el calor de sus palmas abrasó su piel, derritiendo su furia helada y
sustituyéndola por una sensación mucho más agradable.
—No es de tu incumbencia.
Él le robó un beso breve y crudamente posesivo. — ¿Has olvidado que
eres mi prisionera?
Ella flexionó sus dedos, clavándose en su carne causando dolor suficiente
como para producir placer.
Tane gimió, la lujuria golpeándolo en su interior con una intensidad que
podría haber sido sorprendente si hubiera estado en su sano juicio.
Pero no lo estaba.
Y no lo había estado desde que se había lanzado a la caza de una Genio
mestiza.
—Yo creo que es al revés. Tú eres mi prisionero. —Ella tomó aire
sobrecogida cuando él agarró la sudadera con capucha y con un suave
movimiento se la había arrancado de su cuerpo y la había arrojado sobre una
delicada silla Luis XIV al otro lado del cuarto. — ¿Qué demonios estás
haciendo?
Él replegó sus labios para revelar sus colmillos alargados que palpitaban
de deseo.
Dioses, adolecía por saborearla.
Nunca su hambre había sido tan aguda.

117
Ni siquiera durante aquellos días oscuros cuando se había retirado del
mundo, alimentándose únicamente cuando su cuerpo le obligaba a buscar
sustento.
Pero él acababa de verla colapsar en sus brazos después de una
escaramuza total con una vampira brutal y un mago que tenía alguna relación
misteriosa con su pasado.
Su necesidad primaria de protegerla eclipsaba su lujuria por tener su
sangre en su lengua.
Increíble.
Por supuesto, había más de una forma de satisfacer su hambre.
Bajando la cabeza usó sus colmillos para cortar su fina camisa, un calor
líquido fluyendo a través de él mientras la tela amarilla caía hacia un lado,
revelando el pedazo de encaje que no hacía nada por ocultar la prominencia de
sus pechos.
—Si vamos a luchar entonces bien podríamos hacerlo con comodidad.
Sus ojos se abrieron como platos, pero no era miedo lo que llameaba en las
profundidades de la medianoche. Él sonrió cuando su dispuesta excitación
llenó el aire con un perfume embriagador.
—No, Tane—, susurró. —No podemos.
—Ya hemos demostrado que podemos—, dijo, con la voz más grave y
gruesa por la necesidad. —Con unos resultados espectaculares.
A su alrededor, sentía el clan de Víctor bullendo por la casa señorial, sin
duda discutiendo la mejor estrategia para tratar con la traidora Lady Havassy y
su compinche mago. Por no mencionar la amenaza de un apocalipsis inminente.
Discusiones en las que Tane debería participar.
En vez de eso, estaba totalmente concentrado en la mujer que lo desafiaba
a todos los niveles.
Él necesitaba... ¿qué?
¿Demostrar su dominación? ¿Marcar su territorio? ¿Asegurarse a sí mismo
que ella estaba sana y salva, y de vuelta en sus brazos donde pertenecía?
Algo le formaba un nudo en el pecho.
Algo en lo que era demasiado peligroso reflexionar.
Como si luchara contra sus propios demonios interiores, Laylah levantó
sus manos para anudar sus dedos en su cabello, tratando de ocultar la cruda
necesidad que él podía sentir difundiéndose a través del cuerpo de ella.
—Tengo... —Ella encontró las palabras traicioneras. —Cosas que hacer.

118
Sus labios se crisparon. ¿Es que ella nunca le confiaría sus secretos?
— ¿Recuperar al niño?
Se quedó sin aliento ante su pregunta contundente. — ¿Cómo lo sabes?
—Levet fue presionado para que confesara lo que pasó después de que te
escabulleras a hurtadillas.
Sus ojos se estrecharon. — ¿Presionado o forzado?
Se encogió de hombros, sus dedos delinearon el borde de encaje de su
sujetador antes de dirigirse al satén caliente de su estómago. Pura satisfacción
masculina corrió a través de él cuando sintió que sus músculos se contraían de
placer bajo su ligera caricia, incluso cuando él gruñó con frustración ante el
amuleto que colgaba de su cuello.
Podía saborear su delicioso calor y su creciente pasión, pero el aroma
único de lluvia fresca de primavera estaba oculto por el hechizo de la bruja.
Por razones que no podía explicar, quería ser envuelto por su olor
característico.
—He hecho los preparativos para nuestro regreso a Estados Unidos—, le
aseguró, sus dedos trabajando, deshaciéndose del botón para poder bajarle sus
pantalones vaqueros. Con un tirón, éstos aterrizaron junto a la sudadera.
Sus ojos brillaron con fastidio, pero no hizo ningún esfuerzo para detener
el suave roce de su mano sobre su muslo desnudo.
—Yo no necesito que hagas planes de viaje para mí. Regresaré de la misma
manera en que vine.
—Valiente discurso, pero te olvidas de que estamos unidos. —Se inclinó
hacia abajo para mordisquearle el lóbulo de la oreja, sin molestarse en
mencionar que su fijación con ella no tenía nada que ver con sus poderes
mágicos, y todo que ver con la fascinación masculina hacia una mujer en
particular. —Puedo sentir tu debilidad persistente.
Ella se puso rígida, como perturbada por el hecho de que él pudiera
detectar fácilmente su vulnerabilidad.
—Yo no soy inofensiva.
—No—, fue rápido en mostrarse de acuerdo, con sus labios degustando
un camino hacia la tentación de su garganta. Laylah era frágil. No sólo se había
agotado a sí misma luchando contra la puta vampira y el mago, sino que estaba
mentalmente traumatizada por su primer encuentro con su supuesta familia
salida del infierno. Tane, sin embargo, entendía su necesidad de parecer fuerte.
Era una parte de quien era ella. Y por todos sus pecados, él nunca aplastaría su
espíritu. —En absoluto inofensiva, pero estás agotada y necesitas descansar.
Ella se movió cuando sus dedos encontraron el borde de sus bragas, su
cadera presionándose contra la longitud de su erección que se estaba

119
engrosando mientras sus labios se separaron con un suave gemido de
anticipación.
Aún así, ella luchó contra la necesidad de su cuerpo.
—No me puedo permitir el lujo de descansar. Si esos monstruos ponen sus
manos sobre el bebé...
—Laylah, Víctor tiene una flota de aviones privados a su disposición—, la
interrumpió con un tono áspero, bruscamente rodándose para presionarla
contra el colchón. Él no quería que ella pudiera pensar cuando él estaba
seduciéndola. La quería consumida por la lujuria. Consumida por él. Hundió la
cara en la tierna curva donde su cuello se encontraba con el hombro. —Uno de
ellos, en este momento, está siendo preparado para nosotros.
Ella le agarró los hombros, arqueándose en silenciosa invitación mientras
él se quitaba sus pantalones caquis antes de posicionarse entre sus piernas.
— ¿Los vampiros vuelan? —Ella dijo con voz ronca.
La raspó ligeramente con sus colmillos bajando hacia su clavícula, usando
sus siglos de experiencia para desabrocharle el sujetador de encaje y tirarlo
lejos, sin que ella se diera cuenta de su pérdida.
—Sólo en los aviones que están construidos para protegernos y con fieles
sirvientes que puedan montar guardia—, él respondió distraídamente, su
atención por completo concentrada en los suaves montículos de sus pechos que
estaban coronados por unos pezones de un rosa oscuro, ya erectos por la
anticipación. —Estaremos en Chicago en cuestión de horas.
—Bien...
Sus palabras terminaron en un suspiro entrecortado cuando él tomó uno
de los pezones en su boca, con un gemido de aprobación retumbando a través
de éste mientras las manos de ella le acariciaban su espalda, descendiendo,
llenándolo de una necesidad dolorosa.
Dioses, era un vampiro, no un Were.
¿Por qué demonios anhelaba su toque con tanta intensidad?
—Por supuesto, pasará una hora más antes de que esté listo para
despegar—, dijo, trazando la parte inferior de su pecho con su lengua antes de
seguir hacia abajo.
Por lo que a él se refería el avión privado podría esperar una eternidad.
Ella se incorporó sobre sus codos, una oleada de deseo tiñendo su piel de
marfil mientras lo observaba abriéndose camino a besos hacia la curva de su
cadera, quitando sus braguitas fuera de su camino.
—Tengo que hablar con Víctor—, dijo ella, su voz un grito sofocado.

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Se acomodó entre sus piernas, mordisqueando la piel satinada de la cara
interna de su muslo.
— ¿Por qué?
Se tragó un grito cuando él se movió para pasar su lengua a través de su
calor húmedo.
—Mis... —Ella se agarró a la colcha, respirando con jadeos poco
profundos. —Mis razones no te conciernen.
Tane se rió entre dientes. Sus manos se movieron para presionarse contra
la parte baja de su estómago, manteniéndola inmóvil en su lugar mientras él
lamía, mordisqueaba, y finalmente succionaba la pequeña joya que ocultaba la
fuente de su placer.
Ella gimió, dejándose caer hacia atrás sobre la almohada con un
movimiento laxo.
Aún así, continuó tentándola. Sólo cuando sintió que estaba al borde de su
clímax se apresuró a ascender a lo largo de su cuerpo apareciendo sobre ella
con la punta de su polla acunada en su entrada.
— ¿Te resulta un imperativo moral discutir con todo el mundo o es sólo
conmigo? —le preguntó.
Ella alargó su brazo para envolver su cabello alrededor de su mano,
tirando de él hacia abajo para darle un beso que era primitivo, cargado de deseo
femenino.
—No me gusta ser mangoneada.
Con un embate suave se enterró profundamente en su interior, con sus
gemidos sincronizados de satisfacción llenando el aire.
—No habrá lugar a errores si decido mangonearte, mi dulce Laylah—, dijo
con voz áspera.
Él devoró sus labios con un beso de urgencia incontenida, arqueando sus
caderas lentamente antes de volver a deslizarse en su apretada vaina. Tane se
estremeció cuando las caderas de ella se alzaron para salir al encuentro de su
embate, su lengua enredándose con la de él en una danza de placer erótico.
Algún día tenía la intención de pasar horas seduciendo a esta compleja e
imposible hembra.
No, no horas... semanas, tal vez meses.
Pero por ahora la lujuria era demasiado novedosa, demasiado potente.
Era un fuego que amenazaba con consumirlo.
Aplastando la tentación de hundir sus colmillos profundamente en su
tierna carne, Tane se concentró en la exquisita sensación de sumergirse en el

121
calor acogedor de su cuerpo. Murmurando palabras en el lenguaje de sus
antepasados que no había usado en siglos, e impuso un ritmo de bombeo que
les condujo a ambos en espiral hacia una liberación explosiva.
Saboreando los broncos intentos de Laylah por recuperar el aliento, esperó
por sus pequeños estremecimientos para alcanzar su liberación antes de rodarse
hacia un lado, apretándola con fuerza entre sus brazos.
Él no estaba abrazándola.
Los vampiros no emparejados no abrazaban.
Tenían sexo, y punto. Fin de la historia.
Pero Laylah no era como sus habituales amantes, y él no se lo haría saber
para evitar que saliera corriendo a pesar del placer asombroso que acababan de
compartir. No tenía el tiempo ni la energía para perseguirla.
Satisfecho con la explicación dudosa, Tane presionó la cabeza de ella
contra la curva de su hombro, una vez más lamentándose por el amuleto que
disfrazaba su dulce aroma.
—Ahora, dime por qué quiere hablar con Víctor—, le ordenó.
Ella se puso rígida, pero sorprendentemente no trató de luchar para salir
de su agarre posesivo.
No es que fuera tan estúpido como para creer que le había concedido su
rendición. No. Esto era tan solo una tregua temporal. Una que duraría sólo
mientras ella creyera que lo necesitaba.
Inclinando la cabeza hacia atrás, ella se encontró con su mirada
escrutadora.
—Mi... —Se detuvo, considerando sus palabras. —Una mujer que dice ser
mi madre está siendo mantenida cautiva. Ésta debe ser encontrada y puesta en
libertad.
—Lo sé. —Él ahuecó su mejilla con su mano. —Víctor ha prometido enviar
a Uriel en busca de la mujer.
No añadió que pasarían varios días antes de que Víctor pudiera negociar
con el aquelarre local para lanzar un hechizo para encontrar donde la hembra
estaba siendo escondida.
Sus cejas se apretaron. — ¿Sin ni siquiera preguntar si yo pudiera querer
unirme a la búsqueda? —Típico. Su expresión hizo que Tane se alegrara de que
no hubiera una estaca afilada a mano. —Ella es mi madre.
Él se encontró con su mirada acusadora sin inmutarse, negándose a pedir
disculpas. Ella podría tener su orgullo, pero él había aprendido una lección
brutal respecto a permitir que las emociones eclipsaran el sentido común. Hasta
que Laylah tuviera la oportunidad de calmarse e investigar completamente lo

122
que había descubierto en el sótano de la casa de Londres, ella no iba a tomar
decisiones.
—No, has estado acertada antes—, dijo. —Ella es una mujer extraña que
dice ser tu madre.
Sus labios se atirantaron. — ¿Tienes alguna idea?
—Hay una buena probabilidad de que la mujer no sea más que un cebo
sagaz.
— ¿Un cebo para qué?
—Para ti.
Ella negó con la cabeza. —Eso es imposible.
— ¿Por qué? Boris y Natasha 25 dejaron claro que estaban dispuestos a
llegar a cualquier extremo para poner sus manos sucias sobre el niño. —Él
sonrió ante la sorpresa dibujada en su cara ante su referencia a Bullwinkle26. No
había duda de que suponía que él se pasaba sus horas de ocio afilando espadas
y comiendo niños para el desayuno. Ella no sería la única. — ¿Qué mejor que
chantajearte para que simplemente entregues al niño a cambio de tu madre
perdida hace tanto tiempo?
—Tal vez, pero a menos que sean videntes, no podían haber sabido que yo
vendría a la casa de la ciudad—, replicó ella. —Por no hablar de que tendrían
que serlo para poder estar ocultos en el sótano para así poder hacer saltar la
trampa.
—La gárgola admitió que el mago sintió tu presencia.
—Sólo después de que estuvimos allí. Ellos no sabían que íbamos a ir—,
obstinadamente insistió, una parte de ella, obviamente queriendo creer en la
visión de su madre. —No había manera de que pudieran haber urdido un
engaño tan elaborado.
Su pulgar le acarició la mejilla. Al final tendrían que discutir acerca del
niño que estaba protegiendo. Y, por supuesto, acerca de los Oráculos que
todavía eran una amenaza (y que muy bien podrían castrarlo cuando
descubrieran que había mantenido oculta a una Genio mestiza), pero cada
problema a su tiempo.
Por ahora tenía que asegurarse de que no se escapaba con motivo de
alguna búsqueda inútil con la promesa de una madre, que más que
probablemente era una trampa esperando tomar forma.

25 Boris y Natash con los archienemigos de los protagonistas de de Bullwinkle.


26 The Bullwinkle show: película cómica de dibujos animados donde un alce (Bullwinkle)
y su valiente e inteligente amigo, una ardilla voladora (Rocky), viven grandes aventuras y
frustran los planes de sus archienemigos Boris y Natasha, esbirros de su jefe el Fearless Leader
(Líder audaz), quien los envió a América para robar un microchip que revierte el tiempo.

123
—Un mago poderoso puede crear cualquier número de ilusiones con un
gesto de la mano. Sería fácil engañarte.
Su mano aterrizó sobre su tórax con la fuerza suficiente como para haber
roto una costilla si él no fuera un vampiro.
— ¿Así que ahora soy estúpida, además de impulsiva?
Él se centró en hacer un control de daños.
Maldita sea. Durante siglos había elegido a mujeres que querían una cosa
de él. Y eso no incluía encanto.
Movió la mano para tocarle la barbilla, sosteniéndole la mirada mientras
se inclinaba para rozar sus labios sobre su boca.
—No has aprendido a no preocuparte—, dijo con voz ronca. —Una
debilidad peligrosa que otros ansiosamente explotarían.
Ella se estremeció, sus labios derritiéndose en respuesta, ya dispuesta,
pero con firmeza empujó su pecho, sus ojos oscuros con una preocupación que
sentía que ella no quería sentir.
— ¿Cómo pretende Uriel descubrir si ella es real o no?
Encantados de ofrecerle una distracción a sus problemas, Tane rozó sus
labios a lo largo de la línea de su mandíbula.
—Juliet lanzó una especie de hechizo sobre el cuenco de adivinación que
permitió a Uriel captar el olor de la hembra. Una vez que esté lo
suficientemente cerca, la encontrará.
La mano que empujaba contra su pecho se suavizó, explorando la línea
rígida de sus músculos mientras su lengua descubría el punto sensible en la
base de su garganta.
— ¿Y qué hay de Marika y del mago? —Logró decir.
—Víctor tiene a sus mejores guerreros buscándolos, pero dudo que vayan
a encontrar algo más que humo y espejos. El maldito mago será capaz de cubrir
su fuga con la magia. —Levantó la cabeza, estudiando su pálido rostro, con una
mirada melancólica. —Estarán buscándote.
—Han estado buscándome durante mucho tiempo. Y no solo ellos. —Ella
le envió un ceño deliberado. —Yo podría conducir un desfile de demonios
espeluznantes por la Quinta Avenida.
La verdad de sus palabras agitó su temperamento.
Lógicamente él lo entendía.
Ella era una mestiza peligrosa que había sido prohibida por la Comisión. Y
estaba albergando a algún niño misterioso que contenía la sangre del Señor
Oscuro y el potencial de llevar al mundo a una parada demoledora.

124
Por encima de todo, era una preciosidad, una hembra sensualmente
seductora que provocaría que cada demonio desemparejado, en su proximidad,
fuese a la zaga tras ella como perro en celo.
Sí, él comprendía todo eso del desfile, pero le cabreaba regiamente.
—Ellos no pueden tenerte. —Su mano acarició su espalda, presionándola
contra su polla que se estaba endureciendo en un alarde flagrante de posesión
masculina. —Ahora eres mía.
Sus ojos se estrecharon hasta reducirse a unas hendiduras con aire
peligroso, luego, con un movimiento suave ella lo hizo rodar sobre su espalda
para poder encaramarse sobre él.
— ¿Tuya?
Sus manos la sujetaron por las caderas, un potente calor extendiéndose a
través de él ante su descarado desafío. —Mía.
Deliberadamente ella frotó su sexo a lo largo de la longitud de granito de
su erección, sonriendo cuando un gemido fue arrancado de su garganta. Sus
dedos se clavaron en su carne. Nunca había visto nada tan hermoso como la
imagen de ella posicionada sobre él, con las mejillas encendidas por el deseo y
su expresión desafiante.
—Incluso en Inglaterra, el sistema feudal hace tiempo que ha
desaparecido—, le advirtió, moviéndose hasta que su punta apenas penetraba
su caliente y lubricado canal. —Las mujeres ya no son una propiedad que se
pueda comprar y comerciar con ellas entre la población masculina.
Su mano acarició el arco de su espalda, instándola a agacharse para que
pudiera succionar uno de sus pezones erectos. Una voz en el fondo de su mente
estaba susurrándole una advertencia ante su interminable anhelo por esta
hembra.
Era una voz que fue fácilmente ahogada por la ola de placer exquisito
mientras ella poco a poco se empaló en su dolorosa erección. Un calor
abrasador arrasó a través de él y puso los ojos en blanco.
Mierda.
Nada nunca debería sentirse así de bien.
—Las leyes humanas no tienen ningún significado para un vampiro—,
murmuró él, azotando la punta de su pezón con la lengua, con cuidado de no
rasgar su piel con sus colmillos completamente erectos.
Eso de reclamarla como suya...
Eso era un poco demasiado próximo a todo eso del apareamiento.
Y pese a que estaba profundamente invadido por la lujuria, no era tan
estúpido como para arriesgarse a volverse aficionado a estar permanentemente

125
enredado con cualquier mujer, y mucho menos con una que estaba destinada a
estar, ella y cualquiera que permanezca cerca de ella, en un montón de mierda
de problemas.
Ella rodó sus caderas, tomándolo aún más profundo. — ¿Qué pasa con las
leyes de la simple decencia?
Él gimió, sus manos moviéndose para enmarcar su cara para poder
capturar sus labios en un beso candente.
—Prefiero la indecencia.
Ella se rió en voz baja, obviamente complacida con su poder sexual sobre
él.
— ¿Pensé que había un avión esperando por nosotros?
Él trazó su labio inferior con la punta de la lengua, con la espalda
arqueándose mientras ella lo montaba con un ritmo lento y deliberado.
—Víctor nos lo hará saber cuando esté listo para el despegue.
Ella contuvo la respiración cuando él levantó sus caderas para salirle al
encuentro a su embate descendente.
— ¿Tienen ataúdes en primera clase? —Se burló.
—No, pero espero que tengan botellas para genios diminutos para tu
comodidad. Tengo la intención de dedicarme durante todo el vuelo a
imaginarte en un par de esos pantalones delicados de harén y un diminuto top,
tendida sobre un diván redondo recubierto de terciopelo.
Él gruñó en señal de aprobación cuando su ritmo carnal se aceleró, sus
dedos arañando su pecho, como castigo por su fantasía de I Dream of Jeannie27.
Pero, ¿quién podría culparlo?
Ella era una Genio. ¿Qué hombre no la imaginaría encerrada en una
botella convenientemente portátil, vestida para seducir, y dedicando su
existencia a esperar que él la conjurara?
—Habrá un día frio el infierno antes de que me veas en pantalones de
harén—, gruñó ella, su espalda arqueándose mientras su clímax comenzaba a
construirse.

27 Mi bella Genio. Es una serie de TV estadounidense emitida entre 1965 y 1973, donde un
astronauta es enviado a la Luna, pero cae en una isla desierta del Pacífico Sur donde encuentra
una botella y al abrirla libera a una Genio muy hermosa a la cual le pone el nombre de Jennie
(nombre que coincide con la pronunciación de Genio en inglés). Ésta usa sus poderes para que
él sea rescatado de la isla, pero decide quedarse con él sin que éste lo sepa. Finalmente le revela
su presencia, y acaban enamorándose y casándose, no sin afrontar mil y una situaciones
conflictivas y graciosas causadas por ella.

126
Los ojos de Tane ardían con una promesa lasciva, mientras su lengua
seguía la atormentadora sombra de su vena yugular.
—Puedo esperar.

La guarida de Caine a las afueras de Chicago había sido abandonada


durante años, pero gracias a la gran fortuna que había pagado al aquelarre
local, los hechizos de ilusión todavía estaban firmemente intactos, envolviendo
la casa de ladrillo de dos pisos de la granja con el aspecto de un decrépito
granero. También había una serie de hechizos de repulsión plantados alrededor
del terreno para disuadir a los intrusos inoportunos, y algunas maldiciones
para aquellos que ignoraran las diversas señales de "no pasar".
Como resultado, la casa estaba tan prístina como el día que había salido y
cerrado con llave la puerta tras de sí.
Ni siquiera una telaraña se atrevió a estropear la perfección.
Caine había tenido la intención de colapsar una vez que hubiera llegado a
su casa más privada.
En los últimos días había jugado un juego peligroso de cobarde con el rey
de los Weres, luchado contra un Were zombi que lo usó y abusó de él durante
años, y había sido asesinado por un Señor de los Demonio que había embestido
contra él con la fuerza de una explosión nuclear.
Y si eso no fuera suficiente, cuando volvió a la vida fue para darse cuenta
de que él ya no era un simple Cur sino un Were de pura sangre, y que se había
convertido de alguna manera en el negligente guardián de una hembra Were
genéticamente alterada que había estado siendo mantenida prisionera por el
señor de los demonios, y que era una vidente de valor incalculable. La criatura
más rara y más codiciada en el mundo.
Sí, no era ninguna sorpresa que necesitara un poco de descanso y
relajación en serio.
Pero, tirando las bolsas vacías de comida rápida que había consumido de
camino a la guarida, Caine no hizo ningún esfuerzo para dirigirse a su
dormitorio.
En su lugar, se pasó las manos por el pelo rubio corto que cuando se
combinaba con sus pálidos ojos azules y su piel naturalmente bronceada (que
era revelada en este preciso instante a todo despliegue por su falta de una
camisa y por los pantalones vaqueros desgastados que colgaban bajos, de sus

127
esbeltas caderas) hacía a la mayoría de la gente pensar que él era un surfista
inofensivo.
Era una imagen que fomentaba hasta que su lobo estaba listo para salir a
jugar.
Sonriendo ladeadamente, observaba a la mujer delgada que merodeaba
por la cocina con una intensidad que estaba acojonándolo.
No es que no fuera digna de ser admirada.
Su cabello no era sólo rubio, brillaba como la plata más pura a pesar de
estar molestamente apretado en una trenza que le caía casi hasta la cintura. Su
piel era de un perfecto alabastro, tan suave y satinada que tentaría a un santo a
pecar. Y sus grandes ojos inocentes eran del tono de la hierba de verano,
asombrosamente con matices dorados.
Luego estaba ese cuerpo perfecto.
Incluso cubierta por los pantalones vaqueros desgastados y una sudadera
sin forma, eran inconfundibles las curvas esbeltas y magras, y los músculos bien
tonificados que le aseguraban que no era una flor delicada.
Ella era una mujer capaz de manejar a un lobo en pleno celo. Sus fosas
nasales se ensancharon cuando inhaló su dulce aroma a lavanda, con su cuerpo
en tensión con ganas de saltar sobre ella.
Ah, las cosas que podría hacer...
En vez de eso, se apoyó contra la encimera con los brazos cruzados sobre
su pecho mientras la observaba pasando su mano sobre la tostadora antes de
continuar con el microondas, pulsando con aire ausente, los botones del panel
de control.
No había nada lujoso en la casa de campo. La cocina estaba decorada con
azulejos azules y blancos con las obligatorias cortinas a cuadros y una sencilla
mesa de madera y sillas en el centro de la habitación. El tipo de ambiente
hogareño muy apreciado en el Medio Oeste.
Cassandra, sin embargo, estaba inspeccionando su entorno con una
fascinación que debería haber sido reservada para un viaje a la estación
espacial.
Era comprensible.
Había estado atrapada en una cueva oscura y húmeda por sabe Dios
cuántos años. Incluso la tecnología más simple tenía que parecer sorprendente.
Así que ¿por qué encontraba su distracción con su casa peligrosamente
cerca de un insulto?
¿Porque él quería toda esa fascinación femenina reservada exclusivamente
para él?

128
Dando un agudo meneo a su cabeza, Caine se obligó a apartarse de la
encimera, moviéndose para situarse directamente en medio del camino de
Cassandra.
— ¿Tienes la intención de pasar toda la noche paseándote por las
habitaciones de la casa?
Con su peculiar hábito de tomar al mundo, y todos los que lo habitaban,
en sentido literal, se detuvo a considerar la pregunta.
—No estoy segura. ¿Tengo que informarte de mi decisión ahora?
Él se frotó la parte posterior de su cuello, recordando vagamente las
amargas predicciones de su madre.
—Me habían advertido que mis pecados me llevarían al infierno—,
murmuró.
Los ojos verdes lo estudiaron con un interés inquebrantable. —Estás
molesto.
—Morir tiende a amargar mi estado de ánimo.
—Sólo estuviste muerto unos pocos minutos y ahora tienes lo que siempre
has deseado—, señaló con una lógica perfecta. —Eres un Were purasangre.
—Sí, recibí el memorándum.
Él se estremeció, todavía adaptándose a las sensaciones que se estrellaban
a través de él. Era como si las compuertas hubieran sido abiertas para liberar un
torrente de poder puro y duro. Pasarían días, si no semanas, antes de que
pudiera acostumbrarse a sus nuevos sentidos intensificados y los extraños
anhelos que se apoderaban de él.
—Entonces ¿por qué no estás contento? —En voz baja le preguntó.
Él hizo una mueca ante su perplejidad. Era cierto que nunca había
guardado en secreto su deseo de obtener los dones de un Were. ¿Qué criatura no
querría ser más fuerte, más rápido y totalmente superior?
Y, por supuesto, siempre estaba el asunto de la inmortalidad.
Pero cuando él había recibido las visiones que le habían prometido que
estaba destinado a convertirse en un purasangre, no había contado con el
sacrificio.
—Porque...
— ¿Qué?
Él apretó sus manos en puños apretados por la frustración. —Pensé que
mi destino era descubrir el secreto para transformar la sangre de Cur en la de
un Were puro—, espetó. —No pensé ser alterado genéticamente porque un

129
Señor de los Demonio alocado se estrellara conmigo, en su intento de escapar a
otra dimensión.
Ella inclinó la cabeza hacia un lado, considerando sombríamente sus
palabras.
— ¿Lamentas que no serás capaz de compartir tu maravillosa
transformación con los demás?
Resopló ante la pregunta ingenua. Obviamente Cassandra no se había
dado cuenta todavía de que él era un bastardo egoísta que nunca había hecho ni
una sola cosa en su vida que no le beneficiara de una manera u otra.
—No soy Gandhi.
— ¿Quién?
Él dejó escapar un suspiro pesaroso. —No importa.
—Todavía no entiendo por qué estás molesto.
—Quería que mis visiones se cumplieran con la ciencia, no con magia.
— ¿Por qué?
—Un regalo dado por la magia nunca es sin un costo. El universo siempre
se las arregla para extraer un pago. Cristo. —Se estremeció. —No puedo ni
imaginar cuál será la deuda cósmica por la inmortalidad.
—Es demasiado tarde para lamentarse. —Ella frunció el ceño ante su
aguda carcajada. — ¿He dicho algo gracioso? Nunca estoy segura.
—He estado diciendo que es demasiado tarde para lamentarse durante la
última década—, murmuró.
—Ah. —Se volvió para vagar hacia la ventana cercana, observando la
naturaleza indómita que los rodeaba. —Y sin embargo, sigues lamentándote.
—Yo... —Su boca se abrió en estado de shock cuando Cassandra tiró
distraídamente de su sudadera para sacársela por la cabeza y la dejó caer en el
suelo. Los pantalones vaqueros la siguieron rápidamente, dejándola con nada
más que un sujetador normal blanco y unas bragas a juego. —Mierda, ¿qué
estás haciendo?
Se volvió para mirarlo a los ojos que brillaban con el fuego de su lobo,
aparentemente sorprendida por su pregunta con voz estrangulada.
—Mi ropa huele mal. —Ella arrugó la nariz. —Y necesito un baño.
Una caliente y salvaje lujuria se estrelló contra Caine, estando a punto de
postrarlo sobre sus rodillas.
El tipo de la lujuria que podría llevar a un hombre a la locura.

130
Lo cual era la única razón por la que se estaba dando la vuelta para
apartarse de la elegancia esbelta de su cuerpo casi desnudo y estaba agarrando
la encimera con la fuerza suficiente como para romper la cubierta de mármol.
Había tomado una mala decisión tras otra a lo largo de las últimas
décadas.
Ya era hora de que él comenzara a pensar con su cerebro de verdad.
—Sí, bueno, tanto como aprecio el striptease improvisado de una mujer
hermosa, mi autocontrol es inexistente, por lo que sugiero que vayas arriba—,
gruñó.
La oyó olfatear el aire, fácilmente oliendo su excitación. — ¿Tú me deseas?
¿Desear?
Su polla estaba presionándose contra sus vaqueros con la fuerza suficiente
para cortar su suministro de sangre.
Con un movimiento fluido, se dio la vuelta y cruzó la cocina para
presionar a la mujer provocativa contra la pared. Él recordó vagamente
moderar su nueva fuerza, frotando su cara a lo largo de la curva de su cuello
mientras absorbía su aroma único.
—Corrección, yo estoy jodidamente dolorido por ti—, dijo con voz áspera,
su cuerpo ardiendo de deseo. —Pero en este momento los dos estamos en una
situación demencial. Cuando te tome como mi amante será cuando no tenga
nada en mi mente, excepto lo mucho que quiero darte placer.
Caine no estaba seguro de lo que había esperado, pero sin duda no era
descubrirse a sí mismo yaciendo sobre su espalda, con Cassandra inclinándose
sobre él con una sonrisa de suficiencia.
—Tú serás mi amante cuando yo lo diga y ni un minuto antes—, le
aseguró.
Caine se dio la vuelta justo a tiempo para verla pavonearse saliendo de la
habitación, el meneo de su pequeño culo apretado enviando su presión arterial
por las nubes.
Mierda.
¿Quién demonios era Cassandra?
¿Una vidente incomunicada que vivía en una cueva que había sido
irrevocablemente perjudicada por un Señor de los Demonio demente?
¿O una mujer despiadadamente seductora que acababa de derribarle de
un golpe con alarmante facilidad?
Rodando hasta ponerse en pie, Caine se frotó el chichón en la parte
posterior de su palpitante cráneo. Su karma era definitivamente una perra,
decididamente, dirigiéndose a la habitación de invitados en la planta superior.

131
Al entrar en la habitación decorada en tonos de amarillo, Caine abrió el
armario de nogal, sacó un par de jeans y una camiseta lisa.
Como cualquier otro Cur, Caine siempre mantenía un excedente de ropa
disponible en sus distintas guaridas.
¿Quién sabía cuándo podría sentir la necesidad de transformarse?
Claro que ahora, todo eso pertenecía al pasado.
Como Were tendría la capacidad de controlar sus transformaciones.
Sacudiendo la cabeza ante la idea perturbadora, Caine entró en el cuarto
de baño contiguo y se quitó los pantalones vaqueros sucios antes de entrar en la
ducha.
Después de horas dedicadas a excavar para abrir una salida de los túneles
que se habían derrumbado sobre él y Cassandra, él necesitaba extremadamente
agua caliente y jabón que estaba hecho para lavar la suciedad, no para hacerle
oler a flores.
Él acababa de secarse y estaba en proceso de ponerse sus pantalones
vaqueros cuando la puerta del dormitorio se abrió y su invitada entró con el
ceño fruncido.
—Maldita sea, Cassie. —Él se puso sus vaqueros, su cuerpo
endureciéndose al ver los jeans ajustados que se aferraban encantadoramente a
sus esbeltas curvas y la camiseta floja ocasional que insinuaba la suave
ondulación de sus pechos. Su pelo húmedo de plata caía libremente por su
espalda, haciendo que sus dedos se curvaran con la necesidad de acariciar su
longitud de seda. —Si vamos a estar compartiendo una casa es evidente que
necesitamos establecer algunas reglas básicas.
Ella ignoró su regaño, su expresión distraída. —Tenemos que irnos.
— ¿Ir? ¿A dónde?
Su mano se levantó dibujando una ola vaga. —Al este.
Un escalofrío le recorrió la espalda. No había salvado la vida de esta mujer
sólo para que ella la arrojara a un lado por un capricho.
—De ninguna manera. Hasta que encuentre la manera de mantener oculto
el hecho de que eres una vidente, te vas a quedar aquí.
Ella negó con la cabeza, su mano inconscientemente presionándose contra
su estómago.
El corazón de Caine se retorció ante el recuerdo de la pequeña marca del
Señor de los Demonios que estropeaba la perfección de la piel satinada justo
debajo de su ombligo. El tatuaje brillante le hacía desear aullar de furia.
Cassandra le pertenecía a él.

132
Nadie más podía tenerla.
—Tengo que...
Cruzando al otro lado de la alfombra, él agarró sus hombros con un suave
apretón. — ¿Qué?
Sin previo aviso, ella se dirigió hacia la puerta. —Ven conmigo.
Caine se entretuvo el tiempo suficiente para ponerse su camiseta. Por lo
general, él tenía por regla no hacer esperar a una mujer, pero él ya sabía que no
le iba a gustar lo que venía.
Entrando en el corredor, recorrió el piso de madera y entró en el
dormitorio principal, en absoluto sorprendido de que su huésped hubiera
tomado bajo su control la mejor habitación de la casa. Ella podría haber sido
una prisionera durante los últimos años, pero era toda una mujer.
Ella rodeó la gran cama de nogal que había sido tallada por duendes del
bosque y señaló hacia la pared pintada de un tono suave de marfil.
—Mira—, le ordenó.
Caine juró ante la visión del fulgurante jeroglífico que se arremolinaba
sobre la superficie de la pared.
No sabía absolutamente nada acerca de las profecías, pero había visto los
símbolos peculiares que recubrían las paredes de la cueva de Cassandra. Eran
visiones del futuro.
Visiones por las que poderosos demonios se comprometerían a masacrarse
al por mayor para poner sus manos codiciosas sobre ellas.
— ¿Ya? ¿No podrías tomarte unos días de descanso?
Sus labios se fruncieron ante sus palabras impulsivas. —No es un grifo.
No puedo abrirlo y cerrarlo.
Él reprimió un suspiro. Por supuesto que no podía.
No más de lo que él podía dirigirse a la puerta principal y correr tan lejos
como le fuera posible de esta mujer que estaba destinada a llevarlo
directamente al desastre.
Infiernos, él ya había muerto.
¿Qué podría ser peor?
Cerrando su mente a las numerosas respuestas desagradables a su
pregunta, Caine alargó la mano para tocar el símbolo que se arremolinaba.
— ¿Qué es?
Cassie se acercó más, como si inconscientemente buscara su consuelo. Sin
vacilar, él envolvió su brazo alrededor de su hombro y la arropó contra su
cuerpo.

133
—Géminis—, susurró.
— ¿El signo del zodiaco?
—El Alfa y el Omega.
—Todavía es demasiado indefinido.
Ella se estremeció. —Un niño.
—Sí, eso habría sido mi siguiente conjetura. —Le dio un beso
tranquilizador sobre la parte superior de su cabeza, el tierno gesto
inquietantemente natural. — ¿Qué quiere decir?
—Una advertencia. —Los impresionantes ojos verdes contenían un temor
que retorcía las entrañas de Caine. —El niño debe ser protegido.
— ¿Protegido de qué?
—De la oscuridad. —Ella se estremeció. —Del mal.
— ¿Dónde está el niño misterioso?
—No estoy segura.
Sus labios se crisparon. Exactamente lo que esperaba. —Genial.
Inclinando la cabeza hacia atrás, Cassie lo apuñaló con una mirada feroz.
—Caine, él debe ser protegido.

134
Capítulo Diez
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Nyx

Era medianoche cuando el pequeño jet aterrizó en la pista privada en un


campo remoto al sur de Chicago.
Con una eficiencia tranquila fue llevado rápidamente al pequeño hangar,
y las luces de aterrizaje fueron desconectadas antes de atraer cierta curiosidad
no deseada.
Los Vampiros hacían que los narcotraficantes parecieran principiantes
cuando se trataba de "volar por debajo del radar".
Laylah arrojó a un lado la revista de moda que estaba llena de mujeres
dolorosamente flacas que estaban vestidas con trajes ridículos y con zapatos
que parecían aparatos de tortura. Por supuesto, los tacones de aguja serían muy
útiles si tenía que pasar más tiempo en compañía de los vampiros. Siempre y
cuando los tacones estuvieran hechos de madera.
Algo a tener en cuenta.
Las ruedas se detuvieron, y Laylah se puso de pie, moviéndose más allá
de los asientos de cuero que estaban dispuestos alrededor de pequeñas mesas y
orientados para ver fácilmente el monitor de pantalla plana situado en la pared.
La elegante decoración se extendía a la cocina gourmet y al bar de cócteles
que estaba totalmente equipada con delicias para tentar al demonio más
exigente. Sin duda, el dormitorio donde Tane estaba a buen recaudo en un
compartimento sellado era igualmente lujoso, pero con severidad se había
negado a permitirse salir de la cabina delantera.
Ella no era una hipócrita.
El sexo con Tane había sido...
Se movió a través de una serie de adjetivos, pero ninguno de ellos estaba
cerca de describir el placer explosivo del toque de Tane.
El hombre tenía serias habilidades entre las sábanas.
No, ella no podía obligarse a lamentarse por ceder a la tentación, pero
tampoco podía ignorar sus problemas que se amontonaban a una velocidad
aterradora.

135
Una mujer, que podría o no ser su madre, estaba siendo cautiva en un
lugar desconocido.
Una tía loca de campeonato, con un demente mago, que estaba sin duda
siguiendo de cerca su rastro.
Un niño que iba a ser considerado el espeluznante premio gordo por todos
los demonios con la esperanza de ganarse el favor del Señor Oscuro.
Y un vampiro despiadado que sospechaba que tenía la intención de
entregarla a la Comisión en el momento en que ella bajara la guardia.
Sí, todo eso, sumado al problema con P mayúscula.
La puerta del jet fue abierta por un vampiro uniformado, y sin perder el
paso ella fue conducida por la escalera de metal y llevada de inmediato al
hangar. Era más grande de lo que había pensado en un principio y tan brillante
como el día con luces fluorescentes que recorrían la longitud del techo curvo.
También estaba Inmaculado. Un testimonio del control de Víctor sobre sus
siervos, incluso desde el otro lado del océano.
Lo que significaba que ya habían recibido la orden de no dejar que
escapara.
Ella hizo una mueca, ignorando la salida cercana, mientras el olor
embriagador de Tane aderezaba el aire. De algún modo había sabido que no
tendría tiempo para huir, incluso con él encerrado en el compartimiento
privado. Aún así era molesto como el infierno.
Se oyó el ruido de alas batiéndose cuando Levet aterrizó a su lado, su
carita fea crispada por el desagrado.
—La peor. Aerolínea. De todos los tiempos—, murmuró, agitando los
brazos regordetes. —No hay bebidas, ni cacahuetes, ni ninguna película
durante el vuelo. Ni siquiera una azafata sexy esperando para instalarme en la
Milla High Club28.
Laylah sonrió a pesar de su mal humor. —Fuiste una estatua durante la
mayor parte del vuelo.
Levet resopló. —Razón de más para tener un alojamiento adecuado
cuando despertara.
—Te advertí que lo dejaras en Londres—, la voz oscura de Tane la
envolvió, haciendo que se le erizaba la piel como respuesta a su percepción.
Maldito vampiro. —Por supuesto, Víctor me advirtió de que no considerara, ni
tan siquiera, largarme sin él.

28 Club exclusivo compuesto por aquellos que han practicado sexo en un avión, en pleno
vuelo, a más de una milla de altitud (5280 metros)

136
Laylah obstinadamente se negó a girarse y mirar a Tane mientras éste se
acercaba.
¿Para qué habría de hacerlo?
Su cuerpo ya estaba dándole un informe a todo detalle.
Las suaves pisadas de sus pies descalzos sobre el piso de cemento. El frío
aluvión de su poder que llenaba el aire. El aroma masculino que la hacía pensar
en cosas que eran ilegales en algunos estados.
Entonces, él estaba de pie a su lado, su piel dorada brillando con las luces
del techo, y su rostro increíblemente hermoso.
Su corazón le dio una sacudida peligrosa y extraña antes de que ella
reprimiera la sensación.
El vampiro era atractivo al estilo de Johnny Depp, como para caerse
muerta y que se te parase el corazón. Y, por supuesto, estaba todo eso del chico
malo con la cresta mohawk y el enorme puñal sujeto a la cintura de sus
pantalones cortos.
No es que necesitara ninguno para ser un tipo duro.
Estaba cincelado en su ADN.
¿Acaso era de extrañar que cuando se paseaba por ahí con nada más que
un par de pantalones cortos de color caqui, sus hormonas se dispararan a
hipervelocidad?
El calor la invadió cuando se encontró con su mirada color miel líquida,
pero antes de que pudiera hacer el ridículo completamente, Tane bruscamente
se giró hacia la parte posterior del hangar, desplazándose para interponerse
entre ella y lo que fuera que él había sentido aproximándose.
— ¿Qué es esa pestilencia? —Levet se quejó, con sus ojos abriéndose
ampliamente por la súbita sorpresa. —Ah, debería haberlo sabido. El rey de
tengo-un-palo-más-grande-que-el-tuyo-metido-por-el-trasero se está acercando.
Laylah frunció el ceño. — ¿Quién?
—El Anasso. —Tane lanzó una mirada de advertencia a la gárgola. —Vas
a mostrar el debido respeto o tendré tu cabeza en lo alto de mi muro, gárgola.
—Mierda. —Laylah no se lo pensó. Se giró sobre sus talones y salió
corriendo.
Dos pasos más adelante, Tane la tenía agarrada por el brazo y haciéndola
girar para encontrarse con su mirada escrutadora. — ¿A dónde vas?
—A cualquier lugar que no sea aquí. —Dijo con los dientes apretados,
inútilmente luchando contra su agarre. —Tal vez se te ha olvidado que soy

137
considerada el equivalente a la Mary Typhoid 29 en el mundo de los demonios,
pero te puedo prometer que el rey de los vampiros no lo hará. Él considerará
que es su deber entregarme a los Oráculos.
—Laylah, es demasiado tarde para correr.
Sus ojos se estrecharon. —Maldito seas. Me condujiste directo a una
trampa.
Sus cejas se apretaron, como si estuviera ofendido. —No, Laylah. Yo no
contacté con Styx.
—Sí, claro. ¿Esperas que me crea que simplemente ocurrió que decidió
hacer una aparición real en un aeropuerto pequeño en medio de la nada?
—Tane dice la verdad.
Una voz resonó en el hangar, el aire estaba tan espeso a causa del poder
frío que Laylah apenas podía respirar. Mierda.
Hablando de hacer una entrada. Con su corazón alojado en su garganta,
Laylah se obligó a girarse. Y estaba aterrorizada de nuevo. Pero, ¿quién no lo
estaría?
Styx, el rey de todos los vampiros, era un bruto enorme. Él superaba
fácilmente el metro noventa y ocho, con unos hombros que parecían que debían
estar registrados en distintos condados. Iba vestido de cuero negro a juego con
las pesadas shit-kickers30 que le habrían producido a Tim Gunn31 una úlcera, y
su cabello azabache estaba recogido en una trenza que le llegaba hasta la parte
posterior de sus rodillas.
Pero no era todo ese ambiente-Blade lo que hizo que el vello de la parte
posterior de su cuello se le erizara y sus poderes innatos se agitaran a modo de
advertencia.
Era el rostro sombrío y bronceado, que sugería antepasados aztecas, y los
ojos oscuros que contenían un conocimiento antiguo. Había una crueldad
grabada en su hermoso rostro que advertía que este vampiro no se había
ganado su posición como Anasso debido a algún estúpido concurso de
popularidad.
Él era el más grande, el más malo, y el más despiadado demonio existente.
Y punto.

29 Primera paciente conocida que padeció fiebre tifoidea, que siendo cocinera, infecto a un
montón de personas, de las cuales varias murieron a causa de las fiebres, por lo que fue forzada
por las autoridades sanitarias al aislamiento en dos ocasiones. Falleció tras tres décadas de
aislamiento.
30 Bota pesada, estilo militar o skin-head. Marca comercial de este tipo de calzado.
31 Asesor de imagen y conductor de programas de televisión en EEUU. Dirigió la cátedra

de diseño de moda en el Parsons the New School for Design.

138
Caminando hasta quedarse justo en frente de ella, Styx volvió la cabeza
hacia Tane con una ceja azabache alzándose cuando el vampiro más joven puso
un brazo protectoramente sobre los hombros de ella.
—Él no fue quien me informó de vuestra inminente llegada, ni tampoco
me avisó de que tenía la intención de viajar al territorio de Víctor acompañado
por una criatura que tenía orden de capturar—, el Anasso dijo arrastrando las
palabras. —Algo que discutiremos en detalle en un momento más apropiado.
Laylah se puso rígida. Maldita sea. Era estúpido sentirse ofendida, pero
estaba jodidamente harta de ser tratada como si ella no tuviera sentimientos. U
orgullo.
— ¿Una criatura?
El brazo de Tane se apretó alrededor de ella. —Laylah, tal vez deberías
dejar que yo me encargue de esto.
El poder de Styx se espesó hasta que Laylah sintió como si éste pudiera
despellejarle la piel de su cuerpo.
— ¿Buscas desafiarme, Caronte? —le preguntó, oh, tan suavemente.
Para darle crédito, Tane no se inmutó. Su actitud, sin embargo, era de
cauteloso respeto. Vampiro inteligente.
—Solicito la oportunidad de una audiencia.
Styx lanzó una breve mirada hacia Laylah. —Intrigante. —Hizo una pausa
antes de volver a dirigir su atención a Tane. —E impresionante. No muchos
vampiros son lo bastante suicidas como para pasarle una mestiza prohibida por
delante de las narices a los Oráculo.
—Esa no era mi intención.
—Me siento aliviado al escucha eso.
Laylah abrió sus labios para informar al dúo ofensivo que era de mala
educación hablar de ella como si no estuviera presente, pero antes de que
pudiera incurrir en la mayor de las locuras, Levet se dirigió enérgicamente
hacia adelante, con sus alas aleteando.
—Hey, ¿dónde está el Starbucks32? No se puede esperar que una gárgola
sea civilizada antes de su dolce latte 33 vainilla. —Él plantó sus puños en las
caderas. — ¿Y qué hay de mi Cinnabon34? ¿Dónde están los Cinnabons?

32 Cadena internacional de establecimientos que venden café y otras bebidas calientes,

además de bocadillos. Últimamente también venden libros, CD’s y películas de cine.


33 Café con leche, con la leche espumosa… a estos cafés se le añaden sabores al gusto del

cliente.
34 Cadena de kioscos de repostería en EEUU, también venden cafés de diferentes sabores.

139
Styx asomó sus colmillos gigantescos mirando hacia la gárgola, pero sin
advertencia el poder atenazador se alivió, y algo que podría haber sido una
diversión resignada brilló en los ojos oscuros del Anasso.
—Realmente disfrutas viviendo al límite—, dijo a Tane en tono seco.
Tane resopló. —Víctor amenazó con un incidente internacional si lo dejaba
en Londres.
Styx negó con la cabeza. — ¿Por qué yo?
Apareció el aroma inconfundible de un Were antes de que una mujer
pequeña con el pelo rubio y corto, y ojos verdes que dominaban su rostro en
forma de corazón, entrara en el hangar y cruzó el lugar hasta situarse al lado de
Styx.
—Porque me amas—, dijo con una sonrisa con hoyuelos.
El vampiro gigantesco frunció el ceño, pero ni siquiera el demonio más
cegato podría pasar por alto la cálida adoración que suavizó su expresión.
—Lo hago, pero ¿pensé que te había pedido que esperaras en el coche?
—No lo pediste, lo ordenaste. Y los dos sabemos lo bien que se me da
obedecer órdenes—, dijo descaradamente, volviéndose para agarrar la mano de
Laylah. —Hola, tú debes ser Laylah.
Laylah se esforzó para encontrar su voz. Aunque sabía que nunca había
conocido a la hermosa Were, por un momento había estado convencida que era
Harley quien caminaba hacia ella.
De cerca, podía ver las sutiles diferencias entre esta mujer y la hembra
Were que Caine mantuvo como invitada fuertemente protegida en su casa, pero
el parecido seguía siendo impresionante.
—Tú eres...
—Darcy—, la mujer le facilitó, su sonrisa llena de afabilidad que puso en
guardia a Laylah al instante. Tenía una amplia experiencia siendo temida,
odiada, y pateada cuando estaba en el suelo. Pero en ¿afabilidad? No tanto.
—La hermana gemela de Harley.
— ¿Dónde está? —Preguntó. Harley se había quedado atrás cuando Caine
y Laylah se habían dirigido a Hannibal, pero dado que el Cur había sido lo
suficientemente estúpido como para tratar de secuestrar al Rey de los Weres,
Laylah estaba bastante segura de que todo se había ido al infierno. — ¿Está
bien?
—Ella está en Chicago. —Darcy se rió entre dientes. —Y supongo que está
bien teniendo en cuenta que acaba de aceptar su posición como Reina de los
Weres.
La boca de Laylah se abrió de asombro.

140
Eso sí que era una sorpresa.
Caine siempre había tenido cuidado de mantener a Laylah apartada de su
manada, pero había oído rumores de que el Rey de los Weres había asesinado a
la familia de Harley y tenía la intención de incluir a Harley en su camino de
destrucción una vez que la encontrara.
Es evidente que los rumores estaban equivocados, o Harley era una
buscadora de emociones fuertes a una escala masiva. — ¿Se acopló con
Salvatore?
Darcy asintió. —Demencial, ¿verdad? Pero, ella está convencida de que
ama al arrogante purasangre.
—Estoy muy feliz por ella—, Laylah murmuró, diciéndose a sí misma que
la punzada en el centro de su corazón no era envidia. ¿No acababa de hacer un
inventario de su montón de problemas? Tener un compañero sólo sería la
guinda del pastel.
—Ella ha estado preocupada por ti.
Laylah parpadeó. Ella y Harley tenían conexión distante y extraña. Pero
no habían sido las mejores amigas.
— ¿En serio?
—Me hizo prometer que iba a asegurarme de que no fueras intimidada
por un grupo de vampiros con exceso de celo.
—He hecho todo lo posible por protegerla—, anunció Levet,
contoneándose para apoyarse contra la pierna de Laylah en un gesto
conmovedor. —Pero ya sabes lo imposibles que pueden ser los vampiros.
Darcy miró hacia su compañero. —Íntimamente.
Styx alzó su brazo para rozar con una tierna mano la mejilla de Darcy. —
Querida, ¿podríamos tal vez terminar esta conversación en un lugar más
seguro?
Laylah dio un paso hacia atrás impulsivamente, su placer momentáneo al
descubrir que había en verdad quien se preocupaba por ella en el mundo,
olvidado en una marejada de miedo.
—No.
Tane la atrajo de nuevo a su lado, con todos los músculos de su cuerpo
contraídos como si se preparara para atacar.
— ¿A dónde pretendes llevarla? —Gruñó.
—Tranquilo, Tane. —Styx levantó una mano, el movimiento haciendo que
el medallón que colgaba de su cuello resplandeciera bajo las luces del techo. —
Por ahora sólo tengo algunas preguntas para Laylah. Ella estará a salvo en mi
guarida.

141
Tane no estaba satisfecho. — ¿Has establecido contacto con los Oráculos?
Styx estrechó su mirada, listo y dispuesto para un contrincante molesto.
—No presiones a tu suerte, Caronte.
—Oh, por amor de Dios, ven conmigo Laylah. —Murmurando en voz baja
ante la impresionante falta de inteligencia entre el género masculino, Darcy
enganchó su brazo al de Laylah y tiró de ella hacia la puerta más cercana. —
Vamos a dejar que los hombres bramen y resoplen en la intimidad.
Laylah dejó que la llevara lejos. Cualquier distancia entre ella y el rey de
los vampiros era bienvenida. Pero tan pronto como salieron del hangar,
gentilmente trató de soltarse.
—No puedo ir contigo. —Miró distraídamente alrededor al campo aislado
abierto entre una espesa maraña de robles. Era una noche de primavera
perfecta, con un cielo lleno de estrellas, pero Laylah estaba más interesada en la
exagerada limusina esperando cerca de la carretera con tres vampiros listos
para el combate que montaban guardia. Demonios, sabía que había rumores
ridículos de que ella era peligrosa. Pero esto… ¿en serio? Ella retornó su
atención a Darcy. —Tengo... —Se detuvo para considerar sus palabras. —
Alguien me está esperando.
Darcy sonrió mientras continuó arrastrando a Laylah
ininterrumpidamente hacia el coche que las esperaba.
—Por lo menos únete a nosotros para la cena—, la instó. —Me temo que
soy vegetariana, pero tengo una cocinera fabulosa que hace una lasaña de
verduras para morirse.
Antes de que pudiera vocalizar una protesta, Laylah se encontró sentada
en la parte trasera de la elegante limusina que fácilmente podría transportar a
los Green Bay Packers35.
—Y pensar que tenía miedo de que el Anasso fuese despiadado—,
murmuró con resignación.

El estudio privado del Anasso no era lo que Tane había estado esperando.
No es que hubiera pensado que la sala estaría llena de las cabezas de sus
enemigos y decorada con aparatos medievales de tortura. Pero los muebles de

35 Equipo de fútbol americano profesional.

142
caoba pulidos y las delicadas alfombras persas parecían demasiado civilizados
para el vampiro más poderoso del mundo.
En el lado positivo, la gran propiedad a las afueras de Chicago estaba
envuelta por una docena de hechizos y maleficios con toda una horda de
vampiros que patrullaban el lugar.
Nada ni nadie iba a entrar o salir sin que Styx lo dijera.
Por el momento Laylah estaba a salvo.
¿Entonces por qué demonios estaba él paseándose por la delicada
alfombra mientras luchaba contra el loco impulso de arrasar a través de la
monstruosa casa en busca de la mujer?
Maldita sea. Había alentado a Darcy para que llevara a la reacia Laylah
para disfrutar de un baño caliente y de la cena. Él tenía asuntos que tratar con
Styx que sería mejor hacerlo en privado.
Pero ahora que estaban solos en el estudio que estaba revestido de plomo
y fuertemente envuelto en un hechizo de camuflaje, Tane no podía concentrarse
en otra cosa que en el hecho de que no podía sentir a Laylah.
Incluso llevando su amuleto había sido capaz de sentir la extraña conexión
que existía entre ellos. Como si una parte de ella se hubiera enterrado en algún
lugar muy dentro de él.
Al instante se apartó del pensamiento enervante. No. No seguiría por ahí.
—Maldita sea Tane, me siento como si estuviera parado en medio de una
tormenta eléctrica—, gruñó Styx, interrumpiendo los peligrosos pensamientos.
Con una mueca Tane se volvió para mirar al gran vampiro frotar con una
mano la parte posterior de su cuello. Cristo. No se había dado cuenta de que sus
poderes se habían estado filtrando.
—Lo siento.
Styx se apoyó contra el escritorio reforzado, cruzando los brazos sobre el
pecho.
—No sería tan inquietante si no rayara lo placentero—, se quejó. —
Aunque yo no estuviera emparejado, no eres mi tipo.
—Estoy de vuelta contigo, jefe.
Styx resopló, su mirada fija haciendo que Tane se sintiera inquieto. —
Puedo aventurar una conjetura acerca de cuál es tu tipo—, dijo al fin.
—No vayas por ahí.
—Hermosa.
Las cejas de Tane se apretaron. —Increíblemente hermosa.
—Exasperante.

143
—Un dolor-en-el-culo.
Hubo una pausa deliberada. —Prohibida.
Un temor frío se instaló en las entrañas de Tane. — ¿Sabe la Comisión de
su presencia?
La expresión de Styx se atirantó con preocupación. —No por mí, pero eso
no quiere decir que no hayan escuchado rumores acerca de una mestiza. No
estarán encantados de descubrir que un vampiro ha ayudado a mantenerla
oculta de ellos.
—Entiendo el riesgo.
—Lo dudo.
Tane entornó su mirada. — ¿Qué estás insinuando?
—Tu mente está ofuscada.
—Ridículo.
—Confía en mí, Tane, reconozco a un vampiro cuyo juicio está siendo
comprometido por su obsesión por una determinada mujer.
Tane hacía tiempo que había aprendido a contener su temperamento
vehemente. Nada bueno sucedía cuando él dejaba que lo dominara su ira. Pero,
que su acompañante dejara al descubierto su inusual debilidad estaba dándole
dentera.
—Mi juicio no está abierto a discusión.
Styx se incorporó del escritorio moviéndose con una velocidad cegadora
para inmovilizar a Tane contra la librería imponente.
—Yo decido lo que está abierto a discusión, Caronte—, gruñó. —Nunca lo
olvides.
Concentrados en su juego de poder privado, ningún vampiro se dio
cuenta de que la puerta se abrió. No hasta que un chisporroteo extraño llenó el
aire. Con maldiciones sincronizadas, ambos hombres se giraron hacia la puerta.
El chisporroteo era la misma sensación que advertía de la caída de un rayo.
Y los vampiros y los rayos no se mezclaban.
Indiferente al peligro, Laylah irrumpió entrando en la habitación, su poder
haciendo parpadear las luces.
— ¿Qué estás haciendo? —Preguntó ella, mirando hacia el rey de los
vampiros sin miedo.
Tane gruñó en agradecimiento, su mirada persistente en el rubor suave
que manchaba su piel de marfil y en el fuego ardiendo en sus ojos oscuros.
Nunca había estado tan hermosa.

144
Una guerrera feroz que salía al rescate.
A su rescate.
Asombroso.
Él era temido, odiado, y ocasionalmente deseado. Pero nunca, nunca era
protegido.
No era sorprendente que Styx le lanzara una mirada de incredulidad antes
de que el olor de cableado quemado le hiciera cruzar al otro lado de su
escritorio.
—Maldita sea, el ordenador era nuevo. —Él frunció el ceño a Tane, no
dudando en hacerlo responsable. —Su poder no es tan divertido como el tuyo.
Laylah se sonrojó, pero ella se negó a retroceder.
Típico.
— ¿Por qué estabas haciéndole daño a Tane?
Styx tiró el ordenador a la basura, con una expresión indescifrable
mientras estudiaba a la espeluznante hembra.
—Necesito respuestas, Genio—, dijo lentamente. —Si no puedo obtenerlas
de ti, entonces las obtendré de Tane. Tanto si está dispuesto como si no.
Tane esperaba que Laylah le dijera al Anasso que se fuera al infierno.
¿Qué le importaba a ella si él recibía una paliza?
Había amenazado con hacerlo ella misma en más de una ocasión.
En cambio, esta cruzó los brazos sobre el pecho y fulminó con la mirada a
Styx.
—Está bien. ¿Qué quieres saber?
—Dime lo que sabes de tu pasado.
Tane apretó sus manos en puños. Con Laylah en la habitación, podía
volver a sentir la conexión entre ellos. Una espada de doble filo como resultó
ser. Si bien su feroz impulso para asegurarse de que ella estaba ilesa se había
aliviado, ahora era muy consciente de su dolor ante la pregunta de Styx.
Aún así mantuvo su boca cerrada. Por mucho que pudiera querer proteger
a Laylah, entendía que el único medio para mantenerla a salvo era descubrir la
verdad acerca del niño que ella cobijaba.
—Los primeros recuerdos que tengo son viviendo en una granja en
Australia con mi madre adoptiva—, reveló a regañadientes.
— ¿Una demonio?
—Una bruja.

145
Styx entornó su mirada ante su tono cortante. — ¿Ella fue cruel contigo?
Tane se acercó más al sentir la tristeza invadir el corazón de Laylah.
—No, ella me amaba como si realmente fuera su hija—, dijo ella, su voz
tan suave que apenas podía ser oída. —Pero si lo que descubrí en Londres es
cierto, entonces todo lo que ella me dijo era una mentira.
Styx se sentó en el borde del escritorio. —La criatura más peligrosa del
mundo es una madre que protege a su cachorro. Ella mentirá, engañará, matará,
y hasta morirá si es necesario. ¿No harías tú lo mismo?
Ella frunció el ceño, como si considerara las palabras contundentes de
Styx. Al final asintió con la cabeza, una parte de su sentimiento de traición
pareciendo aliviarse.
—Supongo.
— ¿Qué pasó con ella?
—Un día yo estaba recogiendo las hierbas que Sadira utilizaba en sus
hechizos de ilusión cuando oí su grito. —La misma ausencia de emoción
revelaba la profundidad de sus heridas. Todo indicio de haberlo superado muy
lejano de ser una realidad. —Corrí de vuelta a nuestra casa, pero ya era
demasiado tarde. Ella estaba... —Se vio obligada a detener y aclararse la
garganta. —Yacía en el porche con la garganta rajada.
— ¿Muerta?
Laylah se estremeció. —Siempre he asumido que lo estaba, había tanta
sangre, pero fui capturada por el mago antes de que pudiera llegar a ella.
Styx disparó a Tane una mirada de advertencia cuando éste
instintivamente dio un paso hacia Laylah.
A regañadientes Tane se detuvo. Estaban a merced del Anasso. Por alguna
razón, él estaba dispuesto, al menos, a escuchar a Laylah, pero Tane no se
engañaba a sí mismo. En el momento en que Styx decidiera que ella era un
peligro para sus vampiros, sería sacrificada a los Oráculos. Sin ningún
problema. Sin inmutarse.
—Víctor dijo que el mago es conocido por el nombre de Sergei—, dijo
Styx.
La ira reemplazó a sus recuerdos dolorosos. —Él nunca me dijo su
nombre.
— ¿Qué te hizo?
—Styx. —Tane gruñó.
Un dolor agudo arremetió a través de Tane cuando Styx lo castigó por su
interferencia.

146
Sólo una pequeña muestra de lo que podría ser.
—La verdad es lo único que la salvará, Tane—, advirtió el rey. Luego,
volvió su atención a Laylah. — ¿Y bien?
Laylah se puso rígida, pero ella se negó obstinadamente a encogerse bajo
su mirada escalofriante.
—No sé exactamente cómo el mago me noqueó, pero cuando me desperté
estaba encerrada en una celda en el norte de Siberia.
— ¿Siberia? —Tane se hizo eco sorprendido. —Eso es un poco lejos, ¿no?
—En realidad, eso confirma lo que Víctor ha descubierto sobre el mago—,
respondió Styx.
— ¿Víctor ya tiene información sobre el bastardo? —Tane estaba
impresionado. —Fue rápido.
—Víctor no es sino eficiente.
¿Eficiente?
Sí. También era un asesino brutal, despiadado, y a sangre fría. No era de
extrañar que la super autopista de información tuviera una ruta directa a su
escritorio.
— ¿Qué descubrió?
—Sergei Krakov hizo su primera aparición como un místico en la corte
real de Pedro el Grande. —La voz de Styx contenía el desprecio que todos los
vampiros sentían hacia los usuarios de la magia. —Se le proporcionó una vida
de lujo por llevar a cabo algunos "milagros" menores y por actuar como un
asesor espiritual, pero por lo que Víctor pudo desenterrar, su verdadero interés
estaba en las antiguas profecías. Su biblioteca se dice que rivaliza con la de Jagr.
—Eso es mucho decir—, Tane murmuró. Se rumoreaba que la biblioteca
del antiguo gótico tenía más de veinte mil libros y pergaminos.
—El mago está convencido de estar predestinado a llevar al mundo a una
nueva era—, Styx continuó con una mueca. —Lo que sea que eso signifique.
Tane puso los ojos en blanco. Cada tirano, a medio gestar, decía poseer la
capacidad de llevar al mundo a una nueva era.
Laylah, sin embargo, se llevó una mano al pecho, el olor de su miedo
perforando el aire.
—El bebé—, susurró ella. —Él y mi demente tía creen que pueden utilizar
al niño para reencarnar al Señor Oscuro.
Styx asintió, claramente habiendo sido informado por Víctor, golpe por
golpe, del encuentro de Laylah con Marika.
— ¿De dónde viene el niño?

147
—No estoy del todo segura. —Levantó una mano cuando los ojos de Styx
brillaron con la frustración. —Cálmate.
Styx arqueó una ceja. — ¿Qué me calme?
—Tienes esa mirada que dice que estás pensando en darme una charla
sobre guardar secretos... bla, bla, bla.
—Nunca doy charlas—, Styx trató de negar, sólo para dar marcha atrás
ante la fuerte carcajada de Tane. —Puedo animar a otros a ver las cosas desde mi
punto de vista.
—Bueno, no te molestes en animarme a mí—, dijo Laylah. —Pasé mi
tiempo con el mago, ya fuera encerrada en una celda o tan firmemente envuelta
en hechizos que apenas podía sentir lo que me rodeaba.
—Tiene que haber algo que recuerdes—, Styx soltó de golpe.
—Recuerdo al mago entrando en la celda una mañana y entonces el
mundo se volvió negro. —Se frotó las manos sobre sus brazos desnudos, como
si sintiera un frío repentino. —Cuando me desperté estaba en una cueva helada
y oscura.
— ¿Una cueva? —Styx frunció el ceño. — ¿Dónde?
Laylah se encogió de hombros. —Creo que era al norte de donde
estábamos quedándonos, pero no puedo decir a cuanta distancia.
Probablemente podría encontrarlo si caminara por las sombras.
Styx y Tane intercambiaron miradas. Nadie dejaría a un niño que se
rumoreaba que poseía una parte del Señor Oscuro por ahí en una cueva.
No importa cuán remota.
— ¿Había alguna marca en la cueva? —Styx preguntó.
Ella negó con la cabeza. —No, nada más que la bruma.
Tane acarició distraídamente la empuñadura de su daga. — ¿La misma
bruma que usaste para llevarnos a Londres?
—En cierto modo. Cuando entro en la bruma percibo un... —Se detuvo,
arrugando su ceño mientras luchaba para encontrar la palabra correcta.
—Corredor. Como una carretera a las afueras de diferentes mundos. Esto
era más como una burbuja.
— ¿Como si fuera autónomo? —Styx preguntó.
—Exactamente—, Laylah coincidió, claramente sorprendida por la
descripción precisa de Styx.
Tane no la culpaba.

148
Styx era tan bueno usando sus músculos que era fácil olvidar que tenía un
cerebro. Él lo hacía a propósito, por supuesto. Le gustaba que los demás lo
subestimaran. Tane se volvió hacia Styx. — ¿Sabes dónde está?
—No, pero sospecho que sé lo que es.
— ¿Vas a compartirlo?
Styx se encogió de hombros. —Sólo he oído rumores, pero se ha dicho que
los Genio purasangre son capaces de crear pequeñas fisuras entre mundos para
esconder sus tesoros.

149
Capítulo Once
Traducido Por Fangtasy
Corregido por Arhiel

Laylah se llevó una mano a su estómago revuelto. No quería hablar del


niño. Especialmente con un vampiro que aún tenía que demostrar que no se
estaba preparando para entregarla a los Oráculos.
Sin embargo, tenía que admitir que necesitaba información si iba a
proteger al bebé.
—Eso explicaría por qué necesitaban una Genio mestiza—, dijo Tane,
cruzando los brazos sobre su pecho desnudo.
Styx asintió, sin apartar la mirada de Laylah. ¿Sospechaba el Anasso que
ella desaparecería en el momento en que tuviera la fuerza para caminar por las
sombras?
Si no lo hacía sería idiota.
— ¿Había algo más que el niño en la niebla?
Se obligó a rememorar su tiempo en la cueva. Recordó el frío. El tipo de
frío que le hacía doler los pulmones. Y la sensación de vacío estéril, como si
estuviera a una gran distancia de la ciudad más cercana.
Entonces el mago la había empujado hacia adelante y ella había
trastabillado adentrándose en la bruma.
En aquel momento había estado aterrorizada. Sólo había caminado por
las sombras un puñado de veces y había pensado, por un instante, que él la
había empujado a través de un corredor hacia otro mundo.
—No. —Ella se estremeció, sabiendo que probablemente habría sido
mejor si hubiera dejado al bebé donde había estado escondido.
Pero, ¿cómo podría?
Incluso ahora ella estaba convencida de que el niño había hecho algo
para tocarle el corazón. O eso, o ella era una loca de atar. Una posibilidad muy
diferente.
—Es una pena—, murmuró Styx, con el ceño fruncido. —Hubiera sido
bueno si tuviéramos una pista acerca de quién escondió al niño en la fisura.
— ¿Seguramente, fue un Genio?— porfió Tane.

150
—No necesariamente. —Styx sostuvo la mirada de Laylah. —El Señor
Oscuro...
—El niño no es malvado—, le interrumpió ella, con las manos apretadas
en puños a ambos lados.
— ¿Cómo puedes estar tan segura?
—Sólo lo sé.
Styx no entornó sus ojos, pero una vez más no se veía nada convencido.
Qué gran sorpresa. "Sólo lo sé" no era precisamente una garantía a toda prueba.
Afortunadamente él no insistió.
—Así que sacaste al niño de las brumas. —Retomó el anterior hilo de
conversación. —Entonces, ¿qué pasó?
—Sergei nos llevó a su casa y me encerró en mi celda con el niño.
Styx se levantó del escritorio, sin parecer darse cuenta de la forma en que
se alzaba sobre ella.
Por lo menos ella asumió que la intimidación no fue intencionada.
¿Quién sabía con los vampiros?
—Después de llevar a cabo tal esfuerzo para tener en sus manos al bebé,
¿por qué iba a dejarlo contigo? —Dijo con voz áspera.
Laylah vaciló antes de, a regañadientes, revelar la verdad. —Porque tenía
miedo del hechizo de Stasis que se envolvía alrededor del bebé. Por lo que yo
sé, soy la única que puede tocarlo.
Tane se movió para pararse junto a Styx. El aliento de Laylah se le enredó
en la garganta.
Hablando de sobreabundancia de opulencia.
Incluso furiosa con los vampiros por su interferencia, ella era lo
suficientemente femenina para apreciar la vista de dos de los mejores machos
musculosos y atractivos que nunca hayan caminado por la tierra.
El alto azteca con su belleza formidable y su enervante poder. Y el
bronceado macizón con ojos color miel que hacían fantasear a una mujer con
noches calientes y tropicales, y son sexo exótico.
Montones, y montones, y montones, de sexo.
Tane le lanzó una mirada de complicidad, pero fue lo suficientemente
inteligente como para guardarse cualquier comentario agudo para sí mismo. —
Podría haber sido un trigger—, dijo en cambio.
—Sí—, estuvo de acuerdo Styx.
Laylah hizo a un lado su extraña fascinación. — ¿Qué es un trigger?

151
—Los demonios más poderosos pueden intrincar un hechizo para o bien
identificar a una persona específica o a un acontecimiento específico—, explicó
Tane. —Podría ser que el hechizo fuese elaborado para vincular al niño con la
primera persona que entrara en la bruma.
Laylah nunca había oído hablar de tal poder, pero por otra parte, su
madre adoptiva había mantenido una gran cantidad de cosas ocultas.
Ella empujó a un lado el recuerdo de la pretensión de Sadira mientras
intentaba enseñar a Laylah magia. Durante todo ese tiempo supo que sus
poderes eran los de una gitana, no los de una bruja.
Más tarde se encargaría de sus emociones enredadas.
—Cualquiera que fuese la causa, hizo volver loco al mago—, dijo ella. —
Podía oír su ataque de cólera a través de las paredes de hierro sólido.
Una fría sonrisa tocó la boca de Styx. — ¿Es ahí cuando te dejó ir?
— ¿Me estás tomando el pelo?— Laylah se burló. —El bastardo nunca
me dejó ir. Unas semanas después me encontré de repente con que era el bebé
lo que asustaba a Sergei. —Ella abruptamente levantó la mano mientras sus
labios se abrieron con las preguntas predecibles. —No me preguntes por qué.
No éramos los mejores amigos que pasaban las noches trenzándonos el pelo el
uno al otro y compartiendo nuestros secretos íntimos. Una noche entró en la
celda y me noqueó. —Ella se encogió de hombros. —Me desperté en Roma.
—Roma—, Styx levantó una ceja. —Asumió un riesgo al elegir una
ciudad tan densamente poblada por los demonios.
Ella soltó una risa aguda al recordar el vuelo de pánico de Sergei desde
su guarida.
—Creo que su elección fue hecha a toda prisa en lugar de formar parte
de un plan de escape bien meditado. —Ella se estremeció. —Y no puedo decir
que lo culpe si mi encantadora tía Marika estaba pisándole los talones. Esa
mujer hace que cualquiera huya horrorizado.
Tane asintió sombríamente en avenencia, pero Styx se mantuvo enfocado
en su interrogatorio.
Sin duda, él había sido entrenado durante la Inquisición española.
— ¿Tenía una guarida privada en Roma?
Laylah negó con la cabeza. Su breve estancia en Roma no había sido más
agradable que ser rehén en la guarida de Siberia. Había cambiado una celda de
hierro por un armario restringido con hechizos y grilletes de plata que la habían
llevado casi al límite.
—No, nos quedamos con las brujas locales—, dijo, con la voz llena de
dolor rememorado.

152
La expresión de Styx se endureció cuando Tane se movió para colocar un
brazo protectoramente sobre los hombros de Laylah.
Ella no sabía si él desaprobaba que Tane tocara a una repulsiva mestiza,
o si no le gustaban las demostraciones públicas de afecto.
Y a ella no le importaba. Se sentía bien tener un poco de apoyo. — ¿Ellas
permitieron que un demonio prohibido entrara en el aquelarre?—, preguntó el
vampiro más viejo, indiferente con sus sentimientos. Oye, ¿qué había de nuevo
en eso?
—Sergei tuvo cuidado de mantenerme oculta en sus habitaciones
privadas. Además ellas estaban aterrorizadas de él. Si no fuera por Caine, sin
duda, todavía estaría atrapada en ese maldito armario.
Tane le dirigió un ceño evidenciando su sorpresa. — ¿El Cur te rescató?
Ella arrugó la nariz. —No estoy segura de si rescatar es la palabra
adecuada. Digamos que hicimos un pacto para nuestro mutuo beneficio.
El dedo de Tane acarició su mejilla, su toque reconfortándola. — ¿Cómo
te encontró?
—Una de las brujas era su amante y ella esperaba impresionarlo con la
"Jeannie en el armario". Caine regresó a la mañana siguiente para ofrecerme la
oportunidad de escapar de Sergei si yo aceptaba ser su... —Sus labios se
crisparon mientras recordaba la descripción del apuesto Cur. —Arma secreta.
—Perro arrogante. —Tane gruñó.
Ella inclinó la cabeza hacia atrás para mirarlo, sorprendida por la cruda
furia que brillaba en los ojos color miel.
— ¿Pensé que no conocías a Caine?
Fue Styx quien respondió. —Los vampiros aún tienen que reclamar ese
placer, pero estoy seguro de que pronto será mi invitado.
Uups.
— ¿Por qué tengo la sospecha de que eso no es algo bueno para Caine?—
murmuró Laylah.
—El perro mantuvo prisionera a la hermana de mi compañera. —El tono
oscuro de Styx advertía del dolor a cualquiera lo suficientemente estúpido
como para lastimar a su pareja. Ridículamente, Laylah se preguntó brevemente
como sería ser amada por un demonio tan abrumador. Darcy debe sentirse...
¿Qué? ¿Querida? ¿Importante? ¿Mimada? ¿Tal vez una combinación de los
tres? —Un crimen por el que finalmente pagará—, Styx continuó, ajeno a sus
absurdos pensamientos. —Pero por ahora creo que tenemos asuntos más
importantes que discutir. ¿Cómo logró Caine alejarte del mago?

153
—Caine tiene un talento para crear fármacos—, admitió. Con los años el
Cur había hecho una fortuna con su habilidad para crear drogas de diseño que
los seres humanos ansiaban. Él deslizó un rophy 36en el zumo de naranja de
Sergei, y mientras él estaba inconsciente nos escapamos.
Styx parecía sorprendido. —¿El mago fue derribado por un rophy?
—Confía en mí, fue una sobredosis.
Tane entrecerró los ojos. — ¿Te quedaste con Caine en Roma?
—No, Caine me envió a su guarida en América para que sus brujas
privadas pudieran mantenerme oculta. —Ella sonrió. Cuando llegó a la guarida
del Caine fuera de St. Louis, le había parecido casi el paraíso. Claro que ella
tuvo que vivir en un edificio anexo que estaba fuertemente envuelto en
hechizos de camuflaje, y ella a menudo se pasaba años sin hablar con nadie.
Pero sus habitaciones eran bastante cómodas, y lo mejor de todo, ella y el bebé
estaban escondidos a salvo del mundo.
Ah, y un televisor de pantalla ancha y quinientos canales de TV por cable
gratis.
No está mal.
—No lo volví a ver hasta que llegó a St. Louis con un bebé Were.
—Harley—, dijo Styx.
—Sí, pero él se negó a comentar de dónde procedía ni por qué era tan
protector con ella—, Laylah apresuradamente le informó. Darcy ya había
pasado la última hora acribillándola para sacarle cualquier información sobre
cómo Caine había puesto sus manos sobre Harley y si él había dicho algo que
involucrara a las otras hermanas de Darcy. Al parecer, una de las cuatrillizas
todavía estaba desaparecida. —Lo siento, no sé nada más.
Styx la observó en silencio, sopesando la verdad en sus palabras.
—Háblame del niño—, dijo por fin de forma abrupta. Ella se tragó un
suspiro. El rey de los vampiros no era sino implacable. Al igual que la tortura
china con agua.
—No hay nada que contar. El bebé está envuelto en un hechizo de stasis
que no se puedo penetrar. Ni siquiera estoy realmente segura de si es un niño o
una niña.
Tane hundió su barbilla para inclinar su cabeza para observarla con una
expresión indescifrable.
— ¿Estás segura de que está vivo?

36 NdeT: Valium mexicano. Tranquilizante antidepresivo, a menudo usado para drogar a


las víctimas de agresiones sexuales. Legalmente disponible en Europa, México y Colombia.

154
Ah, él pensaba que su soledad la había empujado a llevar de una lado
para otro el equivalente mágico de un cascarón vacío.
Ella podría haberse sentido insultada si no hubiera una posibilidad real
de que se hubiera vuelto loca de remate sin el bebé para concentrarse en él en
lugar de en su desgraciada existencia.
—Puedo sentir su esencia, pero no está consciente—, dijo ella, con tono
suficientemente firme para advertirle que no iba a discutir lo que ella sabía en
su corazón.
El niño estaba vivo y le pertenecía.
Styx dio unos pasos hacia delante. — ¿Y no ha cambiado con los años?
—No.
— ¿Dónde está el niño ahora?
La repentina pregunta llegó sin aviso, pero Laylah estaba preparada.
Cruzando los brazos sobre su pecho, ella se encontró con la mirada oscura de
Styx sin pestañear.
—Escondido a salvo.
—Tienes que...
—No.
—Tal vez sería mejor si yo hablo con Laylah en privado—, interrumpió
Tane, prudentemente evitando que Laylah provocara al demonio más peligroso
sobre la faz de la tierra.
Tane esperó hasta que Styx había salido de la habitación y cerró la puerta
detrás de él antes de girarse para encontrarse con la expresión testaruda de
Laylah.
Ella levantó una mano y señaló con el dedo hacia su cara. —Ni siquiera
lo pienses.
— ¿Pensar qué?
—Que sólo porque te has metido en mis pantalones puedes
manipularme.
Una llamarada de ira arrasó a través de él. ¿Metido en sus pantalones?
Ella lo hizo sonar como si fuera un chico de fraternidad ansioso por una
chica fácil. La verdad del asunto era que él había tenido a las mujeres más bellas
y poderosas del mundo pidiéndole compartir su cama.
Pero no fue el orgullo masculino lo que le hizo tirar de ella con fuerza
contra su cuerpo, o mirar con enojo a sus ojos ampliamente abiertos.
—Nunca subestimes lo que arde entre nosotros—, dijo con voz áspera.

155
Su pulso martilleaba en la base de su garganta, pero ella se negó
obstinadamente a ceder.
—Nada arde entre nosotros. Tuvimos sexo. Fin de la historia.
Él se inclinó, rozando un colmillo completamente extendido a lo largo de
la línea de su yugular, su estómago retorciéndose con una primitiva necesidad
de degustar el rico néctar de su sangre.
—Si yo realmente pensara que si te tomara justo aquí me creerías, te
demostraría lo equivocada que estás—, dijo, con sus labios moviéndose contra
el raso de su piel.
—Tane. —Ella se estremeció, el olor de su excitación tentando los
sentidos de él, pero sus manos se levantaron para presionar contra su pecho. —
Para.
Él se echó hacia atrás para estudiar el rubor de la excitación tiñendo sus
mejillas con satisfacción petulante.
—Tú me perteneces.
Los ojos de ella brillaron, pero fue lo suficientemente sabia como para no
tratar de seguir con esa ridícula discusión.
— ¿Pensé que querías discutir acerca del bebé?
Sus labios se crisparon. —Y yo creía que tú no querías hacerlo.
Sin previo aviso, serpenteó para salir de sus brazos, negando con la
cabeza mientras retrocedía.
—No me vas a engañar.
Haciendo caso omiso de la necesidad de tirar de ella de vuelta a su
abrazo, Tane, en cambio, permitió que su mirada acariciara su pálido rostro y
su cuerpo que mantenía tenso.
Ella estaba tan hermosa como siempre.
El pelo carmesí que brillaba como fuego bajo la luz del techo. Los rasgos
marfileños tallados con una perfección delicada. El cuerpo esbelto que era una
combinación tentadora de músculos duros y curvas femeninas.
Pero, sus ojos escrutadores no se perdieron las sombras en aquellos ojos
oscuros y la tensión que zumbaba alrededor de ella.
Estaba ansiosa por regresar junto a su niño y sospechaba que él tenía la
intención de impedirlo.
Una sospecha bien fundada, por desgracia.
Cada maldito demonio en el mundo pronto estaría a la caza de la última,
y más grande, esperanza de traer de vuelta al Señor Oscuro. Ya sea por la gloria
de restablecer a su dios, o para destruir la amenaza potencial.

156
Tane no permitiría que Laylah permaneciera en la línea de fuego.
— ¿Engañarte?— Dijo él con una estocada de inocencia.
La barbilla de Laylah despuntaba desafiante, sin tragarse su pretensión
ni por un minuto. —No voy a entregar al niño.
Profirió un juramento frustrado. Había esperado poder evitar una
confrontación directa.
— ¿Qué otra opción tienes, Laylah?— Él plantó las manos en sus caderas.
—Tú no eres tonta.
—Eso está abierto a debate.
Él ignoró su murmurado comentario hecho para sí misma. —Has salido
del armario, dulzura. Son demasiados los demonios que saben ahora que hay
una Genio mestiza en libertad con un niño que tiene el potencial de resucitar al
Señor Oscuro. —Él le ahuecó la cara entre sus manos, sosteniendo su mirada
mientras trataba de hacerla entender su postura. No importaba lo despiadado
que tuviera que ser. —No hay ningún lugar donde puedas ocultar al bebé
donde esté a salvo.
El miedo relampagueó a través de sus ojos antes de que ella tercamente
lo escondiera detrás de su temperamento ya preparado para estallar.
—Si no hay ningún lugar seguro, entonces ¿por qué los vampiros quieren
involucrarse? O ¿puedo conjeturar?— Sus ojos se estrecharon. —Tan pronto
como sea tan estúpida como para revelar dónde está el bebé oculto, tú nos
entregarás a ambos a la Comisión. Dime, Tane, ¿obtienes una prima por una
doble entrega?
—Debes tener adicción por jugar con fuego—, le advirtió, con voz suave.
—Todo lo contrario. —Apartó de un golpe sus manos. —Lo único que
quiero es paz y tranquilidad y un lugar donde pueda mantener al bebé a salvo.
Él apretó los dientes. No dejaría que ese indicio de anhelo nostálgico
tirase de su corazón. —Un sueño imposible.
—Tal vez, por el momento, pero al final me las arreglaré para
proporcionarnos a ambos un hogar. No estoy indefensa.
Sus labios se torcieron en una sonrisa sin humor. —Soy dolorosamente
consciente de tus poderes, pero no estoy dispuesto a hacer la vista gorda a los
peligros que te acechan. Apostaría mi Rolex favorito a que Marika y su mago
están buscando al niño.
Sin previo aviso ella se giró sobre sus talones y se paseó a través de la
oficina, sus hermosos rasgos inamovibles en una línea sombría de
determinación.

157
—No, ellos me están buscando a mí—, lo corrigió. —Yo soy la única que
puede tocar al bebé. Ellos me necesitan.
El miedo le recorrió la espina dorsal a Tane.
—Detente ahí, Laylah.
Lo miró por encima de su hombro. — ¿Qué?
—Estoy empezando a reconocer esa expresión.
Ella de repente volvió a pasearse. —No sé de qué estás hablando.
Con una velocidad cegadora él estaba al otro lado de la habitación,
tirando de ella para que se girase para que no se perdiera su ceño de no-me-
jodas.
— ¿Estás gestando algún plan demencial y no lo voy a permitir.
— ¿No lo vas a permitir?— El aire se llenó de chisporroteos peligrosos.
—Debería freírte sólo por ser un arrogante capullo.
—Y yo debería encerrarte en la mazmorra más cercana. —Con un
esfuerzo, él soltó su agarre sobre su brazo, atando corto sus impulsos
neandertales. —Laylah, tú no vas a hacer de cebo.
Ésta se detuvo. Tal vez sopesando el placer de freírlo con el relámpago
contra el menos letal aunque terrorífico deleite de atraparlo en las brumas entre
los mundos.
—Sólo será el tiempo suficiente para llevar a Marika y a Sergei lejos—,
por fin rompió el silencio. —Una vez que hayan perdido mi rastro puedo
regresar para recoger al bebé y desaparecer para siempre.
Su poder estalló a través de la habitación, golpeando las primeras
ediciones de valor incalculable de las estanterías y haciendo que las luces
parpadean.
— ¿Se supone que es una broma?
Ella palideció, pero se mantuvo firme. —Admitiré que no es el mejor
plan...
—Es una misión suicida y lo sabes—, le espetó.
—No hay necesidad de ser tan melodramático. He sobrevivido por mi
cuenta desde hace mucho tiempo.
—Pura suerte de mierda que está condenada a acabarse con el tiempo.
Ella cogió aire furiosamente cuando se levantó sobre la punta de sus pies
y le clavó un dedo en el centro de su pecho.
—No estaba pidiéndote permiso, He-man.

158
Éste la agarró por los brazos y la levantó hasta que estuvieron nariz con
nariz. Mirada feroz contra mirada feroz.
—Entonces, obviamente, has olvidado que eres mi prisionera. No vas a ir
a ninguna parte.
— ¿No sientes ninguna renuencia respecto a eso?— Ella le lanzó la pelota
fuera, ahogándolo en la deliciosa sensación de calor y de mujer furiosa. Incluso
cuando lo estaba frustrando acojonantemente, la fantasía de tumbarla sobre el
escritorio de Styx, y la idea de empujarse profundamente en el interior de su
cuerpo estaba abrasando su cerebro. —Tú estás bajo mi poder y te ordeno que
me dejes ir.
Él reclamó sus labios en un beso de flagrante proclamación de
propiedad. —Jaque mate.
Los labios de Laylah se suavizaron en un breve momento de locura,
luego presionó sus manos contra su pecho.
—Tane...
—No Laylah, no irás a la carga sola. —Volvió a dejar sus pies sobre la
alfombra de lujo, pero mantuvo su agarre sobre sus brazos, incapaz de dejarla
ir. Maldita sea. No había ninguna buena opción. No mientras la Comisión la
considerara un peligro. Lo que necesitaba era tiempo para convencer a los
malditos Oráculos de que esta mujer no era una amenaza. Y más importante, la
capacidad de evitar que se hiciera matar antes de que pudiera lograrlo. —No
hay ningún lugar a donde puedas ir al que yo no te siga.
Ella frunció el ceño ante la dura advertencia en su voz. — ¿Por qué?
—No lo sé.

159
Capítulo Doce
Traducido por Maxiluna
Corregido por Arhiel

Fue su sencilla honestidad lo que le robó el aliento.


Junto con sus funciones cerebrales superiores.
No sé...
Ella podría regresar el sentimiento.
El maldito vampiro la había retorcido en nudos en los que ella no sabía si
iba o venía.
En un minuto ella quería reducirlo en un pequeño montón de polvo y al
siguiente quería apoyarlo contra la pared más cercana y hacer cosas muy malas
con su duro y perfecto cuerpo.
Perdida en la mirada color miel, Laylah casi se salió de su piel cuando la
voz de Styx retumbó a través del intercomunicador.
—Tane. Te necesito en el piso de arriba.
Tane se tensó, apretando su agarre en sus brazos.
—Ahora no, —gruñó.
—Ahora, —el antiguo vampiro espetó.
—Maldita sea. —Tane abruptamente dio un paso atrás, su expresión tensa
por la frustración. —No tardaré.
—Iré contigo...
—No, mi dulce. —Tane ignoró firmemente sus palabras, cruzando los
brazos sobre el pecho. —Si Styx quisiera que te unieras a nosotros, entonces
habría preguntado por ti.
Ella frunció el ceño, su humor inclinándose hacia el pensamiento de
convertirlo en una tostada en vez de lamerlo desde la cabeza a los pies.
—¿Así que se supone que tengo que esperar aquí como una buena chica
mientras deciden mi futuro?
—Es mucho más probable que esto no tenga nada que ver contigo, Laylah.
Apretó las manos a los costados. —Sí, claro.
—¿Has olvidado que Styx es el rey de los vampiros y yo soy su Caronte?

160
—Él le sostuvo la mirada, su dolorosamente bello rostro imposible de leer. —
Quédate aquí.
Su corazón se olvidó de latir.
Mierda. ¿Pensaba él que eso haría las cosas mejores?
—Tane, —dijo mientras se dirigía hacia la puerta.
Se detuvo y se volvió para mirarla a sus preocupados ojos. —¿Sí?
—¿Qué si esto es un asunto de vampiros?
Él se encogió de hombros. —Entonces cumpliré con mi deber.
Ella estaba de pie directamente delante de él sin saber cómo llegó allí.
—¿El deber de un Caronte?
Otro encogimiento de hombros. —Sí.
Déjalo que se vaya, una voz susurró en el fondo de su mente.
Con Styx y Tane distraídos tendría la oportunidad perfecta para escapar.
Tal vez la única oportunidad.
Pero en lugar de eso lo agarró del brazo, su mirada pegada a su cara como
si estuviera desesperada por memorizar cada elegante línea y curva.
—¿Qué significa eso?
—Ahora no es el momento...
—Por favor, necesito saber. —Ella apretó sus puños hasta que sus uñas se
clavaron en su carne, ya sospechaba que la posición de él entre los vampiros no
era sólo una de poder, sino una de intenso peligro. —¿Qué hace exactamente un
Caronte?
Ella lo sintió tensarse, como si estuviera sorprendido por su fiera reacción.
Demonios, él no podría estar más sorprendido que ella.
Minutos pasaron hasta que por fin pasó los dedos por su pelo en puntas.
—No es de conocimiento común, pero hay vampiros que se vuelven
adictos a la sangre de los alcohólicos y drogadictos, —dijo, su voz
instintivamente bajando mientras compartía la debilidad privada de los
vampiros. —Con el tiempo, los vuelve locos. Si no los encuentro y mato antes
de que sea demasiado tarde se entregan a la sed de sangre por completo.
Una bola de hielo se formó en la boca de su estómago. —¿Qué sucede?
—Se volverían extremadamente violentos y destruirían todo y a todos a su
paso. —Ella jadeó sorprendida. Ella estaba preparada para lo peligroso. No
para la violencia sin sentido.
—¿Y es tu trabajo detenerlos? —Su voz era espesa.

161
—No hay otra opción. —Sus dedos distraídamente trazando la concha de
su oreja. —Una vez que un vampiro ha cruzado el umbral de la locura no
detendrá la masacre hasta que se agoten sus víctimas o sea decapitado.
Su toque poseyendo su habitual magia, enviaba pequeñas sacudidas de
placer a través de ella, pero estaba consumida por el terror ante los riesgos
demenciales que este vampiro tomaba con su vida.
—¿Por qué tú?
Su aburrida mirada color miel se profundizó en los muy abiertos ojos de
ella, pareciendo buscar la verdad de sus enredadas emociones. Sí, buena suerte
con eso. —¿Yo? —Dijo con voz áspera.
—¿Por qué tienes que ser el que caza a los psicópatas asesinos de masas?
—Porque soy un Caronte.
Su aliento silbó entre sus dientes apretados. Estaba siendo
deliberadamente evasivo.
Lo que significaba que estaba ocultando algo. —¿Fuiste reclutado o fue un
programa de voluntariado?
—Styx se acercó a mí y me habló acerca de la posición y acepté.
—¿Sólo así?
—¿Por qué suenas tan escéptica?
—Porque no puedo creer que nadie estuviera dispuesto a ponerse en
posición de ser un verdugo.
Dejó caer la mano, su expresión cerrándose como la de una almeja
proverbial.
—Tiene que ser hecho.
Su temor se profundizó con su plana declaración. Era el tipo de cosa que
un hombre decía cuando no tenía la intención de ser razonable.
—No estoy discutiendo la legitimidad del trabajo, sólo el por qué tú
elegirías hacerlo.
—¿Por qué no? —La mirada color miel pasó sobre algún lugar por encima
del hombro de ella. —A cada vampiro le encanta la emoción de la caza. Styx ha
intentado lo mejor para civilizarnos, así que es un gusto raro enfrentar mis
habilidades contra un oponente digno.
Ella soltó un bufido. Sólo un idiota dudaría de que Tane fuera lo
suficientemente agresivo para disfrutar rasgar la garganta de un enemigo. Pero
no había manera de que ella pudiera ser convencida de que él disfrutaría
sacrificar a un hermano que estuviera loco por la sed de sangre.
Además, nadie deliberadamente tomaría una posición que lo haría ser

162
rechazado por su propia familia.
—¿Amas la caza tanto que estás dispuesto a ser temido y condenado al
ostracismo por tu familia? —Lo desafió.
Sus cejas se alzaron. —¿Qué te hace pensar que soy un paria?
—No soy estúpida, Tane. —Ella cruzó los brazos alrededor de su cintura,
un dolor familiar instalándose en el centro de su corazón. Ella sabía todo acerca
de ser evitado. Y el dolor de ser siempre visto como una amenaza, no importaba
lo mucho que intentara demostrar su valía. —Pude ver cómo el clan de Víctor te
ha tratado. La mitad de ellos parecía que querían meterse en el agujero más
cercano cuando entraste en la habitación y la otra mitad parecía que querían
introducir una estaca en tu espalda.
Con un movimiento suave él se giró para caminar hacia el pesado
escritorio, pero no antes de que Laylah vislumbrara la herida que oscureció sus
hermosos ojos miel.
Herida tan cruda que la hizo estremecerse de horror.
—Mi poder es lo suficientemente grande que siempre seré temido,
independientemente si soy un Caronte o no. —Él se mantuvo de espaldas, su
voz despojada de las emociones que se enconaban muy dentro de él. —Y para
ser honesto, no me importa una mierda aquellos pendejos que quieren verme
muerto. No estoy aquí para ganar amigos e influir sobre los vampiros.
Laylah ignoró la fría rigidez de los hombros de él y la vibra de-no-jodas-
conmigo que estaba lanzando en vibraciones de aire helado.
Ella había estado cabreando a Tane intermitente desde el momento en que
se conocieron. ¿Por qué parar ahora?
—No lo hagas. —Ella se movió para estar directamente delante de él. —
No a mí.
Se negó a mirarla a los ojos. —¿Hacer qué?
—Pretender que no te importa que te traten como a un leproso por
aquellos que no tienen derecho a juzgarte. —Ella extendió la mano para tocar la
línea dura de su mandíbula. —De lo que te hace esconderte lejos del mundo
que no te quiere. De lo que te hace estar tan solo que tu alma duele.
Se quedó paralizado ante su toque de luz, con una expresión cautelosa.
—¿Laylah?
—No tengo nada que decir sobre mi destino, pero tú... —Ella sacudió la
cabeza lentamente. —Podrías formar parte de un clan. Incluso tener una
compañera.
—¿Compañera? —Su aguda y áspera risa atravesando sus nervios. —¿Me
puedes ver en una casa de campo con una cerca blanca?

163
Ella bajó la mano, fingiendo que no le importaba una mierda que él se
estuviera cerrando para ella.
—Bien, mantén tus secretos, —le espetó. —No es como si me importara.
Ella estaba dando su primer paso cuando Tane extendió la mano para
tocar ligeramente su hombro.
—Ella fue mi creadora.
Se giró de nuevo, encontrándose con la sombría mirada de Tane. —¿Qué?
—Sung Li. —Su mano distraídamente acarició la piel desnuda de su
hombro, pero ella sintió que sus pensamientos estaban muy lejos. —Ella me
transformó en un vampiro.
—¿Así que ella es tu madre? —Le preguntó, una sensación de náuseas
rondando a través de su estómago.
Ella había insistido en que él revelara su dolor.
Como si ella tuviera el derecho de compartir sus secretos más profundos.
Ahora se daba cuenta de que lo estaba obligando a agitar los recuerdos
que había luchado por enterrar.
—Toda relación entre un expósito y su creador es diferente. A veces puede
ser la conexión de un padre con la de un hijo y otras veces puede ser sexual.
—Su voz fue implacablemente controlada.
—Por lo general no hay nada que los mantenga unidos. Hasta el siglo
pasado los vampiros expósito eran abandonados por sus creadores, y rara vez
lo hacían más allá de su primer año. Ahora Styx está tratando de asegurarse de
que cualquier vampiro nuevo sea colocado directamente en un clan.
En cualquier otro momento Laylah habría estado fascinada por la visión
de la política de los vampiros.
A pesar de sus poderes, se cuidaban de mantener su mundo en secreto.
Pero había muchos asuntos más importantes que ocupaban su mente.
—¿Qué acerca de ti y Sung Li?
—Ella era mi amante.
—¿Era tu compañera? —Jadeó ella.
—No, pero éramos... cercanos.
Incluso preparada para la revelación, Laylah se sacudió como si le
hubieran dado una bofetada. Sung Li.
Sonaba... exótica. Y sin duda hermosa, como todos los vampiros. Quería
darle una bofetada a la perra sin conocer otra cosa de ella. —Dijiste que eran.
—Ella está muerta.

164
—¿Cómo?
—Le corté la cabeza.
El remordimiento se estrelló contra ella. —Mierda. Lo siento. Nunca debí
haberte empujado. —Levantó la mano para tocarlo, sólo para tirar de ella hacia
atrás ante su expresión tensa. Él estaba colgando de un hilo, y ella no quería ser
la que lo rompiera. Ella ya había hecho el daño suficiente por una noche,
muchas gracias. —No es de mi incumbencia.
Una tensión asfixiante llenó la habitación. —¿No quieres saber por qué?
Ella se estremeció. No sólo por la conmoción de su confesión, sino por el
horror de la angustia que él debió haber sufrido al verse obligado a matar a su
amante.
—Yo... —Ella se lamió los labios resecos. —No quiero hacerte volver allí.
Su mano se deslizó hasta ahuecar la parte posterior de su cuello, su pulgar
acariciando la línea de su yugular. Casi como si aquello lo consolara.
—Sung Li era antigua, incluso antes de que me convirtiera, —dijo, su voz
era un susurro áspero. —Y al igual que muchos se había aburrido mucho en su
existencia.
Laylah frunció el ceño. —¿Ella te convirtió por entretenimiento?
—Supongo que es una manera de decirlo.
Sip. Puta Súper.
—¿Cuánto tiempo estuvieron juntos?
—Casi trescientos años.
El dolor punzante que sentía no eran celos. Eso sería... una locura. Una
desquiciante locura.
Era otra cosa. Algo pero no eran celos.
—Bueno, nadie puede reclamarte el que no estuvieras en ello a largo
plazo, —murmuró ella.
Una emoción que podría haber sido un esbozo de satisfacción sobre su
hermoso rostro por el filo en la voz de ella. Entonces, los amargos recuerdos
regresaron, sombreando sus ojos.
—El tiempo tiene poco significado para un inmortal.
—Tal vez no, pero debes de haberla amado mucho para haber estado
juntos por mucho tiempo.
¿Amor? —Él hizo una mueca. —No. Yo era su discípulo alguien que
adoraba sus pies. No había verdadero afecto. Si lo hubiera habido tal vez
hubiera...

165
Esa extraña emoción agarrándose a su aliviado corazón, sólo para ser
reemplazado por un profundo y preocupante deseo de envolverse firmemente
contra Tane y ofrecerle... ¿Qué? ¿Un confort que no entendía y que, sin duda él
rechazaría?
Se aclaró la garganta. —¿Es posible que hubieras qué?
—Podría haber aceptado la verdad de su creciente inestabilidad.
Le tomó un minuto para que sus palabras se hundieran en su cerebro. —
Oh. —Ella le dio a su cabeza una bofetada mental. Ella debería haber visto venir
esto a una milla de distancia. —Ella era...
—Una adicta.
Ella frunció el ceño ante el pesar que ardía en los ojos color miel. —Eso no
fue tu culpa.
—No por su adicción, pero estaba sin duda incitándola.
—Ella era un vampiro poderoso, Tane, no una celebridad de segunda
evaluada por Dr. Drew37. Dudo que cualquier intervención en el mundo
hubiera podido ayudar.
Con una maldición entre dientes se paseó por la habitación, sus
movimientos bruscos.
—Sólo hay una intervención cuando un vampiro se vuelve renegado y
seguro como el infierno que no incluye ninguna mierda sensiblera. —Su voz era
áspera con un dolor antiguo. —Pero yo era débil. Limpiaba sus “accidentes” y
fingía que no me había dado cuenta de sus cambios erráticos de humor. No
quería admitirlo, incluso a mí mismo, que estaba en una espiral por la sed de
sangre.
Laylah se mordió el labio inferior. Ella no tiene que ser un lector de
mentes para saber que esta historia no tuvo un final feliz.
—¿Qué pasó?
Su cabeza se inclinó hacia abajo, su cuerpo se mantuvo de manera tan
rígida que parecía que podía romperse. —Exactamente lo que se puede esperar.
—¿Cuántos?
Ella se estremeció, la imagen aterradora de una vampiro enloquecida,
empapada en la sangre de otros, hacía que su estómago se anudara.
—Ella acabó con todo nuestro clan y varias aldeas de humanos antes de
que me las arreglara para arrinconarla en las montañas de Perú.
Vaciló antes de trasladarse y detenerse directamente detrás de él. Ella no

37Dr. Drew programa de TV y radio conducido por el médico internista para adiciones David Drew
Pinsky.

166
quería presionarlo, pero era obvio que su costumbre de mantener sus recuerdos
enterrados no le había ayudado a sanar. Tal vez si él compartía el horror de
aquello podía abrir el enconado dolor.
—¿Por qué no te mató junto con el resto del clan?
Su aguda risa rebotó en las paredes. —En su demencia quería que alguien
admirara su glorioso camino a la destrucción.
Dioses. Tane no sólo fue testigo de la mujer que amaba sumergiéndose en
la locura, si no que tuvo que verla colapsar sangrientamente a todo color.
Eso sería una cicatriz en cualquiera.
—¿Y nunca se le ocurrió que tú podrías poner fin a su violencia?
—¿Por qué iba a hacerlo? —Poco a poco, se volvió, dejando al descubierto
su expresión cruda. —Yo había sido su leal adulador por incontables años.
Ella se estiró y enmarcó su rostro con las manos. Su piel estaba fresca y
deliciosamente suave. Perfecta.
Pero sus ojos estaban llenos de un dolor que le hizo sangrar el corazón.
—¿Y ahora tú cargas la culpa por los que ella asesinó?
—No los asesinó. —Él la agarró por los antebrazos, agarrándola como si
estuviera atrapado entre la necesidad de empujarla lejos o lanzarla contra su
pecho. —Ellos fueron sacrificados, Laylah. Sin piedad, salvajemente
masacrados.
Ella dio la bienvenida a la presión de los dedos de él clavándosele en su
carne. Había estado asfixiándose por sus emociones durante tanto tiempo. Que
era un milagro que él no hubiera explotado ya.
—Tú no tienes la culpa.
—Eso fue lo que me dijo lo que tenía que hacer.
Laylah tragó sus palabras de protesta. Había decidido que era su culpa, y
por ahora no se podía discutir con él. Típico macho.
—¿Acaso Styx conocía tu historia cuando te pidió que fuera un Caronte?
—En su lugar le exigió.
Vaciló, su mirada estrechándose con recelo a su brusco cambio de tema.
—Sí.
—Bastardo.
Tiró de ella hacia sí, mirando instintivamente e intermitentemente hacia la
puerta cerrada.
—Ten cuidado, mi dulce, Styx ha jugado al anfitrión hasta ahora, pero no
nos engañemos, es un muy mal enemigo, —le advirtió.

167
Se apoyó en la amplia fuerza de su pecho, sintiendo la llamarada habitual
de emoción agitándose en la boca de su estómago. Junto con sensaciones mucho
más peligrosas.
La clase de sensaciones que una mujer pretendía que no existían.
—Parece que también hace de un muy mal amigo, —murmuró.
Apretó un dedo sobre sus labios. —Laylah.
—No, él utilizó deliberadamente tu culpabilidad para manipularte en una
posición que no sólo te ha hecho un leproso entre los vampiros, sino que pone
tu vida en un riesgo constante, —insistió.
Él se quedó inmóvil, su mirada barriendo sobre el rostro de ella como
buscando una respuesta a una pregunta no formulada.
—Apenas constante.
Ella hizo un sonido de impaciencia. —¿Te has olvidado de que fuimos
atacados por tus preciosos hermanos el mismo día que nos conocimos?
Sus ojos brillaban con un calor repentino mientras sus brazos se envolvían
alrededor de ella.
—No me he olvidado de nada desde que nos conocimos, —dijo, haciendo
que su corazón golpeara contra sus costillas por su tono ronco. —De nada.
Sí, bueno... igualmente.
Sus ojos se dirigieron a la fuerte curva de su boca, los recuerdos de la
devastación sensual de sus labios deslizándose sobre su piel se sacudían a
través de ella antes de que estuviera aplastando con severidad su llamarada de
excitación.
No.
Ella no iba a distraerse.
—No tenía derecho a pedirte que sacrificaras tanto.
—Styx no es un líder benevolente. —Él soltó un bufido. —Infierno, él es
un hijo de puta que no dudaría en hacer lo que crea necesario para proteger a su
pueblo. Pero, no me manipuló, ni me obligó a convertirme en un Caronte.
Ella frunció el ceño. La lealtad de Tane al aterrador Anasso no solo era
admirable, sino que lo cegaba.
—¿Estás tan seguro?
Sus manos ligeramente acariciando su espalda, como ofreciéndole confort.
—En realidad, él es el único que realmente entiende. —Ella sacudió la
cabeza, lejos de ser convencida.
—¿Entiende qué?

168
—Él tenía su propia historia de culpas y cicatrices de una retorcida
relación. —Los músculos de su mandíbula apretándose. —Él sabía que yo
necesitaba un medio tangible de corregir los errores de mi pasado.
Laylah reprimió un suspiro de frustración.
Quería insistir en que Styx estaba usando la culpabilidad de Tane para
manipularlo a ser un Caronte. De esa manera podría tener una oportunidad de
convencer al necio testarudo que no valía la pena el riesgo.
Pero si su posición era una guerra santa personal...
Ella negó con la cabeza. Maldita sea. Ella no quería preocuparse.
Eso implicaba que a ella le importaba.
¿Y acaso no había decidido ya que era una muy mala idea?
Hubo un clic proveniente desde la dirección de la mesa, y luego la voz de
Styx, una vez más llenó la habitación.
—Tane, no te va a gustar lo que ocurrirá si tengo que ir a buscarte.
Ambos se estremecieron por el borde de hielo en la voz.
Con una maldición en voz baja, Tane se agachó para arrancarle un
ardiente beso antes de ir a grandes zancadas hacia la puerta.
—Hablaremos más tarde.
—Tane.
Él le lanzó una mirada por encima del hombro. —¿Sí?
—No...
—No, ¿Qué?
Ella apretó los dientes. —No hagas nada estúpido.

169
Capítulo Trece
Traducido por Nad!
Corregido por Arhiel

A través de los años Tane había desarrollado un sentido finamente pulido


de auto-preservación. Un asesino de vampiros que aprendió a mantenerse en
guardia o morir. Así de simple.
Pero, Laylah estaba demostrando ser una distracción peligrosa. Apenas
tomó nota de las estatuas de valor incalculable que se alineaban en los salones
de mármol o las obras maestras enmarcadas que, sin duda, hacían a un
coleccionista orinarse. Lo que significaba que apenas tomó nota de la alcoba en
sombras donde un enemigo podía estar oculto y el techo abovedado, donde
podría haber estado una trampa.
Sus pensamientos quedaron en la ira inesperada a Laylah. No le gustaba
que él fuera un Caronte. Pero ¿por qué?
¿Por qué ella estaba preocupada por él?
Porque a ella... ¿le importaba?
Un calor peligroso agitó en su corazón.
Un calor que todavía se movía y se agitaba cuando él tiró bruscamente de
sus pensamientos estúpidos por una ola de aplastante de energía que casi lo
envió a sus rodillas.
Mierda. Mierda. Mierda.
Nada más que un Oráculo podía tirar energía de voltaje tan alto.
Él vaciló fuera de la biblioteca, donde podía sentir a Styx esperado con
impaciencia su llegada.
El impulso salvaje que volver corriendo con Laylah y llevársela ardía a
través de él. Estúpido, por supuesto. Él no tenía ninguna posibilidad en el
infierno de sacarla de aquí. No antes de que ellos pudieran ser detenidos por los
Cuervos de Styx.
O peor.
Aún así, fueron sólo los años de autodisciplina que le dieron la fuerza para
pasar por encima del umbral de la gran biblioteca en lugar de salir corriendo
como un vampiro novato con un complejo de héroe.
Él iba a convencer al Oráculo que Laylah no era un peligro.

170
O morir en el intento.
Tardíamente en alerta máxima, Tane tomó una mirada cautelosa de la
larga habitación con sus altas ventanas que daban al jardín hundido en un
bañado de luz de luna.
Allí estaban los esperados estantes con una porción de la enorme colección
de libros de Styx, y un pesado conjunto de escritorio cerca de una chimenea de
mármol. Al otro lado de la habitación había varias sillas de cuero diseminados
por la cara alfombra y una caja de cristal que contenía una serie de pergaminos
antiguos.
Su mirada brevemente pasó rozando a Styx que actualmente estaba
apoyado contra el mostrador, un ceño atronador en su rostro, antes de cambiar
hacia la criatura femenina que estaba de pie en el centro de la habitación.
Asombro corrió a través de él. Cristo. Ella era tan pequeña como un niño
humano con rasgos delicados. En este momento ella simplemente estaba
vestida con una túnica blanca con el pelo gris plateado tirado en una larga
trenza que le caía por la espalda.
Sería fácil descartarla como inofensiva si uno no se daba cuenta del
antiguo conocimiento que ardía en los ojos negros y alargados. Y, oh sí, los
dientes afilados que, evidentemente, habían sido hechos para desgarrar la
carne. Y, por supuesto, no era el poder. Latiendo contra él con toda la sutileza
de un martillo.
La mujer hizo un gesto para que Tane se acercara con una mano nudosa.
—Este es el Caronte.
Ella hablaba en voz baja, hipnótica.
—Sí, señora—, respondió Styx, aunque las palabras no habían sido una
pregunta.
Observó a Tane detenerse directamente ante ella con una mirada sin
pestañear.
—Soy Siljar.
Tane logró una rígida reverencia. —Tane. —La diversión quemo a través
de sus ojos oscuros. —Sí, lo sé.
Tane tragó una maldición. La Oráculo podía leer su mente. Ella dio otra
elevación de su mano. Ésta vez de despedida. —Vamos a hablar a solas.
—Como quieras. —Styx se dirigió rápidamente hacia la puerta, pero se
detuvo el tiempo suficiente para enviar Tane una mirada de advertencia.
Cierto. Como si él necesitara un recordatorio para no atizar la letal
serpiente de cascabel con un palo.

171
Esperó hasta que Styx había cerrado la puerta tras de sí, Siljar cruzó los
brazos sobre el pecho.
—Usted ha sido un vampiro muy travieso.
—No puedo negar que he roto la ley.
—Hmmm. Puedo adivinar por qué.
Tane le envió una expresión de desconcierto. — ¿Señora?
Ella sonrió. No era un espectáculo especialmente reconfortante con un
conjunto de dientes blancos que un tiburón envidiaría.
—He evolucionado más allá de las debilidades de la carne, pero eso no
significa que me he olvidado de la tentación. —La sonrisa desapareció tan
rápido como había llegado. —Aún así, usted ha interferido en los negocios de la
Comisión y eso no puede ser tolerado. ¿Conoce usted a Cezar?
Tane hizo una mueca. El vampiro había sido condenado a convertirse en
esclavo de la Comisión durante dos siglos por acostarse con un potencial
Oráculo.
—No personalmente.
—Usted debe hacer un alto para reunirse con él—, el demonio le informó.
—Él puede decirte lo que le sucede a los vampiros que prueban la fruta
prohibida.
Tane inclinó la cabeza. —Aceptaré cualquier castigo que le parezca
apropiado, pero Laylah es inocente.
—Ella es una abominación.
Su furia se encendió a través de la habitación, anulando la electricidad y
rompiendo una lámpara en la repisa de la chimenea.
—Por causas ajenas a la suya—, él dijo entre dientes.
Ella lo enfrento sin pestañear a pesar del hecho de que era de la mitad de
su altura y la superaba por noventa kilos.
Por supuesto, ella probablemente podría lanzar su culo contra la pared
con un movimiento de su dedo.
—No es culpa de un demonio Urlenal drenar la vida de los seres humanos
por el simple hecho de estar cerca de ellos, pero los mantenemos aislados.
—Laylah no es peligrosa.
—Ella es inestable, al igual que todos los Genios mestizos.
Sus labios se abrieron para discutir sólo para volver a cerrarlos al recordar
que el Oráculo podía ver en su mente. Ella ya sabría que Laylah había matado
accidentalmente al cur en Hannibal. Podría haber sido en defensa propia, pero
aún así resultaba que no podía controlar sus poderes.

172
Sin pensar él cayó de rodillas.
Atornillando su orgullo.
Él tenía que hacer algo para evitar que Laylah fuera exterminada. —Por
favor—, él susurró.
Hubo un crujido de la bata de satén cuando Siljar dio un paso adelante. —
¿Usted esta abogando por la mujer?
—Sí.
—Usted no se ha emparejado. —Ella miró a los ojos a Tane que estaban
casi al mismo nivel con los de ella. —Todavía no.
¿Todavía no?
Okay. Tane rápidamente archivó esa potencial bomba de tiempo con las
cosas de no pensar.
Él inclinó la cabeza, haciendo todo lo posible para parecer humilde. Lo
que no era uno de sus talentos más finos.
—Yo sólo pido que ella no sea destruida sin que se le ofrezca la
oportunidad de demostrar que no representa ningún peligro.
Los ojos oscuros se estrecharon. —Ella te hace vulnerable y sin embargo la
protegerías. Fascinante.
Más material de suicida, pero él no era capaz de detener la locura.
— ¿Puedo preguntarle qué piensa hacer con ella? —Exigió, lo que
demostró su punto.
—Lo que teníamos la intención de hacer desde el principio.
—Pero...
—Silencio.
Su frente golpeó la alfombra cuando el dolor perforo en su cerebro.
Santa... mierda. Él se sentía como si alguien hubiera encendido un soplete
dentro de su cráneo.
—Sí, señora—, él se las arregló para raspar.
El dolor desapareció bruscamente y Tane se estremeció hasta la medula
con profundo agradecimiento. Él podría haber sufrido peores dolores, pero no
podía recordar cuándo. No es que le diera la oportunidad de apreciar el
impactante alivio.
La pequeña mano de Siljar agarró su mohawk y tiró de su cabeza hacia
arriba para encontrarse con su espeluznante agradable sonrisa.
— ¿De verdad cree que la Comisión no tenía conocimiento de la Genio
mestiza desde el momento en que ella fue concebida?

173
Él vaciló. ¿Qué demonios? ¿Estaba jugando con él? ¿O era un juego más
peligroso? —La ley establece que deben ser destruidas.
Sus cejas grises se alzaron. — ¿Usted busca darme una conferencia sobre
las leyes que predico?
Cuidado, Tane. No sería de ninguna utilidad para Laylah muerto. —No,
sólo quiero entender.
Ella vaciló, como si debatiera si debía continuar con el enloquecedor dolor
mental o simplemente rasgar su garganta. Por fin soltó el agarre en su cabello y
dio un paso atrás, doblando cuidadosamente sus manos frente a ella.
—Se determinó que ella es un principium38.
Él frunció el ceño cuando se encontró con su mirada insondable. — ¿Un
qué?
—Un alma rara que está destinada a jugar un papel fundamental en el
futuro del mundo.
El suelo pareció moverse bajo sus rodillas.
Maldita sea.
Su extraño sentido de premonición... cuando estaba con Laylah no había
sido un engaño que él se había inventado como excusa para mantenerla cerca.
Él debía saltar enloquecido de alegría.
Los Oráculos habían decidido que Laylah estaba destinada a ser de
utilidad para ellos. Lo que significaba que ellos no tenían ninguna intención de
matarla. Al menos no hasta que ella hubiera cumplido su misterioso destino.
En seguida una bola fría de temor se alojo en la boca del estómago.
En su larga vida él había aprendido que el ser importante para el futuro
del mundo nunca, nunca era una buena cosa.
El Sufrimiento aspirado por un mártir real.
— ¿En qué consiste este papel fundamental? —él dijo con voz áspera.
—No uses ese tono conmigo.
Él se estremeció ante el goteo de poder que apuñaló a través de su cerebro,
pero no podía dar marcha atrás.
—Perdóname. Yo sólo... —Él luchó y no encontró las palabras. —Necesito
saber.
El dolor se desvaneció hasta que fue sólo una vaga advertencia de que él
estaba pisando cerca del borde de la buena voluntad del Oráculo.

38 NdeT: Se dejo en original porque está en latín y significa Fuente u origen.

174
—Sólo un verdadero vidente puede leer el futuro—, ella dijo con esa voz
baja, hipnótica. —Sin embargo, la importancia de su nacimiento estaba escrita
en las estrellas.
— ¿Así que usted no tiene intención de destruirla?
—Por supuesto que no. Es vital para nuestro futuro.
Sus músculos se contrajeron con la necesidad de volver a Laylah. —
Entonces, ¿puedo preguntar por qué usted deseaba reunirse conmigo?
—Mis razones son dos.
—Maldición—, él murmuró.
Ella afortunadamente ignoró su arrebato de impaciencia. —La primera
razón es para recordarle a los vampiros que no se puede jugar con la Comisión.
Era su deber informarnos de la mestiza, pero en cambio intento mantenerla
oculta. Usted voluntariamente ha ignorado nuestras leyes poniendo a los demás
en peligro, por su propio placer. Obviamente necesita un recordatorio de lo
peligroso de hacer alardes ante nuestra autoridad.
— ¿Y la segunda?—, preguntó, tratando de no pensar en el castigo que se
avecinaba.
—Para asegurarnos que no tiene intención de interferir en el destino de
Laylah.
Él se puso de pie antes de que siquiera se diera cuenta de que se estaba
moviendo. — ¿Interferir?
—Precisamente.
—No he hecho nada, solo trate de mantener su linda cabeza unida a su
cuello—, él argumentó. —Un trabajo que debe venir con la santidad, créame.
Siljar no se sorprendió. —Usted ha impuesto su voluntad sobre ella, ¿no es
así?
Él frunció el ceño, extrañamente ofendido por la acusación. —Usted no
tiene que hacerme sonar como Kim Jong-il39.
— ¿Cómo dice?
—No importa. —Tane encorvo sus hombros defensivamente. —Yo sólo
estaba tratando de protegerla.
—Ella debe tomar sus decisiones libremente.
— ¿Incluso si la ponen en una tumba antes de tiempo?

39NdeT: Fue un político militar Norcoreano, que se caracterizo por su doctrina


nacionalista y colectivista.

175
—Sí, si ese es su destino. —La mujer alzó una mano cuando el gruñido de
advertencia de Tane corrió a través de la habitación. —No seas imprudente,
vampiro. La hembra es necesaria para el mundo. Usted, sin embargo, es
desechable.
Él apretó la mandíbula. Él podría ser desechable, pero estaría maldito si él
dejaba a Laylah ser algún peón de sacrificio.
— ¿Quieres que la abandone a su suerte?
Siljar inclinó la cabeza hacia un lado. Al igual que un pájaro curioso. Sólo
que con dientes puntiagudos y el poder suficiente para destruir el mundo.
— ¿Si te digo que sí?—, ella murmuró.
—Entonces voy a admitir que tendrás que encadenarme a la pared o
matarme para mantenerme lejos.
La demonio lanzó un suspiro que sonó notablemente parecido a uno que
todas las mujeres exhalaban cuando se enfrentaban a un determinado hombre.
O como ellas dirían—un cabezota, irrazonable, obstinado macho. —Vampiros.
—Puedo ofrecer un compromiso.
—Usted no está en condiciones de negociar.
—Entonces le pido un favor.
Ella se quedó inmóvil, como si sus palabras la intrigaran. — ¿Y usted
estaría en deuda conmigo?
Él debería haber dudado. Estar en deuda con esta hembra lo obligaba a
volver y morderle el culo. Pero, él asintió con la cabeza sin perder el ritmo. —Sí.
—Una idea interesante. —Ella golpeó un dedo contra la punta de su
barbilla. —Por supuesto, siempre puedo mandarte hacer lo que quiera.
—Usted podría.
Hubo un silencio enervante antes de asentir con la cabeza. —Voy a
escuchar su petición.
—Permitidme que me quede con Laylah y voy a jurar que no... Interferiré.
Siljar hizo un sonido de incredulidad. —No puede detener su obsesiva
necesidad de protegerla.
Okay. Punto válido.
No había un poder en este mundo, o en el próximo, que podría forzarlo a
hacerse a un lado y ver a Laylah siendo dañada.
—Tal vez no, pero usted dijo que yo no puedo imponer mi voluntad sobre
ella—, él se lanzó hacia adelante. —No es que yo no pueda mantenerla a salvo.

176
Su labio inferior sobresalía mientras consideraba sus palabras. Luego ella
le dio un decisivo movimiento de su cabeza.
—Es cierto, pero es dudoso que pueda recordar la distinción. En caso de
que la hembra elija un camino peligroso se sentiría obligado a detenerla.
Desesperado, Tane cayó de rodillas una vez más. Maldita sea. Él rogaría
hasta perder su voz.
—Señora, le doy mi palabra.
—Sí.
Sin previo aviso, Siljar desapareció fuera de su vista y volvió a aparecer a
un mero centímetros de su cara. Tane se sacudió con sorpresa.
— ¿Qué...? —Antes de que él pudiera reaccionar, la Oráculo extendió la
mano para poner su pequeña mano en su pecho superior. Un calor agonizante
quemó a través de su carne, parecía quemar hasta los huesos. A continuación,
una extraña sensación de... bueno, no había manera de explicarlo pero decir que
algo había cambiado y bloqueado en su lugar. Cuando por fin se apartó Tane
miró hacia abajo para encontrar su piel estropeada por un tatuaje negro
brillante que se parecía mucho a un rayo. —Mierda—, él sopló en estado de
shock. — ¿Qué hizo?
—Nada más que fortalecer los lazos que ya te unen a Laylah. —Ella dio un
paso atrás para estudiarlo con un dejo de sorpresa. —Realmente, vampiro,
usted debería saber mejor antes de pedir un deseo a una Genio.
Con un silbido él se llevó una mano a la marca en el pecho. Una cosa era
tener una tenue conexión con Laylah y otra estar a su merced.
— ¿Me ha esclavizado?
Ella mostró sus dientes aterradores. —No, Tane. Lo has hecho todo por ti
mismo.
Él por lo que no quería pensar en ese detalle perturbador.
— ¿Puede romperse el vínculo?
—Eso es decisión de Laylah.
Con un gruñido, él se levantó de un salto. Odiaba ser engañado. Y él
estaba empezando a sospechar que acababa de ser engañado por un experto.
— ¿Ya terminamos?
La sonrisa de Siljar se ensanchó mientras tranquilamente se dirigió hacia la
puerta. —Por ahora.
— ¿Qué pasa con mi castigo?
La mujer nunca se paro. —Sospecho que la Genio ofrecerá una tortura
mejor de la que yo pueda imaginar. —Buen Dios, ¿no es la verdad?

177
—Amén—, él murmuró.
—Por supuesto, si usted tiene la intención de presentarse como su
protector me permito sugerir que se apure.
— ¿Apurarme?
—Ella y su pequeño compañero abandonaron la finca poco después de
que comenzamos nuestra conversación.
—Mierda. —Tane cargo hacia la puerta, tirando de su daga a la funda de
cuero en la parte baja de su espalda. —Voy a matar a esa maldita gárgola.

178
Capítulo Catorce
Traducido por Nad!
Corregido por Arhiel

—Voy a matar a ese maldito vampiro—, Laylah murmuró, corriendo a lo


largo del camino de tierra que la conducía lejos de Chicago.
Y a Tane.
La rata bastarda.
Dioses. Ella le había creído. Él le había asegurado que ella no estaba en
peligro y como una idiota ingenua había aceptado su palabra.
Si no hubiera sido por Levet ella todavía estaría sentada en la oficina de
Styx, dócilmente esperando ser entregada al Oráculo.
Hacia media hora la pequeña gárgola se había precipitado a la habitación,
con las alas aleteando y su cola moviéndose nerviosamente. Una señal segura
de que estaba en un estado de ánimo.
Pero incluso preparada para un nuevo desastre, Laylah fue sacudida
cuando él había empezado a balbucear acerca del Oráculo y el peligro y
empujando el amuleto de ocultamiento en su mano mientras él le decía que
corriera.
Laylah no lo había dudado. Una buena cosa teniendo en cuenta que en el
momento en que ella había dejado la muy protegida oficina de Styx, había sido
casi aplastada por el espeso poder pulsando a través del aire.
La Oráculo había estado allí y sin duda esperando a que ella se diera la
vuelta.
Poniendo su confianza en Levet, ella había permitido que la gárgola la
condujera fuera a través de un túnel oculto que había abierto hacia el campo
detrás del estirado barrio. Y desde entonces ellos habían establecido un ritmo
vertiginoso, incapaz de hacer nada más que correr y esperando que ella pudiera
escapar.
Levet se esforzó por mantener el ritmo a su lado. —No es que yo no
comparta plenamente la necesidad de exterminar a la raza de los vampiros con
extremo... ¿cuál es la palabra?
— ¿Perjuicio?

179
—Oui, perjuicio, pero yo pensé que eras aficionada a la sanguijuela de
corazón frío.
Su mirada pasó rozando sobre los campos y hogares agrícolas distantes
que dormían bajo la luz de la luna. Todavía no era medianoche, pero los
lugareños ya estaban a buen recaudo en sus camas.
Ellos eran humanos muy trabajadores que creían en la teoría de que el
pájaro madrugador conseguía el gusano.
—Supongo que él demostró ser útil en alguna ocasión—, murmuró ella.
— ¿Útil? —Levet meneó su gruesa ceja. —Ooh la la, me gustaría tener un
compañero tan útil.
El calor tiñó sus mejillas con la viva imagen de Tane suspendida sobre ella
mientras se empujaba profundamente en su interior. Había sido ooh la la y algo
más.
—Sí, es toda diversión y juegos hasta que te traicionan—, dijo ella, sin
molestarse en ocultar su amargura.
Levet le envió una mirada de asombro. — ¿Tú crees que él envió al
Oráculo?
—No sé si lo hizo personalmente, pero alguien en la guarida de vampiros
debió haber contactado a la Comisión. —Ella intentó y no pudo sofocar la
aguda punzada de decepción. — ¿Cómo sino iban a saber que estaba aquí?
—Dudo que un simple amuleto te esconda de la Comisión, ma petite—,
dijo Levet, que parecía ajeno a la conmoción de Laylah. —Sus poderes son
formidables.
Laylah tropezó con una abrupta parada, la mano elevándose al pequeño
medallón colgado al cuello. Ella había estado bailando el vals alrededor con la
suposición de que el amuleto la disfrazaba manteniéndola oculta a todas las
cosas desagradables que merodeaban por la oscuridad.
Ahora Levet estaba revelando que ella no estaba tan protegida como ella
había asumido.
— ¿Estás diciendo que estoy aquí colgando en la brisa? —preguntó ella,
mirando como Levet se detenía y se giraba reacio a enfrentar con su mirada
preocupada.
—Dependería de las habilidades mágicas de quien lanzara el hechizo—, él
pretendía cubrirse. —Algunos son más poderosos que otros.
Ella negó con la cabeza. Tendría que preocuparse por el amuleto más
tarde. Por ahora ella quería estar cabreada con Tane.
—Incluso si él no pidió por el Oráculo debería haber hecho algo para
avisarme que estaba en peligro.

180
Hubo un susurro en un árbol cercano y luego una sombra negra se dejó
caer en el centro de su trayectoria. Laylah instintivamente tiró hacia atrás,
recolecto su energía mientras se preparaba para atacar la inesperada amenaza.
Antes de que ella pudiera lanzar su ataque, sin embargo, la sombra cayo
revelando su dolor-en-el-culo personal.
—Recuerdo claramente que me dijiste que yo era una interferencia
innecesaria en tu vida y que tú eras muy capaz de cuidar de ti misma—, Tane,
arrastro las palabras, haciendo girar una gran daga en las manos.
—Sacrebleu. Casi te convierto en un tritón—, Levet espetó, agitando un
puño cerrado en la dirección de Tane. —Un tritón castrado.
Murmurando una serie de inventivos nombres para los vampiros que
groseramente caían en conversaciones privadas, los poderes de Laylah se
disiparon tan abruptamente como habían llegado, dejándola con nada más
peligroso que un ceño petulante.
— ¿Laylah?—, él se movió, mirándose decididamente comestible en nada
más que sus pantalones cortos color caqui con una enorme espada atada a la
espalda.
Ella se obligó a encontrar la mirada miel, sin molestarse en preguntar
cómo se las arregló para estar esperándola. Ella podía ser rápida, pero no podía
competir con la velocidad vampírica. Y con su capacidad para envolverse en las
sombras, no tuvo ninguna advertencia que él estaba al acecho como un maldito
buitre.
—Tú podrías haberme dado al menos un mano a mano sobre que la Junta
Directiva del infierno estaba en la casa.
Él se encogió de hombros. —No hay manera de escapar de la Comisión,
mi dulce.
La furia corrió a través de ella. ¿No tenía ni siquiera la decencia de fingir
arrepentimiento?
—Había estado haciendo un condenadamente buen trabajo hasta que
llegaste tú—, ella rechinó. —Más de doscientos años y ningún avistamiento de
los Oráculos.
—Sólo porque ellos te permitieron creer que habías escapado de su
atención.
Su ira se tambaleó. — ¿Qué estás diciendo?
Él lentamente se acercó a ella, la daga sostenida libremente en su mano y
los pies descalzos apenas agitando la suciedad del camino.
—Ellos han sabido de ti desde el momento de tu concepción.

181
—Pero... —Ella se aclaró el repentino nudo de su garganta. —Eso es
imposible.
—Nada es imposible para la Comisión. —Él le sostuvo la mirada, ella lo
complacería dándole crédito a sus suaves palabras. —Ellos poseen poderes que
hacen a un demonio cuerdo se estremezca con horror.
El mundo se inclino sobre su eje.
Ella había vivido con el temor de los Oráculos, desde el día en que nació.
Ellos fueron los que fueron el Boogiemen40 de sus pesadillas y arruinaron
cualquier esperanza de una vida normal.
Pensar que ellos no habían ido detrás de ella en absoluto...
Tratando de envolver su mente alrededor de las enormes implicaciones,
Laylah estaba distraída mientras él entraba en un charco de luz de la luna y una
marca extraña brillaba sobre su pecho.
—Mierda. —Extendió la mano para tocar el tatuaje que latía con evidente
magia. — ¿Qué te hicieron a ti?
—Es un... —él hizo una mueca. —Recordatorio.
— ¿Un recordatorio de qué?
—De que no lo puedo controlarlo todo.
Ella negó lentamente con la cabeza, un dolor desgarrador torciendo su
corazón.
—Tú fuiste castigado. —Su mirada se levantó para encontrar la mirada
miel que estaba protegida por su espesa maraña de pestañas. En ese momento
ella odiaba a la Comisión más de lo que nunca lo había hecho. —Tú fuiste
castigado porque me ayudaste.
Su mano apretó los dedos contra el tatuaje, sus hermosos rasgos
imposibles de leer.
—No importa.
—Si los Oráculos sabían de mi existencia entonces ¿por qué te castigaron?
En respuesta, él levantó la mano, rozando su mano con sus labios antes de
dar un paso atrás con una expresión que advirtió que él no tenía intención de
revelar lo que había pasado entre él y la Oráculo.
Terco, vampiro exasperante.
— ¿Dónde ibas, Laylah?

40 NdeT: El bogeyman es un aterrador ser legendario caracterizado como un asustador de

niños. Su equivalente en países hispanoparlantes es "el coco" o "cuco", y más lejanamente el


hombre del saco (viejo del costal o el viejo de la bolsa)

182
Ella olfateó. Bien. Él no quería que se sintiera mal por ser torturado por
ella, entonces ella no lo haría.
—Estaba tratando de escapar. —Ella se encogió de hombros. —No tuve
tiempo ni ganas de hacer el itinerario completo.
—No lo intentes. —Sus labios se torcieron. —Para bien o para mal nos has
obligado juntos. Mentir es una pérdida de tiempo.
¿Los unieron? ¡Ja! Él acababa actuado como si ella tuviera algún control
sobre él para atraerla a una falsa sensación de seguridad.
—Yo no confío en ti.
—Sí, lo haces. —Sosteniendo su mirada, su mano rozó su mejilla rodeando
su brazo en un apretón posesivo. —Tú simplemente no estás lista para
admitirlo.
Ella soltó un bufido. —Arrogante.
Él se inclinó hasta que ellos estuvieron nariz con nariz. —Vas por el niño,
¿verdad, mi dulce?
—Nadie te invitó a unírtenos, vampiro—, murmuró Levet.
La mirada de oro nunca se movió de su rostro. —Ya no se requiere tu
asistencia, gárgola.
El deseo impactante de cerrar la pequeña distancia y presionar sus labios
contra los suyos tuvo a Laylah retrocediendo.
Dios. Él la estaba volviendo loca.
—Yo decidiré que asistencia quiero—, ella le espetó. —Levet viene
conmigo.
—Merci, ma petite. —Las alas de Levet revolotearon mientras él brillaba
hacia Tane con una sonrisa de suficiencia. —Hay algunos que no tienen el gusto
de apreciar mi exquisito encanto.
Los ojos de Tane se estrecharon. —También me falta el gusto por apreciar
el masticar vidrio, ser desollado vivo, y las reposiciones de la serie de Rosanne
Barr41. Llámame loco.
Laylah exhaló un suspiro de resignación.
Obviamente no podía deshacerse del maldito vampiro.
¿Por qué no darle a lo inevitable y tomar ventaja de su presencia?
Él era, después de todo, un poderoso guerrero que podría protegerla de la
mayoría de los demonios.

Roseanne Cherie Barr (nacida en Salt Lake City, Utah; 3 de noviembre de 1952) es una
41

comediante, actriz, productora ejecutiva, escritora y política estadounidense. NdT

183
Incluso de su tía culo-loco.
— ¿Podemos irnos? —preguntó ella.
Lo suficientemente inteligente como para no presionar por un destino
preciso, Tane miró hacia una granja cercana.
—Vamos a necesitar transporte. —él se dirigió hacia el campo circundante.
—Por este camino.
Ellos se movían en silencio, evitando el establo pintado de color rojo
brillante, con un techo de hojalata, y el corral adjunto que contenía el olor acre
de los cerdos.
Laylah fue rápida para agarrar el ala de Levet, ignorando su grito de
protesta. Una gárgola era como un adolescente... siempre hambriento y
dispuesto a comer lo que se cruzaba en su camino. . Incluso si aun estaban
resosando en el barro.
Ella mantuvo su agarre al pasar el gallinero y la perrera, no lo libero hasta
que entraron en un largo cobertizo que albergaba los tractores, cosechadoras,
excavadora, y una brillante Ford Expedition nueva.
Tane abrió bruscamente la puerta del conductor, pero antes de que Laylah
pudiera protestar su suposición de típico hombre que iba a estar conduciendo,
él puso su mano sobre la columna de dirección. Al instante, el motor cobró
vida. Laylah levantó las cejas. Buen truco.
—Buen tiro—, Levet llamó, luchando en el asiento del pasajero.
Su culo nunca golpeó el asiento de cuero mientras Tane lo agarró por los
cuernos y lo lanzó por la espalda. —Ni siquiera pienses en ello.
Hubo una oleada de maldiciones en francés y Laylah se vio obligada a
ocultar su sonrisa mientras subía al asiento que Levet casi había reclamado y
cerró la puerta. Siempre se podía contar con la pequeña gárgola para aligerar el
estado de ánimo.
Casi tan divertido, Tane aceleró el motor y salió del garaje a una velocidad
que hizo a Laylah feliz que tener sangre de un inmortal corriendo por sus
venas. Redujo la velocidad al llegar a la carretera.
— ¿Por dónde?
Ella vaciló. Durante años había sacrificado todo para mantener al niño
oculto. No fue fácil arriesgase a revelar su ubicación a cualquiera.
—Sur—, por fin ella se obligó a decir, instintivamente tirando del cinturón
de seguridad mientras Tane pisó el acelerador.
Laylah apretó los dientes para evitar que golpearan juntos, ya que ellos se
precipitaron por el camino difícil. Ellos tres iban a salvar al mundo.

184
O por lo menos a un bebé indefenso.
No eran la liga de la justicia, ella aceptó con ironía. Un vampiro
melancólico, una gárgola atrofiada, y una Genio mestiza con problemas de
confianza.
Sin embargo, tenían que ser mejor que nada.
Lanzando miradas encubiertas al elegante perfil de Tane que fue
capturado por el resplandor del salpicadero, Laylah se sintió aliviada cuando
Levet de repente asomó la cabeza entre los asientos.
No quería tiempo para considerar si acababa o no de cometer el mayor
error de su vida.
—Sabes, Laylah, si tú tienes la intención de conservar al niño, entonces
deberías considerar realmente darle un nombre—, la gárgola la reprendió con
suavidad.
Tane relampagueó una molesta mirada hacia Levet. — ¿Qué importa?
Levet olfateó. —Debido a que una madre que se preocupa por su hijo le da
un nombre.
Si Laylah no hubiera estado mirando directamente a la gárgola se habría
perdido el dolor que estalló a través de sus ojos grises.
Su corazón se retorció.
Oh, Dios mío. Levet estaba íntimamente familiarizado con una madre que
no se molestó en nombrarlo. Tal vez incluso lo había abandonado.
Los demonios podrían ser aún más brutales que los seres humanos a la
hora de tratar con deformidades.
—Sí—, ella respiró, llegando a pasar una mano consoladora por su ala. —
Tienes razón.
Una sonrisa nostálgica tocó la fea cara. —Entonces, ¿por qué has dudado?
—Porque siempre he sabido que había la posibilidad de que el niño
perteneciera a otra persona. Y que un día iban a venir por él—, ella trató de
explicar. —No sería justo si yo ya lo hubiera nombrado.
— ¿Y menos doloroso para ti darlo? —Levet preguntó en voz baja.
Ella hizo una mueca, sabiendo que debía sonar como una idiota. —Ese fue
el pensamiento.
— ¿Y ahora? —Levet le apunto.
—Ahora voy a matar a cualquiera que trate de quitármelo.
Tane le envió una sonrisa de complicidad. —Hablas como una verdadera
madre.

185
Marika merodeaba junto a la valla de hierro forjado que enmarcaba la
elegante finca.
Por necesidad ella había intercambiado su vestido de Valentino por los
pantalones de seda negra y top a juego que cómodamente esbozaba su perfecta
figura y le permitía mezclarse en las sombras. También había atado su pelo en
un nudo simple en la nuca para evitar que quedara atrapado en los
desagradables árboles y arbustos que atestaban este país olvidado de Dios.
Sus labios apretados.
Al menos Sergei se las había arreglado para lanzar un hechizo Buscador
sobre Laylah antes que Víctor y sus secuaces se la llevaran desde su guarida.
Los bastardos interfiriendo. Eso significaba que era sólo cuestión de tiempo
antes de que tuviera sus manos sobre su sobrina y podría volver a la
civilización.
Y, mientras tanto, ella tenía la intención de llevar la cuenta muy detallada
de todas las indignidades que se vio obligada a sufrir. Ella iba a llevar a cabo el
pago con la carne de Laylah.
Al tocar su barbilla con su manicura bien cuidada, ella consideraba la casa
lejana, su impaciencia por encontrar a su sobrina se eclipso brevemente por las
olas de la energía que llenaban el aire.
— ¿Estás seguro de que ella ya no está en el interior? —preguntó ella.
Sergei asintió. Mientras, él había cambiado su ropa de diseñador en un par
de pantalones casuales y una camisa de seda negra suelta. Llevaba el pelo
recogido en una cola en la nuca.
—Puedo sentir su rumbo al sur.
— ¿Está sola?
—Es imposible de decir. —El mago le envió una mirada de advertencia. —
El hechizo que eché sobre ella se está desvaneciendo. Debemos apresurarnos
antes de que pierda toda conexión con ella. —Él murmuró una maldición
mientras Marika se acercó a la valla, con la cabeza inclinada hacia atrás
mientras ella probó el aire. — ¿Qué estás haciendo?
— ¿Sabes lo que es este lugar?
Sergei se encogió de hombros. —La guarida de un vampiro.
—Mucho más que eso. —Una sonrisa sin humor curvó sus labios. —Mi
sobrina se mueve con compañía elevada.

186
El mago se movió incómodo, sintiendo que algo andaba mal, pero él no
podía detectar el poder que ahogaba el aire.
— ¿Un jefe de clan?
—El rey de todos los vampiros.
— ¿El Anasso? —la espantosa incredulidad fue atada a través de la voz de
Sergei. —Pensé que era un mito.
—Te invito a llamar a la puerta y descubrir la verdad por tí mismo.
—No, gracias. —Hubo una pausa tensa antes de que el mago se moviera
para estar a su lado, con una expresión sospechosa. —Usted es muy indiferente
al hecho de que el Anasso es ahora consciente de que desafió la ley demonio
para crear un Genio mestizo con el único propósito de regresar al Señor Oscuro
a este mundo y coronarse a sí misma reina.
Marika rechazó con un gesto sus palabras. ¿Por qué debería importarle
que sus planes hubieran sido revelados al Anasso? No tenía sentido en ser
superior a los que afirmaban posiciones de poder si nadie apreciaba su
brillantez.
—Tenía que ser revelado con el tiempo.
Los pálidos ojos azules brillaban con enfado. —No hasta que tengamos a
la Genio y al bebé en nuestro poder. Una tarea que ahora será mucho más difícil
si estamos siendo cazados por sus hermanos.
—No temo a los tontos—, dijo ella, el desprecio goteaba de sus palabras.
—Pero hay algo más.
— ¿Algo peor que el Anasso?
—Sí.
—Encantador. —El mago llegó a agarrar el cristal que colgada en su
cuello. Marika se burló de la reacción instintiva. Su magia humana no tendría
valor alguno contra el demonio dentro de la mansión. — ¿Qué es?
—Un Oráculo.
Sergei se apartó de la valla con una sarta de maldiciones rusas.
—Entonces este es el fin. —Él se detuvo en el borde de la línea de árboles,
tal vez lo suficientemente estúpido como para creer que las sombras podían
esconderse del peligro. —Si la Comisión tiene conocimiento de la hembra
entonces la matarán.
Marika giró, tomando un placer malicioso en el miedo de su compañero.
—Eso hubiera sido mi suposición y sin embargo al parecer Laylah escapó.
Él frunció el ceño. —Ella lo hizo, a menos se las haya arreglado para poner
una pista falsa.

187
Era la misma idea de que había pasado por su cabeza.
Corría el rumor de que Styx no era el Anasso simplemente porque era el
vampiro más fuerte. Él era tan famoso por su astucia.
—Un camino que conduce a una trampa—, ella murmuró. —Es algo a
tener en cuenta.
— ¿Algo a tener en cuenta? —Sergei sacudió la cabeza con incredulidad.
—Nyet42. La única cosa a considerar es el medio más rápido para volver a
Londres.
—No nos iremos sin Laylah y el niño.
—Puede ser que consideres que el glorioso retorno del Señor Oscuro sea
digno de unos pocos miles de años de tortura en manos de la Comisión, pero yo
no lo hago.
Marika fluyó hacia adelante, lo agarró por el pelo y flexionó hacia atrás.
Ella podía perdonar su traición.
Pero nunca su cobardía.
—No he venido hasta aquí para que tu falta de agallas arruine esto para
mí.
Tenía los ojos saltones de dolor. —Marika.
Ella se inclinó para susurrarle directamente al oído. —Si no vas a usar tu
columna vertebral puedo romperla en dos.
—No... —él jadeó. —Por favor. Has hecho tu punto. Libérame.
Marika frunció los labios.
El deseo de romper por la mitad a Sergei era casi abrumador.
Ella había saciado su hambre de sangre antes de salir de Londres, pero
había pasado mucho tiempo desde que ella se había entregado a su lujuria por
el dolor.
Por un momento ella se deleitó en su agonía pulsante, entonces
recordando que necesitaba al cretino para rastrear a Laylah, aflojó su agarre. Él
cayó pesadamente al suelo. Con una sonrisa, se inclinó sobre su cuerpo tendido.
—No pongas a prueba mi paciencia una vez más, Sergei. —Las palabras
fueron un susurro mortal. —A ti no te van a gustar las consecuencias.
—Soy, como siempre, tu humilde servidor—, él se atragantó, esperando
hasta que ella dio un paso atrás antes de con cautela ponerse de pie. — ¿Qué
quieres de mí?

42 NdeT: Nyet en Ruso significa No.

188
Ella se volvió hacia la mansión, desestimando su breve distracción. En
cambio ella fríamente calculo sus opciones.
—No hay medios para descubrir por qué el Oráculo permitió que Laylah
escapara—, ella finalmente decidió. —No tenemos más remedio que seguir el
camino.
— ¿Incluso si nos lleva a una trampa?
—No voy se ser atrapada tan fácilmente. —Marika agitó una mano
distante hacia el bosque donde su pequeño ejército estaba oculto. —Y yo tengo
mis nuevos aliados.
Sergei se estremeció. Él no era tan aficionado a sus criados.
—No me lo recuerdes.
—Ellos han demostrado ser muy útiles—, ella le recordó al mago. —
Nunca podríamos haber seguido a Laylah tan rápidamente sin su habilidad con
los portales. Y son exquisitamente bellos. —Sin previo aviso, ella fue golpeada
por una ola de mareos, la imagen de su hermana bailando ante sus ojos. —
Maldita sea.
Sergei se adelantó. — ¿Qué pasa?
—Kata. —Ella furiosamente se llevó una mano a la frente. ¿Por qué la
perra no la dejaba en paz? —Ella está... en problemas.
— ¿Ella está despertando?
De mala gana, Marika se obligó a concentrarse en su vínculo con Kata. Ella
podía sentir una agitación extraña, como si su hermana estuviera siendo
perturbada por una fuerza externa, pero la niebla de la inconsciencia estaba
intacta.
—No. —Ella trató de sacudirse el tirón de la conciencia. — ¿Estás seguro
de que nadie puede encontrarla?
—Incluso si pudieran localizarla no hay manera de que puedan penetrar
en las capas de protección que he establecido alrededor de la tumba.
Su poder de hielo se arremolinó en el aire. —Suplica para que tengas
razón, mago.

189
Capítulo Quince
Traducido Por Alhana
Corregido por Anaizher

Sólo unas pocas horas después de dejar las afueras de Chicago llegaban al
bosquecillo oculto por los árboles, al sur de Hannibal. Ayudados por la
indiferencia de Tane a las leyes de tráfico. Y de vez en cuando a las de la física.
Al bajar del vehículo Laylah dio un suspiro de alivio. Por Dios. Aquellas
personas que se burlaban de las mujeres al volante nunca habían viajado con un
vampiro con prisa.
Hablando del maldito deseo de morir.
Para estabilizar las temblorosas rodillas se dirigió hacia el estrecho
sendero que conducía a los árboles. Durante la última hora había estado
desbordada por un profundo sentimiento que la urgía a poner las manos sobre
el niño.
Como si estuviera llamándola.
Llegando a la orilla exterior de los robles, Laylah fue detenida
abruptamente cuando Tane la agarró del brazo.
— ¿Wood Sprites43? —murmuró. Su tensión llenó el aire como una
mordida helada. — ¿Confiaste en ellos con un niño?
No lo culpaba por su escepticismo. Los Sprites eran tan impredecibles
como hermosos.
—Me lo deben.
Él parpadeó sorprendido. — ¿Un deseo?
—No, yo... —detuvo instintivamente las palabras.
Él la presionó con una mirada escrutadora.
— ¿Qué?
Dejó escapar un suspiro de resignación. No tenía sentido ocultar nada
ahora.
Tane lo sabía todo. Lo bueno, lo malo y lo feo.
—La Reina fue envenenada por un rival celoso—, confesó. —Fui capaz de
salvar su vida.

43 NdeT: Duendecillos del bosque.

190
Algo que podría haber sido respeto destelló en los ojos color miel.
— ¿Eres una sanadora?
Dioses ¿eso era un rubor encendiendo sus mejillas?
La siguiente cosa que haría sería batir las pestañas y sonreír tontamente
como una idiota.
—No hago milagros, pero puedo curar la mayoría de las lesiones.
Pasó el dorso de la mano por ese rubor revelador. —Un raro talento.
Se aclaró la garganta, tratando de sonar enérgica. —Siempre he asumido
que venía de parte de la familia de mi madre ya que los Genios son mucho más
felices destruyendo cosas que arreglándolas.
—Oui—, Levet intervino, moviéndose a su lado. —Los Gypsies44 son
codiciados por sus habilidades de curación.
Tane frunció el ceño a la gárgola. —Todavía tenemos que determinar si la
visión que le fue dada a Laylah en Londres fue real.
Levet resopló. — ¿Crees que no iba a reconocer una visión faux45? ¿Moi?
¿El gran conocedor de la magia? ¿El... —Se detuvo repentinamente, una
expresión soñadora se coló en su pequeña cara. —Mmmmm Sprites. —Con una
explosión de velocidad inesperada corrió hacia los árboles.
—Lo siento, ma belle, me reuniré contigo más tarde. Mucho más tarde.
Laylah rodó los ojos.
Demasiado para la Liga de la Justicia.
No es que necesitara su ayuda...
Como si deliberadamente se deseara mala suerte, apenas el pensamiento
había susurrado en su mente cuando una docena de Sprites salieron de las
sombras.
Con el aliento atrapado en la garganta, deslizó la mirada sobre la
combinación de hombres y mujeres ataviados con trajes tradicionales que
llevaban el camuflaje a un nivel completamente nuevo. Incluso mirándolos de
frente, la tela fluía fusionándose a la perfección con el fondo, dando la
nauseabunda ilusión de que estaban flotando dentro y fuera de foco.
Podría haber sido divertido si no fuera por las expresiones mortales en sus
hermosos rostros. Ah, y las ballestas que en este momento apuntaban al
corazón.
Su mirada no se apartó de la formación de Sprites mientras Tane se movía
cautelosamente hasta su lado. Estos no eran los Fey caprichosos e impredecibles

44 NdeT: Gitanos.
45 NdeT: Falsa en francés.

191
que fácilmente se revelaban al mundo de los demonios. Estas criaturas eran
confiadas y firmes, el pelo largo oscilaba en matices del dorado puro al rojo
oscuro, fuertemente trenzado para llegar fácilmente a las espadas atadas a su
espalda.
Guerreros.
Y preparados para atacar.
—Pensé que eran amigos tuyos —murmuró Tane.
—Sí, yo también. —Cuadró los hombros, encontrando la mirada fija del
Sprite más cercano. —Me ha sido concedido un salvoconducto por Eirinn.
El Sprite masculino cambió su ballesta hacia Tane. —El vampiro no tiene
tal privilegio.
El gruñido bajo de Tane llenó el aire haciendo que los demonios menores
huyeran de miedo, causando que incluso los guerreros más endurecidos se
estremecieran.
—No querrán jugar este juego, en serio.
—Esto no es ningún juego, Caronte.
La voz aguda y musical fue la única advertencia antes de que una alta y
delgada mujer apareciera. Al igual que sus guerreros, Eirinn, Reina de los
Wood Sprites, estaba vestida con una túnica suelta, aunque su cabello dorado
oscuro caía en cascada por su espalda y lo sujetaba con una delicada corona
engastada con una esmeralda del tamaño de un huevo de codorniz.
Se detuvo en un claro de luna, su belleza era tan perfecta que Laylah se
habría arrojado por el acantilado si fuera tan estúpida como para tomar en
cuenta las numerosas formas en que fracasaba en comparación.
Elevando una mano, Eirinn pronunció palabras en un idioma
desconocido. Cada uno de los guerreros bajó su ballesta. No es que eso
tranquilizara a Laylah.
Un tic incorrecto y estaba casi segura de que estaría clavada en el árbol
más cercano con una flecha en el corazón.
Tane parecía haber llegado a la misma conclusión y, con su típica
arrogancia, se desplazó hasta situarse delante de ella.
— ¿El Comité de Bienvenida es específicamente para mí o compartes el
amor con todos los vampiros? —se burló.
—Estos son tiempos peligrosos—, dijo la reina.
—Lo son—, concedió Tane mirando a Laylah que daba un firme paso a su
lado.
¿De verdad creía que se iba a acobardar detrás de él?

192
Observándolos estrechamente, Eirinn se rio entre dientes dando un paso al
frente para enlazar su brazo con el de Laylah.
—Ven conmigo, Laylah. Tu vampiro está distrayendo a mis guerreros—,
ronroneó tirando de Laylah por delante de sus guardias con la fuerza suficiente
para advertirle que no iba a aceptar un no por respuesta. Una tenue sonrisa se
dibujó en sus labios. — ¿A menos que estés dispuesta a compartir?
¿Compartir? Ni cuando el infierno se congelara.
—Olvídalo.
—Es una pena. —La perfecta sonrisa de Eirinn se ensanchó cuando Tane
tiró firmemente de Laylah y le puso un brazo protector sobre los hombros. —Él
es un buen ejemplar.
— ¿Escuchaste, cariño? —Se inclinó para hablar directamente al oído de
Laylah. —Soy un buen ejemplar.
Ella rodó los ojos, pero no se apartó de su abrazo posesivo.
Sólo porque no valía la pena luchar y, no quería que la maldita Reina de
los Sprites supiera que el vampiro estaba fuera de sus límites.
—No dejes que se te suba a la cabeza—, resopló. —Los Sprites tienen un
notorio apetito por el sexo.
Podría haberse pateado a sí misma cuando él esbozó una sonrisa de
suficiencia.
—Sí, lo sé—, dijo. —De primera mano.
—Mi punto es que pensarán que un Cur borracho con sarna es un buen
ejemplar. —A la distancia el sonido de la risa de Levet llenó el aire. Fue el turno
de Laylah de sonreír. —O una gárgola diminuta.
Los labios de Tane rozaron la curva de su oreja. —Por suerte, tienes un
apetito insaciable por un solo macho. Un apetito que estoy más que dispuesto
de saciar.
Ella entrecerró los ojos. — ¿Y tu apetito?
—Hambriento por degustar a una Genio mestiza. Cuanto antes mejor. —La
fuerza de su deseo por ella estalló y lo atravesó, haciéndolos estremecer. Sus
ojos llamearon con calor frustrado. —Maldita sea.
Se quedaron en silencio, sacudidos por la brutal necesidad que estalló de
manera tan abrupta entre ellos. No se sentía como la respuesta natural de dos
individuos que estaban atraídos el uno por el otro. El sentimiento era más
parecido al...
Destino.

193
Ella se sacudió ese peligroso pensamiento cuando Eirinn los llevó entre
dos árboles centenarios.
Laylah hizo una mueca al pasar por una barrera invisible. Se sentía como
arañas arrastrándose sobre la piel.
—El claro es mi santuario y está custodiado por mi magia personal—,
murmuró la reina. —Podemos hablar en privado aquí.
Una vez que atravesó el hechizo de protección, Laylah hizo una pausa
para apreciar el pequeño claro.
No era la versión de dibujos animados de un prado Fey con unicornios y
arco iris, pero había un pequeño arroyo que atravesaba el exuberante césped y
grupos de flores silvestres que añadían toques de color.
A su lado Tane cruzó los brazos sobre el pecho, claramente indiferente a
su encantador entorno.
— ¿Quién te está amenazando?
—Ah, vampiros. —Eirinn bajó la cabeza deslizando una mirada
apreciativa sobre el cuerpo de Tane, sin preocuparse de que estando tan cerca
de Laylah la golpeaba inconscientemente con su propia corona. —Siempre tan
deliciosamente sexis y tan faltos de modales.
Tane permaneció sombrío e indiferente a la invitación abierta en la voz de
la mujer.
—No tenemos tiempo para la etiqueta adecuada.
—Supongo que es verdad. —La reina lanzó una mirada burlona a Laylah.
—Y dudo que Laylah estuviera de acuerdo en una ceremonia formal de
bienvenida. Es asombrosamente mojigata para ser una Genio.
—Ella es perfecta—, interrumpió Tane antes de que Laylah pudiera
responder.
—Ya lo veo. —La reina se rio entre dientes. — ¿Y tuya?
—Sí.
Laylah le dedicó un ceño disgustado. No tenía ni idea de lo había entre
Tane y ella, pero estaba absolutamente segura de que no quería que lo
discutieran frente a Eirinn, la Reina de los Tramps46. — ¿Te importa?
Su mirada se deslizó con deliberada lentitud por su cuerpo. —No, en
absoluto.
Los ojos de Eirinn brillaban. —Si prefieres privacidad...
Sí, sí, por favor, sí.

46 NdeT: Vagabundos.

194
—No—, Laylah se obligó a negar.
—Muy inteligente, querida. Nunca permitas que un vampiro crea que te
tiene completamente cautivada. Son tan tediosamente pagados de sí mismos.
—Dímelo a mí—, murmuró Laylah.
—Suficiente. —Tane dio un paso adelante. —Dime por qué tus guerreros
están armados y nerviosos como el infierno.
La diversión de la reina se esfumó cuando rebuscó por debajo del escote
de su túnica para sacar un cristal que colgaba de una cadena de oro alrededor
de su cuello.
—A causa de esto.
Laylah frunció el ceño ante la piedra ovalada que brillaba con una luz
suave azulada. — ¿Una roca brillante?
—Un Ciomach—, dijo la sprite.
— ¿Un qué?
—Es como un sistema de alerta temprana—, aclaró Tane. —Muy
conveniente.
Laylah observó cómo la piedra pulsaba con el extraño brillo azul. — ¿En
contra de qué advierte?
—Enemigos antiguos.
Bueno, eso fue agradable y vago. — ¿Puedes ser más específica?
—Sylvermyst 47. —Ella sintió la tensión causada por la sorpresa de Tane.
—Mierda—, murmuró.
El corazón de Laylah se hundió. Su educación irregular no incluía mucho
sobre los Sylvermyst. Sólo el hecho de que estaban relacionados con los Fey y
eran famosos tanto por su belleza irresistible como por su crueldad.
Y, por supuesto, el hecho más pertinente era que supuestamente
pertenecían al mundo antiguo.
Ahora sintió que estaba a punto de descubrir más de lo que quería.
—Tane, ¿qué está pasando? —exigió.
—Cuando llegamos por primera vez a Londres, Uriel mencionó que Victor
se reunió con el Príncipe de los Fairies en Dublín. —Sacudió la cabeza con
disgusto. —Supuse que el príncipe había estado divirtiéndose comiendo
demasiadas hongos.

47 Sylvermyst: Los Hechiceros de Plata

195
—No hay nada divertido sobre los Sylvermyst—, dijo Eirinn, dejando caer
su imagen de frívolo coqueteo para revelar al poderoso líder que había debajo.
—No. —Tane estuvo de acuerdo.
Laylah frunció el ceño confusa. —¡Pensé que habían sido desterrados!
Tane hizo una mueca. —Una gran cantidad de desagradables bestias están
saliendo de las sombras en estos días.
La reina se estremeció, aferrando la piedra alrededor de su cuello. —Sí, el
viento susurra maldad.
— ¿Cuándo comenzó tu Ciomach con su rutina de árbol de Navidad?—
preguntó Tane.
—Temprano esta noche.
Tane maldijo y sacó su gran daga de la vaina.
Laylah instintivamente miró hacia los árboles cercanos.
— ¿Tane?
—No puede ser una coincidencia—, dijo.
— ¿Qué?
—Que los Sylvermyst aparecieran primero en Inglaterra y ahora aquí.
Perfecto. Absolutamente perfecto.
Cómo si no tuviera suficiente con una tía esquizofrénica y Sergei.
— ¿Crees que nos siguieron?
Los ojos de Tane brillaban con intención mortal.
—O fueron arrastrados.
Laylah se tragó un suspiro. ¿Había gastado realmente tantos años
deseando tener una familia? — ¿Marika, supongo?
—Una posibilidad. —Él agarró la daga como si quisiera que apareciera
alguien en quien pudiera clavarla. —Una de tantas malditas posibilidades.
Tenemos que empezar a movernos.
—Pero es casi el amanecer. Sería más seguro permanecer aquí hasta que...
—No, Laylah —interrumpió Eirinn. —Mi deuda está pagada y no
arriesgaré a mi pueblo para defenderte en contra de la muerte que te acecha.
Recogerás al niño y se marcharán.
Laylah no discutió. No quería poner a nadie en peligro por su causa. Pero
cuando se volvió para emprender el camino fuera del claro, Tane se pegó a su
lado.
—Demasiado tarde—, susurró.

196
Hizo una pausa, concentrándose en su entorno.
La barrera mágica silenciaba el mundo exterior, pero de pronto fue
consciente de los sonidos lejanos de gritos y un olor desconocido de hierbas
picantes que se mezclaba con la esencia afrutada de los Fey.
Sylvermyst.
Tenían que ser.
No dudó.
Cargó hacia la barrera, su único pensamiento era llegar al niño lo más
rápidamente posible.

A varios kilómetros de distancia, Caine maldijo y frenó el jeep para


detenerse al lado de la estación de servicio abandonada, era el único edificio en
millas.
Maldita sea. Nunca debió haber quitado la parte de arriba. Por supuesto,
no había esperado que su compañera saltara de un vehículo que viajaba a cien
kilómetros por hora.
No era el tipo de cosas que la mayoría de las personas hacían.
Era evidente que necesitaba apagar su dial racional.
Colocando la maldita palanca en Park, saltó por encima de la puerta y se
dirigió hacia la parte trasera del estacionamiento. Maldijo cuando se aplastó el
dedo del pie con una barra de hierro oxidado y casi se cayó de cara. Todavía
estaba tratando de acostumbrarse a su fuerza y velocidad recién descubierta.
Lo que era una buena forma de decir que estaba tan torpe como el
infierno.
—Cassie, espera.
Se puso de pie en el borde de la acera en ruinas, mirando a través de los
campos vacíos.
A pesar de la sudadera y los gruesos jeans, Cassie se estremeció. —Los
puedo sentir.
Olió el aire, recogió el olor terroso de hierbas frescas. No eran Fey... pero
algo cercano
— ¿Qué diablos son?
—Son de... tierras lejanas.

197
Él gruñó, el lobo dentro de él mordiéndole con la salvaje necesidad de
cargar a Cassie sobre un hombro y arrastrarla lejos del peligro.
No importaba que hubiera sido una purasangre tratando con el infierno
por mucho más tiempo que él. O que el peligro estuviera demasiado lejos para
plantear una amenaza inmediata.
—Voy a irme por las ramas y supondré que no te refieres a extranjeros
ilegales—, dijo secamente.
Los ojos de color verde pálido se movieron en su dirección. — ¿Por qué
extranjeros ilegales?
—No importa. — ¿Cuándo aprendería? Dio una sacudida de cabeza,
consciente de la lejana emoción de violencia que teñía el aire. —Parece que
necesitamos desviarnos. ¿Qué opinas de México?
No esperaba que aceptara. Tenía TOC48 cuando se trataba de sus visiones.
Ni siquiera la muerte le impediría su trabajo autoimpuesto.
—No, hay que esperar—, anunció abruptamente.
— ¿Aquí?
—Sí.
— ¿Esperar qué?
Sus ojos se dilataron hasta el blanco y, con un gesto de la mano, un
símbolo brillante apareció en el aire.
—Esto.
—Maldita sea, ¿dejarás de hacer eso? —Gruñó. Sus ojos volvieron al
sorprendente tono verde con una sonrisa serena curvando sus labios.
— ¿Trajiste la cena?

48 NdeT: Trastorno Obsesivo Compulsivo.

198
Capítulo Dieciséis
Traducido Por Alhana
Corregido por Anaizher

Maldiciendo, Tane persiguió a Laylah hasta que logró atrapar su brazo


antes de que se adentrara más profundamente en los árboles.
—Laylah, detente—, le ordenó.
Ella se sacudió el brazo, su expresión era de pánico puro. —El bebé.
—No.
—Espera aquí. Esto sólo tomará un minuto.
Con un movimiento rápido se lanzó bajo una rama que colgaba y
desapareció atravesando un gran arbusto.
—Maldita sea—, dijo Tane apretando las manos, impotente ante la
compulsión que lo obligaba a permanecer donde estaba.
Con el suficiente incentivo sería capaz de romper el impulso de ceder a la
petición de Laylah, pero no podía ignorar la advertencia de Siljar.
Le gustara o no, Laylah era un principium y, si trataba de involucrarse con
el destino los Oráculos, lo tendrían colgado por las bolas y Laylah se quedaría
sola.
O peor que sola, se corrigió en silencio cuando la ridícula gárgola atravesó
la maleza batiendo las alas con ojos desorbitados, detrás venían dos altos
perseguidores.
—Por las bolas de piedra de mi padre—, jadeó el pequeño demonio—,
¿quién invitó a los Sylvermyst a la fiesta?
Tane cambió a la posición de lucha sosteniendo con firmeza la daga
mientras observaba acercarse a los guerreros.
Parecían Fey.
Altos y esbeltos, con el pelo largo en varios tonos de rojo y dorado. Todos
estaban vestidos con jeans y camisetas, sin duda con la esperanza de evitar la
atención no deseada de los seres humanos.
Un esfuerzo inútil.

199
Jeans y camisetas normales no disimulaban la fluida gracia de sus
movimientos o la perfección de sus caras que nunca pertenecerían a un simple
mortal.
Ah, y por supuesto estaban las enormes ballestas que apuntaban en este
momento en su dirección.
Un claro indicativo.
Un conteo rápido reveló cuatro Sylvermyst aproximándose desde el este y
dos más desde el sur.
Demasiados para derrotar sin arriesgarse a una flecha de madera a través
del corazón.
—Haz algo útil, gárgola —ordenó.
Levet resopló. Para su suerte, levantó las manos y señaló a los Sylvermyst
que avanzaban.
—Mira y aprende, vampiro.
Hubo un chisporroteo de destellos que brillaron en el aire antes de caer
inofensivos al suelo. Simplemente su suerte.
La gárgola estaba disparando a espacios en blanco.
Acostumbrado a luchar contra enemigos invencibles sin respaldo, Tane
cargó contra los dos atacantes más cercanos, recibiendo una flecha en el hombro
y otra en la parte superior del pecho antes de que estuviera lo suficientemente
cerca para agarrar al primer Sylvermyst y desgarrar su garganta.
El sabor potente de la sangre Fey se deslizó por su garganta. No era la
dulzura chispeante de la mayoría de los Fey, sino una explosión de energía
oscura que quemó un camino hacia su estómago.
Chupando al bastardo hasta dejarlo seco, metió una daga en el corazón del
Fey y le dio un giro antes de lanzarlo al suelo, alcanzando a su compañero.
El segundo Fey ya había dejado caer su ballesta y sacaba la espada atada a
su espalda.
Tane se agachó cuando la hoja pasó a una escasa pulgada encima de su
cabeza. Sabiamente se mantuvo abajo mientras golpeaba las piernas del
guerrero y lo derribaba con fuerza.
El Sylvermyst habló en un idioma que rechinó con dureza en los oídos de
Tane, pero antes de que las palabras terminaran estaba cortándole la garganta.
No estaba de humor para ser embrujado o maldecido o golpeado con
cualquier otro hechizo desagradable.
Una vez que se aseguró que no iba a haber sorpresas, Tane pateó la espada
de la mano del Fey y traspasó de manera eficiente el corazón.

200
Los ojos, una extraña sombra metálica broncínea, se abrieron en shock.
Como si no hubiera esperado ser asesinado por un vampiro enfurecido.
Idiota.
Con los dos guerreros más cercanos despachados, Tane agarró la espada
del Sylvermyst y se enderezó. Si la magia que llenaba el aire no estaba
obstruyendo sus sentidos, había muchos más de donde estos vinieron.
Estaba pateando a un lado el cadáver más cercano para asegurarse de que
no impidiera sus movimientos cuando la explosión hizo temblar el suelo bajo
sus pies.
Corrió erguido con la mirada asombrada barriendo los alrededores.
Los árboles que estaban al frente fueron destruidos, los enormes troncos
todavía humeaban y la suciedad que llenaba el aire se asentaba sobre ellos.
Más impresionante, los cuatro Fey que habían estado acercándose ahora
estaban dispersos en el suelo en una docena de piezas.
—Santa madre... —suspiró, tirando de las flechas clavadas en su carne. Las
alas de Levet se agitaban con vergüenza. —Ups.
¿Ups?
La gárgola había liberado el equivalente a una pequeña bomba nuclear y
todo lo que decía era “¿ups?”
—Te dije que hicieras algo útil, no catastrófico—, exclamó, aterrorizado
por el conocimiento de que Laylah estaba en algún lugar entre los árboles y que
fácilmente podría haber sido dañada.
—Hey, yo no critico tus técnicas de batalla—, protestó la pequeña gárgola.
La ridícula riña llegó a un abrupto fin cuando Laylah apareció detrás de
ellos con un niño pequeño en brazos.
Él hizo una mueca ante el capuchón protector que rodeaba al bebé. A
pesar de ser transparente, lo transformaba visiblemente, distorsionando y
obscureciendo la imagen del niño. Dudaba que incluso Laylah hubiera tenido
una visión clara de lo que lo rodeaba.
No es que pareciera importarle un comino.
El corazón se le apretó con un extraño dolor cuando su expresión se
suavizó y acunó al bebé contra ella con atención maternal.
El pelo corto carmesí estaba revuelto. Los jeans y camiseta estaban
estropeados con manchas de hierba. Y había una raya de suciedad en su mejilla.
Y nunca se había visto más satisfecha.

201
Inconsciente de su fascinación, Laylah levantó la cabeza, la expresión
tierna se endureció cuando miró hacia los árboles carbonizados decorados con
restos de Sylvermysts.
—Dioses. —Se estremeció. — ¿De dónde salieron?
Levet caminó contoneándose hacia ella, pero su mirada efectuó un
cauteloso examen del niño en sus brazos.
No era tan estúpido como parecía.
Tane no podía sentir el hechizo de stasis que estaba sobre el bebé, pero era
lo suficientemente sabio como para darle un amplio espacio.
—No sé de dónde vinieron—, dijo la gárgola—, pero sé con quiénes
estaban viajando.
— ¿Marika? —preguntó ella.
—Y el mago—, Levet confirmó las sospechas de Tane. —Voy a convertirlo
en un montón de mierda de fairy.
Laylah negó con fuerza. —No, tenemos que salir de aquí.
Tane se movió para tomarla del brazo y retirarla de la carnicería.
—Levet, vigila—, ordenó, la mirada estrecha advertía que no aceptaría un
“no” por respuesta.
Sabiendo el motivo oculto de Tane, la gárgola asintió muy dispuesto.
—Oui.
Llevaba a Laylah detrás de un gran roble cuando ella clavó los talones y
entrecerró los ojos. La gárgola no fue la única que adivinó sus motivos. —Ni
siquiera pienses en ello.
Le sostuvo la furiosa mirada. —Laylah, debes caminar hacia la sombra.
— ¿Y dejar que tú y Levet mueran aquí?
—Tu fe en mis habilidades es siempre conmovedora—, dijo con ironía.
—Estás rodeado, superado en número y mi lunática tía está ahí afuera con
un poderoso mago—, dijo sin ceder. — ¿Cuáles piensas que son las
probabilidades?
—Mucho mayores si no estás aquí.
Ella se estremeció ante su brutal honestidad. — ¿Qué? —murmuró. — ¿He
picado tu orgullo y ahora tienes que insultarme?
La soltó y cruzó los brazos sobre el pecho. Negándose a dar marcha atrás.
No podía forzar a Laylah a obedecerlo, pero estaba dispuesto a usar
cualquier chantaje emocional.

202
—Piensa, Laylah. Tu tía y su horda de demonios están buscándote. Una
vez que te hayas ido no tendrá ninguna razón para continuar su ataque.
Ella frunció el ceño. —No puedes estar tan seguro.
—Marika es loca, no estúpida.
— ¿Qué significa eso?
—No va a arriesgar a sus guerreros por un puñado de Wood Sprites y un
vampiro que no tienen ningún valor para ella.
Laylah se mordisqueó el labio inferior entre los dientes, incapaz de negar
la verdad de sus palabras.
—Yo... no puedo.
—No tienes ninguna opción—, presionó despiadadamente. —Reclamaste
al niño como propio. Ahora debes protegerlo.
Apretó los labios mientras una batalla entre lealtades rugía en su interior.
Por fin, su feroz necesidad de proteger al inocente niño en sus brazos superó
todo lo demás.
—Maldita sea—, refunfuñó dando un paso atrás, preparándose para
entrar en las sombras.
El alivio lo atravesó, pero sus instintos primitivos le hicieron avanzar para
besarla con una cruda promesa.
—Laylah—, susurró, evitando el contacto con el niño en brazos.
— ¿Qué?
—No pienses que esto se ha acabado. —Se echó hacia atrás, en el rostro
una dura determinación. —Voy a encontrarte.
Ella igualó el fulgor de su mirada. —Si consigues que te maten...
—Vete.
Con un último beso se dio la vuelta y se dirigió de nuevo a Levet, pero
incluso de espaldas sintió el momento en que desapareció.
No era la ausencia de su suave respiración. O la consciencia del calor
punzante que sentía cuando estaba cerca.
Era el enorme agujero en el centro del pecho.
Se frotó distraídamente la marca que Siljar le había puesto sobre la piel,
como si esto pudiera aliviar el vacío helado.
Dios todopoderoso.
Estaba hundido en la mierda.

203
Como para enfatizar el punto, dio un paso a través de una apertura en los
árboles para ser recibido por media docena de guerreros Sylvermyst que
avanzaban con sus ballestas levantadas.
—Flechas. —Levet suspiró trágicamente. — ¿Tienen que ser tan
predecibles?
Tane no era tan despectivo. Una flecha de madera a través del corazón le
daría una muy mala noche. Además, dolía como una perra al sacarla.
—Es difícil superar a los clásicos—, dijo, deteniéndose un paso por detrás
de la gárgola cuando el pequeño demonio levantó las manos para lanzar una
bola de fuego contra la invasión enemiga.
—Es cierto. —Levet miró por encima del hombro con una sonrisa. —Y son
más eficaces contra los vampiros. Siempre una buena arma.
—No sólo contra los vampiros. —Sonrió desnudando los colmillos. —Se
rumorea que los Sylvermyst preparan sus flechas con hechizos que hacen a los
demonios impotentes.
Los ojos grises se ampliaron con puro horror masculino. —Ese no es un
asunto para bromear.
Tane blandió la espada Sylvermyst, esquivando una andanada de flechas.
— ¿Quién dice que estoy bromeando?
—Eres realmente un hombre malvado—, murmuró Levet.
—Eso me han dicho.
Con un movimiento de cola, Levet se volvió hacia sus atacantes lanzando
otra bola de fuego entre los árboles. La súbita luz reveló una figura alta de pie
en las sombras, observando la batalla en silencio.
El líder.
Tane estaba seguro de ello.
No es que tuviera mucha oportunidad de evaluar el peligro.
Esquivando el fuego, dos de los Sylvermyst saltaron directamente hacia él
con las espadas apuntando a su cabeza.
Con una velocidad que ningún Fey podía igualar, Tane giró hacia un lado,
golpeando con su espada.
Su golpe fue bloqueado por una espada similar, las chispas volaron por el
aire. Sintiendo el movimiento detrás de él, Tane uso su fuerza superior para
sacar al Fey de equilibrio, volviéndose para encontrar la segunda espada.
La espada cortaba el aire sin problemas, hablando de la buena artesanía.
Obviamente, los Sylvermyst estaban bien armados.
Y bien entrenados...

204
Gruñó cuando el oponente detrás de él le clavó la espada en la parte
carnosa de su hombro, obviamente con la esperanza de incapacitarlo lo
suficiente como para dar un golpe mortal. Una estrategia inteligente si estuviera
luchando contra cualquier cosa menos un vampiro.
Apretando los dientes, Tane agarró el extremo de la espada que sobresalía
de su hombro, introduciéndola más profundo en su cuerpo.
El Sylvermyst soltó un sonido de sorpresa, pero tristemente se aferró a su
arma. Un error mortal. Con un último tirón, Tane tenía al guerrero lo
suficientemente cerca de la espalda para alcanzarlo por sobre el hombro herido
y lo agarró por la trenza.
Un grito se escapó de la garganta del Fey cuando se encontró volando
sobre la cabeza de Tane y aterrizando sobre su compañero que
lamentablemente había tratado de superar la espada de Tane.
Los dos cayeron en un caos de extremidades agitándose y maldiciendo, y
Tane no perdió el tiempo, le cortó la cabeza a un Sylvermyst y luego al otro.
Un aroma potente de hierbas llenó el aire mientras la sangre de los Fey
empapaba la tierra cubierta de musgo, pero Tane no se detuvo a admirar la
victoria sangrienta. Girando la espada, se volvió, para nada sorprendido al
descubrir que otro Fey disparaba a través de los árboles en su dirección.
Maldita sea. Ya era suficiente. Estaba cansado de jugar al alfiletero para los
bastardos. Sacando la daga de su vaina la envió volando con un suave
movimiento.
El Fey trató de esquivarla pero la hoja se hundió profundamente en su
garganta, atravesando la arteria principal. Durante un momento el guerrero
permaneció indiferente a la sangre que corría por su pecho. No fue hasta que
sus rodillas se doblaron y cayó hacia adelante que se dio cuenta del peligro de
la profunda herida.
Tane se le echó encima antes de que tratara de detener el flujo, hundiendo
los colmillos en la carne; drenando lo último de la sangre del cuerpo ya inerte.
El poder de los Fey fluía por sus venas, ayudando a curar sus heridas.
Enderezándose, estuvo preparado para el próximo ataque.
Un ataque que nunca llegó.
Los Fey restantes se hundieron en las sombras. Todos menos el alto
guerrero que Tane ya había etiquetado como el líder.
Se agachó para sacar la daga del guerrero caído, cuando el Sylvermyst salió
de la maleza con una gran ballesta apuntando al pecho de Tane.
Era más alto que los otros y construido con más volumen que la mayoría
de los Fey, pero tenía los mismos extraños ojos metálicos de los otros Sylvermyst

205
que brillaban como bronce puro a la luz de luna. Su larga cabellera era de un
tono castaño oscuro y sus delicadas facciones mantenían una mueca arrogante.
Tane estrechó la mirada. Ah, el placer de borrar esa mueca de la cara
bonita.
Una lástima que necesitara más las respuestas que el placer de cortar y
rebanar a otro Fey.
Obviamente, el Sylvermyst llegó a la misma conclusión cuando entró en el
pequeño claro, su ballesta lo apuntaba pero el dedo estaba fuera del gatillo.
— ¿Dónde está el niño? —exigió el Sylvermyst, su voz contenía un poder
que llenaba el aire.
Los dedos de Tane se apretaron sobre la espada. Maldita sea. Este
Sylvermyst era diferente.
Peligroso.
— ¿Por qué no vienes y lo averiguas? —Invitó, queriendo que la criatura
se acercara para poder arrancarle el corazón si era necesario.
Hubo un susurro en la maleza cuando Levet se acercó para pararse a su
lado.
—Tane, ¿realmente crees prudente burlarte del Sylvermyst con las flechas
hexagonales?
La mirada broncínea cayó en la pequeña gárgola con una sonrisa burlona.
— ¿Ese es tu Copiloto? —Volvió su atención hacia Tane. —Patético incluso
para una sanguijuela.
—¡Hey! —protestó Levet.
Tane por otra parte no lo iba a discutir.
Realmente era patético.
En vez de eso, estrechó la mirada. — ¿Copiloto? Tú no hablas como un
fairy que ha sido desterrado de este mundo desde hace siglos.
—Admito que mi servicio de cable en el infierno era una mierda, pero...
—No—, gruñó Tane. —Estás mintiendo.
—Probablemente. Soy malo después de todo—, se burló el Fey. —Es lo que
hacemos.
—No necesito un manual de instrucciones sobre la maldad.
La sonrisa del Fey se ensanchó. —No, supongo que no, vampiro.
Tane hizo una pausa. ¿El hijo de puta tenía sentido del humor o deseos de
morir?

206
De cualquier manera estaba disparando las alarmas de Tane y no estaba
dispuesto a pasarlo por alto.
— ¿Quién eres tú?
— ¿No es suficiente saber que soy el hombre que te va a matar?
Tane levantó una ceja. — ¿Tienes miedo de darme tu nombre o
vergüenza?
Hubo un momento de vacilación antes de que la criatura se encogiera de
hombros.
—Ariyal —reveló, su mirada parpadeó despectivamente. —Y tú eres el
infame Tane. Azote de vampiros renegados en todo el mundo. Ahora que
hicimos las presentaciones adecuadas, dime dónde está el niño.
La pregunta de Tane fue respondida.
Deseos de morir.
Ahora que estaba claro, quería saber cómo los Fey habían descubierto que
era un Caronte.
— ¿Dónde estabas escondido?
—Espera, espera. No seas grosero sanguijuela—, Ariyal arrastraba las
palabras. —Hice mi pregunta primero.
— ¿Estás seguro de que en el infierno no han estado compartiendo una
dimensión con el Señor Oscuro?
Los ojos broncíneos brillaron, una presión de pinchazos lleno el aire.
— ¿Te perdiste la historia del gato demasiado curioso? —preguntó con
suavidad. —Al que le cortaron la cabeza.
—Maldita sea. —Tane tomó una decisión repentina. Ariyal lo sacaba de
quicio, pero no era tan estúpido como para subestimarlo. Cuando supiera que el
bebe se había ido y que cualquier magia que lo mantenía atado se liberaría, no
quería estar cerca. —Levet.
— ¿Oui?
— ¿Puedes esconder nuestro aroma el tiempo suficiente para que
podamos escapar?
—Creí que nunca lo pedirías—, murmuró la gárgola. Hizo un gesto con la
mano hacia el Sylvermyst. — ¿Qué pasa con Tinker Bell49?
Ariyal miró a Levet, sonriendo con cruel anticipación.
—Oh, voy a disfrutar pulverizándote.

49 Tinker Bell: Personaje de Disney que en español se llama Campanita.

207
—Va a venir con nosotros—, murmuró Tane.
Levet gimió consternado. — ¿Estás complètement fou?
¿Estaba completamente loco? Una pregunta para más tarde.
Moviéndose con una velocidad que ni siquiera un Fey con esteroides
podría seguir, Tane se detuvo directamente ante Ariyal, golpeando la ballesta
para arrancarla de sus manos.
—Arrogante bast...
Las palabras furiosas del Fey fueron acalladas cuando el puño de Tane
conectó con su barbilla.
Hubo un crujido satisfactorio y Tane sintió la mandíbula del hombre
hacerse añicos bajo el impacto de su golpe. Entonces cogió el cuerpo inerte del
Fey antes de que tocara el suelo, lo cargó al hombro y se volvió hacia la gárgola
que tenía los ojos desorbitados.
—Vámonos.

Todo había empezado tan bien.


Laylah entró en las sombras sin problema, incluso llevando al niño.
Había tardado un minuto en recuperarse del vértigo que siempre la
invadía cuando estaba en el corredor entre mundos, y unos minutos más para
determinar una dirección.
Podría ir a cualquier parte.
Podría desaparecer con el niño y nunca ser encontrada.
Pero cuando el pensamiento revoloteó en su mente, deliberadamente se
enfocó en Chicago, en la elegante guarida de Styx.
Durante años había creído que había logrado desaparecer, pero no era tan
inteligente como había pensado. La Comisión siempre había sabido de ella y
sólo Dios sabe quién más.
Además, el único medio verdadero de mantener al bebé seguro era matar
a aquellos que lo cazaban. Sanguinario, pero cierto.
Y los vampiros eran su mejor apuesta.
Estaba ocupada convenciéndose de que su decisión no tenía nada que ver
con Tane, cuando sintió un arco formándose en las sombras.

208
En alerta instantánea, aferró con fuerza al bebé retrocediendo ante el velo
brillante que estaba creciendo a un ritmo rápido.
Mierda.
Esto era algo que siempre había temido cuando caminaba en las sombras.
Algo estaba a punto de entrar en la sombra o...
Resultó ser la “o”—, cuando el velo se hinchó hacia adelante y se envolvió
alrededor de ella, aspirándola a otra dimensión.
Gritó cuando fue arrancada de las sombras cayendo a través del velo a la
tierra con una fuerza dolorosa sobre su espalda.
Manchas negras bailaban ante sus ojos cuando el aire salió de golpe de sus
pulmones. Dioses. Se sentía como si hubiera aterrizado sobre una pared de
ladrillo.
Sosteniendo al bebé en un abrazo de muerte, respiró hondo y estudió lo
que la rodeaba.
No se parecía al infierno. Ni a una dimensión extraña. Poco a poco llegó a
una conclusión.
En realidad...
Poniéndose en pie, Laylah recorrió con la mirada el espacio familiar y se le
hundió el corazón.
Maldita sea. Estaba a menos de veinte kilómetros de donde había
empezado. Y peor aún, no estaba sola.
Dando vuelta, se preparó para cualquier cosa.
Oráculos, magos, un Genio –completamente desarrollado-. Alguien lo
suficientemente potente como para sacarla de las sombras.
En cambio su mirada se posó en un hombre delgado, muy parecido a un
surfista. Lo reconoció al instante.
—Maldición. ¿Caine? —Suspiró en estado de shock, con la mirada escaneó
la gasolinera abandonada y las bombas vacías, antes de regresar al cur. — ¿Qué
demonios me hiciste?
Él levantó las manos, su esbelta cara y ojos azules revelaban una sombría
madurez que no había estado allí hace algunos días.
Hizo una mueca, caminando hacia ella. —No me culpes.
Laylah se paralizó, el aire estaba cargado con el pulso eléctrico de su
energía. —Espera.
Caine se detuvo a centímetros. La había conocido el tiempo suficiente para
saber que pasaban cosas malas cuando se sentía amenazada. Levantó las
delgadas manos en un gesto de paz. — ¿Qué pasa?

209
—Quédate ahí—, advirtió ella. — ¿Quién eres tú?
— ¿Quién soy yo? ¿Estás bromeando? —Las cejas se unieron. —Acabas de
decir mi nombre.
—Sé lo que dije, pero hay algo mal contigo.
Su fuerte carcajada resonó en la oscuridad. —No puedo discutir eso.
¿Quieres la lista larga o la corta?
—Quiero saber por qué hueles a purasangre.
Se metió las manos en los bolsillos de los jeans desteñidos. —Lo creas o no
un señor demonio demente que había estado chupando la magia de los Weres
durante siglos, se estrelló conmigo en el camino de regreso al infierno,
matándome en el proceso, luego resucité misteriosamente como un Were
purasangre.
Laylah parpadeó, tratando de procesar la escueta historia.
Dios... Santo. ¿Sus extrañas visiones se habían hecho realidad?
Increíble.
Tenía mil preguntas, pero la rígida falta de emoción de Caine le advirtió
que no estaba listo para hablar de su alucinante experiencia.
Podía entenderlo.
A ella no se le daba mucho el compartir.
—Te creo—, dijo ella. —Nadie podría maquinar esa historia.
—De hecho, tengo un testigo.
Agitó una mano y una mujer Were que se habían escondido en un Jeep
cercano se acercó lentamente.
Laylah se quedó momentáneamente desconcertada. Tenía el aspecto de
Harley y Darcy, solamente que con el pelo largo y los ojos más claros.
—Dioses, otra no —murmuró. — ¿Cuántas hay?
La mujer la miró con una curiosidad no disimulada que podría haber sido
grosera si Laylah no hubiera percibido la extraordinaria inocencia de su
corazón.
—Si te refieres a mis hermanas hay cuatro en total. —Ella inclinó la cabeza
hacia un lado, con el pelo pálido brillando a la luz de la luna. —Por lo menos,
eso fue lo que me dijeron.
—Esta es Cassandra. —Caine se movió para colocar un brazo protector
alrededor de los hombros de la Were. —Cassie, esta es Laylah.
Laylah esbozó una sonrisa forzada. Ahora no era el momento para charlar.

210
No tenía ni idea de lo que la había arrancado de las sombras, pero sabía
que no estaba lo suficientemente lejos de su tía y de los Sylvermysts atacantes.
—Bueno, es genial conocerte Cassie, pero tengo un poco de prisa.
—Espera. —Sin previo aviso, Cassie extendió la mano para agarrar su
brazo con una fuerza sorprendente. —Estás destinada a estar aquí.
Los ojos de Laylah se estrecharon con ira. Obviamente la Were la quería en
esta gasolinera de mala muerte en el medio de la nada.
— ¿Fuiste tú la que me sacó de las sombras?
—Tranquila, Laylah —gruñó Caine. —Cassie es sólo el mensajero.
— ¿De mi tía?
— ¿Tía? —Caine parecía realmente confundido. — ¿De dónde demonios
has sacado una tía?
—La pedí por eBay. —Laylah se zafó del agarre de la Were. No confiaba en
ninguno de los dos.
— ¿Quién te envió?
—El destino—, murmuró Cassie.
Un relámpago golpeó el poste de acero que sostenía el letrero oxidado en
forma de hamburguesa.
Con un movimiento torpe, Caine se lanzó entre Laylah y su compañera.
—Maldita sea Laylah, no te está tomando el pelo, realmente quiso decir el
destino.
Laylah apretó los dientes. —Caine, no estoy de humor para bromas. Dime
lo que está pasando o te juro que voy a freírte.
—Ella es... —Vaciló antes de que las palabras aparentemente fueran
arrancadas de sus labios. —Una vidente.
¿Vidente?
Bueno, ese fue el ender50 de la conversación.
Laylah sobresaltada tomó aire, sus poderes titubeando.
— ¿Ella ve el futuro?
—Sólo destellos—, admitió Caine cauteloso, impulsado por una necesidad
primitiva de proteger a la bella Were. Una posición peligrosa.
Si realmente era una vidente entonces sería considerada un santo grial
entre el mundo de los demonios.

50NdeT: Una palabra, una frase o emoticón que abruptamente o incómodamente termina
una conversación entre dos o más personas.

211
—Pensé que se habían extinguido—, dijo.
—La mayoría de la gente pensaba lo mismo de los Genios mestizos. —
Señaló Caine secamente.
Laylah hizo una mueca.
No podía discutir eso.
Se volvió hacia la Were que poseía un parecido tan inquietante con Harley.
—Así que si no estás completamente loca, ¿por qué cierto destino místico
me trajo aquí?
Ella se encogió de hombros. —No tengo ni idea.
—Genial. Entonces aparte de cierto destino...
—No—, Cassie la interrumpió apresuradamente. —Es el niño.
El estómago de Laylah se retorcido de miedo.
— ¿Qué pasa con él?
—Está en peligro.
Laylah frunció el ceño. ¿Esa fue la profecía?
—No es realmente una noticia de última hora. ¿Por qué crees que estaba
tratando de escapar? Si no hubieras interferido...
El gruñido de Caine atravesó aire. —Cuidado, Genio.
Cassie se despegó del costado de su campeón, con expresión preocupada
tocó el brazo de Laylah, increíblemente indiferente al peligro de estar tan cerca
del hechizo de stasis que rodeaba al bebé.
—No te ciegues por las amenazas obvias. Hay más de lo que sospechas.
—Perfecto—, murmuró Laylah, luego se echó hacia atrás alarmada cuando
la loca colocó una mano directamente sobre el hechizo que rodeaba al bebé. —
Hey. ¿Qué estás haciendo?
Los ojos de la mujer brillaron con una luz blanca cegadora. —El Gemini51.
Laylah dio un paso atrás, acunando al niño apretado contra su pecho.
¿Amenazas ocultas? ¿Gemini?
Era el tipo de cháchara que esperaría de un vidente falso, no de uno
verdadero.
—No sé lo que eso significa.
—El alfa y el omega. —Cassie se encogió de hombros, sus ojos volviendo a
la normalidad. —Para encontrar el final tienes que volver al principio.

51 NdeT: Géminis. Gemelos.

212
213
Capítulo Diecisiete
Traducido Por Yessenia*
Corregido por Anaizher

Un presentimiento congeló el aire, recordándole a Laylah que ya tenía


suficientes enemigos por los que preocuparse sin añadir a otros misteriosos.
—Muy bien. De verdad necesito estar en camino.
Cassie sacudió la cabeza. —Aún no.
Caine se volvió hacia los campos vacíos, atrapando el inconfundible
aroma de vampiro al mismo tiempo que Laylah.
—Cassie, alguien viene.
—Tane. —Laylah respiró llena de alivio al saber que estaba a salvo.
Caine alzó las cejas con sorpresa. — ¿Un amigo tuyo?
—No está solo—, dijo Cassie, salvando efectivamente a Laylah de la
necesidad de explicar su complicada relación con Tane.
—Esa maldita gárgola—, murmuró Caine, inclinando la cabeza hacia atrás
cuando olfateó el aire. —Y… ¿qué?
—Oscuridad—, dijo Cassie sin aliento.
Caine juró. —Nos vamos de aquí.
Cassie levantó una mano para detenerlo cuando se preparó para arrojarla
sobre un hombro.
—No, Caine. Debo hablar con el vampiro.
Laylah habría admirado la habilidad de la diminuta mujer para domar al
una vez rebelde Cur si no hubiera estado extasiada ante la vista del enfurecido
vampiro que estaba corriendo hacia ella con un extraño Fey arrojado sobre un
hombro y una gárgola en sus talones.
No era una vista con la que te topabas todos los días.
—Maldita sea Laylah, que se supone que estas…
—No empieces conmigo, He-man —lo previno, retrocediendo sabiamente
mientras Tane arrojaba a un lado al inconsciente Fey y miraba fijamente a
Caine. Dos alfas en el mismo espacio nunca era algo bueno. —No fue mi
elección estar aquí.

214
Tane se movió para pararse directamente entre Laylah y Caine, su frío
poder azotando a través del aire.
—Pensé que había captado el hedor de un perro.
Los ojos de Caine brillaron con la luz interior de un purasangre. —
¿Quieres un pedazo de mí, chupasangre?
Laylah sujetó el brazo de Tane. —No, Tane. No tenemos tiempo para un
concurso de meadas.
Con una despreocupada indiferencia por la vida y la integridad física,
Levet se contoneó entre los dos depredadores, estudiando a Caine con
expresión perpleja.
—Hey, te conozco. —Se frotó la punta de la nariz. —Mon Dieu, ¿qué te han
hecho?
Tane frunció el ceño. — ¿Qué está pasando?
Laylah y Cassie compartieron una mirada de mutua exasperación
femenina.
—Larga historia. Versión corta: este es Caine, quien tuvo un encuentro con
un Señor demonio que lo transformó en un purasangre—, dijo Laylah.
Tane se petrificó. — ¿El Cur que te mantuvo cautiva?
—Ella nunca fue mi prisionera—, protestó Caine, como si estuviera
ofendido por la acusación.
—Por favor, tenemos poco tiempo. —Cassie se adelantó capturando
tardíamente la atención de Tane.
—Dios… Maldición—, murmuró en shock.
Levet estaba igualmente asombrado. —La última de las hermanas de
Darcy.
Tane asintió. —Debemos decirle a Styx.
—No hay una jodida manera…
—Caine. —Cassie detuvo rápidamente a Caine poniendo una mano en su
pecho. Miró hacia Laylah, como si esperara un poco de cooperación "Mujeres
versus hombres".
—Sólo estoy aquí para entregar una advertencia.
Tane predeciblemente ignoró lo que no quería escuchar. —Te llevaré con
tu hermana y puedes entregar todas las advertencias que quieras.
El aroma de Caine era almizclado como si su lobo merodeara en la
superficie.
—Tócala y muere, vampiro.

215
—Tane, debes escucharla—, ordenó Laylah. —Es una vidente.
Un silencio de muerte se produjo con ese anuncio.
Incluso Levet estaba sin palabras.
Nada menos que un milagro.
Al fin, Tane sacudió la cabeza. —Imposible.
—Cassie, estás desperdiciando el tiempo —protestó Caine, tomándola
firmemente en brazos y dirigiéndose al Jeep. —El ego de un vampiro está
demasiado hinchado para escuchar un consejo, no importa quién lo ofrezca.
Cassie no luchó, pero levantó la cabeza sobre el hombro de Caine.
—Vampiro, no debes matar a tu prisionero.
Tane miró al olvidado Fey yaciendo sobre la tierra. — ¿Por qué no?
—Tendrás necesidad de él.
— ¿Tendré necesidad de él? Espera. —Tane cerró los puños mientras
Caine ponía a Cassie en el asiento del pasajero y saltaba detrás del volante
arrancando en una nube de polvo. —La mierda del futuro místico me molesta—
murmuró.
Laylah abrió los labios para demandar una explicación de por qué Tane
estaba llevando a un Sylvermyst inconsciente cuando los tres se congelaron con
alarma.
El aroma de hierbas llegó con la brisa, y algo mucho peor.
Una vampira desquiciada.
—Umm… —Levet se aclaró la garganta. — ¿Puedes estar molesto en
algún lugar lejos de aquí?
Tane miró hacia el horizonte. —Maldición. Está demasiado cerca el
amanecer para llegar a mi guarida.
—Entrega al Sylvermyst y consideraré ofrecerte refugio.
La voz femenina vino sin advertencia, casi hizo que Laylah saltara fuera
de los zapatos. Tane, por otro lado, lanzó la daga hacia la gasolinera y sacó la
espada de la vaina que había atado a su espalda.
Con la calmada arrogancia que sólo un vampiro puede poseer, la mujer
derribó la daga en medio del aire y se alejó del decrépito edificio.
—Cazadora —dijo Tane en voz baja y áspera.
— ¿Cazadora? —cuestionó Laylah, no estaba segura si estar aliviada o
gritar de horror.
—Son vampiros que nacieron con la rara habilidad de envolverse en las
sombras tan profundamente que nadie puede detectar su presencia —explicó él.

216
—Tradicionalmente se contratan para cazar demonios que no quieren ser
encontrados. Muy exclusivos y costosos.
Laylah se preguntó si Tane estaba equivocado.
La mujer lucía como una modelo con exótica belleza que sólo una mezcla
de razas podría lograr.
Alta y esbelta. El brillante cabello negro que daba una pista de sus
ancestros asiáticos estaba atado en una apretada trenza que colgaba hasta la
espalda. También había un toque de este en sus ojos ligeramente inclinados,
aunque eran de un azul oscuro que revelaba una herencia europea. Su piel era
tan pálida como el alabastro y sus labios de un exuberante tono rosa.
Era tan hermosa como para caerse muerto.
Por supuesto estaba vestida con spandex negro de la cabeza a los pies y
despedía una vibra tipo Misión Imposible52, la funda de la escopeta de cañón
recortado a un lado advertía que no era sólo otra cara bonita.
Dando vueltas a la daga, se acercó con una notable despreocupación que
Laylah envidió.
—Tú debes ser Jaelyn—, dijo Tane.
—Y tú debes ser Tane, el Caronte—, la mujer arrastró las palabras.
Laylah frunció el ceño. — ¿Ustedes dos se conocen?
—No, pero reconozco sus habilidades. ¿Qué es lo que quieres con el
Sylvermyst?
La vampiro miró al Fey inconsciente. —Lo he estado rastreando por días.
— ¿Por qué?
Ella sonrió, mostrando los colmillos. Tane presionó.
—Considerando que es mi prisionero, diré que es por completo asunto
mío.
—Ah, pero yo soy la que tiene los refugios a prueba del sol.
Laylah se metió de mala gana en la refriega. ¿Qué opción tenía? Tane era
lo suficientemente terco para ignorar la oferta de un refugio, irritado por la
actitud de la vampira.
—Tane, no tenemos mucho tiempo para debatir este asunto.
Lanzó una mirada ardiente en su dirección pero su expresión se suavizó
cuando notó el cansancio que ella no podía ocultar.
Estaba descubriendo que ser sacada de las sombras, sin importar la causa,
era realmente más agotador que caminar a través de ellas.

52 NdeT: Se refiere a una película de acción.

217
Tane volvió su atención a Jaelyn. — ¿Tu guarida es segura?
Los ojos índigo se entrecerraron. —No soy el vampiro adecuado para
insultar, Caronte.
Laylah se tragó un suspiro. ¿Todos los vampiros tenían problemas de
control de ira?
Levet tiró de la pernera de su pantalón. — ¿Asumo que eso significa que
es seguro?
Laylah hizo una mueca. —Pienso que debemos quedarnos fuera de la
disputa familiar.
Levet se estremeció con repulsión. —Oui, no hay nada más peligroso que
las disputas familiares.
Laylah miró hacia los distantes campos donde su tía había traído un
ejército malvado para buscarla.
—No me cuentes.
A Tane no le gustaba confiar en un vampiro con reputación de agresivo y
mecha corta.
Especialmente no cuando Laylah estaba con él.
Pero con el sol a menos de una hora de elevarse y Marika y sus Sylvermysts
detrás de ellos, no tenía un montón de opciones.
Dejando que Jealyn los llevara a un pequeño pueblo asentado entre el
mosaico de granjas, Tane se envolvió a sí mismo en sombras mientras se
movían a través de la pequeña plaza en el centro de la ciudad. La gente del
campo tendía a levantarse temprano y la última cosa que necesitaba era que
alguien lo viera cargando con el aún inconsciente Sylvermyst.
Al fin la cazadora les dijo que entraran a un edificio medio destruido de
ladrillo en la esquina de la plaza de la ciudad. Entrando, Tane se dio cuenta de
que éste había sido una vez un banco local, pero ahora las ventanillas estaban
cerradas y el piso de baldosas estaba cubierto de polvo.
Pasaron a través del estrecho lobby y bajaron por un pequeño tramo de
escaleras que llevaban a la bóveda del banco.
Laylah se tambaleó ligeramente, temiendo que todos se apretaran dentro
del pequeño espacio por las próximas doce horas.
No la culpaba.
Dos vampiros, un Sylvermyst, una gárgola y una Genio mestiza apretujados
en una diminuta bóveda revestida de acero… seh, una mala idea lo mires por
donde lo mires.

218
Con una gentil presión la apuró hacia adentro. Ningún vampiro tenía una
guarida sin unas pocas puertas escondidas.
Para probar su punto, Jealyn lo rebasó por un costado y empujó a un lado
los estantes de las cajas de seguridad para revelar una puerta cortada en el
metal. Se detuvo y susurró suaves palabras que liberaron los hechizos que
protegían la entrada y la puerta se abrió, revelando una escalera que llevaba a
los túneles subterráneos.
Se movieron en silencio bajando en la oscuridad. Tane podía sentir el gran
peso del amanecer aproximándose pero era su preocupación por Laylah lo que
lo hizo apurar a Jaelyn a un ritmo más rápido. La terca Genio preferiría colapsar
que pedir ayuda, pero él podía sentir que apenas era capaz de poner un pie
frente al otro.
El corto túnel terminaba en otra puerta que se abría a una gran habitación.
Tane estudió las sillas de cuero dispersas a través de la alfombra carmesí y las
herramientas de S&M colgadas en las paredes. No daba una mierda por la
decoración. Su único interés era el peligro potencial y, por supuesto, las salidas
más cercanas.
Laylah sin embargo hizo una mueca, aliviada cuando Jaelyn la llevó a una
habitación privada con una cama sencilla y un armario, había una habitación
adjunta que podría usar para acostar al niño.
Pasándole el Sylvermyst a su anfitriona a regañadientes, Tane ahuyentó a
Levet y, después de que Laylah acomodó al bebé en la habitación adjunta, él la
puso en la enorme cama y la cubrió con las mantas.
Después, reclinándose contra la cabecera se puso cómodo y cerró los ojos.
Era lo suficientemente viejo para poder dormir y recobrar su energía
mientras seguía completamente alerta.

Algunas horas pasaron antes de que el sonido de pisadas aproximándose


lo hicieran salir de la cama y abrir la puerta de un tirón.
Podía haber sido forzado a aceptar la hospitalidad de Jaelyn, pero no
confiaba en ella cerca de Laylah.
En verdad, no estaba seguro de confiar en nadie cerca de Laylah.
Vacilando sabiamente a un par de metros de la puerta, Jaelyn levantó una
mano en gesto de paz.

219
—Tranquilo Caronte—, dijo. Aún vestía el spandex, pero había
reemplazado la escopeta por una Glock 18. —No soy una amenaza para tu
mujer.
Sus labios se curvaron ante el fuerte impulso de proteger a Laylah.
Especialmente considerando que ella podía destruir su guarida con un simple
pensamiento.
—Mi mujer puede cuidarse sola—, dijo secamente.
Jaelyn giró los ojos. —Seh, puede, pero dudo que estés dispuesto a darle la
oportunidad.
— ¿Qué es lo que quieres?
—Mi prisionero está despierto.
— ¿Tu prisionero? —Alzó una ceja. — ¿Tienes problemas con los
pronombres, Cazadora?
—Mi único problema en este momento eres tú. —La mujer apuntó con un
dedo hacia el techo que los protegía del sol de la tarde. —Sostuve mi parte del
trato.
Sin estar seguro de lo que Jaelyn tenía planeado para el Sylvermyst, Tane
se volvió para recuperar la espada que había apoyado contra la pared cerca de
la puerta.
—Bien —le dijo—, pero necesito interrogarlo antes de que le hagas
cualquier daño.
Ella alzó un hombro y se volvió para bajar caminando por el estrecho
pasillo.
—Ven conmigo.
Tane la siguió en seguida. — ¿Vas a decirme por qué has estado cazando
al Sylvermyst?
La vampira hizo una pausa para abrir la trampa fijada en el centro del
pasillo. Tane sonrió. La puerta tenía que pesar una tonelada, pero Jaelyn la
había levantado fácilmente.
Un testimonio de que los rumores sobre sus poderes innatos no eran
exagerados.
Una lástima que fuera demasiado joven. La pudo haber patrocinado en las
batallas de Durotriges, los juegos tipo gladiador que eran para la élite de la élite
de los demonios guerreros. Los pocos vampiros que sobrevivieron salieron con
la marca de CuChulainn, un tatuaje en forma de dragón que les otorgaba el
derecho de desafiar al jefe del clan.
Ella levantó la cabeza para apuñalarlo con una mirada impaciente. —Fui
contratada por los Oráculos, eso es todo lo que conseguirás.

220
Tane hizo una mueca. Eso era más de lo que quería.
Tenía suficientes problemas con los Oráculos sin añadir más.
Jaelyn podía mantener para sí misma la maldita razón para querer al
Sylvermyst.
Ella desapareció a través del túnel hoyo y Tane se metió en la oscuridad
rápidamente detrás de ella. Sus pies apenas habían tocado el duro suelo cuando
Jaelyn pulsó un interruptor y él estudió sus alrededores.
No estaba sorprendido al descubrir que estaban parados en el centro de
un calabozo. ¿En dónde más mantendrías a un prisionero?
Pero estaba un poco sorprendido por lo elaborado del calabozo.
Diez celdas se alineaban en las paredes, cada una de ellas construida a
medida para contener diferentes especies de demonios. Algunas hechas de
plata, algunas de hierro, algunas de madera, e incluso una de oro sólido. Pero
era la gran habitación en la parte más alejada del calabozo lo que atrapó su
atención.
¿Jaelyn había asistido a una venta de remate de TortureR-Us53?
Había potros, hierro para marcar, enormes tenazas, mazas de púas y la
siempre popular silla eléctrica que le hacía repugnantes cosas a un vampiro.
Había incluso algunos aparatos que Tane no reconoció.
Y en el aire pendía el aroma a desinfectante como una nube. Como si
alguien pasara un montón de tiempo limpiando sangrientos desastres.
—Lindo—, murmuró mirando burlón a su acompañante. — ¿Tuyo?
Ella lo descartó con un gesto dirigiéndose a una de las celdas principales.
—Estoy realquilando el lugar.
— ¿Del Marqués de Sade?
—Tengo una política estricta de no meter la nariz donde no me llaman.
—Puedo imaginarlo.
Una expresión velada oscureció brevemente sus ojos. —No, la verdad es
que no puedes.
Abrió la puerta de la celda antes de que Tane la pudiera presionar por una
respuesta. No era como si estuviera seguro de querer hacerlo. No parecía el tipo
de vampiro al que le gusta compartir.
Exactamente como él solía ser.

53NdeT: Juego de palabras sustituyendo ToysR-Us por TortureR-Us, siendo Torture


“tortura”.

221
Se detuvo y aplastó apresuradamente lo que su línea de pensamiento le
acababa de revelar. En su lugar volvió la atención al Sylvermyst sentado en una
silla de madera.
Ariyal se veía decididamente más desgastado.
La trenza se había soltado dejando libre el cabello que caía sobre un rostro
marcado con suciedad y sus ropas estaban manchadas y rasgadas. En algún
momento Jaelyn le había atado los brazos detrás de la espalda y los había
encadenado a la pared con esposas de hierro.
Tenía que tener un dolor considerable, pero su expresión era burlona
mientras entraban.
—Ah, los Gemelos Bobbsey con colmillos. Qué lindo—, arrastró las
palabras, estirando las largas piernas y cruzándolas en los tobillos. — ¿Vamos a
jugar juegos?
—Si eso es lo que quieres. Déjame explicarte las reglas. —Tane dio un paso
indiferente hacia adelante, poniendo la punta de la espada robada en la
garganta del bastardo. —Voy a hacerte una serie de preguntas. Si te niegas a
contestar o intentas mentir voy a cortar una tira de carne de tu cuerpo.
Continuaremos hasta que tenga las respuestas que quiero o te quedes sin carne.
La mirada de bronce cambió a Jaelyn quien había cerrado la puerta y
caminó para pararse al lado de Tane.
—Si vamos a jugar rudo preferiría tener a la mujer. Sin ofender, pero ella
es más de mi gusto.
—Nunca sobrevivirías. —Ella se inclinó para tomar su barbilla pero al
instante la liberó con un siseo, sacudiendo la cabeza como si se hubiera
quemado. —Mierda.
Tane frunció el ceño. — ¿Qué pasa?
Con un ceño hacia el Sylvermyst que había perdido su sonrisa, Jaelyn
retrocedió hasta que estuvo apoyada contra la puerta.
—Nada.
Tane dio un paso hacia ella, sintiendo que algo importante acababa de
pasar. —Cazadora…
—Empieza tu interrogatorio —exclamó Jaelyn. —Espero que te hayas ido
al caer la noche.
— ¿Siempre es tan encantadora?—se burló Ariyal, aunque Tane no se
perdió el filo en su voz. Lo que sea que hubiera ocurrido entre ellos, había sido
tan mal recibido por el Sylvermyst como por Jaelyn.
Girándose de nuevo al prisionero, Tane hizo dos cortes en el hombro del
Fey y peló una pequeña pieza de carne.

222
—Olvidaste las reglas —le dijo.
Con una extraña maldición, Ariyal se alejó de la espada.
Tane observó con fascinación cómo la sangre en la hoja crepitaba y se
fundía con el acero, como si la espada estuviera absorbiendo el poder de la
sangre.
Interesante.
—Pregunta lo que quieras—, dijo Ariyal con los dientes apretados.
— ¿Cómo evitaste ser expulsado con los otros Sylvermyst?
Su mandíbula se apretó, pero respondió a regañadientes. —Nuestro
Príncipe hizo un trato con Morgana le Fay para escondernos en su santuario.
Infiernos. Hablando de hacer tratos con el diablo.
Tane se echó atrás con sorpresa. — ¿Avalon?
Ariyal se encogió de hombros. — ¿Qué mejor lugar? Nada puede penetrar
el velo de magia.
Tane podía pensar en gran cantidad de mejores lugares de mierda.
Empezando con el abismo en el infierno de las hadas.
Morgana le Fey era una cruel megalomaniaca que había aterrorizado a los
Fey y a cualquier otro demonio débil para resistir su magia, hasta que su
vidente había predicho que sería condenada al infierno por un descendiente de
su hermano Arturo.
Predeciblemente se había retirado a su isla privada y la cubrió con una
gruesa capa de magia que era imposible de penetrar, aunque ocasionalmente
había regresado para matar a los descendientes de Arturo.
Al final, una pobre elección.
— ¿Qué fue lo que ofreciste? —preguntó.
Ariyal sonrió, pero Tane sintió la agitación en su pulso y el repentino
sudor en sus palmas. Lo que sea que sucediera en Avalon no había sido bueno.
—Fuimos esclavos en su harem. —Apretó los dientes tan fuerte que era
una maravilla que no se le rompieran. —Esclavos sexuales.
Tane hizo una mueca. No le desearía eso ni a su peor enemigo.
—Por lo que he oído de Morgana estoy sorprendido de que hayas
sobrevivido.
—Muchos no lo hicieron.
—Entonces fuiste afortunado de que los vampiros se las arreglaran para
destruirla.

223
El Sylvermyst resopló, pero el horror se desvaneció de sus ojos cuando
reaccionó a la deliberada pulla de Tane.
—Fue derrotada por la descendiente del Rey Arturo.
—Anna es la compañera de un vampiro y, con la ayuda de mis hermanos,
pudo sobrevivir para luchar contra Morgana le Fey—, dijo Tane con fría lógica.
—Parecería que tienes una deuda con nosotros.
— ¿Qué te hace pensar que la quería muerta?
—Una mentira —dijo Jaelyn desde la puerta, su tono despojado de
emoción.
Tane sonrió. Había olvidado que entre las habilidades de los cazadores a
veces se incluía el ser capaz de sentir una mentira.
—No me hiciste una pregunta directa—, dijo Ariyal, rehusándose a
mirarla. —No he roto ninguna regla del juego.
Sip. Definitivamente algo pasaba ahí.
Pero nada que le concerniera.
Aleluya.
— ¿Cuál es tu interés en el niño? —demandó.
—Fuimos contratados por la vampiro y su mago para encontrar al niño.
Tane miró hacia Jaelyn. Ella asintió. —Dice la verdad, pero no toda la
verdad.
— ¿Eres un mercenario?
Ariyal hizo una pausa, escogiendo sus palabras con cuidado. —Estoy
dispuesto a vender nuestros servicios con el incentivo apropiado.
— ¿Y qué incentivo te ofreció Marika?
—La oportunidad de localizar al supuesto hijo del Señor Oscuro.
— ¿Supuesto? —Tane se aferró a la palabra, seguro de que ese había sido
un resbalón. — ¿Hay alguna duda de la identidad del niño?
El Sylvermyst se recuperó rápidamente. —Sólo un idiota acepta rumores y
cuentos oscuros como verdad.
Tane se movió con impaciencia. Ariyal era demasiado astuto. Respondía a
las preguntas con la suficiente verdad para evitar una dolorosa mutilación, pero
sin decirle una maldita cosa.
— ¿Esperan regresar al Señor Oscuro al mundo? —presionó.
—Los Sylvermyst lo han adorado incluso antes de que los vampiros se
arrastraran fuera de sus cuevas. —Otra evasión. Pero si no querían regresar al
Señor Oscuro, ¿entonces por qué estaban buscando al bebé? No tenía sentido.

224
— ¿Cómo planea Marika usar al niño para regresar al bastardo?
Ariyal se encogió de hombros. —Asegura que el mago tiene un hechizo
que resurgirá su esencia dentro del niño.
Con un gruñido, Tane empujó la espada otra vez contra el cuello del Fey,
una hirviente frustración lo atravesaba.
¿Cómo infiernos iba a mantener segura a Laylah si estaba tropezando
ciegamente?
— ¿En qué asunto estás, Ariyal?
El Sylvermyst encontró su ardiente mirada sin miedo. —He respondido a
tus preguntas.
Decidiendo que tendría que sacarle la respuesta a golpes al bastardo, Tane
sintió de repente una aguda punzada de miedo.
Retrocedió, momentáneamente confuso.
Después, el corazón golpeó contra el pecho cuando se dio cuenta que
estaba sintiendo el miedo de Laylah, no el suyo propio.
—Maldición. Laylah me necesita. —Estuvo al otro lado de la celda
abriendo la puerta justo cuando Jaelyn se quitó de su camino. —No lo mates
aún. No he terminado con él.
—Sin garantías—, la escuchó murmurar antes de correr de regreso al lado
de Layah.

225
Capítulo Dieciocho
Traducido Por Yessenia*
Corregido por Arhiel

Era la sensación de fuertes brazos llevándola a un abrazo reconfortante lo


que despertó a Laylah de su pesadilla.
Incluso entonces ella continuó temblando mientras se esforzaba por
desvanecer las horríficas visiones de demonios dándose un festín de carne
cruda mientras las ciudades ardían.
—Shhh Laylah—, murmuró Tane, pasando una suave mano por su
espalda. —Estás a salvo.
—El niño—, dejó salir ahogadamente.
Tane reluctantemente liberó su agarre sobre ella para echar un vistazo en
la habitación adyacente, regresando tan suavemente que Laylah apenas tuvo
tiempo de desenredarse de las mantas empapadas en sudor antes de que fuera
arrojada firmemente de regreso a sus brazos.
—Parece estar bien.
Ella suspiró con alivio, yaciendo su cabeza contra su pecho desnudo. —
Dioses, eso fue horrible.
—Fue sólo un sueño, dulzura—, la tranquilizó, su exótico aroma a
hombre burlándose de su nariz y liberando el nudo de miedo en la boca de su
estómago.
—Había sangre—, dijo roncamente, acorrucándose contra su duro cuerpo.
—El mundo estaba ahogándose en sangre.
—Déjalo ir—, susurró él.
—Se sintió tan real.
—Te tengo. —Presionó un beso en la cima de su cabeza. —Estás a salvo.
Laylah se calmó cuando se dio cuenta de que por primera vez en su vida
ella en verdad se sentía segura.
Era… una locura.
Estaba siendo cazada por un poderoso vampiro hambriento, un mago
inmortal, una horda de feys malvados y enemigos que seguían acechando en las
sombras, si creía en la vidente.

226
Pero cuando ella estaba en los brazos de Tane, se sentía como si no
hubiera nada que pudiera hacerle daño.
Ella saboreó la asombrosa sensación por un momento.
Una pena que ellos no pudieran encerrarse fuera del mundo y quedarse
juntos por la eternidad.
Con un suspiro, retrocedió a regañadientes para encontrarse con la mirada
preocupada de Tane.
— ¿Interrogaste al Sylvermyst?
Hizo un sonido de disgusto. —Para lo que sirvió.
— ¿No respondió?
—Al contrario, él me dio muchas respuestas—, dijo secamente. —Ninguna
de las cuales me dijo una maldita cosa.
Ella escondió su sonrisa ante el borde en su voz. Tane estaba
acostumbrado a llevar miedo a los corazones de todos a los que se encontraba.
Obviamente lo molestaba el no habérselas arreglado para sacarle la información
que quería con intimidación al Sylvermyst.
— ¿Trabajan para mi tía?
—Eso es lo que Ariyal dice.
Ariyal. Laylah sólo tuvo un breve vistazo al Fey supuestamente malvado,
pero se había sorprendido por su asombrosa belleza.
No es como si la belleza significara una mierda. Los Genios eran notorios
por poseer los rostros de los ángeles y malévolos corazones del diablo. Aun así
ella se había esperado algo… más. — ¿No le crees?
Tane se encogió de hombros. —Creo que él tiene sus propias razones para
querer al niño y está dispuesto a usar a Marika para localizar al bebé.
—Maluhia—, dijo Laylah suavemente.
— ¿Qué?
—He nombrado al bebé—, explicó ella. —Significa paz.
Tane se congeló, haciendo una perfecta imitación de un maniquí. —Sé lo
que significa. Es un nombre de mis ancestros—, al final él dijo ásperamente. —
¿Por qué?
Laylah se mordió el labio.
Él lucía como si acabara de ser golpeado por un bate de béisbol. Así que,
¿era una cosa buena o mala? —Te dije que iba a darle un nombre al niño—, se
evadió.
— ¿Por qué ese nombre?

227
—Me gusta.
Sin advertencia, Laylah se encontró a sí misma yaciendo en su espalda con
un muy grande y muy delicioso vampiro fijándola al colchón.
Sus huesos se derritieron ante la sensación de su duro cuerpo presionado
sobre ella, afortunadamente se había tomado el tiempo de quitase todo excepto
las bragas y sujetador antes de entrar a la cama.
Ahora si sólo pudiera deshacerse de los shorts khaki de él…
—Laylah, dime por qué.
Ella se encontró con la mirada amielada, sintiendo que su respuesta era
importante de alguna manera.
—Me recuerda a ti.
Sus dedos se metieron en su cabello. —Nadie puede llamarme pacífico.
—Ese es mi deseo para su futuro—, dijo ella gentilmente—, pero mi
esperanza para él como hombre es que posea un sentido de honor, con la fuerza
para proteger a aquellos que ama, y lealtad a aquellos que reclame como su
familia.
Con un gemido, Tane bajó su cabeza para presionar un beso en su frente.
—Me estás matando.
Ella frunció el ceño en confusión. —Pensé…
— ¿Qué, dulzura?
—Pensé que estarías contento.
Él retrocedió, revelando una dolorosa vulnerabilidad que hizo que el
corazón de Laylah olvidara cómo latir.
—Estoy humillado—, susurró él.
Alcanzándolo, ella enmarcó su hermoso rostro en sus manos. —Nunca.
Sus dedos pasaron por su cabello y bajaron a un lado de su garganta, su
pulgar acariciando lentamente en el pulso latiendo en la base.
—Laylah, me preguntaste por qué el Oráculo me marcó. —Ella hizo una
mueca de dolor, levantando su mano para presionarla contra la extraña marca
en su pecho.
—Para castigarte.
—No. Fue para ligarme a ti.
—Oh… dioses.

228
Laylah sacudió su cabeza en horrorizada incredulidad. Para tal orgulloso e
independiente vampiro debió haber sido una tortura el ser forzado a enlazarse
a otro.
— ¿Por qué harían ellos semejante cosa?—respiró ella.
Él no lucía horrorizado. De hecho, había algo que se asemejaba a la
anticipación ardiendo lentamente en sus ojos.
—No importa. Ya estaba en tu poder.
Ella estrechó la mirada con suspicacia. Había sido una idiota en Londres al
pensar que su magia era lo suficientemente poderosa para controlar a un
vampiro.
—No creo que alguna vez estuvieras bajo mi supuesto poder.
Con un movimiento de sus caderas se las arregló para abrir sus piernas,
asentándose entre ellas con una sonrisa burlona.
—Me he convertido en tu esclavo, pero no tiene nada que ver con tu magia
de Genio y todo con el puro embrujo femenino.
El calor se envolvió a través de su cuerpo, ante la sensación de su gruesa
erección presionada contra la parte interna de su muslo. Oh, estaba tan cerca de
lo perfecto. Todo lo que ella necesitaba era un contoneo o dos y podría tenerlo
asentado exactamente donde él necesitaba estar.
— ¿Mi esclavo, eh?—dijo ella roncamente.
—Es la verdad, dulzura. —Pasó sus labios bajando por su mejilla,
deteniéndose para mordisquear una esquina de su boca. Instintivamente sus
brazos rodearon sus anchos hombros, rozando su espalda.
El placer tarareó a través de ella. Agradable. Podría pasarse horas
explorando los duros músculos que ondularon con aliento bajo su toque. —Con
o sin hechizos eres parte de mí—, dijo él, su voz gruesa con una fuerte
intensidad.
Ella retrocedió para estudiar su sombría expresión con una mirada
indagadora.
— ¿Qué estás diciendo?
—Ya eres la compañera de mi alma. Quiero hacerlo oficial.
La mente de Laylah se apagó en el mismo momento en que su corazón se
aceleró, rebotando alrededor de sus costillas como un pinball.
— ¿Compañera?
Sus labios se curvaron. — ¿Estás sorprendida u horrorizada?
—Estoy sorprendida—, ella admitió en seguida. Él frunció el ceño, como si
estuviera perplejo por la reacción de su pequeña maravilla.

229
— ¿De verdad pensaste que te perseguiría por días, desafiaría a la
Comisión y a mi propio Anasso manteniéndote escondida, y arriesgaría mi
cuello porque no tenía nada mejor que hacer?—
—Pero, soy una Genio mestiza—, dijo, como si esas palabras explicaran
todo.
Los Genio mestizos no eran compañeros.
Fin de la historia.
O al menos debería ser.
Tane, sin embargo, parecía estar desinformado de ello mientras le daba
una sonrisa con una peligrosa intensión.
—Odio decepcionarte, dulzura, pero me las arreglé para darme cuenta de
eso yo solo.
—Soy una paria.
— ¿Y yo no?
Ella hizo un sonido de impaciencia. —Soy inestable.
—Eres una mujer. —Su sonrisa se ensanchó. —Es lo esperado.
—Idiota. —Ella hizo un puño y golpeó su espalda con la suficiente fuerza
para hacerlo gruñir. ¡Maldición!. ¿Estaba completamente loco? ¿O era su
fascinación con ella una parte de su complejo de culpabilidad? Ella era, después
de todo, la chica a la que ibas si eras un vampiro con un impulso
autodestructivo. —No pensarás que es divertido si accidentalmente te golpeo
con un rayo o colapso tu guarida en una pila de escombros.
Él capturó sus labios en un beso que ardió a través de ella, convirtiendo en
cenizas su impulso de farisaico.
Haciendo que los dedos de sus pies se enroscaran en el proceso.
—Siempre y cuando estés junto a mí eso no importará—, dijo él contra sus
labios.
Le dio un tiró a su mohawk. —Debes saber que es una locura.
—Se mi compañera, Laylah—, la engatusó, sus ojos brillando. —Di que
sí.—Ella debería decir no.
¿Había olvidados los horribles accidentes en los últimos años? Por el amor
de Dios, ella había matado a más de un demonio cuando sus poderes se habían
escapado de su control.
Por supuesto, había sido sólo en defensa propia, una voz susurró en la
parte de atrás de su mente. Y ninguno de los demonios era ni de cerca tan
indestructible como un vampiro.
Y…

230
Y ella lo amaba.
La pura simplicidad de su emoción trajo un fin a su diálogo interior. —
Sí—, dijo ella.
Él gimió, presionando su frente contra la de ella. —Gracias Dios.
Laylah acarició el tenso músculo de su cuello, preparándose a sí misma
para su mordisco. No tenía miedo.
La excitación burbujeó a través de ella, tan intoxicante como el champaña.
Pero, ella había tenido un acercamiento y vistazo personal de sus colmillos.
Parecía imposible que al menos no picaran.
Tane, sin embargo, la atrapó con la guardia baja, oprimiendo sus labios
con besos lentos y narcotizantes que la tuvieron arqueándose en respuesta. Él
sabía a fuego fuera de control. Y sexo. Y poder.
Una combinación letal.
Sus manos la acariciaron ligeramente bajando por su cuerpo, removiendo
su sujetador y bragas con una habilidosa facilidad, después regresando por otra
exploración íntima que la hizo temblar con placer. Acarició la línea de sus
hombros, y hacia abajo por su clavícula. Acunó sus pechos, sus pulgares
jugando con sus pezones hasta convertirlos en dolorosos picos. Y todo mientras
él la besaba con una profunda urgencia que hacía que su sangre se acelerara.
El deseo aumentó dentro de ella, así como algo nuevo.
Un hambre por sentirlo en su garganta, sus colmillos hundidos
profundamente en su carne.
Tal vez sintiendo que ella estaba demasiado impaciente para un maratón
de seducción, Tane se levantó fuera de ella lo suficiente para quitarse sus
pantalones cortos antes de que regresara para cubrirla, con su boca buscando la
puntiaguda cima de su pecho.
Él gruñó su aprobación cuando sus manos arañaron su espalda, cavando
en sus caderas con sus uñas.
Usando su lengua y dientes, atormentó el hinchado botón, su polla
frotándose contra su clítoris hasta que ella estuvo lista para suplicar por la
liberación. Él cambió su atención a su otro pecho, su mano deslizándose entre
ellos para meter un dedo entre sus pliegues, encontrando el punto de su deseo
con notable facilidad.
—Tane…—ella se ahogó.
—Sí, dulzura.
—Te necesito.

231
Como si sus palabras rompieran el último hilo de su compostura, Tane
lanzó un gruñido y con una dura penetración estaba enterrado profundamente
dentro de ella.
Laylah jadeó, sintiéndose estirada al límite. Después, con un gemido
desde la garganta ella envolvió sus piernas alrededor de las caderas de él en
flagrante apreciación.
—Mía—, dijo él ásperamente, enterrando su rostro en la curva de su
cuello. —Mi compañera.
Ella tembló cuando su lengua corrió un húmedo camino bajando por la
línea de su yugular, arqueando su cabeza hacia atrás para ofrecerle lo que
deseaba. Tane no dudó. Con áspero gemido, sumergió sus colmillos a través de
su piel, sus manos sosteniendo estables sus caderas cuando ella se sacudió por
el golpe de placer.
Dioses.
Envolvió sus brazos alrededor de él, sosteniéndolo apretadamente cuando
empezó a bombear sus caderas en un ritmo que hacía juego con la succión de su
sangre.
Las sensaciones combinadas eran…
Lo mejor del mundo.
Felizmente arrojándose a sí misma en un vórtice de dicha, Laylah lo
encontró golpe tras golpe, apresurándose hacia un orgasmo incluso antes de
que él liberara un hilo de su poder. Ella gritó cuando el diminuto rayo de
electricidad los lanzó a ambos sobre el borde y ella explotó en un millón de
piezas.
Perdida en el aplastante placer, ella lo sintió extraer sus colmillos y cerrar
gentilmente las heridas punzantes. Flotó en un deslumbramiento del paraíso, ya
sintiendo la conexión profundizándose entre ellos.
Dejó un camino de besos hacia el hueco bajo su oreja, sus manos
acariciando en forma ascendente la curva de su cintura para acunar sus pechos
hinchados.
—Tu turno—, él susurró.
Laylah de inmediato enhebró sus dedos a través de su mohawk, la
excitación reverberando a través de ella.
No era una experta en relaciones de vampiros, pero sabía que el
emparejamiento estaba sólo medio completo. Sería sólo después de que ella
tomara su sangre que estarían verdaderamente atados juntos.
Sin darse tiempo a sí misma de considerar el dolor que estaba obligada a
causar, levantó su cabeza para hundir sus dientes profundamente en la carne de

232
su cuello. No tenía colmillos, pero fue capaz de extraer suficiente sangre para
que bajara un chorrito por su garganta.
Tane gimió con satisfacción. —Laylah.
El aliento fue arrebatado de sus pulmones cuando la conciencia de Tane
fluyó a través de ella con una sorprendente intimidad. Era como…
Tomó aire con una respiración temblorosa.
Era como si él fuera parte de ella, tan profundamente arraigado que era
imposible saber dónde empezaba uno y dónde terminaba el otro.
Y enterrados profundamente en su corazón estaban las hebras de su amor
que estaban iluminados tan brillantes como el oro más fino.
Ella bajó su cabeza y encontró la fuerte mirada amielada. —Eres mío.
Sus caderas empezaron a arremeter en un lento y delicioso ritmo. —Para
siempre.
Yaciendo enredado con Laylah en el centro de la cama, Tane pasó los
dedos sobre el tatuaje carmesí que fue desplazado bajo la piel del antebrazo de
ella.
Era la marca de su emparejamiento.
Su marca.
Igual a la marca en respuesta que tenía en su brazo que revelaba el
reclamo de Laylah. No es como si él necesitara ningún tatuaje para probar su
emparejamiento. Ella era la otra mitad de su alma. Empalagoso, pero cierto.
Sus labios se curvaron. Si alguien le hubiera dicho hace dos semanas que
estaría tan presumido como un demonio Pheral con un harem de arpías al estar
emparejado con una Genio mestiza, se habría reído. O extraído sus corazones.
Alzando el brazo de ella, presionó sus labios contra su palma, su cuerpo
despertando instantáneamente a pesar de las pasadas cuatro horas haciéndole
el amor a esta mujer. Estaba muy seguro que nunca conseguiría suficiente de
Laylah.
Ignoró la sensación de la noche cayendo, en su lugar saboreó el aroma de
la lluvia de primavera que lo envolvía como una cálida manta.
Por este raro momento, él quería olvidar el mundo más allá de esa puerta
cerrada…
Una mano golpeó contra la puerta, perfectamente oportuna, la frialdad del
poder de Laylah se arremolinaba en el aire.
Eso era todo en cuanto a olvidar el mundo.
—Abre la puerta, Caronte—, ordenó la cazadora.

233
—Vete—, gruñó envolviendo los brazos protectoramente alrededor de su
compañera.
Hubo una pausa, como si la vampira no quisiera nada más que
desaparecer, después escuchó sus bajas maldiciones. —El Sylvermyst escapó—,
confesó ella al fin.
—Maldición.
Tane se deslizó fuera de la cama, su mirada observando tristemente a
Laylah ponerse un par de vaqueros y una camiseta apretada antes de pasar el
amuleto de ocultamiento sobre su cabeza.
El bastardo Sylvermyst iba a pagar por interrumpir su noche de
emparejamiento.
Una vez que tiró de sus shorts, se ató la espada robada a su espalda y
escondió dos dagas en la pretina de su pantalón. Después, tiro de Laylah a sus
brazos, la besó con una fiera promesa de placeres más adelante.
Ella regresó su beso antes de empujarlo lejos, riendo ante su indisimulada
frustración.
—Después—, dijo ella suavemente.
Él se movió para empujar la puerta abriéndola, recordándose a sí mismo
que mientras más pronto destruyeran a Marika y a su feliz banda de
inadaptados, más pronto podría tener a Laylah toda para sí mismo.
¿Qué mejor motivación?
— ¿Qué sucedió?—demandó cuando Jaelyn entró a la habitación, aún
vestida en spandex negro y cargando su escopeta favorita.
Su expresión se endureció. —Eso sigue bajo investigación.
Las cejas de Tane se precipitaron a juntarse. ¿Ella estaba evadiendo la
pregunta?
— ¿Lo dejaste salir de su celda?
Ella gruñó, sus ojos brillando con furia. —Las preguntas estúpidas me
molestan.
Moviéndose a una velocidad que sólo un anciano vampiro podría seguir,
Tane tenía una daga presionada bajo su barbilla, con su expresión sombría.
—Y expósitos petulantes que tienen que probar constantemente cuán
rudos son, me molestan.
Jaelyn tembló, luchando para no ser lo suficientemente estúpida para
provocar a un vampiro más grande, más malo y más viejo que ella.
—No soy una expósita—, dijo con los dientes apretados.
Tane estrechó los ojos. —Estás apenas fuera de la guardería y piensas…

234
—Sí, sí—, interrumpió Laylah abruptamente, moviéndose para pararse a
su lado. —Ambos son súper escalofriantes. —Giró su atención hacia Jaelyn. —
¿Cómo escapó?
Algo que pudo haber sido vergüenza onduló sobre el rostro de la joven
vampira antes de que estuviera caminando lejos de la daga de Tane y
recobrando su compostura.
—La cámara de vigilancia lo atrapó sólo…—Ella hizo una mueca. —
Desapareciendo. —Laylah frunció el ceño.
— ¿Un portal?
—No debería ser posible—, murmuró Jaelyn. —La celda estaba recubierta
con plomo.
Tane se encogió de hombros. —No sé qué magia poseen los Sylvermyst.
Especialmente Ariyal.
Los ojos de Jaelyn se iluminaron con fuego. —No irá lejos.
Tane alzó las cejas. Era una regla principal de los Cazadores el permanecer
imperitos hacia su presa. Cualquier emoción, ya fuera furia u odio o atracción,
sólo nublaría sus considerables habilidades.
El Sylvermyst claramente se había metido bajo su piel.
—Eso no importa, el daño ya está hecho—, dijo él.
Laylah le dio una mirada alarmada. — ¿Qué daño?
—Sabe dónde estamos.
Ella se estremeció. —Lo que significa que le va a contar a mi tía.
Tane no estaba tan seguro de eso, pero ahora no era el momento de
discutir sus sospechas acerca del Sylvermyst. No cuando no eran más que
corazonadas.
—Ese es ciertamente un riesgo—, dijo él.
Jaelyn retrocedió, su escopeta descansando contra su hombro.
—Haré lo mejor que pueda para mantenerlo lejos de su rastro.
Tane inclinó la cabeza. —Tenemos una deuda contigo.
—No te preocupes, tengo intención de cobrarla.
Con una sonrisa burlona, Jaelyn se giró en sus talones y bajó trotando
hacia el hall, desapareciendo de vista rápidamente.
Tane sacudió la cabeza. ¿Cómo podía tanta perra caber en un paquete tan
pequeño?
A su lado, Laylah suspiró. —Ahora, esa es una mujer que puede cuidar de
sí misma.

235
Tane la miró sorprendido. —No puedes tenerle envidia.
—Lo hago—, dijo ella, sus labios curvándose en una sonrisa anhelante. —
He dependido de otros para que me protejan mi vida entera.
Él enmarcó su rostro en sus manos. —Hay momentos en que todos
dependemos de otros. Ese es el por qué hay clanes y familias y manadas. —Su
pulgar acarició la sensual curva de su labio inferior. —Y compañeros.
—Pero…
—Laylah, no sólo sobreviviste a pesar de ser cazada desde el día en que
naciste, sino que has protegido al mundo de un potencial Armagedón. —
Estudió su hermosa cara, preguntándose cómo podría ella no darse cuenta de
cuán asombrosa era en verdad. —Nada mal.
Sus labios se curvaron en una sonrisa triste. —Supongo que cuando lo
pones de esa manera.
Él se inclinó para susurrar en su oído. —Por supuesto, no me importaría
verte en ese spandex.
—Hmmm. —Ella pellizcó su garganta, enviando olas de ardiente deseo
directamente a su polla. —Sólo si eres muy, muy bueno.
—Prefiero ser muy, muy malo—, gruño, apenas resistiendo el impulso de
tumbar su espalda sobre la cama. Oh, por otra hora. O diez. —
Desafortunadamente no tenemos tiempo. Tenemos que salir de aquí.
—Exactamente lo que pensaba—, una voz irritantemente familiar dijo
desde atrás. — ¿A dónde vamos a ir?
Se giró, contemplando a la pequeña gárgola con una mirada apreciativa.
—Levet, necesitamos una distracción.
Laylah tomó su brazo. — ¿Por qué necesitamos una distracción?
—Si Ariyal es capaz de crear portales entonces no le tomará mucho para
recoger a tu tía y regresar.
Ella sacudió la cabeza. —Hay algo que no me estás diciendo.
Tane suspiró. Había olvidado los efectos secundarios de emparejarse.
Nunca sería capaz de mentirle a Laylah otra vez. No siempre era algo bueno.
—Tengo el presentimiento de que Ariyal está dispuesto a utilizar a tu tía
para conseguir al niño—, confesó—, pero ahora que él te encontró, planea
encargarse de esto con sus propias manos.
— ¿Encargarse cómo?
—No tengo intención de descubrirlo. —Miró hacia la gárgola. —Pero
necesito tu ayuda.

236
Levet cruzó sus brazos sobre su estrecho pecho. —Ah, ¿así voy a
quedarme atrás y convertirme en un mártir?
—Eso es lo que los héroes hacen.
La gárgola dudó, sin duda debatiéndose entre su deseo de quedarse con
Laylah y su extraña naturaleza quijotesca.
—Cierto—, concedió finalmente, suspirando dramáticamente. —Soy,
después de todo, un Caballero en Brillante Armadura.
Laylah se movió para arrodillarse frente al demonio. —Sólo prométeme
que serás un caballero que no tomara decisiones imprudentes.
Levet miró hacia Tane con una sonrisa astuta antes de poner un beso en la
mejilla de Laylah. —Por ti, lo prometo.
Tane se estiró hacia abajo para agarrar el brazo de su compañera,
gentilmente empujándola de regreso a sus pies.
Maldita gárgola.
—Debemos irnos—, murmuró él.
Levet sacudió sus alas. — ¿Cómo los encontraré?
Tane abrió los labios para informarle a la bestia que podría empezar su
búsqueda en el infierno, cuando Laylah los tomó a ambos por sorpresa.
—Estaremos en Siberia.
Él le frunció el ceño en confusión. — ¿Por qué infiernos vamos a ir a
Siberia?
—Cassie me dijo, “para encontrar el final debes regresar al principio.”

237
Capítulo Diecinueve
Traducido Por Nivapoma
Corregido por Anaizher

Justo antes del amanecer se encontraban en la guarida de Styx.


Laylah no se sentía complacida, pero la había convencido de que
necesitaban compartir la información que tenían con el Anasso, por no
mencionar que tendría otro día de descanso antes de intentar cruzar con un
bebé y un vampiro como pasajeros.
Ahora estaba en un dormitorio escaleras arriba y él se dirigía al estudio
privado del rey para dejarla dormir un rato.
Maldita sea.
Solo la idea de que estuviera acostada sobre la enorme cama con doradas
sábanas de satén sobre el cuerpo desnudo lo hacía difícil. No descansaría si él
no controlaba su libido.
Se recargó contra el gran escritorio mirando como Styx recorría la estancia
y procesaba la explicación de lo que había sucedido desde su último encuentro
en esta habitación.
— ¿La hermana de Darcy es una vidente? —murmuró al fin, tocando el
amuleto que colgaba de su cuello mientras los adornos turquesa de su larga
trenza llenaban el aire con un tintineo musical. —Maldita sea.
Tane sonrió. —Tienes unos suegros interesantes.
—Dímelo a mí. —Styx hizo un alto en medio de la oficina con los brazos
cruzados sobre el enorme pecho. —Tuvimos una visita de la madre de Darcy.
La sonrisa de Tane se ensanchó. La madre de Darcy era una Were
purasangre a la que le gustaba el sexo duro y a menudo. Cuanto más a menudo
mejor. Styx generalmente tenía que dar libre a sus Cuervos toda la semana
después de la visita de su suegra para recuperarse.
Entonces recordó la fecha y redobló las carcajadas. — ¿Ella los visitó
durante la luna llena?
Styx no le vio la gracia. —Es… terrible.
Tane se enderezó, olvidando la diversión. —Hablando de madres. ¿Sabes
algo de Uriel?

238
—Victor envió noticias de que Uriel había localizado la tumba donde la
gypsy había sido retenida, pero hubo algunas dificultades con la huida.
Eso no sonaba bien.
— ¿Dificultades?
—No entró en detalles, pero prometió enviar noticias una vez que llegaran
a su guarida y hubiera determinado si ella era o no una amenaza para Laylah.
—Bien—, asintió Tane. Si dependiera de él, la gypsy no estaría cerca de
Laylah hasta que se probara más allá de cualquier sombra de duda que era su
madre. Por desgracia, sintió que su compañera podía tener otra opinión. —Ella
no necesita ninguna distracción innecesaria. No ahora.
Styx lo estudió con expresión sombría. — ¿Es decidida?
—No tienes idea.
— ¿Es una broma?—exclamó Styx en tono incrédulo. —Soy un testimonio
andante de lo que es tener una compañera que está decidida a arriesgar el
pellejo en nombre de la verdad, en cada oportunidad disponible.
Tane hizo una mueca. — ¿Se vuelve más fácil?
—No.
—Gracias.
Styx se encogió de hombros. — ¿Preferirías que te mintiera?
Hmmm. ¿La ignorancia era una bendición?
No sabía la respuesta.
Y después de todo, no importaba.
Laylah era suya. Sin importar cuántos desafíos, dificultades o terrores
hubieran, nada podría convencerle de que era otra cosa más que un milagro.
Tiempo para una nueva conversación.
— ¿Has descubierto alguna información sobre los Sylvermyst?
—No mucho. —La expresión de Styx se endureció. No le gustaba que la
maldad Fey hubiera logrado mantenerse oculta. O el hecho de no saber cuánto
peligro representaban. —Jagr ha estado estudiando la escasa información que
tiene en su biblioteca.
— ¿Y?
—Por lo que ha leído, comparten la misma magia que los otros Fey.
Pueden formar portales, lanzar hechizos y encantar objetos. Pueden también
crear las usuales ilusiones.
Tane se enderezó del escritorio. Eso no servía para nada.

239
—Styx, éstos no eran los típicos Fey.
—No, no lo son—, estuvo de acuerdo, sus ojos se oscurecieron con
frustración. —Pero ellos siempre se han mantenido reservados y raramente se
han mezclado con otros demonios, así que la verdad de sus poderes está
escondida en la oscuridad. Ahora no hay nada más que rumores casi olvidados.
— ¿Qué dicen los rumores? —demandó Tane. Los rumores eran mejor que
nada.
—Hay quienes dicen que tienen una tolerancia mucho mayor al hierro que
sus primos.
—Eso no es un rumor. El bastardo desapareció de una celda hecha de
hierro y forrada con plomo mientras estaba encadenado. Nunca escuché de otro
Fey que pudiera hacer eso. —Reconoció a su pesar que no mantuvieron una
vigilancia constante sobre el bastardo. ¿Cómo iban a saber que podía crear un
portal a pesar de estar rodeado del suficiente plomo como para matar a
cualquier Fey? — ¿Qué más?
—Pueden hablar con los muertos.
Tane se estremeció ante la inesperada revelación. —Encantador.
—Más que encantador—, dijo Styx. —Pueden obligar a los espíritus a
servirles.
— ¿Estás diciendo que los fantasmas son sus esclavos?
Styx levantó una mano en gesto de advertencia.
—No te burles descartando el peligro, Tane. Hay espíritus que pueden
dañar a un vampiro. Y los más poderosos son capaces de traer almas del
inframundo.
Tane había oído hablar de demonios que poseían el talento de la
nigromancia, pero raramente podían hacer algo más que comunicarse con
aquellos que habían pasado al inframundo.
En realidad, ser capaz de tomar el mando de una sombra...
Tragó abruptamente. —Diablos.
— ¿Qué pasa?
—Jaelyn debe ser advertida—, dijo.
—No te preocupes—, lo calmó Styx. —He enviado a DeAngelo y a Xander
a buscarla.
Tane meneó la cabeza. Jaelyn era un verdadero dolor de cabeza, pero era
una cazadora nata.
—Nunca la encontrarán.
Styx lo miró con una expresión curiosa. — ¿Tan buena es?

240
—La mejor que he encontrado.
—Excelente. —El Anasso sonrió. —Tengo necesidad de un Cazador. Tal
vez la invite a unirse a mis Cuervos.
Tane contuvo la respiración. Trató de imaginar a la espinosa mujer
haciendo las paces con los enormes y arrogantes vampiros que componían la
guardia de Styx.
La sangre podría correr.
—Mejor tú que yo.
— ¿Por qué?
—Ella tiene la actitud de un tejón rabioso.
Styx no se inmutó.
—Recuerdo a otro vampiro con increíbles habilidades y una actitud
desagradable—, murmuró. —Tuve que patearle el culo de forma contante, pero
finalmente conseguí domarlo. —Se encogió de hombros. —O tal vez acabo de
encontrar los medios para enfocar su naturaleza salvaje.
Tane hizo una mueca. Rara vez pensaba en esos días. Después de que se
viera obligado a matar a Sung Li, se había retirado del mundo, viviendo como
un animal rabioso en las cuevas de Mongolia.
No estaba seguro de cuánto tiempo pasó cuando Styx hizo su primera
aparición, pero sabía que había hecho su mejor esfuerzo por matar al poderoso
azteca. No sabía que Styx era un sirviente del Anasso anterior y le habría
importado una mierda si lo hubiera sabido. Habría sido feliz si el desconocido
vampiro hubiera logrado poner fin a su miserable existencia.
Pero Styx no asestó el golpe de muerte.
En vez de eso se retiró y volvió a la noche siguiente, se sentó en una roca
junto a la cueva de Tane dejando tras de sí una manta. La noche siguiente se
había acomodado unos metros más cerca y dejó una pila de libros. La noche
siguiente había dejado a la vista ropa limpia.
Su paciencia había sido notable y lentamente se había ganado la suficiente
confianza para guiarlo hacia la civilización. Al fin lo convenció de entrenar para
convertirse en su Caronte.
En ese momento Tane no sabía por qué el vampiro había hecho tal
esfuerzo. Fue en los últimos meses que había descubierto que ambos habían
cometido el mismo pecado mortal. Styx había encubierto la locura del anterior
Anasso hasta que casi fue demasiado tarde. Compartían un sentimiento de
culpa y arrepentimiento que nadie podría entender verdaderamente.
—Nunca he...

241
—Infiernos, no—, Styx lo cortó, sus cejas se unieron en una mueca de
advertencia. —Si comienzas con cualquier basura sentimental voy a lanzar tu
culo fuera de aquí.
—Te debo mi vida—, insistió Tane. —No será olvidado.
—Has pagado la deuda con creces. —Styx se levanto como si de repente
hubiera sido golpeado por un pensamiento.
—Por supuesto, supongo que tendré que escoger un nuevo Caronte.
—Sí. —Tane sonrió al darse cuenta de que ya no tenía que trabajar para
purgar sus culpas. Laylah había sanado las heridas que lo había atormentado
tanto tiempo. —Una vez que terminemos con este desastre, voy a dedicarme a
mí mismo.
Una misteriosa sonrisa tocó los labios de Styx. —Ya veremos.
Tane se congeló. —No me gusta cómo suena eso.
—Siempre tengo necesidad de vampiros leales.
—No creo que Laylah sea feliz conmigo convirtiéndome en uno de tus
Cuervos.
Un malvado reflejo apareció en los ojos del ancestral vampiro. —Estaba
pensando más en un enlace con la Comisión.
Tane hizo un sonido ahogado de incredulidad. ¿Styx quería negociar con
un grupo de poderosos demonios que podrían convertirlo en un sapo sólo por
capricho?
No. De ninguna manera.
—Preferiría que me cortaran la cabeza—, dijo. Y quiso decir cada palabra.
Styx se encogió de hombros. —Podemos discutirlo más adelante.
—Podemos discutirlo nunca—, gruñó dirigiéndose a la puerta.
Obviamente el Anasso había perdido la maldita cabeza. —Ahora voy a buscar a
un amigo antes de que sugieras que me conviertas en traductor de perros del
infierno.
Styx se rio entre dientes. —Enviaré la cena a tu habitación al atardecer.
Tane miró sobre su hombro. —Asegúrate de que haya pastel de chocolate
alemán. Laylah adora el pastel.

242
—No me convertí en el mago más poderoso del mundo caminando a
través del húmedo bosque—, se quejó Sergei mirando como empeoraba su
aspecto, con el pelo colgando libremente alrededor de su delgada cara y la ropa
tan cara manchada irremediablemente. —Mis zapatos están completamente
arruinados.
Marika no estaba más feliz. Por fin el hechizo de Sergei detectó el rastro de
Laylah y descubrieron que les conducía directo a la guarida del Anasso.
Un lugar al que ciertamente Marika no podía seguirla.
Pequeña bruja molesta.
Pero cualquiera que fuera su contrariedad, era demasiado prudente para
revelar cualquier falta de confianza en este momento, cuando estaba en su
máxima gloria al frente de los Sylvermyst que rodeaban y vigilaban la finca de
Chicago.
Ya era bastante malo que su líder, Ariyal, hubiera desaparecido durante la
batalla con los Wood Sprites. El ridículo Fey había estado convencido de que era
un mal presagio. Y no iba a tolerar que el comportamiento petulante de parte de
Sergei socavara aún más la confianza en su liderazgo.
Lástima que aún necesitaba al idiota.
Le daría un gran placer ofrecerlo como sacrificio público.
—Cállate idiota—, siseó, deteniéndose al borde de la línea de árboles y
confiando en que la capa de protección de Sergei la mantendría oculta de los
Cuervos del Anasso. —No has hecho nada más que quejarte desde Londres.
Los labios se le afinaron con resentimiento infantil. —Poseo una
constitución frágil.
—Eres una vergüenza para los magos de cualquier parte—, se burló
Marika. —Incluso los Fey te consideran un tonto sin carácter.
—Ah sí, tu precioso Sylvermyst. —Miró hacia los esbeltos guerreros que
eran casi imposibles de ver entre las sombras de los árboles. —Dime Marika,
¿dónde está Ariyal?
Su expresión no reveló la furia que sentía ante el acto de desaparición de
Ariyal.
Y la sospecha de que no estaba tan dedicado a la causa como pretendía
estar.
—Obviamente fue capturado o está muerto.
—O cambió de bando.
Se pasó la lengua por la punta de los colmillos. Un recordatorio de que a
pesar de sus mágicas habilidades, ella podría matarlo de un golpe.

243
— ¿Celoso, Sergei?
— ¿Celoso de un Fey que pasó interminables siglos jugando a ser la puta
de Morgana le Fey? —Su tono despectivo no ocultó el filo de envidia. Ariyal no
se molestó en ocultar su diversión ante la actitud de superioridad del mago. El
Fey era un líder natural de su pueblo que no tenía necesidad de trucos mágicos
para ganarse el respeto. —No.
Marika se rio con cruel disfrute. —Él es más hombre de lo que tú nunca
serás.
—Es un demonio cuya lealtad está en venta al mejor postor—, dijo el
mago bruscamente. —Ten cuidado, querida. Él podría estar usando tu propio
ejército para traicionarte.
El que esto fuera cierto había cruzado por su mente en más de una ocasión
y Marika se enfureció. Le dedicó una fría mirada. —El único traidor en mi
trabajo eres tú, mago.
Sergei era un culo arrogante, pero no era un suicida. Dejando el tema, echó
una mirada a la casa que estaba vigilada por una docena de vampiros.
— ¿Cuánto tiempo piensas esperar aquí?
—Tanto tiempo como Laylah y el bebé permanezcan ahí adentro.
—Ellos podrían permanecer en la guarida del Anasso para el resto de la
eternidad.
—Entonces esperaremos.
Mascullando improperios, Sergei volvió a su lugar en la espesa maleza
con los puños apretados a los lados.
Marika lo dejó con sus pucheros y volvió la atención a la guarida del
Anasso. Si Laylah tenía sentido común permanecería bajo la protección del rey
de los vampiros, pero ya había demostrado que estaba dispuesta a tomar
riesgos ridículos cuando se trataba de proteger al niño.
Eventualmente tendría la necesidad de salir.
Y cuando lo hiciera, Marika estaría preparada.
No se escaparía de nuevo.
Se acercaba la medianoche cuando Sergei abruptamente cayó de rodillas,
sacudiendo la cabeza como queriendo despejarla.
—¡Maldita sea! —gimió.
Marika se volvió para observarlo con desagrado. —¡Qué pasa ahora?
—Alguien acaba de entrar en la cueva de Siberia.
— ¿Qué cueva?

244
Lentamente levantó la cabeza. —Aquella donde encontré al niño.
Marika observó al mago ponerse de pie con el malestar revolviendo su
corazón.
— ¿Cómo lo sabes?
—Puse alarmas en caso de cualquier interés no deseado.
—Podría ser un animal o un humano demasiado curioso.
Él movió la cabeza. —No, el hechizo fue lanzado para ignorar a los
intrusos normales, incluso si penetraran las barreras naturales.
—Así que ¿es un demonio?
Ella caminó de un lado al otro por el irregular terreno, el sentido de
premonición le anudaba el estómago.
No había ninguna razón para que un demonio estuviera merodeando en
una cueva tan desolada y fría. Incluso quienes preferían el frío evitaban la zona
pues estaba llena de volcanes activos y carecía de presas.
—O alguien que usa magia—, añadió Sergei.
Se detuvo, una oscura sospecha la atravesó como veneno.
—Laylah—, soltó.
Sergei frunció el ceño. —No hay forma de saberlo con certeza.
Marika no tenía dudas.
El estorbo inútil era como su madre.
Terca, rebelde y negada a aceptar con gracia su inevitable destino.
Afortunadamente, Marika pronto tendría a la mestiza en sus manos.
Entonces le enseñaría a obedecer a sus superiores. No importaba cuánto dolor
costara.
Una sonrisa de anticipación crispó sus labios.
Le gustaba enseñar a la gente a obedecerla.
—Es ella—, dijo con absoluta confianza.
—No tiene sentido. —Sergei agitaba las manos confuso. — ¿Por qué
viajaría a una cueva vacía en las montañas heladas de Siberia?
—Debe haber descubierto alguna información sobre el niño—, razonó
Marika mirando hacia la mansión. Era exasperante que Laylah pudiera usar sus
poderes para escabullirse. — ¿Qué pasa si la perra pretende llamar al Señor
Oscuro ella misma?
Dándole la espalda a Sergei, se dirigió hacia el Sylvermyst más cercano.
—Debemos irnos.

245
El mago tropezó tratando de alcanzarla. —Marika, espera.
—No tenemos tiempo que perder.
— ¿Has considerado la posibilidad de que sea una trampa?
Marika se paró en seco, apuñalando a Sergei con una mirada sospechosa.
— ¿Trampa?
— ¿Qué mejor modo de hacerte perder la pista que enviarte a medio
mundo de distancia? —dijo él, claramente desesperado por evitar un viaje
incómodo al norte de Siberia.
Se pasó la lengua por el filo de un colmillo considerando su lógica. No
habría vivido mucho tiempo si fuera impulsiva.
O estúpida.
Por fin continuó su camino hacia el Sylvermyst de pelo color cobre que
había tomado como su amante más reciente. Era el segundo de Ariyal, pero
mucho más maleable.
Sus pasos flaquearon ante el recuerdo punzante del rechazo de Ariyal. Él
no había fingido que la tomara por otra cosa, sólo un medio para un fin.
Aplastó con furia la imagen.
El bastardo estaba sin duda en su tumba.
Una pena considerando que era el más poderoso de los Sylvermyst y un
líder indiscutible, pero no era tan desastroso.
Marika era una maestra tornando cualquier situación a su favor
—No, no podían saber que tenías un hechizo para avisarte de los
intrusos—, dijo con tono firme revelando que no iba a discutir el punto.
Sergei juró, apresurándose a alcanzarla.
— ¿Entonces qué pasa si es un demonio cualquiera que se perdió en la
cueva? —exigió. —Para cuando nos demos cuenta de nuestro error la Genio
podría haber dejado esta guarida y haberse ido.
—No con nuestros nuevos amigos. —Se detuvo frente a Tearloch, los
dedos acariciaron bajo la piel lisa del color de la crema. —Podemos buscar la
caverna y volver antes de que Laylah pueda escapar.
—Nos vamos a arrepentir—, murmuró Sergei.
—Quédate aquí si quieres. Cobarde. —Con un firme empujón Marika
condujo al impasible Tearloch a lo más profundo del bosque, lejos de cualquier
mirada indiscreta. No tenía intención de darle a Laylah la oportunidad de saber
que estaba a punto de tener una visita sorpresa. —No permitiré que nadie se
robe la gloria que es mía.

246
Llevando a su compañero hacia el pequeño claro, Marika ignoró a Sergei
que caminaba tras ellos, tropezando con la maleza y luchando con la oscuridad.
—Marika, espera—, rogó mientras ella enredaba su mano con la del
Sylvermyst, dispuesta a viajar a través de su portal. —Creo que vi a esa estúpida
gárgola…
Agotada su paciencia, Marika se volvió para agarrarlo del pelo, jalándolo
cuando el brillante agujero se formó delante de ellos.
—Otra palabra y te arrancaré la lengua.

247
Capítulo Veinte
Traducido Por Nivapoma
Corregido por Anaizher

Tane no tenía recuerdos de su vida antes de despertar como un vampiro.


Su cuerpo, sin embargo, había conservado un amor instintivo por las
cálidas playas y los aromas tropicales del Sur del Pacífico. ¿Quién no preferiría
nadar en un océano bañando por la luna que acurrucarse cerca del fuego en una
guarida húmeda?
Lo qué hizo que la llegada a la caverna congelada en la península de
Kamchatka fuera aún más desagradable.
Dioses. Pensaba que nada podía ser peor que viajar a través de las
extrañas sombras entre los mundos. Hasta que Laylah había tirado de su mano
y habían aterrizado en la estrecha cornisa de una montaña que daba hacia...
Un páramo helado.
Que olía a azufre.
Arrugó la nariz ante el picante aroma de los distantes géiseres que
advertían sobre una actividad volcánica. Sería una suerte que una de esas
malditas cosas explotara mientras ellos estaban allí.
Por lo menos él era insensible al frío.
A diferencia de Laylah que se había envuelto en una capa oscura que
servía para cubrir al bebé que tenía en brazos. Además, se había colocado unas
botas forradas de piel que protegían los pies del suelo cubierto de hielo.
El único privilegio de Tane era una camiseta lo suficientemente ajustada
para no estorbar sus movimientos y unos pantalones caqui que cubrían las
dagas que había enfundado en ambos tobillos, otra en su costado y la otra en la
parte baja de la espalda. También había atado la espada Sylvermyst a su
espalda y tenía una pistola metida en el bolsillo.
Odiaba estar mal vestido cuando asistía a una pelea.
Por supuesto, siempre existía la pequeña esperanza de poder convencer a
Laylah para volver a la guarida de Styx, antes de que fueran atacados una vez
más.
Sus labios se torcieron.
Nahh.

248
No tenía tanta suerte.
Una ráfaga de aire helado se estrelló contra ellos, levantando la capa de
Laylah y haciendo que estuviera a punto de caer por el afilado borde del
acantilado.
Maldiciendo a la montaña de mala muerte, al frío y a la terquedad de los
Genios mestizos, la agarró por los hombros y tiró de ella hacia atrás, cuidando
de no lastimar el bulto en sus brazos.
— ¿Estás segura de que no caímos en una dimensión infernal? —le dijo
directamente al oído.
Liberándose de su abrazo, Laylah se volvió con una sonrisa irónica.
—Es desolado pero hay una belleza salvaje, si sabes dónde mirar.
Muy parecida a él. No tenía que decir las palabras en voz alta.
—Y tú eres una experta encontrando belleza en los lugares más
inverosímiles ¿verdad, cariño?
Laylah esbozó una sonrisa de suficiencia. —Reconozco algo bueno cuando
lo veo.
—Sólo después de que te mantuve cautiva y te obligué a aceptar que yo
estaba destinado a ser tuyo.
Sus magníficos ojos brillaron con un resplandor burlón.
— ¿Cómo sabes que no estaba jugando rudo para ganar?
Un calor mordaz le estrujó el corazón. Cuando se había encontrado por
primera vez con Laylah, estaba llena de un amargo resentimiento y un gran
temor de que se estuviera convirtiendo en una simple cáscara de sí misma.
Una porción del miedo permanecía, por supuesto. No se iría hasta que el
niño estuviera a salvo.
Pero la amargura se había desvanecido, reemplazada por una alegría que
hizo que Tane se acicalara con un presuntuoso placer.
Estaba dispuesto a tomarse todo el crédito por su felicidad en ciernes.
—Porque lo que más admiro de ti es tu negativa a ser nada ni nadie más
que lo que eres. Tu honestidad es... —se estremeció ante los interminables años
de mentiras y engaños que habían marcado su relación con Sung Li—, una
bendición.
— ¿En serio? —Su expresión era malvada. —Tengo otras bendiciones que
ofrecer.
Él emitió un ronco gruñido. — ¿No te has enterado de que es peligroso
provocar a un vampiro?
—Pero es muy divertido.

249
Él capturó sus labios en un beso dolorosamente breve y feroz, antes de
retroceder y mirar hacia la estrecha abertura de la cueva.
Más allá de la entrada podía sentir varios túneles que zigzagueaban hasta
las profundidades de la montaña.
— ¿Tenemos que hacer esto?
—Sí.
—No hay nada en kilómetros, ni siquiera un hada del hielo.
Con una mueca, Laylah caminó hacia la cueva y se deslizó para atravesar
la entrada. —Aquí es donde se supone que tengo que estar.
Al llegar a su lado Tane liberó la espada, preparado para el ataque
inevitable. —No me gusta.
—Tampoco puedo decir que estoy feliz por estar de vuelta aquí, pero
tengo que encontrar la verdad de Maluhia.
— ¿Y después qué?
Se dirigió hacia el túnel más cercano, guiándolo hacia abajo por las
labradas escaleras.
—Si es seguro tengo la intención de encontrar a alguien que lo libere del
hechizo de stasis.
Tane se detuvo en seco cuando entraron en otra pequeña caverna. Tan
sombría, fría y poco acogedora como la de arriba.
—¡Demonios! —murmuró.
Laylah se volvió para mirarlo con preocupación. — ¿Qué pasa?
—Me di cuenta de que voy a ser un... —la lengua se le trabó ante la
palabra desconocida—, papá.
Frunció el ceño cuando la risa de Laylah rompió la siniestra atmósfera que
envolvía las cuevas olvidadas.
— ¿Qué es tan gracioso?
—Estoy tratando de imaginarte como entrenador del equipo de T-ball.
Él sonrió, abriendo la capa de Laylah para mirar al niño que tenía en sus
brazos.
Los vampiros podían procrear a su manera. Algunos incluso sentían un
vínculo padre/hijo con la "descendencia" que crearon, pero Tane nunca había
considerado la creación de un niño expósito.
Diablos, no había querido un compañera.
Ya había jodido enormemente una relación; no sentía la necesidad de
repetir la situación.

250
Hasta Laylah.
Y ahora Maluhia.
Eran una familia.
Su familia.
Y él moriría por protegerlos.
—Tal vez no de T-ball—, admitió a regañadientes. ¿Qué es T-ball? —Pero,
puedo enseñarle a ocultar su presencia cuando está acechando a su presa y
cómo matar con sus propias manos y...
—Basta ya—, protestó entre risas moviendo la cabeza.
— ¿Qué?
Laylah bajó la mirada hacia el niño. —Podríamos buscar ayuda para
desarrollar nuestras habilidades como padres.
Él se acercó para presionar suavemente sus labios contra la frente del niño.
—Mientras lo amemos y lo protejamos, ¿Qué importa lo demás?
Laylah levantó la cabeza, sus ojos brillaban con el cálido afecto que fluía
entre ellos.
—Con eso basta —dijo ella en voz baja. Entonces, cuadrando los hombros
se dirigió a la pequeña antecámara al fondo de la caverna. —Hagamos esto.
Había avanzado unos cuantos pasos cuando se detuvo en seco.
— ¿Qué pasa?
Ella se estremeció. —Me sentí...
— ¿Qué?
—Creo que nos alcanzó un hechizo.
—Maldita sea. —Sosteniendo la espada Tane dio una vuelta lenta,
explorando la caverna. Cuando no pasó nada, masculló una maldición.
Preferiría luchar contra un rabioso Were durante la luna llena que caminar
dentro de una trampa mágica. ¿Cómo matas algo que no puedes ver? — ¿Por
qué no está pasando nada?
—No necesariamente tiene que ser un hechizo ofensivo. —Hizo una
mueca. —Podría ser una alarma.
—Sergei —gruñó él.
—Probablemente —admitió ella. —Siempre fue un asno paranoico.
—Si sabe que estamos aquí, no pasará mucho tiempo antes de que haga
una aparición indeseada con tu tía. —Echó un vistazo en su dirección. —
Debemos irnos.

251
—Él no puede saber quién o qué activó su hechizo. Además, les llevará
horas, si no días, llegar hasta aquí.
—No con un Sylvermyst.
—Oh. —Hizo una mueca amarga. —Portales.
—Exactamente. No podemos correr el riesgo de permanecer aquí.
Laylah se mordió el labio inferior con expresión preocupada.
—Lo siento, Tane. No sé por qué, pero tenemos que quedarnos. El bebé
necesita estar aquí.
—Laylah. —Apretó los dientes cuando ella se dirigió a la antecámara y se
metió atravesando una estrecha grieta en la pared. — ¿A dónde vas?
—No lo sé.
—Perfecto. —Comprimiéndose para atravesar las rocas, Tane se vio
obligado a sacrificar la piel de varias partes del cuerpo y un trozo de cabello. —
Esta no es exactamente la luna de miel que imaginaba.
Lo miró por encima del hombro con una sonrisa perversa, haciéndole
olvidar las heridas que pulsaban y la irritación general.
Demonios, una sonrisa como esa podría hacerle olvidar un ataque nuclear.
—Una vez que nos hayamos asegurado de que Maluhia está a salvo y lo
liberemos del hechizo de stasis tengo la intención de darte una luna de miel que
nunca olvidarás.
Tane gimió.
—Dios, mujer. Me estás matando—, dijo con voz gutural.
Se apretaron para cruzar a otra curva y atravesando un pasillo
encontraron una amplia apertura.
Laylah dio un grito corriendo por el suelo de piedra para pararse delante
de una grieta muy visible en el aire.
—Aquí—, suspiró.
Tane se puso delante de la brillante niebla con la piel erizada. Muy pocas
cosas asustan a un antiguo vampiro.
Esta era una.
— ¿Encontraste al niño aquí?
—Sí. Estaba escondido entre la niebla.
Tane se tensó cuando la presión del aire en la caverna cambió. Era la
única advertencia antes de que un portal estuviera a punto de abrirse.
—Mierda.

252
En el instante en que Tane giró, blandiendo la gran espada, Laylah supo
que estaban en problemas.
La sospecha fue rápidamente confirmada cuando sintió una apertura de
portal en lo alto de la caverna.
—Laylah, corre—, Tane la cubrió, moviéndose para colocarse entre ella y
el túnel por donde entraron.
Por una vez, Laylah decidió no discutir.
Por mucho que odiara dejar a Tane en peligro, él le había hecho darse
cuenta de que el niño era lo primero. Había asumido el deber de proteger a
Maluhia de sus enemigos.
No podía flaquear. Ni siquiera cuando el pensamiento de abandonar a
Tane fuera una puñalada en el corazón.
Por desgracia, no era rival para la velocidad de un vampiro.
Corríó hacia la salida, pero tuvo que detenerse trastabillando cuando una
ráfaga de aire helado la golpeó con la fuerza de un huracán.
Marika.
Luciendo como si acabara de salir de las páginas de Vogue, la hermosa
vampiro apareció en la caverna, con el oscuro cabello cayendo en cascada por la
espalda en rizos perfectos, y el esbelto cuerpo vestido con pantalones de seda
negros y top a juego. Demonios, incluso llevaba tacones negros.
—Ella no va a ninguna parte —ronroneó la vampiro levantando una
delgada mano mientras Sergei y un Sylvermyst de pelo color cobre aparecían
repentinamente detrás de ella. —No cuando me ha costado tanto tiempo y
tantos problemas organizar esta reunión familiar. —Sus ojos se estrecharon
estudiando a Laylah, su mirada se dirigió hacia la parte interna del brazo que
ahora llevaba la marca de su apareamiento con Tane.
— ¿Qué has hecho, criatura?
Hubo una ráfaga de aire cuando Tane se movió para interponerse
directamente en el camino de Marika.
—Laylah, vete.
Marika gruñó, sus ojos oscuros ardían mientras clavaba un dedo hacia
Laylah.
—Da un paso y Sergei destruirá a tu compañero.
Laylah resopló. Al menos Marika no era tan estúpida como para amenazar
con matar al enorme vampiro ella misma. Incluso Laylah podía notar que Tane
la aplastaría con poco esfuerzo.

253
—No la escuches. —Tane apuntó con su espada directamente hacia el
mago que adquirió un tono de color gris pastoso. —Tengo la intención de cortar
el corazón del mago y enterrarlo en su garganta.
Laylah se lamió los labios, con una idea loca formándose en el fondo de su
mente.
No tenía la fuerza bruta de Tane, o la astucia malvada de su tía, pero sabía
todo sobre la supervivencia contra toda probabilidad. Y a veces la locura era
todo lo que tenía.
— ¿Cómo la voy a ignorar? —Se burló, ignorando la mirada furiosa de
Tane. En lugar de eso deliberadamente miró a la criatura en sus brazos. —
Suenas como un disco rayado, tía Marika. Primero mi madre y ahora mi
compañero. Si me quieres, ¿por qué no vienes y me tomas?
Los ojos oscuros se encendieron de furia como había previsto. De verdad,
la hembra era vergonzosamente fácil de provocar.
—Perra.
Marika corrió hacia adelante, pero Laylah ya había logrado su ruta de
escape.
Confiando en que Tane le compraría tiempo, Laylah arrastró el culo por el
pequeño túnel hacia la parte trasera de la caverna.
Blandiendo la espada, Tane obligó a Marika a retroceder mientras Laylah
desaparecía por un pequeño pasadizo.
Ella siseó frustrada y cortó el aire con una mano. Tane sintió un dolor
punzante y miró hacia abajo para descubrir una herida desfigurando su pecho.
No era un talento inusual en los vampiros y, por suerte, el poder de Marika no
era capaz más que de hacer heridas superficiales, pero se debilitó levemente el
brazo con el que blandía la espada.
Pasó la espada a la otra mano, pero la vampiro ya se había deslizado junto
a él para buscar a Laylah. Se volvió para seguirla, sólo para gruñir en estado de
shock cuando se encontró volando por el aire y se estrelló contra la pared de la
cueva. Dejó caer la espada mientras era sostenido con fuerza aplastante contra
las rocas calientes.
Maldita magia.
—Suéltame mago—, rugió con una voz que hizo que el Sylvermyst se
congelara de terror y Sergei se sacudiera de miedo. —O te juro que te
arrepentirás por toda la eternidad.
—Lamento el momento en que conocí a la vampiro —dijo el mago con voz
llena de sinceridad. —No hay nada con lo que me puedas amenazar que sea
peor que lo que ella me haría si la traiciono de nuevo.

254
Tane reprimió el impulso de explicar con detalle lo equivocado que estaba.
Las cosas que él podía hacer le darían pesadillas por toda la eternidad.
En vez de eso, optó por el truco del policía bueno. Hey, funcionaba en CSI
Miami.
—Entonces vamos a negociar lo que puedo ofrecerte.
Sergei recorrió con la mirada la caverna vacía. —Te escucho.
— ¿Qué quieres?
—A Marika muerta.
—Hecho.
Se movió, un brillo astuto sustituyendo el terror en sus ojos.
— ¿Y el niño?
Tane se tragó un gruñido. —Fuera de cuestión.
—No es útil para ti. Sin mi habilidad para liberarlo del hechizo de stasis,
no es nada más que un pisapapeles.
Tane se tensó contra las ataduras invisibles que lo sujetaban, desesperado
por arrancar la garganta del mago antes de dar caza a Marika y cortarle la
cabeza.
— ¿Qué vas a hacer con él?
— ¿Es una broma? —El mago lo miró en shock por la pregunta. —Ese
mocoso vale una fortuna en el mercado negro. Finalmente podría retirarme con
el lujo al que pretendo acostumbrarme.
Ahora, eso era inesperado.
Tane frunció el ceño. — ¿No pretendes resucitar al Señor Obscuro?
Sergei se encogió de hombros. —No, si tengo una oferta mejor.
—Tengo dinero, si eso es lo que quieres.
— ¿Cuánto?
—Ponle número a tu precio—, dijo Tane sin pensar. Un error.
Un hombre dispuesto a vender a un niño en el mercado negro podría no
comprender la absoluta indiferencia de Tane hacia la enorme fortuna que había
acumulado a lo largo de los siglos. Él, naturalmente, asumiría que Tane no tenía
ninguna intención de pagar.
Sergei retrocedió, sacudiendo la cabeza. —No, no confío en ti.
Tane maldijo su estupidez.
— ¿Y confías en Marika? —preguntó.

255
—Más vale malo conocido—, murmuró el mago corriendo hacia donde
Marika había desaparecido. Y Laylah.
Deteniendo brevemente sus intentos de escapar, Tane cerró los ojos y
envió sus sentidos fluyendo hacia el exterior.
Localizó a Laylah corriendo a través de un túnel y adentrándose más
profundamente en la montaña con Marika persiguiéndola. Una furia violenta
gritó a través de él. Sombrío, centró su atención en Sergei.
No podía detener a Marika desde tan lejos, pero podía evitar que el mago
fuera detrás.
Convocando sus habilidades, Tane permitió que un pequeño pulso de
poder fluyera a través del aire, apuntando en dirección opuesta a Laylah. El
mago no tenía la capacidad de utilizar su sentido del olfato para seguir a las
mujeres, pero sin duda había aprendido a asociar a Laylah con los diminutos
pulsos de electricidad que liberaba cuando estaba enojada o molesta.
Si Tane podía llevar al hijo de puta lejos de ellas, entonces Laylah tendría
la oportunidad de escapar de Marika.
Continuó enviando pequeños pulsos. Una fría sonrisa curvó sus labios al
sentir al mago perderse entre la gran telaraña de túneles.
Esperaba que el bastardo se pudriera entre las rocas congeladas.
Todavía concentrado en su tarea autoimpuesta, Tane abrió los ojos y vio
con incredulidad que la pequeña gárgola se contoneaba hacia él.
—Bueno, bueno. —Levet se detuvo con los ojos muy abiertos, luego una
sonrisa de satisfacción se extendió por la fea cara. —Me habría ido en otra
dirección, pero hay un encanto picante en la decoración de cavernas con
vampiros congelados.
Las cejas de Tane se unieron. — ¿Cómo diablos has llegado hasta aquí?
Levet se encogió de hombros. —Tomé un aventón con Cruella de Vil a
través del portal.
¿Aventón?
Bueno... Demonios.
Tane tenía que admitir que la gárgola no era nada si no ingeniosa. Era,
además, el único medio de escape para Tane.
Maldita sea.
Si se corría la voz, nunca podría vivir con la vergüenza de haber sido
rescatado por una gárgola mal desarrollada.
Un pensamiento que no hizo nada para mejorar su terrible mal humor.
—Bájame de aquí—, ladró.

256
Levet cruzó los brazos sobre el pequeño pecho. — ¿Y destruir la preciosa
imagen que ofreces?
Una ráfaga de aire helado arrojó a la gárgola hacia atrás cuando el
temperamento de Tane estalló.
—Levet.
—Oui, oui. —Poniéndose de pie, Levet hizo la mímica de sacudirse un
poco el polvo inexistente y luego se movió hacia él con deliberada expresión de
superioridad. —Estoy corriendo al rescate una vez más.
Tane apretó los dientes hasta que amenazaron con romperse.
— ¿Por qué a mí? —murmuró.
Levet levantó las manos con un gran gesto, pero hizo una pausa, como si
hubiera sido golpeado por un pensamiento repentino.
—Tal vez quieras volver la cabeza y cerrar los ojos.
Recordando la bola de fuego que había acabado con una buena parte del
bosque, Tane apartó bruscamente la cabeza. Prefería congelarse en la pared que
volar en un millón de pedazos.
—Espera, gárgola, si tú... —las palabras se quedaron atoradas cuando
apareció un brillante destello de luz.
Tenso por el asalto de la impredecible gárgola, Tane no estaba totalmente
preparado para sentir sólo una tibia brisa. Las ataduras invisibles
desaparecieran y cayó golpeando el suelo con la fuerza suficiente para hacer
crujir su columna vertebral.
Se levantó y cogió la espada sintiéndose estúpidamente tonto. Miró
ferozmente a su molesto acompañante, completamente convencido de que
Levet no lo había protegido intencionalmente, dejándolo caer como un saco de
patatas.
Pero ahora no era el momento para jugar a los dardos con su único aliado.
Dejaría ese placer personal para después. —Vamos—, ordenó, guiándolo
hacia la parte posterior de la caverna.
— ¿Qué? Ni siquiera un gracias—, se quejó Levet. —La próxima vez te
dejaré con los murciélagos.
Tane nunca desaceleró. —Laylah nos necesita.
—Oh. —Hubo un revoloteo de alas cuando Levet comprendió y se
apresuró a alcanzarlo. — ¿Por qué no lo dijiste antes?

257
Capítulo Veintiuno
Traducido Por Alhana y Arhiel
Corregido por Arhiel

Laylah giro por otro pasadizo, el frío que rosaba detrás de su cuello era
cada vez más pronunciado a medida que Marika cerraba de manera constante
la distancia entre ellas.
Ella podría haber escapado.
Se había detenido unos pocos minutos después de entrar en el túnel para
caminar por las sombras. Pero en lugar de desaparecer en el túnel, ella había
dejado a Maluhia en las brumas y regresó a la montaña helada. No había sido
fácil dejar a su hijo atrás.
Incluso saber que nunca se había encontrado con otro demonio en las
brumas, por no mencionar el hecho de que nadie más que ella podía tocar al
niño, no lo había hecho más fácil.
Sin embargo, sólo la firme determinación de poner fin al peligro, de una
vez por todas, le dio la fuerza para dejar a Maluhia detrás, mientras ella
reanudaba su carrera aterrorizada.
— No puedes escapar de mí, Laylah. —La voz burlona de Marika flotó por
el aire.
Laylah se estremeció.
Resultaba que ser perseguida a través de cuevas oscuras era igual de
espeluznante la segunda vez. Al igual que cuando Tane la estaba cazando, no
había sonido de pasos que se acercaban, ni una respiración pesada, incluso sin
la patada accidental de algún guijarro.
Sólo había silencio espeso, frío e implacable que helaba el corazón. En esta
ocasión, sin embargo, ella no estaba corriendo a ciegas.
Tenía un plan.
Un plan salvaje, loco, de por favor-dejar-a-Dios-hacer su trabajo.
Pero un plan. Al entrar en la pequeña caverna que había estado buscando,
aminoró la marcha y se detuvo, se volvió para ver a su tía surgir en el espacio
detrás de ella.
Con una capacidad misteriosa, la vampira se detuvo precisa. Laylah hizo
una mueca. En un segundo Marika había estado cargando hacia adelante a toda

258
velocidad y al siguiente estaba congelada en su lugar. Ni siquiera un cabello se
le movió.
Demasiado raro.
La oscura mirada de la mujer escaneó la caverna, buscando enemigos
ocultos o un alijo de armas. Afortunadamente, Marika era demasiado vampiro
para considerar que la propia caverna podría ser la trampa.
Una vez que confiaba que había acorralado a su presa, la mujer mayor se
permitió una mueca torciendo los labios.
—Te advertí que no podrías escapar.
Laylah alzó la barbilla, pero ella no se molestó en tratar de ocultar su
miedo. Si había aprendido algo, era que es imposible ocultar las emociones a un
vampiro. Además, quería que Marika creyera que había ella estaba
reconociendo su derrota.
Con algo más de tiempo podría mantener a la mujer con la guardia baja, y
podría lentamente reconstruir su poder.
Si lo hacía con demasiada rapidez las reveladoras chispas de electricidad
advertirían a la vampiresa del peligro. Ella estaba segura de poder atacarla y
tratar de inhabilitarla. Sinceramente, todavía estaba adolorida de su viaje a
través de las sombras arrastrando a lo largo a un vampiro muy grande, por no
mencionar su viaje para ocultar al bebé. —Entonces supongo que tendré que
matarte, —dijo, sabiendo que la perra arrogante pensaría que era una
fanfarronada.
Marika dio un paso adelante. —Realmente eres la mocosa más ingrata. Si
no fuera por mí, tú ni siquiera existirías.
—¿Quieres que te de las gracias por haber organizado que mi madre fuera
violada por un Genio, sólo para que me pudieras utilizar para saciar tus ansias
de poder?
Ella se encogió de hombros. —No todo el mundo es perfecto.
Laylah resopló. —Sí, bueno, no todo el mundo es un psicópata tampoco.
Una furia helada golpeó a través de la caverna cuando la mirada de
Marika bajo a los brazos de laylah.
—¿Dónde está el niño?
Laylah apretó los dientes. Obviamente, la parte agradable de la pequeña
charla de encuentro había terminado. Las cosas estaban destinadas a ponerse
feas a toda prisa.
—En un lugar en el que no puedes alcanzarlo.

259
—Nosotras no tenemos que hacer esto de la manera difícil, Laylah. —
Convencida de que Laylah no era una amenaza, Marika lentamente la rodeó,
como un tiburón dimensionando su presa.
—Somos familia, después de todo, incluso si no apruebas mis... métodos.
—¿Familia? —Laylah negó con la cabeza. —Sabes, hubo un tiempo en que
yo habría hecho cualquier cosa para encontrar a mi familia.
—Si la perra de mi hermana no te hubiera llevado lejos, tú habrías crecido
adecuadamente comprendiendo mejor tus funciones.
Marika se detuvo frente a ella, una cruel sonrisa curvaba sus labios. —De
hecho, podríamos afirmar que todo este lío es culpa de ella.
Laylah reprimió el impulso suicida de golpear a la perra en la nariz.
Estaba muy cerca de tener la energía necesaria reunida. No iba a arruinar su
plan por una momentánea sensación de satisfacción. —¿Por qué elegiste a tu
propia hermana para sacrificarla a los genios? —exigió. —¿Debe haber habido
demonios más adecuados?
Marika agitó una mano desdeñosa. Es todo en cuanto a preocupación
fraternal.
—Ella era lo suficientemente hermosa para tentar al demonio más exigente
y lo más importante es que compartíamos un vínculo telepático.
—¿Puedes leer su mente?
—Compartimos pensamientos.
Laylah recordó su breve contacto con la mujer que decía ser su madre.
Había asumido había habido un hechizo el que le permitía escuchar la voz de
su madre en su cabeza. La idea de que pudiera compartir una conexión tan
íntima con la mujer que la había dado a luz era extrañamente reconfortante.
También le recordó elevar otra oración para que el vampiro Uriel hubiera
logrado rescatarla.
—Entonces, ¿Cómo me mantuvo oculta de ti?
Marika la miró como si acabara de morder un limón. —Ella no debería
haber sido capaz de hacerlo. Fue el único bloqueo que logró poner entre
nosotras, y ninguna cantidad de tortura pudo obligarla a confesar la verdad.
Frunciendo los labios, no pareció notar el suave jadeo de Laylah ante la
idea de lo que su madre debió haber soportado para mantenerla a salvo.
Maldita sea, había estado tan centrada en el pensamiento que le habían estado
mintiendo y engañando que no había tenido realmente tiempo para apreciar los
sacrificios que se habían hecho para mantenerla a salvo.
Su madre había soportado Dios sabía que horrible tortura. Su madre
adoptiva había renunciado a su propia vida. Incluso Tane estaba dispuesto a
arriesgarlo todo para protegerla. Era su turno para el sacrificio.

260
—Fue muy molesto.
—Obviamente subestimaste el amor de una madre por su hijo, —dijo
Laylah suavemente.
—Una emoción tan humana—, se mofó Marika.
—Y sin embargo, más poderosa que un vampiro y su títere mago. Notable.
—Ella es una idiota obstinada que ha sacrificado su vida sin ninguna
razón.
Laylah levantó sus manos, permitiendo a su poder fluir a través de su
cuerpo. —¿No lo entiendes, verdad?
De repente cautelosa, Marika dio un paso hacia atrás. —¿Entender qué?
—Que una madre hará lo que sea necesario para proteger a sus hijos.
Al mirar hacia arriba, se concentró en las fisuras que corrían a través de las
piedras gruesas. Con la sangre de genio corriendo por sus venas, estaba
íntimamente ligada a la naturaleza. Podía sentir la edad de la piedra, oler las
gotitas de hielo en el aire, y sentir el furioso infierno que se revolvía
profundamente en la tierra. El área entera era un barril de pólvora esperando a
explotar y los numerosos terremotos habían dejado varios de los túneles
peligrosamente inestables.
Lo cual era perfecto para sus necesidades.
Liberando sus poderes, ella saltó hacia atrás, trepando hacia la pequeña
abertura oculta detrás de una estalagmita cuando toda la caverna comenzó a
temblar.
Dándose tardíamente cuenta del peligro, Marika intentó seguir a Laylah,
sólo para ser sorprendida cuando un gran trozo de roca cayó del techo y la
golpeó con un golpe de refilón. Cayendo de rodillas, la sangre corriendo por su
rostro mientras observaba a Laylah empujándose a sí misma a través de la
estrecha abertura.
—No—, gritó, tratando de ponerse de nuevo sobre sus pies, batiendo sus
manos a través del aire.
Laylah sintió un fino corte a través de su pecho, pero ella no permitiría
que su concentración vacilara. Agotaría hasta el último de sus poderes en
ampliar las fisuras, destrozándolas con fuerza suficiente para enviar varias
toneladas de escombros a la caverna.
El impacto del colapso por suerte tiró de ella hacia atrás en lugar de caer
sobre ella la avalancha mortal. Se golpeó la cabeza contra una roca que colgaba
hacia abajo, y se atragantó con la nube de polvo que lleno sus pulmones, pero
fue capaz de arrastrarse lejos del derrumbe. Lo cual era más de lo podía decir
de Marika. O al menos, esa era la esperanza.

261
Una sombría sonrisa tocó sus labios ante el pensamiento de que la perra
viciosa yacía aplastada debajo de la mitad de la montaña. Sería un final
apropiado. Por supuesto, siempre existía la posibilidad menos agradable que la
vampira hubiera sobrevivido a la aglomeración de rocas y que incluso ahora
estuviera arañando su camino libre para destrozarla en una terrible venganza.
El pensamiento fue suficiente para hacerla maldecir al estrecho pasadizo que la
obligaba a pasar sobre sus manos y rodillas. Viajó varios cientos de metros en el
antes de que se cruzara con un túnel más grande que le permitió ponerse de
pie.
Con un suspiro, se enderezó, sólo para tambalearse hacia un lado,
golpeándose la cabeza una vez más. Mierda. No se había dado cuenta de la
cantidad de energía que ella había drenado. Ahora era un esfuerzo poder
mantenerse en pie.
Haciendo caso omiso a su agotamiento, al latido del corte sobre su pecho,
y a las diversas heridas en la cabeza, Laylah forzó sus piernas a sostener su
peso. Y a continuación, un paso lento tras otro, avanzo por el túnel.
Perdió la noción del tiempo. Se sentía como si una eternidad hubiera
pasado desde que ella había huido con Marika pisándole los talones, aunque
sospechaba que había sido menos de media hora. Es curioso cómo el tiempo
parecía arrastrarse cuando ella estaba luchando contra una vampira loca. Por
fin se las arregló para tropezar con su camino de regreso al pasillo original.
Después, de encontrar el lugar que había estado buscando, bajo sobre sus
rodillas, con la cabeza inclinada mientras se esforzaba por sacar hasta la última
de sus fuerzas en su defecto.
Distantemente ella era consciente de los minitemblores que sacudían la
montaña y del fino polvo ondulante a través del aire. No se puede crear un
derrumbe sin repercusiones. Pero, hasta el momento las cámaras superiores no
se habían derrumbado. Lo que significaba que Tane debería estar bien. Siempre
suponiendo que el mago no lo hubiera... No. Ella negó con la cabeza. Tenía que
confiar en que él podía mantenerse a salvo. Por ahora su deber era su hijo.
Frotando los dedos por sus cortos cabellos, Laylah se puso en pie y
enderezó los hombros. Después, levantando la mano, ella cuidadosamente
buscó hasta que encontró el lugar exacto donde había dejado a Maluhia antes
de abrir el velo. Temblando por el esfuerzo, el sudor chorreaba por su cara
mientras ella alcanzo la niebla y envolvió sus brazos alrededor de su bebé. Por
supuesto, sería más seguro simplemente permanecer en el corredor y viajar tan
rápido y lejos de la montaña como fuera posible. Pero, el hecho de que apenas
podía mantener abierta la puerta más pequeña le advirtió que estaba
demasiado cansada para hacer el intento.
Necesitaría horas, si no días, de descanso antes de que pudiera caminar
por las sombras de nuevo. Permitiendo que su capa envolviera al bebe, Laylah
cerró el velo y se volvió para seguir su camino a través de los túneles oscuros.

262
Por el momento, su único pensamiento era encontrar Tane. Y luego acurrucarse
en la esquina más cercana para descansar.
Después de eso...
Cualquier plan difuso que tuviera en el fondo de su mente fue olvidado
cuando olio el inconfundible aroma de hierbas frescas mezcladas con el espeso
polvo en el aire.
El Sylvermyst.
Iba en su dirección a un ritmo rápido. Observo por encima del hombro,
como si esperara que una puerta mágica hubiera aparecido de repente. Lo que
vio en cambio, fue un montón de nada. Ninguna puerta mágica, ninguna ruta
de escape rápido, ningún hada madrina.
Solamente el pasadizo estrecho que conducía a las cuevas que se
desmoronaban abajo. Efectivamente estaba atrapada, ella agarró al bebé
firmemente contra ella y observó al Sylvermyst de largo cabello castaño y
redondos ojos bronce doblando la esquina y dando paso a la vista. Ariyal.
—No te muevas, Genio.
El fey mantuvo su ballesta a su lado, pero él no tenía que agitar su arma
alrededor para hacer su punto. Gritaba peligro en todos los músculos de su
delgado cuerpo y la intención letal grabada en su hermoso rostro.
Laylah trató de tragar el nudo en la garganta. Juzgando por la camiseta
rasgada del Sylvermyst y la sangre que manchaba sus vaqueros, sus últimas
horas habían sido tan divertidas como las de ella, pero a diferencia de ella, él no
se veía como si estuviera funcionando en vacío.
Simplemente su suerte. —¿Qué quieres? —Ella exigió.
Sus labios se torcieron en una parodia de una sonrisa. —Tenemos un
asunto pendiente.
Genial. Ella sacudió la cabeza. —¿Hay algún maldito demonio que no esté
al acecho en esta cueva?
El extraño, bajo la mirada metálica al niño que había escondido debajo de
su capa.
—Usted sostiene el destino del mundo en sus brazos.
—Y es exactamente ahí donde se va a quedar.
Dio un paso hacia adelante. —No, me temo que eso no es posible.
—Detente, —ella apretó. —Es mejor que mantengas tu distancia... —Ella
deliberadamente permitió que la amenaza colgara.
El no parecía particularmente intimidado. Gran sorpresa.
—¿O?

263
—No estoy indefensa.
El dio varios pasos hacia ella. —Ninguno de los dos lo está en su
totalidad...
Saltó hacia atrás cuando ella lanzó un rayo de energía que lo golpeó de
lleno en el pecho. Miró hacia abajo en estado de shock hacia el agujero
chamuscado en su camiseta. —Mierda.
—Te lo advertí —, dijo ella con voz áspera, rezando para que no
sospechara que estaba tan asombrada como él. —La próxima vez no seré tan
agradable. —Por una vez sus rezos parecieron funcionar. O tal vez el fey
simplemente supuso que podría convencerla de que le entregara su bebé.
—Tranquila, hembra. —Levantó una mano, su tono condescendiente. —
No hay razón por la que no podamos hablar de esto de una manera racional.
—Mi nombre es Laylah, no hembra, —le espetó. —Y este es Maluhia.
—Laylah—, él rechino con los dientes apretados. —Esta no es tu batalla.
Dame al niño.
—Te equivocas. Esta si es mi batalla.
—¿Por qué?
Él parecía realmente perplejo por su negativa a dejar de lado Maluhia
como si no fuera más que algo de basura que había encontrado. —Ese bebe no
tiene ninguna conexión contigo. A menos que Marika te mintiera y demandara
que...
—Maluhia se convirtió en mi hijo en el momento en que lo tomé de las
brumas. —ella interrumpió ferozmente.
—Admirable. —Su tono reveló que él no encontraba nada de eso
admirable. —Pero ¿no crees que es auto-indulgente e imperdonable condenar al
mundo al infierno solo porque tú quieres jugar a la mamá con una criatura
nacida del pecado?
Su columna vertebral se puso rígida ante su acusación. Maluhia era un
inocente. Y no había nada autoindulgente en su deseo de protegerlo.
Idiota. —No soy yo la que quiere regresar al Señor Oscuro.
—Yo tampoco, —Las duras palabras llevaron la conversación a un alto.
Ella parpadeó, tratando de entender que nuevo juego él jugaba.
¿Realmente pensó que ella era bastante estúpida para creer que él se había
convertido en el hombre de confianza de su tía, por no mencionar que la habían
perseguido a ella y al bebé por la mitad del mundo, por mierdas y sonrisas?
—No te creo. Tú eres...

264
—El mal, sin duda, es la palabra que buscas, —el suavemente completo su
frase.
Su barbilla inclinada. —Esa es exactamente la palabra que quiero. No es
ningún secreto que los Sylvermyst voluntariamente adoran al Señor Oscuro y
fueron desterrados de este mundo.
—La mayoría fueron desterrados, Laylah, —corrigió él, la ira llameo en sus
hermosos ojos. —Las cosas claras. Algunos de nosotros elegimos convertirnos
en esclavos en lugar seguir al Señor Oscuro.
Ella frunció el ceño ante la sinceridad punzante en su voz. —Sólo porque
no querías ser expulsado.
—Un fey no se pone en manos de Morgana le Fay sólo para evitar el
destierro. —Un antiguo dolor inimaginable retorció sus rasgos. —Confía en mí.
En contra de su voluntad, Laylah se preguntó si él podría estar diciendo la
verdad.
No es que confiara en él. Un hombre como Ariyal siempre tendría su
propia agenda.
Pero, no estaría de más escucharlo.
Después de todo, entre más tiempo pudiera mantenerlo ocupado, mayor
posibilidad de que Tane viniera al rescate.
Y ella no dudó por un momento que su compañero ya estaba a la caza.
—Está bien, jugaré, —dijo. —Si no planeas usar a Maluhia para traer al
Señor Oscuro, entonces ¿qué es lo que piensa hacer con él.
Sacó una gran espada, indecentemente aguda de la vaina que llevaba a la
espalda.
—Tengo la intención de matarlo.

Tane corría con rapidez en silencio a través de los túneles, sólo


lejanamente consciente de la pequeña gárgola que luchaba por mantener el
ritmo.
Su vínculo de apareamiento con Laylah le aseguró que ella estaba viva y
en algún lugar en las cámaras bajas de la montaña, pero sus sentidos de
vampiro le advirtieron que los temblores que sacudían el suelo bajo sus pies
estaban calentando algo realmente catastrófico. Dentro de las próximas horas
toda esta maldita montaña caería.

265
Era hora de empacar y seguir adelante.
Cuanto antes, mejor.
Si pudiera convencer a su obstinada compañera.
Al doblar una curva pronunciada en el túnel, Tane y Levet se detuvieron a
juego, ambos mirando hacia la entrada de una abertura cercana en la pared de
piedra.
—¿Por qué huelo a mujer vampiro? —Levet exhibió una socarrona sonrisa
curvando sus labios. —¿Y Laylah sabe que guardas un alijo secreto?
Tane analizó el aire, una daga apretada en su mano. —No es Marika.
—No. —Levet frunció el ceño. —Pero es familiar.
Era familiar. Las cejas de Tane se apretaron al darse cuenta de por qué.
—Jaelyn.
—Oui. —La gárgola estaba igualmente confusa. —¿Pensé que ella estaba
cazando Sylvermyst?
Tane avanzó con cuidado hacia adelante, mirando el interior de la estrecha
abertura.
—Estaba.
—Entonces, ¿qué ... —Levet se apretó junto a Tane para obtener una visión
de la mujer vampiro que estaba atada y amordazada en el centro del piso de
piedra dura. —Oh. Pervertido, pero me gusta.
Tane resopló cuando Jaelyn fulminó con la mirada a la gárgola con la
promesa de dolor por venir.
—¿Tienes un deseo de muerte, gárgola? —Exigió él.
—Non. —Indiferente al peligro, el pequeño demonio dio una aleto de sus
alas. —Pero tengo varios deseos de cumpleaños si deseas escucharlos. Mi fiesta
se celebrará el próximo mes.
—No puedo pensar en algo que quiera menos.
—Bien. —Levet dio un resoplido herido. —A ver si consigues una
invitación.
Tane negó con la cabeza, regresando su atención a la mujer vampiro.
Podía distinguir los cortes y contusiones que estaban visiblemente en
curación, pero no pudo detectar ninguna herida grave. Lo que significaba que
no había manera que ella pudiera ser mantenida en cautiverio por las simples
correas de cuero.
Algo más estaba pasando.

266
—Quédate aquí y mantén la boca cerrada, —murmuró, dando un paso a
través de la abertura, presionándose contra la pared irregular.
—Hey. Yo salvé tu inútil...
—¿Quieres entrar en una trampa? —Tane silbó.
Levet lo miró malhumorado. —No en particular.
—Entonces deja que me concentre.
—Oui, concéntrate en el contenido de tu corazón.
Permaneciendo contra la pared, Tane atrapó y sostuvo la mirada del otro
vampiro.
—Jaelyn, ¿sabes lo que te pasó? —Esperó a que ella asintiera. —¿Fueron
los Sylvermyst? —Sus ojos brillaron con furia. Bueno, iba a tomar eso como un
sí. —Bastardos, —murmuró, sus labios se torcieron mientras daba un guiño
ferviente en acuerdo. Hizo una pausa, rozando con la mirada alrededor de la
oscuridad. —¿Puedo ir hacia ti? —No se sorprendió cuando ella negó con la
cabeza. —¿Hay un hechizo? —Deliberadamente ella inclinó la cabeza hacia
atrás, mirando hacia arriba. Él se inclinó hacia delante para seguir su mirada, su
estómago se retorció ver la sombra negra flotando cerca del techo. —Mierda.
Levet.
—Oh, ahora me necesitas... eek.
El demonio chilló cuando Tane se estiró para agarrarlo por los cuernos y
lo arrastró hasta la cueva.
—¿Puedes controlar a los espectros?
Levet luchó contra el agarre implacable de Tane, su mirada cautelosa fue
hacia arriba.
—Sólo el mal juguetea con los muertos. Sacrebleu —Se estremeció. —
Espíritus, zombis, vampiros. Deben permanecer en las tumbas a las que
pertenecen.
Tane ignoró el insulto, balanceando a la gárgola hacia los extraños
símbolos rodeando un círculo que había sido quemado en el suelo de roca.
—¿Qué es eso?
Levet continuó retorciéndose, su cola contorsionándose con la agitación.
—Debe ser donde los Sylvermyst lanzaron el hechizo que sostiene al
espíritu.
—¿Qué pasa si se perturba a los símbolos?
—Es posible que se libere al espíritu. No es un pensamiento agradable, —
dijo Levet, con un tono agrio. —O podría devolverlo a los infiernos.

267
Tane se debatió en silencio. Odiaba a los espectros. ¿Cómo matas algo que
ya está técnicamente muerto?
Diablos, ni siquiera se podía dañarlos.
La buena noticia era, que rara vez molestaban a los vampiros. La mala
noticia era que él no sabía absolutamente nada acerca de ellos.
Su mirada se desvió desde el círculo a la sombra dando vueltas arriba. Era
hora de tirar los dados.
—Por lo menos debes mantener a la criatura distraída, —dijo en voz alta.
—Lo más probable es que solo lo hará enojar.
Tane puso a la gárgola en el suelo. —Estamos a punto de averiguarlo.
Levet trepó por la apertura. —Es tu bautismo.
—Funeral. —Tane masculló, agarrando la crispante historia, tirando del
cobarde de nuevo en la cueva. —Es mi funeral.
—Lo que sea. —Levet cruzó los brazos sobre el pecho. —Esperaré aquí.
—Lo que vas a hacer es darme el tiempo suficiente para llegar a Jaelyn y
liberarla. —Tane lo corrigió en tono gélido.
—¿Por qué no juegas tú de señuelo para el fantasma y yo rescato a la
doncella?
—¿Realmente tengo que decir lo obvio? —Preguntó Tane, echando una
mirada significativa sobre la forma atrofiada de tres pies.
Levet lo llamó imbécil en varios idiomas, antes de admitir la derrota.
—Si soy comido por un voraz, espectro carnívoro voy a perseguirte por el
resto de la eternidad.
—Mierda, ni siquiera bromees al respecto. —Tane levantó tres dedos. —A
la cuenta de tres.
Uno a uno bajó sus dedos, luego confiando en que la gárgola
permaneciera hasta el final de la misión de rescate, corrió por el suelo, lanzando
a Jaelyn por encima de su hombro y se dirigía al otro lado de la cueva. Una vez
en la entrada la bajó al suelo y fácilmente cortó las correas de cuero. Ella se
encargó de la mordaza por sí misma, la arrojó a un lado con una maldición
asquerosa.
Hubo un destello de luz y Tane giró la cabeza para ver a Levet usando su
magia para destruir los símbolos.
Un fuerte grito cortó el aire, y Levet cayó al suelo, con los brazos cruzados
sobre la cabeza y la cola entre las piernas cuando la oscura sombra lo señalo
dirigiéndose como flecha directamente hacia él.
—Ayuda, — gritó el demonio. —Tane, se acercó.

268
Haciendo caso omiso de su necesidad de dejar a la molesta gárgola a su
suerte, Tane metió la daga en su vaina y dio un paso hacia el centro de la cueva.
Una hoja, no importa lo afilada, no iba a ayudarlo contra el espíritu.
La sombra continuó hacia abajo, revoloteando sobre las alas de la gárgola
temblando antes de aterrizar justo fuera del círculo destruido. Tane gruñó en
señal de advertencia, pero antes de que pudiera cargar al rescate, la sombra
estaba cambiando y pulsando de manera ominosa.
Él se quedó quieto, con cautela mirando con recelo el extraño fenómeno.
¿La cosa iba a desaparecer? ¿O a atacar?
Resultó que no hizo nada.
En cambio la oscuridad se unió, cambiando de una mancha sin forma a
una diminuta mujer de apenas cuatro pies de altura.
El miedo pinchó través del corazón de Tane ante la imagen familiar de la
pequeña cara, la forma de corazón, con los ojos en forma de almendra que
estaban completamente llenos de color negro y el infantil cuerpo pequeño que
estaba cubierto por una túnica blanca.
Se veía tan similar a Siljar que Tane brevemente pensó que la poderosa
Oráculo lo estaba atormentando.
Un pensamiento horrible.
Entonces se dio cuenta de que los rasgos delicados se redujeron en líneas
más suaves y el pelo largo que flotaba misteriosamente alrededor de sus
hombros era de un dorado pálido en lugar de gris.
La mujer era, obviamente, de la misma especie que Siljar, pero una versión
más joven.
Ah, y muerta.
O por lo menos, él asumió que era un fantasma.
Él no sabía lo suficiente sobre estos particulares demonios para saberlo a
ciencia cierta.
Aún encogido en el suelo, Levet pateó con sus diminutos pies, con la
cabeza metida debajo de sus brazos.
—Aléjalo, —exclamó. —Aléjalo.
—Por el amor de Dios, abre los ojos, —Tane soltó.
—¿Y si me chupa el alma? No seas ridículo.
Tane lanzó un suspiro. —Levet, abre los malditos ojos.
Hubo una larga pausa antes de que la gárgola por fin moviera los brazos
para echarle un vistazo a la pequeña mujer que estaba a su lado.

269
—Oh. —Casi como si estuviera avergonzado, Levet se puso en pie.
Tane sintió un gran revuelo de aire frío cuando Jaelyn se acercó a su lado.
—No le hagas daño, —dijo Levet. —Ella sólo estaba haciendo lo que Ariyal le
ordeno.
La mirada de Levet no se apartó del espectro, su expresión... estupefacta.
—Oh.
La mujer se inclinó hacia la gárgola, que parecía estar tan fascinada como
Levet.
—¿Te conozco? —Su voz era dulcemente musical, pero llena de un poder
sorprendente teniendo en cuenta que era un fantasma.
—Levet, a tu servicio. —La gárgola hizo una reverencia formal. —¿Y tú
eres?
—Yannah. —Con un una risa tintineante la mujer de repente agarró la
cara de Levet entre sus manos y lo besó con una intimidad impactante.
Cuando terminó, las alas de Levet aleteaban y su cola se crispo.
—Yannah, —susurró. —Eres... soy...
Sus palabras tartamudeantes, se detuvieron cuando el fantasma echó hacia
atrás su brazo y antes de que nadie pudiera adivinar sus intenciones ella
fríamente golpeó a la gárgola, mandándolo a volar por el aire para golpear
contra la pared del fondo. Luego, tomándose un momento para agitar una
diminuta mano en dirección de Jaelyn, el fantasma desapareció bruscamente.
Las cejas de Tane se elevaron mientras que Levet peleaba para sacarse a sí
mismo fuera de la pared y se dirigía hacia la abertura con una expresión
sombría.
Hablando acerca de encuentros extraños.
—Levet, ¿a dónde vas?
—Yo soy francés, —el demonio murmuró, sus pasos nunca desaceleraron.
—¿Tu punto?
—Ninguna mujer me besa así y luego desaparece.
Tane no detuvo la salida de la sombría gárgola. Él era suficientemente
honesto para admitir que le debía al molesto demonio una deuda de honor.
Pero eso no significaba que tenía que gustarle.
Además, él no tenía tiempo que perder para rastrear después al idiota.
Cada instinto que poseía gritaba que tenía que llegar a Laylah.
Ahora.
Giró la cabeza, para evaluar su compañera. —¿Estás herida?

270
Jaelyn se encogió de hombros, su mirada bajo para ocultar con eficacia sus
emociones.
—Mi orgullo se ha embrutecido y mi manicura nunca será la misma, pero
por lo demás estoy bien.
Tane estudió el perfil marcado de la hembra, sintiendo que había más que
orgullo herido por debajo de su actitud no-presiones-el-tema. Por suerte, no era
de su incumbencia.
—¿Cómo llegaste hasta aquí? —Pregunto en su lugar.
Ella se dio la vuelta para encontrarse con su mirada escrutadora. —Cogí el
rastro de Ariyal mientras seguía a la mujer vampiro y al mago de Chicago.
Tane parpadeó sorprendido. Habría apostado bastante dinero a que el
bastardo planeo traicionar a la mujer vampiro.
—¿Regresó con Marika?
—No, se había escondido en el bosque cuando los escuchó discutir el viaje
de tu genio a este pequeño pedazo congelado de los cielos.
—Ah. —Eso tenía mucho más sentido.
Ella hizo una mueca. —Intenté detenerlo.
—Ya lo veo. —Los ojos entrecerrados de Tane vagaron por las raspaduras
y moretones en curación, sus manos se apretaron en previsión forjando el
castigo que impartiría sobre la piel del fey Ariyal. —No te preocupes, el
reembolso es una perra.
—No, —Jaelyn negó ferozmente su oferta tácita de matar al Sylvermyst. —
Él...
—¿Qué?
Ella encogió sus hombros. —Podía haberme matado. En su lugar, me hizo
pasar por el portal y me dejó aquí custodiada por ese espíritu.
—¿Custodiada o prisionera?
—Ambos supongo, —murmuró.
¿Jaelyn trataba de excusar el hijo de puta? ¿Cuánto tiempo se necesita para
que te paté el síndrome de Estocolmo?
—Si él te mantuvo viva era porque pensaba que podía utilizarte como
moneda de cambio.
—Los vampiros no negocian.
—¿Tienes una mejor explicación? —Sin rodeos la desafió.
Ella dio un resoplido muy femenino. —En la parte superior de mi cabeza
me imagino que simplemente disfruto torturándome. —Instintivamente cogió

271
la pistola que guardaba enfundada en su cadera, sólo para no encontrar nada.
Ariyal obviamente la había liberado de sus armas. —Bastardo.
Tane negó con la cabeza. —Él está tramando algo.
—Sea lo que sea, él está desesperado por poner sus manos en ese bebé.
Los colmillos de Tane se extendieron completamente y con una velocidad
fluida estaba fuera de la cueva y corriendo a través de los túneles.
—Laylah.

272
Capítulo Veintidós
Traducido por Ophira
Corregido por Arhiel

Tengo la intención de matarlo...


Laylah dio un paso vacilante hacia atrás, su corazón congelado en su
pecho mientras miraba con incredulidad al Sylvermyst.
Esperaba encontrar odio grabado en esa hermosa cara. O furia. O
fanatismo.
En cambio no había nada más que una tranquila determinación que era
más aterradora que cualquier cantidad de discurso enfático y delirio.
— ¿Estás loco?—Dijo ella entre dientes, abrazando a Maluhia contra su
pecho. —No puedes matar a un bebé indefenso.
Sus labios se torcieron. —Pensé que ya habíamos establecido mis
credenciales del mal.
— ¿Por qué?
Señaló con la espada al niño en sus brazos. —Es la semilla del Señor
Oscuro.
Ella negó con la cabeza. —Yo no creo eso. Es inocente.
—Lo que tú creas no importa. Tanto como exista el niño habrá aquellos
decididos a utilizarlo para regresar al Maestro. —Su expresión se endureció. —
No puedo permitir eso.
Un cosquilleo frío rozó la parte posterior de su cuello, pero Laylah no se
atrevió a echar un vistazo alrededor. Un momento de distracción y el Fey podría
haber cortado su cabeza.
Esto no sólo lo convertiría en un día muy malo, sino que el niño sería
dejado a merced de este maníaco manejador de espada.
— ¿Por qué no puedes permitirlo?—Ella cuidadosamente se hizo a un
lado, su espalda sintiéndose excesivamente expuesta a cualquier cosa que se
precipitara hacia ella desde el túnel detrás. Podía esperar que fuera Tane, pero
su suerte no era tan buena. — ¿Los Sylvermyst seguramente gobernarían al lado
del Señor Oscuro si él es resucitado?
—No para aquellos que eligieron la esclavitud en lugar de seguirlo al
exilio.

273
Ella tuvo que admitir que él tenía razón.
El Señor Oscuro no era una especie de deidad que perdonara y olvidara.
En realidad, él era más una clase de tipo de usa cualquier excusa para mutilar y
torturar.
— ¿Crees que serías castigado?—Preguntó ella.
— ¿Castigado?—La risa del Sylvermyst se afiló con una amargura
dolorosa. —Lo más que podríamos esperar es la destrucción total. Lo peor...—él
se estremeció de horror. —Una eternidad de tortura sin fin.
—Vamos a averiguarlo, ¿de acuerdo, traidor?—Una fría voz femenina
arrastró las palabras mientras Marika entraba en la habitación, acompañada por
su frio poder y ohhh sorpresa, sorpresa... Sergei. El dolor de culo personal y
mágico de Laylah.
—Dioses, por qué no te quedas muerta—, murmuró Laylah,
instintivamente presionando contra la pared del fondo del estrecho pasaje
mientras Marika se paseó por delante de ella.
La hembra parecía sorprendentemente saludable teniendo en cuenta que
acababa de tener la mitad de una montaña aterrizando en su cabeza.
Su pelo oscuro era un río perfecto de negro fluyendo por su espalda, su
piel pálida sin mancha por lesión. Pero incluso la poderosa vampiro no pudo
ocultar su ropa rasgada o la suciedad y la sangre que manchaba la fina seda.
Ella había sido gravemente herida. ¿Seguramente no podía estar a pleno
rendimiento?
La vampiro se detuvo cerca del cauteloso Sylvermyst, su mirada burlona
golpeando sobre el cuerpo rígido de Laylah.
—Tu, niña estúpida, mi destino ha sido escrito en las estrellas. Yo no voy a
ser frustrada por una mestiza común. —Su atención regresó a Ariyal, sin duda
consciente de que el Fey planteaba el mayor peligro en este momento. —O para
el caso, por un Fey traicionero que podría haber gobernado el mundo a mi lado.
Ariyal sostuvo su espada en un ángulo, con los pies bien extendidos,
mientras se preparaba para un ataque.
—Yo no me escapé de convertirme en el puto de una perra loca sólo para
poder tomar la posición con otra.—Su mirada se disparó brevemente hacia
Sergei quien estaba bloqueando el túnel en un extremo, mientras Marika
deliberadamente se detuvo para bloquear el otro extremo. —Además, va a estar
un poco lleno a tu lado conmigo, y el Señor de las Tinieblas, y el mago, y quién
sabe qué otro hombre crédulo que hayas logrado engañar con una fe ciega.
Marika siseó entre dientes, sus colmillos alargados demostrando cuán letal
verdaderamente podría ser una mujer despreciada.
—Tú has sellado tu destino, Ariyal.

274
El Fey hizo girar su espada, una sonrisa de anticipación curvando sus
labios.
—Vamos a bailar, vampiro.
—Sergei, lanza el hechizo mientras disfruto de mi cena—, ordenó Marika,
avanzando hacia el Fey con sus manos cerradas en garras.
Laylah se estremeció. En una ocasión había visto a un vampiro rasgar a
través de un edificio de ladrillo con nada más que sus garras. No era un destino
que le desearía a nadie.
Como si sintiera su inesperada llamarada de simpatía, el Fey le envió una
mirada feroz.
—Laylah, lárgate de aquí—, gritó él, blandiendo su enorme espada
mientras Marika atacaba.
Laylah apretó los dientes, volviéndose hacia el mago quien estaba
plantado justo en el medio del túnel.
— ¿De verdad crees que aún estaría aquí si eso fuera una opción?—
Murmuró ella.
Sergei sonrió, dando un paso hacia Laylah con las manos levantadas en un
gesto de paz.
— ¿Quieres irte?—Preguntó. —Pon al niño en el suelo y vete.
Detrás de ella, hubo un ruido espantoso de una cuchilla cortando a través
de carne, luego un gruñido de dolor, seguido por el chasquido de huesos rotos.
Laylah no volvió la cabeza para ver la batalla épica.
¿Qué importaba quién ganaba? Ambos pretendían cosas muy malas para
ella y su bebé.
Su mayor esperanza era que los dos se mataran entre sí.
Además, el mago acercándose era su problema más acuciante en este
momento.
Todos los demás tendrían que ponerse en la cola.
—De acuerdo. —Ella metió al bebé debajo de su capa, como si eso lo
mantendría a salvo. —Y yo, por supuesto, tengo todas las razones para confiar
en ti después de que me secuestraste, me mantuviste cautiva y me torturaste en
varias ocasiones.
Sergei se encogió de hombros. —Fue por negocios.
—El negocio está en abrir un Starbucks, no regresar a un dios del mal para
destruir el mundo.
—No todos serán destruidos. —Sus labios se torcieron con una sonrisa
burlona. —Hay algunos que gobernarán.

275
—Tú no puedes ser tan estúpido.
—Obviamente, que puedo. —Su mirada se precipitó hacia la lucha detrás
de ella, antes de regresar a ella, su rostro pálido con... ¿Qué? ¿Resignación?
¿Pesar? —He hecho mi cama.
Ella frunció el ceño. —No lo hagas, Sergei.
—Te acabo de decir, ya no hay otra opción.
—Voy a tumbar toda esta montaña sobre nuestras cabezas—, advirtió ella.
—Voy a sobrevivir, pero ¿crees que vas a tener tanta suerte?
Él no se molestó en dar un respingo. Tal vez sintió que ella apenas estaba
lo suficientemente fuerte como para permanecer en posición vertical. O tal vez
él solo estaba un poco más allá del miedo. En cualquier caso, era obvio que no
iba a ser detenido.
—Tu compañero ya trato la ruta de la amenaza de muerte. No funcionó
para él tampoco.
Su corazón dio un vuelco. —Tane, está él...
Antes de que ella pudiera terminar la frase, Sergei murmuró una serie de
palabras ásperas y señaló con una mano en su dirección. Laylah intentó girar
para proteger al niño del hechizo, dándose cuenta demasiado tarde de que
estaba destinado a ella.
Un grito fue arrancado de su garganta cuando se estrelló contra la pared.
No del dolor. Se estaba acostumbrando a ser golpeada, aplastada, y lanzada en
todas partes como si fuera una muñeca de trapo. ¿Y qué decía eso de su vida?
No, su grito fue ese de terror puro cuando el bebé fue arrancado de sus
brazos por manos invisibles y se alejó flotando en el aire.
Ella luchaba desesperadamente por liberarse de las ataduras invisibles que
la mantenían pegada a la pared del túnel. Dioses. Esto no podía estar pasando.
Había dedicado tantos años a mantener a Maluhia oculto. ¿Cómo podría ser el
destino tan cruel como para tomarlo de ella ahora?
A lo lejos, era consciente de que Tane corría en dirección a ella, junto con
otro vampiro... ¿Jaelyn? Pero, eso no importaba.
Él no iba a llegar a tiempo para detener a Sergei.
Confirmando su mayor temor, el mago dio un paso adelante, mirando
brevemente hacia Marika, casi como si esperara descubrir que ella había sido
superada por el Sylvermyst.
Sus labios se torcieron mientras la perra vampiro ignoraba sus numerosas
heridas y levantaba al maltratado Fey por la cabeza para lanzarlo por el túnel,
riendo mientras su cuerpo aterrizó en un desordenado montón.

276
No hay necesidad de adivinar quién estaba ganando esa batalla en
particular.
Como si la visión fuera suficiente para incitarlo a la acción, Sergei hizo un
gesto con la mano hacia el bebé todavía flotando en el aire. Laylah maldijo
mientras el escudo que protegía a Maluhia pulsaba y brillaba.
Lo que fuera que él estaba haciendo obviamente estaba perturbando el
hechizo de stasis.
El terror estalló a través de ella, agitando su sangre y el bombeo de un
muy necesario impulso de adrenalina a través de su cuerpo.
Con un esfuerzo feroz presionó contra el poder que la mantenía cautiva.
Con un súbito giro, se las arregló para liberarse y se desplomó en el duro suelo.
Ella maldijo cuando sus rodillas chocaron contra la piedra, pero con un
movimiento estaba levantándose sobre sus pies y dirigiéndose hacia el mago.
Tenía que parar lo que fuera que él estaba haciendo. Tenía que...
Faltando menos de media docena de pasos, Laylah fue llevada a un
doloroso alto cuando una mano esbelta se envolvió alrededor de su cuello y ella
fue lanzada al suelo.
—No seas tonta—, le advirtió a su tía. —Si perturbas el hechizo, el niño
morirá.
Laylah se estiró para agarrar el brazo de Marika, envolviendo sus dedos
alrededor del antebrazo que era engañosamente delicado.
—Preferiría que él estuviera muerto a que fuera utilizado en tus planes
enfermizos—, jadeó ella, el apretón aplastante por lo que era imposible respirar.
—Llegaste demasiado tarde, querida Laylah. —La risa de su tía rozó su
piel con un frío penetrante.
—Por fin voy a tener todo lo que me merezco.
—Oh, tú definitivamente vas a conseguir lo que te mereces.
Laylah cerró los ojos, concentrándose en la sensación de la piel de Marika
bajo su palma. Ella no podía dominar al vampiro, incluso bajo las mejores
circunstancias, pero podía condenadamente bien hacerla arrepentirse de
apretarla como si fuera un tubo vacío de pasta de dientes.
Apretando los dientes, ella liberó el poder que había reunido.
No había esperado grandes explosiones, o un punto ocho en la escala de
Richter. Pero las chispas de electricidad que danzaban por su brazo apenas eran
suficientes para sorprender a un hada de rocío.
Desesperadamente luchaba por sacar a la luz lo último de su fuerza, sólo
para volver con las manos vacías. Estaba drenada. Vacía.

277
Su corazón se quebró, su mirada cambiando a donde el bebé estaba
rodeado por un millar de luces brillantes.
En cualquier momento el hechizo de stasis sería destruido y el niño se
convertiría en un buque desamparado para ser llenado con el espíritu maligno
del Señor Oscuro.
Gritando por la frustración, Laylah clavó las uñas en la carne de Marika.
Esto no podía terminar de esta manera. Ella no lo permitiría.
No lo haría.
Perdida en su sentido enfermizo de fracaso, tomó un momento para
Laylah recoger el olor de piel quemándose.
Desconcertada, miró hacia donde ella aún agarraba el brazo del vampiro.
Mierda. Las débiles chispas eran ahora pequeños y dentados disparos de
relámpagos que se estaban lanzando hacia Marika con resultados devastadores.
Ella frunció el ceño.
¿Qué diablos?
El poder no estaba proviniendo de ella. O al menos...
Laylah tomó aire sorprendida.
Estaba acostumbrada a la oleada de energía proviniendo de lo profundo
de su interior. Era como sus poderes siempre habían trabajado, sin importar
cuán impredecibles.
Ahora, sin embargo, se dio cuenta de que ella estaba filtrando el poder. No
había otro medio para describirlo.
Al igual que un verdadero Genio ella estaba absorbiendo las fuerzas
naturales que la rodeaban. El aire, la tierra, incluso el agua congelada que se
aferraba a las grietas y hendiduras, estaba filtrándose dentro de ella, no
restaurando precisamente sus poderes, sino en su lugar fluyendo de su cuerpo
y creando las sacudidas eléctricas que llenaban el aire.
Ella sacudió la cabeza, sin tener tiempo para reflexionar sobre el giro
inesperado de los acontecimientos.
No era la primera vez que una habilidad repentina había aparecido,
aunque rara vez cuando ella realmente la necesitaba. Ella no iba a mirarle a
caballo regalado el colmillo.
Sin control, Laylah no tuvo más remedio que permitir que el poder
rebosara a través de ella, la intensidad cada vez mayor con cada latido del
corazón.
Los dedos de Marika apretaban su garganta, intentando claramente
romperle el cuello, pero, con una reacción directa a la amenaza, los poderes de

278
Laylah golpearon. La mujer vampiro maldijo, obligada a soltar a Laylah y
retroceder varios pasos.
—Tú no puedes derrotarme—, dijo entre dientes.
Laylah luchó para mantener el equilibrio, conmocionada por la visión de
Marika.
La mano que la mantuvo cautiva estaba ennegrecida y marchita, como si
hubiera estado atrapada en un incendio industrial, mientras que había varias
otras quemaduras esparcidas sobre su cuerpo.
Ella se las había arreglado para hacer mucho más daño del que se había
dado cuenta al principio. Gracias a Dios.
Estaba tan cansada que apenas podía mantenerse en pie. Sólo podía
esperar que sus golpeadas nuevas habilidades fueran suficientes para poner fin
a la perra.
—Estamos a punto de averiguarlo—, murmuró ella.
—Testaruda—, gruñó Marika, sus ojos oscuros ardiendo con odio. —Así
como tu madre.
Su barbilla se levantó. —Me tomaré eso como un cumplido.
Marika cargó hacia adelante, golpeando a Laylah contra la pared del túnel.
— ¿Por qué?—Dijo entre dientes la vampiro. —Ella perdió. La acabé y
ahora voy a acabar contigo.
Sin pensar en las consecuencias, Laylah curvó su mano y golpeó a la
desagradable mujer directamente en la nariz.
Ella no poseía la fuerza de un vampiro, pero hubo un satisfactorio crujido
del cartílago y un chorro de sangre cuando su puño conectó.
Ese era por su madre.
—No, ella no perdió—, dijo entre dientes. —Ella te desafiará con su último
aliento. Del mismo modo que yo lo haré.
Garras afiladas atravesaron la parte superior del pecho de Laylah y
rastrillaron por su estómago, rasgando a través de su carne con una dolorosa
facilidad.
—Continúa provocándome y voy a asegurarme que su último aliento
ocurre más temprano que tarde—, advirtió Marika.
Laylah negó con la cabeza, apretando los dientes para soportar el dolor.
Tane ya le había asegurado que el siervo de Victor estaba en el proceso de
rescatar a su madre. No había ni una maldita cosa que Marika pudiera hacer
para detenerlo.
—Eso lo dudo.

279
—Ya no tengo necesidad de ella. Es... prescindible. —Marika corrió
burlonamente su lengua por el intimidante largo de su colmillo. —A menos que
tú reconozcas la derrota.
Laylah entrecerró los ojos. La vampiro tenía que estar aún más débil de lo
que ella había sospechado primero si estaba tratando de negociar el fin de su
batalla.
Levantando sus manos hacia la cara de su tía, Laylah estuvo
profundamente aliviada cuando la hembra apresuradamente retrocedió de su
contacto.
Podía sentir la sangre chorreando por su cuerpo de sus heridas y sabía que
pronto estaría de rodillas. O peor.
Tendría que golpear rápidamente si pretendía sobrevivir el tiempo
suficiente para rescatar a su bebé.
—Nunca—, juró, avanzando con cautela.
Marika hizo un movimiento cortante con su mano a través del aire,
cortando la frente de Laylah.
Laylah limpió la sangre, reconociendo que la herida no era profunda. Sin
embargo, ¿otro signo de debilidad del vampiro?
— ¿Estás dispuesta a sacrificar a tu madre por este intento desesperado de
salvar al niño?
—Mi madre está, en este momento, siendo rescatada por un vampiro muy
guapo.
Indignación genuina llameó a través de los ojos oscuros. A Marika no le
gustaba la idea de su hermana escapando de sus garras.
—Mientes.
—Bueno, Uriel no puede compararse a Tane, pero ¿qué hombre lo hace?—
Se burló Laylah. —Aún así, él está...
Con un chillido, Marika se lanzó hacia adelante. —Mocosa. Tú
interfiriendo, mestiza mal educada.
— ¿Mal educada?—Laylah se agachó, escapando a duras penas de los
colmillos que saltaron a una mera respiración de su garganta. Ella golpeó sus
manos contra el pecho de Marika, sintiendo la carrera de la corriente eléctrica a
través de ella y quemar la camiseta de seda del vampiro. — ¿Pensaba que
pasaste por una gran cantidad de problemas para criarme?
Marika gritó, una vez más obligada a dar un paso atrás mientras su piel
comenzó a humear. —Cree una abominación.

280
Laylah instintivamente retrocedió, antes de levantar su barbilla en un
gesto de desafío. Ella no daba una mierda por lo que está loca pensara. O
cualquier otra persona. Tane la amaba. Y nada más importaba.
—Tú no creaste nada—, respondió ella, discretamente apoyada contra la
pared del túnel. Marika podría sin duda sentir su debilidad, pero el orgullo le
exigía por lo menos hacer el intento de disimularlo. Además, estaba cansada de
ser golpeada contra las rocas. Tenía una vaga esperanza de que si ya estaba
presionada contra la pared podría evitar una repetición del acto. —Encerrar a
un demonio lujurioso en la misma habitación con una mujer indefensa, en
realidad, no justifica tu complejo de Dios. Pero desde luego, estás desesperada
por usar a otros para que te den el poder que se te ha negado. —Sus labios se
curvaron con disgusto.
—Tú hermana. Sergei. El Señor Oscuro. Patético realmente.
—Cállate.
— ¿Por qué?—Pinchó Laylah. Ella no estaba muy entusiasmada por otra
ronda con la hembra, pero estancarse no era una opción. Tenía que provocar a
la vampiro hacia un ataque temerario antes de tiempo o sería demasiado tarde.
O ella se desmayaría o Sergei completaría su hechizo. — ¿Te duele la verdad?
—Tú...
Evidentemente preparándose para rasgar la garganta de Laylah, Marika se
distrajo cuando Sergei gritó con repentina alarma.
—Marika. Dios mío. —Su voz era apenas reconocible. —Dos.
Obligada por el urgente temor en sus palabras, tanto Marika como Laylah
volvieron hacia donde Sergei estaba de pie, una mano apretada contra su pecho
y la otra apuntando al niño acostado en el suelo a sus pies.
No.
No un niño. Niños.
Al igual que en más de uno.
Laylah hizo un sonido ahogado de incredulidad. Durante años había
tratado al niño como si fuera suyo. Ella lo había sostenido en sus brazos y
dormido con él en su cama.
Por supuesto, el hechizo de stasis le hizo imposible tocar verdaderamente
a Maluhia, pero ella lo había sentido en lo más profundo de su corazón. ¿O no
lo había hecho?
Ella sacudió la cabeza, negándose a creer que esto había sido parte del
hechizo para obligarla a cuidar al niño. El stasis se rompió después de todo, y
todavía podía sentir la conexión con Maluhia. Estaba en cada latido de su
pequeño corazón.

281
Su mirada desconcertada se desplazó sobre los dos bebés durmiendo lado
a lado.
Ambos eran del tamaño de un niño humano de tres meses de edad, y
ambos desnudos para revelar que mientras que uno era varón el otro era, sin
duda, hembra.
El alfa y el omega.
Las palabras de Cassie resonaron en su cabeza mientras el varón, quien
estaba convencida era Maluhia, se volvió como si sintiera que ella estaba cerca.
Tenía un poco de vello rubio en su cabeza y sus ojos azules estaban llenos de
confianza cuando se clavaron en los de ella, una sonrisa curvando sus labios.
La hembra permanecía inmóvil, aunque Laylah podía ver su pecho
moverse al respirar. Sus ojos estaban cerrados y su velloso pelo del mismo tono
que su hermano gemelo, pero ella parecía inconsciente del mundo que la
rodeaba.
Como si todavía estuviera encerrada en el hechizo.
Laylah se sacudió de su niebla de asombro cuando Marika se acercó a los
bebés, un ceño estropeando su frente.
— ¿Qué has hecho?
El mago dio un paso atrás, el desconcierto grabado en su rostro enjuto.
Sí, desconcierto parecía ser la palabra del día.
Al menos ella no era la única en sentirse como una idiota que nunca había
sospechado que había más de un niño.
—Hay dos de ellos—, declaró Sergei lo obvio.
Marika avanzó poco a poco, con la mirada fija en los bebés. — ¿Cómo es
eso posible?
Sergei se encogió de hombros, lamiéndose los labios secos. —No lo sé.
Hay un niño y una niña.
Dándose cuenta tardíamente de que ella estaba perdiendo una
oportunidad perfecta, Laylah maldijo su estupidez y retrocedió. ¿Qué le
pasaba? Los dos estaban completamente obsesionados con los niños. Era ahora
o nunca.
Manteniendo su mirada adiestrada en la vampiro, Laylah se inclinó hacia
abajo, buscando a ciegas la gran espada que Ariyal había estado llevando antes
de ser lanzado por el túnel como un muñeca roto.
Tomó varios tanteos antes de que sus dedos rozaran la empuñadura. Se
tragó su gemido prematuro de alivio. Por el momento Marika estaba distraída.
Lo último que quería Laylah era recordarle a la mujer vampiro que había
dejado asuntos pendientes acechando detrás de ella.

282
Apretando su mano alrededor de la empuñadura con tapas de cuero,
Laylah sopesó la espada levantándola de la tierra, casi cayendo sobre su cara
ante el inesperado peso de la cosa.
Dioses.
Obviamente el tamaño realmente le importaba al Sylvermyst. Cambiando
para sostener la espada con ambas manos, Laylah se enderezó y con un ritmo
lento y constante regresó por el túnel.
Ajena al peligro acercándose, Marika imperiosamente tendió sus manos.
—Recoge a los niños y dámelos.
Sergei obedientemente se agachó, pero Laylah no le dio la oportunidad de
presentar a su amante sus trofeos largamente esperados.
Con lo último de sus fuerzas se las arregló para levantar la espada y con
un movimiento suave ella estaba balanceándola por el aire, golpeando a Marika
en el costado de su cuello.
Ella se preparó para el impacto. No tenía mucha experiencia en decapitar a
los vampiros, pero asumió que tomaría un esfuerzo considerable.
En su lugar la magnífica hoja se deslizó a través del músculo, tendones y
hueso como si fueran mantequilla.
Laylah parpadeó en estado de conmoción cuando la cabeza de Marika
cayó de su cuerpo.
Era... increíble.
En un minuto esta había estado asentada en su cuello, y al siguiente estaba
rodando por el suelo de tierra. Una parte de ella estaba horrorizada.
Antes de ese momento sólo había matado para protegerse a sí misma o a
su hijo. Nunca había sido una decisión premeditada.
Pero una gran parte de ella se estaba ahogando en feroz alivio.
La mujer había arreglado deliberadamente que su propia hermana fuera
violada y torturada con el único propósito de regresar al Señor Oscuro al
mundo. Había cazado a Laylah como si fuera un animal. Y ella había usado a su
mago mascota para tratar de matar a Tane.
Imperdonable.
Dejando caer la espada demasiado pesada, Laylah encontró los ojos
muertos de su tía. —Vete a la mierda perra maldita.
Tane dobló la esquina del túnel, justo a tiempo para presenciar como
Laylah cercenaba la cabeza de Marika.
Él se detuvo en seco, su conmoción siendo reemplazada rápidamente por
puro orgullo.

283
Esa parte machista de él que volvía loca a Laylah podría lamentar no ser el
único que matara al dragón de su compañera, pero maldita sea si no había algo
intensamente emocionante acerca de una mujer que podía ocuparse de los
negocios.
Caminando a su lado, Jaelyn soltó un suave silbido, su mirada sobre el
vampiro desintegrándose rápidamente.
—Será mejor que tengas cuidado, Caronte—, dijo ella arrastrando las
palabras. —Tu compañera no es una mujer para joder.
—No, ella no lo es—, murmuró él en acuerdo, su mano frotando
distraídamente sobre el punto donde estaba su corazón sin latir.
Él todavía se estaba ajustando a la intensidad de sus sentimientos hacia la
pequeña Genio mestiza.
Esto era más que el vínculo de pareja, más que la atracción sexual.
Era un amor que todo lo consumía por la única mujer que completaba su
alma.
Levantando una mano, Jaelyn señaló el túnel. —El Sylvermyst está cerca.
Con un esfuerzo, Tane apartó su atención de su compañera y permitió que
sus sentidos fluyeran a través de la oscuridad congelada, ignorando al mago
que tenía su espalda volteada hacia él. Podía lidiar con las amenazas más
obvias. Por el momento, estaba más interesado en asegurarse que nada
estuviera tratando de arrastrarse sobre ellos.
—Él vive—, concluyó Tane, recogiendo el leve toque de hierbas.
—Bien. —El tipo de sonrisa que hacía que los hombres sabios corrieran
despavoridos curvó los labios de Jaelyn. —Nadie lo mata, excepto yo.
¿Muy personal?
Tane se encogió de hombros. —Siempre y cuando él se mantenga fuera de
mi camino.
Manteniendo una estrecha vigilancia sobre el mago, Tane comenzó a
dirigirse hacia Laylah, su espada preparada cuando Sergei detectó tardíamente
su presencia y se volvió con un pequeño grito de alarma.
Tane se quedó inmóvil, su mirada bajando a los dos bebés desnudos que
se estaban retorciendo en las manos del mago.
— ¿Qué demonios?—Soltó en voz baja.
Jaelyn hizo un sonido de asombro. — ¿Tu pareja tiene toda una colección
de bebés?

284
Crudo miedo estaba grabado en el rostro estrecho de Sergei mientras
apretaba su espalda contra la pared del túnel, colgando a cada uno de los niños
por uno de sus brazos regordetes.
—Quédate atrás o los mataré—, dijo con voz áspera.
—No, no lo harás—, gruñó Tane. —Valen demasiado.
—Soy codicioso, pero no estúpido—, dijo el mago con voz áspera. —En
este momento mi única preocupación es conseguir salir de esta montaña en una
sola pieza.
Laylah se trasladó a su lado, apretando su brazo. —Tane, por favor.
Él se volvió para estudiar su rostro pálido, sin perderse de la tensión que
apretaba su expresión. Estaba tan agotada que apenas podía ponerse de pie y
sin embargo, su única preocupación era por los niños que gemían por el rudo
agarre de Sergei.
La ternura aferró su corazón cuando llegó a rozar un dedo por su mejilla.
—Has estado muy ocupada, mi dulce.
Sus labios se torcieron cuando ella miró hacia el cadáver de Marika que se
había convertido en cenizas.
—Estoy recién emparejada así que pensé que trataría con un poco de
limpieza.
—Un trabajo muy bueno, pero no es justo que tú hagas todo el trabajo. Al
menos yo debería sacar la basura. —Él deliberadamente miró hacia el mago. —
En primer lugar, sin embargo, puedes explicar cómo comenzaste con un niño y
ahora tienes dos.
—Cuando Sergei quitó el hechizo este reveló que eran gemelos—, dijo ella,
claramente tan desconcertada como él.
— ¿Nunca sentiste al otro niño?
—No.
Él negó con la cabeza, un frío instalándose en el fondo de su estómago.
— ¿Por qué estoy pensando que eso no es algo bueno?
—El Alfa y la Omega—, dijo una voz oscura y musical desde la oscuridad.
—Los Gemelos.
Con un rugido de advertencia profundo desde su garganta, Tane se volvió
para observar a Ariyal tropezar a la vista.
Mierda. El Sylvermyst parecía como si hubiera sido pasado a través de
una picadora de carne. Cortesía de Marika, no hay duda. Pero Tane no estaba
engañado. El fey ya había hecho tonto a Tane una vez.
Él no iba a tener una segunda oportunidad.

285
—Espera, Tane—, rogó Laylah.
—Sí, espera—, gruñó Jaelyn, empujándose más allá de ellos para pararse
directamente en frente de su némesis personal. —Te dije que él es mío.
Ariyal esbozó una sonrisa que logró ser incitante a pesar de su destrozada
garganta y los tajos profundos que empañaban un lado de su cara.
—No has ganado el derecho a reclamarme, vampira—, se burló él. —
Aunque voy a estar feliz de darte una probada cuando estemos solos.
—Tú...
Laylah se estaba moviendo antes de que la cazadora pudiera lanzar su
ataque, poniendo en riesgo la vida y la integridad física, agarrando la parte
superior del brazo de la mujer vampiro.
—Jaelyn, primero necesito respuestas.
Jaelyn giró la cabeza para apuñalar a Laylah con una mirada furiosa, sus
ojos brillando y sus colmillos completamente extendidos.
— ¿De él? No puedes confiar en nada de lo que dice.
Ariyal lanzó un beso en su dirección. —Me conoces tan bien, mascota.
—No me llames así—, le espetó ella.
Tane apretó los dientes. El peligro era tan espeso en el aire que él estaba
ahogado en este.
Y no sólo entre Ariyal y Jaelyn. El terror de Sergei manaba a través del
túnel, advirtiendo que estaba en el borde de hacer algo realmente estúpido.
Con gentileza, Tane tiró de su compañera lejos de Jaelyn, no queriéndola
en la línea de fuego. En el mismo movimiento se las arregló para sacarla fuera
de la vista del mago.
Su pequeña Genio podría ser capaz de patear su culo, pero siempre sería
su deber protegerla.
—Laylah, ¿qué es?
Ella se mordió el labio inferior, sus cejas fruncidas. —Cassie llamó a
Maluhia el alfa y el omega. —Volvió la cabeza de regreso hacia Ariyal. — ¿Qué
significa eso?
Tane apuntó su espada robada hacia el Fey en advertencia tácita.
—La verdad, Sylvermyst.
Ariyal hizo una pausa deliberada, como si se asegurara de que Tane
comprendía que él estaba respondiendo porque quería, y no porque él estaba
intimidado.
—Es una profecía—, admitió por fin.

286
—Por supuesto que lo es—, murmuró Tane.
Laylah presionó una mano en su garganta. — ¿Qué dice?
El Sylvermyst cerró los ojos mientras citaba la profecía que obviamente
había memorizado:
—Carne de la carne, sangre de la sangre, vinculada en la oscuridad.
El alfa y el omega serán destruidos y por medio de la niebla reunificados.
Caminos que han sido ocultados serán encontrados,
y el velo se abrirá para los fieles.
Los gemelos se elevarán y el caos regirá por toda la eternidad.

Tane resopló. Mierda. Odiaba las galimatías que vertían los videntes.
—El balbuceo de costumbre—, dijo él con disgusto. — ¿Por qué no pueden
simplemente decir qué demonios va a pasar?
Ariyal estrechó su mirada. —El caos reinando por toda la eternidad parece
bastante sencillo.
— ¿La carne de la carne?—Señaló Tane. —Es un galimatías.
El Fey hizo un gesto de asentimiento hacia el mago, quien continuaba
presionado contra la parte más alejada del túnel.
—El Señor Oscuro creó a los mocosos de su carne.
Laylah maldijo. —Deja de decir eso.
La mirada bronceada giró de nuevo para considerar a Laylah con una
mirada sombría.
—No decirlo no lo hace menos cierto.
—Los niños son inocentes—, insistió Laylah.
—Son envases. Con ellos, el Señor Oscuro será capaz de regresar.
—No. —Laylah negó con la cabeza. —Tú no sabes eso.
—Yo no estoy dispuesto a correr el riesgo.—La desconcertante mirada de
color bronce se movió hacia Tane. — ¿Lo estás tú, vampiro?

287
Capítulo Veintitres
Traducido por Mary79
Corregido por Arhiel

Laylah miró al Fey, deseando que le quedara suficiente fuerza para


romper su perfecta nariz.
¿Qué resolvería? Nada. Pero eso se sentiría malditamente fantástico.
En lugar de eso se extendió abajo para coger la espada que estaba
demasiado cansada para levantar y fingió que no estaba a punto de caerse de
bruces.
—No me mires a mí por apoyo, Fey—, gruñó Tane a su lado. —Intenta
herir a mis niños y cortaré tu jodida cabeza.
Ariyal siseó en frustración. — ¿Sacrificarías el mundo por ellos?
—El mundo ya está condenado si demanda la sangre de inocentes—, dijo
Laylah. —No puedes combatir la maldad con maldad.
— ¿Estás de puñetera broma?—El Sylvermist la escrutó como si le hubiera
crecido una segunda cabeza. —Nadie es tan ingenuo.
Hubo un llanto bajo de uno de los bebés cuando Sergei dio un paso
adelante, el sudor revistiendo su frente a pesar del brutal frío en el aire.
—Si quieres a los mocosos te los daré a ti. —Miró directamente al Fey. —
Una vez que esté fuera de aquí.
Tane columpió la espada en la dirección de Sergei, su gruñido bajo
parando al mago en seco.
—Da un paso más y estás muerto, mago.
Relamiéndose, Sergei miró brevemente hacia el letal vampiro antes de
volver sombríamente su atención de regreso a Ariyal.
—No estoy sin poder. Si te unes conmigo podemos escapar. —Sacudió a
los bebés colgando en sus manos y fue solo la mano de Tane posándose en su
hombro lo que detuvo a Laylah de lanzarse hacia el bastardo. —Una vez que
estemos lejos de aquí puedes hacer lo que demonios quieras con los bebés.
—No podrías—, murmuró Jaelyn, estudiando a Ariyal con una mezcla de
furia y... confusión. Como incapaz de aceptar que el Sylvermist podría dañar
realmente a un niño inocente.

288
Los hermosos rasgos del Fey se tensaron, su mirada rehusando a desviarse
hacia la vampiro hembra.
—Alguien tiene que parar el apocalipsis inminente. Y si esta pandilla de
Scooby-Doo no tiene el estómago para hacer las elecciones duras entonces yo lo
haré por ellos.
—No finjas tener algún motivo altruista para sacrificar niños—, rechinó
Laylah. —Todo lo que te importa es salvar tu propio pellejo sin valor.
— ¿Estás sorda?—El Sylvermist señaló un dedo a los bebés retorciéndose.
—Ellos no son niños, son la prole del Señor Oscuro.
—Tiene razón—, repitió Sergei.
Laylah logró forzar una pequeña piedra caer en su cabeza. —Cállate,
mago.
Sergei siseó, apuñalándola con una mirada furiosa. —Ellos son criaturas
de magia oscura, creados por el mal. —Laylah ignoró la espesa tensión que
cubría el túnel.
Ella no era estúpida. Sabía que los otros sospechaban que sus
abrumadores instintos maternales la cegaban a la verdad de los bebés. Y en
cierto sentido tenían razón.
Ella se negaba a considerar quién o qué había creado a los bebés. O qué se
proponían hacer con ellos. Por lo que a ella concernía, ellos habían nacido en el
momento que ella los había tomado de la niebla.
Pero no era solo esperanza ciega.
Hasta las mismas profundidades de su alma ella creía que los niños eran
inocentes.
Después de todo, ella era una creación del mal.
¿Qué más podías llamar a la brutal violación de una mujer indefensa que
había sido orquestada por su propia hermana?
Ella tenía que creer que era posible salir para siempre de tal maldad.
—No importa cómo fueron creados—, dijo ella, su voz espesa.
Ariyal juró, la fragancia de hierbas tan fuerte que aplastaba cualquier otro
olor. No completamente una mala cosa considerando que Marika había dejado
detrás el hedor de carne quemada. Repugnante.
—No seas tonta. —El Fey señalo con el dedo hacia los bebés.—Ellos están
destinados a abrir el camino al Señor Oscuro y sus acólitos.
— ¿Primos tuyos? —Jaelyn bruscamente se burló.
—Sí. —La furiosa mirada bronce giró hacia el vampiro hembra. —Y
créeme, ellos no tienen mi exquisito encanto.

289
Jaelyn bufó. —Difícil creer que podrían ser peor.
—No tienes la menor idea. —Ariyal se volvió hacia Laylah. —Y no seran
incluso lo peor de lo que se arrastre fuera del infierno.
Ella le creía.
Sinceramente lo hacía.
Cualquiera que fuera su motivo egoísta en querer impedir el regreso del
Señor Oscuro, él no había mentido cuando habló de los horrores que podían
engullir el mundo si el velo entre mundos era arrancado y abierto.
Eso no significaba, sin embargo, que él no era un gran mentiroso gordo
cuando llegó al supuesto destino de sus hermosos niños.
— ¿Dónde oíste esta profecía?—demandó ella entre dientes apretados.
Él ondeó una esbelta mano. —Es enseñado a todo Sylvermist antes de que
dejen la cuna.
—Conveniente. —¿Ariyal pretendía cometer asesinato a causa de un vago
cuento para dormir? Ella sobresalió la barbilla. — ¿Jamás pensaste que quizás
había sido una mentira que fue inventada por el Señor Oscuro?
Él lebanto su propia barbilla. —No podría haber sido.
Tane pasó rozando una confortable mano arriba y abajo de su espalda. —
¿Cómo lo sabes?—desafió al Sylvermist.
Ariyal murmuró palabras en un duro y extraño idioma, mirándoles como
si fueran demasiado estúpidos para soportar.
—Después de que el Señor Oscuro oyera la profecía se dio cuenta de que
finalmente sería desterrado del mundo—, dijo, su tono indicando que estaba
repitiendo algo que debería ser obvio para la criatura más estúpida. Imbécil. —
Todo el mundo sabe que eso lo volvió loco y ordenó que todos los videntes
fueran masacrados.
Tane y Laylah compartieron una breve mirada. Era del dominio público
que el Señor Oscuro había ordenado que los verdaderos videntes fueran
destruidos. Aún así, Laylah nunca había oído que fuera porque él se hubiera
enterado de una predicción que no le gustaba.
Frunciendo el ceño, Tane rápidamente llegó a la misma conclusión. —Él lo
podría haber tergiversado para asegurarse de que tú permanecías fiel incluso
durante su destierro. —Continuó acariciando la espalda de Laylah, su toque
constante manteniendo su volátil temperamento bajo control. Una buena cosa
considerando que ella estaba demasiado débil para hacer nada más que
conseguir ser asesinada. —Mientras que hubiera esperanza de que él volviera
finalmente a este mundo, podía estar seguro que tú continuarías buscando
maneras para abrir el velo.

290
El calor de la ira de Ariyal se arremolinó alrededor de ellos, sólo para ser
rápidamente contrarrestada por la ráfaga de poder glacial de Tane. La
combinación hizo moverse el suelo debajo de ellos. Laylah hizo una mueca. La
montaña estaba lo suficientemente inestable sin añadir la tensión de dos
demonios alfas flexionando sus músculos.
—La profecía no ha sido alterada por el Señor Oscuro ni por nadie más—,
dijo el Sylvermist entre dientes apretados.
Laylah sacudió la cabeza a su terca negativa para aceptar que podría estar
equivocado. — ¿Cómo puedes estar tan seguro?
—Porque vino de los labios de un Oráculo.
Tane se puso rígido a su lado. — ¿Qué Oráculo?
—Siljar.
—Mierda. —La mano de Tane agarró el hombro de Laylah y ella se volvió
para estudiar su expresión sombría. — ¿Ella es una vidente?
Ariyal asintió lentamente, leyendo fácilmente la conmoción de Tane. —
Los rumores son que ella fue la única profetizando y que cuando pronunció las
palabras desató tal furia en el mundo que civilizaciones enteras se desplomaron
en polvo.
Tane resopló, su mano se separó de Laylah para frotar el tatuaje
estropeando la piel de su pecho.
—Sí, ella tiene una manera de hacer su punto—, murmuró él.
Laylah le envió un ceño fruncido de asombro. — ¿Fue ella la que...?
—Lo fue.
—Maldita sea. —Ariyal se movió adelante hasta que la silenciosa Jaelyn
dio un paso directamente en su camino. Con un siseo de frustración, apuñaló a
Laylah con un feroz fruncimiento de ceño. —Entonces entiendes que esto no es
una broma. Puedes salvar el mundo o destruirlo. —Sus manos se apretaron en
puños a su lado. —Tu elección.
—No. —Laylah ni siquiera dudó. —No hay elección.
El Sylvermist volvió su ceño fruncido hacia Tane. — ¿No puedes controlar
a tu hembra? —Las palabras apenas dejaron sus labios antes de ser sacudido en
respuesta al enfurecido rayo de electricidad de Laylah. —Mierda.
Tane sonrió burlonamente con placer. — ¿Lo quieres intentar?
Laylah ignoró el juego escénico secundario, así como ignoró la bola de
temor en el hueco de su estómago.
Bien, la profecía no había sido maquinada por el Señor Oscuro, pero eso
no quería decir que tuviera algo que ver con los niños.

291
Maldita sea. Ella había sostenido a Maluhia en sus brazos durante años.
Sabría si era malo.
¿Así como había sabido que había un segundo niño? Una despiadada voz
susurró en la parte de atrás de su mente. Un bebe que ella todavía no podía sentir a
pesar de estar a solo unos pasos aparte.
Con una sacudida de cabeza desechó las preocupantes sospechas.
—Estás tomando una oscura profecía y retorciéndola para ajustarse a tu
propósito—, acusó ella. —Las palabras podrían significar algo. O nada.
—Estás siendo intencionadamente ciega, y lo sabes.
—Dirás cualquier cosa para conseguir lo que quieres.
—No necesito tu ayuda para conseguir lo que quiero, Genio. —Por alguna
razón la atención del Sylvermist se volvió hacia el vampiro hembra. —Puedo
tomar cuidado de eso completamente por mi cuenta.
Jaelyn gruñó bajo en su garganta. —¡Vamos!
Laylah alzó las cejas. Extraño. Pero entonces, ¿qué no era extraño acerca
del encuentro entero?
Como para añadir más confusión, Sergei dio un cauteloso paso adelante.
—Maldita sea, ¿por qué discutes con ellos?—dijo con voz áspera. —
Vámonos.
La expresión de Ariyal se endureció, sus ojos permaneciendo enfocados en
la hembra que bloqueaba su camino.
—Quédate a un lado—, ordenó él.
Jaelyn cruzó los brazos sobre el pecho. —No.
—Jaelyn—, Tane advirtió suavemente, señalando un dedo de advertencia
hacia el mago que estaba entonando por debajo de su aliento.
Laylah agarró el brazo de Tane cuando sintió el meneo de la magia negra
en el aire.
—Tane, por favor—, imploró ella. —No podemos dejarle escapar.
Su compañero levantó la espada, su hermoso rostro determinado en líneas
letales.
—No lo hará.
Ariyal se hizo a un lado hacia Sergei, su brazo mantenido fuera mientras
apretaba y aflojaba la mano.
Laylah se preparó, asumiendo que él estaba conjurando un hechizo. Lo
cual solo probaba que era verdad toda esa cosa de -dar todo por sentado nos
conduce a hacer el ridículo a ti y a mí-.

292
En lugar de eso, un esbelto arco de madera de fresno apareció en su mano,
completado con una flecha de madera que apostaría su último céntimo sería
mágicamente reemplazado en el momento que fuera disparada.
Fantástica artimaña.
Y una que él fue rápido para usar en su ventaja.
Con un suave movimiento el bastardo tenía su arma apuntada a Tane.
—Quédate atrás—, advirtió él, su mirada estrechándose mientras Laylah
daba un paso delante de su compañero.
Una flecha de madera dolería como una perra, pero no sería fatal. Al
menos no para ella.
—Laylah, ten cuidado—, murmuró Tane.
—Él no se marcha con mis bebés.
—Estoy de acuerdo, pero no le provoquemos en algo estúpido.
Ella disparó una mirada frustrada sobre su hombro, encontrando la
mirada decidida de Tane.
—Si lleva a los bebés a través de un portal nunca le cogeremos.
—Él no va a ninguna parte—, le aseguró Tane.
—Sanguijuela arrogante—, Ariyal se burló y Laylah se volvió a tiempo
para verle intentar alcanzar al mago.
Su corazón llegó a una angustiosa parada, pero antes de que él pudiera
crear un portal hubo una explosión de poder helado y Jaelyn se estrellaba
contra el Sylvermist a toda velocidad.
Aunque Tane obviamente había estado esperando el ataque, Laylah fue
cogida desprevenida. Desafortunado desde que el maldito mago eligió ese
momento para lanzar un hechizo en su dirección.
Un grito fue arrancado de su garganta mientras Tane la agarró de los
brazos y la empujó al lado, salvándola y tomando el choque total del hechizo.
Ella maldijo, sus rodillas haciendo doloroso contacto con el duro suelo.
Rápidamente corrió a ponerse en pie, su corazón en la garganta cuando cogió
un vislumbre de Tane volando por el aire para aterrizar con una fuerza
matraquea-huesos contra el lateral del túnel.
Murmurando su opinión de los vampiros que siempre tenían que jugar al
héroe, Laylah se movió torpemente a donde él se apoyaba pesadamente contra
la pared.
Distraídamente ella era consciente de la batalla de Jaelyn con el Sylvermist
y el mago intentando bordear hacia el escape, pero Laylah no podía concentrase
en nada excepto su compañero herido. — ¿Cómo de grave estás herido?

293
Él cogió su mano que estaba examinando rápidamente por su pecho en
busca de heridas, levantándola a sus labios.
—Nada que no sanará—, le aseguró, su voz poblada de dolor.
Ella dio la vuelta a su mano, presionando el interior de la muñeca contra
sus labios.
—Bebe—, ordenó.
Él siseó, su cabeza alzándose bruscamente. —No hay tiempo, mi dulce.
— ¿Qué haces...?
Sus palabras terminaron abruptamente cuando atrapó el aroma de
hierbas. No de Ariyal, de otro Sylvermist. Y cerca.
Ella extendió la mano para tirar de la pistola del bolsillo de Tane,
sintiendo que Jaelyn y Ariyal habían llevado un repentino fin a su batalla
cuando también atraparon el aroma del intruso cercano.
Levantando el arma, apuntó al alto Sylvermist, con el cabello cobre que dio
un paso a la vista, rezando que Tane la hubiera cargado con balas de plata.
—Tearloch—, gruñó Ariyal, la conmoción en su voz era genuina. —Pensé
que te marchaste.
El Fey se movió con gracia fluida para envolver un brazo alrededor del
cuello de Sergei, presionando una daga en la sien del mago.
—He regresado para corregir los errores del pasado—, dijo el Sylvermist,
su voz dura y su mirada trabada en Ariyal. —Fuimos conducidos por el mal
camino por los que perdieron la fe, pero hemos pagado nuestra deuda y no es
demasiado tarde para volver al rebaño. Ven conmigo, hermano y liberaremos a
nuestro pariente.
Las cejas de Laylah encajaron juntas.
Tearloch sonaba como un mal actor de película de clasificación B, pero ella
no era lo suficiente estúpida para desestimarle. Había una chispa fanática en
sus ojos de plata esterlina y una salvaje expresión en su delgado rostro.
—Tú no vas a ninguna parte—, ella informó al Fey, dando una ondulación
a su arma por si acaso se había perdido ver que la apuntaba a su cabeza.
Al mismo tiempo Ariyal dio un paso adelante, su rostro una máscara de
autoridad arrogante.
—No hay que borrar el pasado, Tearloch. Si liberas al Señor Oscuro nos
destruirá a todos.
El Fey más joven sacudió la cabeza, obviamente perdido en sus peligrosas
falsas ilusiones.
—Nosotros seremos sus salvadores—, exhaló.

294
—No. —La voz de Ariyal poseía la autoridad de un líder natural. —No
seremos nada más que traidores que aplastar debajo de su talón. El Señor
Oscuro nunca perdona ni olvida.
Tearloch vaciló brevemente, sus ojos metálicos cambiando de Ariyal a los
otros reunidos en el túnel. Entonces, con una brusca sacudida de la cabeza,
estaba arrastrando al mago aterrorizado por el túnel.
El corazón de Laylah se oprimió con terror cuando tardíamente vislumbró
el trémulo portal que el Fey había creado ya. Mierda. Unos pocos pasos más y él
desaparecería con Sergei y los bebés.
—No sabes nada—, el Sylvermist acusaba a Ariyal, su aroma de hierbas
bordeado con la podrida mancha de la locura. —El Maestro ha susurrado la
verdad en mi corazón.
—La única verdad estamos condenados a una muerte lenta y dolorosa si el
velo es abierto alguna vez—, dijo Ariyal con una certeza cruel.
El Fey dio otro tirón al mago, un paso más cerca del portal.
—Entonces ese será nuestro destino.
Sergei dio un pequeño gemido, su rostro de un blanco pálido. —Que
alguien haga algo.
Ariyal levantó su arco, apuntando la flecha a su semejante Sylvermist.
—Con placer.
—Estúpido, mago—, siseó Tearloch, presionando la daga lo
suficientemente profundo para sacar sangre. —Tu única esperanza para salir de
esta montaña soy yo.
La comprensión golpeó a Sergei al mismo tiempo que Ariyal lanzó la
flecha. El mago chilló, entonces murmurando un rápido hechizo, logró golpear
la veloz flecha a un lado en el último momento.
Laylah rechinó los dientes. Maldita sea. Se sentía como si estuviera en una
comedia Francesa. Sólo sin el humor.
Manteniendo su arma enfocada en el Sylvermist, siguió las huellas de su
forcejeo para tirar de Sergei hacia el portal, pero no tiró del gatillo. Era una
tiradora excelente, pero no era perfecta. ¿Qué si acertaba a uno de los bebés?
Afortunadamente, Tane no tenía que vacilar.
Con un espeluznante gruñido, él se lanzó adelante, su espada cortando a
través del aire y sus labios arqueados atrás para revelar sus sólidos colmillos.
Tearloch siseó de miedo cuando miró al muy grande y muy cabreado
vampiro a toda velocidad hacia él, pero una vez más Sergei estaba
murmurando palabras frenéticas de poder.

295
Tane casi había logrado alcanzarlos cuando chocó con una pared invisible.
Con un gruñido de dolor, rebotó hacia atrás, la espada volando de su mano.
—Tane. —Laylah instintivamente dio un paso adelante, solo para parar
cuando el mago sostuvo a los bebés en alto sobre su cabeza.
—No. —Su voz era desapacible con temor mientras el Fey continuaba para
arrastrarle hacia el portal. —Quédate atrás o los mataré.
—Maldita sea—, Ariyal gritó desde detrás de ella. —Párale. —Ajá, tenía
que ser hecho.
Su mirada se trabó con la del mago y el tiempo pareció detenerse.
Periféricamente era consciente de Ariyal moviéndose adelante con la
ardiente Jaelyn sobre sus talones. De Tane golpeando ruidosamente contra las
barreras invisibles. Y lo más importante, de Tearloch dando un paso a través
del portal, tirando de Sergei en su estela.
Pero su concentración estaba centrada en Sergei y los bebés que gritaban
en sus manos. El miedo se estrelló contra ella, haciendo imposible respirar.
Tenía que actuar. Y tenía que actuar ahora.
Enviando arriba una oración, Laylah cuadró los hombros y tiró del gatillo,
apuntando directamente al centro del pecho de Sergei.
Bam.
El sonido del disparo fue ensordecedor cuando resonó por los vastos
túneles, haciendo a sus oídos timbrar y una ducha de diminutas piedras
aterrizaron en su cabeza. Santa mierda. Nunca había disparado un arma en tan
restringido espacio. No era una experiencia que pretendía repetir.
Lo peor, Sergei logró lanzarse a un lado, evitando un disparo directo al
corazón.
Bastardo.
Por supuesto, en el nanosegundo que tuvo para moverse, no pudo evitar
por completo el veloz proyectil. Y por lo menos había logrado penetrar la
barrera invisible.
Él gritó con dolor cuando la bala desgarró por la carne de su hombro,
rompiendo sus músculos y forzándole a dejar caer a uno de los bebés. El
corazón de Laylah se alojó en su garganta, pero los chillidos del niño le
aseguraron que todavía estaba vivo.
Sombríamente ella apuntó otra vez, apretando el gatillo justamente
cuando el mago desapareció en el brillante remolino. Hubo un desagradable
cambio en la presión atmosférica cuando el portal estalló cerrado, y la barrera
mágica que el mago había conjurado desapareció.

296
Maldiciendo, Laylah gateó adelante para sacar al bebé del duro suelo,
sosteniendo al niño en su pecho mientras Tane rápidamente se unía a ella,
envolviendo un protector brazo alrededor de ambos.
— ¿Está herido?—Tane habló con voz áspera, su mano grande acariciando
con asombroso cuidado sobre la diminuta cabeza del bebé.
Laylah corrió una mirada frenética sobre el delicado cuerpo, respingando
ante las pequeñas abrasiones y numerosas magulladuras que florecían en su
pálida piel blanca. Pero no podía detectar heridas graves y mientras el niño se
acurrucó en sus brazos, las lágrimas lentamente pararon para ser reemplazadas
por una sonrisa que literalmente fundió su corazón.
Maluhia.
Su hijo.
Ella lo sabía con una certeza que nada podría cambiar.
Solo por un momento saboreó el sentimiento de su cálido peso y dulce
olor que había sido disfrazado por el hechizo stasis. Este era el bebé que ella
siempre había percibido, pero ahora podía sentirlo físicamente. El ritmo
constante de su corazón, la suave y satinada piel, el suave cabello en su cabeza.
Completándola.
No que estuviera a punto de olvidar a la gemela de Maluhia, ella
fieramente se prometió. De algún modo, de alguna manera iban a localizarla.
Como leyendo su mente, Tane le dio un gentil apretón. —Al mago no se le
permitirá escapar.
—Ya lo hizo, genio—, Ariyal estalló de ira. —Y es completamente tu culpa.
—Vigila tu lengua, Sylvermist, o la arrancaré.
Laylah colocó una mano refrenando en el brazo de Tane. No que diera una
mierda si arrancaba la lengua del Sylvermist. Pero por ahora lo más importante
era poner a Maluhia a salvo.
—Tane, tenemos que salir de aquí.
Él volvió su atención al niño en sus brazos. —Sí, tienes razón.
Ella hizo una mueca. —No tengo la fuerza para entrar en las nieblas.
Vamos a tener que caminar.
Una sonrisa cansada curvó sus labios cuando él se inclinó hacia abajo para
besar la punta de su nariz.
—Styx prometió que enviaría nuestra localización al jefe del clan local por
si necesitarbamos un helicóptero. Debería estar esperando cerca.
Ella de buena gana se apoyó contra su fuerza, rozando sus labios sobre la
parte superior de la cabeza de Maluhia.

297
—Entonces vamos a casa.
—Casa—, repitió él suavemente, su expresión notablemente tierna. Nadie
reconocería al terrorífico Caronte en este momento. Entonces, levantando la
cabeza, el letal predador volvió mientras estudiaba la posición del Sylvermist
con orgullosa dignidad por el túnel, la vampiro hembra dio un paso detrás de
él. —Pero primero tenemos algunos asuntos inacabados.
—No. —Jaelyn dio un paso al lado del Fey, logrando parecer
perdidamente hermosa a pesar de su cara manchada, su ropa rasgada y las
débiles magulladuras. Laylah exhaló un suspiro. Tenía que ser cosa de vampiro.
—Es mi deber.
Tane se encogió de hombros. —Conseguirás tu recompensa, cazadora.
Pero solo después de que lo haya interrogado. Su... —Una sonrisa burlona
curvó sus labios. —Clan obviamente se ha vuelto contra él y decidido que
quieren el regreso del Señor Oscuro. Deben ser contenidos antes de que puedan
hacer más daño.
Jaelyn parecía lejos de estar satisfecha. De hecho, parecía categóricamente
fastidiada.
—El Sylvermist me pertenece.
—Dices las cosas más encantadoras, vampiro—, se burló Ariyal, sus ojos
resplandeciendo con un repentino arranque de poder cuando extendió una
mano para sujetar alrededor del brazo de Jaelyn.
El vampiro hembra siseó furiosa, pero antes de que cualquiera de ellos
pudiera reaccionar, el Sylvermist había formado un portal y con un suave
movimiento desapareció en el brillante vacío, introduciendo a Jaelyn con él.
Y como si tal cosa, ambos se habían ido.
Tane y Laylah intercambiaron miradas consternadas.
—Dioses—, respiró Laylah. —No sabía que era posible para un Fey creara
un portal tan rápidamente.
El músculo en la mandíbula de Tane se anudó, su cuerpo zumbando con
una furia frustrada.
—Ariyal no es un Fey común—, mordió fuera, sus palabras claramente no
eran un cumplido. —Maldición. Es la segunda vez que he permitido a mi
guardia cometer un desliz y la segunda vez que Jaelyn ha sido forzada a pagar
por mi estupidez.
Ella colocó una mano consoladora en su mejilla. —No había nada que
pudieras haber hecho.
Sus labios se separaron para discutir. Los machos alfa siempre estaban
ansiosos por asumir la culpa cuando fallaban en proteger a otro. Pero antes de
poder asegurarle que él debería haber hecho algo ridículamente imposible y

298
heroico, el bebé en sus brazos se revolvió, su llanto lastimero advirtiendo que
tenía frío y sin duda hambre.
—Tane, no podemos rescatar a Jaelyn sin ayuda. Y no podemos olvidar
que Sergei todavía tiene al otro bebe—, indicó suavemente. —Cuanto más
rápido podamos conseguir informar para empezar a buscar mucho mejor para
todos.
Su mandíbula permaneció apretada, pero finalmente dio un asentimiento
de mala gana.
—Tienes razón. —Brevemente colocó la mejilla en la parte superior de su
cabeza, su brazo metiéndola y al bebé cerca de su pecho. —Es hora de llamar a
la caballería.
Ella se acurrucó más cerca. —Vamos a casa.

299
Capítulo Veinticuatro
Traducido por Arhiel
Corregido por Arhiel

Dos semanas después


Al final resultó que, no se fueron a casa. En su lugar Styx los invitó a
unirse a él y a Darcy en su guarida.
Bueno, invitados no era exactamente la palabra que ella usaría. Fue más
bien un educado pueden-estar-aquí-por-su-propia-voluntad-o-yo-los-lanzo-a-
un-calabozo, estamos de acuerdo. Comprensible, por supuesto.
No sólo su hijo era la supuesta creación del Señor Oscuro, sino que
también la mitad del mundo de los demonios tenía la esperanza de poner sus
manos codiciosas sobre él.
Y en verdad, no le importaba.
Por mucho que le encantaría tener una guarida aislada, privada con sólo
Tane y Maluhia como compañía, había encontrado consuelo en estar rodeada
por la extraña colección vampiros y sus parejas que llenaban la elegante
mansión.
Ella había estado aislada durante toda su vida. Ahora tenía una pareja, un
hijo, y un sin número de amigos que llenaban su corazón de alegría.
Era más de lo que nunca soñó posible.
Tumbada en la cama que era tan grande como un campo de fútbol, Laylah
se estiró al sentir a Tane entrar en las habitaciones privadas que se encontraban
enclavadas en las profundidades de la finca.
La había dejado casi una hora antes para reunirse con Styx y varios de sus
hermanos en una asamblea privada que Laylah estaba feliz de saltarse.
Hasta el momento no había habido ningún rastro para encontrar a Jaelyn y
al Sylvermyst. O de Sergei. Peor aún, los esfuerzos por descubrir cómo el niño
perdido podría ser utilizado para abrir el velo entre los mundos se habían
vuelto en absoluta nada.
Lo que hizo que un clan de vampiros estuviera de muy mal humor.
Estar en una habitación encerrada durante horas y horas con los guerreros
frustrados era suficiente para darle un dolor de cabeza.

300
Arrastrándose hasta apoyarse en la cabecera tallada, Laylah sonrió al oír a
Tane abrir la puerta contigua para comprobar al bebé.
Ella no se había sorprendido al descubrir que Tane era un padre devoto,
excesivamente protector. Era una de las muchas razones por la que lo amaba
con tal ferocidad.
Pero había estado sorprendida por la reacción de las diversas criaturas que
eran visitantes constantes a la guarida del Anasso.
Tal vez no debería haberlo estado. Después de todo, los bebés eran raros
entre los demonios, sobre todo para los Weres purasangre. E inexistente para los
vampiros.
Maluhia era un regalo inesperado.
Aún así, nada podría haberla preparado para la visión de enormes
guerreros vestidos de cuero que acunaban al bebé con un exquisito cuidado.
O el zumbido de entusiasmo entre Darcy y sus amigas cuando Laylah
llevo a Maluhia a las salas públicas.
Iba a ser demasiado mimado si no se cuidaba.
Una sonrisa se dibujó en sus labios cuando la puerta se abrió y Tane cruzó
la habitación decorada en tonos de verde y crema con muebles pesados de la
época colonial temprana.
Como siempre la visión de él hizo que su corazón se agitara y las palmas
de sus manos sudaran.
Mmmm. Estaba delicioso.
Saboreando la vista de su amplio pecho desnudo y los pantalones cortos
color caqui que cabalgaban bajo sus esbeltas caderas, Laylah estaba casi
ronroneando en el momento en que él subió a la cama con ella y la tiró a sus
brazos.
Ella nunca, nunca tendría suficiente de su hermoso compañero.
— ¿Maluhia? —preguntó mientras él acariciaba su sien.
—Duerme como un bebé—, le aseguró. —Lo que es una maravilla. El
pobre se la ha pasado por ahí como un balón de fútbol en la Copa del Mundo.
Ella se rió ante su tono disgustado, plantando un beso en su pecho.
—Estás enojado porque no has conseguido sostenerlo en las últimas
noches.
—Él es mi hijo.
—Y tú eres un padre maravilloso, pero hemos descubierto que un bebé es
un tesoro amado por los vampiros.

301
Ella inclino la cabeza hacia atrás para mirarlo a los ojos miel. —Además,
Maluhia es encantador. ¿Quién podría resistirse a la tentación de abrazarlo?
—Él necesita descansar.
—No te preocupes, una vez que estemos en nuestra propia guarida
tendremos Maluhia solo para nosotros.
—Nuestra guarida. —Su expresión se suavizó, el calor de sus emociones
fluyo a través de ella como el mejor champagne.
—Me gusta el sonido de eso.
—A mi también. —Ella arrugó la nariz. —Por desgracia...
Él se abalanzó para reclamar un beso breve y que todo lo consume. —Lo
sé, pero por mucho que me cueste admitirlo, Styx está en lo correcto. Mientras
haya quienes crean que Maluhia es la clave para abrir la prisión del Señor
Oscuro lo debemos proteger, y hay pocos lugares más seguros que la guarida
del Anasso.
—Además de que quiere asegurarse que Maluhia no es una amenaza—,
ella no pudo resistirse a añadir.
Tane resopló. —En el principio si, ahora sospecho que sólo quiere una
excusa para hacerse con él.
La breve llamarada de molestia de Laylah rápidamente se desvaneció. Ella
no había estado feliz cuando habían llegado a Chicago, sabiendo que los
vampiros sospechaban que Maluhia era una especie de caballo de Troya.
Pero no le había tomado mucho tiempo a su hijo derretir los corazones de
hasta los demonios más sospechosos.
La última vez que había visto a Styx tenía a Maluhia escondido en un
brazo y estaba señalando las distintas constelaciones mientras paseaban por el
jardín de rosas.
Ella sonrió. —Tengo que admitir que es un espectáculo increíble.
Sus ojos se oscurecieron cuando él tomó su rostro entre sus manos, su
pulgar rozando su labio inferior.
—No es tan impresionante como tú.
El calor rápidamente se precipitó a través de ella. Por supuesto, sólo el
pensamiento de Tane era suficiente para ponerla caliente y sudorosa. Pero antes
de que ella le permitiera que la distrajera correctamente, apretó una mano en su
pecho.
— ¿Hay alguna noticia de Jaelyn o Ariyal? —preguntó.
—Ninguna. —Sus cejas se unieron con preocupación. —Ellos simplemente
han desaparecido.

302
— ¿Qué hay de los otros Sylvermyst?
—Styx ha enviado a sus cuervos, pero no han tenido suerte.
Laylah negó con la cabeza. —No pueden simplemente haber
desaparecido.
—Y, sin embargo, eso es exactamente lo que han hecho. —Su frustración
era palpable. E hizo eco en Laylah.
Ella había estado tan segura de que sería un asunto fácil para los vampiros
cazar a Ariyal. Era un mundo sorprendentemente pequeño y no había muchos
lugares para esconderse.
— ¿Y Sergei? —Presionó, aun sabiendo la respuesta.
Tane sabía que ella estaba desesperada por saber el destino de la niña. Él
se lo diría en el momento que descubriera alguna pista de su paradero.
—Nada—, confirmó.
El dolor apretó su corazón. Además de una buena dosis de culpabilidad.
Ella había revivido esos últimos momentos en la montaña un centenar de
veces, tratando de tranquilizarse a sí misma que había hecho todo lo posible
para rescatar a los dos bebés y nunca se convencía lo suficiente.
No iba a estar en paz hasta que reuniera a los gemelos.
—Ese pobre bebe—, suspiró ella.
—Laylah, no. —Tane murmuró, rozando un beso reconfortante sobre su
frente fruncida.
—Por ahora no hay nada que podamos hacer, sino proteger a Maluhia y
confiar que Jaelyn eventualmente enviara noticias sobre su paradero. Una vez
que tengamos a Ariyal bajo custodia deberíamos ser capaces de localizar a sus
parientes desaparecidos.
Laylah suspiró. Eran muchos síes.
Si Jaelyn todavía estaba con Ariyal. Si el Sylvermyst podría verse obligado
a revelar la ubicación de sus compañeros Fey. Si Sergei estaba todavía con el
enloquecido Tearloch. Si al bebé todavía estaba...
Ella sombríamente forzó lejos la preocupación que la roía. Tane tenía
razón. Por el momento no había nada que pudieran hacer. En lugar de eso
volvió sus pensamientos a la sospecha de que había estado mordisqueando el
borde de su mente.
—Era sólo yo, o ¿había una sensación extraña entre Jaelyn y Ariyal?
Tane hizo una mueca. —Ese hijo de puta podría dar a cualquiera una
sensación extraña.
—Lo digo en serio.

303
Él se encogió de hombros, su expresión revelaba su opinión sobre el
guapo, Sylvermyst demasiado arrogante. —Jaelyn es un cazador.
Laylah levantó las cejas. — ¿Qué significa eso?
—Ella ha sido contratada para capturar al Sylvermyst. —Él se encogió de
hombros. —No va a dejar que nadie interfiera en su deber.
Ella negó con la cabeza ante su firme confianza. Típico de un hombre
perderse lo que había debajo de su nariz.
Levantando su mano, ella pasó los dedos a lo largo de su terca mandíbula.
—Me parece recordar que dijiste algo muy similar—, se burlo. —Nada te
permitiría interferir en tus deberes.
Agarrando su mano, apretó sus dedos a los labios. —Descubrí que hay
algunas cosas más importantes que el deber.
Ella sonrió ante el hambre que ardía en los ojos de miel. — ¿Debo adivinar
qué cosas?
Con un movimiento rápido, Laylah se encontró acostada sobre su espalda,
con el gran cuerpo de Tane presionándola contra el suave colchón. Suavemente
le enmarco el rostro con las manos, con una expresión tan tierna que le hizo
doler el corazón.
—Tú, Laylah—, dijo con voz ronca. —Tú y Maluhia. No hay nada en el
mundo más importante que ustedes y dedicaré el resto de mi vida a su
felicidad.
Una inundación ridícula de lágrimas lleno sus ojos al oír sus suaves
palabras. Maldita sea. Era tan... femenina.
—Oh.
Tane puso rígido. — ¿Por qué lloras?
Ella envolvió sus brazos alrededor de sus hombros, ansiosa de
tranquilizarlo.
—Me he escondido del mundo durante tanto tiempo que perdí la
esperanza de que alguna vez encontraría un lugar donde encajar, y mucho
menos que alguien alguna vez me amaría—, confesó.
—Te amo con una desesperación que a veces me aterra. —Con un gemido
bajo él enterró su cara en la curva de su cuello. —Si alguna vez te pasa algo...
—Nada va a pasarme—, se apresuró a interrumpir. Adoraba a este
vampiro, pero ella era lo suficientemente sabia como para darse cuenta de él los
tendría a ella y a Maluhia viviendo en una virtual prisión si se lo permitía. —Ya
hemos demostrado que podemos sobrevivir cualquier a cosa que el destino nos
depare.

304
—Supongo que tienes razón—, admitió a regañadientes, sus labios
acariciando el escote de su débil excusa de un camisón.
Laylah se estremeció, arqueando la espalda en un estímulo silencioso. —
Además, nuestros días de aventura llegaron a su fin. De ahora en adelante, tú,
yo y Maluhia vamos a vivir en apartada paz.
Con una facilidad que nunca dejaba de asombrar a Laylah, Tane tomo su
camisón lo tiró sobre su cabeza y este salió volando a través de la habitación.
Apenas había tocado el suelo cuando él ya tenía sus pechos ahuecados en sus
manos y los pulgares jugando con sus pezones como brotes prietos de
necesidad.
Esa sí que era el tipo de habilidad que una mujer podía apreciar.
—Apenas aislada teniendo la casa llena con feroces vampiros, Weres,
Shalotts, oráculos y diosas ocasionales que vagan a través de esta guarida—, dijo
secamente.
Ella sonrió lentamente, una calidez que nunca pensó experimentar alivio
la amargura que la había atormentado durante tanto tiempo.
—Nuestra familia.
Sus labios se torcieron. —Una familia extraña y disfuncional.
—Las mejores familias siempre lo son. —dijo.
Si Marika le había enseñado algo, era que el compartir sangre no
significaba nada.
—Hmmm. —Bajó la cabeza para chasquear la lengua sobre su tenso
pezón.
—Si tú lo dices.
Durante un minuto Laylah se perdió en el puro placer de su toque.
Cuando ella estaba en brazos de Tane el mundo desaparecía y nada importaba,
salvo la tormenta de sensaciones que los consumía a ambos. Entonces el
pensamiento persistente de la familia, la tuvo tirando de la cabeza de Tane
hasta encontrarse con su mirada preocupada.
—Hablando de familias.
—Estoy bastante seguro de que no estábamos hablando—, gruñó, sus
colmillos y sus ojos destellaban humeantes.
— ¿Ha contactado Uriel contigo?
Él sofocó su impaciencia, capaz de sentir su verdadera preocupación. Su
madre podría ser una virtual desconocida, pero estaba ansiosa por que la
rescataran.

305
—No en los últimos días, pero no te preocupes, no se dará por vencido
hasta que haya rescatado a tu madre y la traiga a ti. Uriel es...
Ella frunció el ceño cuando sus palabras llegaron a un abrupto final.
— ¿Qué?
—No estoy del todo seguro—, admitió. —Lo conocí hace varios siglos y su
poder era considerable, pero nada comparado con lo que es hoy.
— ¿Es eso algo malo?
—Es algo inaudito.
Ella lo miró con confusión. — ¿Por qué?
—Las habilidades y fortalezas personales de un vampiro se establecen
durante sus primeros años de expósitos. Una vez que han madurado, ya no
crecen en el poder.
— ¿Excepto por Uriel?
—Exactamente.
Ah. No es de extrañar que él estuviera desconcertado. —Un misterio—,
murmuró.
Él se instaló más firmemente entre sus piernas, su erección presionando en
el lugar perfecto. —Eso no vamos a resolver esta noche.
—Es cierto. —Ella envolvió sus piernas alrededor de sus caderas,
raspando las uñas por la espalda.
—Pero tenemos que hacer algo para pasar el tiempo.
Él se estremeció, permitiendo que un hilo de su poder corriera a través de
ella.
—Tengo plena confianza en mi habilidad para mantenerte entretenida.
Oh... dioses. Ella se arqueó con pequeñas sacudidas de felicidad, casi
culminando antes de que comenzaran.
—Arrogante—, suspiró ella.
Él se rió entre dientes, una sonrisa de suficiencia curvo sus labios cuando
volvió su atención al capullo de su pezón.
—Por el contrario, soy tu esclavo más devoto.
—Mmmm. —Ella le mordisqueó el lóbulo de la oreja, frotándose con
necesidad flagrante contra la dura embestida de su excitación. Entonces, se
quedó sin aliento con el remordimiento. —Oh. Espera.
Él gimió, apoyando la frente en contra su clavícula mientras se esforzaba
por contener su hambre.

306
— ¿Estás deliberadamente intentando torturarme?
—Tú no me has dicho lo que pasó con Levet.
Levantó la cabeza, su expresión era severa. —Laylah, te amo y te adoro
con cada fibra de mí ser, pero no voy a hablar sobre ese molesto bulto de piedra
mientras estamos juntos en la cama.
—Pero...
Apretó un dedo sobre sus labios, con los ojos entrecerrados. — ¿Te
acuerdas cuando nos conocimos?
Ella luchó para ocultar su sonrisa. Fue un día que se grabó para siempre
en su mente.
—Tengo un vago recuerdo. ¿Por qué?
—Hice la apuesta, que podría hacerte rogar por mi toque.
— ¿La hiciste?
—La hice.
El amor inundó a través de ella cuando reconoció la feroz mirada miel,
todas sus persistentes preocupaciones desaparecieron a medida que se perdía
en el hechizo sensual de Tane.
Había tiempo para preocuparse más tarde. Por ahora tenía la intención de
apreciar la alegría de estar con su pareja.
Con una falsa inocencia, mientras acariciaba con sus manos arriba en la
curva de su espalda, lamiendo deliberadamente sus labios. — ¿Puedes hablar
de ello, pero puedes recorrer el camino? —Desafió.
Resultó que podía.

307
Continua Con…

Oscura Eternidad
SERIE GUARDIANES DE LA ETERNIDAD – LIBRO 7.5

Alexandra Ivy

Título original: Darkness Eternal

Después de haber estado secuestrada durante cuatro


siglos por un vampiro, Kata no tenía intención alguna
de estar en el Inframundo junto a otro ser de esos a su
lado. Sin embargo, incluso en los pozos del infierno, no
podía hacer caso omiso al embriagante deseo despertado
por su toque...

308
Donde Vive La Oscuridad
SERIE GUARDIANES DE LA ETERNIDAD – LIBRO 7.6

Alexandra Ivy

Soy una Were Purasangre, y orgullosa de ello. . .

Nadie está más sorprendida que Sophia, cuando es


golpeada por un impulso maternal desconocido para
estar más cerca de sus hijas.

Pero en lugar de ser recibida por un comité de


bienvenida, ella es recibida por unos secuestradores... y
debe cargar con un magnífico guardaespaldas en una
misión de proteger - y seducir. .

309
.Vinculados por la Oscuridad
SERIE GUARDIANES DE LA ETERNIDAD – LIBRO 8

Alexandra Ivy

Los Sylvermyst tienen la reputación de ser los primos siniestros de los Feys, y ninguno
es más misterioso que Ariyal y su tribu. Para salvar a su pueblo del destierro, se vendió
a la malvada Morgana. Finalmente libre, se enfrenta a un nuevo reto: Jaelyn, una
guerrera vampiro de élite enviada a capturarlo. Por derecho, él debería matarla en el
acto. Sin embargo, él no se atreve a hacerle daño - O a resistirse a ella.
Jaelyn es increíblemente hermosa, y absolutamente letal -siempre ha estado sola.-
Hasta Ariyal. Desde su primer encuentro, ella sabe que lo que hay entre ellos es más
peligroso que la simple lujuria. Y a medida que se unen para frustrar una profecía
aterradora que significaría el fin de su clan y del mundo que conocen, ella va a
arriesgarlo todo para cumplir su destino a su lado.

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Serie Guardianes de la Eternidad
01 - CUANDO LLEGA LA OSCURIDAD
02 - SEDUCIDA POR LA OSCURIDAD
03 - PASION EN LA OSCURIDAD
04 - OSCURIDAD REVELADA
05 - OSCURIDAD DESATADA
06 - MÁS ALLA DE LA OSCURIDAD
06,5 - TOMADA POR LA OSCURIDAD
07 - DEVORADO POR LA OSCURIDAD
07,5 – OSCURA ETERNIDAD
07,6 - DONDE VIVE LA OSCURIDAD
08 - VINCULADOS POR LA OSCURIDAD

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