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15.- EL SINTAGMA VERBAL.

1.- El sintagma verbal: definición.


1.2.- Definición de sintagma.
El sintagma es la palabra o grupo de ellas que, como expansión máxima de un
núcleo, posee un sentido unitario, aunque pueda ser incompleto, en una oración o
proposición. Las palabras –o la palabra, en el caso de que el núcleo sea su único
integrante– son las unidades mínimas desde el punto de vista sintáctico. El núcleo
mantiene una relación de rección con sus expansiones y, si es pertinente, una relación
añadida de concordancia: en el caso del verbo, concuerda en número y persona con el
sujeto.
Además del sintagma verbal pueden formar sintagmas, como núcleos, las otras
palabras lexemáticas –es decir, la que tienen significado léxico: así, tenemos el sintagma
nominal, el adverbial y el adjetival– y la preposición, que es núcleo del sintagma
preposicional.
1.2.- Definición de sintagma verbal.
El sintagma verbal es el centro de la oración en cuanto es su núcleo, el verbo, el
elemento imprescindible para predicar un juicio acerca de un modo del ser o del
suceder. De ahí que su función siempre sea la de predicado verbal –PV en adelante–,
salvo si consideramos los verbos copulativos –ser, estar y parecer– como meros nexos
de unión entre el sujeto y la cualidad que se predica de él en el predicado nominal –PN
en adelante–.
Los complementos son constituyentes obligatorios o no, dependiendo de lo que
Tésniére y la Gramática de Dependencias llaman valencias sintácticas, es decir, de si el
verbo precisa de complementación para predicar: por ejemplo, un verbo transitivo
necesita un complemento directo necesariamente. De este modo, para Alarcos,
complemento es lo que modifica el significado del verbo completándolo, ampliándolo o
restringiéndolo. En el caso de que no sean obligatorios –por ejemplo un complemento
circunstancial de modo para comprar– estaremos ante complementos marginales o
periféricos; y si son imprescindibles se denominan complementos argumentales.

2.- Morfología verbal. Tipos de verbos.


2.1.- Consideraciones previas.
Al margen de la definición morfológica, el verbo puede ser definido funcionalmente
como elemento nuclear que expresa un proceso o un estado, ya sea de un sujeto –Juan
canta ópera– o no –Llueve–. Además, de acuerdo con Tésniére, es una palabra
constitutiva, es decir, ejerce una función estructural y puede regir y ser núcleo de un
sintagma; por ello puede tener carácter autónomo, es decir, puede aparecer solo.

2.2.- Morfología de los verbos regulares.


Morfológicamente el verbo es una palabra lexemática, es decir, su lexema posee un
significado léxico que expresa, según Coseriu, un modo del ser o del suceder. A este
lexema, también llamado raíz, o radical, le acompañan los morfemas constitutivos.
Dentro de éstos, el morfema de tiempo, modo y aspecto se subdivide en morfema de
modo, que da la vocal temática, y en morfema de tiempo y aspecto; por otro, el otro
morfema, llamado desinencia, señala persona y número. Así, en amábamos, am- es el
lexema; -á- la vocal temática; -ba- el morfema de aspecto y tiempo; y -mos el de
persona y número.
En español la desinencias son:
Generales Perfecto simple Imperativo
Yo 0 0-
Tú -s-ste 0
Él, ella o usted 0 0 -
Nosotros-as -mos-mos-
Vosotros-as- is-steis -d
Ellos-as o ustedes -n-ron 0
Nuestra lengua tiene tres modos, que expresan la actitud del hablante respecto a lo
enunciado: indicativo, para hechos objetivos y ciertos –Busco a alguien que viene a
este club–; subjuntivo, para expresar enunciados subjetivos e inciertos –Busco a
alguien que venga a este club–; e imperativo, especializado en la exhortación: Cerrad
la puerta, por favor.
En cuanto al tiempo, hemos de distinguir tres tipos desde el punto de vista
lingüístico: de un lado tenemos el momento en que se enuncia, que está lógicamente en
continuo devenir; de otro, el tiempo en que es o sucede lo que se enuncia; y, por último,
la perspectiva que desde su tiempo toma el emisor del momento de lo enunciado –por
ejemplo dar cuenta de un hecho pasado como presente–.
Tenemos el presente como tiempo neutro porque puede funcionar por los demás –
Lorca arriba a Nueva York aún joven; Mañana estoy en la estación con las maletas–; el
futuro, como tiempo virtual o prospectivo; y el pasado, entendido como tiempo real y
restrospectivo.
El aspecto se refiere a cómo se concibe la acción: como acabada, o de aspecto
perfectivo –Llegué a Glasgow–; o bien como durativa, o de aspecto imperfectivo –
Llegaba a Glasgow...–. El aspecto es abordado por algunos autores desde el punto de
vista semántico y se refiere al lexema de un verbo:
 Verbos imperfectivos: no tienen fin por definición: saber, conocer,...
 Verbos perfectivos: tienen un final siempre: nacer, salir,...
 Verbos reiterativos: implicación repetición de una acción: picotear,
botar,...
Formalmente el español, presenta formas fuertes, si llevan el acento en la última
sílaba de la raíz –comparto–, y débiles si el acento recae sobre la primera sílaba
posterior al lexema –compartíamos–. En nuestro idioma contamos con tres
conjugaciones –con infinitivo acabado en ar, er e ir, que darán generalmente la vocal
temática–. Son formas simples las que cuentan con una sola palabra –amo– y proceden
directamente del latín. Las compuestas activas se ayudan de un auxiliar, haber, seguido
del participio del verbo y son creaciones romances.
El morfema de persona y número se refiere al sujeto y por eso concuerda con él. De
ahí que, según Alarcos, sea este morfema el que marque la voz, o diátesis: si su sujeto
es agente su voz será activa, pero si no es agente, sino paciente, marcará la voz pasiva.
Nótese como Alarcos omite los verbos formalmente activos, pero semánticamente
pasivos, como recibir: Pepe recibe una carta, cuyo sujeto, Pepe, no es agente.
Para algunos autores existe la voz media cuando no hay un agente claro: ni externo
al sujeto ni referente a él mismo: suele coincidir esta voz con los verbos pronominales:
aquellos que se conjugan con las formas pronominales átonas: Se ha arrepentido, Se
ruboriza,...

2.3.- Morfología de los verbos irregulares, polirrizos y


defectivos.
Los irregulares presentan alguna anomalía en el lexema o en los morfemas por
razones de fonética diacrónica. Estas anomalías se constatan en cambios vocálicos:
soñar > sueño; acertar > acierto; pedir > pidió;... o consonánticos: salir > salga;
obedecer > obedezco; hacer > haga; caber > quepo;...
Los verbos polirrizos han heredado varias raíces: por ejemplo, ser > sé, fue,...; ir >
vete, id, fueron,... Mientras que los defectivos no poseen completa su conjugación por
restricciones de tipo semántico, así, acontecer y acaecer solo tienen tercera persona en
cuanto siempre tienen como sujeto referentes cuyo sema común es suceso. Los
unipersonales meteorológicos son, entre éstos, los que señalan sucesos de orden
natural y, por ello, van siempre en tercera persona del singular: Nieva, llueve,...

2.4.- Tipos de verbos: la transitividad.


En el sistema de una lengua, los verbos no son transitivos o intransitivos: no existen
verbos transitivos propiamente dichos, según Alarcos, porque la transitividad no es una
propiedad de los éstos sino de los predicados –así, en Ayer comí pronto no es necesario
el CD–; mientras que en otras ocasiones el CD, innecesario normativamente, puede
aparecer pleonásticamente, o por digeminación: Llovió agua a raudales. Por otro lado,
no todos los verbos transitivos admiten, desde el punto de vista de la norma, su
transición a pasiva: *Un dolor es tenido por mí.
Los predicados intransitivos no precisan de un resultativo, o CD, en la norma:
arrepentirse, correr,... aunque algunos de éstos puedan estar acompañados de un CD
estilístico: Corrió grandes carreras.

2.5.- Tipos de verbos: la reflexividad y la reciprocidad.


Hay verbos cuyo acción recae sobre un complemento que comparte referente con el
sujeto: son verbos reflexivos directos si tal elemento es CD –Me peino– e indirectos si
éste es CI –Me peino la melena–. Si el sujeto expresa una pluralidad cuyos referentes
intercambian la acción estaremos ante verbos recíprocos: Los gatos se dan lametones
(los unos a los otros).

2.6.- Tipos de verbos: auxiliares y modales.


Los verbos auxiliares generan un forma verbal compuesta por ellos mismos y una
forma impersonal (infinitivo, gerundio y participio). Los auxiliares pierden parte de su
significado léxico –El partido viene siendo ya aburrido– y añaden un matiz aspectual
según la forma no personal que los acompañe: con infinitivo señalan aspecto
prospectivo –Se puso a talar árboles–, acompañados de gerundio dan idea de acción
durativa –Juan anda escribiendo una nueva novela–, mientras que con participio
señalan aspecto perfectivo –Tengo hechos dos ejercicios–.
Los verbos modales se unen sin preposición a un infinitivo añadiéndole a éste el
modo, o actitud del hablante frente a lo que enuncia, de ahí que estos verbos expresen
intención, deseo, voluntad,...: Deseo reír pronto.

2.7.- Tipos de verbos: no personales.


El infinitivo, el gerundio y el participio carecen de morfemas constitutivos y les
vienen dados por el contexto. El infinitivo, como verbo, expresa acción imperfectiva –
Te encarcelaron por robar–, y perfectiva si funciona como auxiliar –Te encarcelaron
por haber robado–. Como núcleo verbal de una oración subordinada tiene el mismo
sujeto que la subordinante –Supieron jugar bien el partido–; de no ser así, el sujeto se
pospone: Al marcar mi equipo, salté de alegría. Puede funcionar como nombre si está
lexicalizado y admite adyacentes propios del sustantivo: El buen comer es agradable.
El gerundio simple expresa acción durativa y coincidente con el verbo principal: Me
hice una herida cortando pan. Pero si funciona como auxiliar expresa acción durativa,
perfecta y anterior a la del verbo principal: Habiendo aclarado el asunto, se marchó.
Puede ser núcleo de una oración subordinada adverbial: Habiendo armas y hambre, hay
guerras. Por otro lado ardiendo e hirviendo se han traspuesto categorialmente a
adjetivos de modo normativo: Me bebí un café hirviendo.
El participio señala aspecto perfectivo y puede funcionar como complemento
predicativo –Viene cansado– y atributo de CD –Deja a la niña sentada en su silla–.
También funciona como atributo conjunto a un sustantivo y puede parafrasearse por una
oración de relativo; en este caso funciona como modal o causal: Yo, ocupado en mis
cosas, no miré; Un cebo, colgado de un hilo, sirvió de reclamo. Funciona como
participio absoluto si es igualmente atributo de un sustantivo pero éste no está en la
oración principal ni puede parafrasearse por una oración de relativo: puede ser modal –
Yacía solo, los ojos vueltos, entre la multitud– y modal –El poema, quitados algunos
errores, es un primor–.

2.8.- Tipos de verbos: atributivos y semicopulativos.


De ellos trataremos al abordar el atributo por la íntima relación que guarda con esta
función.

3.- Complementación verbal.


3.1.- Atributo.
El atributo es la cualidad que se le atribuye a un sujeto, relacionándose con él
morfológicamente mediante la concordancia en género y número. Puede funcionar
como atributo un adjetivo, un sustantivo, un adverbio cualitativo –Él es así–, una
oración subordinada sustantiva –El guiso está que te mueres–, un verbo nominalizado –
Esto es vivir– o un complemento circunstancial –Juan es de Jaén–. Al contrario del PV,
que tiene como núcleo al verbo predicativo, el atributo es el núcleo del PN. Se le puede
identificar mediante su pronominalización por el pronombre lo: Están locas = Lo están.
Tal verbo funciona como mera cópula o nexo de unión entre el sujeto y la atribución,
de ahí que se llamen verbos copulativos. Tradicionalmente se ha admitido que,
generalmente, el verbo estar señala una cualidad temporal –Juan está alto–, mientras
que ser indica un estado definitivo: Juan es alto.
El atributo del complemento directo es un adjetivo que expresa una cualidad de
éste. Entre el núcleo del CD y su atributo se ha sucedido una transformación de elisión
de una oración copulativa: Me trajo el vestido impecable = Me trajo el vestido. El traje
estaba impecable. Puede identificarse porque permanece tras la pronominalización del
CD: Me lo devolvió roto.
Los verbos semipredicativos atribuyen, como el copulativo, una cualidad al sujeto y
por eso el complemento predicativo concuerda morfológicamente con su sujeto pero, a
diferencia de éste sí posee significado: no es una mera cópula: Los gatos se pusieron
contentos. Cuando un verbo toma valor semipredicativo varía parte de su significación:
Los invitados andaban por los caminitos del jardín; Los invitados andaban felices con
la noticia de la boda.

3.2.- Complemento directo (CD).


El CD, o implemento en la terminología de Alarcos, se relaciona con la
transitividad: un agente, que se identifica tradicionalmente con un el sujeto, pasa o
dirige una acción o proceso a un término: Juan come peras. Con todo, no siempre es
así: en Llueve granizo no hay agente, y en Juan tiene gripe, es precisamente el CD el
agente y el sujeto el paciente.
Semánticamente, el CD puede ser:
 Resultativo: cuando resulta de la acción verbal: Escribí una carta.
 Modificado: si cambia por la acción del verbo: Corté el césped.
 Pleonástico: si lógicamente está intrínseco en el significado del verbo:
Lloró lágrimas.
 Reflejo: cuando comparte referente con el sujeto: Ya me he peinado.
 Estativo: no se ve afectado por el significado verbal: Tengo cinco duros.
El llamado CD de cantidad –La carrera duró tres minutos– va perdiendo terreno: a
pesar de ser pronominalizable por los mismos átonos que el CD, semánticamente es un
complemento circunstancial.
Por lo demás, se considera al CD como el primer adyacente verbal semánticamente
obligatorio en verbos transitivos. Puede ser identificado porque se le antepone la
preposición a si su referente es persona: Vi a unos hombres tirados –salvo si expresa
indefinición: Vi unos hombres tirados–. También puede identificarse por su
pronominalización por los pronombres personales átonos lo, los, la y las y porque puede
pasar a sujeto paciente en una oración pasiva: Los caníbales anhelaban devorar a los
misioneros > Devorar a los misioneros era anhelado por los caníbales.

3.3.- Complemento indirecto (CI).


Tradicionalmente el CI, o complemento, según Alarcos, se identifica con el
elemento cuyo referente se beneficia o sale perjudicado por el resultado de la acción
verbal. Además se relaciona con la expresión de dativo, que comprende varios tipos:
 Ético: es el complemento representado exclusivamente por un
pronombre átono. Subraya estilísticamente el interés personal o afectivo de su
referente en relación con lo expresado por el verbo. Puede ser elidible: ¡Nos
cogemos nuestras mochilas y no vamos ya! / ¡Cogemos nuestras mochilas y no
vamos ya! Para Porto Dapena este dativo no es CI porque no es un complemento
argumental, es decir, exigido necesariamente por el predicado verbal. Para él es un
complemento circunstancial (CC en adelante) y lo demuestra el hecho de que pueda
ir con un verdadero CI: No me le des pipas al niño.
 De opinión: es un CI que expresa estimación personal: A mí me
interesan las estrellas.
 Simpatético, o posesivo: expresa posesión: Le robaron la cartera.
Robaron su cartera.
Puede ser pronominalizable por los pronombres átonos de dativo: me, nos, te, os, le,
les y se. El hecho de que su forma sea la un sintagma preposicional cuyo núcleo es a o
para –raras veces– también permite reconocerlo: Eso es fácil para él = Eso le es fácil.
La sustitución de le o les por la o las, y por lo y los se denomina laísmo y loísmo,
respectivamente y está sancionado como vulgar por la RAE.: *La di un regalo;
*Cómetele.

3.4.- Complemento circunstancial (CC).


El también llamado por Alarcos aditamento es un término que añade al predicado
una nota acerca de las circunstancias en que se produce lo expresado por el predicado
verbal. Funcionalmente equivale a un adverbio o a una locución adverbial. Son
elementos adyacentes no tan ligados como los dos anteriores al predicado verbal, es
decir, normalmente son marginales, u optativos.
Muchos de ellos no son conmutables por pronombres, sino que son los adverbios con
su misma función los que funcionan como proformas: Lo hago como quiero > Lo hago
así. Al ser muchas las circunstancias de un predicado, pueden aparecer más de uno con
la misma función: En el campo, me quedo en casa, al lado de la chimenea.
Los CC pueden ser de varios tipos, en la relación que sigue hay algunos que
formalmente son siempre oraciones subordinadas, pero funcionalmente CC:
 De lugar: expresan una coordenada espacial: Estaré donde tú sabes; se
pueden sustituir por un adverbio de lugar: Estaré allí.
 De tiempo: dan idea de coordenada temporal: Estaré a las doce; puede
ser conmutable por un adverbio de tiempo: Estaré entonces.
 De modo: especifican de qué manera se lleva cabo la acción del verbo:
Vinieron en plan vikingo; en su lugar puede aparecer un adverbio de modo:
Vinieron así.
 De causa: expresan el motivo por el que se lleva a cabo la acción verbal:
Esta tierra es conocida por sus vinos.
 De consecuencia: expresan la consecuencia derivada de la acción verbal:
Cantaba de tal manera que la dejamos con su canto.
 De finalidad: dan idea del motivo final que provocará la acción del
verbo: Venimos a conquistar el país.
 De concesión: expresan un obstáculo que dificulta la acción del verbo
pero no la impide: Ya me lo diga otra vez: no me retracto.
 De condición: señalan la condición necesaria para que se lleve a cabo lo
expresado en la oración principal: Donde hay capitán, no manda marinero.
 De comparación: señala el segundo elemento de comparación: Canta
bien, como yo.

3.5.- Suplemento (Sup).


También es conocido como complemento preposicional, u oblicuo: anteriormente
la tradición gramatical lo tomó como una variante del CC, pero a diferencia de éste,
normalmente es un complemento argumental en cuanto es un sintagma preposicional
semánticamente exigido por el verbo: Prefiero Florencia a Turín, y no puede ser
sustituido por un adverbio.

3.6.- Complemento agente (C. Ag.).


Es un complemento argumental pero no aparece en el acto de habla cuando el
complemento agente es sobreentendido: Todas las entradas han sido vendidas [por el
personal de la taquilla] o cuando se desconoce: Las farolas de mi calle han sido
destrozadas esta noche.
Como el sujeto de la activa, refleja el referente que realiza la acción del verbo y va
precedido de las preposiciones por o de –con ésta si acompaña a verbos con un
significado de conocimiento y afectivos: Juan es querido de todos–.

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