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TEMA 15.

EL SINTAGMA VERBAL

1. INTRODUCCIÓN
La definición del concepto de “sintagma” ha causado controversias entre los
investigadores, pues aún no se ha delimitado a qué plano lingüístico pertenece. Esta noción,
como indica Guillermo Rojo (Aspectos básicos de sintaxis funcional , 1983, Málaga, Biblioteca
Ágora), fue extendida por Saussure a toda la combinación de signos que pueden contraer
relaciones gramaticales y que concurren en la cadena.
En líneas generales, se entiende por “sintagma” una combinación de elementos
morfosintácticos. En este caso, lo concebiremos como una unidad intermedia entre la oración y
la palabra, constituida por una o varias palabras en torno a un núcleo: el verbo, con una
determinada función sintáctica.
Partiendo de estas consideraciones y atendiendo al título del presente tema,
abordaremos el estudio del sintagma verbal desde un prisma morfosintáctico. Así, en primer
lugar, nos detendremos en la definición del mismo y en el estudio de su núcleo, con especial
atención a los constituyentes flexivos del mismo y en otras formas verbales que pueden actuar
como núcleo; después, concluiremos con el estudio de los distintos complementos verbales que
precisan semánticamente la capacidad significativa del núcleo del sintagma que nos ocupa.
2. HACIA UNA DELIMITACIÓN DEL SINTAGMA VERBAL
El sintagma verbal es, funcionalmente, el soporte del predicado y tiene necesariamente
un núcleo verbal, que puede ser simple (comí) o complejo (he comido), de cuyas características
específicas dependerá la estructura sintáctica del sintagma. Su núcleo, además, puede ir
actualizado o determinado y la actualización se manifiesta en la función sintáctica de sujeto (el
hombre tendió la ropa). Atendiendo al número de verbos que lo conforman, Lamíquiz Ibáñez
(2001, Lengua española: método y estructuras lingüísticas , Barcelona, Ariel) distingue entre
sintagmas verbales homogéneos (veía perfectamente) y heterogéneos (veía y oía
perfectamente). A continuación, profundizaremos con detalle en los elementos que lo integran.
3. EL NÚCLEO DEL SINTAGMA VERBAL: EL VERBO
Como hemos indicado anteriormente, el núcleo del sintagma verbal siempre es un verbo;
así, este combina un signo de referencia léxica, que es el predicado, y un signo de referencia
gramatical, que es el sujeto gramatical. Aquí, la relación predicativa se establece por solidaridad
entre los componentes morfológicos y lexemáticos del verbo, en cuyo estudio nos detendremos
en el siguiente apartado.
3.1. LA MORFOLOGÍA DEL VERBO
El verbo, la palabra flexiva por excelencia de la lengua, se compone de un lexema y de
morfemas flexivos. En él, distinguimos, siguiendo la NGBLE (RAE, 2011, Madrid, Espasa), los
siguientes componentes:
- La raíz o radical, que aporta el significado léxico.
- La vocal temática (VT), que es el constituyente flexivo que distingue las conjugaciones y,
junto con la raíz, forma el tema verbal (can-t-a-r, beb-e-r, dorm-i-r).
- El segmento flexivo TAM, que contiene la información flexiva de tiempo, aspecto y modo
del verbo.
- El segmento flexivo PN, que reproduce en el verbo los rasgos de persona y número del
sujeto.
Este conjunto de segmentos flexivos, TAM y PN, forman la desinencia verbal. Así, el
análisis morfológico de “cantaban” daría el siguiente resultado: cant-a-ba-n. Seguidamente, nos
detendremos en el estudio de los componentes que integran ambos segmentos.
3.1.1. EL SEGMENTO FLEXIVO TAM: EL TIEMPO, EL ASPECTO Y EL MODO
VERBALES

EL TIEMPO verbal es una categoría deíctica que permite localizar los sucesos expresados
por el sintagma verbal en un punto de referencia concreto, con el que puede mantener una
relación de anterioridad, simultaneidad o posterioridad. En español, los tiempos se clasifican
según cuatro criterios:
- El modo, que opone indicativo (como), subjuntivo (comiese) e imperativo (comed);
- La estructura morfológica, que diferencia entre tiempos simples (como) y tiempos
compuestos (he comido);
- El aspecto, que distingue entre tiempos perfectivos e imperfectivos; y
- El punto de anclaje temporal, que permite distinguir entre tiempos absolutos, que sitúan
un evento en relación con el momento de la enunciación ( el tren salió puntual), y tiempos
relativos, donde el momento de la enunciación no es la única referencia para localizar
temporalmente el evento (el revisor anunció que el tren saldría tarde ).
Por su parte, EL MODO verbal informa sobre la actitud del hablante ante lo que se dice.
Como hemos señalado, se han distinguido tres modos en nuestra lengua, explicados por
Gutiérrez Araus en su artículo “El paradigma verbal” (2000):
- Indicativo: empleado cuando el hablante contempla la acción como cierta o cuando
muestra una actitud neutral ante ella (Juan comió).
- Subjuntivo: presenta la acción como incierta, hipotética, deseada o no experimentada
(espero que juan comiese mucho).
- Imperativo: empleado para emitir órdenes o mandatos. Para Alarcos Llorach, se trata de
un modo apelativo y no de la lengua (Juan, ¡come!).
Como categoría no deíctica, EL ASPECTO informa sobre la organización interna de las
situaciones en relación con el tiempo. Este puede ser de tres tipos:
- Aspecto morfológico, que se expresa mediante las desinencias verbales y puede ser
perfectivo (la acción se presenta como acabada: Alicia hizo la comida) o imperfectivo (no
se alude al inicio o fin de la acción: Alicia hacía su comida).
- Aspecto léxico, que depende del significado de los predicados, los cuales se distinguen
por la presencia o ausencia de algunos rasgos, estos son, la duración, la delimitación, la
continuidad o el cambio.
- Aspecto sintáctico, que se manifiesta mediante ciertas perífrasis verbales.

3.1.2. EL SEGMENTO FLEXIVO PN: LA PERSONA Y EL NÚMERO VERBALES


Las formas verbales tienen morfemas flexivos de número (singular y plural) y de
persona, determinada en función de quién realice la acción del verbo: las de primera persona se
combinan con los pronombres personales “yo, nosotros y nosotras”; las de segunda con “tú,
vosotros y vosotras” y las de tercera con “él, ella, ellos y ellas”.
Como indica la NGBLE (RAE, 2011, Madrid, Espasa), el segmento PN es regular en la
1.º y 3.º personas del plural: -mos (amamos) y –n (aman), aunque se advierte una variante en la
primera persona del plural de las formas enclíticas (alegrémonos). En la 1.º y 3.º personas del
singular este es, en cambio, nulo, de ahí que ambas presenten la misma forma en algunos
tiempos (por ejemplo, en el imperfecto de indicativo: amaba). Por su parte, el segmento PN
correspondiente a la 2.º persona varía en función del tratamiento (tuteo, voseo, de usted) y de
los tiempos verbales.
3.2. LA CONJUGACIÓN REGULAR Y LOS VERBOS IRREGULARES
El español presenta tres conjugaciones verbales que se identifican por el timbre de la
vocal temática del infinitivo: -ar (amar), -er (beber) e –ir (partir). Estas conjugaciones regulares,
que no presentan variación en la raíz verbal al seguir un mismo paradigma flexivo, son
mayoritarias en nuestra lengua, especialmente en el caso de la primera. Ahora bien, hay verbos
que presentan irregularidades de diversos tipos, de ahí que sean conocidos como “verbos
irregulares”:
- Irregularidades vocálicas, que provocan alternancias entre vocales o entre vocales y
diptongos (pedir>pido).
- Irregularidades consonánticas, que conllevan la adición de alguna consonante
(padecer>padezco) o la sustitución de una por otra (hacer>haga).
- Irregularidades mixtas, que afectan tanto a una sustitución vocálica como a una
consonántica (decir>digo).
Cabe destacar que también son irregulares los verbos defectivos, que constituyen
paradigmas que carecen de algunas formas flexivas, como llover y ocurrir.

3.3. OTRAS FORMAS VERBALES


3.3.1. FORMAS NO PERSONALES DEL VERBO
Las formas no conjugadas del verbo son el infinitivo, el gerundio y el participio. Estas
desempeñan funciones distintas a las del núcleo del predicado, por lo que no pueden actuar por
sí mismas en una oración independiente. Así, carecen de flexión de persona, de tiempo y de
modo y, salvo el participio, también de género y número. Sus marcas formales son –r para el
infinitivo, -ndo para el gerundio y –do para el participio regular.
3.3.2. LAS PERÍFRASIS VERBALES
Las perífrasis verbales son combinaciones en las que un verbo auxiliar se une a un
verbo auxiliado, construido en forma no personal, siendo el resultado una unidad predicativa
única. En ellas, el verbo auxiliar aporta la información ligada a la flexión verbal, mientras que el
verbo auxiliado selecciona los argumentos y establece relación con los adjuntos; entre ambos,
además, puede aparecer una preposición o la conjunción “que”. En español, se distinguen tres
tipos de perífrasis: de infinitivo, de gerundio y de participio.
4. LOS COMPLEMENTOS DEL VERBO
Junto al núcleo verbal es frecuente que aparezcan otros elementos cuya función es
precisar semánticamente el significado del núcleo, pues son expansiones del mismo, a los que
se denomina genéricamente “complementos”. Para delimitar la complementación verbal, es
necesario tener en cuenta dos oposiciones clave, establecidas por Porto Dapena
(Complementos argumentales del verbo, 1992, Madrid, Arco Libros):
- Complementos nucleares y complementos marginales: los primeros inciden sobre el
verbo, el sintagma verbal o la oración en su conjunto; los segundos modifican la
modalidad oracional.
- Complementos argumentales y complementos no argumentales: los primeros son
exigidas por las características léxicas del verbo, que los determina sintáctica y
semánticamente, de ahí que sean obligatorios (CD, CI, C. RÉG Y C. AG); los segundos,
sin embargo, solo sirven para añadir mayor precisión semántica a los primeros, de ahí
que no sean obligatorios.

4.1. COMPLEMENTOS ARGUMENTALES


4.1.1. EL COMPLEMENTO DIRECTO
El CD es una función sintáctica desempeñada por sintagmas nominales, por sintagmas
preposicionales introducidos por la preposición “a” y por oraciones subordinadas sustantivas.
Este únicamente es recibido por los verbos transitivos; en este caso, la transitividad se entiende
como una rección sintáctica y semántica dada por el núcleo verbal. Para diferenciar a este
complemento de otras funciones, se pueden realizar tres pruebas:
1- Pronominalización, basada en la sustitución del sintagma por los pronombres
personales átonos LO, LA, LOS, LAS y otros clíticos directos. Sin embargo, esta
prueba encuentra como obstáculos los casos de leísmo, loísmo y laísmo, así como
los verbos de medida.
2- Presencia de la preposición “a”, que introduce a este complemento cuando su
referente es específico y animado (“quiero a mi madre”). Algunos verbos transitivos
exigen esta preposición (insultar), mientras que otros la rechazan (haber).
3- Conversión a pasiva e interrogación por medio de “qué” o “a quién”, aunque estas no
son del todo útiles, ya que no todos los verbos transitivos admiten la forma pasiva
(tener) y las preguntas pueden conducir a confusiones por ambigüedad.

4.1.2. EL COMPLEMENTO INDIRECTO


La RAE, en su NGLE (2009, Madrid, Espasa) define a este complemento como una
función sintáctica vinculada al dativo y que puede ser desempeñada por los pronombres
personales átonos que presentan este caso (me, te, le, les, nos, os) o por sintagmas
preposicionales encabezados por la preposición “a”.
Cabe destacar que, aunque también se consideró durante mucho tiempo que la
preposición “para” servía para introducirlo, actualmente se ha rechazado, debido, entre otras
razones, a que los complementos con “a” y “para” pueden coaparecer con un mismo verbo y no
es posible, además, coordinarlos en la misma secuencia.
4.1.3. EL COMPLEMENTO DE RÉGIMEN PREPOSICIONAL
En el sintagma verbal, este complemento es una función sintáctica desempeñada por un
grupo preposicional seleccionado por el verbo. Además, la preposición es también seleccionada
por el núcleo, aunque algunos verbos, como “hablar”, con compatibles con varias: “hablar con”,
“hablar sobre”, “hablar de”, “hablar a”. Así pues, es su carácter argumental lo que los diferencia
de los CC (habló sobre la gripe/habló sobre la tarima).
Un asunto controvertido ha sido la coexistencia de este complemento y el CD. Los
hermanos López Quero (Manual de análisis sintáctico: metodología y práctica, 2019, Granada:
Port Royal) aseguran que son perfectamente compatibles (lo operaron de apendicitis). Sin
embargo, Alarcos Llorach defendió que algunos CRég son compatibles con el CD, a los que
denomina suplementos indirectos), pero otros no, de ahí que los llame suplementos propios.
Este también distinguirá entre suplementos adverbiales, conmutables por adverbios y
pronombres (pon las cartas en la bandeja) y suplementos atributivos (me tacharon de cobarde).
4.1.4. EL COMPLEMENTO AGENTE
La función sintáctica de complemento agente reproduce en las oraciones pasivas el
sujeto de las activas. Para su construcción, se emplean las preposiciones “por” y “de” (conocido
de, conocido por). Este tipo de complemento está vinculado al participio, por lo que peuden
complementarlo cuando este es un modificador nominal (una ciudad rodeada por montañas). Los
hermanos López Quero (Manual de análisis sintáctico: metodología y práctica, 2019, Granada,
Port Royal) explican cómo la delimitación entre este y el CC no siempre es sencilla, ya que el
problema se presenta cuando el término de la preposición tiene el rasgo de –animado (fueron
informados por el periódico); en este caso, todo dependerá de la capacidad del elemento para
desarrollar una acción, lo que vendrá determinado por el contexto significativo.
4.2. LOS COMPLEMENTOS NO ARGUMENTALES
4.2.1. EL COMPLEMENTO CIRCUNSTANCIAL
Esta clase funcional presenta una notable heterogeneidad semántica y formal. La RAE,
en su NGLE (2009, Madrid, Espasa) los define como complementos adjuntos del sintagma
verbal. Esta función sintáctica puede ser desempeñada por sintagmas preposicionales,
adverbiales y nominales, así como por oraciones subordinadas.
Según su significado, la RAE los agrupan en distintas categorías semánticas: lugar,
tiempo, modo, cantidad, compañía, instrumento, medio, materia, destinatario, causa y
finalidad.
Otra propuesta es la de M.ª J. Fernández Leborans ( Los sintagmas del español. II. El
sintagma verbal y otros, 2005, Madrid, Arco), donde distingue entre CC modales,
instrumentales y comitativos, que son los que presentan restricciones al núcleo sobre el que
inciden de forma interna, frente a los CC locativos, temporales, finales y causales, que
inciden sobre el predicado e, incluso, sobre la oración.
4.2.2. EL COMPLEMENTO PREDICATIVO Y EL ATRIBUTO
El complemento predicativo modifica tanto al predicado verbal como a un sintagma
nominal de la misma oración, con cuyo núcleo concuerda en género y número. Estos pueden
aparecer detrás de los argumentos del verbo principal (la mujer devolvió la falda apenada) o
detrás del verbo (la clienta devolvió apenada la falda). Los sintagmas que pueden funcionar
como predicativos son los adjetivales, los nominales y los preposicionales, además de
determinados adverbios, participios y gerundios no estativos.
Frente al anterior, el atributo no se construye con verbos plenos o predicativos, sino
con copulativos o semicopulativos (ser, estar y parecer). Estos pueden ser adjetivales,
nominales, preposicionales, adverbiales u oracionales.
5. CONCLUSIONES

6. BIBLIOGRAFÍA
[1] Alarcos, E. (1994). Gramática de la lengua española. Madrid: Espasa.
[2] Bosque, I. y Demonte, V. (1999). Gramática descriptiva de la lengua española . Madrid:
Espasa.
[3] Garrido, J. (2009). Manual de lengua española. Madrid: Castalia.
[4] Gómez Torrego, L. (2002). Gramática didáctica de la lengua española . Madrid: SM.
[5] Rodríguez Ramalle, T. M.ª (2005). Manual de sintaxis del español. Madrid: Castalia.

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